DELEUZE, Gilles (1965) - Nietzsche (Arena, Madrid, 2000) Impostado

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8/17/2019 DELEUZE, Gilles (1965) - Nietzsche (Arena, Madrid, 2000) Impostado http://slidepdf.com/reader/full/deleuze-gilles-1965-nietzsche-arena-madrid-2000-impostado 1/60 Nietzsche Para una losofía de la fuerza o de la voluntad pare- ce difícil explicar cómo las fuerzas reactivas, cómo los «esclavos››, los «débiles››, vencen. Porque si lo que sucede es que todas juntas forman una fuerza mayor que la de los fuertes, difícilmente se ve lo que ha cam- biado y sobre qué se funda una evaluación cualitativa. Peroen verdad los débiles, los esclavos, no triunfan por adición de sus fuerzas, sino por sustracción de la de lo otro: separan al fuerte de lo que él puede. No triunfan por la composición de su potencia, sino por la potencia de su contagio.Ponen en movimiento un devenir-reac- tivo de todas las fuerzas. Eso es la «degeneración››. Ya Nietzsche enseña que los criterios de la lucha por la vida, de la selección natural, favorecen necesariamente a los débiles y a los enfermos en cuantoltales, a los «secundarios›› (s e llama enferma a una vida reducida a sus procesos reactivos). Con más razón, en el caso del hombre, los criterios de la historia favorecen a los esclavos en cuanto tales. La victoria del nihilismo la producen un devenir-enfermizo de toda la vida y un devenir-esclavo de todos los hombres. Por ello aún más habrá que evitar los contrasentidos en los térmi- nos nietzscheanos «fuerte›› y <<débil››, «señor›› y «escla- vo››: es evidente que el esclavo aunque tome el poder no deja de ser esclavo, ni el débil, débil. La s fuerzas reactivas, aunque venzan, no dejan de ser reactivas. Puesto que,entodas las cosas, según Nietzsche, se trata de un a tipología cualitativa, se trata de bajeza y de

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Nietzsche

Para un a losofía de

la

fuerza o de

la

voluntad pare-

ce difícil expl icar cómo la s

fuerzas

react ivas, cómo los

«esclavos››,

los

«débi les › › ,

vencen.

Porque

s i

lo

qu e

sucede e s

que todas junt as forman una fue rz a mayor

qu e la de

los fuer tes, difícilmente

se

ve lo

qu e ha

c a m-

b i ad o

y sobre

qu é

s e funda una evaluac ión

cual i tat iva.

P e ro e n

ve rdad

los

déb i l es , los esclavos, no triunfan por

adición de sus fuerzas, s ino por sust racc ión

de

la de lo

otro: s e pa ra n a l

fuerte

de

lo

que é l

puede.

No

triunfan

por la compos ic ión de

su potenc ia,

s ino

por

la potencia

de su

con tag io . Ponen e n movimiento

un

deven i r - reac -

tivo

de todas

las

fuerzas.

Es o

e s

la

«degeneración››.

Y a

N i e t z s c h e

e nse ña

que los cr i ter ios

de

la lucha por la

v ida,

de

la

selecc ión natural , favorecen necesa r iamente

a los

débi les y

a los

enfermos en cuantol tales,

a los

«secundarios›› (s e l lama enferma

a

una

vida

reduc ida

a

sus procesos react ivos) .

Con

más

razón, e n e l caso d e l

homb r e , los criterios de la historia favorecen

a

los

esclavos e n cuanto tales. La victoria

d e l

nihilismo

la

pro d uc e n

un deven i r -en fermizo

de toda la

v id a y un

deveni r-esc lavo

de

to dos los

hombres .

P or

ello

aún

más habrá qu e ev i ta r los contrasent idos e n los térmi-

no s nie t zscheanos «fuerte›› y < < d é b i l › › ,

«señor››

y

«escla-

vo››:

e s

ev idente qu e

e l

esclavo aunque tome

e l

po d e r

no deja de se r esclavo, ni e l déb i l ,

déb i l .

La s fuerzas

react ivas,

aunque

venzan, no de jan de se r react ivas.

Pues to q ue , e n t od a s

las cosas,

según N i e t z s c h e , s e

t rata

de un a tipología cual i tat iva, se

t rata

de

bajeza

y de

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La

filosofia 33

dade s de las fuerzas.

Y

al igual que

la

in terpretación

encuentra

los

principios de l sent ido en las fuerzas,

la

evaluac ión

encuent ra

los

principios

de

l os va lores

e n

la

voluntad

de poder. -Habrá que

evi tar

f inalmente,

en

función de las consideraciones

terminológicas

que pre-

ceden , reducir e l pensamien to de

N i e t z s c h e

a un

s im-

p le d u ali smo. Porque, lo

v ere m os , le p ert e ne c e

esen-

c ia lmente a la armación e l

se r

ella m i s m a múltiple,

pluralista, y a la

negac ión

e l se r una, o

cargantemente

monista.

Ahora

bien, la

historia

nos pone

en

p re s e nc ia d e l

fenómeno

más

extraño:

¡las

fuerzas

react ivas

triunfan,

la

negación vence

dentro

de la voluntad de poder N o

solamente

s e

trata de la

historia

de l hombre, sino

de

la

historia

de la

v ida,

y de la de la Tierra, por lo menos e n

su cara hab i tada por e l h o m b re . P o r

todas

p a rt e s v e mos

el

triunfo

de l « n o › › sobre e l « s í › › , de la reacción sob re la

acción. Incluso la v ida

s e

v u e lv e a da p ta t iv a y regulado-

ra,

s e

reduce

a sus formas secundarias:

ya

ni siquiera

comprendemos loque

signica actuar.

Incluso las fuer-

za s

de

la

Tierra s e

agotan

sobre

esta

cara

desolada.

A

esta victoria común de las fuerzas

reactivas

y de la

voluntad de negar

Nie tzsche

la

llama

«nih i l ismo›› -o

triunfo de los esclavos. El

anális is

d e l

nihilismo,

según

Nie tzsche ,

e s

objeto

de

la

psicología,

dando

por

enten-

d ido que esta

psicología

e s también

la

de l cosmos.

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Nietzsche

principio oculto para

la

c reac ión de

valores

no recono-

c idos. La

voluntad de poder ,

d ice N i e tz s ch e , n o con-

s is te e n

codic iar,

ni

s iquiera

e n t om a r,

s ino

e n

crear

y

en

darl . El Poder,

en

cuanto voluntad

de

poder, no

e s

lo

que la

voluntad

quiere, sino e s o q u e

quiere

en la

volun-

ta d

(Diónisos e n

persona). La

voluntad

de po d e r

es

e l

elemento di ferencial de l

que

der ivan las fuerzas en

opos ic ión y su

respect iva

cua l idad dent ro d e un

com-

plejo.

P or

lo tanto

ella está s iempre

presente

como

e le-

men to

móvil,

aéreo, p lu ra li s t a . U n a fuerza

m and a

por

voluntad

de

p od e r, p e ro también u na fu e rz a

obe de ce

por voluntad

de

poder.

A

los dos

t iempos

o

cualidades

de

fuerzas

les

corresponden

dos

caras,

dos

qualia de la

voluntad de

poder,

caracteres ú lt im o s y uyentes, má s

profundos qu e los de las fuerzas q ue d e r iv a n de ella.

Porque

la voluntad de

po d e r

h ac e q ue las fuerzas

act i -

va s armen, y

afirman su propia

d i fe renc ia :

e n e lla s

la

armación

e s lo primero, la n e ga c ió n n o e s nunca

sino

una

consecuencia,

algo a s í

como

un acrecentamiento

de goce.

Pero

lo propio

de

las

fuerzas reactivas,

por e l

contrario, e s

ante

todo

oponerse

a

lo

qu e

ellas

no

son,

limitar lo otro: e n e llas

la

negación e s lo p ri me r o, y p or

negac ión

l legan

a

u na a p ar ie n c ia de a fi rm a c i ón . A s í

pues, armación y

negac ión

s on lo s qualia de la volun-

ta d de

poder ,

as í

como

act ivo

y reac t ivo son

las

cual i -

1

C

texto n° 25 . Z A

Gilles

Deleuze

NIETZSCHE

Traducción

de

Isidro

Herrera

y

Alejandro

del

Río

C on un a

s e le c c ió n d e t e xt os

de

N I E T Z S C H E

preparada por

A R E N A

L I B R O S

G I L L E S

D E L E U Z E

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Título Original:

N ie t z s c h e

La

edición

d e

es ta

Obra

se beneficia

del apoyo del

Ministerio

F rancés

d 0

Asuntos

Exteriores

y

del Servicio de Cooperación

y

d e Acción Cultural

d e la E m b aja d a

de

Francia e n España,

en

el

marco

de l programa

de

Partic ipación

enla

Publ icación (P.A.P.

«García

LOrca››)

© P.U.F., 1965

©

A R E N A L 1 E R O s

s . L . 2000

C/ N O V I C I A D O , 1 0 , 2 °

C

2 8 0 15 -

M A D R 1 D

T EL: 9 1 5 32

46 O 2 - TEL./FAX:

91 5 2 2

80

95

E-mai l :

[email protected]

M A O U E T A C I O N

Y

P O R T A D A : E D U A R D O

E S T R A D A .

ISBN : 8 4-930708-4 -X

DEPós1TO L E G A L : M - 3 8 1 6 2 - 2 0 0 0

I M P R E S O E N

G R A E 1 c A s P E D R A Z A

T E L S . 9 1

54 2 3 8

17 / 9 1

5 59

0 1 2 0

PZA.

D E

Los

M O S T E N S E S , 1

-

B A J O

2 8 01 5 M AD R ID

TODOS LO S DERECHOS RESERVADOS. NO PUEDE REPRODUCIRSE NINGUNA

PARTE DE ESTE LIBRO PO R NINGÚN MEDIO

ELECTRONICO,

MECANICO, INCLU-

YENDO

FOTOCOPIADO,

GRABADO,

XEROGRAFIADO, O

CUALQUIER ALMACE-

NAJE DE

INFORMACION O

SISTEMA DE

RECUPERACION, SIN

PERMISO E X P R E S O

DEL EDITOR.

La filosofia 31

ir

Toda interpretación e s determinac ión d e l

sent ido

de

un

fenómeno.

E l sent ido

consiste prec isamente

en una

re lac ión de fuerzas, s e gú n la cual algunas ejercen acción

y

otras

reaccionan en un

conjunto complejo y

jerarqui-

zado.

Sea cua l

fu ere la

comple j idad de un fenómeno,

distinguimos de

h e c h o

fu e rz a s a c t iv a s , pr imar ias , de

conquis ta

y

de subyugac ión,

y fuerzas

react ivas,

secun-

darías, de

adaptac ión y de

regulac ión.

Esta distinción

no

es

solamente

cuant i ta t iva, s ino cual i ta t iva

y tipoló-

gica.

Po rq ue la

esenc ia de la fu e rz a e s e s ta r e n

re lac ión

con

otras

fuerzas, y

dentro

de e s a relación

ella rec ibe

su

esenc ia o cua l i dad.

La

re lac ión

de

la fue rz a c on la fuerza

s e

l lama

«voluntad››. P or

eso

e s por lo que, ante to do, h a y

qu e

evitar los

contrasent idos

sobre e l principio nie t zschea -

no

de voluntad de

poder.

Ese principio no signi f ica

( po r lo

menos

no lo s igni fi ca en

pr imer

lugar) que

la

voluntad

quiera

e l

po d e r

o

d e s e e

dominar .

Mientras s e

in terprete voluntad de

poder

e n e l sent ido de «deseo de

dominar»,

s e

la

h ace

depender forzosamente

de

valores

establec idos,

únicos

aptos para determinar quién debe

se r

«reconocido› › como

e l

más

poderoso

en ta l o

cua l

caso, en

ta l o cual conicto. Por e s e camino

s e

desco-

noce l a na tura leza de la voluntad de po d e r como prin-

cipio plást ico

de todas nue s t ra s e v a luac i one s ,

como

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Nie tzsche

prec isamente, según una d e las

má s

bellas, el asesino

de Dios e s

« e l

más

repugnante

de los

hombres».

N i e t z s c h e

quiere d e c i r

qu e

e l

homb r e

sigue

afeándose

cuando, desde

e l

momento en

que

ya no

tiene necesi-

d ad de un a ins tancia

exter ior,

s e

prohíbe

a

s í

mismo

lo

que

s e

le veda, y

s e carga

espontáneamente con un a

policía y c on

fardos qu e

ya

ni s iquiera

le parece qu e

vengan

de l

exterior. D e

este modo la his tor ia

de

la

lo-

sofía,

de sde los

socrát icos

a

lo s h e g e li anos , s i gue s ien-

d o la

historia

de

las

largas sumis iones d e l homb r e

y

de

las

razones

que

s e

aplica para legit imarlas. Es e movi -

miento

de

de g e n e ra c ión n o s o la m e n te

afecta

a

la

lo-

sofía,

s ino

qu e

e xp re s a e l dev en i r

más

genera l , la cate-

goría

más fundamenta l de

la

histor ia. No un

h e c h o

e n

la historia,

s ino

e l principio m i s m o d e l que manan la

mayoría

de los

acontec im ientos qu e

h an d e t e rm i nad o

nuest ro pensamiento y nuest ra v ida, síntomas

de

un a

descomposic ión. D e manera q ue la ve rdade ra losofía,

en

cuanto filosofía

de l futuro,

no

e s ya histór ica

e n

lugar

de eterna:

debe ser

in tempest iva, s iempre

in tem-

pestiva.

III,

12 5 )

como

la pr imera

gran

versión de la

muerte

de Dios. N o

e s

así:

El caminante y s u

sombra contiene

un

admirable

relato,

t i tulado

Los p r e s o s . Cf

má s adelante, texto no 1 9 .

Este

texto t iene

misteriosas

resonancias

c on

Ka<a.

Í N D I C E :

LA V I D A . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .   9

LA F I L O S O F I A . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 2 3

DICCIONARIO

DE LOS

PRINCIPALES

P E R S O N A J E S

D E N I E T Z S C H E

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 5 3

L A O B R A . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

_ 6 3

E X T R A C T O S

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

 

6 5

A ) ¿ Q u é

es

un fi lósofo?

(1 -6 )

1 . El f i lósofo

enmascarado

2 .

E l filósofo crítico

3 . E l filósofo intempestivo

4 .

El

filósofo, f isiólogo y méd ico

5 . El

filósofo, inventor

de

posib i l idades

de vida

6 . E l filósofo legislador

B )

Diónisos

filósofo

(7 -11)

7 . Diónisos y Apolo: su concil iación ( lo Trági co)

8. Diónisos y

Só c r a te s : s u

Opos ic ión (l a Dialéctica)

9 . Diónisos

y

Cristo: su cont rad icc ión (la

Rel ig ión)

1 0 .

Diónisos

y

Ar iadna:

su complemen tar iedad

(e l

Diti-

rambo)

1 1 . Diónisos y

Zaratustra:

s u p a re n te s c o

(la

Prueba)

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C) Fuerzas yvoluntad d e

poder ( 12 - I É

1 2 . P or un pluralismo

1 3. Dos tipos d e fu e rz a s : activo y

reactivo

1 4 .

D os

cual idades

de la

voluntad

de

poder:

af i rmac ión

y

negación

1 5 .

Cómo las fuer zas reac t ivas t r iunfan:

e l

resent imiento

1 6 . Continuac ión: l a ma la conciencia

o e l

vo lve rse contra sí

1 7 .

Cómo

e l nih i li smo t r iunfa

e n la

voluntad d e

p od e r

D)

D e l

nihilismo a

la t ransmutación (18 -25)

1 8 .

Dios

y

e l

nihilismo

1 9 .

Un a pr imera vers ión d e

« D ios h a

muerto»

2 0 .

Dios

h a

muer to

2 1 .

T ra s la

muerte

d e

D ios ,

todavía

e l

nihilismo

2 2 .

N e c e s i d a d de

esperar

2 3.

Prox imidad de la t ransmutac ión

2 4.

La t ransmutac ión : lo negat ivo al serv ic io d e

un a

af irma-

c i ón s u p e r io r

2 5 .

Esencia af irmat iva

d e la

voluntad

de p od e r

E) E l eterno retorno (26-32)

2 6 .

Voluntad d e

p od e r y

eterno retorno

2 7. P or

q ué d a miedo e l eterno retorno

2 8. El

m i e d o superado: e l eterno retorno

como

pensamiento

select ivo

2 9 .

El miedo superado: e l eterno

retorno

como se r select ivo

30 .

La doble af i rmac ión

31 .

E l superhombre

32 . Signi f icado d e l superhombre

Conclusión:

Sobre

la locura (33-34)

33.

La locura

y los d ioses

34 .

Función

de

la locura

La

filosofía

servado lo esencia l ,

e s dec i r ,

e l

si t io? El único

camb io

e s

éste: e n lugar de se r

cargado

de sde e l

exter ior,

e l

hombre mismo

coge

los

pesos

para

echárse los sobre

las

espaldas. El lósofo d e l futuro, e l lósofo-médico

diag-

nost icará la

continuación d e l mismo

m al

bajo

sínto-

ma s

diferentes: los

valores

pueden

cambiar,

p on erse e l

hombre en e l

sit io

de Dios , pueden e l progreso, la feli-

cidad, la uti l idad reemplazar

lo

verdadero,

e l

bien o lo

divino

--lo esenc ia l no

cambia ,

e s

dec i r , las

perspec t i -

va s o la s evaluaciones d e la s qu e de p e n de n esos valores,

viejos o nuevos. Se

no s

invita s iempre

a

someternos, a

cargarnos

c on

un

peso,

a

reconocer solamente

las

for-

mas react ivas de

la v ida, las formas acusatorias

d e l pen-

samiento.

Cuando ya

no

queremos,

cuando

ya

no

podemos

cargar c on va lores super io res ,

s e

nos conv ida

todavía

a a su mi r « lo R e al

ta l

como e s » -pero

e s o R e a l

ta l como e s ¡ e s precisamente

aquello

en

lo

que los valores

h an

convertido la r e alid a d (Incluso e l ex is tenc ia l i smo h a

conservado

e n nuestros días

un

gusto

pasmoso

por

car-

gar,

por

asumir , un gusto prop iamente

dialéct ico qu e

lo

separa

de

N i e t z s c h e ) .

N i e t z s c h e

e s e l primero e n

enseñarnos

qu e no basta

c on

m at a r

a Dios para

operar la

t ransmutac ión de

los

valores. E n

la ob ra

de

N i e t z s c h e

las vers iones de

la

muerte

de Dios son múltiples,

una

quincena por lo

menos,

tod as p os e ed ora s d e una

gran

bellezal. Pero

1

S e cita

a veces e l texto

t i tulado

El i n s e n s a t o (L a gaya t † ic m 1 ` u ¬

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gg

Nie tzsche

gado, medido, l imi tado, y de l pensamien to, una med i -

da ,

un

l ími te, que

s e ejerce

e n nombre

de los

valores

super iores

--lo

Divino,

lo

Verdade ro ,

lo

Bel lo,

e l

Bien.. .

Con

S ó cra te s a pa re c e

e l tipo de

un

lósofo

voluntaria

y sut i lmente sumiso.

Pero

cont inuemos,

saltemos

los s iglos . ¿ Q u ié n p ue d e c ree r qu e Kant haya

res taurado la

crítica

o recuperado

la

i dea de

un

lóso-

fo legislador? K a n t

denuncia las

falsas

pretensiones

de

conoc imien to, p e ro n o c ue s tion a

e l

i d e a l d e l conocer;

denunc ia

la falsa moral ,

pero

no cuest iona las

pre ten-

siones de

la

moral idad, ni

la natura leza

y e l

origen

de

sus

valores.

N os

reprocha

e l

h a b e r

mezc lado

dominios,

i n t e reses ; pero los dominios quedan

in tactos,

y sagra-

dos los

in tereses

de

la r az ó n ( e l v e rd a d e ro

conocimien-

to , la ve rdade ra moral , la v e r da de ra

religión).

La m i s m a

dialéct ica

prolonga es e juego de prestidi-

gi tac ión. La

dialéct ica

e s e l

arte

qu e

no s

conv ida a

r e cu pe r ar p ro pie d a d es

al ienadas. Todo retorna

al

Espíritu,

como motor y producto de la dialéct ica; o

a

la

conc ienc ia de

s í, o

incluso

al

homb r e

como se r

genér i -

co.

Pero

s i nuest ras

prop iedades

e x pr e s an e n

mismas

una vida d is m in uid a y u n pensamiento mutilador,

¿ d e

qu é no s s i rve recuperar las o

l legar

a se r su ve rdade ro

sujeto?

¿S e h a

suprimido

la religión cuando s e h a inte-

riorizado a l s a ce rd ot e ,

cuando

lo h e m os p ue s to en e l

f iel, a la mane r a

de

la Reforma? ¿ S e ha matado a

Dios

cuando

s e h a pues to al homb r e e n

su

sitio y

s e

h a con-

LA V I D A

1

pr imer l ibro

de

Zaratustra

comienza con el

relato

de

tres metamorfosis: «Cómo e l espír i tu

s e convierte en

camello,

cómo e l

camello

s e

conv ie r te

e n

león,

y

cómo

finalmente

e l

león

s e

con-

vierte en

niño». E l

camello e s e l animal que

carga:

carga

con

e l peso

de los va lores es tab lec idos, con los

fardos de

la e ducac ió n,

de

la

moral

y

de

la

cultura.

Carga con ellos hasta

e l

des ier to y , allí, s e t ransforma en

león:

e l león

rompe las

estatuas, pisotea

los fardos, diri-

ge

la

crí t ica de

todos

los

valores establecidos.

Por

últi-

mo,

le corresponde

al león

convert irse en

niño, e s

decir ,

e n

]uego

y nuevo comienzo, e n creador de nue-

vos valores

y

de

nuevos

pr inc ip ios

de

evaluación.

Según Nie tzsche , e s t a s tres metamorfosis significan,

entre

otras

cosas,

momentos de

su

obra,

y ta mb ié n

f a s e s de

su

vida y de

su

salud. S i n d ud a t od os

estos

cor-

te s

son

relat ivos: e l león está

presente

en el

camello,

e l

niño

está en el león; y en el

niño h ay la sa lida t rág ica .

9

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Nie tzsche

ir

Feder ico-Gui l lermo Nie tzsche

nació

en

1844,

e n

la

casa

parroquial

de

R öc k e n ,

e n

un a reg ión

de

Turingia

anexionada a Prus ia. Tanto por parte de la madre como

d e l padre la familia e ra d e pastores luteranos. El padre ,

de l i cado

y culto, t a mb ié n

pastor,

m ue re e n

1849

( r eb landec imien to cerebra l ,

encefal i t is o

apoplejía).

Nie tzsche s e

cr ió en Naumburg, en un m e d io fe m e n i-

no , c on

su

h e rm ana

menor

El i sabe th .

Es

e l

niño

pro-

digio; s e conservan

sus diser tac iones,

sus tentat ivas de

compos ic ión musical . Rea l i za sus

estudios

e n

Pforta,

luego e n Bonn y e n Leipzig.

Escoge

la

lología

contra

la

teología.

Pero ya

le

asedia

la f i losofía, c on la

imagen

de

Schopenhauer ,

pensador solitario,

«pensador

priva-

do». P or

sus t rabajos lológicos (Teognis, S imón ides ,

D iógenes Laerc io) e s nombrado en

1 8 6 9 profesor

de

lología e n B a s ile a .

C om ie n za la

intimidad

c on

Wagner, c on

quien

se

había

encont rado

e n Leipzig, y qu e vivía e n

Tr ibschen,

c erc a d e

Lucerna. C om o d ic e

Nie tzsche:

entre los días

más

fel ices

de

mi

v ida .

Wagner t iene

c a si s e s e nt a años;

Cós ima

apenas

t re in ta. Cós ima

e s

hija

de

Lizst y, para

estar

con

W agne r, h a d ejad o

al m ús ic o H ans

von

Bülovv.

S us

amigos a

veces

la l laman Ariadna y sugie-

La filosofia 2 7

v igentes. La losofía no

e s

únicamente

má s

que e l

recuento

de todas

las

,razones

que

el

hombre

s e

aplica

para

obedecer.

El

lósofo

invoca

el

amor

a

la

verdad,

pero esta verdad

no

le hace daño a nadie («ella aparece

como una criatura bonachona y c elos a d e s u

bienestar,

qu e da s in cesar a tod os los p od e re s e s ta ble c id os la

segur idad

de

que

nunca

causará

a

nadie la

menor traba,

porque

ella

no

e s , después de tod o, s ino c ienc ia

pura»1).

El lósofo evalúa

la

vida según su aptitud

para

soportar

pesos,

para cargar con fardos. Esos fardos, e s o s

pesos son prec isamente los

valores super iores.

Así, él e s

e l

espír i tu

de

la

pesadez,

qu e

reúne

e n

un

m i s m o

des ier to al cargador y lo cargado, la vida reactiva y des-

prec iada, e l pensamien to

negat ivo

y despreciante. No

s e

t i ene entonces más

qu e

un a ilusión

de

cr í t ica y

un

fantasma de

creación.

Puesto

que

nada

s e

opone má s a l

creador que e l cargador. Crear

e s

aligerar,

e s

descargar

la

v ida,

inventar nuevas

pos ib i l i dades

de

vida.

El

crea-

d or e s legislador -bailarín.

La degenerac ión de

la

losofía aparece

c laramente

c on

Sócra tes .

S i

s e

dene

la

metafís ica

por

la

distinción

de

dos mundos, por la oposic ión de la esenc ia

y de

la

apar ienc ia,

de lo ve rdade ro y de

lo

fa ls o, d e

lo

inteligi-

b le

y delo sensib le, h a y qu e d e c i r qu e Sócra tes inven-

ta la

metafís ica:

h ac e d e la v ida

a lg o q ue

debe se r juz-

1 C f.

C o n s i d e r a c io n e s i n te m p e s t i a a s ,

Schopenhauer como e d u c a d o r , 3 .

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Nie tzsche

dejándose

atrapar

en

s u m á s c ar a. En lugar

de la

unidad

de

una

v ida

act iva y

de un

pensamiento armativo, s e

ve

c óm o

e l

pensamien to

s e

otorga

la tarea

de

juzgar

la

vida, de oponer le pre tend idos valores superiores, de

medirla c on esos valores y de

limitarla, condenarla. Al

m is m o t ie m po

qu e

de

este m o d o e l pensamiento

s e

vuelve

negativo,

s e

ve c óm o la vida

s e

desprecia, cómo

cesa d e se r act iva, cómo

s e

reduce

a sus formas

débi les ,

a formas

e n fe r m iz a s , ú ni c as compat ib les

c on los lla-

mados va lores super iores.

Triunfo d e

la « r e a c c i ó n › ›

s o b r e

la oida

activa

y de la

negación

s o b r e e l

pensamiento arma-

tioo.

Para

la

losofía,

las

c o ns e c u e nc i as s o n garrafales.

Porque

las

dos

vi r tudes

de l

filósofo

legislador eran

la

crít ica de

todos

los

valores establecidos,

e s

decir ,

de los

valores

super iores a la v id a y d e l principio d el que

dependen,

y

la creación de nuevos valores , va lores de

la v ida

qu e rec laman

otro principio. Martillo y

t rans-

mutac ión. Pero al mismo tiempo q ue la losofía

de ge -

ne ra , e l filósofo legislador cede e l

sit io

al lósofo sumi -

so. En lugar d e l

crítico

de los va lores es tab lec i dos , e n

lugar

d e l

c reador

de

nue v os v a lo re s

y

de

nuevas

eva-

luaciones, surge

e l conservador

de

lo s v a lo re s

admiti-

dos. El lósofo deja de s er f isiólogo o m é d i c o p a ra c o n-

vert i rse

en

metafís ico;

deja d e se r poeta para convertir-

s e en

«profesor públ ico».

S e

declara

somet ido

a las exi-

gencias de

la verdad,

de

la

razón; pero tras las exigen-

cias

de

la razón

s e reconocen

c on f recuenc ia fuerzas

qu e no son ta n razonables, Estados,

re l ig iones,

valores

La

  u i ò a

re n

las equivalenc ias Bülow-Teseo, Wagner-D ión isos .

N i e tz s c h e e n c ue n tr a aquí un

esquema

afect ivo qu e

ya

e s e l

suyo

y

d e l qu e

s e

apropiará

cada ve z más y

mejor.

Es os d ías

fel ices

no

carecen

de

turbulencias:

unas

veces t iene la desagradable impres ión de

que

Wagner

s e

s i rve de é l y le toma

su

propia

concepc ión

de lo

t rá-

gico; otras veces

t iene

la

del ic iosa impresión de que,

c on la

ayuda de Cósima, va a llevar a Wa g n e r has ta

ve r -

dade s qu e éste n o h a b ría d e s c u b ie r to por sí

solo.

Su profesorado le convier te

en

ciudadano suizo.

Durante

la g ue r ra

de l 70 e s enfermero de

ambulanc ia.

Pierde

entonces

sus

últ imos

«fardos››:

cierto

naciona-

l ismo, cier ta

simpatía

hac ia Bismarck y Prusia. N o

puede

ya soportar

la

ident icac ión de

la

c u lt ura y de l

Estado, ni c re er que la victoria

de

las armas se a seña l

de cultura. Ya a pa re c e s u

desprecio

po r Alemania, su

incapacidad

para

vivir entre los a le ma ne s. En

N i e t z s c h e ,

e l abandono d e la s viejas

creenc ias

no

cons-

t i tuye

u na c r is i s ( lo que produce cr is is

o

ruptura e s

más

bien la inspi ración, la revelación de una Idea nueva).

S us

p r ob le m a s n o

son

de

abandono.

