Sloterdijk Normas

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 1 eter Sloterdijk Normas para el parque humano Una respuesta a la arta sob e el humanismo d e Heidegger Tradl .cción d e Teresa Rocha Barco :): Biblioteca de Ensayo (serie menor Ediciones Siruela { t.>. : :f j:~ II.\t ,. \\, , f\ 1

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eter Sloterdijk

Normas para

el parque humano

Una respuesta a la arta

sob e el humanismo

de Heidegger

Tradl .cción de

Teresa Rocha Barco

:): Biblioteca de Ensayo (serie menor Ediciones Siruela{ t.>.

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l/edi.ción: septiembre de,zooo

4. edición: febt'ero de 2006'

Todos los derechos reservados. Ninguna parte

, de esta publicación puede ser reproducida,

almacenada o transmitida en manera alguna

ni por ningú;' medio, ya· sea eléctrico, químico,

mecánico, óptico, de grabación o de fotocopia,

sin permiso previo del editor.

Título original: RegelnJill' den Menscbenpa rk

Ein Antwortscbl eiben t l Heideggers Brief

¡Iber den HI/manismlts

Diseño gráfico: Glo1 Ía Gauger

© Súhrkamp Verlag, Frankfurt am Main 1999

© Del prólogo y de la traducción, Teresa Ro.cha Barco

© Ediciones Siruela, S A., 2000, 2006

el Almagro 25, ppal. dcha,' 28010 Madrid

Tel.: 34 91 355 5720 Fax: 34 91 355 Z2 1

siru [email protected] www.siruela.com.

Printed and made in Spain

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· Índice

rólogoTeresq Rocha Ban;:o

ormas para el parque humano 7

onsideración final 87

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  rólogo

La polémica de Sloterdijk

Peter Sloterdijk es un filósofo· provocador y serio al mismo tiempo, que gusta de irrumpir en los

medios de comunicación con declaraciones cóm

bativas acetca de temas de actualidad y que no se

priva de denunciar el letargo de sus colegas ale

manes en los últimos años: su impotencia para

reacdonar ante los n:uevos problemas que plantea

la biotecnología, su histeria antitetnológiéa y la

-eÍ1 su opinión penosa decadencia de la filosofía

aprobada por la academia, uno de cuyos síntomas

sería el áferramientoa·la bandera de la moral como una tabla de salvación en estos tiempos donde

la biología evolutiva o la ingeniería genética pare

  ~ n estar legitimadas para ofrecer otra interpreta-

ción del mundo y del hombre. La academia filosó

fica sigue dóminadél en Alemania· por la escuela

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del profesor emérito Jürgen Habermas, a quien

nuestro autor declara abiertamente la guerra a

raíz de la denominada «polémica de Sloterdijk»,

que levantó inesperadamente una conferencia su-

ya en el castillo bávaro de Elmau, cuyo texto re-

produce íntegramente eSte libro: al parecer (cfr.

ie Zeit del 9-IX-1999 , Habermas habría orquesta-

do enl sombra el estaUido y los términos ofensi-

vos del escándalo, habría ti atadode estigmatizar a

Sloterdijk como <goven filósofo conservado '», ha-

bría incluso preparado copias furtivas del texto de

aquella conferencia y lashabrí<).difundido,acom-

pañadas de indiCaciones explícitas para su C011,1-

prensión, entre los periodistas de su esp.lela, ha-

bría encargado artículos .alarmistas para ie Zeit y

er SjJiegel en los que bajo ningún concepto debía

aparecer su nombre. Este hecho deja constancia,

según, Sloterdijk, de la muerte de la crítica y de su

transformación en. producción deescándal.os: ·la

escué\la de Habennas sehabl ía revelado cO .11b una

versión socio liberal deJa dictadura de. la virtud,

habría dejado ver su latente <gacobinisrno», su ten-

dencia a hacer del discurso moral, agitación, dela

10

l

.?::

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mera sospecha, juicio,. de la denuncia, lincha-

miento mC raJ.

Lo cierto es que, como advierte el propio autor

en una nota final a esta edición, se trata de un tex

to en absolutC) adecuado para ser discutido. por los

habituales creadores de opinión: pues ya solo su

vocabulario ese, para el filósofo Manfred Frank,

«frívolo flirteo» con las fantasías eugenésicas de

Nietzsche Platón: cfr. Die Zeit ~ 3 - l X - 1 9 9 9 c o n t i e ne suficiente potencial para el escándalo. Sloter

dijk sostiene en su discurso que el «amansamiento»

humanístico del. hombre media¡1te la l e c t u r a o b l i ~gada de\m.os textos canónicos ha fratasado ante lasociedad de la información y·ante el cotidiano ellJ,-

brutecÍmiento de las masas cC n los nue·vosmedios.

dedesinhibidón; que el humanismQcomo ilusiqn

. de cirganizarlaii macróestructuras políticas eco

nómicas según ~ modelo amable de las sociedadesÚter;:u;ias hademm¡tradosu impotencia se ha re-

o velado, ádemás,conlO una técnica para alcanzar el

poder; que la nació11, como subprdducto de la es-

cuda, ésta, a su vez, como s u c e d á ~ 1 é ? masoquista

de la caserna militar, tiende .también a sU fin,u n ~

n

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que sólo sea por la desmilitarización de la imagen

del h o m r ~ qne ha traído consigo la civilización;

que ya no bastan las dobles valoraciones ni las dis

tinciones entre s t ~ t o y objeto o eritre señores y

esclavos, puesto que el predominante factor de la:

irÍformación las ha disuelto; que con el descifra

miento del genoma humarlo'y lo que supone de in

trusión de lo mecániCo en lo subjetivo, se ha supe

rado la idea del sometimiento de la naturaleza por

parte del hombre y su técnica, y hay que hablar

más bien de eugenesia y de «antropotécnicas» , o

del «hombre operable»: cfr. vvww·.goethe.de/ukl

bosldepslot2.htm); y que ante la urgencia de tomar d e c i s i o l ~ e s respecto a las cuestiones que estos

hechos plantean al género humano, no basta ya

con una moralizante «candidez» humanista, cuan

do nisiqniera es suficiente la línea argumentativa

de la, «filosofía pastoral» emprendida por Heidegger, a pesar de su acierto en repensar la esencia de

10 humano ya no desde su origen animal ':como

prescribe la cultura humanística-, sino más allá,

desde su categoría como pastor elel ser y guardián

de su verdad. ¿Merecen estas l'eflexiones una re-

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pulsa implacable? ¿Qué .es, en realidad, lo que no

se le perdona a loterdijk? ¿La elección de temas

incómodos para la ·filosofíadominante en la academia, o la desinhibición con que se enfrenta a

ellos? ¿Basta la ausencia en este texto de un posi

cionamientQ estrictamente moral ante los nuevos

conocimientos biotecnológicos para .desatar ,el es

cándalo?La historia, no es nueva, y testimonia una vez

más la lucha por la hegemonía del discurso que vie

nelibrándose en la República de Berlín desde 1986,

cuando sllrgeen los medios la famosa «disputa de

los historiadores); acerca de la posibilidad o no decomparar .el holocausto con los crímenes cometi

dos por otros pueblos. Ya entonces Habermas sale

a la palestra reprochan<;lo a Jos historiadores con

servadores, como Ernst N o l ~ e su frívola ,minimiza

ciónde

laimportancia

delIII

Reichy

sus intentosde liberar a Alemania ,del peso dé su culpabilid,ad

histórica. En 19(:)3 Botho Strau13 escribe el segundo

capítulo, en su ensa yo f1nsc/Ltuellender Bocksgesang

donde se enfrenta abiertamente a los guardianes

de l conciencia y al conformismo liberal de iz-

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quierdas; con su vocabulario negativo y su t e n e h ~da. a declarar culpable a toda. la sociedad alemana,

insensible a ia tragedia y a la fatalidad de la histo-

ria. 11n tercer capítulo aparece en 1996 con, ocasión

dellibrocle Daniel] Goldhagen Hitlers willige oll-

s t i - e c k e ~ donde entre otras cosas, se afirrria, que no só-

lo los nazis en el poder, sino sobre todo los alemanes

de a pie, habrían tenido la culpa del holocausto,

puesto que su odio a losjudíos era mucho más mor-

tal qu.e el antisemitisn:o decvalquierpaís vecino.

Dos aíiQsdespués llega el.cuarto capítulo con una

conferencia del escritor Martin WalSer en Frank-

furt que sigue.la línea de Strau13 el i contra de Ha-

bermas: contrasus actos ,de conciencia en público

y contra su forma· de instrumentalizar la vergüenza

alemana. COrhovemos, hasta ahora no se discutía

más que del pasado. En el quinto capítulo de la po-

lémica que inaugura este teXto de Sloterdijk, y apesar de. sus omisiones. e imprecisiones , .e incluso,

si se quiere, de sus «crímenes filosóficos», hay que

aPlaudir cucmdo menos su capacidad para mirar

hacia delante y para provocar en Alemania, por r ~

mera vez desde hace veii1.teaíios, una discusión

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  ormaspara

el parque humano

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Como dijo 1.1na veZ el poetaJean Paul,los librosson y o l u m i r ~ o s a s cartas para los amigos . Con esta

frase estaba 11amfll ic;1.0 por su nombre, tersa CJ l1in-

taesencialmente, \a lo que constüuye la, esencia

función del humanismo: hmnanismo es teleComu-

nicación fundadora deamistadt :s que se realiza enel, medio dellenguaje,escútof Eso que desdelaépo-

ca de Cicerón venimos denomi  ando hum nit s es,

l:H).tO en Sl l seutido más estricto como en el másam-

,plio, una de las consecuencias de· la alfabetización;

Desde que eXiste como género literario, la filosofIarecluta a sus ,adeptos escribiendo de manera o n t a ~giosa acerca del amor la amistad. No es sólo un

giscursosobreel amor pQrla sabiduría: también

quiere mover a otros a ese amor. El hecho de. que la

filosofía escrita haya podidO, siquiera mantenerse

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como un virus contagioso desde sus. comienzos ha

ce más de 2.500 años hasta hoy, se lo debe al éxito

de esa facilidad suya. para hacer amigos a través del

texto. Así ha logrado que se la siga escribiendo de

generación en generación como una de esas cartas

en cadena y a pesar de todos los errores de copia,

o quizá precisamente por ellos, ha ido atrapando a

copistas e intérpretes en fascinante hechizo crea

dor de amigos

. El eslabón más importante de esta cadena epis

tolar fue, sin duda la recepció:n del mensaje griego

por parte de los romanos, pues la apropiación rQ-

mana del texto. lo hizo por primera vez a\Ccesible pa

ra todo el ilnperio e indirectan1ente también -por

encima más allá de la caída de la Roma occiden

tal- para las culturas europeas posteriores. Seguro

que se hablian sorprendido los autores griegos de

saber qué clase de amigos aparecelian U ~ día al reclamo de sus cartas. Una regla de la cultura literaria

es que los emisores no pueden pr.ever a sus; recep

tores reales. Lo cual no priva a los autotes. de embax

carse en la aven:tura de poner a circular sus cartas

dirigidas a amigos no identificados Sin la codifica-

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ción de la filosofía griega en rollos de papel escrito

transportables, esos objetos postales que llamamos

tradición jamás se habrían podidó enviar;. pero i ~ llos lectores griegos que se ofrecieron a los romanos

para ayudru. a descifrar las cartas venidas de Grecia,

aquellos mismos romanos no habrían sido capaces

de entablar una relación amistosa con los emisores

de esos escritos. Una propuesta de amistad que

q1.lÍera aventurarse a salir-lejos requiere, por tanto,

ambas cosas: las cartas en sí sus remitentes o in

térpretes. Por otra parte, siú la buena disposición

de los lectores romanos para entablar amistad con

los envíos de los griegos a tierras lejanas, ést9s ha

brían careddo de destinatarios; y si los romanos,

con su excelente receptividad, no, hubieran entrado

en eljuego, los envíos griegos jamás habrían llega

do hasta l espacio europeo occidental que todavía

hoy habitan los interesados en el humanismo. Nohabría fenómeno tal del humanismo, ni forma al

gema de discurso filosófico serio en latín, ni mucho

menos las culturas filOSóficas posteriores enlengelas

vernáculas; Si nosotros podemos hoy aqu ell a l e ~rrián, hablar siquiera de cosas humanas es, entre

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otras cosas· gracias a la buena disposición· de los

romanos para leerlos escritos de los maestros grie-

goscomosi fueran cartas dirigidas a unos amigos

de Italia.

