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    BOSQUEJO DE DOGMATICA

    KARL BARTH

    BOSQUEJO DE DOGMATICA

    Ttulo original de esta obra: DOGMATIK IM GRUNDRISS

    Traduccin del texto alemn por M. GUTIERREZ MARIN

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    PRLOGO DEL AUTOREstas conferencias tuvieron lugar en el palacio semiderrudo del Prncipe Elector, en Bonn, donde, ms tarde, fue instalada la universidad, y fueron pronunciadas a las siete de la maana, cotidianamente, luego de habernos animado, primero, ora conla lectura de un salmo o con un himno. A las ocho de la maana se haca notar la obr

    a de reconstruccin del edificio por el rodar de una mquina que trituraba los escombros. (Same permitido indicar que en mis curiosas andanzas por las ruinas top conun busto inclume de Schleirmacher, que luego fue puesto a buen recaudo y en un lugar honorable). Mi auditorio componase en su menor mitad de telogos, constituyendola otra parte, algo ms numerosa, estudiantes de las dems Facultades. La mayora delos habitantes de la Alemania actual han visto, experimentado y pasado desmesuradamente muchas cosas, cada uno a su manera y en su lugar. Y esto se les notaba amis estudiantes de Bonn. Me impresionaban sus rostros serios, que todava no habanvuelto a aprender la sonrisa, tanto como a ellos les deba causar impresin mi persona (rodeada de los ms diversos rumores de otros tiempos) de forastero. Esta situacin permanecer inolvidable. Casualmente era el quincuagsimo curso de mi vida docente, y cuando concluy, me qued la impresin de que, entre todos, haba sido el ms hermos

    o. En verdad, he vacilado en publicar estas conferencias en forma de libro. Ya han sido impresas dos explicaciones mas del Credo: El "Credo", en 193), y la "Confesin de la Foi del l'Eglise", en 1943. El lector atento de la presente obra apenas si hallar en este tercer intento mucho de nuevo, por lo que a la materia respecta, y, desde luego mucho menos ha de encontrar el lector de los voluminosos tomos de la "Dogmtica de la Iglesia". Adems, por primera vez en la vida he hablado sin apelar a un manuscrito textualmente fijado, sino que, ms bien, me he explayadocon bastante libertad sobre cada breve introduccin que encabeza cada captulo. Y esque vindome en medio del retorno a lo ms primitivo, en que encontr ocupada a Alemania, me sent irreprimiblemente impulsado a "hablar", en vez de "leer"'. Y as es como se ha llegado a la presente obra, que no es sino la suma de unos apuntes taquigrafiados, ligeramente estilizados y corregidos. Se echar de menos algunas vecesen mi exposicin la precisin que, si no, me esfuerzo en aplicar y que tambin aqu, na

    turalmente, he querido lograr. Especialmente, se advertir hacia el final de la obra, que me vi obligado a apresurarme y que, adems de mis conferencias, andaba ocupado en diversas cosas. Los amigos del carcter inmediato quizs encuentren en estedefecto una ventaja. Al tratar yo el tema viva voce, lo hice con toda alegra; masahora, vindolo impreso, advierto sus puntos flacos y no me resentir contra el crtico que me los eche en cara. Si acab por ceder a la presin que se me hacia, lo hice, o lo sufr, pensando que lo expuesto por mi, justamente, en una forma menos compacta, podra servir de aclaracin de cosas que en otras ocasiones he dicho ms rigurosa y compacta y, acaso por eso, menos acentuadamente y de modo menos asequible para muchos. Quizs otros prefieran leer este pequeo libro, porque aunque no se hallan en l relaciones demasiado actuales, siempre ser, precisamente por su forma, unaespecie de documento de nuestro tiempo, que ha vuelto a ser un tiempo "entre los

    tiempos". .., no slo en Alemania. Finalmente, tambin me dije que la Confesin de FeCristiana no solamente reviste sino que, incluso, exige a veces ser explicada en un tono as y con semejante rapidez, como ha sucedido, precisamente, esta vez.

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    De dedicar esta obra a alguien, la dedicara a, mis estudiantes y oyentes de Bonncon los cuales pas sin ningn gnero de duda, durante el curso de verano de 1946, pronunciando estas conferencias, una temporada agradable.

    Basilea, Febrero de 1941.

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    Captulo I

    OBJETO DE LA DOGMTICADogmtica es la ciencia en la cual la Iglesia, segn el estado actual de su conocimiento, expone el contenido de su mensaje, crticamente, esto es, midindolo por medio

    de las Sagradas Escrituras y guindose por sus Escritos Confesionales. La dogmticaes una ciencia. Se ha reflexionado muchsimo en todas las pocas y se ha hablado yescrito tambin mucho sobre lo que, en realidad, sea la Ciencia; pero, por nuestraparte, no podemos ocuparnos de dicha discusin ni siquiera de pasada. Yo quisieraofrecer ahora un concepto de la ciencia naturalmente tambin muy discutible, peroque puede servir de base a nuestra exposicin. Propongo que entendamos por Ciencia el intento de comprender y exponer, de investigar y ensear con respecto a un objeto y campo de accin determinados. No hay empresa humana que pretenda ser algo msque un intento, y la ciencia misma no es ms que eso. Al considerar la ciencia como un intento hacemos constar sin ambages ni rodeos lo que ella tiene de provisional y limitado. Justamente, cuando se toma la ciencia prcticamente en serio se libra uno del engao de pensar que todo cuanto el hombre hace es empresa de sabidura

    y arte supremos, es decir, no existe una ciencia que, por as expresarlo, haya cado del cielo y sea absoluta. Tambin la dogmtica cristiana es un intento, un intentode comprender y un intento de expresar; un intento de ver, or y sealar determinados hechos y, luego, vistos en conjunto y ordenados, ofrecerlos en forma de doctrina. En toda ciencia se trata de un objeto y de un campo de accin. No hay cienciacon que se trate de pura teora o de pura prctica, antes bien se tratar, en parte de teorizar y. en parte, de la prctica guiada por esa teora. Por consiguiente, tambin en la dogmtica admitimos de antemano esas dos cosas: investigacin y doctrina conrespecto a un objeto y a un campo de accin. El sujeto de la dogmtica es la Iglesia Cristiana. Porque slo puede ser sujeto de una ciencia aquello que est familiarizado con el objeto en cuestin y asimismo con el campo de accin correspondiente. Poreso no significa ninguna limitacin, ni dao del concepto de la dogmtica como ciencia, si hacemos constar que el sujeto de esta ciencia es la Iglesia. La Iglesia es

    el lugar, es la colectividad humana a la cual ha sido encomendado el objeto y la accin a que se refiere la dogmtica, esto es: la predicacin del evangelio. Al calificar a la Iglesia como sujeto de la dogmtica, queremos decir con ello que dondenos ocupemos de dogmtica, sea aprendiendo, sea enseando, nos hallamos en el espacio que abarca la Iglesia. Si alguien quisiera dedicarse a la dogmtica y se colocara conscientemente fuera de la Iglesia, habra de contar con que el objeto de la dogmtica le sera extrao y no podra maravillarse de verse todo confuso luego de dar losprimeros pasos, o dicho de otra manera, verse produciendo los mayores desperfectos. Tambin en el terreno de la dogmtica es de menester la familiaridad con el objeto, lo cual significa estar familiarizado con la vida de la Iglesia. No quieredecir esto que la dogmtica haya de exponer lo que en tiempos antiguos o modernoshaya sido proclamado por una autoridad eclesistica, de modo que nicamente tuvisemos

    que repetir lo que ya est prescrito. Ni siquiera la dogmtica catlica entiende as sumisin. Cuando decimos que la Iglesia es el sujeto de la dogmtica, pensamos sencillamente que todo aquel que se ocupe de la dogmtica, aprendiendo o enseando, ha desituarse con responsabilidad en el terreno de la Iglesia y su obra. Esta es la conditio sine qua non. Pero, entendmoslo bien: se trata de una

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    participacin libre en la vida de la Iglesia, as como tambin de la responsabilidad que el cristiano ha de tomar sobre s tambin a este respecto. En la ciencia dogmticase da cuenta la Iglesia del contenido de su mensaje segn el estado de su conocimiento. Esto parece comprensible luego de haber expuesto anteriormente el conceptode la Ciencia. Pero segn ciertas ideas que algunos tienen de la dogmtica eso no p

    arece tan plausible. Repitamos que la dogmtica no es una cosa que haya cado del cielo; y si alguien alabara, que sera una gran cosa una dogmtica venida as del cielo,una dogmtica absoluta, habra de replicarle, diciendo: Excelente sera eso, si fusemosngeles! Ms como por voluntad de Dios no lo somos, conviene, pues, que tengamos una dogmtica solamente humana y terrenal. Porque la Iglesia Cristiana no existe enel cielo, sino en la tierra y est sujeta al tiempo. Y aunque sea un don de Dios,Dios mismo le ha puesto en circunstancias terrenales y humanas, a lo cual, queramos o no, corresponde todo cuanto sucede en la Iglesia. sta vive en la tierra y vive en la historia poseyendo los grandes bienes que Dios le ha confiado. Como administradora de esos bienes divinos, sigue la Iglesia su camino a travs de la historia, en fortaleza y en debilidad, fiel e infiel, obediente y rebelde, con comprensin y sin comprensin de lo que le ha sido dicho. Tambin hay una Historia de la I

    glesia en medio de la Historia que tiene lugar en la tierra como historia de laNaturaleza, de la cultura, de los usos y costumbres y de la religin; como historia del arte y de la Ciencia, como historia de la sociedad y del Estado. Tambin laHistoria de la Iglesia es historia humana y terrenal y por eso no puede negarserotundamente lo que dice Goethe calificndola de "mezcla de errores y atropellos".Si como cristianos somos sinceros, confesaremos que lo dicho de la Historia Universal puede aplicarse tambin a la Historia de la Iglesia. Seamos, pues, modestosy humildes al hablar de lo que la Iglesia es capaz y al hablar, asimismo, de laobra eclesistica que llevamos a cabo al ocuparnos de la dogmtica. sta siempre podrcumplir su misin nicamente conforme al estado en que se encuentren sus conocimientos. Al reconocer sus lmites, sabe que ha de dar cuenta responsablemente de los bienes que ha de administrar, ante Aquel que se los don y confi. Esto, sin embargo,no ser jams una cosa perfecta, antes bien, la dogmtica cristiana siempre ser un pens

    ar relativo y falible, y relativas y falibles sern siempre tambin su investigacin ysu expresin. Como cualquier otra ciencia, ha de inquirir tambin la dogmtica sinceramente dnde se encuentra lo mejor y no olvidar nunca que, pasado su tiempo, vendrnotros hombres. Si los que hoy se ocupan de la dogmtica saben ser fieles a su obra, pueden abrigar entonces la esperanza de que quienes vengan despus podrn pensarmejor y ms profundamente y expresar con mayor acierto lo que nosotros mismos intentamos pensar y decir. Hagamos nuestra labor serenamente, sin exaltaciones, usando de nuestro conocimiento tal como hoy nos ha sido donado; que no se puede exigir de nosotros ms de aquello que nos fue dado. Como el siervo fiel "en lo poco",no despreciemos ese poco. De nosotros no se pide ms que esa fidelidad. Esa misin que de continuo se renueva, ese problema que le fue presentado a la Iglesia desdeun principio, el problema de la enseanza, de la doctrina, del testimonio, de la

    predicacin, es cuestin presentada, en verdad, no slo a los telogos y a los pastores,sino a la Iglesia entera. Qu decimos a ello, realmente, como cristianos? Porque no hay duda que la Iglesia debera ser el lugar donde se habla para que el mundo laoiga. La necesidad de eso que desde el siglo XVII, aproximadamente, llamamos Dogmtica ha resultado de que la misin de la Iglesia desde un principio, sea la predicacin de la palabra hablada por Dios, una predicacin que, al mismo tiempo, no pasar jams de ser obra humana. En la teologa existe la cuestin relativa a la fuente, allugar de procedencia de la Palabra, y la contestacin a esta primera cuestin habr dedarla aquella disciplina que denominamos 5

