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Indización, Repositorios Académicos/Universitarios y Bases de Datos Académicas Revista Inclusiones, se encuentra indizada en:

CATÁLOGO

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BIBLIOTECA UNIVERSIDAD DE CONCEPCIÓN

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ISSN 0719-4706 - Volumen 8 / Número Especial / Abril – Junio 2021 pp. 237-250

SALUD Y ENVEJECIMIENTO FEMENINO: UNA RELACIÓN DESVENTAJOSA

HEALTH AND FEMALE AGING: A DISADVANTAGEOUS RELATIONSHIP

Dra. Dulce María Cinta Loaiza Universidad Veracruzana, México

ORCID: http://orcid.org/0000-0002-6389-6989 [email protected]

Fecha de Recepción: 11 de diciembre de 2020 – Fecha Revisión: 08 de enero de 2021

Fecha de Aceptación: 17 de febrero de 2021 – Fecha de Publicación: 01 de abril de 2021

Resumen

El ensayo busca poner a consideración del lector la importancia para la sociedad de dos conceptos interrelacionados: género y envejecimiento femenino. Estos elementos se visualizan a través de cuestionamientos sobre la igualdad, la equidad, la discriminación y la justicia social, conceptos manejados en las Declaraciones Internacionales sobre derechos humanos y desarrollo sostenible y en los posicionamientos de instituciones como la Organización Mundial de la Salud. Sin embargo, a lo largo del escrito se explicará la gran distancia que hay entre los argumentos declarativos de tipo idealista y su aplicación en la realidad que enfrentan los países, los cuales, además de las limitaciones estructurales que tienen para instrumentarse, la mayoría de las veces carecen de la voluntad política para hacerlo. De manera breve se ejemplifica México, especialmente el recién publicado Plan Sectorial de Salud 2019-2024. Se concluye con una invitación para intentar cambiar lo que no parece que vaya a modificarse.

Palabras Claves

Género – Envejecimiento femenino – Derechos Humanos – Política Pública

Abstract

The main objective of the essay, is to discuss two main concepts related and very importants for society: health and female aging, These two concepts are devoleped and presented through the eyes of International staments on equity, equality, discrimination, that are use on the international agreements, specialy related to the World Health Organization, Between the idealist and utopic points of view and the real application to work with the concepts, are the structural problems of each society and the lack of political willing to usted it. Finally, the paper ends on a brief presentation of Mexico’s situation on health and female aging and the actual Plan Sectorial De Salud 2019-2024.

Keywords

Gender – Female aging – Human Rights – Public Policies

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Salud y envejecimiento femenino: una relación desventajosa pág. 238

Para Citar este Artículo:

Cinta Loaiza, Dulce María. Salud y envejecimiento femenino: una relación desventajosa. Revista Inclusiones Vol: 8 num Especial (2021): 237-250.

Licencia Creative Commons Atributtion Nom-Comercial 3.0 Unported

(CC BY-NC 3.0) Licencia Internacional

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Salud y envejecimiento femenino: una relación desventajosa

El tema de la presente reflexión no es nuevo, por el contrario, los dos conceptos

fundamentales: salud y envejecimiento femenino, se han analizado y revisado desde tiempo atrás y existe suficiente evidencia empírica al respecto1. Entonces, ¿por qué volver a exponer el tema? Una de las razones para realizar esta reflexión es que, a pesar del tiempo transcurrido en esta discusión, el problema sigue subsistiendo en casi todas las sociedades y en nuestro país se ha hecho más evidente en los tiempos actuales. Sin embargo, debe destacarse que el título del presente trabajo corresponde a una ponencia presentada en el 3er Congreso Internacional “Mujeres y niñas desde una doble perspectiva: Género y Derechos Humanos” convocado por la Facultad de Estudios Superiores Aragón de la UNAM, en el mes de agosto de 2020. Aunque se ha tomado el mismo título, el contenido del presente escrito es mucho más amplio que lo presentado en el Congreso, pero respaldó la construcción de la ponencia antes mencionada.

Hablar de la dualidad salud-vejez femenina, se ha vuelto un tanto más complicado

de entender cuando a estos conceptos, que son ampliamente manejados por la mayoría de las personas, se le agregan postulados como los Derechos Humanos2, en donde se pueden encontrar declaraciones, como que todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad…; todo individuo tiene derecho a la vida, derechos sociales…; todo individuo tiene derecho a la asistencia médica y los servicios sociales necesarios…; estos postulados que buscan reivindicar la dignidad humana. Uno de los tantos problemas del ideal utópico de la Declaración de los Derechos Humanos, es precisamente el establecimiento del concepto “igualdad”, ya que una mirada analítica sobre el término, muestra que en él subyace la igualdad de oportunidades para todos los seres humanos (sin considerar, por ejemplo, discriminación de sexo). Esta proposición en el campo de la filosofía que fundamenta la justicia social, tiene implicaciones de gran importancia, toda vez que la idea de igualdad se liga a las acciones normativas prescritas en la sociedad, las cuales al aplicarse, parecen olvidar que la igualdad de oportunidades no se desenvuelven muy adecuadamente sino se considera la igualdad de condiciones, que es la orientación que a veces se le da al concepto de justicia social.

