Sloterdijk Normas
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1
eter Sloterdijk
Normas para
el parque humano
Una respuesta a la arta
sob e el humanismo
de Heidegger
Tradl .cción de
Teresa Rocha Barco
:): Biblioteca de Ensayo (serie menor Ediciones Siruela{ t.>.
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l/edi.ción: septiembre de,zooo
4. edición: febt'ero de 2006'
Todos los derechos reservados. Ninguna parte
, de esta publicación puede ser reproducida,
almacenada o transmitida en manera alguna
ni por ningú;' medio, ya· sea eléctrico, químico,
mecánico, óptico, de grabación o de fotocopia,
sin permiso previo del editor.
Título original: RegelnJill' den Menscbenpa rk
Ein Antwortscbl eiben t l Heideggers Brief
¡Iber den HI/manismlts
Diseño gráfico: Glo1 Ía Gauger
© Súhrkamp Verlag, Frankfurt am Main 1999
© Del prólogo y de la traducción, Teresa Ro.cha Barco
© Ediciones Siruela, S A., 2000, 2006
el Almagro 25, ppal. dcha,' 28010 Madrid
Tel.: 34 91 355 5720 Fax: 34 91 355 Z2 1
siru [email protected] www.siruela.com.
Printed and made in Spain
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· Índice
rólogoTeresq Rocha Ban;:o
ormas para el parque humano 7
onsideración final 87
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rólogo
La polémica de Sloterdijk
Peter Sloterdijk es un filósofo· provocador y serio al mismo tiempo, que gusta de irrumpir en los
medios de comunicación con declaraciones cóm
bativas acetca de temas de actualidad y que no se
priva de denunciar el letargo de sus colegas ale
manes en los últimos años: su impotencia para
reacdonar ante los n:uevos problemas que plantea
la biotecnología, su histeria antitetnológiéa y la
-eÍ1 su opinión penosa decadencia de la filosofía
aprobada por la academia, uno de cuyos síntomas
sería el áferramientoa·la bandera de la moral como una tabla de salvación en estos tiempos donde
la biología evolutiva o la ingeniería genética pare
~ n estar legitimadas para ofrecer otra interpreta-
ción del mundo y del hombre. La academia filosó
fica sigue dóminadél en Alemania· por la escuela
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del profesor emérito Jürgen Habermas, a quien
nuestro autor declara abiertamente la guerra a
raíz de la denominada «polémica de Sloterdijk»,
que levantó inesperadamente una conferencia su-
ya en el castillo bávaro de Elmau, cuyo texto re-
produce íntegramente eSte libro: al parecer (cfr.
ie Zeit del 9-IX-1999 , Habermas habría orquesta-
do enl sombra el estaUido y los términos ofensi-
vos del escándalo, habría ti atadode estigmatizar a
Sloterdijk como <goven filósofo conservado '», ha-
bría incluso preparado copias furtivas del texto de
aquella conferencia y lashabrí<).difundido,acom-
pañadas de indiCaciones explícitas para su C011,1-
prensión, entre los periodistas de su esp.lela, ha-
bría encargado artículos .alarmistas para ie Zeit y
er SjJiegel en los que bajo ningún concepto debía
aparecer su nombre. Este hecho deja constancia,
según, Sloterdijk, de la muerte de la crítica y de su
transformación en. producción deescándal.os: ·la
escué\la de Habennas sehabl ía revelado cO .11b una
versión socio liberal deJa dictadura de. la virtud,
habría dejado ver su latente <gacobinisrno», su ten-
dencia a hacer del discurso moral, agitación, dela
10
l
.?::
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mera sospecha, juicio,. de la denuncia, lincha-
miento mC raJ.
Lo cierto es que, como advierte el propio autor
en una nota final a esta edición, se trata de un tex
to en absolutC) adecuado para ser discutido. por los
habituales creadores de opinión: pues ya solo su
vocabulario ese, para el filósofo Manfred Frank,
«frívolo flirteo» con las fantasías eugenésicas de
Nietzsche Platón: cfr. Die Zeit ~ 3 - l X - 1 9 9 9 c o n t i e ne suficiente potencial para el escándalo. Sloter
dijk sostiene en su discurso que el «amansamiento»
humanístico del. hombre media¡1te la l e c t u r a o b l i ~gada de\m.os textos canónicos ha fratasado ante lasociedad de la información y·ante el cotidiano ellJ,-
brutecÍmiento de las masas cC n los nue·vosmedios.
dedesinhibidón; que el humanismQcomo ilusiqn
. de cirganizarlaii macróestructuras políticas eco
nómicas según ~ modelo amable de las sociedadesÚter;:u;ias hademm¡tradosu impotencia se ha re-
o velado, ádemás,conlO una técnica para alcanzar el
poder; que la nació11, como subprdducto de la es-
cuda, ésta, a su vez, como s u c e d á ~ 1 é ? masoquista
de la caserna militar, tiende .también a sU fin,u n ~
n
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que sólo sea por la desmilitarización de la imagen
del h o m r ~ qne ha traído consigo la civilización;
que ya no bastan las dobles valoraciones ni las dis
tinciones entre s t ~ t o y objeto o eritre señores y
esclavos, puesto que el predominante factor de la:
irÍformación las ha disuelto; que con el descifra
miento del genoma humarlo'y lo que supone de in
trusión de lo mecániCo en lo subjetivo, se ha supe
rado la idea del sometimiento de la naturaleza por
parte del hombre y su técnica, y hay que hablar
más bien de eugenesia y de «antropotécnicas» , o
del «hombre operable»: cfr. vvww·.goethe.de/ukl
bosldepslot2.htm); y que ante la urgencia de tomar d e c i s i o l ~ e s respecto a las cuestiones que estos
hechos plantean al género humano, no basta ya
con una moralizante «candidez» humanista, cuan
do nisiqniera es suficiente la línea argumentativa
de la, «filosofía pastoral» emprendida por Heidegger, a pesar de su acierto en repensar la esencia de
10 humano ya no desde su origen animal ':como
prescribe la cultura humanística-, sino más allá,
desde su categoría como pastor elel ser y guardián
de su verdad. ¿Merecen estas l'eflexiones una re-
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pulsa implacable? ¿Qué .es, en realidad, lo que no
se le perdona a loterdijk? ¿La elección de temas
incómodos para la ·filosofíadominante en la academia, o la desinhibición con que se enfrenta a
ellos? ¿Basta la ausencia en este texto de un posi
cionamientQ estrictamente moral ante los nuevos
conocimientos biotecnológicos para .desatar ,el es
cándalo?La historia, no es nueva, y testimonia una vez
más la lucha por la hegemonía del discurso que vie
nelibrándose en la República de Berlín desde 1986,
cuando sllrgeen los medios la famosa «disputa de
los historiadores); acerca de la posibilidad o no decomparar .el holocausto con los crímenes cometi
dos por otros pueblos. Ya entonces Habermas sale
a la palestra reprochan<;lo a Jos historiadores con
servadores, como Ernst N o l ~ e su frívola ,minimiza
ciónde
laimportancia
delIII
Reichy
sus intentosde liberar a Alemania ,del peso dé su culpabilid,ad
histórica. En 19(:)3 Botho Strau13 escribe el segundo
capítulo, en su ensa yo f1nsc/Ltuellender Bocksgesang
donde se enfrenta abiertamente a los guardianes
de l conciencia y al conformismo liberal de iz-
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quierdas; con su vocabulario negativo y su t e n e h ~da. a declarar culpable a toda. la sociedad alemana,
insensible a ia tragedia y a la fatalidad de la histo-
ria. 11n tercer capítulo aparece en 1996 con, ocasión
dellibrocle Daniel] Goldhagen Hitlers willige oll-
s t i - e c k e ~ donde entre otras cosas, se afirrria, que no só-
lo los nazis en el poder, sino sobre todo los alemanes
de a pie, habrían tenido la culpa del holocausto,
puesto que su odio a losjudíos era mucho más mor-
tal qu.e el antisemitisn:o decvalquierpaís vecino.
Dos aíiQsdespués llega el.cuarto capítulo con una
conferencia del escritor Martin WalSer en Frank-
furt que sigue.la línea de Strau13 el i contra de Ha-
bermas: contrasus actos ,de conciencia en público
y contra su forma· de instrumentalizar la vergüenza
alemana. COrhovemos, hasta ahora no se discutía
más que del pasado. En el quinto capítulo de la po-
lémica que inaugura este teXto de Sloterdijk, y apesar de. sus omisiones. e imprecisiones , .e incluso,
si se quiere, de sus «crímenes filosóficos», hay que
aPlaudir cucmdo menos su capacidad para mirar
hacia delante y para provocar en Alemania, por r ~
mera vez desde hace veii1.teaíios, una discusión
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i /
· · ' ~ ¡ : : i í , ~ 4 * ~ ~ ~ ~ I ; . ' ; ' ~ ~ ; \ I ' . N i r { ' d ' ; : I i I : ~ : 1 $ . f ~ : ~ , é ~ i b . w ~ i : , ~ . ' . , . ~ . k < ; . ' ~y , t A ~ ' . / ¡ 1 ¿ : ) . ~ . ( ~ ; ; ~ \ i i , f H . · \ t \ t . ~ , · ~ ~ : · ~ ¡ I : ¡ ¡ , i f ~ ~ ' . ~ ~ { i ; 1 ¡ ' i ~ ( ~ j ~ ; ~ " ~ * ~ ' > i i t .
. ~ . . ~ : ' l ::;;1 t¡¡ ~ . , t ~ : ~ : : ~ ~ 1 . I : i ~ ' . i i ~ ~ ~ ; N ; ~ . ~ ~ ,
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, ~ , ~ , . ? ; " ( · \ , T ' ~ , . ' ' ' ' ' \ s .r,:·i, : - j ~ ~ l " i ; , ~ ) · C ~ , . . , ~ ; ' . d ' ¡ ~ t : . j ~ : : ; ; ~ , ~ " , " \ i \ f ; , \
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ormaspara
el parque humano
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Como dijo 1.1na veZ el poetaJean Paul,los librosson y o l u m i r ~ o s a s cartas para los amigos . Con esta
frase estaba 11amfll ic;1.0 por su nombre, tersa CJ l1in-
taesencialmente, \a lo que constüuye la, esencia
función del humanismo: hmnanismo es teleComu-
nicación fundadora deamistadt :s que se realiza enel, medio dellenguaje,escútof Eso que desdelaépo-
ca de Cicerón venimos denomi ando hum nit s es,
l:H).tO en Sl l seutido más estricto como en el másam-
,plio, una de las consecuencias de· la alfabetización;
Desde que eXiste como género literario, la filosofIarecluta a sus ,adeptos escribiendo de manera o n t a ~giosa acerca del amor la amistad. No es sólo un
giscursosobreel amor pQrla sabiduría: también
quiere mover a otros a ese amor. El hecho de. que la
filosofía escrita haya podidO, siquiera mantenerse
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como un virus contagioso desde sus. comienzos ha
ce más de 2.500 años hasta hoy, se lo debe al éxito
de esa facilidad suya. para hacer amigos a través del
texto. Así ha logrado que se la siga escribiendo de
generación en generación como una de esas cartas
en cadena y a pesar de todos los errores de copia,
o quizá precisamente por ellos, ha ido atrapando a
copistas e intérpretes en fascinante hechizo crea
dor de amigos
. El eslabón más importante de esta cadena epis
tolar fue, sin duda la recepció:n del mensaje griego
por parte de los romanos, pues la apropiación rQ-
mana del texto. lo hizo por primera vez a\Ccesible pa
ra todo el ilnperio e indirectan1ente también -por
encima más allá de la caída de la Roma occiden
tal- para las culturas europeas posteriores. Seguro
que se hablian sorprendido los autores griegos de
saber qué clase de amigos aparecelian U ~ día al reclamo de sus cartas. Una regla de la cultura literaria
es que los emisores no pueden pr.ever a sus; recep
tores reales. Lo cual no priva a los autotes. de embax
carse en la aven:tura de poner a circular sus cartas
dirigidas a amigos no identificados Sin la codifica-
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ción de la filosofía griega en rollos de papel escrito
transportables, esos objetos postales que llamamos
tradición jamás se habrían podidó enviar;. pero i ~ llos lectores griegos que se ofrecieron a los romanos
para ayudru. a descifrar las cartas venidas de Grecia,
aquellos mismos romanos no habrían sido capaces
de entablar una relación amistosa con los emisores
de esos escritos. Una propuesta de amistad que
q1.lÍera aventurarse a salir-lejos requiere, por tanto,
ambas cosas: las cartas en sí sus remitentes o in
térpretes. Por otra parte, siú la buena disposición
de los lectores romanos para entablar amistad con
los envíos de los griegos a tierras lejanas, ést9s ha
brían careddo de destinatarios; y si los romanos,
con su excelente receptividad, no, hubieran entrado
en eljuego, los envíos griegos jamás habrían llega
do hasta l espacio europeo occidental que todavía
hoy habitan los interesados en el humanismo. Nohabría fenómeno tal del humanismo, ni forma al
gema de discurso filosófico serio en latín, ni mucho
menos las culturas filOSóficas posteriores enlengelas
vernáculas; Si nosotros podemos hoy aqu ell a l e ~rrián, hablar siquiera de cosas humanas es, entre
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otras cosas· gracias a la buena disposición· de los
romanos para leerlos escritos de los maestros grie-
goscomosi fueran cartas dirigidas a unos amigos
de Italia.