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    Exgesis. Pero, por otro lado, se presenta tambin la cuestin del "cmo", esto es, de la forma y aspecto de la predicacin encomendada a la Iglesia, y entonces nos hallamos en el terreno de lo que se conoce por Teologa Prctica. La Dogmtica se encuentrajustamente situada entre la Exgesis y la Teologa Prctica, y para denominarla en toda su amplitud la titularemos: Teologa Sistemtica. La Dogmtica no inquiere los orgen

    es, ni se pregunta cmo ha de ser la predicacin de la Iglesia, sino que lo que inquirimos es: Qu hemos, de pensar y decir? Mas, bien mirado, nicamente preguntamos as una vez aleccionados por la Biblia acerca de ese qu, a fin de que no slo creamos tener que manifestarnos tericamente, sino que el mundo ha de or lo que hemos de comunicarle. La Dogmtica, ms que cualquier otra disciplina, ha de poner en claro que la teologa entera no es mera Historia, sino que la Historia tiene su importancia como algo que penetra en la actualidad hic et nunc. Esto no significa que la predicacin vaya a convertirse en pura tcnica. Hoy, en esta poca de angustia en que vivimos, la cuestin ms candente es esa del contenido de la predicacin cristiana. Detengmonos brevemente ante el "qu" del contenido, pues por amor de la cuestin a que nosreferimos no se estudia ni Exgesis ni Teologa Prctica, sino, precisamente, Dogmtica.Por no dejar a un lado la Historia Eclesistica, quisiera aadir solamente que su m

    isin es de carcter enciclopdico y su honor especial consiste en tener que presentarse por as decirlo, en todo lugar por lo cual no pueda faltar tampoco en la enseanza cristiana. La Dogmtica es una ciencia crtica. De aqu que no se trate, como piensan algunos de hacer constar estas o aquellas frases viejas o nuevas que uno puedallevarse a casa como algo completamente resuelto. Antes bien, si existe algunaciencia crtica obligada a comenzar renovadamente por el principio, esa ciencia ser la Dogmtica. Lo que le hace surgir, externamente mirado, es el hecho de que la predicacin de la Iglesia podra ser equivocada. Dogmtica es el examen de la doctrinay predicacin de la Iglesia, pero no un examen verificado desde cualquier punto devista escogido, por el observador, sino desde el punto de vista de la Iglesia,que es el nico punto que aqu corresponde tomar. Esto quiere decir que la Dogmtica ha de medir la predicacin de la Iglesia con la medida de las Sagradas Escrituras,segn el Antiguo y Nuevo Testamento. La Sagrada Escritura es el documento del cimi

    ento de la Iglesia y de su vida ms ntima; el documento de la epifana de la Palabrade Dios en la persona de Jesucristo. No poseemos ningn otro documento del fundamento de la Iglesia, y siempre que sta sea una Iglesia viviente se medir a s misma con aquella medida. Es imposible estudiar Dogmtica sin que dicha medida permanezcasiempre bien visible. Y es que una y otra vez resurge la cuestin del testimonio. Qu es el testimonio? No el testimonio de mis pensamientos o de mi corazn, sino el de los apstoles y profetas como testimonio que Dios ha dado de s mismo. Toda dogmtica que deje de tener presente aquella medida, ser una dogmtica parcial, sin objetividad. El segundo punto mencionado al principio deca: ".... guindose por sus Escritos Confesionales". La Biblia y los Escritos Confesionales no estn situados en elmismo piano. Renunciamos de antemano a considerar que hemos de respetar con el mismo temor y amor la Biblia y la tradicin..., aun tratndose de las ms respetables m

    anifestaciones de sta. Ninguna Confesin de Fe de la Reforma o de nuestros das puedeabrigar la pretensin de exigir el respeto de la Iglesia como lo merece la Bibliaen toda su singularidad. Pero esto no quita que en la Iglesia se escuche y respete el testimonio de los Padres, en el cual, claro est, no omos la Palabra de Dioscomo en los escritos de Jeremas o de Pablo, y sin embargo, la tradicin tiene la mayor importancia para nosotros. Obedeciendo al mandamiento de "Honra a tu padrey a tu madre", no nos negaremos a respetar en la misin y en la predicacin, es decir, en la encomienda cientfica de la Dogmtica, lo que han dicho nuestros Padres. LaSagrada Escritura tiene una autoridad que 6

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    nos obliga, cosa que no podemos decir de las Confesiones de nuestros Padres; pero no por eso deja de haber en stas una autoridad que no obliga y que, no obstante, ha de tomarse en serio. Se trata, pues, en este caso de una autoridad relativa, como la tienen nuestros padres carnales, los cuales, sin sernos autoridad comoDios mismo, disfrutan, sin embargo, de autoridad. Teniendo presente la medida d

    e que hemos hablado, aplicndola y, en este sentido, obrando crticamente se disponela Dogmtica a realizar su cometido que consiste, primero, en declararse consciente del contenido de la predicacin, as como tambin de la relacin entre el mensaje predicado de hecho y lo que habra de tener valor en la Iglesia como reproduccin de loque le fue dicho para que lo anuncie. A eso que debera valer en la Iglesia comorepeticin de la .Palabra de Dios lo llamamos nosotros dogma. La Iglesia se pregunta y ha de preguntarse sin cesar: Corresponde, realmente, al dogma lo que predicala Iglesia? El objeto de la Dogmtica es, sencillamente, el dar ms pura y exacta forma al mensaje de la Iglesia. Porque la correccin, la profundizacin y la precisinde lo que se ensea en nuestra Iglesia Cristiana sern nicamente obra propia de Dios,pero no sin apoyo ninguno del esfuerzo humano, una parte del cual es la Dogmtica. Al proponernos estudiar la Dogmtica en bosquejo, dejamos sentado que ha de trat

    arse realmente de un esbozo. Nuestro estudio se guiar por un texto clsico: El Credo Apostlico. No existe ningn mtodo necesario, ni tampoco absolutamente prescrito deDogmtica Cristiana, o sea, que el camino que seguir habr de quedar al arbitrio deaquellos que lo ms concienzudamente posible se entreguen a este estudio. Si bienes cierto que al correr de los siglos se ha trazado un camino que es, por as decirlo, el usual y que sigue, aproximadamente, el bosquejo del pensamiento cristiano acerca de Dios (Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espritu Santo), no es menos cierto que para su desarrollo se han emprendido muchsimos caminos posibles con respecto a los detalles. Nosotros elegiremos el ms sencillo, tomando como base el Credobien conocido por todos. La cuestin histrica no nos interesa ahora, y demos por sabido tambin que el ttulo de "apostlico" ha de escribirse entrecomillado: pues no fueron los apstoles quienes pronunciaron, primero, esta confesin de fe, sino que sutexto procede del siglo III y se basa en una forma prstina que la iglesia de Roma

    conoca y admira. Luego, lleg a imperar en la Iglesia Cristiana en general y por eso podemos calificar su forma de clsica.

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    Captulo II

    CREER ES CONFIAREl Credo empieza con las significativas palabras: Yo creo. Conviene que todo cuanto haya de decirse como base de la que hemos de tratar se una a ese sencillo pr

    incipio del Credo. Empecemos con tres frases que circunscriban la esencia de lafe. La fe cristiana es el don del encuentro, por el cual (encuentro) los hombresson libertados para or la palabra de gracia hablada por Dios en Jesucristo, y orla de modo tal que, a pesar de todo cuanto pueda haber en contra, se atengan unay otra vez completa y exclusivamente a la promesa y mandato divinos.

    De qu trata, en realidad, la fe cristiana, el mensaje de la Iglesia, el cual, comoqued dicho, constituye el motivo y el fundamento de la Dogmtica? Tratar de la fe delos cristianos y de cmo creen? Ciertamente, no ser factible excluir de la predicacin el hecho de la forma subjetiva de la fe, o sea, la fides qua creditur. Cuandoy donde se predique el evangelio habr que anunciar, al mismo tiempo, el hecho deque hay hombres que lo han escuchado y aceptado. Pero el hecho de que creamos s

    er de antemano y renovadamente un hecho poco relevante y de importancia menor frente a lo superior y propio de que se trata en la predicacin evanglica, o sea, frente a lo que el cristiano cree, a lo que ha de mantenerse como contenido y objetode su fe; frente a lo que tenemos que predicar, o sea, frente al objeto de quetrata el Smbolo Apostlico diciendo: Creo en Dios Padre, Hijo y Espritu Santo. Popularmente, se llama al Smbolo Apostlico, el Credo; pero por '"credo" no se entiendeaqu sino muy lejanamente aquello que creemos. Tocante a la fe cristiana, trtase, con carcter decisivo, de un encuentro. Cuando el Credo dice: "Yo creo en.. .", loesencial es ese "en", ese eis, ese in1. El Credo mismo es el que explica ese "en" ese objeto de la fe, del cual vive nuestra fe del cual vive nuestra fe subjetiva. Es muy de tener en cuenta que el Credo no vuelve a repetir ese "yo creo", que corresponde al hecho de la fe subjetiva. Y no parece fuera muy dichosa la pocaen que se quebr ese silencio y los cristianos se volvieron elocuentes en cuanto a

    su obra y la excitacin y emocin de experimentar tal cosa acaecida entre los hombres, en tanto guardaban silencio sobre lo que podemos creer. Al callar el Credo lo subjetivo y referirse solamente a lo objetivo, es como habla mejor, ms profundamente y con mayor perfeccin de lo que nos sucede a los hombres y de lo que podemos ser, hacer y experimentar. Y es que aqu tambin vale aquello de: "el que quiera ganar su vida la perder; pero el que la pierda por mi causa, la ganar". Quien pretende salvar y conservar lo subjetivo, lo perder; pero quien lo entregue por causade lo objetivo, lo salvar "Yo creo...". S, esto es una experiencia y un hecho mos,humanos; es una forma humana de la existencia. Pero ese "yo creo" tiene lugar completamente en el encuentro con alguien que no es humano, sino Dios Padre, Hijoy Espritu Santo; y en tanto creo, me veo posedo y determinado por ese objeto de mife. Lo que me interesa no es mi persona junto con mi fe, sino Aquel en el cual

    yo creo. Al mismo tiempo, se me permite experimentar que al pensar en El y mirarle no me falta a m1

    Partculas griega y latina, respectivamente. N. del T.