Estos principios que buscan rescatar la dignidad humana, no siempre son claros ,

especialmente para su ejecución, en acciones de salud con la perspectiva de género, se le puede añadir un problema complementario como lo es el hablar de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible adoptada por las Naciones Unidas en 2015, cuando reconocieron que los Objetivos del Milenio no serían alcanzados por los países firmantes de estos últimos postulados. Dentro de los 17 Objetivos del Desarrollo Sostenible3, dos de ellos son relevantes para el tema que nos interesa: el Objetivo cinco y el número tres. Se comenzará por analizar el Objetivo número cinco, que plantea lograr la igualdad entre los géneros y empoderar a todas las mujeres y niñas, que son uno de los conceptos centrales de esta reflexión. Estas dos aproximaciones ideales-reflexivas sobre los conceptos de género y empoderamiento, es decir, el mundo al cual se quiere llegar bajo una lógica en primera instancia de igualdad lleva de manera implícita la intervención del concepto equidad, como una acción para lograr la igualdad.

1 Melba Barrantes Monge, “Género, vejez y salud”, Acta Bioética Vol: 12 (2006): 193. 2 Naciones Unidas, Declaración Universal de los Derechos Humanos (New York: Naciones Unidas, 1948), 1-9. 3 Naciones Unidas, Asamblea General. Transformar nuestro mundo: La Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible (New York: Naciones Unidas, 2015): 1-40.

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El problema sustantivo es que de ninguna forma es posible encontrar la idea de

equidad en el Objetivo cinco. Aunque se plantean acciones a realizar para combatir la desigualdad; demostrada en el documento con unos indicadores estadísticos, en realidad no hay, aunque sea una pequeña orientación de una ruta a seguir para modificar la situación de desigualdad. Siempre se ha dicho que en este tipo de documentos no es posible indicar los caminos a seguir para combatir las desigualdades, por que al redactarlos se requiere hacer generalizaciones, toda vez que constituyen ideas de buenos propósitos para los países participantes, pero realmente, su logro depende de cada uno de los gobiernos, es decir, por un lado la voluntad política, y por otro, su capacidad de recursos para hacerlo. Sin embargo, esto no tendría necesariamente que ser así, ya que aún en estos documentos declarativos, sería posible incluir un buen diseño de planeación estratégica que ayudaría a dar los lineamientos para guiar las agendas gubernamentales.

De esta forma y, de entrada, puede considerarse que el Objetivo cinco será muy difícil de alcanzarse para el 2030 por las diferentes sociedades, lo que conducirá a crear otros documentos con lineamientos de buenos propósitos para el 2050. Lo cierto es que hay sociedades con un gran avance en varios de los aspectos enunciados en el Objetivo cinco, así como hay otras sumamente atrasadas, además las evidencias de las desigualdades en el planeta parecen estar acentuándose aún en las sociedades más desarrolladas, lo que ha sido evidenciado en estos tiempos de pandemia.

Aún con esta salvedad, es conveniente, para los fines de este trabajo, aproximarse

con mayor detalle a ver la relación entre la salud y las mujeres adultas mayores. Para entender estos dos componentes, salud-mujeres adultas mayores, que a pesar del tiempo transcurrido sigue siendo compleja y actual, se requiere repasar algunos conceptos fundamentales básicos: que es la salud y el problema de acceso a ella, así como visualizar la magnitud de lo que implica el concepto género y el hecho de que las mujeres, sean las predominantes cuando una población envejece.

Se comenzará por el concepto de salud, que en su versión clásica, tal como aparece en los documentos que emiten organismos como la Organización Mundial de la Salud o la Organización Panamericana de la Salud, es definida como el completo estado de bienestar físico, psicológico y social de una persona o un grupo de personas y no solo la ausencia de enfermedad. Al establecer esto último, psicológico y social, la definición intenta modificar una forma tradicional de entender la salud bajo la visión del paradigma médico-biologicista, en donde básicamente se relaciona la enfermedad de un paciente con el funcionamiento del cuerpo humano, como si este no tuviera relación alguna con el contexto que le rodea, concepción que aún sigue prevaleciendo hoy día incluso en la formación de nuevos recursos humanos en salud. Por lo tanto, la incorporación de elementos del orden psicológico y social, al que recientemente se ha incluido lo ambiental, ha permitido entrar a otros tipos de paradigmas que conciben la salud de una forma holística.

En el campo de la salud, si bien, los Derechos Humanos4 hablan de manera clara

de la igualdad, especialmente sin distinción por cuestiones de género, el componente no es plenamente entendido, valorado, practicado, esto lo demuestra la abundante literatura que visualiza que en la atención a la salud siguen enraizadas las desigualdades de género. Un análisis profundo de estas desigualdades muestra a través de la evidencia empírica acumulada, dos elementos de extrema importancia, la disparidad se acentúa sí se incluye

4 Naciones Unidas, Declaración Universal de los Derechos Humanos (New York: Naciones Unidas, 1948), 1-9

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la edad y el sexo5. ¿Por qué es tan difícil reconocer la problemática de género en las acciones del sector salud? ¿Por qué la transversalidad de políticas de salud con perspectiva de género se enuncia, pero no se realizan? ¿Por qué todos los discursos oficiales tanto de orden internacional como nacional, manejan un discurso cercano a los ideales de Derechos Humanos, en donde se plasma la necesidad de reconsiderar y actuar sobre una realidad evidentemente desigualitaria e inequitativa, no se entienden en las acciones realizadas? El fenómeno de desigualdad ha sido reconocido desde la reunión de ministros de salud, en Alma Ata, Rusia, en el ya lejano 1978, sin embargo, 42 años después la Agenda 2030, sigue marcando la necesidad de lograr el Objetivo 5, la igualdad y el empoderamiento de las mujeres. Una de las críticas fundamentales a la concepción de igualdad en los Derechos Humanos, es que presenta el tratar como iguales a los iguales, que de acuerdo con Reyes Esparza6, llevaría a pensar en esta idea el tratar a los distintos de manera distinta.