Consip.erando las consecllencias epocales de la
corresponden:cia grecorromana resulta evidente
qüe la .escntura, envío y recepción de objetos pos-
tales filosóficoscmnstituye un fenómeno muy pecu-
liar: está claro. que el remitente de este. género .de
cartas amistosás,lanza al mund¿ sus escritos sin co
noceralos destinatarios; o en el caso de queJos
conozca, no deja de. ser COnScielJte de que su envío
sobrepasa el rucance previsto ypuede dar ocasión a
que sUlja unnúinero indeterminado dé relaciones
amistosas con lectores anónimos y, a, menudo , to-
davía por nacer. En términos de teoría erótica, la
hipotética amistad del escritor de libros.y cartas COll
el receptor de l ~ envíos representa un· caso de
amor á lo más lejano; y ello estrictamente en el sen-
tido de Nietzsche, quien sabía que la escritura es el
p ~ d e r de transformar el ~ m o r al. prójimo y,a lo me-
Jor de lo más cercano en el an10r por la vida desco-
nocida, lejana, venidera. l texto escrito no s6lo
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constn,lye un puente telecomunicativo entre m i ~gos consolidados que en el momento del enVÍo vi-
ven espacialmente distantes,uno del otro, S i ~ l quepone enrparcha una opera<:;ión en Ul . terreno ines-
crutado,Janza una seducció,n a lo lejos, dicho en,el
lenguaje de la antigua magia europea: una actio n
distans con <:; fin de dejar al descubierto como tal a
ese desconocido anligQ y inotivarle pqra q e entreen l círculo. De hecho, el lectorque se expone a
los efectos de la carta voluminosa puede entender
eUibro como una invitación, y si tan sólo se deja
abrigar,al calor de la lectura, es seguro que .seper-
sonará en el círcul() de aludidos pftra allí dar fe deque ha recibido el envío.
,Así pues, el fantasI)1a cOUlunitariq, que está en la
base de todos los humanismos podría re,montarse al
modelo, de una sociedad literaria wyos miembros
descubren por medio de lecturas canónicas su co-
rrtúndevoción hacia los remitentes q].le les inspiran.
En el núcleo del humanisJ:l1o así entendido descu-
brimos una fantasía sectaria o de club: el sueño de
una solidaridad predestinada <:;ntre aquellos pocos
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elegidos que saben leer. Para el mundo antiguo y
hasta laarltesala misma delEstado nacional moder
no saber leer sigIüficaba de hecho algo así como ser
miembro de una elite envuelta en un halo de miste
rio. En otro tiempo los conocimientos de gramática
se c o ~ s i d e r b n en muchos lugares como el e m b l e ~ma por antonomasia de la magia. De hecho ya en el
inglés medieval se derivó de la palabra: gram lnar el
glamour l a aquel que sabe leer y escribir tanlbién
otras cosas imposibles le resultarán sencillas. Los hu
nianizados no son en principio más que la secta de
los alfabetizados y al igual que en otras muchas se
tas, también en ésta se ponen de manifiesto proyect s expansionistas y universalistas. Allí donde el alfa..:
betismo se tornó fantástico e inmodesto surgió la
mística gramatical o literal la cábala que ansía lle
gar a conocer los secretos de la escritura del autor
del múnd • Allí donde por -el contrario el h u m ~
¡La, expresión referida al encanto al hechizo; proviene de
la palabra gramática.
•Que el secreto de la vida gui:trda estrecha relación con el fe
nómenodI:
la escritura -es asimismo la granintuiciqn dé la, le-
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nismo se volvió pragmático y programático, como
en lbS siglos X ~ y x, { con las ideologías liceísta.sde
los Estados nacionales burgueses, el ejemplo de la
sociedad literaria se amplió hasta convertirse en la
nonna para la sociedad política. A partir de ahí los
püeblos se organizaron a modo de asociaciones al-
fabetizadas de amistad forzosa, unidas bajo jura-
mento a un canon de lectura vinculante en cada es
pacio nacional. Por consigüiente junto a los autores
de la Alitigüedad comunes para toda Emopa all0ra
se moviliza también a clásicos nacionales y moder-
nos, cuyas cartas 'al público son elevadas por elmer-
cado editorial y las escuelas superiores a la categoríade instl umentos efectivos para la creaCión dé n c i o ~nes. ~ Q u é otra cosa son las naciones modernas sino
eficaces ficciones de públicos lectores que, a través
yenda del Golem. Cfr. Moshe Idél, Lé Golem París 19,92; en el prólogo a este libro, I-Ieriti Atlan remite al informe de una comisión
enviada por el pl esidente de EE UU que [1.lepu1;> icaclo bajo el í-
tulo SPlicing lije. Tlle Social and E/Meal issue 01 Genetie Engineering
witll uman Beings (1982), donde los autores se refieren a la le
yenda del Golem.
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de lUlas mismas lecturas,se han convertido en aso-
ciacioi J.es de amigos que' copgenian? El servicio. mi-
litar obligatorioparalajuyc;:ntud masculina y la lec-
tura obligatoria de los clásicos para l s jóvepes de
ambos sexos caracterizan la era burguesa clásica, es
decir, aquella época de la humanJdad leída y arma
da hacia la u e v ú e v ¡ : : ~ l hoy sus miradas los )1uevos
los' viejos conservadores, .a la vez nostálgicos y ,de-
samparados, pero incapaces totalmen,te de explicar
en términOS de teoría de los medios de comunica-
ción qué sentido .tiene un canon delectura.(quien
desee obtener una impresión actual de ello, que dé
un repasó a las penosas conclusiones del reciente in-
tentode debate nacional. en la prensa alemana acer-
cacle la supuesta necesidad de Ull nuevQ canon lite-
rario).
Ciertamente, entre 1789 y 1945 los humanismos
nacionales amigos de la lectura vivieron su momen-
to de esplendor. Su. centro lo. ocupaba, consciente
de su poder yautosatisfecha, la casta de los viejos
los nuevos filólogos, que se sabían depositarios de
la tarea de instruir a las nuevas generaciones en el
saber necesario para que se les admita en el círculo
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cierto que se ha desmarcado en forma de una sub
cultura su gen rris, y que los días de su sobrevalora
ción como portadora de los ~ s p í r t u s nacionales se
han terminado. La síntesis social no es ya ~ n i si-
quiera ya :: parentemente....,. cuestión ante todo deli-
bras y cartaS. ntre tanto han tomado la delantera
nuevos medios de telecomllnicaciónpolítico-cult1.;i
ra1 q u ~ h a n redu.cido a unas modestas dimensionesel esquema de las amistades surgidas dela escritura.
La era ,del humanismo moderno como modelo es-
colar y educativo ha pasado, porque ya no se puede
sostener por más tiempo la ilusión: de que las ma
,croestructl.lraS políticas y económicas se podrían organizar de acuerdo con el modelo a,rnable de las SO
ciedades literarias.
Esta desilusióll, que como Inuy tarde desde la
Primera Guerra Mundial aguarda a que se decidaJ}a tomar conciencia de ella los últimos i,ntelectl.lales
de formación humanística, tiene una ,historia extra
i1amente prolongada, ll<:;Jlade miradas para otro la
do,y dé tergiversaciones., Así coincidiendo con el
estridenteJin de la era del humanismo nacional en
9
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radicalizada, una ilusa exaltación i : n e 1 ~ n c ó l k o - e s p e -· ~ n z d d e l p o d e r civilizador e incluso humaniza-
· dar de la lectura de los clásicos si se nos permite por
unmomei1to la libertad de meter en un mismo saco
como clásicos a Cicerón y a Cristo)
De todos modos; por muy i1üsos q u e f u e l ~ a n sus
motivos, en estos humanismos postbélicos s e ~ e v e l a· UIl aspecto sin el cual nunca -ni eh los tiempos de
los· romanos ni en la nueva era: de los Estados na
cionales burgueses-se ha podido comprender la
tendencia humanística ~ su conjunto: el humanis
mo, tanto en el fondo como en laforma, tiene siem
pteun«cól ltni qué», púes supone el compromisode rescatar a los· hombres de la barparie. Es fácil
comprender que justamerite aquellas épocas ~ u y a sexperiencias determinantésl1an tenido que ver con
el· potencial de barbarie· que se libera· en las· inte
l acciones hUmanas violentas suelan cciiricidircol1los tiempos en· que más alta y apremiante es la voz
reclamando humanismo. Quien hoy pregunta por
eÍ futuro de la humanidad y de los medios de hu-.
manización, 10 que en l fondo quiere saberes si si
gue habiendo esperanzas de tomar bajo control las
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pismo el convencimiento de que los h o m r ~ s son
,«animales sometidos a influel1.c¡a», y que es por ello.
.indispensable hacerles llegar el tipo .correcto de influjos. La etiqueta «humanismo» nos recuerda en
.··,su falsa candidez la perpetua batalla por l hom
que se vien<;: librando en forma de una lucha en
tendencias embrutecedoras y amansadoras.
