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7/27/2019 Perez Gay, Jose Maria-Peter Sloterdijk
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MARTIN HEIDEGGER YALEMANIA
Al partir de la Segunda Guerra Mundial, la filosofa
alemana recorri un largo camino entre la culpa y el si-
lencio. Martin Heidegger es todava hoy piedra de es-
cndalo. El autor de Ser y tiempo cambia radicalmente
el rumbo de la filosofa contempornea al comprome-terse, aunque slo fuera por un breve periodo, con la
poltica de los nazis: acepta el nombramiento de rector
de la Universidad de Friburgo, pronuncia un clebre
discurso sobre la razn de ser de la universidad alema-
na y sostiene que Adolf Hitler, el Fhrer, se ha conver-
tido en una suerte de providencia divina. Los filsofos
alemanes posean, como los filsofos griegos y romanos,
una fuerte influencia en las lites polticas y financieras.
Por ese entonces tenan un inmenso prestigio acadmico
que los llevaba a acoplarse con todo gnero de iniciati-
vas polticas durante la Repblica de Weimar y a produ-cir sin cesar nuevos temas de investigacin. As, Martin
Heidegger, entre otras cosas, redujo la oposicin filoso-
fa-crtica hasta hacerla desaparecer. Al final de la Segun-
da Guerra Mundial, las cifras hablan por s solas: segn
clculos conservadores cuarenta y dos millones de seres
humanos perdieron la vida; otros comentaristas estn se-
guros de que fueron cincuenta y cinco millones.
En septiembre de 1927 aparece Ser y tiempo, un libro
que conmueve al mundo filosfico; punto de partidade su pensamiento. Iniciada la lectura, nos molestan los
tecnicismos filosficos, los retrucanos germanos in-
traducibles; al cabo de cien pginas comprendemos que
esa deliberada oscuridad nos lleva a una apasionante
perspectiva filosfica. Heidegger contina en Ser y tiem-
po el trabajo de Nietzsche: pensar la muerte de Dios y
criticar a los ltimos hombres que se contentan con dio-
ses artificiales, slo para no admitir el terror que significa
la desaparicin de Dios. En Ser y tiempo la capacidad de
poder aterrarse se llama:Mut zur Angst, atreverse a la an-
gustia. Ser y tiempo, el ttulo es en s un manifiesto.En su obraNietzsche, Martin Heidegger escriba: Si
llevamos la voluntad de poder de Nietzsche, es decir, su
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El Alephde PeterSloterdijk
Jos Mara Prez Gay
Tomando como punto de partida Ser y Tiempo de Martin Hei-
degger, para continuar con la Escuela de Frankfurt, Jos Mara
Prez Gay medita sobre la filosofa alemana del sigloXXdesde
la perspectiva del filsofo alemn Peter Sloterdijk, una de las
figuras centrales de la reconstruccin del humanismo en los al-bores del sigloXXI.
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pregunta por el ser del ente, a la perspectiva de Ser y
tiempo, esto tampoco quiere decir, por supuesto, que
ponga a la obra de Nietzsche en relacin con un libro
que lleva por ttulo Ser y tiempo y que se la interprete y
mida de acuerdo con lo que all se dice. Este libro mis-
mo slo puede ser evaluado segn el lmite en que se man-
tenga o no a la altura que la cuestin plantea. No hayotra medida que la pregunta misma; slo la pregunta es
esencial, no el libro, que por otra parte slo conduce has-
ta el umbral de la pregunta, an no hasta su interior.
De acuerdo con la tradicin el ser es atemporal. En
Metafsica, desde Platn, la investigacin del ser, de la
esencia en o detrs de la apariencia, es precisamente una
bsqueda de lo constante, de lo que permanece y dura
como eterno en el flujo del tiempo y del cambio. El t-
tulo de la obra de Heidegger proclama otra cosa: Ser y
tiempo. El ser es en s mismo temporal (zeitlich). El libro
comienza con una especie de prlogo en el cielo. Platn
entra a la escena. Se cita un fragmento del Sofista: Pues
evidentemente estis hace ya mucho familiarizados con
lo que queris decir propiamente cuando usis la expre-
sin ente, mientras que nosotros creamos antes com-
prenderla, pero ahora nos encontramos perplejos.
El prlogo reclama un doble olvido del Ser. Olvida-
mos lo que es el Ser, pero tambin hemos olvidado ese
olvido. Y as se trata, pues, de hacer la pregunta que in-
terroga por el sentido del Ser, escribe Heidegger. Se-
guimos, entonces, hoy siquiera perplejos por no com-
prender la expresin Ser? De ninguna manera. Y as se
trata, pues, de empezar ante todo, por volver a desper-
tar la comprensin por el sentido de esa pregunta.
Heidegger sugiere desde el principio la tarea funda-
mental: la interpretacin del tiempo como el horizonte
posible de toda comprensin del ser. Es decir, el sen-
tido del ser es el tiempo. El pequeo mago de Messkirch,
como sus alumnos le decan a Heidegger, se lanza con-
tra la idea platnica de que el tiempo es imagen mvil
de lo eterno. La tarea principal ha sido revelada. Sin em-
bargo, Heidegger necesitar no slo de Ser y tiempo, sino
de toda su vida para explicar ese proyecto. La oscuridad
del libro es una gran parte de su aura. La pregunta sigueabierta; a quin se debe la oscuridad?, al Ser mismo o a
su anlisis? El libro Ser y tiempo distingue al Ser del ente en
el horizonte del tiempo, como leemos en la introduccin.
Sin embargo, est marcado por una restriccin inicial, su
tema es, sobre todo y ante todo, la analtica del Dasein.
Se habla del tiempo como la temporalidad del Dasein, no
del tiempo como temporalidad del Ser. El problema tie-
ne que ver con la palabraDasein, un trmino clsico to-
mado de la lengua alemana. Kant, por ejemplo, la usa
como una palabra propiamente germnica que respon-
de al latn existentiao al espaol existencia. La existen-cia de Dios se dice Dasein Gottes. Dasein, en el sentido
comn y corriente, se opone a posibilidad y la nece-
sidad. En La crtica de la razn pura, Dasein es una de
las categoras de la modalidad. Heidegger emplea la pa-
labra en un sentido muy distinto. Ser y tiempo es el libro
del Dasein, del ser-ah en el mundo. El ah es el mundo
concreto, literal, cotidiano. El ser ahsignifica estar su-
mergido, plantado, arraigado en la tierra, en la materia-
lidad cotidiana del mundo. Una filosofa que pretendaescapar de la vida diaria es una filosofa sin sentido, no
puede decirnos nada del Ser, ni del Dasein. El Dasein es
un ente, pero no es uno como los dems, pues como dice
Heidegger en su ser le va su ser.
Qu constituye la temporalidad propia del Dasein?
Cuando pensamos en el tiempo se piensa en sucesin
temporal, vale decir: algo ocurri antes de otra cosa y
que una tercera va a ocurrir despus de la segunda.
Heidegger destruye la idea del tiempo como sucesin.
Slo pertenece al tiempo quien, en el presente, se sabe
a partir de un pasado y se abre a su porvenir, de tal mo-
do que las tres dimensiones del presente, del pasado y
del porvenir son exactamente contemporneas y de-
finen lo que Kierkegaard llamaba el instante. Pero el
instante no es el momento que pasa; el instante no es
sino el hecho de que todo cuanto aparece pertenece a
un mismo mundo.