No

t enemos

razón

alguna para

dudar de

las declaraciones

de Ecce

Homo,

cuando

Nie tzsche dice que , ya e n mater ia rel igiosa y a

pesar

de

la he renc ia ,

e l ateísmo

le fue natural , instinti-

vo. P ero

N i e t z s c h e

s e

sume e n la

soledad. En

1871

escr ibe El

nacimiento

de la

tragedia,

donde

e l

ve rdade ro

N i e t z s c h e

s e abre

camino bajo las

m á s ca ra s d e

Wagner

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Nie tzsche

y de

Schopenhauer :

e l libro

e s

m al

acogido

por los filó-

logos.

Nie tzsche s e

siente

el

Intempest ivo y descubre la

incompatibilidad

ent re

e l

pensador

privado

y

e l

pensa-

d o r p úb lic o .

En

la c ua rta Cons iderac ión intempest iva,

«Wagner

e n

B a yre uth ›› ( 1 87 5 ),

la s reservas

sobre

Wagner

s e

vue lven explíc i tas. Y

la inauguración de

Bayreuth, la atmósfera de k e r m e s s e que encuentra allí,

los

cortejos

ociales, los d is c urs os , la p re s e nc ia de l

vie jo emperador, le

asquean.

Ante

lo

qu e le s parecen

cambios

de

N i e t zsche ,

sus

amigos s e asombran.

Nie tzsche

s e

interesa

cada ve z más

por

las

ciencias

posit ivas,

la física, la

biología,

la

m e d i c i na . Incluso

su

salud

ha

desaparecido;

vive entre dolores de cabeza y

de estómago, trastornos oculares,

di f icul tades

de pala-

bra.

R e nunc i a

a enseñar.

« La

enfe rmedad

m e

liberó

lentamente; me

ahorró toda

ruptura,

toda ges t ión

vio-

lenta

y

escabrosa... M e

confir ió

e l

derecho

a cambiar

rad ica lmente

m is

costumbres. › ›

Y c om o W a gne r e ra

un a

compensac ión para e l Nie t zsche -pro fesor , e l Wag-

ncrismo cayó

con

e l

profesorado.

 k

Gracias a

Overbeck, e l más f iel

y

e l más

intel igente

de sus

amigos, obtiene

de

Basi lea

en 1878 una

pensión.

Comienza

entonces la

vida

v iaje ra: sombra,

inquilino

La filosofia

e n un

afor ismo

d e l pensamien to y u n a e v a lu a c ión d e l

pensamiento e n una nueva perspect iva de la vida.

E l

secreto d e los presocráticos, en

c ie r ta forma,

esta-

ba ya perd ido desde los orígenes.

Debemos pensar

en

la filosofía como e n un a

fuerza. Ahora

b ien, la

le y

de

las

fuerzas e s

que

ellas no

pueden

aparecer s in

cubr irse

c on

la

máscara de las fuerzas preex istentes. La v ida

debe

e n

primer

lugar

r e m e d ar la m a te r ia . Ha s ido nece-

sar io e fec t i vamente

qu e

la fuerza f i losóca, en e l

momen to e n qu e nacía e n Grec ia ,

s e

dis frazara para

sobreviv i r .

Ha

s ido

necesar io qu e e l lósofo

adoptara

las

maneras de

las

fuerzas preceden tes , que

tomara

la

máscara

d e l sacerdote. El joven lósofo griego t iene algo

d e l viejo sacerdote oriental . Actua lmente

todavía

no s

engañamos en esto: Zoroastro

y Her á c li to , los

h indúes

y los eléatas, los

egipcios y

Empédoc les , Pitágoras y

los

ch inos -todas las confusiones posib les. S e habla de la

virtud d e l lósofo ideal , de su ascet ismo, de su am o r

por l a sab idur ía .

Nosotros

no

sabemos

ni podemos

ad i -

vinar

la soledad

y

la

sensual idad

part iculares,

e s dec i r ,

los

nes

d e ma s i ad o p oc o

sabios

de

u n a e x is t e nc i a

peli-

grosa,

que

s e

ocultan debajo de aquella máscara. E l

secre to de la

losofía,

puesto

qu e

s e h a perdido de sde

los o rígenes ,

sigue quedando por d e s c ub r i r e n

e l

futu-

ro.

E ra

por

tanto fatal que la losofía en la

historia sólo

s e

desarrollara degenerando

y volv iéndose cont ra

sí,

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Nie tzsche

dor

e s

e l art is ta, e l qu e cons idera y c rea «perspec t ivas»,

e l

que habla mediante

e l

poema.

E l

lósofo de l futuro

e s

art is ta

y

m é d i c o

-en

una palabra,

legislador.

Esta i ma ge n d e l lósofo e s también la más vieja, la

más

antigua. Es la de l pensador presocrát i co, «fisiólo-

g o › › y art ista, in térprete y

evaluador

de l mundo.

¿Cómo

comprender

esta in t imidad entre e l

futuro

y el

origi-

nal? El lósofo

d e l futuro

e s al mismo tiempo

e l

explo-

rador de los

viejos

mundos,

cimas

y cavernas, y

sólo

crea a fuerza de recordar a lgo que fue esenc ia lmente

olvidado.

Es e a lg o, s e g ún

N i e t z s c h e ,

e s la unidad

d e l

pensamien to

y

de

la v id a .

Unidad

comple ja:

un

paso

p ar a la v ida,

un paso para e l pensamien to . Los

modos

de vida inspiran

maneras

de pensar,

los modos

de

pen-

samien to

c rean

maneras

de vivir. La vida

a c tiv a e l pen-

samiento

y e l pensamiento a su ve z a firm a la v id a . N o

tenemos

siquiera idea de esta

unidad

presocrática. Y a

s o la m e nt e t e ne m o s

e jemplos

donde e l pensamien to

emb r i da

y mutila la v ida, la

s ienta ,

la vue lve jui c iosa ,

y

donde la v ida

s e

toma la r e va n c h a e n lo q ue c i e n do al

pensamiento

y

p e rd i én d os e c on

él .

N o s otr os n o

tene-

mos

otra elección

que

entre v idas me d io cr e s y

pensa-

dores locos .

Vidas demasiado

sabias

para

un pensador,

pensamientos

demas iado

locos

para un

se r

v ivo: Kant

y

Hölderlin. P e ro la bel la

unidad

sigue s i n e n c o nt ra r -

s e , de

ta l manera qu e

la locura no sería

lo

mismo qu e

ella

-esa unidad

qu e conv ie r te

una

anécdota

d c

la vida

La

viña

de

modestas habi tac iones amuebladas, a la búsqueda

de un clima

favorable,

va de estación e n

estación, e n

S uiz a, e n

Italia,

en

e l

Mediodía

francés.

Unas

veces

solo, otras veces con

amigos

(Ma lw id a von M e y s e n-

burg,

antigua Wagneriana; Peter

Gast , anter iormente

alumno

suyo, mús ico c on e l

qu e

cuenta para reempla-

zar a

Wagner;

Paul Rée, al

que

le une la afición a las

ciencias

naturales y la d isecc ión

de

la moral). D e ve z

en

cuando,

regresa

a

Na u mb u r g . En S o r re n t o, v u e lv e

a

ve r

a Wagner por últ ima

vez, un

Wagner que

s e ha

vuelto nacional is ta y piadoso.

En

1878, inaugura su

gran

crítica

de los

valores,

la

edad

del

León,

c on

Humano, demasiado

humano.

Sus amigos

le

compren-

de n

mal, Wag ne r le

ataca.

Está sobre todo

cada v ez má s

enfermo. « ¡N o pod e r leer ¡ N o pod e r s ino m uy

rara-

mente escr ib i r ¡ N o fre c ue nta r a nadie ¡N o pod er

escuchar mús ica › › E n 1880 descr ibe as í

su es tado:

« Un

continuo

sufrimiento, cada

d ía durante horas un a sen-

sación

m u y p ró xi ma al

mareo,

una

semiparális is que

me dificulta e l habla y, para divertirme, furiosos ata-

ques

( la

última

v e z e s tu ve

vomitando

durante

tres

días

y

tres

noches,

tenía

sed de

muerte...).

S i

pudiera

des-

cribiros lo

incesante

que e s todo esto, e l cont inuo

sufr i-

miento

que

a te naza e n

la

cabeza,

sobre los

ojos,

y

esta

impresión

general

de

parális is,

de

la

cabeza a los pies.››

±

~

¿En

qu é

sent ido la

enfe rmedad -e incluso

la locu-

ra-

está

presente e n

la ob ra

de

Nie tzsche?-El la

no e s

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| | Nietzsclye

nunca

fuente de inspiración. Nie tzsche no

concib ió

nunca que la f ilosof ía pud iera procede r

d e l sufrimien-

to,

de l malestar, de la angus tia - -aunque e l lósofo, el

tipo de f i lósofo según N i e t z s c h e , padezca un

exceso

de

sufrimiento. Pero

ta mp oc o c onc ib e la e nfe rm ed ad

como

un

acontec im iento qu e afecte

de sde

e l

ex ter ior a

un

cuerpo-objeto, a

un cerebro-obje to. Ve e n

la

enfer-

m e da d más bien

un

punto de vista

sobre

la sa lud ; y e n la

salud

un punto de

vista

sobre la e n fe r m e da d . «Observa r

como enfermo conceptos

má s

sanos, valores

má s

sanos , de spués ,

al

r e vé s , d e s d e lo alto de

u na v id a r ica,

sobreabundante

y segura de sí,

hundir la

mirada en el

trabajo

secreto

de l inst into de decadencia, é s a e s la

práct ica en

la que

má s

a menudo me

he adiestrado...››

La

enfermedad

no e s un

móvi l para

e l

sujeto que

pien-

s a , pero

menos

aún e s

un

objetorpara e l

pensamiento:

cons t i tuye más bien un a intersubjetividad secre ta en e l

inter ior de

un

mi smo i nd i v iduo . La e n fe r me dad c omo

evaluación de la salud, los momentos de s alu d c om o

evaluación

de

la e nfe rm e d ad :

é s a e s

la « vue lta d e l

revés»,

e l

«desplazamiento

de

las perspect ioas›› , e n donde

Nie tzsche velo esencial de su método y de su vocación

para

un a t ransmutac ión de los

valoresl .

Ahora b i e n , a

pesar de

las

apar iencias, no h ay rec ip roc idad

entre

los

dos puntos de vista,

entre las

dos evaluaciones. D e la

1

E c c e

h o m o , « P o r q u é s oy tan

s a b i o » , 1 .

LA

E I L O S O F Í A 1

ie tzsche integra en la losofía

dos

medios de

expresión, e l aforismo y e l poema.

Esas

mis-

mas

formas

impl ican una nueva

concepc ión

de

la

f i losofía,

u na nu eva

imagen

d e l

pensador

y

d e l

pensamiento.

El

i dea l d e l

conoc imien to, e l

descubr i -

miento de l ave rdad , los s us ti tu ye N i e tz s c h e por

la

in terpretación y la evaluación. Una ja e l

«sent ido»,

s iempre parc ia l

y fragmen ta r io , de un fenómeno;

la

otra

determina e l

«valor» jerárquico

de los

sentidos y

tota l iza los f ragmentos,

s in

atenuar ni suprimir su

plu-

ral idad. Prec i samente e l afor ismo

e s

e l arte de inter-

pre tar y la

cosa

por interpretar; e l poema, a la ve z e l

arte

de

evaluar

y

la

cosa

por

evaluar.

El

intérprete e s

fisiólogo

o

médico,

aquel que considera

los

fenómenos

c o m o s ín to m as y hab la med iante aforismos. El evalua-

1 Las o b s e rv a c io n e s q u e siguen

forman

solamente una introducción

a lo s textos

citados

m á s

a d e l a n t e .

2 3

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to

tu

Nie tzsche

El isabeth ayudó a su madre a cuidar

a

Nie tzsche .

Dio piadosas interpretaciones de la e n fe r me dad .

Le

h i z o

a g ri os r e pr oc h e s

a

O v e r be c k ,

quien

respond ió

c on

m u c h a d ign idad. Tuvo grandes méritos:

hacer lo

todo

para asegurar la

difusión

de l pensamiento de su her-

m a no ; o rg an iz a r e l

Nietzsche-Archiv e n

Weimarl.

Pero esos méri tos s e

esfuman

ante

la s u p re m a traición:

procuró

pon/er a N i e t z s c h e al serv i c io

de l

nacional-

social ismo. Ultimo rasgo de la fa ta l idad de N i e t z s c h e :

la pariente

abusiva

qu e

figura

e n el

corte jo de cada

«pensador mald i to».

_/

.

1

De sde 195 0 , los manuscri tos

fueron

transportados al

an tiguo cd i -

cio de l Goethe-Schil ler Archiv e n Weimar.

La

Diòa

salud

a

la e n fe r m e da d ,

de

la e n fe r m e da d

a

la sa lud, es to

sólo sería un a i dea, pero plammqvilidad m i s m a e s un a

salud

super io r : este

desplazamiento, esta

l igereza

e n

e l

desplazamiento

e s

la

señal de

la<<gra,n,salud››.

Por

e s o

e s por lo

que

Nie tzsche puede dec i r h as ta e l

f inal ( e s

dec i r ,

e n 1 8 88 ): s oy lo contrario de un

enfermo,

s oy

saludable en e l

fondo. S e evitará

recordar que todo

acabó mal.

Porque

p e / 1 Nie tzsche vue l to locoes

precisa-

mente,

el Nie tzsche que

hail`pférdidop

e s a p , n j 1 o v i 1 i É l a d el

__

_ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ \ ¡ -_

*-.___k

_______ /,. ¬

- __ _ __ _ _ __ ,_ ..-

 “̀-/ _. 3

. . . _ .f - - . _ _ _ . . .

_

..»

--

. - ¬ _ _ _ _ _  _ __ _

_

_.

a rte d el desplazamiënito, iqi1e ya

no

puede,

mediante

s u

salud,

convertir la

enfe rmedad

e n un

punto

de vis ta

s ob re la s a lu d .

Todo

e s m ás c ara e n

N i e t z s c h e . S u salud

e s

un a

pri-

mera

máscara

para

su genio; sus sufr imientos,

una

s e g un d a m ás c ar a, a la

ve z

para su

genio

y para su salud.

N i e t z s c h e

no cree e n la

unidad

de un Y o, y no la expe-

r imenta:

sutiles relaciones

de poder y de evaluación

entre

di ferentes «yo›› qu e

s e

ocul tan, pero qu e también

expresan fuerzas de otra naturaleza, fuerzas

de

la vida,

fuerzas d e l

pensamiento

-tal e s

la concepc ión

de

N i e t z s c h e ,

su

manera

de

vivir.

Wagner,

Schopenhauer,”

e incluso Paul Rée : Nie tzsche los viv ió como sus pro-

pias máscaras. Después de 1890 sucede

que

algunos

amigos suyos

(Overbeck ,

Gast ) p iensen qu e la

de m e n -

cia, para

él,

e s un a últimpapmáscara. Había escr i to: «Y

a

veces

la locura misrnaes laímáscara que oculta un saber

fatal

y demas iado

seguro.››

D e h e c h o , no lo e s , y sola-

1 5

\_

|

1

\

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X

Nie tzsche

mente lo

e s

porque ella

ind ica

e l momento

en

que

las

máscaras, al cesar

de

comunicar y d e

desplazarse,

s e

c o nfu nd e n d e n t ro de una rigidez de

muerte.

Entre

los

momentos

má s altos

de

la

losofía

de

Nie tzsche

están

las

páginas donde

habla

de la n eces ida d de enmasca-

rarse, de la virtud y de

la

positividad de las máscaras ,

de su

instancia

últ ima.

Be lla s e r an

las manos, las orejas

y

los o jos de

N i e t z s c h e (s e felicita

por

sus orejas, cons i -

dera

las

ore jas pequeñas como

un secreto

laberínt ico

qu e conduce a Dión isos) . Pero, sobre e s a primera más-

cara,

otra, representada

por e l enorme

bigote.

«Dame,

te lo

ruego,

dame... -¿Qué? --Otra máscara, una

segunda

máscara.››

ir

D e s p ué s de Humano, demas iado humano ( 1 8 7 8 ) ,

Nie t z sche prosiguió su empresa de c r ít ica t ot al: El

caminante y su sombra ( 1 8 7 9 ) , Aurora ( 1880) . Prepara La

gaya ciencia.

Pero

surge

algo

n ue v o , u n a e x a lt a c ión , u na

sobreabundanc ia : como

s i Nie tzsche hubiera

s ido

pro-

yectado

hasta

e l punto

e n que la e va luación c ambia de

sent ido

y

s e

enjuicia la enfe rmedad de sde lo alto de una

extraña salud. S u s sufr imientos

continúan, pero

a

m en ud o d om in ad os por un

«entusiasmo››

que afecta

al

propio cuerpo.

N i e tz s c h e e xp e rim e n ta entonces

sus

L a Uiòa

 k

S in un a ce r teza comple ta,

e l

d iagnós t i co

de

parál is is

general

e s

probable. La pregunta

e s más

b i en : ¿forman

los

síntomas

de 1 8 7 5 , de 1 8 8 1 , de 1888, un m i s m o cua-

d r o c lín ic o?

¿E s

la m i s m a enfe rmedad?

Verosími l-

m e nt e

sí. Poco importa qu e s e

t rate

de un a

demenc ia

antes que de una psicosis. Hemos visto en qué sent ido

la enfe rmedad, incluso

la

locura, estaban

presentes

en

la

obra

de

N i e t z s c h e .

La

cr is is

de

parál is is

genera l

marcael momen to e n que la enfe rmedad

sale

de la

obra,

la

interrumpe y hace imposible su cont inuación.

Las últimas cartas de

N i e t z s c h e

d an p ru eb as de es e

momento

ex t remo;

tamb ién ellas

p e rt e ne c e n t oda v ía

a

la o br a,

forman parte de ella. Mientras

N i e t z s c h e

tuvo

e l arte de desplazar las perspect ivas,

de

la s alu d

a

la

enfermedad

y al revés,

disfrutó,

po r enfermo que es tu -

viese, de un a

«gran

salud» q ue h a cia

qu e

la

o bra fue r a

pos ible .

Pero

cuando

le

faltó

este

ar te ,

cuando

s e

con-

fundieron las

máscaras

dent ro

de

la

de

un

payaso y un

bufón, bajo la acción de un o u otro proceso

orgánico,

la propia enfe rmedad

s e confundió c on

e l final

de

la

obra ( N i e t z s c h e

había hab lado de

la locura como

un a

«soluc ión

cómica», como

un a

última bufonada).

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8/17/2019 DELEUZE, Gilles (1965) - Nietzsche (Arena, Madrid, 2000) Impostado

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0 Nie tzsche

por algún suceso inmediato. D e s de fina le s de 1888

N i e t z s c h e e s c r ib e e x tr añ a s

cartas.

A St r indberg:

« H e

convocado

en

R o ma

una

asamblea de

príncipes, quie-

ro h ac e r que

fusilen

al

joven

Ka ise r . ¡Hasta

más

ver

P or qu e v olv e re m o s

a

vernos. Una sola condición:

D ioorçons. .. Nie tzs che-César . › › El 3 d e

enero

d e 1 889 e n

Turín

sucede

la cr is is .

T od a vía e s c ri be cartas , firma

D ión i sos , o e l

Cruc icado,

o

los

dos a la vez. A Cós ima

Wagner : «Ar iadna, te

amo.

D i ón is o s » . Ove rb e c k

acude

a

Turín,

encuentra a Nie tzsche ex traviado, sobreexcita-

do.

S e

lo l leva a t rancas y barrancas

a

Basi lea, donde

N i e t z s c h e

s e

deja

internar

t ranqu i lamente.

S e

le

diag-

nostica

una

«parális is progresiva».

Su

madre

hace que

lo t ras laden a

Jena.

Lo s médicos

d e Je na

suponen una

enfe rmedad sifilítica qu e

s e remontar ía a

1 8 6 6 .

(6 S e

t rata de u na d e c la ra c ió n

de

N i e t z s c h e ? Siendo joven,

contaba a su amigo Deu ssen

una

curiosa

aventura en

qu e

un piano le

había

salvado. Un

tex to

de Zaratust ra ,

«ent re h i jas d e l d e s i e rt o» , debe

se r

cons ide rado de sde

este punto

de

vista). A veces tranquilo,

a

veces

e n

cri-

sis,

parece ue

s e

h a

olv idado totalmente

de su

obra

y

compone éddavía músi ca . S u m a dr e lo re coge e n su

c a s a ; El isabeth

regresa de

Paraguay a nales de

1890.

La evolución de

la

e n fe r m e da d p r os i gu e

l en tamente ,

hasta la

apatía y

la

agonía. Muere

en

W e i m a r e n

19001 .

1 S o b r e la enfermedad d e Nietzsche, c f. e l hermoso

libro

d c

li.

li

P o d a c h , E l h u n d i m i e n t o d e

N i e t z s c h e .

La

'uiòa

más a ltos

estados,

ligados a

un s en t im iento de

amena-

z a . En agosto de 1881 , en Si l s-Mar ia ,

mientras

bordea

e l la go

S i lv a p la n a , t ie n e la

per tu rbadora

r e ve la c ió n d e l

eterno Retorno. Después la

inspirac ión

de Zaratustra.

Entre

1 8 8 3 y

1885 escr ibe

los cuatro

libros de

Zaratust ra y acumula not as p a ra u na ob ra q ue d e b e ría

se r

su

continuación. L leva

la

crítica

has ta

un

nivel

qu e

ella

no

tenía

anter iormente;

la conv ier te

e n e l arma de

la « t ransmutac ión› › de los va lores ,

e l No al

serv i c io

de

un a

afirmación superior. ( M á s

allá

de l

bien

y d e l mal,

1 8 8 6 ; Genealogía

de

la

moral,

1887). -Es

la

tercera

metamorfos is

o

e l

devenir-niño.

Exper imenta , no

obs tante , angus t ias

y vivas contra-

r i edades. En 1882 tuvo la

aventura

c on Lou von Salo-

mé.

Es ta ,

u na m uc h a c ha r us a q ue vivía c on P au l

R é e ,

le p are c ió

a

N i e t z s c h e un discípulo i d e a l y d igna

de

amor. Siguiendo

un

esquema afect ivo que

ya

había

tenido ocasión de aplicar,

N i e t z s c h e le

sol ic i ta

ráp ida-

men te

matrimonio

por mediación

de

su

amigo.

Nie t z s c he

persigue un sueño:

s iendo

él mis mo

Diónisos, recibirá a Ariadna,

c on la

aprobac ión

de

Te s eo. Te s eo

e s

e l «Hombre super ior», u na im age n

paterna

-loque

ya

había s id o Wa gner para

N ie tzsche .

Pero

N i e t z s c h e no

s e

había a t rev ido a p r e t en de r clara-

mente a

Cós ima-Ar iadna. En

Paul

R é e , y anterior-

mente e n otros amigos, N i e tz s c h e e n cu e nt ra otros

tantos

Teseos,

padres más juveni les, menos impresio-

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Nie tzsche

nantes l . Diónisos

e s

superior al Hombre s u p e ri or , t a l

c om o N i e tz s c h e

lo e s a Wagner. Con más r a z ón , c o m o

lo

e s a

Paul

Rée. Es

fatal,

e s

s a b i do

qu e

semejante

fan-

tasía

f racasa.

Ariadna

siempre prefiere a Teseo.

Malwida

von

Meysenburg como carab ina,

Lou

Salomé, Paul

R ée y

N i e t z s c h e

formarán un

ex t raño

cuarte to. S u

vida e n comú n

estaba

h e c h a d e d es ave -

nencias y de r e c o nc i li a c io ne s . E l is ab e t h , la h e rm ana

de Nie tzsche, posesiva y celosa, hizo todo lo posible

por la ruptura.

La obtuvo, desde

e l

momento en

que

n o lle g a

N i e t z s c h e ni a

desv incu la rse de su

h e rm ana

ni

a

a tenuar la s e ve rid a d

de

los

juicios

qu e

él

hacía

sobre ella («la g ente c om o mi h e rm ana e s

inevitable-

mente adversaria i r reconci l iable de

mi

manera de

pensa r y de

mi

losofía, es to se funda sobre

la

natura-

leza eterna

de

las cosas...››, «no amo,

mi

p ob re h e r ma -

na ,

las

almas

como

la tuya», «estoy

profundamente

har to de tu s i ndecen tes cha r las mora li zadoras . .. ›› ).

Lou Salomé

no

amaba

a N i e t z s c h e

c on amor; s e le

aparece

t ras

h a b e r escr i to, más t a rde , un libro extre-

m ad am e n t e

bello

sobre

N i e t z s c h e z .

N.

\\-, o

 

o o u 1

1 Y a en 1 8 7 6 , Nie tzsche

habia

pedido

e n matrimonio a

una joven

a

t ra v é s d e

Hugo von

S e n g e r ,

amigo

s u y o

-más

tarde S e n g e r s e c a s ó con

e l l a .

2 Lo u

Andreas Salomé,

Friedrich N i e t z s c h e , 1 8 9 4 .

La   u i ò a

Nie tzsche s e siente cada ve z m ás s olo. S e

entera

de la

muerte de

Wagner ;

lo qu e reac t iva e n él

la

imagen de

Ariadna-Cósima. En

1 8 8 5 ,

Elisabeth se

casa c on

Fors ter , Wagner iano y an ti s e m i ta , nac i ona li s ta p rus i a -

n o; F ör st e r irá c on

El i sabe th

a

Paraguay a

fundar

un a

colonia de

a ri os p u ro s . N i e t z s c h e no

asiste a la

boda

y

no soporta

a

ese cuñado

enojoso.

A

otro rac is ta

le

escr i -

be :

«¿Quiere

dejar

de

enviarme sus publicaciones?

Temo por mi paciencia.›› S e suceden ,

e n

N i e t z s c h e , las

al ternanc ias de

euforia

y de depres ión , cada

ve z más

seguidas. Unas veces

todo le parece excelente: su

sas-

t re ,

lo

qu e c om e , e l recibimiento

de

la g e nt e, la fa s c i-

nac ión q ue c re e qu e e je rc e e n las t iendas. Otras

veces

le

ar ras t ra la desesperación: la ausenc ia de lectores, una

impresión de

muer te ,

de traición.

Llega e l gran año 1888 : El crepúsculo de

los

ídolos, El

caso Wfzgner, El Anticristo, Ecce

Homo.

Todo

sucede

como

s i las

facultades

creadoras de Nie tzsche s e

exa-

cerbaran,

tomaran un último impulso

qu e

precede al

hundimiento. Cambia inc luso e l tono e n estas obras de

una

gran

maestría:

una nue va

violencia,

un

nuevo

humor,

algo

as í

como lo que h ay

de

cómico

en

lo

Sobrehumano.

A

la

ve z

Nie t z sche levanta de sí una

cósmica imagen mundial

provocadora

( «e l

recue rdo de

algo formidable estará un d ía

l igado

a mi nombre»,

«sólo a

part i r

de

m í existe la g ran

política en

la

t ierra»);

pero

s e

concentra también

e n

e l ins tante,

s e preocupa

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8/17/2019 DELEUZE, Gilles (1965) - Nietzsche (Arena, Madrid, 2000) Impostado

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I

Nie tzsche

poder

representarlo.

E l ademán de apartamiento de los

l ilósofos, pecul iarmente negador

de l

mundo, host i l

a

la

vida,

incrédulo

para con

los

sent idos, desensualizado,

el

cua l

h a

s ido

mantenido has ta

época muy rec iente y que,

c on ello, h a g an ad o v igenc ia

cas i co m o ac t itu d

de filósofo por

excelencia sa actitud e s ante todo u na c o ns e c u e nc i a

de

la precar iedad de las condic iones bajo

las

q ue la losofía e n

ge ne ra l nació

y

subsist ió:

en

la m e d id a ,

a saber, en que po r

m u c h o

tiempo

la losofía no hubiera sido en absoluto posible

en

la

t ierra s in u na cáscara y una Vest idura ascéticas, s in un

ascé t i co equívoco

a ce rc a d e

sí. Dicho de m a n e ra g rá c a y

clara:

e l

s a c e r d o t e

a s c é t i c o ha

mostrado

h as ta é poc a m uy

rec iente la

repuls iva

y

sombr ía

forma

de

larva,

única

bajo

la

cua l

a

la losofía le fue dab le vivir y andar c on sigilo... ¿D e

veras

ha cambiado esto?

El m u lt ic o lo r

y peligroso b i cho

alado,

ese

«espír i tu» qu e esta oruga encerraba den t ro

d e

sí ,

¿de veras

ha

a c ab ad o a l fin, gracias a

un

mundo más solea-

do, má s cálido, más despe jado,

po r

abandonar

su h á bito y

ha podido

sali r a la

luz? ¿Exis te h oy ya bastante

orgullo,

osadía,

ar rojo, ap lomo,

voluntad d e l

espír i tu ,

voluntad de

responsab i l idad, l ibertad de la vo lu n tad , c omo p ar a q ue ver -

daderamente de ahora

en

adelante

en la

t ierra «e l lósofo»

 

ea

posible

? ..

(La

genealogía

de

la

moral,

III,

10. )

2 .

EL F I L ó s O P O

c R í T I c O

Soy un discípulo de l lósofo D ión isos , p re fe r i ría se r un

sát i ro a nt e s q ue un santo. [ .. .] Lo último qu e yo prometer ía

sería <<mejorar››

ala h u m a n i d a d .