En la época de. Cicerón estos d.os polQs de in
.MU\ :O. lH .JIa. aún se pueden identificar con facilidad,
cada uno de ellos posee su propio medio ca-
los r01;na ,10S, ,con sus anfiteatros, sus peleasanimales, sus juegos de lucha a muerte y sus es
de ejecución, tenían montada la red de
. H l < : : U . 1 U ~ para el entretenimiento de masas más. exi
del.mundo antiguo. En los rugientes es.tadios
,.de toda l área mediteJ;"ránea, l desinhibidoH )mo
inhum nus 10 pasaba t n a 10 grande corno práGti
camente jamás antes y raras veces después4• Dur 'ln-
. Sólo el género de las Chain Saw Massacre Movies culmina la
anexión de la moderna cultura de masas al nivel del antigup con-
33
-
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. te la época del imp.erió; la: proVisión de fascinacio-
nes embrutecedoras a las masas romanas había lle-
gado a ser una técnica imprescindible de gobierno
cuya estructura se ampliaba y se pelfe¿cionaba de
manáarutinaria :\algó que gracias a jovial fór-
muh de «panycirco» se ha. mantenido hasta hoy
en la mente de todosl Sólo puede entenderse el hu-
manismo antiguo si también se lo comprende como
la toma de partido en un confliCto de medios, es
decir; como la resistencia del libro frente alanfitea-
tro, y como la oposición delas lectl1ras filosóficas,
humanizadoras, apaciguadoras y generadoras de
. sensatez, contra el deshumanizador, efervescente yexaltado magnetismo de sensaciones y embriaguez
que ~ e r c í n los estadios:. Eso que los romanos eru-
ditos llamaron humanitas sería impensable sIn la
exigencia de abstenerse de consumir la cultura de
masas eh los teatros de la brL ttalidad. Si algüna vezhastáelpropio humanista se pierde por error entre
stlmo de bestialidades. Cfr. Marc Ednlundsol1, Nighl1tlare on
M a i ~ l r e e l Angels Sadotrtasochism and lhe Culture lM American
Calhic Cambtidge, MA. 1\ 97:
34
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.
t .
la multitud , ociferante, ello sólo sirve para consta
tar que tamQiéi1 él es un ser humano y en conse
cuencia, puede verse infectado por é embrutecimieúto. Retornac,::l humanista entonces del teatro a
casa, avergonzado por su involuntaria participación
. en las contagiosas sensaciones, y casi está tentado
de reconocer que nada liumáno:le es ~ e n o Pero
con ello quiere decir que lo humano consiste en elegir para el desarrollo de la propia natüraleza lbs me
dios inhibidores y renundar a los desinhibidores. El
. sentido de dicha elección de medios reside en desa
costumbrarse de la posible brutalidad propia y guar
dar las.distancias con la escalada de deshumanización de la jauría vociferante del teatro.
Estos b r e v ~ s apuntes dejan clara una cosa: la
cuestión del humanisll10 es de mucho mayor alcan-
. ce que la bucólica suposición de que leer educa. Se
trata nada menos qüe de una antropodicea, es decir,de una .definición del hombl:e teniendo en
cuenta su apertura biológica y su ambivalencia: mo
tal. Pero sóbre todo, se trata de la pregunta por có
mo puede el hombre convertirse en un ser humano
verdadero o real, ineludiblemente planteada desde
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aquí. como una cuestión mediática, si entendemos
como medios aquellos instrumentos de comunica
ción y de comunión a través de cuyo usolospropios
hombres se conform anen eso que pueden ser y
que serán.
En otoño de 1946 -en la hondonada más mise
rable de la crisis' postbélica europea- l filósofo
Martín Heidegger escribió un ensayo sobre el hu
luanismo qti e ll<ó:garía a hacerse famosQ: un texto
que a primera vista se podría entender también O -
mO,una ,carta voluminosa para los amigos. Pero· el
procedimiento,para establecer lazos de amistad q\leesta carta se esforzaba en aprovechar. a su favor no
era ya simplemente el de la comunicación burgue
sa estétíco-inteleGtuql; yelconcepto dé amistad que
se propugnaba en esta importante carta abierta fi-
losófica no era en modo alguno ya aquel de la comunión entre un público nacional y sus clásicos.
Cuando formuló esta carta, Heidegger sabía que
tendría que hablar con voz qllebrada o escribir con
pulso tembloroso, y que bajo ningún concepto po
dría ya darse por sentada una armonía preestable-
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torno a una carta enviada . al extranjero a gente que
comparte cierto modo de pensar?, ¿Un intento dife
rente de humanización? ¿Un contrato social djstin
to entre los repre enta,ntés de Ul . filosofar sin do
micilio, ya.11o nacional-humanístico? Los enemigos
de Heidegger, corno es natural, no han, dejado es-
capada ocasiÓl1 y señalan que lo que r e a l h e n t ~ ha
ce aquí el astuto hombrecito de Me13kirch seguro
de su instinto, es aprovechar la prituer:;t oportuni-
dadquest;; presentaba tras la guerra para trabajar
por su propia rehabilitación: de este modo habría
utilizado hábilmente 1arespuesta de uno de sus a d ~miradores frallCeSespal'á distanciarse de la m b i ~güedad política elevándose a las alturas de la. con
templación mística. Estas sospechas pueden sonar
muy sugerentes y acertadas, pero 'malentienden el
acontecimiento que supone parad mundo del pen-
samiento y de las estrategias comunicativas .este ensayo sobre el humanismo, dirigido en, Wl principio
a . an Beaufret en París y m ~ s tarde traducido y
publicado de fonna independiente. Pues en este es-
crito que formalmente pretendía ser una carta,
. Heidegger· pone al descubierto las. condiciones de
38
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.
/,1:','
posibilidad del' humanismo europeo y le formula\
;, <; preguntasque1e sobrepasan; abriendo con ell.o un
nuevo espaciode pensamiento trans-humanístico opost-humanísticd dentro del cual se hamovido e s ~
, , de entonces una parte e1¡encial de la reflexión filo
sófica acerca del hombre,
Heidegger toma de un escrito ,de Jean Beaufretsobre todo esta formulación: «GOlmnent redonner
unsens aU'n;lot Humanisme ?». La carta ,aljoven
francés contiene Una ligera reprimenda al autor de
la pregunta, que donde más claramente se deja ver
es ~ nsus dos réplicas inmediatas:
,«Esta pregunta viene. de la inten.ción, de retener la
,palabra hWtlanismo'J. YO, me pregui1to si e,so es necesa
rio. ,¿O· no es aún suficientemente notoría la desgracia'
f que causan títulos de esta especie?» «Su pregunta no ,só-
'Este gesto 16 m¡¡lentiellden aquellos que quisieran ver en la
o n t o - i m ~ o p q l o g í a d e Heideggeralgo así 'como'un«antihuma-,
nlsmb , necia fornlulación ésta que sugiere una forma metafísi':,
ca de misantropía.
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lo presupone que usted quiere retener la palabá Hhu-
manismo", sino' que también lleva implícita la admisión,
de que esta palabra ha perdido su sentido» Über:denHumanismus [Carla so re el humanismo] 1949, 1981, págs.
7 y 35).
Con ello, se pone ya de manifiesto una parte de
la estrategia de Heidegger: es preciso abandonar la
palabra «humanismo» si' es que,há de recuperarse
en su inicial 'simplicidad e ine1udibilidad la verda
dera tarea del pensar, 'que en la tradición humartís
tica o metafísica pretendía darse ya por resuelta.
Dicho con más perspicacia ¿para qué volver a ensalzar al hombre y a su autorrepresentación ejem
plar filosófica en el humanismo como la solución, si
precisamente en la catástrofe presente se ha de.:
mostrado que el propio hombre, con todos sus sis-
temas de autosobree1evación y autoexplicación metafísica, es el verdadero problema? Este reajuste de
la pregunta de Beaufret en sus términos correctos
no sucede sin una cierta maldad magistral, pues se
hace al estilo socrático, enfrentando al discípulo
con la falsa respuesta coutenida en su pregunta. Pe-
40
\
\
1
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ro al ;mismo tiempo se r e l i z c ~ n profunda serie
dad filosófica, dado que equipara los tres principa
les medios terapéuticos de los qne se echa mano en
la erisis enropea de 1945, a saber, l cristianismo, el
marxismo y el existencialismo, caracterizándolos
como treS meras variantes del humanismo que sólo
. se diferencian. en sU estrnctura superficial; o bien,
hablalido Ihás claray directamente, como·tres modos y maneras de elndir la radicalidad última de la
pregunta pOi-la esencia del hombre
. Heidegger se ofrece a poner fin de la única o r ~maapropiada, es decir para é1-, la e:¡dstencial
ontológica, a la omisión inconmensurable del pen-samiento europeo: el no-planteamiento de la pre-
guntapor la esencia del hombre. 'Cuando menos el
autor hace referencia a su plena ,disponibilidad p ~ra que salga a 'la luz; aunque sea.entérminos provi
sionales, esta preguuta ,que por fin se ha planteadocorrectamente., Con tales expresiones aparente-
mente humildes, en realidad Heidegger está reve,
landó pasmosas, consecuencias: al humanismo (en
sufonna antigua, ,en la cristiana o en la ilustrada)
sele certifica, como el agente de un no-pensar
bi.:
41
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.
I/
milenario; se le repl ocha haber obstruido, con,sus
rápidas interpretaciones, aparentementecibvias e
irrefutables de la esencia humana, la salídi, a la luz.
de la autentica pregunta por la esencia del hombre.
Heidegger explica que a. partird.e Ser tiempo ,su
obra está pensada en contra del humanismo, y nO
porque este hayasollrevalora:doh naturaleza hu
mana, sino porque no la ha situado alaaltura t i i ~ciente(Über den Humanismus pág.21)i Pero ¿que
quiere decir poner la esenda del hombre a la altu-
ra suficiente? Para empezar, significa renunciar a
un falso rebajamiento habitual. Lapreg\.lnta por la
esencia del hombre no· tomaría un rumbo aceitado
hasta que no se distanciase dela práctica más vieja
obstinada y..funesta de la metafísica europea:defi-
nir al hombre como animal rationale Con esta eX
plicación de la. esencia humana no deja de enten
derse al hombre desde una animalitcis aderezadacon aditivos espirituales. Contra esto es contra, lo
que se rebela el análisis existencial-ontológico de
Heidegger, puesto qUe para ella s ~ n c i del h0111-
brejamás se puede expresar completamente a par-,
til: de una perspectiva zoológica o biológica, por
4
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mücho que regularmente se añada a su cuenta al
gún elemento espiritual o trascendente.
En este punto Heidegger es implacable; y sale ala. palestra ,cuaJ airado ár¡,gel con las e s p a d a s e ~ lcru,z pata colocarse entre el animal y el hombre e
impedir Gualquier posible, comunión ontológica
: . entre ambos. En su i m p e t u o s ~ .ánimo anti-vitalista
yanti-biologista se deja llevar por expresiones querayan.1a histeria; por ejemplo cuando explica: que
p a r e c e ~ o m o si «la esen.cÍa de lo divino'nos·,fuera
más próxima que la extraña esellcia de los seres vi.,
OS'''1 mer en Rumanismus pág. 17). El núcleo
efectivo'de este patlw:nll1ti-vitalista reside en el conocimiento de que el hombre difiere del animal de.
un modo ontológico, y no específico o genérico,
por lo cual bajo. ningún concepto se le puede com
p renderc9mo un anÍlnat con: n plus cultural o
metañsico. Antes bien, el modo de ser propio de,lo humano difiere, tanto en esencia. <;:omb en sus
rasgos ontológicos básicos, del de todos los demás
seres vegetales y animales, p1,lesto que el hombre
tiene mundo y está en el Ilmndo, mientras que la
pla:I .ta y el anÍlnal.sel i m i t a n ~ s e g ú n Heidegger-
a
43
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estar puestos en la tensión de sus entornos respec
tivos.
