AMIN.samir 2009 La Crisis

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    SAMIR AMIN

    La crisis

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    La crisis actual no es ni una crisis financiera ni la suma decrisis sistmicas mltiples (energtica, alimentaria, ecol-gica, climtica), sino la crisis del capitalismo oligoplico,que ha alcanzado el estado de senilidad. El principio deacumulacin sin fin que define al capitalismo es sinnimo

    de crecimiento exponencial, y ste, como el cncer, llevaen s la muerte. Y son las contradicciones internas propiasdel proceso de acumulacin del capital las responsablesdel hundimiento financiero del 2008. Por eso, laprofundizacin de la crisis no podr evitarse, ni siquieraaceptando la hiptesis de una recuperacin exitosa aunque temporal del sistema de dominacin del capitalpor parte de los oligopolios. En estas condiciones, laradicalizacin posible de las luchas no debe verse comoalgo imposible. Conseguirn converger estas luchas paraabrir el camino a la larga ruta de transicin al socialismomundial?

    elviejotopo.com

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    Portada sobre fotografa de Lorenzo CoIIoreta.

    Creative Commons.

    SAMIR AMIN (El Cairo, 1931) ha dedicado

    gran parte de su obra al estudio de las

    relaciones entre los pases desarrollados

    y los subdesarrollados, y a la crtica de

    la globalizacin. Presidente del Foro del

    Tercer Mundo y del Foro Mundial de las

    Alternativas, entre sus ltimos libros

    traducidos al castellano destacan

    Mundializacin y acumulacin: El

    capitalismo en la era de la globalizacin;

    El hegemonismo de Estados Unidos y eldesvanecimiento del proyecto europeo;

    Ms all del capitalismo senil; Por la

    Quinta Internacionaly, bajo su direccin,

    Las luchas campesinas y obreras frente

    a los desafos del siglo XXI.

    Recientemente han aparecido tambin

    sus Memorias.

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    SAMIRAMIN

    LA CRISISSalir de la crisis del capitalismo o

    salir del capitalismo en crisis

    Traduccin de Josep Sarret

    EL VIEJO TOPO

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    Ttulo original:La crise

    Samir Amin, 2009

    Edicin propiedad de Ediciones de Intervencin Cultural/El Viejo'

    Diseo: Miguel R. Cabot

    ISBN: 978-84-92616-43-5

    Deposito Legal: B-27.853-09

    Imprime: NovagrfikImpreso en Espaa

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    ndice

    Presentacin 7

    I. El hundimiento financiero de la mundializacin liberal 27

    II. Dos vas de desarrollo histrico.El contraste Europa/mundo chino: orgenes y recorridos 51

    III. El capitalismo histrico.

    La acumulacin por expropiacin 65

    IV. Avances revolucionarios seguidos de retrocesos catastrficos 99

    V. Agricultura campesina, agricultura familiar moderna 127

    VI.Humanitarismo o internacionalismo de los pueblos? 163 VIL Ser

    marxista, ser comunista, ser internacionalista hoy 185

    Eplogo (abril 2009) 247

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    Presentacin

    El capitalismo, un parntesis en la historia

    El principio de la acumulacin sin fin que define al capitalismo es sin-nimo de crecimiento exponencial, y este, como el cncer, lleva a la

    muerte. Stuart Mili, que lo haba comprendido muy bien, imaginabaque un "estado estacionario" pondra fin a este proceso irracional. Key-nes comparta este optimismo de la Razn. Pero ni uno ni otro estabanequipados para comprender de qu modo podra imponerse la necesa-ria superacin del capitalismo. Marx, dando a la nueva lucha de clasesel lugar que le corresponda, pudo, en cambio, imaginar cmo se pro-ducira el derrumbamiento del poder de la clase capitalista, concentra-do actualmente en las manos de la oligarqua.

    La acumulacin, sinnimo igualmente de pauperizacin, traza elmarco objetivo de las luchas contra el capitalismo. Pero se expresa prin-cipalmente mediante el contraste cada vez mayor entre la opulencia delas sociedades del centro, beneficiaras de la renta imperialista, y lamiseria de las sociedades de las periferias dominadas. Este conflicto seha convertido de hecho en el eje central de la alternativa "socialismo obarbarie".

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    La tesis central de este libro es que la crisis actual no es ni una crisisfinanciera ni la suma de crisis sistmicas mltiples, sino la crisis delcapitalismo imperialista de los oligopolios, cuyo poder exclusivo ysupremo corre el riesgo de ser cuestionado, una vez ms, tanto por lasluchas del proletariado general como por las de los pueblos y naciones

    de las periferias dominadas, aunque estos sean en apariencia "emer-gentes".

    El autntico desafo es pues el siguiente: conseguirn converger es-tas luchas para abrir el camino -o los caminos- a la larga ruta de latransicin al socialismo mundial? O permanecern separadas e inclu-so entrarn en conflicto unas contra otras, y por ello, ineficaces, deja-rn la iniciativa al capital de los oligopolios? Este libro no pretende daruna respuesta a esta pregunta, sino solamente, y en el mejor de loscasos, aportar elementos para el anlisis del desafo que representa.

    La pauperizacin a escala mundial, en el centro de la crisisde la civilizacin capitalista

    Para establecer esta relacin, central en mi anlisis, me ha parecidoindispensable en primer lugar someter la lectura de la historia moder-na al test de la "larga duracin". Remontarse una vez ms a los orge-nes de la formacin del capitalismo a partir de las contradicciones delos sistemas anteriores (los "sistemas tributarios", como les llamo yo).Sobre todo teniendo en cuenta que, en este plano, me sito entre lapequea minora de quienes piensan que el capitalismo no ha sido el

    producto del "milagro" europeo, de la "excepcin europea". Sostengo,al contrario, que las mismas contradicciones fundamentales caracteri-zaban a todos los sistemas tributarios premodernos, y que su supera-cin por la invencin del capitalismo estaba igualmente en marcha enotros lugares, y no slo en Europa.

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    El capitalismo "europeo" no ha sido ms que una de las formas posi-bles de la respuesta a las exigencias de la evolucin general. Es, pues,importante destacar las caractersticas especficas de esta forma. Las heresumido en una frase simple: la acumulacin por expropiacin, nosolamente en el origen (la "acumulacin primitiva") sino en todas las

    etapas de su despliegue. Una vez constituido, este capitalismo "atlnti-co" parti a la conquista del mundo y lo remodel sobre la base de lapermanencia de la expropiacin de las regiones conquistadas, que deeste modo se convirtieron en las periferias dominadas del sistema.

    No es la historia (antigua y anticuada), sino el presente (y tambinel porvenir en la medida en que nos mantengamos en la lgica del capi-talismo histrico) lo que preocupa al capitalismo actual -y no hay otroscapitalismos posibles.

    Esto significa que todas las contradicciones del capitalismo -en susformas antiguas y nuevas- y el desafo que constituyen -tanto en sus

    expresiones antiguas como en las nuevas- han de ser resituadas en estemarco. Han de ser rearticuladas en torno al eje central constituido porla mundializacin polarizante, forma propia de la mundializacin capi-talista desde sus orgenes, hace cinco siglos, hasta hoy mismo.

    Esta mundializacin no es nueva. Se inici con la destruccin de lasAmricas, remodeladas en funcin de las exigencias de la acumulacinpor expropiacin, y se remat durante el siglo XIX, hacia 1850 apro-ximadamente.

    Esta mundializacin "victoriosa" se ha revelado incapaz de imponer-se de una manera duradera. Apenas medio siglo despus de su triunfo,que pudo parecer que inauguraba el "fin de la historia", ya era cuestio-

    nada por la revolucin rusa y por las luchas (victoriosas) de liberacinde Asia y frica que llenan la historia del siglo XX: la primera oleadade luchas por la emancipacin de los trabajadores y de los pueblos.

    El capitalismo histrico ser pues lo que se quiera menos duradero.No es ms que un parntesis breve en la historia. Su cuestionamiento

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    fundamental -que nuestros pensadores "de izquierdas" no creen quesea "posible" (o siquiera "deseable")-, es simultneamente cuestionadopor las luchas por la emancipacin de los trabajadores (el "proletariadogeneral", en mi lenguaje) y por las de los pueblos dominados (los de lasperiferias, el 85% de la humanidad). Y estas dos dimensiones son indi-

    sociables. No ser posible salir del capitalismo solamente mediante lalucha del proletariado general, ni solamente mediante la lucha de lospueblos dominados. Slo ser posible salir del capitalismo cuando -yen la medida en que- estas dos dimensiones del mismo desafo se arti-culen una con otra. No es "seguro" que esto vaya a pasar, en cuyo casoel capitalismo ser "superado" por la destruccin de la civilizacin (msall del malestar en la civilizacin, para decirlo con las palabras deFreud), y tal vez por la destruccin de la vida en el planeta. Pero estoes igualmente posible.

    De una larga crisis a otra

    El desmoronamiento financiero de setiembre de 2008 ha sorprendidoprobablemente a los economistas convencionales de la "mundializacinfeliz" y ha dejado desconcertados a algunos de los fabricantes del dis-curso liberal triunfante despus de "la cada del muro de Berln", comose suele decir. Si en cambio el acontecimiento no nos ha sorprendido anosotros -que ya lo esperbamos (sin haber predicho la fecha en que seproducira, por supuesto, porque no tenemos una bola de cristal), hasido simplemente porque, para nosotros, se inscriba naturalmente en

    el desarrollo de la larga crisis del capitalismo envejecido que se habainiciado durante los aos setenta.

    Vale la pena remontarse a la primera larga crisis del capitalismo quemodel el siglo XX por lo sorprendente que es el paralelismo existenteentre las etapas del desarrollo de estas dos crisis.

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    El capitalismo industrial triunfante del siglo XIX entra en crisis apartir de 1873. Las tasas de beneficio se hunden, por las razones pues-tas en evidencia por Marx. El capital reacciona con un doble movi-miento de concentracin y de expansin mundializada. Los nuevosmonopolios confiscan en beneficio propio una renta extrada de la

    masa de la plusvala generada por la explotacin del trabajo. Aceleranla conquista colonial del planeta. Estas transformaciones estructuralespermiten un nuevo despegue de los beneficios. Inician la "belle po-que" -de 1890 a 1914- del dominio mundializado del capital de losmonopolios financiarizados. Los discursos dominantes de aquellapoca hacen un elogio de la colonizacin (la "misin civilizadora"),consideran la mundializacin como sinnimo de paz, y la socialdemo-cracia obrera europea se suma a este discurso.