No

h a y nuevos ídolos

er i -

gidos por mí;

qu e

los a n t iguos a p r enda n e l c os to de

t ener -

La filosofía 35

nobleza. Nues t ros

señores son

esclavos qu e triunfan

dent ro de un

deveni r-esc lavo universal :

e l homb r e

europeo,

e l

hombre

domés t i co ,

e l

b u fó n... N i e tz s c h e

descr i be los

Estados

modernos

como hormigueros ,

e n

los qu e

los

jefes y

los

p od e ro so s v e nc e n gracias

a

su

bajeza, por e l contag io de es a bajeza y de es a bufonería.

Sea cual

fuere

la

comple j idad

de N i e t z s c h e ,

e l l ec tor

adivina

fác i lmente e n

qu é

categoría

(e s

dec i r , e n qu é

tipo)

h a b r ía c la s i fi c a do la

raz a d e los

«señores››

conce-

b ida por lo s n az is . Cuando triunfa e l nihilismo, enton-

ce s y

solamente

entonces, la voluntad de po d e r cesa de

quere r

d e c i r

«crear›› ,

para

significar:

querer

e l

poder ,

de se a r

dominar (así

pues, atribuirse

o hacerse

atribuir

los v a lo re s e s t a ble c i d os , d inero,

honores,

poder...).

Ahora b ien,

e s t a

voluntad de

po d e r

e s

prec i samente

la

d e l

esclavo,

e s

la m a ne ra e n qu e

e l

esclavo o e l

impo-

tente

conc iben

e l p od e r , la i de a q ue

s e

h a c e n de él y qu e

apl ican cuando

triunfan.

Ocur re qu e un

enfe rmo

diga:

¡ah s i tuv iera

buena

sa lud, haría es to -y

a l

ve z lo

hará-, pero sus

proyectos

y su s concepciones s on

todavía

las de

un

enfermo,

nada

más

qu e

las de

un

enfermo. Lo

m i s m o sucede c on

e l e s c la v o

y c on

su con-

cepc ión d e l dominio o d e l pod e r.

Lo

mismo

sucede

c on e l homb r e reac t ivo y c on

su

concepc ión de la

acción. En todas

partes vuel ta

d e l re vé s d e

los

valores y

de

las evaluaciones, e n

todas

partes las cosas vistas

de sde

e l lado pequeño, invertidas las imágenes como

en un ojo de

buey.

Uno de los d i chos

más

grandes de

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8/17/2019 DELEUZE, Gilles (1965) - Nietzsche (Arena, Madrid, 2000) Impostado

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36 Nie tzsche

N i e t zsche

e s : « S e h a de de fe nde r s i e mpre a los fuertes

contra los débiles.››

Prec i semos,

e n

e l

caso

d e l

h o m b re ,

la s e ta pa s

d e l

triunfo d e l nihilismo. Estas etapas forman los grandes

hallazgos de la psicología

nietzscheana,

las categorías

de una

tipología de las profund idades :

1 °

El resentimiento: P or tu

culpa,

por tu culpa...

Acusac ión

y recriminación proyect ivas. S i soy débil

e

infeliz, e s

por

tu culpa. La vida reac t iva s e sustrae a las

fu e rza s a c ti va s , la reacción

d eja d e «actuar››.

La

reac-

c ión

s e convierte e n algo sent ido, e n «resentimiento››,

qu e

s e

ejerce

c o nt ra t od o lo

qu e

e s

act ivo.

S e

hace

qu e

la ac c ió n s ie n ta

«vergüenza››:

la vida

misma e s

acusada,

separada de su potenc ia, s e pa ra da d e lo qu e puede . El

cordero

d i ce : podría h a c e r todo lo qu e hace e l

águila,

tengo

e l

mérito

de impedírmelo,

qu e

e l

águila haga

como

yo...

2 °

La

mala conciencia: P or

mi

culpa... Momento de la

in t royección. D e s d e

e l

momento e n que

s e

ha

pescado

la

vida

c om o c on

un

anzuelo,

las

fuerzas reac ti vas pue-

de n regresar a sí mismas. Ellas in ter ior izan la culpa,

s e

l laman culpables, s e revuelven

contra

sí.

Pero,

de e s a

manera, dan ejemplo, convidan a la

vida

entera a reu-

nirse c on ellas, adquie ren e l

máximo

po d e r

contagioso

-forman comunidades

reactivas.

ExTRAcTos

 _

S 7 

[Cada ve z que

cortamos un texto de

Nie tzsche , los

puntos

suspensivos va n entre corchetes.- C ad a v e z

que

c i tamos un t e xto toma do de las

not as , la re fe -

rencia va

preced ida

de un asterisco.]

A )

¿ Q U E E s U N P I L O S O P O ?

«

actuar

de

manera

intempest iva,

e s dec ir ,

contra

el t iempo y ,

así,

sobre

el t iempo

y ,

espero, a favor de un

t ie mp o p or

venir.››

(Consideraciones

intempestivas)

1 .

EL

P I L O S O P O

E N M A S C A R A D O

E l

espír i tu f ilosóf ico

en

un

pr incip io

ha

tenido

siempre

que

disfrazarse y

permanecer

larvado

en

los

t ipos

anterior-

mente fi ja d os d e l

hombre contemplativo, a

guisa

de

sacer-

dote , hec h i c e r o , adivino,

en

genera l de hombre

rel ig ioso,

para en

alguna medida

siquiera s e r posible: el ideal a s c é t i c o

durante muc h o t ie mp o le h a serv ido al lósofo de forma de

apar ic ión, d e presupuesto de ex is tenc ia uv o qu e repre-

sentarlo para poder se r

fi lósofo,

tuvo que c r e e r

en

él para

6 5

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Nie tzsche

Hasta

la fe ch a ( 19 6 5 ),

las principales edic iones

de

conjunto

son:

la de l

N i e tzsche -Arch i v

(1 9

volúmenes,

Leipzig, 1895-

1913);

la

«Musar ion Ausgabe» (2 3 vol., M u n i c h ,

1 9 2 2 - 1 9 2 9 ); la

de

S c h l e c h t a

(3

vol.,

Munich,

195 4 ) .

Estas

edic iones

no

responden comple tamente

a las exigencias

crí t icas normales.

Es probable que esta laguna quede cubierta

po r los

trabajos de

los señores

Colli

y M ont inar i .

L a N .R .E

ha

emprend ido en Francia la publ icación d e

las

Obras

Completas

a part ir d e e sta edic ión.

El problema lo plantea el papel d e

la

hermana. Su inuenc ia

en

el

N i e tzsche -Arch i v fue total. Pero a c a s o

h a ya q ue

dis t ingu i r

varias

cuestiones -que el señor Schlechta, en

rec ientes

polé-

micas, t iende a mezclar.

1 ° ¿Hay falsif icaciones? -Más

b ien

malas

le c tu ra s y

despla-

zamientos

de textos, e n la s

obras

de 1888.

2 ° Cuestión

d e

La

voluntad

d e p o d e r . -Se sabe que La volun-

ta d d e poder

no

e s un

libro

de

N i e tz s ch e . E n

las notas de los años

8 0 s e encuentran unos

40 0 pasajes,

n umer ad o s y

repart idos en

cuatro

grupos.

Pero un

número grande

de planes di ferentes son

de esta época.

La

voluntad

d e poder

fue compuesta

con e s a s

40 0

notas,

con otras de otra

época dist inta,

y según u n p la n de 1887.

Sería

m uy

importante

que

fue ran publi cados todos los p lanes.

Y s ob re

todo que e l conjunto de

notas

fuera objeto de una

ed i -

ción

crí t ica y

c ronológ ic a r iguros a ; lo

que no

e s

el

c a s o

de l

señor Schlechta.

3 ° Cuest ión

de l

conjunto

d e las notas. -El señor

Sch lech ta

pie ns a que los

«póstumos›› no aportan

na da e s e nc ia l, q ue

no

e s t é en

las obras publicadas

por Nie tzsche.

Semejante

punto de

vista

pone en

tela de ju ic io la interpretac ión de

la

losofía

de

Nie tzsche.

La filosofia 37

El i deal ascético: momen to de

la sub l imac ión. Lo

qu e

nalmente

quiere la v id a d é bil o reac t iva

e s

la

negac ión

de

la

v ida.

S u

voluntad

de

po d e r

e s voluntad

de nada, como

condic ión

de

su

tr iunfo. La

voluntad

de

n ad a , a l revés ,

sólo tolera la

v ida

débi l ,

mutilada, reac-

t iva:

es tados

cercanos

a cero. Se

fragua e nton ce s la

inquietante alianza. La vida será

juzgada

según

valores

l lamados

superiores

a la

vida:

aquellos

valores piadosos

se oponen a

la v ida, la condenan, la

conducen a

la

nada;

solamente prometen

la

salvación a las

formas

más

reactivas, má s

débiles

y

má s

enfermas

de

la vida.

Esta

e s

la a lianz a d e l

D i o s - N a d a

y

d e l

Hombre-

R e ac t ivo. Todo s e ha

vuelto

de l revés: los esclavos

s e

l laman señores, los débiles

s e

l laman fue rtes , la bajeza

s e

denomina nobleza.

Se

d i ce

qu e

alguien

e s

noble

y

fuer te porque

carga: carga

con

e l

pe so d e los valores

«superiores», s e

siente responsable.

Incluso con

la

vida,

sobre todo c on la vida, le parece duro cargar. La s eva-

luaciones son deformadas hasta ta l punto que ya no

s e

puede

ve r

que

e l cargador e s un esclavo,

que

con lo

que

carga

e s

con

una

esclavi tud,

que e l

portalastres

e s

un

endeble -lo contrar io de un creador, de un bailarín.

Porque,

e n v e rd a d, n o

s e

carga

s ino

a

fuerza de debili-

dad,

no s e

obliga a cargar sino a

voluntad

de nada

(cf.

e l Bufón de

Zara tus t ra ,

y e l personaje

d e l

Asno).

La s precedentes

etapas

de l nih i l i smo corresponden,

según N i e t z s c h e , a

la

religión judía y después a

la cr is-

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Nie tzsche

t iana.

Pero cuán to de

ello está

preparado

por

la

f i loso-

fía griega,

e s

dec i r , por la d e g e ne r ac i ón

de

la filosofía

e n

Gre c i a .

D e s d e

un punto

de

vista

más

genera l ,

Nie t z sche

muestra

cómo e s a s etapas corresponden

t a mb ié n

a

la g én es is d e

las

grandes ca tegorías d e l pen-

samiento. El

Y o, e l Mundo, D i o s , la

causal idad, la

na-

l idad, etc.

-Pero

e l

nih i l i smo

no s e

d e tie ne a h í y

pro-

sigue un camino qu e recorre toda nuest ra histor ia.

La muerte de D ios : m o m e n t o

de

la recuperac ión.

Durante

m u c h o

t iempo, la muer te de

D i o s s e nos apa-

rece como

un

drama

intrarreligioso,

como

un asunto

entre

e l

Dios judío

y

e l

D i o s cr is t iano.

Has ta

e l

punto

de qu e ya

no

sabemos

b i en s i e s

el Hijo quien muere ,

m e r c e d al resen t imien to

d e l Padre ,

O s i e s e l Padre

qu ien muere , para que e l

Hijo

s e a

i nd e pe nd i e n t e ( y se

torne

«cosmopolita››). Pero

ya San

Pablo

funda e l

cr is-

tianismo sobre

la id e a

de

qu e Cris to muere

por

nuestros

pecados.

Con

la R e f orm a , la muer te

de Dios s e

con-

v ier te cada ve z más en un asunto entre Dios y e l hom-

bre .

Has ta

e l d ía en

qu e

e l homb r e

s e

descubre como

qu ien

mata

a Dios

y

quiere asumirse

e n

cuanto

ta l y

cargar

c on es e

nuevo peso. Quiere la consecuenc ia

lógi-

ca de

esta

m ue r te : c o nve rt ir s e él mismo

e n

D i o s , r e e m-

plazar

a D i o s .

La

i dea

de

N i e t z s c h e

e s

q ue la muer te

de Dios e s un

gran

acontecimiento ruidoso,

pero

no su f i c ien te .

Porque e l «n ih i l i smo› › continúa, apenas cambia de

LA O B R A

-1872:

El

nacimiento de la tragedia

-1873:

Consideraciones intempestivas.

I,

Da v id Strauss

-1874: lb id.

II,

S o b r e la

uti lidad

y lo s inconvenientes d e la histo-

ria;

lbid. III, Schopenhauer educador

-1876: Ib id. IV, Richard Wagner

e n

Bayreuth

-1878: Humano,

demasiado

humano

-1879:

El caminante y

s u sombra

-1881:

Aurora

-1882:

La

gaya

ciencia,

I-IV

-1883: As í habló Zaratustra, I-II

-1884: lbid., III

-1885:

Ibid.,

IV

-1886:

M ás allá de l bien

y

de l

ma l

--1 8 8 7 : L a genealogía

d e la

moral;

La

gaya ciencia , V

-1888:

El c a s o

Wagner;

El

c r e p ú s c u l o

d e

lo s ídolos; ElAnticristo;

Nietzsche contra

L I V a g n e r , '

Ecce

Homo.

(D e

estos

cinco

l ibros,

sólo El c a s o Wagner

fue

publ icado po r Nie tzsche ante s d e s u

enfermedad.)

La obra

de

Nie tzsche

comprende además

estudios

lológi-

cos, conferencias y cursos,

poemas,

composic iones

musicales y ,

sobre todo, gran cantidad de notas

(d e

donde

s e extrajo La

voluntad

d e poder).

6 3

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La filosofia

forma. El nihilismo s igni f icaba has ta

este

momento:

deprec iac ión ,

negac ión

de la v ida e n nombre de los

va lores super io res .

Y

ahora:

negac ión

de

esos

valores

super iores,

reemplazo por valores

humanos -dema-

siado

humanos

( la

mora l reemplaza a la religión 5

la

uti-

lidad, e l p ro gr e s o, la historia m i s m a reemplazan a los

valores div inos). N a d a h a

cambiado , porque

s e

t rata

de

la m i s m a

v ida react iva ,

de la m i s m a

esc lav i tud ,

qu e

triunfaba a

la s om bra

de los

valores

divinos

y qu e

triunfa ahora

med iante

los valores humanos . Se t rata

d e l m i s m o

cargador,

d e l m i s m o

Asno, qu e

seguía car-

gado

c on

e l

pe so d e las

r e li qu i as d i v inas ,

de las cuales

respondía ante

D ios , y

qu e

ahora s e

c arga é l solo, e n

forma de autorresponsabil idad.

S e

ha

dado incluso

un

paso más en e l d e sie rto d e l

nih i l i smo: s e

pretende

abarcar toda la Rea l i dad,

pero

solamente

s e

abarca lo

qu e

h a

quedado de los va lores super io res , e l

res iduo

de

las fuerzas reactivas y de la

voluntad

de

nada.

Por e s o

e s

por lo qu e

N i e t z s c h e , e n e l libro IV de Zaratust ra ,

traza la g ra n miser ia

de los

qu e lla m a « H o m b re s supe-

riores». Estos

quieren

reemplazar

a

Dios

y

cargan

con

los valores humanos, c reen inc luso recobrar la

R e a l i da d ,

recobrar

e l

sent ido de

la af i rmación.

Pero

la

única

afirmación

de la q ue

s on

capaces

e s

s o la m e n te la

d e l «Sí›› d e l Asno, I-A, la propia f ue r z a r e a c ti va qu e

s e

carga c on los

productos

d e l nihilismo, y qu e cree d e c i r

c ad a v ez

qu e

carga c on un no .

( D o s

obras

modernas

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Nie tzsche

son profundas med i tac iones sobre el S í y el N o, sobre

s u auten t i c idad o su mistificación: N i e t z s c h e y ]oyce.)

5 °

El

último

hombre y e l hombre

q u e

quiere perecer :

momento de l n. L a muerte de

Dios

e s , pues, un acon-

tecimiento, pero que

espera aú n su

sent ido y

su

valor.

Mientras

no cambiemos

de

principio

d e

evaluac ión,

mientras

reemplacemos

los viejos valores por

nuevos,

marcando solamente nuevas

combinaciones

entre las

fuerzas reac t ivas y la voluntad de nada, nada h a cam-

b iado,

estamos

s iempre e n e l

reino de

los

valores

esta-

blecidos.

Sabe mos

e fec t i vamente qu e h ay v alo re s q ue

nacen

viejos

y

que,

d es de s u

nac imien to,

d a n p ru e ba s

de

su

conformidad, de su conformismo, de

su

inapti-

tud para

perturbar

cualquier o rd e n establec ido. Y , s in

embargo,

a c ad a p as o, e l nihilismo a v an z a m ás , la

ina-

nidad s e

revela mejor.

Pues lo

que aparece

en

la muer-

te de

Dios e s

que la

alianza de las fuerzas

reactivas

y de

la

voluntad de

nada, d e l Hombre reac t ivo y d e l

Dios

nihilista,

está rompiéndose:

e l homb r e h a pretendido

presc indir de Dios, equivaler a Dios. Los

conceptos

nietzscheanos s on c a te gor ías

de l

inconsciente.

Lo

importante e s

la

manera en

que e l

drama pros igue en

el

inconsciente:

cuando

las

fuerzas reactivas pretenden

segui r

s in «voluntad››, ruedan cad a ve z más le jo s d e n -

tro de l

abismo

de

la

nada, dentro de un m und o cada

ve z má s

despojado

de

valores,

divinos e incluso huma-

nos. Al nal de los Hombres superiores surge el último

Diccionario o e p e r s o n a j e s

Zaratustra ( v el

León):

Zaratustra

no e s Diónisos,

sino

solamente

su profeta.

H ay dos

maneras

de

expresar

esta

subord inac ión.

Sería

p os i ble d e c i r

e n

primer

lugar

qu e

Zara tus t ra no

va más

allá

d e l

«No››.

Este «No››

s in

du da

no e s ya e l d e l

nihilismo:

e s e l

« N o

sagrado» d e l

León. Es

la

dest rucción de

todos

los

va lores es tab lec i -

dos, divinos

y humanos,

que componían prec isamente

e l nihilismo. Es e l «No›› transnihilista, inheren te

a

la

t ransmutac ión.

P or

  c o ns i gu ie n te , Z a r a tu s tr a

parece

h a b e r terminado su tarea

cuando

hu n de

sus

manos e n

la melena

de l

León. -Pero

en verdad

Zaratustra

va

má s allá

de l

N o,

aunque fuere

sagrado

o

t ransmutante.

Part icipa plenamente

de

la armación dionisíaca, e s

ya

la

idea

de esta afi rmación, la

idea

de

Diónisos.

Al igual

qu e

Dión isos desposa a

Ariadna

e n e l e te rno

Retorno,

Zaratustra

encuentra

sus esponsales

en

e l eterno

Retorno.

Al igual

que Diónisos e s e l

padre

de l

Superhombre, Zaratustra

llama

al

Superhombre

su

hijo.

Con

todo, Zara tus t ra

e s

de jado atrás por

sus

pro-

pios

hi jos; no e s má s que e l

pretendiente,

no e l ele-

mento

cons t it uyen te d e l

anillo

de l

eterno R etorno.

N o

produce

e l

S upe rh o m b re ,

vela por esta producción e n

e l

hombre,

creando

todas

las condic iones en las que e l

hombre

s e sobrepasa

y e s sobrepasado, y

en

las que el

León s e

convier te en N i ñ o .

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Nie tzsche

h ac e r que

sienta

vergüenza todo

lo v iv ien t e , propagar

s u v e ne n o.

«iTu

queja

cont iene

un

señuelo».

La

Sombra

viajera:

Es

la

act iv idad

de la

cultura,

que ha buscado, e n t od as par te s , real izar su objet ivo

(e l

hombre libre, selecc ionado y amaest rado) : e n e l reino

de D i o s , d e sp ué s d e la

muer te de D i o s ,

e n e l

conoci-

miento,

en la

f e l i c idad,

etc.

E n n in gu na parte h a

logra-

d o

su

objet ivo,

porque

es e

o bje tiv o m is m o

e s

un a

Sombra.

Es e objet ivo, e l

Hombre

super ior ,

e s

él mismo

algo fall ido, algo malogrado. Es la Sombra

de

Zaratust ra, en

absoluto

otra

cosa que su sombra, que le

sigue

a

todas

par tes,

pero

desaparece

e n

las

horas

importantes

de la Transmutac ión , Medianoche y

Med iod í a .

8° El

Adivina: D i c e

«todo

e s vano». Anuncia

la últi-

m a

fase d e l

nihilismo:

e l momen to e n

qu e

e l

h o m b re ,

de sp ués de

haber

med i do

la vanidad

de su esfuerzo por

reemplazar a D ios , p r e fe r i rá n o q ue r e r n ad a e n a b s olu -

to , antes qu e quere r la nada.

El adivino

anuncia

por

tanto

al

último

hombre.

Al

prefigurar e l nal d e l

nihilis-

mo,

ya va más

le jos que los

hombres

superiores. Pero

lo que

s e

le escapa e s lo que está aú n

má s

allá

de l

últi-

m o

homb r e : e l

hombre

que

quiere perecer,

e l homb r e qu e

quiere

su propio ocaso.

Co n éste

e l nih i l i smo s e

acaba

realmente,

e s

venc ido

po r sí mismo:

la

t ransmutación

y e l

superhombre

e s tán

cercanos.

La filosofia

hombre,

e l

qu e

d i ce :

todo

e s

en vano,

¡ante s apagarse

p a s iv a m e n te ¡A n te s u na nada

de voluntad qu e

un a

voluntad

de

nada Pero,

aprovechando

esta

ruptura,

la

voluntad de

nada

a s u ve z se vuelve contra

las

fuerzas

reactivas,

s e

convier te

en

la

voluntad

de

negar

la

vida

reac t iva m i s m a

e inspira

al hombre las ganas

de

des-

truirse act ivamente.

As í pue s, más

allá de l últ imo

hombre, h ay a ún el hombre q u e q u ie r e p e re c e r . Y ,

en

este

punto

de

acabamien to

d e l nihilismo

( M e d i ano c h e ) ,

todo está

l isto

-listo

para

un a t ransmutaciónl.

¬ k

La t ransmutac ión de todos

los valores

s e

dene así:

un

dev en i r

act ivo

de

las

fue r zas , un

triunfo de la a r ma -

ción

dentro

de la

voluntad

de poder. E n e l re ino d e l nihi-

lismo,

lo

negat ivo es

la

forma y e l fondo de la voluntad

de

poder ; la

armación e s

s ola m e nt e s e c un d ar ia ,

subord inada

a la ne g a c ió n , recolec tora y portadora de

los

frutos

de

lo

negat ivo.

D e

manera

qu e

e l

S í

d e l

Asno,

I-A, e s un falso sí,

algo

as í c om o u na c a ri ca tu ra de ar-

mación.

Ahora todo c am bia : la armación

s e torna

1 E s t a distinción entre

e l

último

h o m b r e y e l

h o m b r e

q u e q u ie r e

p e r e c e r

e s fundamental e n la

losofía

d e N i e t z s c h e : c f . ,

por

ejemplo, e n Zara-

t u s t r a , la diferencia entre la

predicción

de l adivino

  < < E l adivino»,

l ibro

II )

y

la llamada d e Zaratustra (Prólogo, 4

y

5 ) . Ver lo s textos 2 1

y 2 3 .

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Nie tzsche

esenc ia

o la

voluntad

de p od e r m is m a , e n c ua nt o

a lo

negat ivo,

subs is te ,

p e ro c om o e l modo de se r de quien

alirma,

como

la

agres iv idad

propia

de

la af i rmac ión,

como e l

relámpago

anunciador y e l

t rueno que s igue

a

lo af i rmado -como la crí t ica tota l q ue a c omp a ñ a

a

la

creac ión. D e este m o d o Z a ra tu st ra

e s

la afirmación

p u ra , p e r o s i e ndo p r e c is a m e n te quien l leva la

negación

a

su g ra do s u p re m o ,

h a c i e n do de

ella

u na a c c ió n,

un a

ins tancia al

serv i c io

dequien

a rm a y

de

quien creal .

lil

S í de

Zara tus t ra

s e

opone

al S í d e l A sno, ta l c om o

crea r s e

opone

a cargar. El No de

Zara tus t ra

s e opone

al

N o

d e l

Asno,

ta l

como

la

agres iv idad

s e

opone al

resent im iento . La t ra n smu ta c ión s ignica es a vuel ta

d e l re vé s d e las re lac iones

afi rmación-negación.

Pero s e

vc

que la

t ransmutac ión sólo e s

posible

al nal d e l

nihi l ismo. H a s id o p re c is o ir hasta

e l último

de los

hombres, después h as ta e l hombre que quiere perecer,

para

que la negac ión

misma, volviéndose

nalmente

con-

tr a las fuerzas

react ivas,

s e

conv ie r ta e n u na a c c ió n

y s e

ponga al serv i c io de un a armación super io r (d e ah í la

fórmula

de

N i e t z s c h e :

e l

nihilismo

venc ido,

p e ro v e n-

c ido por s í mismo...).

La

armación

e s

la

más

alta

potencia

de la voluntad.

P e ro ¿ qu é e s lo

afi rmado? La

Tierra,

la

v ida .

Pero

¿qué

fo rm a t om a n la

Tierra y

la

v ida

cuando

s on

obje to

de

  c f . t e x t o 1 1 ° 2 4 .

Diccionario o e p e r s o n a j e s

s e a

pequeño o grande; e l

exacto conocimiento de

la

cosa má s ínfima reemplazará nues t ra

creencia

e n los

vagos «grandes››

valores.

He

ah í

por

qu é

e l

homb r e

cede

su brazo a la sanguijuela y s e propone como tarea

y c om o id e a l e l

conocer

un a

cosa

tota lmente ínfima: e l

cereb ro de

la sangu ijue la ( s in

ascender a

las causas

pri-

m e ra s ). P e ro e l homb r e de la s a n gu ij ue l a n o

sabe

qu e e l

conocimiento e s

la

propia

sanguijuela

y

que

él toma e l

re levo

de la moral y de la religión de sde e l momen to e n

que

persigue e l mi smo ob je t ivo

que

ellas:

s a j

ar

la vida,

mutil r

y juzgar

la vida.

5 ° El Mend igo

voluntario: E ste h a

renunc iado incluso

al conocimiento. Cree solamente en

la

fel ic idad huma-

na,

busca la fel ic idad

en

la

Tierra.

Pero la fel ic idad

humana, por l isa

y

l lana qu e

sea,

ni s iquiera

s e encuen-

tr a en

e l

populacho,

animada

como está por e l

resent i-

miento y la m a la c o nc i e nc i a. La felicidad h um ana

s e

encuentra

únicamente

entre las

vacas.

6 °

El M a g o :

Es

e l homb r e de la m a la c o nc i e nc i a , la

cua l

prosigue

tan to

en e l

re ino

de

Dios

como

después

de

la muer te

de

D i o s . La mala

conc ienc ia e s

esencia l -

m e n te c o me d i an te ,

exh ib ic ion is ta . D e s e m p e ña tod os

lo s p ap e le s , incluso e l d e l ateo, inc luso e l d e l poeta,

incluso

el

de

Ariadna.

Pero e l la s iempre miente y

recr i -

mina.

Al

dec i r «por m i culpa»,

quiere

susc ita r p iedad,

inspirar

culpabilidad

inc luso a los qu e

s on

fuer tes,

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J

 'r

_ ) - 4

Nie tzsche

hombres. E l último Papa

s e

ha quedado s in señor y con

to do n o

e s

libre, v ive

de

recuerdos.

2 °

Los

d os r ey es :

Representan

e l

movimiento

de

la

«moralidad de las

costumbres», que

s e

propone

formar

y amaes t ra r al h o m b re , producir u n h om b re libre

por

los

medios

más

violentos y

más

coact ivos. P or eso h ay

dos reyes,

un o de i zquierda

para

los

medios, otro

de

de recha p ar a

e l

fin. Pero,

tanto antes

como de sp ués de

la muer te de D i o s , tanto para los m e d ios c om o para e l

lin,

la moralidad m i s m a de las

costumbres

degenera,

amaest ra

y

selecc iona

al revés , y ca e e n

b e ne c i o d e l

<<populacho››

(triunfo

de

los

esclavos).

S on

estos dos

reyes lo s q ue

introducen

al Asno,

de

quien

los

h o m br e s

super iores

e n su conjunto

harán

su

nuevo dios.

El má s

repugnante

de

los

hombres: El

e s

quien

h a

matado

a D i o s ,

porque

no soportaba

su p iedad.

Pero

s iempre

e s

e l v ie jo h o m br e , todavía

más

fe o: e n lugar

de

la m a la c o nc i e n c ia

de un

Dios qu e

h a

muerto

por

é l,

exper imenta

la m a la c o n c ie n c i a de un Dios qu e él h a

matado;

en

lugar

de

la

piedad

q ue p roc e d e

de

D i os ,

conoce

la

p iedad

qu e

procede de

los

h o m br e s ,

la

p iedad

d e l populacho,

aún

más insoportable. El e s quien diri-

g e la le t an ía d e l Asno y suscita

el

falso

« S í › › .

4° El hombre de la sangui juela: Ha quer ido reemplazar

los

valores

div inos, la rel igión e incluso la mora l po r e l

conoc im iento.

El conoc imien to debe se r cientíco,

exacto, incisivo: poco

importa

entonces

qu e

su obje to

La filosofia

a r m ac ió n? F or ma

desconoc ida

para nosotros qu e

solamente hab i tamos la superf ic ie

desolada

de la

Tierra

y

qu e

no

vivimos

s ino

es tados

próximos a

cero.