Consip.erando las consecllencias epocales de la

corresponden:cia grecorromana resulta evidente

qüe la .escntura, envío y recepción de objetos pos-

tales filosóficoscmnstituye un fenómeno muy pecu-

liar: está claro. que el remitente de este. género .de

cartas amistosás,lanza al mund¿ sus escritos sin co

noceralos destinatarios; o en el caso de queJos

conozca, no deja de. ser COnScielJte de que su envío

sobrepasa el rucance previsto ypuede dar ocasión a

que sUlja unnúinero indeterminado dé relaciones

amistosas con lectores anónimos y, a, menudo , to-

davía por nacer. En términos de teoría erótica, la

hipotética amistad del escritor de libros.y cartas COll

el receptor de l ~ envíos representa un· caso de

amor á lo más lejano; y ello estrictamente en el sen-

tido de Nietzsche, quien sabía que la escritura es el

p ~ d e r de transformar el ~ m o r al. prójimo y,a lo me-

Jor de lo más cercano en el an10r por la vida desco-

nocida, lejana, venidera. l texto escrito no s6lo

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constn,lye un puente telecomunicativo entre m i ~gos consolidados que en el momento del enVÍo vi-

ven espacialmente distantes,uno del otro, S i ~ l quepone enrparcha una opera<:;ión en Ul . terreno ines-

crutado,Janza una seducció,n a lo lejos, dicho en,el

lenguaje de la antigua magia europea: una actio n

distans con <:; fin de dejar al descubierto como tal a

ese desconocido anligQ y inotivarle pqra q e entreen l círculo. De hecho, el lectorque se expone a

los efectos de la carta voluminosa puede entender

eUibro como una invitación, y si tan sólo se deja

abrigar,al calor de la lectura, es seguro que .seper-

sonará en el círcul() de aludidos pftra allí dar fe deque ha recibido el envío.

,Así pues, el fantasI)1a cOUlunitariq, que está en la

base de todos los humanismos podría re,montarse al

modelo, de una sociedad literaria wyos miembros

descubren por medio de lecturas canónicas su co-

rrtúndevoción hacia los remitentes q].le les inspiran.

En el núcleo del humanisJ:l1o así entendido descu-

brimos una fantasía sectaria o de club: el sueño de

una solidaridad predestinada <:;ntre aquellos pocos

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elegidos que saben leer. Para el mundo antiguo y

hasta laarltesala misma delEstado nacional moder

no saber leer sigIüficaba de hecho algo así como ser

miembro de una elite envuelta en un halo de miste

rio. En otro tiempo los conocimientos de gramática

se c o ~ s i d e r b n en muchos lugares como el e m b l e ~ma por antonomasia de la magia. De hecho ya en el

inglés medieval se derivó de la palabra: gram lnar el

glamour l  a aquel que sabe leer y escribir tanlbién

otras cosas imposibles le resultarán sencillas. Los hu

nianizados no son en principio más que la secta de

los alfabetizados y al igual que en otras muchas se

tas, también en ésta se ponen de manifiesto proyect s expansionistas y universalistas. Allí donde el alfa..:

betismo se tornó fantástico e inmodesto surgió la

mística gramatical o literal la cábala que ansía lle

gar a conocer los secretos de la escritura del autor

del múnd • Allí donde por -el contrario el h u m ~

¡La, expresión referida al encanto al hechizo; proviene de

la palabra gramática.

•Que el secreto de la vida gui:trda estrecha relación con el fe

nómenodI:

la escritura -es asimismo la granintuiciqn dé la, le-

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nismo se volvió pragmático y programático, como

en lbS siglos X ~ y x, { con las ideologías liceísta.sde

los Estados nacionales burgueses, el ejemplo de la

sociedad literaria se amplió hasta convertirse en la

nonna para la sociedad política. A partir de ahí los

püeblos se organizaron a modo de asociaciones al-

fabetizadas de amistad forzosa, unidas bajo jura-

mento a un canon de lectura vinculante en cada es

pacio nacional. Por consigüiente junto a los autores

de la Alitigüedad comunes para toda Emopa all0ra

se moviliza también a clásicos nacionales y moder-

nos, cuyas cartas 'al público son elevadas por elmer-

cado editorial y las escuelas superiores a la categoríade instl umentos efectivos para la creaCión dé n c i o ~nes. ~ Q u é otra cosa son las naciones modernas sino

eficaces ficciones de públicos lectores que, a través

yenda del Golem. Cfr. Moshe Idél, Lé Golem París 19,92; en el prólogo a este libro, I-Ieriti Atlan remite al informe de una comisión

enviada por el pl esidente de EE UU que [1.lepu1;> icaclo bajo el í-

tulo SPlicing lije. Tlle Social and E/Meal issue 01 Genetie Engineering

witll uman Beings (1982), donde los autores se refieren a la le

yenda del Golem.

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de lUlas mismas lecturas,se han convertido en aso-

ciacioi J.es de amigos que' copgenian? El servicio. mi-

litar obligatorioparalajuyc;:ntud masculina y la lec-

tura obligatoria de los clásicos para l s jóvepes de

ambos sexos caracterizan la era burguesa clásica, es

decir, aquella época de la humanJdad leída y arma

da hacia la u e v ú e v ¡ : : ~ l hoy sus miradas los )1uevos

los' viejos conservadores, .a la vez nostálgicos y ,de-

samparados, pero incapaces totalmen,te de explicar

en términOS de teoría de los medios de comunica-

ción qué sentido .tiene un canon delectura.(quien

desee obtener una impresión actual de ello, que dé

un repasó a las penosas conclusiones del reciente in-

tentode debate nacional. en la prensa alemana acer-

cacle la supuesta necesidad de Ull nuevQ canon lite-

rario).

Ciertamente, entre 1789 y 1945 los humanismos

nacionales amigos de la lectura vivieron su momen-

to de esplendor. Su. centro lo. ocupaba, consciente

de su poder yautosatisfecha, la casta de los viejos

los nuevos filólogos, que se sabían depositarios de

la tarea de instruir a las nuevas generaciones en el

saber necesario para que se les admita en el círculo

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cierto que se ha desmarcado en forma de una sub

cultura su gen rris, y que los días de su sobrevalora

ción como portadora de los ~ s p í r t u s nacionales se

han terminado. La síntesis social no es ya ~ n i si-

quiera ya :: parentemente....,. cuestión ante todo deli-

bras y cartaS. ntre tanto han tomado la delantera

nuevos medios de telecomllnicaciónpolítico-cult1.;i

ra1 q u ~ h a n redu.cido a unas modestas dimensionesel esquema de las amistades surgidas dela escritura.

La era ,del humanismo moderno como modelo es-

colar y educativo ha pasado, porque ya no se puede

sostener por más tiempo la ilusión: de que las ma

,croestructl.lraS políticas y económicas se podrían organizar de acuerdo con el modelo a,rnable de las SO

ciedades literarias.

Esta desilusióll, que como Inuy tarde desde la

Primera Guerra Mundial aguarda a que se decidaJ}a tomar conciencia de ella los últimos i,ntelectl.lales

de formación humanística, tiene una ,historia extra

i1amente prolongada, ll<:;Jlade miradas para otro la

do,y dé tergiversaciones., Así coincidiendo con el

estridenteJin de la era del humanismo nacional en

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radicalizada, una ilusa exaltación i : n e 1 ~ n c ó l k o - e s p e -· ~ n z d d e l p o d e r civilizador e incluso humaniza-

· dar de la lectura de los clásicos si se nos permite por

unmomei1to la libertad de meter en un mismo saco

como clásicos a Cicerón y a Cristo)

De todos modos; por muy i1üsos q u e f u e l ~ a n sus

motivos, en estos humanismos postbélicos s e ~ e v e l a· UIl aspecto sin el cual nunca -ni eh los tiempos de

los· romanos ni en la nueva era: de los Estados na

cionales burgueses-se ha podido comprender la

tendencia humanística ~ su conjunto: el humanis

mo, tanto en el fondo como en laforma, tiene siem

pteun«cól ltni qué», púes supone el compromisode rescatar a los· hombres de la barparie. Es fácil

comprender que justamerite aquellas épocas ~ u y a sexperiencias determinantésl1an tenido que ver con

el· potencial de barbarie· que se libera· en las· inte

l acciones hUmanas violentas suelan cciiricidircol1los tiempos en· que más alta y apremiante es la voz

reclamando humanismo. Quien hoy pregunta por

eÍ futuro de la humanidad y de los medios de hu-.

manización, 10 que en l fondo quiere saberes si si

gue habiendo esperanzas de tomar bajo control las

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pismo el convencimiento de que los h o m r ~ s son

,«animales sometidos a influel1.c¡a», y que es por ello.

.indispensable hacerles llegar el tipo .correcto de influjos. La etiqueta «humanismo» nos recuerda en

.··,su falsa candidez la perpetua batalla por l hom

que se vien<;: librando en forma de una lucha en

tendencias embrutecedoras y amansadoras.