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    absolutamente nada. "Yo creo..., credo in, es decir: Yo no estoy solo. Los hombres con toda nuestra gloria" y" miseria no estamos solos. Dios nos sale al encuentro y nos defiende como nuestro Seor y Dueo. Cuanto hagamos y suframos en das bonancibles o tormentosos, obrando bien o mal, lo hacemos y sufrimos en medio del encuentro. Yo no estoy solo, sino que Dios me sale al encuentro, y sea como fuere y

    suceda lo que suceda yo estoy junto con El. Esto es lo que significa: Creo en Dios Padre, Hijo y Espritu Santo. Este encuentro con Dios es el encuentro con la palabra de gracia que El ha hablado en Jesucristo. La fe habla de Dios Padre, Hijo y Espritu Santo como de Aquel que nos ha venido al encuentro como objeto de lafe, y manifiesta con respecto a ese Dios que El es Uno en s, que se ha hecho Unoen s por nosotros y que de nuevo se ha hecho Uno en la decisin eterna y, a la vez,realizada en medio del tiempo; la decisin de su amor independiente, espontneo e incondicional hacia el hombre, hacia todos los hombres: la decisin de su gracia. Lo que, en realidad, confiesa el Credo acerca del Dios Padre, Hijo y Espritu Santoes que Dios es clemente y misericordioso. Esto obliga a reconocer que nosotrosni hemos podido estar junto con El ni lo podemos ni lo podremos jams por nosotrosmismos; que no nos merecemos que El sea nuestro Dios; que no podemos disponer d

    e El en modo alguno; que El, finalmente, por pura bondad v usando de su soberanalibertad decidi ser el Dios del hombre, nuestro Dios. "Yo tengo misericordia devosotros", dice Dios; y esto es la Palabra de Dios, el concepto central de todopensar cristiano. La Palabra de Dios es la palabra de su gracia. Y si t me preguntas dnde podemos or esa palabra de Dios, no puedo hacer otra cosa sino remitirte aEl, que es quien nos la deja or, y no puedo replicarte ms que con el gran punto central del Credo, con el segundo artculo, que dice: la palabra de la gracia grande de Dios, la palabra en que El nos encuentra es Jesucristo, Hijo de Dios e hijodel hombre; Dios y hombre verdadero; "Inmanuel", Dios es con nosotros en ese uno: Jesucristo. La fe cristiana es el encuentro con ese "Inmanuel", el encuentrocon Jesucristo y con la Palabra viviente de Dios en l. Al llamar a la Biblia Palabra de Dios (la llamamos as porque lo es), nos referimos a la Sagrada Escritura como testimonio de los profetas y apstoles, hablando de esa nica palabra de Dios, d

    e Jess, el hombre de Israel, que es el Cristo de Dios, y nuestro Seor y Rey por toda la eternidad. Confesando esto y osando llamar a la predicacin de la Iglesia laPalabra de Dios, es menester que se entienda por ello la predicacin de Jesucristo, de aqul que por nuestro bien es Dios y hombre verdadero. En l nos encontramos con Dios, y el confesar: ''Creo en Dios", quiere decir, concretamente: Creo en elSeor Jesucristo. Hemos calificado este encuentro de don. Se trata del encuentroen el cual los hombres son libertados para poder or la Palabra de Dios. El don yla liberacin van juntos; el don como regalo de una libertad, de la gran libertaden la que todas las dems estn ya comprendidas. La libertad es el gran don de Dios,el don del encuentro con El. Por qu decimos don, y por qu hablamos del don de la libertad? Porque ese encuentro con Dios a que se refiere el Credo no sucede en vano, lo cual tampoco se debe a que existan una posibilidad y una iniciativa human

    as, ni tampoco a que seamos capaces de encontrar a Dios y or su palabra. Si nos disemos exacta cuenta de lo que somos capaces, en vano nos esforzaramos por hallaralgo que pudiera considerarse como una especie de disposicin nuestra frente a laPalabra de Dios. La realidad es que sin que haya en nosotros ninguna posibilidadpropia, se presenta y acta la gran posibilidad divina y facilita lo que nosotrosmismos jams podramos facilitar. La libertad es un don divino, el don entregado libremente por Dios, sin que exista preparacin ninguna por parte nuestra cuando leencontramos y en este encuentro con El "podemos or su palabra. El Credo habla ensus tres artculos, refirindose al Padre, al Hijo y al Espritu Santo, de un ser y deuna obra que para nosotros son no solamente nuevos, sino tambin inabordables e incomprensibles. Y si ese modo de ser y esa obra del Padre, del Hijo y del EsprituSanto ya son gracia libre de Dios, vuelve a ser gracia el que nos 9

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    sean abiertos ojos y odos para reconocerla. Lo mismo que el Credo habla del misterio divino, as estamos nosotros dentro del misterio, tan pronto como se nos revela y tenemos libertad para reconocerlo y vivir en l. Es como ensea Lutero: "Yo creoque ni por medio de mi razn ni de mis propias fuerzas puedo creer en mi Seor Jesucristo o allegarme a l". Al pronunciar: Yo creo, formulo, pues, un conocimiento d

    e la fe, sabiendo que Dios slo puede ser conocido por Dios mismo. El que podamosrepetir esto con fe, significa alabanza y gratitud por el hecho de que el Dios Padre, Hijo y Espritu Santo sea lo que es y haga lo que hace, descubrindoseme y revelndoseme como destinado para m y yo destinado para El. Yo alabo y doy gracias porel hecho de haber sido escogido y llamado y libertado por mi Seor para s mismo. Yentonces en cuando creo. Lo que hago con creer es lo que me corresponde hacer,es aquello para lo cual he sido invitado y libertado por Aquel capaz de realizarlo que yo mismo ni siquiera podra iniciar y mucho menos concluir. Es decir; yo hago uso del don en el cual Dios mismo se me ha entregado. Respiro, pero gozoso ylibre, con una libertad que ni me he tomado ni he buscado ni he encontrado, sino con la libertad en que Dios ha venido a m y se ha hecho cargo de m. Y es que aquse trata de la libertad de or la palabra de la gracia de una manera tal, que el h

    ombre se pueda confiar en dicha palabra, lo cual, a la vez, significa, que esa palabra me es fidedigna. Cuan lleno est el mundo de palabras! Hoy en da vemos lo quesupone cuando se presenta la inflacin de la palabra, o sea, cuando todas las palabras de viejo cuo pierden su valor y dejan de ser cotizadas! Pero cuando se creeen el Evangelio, la palabra ha hallado merecida confianza, pues ha sonado de tal modo que el que escuchaba no ha podido sustraerse a ella. En este caso, la palabra ha conservado su sentido verdadero y se ha impuesto. Esa extraa palabra en que cree la fe es la Palabra de Dios, Jesucristo, en el cual Dios ha hablado su palabra a los hombres de una vez para siempre. As es como fe es tambin confianza. Confianza es un acto por el cual el hombre puede basarse en la fe de otro, cuya promesa tiene valor y cuyas exigencias son necesarias. Yo creo significa: Yo confo; esto es, ni tengo que confiar ms en m mismo, ni tampoco necesito justificarme msni disculparme ni pretender salvarme y persistir por m mismo, lo cual significa,

    tambin, que ahora todo ese esfuerzo mximo del hombre por mantenerse erguido y darse la razn a s mismo no tiene ya razn de ser. Yo creo... S; pero no creo en m, sino enDios Padre, Hijo y Espritu Santo. Tambin resulta, pues, innecesario e intil la confianza en cualquier autoridad apelativa que se me ofrezca como fidedigna o, dgase, como ncora de salvacin a que atenerse; e intil e innecesaria ser, asimismo, la confianza en otros dioses, los dioses erigidos por los hombres ayer y hoy, venerados y adorados. Tambin ellos pretenden ser la instancia en que confiar. En realidad, son dioses, bien se llaman ideas, bien fuerzas del destino o tengan otro nombre cualquiera. La fe nos libra de la confianza en tales dioses y con ello tambin del temor de ellos y de los desengaos que inevitablemente nos causaran. Ahora podemos ser libres con la confianza en Aquel que es merecedor de ella; libres en tanto nos atenemos a Aquel que, a diferencia de todas las dems instancias, es y ser si

    empre fiel. Por lo que atae a nosotros mismos, jams nos seremos fieles, pues nuestro camino humano, a fuer de tal, nos lleva de una infidelidad a otra, y as sucedetambin con el camino de los dioses de este mundo; no cumplen lo que prometen. Por eso no se llega nunca a una serenidad y claridad verdaderas. Salo hay fidelidad en Dios, y la fe es la confianza de poder atenerse a El, a su promesa y a su mandato. Atenerse a Dios significa: confiarse plenamente en El sabiendo esto: Dios est ah para m; y viviendo en esta seguridad. La promesa que Dios nos hace es sta:Yo estoy aqu para ti. Pero esta promesa significa inmediatamente tambin mandato, lo cual quiere decir para m: No estoy a merced de mi capricho o de mis ideas, sinoque existe para m un mandamiento al que puedo atenerme durante toda mi existencia terrenal. El Credo siempre es, al mismo tiempo, evangelio, buena nueva de Diospara los hombres, mensaje de ese Emmanuel (Dios con nosotros) 10

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    y, como tal, necesariamente, tambin ley. No pueden separarse el Evangelio y la Ley, sino que son una sola cosa, constituyendo el Evangelio lo primordial. Es decir, la Buena Nueva es lo primero que se presenta, y como Buena Nueva contiene laLey. Porque Dios est de nuestra parte, nosotros tambin podemos estar por El. Porque El se nos ha entregado como don, podemos nosotros tambin entregarle agradecidos

    lo poco que poseemos. Por consiguiente, atenerse a Dios significar en todo casoy lugar: Recibirlo todo sola y completamente de Dios, v as laborar sola y completamente para El. Al principio lo decamos: ...que los hombres "a pesar de todo cuanto pueda haber en contra se atengan de una vez para siempre, completa y exclusivamente a la promesa y mandato divinos". En estas cuatro categoras vuelve a quedarcaracterizada la fe como confianza. Al decir que en la fe se trata de hacer frente definitiva, completa v exclusivamente, es imprescindible no olvidar que la fe es un privilegio y no una obligacin. Tan pronto como la cuestin se convierte enun caso supuesto, se pierde lo que de magnfico tiene la fe. Esa excelencia de lafe no consiste en que seamos llamados a realizar algo que se nos impone y que sobrepasa a nuestras fuerzas. La fe es, ms bien, una libertad, un permiso. Es permisible que el creyente en la Palabra de Dios se pueda atener a ella en todo y a p

