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←Cactáceas columnares. Reserva de la Biosfera Tehuacán-Cuicatlán, Puebla-Oaxaca.© Javier de la Maza

→Ojo de agua en Ría Celestún, Yucatán.

© Javier de la Maza

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Patrimonio natural de méxicocien casos de éxito

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Patrimonio natural de méxicocien casos de éxito

Julia Carabias

José sarukhán

Javier de la Maza

Carlos Galindo

Coordinadores

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DR © 2010 CoMisión naCional para el ConoCiMiento y uso de la biodiversidad

Liga Periférico-Insurgentes Sur 4903, Parques del Pedregal, Tlalpan, 14010 México, D.F.www.conabio.gob.mx

ISBN 978-607-7607-40-3

Forma sugerida de citarCarabias, Julia, et al. (coords.), 2010. Patrimonio natural de México. Cien casos de éxito.México, Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad.

La Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad reconoce y agradece la generosa colaboración de los siguientes fotógrafos:Joanna Acosta, Claudia M. Agraz, Rosario Álvarez, Vicente Arriaga, Víctor Arroyo, Juan Miguel Arteaga, Humberto Bahena, Alfonso Banda, Omar Bravo, Francisco Buelna, José Domingo Carriquiry, Ramón Castellanos, Gerardo Ceballos, Pablo Cervantes, Christian Dreckman, Fulvio Eccardi, Jacobo Espinoza, Christiana Ferris, Carlos Galindo, Abisaí García, Antonio González Azuara, Carlos González Salas, Manuel Grosselet, Enrique Jardel, Jorge L. Jiménez, Chris Johnson, Alfredo Lara, Marco Antonio Lazcano, Manuel Maass, Esteban Martínez, Juan Manuel Martínez, José Antonio Massó, Javier de la Maza, Roberto de la Maza, Juan Carlos Merino, Iván Montes de Oca, Thor Morales, Carlos Navarro, Gerardo Negrete, Rafael Obregón, José Carlos Pizaña, Eduardo Prieto, Carlos Ramírez, Pablo A. Rodríguez, Lorenzo J. de Rosenzweig, Ramiro Rubio, Carlos Sánchez Pereyra, Miguel Ángel Sicilia, Leonor Solís, G. Tavera, Genoveva Trejo, E.J. Torres, Jorge Urbán, Francisco Urzúa, F. Vargas, Juan Vargas, Lilia Vela, Enriqueta Velarde y Manuel Weber.

Producción editorial: Oswaldo Barrera, Antonio Bolívar (coord.) y Socorro Gutiérrez (composición y formación), en redaCta, s.a. de C.v., con la colaboración de Sergio Nicasio (Natura y Ecosistemas Mexicanos, A.C.) y Miguel Ángel Sicilia (Conabio).Impreso en octubre de 2010 en los talleres de Offset Rebosán, S.A. de C.V., Acueducto 115, Huipulco-Tlalpan, 14370 México, D.F.

Portada:José María Velasco, Bosque de Pacho, 1875, óleo sobre tela, 43 × 32 cmMuseo Nacional de ArteReproducción autorizada por el Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura, 2010.

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Presentación

Al pensar en la presentación de este libro, después de haber leído los textos que lo conforman, llego a la conclusión de que, para tratarse de un tema relativamente reciente en la conciencia social y gubernamental del país, los mexicanos hemos tenido una notable serie de logros en el campo de la conservación y el manejo de nuestro patrimonio natural, en un breve lapso.

Casi todos esos logros se han obtenido a partir de la década de los años cincuenta del siglo pasado, una vez que el movimiento revolucionario del país se había afirmado y los programas gubernamentales empezaban a adquirir visos de continuidad. Un par de décadas después co-mienza a conformarse una comunidad profesional y académica, alojada en instituciones que le dan cobijo seguro y permanente, y ambas, instituciones y comunidad académica, inician un vigoroso proceso de generación y acumulación de conocimiento sobre ese patrimonio natural, consolidando el alcanzado en décadas anteriores e incluso en el siglo xix.

Por ello nos pareció muy acertado compilar esta relación de ejemplos exitosos, relatados en su mayoría por quienes han participado en su ejecución, en ocasiones de manera central o como colaboradores directos en los estudios o trabajos.

Es pertinente, en especial, hacer notar que con la instauración independiente del sector am-biental en México, en la segunda mitad de los años noventa, se sentaron las bases para que muchos de los ejemplos exitosos relatados en este profusamente ilustrado libro pudiesen haber ocurrido. Es también oportuno remarcar que dichos ejemplos exitosos fueron posibles gracias a la colaboración creciente y cercana del sector académico con diferentes instancias gubernamentales.

Resulta alentador dar a conocer estas historias a la sociedad en general porque demuestran lo que es posible lograr con la participación activa y dispuesta del gobierno federal y de la socie-dad interesada en esos temas, contando con el conocimiento científico obtenido y transmitido generosamente por las comunidades académicas del país. Por otro lado, son al mismo tiempo elementos para sensibilizar a todos los mexicanos acerca de la importancia de la conservación y el manejo sustentable de este patrimonio que pertenece a la Nación; para que nos demos cuenta de que estos logros son perfectamente alcanzables por nosotros mismos, utilizando y combinan-do esfuerzos; para que todos, gobierno, sector académico y sociedad pongamos nuestro mayor empeño en continuar y acelerar el trabajo que hace posible esos éxitos.

Estos cien ejemplos deben darnos —dentro de un panorama que sin duda está rodeado de innumerables dificultades, provenientes de intereses económicos o de otra naturaleza— el más importante estímulo para multiplicar muchas veces estos casos exitosos y mejorarlos sensible-mente en el futuro inmediato. En la mayoría de ellos es evidente que las historias no se reducen a éxitos de conservación de la biodiversidad, sino que redundan en el bienestar de las comuni-dades directamente relacionadas con los recursos y del país entero.

Ésta es una de las mejores formas de conmemorar no sólo la Independencia del país, sino los logros que una vez asentado el movimiento de reivindicación social que fue la Revolución mexicana han podido alcanzarse con el trabajo conjunto de todos los mexicanos, desde sus di-ferentes esferas de capacidad y responsabilidad.

Juan rafael elvira Quesada

Secretario de Medio Ambiente y Recursos Naturales

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Prólogo

En nuestro país y en el mundo vivimos rodeados, en los últimos tiempos, de noticias que distan mucho de ser optimistas o estimulantes. Es comprensible que lo ominoso de los acontecimientos predomine en el espíritu de mucha gente.

Sin embargo, aunque México ha experimentado una seria disminución de su patrimo-nio natural como consecuencia de políticas de desarrollo que han ignorado por largo tiem-po criterios ecológicos que garanticen la sustentabilidad, es justo decir que los casos en que ha sido posible conservar y manejar de manera sustentable ese patrimonio se han ido in-crementando notablemente, sobre todo desde fines del siglo pasado.

Esto ha sido posible por una combinación afortunada de factores. Primero, una tradi-ción de conocimiento de los recursos naturales, especialmente de la biota del país y de al-gunos de los ecosistemas más importantes de México, tradición que se debe a la existencia —en algunos casos desde hace más de cien años— de instituciones que albergaron inves-tigadores dedicados a estos estudios. Esas instituciones se multiplicaron durante la segunda mitad del siglo pasado, distribuyéndose de manera relativamente amplia en el territorio mexicano. Como consecuencia de ello, durante el último cuarto del siglo xx hubo un cre-cimiento inusitado de la comunidad académica dedicada a lo que podríamos llamar “las ciencias de la biodiversidad”, entre ellas la taxonomía, la biogeografía y la ecología. La di-fusión de este conocimiento fue creando una conciencia ambiental en algunos sectores de la sociedad que dieron paso a la constitución y el fortalecimiento de diversas organizacio-nes civiles, gestoras activas de cambios locales. Por último, una serie de circunstancias afortunadas en la década de los noventa dio paso a un desarrollo institucional, sobre todo en el ámbito federal, de estructuras, programas, opciones tecnológicas, marcos normativos, etcétera, que estimularon una sensibilidad clara y definida sobre la importancia del cono-cimiento, la conservación, el manejo y la restauración de los recursos naturales con base en principios científicos, y que le dieron a las cuestiones ambientales un lugar propio en las decisiones al respecto.

Sin pretender minimizar la compleja realidad en que vivimos y lo mucho que aún falta por hacer, los editores de la obra hemos pensado en seleccionar, de entre una buena cantidad de acciones realizadas en las décadas más recientes, aquellas que nos han parecido ejemplos exitosos en cuanto a logros concretos de conservación, así como de restauración y recupera-ción de recursos, y en muchos casos también de beneficios económicos a sectores de la so-ciedad relacionados con el manejo o la conservación del patrimonio natural. Decidimos no referirnos a la plétora de esfuerzos de investigación básica —fundamentales para la aplica-ción de acciones en el campo— que se realizan de manera cotidiana en numerosas institu-ciones académicas mexicanas porque tienen sus propias vías de divulgación. Presentamos una muestra de cien casos organizados en una secuencia que incluye ejemplos de conserva-ción (cintillo azul), manejo de la biodiversidad (amarillo), restauración ambiental (verde) y fortalecimiento y creación de capacidades (café).

Hay mucho de qué sentirse contentos y especialmente estimulados a seguir por el ca-mino que nos permita cosechar muchos más de estos casos exitosos en la conservación y el manejo sustentable de nuestros recursos. Son, en la mayoría de los casos, ejemplos de

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cómo tenemos que seguir trabajando todos en el país para hacer cada vez mejor las cosas: individuos, organizaciones sociales, instituciones académicas, sector privado, instancias gubernamentales.

Este año conmemoramos en México el bicentenario y el centenario de dos gestas his-tóricas que cambiaron para siempre el país y a sus habitantes: el inicio de la Independencia y el de la Revolución. Con este motivo, y desde nuestra trinchera, queremos que la socie-dad mexicana se entere de que en el campo de la conservación, la restauración y el manejo sustentable de nuestro patrimonio natural hay muchas cosas que se han hecho bien, entre algunas otras que no han sido tan exitosas; queremos mostrar aquéllas en las que personas e instituciones han trabajado con vocación y convencimiento hasta lograr un éxito, que desde luego hay que consolidar y mantener. Queremos que la sociedad mexicana conozca de primera mano, y con el relato de quienes en la mayoría de los casos fueron los actores principales del éxito, el proceso por el cual estos ejemplos se han considerado casos exito-sos de conservación y manejo sustentable.

Conservar la diversidad biológica del país y lograr un desarrollo sustentable son, ade-más de un imperativo ético, un llamado a la supervivencia de nuestro patrimonio natural y, en última instancia, a la protección de la calidad de nuestra propia vida y la de genera-ciones futuras.

Agradecemos la valiosa y desinteresada colaboración de los 140 autores, que hizo posible reunir y divulgar esta impresionante serie de casos exitosos de conservación y res-tauración de nuestro patrimonio natural.

los Coordinadores

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Presentación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 7 Prólogo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 8 1. Las áreas naturales protegidas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 12 2. Diez años de la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 14 3. Visualización espacial de los territorios conservados en México . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 16 4. Áreas naturales certificadas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 18 5. Áreas comunitarias protegidas en Oaxaca . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 20 6. Planeación estratégica para la conservación en Sian Ka’an . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 22 7. Descubrimiento y conservación de las colonias hibernantes de la mariposa monarca . . . . . . . . . . . . . 26 8. Reserva de la Biosfera Sierra de Manantlán . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 28 9. Reserva de la Biosfera Montes Azules . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 3010. Los pastizales del Desierto Chihuahuense y su fauna silvestre . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 3211. Conservación de los arrecifes coralinos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 3412. Revirtiendo la marea: el caso de Isla Rasa . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 3613. Manejo de áreas naturales protegidas: el caso de El Vizcaíno . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 3814. Humedales mexicanos de importancia internacional . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 4215. Conservación de la Laguna San Ignacio . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 4416. Rescate del cachorrito de Julimes . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 4617. Conservación de goodeidos, familia en alto riesgo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 4818. Recuperación de tortugas marinas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 5019. Conservación y recuperación de la guacamaya roja . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 52 20. Conservación del quetzal en El Triunfo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 54 21. El pavón, ave emblemática de Chiapas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 5822. El cóndor de California regresa a México . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 60 23. El flamenco rosa del Caribe y su conservación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 62 24. Conservación de los mamíferos marinos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 6425. Recuperación de la ballena gris . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 6626. El lobo fino de Guadalupe . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 6827. Conservación del manatí y su situación en México . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 7028. La vaquita: esperanza en un futuro compartido . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 7429. Manejo y conservación del borrego cimarrón . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 7630. Recuperación del berrendo peninsular . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 7831. Recuperación del lobo mexicano . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 8032. Dunas de yeso de Cuatrociénegas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 8233. La isla Espíritu Santo, ejemplo de participación social en la conservación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 8434. Gobierno y sociedad civil: conservación de la selva de Calakmul . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 8635. Sector social y conservación: el caso de El Zapotal . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9036. Reserva Ecológica El Edén, proyecto de conservación privada . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9237. Sistema de Unidades de Manejo para la Conservación de la Vida Silvestre . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9438. El oso negro en la Sierra del Burro . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9639. Conservación y aprovechamiento sustentable: la Cuenca de Palo Blanco . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9840. Manejo del pavo ocelado en Campeche . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 10041. ProÁrbol, un programa para restaurar, manejar y conservar bosques . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 10242. Manejo y conservación del patrimonio natural en Ixtlán de Juárez . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 10643. Corredor biológico de la Sierra Norte . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 10844. Carta Nacional Pesquera . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 11045. Pesca de langosta en la Reserva de la Biosfera Sian Ka’an . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 11246. Langosta roja certificada de Baja California: la mejor pesquería artesanal de México . . . . . . . . . . . . . . 11447. Pesquería de la almeja mano de león . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 11648. Pesquería de abulón de la Península de Baja California . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 118 49. Ecoturismo en la Reserva de la Biosfera Los Tuxtlas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 122

contenido

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50. Parque Ejidal San Nicolás Totolapan . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 124 51. La Ventanilla, comunidad que avanza hacia la conservación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 126 52. Control de visitantes en áreas protegidas del Caribe mexicano . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 128 53. Reserva de la Biosfera Tiburón Ballena . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 130 54. Ordenamiento ecológico del Golfo de California . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 132 55. Las islas Marías: hacia su conservación y manejo sustentable . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 134 56. Ordenamiento Ecológico Territorial en Calakmul . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 138 57. Avances en el Ordenamiento Territorial Comunitario . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 140 58. Diez años del Corredor Biológico Mesoamericano-México . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 142 59. Conservación y desarrollo en la Selva Lacandona . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 144 60. Cafetales y biodiversidad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 146 61. Restauración ecológica de bosques incendiados . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 148 62. Restauración del manglar en la Laguna de Términos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 150 63. Restauración en el Lago de Texcoco . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 154 64. Programa de restauración y compensación ambiental . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 156 65. Restauración de islas mexicanas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 158 66. Recuperación de la Laguna Flamingos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 160 67. Integración de políticas de conservación, manejo y restauración . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 162 68. Inteligencia para la conservación y el uso sustentable del patrimonio natural de México . . . . . . . . . . 164 69. Instituto Nacional de Ecología: la ciencia como base de las políticas para la conservación . . . . . . . . 166 70. Aplicación de la legislación relativa a los recursos naturales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 170 71. Financiamiento para la conservación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 172 72. El Fondo para Áreas Naturales Protegidas, modelo de asociación pública y privada . . . . . . . . . . . . . 174 73. Pago de servicios ambientales para conservar la biodiversidad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 176 74. Explotación racional de acuíferos y conservación de humedales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 178 75. Marco jurídico de la biodiversidad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 180 76. Lista de especies en riesgo, herramienta de conservación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 182 77. Análisis de omisiones en conservación de la biodiversidad de México . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 186 78. Las estrategias estatales de biodiversidad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 188 79. Sistema Nacional de Información sobre Biodiversidad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 190 80. Inventario nacional de los manglares de México . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 192 81. Subsistema de Información sobre Especies Invasoras . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 194 82. aVerAves: la ciencia ciudadana para la conservación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 196 83. Detección y monitoreo de incendios forestales mediante imágenes de satélite . . . . . . . . . . . . . . . . . . 198 84. Inventario Nacional Forestal y de Suelos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 202 85. Biblioteca Digital de la Medicina Tradicional Mexicana . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 204 86. Comisión para el Estudio Ecológico de Dioscóreas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 206 87. Los jardines botánicos y la conservación de la diversidad vegetal de México . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 208 88. Zoológico Regional Miguel Álvarez del Toro . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 210 89. Apoyo federal para el desarrollo de colecciones científicas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 212 90. Estaciones para la conservación en Chajul . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 214 91. Las estaciones de biología, sitios de investigación ecológica de largo plazo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 218 92. Investigación ecológica en cuencas hidrográficas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 220 93. Vinculación universitaria en la planeación regional: la Sierra Nevada . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 222 94. Capital natural de México . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 224 95. Consejo Nacional de Áreas Naturales Protegidas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 226 96. Impulso al manejo sustentable del bosque en ejidos y comunidades . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 228 97. Gobernanza para el manejo de cuencas: el caso del río Ayuquila . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 230 98. Participación social y gobernanza para la conservación: el Foro Mariposa Monarca . . . . . . . . . . . . . 232 99. Papalote • Museo del Niño: volando, innovando y transformando . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 234 100. Divulgación para la conservación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 236 Referencias bibliográficas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 238

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Dunas en la Reserva de la Biosfera El Vizcaíno, Baja California Sur.

Las actividades de Miguel Ángel de Quevedo en 1883 marcaron el inicio de una época de preocupa-ción por la conservación de los recursos naturales, promoviendo la protección de los bosques y su fau-na, estudiando el estado de las cuencas hidrológi-cas e ideando mecanismos para su protección; así, a finales del siglo xix, propició el establecimiento de la primera área protegida con un decreto presi-dencial: el Bosque Nacional del Monte Vedado del Mineral del Chico, en Hidalgo.

Durante el gobierno del presidente Lázaro Cárde-nas, de 1934 a 1940, Quevedo recibió apoyo para es- tablecer diversas categorías de protección, de acuer-do con la recomendación de la Unión Panamericana, en todas aquellas áreas con bosques, montañas y paisajes relevantes, que contuvieran vestigios his-tóricos o en donde se encontrara abundancia de animales silvestres. Entre 1936 y 1939 fue decre-tada una gran cantidad de áreas protegidas, que llegaron a cubrir casi 30% del territorio nacional;

desgraciadamente, el gobierno nunca destinó pre-supuesto ni recursos humanos para administrar, operar, vigilar y, en su caso, expropiar las tierras. Por ello, la mayoría de los decretos fueron letra muerta. Además, muchos de los terrenos naciona-les que amparaban estos decretos se repartieron para la constitución de ejidos.

La misma historia se repitió en los siguientes go-biernos. El problema se agravó entre 1964 y 1976. Durante este periodo, además de mantener a las anp en el abandono, se afectaron gravemente los ecosis-temas naturales debido a la implementación de pla-nes de desarrollo, sobre todo en las selvas tropicales húmedas, como en la Chontalpa, en Balancán-Te-nosique, en Uxpanapa y en la Lacandona. Sin em-bargo, esta crisis fue el detonador que sirvió para que, primero desde el ámbito académico y después desde la sociedad, a fines de la década de los años setenta se gestara una amplia base crítica, propositi-va y participativa sobre el quehacer de la conserva-ción de la naturaleza.

Dos hechos adicionales permitieron dinamizar y promover un cambio en México respecto a la aten-ción de las anp: el Convenio sobre la Diversidad Biológica, firmado en Río de Janeiro en 1992, y el Primer Congreso Mundial de Parques Nacionales, en Caracas, sobre conservación in situ.

En este contexto, cuando se creó la Secretaría de Medio Ambiente, Recursos Naturales y Pesca en 1994, el tema de la conservación de los ecosis-temas naturales se convirtió en una prioridad y se elaboró, por primera vez, un programa de gobier-no específico para las anp. Dicho programa enfocó sus esfuerzos en establecer y consolidar los ele-mentos básicos operativos de las anp como el sus-trato esencial con el cual el gobierno federal podía empezar a gestionar estos territorios y cumplir con su responsabilidad en la protección del patri-monio natural. Las prioridades establecidas en el programa fueron la contratación de personal de campo, la elaboración de programas de manejo, el establecimiento de un consejo asesor, el equipa-miento de las anp y la construcción de infraestruc-tura básica y, sobre todo, la búsqueda de fuentes de financiamiento diversificadas para contar con recursos económicos suficientes y de largo plazo para cada área.

En 1994 la Semarnap recibió 95 anp que abar-caban 13.4 millones de hectáreas y contaban con 4 millones de pesos para su administración. Nin-

las áreas naturales protegidasJavier de la Maza,1 Roberto de la Maza2

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guna de ellas tenía un programa de manejo ni personal de campo que las atendiera. Entre 1994 y 2000, las anp se incrementaron a 119, con una superficie de 16.1 millones de ha; el presupuesto aumentó 500% (a 147 millones de pesos de recur-sos fiscales); se contrataron cerca de 260 personas para atenderlas direc-tamente en el campo, incluyendo un director, y se elaboraron 38 pro-gramas de manejo.

De esta manera, en ese breve pe-riodo se logró dar atención a 80% de la superficie bajo protección, se amplió la representatividad de eco-sistemas con el decreto de nuevas áreas, se destinaron recursos fisca-les para su operación, se expidió el reglamento de anp, se estableció el Fondo de anp con los recursos re-manentes del donativo que el Fondo Mundial para el Medio Ambiente (Gef) había entregado al gobierno mexicano para la conservación de 10 anp en 1992, se formalizó la participación de la sociedad mediante el Consejo Nacional de anp y los consejos de cada área y, particularmente, se culminó con la creación de la Comisión Nacio-nal (Conanp) el 5 de junio de 2000.

Paradójicamente, cien años después de creada la primera área protegida por Quevedo, fue posible hacer un cambio significativo en la administración de las áreas naturales protegidas de nuestro país, dejando atrás el mote de “áreas de papel”.

Parque Nacional Nevado de Toluca, desde el Corredor Ajusco-Chichinautzin.

Laguna Lacanjá, Reserva de la Biosfera Montes Azules, Chiapas.

1 Natura y Ecosistemas Mexicanos, A.C.2 Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas, Se-

marnat.

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Conabio, hoy existen en el país, tras un siglo de esfuer-zo, 174 áreas naturales protegidas, que abarcan una su-perficie de 25.38 millones de hectáreas.

A estas áreas con decreto federal se suman 216 pre-dios certificados, dedicados de manera voluntaria a la conservación por parte de sus dueños, ya sean ejidata-rios, comuneros o pequeños propietarios.

Sin embargo, más importante aún que el notable in-cremento de superficie bajo un régimen de protección es la atención que la Conanp ha logrado consolidar en estas áreas naturales, con lo cual han dejado de ser “áreas de papel”. Gracias a un todavía insuficiente pero notable incremento del presupuesto de recursos fiscales asigna-do a las anp, en buena medida debido al interés que han mostrado los diputados, se dispuso en 2010 de una can-tidad sin precedentes: 1 100 millones de pesos. A este recurso se añade el financiamiento proporcionado por el Fondo para Áreas Naturales Protegidas, constituido en 1998 con el remanente del donativo del Gef. Hoy este fondo también se ha incrementado y cuenta actualmente con más de 76 millones de dólares.

Aunque los recursos económicos para una tarea de esta envergadura siempre son insuficientes, la disponibi-lidad de financiamiento con la que hoy cuenta la Co-nanp ha permitido la incorporación de recursos huma-nos para la atención directa en el campo de las anp, y cuenta en la actualidad con más de 1 130 personas cali-ficadas. Ésta es la mayor fortaleza de la Conanp: su per-sonal comprometido, que cumple con convencimiento y pasión su tarea, por difícil que ésta sea.

La Conanp ha realizado un notable esfuerzo para el fortalecimiento de las capacidades de su personal y ac-tualmente cuenta con técnicos especializados en manejo de fuego, en la atención a encallamientos, en reforesta-ción, en la elaboración de programas de manejo, en im-pacto y monitoreo ambientales, en atención y apoyo a proyectos de comunidades rurales, entre muchos otros temas.

Para cumplir plenamente con el objetivo de conserva-ción, cada anp debe contar con un programa de manejo que, mediante la zonificación y la definición de reglas administrativas, regule el aprovechamiento sustentable de los recursos naturales en su territorio. A pesar de que éste es un requisito marcado en la Ley General del Equi-librio Ecológico y Protección al Ambiente, el camino para la elaboración de un programa de manejo es ex-traordinariamente complejo por varias razones: necesita información técnica y científica precisa, que en muchas ocasiones no existe; requiere la consulta y, en la medida de lo posible, los consensos con los dueños de la tierra y

El 5 de junio del año 2000, el medio conservacionista en México celebró el día mundial del medio ambiente en la isla de Cozumel con gran alegría al ser anuncia-do el nacimiento de una nueva dependencia que se encargaría de la administración de las áreas naturales protegidas (anp) del país: la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (Conanp). Este acto memorable y esperado durante décadas por académicos, organi-zaciones de la sociedad civil y habitantes de áreas na-turales protegidas culminó un largo esfuerzo para ele-var políticamente el tema de la conservación de la naturaleza a un alto nivel en la administración pública federal.

Durante sus 10 años de vida, la Conanp ha podido consolidar la conservación de las áreas naturales protegi-das, dando continuidad y estabilidad al tema.

Si bien la tarea de incorporar a un régimen de protec-ción federal la representatividad de todos los ecosiste-mas mexicanos no ha concluido, como lo señala el aná-lisis de omisiones en conservación coordinado por la

diez años de la comisión nacionalde Áreas naturales Protegidas David Gutiérrez1

Reserva de la Biosfera La Encrucijada, Chiapas.

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no de las áreas naturales protegidas a una institución sólida, respetada y con presencia, que protege el patri-monio natural de México.

con los principales actores involucrados en los territo-rios que se incluyen en las anp; supone la participación de varias instancias de gobierno, federal y estatales, no siempre con objetivos comunes. No obstante estas di-ficultades, en la actualidad existen publicados en el Dia-rio Oficial de la Federación 48 programas de manejo que abarcan una superficie de 10.5 millones de hectáreas protegidas. Los programas de manejo son una herra-mienta fundamental que complementa la normatividad ambiental existente.

Debido a que los decretos y programas de manejo li-mitan las actividades productivas en las anp, se han esta-blecido diversos programas de estímulos económicos para compensar a los propietarios o para fomentar el uso sustentable de sus recursos naturales.

Además, en 2003 dio inicio un proceso de regiona-lización de la Conanp para la administración más efi-ciente de los recursos económicos, materiales y huma-nos, y para acercar la presencia institucional a los sitios en donde suceden las acciones de conservación. Tam-bién se han establecido señalamientos indicativos en cada área protegida, para dar a conocer al público sus límites y objetivos; se han construido instalaciones para operación, centros de visitantes o paradores informati-vos, y se han publicado diversos documentos que defi-nen líneas estratégicas, como Conservación para el desa-rrollo; Cambio climático en áreas naturales protegidas; Manejo de fuego; Turismo de naturaleza en áreas naturales protegidas y el Programa de Conservación de Especies en Riesgo.

En resumen, con este conjunto de medidas e instru-mentos, en las últimas dos décadas se pasó del abando-

1 Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas, Se-marnat.

Área de Protección de Flora y Fauna Cuatrociénegas, Coahuila.

Isla Coronado. Área de Protección de Flora y Fauna Islas del Golfo de California.

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Mapear la ubicación de los territorios dedicados a la conservación no sólo constituye el elemento básico para empezar a conocer los espacios que se pretende proteger, sino una herramienta que permite compren-der cómo se relacionan estos territorios entre sí. Me-diante los mapas se facilita visualizar cómo se inte-gran agregaciones regionales bajo diversos regímenes de protección y se hace más evidente la conectividad ecológica que existe o debiera existir entre estos espa-cios para mantener los procesos naturales que susten-tan la persistencia de ecosistemas y especies.

Hacia finales de 2006, en México solamente se co-nocía la ubicación espacial de las áreas naturales prote-gidas federales. La información relativa a los esfuerzos de protección territorial efectuados por las entidades federativas, los municipios, los núcleos agrarios y los pequeños propietarios se encontraba totalmente dis-persa y por lo tanto inaccesible para autoridades, inves-tigadores, conservacionistas y la sociedad en general.

Por ello, como parte de los compromisos asumidos por México en 2004 en el marco de la séptima re-unión de la Conferencia de las Partes de la Conven-ción sobre la Diversidad Biológica, en la cual se adop-tó el Programa de Trabajo Sobre Áreas Protegidas, la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la

Biodiversidad, la Comisión Nacional de Áreas Natu-rales Protegidas y The Nature Conservancy iniciaron el proceso de mapear todos los territorios dedicados a la conservación en México.

Uno de los compromisos adquiridos en el Progra-ma de Trabajo sobre Áreas Naturales Protegidas con-siste en integrar las áreas protegidas en los paisajes terrestres y marinos más amplios, de manera que se favorezca el mantenimiento de su estructura y su fun-ción ecológicas. La meta para el año 2015 es la inte-gración de todas las áreas protegidas y los sistemas de áreas protegidas en los paisajes terrestres y marinos más amplios y en los sectores pertinentes, aplicando el enfoque por ecosistemas y teniendo en cuenta la conectividad ecológica y el concepto de redes ecológi-cas. La elaboración de bases de datos georreferencia-das, que permitan conocer la ubicación de los esfuer-zos gubernamentales y sociales para dedicar espacios a la conservación y el aprovechamiento sustentable de la biodiversidad en México y su divulgación, consti-tuyen elementos esenciales para lograr la integración territorial de las áreas naturales protegidas en paisajes mucho más amplios.

La primera etapa del proceso de cartografía incluyó las áreas naturales protegidas estatales del Distrito Fede-

Visualización espacialde los territorios conservados en méxico Juan E. Bezaury1

Territorios dedicados a la conservación.

anP federalesreservas comunitarias certificadas

reservas privadas certificadasestaciones de investigaciónÁreas forestales permanentes

Áreas forestales certificadas(Forest Stewardship council)Zona de investigación científica

anP estatalesanP municipales

Áreas de valor ambiental del distrito Federal

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querías sustentables efectuada por el Marine Steward-ship Council, y los espacios conservados destinados a la investigación por instituciones académicas, entida-des gubernamentales o particulares.

Las bases de datos georreferenciadas resultantes de los procesos de mapeo son puestas a disposición de los usuarios por medio de discos compactos o en va-rios sitios de la Red en formato ArcGIS. Además, se encuentran disponibles en formato KMZ, lo que faci-lita su visualización por medio de Google Earth, para aquellas personas que no cuentan con acceso a siste-mas de información geográfica.

Independientemente del valor que tienen estas ba-ses de datos para la planificación del territorio nacional y como apoyo para la ejecución de análisis científicos, la posibilidad de que los ciudadanos puedan visualizar varios aspectos de la efectividad con la que las áreas naturales protegidas gubernamentales están siendo atendidas o no, por medio de Google Earth —especial-mente en lo relativo a los procesos de cambio de uso del suelo—, constituye una poderosa herramienta para la sociedad. Por eso este ejercicio de mapeo favorece la transparencia y el empoderamiento social, ya que per-mite, aunque todavía no en tiempo real, que los ciuda-danos supervisen la eficacia de la gestión oficial para proteger estas áreas y evitar que muchas de ellas sigan existiendo solamente en el papel.

ral y las municipales. Esta compilación se efectuó con el propósito inmediato de utilizar las bases de datos resul-tantes como insumo básico para efectuar los análisis de vacíos y omisiones de conservación de la biodiversidad terrestre, marina y epicontinental de México, requeri-dos por el programa de trabajo de la Conanp.

En la segunda etapa de este proceso, no solamente se revisa, actualiza y amplía la información relaciona-da con las áreas naturales protegidas gubernamenta-les, incluyendo bases de datos de las zonas núcleo de las áreas naturales protegidas y de las áreas de valor ambiental del Distrito Federal, sino que los procesos sociales encaminados a la conservación y uso susten-table de la biodiversidad son finalmente ubicados en el territorio nacional. Las bases de datos relativas a estos procesos sociales incluyen las áreas destinadas voluntariamente a conservación, mismas que son cer-tificadas por la Conanp; las áreas protegidas privadas y comunitarias, que representan esfuerzos de conser-vación individuales y colectivos independientes; los ordenamientos comunitarios del territorio, que repre-sentan esfuerzos colectivos de los núcleos agrarios para planificar el uso de su territorio; las áreas fores-tales permanentes, que representan instrumentos uti-lizados por las comunidades para la planificación del territorio que destinan al aprovechamiento forestal a largo plazo; instrumentos de mercado, como la certi-ficación de aprovechamientos forestales sustentables efectuada por el Forest Stewardship Council o de pes-

Parque Nacional Cumbres del Ajusco, Distrito Federal.

1 The Nature Conservancy-México.

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Yucatán, Tabasco, San Luis Potosí, Oaxaca, Nayarit, Puebla, Quintana Roo, Guerrero, Chiapas, Coahuila, Sonora, Tamaulipas, Nuevo León y Aguascalientes.

Las razones principales por las cuales los propo-nentes solicitan la certificación son la conservación de servicios ambientales locales, el logro de un so-breprecio en productos agroforestales, facilitar los apoyos del Programa de Pago por Servicios Am-bientales de Conafor, lograr una imagen “verde” en proyectos ecoturísticos o bien por el convencimien-to de conservar los ecosistemas fuera del marco ju-rídico de los decretos federales (especialmente en el caso del estado de Oaxaca, que tiene 50% de las áreas certificadas).

Se han logrado certificar 257 000 ha, y están en proceso 80 000 más. La superficie se concen-tra principalmente en Oaxaca, Coahuila, Sonora, Guerrero y Nuevo León (véase la gráfica). El pri-mer certificado fue emitido a favor del Parque Ja-guaroundi, propiedad de Petróleos Mexicanos, en noviembre de 2002. El mayor certificado, la Zona Silvestre Cañón del Diablo (22 000 ha), supera en extensión a muchos parques nacionales decre-tados.

Respecto a la representatividad de ecosistemas, los certificados cubren 27 000 ha de selva alta, 18 000 de selva alta/bosque mesófilo, 20 100 de bosque mesófilo/bosque mixto, 8 000 de selvas mediana y baja caducifolias, 17 000 de selva baja/matorral xerófilo y 72 000 de matorral xerófilo/pradera.

En algunas de estas áreas se protegen especies tan importantes como el águila real, el quetzal, el jaguar, el tapir, la guacamaya verde, el perrito de las praderas, el berrendo y todos los tucanes, entre otras. Un área certificada, Kolijke, en Puebla, cuen-ta con un inventario de 608 especies de mariposas diurnas (30% del total nacional) y en ella se ha vuelto a encontrar la serpiente coralillo de Necaxa (Micrurus bernadi), que se creía extinta desde 1930. Dos áreas del Istmo, Mena Nizanda y Cerro de las Garzas, Oaxaca, poseen colonias de mono araña asociadas a selva baja caducifolia y matorral xeró-filo, descubrimiento único hasta ahora en la ver-tiente del Pacífico.

Usualmente, el establecimiento de un área certi-ficada sirve como catalizador regional para los veci-nos. De esta forma se establecen conjuntos de áreas contiguas que forman núcleos mayores o corredo-res. Por ejemplo, en la zona de Río Perfume, Oaxa-

Si bien el establecimiento de áreas naturales pro-tegidas por medio de un decreto federal y por cau-sa de interés público constituye la columna verte-bral de la estrategia nacional para la conservación de los ecosistemas y su biodiversidad, hay que re-conocer que muchos de los ecosistemas naturales importantes, así como de las especies prioritarias para la conservación del país, quedan fuera de las anp. Recientemente se han abierto opciones com-plementarias para que diferentes sectores de la so-ciedad, dueños de terrenos con ecosistemas natu-rales, participen de manera voluntaria en la con-servación y el manejo sustentable, con el reconocimiento de la autoridad federal. En un principio esto se hizo de manera extensiva me-diante la puesta en marcha del Programa de Uni-dades de Manejo para la Conservación de la Vida Silvestre (uMa), y recientemente con la certifica-ción de predios destinados a la conservación, fa-cultando a los propietarios a establecer, adminis-trar y manejar sus propias áreas naturales protegi-das. Esta segunda categoría de anp tiene una naturaleza jurídica diferente, al establecerse me-diante certificado expedido por la Semarnat.

En total se han entregado 216 certificados para este tipo de áreas, de los cuales son de propiedad ejidal 35%, comunal 34%, privada 22% y empre-sarial 3%. En ellos participan aproximadamente 71 000 personas.

Además de la población mestiza, participan indí-genas zapotecos, mixtecos, chinantecos, nahuas, me’phaa, mixes, zoques, tének, mazatecos y mayas yucatecos, de 15 estados de la República: Veracruz,

Áreas naturales certificadasRoberto de la Maza1

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Fuente: Conanp, 2010.

Superficie de áreas certificadas, por estado.

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rales han entregado certificados y visitado estas áreas en varias ocasiones.

La Comisión Nacional de Áreas Naturales Prote-gidas ha apoyado a los poseedores de áreas certifica-das para que puedan tener acceso a financiamientos de programas gubernamentales, fondos de funda-ciones y asesorías de diversas instituciones para proyectos productivos, turísticos y de investigación. Destacan entre ellos los incentivos de la Comisión Nacional Forestal, con el Programa Proárbol, parti-cularmente con el Pago por Servicios Ambientales, al que un gran número de poseedores de certifica-dos se ha inscrito.

El reto para que se mantengan estas áreas certifi-cadas en el largo plazo es lograr que los estímulos que reciben los certificantes sean por el tiempo su-ficiente para que maduren los proyectos producti-vos que están iniciando, con base en el manejo de los ecosistemas, hasta que generen los ingresos ne-cesarios para hacerlos sustentables.

ca, los ejidos de Tepetotutla, San Mateo El Barrio, San Pedro y Santiago Tlatepuzco han conjuntado 24 000 ha. Los proyectos que han surgido por ini-ciativa de las comunidades (208) y no han sido in-ducidos son los que han funcionado mejor. Entre ellos, 18 proponentes han certificado sus áreas a un plazo de 99 años.

La mayor fortaleza es el orgullo de los proponen-tes por sus áreas protegidas. Algunos ejemplos muestran la importancia local de este certificado: en San Juan Teponaxtla el certificado fue bendeci-do por un sacerdote, a petición de la comunidad; en Cerro Chango y Sta. María Guienagati, Oaxaca, organizaron festivales con bailes, bandas y deportes para recibir sus certificados; los propietarios de Ca-calotepec, Puebla, celebraron con una comida los cinco años de su certificación.

Asimismo, las cámaras de diputados y senadores han contribuido con simpatía y entusiasmo para mejorar la legislación y apoyar a los proponentes. El presidente de la Comisión de Ecología del Sena-do ha entregado certificados y apoya esta acción. Santa María Guienagati recibió su segundo certifi-cado en una sesión del Senado. Los diputados fede-

1 Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas, Se-marnat.

Parque Ecológico Jaguaroundi, Coatzacoalcos.

La Ventosa. Plan de San Luis, Oaxaca.Cerro Chango, San José Río Manso.

Cuenca alta del río Atoyac.

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Áreas comunitarias protegidas en oaxacaCarlos Galindo1

gado por el Fondo Mundial para la Naturaleza (wwf) a las comunidades de Santa María Huatulco, Santa Catarina Ixtepeji, Ixtlán de Juárez, Santiago Comaltepec, Santiago Xiacui, La Trinidad Ixtlán, Santa María Yavesía y Capulál-pam de Méndez, por conservar su patrimonio natural. Estas áreas protegen selvas húmedas y secas, bosques mesófilos y templados, y un pequeño número de am-bientes agrícolas, pecuarios y cuerpos de agua.

Aun en la difícil región de los Chimalapas, en 2004 las comunidades de San Miguel y Santa María Chimala-pas aceptaron la propuesta del wwf para llevar a cabo los ordenamientos comunitarios y la creación de áreas co-munitarias protegidas. En estas dos comunidades se crea-ron las áreas de El Retén, Tres Picos, Arroyo Pato, El Chi-lar y Cerro Azul; las dos últimas han sido certificadas por la Conanp. Además, en 2006 el comisariado de Bienes Comunales de San Miguel Chimalapa recibió el Recono-cimiento a la Conservación de la Naturaleza otorgado por la Conanp por su activa participación en la conservación de tan importante región.

Oaxaca tiene la mayor superficie de áreas certificadas [1 065.90 km2 (43%)] del país. Actualmente, en el estado existen más de 74 áreas de conservación certificadas, con una superficie de 931.21 km2, de la que 74.6% pertenece a bienes comunales, 24.5% a ejidos y 0.9% a propiedad privada. De las 16 etnias indígenas de Oaxaca, siete (zapo-tecos, chinantecos, chontales, mazatecos, zoques, mixes y mixtecos) han participado en este proceso.

La Comisión Nacional Forestal ha incorporado a su programa de pago por servicios ambientales comunida-des que tengan herramientas para el manejo de sus re-cursos, como los ordenamientos comunitarios, planes de manejo forestal y áreas comunitarias. Esto ha motivado a nuevas comunidades a implementar estos instrumentos, incluyendo la protección de lugares de importancia bio-lógica. Una de las características de las áreas comunita-rias protegidas de Oaxaca es que no son lugares aislados, ya que forman parte de un mosaico de bosques, selvas, matorrales conservados, de áreas con programas de ma-nejo forestal, ecoturismo y, de esta manera, participan en la integración de corredores biológicos que permiten el desplazamiento de las especies. Además, la conectividad del paisaje mantenida por estos mosaicos es la principal estrategia de adaptación al cambio climático. Las áreas comunitarias protegidas deben promoverse y volverse un componente esencial del sistema integral de conser-vación de la biodiversidad de México.

De manera paralela a la constitución de áreas naturales protegidas por medio de decretos federales o estatales, se ha creado otro tipo de áreas protegidas por iniciativa de comunidades, ejidos y pequeños propietarios. Esto es de particular importancia por un par de razones. Primero, a pesar del relativamente alto porcentaje que cubren las áreas protegidas federales (anp) (12.9%), la gran diversi-dad y heterogeneidad de especies en México causa que muchas de las especies no se encuentren incluidas en estas anp. El reciente análisis de vacíos y omisiones en conser-vación de la biodiversidad terrestre de México (Conabio-Conanp-tnC-Pronatura-fCf-uanl, 2007) identificó que sólo 15.9% de los sitios de más alta prioridad para la con-servación se encuentra en algún área protegida. Segundo, entre 70 y 80% de bosques y selvas en México es de pro-piedad social; es decir, los dueños son ejidos y comunida-des. Por ello, la creación de áreas protegidas por iniciativa de los dueños es una gran aportación, ya que además de ser un complemento de las anp, federales o estatales, estas áreas están bajo el control y el cuidado de la comunidad.

En 2003 la Conanp inició un proceso de certificación de áreas comunitarias protegidas, y hasta la fecha ha cer-tificado 192 áreas con alrededor de 2 512 km2.

A pesar de tener la más alta biodiversidad del país, el estado de Oaxaca está poco representado en las anp; 72% del territorio es propiedad de ejidos y comunidades indí-genas que se conducen por usos y costumbres. Con títu-los de propiedad muchas veces originados desde la Colo-nia, las comunidades no han sido muy receptivas de las modalidades federales de protección. Por ejemplo, la Sel-va Zoque (Chimalapas), en los límites entre Chiapas y Ve-racruz, ha sido reconocida como Centro de Diversidad de Plantas; es región terrestre prioritaria y región hidrológica prioritaria de México. Sin embargo, a pesar de su impor-tancia para la biodiversidad, esta región, perteneciente en gran parte (6 000 km2) a las comunidades zoques de San-ta María y San Miguel Chimalapas, ha tenido una larga y tortuosa historia de controversias sobre la creación de re-servas campesinas y otros modelos de áreas protegidas.

Durante los últimos 20 años, en el estado de Oaxaca se han creado diversas áreas protegidas comunitarias, que, a pesar de ser pequeñas, generalmente se encuentran in-mersas en un mosaico de actividades productivas que mantienen la estructura y composición de los bosques a nivel de paisaje. Las comunidades indígenas del estado han sido líderes en la creación de áreas protegidas comu-nitarias. En 2002, las comunidades de la Sierra Norte y de la Sierra Costera de Oaxaca recibieron un reconocimiento internacional por la creación de 418.69 km2 de áreas co-munitarias protegidas: el “Regalo para la Tierra” fue otor-

1 Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Bio-diversidad.

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Selva de Veinte Casas, Chimalapas, Oaxaca.

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Planeación estratégica Alfredo Arellano,para la conservación en sian Ka’an David Gutiérrez 1

Costa Maya, al sur del estado de Quintana Roo, está creciendo de la misma forma. En los años noven-ta este desarrollo costero incluyó la construcción de infraestructura para el atraque de cruceros, transfor-mando la línea costera, de una pequeña villa de pes-cadores, en un destino turístico de carácter interna-cional. Ahora los gobiernos del estado y del municipio, junto con Fonatur, hacen esfuerzos para un rápido desarrollo urbano.

En contraste, en 1984 se inició en la región de Sian Ka’an el proceso de formulación de un programa de manejo, con la participación de las comunidades lo-cales. Los gobiernos federal y estatal crearon un comi-té directivo para coordinar los trabajos de campo y se estableció un consejo local con representación de pes-cadores, ganaderos, productores de copra, poblado-res, académicos y representantes de los gobiernos municipales y del comité directivo. Los concesiona-rios forestales y ganaderos fueron invitados a dejar gradualmente el área, mientras que los pescadores de cooperativas se autorregularon para mantener orden en el aprovechamiento pesquero. De forma paralela, el esquema de zonificación fue diseñado y discutido entre los miembros de los grupos representados, con propuestas de regulación de cada zona y un plan de manejo para 1986, lo que dio la pauta para el decreto de la Reserva de la Biosfera Sian Ka’an, el 20 de enero de 1986, con una superficie de 528 000 hectáreas, de

las cuales 99% correspon-dían a terrenos nacionales (Arellano, 2004).

Procesos similares per-mitieron la expansión de la superficie decretada en 1994 y 1998, respectiva-mente con los decretos del Área de Protección de Flora y Fauna Uaymil y la Reser-va de la Biosfera Arrecifes de Sian Ka’an; la primera con la finalidad de proteger la cuenca alta de la Bahía del Espíritu Santo y la se-gunda para ampliar la pro-tección de la barrera de arrecifes de coral. Así, este complejo de anp cuenta hoy con más de 651 000 ha.

La decisión establecida en el artículo 4° del de-

La visión de un grupo de técnicos con capacidad de gestión, junto con el apoyo de algunos políticos y lí-deres de opinión para crear en la costa de Quintana Roo la Reserva de la Biosfera Sian Ka’an en los años ochenta, fue clave para la conservación del área ante el inminente crecimiento explosivo de desarrollos tu-rísticos, en especial en la zona norte. Esta acción, jun-to con el fortalecimiento de la administración de las áreas naturales protegidas a partir de 1995, fue el de-tonador de una política pública diferente para la con-servación y el fomento de opciones de desarrollo sus-tentable para una extensa superficie del estado.

Cancún fue diseñada, en la década de los setenta, para que en el año 2000 tuviera 100 000 residentes; en la actualidad la ciudad mantiene más de 800 000 habitantes. Por su parte, la Riviera Maya, franja costera de aproximadamente 120 km, tenía 4 000 cuartos de hotel en 1997 y en 2003 el número había crecido a 22 642 cuartos (500% de crecimiento) (Vivas, 2004). La población de los municipios de Solidaridad y Tu-lum, que cubren la mayor parte de esta franja, se in-crementó 400% en seis años. Al igual que en Cancún, se ha desarrollado poca infraestructura para la vivien-da y la seguridad social de los trabajadores. Los impac-tos ambientales son similares a los de Cancún: erosión costera, rellenos de humedales, desmontes de selvas y dunas costeras, contaminación por basura y contami-nación de mantos acuíferos, entre otros.

Golondrinas de mar.

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contar con evaluaciones constantes de la utilidad y aplicación del poet como herramienta de planeación y regulación, respecto de los objetivos de conserva-ción de la Reserva.

El balance necesario entre construcción y conser-vación de la costa de Quintana Roo, tendiente al verdadero desarrollo sustentable, puede lograrse por medio de una combinación del establecimiento y manejo adecuado de las áreas naturales protegidas y el uso, aplicación y respeto de los instrumentos de planeación, así como de la implementación de ins-trumentos económicos de política ambiental, como pueden ser, entre otros, los incentivos fiscales de la conservación.

Sian Ka’an es una de las pocas áreas naturales pro-tegidas modernas que se establecieron en tiempo y forma, y que detonaron un proceso de ordenamiento y planeación territorial que antepone y regula la con-servación de la naturaleza a los proyectos de turismo masivo y transformadores del paisaje natural.

creto de Sian Ka’an, de transferir los terrenos nacio-nales a la entonces Sedue, ahora Conanp-Semarnat, para su valoración como bienes públicos y para su administración y respectiva inscripción como patri-monio inmobiliario de la federación ayudó a contra-rrestar los continuos intentos de particulares e inclu-so del gobierno estatal, de privatización de estos terrenos para los desarrollos costeros o la especula-ción inmobiliaria.

Para regular el uso de suelo en los predios coste-ros de propiedad particular con títulos expedidos antes del decreto de la Reserva, se publicó en 2002 un Programa de Ordenamiento Ecológico Territorial (poet) para definir el crecimiento máximo de vivien-da y servicios en el área, instrumento que conduce hacia un desarrollo sustentable en la franja costera de la reserva.

Un factor adicional fundamental del éxito en el control del crecimiento costero en la Reserva es la ins-talación y operación, desde el inicio de la misma, de puntos de control de acceso que permiten revisar, y en su caso denunciar, actividades o construcciones ilícitas en tiempo preventivo.

Por otra parte, el monitoreo de las obras autoriza-das en terrenos particulares, como los coeficientes de ocupación de suelo, criterios de construcción y de uso y aprovechamiento de recursos naturales, permite

1 Ambos autores, Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas, Semarnat.

Zona costera y de humedales de la Reserva.

Págs. 24-25 →Dosel de selva tropical perennifolia en la Lacandona. Reserva de la Biosfera Montes Azules, Chiapas.

© Javier de la Maza

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descubrimiento y conservación Javier de la Maza1

de las colonias hibernantes de la mariposa monarca

quien especuló que la dirección de la migración era ha-cia el suroeste.

Los Urquhart decidieron publicar en 1973 llamados de ayuda en periódicos de la ciudad de México para conseguir colaboradores que rastrearan la presencia de monarcas en esta región montañosa del centro de nues-tro país. Así, Kenneth Brugger y su esposa Cathy Agua-do informaron a los Urquhart en enero de 1975 el des-

cubrimiento de la primera colonia de monarcas, pro-venientes de Canadá y Es-tados Unidos, hibernando en las montañas de Mi-choacán. El descubrimien-to, que sobrepasó por mu-cho lo que imaginaban los investigadores, fue difun-dido en la revista National Geographic en 1976, man-teniendo en secreto la ubi-cación de las colonias.

Por otra parte, Brower, quien también había solici-

tado información a lepidopterólogos norteamericanos que trabajaban en México, tuvo que deducir, con la poca información que brindaron los Urquhart, los sitios pre-cisos de localización. A partir de la llegada de Brower y Calvert a los sitios de hibernación, en 1977, comenzó una época de intensa investigación y, al mismo tiempo, la de enfrentarse al problema de la destrucción del bos-que de oyamel que amenazaba la supervivencia del fenó-meno migratorio de la mariposa.

En 1979 se iniciaron largos procesos para la conserva-ción de las áreas de hibernación mediante ordenamien-tos legales. Sin embargo, era necesario contar con infor-mación técnica para dar sustento y brindar la mayor certidumbre posible sobre los requerimientos de la mo-narca y la superficie a ser protegida.

A la iniciativa de los investigadores, apoyada por el wwf y la uiCn, se sumaron instituciones y organizaciones mexicanas como el Instituto de Biología de la unaM, Mo-narca, A.C., y la Sociedad Mexicana de Lepidopterolo-gía, A.C., para solicitar formalmente la protección de las colonias hibernantes.

El proceso de protección fue lento. Primero, en 1980, se emitió un decreto de protección de la especie por par-te de la sarh. Más tarde, y como resultado de las investi-gaciones realizadas entre 1983 y 1985 por J. de la Maza y W. Calvert (1993), se concluyó que no había señales de otras colonias de hibernación similares en las sierras del

El interés por el fenómeno migratorio de la mariposa monarca (Danaus plexippus) y su estudio se remontan a me-diados del siglo xix en Estados Unidos, con las primeras observaciones realizadas por D’Urban en el Valle del Mi-sisipi y la primera evidencia documentada de la migra-ción otoñal masiva que fue publicada en 1868 por Walsh y Riley. Años después, en 1871 en Nueva Inglaterra, Saunders observó “un vasto número; puedo decir sin te-mor a equivocarme que son millones”. Posteriormente, fue el mismo Riley quien, al asociar numerosos relatos acerca de las monarcas con-gregándose en “inmensos enjambres o bandadas”, se empeñó en comprender el significado de este compor-tamiento (Brower, 1999).

Riley propuso inicialmen-te la hipótesis de “emigra-ción-muerte” para los movi-mientos de las monarcas y que el restablecimiento de la población en la primavera siguiente se debía al aparea-miento de los individuos no migrantes que habían hi-bernado con éxito en el norte; no otorgaba la posibilidad de que un insecto tan frágil pudiera volar largas distan-cias. Los constantes informes de avistamientos de “en-jambres de monarcas” desde los Grandes Lagos hasta Texas convencieron a Riley en 1878 de que esta maripo-sa efectivamente llevaba a cabo una migración otoñal parecida a la de las aves. Así, propuso que las monarcas se congregaban, instintivamente, en masas y migraban hacia el sur para llegar a un lugar más cálido para hiber-nar, y afirmó que “las regiones madereras del sur ofrecen las condiciones más favorables para tal hibernación”. La primera sugerencia acerca de que las monarcas migraban a México fue hecha por Jennie Brooks en 1907, una na-turalista que realizó importantes observaciones sobre la conducta de agrupamiento de las monarcas durante la migración otoñal (Brower, 1999).

Entre los investigadores contemporáneos de la mi-gración de la monarca se encuentran los canadienses Frederick y Norah Urquhart, y los estadounidenses Lin-coln P. Brower y William H. Calvert, quienes se aboca-ron a resolver el misterio del destino de las monarcas en México, ya que existían muy pocos registros de la mi-gración en nuestro país. La observación más sustancial fue la de Jerzy Rzedowski (1957) en octubre de 1956, a lo largo de la Sierra Madre Oriental en San Luis Potosí,

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Hoy, prácticamente todas las colonias del área de hiber-nación están abiertas al público, con una afluencia de más de 600 000 visitantes al año.

La mariposa monarca se ha vuelto un icono para los mexicanos, y aun cuando queda mucho por hacer para consolidar su conservación, los avances logrados a par-tir de la aplicación de los distintos instrumentos de conservación mencionados han permitido que nuestro país siga siendo la sede de este fenómeno único de la naturaleza.

centro y sur de México y que, por lo tan-to, los únicos sitios para su conservación eran los conocidos en los bosques de oyamel de los estados de México y Mi-choacán. Fue así como la Sedue protegió en 1986 los primeros polígonos, los cua-les, años más tarde, fueron reconsidera-dos por la Semarnap y se decretó en el año 2000 la Reserva de la Biosfera Mari-posa Monarca, con 56 259 ha de superfi-cie. Este decreto fue acompañado, ade-más, con la publicación del Programa de Manejo respectivo, con un ordenamiento ecológico del territorio y con financia-miento para su operación. En los últimos 10 años, gracias a la actuación de la Co-nanp y la Profepa, a los acuerdos con los ejidatarios y al acompañamietno de varias onG como el wwf y el fMCn, se han consolidado la protección de la reserva, los programas de desarrollo social y las acciones de inspección y vigilancia, así como el instrumento fi-nanciero denominado Fondo Monarca, que permiten aliviar la presión que sobre el aprovechamiento del bos-que ejercen los poseedores de la tierra.

Una organización que desempeñó un papel clave en la conservación del área fue Monarca, A.C., dirigida por Rodolfo Ogarrio y Fernando Ortiz Monasterio. Desde 1986 se implementaron diferentes acciones para el orde-namiento de las incipientes actividades turísticas que permitían a los pobladores locales recibir ingresos de los visitantes y que valoraran la permanencia del bosque. 1 Natura y Ecosistemas Mexicanos, A.C.

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El proyecto de la Reserva de la Biosfera Sierra de Ma-nantlán (rbsM) ejemplifica la importancia de la cola-boración interinstitucional y la participación social local en la gestión de un área natural protegida. Este proyecto surge de la confluencia de dos procesos: la defensa por parte de las comunidades indígenas de Ayotitlán y Cuzalapa de sus recursos naturales ante compañías madereras y mineras, y el interés de inves-tigadores de la Universidad de Guadalajara (udG) de conservar la diversidad biocultural y los servicios am-bientales de la sierra. La udG inició un programa de investigación socioecológica de largo plazo vinculado al manejo del área (el ahora Instituto Manantlán de Ecología y Conservación de la Biodiversidad, Imec-bio) y estableció en 1984 la Estación Científica Las Joyas, que fue el punto de partida para la creación de la reserva en 1987. La rbsM protege 139 570 ha de terrenos montañosos cubiertos por selvas secas, bos-ques de encinos, coníferas y mesófilo de montaña, y terrenos agrícolas que albergan unas 3 000 especies de plantas vasculares y 570 especies de vertebrados, y que proporcionan importantes servicios ambientales para el suroeste de Jalisco y el noroeste de Colima.

El proceso de creación de la rbsM pasó por varias etapas: 1] la gestación de la reserva (1977-1987), ini-

ciada con el descubrimiento en la sierra de un pariente silvestre del maíz, Zea diploperennis, la documentación de su biodiversidad, la propuesta de creación de la re-serva respaldada por el gobierno de Jalisco y la defensa de su decreto frente a la oposición de intereses made-reros, con la alianza entre el Imecbio y los movimien-tos campesinos locales; 2] el manejo inicial de la rbsM (1987-1994), en el cual el Imecbio propuso y puso en marcha la estrategia para su conservación, llenando el vacío institucional dejado por el abandono guberna-mental, y 3] el manejo participativo de la rbsM (1994-2003) impulsado por la creación de la dirección de la rbsM por el gobierno federal, el establecimiento de sus consejos asesores en Jalisco y Colima con gran partici-pación campesina y la colaboración estrecha entre la dirección del área protegida y el Imecbio.

La rbsM ha aportado aprendizajes conceptuales y prácticos (difundidos y premiados en diversos foros nacionales e internacionales) sobre el potencial y las dificultades de integrar la conservación de la naturale-za con el aprovechamiento sustentable de los recursos naturales en un contexto social conflictivo. Las princi-pales enseñanzas exitosas son: 1] el desarrollo del mo-delo conceptual de reservas de la biosfera propuesto ori-ginalmente por el Programa del Hombre y la Biosfera

reserva de la Biosfera sierra de manantlánEduardo Santana C.,1 Enrique J. Jardel-Peláez,1 Sergio Graf 2

Ambas fotos: Reserva de la Biosfera Sierra de Manantlán.

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cipios se asociaran para crear su propia agencia am-biental, que implementa los primeros programas mu-nicipales en Jalisco de reciclado de desechos sólidos, y c] un mecanismo de compensación por servicios am-bientales hidrológicos que vincula la conservación co-munitaria de los bosques con el abastecimiento de agua para la capital del estado de Colima.

El proceso de cooperación no está exento de las contradicciones que se dan entre las instituciones y los actores participantes, cuyas misiones e intereses difieren. Si bien se ha pasado en años recientes por una situación conflictiva en la cual la dirección fede-ral de la reserva ha tenido una marcada inestabilidad administrativa, ha sido justamente la participación y la perseverancia de estos mismos actores lo que ha permitido que el proceso de la reserva mantenga su continuidad. Aunque aún no se han alcanzado las metas originales planteadas, en el contexto de las con-diciones iniciales de degradación ambiental, conflicto social y pobreza, sí han sido significativos los avances que han permitido contener procesos de deterioro y fortalecer las capacidades locales, cuyo alcance impli-ca un proceso de largo plazo orientado a la conserva-ción del patrimonio natural y el mejoramiento de las condiciones de vida de las comunidades humanas.