    El "largo siglo XX" -1873/1990- es por tanto el del despliegue dela primera crisis sistmica profunda del capitalismo senil (hasta el punto

    de que Lenin piensa que este capitalismo de los monopolios constituyela "fase suprema del capitalismo"), y al mismo tiempo el de unaprimera oleada triunfante de revoluciones anticapitalistas (Rusia, Chi-na) y de movimientos anti-imperialistas de los pueblos de Asia y defrica.

    La segunda crisis sistmica del capitalismo se inicia en 1971 con elabandono de la convertibilidad en oro del dlar, casi exactamente unsiglo despus del inicio de la primera. Las tasas de beneficio, de inver-sin y de crecimiento se desmoronan (y ya no recuperarn jams losniveles que haban alcanzado desde 1945 a 1975). El capital respondeal desafo como en la crisis precedente por medio de un doble movi-

    miento de concentracin y de mundializacin. Erige de este modo lasestructuras que definirn la segunda "belle poque" (1990/2008) demundializacin financiarizada que permitir a los grupos oligopolsti-cos retener su renta de monopolio. Con los mismos discursos de acom-paamiento: el "mercado" garantiza la prosperidad, la democracia y la

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    paz; es el "fin de la historia". Y con la misma adhesin de los socialis-tas europeos al nuevo liberalismo. Y sin embargo esta nueva "belle apo-que" ha ido acompaada desde el primer momento por la guerra, la delNorte contra el Sur, iniciada en 1990. Y del mismo modo que la pri-mera mundializacin financiarizada tuvo como consecuencia el 1929,

    la segunda ha producido el 2008. Hemos llegado actualmente a esemomento crucial que anuncia la probabilidad de una nueva ola de"guerras y revoluciones". Tanto ms cuanto que los poderes vigentes noprevn sino la restauracin del sistema tal como era antes del desmoro-namiento financiero.

    La analoga entre los desarrollos de estas dos crisis sistmicas largasdel capitalismo senil es impresionante. Existen sin embargo diferenciasentre ellas cuyo alcance poltico es importante.

    Salir de la crisis del capitalismo o salir del capitalismo en crisis?

    Detrs de la crisis financiera, la crisis sistmica del capitalismo delos oligopoliosEl capitalismo contemporneo es en primer lugar y ante todo un capi-talismo de oligopolios en el sentido estricto del trmino (cosa que hastaahora slo haba sido parcialmente). Entiendo por esto que los oligo-polios son los que controlan la reproduccin del sistema productivo ensu conjunto. Son "financiarizados" en el sentido de que solamente ellostienen acceso al mercado de los capitales. Esta financiarizacin da al mer-cado monetario y financiero -su mercado, el mercado en el que compi-

    ten entre ellos- el estatus de mercado dominante, que modela y dirige asu vez los mercados del trabajo y del intercambio de productos.

    Esta financiarizacin mundializada se expresa por medio de unatransformacin de la clase burguesa dirigente, convertida en plutocra-cia rentista. Los oligarcas ya no son solamente rusos, como se dice

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    demasiado a menudo, sino mucho ms estadounidenses, europeos y ja-poneses.

    Es igualmente importante precisar la nueva forma de la mundializa-cin capitalista que corresponde a esta transformacin, por oposicina la que caracterizaba a la primera "belle poque". Yo la he expresado

    con una frase: el paso del imperialismo conjugado en plural (el de laspotencias imperialistas en conflicto permanente entre s) al imperialis-mo colectivo de la trada (Estados Unidos, Europa, Japn).

    Los monopolios que emergieron en respuesta a la primera crisis deltipo de beneficio se constituyeron sobre unas bases que reforzaron la vio-lencia de la competencia entre las principales potencias imperialistas dela poca, y desembocaron en el gran conflicto armado iniciado en 1914y proseguido a travs de la paz de Versalles, primero, y de la SegundaGuerra Mundial despus, hasta 1945. Es lo que Arrighi, Frank, Wallers-tein y yo mismo hemos calificado desde los aos 1970 de "guerra de los

    treinta aos", una expresin que otros han hecho suya despus.En cambio, la segunda oleada de concentracin oligopolstica, ini-ciada en los aos 1970, se form sobre unas bases muy distintas, en elmarco de un sistema que yo he calificado de "imperialismo colectivo"de la trada (Estados Unidos, Europa y Japn). En esta nueva mundia-lizacin imperialista, la dominacin de los centros ya no se ejerce pormedio del monopolio de la produccin industrial (como era el casohasta aqu), sino por otros medios (el control de las tecnologas, de losmercados financieros, del acceso a los recursos naturales del planeta, dela informacin y de las comunicaciones, de las armas de destruccinmasiva). Este sistema, que yo he calificado de "apartheid a escala mun-

    dial" implica la guerra permanente contra los Estados y los pueblos delas periferias recalcitrantes, una guerra iniciada en 1990 por el desplie-gue del control militar del planeta por Estados Unidos y sus aliadossubalternos de la OTAN.

    La financiarizacin de este sistema es indisociable, en mi anlisis, de

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    su carcter oligopolstico reafirmado. Se trata de una relacin orgnicafundamental. Este punto de vista, que desarrollar en esta obra, no esprecisamente el dominante, no ya en la voluminosa literatura de loseconomistas convencionales, sino tampoco en la mayora de escritoscrticos relativos a la crisis en curso.

    Es este sistema en su conjunto el que est ahora en dificultades Los hechosestn ah: el derrumbamiento financiero est ya a punto de producir nouna "recesin", sino una verdadera depresin profunda. Pero antesincluso que el derrumbamiento financiero se han formado en laconciencia pblica otras dimensiones que van ms all de la crisis delsistema. Conocemos sus grandes ttulos -crisis energtica, crisisalimentaria, crisis ecolgica, cambio climtico- y cotidianamente seproducen numerosos anlisis de estos aspectos de los desafos contem-

    porneos, algunos de ellos de una gran calidad.Sin embargo, yo mantengo mi actitud crtica con respecto a estemodo de tratamiento de la crisis sistmica del capitalismo que aisla de-masiado las diferentes dimensiones del desafo. Yo redefino, pues, lasdiversas "crisis" como diferentes facetas de un mismo desafo, el del sis-tema de la mundializacin capitalista contempornea (liberal o no)basado en la sangra que lleva a cabo la renta imperialista a escala mun-dial en beneficio de la plutocracia de los oligopolios.

    La verdadera batalla se libra en este terreno decisivo entre los oligo-polios que buscan producir y reproducir las condiciones que les permi-ten apropiarse de la renta imperialista, y todas sus vctimas, trabajado-

    res y pueblos.As, la "crisis de la energa" no es una consecuencia de la rarefaccin

    de algunos de los recursos necesarios para su produccin (el petrleodesde luego), ni tampoco una consecuencia de los efectos destructoresde las formas energetvoras de produccin y de consumo vigentes. Esta

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    descripcin -correcta- no va ms all de las evidencias banales e inme-diatas. Esta crisis es el producto de la voluntad que tienen los oligopo-lios del imperialismo colectivo de asegurarse el monopolio del acceso alos recursos naturales del planeta, escasos o no, para apropiarse de estemodo de la renta imperialista, tanto si la utilizacin de dichos recursos

    sigue siendo como es ahora (despilfarradora, energetvora) como si sesomete a unas nuevas polticas "ecologistas" correctivas.

    Del mismo modo, la crisis alimentaria no es el producto de la expan-sin de la produccin de agrocarburantes en detrimento del cultivo deplantas comestibles, pese a que esta expansin es un hecho real e indis-cutible. Es el producto de la acumulacin por expropiacin de los cam-pesinados del mundo, cuyo movimiento se ha acelerado durante la"belle poque" que tal vez est concluyendo ante nuestros ojos. Estaexpropiacin de los campesinados (de Asia, frica y Amrica Latina)constituye la forma contempornea ms importante de la tendencia a

    la pauperizacin (en el sentido que daba Marx a esta "ley") asociada ala acumulacin. Su puesta en prctica es indisociable de las estrategiasde captacin de la renta imperialista por parte de los oligopolios, cono sin agrocarburantes.

    Salir de la crisis del capitalismo o salir del capitalismo en crisis?Esta frmula, que he utilizado en el ttulo de esta obra, la propusimosAndr Gunder Frank y yo mismo en 1974.

    El anlisis que propusimos de la nueva gran crisis que consideramosque se iniciaba nos haba llevado a la importante conclusin de que el

    capital respondera al desafo mediante una nueva ola de concentracinsobre cuya base procedera a una serie de deslocalizaciones masivas.Conclusin que las evoluciones ulteriores han confirmado ampliamen-te. El ttulo de nuestra intervencin en un coloquio organizado porIIManifest en Roma aquel ao ("No esperemos a que llegue el 1984", en

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    referencia a la obra de George Orwell, que haba sido rescatada delolvido en aquella ocasin) invitaba a la izquierda radical de la poca aque renunciase a socorrer al capital buscando "salidas a la crisis" y quese implicase en las estrategias para "salir del capitalismo en crisis".

    He proseguido esta lnea de anlisis con una obstinacin que no lamen-

    to. Propuse entonces una conceptualizacin de las nuevas formas de domi-nacin de los centros imperialistas basada en la afirmacin de nuevosmodos de control sustitutivos del antiguo monopolio de la exclusivaindustrial, lo que la ascensin de los pases calificados despus de"emergentes" ha confirmado. Calificaba yo la nueva mundializacin enconstruccin de "apartheid a escala mundial", refirindome a la gestinmilitarizada del planeta que perpetuaba en unas condiciones nuevas lapolarizacin indisociable de la expansin del "capitalismo realmenteexistente".

    La segunda oleada de emancipacin de los pueblos:un "remake" del siglo XX o algo mejor?

    No hay alternativa a la perspectiva socialistaEl mundo contemporneo est gobernado por unas oligarquas. Oligar-quas financieras en Estados Unidos, en Europa y en el Japn, que domi-nan no solamente la vida econmica, sino tambin la poltica y la vidacotidiana. Oligarquas rusas a su imagen y semejanza que el Estado rusotrata de controlar. Estatocracia en China. Autocracias (en ocasiones ocul-tas tras una fachada de democracia electoral "de baja intensidad") inscri-

    tas en este sistema mundial en otros lugares del resto del planeta.La gestin de la mundializacin contempornea por estas oligar-

    quas est en crisis.Las oligarquas del Norte dan por descontado que seguirn en el po-

    der una vez superada la crisis. No se sienten en absoluto amenazadas.