Toda la metafsica occidental ha sido platnica es-
cribe Hans Georg Gadamer, porque ha procurado
extraer la esencia del hombre fuera de la vida diaria;
invent siempre un observador omnmodo, un agente
cognoscente y ficticio desprendido de nuestra experien-
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EL ALEPH DE PETER SLOTERDIJK
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cia comn. Muy pocos filsofos han explicado comoHeidegger la naturaleza de la condicin humana, cuyopunto medular es laAlltglichkeit, que significa la vidadiaria o, como la traduce Jos Gaos, la cotidianidad. Noshan arrojado al mundo, escribe Heidegger, nuestro seren el mundo es un estado de yecto, unaGeworfenheit.
Heidegger escribe captulo tras captulo uno de los tex-tos de filosofa ms apasionantes de nuestro siglo: elhombre es un ente que comprende al Ser, pero es un serpara la muerte. La mayor ilusin del hombre es creer queel tiempo pasa. El tiempo es la orilla; nosotros pasamos,l parece caminar.
De ah que carezca de sentido interpretar a Hei-degger hacia atrs como si dijera lo mismo que los ms-ticos alemanes, slo que adaptndose al espritu de lostiempos escriba Sloterdijk. Las tentativas de sepa-rar a Heidegger de los relmpagos luminosos de nuestrotiempo empobrecen toda discusin y reducen su puntode vista. Aunque l en realidad no analizara en ningnmomento los detalles estratgicos y fsicos de esta nuevasituacin de manera tan exhaustiva como Karl Jaspersen su obraDie Atombombe und die Zukunft des Mens-chen (La bomba atmica y el futuro del hombre), s fue elintrprete ms profundo del acontecimiento histricode su tiempo, se en el que los hombres se convirtieronen seores del fuego nuclear.
Rdiger Safranski, autor de Un maestro de Alema-nia, la mejor biografa de Heidegger y su poca, escri-bi que sus textos deben leerse como los tatuajes en el
cuerpo del arponero Queequeg, en la novela de Her-man Menville,Moby Dick. Queequeg, un hombre sal-
vaje y piadoso de los mares del sur, llevaba tatuada ensu propia piel la doctrina secreta de su tribu, un trata-do mstico y poderoso sobre el cielo y la tierra, y l mis-mo se haba convertido en los signos que no poda des-cifrar. Toda la tripulacin del barco, Queequeg tambin,sabe que ese tratado de sabidura puede desparecer sin
ser descifrado. Cuando Queequeg sinti que iba a mo-rir, le pidi al carpintero del barco que le construyeraun atad, y sobre la madera copi los signos que llevabatatuados en el cuerpo. En cierto sentido, ste es el mejorretrato del filsofo. Heidegger se tatu en el cuerpo untexto misterioso, y an indescifrable: el origen y la his-toria de la filosofa. A principios del siglo XXI, sabemosque la cultura occidental an vive en treinta libros quenunca han envejecido y, quizs, uno de ellos se llameSer y tiempo.
LA IMAGINACIN DIALCTICA
La Escuela de Frankfurt tiene su origen en el Instituto deInvestigacin Social (Institut fr Sozialforschung), crea-do en Alemania en 1923, en los aos de la Repblica deWeimar. Aunque el primer director fue Carl Grnberg,un historiador marxista del movimiento obrero, el se-gundo director, Max Horkheimer (1895-1973), reunia un grupo de tericos importantes, alrededor de unarevista: Cuadernos de investigacin social(Schriften frSozialforschung): Theodor W. Adorno, Erich Fromm,
Frederick Pollock, Herbert Marcuse, Leo Lwenthal yWalter Benjamin. El primer proyecto del Instituto es
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constituirse en un centro promotor de investigacio-nes marxistas, como el Instituto de Investigacin delMaterialismo Histrico de Budapest, que inventa y di-rige Georg Lukcs o el Instituto Marx-Engels de Mosc,dirigido por David Riazanov. Por su crtica de la cultu-ra y sus intereses histricos y literarios, el Instituto de
Frankfurt escapa a la visin dogmtica del marxismo-leninismo de esa poca. Sus miembros son irreconcilia-bles socialdemcratas de izquierda, escpticos, ponde-rados y crticos.
La Escuela de Frankfurt domin ms tarde el mun-do de la filosofa acadmica alemana de la posguerra,acaso porque fue la nica corriente filosfica que sepregunt por lo que haba sucedido en ese pas duranteel periodo nacionalsocialista, por el carcter totalitariode su sistema poltico y el sentido histrico del holo-causto y la catstrofe de la guerra. Pero desde esa pers-pectiva la filosofa se transform en una suerte de socio-loga universal; sin embargo, su crtica de la civilizacinsigue vigente; laDialctica de la Ilustracin, su mejortexto. Herederos de Max Weber y su diagnstico de laspatologas de la modernidad, Theodor Adorno y MaxHorkheimer vieron en el proceso histrico de la mo-dernizacin occidental un proceso destructivo raciona-lizado. Elpogrom es, deca Adorno, el asesinato ritual dela civilizacin. Su consecuencia inevitable: terror y civi-lizacin son indivisibles. Si el proyecto de la Ilustracinera ladesacralizacin del mundo, el de la racionalidad es lasociedad de la administracin total. El individuo es una
ilusin; el proceso civilizatorio se convierte en una so-ciedad de consumo, la industria cultural es su emble-ma. Acaso el individuo que vive adecuada y saluda-blemente como ciudadano de una sociedad enfermaesa persona no est enferma?, escriba Horkheimer.
En la dcada de 1960, los trabajos de la Escuela sedetienen, al parecer, en esa crtica devastadora de la ci-vilizacin occidental: Dialctica de la Ilustracin (1944)yDialctica negativa(1966) de Theodor Adorno, Eros ycivilizacin (1962) yEl hombre unidimensional(1964)de Herbert Marcuse, Teora crtica(1957) de Max Hork-
heimer. A principios de 1970, Jrgen Habermas, el pro-fesor adjunto de Theodor W. Adorno en la Universi-dad de Frankfurt, plantea un proyecto terico que, alparecer, sortea los callejones sin salida del marxismo yde la Teora Crtica. Durante veinte aos (1961-1981)prepara su propia versin de la teora crtica de la socie-dad moderna; en 1981 publica su Teora de la accincomunicativaque resume el trabajo de esos aos. Ha-bermas tira por la borda la interpretacin marxista delmundo, y traduce el proyecto de la teora crtica desdela idea de una filosofa de la conciencia, el modelo de su-
jeto-objeto de conocimiento y accin, dentro de unateora del lenguaje y de la accin comunicativa. En pri-mer lugar, Habermas ha demostrado que las formas
burguesas de moralidad no pueden entenderse simple-mente como un reflejo ideolgico del modo de produc-cin capitalista, sino que deben considerarse tambincomo las expresiones de un proceso irreversible de apren-dizaje colectivo que se distinguen claramente de losprocesos de aprendizaje cientfico y tecnolgico. En se-
gundo lugar, demuestra que esta moralidad universaly las concepciones legales y universales lleva a unaconcepcin especficamente moderna de la democra-cia y de los derechos humanos, y que encarna en un g-nero de racionalizacin distinto al de la racionalizacinde acuerdo a fines (Zweckrationalitt), formal y buro-crtica de Max Weber; en tercero y ltimo, Habermasdemuestra tambin que toda sociedad basada en un li-bre acuerdo entre sus miembros, se encuentra ya aun-que con ciertas deformaciones incorporada y recono-cida en las instituciones democrticas, en los principiosde legitimidad de las sociedades industriales modernas.Por esta razn, un anlisis crtico de las sociedades mo-dernas comparte un fundamento normativo comn yasume la forma de una crticainmanente. Habermas,convencido de que la idea de racionalidad comunicati-vaest implcita en la estructura del habla humana,convierte esta misma racionalidad en el estndar bsi-co que comparten todos los que hablan, al menos enlas sociedades modernas. Segn autores como StevenLukes, la racionalidad comunicativa es la nica que se-ra vlida para todas las culturas.