(Mab-unesCo), que intenta integrar la conservación de la naturaleza con alternativas de desarrollo local; 2] el establecimiento de mecanismos de gestión participativa basados en la colaboración entre la oficina guberna-mental encargada del área protegida (que depende de la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas), un centro de investigación y enseñanza promotor de la creación de la reserva, las comunidades agrarias, orga-nizaciones campesinas y asociaciones civiles locales, y los gobiernos estatales y municipales; 3] la generación de información y conocimiento mediante la investiga-ción y el monitoreo de los valores naturales y cultura-les del área, los procesos ecológicos y las interacciones sociedad-naturaleza aplicados con un enfoque de ma-nejo adaptativo, y 4] el fortalecimiento de capacidades para el manejo de recursos naturales y la gestión am-biental en la reserva y en su región de influencia por medio de programas educativos y de capacitación di-rigidos a pobladores de la región, técnicos y científi-cos, así como mediante la educación ambiental y los servicios técnicos en acompañamiento de iniciativas locales sobre problemas ambientales. Algunos de los resultados más notables de estos programas de fortale-cimiento son la creación de a] proyectos comunitarios de aprovechamiento de recursos naturales; b] la Junta Intermunicipal de Medio Ambiente para la Gestión In-tegral de la Cuenca Baja del Río Ayuquila-Jira (donde está 60% de la reserva), que dio lugar a que 10 muni-

1 Universidad de Guadalajara.2 Comisión Nacional Forestal, Semarnat.

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Durante los años sesenta y setenta del siglo pasado las selvas tropicales húmedas de México fueron prácticamen-te transformadas en terrenos agropecuarios, quedando sumamente fragmentadas y reducidas a sólo dos macizos importantes, el de los Chimalapas en Oaxaca y el de la Selva Lacandona en Chiapas.

Desde las instituciones académicas se levantaron vo-ces de alerta ante la destrucción de este ecosistema, entre ellas las de Gonzalo Halffter y Pedro Reyes quienes, des-de el Instituto de Ecología, A.C. (ie), estaban desarro-llando varios estudios en la Selva Lacandona.

En 1976, el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnolo-gía constituyó el Fideicomiso para el Estudio Integral de la Selva Lacandona, en el cual se conjuntaron los esfuer-zos del gobierno del estado de Chiapas y de un pequeño grupo de centros de investigación ecológica que estudia-ban la problemática de las selvas chiapanecas.

Dentro del Fideicomiso correspondió al ie desarrollar el proyecto para la creación de un área natural protegida en la Selva Lacandona, a partir del cual resultó el decreto presidencial que estableció la Reserva de la Biosfera Mon-tes Azules (rbMa), publicado en el Diario Oficial el 12 de enero de 1978. Pocos años después, la unesCo otorgó el reconocimiento a esta área, incluyéndola en la Red Mun-dial de Reservas de la Biosfera del Programa El Hombre y la Biosfera, en 1979 (Reyes, 1981).

La rbMa cuenta con una extensión de 331 000 ha cu-biertas por selvas perennifolias e importantes ecosiste-mas dulceacuícolas, como las lagunas Miramar y Lacanjá y los ríos Negro, Tzendales y San Pedro. Además, está limitada en el sur y sureste por un importante tributario del Usumacinta, el río Lacantún.

Previamente, en 1972, gran parte de esta superficie ha-bía sido otorgada a la etnia lacandona y a grupos de indíge-nas tzeltales y choles (1974), que se encontraban dispersos en pequeños asentamientos y que fueron reubicados en tres poblaciones —Lacanjá-Chansayab, Nueva Palestina y Frontera Corozal—, para brindarles los servicios básicos y que no se fragmentara más el macizo principal de selva.

A pesar de su importancia ecológica y los esfuerzos realizados para su conservación, pasaron varios años para que la rbMa empezara a cumplir con los objetivos de conservación. Esto se debió principalmente a la falta de programas de desarrollo apropiados para los pobla-dores de la selva y a la poca atención que las autoridades gubernamentales dieron a los temas ambientales y, en consecuencia, a la operación de la reserva.

Sin embargo, a partir de 1989, con un nuevo esfuerzo conjunto entre organizaciones de la sociedad, fundacio-nes y los gobiernos federal y estatal, se empezaron a reali-

zar acciones sustantivas para la conservación de la reserva; en primer lugar, la puesta en operación de la infraestruc-tura que permitiera realizar acciones directamente en el terreno (Estación Chajul), y más tarde el inicio de la ges-tión política, social y administrativa necesaria entre los principales actores, así como la creación de otras áreas protegidas adyacentes a Montes Azules (Reserva de la Biosfera Lacantún y Área de Protección de Flora y Fauna Chankin), lo que amplió la superficie bajo protección.

En 1992, dos detonadores importantes para la atención efectiva de las áreas naturales protegidas fueron el Convenio sobre la Diversidad Biológica, del que México es signatario, y la disponibilidad de un donativo proveniente del progra-ma Gef del Banco Mundial, en el cual fue incluida la rbMa.

La importancia otorgada a las áreas naturales protegidas en las últimas dos décadas permitió un cambio fundamen-tal para el futuro de la rbMa. Por primera vez se dotó a la reserva de personal directivo y operativo permanente y de recursos fiscales, así como de equipo. También se estable-ció un consejo asesor local; esto permitió conocer, consen-suar o enfrentar los conflictos directamente en el terreno e impulsar diferentes proyectos de conservación y desarro-llo comunitario. En el año 2000 se publicó el instrumento rector para la gestión del área: el Programa de Manejo.

Un problema que venía creciendo desde 1994 eran los asentamientos irregulares en la rbMa, los cuales, en caso de consolidarse, hubieran impactado gravemente el eco-sistema. Sin embargo, a partir de 2004 la Semarnat inició acciones efectivas para impedir nuevas invasiones y re-solver la reubicación concertada de las existentes fuera de la reserva; acciones necesarias, que a partir de 2007 se vieron fortalecidas con la efectiva participación del go-bierno del estado. Gracias a ello, hoy se conserva el eco-sistema íntegro en más de 280 000 ha; sólo queda por resolver la salida de 6 de las 33 invasiones que llegaron a existir; se atestigua una recuperación de las poblaciones de animales considerados en peligro de extinción, como el jaguar, el tapir, el jabalí de labios blancos, el mono sa-raguato, el mono araña, la guacamaya roja, entre otros.

Son muchos los problemas que se han resuelto y, posi-blemente, otros nuevos están por venir. Sin embargo, a diferencia del pasado, ahora se cuenta con sólidas capaci-dades para enfrentar los retos y con los instrumentos ne-cesarios y la efectiva acción del gobierno y la sociedad. Las imágenes de satélite dan fe de que si bien la Selva Lacan-dona ha perdido tres cuartas partes de su cobertura vege-tal original, en las áreas naturales protegidas es donde se mantiene la selva en excelente estado de conservación.

reserva de la Biosfera montes azulesJavier de la Maza1

1 Natura y Ecosistemas Mexicanos, A.C.

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La rbma es el área que contiene la mayor diversidad biológica de México; representa 0.16% de la superficie del territorio nacional

y cuenta con 20% de las especies de plantas, 25% de las aves, 27% de los mamíferos y 17% de los peces dulceacuícolas.

En los invertebrados, por ejemplo, solamente para el caso de las mariposas diurnas contiene 44% del total nacional (ine, 2000).

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los pastizales del desierto chihuahuensey su fauna silvestre Nélida Barajas,1 César Sánchez-Ibarra,2 Jürgen Hoth3

ción del muro fronterizo ponen en riesgo aún más los remanentes de la fauna silvestre de las praderas. El oso pardo y el lobo mexicano sucumbieron en México, éste último envenenado y cazado “con ayuda internacional” en los años sesenta. Una suerte similar han corrido los perritos llaneros.

El orgullo ganadero de esta región también se desva-neció. En los últimos 50 años, tan sólo Chihuahua per-dió cerca de 70% de su capacidad forrajera, principal-mente por un manejo ganadero inapropiado, el cambio climático, la supresión del fuego, la fragmentación del hábitat y el cambio de uso de suelo a una agricultura asociada a la extracción excesiva de agua. Consecuente-mente, la producción de ganado se redujo a la mitad en los últimos 20 años.

Ante esta situación, contrastan varias acciones funda-mentales que contribuyen a conservar los pastizales y revertir su destrucción.

La primera se trata de la elaboración de la Estrategia para la Conservación de los Pastizales del Desierto Chi-huahuense (Ecopad, 2007), en la que participan los siete estados de la región interesados en establecer principios comunes encaminados a la conservación y uso sustenta-ble de los pastizales compartidos. Es un esfuerzo impor-tante de planeación y concertación para ser implementa-do estado por estado.

La segunda es el establecimiento, en diciembre de 2009, de la Reserva de la Biosfera Janos (rbJ), en Chihua-hua, con una superficie de 526 483 hectáreas, el área natural protegida con mayor superficie de pastizal en México (235 000 ha) y que representa 47% del total de los pastizales nativos protegidos por la federación.

La rbJ es especialmente biodiversa por la relación biogeográfica entre la ecorregión del Desierto Chihua huen se y la Sierra Madre Occidental. La mezcla entre bosque y pastizal forma parte del sistema continuo de pastizales semiáridos e “is-las del cielo” de Nuevo México, Arizona, Texas y Chihuahua; contiene un mosaico de especies prioritarias como la cotorrita serrana, el trogón mexicano, el oso negro, el puerco espín, el pe-rrito de las praderas, el berrendo, el bisonte, el jaguar y el águila real como principal represen-tante de las muchas rapaces del área.

Como antecedente de la rbJ, en 2005 The Nature Conservancy (tnC) y Pronatura Noreste adquirieron el Rancho El Uno, con una superfi-cie de 18 500 ha para resguardar uno de los me-jores remanentes de pastizal en Janos. En 2007 tnC consolidó el sitio como reserva privada con

Es inevitable asombrarse al leer los diarios de campo de exploradores del Desierto Chihuahuense cuando, apenas hace 120 años, relataban haber visto al sur de Coahuila pastizales “tan grandes como los océanos” en los que ca-zaban bisontes; registraron manadas de más de mil be-rrendos y tenían frecuentes encuentros con lobos y osos pardos (Ursus arctos horribilis) en las llanuras del Desierto Chihuahuense. Todo esto ha cambiado.

Hoy se considera que los pastizales son uno de los ecosistemas más amenazados del mundo: más de 85% de los pastizales del Desierto Chihuahuense están inva-didos por arbustos y sólo quedan vestigios de las abun-dantes poblaciones de animales silvestres. Se documenta una pérdida de 60% de las poblaciones de aves de pasti-zales en América del Norte; sobreviven 500 berrendos en Chihuahua, y sólo 100 individuos de una de las cua-tro manadas de bisontes de las praderas libres dentro de su área de distribución histórica en Norteamérica. El cambio de uso de suelo, la cacería ilegal y la construc-

Bisonte americano (Bison bison).

Pastizales de Janos, Chihuahua.

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bison) genéticamente puros. El proyecto representa uno de los esfuerzos más ambiciosos en la restauración de los pastizales del norte de México, que involucra instan-cias gubernamentales (Conanp y gobierno del Estado de Chihuahua), académicas (Instituto de Ecología de la unaM) y sociales (Naturalia, A.C., y Totuaca Mountain School), y al Servicio de Parques Nacionales de Estados Unidos.

Estas acciones demuestran el interés en México por recuperar un ecosistema único, compartido con EUA y Canadá, mediante el esfuerzo conjunto de la sociedad y los gobiernos.

el nombre de Reserva Ecológica El Uno (reu) y en agosto de 2010 fue reconocida como sitio de importancia para la Red Hemisférica para Aves Playeras.

La reu es reconocida como un proyecto que combina conservación de pastizales, investigación para universi-dades y organizaciones de la sociedad civil, escuela rural para mejores prácticas ganaderas, centro de capacitación para ejidatarios y mujeres en prácticas sustentables y edu-cación ambiental. Se cuenta, además, con sitios de eva-luación ecológica de largo plazo para entender las relacio-nes entre la fauna nativa y el ganado, y es actualmente el centro de operaciones de la rbJ.

En materia de vida silvestre, desde la reu se apoyan programas y proyectos de monitoreo de aves migratorias, ya que Janos es el punto central en las migraciones de especies como el gavilán de Swainson (Buteo swainsoni) que viaja de Argentina a México. En esta área también se localiza la mayor anidación en Norteamérica de tecolotes llaneros (Athene cunicularia) y una zona de alimentación del águila real (Aquila crhry saetos), emblema nacional.

Asimismo, la reu participa en iniciativas especiales de recuperación de especies como el perrito llanero (Cyno-mys ludovicianus) y el hurón de patas negras (Mustela ni-gripes) con el Instituto de Ecología de la unaM; los con-teos navideños invernales con The Audubon Society; los censos y monitoreos de especies invernales en los pasti-zales del Desierto Chihuahuense con The Rocky Moun-tain Bird Observatory, y la implementación de acciones para prevenir la electrocución de rapaces en líneas de alto voltaje con énfasis en el águila real, con la Comisión Federal de Electricidad y la Agrupación Dodo, A.C.

Mención especial merece el proyecto de reintroduc-ción en México de la primera manada de bisontes (Bison

1 The Nature Conservancy-México.2 Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas, Se-

marnat.3 World Wildlife Fund.

Perrito de las praderas (Cynomys ludovicianus).

Primera manada de bisontes genéticamente puros.

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conservación de los arrecifes coralinosDavid Gutiérrez, Alfredo Arellano 1

una estrategia de conservación de los arrecifes de coral, gracias a la información reunida por un grupo de acadé-micos y buzos de la Facultad de Ciencias y del Instituto de Ciencias del Mar y Limnología de la unaM.

Desde 1992 se han establecido en los arrecifes 13 áreas naturales protegidas federales, la mayor parte de ellas (10) entre 1992 y el año 2000, que cubren una superficie planimétrica de aproximadamente 726 000 hectáreas (véase el cuadro), aunque cabe recordar que lo que se protege por decreto es toda la columna de agua, desde la superficie hasta el fondo marino. En estos decretos hubo iniciativas de comunidades locales para lograr el estatus de protección, como en Puerto Morelos y Cabo Pulmo, iniciativas de instituciones académicas como la del Siste-ma Arrecifal Veracruzano, por la Uiversidad Nacional Autónoma de México, o bien como resultado de un tra-bajo sistemático para detectar omisiones y vacíos de re-presentatividad, como el realizado en colaboración entre

la organización no gubernamental Amigos de Sian Ka’an, que realizó los estudios y elaboró la propuesta de creación de nuevas áreas protegidas, y la autoridad encargada de la administración de las áreas naturales protegidas del gobierno mexicano, que gestionó y culminó el proceso.

Debido a la continuidad biológica e im-portancia de este ecosistema en la escala regional, el gobierno mexicano promovió en 1997, con sus similares de Belice, Gua-temala y Honduras, el proyecto para crear el Sistema Arrecifal Mesoamericano, que geográficamente se extiende desde las Is-las de la Bahía en Honduras hasta la parte más al norte de la Península de Yucatán en México. Esta barrera de arrecife de coral es la más importante en el hemisferio oc-cidental y contiene siete sitios conside-rados Patrimonio Mundial. La puesta en marcha del Plan de Acción que nació de

este compromiso ha logrado avances significativos en la implementación de áreas protegidas marinas, el mejora-miento de la gestión de las actividades pesqueras, la eva-luación del sistema en mayor detalle, el fortalecimiento de la capacidad local y la adopción de protocolos para la armonización de políticas.

La década de los noventa fue muy activa en el tema de la protección de arrecifes coralinos y se logró elevar a un grado de atención presidencial, particularmente después del encallamiento de algunas embarcaciones y el daño grave de una estructura arrecifal por el barco de gran

Los arrecifes coralinos son los ecosistemas marinos con mayor biodiversidad en el planeta, muy frágiles y altamente susceptibles a los impactos provocados por el hombre. Brindan importantes servicios ambientales, como protección contra la erosión de playas a causa de huracanes y corrientes marinas; son refugio para im-portantes especies pesqueras como langostas y otros crustáceos, peces y moluscos; proveen sustancias para elaborar medicamentos; se usaron intensamente para extraer de ellos materiales para construcción como, por ejemplo, en el Castillo de San Juan de Ulúa; cons-tituyen sumideros de carbono, ya que el esqueleto de los corales y otras algas coralíferas está conformado de carbonato de calcio, y en las últimas dos décadas los arrecifes coralinos han sido intensamente utilizados para actividades de ecoturismo, natación y buceo, atrayendo a miles de turistas y creando una gran canti-dad de fuentes de empleo.

En México los arrecifes coralinos más importantes se encuentra en el Mar Caribe, en menor grado en el Golfo de México y de forma aislada en unas cuantas estructu-ras en el Océano Pacífico. Si bien su ubicación, caracte-rización y ecología se han descrito tardíamente en el país, la promoción para su conservación ha sido muy activa y entusiasta, sobre todo en las últimas dos décadas.

Desde finales de los años setenta se dan las primeras muestras de interés por la conservación de los arrecifes de coral en el Caribe mexicano; sin embargo, fue real-mente en los años ochenta cuando se sientan las bases de

Arrecife del Caribe.

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atención, la Conanp elaboró un “Manual para la atención inmediata a los arrecifes de coral ante encallamientos de embarcaciones”, en el que participan diversas institucio-nes gubernamentales. Otras acciones como la señaliza-ción y la instalación de boyas para evitar el anclaje en los corales, la zonificación y el desarrollo de estudios de ca-pacidad de carga turística-recreativa son herramientas aplicadas al uso público para reducir sus impactos am-bientales.

A la fecha, el gobierno mexicano ha destinado 126 personas que trabajan de forma comprometida en nues-tros mares como guardaparques, en tareas de monitoreo o de control de actividades. Se han publicado 11 de 13 programas de manejo, que dan certidumbre a usuarios y autoridades sobre qué actividades se pueden realizar, en qué modalidades y cuáles otras están prohibidas.

Las visitas a los arrecifes coralinos es una actividad altamente atractiva para el turismo, que representa un ingreso por cobro de cuotas de acceso a las áreas de aproximadamente 27 millones de pesos anuales, mis-mos que regresan directamente a ellas para su conserva-ción en obras, proyectos o equipamiento. Buena parte se utiliza también en señalización, capacitación de guías, programas de educación ambiental, folletos informati-vos e instalación de boyas para evitar colisiones de em-barcaciones.

calado Leeward, que generó una gran conciencia am-biental en la zona, a raíz de lo cual se modificaron cartas de navegación internacionales.

La Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas ha desarrollado métodos de atención inmediata ante con-tingencias para recuperar colonias de corales duros im-pactados por las mareas o huracanes, o por encallamien-tos de embarcaciones, así como proyectos demostrativos enfocados en el turismo para bajar las cargas de turistas en la zona de Cancún e Isla Mujeres. Asimismo, ante el incremento de accidentes de embarcaciones en los arreci-fes y la complejidad jurídica y administrativa para su

Área natural protegida Superficie (hectáreas)

rb Banco Chinchorro (1996) 144 360Arrecifes de Xcalak (2000) 17 949Arrecifes de Sian Ka’an (1998) 34 927Sian Ka’an* (1986) 70 000Arrecifes de Cozumel (1996) 11 988Arrecife de Puerto Morelos (1998) 2 067Costa Occidental de Isla Mujeres, Punta Cancún y Punta Nizuc (1996) 8 673Isla Contoy* (1998) 500Arrecife Alacranes (1994) 333 769Sistema Arrecifal Veracruzano (1992) 52 239Sistema Arrecifal Lobos Tuxpan (2009) 30 571Huatulco (1998) 11 891Cabo Pulmo (1995) 7 111

* Superficie de arrecife incluida en el área protegida.

1 Ambos autores, Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas, Semarnat.

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Isla Rasa es única en el ecosistema de la región, víctima de sobreexplotación extrema de sus recursos naturales por el hombre, así como foco de interés de conservacionistas nacionales y extranjeros, interés que, en este caso, acaba cristalizando en una serie de logros de la conservación.

Rasa es una pequeña isla de 0.6 km2, ubicada en la Región de las Grandes Islas del Golfo de California, una de las áreas marinas más productivas del planeta. Por ello, y por carecer de depredadores terrestres, la isla ha sido el sitio de anidación de aves marinas como la gavio-ta ploma (Larus heermanni), el charrán elegante (Thalas-seus elegans), el charrán real (T. maximus), la pardela mexicana (Puffinus opisthomelas) y el mérgulo de Craveri (Synthliboramphus craveri). A fines del siglo xix varias compañías extranjeras iniciaron operaciones de extrac-ción de guano en Isla Rasa, con el cual se elaboraban fertilizantes. Con esta actividad se propició la introduc-ción de la rata negra (Rattus rattus) y el ratón casero (Mus musculus). Ambas especies, originarias del continente europeo, son depredadoras de especies nativas en mu-

chas islas del planeta en las que han sido introducidas por los colonizadores. La extracción de guano terminó a principios del siglo xx, a raíz del uso de derivados del petróleo para la síntesis industrial de fertilizantes. Sin embargo, la topografía de la isla quedó afectada y las poblaciones de roedores permanecieron en ella. Como resultado de ello, las colonias de anidación del mérgulo y de la pardela fueron extirpadas, y las de las otras espe-cies de aves marinas sufrieron una reducción en tamaño y en el número de polluelos que sobrevivían hasta la edad de volar, ya que muchos huevos y polluelos eran depredados por las ratas. A partir de entonces, con las mejoras en la capacidad de navegación, comenzó la ex-tracción de huevos de las aves marinas por los poblado-res de la región, para su consumo como alimento y su uso en la elaboración de pan. La colecta llegó a ser tan intensiva que se sabe que en una temporada de anida-ción se llegaron a extraer 50 000 huevos. Esta actividad duró varias décadas y originó una severa disminución del tamaño de las colonias de anidación de estas aves.

A principios de la década de 1960, varios biólogos y conservacionistas impulsaron una petición para que el gobierno federal mexicano declarara Isla Rasa como área protegida, lo cual sucedió en 1964, siendo ésta la segun-da isla protegida en México. Algunas de estas personas fueron Enrique Beltrán, Bernardo Villa, George Lindsay, Robert Orr, Louis W. Walker y George Lindberg, apoya-dos por habitantes locales como Antro Díaz. Después de esta declaratoria se iniciaron la protección y los estudios en la isla, actividades que se realizaron ya de manera permanente y sistemática a partir de 1979, año en que nuestro grupo de trabajo comenzó estudios de ecología de la reproducción y la alimentación de las aves marinas, además de monitorear otras especies de la isla, formar estudiantes en las técnicas de investigación de campo y guiar e informar a los visitantes (tanto turistas como pes-cadores locales) acerca de la importancia de la isla y de la región, y del papel que las aves que la habitan desem-peñan en este rico ecosistema.

En 1995 el biólogo Jesús Ramírez Ruiz coordinó un exitoso programa de erradicación de los roedores intro-ducidos. Éste fue el primer programa de erradicación de fauna introducida a una isla que se llevó a cabo en Méxi-co. Al finalizar este programa comenzaron a notarse re-sultados positivos en Isla Rasa; por ejemplo, se ha dupli-cado el número de polluelos de gaviota ploma que alcanzan la edad de volar (actualmente anidan aproxi-madamente 260 000 individuos, que representan 95% de la población mundial), ha crecido la colonia de anida-ción del charrán elegante de 45 000 a 200 000 indivi-

revirtiendo la marea:el caso de isla rasa Enriqueta Velarde1

Charrán elegante (Thalasseus elegans).

Vista aérea de la isla.

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6 000 ton, causando severos daños económicos como la hipoteca de flotas enteras, venta de barcos y desempleo de los trabajadores del sector. Actualmente esto puede predecirse y prevenirse por medio de los pronósticos pesqueros realizados con base en la información de dieta y éxito reproductivo de las aves marinas.

Además de estos resultados, el trabajo en la isla ha servido para la concientización de los habitantes locales y los visitantes acerca del valor de estos importantes recur-sos naturales, para su uso en actividades no extractivas como el ecoturismo, la difusión, la educación ambiental, la capacitación de estudiantes de nivel técnico y superior, y la investigación, así como para la conservación y restau-ración de la biodiversidad de México y el mundo.

duos (95% de la población mundial) y hay nuevas colo-nias de anidación de esta especie en otras islas. También se han registrado dos especies de plantas nativas de la región, pero que nunca antes se habían observado en la isla, y tanto el mérgulo de Craveri como la pardela mexi-cana han comenzado a anidar de nuevo en ella. La erra-dicación de roedores ha resultado en un aumento en la diversidad de especies y la recuperación y restauración del ecosistema original.

Otros resultados obtenidos en colaboración con Exe-quiel Ezcurra, actualmente director del programa Uc-mexus de la Universidad de California, han demostrado importantes relaciones ecológicas entre las aves marinas y las poblaciones de peces pelágicos menores de la re-gión, componente clave del ecosistema marino pelágico, ya que son el vínculo entre el plancton y las especies mayores, como gran cantidad de mamíferos y aves mari-nas, y una gran diversidad de peces de mayor talla. He-mos encontrado que el estudio de la dieta de estas aves nos indica la disponibilidad de las especies de la comu-nidad de peces pelágicos menores. Estos peces constitu-yen la principal pesquería en México, en cuanto a peso desembarcado se refiere, y su principal componente es la sardina Monterrey. Datos de la composición de la dieta y éxito reproductivo de las aves marinas de Isla Rasa, junto con algunos parámetros oceanográficos, nos sirven para predecir la captura total y captura por unidad de esfuer-zo de sardina por la flota que opera desde las costas de Sonora. En 1985 la dieta de las aves estaba compuesta casi en 90% de sardina Monterrey, y para 1989 esta es-pecie había disminuido a menos de 10%. Entre 1989 y 1992, la captura comercial de sardina cayó de 300 000 a

1 Instituto de Ciencias Marinas y Pesquerías, Universidad Veracruzana.

Gaviota ploma (Larus heermanni).

Colonia de anidación del charrán elegante.

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En nuestro país, anp como El Vizcaíno, Montes Azules, Sian Ka’an y muchas más de entre las 174 decretadas hasta ahora han enfrentado problemas relativamente similares, en los que el conflicto por los recursos está presente y también se han encon-trado con este denominador común: la gobernabi-lidad mediante decretos, acuerdos y consensos con los dueños y usuarios, y una fuerte vigilancia en la aplicación de las reglas acordadas en común, que tienen por objeto mejorar las prácticas de conser-vación y uso de la biodiversidad.

El Programa de Manejo (pM), instrumento de gestión fundamental para este propósito, es un compendio de acuerdos y reglas administrativas previamente consensuados con los dueños de la tierra, los usuarios locales de los recursos naturales y todos aquellos que tienen intereses legítimos en el anp. El pM contiene un extenso reconocimiento de los valores del área, un diagnóstico detallado de su estado actual, la problemática a la que se enfren-ta y propone una serie de lineamientos que consti-tuyen la base para su puesta en operación. En los componentes del pM se definen las acciones necesa-rias y los proyectos específicos con los que se abor-da la estrategia a seguir. Se establece, con la base jurídica aplicable, un conjunto de reglas adminis-trativas y se publica en el Diario Oficial de la Federa-ción, con el fin de que el proceso de reconocimien-to social y comunitario del anp se difunda y sea de observancia general. Asimismo, se conforma un consejo asesor que tiene una base social local que permite, mediante la comunicación sectorial e in-tersectorial, construir los acuerdos y dar segui-miento al desarrollo del programa.

Éste es un proceso complejo que requiere volun-tad política, trabajo de base y los consensos que conduzcan a etapas sucesivas de confianza. Esta úl-tima es el propósito final de todo el proceso, ya que de ello depende el éxito de una iniciativa que busca el interés público, el bien común con la puesta en marcha del pM, y que no debe permitir desviacio-nes. Una vez establecido el esquema, la interven-ción del gobierno puede reducirse a la supervisión y el apoyo. La autoridad cede su función catalítica a los consejos, los comités y las comisiones de usuarios y ciudadanos.

Un caso ejemplar lo constituye el pM consen-suado de la Reserva de la Biosfera de El Vizcaíno (Rebivi), que fue capaz de articular la puesta en marcha de acciones y proyectos en defensa del pa-

Las anp se han convertido en ocasiones en verdade-ras zonas de conflicto, en donde el dilema desarro-llo vs. conservación es el centro de los intereses en disputa que gravitan alrededor de la propiedad de los recursos naturales, y donde los intereses asocia-dos al desarrollo buscan imponerse mediante el poder, la manipulación, la corrupción, el control y, en ocasiones, la violencia, para obtener la propie-dad y la exclusividad en la explotación de los re-cursos naturales. Así, los sitios conservados en las anp pueden volverse muy vulnerables.

Las historias de éxito en la conservación de los sitios de alta importancia para la biodiversidad tienen un denominador común: definir y concre-tar un esquema consensuado y duradero de go-bernabilidad para estos sitios y salvaguardar, a largo plazo, los recursos compartidos, de libre ac-ceso o privados que se encuentran en ellos. Tanto en el Kruger National Park (Sudáfrica) como en Yellowstone (EUA), el Coto de Doñana (España) y otras anp establecidas a mediados del siglo xix se logró establecer una plataforma de consensos para su conservación que dura hasta nuestros días.

manejo de áreas naturales protegidas:el caso de el Vizcaíno Víctor Sánchez1

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amortiguamiento), así como el desarrollo de la acuacultura de la almeja mano de león en la La-guna Guerrero Negro y del ostión japonés en el estero de El Cardón.

Todas estas acciones y programas requieren la observancia de las leyes, por lo que son necesarios operativos de vigilancia en un esfuerzo coordinado por la autoridad federal, con la participación y el apoyo de la comunidad. La base fundamental, co-rrectamente entendida por autoridades y poblado-res, está en la regla 54 del pM, derivada del artículo 48 de la lGeepa, que establece específicamente que, dentro de las anp, los recursos naturales deben be-neficiar directamente a los habitantes que en ella viven o en asociación con ellos.

De esta manera, el Programa de Manejo se con-vierte en el instrumento rector que logra conciliar los legítimos intereses de desarrollo de la pobla-ción local con la impostergable necesidad nacio-nal de conservar el patrimonio natural, ambos para el beneficio de las generaciones presentes y futuras.

trimonio natural y en beneficio de la población, como el avistamiento de ballena gris, que estable-ce las reglas de operación, el esquema de organi-zación de los prestadores de servicios turísticos, la capacidad de carga turística y la zonificación de las lagunas Ojo de Liebre y San Ignacio; la conser-vación a perpetuidad de los salitrales y la Laguna San Ignacio como patrimonio mundial de la hu-manidad (unesCo); la recuperación del berrendo peninsular en la zona núcleo, que ha producido más de 400 ejemplares para su repoblación; la unidad de manejo y aprovechamiento del borrego cimarrón, que ha incrementado su población en más de 200%, para lo cual los ejidos beneficiados han determinado en acta de asamblea la extrac-ción del ganado en las áreas de borrego y berren-do, privilegiando el esquema de producción de vida silvestre; la pesquería de la almeja mano de león, en la Laguna Ojo de Liebre, que en cinco años incrementó su población y aprovechamiento en más de 1 500%.

Asimismo, el pM ayudó a reorientar y consoli-dar los programas de aprovechamiento pesquero de las 13 concesiones federales pesqueras de abu-lón y langosta de las cooperativas asociadas a la Federación de Cooperativas Pesqueras de Baja California, localizadas dentro de los 5 km de la franja litoral del Pacífico de la Reserva (zona de

1 Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas, Se-marnat.

Págs. 40-41 →Lobos marinos. Reserva de la Biosfera El Vizcaíno, Baja California Sur.

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Humedales mexicanos de importancia internacional Exequiel Ezcurra1

La Convención sobre los Humedales de Importancia Internacional, o Convención de Ramsar, es un tratado intergubernamental que constituye el marco para el desarrollo de acciones nacionales e internacionales para la conservación y el uso racional de los humeda-les y sus recursos naturales. La Convención se firmó a orillas del Mar Caspio, en la ciudad de Ramsar, Irán, el 2 de febrero de 1971, y entró en vigor en 1975. Desde entonces, ese día se celebra mundialmente como el Día Internacional de los Humedales.

La misión de la Convención de Ramsar es “la con-servación y el uso racional de todos los humedales mediante acciones locales y nacionales, y cooperación internacional, como una contribución hacia el desa-rrollo sustentable del planeta”. La Convención usa una definición amplia de humedales, e incluye lagunas, la-gos y ríos, pantanos y ciénegas, vegas y turberas, oasis, esteros y estuarios, áreas marinas costeras, manglares y arrecifes coralinos, así como sitios construidos por hu-manos que prestan servicios ambientales importantes similares a los de los humedales silvestres, como es-tanques y piletas, arrozales inundables, presas y reser-vorios y pozas de evaporación de sales, entre muchos otros. Basado en este criterio amplio, el texto de la Convención (artículo 1.1) entiende por humedales “las extensiones de marismas, pantanos y turberas, o superficies cubiertas de aguas, sean éstas de régimen natural o artificial, permanentes o temporales, estan-cadas o corrientes, dulces, salobres o saladas, incluidas

las extensiones de agua marina cuya profundidad en marea baja no exceda de seis metros”.

La premisa fundamental de la Convención es que los humedales son ecosistemas extremadamente importan-tes para la conservación de la diversidad biológica y el bienestar de las comunidades humanas. Establece que “la selección de los humedales que se incluyan en la lista deberá basarse en su importancia internacional en tér-minos ecológicos, botánicos, zoológicos, limnológicos o hidrológicos”. La Conferencia de las Partes Contratantes

obliga a las partes proponentes a cumplir con toda la informa-ción que demanda la Ficha In-formativa de los Humedales de Ramsar antes de incorporarlos a la Lista de Humedales de Im-portancia Internacional.

La importancia de los hu-medales radica en los servicios ecosistémicos que desempe-ñan, que incluyen la recarga y regulación de los mantos freá-ticos, el proporcionar hábitats de importancia crítica para es-pecies migratorias y móviles, el mantenimiento de una gran biodiversidad, protección con-tra tormentas e inundaciones, estabilización de la línea coste-ra, control de la erosión, reten-ción de nutrientes y sedimen-

tos, filtrado y captura de contaminantes, y estabilización del clima local. Los humedales producen beneficios económicos enormes, como abastecer de agua dulce en cantidad y calidad a poblaciones locales; mantener recursos pesqueros (más de dos tercios de las capturas mundiales de peces están vinculadas a la salud de las zonas de humedales); recargar mantos freáticos; rete-ner nutrientes en las llanuras aluviales; proveer de ma-dera y otros materiales de construcción; generar bio-masa vegetal como recurso energético; promover el crecimiento de plantas útiles y medicinales, y propor-cionar el escenario para una multiplicidad de iniciati-vas de recreación y turismo.

Culturalmente, poseen también una inmensa im-portancia. Están vinculados a creencias religiosas y cosmológicas, y a valores espirituales; constituyen una fuente de inspiración estética y artística; aportan infor-mación arqueológica sobre asentamientos humanos que nos describen el pasado remoto; sirven de refu-

Parvada de picos pandos canelos (Limosa fedoa) en la Laguna Ojo de Liebre, Baja California Sur.

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La participación de la comunidad de naciones en la Convención también ha crecido aceleradamente. En la actualidad (junio de 2010) existen 159 partes contratantes, con un total de 1 889 sitios designados y protegidos como humedales de importancia inter-nacional que cubren un área de 186 millones de hec-táreas en todo el planeta. México ha aportado 6% de estas áreas, y 4% de la superficie global protegida. El país cuenta con 114 sitios Ramsar listados en la base de datos de la Convención (www.ramsar.org), que abarcan unos 8.2 millones de hectáreas, y existen 10 sitios más ya aceptados y en proceso de incorpora-ción formal a la lista, que agregarán unas 700 000 ha adicionales. Como parte complementaria de este compromiso internacional que ha asumido el país, la Comisión Nacional del Agua, en cumplimiento de la Ley de Aguas Nacionales, está desarrollando el In-ventario Nacional de Humedales, que servirá para orientar con mayor precisión la incorporación de nuevos humedales a la Convención de Ramsar, y, aún más importante, para conservar y proteger los que ya han sido incorporados y sobre los cuales México ha adquirido un compromiso internacional de gran tras-cendencia.

El esquema de los sitios Ramsar ha ayudado de ma-nera notable a promover la conservación de un buen número de humedales de gran importancia para el país.

gios de vida silvestre, y forman la base de importantes tradiciones sociales, económicas y culturales.

Desafortunadamente, y a pesar de su valor y de los esfuerzos realizados en los últimos decenios, los hu-medales siguen figurando entre los ecosistemas más amenazados del mundo, sobre todo a causa de la con-tinua desecación, conversión, contaminación y sobre-explotación de sus recursos. La pérdida o degradación de los humedales constituye un serio problema am-biental de trascendencia mundial que demanda accio-nes urgentes y efectivas para su conservación.

México se adhirió a la Convención el 4 de noviem-bre de 1986, proponiendo como primera acción la in-clusión de la Reserva de la Biosfera Ría Lagartos como humedal de importancia internacional. La participa-ción mexicana en la Convención fue creciendo lenta-mente en sus primeras dos décadas como parte signa-taria. A fines del año 2000, casi 15 años después de haberse incorporado a la Convención, México había incorporado sólo siete humedales a la lista de Ramsar. Con la creación de la Comisión Nacional de Áreas Na-turales Protegidas, el punto focal de la Convención y la administración de la lista de humedales mexicanos de importancia internacional pasaron a la nueva comi-sión, y unos pocos años más tarde la contribución de México a la designación de humedales en la lista de Ramsar comenzó a crecer vertiginosamente. En el año 2003 se incorporaron 10 nuevos humedales a la lista y en 2004 se enlistaron 34 nuevas áreas. El listado con-tinuó activo, y en el año 2008, mediante un esfuerzo sobresaliente, México incorporó con éxito, en una sola propuesta, 45 humedales más a la lista.

1 Instituto para México y Estados Unidos, Universidad de California, Riverside.

Humedales en el Golfo de México.

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En la desértica región central de la Península de Baja California, dentro de la Reserva de la Biosfera El Vizcaí-no, se encuentra uno de los lugares más espectaculares del país y del mundo por su belleza escénica y porque en sus tranquilas aguas marinas nace una buena parte de las ballenas grises del planeta: la Laguna San Igna-cio, incorporada en 1993 por la unesCo en su lista de sitios Patrimonio Natural de la Humanidad. Durante más de media década (1994-2000) este sitio extraordi-nario escenificó uno de los debates ambientales más significativos y trascendentes de carácter mundial del siglo xx.

La Reserva de la Biosfera El Vizcaíno contiene tres la-gunas que destacan por su elevada salinidad (45 000 ppm): San Ignacio, Ojo de Liebre y Guerrero Negro, en las que se forman inmensos salitrales. Esta característica es utilizada por la Exportadora de Sal, S.A. de C.V. (essa), una empresa de participación estatal mayoritaria (Fidei-comiso de Fomento Minero con 51% y Mitsubishi Cor-poration con 49%), cuya planta de producción de sal se ubica en Guerrero Negro, BCS. Desde 1956, essa se ha dedicado a producir y exportar sal obtenida mediante un proceso de evaporación solar del agua de mar.

En 1994, essa sometió ante las autoridades ambien-tales una manifestación de impacto ambiental (Mia) para extender sus actividades de extracción y comer-cialización de sal a la Laguna San Ignacio y con ello incrementar su producción en 6 millones de toneladas

al año. De esta manera, México se convertiría en el primer exportador de sal del mundo. La Mia no reunía las características necesarias para evaluar la compleji-dad del proyecto en esta zona de enorme importancia ambiental y por ello la Secretaría de Medio Ambiente, Recursos Naturales y Pesca (Semarnap) negó la autori-zación. Sin embargo, la empresa reinició la gestión del proyecto y solicitó a la autoridad los términos de refe-rencia necesarios para elaborar una Mia adecuada a es-tas condiciones especiales. Para la formulación de di-chos términos de referencia la propia Semarnap esta-bleció un comité científico en el que participaron siete reconocidos especialistas de diversas nacionalidades; tres de ellos eran integrantes del Comité Científico de la Comisión Ballenera Internacional. El compromiso de las autoridades ambientales fue el de someter a la consideración del comité internacional la nueva Mia que presentaría la empresa essa y respetar el criterio que adoptara el comité al respecto. La constitución de un comité científico de esta envergadura y su actua-ción pública en la evaluación de una manifestación de impacto ambiental no tenía precedente en el país.

El proyecto fue rechazado desde el principio por un gran número de organizaciones no gubernamentales, so-ciedades científicas, instituciones académicas y destaca-das personalidades, tanto nacionales como extranjeras. Los intereses de cada una eran muy diversos y en mu-chos casos poco claros, tema complejo que no puede

conservación de la laguna san ignacioJulia Carabias,1 Pedro Álvarez Icaza,2 Víctor Sánchez3

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estudio de los riesgos del desarrollo urbano en torno al proyecto, de la insuficiencia de agua, del crecimiento po-blacional y de la demanda de recursos no existentes en la región, así como de los pocos beneficios que dejaría al país, incluso en empleos, elementos que complementa-ron de manera muy sustantiva el análisis del tema.

El presidente de la República, después de conocer los informes mencionados y escuchar a muchos actores cla-ve, visitó la Laguna San Ignacio. Cuatro días después, en Los Pinos, el 2 de marzo de 2000, anunció, ante la co-munidad conservacionista, la cancelación del proyecto. El Ejecutivo federal tenía esa facultad por tratarse de una empresa mayoritariamente estatal y así lo decidió.

Se trata de una historia muy poco común, en la que se polarizó de un modo sin precedente el sector ambiental a escala mundial, en la que la prioridad de la conserva-ción de un espacio natural único se antepuso como un valor superior a un proyecto de menor relevancia para el desarrollo del país, a pesar de la presión económica de una empresa trasnacional.

analizarse en este reducido espacio. Las campañas públi-cas, algunas con argumentos sensatos, otras cargadas de información falsa, recorrieron decenas de países con el apoyo de una extraordinaria cantidad de recursos finan-cieros de diferentes fuentes que circuló en torno a ellas.

En junio de 1998 se integró una comisión de la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión, for-mada por 12 diputados electos entre las cinco fraccio-nes parlamentarias, para investigar el impacto am-biental. Dicha comisión visitó en febrero de 1999 la Laguna San Ignacio para evaluar la situación y expre-só su preocupación por los posibles impactos, pero avaló el procedimiento adoptado para su evaluación. El tema se politizó y se polarizó. Las autoridades se mantuvieron en lo dicho: el comité científico daría su opinión.

Paralelo al trabajo del comité científico, dos organiza-ciones llevaron a cabo sendos análisis cuidadosos y bien fundamentados. El Comité del Patrimonio Mundial de la unesCo designó a la Unión Internacional para la Conser-vación de la Naturaleza para realizar una evaluación del estado de conservación del sitio. El resultado fue una se-rie de consideraciones muy pertinentes y, sobre todo, destacaron la unicidad paisajística del sitio. Por otro lado, el Fondo Mundial para la Naturaleza (wwf) elaboró un

Laguna San Ignacio, Baja California Sur.

1 Facultad de Ciencias, unaM.2 Corredor Biológico Mesoamericano-México, Conabio.3 Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas, Se-

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rescate Mauricio de la Maza,1 Jürgen Hoth,2

del cachorrito de Julimes Alfredo Rodríguez,1 Haydée Parra,3 Lilia Vela1

Por su condición aislada, los cuerpos de agua en los de-siertos albergan especies de peces endémicas, raras, de naturaleza relicta o de distribución restringida en ocasio-nes a un solo manantial u “ojo de agua”, en muchos de los casos en situación de existencia precaria. A lo largo del siglo xx, en el árido norte mexicano comienza a ha-cerse patente el problema de la escasez de agua y la se-quía recurrente que, tras la implementación e intensifica-ción de la agricultura de riego durante su segunda mitad, obliga a los agricultores a la perforación de pozos, y mar-ca el inicio de la sobreexplotación y abatimiento de los acuíferos por potentes bombas, sin una visión de cuenca y sin comprender el ci-clo hidrológico y menos aún el de la biodiversidad.

Algunas extinciones documen-tadas de peces endémicos dulce-acuícolas, producto de la sobreex-plotación de acuíferos, ocurrieron en los valles de Sandia y del Potosí en el desértico suroeste del estado de Nuevo León. Éstas fueron las de Cyprinodon longidorsalis, de Charco La Palma, descubierta en 1984 y extinta en 1986; C. veronicae, de Charco Azul, descubierta en 1984

y extinta después de 1994; C. inmemoriam, de La Trinidad, descubierta en 1984 y extinta en 1986; C. ceciliae, de La Presa, descubierta en 1988 y extinta en 1990; Megupsilon aporus y C. alvarezi, del Potosí, descubiertas en 1948 y 1961, respectivamente, y extintas después de 1994. A la fecha, más de 13 especies endémicas de peces dulceacuí-colas se encuentran en México en peligro de extinción y al menos otras cinco se encuentran amenazadas.

En el Desierto Chihuahuense, en la cuenca media del río Conchos, municipio de Julimes (nombrado en honor

Ejemplar macho de cachorrito de Julimes.

Manantial termal Pandeño de los Pando, Perla de Conchos, Chihuahua.

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mediante la reglamentación de su uso, así como su esta-blecimiento como área natural protegida.

Con la finalidad de proporcionar seguridad y certeza jurídica que respalden las decisiones tomadas por la aso-ciación civil y el municipio de Julimes en materia de pro-tección del manantial, el 4 de marzo de 2010 los Amigos del Pandeño, A.C., solicitaron a la Conagua derechos por 80 litros por segundo, de acuerdo con un concepto inno-vador que pone a prueba las “virtudes” de la Ley Nacional del Agua de 1994 en materia ambiental. Se solicita, por primera vez en México bajo los fundamentos relativos a la conservación ecológica, una concesión de agua para uso ambiental no consuntivo para el manantial como sis-tema prestador de servicios ambientales y otorgante de beneficios de interés social que se obtienen o se derivan de las cuencas hidrológicas y sus componentes, incluida, entre otras, la protección de la biodiversidad.

El manantial del Pandeño de los Pando se torna así ejemplo de proyecto de manejo integral adaptativo que involucra herramientas, cálculos y observaciones simples que, no obstante, arrojan resultados que se traducen en importantes beneficios para la gobernanza ambiental y conservación de un sistema en riesgo, que debiera apli-carse a todas las especies de peces dulceacuícolas y sus hábitats que están en riesgo en México. Dicha iniciativa constituye un modelo de sustentabilidad que combina imperativos sociales, económicos, científicos y de con-servación medioambiental en el entorno de estrés hídri-co del Desierto Chihuahuense.

al grupo étnico del mismo nombre), se encuentra un re-fugio ecológico con características muy especiales que han regido la evolución y adaptación del cachorrito de Julimes (Cyprinodon julimes). El manantial termal se co-noce con el nombre de Pandeño de los Pando. Los rasgos más interesantes de este pequeño pez de 5 cm de longi-tud, radican en lo cálido y reducido del área que ocupa y de la cual es endémico. Es uno de los vertebrados acuáti-cos que habitan a mayor temperatura en el planeta (38 a 47 °C), para lo cual parece haber desarrollado una gran cabeza que le permite aprovechar los bajos niveles de oxí-geno disuelto (hasta 22% de saturación) en el agua ca-liente. Vive en una pequeña ciénaga de aproximadamente 742 m2, con aguas termales cuyas características confor-man un sistema frágil sostenido por cianofitas que son los únicos productores primarios relevantes en el ambiente acuático del manantial y los únicos que tienen capacidad de incrementar de manera significativa la concentración de oxígeno en el agua. La primera mención que se conoce del cachorrito en la literatura científica es de Minckley y Minckley (1986), quienes atribuyen a Robert R. Miller y David L. Soltz la colecta de un pez similar a su congénere [también en peligro crítico (Cr) de acuerdo con la Lista Roja de la uiCn, 2007] de San Diego de Alcalá, C. pachy-cephalus, en un hábitat hidrotermal cercano a Julimes, en 1983. El uso continuo que se hace del agua para diferen-tes fines amenaza el acuífero y con ello la existencia de estos singulares vertebrados y de otras especies. Aguas abajo, los escurrimientos se aprovechan para actividades recreativas y posteriormente para el riego parcelario. Los lugareños agricultores, integrantes de la Sociedad de San José de Pandos, constituidos a partir de 2008 como Ami-gos del Pandeño, A.C., acordaron proteger el manantial

Hembra de cachorrito de Julimes.

1 World Wildlife Fund-Programa Desierto Chihuahuense.2 World Wildlife Fund.3 World Wildlife Fund-México.

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conservación de goodeidos,familia en alto riesgo Omar Domínguez1

México cuenta con una gran variedad de ecosistemas marinos, costeros y dulceacuícolas, entre los que des-tacan estos últimos por la presencia de 70 cuencas flu-viales y aproximadamente 70 lagos de tamaño muy variado. Dichos cuerpos de agua representan el hábitat de alrededor de 520 especies de peces, de las cuales 163 son endémicas del país, que equivalen a 65% de las especies descritas en todo Estados Unidos y Cana-dá, con una extensión cuatro veces mayor que México (Miller, 2005). Dentro de este conjunto de especies endémicas se encuentran los goodeines, un grupo de alrededor de 41 especies de peces que habitan exclusi-vamente aguas epicontinentales del centro de México, tienen una peculiar forma de reproducción, y nutri-ción embrionaria.

El centro de México y algunas cuencas aledañas, donde se encuentran los goodeines, son una región considerada por el World Conservation Monitoring Centre de especial interés para la conservación de los peces de agua dulce. Algunas cuencas de esta región presentan una alta densidad poblacional, pues son importantes zonas agropecuarias e industriales, acti-vidades que tienen un impacto negativo en los ecosis-temas acuáticos. Debido a este complejo panorama, es muy probable que cinco especies de goodeidos, Cha-

racodon garmani, Skiffia francesae, Zoo goneticus tequila, Allotoca maculata y A. goslinae, estén extintas y existe el alto riesgo de que se extingan otras dos: Ameca splendens y Allodontichthys polylepis. Por su parte, la legislación mexicana considera 14 especies de goodei-nes en alguna categoría de riesgo (NOM-059-SEMARNAT-

2001), mientras que, usando métodos propuestos por la Unión Internacional para la Conservación de la Na-turaleza (uiCn), se ha concluido que al menos 37 debe-rían estar en alguna de estas categorías (Domínguez et al., 2005). Varios investigadores han señalado la inca-pacidad del actual sistema nacional de áreas naturales protegidas para resguardar áreas con una alta riqueza de especies de goodeines y, más aún, la variabilidad genética de muchas de sus poblaciones.

Debido a la compleja problemática que rodea los cuerpos de agua del centro de México, una medida emergente y de acción rápida es la conservación ex situ de los organismos acuáticos, mientras se dan so-luciones de largo plazo. Desde 1998, el Laboratorio de Biología Acuática de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo ha mantenido y preservado una colección viva de goodeines. Esta iniciativa co-menzó gracias a la ayuda y activa participación de asociaciones de acuaristas de todo el mundo, que

Ciénega de Lerma.

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tuvo como primer objetivo desarrollar las instalacio-nes necesarias para el mantenimiento y reproducción de todas las especies de goodeines que aún existían, para mantener en dichas instalaciones una colección genética y ecológicamente viable de las especies. En 1999 se recuperaron del exilio del que habían sido objeto por más de 20 años dos de las especies extin-tas en la naturaleza (Skiffia francesae y Zoogoneticus te-quila), esta última extinta antes de su descripción en 1998. Actualmente conta-mos con instalaciones en las que se mantienen y re-producen con éxito la to-talidad de las especies aún presentes en los cuerpos de agua del país (aproxi-madamente 36), así como cuatro de las cinco espe-cies presumiblemente ex-tintas en la naturaleza y diversas poblaciones de algunas de las especies en mayor riesgo de extinción. En el laboratorio se desa-rrollan investigaciones so-bre su biología y ecología básica, genética, vulnera-bilidad, posibles causas de extinción o desaparición de algunas de ellas, su for-ma más adecuada de culti-vo y las opciones para la reintroducción y conserva-ción in situ. El proyecto de conservación ha fomenta-do el intercambio de infor-mación y organismos con 34 centros de investigación, universidades, asociaciones no gubernamentales y zoológicos en 15 países de todos los continentes, lo que ha catalizado un esfuerzo inter-nacional en pro de la conservación de este peculiar gru-po de peces.

El mantenimiento en cautiverio no es una solución de largo plazo al problema de conservación que enfren-tan los goodeines, sólo representa una herramienta de acción rápida, que debe ser acompañada por acciones directas de conservación en los cuerpos de agua. Para esto se han planteado proyectos colaterales sobre el uso racional y sostenible de los ecosistemas acuáticos de la región y se ha promovido la creación de zonas de protección para la diversidad de estos y otros orga-nismos que habitan los cuerpos de agua dulce del

centro de México. Un par de ejemplos son las reservas del Lago de Zacapu y el manantial de La Mintzita, en Michoacán, regiones que albergan una alta diversidad de especies de peces, en especial de goodeines, y cuya cercanía con zonas urbanas las ponía en grave riesgo de desaparecer.

Además, se colabora con zoológicos nacionales (por ejemplo, el Zoológico de Mexquitic de Carmona y el de Morelia) e internacionales (el Zoológico de Chester, el de Londres y el de Haus des Meeres en Austria) para impulsar programas de educación ambiental que creen conciencia en la sociedad sobre la importancia de la conservación de las especies de peces nativas.

La conservación de los goodeines es una tarea com-pleja que debe incluir investigación, educación am-biental, conservación y manejo sustentable de los cuerpos de agua donde viven naturalmente.

Hembra (arriba) y macho (abajo) de Zoogoneticus tequila, especie que se supone extinta en la naturaleza.

1 Laboratorio de Biología Acuática, Facultad de Biología, Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo.

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En 1978 se inició el Programa Binacional México-Estados Unidos con el fin de proteger el 100% de ni-dadas en corrales de incubación para lograr su recupe-ración (Márquez, 2007). Con esta medida se aseguraba la permanencia de las nidadas en la playa y por ende el reclutamiento de neonatos para depositarlos en el medio marino. Simultáneamente, el gobierno federal estableció regulaciones pesqueras como la veda total y permanente para todas las especies de tortuga marina (dof, 1990) y el uso obligatorio de excluidores de tor-tugas en las redes de las embarcaciones camaroneras (1993). A partir de 1991 se empezó a notar un incre-mento en el número de anidaciones, así como en el área de distribución de la especie, por lo que las accio-

nes de protección se ampliaron a otros sitios en Ta-maulipas y Veracruz (gráfica 1).

Dada la abundancia de nidadas, en 2008 se acordó trasladar a sitios protegidos solamente 10 000 nida-das en los seis campamentos de Tamaulipas, dejando el resto in situ para su incubación, con lo que se irán recobrando la dinámica natural de la población y las relaciones ecológicas como la de depredador-presa, entre otras. En todos estos años se estima que poco más de 4 millones de neonatos han sido liberados en el medio marino. Una de las metas del Plan Binacio-nal de Recuperación es alcanzar 10 000 hembras ani-dadoras al año, lo cual, de seguir la tendencia como hasta ahora, podría lograrse en 2015. Esto pondría a la especie en posibilidades de cambiarla de la catego-ría de peligro crítico a en peligro de extinción (usfws-nMfs, 1992; tewG, 2000).

recuperación de tortugas marinasAdriana Laura Sarti Martínez1

La sobreexplotación de tortugas marinas, especialmen-te en la década de los sesenta, cuando, al no existir ninguna regulación, se registraron los mayores volú-menes de pesca (Márquez, 1976), matanza de hem-bras, saqueo de nidadas, sobreexplotación ilegal cuyos volúmenes se desconocen y pesca incidental por el uso de diversas artes de pesca, tanto en aguas nacionales como internacionales, puso a todas las especies de tor-tuga en una situación de riesgo. En México las tortugas marinas están catalogadas como en peligro de extin-ción (NOM-059-SEMARNAT-2001). Con el fin de recuperar las diferentes poblaciones, el gobierno mexicano, des-de hace más de 45 años, ha establecido diversas accio-nes para su conservación y manejo; gracias a ellas, ac-tualmente las tortugas del género Lepidochelys muestran una tendencia clara hacia la recuperación. A continua-ción se presentan dos casos de éxito en la recuperación de tortugas marinas.• Tortuga lora (Lepidochelys kempii). Es una especie

endémica del Golfo de México que anida principal-mente en los estados de Tamaulipas y Veracruz. En 1947, gracias al video de un aficionado, se encontró la principal playa de anidación localizada en Rancho Nuevo, municipio de Aldama, en Tamaulipas, donde se estimaron 45 000 hembras anidando al momento de la filmación (Hildebrand, 1963; Márquez, 1994). En 1966 se estableció el primer campamento para la pro-tección de nidadas y crías, y dio inicio el monitoreo de las anidaciones en esta playa (Márquez, 2007). En ese año se contabilizaron apenas un poco más de 5 000 anidaciones, un decremento sustantivo en 19 años. En las décadas de los setenta y ochenta el decremento fue drástico, registrándose menos de 1 000 nidos en Ran-cho Nuevo, debido principalmente al saqueo de nida-das y a la pesca incidental (Tavera, 2007) (gráfica 1).

Hembra anidadora de tortuga lora (L. kempii) en el Santuario Rancho Nuevo, Tamaulipas.

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Fuente: Programa Nacional para la Conservación de las Tortugas Marinas, 2009.

Gráfica 1. Anidación histórica de la tortuga lora en playas del Golfo de México.

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ha sido de poco más de 1 300 000 anidaciones en 2007 (gráfica 2).

La estrategia que México está implementando ac-tualmente para lograr la recuperación de las tortugas marinas es involucrar a las comunidades costeras en la protección de nidadas mediante programas que ofrecen apoyos y alternativas económicas para dismi-nuir la presión sobre las poblaciones de tortugas. Gracias a ello, las comunidades que antes eran sa-queadoras de las tortugas son ahora las aliadas en su conservación.

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• Tortuga golfina (Lepidochelys olivacea). Esta tortu-ga anida a lo largo de casi todas las playas arenosas del Pacífico mexicano. Las principales en México son el Santuario La Escobilla, Oax., una de las más impor-tantes en el mundo (Albavera, 2007), Morro Ayuta, Oax., e Ixtapilla, Mich. Es la especie más abundante y la que soportó mayormente la pesquería legal en Méxi-co. En 1968 se alcanzó el máximo volumen de pesca con 14 500 ton, pero disminuyó durante los siguien-tes años, por lo que entre 1971-1973 se estableció una veda temporal (Márquez, 1976). La sobreexplotación y el saqueo de nidadas ocasionaron un decremento en la población y desaparecieron las arribazones en Mis-maloya, Jal., y Piedra de Tlalcoyunque, Gro. Esto dio pie a emitir el decretó de veda (dof, 1990).

Durante los años ochenta, en gran cantidad de pla-yas se establecieron grupos tanto de universitarios como de organizaciones civiles o gubernamentales para realizar las primeras investigaciones de esta es-pecie y reforzar las acciones de protección. A la fe-cha, cerca de 150 campamentos tortugueros operan en la costa del Pacífico. Con esto, al menos en los tres últimos años, se ha logrado liberar alrededor de 50 millones de neonatos al medio marino anualmente (Conanp, 2007). Aunadas a la protección de hem-bras, nidadas y crías en playas de anidación se han establecido otras medidas relacionadas con la protec-ción del hábitat y con las actividades pesqueras. Los resultados de monitoreo en La Escobilla muestran un incremento importante del número de anidaciones a partir de 1992, donde el máximo histórico alcanzado

Arribazón de golfina (L. olivacea) en el Santuario La Escobilla, Oaxaca.

1 Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas.

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Fuentes: Albavera, 2007; Programa Nacional para la Conservación de las Tortugas Marinas, 2009.

Gráfica 2. Anidación histórica de la tortuga golfina en el Santuario La Escobilla, Oax.

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conservación y recuperaciónde la guacamaya roja Javier de la Maza1

Una de las aves emblemáticas de las selvas húmedas de tierras bajas del sureste de México es, sin lugar a dudas, la guacamaya roja (Ara macao); ave conspicua por sus colo-res, tamaño, algarabía y su costumbre de volar en parejas, formando grupos numerosos que salpican el cielo de rojo.