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    En cambio, la fragilidad de los poderes de las autocracias del Sur es, porsu parte, perfectamente visible. La mundializacin en curso es, por ello,frgil. Ser cuestionada por la revuelta del Sur, como ya sucedi duranteel pasado siglo? Es probable. Pero triste. Porque la humanidad sola-mente avanzar por la va del socialismo, nica alternativa humana al

    caos, cuando los poderes de las oligarquas, de sus aliados y de sus ser-vidores sean derrotados a la vez en los pases del Norte y en los del Sur.Viva el internacionalismo de los pueblos frente al cosmopolitismo delas oligarquas.

    Podr recuperarse el capitalismo de los oligopolios financiarizados y mun-dialimdos?El capitalismo es "liberal" por naturaleza, si entendemos por "liberalis-mo" no ese bonito calificativo que el trmino sugiere, sino el ejercicio

    pleno y completo de la dominacin del capital no solamente sobre eltrabajo y sobre la economa, sino tambin sobre todos los aspectos dela vida social. No hay "economa de mercado" (expresin vulgar parareferirse al capitalismo) sin "sociedad de mercado". El capital persigueobstinadamente este nico objetivo: el Dinero. La acumulacin por laacumulacin. Marx, y despus de l otros pensadores crticos comoKeynes, lo comprendieron perfectamente. Pero no as nuestros econo-mistas convencionales, los de izquierda incluidos.

    Este modelo de dominacin exclusiva y total del capital fue impues-to con obstinacin por las clases dirigentes a lo largo de la gran crisishasta 1945. Solamente la triple victoria de la democracia, del socialis-

    mo y de la liberacin nacional de los pueblos haba permitido, de 1945a 1980, la substitucin de este modelo permanente del ideal capitalis-ta, de la coexistencia conflictiva de los tres modelos sociales reguladosque han sido el "Welfare State" de la socialdemocracia en el Oeste, lossocialismos realmente existentes en el Este y los nacionalismos popula-

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    res en el Sur. El debilitamiento y el posterior hundimiento de estos tresmodelos han hecho posible despus un retorno a la dominacin exclu-siva del capital, calificada de neoliberal.

    He asociado este nuevo "liberalismo" a un conjunto de caractersti-cas nuevas que a mi modo de ver merecen la calificacin de "capitalis-

    mo senil". El libro que lleva este ttulo, publicado el ao 2001, fue pro-bablemente uno de los pocos libros escritos en aquella poca que, lejosde ver en el neoliberalismo mundializado y financiarizado el "fin de lahistoria", analizaba este sistema del capitalismo senil como inestable,condenado a hundirse, precisamente a partir de su dimensin financia-rizada (su "taln de Aquiles", escriba yo).

    Los economistas convencionales han permanecido obstinadamentesordos a toda puesta en cuestin de su dogmtica. Hasta el punto deque fueron incapaces de prever el hundimiento financiero de 2008.Aquellos a los que los medios de comunicacin dominantes han pre-

    sentado como "crticos" apenas se merecen este calificativo. Stiglitzsigue convencido de que el sistema tal como era el liberalismo mun-dializado y financiarizado- puede recuperarse con unas cuantas correc-ciones. Amartya Sen predica la moral sin atreverse a pensar el capitalis-mo realmente existente tal como es necesariamente.

    Los desastres sociales que el despliegue del liberalismo "la utopapermanente del capital", he escrito yo- no poda dejar de provocar haninspirado muchas nostalgias del pasado reciente o lejano. Pero estasnostalgias no permiten responder al desafo. Pues son el producto deun empobrecimiento del pensamiento crtico terico que se haba pro-hibido progresivamente comprender las contradicciones internas y los

    lmites de los sistemas del perodo posterior a la Segunda Guerra Mun-dial, cuyas erosiones, derivas y hundimientos han aparecido como cata-clismos imprevistos.

    Sin embargo, en el vaco creado por estos retrocesos del pensamien-to terico crtico, una toma de conciencia de nuevas dimensiones de la

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    crisis sistmica de civilizacin ha encontrado una forma de abrirse ca-mino. Me refiero a los ecologistas. Pero los Verdes, que han pretendi-do distinguirse radicalmente tanto de los Azules (conservadoresy libe-rales) como de los Rojos (socialistas), se han quedado atrapados en uncallejn sin salida porque no han sabido integrar la dimensin ideol-

    gica del desafo en una crtica radical del capitalismo.Todo estaba, pues, en su lugar para asegurar el triunfo -pasajero, de

    hecho, pero que se vivi como "definitivo"- de la alternativa calificadade "democracia liberal". Un pensamiento miserable -un autntico nopensamiento- que ignora lo que sin embargo haba dicho Marx de de-cisivo respecto a esta democracia burguesa que ignora que los que to-man las decisiones no son los afectados por ellas. Quienes decidengozan de la libertad reforzada por el control de la propiedad, son hoylos plutcratas del capitalismo de los oligopolios y los Estados que sonsus deudores. Por la fuerza de las cosas los trabajadores y los pueblos

    afectados son poco ms que sus vctimas. Pero tales pamplinas pudie-ron parecer crebles, por un momento, debido a las derivas de los sis-temas de la postguerra, cuyos orgenes era incapaz de comprender lamiseria de los dogmticos. La democracia liberal pudo por ello parecerel "mejor de los sistemas posibles".

    El desastre liberal impone una renovacin de la crtica radical del ca-pitalismo, cimentada en un pensamiento marxista creador, como debeser. Esta obra se sita en el marco de la participacin en este esfuerzo.

    Actualmente, los poderes vigentes, que no haban previsto nada, seesfuerzan por restaurar ese mismo sistema. Su xito eventual, como elde los conservadores de los aos 1920 -a los que Keynes denunci sin

    encontrar eco en su poca no har ms que agravar la amplitud de lascontradicciones que estn en el origen del hundimiento financiero del2008. La reciente reunin del G20 (Londres, abril de 2009) no inici enabsoluto una "reconstruccin del mundo". Y no es tal vez casual que fueseseguida despus por la de la OTAN, el brazo armado del imperialismo

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    contemporneo, y por el refuerzo de su implicacin militar en Afganistn.La guerra permanente del "Norte" contra el "Sur" ha de continuar.

    No menos grave es el hecho de que los economistas "de izquierda"han incorporado desde hace tiempo lo esencial de las tesis de la eco-noma vulgar y han aceptado la idea -errnea- de la racionalidad de

    los mercados. Estos economistas han concentrado sus esfuerzos en ladefinicin de las condiciones de esta racionalidad, abandonando aMarx -que fue quien descubri la irracionalidad de los mercados des-de el punto de vista de la emancipacin de los trabajadores y los pue-blos-, considerndolo "obsoleto". En su perspectiva, el capitalismo esflexible, se ajusta a las exigencias del progreso (tecnolgico e inclusosocial) si se le obliga a ello. Estos economistas de "izquierda" no esta-ban preparados para comprender que la crisis que ha estallado erainevitable. Y estn todava menos preparados para hacer frente a losdesafos a los que se ven confrontados los pueblos por este mismo

    hecho. Al igual que los dems economistas vulgares tratarn de repa-rar los daos sin comprender que es necesario, para hacerlo con xito,iniciar otro camino, el de la superacin de las lgicas fundamentalesdel capitalismo. En vez de tratar de salir del capitalismo en crisis,piensan poder salir de la crisis del capitalismo.

    Son posibles nuevos avances en las luchas de emancipacin delos pueblos?

    La gestin poltica de la dominacin mundial del capitalismo de los

    oligopolios es necesariamente de una violencia extrema. Pues para con-servar su posicin de sociedades opulentas, los pases de la trada impe-rialista se ven obligados a reservarse para su beneficio exclusivo el acce-so a los recursos naturales del planeta. Esta nueva exigencia est en elorigen de la militarizacin de la mundializacin que yo he calificado de

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    "imperio del caos" (ttulo de una de mis obras, publicada el 2001), ex-presin que despus han utilizado otros.

    En la estela del despliegue del proyecto de Washington de controlarmilitarmente el planeta, de llevar a cabo a este efecto "guerras preventi-vas" con la excusa de luchar "contra el terrorismo", la OTAN se ha

    autocalificado de "representante de la comunidad internacional", y deeste modo ha marginado a la ONU, la nica institucin cualificada pa-ra hablar en nombre de ella.

    Por supuesto, estos objetivos reales no pueden ser reconocidos. Paradisfrazarlos, las potencias implicadas han optado por instrumentalizarel discurso de la democracia y se han otorgado un "derecho de inter-vencin" para imponer el "respeto a los derechos humanos"!

    Paralelamente, el poder absoluto de las nuevas plutocracias oligr-quicas ha vaciado de su contenido la prctica de la democraciaburguesa. Mientras que antiguamente la gestin de la misma exiga la

    negociacin poltica entre los diferentes componentes sociales del blo-que hegemnico necesaria para la reproduccin del poder del capital,la nueva gestin poltica de la sociedad del capitalismo de los oligopo-lios puesta en marcha por medio de una despolitizacin sistemtica,funda una nueva cultura poltica del "consenso" (siguiendo el modelode los Estados Unidos) que sustituye por el consumidor y el especta-dor al ciudadano activo, condicin de una democracia autntica. Este"virus liberal" (para utilizar el ttulo de otra de mis obras, sta publi-cada el ao 2005) ha abolido la abertura a opciones alternativas posi-bles y la ha sustituido exclusivamente por el consenso en torno almero respeto formal a la democracia electoral procedimental.

    El ahogo primero y el hundimiento despus de los tres modelos degestin social evocados ms arriba est en el origen del drama. La pgi-na de la primera oleada de luchas por la emancipacin ya ha sido gira-da, la segunda pgina todava no se ha pasado. En la penumbra que lassepara se "perfilan los monstruos", como escribe Gramsci.

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    En el Norte, estas evoluciones estn en el origen de la prdida desentido de la prctica democrtica. Este retroceso se disfraza con laspretensiones del discurso llamado "post-modernista", segn el cual na-ciones y clases habran ya abandonado la escena para dejar su lugar al"individuo", convertido en el sujeto activo de la transformacin social.

    En el Sur, otras ilusiones ocupan hoy el primer plano de la escena.Bien sea la ilusin de un desarrollo capitalista nacional autnomo quese inscriba en la mundializacin, ilusin muy poderosa entre las clasesdominantes y medias de los pases "emergentes", reforzada por los xi-tos inmediatos de los ltimos decenios. O las ilusiones para-tnicas ypara-religiosas de los pases marginados.