Lo

qu e e l nihilismo

condena

y

s e

esfuerza por negar no

e s

tanto e l

Ser,

porque e l Ser,

s e

sabe

d e sd e h a ce

m u c h o

t iempo, s e parece a

la N a da c om o

a un he rmano. Es

más

b ie n lo múltiple, e s

más

b i en e l deveni r . El nihi-

lismo cons idera e l d e ve n i r como a lgo que s e d e b e

expiar

y

qu e

debe se r reabsorb ido e n e l Se r ;

cons idera

lo múl-

tiple como algo

injusto

qu e debe se r juzgado y reab-

sorb ido e n lo Uno. El d e ve n i r y lo múltiple

s on

culpa-

bles,

és a

e s

la

primera

palabra,

y

la

última,

d e l

nihilis-

mo . Por lo tanto,

en e l

reino de l

nihi l ismo,

los móviles

de la filosofía

son

negros

sent imientos: un «desconten-

to», no

s e

s a b e qué angustia, qué inquietud de vivir-

un oscuro sentimiento de cu lpab i l idad. P or e l

contra-

rio, la

primera gura

de la

t ransmutac ión eleva lo múl-

tiple y e l d e ve n i r a

la potencia

más alta:

h a c e n

de

ella

e l obje to

de

un a af i rmac ión. Y e n la armación

de

lo

múltiple h ay la a le g ría

práct ica

de lo

diverso.

La ale-

gría

surge

como

s i

fuera

e l

único

móvil

para

losofar.

La

valoración de

los

sent imientos

negativos

o de

las

pasiones

t ri s te s , a h í

e s

donde

s e

encuen t ra la

mistifica-

ción

sobre

la

que

e l

nih i l i smo

funda su

poder.

(Y a

Lucrecio y Sp inoza

escr ib ie ron

páginas denitivas a

este respecto.

Antes qu e N i e t z s c h e , conc iben la loso-

fía como la potencia de afi rmar, c om o la lu c h a prá c ti c a

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Nie tzsche

contra las mis t icac iones , como la expuls ión de lo

negativo.)

I

.o múltiple

e s

armado

e n

cuanto

múltiple,

e l d ev e-

nir

c s armado en

cuanto devenir.

Es como dec i r a

la

vc/. qu e la armación m i s m a

e s

múltiple, que e lla

m i s m a dev iene y s e

conv ie r te

e n ella

m i s m a;

y

qu e

e l

tlcvcnir

y

lo múltiple son ellos m i s m os a rm a c i on e s .

Ilay como

un

juego

de

espejos

en

la afirmación b ien

comp r en d ida : «Ete rna

armación...

¡E te rnamente soy

lu

alirmaciónl»

La segunda

figura de

la

t ransmutación

cs la

armación de

la

af i rmación, e l

desdob lamiento , la

pareja

divina

Diónisos-Ariadna.

l)iónisos s e deja

reconocer e n todos los caracteres

preceden tes . Estamos

lejos

d e l

primer

D ión i sos , e l qu e

N i e t z s c h e concebía

bajo

la

inuencia

de Schopen-

hauer ,

qu e

r ea b sor be la

v ida

e n

un

Fondo original

y

qu e forma

alianza

c on

Apolo

para producir la t ragedia.

lis

ve rdad que, de sde El

nacimiento

de la tragedia,

l)iónisos e ra definido por su

oposic ión

a S ó c ra te s , m á s

a ún q ue porsu alianza con Apolo: Sócrates juzgaba y

c o nd e na b a la

v ida

e n

nombre

de

los

valores super iores,

pero

Diónisos

present ía que la

v ida no

t iene qu e

se r

juzgada, qu e

ella

es

bastante justa,

bastante santa para

consigo misma.

Ahora

bien, a medida que Nie t z sche

avanza

en su

obra,

s e

le

aparece

la

verdadera

oposición:

ya

ni

s iquiera

D ión i sos

contra

Sócra tes ,

s ino

Diónisos

contra

e l Cruc icado. S u martirio parece c o m ún, pero

Diccionario ò e p e r s o n a j e s

c ión

dionisíaca.

Cris to

e s

«e l

más

in teresante de los

decadentes», un a e spe cie d e

B ud a. H ac e

p os ible u na

t ransmutac ión ;

de sde

este

punto

de

v is ta , la

propia

sín-

tesis d e Dión isos y de Cristo s e v ue lv e p os ib le :

«Diónisos-Crucifìcado››.

Diónisos.-

Acerca

de los

di ferentes

as pe ctos d e

D ión i sos , 1 °)

e n

re lac ión

c on

Apolo; 2 °) e n oposic ión

a

S óc ra te s ; 3° ) e n

contradicción con Cristo; 4°)

en

com-

plementar iedad con Ariadna,

cf.

la exposición anter ior

de

la losofía

de

N i e t z s c h e y,

más

adelante,

los

textos.

Hombres

super iores.- S on

múltiples,

pero son la prue-

ba de un a m i s m a empresa: tras la muer te de D i o s ,

reemplazan los valores divinos

por

valores humanos.

Representan por tanto el

deven i r

de

la

cultura, e s

decir ,

e l e s fu er zo por poner al hombre en e l sitio de D i o s .

Como e l principio de evaluac ión

permanece

igual,

como

no s e

ha

producido

la

t ransmutación,

ellos per-

t enecen

plenamente

al

nihilismo

e s tá n m ás c e rc a

d e l

bufón

de Zaratustra que de l

propio

Zaratustra.

S on

«fallidos», «malogrados››, y ni saben reír

ni

jugar ni bai-

lar.

En

un

o rd e n ló g ic o

su proces ión e s

la s iguiente:

1 ° El último Papa: Sabe que Dios ha

muerto,

pero

cree

qu e Dios s e h a asf ix iado a s í mismo, s e h a

asxia-

do de

p i e da d , al no po d e r s o por ta r

ya su

am o r

por

los

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*

Nietzsche

Cristo (S an P ab lo

y

Buda).- 1 °)

Representa

un

momento esencial de l

nihi l ismo: e l

de

la mala con-

ciencia,

tras e l

resent imiento

judío.

Pero

s iempre

s e

t rata

de

la misma empresa de venganza y de enemistad

contra la vida; porque el a m or c r is t ia n o ú nica men te

valora

los aspectos enfermos y desolados de

la v id a .

Con su muerte, Cristo

parece

volverse

independiente

d e l

Dios

judío:

s e

vuelve

universal y «cosmopolita››.

Pero

ta n

s ólo h a

encont rado

un nuevo m e d i o de juzgar

la v ida,

de

universa l i zar la

condena

de la v ida, interio-

r i zando la c ulpa ( ma la conciencia). Cristo habría

muerto

por

nosotros,

ì

por

nuestros

pecados

Es a

e s

por

lo

m enos la

in terpretación

de San Pablo;

y e s esta

interpretac ión

la que venció en la

Iglesia

y en la histo-

ria. As í

pue s, e l mart i r io

de

Cristo s e

opone

al de

Diónisos: e n un caso la vida es juzgada y

s e de be

expiar;

en e l

otro

caso,

ella

e s lo

sucientemente justa

por s í m i s m a como para justificarlo todo. «D ión isos

contra

e l

Crucif icado». 2 °) P ero s i

s e

busca, por

debajo

y

má s

allá de la in terpretación

paulina,

cuál

era

el t ipo

personal

de

Cris to,

s e

ad iv ina

qu e

Cristo

p/ertenece

al

<<nih il ismo››

de

una manera muy

distinta.

El

e s

dulce,

alegre, no

condena,

ind i ferente a cualquier culpabil i-

da d ; quiere solamente morir,

desea

la

muer te .

En es e

sent ido, da

pruebas

de

un

gran avance con respecto a

San Pablo y

representa

ya

la fase s up re m a d e l

nihilis-

mo,

la de l último

Hombre,

e

incluso

la d e l

Hombre

qu e quiere p e re c e r: la fase

más

cercana

a

la t ransmuta-

La

filosofia

la

interpretación,

la e v a lu a c ión de es e martirio

difie-

ren: por

un

lado, e l

testimonio

contra la v ida, la empre -

s a

de

v e ng an z a q ue c on s is te

e n

n eg ar la

v ida ;

por

e l

otro lado,

la

armación de

la vida, la

armación de l

d e ve n i r y de lo

múltiple,

has ta

e n

la d i lacerac ión y los

m i e m b ro s dispersos

de

Diónisosl. D a n z a , l igereza,

r isa, son las

propiedades

de

Dión isos .

E n

cuanto

potencia

de la armación, Diónisos evoca un espe jo en

su

espe jo, un

anillo en su anillo: e s precisa un a

segun-

da armación para que la armación m i s m a se a ar-

mada. Diónisos t ien e u na n ov ia ,

Ariadna

(«Tienes ore-

jas

pequeñas ,

t ienes

m is

orejas:

pon

u n a p a la b r a

cuer -

da e n ellas››). La única palabra cuerda e s

Sí. Ariadna

concluye e l conjunto de re lac iones

qu e def inen

a

D ión i sos y al lósofo

dionis íaco.

Lo

múltiple no está

ya

somet ido a la jurisdicción de

lo

Uno, ni

e l deven i r a la

de l

S e r .

Pero Ser

y

Un o

hacen

algo mejor

qu e pe rd e r

su

sent ido, toman

uno nuevo.

P o rq ue a h or a

lo

Uno s e d i ce de lo

múltiple

e n

cuanto

múltiple (ast i l las o f ragmentos) , e l

S er

s e

d i ce

d e l de ve -

nir

e n

cuanto

deveni r .

Esa

e s

la

vuelta

d e l

revés

nie t zs -

cheana, o la t e rc e r a

gura de

la t ransmutac ión. Y a no

s e

opone e l d e ve n i r al Ser, lo múltiple

a

lo

Uno

(por se r

e s a s

mismas

oposiciones categorías esenciales d e l

nihi-

1 Cf texto no 9 .

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8/17/2019 DELEUZE, Gilles (1965) - Nietzsche (Arena, Madrid, 2000) Impostado

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Nie tzsche

lis-mo).

Por

el contrario, s e

afirma lo Uno

de lo

múlt i -

plc, el S er

de l dev eni r.

O

bien, como

dice Nie tzsche ,

s e

alìrma

la

neces i dad

d e l

azar.

Dión isos

es

jugador.

El

verdadero jugador convier te e l a z a r e n un objeto de ar-

mac ión:

arma los

fragmentos,

los

miembros

d e l azar;

dc esta

armac ión nace e l

número

necesar io,

qu e

vuel-

vc a t raer la t i rada

de

dados. S e ve cuál

es

esta tercera

lìgura: e l jueg o de l e te rno R e to rno. Regresar e s precisa-

mente

e l

se r de l devenir,

lo

un o de

lo

múlt ip le, la nece-

s idad

d e l

azar.

Hay por

tanto

qu e ev i tar h ac e r d e l eter -

no Re to rno un

retorno

de

lo

Mismo. Eso sería

desconocer

la

forma

de

la

t ransmutación,

y

el

cambio

e n la

relación

fundamental .

Pues lo Mismo no preex iste

a lo d ive rso

(excepto e n la categoría d e l nihilismo). Lo que regresa

no

v s

lo

M i s mo ,

porque

e l regresar e s la

forma original

de

lo

Mismo, que

s e

dice

solamente de lo

diverso,

de

lo

múl-

t iple,

d e l d e v e nir .

Lo Mismo

no re gre s a, e l regresar y

sólo él e s lo M i s m o de lo q ue d e v ie ne.

V a

en esto

la

esencia

de l eterno

Retorno.

Esta

cues-

t ión de l

eterno

Retorno debe

quedar

despejada de

toda

clase de

temas

inútiles

o falsos.

N os

preguntamos

a

veces c óm o

h a podido

N i e t z s c h e

c r e e r nuevo y prodi-

gioso semejan te

pensamiento,

que parece no obstante

f recuente e n los antiguos: pe ro p r ec i sa men te

Nie tzsche sabía bien que no s e encuentra e n los anti-

guos,

ni

e n Grec ia ni en Or ien te , excepto de un a ma ne -

ra parc ia l

e

inc ie r ta ,

e n

un sent ido muy distinto al d e l

n i e t zscheísmo. Y a N i e t zs c h e m a ni fe s t ab a

la s r es e rv as

Diccionario

o e

p e r s o n a j e s

no, un « n o › › de l

resent imiento.

Y

aú n más, su Sí

( I-A,

I-A)

e s un

falso s í.

Cree

que

armar

signica c a r g a r .

asumir.

El

asno

e s

e n

primer

lugar

e l

animal

cr is t iano:

carga

con e l pe so d e los valores l lamados «superiores a

la v ida».

Tras

la muerte de D i os ,

carga

consigo mismo,

carga

c on e l pe so d e los

valores

«humanos›› ,

pre tende

asumi r « lo real

ta l c om o

e s › › : e s desde

entonces

el

n ue v o d ios de los

«Ho m b re s

superiores».

D e

cabo a

rabo, e l Asno e s la

car icatura

y la traición d e l S í dioni-

síaco,

afirma, pero sólo

afirma los

productos

de l

nihi-

l ismo.

Por

lo

tanto,

sus la rgas ore jas s e oponen

a las

pequeñas ore jas ,

redondas

y

laberínt icas,

de

D ión i sos

y

de Ar iadna.

Bufón

(Mono,

Enano o

Demonio).-

Es la car icatura

de Zaratustra. Lo imi ta, pe ro c omo la pesadez imi ta la

lig e re z a . R e p r es e nt a

también e l pe o r peligro de

Zaratustra: la t ra ic ión de la doctr ina. E l

bufón

despre-

c ia,

pero

su d e s pre c io p ro ce d e d e l

resent im iento .

Es e l

espír i tu

de

la

pesadez.

Lo

mismo

qu e

Zara tus t ra ,

él

pretende superar, dejar atrás. Pero para él dejar atrás

significa:

o

bien

hacer

q ue c arg ue n c on él ( t repar a los

hombros

d e l h om bre y d e l

propio Zaratustra) , o

bien

saltar por enc ima. S on

los dos

contrasent idos posib les

acerca de l «Superhombre›› .

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t Nie tzsche

Araña (o Í lZzrántula).-

Es

e l espír i tu de la v e nga nz a o

d e l resent imiento. Su poder de contagio e s su veneno.

S u

voluntad e s

un a

voluntad

de

cast igar

y

de

juzgar.

S u

arma e s

el hi lo, e l hilo

de

la

moral.

S u predicación

e s

la

igualdad (íque

todo

el

mundo

s e

vuelva semejante a

ellal).

Ariadna

(y 7êseo).-

Es e l Ánima. Fu e amada por

Teseo, y ella

lo

amó.

Pero

precisamente entonces ella

t en ía e l hi lo,

era un

poco

araña,

fría

cr iatura de l resen-

t imiento. Teseo

e s e l

H é roe , una im age n d el

Hombre

superior.

Tiene

todas

las

inferioridades

de l

«Hombre

superior››:

cargar,

asumir,

no saber

desuncirse,

ignorar

la li ge r eza .

E n ta nto que

Ariadna

am a a Teseo, y e s

amada por

él, su feminidad

permanece aprisionada,

ligada por

e l hilo.

Pero cuando Diónisos-Toro

s e acer-

c a , aprende lo que e s la verdadera armación, la

verda-

dera ligereza .

S e

convierte e n

e l Anima

afi rmat iva,

que

dice Sí a

Diónisos. Entre

ambos

forman

la pareja

cons-

tituyente d e l

eterno R e t o rno

y

engendran al super-

h o m b re .

Porque:

«cuando

e l

héroe

abandonó

e l

alma,

solamente

entonces

s e acerca

en

sueños e l superhéroe».

Asno ( 0 Camello).- Son

animales de l des ier to

(nihi-

lismo).

Cargan,

cargan c on fa rdos h as ta e l

fondo

de l

desier to. El A s no t ie n e

dos defectos:

su

N o

e s un falso

La

filosofía

más expresas acerca de Herácl i to.

Y

que

ponga

e l

eter-

no R e t o rno e n b oc a de

Zara tus t ra ,

c om o u na s e rp ie n te

e n

la ga rganta ,

solamente

signica

q ue le p re s ta

al

per -

sonaje ant iguo de

Zoroas t ro

lo qu e e ra menos c ap az d e

concebi r . N i e t z s c h e

expl ica

qu e toma

e l personaje de

Zara tus t ra como

un eufemismo,

o

mejor

d i c h o , como

un a antífrasis y un a metonimia, conced iéndo le inme-

d ia tamente

e l

b e ne c i o

de c o nc e p to s nue v os

qu e

él no

podía formarl.

N os

preguntamos

ta m bié n lo

qu e

h a y de sorpren-

den te

e n e l eterno

Retorno,

s i c on s is te e n un

c ic lo,

e s

dec i r ,

e n

un retorno

d e l Tod o,

e n

un

retorno

de

lo

Mismo, e n

un retorno a lo

Mismo:

pero,

prec i samen-

te , no

s e

t rata

de eso. El secre to de

N i e t z s c h e

e s que e l

1 Cf .

Ecce Homo,

« Por q ué s oy un dest ino»,

§ 3. --

En

últi-

mo término, e s m uy dudoso que

la

id ea d el eterno Retorno

haya sido

nunca sostenida

en e l mundo antiguo.

El

pensa-

miento griego en

su

conjunto e s m uy retice-nte ante este

tema:

cf. e l

reciente l ibro de Charles Mugler , D e ux t h e m e s

d e la

c o s m o -

log ie grecque:

deveni r cyclique

et

pluralité

d e s

mandes

(Klinsieck,

1953). Y ,

según

la opinión de

los especialistas,

lo m is m o sucede

co n

e l

pensamiento chino,

o

h indú ,

O

i raní,

O babilónico. La

oposición de un t iempo c ircular en

los

antiguos y de u n t ie m p o

his tór ico e n los

modernos e s un a

idea

fáci l

e

inexacta. Por todos

los

conceptos podemos, con

e l propio

N

i e t zsche ,

considerar

e l

eterno Retorno como

un descubrimiento

nietzscheano,

que

t iene

únicamente premisas

antiguas.

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8/17/2019 DELEUZE, Gilles (1965) - Nietzsche (Arena, Madrid, 2000) Impostado

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Nietzsche

e t e r n o Retorno

e s

s e l e c t i v o . Y

doblemente selectivo. En

primer lugar

c om o p e ns a m ie n to. P o rq ue

nos da un a

le y

para

la

autonomía

de

la

voluntad

desembarazada

de

toda

m or al: lo

que yo

quiera (m i pereza,

mi gula, mi

cobardía,

tanto mi vicio como mi virtud) «debo›› que-

rerlo de ta l manera que quiera también su eterno

Retorno. S e

halla el iminado

el

mundo

de los « s em i-

quereres››, todo

e s o

que

queremos

a

condic ión

de decir :

una vez, nada

má s

que una vez. Incluso una cobardía,

una pereza qu e

quis ieran su eterno

R e t o rno

s e

tornarí-

an

algo

distinto de

un a

pereza, de una

cobardía:

s e tor-

narían

activas

y

s e

convert irían

en

potencias

de

afir-

mación.

Y el eterno

Retorno

no

e s

sólo e l pensamiento selec-

t ivo, s ino tamb ién e l S er select ivo. Unicamente regre-

s a la afi rmación,

únicamente

regresa lo que

puede

se r

afirmado, únicamente la a legría

retorna. Todo

lo que

puede se r negado,

todo

lo qu e e s negación, e s expulsa-

do por e l movimiento mismo de l

eterno

Re t orno. Nos

t cmemos qu e las combinaciones d e l nihilismo y

de

la

reacción

no

regresan

eternamente.

El

eterno

R e t o rno

debe se r

comparado con un a r ue da , pe ro

e l

movimien-

to de

la rueda está do tado de

un

po d e r c e n t r ífug o , qu e

ahuyenta

todo lo negativo. Ya que e l se r

s e

afirma de l

devenir ,

expulsa

de sí todo lo que contradice la

arma-

c ión,

todas las

formas

d e l nihilismo y

de la r e a c c ión:

D i c c i O N A R i O D E

Los

P R I N C I P A L E S

P E R S O N A J E S

D E NiErzscHE

Q

177 ¬

Hu

 

guila

(y Serpiente).- S on

los animales de

Ašaratustra.

La

serpiente

s e enrolla

al rededor

e l

cuello

d e l á gui la .

Ambos

expresan

po r

tanto e l

eterno Retorno como Alianza, como anillo

de

los anillos,

c o m o

esponsales

de la pa re ja divina

Diónisos-Ariadna. Pero lo

expresan

de manera animal,

c om o una certidumbre inmed ia ta o un a

ev idenc ia

natural. ( Se le s

escapa

la

esencia

de l e te rno Retorno,

e s

decir ,

su

carácter

selectivo, tanto desde e l punto de

vis ta d e l

pensamiento

como

de sde

e l

Ser.)

También

conv ier ten e l eterno Re to r n o e n una «cháchara›› , e n

una

«cantilena››.

M á s aún:

la

serpiente desenrol lada

expresa lo qu e

h ay

de insoportable

y

de

imposible

e n

e l

eterno Retorno,

e n

tanto qu e

s e

lo t om e

por

un a cer t i -

dumbre natural según la cual «todo regresa».

53

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~ : Nie tzsche

dor. Zaratustra llama al

superhombre

su

niño,

pero e s

superado

por él,

cuyo

verdadero

padre

e s Dión isos l . S e

completan

as í

las

guras

de

la

transmutación:

Diónisos

o la

afirmación; Diónisos-Ariadna

o la

ar-

mac ión desdob lada ; e l eterno

Retorno,

o la armación

redob lada; e l

superhombre , o e l

tipo y e l producto de

la afirmación.

1 '

Nosot ros ,

lectores

de

N i e t z s c h e ,

debemos

ev i tar

cua-

tr o

pos ib les cont rasent idos :

1°) sobre

la

voluntad

de

poder (creer que la

voluntad

de poder signica «deseo

de dominar» o «querer e l poder») , 2 °) s ob re los fuer tes

y los

débiles

(creer que los

má s

«poderosos››,

en

un

régimen social,

son por e l mismo motivo «fuertes››); 3°)

sobre e l eterno Re to r n o ( c re e r q ue se t rata de una vie ja

idea,

tomada

d e lo s

griegos,

de los hindúes, de los babi-

lonios...;

c ree r que

s e

trata de

un c i c lo ,

o

de un

retorno

de

lo

Mismo,

de

un retorno a

lo

mismo),

4 °)

sobre

las

últ imas obras (creer que e s a s obras son excesivas o que

e s tá n y a

descal icadas por la locura).

1Cf.

texto

n° ll.

La

filosofia

mala

conc ienc ia,

resent imiento... ,

sólo s e los

verá

una

vez.

S in embargo,

en

muchos

textos,

Nie tzsche

conside-

ra

e l

eterno

Retorno

como un

ciclo donde

todo regre-

s a ; donde lo M i s m o regresa, y que regresa a lo m ismo.

-Pero ¿qué significan

e s o s

textos? Nie tzsche e s un

pensador qu e

«dramat iza›› las Ideas, e s dec i r ,

qu e

las

presenta como acontecimientos

sucesivos,

a niveles

diversos

de

tens ión. Lo

h e mo s

v is to

ya

e n e l caso

de

la

muerte

de Dios. D e l mismo modo, e l eterno Retorno

e s

objeto

d e d os exposic iones (y habría h ab i d o aún

más

s i

la ob ra n o

hub iera

s ido

interrumpida

por

la locura,

impid iendo una progresión que

e l propio Nie tzsche

había conceb ido

explíc i tamente).

Ahora b ien, de

las

dos e x po s ic io ne s q ue nos quedan, un a

concierne a

Zaratustra

enfermo y otra

a Zaratustra

convaleciente y

casi curado. Lo qu e hace qu e Zara tus t ra enfe rme e s pre -

c is am e nte la id ea d e l

c ic lo:

la i dea de qu e Todo regre-

s e ,

de que lo M i s m o regrese, y de que todo

regrese

a

lo

mismo. Porque e n es e caso e l e te rno Re to r n o no e s s ino

u na h ipó tes i s , u na h ipó tes i s

banal

a

la ve z que

terrorí-

fica.

Banal

porque equivale a un a cer t i dumbre natura l,

animal, inmediata (por eso e s por lo qu e

Zara tus t ra ,

cuando

e l

águila

y

la s e r p ie n t e

s e

esfuerzan e n

conso-

larlo,

le s responde:

habéis conver t ido e l

eterno

Retorno

en una «cant ilena», habéis

reduc ido

el eterno

R e t o rno a un a fórmula bien conoc ida, demas iado

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Nie tzsche

conocida)1.

Terroríca

también, porque,

si e s

verdad

que todo

regresa,

y que regresa a lo mismo, entonces el

hombre

pequeño

y

mezquino,

e l

nihilismo

y

la

reac-

c ión ta mb ié n

regresarán

(por

e s o e s por

lo

que

Zaratustra clama su

gran

asco, su gran

desprecio,

y

d e c la ra q ue no p ue d e , q ue n o q uie r e , qu e no

s e

at reve

a dec i r e l

eterno

Retorno)2.

¿Qué

ha

s uc e d ido c uando Zaratustra está

convale-

c iente? ¿Simplemente

s e

ha impues to soporta r lo que

h a st a h ac e un i ns t an te n o soportaba? Acepta e l eterno

Retorno,

capta

su

alegría.

¿ S e

trata solamente

de

un

camb io

ps icológ ico?

Ev i d e n t e m e n t e no .

Se

t rata

de un

cambio

en

la comprensión y la signicación de l e te rno

Retorno

m is m o. Z a ra tu st ra reconoce

que,

estando

enfe rmo,

no había comp r en d ido

e n absoluto

e l

eterno

Retorno.

Que

éste no e s un ciclo,

que

no e s retorno de

lo M i s m o , ni retorno a lo mismo. Q ue no e s una

lisa

y

llana e v i d e nc ia

natural ,

des t inada

espec ia lmente

a

los

animales,

ni u n t ris te

castigo moral, dest inado espe-

cialmente

a

los

hombres.

Z a rat us t ra comp ren d e

la

identidad

«e te rno Retorno=Ser

selectivo».

¿Cómo lo

qu e

es

reac t i vo

y

nihilista,

lo negat ivo, podría regresar,

de sde

e l momen to e n que e l eterno R e t o rno e s e l se r

1 Cf. As í

habló

Zaratustra,

III,

« E 1

convaleciente», § 2 .

2 Cf.

texto

1 1 °

27 .

La filosofia 5 1

qu e se

d i ce

únicamente de la afirmación, d e l dev en i r

en

acción?

R ue da centrífuga, «supremo

a stro d e l

S e r ,

qu e

ningún

deseo

alcanza,

qu e

ningún

n o m a n c illa » .

E l

eterno Retorno

e s

la Repet i c ión, pero

e s

la

Repet ic ión que s ele cc iona, la

Repet i c ión

que salva.

Prodig ioso secre to de

un a

repet i c ión l iberadora y

select iva.

La

t ransmutación

t iene, por

consiguiente, un

cuarto

y

último

aspecto: implica y

produce e l

superhombre .

Porque, en su esencia humana, el hombre e s un se r

react ivo, qu e combina sus fo rm a s c on e l nihilismo. El

eterno

R e t o rno lo

repele

y

lo

expulsa.

A

la

t ransmuta-

ción

le

atañe

un a

conversión

radical

de

esencia, que

s e

produce

en

e l hombre, pero que produce e l superhom-

bre. El

superhombre

d e s i gna e x a c ta me n te

la r e c og ida

de

todo

lo

que puede

se r armado,

la

forma

super ior

de

lo

que

e s , e l t ipo

que representa

el Ser selectivo, e l vás-

tago y la subjetividad de

este ser.

Está por

lo

tanto e n e l

cruce

de dos

genealogías.

Por una parte,

e s

producido

en

e l

hombre, por

mediación

de l último

hombre

y de l

hombre

que

quiere

perecer,

pero

má s

allá

de

ellos,

como

un

desgarramiento

y una transformación de la

esenc ia humana. Pero, por otra par te, aunque produci-

d o e n e l

h o mb re , n o

e s producido

por

e l h o m b re : e s e l

fruto de Diónisos y de Ar iadna. El propio

Zara tus t ra

sigue la

primera

l ínea genealógica;

as í

pues, permane-

ce

por debajo de D ión i sos ,

e s

su

profeta

o su anunc ia-

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Nie tzscbe

¿Junto a quién

querría yo ir sino

junto a ti? ¡Quédate ,

siéntate ¡Pero no me mires ¡Honra a s í

_

m i fealdad

Ellos m e p e rs ig ue n :

ahora

eres

mi últ imo refugio.

N o

con

su

odio,

no

con

sus

esbirros

_

oh ,

de

ta l

persecución

yo m e burlaría

y

estaría

orgulloso y contento

¿ N o e s tu vo hasta

ahora

siempre e l

éxi to de parte

de los

b ien persegu idos? Y

quien

pers igue b ien , aprende c o n fa c i-

lidad a seguir

_

pues qu e ma r c ha

_

e t rás

Pero e s

de su

compasión_

e s

de su compas ión

de

lo qu e huyo, buscando refugio e n

ti .

O h

Zaratustra,

protégeme,

mi últ imo refugio,

tú e l

ún ico qu e

m e h a

adiv inado...

i

.........

. . ]

mismo emp er o _ponte e n g ua rd i a t am b i é n

a

ti

m i s m o

cont ra

tu

compas ión Pues muc hos es tán e n cami-

no

hac i a

ti, muchos qu e

suf ren,

qu e

duda n,

qu e desesperan,

que s e ahogan, que s e

hielan._

T am b ién c o nt ra m í

te

pongo

en

guard ia . Ace rtaste m i

mejor,

mi

p eor acer t i jo,

a

mí mismo

y

lo

qu e hacía.

Y o

conozco e l h a c ha q ue te

derr iba.

Pero

El_enía que

morir: miraba c on

unos

ojo s q ue lo

veían todo

_

eía las p ro fund id a d e s y las honduras

de l

h o m b r e ,

toda

la

disimulada

ignominia y

fealdad

de

éste.