En los ltimos treinta y cinco aos, Jrgen Habermas
se ha convertido, quizs, en uno de los filsofos ms im-portantes de Occidente. Mientras tanto su sistemaabar-ca casi todos los campos de la filosofa: desde El espaciopblico (1964) hastaFacticidad y validez(1992), su teo-ra del derecho. No puede haber autonoma del sujeto,escribe Habermas, ni derecho autnomo, no puede ha-ber Estado de Derecho, sin que la idea racional de demo-cracia sea tambin una realidad. Si el derecho ha de sernormativamente fuente de legitimacin y no slo mediofctico de organizacin del dominio y el sometimiento,entonces el poder administrativo debe retroalimentarse
y permanecer unido al poder de la accin comunicativa.
CRTICA DE LA RAZN CNICA
Peter Sloterdijk nace en Karlsruhe en el ao de 1947, esprofesor de filosofa y esttica en el Instituto de Diseode Karlsruhe. A principios de 1980, Sloterdijk viaj aPoona, India, y frecuent por un tiempo la secta de Bhag-wan Rajneesh, para escuchar sus discursos. Bhagwan es,para Sloterdijk, un Wittgenstein de la religin, una de
las grandes figuras del sigloXX. Bhagwan Shree Rajneesh,que en sus ltimos aos se llam Osho, fue para sussannyasiso buscadores de la verdad el Buda de nues-
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EL ALEPH DE PETER SLOTERDIJK
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tro tiempo. En cambio, para los gobernantes y religio-
sos oficiales, no slo fue un fastidio, sino tambin una
seria amenaza para los jvenes indios, los que deseaban
destruir los cimientos de una sociedad conservadora.
Fue el ltimo iconoclasta de este siglo. Despus de via-
jar por Occidente, se estableci en Poona. Tocado por
la llama de la rebelin, nunca se adhiri a credo ni doc-
trina alguna, sino que intentaba resucitar las tradicio-
nes muertas del budismo.
No se sabe gran cosa sobre la residencia de Peter
Sloterdijk en la India; nunca ha dicho nada sobre Bhag-
wan Rajneesh, porque est convencido de que el actual
espritu de los tiempos no entendera nada sobre el te-
ma y de entrada lo rechazara. Lo que llama la atencin
han sido las coincidencias que Sloterdijk encuentra en
Bhagwan Rajneesh y Jacques Lacan, el psicoanalista
francs. Ambos son animadores (Entertainers), secta-
rios, psicocharlatanes que han logrado una sntesis depsicoanlisis, histrionismo y provocacin espiritual, la
cual filosficamente hablando implica, entre otras co-
sas, una crtica radical del sujeto. En nuestros das exis-
te todava una comunidad o secta que vive de acuerdo
a los principios de Osho. No sabemos si Slotertdijk, que
fue un admirador comprometido de Osho, prolongue
esa admiracin hasta nuestra poca.
En abril de 1983, doscientos setenta aos despus
del nacimiento de Kant (1723-1804), Peter Sloterdijk
publicaCrtica de la razn cnica. Lo que ms llama la
atencin de la obra es la belleza y la fuerza de su lengua-je, su estilo y su tono. Sloterdijk es, como Arthur Scho-
penhauer, un escritor. Lejos de las rgidas convenciones
de la filosofa acadmica, Sloterdijk enfrenta los proble-
mas de su tiempo con otras armas y otros fines: una prosa
clara, consciente de su afinidad con la msica, deudora
de la gran retrica clsica y de su casi increble erudi-
cin filosfica y literaria. Por ese entonces, Sloterdijk te-
na treinta y cinco aos. Las armas de un fenomenlo-
go agudo, atento y perspicaz, que deseaba escribir una
ontologa de nosotros mismos. Su aventura intelec-
tual no es sino la vasta discrepancia con todo lo que ha
sucedido en el siglo XX, con todas las catstrofes que
ha causado la razn teleolgica, con el sueo ilustra-
do de condicionar la historia mediante la planificacin
poltica. Y, al mismo tiempo, su independencia radi-
cal al hacer suyas las propuestas de filsofos incmodos
y no siempre bienvenidos en Alemania: Nietzsche y
Heidegger. LaCrtica de la razn cnicapuede leerse
tambin como un poner al da laDialctica de la Ilus-
tracin de Adorno y Horkheimer.No son ya el nihilismo en ascenso, ni la metamor-
fosis de la razn el nuevo mito ni, mucho menos, el do-
minio de la razn instrumental lo que Sloterdijk des-
cribe y denuncia con una riqueza abrumadora y una
erudicin universal, sino el cinismo difuso de nues-
tras sociedades exhaustas. Ese nuevo cinismo que se
desempea como una negatividad madura que apenas
proporciona esperanza alguna, apenas un poco de iro-
na y compasin. Un cinismo que Sloterdijk define
comofalsa conciencia ilustrada, la de quienes se dan
cuenta de que hemos desenmascarado todo y, en el fon-do, nada sucede, la de quienes se dan cuenta de que
la escuela de la sospecha tampoco ha servido para
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Immanuel Kant Sren Kierkegaard
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nada. Nos damos cuenta de que las cosas no son lo que
parecen, sin inmutarnos por ello. En Crtica de la ra-
zn cnica, Sloterdijk presenta un discurso tico com-
prometido, libre de las falacias y espejismos del hu-
manismo edificante y fundado en una antropologa
filosfica con nuevas perspectivas.
Rdiger Safranski afirma que laCrtica de la razncnicapuede leerse como un magistral diagnstico de
nuestro tiempo y, a veces tambin, como una historia
de nuestro tiempo. En los tiempos de un cinismo excep-
cional, el racionalismo y su factor que todo lo equilibra
puede tener tanto xito como resultar contraproducti-
vo: Desde que la sociedad burguesa comenz a tender
puentes entre el saber de los de arriba y el de los de aba-
jo, del todo pretendiendo fundar ntegramente su ima-
gen del mundo sobre el realismo, los extremos se van
enlazando cada vez ms.
La crtica de la revelacin es uno de los captulos que
Sloterdijk escribe en el primer volumen de laCrtica de
la razn cnica. Los Evangelios del cristianismo y el li-
bro del Corn del Islam aparecen a los individuos no
ilustrados como el resultado de la inspiracin o de un
mandato divino; porque la existencia de Dios no pue-
de demostrarse ni refutarse de acuerdo con la lgica, la
crtica de la religin es, por esencia, crtica de la revela-
cin. La fe en el texto es lo que convierte a esas pginas
en una revelacin para los creyentes. La Ilustracin afir-
ma, de modo hereje y subversivo, que la mayora de las
creencias bblicas son falsedades histricas. Los mila-
gros de los que habla laBibliason slo narraciones de
milagros que escapan a toda prueba. La trama de la re-
velacin permanece dentro de un crculo. De acuerdo
con un anlisis filosfico profundo, las verdades hist-
ricas accidentales no pueden nunca convertirse en las
verdades necesarias de la razn.