    esar de cuanto se oponga a esa actitud. La cosa es as: Nunca se cree "a causa de"algo, ni "basndose en...", sino que hay un despertar a la fe, pese a todo. Los hombres de la Biblia no llegaron a ser creyentes a causa de estas o aquellas demostraciones, sino que un buen da fueron puestos en condiciones tales que podan creer e incluso tenan que creer, a pesar de todo. Fuera de su palabra, Dios permaneceescondido para nosotros; pero le tenemos revelado en Jesucristo. Si damos de lado a Jesucristo, no debe extraarnos el no encontrar a Dios y el experimentar equivocaciones y desengaos o que el mundo nos parezca tenebroso. Si creemos, hemos decreer, a pesar de todo, en esa ocultacin de Dios, la cual nos recuerda necesariamente los lmites de nuestra humanidad. "No creemos por nuestra propia razn, ni pornuestros propios esfuerzos". Esto lo sabe todo aquel que cree de verdad. El mayor obstculo de la fe es, por decirlo sencillamente, el orgullo y el miedo de nuestro propio corazn humano. Y es que no quisiramos vivir de la gracia, pues hay algo

    en nosotros que se subleva contra ello enrgicamente. No quisiramos que se nos conceda la gracia, sino, a lo ms, concedrnosla nosotros a nosotros mismos. La vida del hombre consiste en ese fluctuar entre el orgullo y la angustia. Pero la fe supera lo uno y lo otro, cosa que el hombre no puede hacer por sus propias fuerzas.No nos es posible libertarnos a nosotros mismos del orgullo y la angustia de vivir, sino que siempre se tratar de un movimiento de oposicin, por cierto tambin, yno en ltimo trmino, a pesar de nosotros mismos. Si resumimos todo cuanto se alza en contra, calificndolo de poder de contradiccin, sospecharemos lo que quiere decirla Sagrada Escritura con el diablo que habl: "Conque Dios os ha dicho...?". Es cierta la palabra de Dios? Si se tiene fe, ser posible dejar a ese diablo con un palmo de boca abierta; pero el creer no es ninguna heroicidad humana. Cuidado con hacer de Lutero un hroe, pues l mismo no se sinti as, antes bien saba que si podemos re

    sistir es gracias al permiso, a la libertad que nicamente puede ser recibida conla ms profunda humildad! En segundo lugar, se trata en la fe de una decisin definitiva. La fe no es una opinin que podra sustituirse por otra. Aquel que crea temporalmente, no sabe lo que es creer. Fe significa una relacin definitiva. Y es que en la fe se trata de Dios y de eso que El ha hecho por nosotros de una vez para siempre. Esto no excluye que haya vacilaciones en la fe, pero teniendo presente su objeto (el objeto a que se refiere la fe), la fe es una cosa definitiva. El que haya credo una vez, cree ya para siempre. No hay que asustarse de esto, sino, msbien, considerarlo como una invitacin. En la fe es posible sentirse confuso y dudar, pero todo el que haya credo una vez posee algo as como un character indelebilis. Y puede estar seguro de ser sostenido. A todo aquel 11

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    que lucha con su incredulidad debe aconsejrsele que no la tome demasiado en serio. Lo nico que s ha de tomarse en serio es la fe, y si tenemos fe como un grano demostaza, esto bastar para ganar el juego al diablo. Y, en tercer lugar, en la fese trata de una cosa con la que podemos atenernos exclusivamente a Dios; exclusivamente, porque Dios es el nico que es fiel. Hay tambin fidelidad humana o sea, un

    a fidelidad divina que nos mira, alegra y fortalece de nuevo como criaturas suyas; pero donde exista dicha fidelidad, su fundamento ser siempre la fidelidad divina. Fe es la libertad de confiar slo en Dios, sola gratia y sola fide, lo cual nosignifica un empobrecimiento de la vida humana, sino, al contrario, significa que se nos ha donado toda la riqueza divina. Finalmente, podemos atenernos por completo a la Palabra de Dios. En cuanto, a la fe, no se trata de un terreno especial, por ejemplo, el religioso, sino que se trata de la vida verdadera en toda su totalidad, se trata de las cuestiones externas tanto como de las interiores, de lo corporal como de lo intelectual, de lo claro como de lo oscuro en nuestra vida. Se trata, en fin, de que mirndonos a nosotros mismos y tambin a los dems y a la humanidad entera, podemos confiarnos en Dios; se trata, pues, de toda la viday de toda la muerte. Y la libertad para toda esa amplsima confianza es la fe.

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    Captulo III

    CREER ES CONOCERLa fe cristiana es la iluminacin de la razn, iluminacin por la cual los hombres sonlibertados para vivir en la verdad de Jesucristo y con ello para estar tambin se

    guros del sentido de su propia existencia y del motivo y fin de todo cuanto sucede.

    Acaso llame la atencin el relieve que toma aqu el concepto de la razn. Lo empleo intencionadamente. No fue ningn profeta, sino Mefistfeles, quien proclam: "Desprecia la razn y la ciencia del hombre la mayor potencia!". Ni la cristiandad, ni los telogos saban bien lo que se hacan tantas veces como, movidos por cualquier entusiasmoo concepcin teolgica, se pasaron al campo de los enemigos de la razn. La Palabra campea sobre la Iglesia Cristiana, como la suma de la revelacin y la obra de Dios,que constituye su fundamento. "El Verbo se hizo carne". El logos se hizo hombre. La predicacin de la Iglesia es palabra, lenguaje, discurso; pero no de una manera casual, caprichosa, catica e incomprensible, sino lenguaje y discurso que elev

    an la pretensin de ser verdaderos y de oponerse con la verdad a la mentira. No nosdejemos arrebatar la claridad de esta posicin en que estamos! Tocante a la palabra que la Iglesia tiene que anunciar, no se trata de la verdad en sentido provisional o secundario, sino en el sentido primario de la palabra misma; se trata del logos, el cual se muestra y revela a la razn humana, al nus humano, como logos,esto es, como sentido, como verdad recognoscible. En la palabra de la predicacincristiana se trata de la ratio, la razn, en la cual tambin puede reflejarse y volverse a encontrar la ratio humana. La predicacin de la Iglesia, as como la teologa,no son ninguna charla, ningn balbuceo y ninguna propaganda, nada, en fin, que haya de tener que contestar a la pregunta: Pero es, realmente, verdad lo que omos, es as verdaderamente? Todos hemos padecido lo nuestro con una cierta clase de sermones y plticas edificantes que mostraban, ciertamente, que puede hablarse enfticamente y con mucha retrica, pero que no hubieran resistido la sencilla pregunta ace

    rca de la verdad de lo dicho. El Credo en que se formula la fe cristiana se funda en el conocimiento, y all donde se pronuncia, y confiesa es para crear nuevamente conocimiento. Porque la fe cristiana no es irracional, ni antirracional, ni supra racional, sino racional. La, Iglesia, que pronuncia el credo y que se presenta con la enorme pretensin de predicar y anunciar la Buena Nueva, tiene su origen en que ha odo algo y que por consiguiente quiere que se vuelva a or lo que ellaoy. Malos tiempos fueron siempre en la Iglesia Cristiana aquellos en los que la historia de la dogmtica y la teologa separaron la gnosis y la pistis (el conocimiento y la fe). Porque la pistis, bien entendida, es gnosis, y el acto bien entendido de la fe es tambin un acto del conocimiento. Creer es conocer. Una vez dicho esto, es preciso aclararlo. Tocante a la fe cristiana, se trata de una iluminacinde la razn. La fe cristiana tiene un objeto, al cual se refiere, y ese objeto es

    Dios, el Padre, Hijo y Espritu Santo, de los cuales habla el Credo. Pero corresponde ciertamente al carcter de ese objeto, es decir, a la naturaleza del Dios Padre, Hijo y Espritu Santo, que no puede reconocrsele

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    por medio del conocimiento humano, sino que es perceptible y se advierte, nicamente, gracias a la libertad, la decisin y la accin mismas de Dios. Lo que el hombrealcanza a conocer por sus propias fuerzas y en la medida de su capacidad natural, su razn y su sentimiento ser todo lo ms una especie de ser superior, un ser absoluto, el contenido de una fuerza puramente libre, de un ser que est por encima de

    todas las cosas. Ese ser absoluto y sublime, eso ltimo y ms profundo, esa cosa ens, no tiene nada que ver con Dios, sino que corresponde a las intuiciones y posibilidades limitadas del pensar y construir humanos. El hombre puede pensarse eseser; pero con ello no se ha pensado todava a Dios. Slo cuando Dios se da a conoceren virtud de su propia libertad, puede ser pensado y conocido. Luego hablaremosde Dios, su esencia y naturaleza, pero ahora habra que decir ya lo siguiente: Dios es siempre Aqul que en su, propia revelacin se ha dado a conocer a los hombres,pero no es Aqul que el hombre se figura y califica de Dios. En la cuestin del conocimiento se diferencian claramente el Dios verdadero y los dioses falsos. El conocimiento de Dios no es cuestin de una posibilidad discutible, sino que Dios esel compendio de toda realidad y, por cierto, de la realidad que se nos revela por s misma. El conocimiento de Dios se realiza cuando sucede prcticamente que Dios

    habla: cuando l se muestra a los hombres de manera que stos no puedan desorle o dejar de verle; cuando el hombre se halla en una situacin en la cual no se entiendeva a s mismo, una situacin no provocada por l y en la cual se halla ante el hecho de que vive con Dios y Dios con l porque as le ha agradado a Dios mismo. El conocimiento de Dios se realiza cuando tiene lugar la revelacin divina, la iluminacin delhombre por Dios, la superacin del conocimiento humano y la enseanza del hombre por medio de ese incomparable maestro. Antes partimos de que la fe cristiana es cuestin de un encuentro. La fe cristiana y el conocimiento de la misma se realizancuando la razn divina, el Logos divino, implanta su ley en el espacio de la razn humana, y a esta ley ha de someterse la razn humana propia de la criatura. Al suceder esto, llega el hombre al conocimiento; porque en tanto Dios implanta su leyen su pensar, en su ver y or, sucede la revelacin de la verdad del mismo hombre yde su razn, se llega a la revelacin del hombre, como el que no puede lograr lo que

    Dios por s mismo ha logrado. Puede ser conocido Dios? S; Dios puede ser conocido,ya que es prcticamente cierto y verdadero que El se da a conocer por s mismo. Cuando tal sucede, el hombre es libertado, tiene el poder y es capaz (para s mismo sees l un misterio) de conocer a Dios. El conocimiento de Dios es un conocimientocausado y determinado puramente por su objeto. Y precisamente por eso es verdadero conocimiento, pues en su significado ms profundo es un conocimiento libre. Porotra parte, naturalmente, tal conocimiento sigue siendo relativo y limitado porla barrera de lo creado. Justamente, del conocimiento ha de decirse que poseemos un tesoro celestial en vasos de barro. All donde se realiza ese verdadero conocimiento de Dios, imperar tambin la claridad de que no hay motivo para ningn orgullo; pues el hombre contina siendo incapaz y la razn humana prosigue dentro de sus lmites. Pero dentro de ellos, de lo limitado, le ha placido a Dios revelarse. Y en

    tanto el hombre contina siendo necio, se convertir en sabio; en tanto es pequeo, ser grande; en tanto el hombre no basta, Dios es suficiente. "Bstate mi gracia porque mi potencia en la flaqueza se perfecciona."2 Esto tambin puede aplicarse a la cuestin del conocimiento. En la tesis que encabeza el presente captulo decamos que en la fe cristiana se trata de la iluminacin de la razn, iluminacin por la cual loshombres son libertados para vivir en la verdad de Jesucristo. Para la comprensindel conocimiento cristiano de la fe es esencial entender2