En la época de. Cicerón estos d.os polQs de in

  .MU\ :O. lH .JIa. aún se pueden identificar con facilidad,

cada uno de ellos posee su propio medio ca-

los r01;na ,10S, ,con sus anfiteatros, sus peleasanimales, sus juegos de lucha a muerte y sus es

de ejecución, tenían montada la red de

. H l < : : U . 1 U ~ para el entretenimiento de masas más. exi

del.mundo antiguo. En los rugientes es.tadios

,.de toda l área mediteJ;"ránea, l desinhibidoH )mo

inhum nus 10 pasaba t n a 10 grande corno práGti

camente jamás antes y raras veces después4• Dur 'ln-

. Sólo el género de las Chain Saw Massacre Movies culmina la

anexión de la moderna cultura de masas al nivel del antigup con-

33

-

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. te la época del imp.erió; la: proVisión de fascinacio-

nes embrutecedoras a las masas romanas había lle-

gado a ser una técnica imprescindible de gobierno

cuya estructura se ampliaba y se pelfe¿cionaba de

manáarutinaria :\algó que gracias a jovial fór-

muh de «panycirco» se ha. mantenido hasta hoy

en la mente de todosl Sólo puede entenderse el hu-

manismo antiguo si también se lo comprende como

la toma de partido en un confliCto de medios, es

decir; como la resistencia del libro frente alanfitea-

tro, y como la oposición delas lectl1ras filosóficas,

humanizadoras, apaciguadoras y generadoras de

. sensatez, contra el deshumanizador, efervescente yexaltado magnetismo de sensaciones y embriaguez

que ~ e r c í n los estadios:. Eso que los romanos eru-

ditos llamaron humanitas sería impensable sIn la

exigencia de abstenerse de consumir la cultura de

masas eh los teatros de la brL ttalidad. Si algüna vezhastáelpropio humanista se pierde por error entre

stlmo de bestialidades. Cfr. Marc Ednlundsol1, Nighl1tlare on

M a i ~ l r e e l Angels Sadotrtasochism and lhe Culture lM American

Calhic Cambtidge, MA. 1\ 97:

34

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 .

t .

la multitud , ociferante, ello sólo sirve para consta

tar que tamQiéi1 él es un ser humano y en conse

cuencia, puede verse infectado por é embrutecimieúto. Retornac,::l humanista entonces del teatro a

casa, avergonzado por su involuntaria participación

. en las contagiosas sensaciones, y casi está tentado

de reconocer que nada liumáno:le es ~ e n o Pero

con ello quiere decir que lo humano consiste en elegir para el desarrollo de la propia natüraleza lbs me

dios inhibidores y renundar a los desinhibidores. El

. sentido de dicha elección de medios reside en desa

costumbrarse de la posible brutalidad propia y guar

dar las.distancias con la escalada de deshumanización de la jauría vociferante del teatro.

Estos b r e v ~ s apuntes dejan clara una cosa: la

cuestión del humanisll10 es de mucho mayor alcan-

. ce que la bucólica suposición de que leer educa. Se

trata nada menos qüe de una antropodicea, es decir,de una .definición del hombl:e teniendo en

cuenta su apertura biológica y su ambivalencia: mo

tal. Pero sóbre todo, se trata de la pregunta por có

mo puede el hombre convertirse en un ser humano

verdadero o real, ineludiblemente planteada desde

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aquí. como una cuestión mediática, si entendemos

como medios aquellos instrumentos de comunica

ción y de comunión a través de cuyo usolospropios

hombres se conform anen eso que pueden ser y

que serán.

En otoño de 1946 -en la hondonada más mise

rable de la crisis' postbélica europea-   l filósofo

Martín Heidegger escribió un ensayo sobre el hu

luanismo qti e ll<ó:garía a hacerse famosQ: un texto

que a primera vista se podría entender también O -

mO,una ,carta voluminosa para los amigos. Pero· el

procedimiento,para establecer lazos de amistad q\leesta carta se esforzaba en aprovechar. a su favor no

era ya simplemente el de la comunicación burgue

sa estétíco-inteleGtuql; yelconcepto dé amistad que

se propugnaba en esta importante carta abierta fi-

losófica no era en modo alguno ya aquel de la comunión entre un público nacional y sus clásicos.

Cuando formuló esta carta, Heidegger sabía que

tendría que hablar con voz qllebrada o escribir con

pulso tembloroso, y que bajo ningún concepto po

dría ya darse por sentada una armonía preestable-

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torno a una carta enviada . al extranjero a gente que

comparte cierto modo de pensar?, ¿Un intento dife

rente de humanización? ¿Un contrato social djstin

to entre los repre enta,ntés de Ul . filosofar sin do

micilio, ya.11o nacional-humanístico? Los enemigos

de Heidegger, corno es natural, no han, dejado es-

capada ocasiÓl1 y señalan que lo que r e a l h e n t ~ ha

ce aquí el astuto hombrecito de Me13kirch seguro

de su instinto, es aprovechar la prituer:;t oportuni-

dadquest;; presentaba tras la guerra para trabajar

por su propia rehabilitación: de este modo habría

utilizado hábilmente 1arespuesta de uno de sus a d ~miradores frallCeSespal'á distanciarse de la m b i ~güedad política elevándose a las alturas de la. con

templación mística. Estas sospechas pueden sonar

muy sugerentes y acertadas, pero 'malentienden el

acontecimiento que supone parad mundo del pen-

samiento y de las estrategias comunicativas .este ensayo sobre el humanismo, dirigido en, Wl principio

a . an Beaufret en París y m ~ s tarde traducido y

publicado de fonna independiente. Pues en este es-

crito que formalmente pretendía ser una carta,

. Heidegger· pone al descubierto las. condiciones de

38

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  .

/,1:','

posibilidad del' humanismo europeo y le formula\

;, <; preguntasque1e sobrepasan; abriendo con ell.o un

nuevo espaciode pensamiento trans-humanístico opost-humanísticd dentro del cual se hamovido e s ~

, , de entonces una parte e1¡encial de la reflexión filo

sófica acerca del hombre,

Heidegger toma de un escrito ,de Jean Beaufretsobre todo esta formulación: «GOlmnent redonner

unsens aU'n;lot Humanisme ?». La carta ,aljoven

francés contiene Una ligera reprimenda al autor de

la pregunta, que donde más claramente se deja ver

es ~ nsus dos réplicas inmediatas:

,«Esta pregunta viene. de la inten.ción, de retener la

,palabra hWtlanismo'J. YO, me pregui1to si e,so es necesa

rio. ,¿O· no es aún suficientemente notoría la desgracia'

f que causan títulos de esta especie?» «Su pregunta no ,só-

'Este gesto 16 m¡¡lentiellden aquellos que quisieran ver en la

o n t o - i m ~ o p q l o g í a d e Heideggeralgo así 'como'un«antihuma-,

nlsmb , necia fornlulación ésta que sugiere una forma metafísi':,

ca de misantropía.

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lo presupone que usted quiere retener la palabá Hhu-

manismo", sino' que también lleva implícita la admisión,

de que esta palabra ha perdido su sentido» Über:denHumanismus [Carla so re el humanismo] 1949, 1981, págs.

7 y 35).

Con ello, se pone ya de manifiesto una parte de

la estrategia de Heidegger: es preciso abandonar la

palabra «humanismo» si' es que,há de recuperarse

en su inicial 'simplicidad e ine1udibilidad la verda

dera tarea del pensar, 'que en la tradición humartís

tica o metafísica pretendía darse ya por resuelta.

Dicho con más perspicacia ¿para qué volver a ensalzar al hombre y a su autorrepresentación ejem

plar filosófica en el humanismo como la solución, si

precisamente en la catástrofe presente se ha de.:

mostrado que el propio hombre, con todos sus sis-

temas de autosobree1evación y autoexplicación metafísica, es el verdadero problema? Este reajuste de

la pregunta de Beaufret en sus términos correctos

no sucede sin una cierta maldad magistral, pues se

hace al estilo socrático, enfrentando al discípulo

con la falsa respuesta coutenida en su pregunta. Pe-

40

\

\

1

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ro al ;mismo tiempo se r e l i z c ~ n profunda serie

dad filosófica, dado que equipara los tres principa

les medios terapéuticos de los qne se echa mano en

la erisis enropea de 1945, a saber, l cristianismo, el

marxismo y el existencialismo, caracterizándolos

como treS meras variantes del humanismo que sólo

. se diferencian. en sU estrnctura superficial; o bien,

hablalido Ihás claray directamente, como·tres modos y maneras de elndir la radicalidad última de la

pregunta pOi-la esencia del hombre

. Heidegger se ofrece a poner fin de la única o r ~maapropiada, es decir para é1-, la e:¡dstencial

ontológica, a la omisión inconmensurable del pen-samiento europeo: el no-planteamiento de la pre-

guntapor la esencia del hombre. 'Cuando menos el

autor hace referencia a su plena ,disponibilidad p ~ra que salga a 'la luz; aunque sea.entérminos provi

sionales, esta preguuta ,que por fin se ha planteadocorrectamente., Con tales expresiones aparente-

mente humildes, en realidad Heidegger está reve,

landó pasmosas, consecuencias: al humanismo (en

sufonna antigua, ,en la cristiana o en la ilustrada)

sele certifica, como el agente de un no-pensar

bi.:

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.

I/

milenario; se le repl ocha haber obstruido, con,sus

rápidas interpretaciones, aparentementecibvias e

irrefutables de la esencia humana, la salídi, a la luz.

de la autentica pregunta por la esencia del hombre.

Heidegger explica que a. partird.e Ser tiempo ,su

obra está pensada en contra del humanismo, y nO

porque este hayasollrevalora:doh naturaleza hu

mana, sino porque no la ha situado alaaltura t i i ~ciente(Über den Humanismus pág.21)i Pero ¿que

quiere decir poner la esenda del hombre a la altu-

ra suficiente? Para empezar, significa renunciar a

un falso rebajamiento habitual. Lapreg\.lnta por la

esencia del hombre no· tomaría un rumbo aceitado

hasta que no se distanciase dela práctica más vieja

obstinada y..funesta de la metafísica europea:defi-

nir al hombre como animal rationale Con esta eX

plicación de la. esencia humana no deja de enten

derse al hombre desde una animalitcis aderezadacon aditivos espirituales. Contra esto es contra, lo

que se rebela el análisis existencial-ontológico de

Heidegger, puesto qUe para ella s ~ n c i del h0111-

brejamás se puede expresar completamente a par-,

til: de una perspectiva zoológica o biológica, por

4

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mücho que regularmente se añada a su cuenta al

gún elemento espiritual o trascendente.

En este punto Heidegger es implacable; y sale ala. palestra ,cuaJ airado ár¡,gel con las e s p a d a s e ~ lcru,z pata colocarse entre el animal y el hombre e

impedir Gualquier posible, comunión ontológica

: . entre ambos. En su i m p e t u o s ~ .ánimo anti-vitalista

yanti-biologista se deja llevar por expresiones querayan.1a histeria; por ejemplo cuando explica: que

p a r e c e ~ o m o si «la esen.cÍa de lo divino'nos·,fuera

más próxima que la extraña esellcia de los seres vi.,

OS'''1 mer en Rumanismus pág. 17). El núcleo

efectivo'de este patlw:nll1ti-vitalista reside en el conocimiento de que el hombre difiere del animal de.

un modo ontológico, y no específico o genérico,

por lo cual bajo. ningún concepto se le puede com

p renderc9mo un anÍlnat con: n plus cultural o

metañsico. Antes bien, el modo de ser propio de,lo humano difiere, tanto en esencia. <;:omb en sus

rasgos ontológicos básicos, del de todos los demás

seres vegetales y animales, p1,lesto que el hombre

tiene mundo y está en el Ilmndo, mientras que la

pla:I .ta y el anÍlnal.sel i m i t a n ~ s e g ú n Heidegger-

a

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estar puestos en la tensión de sus entornos respec

tivos.

Si tiene algún fundamento filosófico hablar de

la dignidad del hombre éste sería que el hombre es

justamente el interpelado por l ser y -como le u s ~ta decir a Heidegger en sü papel de filósofo pasto '

ral- el encargado de guardar su verdad. De ahíqne

los hombres tengan elleriguaje: pero no lo poseen

en primera línea sólo para entenderse unOSCOll

otrosy mediante esos entendimientos domesticarse

mutuamente

sino que el lenguaje es la casa del ser, habitando en la

cual el hombre ex-siste; en cuanto, al guardárla, pertene

ce a la verdad del ser.

y así, lo que importa en la determinación de la hu

manidad del hombre como ex-sistencia, es que no ·es el

hombre lo esencial, sino el ser como la dimensión de lo

extático de la ex-sistencia Über den Humanismus, pág. 24).