Si tiene algún fundamento filosófico hablar de
la dignidad del hombre éste sería que el hombre es
justamente el interpelado por l ser y -como le u s ~ta decir a Heidegger en sü papel de filósofo pasto '
ral- el encargado de guardar su verdad. De ahíqne
los hombres tengan elleriguaje: pero no lo poseen
en primera línea sólo para entenderse unOSCOll
otrosy mediante esos entendimientos domesticarse
mutuamente
sino que el lenguaje es la casa del ser, habitando en la
cual el hombre ex-siste; en cuanto, al guardárla, pertene
ce a la verdad del ser.
y así, lo que importa en la determinación de la hu
manidad del hombre como ex-sistencia, es que no ·es el
hombre lo esencial, sino el ser como la dimensión de lo
extático de la ex-sistencia Über den Humanismus, pág. 24).
Si se presta oído atentamente a estas formula
ciones en principio tan herméticas, se obtiene una
idea de pOl qué la crítica de Heidegger l humanisc
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mo se sabe tan segura de no desembocar en un in
humanismo. Pues, aunque rechaza ese presupuesto
de haber interpretado ya suficientemente la esenciahumana que el hUin<mismo se atribuye y le opone
su propia anta-antropología, al mismo tiempo se
adhiere de forma indirecta a la función más impo r -
tante del humanismo clásico, consistente en lograr
que l hombre se haga amigo de la palabra del otroo, mejor dicho, radicaliza ese aspecto de la amistad,
al trasponerlo del campo pedagógico al centro de
la reflexión ontológica.
Éste es el sentido de la tan citada y ridiculizada
forma de hablar heideggeriana del hombre comopastor del sex. Empleando imágenes y motivos del
entomo pastoral e idílico, Heidegger hablfl de la
I l . i s ~ ó n del hombre que cqnstituye su esencia y de la
esencia ,humana de la que se deriv?- esa misión:
guardar al ser,y correspondeJ; al ser. Ciertamente, el. hombre no guarda al ser del mismo modo que un
enfenl,1o guarda cama, sino más bien como:¡,m pas
tor su rebaño en el claro del bosque, con la impor
tante diferencia de que aquí en lugar de ganado lo
que hay que vigilar·serenamente es ellUundo ente-
45
oV
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.ro como hecho abierto y rriás aún, que esa custodia
del mundo no significa una labor de vigilante libre
mente elegida en propio interés, sino que los h o m ~bresson colocados ahí de guardianes por el propio
ser. El lugar para l que se requiere éste empleo es.
el claro del bosque: el sitio donde el ser aparece éo
mo ser-ahí6••
Laque a. Heidegger le da la certeza de haber
pensado ysobrepasado ·el hümanismo cbn estas ex
presiones es la drcunstanciade qUe implica alhom-
bre, comprendido corilO despejamiento del ser,en
una actitud de cbntención y,en üna relación nUeva
de amistad que son ·muchb más profundas de 10
que jamás podrían soñar todos los desembruteci
mientos humanistas y todos los amores erl.lditos· por
los textos que hablal'l de amor. Al determinar al sér
humano como pastor y vecino del·ser yal designar
l l e n g u ~ e omo la casaclel ser, Heidegger está vin-
.6Es decir,. en ténninos heideggerianos, la Lichlung c s elúni-
·cO lugar donde el Sein se muestra al hombre cómo Da-seiri.,Tra
dlJzc·o LichlUtig generalmente como' daro del bosque'; y cuan
do no queda ~ r remedio, Como «despejamiento;,. N. de la 7:
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culal1dóa:l hombre en una correspondencia coil el
ser que le impone una contención radical que a
él, el pastor, le relega a las proxiinidades o a la pe-
ri:i: eria de casa: le,deja a expensas. de unarefle
xiónque requiere de él más silencio y más sl]jeción
al silencio de lo que nunca podría conseguir de un
sei humano la más exquisita c u l t u r ~ El hombre
queda supeditado a uha contención extática qne vamás allá del civilizado detenerse del lector devoto
del t xto ante la palabradásica. El heideggeriano
habitar conteniéndose la casa del lengu<ue queda
determinado cqmb una expectante escucha de
aquello que el propio ser le encargue decir., Evocaun atento acercamiento del· oído para· el cual el
hombre tiene que.ser más silencioso dócil de lo
que lo es el humanista leyendo a sus clásicos: Hei-
degger pretende un hombre más sumiso qúee1 me-
ro buen lector. Él desearía abrir \m proceso de esetablecimientode amistadeS en el Cltaltampdcoél
mismo fueseyá recibido sólo como un clásico o o ~IDO uno más eiltretantos aútores; quizá 1 mejor se-
ría para empeza r que público, cónsistente;sólo
-comó esnatunil- en unos pocos cón idea eintui-
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ción tomara conciencia elel hecho de que el propio
ser ha empezado nuevamente.a hablar por mediode él el mentor ele la pregunta por el ser
De esta forma Heidegger eleva el ser a la catego
ría de autor exclusivo único de todas las cartas
esenciales ya ¡;Í.mismo s e a u t o d e ~ i g n a \ c o m o su ac-
tual escribano. A alguien que habla desde semejanteposición le está permitido apuntar : f U n b i é ~ los bal
buceos y publicar los silencios. Por tanto el ser envía
las cartas decisivas o para sel; mill; exactos hace gui
ños a amigos p r s n t ~ ~ en espíritu a vecinos recep
tivos a pastoresen
actitudde
recogimientosile;ncioso; pero hasta donde se nos alcanza sobre la base de
este círculo de compañ = ros pqstores y de a m i ~ o s delser no es posible construir naciones ni tan siquiera
escuelas alternativas -entre otras cosas porque no
puede ha1:Jer. un. canon público de los guiños del
ser- a no ser que se pretendan hacer valer por el
momento las oper omni de. Heidegger como la voz
y pauta del supremo autor a n ó ~ i i m o i
. A l vista de estas oscuras comuniones por aho
ra queda cqmpletamente sin aclarar cómo podría
constituirse una. sociedad de vecinos del ser. Tal
8
¡
l
I
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vez, mientras no se señale algo más claro) haya que
: comprenderla como una iglesia invisible de indivi
duos dispersos por el mundo, cada uno de los cua
. les presta oído a su manera a las inmensidades,
aguardando las palabras en las que se haga sonoro
. lo que al hablante le sea dado decir por el lenguaje
• mism0 • Es ocioso entrar aquí mál¡ de lleno en el ca
rácter criptocatólico de las figuras de meditaciónheideggel'ianas. Lo decisivo allora es simplemente
el hecho de que por medio ya través de la crítica de
Heidegger al humanismo se propaga un cambio de
actitud que llama la atención del hombre sobre la
posibilidad de un ascetismo meditativo cuyo alcance supere en mucho todas las metas de la educación
, humanística. Sólo en virtud de este ascetismo podría
formarse una sociedad de los meditabundos más
allá de la asociación literaria humanística; sería ésta
: una sociedad de hombres que desplazaran del cen-
Por lo demás, queda igualmente sin aclarar qué aspecto po
dría ofrecer una sociedad fot'lnada por Ull puñado de decons
tructivistas o una sociedad de discípulos de Lévinas en la que ca-
da uno diera preferencia al sufrimiento del otro.
49
; \
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plice natural de todas las atrocidades habidas y por
haber que se cometan apelando al bienestar del
hombre, Así también en la ti ágica titanomaquia delnediados del siglo xx entre el bolchevismo, el fas
cismo )' el amerjcanismo, donde en realidad se es-
tarían n f r e n t a n d o s e g l m B e i d e g g e r ~ . s i m p 1 e í : n e n t etres variantes de una misma violencia ant:ropocén
trica
) tres candidaturas a ostentar un dominio delmuno.o orlado d\ humanitadsmo; bien el fascis-
1110 desentonó del conjunto, porque osó manifestar
más abiertamente que la competencia su desprecio
por los valores· inhihidon';S de la paz) la educación.
Ciertamente, .el fascismo es la metafísica dela de-
sinhibicióni quizá también una :f;'orma de desinhibi
ción de la metafísica. Para Hejdegger, el fascismo es
la síntesis de humanismo) bestialidad, es decir, la
paradójica .coincidencia .entre inpibición y desinhi
bición.
A laVÍsta de tan tremendos reproches) tergiver-
8 Cfr. Silvio Vietta, Heideggers Kritik am a t i o n a l s o ~ i a l i s l n u s undder Technik [La mitica de HeiMgger al naGÍonalsocialismo y la écni-
ca), Tubinga 1989.
51
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<
e
-
saciones era necesario replantear la pregunta por el
fundamento de la domesticación del hombre y de la
educación del hombre; y si los ontológicos juegos
pastoriles de Heidegger -que ya en su día sonaron
extraños ) chocantes- nos parecen hoy completa
mente anacrónicos con todo y sin peljuicio de que
resulten penosos y retorddamente extravagantes si-
guen teniendo· el mérito de haber sabido articular
con-ectamente la pregunta de la época: ¿qué aman
sará al ser humano, si fracasa el humanismo como
escuela de domesticación del hombre? ¿Qué aman
sará al ser huri1ano SI hasta allora sus esfuerzos para
auto domesticarse a lo. único que en realidad y sobretodo le han llevado es a la conquista del poder sobre
todo lo existente? ¿Qué amansará al ser humano, si
después de todos los experimentos que se han he
cho con la educación del género humano, sigue
siendo incierto a quién o a qué educa para qué eleducador? ¿O es que la pregunta por el cuidado yel
modelado del hombre ya no se pl lede plantear de
manera competente en el marco de unas simples
teorías de la domesticación y de la educación?
í2
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En lo que sigue, nos desviaremos de las i n s t r u ~ciones heideggerianas para que el pensamiento me
ditativo se detenga en unas figm<U? últimas y emprenderemos el intento de caracterizar con una
mayor precisión histórica el extático claro del bos
que en el que el hombre deja que el ser le hable. Se
mostrará que la estancia del ser humano en el claro
del bosque dicho h,eideggelianamente, su estardentro o ser-sostenido-dentro del despejamiento del
ser9- no es en modo alguno una proporción origi
Ilal ontológica inaccesible a más indagaciones. E:Jds-
te una historia, resueltamente ignorada por -
degger, de la salida a la luz del hombre en el clarodel bosque: una historia, social de la sensibilidad del
hombre ante la pregunta por el ser y una emoción
histódca, al abrir la herida sin, cicatrizar de la d i f e ~renda ontológica.
Aquí hay que hablar, por una parte, de Una historia l1atural de la serenidad en virtud de la cual el
hombre pudo convertirse en el ,animal abierto al
• La x p r ~ ¡ ó n heideggeriana es: das Hineinsfehen oder Hi-
neingehaltensein des Mensclzen in die ichlung des Seins. N. de la T.
53:c
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mundo y apto para el mundo; y por otra, de una
historia social de los amansamientos,a través de la
cual los hombres se descubren originariamente co
mo los seres qüe se recogen10 para corresponder al
todo. La historia real del claro del bosque -de don
de debe partir toda reflexión profunda sobre el
hombre que pretendá ir más allá del humanis
mo- se compone, pues, ,de dos grandes relatos que
convergen en una perspectiva común, a 'saber, en la
exposición de cómo delanimal-sapiens'se derivó el
hombre-sapiens. El primero de estos dos relatos da
cuenta de la aventura de la hominizaci6n: Trata de
cómo, en los largos períodos de los orígenes de la
historia prehumana-humana, se derivó del animal
mamífero humano engendrador de seres vivos un
género de seres nacidos prematuramente que -si es
IOPara el 'motivo de la '«recolección», cfr. Manfred Schneider,
«Kollekten des Geistes» [¡,Colectas del espíritu»] en Nr ue Rund-
schau 1999 vol. 2 , págs. 44-ss. [Por tanto, entiéndase ' ,recogerse» .