    2 Cor. 12:9.

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    que la verdad de Jesucristo es verdad de vida y su conocimiento es conocimientode vida. Esto no quiere decir que volvemos a caer en la idea de que aqu no se trata, en realidad, del conocer. La fe es conocimiento, pues se refiere al Logos deDios y es por consiguiente una cosa lgica. Adems, la verdad de Jesucristo es tambin una verdad de hechos, en su ms simple sentido. Dicha verdad tiene como punto de

    partida la resurreccin de Jesucristo y es un hecho sucedido dentro del espacio ydel tiempo, como nos lo describe el Nuevo Testamento. Los Apstoles no se conformaron con hacer constar un hecho interior, sino que hablaron de lo que haban vistoy odo y tocado con sus propias manos. Por otra parte, la verdad de Jesucristo es, asimismo, cuestin de un pensar claro, ordenado en s, y justamente por su sujecin,un pensar humano libre. Pero... no hay que separar las cosas: se trata de la verdad de la vida, de verdad vital. No basta el concepto del saber, de la ciencia,para describir lo que es el conocimiento cristiano, sino que hemos de volver alo que en el Antiguo Testamento se llama sabidura, lo que el griego denominaba sophia y el romano sapientia, para poder concebir el saber de la teologa en su plenitud. Sapientia se diferencia del concepto, ms estrecho, de ciencia. Sabidura no sediferencia del saber por contenerlo tambin en s, pero el concepto de sabidura habla

    , adems, de un saber prctico que comprende toda la existencia del hombre. Sabiduraes el saber, del cual nosotros podemos vivir prcticamente; es_ empina y es teora;poderosa, en tanto es, al mismo tiempo, prctica, en tanto consiste en el mismo saber que domina nuestra vida y que es, realmente, una luz en nuestro sendero. Noes una luz que observar o admirar, ni tampoco una luz con qu encender toda clasede fuegos artificiales (ni an tratndose de las ms profundas especulaciones filosficas), sino que es la luz en nuestro camino, la que ilumina nuestras acciones v palabras, la luz de nuestros das sanos y enfermos, la luz en nuestra pobreza y en nuestra riqueza, la luz que no brilla solamente en los momentos en que pensamos entenderlo todo mejor, sino que nos acompaa tambin en nuestra locura y que no se extingue cuando todo se apaga, cuando en la muerte se hace visible el fin de nuestra vida. A esa luz y al vivir de esa verdad se denomina conocimiento cristiano. Conocimiento cristiano significa vivir en la verdad de Jesucristo. Segn el apstol P

    ablo (Hech. 17), nosotros "vivimos, somos, nos movemos" en la luz de esa verdadpara poder salir de ella, estar en ella, e ir hacia ella, como dice en Romanos 11. Por consiguiente el conocimiento cristiano es, en el fondo, la misma cosa quelo que llambamos confianza del hombre en la Palabra de Dios. No hay que dejarsellevar por la tentacin de buscar separaciones y diferencias en esta cuestin. No existe ninguna confianza verdadera, ni ninguna confianza realmente duradera y victoriosa en la palabra de Dios que no est fundada en la verdad divina. Por otra parte, no existe ningn conocimiento, ninguna teologa, ninguna confesin e incluso ninguna verdad bblica que no tenga en seguida el carcter de esa verdad de vida. Siemprehabr que medir, examinar y conservar lo uno con lo otro. Justamente, al poder vivir como cristianos en la verdad de Jesucristo, y de esta manera en la luz del conocimiento de Dios, y por consiguiente con una razn iluminada, podremos estar se

    guros del sentido de nuestra propia existencia y del motivo y fin de todo cuantosucede. Con esto se indica nuevamente esa ampliacin enorme del horizonte: Conocer el objeto de la fe en su verdad, quiere decir, realmente, conocer todas las cosas, incluso el hombre, el cosmos y el mundo. La verdad de Jesucristo no es unade tantas verdades, sino la verdad universal, creadora de toda verdad, y esto demodo tan cierto como que es la verdad de Dios, o sea, la prima veritas, que estambin la ltima veritas. Y es que en Jesucristo ha creado Dios todas las cosas, incluyndonos a nosotros mismos. Nosotros no existimos sin El, sino en El, lo sepamos o no; y el cosmos entero no existe sin El, sino en El, llevado y sustentado por El, es decir por su palabra omnipotente: conocerle a El, significa conocerlo todo. El ser tocado y tomado por el espritu dentro de ese campo, significa ser 15

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    conducido a toda la verdad. El que crea y conozca a Dios, ya no podr decir: Qu sentido tiene mi vida?; sino que mientras cree, ya est vivienda el sentida de su vida, el sentido de ser criatura, el sentido de su individualidad dentro de los lmites de su condicin de criatura y de su individualidad; y en lo imperfecto de su existencia, en el pecado, en el cual l est y del cual l es diariamente y a cada hora c

    ulpable; pero tambin est viviendo con el apoyo que diariamente y a cada hora se leconcede, en tanto Dios intercede en su favor, a pesar de todo y sin contar conningn mrito. El hombre reconoce la misin que le ha sido concedida en conjunto; la esperanza que ha recibido por gracia con esa misin, gracia de la cual puede vivir;la grandeza de la gloria que le ha sido prometida y que ahora ya, aunque secretamente y a pesar de su pequeez, le rodea. Todo el que cree reconoce este sentidode su existencia. El Credo cristiano habla de Dios como del fundamento y fin detodo cuanto es. El fundamento y fin del cosmo entero se llama Jesucristo. Est permitido y es incluso obligado decir lo inaudito: Donde haya fe cristiana habr tambin, en tanto existe la confianza en Dios, la ms ntima familiaridad con el fundamento y fin de todo cuanto sucede y asimismo de todas las cosas; y el hombre vive, apesar de todo cuanto parezca contrario, en la paz que sobrepuja a todo entendim

    iento, si esa paz es la luz que ilumina nuestra razn.16

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    Captulo IV

    CREER ES CONFESARLa fe cristiana es la decisin en la cual los hombres tienen libertad de responderpblicamente de su confianza en la palabra de Dios y su conocimiento de la verdad

    en Jesucristo en el lenguaje de la Iglesia, pero tambin adoptando una posicin enlas cosas del mundo, y, sobre todo, manifestndose en hechos y en el comportamiento correspondiente. La fe cristiana es una decisin. Tenemos que empezar y vamos aempezar, justamente, con esta frase. Claro est que la fe cristiana es un suceso dentro del misterio existente entre Dios y el hombre: Es el suceso de la libertadcon la cual Dios acta frente a ese hombre y al cual tambin El mismo le concede esa libertad. Esto no excluye, antes lo contrario, incluye el que all donde es credoel Credo Cristiano tenga lugar la Historia: o sea, que, dentro de lo temporal,el hombre emprenda, consiga y lleve a cabo una cosa. Fe es el misterio de Dios mostrndose; fe es la libertad de Dios y la libertad del hombre en accin. Donde nadasuceda (bien entendido, donde nada suceda visible y auditivamente en el tiempo)tampoco sera posible creer. Y es que la fe cristiana es fe en Dios, y al confesa

    r el Credo, nombrando a Dios Padre, Hijo y Espritu Santo, quiere indicar con elloque Dios mismo, en su vida interior y en esencia, no es cosa muerta, ni pasiva,ni inactiva, sino que Dios Padre, Hijo y Espritu Santo existe en una relacin y unmovimiento internos, los cuales pueden calificarse muy bien de historia o de suceso. Dios mismo no es superhistrico, sino histrico, y este Dios ha tomado por s mismo la resolucin, una resolucin eterna en la cual se basa todo cuanto dice el Credo. Nuestros padres3 lo llamaban el Decreto de la creacin y de la alianza y de laredencin. Ese designio de Dios fue llevado a cabo en el tiempo y de una vez parasiempre en la obra y palabra de Jesucristo, al cual testimonia concretamente elsegundo artculo del Credo: "Padeci bajo Poncio Pilatos, fue crucificado, muerto ysepultado..." La fe es aquello con lo cual el hombre corresponde a ese ser y esencia y accin de Dios histricos. La fe est relacionada con el Dios que es histrico ens mismo y que ha tomado una resolucin que habra de ser histrica y que ha puesto esa

    historia en marcha y llevndola a su fin. Una fe cristiana que no fuera historiano sera fe cristiana ni fe "en"... En el momento en que se cree cristianamente, surge y crece una imagen histrica; aparece entre los hombres, entre los contemporneos y los no contemporneos, una comunidad, una colectividad, una cofrada. Pero, adems de esto, y gracias a esa comunidad, all donde se cree cristianamente tiene lugar de un modo necesario e ineludible una predicacin y un mensaje humanos dirigidosal mundo que se halla fuera de esa comunidad y cofrada: Dirase que se ha encendido una luz que brilla para todos los que estn en la casa. En otros trminos: Cuandohay fe cristiana aparece y vive la Iglesia de Dios en el mundo y para el mundo;Israel se rene al margen de todos los pueblos del universo y as se junta tambin laIglesia para s la comunin de los santos, pero no como un fin en s misma, sino como imagen del siervo de Dios, al cual Dios ha puesto para todos: el Cuerpo de Cristo.

    Ahora llegamos a lo de la obra humana en correspondencia con la obra de Dios ycon su manera de ser en la eleccin de su gracia: La historia, que es la formacin de la Iglesia, tiene lugar en la correspondencia de la obediencia. Fe es obediencia y no slo un sometimiento pasivo. En el caso3

    Se refiere a los antiguos telogos reformistas. N. del T.