Lamentablemente, su belleza y docilidad las convier-ten en un blanco importante del comercio de animales exóticos, lo que aunado a la vertiginosa pérdida de su hábitat ha puesto a estos grandes psitácidos al borde de la extinción. En México se distribuía desde Veracruz has-ta el noreste de Chiapas, pero su desmedida captura y la destrucción de las selvas de tierras bajas para la agricul-tura y principalmente para la ganadería, desde la década de los sesenta y aún en el presente siglo, disminuyeron su población a menos de 500 individuos (Íñigo, 1992), restringidos a la cuenca del río Lacantún en el estado de Chiapas. Esta especie está registrada como en peligro de extinción en la NOM-059-SEMARNAT-2001.

La guacamaya roja habita en las selvas altas perenni-folias adyacentes a grandes ríos y prefiere las tierras bajas inundables en donde encuentra su alimento y los árboles de anidación como son el plumillo (Schizolobium pa-rahybum), la ceiba (Ceiba pentandra), el amate (Ficus spp.), la palma de corozo (Scheelea liebmannii) y el palo mulato (Bursera simaruba), entre otros. También se ha registrado recientemente en valles intermontanos hasta los 600 metros de altitud.

En general, la guacamaya roja anida, cada año, en grandes huecos en los troncos de árboles altos y de prefe-rencia aislados, como plumillo, ceiba y amate. La nidada varía de dos a tres huevos, de los cuales normalmente se logra sólo uno de los pollos.

A partir de 1979 se inician los primeros esfuerzos de investigación y monitoreo de la guacamaya roja; primero en 1982, en el ejido Benemérito de las Américas, y pos-

teriormente, por iniciativa de sus pobladores, en el ejido Reforma Agraria. Desafortunadamente estas iniciativas no lograron el impacto y la continuidad necesarios para enfrentar la dimensión del problema.

En 1992 se realiza el primer monitoreo de la pobla-ción de la guacamaya roja en la cuenca del Lacantún, obteniéndose una estimación de 200 parejas (Íñigo, 1992) y se define esta zona como el último relicto para la conservación de la especie en México. A partir del acervo de información obtenido y la experiencia de cam-po acumulada, en 2003 Natura y Ecosistemas Mexica-nos, A.C., inició en la Estación Chajul el proyecto de conservación y recuperación de la guacamaya roja en la cuenca del río Lacantún, que incluye seis líneas de ac-ción. A continuación se mencionan sus avances.

Investigación. Se ha obtenido importante información sobre la distribución geográfica de la guacamaya roja en el área, encontrándose parejas anidantes en los valles in-teriores de los ríos Tzendales, Negro, Tziminjá y Lacanjá, lo que extiende significativamente su distribución dentro de la Reserva de la Biosfera de Montes Azules (rbMa).

Protección del hábitat. La presencia de la Estación Chajul, aunada a la consolidación de la Conanp y la Pro-fepa en la zona, así como el apoyo del gobierno del esta-do de Chiapas, han permitido conservar con éxito la selva de la rbMa, sobre todo en las zonas consideradas prioritarias para la guacamaya roja. Desafortunadamen-te, en la región colindante de Marqués de Comillas, há-bitat también importante, la vegetación ribereña ha su-frido reducciones considerables, desde el inicio de su colonización hasta finales de los setenta. Recientemente, la puesta en operación del Programa de Pago por Servi-cios Ambientales de la Conafor ha iniciado un proceso de conservación de los fragmentos de selva remanentes, aún significativos para esta especie.

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duos rescatados y rehabilitados y, sobre todo, que se ha detenido la declinación de la población de esta especie en la zona.

Los esfuerzos realizados para la permanencia de la guacamaya roja en la cuenca del río Lacantún se mani-fiestan hoy día por los diversos grupos de 20 a 25 indi-viduos que vuelven a pintar de rojo el cielo y los árboles de la Selva Lacandona.

Protección de los árboles de anidamiento. Durante la temporada de reproducción (diciembre-junio) se moni-torean los árboles ocupados con nidos, tanto en terre-nos de la rbMa como en la zona ejidal de Marqués de Comillas, para su protección. En el caso de los terrenos ejidales se realizan acuerdos con los propietarios de las parcelas para su participación remunerada en el cuida-do del nido y la permanencia del árbol. Anualmente se protegen entre diez y catorce nidos, lo que permite ga-rantizar la incorporación de un promedio de catorce pollos volantines a la naturaleza, sin ningún tipo de ma-nipulación.

Rescate y rehabilitación. Los pollos que se rescatan de los nidos amenazados por incendio, tala del árbol de anidamiento o por su accesibilidad para ser capturados por los comerciantes de fauna son criados en la Estación Chajul por personal especializado. Lo mismo se hace con los ejemplares decomisados por la Profepa, para ser rehabilitados. A la fecha, el éxito de crianza, rehabilita-ción y posterior liberación es de 100% y se han podido reintegrar un promedio de cuatro individuos al año.

Difusión y educación ambiental. Se desarrollan diferen-tes actividades de difusión con los pobladores locales sobre la problemática de la destrucción de la selva y, en particular, de las especies emblemáticas en peligro de ex-tinción, como es el caso de la guacamaya roja. Asimis-mo, en los últimos siete años se han realizado campañas televisivas con el apoyo de Fundación Azteca, por medio del concurso nacional de dibujo “¡Que viva la Selva La-candona!”.

Fortalecimiento a la vigilancia. Las estaciones Chajul y Tzendales se han constituido en las bases operativas fun-damentales para las acciones de vigilancia de la Conanp y la Profepa en la zona del río Lacantún, lo que ha permi-tido una presencia continua para disminuir el comercio intenso que se realizaba de esta especie en el pasado.

En los siete años de operación del proyecto podemos mencionar como resultados concretos que se conservan 150 000 ha del hábitat necesario para la supervivencia de la guacamaya roja; que se ha asegurado la integra-ción a la naturaleza de 98 pollos volantines y 28 indivi-

Pareja en su nido a 30 m de altura, en una ceiba.

1 Natura y Ecosistemas Mexicanos, A.C.

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conservación del quetzal Gerardo J. Cartas,1

en el triunfo Javier de la Maza2

de la Sierra Madre. En 1984 dieron comienzo los primeros estudios de esta ave en la región de El Triunfo, con el fin de conocer la biología de la es-pecie y proponer la creación de un área protegida federal, con la que culminaran los esfuerzos inicia-dos varios años atrás. Algunos de los resultados de sus investigaciones fueron, por ejemplo, descubrir que la temporada de reproducción comienza en el mes de enero, con el cortejo en grupos de 6 a 12 individuos, los cuales, durante marzo y abril, se separan en parejas que buscarán un árbol con el tronco hueco lo suficientemente podrido para adaptarlo como su nido. En el hueco del tronco, tanto la hembra como el macho incuban un par de huevos de color azul verdoso que darán como re-sultado el nacimiento de los pollos, que a los 25 días abandonan el nido para comenzar su vida fue-ra de él realizando un viaje en busca de alimento; primero al lado de sus padres y finalmente llegan a ser autónomos en un par de semanas. También se desarrollaron los estudios para conocer la dieta del que tzal y se encontró que se alimenta principal-mente de frutos de árboles de la familia de las lau-ráceas (aguacatillos) y de animales pequeños como lagartijas, grillos, ratones pequeños y mariposas.

Por medio de estudios con tecnología como la radiotelemetría, los investigadores del ihn dieron a conocer los movimientos locales de esta ave, que se desplaza en un radio de hasta 10 kilómetros desde el lugar de anidación, así como sus movimientos altitudinales. Esta información fue fundamental para definir los límites del área protegida, logrando en 1990 la expedición del decreto federal que creó la Reserva de la Biosfera El Triunfo y que, precisa-mente en el presente año, festeja su vigésimo ani-versario de proteger el quetzal y el pavón, entre otras especies importantes. La reserva fue operada por el ihn hasta 1996, cuando el área pasó al mane-jo de la Comisión Nacional de Áreas Naturales Pro-tegidas.

En la década de los ochenta era toda una odisea poder observar un individuo de quetzal en el área de El Triunfo; las estimaciones de su densidad eran de un individuo por cada 16 hectáreas (Cartas, 1983). En el presente, gracias a la protección que ofrece el anp El Triunfo, se estima una población de tres individuos por cada 16 hectáreas.

El quetzal es un ave de mediano tamaño con plu-maje de color verde iridiscente en el dorso, en am-bos sexos. Los machos se diferencian de las hem-bras por tener el pecho de color rojo y dos largas plumas que cubren la cola, que alcanza hasta un metro de longitud. Se trata de una de las aves más bellas y admiradas del mundo. En la época prehis-pánica fue considerada como la representación de Quetzalcóatl y Kukulkán, la serpiente empluma-da, debido a que durante su vuelo las largas plu-mas cobertoras de la cola ondulan en el aire de manera similar al movimiento reptante de estos reptiles.

El primer hombre de ciencia en observar y reco-lectar esta magnífica ave fue José Mariano Mociño, notable médico, naturalista y botánico novohispa-no, originario de Temascaltepec, Estado de Méxi-co, integrante de la Real Expedición Científica a la Nueva España (1787-1803) dirigida por Martín Sessé. Por esta razón, el nombre científico de la especie, cuando fue descrita formalmente para la ciencia en 1809, está dedicado a Mociño. A este respecto, Javier Lozoya (1984) menciona: “En esa ocasión, Pablo de la Llave clasificó el quetzal gua-temalteco, hermosa ave colorida de la que Mociño había disecado dos ejemplares. El discípulo deci-dió honrar a su maestro llamando al quetzal Pharo-machrus mocinno”.

El quetzal se distribuía ampliamente desde Chi-riquí, en Panamá, hasta el Istmo de Tehuantepec, en los bosques nublados húmedos por encima de los 1 200 metros de altitud y con precipitaciones pluviales superiores a los 3 000 mm anuales. Ac-tualmente, por la destrucción de su hábitat y por la cacería de la que fue objeto para la obtención de sus plumas, su distribución en México ha quedado reducida prácticamente a la Sierra Madre de Chia-pas y la zona limítrofe de los Chimalapas, en Oaxa-ca. Como ejemplo de lo anterior podemos mencio-nar que para obtener las plumas para confeccionar la réplica del penacho de Moctezuma, que se exhi-be en el Museo de Antropología de la ciudad de México, se sacrificaron más de 50 quetzales ma-chos cazados solamente en las Lagunas de Monte-bello (Miguel Álvarez del Toro, com. pers.).

El Instituto de Historia Natural (ihn), bajo la di-rección visionaria de Miguel Álvarez del Toro, im-pulsó desde los años setenta diversos esfuerzos para la conservación de áreas representativas de los ecosistemas de Chiapas, incluida la nubliselva

1 Zoológico Regional Miguel Álvarez del Toro, Chiapas.2 Natura y Ecosistemas Mexicanos, A.C.

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Quetzal (Pharomacrus mocinno), en la Reserva de la Biosfera El Triunfo, Chiapas.

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Págs. 56-57 →Matorral xerófilo. Área de Protección de Flora y Fauna Valle de los Cirios, Baja California.

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el pavón, ave emblemática de chiapasGerardo J. Cartas,1 Javier de la Maza2

Su descubrimiento para la ciencia por George R. Gray en 1844 y las primeras observaciones publicadas por F.D. Godman y O. Salvin en 1860 son producto del auge de las expediciones de recolecta, formación de coleccio-nes y publicación de descripciones de un gran número de nuevas especies que realizaron por todo el mundo y, en este caso, en Centroamérica y México, los naturalistas ingleses durante la época victoriana.

El pavón es un ave de la familia de los crácidos (ga-lliformes americanas), como las chachalacas, los hoco-faisanes y las pavas, que habita a partir de los 1 700 metros de altitud en la Sierra Madre de Chiapas, en

montañas cubiertas por densos y exube-rantes bosques, extremadamente húme-dos, conocidos con los nombres de nu-bliselva o bosque de niebla. Esto se debe a que permanecen cubiertos por bancos de neblina por más de 200 días al año y además presentan una precipitación pluvial anual por encima de los 4 000 mm, lo que ocasiona que los troncos y ramas de los árboles estén cubiertos completamente por musgos, líquenes y gran cantidad de plantas epífitas como bromelias, orquídeas y helechos.

El pavón destaca, de entre todas las aves conocidas, por presentar una pro-minencia ósea a manera de cuerno recu-bierta por piel de color rojo coral sin plumas, en la parte superior de la cabe-za. Este cuernecillo crece con la edad. El pavón se reproduce en el pequeño pe-riodo de sequía que corresponde a los meses de marzo y abril; sus pollos tie-nen la capacidad de volar y caminar a los pocos minutos de haber nacido. El nido se construye entre las epífitas de las ramas de los árboles a más de 25 me-tros de altura.

El pavón es de hábitos muy tranquilos y puede permanecer inmóvil por más de una hora en la misma rama sin apenas mover la cabeza. A este respecto, Álvarez del Toro (1980) menciona: “Cuando es sorprendido en el suelo vuela a una rama y se ‘congela’, muy erguido, inmóvil, con sus conspicuos ojos blancos notablemen-te destacados contra lo oscuro del follaje, todo dando la sensación de que es una ave de otros tiempos”. Se alimenta de gran

Hace aproximadamente 30 millones de años, en el pe-riodo Terciario, cuando predominaba un clima muy hú-medo, en una antigua península montañosa aislada por los mares del Cenozoico (Cóbrar, 2006) se desarrolló una gran variedad de organismos. La evolución diferen-ció estos organismos de sus ancestros de las cordilleras sudamericanas, formando un conjunto de especies úni-cas, endémicas, entre las que sobresale un ave de gran tamaño y de apariencia extraña: el pavón (Oreophasis derbianus). Actualmente esta especie sólo habita en Méxi-co en lo que fueran esas montañas aisladas, hoy la Sierra Madre de Chiapas.

Pavón (Oreophasis derbianus) en el bosque mesófilo. Reserva de la Biosfera El Triunfo, Chiapas.

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variedad de frutos carnosos y jugosos, hojas y retoños de árboles como la mora y los aguacates silvestres, y compar-te el hábitat con el quetzal.

El pavón está considerado en peligro de extinción, de acuerdo con la NOM-059-SEMARNAT-2001, debido a su res-tringida distribución, la destrucción de su hábitat, la dis-minución de sus poblaciones por depredadores natura-les y por la cacería de que ha sido objeto, ya que su carne es muy apreciada por los pobladores locales. Además, Álvarez del Toro señala que “nunca ha sido común el pavón”.

Ahora se conoce más acerca de su distribución geo-gráfica y de la especie, gracias a estudios desarrollados por investigadores del Instituto de Ecología, A.C., perso-nal del Instituto de Historia Natural del Estado de Chia-pas (ihn) y de la reserva. Esta ave fue elegida por Álvarez del Toro como emblema del ihn desde la década de los sesenta, ya que siempre la consideró como una ave chia-paneca por excelencia.

Hace unas décadas, ante la lentitud y posible fracaso de las acciones para la conservación del pavón in situ, se inició una estrategia alternativa de su conservación en cautiverio desarrollada por varias instituciones guberna-mentales y privadas integradas en un Comité Binacional

México-Guatemala para la Conservación del Pavón y su Hábitat. El Comité emprendió un programa de repro-ducción ex situ llevando un registro detallado de cada ejemplar que se mantiene en cautiverio con la finalidad de garantizar la viabilidad genética.

Sus poblaciones en las partes altas de la Sierra Madre de Chiapas, protegidas desde 1990 en la Reserva de la Biosfera El Triunfo, afortunadamente se han empezado a recuperar gracias a las políticas de manejo, vigilancia, difusión y educación ambiental desarrolladas durante más de 20 años por el desaparecido Instituto de Histo-ria Natural del Estado de Chiapas, la Conanp y, desde hace unos años, con el apoyo del Fondo El Triunfo. El conjunto de acciones de protección ha propiciado la reproducción de la población silvestre del pavón a tal grado que, hoy día, un ave como ésta, que estuvo a punto de desaparecer del planeta, puede ser observada fácilmente en la reserva durante su periodo de repro-ducción en una visita de tan sólo tres días.

1 Zoológico Regional Miguel Álvarez del Toro, Chiapas.2 Natura y Ecosistemas Mexicanos, A.C.

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El cóndor de California (Gymnogyps californianus), del griego gymnos, desnudo, y gyps, buitre, es sin lugar a dudas el ave voladora más grande de Norteamérica, ya que llega a medir hasta 3 m de envergadura y pesar alre-dedor de 10 kg. Se han encontrado restos fósiles de cón-dor de California del Pleistoceno, de entre 9 500 y 16 000 años de antigüedad, en los estados de Florida y Nueva York, en la costa del Pacífico, en Nevada, Arizona, Nuevo México, Texas y en el norte de México (Emslie, 1987).

A finales de los setenta y principio de los ochenta, por causas desconocidas, hubo una rápida disminución de la población silvestre, que redujo su distribución a las montañas del noroeste de Los Ángeles, California. Esto llevó a la dramática decisión de capturar a los últimos cóndores silvestres para iniciar su reproducción en cau-tiverio y evitar su extinción. En los últimos ocho años se ha duplicado su número poblacional como resultado de un intensivo programa de reproducción en cautiverio

que llevan a cabo los zoológicos de Los Ángeles y de San Diego, y que es el com-ponente principal del Plan de Recupera-ción del cóndor de California.

Desde el año 2002, la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales, por medio del Instituto Nacional de Ecología, y el U.S. Fish and Wildlife Service, por medio de la San Diego Zoological Society, llevan a cabo un proyecto binacional para recuperar al cóndor de California en su área de dis-tribución al norte de Baja California, mediante la reintroducción de cuatro a cinco ejemplares al año en el área natu-ral protegida Parque Nacional Sierra de San Pedro Mártir.

La población de cóndores en México está confor-mada exclusivamente por individuos que nacieron por incubación artificial y fueron criados a mano con títeres que semejan un individuo adulto de cón-dor. El método de reintroducción consiste en el ma-nejo y el seguimiento intensivos de cada ejemplar. Para apoyar el mantenimiento del buen estado físico de los cóndores se les suministra alimento suple-mentario y se observa y registra su comportamiento individual y en grupo.

Para conocer el proceso de establecimiento de la población reintroducida se colectan datos diarios de la actividad y los desplazamientos de cada cóndor, mediante técnicas de radiotelemetría y de transmisión satelital con Gps. A partir de los datos de ubicación de los cóndores se construyen mapas que representan los rangos de vuelos en escala espacio-temporal. Des-

el cóndor de california Elvia de la Cruz,1 Edward Peters,1 Juan Vargas,2 regresa a méxico Catalina Porras,2 Mohamed M. Saad,2 Michael Wallace2

Cóndor anillado volando en territorio mexicano.

Cóndor en la Sierra San Pedro Mártir.

Distribución del cóndor de California en Baja California, 2009.

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guir alimento, agua, refugio y buenas zonas para ani-dación, además de que ha aprendido a identificar a sus depredadores. Este resultado refleja el gran es-fuerzo y apoyo realizado por las organizaciones parti-cipantes y muestra un significativo avance en la con-servación y recuperación de especies prioritarias en nuestro país.

de su liberación en 2002, los límites de desplaza-miento abarcan al norte la Sierra Juárez, al sur la Sie-rra de San Pedro Mártir (sspM), al este la Sierra de San Felipe y al oeste las laderas y cañones de la sspM (véa-se mapa).

En la Sierra de San Pedro Mártir el proceso de esta-blecimiento de la población de cóndor de California se desarrolla exitosamente gracias a que se liberan en el Parque Nacional, que está en buen estado de con-servación, y al profundo conocimiento de la biología de la especie.

Sin embargo, los pollos nacidos en el medio natu-ral no han tenido éxito hasta el momento. En 2007 nació el primer pollo de cóndor en México en el lado este de la sspM. Esta primera pareja anidó en un nido de águila real abandonado, cuyo piso contenía mate-rial orgánico que no era apropiado para el desarrollo del pollo, lo cual probablemente ayudó a la prolifera-ción de un ectoparásito que se alimenta de sangre (Haematosiphon inodora), el cual se encontró en el nido al inspeccionarlo y fue la posible causa de la muerte del pollo. En 1953 Kofford notó que tres ni-dos de cóndor estaban infestados de este parásito (Snyder y Snyder, 2000).

En el año 2008, la misma pareja estaba en trata-miento por intoxicación con plomo. Una nueva pa-reja anidó en las laderas noroeste de la sspM y se tuvo como resultado un huevo, que casi completó el periodo de incubación. Al analizar el huevo se ob-servó un agujero en el cascarón de aproximadamen-te 1 mm de diámetro. Esto probablemente ocasionó la perdida de humedad necesaria para que el pollo lograra eclosionar.

En 2009, las dos parejas reproductoras anidaron. En el caso de la primera, completaron el periodo de incubación, abandonando posteriormente el nido. La segunda pareja anidó nuevamente en el lado oeste de la sierra, y tuvo un pollo, el cual vivió durante cinco meses y posteriormente se encontró muerto en la base del nido que estaba a gran altura.

Este año de 2010, estas dos parejas reproductoras ya cuentan con mayor experiencia y han cambiado los sitios de anidación a lugares más favorables, lo cual nos hace esperar que los pollos sobrevivan.

Hasta mayo de 2010 se contaba con una población de 17 cóndores en libertad, de los cuales ocho son hembras y nueve machos, y cuatro en cautiverio, tres de los cuales son juveniles y serán liberados este vera-no. Se tiene programado además el arribo de seis cón-dores jóvenes para este año.

En Baja California se espera contar con al menos 20 cóndores en libertad para el año 2012, y a largo plazo con 20 parejas reproductoras. Es un gran pro-greso para el cóndor, considerando que la población liberada proviene del cautiverio, que haya logrado adaptarse al medio silvestre gradualmente para conse-

1 Instituto Nacional de Ecología, Semarnat.2 San Diego Zoological Society.

Grupo de cóndores liberados.

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el flamenco rosa del caribey su conservación Ramiro Rubio1

medales de importancia internacional que se encuen-tran en riesgo de desaparecer o sufrir severas modifi-caciones. Gracias a un conjunto de acciones, como la elaboración de un programa de manejo, la regulación de la actividad salinera, la realización de actividades de educación ambiental en las comunidades locales, las acciones de restauración y por haber puesto en marcha en 1995 un programa operativo anual de tra-bajo, en 1996 se retiró del registro de Montreux.

En 1999 Ría Lagartos fue decretada Reserva de la Biosfera para proteger las principales zonas de anida-ción. Su programa de manejo señala todas las accio-nes necesarias para ese propósito. Ese mismo año se desarrolló de forma conjunta entre la dirección de la Reserva de la Biosfera Ría Lagartos y la Organización Niños y Crías, A.C., el “Programa Integral para la Conservación del Flamenco Rosa del Caribe en la Pe-nínsula de Yucatán”, cuyos objetivos principales son proteger los sitios de anidación, alimentación y las fuentes de agua dulce; estudiar la demografía y los movimientos migratorios de la población, así como promover la educación ambiental.

Entre 1999 y 2009 se llevaron a cabo diversas ac-ciones de restauración del principal islote de anida-ción (Punta Mecoh), la rehabilitación de los manan-tiales cercanos a los sitios de anidación (Petén Hu y Chiquilá Emal), la construcción de pasos de agua en las principales carreteras, la colocación de boyas en los cables de conducción eléctrica que cruzan los hu-medales y una campaña para convertir el flamenco en un símbolo, en 11 puertos costeros de Yucatán.

Desde 1954 se cuenta con datos del número de individuos de flamenco, pero a partir de 1999 se han venido realizando conteos de manera sistemática desde la isla Holbox hasta el área de Los Petenes en

El flamenco rosa del Caribe (Phoenicopterus ruber) es una especie carismática cuya distribución en México se restringe a los humedales costeros de la Península de Yucatán. Su biología es bien conocida, así como el ámbito de sus movimientos en las diferentes épocas del año. Anida, principalmente, en la cuenca de El Cuyo, en la Reserva de la Biosfera Ría Lagartos, y uti-liza todos los humedales costeros como zona de res-guardo, alimentación, cortejo, apareamiento e inver-nación.

Los asentamientos humanos, la interrupción de flujos hídricos por la construcción de carreteras y la extracción de sal han provocado pérdida de hume-dales costeros. Estos impactos causaron inundacio-nes y afectaron las zonas de anidación del flamenco. Además, el descuido de los animales domésticos tra-jo consigo la presencia de perros ferales que atacan las colonias anidantes. Afortunadamente, los esfuer-zos realizados en los últimos 20 años por los gobier-nos federal y estatal, organizaciones no guberna-mentales, las comunidades y la iniciativa privada han gestado una historia de éxito en la protección de esta especie y su hábitat.

Las acciones de protección para los humedales cos-teros de la Península de Yucatán se remontan a 1979, cuando se decretaron como zonas de refugios faunís-ticos las regiones conocidas como Ría Lagartos y Ría Celestún. En 1986 Ría Lagartos se convirtió en el pri-mer humedal mexicano de importancia internacional inscrito en la lista Ramsar, debido a que poseía el ma-yor número de parejas anidantes (80%) del flamenco rosa del Caribe; sin embargo, en 1990 fue inscrita en el registro de Montreux, en el cual se enlistan los hu-

Distribución del flamenco rosa del Caribe en la Península de Yucatán.

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* Pérdida total de huevos por fenómenos naturales.

Anidamiento y nacimiento de pollos de Phoenicopterus ruber.

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(Morales Leal, com. pers.), a 1 050 km de distancia; en el Parque Nacional de Everglades, en Florida, a 803 km (Arengo, 2005), y en el Refugio de Vida Sil-vestre de Aransas, en la costa de Texas, a 1 178 km de distancia (Petra Hockey, com. pers.). Gracias al moni-toreo y anillamiento podemos afirmar que los indivi-duos que se distribuyen en México son parte de una metapoblación del Caribe.

Gracias a la continuidad del programa se han con-solidado los instrumentos de gestión para la protec-ción del hábitat del flamenco y los pobladores de la costa de Yucatán se han comprometido a su con-servación mediante el aprovechamiento ecotu-rístico. Hoy, el flamenco es el símbolo de Yucatán, representa uno de los mayores atractivos turís-ticos y una de las princi-pales fuentes de ingresos para las áreas naturales protegidas del estado.

el estado de Campeche. La población de flamencos tuvo un incremento sustancial entre 1999 y 2005 de 27 227 a 43 602 individuos, inducido por las accio-nes de conservación, manejo y educación ambiental. Sin embargo, en 2006 y 2007 el número de flamen-cos mostró un descenso a 16 724 y 28 113 indivi-duos, respectivamente, porque las colonias fueron perturbadas por inundaciones (Migoya y Tabasco, en prensa). Es muy posible que en esos años los flamen-cos hayan utilizado sitios de anidación alternativos, como la isla de Cuba o Las Bahamas. Por tal motivo, en noviembre de 2007 se creó el Grupo para la Con-servación del Flamenco Caribeño, formado por ocho países, para realizar, entre otras actividades de inter-cambio, censos simultáneos para conocer el tamaño real de la población. Al comparar datos de censos históricos se detectó, por ejemplo, que en 2004 y 2005 se dieron condiciones de sequía en el Refugio de Flora y Fauna Río Máximo, principal sitio de ani-dación en Cuba (Morales Leal, com. pers.), con una baja en el número de nacimientos. Al mismo tiempo, se incrementó la anidación en la Reserva de la Biosfe-ra Ría Lagartos, lo que confirma la posibilidad de movimiento de estas aves hacia otros sitios de anida-ción disponibles (véase la gráfica).

El anillamiento de flamencos nacidos en Yucatán entre 1999 y 2009 ha servido para conocer la capaci-dad de los flamencos para volar grandes distancias. Individuos marcados en Yucatán se han registrado en el Refugio de Flora y Fauna Río Máximo, en Cuba

Anidamiento de Phoenicopterus ruber. Reserva de la Biosfera Ría Lagartos.

Juvenil de flamenco rosa, anillado.

1 Ex director de la Reserva de la Biosfera Ría Lagartos.

Se agradece la partici-pación de “Niños y Crías”, A.C., en la consolidación de estos proyectos.

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conservación Lorenzo Rojas,de los mamíferos marinos Óscar Manuel Ramírez1

La historia de la conservación de estas especies en nuestro país data de hace casi un siglo, cuando el presi-dente Obregón, respondiendo a una solicitud de Alfonso L. Herrera, expidió un decreto prohibiendo la cacería de los mamíferos marinos en aguas mexicanas (Aurioles, 1993). Desde entonces un conjunto de medidas de pro-tección del hábitat y de las especies ha permitido mante-ner las poblaciones y recuperar varias de ellas.

En México está prohibido el aprovechamiento extrac-tivo de mamíferos marinos en virtud de la modificación al artículo 60 de la Ley General de Vida Silvestre, excep-to con fines de investigación y educación superior.

La NOM-059-SEMARNAT-2001, que identifica las especies en riesgo, incluye 44 de mamíferos marinos, de las cua-les 37 pertenecen al orden Cetacea, seis al Carnivora y uno al Sirenia. De éstas, 84.1% (37) están sujetas a pro-tección especial, 2.3% (1) está amenazada, 11.4% (5) en peligro de extinción y 2.3% (1) probablemente ex-tinta en el medio silvestre: la mencionada foca monje del Caribe.

México es pionero en el fortalecimiento de las capaci-dades humanas para el estudio de los mamíferos mari-nos y en la formación de nuevos profesionistas. En 1979 se fundó una de las primeras sociedades científicas del mundo dedicada a mamíferos marinos, que cambió de nombre en 2000 a Sociedad Mexicana de Mastozoología Marina (Somemma), y a cuyas reuniones asisten alrede-dor de 250 participantes entre expertos y estudiantes.

México tiene una excepcional diversidad de mamíferos marinos gracias a su extenso litoral (11 122 km) y a su gran variedad de ambientes costeros derivada de la interac-ción de procesos geológicos, oceanográficos y atmosféri-cos en el tiempo y el espacio (Guerrero Ruiz et al., 2006).

En aguas mexicanas se encuentran mamíferos mari-nos migratorios y residentes, de distribución cosmopoli-ta e incluso endémicos, como la vaquita. México cuenta con ocho de las 13 familias de cetáceos (ballenas, delfi-nes y marsopas) existentes, que contienen 39 de las 78 especies conocidas, además de una especie de sirenios: el manatí del Caribe (Trichechus manatus manatus); tres Phocidae, la foca elefante (Mirounga angustirostris) y la común (Phoca vitulina) (y la considerada extinta foca monje del Caribe, Monachus tropicalis); dos Otariidae, el lobo marino de California (Zalophus californianus) y el lobo fino de Guadalupe (Arctocephalus townsendii), y un Mustelidae, la nutria marina (Enhydra lutris) (Urban Ra-mírez y Rojas Bracho, 1999).

La explotación comercial de varias especies de mamífe-ros marinos en aguas mexicanas por norteamericanos, europeos y en algunos casos japoneses llevó al borde de la extinción a la foca elefante, al lobo fino de Guadalupe y a las ballenas gris, jorobada y azul. La foca monje del Caribe fue explotada de manera intensiva desde la llegada de los españoles y el último reporte confirmado de su presencia data de mediados del siglo xx, por lo que se le considera extinta en el medio natural (Le Boeuf et al., 1986).

Lobos marinos en el Mar de Cortés.

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sido severamente explotadas; entre ellas cabe mencionar la gris, la jorobada, con 20 000 individuos, y la azul, con 2 000 a 3 000 en el Pacífico noroeste. Actualmente se está implementando uno de los programas más intensos e in-tegrales, a escala mundial, para evitar la extinción del úni-co mamífero marino endémico de México: la vaquita (Pho-coena sinus), cuya población se estima en 245 individuos. A diferencia de las acciones de conservación en otros paí-ses, este programa incluye varios aspectos, incluidos bio-lógicos, pesqueros y socioeconómicos, y la participación activa de todos los actores (pescadores, autoridades y or-ganizaciones civiles), primero por medio del grupo Alto Golfo Sustentable y actualmente mediante el Órgano de Evaluación y Seguimiento.

Es importante destacar que estas especies, alguna vez severamente amenazadas, son uno de los atractivos turísticos de mayor importancia para nuestro país, esti-mándose que la derrama económica, sólo por la obser-vación de ballenas en México con fines turísticos, as-ciende a 9 077 843 dólares, con un crecimiento anual de 7% (Hoyt e Íñiguez, 2008).

Asimismo, la Semarnat, dentro del Programa de Con-servación de Especies en Riesgo (Procer), ha elaborado va-rios planes de acción para conservar mamíferos marinos como la vaquita, el manatí, las ballenas jorobada y azul, y se encuentran en elaboración los Programas de Protección Regional para las ballenas azul y jorobada, a fin de dar ope-ratividad al acuerdo que declara área de refugio para las grandes ballenas a todas las aguas del territorio nacional.

En 2008 el Instituto Nacional de Ecología creó la Coor-dinación de Investigación y Conservación de Mamíferos Marinos, con sede en Ensenada, BC. Este grupo provee el sustento científico para la toma de decisiones sobre manejo y conservación de cetáceos y pinnípedos. Tanto el ine como la Conanp trabajan de manera conjunta con universidades y centros de investigación nacionales e internacionales en la conservación de los mamíferos marinos en México.

De esta forma, el conjunto de políticas de protección de México ha desempeñado un papel importante en la recu-peración de especies que estuvieron al borde de la extin-ción: la foca elefante, que se consideró extinta en la década de 1880, y cuya población actual se estima en alrededor de 150 000 individuos, y el lobo fino. Así también, todas las poblaciones de ballenas que se encuentran en aguas de México han recuperado sus poblaciones después de haber

Principales medidas adoptadas por méxico para la protección de los mamíferos marinos

Pinnípedos1918 Se publica el acuerdo que prohíbe la caza del lobo marino en los Islotes Coronados. Boletín Oficial de la Secretaría de Agricultura y Fomento, 7 de octubre.1928 Se publica el acuerdo por el que se declara Zona Reservada para la Caza y Pesca de Especies Animales y Vegetales la Isla Guada-lupe, Baja California, y las aguas que la circundan. Secretaría de Agri-cultura y Fomento, 16 de agosto.1933 Se publica el acuerdo que establece la veda total e indefinida para la captura de elefante marino y lobo fino. dof, 24 abril.2005 Se publica el decreto que recategoriza a Isla Guadalupe como Reserva de la Biosfera. dof, 25 de abril.sirenios1934 Se establece por 10 años la veda relativa a la captura del ma-natí. dof, 9 de julio.1981 Se decreta la veda total y permanente del manatí. dof, 26 octubre.1996 Se decreta la Bahía de Chetumal, Quintana. Roo, como san-tuario del manatí. dof, 10 de junio.cetáceos1933 México se adhiere a la Convención de Ginebra para la protec-ción de las Ballenas. dof, 16 de julio.1949 México se adhiere a la Comisión Ballenera Internacional al suscribir la Convención Internacional para la Regulación de la Caza de la Ballena. dof, 9 de marzo.1972 Se decreta la Laguna Ojo de Liebre como Refugio de Ballenas y Ballenatos, el primero en su tipo en el mundo. dof, 14 de enero.1979 Se decreta la Laguna de San Ignacio como Refugio de Ballenas y Ballenatos y Zona de Atracción Turística-marítima. dof, 16 de julio.1980 Se incluyen las lagunas Guerrero Negro y Manuela en el com-plejo Laguna de Ojo de Liebre como Zona de Refugio de Ballenas. dof, 28 de marzo.1988 Se decreta la Reserva de la Biosfera El Vizcaíno, en la que se inclu-yen las lagunas de Ojo de Liebre y San Ignacio. dof, 30 de noviembre.1993 Se incluyen las Lagunas de Ojo de Liebre y San Ignacio en el

listado de Patrimonio Cultural y Natural de la Humanidad, del progra-ma El Hombre y la Biosfera, de la unesCo. Diciembre. Se decreta la Reserva de la Biosfera Alto Golfo de California y Delta del Río Colorado para proteger varias especies, entre ellas la vaquita. dof, 10 de junio.1994 Se publica la NOM-012-PESC-1993, que establece medidas para la protección de la vaquita y la totoaba en el Golfo de California. dof, 29 de junio.2000 Se publica la NOM-131-SEMARNAT-1998, que establece linea-mientos y especificaciones para el desarrollo de actividades de obser-vación de ballenas, relativas a su protección y la conservación de su hábitat. dof, 10 de enero.2002 Se publica el acuerdo por el que se establece como Área de Refugio para Proteger las Especies de Grandes Ballenas de los Subór-denes Mysticeti y Odontoceti las zonas marinas que forman parte del territorio nacional y aquéllas sobre las que la nación ejerce su sobe-ranía y jurisdicción. dof, 24 de mayo.2005 Se establece el Plan de Acción de América del Norte para la conservación de la ballena jorobada. Canadá, Estados Unidos y México. Comisión para la Cooperación Ambiental.2008 Se publica el Plan de Acción de América del Norte para la Conservación de la Vaquita de la Comisión de Cooperación Ambien-tal. Se crea el Programa de Acción para la Conservación de la Especie Vaquita. Semarnat. Febrero.instrumentos relativos a los mamíferos marinos en general1991 Se reforma el art. 245 bis del Código Penal para el D.F. en ma-teria de fuero común y para toda la República en materia de fuero federal (1931) por el art. 420, que especifica las sanciones para quien capture, dañe o prive de la vida a algún mamífero marino o recolecte y comercialice sus productos o subproductos. dof, 30 de diciembre.2000 Se publica la Ley General de Vida Silvestre, que en su art. 60 bis específica que ningún ejemplar de mamífero marino podrá ser sujeto de aprovechamiento extractivo, ya sea de subsistencia o co-mercial. dof, 3 de julio.2002 Se publica la NOM-059-SEMARNAT-2001, Protección ambiental-especies nativas de México de flora y fauna silvestres-categorías de riesgo y especificaciones para su inclusión, exclusión o cambio-lista de especies en riesgo. dof, 6 de marzo.

1 Ambos autores, Centro de Investigación Científica y de Educación Superior de Ensenada.

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recuperación de la ballena grisLorenzo Rojas,1 Jorge Urbán2

Desde hace muchos años, la ballena gris (Eschrich-tius robustus) ha sido importante para los seres hu-manos, y ha convivido con ellos cumpliendo dife-rentes propósitos y adquiriendo diversos valores. En general, esta interacción ha tenido consecuen-cias negativas para las ballenas, llevándolas al bor-de de la extinción, como ocurrió debido a la caza comercial. Actualmente sólo existen dos poblacio-nes de ballena gris, ambas en el Pacífico Norte: la noroccidental o coreana y la nororiental o de Cali-fornia. La primera es la población de ballenas bar-badas más amenazada del mundo, con menos de 120 individuos. La segunda, en las costas de Nor-teamérica, es la única población que se considera recuperada después de una intensa explotación co-mercial; se estima que actualmente existen más de 20 110 individuos (Rough et al., 2008). Este gran contraste se debe a que: a] los países del área cum-plieron e hicieron respetar la protección contra la caza comercial decretada por la Comisión Ballenera Internacional; b] la intensa cooperación entre Méxi-co y EUA, y c], quizá lo más importante, la protec-ción de dos de las lagunas de reproducción y crian-za de la ballena gris por parte de México.

La población nororiental migra más de 9 000 km, en grupos segregados por sexo y edad, siguien-do la línea de costa desde los mares de Bering, Chukchi y Beaufort, donde se alimenta durante el verano, hasta la costa occidental de la Península de Baja California y el Golfo de California, para repro-ducirse de diciembre a abril, con un pico de abun-dancia a mediados de febrero. Las primeras balle-nas en emprender su migración hacia el sur son las madres preñadas, seguidas por hembras que ovula-ron recientemente, machos adultos, hembras in-maduras y al final machos inmaduros. La mayoría de las ballenas permanece durante el invierno en la costa occidental de la Península de Baja California. Las ballenas preñadas se congregan en lagunas y bahías de aguas someras y protegidas donde, des-pués de una gestación de 13 meses, nacen los balle-natos que miden de 4 a 4.5 m y pesan de 600 a 800 kg. La migración hacia el norte generalmente se inicia a mediados de febrero y continúa hasta prin-cipios de mayo. Los ballenatos serán alimentados por sus madres hasta los ocho meses de edad, mo-mento en que finalmente se independizan (Rice y Wolman, 1971; Reilly et al., 2009).

Ballena gris (Eschrichtius robustus).

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San Ignacio de 1996 a 2007, es decir, un promedio de 14 000 al año.

En la temporada 2006 se estima que 28 518 per-sonas pagaron por observar ballenas grises en sus lagunas de reproducción: 10 595 en la Laguna Ojo de Liebre, 6 816 en la Laguna San Ignacio y 11 107 en el complejo lagunar de Bahía Magdalena (Hoyt e Íñiguez, 2008). Estos turistas realizaron gastos directos en esta actividad por 1 471 348 dólares e indirectos por 13 066 937 dólares.El valor de la ballena gris ha variado en los últimos cien años, de la cacería al turismo de observación, actividad motivada por el interés en su conserva-ción y que recupera los esfuerzos de un movimien-to ambientalista en el mundo que muestra y crea valores respecto a los ecosistemas y las especies que los habitan (Medellín et al., 2009).

La caza comercial de la ballena gris se llevó a cabo a lo largo de la costa de Norteamérica, desde Baja California hasta los mares de Bering y Chukchi. Debido a que los registros de capturas son muy pobres no es fácil determinar cuántas ballenas se cazaron y cuál era el tamaño de la población antes de ser ex-plotada. La caza de estas ballenas en México por la flota extranjera, princi-palmente europea y norteamericana, co-menzó en el complejo lagunar de Bahía Magdalena, donde las presas fueron principalmente las hembras adultas y las crías del año (Urbán et al., 2003). La estimación más reciente del número de ballenas cazadas en aguas mexicanas por la flota ballenera extranjera entre 1846 y 1874 es de al me-nos entre 5 076 y 5 961 ballenas (Reeves et al., 2010), a las que hay que sumar las cazadas desde las estaciones de tierra en Baja California, que pro-bablemente fueron 236 (Reeves y Smith, 2010). De acuerdo con Rice y Wolman (1971), la caza redujo la población a 1 000 o 2 000 individuos hacia el primer tercio del siglo xx.

La recuperación de la población de ballena gris sólo puede asegurarse con la coordinación de es-fuerzos intergubernamentales, en los que México lleva gran responsabilidad debido a que aquí se en-cuentran sus áreas de reproducción. La ballena gris es la ballena más estudiada, conocida y legalmente protegida en México. Las medidas que el gobierno ha tomado para la protección de la ballena gris van desde su adhesión a los acuerdos internacionales a partir de los años treinta hasta las leyes y normas nacionales recientes y los decretos de áreas natura-les protegidas.

La importancia de la protección de las principa-les lagunas de reproducción de la ballena gris en la recuperación de su población es reconocida inter-

nacionalmente y se utiliza como ejemplo de cómo las áreas naturales protegidas pueden influir en la recupe-ración de especies en peli-gro (Hoyt, 2005). Paralela-mente, en estas lagunas se desarrolló otra forma de aprovechamiento de este recurso natural mediante la actividad turística de observación de ballenas en su medio natural, con más de 166 000 visitantes en las lagu-nas Ojo de Liebre y

Ojo de Liebre

San Ignacio

Complejo LagunarBahía Magdalena-Bahía Almejas

1 Centro de Investigación Científica y de Educación Supe-rior de Ensenada.

2 Universidad Autónoma de Baja California Sur.

Ballena gris con su cría.

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el lobo fino de GuadalupeLorenzo Rojas, Horacio de la Cueva1

Las medidas de protección que implementó el gobierno mexicano a partir de 1928 para la protec-ción del lobo fino y la Isla Guadalupe han sido esenciales para su sobrevivencia. Además de las medidas de manejo hubo otros factores que contri-buyeron a la conservación de la especie y el creci-miento de la población: Isla Guadalupe fue un re-fugio natural contra los cazadores debido a su lejanía de la costa y al difícil acceso a las playas,

producto de las condiciones de oleaje de gran potencia y la presencia de grandes acantila-dos. Asimismo, el escaso nú-mero de animales que sobre-vivieron y que realizan viajes largos en busca de alimento hizo que su caza no fuera re-dituable (Gallo et al., 2005).

Aunque el enmallamiento en artes de pesca representa un riesgo para los mamíferos mari-nos en general, el aislamiento del lobo fino en Isla Guadalupe y su alimentación en aguas oceá-nicas, lejos de las aguas costeras donde hay más redes agalleras, han protegido a la especie de ser víctima común de la pesca.

En el siglo xix el lobo fino (Arctocephalus townsen-dii) fue casi exterminado por cazadores de pieles provenientes principalmente de Norteamérica y Europa, y en 1897 se creía extinto. Se desconoce el tamaño de la población antes de que fuera explo-tada. Una idea del que pudo haber tenido se puede apreciar en los registros de caza; a pesar de que los registros están incompletos, se cree que entre 1806 y 1890 se sacrificaron hasta 52 000 lobos en islas

mexicanas por flotas ex-tranjeras (Reeves et al., 1992). Es una especie no migratoria cuya distribu-ción histórica se extendía desde Monterey Bay, Cali-fornia, a las islas Revillagi-gedo, en México. En la ac-tualidad hay loberas en las islas Guadalupe y San Be-nito, y en San Miguel, en Estados Unidos. Hoy, la NOM- 059-SEMARNAT-2001 cla-sifica al lobo fino como en peligro de extinción. Tam-bién en Estados Unidos es una especie protegida en los niveles federal y estatal. Lobos finos de Guadalupe (Arctocephalus townsendii).

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de la población, la recuperación de esta especie se deberá más a factores no genéticos, como la dispo-nibilidad de alimentos durante la reproducción, y sus efectos sobre la supervivencia de las crías (We-ber et al., 2004).

El grupo especialista de la uiCn/ssC sugiere que se determine cuál es el tamaño de una población sustentable, con el fin de evaluar el estado de la población y desarrollar planes de conservación específicos (Reijnders et al., 1993). La creación del Programa de Acción para la Conservación del Lobo Fino de Guadalupe, de la Comisión Nacio-nal de Áreas Naturales Protegidas, es el medio para desarrollar un plan de manejo para esta es-pecie.

La implementación de medidas sencillas y míni-mas de protección del lobo fino y su hábitat, junto con la prohibición del comercio de sus pieles y el difícil acceso a la isla, han permitido que la especie se vaya recuperando tanto en número como en dis-tribución, salvándola de la extinción.

Como resultado de las medidas de protección y otros factores, la población de lobo fino en Isla Guadalupe se fue incrementando de 3 259 en 1987 a 7 408 en 1993 (Gallo, 1994) y 11 500 en 2008 (Hernández, 2008), dando una tasa prome-dio de incremento de 13.7% anual. El efecto de El Niño y el huracán Darby fueron responsables del 33% de mortalidad de las crías en 1992. No se sabe cómo se vio afectada la población por el even-to de El Niño 1997-1998. Sin embargo, un estudio reciente apunta a que en el archipiélago de San Benito la población se incrementó entre 1997 y 2007 de 256 a 2 113, lo que corresponde a una tasa promedio de incremento anual de 18.9% (Au-rioles et al., 2010).

La tasa de crecimiento y las nuevas colonias re-productivas, como las de San Benito, muestran que la especie se recupera exitosamente y que es importante comprender sus interacciones con el ambiente, otros mamíferos marinos, sus recursos de alimentación y las pesquerías artesanales y de altura.

Los estudios genéticos indican que toda la po-blación actual forma un solo stock, que desciende de la misma lobera reproductiva de Isla Guadalupe. A pesar de que hay una pérdida de variabilidad ge-nética asociada a la reducción drástica del tamaño

1 Ambos autores, Centro de Investigación Científica y de Educación Superior de Ensenada.

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conservación del manatí y su situación en méxico Benjamín Morales1

Entre sus amenazas destacan la pérdida, modificación y disturbio de sus hábitats costeros y lagunares, la contami-nación de los cuerpos de agua, su muerte por redes de pesca mal colocadas, caza ocasional, falta de vigilancia en áreas naturales protegidas y una aún limitada participa-ción de la comunidad (Colmenero-Rolón y Hoz-Zavala, 1986; Ortega-Argueta, 2002; Morales el al., 2003).

México le dio protección total a esta especie desde 1991. En octubre de 1996 el gobierno de Quintana Roo decretó la Bahía de Chetumal como Santuario del Mana-tí y, en 1998, el gobierno de Belice decretó a Corozal Bay como Santuario de Vida Silvestre. Ambas acciones prote-gieron toda la bahía, que es compartida por Belice y México y es parte del hábitat de una de las poblaciones de manatíes más importantes de todo el Caribe (O’Shea y Salisbury, 1991; Morales-Vela et al., 2000).

El gobierno federal creó en 1999 el Subcomité Téc-nico Consultivo para la Conservación, Recuperación y Manejo del Manatí en México —ahora Comité—, for-mado por expertos, organizaciones sociales, acuarios y parques privados. Para atender a crías huérfanas y ma-natíes lastimados, el gobierno se ha apoyado en las ins-tituciones y los grupos privados miembros del Comité, poniéndolos bajo su resguardo y cuidados. Con la fina-lidad de incrementar la conciencia pública, el 7 de sep-tiembre, por gestiones del Comité, se celebra oficialmen-te el día nacional del manatí, con un festival ambiental que involucra un creciente número de comunidades en todo el sureste de México. En 2002 el gobierno federal creó el Fondo de Investigación Ambiental para promo-ver la investigación científica enfocada en brindar solu-ciones a los problemas ambientales. En 2006 los hume-dales de Catazajá fueron decretados área natural protegida por el gobierno de Chiapas y es sitio Ramsar desde 2008 (Rodas-Trejo et al., 2008).

La conservación y el manejo de los manatíes y los ecosis-temas costeros en los que viven es una actividad comple-ja que durante 30 años ha requerido la acción sumada de grupos académicos, de los gobiernos federal y de los estados, y de la sociedad civil organizada, para obtener conocimiento biológico sobre la especie, mayor partici-pación social, aplicación de la ley, implementación de acciones de conservación y planteamiento de nuevas es-trategias de conservación.

El manatí del Caribe (Trichechus manatus manatus) es una especie en peligro de extinción. En México su distri-bución es amplia, fragmentada y agregada a los ríos, siste-mas lagunares y bahías desde Veracruz hasta Quintana Roo, incluidos cenotes y caletas (Colmenero-Rolón y Hoz-Zavala, 1986). En el pasado fueron abundantes, pero aho-ra se estima que posiblemente existan solamente de 1 000 a 2 500 manatíes. Su abundancia es pobre en las costas de Campeche y Yucatán (Colmenero-Rolón y Hoz-Zavala, 1986; Morales et al., 2003), en Quintana Roo se calcula que hay de 200 a 250 manatíes y la Bahía de Chetumal congrega la mayor parte de ellos (Morales y Olivera, 1994).

Manatí del Caribe (Trichechus manatus manatus).

Manatí con su cría. Manatí capturado para toma de datos y posterior liberación.

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dos de operación del Comité y consolidar las reservas importantes para los manatíes como la Bahía de Chetu-mal (Morales-Vela, 2004).

Indicadores importantes de logros de su conservación en México son los registros recientes de grupos de mana-tíes en sitios donde ya no se les veía, la creación de redes de varamiento, en coordinación con el servicio de emer-gencia nacional, las festividades anuales, la creciente in-formación científica con uso de tecnología avanzada en-focada en su conservación, la colaboración internacional, la creación de área marinas protegidas y el continuo es-fuerzo de las comunidades por participar en la conserva-ción y el uso sustentable de esta especie, como ocurre en el sistema lagunar de Alvarado, Veracruz, en Catazajá, Chiapas, y en Holbox y Sian Ka’an, en Quintana Roo.

El Comité actualizará en 2010 el paCe-manatí (Progra-ma de Acción para la Conservación de Especies). Se han consolidado varios grupos académicos con investigación de primer nivel para fortalecer la conservación del mana-tí en México. La reproducción en cautiverio se ha logra-do con éxito. Se explora el campo de la rehabilitación de manatíes huérfanos para la reincorporación a su medio y se plantea crear algunos centros de atención y reincorpo-ración de manatíes lastimados. Quintana Roo ya cuenta con uno de ellos. Un número importante de las áreas marinas protegidas federales y estatales en la Península de Yucatán y el Golfo de México confieren protección a poblaciones importantes de manatíes y a sus hábitats.

No obstante los avances, es necesario reforzar los es-fuerzos para conocer la población total de manatíes en México, evaluar las amenazas que persisten, incrementar la participación social en el diseño e implementación de las estrategias de conservación, contar con mayores fon- 1 El Colegio de la Frontera Sur-Chetumal.

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Págs. 72-73 →Guacamaya roja en el río Lacantún. Reserva de la Biosfera Montes Azules, Chiapas.

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la vaquita:esperanza en un futuro compartido Alejandro Robles1

a los 570 individuos, con una mortalidad anual en redes agalleras de 35 o 40 vaquitas. Científicos y organizacio-nes ambientalistas, preocupados por la situación, volca-ron su atención en la vaquita. Las redes agalleras fueron identificadas como las principales responsables de que la vaquita se encontrase en peligro de extinción. Se toma-ron medidas unilaterales que polarizaron el ambiente social y frustraron tanto a los pescadores, que sentían su sustento amenazado, como a conservacionistas, que ad-vertían que de no tomar medidas urgentes la vaquita pronto desaparecería para siempre. Urgencia y confron-tación se unieron para impedir que se creara un futuro en el que pescadores y vaquitas coexistieran como lo hi-cieron durante muchos años.

En 2005, cuando más tensos estaban los ánimos, pes-cadores de altura, ribereños, comercializadores y organi-zaciones civiles nacionales e internacionales, tomando en cuenta los intereses y necesidades de todos, firmaron los Acuerdos de Puerto Peñasco. Este esfuerzo colaborativo dio origen a Alto Golfo Sustentable, un foro en cuyo seno autoridades ambientales y pesqueras, gobiernos estata-les, pescadores y organizaciones civiles consensuaron las políticas y los mecanismos de implementación que hoy conforman el Programa de Acción para la Conservación de la Vaquita Marina (paCe). A partir de ese año, varias acciones concretas han permitido que exista un área de refugio para la vaquita, que el esfuerzo pesquero haya disminuido y que se experimente con nuevas artes pes-queras, mediante novedosos mecanismos que permiten a los pescadores compensar de manera voluntaria las pér-didas que estas rigurosas medidas les ocasionan.

Un reciente y más preciso censo acústico indica que existen alrededor de 250 vaquitas —cien más de las que se estimaban hace un año—, lo que mantiene la esperan-za de un futuro compartido que, en palabras de los pro-pios actores, imaginan y proponen como “Un Alto Golfo orgulloso de su identidad. Sustentable, incluyente, prós-pero, diversificado y competitivo. Que brinde seguridad, equidad, dignidad y calidad de vida a sus habitantes. En armonía con el medio ambiente y la biodiversidad, orde-nado y con un marco jurídico e institucional respetado, justo y eficiente”. En estas palabras, en la convicción y en la voluntad de hacerlas realidad, están la esperanza y la solución.

El alto riesgo de extinción de la vaquita sigue presen-te. El camino hacia el éxito consiste en haber pasado de la confrontación y la urgencia a la colaboración y la arti-culación entre autoridades, pescadores y organizaciones civiles. Esto no es tarea sencilla: se ha requerido la vo-luntad, el compromiso y la continuidad de acciones de

Hace 10 000 años, al terminar la última glaciación, un grupo de marsopas se trasladó del ecuador hacia el norte y quedó atrapado en el Golfo de California. El aislamien-to geográfico y el paso del tiempo dieron origen, en un proceso de especiación, a la vaquita marina (Phocoena sinus), que durante siglos permaneció desconocida. La vaquita es un mamífero del orden de los cetáceos; com-parte muchas características con los delfines. Sin embar-go, se distingue de éstos por su menor tamaño, tener dientes aplanados, no contar con una prominencia nasal larga y por su aleta dorsal triangular. La vaquita también es mucho más tímida que el delfín y no le gusta acercar-se a las embarcaciones.

Al aproximarse la primavera, un majestuoso y robus-to pez, la totoaba (Totoaba macdonaldi), inicia su migra-ción reproductiva desde el sur del Golfo hacia las aguas del delta del río Colorado. A principios del siglo pasado, un puñado de pescadores siguió a este pez hasta estable-cerse en las costas desérticas del Golfo de Santa Clara, Puerto Peñasco y San Felipe. En frágiles canoas impulsa-das a vela y remo, aquellos hombres la pescaban con solapana —un arpón que maniobraban desde la bor-da— cuando las abundantes totoabas estaban congrega-das desovando en la superficie.

Poco después se dieron cambios notables. Los cam-pos pesqueros se transformaron en poblados. El extraor-dinario estuario del delta del Colorado desapareció debi-do a los represamientos río arriba. Llegaron los barcos de arrastre y las canoas se convirtieron en pangas motoriza-das. De usar línea y anzuelo, los pescadores pasaron a usar chinchorros agalleros de algodón y posteriormente de nylon y monofilamento, haciéndose más grandes cada año. La vaquita, a pesar de no ser el objeto de la pesca, compartió la suerte de la totoaba, las tortugas, los tiburones y muchas otras especies, hallándose atrapadas cada vez con mayor frecuencia en estos chinchorros de los cuales es casi imposible escapar.

En 1958, los científicos Norris y McFarland descri-bieron la vaquita como nueva especie, a partir de una osamenta encontrada en 1955. A pesar del hallazgo, la vaquita continuó pasando inadvertida tanto para la co-munidad local como para la internacional. En 1985, 30 años después del primer descubrimiento, la historia se repite: un cráneo y tres vértebras fueron encontrados al norte del Golfo de Santa Clara y pocos días después al-gunos pescadores recolectaron los primeros especímenes completos.

Años más tarde, la estrecha colaboración con los pes-cadores permitió conocer más a las vaquitas y para me-diados de los noventa se estimaba una población cercana

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Semarnat, ine, Conanp, Profepa, Sagarpa, Conapesca, Inapesca y los gobiernos de los estados de Sonora y Baja California, el Cirva, las federaciones de cooperativas pesqueras y las organizaciones civiles nacionales e inter-nacionales. Juntos crean condiciones y estructuras para una gobernanza sólida, que permita que los esfuerzos de ordenamiento, las nuevas artes de pesca, los mecanis-

mos de compensación, la vigilancia participativa y los mercados den sus frutos de manera permanente. Así es-tamos creando un futuro en el que perduren la pesca y las vaquitas.

1 Nos, Noroeste Sustentable, A.C. Agradezco a Iván Rivera sus valiosas ideas y su apoyo en la redacción del texto.

Vaquita marina (Phocoena sinus) en la Reserva de la Biosfera Alto Golfo de California y Delta del Río Colorado.

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El borrego cimarrón (Ovis canadensis), o borrego del desierto, es uno de los seis borregos silvestres de Norte-américa. Los estudios paleontológicos indican que el origen de estos borregos está en Asia y que probable-mente migraron a América hace unos 12 000 años por el Estrecho de Bering. Los borregos silvestres han esta-do presentes en la vida de todas las culturas prehispá-nicas del noroeste de América desde sus orígenes. Hay representaciones de estos óvidos mediante diferentes manifestaciones de arte rupestre en toda su área de dis-tribución.

El borrego cimarrón elige las cimas de sierras altas para forrajear casi todo el año, excepto algunos inviernos cru-dos que se desplaza montaña abajo hacia las cañadas bus-cando resguardo. Las poblaciones de borrego han sido objeto de caza desde tiempos inmemoriales y lo inaccesi-ble de su hábitat fue suficiente para mantener a salvo a los rebaños durante siglos. Sin embargo, la colonización del oeste norteamericano incrementó la presión sobre todos los recursos naturales, y el cimarrón no fue la excepción. Hacia finales de 1800, el gobierno federal inició una serie de monitoreos de fauna silvestre y encontró seriamente diezmadas las poblaciones de borrego cimarrón, por lo que a principios de 1900 se vedó la caza de la especie en

todo el territorio nacional. Esta veda restringía la cacería deportiva y comercial, pero tuvo muy poco efecto sobre la cacería de subsistencia y oportunista. Para 1964, con la idea de evaluar las poblaciones de borrego con fines eco-nómicos, se lanzaron las “cacerías experimentales” que buscaban aumentar el conocimiento de la especie mien-tras se realizaba un aprovechamiento cinegético mesura-do. Diez años después arrancó el Programa Federal del Borrego Cimarrón, cazándose en los siguientes 15 años un estimado de 900 animales en México con exitosos resulta-dos económicos para los organizadores cinegéticos, pero sin beneficio para las comunidades locales.

En 1995, gracias a las posibilidades que ofrece el es-quema de Reserva de la Biosfera, en conjunción con las Unidades de Manejo para la Conservación de la Vida Sil-vestre (uMa), comenzó el Programa del Borrego Cimarrón en tierras del ejido Alfredo V. Bonfil en la Reserva de la Biosfera El Vizcaíno. El reto era implementar un programa de conservación que fuera autosustentable a largo plazo.