El concepto de igualdad marcado por los Derechos Humanos menciona a las

mujeres y su relación con el sector salud, marcando que el trato es igualitario tanto en hombres como en mujeres, aunque al momento de llevarlo a la práctica no es así. Incluso se ha detectado dentro del grupo de mujeres, que el sector salud puede actuar con mayor intensidad en este trato desigualitario si la mujer es indígena o de edad avanzada, por decir algunos ejemplos. Este precepto normativo de igualdad es de suma importancia por las acciones que el Estado debe tomar (políticas públicas) para atender problemas sociales fundamentales, que, en el caso de la salud, son muy sensibles para la sociedad y debe ser entendido este principio de igualdad.

A la luz de estos comentarios conviene abordar el concepto de equidad, el cual

siempre parece ser tratado de manera homónima al de igualdad. Una revisión a la literatura indica que el concepto de igualdad es una valoración moral sobre lo que se cree o no justo. La igualdad, tal como se plantea en la ley, es una figura normativa. Si la equidad se relaciona con lo que se cree justo de manera social, moralmente hablando, en la igualdad habría que dar de manera diferenciada, es decir, no puede haber una igualdad con la lógica revisada anteriormente. Hernández-Álvarez7, nos muestra cuando este concepto de equidad se entremezcla con igualdad en términos conceptuales, y cómo el hacerlos operativos se vuelve muy complejo, especialmente para llevar acciones que tiendan a resolver desigualdades o inequidades. Estos conceptos cuando se llevan al campo de la salud, como lo enfatiza Hernández-Álvarez, se incorpora la necesidad de entender qué es la justicia social en términos de salud. ¿De qué habla entonces la Organización Mundial de la Salud (OMS) cuando se refiere a igualdad en salud?, ¿se da la misma oportunidad de atender su salud a todas las personas?, ¿se considera o no por esta Institución, que la igualdad de oportunidades se encuentra sesgada por las condiciones de origen de los sujetos?, ¿la OMS apuesta por la equidad, que en términos de equidad significa darle a cada quien de acuerdo con sus necesidades, desde un punto de vista de justicia social?, ¿rompe esto el principio de igualdad?. Esta dualidad en el uso de los conceptos de igualdad y equidad es precisamente lo que conduce una vaguedad en las acciones que el sector salud realiza para la atención de la población, por lo tanto, las políticas de atención de la salud de las mujeres son ¿de igualdad?, ¿de equidad?, ¿o el sector salud no tiene ni idea de lo que está realizando?

5 Melba Barrantes Monge, Monge, “Género, vejez y salud”, Acta Bioética Vol: 12 (2006): 193-197. 6Estefanía Reyes Esparza, “Algunas reflexiones críticas sobre el derecho a la igualdad como no discriminación en Chile”, Revista Mexicana de Derecho Constitucional Vol: 40 (2019): 7. 7 Mario Hernández-Álvarez, “El concepto de equidad y el debate sobre lo justo en salud”, Rev. Salud Pública num 10 sup (1) (2008): 72.

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Lo hasta aquí manejado, se vuelve un tanto más complicado si ahora se incorpora

con algo de precisión el Objetivo 5, de la Agenda 20308. El encabezado de este objetivo se titula “Lograr la igualdad entre los géneros y empoderar a todas las mujeres y niñas”.

En la apertura del Objetivo, se establece de manera directa la igualdad de género (recuérdese que los géneros son dos) es un derecho humano fundamental, lo que en última instancia está registrado en la Declaración Universal de los Derechos Humanos, pero a partir de este establecimiento, parece sentirse como si la idea de igualdad fuera la varita mágica para construir un mundo pacífico, próspero y sostenible. Como una proposición declarativa el Objetivo 5, es impecable y lleno de un espíritu de justicia social, sin embargo, hay elementos que no son precisados. Un punto de partida en el Objetivo comienza con la idea de igualdad entre los géneros, pero cuándo se adentra en la lectura del documento, todas sus propuestas van hacia el sexo femenino por estar históricamente en una situación desventajosa, y esto está más que documentado en la historia del feminismo. Es claro y se reconoce desde hace mucho tiempo las desigualdades tan grandes que afrontan las mujeres y las niñas, quizás de una manera muy delicada cuando se habla de violencia física y sexual, pero eso no quiere decir que entre el sexo masculino no haya también desigualdades, los niños especialmente pueden vivir una violencia física y sexual, tan mala como la de las niñas.

Pero de manera directa en el Objetivo se establece: “Si se facilita a las mujeres y

niñas igualdad en el acceso a la educación, atención médica, un trabajo decente y representación en los procesos de adopción de decisiones políticas y económicas, se impulsarán las economías sostenibles y se beneficiará a las sociedades y a la humanidad en su conjunto”9.