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    de existir la obediencia, es que el hombre ha elegido, y lo que ha elegido es lafe, en lugar de lo contrario, o sea, la incredulidad; la confianza, en lugar dela desconfianza; el conocimiento, en lugar de la ignorancia. Fe significa elegir entre la fe y la incredulidad, entre la fe errnea y la supersticin. La fe es elhecho con el cual el hombre se enfrenta con Dios de la manera que corresponde a

    Dios. Porque esa obra se realiza avanzando el hombre un paso fuera de la neutralidad frente a Dios, fuera de una relacin puramente convencional de nuestro ser ynuestra actitud frente a El; fuera de la esfera privada, para adentrarse en la decisin, el compromiso y la manifestacin externa. Sin esta direccin hacia lo pblico,sin ese afrontar la dificultad de manifestarse pblicamente, la fe en s ya es incredulidad, fe errnea, supersticin. Porque la fe que confiesa al Padre, al Hijo y elEspritu Santo no puede negarse a manifestarse pblicamente. "La fe cristiana es ladecisin en la cual los hombres tienen libertad..." as decamos en el enunciado del presente captulo. Trtase aqu tambin, al hablar de la responsabilidad pblica, de un permiso concedido al hombre y de una puerta abierta y a esto es lo que, precisamente, se llama libertad. A la libertad de confiar y de conocer se une ahora, necesariamente, la libertad de la responsabilidad. No es posible separar estas liberta

    des entre s. El que quisiera tener libertad solamente para confiar en Dios, renunciando por su parte al conocimiento, no confiara de verdad; y si alguien tuviesetoda la confianza y todo el conocimiento, pero careciese de libertad para poderser pblicamente responsable de ambos, habra que decirle a la cara: tu confianza ytu conocimiento son falsos. Segn la Iglesia Cristiana confiesa, Dios mismo es Aqulque no quiso permanecer escondido, ni tampoco ser Dios nicamente para s mismo, sino que El sale de su majestad soberana, rompiendo el misterio, y desde la alturade su existencia divina baja a la miseria del cosmos creado por El. Es Dios mismo el que se revela como tal. Todo el que crea en ese Dios no podr querer ocultarese don de Dios, ese amor y consuelo y luz divinos, ni podr ocultar tampoco su confianza en la Palabra y su conocimiento. La palabra y la obra del hombre creyente no pueden ser de ninguna manera una cosa neutral y sin compromiso: donde hayafe, suceder que la doxa, la gloria, el resplandor divino, se manifestarn en esta

    tierra. En cambio, al no brillar la gloria de Dios de una u otra manera, o quizsslo apagadamente por nuestra manera de ser o de no ser, entonces no habra fe, y elconsuelo y la luz que recibimos de Dios no lo habramos recibido en realidad. Lagloria de Dios se manifiesta en el cosmos, y el nombre del Santo es santificadoen la tierra siempre y donde haya hombres que puedan creer y siempre y donde secongregue y acte el pueblo de Dios, la Iglesia de Dios. Donde haya fe, tendr el hombre la libertad soberana (el hombre en toda su limitacin y debilidad, en toda superdicin y locura) de hacer resplandecer esa luz de la doxa, de la gloria de Dios. No se pide ms de nosotros; pero s se pide eso de nosotros. Esta responsabilidadpblica de nuestra confianza en la Palabra de Dios y nuestro conocimiento de la verdad de Jesucristo, es el concepto general de lo que en sentido cristiano ha dellamarse confesar y confesin. Se trata aqu de la responsabilidad pblica de lo que

    diga la Iglesia; pero tambin al tomar el hombre una actitud frente a las cosas del mundo y, sobre todo, al manifestarse en hechos y en la manera de comportarse.Se trata pues, si no me equivoco, de que en estas tres determinantes del concepto de la responsabilidad pblica tenemos tres formas del confesar cristiano que, por otra parte, no pueden separarse ni enfrentarse unas contra otras, sino que pornecesidad han de ser pensadas en conjunto; y dicho confesar cristiano es, por su parte, una forma esencial necesaria de la fe cristiana. Por eso lo que en seguida pasamos a exponer ha de comprenderse sintticamente. Primero: En la fe tenemosla libertad de manifestar pblicamente en el lenguaje de la Iglesia nuestra confianza y nuestro conocimiento. Qu quiere decir esto? La Iglesia de Dios tuvo indudablemente en todo tiempo su propio lenguaje. Tambin en la Historia tiene la Iglesiasu propia historia y ha seguido su propio camino. Al pronunciar su confesin, lohace mirando a su 18

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    propia historia especial. Esto significa que se encuentra en una conexin especialconcreta e histrica, la cual ha venido formando y seguir formando siempre su lenguaje. As es como el lenguaje de la fe, el lenguaje de la responsabilidad pblica que debemos usar necesariamente los cristianos, acaba por ser, a lo menos en su sencillez, el lenguaje de la Biblia, el de la Biblia hebrea y griega y sus version

    es y, asimismo, el lenguaje de la tradicin cristiana; en el cual la Iglesia Cristiana, al correr de los siglos, ha cobrado, defendido y explicado su conocimientoen determinadas formas de pensamiento, concepto e ideas. Dndole su propio nombre, diremos que hay un "lenguaje de Canan". Cuando el cristiano confiesa su fe, o sea cuando se trata de hacer brillar la luz que ha sido encendida en nosotros, ninguno podr ni deber evitar hablar en ese lenguaje propio. Al fin y al cabo, si hande manifestarse exactamente las cuestiones de la fe cristiana, as como tambin nuestra confianza en Dios y su palabra; si han de manifestarse, por as decirlo, talv como son (y siempre ser rigurosamente necesario que esto suceda, a fin de que las cosas sean claras) entonces ser inevitable que suene animosamente el lenguajede Canan. Y es que hay ciertas luces e indicaciones para el camino y tambin ciertas advertencias consoladoras que slo pueden expresarse directamente en dicho lengu

    aje. Si alguien pretendiese ser tan sensible y quisiera andar demasiado cuidadosamente con su alma, diciendo por ejemplo: Yo creo, pero mi fe es tan profunda einterior que ni siquiera consigo pronunciar con mis propios labios las palabrasde la Biblia y me cuesta tambin, incluso, pronunciar el nombre de Dios, por no decir nada del nombre de Cristo o de la sangre de Jesucristo o del Espritu Santo; al que hablase as, yo le dira: Querido amigo, posiblemente, eres un hombre muy sensible e iluminado, pero piensa en que se te ha concedido el privilegio de confesar tu fe pblicamente. O es tu timidez, acaso, otra cosa que el miedo de salir de tuesfera privada y libre de compromisos? Pregntate a ti mismo! Una cosa es segura:Si la iglesia cristiana no se atreve a confesar usando su propio lenguaje, sueletambin' no confesar absolutamente nada. Entonces se convierte en una congregacinde los "apartados" y ojal no acabe por ser una congregacin o iglesia de perros mudos. Si hay fe, en seguida se presenta con urgencia la cuestin de si no habra que h

    ablar alegre y confiadamente, como la Biblia ha hablado y tambin como en tiemposantiguos y modernos la Iglesia misma ha hablado y tiene que hablar. Porque cuando la fe se muestra en su libertad y gozo, se ensalza y canta la alabanza de Diosverdaderamente tambin en ese lenguaje de Canan. Segundo: Pero en esto no puede consistir todo el testimonio, y, ciertamente, se necesita mucho ms para completar el concepto del confesar. Hemos de tener cuidado de no figurarnos la confesin comouna cuestin de fe que slo debe y tiene que ser manifestada "dentro de la Iglesia", como si el confesar fuera, todo lo ms, con objeto de hacer visible el espacio de la Iglesia y quizs extenderlo un poco ms adentrndolo en el mundo. El espacio de la Iglesia ya est en el mundo; lo dice el hecho palpable de que la Iglesia se encuentre situada en un pueblo o una ciudad, junto a la escuela, al cine o a la estacin. El lenguaje de la Iglesia no puede pretender ser un fin en s. Es necesario qu

    e se advierta que la Iglesia est en el mundo y para el mundo y que la luz resplandece en las tinieblas. As como Cristo no ha venido para ser servido, tampoco el cristiano puede existir en su propia fe, como si l y los dems cristianos habran de vivir para s mismos. Quiere decir esto, que la fe exige necesariamente, dentro dela manifestacin de la confianza y del conocimiento, que se adopte una determinadaactitud de carcter mundano. La confesin, si es seria y clara, habr de ser tambin traducible en el lenguaje de todo el mundo: del hombre y la mujer, es decir, del lenguaje de aquellos que no estn acostumbrados a leer la Biblia o a usar el himnario, sino que se valen de otra terminologa y tienen otros intereses. Ese es el mundo al cual Cristo ha enviado a sus discpulos y en el cual 19

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    todos nosotros vivimos y, por consiguiente, ninguno de nosotros es solamente cristiano, sino que al mismo tiempo todos integramos una parte del mundo. Por eso se hacen necesarias las actitudes de tipo secular y el traslado de nuestra responsabilidad a ese terreno del mundo. Porque la confesin de fe ha de realizarse aplicndola a la vida que todos vivimos, a los problemas de nuestra existencia diaria

    referentes a cuestiones tericas y prcticas de lo cotidiano. Es nuestra fe una cosareal, entonces habr de penetrar en nuestra vida. Claro est, la confesin, cristianapronunciada de una manera propia siempre estar expuesta a la incomprensin: se pensar que para el cristiano el Credo es una cuestin de conciencia y corazn, pero queen la tierra y en el mundo imperan otras verdades. El mundo est viviendo realmente en dicha incomprensin y considera el cristianismo entero como un "hechizo" amable perteneciente al "terreno religioso", que se respeta y que debe permanecer..., y con eso se desentiende el mundo de toda la cuestin. La misma incomprensin podraproceder de dentro; cabra pensar, por ejemplo, que un cristiano pretenda tener nicamente para s ese terreno y cuidar la fe como una flor sensitiva. Se ha venido considerando la relacin entre la Iglesia y el mundo como una cuestin de fijar limpiamente las fronteras, cuestin que conduce a que cada cual se atrinchere detrs de s

    u propia frontera, aunque, de vez en cuando, no faltan pequeos tiroteos. Por lo que respecta a la Iglesia, ella no podr considerar jams como misin suya dicha limpieza de la frontera, antes al contrario; ha de decirse del carcter de la Iglesia que su misin es nica, pues consiste en pronunciar fuertemente su confesin, adentrndoseen el terreno del mundo; pero al hacerlo, no lo har en el lenguaje de Canan, sinoen el lenguaje escueto y completamente inedificante que suele usarse all fuera.Se trata pues de una traduccin, por ejemplo: una traduccin del lenguaje de la Iglesia para la prensa. Es decir, el mundo necesita or en lenguaje profano lo que sedice en lenguaje eclesistico. Y el cristiano no debe temer el tener que expresarse, a veces, en tono poco edificante. Y el que no pueda adaptarse a esto, mire nole vaya a ser difcil hablar de manera edificante en la misma Iglesia. Ya conocemos ese lenguaje del pulpito y del altar que fuera de los muros de la Iglesia parece chino! Guardmonos de permanecer estancados, resistindonos a avanzar para adoptar

    actitudes profanas. Un ejemplo: En el ao 1933 haba en Alemania mucho cristianismoserio, profundo, vivo, y una confesin de fe, gracias a Dios. Pero, lamentablemente, esa fe y esa confesin de la Iglesia alemana no se salieron del lenguaje de laIglesia, y lo que as sola sonar perfectamente, no fue traducido al lenguaje poltico de entonces. De haberse traducido, se hubiera visto claramente que la IglesiaEvanglica se pronunciaba en contra del nacional socialismo, atacndolo en sus mismas races. Convengamos en que la confesin de la cristiandad no se realiz entonces enla forma profana exigida. Otro ejemplo: Tambin hoy existe un cristianismo serio yvivo. Yo estoy seguro de que los terribles sucesos acaecidos habrn despertado enmuchos hambre y sed de la Palabra de Dios y que ha sonado una gran hora para laIglesia. Ojal no vuelva a suceder que se levanten nicamente los muros de la Iglesia o se reafirmen, y los cristianos se renan meramente entre s! Cierto, es preciso

    trabajar teolgicamente con toda intensidad, pero no olvidemos que todo cuanto suceda en la Iglesia, tiene que surgir tambin hacia afuera en forma profana. Una Iglesia Evanglica que decidiera hoy no tomar actitud alguna frente a la cuestin de laculpa con respecto a los sucesos recientes; una Iglesia que se resista a or hablar de esa cuestin, a la cual ha de contestarse, realmente, por causa del futuro,se habra condenado a s misma de antemano a la esterilidad. Una Iglesia que no hayavisto claramente la misin que tiene frente al pueblo, no slo prestando enseanza cristiana en forma directa, sino tambin haciendo ver esa enseanza con palabras que traten tambin los problemas diarios; una Iglesia que no estuviese convencida de lanecesidad de buscar tales palabras, se cavara su propio sepulcro en cualquier rincn de un cementerio. Que cada cristiano sepa claramente cmo creer! Mientras su fepermanezca 20

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    encerrada en la concha donde ms gusta estar, sin preocuparse de la vida del pueblo; mientras el cristiano viva as en el dualismo, no tiene, en realidad, fe alguna. La concha del caracol no es estancia apetecible. No es bueno estar all. El hombre es algo integral y slo puede existir como ser integral. Finalmente, la ltima frase de nuestro enunciado dice: "Manifestndose en hechos y en el comportamiento co

    rrespondiente". Con toda intencin, he diferenciado este tercer punto nuevamente de los dos anteriores. De qu aprovechara al hombre si hablara y confesara en el lenguaje ms fuerte y claro posible y no tuviese amor! Confesin quiere decir: confesin de vida. Todo el que cree, est llamado a pagar con su propia persona: "Payer de sapersonne". He aqu el clavo donde hay que colearlo todo.