    Ms grave es el hecho de que estas evoluciones confirman la adhe-sin general a la "ideologa del consumo", a la idea de que el progresose mide por el crecimiento cuantitativo de ste. Marx haba demostra-do que es el modo de produccin el que determina el del consumo y

    no al revs, como pretende la economa vulgar. La perspectiva de unaracionalidad humanista superior, fundamento del proyecto socialista,se pierde entonces de vista. El potencial gigantesco que la aplicacin dela ciencia y de la tecnologa ofrece a la humanidad entera, y que ten-dra que permitir el desarrollo real de los individuos y de las sociedades,tanto en el Norte como en el Sur, es despilfarrado por las exigencias desu sumisin a las lgicas de la prosecucin indefinida de la acumula-cin del capital. Ms grave an, los progresos continuos de la produc-tividad social del trabajo estn asociados a un despliegue vertiginoso delos mecanismos de la pauperizacin (visibles a escala mundial, entreotras cosas, por la ofensiva generalizada contra las sociedades campesi-

    nas), como ya haba visto Marx.La adhesin a la alienacin ideolgica producida por el capitalismo no

    afecta solamente a las sociedades opulentas de los centros imperialistas.Los pueblos de las periferias, en su mayor parte mayoritariamente pri-vados del acceso a unos niveles de consumo aceptables, ofuscados por las

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    aspiraciones a un consumo anlogo al del Norte opulento, pierden laconciencia de que la lgica del despliegue del capitalismo histrico haceimposible la generalizacin del modelo en cuestin al planeta entero.

    Se comprenden entonces las razones por las cuales el hundimientofinanciero del 2008 ha sido el resultado exclusivo de la agudizacin de

    las contradicciones internas propias de la acumulacin del capital. Ahorabien, solamente la intervencin de las fuerzas portadoras de una al-ternativa positiva permite imaginar una salida del simple caos producidopor la agudizacin de las contradicciones internas del sistema (yo he con-trapuesto con este espritu la "va revolucionaria" al modelo de su-peracin de un sistema histricamente obsoleto por la "decadencia"). Y,en el estado actual de las cosas, los movimientos de protesta social, apesar de su visible aumento, siguen siendo en conjunto incapaces deponer en cuestin al orden social asociado al capitalismo de los oligopo-lios, a falta de un proyecto poltico coherente a la altura de los desafos.

    Desde este punto de vista, la situacin actual es muy diferente de laque prevaleca en los aos 1930, cuando se enfrentaban las fuerzas por-tadoras de opciones socialistas, por una parte, y los partidos fascistas,por otra, produciendo en un caso la respuesta nazi y en otro el NewDeal y los Frentes Populares.

    La profundizacin de la crisis no podr evitarse, ni siquiera en la hi-ptesis del xito eventual -no imposible- de una recuperacin tempo-ral del sistema de dominacin del capital de los oligopolios. En estascondiciones la radicalizacin posible de las luchas no es una hiptesisimposible, aunque los obstculos a vencer siguen siendo considerables.

    En los pases de la trada, esta radicalizacin implicara que se intro-

    dujese en el orden del da la expropiacin de los oligopolios, lo queparece excluido del futuro previsible. En consecuencia, la hiptesis deque, pese a las turbulencias provocadas por la crisis, la estabilidad de lassociedades de la trada no sea puesta en cuestin ya no se puede des-cartar. El riesgo de un "remake" de la oleada de luchas de emancipa-

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    cin del siglo pasado, es decir, de una nueva puesta en cuestin del sis-tema exclusivamente a partir de algunas de sus periferias, es serio.

    Una segunda etapa del "despertar del Sur" (para retomar el ttulo de milibro, publicado el ao 2007, que ofrece una lectura del perodo de Ban-dung como el primer tiempo de este despertar) est a la orden del da. En

    la mejor de las hiptesis, los avances producidos en estas condicionespodran obligar al imperialismo a retroceder, a renunciar a su proyec-to demencial y criminal de control militar del planeta. Y en esta hip-tesis el movimiento democrtico en los pases del centro podra con-tribuir positivamente al xito de esta neutralizacin. Por aadidura, elretroceso de la renta imperialista de la que se benefician las sociedadesafectadas, producido por la reorganizacin de los equilibrios interna-cionales en favor del Sur (en particular de China) podra perfectamentecontribuir al despertar de una conciencia socialista. Pero, por otrolado, las sociedades del Sur seguiran teniendo que enfrentarse a los

    mismos desafos que en el pasado, que produciran los mismos lmitesa sus avances.El escenario de un "remake" permanece pues de este lado de las exi-

    gencias de un compromiso de la humanidad en la larga ruta de la tran-sicin al socialismo mundial. Una de las principales condiciones parapensar esta perspectiva posible es evidentemente una renovacin delpensamiento marxista creador.

    Concluir, pues, estas reflexiones recordando la conocida frase deGramsci: pesimismo del anlisis, optimismo de la voluntad.

    Plan de la obra

    La argumentacin de las tesis presentadas brevemente en esta introduc-cin constituye la materia de esta obra.

    La obra se abre con un recuerdo, no tanto del desarrollo de la cri-

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    sis financiera (de la que es posible encontrar excelentes presentacionesen otros lugares), como del origen de las causas que la hacan fatal(previsible y correctamente prevista por algunos), que yo he situadoen el paso al capitalismo de los oligopolios generalizados al imperialis-mo colectivo, y no en la expansin del crdito (consecuencia y no

    causa).Siguen luego dos captulos consagrados a una lectura del capitalis-

    mo en la larga duracin. Primero con un recuerdo de la diversidad delas respuestas a las contradicciones cada vez mayores de los sistemas an-tiguos que se abran camino aqu y all (a travs del contraste Eu-ropa/Mediterrneo/Oriente Medio mundo chino). Y despus conuna presentacin del capitalismo histrico (atlntico) que iba a afir-marse como la forma definitiva de esta respuesta, basada en su princi-pal caracterstica: la acumulacin por expropiacin. El contraste cen-tros/periferias generado por esta forma histrica permanente de la acu-

    mulacin en el capitalismo histrico dirige a su vez la contradiccindominante que acompaa al capitalismo en su despliegue y, a partir deah, las luchas de sus vctimas. Da el lugar determinante que le corres-ponde al combate de los pueblos de la periferia, que ha configurado laprimera oleada (el siglo XX) y que configurar probablemente, poridnticas razones, la segunda, por venir (el siglo XXI).

    El recuerdo de los avances y los retrocesos registrados por las luchaspor la emancipacin de los trabajadores y de los pueblos en el siglo XX(aunque slo sea un recuerdo) es hoy ms necesario que nunca, al albadel posible inicio de una segunda oleada de estas luchas.

    No por casualidad he situado la "nueva cuestin agraria" (objeto del

    captulo siguiente) en el centro del desafo para el siglo XXI. No hehecho con ello una eleccin entre otras igualmente posibles. Mi tesis esque el desarrollo de las luchas en este terreno, las respuestas que sedarn a travs de ellas al futuro de las sociedades campesinas del Sur(casi la mitad de la humanidad), decidirn en gran parte la capacidad

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    o no de los trabajadores y de los pueblos para producir avances en elcamino hacia el socialismo.

    El desafo es aquel al que ha de hacer frente la construccin/recons-truccin permanente del internacionalismo de los trabajadores y de lospueblos, frente al cosmopolitismo del capital oligrquico. En el captu-

    lo consagrado a este tema trato de mostrar cmo y por qu el discurso"humanista" propuesto y aceptado por la mayora de las izquierdasrealmente existentes deja al margen de sus consideraciones la confron-tacin con ese desafo.

    El ltimo captulo trata de Marx y del marxismo, del comunismo ydel internacionalismo. Marx no ha sido nunca tan til y necesario paracomprender y transformar el mundo, hoy tanto o ms que ayer.

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    I

    El hundimiento financiero de lamundializacin liberal

    1. El hundimiento financiero de setiembre de 2008 era previsible yhaba sido previsto por los escasos analistas que no han cedido al dis-curso de la economa convencional, liberales y de otro tipo (de "iz-

    quierda"). Este hundimiento inicia ciertamente un perodo nuevo dedepresin y de caos. Y los contornos del sistema que saldr del mismoson difciles de precisar con un buen grado de plausibilidad. Todo esposible, lo mejor y lo peor. Las opciones estn abiertas. Las luchas pol-ticas y sociales darn forma con sus xitos y sus fracasos al porvenir,ms incierto que nunca.

    Pero el hundimiento financiero no es solamente el inicio de trans-formaciones por venir. Es tambin el trmino de la evolucin del sis-tema y de sus transformaciones. El trmino no solamente del perodode unos veinte aos de explosin financiera, lo que hoy podra parecer

    evidente, sino, ms all, el trmino de la larga crisis que se inicia a par-tir de 1968-1971.Insisto en este ltimo punto porque es precisamente el que est ausen-

    te de los anlisis (los que yo conozco, al menos) de la "crisis financiera" eincluso de la "crisis sistmica" que se le asocia, en el mejor de los casos.

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    2. El capitalismo mundializado ha conocido, en la etapa posterior ala Segunda Guerra Mundial, un perodo de desarrollo que ha duradoun cuarto de siglo, desde 1945 a 1970.

    Las razones de este desarrollo son evidentes: las relaciones de fuerzams favorables a las clases trabajadoras (la victoria de la democracia

    sobre el fascismo), al socialismo (la victoria del Ejrcito Rojo sobre losnazis), a los pueblos de Asia y de frica (que parten decididos a lareconquista de su independencia) crearon las condiciones tanto de losdecenios "gloriosos" (la recuperacin por parte de Europa y el Japn desu retraso con respecto a Estados Unidos, los nicos beneficiarios de laguerra) como del "desarrollo" del Sur.

    Al mismo tiempo, este desarrollo facilitaba el ajuste del capital a lasexigencias de los trabajadores y de los pueblos. El crecimiento, fuerte,ofreca al capital las oportunidades de inversin que exiga para alimen-tarse. La tasa de remuneracin "moderada" (en trminos histricos

    relativos) del capital era compensada por el crecimiento marcado ycontinuo del volumen de beneficios. Esa tasa moderada era una de lascaras de la realidad; la otra era el crecimiento de las remuneracionesreales del trabajo (salarios en crecimiento paralelo a la productividadsocial media) y la aceptacin por parte de las potencias imperialistas deconcesiones a los pases de la periferia que haban reconquistado suindependencia.