Como es evidente para el Objetivo 5 de la Agenda 2030, si las mujeres y las niñas

son ubicadas como el centro del proceso de desarrollo económico-social y sostenible de una sociedad, será posible tener un mundo mejor, ya que ellas serían una de las piezas fundamentales para la reconstrucción de vapuleado planeta. Un problema evidente al revisar el abordaje del Objetivo 5, es que por un lado establece un discurso de los problemas de la desigualdad de las mujeres y las niñas recordando que ellas constituyen más de la mitad de la población. Incluso toda la evidencia que presenta el documento, de forma cuantitativa muestra las desigualdades estadísticas, pero en su declaratoria no existe de manera objetiva el cómo lograr, por ejemplo, reducir la tasa de mortalidad materno infantil. Sabido es que, en documentos de este tipo, es difícil hacer propuestas de cómo realizar la disminución de desigualdades. Quizá esto fuera un poco más viable si en este Objetivo se hubiese incluido el concepto de equidad, como acciones de tipo afirmativo por parte del Estado, para que a través de ellas se alcance la igualdad.

Un poco de detalle al respecto, ilustrará de mejor manera el argumento. El Objetivo

5, al centrarse en el concepto de igualdad y pensar en el género, parece olvidar que hablar de este concepto, es recordar que el mismo tiene muchas caras y consecuencias en los diferentes ámbitos de la vida social y uno de ellos es el de la salud. Suponer que el concepto de igualdad entre hombres y mujeres se da bajo la premisa de igualdad de condiciones, es

8 Naciones Unidas, Asamblea General. Transformar nuestro mundo: La Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible (New York: Naciones Unidas, 2015): 1-40 9 Naciones Unidas, Asamblea General. Transformar nuestro mundo: La Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible (New York: Naciones Unidas, 2015): 1-40

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bastante erróneo, y conduce a imprecisiones para lograr acciones efectivas. Precisamente si para resolver esta contradicción se introduce la equidad de género como una forma de atenuar las consecuencias negativas que genera un trato igualitario a personas que afrontan necesidades diferentes, el Objetivo 5 de la Agenda 2030 hubiera incluido este elemento, quizá las propuestas de los ejes temáticos se hubieran estructurado diferente. Desafortunadamente este Objetivo, se queda con lo establecido en la Declaración Universal de los Derechos Humanos. A este panorama se debe agregar ahora el Objetivo 3 de la Agenda 203010, el cual se denomina: Garantizar una vida sana y promover el bienestar de todos a todas las edades, el problema en la relación género-salud se vuelve un poco difícil de establecer. Esto se afirma porque, si bien una mirada detallada muestra que todos sus enunciados están planteados para mejorar la salud de la población, con excepción del primero, que busca reducir en un 70% la tasa de mortalidad materno-infantil, lo cual alude sin duda alguna a las mujeres en edad fértil, es decir, de manera puntal aparece el concepto de sexo, el resto de los enunciados son de tipo general y no hay especificación por problemáticas de género en las acciones de salud planteadas.

Para comenzar, en este Objetivo 3, se debería reconocer la premisa de que mujeres y hombres son biológicamente diferentes, de que la sociedad les asigna roles y responsabilidades diferentes, por lo que en estos lineamientos internacionales debería quedar claro que las necesidades en salud son diferentes, y que la respuesta a esas necesidades para lograr la equidad y la eficiencia debería tomar en cuenta esas diferencias, pero no aparece de esta forma en las políticas públicas en salud. Una revisión de ellas, como se verá más adelante, no muestra de forma precisa la estrategia de empoderamiento en los abordajes prácticos y a largo plazo de género, y en las acciones afirmativas que deban realizarse para combatir la inequidad de salud que se genera en el sexo femenino.

Hasta aquí se han tratado de presentar algunos puntos que se consideran relevantes, sin que esto agote las aportaciones y discusiones sobre el tema, y que parecen fundamentales de entender en la relación salud-envejecimiento femenino que es nuestro tema central. Como se puede ver en las consideraciones anteriores, es por demás conveniente que a nivel de países deba quedar muy bien establecida la importancia de los Derechos Humanos, especialmente en uno de sus principios fundamentales como es la igualdad. Así mismo, es de suma importancia que se clarifiquen los conceptos de igualdad, equidad y género en relación con la salud y cómo hacerlos efectivos, especialmente cuando se plantean en la Agenda 2030. Junto a este proceso de precisión conceptual y operativa, se debe agregar otro fenómeno muy importante que también involucra elementos de justicia social y de derechos humanos: la situación de envejecimiento de las poblaciones y las implicaciones que esto conlleva para los Derechos Humanos, la igualdad y la equidad en salud y la perspectiva de género.

Hablar del envejecimiento de una población es entrar a un mundo, como en los puntos anteriores, que conlleva una gran complejidad y con aristas muy susceptibles, que nos ubica en términos filosóficos, morales, éticos, sociales, económicos, culturales, de Derechos Humanos, de salud, etc., con una situación que a nadie le agrada: el declinar de la vida humana. La abundancia de la bibliografía sobre este tema es simplemente abrumadora, así como las declaraciones internacionales, nacionales, los Congresos y sobre todo la idea central que se maneja sobre lo desprotegido que se encuentran las personas

10 Naciones Unidas, Asamblea General. Transformar nuestro mundo: La Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible (New York: Naciones Unidas, 2015): 1-40.