La conciencia humana no puede encontrar en esos
textos ninguna prueba de la existencia de Dios; en-
cuentra slo creencias contingentes, histricas y relati-
vas. Todo esto llev, como se sabe, a una crisis de los
fundamentos mismos de la teologa, que la Iglesia Ca-
tlica, por ejemplo, transform en dogmas y lanz asus sacerdotes a combatir abiertamente a la moderni-
dad. La escisin entre la imagen del mundo cientfico
y el mundo de la fe nunca se cerr. La psicologa ilus-
trada vio siempre en todas las imgenes de Dios y en
sus textos slo una proyeccin de los hombres. La se-
gunda estrategia de la Ilustracin es la teora de la men-
tira religiosa: la religin sirve slo para dominar a los
humillados y ofendidos y ponerse del lado de los seo-
res del poder. La conciencia cnica del dominio es una
expresin de la culpa de todos. Desde el siglo XVIII, la
filosofa se convierte en crtica de las ideologas y desen-mascara a la religin como un instrumento del poder
poltico. La conciencia conservadora dominante es c-
nica, porque ve un peligro de crisis social en la desapa-
ricin de las ilusiones religiosas.
Ahora bien, esta conciencia ya no tiene ilusiones, por
esa razn se le puede llamar cnica. Sin embargo, nadie
puede afirmar que un orden social pueda mantenerse
sin la presencia de ciertas ilusiones. La ruptura entre la
religin y la ciencia es irreversible. Las nuevas cosmolo-gas imponen una catstrofe de nuestra imagen del mun-
do para nuestro sistema mental. La certeza de los exis-
tencialistas es irrefutable: todos estamos condenados a
ser libres. Los telogos se van, dice Sloterdijk, llegan los
diseadores de la conciencia. Por todos estos laberin-
tos, el cinismo es el signo de la modernidad.
LaCrtica de la razn cnicafrecuenta la primera de
las luchas culturales de la antigedad, la de los filsofos
de la plebe: Digenes y su escuela contra los arrogantes
miembros de la Academia, cuya mxima autoridad era
nada menos que Platn. Los filsofos de la plebe que
defendan la pobreza y la vieron siempre como expre-
sin legtima de su libertad son para Sloterdijk los
verdaderos qunicos, cuya actitud era el polo opuesto a
la de los cnicos de la academia. Nietzsche es el primer
neocnico as se defina a s mismo que lleva a cabo
una guerrilla literaria contra las grandes verdades de
la filosofa; afirmaba que la transgresin de los lmites
y el cinismo nos permitan ver las cosas sin el maquilla-
je de las grandes interpretaciones. Desde esta perspec-
tiva, Nietzsche se convirti en un verdadero pensador
posmoderno: no slo reconoce sus propias contradic-
ciones, sino que acepta su propia complejidad psicol-
gica y transforma el jbilo en cortesa. Esta actitud espiri-
tual del neocnico lo emparenta con los filsofos plebes
de la antigedad, pero tambin con los hippiesde la
dcada de 1960. Mucho antes de que Nietzsche resur-
giera como un terico del presente, y como una moda
de los posmodernos, Sloterdijk le dedic en 1986 un
ensayo largo: El pensador en escena; el materialismo de
Nietzsche. El libro era un proyecto, y en l interpret el
pensamiento de Nietzsche desde una de sus obras: El na-
cimiento de la tragedia a partir del espritu de la msica.
En 1985, Sloterdijk publica una novela-ensayo: Elrbol mgico: el nacimiento del psicoanlisis en el ao de
1785, ensayo pico sobre la filosofa de la psicologa. El
protagonista principal, un joven mdico viens, Jan Van
Leyden, iniciado en el hipnotismo de la escuela de Mes-
mer en el Pars de 1785, lleva el diario de sus viajes,
donde consigna sus ideas sobre los fundamentos de la
filosofa y la psicologa. El crculo mgico, un captulo
de su ltima obraEsferas, se ocupa del magnetismo ani-
mal y humano que Anton Mesmer (1734-1815) ima-
gina como un sistema de la medicina romntica. Hipno-
sis, sonambulismo y magnetismo son los precursoresteraputicos del psicoanlisis. En esta sorprendente no-
vela-ensayo, Sloterdijk presenta las terapias mesmeria-
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EL ALEPH DE PETER SLOTERDIJK
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nas del marqus de Puysgur y, paso a paso, describe la
gestacin de un proceso revolucionario cientfico en una
atmsfera de prerrevolucin poltica.
Una novela escrita con la soltura que define a las
novelas del sigloXVIII, y a las tertulias sofisticadas, las ci-
tas frvolas, las escenas en las posadas y dormitorios, la
ronda de figuras extravagantes, oficiales fanfarrones, fu-turos revolucionarios, sagaces funcionarios de la corte y
mujeres lascivas. Para terminar, querido maestro, deseo
contarle una pesadilla que tuve hace poco y que no
consigo apartar de mi mente () So que estaba ten-
dido en un sof, enfrascado en la lectura de un libro, tal
vez un texto de medicina, tal vez una novela ertica, no
lo recuerdo con exactitud, cuando de pronto, advert
que una persona se sentaba a mi lado. Una hermosa voz
de mujer me susurraba que no hay nada ms simple
que entregarme a ella, y antes de que yo acabe de com-
prender a qu se refiere, la mujer se aprovecha de mi
excitacin y se une a m, tras un rpido xtasis. Cuan-
do los dos, estragados por el placer, abrimos los ojos y
nos miramos, ella tena una expresin amenazadora. Al
verle la cara, me llev un susto mortal: era mi madre.
Naturalmente tuve que pensar en la historia de Edipo,
el hijo del rey, al que el orculo le haba profetizado
que, lo quisiera o no, un da matara a su padre y se ca-
sara con su madre.
Van Leyden concluye que no puede existir una filo-
sofa ni, mucho menos, una psicologa cientfica. No
puede existir una filosofa, porque no existe una mira-
da objetiva al mundo desde las alturas, en la que no se
encuentre implicado el sujeto pensante. Por lo dems
el Pienso, luego existo cartesiano no puede ser el fun-
damento, porque el sujeto del pensamiento es el Yo, la
gran ilusin de Occidente. La psicologa tampoco puede
ser una ciencia, porque en su primera forma objetiva
slo puede considerar al animal, vale decir: la psicolo-
ga conductista de las ratas o la pavloviana de los refle-jos, y ambas dejan de lado la verdadera intencionalidad
del ser humano. En todo caso, la psicologa no puede
resolver el dilema humano. Van Leyden sostiene que la
psicologa presenta una y otra vez a los explotadores
explotados, a los enloquecedores enloquecidos y a los
dominadores dominados. Todo esto se pone en claro
cuando los defensores de los humillados llegan al po-
der, y se sirven del arsenal del cinismo de sus amos. La
historia nos ensea que nadie puede resolver la dialc-
tica del amo y el esclavo; las revoluciones cambian los
papeles, la trama es la misma. En realidad, el pueblo so-
berano nunca llega al poder. Las guerras democrticas
se imponen por encima de la voluntad de los indivi-
duos como las guerras de los prncipes o los reyes. En el
amanecer de la Revolucin Francesa, Van Leyden duda:
al escribir su diario no es slo un programador progra-
mado? Su Yo es otro? No es la ilusin central que lo
ilumina? O es el Yo, como quera Kant, la percepcin
que debe acompaar a todas mis ilusiones? El indivi-
duo es inefable, decan los latinos, y de ese modo esca-
paban al crculo vicioso: cuando piensas slo piensas
que piensas. Van Leyden, un experto en el hipnotismo
mesmeriano, es el primer conservador revolucionario.
En su texto En el mismo barco: ensayo sobre la hiper-
poltica(1993), Sloterdijk describe el crecimiento ine-
vitable de las formaciones polticas. Al principio peque-
os grupos conforman provincias, luego principados y
reinos, ms tarde Estados e imperios, y ahora terminan
en un proceso inevitable de globalizacin una socie-
dad de trnsito universal que slo puede entenderse con
el concepto de hiperpoltica. Sloterdijk describe este pro-
ceso universal con la ayuda de estadios martimos. Al
principio las tribus empleaban balsas, luego empez la
navegacin de las costas y grupos mayores usaban gale-ras y fragatas; en nuestros das existen los transatlnti-
cos y supertanques que derrotan y dominan los mares.