Las uMa cambiaron la lógica del aprovechamiento de la vida silvestre. La nueva hipótesis plantea que si el manejo sustentable de los recursos naturales deja utilidades en las comunidades locales, y no en el intermediario como ve-nía sucediendo, tendrá un efecto positivo en la conserva-ción de los recursos y el hábitat. En condiciones óptimas de manejo y sustentabilidad, un ejemplar de cimarrón puede alcanzar un valor de mercado del orden de los 65 000 dólares o más, por lo que su conservación se pue-de convertir en un atractivo esquema de negocio para una comunidad o incluso, a largo plazo, para una región.

El Programa del Borrego Cimarrón comprende tres líneas de acción para ser desarrolladas tanto por el per-sonal del Programa como por la dirección de la Reser-va: 1] Monitoreo y vigilancia participativa; 2] Manejo

manejo y conservacióndel borrego cimarrón Ramón Castellanos1

Borrego cimarrón (Ovis canadensis).

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tro de Visitantes a los pies del Volcán de las Tres Vírgenes, con capacidad para hospedar a 20 personas. Dicha esta-ción hace las veces de base para la vigilancia y operación cinegética, además de funcionar como centro de educa-ción ambiental. También es la base de operaciones de las actividades de ecoturismo del ejido a lo largo del año.

Tal vez lo más relevante es que los ejidatarios han to-mado muy en serio el manejo de vida silvestre, consoli-dando un equipo de manejadores expertos. Ello ha per-mitido que, además de aumentar constantemente el número de borregos y llevar a cabo las acciones de ma-nejo y monitoreo del hábitat, lograran un nivel de ope-ración cinegética que creó una enorme confianza entre los posibles clientes. Dichos clientes son personas apa-sionadas de la conservación de la vida silvestre, asocia-dos de la fundación que agrupa al mayor número de cazadores en el mundo, la Fundación para el Borrego Silvestre de Norteamérica (fnaws).

Así, en 12 temporadas cinegéticas, extrayendo cuatro ejemplares en promedio por año, el programa ha gene-rado cerca de dos y medio millones de dólares que han ayudado a cambiar la visión que los ejidatarios del ejido A.V. Bonfíl tenían de la vida silvestre. Hoy los 156 miem-bros del ejido son conscientes de la enorme diferencia, tanto en términos ambientales como económicos, que hace el contar con una población sana y bien manejada de cimarrones.

de hábitat y de las poblaciones, y 3] Educación am-biental.

En un primer momento se concentraron los esfuerzos en detener los factores de presión sobre la especie y el hábitat: se retiró por completo el ganado introducido, reubicando cerca de 500 semovientes bovinos y equi-nos; se limpiaron y acondicionaron aguajes para facilitar el acceso al agua; se estableció un sistema de vigilancia y monitoreo permanente del hábitat con la población lo-cal; se creó un programa de educación ambiental tanto para comunidades locales como para visitantes.

Se estableció un fideicomiso para el manejo de los recursos económicos que genera el programa y todas las decisiones financieras son tomadas en el pleno de un Comité Técnico, conformado por autoridades federales, estatales, municipales y ejidales. El programa está com-prometido a aplicar 40% de los recursos obtenidos por la cacería a la conservación de los recursos naturales, dentro y fuera del ejido. La tasa de aprovechamiento anual desde 1996 se ha mantenido en cuatro animales en promedio por temporada dentro de la reserva, no obstante que la población de cimarrones al comienzo del programa era de 100 ejemplares y hoy es de más de 250. El personal del programa, integrantes del ejido Alfredo V. Bonfil, ha adquirido un conocimiento detallado de la especie y su interacción con el hábitat. Su presencia y vigilancia en la sierra han reducido la cacería furtiva prácticamente a cero.

A 14 años de manejo de la población de cimarrones la transformación es evidente. El ejido cuenta con un Cen- 1 Espacios Naturales y Desarrollo Sustentable, A.C.

Borregos en la Reserva de la Biosfera El Vizcaíno.

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recuperacióndel berrendo peninsular Ramón Castellanos,1 Víctor Sánchez2

Se estima conservadoramente (Seaton, 1909) que en las extensas planicies de Estados Unidos existió una pobla-ción de berrendo (Antilocapra americana) de más de 40 millones de individuos hasta mediados del siglo xix; in-cluso algunos autores (Shaw, 1995; Wagner, 1978) su-gieren que la población pudo haber fluctuado entre 100 y 300 millones. Sin embargo, en menos de 70 años, du-rante la colonización del oeste norteamericano, las gran-des manadas de berrendos y bisontes fueron abatidas. Actualmente, las poblaciones de berrendo no superan el millón de ejemplares y se distribuyen principalmente en EUA y el suroeste de Canadá.

En México la situación no fue diferente. Las poblacio-nes de berrendo fueron diezmadas debido a la introduc-ción de la ganadería vacuna en el desierto —que compite con el alimento de los berrendos—, a la cacería furtiva y al incremento de los depredadores (coyotes principalmen-te). En la actualidad apenas sobreviven alrededor de 1 600 ejemplares de las tres subespecies que se distribuyen en nuestro país y que se encuentran territorialmente aisladas: A. a. peninsularis, A. a. sonorensis y A. a. mexicana.

En 1993, la población de una de estas subespecies, el berrendo de la península de Baja California (A. a. penin-sularis), era del orden de 200 ejemplares silvestres distri-buidos principalmente en los 3 000 km2 de la zona nú-cleo de la Reserva de la Biosfera El Vizcaíno y algunas planicies del Área de Protección de Flora y Fauna Valle de los Cirios (Sánchez et al., 2006). Esta condición ex-trema ubica al berrendo peninsular en la NOM-059-SEMAR-

NAT y en otros listados de especies en peligro de extin-ción, como la US Endangered Species Act.

Para revertir este inminente proceso de extinción, en 1996 la Secretaría de Medio Ambiente, Recursos Natura-les y Pesca (Semarnap), Ford Motor Company México y sus Distribuidores, y Espacios Naturales y Desarrollo Sustentable, A.C., emprendieron el Programa de Recu-peración del Berrendo Peninsular (prbp) siguiendo tres líneas de acción a partir de una experiencia previa inicia-da en 1982: la cría en semicautiverio de un hato fundador reunido a partir de la captura y crianza de recentales de la población silvestre, el monitoreo continuo de la mana-da silvestre, y la educación ambiental.

En 1998 se capturaron los primeros cinco re-centales y en años subsecuentes otros 24. En 2009, mediante cuidadosas técnicas de repro-ducción en semicautiverio dentro de un encie-rro de 264 hectáreas, habían nacido más de 400 berrendos bajo manejo. El proceso de reproduc-ción del hato está sujeto a un programa de so-porte de su diversidad genética que busca man-tener o incrementar la variabilidad genética a largo plazo.

Aunado a la cría en semicautiverio, se recu-peraron 50 000 hectáreas del hábitat original y casi se eliminó la totalidad de la cacería furtiva gracias a un programa de educación ambiental intensivo que permitió llevar el mensaje de la conservación a las comunidades de la Península. Además, se construyó un centro de visitantes, la Estación Berrendo, en donde se ha recibido a más de 25 000 personas, en su mayoría habitan-tes de las comunidades vecinas. Asimismo, se preparó una exposición itinerante que se ha pre-sentado en más de 300 salones de clase de pri-maria, secundaria, preparatoria y educación su-perior en los planteles de la Península de Baja California.

Después del éxito de haber duplicado la po-blación en cautiverio, se decidió avanzar en un nuevo paso: liberar a los individuos en el hábitat natural. Durante 2004 y 2005 se realizaron re-Crías de berrendo en semicautiverio.

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corridos extensivos en busca de superficies bien conser-vadas de hábitat original que fueran propicias al manejo y que estuvieran (o pudieran estar) libres de actividades ganaderas. Debido a su cercanía a la Estación (45 km) y a la disposición de los propietarios a participar en el prbp, se seleccionó un predio de más de 23 000 ha de hábitat original, sin historia de uso en actividades ganaderas, en la Península de La Choya. En esta localidad se construyó otra estación de campo, una torre de observación e infra-estructura de manejo y crianza de berrendos.

En diciembre de 2005 se traslocaron los primeros 25 berrendos de la Estación a La Choya, los cuales se captu-raron, anestesiaron y trasladaron, uno por uno, durante nueve días, proceso en el que participaron 30 expertos. En enero de 2009 se traslocaron otros 44 berrendos ma-chos y se probaron técnicas nuevas que redujeron la ma-nipulación de los berrendos, y por lo tanto el riesgo de accidentes. En esa ocasión se contó con la participación de manejadores expertos de siete organizaciones nacio-nales y norteamericanas. Por último, en junio de 2009 se implementó una nueva manera de mover grandes mana-das y se logró traslocar 265 berrendos, con 99.7% de éxito, en cinco días, con un equipo de más de 30 exper-tos internacionales.

Se estima que para finales de 2009 la población en La Choya era de 428 berrendos, de los cuales 56 están bajo manejo intensivo, es decir, confinados en un espacio de-limitado, con el fin de controlar varios factores repro-ductivos, incluida la posible depredación por coyotes. Por otro lado, en el marco del Consorcio Internacional

de Berrendo Peninsular se trasladaron algunos ejempla-res de berrendo peninsular al Zoológico de Los Ángeles, en California, con fines educativos y de investigación de esta subespecie.

Entre 2009 y 2010 se realizó una amplia gestión con diversas instituciones académicas para continuar con una tercera etapa para la recuperación del berrendo y su hábitat. Así, las acciones se extendieron al Área de Pro-tección de Flora y Fauna Valle de los Cirios, B.C., con el propósito de recuperar una superficie de 21 000 hectá-reas adicionales, con un cerco perimetral excluidor de ganado que permita el libre tránsito de la fauna silvestre. En principio, durante 2010 se reintroducirán en este nuevo sitio 50 ejemplares producto de la crianza de in-dividuos de berrendo en semicautiverio de La Choya.

En los 13 años que ha operado el Programa se han realizado esfuerzos muy notables que han requerido una inversión de más de 30 millones de pesos, lo cual de-muestra que el costo de restaurar es mucho mayor que el de conservar. De los 200 individuos que existían en 1993, se estima que actualmente la población total de berrendo peninsular es de 600 individuos. Si los esfuer-zos continúan se espera que en 10 años la población lle-gue a ser del orden de los 1 500 ejemplares. Éste es un ejemplo de que las áreas naturales protegidas son un es-pacio fundamental para la recuperación de las especies en peligro de extinción.

Manada de berrendos (Antilocapra americana).

1 Espacios Naturales y Desarrollo Sustentable, A.C.2 Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas.

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recuperación del lobo mexicanoCarlos Galindo1

Después de 30 años de extinción local, 12 manadas del lobo mexicano vuelven a depredar ciervos y vena-dos bura y sus célebres aullidos se pueden escuchar en Arizona y Nuevo México. El lobo mexicano fue extirpado, primero de Estados Unidos y más tarde de México, debido a incansables campañas de erradica-ción. Afortunadamente, la percepción social sobre los lobos cambió en los años setenta y sus poblaciones empiezan a recuperarse a partir de siete individuos, gracias a los esfuerzos de cooperación entre ambos países. Actualmente hay alrededor de 50 lobos en vida silvestre y 300 más en cautiverio. Con la reintro-ducción del lobo mexicano hemos aprendido muchos aspectos de su ecología que nunca hubiéramos llega-do a conocer y se ha iniciado la recuperación de una de las especies más carismáticas pero menos com-prendidas de México.

El lobo mexicano (Canis lupus baileyi), una de las subespecies más pequeñas de lobo gris, se distribuía en Arizona, Nuevo México y Texas en Estados Uni-dos, y en Sonora, Chihuahua, Coahuila, Nuevo León, Durango, Zacatecas, Aguascalientes, Jalisco, San Luis Potosí y Guanajuato, llegando hasta Oaxaca. Con ma-nadas de tamaño reducido, sus poblaciones en los ambientes áridos nunca fueron muy abundantes. Des-de que llegaron los pioneros al suroeste de Estados Unidos acompañados de ganado, las campañas de erradicación del lobo se fueron sofisticando e incluían potentes venenos, trampeo, armas de fuego, hasta la formal intervención del gobierno de Estados Unidos. Tan solo entre 1915 y 1925, 900 lobos fueron elimi-

nados en Arizona y Nuevo México, y para principios de los años cuarenta los últimos lobos de Arizona fue-ron cazados. Sin embargo, cada año los lobos de México cruzaban la frontera hacia el norte, por lo que en 1949, en la Convención Nogales, la Asociación Fronteriza Mexicano-Norteamericana promovió una campaña de erradicación en México, con la justifica-ción de su impacto negativo en la ganadería y la trans-misión de rabia. En 1976 la subespecie del lobo mexi-cano fue incluida en la Ley de Especies en Peligro de Estados Unidos. En México, la Norma Oficial 059 lo consideró inicialmente en 1994 como en peligro de extinción y para 2001 pasó a la categoría de probable-mente extinto en la vida silvestre.

Entre 1977 y 1980, Roy McBride capturó cinco lo-bos silvestres (cuatro machos y una hembra preñada) en Chihuahua y Durango, que fueron enviados para su protección al Museo del Desierto de Arizona-Sono-ra en Tucson, Arizona. Con esta acción se inició el programa binacional de cría en cautiverio del lobo mexicano para su reintroducción. Desde estas captu-ras no se han obtenido pruebas confiables de la pre-sencia del lobo en México. Para 1995, a partir de tres individuos (una hembra y dos machos), la población en cautiverio creció a 107 individuos. Pasaron 15 años para que se aceptaran, no sin controversias, dos linajes más para disminuir los posibles problemas de consanguinidad: el linaje Ghost Ranch y el linaje Ara-gón. El primero consistía en un macho del sur de Ari-zona atrapado en 1959 y una hembra de Sonora atra-pada en 1961. El linaje de Aragón consistía en dos

lobos de los mantenidos en cauti-verio de 1965 a 1995 en el Zooló-gico de San Juan de Aragón, de procedencia silvestre incierta. Una camada completa de Aragón se en-vió en 1981 para el proyecto de reproducción y repoblación del Instituto de Ecología en la Reserva de la Biosfera La Michilía, en el es-tado de Durango, en donde conti-núa su reproducción en cautiverio hasta la fecha.

Actualmente, la población de lo-bos en cautiverio es de alrededor de 300 en 49 centros, de los cuales aproximadamente 100 individuos se encuentran en México. Todos los lobos mexicanos actuales proceden de los siete individuos originales.Distribución potencial histórica del lobo gris mexicano.

Fuente: Martínez Gutiérrez, Martínez Meyer y Servín, 2006.

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pecie Lobo Gris Mexicano, en el que se definen seis regiones potenciales para su reintroducción. En la Sierra Madre Oriental se consideran la Sierra del Carmen en el norte de Coahuila y las serranías de Nuevo León y Tamaulipas, mientras que en la Sierra Madre Occidental se considera una zona norte (So-nora y Chihua hua) y una zona sur (Durango y Zaca-tecas). Para que la reintroducción sea efectiva, estas zonas deben mantener poblaciones saludables de las presas del lobo y debe haber mecanismos de con-cientización y compensación en caso de daño para la población local. Después de 30 años de ausencia es-peramos que esta vez el lobo mexicano sea bien reci-bido y mejor tratado.

En 1998 se inició el proyecto de reintroducción del lobo mexicano liberando 11 individuos, en tres grupos familiares, en el área de recuperación del lobo Sierra Azul en el este de Arizona (17 740 km2). En 2000 continuó la reintroducción en el territorio apa-che de Nuevo México (6 319 km2). Estas regiones mantienen poblaciones abundantes de dos presas de importancia para los lobos: el venado bura y el cier-vo o wapiti. La reintroducción, seguida de un ex-haustivo monitoreo de los animales, ha proporciona-do valiosa información sobre la ecología del lobo, que nunca antes se había obtenido. Por ejemplo, las manadas del lobo mexicano ocupan áreas de mayor tamaño que sus parientes norteños. En Arizona y Nuevo México cada manada ocupa áreas que van de 150 a 1 746 km2, con un promedio de 578 km2.

En México se integró el Subcomité Técnico Con-sultivo Nacional para la Recuperación del Lobo Mexicano en 2007 y dos años más tarde se publicó el Programa de Acción para la Conservación de la Es-

1 Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Bio-diversidad.

Lobo mexicano (Canis lupus baileyi).

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dunas de yesode cuatrociénegas Julio Carrera1

la NOM-059, pero muy importantes para la retención de suelos, como el mezquite (Prosopis glandulosa), el sotol (Dasylirion palmeri) y la yuca (Yucca treculeana).

Este fenómeno, único en México y uno de los más importantes de su tipo en Norteamérica, se perdía irremediablemente hasta que una asociación civil y una universidad unieron fuerzas para luchar por la conservación de este sitio. Finalmente, el 7 de no-viembre de 1994 se decretó al Valle de Cuatrociéne-gas como área natural protegida en la categoría de Área de Protección de Flora y Fauna.

Después de más de 30 años de explotación de los llamados arenales de Cuatrociénegas se logró su cierre temporal en el verano de 1996. Ese mismo año la em-presa solicitó la ampliación de la explotación a dos nuevos predios; las autoridades federales no sólo no aceptaron la explotación de los nuevos predios, sino que suspendieron el aprovechamiento del predio en uso, basándose en la falta de sustento legal a sus peti-ciones. Después de un sinnúmero de batallas, la con-troversia fue finalmente resuelta de acuerdo a derecho el 30 de mayo de 1996 y así el gobierno del Estado conjuntó esfuerzos con Pemex y adquirió 83 hectá-reas de dunas para dedicarlas a la conservación.

Parte de la población local reaccionó negativamen-te por el cierre de la empresa, debido a la pérdida de empleos, pero con el tiempo fueron aceptando la ini-ciativa. De esa manera se termina un interesante epi-sodio en la lucha por la conservación de los recursos naturales de nuestro país.

Los procesos naturales conti-nuaron, los cortes de la maquina-ria y las huellas de las orugas van desapareciendo conforme las par-tículas restablecen las dunas; este proceso continuará en la medida que los elementos que lo originan sean salvaguardados. Sin embar-go, la amenaza sigue existiendo, ahora en la forma del aprovecha-miento abusivo del agua que defi-nitivamente está dejando su hue-lla en el número y la extensión de los afloramientos en forma de po-zas que arrastran el material del que se forman las dunas.

Al vertiginoso ritmo de seis camiones diarios de 28 m3 cada uno, estábamos perdiendo una de las maravillas naturales de México: las dunas de yeso del Valle de Cuatrociénegas. El aprovechamiento comenzó alre-dedor de 1966; la pureza del yeso (sulfato de calcio hidratado) de las dunas, estimado en 95%, las con-vertían en un tesoro industrial natural; de manera simplista, se podría decir que era cuestión de encos-talar y vender.

La formación de las dunas tiene su origen en el Mesozoico, cuando emergen las sierras de Coahuila y el mar se reduce formando la península de Coahui-la. Los depósitos de yeso indican la línea costera y la recesión (retiro) del mar. La manera en que se constituyen las dunas obedece a dos causas princi-pales: primero, al afloramiento de agua con canti-dades abundantes de sales disueltas, principalmen-te sulfatos y carbonatos; segundo, al evaporarse el agua quedan las sales precipitadas en la superficie y son arrastradas por el viento. El tamaño de las par-tículas permite que sean llevadas a grandes distan-cias, dando origen a los depósitos que forman las dunas o arenales, como se les conoce localmente.

Las dunas de yeso, las segundas más grandes en su tipo en América, constan de una superficie de arenas móviles de aproximadamente 200 hectáreas. Son há-bitat de por lo menos cinco especies de plantas endé-micas con algún tipo de protección, entre las que des-tacan Machaeranthera gypsophilla, M. restiformis y Dyssodia gypsophilla, y otras especies no enlistadas en

1 Comisión Nacional de Áreas Na-turales Protegidas, Semarnat.

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cie de la isla Espíritu Santo, la cual consistió en delimitar 36 lotes que en conjunto ocupaban 90 ha, colindando en cerca de 3 km con la Zona Federal Marítimo-Terrestre en la playa denominada La Bonanza, ubicada en el litoral oriente de la isla Espíritu Santo cerca de su extremo sur. En una de las parcelas se inició una construcción con fines comerciales, en violación de lo dispuesto por el de-creto antes mencionado.

Algunas organizaciones civiles y ciudadanos de La Paz se acercaron a la Fundación Mexicana para la Educación Ambiental, A.C. (Fundea), para pedir su intervención y apoyo con el objeto de lograr la protección eficaz de la isla y el cumplimiento del decreto evitando la construcción no sólo de esa primera infraestructura, sino de otras edi-ficaciones a llevarse a cabo en el resto de los lotes privati-zados y vendidos. El peligro inminente consistía en sentar un precedente negativo en Espíritu Santo que podría re-petirse en el resto de las islas, poniendo en entredicho la posibilidad de cumplir con el decreto presidencial y ga-rantizar la conservación de la flora y la fauna en ellas.

La Procuraduría Federal de Protección al Ambiente in-tervino y ordenó suspender la obra, lo cual notificó al propietario del terreno de la parcela, quien interpuso un amparo que fue resuelto por un tribunal federal en la ciu-dad de Mazatlán a favor de la Profepa, multando al pro-pietario y obligándolo a demoler la construcción ilegal.

Ante esas circunstancias, Fundea se comprometió con la Semarnap, así como con la Secretaría de la Reforma Agraria, a negociar con el ejido Alfredo V. Bonfil condi-ciones que permitieran aceptar una expropiación con-sensuada que de acuerdo con la ley tendría que llevar a cabo el presidente de la República, y también se ofreció a recabar los recursos necesarios para cubrir el monto de la indemnización resultante del decreto expropiatorio.

El proceso tomó poco más de tres años y concluyó el 23 de febrero de 2003 con una ceremonia llevada a cabo en la ciudad de La Paz, en la cual el presidente de la Re-pública entregó a los integrantes del ejido Alfredo V. Bonfil, vía el Fideicomiso Nacional de Fomento Ejidal (Fifonafe), la indemnización correspondiente por la ex-propiación de las tierra de uso común de la isla Espíritu Santo, que fueron donadas a la nación mexicana, repre-sentada por la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas, con el propósito de dedicar dichas tierras a la conservación a perpetuidad.

En cumplimiento con su compromiso, Fundea logró negociar y llevar a cabo la adquisición de 33 de las 36 parcelas privatizadas en la playa La Bonanza y procedió a donarlas a la nación mexicana por medio de la Comi-sión de Avalúos de Bienes Nacionales.

La isla Espíritu Santo es sin duda uno de los sitios más bellos de este planeta. Su superficie de 10 000 hectáreas, con aproximadamente 50 km de litorales; está atravesada por distintas cordilleras montañosas en dirección este-oeste, de una altura máxima de 1 200 m sobre el nivel del mar, y extraordinarios acantilados de piedra volcáni-ca a lo largo del litoral oriente, en colores rosas, ocres, grises y negros, y tiene numerosas caletas en el litoral poniente formadas por el gradual descenso de las cordi-lleras hasta el mar, playas de fina arena blanca y aguas de colores que van del verde turquesa intenso al azul oscu-ro, en las aguas más profundas que circundan la isla.

Su vegetación es variada y está bien conservada, y hay presencia de manglares en alguna de las ensenadas, así como cactáceas, copales e infinidad de otras especies re-presentantes de la flora desértica.

El 2 de agosto de 1978 fue publicado en el Diario Oficial de la Federación el decreto presidencial que creó la zona de reserva y refugio de aves migratorias y de la fau-na silvestre en diversas islas situadas en el Golfo de Baja California, entre las cuales se encuentran las de Espíritu Santo y la Partida, recategorizada como área de protec-ción de flora y fauna, mediante acuerdo de la Semarnap de fecha 30 de mayo de 2000, publicado en el Diario Oficial de la Federación el 7 de junio del propio año. Como parte del decreto se plantea la prohibición de per-turbar la flora o fauna de dichas islas. La isla Espíritu Santo era la única en el Golfo de Baja California bajo el régimen de propiedad ejidal desde 1976.

De acuerdo con las modificaciones a la Constitución Política aprobadas en el año de 1992, se otorgó a los ejidatarios la posibilidad legal de cambiar el régimen de propiedad ejidal a privada y, como consecuencia, poder enajenar sus tierras.

En 1999 el ejido Alfredo V. Bonfil llevó a cabo una parcelación de las 10 000 ha que constituyen la superfi-

la isla espíritu santo, Manuel Arango, Rodolfo Ogarrio 1

ejemplo de participación social en la conservación

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Ciencia y la Cultura (unesCo) de dicha zona de reserva como Patrimonio Natural de la Humanidad. Lo ante-rior se logró el 14 de julio de 2005 en Durban, Sudáfri-ca, al reconocer la unesCo el valor universal excepcio-nal del bien registrado.

Conscientes tanto la sociedad civil como las autori-dades de la necesidad de disminuir el grado de vulne-rabilidad de espacios tan extraordinarios como la isla Espíritu Santo y el resto de las islas del Golfo de Cali-fornia, Fundea ofreció a la Semarnat y a la Conalmex trabajar conjuntamente para lograr una protección adi-cional del Área de Protección de Flora y Fauna Islas del Golfo de California, mediante su registro ante la Orga-nización de las Naciones Unidas para la Educación, la

1 Ambos autores, Fundación Mexicana para la Educación Ambiental, A.C.

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Gobierno y sociedad civil: María Andrade,1 Rosario Álvarez,2

conservación de la selva de calakmul Angélica Padilla1

compromisos para garantizar la conservación y pro-tección de dicha superficie en el largo plazo. Las prin-cipales acciones conjuntas a realizar fueron: desarro-llo de un plan de manejo, acciones de inspección, vigilancia, investigación y monitoreo, así como recau-dación de fondos para el manejo a largo plazo.

Cada año se diseña un programa de trabajo con la dirección de la reserva para desarrollar proyectos prio-ritarios. En 2007 se emprendió un trabajo sobre verte-brados terrestres asociados a aguadas, mediante el cual se han registrado (usando cámaras-trampa) 40 es-pecies de fauna, de las cuales destacan 25 con algún grado de protección, entre ellas cinco especies de feli-nos (jaguar, puma, ocelote, tigrillo y jaguarundi), ade-más de los dos ungulados más raros y amenazados del México tropical (el tapir centroamericano y el pecarí de labios blancos). Otras especies registradas son el zopi-lote rey y el hocofaisán, dos de las aves más grandes de la región. A partir de la información obtenida podemos inferir que estamos contribuyendo a la conservación de una parte fundamental de la selva maya, que es el hábitat de la mayor población de jaguares en México y que representa un elemento fundamental para la so-brevivencia del pecarí de labios blancos y el tapir en nuestro país, además de ser una región hidrológica que abastece de agua a una gran parte de la Península de Yucatán y uno de los reservorios naturales de carbono más grandes de México (Ceballos et al., 2002; Galindo-Leal, 1999; García-Gil, 2003; Secaira y García, 2006).

A pesar de lo complejo, largo y costoso del proce-so, la expropiación concertada con participación de los sectores de la sociedad civil ha conseguido en este caso dar certidumbre a la conservación de un área vi-tal para la biodiversidad en Mesoamérica.

La adquisición por sí misma no garantiza la con-servación de esta área en el largo plazo; esta herra-mienta legal se aplicó como paso indispensable para la protección de un hábitat crítico.

La implementación del convenio de colaboración entre la Conanp y la sociedad civil es lo que permite llevar a cabo las grandes acciones para el manejo, la protección y la conservación del área. Aún hay en el convenio acciones pendientes: la estructuración de un fondo patrimonial que garantice el manejo básico a largo plazo y la conversión del área expropiada en la zona núcleo de la rbC.

La conservación en México se ha hecho, histórica-mente, mediante el establecimiento de áreas protegi-das como primer gran paso para lograr la protección legal de la biodiversidad. Estos decretos de creación implican restricciones de uso de la tierra, lo que en ocasiones genera inconformidad, toda vez que los propietarios ven limitados sus derechos de propiedad de manera permanente sin recibir indemnización al-guna (Gutiérrez-Lacayo, 2001).

Un ejemplo de lo anterior sucedió en la Reserva de la Biosfera Calakmul (rbC). A partir de su decreto en 1989, ejidatarios de cuatro comunidades manifestaron su des-acuerdo por las limitaciones y restricciones de uso de sus tierras, ubicadas en la zona de amortiguamiento de la rbC, inconformidad que dio lugar a manifestaciones públicas, bloqueos de carreteras e incluso la privación temporal de la libertad del director de la rbC.

En 2001 se creó una iniciativa para resolver defini-tivamente este problema agrario, bajo el liderazgo de la Conanp y el gobierno del estado, a la cual fue invi-tada la sociedad civil a sumar esfuerzos, capacidades y recursos.

Dadas las características de las tierras (tipo de te-nencia y dimensiones), su ubicación a más de 200 km de los núcleos urbanos y los intereses y expectativas de los dueños, el equipo legal que analizó el caso re-comendó adquirir 151 000 hectáreas de selvas bien conservadas en la zona de amortiguamiento de la Re-serva de la Biosfera Calakmul, vía expropiación con-certada por causa de utilidad pública, misma que fue aceptada por los ejidatarios.

La sociedad civil, por medio de The Nature Con-servancy, aportó 50% de los fondos para la indemni-zación, y dos oficinas de Pronatura (México y Penín-sula de Yucatán), que proporcionaron asesoría técnica y legal, hicieron gestiones locales y contribuyeron en el diseño de las estrategias de conservación para el área. El gobierno federal y estatal contribuyeron con el resto de los recursos económicos.

En 2004 se logró, mediante decreto presidencial, la expropiación concertada por causa de utilidad públi-ca de las 151 000 hectáreas, que pasaron a ser propie-dad de la nación y fueron puestas bajo resguardo de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales.

De manera conjunta, las partes definieron una vi-sión de conservación a largo plazo, la cual incluye la protección del paisaje entero y sus atributos ecológi-cos específicos bajo el régimen de zona núcleo de la rbC. Se firmó un convenio de colaboración entre la Conanp y la sociedad civil, en el cual se asumieron

1 Pronatura Península de Yucatán.2 The Nature Conservancy-México.

Págs. 88-89 →Bosque mesófilo. Área Certificada Comunal de Ixtlán, Sierra de Juárez, Oaxaca.

© Javier de la Maza

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sector social y conservación: el caso de el Zapotal Juan Carlos Faller1

Tras una valoración, los primeros esfuerzos se en-focaron en un conjunto compacto de cinco predios en venta, que sumaban 2 350 ha colindantes con la rbrl. Su importancia biológica se verificó in situ, al comprobarse la presencia de selva bien conservada y de especies indicadoras (orquídeas, grandes feli-nos y monos), así como varios cuerpos de agua tem-porales (aguadas) y permanentes (cenotes).

La importancia estratégica estaba asegurada por su colindancia con la rbrl y su ubicación central en un mosaico de 60 000 hectáreas que contiene las porciones mejor conservadas de selva mediana del norte de Yucatán, y donde el tipo predominante de tenencia de la tierra es ejidal.

Finalmente, el precio se basó en las (muy limita-das) aptitudes de dichos predios para la producción ganadera, lo que significó una buena oportunidad para la adquisición con fines de conservación.

La sugerencia del pnCt de considerar la compra como último recurso fue sopesada, pero se conclu-yó que en este caso era la herramienta necesaria para comenzar la implementación de una estrategia de conservación más amplia en la zona.

Con todo lo anterior, a principios de 2001 se elaboró la propuesta de adquisición, misma que se aprobó para ser financiada en partes iguales por la organización no gubernamental The Nature Con-servancy y el Servicio de Vida Silvestre y Pesca de EUA, mediante la Ley de Conservación de Hume-dales de Norte américa (usfws-nawCa). En el pri-mer semestre de 2002, ppy adquirió los cinco pre-dios mencionados y constituyó una sola propiedad conocida desde entonces como El Zapotal.

A partir de entonces, ppy estableció relaciones de trabajo y colaboración regular con 10 ejidos ve-cinos (alrededor de 40 000 ha), implementando proyectos de capacitación, restauración ecológica, investigación, pago por servicios ambientales, or-denamiento territorial y prevención y combate de incendios.

Desde 2004 ppy ha realizado estudios sobre feli-nos silvestres, registrando las cinco especies de la península y documentando la presencia de una im-portante población de jaguares en la zona (Faller et al., 2007).

De igual manera, a partir de 2006 se implemen-tó el programa de estudio y monitoreo de aves, habiéndose registrado 222 especies (más de 20% del listado nacional), 62 de ellas migratorias, y confirmando que al menos 100 se reproducen

La compra, por parte de Pronatura Península de Yucatán (ppy), de 23 km2 de selva colindante con la Reserva de la Biosfera Ría Lagartos (rbrl), en el nor-este de la Península de Yucatán, se concretó a prin-cipios de 2002. El objetivo fue proteger un hábitat importante para aves y fortalecer la zona de amor-tiguamiento de la rbrl, como parte de una estrate-gia para conservar ecosistemas prioritarios fuera de áreas naturales protegidas. El esquema de trabajo está basado en la colaboración con el sector acadé-mico y con los propietarios vecinos.

La conservación de tierras privadas es —salvo excepciones— una actividad reciente en Latino-américa. En el caso de México, las modificaciones de 1992 al artículo 27 constitucional incluyeron la derogación de la Ley de Tierras Vacantes (Gutié-rrez, 2003), que consideraba como afectable o ex-propiable cualquier predio sin un uso productivo en el sentido tradicional del término.

Dicha derogación significó el surgimiento de ga-rantías para desarrollar esquemas legales con fines de conservación en tierras privadas, complemen-tarios al establecimiento de áreas protegidas gu-bernamentales. En particular, se hizo posible que asociaciones civiles como ppy, cuya misión es la conservación de la biodiversidad, pudieran adqui-rir tierras para dedicarlas a este fin.

En 1996, Pronatura, A.C., inició el desarrollo de su Programa Nacional de Conservación de Tierras (pnCt), con la premisa de que más de 80% de los ecosistemas naturales terrestres de México están en tierras privadas, es decir, en pequeñas propiedades, ejidos y tierras comunitarias (Gutiérrez-Lacayo et al., 2002).

Tras una revisión de la legislación mexicana, Pronatura elaboró un manual con ocho herramien-tas legales para la conservación de tierras y desarro-lló una estrategia institucional para su implementa-ción, haciendo hincapié en una sugerencia: que la compra de tierras sea la última herramienta legal a considerar, pues los costos de adquisición, manu-tención y protección a largo plazo representan una carga demasiado onerosa (Gutiérrez-Lacayo et al., 2002).

En 2000, ppy integró un portafolio de sitios de la península potencialmente aptos para participar en el pnCt, siguiendo criterios de importancia biológi-ca y estratégica, de factibilidad de aplicación de he-rramientas legales de conservación y de oportuni-dad (precio y costo de implementación).

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dentro o en los alrededores de El Zapotal (Wood et al., 2009; P. Wood, com. pers.). Esto confirma que es uno de los sitios más importan-tes para las aves en la Pe-nínsula de Yucatán.

En junio de 2006, El Za-potal fue certificado como área de conservación a per-petuidad por la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (Conanp).

El Área de Conservación El Zapotal (aCez) funciona como una zona real de amor-tiguamiento de la porción oriental de la rbrl; contribu-ye a conservar la representa-tividad y diversidad de espe-cies y ecosistemas priorita-rios; permite mantener una gama de participación con diversos sectores y actores, dirigida por una visión co-mún de conservación y uso sustentable de las tierras, y es pieza fundamental para integrar esfuerzos, recursos y capacidades de otros acto-res en el mejoramiento de la calidad de vida de las co-munidades involucradas. En este último aspecto, el aCez ha sido un factor importan-te en el aumento de incen-tivos para la conservación en tierras ejidales vecinas, tanto por parte del gobierno como de la iniciativa priva-da, lo que significa una opor-tunidad para consolidar esta estrategia y reproducir el modelo en otros sitios prio-ritarios de la Península de Yucatán.

1 Pronatura Península de Yu-catán, A.C. Pareja de jaguares en la Reserva.

Cuerpo de agua temporal.

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reserva ecológica el edén,proyecto de conservación privada

endémicas o en peligro de extinción y tipos muy especí-ficos de comunidades no están protegidos por la actual red de anp. Cubrir de mejor manera esos vacíos y omi-siones de conservación es un reto importante que apenas empieza a ser encarado.

Hace más de una década, un grupo de conservacio-nistas mexicanos adquirió un terreno de aproximada-mente 900 hectáreas en el norte de Quintana Roo, el cual se puso a disposición (servidumbre) de una onG conservacionista sin fines de lucro: la Reserva Ecológica El Edén, A.C. (reee). Esta iniciativa se convirtió en la primera reserva privada dedicada a la investigación so-bre la conservación y el manejo de la biodiversidad en México y en un modelo de espacio protegido para la ex-perimentación en manejo conservacionista de la biodi-versidad. Hoy día, la reee ha adicionado tres propieda-des vecinas (con una superficie aprox. de 3 000 ha) bajo su cuidado y conservación.

El propósito original del proyecto fue evaluar la posi-ble contribución de una pequeña área protegida al cono-cimiento y conservación de la biodiversidad de la Penín-sula de Yucatán. La zona se escogió por la escasez de estudios biológicos, ecológicos, arqueológicos, antropoló-gicos y ambientales en una región despoblada que consti-tuía el último gran reducto por explorar de selvas secas y humedales de la Península.

La zona fue históricamente habitada y deshabitada. Poco se conoce de los antiguos mayas en la zona, pero se sabe que hace poco más de un siglo fue una importante zona maderera. La región ha sido afectada de manera re-currente por huracanes e incendios forestales; los impac-tos naturales y humanos en los ecosistemas de la zona le dan a este sitio un valor científico adicional, lo que es un

atractivo para investigadores de distintas disciplinas.

La reee es quizá una de las pocas áreas protegidas en don-de se estimula la investigación experimental en el manejo y conservación de la biodiversi-dad a largo plazo; sus trabajos de restauración ecológica son ampliamente conocidos y apre-ciados. La información cientí-fica obtenida sobre la diversi-dad biológica, ecológica y quí-mica de la biota es única en el país y constituye un modelo a seguir por otras áreas protegi-das. En su corta existencia se

Durante las últimas dos décadas, la conservación de la biodiversidad en México ha tenido avances importantes mediante la consolidación de un grupo de áreas protegi-das de gran extensión decretadas por el gobierno federal, que cubren hoy cerca de 13% del territorio.

No obstante lo anterior, es conocido el hecho de que la mayor parte de la biodiversidad del país está fuera de las áreas protegidas. El estudio de vacíos y omisiones lle-vado a cabo por la Conabio indica que muchas especies

Hembra adulta de cocodrilo de pantano (Crocodylus moreletii), en el cenote Ayim de la Reserva.

(Izq.): uno de los 14 jaguares (Panthera onca) que habitan en la Reserva, en un acahual dominado por helechos (Pteridium sp.) asociados a las perturbaciones naturales.

(Der.): rana casco de hueso (Tripion petasatus) endémica de la Península, común en la Reserva.

Arturo Gómez-Pompa,1 Marco A. Lazcano,2

Arturo Gómez Barrero,2

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La reee ha aprovechado para fines didácticos los es-tragos de uno de los huracanes (Wilma) más costosos y destructivos de la historia, que a su paso por la zona dejó inundaciones y una infraestructura dañada; los estudios de su impacto ecológico y la recuperación de la vegeta-ción pudieron hacerse gracias a la información existente antes y después del huracán.

A lo largo de 17 años, la reserva ha sido un elemento clave en la conservación regional: participando activa-mente en la prevención, detección y combate de incen-dios forestales; la inspección y vigilancia para evitar la invasión de tierras; el combate a la caza furtiva, y la ex-tracción ilegal de recursos forestales.

Por sus acciones destacadas, la reee obtuvo el Reco-nocimiento a la Conservación otorgado por la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales, por medio de la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas.

La existencia en el largo plazo de este experimento de conservación privada estará fuertemente ligada al apoyo y protección que reciba de autoridades federales, estata-les y municipales, y también al apoyo mediante donati-vos de amigos y filántropos interesados en la conserva-ción del patrimonio biótico de México.

ha convertido en una de las zonas protegidas mejor co-nocidas desde los puntos de vista biológico y arqueoló-gico de México.

La estación de campo “La Sabana” cuenta con las instalaciones básicas para llevar a cabo investigaciones de largo plazo en el área. Como resultado, se han pre-parado 27 tesis de licenciatura, maestría y doctorado; 38 publicaciones técnicas y de divulgación, tres libros con temas sobre arqueología, agroecología, diversidad química, ecología, biodiversidad; se han descubierto varias nuevas especies para la ciencia.

La reee ha probado que existen sitios fuertemente per-turbados que tienen un enorme valor científico. El des-cubrimiento de los humedales de la reee manejados por los antiguos mayas ha sido considerado uno de los más importantes hallazgos científicos de las últimas décadas.

Por medio del Programa Habitatnet, iniciado en El Edén en 1995, y utilizando los protocolos desarrollados por la Smithsonian Institution y el Programa del Hom-bre y la Biosfera (si-Mab), se ha capacitado a más de 700 estudiantes de preparatoria provenientes de México, Es-tados Unidos, Asia y Europa en los métodos de evalua-ción y monitoreo de la biodiversidad. Además, se han impartido múltiples cursos y talleres, y se han organiza-do reuniones educativas, como el Primer Simposio Mun-dial Juvenil para la Conservación de la Biodiversidad, que permiten que los estudiantes aprendan ecología lle-vando a cabo proyectos en el campo.

1 Centro de Investigaciones Tropicales, Universidad Vera-cruzana.

2 Reserva Ecológica El Edén, A.C.3 Universidad Veracruzana.

Vista de los humedales de la Reserva Ecológica El Edén; al fondo se aprecian las instalaciones de la Estación de Investigación “La Sabana”.

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sistema de unidades de manejo Felipe Ramírez,1 para la conservación de la Vida silvestre Ma. Eugenia Mondragón2

Las diferentes políticas de uso del suelo y aprovechamiento de los recursos natura-les, que pueden datarse desde los tiem-pos de la Colonia hasta el presente, han ocasionado en nuestro país una pérdida severa de ecosistemas y de sus servicios ambientales. Particularmente, la limita-ción o prohibición a los propietarios de la tierra del aprovechamiento de los recur-sos silvestres existentes en sus predios, y las concesiones a terceros, ha dejado a la mayoría de los dueños del patrimonio natural del país en una situación de seve-ra marginación económica y social.

Las áreas naturales protegidas (anp) son un instrumento muy importante para la conservación de la biodiversidad; sin embargo, dado que una porción mucho mayor del pa-trimonio natural del país se encuentra fuera del sistema de áreas naturales protegidas, fue necesario desarrollar otros instrumentos de conservación y aprovechamien-to complementarios. Por ello, en 1997, la Semarnap decidió establecer el Programa de Conservación de la

Vida Silvestre y Diversificación Productiva en el Sector Rural, 1997-2000, que constituyó la primera estrate-gia nacional de manejo integral de la biodiversidad mexicana, basada en su aprovechamiento sustentable y que garantizase la conservación, proporcionando un beneficio económico para los dueños de los predios

sujetos a manejo. El componente primordial del Programa fueron las Unidades de Manejo para la Conservación de la Vida Silvestre (uMa), cuya base legal quedó definida en la Ley Gene-ral de Vida Silvestre (lGvs), promulgada el 3 de julio de 2000, y en la que se estableció el dere-cho de los dueños de los terrenos a recibir el beneficio de los productos económicos de las actividades dirigidas al aprovechamiento de su patrimonio natural.

La legislación mexicana en la materia otorga a los dueños de la tierra el derecho al aprove-chamiento sustentable de las especies presen-tes en sus predios, en reciprocidad por las labo-res de conservación que realizan, obligándolos de manera corresponsable en la preservación del hábitat y de las especies ahí presentes. Esto se logra mediante el riguroso cumplimiento de un programa de trabajo definido como Plan de Manejo, que es elaborado por el responsable técnico de cada uMa y requiere, después de su análisis, la autorización de la Semarnat para iniciar su aplicación y funcionamiento. Estos predios sujetos a registro, autorización y segui-miento se denominan uMa y el conjunto de ellas forman el Sistema (suMa). Sus titulares, junto con los responsables técnicos, son firmes

Regiones terrestres prioritarias, uma y anp para la conservación en la Península de Baja California y Sonora.

1997 1998 1999 2000 2001 2002 2003 2004 2005 2006 2007 2008 2009 20100

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Fuente: Dirección General de Vida Silvestre, Subsecretaría de Gestión para la Protección Ambiental, Semarnat.

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Superficie ocupada por uma registrada hasta el 30 de abril de 2010.

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tierra y su nivel de fragmentación; el volumen y tipo de inversión para implementarlas; el nivel socioeco-nómico de los dueños de la tierra; las capacidades téc-nicas especializadas en las distintas regiones; el tipo de especies explotadas y la falta de estudios de merca-do para encauzar el manejo sobre las especies o pro-ductos demandados, entre otras.

Además de las actividades de turismo cinegético que predominan en las uMa, es necesario fomentar la diversificación productiva para aprovechar y con ello conservar todo el potencial que ofrece la biodiversi-dad de los ecosistemas.

Asimismo, es indispensable impulsar el monitoreo y la evaluación de este esquema de aprovechamiento y conservación de la vida silvestre respecto a sus im-pactos en los ecosistemas y a los beneficios sociales y económicos, a fin de tener una idea cabal sobre el desempeño de este instrumento y el cumplimiento de sus objetivos.

solidarios en la responsabilidad de realizar las diversas actividades de manejo autorizadas.

Este nuevo esquema, fincado en primer término en los legítimos derechos del dueño de la tierra para llevar a cabo su conservación y aprovechar de manera sustenta-ble los recursos naturales presentes en ella, ha modificado sustancial-mente la subvaloración y sobre-explotación de la biodiversidad y los modelos restrictivos que fueron aplicados no hace mucho para la gestión de la vida silvestre; respon-de también a las demandas de la sociedad para contar con opciones viables de desarrollo rural susten-table en México.

Al esquema del suMa se han in-corporado 9 693 uMa hasta mayo de 2010, lo que representa una exten-sión territorial superior a los 33.8 millones de hectáreas que constitu-yen más de 17% de la superficie del país, una extensión que difícilmente se hubiera podido agregar a otros es-quemas de conservación como las áreas naturales protegidas (véase la gráfica).

Asimismo el suMa constituye una opción de desarrollo rural sustenta-ble, ya que permite la revaloración económica de propiedades rurales que producen bienes y servicios para los mercados, ha generado más de 40 000 empleos y para los años 2005 a 2007 se estima una derrama económica anual de al-rededor de 5 000 millones de pesos.

El suMa y el Sistema Nacional de Áreas Naturales Protegidas se complementan y benefician mutuamen-te y han logrado un incremento significativo del terri-torio nacional sujeto a un proceso de conservación. Además, ante las contradicciones que surgen entre los dueños de la tierra que viven dentro de las anp —con-secuencia de las limitantes de uso del suelo y de las actividades productivas convencionales—, las uMa han sido una opción productiva sustentable y permi-tida dentro de las anp.

A pesar de que el esquema uMa ha demostrado via-bilidad a lo largo de sus 13 años de vigencia, éste no ha podido implantarse de igual manera en todo el te-rritorio nacional, observándose una clara tendencia a su concentración en el norte del país, a diferencia de lo que sucede en el centro y sur. Las causas son múl-tiples y no han sido debidamente estudiadas, aunque destacan por su evidencia: la forma de tenencia de la

Venados cola blanca (Odocoileus virginianus).

1 Consultor privado.2 Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales.

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el oso negro Ariel Rojo,1 Felipe Ramírez,2

en la sierra del Burro Ma. Eugenia Mondragón3

de la zona, interesados en recuperar las condiciones ambientales originales de la región, se organizaron y sumaron esfuerzos para constituir un conjunto de Unidades de Manejo para la Conservación de la Vida Silvestre (uMa). Las principales medidas de conser-vación y restauración aplicadas mediante los progra-mas de manejo fueron las referentes al control del sobrepastoreo de su ganado doméstico, pues com-prendieron que como ganaderos su función primor-dial consiste en producir kilogramos de carne y no cabezas de ganado; con este simple concepto, mejo-rado posteriormente con la adecuada y constante ro-tación del ganado en los potreros naturales, fue per-mitiéndosele a la flora y fauna recuperar el terreno perdido por el sobrepastoreo. Al recuperarse las po-blaciones silvestres, también disminuyeron, e inclu-so cesaron, los ataques que el oso ocasionaba cuando el ganado era su única alternativa de alimento. Pos-teriormente, se procedió a distribuir el agua de ma-nera más homogénea en el territorio, de manera que el hábitat disponible real se incrementara. Dichas medidas fueron exitosas y lograron proteger y recu-perar diversos hábitats silvestres, lo cual trajo consi-go un aumento en la población de esta especie. La población de la Sierra del Burro ha sido estudiada y monitoreada gracias a los programas de manejo de las uMa.

Actualmente, la población de oso negro de la Sie-rra del Burro transita por la Sierra del Carmen hacia el Parque Nacional Big-Bend en Texas, en donde, después de haber desaparecido su población, hacia fines de la década de los noventa se encontraron de nuevo ejemplares provenientes de México. De esta forma se inició la repoblación natural de osos en el sur de Texas.

Así, mientras que en otras regiones los ganaderos preferían exterminar a los osos por considerarlos un peligro para sus hatos, los ganaderos de la Sierra del Burro vieron una opción productiva en las poblacio-nes de esta especie. El establecimiento de las uMa, pri-mero para recuperar el hábitat y la población de osos, y posteriormente en función del programa de manejo, para aprovecharlas con fines cinegéticos o ecoturísti-cos, fue el instrumento que pudo hacer el cambio en esta región.

El oso negro (Ursus americanus) es una especie de origen neártico y su distribución es exclusiva de Norte américa, desde Alaska hasta México. U. ameri-canus consta de 16 subespecies; tres de ellas se loca-lizan en México: U. a. amblyceps, U. a. machetes y U. a. eremicus. Se encuentran fundamentalmente en la Sierra Madre Occidental, en la Sierra Madre Oriental y en el Eje Neovolcánico Transversal. El límite sur actual de la especie está en la Sierra Gorda, Queréta-ro. El tamaño estimado de la población de esta espe-cie en Norteamérica varía entre los 400 000 y los 750 000 individuos. Se encuentra clasificada en el Apéndice II de la Convención sobre el Comercio In-ternacional de Especies Amenazadas de Flora y Fau-na Silvestres. De las especies de úrsidos, es la que tiene la mayor capacidad de sobrevivencia en proxi-midad con los humanos.

La cacería furtiva fue una de las principales causas de la disminución de las poblaciones de oso negro, además de la fragmentación y degradación de su há-bitat y del envenenamiento de ejemplares debido a su impacto sobre el ganado. La NOM-059-ECOL-2001 inclu-ye esta especie en la categoría de “en peligro de extin-ción”. En general, en México se sabe poco sobre el tamaño de sus poblaciones.

Un ejemplo excepcional es el caso de la población de oso negro de la Sierra del Burro en Coahuila. Esta población tiene la segunda mayor densidad de osos negros en Norteamérica (entre 0.72 y 0.62 individuos por km2 ; la más alta se ubica en California 0.77) y se cuenta con los estudios científicos requeridos para desarrollar medidas de manejo y conservación, lo que incluye su aprovechamiento sustentable. Por estas condiciones, la población de oso negro en la Sierra del Burro se ubica en la categoría de “bajo protección especial”, la condición más baja de riesgo para pobla-ciones silvestres mexicanas. Sin embargo, de no con-tinuarse con las acciones de recuperación y conserva-ción emprendidas, esta población podría pasar a la categoría de amenazada.

La pregunta obligada es ¿por qué sólo se conservan poblaciones sanas de oso en la Sierra del Burro? Si bien es cierto que esta región es única por sus característi-cas fisiográficas, ya que en medio del desierto se levan-tan montañas con ecosistemas boscosos muy bien conservados, un factor determinante ha sido la actitud y decisión de los habitantes de estas tierras de conser-var y recuperar el ecosistema natural y la especie.

Hace 30 años, la región se encontraba en un fran-co deterioro ambiental, pero un grupo de ganaderos

1 Corredor Biológico Mesoamericano-México, Conabio.2 Consultor privado.3 Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales.

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La estrategia más comúnmente utilizada para la conservación de la riqueza biológica de un sitio es lograr el decreto de área natural protegida. En el estado de Nuevo León, que tiene una superficie to-tal de 6.49 millones de hectáreas, se han decretado 33 anp estatales y federales. En conjunto, estas anp abarcan una extensión de 339 000 hectáreas, lo que representa 5.2% de la superficie estatal. Resul-ta difícil suponer que con este esquema de protec-ción se pueda evitar la amenaza de cambio de uso de suelo que se presenta en el resto (94.8%) de la superficie del estado. Por ello, es necesario aplicar otros instrumentos complementarios de conserva-ción y uso de la vida silvestre.

Atendiendo esta problemática, el Consejo Esta-tal de Flora y Fauna Silvestre de Nuevo León ha venido apoyando desde hace más de 10 años mo-delos de producción rural que sean compatibles con el cuidado del medio ambiente, particular-mente las Unidades de Manejo para la Conserva-ción de la Vida Silvestre (uMa). Dentro de estos modelos destaca por su trascendencia el Programa Regional de Recuperación, Manejo, Conservación

y Aprovechamiento Sustentable de la Cuenca de Palo Blanco, que incluye parte de cinco munici-pios y en el que participan 53 titulares de Unida-des de Manejo para la Conservación de la Vida Silvestre, quienes administran y manejan una su-perficie de 130 000 hectáreas de ecosistemas na-turales (2% de la superficie estatal). Es decir, se trata de un proceso de organización de un consor-cio de uMa que suman sus propiedades a un obje-tivo común.

La Cuenca de Palo Blanco se localiza en la parte noroeste del estado. Está constituida por un gran valle, prácticamente rodeado por un conjunto de sierras. El clima predominante es seco y semicáli-do, con lluvias en verano; la precipitación anual varía entre 450 y 600 milímetros.

El programa de Palo Blanco ha repoblado la cuenca con venado cola blanca texano (Odocoileus virginianus) para su aprovechamiento sustenta-ble. Gracias a que este programa produce benefi-cios económicos para los dueños de los terrenos, éstos se han interesado en el incremento de las poblaciones de venado y en su cuidado. Las po-

conservación y aprovechamiento sustentable: Felipe Ramírez,1

la cuenca de Palo Blanco Ma. Eugenia Mondragón 2

Cría de venado cola blanca (Odocoileus virginianus).

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canzar el objetivo común de conservar y manejar sustentablemente los recursos naturales renovables como el agua, el suelo, la flora y fauna silvestres, que dependen de manera directa de las decisiones que cotidianamente toman los dueños de los terre-nos involucrados.

Un ejemplo de que la conservación y el aprove-chamiento sustentable de la vida silvestre son com-patibles es una realidad y está a la vista en la Cuen-ca de Palo Blanco, aun para los escépticos.

blaciones necesitan a su vez el hábitat conserva-do, con lo cual se produce una sinergia positiva, ya que además de la presencia del venado se con-servan 145 especies de aves, 34 de mamíferos, 30 de cactáceas y más de 800 especies de flora sil-vestre, muchas de ellas inscritas en la NOM-059-

SEMARNAT-2001.El incremento de las poblaciones de venado, la

protección de su hábitat y el incremento de las po-blaciones de muchas otras especies son el resultado del cambio de actitud que los dueños de la tierra han tenido para con la naturaleza, a partir de que en el año 2000 la Ley General de Vida Silvestre les otorgó el derecho de aprovechamiento en recipro-cidad por conservar las especies y ecosistemas na-turales. La Cuenca de Palo Blanco es un ejemplo de lo que es posible lograr cuando los titulares de uMa, dueños de la tierra (ejidos, comunidades y peque-ños propietarios), se organizan y trabajan para al-

1 Consultor privado.2 Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales.

Pareja de venados cola blanca.

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manejo del pavo ocelado Felipe Ramírez,1

en campeche Ma. Eugenia Mondragón2

El pavo ocelado (Meleagris ocellata) es un ave pertene-ciente al orden Galliformes, familia Phasianidae; históri-camente se encontraba distribuido en una región de aproximadamente 130 000 km2 que abarcaba los esta-dos de Quintana Roo, Campeche, Yucatán, sur de Tabas-co y noreste de Chiapas, extendiéndose a Belice y el nor-te de Guatemala en Centroamérica.

Actualmente es una especie rara en vida silvestre; ha sido extirpada de la parte norte del estado de Yucatán, oeste de Campeche, este de Tabasco, noreste de Chiapas y presenta una distribución fragmentada en el resto de la Península de Yucatán, encontrándose con relativa abun-dancia sólo en regiones de baja perturbación como Ca-lakmul, en Campeche, y Tikal, en Guatemala.

En 2001 esta especie fue incorporada a la Norma Ofi-cial Mexicana 059 en la categoría de amenazada (A). En 2008 la uiCn situó al pavo ocelado en la categoría cerca-namente amenazada (nt), mientras que las poblaciones de esta especie presentes en Guatemala figuran en el Apéndice III de Cites (2008).

El pavo ocelado es gregario y forma parvadas de com-posición diferente según la época del año. El número de individuos que componen las parvadas ha disminuido en los últimos 20 años, de un promedio de 13.6 a sólo 7.7 individuos. En áreas en que la destrucción del hábi-tat no ha sido intensa, esta especie se ve favorecida por las milpas. Sin embargo, en áreas muy perturbadas des-aparece por la deforestación masiva, por la cacería ilegal y de subsistencia, así como por las enfermedades con-traídas por el contacto con gallináceas domésticas.

La Ley General de Vida Silvestre publicada en julio de 2000 dispuso que la Semarnat registrara los predios en

los cuales se desarrollen actividades de conservación o aprovechamiento sustentable de la vida silvestre como Unidades de Manejo para la Conservación de Vida Sil-vestre (uMa); para ello deben contar y cumplir con un plan de manejo en el que además de los aspectos técni-cos a seguir se planteen objetivos específicos de restaura-ción, protección, mantenimiento, recuperación, repro-ducción, investigación, rescate, exhibición, recreación, educación ambiental y aprovechamiento sustentable.

El ejido Carlos Cano Cruz, en el estado de Campeche, tiene una superficie aproximada de 10 000 hectáreas en donde habitan 170 personas (en su mayoría procedentes del estado de Tlaxcala) y se conformó como uMa especia-lizada en el manejo del pavo ocelado. El éxito en el co-rrecto manejo de esta especie ha permitido no sólo la recuperación de las parvadas en el sitio, sino que a partir de ellas se ha iniciado la repoblación en varios puntos de la Península de Yucatán. A pesar de las numerosas ex-tracciones para aprovechamiento cinegético y repobla-ción, las múltiples parvadas del ejido están compuestas por más de 120 individuos cada una. Esto es un caso único en la zona donde habita esta especie y es un indi-cador inequívoco de su adecuado manejo.

El éxito alcanzado por esta uMa ha inspirado a los ejidos y las comunidades vecinas, que integran una su-perficie de más de 75 000 hectáreas de selva en buen estado de conservación, a incorporarse al esquema de conservación y aprovechamiento de la vida silvestre.

1 Consultor privado.2 Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales.

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Pavos ocelados (Meleagris ocellata) en el ejido Carlos Cano Cruz, Campeche.

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ProÁrbol, un programa para restaurar,manejar y conservar bosques Juan Manuel Torres1

pal fuente de ingresos en las actividades relacionadas con estos recursos.

En este contexto, a partir de la segunda mitad de los años noventa, el gobierno mexicano orientó sus políticas para promover el manejo forestal sustentable de forma tal que, al tiempo de evitar la destrucción de los ecosistemas forestales, mejoren las condiciones de vida de los dueños de dichos ecosistemas.

Dichas políticas se consolidan y fortalecen con el surgimiento del ProÁrbol en 2007, programa del go-bierno federal cuyo objetivo es fomentar e incentivar la conservación, protección y restauración de los re-cursos forestales, así como el aprovechamiento orde-nado y sostenible de los mismos.