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mayores. Igual que en el punto anterior, esta idea se encuentra tamizada, dependiendo del tipo de sociedad y el tiempo histórico en el que se encuentre.

Debido al avance de las sociedades, de la tecnología, del conocimiento, etc., el fenómeno observado para las sociedades es la llamada transición demográfica de la población, la cual en términos muy simples, se puede entender como el paso de tener una población grande o muy grande en los grupos de edad de 0-15 años (criterio variable según muchos autores) hacia tener una población en crecimiento dentro del grupo de personas de 60 o más años de edad, criterio también variable según el autor que se consulte11. ¿Por qué es importante este cambio? Hay infinidad de razones: de orden económico, como sería la dependencia en estos términos de las personas mayores; de orden social, en donde la percepción de la sociedad del papel, utilidad y actuación de este grupo de personas son encasilladas y conduce a que sean tratados de formas a veces altamente discriminatorias; de salud, toda vez que las afectaciones al estado de salud de esta población son muy diferentes en comparación con los grupos más jóvenes de edad; y finalmente el problema de ser mayor y ser mujer, lo que implica un sesgo muy importante en términos de salud cuando se habla de políticas públicas con perspectiva de género para adultos mayores, por supuesto, si es que existen en el país que se estuviera analizando.

No es la intención de esta reflexión el dar datos en exceso para ilustrar la situación del envejecimiento poblacional en el mundo. En el mejor caso, el libro editado por Sandra Huenchuan, Envejecimiento de personas mayores y la Agenda 2030, publicado en 2018, se recomienda ampliamente para obtener una perspectiva cuantitativa del fenómeno, aunque para el caso de México se mencionan más adelante algunos datos para reafirmar algunos conceptos. En este momento de la exposición se quiere destacar dos elementos básicos: las diferentes formas de clasificar la vejez humana y dejar claro que, en casi todas las sociedades que se encuentran en proceso de envejecimiento, este es primordialmente femenino, con todas las implicaciones que esto conlleva.

Si bien, la literatura muestra una gran variedad de criterios para entender lo que implica hablar del envejecimiento humano, hay más o menos acuerdos de que ésta puede ser vista desde una manera cronológica, tomando como referencia, el tiempo en años a partir del nacimiento de la persona (en realidad, la vida comienza en el momento de la concepción, pero en términos cronológicos, al nacer ya se tienen nueves meses de edad). Así, conforme pasan los años los humanos acumulan edad en tiempo, y esto conlleva otras asociaciones. La siguiente forma de ver el proceso de envejecimiento es la llamada vejez fisiológica, que se asocia al desgaste físico del organismo humano, en tanto un conjunto de sistemas orgánicos y mentales que tienden a no funcionar adecuadamente con el paso de los años cronológicos (de hecho, algunos autores han dicho que en términos fisiológicos, el cuerpo humano empieza a envejecer a los 30 años calendario). Es obvio y la propia experiencia lo hace ver, efectivamente al paso de la edad calendario, los organismos humanos empiezan a presentar rendimientos decrecientes en estas funciones, pero esto depende no sólo de genética, sino de su forma de vida en el contexto social en el que se haya desenvuelto. En este envejecimiento fisiológico es frecuente hablar de senilidad, deterioro físico y mental, dependencia funcional, etc.

Finalmente, a estos dos tipos de concepciones de vejez se le agrega la llamada vejez social, definida como la construcción social que cada sociedad tiene sobre lo que

11 Sandra Huenchuan y Luís Rodríguez-Piñero, Envejecimiento y derechos humanos: situación y perspectiva de protección. (Santiago de Chile: Naciones Unidas-CEPAL, 2010), 7.

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implica ser “viejo/a”. Aunque se dice fácil, esta concepción social tiene demasiadas implicaciones, ya que puede ser un apoyo o un obstáculo para la forma en que este grupo sobrevive. Precisamente, la construcción social de la vejez refleja de manera clara las contradicciones discriminatorias especialmente hacia las mujeres mayores, en virtud de la dualidad masculina-femenina, en donde el hombre, aunque sea anciano, conserva un estatus de mayor jerarquía que las mujeres, y éstas a pesar de ser mayores, continúan en uno de sus roles tradicionales, como es el de cuidadoras. Es en este apartado donde generalmente se retoman tanto la Declaración Universal de los Derechos Humanos, las Declaraciones Internacionales, como la Agenda 2030 de Naciones Unidas, las Conferencias Internacionales sobre Envejecimiento, así como se espera que se realicen acciones de políticas públicas para atender las carencias de la población mayor a 60 años12.

En este momento conviene añadir que el envejecimiento de la población, en casi todas las sociedades es un fenómeno eminente femenino. En el caso de China, con su política de sólo un hijo, se dice que las familias abortaban cuando el sexo del producto era femenino, y que esto condujo a una disminución sustancial de este sexo, por lo que el envejecimiento de su población es diferente de acuerdo con cada región. ¿Por qué se presenta que el envejecimiento sea mayoritariamente femenino? Dentro de todos los acercamientos a esta situación, se destacan dos dentro del campo de la medicina. Por un lado, y hay evidencia para sustentarlo, nacen más niños que niñas, pero por razones todavía no muy bien explicadas, en los primeros días de vida, se mueren más los niños. Por otra parte, cuando nos enfocamos hacia el final de la vida, la tasa de sobrevivencia del sexo femenino es mayor al del masculino. Explicaciones sobre este fenómeno hay muchas, pero para los fines de esta presentación, se da por aceptado que las mujeres viven más que los hombres, la esperanza de vida de cada grupo así lo indica.