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    Captulo V

    DIOS EN LAS ALTURASSegn las Sagradas Escrituras, Dios es Aquel que est, vive, acta y se nos da a conocer (El, el nico) en la obra determinada y realizada por Jesucristo en su libre am

    or.

    El Credo, que est sirviendo de base a nuestros pensamientos, empieza con las palabras: Yo creo en Dios. Con esto acabamos de pronunciar la palabra grande, cuyo desenvolvimiento es el mismo Credo cristiano. Dios es el objeto de la fe, del cual antes hablamos. Dicindolo resumidamente, es Dios el contenido del mensaje de laIglesia. Pero ahora nos encontramos con que esa palabra "Dios" y el concepto deDios y la idea de Dios parecen ser una realidad conocida de uno u otro modo portodas las religiones y filosofas. Por eso, antes de proseguir, detengmonos un momento para preguntarnos: Qu relacin guarda la palabra "Dios", como la entiende y pronuncia la fe cristiana, con aquello que en todo tiempo y en todos los pueblos seha llamado, segn la Historia de las Religiones y de la Filosofa, tambin Dios? Proc

    uremos examinar lo que, aparte de la fe cristiana, suele denominarse "Dios". Alhablar el hombre de Dios, de su naturaleza divina y de la esencia divina, piensaen el objeto del anhelo general y eficaz, en el objeto de la nostalgia humana yde la esperanza, tambin humana, de una unidad y de un fondo comn, as corno tambin de un sentido de la existencia del mundo. Con eso piensa el hombre en la existencia y la naturaleza de un ser, el cual, en una u otra conexin con las dems realidades distintas de l, ha de entenderse como el ser ms sublime, que todo lo determinay gobierna. Si examinamos la historia de la nostalgia humana y de las afirmaciones del hombre con respecto a dicho ser, la primera y ms fuerte impresin es la de un manipular humano en todos los sentidos y apelando a todos los caminos de la inventiva, as como tambin del capricho, con ese concepto o esa idea de Dios. De aqu procede la multitud de experiencias distintas que el hombre cree haber tenido. Asse nos ofrece la imagen de una gran inseguridad y as tenemos enormes contradiccio

    nes. Sepamos de antemano que al hablar de Dios en el sentido de la fe cristiana,ese Dios no ha de entenderse como una continuacin y un enriquecimiento; de los conceptos e ideas que suele formarse el pensar religioso, en general, acerca de Dios. El Dios, a que se refiere la fe cristiana no se encuentra entre los dioses,ni figura en el panten construido por la piedad humana y la inventiva religiosa.Esto quiere decir que ha de negarse esa posibilidad de que en la humanidad exista una especie de predisposicin natural, un concepto general de lo divino que, encierto modo y en algn punto, comprenda en s lo que los cristianos llaman Dios, creyendo en El y confesndole, de modo que la fe cristiana venga a ser una de tantas, un caso particular dentro de una regla general. Un padre de la iglesia ha dicho con razn: "Deus non est in genere": Dios no es un caso especial dentro de una misma especie determinada. Al hablar los cristianos de "Dios", hemos de darnos cu

    enta claramente que esa palabra significa de antemano lo fundamentalmente distinto", la liberacin fundamental de todo ese mundo de la bsqueda, del suponer, imaginar, inventar y especular humanos. No hay nada de verdad en eso de que buscando yaspirando humanamente hacia lo divino se haya llegado a alcanzar un grado determinado en forma de la confesin de fe cristiana. El Dios de la confesin de fe cristiana se diferencia de todos los dems dioses en que no ha sido encontrado, ni inventado,

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    ni descubierto, al fin y a la postre, por el hombre; no es un cumplimiento, ni siquiera lo ltimo y ms sublime de todo lo que el hombre estaba pensando buscar y encontrar, sino que los cristianos hablamos de Aquel que realmente pasa a ocupar el lugar ce lo que suele llamarse Dios y que, por consiguiente, todo lo echa a unlado y excluye, elevando la pretensin de ser la nica verdad. El no comprender est

    o, supone no comprender tampoco a lo que se refiere la Iglesia cuando confiesa:Yo creo en Dios: Se trata de un encuentro del hombre con una realidad que el hombre mismo jams hubiese buscado y encontrado por s mismo. "Lo que el ojo no vio y el odo no oy, lo que no vino a ningn corazn humano, eso se lo ha dado Dios a quienesle aman", as dice Pablo acerca de esta cuestin. Y no es posible expresarse de otramanera. Dios, segn la confesin cristiana, existe y es de forma distinta a lo quesuele .llamarse divino. Su naturaleza, su esencia, es por consiguiente, otra quela naturaleza y esencia de los supuestos dioses". Resumiendo todo cuanto manifiesta la confesin cristiana acerca de Dios, diramos: Dios en las alturas". Todos sabemos de donde he tomado yo este concepto. Est escrito en Lucas 2:14: "Gloria sea aDios en las alturas"! Intentar ahora aclarar esa expresin de "en las alturas", "in excelsis". Despus de lo que hemos dicho, "en las alturas" significar, sencillame

    nte, que El es Aquel que est, no solamente por encima de nosotros, sino tambin porencima de nuestros sentimientos ms elevados y profundos y de nuestras aspiraciones e intuiciones ms sublimes; por encima de los productos de nuestro espritu humano, aunque se trate tambin de los ms excelsos. "Dios en las alturas", quiere decir,primero (mirando retrospectivamente a lo que hemos dicho): Aquel que en modo alguno est fundado en nosotros, ni en modo alguno corresponde a una disposicin o a una posibilidad humana, sino que El mismo est fundado en s mismo, en todos los sentidos. El es Aquel que se revela a s mismo y no es revelado a causa de nuestro buscar y hallar, pensar y sentir, sino que renovadamente El se manifiesta como acabamos de decir. Justamente, ese "Dios en las alturas" se ha dirigido hacia nosotros como tal, se ha donado a s mismo a los hombres y se les ha revelado. "Dios enlas alturas" no se refiere a alguien que nada tiene que ver con nosotros y que tampoco nos interesa, alguien que nos fuera eternamente extrao, sino que "Dios en

    las alturas", en el sentido de la confesin de fe se refiere a Aquel que se ha venido a nosotros desde las alturas y se ha hecho como uno de nosotros: Es el Diosque se revela como verdadero y, por consiguiente, el Dios del cual no podemos disponer y que sin embargo, y justamente por eso, nos ha aceptado; es Aquel que merece como nico ser llamado Dios, a diferencia de todos los dioses, y que es distinto tambin de todo cuanto existe. Y no obstante ese Dios se ha unido a nosotros.Al confesar: "Yo creo en Dios" nos referimos a ese Dios, Intentaremos describircon algunos ejemplos concretos esto que acabo de exponer. Dios es Aquel que, segnla Sagrada Escritura, vive, acta y se da a conocer. De esta definicin resulta algo completamente distinto de lo que sera si yo intentara presentar una serie de imgenes enlazadas conceptualmente y referentes a un ser infinitamente superior. Dehacer yo esto ltimo, me dedicara a la especulacin. No invito aqu a especular, antes

    bien, indico expresamente que ese camino de la especulacin es completamente falsoy no conducir jams a Dios, sino solamente a una realidad que, en sentido equivocado, tambin se denomina Dios. Dios es Aquel que est en los libros del Antiguo y delNuevo Testamento, los cuales hablan de El. En cuanto a la definicin cristiana deDios, consiste, simplemente, en hacer constar que en la Biblia se habla de El yque, por consiguiente, hemos de or lo que de El se dice. Dios es, pues, Aquel que vemos en la Biblia y al cual omos. Advirtamos que en toda la Biblia, tanto en el Antiguo como el Nuevo Testamento, nunca se realiza el menor intento de demostrar a Dios. Y es que dicho intento siempre ha sido hecho fuera del concepto bblicode Dios y siempre que se ha olvidado de quin 23

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    se trata cuando se habla de Dios. Cuntos intentos de toda especie se han realizadoal querer demostrar un ser perfecto frente a los seres imperfectos; o, tambin, pretendiendo colegir de la existencia del mundo una ltima y sublime causa, que seria Dios; o una potencia ordenadora, partiendo del presunto orden del mundo; o una prueba moral de la existencia de Dios basada en el hecho de la conciencia huma

    na! Desistir de ocuparme de estas "pruebas" de Dios. No s si todos podrn reconoceren seguida el humor y la dbil contextura de tales pruebas. Posiblemente, servirn para ser aplicadas a los dioses supuestos. Si mi cometido consistiera en dar a conocer dichos seres supuestos, es seguro que me ocupara de esas cinco famosas pruebas de la existencia de Dios. Por lo que atae a la Biblia, ella nunca argumenta de esa manera, sino que en ella se habla, sencillamente, de Dios como de Aquel que no necesita ser demostrado; de un Dios que en todo momento y lugar se demuestra a s mismo, como diciendo: Aqu estoy, y en tanto estoy aqu, vivo y acto; resultando, pues, innecesario tener que ser demostrado. Los Profetas y los Apstoles hablanpartiendo de esa demostracin propia de Dios, y la Iglesia Cristiana tampoco podr mencionar a Dios de otra manera. Dios no necesita en modo alguno de nuestras pruebas de su existencia. El ser al cual las Sagradas Escrituras denominan Dios, es