Si se presta oído atentamente a estas formula

ciones en principio tan herméticas, se obtiene una

idea de pOl qué la crítica de Heidegger l humanisc

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mo se sabe tan segura de no desembocar en un in

humanismo. Pues, aunque rechaza ese presupuesto

de haber interpretado ya suficientemente la esenciahumana que el hUin<mismo se atribuye y le opone

su propia anta-antropología, al mismo tiempo se

adhiere de forma indirecta a la función más impo r -

tante del humanismo clásico, consistente en lograr

que l hombre se haga amigo de la palabra del otroo, mejor dicho, radicaliza ese aspecto de la amistad,

al trasponerlo del campo pedagógico al centro de

la reflexión ontológica.

Éste es el sentido de la tan citada y ridiculizada

forma de hablar heideggeriana del hombre comopastor del sex. Empleando imágenes y motivos del

entomo pastoral e idílico, Heidegger hablfl de la

I l . i s ~ ó n del hombre que cqnstituye su esencia y de la

esencia ,humana de la que se deriv?- esa misión:

guardar al ser,y correspondeJ; al ser. Ciertamente, el. hombre no guarda al ser del mismo modo que un

enfenl,1o guarda cama, sino más bien como:¡,m pas

tor su rebaño en el claro del bosque, con la impor

tante diferencia de que aquí en lugar de ganado lo

que hay que vigilar·serenamente es ellUundo ente-

45

oV

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.ro como hecho abierto y rriás aún, que esa custodia

del mundo no significa una labor de vigilante libre

mente elegida en propio interés, sino que los h o m ~bresson colocados ahí de guardianes por el propio

ser. El lugar para l que se requiere éste empleo es.

el claro del bosque: el sitio donde el ser aparece éo

mo ser-ahí6••

Laque a. Heidegger le da la certeza de haber

pensado ysobrepasado ·el hümanismo cbn estas ex

presiones es la drcunstanciade qUe implica alhom-

bre, comprendido corilO despejamiento del ser,en

una actitud de cbntención y,en üna relación nUeva

de amistad que son ·muchb más profundas de 10

que jamás podrían soñar todos los desembruteci

mientos humanistas y todos los amores erl.lditos· por

los textos que hablal'l de amor. Al determinar al sér

humano como pastor y vecino del·ser yal designar

l l e n g u ~ e omo la casaclel ser, Heidegger está vin-

.6Es decir,. en ténninos heideggerianos, la Lichlung c s elúni-

·cO lugar donde el Sein se muestra al hombre cómo Da-seiri.,Tra

dlJzc·o LichlUtig generalmente como' daro del bosque'; y cuan

do no queda ~ r remedio, Como «despejamiento;,. N. de la 7:

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culal1dóa:l hombre en una correspondencia coil el

ser que le impone una contención radical que a

él, el pastor, le relega a las proxiinidades o a la pe-

ri:i: eria de casa: le,deja a expensas. de unarefle

xiónque requiere de él más silencio y más sl]jeción

al silencio de lo que nunca podría conseguir de un

sei humano la más exquisita c u l t u r ~ El hombre

queda supeditado a uha contención extática qne vamás allá del civilizado detenerse del lector devoto

del t xto ante la palabradásica. El heideggeriano

habitar conteniéndose la casa del lengu<ue queda

determinado cqmb una expectante escucha de

aquello que el propio ser le encargue decir., Evocaun atento acercamiento del· oído para· el cual el

hombre tiene que.ser más silencioso dócil de lo

que lo es el humanista leyendo a sus clásicos: Hei-

degger pretende un hombre más sumiso qúee1 me-

ro buen lector. Él desearía abrir \m proceso de esetablecimientode amistadeS en el Cltaltampdcoél

mismo fueseyá recibido sólo como un clásico o o ~IDO uno más eiltretantos aútores; quizá 1 mejor se-

ría para empeza r que público, cónsistente;sólo

-comó esnatunil- en unos pocos cón idea eintui-

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ción tomara conciencia elel hecho de que el propio

ser ha empezado nuevamente.a hablar por mediode él el mentor ele la pregunta por el ser

De esta forma Heidegger eleva el ser a la catego

ría de autor exclusivo único de todas las cartas

esenciales ya ¡;Í.mismo s e a u t o d e ~ i g n a \ c o m o su ac-

tual escribano. A alguien que habla desde semejanteposición le está permitido apuntar : f U n b i é ~ los bal

buceos y publicar los silencios. Por tanto el ser envía

las cartas decisivas o para sel; mill; exactos hace gui

ños a amigos p r s n t ~ ~ en espíritu a vecinos recep

tivos a pastoresen

actitudde

recogimientosile;ncioso; pero hasta donde se nos alcanza sobre la base de

este círculo de compañ = ros pqstores y de a m i ~ o s delser no es posible construir naciones ni tan siquiera

escuelas alternativas -entre otras cosas porque no

puede ha1:Jer. un. canon público de los guiños del

ser- a no ser que se pretendan hacer valer por el

momento las oper omni de. Heidegger como la voz

y pauta del supremo autor a n ó ~ i i m o i

. A l vista de estas oscuras comuniones por aho

ra queda cqmpletamente sin aclarar cómo podría

constituirse una. sociedad de vecinos del ser. Tal

8

¡

l

I

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vez, mientras no se señale algo más claro) haya que

: comprenderla como una iglesia invisible de indivi

duos dispersos por el mundo, cada uno de los cua

. les presta oído a su manera a las inmensidades,

aguardando las palabras en las que se haga sonoro

. lo que al hablante le sea dado decir por el lenguaje

• mism0 • Es ocioso entrar aquí mál¡ de lleno en el ca

rácter criptocatólico de las figuras de meditaciónheideggel'ianas. Lo decisivo allora es simplemente

el hecho de que por medio ya través de la crítica de

Heidegger al humanismo se propaga un cambio de

actitud que llama la atención del hombre sobre la

posibilidad de un ascetismo meditativo cuyo alcance supere en mucho todas las metas de la educación

, humanística. Sólo en virtud de este ascetismo podría

formarse una sociedad de los meditabundos más

allá de la asociación literaria humanística; sería ésta

: una sociedad de hombres que desplazaran del cen-

 Por lo demás, queda igualmente sin aclarar qué aspecto po

dría ofrecer una sociedad fot'lnada por Ull puñado de decons

tructivistas o una sociedad de discípulos de Lévinas en la que ca-

  da uno diera preferencia al sufrimiento del otro.

49

; \

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plice natural de todas las atrocidades habidas y por

haber que se cometan apelando al bienestar del

hombre, Así también en la ti ágica titanomaquia delnediados del siglo xx entre el bolchevismo, el fas

cismo )' el amerjcanismo, donde en realidad se es-

tarían n f r e n t a n d o s e g l m B e i d e g g e r ~ . s i m p 1 e í : n e n t etres variantes de una misma violencia ant:ropocén

trica 

) tres candidaturas a ostentar un dominio delmuno.o orlado d\ humanitadsmo; bien el fascis-

1110 desentonó del conjunto, porque osó manifestar

más abiertamente que la competencia su desprecio

por los valores· inhihidon';S de la paz) la educación.

Ciertamente, .el fascismo es la metafísica dela de-

sinhibicióni quizá también una :f;'orma de desinhibi

ción de la metafísica. Para Hejdegger, el fascismo es

la síntesis de humanismo) bestialidad, es decir, la

paradójica .coincidencia .entre inpibición y desinhi

bición.

A laVÍsta de tan tremendos reproches) tergiver-

8 Cfr. Silvio Vietta, Heideggers Kritik am a t i o n a l s o ~ i a l i s l n u s undder Technik [La mitica de HeiMgger al naGÍonalsocialismo y la écni-

ca), Tubinga 1989.

51

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 <

e

-

saciones era necesario replantear la pregunta por el

fundamento de la domesticación del hombre y de la

educación del hombre; y si los ontológicos juegos

pastoriles de Heidegger -que ya en su día sonaron

extraños ) chocantes- nos parecen hoy completa

mente anacrónicos con todo y sin peljuicio de que

resulten penosos y retorddamente extravagantes si-

guen teniendo· el mérito de haber sabido articular

con-ectamente la pregunta de la época: ¿qué aman

sará al ser humano, si fracasa el humanismo como

escuela de domesticación del hombre? ¿Qué aman

sará al ser huri1ano SI hasta allora sus esfuerzos para

auto domesticarse a lo. único que en realidad y sobretodo le han llevado es a la conquista del poder sobre

todo lo existente? ¿Qué amansará al ser humano, si

después de todos los experimentos que se han he

cho con la educación del género humano, sigue

siendo incierto a quién o a qué educa para qué eleducador? ¿O es que la pregunta por el cuidado yel

modelado del hombre ya no se pl lede plantear de

manera competente en el marco de unas simples

teorías de la domesticación y de la educación?

í2

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En lo que sigue, nos desviaremos de las i n s t r u ~ciones heideggerianas para que el pensamiento me

ditativo se detenga en unas figm<U? últimas y emprenderemos el intento de caracterizar con una

mayor precisión histórica el extático claro del bos

que en el que el hombre deja que el ser le hable. Se

mostrará que la estancia del ser humano en el claro

del bosque dicho h,eideggelianamente, su estardentro o ser-sostenido-dentro del despejamiento del

ser9- no es en modo alguno una proporción origi

Ilal ontológica inaccesible a más indagaciones. E:Jds-

te una historia, resueltamente ignorada por -

degger, de la salida a la luz del hombre en el clarodel bosque: una historia, social de la sensibilidad del

hombre ante la pregunta por el ser y una emoción

histódca, al abrir la herida sin, cicatrizar de la d i f e ~renda ontológica.

Aquí hay que hablar, por una parte, de Una historia l1atural de la serenidad en virtud de la cual el

hombre pudo convertirse en el ,animal abierto al

• La x p r ~ ¡ ó n heideggeriana es: das Hineinsfehen oder Hi-

neingehaltensein des Mensclzen in die ichlung des Seins. N. de la T.

53:c

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mundo y apto para el mundo; y por otra, de una

historia social de los amansamientos,a través de la

cual los hombres se descubren originariamente co

mo los seres qüe se recogen10 para corresponder al

todo. La historia real del claro del bosque -de don

de debe partir toda reflexión profunda sobre el

hombre que pretendá ir más allá del humanis

mo- se compone, pues, ,de dos grandes relatos que

convergen en una perspectiva común, a 'saber, en la

exposición de cómo delanimal-sapiens'se derivó el

hombre-sapiens. El primero de estos dos relatos da

cuenta de la aventura de la hominizaci6n: Trata de

cómo, en los largos períodos de los orígenes de la

historia prehumana-humana, se derivó del animal

mamífero humano engendrador de seres vivos un

género de seres nacidos prematuramente que -si es

IOPara el 'motivo de la '«recolección», cfr. Manfred Schneider,

«Kollekten des Geistes» [¡,Colectas del espíritu»] en Nr ue Rund-

schau 1999 vol. 2 , págs. 44-ss. [Por tanto, entiéndase ' ,recogerse» .