Aceptado lo antes dicho, aquí es donde comienza principalmente la parte discriminatoria para las mujeres adultas mayores, sin que esto implique que en otras edades también sufren de discriminación. Fundamentalmente el paso a la vejez conlleva algunos elementos sustantivos de gran relieve. Primeramente, el retiro del mercado laboral, lo que implica la jubilación y el incremento del tiempo libre. Este punto no es simple para las adultas mayores. Al encontrarse en el mercado laboral es bastante obvia la forma de visualizar el fenómeno, pero si ellas no están en el mercado laboral, se ven condicionadas a una dependencia de tipo económica y social. Un segundo elemento fundamental es la muerte del cónyuge. La evidencia ha mostrado que cuando el hombre es quien queda viudo, tiende a volver a casarse en un corto tiempo, pero en el caso de las mujeres esto no es así, por lo que el ser viuda la coloca en tratar de acercarse a su descendencia y esto a su vez, genera otro tipo de dependencia afectiva, que muchas veces se convierte en maltrato, burlas o violencia, de parte de los familiares, en donde a veces la anciana es una inútil, un estorbo o simplemente es invisible a los ojos del grupo donde ésta se inserta, o en su defecto, continúa siendo la cuidadora de los “otros”. Un elemento esencial cuando se manejan esta clase de prejuicios y estereotipos es que afectan directamente la autoestima de las personas mayores, pues al generalizar ciertas características o ideas sin fundamentos se llega un momento en la cual la persona acaba por creerla y disminuye su propia potencialidad.

Finalmente, un tercer proceso de mucho impacto, lo constituyen los cambios en el estado de salud de las mujeres adultas mayores. Para estas etapas de la vida y quizás

12 Comisión Nacional de Derechos Humanos. Las mujeres adultas mayores y los Derechos Humanos (Ciudad De México: CNDH,2012), 3.

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como un resultado de la vida anterior, este grupo se ve altamente afectado por enfermedades de orden crónico degenerativas, lo que conduce al deterioro de su salud y eventualmente a la pérdida paulatina de autonomía física, es decir, limitaciones funcionales y de las actividades de la vida diaria, lo que da lugar a toda una serie de efectos no solo en su salud, sino en el contexto general social en dónde se encuentra. Es indiscutible que los elementos antes planteados se entrelazan y afectan mutuamente, está más que demostrado que el lugar de residencia, el nivel educativo, nivel de ingresos, las condiciones de vida del pasado, entre otros factores, afectan seriamente la salud de las personas mayores, pero en el caso de las adultas mayores la evidencia recabada muestra que todo esto es favorable y discriminatorio para este grupo de personas. De hecho, el trabajo de Huenchuan13, sobre el envejecimiento, personas mayores y la Agenda 2030, sostiene que casi todos los 17 Objetivos del Desarrollo Sostenible abonan de manera explícita o implícita a lograr acciones para las personas mayores y hace una completa descripción de cada uno de ellos. En el marco de la población mayor, el problema de fondo, es que al igual que cuando se habló de género y salud, no hay nada claro sobre un envejecimiento femenino y cómo construir acciones con esta perspectiva de género. A manera de síntesis de este apartado de envejecimiento y a la luz de lo visto en la sección de Derechos Humanos, existe un gran incumplimiento de ellos para la población adulta mayor y especialmente para las mujeres en esta categoría. La igualdad, la dignidad del ser humano parece no saber cómo aterrizar a las situaciones prácticas de la vida en común. Ni qué decir de la salud con perspectiva de género y el cuestionamiento hacia acciones que conjunten los espacios presentados. En teoría, los gobiernos participantes en todos estos acuerdos internacionales y declaratorias, sí se encuentran con la intención de lograr lo planteado, pero para que esto suceda deben verse reflejadas en la formulación de políticas públicas, las cuales se sabe derivan de los llamados Planes Nacionales de Desarrollo, para el caso de la salud del Plan Nacional de Salud (cada sociedad identifica con nombres diferentes estos documentos de desarrollo). Generalmente estos instrumentos de conducción de las acciones gubernamentales, no siempre las incluyen.

Para terminar estas reflexiones veremos una aproximación muy sencilla de México en estos aspectos. Para ello se verá en primera instancia el proceso de envejecimiento de la población mexicana, después algo de su salud y finalmente con algunos cuestionamientos sobre el Plan Nacional de Salud 2019-2024. Para nadie es un secreto que nuestro país se ha envejecido a grandes pasos y que este proceso es eminentemente femenino. De acuerdo con el Consejo Nacional de Población14 en 2017, de la población mayor de 60 años, el 46.1 % fueron hombres y el 53.9% mujeres; la esperanza de vida para los hombres en ese año fue de 73, mientras que para las mujeres fue de 78.1 y finalmente, para complementar la idea del desequilibrio, la tasa de dependencia de la población de 65 años y más, para ese año fue de 9.9% para hombres y 10.9 para mujeres. Los datos por sí solos dan cuenta de situaciones diferenciadas entre los sexos. Si ahora se revisa el Índice de Envejecimiento (IE), en el país había 35 Personas Adultas Mayores (PAM) por cada cien menores de 15 años, cifra que aumentaría a 63 en 2030. Para la población masculina, el IE aumentaría en casi 24 puntos porcentuales, de 31.54% a 55.32%. En el caso de las mujeres la variación es mayor, ya que por cada cien menores de 15 años en 2030 habrá 70 PAM, en comparación con las 38 registradas en 201715.