Con el ProÁrbol la atención al sector forestal se ha fortalecido de manera creciente hasta la fecha. Un in-dicador de ello es el incremento sin precedentes del presupuesto asignado al sector, cuya mayor propor-ción corresponde a los incentivos directos para apo-yar la incorporación de superficies a esquemas de conservación mediante el pago por servicios ambien-tales; la incorporación de superficies al manejo fores-tal sustentable y el uso diversificado de los bienes y servicios ecosistémicos; el apoyo para el estableci-miento de proyectos de plantaciones forestales co-merciales; la protección contra incendios, plagas y enfermedades forestales; la restauración de áreas fo-restales deterioradas y la recuperación de su cobertu-ra vegetal por medio de la reforestación y con la reali-zación obras de conservación de suelos.

La estrategia y los apoyos del ProÁrbol consideran de suma importancia el fortalecimiento de las capaci-dades de gestión de las comunidades, así como la for-mación y desarrollo de capital social, la integración

de cadenas productivas, la orga-nización de dueños y poseedo-res, tanto en el nivel comunitario como en el regional, la capacita-ción y el desarrollo y transferen-cia de tecnología.

Con estos elementos se busca valorar los bienes y servicios que proveen los ecosistemas forestales y ofrecer alternativas de desarrollo y mejora en la calidad de vida de los dueños y poseedores de los re-cursos forestales, con un esquema de manejo forestal adecuado, con la finalidad de desalentar el cam-bio de uso del suelo.

En el territorio de México se encuentran prácticamen-te todos los tipos de vegetación terrestre natural cono-cidos, y ocupan una superficie de poco más de 138 millones de hectáreas. Los ecosistemas que cubren la mayor parte de la superficie son los matorrales xerófi-los (41.2%), los bosques templados (24.3%), las sel-vas (22.7%), así como otros tipos de asociaciones de vegetación forestal (11.8%).

La superficie ocupada por los ecosistemas terrestres naturales ha presentado grandes cambios en su distri-bución y cobertura original debido a factores de orden social, económico y político. Durante muchas déca-das, México ha sido escenario de severos procesos de deforestación y degradación originados por diversas causas, desde el cambio de uso del suelo hacia otras actividades productivas y de desarrollo de infraestruc-tura, pasando por la tala subrepticia e ilegal, hasta programas de incentivos definidos por instancias gu-bernamentales en los diferentes órdenes; mucho de ello se ha debido a decisiones políticas erróneas.

Por muchos años, los recursos forestales y los ser-vicios ambientales fueron subvalorados y el sector fo-restal fue rezagado en el diseño de políticas públicas, lo que originó una pérdida de capital natural, afecta-ción negativa de los servicios ecosistémicos, la pérdi-da de oportunidades productivas y un deterioro en la calidad de vida de los dueños y poseedores de bos-ques y selvas.

La situación de los bosques en México se identifica en general por el carácter social de su tenencia y por la pobreza en que vive la mayoría de sus habitantes. Del total de ejidos y comunidades existentes, 8 928 poseen superficies cubiertas por bosques y selvas, y de éstos, se estima que 3 056 ejidos tienen su princi-

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Ejercicio fiscal

Presupuesto histórico de la Conafor, 2001-2010

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pital natural forestal, con base en su manejo sustenta-ble, las reglas de operación de ProÁrbol privilegian a poblaciones indígenas, áreas con menor índice de de-sarrollo y proyectos solicitados por mujeres.

A fin de potenciar el gasto público, durante 2010 se concretarán varios esquemas de financiamiento, modificados y nuevos, que serán la base para integrar un Sistema de Financiamiento Forestal accesible y competitivo. En este sentido existe un trabajo coordi-nado, que alinea programas y recursos, entre la Comi-sión Nacional Forestal y la banca de desarrollo, parti-cularmente con la Financiera Rural, con Fideicomisos Instituidos en Relación con la Agricultura (fira) y Agroasemex.

Actualmente el ProÁrbol está satisfactoriamente po-sicionado entre los distintos actores del medio fores-tal, como un instrumento claro y concreto para aten-der de manera integral los requerimientos del sector; ahora se continúa con su desarrollo y evaluación per-manente, a lo que deberá ir aparejado un presupuesto acorde con las necesidades.

A casi cuatro años de operación, el ProÁrbol ha evolucionado y madurado de manera importante; inicialmente consideró un catálogo de 45 opciones de apoyo, con cobertura nacional sin restricción de ubicación de áreas y con un acompañamiento técni-co incipiente; para 2010, las Reglas de Operación Únicas del ProÁrbol consideran 26 conceptos de apoyo e incorporan áreas de elegibilidad para cada uno de estos conceptos a fin de focalizar los recur-sos en zonas prioritarias, en donde se presume un mayor impacto ambiental o productivo, así como un sistema de asesoría técnica muy desarrollado mediante la participación de terceros contratados por los propios beneficiarios, con responsabilidades vinculantes (véase la gráfica).

Los apoyos solicitados y atendidos con recursos del ProÁrbol han ido disminuyendo. Esto es un indi-cador positivo de la estrategia de áreas de elegibilidad, que permite atender las de mayor potencial relativo, y de manera paralela se logra mayor eficiencia en las acciones de verificación de los proyectos. Los recur-sos se optimizan con mayores impactos.

Los beneficiarios del ProÁrbol son primordialmen-te los ejidos y las comunidades que por la superficie atendida tienen la mayor asignación de recursos. Sin descuidar el propósito de mantener y conservar el ca-

Ceiba en la Selva Lacandona.

1 Comisión Nacional Forestal, Semarnat.

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Págs. 104-105 →Flamencos en los manglares de la Reserva de la Biosfera Ría Celestún, Yucatán.

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manejo y conservación del patrimonio natural en ixtlán de Juárez Rosario Ramírez Santiago1

Ixtlán de Juárez es una comunidad de origen zapoteco que se localiza en la región conocida como Sierra Norte en el estado de Oaxaca, dentro del municipio y distrito del mis-mo nombre. La población de la comunidad es de 2 479 habitantes (ineGi, 2005). La tenencia de la tierra es comu-nal y abarca 19 310 ha, propiedad de 384 comuneros.

Los bosques comunales de Ixtlán, al igual que los de otras comunidades de la región de la Sierra Juárez, estu-vieron concesionados hasta principios de la década de 1980 a la empresa paraestatal Fábricas de Papel Tuxte-pec. Más tarde, y después de algunos intentos, en 1988 Ixtlán forma su propia empresa comunal denominada Unidad Comunal Forestal, Agropecuaria y de Servicios (uCfas), la cual se consolida y fortalece en 1991. Por otra parte, en enero de 1992 obtiene la concesión para operar sus propios Servicios Técnicos Forestales (stf), los cuales dependen directamente del Comisariado de Bienes Co-munales (Melchor Tamayo, secretario del Comisariado de Bienes Comunales de Ixtlán, com. pers., 2010).

En la primera década de este siglo, la estructura opera-tiva y económica de la comunidad se encontraba consti-tuida por la uCfas, los Servicios Técnicos Forestales, la Comunidad Agraria (encargada de la administración de la gasolinera comunal), el Fideicomiso (entidad encarga-

da de otorgar créditos para proyectos productivos a co-muneros) y la empresa Ecoturismo y Autotransportes Ixtlecos. Cada una de estas unidades debía entregar cuen-tas a un solo órgano de control denominado Consejo de Administración, formado por el Comisariado de Bienes Comunales, el Consejo de Vigilancia y seis secretarios auxiliares, todos elegidos en la Asamblea General de Co-muneros (Smartwood y Consejo Civil Mexicano para la Silvicultura Sostenible, 2004).

En 2008 la comunidad de Ixtlán decide separar cada unidad y conformarlas como empresas comunales con reconocimiento legal. Estas empresas están integradas por los 384 comuneros que se convierten en socios de las mismas, con su propio consejo de administración y consejo de vigilancia, sin dejar de rendir cuentas al Co-misariado de Bienes Comunales (CbC) y al Consejo de Vigilancia de la comunidad. Esta reestructuración se hizo con la finalidad de evaluar la rentabilidad de cada empresa y darles autonomía suficiente para operar, entre otras razones.

Actualmente, la superficie sujeta a aprovechamiento forestal es de 3 492.25 ha (pMf, 2006). El volumen cose-chado de pino anualmente oscila entre los 20 000 y 22 000 m3 de rollo-tabla-árbol (Julio Ruiz Aquino, di-

Bosques de Ixtlán de Juárez, Sierra Norte, Oaxaca.

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rector técnico de los stf de Ixtlán, com. pers., 2010), además del volumen extraído de especies de latifoliadas. La dirección de los stf por lo general ha estado dirigida por un comunero con conocimientos en el área forestal.

El derribo, extracción, transporte y venta de madera en trozo son llevados a cabo por la Unfosti, quien tiene a su cargo 75 trabajadores permanentes. El principal pro-veedor de madera de la uCfas es la Unfosti, a la que se le pagan 1 250 pesos por metro cúbico de trozo primario y 900 por metro cúbico de trozo secundario (María Pérez Pérez, Área de Recursos Humanos de la Unfosti, com. pers., 2010). La uCfas incluye el aserradero, la estufa de secado y la fábrica de muebles. En promedio emplea cer-ca de 120 trabajadores, de los cuales 60% son originarios de Ixtlán y el resto proviene de otras comunidades, como Capulalpam, Natividad, Xiacui y Guelatao (Mario Jaime Aquino, personal de la uCfas, com. pers., 2010).

Uno de los logros más recientes de esta empresa es el establecimiento de la comercializadora TIP Muebles, inte-grada por las empresas comunales de Ixtlán, Pueblos Man-comunados y Textitlán. La inversión requerida fue aporta-da en 70% por las mismas comunidades y 30% provino de otras fuentes de financiamiento (Conafor, 2008).

Otra de las actividades desarrolladas en la comunidad de Ixlán es llevada a cabo por la empresa de ecoturismo comunal denominada Ecoturixtlán “Shiaa Rua Via” (ce-rro donde nace la nube). De acuerdo con datos obteni-dos en 2009, la afluencia de visitantes fue de 5 170 tu-ristas, entre nacionales y extranjeros (Edilberto López, administrador de la empresa de ecoturismo, com. pers.,

2010). Actualmente la empresa se encuentra fortalecién-dose y desarrollando mecanismos que permitan hacer de ella una actividad económicamente rentable para la co-munidad.

La actual estructura social y económica le permite a Ixtlán capitalizarse como comunidad, invertir en obras sociales que benefician a la totalidad de los habitantes y también realizar el reparto de utilidades anuales a las co-muneras y comuneros que cumplieron con todas sus obligaciones. Por norma constitutiva, cada empresa está obligada a transferir al CbC 30% de las utilidades, además de que también deben aportar un porcentaje al Fondo de Reinversión del Bosque, que es utilizado para realizar obras en beneficio del bosque comunal.

La comunidad de Ixtlán de Juárez continúa realizan-do inversiones en su estructura productiva para fortale-cer la capacidad competitiva y de comercialización de sus empresas comunales, a fin de que éstas sigan produ-ciendo beneficios sociales y económicos que se reflejen en el bienestar de sus pobladores. Sin embargo, la comu-nidad está consciente de que lo anterior no puede lo-grarse sin la conservación de sus recursos naturales, por lo que en esta materia continúan los esfuerzos de vigi-lancia y protección por parte del Comisariado de Bienes Comunales, el Consejo de Vigilancia y el grupo de guar-dabosques, mediante la aplicación estricta del estatuto comunal.

1 Unión Zapoteca Chinanteca.

Empresa maderera comunal de Ixtlán, Pueblos Mancomunados y Textitlán.

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Fundada en 1954, la Fábrica de Papel Tuxtepec (Fapatux) se dedicó a la producción de papel pe-riódico y papel para la Comisión Nacional de Li-bros de Texto Gratuitos durante alrededor de 20 años. Se le concesionaron los bosques de diversas comunidades de la Sierra Norte de Oaxaca, los cua-les tuvo a bien explotar en la forma tradicional de tomar los más grandes, mejores y más accesibles árboles, deteriorando fuertemente la composición, estructura y función de estos bosques. Alrededor de 1980, varias comunidades de la Sierra Norte se opusieron a continuar concesionando sus bosques y como resultado se originaron las primeras empre-sas forestales sociales en el país.

San Juan Teponaxtla, San Martín Buenavista, Santa María Las Nieves, Santa María Totomoxtla,

San Francisco La Reforma, San Mateo La Reforma, Santiago Co-maltepec e Ixtlán de Juárez son algunas de las comunidades zapo-tecas y chinantecas que han desa-rrollado instrumentos comunita-rios para el manejo de sus recur-sos. Muchas de ellas han publicado sus estatutos comunitarios, antes mantenidos por tradición oral. También han realizado ordena-mientos comunitarios en los que se especifican los diversos usos de la tierra de acuerdo con su voca-ción. En estos ordenamientos se incluyen áreas comunitarias pro-tegidas, que ocupan el bosque mesófilo de montaña. Algunas han organizado sus propias empresas forestales, certificadas internacio-nalmente (Forestry Stewardship Council) por su buen manejo, otras han desarrollado planes de manejo forestal sustentable a 10

años. Por su alto grado de organización social y la presencia de esta serie de instrumentos relaciona-dos con el manejo de recursos, que benefician a gran parte de la Cuenca del Papaloapan, han recibi-do de la Comisión Nacional Forestal (Conafor) el pago por servicios ambientales.

Las diversas iniciativas han sido impulsadas y apoyadas por las comunidades y sus comisariados, por organizaciones locales y regionales como Mi-chiza, Unosjo, la Cooperativa de Productores Chi-

El mantenimiento o la restauración de la conecti-vidad de los ecosistemas es uno de los requisitos fundamentales para la conservación de la biodi-versidad y de los servicios ambientales. Una gran cantidad de procesos ecológicos requieren exten-siones considerables y por lo tanto una visión re-gional de conservación y desarrollo. Entre ellos se incluyen la viabilidad de poblaciones de grandes depredadores y aves rapaces, la dispersión y colo-nización de nuevas áreas por flora y fauna, las mi-graciones estacionales de algunas especies de aves, mamíferos e insectos, y la captación, acumulación y flujos de agua. Además, frente al cambio climáti-co, el mantenimiento o restauración de la conecti-vidad es una de las medidas de adaptación de ma-yor efectividad.

Un corredor biológico es una unidad regional constituida por un mosaico de usos de la tierra en donde por medio de la planificación se reconcilian las demandas de la población humana y la conser-vación del ambiente. El corredor estratifica el espa-cio en iniciativas de conservación, manejo susten-table y restauración con el fin de mantener los procesos ecológicos, en particular la conectividad, mejorar los servicios ambientales y satisfacer la economía de la región.

corredor biológicode la sierra norte Carlos Galindo1

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comunitarias protegidas, iniciativas de ecoturismo son algunas de las actividades que permiten la con-servación y el mantenimiento de los ecosistemas de la Sierra Norte, creando uno de los corredores bio-lógicos de mayor importancia en México.

El corredor de la Sierra Norte representa un es-quema regional de manejo y conservación que pro-tege la biodiversidad y asegura la producción de servicios ambientales. El corredor mantiene una extensión continua importante de bosque mesófilo de alrededor de 125 000 hectáreas y protege los servicios ambientales de una de las cuencas más importantes del país. El principal ingrediente en la historia de la conformación de este corredor ha sido el alto capital social de la región. Las comuni-dades de la Sierra Norte de Oaxaca, por medio de sus usos y costumbres, mantienen una poderosa organización social y una actitud que les ha permi-tido adecuarse a nuevas iniciativas de manejo y conservación de su patrimonio natural.

nantecos Fuerza Organizada, Uzachi, SSS Produc-tores de Ixtle de la Región de la Chinantla y la Cooperativa “Luz de la Chinantla”, el Consejo de Recursos Naturales de la Chinantla y el Comité de Recursos Naturales de la Sierra Juárez. Han partici-pado organizaciones locales (Caplac, Campo, Cep-Co, Grupo Mesófilo, Geoconservación, Idesmac, Fundación Comunitaria), así como estatales (Insti-tuto Estatal de Ecología de Oaxaca) y federales (Se-cretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales y la Comisión Nacional Forestal). También ha habi-do participación de organizaciones internacionales, ya sea con apoyo técnico o con financiamiento, como el Fondo Mundial para la Naturaleza (wwf), la Agencia de Cooperación Internacional de Japón (JiCa), de Estados Unidos (usaid) y de Inglaterra (dfid), el Programa de Manejo Integrado de Ecosis-temas del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (pnud) y la Comisión Europea.

El resultado de estas iniciativas es que, durante los pasados 30 años, en la Sierra Norte de Oaxaca se ha ido entrelazando un mosaico de actividades productivas en los bosques que permite el mante-nimiento de la conectividad de los ecosistemas. Programas de manejo forestal y certificación, trans-formación de la madera con valor agregado, áreas

1 Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Bio-diversidad.

Bosque mesófilo en la Sierra Norte de Oaxaca.

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carta nacional PesqueraAntonio Díaz de León,1 Porfirio Álvarez2

cies), mismas que representaban 65% de las cap-turas nacionales y 69% de su valor. Este documen-to se actualizó para el periodo 1999-2000 (inp, 2001) y se realizaron los proyectos Catálogo de Artes de Pesca en México, Estado de Salud de la Acuacultura y Estado de Salud de los Ecosistemas Costeros y de las Especies Marinas en Estatus de Protección. Con lo anterior se aportaron elemen-tos de apoyo científico-técnico útiles para el mane-jo integral de las pesquerías.

En 1999, durante la revisión pública del regla-mento de la Ley de Pesca de 1992, el inp propuso que se definieran con claridad y transparencia en la Carta Nacional Pesquera (Cnp) el estado de los re-cursos, su inventario, la cantidad de esfuerzo pes-quero máximo aplicable y las medidas de manejo, regulación, aprovechamiento y conservación de los recursos y su hábitat. La Carta Nacional Pesquera se convirtió así en un instrumento regulatorio con mapas georreferenciados y no únicamente en un instrumento informativo.

En la elaboración de la Cnp participaron aca-démicos, el sector pesquero, instancias guberna-mentales y organizaciones no gubernamentales. El inp presentó los resultados de la elaboración de la Carta Nacional Pesquera a la comunidad cientí-

fica, creando un ambiente pro-picio y de intercambio de in-formación (Semarnap, 2000). Finalmente, la Carta fue publi-cada el 18 de agosto del año 2000 en el Diario Oficial de la Federación y el 28 de ese mis-mo mes se publicó el anexo correspondiente.

Así se construyeron los pri-meros instrumentos gu ber na-mentales de diagnóstico pes-quero-ambiental pa ra el orde-namiento pesquero, que pre -sen tan las bases científicas para identificar indicadores biológi-cos del grado de deterioro de los recursos pesqueros y de su hábitat en México.

Adicionalmente han exis tido diagnósticos pesqueros del Gol-fo de México (Shipp, 1999; Arre-guín et al., 2000), pero ninguno con carácter regulatorio. La Car-

La biodiversidad marina de México constituye un enorme potencial para las actividades pesqueras. El crecimiento de la pesca en el país data de los años cuarenta y en las siguientes tres décadas esta actividad se aceleró. Los primeros 30 años se reali-zó con embarcaciones extranjeras especializadas en la pesca de camarón y túnidos, y a partir del reconocimiento de la zona económica exclusiva se desarrolló la flota pesquera nacional. La explota-ción pesquera tenía como objetivo extraer el ma-yor volumen posible de recursos sin considerar su capacidad de renovación, lo que resultó en una so-breexplotación.

En el periodo de 1994 a 2000, ante el hecho de que el órgano de manejo y regulación pesquero nacional (Subsecretaría de Pesca, hoy Conapesca) no contaba con sustento científico para el ordena-miento pesquero nacional, como lo establecía el Plan Sectorial de Pesca y Acuacultura 1995-2000, el Instituto Nacional de la Pesca (inp) orientó sus esfuerzos a desarrollar investigación para el mane-jo pesquero. En 1998 el inp publicó los primeros resultados sistematizados (inp, 1998), en los que, utilizando los procedimientos analíticos apropia-dos para el caso, definía el “estado de salud” de las 18 principales pesquerías comerciales (109 espe-

Muelle de pescadores, Baja California.

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La información que arroja la Carta Nacional Pes-quera la convierte en un instrumento clave para la toma de decisiones fundamentales para el ordena-miento pesquero.

ta Nacional Pesquera es hoy el único instrumento regulatorio pesquero-ambiental de carác-ter general que indica el esta-do de salud de los recursos pesqueros en México y plantea restricciones y límites a la pes-ca (Álvarez et al., 2002; Her-nández y Kempton, 2003; Díaz de León et al., 2005).

La Cnp 2000 analiza, en el caso de las pesquerías mari-nas, el estado de alrededor de 551 especies en ambos litora-les (264 en el Golfo y 287 en el Pacífico), con unas 36 espe-cies comunes, pertenecientes a cinco grupos taxonómicos en el Golfo de México y a seis en el Pacífico, e identifica la im-portancia de cada uno de estos grupos.

Asimismo, identifica 65 uni-dades pesqueras de manejo (upM), cuya definición es más avanzada y está relacionada con el hecho de que los recur-sos deben manejarse y admi-nistrarse, y no sólo usarse o explotarse, acotando de mane-ra más precisa la anterior cate-goría denominada pesquería. De éstas, 28 están ubicadas en el Golfo de México y 37 en el Océano Pacífico mexicano. Es-tas upM representan 90% de las capturas y del valor de la pesca extractiva en México.

El diagnóstico pesquero-ambiental en el país mostraba en el año 2000 que casi 82% de las upM se encontraban to-talmente explotadas, con pocas posibilidades de crecer, y que de éstas casi 25% (16) exigía interven-ción inmediata para ser reconstruidas y recupera-das. También mostraba que 18.5% (12) de las upM estában subexplotadas.

El gobierno federal, a fines del año 2000, trans-firió la administración de la pesca del sector am-biental al agropecuario. Cuatro años después de este cambio institucional, la información que arro-jó la Cnp (2004) mostró un panorama peor que el existente en 2000 ya que 90% de las upM se encon-traban totalmente explotadas; el margen de creci-miento se redujo a 10%, y 23% seguía exigiendo intervención inmediata

1 Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales.2 Proyecto Gran Ecosistema Marino del Golfo de México.

Organización de las Naciones Unidas para el Desarrollo In-dustrial.

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Pesca de langostaen la reserva de la Biosfera sian Ka’an Francisco Urzúa1

La pesca de langosta espinosa del Caribe (Panulirus ar-gus) que se practica desde finales de la década de 1960 en la Bahía de la Ascensión, hoy Reserva de la Biosfera Sian Ka’an, Quintana Roo, ha demostrado ser sustenta-ble mediante un exitoso sistema de organización comu-nitaria que conduce a buenas prácticas de uso y conser-vación de la biodiversidad.

En otoño del año 1955, el huracán Hilda obligó a pes-cadores y agricultores de palma de coco del antiguo po-blado de Vigía Chico, a orillas de la Bahía de la Ascen-sión, a desplazarse hacia lo que hoy conocemos como Punta Allen. En 1968 los pescadores formaron la Socie-dad Cooperativa de Producción Pesquera “Pescadores de Vigía Chico” e iniciaron un nuevo sistema de pesca por medio de campos langosteros. Éste es un sistema de or-ganización en el que cada socio, aunque se trata de aguas nacionales, tiene asignada un área exclusiva que repre-senta su patrimonio. De esta forma, el pescador decide cuándo pesca y la forma en que lo hace, siempre y cuan-do respete las reglas de la organización.

La cooperativa, además de apegarse estrictamente a las leyes federales —de lo cual dan fe las autoridades de la Reserva— se basa en un marco regulatorio establecido en las bases constitutivas de la Sociedad Cooperativa y especialmente en el Reglamento Interno de Trabajo, que incluye sanciones en ocasiones más severas y de aplica-ción más expedita que las propias leyes. Además, como una medida de autorregulación para proteger tanto el recurso natural como la salud de los pescadores, desde los años ochenta se prohibió el uso de redes y el buceo con tanques o compresor.

La forma tradicional de pesca de la langosta, que co-mienza en julio y termina en febrero, consiste en la cons-trucción de sombras a manera de refugios temporales que atraen a la langosta sin capturarla. Anteriormente

los refugios se construían con troncos de palma chit (Thrinax radiata), cuya explotación estaba mermando las poblaciones costeras y obligaba a realizar recorridos cada vez más largos para obtenerla. Las sombras de palma fueron sustituidas por sombras de concreto armado con varillas de acero, de 2 metros de largo por 1.5 de ancho, con una altura de 20 centímetros y un peso aproximado de 150 kilogramos, en forma de caja sin tapa y abierta en sus dos costados cortos, que se depositan en el lecho marino. Cada estructura se geoposiciona al ser estableci-da para que cada pescador administre el inventario de sombras y los límites del campo que le corresponde.

Las sombras se combinan con el uso del jamo, un instrumento elaborado con un aro y varas de aluminio que rodean una red de pesca, como si fuera una red de mariposas, el cual permite la selección de individuos de langosta que cumplan con la talla legal para su comercia-lización (13.5 centímetros de longitud abdominal).

En un típico día de pesca, la embarcación se sitúa sobre una de las sombras en el campo correspondiente. El pescador desciende a pulmón, equipado con visor, aletas, esnórquel y el jamo, hasta una profundidad de entre uno y cuatro metros. Una vez en el fondo, se apo-ya firmemente para levantar la sombra y, mientras la sostiene con una mano, utiliza el jamo con la mano li-bre para capturar las langostas que se encuentran refu-giadas debajo; operación aparentemente sencilla, pero que requiere gran coordinación y buena condición físi-ca. Se capturan entre uno y tres ejemplares por inmer-sión. Al emerger, el compañero de embarcación inspec-ciona los ejemplares, mide las tallas y libera los juveniles y hembras ovígeras. Posteriormente, el equipo se des-plaza hasta la sombra siguiente.

Las langostas se entregan en tierra en el módulo de recepción de la Cooperativa, en donde se efectúan con-

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Fuentes: Cooperativa “Pescadores de Vigía Chico” y Conapesca-Sagarpa.

Gráfica 1. Captura de langosta y esfuerzo de pesca, en número de viajes, en Bahía de la Ascensión

(1975-1976 a 2009-2010).

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Fuentes: Cooperativa “Pescadores de Vigía Chico” y Conapesca-Sagarpa.

Gráfica 2. Captura de langosta y captura por unidad de esfuerzo, en kilogramos de peso entero por viaje, en Bahía de la

Ascensión (1975-1976 a 2009-2010).

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troles de calidad, se pesan, se capturan los datos y se comercializa el producto. Los datos de captura por uni-dad de esfuerzo (Cpue) de las últimas 37 temporadas muestran estabilidad de largo plazo en los volúmenes extraídos del recurso (gráficas 1 y 2) (Sosa, en prep.).

Durante el periodo de veda los pescadores se dedican a vigilar los campos de trabajo para evitar la pesca furtiva y reparar los daños a la infraestructura pesquera como consecuencia de huracanes o tormentas tropicales.

La Cooperativa forma parte de una empresa integra-dora de pescadores de Quintana Roo, constituida por seis cooperativas, que fomentan el desarrollo económico integral de las comunidades y sus familias, con un es-quema de comercio justo y de sustentabilidad ambien-tal. Se identifican con la marca colectiva “Chakay”, lan-gosta de las reservas de la biosfera Banco Chinchorro y Sian Ka’an, como una alternativa comercial que recono-ce la región de origen, el arrecife sano y el aprovecha-miento responsable en el manejo del recurso.

La Cooperativa promueve la investigación científi-ca pesquera y sus vinculaciones sociales, ambientales y económicas con instituciones académicas como la unaM, el Cinvestav, Ecosur y la uQroo, entre otras. Asi-mismo, mantiene acuerdos de colaboración y ejecuta proyectos de desarrollo comunitario con organismos nacionales e internacionales como la Unesco, el pnud y la Conanp.

Éste es un buen ejemplo de pesca sustentable, pro-ducto de la organización de los pescadores, del uso de artes de pesca adecuados, de la división de la zona de

pesca en parcelas o campos langosteros para su aprove-chamiento individual, lo que asegura el sostenimiento de la pesquería y logra compatibilizar el desarrollo de la comunidad con los objetivos de conservación de la Re-serva de la Biosfera Sian Ka’an.

1 Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas, Se-marnat.

Devolución de un ejemplar no comercializable.

Miembros de la Sociedad Cooperativa de Producción Pesquera “Pescadores de Vigía Chico”.

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langosta roja certificada de Baja california:la mejor pesquería artesanal de méxico Luis Bourillón1

vas pesqueras de esta zona son de las más antiguas de México, con más de 60 años de historia. Todas ellas forman parte de una Federación Regional de Socie-dades Cooperativas de la Industria Pesquera “Baja California” (Fedecoop), la entidad que representa sus intereses en el mercado y ante el gobierno federal. Ellas reconocieron que obtener la certificación les da-ría prestigio mundial y ventajas en el mercado inter-nacional de langosta y decidieron participar y pagar con sus propios recursos la mitad de los costos de certificación.

La segunda ventaja es que las poblaciones de lan-gosta que aprovechan son abundantes, pues aunque la especie se distribuye a lo largo de la costa de la Península de Baja California, la mayor concentración de biomasa (65% aproximadamente), y por lo mismo de captura pesquera, se encuentra en la zona de las cooperativas de la Fedecoop. Una abundancia natu-ral y un buen manejo pesquero han permitido que la captura se haya mantenido estable, dentro de los lí-mites del rendimiento máximo sostenible, en los úl-timos 10 años e incluso que haya crecido sin tener que aumentar el esfuerzo pesquero (el número de embarcaciones pesqueras o de trampas langosteras en el agua está muy controlado). A pesar de que las nueve cooperativas tienen autorizadas 260 embarca-ciones y 15 855 trampas, por decisión propia sólo utilizan 222 embarcaciones y 15 255 trampas, para disminuir el esfuerzo pesquero autorizado oficial-mente en 2009.

La tercera ventaja es que las cooperativas langoste-ras tienen la exclusividad en el uso de los recursos que explotan por medio de concesiones que les otor-garon las autoridades pesqueras del gobierno federal (Sagarpa-Conapesca) y que son válidas por 20 años. Gracias a este marco legal, evitan ser pesquerías de acceso libre o abierto, que son extremadamente sus-ceptibles de sobreexplotación.

Los pescadores de langosta roja en Baja California prueban que, con trabajo y esfuerzo, es posible de-mostrar que no son “máquinas depredadoras”, como algunos los presentan. Con los incentivos correctos y el apoyo técnico, financiero y legal apropiado los pes-cadores pueden mostrar el camino para tener comu-nidades comprometidas con el aprovechamiento sus-tentable de los recursos pesqueros y de la biodiversidad marina.

La pesca en México es un tema con el que la mayor parte de la población no está familiarizada y, en gene-ral, es poco lo que se sabe de este oficio, del mar y de la vida marina, más allá de los documentales en tele-visión o las vacaciones en la playa. Tratar el tema de la pesca sustentable es aún más difícil. Intentaré aquí hacer una corta descripción de lo que han logrado los pescadores de langosta roja de la costa central de Baja California para hacer de su pesca una de las mejores de México y del mundo en el contexto de una pesca responsable y sustentable.

Para comenzar debemos saber que las zonas de pesca de langosta roja (Panulirus interruptus) en el li-toral occidental de la Península de Baja California son aguas someras del Océano Pacífico. Las cooperativas pesqueras en que están organizados los casi 500 pes-cadores artesanales tienen control sobre unos 300 km lineales de costa. Ésta y las aguas cercanas a ella son parte de la Reserva de la Biosfera El Vizcaíno, un área natural protegida federal. Aquí se combinan dos ele-mentos que pudieran parecer contradictorios: pesca comercial en un área natural protegida. Pero no lo son, pues la pesca que aquí se realiza es sustentable, ya que se extraen 1 600 toneladas al año de langosta sin poner en riesgo las poblaciones ni el ecosistema marino de las zonas de pesca. Esto fue evaluado con una rigurosa auditoría científica independiente, reali-zada por el Marine Stewardship Council (MsC), que le permitió a esta pesquería obtener la certificación de sustentable y bien manejada en el año 2004. Con este reconocimiento se convirtió en la primera pesquería ecocertificada en México y la primera de los países en desarrollo en conseguir este reconocimiento. Anual-mente se practican auditorías que dan fe de que los procedimientos se han mantenido y el presente año están a punto de renovar el certificado.

¿Qué condiciones permiten a esta pesquería ser modelo para México y el mundo? Lo primero es la organización de sus pescadores. Las nueve cooperati-vas pesqueras certificadas son ejemplo de organiza-ción social en varios aspectos, con decisiones cole-giadas en asamblea y beneficios sociales para sus socios (fondo de retiro, seguro social, seguro de vida, fondo de vivienda). Son verdaderas empresas socia-les con una estructura profesionalizada de división del trabajo, áreas de producción (captura), procesa-miento, comercialización en el extranjero, evaluación biológica del recurso, contabilidad y administración. Sin una buena organización, un sistema pesquero efi-ciente es casi imposible de lograr. Algunas cooperati- 1 Comunidad y Biodiversidad, A.C.

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Manejo sustentable de la pesquería de langosta (Panulirus interruptus) en Baja California.

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Pesquería de la almeja mano de leónJosé Antonio Massó1

realizados y el acuerdo de colaboración desembo-caron en el control del acceso a la pesquería, la cual quedó normada tanto en el Programa de Ma-nejo de la Rebivi como en la Carta Nacional Pes-quera y la Ley de Pesca. Gracias a ello ocurrió un crecimiento poblacional acelerado durante los años 1996 a 1998. Sin embargo, entre 1999 y 2001 se registró nuevamente una caída en la producción, resultado del repunte de la pesca furtiva. No obs-tante, se corrigieron las desviaciones del progra-ma a tiempo y se reforzó la vigilancia por el pro-pio sector pesquero por casi 10 años, lo cual hizo posible el incremento de su población a más de 35 millones de organismos para 2010, lo que sig-nifica un aprovechamiento del orden de 350 tone-ladas de callo limpio (véase la gráfica). Este au-mento en la captura fue el resultado de varios

La almeja mano de león mexicana (No-dipecten subnodosus) es una especie de la familia Pectinidae (Bivalvia) que habita en la zona nerítica del trópico y subtró-pico de la costa del Pacífico oriental, incluyendo el Golfo de California. Su importancia comercial actual es amplia-mente reconocida y sobresale por ser la de mayor talla entre las nueve espe-cies de pectínidos mexicanos. La Lagu-na Ojo de Liebre, BCS, es el único sitio en donde se aprovecha esta especie.

La pesquería se abrió para su aprove-chamiento a finales de la década de los setenta y durante más de dos décadas se explotó sin control. En 1991 llegó a su más bajo nivel histórico de aprovechamiento, con la producción de sólo cinco toneladas.

Por esa razón, el Instituto Nacional de Pesca, mediante el Centro Regional de Investigación Pes-quera, realizó entre febrero de 1979 y febrero de 1980 una serie de estudios para conocer el ciclo reproductivo de la especie. Como resultado de di-chos estudios se definió una talla mínima para el aprovechamiento de esta especie de 150 mm de longitud de concha, así como un calendario de captura.

A partir de 1996, y como parte del acuerdo de colaboración entre la Dirección de la Reserva de la Biosfera El Vizcaíno (Rebivi), el sector productor de Guerrero Negro y el Centro Regional de Inves-tigación Pesquera La Paz, se continuó con los es-tudios poblacionales de esta especie. Los estudios

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dos; esto favoreció el ordenamiento, la recupera-ción y el crecimiento de la pesquería, así como la consolidación del sector local, con lo cual se bene-fició a más de 300 familias de pescadores de Gue-rrero Negro, BCS.

En la actualidad, la disponibilidad del recurso ya superó al esfuerzo autorizado para su aprovecha-miento, por lo que será conveniente proponer aho-ra un crecimiento gradual en el número de permi-sos que haga posible a las nuevas generaciones de pescadores radicados en Guerrero Negro formar parte de esta importante pesquería, y será la Reser-va de la Biosfera, junto con las diferentes agrupa-ciones de pescadores que existen actualmente en la localidad, los que deban coordinar esfuerzos para continuar con el manejo sustentable de esta impor-tante pesquería.

factores: a] la reducción de la talla mínima legal a 140 mm de longitud de concha; b] la aplicación de tasas de aprovechamiento altamente precauto-rias; c] el esquema de manejo compartido de este recurso; d] la participación coordinada de las ins-tituciones; e] el comportamiento ordenado del sector pesquero local, y f] la rigurosa vigilancia por parte de los pescadores y las autoridades has-ta este momento.

Desde que en 1996 se publicó el Programa de Manejo de la Reserva de la Biosfera El Vizcaíno, las autoridades encargadas de la Reserva se dieron a la tarea de promover ante las instancias federales la aplicación del artículo 48 de la lGeepa, mediante el cual la atribución del uso y aprovechamiento de los recursos pesqueros de la zona se transfirió, casi en forma exclusiva, a los pescadores de la locali-dad. Esta propuesta tuvo eco en los pescadores, lográndose conformar un Comité Social y Privado de Vigilancia y Producción Pesquera, que conjun-tó a dos grupos hasta ese momento antagónicos, el sector social (cooperativas pesqueras) y el privado (representado por los permisionarios), con lo que se logró que las autoridades pesqueras cancelaran permisos de cooperativas y permisionarios prove-nientes de otros municipios y aun de otros esta-

Los terrenos para los apilamientos de la concha de la almeja mano de león en Guerrero Negro se designan por la autoridad municipal en atención a las reglas 93 y 94 del Programa de Manejo de la Reserva de la Biosfera El Vizcaíno.

Lo que se observa es el producto de sólo dos temporadas de aprovechamiento (700 ton).

1 Centro Regional de Investigaciones Pesqueras de La Paz, BCS, Inapesca.

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Pesquería de abulónde la Península de Baja california Mario Roberto Ramade1

además de una reducción del esfuerzo pesquero, tanto en la duración de la temporada de pesca (tres meses) como en el número de embarcaciones que capturaban el recurso. A principios de los noventa se estableció un sistema de cuotas de captura para cada especie, usuario y área de pesca. Además, se implementó el esquema de concesiones pesqueras, que consiste en otorgar derechos exclusivos de ac-ceso al recurso en áreas de pesca perfectamente delimitadas, confiriendo a los usuarios obligacio-nes de cuidado y recuperación del recurso, en el marco de manejo en áreas naturales protegidas, es-pecíficamente la Reserva de la Biosfera El Vizcaíno (Rebivi). A partir de entonces, los pescadores crea-ron esquemas comunitarios de vigilancia pesque-ra, así como mecanismos de producción en labora-torio de larvas y juveniles que han sido utilizados para el repoblamiento de las zonas de pescas más deterioradas.

La aplicación de las primeras medidas oficiales de manejo de la pesquería después de su colapso permitió que las poblaciones silvestres comenzaran a recuperarse paulatinamente, y como consecuen-cia, las capturas, hasta alcanzar niveles cercanos a las 3 000 toneladas. Sin embargo, las cuotas estu-vieron mal asignadas y la abundancia de las pobla-ciones comenzó a decaer nuevamente, al igual que la producción (véase la gráfica).

A partir de 1996, el Instituto Nacional de la Pesca (Inapesca) implementó un nuevo esquema de otorgamiento de cuotas de captura basado en la información de los censos anuales, con lo cual la biomasa de las poblaciones silvestres de abu-lón prácticamente se duplicó. Sin embargo, debi-do a que aún no se alcanzan los niveles máximos de rendimiento sostenible, se asignan niveles pre-

Las pesquerías de abulón y langosta han sido la base del desarrollo y sustento económico de al menos 30 comunidades pesqueras de la costa oc-cidental de la Península de Baja California. En México se distribuyen cinco especies de abulón: el azul (Haliotis fulgens), el amarillo (H. corrugata), el rojo (H. rufescens), el negro (H. cracherodii) y el chino (H. sorenseni).

De estas cinco especies, el azul y el amarillo apor-tan 99% de las capturas comerciales y el 1% restan-te corresponde al abulón rojo. El abulón negro y el chino se encuentran enlistados en la Ley de Espe-cies en Peligro de Estados Unidos, por lo que en México no se realizan capturas comerciales de estas especies.

La explotación de abulón en México data de fi-nales del siglo xix, cuando era extraído por inmi-grantes de origen chino y posteriormente por japo-neses. A mediados de la década de los años treinta del siglo pasado, el recurso fue decretado por el gobierno de la República como especie reservada para su aprovechamiento comercial a sociedades cooperativas. A partir de esa fecha, esta pesquería se fortaleció hasta alcanzar capturas históricas de 12 000 toneladas en 1950.

La curva histórica de capturas es un ejemplo clá-sico de una pesquería fuertemente explotada, la cual ha cubierto todas sus fases de desarrollo. La pesquería se estabilizó entre los últimos años de la década de los cincuenta y el inicio de los setenta, cuando empezó a declinar hasta su colapso en los ochenta.

Para detener el deterioro de las poblaciones sil-vestres, el gobierno federal, por medio de la Secre-taría de Pesca, implementó un esquema zonificado de vedas y tallas mínimas de captura por especie,

Abulón azul. Abulón chino.

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cautorios de explotación, lo cual ha limitado el incremento de la captura, manteniéndose relativa-mente constante en los últimos 10 años. Esta tendencia varía en-tre zonas y especies (véase el cuadro).

Definitivamente, el esquema actual de manejo de este recurso, que combina derechos de pro-piedad, cuotas de captura, tallas mínimas y vedas diferenciadas por área y especie, así como el involucramiento de los usuarios, ha permitido la recuperación de las poblaciones silvestres de abu-lón, al grado que se encuentran en niveles cercanos a las bioma-sas que producen el rendimiento máximo sostenible. Para mante-ner este proceso es indispensable reforzar la vigilancia para evitar la pesca ilegal. Desafortunada-mente, las especies de abulón son sensibles a fenómenos natu-rales como El Niño, La Niña y el cambio climático, que pueden poner en riesgo sus poblaciones. Es necesario mantener los es-fuerzos que realizan el Inapesca, las cooperativas pesqueras, por medio de la Fedecoop, la Rebivi e instituciones de investigación para lograr la plena recuperación de las poblaciones y garantizar su aprovechamiento sustentable, dada la impor-tancia social y económica que tiene esta pesquería en esta región del país.

Biomasa de las poblaciones silvestres de abulón

Zona de Abulón azul Abulón azul Abulón amarillo Abulón amarillo explotación B2009

/ B1996 B2009 / BRMS B2009

/ B1996 B2009 / BRMS

I 1.44 0.96 0.87 1.03 II 1.64 1.05 2.33 1.20 III 1.71 0.63 2.84 0.52 IV 2.30 0.95 — — Total 2.23 0.94 2.13 0.88

Fuente: Inapesca, 2009.

Abulón amarillo. Abulón negro.

1 Federación Regional de Sociedades Cooperativas de la In-dustria Pesquera “Baja California”, F.C.L.

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Después de los dos colapsos de la pesquería, en los años setenta y noventa, se asignaron niveles precautorios de explotación manteniendo desde 1996 la captura constante, lo cual permite la

recuperación de la población y su aprovechamiento sustentable.

Págs. 120-121 →El río Usumacinta atraviesa la Selva Lacandona: a la derecha, Chiapas; a la izquierda, Guatemala.

© Javier de la Maza

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ecoturismo en la reserva de la Biosfera los tuxtlasAntonio González Azuara,1 Armando Figueroa2

yadas con recursos económicos de la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas (Cdi). Este rápido crecimiento demostraba el interés de los pobla-dores en esta nueva actividad; sin embargo, la dispersión y falta de un plan articulado no permitieron la consoli-dación de muchos proyectos y varios se abandonaron.

Los proyectos comunitarios que han podido consoli-darse se caracterizan por los siguientes elementos: se realizaron diagnósticos comunitarios participativos; tu-vieron acompañamiento y asesoría de manera constan-te; se vincularon a estrategias de desarrollo local y re-gional; los actores locales se apropiaron del proyecto; se formaron nuevos cuadros locales; se capacitó a los invo-lucrados directos en el tema ecoturístico; se estudiaron otras experiencias; se obtuvieron recursos económicos para la construcción de infraestructura básica (cabañas, comedores, letrinas secas, plantas de tratamiento de agua para su reutilización, torres de observación de aves, senderos, entre otros) y equipamiento (literas, co-cinas, comedores, kayaks, chalecos salvavidas, bino-

culares, etc.); se pagó asesoría es-pecializada para la mercadotecnia, la publicidad y la capacitación per-manente, el diseño de materiales de difusión y la promoción perma-nente de los proyectos comunitarios de ecoturismo.

En 2002 se formó la Red de Eco-turismo Comunitario de Los Tux-tlas, integrada inicialmente por cua-tro figuras representantes de cuatro ejidos (aproximadamente 150 per-sonas), a la que se asociaron otros cuatro proyectos individuales o gru-pales que fomentaban el ecoturismo en la parte norte de la Reserva de la Biosfera Los Tuxtlas.

Los grupos sociales, integrados a partir de los proyectos de ecotu-rismo, se han reducido hasta que-dar sólo aquellos actores compro-metidos o convencidos de que la estrategia es la adecuada. El ejido Adolfo López Mateos es el proyec-to que se mantiene como “punta de lanza”, tras 13 años de creci-miento en aspectos de capacidades locales, infraestructura y visión es-tratégica. Aun cuando representa 30% de la población total de la

El ecoturismo ha demostrado ser, en los últimos años, una alternativa viable para contribuir al desarrollo sus-tentable de territorios o regiones. En algunos países, los ingresos económicos y de divisas provenientes del eco-turismo han sido significativos y se han convertido in-cluso en estratégicos para la economía nacional. El eco-turismo se realiza principalmente en áreas naturales que contienen recursos en buen estado de conservación y con las que generalmente se asocian comunidades, po-blaciones o localidades rurales e indígenas.

En el territorio que ocupa la Reserva de la Biosfera Los Tuxtlas, en Veracruz, se inició en el año 1997 un proceso social ejidal para promover el ecoturismo como estrategia de desarrollo local y conservación de los eco-sistemas naturales. Tras un diagnóstico del potencial, la capacitación y formación de cuadros locales y un pro-yecto piloto en 2001, ya se habían incorporado de ma-nera formal pobladores de tres ejidos con proyectos per-sonales o grupales en varios lugares del territorio y en 2003 se contaba con 15 iniciativas, algunas de ellas apo-

Poza del Encanto, Miguel Hidalgo, Los Tuxtlas, en Veracruz.

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vo de información de diagnóstico y de difusión que pue-de ser la base de una estrategia nacional de mercadotec-nia y promoción de los proyectos de la región.

Sin embargo, para que la situación actual de los pro-yectos comunitarios de ecoturismo se transforme en

una estrategia para la conservación de los recur-sos naturales en la Reserva, ésta deberá asumirse y apropiarse de manera interinstitucional; in-vertir permanentemente en capacitación, plani-ficación regional e infraestructura básica y ade-cuada para el ecoturismo; establecer una red de empresas ecoturísticas para diversificar los pro-ductos que se ofrecen y, con ello, aumentar or-denadamente la afluencia de visitantes en toda la región.

localidad, el grupo comunitario de-nominado Cielo, Tierra y Selva ofrece hospedaje en cabañas, recorridos por senderos, campamento en la montaña y, para recorridos en manglar y playa, se asocia con otros proyectos comuni-tarios, como el grupo comunitario del ejido Sontecomapan, el de la comuni-dad Margaritas, el de Adolfo Ruiz Cor-tines o, en la selva propiamente, con el grupo comunitario del ejido Miguel Hidalgo y otras pequeñas iniciativas a lo largo de la costa de la Reserva de la Biosfera Los Tuxtlas.

Los proyectos comunitarios han re-cibido algunos premios y reconoci-mientos nacionales e internacionales (en 2004 fue reconocido como el me-jor proyecto de ecoturismo por Expo Aventura y Ecoturismo; mención ho-norífica en 2008 como Reconocimien-to a la Conservación de la Naturaleza por la Semarnat por medio de la Co-nanp; proyecto seleccionado por la Red Mab-unesCo para la contribución de conocimientos y experiencias so-bre el tema de la valoración de la identidad cultural como factor de de-sarrollo sostenible en territorios rura-les). Además, se involucraron en una fase de certificación por parte de la Semarnat según la norma mexicana de reconocimiento mundial, NMX-AA-

133-SCFI-2006.El ecoturismo en la región puede crecer ya que tiene

un gran potencial. Se cuenta con un capital social impor-tante en toda la región, con capacitación de varios años en diversos temas asociados al ecoturismo; cierto nivel de infraestructura comunitaria para el turismo; un acer-

1 Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegi-das, Semarnat.

2 Proyecto Manejo Integrado de Ecosistemas, Pro-grama de las Naciones Unidas para el Desarrollo.

Selva alta perennifolia de Los Tuxtlas.

Laguna Azul, Los Tuxtlas.

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Parque ejidal san nicolás totolapan Ejidatarios de San Nicolás Totolapan, V. Sophie Ávila1

se complementan con ecotécnicas, como el acopio de los residuos sólidos y la separación de basura orgánica para producir composta para la granja. Las aguas residuales son vertidas a biodigestores antes de usarse para el riego o re-incorporarse al suelo. Se realizan algunas acciones de ma-nejo del suelo, como la construcción de tinas ciegas o zan-jas de infiltración, y la construcción de presas filtrantes.

Una vez consolidado el Parque se creó la Reserva Eco-lógica Comunitaria ante el gobierno de la ciudad. La Re-serva es un instrumento que permite recibir una retribu-ción económica por la conservación de un área y sus servicios ambientales. De esta manera se han creado em-pleos temporales a lo largo del año, para realizar acciones de reforestación, manejo de suelo y otras.

La diversificación productiva ha permitido la incorpora-ción de un mayor número de ejidatarios al funcionamiento del Parque y por consiguiente el aumento del área boscosa conservada, así como más empleos y beneficios económi-cos dentro del ejido. Al principio, el Parque estaba confor-mado sólo por ocho familias y ahora lo está por más de 200. La adición de más miembros del ejido al Parque es el resul-tado de haber revalorado nuestros recursos naturales y nuestras tierras. En promedio tenemos 20 empleados per-manentes que trabajan en el Parque, así como otros 34 en la Reserva Ecológica Comunitaria. Aunado a ello, se generan alrededor de 100 empleos temporales al año para acciones de restauración u otros. Un logro muy importante es la vi-gilancia participativa para reducir las invasiones o los asen-tamientos irregulares. Los ingresos económicos del Parque provienen de todas las actividades recreativas, y un estima-do general indica una entrada aproximada de 10 000 pesos a la semana, además de los apoyos institucionales derivados de diversos programas. Por otro lado, el tener ingresos para apoyar a todos los miembros del ejido en diversas activi-dades ha permitido lograr una mayor cohesión entre los miembros, e incluso la participación de niños y mujeres. Asimismo, se ha logrado evitar en alguna medida la venta de terrenos para construcción inmobiliaria. Por otro lado, el ejido es uno de los pocos espacios en la ciudad para realizar actividades recreativas al aire libre y un gran número de personas nos visita. Además, el Parque realiza una labor importante en educación ambiental, principalmente para los estudiantes que visitan la granja didáctica o la uMa.

La afluencia constante y numerosa de visitantes a lo largo del año revela la importancia del Parque para los capitalinos y ha permitido que los miembros del ejido revaloremos nuestros recursos naturales para lograr el uso sustentable del ecosistema.

El Parque Ejidal San Nicolás Totolapan se encuentra en la delegación Magdalena Contreras y comprende 1 700 hec-táreas de bosque templado, compuesto por especies de flora y fauna características del Eje Neovolcánico Transver-sal. El ejido tiene una superficie de más de 2 300 hectáreas y es propiedad de 336 ejidatarios; forma parte del suelo de conservación del Distrito Federal, por lo que provee im-portantes servicios ambientales a la ciudad de México.

Los ejidatarios nos dedicábamos al aprovechamiento forestal para la empresa papelera Loreto y Peña Pobre, de ahí que el bosque tuviera desde entonces un valor eco-nómico para nosotros. Sin embargo, a partir de la veda forestal, las familias nos vimos obligadas a emplearnos en la ciudad o bien a vender nuestras tierras; el no uso de la tierra ocasiona que la gente no valore el bosque.

Ante esta situación de abandono rural nos vimos en la necesidad de diversificar nuestras actividades producti-vas. Por ello, algunas familias decidimos en un principio crear una Unidad de Manejo para la Conservación de la Vida Silvestre (uMa), con la finalidad de mostrar algunos ejemplares de venado e iniciar así nuestras actividades ecoturísticas. La uMa fue el primer paso para la creación del Parque y, en la actualidad, éste tiene aproximadamen-te 30 venados cola blanca y una extensión de 3 ha. Sin embargo, las actividades del Parque se han diversificado y consolidado gracias a la colaboración con organizacio-nes gubernamentales y civiles, así como con institucio-nes académicas. Hoy ofrecemos actividades ecoturísticas: pesca en estanques artificiales, cabalgatas por el bosque, visitas al Centro de Educación Ambiental “Los Brinzales”, así como la granja agrodidáctica. Es posible pernoctar en los albergues y cabañas dispuestos para ese propósito. Se-manalmente recibimos por lo menos 500 personas y en caso de visitas de escuelas u otros grupos, el número au-menta considerablemente. Las actividades ecoturísticas

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1 Instituto de Investigaciones Económicas, unaM.

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la Ventanilla, comunidad que avanza hacia la conservación Carmelo Elorza,1 Mireya Viadiu,1 V. Sophie Ávila2

En aquellos años, agencias de viajes de Huatulco co-menzaron a hacer recorridos que incluían la visita al hume-dal de La Ventanilla. El contacto con los turistas y los ingre-sos que comenzamos a tener nos permitieron darnos cuenta de la importancia de conservar nuestro humedal. Así fue como empezamos a trabajar en la concientización de la población local, para el cumplimiento de las leyes que protegían especies que tradicionalmente se consumían, como la iguana, la tortuga marina, el mangle o el venado. Asimismo, la comunidad se interesó en tener capacitación en diversos temas para la conservación. Con ello, hacemos ahora recorridos ecoturísticos en la pequeña laguna del manglar, y en una pequeña isla que se encuentra en el cen-tro de la laguna bajan los turistas a conocer los animales que manejamos para reincorporarlos al medio ambiente, como los cocodrilos o los animales que la Profepa nos ha dado en resguardo, como el venado cola blanca.

Otro evento que nos marcó fue el paso de los huracanes Paulina y Rick, en 1997. La fuerza destructiva que nos mostró la naturaleza y el estado de devastación en que que-daron la comunidad y el manglar, que tenía árboles de más de 40 metros de altura, nos hizo ver que la conservación era una necesidad que no podíamos dejar para más tarde.

Muy de cerca con instituciones federales, estatales y municipales, así como con organizaciones no guberna-mentales e instituciones académicas iniciamos un proce-so de monitoreo y rescate de especies emblemáticas: las

tortugas marinas, los mangles y los cocodrilos; después si-guieron la iguana y el venado cola blanca. De este trabajo surgió el interés por obtener en 2001 el registro como Uni-dad de Manejo para la Con-servación de la Vida Silvestre (uMa). Desde ese año hemos contado con el apoyo técnico de investigadores, así como de estudiantes y voluntarios del país y del extranjero.

Desde los primeros esfuer-zos que realizamos hasta la fe-cha podemos decir que nues-tras acciones por conservar el humedal y algunas de las es-pecies asociadas a él han sido beneficiosas para nosotros y para la naturaleza. El manglar se está recuperando junto con su fauna y en la actualidad se

Nuestra comunidad, La Ventanilla, se encuentra asenta-da alrededor de un humedal costero de unos 4 km2, en el municipio de Santa María Tonameca, Oaxaca. Somos 20 familias que llegamos al sitio alrededor de los años setenta. Todas vivíamos de la agricultura de temporal, del aprovechamiento de la tortuga marina y de la pesca de autoconsumo.

En 1990 ocurrieron dos hechos que nos obligaron a buscar alternativas de sustento. El primero fue una se-quía que afectó la producción agrícola y el segundo fue la prohibición del aprovechamiento de la tortuga mari-na. Esto último movilizó a grupos ambientalistas hacia zonas del país en donde la población humana se había visto afectada por la prohibición. Fue entonces cuando algunas familias de la comunidad decidimos comenzar a conservar nuestras plantas y animales, y a realizar con turistas recorridos de observación de cocodrilos y aves dentro del humedal. Al inicio no teníamos una idea clara de cómo llevar a cabo esas actividades; sin embargo, la cantidad de visitantes que atraía el Centro Mexicano de la Tortuga de Mazunte, a pocos kilómetros de La Venta-nilla, abierto al público en marzo de 1994, permitía una afluencia de turistas a nuestra comunidad.

En 1995, con ayuda del grupo Ecosolar, nos organi-zamos en una cooperativa y desde entonces hemos podi-do conseguir el apoyo de instituciones gubernamentales, no gubernamentales y académicas.

Cocodrilo en el manglar de La Ventanilla.

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de la Naturaleza 2003, con mención honorífica. En 2005, el Fideicomiso Fondo para el Patrimonio Natural de México y el Fondo para la Conserva-ción de la Tortuga Marina re-conocieron la labor de la So-ciedad Cooperativa de Servicios Ecoturísticos de La Ventanilla en el cuidado del patrimonio natural. También obtuvimos el Distintivo Moderniza, durante el periodo de febrero de 2006 a febrero de 2008.

En el terreno del ecoturis-mo hemos decidido dar un paso adelante buscando una certificación de buenas prác-ticas (NMX-133-AA-SCFI-2006), la cual nos permitirá conseguir

que nuestro proyecto se posicione como una alternativa de mayor calidad, con congruencia y más comprometida con el cuidado del medio ambiente. Además, este proce-so le dará difusión a la cooperativa entre turistas que buscan sitios como el nuestro para pasar su tiempo de descanso.

estima una población de 200 cocodrilos. Actualmente for-mamos parte de la Red de los Humedales de la Costa de Oaxaca y colaboramos con otras comunidades para el be-neficio mutuo. Nuestras acciones han contribuido también a que la situación de la gente de la comunidad sea muy distinta a la de otras en la costa de Oaxaca, ya que la migra-ción de los jóvenes hacia otras regiones es muy escasa, pues encuentran fuentes de trabajo aquí.

Hemos sido distinguidos con varios reconocimientos y premios, entre ellos el reconocimiento a la Conservación

1 Comunidad de La Ventanilla, Oaxaca.2 Instituto de Investigaciones Económicas, unaM.

Canal en un manglar de La Ventanilla.

Garzas pie dorado juveniles (Egretta thula).

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control de visitantes en áreas protegidasdel caribe mexicano Alfredo Arellano, Francisco Urzúa1

Conanp se ha visto en la necesidad de desarrollar capa-cidades técnicas para litigar en los tribunales.

Como un caso muy significativo de lo anterior, en 1999 se retiraron del agua y desmantelaron dos platafor-mas flotantes de 15 por 25 metros aproximadamente, que realizaban actividades náutico-recreativas sobre los arrecifes de Punta Nizuc, polígono 3 del Parque Nacional Costa Occidental de Isla Mujeres, Punta Cancún y Punta Nizuc. Estas plataformas causaron daños muy severos en los ecosistemas, tanto por el impacto directo sobre las colonias coralinas situadas por debajo, a la sombra de las dos plataformas, causando la muerte de la totalidad de las mismas, como por el exceso de visitantes que realiza-ban actividades de buceo libre e impactaron las unidades arrecifales adyacentes, abiertas al público durante 10 ho-ras al día. Mientras operaron, las llamadas “Isla Paraíso I y II” fueron un éxito comercial en detrimento del am-biente que les daba viabilidad económica, mediante el aprovechamiento intensivo de recursos naturales propie-dad de la nación y protegidos por decreto presidencial. Sin embargo, el proceso para retirarlas del agua fue largo y complicado, puesto que las estructuras y las embarca-ciones que transportaban a los turistas tenían permisos para operar, tanto de la autoridad ambiental como de la autoridad en materia de navegación. Para impedir que continuaran operando fue necesario elaborar un detalla-do diagnóstico de los daños ambientales, avalado por expertos en la materia, dar seguimiento puntual de va-rios juicios y procedimientos administrativos paralelos en tres secretarías de Estado, además de la voluntad po-lítica del presidente de la República en turno.

La llamada primera barrera arrecifal de Punta Nizuc es posiblemente uno de los sitios con mayor intensidad de uso turístico del mundo, con un área de aproximada-mente 4 hectáreas y un número de visitantes que sobre-pasó el cuarto de millón en 2009, la mitad del número registrado hace una década, cuando se retiraron las pla-taformas. Se puede considerar como área de sacrificio, puesto que ahí se concentran los impactos derivados del uso público, permitiendo la conservación de otras áreas aledañas: en este caso, a pocas decenas de metros, conti-guas a la zona de nado, todavía se pueden encontrar for-maciones coralinas en buen estado de salud, que funcio-nan como barrera protectora de la costa contra huracanes y tormentas, proveen refugio, son sitios de alimentación y reproducción de plantas y animales, entre los múlti-ples servicios ambientales que estos arrecifes de coral siguen brindando.