= sic/¡ zusammennehmen doblemente: en sentido estricto Guntar,

recolectar) y figurado (contenerse, refrenarse, dóminarse). N.

de la r. ]

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lícito ·hablar de un modo tan paradójico- salíana su

i entorno con unexceso cada vez mayor de inmadu

rez animal. Aquí se lleva a cabo la revolución antropogenética: el estallido que hace añicos el nacimien

to biológico y lo convierte, en el acto de llegar-al

mundo. Heidegger, en su obstinada reserva contra

toda. antropología yen u celo por preservar onto

lógicamente puro el ptmto de partida del.hombre. como ser-ahí y ser-en-el-mundo, no ha querido to

mar nota de esta explosión de forma mínimamente

satisfactoria. P u e ~ el hecho de que el hombre haya

podido convertirse en el ser que está en el mundo

tiene unas profundas raíces en la historia del géne

ro humano de las que nos dan cierta idea los in

sondables conceptos de nadmiento prematuro, neo

tenia e inmadurez animal crónica del hombre.

Aún Se podría ir l nás allá y designar al hombre co

mo el ser que ha fracasado en su ser animal y ell. su

mantenerse animal. Al fracasar como animal, el ser

: indeterminado se precipita fuera de su entorno y,

de este modo logra adquirir el mundo en un senti

do ontológico. Este extático llegar - ~ l m u n d b y esta

«sobreadecuación» al ser le vienen dados al hom-

55

i.1

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bre desde la cuna, por herencia histórica de su gé

nero. Si el hombre es-en-el-mundo, e ~ l o se debe, a

que participa de un movimiento que le trae Wmun

do y que le expone al mundo. El hombre es el pro

dL cto de 1m hiper-nacimiento que hace del lactan

te un m1Uldante  

Este éxodo sólo produciría ariimales psicóticos

si no t l ~ v i e r a lugar, al mismo tiempo que la salida al

mundo, una entrada en eso que Heidegger llamó la

casa del ser. Los l e n g u ~ e s tradicionales del género

humano han hecho vivible el éxtasis' del s e r e n ~ e l -mundo, al mostrar a los hombres que su ser-en-Ia

casa-deI-mundo puede experimentarse también como un ser-en-su-propia-casa. En este sentido, el cla

ro del bosque es un acontecimiento fronterizo en

tre la historia natllral y la cultllral, y el acto de

llegar-al-mundo por parte del ser humano adquiere

desde m uy pronto los rasgos de una llegada-al-Ieng u ~ e 2 ;

11 Partiendo de attgling (lactante) el autor se inventa la pa

labra Weltling (munc1ante); N. de la T.

En otro.lugar he planteado hasta qué punto hay que tener

56

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Pero la: historia del claro del bosque no puede

desarrollarse sólo en forma de un relato de cómo

los hombres se van instalando en las casas de los

lenguajes. Pues tan pronto como los hombres ha

blantes conviven en grupos más amplios y se ligan

no sólo a las casas e l l e n g u ~ e sino también a ca

sas construidas, se ven. sometidos además al campo

de fuerzas de los modos de vida sedentalios. Desdeese momento ya no sólo se dejan cobijar por sus

lenguajes, sino también amansar por sus viviendas.

En el claro del bosque se alzan las casas de los hom-

bres incluidos los templos de sus dioses y los pala

cios de sus señores) como sus más llamativas demarcaciones. Los historiadores de la cultura han

explicado que, con la llegada del sedentarismo

también larelaciórí entre el hombre y el animal

quedó sometida a la influencia de nu,evos indicios.

Con el amansamiento del hombre por medio de la

en cuenta también, e incluso más aún, una: llegada-a-Ia-imagen

del-hOl:ílbre: Peter Sloterc\ijk, SjJhiiren 1 lasm [Esferas 1 Burbu-

jas}y Sphiirm n, Globm [Esferas I1 Globos} Frankfmt am Main 1998

y 1999.

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casa da comienzo la epopeya de los animales do

mésticos, cuya vinculadón a las casas de los o m ~bres no es, sÍlJ . embargo, meramente u,na cuestiónde amansamientos, sino también de adiestramientos y de cría .

El hombre y los animales domésticos: la historia

de esta monstruosa cohabitación no se ha llegado a

describir de una maliera adecuada, y a día de hoylos filósofos aún no han querido darse cuenta real

mente de qué se les ha perdido a ellos en esta his

torial3• Sólo en unas cuantas ocasiones se ha rasga-

  Una de las pocas excepciones es· la filósofa Elisabeth de

Fontenay con su libro Le siÍimce des Mtes.La philosojJhie face

l épreuve de l animalité, ·asÍ como el filósofo e historiador .de la ci

vilización Thomas Macho, «Tien,· [animal], en Christoph Wulf

(ed.), Handbuch Historische Anthropologíe [lVlanual de antropología

histórica), Weinheim y Basilea 1997 págs. 62-85 e i¡lern, «Del Aufstand del Haustiere» [«La rebelión de los animales domésti

cos»], en Marina Fischer-Kowalski, etc., Geselischafllicher Stoff

wechselund Kolonisiemng von N a t l ~ Ein Vmuch in Sozialer Qhologie

[lVIetabolis11lo social y éolonización de la naturaleza. Un ensayo de eco-

logía social), Amste.rdam 1997 págs. 177-200.

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do el velo de silencio de los filósofos acerca de la ca

sa, el hombre y el animal como complejo biopolíti

ca, ylo que entonces se ha podido escuchar han si-

do .referencias mareantes a problemas que, por el

momento, resultan demasiado difíciles para el

hombre. El más insignificante de estos problemas

sigue siendo la estrecha relación entre vida hogare

ña y construcción de teorías: podría llegarse tan lejos que se determinara la teoría como una más de

las labores de la casa o, mejor, como un tipo de

obligación doméstica, En efecto, mientras cjue para

las definiciones de la An tigüedad la teoría era algo

parecido a una mirada serena desde la ven tana -eraen primera línea un asúnto d e c o n t e m p l a c i ó n ~ e nlos tiempos moderhos, desde que según parece Sa-

ber es poder; ha adquiiido sin duda el carácter de

trabqjo. En este sentido, las ventanas seríanlos cla

ros del bosque de los muros tras,lo,s cuales los hombres se han convertido en seres capacitados para la

teoría También los paseos,. en los que se funden

moviniientb y reflexión, son productos derivados

de la vida hogareña. Las tristemente famosas mar-

. chas de meditación heideggerianas por caminos del

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campo Y del bosque14 eran aún movimientos típicos

de algukn que lleva lUla casa a cuestas.

Pero esta deducción del claro del bosque a partir

de la seguridad de una vida hogareña sólo afecta al

aspecto más inocuo del proceso de humanización

en casas. El claro del bosque es al mismo tiempo. un

campo de batalla y un lugar de decisión y de selec

ción. l respecto ya nada puede resolverse con las

frases de una pastoral filosófica. Allí donde se levan

tan casas hay que decidir qué va a ser de los hombre.s

que las habitan. En la accióh y por medio de la ac-

ción se decide qué tipos de constructores de casas al-

canzan un puesto predominante En el claro del

bosque se revela por qllé misiones se pelean los

hombres, desde el mOluentü. en que éstos se d e s t ~can cómo los seres constructores de ciudades y fun

dadores de 'imperios. El maestro del pensamiento

,.peligroso, Nietzsche, ha dtejado entrever con angustiantes alusiones, en la tercera parte de sí habló Za-

ratustra b<0oel título «De la virtud empequeñecedo-

¡.¡ Alusión al libro ele Heiqegger Hok.wege [Caminos del bosque

ya su opúsculo Feldweg [Camino del campo}. N. de la T.

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ra», la seliedad del tema que se está tratando aquí:

Pues él (Zaratust:ra) quería enterarse de lo que entre

tanto había ocurrido con el hombre: si se había vuelto más

grande o más pequeiio. Y una vez vio una fila de casas

nuevas; entonces se maravilló y dijo:

¿Qué significan esas casas? ¡Verdaderamente, nin-

gún alma grande las ha colocado ahí como símbolo de símismal

esas habitaciones y cuartos: ¿pueden salir y enb:ar

ahí vamnes?

y Zaratust:ra se quedó parado y reflexionó. Finalmen-te dijo turbado: « Todo se ha vuelto más pequeño ».

Por todas partes veo portales más bajos: q'uien es de, ,

l: mi especie, seguramente todavía puede pasar por ellas,

( pero tiene que agacharse

...Yo

camino a través de este pueblo y mantengo losojos abiertos: se han vuelto más peque1iosy se vuelven cada

vez más pequeños: 1m o esto se debe a su- doctrina de la felici

dad y de la virtud

... Algunos de ellos quieren, pero la mayor parte úni-

camente son queridos ..

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  ...Redondos justos y bondadosos son unos con otros :

así como son redondos; justos y bondadosos los granitos ~de arena con los, granitos de arena.

Abrazar n;lOclestarnente una pequeñafelicidad: ¡a ,eso

10 llaman «resignación>>I ...

Lo que más quieren es, en el fondo; simplemente una

cosa: que nadie les haga daño ..

Virtud es para ellos lo que hace mode sto y manso: así

han convertido alIaba en perro yal propio hombre en el

mejor animal doméstico deL hombre KSA, t. 4, págs.

211-214).

Sin duda en esta sucesión rapsódica de senten

cias se oculta un discurso teórico acerca del hom-

bre como potencia dOluesticadora y criadora. Des

de la perspectiva de Zaratust.ra los hombres del

presente son ante todo una cqsa: criadores exitosos

que han logrado hacer del hombre salvaje el últimohombre. Se comprende de suyo que semejante co

sa no ha podido suceder únicamente con medios

humanistas educativos-domesticadores-amaestra

dores. Con la tesis del hombre como criador del

hombre estalla por los aires el horizonte humanis-

62

,i

1f, ,

l,J

.

,

.\

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ta, en tanto que el hmnanismo no puede ni le es lí

.cito pensar nunca más allá de la pregunta por la do

mesticación la educación: el hmnanista deja primero que le den al hombre para después aplicarle

sus métodos domesticadores, adiestradores, educa

dores, convencido como está de la necesaria rela:

ción entre leer, estar sentado apaciguarse.

Nietzsche en cambio -- que ha leído con la mÍsma atención a D.arwin a Pablo- cree percibir, tras

el claro alegre horizonte de la domesticación es

colar de los hombres, un segundo horizonte más os

curo. Él barrunta un espacio en el que darán co

mienzo inevitables peleas sobre la dirección que hade tomar la cría de hombres; y. es en este espacio

donde se muestra el otro rostro, el oculto, del claro

del bosque. Cuando Zaratustra camina a través de

. la ciudad en la que todo se ha vuelto más pequeño

percibe el resultado de una política de cría hastaentonces exitosa e indiscutible: los hombres -según

le parece- han ido criándose a sí mismos hasta lo

grar, con ayuda de una habilidosa asociación entre

ética.y genética, hacerse más pequeños. e han auto

sometido a la domesticación, y han puesto en mar-

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cha sobre sí mismos un proceso de selección y cría

orientado a la docilidad del animal doméstico. De

esta suposición nace la peculiar crítica de Zaratustl a al humanismo articulada como el rechazo de la

falsa orla de candidez de la que se rodea el buen

hombre moderno. Efectivamente, no sería cándido

que los hombres criasen hombres para la candidez.

l recelo de Nietzsche frente a toda la cultura hu

manística exige que se airee el secreto de la domes

ticación de la humanidad. Él pretende llamar por

su nombre a los que hasta ahora han ostentado ,el

monopolio de la cría -los curas Y los profesores,

que se presentaban como los amigos del hombre-;

Nietzsche pretende nombrar su silenciada función

y lanzar un debate de otro tipo, en términos de his

toria universal, entre diferentes criadores y. diferen

tes programas de cría.