    La viabilidad de este sistema era sostenida, en el plano poltico inter-nacional, por la bipolaridad militar (Estados Unidos/URSS), la coexis-tencia pacfica (se habl incluso en la poca de la convergencia de lossistemas del Este y el Oeste, que Jan Tinbergen previo que se ira am-

    plificando).El sistema era legitimado por una serie de discursos ideolgicos po-

    derosos, mutuamente complementarios: el discurso socialdemcrata/-keynesiano en Occidente, el discurso del socialismo realmente existen-te en el Este, el del desarrollo en el Sur. Los tres discursos compartan

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    la misma visin de "paz y progreso social". En el corazn del sistema,en los pases desarrollados, la gestin del capital era interpretada comoteniendo que ser confiada a los teencratas -a los capitalistas ms quea los propietarios formales del capital ("los accionistas"). Kenneth Gal-braith expresaba esta visin optimista de un capitalismo finalmente

    convertido en socialmente responsable, cuyos dirigentes estaban msinteresados por la innovacin y el engrandecimiento de sus empresasque por la tasa de su remuneracin (de todos modos desahogada) y porla distribucin intil de beneficios a los accionistas (Keynes preconiza-ba la eutanasia de los rentistas).

    Este sistema dio de s lo que dio, pero se fue debilitando gradual-mente por razones que he analizado en otro lugar y sobre las cuales novoy a volver aqu.

    3. Este sistema capitalista entr en crisis a partir de 1968 (crisis pol-

    tica y erosin de la legitimidad de sus discursos) y de 1971 (abandonode la convertibilidad en oro del dlar).La crisis actual no es ms que una etapa (ciertamente nueva) de esta

    larga crisis, que se remonta por tanto al comienzo de los aos setenta.Esta larga crisis se traduce por un marcado debilitamiento de las ta-

    sas de crecimiento y de inversin que no han vuelto a alcanzar nunca(e insisto en ese "nunca") los niveles que haban alcanzado en la post-guerra. El liberalismo triunfante a partir de 1990 no ha cambiado lascosas desde este punto de vista.

    No ramos muchos en aquella poca, los aos setenta, los que habl-bamos de crisis estructural (hoy en da se habla de crisis sistmica).

    Cmo iba a hacer frente el capital dominante a este desafo?Andr Gunder Frank y yo mismo habamos pensado entonces que

    la lgica del capital le llevara a optar por un "1984" (estbamos en1974) basado en la deslocalizacin masiva de las actividades de produc-cin industrial banal hacia los pases de la periferia y en la recentraliza-

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    cin de las actividades en los centros en torno a los monopolios que lesgarantizaran el control de las producciones deslocalizadas y les permi-tiran la puncin de una renta sobre estas. No voy a volver aqu sobrelos desarrollos que ya propuse respecto a estos nuevos "monopolios" delos centros imperialistas (control de las tecnologas, del acceso a los

    recursos naturales, de las finanzas globales). La deslocalizacin, poraadidura, decamos nosotros entonces, permita romper la relacin sa-larios/productividad y reducir los salarios reales (o su crecimiento) enel centro del propio sistema.

    No creo que lo que se despleg despus, y que hoy ya se ve con unaclaridad deslumbrante, haya invalidado nuestras tesis precoces, queprobablemente por esta razn fueron consideradas con un gran despre-cio como elucubraciones por nuestros economistas "de izquierda" (porno hablar de los liberales). Aparte de IIManifest italiano, que yo sepa,en Europa y en Estados Unidos apenas les prestaron atencin. Salvo,

    tal vez, ay!, la seora Thatcher y Ronald Reagan. Y tambin posible-mente algunos responsables de los pases del Sur (me invitaron a expo-nerlas... en China).

    Pues efectivamente Thatcher y Reagan deciden hacer, a partir de1980, lo que nosotros nos temamos.

    Esta estrategia del capital, puesta en marcha a partir de 1981 (el G7de Cancn) y acelerada durante la dcada de 1990, despus del hundi-miento de la Unin Sovitica, tom el nombre de "neoliberalismo":privatizaciones y liberalizaciones destinadas a abrir nuevos campos a laexpansin del capital, apertura mundializada destinada a permitir lasdeslocalizaciones, ajustes estructurales impuestos a los pases del Sur,

    liberalizacin de los tipos de inters y de los tipos de cambio.

    4. Es importante adems hasta el punto de hacer aparecer las trans-formaciones del sistema del propio capital que han condicionado elxito de esta opcin y que incluso la han impuesto.

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    Dos transformaciones estn en el origen de esta opcin llamada"neoliberal": la emergencia de un capitalismo de oligopolios generali-zados (insisto en la calificacin de "generalizados", pues los oligopoliosno son precisamente una novedad en la historia del capitalismo!) y ladel imperialismo colectivo de la trada. Volver a ocuparme de esas t

    ransformaciones. Pero si insisto en su importancia decisiva es porquela gran mayora de los anlisis de la "crisis sistmica" no lo hacen. Yporque, a mi modo de ver, sin articular todos los desarrollos ulteriores,a partir de 1990, sobre estas transformaciones uno se condena a no veren la expansin vertiginosa del crdito que condujo a la crisis del 2008ms que el producto de una "deriva" sin causa. O cuya causa tendra suorigen en una "metedura de pata terica" (el "neoliberalismo"). Cuan-do de hecho esta deriva era necesaria y perfectamente lgica desde elpunto de vista de la gestin del mundo por los oligopolios. Volverpues a ocuparme de esta relacin esencial renta-de-los-oligopolios/f-

    nanciarizacin.La articulacin de todas las dimensiones de lo que se denomina hoyla "crisis sistmica" en torno a estas dos transformaciones decisivas per-mite situar estas dimensiones (la crisis energtica, la crisis alimentariay otras) en un contexto que le confiere su verdadero lugar. Ella sola per-mite identificar, ms all de la naturaleza general de dichos desafos (laopcin energetvora comporta consecuencias desastrosas, por ejemplo),la de las apuestas y las diferentes contraestrategias posibles y eficacespara los trabajadores y los pueblos. A falta de ello, el riesgo ser conten-rarse con unos votos piadosos, o an peor, adaptarse a transformacio-nes menores del mismo sistema (de gestin entonces denominada "eco-

    lgica"). El capital conservar entonces la iniciativa.La opcin neoliberal (1990-2008) no ha hecho salir al capitalismo de

    su larga crisis (iniciada en 1971). Lo ha encerrado en ella an ms, comolo atestigua la debilidad del crecimiento y las inversiones consagradas ala ampliacin y a la profundizacin de los sistemas productivos.

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    Debilidad del crecimiento? Pero qu decir entonces de su acelera-cin en los pases emergentes? Hay que saber que esta no es "la excep-cin que confirma la regla", sino una parte perceptora de la regla. Puesesta aceleracin est asociada a la de las deslocalizaciones buscadas. Queesta emergencia pueda constituir un problema a ms largo plazo no es

    discutible. Pero esto suscita otro tipo de cuestiones, de problemas y depreocupaciones.

    El objetivo real de la opcin liberal no era la recuperacin del creci-miento -aunque el discurso del liberalismo as lo pretendiera. El objeti-vo real era proceder a una redistribucin de la renta a favor del capital, yde la renta apropiada por el capital a favor de la renta de los oligopolios.Y estos dos objetivos se han alcanzado ms all de todo lo que la"izquierda" poda imaginar de peor! El xito de este punto de vista impo-na el debilitamiento del crecimiento, no se produjo "a pesar" de ste.

    Y a su vez este xito -y el debilitamiento del crecimiento que impli-

    caba- impuso la deriva financiera.Fue a partir de este anlisis que me pareci evidente que la opcinelegida no era viable. "No tengo ninguna bola de cristal a mi disposi-cin, pero el hundimiento se producir antes de diez aos". Esto lodeca yo en el ao 2002.

    5. El hundimiento financiero de setiembre de 2008 inicia pues laagravacin de la crisis sistmica del capitalismo.

    Para comprender la naturaleza de esta crisis y lo que est en juego enella, y a partir de ah imaginar los posibles contornos de los diferentessistemas alternativos que surgirn progresivamente de las respuestas

    que les darn tanto las fuerzas dominantes, los Estados y las clases diri-gentes, como los trabajadores y los pueblos dominados, es necesario irms all del anlisis del desarrollo de la crisis financiera propiamentedicha. Pero tampoco basta con yuxtaponer este ltimo anlisis y el deotras crisis en particular: (i) la crisis de la acumulacin en la economa

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    productiva real; (il) la crisis energtica relativa al agotamiento de losrecursos fsiles, a las consecuencias del crecimiento asociado al mode-lo de utilizacin de esta energa (efectos posibles sobre el clima inclui-dos), y a las consecuencias de las polticas de sustitucin puestas enprctica (agrocarburantes); (lll) la crisis de las sociedades campesinas

    sometidas a una destruccin acelerada y la crisis agroalimentaria conella asociada. Es necesario reunir todas las dimensiones de esta impor-tante crisis sistmica en un anlisis integrado.

    Vuelvo pues sobre las principales transformaciones que se han pro-ducido en el curso de los ltimos decenios. Aunque se trate de unasevoluciones iniciadas hace mucho tiempo, dira que el cambio cuanti-ta ti vo se ha convertido en un salto cualitativo.

    (i) La primera de estas transformaciones concierne al grado de cen-iralizacin del capital en sus segmentos dominantes. Este no tiene pun-

    (o de comparacin con el que era hace tan slo cuarenta aos. Es ver-dad que los monopolios y los oligopolios no son una realidad nueva enla historia del capitalismo, desde la poca mercantilista hasta la emer-gencia de los crteles y los trusts de finales del siglo XIX (analizadospor I Iilferding, Hobson y Lenin). Pero hoy hay que hablar por vezprimera de un capitalismo de oligopolios generalizado, que es eldominante en iodos los mbitos de la vida econmica.

    Deducir de esta observacin dos importantes consecuencias.La primera de estas consecuencias es que esta transformacin ha da-

    do un rostro nuevo al imperialismo. Este se conjugaba siempre en plu-ral y se manifestaba mediante el conflicto permanente de las potencias

    imperialistas implicadas. A partir de ahora hay que hablar del impe-rialismo colectivo de la trada (Estados Unidos, Europa, Japn), ensingular.

    La segunda de estas consecuencias es que la forma oligopolstica delcapitalismo est en el origen de su "financiarizacin".