Al cambio de las distintas formaciones polticas co-
rresponde un cambio en la conducta de los individuos.
Sloterdijk abandona la proteccin del matriarcado y
sus escenarios y se vuelca al mundo del Estado patriar-
cal de los guerreros, los polticos y los mandatarios. La
muerte de Dios anula el principio de la pertenencia de
todos los hombres en la unidad de un gnero creado. Se-
gn l, incluso las fechas de los calendarios reciben un
sentido diverso. Ya no basta con datar Despus de Cris-to. Muerto el Hijo, tampoco el Padre soporta dema-
siado tiempo, y si el Padre ha seguido al Hijo a la muerte,
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Friedrich Nietzsche
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los hombres permanecen solos, formando multitudes
hurfanas en un inmenso paisaje universal: por el mo-
mento, repartidas en ciento noventa nacionalidades, en
las que se hablan cinco mil cien idiomas (segn los re-
cuentos ms estrictos dos mil), cerca de seis billones de
individuos, sin un nombre comn y sin ninguna idea
clara acerca de si ser posible definir una tarea en co-mn si no hay un creador comn. La posmodernidad
es la poca despus de Dios y despus de los imperios
clsicos y de todas las sucursales. Con todo, el hurfano
gnero humano ha intentado formular un nuevo prin-
cipio para la copertenencia de todos en un moderno hori-
zonte de igualdad: los derechos humanos. La forma-
cin del zoon politicon es la formacin del comandante,
del hombre de poder. El hombre de poder es, ya sea un
poltico o un administrador pblico, un conductor de
autoridad y dureza. La poltica como el arte de la cohe-
sin de las fuerzas tiene como fundamento una cruel-
dad funcional. El que no obedece es castigado.
Platn, un filsofo de las lites y empeado en la
seleccin de los mejores hombres de Estado, fue siem-
pre considerado como un prefascista por la hipermoral
de la izquierda. Hasta donde entiendo, Sloterdijk cree
que esa actitud ha sido un autoengao sentimental.
Las masas son en principio impolticas, vegetan, sue-
an con puestos dirigentes, comen, beben y acarician a
sus perros. Los hombres del poder, igual que los mejo-
res deportistas, se someten a un duro entrenamiento que
les proporciona la inmunidad necesaria contra los virus
ms peligrosos de la vida. Sin embargo, nadie es invul-
nerable al aguijn del poder, como dira Elias Canetti.
La sociedad de la globalizacin que recurre a la hiper-
poltica el metabolismo de la comunidad interna-
cional despierta fuertes resistencias en los grupos que
Sloterdijk llama el Frente Popular Universal de los ene-
migos de la globalizacin. El camino triunfal de la eco-
noma globalizada, en la cual los empresarios ya no tienen
patria, somete a los individuos y les exige demasiado.
La globalizacin que empieza por el desarrollo de los
satlites termina en el reino de las paradojas: los hom-
bres deben coexistir unos con otros, sobre todo con losque a todas luces nos resulta difcil llevarnos bien, por-
que su cultura es la ms ajena a nosotros. Cmo puedo
coexistir con mil trescientos millones de chinos?
NORMAS PARA EL PARQUE HUMANO
En julio de 1999, Peter Sloterdijk ley una conferencia
ante un pblico muy selecto de profesores de filosofa
durante un congreso sobre Martin Heidegger. Un pe-
riodista que no entendi gran cosa de la conferenciaconvirti el texto en el manifiesto de un pensador fas-
cista. El escndalo era inevitable: el suplemento cultural
del Frankfurter Allgemeine Zeitung, uno de los diarios
alemanes ms reconocidos, publica cincuenta pginas
sobre el caso Sloterdijk y el pblico francs siempre en-
tusiasta de Nietzsche, Heidegger y ltimamente de
Sloterdijk consulta sesenta y seis mil veces el texto en
Internet. Mientras tanto ya nadie entiende la razn del
escndalo. Le est permitido a un filsofo alemn es-
cribir la palabra seleccin cuando habla de tcnica ge-
nticaante algunos filsofos judos? Antje Vollmer, con-
gresista alemana, escribi: todos los alemanes hemos
entendido mal a Sloterdijk, no sabemos leer cuando las
palabras nazismo o dictadura nos cruzan por la cabeza
y nos asaltan.
En realidad, se trat de un cambio cultural decisivo
en la vida pblica alemana: los das de la Escuela de
Frankfurt llegaban a su fin, la hipermoral de sus teri-
cos haba perdido vigencia. Ante el peligro de despre-
ciar la cultura, afirma Sloterdijk, slo nos queda re-
gresar a las fuentes. En su conferencia emprende una
exgesis de Heidegger, sobre todo de su Carta sobre el
humanismo (1946), en la que explica la esencia del hu-
manismo como una expresin del canon de la litera-
tura occidental y, sobre todo, describe cmo el Imperioromano hizo suyos los textos fundamentales de Grecia
y los emple para contener y civilizar los instintos bes-
tiales de un pblico enloquecido en las arenas y el anfi-
teatro, donde las sangrientas luchas de los gladiadores
amenazaban con extenderse como un modo de vida. El
humanismo siempre tiene que ver con el modelo comu-
nicativo de una sociedad literaria. La resistencia contra
los instintos sangrientos del anfiteatro siempre tuvo tam-
bin algo de elitista: exige apartarse de la cultura de ma-
sas. El signo de los tiempos: ya no existe un canon
necesario, y el cambio meditico del libro al radio, latelevisin y a Internet proscribe una cultura contem-
plativa y reflexiva; leer y elegir han sido siempre activi-
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EL ALEPH DE PETER SLOTERDIJK
Martin Heidegger
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se triplican. El genoma es quiz la respuesta al misteriodel origen de la vida.
Mucho ruido y pocas nueces: el escndalo en tornoal texto de Sloterdijk se fue como lleg y, al mismotiempo, Jrgen Habermas inici una profunda refle-xin sobre el futuro de la clonacin humana. Pero en
realidad Peter Sloterdijk se refera a otro problema: Dosmilenios y medio despus de Platn, parece como sihoy no slo se hubiesen retirado los dioses, sino tam-bin los sabios, dejndonos a solas con nuestra escasasabidura y nuestros conocimientos a medias. En lugarde los sabios nos han quedado sus escritos, de brilloopaco y oscuridad creciente. Ah los tenemos an, ensus ediciones ms o menos accesibles, todava los pode-mos leer, si tan slo supiramos por qu habramos dehacerlo. El destino de esos textos es permanecer colo-cados en las silenciosas estanteras como las cartas acu-muladas de un correo que ya nadie recoge: copias fieleso hechizas de un saber en el que ya no conseguimoscreer, enviadas por autores de los que no sabemos si pue-den ser todava amigos nuestros, a destinatarios no-sotros mismos que quizs hayan desaparecido. Losobjetos postales que ya no se reparten dejan de ser envosa los amigos posibles: se transforman en objetos archi-vados. Los libros cannicos han dejado de ser cartas alos amigos () y se han sumido en la atemporalidadde los archivos, y todo esto le ha quitado al humanismola fuerza que tuvo alguna vez. Todo indica que los archi-veros y archivistas han asumido, dice Sloterdijk, la he-
rencia de los humanistas. Sloterdijk es uno de los pocosque todava frecuentan esos archivos, y se pregunta sinuestra vida es la confusa respuesta a preguntas que he-mos olvidado dnde fueron enunciadas.