Éste es el conflicto básico postulado por Nietzsche de cualquier futuro: la disputa enb.-e los cria

dores del hombre en dirección a lo pequefio y los

criadores hacia lo grande; podría decirse también:

enb.-e los humanistas y los superhumanistas enb. e

los amigos del hombre y los amigos del superhom-

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bn:, El emblema del superhombrerio representa

.en las argumentaciones de Nietzsche el sueño de

una rápida desinhibición o de un:a evasión 'en 10

ánimal, como se figuraban los embotados maloslectores de Nietzsc1;te'.de 1 1> años treinta. Esta ex-presión tampoeositnboliza la idea de una cda re-

gresiva del hombre haciael'estatus anterior a la

era d,el animal doméstico del animal 'eGleslástico.Cuando Nietzsche habla del superhombre, estápensando' uria época que hunde profundamente

sus raÍcesen'el presente yva m á s a ¡ 1 á l ~ . Él toma la

me =Uda de los procesos milenarios anteriores, don-

de hasta ahora se ha practicado la producción dehombres en virtud de íntimos entrecruzamientos

entre a cría, la domestícacióny la edúcación'J una

empresa que; por lo demás, ha sabido hacerse en

gran m\,,:didainvisible, y qué, bqjo la máscara de la

escuela, >lo que tenía verdaderamente por objetoera el proyecto de la domesticación,

Los lectores fascistas de·Nletzsche se empecinaron en ig.

norar q\le, en general; lo que él pretendía a este respectO era di-

ferenciar lo demaSia'clo humano de lo humano. '

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Con estas alusiones y otra cosa quejas meras

alusiones no es en este campo ni posible ¡:ü admisi- ,

ble- Nietzsche acota un gigantesco territori? en el

cual habrá de llevarse a cabo ladetenninación del

hombre del futt;tro;. tanto si ahí desempeñan algún

papel los regresos al.proyectodel s ~ l p e r h o m r ecomo si 11,0, Pl1edeque Zaratustra haya sido la más

cara que ha puesto voz a una .histeria .filos ofante

cuyos efectolinfecciosos hoy -y.quizá para siem

pre- se han volatilizado. Pero, efectivamente; el i s ~curso sobre la diferencia y el cruce entre domesti

cación y cría, la propiar eferencia al ocaso de una

conciencia de producciones humanas yi en térmi

nos inásgenerales, de antropotécnicas, son pautas

ante las que el pensamiento:actual no puede volver

la vista, a. no ser que. quiera dedicarse de nuevo a

promover la candidez., Es muy.probableque Nietzs

che tensara demasiado la cuerda al .difundir la su

gestión de que haceJ; del hombre uJ:l animal -

méstico había sido la obra premeditada de una

asociación pastoral de criadores, esto es, un proyec

to del instinto clerical,. paulina, que olfatea todos

aq1lellos indicios de testarudez arbitrariedad eJi. el.

6 6

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hombre e inmediatamente les aplica sus. métodos

de erradicación y mutilación. ra éste ciertamente

un pensamiento híbrido: por una parte porque

planificaba a demasiado corto plazo el potencial

proceso de cría como si unas cuantas generaciones

de gobierno clerical bastaran para hacer perros de

los lobos y de los hombres primitivos catedráticos

c le Basilea16; pero era· híbrido en mayor medida

aún porque süponía la presencia de un agente pla

nificador donde más bien habría que contal-· con

una cría sin criador y por tanto con 1.IDa corriente

biocultural sin S1.Ueto. Sin embargo después inclu

so de separar los elementos sobre tensados recelosamente anticlericales queda todavía de la idea

nietzscheana un núcleo lo bastante fuerte como pa

ra provocar una posterior reflexión sobre lo verda

deramente humano que vaya más allá. de la candi

dez humanista;La domesticación del hombre es el gran tema 01-

IGSobre la génesis dd perro la neo tenia etc. cfr. Dany-Ro.

bert Dúfour Letlres su? la natu? e hum ine 'usage es suroivants,

París 1999

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vidado ante el ojal el humanismo, desde la n t i ~gü.edad hasta el presente, ha querido volver los

ojos:, basta dat,'le cuenta de esto p8,ra hundirnos en

aguas profundas. Allí donde ya no podemos a n t e ~ner110S en pie, nos vel.nos sobrepasados por la evi

dencia de que en ninguna época ha bastado sólo

con l domesticación educativa de los hombres, y

con el ,establecimiento de amistades con'las letras.

No cabe duda de que la lectura ha constituido una

gran potencia educadora de hombres -y, <;:n di

rnensiones más modestas, todavía lo eS-j pero, a pe

sal' de ello, la selección, igual' da de qué formase

realizara, siempre entraba eh juego como el poder.

oculto tras el poder. Lecciones'y selecciones tienen

más que v ~ entre sí de lo que ilingún historiador

de lacultutahayajamás querido o podido pensar, y

p ormucho que hoy nos pal'e,zca de todopuutoim-

posible reconstruir con suficierite exactitud esa re

lacióu entre leer y seleccionar, no deja de ser algo

más que una mera sospecha no vinculante el hecho

de que esta relacióhcomo tal posee una,realidad

propia.

La misma cultllra literaria, hasta el reciente loe

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gro de la alfabetización general, ha acarreado unos

efectos fuertemente selectivos. Ha fraccionado pro

fundamente sus sociedades de patronos, ha abierto

entre los hombres letrados y los iletrados una fosa

cuyo carácter insalvable estuvo a punto de alcanzar

la dureza de una verdadera diferenciación de espe

cies. Si · haciendo caso omiso de las advertencias

contrarias de Heidegger quisiéramos hablar una

vez más.en términos antropológicos;· cablia enton

ces. definir a los hombres de otros tiempos como

aquellos animales de los cuales unos leen y saben

escribir, los otros no: De aquí sólo hay un paso si

bien uno muy ambicioso- ha9ta la tesis de que los.hombres son animales de los cuales unos crían asus

semejantes, mientras que los otroS sOn Cliados: ui1a

idea.que desde las reflexiones de Platón sobre la

educación y el Estado. forma parte del folclorepas

toral europeo. Algo de ello suena de f o r m a i n c i ~piente en la frase de NietZsche n t ~ s citada acerca

de que, de entre los hombres q .le viven en las pe

queñas caSas, pocos quieren yla mayor parte sólo

son queridos. Sólo ser querido sigúifica existii- me

rame.nte como objeto, no como sttieto de selección.

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Es el signo de los tiempos de la técnica yla an

tropo técnica que, cada vez más, loshoínbresvan a

parar por casualidad ala parte activa o subjetiva de

la selección, incluso sin haber tenido que esforzarSe

intencionadamente por alcanzar el papel del selec

cionador. Cabe además afirmar lo siguiente: existe

un malestar en el poder de elegir, pronto llegará

a ser admisible como opción parla inocencia que

los hombres se nieguen explícitanlente a ejercer el

poder de selección después de haber luchado real

mente por consegliirlo l7• Pero tan pronto como se

han· desarrollado positivamente unos poderes sa-

piencialesen un campo concreto, los hombres dan

mala imagen si como en los tiempos de una n c ~pacidad antelior pretenden dejar que actúe en su

lugar una potencia superior; bien sea el dios, ola ca-

sualidad, o los demás. Como, dada su esterilidad, las

meras negaciOnes o dimisiones suelen fracasar,prO-:

17 Cfr. Peter Sloterdijk, EUTotaoismus. ZUT Krítik ef po itischen

Kinetik [EuTotaDÍSmo. Sobre la crítica de la cinética política] FrankfUrt

am Main 1989 explicaciones sobre las éticas d e las acciones de

omisión y sobre el «echar el freno» como [1 Ulción progresiva).

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bablemente de lo que se tratará en el futuro es de

entrar activamente en eljl.lego y ;formular un códi

go de alib:opotécnicas. Un código de está especietambién cambiaría retrospectivamente la significa

ción del htunanismo clásico, pues con él se dejaría

al descubierto y se tornaría buena nota del hecho

de que la humanidad no consiste sólo en la amistad

del·hornbrecon el-hombre, sino que siempre implica también y con explicitudcreciehte que el

hombre represei;lta para el hombre la máxima vio

lencia.

- Algo de ello tenía presente Nietzsche cuando se

atrevi6a designarse a sí mismo, ante la perspecti\rade sus recepciones en un futuro lejano, como una

force majeure Podemos dejar estar. el escándalo que

trajo consigo esta expresión, puesto que todavía es

siglos;y quizá milenios, demasiado pronto para n ~j u i c i ~ r s e m e j n t e s

pre tensiones. •¿Quién tienealiento suficiente para irriaginarseuna época en la

que Nietzsche sea tan histórico como lo fue Platóli

para Nietzsche? Basta con tener claro que los pró

ximos intervalos largos-de tiempo habrán de ser

para los hombres períodos de decisión sobre polí-

7

~o

c

)

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,

;.

<;

ticas de género, En ellos se mostrará si la humani1

dad, q sus principales fraccIo1 les cLlltural€sl c o n ~ i ~gue cuando. menos v.olvei' á pOher enn¡.areha pro-

cesosefectivbs deaütocontención, También en la

cultura actual está tenienqo ltlgar la lucha de. tita-

nes .entré los. impulsos' domesticadores y los 'efÍl

bnttecedore$ yentre sus medio,s;respectiyos. Y ya

serían sorprendentes. unos éxitos domesticadoi:'esgra;ndes, a la vista de e ~ ( e proceso civilizador en .el

que ,está avanzando de fOfma: según parece h n p ~rabIe, Ul'la ola de desenfreno siniguaPS, Cuestiones

C01110 si .el desarrollo a largo plazo también cOhdu"

eirá a unareforma gertética de las propiedades del

¡'Remito'et:l. este punto a·la ola de violel1cia que irrumpe en, .

estos momentos en las escuelas de todo el mundo occidental"y

especialmenteenEEUU, donde losptofesores empiezan aJns-

talar sistemas .de protección 'contra los alumnos. De dgual mane-ra que en la Antigüedad el libro perdió la batalla contra el tea-

tro, así también podría hoy l a e s c u e ~ a p e r d e l . l a batalla tontra

poderes educativos indirectos como.la televisión, .las películas

violentas y otros mediosc e,desh1hiblción, si ho surge una nueva

cultura del cultivo propio que mitigue esa violencia.

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género; si se abre paso una futura ai1t,ropotéCriica

orientada a la planificación explícita de las.catac-

terísticas; o si se podrá realizar y extender por todoe1géllerohumario el paso delfatalisrno natal aloa7

cimiento opcional y a la selección prenata}l°; son

preguntas en las que el horizonte evolutivo, si bien

a4n nebuloso y nada 'seguro; c o m i ~ n z a,despejar-

se ,ante riosotros,.1 Jna de las señas de identidad de la naturaleza

humana esqüesitúa a los hombres ante problemas

que son,demasiado difíciles para ellos, sin, que les

quede la opción de dejarlos sin abordar en razón

de esa dificultad. Esta provocacióri del serhumano

por parte dejo inaccesibléJ.que es al mismo tiempo

lo nq,.dominable,ha dejado desdejos inicios de la:

filosoña e u r ~ p e ~ u.na,huella inolvidable; o mejor:

qüizá la p r o p i a f i l o s o f ~ a sea en elmásamplio senti-

dOJesa huella. Después de lo dicho h ~ t a ; ahora, no

. 'es demasiado sorprendente que esa huella en éspe-

cialtesulteser un discurso, sobre l cuidado del

19Haplal1do más en' general: a la luallipulación de riésgos

blológicos;ull¡¡ formulación más redonda,.