La aplicación de estas metodologías de capacidad de carga turística, el establecimiento de límites de cambio

Entre las virtudes mejor reconocidas del manejo de áreas naturales protegidas (anp) en México está la capacidad para planificar y regular las actividades recreativas que afectan a los ecosistemas o sus elementos. La importante experiencia obtenida en el Caribe mexicano representa un caso de estudio reconocido en los ámbitos nacional y regional, tanto por su aplicación en el control de las ac-tividades como porque produjo beneficios directos del turismo a los habitantes locales.

Debido al incremento de visitantes, la Conanp esta-bleció límites de capacidad de carga turística como una medida de regulación previa al otorgamiento de permi-sos para realizar actividades náutico-recreativas en las anp de Arrecife Alacranes y Ría Lagartos, en Yucatán, e Isla Contoy, Isla Mujeres-Cancún-Nizuc, Arrecifes de Puerto Morelos, Sian Ka’an y Banco Chinchorro, en Quin-tana Roo. Para la definición de dichos límites se realiza-ron estudios específicos y se establecieron criterios y ba-ses técnicas, avalados por la comunidad científica y en colaboración con los propios usuarios y actores con inje-rencia legítima en el tema.

En algunas de las anp, las capacidades de carga deter-minadas para distintas actividades o en las distintas sub-zonas de uso público han llegado a su límite, por lo que la Conanp niega nuevas autorizaciones de permisos; en otros casos en que son violadas las condicionantes a los permisos se ha llegado a su revocación. Una tercera cau-sa de negación del permiso es que los promotores no cumplen con los requisitos legales para la operación re-querida en el reglamento de anp. Derivado de estas nega-tivas, algunos promotores acuden al tribunal contencio-so-administrativo para demandar derechos, por lo que la

Arrecife El Farito, Quintana Roo.

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aceptable y la regulación de activida-des mediante permisos para activida-des específicas, con intensidad de uso y en zonas delimitadas, han resultado un factor clave para la prevención y disminución de impactos ambientales que ocasiona la actividad recreativa en las anp.

Frente a las presiones provenientes de la construcción de infraestructura turística y como una alternativa de apre-ciación del paisaje natural, contraria al modelo de desarrollo de turismo masi-vo, el turismo de naturaleza que ofrecen las anp, entendido también como turis-mo de bajo impacto ambiental, es aque-lla modalidad turística ambientalmente responsable que consiste en viajar o vi-sitar espacios naturales relativamente poco perturbados, con el fin de disfru-tar, apreciar y estudiar los atractivos na-turales del lugar, así como cualquier manifestación cultural del presente o del pasado que pueda encontrarse ahí, mediante un proceso que promueve la conservación; tiene bajo impacto ambiental y cultural e induce una participación activa y socioeconómicamen-te benéfica de las poblaciones locales.

Corales en buen estado de conservación en El Farito.

1 Ambos autores, Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas, Semarnat.

Agaricia tenuifolia, Diploria strigosa y Stegastes planifrons juvenil.

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reserva de la Biosfera tiburón BallenaJosé Francisco G. Remolina1

rigen la actividad y que administra la Semarnat. En ellas se limita el número de embarcaciones autoriza-das y se disminuye el número de ocupantes por em-barcación; se da prioridad a los habitantes locales en el otorgamiento de los permisos y en la capacitación como guías; se fortalece la vigilancia y la seguridad.

Durante estos años, las autoridades ambientales han trabajado estrechamente con los permisionarios para la adaptación de la normatividad, conocer mejor la espe-cie y participar en tareas de coinvestigación del Proyecto Dominó (domino.conanp.gob.mx), iniciativa que enmar-ca los esfuerzos para la conservación y el conocimiento del tiburón ballena en el Atlántico mexicano, certificán-dose también como guías de naturaleza.

A partir de 2003, la Conanp ha coordinado, con investigadores nacionales y extranjeros, el monitoreo de la población del tiburón utilizando fotografías para la identificación de individuos, así como con marcaje convencional, en conjunto con transectos trazados mediante sobrevuelos en la zona. Se calcula que exis-te una población de entre 653 hasta 3 572 tiburones que visitan la zona de mayo a septiembre. Uno de los datos, resultado del monitoreo, es que, en 2005, 13% de los tiburones presentaron cicatrices atribuibles a contactos con embarcaciones, mientras que en 2007 el número de tiburones con estos daños se incre-mentó a 33%, lo cual es necesario atender. Otro re-sultado son las fluctuaciones de su ámbito debido a fenómenos como El Niño.

El auge del atractivo turístico ha sido importante pero también ha demostrado que debe manejarse con sumo cuida-do por la amenaza que una acti-vidad turística poco con trolada puede representar.

Después de reglamentar la actividad turística, el incremen-to anual de solicitudes de per-misos ha sido extraordinario. En la temporada 2009 se otorgaron 207, principalmente matricula-dos en Isla Mujeres, Chiquilá y Holbox. La Conanp ha apoyado a las comunidades para la reali-zación de la actividad de manera más sustentable, con un monto de más de 2 millones de pesos. En 2008 coordinó el II Congre-so Internacional sobre Tiburón Ballena en Holbox, con la parti-

El Canal de Yucatán, frente a la costa de Lázaro Cárde-nas y de Isla Mujeres, alberga la agregación estacional de tiburón ballena (Rhincodon typus) más numerosa del planeta. Nuestro país tiene una clara responsabili-dad en la conservación del pez más grande que existe y del hábitat que lo alberga.

Los pescadores de esta región conocían al tiburón ballena, al que llamaban “dominó”, como un referente de la pesquería del esmedregal, la más productiva de Quintana Roo. En 2002, unos turistas solicitaron a pescadores de Holbox que los llevaran a ver estos pe-ces; los pescadores se sorprendieron de que los turis-tas nadaran junto a los tiburones ballena, se subieran a sus dorsos y se sostuvieran de sus aletas. Al darse cuenta del atractivo que esto significaba para los visi-tantes, los pescadores decidieron iniciar una nueva actividad turística que les permitiera manejar la espe-cie en beneficio de la comunidad local, sin alterar sus poblaciones. Sin embargo, alertados de que los turis-tas podrían ser un factor de perturbación, pidieron ayuda a la dirección del Área de Protección de Flora y Fauna Yum Balam en la Conanp, para establecer las reglas necesarias de manejo sustentable. Dichas reglas se formularon en un taller con la participación de los pescadores, investigadores expertos en la especie y prestadores de servicios turísticos experimentados con el tiburón ballena en Belice y Honduras, junto con las autoridades nacionales competentes. Como resultado de este taller se estableció un código de ética que se transformó en las reglas administrativas que

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del uso del recurso, a que se les dio prioridad como permisionarios, a la coordinación con otras autorida-des involucradas en la actividad y a que se cuenta con una base científica para la toma de decisiones. Sin embargo, hace falta determinar el número máximo de usuarios que pueden realizar la actividad de manera lucrativa y que, a la vez de ser rentable, conserve la especie aprovechada.

cipación de casi la totalidad de expertos sobre esta especie en el mundo. Asimismo, el 21 de agosto de 2008 se publicó la declaratoria de vigencia de la Norma NMX-AA-142-SCFI-2008, que establece especificaciones y lineamientos para el desa-rrollo de actividades de apro-vechamiento sustentable (bu-ceo, nado y observación) con tiburón ballena, relativas a su protección, manejo y la con-servación de su hábitat. Entre las autoridades y los permisio-narios se ha conducido un de-licado proceso para elaborar el Plan de Manejo para el Tibu-rón Ballena (pM-tb).

Después de seis años, con toda la información genera-da y dada la importancia del sitio, no sólo para el tiburón ballena sino también para otros grupos como delfines, mantarrayas y tortugas, y especies de pesca comercial, el 4 de junio de 2009 se publi-có el decreto por el que se declaró área natural pro-tegida, con la categoría y denominación de Reserva de la Biosfera Tiburón Ballena, la zona frente a las costas del norte de Quintana Roo.

Hasta ahora, éste es un ejemplo exitoso de aprove-chamiento sustentable y conservación de un recurso común, logrado gracias a la participación de los po-bladores locales en la planeación y reglamentación 1 Reserva de la Biosfera Tiburón Ballena, Conanp.

Tiburón ballena (Rhincodon typus).

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ordenamiento ecológico del Golfo de californiaDaniela Pedroza, Antonio Díaz de León1

pesquerías se encuentran en el máximo rendimien-to sostenible), el deterioro de los ambientes coste-ros por la contaminación proveniente de fuentes agrícolas, acuícolas y urbanas, y la expansión de los grandes desarrollos turísticos incrementan la pre-

sión por el uso del terri-torio y sus recursos, lo cual hace imprescindible contar con un instrumen-to que ordene las activi-dades productivas y man-tenga un equilibrio entre el desarrollo y la conser-vación.

El ordenamiento eco-lógico es el instrumento de la política ambiental dirigido a evaluar y pro-gramar la distribución de

las actividades en el territorio, mediante un proceso de planeación integral, participativo, transparente y sistemático. Este proceso contempla el estableci-miento de una plataforma de coordinación entre los sectores sociales y los tres órdenes de gobierno para la formulación de políticas que permitan lograr un balance entre las actividades productivas y la pro-tección de los recursos naturales.

El Programa de Ordenamiento Ecológico Marino del Golfo de California, después de dos intentos fallidos en 1997 y 2000, fue el primer programa de su tipo en ser emprendido por el gobierno federal. En su formulación e instrumentación participan siete dependencias de la administración pública fe-deral, los gobiernos de cinco estados y represen-tantes de los sectores social, académico y producti-vo que desarrollan actividades en la región.

El proceso se gestó en un ambiente de descon-fianza, conflicto y falta de comunicación entre los actores participantes. Los gobiernos estatales mos-traban preocupación por su liderazgo político ante un esquema de intervención federal en sus territo-rios. Por su parte, el sector pesquero consideraba el ordenamiento como una amenaza para la realiza-ción de sus actividades, ya que estaban seguros de que su objetivo era cerrar el Golfo de California a las actividades pesqueras. Asimismo, las organiza-ciones no gubernamentales conservacionistas se enfrentaban a los sectores de pesca y turismo por considerarlos los principales factores de riesgo para la conservación de la biodiversidad.

El Golfo de California es reconocido mundialmente por su riqueza natural. Su diversidad fisiográfica y climática permite la existencia de una variedad de ecosistemas marinos y costeros que albergan una gran biodiversidad y un alto número de endemismos.

Las particularidades de circulación de vientos y de corrientes oceánicas del Gol-fo de California producen zonas de surgencias que ca-racterizan este mar semice-rrado como uno de los cin-co ecosistemas marinos con la mayor productividad y biodiversidad en el mundo. Sus aguas y costas son zo-nas de alimentación y re-producción de un tercio de todas las especies de cetá-ceos del mundo, y las de anidación y alimentación, de cinco de las siete especies de tortugas marinas que existen; alrededor de 10% de las especies de peces que en él habitan son endémicas. Además, cuenta con aproximadamente 900 islas e islotes.

En la región se desarrollan diversas actividades productivas, entre las que destacan la pesca, que contribuye con 70% de la produccion nacional, el turismo (8% de los turistas nacionales), la camaro-nicultura (90% de la produccion nacional) y la agricultura (40% de la produccion nacional).

Lo anterior hace del Golfo de California una zona prioritaria tanto para el desarrollo de activida-des productivas como para la conservación, lo que implica retos importantes en el diseño de políticas ambientales. La realidad es que día a día la sobre-explotación de los recursos marinos (80% de las

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Isla Tiburón, Sonora.

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Muelle de pescadores en el Golfo.

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Actualmente, el proceso se encuentra en su eta-pa de ejecución, en la cual se están alineando los instrumentos de gestión, así como las acciones de las dependencias, y se están definiendo los espa-cios de coordinación para la atención de problemas particulares.

La importancia de este ordenamiento radica en que, finalmente y después de un largo proceso de encuentros y desencuentros, fue posible estable-cer un mecanismo de concertación, planeación, monitoreo y seguimiento de políticas enfocados en la sustentabilidad ambiental del Golfo de Cali-fornia. La consolidación de este proceso depende-rá de la capacidad y voluntad de los sectores para continuar con el trabajo del Comité, fortaleciendo su legitimidad y logrando que el proceso se mejo-re y se traduzca en procesos locales congruentes con una realidad regional.

El Comité es el eje para consolidar la adaptabi-lidad que debe caracterizar los procesos de planea-ción, al ir engarzando los instrumentos de gestión ambiental, económica y social, evaluar los resulta-dos y plantear nuevas opciones de arreglos espa-ciales e intersectoriales, en un proceso permanente de planeación, gestión, retroalimentación y coor-dinación.

En este contexto, la estrategia fue establecer un clima de confianza e integración con los gobier-nos estatales y los sectores sociales, mostrando las bondades de una iniciativa conjunta en la región que permitiría la participación de todos los acto-res. Desde el inicio el proceso tuvo un carácter público, transparente y participativo, que se for-malizó como la instalación del Comité de Ordena-miento Ecológico, responsable de dar seguimien-to al proceso.

Dos años después de iniciado el proceso, a fi-nales de 2006 se publicaron en el Diario Oficial de la Federación el decreto presidencial (29/11/2006) y el acuerdo secretarial (15/12/2006), mediante los cuales se aprueba y expide el Programa de Or-denamiento Ecológico Marino del Golfo de Cali-fornia.

El Programa define una serie de unidades de ges-tión ambiental para las cuales se describen los prin-cipales elementos de conservación, su aptitud para el desarrollo de las actividades sectoriales, los posi-bles conflictos entre los sectores, así como los prin-cipales factores de presión desde el territorio coste-ro. Asimismo, establece una serie de compromisos de la administración pública federal dirigidos a pro-mover la sustentabilidad de las actividades produc-tivas y la conservación de los recursos y servicios ambientales, mediante el ejercicio de sus atribucio-nes y programas.

Vista de la costa de la Península de Baja California desde Isla Coronado.

1 Ambos autores, Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales.

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las islas marías: hacia su conservacióny manejo sustentable Karina Santos del Prado,1 Gerardo J. Negrete2

zaciones civiles, entre ellas la Conanp, la unaM, la Uni-versidad Autónoma de Chi-huahua, la Universidad de Cornell, el Grupo de Ecolo-gía y Conservación de Islas, A.C., y el Grupo Bio, A.C. El trabajo realizado ha con-tado con el apoyo de la ssp, por medio de su órgano ad-ministrativo desconcentra-do Prevención y Readapta-ción Social, con quien el ine firmó un convenio general de colaboración en noviem-bre de 2006, para coordi-nar acciones y conjuntar es-fuerzos, capacidades y re-cursos para llevar a cabo las tareas y actividades para el desarrollo del programa.

Entre los resultados más sobresalientes se cuenta con avances en los inventarios de flora y fauna del archipié-lago; con un sistema de información sobre la flora útil de la isla María Madre; con la abundancia relativa de la población de iguana negra (Ctenosaura pectinata) y del conejo endémico (Sylvilagus graysoni), así como de las plantas de mayor uso en María Madre, y con la identifi-cación y cuantificación de las especies de fauna introdu-cida en las cuatro islas del complejo insular.

Con dicha información se han elaborado programas de manejo integral de residuos sólidos, de manejo efi-ciente de la energía y de cosecha sostenible y uso diver-sificado de plantas para su uso como combustible, ade-más de un protocolo para la recolección y el manejo de semillas de cedro y otras especies maderables, su repro-ducción en vivero y su reintroducción a la vegetación natural mediante reforestación.

Por medio de acciones concretas, como a] la semiesta-bulación del ganado vacuno; b] la reforestación llevada a cabo en 2008 con 5 000 plantas de las especies nativas de cedro (Cedrela odorata), palo prieto (Piranhea mexica-na) y palo amarillo (Esenbeckia nesiotica) reproducidas en viveros en la isla; c] el control de 521 gatos ferales en 2008, y d] la capacitación de personal de la ssp e internos en medicina veterinaria y zootecnia para manejo ganade-ro, técnicas de reuso y reciclaje de residuos sólidos y sis-temas de información geográfica, comenzó una recupera-ción de la conservación de la biodiversidad y se empezó a avanzar en el manejo sustentable de los recursos.

El complejo insular Archipiélago Islas Marías, conforma-do por las islas María Madre, María Magdalena, María Cleofas y San Juanito, se ubica en la zona tropical seca de México, a 80 km de Punta Mita, Nayarit, en la entrada al Golfo de California.

Desde 1905, por decreto del presidente Porfirio Díaz, se instaló en las islas Marías una colonia penal federal. Actualmente se trata de un complejo penitenciario que opera sólo en la mayor de las islas, María Madre, y que es administrado por la Secretaría de Seguridad Pública (ssp), con quien colabora la Secretaría de Marina-Armada de México en acciones de vigilancia.

El Archipiélago Islas Marías es una región marina prioritaria y un Área de Importancia para la Conserva-ción de las Aves (aiCa núm. 30). Fue decretado área na-tural protegida con carácter de reserva de la biosfera el 27 de noviembre de 2000, y cubre un área terrestre y marina de 641 284 hectáreas.

Desde el año 2006, el Instituto Nacional de Ecología desarrolla el Programa para la Conservación y Manejo Sustentable del Archipiélago Islas Marías, cuyo objetivo es obtener información técnica y científica para la pla-neación territorial, la conservación y el manejo sustenta-ble de los recursos, con un enfoque orientado hacia la autosustentabilidad.

A lo largo de cuatro años de trabajo se ha conformado un grupo transdisciplinario e interinstitucional, coordina-do por el ine, en el que participan instituciones académi-cas y de investigación, dependencias de gobierno y organi-

Imagen satelital del Archipiélago Islas Marías.

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Ecológico Territorial del Archipiélago Islas Marías. Uno de los mayores éxitos del programa es la adopción de una visión ambiental integral por el personal de la ssp que ad-ministra el complejo penitenciario, gracias a lo cual será posible lograr la conservación de la extraordinaria riqueza biológica del Archipiélago Islas Marías y el manejo susten-table de los recursos disponibles en la isla María Madre.

Para la difusión de la normatividad ambiental entre la población que habita en la isla María Madre se elaboró una guía, así como un folleto para explicar los delitos ambientales y las sanciones penales por la cacería de la fauna en riesgo.

El trabajo desarrollado contribuyó a poner en opera-ción el Programa de Conservación y Manejo de la Reserva de la Biosfera Islas Marías, a establecer la zonificación de la isla María Madre como zona de amortiguamiento de la reserva y a dar inicio a la elaboración del Ordenamiento

Plantas crasicaules en las laderas costeras de las islas Marías.

Litoral de la isla María Madre.

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1 Instituto Nacional de Ecología, Semarnat.2 Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales.

Págs. 136-137 →Colonia de hibernación de la mariposa monarca en Sierra Chincua, Angangueo, Michoacán. Reserva de la Biosfera Mariposa Monarca.

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ordenamiento ecológico territorial Gerardo J. Negrete,1

en calakmul Leobardo Terpán,2 Arturo Arreola3

local-comunitaria y otro a escala municipal. Desde el año 2005 se ha trabajado de manera conjunta con los responsables y técnicos de la rbC, el Instituto Nacional de Ecología, la Agencia de Cooperación Técnica Alema-na (Gtz), las autoridades municipales y las del ejido La Guadalupe, todos acompañados en el trabajo de campo por el Instituto para el Desarrollo Sustentable en Meso-américa, A.C.

El proceso de ordenamiento local-comunitario se de-sarrolló en el ejido La Guadalupe debido a que se en-cuentra ubicado —casi en su totalidad— dentro de una de las áreas núcleo de la rbC (de acuerdo con su decreto, La Guadalupe ocupa una superficie de 4 971 ha, de las cuales 59% se localiza en la zona núcleo sur, 32.5% en la zona de amortiguamiento y 8.5% fuera de la rbC), por lo que requiere el fomento de un desarrollo sustentable. Entre los resultados destacados de este proceso están el establecimiento de espacios para el diálogo entre las au-toridades ejidales, municipales y de la rbC, lo que ha lle-vado al reconocimiento del modelo de ordenamiento por parte de las autoridades. Ello a su vez ha detonado

El municipio de Calakmul, al sur del estado de Campe-che, contiene casi la totalidad de la Reserva de la Biosfera de Calakmul (rbC), que cubre una extensión cercana a 60% del municipio. La rbC representa la mayor superfi-cie en buen estado de conservación de la selva del trópi-co subhúmedo de nuestro país.

Calakmul presenta un importante grado de compleji-dad debido a la diversidad de procesos sociales y am-bientales que han ocurrido en el municipio. Por un lado, se trata de una región recientemente poblada por gru-pos procedentes de los estados de Chiapas, Tabasco y Veracruz, quienes a pesar de tener a su disposición un gran potencial de recursos florísticos y faunísticos, no los utilizan de forma sustentable. Por otro lado, el go-bierno federal ha establecido varios instrumentos de política ambiental para proteger la riqueza biológica de la región, los cuales no han sido completamente acepta-dos por la población.

En este escenario se inició la elaboración del Ordena-miento Ecológico Territorial (oet) como instrumento de política ambiental, siguiendo dos procesos: uno a escala

Terrenos de uso agropecuario y de conservación.

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Por otra parte, éste ha logrado vincular las acciones que en materia de conservación se desarrollan en los diferentes niveles de gobierno, favoreciendo las prác-ticas de apropiación de los recursos naturales llevadas a cabo en los distintos ejidos y fortaleciendo la articu-lación de las acciones desarrolladas por la rbC me-diante ocho Unidades de Manejo para la Conserva-ción de la Vida Silvestre (uMa) presentes en el munici-pio. Esto, aunado a las nuevas prácticas de las autori-dades municipales para canalizar recursos destinados al fortalecimiento de actividades, como por ejemplo las relacionadas con el ecoturismo, ha propiciado el mejoramiento del estado de conservación de la selva, con una reducción de los conflictos y de la presión que las actividades antrópicas han propiciado en la región.

Éste es un buen ejemplo, a escala municipal, de cómo la innovación del planteamiento metodológico y la vin-culación de los poet propiciaron la adopción de un enfo-que funcional del territorio, que contempla sus distintas dimensiones (física, biótica, social y económica) y nive-les (local-municipal y local-comunitario), permitiendo lograr una visión de consenso y de mayor certidumbre en la implementación de lineamientos y estrategias de uso del territorio que promueven la sustentabilidad te-rritorial y, particularmente, la conservación y el manejo de los recursos naturales.

mecanismos de apoyo más eficientes, como la asigna-ción de recursos del programa de empleo temporal para jornales de trabajo, que permitió el incremento en los ingresos de los habitantes del ejido y el desarrollo de acciones a favor de la conservación.

Por su parte, la comunidad ejidal ha definido que una porción del ejido que colinda con la zona núcleo de la rbC, cuya utilización se autoriza en el programa de ma-nejo, se destine también a la conservación de la selva. Así se contribuye con la rbC a la vigilancia en áreas donde es difícil el acceso.

La experiencia obtenida en el proceso original de or-denamiento de La Guadalupe favoreció el desarrollo de un segundo proceso, estimulado por la sensibilización lograda entre las autoridades municipales para la reali-zación del programa de ordenamiento ecológico territo-rial (poet) del municipio durante 2007 y 2008.

Como parte de los resultados obtenidos en el segundo proceso, el Consejo Municipal de Desarrollo Rural Sus-tentable (CMdrs) acordó en una reunión del cabildo mu-nicipal incorporar los resultados del poet en la asignación de fondos públicos para proyectos. El acuerdo consiste en orientar los proyectos apoyados por el programa Alian-za para el Campo hacia los usos recomendados en el poet municipal. Cabe resaltar que este consenso ha sido posi-ble gracias a la amplia participación de la población local durante el proceso de discusión del poet.

Aprovechamiento de chicle.

Cultivo de pitahaya.

1 Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales.2 Instituto Nacional de Ecología, Semarnat.3 Instituto para el Desarrollo Sustentable en Mesoamérica.

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avances en el ordenamiento territorial comunitarioSalvador Anta1

bido a que su aplicación es compleja y sus alcances han sido limitados, es necesario complementarlos con otro tipo de instrumentos de mayor precisión e incidencia en los espacios más concretos, donde se da la toma de decisiones acerca del uso y manejo de los recursos naturales.

En este sentido, el Ordenamiento Territorial Co-munitario (otC) es el instrumento de planeación del uso del suelo y de sus ecosistemas que desa-rrollan los núcleos agrarios (comunidades y eji-dos), como parte de su estrategia de manejo de su territorio y el aprovechamiento sustentable de sus recursos naturales. A diferencia del oe, el otC no cuenta con una base legal muy bien definida, aun-que sus fundamentos legales se encuentran tanto en la lGeepa como en la Ley Agraria.

Los primeros ejercicios de otC fueron realiza-dos a principios de los noventa por grupos acadé-micos y de la sociedad civil que trabajaban con comunidades campesinas, como fue el caso del Programa de Aprovechamiento Integral de Recur-sos Naturales de la unaM, Estudios Rurales y Ase-soría, y Maderas del Pueblo del Sureste, A.C. En la segunda mitad de esa década la Semarnap, por medio del Programa de Desarrollo Forestal Co-munitario (Procymaf), convirtió los otC en una política pública de apoyo a las comunidades y eji-dos forestales para promover un buen manejo de su territorio y un buen uso de sus recursos natura-les. Actualmente son parte del portafolio de apoyos gubernamentales de instituciones como el Procy-maf, Coinbio y ProÁrbol de la Conafor, el Corredor Biológico Mesoamericano-México de la Conabio y el Proyecto Manejo Integrado de Ecosistemas de la Conanp.

Mediante los estudios de otC, las comunidades y ejidos pueden solicitar recursos económicos a la Conafor para contratar un equipo multidisciplina-rio de profesionistas y técnicos que las apoyen para elaborar un análisis y una evaluación de los recur-sos naturales que se encuentran en su territorio, que, acompañados por procesos y talleres de re-flexión participativa con la comunidad, permiten plantear una propuesta de zonificación de su terri-torio en la que se identifiquen las áreas que se de-ben destinar a la conservación de sus recursos fo-restales, aquellas que pueden ser aprovechadas sustentablemente, las áreas de restauración, las de producción agropecuaria, así como la delimitación de sus áreas urbanas.

México ha instituido procesos de planeación de uso del territorio como el Ordenamiento Ecológico (oe), que busca regular el uso del suelo y las activi-dades productivas con el fin de proteger el medio ambiente y lograr el aprovechamiento sustentable de sus recursos naturales. La Ley General del Equi-librio Ecológico y la Protección al Ambiente reco-noce tres niveles de ordenamiento: el Ordenamien-to General (escala nacional); el Regional (incluida la escala 1 estatal) y el Local (escala municipal). De-

Reuniones de trabajo para el ordenamiento territorial de las comunidades.

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ra en esos estados un valor legal. El seguimiento y monitoreo de estos otC es un reto importante para evaluar los impactos de este tipo de instrumentos a mediano y largo plazos.

La Conafor ha asignado a estudios de otC, entre los años de 2001 y 2009, más de 800 apoyos y una inversión de 107 millones de pesos, que han permi-tido cubrir una superficie de 5.2 millones de hectá-reas en comunidades y ejidos forestales del país. Los estados con mayor número y mayor cobertura de otC en áreas forestales son: Oaxaca, Michoacán, Guerrero, Jalisco, Durango y Quintana Roo.

Además, los otC han logrado promover nuevos esquemas de conservación voluntaria de los eco-sistemas forestales como son las reservas privadas, las áreas de conservación comunitaria y las áreas de conservación certificadas. Por otra parte, inicia-tivas regionales que han encontrado en los otC el eje de planeación y articulación territorial de nú-cleos agrarios colindantes han fortalecido el esta-blecimiento de importantes corredores biológicos al conectar áreas de bosques y selvas para su ges-tión ambiental territorial y colectiva.

Éste ha sido el caso del Comité Regional de Re-cursos Naturales de la Chinantla Alta (Corenchi), que integra seis comunidades agrarias del norte de Oaxaca, en el que cada comunidad ha realizado su otC y en conjunto mantienen un área de conserva-ción de bosques mesófilos, selvas altas y encinares tropicales de más de 21 000 ha.

Otro caso es el Sistema de Conservación Comu-nitaria de la Biodiversidad (Sicobi), que agrupa 11 comunidades de la cuenca del río Copalita en el estado de Oaxaca, y que por medio de sus otC tie-nen bajo resguardo comunitario más de 27 000 ha de bosques y selvas húmedas y secas que propor-cionan importantes servicios ambientales, como la captación de agua para el complejo turístico de Ba-hías de Huatulco.

Mientras, en la región de la Montaña de Gue-rrero, con apoyos del programa Manejo Integrado de Ecosistemas de la Conanp y el pnud, así como con los apoyos de la Conafor, se ha logrado elabo-rar 20 estudios de otC en igual número de comu-nidades, que además han permitido establecer 77 000 ha de conservación comunitaria de bos-ques y selvas, las cuales tienen actualmente una interesante perspectiva de constituirse en un área natural protegida.

La Unión de Comunidades Forestales Zapotecas-Chinantecas (Uzachi) tiene 10 años de haber co-menzado con sus otC y recientemente realizaron una evaluación de ellas con la finalidad de identifi-car si aún eran pertinentes para sus comunidades y realizar, de ser necesario, ciertos ajustes.

El otC ha ido ganando también espacios en la legislación de las entidades federativas, ya que esta-dos como Guerrero y Michoacán reconocen este tipo de ordenamientos en sus legislaciones ambien-tales locales y ello ha permitido que el otC adquie-

1 Comisión Nacional Forestal, Semarnat.

Señalamientos en el área comunal de Santa María Huatulco, para información de los visitantes.

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diez años del Pedro Álvarez Icaza1

corredor Biológico mesoamericano-méxico

establecidas como corredores, de manera que se traduzca en ingresos económicos para ellos.

El Corredor Biológico Mesoamericano en Mé-xico (CbMM), después del apoyo recibido durante nueve años por parte del Fondo Mundial para el Medio Ambiente, es acogido a partir del año 2009 por la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodversidad. Hasta el momento se trabaja en cinco corredores: Selva Maya Zoque (norte de Chiapas), Sierra Madre del Sur (sur de Chiapas), Calakmul-Sian Ka’an (Campeche), Sian Ka’an-Calakmul (Quintana Roo) y Costa Norte de Yucatán.

La mirada del Corredor Biológico Mesoamerica-no en México está centrada en el territorio, es decir, en las características geográficas y socioambienta-les, y en las necesidades y potencialidades de cada uno de los corredores. Éstos son ante todo espacios territoriales de consenso y armonización de políti-cas públicas en torno a la conservación de la biodi-versidad. En este esfuerzo se privilegia la atención de los procesos económicos y sociales que son fac-tores de deterioro y cambio de uso de suelo. El de-safío no es menor si se consideran los vacíos here-dados en la construcción de una visión territorial en las políticas nacionales de desarrollo y la debili-dad de nuestras instituciones en el nivel de las ins-tancias más cercanas a la gestión del territorio, par-ticularmente del municipio.

Después de 10 años de operación, los impactos del CbMM comienzan a vislum-brarse de manera tangible en los ecosistemas de las áreas en las que se trabaja, y sus pre-ceptos y objetivos centrales se han ido permeando hacia los lineamientos de política pú-blica dentro y fuera del sector ambiental.

Para dimensionar la magni-tud del esfuerzo cabe mencio-nar que en estos años de gestión el CbMM trabajó con un total de 628 comunidades, con una po-blación beneficiada de 85 283 personas. Se estima que, de ese total, una tercera parte corres-ponde a población indígena.

Uno de los principales pro-pósitos es revertir la tasa de de-

El desarrollo de las culturas en Mesoamérica se asienta en una de las regiones de mayor riqueza biológica del planeta. En esta angosta franja de tierra continental habita más de 10% de las espe-cies conocidas. La riqueza que hace menos de un siglo era una extensión ininterrumpida de selva tropical está hoy fragmentada. Fotografías aéreas y satelitales muestran la cobertura forestal rema-nente: fragmentos aislados de selvas y bosques cuya estabilidad en términos ecosistémicos está amenazada.

Ante la necesidad de detener y revertir este pro-ceso surge el Corredor Biológico Mesoamericano, iniciativa regional que incluye a México, Belice, Costa Rica, El Salvador, Guatemala, Honduras, Nicaragua y Panamá en un esfuerzo por proteger los ecosistemas naturales remanentes que antes nos unían.

Los corredores biológicos, como componentes de un paisaje, son puentes, macizos de vegeta-ción que permiten el flujo de genes y especies en-tre ecosistemas que han quedado fragmentados. En tanto proyecto, la función del Corredor Bioló-gico Mesoamericano es asegurar la conectividad a partir del mantenimiento de los macizos de vege-tación conservada que aún existen y recuperar la cubierta vegetal donde se requiere. En la esencia de la estrategia, y como condición para lograr lo anterior, está el aprovechamiento de los recursos por parte de los pobladores que habitan las áreas

Extracción tradicional de miel de abeja melipona en Yucatán.

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to mesoamericano frente al fenómeno del cambio climático puede significar la preservación de alre-dedor de 10% de las especies conocidas en todo el planeta.

Las metas específicas para el año 2012 que desa-rrolla actualmente el CbMM como parte del Progra-ma Especial de Cambio Climático se orientan a destinar 25 000 hectáreas anuales, que hoy se de-dican a la producción primaria, al manejo sustenta-ble, y a reducir el fuego como práctica agropecuaria en al menos 30% de la superficie.

forestación. La acción central ha sido la promoción de procesos productivos distintos a la agricultura como alternativa de desarrollo económico local, que incluyen principalmente la apicultura, el eco-turismo y el cultivo de café de sombra, atenuando con ello la presión sobre los recursos forestales y fortaleciendo los incentivos para su conservación. Esta serie de herramientas, sumadas a la elabora-ción de la Guía de campo de buenas prácticas foresta-les y una serie de criterios y tipologías de producto-res, han permitido orientar la gestión de los apoyos del CbMM en regiones forestales y evitar que éstos tuvieran resultados negativos.

La producción sustentable va de la mano de un consumo ambientalmente responsable. De ahí que uno de los principales empeños del CbMM sea el de favorecer el desarrollo de mercados que alienten la producción en condiciones de sustentabilidad. Un producto clave de este esfuerzo es el establecimien-to del Sello Corredor.

Además del valor de sus funciones como amorti-guadores ante fenómenos meteorológicos extre-mos, la consolidación de los corredores en el ámbi-

1 Corredor Biológico Mesoamericano-México, Conabio.

Corredor Biológico Mesoamericano-México.

SelvaMaya Zoque

Costa Norte de Yucatán

Sian Ka’an-Calakmul

Calakmul-Sian Ka’an

Sierra Madre del Sur

Áreas naturales protegidas

Corredores biológicos

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conservación y desarrollo Rafael Obregón,1

en la selva lacandona Xóchitl Ramírez2

ductivas que a la larga deterioraron su entorno. Los re-sultados han sido deforestación (una de las más altas tasas del país) y pobreza, lo que muestra que la destruc-ción de la selva no trajo bienestar económico ni social a sus habitantes.

Frenar estas tendencias del deterioro ambiental, eco-nómico y social obliga a reformular los mecanismos de aplicación de políticas públicas, con el reconocimien-to de especificidades locales, la concertación entre sec-tores diversos y alineando la inversión pública. Un es-fuerzo en ese sentido es el realizado desde 2008 por los gobiernos federal y estatal, mediante el acuerdo

suscrito entre la Sagarpa y la Conabio para crear el “Pro-grama para el Desarrollo Ru-ral Sustentable en Corredores Biológicos en Chiapas”. El compromiso pone en el cen-tro de la atención pública la conservación del patrimonio natural como resultado del desarrollo de buenas prácti-cas productivas y la gestión territorial de ejidos y comu-nidades. El énfasis de esta pro-puesta es garantizar el bien-estar de la población y la conservación de los ecosiste-mas, con base en la revalora-ción de los recursos biológicos gracias a un mejor conoci-miento y su aprovechamiento sustentable.

La selva tropical de la región lacandona, en Chiapas, constituye uno de los ecosistemas más diversos de Méxi-co, de gran importancia por la biodiversidad que alberga y por los servicios ambientales que provee. Su riqueza biológica no sólo se circunscribe a las más de 420 000 hectáreas que conforman el sistema de áreas naturales protegidas de la región, sino que también forma parte de los recursos naturales de los ejidos y comunidades ahí asentados. Se estima que más de 50% de la superficie de estos núcleos agrarios cuenta aún con remanentes de sel-va en diferentes grados de conservación, que forman ex-tensos corredores que permiten la conectividad biológi-ca indispensable para la sobrevivencia de miles de especies. En la Selva Lacandona se trabaja hacia una go-bernabilidad en el manejo de los recursos naturales ba-sada en acuerdos locales que impulsan la transformación hacia actividades productivas compatibles con la conser-vación biológica.

Los ejidos establecidos al suroriente de la región, en la frontera con Guatemala, son un territorio que se ha ido construyendo durante los últimos 30 años. Sus poblado-res provienen de diferentes sitios, tanto del propio esta-do de Chiapas como de otros estados de la República mexicana y, en no pocos casos, del país vecino. Introdu-cidos en un ambiente desconocido, y auspiciados por políticas públicas que favorecieron el cambio de uso del suelo, los nuevos pobladores cultivaron sus alimentos, establecieron potreros y aprovecharon los recursos natu-rales para sus necesidades básicas usando prácticas pro-

En el trópico, la ganadería extensiva sigue provocando el cambio de uso del suelo en terrenos forestales, proceso que está relacionado con la degradación de los suelos

sujetos a quemas continuas, sobrepastoreo y uso de herbicidas.

La conservación y restauración de ecosistemas es posible en la medida que se alcance la sustentabilidad

de los sistemas agropecuarios.

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La fortaleza del programa consiste en las alianzas creadas entre los productores y sus autoridades locales con las instituciones gubernamentales encargadas de im-pulsarlo. La base del trabajo son acuerdos suscritos y cumplidos por 2 500 hombres y mujeres, y respaldados por 33 comisariados ejidales, lo que constituye en la práctica una experiencia que demuestra que la conserva-ción y el desarrollo de las comunidades son posibles si se fortalecen instituciones locales legitimadas por arreglos entre diversos actores e intereses.

A tres años del desarrollo de este programa, los productores involucra-dos han iniciado un proceso de mejo-ra de sus actividades productivas, asumiendo compromisos para frenar el cambio de uso de suelo y la degra-dación de los recursos forestales. El modelo de intervención en marcha busca, mediante la atención integral de las unidades de producción fami-liar, asegurar primero los medios de vida básicos, para posteriormente eje-cutar proyectos orientados al merca-do. Las acciones que se desarrollan están dirigidas a ordenar productiva-mente traspatios, parcelas y potreros, para mejorar sistemas extensivos por medio de técnicas agroecológicas y agroforestales. Se emplean abonos ver-des y biofertilizantes para sedentari-zar la milpa; se introducen árboles y arbustos forrajeros asociados a pastos de corta para semiestabular el ganado y se protegen fuentes de agua, refo-restando márgenes de aguajes y arro-yos, de tal manera que se elimina la necesidad de abrir nuevas tierras a la agricultura y la ganadería a costa de la superficie cubierta por selva y aca-huales. Al contrario, se crean condi-ciones para el establecimiento de plan-taciones diversificadas, con especies nativas maderables y no maderables, así como cultivos bajo sombra, que restauren terrenos degradados, diver-sifiquen la producción e incrementen la cobertura forestal.

El incremento de la productividad agropecuaria por unidad de super-ficie de forma sostenida crea un espa-cio de oportunidad para que las op-ciones dirigidas al manejo forestal sustentable puedan fomentarse y para que alternativas económicas como la producción de servicios ambienta-les, el ecoturismo y el aprovechamiento de la vida silves-tre tengan perspectivas de éxito. De esta manera, las ac-ciones aplicadas de forma sectorial y dispersa convergen y se complementan hacia objetivos productivos y de conservación comunes, por lo que también se están creando referentes metodológicos para alcanzar la trans-versalidad en las políticas públicas, con base en el reco-nocimiento de especificidades locales y la construcción de agentes sociales, económicos y técnicos capaces de articular las necesidades de la población y los producto-res con metas nacionales y globales como las dirigidas a la mitigación y adaptación al cambio climático.

Deforestación de la selva tropical por actividades agropecuarias en Marqués de Comillas.

1 Consultor Corredor Biológico Mesoamericano-México.2 Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Bio-

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La reconversión de actividades agropecuarias extensivas en sistemas agroforestales basados en el empleo de técnicas agroecológicas es el motor para lograr acuerdos locales

que revaloren la biodiversidad como recurso económico.©

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cafetales y biodiversidadFrancisco Abardía1

cer plantaciones de café a pleno sol, “de alta y muy alta productividad”, según se dijo en su momento. En zonas como Xicontepec, en el norte de Puebla, en un periodo de buenos precios, bajo el influjo de políticas públicas productivistas a ultranza, el café dio motivo a la destrucción del medio para sem-brar variedades aptas para producirse a pleno sol, de las que hoy trabajosamente se deshacen, intro-duciendo nuevas plantaciones en sombra, después de haber vivido los desastres ecológicos de 1998.

También los bajos precios deterioran las relacio-nes de este binomio y amplias franjas de cafetales son destruidas para establecer pastizales, cuando los precios que alcanza el aromático no permiten recuperar ni el costo de la pizca ni el acarreo. Y como la necesidad no perdona, también para la milpa se han rozado cafetales en esos años de pre-cios muy bajos del producto.

De tal forma que las llamadas “fuerzas del mer-cado” resquebrajan periódicamente la armonía en-tre mercado y biodiversidad, y en los últimos 25 años dos grandes ciclos de crisis de precios cafeta-leros la han puesto en riesgo.

Los cafetales de la Sierra Madre de Chiapas y la Reserva de la Biosfera El Triunfo son un extraordi-nario ejemplo de rica simbiosis entre mercado y biodiversidad.

La Reserva de El Triunfo, ese denso bosque de niebla que contiene las más diversas formas de vida, desde los más delicados equilibrios hasta el flujo intenso de las aguas, tiene en sus 95 000 hec-táreas de las zonas de amortiguamiento más de 20 000 de cafetal bajo sombra entreverándose con el bosque mesófilo. Un poco más de 4 500 produc-tores de café, de los cuales 94% tienen menos de cinco hectáreas, realizan sus labores en esas zonas.

Y, alrededor de la Reserva, otras 40 000 hectá-reas de cafetal la envuelven suavemente, dando continuidad a sus bosques y creando continuidad con otras zonas de gran biodiversidad como la Re-serva de la Sepultura hacia el poniente y Pico del Loro y el volcán Tacaná hacia el oriente. Más de 25 000 productores conviven con la reserva y son una eficaz barrera frente a su deterioro.

En la armoniosa relación que se ha establecido en la zona entre los cafetales y la biodiversidad tie-nen un papel preponderante los pequeños produc-tores organizados.

En los días de la crisis de precios de 1988 y la desaparición del Inmecafé nace el esfuerzo organi-

Ésta es una historia de éxito de una difícil pareja: medio ambiente y mercado.

Introducido al país durante las últimas décadas del siglo xviii, y establecido en grandes fincas, el café terminó por convertirse en la base del sustento de más de 400 000 familias de indígenas y campe-sinos, en su mayoría pequeños productores en las montañas del sur de México.

Su adaptación a la vida campesina, a la pequeña producción y a la diversidad de las culturas indíge-nas de nuestro país ha corrido paralela a su natural simbiosis con el medio ambiente y la biodiversidad.

Producido en su mayoría en sistemas de sombra más o menos diversificados, el café y los cafetales han sido un importante factor de conservación en algunas de las regiones de mayor importancia para la biodiversidad en nuestro país.

De suyo amable con la naturaleza, el cafetal no está exento de representar riesgos para la biodiversi-dad. En tiempos de buenos precios, y al amparo de visiones de estrecho productivismo, extensas zonas de bosques y selvas han sido destruidas para estable-

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desaparición de los cafés de calidad, pues los pro-ductores dejaron de realizar labores culturales; la pizca dejó de hacerse selectivamente y al final se abandonaron los cafetales.

De la situación anterior se salvaron los produc-tores de café orgánico. Sus precios no bajaron nunca de 120 dólares por quintal; tuvieron pre-mios a la calidad orgánica de 30 y 40 dólares adi-cionales, y en general la estricta norma les permi-tió mantener la calidad de su producto. No existe registro de cafetales orgánicos convertidos en pas-tizales y, por el contrario, de 2004 a la fecha el número y superficie de los productores certifica-dos se ha duplicado.

Se ha producido un primer círculo virtuoso. Los cafés orgánicos de sombra, sustentables, amables con la biodiversidad y el medio ambiente, están hoy posicionados entre los mejores del mundo.

El café producido por pequeños productores de la región de El Triunfo se cotiza entre 200 y 240 dólares por quintal y el mercado premia de esta manera el respeto y la conservación activa de la biodiversidad, extraña y feliz pareja esta que vemos hoy. La miel, el cacao y otros frutos siguen esos pa-sos. ¿Estaremos aprendiendo?

zativo que ha resultado en más de 10 asociaciones de cafetaleros de la zona de la Reserva de El Triun-fo, en su totalidad de producción orgánica.

Campesinos Ecológicos de la Sierra Madre, Ces-mach, es una de las organizaciones pioneras. Sus sanas prácticas de producción han llevado a un método que comprende lo orgánico no sólo por el tipo de insumos, sino por una agricultura como or-ganismo integral. Resultado del mismo es un siste-ma que garantiza la calidad alimentaria, ecológica y medioambiental, así como la calidad social en la producción del café.

Este sistema de calidad es el que le ha permitido encontrar los mercados que le garantizan mejores precios y mayor estabilidad. La cultura orgánica y sus obligaciones medioambientales, como la pro-tección de los manantiales y fuentes de agua, del suelo y de la vegetación, están resultando en sobre-precios con los que el mercado empieza a premiar los esfuerzos de conservación productiva.

Durante la última crisis de precios bajos del café, de los años 1999 a 2004, hubo un apreciable des-censo de la producción. Muchos cafetales fueron arrasados para abrir milpas y pastizales; miles de familias de zonas cafetaleras terminaron por emi-grar. Cotizaciones en la Bolsa de Nueva York por debajo de los 50 dólares el quintal provocaron la

Pizca de café de sombra, Chiapas.

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1 Director general de Banchiapas.

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restauración ecológica Vicente Arriaga,1

de bosques incendiados Jorge David Fernández2

Los incendios forestales de 1998 han sido los más devas-tadores que se han registrado en México. Con el objeto de restaurar los ecosistemas afectados y evitar el cambio de uso del suelo, la Semarnap decretó como Zonas de Restauración Ecológica (zre) a 85 áreas forestales con alto valor económico, ecológico y social, que abarcaron una superficie superior a las 188 000 hectáreas.

Al paso del tiempo se ha demostrado que las zre que han tenido resultados exitosos en el cumplimiento de sus objetivos son aquéllas en las que las comunidades campesinas, dueñas de las tierras incendiadas, se intere-san en la recuperación de sus ecosistemas y participan en la restauración.

Éste es el caso de la comunidad de Texocuixpan, muni-cipio de Ixtacamaxtitlán, Puebla, en donde ocurrió un in-cendio forestal muy destructivo que afectó profundamente la zona denominada por los pobladores “La Cañada”. Este incendio es además recordado por la lamentable pérdida de la vida de 18 campesinos que combatían el incendio.

Con la conjunción de esfuerzos entre los campesinos de una comunidad y el apoyo y asesoría de las depen-dencias de gobierno se logró restaurar con bastante éxito un bosque arrasado por un incendio de copa. Esto muestra no sólo un avance en la técnica de restauración, sino una comprometida partici-pación de la comunidad campesina, punto clave para el éxito de estas ac-ciones.

Con base en la de-claratoria federal se rea-lizó un diagnóstico para cuantificar los daños. Sus resultados caracteri-zaron el incendio como un disturbio agudo que afectó el bosque de pino y oyamel junto con la biodiversidad vinculada al ecosistema forestal. El diálogo continuo con los habitantes de la comunidad y la caracterización de los impactos favoreció —además de que La Cañada fuera de-cretada como Zona de Restauración Ecológica— la defini-ción de un programa conjunto de restauración. Dicho programa también tenía la intención de contribuir a mejo-rar las condiciones de vida en la comunidad creando

fuentes de empleo, cuyo sustento provendría de los recur-sos económicos derivados de la instrumentación del pro-grama.

Después del incendio y antes de las lluvias de 1999, las actividades se dirigieron a la construcción de obras de restauración y conservación de suelos para disminuir el riesgo de erosión en La Cañada. La construcción de bordos y terrazas de formación sucesiva fueron las accio-nes iniciales. En los años siguientes se establecieron re-presas de azolve y se dio comienzo a las actividades de reconversión productiva en las zonas aledañas; en estas últimas, la mitigación incluyó la construcción de bordos y la adición de aserrín y vermicomposta.

A la par de dichas actividades se efectuaba el control de los residuos vegetales y del arbolado muerto. El mate-rial se trituró (para favorecer su reincorporación al suelo) y distribuyó perpendicularmente a la pendiente del terre-no, y se realizó la extracción gradual del arbolado dañado en una superficie de 39 ha. El volumen removido fue de un poco más de 6 000 m3; su comercialización permitió apoyar las acciones de rehabilitación e incrementar la ge-neración de fuentes de empleo en la comunidad.

El restablecimiento de la cubierta vegetal en La Caña-da se está realizando mediante la reforestación y la in-ducción de la regeneración natural. Al principio, para estabilizar los bordos y terrazas se introdujeron estacas de Baccharis sp. y Senecio sp.; estas especies se propagan fácilmente de forma vegetativa, son parte de la vegeta-

Vista panorámica del área afectada por el incendio forestal de Texocuixpan, Puebla.

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erosionarse, favoreciendo el desarrollo de la estructura y cobertura vegetal. A partir del establecimiento de la Zona de Restauración Ecológica de Texocuixpan, la in-versión acumulada asciende a más de 2 millones de pe-sos y los logros en el contexto socioambiental son alen-tadores.

Texocuixpan es un ejemplo exitoso de restauración, no sólo por sus impactos positivos en lo ambiental, sino también por el grado de involucramiento de la pobla-ción, que participa de manera muy activa en el diseño de las estrategias que les permitirán la recuperación de

su patrimonio natural y productivo. El proceso de restauración contri-buyó a fortalecer la or-ganización comunitaria de los habitantes y, aun-que su interés va más allá del beneficio eco-nómico recibido por la aplicación de acciones, es necesario encontrar una opción rentable a estos esfuerzos a mediano y largo plazos, que podría hallarse en el apro ve cha-miento sustentable de los bosques restaurados. Las lecciones aprendidas en Texocuixpan deben ser una base para los pro-cesos comunitarios de restauración ambiental

y convertirse en una estrategia que conduzca hacia el desarrollo comunitario sustentable.

ción secundaria de la región y contribuyen a la regenera-ción de herbáceas que se encuentran en el banco de se-millas del suelo.

A partir de 1999 se iniciaron las actividades de re-introducción de especies tardías como Pinus ayacahui-te, P. montezumae y P. pseudostrobus, así como también las dirigidas a propiciar la regeneración natural, en 3 ha, de Abies religiosa, Juniperus deppeana y Quercus spp. En el área de reconversión productiva se combinan es-trategias de revegetación y forestación introduciendo especies con diferentes formas de vida como avena y veza de invierno, además de 21 600 plantas de Agave sp. y Pinus cembroides. El mantenimiento continuo a las plantaciones incluye el establecimiento de cercas de protección y brechas cortafuego, podas, replantes, etcétera.

En cuanto a la conservación y restauración del suelo, se establecieron 200 estructuras de contención, 26 re-presas de azolve y el proceso de reconversión producti-va para la rehabilitación de tepetates se extiende en 19.5 ha; además se construyó un bordo de tierra que almace-nará 4 000 m3 de agua y beneficiará sustancialmente a la población. Con respecto a la vegetación, se han refo-restado 167 ha con 224 000 plantas, cuya superviven-cia, a seis años de su establecimiento, es de 82%, con diámetros de 6 a 8 cm y alturas de hasta 5 m; por lo que actualmente existen dos estratos de vegetación y los in-dicios del regreso de la fauna son evidentes.

La evaluación de las distintas estrategias practicadas corrobora que se han restablecido las condiciones que a futuro permitirán una mayor restauración ecológica de La Cañada. Así, se evitó el cambio de uso de suelo y se coadyuvó a incrementar la superficie destinada a la res-tauración, reteniendo el suelo que estaba en riesgo de

Establecimiento de la reforestación en el área afectada de Texocuixpan.

Otra vista del área con obras de rehabilitación de tepetates.

1 Consultor privado.2 Comisión Nacional Forestal, Semarnat.

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restauración del manglar Claudia M. Agraz,1

en la laguna de términos Vicente Arriaga2

Existen pocas muestras en México de que se ha-yan dado los pasos efectivos para revertir los im-pactos que la actividad humana y los fenómenos hidrometeorológicos extremos ocasionan en los ecosistemas de manglar. Desafortunadamente, para estos ecosistemas la fao (2007) estima una de las mayores tasas de pérdida en el mundo (aunque disminuyó 20% en el periodo de 1980 a 2000). Por ello, en la Laguna de Términos, en Campe-che, el Centro de Ecología, Pesquerías y Oceano-grafía del Golfo de México (Epomex), de la Uni-versidad Autónoma de Campeche, emprendió en 2005 un programa de restauración de manglar con una estrategia integral que identifica los fac-tores estresantes que llevan a la degradación y muerte del manglar, considerando tanto aspectos biológicos como químicos y físicos. Esto derivó en una estrategia basada desde un principio en la rehabilitación hidrológica del sitio degradado, para posteriormente realizar la reforestación con plántulas de mangle negro (Avicennia ger-minans).

Se eligió como área de trabajo una isla de 104.5 hectáreas, ubi-cada en la parte me-dia occidental del so-tavento de la isla del Carmen, en donde se seleccionaron 24.5 ha para ser restauradas. Asimismo, fue necesa-rio identificar un bos-que de mangle conser-vado en condiciones ambientales similares que sirviera como sis-tema de referencia, al cual se le determinó la estructura forestal, su microrrelieve y de-más parámetros quí-micos del agua inters-ticial. Con esta información se contó con las herra-mientas clave para definir la especie utilizada para reforestar y la densidad de plantación. También permitió comparar los parámetros químicos, en di-versos tiempos, con el área en proceso de restaura-ción, como una forma de evaluar el cambio de es-

tos parámetros y el impacto en la restauración del manglar con las acciones emprendidas.

Las causas de mortalidad del mangle en el área sujeta a restauración se atribuyen principalmente a los efectos de eventos hidrometereológicos extre-mos (tormentas tropicales o ciclones) que acarrean grandes cantidades de sedimentos en poco tiempo hacia este bosque debido a los fuertes vientos y al oleaje. Para contrarrestar esto, en el experimento de reforestación se construyó una barrera de conchas, lo que aislaba el área de la influencia de las mareas e incrementaba el tiempo de residencia del agua. Como resultado de ello, disminuyeron drásticamen-te los valores del potencial óxido reducción (redox), aumentó la salinidad (por efecto de la evaporación) y disminuyó al mínimo el recambio de agua.

Se consideró indispensable la rehabilitación hi-drológica mediante la apertura de un canal princi-pal y canales secundarios conectados a éste y a la-gunetas internas presentes en la isla, con la finalidad

de incrementar el oxígeno intersticial, diluir la sal y remover los productos de la descomposición orgá-nica (sulfuros, metano, etc.), disminuir la tempera-tura y el tiempo de residencia del agua, para mini-mizar el estrés y favorecer el crecimiento de las plántulas.

Manglar degradado.

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lógicas, lo que ayudó a que la sobrevivencia de las plantas fuese superior a 90% y que creciesen al fi-nal del primer año incluso más rápido que las plán-tulas nativas del área de referencia. Estos datos se aprecian en la gráfica.

Aunque los resultados son incipientes, el estudio muestra que es factible desarrollar proyectos exitosos tendientes a restaurar estos ecosistemas si antes se obtiene la información pertinente que indique cuáles

son los factores estre-santes o limitantes que inhiben el restableci-miento del manglar. Para realizar la refo-restación, es indispen-sable determinar si es necesario el restable-cimiento de las con-diciones hidrológicas que permitan el mejo-ramiento de los pará-metros y variables de las que dependen las plantas de mangle para su desarrollo. También es fundamental una selección adecuada de las especies a introdu-cir, así como su pro-ducción en vivero con todos los cuidados que conduzcan a obtener plántulas sanas, vigo-

rosas y resistentes a las condiciones estresantes que se presentan en estos ambientes.

Se seleccionó Avicennia germinans para la restau-ración del área degradada debido a que las caracte-rísticas físicas, químicas y de microtopografía del área, resultantes de la rehabilitación hidrológica, se encuentran dentro de los intervalos de tolerancia de la especie y a que en el bosque-control, con con-diciones semejantes, se establece A. germinans. Para ello se colectaron propágulos en la época de mayor producción (lluvias), menor salinidad y mayor po-tencial redox, para contar con la mejor calidad de propágulos.

En un vivero se reprodujeron cerca de 200 000 plántulas del mangle negro, que fueron regadas en el último mes con agua salobre y transplantadas a los tres meses, cuando tenían un poco menos de medio metro de alto en las áreas que ya presenta-ban una rehabilitación en sus características hidro-

Manglar en restauración.

Comparación del crecimiento en altura de las plántulas introducidas en áreas con rehabilitación

hidrológica, respecto a las plántulas del bosque de referencia.Vivero de Avicennia germinans.

1 Centro de Ecología, Pesquerías y Oceanografía del Golfo de México, Universidad Autónoma de Campeche.

2 Consultor privado.

Págs. 152-153 →Lagunas costeras en Bahía de la Ascensión. Reserva de la Biosfera Sian Ka’an, Quintana Roo.

© Javier de la Maza

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recursos hidráulicos de la cuenca, ya que se expulsan fuera de ella casi todas las aguas de lluvia y de desecho que ahí se producen; en cambio, para cubrir las propias necesidades de abastecimiento de agua se tiene que im-portar agua de otras cuencas.

Debido a la amplitud y diversidad de acciones y obras que implica este proyecto, fue indispensable dividir su desarrollo en tres etapas.

I. En la primera se consideraron y llevaron a cabo obras urgentes de infraestructura hidráulica y de cober-tura vegetal.

ll. La segunda etapa refuerza el objetivo de la primera, desarrollando en toda la superficie disponible de la zona federal del ex lago una amplia zona boscosa con áreas recreativas. Esta etapa comprende la terminación de la autopista de cuota Peñón-Texcoco con todas sus estruc-turas y obras complementarias, incluyendo las de miti-gación ambiental, así como las del arco norte del Perifé-rico de la ciudad de México, que junto con el camino Peñón-Texcoco mejorarían de manera notable las comu-nicaciones del proyecto y toda la región circundante.

lll. La última etapa la constituyen la operación, con-servación y seguimiento de los trabajos relacionados con el manejo de las montañas de la cuenca, lagos, canales, plantas de tratamiento y caminos construidos.

Entre los resultados más sobresalientes obtenidos de la ejecución del proyecto se pueden mencionar los si-guientes:

1. Gracias a los lagos y encauzamientos de los ríos más importantes se han regulado y controlado las aveni-das, evitándose con ello inundaciones que hubieran sido graves y costosas para gran parte de la población de la zona.

2. Mediante los cuerpos de agua, la cobertura con pas-tos y las cortinas de árboles rompevientos se ha erradicado desde hace más de 12 años casi 95% de las tolvaneras, grandes masas de polvo, basura y detritus de todo tipo que

El Lago de Texcoco ha sido desde siempre el cuerpo de agua más importante de la Cuenca de México, pues constituye una parte fundamental del sistema y de su funcionamiento hidrológico. En él se fundó la gran Te-nochtitlan, antecedente histórico de la ciudad de Méxi-co. Como tal, al desecarse el lago, dio lugar a una serie de tensiones ambientales que desembocaron en un serio deterioro ecológico, como la desertificación de los terre-nos ocupados y circundantes y la creación de un foco de insalubridad que llegó a representar un grave peligro para la salud de la población del área metropolitana de la ciudad de México.