13 Sandra Huenchuan, Envejecimiento personas mayores y Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible (Santiago de Chile: Naciones Unidas-CEPAL, 2018) 1. 14 Consejo Nacional de Población. Indicadores Demográficos de la República Mexicana (México: CONAPO, 2017), URL: https://www.conapo.gob.mx 15Consejo Nacional de Población. Indicadores Demográficos...

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En realidad, se podría evidenciar fácilmente, que no sólo en las estadísticas de

orden demográfico, las ancianas se encuentran en desventaja, la revisión de indicadores educativos, económicos, de vivienda, de posesión de bienes, de actividad doméstica, del uso del tiempo libre, de su trabajo hacia otros, etc., todos darían un panorama altamente discriminatorio para ellas. Aunque sería muy interesante aportar esta evidencia, este trabajo es sólo sobre salud y envejecimiento, se pasará entonces de manera breve a considerar este punto. Desde una mirada de la salud, el fenómeno del envejecimiento por sexo casi siempre se hace a través del análisis de la mortalidad, morbilidad y los indicadores de dependencia (Actividades Básicas de la Vida Diaria; Actividades Instrumentales para la Vida Diaria)16, lo cual, aunque práctico, a veces es una forma simplista de pensar en la salud de las personas mayores, aunque la información que se maneja en los indicadores de dependencia fácilmente pueden complementarse con los datos de las Encuestas Nacionales de Salud y Nutrición, cuyos tabulados son presentados por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía.

Al igual que el cambio demográfico, la transición epidemiológica del país y las enfermedades no transmisibles (crónico-degenerativas), son las que mayormente predominan en la población y aunque el fenómeno se está presentando en los grupos de 50 años, el más afectado por este tipo de enfermedades, son los mayores de 60 años. Sin embargo, debe entenderse que el adquirir este tipo de enfermedades, son un resultado tanto del envejecimiento fisiológico del organismo, como del contexto social, económico, cultural, político, donde las personas desarrollan su niñez y su vida productiva.

Si se alude a la morbilidad17 de la población mayor de 60 años, es posible encontrar datos diferenciados; para los hombres, las cinco principales causas en 2018 fueron: 1. Infecciones respiratorias agudas; 2. Infecciones intestinales por otros organismos mal definidos: 3. Infección de vías urinarias: 4. Úlceras, gastritis, duodenitis y 5. Hiperplasias de la próstata.

Mientras que para las mujeres se tiene: 1. Infecciones respiratorias agudas; 2. Infección vías urinarias; 3. Infecciones intestinales por otros organismos mal definidos; 4. Úlceras, gastritis y duodenitis y 5. Hipertensión arterial. Como es posible ver, algunas enfermedades son comunes en los sexos, aunque por su magnitud, se encuentran afectando de forma diferenciada. La atención a la salud de la población mayor de 60 años con un enfoque de Género, hasta el momento confronta problemas sustantivos como: atención centrada en la enfermedad, ausencia de programas preventivos, problemas de cobertura, problemas de acciones afirmativas no claras en los programas de atención a la salud y poca visión sobre la problemática de género. Diferencias sustanciales en el tipo de aseguramiento, por ejemplo, si las ancianas trabajaron y obtuvieron una pensión y seguridad social, se podría pensar que se encuentran relativamente cubiertas, pero si ellas no lo hicieron y reciben el aseguramiento vía del cónyuge, se da otra situación y si no se encuentran en ninguno de los dos casos anteriores, la atención a su salud va al gasto de bolsillo. Otro problema de este tipo es el costo de atender este tipo de enfermedades ya que son muy costosas y de largo plazo, lo que implica una fuerte presión económica tanto para el gobierno como para las personas que pagan sus propios tratamientos.

16 Mayra Niño Zúñiga, “La salud en la vejez desde una mirada de género”, México en Cifras Vol: 9 num 3 (2011): 1. 17 Secretaria de Salud. Sistema de Información (México: Secretaría de Salud, 2018). URL: https://www.gob.mx/salud/sistema-de-informacion

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Si se da una revisada a los datos de mortalidad, se evidencia la existencia de

decesos por las enfermedades crónicas, aunque no es una relación directa presentada en las causas de enfermedad; aún con esta aclaración, los datos de mortalidad vuelven a presentar las diferencias entre los sexos. De acuerdo con la base de datos del Sistema de Información en Salud de la Secretaría de Salud18, para 2018, la mortalidad para mayores de 60 años fue de 38.9 por ciento para los hombres y de 32.5 para las mujeres, lo que confirma lo dicho anteriormente, los hombres mueren en mayor cantidad. Existen estudios detallados de mortalidad, por deciles a partir de los 60 años, pero no importa lo avanzado de la edad el fenómeno es de mayor impacto para el sexo masculino.