S u compas ión

no

conocía e l pudor:

penet raba

arrastrán-

dose

has ta

m is

r incones

más

sucios. Ese

cur ioso

super la t i -

vo, super-entromet ido,

super-compas ivo, tenía

que morir.

M e

veía

s i emp r e : de ta l t e st ig o q uis e v e ng ar me

_ no

vivir.

El Dios qu e veía

todo,

también al

hombre:

¡ese Dios

tenía

qu e

morir El hombre

no soporta qu e ta l t es t igo

viva».

 

E D C I Í T G I C I Z O S

s e sobre

pies

de barro. Derr ibar í d o l o s (m i palabra para«ide-

ales››)

 

so sí e s ya cosa

de

mi

oficio.

A la rea l idad

s e

la h a

despojado

de

su

valor, de

su sentido,

de

su

verac idad

en

la

med ida

en

que

s e

inventó

m e n d o s a m e n t e

u n m un do

ideal...

E l

«mundo

verdadero» y e l «mundo aparente» i cho s in

a mb ag es : e l mundo mentido y la realidad... La mentira de l

i dea l

fue

has ta ahora

la

maldición qu e pendía

sobre

la rea-

li da d , p or

ella

la

humanidad misma

ha

s ido hecha mendaz

y

s e

h a vuel to falsa

has ta

en sus

instintos más

bajos

 asta

adorar

los valores inversos de aquellos únicos

qu e habr ían

s ido

para

el la garantía

de

prosper idad, de

futuro,

d e l

eleva-

do d e r e c h o al futuro.

 uien

sabe

resp i rar e l

aire

de mis escr i tos

sabe

qu e e s

un aire

de

alturas, un aire fuerte.

Uno

t iene qu e

es ta r

h e c h o

a e s e

aire, de lo

contrario

s e

corre

e l pel igro no

pequeño

de

resfriarse

en

él.

E l hielo

está

cerca,

la

soledad e s inmensa

m as , ¡ qu é t ranquilas yacen las cosas tod as e n la luz

,

¡ cuán

l ib remente respira uno , ¡cuántas

c o s a s

siente

un o

debajo de

-

a losofía, t al c om o hasta ahora yo la h e

entendido

y

vivido, e s vivir

de

grado en e l

hielo

y e n la a lt a montaña

 s

bus c a r t od o lo e x tr añ o y lo

problemát ico

en e l exis t i r ,

todo

lo

qu e has ta

ahora

había s ido

proscrito

por la moral.

A p artir

de una

larga exper ienc ia , proporcionada po r e s e

a nda r e n

lo

prohibido,

aprendí

a

ve r

d e

manera

muy

distin-

ta de lo qu e sería deseab le las

causas

por las c ua le s h a s ta

ahora

s e h a mora l i zado

e

i dea l i zado: la historia oculta

de

los

fi lósofos, la psicología d e s us grandes nombr es e s

lo

qu e

s e

m e reve ló.

-

Cuánta

verdad soporta, cuánta

verdad o s a un

espír i tu?,

esto

e s

lo

qu e

s e

fue

convirtiendo para

m í,

cada

ve z m ás , e n

autént ico

medidor

de l

valor. El error (-lare -

enc ia en e l i dea l-

no

e s la ceguera, e l error e s la cobardía...

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8/17/2019 DELEUZE, Gilles (1965) - Nietzsche (Arena, Madrid, 2000) Impostado

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k

Nie tzsche

Cada conquista,

c ada p as o

adelante

en

e l

conocimiento s e

sigue de l

coraje, de

la dureza

para consigo, de la

l impieza

para

consigo...

Y o no

refuto

los

ideales,

solamente

me

pongo

guantes ante

ellos...

Ni t imur

in vetitum: bajo

este

signo

vencerá un día

mi

losofía, pues

hasta

ahora s e

prohib ió por

pr incip io s iempre

sólo

la v er da d.-Ecce

Homo, Prólogo,

2-3.)

3 . EL P 1 L ó s O P O I N T E M P E S T IV O

Aquí, empero, vivimos las consecuencias de

e s a

doctr ina

rec ientemente

predicada

desde todos los tejados de que e l

Estado

e s

la m e ta s up re m a

de

la

h uman id a d , y

q ue para

un

hombre

no h ay d e be re s m ás altos

que

serv i r al E s ta d o: e n

d on de n o re conozco yo

un a recaída en el

paganismo,

sino

e n la

ne c e da d . Pu ed e se r

qu e

un

hom bre

así, qu e

ve

e n

e l

servicio

al Estado su má s alto deber, no conozca

realmente

d eb ere s m ás

altos;

pero por es o h ay más a llá , c on

todo,

otros

hombres y

otros

deberes y un o d e e stos deberes,

qu e al menos para mí cuenta má s qu e e l

serv ic io

a l E s t ad o ,

ma nda

destruir

la n e c e d ad e n cualquiera

de

su s formas, por

ende también

e s a necedad. Por e s o m e oc up o a quí c on una

espec ie

de

hombres

cuya

teleología

señala

algo

más

allá

d e l

b i enes t a r

de

un Estado,

c on

los fi lósofos, y

c on

éstos

sólo

e n

lo q ue t oc a a

un

mundo

que,

a su vez , e s bastante i ndepen -

dien te de l

b i enes t a r

d e l E s ta d o:

la

Cultura.

De

los muc hos

anillos

que,

en

una

mutua ligazón

s in

orden

ni

concierto,

consti tuyen la

comunidad

humana, algunos

son

de

oro y

otros de tumbaga.

Ahora

bien,

¿cómo

considera

el lósofo la Cultura en

E¿X`ll (lClL().S

2 0 .

Dios H A M U E R T O

«¡Zara tus t ra ¡Zara tus t ra ¡Ac ie r ta mi acer t i jo ¡Di,

di

¿Qué

e s

la

venganza cont ra e l

Testigo?

Y o

te atra igo p a ra q ue v ue lv a s atrás, ¡aquí h a y

hielo resba-

lad izo

¡Cuida ,

cu ida

de qu e tu orgullo no s e rompa

aquí

las

p iernas

¡T ú te crees

sabio,

orgulloso Zaratustra Acier ta ,

pues,

e l

a c e r ti jo , t ú ,

duro

cascanueces,

_

e l

acer t i jo que yo soy

¡Di,

pues:

quién

s oy

yol»

_

M as

cuando

Zaratus t ra h u b o

oído estas palabras _

¿qué creéis

q ue en tonces ocurrió

con su

alma?

La

compa-

sión

le acometió;

y s e

desp lomó de golpe,

como

un

roble qu e

ha

r es is t ido duran te

largo

t iempo

a

muchos leñadores

_

de

manera

pesada,

súb i ta , p a ra e s p an to inc luso

de

quienes

quer ían abat ir lo. P e ro e ns e gu id a volvió a le v an ta rs e d e l

suelo,

y su ros t ro s e endurec ió .

«Te

reconozco

b ien», dijo c on broncínea

voz:

«/'tú e r e s e l

asesino

de

Dios D é j a m e

marchar .

No

soportabas

a aquel

qu e

te veía

_ue

te veía

s iempre y

por entero, ¡ tú , e l m ás fe o de los hombr es ¡Tomaste ven-

ganza

d e

es e test igo ››

A s í h a b ló Z a r at us t ra

y

q ui so m a rc h a rs e ; mas e l inexpre-

sable

agarró

un a

punta

de su

ves t i do

y

c omenz ó

de

nuevo

a gorgotear y

a

buscar palabras.

« ¡Q u é d a te ,

dijo

por fin

_

_quédate

¡N o pases

d e largo He ad iv inado q ué h a c ha

fue la

que

te derr ibó:

¡Salve,

Zaratustra,

por estar

de

nuevo

e n p ie

H as ad iv inado,

lo

s é b ien , c ómo s e s iente e l q ue le

mató

_

e l ases ino

d e

D i o s . ¡Quédate

Ve n a

sentar te conmigo, qu e

no

e s

cosa baldía.

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8/17/2019 DELEUZE, Gilles (1965) - Nietzsche (Arena, Madrid, 2000) Impostado

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  Nie tzscbe

tanto como queráis

o

no hagáis

nada:

da igual

todo.

Vuestras secretas conspiraciones han sido

descubiertas,

e l

carce lero os h a es tado

esp iando

últimamente

y

quiere

someteros

a

un

juicio terrible

e n

los

próximos

días.

Le

conocéis, e s duro y

de

ánimo rencoroso. Pero ahora pres tad

atenc ión:

has ta

a hora m e habé is d e s c on oc id o; n o

so y lo

que parezco, sino mucho más:

yo soy

e l hi jo

de l

carcelero

y

puedo conseguir lo

todo

d e él. Puedo salvaros, quiero salva-

ros; pe ro , c la ro ,

sólo

a aquellos

de

vosotros

que

me c r e a n

qu e

s oy

e l hijo de l ca rce le ro ; lo s de más qu e c os e c h en lo s

frutos de su

incredulidad». _

P ue s qué », di jo tras un

s i lenc io

un

preso

de

más

e da d ,

«¿qué

pu ed e importarte qu e

te

creamos o

no

t e c re a m os ? S i

rea lmente eres e l

hijo

y

eres

c apa z d e

lo

qu e

d ices ,

in te rcede

por

todos

nosotros:

sería

realmente

m uy bondadoso de

tu

parte.

¡Pero

deja e s a

pala-

brería a ce rc a d e c ree r

y no

creer l» ._ _ « Y y o», interrumpió

un

joven,

« n i s i qu ie r a

le

creo: no e s sino a lg o q ue s e

le

ha

m et ido

e n la cabeza.

Apues to

a

qu e dentro de

un a

semana

todavía nos

e n c o nt ra m o s a q uí

ju s to i gu a l

qu e hoy

y

que e l

carce lero

no sabe

nada».

_

Y s i

algo

supo, ya

no lo

sabe»,

dijo e l último

de

los presos qu e

justo

en es e

momento

baja-

ba al

pat io ,

« e l carce lero acaba de morir repent inamente».

_ìHola ››, exclamaron

varios

en barullo, «ìholal

¡Señor

hi jo,

señor

hijol,

¿qué pasa

con la herencia?

¿Somos

ahora

a c a s o t u s

presos?»

_

Os lo he

dicho», repl icó

suavemente

e l

interpelado, «dejaré

en l ibertad

a todo

aque l q ue

crea

en

mí,

ta n c ier to

c omo qu e mi padre vive aún.››_os presos

no s e r ieron, pero s e

encogieron

de hombros y lo dejaron

ah í

plantado.

(El caminante

y

su sombra, 84.)

Extractos

nuestro t iempo? D e s d e

luego

que

de modo

m uy d i s ti nt o

a

e s o s catedrát icos de losofía contentos

en su Estado. Casi

le pasa

como s i e s t uv ie r a

perc ib iendo los

síntomas

de

un

completo

extermin io y

desarraigo

de

la

Cultura,

cuando

piensa

en

e s a

universal pr isa y

en

e s a creciente velocidad de

caída,

en e l

c e s e de toda

sosegada contemplación

y

s impl i -

c id a d. L as

aguas

de la rel igión ya no uyen y dejan

tras

de

pantanos

O estanques; las naciones s e d iv iden de nuevo

c on inus i tada

hostilidad

ans iando

despedazarse.

L as c ie n-

c ias,

c u lt iv a d a s s i n

ninguna

m e d i d a y en la

m á s c ie g a

espe-

c ie de

laisser faire,

d es t ro zan

y disue lven

toda creenc ia

firme; los estamentos y lo s Es tad os cu l t ivados s on arrastra-

dos

po r

una economía f inanciera grandiosamente displ i-

cente .

Nunca

fue

e l

mundo

más

mundo,

nunca

fue

ta n

pobre en amor y

bondad. Lo s

estamentos cultos

h an

deja-

do de ser

faros

o

asilos

en

med io

de toda

e s a

mundanal

inquietud;

ellos

mismos dev i enen

cada d ía más

inqu ie tos,

má s carentes

de

ideas

y de

amor.

To do s i rv e a la barbar ie

venidera, e l a rt e y la

cienciafactuales inclusive.

El hombre

cult ivado ha degenerado hasta

converti rse

e n e l mayor ene-

migo de la cultura, pues

que

pretende-

escamotear

mendo-

samente la universal enfermedad y

e s

un obstáculo para los

médicos. Esos pobres

bribones

exhaustos s e exasperan

cuando

un o

habla

de su

debi l idad

y

combate

su

nocivo

espír i tu mendaz. Muy gustosamente

quisieran

hacernos

c re er que s on

ellos quienes s e habr ían l levado

la

palma

superando a

todos

los

siglos,

y

s e agitan c on artificioso

regocijo.

[...]

Pero, por

s i

fuera parcial

e l

h e c h o de destacar solamente

la

debilidad

de

las l íneas y e l apagamiento

de

los co lores e n e l

cuadro de

la

v id a m od e rn a,

la segunda

parte

en

cualquier

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8/17/2019 DELEUZE, Gilles (1965) - Nietzsche (Arena, Madrid, 2000) Impostado

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Nie tzsche

caso

no

e s e n nada más grata,

s ino tanto

más inqu ie tan te .

H a y ah í de cierto

fuerzas, fuerzas

tremendas, pero

salvajes,

primigenias

y

absolutamente

despiadadas. Se

las

mira c on

desasosegada espera,

como s i

s e

mira ra dent ro

d e l c a ld e ro

en la

cocina de

un a

hech icera:

en

cualquier ins tante

pue-

de n

ah í

saltar chispas y centellas, anunciando terr ibles apa-

r i c iones.

D e s d e hace un s ig lo n o

estamos

preparados más

qu e

para c onmoc iones funda ment a les ;

y

s i

rec ien temente

s e intenta

cont raponer la

fuerza

constitutiva d e l l lamado

listado nac ional a esta profundísima

t endenc ia

moderna

a

desmoronarse o a estal lar, s in

e m b a rg o, a q ué l

no será por

m u c h o tiempo

otra cosa qu e

e l a ument o d e

la insegur idad

y la intemperie

universales.

No n os e ng añ a e l h e c h o de qu e

los

individuos

part iculares

s e

compor t en

c omo

s i

no

sup ie-

ra n nada de todos estos temores: su inquietud revela cuán-

to s a be n a c e rc a de el los;

p iensan

e n

sí mismos

c o n t a ma ñ as

precipitación y

exc lus iv idad

c omo

nunca antes

habían

pensado

en sí mismos los

hombres ,

construyen y p la n ta n

para su d ía de hoy, y la

caza

de

la felicidad nunca será

mayor que

cuando

h ay que

atraparla

entre

h oy

y mañana:

porque

pasado

mañana acaso

toque

a

su

n

cualqu ier

t em-

porada de caza. Vivimos e l

per íodo

de lo s á tom o s ,

d e l caos

atómico.

(Consideraciones

intempestivas, Schopenhauer

c omo

educador,

4 .)

4 .

EL

PiLósoPo, PisióLOoo Y M E D I C O

Es

la

fase

de la

modestia d e la

conciencia.

Al n entendemos

al yo

consc iente mismo

sólo c omo un instrumento al ser-

vicio de e s e superior

intelecto

comprensivo: y

entonces

E D C l L V ó l C l L [ ) S

t ienden

a

la

conservación

y

a

la

elevación

de valor de la

v id a : ta nt o c omo mult ip li c a dor

de

la miser ia c ua nt o c om o

conservador

de

todo

lo miserab le

e s

un instrumento

capi ta l

para

in tens icar

la

d é c a d e n c e

_

la

compasión

persuade

de

la

nadal.. N o s e dice «nada››: s e d ice,

en

su lugar, «más

allá»

;

o «Dios› › ; o

« la

vida verdadera» ; o nirvana,

r edenc ión ,

b i e -

naventuranza...

Esta inocente

retór ica, nacida

de l reino

de

la

id iosincrasia

religioso-moral,

aparece

mucho

m e n o s

ino-

cente ta n

pronto

c omo

s e

comprende

cuá l e s

la

t endenc ia

qu e aquí

s e envuelve

e n

e l manto de palabras s ub l imes :

la

tendenc ia

hosti l a la v id a . [ ...]

El

concep to cr is t iano

d e Dios_Dios como Dios d e los

enfermos, Dios c omo araña, Dios c omo

espíritu

_s uno

de

los conceptos

de

Dios

má s

corruptos

a

que

s e

ha llegado

en la t ierra; ta l ve z represente incluso e l nive l má s bajo en

la evolución descendente de l t ipo de los dioses. ¡D ios dege-

nerado

en

contradicción d e

la

vida,

en lugar d e s er su t ransfi-

gurac ión y

su eterno

sí ¡En

Dios, anunc iada la hostilidad

a la

vida, a

la

Natura leza,

a la voluntad

de

vida ¡D ios, la

fórmula de toda

calumnia

d e l

«más acá», de toda mentira

de l

«más allá››

¡E n

Dios ,

d iv in izada la

nada,

canonizada

la

voluntad de nadal. . (El Ant icr is to, 7 y 18.)

1 9 . UN A P R I M E R A V E R S I Ó N D E «Dios H A M U E R T o »

Lo s presos._

Una

mañana

sal ieron

los p re s os a l pat io

de

trabajo:

e l guard ián no estaba. Lo s unos, como e ra s u c os -

tumbre,

s e

pus ieron a t raba jar ensegu ida,

los

o tr os p e r m a-

nec ían

d e

p ie

ociosos

y

miraban

e n torno a l taneramente.

Entonces s e

adelantó un o y dijo

e n

vo z

alta: «Trabajad

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8/17/2019 DELEUZE, Gilles (1965) - Nietzsche (Arena, Madrid, 2000) Impostado

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N

ietzscbe

hombre

pref iere

querer

la

nada

a

no querer... (La

g e n e a l o g í a

de la

moral,

III,

28 . )

D )

D E L

N 1 H 1 L 1 s M o

A L A T R A N S M U T A C I Ó N

« El nihilismo ve nc id o por sí

mismo» (* l887) .

1 8 .

Dios Y E L

N 1 H 1 L 1 s M o

S e

l lama

al

cr is t ianismo

la

rel igión

de

la

compasión.

_

a

compasión

e s

ant i tét ica de

los afectos

tonicantes, que

ele-

va n la energía de l sent imiento

vital:

produce un efecto

depres ivo . [...]

Ella conserva

lo qu e

está

m aduro

p a ra p e re -

cer,

e l la op one r es i s tenc ia

e n pro de

los

de s h e re da dos

y con-

denados

de la

vida, ella

le

da a

la vida misma, por la abun-

dancia de

c o s a s

malogradas de toda

especie

que r e t i e n e

en

la

v ida , un sombrío y dudoso

aspecto.

Se h a

osado

llamar vir-

tu d

a la

compasión

 _ en toda moral

distinguida

s e

la

con-

sidera

un a

debi l idad _ ,

s e ha

id o

má s allá,

s e

ha

h e c h o de

ella la

vi r tud,

e l sue lo

y

origen

de

todas

las

virtudes

_

ólo,

claro está,

y esto

h ay

que

tenerlo s iempre

presente,

desde

e l

punto de vista de una losofía

que

era

nih i l is ta, que inscri-

bió

e n

su e s c udo

la negación de la

v ida.

Sc hop enha uer esta-

ba en su de re ch o al dec i r: med iante la

compasión

la vida e s

negada, e s h e c h a má s

digna de

se r negada_a c o m p as i ón e s

la p ra x is

d e l nihilismo. Dicho un a

ve z m ás :

este

instinto

depres ivo

y

contagioso obstacu liza aquellos

inst intos que

EDCLVGCLIIS

podemos preguntar s i todo querer consciente,

s i

todos

los

nes conscientes,

s i t od a s

las estimaciones de valor

no

son quizá

sólo medios c on los qu e de be alcanzarse algo esenc ia lmente

distinto

de

lo

qu e

parece

den t ro

dela

conc ienc ia .

A

nuest ro

parecer s e

t rata

de

nuest ro

placer

y

displacer 

e r o p la c e r y

d isp lacer

podrían se r

med ios e n virtud

de

los cuales

tendrí-

a mo s q ue r e ali z ar a lg o q ue r e s id e fu e r a

de

nues t ra

conc ien-

c ia. ay qu e

m ost ra r

has ta qu é punto todo lo

consc ien-

te

permanece

en la superficie: qu é

dis t intas

s on la acc ión

y la

ima gen

de

la acc ión, qu é poco

s e

sabe

de lo

q ue p re c e de a

un a

acción:

qué

fantásticos

son nuestros

sentimientos

de

«l iber tad de la

voluntad»

o de

«causa y

efecto»:

cómo los

pensamientos s ólo s on im á ge ne s , c ómo las p a la b ra s s ó lo

so n

signos

de

pensamientos:

e l

carácter

inescrutable

de

t od a a c c ió n: la

supercialidad

de toda

alabanza

y censura:

de qué

manera ta n

esencial

e s invención e imaginación aquel lo

e n

lo

qu e vivimos c o ns c i e nt e m e n te , c ó m o e n tod as nues-

tras

palabras hablamos

de

invenc iones

(también

afectos), y

c ómo la

trabazón

de la humanidad es t r iba en un transmitir

y en

un

p e rm a n e nt e fa b u la r

estas

i nv e n c io ne s : m i e n tr a s

qu e

e n e l fondo

la

ve rd ad e ra

t rabazón

(por

procreac ión)

sigue su

camino

desconocido. [...]

En

un a palabra:

d e lo qu e quizá s e t ra ta en toda

la

evolu-

ción d e l espíritu

e s d e l cuerpo: e s la

h is tor ia dev iniendo

sensi-

ble d e l h e ch o de l a fo rmación de un

cuerpo

superior. Lo orgá-

nico

escala aú n

a

grados super io res . Nuestra avidez de

c on oc e r la

Natura leza

e s un m e d i o por e l qu e e l cuerpo

quiere perfeccionarse.

O

má s

aún:

s e hacen

cientos

de

miles

de

exper imentos

para modicar

la

alimentación, e l

m o d o de habitación y de

vida

d e l c ue r po : la c o nc ie n c ia y

las

estimaciones de valor

en

él ,

todas las

es pec ies de placer

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8/17/2019 DELEUZE, Gilles (1965) - Nietzsche (Arena, Madrid, 2000) Impostado

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Nietzsche

y disp lacer son indicios

d e

e s t a s modificaciones y experimentos.

Aln

no s e

trata en

absoluto

d e l

hombre:

él d e b e

se r superado.

(*l883)

5 .

EL

P I L O S O E O ,

I N V E N T O R

D E P o s i B i L 1 D A D E s D E

viDA

Ahora

bien,

hay

vidas

en las que las dif icul tades s e acre-

c ien tan

has ta lo

t r emendo,

las vidas de los

f i lósofos; y

e s

prec iso

escuchar

a te ntame nte cuando s e cuenta

algo

de

esto,

pues

aquí un o

s e

entera

de

algo

q ue a ta ñ e a

posib i l ida-

d e s

d e la

vida,

cuya sola not icia

trae

d icha y fuerza, derra-

mando

luz

sobre la

vida

de

los

que

vienen

después;

aquí

todo e s ta n

invent ivo,

ta n medi tado, ta n temerar io

y

deses-

perado,

a

pa r que

pleno

de esperanza,

como

por caso los

viajes d e los

más

g ran d es n aveg antes ; y e n ver da d

t rátase

t amb ién

d e

algo

de

la m i s m a

e s pe c ie , d e

c i rcunnavegar los

más apartados

y peligrosos ámbitos de la v ida . Lo

sorpren-

den t e

de tales

v idas

res ide en

qu e

dos

impulsos

hos t i les ,

qu e empu jan e n d i recc iones dis t in tas , s on

aquí

forzados

a

marchar en cierto

modo

bajo u n ú nic o yugo; e l impulso

que

quiere e l conocimiento t ie n e u na y o tr a ve z

q ue aban-

donar

e l suelo

s ob re e l q ue

v ive

e l

hombre

y

aventurarse

en

lo incierto, mientras

que e l

otro,

que

quiere

la

v ida , t iene

un a

y

otra

ve z q ue m ov e rs e a t i entas has ta

un

sitio

más

O

m enos seguro en el

que

quepa

tenerse. [ ...]

Por este

motivo, no

me

c ans o d e proponer a

mi a lma una

serie

de

pensadores,

de

los

cuales cada

uno singularmente

porta en

sí aquella

incomprens ib i l idad y t iene q ue desper -

ta r

aque l asombro en lo

q ue toca

a la mane ra precisa en

que

E D C Í L V G I C I O S

1 7 .

CóMo E L

N 1 H 1 L I s M o

T R I U N F A E N

L A

voLUNTAD D E

P o D E R

La falta de sent ido de l

sufrimiento, no e l sufrimiento,

era

la

maldic ión que hasta ahora estaba extend ida

s ob re la

humanidad_ly

e l

i dea l

ascético

le

brindó

a

é s t a

un sent ido

Fue

hasta ahora e l único sentido; cualquier sent ido e s

mejor que

ningún sentido;

e l

idea l

ascét ico

era,

en

todos

los

aspectos, e l

« ƒ a u t e de nueux» par excellence h a b i d o

has ta

ahora. [...] Esta interpretación

_qué

duda cabe

t rajo

consigo

nuevo sufrimiento, más profundo, má s íntimo,

má s

venenoso,

má s corrosivo de la vida: situaba todo sufr i-

miento

bajo la perspectiva

de

la

culpa...

M a s ,

a

pesar

de

todo

ello_l

hombre

quedaba

as í

salvado,

tenía un sentido, en

adelante no era

ya como

una

hoja

al viento,

como

una

pelo-

ta c on la q ue ju e ga e l absurdo, e l «s in-sent ido», e l hombre

podía ahora querer

algo

_or e l momento era ind i ferente

h a c ia d ó nd e ,

para

qu é o

c on q ué

q u is i e r a : l a vo lun ta d

misma

estaba

salvada.

Uno

no

puede

ocultarse s in más qué

e s lo qu e

propiamente

expresa

todo

aquel q uer e r

que h a

recibido

su

di recc ión

de l

i deal

ascét ico: e s e

odio

contra

lo

humano,

má s

aún, contra lo

animal, má s

aún,

contra

lo mate r ia l, e s a

repugnancia

hac ia

los

sentidos, h ac ia la razón

misma,

e l

miedo

a

la fel icidad y

a

la bel leza,

e s a

apetencia de

apartar-

s e

de t oda a p a ri enc ia , camb io , deveni r , muer t e , deseo,

ape-

t e nc ia m i s m a_todo

es o

s ign ica, at revámonos a

c om-

prender lo, un a voluntad

de

la

nada,

un a

avers ión cont ra

la

vida,

un

revolverse contra

los presupues tos má s funda-

mentales de

la

vida, pero e s , y

sigue

s iendo, una voluntad  . .

Y para d e c i r d e nuevo al nal

lo

qu e

d i jera

al principio: e l

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Nie tzsche

un

autor,

o,

c on

mayor

exact i tud

aún, un autor culpable

receptivo al sufrimiento_n una

palabra, cualquier cosa

v iva s ob re la que

pode r

descargar

con

cualqu ier

pre texto,

de

obra

o

in

eígie,

sus

afectos:

pues la

descarga de

los

afec-

tos

e s e l máximo intento

de

alivio, e s

dec i r , de

anestesia por

parte

de l

que

sufre,

su

involuntariamente anhe lado narcó-

tico

cont ra

cualquier e s pe c ie d e

pena. La verdadera causa-

l idad

fisiológica

de l

resent imiento,

de

la venganza

y de sus

af ines s e

h a

de encont ra r ,

según yo me malicio, ún i camen-

te e n esto,

a

saber,

en

un a apetenc ia de anestesiar e ldo lo r

po r

e l a e c t o . [...] Lo s

que

sufren

t i enen,

todos el los, unas

espan-

tosas d i spos i c ión

e

inventiva e n

hallar

pretex tos para afec-

tos

dolorososg disfrutan ya

de

su

suspicacia, de

su cav i lar

sobre

ru indades

y

aparentes

pe r jui c ios , r evue lven

las

ent ra -

ña s de su pasado

y de

su presente en busca

de

oscuras y

equivocas h is tor ias donde s on l ibres de e n tr e ga rs e a l goce

d e

un a sospecha torturadora y

de embr iagarse

c on

e l

pro-

pio

veneno

d e la maldad_

bren

las

más

viejas

her i da s ,

s e

desangran por

c ica t r i ces

curadas

m u c h o

tiempo atrás, con-

vierten e n ma l hec hor es al amigo,

a

la

mujer ,

al hijo

y

a

todo

lo

qu e le s e s más

cercano.

«Y o s u fr o: h a y alguien

qu e

t iene

qu e se r

culpable

de

ello»_sí piensa toda oveja

m órb ida .

Pero su pastor, e l

s a c e rdote a s c é t ic o ,

le d ic e : « ¡B ie n está,

oveja

míal,

h a y

alguien

qu e

t iene

qu e

se r

culpable

d e e s to:

pero

misma eres es e alguien,

m i s m a

eres

la

ú ni c a c u l-

pable de

esto

_

tú misma e r e s la única

culpable d e t i . f ' › › . . .

Esto

e s bastante audaz, b as tante f also : p e ro c on

ello

s e

h a

conse-

guido

al menos

un a cosa,

c on

ello,

c omo queda d i cho, la

dirección

de l

resentimiento

h a s i do_ odi f icada. (La gene-

alogía dela

moral,

III, 15.)