73

'6

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hombre y la cría del hombre. Platón, en su diálogo

Politikos [ l Político) -suele traducirse: El hombre de

Estado-, presenta la carta magna de una politología

pastoral europea. Este escrito. no sólo es de relevan

ciaporque en él se vea más claro que en ningún

otro lo que la Antigüedad entendía realmente por

pensamiento -la obtencióri de la verdad mediante

división o disección cuidadosa de amplios d n j u n ~tos de conceptos y de cosas-: suposición ihcon- .

mensurable dentro de la: historia del pensamiento

sobre el hombre reside, sobre todo; en que se con;.

duce casi como una conversación de trabajo entre

criadores, a saber y no es casual la participación de

un personal atípico en Platón), un extranjero y un

Sócrates joven, como si a los atenienses de costum

bre no se les permitiesen de antemano este tipo de

conversaciones. No podía ser de,otro J;1lcido cuan

do de lo que allí se trataba era deselecciOJ1ar a.unhombre de Estado que no existe en aquella Atenas

y de criar a un pueblo para ese Estado imposible to

davía de encontrar en ninguna ciudad empírica.

Así pt'H: S, el extranjero y su parte contraria, Sócrates

junior, se dedican al capcioso intento de someter a

74

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únasnonnas radonales claras y diáfanas la futura

política, o el futuro arte del pastoreo-urbano.

Con este proyecto Platón testifica la presenciaen el parque humano de una inquietud:intelectual

que ya nunca más podría calmarse del todo. Desde

el olitilws y, desde la oliteía [República] hay en el

mundo discursos que hablan de la comunidad hu

mana como si se tratara de 1m parque zoológicoque al mismo tiempo fuese un parque temático. A

partir de entonces, el sostenimiento de hombres en

parques o en ciudades se revela como una tarea

zoopolítica. Aquello que se presenta como una re

flexión política es, en realidad, Una declaración deprincipios sobre las normas para la gestión empre

sarial de parques humanos. Si existe una dignidad,

del hombre que merezca ser articulada en palabras

con conciencia filosófica, ,ello es debido a que los

hombres no sólo son sostenidos en los parques temáticos políticos, sino que se autosostienen ellos

mismos ahí dentro. Los hombres son seres que se

cuidan y se protegen por sí mismos y vivan donde

vivan, generan alrededor suyo el entorno de un par

que. Parques urbanos, parques nacioriales,parques

75

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cantonales, parques ecológicos, en todas. partes el

hombre debeJonnarse una opinión sobre el modo

de regular su autosostenimiento .

.por lo que .respecta al zoo platónico a su u ~va organización, de lo .que se trata .es de averiguar

por todo.s los medios si entre la población y la di.

rección existe una diferencia solamente gradual o

lma específica. Pues,. bajo eLprimel supuesto, la i ~feren,cia entre los cuidadores de hombres ysus pro

tegidos sería sólo .casual pragmática: en este caso,

podría atribuírsele al rebaño la capacidad de ir eli

giendo por turno a sus pastores. Si por el contrario,

entre los directores del zoo los habitantes del zooreina una diferencia específica, entonces serían tan

profundamente distintos entre sí que no resultaría

aconsejable una dirección elegida, sino sólo una di

rección con conocimiento de causa. En ese caso,

únicamente Jos falsos directores delzoo los, pseudo-hom?res de Estado los·sofistas de la política .ha-

ríanc¡unp<l:lla a .sufavorutilizando el argumento de

que ellos sí están hechos de la misma materia que

el rebai io; mientras que el verdadero criador apos

taría por la diferencia daría discretamente a en-

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tender que.él, que actúa con conochiliento de causa, está más cerca de los dioses qtre los coúfundidos

seres VÍvosa su cargo

. La peligrosa sensibilidad de Platón para temas

peligrosos acierta de lleno en el punto débil deto-

das las pedagogías y las políticas de la alta cultura: la·

actual desigualdad de los hombres ante l saber que

da o e r ~ Oculto beyo la forma lógica de un gro tes

co ejercicio de definición; l diálogo del político e ~sarrolla los preámbulos de una a.ntropotécnica polí-

tica cuyo objeto no es sólo dhigir por l camino de

la mansed Llll1bre a un rebaño ya manso de pOi sí, si-no emprender una nueva crianza: sistemática de

ejemplares humanos más ptóximos alarquetipo. Es-

te ejercicio comienza de un modo tali cómico que

su .no tan cómico final fácilmelitepodríadesmoro-

nárseent.re risotadas. ¿Qué hay más grotesco que la

definición de la política: como una: disciplina que

trata de los rebaños de seres pedestres? Bien sabe

Dios que los dirigentes de hombres no practican la

cría de anÍIilales acúáticós, sino la de seres que ca

minan por tierra. Entre los caminantes terrestres

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hay que separar a los pedestres alados de los que an

dan sin alas,si.es que se pretende ir a parar a las po

blaciones de seres humanos que, como es sabido, ca

recen de plmuas alas. El extranjero del diálogo de

Platón .añade entonces que, entre todos los pueblos

mansos. por su natural, justamente este pedestre se

articula a su vez en dos grandes grnpos claramente

separados, dado que los unos por razón de su ná

cimiento carecen de cuernos y los otros son COl;nu-

dos». Esto un. interlocutor inteligente no .permite

que se le diga dos.veces. Aambos grupos les corres

ponden, nuevamente, dos tipos de pastoreo, pues

hay pastores para rebmios cornudos y pastores pm a

rebaños sin cuernos; y parece evidente que sólo se

encontrará a los verdaderos guías del grnpohuma-

no si se. descarta a los p.astores. de animales con cor

namenta. Pues si se quisiera que pastores de anima

les cornudos cuidasen a lo,s hombres, no cabría

esperar otra cosa que intrusiones de ineptos de

pseudo-aptos. Por consiguiente, dice el extrm1jero,

resulta bien manifiestá que los reyes buenos o si-

l is apacientan a rebaños sin cuernos (265d); Pero

esto no es todo: a los reyes se les ha confiado la ta-

78

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rea de cuidar a seres vivos que se aparean sin mezcla-es decir, criaturas que nO'copulan,fuera'de su pr.a

pia especie, como suelen hacer por ejemplo el ca-

ballo y el asno-; por .tanto,deben velar por la endo

gamiay tratar de. evitar los Cnlces bastardos entre

distintas razas. Si, por último,. se añade a estos seres

implumes, sin cuernos y que sólo se aparean con sus

semejahtes la característica de que tienen dos pies-hablando más modernamente:. de que caminan er

g u i d o s ~ entonces· queda ya ciertan1ente bien selec

cionado y desgajado como el verdadero arte real y

político frente a c u a l q ~ u e r presunta. competencia,

la crianza que se dedica a rebaños de .animales bípedos, implumes, sin cuernos y de raza pura. Ahora

bien, l propio ,arte de ese pastqreo provisor debe

ser, ,a su vez, subdividido en elviolento-tiránico y l

voluntario. Si s e descarta por incierta y engañosa la

forma t i r ~ n i c a n o s :queda, entonces. l verdadero arte,de la política, 'que se define. como « l q l i d a d o v o ~ltmtario de rebaños .. d.e seresvoluntaJ.ios» 276e)20.

Algunos intérpretes de PlatÓn, cómo Popper,. sllelen pasar

por altoe ~ t e . d Q Q l e < ~ v o l u n t a r i o s > ~

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Basta este punto, Platón ha sabido albergar toda

su teoría del arte del hombre de Estado en met<lfo

ras de pastores yrebaños, yde entre las docenas de

espejismos de s t ~ arte ha entresacado la única ima :

gen verdadera, la idea válida del asunto en cues

tión. Ahora bien, como la definición parece ya con

cluicla, de repente el diálogo da el salto hacia otro

tipo de metáforas; pero esto no ocurre, como vere.

mos, pata abandonarlo logrq.do hasta ahora, sino

para abordar con tanta mayor energía, desde una

perspectiva desplazada, la parte más d i f í i ~ d e l arte

del pastqreo humano: dirigir, con una política de

cría; a reproducción. Aquí es donde entra el1 jue

go la famosa comparación del hombre de Estado

con el tejedOJ;'. El fundamento auténtico y verdade

ro del arte real n > hay que buscarlo, según Platón,

en el voto de unos conciudadanos que ofrecen o re

tiran a voluntad sU confianza al político; tampoco

reside en privilegios heredados ni usurpados. El go'-'

bernante phitónico sólo encuentra la razón de ser

de su gobierno eli un saber propio de reyes en m ~teria dé crianza,es decir, ,en un saber experto de lo

más inusual de lo más juicioso. Aquí surge el fan-

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 I

tasr,na q.<t una mon,a;rqllíp¡ d e ~ o s e x p e l : t c ¡ s , C \ l y o J · u r ) . ~q.p.m,<'mtQ jlJ,rí<;lico ,sea el o l l , o c h n i e n t q , aCE¡l'ca de có:

mq s ~ , pl,l,ede organizar y agO-lpar,fllos hombr,es de

la mejor ll).a;neX';;¡. -:¡sindaiíarjam?-.s su, libre v o , l u n ~. a d ~ . ; : L a a n t r 9 p o ~ é q l , i c a : r : e A - l r e q \ l ~ l ' r e q U , e e ~ político

~ e p < l e n t ; J ; ' ~ t ~ e r d e t m o d o , m á s efe,ctivoJasw:opk<;lc¡.

d ~ s . " d e 10s hombres. ,Vqlll;ntariawente. gOberufLbles

q \ 1 e , r ~ s u l t , ~ n másJayorabJes,a)q8. , n t ~ r e s e S , p : ú p . l i c ; : o s ~<;le: D ; x < w ~ r a qUe pajo, u :mandq: <;:l pa,rq\le ,hUl1J,ano,

alcance l,a h o m e o ~ t q ~ s ppti:I;na.,Es,to s l - c ~ d e c ; u a n , d olos d O ~ ' e x t r , e I ) 1 0 s r y l a t i v o . ~ ,propips, e . l a . e , s p e c i ~ h u : ;mana, la fortaleza guerrera, por una parte, y la pnl-

depcia,: i . l o ~ ó , f i G Q r h l l m a p a , p o r , ,otra,sqn, wtr()d:ucidos ,eneLt,ejido .del i n , t e ~ é , s , púb,lico, con a ,mispJ.p.

w . , e ; r z a " , . . , ¡ , ; , ~ ' ¡ j:,' , '1' ,1, ,: 1 t • l , , ¡'¡,rip.,:,):

,',1, ,:peJ;'q ,<;: OID,g C ' \ . l ~ d o : s e , p ; 0 ~ h e n ,de, Jonpa, n i ~ a t e r p J a p . ~ , ~ , ; ; v i : r ; t l l d ~ s PW:;qel1 ~ p w v p c a l 1 , d , e g ~ n e J . ; a , c i o , "

nese s p e c í f i ~ a , s ,

lOa primyra,~ a , J e ~ 1 . d e ; n c i a i m i l i t a r ~ s , t ; a ,

a la guerra, con todas sus consecuencias devastado

r<l1? de ,patrias, ~ a : ; ¡ e g u n q . ~ , l a , p r i v i ' ) . c i ~ l a , d ( ; l e , q u i e n e sse, Jas l l g ~ n i ; ; ¡ . n ,p.ara ,lle:V<\r. JilP p. ; v i . d ~ : t r m q u j l , a , , \ . e , s p ~ ~

r i t u a l m . e ~ l . t e intc:;nsa en, ,el ¡calp,pol 14 ellal . u e d e " n ~ ~g R - ~ ' a ,

¡¡el'l a l ) . . i n q . i f e n ~ n t e y

leja,na a)qs.\ u 4 a c j . ~ s q \ l ~ ~

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de sus lectores sino que se hayan SlUl ido en la

atemporalidad de los archivos esto también le ha

quitado al movimiento humanista la mayor partedel empuje que tuvo una vez. Los archiveros bajan

cada vez con menos frecuencia a las profundidades

que albergan esas antigüedades textuales para con-

sultar opiniones anteriores sobre temas modernos

Quizás ocurra de cuando en cuando que mientrasestán metidos en tales indagaciones por los sótanos

muertos de la cultura esos papeles lflrgo tiempo

no leídos empiecen a centellear como si lejanos

rayos se precipitaran sobre ellos. ¿Puede también

elsótano

del archivo convertirseen

un claro delbosque? Todo indica que los archiveros y los archi-

vistas han asumido la sucesión de los humanistas.