= sic/¡ zusammennehmen doblemente: en sentido estricto Guntar,
recolectar) y figurado (contenerse, refrenarse, dóminarse). N.
de la r. ]
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lícito ·hablar de un modo tan paradójico- salíana su
i entorno con unexceso cada vez mayor de inmadu
rez animal. Aquí se lleva a cabo la revolución antropogenética: el estallido que hace añicos el nacimien
to biológico y lo convierte, en el acto de llegar-al
mundo. Heidegger, en su obstinada reserva contra
toda. antropología yen u celo por preservar onto
lógicamente puro el ptmto de partida del.hombre. como ser-ahí y ser-en-el-mundo, no ha querido to
mar nota de esta explosión de forma mínimamente
satisfactoria. P u e ~ el hecho de que el hombre haya
podido convertirse en el ser que está en el mundo
tiene unas profundas raíces en la historia del géne
ro humano de las que nos dan cierta idea los in
sondables conceptos de nadmiento prematuro, neo
tenia e inmadurez animal crónica del hombre.
Aún Se podría ir l nás allá y designar al hombre co
mo el ser que ha fracasado en su ser animal y ell. su
mantenerse animal. Al fracasar como animal, el ser
: indeterminado se precipita fuera de su entorno y,
de este modo logra adquirir el mundo en un senti
do ontológico. Este extático llegar - ~ l m u n d b y esta
«sobreadecuación» al ser le vienen dados al hom-
55
i.1
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bre desde la cuna, por herencia histórica de su gé
nero. Si el hombre es-en-el-mundo, e ~ l o se debe, a
que participa de un movimiento que le trae Wmun
do y que le expone al mundo. El hombre es el pro
dL cto de 1m hiper-nacimiento que hace del lactan
te un m1Uldante
Este éxodo sólo produciría ariimales psicóticos
si no t l ~ v i e r a lugar, al mismo tiempo que la salida al
mundo, una entrada en eso que Heidegger llamó la
casa del ser. Los l e n g u ~ e s tradicionales del género
humano han hecho vivible el éxtasis' del s e r e n ~ e l -mundo, al mostrar a los hombres que su ser-en-Ia
casa-deI-mundo puede experimentarse también como un ser-en-su-propia-casa. En este sentido, el cla
ro del bosque es un acontecimiento fronterizo en
tre la historia natllral y la cultllral, y el acto de
llegar-al-mundo por parte del ser humano adquiere
desde m uy pronto los rasgos de una llegada-al-Ieng u ~ e 2 ;
11 Partiendo de attgling (lactante) el autor se inventa la pa
labra Weltling (munc1ante); N. de la T.
En otro.lugar he planteado hasta qué punto hay que tener
56
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Pero la: historia del claro del bosque no puede
desarrollarse sólo en forma de un relato de cómo
los hombres se van instalando en las casas de los
lenguajes. Pues tan pronto como los hombres ha
blantes conviven en grupos más amplios y se ligan
no sólo a las casas e l l e n g u ~ e sino también a ca
sas construidas, se ven. sometidos además al campo
de fuerzas de los modos de vida sedentalios. Desdeese momento ya no sólo se dejan cobijar por sus
lenguajes, sino también amansar por sus viviendas.
En el claro del bosque se alzan las casas de los hom-
bres incluidos los templos de sus dioses y los pala
cios de sus señores) como sus más llamativas demarcaciones. Los historiadores de la cultura han
explicado que, con la llegada del sedentarismo
también larelaciórí entre el hombre y el animal
quedó sometida a la influencia de nu,evos indicios.
Con el amansamiento del hombre por medio de la
en cuenta también, e incluso más aún, una: llegada-a-Ia-imagen
del-hOl:ílbre: Peter Sloterc\ijk, SjJhiiren 1 lasm [Esferas 1 Burbu-
jas}y Sphiirm n, Globm [Esferas I1 Globos} Frankfmt am Main 1998
y 1999.
57
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casa da comienzo la epopeya de los animales do
mésticos, cuya vinculadón a las casas de los o m ~bres no es, sÍlJ . embargo, meramente u,na cuestiónde amansamientos, sino también de adiestramientos y de cría .
El hombre y los animales domésticos: la historia
de esta monstruosa cohabitación no se ha llegado a
describir de una maliera adecuada, y a día de hoylos filósofos aún no han querido darse cuenta real
mente de qué se les ha perdido a ellos en esta his
torial3• Sólo en unas cuantas ocasiones se ha rasga-
Una de las pocas excepciones es· la filósofa Elisabeth de
Fontenay con su libro Le siÍimce des Mtes.La philosojJhie face
l épreuve de l animalité, ·asÍ como el filósofo e historiador .de la ci
vilización Thomas Macho, «Tien,· [animal], en Christoph Wulf
(ed.), Handbuch Historische Anthropologíe [lVlanual de antropología
histórica), Weinheim y Basilea 1997 págs. 62-85 e i¡lern, «Del Aufstand del Haustiere» [«La rebelión de los animales domésti
cos»], en Marina Fischer-Kowalski, etc., Geselischafllicher Stoff
wechselund Kolonisiemng von N a t l ~ Ein Vmuch in Sozialer Qhologie
[lVIetabolis11lo social y éolonización de la naturaleza. Un ensayo de eco-
logía social), Amste.rdam 1997 págs. 177-200.
58
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do el velo de silencio de los filósofos acerca de la ca
sa, el hombre y el animal como complejo biopolíti
ca, ylo que entonces se ha podido escuchar han si-
do .referencias mareantes a problemas que, por el
momento, resultan demasiado difíciles para el
hombre. El más insignificante de estos problemas
sigue siendo la estrecha relación entre vida hogare
ña y construcción de teorías: podría llegarse tan lejos que se determinara la teoría como una más de
las labores de la casa o, mejor, como un tipo de
obligación doméstica, En efecto, mientras cjue para
las definiciones de la An tigüedad la teoría era algo
parecido a una mirada serena desde la ven tana -eraen primera línea un asúnto d e c o n t e m p l a c i ó n ~ e nlos tiempos moderhos, desde que según parece Sa-
ber es poder; ha adquiiido sin duda el carácter de
trabqjo. En este sentido, las ventanas seríanlos cla
ros del bosque de los muros tras,lo,s cuales los hombres se han convertido en seres capacitados para la
teoría También los paseos,. en los que se funden
moviniientb y reflexión, son productos derivados
de la vida hogareña. Las tristemente famosas mar-
. chas de meditación heideggerianas por caminos del
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campo Y del bosque14 eran aún movimientos típicos
de algukn que lleva lUla casa a cuestas.
Pero esta deducción del claro del bosque a partir
de la seguridad de una vida hogareña sólo afecta al
aspecto más inocuo del proceso de humanización
en casas. El claro del bosque es al mismo tiempo. un
campo de batalla y un lugar de decisión y de selec
ción. l respecto ya nada puede resolverse con las
frases de una pastoral filosófica. Allí donde se levan
tan casas hay que decidir qué va a ser de los hombre.s
que las habitan. En la accióh y por medio de la ac-
ción se decide qué tipos de constructores de casas al-
canzan un puesto predominante En el claro del
bosque se revela por qllé misiones se pelean los
hombres, desde el mOluentü. en que éstos se d e s t ~can cómo los seres constructores de ciudades y fun
dadores de 'imperios. El maestro del pensamiento
,.peligroso, Nietzsche, ha dtejado entrever con angustiantes alusiones, en la tercera parte de sí habló Za-
ratustra b<0oel título «De la virtud empequeñecedo-
¡.¡ Alusión al libro ele Heiqegger Hok.wege [Caminos del bosque
ya su opúsculo Feldweg [Camino del campo}. N. de la T.
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ra», la seliedad del tema que se está tratando aquí:
Pues él (Zaratust:ra) quería enterarse de lo que entre
tanto había ocurrido con el hombre: si se había vuelto más
grande o más pequeiio. Y una vez vio una fila de casas
nuevas; entonces se maravilló y dijo:
¿Qué significan esas casas? ¡Verdaderamente, nin-
gún alma grande las ha colocado ahí como símbolo de símismal
esas habitaciones y cuartos: ¿pueden salir y enb:ar
ahí vamnes?
y Zaratust:ra se quedó parado y reflexionó. Finalmen-te dijo turbado: « Todo se ha vuelto más pequeño ».
Por todas partes veo portales más bajos: q'uien es de, ,
l: mi especie, seguramente todavía puede pasar por ellas,
( pero tiene que agacharse
...Yo
camino a través de este pueblo y mantengo losojos abiertos: se han vuelto más peque1iosy se vuelven cada
vez más pequeños: 1m o esto se debe a su- doctrina de la felici
dad y de la virtud
... Algunos de ellos quieren, pero la mayor parte úni-
camente son queridos ..
61
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...Redondos justos y bondadosos son unos con otros :
así como son redondos; justos y bondadosos los granitos ~de arena con los, granitos de arena.
Abrazar n;lOclestarnente una pequeñafelicidad: ¡a ,eso
10 llaman «resignación>>I ...
Lo que más quieren es, en el fondo; simplemente una
cosa: que nadie les haga daño ..
Virtud es para ellos lo que hace mode sto y manso: así
han convertido alIaba en perro yal propio hombre en el
mejor animal doméstico deL hombre KSA, t. 4, págs.
211-214).
Sin duda en esta sucesión rapsódica de senten
cias se oculta un discurso teórico acerca del hom-
bre como potencia dOluesticadora y criadora. Des
de la perspectiva de Zaratust.ra los hombres del
presente son ante todo una cqsa: criadores exitosos
que han logrado hacer del hombre salvaje el últimohombre. Se comprende de suyo que semejante co
sa no ha podido suceder únicamente con medios
humanistas educativos-domesticadores-amaestra
dores. Con la tesis del hombre como criador del
hombre estalla por los aires el horizonte humanis-
62
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1f, ,
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.\
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ta, en tanto que el hmnanismo no puede ni le es lí
.cito pensar nunca más allá de la pregunta por la do
mesticación la educación: el hmnanista deja primero que le den al hombre para después aplicarle
sus métodos domesticadores, adiestradores, educa
dores, convencido como está de la necesaria rela:
ción entre leer, estar sentado apaciguarse.
Nietzsche en cambio -- que ha leído con la mÍsma atención a D.arwin a Pablo- cree percibir, tras
el claro alegre horizonte de la domesticación es
colar de los hombres, un segundo horizonte más os
curo. Él barrunta un espacio en el que darán co
mienzo inevitables peleas sobre la dirección que hade tomar la cría de hombres; y. es en este espacio
donde se muestra el otro rostro, el oculto, del claro
del bosque. Cuando Zaratustra camina a través de
. la ciudad en la que todo se ha vuelto más pequeño
percibe el resultado de una política de cría hastaentonces exitosa e indiscutible: los hombres -según
le parece- han ido criándose a sí mismos hasta lo
grar, con ayuda de una habilidosa asociación entre
ética.y genética, hacerse más pequeños. e han auto
sometido a la domesticación, y han puesto en mar-
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cha sobre sí mismos un proceso de selección y cría
orientado a la docilidad del animal doméstico. De
esta suposición nace la peculiar crítica de Zaratustl a al humanismo articulada como el rechazo de la
falsa orla de candidez de la que se rodea el buen
hombre moderno. Efectivamente, no sería cándido
que los hombres criasen hombres para la candidez.
l recelo de Nietzsche frente a toda la cultura hu
manística exige que se airee el secreto de la domes
ticación de la humanidad. Él pretende llamar por
su nombre a los que hasta ahora han ostentado ,el
monopolio de la cría -los curas Y los profesores,
que se presentaban como los amigos del hombre-;
Nietzsche pretende nombrar su silenciada función
y lanzar un debate de otro tipo, en términos de his
toria universal, entre diferentes criadores y. diferen
tes programas de cría.