Cuando se revisa la causa de muerte, es interesante notar el orden de ellas; las 5 principales causas de muerte en 2018 para los hombres fueron: 1. Enfermedades hipertensivas; 2. Enfermedades del hígado; 3. Enfermedades crónicas de las vías respiratorias; 4. Enfermedades cerebrovasculares; y, 5. Diabetes Mellitus 2. En el mismo periodo, para las mujeres se tiene: 1. Enfermedades crónicas de las vías respiratorias; 2. Enfermedades hipertensivas; 3. Enfermedades cerebrovasculares; 4. Enfermedades isquémicas del corazón; y, 5. Diabetes Mellitus. Como se observa, algunas concurren en ambos sexos, pero en diferente orden de importancia. Una pregunta frecuente que sale cuando se manejan las cinco causas principales, es por qué la muerte por cáncer no aparece en estos lugares. En estadísticas más recientes, del Sistema de Información de la Secretaría de Salud (base de Datos) y de forma preliminar para 2020,19 este tipo de causa se ha movido hacia arriba, y por supuesto que en años anteriores se encuentra presente, pero en un sexto o séptimo lugar. El análisis detallado de los factores de riesgo para morir por este tipo de enfermedades es sumamente interesante por todas las implicaciones de orden socio-económico-cultural, que impactan a los factores de riesgo.

Por último y para tratar de aproximarnos a todo lo reflexionado entre la relación género y el envejecimiento femenino20, así como los elementos conceptuales manejados en los Derechos Humanos, Objetivos del Desarrollo Sostenible, que debieran ser aterrizados por los gobiernos a través de sus acciones de políticas públicas, las cuales casi siempre se plasman en los Planes Nacionales De Desarrollo. En el caso de México, que ha suscrito todos los elementos que se han mencionado, se debiera esperar que sus programas de igualdad de género, de salud, de población, se cubrieran de forma adecuada los conceptos de igualdad de género, de justicia social, de equidad, etc. Por el uso generalizado de algunos conceptos, se habla de que los programas siempre cuentan con ejes transversales de perspectiva de género, de respeto a los derechos humanos, etc., pero un acercamiento con detalle a los programas, muestra que una cosa son los enunciados y otras las acciones, objetivos, metas e indicadores que se van a utilizar con esa mirada. Hacer una revisión detallada de los programas para ver cómo ejecutan estos ejes transversales es una tarea pendiente para la sociedad. A manera de ejemplo, el Plan Sectorial de Salud 2019-2024, publicado en el DOF21, el 18 de agosto de este año, hacen ver las lagunas existentes para una atención a la salud que se fundamente con el eje transversal de género, que en el Plan dice que está permeado por ella. Es más que evidente la ausencia de una política afirmativa clara, para la atención diferenciada por la condición

18 Secretaria de Salud. Sistema de Información... 19 Secretaria de Salud. Sistema de Información... 20 Ma. de la Luz Martínez Maldonado, Promoción de la salud de la mujer adulta mayor (Cd. De México: Instituto Nacional de Geriatría, 2015), 56. 21 Gobierno de México, Diario Oficial de la Federación. Plan Sectorial de Salud 2019-2024 (México: SEGOB, 2020) https://www.dof.gob.mx

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de género. Así, manifiesta privilegiar la prevención de la salud de la población, pero no queda claro en sus metas cómo lo hará. Se refiere a grupos particulares, como niños y adolescentes, pero no hay ninguna precisión hacia las personas de 60 años y más, con una mirada de género. Es decir, no hay una conciencia clara de los problemas del envejecimiento de la población mexicana, el cual es básicamente femenino. Se habla de la cobertura universal de la atención de la salud para la población, en donde se infiere van mujeres y hombres de 60 años en adelante, pero no hay claridad de cómo se logrará esto y si se hará atendiendo a las características epidemiológicas de los grupos de edad. Se establece el concepto de una Atención Integral de la Salud, pero en todas sus acciones y metas no queda claro cómo se abordarán los problemas de prevención, promoción, discapacidad, de la acción de la comunidad, de la familia, del entorno social, etc. Mucho menos plantea una mirada de género y de grupos de edad, en estos aspectos.

Estos puntos, son unas cuantas observaciones sobre la no conciencia de la problemática de género en salud para la población femenina, no existe ese mundo conceptual de igualdad, equidad, perspectiva de género, dignidad humana, de manera clara en los lineamientos establecidos por el Plan, aunque se alude a los Objetivos del Desarrollo Sostenible y se apela el Derecho a la Salud marcados en estas declaraciones internacionales. Por supuesto que se requiere seguir trabajando a detalle este Plan para ver sus limitaciones más profundas, pero para ello es necesario comprender y analizar cuál es el alcance que tienen las mujeres, especialmente las mayores, para incidir en esta política, es decir, qué tan grande es su empoderamiento para actuar en su beneficio al intentar acciones correctivas hacia una política que, aunque maneja un lenguaje de libertades de derechos, de justicia social, etc. No se ve claramente cómo los llevará a la práctica. El ejercicio del poder por los grupos afectados debiera buscarse incluso con el apoyo de mujeres más jóvenes, ya que al final ellas mismas pasarán a ser ancianas. Bibliografía

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