En marzo de 1994, Peter Sloterdijk obtuvo el pre-mio Ernst Robert Curtius de ensayo, uno de los reco-nocimientos literarios ms importantes de Alemania,por su libro Extraamiento del mundo. El pensamientode Sloterdijk tiene, ante todo y sobre todo, el carcterdel ensayo. Los escritores alemanes contemporneos hancelebrado su prosa: una de las ms interesantes de la
literatura en los ltimos veinte aos; excesiva, irnica ymisteriosa, aunque muchas veces corre el peligro de aho-garse en la propia riqueza de sus asociaciones: una tramade metforas de la realidad. Los filsofos callan recelosos.Hermann Lbbe, uno de los ms prestigiados profesoresde filosofa en Alemania, ha definido a Sloterdijk comoun escribiente (Schreiberling) que no pertenece a latradicin filosfica acadmica. Sloterdijk estudi filo-sofa, historia y literatura; su erudicin humanista es im-presionante, un excelente traductor del griego y el la-tn. A veces piensa que no le hara dao una coherencia
terica ms crtica. En su libro Eurotaosmo (1989) es-cribe sobre la urgencia y el apetito de verdad en Lutero,el traductor de laBibliacomo el verdadero precursor
de laWeltliteratur (literatura universal). Sloterdijk seencuentra mejor en el panorama filosfico y literariode Francia que en el escenario de la filosofa alemana,con sus sistemas filosficos paquidrmicos y sus nuevastendencias a la filosofa analtica britnica y estadouni-dense. Al parecer el destino de Sloterdijk es el de no
estar en ninguna parte, y consolarse con la enorme acep-tacin que ha encontrado en un amplio grupo de lec-tores y oyentes. En la coleccin de ensayos y libros pu-blicados por laHochschule fr Gestaltungde la ciudadde Karlsruhe, Sloterdijk public en 1995 un diagns-tico de nuestro tiempo:Medien-Zeit(Tiempo de me-dios). Los medios son, para Sloterdijk, los que definennuestro sentimiento del mundo, los que forman y llevanadelante el cambio de la forma del mundo (Weltform-wechsel). Ante la imposibilidad lgica y ontolgica dededucir al ser de los medios, Sloterdijk ve en el sistemade Internet una forma de conciencia universal que ha-bra asombrado a Hegel. sta es la poca de los edito-res electrnicos, las pginas Web son las pginas de unnuevo libro. No obstante, los mismos libros no van a desa-parecer y tienen, segn Sloterdijk, un amplio futuro.
En ocasin del premio, Sloterdijk lee un texto sobreErnst Robert Curtius, el gran fillogo clsico e historia-dor de la literatura latina, que siempre se sinti deudorde la cultura europea. El ensayista es, para Sloterdijk, unexperimentador, si se puede decir as, que trata con ma-terias virulentas; es un silencioso testigo que nos mirapensar, gozar, sufrir y, en una palabra, vivir. Qu reali-
dad tiene el ensayista? La idea que tiene Sloterdijk delensayista puede compararse a la del que experimentacon la conciencia, algo que no tiene una figura visibley, sin embargo, est siempre presente. En ese texto pasarevista a los ensayistas alemanes de nuestros das. Losensayos de Botho Strauss se centran en el tema peligro-so de la nacionalidad, que la censura ha borrado de lalista de los temas presentes. Por otro lado, Hans MagnusEnzensberger es el ms lcido de todos ellos; la peligrosavirulencia de sus temas, la valenta para mostrarnos queel mundo no es la arcadia, sino el espacio infectado por
los virus del poder y la violencia incurables. Enzensbergeres el maestro del ensayo alemn, sostiene Sloterdijk: des-de Poltica y delito (1964) hastaEl perdedor radical(2006)sus ensayos cubren todos los temas y los conflictos: unaoscura reaccin de masas en Bosnia, una masacre enKosovo, el juicio a los sentenciados de Baha de Cochi-nos, la descripcin virulenta de los skinheadsalemanes,los neonacionalismos fanticos, los vndalos del Metrode Berln, los desesperados latinoamericanos, las gue-rrillas del hambre en frica, las escenas de La gran mi-gracin(1992) y laGuerra civil(1994) que Enzensberger
escribe desde Munich. Segn Sloterdijk, el autor aban-dona finalmente la Galaxia de Gutenberg y habita elespacio del hipertexto, donde cada ensayo es la obra de
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una comunidad literaria. El ensayismo, como crea Ro-bert Musil, no es sino el uso pblico de la inteligencia,y tiene slo un sentido comunitario.
LA MSICA DE LAS ESFERAS
Desde la publicacin de laCrtica de la razn cnicaquele abri de golpe un lugar propio en la breve nmina detericos que tienen hoy algo que decir, Sloterdijk no hacesado de hablar y publicar libros. Hace mucho tiem-po que la filosofa ha dejado de ser exposicin de teoras.Marx la conden durante mucho tiempo a la esterili-dad: los filsofos slo han interpretado el mundo; de
lo que se trata es de cambiarlo. Esta tesis sobre Feuer-bach silenci a la filosofa, la desacredit como un ins-trumento de los idelogos de las clases dominantes,una de las grandes estupideces del siglo pasado. Desdehace un siglo, la filosofa se est muriendo y no puedefallecer porque todava no ha cumplido su misin: superturbadora agona se prolonga indefinida y abando-nada. All donde la filosofa no sucumbi, se convierteen un centro burocrtico de la administracin de ideasy teoras () Los grandes temas no fueron sino huidas yverdades a medias. Todos estos vuelos de altura intil-
mente bellos Dios, universo, teora, praxis, sujeto,objeto, cuerpo, espritu, sentido, el ser, la nada y eltiempo, escriba en el prlogo al Extraamiento del
mundo. Slo sustantivos para gente joven, estudiantes,marginados, obsesos, clrigos, socilogos, psicoanalis-tas. Por eso, aunque sabemos que no atenuar nuestracapacidad de sufrimiento, est bien que alguien nosofrezca un modelo coherente para pensar la gnesis denuestro mundo. Peter Sloterdijk lo ha intentado en la
opus magnum en tres volmenes llamadaEsferasy cuyostres volmenes aparecen traducidos al espaol: Burbujas,GlobosyEspumasson las tres dimensiones de una poticaescrita en largos fragmentos. El curso de la escritura estafuera, en la metfora que le da cauce al texto. Una filo-sofa que no slo trabaja con la metfora sino que se cons-truye metafricamente es una potica. Platn dixit. Afi-nidades electivas: Gaston Bachelard, cuyo epgrafe es lainsignia de Esferas, escribi en su Potica del espacio: Ladificultad que habamos de superar () consista enmantenernos lejos de cualquier evidencia geomtrica.Dicho de otro modo, debamos de partir de una espe-cie de intimidad de lo redondo. Mara Zambrano, lafilsofa espaola refugiada en Mxico, es quien ms re-cuerda al pensamiento de Sloterdijk. Sus ensayos filo-sficos son una potica. En su libro pstumo Los sueosy el tiempo (1992), Zambrano rescata al sueo como unespacio vivido en nuestra conciencia, porque en los sue-os el tiempo se convierte en espacio.