EXÉTGCIOS

encont rara su

posibilidad de

v ida :

a

saber,

los p e ns adore s

que

vivieron

en el

t iempo

má s vigoroso

y

má s

fecundo de

Grec ia ,

en el

siglo anterior

a

las

guerras

médicas y

en e l

transcurso

de

éstas:

pues

que

estos

pensadores descubr ie -

ro n incluso b e l l a s posibilidades

d e

la vida; y

a

m i parecer

olvi-

daron

los

griegos

que vinieron

después lo mejor de ello: ¿y

qué

pueblo

p od r ía d e c i r

hasta ahora

haberlas

descubie r to

de nuevo? [...]

La

t ar ea q ue

h a

d e cumplir e l

f i lósofo e n

e l

seno de un a

Cultura

verdadera

cuya

índole

e s conforme a

un

est i lo uni-

tar io

no puede, desde nuestras circunstancias

y vivencias,

se r a d iv in ad a s in más,

porque

n os o tr os n o poseemos ta l

Cultura.

Al

contrario,

sólo

una

Cultura

c omo

fu e la g rie g a

pu ed e r es p onder

a la pregunta

por

es a

tarea

d e l

filósofo;

sólo una Cultura a s í puede,

como

he dicho, leg i t imar la

filosofía

e n

general ,

porque

sólo

ella sabe y

pu ed e

demos-

trar por qu é y c ómo e l

lósofo

no e s un caminante cual-

quiera que,

po r

casualidad, anda errando

ta n

pronto

po r

un

sitio

c omo

por

otro.

Hay

un a

férrea

n e c e s id a d q ue

encade-

na al

filósofo

a

un a

ver da der a Cultura; pero ¿qué ocurre

cuando es a Cultura

no

existe? Entonces e l

lósofo

e s un

cometa imprev is ib le,

que

por ello infunde temor, mientras

qu e

e n

caso

fa v or ab le lu c e c o m o

un

astro

principal

e n e l

s is-

t ema

solar de

la Cultura. Los

griegos legitiman al

lósofo

porque

sólo

ent re ellos no e s

un cometa .

(*l875 y

La loso-

fía

en la

época trágica

de

los

griegos.)

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Nietzsche

6 .

EL

E I L O S O P O

L E G I S L A D O R

Insisto e n que

s e deje

po r

fin de

confundir a los

obreros

losócos

y ,

en

general,

a

los

hombres

cientícos

con los

fi lósofos-

n

que justo aquí s e

r igurosamente

« a

cada

u no lo suyo», y no demasiado a unos,

ni

demas iado

poco

a

otros. Acaso

s e a menester

para la

e d uc a ci ón d e l v e rd a d e ro

lósofo qu e él

mismo

t amb ién h a ya e s ta d o alguna

ve z

e n

todos esos grados donde

sus

se rv i d ores , lo s obreros cientí-

f icos

de

la losofía, s e

quedan

 onde t ienen que quedar -

s e ; él mismo

quizá

t iene que

h a be r s id o

c r ít ic o y escépt ico

y dogmát ico

e h is tor iador y ,

además,

poeta

y coleccionista

y v ia je ro y adivinador

de

en igmas

y

moral is ta y

vidente

y

«es p ír it u l ib re»

y

c as i d e

todo,

a

fin

de

r e cor re r

d e

parte

a

parte

e l

orbe

de los valores y de los sent imientos de valor

humanos,

y

a fin de

poder mirar con ojos

y conciencias

múl-

t iples

d es d e

la

altura

hac ia toda le janía,

d es d e

la profundi-

dad hac ia

toda

altura,

desde

e l

r incón

hacia toda

vastedad.

Pero

todo

esto sólo

son

condiciones

previas

de su tarea:

esta

tarea,

por

su parte,

quiere

algo distinto x ig e q ue él c r e e

valores.

Esos

obreros losócos , s ig u iendo

e l

noble

mode lo

de

K a n t

y de

Hegel,

t i enen

que

fijar y compr imi r

en

fór-

mulas

cualquier

gran

cont ingente

de estimaciones de valor

-

s

decir,

de

antiguas

p o s i c i o n e s

de

valor,

de

creaciones

de

valor que llegaron

a

se r dominantes y

que

p or un t iempo

son l lamadas

<<verdades››

 a e n e l reino

de

lo lógico, ya e n

e l

d e lo

polí ti co (de

lo

moral ) ,

ya

e n e l

de lo artístico.

A

estos

invest igadores

les

incumbe

tornar abarcab le , pensab le ,

apre h e ns ib le , mane jable todo

lo hasta

ahora

oc ur rid o y

es t imado, a c o rt a r t od o lo largo, e s

más,

« e l t iempo» m ism o,

y

sojuzgar

e l pasado entero: un a

inmensa

y maravi l losa

E3ClLl'ólC¡;0S

de

la

mentira 

lla e s un a d e s us condic iones

de

conser-

vación. (Ecce H o mo , « E l nacimiento de

la t raged ia», 2 .)

1 5 . C O M O L A S F U E R Z A S R E A C T IV A S T R I U N F A N :

E L

R E S E N T I M I E N T O

La

rebel ión

de

los esc lavos en

la

moral s e inicia

cuando

e l

resentimiento

m i s m o

s e v u e lv e c r e ad o r

y alumbra

valores: e l

resentimiento d e aquellos seres a quienes le s está Vedada la

auténtica r e ac c ió n, la de l

acto,

y que sólo s e

resarcen

m e d ia nt e un a venganza imag inar ia . Mientras qu e toda

moral distinguida nace

de

un triunfante sí d i c h o

a

un o

mismo,

la

moral

de

los

esclavos

de

a nt em ano d ic e no

a

un

< < a f ue r a ›› , a un < < o t r o › › , a un

«no-uno-mismo»,

y

e s t e no

e s su

a ct o c re a do r.

Esta inversión

de

la mirada qu e establece

valores 

s te necesario

dirigirse hac i a

fuera en lugar

de

volverse

hacia sí

-

er tenece

precisamente

al resenti -

miento:

para

surgir,

la moral

de

los

esclavos

necesita

s iem-

pre pr imero de un mundo

contrapuesto

y externo, necesi-

ta , hablando f is io lóg icamente, de

estímulos

externos para

poder s iquie ra ac tuar-

u acción e s , de raíz, reacción. (La

genealogía de la moral, I, 10. )

1 6 . C O N T I N U A C I O N :

L A M A L A

C O N C I E N C I A

O E L

V O L V E R S E

C O N T R A

S i

El

sacerdote

e s e l

q ue m od ifi ca

la dirección d e l re s e nt i-

miento. Y e s que todo el que

sufre

busca

inst int ivamente

un a causa de su

sufrimiento;

O ,

dicho c on

más prec is ión,

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Nietzsche

1 4 . D O S O U A L I D A D E S D E

L A

V O L U N T A D D E P O D E R :

A P I R M A C I O N

Y

N E G A C I O N

Y O

fui e l pr imero en Ver

la

autént ica antí tes is

-

l

ins t in-

to

degenerativo, qu e s e

Vuelve

contra

la

Vida c on

subter ránea

avidez d e Ve ng anz a (

-

l crist ianismo, la

losofía de

Schopenhauer, en

cierto sent ido

ya

la losofía

de

Platón,

e l

i dea l i smo en t e r o, c omo for ma s t íp i c as ) , y un a

fórmula de

la

ag/irmación suprema, nac ida de la abundanc ia , de la sobrea-

bundancia, un dec i r sí s in

reservas

aun al sufrimiento,

au n

a la cu lpa misma, aun

a

todo

lo problemát ico y extraño de

la

existencia... Este

úl t imo,

sumamente

gozoso,

suma-

me nte a r rogan te

en su exuberancia d i cho

a

la Vid a

no

e s

sólo la in te lecc ión suprema, sino también la m á s honda, la

má s

r ig u rosamen te conrmad a y

sosten ida por

la

Verdad

y

la

ciencia.

N o hay q ue s us tr ae r n ad a de lo que

e s ,

nada e s

prescindible -los aspectos de la existencia

rechazados po r

los

cr is t ianos y

por

otros

nihilistas

per tenecen

inc luso a un

orden

infinitamente super ior, e n la

jerarquía

de los Valores,

qu e

aquel lo

qu e

e l instinto d e décadence

pudo lícitamente

d ar por bueno,

l lamar

bueno. Para cap tar

es to

s e neces i ta

arrojo

y,

c omo

condición

de

é l,

un

exceso de

fuerza:

pues

un o s e

acerca a

la V e rd a d

exactamente

e n la m e d i d a e n qu e

al

arrojo le e s

l íc i to os ar

ir h a c ia d e la n te ,

exactamente e n

la

i ned ida

de la f ue rza . El conocimiento, e l

d e c i r

s í a

la real i-

da d ,

e s un a

n eces i d ad para e l

fuer te , as í como

son

un a

nece-

sidad

para e l

débi l ,

b ajo la inspiración de

la

debi l idad, la

cobardía y

la hu ida de la

realidad 

l

«ideal»... Lo s

segun-

dos no son dueños de conocer: los décadents t ienen necesidad

E D C I L T Ó I C I O S

tarea en

cuyo servicio seguramente todo

orgul lo sut i l,

toda

voluntad tenaz podrán sa t is face rse . Los auténticos filósofos

e m p e r o s o n

mandantes y l e g i s l a d o r e s : d icen «ìasí d e b e ser ››,

ellos

solos

de te rm inan

e l «hac ia

dónde»

y

e l

«para qué »

d e l

se r humano y , al

hacerlo,

disponen de l trabajo previo

de

todos los obreros losócos, de todos los sojuzgadores de l

pasado

-

xtienden su mano c readora para

coger

e l futu-

ro ,

y

todo lo qu e e s

y

lo qu e

fue

s e convier te para e l lo s e n

medio ,

en

instrumento, e n martillo. S u

«conocer› ›

e s crear,

su c rea r e s legislar, s u voluntad

de

ver da d e s oluntad d e

poder.

 

Exis ten hoy tales fi lósofos? ¿ H u b o

ya

tales

ló-

sofos?

¿N

O t i e n e

q u e

haber tales

fi1ósofos?..

( M á s

allá

de l b i e n

y

de l

mal,

VI,

21 1 ) .

B )

D I ó N I s O s

F I L O S O F O

«El

héroe e s jovial, he

aquí

lo que h a

escapado

hasta ahora

a lo s a ut or e s

trágicos.››

(*

l 882)

7 .

DióNisOs

Y

A P O L O :

S U cONciLiAcióN ( L O T R A G I O O )

Habremos ganado

m u c h o

p ar a la c ienc ia esté t i ca cuando

hayamos

lle gado no

sólo a

la

intel igencia

lógica,

sino

a

la

seguridad

inmedia ta de la in tu ic ión de que e l progresivo

desenvolv imiento d e l a rt e

está l igado

a la dupl ic idad

delo

apolíneo

y lo

d ion is íaco: de

manera similar a c omo la

gene-

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8/17/2019 DELEUZE, Gilles (1965) - Nietzsche (Arena, Madrid, 2000) Impostado

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Nietzsche

ración d epen d e de

la dua l i dad

d e

los sexos, ent re los cuales

hay

u na lu c h a continua y

sólo

pe r iód i camen te

s e

produce

la reconci l iación. Esos nombres los adoptamos de los grie-

gos,

los

cuales

hacen

perceptibles

para

e l

hombre

perspicaz

las profundas doc t ri nas s ecre ta s de

su

vis ión

de l

arte,

no,

c ier tamente,

en conceptos, sino

en

las

guras penetrante-

mente

claras de l

mundo

de s u s dioses. Co n sus

dos

divini-

dades de l

arte,

A p olo y

Diónisos,

enlázase nuestro conoci -

miento de que

en

e l

mundo

griego existe u na t re m e nd a

ant í tes is ,

e n cuanto

a or igen y

metas ,

ent re

e l

arte gurati-

vo,

arte

apolíneo, y

e l

a rte no

f igurat ivo de

la m ús ic a ,

en

cuanto

arte

de

Diónisos: es tos dos

i mp uls o s t an dist intos

marchan

e l un o al

la d o d e l

otro, la mayoría de las

veces

en

a b ie rt a d is c or dia e nt re

y

exc i tándose

m utuam ente

a

alumbrar

obras cada v e z n ue v as

y

más v i go ro sas , pa ra e n

ellas perpe tuar la

l u cha de aquel la

antí tes is

qu e

la p a la b r a

«arte››,

común a ambos, s a lv a s ó lo a p a r en t ement e ; has ta

que, al

fin,

por un

por ten toso

acto metaf ís ico de

la «volun-

tad» helénica, s e presentan apareados entre sí y en e s e apa-

reamiento acaban engendrando la

obra

de arte a un t iempo

d ionis íaca

y apolínea

de

la t ra ged ia

át ica.

Para hacer visibles e s o s dos impulsos, pensémoslos por de

pronto

c omo los mundos

art ís t icos

separados d e l sueño y

de

la embriaguez;

ent re

los cuales fenómenos f is iológicos s e

observa un a

antítesis correspondiente

a

la

q ue ex is te entre

lo

apolíneo

y

lo dionisíaco. [...] 1

1

N o

podemos c i tar el

desarrollo

de

este

tema.

N ie tzsche

caracter iza

a A p olo p or e l s u eñ o;

la

pro fec ía co mo verdad de l s ue ñ o; la med ida

como l ímite

d e l s ue ñ o;

y

el pr inc ip io de ind iv iduac ión como bella

apariencia.

Caracter iza a Dión isos po r la embr iaguez; l a d es mes ur a

Extractos

impone

s iempre

a

costa

de

innumerables poderes

más

pequenos. [...]

D e s t a c o

tan to

más

este

punto

de

Vista

capi ta l

de

la

metó-

d ica

histórica cuanto que,

e n

e l fondo, va e n

contra de l

ins -

t into y de l gusto de época h oy dominantes, los cuales pre-

ferirían aven i rse inc luso c on

la c a s ua li d ad

absoluta, más

aún, c on e l a b s ur d o m e c a n ic i s ta de

todo

acontecer ,

antes

qu e c on la teoría d e

un a voluntad

d e poder qu e S e juega

e n

todo

acontecer.

La id iosincrasia democrát ica

opuesta a

todo

lo

qu e

domina

y quiere dominar,

e l moderno misar-

quismo

(por

formar un a ma la p a la b r a

para

un a mala cosa)

[...]

hoy ya

penet ra , le e s

lícito

penet rar

paso a paso e n

las

c ienc ias

más

r igurosas, aparentemente

más

objet ivas ;

e s

más,

a m í

me parece que s e ha enseñoreado

ya incluso de

toda la f is iología y

de

toda la doctrina

de

la

Vida,

para da ño

de la misma, como c a e

por su propio

peso,

al escamotearle

un

concepto

fundamental, e l de la

auténtica

actividad.

Por

e l contrario, b a jo la pres ión de aquel la i d ios incras ia s e pone

en el pr imer plano

la

«adaptación››, e s decir, una act iv idad

de segundo

rango, un a mer a r eac t i v i dad , más aún, s e h a

definido

la

vida

m i s m a como un a adaptac ión

interna, cada

ve z más

conven ien te , a c i rcunstanc ias

externas (Herbert

Spencer) .

Pero c on

ello

s e

desconoce

la

esenc ia

de

la

Vida,

su

voluntad

d e poder; c on

ello

s e pasa por alto

la

pr imacía de

princ ipio que poseen las

fuerzas

espontáneas, agres ivas,

invasoras,

creadoras de nuevas

in te rpre tac iones,

de nuevas

d i recc iones y formas,

a

cuyo e f ec to s i gu e lu e g o la «adapta-

c ió n» , c on ello

s e niega

e n e l organ ismo

m i s m o

e l

pape l

dominador

de los S u pre m os

funcionar ios,

en

los

que la

Voluntad

de vida aparece

act iva y conformadora.

(La ge -

nealogía d e

la

moral, II, 12. )

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gg

Nietzsche

muchas « a 1 m a s › › :

por

ello un lósofo

d e be ría a rr og ar se e l

de re ch o de

comprender ya e l

querer

en

dent ro de l hori -

zonte de

la

moral: a saber, de

la moral

en tend ida como doc-

trina

d e las

relac iones

de

dominio

bajo

las

cuales

surge

e l

fenómeno

«Vida››. 

M ás allá

d e l

bien

y

de l

mal, I, 19. )

1 3 . D O S T I P O S D E F U E R Z A S : A C T I V O Y

R E A C T I V O

La «evolución›› de

un a cosa,

de un uso, de un

órgano no

es , según esto,

ni r emotamen te

su progressus

hac ia un a

m eta ,

menos

aún

un

progressus

lógico

y

sumar io, a lc a nz a d o c o n la

mínima profusión

de

fuerza y

de

gastos 

in o

la

Suces ión

de procesos

d e

sometimiento

más

o

menos

profundos,

más

o

menos independ ientes entre s í ,

q ue ju eg an e n ello, a má s

d e las resistencias gastadas en cada caso contra ést os , de la s

metamorfos is

ensayadas

c on e l fin

de

la

defensa

y

d e

la

reacc ión, as í

como d e lo s resu ltad os de

cont raacc iones afor -

tunadas.

La

forma e s uida, pero e l «sent ido› › aú n lo e s

más... Incluso

e n e l

in ter ior de

cada organismo singular las

c o s a s

no ocur ren de manera

dist inta:

con cada

esencial c re -

c imiento

de l todo

s e desvía también e l «sent ido› ›

d e c ad a

un o

de los órganos 

ventualmente

la parc ia l ruina de los

mismos,

su

reducc ión

numéri ca (por

ejemplo, med iante

e l

aniquilamiento de los

miembros intermedios),

p ueden

se r

un s igno

de c re c ie nt e s fu e rz a

y per fecc ión. He

querido

d e c i r qu e

también

la parc ia l

inut i l izac ión,

la

atrofia

y

la

degenerac ión,

la

pérdida d e Sent ido

y conven ienc ia ,

e n

un a

palabra, la

muer te , pertenecen a

las condiciones de l Verda-

dero

progressus: e l

cua l

aparece

s i empre

e n forma d e una

Voluntad

y

d e un

camino hac ia un poder má s

grande,

y

s e

E Z X Í I Z T Ó I C I L O S

Conforme a este conocimiento, hemos de comprender la

t raged ia griega c omo e l

coro dion is íaco

qu e s iempre de

nuevo

torna

a de s c a rgars e e n un apolíneo mundo

de

imá-

genes.

Esas

partes

corales

entretej idas

en

la t ra ge d i a

son,

pues, e n c i e rt o m o d o, e l

seno

mate rno

de

todo e l l lamado

diálogo,

esto

e s , de l

mundo escénico

en

su

conjunto, de l

d r a ma p r op ia m e n t e d i c h o. En

múltiples descargas

suces i -

va s

este fondo originario

d e

la t ra g e d ia

irradia

es a

visión

d e l d ra m a: la cua l

e s e n un

t od o a p a ri c ió n

onírica

y,

e n

es a

m e d i d a ,

d e

naturaleza

épica,

pero que,

por

otro lado, e n

cuanto

objetiv ción

de un

es tado

d ioni s íaco, no

representa

la

redenc ión

apolínea en la

aparienc ia , s ino,

po r e l contra-

rio,

la

ruina

de l individuo

y

su fundirse e n uno

c on

e l se r

originario. El

d r a ma

es ,

por

tanto,

la

a c c ión a p olínea

de

h a c e r sens ib les conoc imientos

y

efectos

dionisíacos.

[...]

Lo s fenómenos

apolíneos, en

los

cuales

Diónisos s e objet i -

va ,

no

son ya « un eterno mar, un

cambiante

va ivén, un

ardien te vivir», como

lo

e s la m ús ic a d e l c oro,

no

son ya

aquel las fuerzas sólo sent idas,

pero no

condensadas en ima-

gen,

e n las cuales e l entus iasmado se rv idor de

Diónisos

barrunta

la

cercanía d e l d io s: ahora son

la

c lar idad y

la

soli-

dez de la forma épica las que le hablan desde la escena,

ahora

Diónisos

no habla ya a través

d e fuerzas,

s ino

e n

cal i-

d ad

de

héroe

épico,

cas i

c on

e l

habla

de

H o m e r o .

(El

naci-

miento

de la

t ragedia,

1

y

8.)

como verdad de la embr iaguez; la

resolución

O

la disolución

de l

indi-

v iduo en

un Fondo or ig ina l . En

la

continuación

d e s u obra,

N ie tzsche

encontrará

otros rasgos para def inir a Diónisos (pero entonces lo

de-

nirá en función

de

otros personajes dist intos

de

Apolo).

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7 g

Nietzsche

8 . DIóNIsOs Y S O O R A T E S :

s U

O P O s 1 c i O N

(LA

D I A L E C T I O A )

Un a

clave

de l

se r de

Sócrates

nos e s ofrecida por aquel

prodigioso

fenómeno

des ignado c omo «daimónion de

Sócrates».

En

situaciones especiales, cuando

su

t remendo

intelecto

vac i laba, encont raba

un

firme sos tén grac ias a

un a

voz divina qu e e n ta le s momentos

s e

expresaba. E s ta v oz ,

c u an d o v ie n e , s ie m p re disuade.

La

sab idur ía instintiva s e

muestra en

esta natura le za e n te rame nte anormal

única-

mente

para

enfrentarse a c á y

allá al

conoce r consc ie nte

poniéndole

trabas.

Mientras

que,

por

e l

contrario,

e n

todos

los hombres product ivos el inst into e s

precisamente

la

fuerza

creadora y

afirmat iva, conduc iéndose la conciencia

de manera

crítica

y d isuas iva, e n

Sócrates

s e convier te e l

instinto e n crítico, la conc ienc ia , en c reador un a verda-

dera monstruosidad pe r defectum [...]

S óc ra te s , e l héroe

dia léc t ico

d e l d r a ma

pl tónico no s

recuerda

a

la

naturaleza

afín d e l héroe eur ipídeo, e l cua l

t iene

que

defender

sus acciones

con argume ntos

y contra-

argumentos,

corr iendo

a s í

tantas

veces

e l

pel igro

de

perder

n ue s t ra c o m pa s ió n t rá g ic a : pues

quién ib a

a desconocer e l

elemento

optimista e n la esencia

de la d ia léc t ica ,

e l c ua l en

cada razonamiento s e ce lebra

a

mismo

c on júbilo

y

no

pu ed e

resp i rar más qu e e n unas frías

clar idad

y consc ien-

cia: e lemento

optimista que,

un a ve z penetrado

e n la t ra ge -

dia, t iene qu e asfixiar

poco a poco

las

regiones

dionisíacas

d e é sta

y empujar la

necesar iamente a la autoaniquilación

-

asta e l salto mortal que acaba en el espectáculo bur-

Extractos

lado,

tenemos e l hábi to

de

no tomar en

cuenta e s a dual i-

dad, de engañarnos

superándola

gracias al

concepto

sinté-

t ico « y o › › ,

s e

ha

adher ido

a de má s a l querer toda

una

cadena

de

conclusiones erróneas

y ,

en

consecuencia,

de

valoracio-

nes falsas

de la voluntad

misma

-

e manera

que e l

volen-

te c re e d e buena

fe que e l

querer b a s t a para

la

acción. Y por-

que e n la i nmens a

mayoría

de

los casos sólo s e h a que r i do

cuando e ra

dable

esperar

también

e l e fe c to de l

mandato,

esto

es , la obed ienc ia ,

esto

es , la a c c ión , por eso

sucede

qu e

la

apariencia

s e

h a

traducido e n

e l

sentimiento

de

qu e

habr ía

a h í u na

necesidad

d e l

efecto;

e n s um a, e l

volente

cree ,

c on un c o ns i d e ra b le g ra d o

de

segur idad, qu e voluntad

y

acc ión s on de a lg ún m od o

un a

sola cosa -

atribuye

e l

éxito,

la

e je c u ció n d e l

querer ,

todavía

a

la

voluntad

m i s m a

y disfruta

c on

ello

de

un

aumento

de es e sentimiento de

p o d e r

qu e todo

éxi to

compor ta .

«Libertad de la voluntad»

 

a l e s la expres ión para des ignar es e

múltiple

es tado pla-

c e nt e ro d e l volente ,

e l cual m a n d a

y

a un tiempo s e

identi-

c a c on e l ejecutor

-

uien, en cuanto tal, disfruta tam-

bién

e l

tr iunfo

sobre las resistencias,

pero juzgando

en su

in ter ior

que e s su voluntad

misma la

que en realidad vence

las res i s tenc ias. A

su

sentimiento

placentero

de

se r

e l

qu e

manda añade a s í e l volente los

sentimientos

placenteros de

los

instrumentos

q ue e je c u ta n , q ue

t i enen éxito,

de las ser-

vic iales

«subvoluntades››

o sub-almas

-

e s

que

nuestro

c u e rp o n o e s

más

que

un a

const rucc ión soc ia l

de

muc ha s

almas -.

L

'ejjïet c 'est moi: ocurre aquí

lo

qu e

ocurre

e n

toda

comunidad

bien

const ru ida y

fe l iz, q ue la clase

gober-

nante s e identifica c on los éxitos de la comun idad.

Todo

q uer e r cons is te

senc i l lamente e n mandar y

obe de ce r , s ob re

la base , c omo queda d i cho,

de

un a

const rucc ión social

d e

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L

Nietzsche

sent imiento de l estado

a donde

t e n d e m o s , e l sent imiento de

es te

«alejarse››

y

de

este

«tender› ›

mis mos , l uego , además,

un

sent imiento muscular acompañante, e l

cual, aunque

no

pongamos

e n

movimiento

«brazos

y

piernas»,

inicia

su

juego,

e n cuanto «queremOs›› ,

m e d ia nte u na

e spe cie d e

h á b it o. A s í pues , a l igual

que

h ay

que

reconocer e l

sentir,

y

un sentir

múltiple, como ingredien te

de

la voluntad, as í

también, e n segundo

lugar,

e l

pensar:

e n

todo

ac to d e

la

voluntad hay un pensamiento que

manda-

y no s e

crea

qu e

s e puede separar

este p e n s am i e n to d e l «querer›› , como

s i

entonces todavía restase la

voluntad

En

t e r ce r

luga r, la

voluntad

no

e s sólo

un complejo

de

s e ntir y pensar, sino

ante todo,

además, un

a f e c t o :

a

saber, e s e

a fe c to d e l

mando.

Lo

que

s e

l lama « l ibe r tad

de

la

voluntad»

e s

esencialmente

e l a fe c t o

d e s u pr e m ac ía c o n

respecto

a

q u ie n t ie n e qu e

obe-

decer:

«yo soy l ibre, “ é l ” t iene que obedece r»

-

st a con-

c ienc ia

s e esconde

e n toda

voluntad,

y

as im ismo

aquel la

t ens ión de

la atenc ión,

aquel la

mirada d e recha f i jada

exc lu-

s ivamente

en una s o l a cosa, aquella incondicional

valora-

ción «ahora s e neces i ta es to

y n o o tr a

cosa»,

aquel la

interna

certidumbre de

qu e

s e obedecerá,

y todo

lo

qu e

además

per -

t ene c e a l e s ta do de l que manda. Un hombre

que

q u i e r e

-

ma nda

a

algo e n é l, algo q ue o be d e c e O de

lo

cual él cree qu e

obedece.

Ahora ,

empero,

nótese

qu é

e s

lo

más

por ten toso

e n

la voluntad

 

n es a cosa ta n múltiple,

para

des ignar la

cual e l pueblo

sólo

t iene un a

única

palabra: e n la m e d i d a e n

que,

e n e l caso

dado,

somos a

un

tiempo

los qu e

mandan

y

los q ue o be d e c e n,

y

que,

e n cal idad

de Obedientes , conoce-

m os los

sentimientos de

coaccionar,

urgir, presionar,

resis-

t ir, mover,

los cuales suelen

comenzar

inmedia tamente des-

pués

d e l

acto d e la voluntad; e n la

m e d i d a

en que, por otro

E D C I L W I C I É O S

gués. Basta

con tener

presentes las consecuencias

de

las

fra-

s e s socrá t i cas: « La virtud e s e l saber ; s e peca

sólo

por

igno-

rancia; e l virtuoso

e s

e l feliz», en

e s t a s

t res formas funda-

mentales de l

opt imismo

reside la

muerte

de

la t ragedia.

Pues

q ue a h or a e l héroe virtuoso t iene que se r un dialéct i -

co, ahora t iene que e x is t ir u n

lazo

necesario y visible entre

la

virtud

y e l saber,

ent re

la

fe

y la moral ,

ahora

la soluc ión

t rascendenta l de la

justicia

dada

por Esquilo está rebajada

al trivial e

insolente principio

d e

la « jus t ic ia

poé t ica» , co n

su habitual deus

ex

machina. [...]

La dia léc t ica optimista

expulsa

de la t ragedia

c on

e l

látigo

de sus

silogismos

a la música : es to e s , destruye la esencia de

la t raged ia , esenc ia qu e ún i camen te

s e pu ed e

interpretar

c om o un a mani fes tac ión

y

u na c o nv e r s ió n en ima gen

de

estados dionis íacos, como

simbol ización

visible

de la músi -

ca , c omo e l

mundo onírico de

u na e m b r ia g ue z d i on is ía c a .

(El nacimiento de la t ragedia, 13

y

14.)

9 . D 1 ó N 1 s O s Y C R I S T O :

S U O O N T R A D I O O I O N

(LA R E L I G I O N )

Los dos

t ipos:

Diónisos

y

e l Cruciƒicado. Hay

qu e

estable-

cer

si

e l

t ípico

hombre

religioso

e s

una

forma

de

décadence.

Los grandes innovadores son todos

s in

excepc ión enfermi-

zos y epi lépticos: pero ¿no omit imos entonces u n t ip o de l

hombre rel ig ioso, e l

pagano? ¿ N o

e s e l culto pagano un a

forma

de

acc ión

de gracias

y

de

armación

d e

la v id a ?

¿N o

tendría que

se r

su má s alto

representante

una apología

y

una div in izac ión

de la

vida?