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    (il) La segunda de las importantes transformaciones cualitativas es larelativa a los recursos naturales del planeta. Estos ya no son tan abun-dantes como para que sea posible considerar el acceso ilimitado a suexplotacin. Estos recursos se han vuelto considerablemente ms esca-sos (si es que no estn en vas de agotarse) y debido a ello su acceso ya

    no puede estar abierto a todos.La lista de "lo que es nuevo" en la organizacin de las sociedades

    modernas va ciertamente ms all de los mbitos considerados aqu. Laliteratura pone a menudo el acento, por ejemplo, en la revolucin cien-tfica y tecnolgica de nuestro tiempo (informtica, espacio, nuclear,explotacin del fondo marino, fabricacin de nuevos materiales, etc.).Esta es indiscutible e importante. Yo me niego sin embargo a aprehen-der esta dimensin de la realidad a travs de los discursos "tecnologis-tas" dominantes sobre el tema, que convierten a estas innovaciones enel motor principal de la historia y que requieren por tanto que la socie-

    dad se "ajuste" a las obligaciones que ellas imponen. En cambio, en losanlisis que yo propongo, son las propias tecnologas las que estn con-formadas por las relaciones sociales dominantes. En otras dimensionesde la realidad, la constatacin de cambios factuales importantes no seimpone menos. En el plano de las relaciones internacionales la emer-gencia de "nuevas potencias" no puede descartarse del campo de loposible. En el plano de las relaciones sociales la lista de los "hechos nue-vos" indiscutibles podra parecer ilimitada. Por ejemplo la fragmenta-cin de los mercados del trabajo y de la organizacin de los sistemasproductivos. O tambin la erosin de las formas antiguas de la expre-sin poltica en beneficio de afirmaciones nuevas -o renovadas, o refor-

    zadas- del gnero, de las identidades (tnicas, religiosas, culturales). Yocreo sin embargo necesario articular el anlisis de estas realidades conel de la lgica de la reproduccin del sistema caracterizado por lastransformaciones mayores que he citado.

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    6. La crisis es sistmica en el sentido de que la prosecucin del mode-lo de despliegue del capitalismo de los ltimos decenios devieneimposi-I )lc. Habr que pasar pgina necesariamente, a travs de untiempo de "iransicin" (de crisis) breve o largo, ordenado o catico."Otro mundo 's posible", proclamaban los "altermundialistas" de Porto

    Alegre. Yo de-> ia: "Otro mundo est en vas de emerger", un mundoque podra ser . i un ms brbaro, pero que igualmente puede ser mejor,en grados dife-i entes.

    Las fuerzas sociales dominantes, durante los conflictos llamados aagudizarse, tratarn de mantener sus posiciones de privilegio. Perosolamente podrn conseguirlo rompiendo con muchos de los princi-pios y de las prcticas asociados hasta ahora con su dominacin. Enparticular renunciando a la democracia, al derecho internacional y alrespeto a los derechos de los pueblos del Sur. Si lo consiguen, el mundode maana se basar en lo que yo he llamado "el apartheid a escala

    mundial". Fase nueva del "capitalismo" o sistema cualitativamentedi-Irente y nuevo? La cuestin merece discutirse.Los trabajadores y los pueblos que seran las vctimas de esta evolu-

    cin brbara pueden derrotar a las fuerzas sociales y polticas reacciona-rias (y no "liberales", como ellas tratan de hacer creer utilizando este ca-lificativo). Son capaces de calibrar perfectamente lo que est en juegoen esta crisis sistmica, de librarse de las respuestas ilusorias que amenudo tienen tambin el viento de cara, de inventar las formas deorganizacin y de accin adecuadas, de trascender la fragmentacin deMIS luchas y de superar las contradicciones que se derivan de ella. I labran entonces "inventado" -o "reinventado"- el socialismo del si-

    glo XXI? O solamente habrn avanzado en esta direccin, en la largaruta de la transicin secular del capitalismo al socialismo? Yo me inclinopor esta segunda posibilidad.

    La mundializacin -fenmeno inherente al capitalismo, que se haido profundizando en el curso de las sucesivas etapas de su despliegue-

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    implica que el mundo de maana solamente ser mejor si los pueblosdel Sur (que concentran al 80% de la humanidad) lo imponen con susluchas. Pues la idea de que en un movimiento de generosidad humanis-ta los trabajadores del Norte -igualmente vctimas del sistema vigente-podrn conformar un sistema mundial mejor para los pueblos del Sur

    carece de fundamento.

    7. La dominacin de los oligopolios constituye el fundamento de lafinanciarizacin en fuga.

    El fenmeno calificado de financiarizacin del capitalismo contem-porneo halla su expresin en la expansin de las inversiones en losmercados monetarios y financieros. Esta expansin exponencial sinprecedentes en la historia despega hace un cuarto de siglo, y ha llevadoel volumen de las operaciones que se llevan a cabo anualmente en losmercados monetarios y financieros a ms de dos mil teradlares, frente

    a apenas 50 teradlares aproximadamente para el PIB mundial y a15 teradlares para el comercio internacional.La financiarizacin en cuestin ha sido posible, por una parte, debido

    a la generalizacin del sistema de cambios flexibles (cuyos tipos vienendeterminados por lo que se denomina el mercado al da), y por otraparte, a la desregulacin paralela de los tipos de inters (igualmenteabandonados a la oferta y la demanda). En estas condiciones, lasoperaciones en los mercados monetarios y financieros ya no constitu-yen, principalmente, la contrapartida de los intercambios de bienes yservicios, sino que ahora estn motivadas casi exclusivamente por lapreocupacin de los agentes econmicos de protegerse de las fluctua-

    ciones de los tipos de cambio y de inters.Era evidente que la vertiginosa expansin de estas operaciones de

    cobertura del riesgo no poda responder de ninguna manera a las ex-pectativas inmediatas de aquellos que movilizan los medios para hacer-las. El ms elemental sentido comn debera hacer comprender que

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    cuanto ms se desmultiplican los medios de reduccin del riesgo parauna operacin dada, ms importancia adquiere el riesgo colectivo. Perolos economistas convencionales no estn equipados para comprender-lo, pues necesitan creer en el absurdo dogma de la autorregulacin delos mercados, sin la adhesin al cual toda su construccin de la supues-

    ta "economa de mercado" se desmorona. "La economa de mercado",que yo he calificado en otra parte de teora de un sistema imaginarioque no tiene ninguna relacin con el capitalismo realmente existente,es la piedra angular de la ideologa (en el sentido vulgar y negativo deltrmino) del capitalismo, su forma de darle una legitimidad aparente.

    No hay pues que sorprenderse de que los economistas convenciona-les, a pesar de su arrogancia, hayan sido incapaces de prever lo que paraotros resultaba evidente. Y una vez que se ha producido el desmorona-miento, no han sabido hallar otra explicacin que las puramente "acci-dentales", como los errores de clculo relativos a las "subprime" y otros.

    Para ellos solamente poda tratarse de accidentes menores, sin conse-cuencias dramticas, accidentes que podan ser corregidos rpidamente!La expansin del mercado monetario y financiero que conduca

    necesariamente a la catstrofe ha sido analizada a la perfeccin, antesincluso del hundimiento de setiembre de 2008, por los economistaspolticos crticos, en particular por Francois Morin, Frdric Lordon,Elmar Altvater, Peter Gowan, yo mismo y algunos otros (poco nume-rosos, por desgracia). No tenemos nada que aadir aqu a estos anli-sis del desarrollo de los acontecimientos.

    Pero hay que ir ms lejos. Pues detenindose en el anlisis financie-ro de la crisis financiera se da a entender que sta no tiene otras causas

    que las causas directas que estn en el origen de la misma. A saber, quees el dogma de la liberalizacin de los mercados monetarios y financie-ros, de su "desregulacin", lo que est en el origen del desastre. Peroesto solamente es cierto en una primera lectura inmediata de la reali-dad. Ms all de ella, la cuestin concierne a la identificacin de los in-

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    tereses sociales que se perfilan detrs de la adhesin a los dogmas rela-tivos a la desregulacin de los mercados en cuestin.

    Tambin aqu, los bancos y las dems instituciones financieras(compaas de seguros, fondos de pensiones, hedge funds)parecen ha-ber sido los beneficiarios privilegiados de esta expansin, lo que permite

    al discurso de los poderes hacerles cargar la responsabilidad exclusivadel desastre. Pero de hecho, la financiarizacin favoreca al conjunto de losoligopolios, y el 40% de sus beneficios proceda exclusivamente de susoperaciones financieras. Y estos oligopolios controlan a la vez a los seg-mentos dominantes de la economa productiva real y a las institucio-nes financieras.

    Por qu, pues, los oligopolios han elegido deliberadamente la va dela financiarizacin del sistema en su conjunto? La razn es que esto lespermite simplemente concentrar en beneficio propio una proporcincada vez mayor del volumen de beneficios realizado en la economa

    real. Unos tipos de renta aparentemente insignificantes sobre cada ope-racin financiera producen, teniendo en cuenta la masa gigantesca querepresentan en total estas operaciones, unos volmenes de beneficiosconsiderables. Estos beneficios son los productos de una redistribucinde la masa de la plusvala generada en la economa real, y son rentas demonopolios. Se comprende entonces que los elevados ndices de rendi-miento de las inversiones financieras (del orden del 15%) tengan comocontrapartida unos ndices de rendimiento mediocres en las inversio-nes en la economa productiva (del orden del 5%). Esta puncin de lamasa global de los beneficios operada por la renta financiera de los oli-gopolios prohibe disociar la causa (el carcter oligopolstico del capital

    contemporneo) de su consecuencia (la financiarizacin, es decir, lapreferencia por la inversin financiera por comparacin con la inver-sin en la economa real).

    8. El mercado monetario y financiero ocupa por este hecho una

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    posicin dominante en el sistema de los mercados. Pues es el mercadopor medio del cual los oiigopolios (y no solamente los bancos) extraenMI renta de monopolio, por una parte, y se libran a la competenciaentre ellos para la reparticin de esta renta, por otra parte. Los econo-mistas convencionales ignoran esta jerarquizacin de los mercados, que

    ellos substituyen por el discurso abstracto de "la economa de los mer-cados generalizados".

    La expansin del mercado monetario y financiero condiciona la delas inversiones en la economa real, cuyo crecimiento limita. A su vez,este debilitamiento del crecimiento general de la economa supone eldel crecimiento del empleo, con unos efectos asociados bien conocidos(paro, expansin de la precariedad, estancamiento -incluso reduccin-de los salarios reales desconectados de los progresos de la productivi-dad). De esta manera el mercado monetario y financiero domina a suvez al mercado del trabajo. El conjunto de estos mecanismos que tra-

    ducen la sumisin de la economa entera (de los "mercados") al merca-do monetario y financiero dominante produce una desigualdad cadavez mayor en la reparticin de la renta (que nada discute en loshechos). El mercado de las inversiones productivas (y detrs de l, elmercado del trabajo) sufre a la vez la reduccin de su rentabilidaddirecta aparente (contrapartida de la puncin operada en beneficio dela renta de los oiigopolios) y la reduccin de la expansin de la deman-da final (debilitada por la desigualdad en la reparticin de la renta).