En tal sentido, Texcoco ha sido escenario, causa y efec-to de graves problemas en toda la Cuenca de México, mis-mos que han preocupado desde hace décadas al gobier-no. Por eso, en 1971 la Secretaría de Recursos Hidráulicos encabezó la comisión que se dio a la tarea de realizar un concienzudo estudio sobre las condiciones hidrológicas y ecológicas del lago. Tras analizar sus antecedentes se for-muló el Plan Texcoco, en el que se estableció una serie de programas, acciones, proyectos y obras de rescate para restaurar esta región. Al desaparecer esa dependencia, el plan fue continuado por la Secretaría de Agricultura y Re-cursos Hidráulicos, quedando finalmente a cargo de la Comisión Nacional del Agua, organismo desconcentrado de dicha secretaría y actualmente parte de la Secretaría de Medio Ambiente, Recursos Naturales y Pesca.

La situación actual de los problemas hidrológicos y ecológicos en la Cuenca de México es el resultado de la dramática y empecinada destrucción de los ecosistemas y sus recursos naturales. Destacan por su gran importan-cia los hundimientos y movimientos del subsuelo que afectan a todas las construcciones de la zona urbanizada; los cuales han sido causados por la sobreexplotación de los acuíferos de la cuenca, que de acuerdo con cálculos aproximados equivalen a más de 110% de la recarga na-tural, agregándose a esto el manejo inadecuado de los

restauración en el lago de texcocoGerardo Cruickshank† 1

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Restauración de la cobertura vegetal en las riberas del lago.

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6. Se ha logrado mantener las 10 000 ha de la zona federal prácticamente libres de invasiones, lo que ha per-mitido realizar todas las obras e instalaciones del proyec-to con pocas interferencias.

El Proyecto Lago de Texcoco es el primer modelo de recuperación ambiental del país si se considera que se ha transformado en uno de los refugios más significativos para las aves migratorias en invierno y un sitio destinado a la reproducción de la fauna local, lo que lo convierte en una zona de importancia y de prestigio internacional, ya que por su entorno y su cercanía a la capital del país —la ciudad más grande del mundo—, le confiere a esta zona un gran potencial recreativo y turístico. Es probable-mente el ejemplo más notable de restauración ecológica del país.

ocasionaban cada año serios perjuicios a la salud de la po-blación de la zona metropolitana de la ciudad y del Estado de México y que eran causas de contaminación aún más serias que las provenientes de los autos y la industria.

3. Con los lagos, ríos encauzados, praderas, foresta-ción y reforestación se ha venido construyendo un gran espacio verde, verdadero pulmón para toda la zona me-tropolitana y municipios aledaños, mejorando las condi-ciones ambientales de la región y evitando sufrir enfer-medades y epidemias.

4. Ha sido muy importante la continuidad de los tra-bajos del proyecto por más de 25 años, durante los cua-les se han terminado las obras básicas de la infraestruc-tura programada, así como los trabajos de conservación, mantenimiento y operación de las instalaciones.

5. La labor conjunta en la cuenca tributaria de la zona montañosa ha rescatado de manera parcial el equilibrio hidrológico, abatiendo los picos de las avenidas de los ríos, controlado la erosión, recuperado suelos y propi-ciado la infiltración de agua de lluvia en el terreno y la recarga de acuíferos.

1 Director del Proyecto Lago de Texcoco hasta su falleci-miento. Este texto es un extracto de su obra Proyecto Lago de Texcoco. Rescate hidrológico. Comisión Nacional del Agua, 1998. Los coordinadores hemos incluido este extraordinario y exito-so trabajo en homenaje a quien en vida fue poco reconocido.

Repoblación de aves migratorias en el Lago de Texcoco.

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Programa de restauracióny compensación ambiental María del Carmen Vázquez1

tomando en cuenta las necesidades del país en mate-ria de restauración y conservación, acordadas por los sectores gubernamental, social y académico.

El Consejo Asesor está integrado por los titulares de la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (Conabio), del Instituto Na-cional de Ecología (ine), de la Comisión Nacional Forestal (Conafor), de la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (Conanp) y por un represen-tante de la Universidad Nacional Autónoma de Méxi-co, designado por su rector.

Los proyectos financiados tienen que corresponder con al menos una de las líneas temáticas establecidas por el Consejo. Éstas son: 1] Restauración de ecosiste-mas, hábitats o especies que han sido degradados, da-ñados o destruidos de manera directa o indirecta; 2] Conservación y protección de los ecosistemas y su bio-diversidad, incluyendo su uso sostenible, y 3] Contin-gencias ambientales, mediante acciones necesarias ante un riesgo inminente derivado de actividades huma-nas o de fenómenos naturales, que ponen en peligro la integridad y el equilibrio de un ecosistema y de la sociedad.

Se han priorizado: a] las zonas dañadas y aledañas; b] las áreas naturales protegidas, regiones prioritarias para la conservación (terrestres, marinas e hidrológi-cas) y áreas especiales de conservación; c] las especies incluidas en la NOM-059-SEMARNAT-2001, en el prep y las mexicanas en Cites; d] el reforzamiento de actividades de protección y conservación de Profepa, Conanp, Conafor, Conabio e ine, y e] las áreas estatales de pro-tección y las áreas críticas y prioritarias de atención para la Profepa.

Todas las solicitudes de apoyo se apegan a un pro-cedimiento cuyo propósito es asegurar, en lo posible, que los proyectos financiados tengan la solidez técni-ca y académica que permita obtener los resultados deseados y un impacto benéfico en el ambiente daña-do o las poblaciones aledañas. Todas las propuestas, recibidas mediante convocatorias públicas, son revi-sadas y evaluadas por el Consejo Asesor y por exper-tos en el tema de los proyectos, externos a la Conabio. Los recursos son asignados mediante la firma de un convenio.

La información de los resultados que aportan los proyectos que reciben financiamiento por medio del prCa se incorpora al Sistema Nacional de Información sobre Biodiversidad (snib) y está disponible en línea en la página de la Conabio para consulta del público en general.

El Programa de Restauración y Compensación Am-biental (prCa) de la Conabio, instaurado en septiem-bre de 2003, representó un cambio positivo en el financiamiento de la restauración ecológica y la con-servación en México, ya que abrió la posibilidad de canalizar recursos de manera directa a acciones con-cretas para recuperar y conservar ecosistemas y re-cursos naturales de nuestro país.

Los recursos financieros son de dos tipos: a] los que deben aplicarse a acciones específicas de restau-ración de un cierto daño ambiental, previamente de-terminadas, y b] aquéllos sin un destino específico y que se dedican a acciones de compensación por da-ños a recursos naturales, que sean obras de interés público relacionadas con la conservación, uso susten-table, restauración y protección, o para el conocimien-to de la biodiversidad.

Un Consejo Asesor vigila que se obtenga el mayor beneficio con el uso de los recursos, estableciendo lí-neas temáticas, prioridades y bases para su ejercicio,

Restauración de la cuenca hidrológica Laguna Madre, Tamaulipas.

Restauración de flora, Laguna Madre.

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Por otra parte, junto con la Profepa y la Conanp, se apoyó la integración de más de 40 comités de vigilan-cia comunitarios en 14 estados de la República en donde aún se distribuye el jaguar (Panthera onca).

Dentro del esquema de conservación de tierras pri-vadas se ha logrado destinar para la conservación 5 000 hectáreas de bosque mesófilo de montaña por un periodo de 30 años, en donde habita la chara pin-ta sinaloense (Cyanocorax dickeyi), especie en peligro de extinción y endémica de la región de la Sierra Ma-dre Occidental.

También se apoyaron varios proyectos para la ela-boración de programas de conservación y manejo de anp, así como los estudios previos justificativos para decretar áreas protegidas en Querétaro, Tamaulipas, Chiapas, Campeche y Chihuahua, entre otros.

En la Reserva de la Biosfera Tehuacán-Cuicatlán se canalizaron recursos para el monitoreo de pobla-ciones de la guacamaya verde (Ara militaris) y para la elaboración de un programa de protección de la especie.

Dentro de la línea temática para la atención de con-tingencias ambientales se logró controlar alrededor de 30 incendios en más de 15 áreas naturales protegidas, gracias a la provisión de recursos para la atención oportuna e inmediata de estos siniestros.

A la fecha se han apoyado 150 proyectos por más de 150 millones de pesos; de éstos, 54 incluyen accio-nes de restauración, 70 de conservación y 26 de aten-ción a contingencias ambientales. Algunos ejemplos de logros obtenidos con estos apoyos son:

En la Cuenca de Burgos, con la participación de más de 10 instituciones y organizaciones locales, se reforestaron al menos 10 600 ha, con rehabilitación de suelos en 15 000 ha, y además se realizaron obras para el control de cárcavas, con presas filtrantes, en una extensión de 30 000 hectáreas.

Se establecieron dos programas de monitoreo: el primero cubre nueve arrecifes distribuidos en el Cari-be mexicano y Golfo de México y el segundo cinco áreas de manglares en cinco estados de la República. Ambos programas están formados por redes de espe-cialistas en el tema, con el propósito principal de pro-veer de información sobre el estado de salud de estos ecosistemas. Estos programas cuentan con recursos financieros para seis años.

Asimismo, se está apoyando el monitoreo de la res-tauración hecha en el arrecife de Espíritu Santo, en Baja California Sur, por un periodo de siete años.

Para la protección de los arrecifes de coral se finan-ció la elaboración de un manual para procedimientos ambientales, administrativos y legales para la atención inmediata de daños provocados por encallamientos. Además se instalaron boyas en puntos prioritarios de siete arrecifes del Sistema Arrecifal Veracruzano, para evitar afectaciones causadas por el buceo deportivo, la pesca y los encallamientos.

1 Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Bio-diversidad.

Control de un incendio forestal en Zapotán.

Instalación de boyas para la restauración del Sistema Arrecifal Veracruzano.

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Poco conocidas, las islas de México tienen un extraordi-nario valor como patrimonio natural. Soberanía, recur-sos naturales y biodiversidad —elementos esenciales que definen la importancia de un territorio— se intensi-fican en este caso. Las cerca de 1 000 islas mexicanas son de los ecosistemas más ricos del mundo y también de los más frágiles. La principal amenaza para la biodiversidad y la integridad ecológica de nuestras islas son las espe-cies introducidas. Animales como ratas, gatos, cabras y borregos han provocado graves impactos negativos. Es-tos animales depredan las poblaciones nativas, compiten con ellas o destruyen su hábitat. En las islas mexicanas hemos perdido 20 especies y subespecies endémicas de aves y mamíferos, 17 de ellas por las especies invasoras. Con responsabilidad, México ha atendido el problema y revertido las tendencias (Aguirre Muñoz y Mendoza Al-faro, 2009). El avance en las erradicaciones en islas mexicanas destaca en el ámbito mundial. Gracias a un trabajo perseverante y al uso de técnicas avanzadas, la salud ambiental de nuestras islas, a contrapelo de ten-dencias generales, mejora cada día (Aguirre et al., 2008). Al consolidar esta trayectoria y con el esquema vigente de colaboración entre gobierno y sociedad civil, el país tendrá sus islas sin vertebrados invasores para el año 2025, acontecimiento de importancia global.

Tenemos todo tipo de islas: de clima templado, baña-das por las ricas aguas de la corriente de California; las desérticas, del golfo de California, y las tropicales, del Pacífico, del Golfo de México y del Caribe. En términos de soberanía, gracias a sus islas oceánicas México ocupa el lugar 13 en cuanto a extensión de la Zona Económica Exclusiva, con una superficie 63% mayor que el territo-rio continental. Las aguas que circundan las islas mexi-canas son ricas en pesca. Hay especies ribereñas de alto

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Alfonso Aguirre1

valor —abulón y langosta— y especies de consumo po-pular, como la sardina y el atún.

En su porción terrestre, las islas mexicanas son ricas en especies únicas. Por su aislamiento, islas como las Re-villagigedo y Guadalupe tienen una elevada proporción de endemismos. Agregadas, las casi 600 islas del noroes-te de México, con 331 grupos endémicos de plantas y animales, tienen 25% más endemismos por kilómetro cuadrado que las Galápagos.

Las especies introducidas llegaron a las islas mexica-nas durante la Colonia. Más tarde, durante el siglo xix y como actividad asociada a la cacería de mamíferos mari-nos, fueron introducidos también cabras y borregos, en-tre otros animales. Los estragos sobre la vegetación fue-ron terribles. En Isla Guadalupe, un magnífico bosque de especies endémicas, a más de 1 000 msnm se colapsó por causa de las cabras. De 4 000 ha quedaron solo 85.

Las ratas —originarias de Asia— fueron introducidas desde Europa a las islas del mundo, muchas veces con la explotación del guano. Los gatos fueron introducidos con la idea errónea de controlar a los roedores. Ratas y gatos ferales han causado más de la mitad de las extinciones en las islas del mundo, que a su vez son cerca de 65% del total de las extinciones del planeta (Howald et al., 2007).

Durante los años ochenta del siglo pasado comenzó la erradicación de especies invasoras en las islas mexicanas. De esfuerzos incipientes, fragmentados y en islas peque-ñas, las erradicaciones escalaron en tamaño, cantidad y calidad. Se pasó a un enfoque programático, con visión de largo aliento. Un grupo compacto de técnicos y cien-tíficos mexicanos se especializó y asimiló tecnologías de vanguardia. De métodos tradicionales de cacería y tram-peo se pasó en la última década al empleo de helicópteros para la cacería y dispersión de venenos especiales (Sama-niego Herrera et al., 2009), a los sistemas de información geográfica y telemetría, a la colaboración con redes inter-nacionales, al apoyo logístico de la Secretaría de Marina con barcos e infraestructura. Así, los avances en las erra-dicaciones y la restauración son extraordinarios.

En el caso de Isla Guadalupe, luego de la erradicación de 10 000 cabras —una de las mayores del mundo—, la vegetación nativa se recupera con vigor (Luna Mendoza et al., 2007). Durante más de un siglo no hubo reclutamien-to. Quedaban pocos árboles viejos. A la fecha, el recluta-miento del ciprés endémico de Guadalupe (Cupressus guadalupensis var. guadalupensis) supera los 150 000 juve-niles. Quedaban 110 individuos viejos de la variedad en-démica del pino Monterey (Pinus radiata var. binata); aho-ra contamos con más de 15 000 juveniles, algunos con conos (véase la gráfica). En la isla Socorro, donde el bo-

Incremento sostenido en el número de renuevos de pino y de ciprés endémicos de Isla Guadalupe,

luego de la erradicación de las cabras ferales introducidas.

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nabio, ha probado su eficacia. La capacidad de respuesta de una organización privada se complementa con el apo-yo institucional en cuanto a permisos y soporte logístico. El desarrollo de proyectos de investigación y formación de recursos humanos con instituciones académicas naciona-les y extranjeras ha sido otro avance. Al continuar con este acuerdo y lograrse un financiamiento sostenido, resulta realista plantear que México tendrá todas sus islas en pro-ceso de restauración, libres de la grave amenaza de las especies introducidas, para el año 2025. Estamos a mitad del camino. México será el primer país que lo logre.

rrego acabó con la mitad del bosque, la erradicación está por concluir (Ortiz Alcaraz et al., 2010). Al restaurar ese hábitat único podremos reintroducir la paloma endémica de la isla Socorro (Zenaida graysoni), extinta en México y conservada ex situ en Estados Unidos y Alemania.

Como país, hemos erradicado 48 poblaciones en 30 islas, protegiendo así 147 taxa endémicos —23 mamífe-ros, 34 reptiles, 21 aves y 69 plantas— y 227 colonias de aves marinas. El área total restaurada es de 50 743 ha (Aguirre et al., en prensa). El acuerdo de colaboración al-canzado con una asociación civil al frente de las erradica-ciones, con el apoyo de la Secretaría de Marina-Armada de México, la Semarnat, la Segob, la Conanp, el ine y la Co-

Bobo café (Sula leucogaster), Isla San Pedro Mártir, Golfo de California.

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1 Grupo de Ecología y Conservación de Islas, A.C.

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Laguna Flamingos es el nombre con el que se conoce a un grupo de cuatro lagunas que se encuentran en un área de aproximadamente 1 600 hectáreas, repartidas en tierras de ranchos ganaderos del estado de Tamau-lipas, muy cerca de la desembocadura del río Soto La Marina, aproximadamente a 240 km al sur de la fron-tera con Estados Unidos. El nombre que las identifica se adoptó derivado de la costumbre local de llamar “flamingos” a las espátulas rosadas que llegan al sitio.

Por su parte, el río Soto La Marina nace en la Sierra Madre Oriental y a su caudal se suman cuatro afluen-tes: San Carlos, Purificación, Corona y Pilón. Aunque su desembocadura se encuentra prácticamente junto a las mencionadas lagunas, desde la construcción de las presas La Patria es Primero, Las Adjuntas y Las Alazanas, en los años setenta, el río ya no se desbordó y al contenerse tan “eficientemente” sus aguas, la can-tidad de líquido que proveía a estos cuerpos laguna-res se volvió nula o en el mejor de los casos dramáti-camente escasa.

Lo que pasaba con el río y las lagunas es que ante-riormente, con las lluvias y los huracanes, el nivel del agua crecía varios metros; el agua dulce del río se mezclaba con el agua salada del mar y al desbordarse inundaba las Flamingos, por eso siempre se encontra-ban llenas. Con la construcción de las presas, toda esa agua que se necesita para que el río se eleve por enci-ma de su cauce normal quedó contenida.

Lo maravilloso de las crecidas es que lo que el río inyectaba a las lagunas cada vez que se desbordaba no era sólo agua, ¡era vida!, porque junto con el agua llegaba un incontable número de animales y plantas arrastrados desde el mar y por la corriente del río: peces, mariscos, semillas, plantas y todo lo imagina-ble; aquello era un paraíso.

El proceso por el que las lagunas se secaron por completo no fue inmediato; pasaron algunos años an-tes de que se hiciera patente el problema. Tuvieron que llegar algunas sequías para que todos se percata-ran de que el agua era cada día más escasa, hasta que por fin se secaron por completo y junto con ellas des-apareció uno de los ecosistemas más ricos que tenía México en esa región.

No quedaron más que un montón de tierras polvo-rientas llenas de sal. Un paraíso que se convirtió en un desierto sin que nadie hiciera nada para evitarlo. Pero, después de todo, el mundo está lleno de ejem-plos como éste, en los que en un dos por tres enormes ecosistemas han desaparecido por completo ante los ojos de muchos.

recuperación de la laguna Flamingos Felipe Ramírez,1 Ma. Eugenia Mondragón,2 Édgar Reyes3

Garceta tricolor (Egretta tricolor).

Loro cabeza amarilla (Amazona oratrix).

Espátula rosada (Ajaia ajaja).

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Gavilán pescador (Pandion haliaetus).

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zona, una vez que las lagunas estuvieran recupera-das. Pero, para ello, debía encontrar la manera de, por un lado, recuperar la inversión inicial que el proyecto demandaba y, por otro, generar también los recursos necesarios para su mantenimiento; la respuesta la dio la pesca. Lo que se persigue con el plan de Laguna Flamingos, como proyecto de res-tauración y de conservación artificial, es que, a la vez que se permite la recuperación de la naturaleza, se fomenta el crecimiento económico de la zona, con base en la generación de empleos y la actividad eco-nómica derivada directamente de los ecosistemas rescatados, y eso se está logrando; la laguna mantie-ne agua constante gracias al sistema de bombeo que, al igual que lo hacía el desbordamiento del río, in-yecta todo tipo de vida acuática, incluidas semillas de mangle, lo que ha permitido ir rescatando la pre-sencia de esta especie en toda la orilla de la laguna. Las aves han regresado en su totalidad y se ha recu-perado la inversión inicial, producto de la pesca en la laguna; aún no existen utilidades económicas más allá del pago de gastos, pero si consideráramos el valor económico de los bienes y servicios ambienta-les que la laguna proporciona, estaríamos hablando de buenas ganancias.

Lo que no sucede tan cotidianamente es que al-guien piense, diseñe y actúe sobre la manera de reme-diar semejante desastre y eso, afortunadamente, es lo que ocurrió en este caso. Una sola persona, Virgilio Garza Flores, empresario regiomontano y dueño del rancho ganadero denominado Las Garzas, hoy con-vertido en Unidad de Manejo para la Conservación de la Vida Silvestre (uMa), colindante con la Laguna Fla-mingos, logró revertir el proceso de deterioro severo del sitio, para casi reconvertirlo, poco a poco, en el paraíso que fue.

Un buen día se le metió la idea de intentarlo. “Fue en uno de esos momentos en los que la mente piensa en todo y en nada, recordando cómo durante años había visto la forma en que las lagunas se llenaban naturalmente, con el agua entrando por un lado y saliendo por el otro, cuando me pregunté si no po-dría hacer lo mismo que la naturaleza hacía. No pa-recía ser una locura; estaba seguro de que por las ca-racterísticas del terreno no sería difícil y que por gravedad resultaba lógico que el agua corriera hasta ellas, si se contara con los mecanismos adecuados”. La idea parecía muy original, pero había que darle viabilidad en el corto y largo plazos; a Virgilio Garza, acostumbrado a manejar empresas, este concepto no le era ajeno.

El hecho de que se tratara de un proyecto de res-tauración no disminuía que fuese además una posi-bilidad para fomentar el desarrollo económico de la

1 Consultor privado.2 Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales.3 Consultor privado.

Espátulas rosadas en vuelo.

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dad de distintas instituciones, y el nivel jerárquico de los temas de conservación era tan bajo en la administración pública que rara vez se tomaba en cuenta.

La gestión de las áreas protegidas, desde su crea-ción, estuvo a cargo de cuando menos cuatro insti-tuciones, y durante más de nueve décadas se aso-ció al sector agropecuario y forestal. El uso de la vida silvestre se regulaba atendiendo los criterios de la cacería. Las actividades forestales y pesqueras tenían como propósito central incrementar los vo-lúmenes de extracción de los productos, sin im-portar las tasas de renovación. Con diferentes de-nominaciones y estructuras orgánicas, el manejo del agua estuvo subordinado a la producción agrí-cola de riego. El ambiental, simplemente, no era tema en la política de desarrollo nacional, y en el mejor de los casos se consideraba sólo desde la perspectiva del aprovechamiento de algunos recur-sos naturales renovables.

A mediados de la década de los noventa, en un contexto internacional favorable hacia los temas del desarrollo sustentable, gracias a los resultados de la Cumbre de Medio Ambiente y Desarrollo de 1992, y

ante las contundentes eviden-cias del deterioro ambiental, se reconoció la necesidad de inte-grar en una sola institución las políticas de protección y uso de los recursos naturales para ga-rantizar que su aprovechamien-to ocurriera de acuerdo con criterios de sustentabilidad am-biental. Fue así como en di-ciembre de 1994 se creó la Se-cretaría de Medio Ambiente, Recursos Naturales y Pesca, con el propósito central de al-canzar la convergencia entre políticas antes dispersas y ge-neralmente contradictorias; en efecto, la Semarnap conjuntó en una sola institución federal la regulación y administración ambiental, forestal, pesquera e hidráulica, junto con las accio-nes de inspección y vigilancia. Previamente, en 1992, se había creado la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de

La segunda mitad del siglo xx será recordada como la de mayor interferencia humana en la naturaleza, al grado de haber alterado procesos naturales como los climáticos y haberse registrado una gran pérdi-da de la diversidad biológica en el planeta.

El avance del conocimiento sobre el estado de conservación y deterioro de los ecosistemas natura-les y su biodiversidad, sobre todo a partir de la dé-cada de los setenta, puso en evidencia que las polí-ticas mexicanas de uso de los recursos naturales y la legislación e instituciones que los administraban no sólo no estaban atendiendo el problema del de-terioro del capital natural, sino que eran, en buena medida, las que lo propiciaban. La falta de criterios ambientales en las políticas de desarrollo nacional provocó la deforestación de millones de hectáreas de ecosistemas naturales, pérdida de especies, ero-sión de los suelos, sobreexplotación de acuíferos y contaminación de cuerpos de agua, y sobreexplota-ción de poblaciones marinas, entre otros daños a la naturaleza, algunos irreversibles.

La administración de la protección de los re-cursos naturales y del fomento de su uso se en-contraba dispersa como parte de la responsabili-

integración de políticas de conservación,manejo y restauración Julia Carabias,1 Enrique Provencio 2

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mente “la agenda verde” y que abordan la vincula-ción de los ecosistemas naturales con el cambio climático.

La existencia de un organismo público que agru-pe temas antes dispersos no resuelve por sí misma la integración de políticas, pero la facilita median-te muchas decisiones que serían más complejas en las condiciones previas de fragmentación admi-nistrativa de la gestión ambiental y de los recursos naturales.

La decisión original de conjuntar programas e ins-trumentos propició también que se elevara la priori-

dad política de los asuntos ambientales y se les diera mayor presencia ante la sociedad. Al mismo tiem-po, se han ido superando inconsistencias en el tra-tamiento de procesos co-munes a los recursos na-turales y a los ecosistemas que se abordaban de for-ma aislada, lo cual ha per-mitido enfocar mejor la investigación y la infor-mación, y aprovechar de forma más ordenada los presupuestos, entre otros beneficios.

Los ejemplos mencio-nados son una expresión de políticas públicas que pueden explicarse gracias a las sinergias interinsti-tucionales. La integración de políticas supone la co-

ordinación entre áreas de gobierno y de éstas con la sociedad, así como la convergencia de estrate-gias sectoriales en objetivos comunes, además de la concurrencia de los órdenes de gobierno. Se trata de un proceso permanente, sobre todo por-que las estructuras administrativas sectorizadas generan por sí mismas fuerzas de disgregación y divergencia.

la Biodiversidad, que junto con otros organismos de investigación e información se articularon a la nue-va Secretaría. Más adelante, a fines del año 2000, se reubicó la pesca en el sector agropecuario, con lo que esa Secretaría pasó a ser la de Medio Ambiente y Recursos Naturales.

Este proceso de reorganización administrativa de las políticas públicas de uso, conservación y manejo de los recursos naturales a partir de fines de 1994 ha ido facilitando la incorporación de una visión de sustentabilidad en los programas de cada sector. Se elaboraron estrategias conjun-tas, las cuales derivaron en nuevos programas e instrumentos que com-peten a diversos sectores y que atienden proble-mas que sólo se pueden resolver con una visión que integra las distintas perspectivas.

De esta manera, duran-te los últimos tres lustros se fueron elaborando, eje-cutando y consolidando desde el gobierno federal, y con la concurrencia de los distintos niveles de la administración pública y de la sociedad organizada, los programas de áreas naturales protegidas, los de conservación y manejo de la vida silvestre, eco-turismo, fomento forestal y otros, algunos de cuyos logros están ejemplificados en este libro.

Algunas políticas innovadoras, por ejemplo las de servicios ambientales, han trascendido límites temáticos o sectoriales enfocándose en beneficios económicos, productivos y sociales tanto en as-pectos forestales e hídricos como de biodiversi-dad, cambio climático y suelos. En otros casos, desde una perspectiva territorial, diversas inicia-tivas han incorporado instrumentos aislados en la búsqueda de objetivos ecosistémicos y de desa-rrollo sustentable, de donde han surgido progra-mas regionales que facilitan la integración de las políticas.

Las necesidades de integración de políticas han ido aumentando en importancia y escala, como lo ejemplifica el Programa Especial de Cambio Climá-tico (peCC), que rebasa el ámbito ambiental para incorporar las dimensiones sociales y económicas del desarrollo. Dentro del peCC existen muchos componentes a los que se ha llamado coloquial-

1 Facultad de Ciencias, unaM.2 Facultad de Economía, unaM.

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inteligencia para la conservación y el uso sustentabledel patrimonio natural de méxico José Sarukhán,1 Rodolfo Dirzo 2

organismo como la Conabio haría esto posible), y c] finalmente, el hecho de la privilegiada diversidad biológica del país, que, a la vez, enfrenta serias ame-nazas por el impacto antropogénico.

En 1992, el gobierno mexicano convocó una re-unión internacional con los personajes más notables del mundo sobre el tema de la diversidad biológica, con el propósito de discutir la problemática interna-cional y nacional del conocimiento y la conservación de la biodiversidad y, como resultado de la reunión, recibir una propuesta en torno a la creación de un or-ganismo público encargado del tema (Sarukhán y Dir-zo, 1992). Su nombre reflejaba algunos elementos de su misión: Comisión nacional (en tanto que sería un organismo público federal); las palabras conocimiento y uso implicaban no sólo conservación sino utilización sustentable de la biodiversidad, basada en el mejor co-nocimiento científico disponible. Esto implicaba el convencimiento de que, tanto para usar racionalmen-te como para conservar la biodiversidad, se tenía que incorporar a los dueños de los espacios donde dicha diversidad biológica se presentaba como actores direc-tos del uso sustentable y de la conservación.

La Conabio está constituida por una Comisión In-tersecretarial de 10 secretarías de Estado, presidida

La afortunada decisión del gobierno mexicano de presentar una iniciativa que demostrase el compro-miso de nuestro país con la conservación de su bio-diversidad en la Cumbre de la Tierra —en Río de Ja-neiro, en junio de 1992— fue un evento en verdad feliz para México. La iniciativa fue la creación —en febrero de ese mismo año— de la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (Co-nabio), un organismo gubernamental, público, de índole intersecretarial.

Varios elementos convencieron al gobierno mexi-cano de la bondad de esta iniciativa: a] una antigua tradición nacional de conocimiento de su biota, uni-da a que, desde el siglo xix, se habían realizado es-fuerzos por sistematizar ese conocimiento en el seno de varias instituciones públicas que se transforma-ron en las primeras décadas del siguiente siglo en instituciones con mucha mayor estabilidad y con mi-siones institucionales para acumular el conocimien-to de la flora y fauna mexicanas. Hacia la segunda mitad del siglo xx estas instituciones se habían mul-tiplicado en muchas entidades de la República; b] el hecho de que todo el conocimiento acerca de la bio-diversidad de México se había logrado en institucio-nes públicas, pero no era accesible a la sociedad (un

Edificio de la Conabio, ciudad de México.

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ternacional en este campo. La prestigiosa revista cien-tífica Nature refirió: “…la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad es un brillan-te ejemplo de lo mucho que se puede lograr con un modesto presupuesto; ha construido lo que muchos científicos occidentales consideran uno de los siste-mas más poderosos de manejo de la biodiversidad existentes” (Campbell, 1998). También se hace refe-rencia a su influencia mundial: “…la buena noticia es que el concepto desarrollado por la Conabio está, en efecto, reproducido a escala global por medio del Glo-bal Biodiversity Information Facility (Gbif), de la oCde” (Edwards, 2004).

La génesis, el desarrollo y la nueva fase de conso-lidación y diversificación de la Conabio representan un logro de lo más prominente en cuanto a acciones de conservación biológica en México. A su vez, los resultados de diversas actividades promovidas o apo-yadas por la Conabio representan, per se, logros des-tacados adicionales. Muchos de ellos se reseñan en este libro y están disponibles en la página web de la Comisión, por lo que no es necesario discutirlos aquí en detalle.

por el presidente de la República y cuyo secretario técnico es el titular de Medio Ambiente y Recursos Naturales. A su vez, funciona apoyada por un fideicomiso que recibe los fondos, tanto públicos como privados (por ejemplo, de organi-zaciones internacionales), y que está ubi-cado en Nacional Financiera, institución que vigila, junto con un Comité Técnico del Fideicomiso, la operación financiera de la Comisión.

El hecho de que el doctor Jorge Sobe-rón Mainero haya actuado como secre-tario ejecutivo de la Conabio durante los primeros 14 años de su funciona-miento fue muy afortunado y determinó su derrotero, y en gran medida el grado de éxito y reconocimiento internacional alcanzado hasta la fecha.

Un elemento central de la misión de la Conabio ha sido “traducir” el conoci-miento científico básico en información útil para la toma de decisiones en el ma-nejo y la conservación del patrimonio natural del país. Numerosos aspectos de la conservación y el manejo de la diver-sidad biológica mexicana se han apoya-do en información integrada y analizada por la Cona-bio, desde la identificación de las áreas críticas para la conservación, o la propuesta de criterios para la intro-ducción de organismos genéticamente modificados que poseen familiares silvestres en el país, hasta la mejoría en la capacidad de combate de incendios fo-restales. Otro principio de operación de la Conabio es hacer accesible a todos los miembros de la sociedad el conocimiento obtenido por medio de su página (www.biodiversidad.gob.mx), y la publicación de numerosas obras de popularización, así como de varios especia-listas en relación con la diversidad biológica y cultu-ral del país.

La Conabio se convirtió desde el comienzo en un puente entre la academia y el sector gubernamental, propiciando un clima de confianza y de trabajo con-junto. Su capacidad de convocatoria con la comuni-dad científica ha resultado en una muy amplia parti-cipación de la misma en el desarrollo de su trabajo y en una confianza amplia de esa comunidad en rela-ción con las opiniones e informaciones generadas por la Comisión.

La Conabio adquiere datos sobre biodiversidad me-diante varios mecanismos, entre los que destacan pro-yectos de investigación realizados por instituciones académicas y apoyados con el presupuesto de la Co-misión. A 18 años de su fundación, La Conabio es un referente nacional en temas de la diversidad biológica mexicana y ha alcanzado un claro reconocimiento in-

1 Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Bio-diversidad.

2 Universidad de Stanford, EUA.

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Por otro lado, es importante destacar la responsabili-dad técnica que el Instituto tiene para la conformación de la información biológica que da sustento a la lista mexicana de especies amenazadas, la Norma Oficial Mexicana 059.

En materia de mamíferos marinos, el ine es la referen-cia, dentro del gobierno federal, en materia de investiga-ción y conservación de este importante grupo de orga-nismos; además, el Instituto representa a México ante la Comisión Ballenera Internacional.

Mención especial merece el desarrollo de instrumen-tos económicos para la protección ambiental, área en la que el ine ha sido pionero y líder en nuestro país. Basta citar el desarrollo de los esquemas de pago por servicios ambientales para evitar la deforestación y el desarrollo de esquemas novedosos para el desacoplamiento y eventual eliminación de subsidios perversos, como el de la electri-cidad para el bombeo de agua en el sector agrícola.

El Instituto ha contribuido de forma significativa a la creación de capacidades y el fortalecimiento de grupos de investigación en instituciones de educación superior de todo el país. Ha financiado varios cientos de proyec-tos de investigación durante la última década, con lo que además de multiplicar los esfuerzos de la investigación aplicada se han establecido puentes de diálogo bilateral, que permiten que el gobierno federal conozca y apoye las capacidades institucionales y de recursos humanos para la investigación ambiental, a la vez que los investi-gadores se acercan y conocen la agenda de prioridades identificadas por la política pública.

Una de las características más notables que definen el trabajo del ine hoy día es la colaboración permanente con instituciones gubernamentales y no gubernamenta-les. Destaca en especial el estrecho trabajo con la Comi-sión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodi-versidad (Conabio), la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (Conanp) y con las principales uni-versidades públicas y privadas del país.

Finalmente, durante los últimos 15 años el ine ha contribuido a la diseminación de información y de estu-dios científicos propios y otros elaborados en conjunto con instituciones académicas y de investigación. Ha pu-blicado una gran cantidad de artículos de divulgación arbitrados y numerosos libros sobre conservación y res-tauración de especies y ecosistemas. La información de-tallada sobre las actividades del Instituto Nacional de Ecología, su personal y sus publicaciones puede encon-trarse en el sitio <www.ine.gob.mx>.

Entre las historias de éxito que han contribuido de ma-nera significativa a la conservación de la biodiversidad y los ecosistemas en México se encuentra la creación, evo-lución y consolidación del Instituto Nacional de Ecolo-gía (ine). El ine fue creado en el seno de la Secretaría de Desarrollo Social (Sedesol) en 1992 y ha experimentado dos procesos de reorganización, uno a principios de 1995 y el otro en el año 2000.

A partir de 1995, el ine se incorporó a la recién creada Secretaría de Medio Ambiente, Recursos Naturales y Pesca (Semarnap) como un organismo desconcentrado. La etapa de 1995 a 2000 fue especialmente prolífica para el ine en materia de conservación de la vida silvestre y las áreas naturales protegidas.

En el sexenio 2000-2006, la administración federal llevó a cabo una reorganización profunda del conjunto de la Semarnap, y el ine se centró en la generación de conocimiento e información, la coordinación de inves-tigación aplicada para la toma de decisiones y el diseño de políticas ambientales, y el fortalecimiento de capa-cidades.

La misión actual del ine es la de generar, integrar y difundir conocimiento e información por medio de in-vestigación científica aplicada y el fortalecimiento de capacidades, para apoyar la formulación de la política ambiental y la toma de decisiones que promuevan el de-sarrollo sustentable.

Su trabajo ha contribuido a posicionar la ciencia y la información factual y objetiva como principales elemen-tos que respaldan lo anterior. Esto resulta cada vez más común por el hecho de que los análisis del Instituto son interdisciplinarios e incorporan las dimensiones social y económica de las opciones de política, además de la pu-ramente ambiental.

Las áreas de investigación del ine más relevantes para la conservación, el manejo y la restauración de los eco-sistemas y la biodiversidad son: aspectos técnicos y desa-rrollo de metodologías para la planeación territorial; mo-nitoreo y estudio de especies prioritarias y en peligro de extinción (e.g. cóndor de California, vaquita marina); es-tudios en cuencas hidrológicas prioritarias; estudios de ordenamiento ecológico, conservación y restauración de ecosistemas marinos y terrestres prioritarios (e.g. Islas Marías, Isla Guadalupe, Delta del Río Colorado, Selva Lacandona, Golfo de California); investigación para la conservación de suelos, ríos y humedales; estudios de campo y de laboratorio para detección de organismos genéticamente modificados; investigaciones sobre espe-cies invasoras; impactos del cambio climático sobre los ecosistemas y su biodiversidad.

instituto nacional de ecología: la ciencia como base de las políticas para la conservación Adrián Fernández, Edward M. Peters1

1 Ambos autores, Instituto Nacional de Ecología, Semarnat.

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Tapir en el río Tzendales. Reserva de la Biosfera Montes Azules, Chiapas.© Javier de la Maza

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aplicación de la legislaciónrelativa a los recursos naturales Patricio Patrón, Javier Enrique Sosa1

distrito así como recomendaciones emitidas a las autori-dades normativas.

En materia forestal, el mayor porcentaje de las causas de deforestación son el cambio de uso de suelo (82%) y la tala ilegal (8%). En el ámbito nacional, la pérdida pro-medio, considerando sólo la categoría Bosque templado, ha disminuido de forma importante, de 279 000 hectá-reas anuales entre 1976 y 1993 (Semarnat, 2006) a 155 000 en 2005-2010 (Conafor-ineGi, 2009). Aunque es difícil identificar de forma precisa el factor al que se debe este decremento, es indudable que la aplicación de la ley tiene una relación directa. Según el Fondo Mundial para la Naturaleza, el Fondo para la Conservación de la Mariposa Monarca y el Instituto de Geografía de la Uni-versidad Nacional Autónoma de México, la tala ilegal en la Reserva de la Biosfera Mariposa Monarca ha disminui-do en 97% comparando los periodos 2008-2009 y 2009-2010 (53.71 y 1.56 hectáreas de bosque perdidas, res-pectivamente) (wwf, 2010). Las estrategias empleadas en el combate a la tala clandestina, basadas en líneas de acción puntuales como el monitoreo aéreo, la investiga-ción e inteligencia, la táctica operativa actualmente utili-zada (incluye toda la cadena clandestina) y la coordina-ción interinstitucional, han contribuido a este logro.

En materia de vida silvestre y recursos marinos se han visto resultados importantes no sólo en acciones de pre-vención sino de persecución de delitos, como las opera-ciones realizadas contra el tráfico ilícito en algunos de los principales centros de venta ilegal en México. Se puso a disposición del Ministerio Público federal a algunos de los principales presuntos traficantes de vida silvestre y poseedores ilegales de ejemplares que durante muchos años gozaron de impunidad. El nuevo enfoque de inves-tigación e inteligencia que se aplica para combatir el trá-fico de flora y fauna silvestres como un problema de de-lincuencia organizada ha permitido reducir, al atender

A pesar de que estamos lejos de poder afirmar que se haya terminado la tala ilegal, el tráfico de vida silvestre, los cambios de uso de suelo y los desarrollos de infraes-tructura sin autorización, la ocupación de la zona federal marítimo-terrestre sin concesión y de que se haya logra-do la recuperación de las poblaciones de todas las espe-cies en peligro de extinción, debemos reconocer que se ha avanzado de forma acertada y con pasos firmes en la aplicación de la ley en materia de recursos naturales, lo que ha favorecido un cambio positivo de actitud y la acep-tación de la población en general para cumplir con la nor-mativa y salvaguardar el ambiente.

Los instrumentos legales ambientales surgieron en México de manera desintegrada y al amparo de distintas instituciones con objetivos diferentes. En 1992 se creó la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profe-pa) con el propósito de vigilar, inspeccionar y verificar el cumplimiento de la ley, así como de imponer los correc-tivos y las sanciones aplicables a las violaciones de la mis-ma. Acontecimientos ocurridos en esa época (por ejem-plo, las explosiones en el drenaje de Guadalajara) y los compromisos internacionales y nacionales signados por México (como el Tratado de Libre Comercio de América del Norte) impulsaron auditorías ambientales e inspec-ciones industriales.

Las historias de éxito en la aplicación de la ley respec-to a los recursos naturales se fueron construyendo de forma paralela al establecimiento del marco normativo actual. El desarrollo del país continuó lentamente, sin que todos los sectores entendieran que tal desarrollo no era posible sin el pleno respeto al ambiente. Los instru-mentos jurídicos creados para tal efecto se tomaron como un trámite más a cumplir. Los recursos naturales siguie-ron deteriorándose, el crecimiento fue desordenado y la postura de los inversionistas se dirigió más bien a evitar la normativa que a aplicar la ley.

Poco a poco, en especial en los últimos años, la Profe-pa avanzó en la defensa de sus actos de autoridad, con la convicción de que tienen lugar conforme a derecho y de que su constitucionalidad y legalidad pueden resistir el más exigente escrutinio. Con este enfoque, en materia de impacto ambiental en zonas federales se han ejecutado programas dirigidos, por ejemplo, a verificar que los de-sarrollos turísticos costeros y carreteros cuenten con au-torización, que respeten los términos y requisitos estipu-lados, así como los criterios ecológicos señalados en los ordenamientos ecológicos. La aplicación de la ley se ma-nifiesta en clausuras, sanciones, multas, medidas de res-tauración e incluso en acciones sin precedente como demoliciones, desalojos, denuncias contra juzgados de Inspección de la procedencia legal de productos.

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varios de los eslabones de la cadena delictiva, los volú-menes de tráfico ilegal de especies silvestres.

Se han establecido programas específicos de aplica-ción de la ley para proteger especies en peligro de ex-tinción, coadyuvar con diversas instancias en la vigi-lancia de la pesca responsable, atender contingencias ambientales y verificar las liberaciones de organismos genéticamente modificados. Como muestra, la protec-ción de las especies de tortugas marinas se realiza des-de hace unos 50 años con acciones que incluyen la vi-gilancia de playas de anidación, el respeto de la veda total desde 1990 y el uso adecuado de dispositivos ex-cluidores para evitar la captura incidental desde 1996. Ningún país cuenta con un programa de protección tan completo y que cubra todas las etapas de vida, desde el huevo hasta los adultos durante la anidación, y el ries-go de captura incidental por pesquerías. Sin duda, la Profepa ha tenido un papel preponderante en estas ac-tividades que han repercutido en la recuperación de las poblaciones.

En los últimos años, la planeación y ejecución de ope-raciones de inspección y vigilancia se realiza con el apo-yo de tecnologías de vanguardia (sistemas de informa-ción, percepción remota, monitoreo satelital y aéreo), aplicando técnicas de investigación e inteligencia en co-laboración con otras instancias del gobierno federal y con el apoyo de las fuerzas públicas estatales y munici-pales. El fortalecimiento y la generación de capacidades técnicas en recursos humanos ayudarán para que en los próximos años el país cuente con una instancia de pro-curación de justicia ambiental más sólida.

No hay que perder de vista que los instrumentos le-gales de conservación, aprovechamiento, manejo y res-tauración de los recursos naturales fueron propuestos, diseñados e instaurados como respuesta a la falta de cumplimiento de la ley. Es decir, las historias de éxito que hoy existen en materia de recursos naturales se de-ben, en parte, a los esquemas para la aplicación de la ley puestos en práctica.

1 Ambos autores, Procuraduría Federal de Protección al Am-biente, Semarnat.

Actuación en hoteles que violan la normatividad. Decomiso de fauna silvestre.

Traslado de un decomiso de psitácidos a centros de rehabilitación.

Aseguramiento de madera.

Inspección de pesca incidental.

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Financiamientopara la conservación Lorenzo J. de Rosenzweig P.1

Antes de los años noventa, los recursos financieros, pú-blicos y privados para proyectos de conservación de la naturaleza en nuestro país eran escasos o prácticamente inexistentes, lo que dificultó la atención temprana y oportuna de los problemas relacionados con la pérdida de los ecosistemas naturales y su biodiversidad.

Sin embargo, a partir de la Cumbre de Río y durante las últimas dos décadas hemos presenciado importan-tes cambios a favor de la conservación en México que han implicado el diseño y la implementación de diver-sos instrumentos, entre ellos los financieros. La crea-ción y puesta en marcha del Fondo Mexicano para la Conservación de la Naturaleza, A.C. (fMCn), como el primer fondo ambiental nacional en Latinoamérica y el Caribe, es un ejemplo de ello. El Fondo tiene como ob-jetivo central financiar y fortalecer actividades estraté-gicas de conservación del capital natural de México, lo cual se logra por medio de la creación de alianzas pú-blico-privadas y redes de aprendizaje y colaboración, y el desarrollo y financiamiento de fórmulas y proyectos innovadores para la conservación y el uso sustentable de nuestros recursos naturales. Como institución priva-da, el Fondo brinda permanencia y presencia institu-cional entre ciclos de gobierno y ofrece continuidad a las buenas ideas, propuestas y esfuerzos impulsados tanto por la sociedad como por las autoridades guber-namentales.

El fMCn fue creado legalmente en enero de 1994 como una asociación civil sin fines de lucro. Su misión es fi-nanciar y fortalecer esfuerzos para la conservación y el uso sustentable de la biodiversidad en México, y su vi-sión, para 2030, es que haya contribuido a que se revier-ta el deterioro de los ecosistemas del país y a que la so-ciedad valore su extraordinaria biodiversidad.

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Capitalización acumuladaRecursos ejercidos acumulados

Recursos obtenidos y ejercidos por el fmcn.

Los recursos financieros iniciales para la constitución del Fondo fueron aportados por los gobiernos de México y Estados Unidos, y se han incrementado con recursos fe-derales, de agencias bilaterales y multilaterales, de gobier-nos estatales y de fundaciones privadas. Estos fondos se canalizan a organizaciones de la sociedad civil incluyendo grupos comunitarios. Aunque originalmente el fMCn fue concebido como una institución para administrar fondos patrimoniales y asignar los intereses a proyectos de con-servación, también ha logrado captar y distribuir recursos económicos de aplicación inmediata (extinguibles).

Durante sus primeros 16 años, el fMCn ha acumulado una amplia experiencia en financiamiento y supervisión de proyectos de conservación en México. Cuenta con una estructura flexible y transparente para la toma de decisiones, así como con estrictos controles financieros que le permiten identificar y apoyar a organizaciones lo-cales para implementar proyectos que logren resultados positivos para la conservación. En consecuencia, el Fon-do puede garantizar a las instituciones donantes que sus aportaciones serán canalizadas a proyectos que contribu-yen a la conservación de los recursos naturales de Méxi-co de una manera efectiva, transparente y equitativa.

El fMCn no ejecuta proyectos en forma directa; finan-cia y brinda apoyo técnico a socios que tienen un cono-cimiento y una comprensión más profunda de los desa-fíos locales. La asignación de recursos a organizaciones ejecutoras se hace con base en méritos técnicos y estraté-gicos. Además, también realiza esfuerzos para fortalecer las capacidades locales y así consolidar organizaciones efectivas y con permanencia.

A la fecha, el fMCn ha desembolsado 565 millones de pesos para 795 proyectos en campo y capacitado y forta-lecido a 200 organizaciones conservacionistas mexicanas.

Ha alcanzado un patrimonio cercano a 1 300 millones de pesos y ha incubado tres progra-mas que se han convertido en organizaciones independientes que operan con éxito (Fondo para la Comunicación y Educación Ambiental, A.C., Centro de Negocios Sustentables, A.C., y Fondo para el Sistema Arrecifal Mesoameri-cano). También ha integrado 10 fondos espe-cializados, dotados con recursos etiquetados para atender temas y zonas prioritarias.

El fMCn ha contribuido a la conservación de nuestros recursos naturales con logros con-cretos como:• El Fondo para Áreas Naturales Protegi-

das (fanp), establecido en 1997 con los re-cursos provenientes del Fondo Mundial para

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cala de cuenca e integrándolas con las ciudades a las que abastecen. Gracias a los resultados del proyecto, la Fundación Gonzalo Río Arronte, I.A.P., financió una segunda y tercera fases del proyecto, extendiéndolo a 10 ciudades.• El diseño e incorporación en 1999 a la Red de Fon-

dos Ambientales de Latinoamérica y el Caribe (RedLAC), en sociedad y coordinación con otros 20 fondos ambien-tales nacionales; la RedLAC se ha convertido en un refe-rente internacional de trabajo en red para la capacitación y el fortalecimiento institucional de organizaciones de financiamiento para la conservación.

Un reto importante para el fMCn es consolidar la ope-ración de programas y proyectos existentes y procurar recursos extinguibles y patrimoniales por un monto adi-cional de cerca de 300 millones de pesos en el curso de los siguientes cinco años.

Asimismo, deberá fortalecer su papel como agente de cambio en materia de capacitación, involucramiento y coordinación de organizaciones de la sociedad civil, con-servación a escala regional y creación de alianzas estraté-gicas con los sectores gobierno, social y empresarial.

Para el futuro, el fMCn tiene como reto abordar nue-vas líneas y temas como el pago por servicios ambienta-les, la adaptación al cambio climático, la reducción de emisiones por degradación y deforestación (redd+) y el desarrollo de liderazgo y comunicación estratégica para la conservación.

el Medio Ambiente que, mediante un acuerdo con el go-bierno mexicano, fueron transferidos al fMCn. Este Fon-do trabaja estrechamente vinculado con la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas. Con este pro-grama, el fMCn ha logrado establecer su reputación como líder internacional en el manejo de fondos patrimoniales para la conservación.• El Programa de Manejo del Fuego y Restauración

de Áreas Afectadas, iniciado en 1998 con recursos que el gobierno mexicano acordó con el gobierno de Esta-dos Unidos, ha logrado, con la creación de brigadas co-munitarias, impulsar la participación local en el manejo del fuego y contribuir a una mejor atención de los in-cendios forestales, apoyando a la Conabio en el estable-cimiento del sistema de monitoreo de incendios me-diante la detección temprana de puntos de calor. Este esfuerzo ha concretado la incorporación de información científica a las tareas de manejo del fuego y ha desempe-ñado un importante papel en la promoción de las polí-ticas públicas pertinentes y en la integración de una Comunidad de Aprendizaje que estimula el intercambio de experiencias entre los practicantes del tema en el país y los del extranjero.• El Proyecto Cuencas y Ciudades, iniciado en 2001

con recursos provenientes de la Fundación William y Flora Hewlett en tres ciudades y sus cuencas asociadas, es un claro ejemplo de innovación para la conserva-ción que ha crecido impulsado por sus buenos resulta-dos. El proyecto aborda los problemas de agua en el país, partiendo de una visión de gestión del agua a es-

Trabajo de registro de datos en tortugas.

1 Fondo Mexicano para la Conservación de la Naturaleza, A.C.

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El Fondo para Áreas Naturales Protegidas (fanp), esta-blecido en 1997, ha sido un mecanismo financiero pú-blico-privado clave para el fortalecimiento de las anp fe-derales prioritarias de México y es considerado hoy un referente mundial.

A principios de 1990, el gobierno mexicano (GM) y el Banco Mundial (bM) exploraron mecanismos para alcan-zar los objetivos de conservación en las anp. En 1992, el Fondo Mundial para el Medio Ambiente (Gef), por medio del bM, donó 25 millones de dólares al GM para asegurar la conservación de 10 anp en México. El inicio del proyecto tuvo múltiples obstáculos administrativos y los primeros recursos se liberaron en 1994. En 1996, ante la inminen-te cancelación del donativo por parte del bM, por tener un saldo no ejercido de más de 16 millones de dólares, éste y la Semarnap decidieron analizar el programa para atender las dificultades administrativas que presentaba.

Por iniciativa de la Unidad Coordinadora de Áreas Naturales Protegidas (responsable en ese año de las anp), y en el seno del Consejo Nacional de Áreas Naturales Protegidas (Conap), creada por la Semarnap, se realizó una exhaustiva consulta para analizar la pertinencia de negociar con el bM la creación de un fondo patrimonial para las anp con el recurso remanente del donativo.

Después de la consulta, en la que participaron aproxi-madamente 80 personas y organizaciones con experien-cia en manejo de anp, el Consejo recomendó la creación del fondo e identificó la necesidad de transferir los re-cursos remanentes a una organización privada para ase-gurar la eficiencia en el desembolso de los fondos y su continuidad a lo largo de diferentes administraciones públicas. Los intereses generados por este patrimonio asegurarían el apoyo económico y la planeación a largo plazo de las anp.

El Consejo, después de analizar diferentes posibilida-des, recomendó que fuera el Fondo Mexicano para la Conservación de la Naturaleza la organización receptora del donativo remanente del Gef y en su seno se constitu-yera el Fondo para Áreas Naturales Protegidas.

El GM y el fMCn trabajaron en los arreglos institucio-nales del proyecto y el fanp quedó constituido en 1997. En sus primeros 10 años de operación, el fMCn canalizó los intereses anuales del fanp a las anp mediante organi-zaciones de la sociedad civil (osC) que estuvieron a cargo de la contabilidad y de la contratación del personal de acuerdo con Programas Anuales Operativos (pao) dise-ñados por el personal de la Conanp responsable de las anp. Para su aprobación, los pao deben ser elaborados

el Fondo para Áreas naturales Protegidas,modelo de asociación pública y privada

Reserva de la Biosfera El Pinacate, Sonora.

Renée González,

Andrew Rhodes, Ana Laura Barillas1

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• participación social para asegurar la transparencia en la toma de decisiones: la participación de los sectores involucrados en el ámbito local (Ca), del programa (Ctfanp) y el nacional (Conap);• responsabilidad en la administración y el impacto

en campo: auditorías en las finanzas y monitoreo en el campo para asegurar el uso efectivo y estratégico de los recursos, y• evolución: el fanp se reinventa ante las situaciones

de cambio.Si bien el fanp desempeñó un papel importante en el

nacimiento y crecimiento de la Conanp, hoy aborda el reto de fortalecer a las osC en apoyo a las anp de México. Esto complementa la labor de la Conanp, que ha mostra-do un crecimiento notable.

con la participación de los Consejos Ase-sores (Ca) de las anp, los cuales están con-formados por representantes de los diver-sos actores locales involucrados en cada área. En 2008, la Conanp absorbió el per-sonal contratado con los recursos del fanp. Esto liberó recursos que a partir de 2009 son asignados por medio de una convoca-toria y de evaluadores independientes a los mejores proyectos propuestos por las osC que trabajan en las prioridades deter-minadas por la Conanp en las anp.

Mientras que la Conanp se asegura de que los recursos sean invertidos en las prioridades de cada anp, el fMCn se encar-ga del manejo financiero, la canalización de los recursos, su correcta aplicación y la procuración de fondos adicionales. El fanp es supervisado por el Comité Técnico del Fondo para Áreas Naturales Protegidas (Ctfanp), conformado por siete miembros representantes de diferentes sectores de la sociedad, los cuales son nombrados por el Consejo y ratificados por el Consejo Direc-tivo del fMCn.

En 1998, el Gef evaluó la aplicación de algunos fondos ambientales en otros países y recomendó al fMCn y al fanp como mode-los a seguir. Los recursos patrimoniales abordan la necesidad de proporcionar el apoyo básico para la operación de las anp a largo plazo. Trabajan en sinergia con los fondos tradicionales del GM y de otros do-nantes, además de atraer recursos adiciona-les. La continuidad en el tiempo permite a las áreas protegidas planear y desarrollar esquemas de manejo para su conservación.

Estos resultados permitieron al GM y al fMCn gestionar en 2000 un segundo donativo del Gef por 22.5 millones de dólares patrimoniales para apoyar a 12 anp adicionales, el cual fue aprobado con la condi-ción de obtener contrapartidas.

A 12 años de su establecimiento, el patrimonio del fanp ha crecido de 16.48 a 75.69 millones de dólares, superando la meta de las contrapartidas requeridas. En 1998, los intereses del fanp apoyaban a 10 anp; hoy fi-nancian a 23 que representan alrededor de 30% del área total decretada como protegida en el ámbito federal. El capital del fanp se ha cuadruplicado y los intereses anua-les han permitido canalizar aproximadamente 25 millo-nes de dólares, lo cual ha superado el monto del capital original, que aún se mantiene.

Los siguientes elementos contribuyeron al éxito de este mecanismo público-privado:• arreglos institucionales claros: las responsabilidades

de la Conanp y el fMCn están claramente establecidas;1 Adscritos al Fondo Mexicano para la Conservación de

la Naturaleza.

Área de Protección de Flora y Fauna Cuatrociénegas, Coahuila.

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Pago de servicios ambientalespara conservar la biodiversidad

manejo en cada una de las comunidades forestales participantes.

A partir de 2006, con financiamiento parcial del Banco Mundial y del Gef (Fondo para el Medio Am-biente Mundial), México firmó el Proyecto de Servi-cios Ambientales del Bosque (psab), con el fin de for-talecer los programas existentes y promover nuevos esquemas de psa con financiamiento local, nacional e internacional.

En 2006 se fusionó la operación del psah, el psa-Cabsa y el psab con reglas únicas de operación para psa, lo que más tarde, en 2007, se consolidó como parte del ProÁrbol, con la meta de promover la conservación de áreas forestales en al menos 2.6 millones de hectáreas, durante el periodo 2007 a 2012. Actualmente, las reglas únicas han evolucio-nado para emitir convocatorias más sencillas, inte-gradas y transparentes para focalizar el programa psa y seleccionar los terrenos proveedores de servi-cios ambientales (Semarnat/Conafor, 2010. Reglas de operación ProÁrbol). Un instrumento valioso, aparte de las reglas de operación, ha sido el esque-ma de administración y dispersión de los pagos para los dueños de los bosques y selvas, por medio de un mandato que administra plurianualmente el presupuesto que queda comprometido a nombre de los dueños y poseedores de los terrenos foresta-les (Fondo Forestal Mexicano).

Además del Fondo Forestal Mexicano, se han desa-rrollado otros mecanismos financieros a escala local

La pérdida o degradación de los ecosistemas foresta-les mexicanos debida al cambio de uso de suelo fores-tal hacia el agrícola, ganadero u otros, afecta, entre otras cosas, la provisión de servicios ambientales, en-tre ellos el mantenimiento y la protección de la biodi-versidad.

En el año 2003, el gobierno de México creó el Pro-grama de Servicios Ambientales Hidrológicos (psah), financiado con recursos provenientes de las cuotas del agua cobradas al amparo de la Ley Federal de De-rechos, para efectuar pagos dirigidos a la preservación de bosques y selvas asociados con el abastecimiento de agua. En 2004 se agregó el Programa para el Desa-rrollo de los Mercados de Servicios Ambientales de Captura de Carbono y los Derivados de la Biodiversi-dad y para Fomentar el Establecimiento y Mejora-miento de los Sistemas Agroforestales (psa-Cabsa).

Ambos programas fueron diseñados con el fin de reconocer los servicios ambientales que prestan los ecosistemas forestales, y que normalmente no se re-tribuyen, como calidad del agua, regulación del cli-ma, prevención de deslaves, formación de suelos, mantenimiento de la biodiversidad, secuestro de carbono, belleza escénica, entre otros. De esta forma se destinan incentivos económicos a los dueños de terrenos forestales (ejidos, comunidades y pequeños propietarios) para promover prácticas de conserva-ción y evitar el cambio de uso del suelo (deforesta-ción y degradación) de las zonas forestales, median-te el diseño de un programa de mejores prácticas de

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Superficie anual apoyada Superficie acumulada apoyada Superficie vigente en el PSA

Incorporación de superficies apoyadas desde el comienzo del Programa psa. Total de hectáreas incorporadas: 2.7 millones.