Éste es el conflicto básico postulado por Nietzsche de cualquier futuro: la disputa enb.-e los cria
dores del hombre en dirección a lo pequefio y los
criadores hacia lo grande; podría decirse también:
enb.-e los humanistas y los superhumanistas enb. e
los amigos del hombre y los amigos del superhom-
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bn:, El emblema del superhombrerio representa
.en las argumentaciones de Nietzsche el sueño de
una rápida desinhibición o de un:a evasión 'en 10
ánimal, como se figuraban los embotados maloslectores de Nietzsc1;te'.de 1 1> años treinta. Esta ex-presión tampoeositnboliza la idea de una cda re-
gresiva del hombre haciael'estatus anterior a la
era d,el animal doméstico del animal 'eGleslástico.Cuando Nietzsche habla del superhombre, estápensando' uria época que hunde profundamente
sus raÍcesen'el presente yva m á s a ¡ 1 á l ~ . Él toma la
me =Uda de los procesos milenarios anteriores, don-
de hasta ahora se ha practicado la producción dehombres en virtud de íntimos entrecruzamientos
entre a cría, la domestícacióny la edúcación'J una
empresa que; por lo demás, ha sabido hacerse en
gran m\,,:didainvisible, y qué, bqjo la máscara de la
escuela, >lo que tenía verdaderamente por objetoera el proyecto de la domesticación,
Los lectores fascistas de·Nletzsche se empecinaron en ig.
norar q\le, en general; lo que él pretendía a este respectO era di-
ferenciar lo demaSia'clo humano de lo humano. '
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Con estas alusiones y otra cosa quejas meras
alusiones no es en este campo ni posible ¡:ü admisi- ,
ble- Nietzsche acota un gigantesco territori? en el
cual habrá de llevarse a cabo ladetenninación del
hombre del futt;tro;. tanto si ahí desempeñan algún
papel los regresos al.proyectodel s ~ l p e r h o m r ecomo si 11,0, Pl1edeque Zaratustra haya sido la más
cara que ha puesto voz a una .histeria .filos ofante
cuyos efectolinfecciosos hoy -y.quizá para siem
pre- se han volatilizado. Pero, efectivamente; el i s ~curso sobre la diferencia y el cruce entre domesti
cación y cría, la propiar eferencia al ocaso de una
conciencia de producciones humanas yi en térmi
nos inásgenerales, de antropotécnicas, son pautas
ante las que el pensamiento:actual no puede volver
la vista, a. no ser que. quiera dedicarse de nuevo a
promover la candidez., Es muy.probableque Nietzs
che tensara demasiado la cuerda al .difundir la su
gestión de que haceJ; del hombre uJ:l animal -
méstico había sido la obra premeditada de una
asociación pastoral de criadores, esto es, un proyec
to del instinto clerical,. paulina, que olfatea todos
aq1lellos indicios de testarudez arbitrariedad eJi. el.
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hombre e inmediatamente les aplica sus. métodos
de erradicación y mutilación. ra éste ciertamente
un pensamiento híbrido: por una parte porque
planificaba a demasiado corto plazo el potencial
proceso de cría como si unas cuantas generaciones
de gobierno clerical bastaran para hacer perros de
los lobos y de los hombres primitivos catedráticos
c le Basilea16; pero era· híbrido en mayor medida
aún porque süponía la presencia de un agente pla
nificador donde más bien habría que contal-· con
una cría sin criador y por tanto con 1.IDa corriente
biocultural sin S1.Ueto. Sin embargo después inclu
so de separar los elementos sobre tensados recelosamente anticlericales queda todavía de la idea
nietzscheana un núcleo lo bastante fuerte como pa
ra provocar una posterior reflexión sobre lo verda
deramente humano que vaya más allá. de la candi
dez humanista;La domesticación del hombre es el gran tema 01-
IGSobre la génesis dd perro la neo tenia etc. cfr. Dany-Ro.
bert Dúfour Letlres su? la natu? e hum ine 'usage es suroivants,
París 1999
67
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vidado ante el ojal el humanismo, desde la n t i ~gü.edad hasta el presente, ha querido volver los
ojos:, basta dat,'le cuenta de esto p8,ra hundirnos en
aguas profundas. Allí donde ya no podemos a n t e ~ner110S en pie, nos vel.nos sobrepasados por la evi
dencia de que en ninguna época ha bastado sólo
con l domesticación educativa de los hombres, y
con el ,establecimiento de amistades con'las letras.
No cabe duda de que la lectura ha constituido una
gran potencia educadora de hombres -y, <;:n di
rnensiones más modestas, todavía lo eS-j pero, a pe
sal' de ello, la selección, igual' da de qué formase
realizara, siempre entraba eh juego como el poder.
oculto tras el poder. Lecciones'y selecciones tienen
más que v ~ entre sí de lo que ilingún historiador
de lacultutahayajamás querido o podido pensar, y
p ormucho que hoy nos pal'e,zca de todopuutoim-
posible reconstruir con suficierite exactitud esa re
lacióu entre leer y seleccionar, no deja de ser algo
más que una mera sospecha no vinculante el hecho
de que esta relacióhcomo tal posee una,realidad
propia.
La misma cultllra literaria, hasta el reciente loe
68
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gro de la alfabetización general, ha acarreado unos
efectos fuertemente selectivos. Ha fraccionado pro
fundamente sus sociedades de patronos, ha abierto
entre los hombres letrados y los iletrados una fosa
cuyo carácter insalvable estuvo a punto de alcanzar
la dureza de una verdadera diferenciación de espe
cies. Si · haciendo caso omiso de las advertencias
contrarias de Heidegger quisiéramos hablar una
vez más.en términos antropológicos;· cablia enton
ces. definir a los hombres de otros tiempos como
aquellos animales de los cuales unos leen y saben
escribir, los otros no: De aquí sólo hay un paso si
bien uno muy ambicioso- ha9ta la tesis de que los.hombres son animales de los cuales unos crían asus
semejantes, mientras que los otroS sOn Cliados: ui1a
idea.que desde las reflexiones de Platón sobre la
educación y el Estado. forma parte del folclorepas
toral europeo. Algo de ello suena de f o r m a i n c i ~piente en la frase de NietZsche n t ~ s citada acerca
de que, de entre los hombres q .le viven en las pe
queñas caSas, pocos quieren yla mayor parte sólo
son queridos. Sólo ser querido sigúifica existii- me
rame.nte como objeto, no como sttieto de selección.
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Es el signo de los tiempos de la técnica yla an
tropo técnica que, cada vez más, loshoínbresvan a
parar por casualidad ala parte activa o subjetiva de
la selección, incluso sin haber tenido que esforzarSe
intencionadamente por alcanzar el papel del selec
cionador. Cabe además afirmar lo siguiente: existe
un malestar en el poder de elegir, pronto llegará
a ser admisible como opción parla inocencia que
los hombres se nieguen explícitanlente a ejercer el
poder de selección después de haber luchado real
mente por consegliirlo l7• Pero tan pronto como se
han· desarrollado positivamente unos poderes sa-
piencialesen un campo concreto, los hombres dan
mala imagen si como en los tiempos de una n c ~pacidad antelior pretenden dejar que actúe en su
lugar una potencia superior; bien sea el dios, ola ca-
sualidad, o los demás. Como, dada su esterilidad, las
meras negaciOnes o dimisiones suelen fracasar,prO-:
17 Cfr. Peter Sloterdijk, EUTotaoismus. ZUT Krítik ef po itischen
Kinetik [EuTotaDÍSmo. Sobre la crítica de la cinética política] FrankfUrt
am Main 1989 explicaciones sobre las éticas d e las acciones de
omisión y sobre el «echar el freno» como [1 Ulción progresiva).
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bablemente de lo que se tratará en el futuro es de
entrar activamente en eljl.lego y ;formular un códi
go de alib:opotécnicas. Un código de está especietambién cambiaría retrospectivamente la significa
ción del htunanismo clásico, pues con él se dejaría
al descubierto y se tornaría buena nota del hecho
de que la humanidad no consiste sólo en la amistad
del·hornbrecon el-hombre, sino que siempre implica también y con explicitudcreciehte que el
hombre represei;lta para el hombre la máxima vio
lencia.
- Algo de ello tenía presente Nietzsche cuando se
atrevi6a designarse a sí mismo, ante la perspecti\rade sus recepciones en un futuro lejano, como una
force majeure Podemos dejar estar. el escándalo que
trajo consigo esta expresión, puesto que todavía es
siglos;y quizá milenios, demasiado pronto para n ~j u i c i ~ r s e m e j n t e s
pre tensiones. •¿Quién tienealiento suficiente para irriaginarseuna época en la
que Nietzsche sea tan histórico como lo fue Platóli
para Nietzsche? Basta con tener claro que los pró
ximos intervalos largos-de tiempo habrán de ser
para los hombres períodos de decisión sobre polí-
7
~o
c
)
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,
;.
<;
ticas de género, En ellos se mostrará si la humani1
dad, q sus principales fraccIo1 les cLlltural€sl c o n ~ i ~gue cuando. menos v.olvei' á pOher enn¡.areha pro-
cesosefectivbs deaütocontención, También en la
cultura actual está tenienqo ltlgar la lucha de. tita-
nes .entré los. impulsos' domesticadores y los 'efÍl
bnttecedore$ yentre sus medio,s;respectiyos. Y ya
serían sorprendentes. unos éxitos domesticadoi:'esgra;ndes, a la vista de e ~ ( e proceso civilizador en .el
que ,está avanzando de fOfma: según parece h n p ~rabIe, Ul'la ola de desenfreno siniguaPS, Cuestiones
C01110 si .el desarrollo a largo plazo también cOhdu"
eirá a unareforma gertética de las propiedades del
¡'Remito'et:l. este punto a·la ola de violel1cia que irrumpe en, .
estos momentos en las escuelas de todo el mundo occidental"y
especialmenteenEEUU, donde losptofesores empiezan aJns-
talar sistemas .de protección 'contra los alumnos. De dgual mane-ra que en la Antigüedad el libro perdió la batalla contra el tea-
tro, así también podría hoy l a e s c u e ~ a p e r d e l . l a batalla tontra
poderes educativos indirectos como.la televisión, .las películas
violentas y otros mediosc e,desh1hiblción, si ho surge una nueva
cultura del cultivo propio que mitigue esa violencia.
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género; si se abre paso una futura ai1t,ropotéCriica
orientada a la planificación explícita de las.catac-
terísticas; o si se podrá realizar y extender por todoe1géllerohumario el paso delfatalisrno natal aloa7
cimiento opcional y a la selección prenata}l°; son
preguntas en las que el horizonte evolutivo, si bien
a4n nebuloso y nada 'seguro; c o m i ~ n z a,despejar-
se ,ante riosotros,.1 Jna de las señas de identidad de la naturaleza
humana esqüesitúa a los hombres ante problemas
que son,demasiado difíciles para ellos, sin, que les
quede la opción de dejarlos sin abordar en razón
de esa dificultad. Esta provocacióri del serhumano
por parte dejo inaccesibléJ.que es al mismo tiempo
lo nq,.dominable,ha dejado desdejos inicios de la:
filosoña e u r ~ p e ~ u.na,huella inolvidable; o mejor:
qüizá la p r o p i a f i l o s o f ~ a sea en elmásamplio senti-
dOJesa huella. Después de lo dicho h ~ t a ; ahora, no
. 'es demasiado sorprendente que esa huella en éspe-
cialtesulteser un discurso, sobre l cuidado del
19Haplal1do más en' general: a la luallipulación de riésgos
blológicos;ull¡¡ formulación más redonda,.