    La dominacin de los oiigopolios financiarizados encierra a la eco-noma en una crisis de la acumulacin del capital, que es a la vez unacrisis de la demanda ("sub-consumo") y una crisis de rentabilidad.

    9. Estamos ahora equipados para comprender por qu los poderesinstalados (los gobiernos de los pases de la trada), ellos mismos al ser-vicio de los oiigopolios, no tienen otro proyecto que el de lograr larecuperacin de este mismo sistema financiarizado. Pues los oligopo-

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    lios tienen necesidad de la expansin financiera en cuestin para afir-mar su dominacin sobre la economa y la sociedad. Poner en tela dejuicio la dominacin del mercado monetario y financiero sobre el con-junto de los mercados es poner en tela de juicio la renta de monopoliode los oligopolios.

    Pueden ser eficaces las polticas puestas en prctica con esta finali-dad? Yo creo que esta restauracin del sistema tal como era antes de lacrisis del otoo del 2008 no es imposible. Pero esto exige que se dendos condiciones.

    La primera es que el Estado y los bancos centrales inyecten en el sis-tema un volumen de medios financieros suficiente para borrar la masa decrditos basura y restaurar la credibilidad y la rentabilidad de la reanuda-cin de la expansin financiera. Se trata de sumas astronmicas comoalgunos habamos previsto varios aos antes de la debacle del otoo del2008, en contra de la opinin de los economistas convencionales y de los

    "expertos del FMI" (que solamente se unieron a nuestras estimacionestres meses despus de la debacle!). Pero ahora se puede ya pensar que lospoderes acabarn por llevar esta inyeccin al nivel requerido.

    La segunda es que las consecuencias de esta inyeccin sean acepta-das por la sociedad. Pues los trabajadores en general, y los pueblos delSur en particular, sern necesariamente las vctimas de estas polticas.Estas no se plantean el objetivo de relanzar la economa real medianteel relanzamiento de la demanda de salarios (como propuso en su mo-mento el keynesianismo), sino, al contrario, mantener la sangra queconstituye la renta de los oligopolios, y esto necesariamente en detri-mento de las remuneraciones reales de los trabajadores. Los planes de

    los poderes contemplan framente el empeoramiento de la crisis econ-mica real, el paro, la precarizacin, el deterioro de las jubilaciones ga-rantizadas por los fondos de pensiones. Los trabajadores ya estn reac-cionando, y reaccionarn probablemente ms en los meses y aos porvenir. Pero si sus luchas siguen siendo fragmentarias y desprovistas de

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    perspectivas como lo son an en gran medida, estas protestas perma-necern "controlables" por el poder de los oligopolios y de los EstadosAsu servicio.

    1 ie ah toda la diferencia que separa a la coyuntura poltica y socialde nuestra poca de la que caracterizaba a los aos 1930. En aquella

    poca se enfrentaban dos campos de fuerzas sociales: el campo de unaizquierda que se encomendaba al socialismo, formada por comunistas(en aquella poca la Unin Sovitica ofreca la imagen de un xito evi-dente) y socialdemcratas autnticos, y el campo de la derecha, quepoda apoyarse en unos movimientos fascistas poderosos. Fue por estarazn que, en respuesta a la crisis de 1930, en algunos lugares tuvieronel New Deal o los Frentes Populares, y en otros el nazismo. La coyun-tura poltica actual es radicalmente diferente. El fracaso del sovietismoy la adhesin de los socialistas al social-liberalismo debilitaron terrible-mente las visiones polticas de los trabajadores, privados de perspecti-

    vas y de capacidad de expresin de una alternativa socialista autntica.La crisis actual del capitalismo de los oligopolios no ha sido el pro-ducto de un incremento de las luchas sociales que haya provocado elretroceso de las ambiciones de los oligopolios. Es el producto exclusi-vo de las contradicciones internas propias de su sistema de acumula-cin. Ahora bien, en mi opinin, la distincin entre la crisis de un sis-tema producida por la explosin de sus contradicciones internas y la deuna sociedad que sufre el asalto de las fuerzas sociales progresistas quealimentan la ambicin de transformar el sistema es una distincin cen-tral. Esta distincin explica en gran medida las diferentes salidas po-sibles. En una situacin del primer tipo, el caos se convierte en una

    probabilidad mayor, y solamente en una situacin del segundo tipo lle-gar a ser posible una salida progresista. La cuestin poltica centralhoy es saber si las vctimas sociales del sistema vigente sern capaces deconstituirse en alternativa positiva independiente, radical y coherente.

    Si esta situacin no se produce, la restauracin del poder de los oli-

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    gopolios rentistas financiarizados no es imposible. Pero, en este caso, elsistema no retroceder ms que para dar un nuevo salto y una nuevadebacle financiera, an ms profunda, ser inevitable, ya que los "ajus-tes" previstos para la gestin de los mercados financieros son amplia-mente insuficientes, pues no ponen en tela de juicio el poder de los oli-

    gopolios.Queda por saber cmo respondern al desafo los Estados y los pue-

    blos del Sur. El anlisis del desafo al cual se ven confrontados, agrava-do por la crisis de la financiarizacin mundializado, se impone.

    10. Tener en cuenta la cuestin de los recursos naturales y el conflictoNorte/Sur resulta ineludible. Ninguna estrategia eficaz de respuesta aldesafo puede ignorarlos.

    Las cuestiones relativas al uso que un sistema econmico y socialhace de los recursos naturales del planeta, de su concepcin filosfica

    de las relaciones entre el ser humano (y la sociedad), por una parte, yla naturaleza, por otra, son cuestiones muy importantes. Las respuestashistricas que las sociedades les han dado definen el modo de raciona-lidad que gobierna su gestin econmica y social.

    El capitalismo histrico ha prescindido en gran parte de estas consi-deraciones. Ha puesto en prctica una racionalidad estrictamente eco-nmica, inscrita en una visin corta del tiempo ("la depreciacin delfuturo"), y basada en el principio de que los recursos naturales son losms generalmente puestos a la disposicin gratuita de la sociedad, ydisponibles por aadidura en cantidades ilimitadas. Solamente hahecho excepciones en la medida en que algunos de estos recursos son

    objeto de una apropiacin privada, como el suelo o los recursos mine-ros, pero sometiendo su uso a las exigencias exclusivas de la rentabili-dad del capital que explota su potencial. La racionalidad de este siste-ma es pues muy estrecha, y se revela como una forma de irracionalidadsocial en cuanto los recursos en cuestin empiezan a escasear, entran en

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    vas de agotamiento posible, o cuando su uso, en las formas en queimpone la rentabilidad econmica propia del capitalismo, produceconsecuencias peligrosas a largo plazo (destruccin de la biodiversidad,incluso cambio climtico).

    Nuestro propsito aqu no es discutir estos aspectos fundamentales

    tic la cuestin de la relacin sociedad/naturaleza, y an menos interve-nir en los debates filosficos relativos a la formacin de los modos depensar sobre el problema.

    Nuestro propsito es mucho ms modesto y concierne solamente alacceso al uso de los recursos del planeta y a una reparticin, de hechoy de derecho, igual y abierta a todos los pueblos, o al contrario reser-vada para el beneficio exclusivo de algunos de ellos.

    Desde este punto de vista, nuestro sistema mundial moderno registrade ahora en adelante una transformacin cualitativa de un alcance deci-sivo. Algunos de los recursos naturales ms importantes se han vuelto

    considerablemente ms escasos -en trminos relativos- de lo que lo eranhace unos cincuenta aos, tanto si su posible agotamiento constituye unaamenaza real como si no (lo que ciertamente es discutible). Actualmenteexiste la conciencia de que el acceso a estos recursos ya no puede estarabierto a todos, y esto independientemente del hecho de que las formasde su uso tal como son actualmente, segn algunos ponen en peligro (ysegn otros no) el futuro del planeta. Los "pases del Norte" (empleo apropsito este trmino vago para no decir ni los Estados ni los pueblos)pretenden reservarse la exclusividad del acceso a estos recursos para suuso y disfrute, tanto si estos se conciben tal cual se hace actualmente, esdecir, basndose en el despilfarro y poniendo en peligro un futuro que ya

    no est muy lejano, como si se los somete a regulaciones correctivasimportantes, como proponen determinados verdes.

    El egosmo de los pases del Norte halla su expresin brutal en la fra-se pronunciada por el presidente Bush (una frase que sus sucesores,sean quienes sean, no discutirn): "El modo de vida americano no es

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    negociable". Son igualmente muchos quienes piensan as en Europa yen el Japn, aunque se abstengan de proclamarlo tan abiertamente. Es-te egosmo significa simplemente que a partir de ahora el acceso a estosrecursos estar en gran parte prohibido a los pases del Sur (el 80% dela humanidad), tanto si estos pretenden hacer un uso de estos recursos

    anlogo al del Norte, derrochador y peligroso, como si consideranadoptar formas ms ahorradoras.

    No hace falta decir que esta perspectiva es inaceptable para los pa-ses del Sur, de hecho y de derecho. Por lo dems, los medios del mer-cado ya no estn necesariamente a la altura de las exigencias de lagaranta del acceso exclusivo de los pases opulentos a estos recursos.Algunos pases del Sur pueden movilizar medios importantes para ha-cerse reconocer en estos mercados del acceso a los recursos. En ltimainstancia, la nica garanta para los pases del Norte reside en su supe-rioridad militar.