Entre los pocos que todavía se dan alguna vuelta

por esos archivos se impone la opinión ~ que

nuestra vida es la confusa· respuesta a preguntas

que hemos olvidado dónde fueron planteadas.

85

l

riiJ

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1

. ..

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· onsideración final

El texto que aquí se presenta como una publica-ción independiente ha expei"imentado durante los

meses de septiembre y octubre de 1999 el precario

privilegio de e r v i r de punto, de partida para un aca-

lorado y controver:1;idodebatepúblico en Alemania.

En honora las circunstancias, de que en este caso l

interés público pr,ev:alece sobre los derechos de au-

tor y de C] ue lill.ensayo inconcluso seha convertido

en un . o c u m e n t o q l ~ e dadas Jaspresentes condi-

ciones, DO tendría mucho sentido tocar, he renun-

. ciadoa mi inte;Úpor ,desarrollar y redonqf ar más

el texto ylo he dejado, palabra por palabra, enJa

mismaformaque se'vio sorprendido pQrlaalarma

a excepción hecha de' algunas coneccione.s estilísti-

cas ine1evantes: l ~ esta situación, m ~ p r e c e n ~ o m ~prensibleslos .argumentos de· aquellos que objetan

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:t

, Est6éxéeSbnO nÓS'cogepoi"Soí.'íji"esa; d q u ~ h a ;oía constituido el tema de n:iÍ: discüh;o ,. iel peligtosci

finalc1él b'uftianisruo Üterariócúmo ütÓpía}de lafÓJ1.nad'ón l l u i { 1 a n ~ mediahte 'él' éscrító fÍnedimit¿

la iectuta;qllé educa;ál hómbré 'en la paciéJicla;hicOIiténd6hdél jüitid jI la ;actitud :dé :oídos abier:

tos':" se ha xrtariifes'tadü:1:li:ia'v más; de fótUla, ej m ~pllir':a raíz de : e s t ~ conféi entih:véáseelperiódieG1)ieZeitde1 23 d e s e p t i e m b r ~ d e 1 9 9 9 : ; ; :>,

, , : Éllettór 'débel"ía: estai'inforrt1ado: de 'qüe'estéd i s c l l ~ ~ s ¿ j s'e\ pi'ÓÚlÚ1CiÓ' pofptihiet2:<Vez el15de:jú.:.

'riib';dé 199'7'eii Basiléa,' :couió' ¿brúribhci6ti,auu ~cId

s o ' b l ' ~ ] a : ' a ¿ ' t d a l i d a d , i : l e l h u m á h i S m 6 , e Í H ~ 1 \ m a I ' t 6' d ~ urtiiiiatihé litúatHí ' ~ n ~ t e ri:ilhieh'jSo p ' Ú : b l i c 6 : ~ ApaHif ;dé:: e s ' t ~ ' ;d't'cunstaIi'Cias: · s ~ pUeden febtpHtar'tilito'eI;(oriÓ:dél distti'rSb' ¡¿bmb lb selectivo de'los'pUn'tbs i d6rid'é Ú pbhéi;é1 aC<:íhto, puestó' qüe/des-

pliéSiae'dck't':icoillerencüíspr\' cedt::b:f¿S' (erio'e ottasi ~ s : de' ó ~ a c h i h i ' ·G<Í:Lick; Vittoí.1:d; Basle' ' Elisá.hethBf'Ünfell',' Vitt6tidLanipügriant Wdlfgang ruhmi y:A.ririerÍ1aíie' Schihúriel),' 'xn/: ' erá :lítitó' ptéSÜpÓl:Ú:t

' e h l o ~ S y e i i t é i ü\í:a arhplia'Visí6h: décoruhnlo>sóbre'el terlii y un: Í 1 ~ l " é f i d Ü ' ~ s e r i rido .de ia idiversítlád .de

9

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posibilidades qlle hay de entrar en él. Ninguna de

las dp:;¡ cosas, cuenta ahora en la o,bligada recep

ción de mi discurso fnexa de contexto. Cuando en

julio de 1999, durante las Jorl),adasde Elman sobre

Hddegger y ~ v i n a s repetí. el mismo, discurso algo

modificado. en presencia de teólogos y f i l ~ s o f o ~ de

Israel, Francia, Estados Unidos, Argentina y Alema

nia pude partir del, supuesto de que este grupo

comprenderíacomo una suger:encia: en el contexto

profesional los dos aspectos técnicamente intere-

santes de la conferencia: ,la deducción de la huma

nitas poniendo el;lcento en, sus aspectos de lógica

de medios y ¡de lógica ,gramatical, y la revisión hisctórico-ar¡J.ropológica del motivo heideggeriano del

,

\,

claro del bosque (la inversión ~ r c i a l <; le la relaciQn 1entre lo óntico y lo ontológicoy Dtcha expectativa

no ha fallado por lo que respecta a los ex:pertos, pe-

ro sí en lo relativo a algunos periodistas casua).men-, u

te allí presentes, q\le no entenclieron nada de la ló-

gica de mi pont ;ncia, y en cambio sí reconocieron

seguramente en su vocabulario. una oportunidad

para escribir un «informe» denl-mciatorio., :El resto

de la historia tiene como resultado el. debate Slo-

,90

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,

\

terdijk (o el escándalo Sloterdijk-Habermas, como

se denomina en Francia)., que por mi parte no de

searía seguir <:tlirnentando, sino añadirúnicarnentela consideración de que con él Se ha demostrado la

c;;tpacidad explosiva de las desconte:x;tualizaciolles.

En un punto solamente quiero l\amar la: aten

ción sobre una desvergonzada eS,trategia de los lec

tores equivocados: me he referido en un pasajefuertemente llamativo (págs. 72--:73 .a algunos pro

blemas ql,.le el surgimien to. de nuevas posibilidades

de intelYención j)iotécnica podría plantear al futu

:ro proceso del género humano Allípreguntosi ala

larga sen;;t p.osible algo así comou11a planifj.cación1 explícita. de las características para todo el género y

si el nacimiento opcional 0untocon la 9tra cara de

la moneda: la selección prenatal) podría convertir

se, para todo el género humano, en: un nuevo hábi

to reproductor (no 4ay que pasar por alto la ex:pre

sión «para todo el género huinai10», porque .la

selección prenatal en forma de derecho de aborto

por Indicación médica ya es en Europa y en Estados

Unidoslill estándar cultural jurídicamente c a r i f i ~cado, a pesar de las resistencias católicas); y en el

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misnro· pád'afd a i . i . ~ d o que: con ptegun'tas inciertas

dé este tipo s1= labre, aJ.lte nosotros: el holizonte evo"

lútivo.:'De' estasptegúntas.alguJibS periodistas hanh:etho 'presctJ.pdbnes.i ' : , "," , ' : " : i ,.

, Mi discurs6tle ~ i l e a ~ E l r r i a Ú / tras hab'el' sido fa-

cilitadOe'ti i diversas ;direccíonesde Tnten'let; :ha sali-dó;a: la lÚiz,en,francés 'eh·lare'vista; Le·Mdnde des J)e-

batS Coctubre 1999}. Ehtre 'mediados'de septiembre1 d) 1 'del OÚubte'de:ese:ai).o, ladirecdón de Ii'lter.i.

nt V <lúe: ofrecía.,junto iC0rí:eltexto del' dis(:U1'so; a l ~g u n o ~ d 6 < : ü i í l e í : ) . t o S ~ d i c i : o r i a l e s p á h a y u d a i ~ á' Idmi-

ptéri:dei1 tel,trasfoJ::ido';ha' sidbvisitada, 60.000"vecés;

D e ~ d e r i : i e d h t d d S t l é oCtubre d.e'199g lse ofrece enesd.misma pá'gitiao ('ivww:dghtlefLríet)' 'ün iServidO' 'de in-f ¿ : r i i í . a : d ó i 1 i s ó b t e I a : c r ó n o l b g í a i d ~ l e s c á r i d a : l 0 . ' ::,

. : ~ ~ " i : , . ' : ' I ; ' \ ' · '.\.\.; .. , , ~ ~ . I .. ~ ; . r : ~ . ; \>; .: , < ,1, ~ : ; : : ~ " , i< t",(,

. > ~ . ; ~ , ( t : : Í , ; :¡:1" d - . , ' , ~ :r\ , . ; 1',,','1, /';. P : . ~ S l •

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; 1 ~ ~iq '1 f I ( : ;'.' : . ¡ : ¡:--i l .,¡p ... ,}:

\ , : ' • I t .. ,:¡ ,( \ I ; ; l ; • t . . f ¡ l.i\. r " ' H 0\ . ,',. t .

;.;-:;.,, ' j : ',j" ( ' . ~ . <""', ' : ....... :>,:: .t· ;· >. t . : j

; : ; ~ ; q " ".' í f" .; f ' ; " , ~ ; " • ,', ¡ : ,.; l i

;t; ~ ~ ; ' ~ I ' ~ , : ' : , { , : : : · , . ~ l · . ' ) ; í ; : r.::;' :··, .¡; ...... ;;); 11 "::"

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 \, . ,

"

~ , ¡ ; ( ,1 1

,Obras d'e ) : I ? e t ~ r I S i b t e r d i j k:1 " , 1 . " . . . . ': : t I

publicadas en Ediciones Siruela:

:

n el mismo barCo (1 994-) , f \, ' , , l . ,

" ,. ' }

Normas para el parque humano 2000),.': • ' .í ' ,1' : l.

) 1." :" í;' .... ,', " r q: i "¡'

ritica de la yaz¡}lt ~ ( n i c C f ; 1 2.0Q3J) L . '. J

, ,1

sferas 1 (2003)

. .; , , ' I<' - , < , ., , ; • f : \ ,,¡, ,:'.' .. ;, r 1'. . \ , . ~ :

l sol y la muerte 2004)

(con Hans-:-Jürgen Heínri2hs) ;,• \ \ L L ~ (: , : ; - . · ' I ' , ' ; .. I : L ~ ~ : ; ... · 'L· . ) : , " ' : :\¡

. . i . l • ", :., ; . , ' ) . ,1

sferas II (2004)