73
'6
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hombre y la cría del hombre. Platón, en su diálogo
Politikos [ l Político) -suele traducirse: El hombre de
Estado-, presenta la carta magna de una politología
pastoral europea. Este escrito. no sólo es de relevan
ciaporque en él se vea más claro que en ningún
otro lo que la Antigüedad entendía realmente por
pensamiento -la obtencióri de la verdad mediante
división o disección cuidadosa de amplios d n j u n ~tos de conceptos y de cosas-: suposición ihcon- .
mensurable dentro de la: historia del pensamiento
sobre el hombre reside, sobre todo; en que se con;.
duce casi como una conversación de trabajo entre
criadores, a saber y no es casual la participación de
un personal atípico en Platón), un extranjero y un
Sócrates joven, como si a los atenienses de costum
bre no se les permitiesen de antemano este tipo de
conversaciones. No podía ser de,otro J;1lcido cuan
do de lo que allí se trataba era deselecciOJ1ar a.unhombre de Estado que no existe en aquella Atenas
y de criar a un pueblo para ese Estado imposible to
davía de encontrar en ninguna ciudad empírica.
Así pt'H: S, el extranjero y su parte contraria, Sócrates
junior, se dedican al capcioso intento de someter a
74
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únasnonnas radonales claras y diáfanas la futura
política, o el futuro arte del pastoreo-urbano.
Con este proyecto Platón testifica la presenciaen el parque humano de una inquietud:intelectual
que ya nunca más podría calmarse del todo. Desde
el olitilws y, desde la oliteía [República] hay en el
mundo discursos que hablan de la comunidad hu
mana como si se tratara de 1m parque zoológicoque al mismo tiempo fuese un parque temático. A
partir de entonces, el sostenimiento de hombres en
parques o en ciudades se revela como una tarea
zoopolítica. Aquello que se presenta como una re
flexión política es, en realidad, Una declaración deprincipios sobre las normas para la gestión empre
sarial de parques humanos. Si existe una dignidad,
del hombre que merezca ser articulada en palabras
con conciencia filosófica, ,ello es debido a que los
hombres no sólo son sostenidos en los parques temáticos políticos, sino que se autosostienen ellos
mismos ahí dentro. Los hombres son seres que se
cuidan y se protegen por sí mismos y vivan donde
vivan, generan alrededor suyo el entorno de un par
que. Parques urbanos, parques nacioriales,parques
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cantonales, parques ecológicos, en todas. partes el
hombre debeJonnarse una opinión sobre el modo
de regular su autosostenimiento .
.por lo que .respecta al zoo platónico a su u ~va organización, de lo .que se trata .es de averiguar
por todo.s los medios si entre la población y la di.
rección existe una diferencia solamente gradual o
lma específica. Pues,. bajo eLprimel supuesto, la i ~feren,cia entre los cuidadores de hombres ysus pro
tegidos sería sólo .casual pragmática: en este caso,
podría atribuírsele al rebaño la capacidad de ir eli
giendo por turno a sus pastores. Si por el contrario,
entre los directores del zoo los habitantes del zooreina una diferencia específica, entonces serían tan
profundamente distintos entre sí que no resultaría
aconsejable una dirección elegida, sino sólo una di
rección con conocimiento de causa. En ese caso,
únicamente Jos falsos directores delzoo los, pseudo-hom?res de Estado los·sofistas de la política .ha-
ríanc¡unp<l:lla a .sufavorutilizando el argumento de
que ellos sí están hechos de la misma materia que
el rebai io; mientras que el verdadero criador apos
taría por la diferencia daría discretamente a en-
76
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tender que.él, que actúa con conochiliento de causa, está más cerca de los dioses qtre los coúfundidos
seres VÍvosa su cargo
. La peligrosa sensibilidad de Platón para temas
peligrosos acierta de lleno en el punto débil deto-
das las pedagogías y las políticas de la alta cultura: la·
actual desigualdad de los hombres ante l saber que
da o e r ~ Oculto beyo la forma lógica de un gro tes
co ejercicio de definición; l diálogo del político e ~sarrolla los preámbulos de una a.ntropotécnica polí-
tica cuyo objeto no es sólo dhigir por l camino de
la mansed Llll1bre a un rebaño ya manso de pOi sí, si-no emprender una nueva crianza: sistemática de
ejemplares humanos más ptóximos alarquetipo. Es-
te ejercicio comienza de un modo tali cómico que
su .no tan cómico final fácilmelitepodríadesmoro-
nárseent.re risotadas. ¿Qué hay más grotesco que la
definición de la política: como una: disciplina que
trata de los rebaños de seres pedestres? Bien sabe
Dios que los dirigentes de hombres no practican la
cría de anÍIilales acúáticós, sino la de seres que ca
minan por tierra. Entre los caminantes terrestres
77
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hay que separar a los pedestres alados de los que an
dan sin alas,si.es que se pretende ir a parar a las po
blaciones de seres humanos que, como es sabido, ca
recen de plmuas alas. El extranjero del diálogo de
Platón .añade entonces que, entre todos los pueblos
mansos. por su natural, justamente este pedestre se
articula a su vez en dos grandes grnpos claramente
separados, dado que los unos por razón de su ná
cimiento carecen de cuernos y los otros son COl;nu-
dos». Esto un. interlocutor inteligente no .permite
que se le diga dos.veces. Aambos grupos les corres
ponden, nuevamente, dos tipos de pastoreo, pues
hay pastores para rebmios cornudos y pastores pm a
rebaños sin cuernos; y parece evidente que sólo se
encontrará a los verdaderos guías del grnpohuma-
no si se. descarta a los p.astores. de animales con cor
namenta. Pues si se quisiera que pastores de anima
les cornudos cuidasen a lo,s hombres, no cabría
esperar otra cosa que intrusiones de ineptos de
pseudo-aptos. Por consiguiente, dice el extrm1jero,
resulta bien manifiestá que los reyes buenos o si-
l is apacientan a rebaños sin cuernos (265d); Pero
esto no es todo: a los reyes se les ha confiado la ta-
78
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rea de cuidar a seres vivos que se aparean sin mezcla-es decir, criaturas que nO'copulan,fuera'de su pr.a
pia especie, como suelen hacer por ejemplo el ca-
ballo y el asno-; por .tanto,deben velar por la endo
gamiay tratar de. evitar los Cnlces bastardos entre
distintas razas. Si, por último,. se añade a estos seres
implumes, sin cuernos y que sólo se aparean con sus
semejahtes la característica de que tienen dos pies-hablando más modernamente:. de que caminan er
g u i d o s ~ entonces· queda ya ciertan1ente bien selec
cionado y desgajado como el verdadero arte real y
político frente a c u a l q ~ u e r presunta. competencia,
la crianza que se dedica a rebaños de .animales bípedos, implumes, sin cuernos y de raza pura. Ahora
bien, l propio ,arte de ese pastqreo provisor debe
ser, ,a su vez, subdividido en elviolento-tiránico y l
voluntario. Si s e descarta por incierta y engañosa la
forma t i r ~ n i c a n o s :queda, entonces. l verdadero arte,de la política, 'que se define. como « l q l i d a d o v o ~ltmtario de rebaños .. d.e seresvoluntaJ.ios» 276e)20.
Algunos intérpretes de PlatÓn, cómo Popper,. sllelen pasar
por altoe ~ t e . d Q Q l e < ~ v o l u n t a r i o s > ~
79
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Basta este punto, Platón ha sabido albergar toda
su teoría del arte del hombre de Estado en met<lfo
ras de pastores yrebaños, yde entre las docenas de
espejismos de s t ~ arte ha entresacado la única ima :
gen verdadera, la idea válida del asunto en cues
tión. Ahora bien, como la definición parece ya con
cluicla, de repente el diálogo da el salto hacia otro
tipo de metáforas; pero esto no ocurre, como vere.
mos, pata abandonarlo logrq.do hasta ahora, sino
para abordar con tanta mayor energía, desde una
perspectiva desplazada, la parte más d i f í i ~ d e l arte
del pastqreo humano: dirigir, con una política de
cría; a reproducción. Aquí es donde entra el1 jue
go la famosa comparación del hombre de Estado
con el tejedOJ;'. El fundamento auténtico y verdade
ro del arte real n > hay que buscarlo, según Platón,
en el voto de unos conciudadanos que ofrecen o re
tiran a voluntad sU confianza al político; tampoco
reside en privilegios heredados ni usurpados. El go'-'
bernante phitónico sólo encuentra la razón de ser
de su gobierno eli un saber propio de reyes en m ~teria dé crianza,es decir, ,en un saber experto de lo
más inusual de lo más juicioso. Aquí surge el fan-
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I
tasr,na q.<t una mon,a;rqllíp¡ d e ~ o s e x p e l : t c ¡ s , C \ l y o J · u r ) . ~q.p.m,<'mtQ jlJ,rí<;lico ,sea el o l l , o c h n i e n t q , aCE¡l'ca de có:
mq s ~ , pl,l,ede organizar y agO-lpar,fllos hombr,es de
la mejor ll).a;neX';;¡. -:¡sindaiíarjam?-.s su, libre v o , l u n ~. a d ~ . ; : L a a n t r 9 p o ~ é q l , i c a : r : e A - l r e q \ l ~ l ' r e q U , e e ~ político
~ e p < l e n t ; J ; ' ~ t ~ e r d e t m o d o , m á s efe,ctivoJasw:opk<;lc¡.
d ~ s . " d e 10s hombres. ,Vqlll;ntariawente. gOberufLbles
q \ 1 e , r ~ s u l t , ~ n másJayorabJes,a)q8. , n t ~ r e s e S , p : ú p . l i c ; : o s ~<;le: D ; x < w ~ r a qUe pajo, u :mandq: <;:l pa,rq\le ,hUl1J,ano,
alcance l,a h o m e o ~ t q ~ s ppti:I;na.,Es,to s l - c ~ d e c ; u a n , d olos d O ~ ' e x t r , e I ) 1 0 s r y l a t i v o . ~ ,propips, e . l a . e , s p e c i ~ h u : ;mana, la fortaleza guerrera, por una parte, y la pnl-
depcia,: i . l o ~ ó , f i G Q r h l l m a p a , p o r , ,otra,sqn, wtr()d:ucidos ,eneLt,ejido .del i n , t e ~ é , s , púb,lico, con a ,mispJ.p.
w . , e ; r z a " , . . , ¡ , ; , ~ ' ¡ j:,' , '1' ,1, ,: 1 t • l , , ¡'¡,rip.,:,):
,',1, ,:peJ;'q ,<;: OID,g C ' \ . l ~ d o : s e , p ; 0 ~ h e n ,de, Jonpa, n i ~ a t e r p J a p . ~ , ~ , ; ; v i : r ; t l l d ~ s PW:;qel1 ~ p w v p c a l 1 , d , e g ~ n e J . ; a , c i o , "
nese s p e c í f i ~ a , s ,
lOa primyra,~ a , J e ~ 1 . d e ; n c i a i m i l i t a r ~ s , t ; a ,
a la guerra, con todas sus consecuencias devastado
r<l1? de ,patrias, ~ a : ; ¡ e g u n q . ~ , l a , p r i v i ' ) . c i ~ l a , d ( ; l e , q u i e n e sse, Jas l l g ~ n i ; ; ¡ . n ,p.ara ,lle:V<\r. JilP p. ; v i . d ~ : t r m q u j l , a , , \ . e , s p ~ ~
r i t u a l m . e ~ l . t e intc:;nsa en, ,el ¡calp,pol 14 ellal . u e d e " n ~ ~g R - ~ ' a ,
¡¡el'l a l ) . . i n q . i f e n ~ n t e y
leja,na a)qs.\ u 4 a c j . ~ s q \ l ~ ~
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de sus lectores sino que se hayan SlUl ido en la
atemporalidad de los archivos esto también le ha
quitado al movimiento humanista la mayor partedel empuje que tuvo una vez. Los archiveros bajan
cada vez con menos frecuencia a las profundidades
que albergan esas antigüedades textuales para con-
sultar opiniones anteriores sobre temas modernos
Quizás ocurra de cuando en cuando que mientrasestán metidos en tales indagaciones por los sótanos
muertos de la cultura esos papeles lflrgo tiempo
no leídos empiecen a centellear como si lejanos
rayos se precipitaran sobre ellos. ¿Puede también
elsótano
del archivo convertirseen
un claro delbosque? Todo indica que los archiveros y los archi-
vistas han asumido la sucesión de los humanistas.