    La militarizacin de la mundializacin es la expresin de esta con-ciencia egosta. No es el producto de una deriva pasajera de la adminis-tracin de Washington. El plan del control militar del planeta por partede las fuerzas armadas estadounidenses lo puso en marcha el presidenteClinton, lo continu Bush y lo proseguir Obama. Es cierto que en lapersecucin de sus objetivos Washington pretende siempre utilizar esta"ventaja" en beneficio propio, en particular para compensar sus deficien-cias financieras y mantener su posicin de liderazgo, cuando no de he-gemona, en el seno del campo del Norte. Eso no impide que los alia-dos subalternos de la trada se alineen totalmente con el plan deWashington de controlar militarmente el planeta. Ni el atlantismo de

    los europeos, ni la sumisin de Tokio a los conceptos de Washingtonrelativos al Pacfico y a Asia estn amenazados de desintegracin, demomento al menos. Por supuesto que las "misiones" -guerras preven-tivas, lucha contra el "terrorismo"- llevadas a cabo por las fuerzas arma-das de los Estados Unidos y sus aliados subalternos estn y estarn

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    licmpre envueltas en el discurso de la "defensa de la democracia", e in-i, luso de su exportacin, la "defensa del derecho de los pueblos a la.miodeterminacin" (por lo menos de algunos, sino de todos). Pero es-IOS embalajes slo engaan a quienes quieren dejarse engaar. A lospueblos del Sur les recuerdan simplemente la permanencia de la anti-

    cua tradicin colonial de la "misin civilizadora". El objetivo real ex-< lusivo del programa militar del Norte es el control de losrecursos delplaneta. De hecho Washington lo ha confesado abiertamente cuandotecientemente ha decidido completar su sistema de "regional (military) oinmand" y de bases para la creacin de un "frica Command". Loslistados Unidos, y tras ellos Europa, aspiran de este modo a controlarel petrleo (Golfo de Guinea, Sudn), el uranio (Nger, Sudn) los metales raros (Congo, frica austral), y nada ms.

    El conflicto Norte/Sur se ha convertido en el eje central de las prin-

    cipales contradicciones de la mundializacin capitalista/imperialista< o n tempornea. Y en este sentido este conflicto es indisociabledel queopone la prosecucin de la dominacin del capitalismo oligopolstico.1 las ambiciones progresistas y socialistas que podran hacer avanzar alternativas positivas aqu y all, en el Sur y en el Norte. Pensar la alternativa, en particular en lo inmediato en respuesta a la crisis, exige quese tengan en cuenta el derecho y la voluntad de los pases del Sur a acceder a los recursos del planeta. No habr "otro mundo posible mejor"si los intereses de los pueblos que constituyen el 80% de la humanidadson objeto de un desprecio poco ms o menos total en la opinin

    dominante de los pases opulentos. Lo humanitario no es un sustitutoaceptable de la solidaridad internacional en las luchas.

    Los pases del centro del sistema capitalista mundial se han benefi-ciado siempre de lo que yo he calificado de "renta imperialista", y laacumulacin del capital en estos centros siempre ha tenido un aspectoimportante cuya naturaleza era la de una "acumulacin por expropia-cin" de los pueblos de las periferias. La pretensin actual de reservar

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    el acceso a los principales recursos del planeta a los pudientes constitu-ye la nueva forma contempornea de esta acumulacin.

    11. Cules son entonces las condiciones de una respuesta positivaal desafo?

    No basta con decir que las intervenciones de los Estados puedenmodificar las reglas del juego, atenuar las derivas. Es preciso definir tam-bin las lgicas y el alcance social de las mismas. Desde luego podraimaginarse el retorno a frmulas de asociacin de los sectores pblicos yprivados, de economa mixta como en los treinta aos gloriosos (1945-1974) en Europa y la era de Bandung en Asia y en frica, cuando el capi-talismo de Estado era ampliamente dominante, acompaado de unaspolticas sociales fuertes. Pero este tipo de intervenciones del Estado noest al orden del da. Y acaso las fuerzas sociales progresistas estn encondiciones de imponer una transformacin de esta amplitud? Todava

    no, en mi humilde opinin.La verdadera alternativa pasa por el derrocamiento del poder exclu-sivo de los oligopolios, lo que es en ltima instancia inconcebible sinsu nacionalizacin por una gestin que se inscriba en su socializacindemocrtica progresiva. Fin del capitalismo? No lo creo. S creo, encambio, que son posibles nuevas configuraciones de las relaciones defuerza sociales que obliguen al capital a adaptarse a las reivindicacionesde las clases populares y de los pueblos. A condicin de que las luchassociales, todava fragmentarias y a la defensiva en su conjunto, logrencristalizar en una alternativa poltica coherente. En esta perspectiva, elinicio de la larga transicin del capitalismo al socialismo deviene posi-

    ble. Evidentemente, los avances en esa direccin sern siempre desigua-les de un pas a otro y de una fase de su despliegue a otra.

    Las dimensiones de la alternativa deseable y posible son mltiples yafectan a todos los aspectos de la vida econmica, social, poltica.

    En los pases del Norte, el desafo implica que la opinin general no

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    W deja encerrar en un consenso de defensa de sus privilegios con res-I iccto a los pueblos del Sur. El internacionalismo necesario pasapor eliiiti-imperialismo, no por el humanitarismo.

    Kn los pases del Sur, la crisis ofrece la ocasin de la renovacin de

    un desarrollo nacional, popular y democrtico autocentrado, some-iicndo las relaciones con el Norte a sus exigencias; dicho de otro modo,l.i desconexin. Esto implica: el control nacional de los mercados mo-netarios y financieros; el control de las tecnologas modernas que ahora< s ya posible; la recuperacin del uso de los recursos naturales; el fin deII gestin mundializada dominada por los oligopolios (la OMC) ydel' untrol militar del planeta por parte de los Estados Unidos y susaso- ados; librarse de las ilusiones de un capitalismo nacional autnomo

    'ii el sistema y de los mitos del pasado.La cuestin agraria est ms que nunca en el centro de las opcionesde futuro en los pases del Tercer Mundo. Un desarrollo digno de estenombre no puede basarse en un crecimiento -por fuerte que sea- quebeneficie exclusivamente a una minora -aunque fuese de un 20%-, yque abandone a las mayoras populares al estancamiento e incluso a lapauperizacin. Ahora bien, este modelo de desarrollo asociado a la ex-dusin es el nico que conoce el capitalismo para las periferias de su'.istema mundial. La prctica de la democracia poltica, cuando existe(y en estas condiciones es evidentemente una excepcin), asociada a lai egresin social, es sumamente frgil. En cambio, la alternativa na-

    cional y popular que asocia la democratizacin de la sociedad y el pro-greso social, es decir, que se inscribe en una perspectiva de desarrollointegrador -y no excluyente- de las clases populares, implica una estra-legia poltica de desarrollo rural basada en la garanta del acceso a la tie-rra de todos los campesinos. Adems, las frmulas preconizadas por lospoderes dominantes -acelerar la privatizacin del suelo agrario tratadocomo una mercanca- comportan el xodo masivo que sabemos. Eldesarrollo industrial moderno no puede absorber esa mano de obra su-

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    perabundante, que se amontona en los barrios de chabolas. Hay unarelacin directa entre la supresin de la garanta del acceso a la tierra delos campesinos y la acentuacin de las presiones migratorias.

    La integracin regional, al favorecer el surgimiento de nuevos polos dedesarrollo, puede constituir una forma de resistencia y de alternativa? La

    respuesta a esta pregunta no es sencilla. Los oligopolios dominantes noson hostiles a las integraciones regionales que se inscriben en la lgica dela mundializacin capitalista/imperialista. La Unin Europea, los merca-dos comunes regionales de Amrica Latina, de Asia y de frica son ejem-plos de formas de regionalizacin que se convierten en obstculos a laemergencia de alternativas progresistas y socialistas. Puede concebirseotra forma de regionalizacin capaz de sostener la opcin del desarrollonacional y popular y de abrir la puerta a la larga transicin secular alsocialismos a los pueblos y naciones del planeta? Si esta cuestin no seplantea en el caso de gigantes como China o la India, no puede eliminar-

    se de los debates relativos a la Amrica Latina, el mundo rabe, frica, elsudeste asitico e incluso Europa. En el caso de esta ltima, no hay queconsiderar que la deconstruccin de las instituciones de la UE, concebi-das desde el principio para encerrar a los pueblos de ese continente en elcapitalismo llamado liberal (es decir, reaccionario) y en el alineamientoatlantista, es la condicin previa a su reconstruccin eventual (si se la con-sidera til) en una perspectiva socialista? Para el conjunto de los pases delSur, es posible un nuevo "Bandung" poltico que refuerce la capacidadde los pases de los tres continentes para obligar a retroceder al imperia-lismo colectivo de la trada? Cules son las condiciones para ello?

    Los avances en esa direccin en el Norte y en el Sur, bases del inter-

    nacionalismo de los trabajadores y de los pueblos, constituyen las ni-cas pruebas de la reconstruccin de un mundo mejor, multipolar ydemocrtico, nica alternativa a la barbarie del capitalismo senil. Si elcapitalismo ha llegado al punto en que para l la mitad de la humani-dad se ha convertido en poblacin "superflua", acaso no hay que con-

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    siderar que es el propio capitalismo el que desde ahora es un modo deorganizacin social superfluo?

    No hay otra alternativa que inscribirse en la perspectiva socialista.Ms all de los acuerdos necesarios sobre las estrategias de etapas,

    basadas en la construccin de la convergencia de las luchas en el respeto

    a la diversidad, y de los avances que dichos acuerdos han de permitiren la larga ruta hacia el socialismo mundial, la reflexin y el debatesobre el objetivo socialista/comunista siguen siendo ineludibles: imagi-nar la emancipacin de las alienaciones comerciales y de otro tipo, ima-ginar la democratizacin de la vida social en todas sus dimensiones,imaginar modos de gestin de la produccin, de lo local a lo mundial,respondiendo a las exigencias de la democracia social autntica.

    Evidentemente, si el sistema mundial capitalista/imperialista real-mente existente se basa en la exclusin cada vez mayor de los pueblosque constituyen la mayora de la humanidad, si el modelo del uso de

    los recursos naturales producido por la lgica de la rentabilidad capita-lista es a la vez despilfarrador y peligroso, la alternativa socialista/comu-nista no puede ignorar los desafos que representan estas realidades. Seimpone "otro estilo de consumo y de vida" diferente del que hace apa-rentemente feliz a los pueblos de los pases opulentos y del que se daen el imaginario de sus vctimas. La expresin "solar socialism" (quepodra traducirse como "socialismo + energa solar") propuesta porMimar Altvater, ha de tomarse en serio. El socialismo no puede ser elcapitalismo, corregido por la igualdad en el acceso a sus beneficios, aescala nacional y mundial. Ser cualitativamente superior o no ser.

    Referencias:

    Samir Amin et al,De la crise financiere a la crise systmique (obra en vas depublicacin, con las contribuciones de Morin, Gowan y Altvater).

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    II

    Dos vas de desarrollo histricoEl contraste Europa/mundo chino:

    orgenes y recorridos

    I. Lo general y lo particular en las trayectorias dela evolucin de la humanidad

    Lo concreto, lo inmediato, es siempre particular. Constatarlo con