    inescrutable, o sea, no ha sido descubierto por ningn hombre, sino que cuando sehabla de El (y todas las referencias a El pregonan la existencia de una potenciaconocida que nos es ms familiar y real que cualquier otra realidad y que se encuentra ms cerca de nosotros que nosotros mismos) no sucede as, en la Biblia, porquehaya habido, acaso, hombres especialmente piadosos que hubieran logrado investigar el carcter de ese ser, sino porque El mismo, oculto para nosotros, se ha revelado. De aqu procede no slo que Dios no pueda ser demostrado, ni escrutado, sino tambin el que Dios sea incomprensible. En la Biblia no se hace ningn intento de definir a Dios, es decir, de aprehenderle con nuestros conceptos, sino que su nombre es mencionado; pero no como lo hacen los filsofos, atribuyndole al nombre de unser atemporal, que est por encima del mundo y es extrao y sublime, sino que la Biblia cita el nombre de Dios como el del sujeto viviente, actuante y operante quese ha dado a conocer por s mismo. La Biblia cuenta de Dios, nos informa de sus ac

    tos y de la historia sucedida, acaecida cuando ese "Dios en las alturas" entr enel terreno humano de este mundo. Y la misma Biblia testimonia la importancia y trascendencia de ese obrar y actuar divinos, de esa historia suya, y con ello demuestra la existencia de Dios y caracteriza su ser y su naturaleza. Segn las Sagradas Escrituras y el Credo, el conocimiento de Dios es, al mismo tiempo, conocimiento de su existencia, su vida, su actuacin y su revelacin en su obra. Por consiguiente, no es la Biblia un libro filosfico, sino histrico: El libro de las grandesobras divinas, en las cuales Dios mismo se nos da a conocer. La Sagrada Escritura describe una obra, en primer lugar, como obra de la creacin. Dios coloca a su lado a otro ser distinto de l: la criatura. Dios no necesita de ella, pero la creausando de la fuerza de su omnipotencia y de su santo amor desbordante. En segundo lugar, en esa obra se establece un pacto entre Dios y una de sus criaturas; e

    ntre Dios y el hombre. Aqu volvemos a tener un hecho incomprensible. Por qu un pacto justamente entre Dios y el hombre, del cual se nos cuenta cmo desde un principio, es desagradecido para con Dios y pecador? A pesar de ese pecado y pasando congesto soberano por encima de l, y reservndose el remedio contra l, se realiza un sacrificio o una entrega de Dios: Dios se presta a ser el Dios de un pueblo pequeoy despreciado del Asia Anterior: Israel. Y se presta, incluso, a ser un miembrode ese pueblo, un niito, para morir despus. En tercer lugar (pero todo ello es una sola obra), se trata de la obra de la redencin, es decir, del descubrimiento dela intencin del amor independiente de Dios hacia los hombres y el mundo, as comotambin del aniquilamiento de todo cuanto intente impedir la realizacin de dicha intencin; se trata ahora de la revelacin y de poder ver el nuevo cielo y 24

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    nueva tierra. Este conjunto de la obra divina es un camino bajo el signo del nombre de Jesucristo (del hombre Jesucristo), en el cual Dios mismo se ha manifestado visiblemente y como actuante en la tierra, y el cual, es decir, Jesucristo, es, al mismo tiempo, el fin y objeto de la historia del pueblo de Israel, el principio y punto de partida de la Iglesia y, finalmente, tambin la revelacin de la sa

    lvacin, del cumplimiento pleno de la totalidad de la obra de Dios. En esa personanica vive y palpita toda la obra de Dios, y todo aquel que diga Dios, en el sentido en que lo dice la Biblia, habr, de decir necesariamente y sin excepcin: Jesucristo. Esta obra de la creacin, del pacto y la redencin es la realidad en la cual Dios est, vive, acta y se nos ha dado a conocer. No est permitido abstraer nada de dicha obra, si es que se quiere conocer la esencia y existencia de Dios; porque enesa obra Dios es la persona que se presenta a s misma, hacindose as, pues, el sujeto de la obra. Es, sencillamente, la obra del amor libre de Dios. Podemos abrigarla osada de describir la realidad expuesta en esa obra y la naturaleza y carcterde Dios con estos dos conceptos: libertad y amor. Pero al hacerlo as tengamos cuidado de no salimos de lo concreto para caer en lo abstracto, o bien, de no pasarde la historia al campo de las ideas. Yo no dira, por ejemplo, que Dios es la li

    bertad o el, amor, an cuando esto ltimo lo diga la Biblia. Nosotros no sabemos loque es amor, ni tampoco lo que es libertad, sino que Dios es amor y Dios es libertad. Si queremos saber lo que son ambas cosas tendremos que aprenderlo de El. Como predicado de ese sujeto, cabe decir que El es el Dios del libre amor. Como tal se revela en la creacin, el pacto y la redencin, y por eso sabemos lo que es elamor: el deseo hacia el otro, pero por causa del otro; de manera que el individuo no est ms solo, sino completamente unido con el otro. Esto es el amor, el libreamor de Dios. Dios no se halla solitario, incluso estando sin el mundo; ni necesita del otro y, sin embargo, Dios ama. Su amor no puede ser comprendido sin vera su lado la majestad de su libertad. Porque he aqu el amor de Dios: El, el Padre ama al hijo, que tambin es Dios. Lo que vemos en la obra divina es un descubrimiento de ese misterio de su esencia interna, que es toda libertad y todo amor. Quiz comprendamos ahora lo que significa "Dios en las alturas". El "es" en las alt

    uras en tanto que es El mismo, el Padre, el Hijo y el Espritu Santo en su obra enJesucristo: en esta obra, precisamente, es El en las alturas. "Dios en las alturas": Aquel, cuya naturaleza y esencia consisten, justamente en su sublimidad; cuya existencia se demuestra descendiendo a lo profundo; El, el misericordioso, que se entrega por su criatura hasta los abismos de la existencia de ella; El es"Dios en las alturas". La altura de Dios no consiste en una contradiccin notablemente paradjica, sino en su descendimiento a la tierra. Y en eso consiste su carcter elevado y su libre amor. Quien pretenda mirar en otra altura demostrar no habercomprendido lo "completamente distinto" en Dios y se hallar todava en el camino de los paganos, que buscan a Dios en una infinitud. El es completamente distintode los dioses que nosotros nos imaginamos; pues es el que llama a Abraham, conduce a un pueblo miserable por el desierto, no padece confusin a causa de la infide

    lidad centenaria y de la desobediencia de ese pueblo; El nace como nio en el establo de Beln y muere en el Glgota. El es glorioso, El es divino. Qu es el monotesmo enla fe cristiana? Bien conoce Dios nuestro necio gozo en el nmero uno! Pero no setrata del nmero uno, sino de aquel sujeto en su propia singularidad y diferenciacin con respecto a todos los dems, distinto de todas las debilidades ridculas que elhombre se inventa. Una vez visto y mirado el Dios verdadero, se hunden los dioses en el polvo y slo queda el nico. "Yo soy el Seor, tu Dios...". "No tendrs diosesajenos delante de m". Ese "no tendrs" posee la fuerza de un "no podrs tener". El que delante de El se denomine a s mismo Dios, se convertir en la sombra del anhelo desatado del hombre, anhelo que tan psimas consecuencias tiene. Pero tambin se muestra claro el segundo mandamiento: "No te hars ninguna imagen ni semejanza... No las adorars ni las servirs". Esto tampoco es una seal de la 25

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    manera de pensar israelita, ni tampoco est animado por un concepto filosfico de lainvisibilidad; antes bien, Dios ya ha hecho todo lo necesario para representarse a s mismo. Cmo podra atreverse el hombre a hacer una imagen de Dios despus de haberse representado ya El a s mismo? Todo ese "espectculo" del arte cristiano ha sidorealizado con la mejor intencin del mundo, pero posee bien poca fuerza, ya que Di

    os se ha mostrado a s mismo al mundo. Todo aquel que haya comprendido eso de "Dios en las alturas" considerar inadmisible, tanto lo conceptual, como tambin el afn de querer presentar imgenes y semejanzas de Dios.

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    Captulo VI

    DIOS, EL PADREEl Dios nico es por naturaleza y por toda eternidad el Padre, origen de su "Hijoy, unido a ste, origen del Espritu Santo. En la potencia, de esa manera suya de se

    r, es El, por pura gracia, el Padre de todos los hombres, a los cuales El aqu, enla tierra, llama a ser hijos suyos en su Hijo y por medio de su Espritu.

    El Dios nico, el Dios en las alturas es el Padre. Al pronunciar esta palabra y decir Padre con el primer artculo del Credo, hemos de poner la atencin inmediatamente en el segundo artculo: El es el Hijo. Pero tambin miraremos en seguida el tercerartculo: El es el Espritu Santo. Es decir: El es el solo Dios, al cual se refieren los tres artculos del Credo. No son tres dioses, ni se trata de un Dios dividido y separado en s mismo. La Trinidad no nos habla de tres dioses, sino que precisamente, la Trinidad (as lo entendi siempre la Iglesia Cristiana y jams hall otra cosa en la Biblia) habla con verdadero nfasis de un solo y nico Dios. No vayamos a pensar que aqu se trata de una cuestin histrica, antes al contrario; todo depende de

    que el contenido de los tres artculos del Credo no puede ser separado y de que loexpuesto en ellos acerca de Dios creador y actuante en Jesucristo y operante como Espritu Santo, no se refiere a tres departamentos divinos, cada uno con un "director" distinto. De lo que se trata es de una sola obra realizada por un solo Dios, pero dicha obra se mueve en s misma. El Dios, en el cual creemos los cristianos, no es un Dios muerto y solitario, sino que por ser el nico no se halla soloen s mismo, en su majestad divina, en las alturas y, por consiguiente, la obra suya, en la que l nos encuentra y en la que nosotros, por nuestra parte, podemos reconocerle, es una obra movida y viva, o sea que Dios es en s mismo, por naturaleza y por toda la eternidad, para nosotros que estamos en este mundo, el solo Diosen tres modos del Ser. El lenguaje de la iglesia antigua dice que es un Dios entres personas y, dado el concepto de persona que sustentaba la antigua iglesia,esa frase es indiscutible. En el uso latino y griego, "persona" significa exact

    amente eso que acabo de denominar diciendo "modo de ser". Hoy, sin embargo, cuando decimos "persona", nos imaginamos sin querer, y casi sin poderlo evitar, algoas como un ser semejante a nosotros. Precisamente, esa idea nuestra impide describir adecuadamente lo que es Dios Padre e Hijo y Espritu Santo. Calvino se burlaen cierta ocasin, diciendo que no se debe imaginar al Dios trino como lo han representado todos los pintores, mostrando tres hombrecillos ("marmousets"). Eso, naturalmente no es la Trinidad. Al referirse la Iglesia al Dios trino, quiere decir que Dios no lo es slo de un modo, sino que es tanto el Padre como el Hijo y como el Espritu Santo. Tres veces, pues, El solo y El mismo; triple, pero sobre todotrino, y siempre El, el Padre, el Hijo y el Espritu Santo, en s mismo y en las alturas y en su revelacin. Fijmonos bien, sobre todo, en que cuando llamamos a Dios"Padre" y "Padre Nuestro" decimos acerca de Dios algo que tiene su valor y que e

    s verdad. Y es verdad en lo ms profundo de la naturaleza divina y hasta lo ms profundo tambin de toda la eternidad. Dios es el Padre, y lo mismo podra decirse, r