Entre los pocos que todavía se dan alguna vuelta
por esos archivos se impone la opinión ~ que
nuestra vida es la confusa· respuesta a preguntas
que hemos olvidado dónde fueron planteadas.
85
l
riiJ
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· onsideración final
El texto que aquí se presenta como una publica-ción independiente ha expei"imentado durante los
meses de septiembre y octubre de 1999 el precario
privilegio de e r v i r de punto, de partida para un aca-
lorado y controver:1;idodebatepúblico en Alemania.
En honora las circunstancias, de que en este caso l
interés público pr,ev:alece sobre los derechos de au-
tor y de C] ue lill.ensayo inconcluso seha convertido
en un . o c u m e n t o q l ~ e dadas Jaspresentes condi-
ciones, DO tendría mucho sentido tocar, he renun-
. ciadoa mi inte;Úpor ,desarrollar y redonqf ar más
el texto ylo he dejado, palabra por palabra, enJa
mismaformaque se'vio sorprendido pQrlaalarma
a excepción hecha de' algunas coneccione.s estilísti-
cas ine1evantes: l ~ esta situación, m ~ p r e c e n ~ o m ~prensibleslos .argumentos de· aquellos que objetan
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tÍ
:t
, Est6éxéeSbnO nÓS'cogepoi"Soí.'íji"esa; d q u ~ h a ;oía constituido el tema de n:iÍ: discüh;o ,. iel peligtosci
finalc1él b'uftianisruo Üterariócúmo ütÓpía}de lafÓJ1.nad'ón l l u i { 1 a n ~ mediahte 'él' éscrító fÍnedimit¿
la iectuta;qllé educa;ál hómbré 'en la paciéJicla;hicOIiténd6hdél jüitid jI la ;actitud :dé :oídos abier:
tos':" se ha xrtariifes'tadü:1:li:ia'v más; de fótUla, ej m ~pllir':a raíz de : e s t ~ conféi entih:véáseelperiódieG1)ieZeitde1 23 d e s e p t i e m b r ~ d e 1 9 9 9 : ; ; :>,
, , : Éllettór 'débel"ía: estai'inforrt1ado: de 'qüe'estéd i s c l l ~ ~ s ¿ j s'e\ pi'ÓÚlÚ1CiÓ' pofptihiet2:<Vez el15de:jú.:.
'riib';dé 199'7'eii Basiléa,' :couió' ¿brúribhci6ti,auu ~cId
s o ' b l ' ~ ] a : ' a ¿ ' t d a l i d a d , i : l e l h u m á h i S m 6 , e Í H ~ 1 \ m a I ' t 6' d ~ urtiiiiatihé litúatHí ' ~ n ~ t e ri:ilhieh'jSo p ' Ú : b l i c 6 : ~ ApaHif ;dé:: e s ' t ~ ' ;d't'cunstaIi'Cias: · s ~ pUeden febtpHtar'tilito'eI;(oriÓ:dél distti'rSb' ¡¿bmb lb selectivo de'los'pUn'tbs i d6rid'é Ú pbhéi;é1 aC<:íhto, puestó' qüe/des-
pliéSiae'dck't':icoillerencüíspr\' cedt::b:f¿S' (erio'e ottasi ~ s : de' ó ~ a c h i h i ' ·G<Í:Lick; Vittoí.1:d; Basle' ' Elisá.hethBf'Ünfell',' Vitt6tidLanipügriant Wdlfgang ruhmi y:A.ririerÍ1aíie' Schihúriel),' 'xn/: ' erá :lítitó' ptéSÜpÓl:Ú:t
' e h l o ~ S y e i i t é i ü\í:a arhplia'Visí6h: décoruhnlo>sóbre'el terlii y un: Í 1 ~ l " é f i d Ü ' ~ s e r i rido .de ia idiversítlád .de
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posibilidades qlle hay de entrar en él. Ninguna de
las dp:;¡ cosas, cuenta ahora en la o,bligada recep
ción de mi discurso fnexa de contexto. Cuando en
julio de 1999, durante las Jorl),adasde Elman sobre
Hddegger y ~ v i n a s repetí. el mismo, discurso algo
modificado. en presencia de teólogos y f i l ~ s o f o ~ de
Israel, Francia, Estados Unidos, Argentina y Alema
nia pude partir del, supuesto de que este grupo
comprenderíacomo una suger:encia: en el contexto
profesional los dos aspectos técnicamente intere-
santes de la conferencia: ,la deducción de la huma
nitas poniendo el;lcento en, sus aspectos de lógica
de medios y ¡de lógica ,gramatical, y la revisión hisctórico-ar¡J.ropológica del motivo heideggeriano del
,
\,
claro del bosque (la inversión ~ r c i a l <; le la relaciQn 1entre lo óntico y lo ontológicoy Dtcha expectativa
no ha fallado por lo que respecta a los ex:pertos, pe-
ro sí en lo relativo a algunos periodistas casua).men-, u
te allí presentes, q\le no entenclieron nada de la ló-
gica de mi pont ;ncia, y en cambio sí reconocieron
seguramente en su vocabulario. una oportunidad
para escribir un «informe» denl-mciatorio., :El resto
de la historia tiene como resultado el. debate Slo-
,90
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,
\
terdijk (o el escándalo Sloterdijk-Habermas, como
se denomina en Francia)., que por mi parte no de
searía seguir <:tlirnentando, sino añadirúnicarnentela consideración de que con él Se ha demostrado la
c;;tpacidad explosiva de las desconte:x;tualizaciolles.
En un punto solamente quiero l\amar la: aten
ción sobre una desvergonzada eS,trategia de los lec
tores equivocados: me he referido en un pasajefuertemente llamativo (págs. 72--:73 .a algunos pro
blemas ql,.le el surgimien to. de nuevas posibilidades
de intelYención j)iotécnica podría plantear al futu
:ro proceso del género humano Allípreguntosi ala
larga sen;;t p.osible algo así comou11a planifj.cación1 explícita. de las características para todo el género y
si el nacimiento opcional 0untocon la 9tra cara de
la moneda: la selección prenatal) podría convertir
se, para todo el género humano, en: un nuevo hábi
to reproductor (no 4ay que pasar por alto la ex:pre
sión «para todo el género huinai10», porque .la
selección prenatal en forma de derecho de aborto
por Indicación médica ya es en Europa y en Estados
Unidoslill estándar cultural jurídicamente c a r i f i ~cado, a pesar de las resistencias católicas); y en el
g¡
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misnro· pád'afd a i . i . ~ d o que: con ptegun'tas inciertas
dé este tipo s1= labre, aJ.lte nosotros: el holizonte evo"
lútivo.:'De' estasptegúntas.alguJibS periodistas hanh:etho 'presctJ.pdbnes.i ' : , "," , ' : " : i ,.
, Mi discurs6tle ~ i l e a ~ E l r r i a Ú / tras hab'el' sido fa-
cilitadOe'ti i diversas ;direccíonesde Tnten'let; :ha sali-dó;a: la lÚiz,en,francés 'eh·lare'vista; Le·Mdnde des J)e-
batS Coctubre 1999}. Ehtre 'mediados'de septiembre1 d) 1 'del OÚubte'de:ese:ai).o, ladirecdón de Ii'lter.i.
nt V <lúe: ofrecía.,junto iC0rí:eltexto del' dis(:U1'so; a l ~g u n o ~ d 6 < : ü i í l e í : ) . t o S ~ d i c i : o r i a l e s p á h a y u d a i ~ á' Idmi-
ptéri:dei1 tel,trasfoJ::ido';ha' sidbvisitada, 60.000"vecés;
D e ~ d e r i : i e d h t d d S t l é oCtubre d.e'199g lse ofrece enesd.misma pá'gitiao ('ivww:dghtlefLríet)' 'ün iServidO' 'de in-f ¿ : r i i í . a : d ó i 1 i s ó b t e I a : c r ó n o l b g í a i d ~ l e s c á r i d a : l 0 . ' ::,
. : ~ ~ " i : , . ' : ' I ; ' \ ' · '.\.\.; .. , , ~ ~ . I .. ~ ; . r : ~ . ; \>; .: , < ,1, ~ : ; : : ~ " , i< t",(,
. > ~ . ; ~ , ( t : : Í , ; :¡:1" d - . , ' , ~ :r\ , . ; 1',,','1, /';. P : . ~ S l •
< ~ ' } ¡ ' ~ ~ -/.J
; 1 ~ ~iq '1 f I ( : ;'.' : . ¡ : ¡:--i l .,¡p ... ,}:
\ , : ' • I t .. ,:¡ ,( \ I ; ; l ; • t . . f ¡ l.i\. r " ' H 0\ . ,',. t .
;.;-:;.,, ' j : ',j" ( ' . ~ . <""', ' : ....... :>,:: .t· ;· >. t . : j
; : ; ~ ; q " ".' í f" .; f ' ; " , ~ ; " • ,', ¡ : ,.; l i
;t; ~ ~ ; ' ~ I ' ~ , : ' : , { , : : : · , . ~ l · . ' ) ; í ; : r.::;' :··, .¡; ...... ;;); 11 "::"
· .L' . : ~ . y f ~ ' ' ~ I \ ¡ ~ : ~ , , - , ' ~ - . ' : ¡ \ ~ :.:\'
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\, . ,
"
~ , ¡ ; ( ,1 1
,Obras d'e ) : I ? e t ~ r I S i b t e r d i j k:1 " , 1 . " . . . . ': : t I
publicadas en Ediciones Siruela:
:
n el mismo barCo (1 994-) , f \, ' , , l . ,
" ,. ' }
Normas para el parque humano 2000),.': • ' .í ' ,1' : l.
) 1." :" í;' .... ,', " r q: i "¡'
ritica de la yaz¡}lt ~ ( n i c C f ; 1 2.0Q3J) L . '. J
, ,1
sferas 1 (2003)
. .; , , ' I<' - , < , ., , ; • f : \ ,,¡, ,:'.' .. ;, r 1'. . \ , . ~ :
l sol y la muerte 2004)
(con Hans-:-Jürgen Heínri2hs) ;,• \ \ L L ~ (: , : ; - . · ' I ' , ' ; .. I : L ~ ~ : ; ... · 'L· . ) : , " ' : :\¡
. . i . l • ", :., ; . , ' ) . ,1
sferas II (2004)