Demcrito imagin un tomo como una esfera per-fecta para explicar el mundo; Aristteles habl de esferascelestes y apartadas, Leibniz invent las mnadas, otrasesferas incomunicadas, cuerpos geomtricos redondos
y perfectos, que nos revelan el ideal de finitud que larazn persigue. A Pascal el silencio eterno de los espa-cios infinitos le produca terror, la msica de las esferasera el antdoto. Sin embargo, no existe todava una mejordescripcin de la esfera total que la de Jorge Luis Borges.El Aleph es una esfera cuyo centro est en todas partesy la circunferencia en ninguna, El dimetro del Alephsera de dos o tres centmetros, pero el espacio csmicoestaba ah sin disminucin de tamao. Una pequeaesfera tornasolada, de casi intolerable fulgor. Al princi-pio la cre giratoria; luego comprend que ese movi-
miento era una ilusin producida por los vertiginososespectculos que encerraba. Sloterdijk recurre a la me-tfora de la esfera y nos narra la historia de las relacio-nes humanas desde la unidad doble del origen a la dis-persin multipolar de los medios de comunicacin. Vivires crear esferas, una graduacin de modos del ser; vivir ypensar son expresiones distintas para nombrar lo mis-mo. El hombre debe pensarse, sentirse y atarse en el mun-do. La dada madre-hijo es la primera formacin esf-rica, llena de tonos y de espacios sonoros que Sloterdijkllamasonoesferas, un lugar donde comienza la solidari-
dad con los parientes, los grupos prximos y, al final, conla cultura. Todo vnculo humano, todo orden amorosose mantiene en la solidaridad, y esta actividad no es sino
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Werner Heisenberg
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otra palabra para la formacin de esferas. Las historiasamorosas y las comunidades solidarias no son sino lacreacin de espacios interiores de las emociones escin-didas. La formacin de esferas es sobre todo un acto es-pacial y comunitario. En ellas encontramos inspiracio-nes divididas que nos explican la existencia de pueblos
y comunas, donde los hombres conviven. Convivir: to-dos los hombres son medios y actan unos con los otros,crean tambin sociedades comunicativas cada vez msextensas y abarcantes. La teora de los medios se en-cuentra y confunde con la teora de las esferas. El granproyecto terico de Sloterdijk, Burbujas, GlobosyEspu-mas, est mejor pensado y cala ms hondo que la teorade la accin comunicativa de Jrgen Habermas.
Habitar significa tambin formar esferas. El ser huma-no no es, segn la expresin de Heidegger, un ser-en-el-mundo sino un ser-en-esferas. En la historia de la filoso-fa el tiempo ha sido de San Agustn a Heidegger elobjeto principal de reflexin. Sloterdijk rescata la po-tica del espacio de Gaston Bachelard: las esferas son es-tructuras inmunes, generadoras de espacio interior. Elprimer volumen trata de las formas primordiales de laintimidad, formas dplices, matriciales la de Dios ysus criaturas, la de los amantes que como burbujas es-tn destinadas a estallar para, a partir de sus residuos,lanzarse a crear nuevas formaciones esfricas amplia-das; en el segundo volumen se descorre el velo del mun-do histrico poltico. De las esferas bipolares Sloterdijkpasa a las formaciones complejas: los pueblos, los im-
perios, las Iglesias, los Estados nacionales modernos.La modernidad, afirma Sloterdijk, es un fenmeno deprdida del centro y, al mismo tiempo, de globaliza-cin. El cosmos nos recuerda siempre que somos mor-tales, slo en las ciudades olvidamos la muerte. Las ciu-dades son esferas construidas por todos y en defensa detodos. Las hemos pervertido porque no sabemos con-vivir en el espacio como convivimos en el tiempo. Eltercer volumen, anuncia el filsofo, se ocupa del mun-do poliesfrico en el que vivimos: ya no es globo sinoespuma. No hay centro porque, como en el Aleph de
Borges, todo se ha convertido en centro. El mundo vir-tual no es un mundo globalizado sino hecho espuma.Las burbujas aisladas no se integran en un hiperglobosino concentradas en grandes montones irregulares. Lateora de la espuma se convierte en una teora de loamorfo, los mercados mundiales y la diversidad medi-tica. La globalizacin no es sino la guerra generalizadade las espumas.
Heidegger era un contemporneo del Bauhaus: lateora de los asentamientos, del urbanismo temprano,de las primeras comunas construidas por los arquitec-
tos Walter Gropius, Adolf Mayer y Oskar Schlemmer.A finales de la dcada de 1920, Heidegger, en su dis-curso filosfico, reflexiona sobre los problemas de la vi -
vienda en Alemania: el mito de la casa y la ciudad, delos espacios abiertos y concluye que la inhospitalidadde esas ciudades se debe al carcter inautntico de losindividuos, seres annimos que nunca podrn vivir nihabitar una casa (Die Unbehausheit des Menschen). Se-gn Heidegger, habitar quiere decir construir y cons-
truirnos. Habitar un espacio quiere decir reconsiderarnuestra percepcin del espacio. Nos hemos ocupado deltiempo, no del espacio. La filosofa no es slo una feno-menologa, sino tambin una ontognesis de los espa-cios vividos en forma de esferas.
EL PSICOANLISIS LACANIANO
En 1932, Robert Musil escriba en sus Diarios: Ya nohay todo un ser humano frente a todo el mundo, sinoun algo humano que se mueve en un lquido nutriciouniversal. En este sentido, cada individuo es un medio,un ser de alta permeabilidad. La concepcin de Slo-terdijk del Sujeto como un medio tiene consecuenciasimportantes para el psicoanlisis. La obra de JacquesLacan posee, sin duda, gran importancia en Sloterdijk.En Burbujas, la primera parte de los tres volmenes deEsferas, busca aprovechar el psicoanlisis para su esfero-loga. No obstante, se opone al mismo tiempo a ciertaslimitaciones psicoanalticas, aunque los efectos de la cl-nica o de la terapia permanecen intactos. La medicali-zacin de la psicologa es, para Sloterdijk, un despro-
psito, una catstrofe cultural. Los psicoterapeutas nodeberan ser mdicos, sino empresarios, profesionalesde la publicidad o dramaturgos. En todo caso, uno de-bera ejercer una profesin en la que lo importante se-
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EL ALEPH DE PETER SLOTERDIJK
Jacques Lacan
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ra el modo de hablar a los hombres, en la apelacin a
travs de evocaciones o resonancias, en la construccin
de expectativas, en la abstinencia de proyectos emanci-
padores. El psicoanlisis es mucho ms interesante co-
mo un mtodo de investigacin y tambin como una
teora de las conjeturas psquicas. En El sol y la muerte
(2001) sus conversaciones con Hans-Jrgen Hein-richs, hay un captulo en torno a Heidegger y Lacan.
El psicoanlisis de Lacan ofrece la posibilidad de inves-
tigar cul es el origen del sujeto. En este proceso de de-
sarrollo, el estadio y el espejo tiene un significado deci-
sivo, porque el nio por primera vez percibe frente al
espejo su completa totalidad. Esta percepcin de s mis-
mo le dara al nio su primera identificacin directa-
mente con su imagen y semejanza frente al espejo.
Para Peter Sloterdijk, la teora del estadio y el espe-
jo como una fase de la constitucin del sujeto es
una brillante construccin fallida, que tiene sus races
en una hegemona occidental: la supremaca de la vista.
Jacques Lacan es un rehn de lo que Heidegger llam
la poca de la imagen del mundo (Weltbild). Mal que le
pese a Jacques Lacan, la mayora de los hogares europeos
en el sigloXIXno tenan espejos, y por tanto el cumpli-
miento visual de nuestra identidad slo le pertenece a
la poca contempornea. El abastecimiento con espe-
jos de grandes masas de poblacin es, esencialmente,
un hecho del sigloXIX, que no llegara a consumarse ple-
namente en el Primer Mundo antes de mediados del
sigloXX. Slo en una cultura saturada de espejos pudo
imponerse la idea de que la mirada a la propia imagen
en el espejo renovaba en cada individuo una relacin
originaria de autorreflexin. Y slo en una poblacin
definida, trascendiendo las clases, como poseedora de
espejos pudieron hacer populares Freud y sus sucesores
sus pseudoevidencias sobre el llamado narcisismo y sobre
el supuesto autoerotismo primario, cuya mediacin es
la ptica del ser humano. Tampoco el trgicamente h-
brido teorema de Lacan del estadio especular como es-cultor de la funcin del yo puede superar su dependencia
de la dotacin csmetica y egotcnica del mobiliario ho-
gareo del siglo XIX: muy en detrimento de quienes se
dejaron ofuscar por esosfata morganapsicolgicos.