E l

t ipo de

un

espír i tu entera-

m e n te lo gr a d o y

en éxtasis desbordante.. . Un tipo

q ue r e co -

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Nietzsche

ge

en

sí las contradicciones y lo problemát ico de la

exis-

tenc ia y

lo

red ime.

 

n

este

lugar

coloco

al

D i ón is os d e

lo s g r ieg os :

la

ar-

mación

religiosa de la vida, de

la

vida

entera, no

de

la que

se ren iega y

queda mutilada (e s

típico

que e l a c to s e xu al

desp ie r te

profundidad,

mister io, veneración).

Diónisos cont ra e l «Crucif icado»: a h í t e né is la cont rapos i -

c ión.

No

e s un a di fe renc ia d e l martirio s

sólo

qu e éste

t iene otro sentido.

La

vida misma, s u s eternos fecund idad

y retorno condicionan e l supl ic io , la dest rucc ión, la

volun-

ta d

de aniqui lamiento.. . En e l otro

caso,

e l

padec imiento,

e l

«Cruc icado

c omo

inocente»,

valen

c omo o b je c i ó n c o n tr a

esta

v ida ,

c omo

fórmula

d e su

condena.

S e

adivina

que e l problema e s e l de l

sent ido de l sufr i-

miento:

o un sent ido crist iano O un sentido trágico... En e l

primer

caso

de be se r e l

camino

a un se r

bienaventurado,

e n

e l segundo

vale

e l

se r como

algo lo

suficientemente

bienaventu-

rado para just i f icar aun

una

inmensidad de sufr imiento.

El

hombre t rág ico

arma inc luso e l más amargo sufri-

miento: é l e s

fuer te ,

pleno,

lo

bastante divinizador para

hacer lo.

El

cr is t iano

niega inc luso

la

suer te más

afortunada

sobre la

t ierra:

él

e s

déb i l, pobre ,

lo

bastante desheredado

para sufrir aun en cualqu ier forma

por

vivir...

« E l

Dios e n

la c ruz » e s

una

maldic ión

contra la vida,

una indicac ión

para

redimirse

de

el la; e l

Diónisos d i lacerado

e s u na p ro -

me sa a favor d e

la v ida :

la vida e t e r na ment e

volverá

a

n ace r

y re tornará

de

la d e s t ru c c ió n . ( *1 8 8 8 . )

Erxtrractos

Y po r

úl t ima ve z me habló: < < ¡ O h Zaratustra, tus frutos

están

maduros,

pero tú no e s t á s maduro para tu s

frutos

P or e llo tie ne s que volver de

nuevo a

la s ole d ad : pues

debes

ponerte

t ierno

aún».

-

Así

habló

Zaratustra, II,

« La

má s

silenciosa de

todas las horas››.)

C) FUE R Z AS Y VOLUNTAD D E P O D E R

« S e ha de

d e fe n de r s ie m pr e

a los

fuertes contra

los débi les».

(*1888)

1 2 . P O R U N P L U R A L I S M O

Los

lósofos

suelen hab la r

de

la voluntad c omo

s i

ella

fuera la

cosa

más

conocida

d e l

mundo; es m á s,

Schopenhauer d io

a

entender que

sólo la voluntad

nos

sería

propiamente

conoc ida , conoc ida

de veras y por

entero,

conoc ida

s in sus t racc ión ni

añad idura .

Pero abr igo

e l

pare-

ce r

de que

Schopenhauer, también

en

e st e c as o, no h i zo

má s

que

lo

que los

lósofos precisamente s ue le n h a c er :

adoptó

y

exageró

un

pre juic io popular.

Q uere r

m e

parece

a

m í ante todo

algo

complicado,

algo

q ue só lo

como

palabra e s

un a unidad,

-

justo

en

la

palabra

una

s e

esconde e l pre-

juicio popular, e l

cual

s e h a

ad u eñ ad o

de la s ie m p re

sólo

e s c a s a

cautela

de los filósofos. Seamos, pues,

por

una

vez,

má s

cautos,

seamos << antifi losócos››

-

digamos: en todo

que re r h ay pr imero una plural idad

de

sentimientos,

a

saber, e l sent imiento de l e s ta do d e

donde

nos

alejamos, e l

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Nietzsche

mi

propio

camino y marché po r él; y ,

en

verdad, mis

pies

temblaban

entonces.

Y a s í

me

di jeron:

¡olvidaste

el

camino, ahora

olvidas

tam-

bién

e l andar ››

E nton ce s m e habló

de

nuevo s in v oz : « ¡Q ué importa su

burla Tú eres un o que ha olvidado e l ob ed ec e r: ¡ ah ora

d eb es

mandar

¿ N o sabes quién e s e l

más necesar io

p a ra t od os ? El qu e

manda

algo grande.

Llevar

a cabo

algo grande

e s difícil: pero má s difícil

e s

mandar lo.

Esto e s lo

má s imperdonable en

t i:

t ienes e l

poder,

y

no

quieres dominar».

 

Y

yo

respondí:

«M e

falta

la v oz de l león para mandar».

Entonces

me habló de

nuevo

como un

susurro:

«Las

pala-

bras má s si lenciosas son las que

traen

la tempestad.

Pensamientos

que

v ienen

c on pies

de

paloma dirigen e l

mundo.

Oh

Zaratus t ra ,

debes camina r c omo un a sombra de

lo

que

t iene que venir:

as í

mandarás

y , mandando,

irás po r

delan-

te».

--

Y

yo

respondí:

« M e

avergúenzo».

Entonces

me

habló

de

nuevo

s in

voz:

«Tienes que deveni r

todavía

niño

y

n o t e ne r

vergüenza.

El orgullo de la juventud

está

todavía sobre ti, ta rde te h as

h e ch o jov e n: p e ro quien q ui er a d e v e ni r niño t iene

que

superar

todavía

su juventud». 

Y yo medi té

durante largo

t iempo, y

temblaba.

Pero acabé

po r

dec i r lo que di je pr imero: « N o quiero».

Entonces

sucedió u n r eír alrededor

de mí.

¡Ay,

cómo e s e

reír me

desgarró

las entrañas y m e ra jó e l corazón

Extractos

1 0 . D i ó N 1 s O s Y A R I A D N A :

su

C O M P L E M E N T A R I E D A D

( E L D IT IR A M B O )

[

 

.

 

. . .

 

. .

 

. . _ _ ]

¡Ah ,

ah

¿ Y m e

mart i r izas,

nec io,

mort i f icas mi

orgullo?

D a m e

amor

-q ui én m e

calienta todavía?

¿quién

me

am a todavía?

D a m e cá li d as m an os ,

d am e un b ra s e ro p ar a e l

corazón,

d am e,

a mí,

la más sol i tar ia,

a

quien

el

hielo,

¡ay ,

séptuplo

hielo

por enemigos

incluso,

por enemigos

a

susp i rar

enseña,

da me ,

sí , da te ,

muy c rue l enemigo,

a mí- ¡at i

 . .

¡Par t ió

¡Helo

huido,

mi

único compañero,

mi

g ra n d e e n e m i go ,

mi desconoc ido,

m i dios-verdugo ..

¡ N o

¡vuelve

¡Con

todos

tu s

martirios

Todas m is

lágrimas

corren

hac i a ti su

curso

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O 0

l\J

Nietzsche

y la última l lama

de

mi corazón

para ti s e en c i en d e .

¡ O h , v ue l ve ,

mi

d ios des c onoc ido,

mi

dolor,

m i

últ ima fel icidadl..

(Un rayo. Diónisos

s e

hace visible en un a

belleza

esme-

ralda.)

DIóNisOs

¡ S é

cuerda, Ariadnal..

Tienes ore jas pequeñas,

t ienes

mis orejas:

¡mete

un a

palabra cuerda en

ellas

-

¿N o e s

necesario

odiarse pr imero c ua nd o h a y

que

amarse?

lb

soy

tu laber into...

(*l888,

Di t i rambos de Diónisos. Ret oma do ,

con corre cc ione s

y

añadidos, de

un texto

de

Zaratust ra: libro IV , « E l magO››.)

1 1 . DIóNIsOs

Y

Z A R A T U S T R A :

s U

P A R E N T E S O O

(LA

P R U E B A )

Entonces un habla

me

habló s in

voz: «c'Lo s a b e s ,

Zaratustra?»

Y yo grité

de terror

ante es e susurro, y la

sangre

abando-

nó mi rostro: pero callé.

Entonces

volvió

a

hablarme

sin

voz: «¡Lo

sabes ,

Zaratustra,

pero

no lo pronunciasl»

-

E O C I L V Ó I C I O S

Y

yo respondí por f in,

igual

que un

testarudo: «Sí,

lo s é ,

pero no quiero pronunciarlo ››

Entonces m e hab ló d e nuevo

s in

voz: « ¿ N o quieres,

Zaratustra?

¿Es

e s o

verdad?

¡N o

te escondas

en

tu

testaru-

dez › ›

 

Y yo llo ré y temblé como u n n iñ o, y

di je:

«¡Ay,

ya

lo que-

rría,

ma s

cómo poderlo ¡D ispénsame

de eso ¡Está por

enc ima de

mis

fuerzas ››

Entonces me habló de nuevo s in voz:

«¡Qué importas

tú ,

Zaratus t ra ¡Di tu palabra

y

haz te

pedazos › ›

Y yo respondí:

«Ay, ¿ e s

mi palabra? ¿Quién soy

yo?

Yo

espero a uno más

digno;

no

soy

s iqu iera

digno

de hace rm e

pedazos cont ra él».

Entonces me

habló

de

nuevo

s in

voz:

«¿Qué

importas

tú ?

Para

mí no eres aún

bastante humilde.

La

humildad

t iene

la pie l má s dura de

todas».

 

Y yo

respondí : « ¡Q u é cosas

no

h a

por tado

ya la piel de

mi

humi ldad Yo habi to

al

pie de m i altura: ¿cuál

e s la

altura

de m is c imas? N a d i e

m e lo

h a dicho todavía.

Pero

conozco

b ien

mis

valles».

Entonces m e

hab ló

de nuevo

s in

voz : « Oh

Zaratus t ra ,

quien

ha

de trasladar

montañas

traslada también valles y

hondonadas».

Y

yo respondí :

«Mi

p a la b ra n o

h a

t rasladado aún

monta-

ñas, y lo

que h e

pronunciado no h a

alcanzado a

los hom-

bres .

Y o

c ie r tamente

h e ido

a

los h o m b re s , p e ro t od a v ía

no

h e l legado

has ta ellos».

Entonces m e

hab ló

de nuevo

s in

v oz : « ¡Q ué sabes tú de

e s o

E l rocío

c a e

s ob re la

h ierba cuando

la

noche está

má s

ca llad a qu e

nunca».

 

Y y o r e s p on d í: « E llo s s e burlaron

de

mí cuando

encont ré

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E L ) C l L T ó l C l L O S

A s í h a b ló e l m ás

fe o d e

los h o m br e s. ( As í

habló

Zaratust ra ,

IV , « E l

más

fe o

de los

hombres› › . )

2 1 .

T R A S

L A

M U E R T E

D E Dios ,

ToDAvíA

E L NiHiLisMo

Una ve z qu e un o h a penetrado estas dos

cosas,

que c on e l

deveni r no debe lograrse nada y

que

bajo todo deveni r no

impe ra ninguna gran unidad e n donde le

e s

lícito al indi-

viduo sumerg i rse por

entero,

c omo e n

un

e l ement o d e

s umo

valor,

queda

entonces c omo

escapatoria e l

c ondena r a

todo este

mundo de l deveni r

como

engaño y e l

inventar

un

mundo, s i tuado más allá

d e

aquél , e n cal idad

de

mundo

verdadero.

Pero

e n

cuanto

e l

hombre

cae

e n

la

cuenta

de

la

manera e n que , ún i camen te por

neces idades

psicológicas,

este otro mundo

h a

s i do apañado,

y

de c óm o no t ie ne e n

absoluto ningún d e r e c h o a é l, s urge e ntonc es la última

forma d e l

nihilismo,

la

cual

ent raña la incredul idad

en lo que

toca a un mundo metaisico,_a cua l

s e prohíbe

a sí m i s m a

la

creenc ia

en

un mundo

verdadero. E n esta pos ic ión

uno

admi t e

la rea l idad d e l

d e v e n i r c omo única

rea l idad y

s e pro-

híbe cualquier e s pe c ie d e vía clandestina

que

conduzca

a

t rasmundos o

a

falsas

divinidades

_e ro uno no

soporta

e s t e

mundo

que

ya

no

s e

quiere

negar

_Qué ha ocurrido en

realidad?

S e logró e l sent imiento

d e

la

falta d e

v a lo r c u a nd o

s e comprendió qu e

e l carácter

global

d e

la

ex is tenc ia

no

de be ser interpretado

ni c on

e l

concep to

de «fin››,

ni

c on e l

concep to

de «unidad››,

ni tam-

p oc o c on

el

concepto de « ver da d› ›. Con e llo no s e logra ni

alcanza

nada;

falta

la unidad abarcadora e n la pluralidad

d e l

acontecer:

e l

ca rá c te r d e

la ex is tenc ia no e s «verdadero»,

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Nie tzsche

cs/also..., uno

n o t ie n e

ya

en

absoluto fundamen to ningu-

no para persuad i rse

de

un mundo verdadero.. .

¡in

un a

palabra: las categorías de «n››,

<<unidad››,

« s e r › › ,

con

las

que hemos ingresado

un

valor

añad ido

al

mundo,

s on d e

nuevo retiradas

por

nosotros_ ahora e l mundo s e

presenta falto

de

valor... 1

(*l887)

2 2 .

N E c E s i D A D D E

E S P E R A R

El frenético._N o h ab éis

oído

hab la r d e aquel hombre

frenético

que en

la c la ra m a ña na

q ue precede

al mediodía

e nc e nd ió u na linterna, corrió al

mer c a do y gr i taba

ince-

santemente:

< < ¡ B u s c o a

Dios

¡Busco

a

Dios ››

_

om o

allí

justo estaban

juntos

muchos de aquellos que

no

creen en

l)ios, provocó u na g ra n

r isa.

¿E s qu e

s e

ha perd ido?, decía

uno. ¿S e

h a

ext rav iado c omo

un

niño?,

decía otro.

¿O e s

qu e

s e esconde?

¿Tiene

m i e d o

de nosotros?

¿S e ha h e c h o a

la

m ar ? ¿ H a emigrado?

_sí

gr i taban

y reían en

barullo.

E l f renét ico s a lt ó e n m e d i o de ellos

y

lo s a tr av e s ó c on sus

miradas. «¿A dónde h a

ido a

parar Dios?», gritó, «ios lo

d i ré ¡Nosotros lo hemos

matado

_osotros

y

yo ¡Todos

nosotros somos

sus asesinos Pero

¿c ómo hem o s

h e c h o

csto?

¿Cómo

fuimos

capaces d e

bebernos

e l

m a r? ¿ Q u ié n

nos dio

la e s p on ja

para borrar e l horizonte entero? ¿Q ué

2 Este

texto

r es um e t od a la

h istor ia

de l nih i l ismo según

N ie tzsche y

descr ibe la

última forma de éste: lo que Zara tus t ra l lama « e l último

hombre» (Prólogo, 5 ; y

cf.

Libro

II, «El

adivino››). N o habrá que con-

fundir lo co n

la

forma siguiente, «e l hombre

que

quiere perecer», des-

crito en el texto

23, que marca ya un má s allá

de l

nihi l ismo.

Extractos

hombres má s fecundos de todas las

épocas

Y oír e s o s

lamentos

de los

solitarios

y

trastornados:

«¡Ay,

dadme locu-

ra , oh

Celestes ¡Locura,

para que

por

fin crea

en m í

mismo

¡Dadme

del i r ios

y

convuls iones, luces

y t in ie b la s

repentinas,

espantadme

con

pasmos y

a rd or e s c om o nin-

gún

mortal jamás sintió, con batahola

y

rondar de guras,

h a c e d m e

gemir

y

lloriquear

y

ar ras t ra rme c om o u n

animal:

¡ todo

c on

ta l

de

encont rar la

fe

e n mí

mismo

La duda m e

dev ora, he

matado

la ley, la

le y m e a ng us ti a c om o

un

cadá-

ve r

a un

vivo:

s i

no

s oy

má s q ue la

ley, s oy e l más

in fame

de

los in fames.

El

nuevo

espíritu

qu e h ay e n mí, ¿d e dónde

v iene

s i

no e s d e vosotros?

D e m o s t r a d m e ,

pues, qu e soy

vuest ro; s ó lo la locura me

lo demuest ra».

Y

c on

l iarta lrt-

cuenc ia

es e

fervor

alcanzaba

c on

creces

su

obje t ivo:

en

aquel t iempo en que e l crist ianismo demostró con ma s pro-

fusión su fecundidad en santos y anacoretas, creyendo de

es e

m o d o

demostrarse a

mismo,

h u b o

e n Jerusalén gran-

de s manicomios para santos infortunados, para aq ue llos

qu e habían inmolado su última

p izca

de cordura . (Aurora,

I, 14.)

[NO TA D E L O S ED I

T O R E S : Los

t e x t o s d e Nietzsche ha n sido traduci-

d o s directamente de l

original alemán, s e g u n

la

edición

ya

canónica

d e

Colli y

Montinari ,

d e

la q u e

aún no s e

disponía

e n

1965 ,

cuando

D e l e uz e r e a li z ó e s t a selección.]

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| ,U Nie tzsche

genio

le

h a toc ad o,

en lugar

de un grano de

c o rd u ra , u n

grano

de la e s pe c ia d e la locura, a

todos

los hombres de

otros t iempos le s resul taba m u c h o

más natural e l p ens a-

miento

de

qu e

a llá d o nd e h ay

lo c u ra h a b r ía

también

un a

pizca de genio y

d e

sab idur ía ,_ lgo « d i vi no ›› , c o m o

s e

d e cía e n un

s us urr o. O

más

aún:

uno s e expresaba

c on

bas-

tante

contundenc ia. «Los m a y or e s b ie n e s s e los h a depara-

d o

a Gr ec ia la

locura»,

decía Platón

junto

c o n t od a la

huma-

n idad a n t igua . A va nc emos

un paso

más:

a

to d os aque l lo s

hombr es

super io res

a

los

qu e le s

atraía irresistiblemente

quebrantar e l yugo

d e

cualqu ier moralidad y d a r

nuevas

leyes, no les

quedaba má s

remedio, s i no e s t a b a n verdadera-

mente

locos,

qu e

volverse

O ngirse locos. [...]

«¿CómO

s e

vuelve

uno

loc o c ua nd o no

s e e s

ta l

y

no

s e

atreve un o

a

parecerlo?››:

ta l

e s e l

razonamiento atroz

al

que

s e ent regaron

cas i todos

los hombres

eminen t es d e

la

civi-

l ización

antigua; una

secreta

doctr ina

hecha de artificios

y

de indicaciones dietét icas

s e

propagó

sobre

ello, junto

al

sent imiento de inocencia,

de

sant idad inc luso, que inspira-

ban d i c ha s

medi tac iones

y p ro pó s it os . L a s recetas para

conver t i rse e n

curandero

ent re los indios, e n s an to ent re

los

cr is t ianos

de

la

E d a d

M e d i a , e n

angekok

ent re los

gro-

enlandeses ,

o e n pajé ent re los bras i leños ,

s on

e n esenc ia las

mis ma s :

e l

ayuno

i nsen sa to, la

abst inenc ia

sexua l

p er ma -

nente,

e l

ret i rarse

al

des ie r to o

e l ascender a

una montaña,

O

encaramarse

a una columna, O

«sentarse sobre un

viejo

sauce c on vistas

a

un lago»

y no

pen sa r en absoluto e n nada

más que en aquello q ue p ue d a t raer

consigo

un

arroba-

miento

y

un d eso rd en

e s p i ri tu a l. ¡ Q u ié n

osará

mirar

e n

la

s e lv a d e

los

más amargos

y

má s superuos

padec im ien tos

e n los q ue

probablemente

s e

habrán

consumido justo los

Extractos

hicimos qu e

desencadenamos

esta

tierra de

su

sol? ¿Hacia

dónde

s e

mueve ahora?

¿ Hac i a

dónde nos

movemos?

¿Lejos d e todos los

soles?

¿ N o

no s

prec ip i tamos

s in cesar?

¿Y

hac ia

atrás,

d e

lado,

hac i a

de l a nt e , ha c ia

todos los

lados?

¿ H a y t od a v ía

un

arriba

y

un

abajo? ¿ N o er ramos

como

a

través

de un a nada infinita? ¿ N o

nos

sopla de

frente

e l

espac io vacío? ¿N o h ac e má s frío? ¿N o viene siempre

la

noc he

y

s iempre más noche?

¿ N o

t i enen qu e

se r

encend i -

da s

linternas

e n plena mañana?

¿Todavía

no

oímos nada

d e l

tumulto de

los enter radores qu e

entierran

a D i o s ?

¿Todavía

no

ole m os na da de la

divina

corrupc ión? _

¡También lo s d ios e s s e

pudren ¡D ios ha muerto ¡D ios

pe rm an ece

muerto

¡ Y n os o tr os

lo

hem o s matado ¿Cómo

no s

conso laremos, los

a s es in os d e

todos los

ases inos?

Lo

m ás s ag ra d o y má s poderoso que el mundo hasta ahora

poseyó

s e h a d e s a ng ra d o ba jo nues t ros cuchillos_quién

borrará

de

nosotros esta

sangre?

¿Con

qué agua podríamos

puricarnos? ¿Qué

ceremonias de expiación,

q ué juegos

sacros

habremos

de

inventar?

¿ N o

e s la

grandeza d e

este

ac to d em as i ad o grande p ara n os ot ros ? ¿ N o

t enemos

qu e

deven i r dioses nosotros

mismos

para al m e n os p a re c e r d ig -

nos

d e él?

¡]amás

hubo a ct o m ás grande_ quienquiera

qu e se a qu e nazca

después

de nosotros, per tenece, e n virtud

de este

acto,

a

un a

historia

más

alta

de

lo

qu e

toda

historia

lo

fue

h a s ta a h ora › ›_

Aquí

guardó

s i lenc io

e l f renét ico

y

miró de nuevo a

su s oyentes:

también ellos

guardaron

silencio y dirigieron

a

é l su s

miradas,

ex t rañados .

Finalmente, él

arrojó su linterna a l s u elo ,

de

m o d o que la

linterna s altó e n pedazos y s e

a pa gó . « Ve ng o

d em as i ad o

pronto», dijo entonces, «aún no e s mi t iempo. Este t re -

m e n d o

acon tec im ien to

está

todavía e n camino

y

via ja

_

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8/17/2019 DELEUZE, Gilles (1965) - Nietzsche (Arena, Madrid, 2000) Impostado

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Nie tzsche

aún no

s e

h a abier to paso

h a s ta los

oídos

d e

los h o mb re s . E l

re lámpago

y

e l trueno neces i tan tiempo,

la

luz de

las

es t re-

¡las neces i ta tiempo, los

actos

n eces i tan tiempo,

au n

des-

pué s d e

h a be r s id o realizados, para

se r

vistos

y

oídos. Este

neto sigue s i endo más lejano

a

ellos

qu e las estrel las má s

lejanas

_

y , s in embargo, e l los lo h an hecho ››_ e cuenta

que , e l

mismo día,

e l f renét ico

entró

e n va r ias i gles i as y

entonó allí s u R e q u ie m aeternam deo. Y

que,

l levado

afuera e

i nt e r rog ado, respond ió e n t odo

momento

sólo esto: «¿Qué

son,

pues, todavía

estas

ig lesias,

s i

no

son los sepulcros

y

los

m o n um e n t os f un e r ar io s de Dios?››. (La

gaya

cienc ia,

III,

IZS.)

2 3 .

PRoxiMiDAD D E

L A

T R A N s M U T A c i ó N

I.o qu e h ay

de

grande en

e l hombre está e n se r un puente

y no un

fin:

lo que en e l hombre s e puede

amar

e s que e s

tin

tránsito y

un

ocaso.

Y o am o

a

quienes

no

saben

vivir de otro m o d o qu e hun-

diéndose

en su

ocaso, pues

e llos s on los que

pasan

al

otro

lado.

Y o am o a los

g ra nde s de s p re c i ado re s , pues e llos s on los

grandes

veneradores,

y

echas

de l anhelo hacia la

otra

orilla.

Y o amo

a

quienes para

hundi rse

en s u oc as o y sacricarse,

no

buscan primero

un a razón

detrás de las estrel las:

sino

qu e s e

sacr i f i can a la Tierra, para

qu e

ésta l legue algún

d ía

a

se r de l superhombre.

Yo am o

a

q ui e n v iv e para conocer, y quiere conocer para

que algún día e l superhombre

viva.

Y quiere as í su propio

ocaso.

Extractos

r

mejor

sociedad,

de l se ñor ío , de la

Virtud?»

_s í s e pre-

guntó

durante siglos e l griego distinguido a la

v is ta

d e cual-

quier at roc idad O crimen incomprens ib les para él, c on los

qu e

s e

hubiera

m a n c h a d o a lg u no

de

sus

iguales.

« Un

dios,

s in

d u d a ,

t iene qu e haber lo t rastornado», se decía al

nal,

m e n e a nd o la cabeza... Esta

sal ida

e s

t íp ic a de

los

griegos...

Y

de

es a manera

servían

entonces

los d ios e s para justificar

has ta

c ier to

punto al hombre inc luso e n

lo

malo, servían

c omo

causas d e l

m a l

_

ntonces lo s d io se s no

tomaban

a

su cargo la pena, s ino,

lo

qu e e s más dis t inguido, l a cu lpa.. .

(La genealogía de la

moral,

II, 23.)

3 4 . F U N C I O N

D E

L A

L O C U R A

Ca si e n todas par tes e s la

locura

la que abre e l

camino

al

pensamiento

nuevo, la que quebranta e l interdicto de

un

us o y

una

superstic ión

venerados.

¿Comprendéis por

qué

era menester

que

fu e ra la loc ur a? ¿ A lg o

ta n

horripi lante e

impredecible e n

la v oz y

e l gesto

c omo

los capr ichos

d e m ó -

nicos

d e

la intemperie y

de

la

mar,

y d igno

por

ello

d e un

temor

y

de

un a r eve r enc ia s im i la r es ? ¿A l go

que portaba de

m a ne ra t an visible e l s igno

d e

u na c o m ple t a

involuntarie-

dad como

las

convulsiones

y

los espumarajos de l

epi lépt i-

co , a lgo que p are c ía marcar de ta l manera al

loc o c om o

máscara y ta mb or

de resonancia de una

div in idad?

¿Algo

que a l propio portador d e un p e n s a m ie n t o n u e vo le inspi-

raba veneración y

estremecimiento

ante

sí y no

le

causaba

ya

remord imientos de conciencia, y

que lo

empujaba a con-

vert i rse

en

profeta y márt i r de

e s e pensamiento?

_

Mient ras que aú n h oy s e

nos

sugiere

una

y otra v ez que al

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Nie tzsche

3 3 .

LA L O C U R A Y Los

D I O S E S

I.os

griegos

s e

sirvieron la rgamente de sus dioses

justo

para

mantene r

apartada

de

la

«mala

conciencia»,

para

t en er d e re c h o a

p e rm a n e c e r c o nt e n to s

de su libertad

de

alma: a s í p ue s , e n un sentido

contrario

al us o que e l

cris-

t ian ismo h a h e c h o

de

su

D i o s . E n ello

l legaron muy lejos,

estos inagníf icos

niños de

leonino

cora je ;

y

n ad a m e nos

qu e

un a

autoridad ta n

g ra nd e c om o la

d e l mismo

Zeu s

homér i eo le s da

a

en tende r

de

cuando e n cuando qu e s e

toman las

cosas c omo un juego de

niños.

«¡Ay ›› ,

d ice

e n

un a ocas ión _se t ra ta

d e l caso

de Egis to, un

caso

muy

i . iraVe_

«¡Ay,

e s

de

ve r cómo s in

tregua

acusan los

mortales

a

los

d i o s e s

S ó l o

d e

n o s o t r o s v i e n e lo malo, a s í

creen; pero

ellos mismos

con

s u insensatez s e

causan

s u s inforttinios, inc luso contra el

[destino.››

S in

e mbargo, aquí

oímos

y vemos

a un

t iempo

que

tam-

h i en

este espectador

y

juez

olímpico está lejos

de

enojarse

por

esto con ellos y de

tomarles

a mal: «¡Qué

n e c i o s

sonl»,

piensa

al

contemplar las

fechorías

d e los

morta les ,_

y

«neeedad»,

«insensatez›› ,

un poco

de

«per turbac ión e n la

cabeza», todo

es o lo consintieron e n

sí mismos

inc luso los

griegos

de

la

época

más

vigorosa,

má s

Valerosa,

como

fun-

da ment o de

muc ha s

cosas malas

y

funestas:

_

e c e da d ,

¡no

pecado

¿ Lo

comprendéis?... Pero inc luso es a per turba-

c ión

de

la

c a be z a e r a un

prob lema_

pues,

¿cómo e s ella

pos ib le s iquiera?, ¿d e d ó nd e , v e rd a d e r am e n te ,

puede

h a b e r

ven ido

a

cabezas

c omo las de

nosotros, nosotros, hombres

d e l

noble

linaje, d e la fortuna, de

la

buena hec hur a , d e la

Extractos ¿

Y o

amo

a

quien t rabaja

e inventa para construirle

la casa

al

superhombre

y

prepara

pa ra é l

la

t ierra, e l animal y la

planta: pues

quiere

as í su propio ocaso.

Y o

amo

a

quien

am a

su

virtud:

pues

la

virtud

e s voluntad

de

ocaso y u na e ch a d e l a nh e lo.

Y o amo a quien

no

rese rva

para

s í

ni

un a

gota

d e

espír i tu ,

s ino qu e quiere

se r

ín tegramente e l

espíritu de

su virtud:

ma r c ha

as í

c omo espíritu por e l

puente.

Y o amo a

quien

de su virtud hace

su

inclinación

y

su

fata-

lidad:

quiere así,

por mor de su virtud, segui r viviendo

y

no

segui r viviendo.

Y o

amo

a

quien

no

quiere

t ene r

demas iadas v i rt ud e s . U n a

virtud e s más virtud

qu e

dos, porque e s

más

nudo

d e l qu e

s e

cuelga

la

fa ta l idad.

Y o am o

a

a q ue l c u ya alma s e prodiga, y no

quiere

recibir

agradec imiento

ni

devuelve

nada: pues é l rega la s iempre

y

no quiere

guardarse a sí

mismo.

Y o am o a quien s e avergüenza cuando e l dado,

al

caer,

le

da suer te , y entonces

pregunta:

¿acaso s oy un jugador que

hace

t rampas?

_

ue s

quiere

perecer .

Y o am o

a quien delante

de

sus

acciones

arroja palabras

de

oro, y s iempre cumple

más d e lo

qu e promete:

pues

quiere

su

propio ocaso.

Y o

amo

a

quien

justifica

a

los

hombres

venideros

y

redi-

me a los

pasados:

pues quiere perecer po r

los

hombres de l

presente.

Y o

am o a

quien

cast iga

a su dios porque

ama a

su d ios :

pues t iene qu e

pe rece r

por la

cólera de su

dios.

Y o am o

a

a q ue l c u ya

alma e s

profunda inc luso

cuando

s e

le h iere, y que puede perecer por una pequeña

vivencia:

pasa

as í

de

buen

grado por e l

puente.

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Nie tzsche

Y o am o a a q ue l c u ya

alma está

ta n

l lena qu e

s e

olvida de

sí m ism o, y

todas las cosas es tán

en

é l: t od a s las cosas dev ie -

ne n as í

su

ocaso.

Y o

amo

a

quien

e s

d e

espíritu

libre y

de

corazón

libre:

su

cabeza

no

e s as í más qu e las entrañas d e su

corazón,

pero su

corazón

lo

empuja al ocaso.

Y o am o

a to d os aqu e llo s

q ue s on c omo gotas

pes ad as que

caen

una a un a

de

la o scura nube suspend ida sobre e l hom-

bre:

ellos

anunc ian qu e e l ra yo v ie ne , y p ere c en c om o

anunc iadores .

M i rad ,

yo soy un a nunc i ad o r d e l r ay o y una pesada gota

qu e ca e

de

la nube:

mas

es e rayo s e lla m a s u p e rh o m b re_

(As í

habló Zaratust ra ,

Prólogo,

4 .)

2 4 . LA T R A N s M U T A c i ó N :

Lo

N E G A T I V O

A L sERvicio D E U N A A E i R M A c i ó N s U P E R i o R

El

problema

psicológico en el t ipo de Zaratustra consiste

en c ómo aquel que,

en

un

grado inaudito,

d ic e n o, hace

no

a todo

lo

a rm ado

has ta ahora,

pu ed e

ser,

a pesar d e

ello, la

antí tes is de

un espíritu

negador ; e n c ómo e l

espíritu

qu e

porta e l des t i no m ás p es ad o, un a

tarea

fatal,

pu ed e

ser, a

pe sar de

ello,

e l más

l igero

y

e l más

ultraterreno

_

Zaratus t ra

e s

un

danzar ín

: e n c ómo a q ue l q ue posee

la

penet rac ión

más dura , más

terrible

de la

rea l idad,

aquel

q ue h a p en sa do e l «pensamiento más abismal»,

no

enc uen-

tr a e n

esto, a

p es ar d e

ello,

ninguna ob jec ión con t ra la e x is -

tenc ia , ni

siquiera

cont ra e l e t e r no

retorno d e

ésta_ntes

b i en, una

razón

má s para s e r él mismo e l

e terno

a

todas las

cosa s, « e l t r emendo

e

ilimitado d e c i r sí y

amén››...

« A todos

Extractos

C O N C L U S I O N :

S O B R E LA

L O C U R A

«Y

a

veces

la

locura misma

e s

la más-

cara que

oculta un

saber

fatal

y dema-

siado

seguro.›› ( M á s a llá

d e l b ie n y

de l

mal)

« Al

fin, preferi ría

con

mucho se r

profesor e n B a s ile a q ue se r D ios ;

pero

no

he osado

l levar

m i egoísmo

priva-

do hasta e l extremo de descu idar po r

causa

de

él

la c re a ci ón d e l mundo.

Y a

ve us ted , uno

t iene

q ue h ac e r sacrili-

cios,

da

igual

c óm o y d ónd e

s e

Viva.

[...] Lo

que

resulta

d e sagra d ab le y

molesto

para

mi

modest ia e s q ue , e n

el fondo, cada un o de los

nombres

de

la

Histor ia

soy

yo;

también

co n

los

niños

que h e puesto en e l

mundo

la

si tuación e s ta l

que

sopeso con alguna

desconanza si no será que todos

los

que entran en e l

«reino

de Dios» pro-

vienen también d e Dios. Este otoño, y

lo má s l igero

de ropa

que

podía,

he

asis t ido

dos

veces

a mi

entierro,

pri-

mero en cal idad de conte

Robi lant

(no, é s e e s mi hi jo,

en la

medida

en

q ue s oy Carlo Alberto,

mi naturaleza

de

abajo),

pero Antonelli

era

yo

mismo. (Carta

a Burckhard t , 6

de

enero

de

1889.)

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Nie tzsche

con

to ta l inocenc ia ,

e n

e l

sent ido

d e aquellos Valores cuya

antítesis s e ha manifestado en la

figura de

Zaratustra, e s

d e c ir , h a

s ido entend ida como t ipo

«idealista››

de una espe-

c ie

super ior

de

h o m b r e ,

mitad

«santO››,

mitad

«genio››...

_

Ulros doctos

a ni ma le s c on c ue rnos m e h a n

achacado,

po r

s u

parte, darwin ismo; incluso s e ha redescubierto

aquí

el

«cul to

de los héroes»,

t a n d u ra m e n te

rechazad o por

mí,

de

aquel

gran fa lsario involuntario e

inconsciente

que fue

( larlyle.

Y

un a persona a quien le susu rré al oído que debe-

ria

buscar

un

César Borgia

má s bien

que

un Parsifal, n o d io

cred i to

a

sus oídos.

|

......... . . ]

¡Y

como

desc iende

Zaratustra

y

dice a

cada un o lo más

benigno ¡Cómo

él

mismo

coge

c on

m a no s d e li ca d a s

a

sus

contradictores, los sacerdotes, y s ufr e c on ellos a c ausa de

ellos _Aquí e l hombre está superado e n t od o m o m e nt o,

e l concepto de «superhombre›› s e Volvió aquí realidad

suprema,

_

n

un a innita lejanía,

por

debajo

de

él,

yace

todo

aquello

q ue has ta

ahora s e l lamó grande e n e l hombre.

l.o alc ión ico,

lo s p ie s

l igeros, la omnipresenc ia de maldad

V

arrogancia, y todo lo demás

que e s t ípico

de l t ipo

Zaratustra, jamás s e

s oñ ó q ue

e s o ftiera

esencial

a

la

gran-

dcza. justo

e n

es a amplitud de espacio,

en

es a capac idad d e

a c c e de r

a

lo

c on tr a pues t o , s i en te

Zaratus t ra

qu e

él

e s

la

espec ie

más

alta de

todo

lo exis ten te .

[...] (Ecce H omo,

«Por

qu e esc r i b o

ta n

buenos

l ibros», l, y 6 e n la expos ic ión

d e

Zaratustra.)

Extractos r:

los

ab ismos

porto yo aun, c om o bendición, mi

d e c i r

sí››...

Pero e s t o e s , un a ve z

más,

el concepto de Diónisos.

(Ecce

Homo,

«As í habló Zaratustra», 6 .)

25. ESENCIA AFIRMATIVA DE LA VOLUNTAD DE P O D E R

Ans ia

de dominio: látigo

incandescente

de

los

más

duros

entre los duros

de

corazón; c rue l martirio reservado a l m ás

crue l ;

sombr ía

l lama

d e piras

v iv ien tes.

Ans ia

de dominio: mal igna t raba

impuesta a

los pueblos

má s vanidosos; la q ue s e burla de toda virtud incierta; la

qu e cabalga tod o s lo s corceles

y

todos los

orgullos.

Ans ia

de

dominio:

t e r r emoto

qu e

quiebra

y

r e v ie n ta t od o

lo caduco y corroído; la q ue s e abalanza rugiente y

castiga-

dora, rompiendo e n pe daz os los sepulcros

blanqueados;

s igno

d e interrogación

fulminante

junto

a respuestas pre-

maturas.

Ans ia

de dominio: a nt e c uy a mirada e l hombre

s e

arras-

tr a

y

s e encoge

y s e humilla,

rebajándose por

debajo

d e

la

serp iente

y d e l c e rd o

_asta qu e al

fin

desde él s e e le v a e l

gran d esp rec i o

gr i tando.

_

Ans ia

de dominio: terrible m ae s tra d e l gran desprec io ,

qu e

pred i ca

a

la

cara

d e

c iudades

y

de

i m p e ri os « ¡ T ú,

largo

de

aquí ››_

as ta

qu e de ellos mis mos s e eleva este grito

«i largo conmigo ››

Ans ia

d e dominio: la qu e

s in embargo,

seductora,

tam-

b ién

asc iende

has ta

los

puros

y sol i tar ios y

escala

a alturas

qu e s e bastan

a

sí mismas,

ardien te c omo un amor qu e

pinta se duc torame nte purpúre as b ie nave nturanzas

en los

c i e lo s te r ren o s .

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Nie tzsche

Ansia de dominio: ¡mas

quién

l lamaría ansia

a

qu e lo alto

d esc i en d a a a pe t e c er e l

poder

¡E n

ver da d ,

n ad a m alsan o ni

ansioso h ay

en ta l

ape tecer

y d escen d e r

El

que la

soli ta ria a l tura

no

s e

aísle

e ternamente

en

sole-

d ad

y

autosuf ic ienc ia ; e l qu e la montaña desc ienda al valle

y los

v ien tos

d e

la altura

a las

hondonadas:_

¡ O h , quién

pud ie ra encont ra r e l

nombre

de

pila

y de vir-

tu d apropiados

para

este

anhelo «Virtud qu e hac e r ega lo s»

_ este n om b re d io Zaratustra

en

otro t iempo a lo

innom-

hrab le .

(As í

habló Zaratust ra , III, « D e lo s t re s m a le s ».)

E)

EL

E TE R N O R E TO R N O

«Voy a

contar ahora

la

historia

de

Zaratustra.

La c on c e pc ió n fu nd a -

menta l

de

la o br a,

e l

pensamiento del

e t e r n o retorno, e s a

suprema

fórmula de

la armación...› › (Ecce

Homo)

2 6 .

V O L U N T A D D E P O D E R Y E T E R N O R E T O R N O

Voluntad_sí

s e

l lama la q ue l ibera y t rae alegría: ¡así os

enseñé ,

a m ig os m íos

M a s ahora a p r ended es to

otro: la

voluntad misma todavía

e s

un pr is ionero.

E l q uer e r l ibera: pero

¿cómo s e

l lama aquel lo qu e todavía

encadena

t amb ién al

libertador?

Extractos

H a bé i s recorrido e l camino qu e l leva d esd e e l gus ano

h as ta e l

hombre,

y muchas c o s a s en

Vosotros

cont inúan

s iendo

gusano.

En otro

tiempo

fu iste is monos, y au n ahora

e s

e l

hombre

má s

mono

que

cualquier

mono.

Y

e l más

sabio

d e

vosotros e s ta n

sólo

un

s e r

esc ind ido ,

híbrido de

planta y

fantasma.

Pero

¿os m a n d o

yo

qu e

os

convirtáis

en

fantasmas O

e n

plantas?

¡Mirad,

yo

os e ns e ño e l

supe rhombre

El

supe rhombre e s

e l

sent ido

de la Tier ra. Diga

vues t ra

voluntad:

¡ s e a

el superhombre e l sentido de la Tierra

¡Y o os

conjuro, her ma nos

m ío s , p e rm a n e c e d f ieles

a

la

Tierra

y no

creáis

a

quienes

os hab lan

de

esperanzas

sobre-

t er rena les

S on envenenadores, lo sepan O

no .

S on

desprec iadores

de

la

v ida ,

s on

moribundos

y

están,

ellos t amb ién , en ven enad o s , la Tierra está cansada de ellos:

¡o ja lá desaparezcan

En otro

tiempo

e l delito contra Dios

e ra e l

máximo de l i -

to, pero Dios

ha

m u e rt o y con E l h an muer to tamb ién e s o s

del incuentes . ¡Ahora

lo

más horrible e s

delinquir

cont ra la

Tierra

y aprec ia r las

entrañas de

l o inesc rutab le

má s

que e l

sent ido

de ella [...] (As í habló Zaratust ra ,

Prólogo,

3.)

32.

SIGNIFICADO

DEL

S U P E R H O M B R E

La

palabra «superhombre»,

q ue des igna un

tipo de

ópti-

ma

constitución,

e n

c on tr as te c on los

hombres « moder -

nos», c on los

hombres

«buenos›› , c on los

cr is t ianos y de más

nihilistas _una

palabra

que,

en

boca de

Zaratus t ra , e l ani-

quilador de

la

moral, s e

convier te en

un a

palabra

muy

digna

de reexión, h a

s ido en tend ida

cas i e n tod as

partes

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|

¡ |

Nie tzsche

iBlasón de la

neces idad

¡Tapiz

de

guras

e te rnas

_

e ro tú

bien

s a b e s :

lo

q ue t od o s

odian,

lo q ue s ó lo

yo amo:

¡que

tu

eres e te rno,

qu e eres necesario _

Mi amor s e inama

e t e r na ment e sólo al amor de la neces idad.

¡Blasón

de

la neces idad

¡Supremo

astro

de l ser

_que ningún deseo alcanza,

_que

ningún

no

mancilla,

e terno

de l s e r ,

e ternamente

soy

tu sí:

¡pues

yo

te

amo, oh Etern idad __

(*l

888,

Di t i rambos de Diónisos)

3 1 .

EL

S U P E R H O M B R E

Y o O s e ns e ño e l s up er hombr e . El

hombre

e s a lg o qu e de be

se r

superado.

¿Qué

habé is

h e c h o

para

superar lo?

Todos los

seres h an

creado

has ta aho ra a lg o por

enc ima

de

ellos

mismos :

¿y queréis se r

vosotros

e l reujo de

es a gran

marea,

y r e t rocede r

al animal

más

bien qu e

superar

al hom-

bre?

¿Qué e s e l mono para e l

hombre?

Una

irrisión

O

un a

Ver-

güenza dolorosa. Y

justo

e s o e s lo que e l hombre debe se r

para

e l supe rhombre :

un a

irrisión

O

un a

Vergüenza

doloro-

s a .

E Z ) C l L l ”ó l C l L O S

«Fue››:

as í

s e l lama e l

rechinar

de

d ientes y la

más sol i ta-

ria aicción de la voluntad. Impotente cont ra lo

h e c h o

_

e s la voluntad un

malvado

espectador

d e

todo

lo

pasado.

La

voluntad

no

pu ed e

q uer e r hac ia

atrás;

e l

qu e

no

pueda

quebrantar e l

tiempo

ni la vorac idad d e l tiempo_sa e s

la

más

sol i tar ia

aicción de

la

voluntad.

El q uer e r l ibera: ¿qué inventa e l

querer m i s m o

para

l ibrarse de su aicción

y burlarse

de su calabozo?

¡Ay, un nec io

dev i ene todo

prisionero

Nec iamen te

s e

redime también

a sí m i s m a la voluntad pr is ionera.

Q ue e l tiempo

no

corra hac ia atrás, és e e s su rencor ; « lo

que fue»_

s e l lama la p iedra q ue e lla no puede

r emo-

ver.

Y

as í

e lla r e m ue v e p ie d r as

por

r encor

y

por

rabia,

y

toma

venganza e n aquel lo qu e

no

s ien te , igual q ue e lla , r encor

y

rabia.

As í la voluntad, e l l ibertador, devino un autor de dolores:

y

e n

todo

lo

qu e

pu ed e sufrir

toma

venganza de

no p od e r

ella volver

atrás.

Esto, sí ,

esto

solo e s la

venganza

misma: la repugnanc ia

de

la

voluntad

frente

al t iempo y su

« f u e › › .

En ver da d ,

un a

gran

n eced ad

hab i t a e n

nues t ra

voluntad;

¡y e l

qu e es a

n e c e d ad a p re n d ie s e e l espíritu

dev ino

maldi-

ción

para

todo

lo

humano

El espíritu

de la

venganza:

a m ig os m ío s,

es to

fue

has ta

ahora e l mejor

reexionar de

los hombres ; y

donde

había

sufrimiento, allí

debía h a b e r s ie m p re

cast igo.

Y e s qu e

«castigo›› s e

l lama

a

sí m i s m a la

v e ng an z a: c o n

un a p a la b ra e m b u s te r a

f inge

hipócritamente

ante

sí un a

buena conc ienc ia.

Y como en el

que

q uie r e h a y e l sufrimiento de no p od e r

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jg Nie tzsche

q u e re r h a c ia

atrás

_

ntonces e l q uer e r mismo

y toda v ida

debían

_se r

castigo

Y ah ora s e ha

a c u m ula d o n ub e

tras

nube

s ob re e l espír i -

tu :

has ta

qu e al

fin

la

demenc ia

pred i có :

«¡Todo

perece ,

por

ello

todo

e s

digno de

perecer ››.

«Y esto e s la just icia misma, aquella le y de l t iempo según

la cual

t iene

éste

que devorar

a

sus

propios

hijos››: a s í pre-

dicó la demencia.

«Las cosas es tán ordenadas moralmente conforme a de re -

ch o

y castigo.

O h , ¿dónde

está

la r edenc ión d e l río de

las

c o s a s y de l

cast igo

«existencia››?››

A s í p re d i có

la demencia.

«¿Puede h a b e r

r edenc ión

s i exis te un d e r e c h o e t e rn o? ¡Ay,

irremovible e s la p iedra

«fue››:

eternos t ienen qu e se r tam-

b ién

todos los

cast igos › ›

A s í p red i có

la d e m e n c ia .

«Ningún acto pu ed e se r aniquilado: ¡cómo podr ía se r

des-

h e c h o

por

e l castigo Esto,

esto

e s lo eterno e n e l castigo

«existencia›› ,

¡que también

la ex is tenc ia t iene

qu e

volver

a

se r

e ternamente

acto

y culpa

A no

se r que la voluntad s e red ima al n

a sí misma

y e l

querer s e convierta

en

no-querer _»:

¡pero

vosotros cono-

céis , h e r m a n os m ío s , esta cant i lena

de

fábula

de

la d e m e n -

cia

Y o os aparté

de todas

esas cant i lenas

de

fá b u la c u a nd o os

enseñé:

« La

voluntad e s un

creador».

Todo «fue›› e s

un

f ragmento,

un en igma , un espantoso

azar

_asta q ue la voluntad creadora d iga

a

e s to : « ¡ P er o

as í

lo

quiero yo ¡Así lo

quer ré yo »

¿Pero habló ya ella a s í ? ¿Y cuándo ocurrirá

esto?

¿ S e ha

des unc i do ya la voluntad

de l

yugo de su

propia

estup idez?

¿S e ha

convertido

ya la voluntad para sí m i s m a e n la q ue

l ibera

y

trae alegría?

¿ H a des a p r end ido e l

espíritu d e

ven-

Extractos 1 1

3

3 .

S i

alguna V e z llegó

hasta m í un

soplo

d e l s op lo

creador

y

de aquella celeste

neces idad q ue incluso

a los azares fuerza

a

bai lar ronda

de

estrel las:

S i

alguna

ve z

r eí c on

la

ris a d el ra yo

creador, al que gru-

ñendo, p e ro o be d i e nt e ,

sigue

e l prolongado t rueno de l

acto:

S i alguna

ve z

jugué

a los

dados con

los dioses sobre

la div i -

na mesa

de la

t ierra, de

ta l manera

que

la t ierra

s e estreme-

c ió y

s e

resquebra jó y arrojó

resop lando ríos

d e

fuego:

_

pues

un a

mesa

de

dioses e s

la

t ierra, que

t iembla con

nue-

V a s palabras

creadoras y

con

divinas

t iradas

de dados:

_

Oh ,

¿cómo

no ib a yo a anhelar la Eternidad

y e l nupcial

anillo

de

los

anillos,

_

l an i llo

de l

retorno?

Nunca encontré

todavía

la mujer

de quien quisiera

tener

hi jos, a

no

ser

esta

mujer

a

quien

y o a mo:

¡pues

yo te

amo,

oh

Eternidad

¡Pues

yo

te

amo,

oh Etern idad

(Así

habló Zaratust ra ,

III,

«Los

siete sellos».)

3 0 .

LA

D O B L E

A E i R M A c i ó N

[

............

..]

¡Supremo

astro

de l

ser

¡Tapiz

de

guras eternas

¿Tú vienes a

mí?

_

Tu muda

belleza,

que

nadie

ha

contemplado_

¿cómo?

¿no

huy e

ante

mis

miradas?_

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Nie tzsche

luz

de l

porvenir

_

O h , c ómo

n o ib a

yo a

anhe lar

la e te rn idad

y

e l

nupcial

ani-

llo

de

los anil los,_el anillo de l

re torno

Nunca encontré

todavía la

mujer

de

quien quisiera

tener

hi jos , a

no

se r

esta

mujer a

quien

yo amo: ¡pues

yo

te

amo,

oh

Eternidad

¡Pues ya te

amo,

oh Etern idad

2 .

S i alguna ve z mi cólera quebrantó sepulcros, desplazó

mojones

fronterizos e

h i zo

rodar

v i e jas tab las , rotas , a pro-

fund idades escarpadas :

S i alguna

ve z

mi

escarn io

aventó

palabras corruptas

y yo

V ii ie c om o

un a

escoba

para

arañas

cruceras

y

como Vie n to

que barre

viejas

y asxiantes cr iptas f tinerar ias:

S i alguna Vez m e

senté jubiloso allí donde

yacen enter ra -

dos Vie jos d ios e s, bendiciendo

al

mundo,

a ma ndo

al

ni

undo, junto a los monumen tos d e lo s Vi ejo s calumniado-

re s d e l

mundo:

_

_ue s yo am o inc luso las ig lesias y lo s sepu lc ros de dio-

s e s ,

cuando

el

cielo

ya mira con su O jo

puro

a través de sus

derruidos techos; me

gusta

sentarme,

como

h ierba y roja

amapola, sobre

derruidas

iglesias.

_

O h ,

¿cómo

no

ib a yo

a

anhelar

la

Eternidad

y

el

nupcia l

anillo de

los anil los,_l anillo de l retorno?

Nunca encontré todavía

la

muje r de q ui e n q uis ie r a t e ne r

h i jos ,

a

no

se r

esta mujer

a

quien yo amo:

¡pues

yo

te

amo,

oh Eternidad

¡Pues yo te amo, oh

Etern idad

Extractos L

ganza

y todo

rechinar de d ien tes?

¿Y quién

le ha

e ns e ña do a

e lla la

reconciliación c on e l

tiempo,

y

cosas m á s a lt as qu e toda reconc i l iac ión?

Cosas

m á s a lt as

qu e

toda

reconciliación

t i ene

qu e

querer

la voluntad

que e s

voluntad

de poder

_

s in embargo,

¿cómo

le ocurre

esto? ¿Quién

le

e ns e ñó

au n

e l q uer e r hac i a

atrás?»

(Así habló

Zaratustra, II, «D e

la redenc ión››. )

2 7 . P O R Q U E D A M I E D O E L E T E R N O R E T O R N O

No

e ra

é s t e e l ma der o

de

martirio

a

qu e yo estaba sujeto,

no

e l

qu e yo

supiese: e l hombre e s

malvado

_

in o

qu e yo

grité

c o mo n ad ie

ha

gritado

aún:

«¡Ay, qué

t remendamente

pequeñas son

sus peores cosas

¡Ay, qué

t remendamente

pequeñas son

sus mejores c o s a s › ›

El g ra n h a s tío que s entí d el hombre_s e

e ra

e l que m e

estrangulaba

y

e l qu e s e me h a b ía d e s liz a d o e n la garganta:

y

lo que e l adivino

había

profe t izado:

«Todo

e s igual, nada

m e re c e la p en a,

e l

saber estrangula».

Un

largo c repúsculo ib a

co jeando

delante de

mí,

un a tris-

teza

cansada

hasta la muer te ,

ebr ia

de muer te ,

que

hablaba

con

boca bostezante.

« E t e r na ment e

re torna,

e l

hombre

de l

qu e

estás

c a ns a do, e l

hombre pequeño»_s í bostezaba

mi tr is teza

y arrastraba

e l pie y no

podía conciliar

e l

sueño.

En

un a

caverna s e transformó para mí la tierra de

los

hombres ,

su p e c h o s e hundió,

t od o lo

vivo convirtióse para

mí e n

podredumbre

humana

y

e n h u es os

y

e n caduco pasa-

do.

Mi

susp i rar

estaba

s e n ta d o s ob re t od os

los sepulcros d e los

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Nie tzsche

hombres y n o p od ía ya ponerse

en

pie;

mi

suspirar y m i

preguntar presag iaban augur ios y es t rangulaban

y roían

y

s e

lamentaban

d ía y noc he :

«¡Ay,

e l

hombre

re torna

e t e r na ment e ¡E l

hombre

peque-

ño retorna

eternamente ››

D e s n u d o s había v is to yo e n otro

tiempo

a ambos, al

hom-

b re más grande

y

al

hombre

más pequeño: demasiado

semejantes

ent re

sí_d em as i ad o h u m a n o i nc l us o e l más

grande

¡ D e m a s i ad o p e qu e ñ o e l m ás grande ¡éste e ra mi

has-

tío d e l hombre ¡Y

eterno

retorno

también

d e l

má s

peque-

ño _éste era mi hastío de toda exis tenc ia

Ay ,

¡náusea ¡náusea ¡náusea __s í hab ló Zara tus tra,

y s us piró

y

tembló;

pues

s e

acordaba

de su

enfe r meda d .

(As í

habló

Zaratust ra , III, « E l

conValeciente››. )

2 8 . EL

M I E D O

S U P E R A D O :

E L E T E R N O R E T O R N O C O M O P E N S A M I E N T O S E L E C T I V O

«Pero s i

todo

e s necesario, ¿c ómo

p uedo

d i spone r de m is

acciones?›› El

pensamiento y

la c r e e nc i a s on un peso

gra-

Voso

qu e pesa sobre

ti

junto a to d os lo s de más pesos,

y

más

que el los. ¿Dices que la

al imentación,

e l

lugar, e l

c lim a y

la

soc iedad

te

t ransforman

y de te rm inan?

Pues

b ien , tu s

opi-

niones

lo

hacen aún más,

pues

son

ellas

las qu e

te determi-

na n

a

es a alimentación,

a

es e

lugar,

clima

y

soc iedad.

_

i

te

incorporas e l pensamiento

de

los pensamientos , éste

te

transformará. La pregunta,

por

lo

que toc a a

t od o lo que

q uie ra s h ac e r: « ¿ e s as í qu e quiera hacer lo incontables

Veces?›› e s e l

máximo

peso.

E Q C Í Z T Ó I C Í L O S

[...] Mi doctrina d i ce : vivir de

tal

manera qu e t en ga s q ue

d e s e a r

que

vivir de nuevo s e a la tarea_lo harás d e t o d o s

m o d o s A quien e l

esfuerzo

le proporcione e l sent imiento

má s

elevado, qu e

s e

esfuerce ;

a

quien

e l

r e po s o le

propor-

cione e l Sentimiento má s elevado, que repose; a quien

S e

lo

proporcionen la conformidad, la s umis i ón y la

obediencia,

qu e

obedezca.

¡Sólo qu e

tenga

a bien l le ga r a se r

consciente

de

lo q u e le proporciona

e l

sent imiento

má s elevado

y no

rehuir medio ninguno ¡ Es tá e n j ueg o la

eternidad

Esta doctrina e s suave para c on los q ue

no

c reen e n e lla ,

no t iene

ni

inernos

ni

amenazas.

E l

que

no cree no

e s

consc iente más qu e

d e

un a

vida pasajera.

(*l88l)

2 9 . EL

M I E D O

S U P E R A D O :

E L

E T E R N O R E T O R N O C O M O S E R

S E L E C T I V O

l.

S i s oy un

adivino y estoy lleno

de aquel espíritu

vat ic ina-

dor qu e camina

sobre un a

e le va da c re s ta ent re dos

mares,-

qu e

camina

c om o u na pesada

nube

ent re lo pasado

y lo

por

ven i r ,_

ostil

a las hondonadas

sofocantes

y

a

t od o lo

qu e

está

cansado

y

no

e s

capaz ni de vivir ni

de

morir:

d ispuesta al rayo en su oscuro seno

y

al

reden to r resplan-

dor,

gráv ida

de

rayos

qu e

d i c e n ¡sí , r íen

¡sí , d ispuesta a

vat ic inadores re lampagueos:_

_

bienaventurado e l

que

a s í está grávido

¡ Y ,

en verdad,

m uc h o t ie m p o t iene que estar

suspendido

de la montaña,

cua l

pesado

temporal ,

qu ien

alguna

ve z de be

enc ender la