Segn Sloterdijk, Jacques Lacan olvida que el nio
tiene ya en el vientre materno antes de su nacimien-
to una imagen coherente de s mismo. En esaunidad-
de-dosvive su primera y ms ntima esfera y se percibe
como el que participa en una comunidad de sensibili-
dades y sentimientos. Esto sucede no slo en un hori-
zonte visual-imaginario, sino ms bien en un mundo
de sensibilidades y emociones inmediatas que se resu-
men en resonancias, y que son al fin y al cabo sus pri-
meras experiencias. De este modo y mucho antes de su
nacimiento, el nio aprende qu es la coherencia, lo que
significa poder ser en su totalidad (Ganz-sein-knnen) y
cul es su puesto en una esfera cargada de muchsima
tensin. En el vientre materno, el yo se refiere a s mis-
mo en la expectativa del que escucha y aguarda las reso-
nancias que vienen del exterior y se anticipa cmo sue-
nan. La memoria de esas resonancias es el principio de
todo recuerdo.
En EsferasII. Globos: Macroesferologa, Sloterdijk est
claro: El yo no surge por un reflejo especular ilusorio,
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Jrgen Habermas
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como seductora y equvocamente ha sealado JacquesLacan; adopta, primero, una figura autorreferente porla anticipacin de orfandad y viudez; se afirma a s mis-mo en tanto abandonado y abandonante. El yo es el r -gano del preabandono y de la predespedida. Dado queese contar con que va a ser abandonado, constitutivo del
yo, es esencialmente de naturaleza anticipadora, prote-ge ante irreparables catstrofes de separacin a aquellosque se han dado cuenta de que van a quedarse atrs ysolos algn da. Lo que se llama individuacin es la rutaanticipadora a un estado que en ocasiones aparece des-crito en las lpidas francesas: Un seul tre vous manque,et tout le monde est dpeupl. Basta que te falte una solapersona y el mundo entero parece desploblado.
En EsferasI, Sloterdijk define lo que llama el esta-dio-sirenas, una versin distinta al estadio y el espejode Lacan, donde se opone de modo radical a su orien-tacin ptica. El yo surge del odo y no de la vista; sefragua en las resonancias psicoacsticas en el tero ma-terno. Si la formacin de uno mismo tiene lugar en eltero materno, deberamos hablar mejor de laentona-cin de nosotros mismos que de la postulacin de unsujeto. Es conocido el arte de las sirenas, las que siem-pre se anticipaban a los anhelos del sujeto y lograbandepositar en su alma su propio paroxismo. Su arte erairresistible, porque el sujeto constitua el centro de sucanto. El sujeto se entregaba a las sirenas a travs delodo. Odiseo debe atarse con fuerza al mstil, porqueno puede mantener una distancia, l es el tema y se en-
cuentra siempre en la mitad del canto. El canto, el de-seo y Odiseo constituyen una trada genealgica, y for-man una unidad psicoacstica. El medio es el mensaje;ninguna se aparece antes que las otras.
En el captulo dos de Burbujas: Entre rostros: sobre laemergencia de la esfera ntima interfacial, Sloterdijk inter-preta y afirma al yo como Nietzsche lo interpretaba:un epifenmeno y, al mismo tiempo, un medio y ambosse compendian en el vocablo ingls interface. En la anti-gedad griega se hablaba muy poco de una identidadfacial del yo. Alcibades fue la primera figura histrica
identificable, que segn la tradicin fue consciente desu rostro. Sloterdijk afirma que casi todos los seres hu-manos hasta el sigloXIXno tienen su rostro para s mis-mos, sino para los dems. La palabra griega para el ros-tro humano,prosopon, expresa con toda claridad estehecho: designa lo que uno ofrece a la vista de los dems;un rostro en principio slo es algo situado delante de lamirada del otro; pero, en tanto ser humano, posee al mis-mo tiempo la capacidad de corresponder al ser-visto de-volviendo a su vez la mirada. El rostro no tiene ningunafuncin autorreflexiva. El reflejo especular que engen-
dra la vida interior pertenece ms bien a la poca de laintroversin protestante, y ms an a la ego-tcnicade la disposicin del interior del siglo XIX.
SI EL TERRORISMO DESPIERTA
Si Europa despierta(1994) y sobre todo Temblores deaire(2002), el primer ensayo escrito en el siglo XXI, to-can el tema del terror en nuestra poca. Despus del showtelevisivo de Al Qaeda terrorista del 11 de septiembre,
Sloterdijk critica la teora de el choque de civilizacio-nes de Samuel P. Huntington. Le parece una ficcinhistrica y sociolgica malconstruida, porque las tec-nologas bsicas en las que se erigen las formas de en-frentar la vida son las mismas en ambas civilizaciones.En El desprecio de las masas: ensayo sobre las luchas cul-turales de la sociedad moderna(2000), Sloterdijk sostie-ne que civilizacin y tcnica son trminos casi sinni-mos. El gran conflicto, ms exactamente, radica en queOccidente no cuenta con ofertas morales y polticas ra-zonables para Oriente Prximo, Amrica Latina, fri-ca y gran parte de Asia, donde la desigualdad social y lademografa degradan el carcter sagrado de la vida.
La exportacin del Estado-nacin ha resultado noslo un fracaso, sino una absurda quimera. En muchasculturas no europeas, la gente tiene que buscar nuevasfuentes de sentido y nuevas formas de orden social, y laretrica occidental de los derechos humanos y de losEstados nacionales se queda muy corta a la hora de abor-dar los verdaderos problemas polticos. Este vaco esuna de las razones por las cuales el Islam o las religionesdomsticas, como el hinduismo y el animismo, logranuna afluencia cada vez mayor; son energas comunita-
rias, escribe Sloterdijk, de una fuerza inimaginable queinterpretan necesidades vitales inmediatas. Lo hemosolvidado: el ser humano es el nico animal que puedeinterpretar sus necesidades. La vida siempre se nutre dedos fuentes: la tcnica vital para sobrevivir y la inspira-cin moral. El Islam es irremplazable para millones depersonas. Occidente carece adems de un sentido delmartirio: el cristianismo moderno es una religinposhe-roicamientras que el Islam an es heroico. sa es la dife-rencia. De los estadounidenses, subraya Sloterdijk, cabeesperar que regresen a la democracia, pero en este mo-
mento se encuentran en una peligrossima crisis mono-temtica que apunta a la destruccin de la democracia.
El sigloXXI ser el escenario, segn Sloterdijk, de laltima lucha de la moral universal. Lograremos poner-le fin al invernadero del bienestaren que se ha convertidoel mundo o nos habituaremos a la desigualdad desco-munal que gobierna el planeta? Miraremos impasiblescmo los pases ricos y poderosos, gracias a los avances dela medicina y la gentica, llegan a ser los propietarios delpotencial antropolgico mientras el resto de los indivi-duos queda excluido del proyecto de la felicidad? La gran
amenaza es una plutocracia antiigualitaria que lleve acabo una seleccin gentica de los mejores, y que esta-blezca quines son los verdaderos seres humanos.
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