Leonel Iglesias,1 Erika R. Martínez,1 Sergio Graf,1 Carlos Muñoz,2 Jesús Gutiérrez,1

Francisco Flores,1 Paola Bauche1

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como son los fondos concurrentes, los mecanismos locales para psa y el Fondo Patrimonial de Biodiversi-dad (véase el recuadro).

Desde el inicio de los Programas de Pago de Ser-vicios Ambientales, en 2003, y hasta 2010, la super-ficie que ha recibido asignaciones para pago es de 2.7 millones de hectáreas. En la actualidad, descon-tando la superficie cuyo contrato ya terminó, el pro-grama apoya 2.3 millones de hectáreas. Estos datos incluyen pagos bajo el esquema de fondos concu-rrentes, apoyando a alrededor de 5 000 ejidos, co-munidades y pequeños propietarios dueños de pre-dios forestales (véase la gráfica). Actualmente, el psa aplica pagos diferenciados en distintas zonas que compensan atributos de acuerdo con el tipo de eco-sistema, su diversidad biológica y el riesgo de defo-restación.

La evaluación llevada a cabo por diferentes institu-ciones externas e independientes del psa abarca dis-tintos puntos de vista:

1. Social. Los pagos de psa han tenido impactos po-sitivos al proporcionar ingresos adicionales a los eji-dos y comunidades participantes; se ha incrementado la participación social; detonaron cambios en la per-cepción social sobre los recursos naturales; se han fo-mentado estructuras comunitarias y actores sociales dedicados a preservar los servicios ambientales (téc-nicos comunitarios, brigadas de vigilancia, asesoría especializada, onG, etc).

2. Ambiental. El psa ha mantenido la cobertura fo-restal al promover la permanencia de los predios be-neficiados por el programa. Se ha contribuido a forta-lecer el Sistema de Áreas Naturales Protegidas, así como otras áreas prioritarias para la conservación en el país, al verse favorecidas con criterios de selección y prelación de las reglas de operación.

3. Del impacto en la definición de la política nacio-nal en materia ambiental. El psa ha provocado cambios legislativos en los ámbitos estatal, municipal y na-cional, en la Ley Federal de Dere-chos para incrementar el monto destinado a servicios ambientales y en legislaciones locales (Estado de México, Coatepec, Veracruz, etc.). Asimismo, ha impulsado cambios presupuestales e impuestos especí-ficos para servicios ambientales.

El criterio más valioso para la efi-ciencia del programa es el índice eco-nómico de riesgo de deforestación, que fue introducido en 2007. Éste surge después de una serie de análisis econométricos realizados por el Insti-tuto Nacional de Ecología, que resul-tan de localizar geográficamente pa-

trones de deforestación que predice el modelo. Dicho criterio asegura que los fondos sean más efectivos para reducir la pérdida de bosques, ya que mejora la focalización.

El psa ha resultado ser un enfoque innovador, ya que proporciona una alternativa de ingreso económi-co a los dueños y poseedores de terrenos forestales, promoviendo la protección de los ecosistemas y la provisión y mejoramiento de los servicios ambienta-les asociados a ellos.

Predio de selva inscrito en el programa de pago por servicios ambientales por biodiversidad.

1 Comisión Nacional Forestal, Semarnat.2 Instituto Nacional de Ecología, Semarnat.

mecanismos financieros de psa a escala local

Fondo Patrimonial de Biodiversidad. Conformado por recursos del Gef y del gobierno federal (10 millones de dólares). Se utilizan los intereses generados por el capital para realizar pagos por servicios ambientales de forma per-manente en sitios con biodiversidad de impacto global, como en zonas de influencia de áreas protegidas o en los corredores que las conectan.

Fondos concurrentes. La Conafor aporta hasta 50% del monto necesario para establecer un acuerdo del psa duran-te un tiempo definido y la contraparte debe comprometer-se a aportar la cantidad restante.

mecanismos locales de servicios ambientales. Procedi-miento creado por la sociedad civil organizada y fortalecido por la Conafor, que identifica a los usuarios y proveedores del servicio ambiental e implementa y desarrolla mecanis-mos o sistemas de cobro por servicios ambientales, garanti-zando una fuente de financiamiento permanente. Asimis-mo, establece esquemas de supervisión del cumplimiento de buenas prácticas para las áreas prioritarias y su buen estado de conservación.

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México tiene aproximadamente 650 acuíferos en su territorio. Sin embargo, un número preocupante de ellos se encuentra sobreexplotado. De acuerdo con el Atlas de la Comisión Nacional del Agua (2009), 101 de los 282 acuíferos más importantes, que proveen 66% del agua utilizada en todo el país, se encuentran ac-tualmente sobreexplotados, principalmente por la ex-tracción excesiva de agua para riego agrícola.

Hay dos razones que causan el uso excesivo de agua por parte de los agricultores: 1] el alto número de usuarios de agua de riego que la extraen ilegalmen-te sin concesión (cerca de 42%, según cálculos del ine a partir de la información de 2008 de la Cfe); 2] el sistema de subsidios del gobierno federal, que distor-siona las señales de precios de los que sí están conce-sionados e incentiva a los usuarios a usar más agua de la necesaria, lo que reduce la rentabilidad para reali-zar la tecnificación del riego. En el mapa 1 se observa la distribución de presuntos acuíferos ilegales por municipio; 49% de ellos se localizan en Guanajuato, Chihuahua, Jalisco, Yucatán y Oaxaca.

En cuanto a la señal de precios, existen dos distor-siones importantes. La primera es que, de acuerdo con la Ley Federal de Derechos, los usuarios agrícolas no tienen obligación de pagar por el agua concesiona-da. La segunda es que a pesar de que sí deben pagar por la electricidad que usan para extraer el agua del subsuelo, la tarifa para bombeo agrícola tiene un sub-

sidio de hasta 86% del costo medio de generación de electricidad.

Además de la trayectoria insostenible que sigue la agricultura de riego con agua subterránea en México, la sobreexplotación de acuíferos tiene fuertes impactos ambientales. Entre los más graves se encuentran: el in-cremento de la vulnerabilidad a sequías en zonas se-miáridas, por la reducción de caudales y su temporali-dad; la intrusión salina en los acuíferos, y el deterioro de los ecosistemas semiacuáticos o humedales (Ávila et al., 2005). El mapa 2 muestra los acuíferos más so-breexplotados del país. Se ha visto que el bombeo continuo de agua subterránea afecta de manera irre-versible la descarga natural de agua que fluye hacia los ecosistemas acuáticos y las zonas riparias, incluso aquellas que se encuentran a gran distancia de las zo-nas de extracción. Existen varios casos en México en los que la falta de suministro de agua dulce que natu-ralmente provenía de aguas subterráneas pone en ries-go el ecosistema. Tal es el caso de los humedales de Xochimilco, los manantiales del alto Lerma y de Aguas-calientes, varios de los principales lagos del centro de México (Chapala, Cuitzeo y Pátzcuaro) o el Área de Protección de Flora y Fauna de Cuatrociénegas, entre muchos otros.

A partir de las investigaciones realizadas por el ine desde 2005 sobre los impactos ambientales de este problema, se crea un grupo de trabajo intersecretarial

en 2008 para pensar en solucio-nes que den sustentabilidad a la explotación, coordinado por el Gabinete Social de la Presiden-cia de la República y compuesto por Semarnat (representada por la Conagua y el ine), Sagarpa, shCp (con la participación de la Unidad de Banca de Desarrollo y los fira), Sener y Cfe. Este grupo se propone trabajar en dos frentes: reducir la distorsión del precio de la extracción de agua para uso agrícola y reducir la extracción ilegal, asegurando el cumplimiento de la ley.

Reducir la distorsión en pre-cios requiere desacoplar el sub-sidio a la tarifa eléctrica (la tarifa 09), de modo que se mantenga el apoyo económico al agricultor y se incentive el ahorro de agua.

explotación racional de acuíferosy conservación de humedales

mapa 1. Presuntos acuíferos ilegales, por municipio, 2008.

Carlos Muñoz, Helena García, Edgar Rivero, Gabriela Ángeles,

Sue Helen Nieto, Johannan Rivera1

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pozos ilegales en las zonas seleccionadas (64% del to-tal de pozos ilegales detectados), lo cual ahorró 30.5 millones de metros cúbicos de agua al año (17% de la extracción de agua en esos acuíferos) y 22.9 millones de kilowatts-hora (6% del consumo total de los acuí-feros seleccionados) lo cual, además de proteger los acuíferos y mediante ello a los humedales localizados en o dependientes de ellos, disminuye las emisiones de CO2 en 13 300 toneladas de carbono, que repre-sentan 2% de la meta anual de reducciones en el sec-tor agrícola planteada en el Programa Especial de Cambio Climático.

A pesar de que ambas iniciativas se encuentran en su etapa inicial, los resultados positivos que se han visto y que se esperan nos permiten pensar que la do-ble estrategia llevará a un uso más sustentable de los acuíferos del país y fortalecerá las acciones de conser-vación en los humedales de México. Estrategias mixtas como ésta, que combinan regulación, cumplimiento de ley e instrumentos de mercado, implementadas por una coordinación de agencias, pueden tener resulta-dos muy esperanzadores para la conservación ambien-tal y de recursos en México.

El agricultor ya no pagará una tarifa subsidiada, pero recibirá una transferencia equivalente al monto del sub-sidio que puede ser reorientada a cambios tecnológicos para hacer un uso más eficiente del agua. De esta mane-ra la producción agrícola será más sustentable, social-mente equitativa y económicamente competitiva. Este instrumento será probado en los próximos meses en un programa piloto voluntario en el que participan 14 acuíferos y nueve estados.

Se esperaría así el rescate de 25% de los acuíferos del país sometidos actualmente a alguna condición de sobreexplotación y que en el resto de los acuíferos sobreexplotados la relación extracción/recarga dismi-nuya de 170 a 131%. En adición, se espera un impor-tante ahorro en energía y en emisiones de CO2.

En cuanto al cumplimiento de la Ley de Aguas Na-cionales, el ine trabajó con la Conagua para diseñar una política más efectiva para el cierre de pozos ilega-les. La sugerencia del ine fue concentrarse geográfica-mente en regiones con un grado intermedio de ex-tracción ilegal, en pozos únicamente de uso agrícola y con capacidad de extraer grandes cantidades de agua. Se seleccionaron siete acuíferos y se levantó un censo de los aprovechamientos que funcionaban en el acuí-fero para actualizar el padrón de usuarios, identificar los títulos de concesión que no contaban con aprove-chamientos e identificar aprovechamientos sin título. Esta información permitió en 2009 el cierre de 599

1 Todos los autores están adscritos al Instituto Nacional de Ecología, Semarnat.

mapa 2. Acuíferos sobreexplotados, con intrusión salina o afectados por el fenómeno de salinización de suelos y aguas subterráneas salobres, 2003.

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marco jurídico de la biodiversidadAntonio Azuela,1 Alejandra Rabasa 2

difícil establecer una clara relación causa-efecto en-tre el orden jurídico y las tendencias generales en el estado de la biodiversidad.

Los efectos sociales de las normas jurídicas no se reducen a la modificación de las conductas; tie-nen también una importante dimensión simbólica. Como sabemos, desde los orígenes de la sociología, el derecho no sólo regula conductas, sino que es portador de categorías que conforman nada menos que los marcos cognitivos que organizan nuestra manera de entender el mundo que nos rodea. Y es ahí donde la normativa que ha surgido en las últi-mas décadas ha tenido su efecto más importante.

Aunque la Constitución federal estableció desde 1917 el derecho de la Nación para regular la con-servación de los elementos naturales, el desarrollo de un marco jurídico nacional para la protección de la diversidad biológica comenzó en 1992 con la suscripción del Convenio sobre la Diversidad Bio-lógica, a partir del cual México asumió obligacio-nes específicas para la conservación de la biodiver-sidad y la utilización sostenible de sus componentes. Así, la legislación ambiental más reciente intenta superar el enfoque regulatorio que consideraba los recursos naturales de manera aislada, atendiendo su vinculación con las actividades productivas, para transitar al reconocimiento del valor intrínse-co de la diversidad biológica, que deberá darse de manera transversal en la legislación de los diferen-

En las últimas décadas el tema de la biodiversidad, surgido del horizonte más amplio del tema am-biental, ha dado origen a un ambicioso marco jurí-dico. ¿En qué sentido puede decirse que hay en esto una “historia de éxito”? En este texto argumen-taremos que, independientemente del papel que haya podido tener el nuevo régimen jurídico en re-orientar las actividades humanas que afectan a la biodiversidad, éste ha tenido importantes efectos sociales en el terreno estrictamente simbólico, es decir, en la reconfiguración de las categorías con las cuales pensamos en y discutimos la biodiversidad, así como las responsabilidades de los diversos acto-res, sociales y estatales, respecto de su buen uso y conservación.

Las normas jurídicas suelen juzgarse por los re-sultados prácticos que de ellas se esperan. Se dice que tal o cual ley es “letra muerta” cuando no ha logrado modificar las conductas que regula. No se niega la importancia de ese tipo de juicio. Es difícil hacer un balance concluyente, ya que hay indicios tanto positivos como negativos. Por ejemplo, hoy día es muy difícil que alguien proponga un proyec-to como el de Cancún hace cuatro décadas, que implicó el relleno de casi 50 km2 de un valioso eco-sistema costero. Pero también es cierto que, a pesar de innumerables esfuerzos institucionales, las tasas de deforestación no parecen haber descendido en la proporción que se esperaba. Y sin embargo es

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esa diversidad, la existencia de textos jurídicos, más o menos unívocos, contribuye a dar cierta estabili-dad al debate público sobre estas cuestiones. Y si es verdad que la movilización social no ha sido preci-samente masiva, también es cierto que no ha habi-do en el espacio público mexicano voces relevantes que hayan tratado de desacreditar el marco jurídico emergente.

Categorías como “ordenamiento”, “impacto am-biental” y, por supuesto, “biodiversidad”, como las define la ley, han desempeñado un papel importan-te en la organización del debate y rara vez se discu-ten por sí mismas. Se trata de un fenómeno estric-tamente simbólico pero no por ello menos real, ya que el campo ambiental es, para usar una vieja ex-presión sociológica, un “hecho social”. En suma, si el régimen jurídico surgido en los últimos años ha contribuido a difundir y estabilizar un lenguaje co-mún para la causa de la biodiversidad, no podemos dudar en incluirlo entre las historias de éxito de las que este volumen da cuenta.

tes sectores que participan en el desarrollo. En 1996, la Ley General del Equilibrio Ecológico y la Pro-tección al Ambiente incluyó una definición de “biodiversidad”, así como un título especial con el mis-mo nombre para la regulación de las áreas naturales protegidas, las zonas de restauración y los crite-rios para la preservación y el apro-vechamiento sustentable de la flo-ra y fauna silvestres.

En el año 2000, la Ley General de Vida Silvestre vinculó el apro-vechamiento de la vida silvestre con la conservación de su hábitat en una doble dimensión: estable-ció el derecho de los propietarios y legítimos poseedores de los pre-dios, en los cuales se establece la vida silvestre, de llevar a cabo su aprovechamiento sustentable, así como su responsabilidad solidaria respecto de los daños que se cau-sen a su hábitat. Asimismo estable-ció instrumentos específicos como las Unidades de Manejo para la Conservación de la Vida Silvestre, las declaratorias de hábitat crítico y las zonas de refugio para espe-cies acuáticas, y el régimen espe-cial de las especies en riesgo. La ley también ha ido incorporando prohibiciones especí-ficas para el aprovechamiento extractivo de tortu-gas, mamíferos marinos, primates y aves, así como la prohibición de realizar obras o actividades que afecten la integridad del flujo hidrológico del man-glar o que provoquen cambios en sus características y servicios ecológicos.

Evidentemente, el que se incluya en una ley tal o cual idea no representa, por sí mismo, un cambio social. Alguien tiene que “poner en circulación” esas ideas para que se conviertan en la forma domi-nante de definir los problemas. Y eso no ocurre en el vacío, sino en una serie de espacios sociales que conforman el campo ambiental, que es el contexto en que se confrontan las diferentes maneras de de-finir lo que todos los participantes reconocen como un problema común. En las últimas décadas toda una generación de activistas, funcionarios públicos, académicos y otros comentaristas han difundido nuevas formas de entender nuestra relación con los ecosistemas. Como en cualquier sociedad plural, en el campo ambiental mexicano circulan muchas (incluso a veces contradictorias) maneras de definir lo que está en juego. Pero, precisamente en vista de

1 Instituto de Investigaciones Sociales, unaM.2 Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales.

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lista de especies en riesgo, Paloma Carton de Grammont,1

herramienta de conservación Alfredo D. Cuarón2

La identificación del estado de conservación de especies es una herramienta estratégica para definir acciones y prioridades de conservación. Las listas nacionales de es-pecies en riesgo representan un mecanismo central para legislar en temas relacionados con la protección y la re-cuperación de especies amenazadas y sus hábitats, así como una fuente de información primordial para deter-minar prioridades nacionales de conservación. Estos lis-tados son elementos fundamentales y estratégicos para las políticas nacionales de conservación. México cuenta con una lista propia de especies en riesgo: la Norma Ofi-cial Mexicana noM-059-seMarnat-2001.

Desde 1964, la Unión Internacional para la Conser-vación de la Naturaleza (uiCn) ha evaluado el estado de conservación de especies en el ámbito mundial, convir-tiéndose en el organismo líder en el tema, que cuenta actualmente con el método más robusto para identifi-car especies en riesgo. No obstante, es fundamental que cada país cuente con una evaluación del estado de con-servación de las especies nativas de su territorio para proteger su capital natural. Los listados nacionales des-empeñan además un papel importante al informar so-bre los esfuerzos globales de conservación. Para ello es necesario que haya compatibilidad entre los diferentes métodos para identificar las especies en riesgo.

En México, la historia de las listas de especies en ries-go se inicia en los ochenta con el Calendario Cinegético de la Ley Federal de Caza, que incluía un listado de espe-cies en riesgo. En 1991, la Secretaría de Desarrollo Urba-

no y Ecología estableció los criterios ecológicos para de-terminar las especies en riesgo en el país (Sedue, 1991). En 1994, la Secretaría de Desarrollo Social, por conducto del Instituto Nacional de Ecología (ine), convirtió el acuerdo en la Norma Oficial Mexicana NOM-059-ECOL-

1994, la cual determina las especies nativas “en peligro de extinción, amenazadas, raras y sujetas a protección espe-cial, y establece especificaciones para su protección” (Se-desol, 1994). Esta norma contenía una lista de especies que fue elaborada con base en la opinión de expertos.

La publicación de la Norma 059 fue un hito en la historia de la administración de la biodiversidad, am-pliamente reconocida por la comunidad científica y conservacionista del país. Sin embargo, la Norma po-seía una serie de características que limitaban su efec-

tividad: las definiciones de las cate-gorías de amenaza eran poco claras y algunas de ellas no medían el nivel de riesgo de las especies y se carecía de un método explícito para evaluar el estado de conservación de las espe-cies, de modo que la lista contenía errores e imprecisiones. En el año 2000, la Norma fue revisada y modifi-cada con base en una consulta a ex-pertos y con el propósito de promo-ver su objetividad y darle mayor relevancia, credibilidad y legitimidad (NOM-059-SEMARNAT-2001). Esta nueva Norma establece tres categorías de riesgo (Probablemente extinta en el medio silvestre, En peligro de extin-ción, Amenazada) y una de tipo admi-nistrativo (Sujeta a protección espe-cial), así como un método de evaluación para asignar las especies a una catego-

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Número de especies enlistadas en la NOM-059-SEMARNAT-2001 por categoría de riesgo. Sobre las barras se indica el porcentaje de especies en riesgo

en relación con el total de especies conocidas en México para el grupo respectivo.

Propagación de plantas suculentas (Echeveria sp.).

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dos. Especialmente, debe mejorarse la objetividad de las categorías y los criterios utilizados para evaluar a las es-pecies (por ejemplo, tres de cuatro criterios del Mer son subjetivos o confusos). También debe mejorarse la canti-dad de información requerida para evaluar las especies, la flexibilidad para actualizar la lista cuando la situación de un taxón así lo requiera y la compatibilidad con otros listados nacionales e internacionales. Es importante con-tar con tres tipos de listados independientes para no mezclar especies en riesgo per se con especies prioritarias y con especies que requieren permiso para ser aprove-chadas. Tener esta separación agilizaría y daría certidum-bre al proceso de revisión y actualización de la lista de especies en riesgo.

La Norma es una herramienta fundamental en la ges-tión ambiental de México. Tiene más de tres lustros de importantes progresos, pero su éxito continuo dependerá de solucionar los aspectos señalados. Tener un listado más completo y depurado reforzaría, significativamente, el uso apropiado de la multitud de herramientas disponible para la gestión ambiental de México, incrementaría su efectivi-dad y maximizaría la protección de nuestro capital natural.

ría de riesgo: el método de evaluación del riesgo de extin-ción de especies silvestres en México (Mer).

La Norma incluye actualmente 2 493 taxa (véase la gráfi-ca), pero mantiene muchas especies de la antigua Norma de 1994, para las cuales no se aplicó el Mer. Por ello, en 2004 el ine, instancia a cargo de la Norma, dio un paso más al iniciar el proceso de actualización con el fin de aplicar el Mer a las especies enlistadas. Paralelamente, desde 2001 la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (Conabio) ha apoyado la apli-cación del Mer a las especies ya enlistadas, así como la preparación de fichas informativas sobre ellas. Asimismo, se propuso el método de evaluación del riesgo de extin-ción de plantas en México (Mer-plantas). A pesar de que la Norma por ley debe revisarse periódicamente, la nueva versión aún no ha sido publicada debido a contratiempos ajenos a las bases científicas de la evaluación de riesgo.

La Norma es un instrumento clave en la gestión de la biodiversidad de México, por lo que es fundamental que sea un instrumento efectivo, transparente, sistemático, objetivo, claro, explícito, con sólidas bases científicas y con una alta credibilidad y confiabilidad. Existen todavía importantes aspectos en los que se debe trabajar para lograr eso plenamente. La Norma tiene la virtud de con-tar con un método de evaluación explícito. Sin embargo, tanto la Norma como el Mer pueden y deben ser mejora-

Especies incluidas en programas de protección.

1 Centro de Investigaciones en Geografía Ambiental, unaM.2 Servicios Ambientales, Conservación Biológica y Educa-

ción, A.C.

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Págs. 184-185 →Manglares, zona de anidamiento de fragatas en el Parque Nacional Isla Contoy, Quintana Roo.

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análisis de omisiones en conservación de la biodiversidad de méxico Patricia Koleff, Tania Urquiza1

La identificación de prioridades es un requisito indispensable para conservar la biodiversidad en un territorio dado. En la séptima Conferencia de las Partes del Convenio sobre la Diversidad Bio-lógica (Cdb), México adquirió el com-promiso de fortalecer los sistemas de áreas protegidas (sCdb, 2004), para lo cual se realizaron los análisis de omi-siones en conservación. A este esfuerzo se sumaron organizaciones conserva-cionistas nacionales e internacionales y se conformó un grupo de trabajo que coordinaron la Conabio y la Conanp. Al grupo de trabajo se integraron cerca de 260 especialistas de numerosas uni-versidades y centros de investigación en diversas disciplinas, que aportaron datos, su experiencia y opiniones para enriquecer el proceso, ya sea con su participación activa en talleres o elec-trónicamente (www.conabio.gob.mx/gap), lo que permi-tió intercambiar información y opiniones, así como compartir insumos y alcanzar consensos.

El proceso comenzó en 2005 con una planeación a diferentes escalas para identificar, diagnosticar y evaluar las áreas de importancia para la conservación de una proporción significativa de la biodiversidad de México. Un elemento central para llevar a cabo estos análisis multiescalares fue contar con el máximo de información disponible. El Sistema Nacional de In-formación sobre Biodiversidad, desarro-llado por la Conabio, permitió usar más de 2 400 000 registros de ejemplares georreferenciados de animales y plan-tas; fue necesario compilar una base de datos de la biodiversidad insular y uti-lizar cartografía digital, entre la que destaca el mapa base consensuado de nivel IV de las ecorregiones de México, que ha servido de punto de partida para otros análisis, así como la base de datos geográfica de áreas naturales protegidas estatales, del Distrito Federal y munici-pales de México (véanse detalles en Ko-leff et al., 2009). Estos datos permitie-ron realizar por primera vez los análisis más detallados a escala nacional.

La identificación de prioridades de conservación se llevó a cabo para los

ambientes terrestres, marinos y dulceacuícolas. La con-clusión principal de estos análisis es que la cobertura de áreas protegidas, que en el presente llega a casi 12% del territorio nacional y 1.4% de la zona económica exclusi-va, es insuficiente para representar adecuadamente la diversidad biológica del país (Conabio et al., 2007a, b; Conabio, 2009a).

En el ámbito terrestre, los análisis mostraron que 11 de las 96 ecorregiones terrestres no tienen áreas protegi-

Sitios prioritarios para la conservación de la biodiversidad terrestre. Fuente: Conabio, 2009a.

Sitios prioritarios para la conservación de la biodiversidad marina. Fuente: Conabio, 2009a.

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los sitios de la más alta prioridad equivalen a 14.5% del área territorial, aunque para lograr una mejor represen-tatividad se debería abarcar 30.6% de la superficie del país. Es fundamental reconocer que la restauración eco-lógica de los cuerpos de agua es una tarea rezagada y que para garantizar la funcionalidad de los humedales coste-ros y mantener la recarga de los acuíferos será necesario considerar los tres análisis y obtener una visión integral.

Estos estudios permiten tener un marco de referencia con mejor información en temas estratégicos, como se señala en la Estrategia Mexicana para la Conservación Vegetal, para la identificación de nuevas áreas protegi-das, así como en el diseño de corredores biológicos (para la ampliación del proyecto del Corredor Biológico Meso-americano-México).

Las prioridades de conservación para diversos am-bientes, ecosistemas y grupos de especies deben utili-zarse para optimizar los recursos dedicados a las accio-nes de conservación, así como revertir tendencias de

factores que afectan negativamente a la biodiversidad y aplicar instrumentos de planeación de uso sustentable y conservación in situ en las áreas identi-ficadas como prioritarias. La meta es reducir las tasas de cambio de uso de suelo y de pérdida de poblaciones, evi-tando la pérdida de especies, así como de los ambientes más vulnerables del país. Para ello es necesaria la participa-ción coordinada de la sociedad y em-prender programas dinámicos con vi-sión de largo plazo, sobre todo ante el cambio climático.

das y 50 están subrepresentadas con diferentes niveles de superficie protegida. En general, las ecorregiones con humedales costeros, las selvas bajas caducifolias y los bosques mesófilos de montaña, que equivalen a 2.1% del territorio nacional, tienen pocas áreas protegidas. Existen sesgos al proteger en mayor proporción las tie-rras altas (más de 2 800 m de altitud), en comparación con el resto del país. Los sitios terrestres prioritarios identificados por medio de la planeación sistemática permitieron integrar diversos criterios biológicos e in-corporar información acerca de las principales amena-zas. Por medio de este análisis se identificó que 16.6% del territorio es de la más alta prioridad para la conser-vación; sin embargo, sólo 15.93% de esta superficie se localiza en algún área protegida (que equivale a 2.6% de la superficie continental del país).

En el ambiente marino se identificaron 105 sitios prioritarios (costas, océanos y elementos insulares). Sólo 18.33% de la superficie de estos sitios está decretada como áreas protegidas, por lo que es fundamental con-solidar esfuerzos para conservar y manejar de forma sus-tentable estos sitios de alta prioridad. Por primera vez se seleccionaron y documentaron 29 sitios de mar profun-do que prácticamente no tienen protección y cuya iden-tificación es fundamental para dirigir esfuerzos de con-servación.

La identificación de los sitios importantes para la con-servación de la biodiversidad acuática epicontinental se basó en un proceso similar al de la planeación sistemáti-ca terrestre, pero a una escala más fina, lo cual fue posi-ble al hacerlo por regiones: Altiplano, Centro, Golfo de México, Noroeste, Pacífico Tropical, Península de Yuca-tán y Península de Baja California, y diferenciar los im-pactos de las distintas amenazas en cada una de ellas. Debido a la naturaleza de muchos cuerpos de agua de gran relevancia (como pozas, cenotes, lagunas, oasis),

Sitios prioritarios para la conservación de la biodiversidad acuática epicontinental. Fuente: Conabio, 2009a.

Sitios prioritarios para la conservación de la biodiversidad de Oaxaca. Fuente: Conabio, 2009a.

1 Ambas autoras, Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad.

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las estrategias estatales Andrea Cruz-Angón,de biodiversidad Hesiquio Benítez, María Eugenia González1

El Convenio sobre la Diversidad Biológica (Cdb) repre-senta para 193 naciones el compromiso de asegurar la conservación de la biodiversidad en los tres niveles en que se concibe (ecosistemas, especies y genes). El Cdb establece que los países deberán elaborar un diagnós-tico sobre el estado de su diversidad biológica, así como las estrategias, planes o programas nacionales para asegurar su uso sustentable y conservación. Méxi-co publicó en 1998 La diversidad biológica en México: Estudio de país, primer diagnóstico sobre su diversidad biológica. En 2000, y tras un amplio periodo de con-sulta con la sociedad, se publicó la Estrategia Nacional sobre Biodiversidad de México (enbM), que establece la visión de nuestro país a 50 años, cuando se deberán haber detenido y revertido los procesos de deterioro ambiental que amenazan su capital natural, y tendrá conocimiento amplio y suficiente de ésta, facilitando la toma de decisiones correctas para promover un de-sarrollo económico en armonía con la conservación.

La diversidad biológica y cultural de México hace que, en su implementación, la enbM deba adecuarse a distintas escalas y realidades. En 2002, la Conabio inició, en colaboración con gobiernos estatales y re-presentantes locales de los diversos sectores de la so-ciedad, la elaboración de las estrategias estatales sobre biodiversidad (eeb).

El proceso de las eeb es ampliamente participativo y busca que los estados elaboren documentos, homó-logos a los nacionales (Estudio de país y enbM): 1] Estudio de estado, diagnóstico base del estado de co-nocimiento, conservación y uso de la biodiversidad de la entidad en sus diferentes niveles, y 2] Estrategia estatal sobre biodiversidad y plan de acción, herra-

mienta de planificación que establece objetivos, me-tas, acciones y recursos que cada entidad necesita para mejorar la gestión de la biodiversidad y asegurar su uso sustentable y conservación.

Las metas de instrumentación de las estrategias es-tatales en el largo plazo son:

1. Mejorar capacidades de planeación y ejecución respecto a la gestión de los recursos biológicos.

a] Disponer de herramientas de gestión ordenada y responsable de los recursos biológicos a escala ade-cuada.

b] Establecer sistemas estatales de información so-bre biodiversidad enlazados al sistema nacional (snib), y al resguardo de instituciones con funciones homó-logas a la Conabio, creadas por el Ejecutivo estatal.

2. Institucionalizar políticas públicas en materia de biodiversidad.

a] Consolidar los sistemas estatales de áreas natu-rales protegidas (anp).

b] Establecer programas permanentes de educación ambiental y difusión.

c] Integrar y armonizar iniciativas de uso sustenta-ble y conservación.

d] Promover la promulgación de leyes locales y el reparto equitativo de los beneficios derivados del apro-vechamiento y la conservación de la biodiversidad.

A la fecha se trabaja en 17 estados:• Michoacán y Morelos han publicado sus estudios

y estrategias. Actualmente instrumentan actividades en el marco de sus respectivas estrategias.

• Aguascalientes (2008) y el Estado de México pu-blicaron su estudio (2009) y están elaborando sus es-trategias.

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aportado recursos para apuntalar los procesos en al-gunos estados (Chihuahua, Chiapas, Campeche, Yu-catán, Quintana Roo, Puebla y Veracruz). Organiza-ciones de la sociedad civil como Pronatura y World Wildlife Fund han apoyado a estados como Chihua-hua, Veracruz, Chiapas y Yucatán.

Las eeb se han convertido en importantes instru-mentos que han permitido a los estados identificar de manera clara las amenazas a su biodiversidad, así

como los factores y accio-nes necesarios que en el largo plazo podrán ase-gurar su uso sustentable y conservación. No obs-tante, esta iniciativa tiene retos que superar para su consolidación en el ámbi-to nacional: por un lado, que los procesos sean in-ternalizados localmente de manera que la sucesión lo-cal de las autoridades no afecte la instrumentación y seguimiento de accio-nes, y que la Conabio no

se convierta en un factor preponderante para la ac-ción local (que los actores locales puedan actuar de manera independiente sin la necesidad de la interven-ción de esta institución federal). La consecución de recursos y la cooperación con distintas agencias tanto nacionales como internacionales son un factor clave para que los procesos avancen de manera más rápida y expedita.

• Veracruz, Yucatán, Campeche, Quintana Roo, Co-lima, Jalisco, Puebla, Chiapas y Chihuahua están fina-lizando sus estudios. Además, los cuatro últimos han iniciado también los trabajos de preparación de sus estrategias.

Guanajuato y el Distrito Federal se sumaron a esta iniciativa en 2009. Baja California y Tabasco han ex-presado interés en este proceso y se espera concretar los acuerdos de colaboración durante el año 2010.

El proceso de las estra-tegias ha sido apoyado por instituciones locales, na-cionales e internacionales. En muchos casos los es-tudios son esfuerzos que en términos del número de participantes no tie-nen precedente en ningu-na otra área del conoci-miento. La contribución de universidades estata-les, institutos y centros de investigación ha sido muy importante; dependiendo del estado han participa-do entre 60 y 250 autores de 20 a 50 instituciones. La participación de instituciones del sector ambiental (Semarnat, Conanp, Profepa, Conafor) y de otros sec-tores (Sagarpa, sep, organizaciones de la sociedad ci-vil, entre otras) ha enriquecido los documentos que se reflejan en las acciones identificadas. Además son documentos que, aunque son liderados por la autori-dad ambiental local, ésta no es la única responsable de instrumentarlos. Se busca la participación trans-versal de todos los sectores.

Por otro lado, instituciones internacionales como el pnud, mediante el Programa de Pequeñas Donacio-nes, la Agencia Española de Cooperación Internacio-nal para el Desarrollo y The Nature Conservancy han

1 Todos los autores, Comisión Nacional para el Conoci-miento y Uso de la Biodiversidad.

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La toma de decisiones encaminadas a la conservación y el uso sustentable del capital natural de México y para atender los grandes problemas ambientales que lo afec-tan debe basarse en la mejor información y el más am-plio conocimiento científico, que al mismo tiempo sean de fácil acceso. Con este fin se creó el Sistema Nacional de Información sobre Biodiversidad (snib), que compila, organiza, genera y distribuye información sobre la diver-sidad biológica de México para adoptar las medidas que requiere el país en la gestión de su capital natural.

Para desarrollar el snib se consideró que la biodiversi-dad incluye diversos niveles de organización de la vida, que se estudia a diferentes escalas y con distintos enfo-ques, además de que existe información sobre otros te-mas que es esencial para los análisis que permiten opinar y orientar acciones de conservación y uso sustentable (véase el cuadro). Tal magnitud de datos e información, especialmente para México, que es uno de los países que alberga mayor diversidad en el planeta, ha requerido una red de colaboradores conformada por numerosos espe-cialistas, así como la integración de equipos de trabajo multidisciplinario y el uso de herramientas informáticas, entre las que destacan el desarrollo de Biótica para el ma-nejo de información sobre biodiversidad, el sistema auto-matizado de detección de puntos de calor para la detec-ción temprana de incendios y Mallos gregalis, un software que permitió la consulta en línea de los nodos de la Red Mundial de Información sobre Biodiversidad (Remib).

Para recabar la información primaria sobre las especies se decidió que la columna vertebral del sistema fuera la información de los ejemplares recolectados en México, al-bergados en colecciones cien-tíficas nacionales y del extran-jero. Los ejemplares permiten documentar la presencia de una especie en un lugar y tiempo determinados, y que es susceptible de ser revisada y verificada. Los nombres pro-veen la taxorreferencia y la información de las localida-des de recolecta permiten su georreferencia; ambos aspec-tos permiten relacionar la in-formación en diferentes esca-las y puntos de vista.

Para dar acceso a esta in-formación básica al público,

sistema nacionalde información sobre Biodiversidad Patricia Koleff, Raúl Jiménez1

Bosque de Pinus jeffreyi.

Síntesis de datos e información compilada en el snib

Componente Datos Unidad Comentarios

Datos taxonómico-biogeográficos 4 millones registros Cerca de 6 millones de ejemplaresCatálogos de autoridades > 80 000 nombres Nom. válidos de especies e infraespeciesCartografía digital 1 012 mapas Disponibles en el portalGacetero 323 000 localidades GeorreferenciadasImágenes de satélite 169 573 Acervo snib

16 433 Acervo snib públicoModelos de distribución potencial 3 390 especies 73% elaborados por especialistasBanco de imágenes > 40 000 fotografías e ilustracionesHerbario virtual 80 000 fotografías Más de 15 000 tipos de ejemplares

Subsistemas

Especies en riesgo y prioritarias 1 324 especies Incluye especies en la NOM-059-

SEMARNAT-2001, Cites, PrioritariasEspecies invasoras (siei) 900 especies Incluye especies exóticas, malezas, inva- soras (establecidas y que representan un riesgo potencial) y 96 000 registros y 2 200 referenciasOrganismos vivos modificados (siovM) 173 562 datos biológicos de 89 géneros La base de datos contiene 600 1 804 datos moleculares de 19 especies campos adicionales de recolectas 23 168 registros de maíz, teocintle y TripsacumaVerAves 4.3 millones registros Observaciones de 30 000 usuarios

Fuentes: Conabio, 2009a, 2010b.

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proyectos ambientales y en la difusión de la importancia y la dis-cusión de los princi-pales aspectos relacio-nados con la diversi-dad biológica de Mé-xico. Desde 2006 se han brindado más de 6 500 servicios exter-nos que usan diversos elementos de la infor-mación. Sin embargo, no se cuenta con un sis-tema de indicadores de impacto del uso de la información y hay poca o nula retroalimenta-ción de los usuarios.

Entre las perspectivas del snib en los próximos años está mejorar el balance de la representación taxonómica y geográfica en el snib y ampliar el tipo de datos que sean integrados, verificados y actualizados, de los dis-tintos niveles de organización biológica (genética, po-blaciones, interacciones biológicas), por medio de una red de investigadores especialistas en el área. La meta es que el snib brinde la mayor información científica perti-nente y confiable que conduzca a mejores decisiones de política pública.

facilitar el intercambio de información y promover la co-laboración entre especialistas se creó en 1993 la Remib, que actualmente cuenta con información de 126 colec-ciones científicas y ofrece datos de ca. 5.8 millones de ejemplares. Esta información está integrada en el Global Biodiversity Information Facility (Gbif), la red de datos más grande del mundo, que se inspiró en los avances de la Conabio.

La información cartográfica ha sido un elemento central del snib, que en temas y diversas escalas ha pro-ducido 1 012 mapas elaborados con estándares carto-gráficos nacionales e internacionales disponibles en el portal.

El snib ha evolucionado y se ha actualizado a la luz de avances conceptuales, nuevos datos, el desarrollo de nuevas tecnologías y métodos de análisis —parti-cularmente espacial— de la información con el fin de poner al alcance de los usuarios la mejor información disponible; entre ello destaca desde 2004 la gran can-tidad de información obtenida por medio de imáge-nes de satélite. Actualmente se cuenta con 169 573 imágenes de satélite de distintos sensores, de las cua-les 16 433 se encuentran disponibles en el sitio web de la Conabio. Esta información ha permitido, por ejemplo, iniciar el monitoreo de ecosistemas y contar con una línea base de la distribución de los manglares de México.

El snib es uno de los mayores esfuerzos realizados por un país megadiverso, que ha permitido un mejor enten-dimiento de muchos aspectos relacionados con la distri-bución de las especies, las comunidades y los ecosiste-mas, y las relaciones entre estos elementos. Ha sido usa-do como base para el diseño o la evaluación de diversos

1 Ambos autores, Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad.

Pinus jeffreyi, ejemplar de herbario.

Distribución de Pinus jeffreyi.

Fuente: Conabio, sitio web.

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inventario nacionalde los manglares de méxico Raúl Jiménez1

Los manglares en México se distribuyen en los 17 esta-dos costeros del país. Estos ecosistemas proveen de ali-mento, refugio y hábitats de reproducción a crustáceos, aves y peces, entre otras especies; funcionan como barre-ras contra huracanes y controlan inundaciones, entre muchos otros servicios importantes.

Las discrepancias en las mediciones de la extensión del manglar y de su estado de conservación en México habían creado problemas de estimación de su extensión e imposibilitado la oportunidad de buenas políticas públi-cas para su conservación y manejo sustentable. Estas dis-crepancias se originaron principalmente por diferencias en la calidad de la información utilizada y por la variedad de métodos y escalas de análisis usadas en las distintas evaluaciones. Por otro lado, se utilizaron cifras prove-nientes de informes nacionales o de la integración de dis-tintas fuentes (por ejemplo las de fao y unep), lo que li-mitó el desarrollo de métodos, fuentes y escalas adecuadas. Lo que resulta evidente es que México no sufrió un even-to masivo de destrucción del manglar como lo sugeriría la comparación de las cifras de 1 420 000 ha estimadas en 1971 (Flores et al., 1971) con las 440 000 ha estima-das en 2000 (fao, 2004), ni tampoco se recuperó de ma-nera sorprendente al pasar a una superficie de 955 866 ha estimada en 2001 (ineGi, 2002).

Las diferencias en estimación de manglares en el país eran tan grandes que se hacía necesario construir un mé-todo sólido que permitiera obtener de la forma más con-fiable tanto su extensión como su distribución y estado

de conservación, y que incorporase la experiencia de es-pecialistas, organizaciones civiles y el gobierno en esta tarea (López-Portillo y Ezcurra, 2002; Ruiz-Luna et al., 2008). Por esta razón, a finales de 2006 la Conabio co-menzó a diseñar la idea de un inventario del manglar que proveyese información confiable sobre la extensión, distribución de los manglares, así como las fuentes de presión y amenazas.

El interés de muchos especialistas e instituciones por aportar su experiencia, infraestructura y trabajo permitió no sólo pensar en la obtención de un mapa de los man-glares y de cifras de su extensión en el país, sino también integrar un programa de trabajo mucho más ambicioso.

El primer resultado del esfuerzo interinstitucional ya está disponible en medios electrónicos e impresos: el in-ventario nacional de los manglares de México, a una es-cala 1:50 000, obtenido mediante la utilización de imá-genes de satélite, aplicando métodos de sensores remotos y sistemas de información geográfica. Con esta nueva in-formación se estimó la extensión total del manglar, que corresponde a 770 057 hectáreas (Conabio, 2009b). Se incluyeron también estimaciones a escala estatal, desta-cando resultados como que la Península de Yucatán al-berga 55% de la extensión total de los manglares en el país. También ahora sabemos que más de 53% de ellos están dentro de alguna área natural protegida.

El mapa del manglar fue objeto de un riguroso proce-so de validación para lo cual se realizaron vuelos en heli-cóptero con la eficaz ayuda de la Secretaría de Marina y

Manglar en Bahía Ohuira, Sinaloa.

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de muchas instituciones académicas, del sector social y de organismos del gobierno que representan a cerca de 20 dependencias, sin los cuales no se habría podido lo-grar lo alcanzado ni continuar con el trabajo que se tiene planeado.

El estudio ya ha dado frutos importantes en la obten-ción de conocimiento e información básicos, esenciales para la elaboración y puesta en práctica de políticas públi-cas que se traduzcan en un manejo y aprovechamiento sustentable de los manglares. Pero para ello se requiere también la participación de los diferentes niveles de go-bierno y de la sociedad para aprovechar la información producida y las lecciones aprendidas con estos resultados.

la participación de expertos en manglares en las distintas regiones. Se realizó un muestreo aéreo sistemático, to-mándose más de 100 000 fotografías georreferenciadas, mismas que constituyen un valioso acervo fotográfico (disponibles en el sitio de web de la Conabio). A partir de los resultados de la revisión y validación por expertos de registros de estas fotografías se estimó que el mapa tiene una confiabilidad global de 90.5% (Conabio, 2009b), que se considera muy buena.

Las siguientes etapas del estudio, que ya están en ejecu-ción, son la evaluación histórica de la superficie y distribu-ción del manglar y de los factores de presión y amenazas. Estos análisis permitirán establecer una estrategia de polí-tica pública de desarrollo sustentable, coordinada entre el gobierno federal, estados y municipios, así como una me-jor informada participación civil en esta estrategia.

La información obtenida consti-tuye un sólido punto de partida para empezar un monitoreo de man-glares a largo plazo. Es necesaria la obtención de mayor conocimiento básico acerca de la estructura y el funcionamiento del manglar a la luz de la fuerte presión bajo la que se encuentra este tipo de vegetación. La Conabio considera necesario que se integre el conocimiento florísti-co, faunístico, etnobiológico (usos) y de manejo del manglar como par-te del conocimiento esencial nece-sario para cualquier planteamiento de conservación de los manglares.

Es necesario destacar la partici-pación de cerca de 50 especialistas,

Manglar en Los Petenes, Campeche.

1 Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Bio-diversidad.

Manglares en la costa de Oaxaca.

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México ha dado pasos importantes en la obtención de conocimiento sobre las especies exóticas que se vuel-ven invasoras y que causan serios daños ecológicos, económicos o a la salud humana, animal o vegetal. También ha iniciado el desarrollo de una estrategia nacional para prevenir, controlar y erradicar las espe-cies invasoras más nocivas que amenazan su diversi-dad biológica.

En todo el mundo la flora y fauna nativas de los ecosistemas han resultado gravemente afectadas por las especies invasoras, especialmente en los ecosiste-mas insulares y dulceacuícolas, en los que son el factor predominante de pérdida de especies y de la transfor-mación del hábitat (Aguirre, Mendoza et al., 2009). Sin embargo se considera que las especies invasoras son un factor de cambio menor en ecosistemas con elevada diversidad, especialmente en aquellos poco perturba-dos en los que se mantienen las interacciones bióticas de sus componentes, lo que permite la regulación de las especies invasoras (Challenger y Dirzo, 2009).

A pesar de haber documentado que en México se encuentran 44 de las 100 especies catalogadas como las más nocivas en el mundo (Lowe et al., 2004) y que

hay listados de plantas exóticas que superan las 600 especies (Villaseñor y Espinosa-García, 2004), el co-nocimiento sobre las invasiones de muchas especies exóticas todavía es relativamente escaso y se encuen-tra muy disperso.

Por ello, desde 2000, la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad inició estu-dios para documentar los efectos causados por las es-pecies invasoras, para sensibilizar a diferentes sectores y delinear acciones generales necesarias para prevenir y combatir su invasión. Además de empezar la docu-mentación de los primeros listados, se han apoyado simultáneamente proyectos de investigación para ob-tener conocimiento sobre algunas especies invasoras.

En 2007 se creó el Subsistema de Información de Especies Invasoras en el Sistema Nacional de Informa-ción sobre Biodiversidad (snib) para compilar datos e información sobre las características de las especies o sus poblaciones, evaluar su potencial de dispersión y su distribución original y de las áreas que han invadi-do, los procesos de invasión y las rutas de introduc-ción, así como conocer las acciones realizadas en otros países para su control o erradicación. Actualmente, el

subsistema de información Patricia Koleff,1

sobre especies invasoras Ana Isabel González,1 Roberto Mendoza2

Canales de Xochimilco invadidos por lirio acuático.

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gramas de control y erradicación de poblaciones de especies exóticas invasoras destinados a minimizar o eliminar sus impactos negativos, y favorecer la restau-ración y conservación de los ecosistemas, y 3] infor-mar oportuna y eficazmente a la sociedad y desarrollar acciones estratégicas transversales (Conabio, 2010).

Entre los avances sobresalientes se incluyen:• la restauración de 27 islas del noroeste de México

por medio de la erradicación de 40 poblaciones de vertebrados exóticos (gatos ferales, cabras, ratas, cer-dos, etc.; Aguirre, Mendoza et al., 2009);• la colaboración intersectorial y regional para erra-

dicar la palomilla del nopal (Cactoblastis cactorum), que fue detectada en agosto de 2006 en Isla Mujeres, y en mayo de 2007 en Isla Contoy (Senasica, 2008);• la reciente modificación a la Ley General de Vida

Silvestre y a la Ley General de Equilibrio Ecológico y Protección al Ambiente, que son el marco legal que permitirá regular la introducción de especies y esta-blecer medidas de control (dof, 2010);• la participación y colaboración con expertos y re-

des nacionales e internacionales;• la capacitación a distintos sectores (i.e., talleres

de capacitación para prevenir riesgos con productores de peces de ornato, sobre análisis de riesgo a impor-tadores de peces de ornato, y de planeación de accio-nes de erradicación en áreas protegidas).

listado incluye 1 172 especies exóticas, de las cuales 358 están catalogadas como invasoras y 52 han sido evaluadas. La información tiene la finalidad de brin-dar elementos para una mejor toma de decisiones. Para ello son de gran utilidad los análisis de riesgo que permiten tener evaluaciones objetivas y reproducibles de los riesgos para la biodiversidad derivados de la introducción de organismos exóticos en un nuevo en-torno, aclarar incertidumbres e identificar vacíos de información, prioridades en atención y medidas efica-ces para prevenir la introducción de especies invaso-ras. Esta información está disponible al público por medio de un portal (www.conabio.gob.mx/invasoras) en el que se destacan las especies de mayor importancia por ser muy nocivas, a fin de definir prioridades de atención y promover acciones conjuntas con los acto-res involucrados.

Por otra parte, en 2008 se conformó un comité ase-sor que elaboró una propuesta de Estrategia Nacional sobre Especies Invasoras dirigida a todos los sectores, con la finalidad de consolidar una voluntad política coordinada y alcanzar un compromiso nacional de co-operación proactiva para atender este tema, que re-quiere también la cooperación regional y global. Dicha estrategia plasma una visión para que gobiernos, pro-ductores en el campo, investigadores, organizaciones civiles, usuarios y público en general se involucren en atender el problema de manera coordinada y armóni-ca. Los tres objetivos centrales son: 1] prevenir, detec-tar y reducir el riesgo de introducción, establecimiento y dispersión de especies invasoras; 2] establecer pro-

1 Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Bio-diversidad.

2 Facultad de Ciencias Biológicas, uanl.

Plecosyomus spp. extraídos en la cuenca baja del Usumacinta.

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aVeraves: la ciencia ciudadana para la conservaciónHumberto Berlanga, Vicente Rodríguez, Héctor Gómez de Silva1

res bases de datos sobre aves y de más rápido crecimien-to en el mundo. Por ejemplo, tan sólo en México, hasta el 31 de junio de 2010 se han recopilado 24 530 listados de localidades mexicanas, aportados por más de 800 usuarios (200 de ellos mexicanos). En los primeros seis meses de 2010 se recopilaron 4 648 listados (lo cual re-presenta 19% del total de listados para localidades mexi-canas). Los registros de cada observador se unen a los de una extensa red internacional de usuarios de aVerAves, de manera que el programa comparte esta información entre una comunidad global de educadores, maneja-dores de recursos naturales, ornitólogos, biólogos y ob-servadores aficionados que en conjunto han contribuido a conformar una base de datos global sin precedentes, con más de 35 millones de registros provenientes de casi 400 000 localidades. Estos datos proporcionan informa-ción básica sobre la distribución y abundancia de las aves de México y Norteamérica a diferentes escalas espa-ciales y temporales.

¿Cómo funciona? aVerAves documenta la presencia o ausencia de especies y sus abundancias relativas para localidades específicas, a partir de datos que provienen de listados de campo individuales. Cuenta con una sen-cilla e intuitiva interfaz de internet que permite a miles de participantes enviar diferentes tipos de datos, o bien visualizar observaciones mediante búsquedas en la base de datos. aVerAves ofrece una serie de herramientas para llevar registros personales, para visualizar los datos mediante gráficas e histogramas y mapas interactivos. Además, aVerAves está disponible en inglés, español y francés.

Sobre un listado precargado de las especies de la en-tidad federativa en la que se realizó la observación, el usuario debe teclear información básica sobre cuándo, dónde y cómo hizo sus observaciones de aves y luego indicar el número de individuos registrados (observados o escuchados), o bien simplemente indicar la presencia de la especie. Es posible incluir desde observaciones oca-sionales hasta conteos sistematizados de acuerdo con las metodologías comunes de conteos de aves. El programa cuenta con una serie de filtros automáticos que han sido desarrollados para controlar la calidad de la información (fechas, cantidades, especies); estos filtros revisan auto-máticamente todos los registros enviados por los usua-rios, antes de permitir su ingreso a la base de datos. Los registros inusuales, raros o potencialmente erróneos que han sido identificados y marcados por los filtros son revi-sados y verificados manualmente por los editores, a me-nudo mediante correspondencia con el usuario para soli-citar datos que confirmen la identificación de la especie.

Los bancos de datos sobre biodiversidad basados en in-ternet pueden tener un enorme impacto real y potencial en su conocimiento, manejo y conservación. Los avan-ces en la tecnología de la información han cambiado ra-dicalmente nuestras capacidades de generación, distri-bución, acceso, sistematización y análisis de información, y favorecen la participación social para obtener datos de monitoreo biológico, que son vitales para apoyar el tra-bajo científico y la toma de decisiones de conservación a diferentes escalas.

aVerAves (eBird en inglés) es un sencillo programa de internet para el manejo personal de listados de especies de aves (checklists) observadas por aficionados o profe-sionales en localidades o lugares específicos, que sirven para conformar una base de datos compartida y de libre acceso para el público. eBird fue desarrollado por el La-boratorio de Ornitología de la Universidad de Cornell y la Sociedad Nacional Audubon, y presentado al público en 2002. Poco después, en 2004, la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad, por me-dio de la Coordinación de la Iniciativa para la Conserva-ción de las Aves de Norteamérica (nabCi, México), desa-rrolló aVerAves, que es la versión en español para México (http://www.conabio.gob.mx/averaves). En poco tiempo, eBird (aVerAves) ha logrado acumular una de las mayo-

Portal aVerAves <http://www.conabio.gob.mx/averaves>.

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Mecanismo Global de Información sobre Biodiversi-dad (Gbif).

Con el fin de apoyar a los usuarios de aVerAves y para promover el conocimiento e interés por las aves de nues-tro país, en 2010 la Conabio publicó un nuevo portal de internet llamado Avesmx, la red de conocimiento sobre las aves de México (http://avesmx.conabio.gob.mx) que in-cluye fichas técnicas y fotografías de todas las especies de aves de México, mapas de distribución, áreas de im-portancia para su conservación (aiCa) y una base de da-tos con información sobre su estado de conservación. Ambos instrumentos forman parte de las acciones ten-dientes a fortalecer el conocimiento y las capacidades de monitoreo biológico en México.

Integración de los datos. aVerAves también recopila ob-servaciones por medio de portales especiales manejados por instituciones y organizaciones de conservación alia-das como el Sistema Nacional de Información sobre Bio-diversidad (snib) de la Conabio.

Accesibilidad a los datos. Si bien los datos de aVerAves son almacenados y archivados diariamente en servi-dores seguros, todos están al alcance de cualquier persona directamente en el portal de aVerAves o por medio de las aplicaciones desarrolladas por la comu-nidad global de información sobre biodiversidad. Por ejemplo, los datos de aVerAves son parte de la Red de Conocimiento sobre las Aves (akn), que integra datos de observaciones sobre especies y poblaciones de aves obtenidos por diversos programas de monitoreo a lo largo del hemisferio occidental. A su vez, el akn canaliza los datos de aVerAves hacia sistemas interna-cionales de información sobre biodiversidad, como el

Chipe corona negra (Wilsonia pusilla musicilia).

1 Todos los autores, Comisión Nacional para el Conoci-miento y Uso de la Biodiversidad.

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Los incendios forestales han contribuido en todo el mun-do al deterioro de los recursos naturales y a pérdidas eco-nómicas (directas o indirectas) y de vidas humanas. En México, esta situación no es la excepción; de acuerdo con las condiciones climáticas y meteorológicas, cada año se presentan incendios forestales de diversas magnitudes. De 1970 a 2006 han ocurrido en promedio unos 7 000 incendios forestales por año, afectándose en promedio unas 221 179 hectáreas (Conafor, 2008).

Las causas de los incendios forestales en México son atribuibles principalmente a las actividades humanas, estimándose que éstas causales alcanzan 98% del total nacional y sólo 2% se debe a causas naturales derivadas de fenómenos como descargas eléctricas o erupción de volcanes. Para 2009 se calcula que las actividades agro-pecuarias representan 41% de las causas que originan los incendios forestales; le siguen en importancia las cau-sas desconocidas, con 13%, fumadores con 12%, fogatas 11%, y el resto aportan 13% del total (Conafor, 2009).

En muchos sistemas ecológicos los incendios foresta-les pueden tener un gran impacto negativo tanto local-mente, por la degradación que sufren el suelo y la cober-tura vegetal, como en el ámbito global, por las emisiones de gases de efecto invernadero. Por otra parte, los incen-dios han sido identificados como una herramienta de uso extensivo para la remoción de selvas y bosques, so-bre todo en regiones tropicales. Los efectos causados por los incendios a los ecosistemas forestales tienen diversas

manifestaciones y no necesariamente son siempre nega-tivos. Por ejemplo, en los bosques templados, después de un incendio se propicia el rebrote de pasto tierno que sirve para la alimentación del ganado y de la fauna silves-tre; se facilita la germinación de las semillas de algunas especies de árboles; se abate el combustible ligero (pas-tos, hojarasca, hierbas, etcétera); se controlan ciertas pla-gas, enfermedades y vegetación indeseable; se incorpo-ran nutrientes al suelo, y se evita o disminuye la presencia de incendios de grandes magnitudes (Conafor, 2006).

En 1998, México atravesó por uno de sus peores años en este aspecto, registrándose 14 445 incendios que afectaron casi 850 000 ha (Semarnap, 2000), causando severos daños en áreas de importancia para la conserva-ción de la biodiversidad. Se hizo evidente la necesidad de encontrar una solución tecnológica que ayudara en su detección y en el análisis de propagación.

En 1999, la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad implementó un sistema para la detección de puntos de calor (como indicador de posibles incendios forestales) utilizando imágenes diurnas y noc-turnas del sensor avhrr (Advanced Very High Resolution Radiometer) a bordo de los satélites de la serie noaa (Na-tional Oceanic and Atmospheric Administration), que se reciben gratuitamente y en tiempo real en la estación de recepción satelital de la Conabio. En el año 2001, la Co-nabio incorporó para la detección de puntos de calor los sensores Modis (Moderate Resolution Imaging Spectroradio-

detección y monitoreo de incendios forestales mediante imágenes de satélite Rainer Ressl, Isabel Cruz1

Ambas fotos: incendios provocados por el sistema de roza, tumba y quema, Selva Lacandona.

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(www.conabio.gob.mx/incendios). Se proporciona la ubica-ción de los puntos de calor (con coordenadas), su localiza-ción con respecto al país, estado, municipio, tipos de ve-getación, riesgos en caso de estar dentro de un área natural protegida (anp), ángulo de la pendiente e índice de propa-gación de incendios (bajo, normal, alto o muy alto).

El año de 1998 fue el parteaguas en el combate de in-cendios forestales en México, porque se inicia una mayor participación institucional, se incrementa la contribución de los tres niveles de gobierno y la colaboración de otras instituciones y organizaciones, lo que ha permitido el for-talecimiento de capacidades para la prevención y el com-bate de incendios forestales. En este marco la Conabio ha participado con el establecimiento del sistema de alerta como un elemento más en la detección oportuna.

Uno de los resultados de este fortalecimiento es el mejoramiento de la eficiencia en el combate. El número de incendios y la superficie promedio afectada tienden a aumentar, debido a diferentes factores; sin embargo, la tendencia del indicador de superficie quemada por in-cendio disminuye, lo que sugiere la detección y atención oportuna de los incendios.

Actualmente se lleva a cabo una mejora en el índice de propagación de incendios, que incluye un modelo de la humedad de la vegetación muerta, mediante paráme-tros climatológicos obtenidos de sensores satelitales, como la precipitación, la temperatura terrestre y la hu-medad relativa. De igual forma se trabaja en un producto para la estimación de áreas quemadas. Ello permitirá im-plementar en los próximos años un Sistema de Alerta Temprana e Impacto de Incendios Forestales.

meter), a bordo de los satélites Aqua y Terra de la nasa (National Aeronautics and Space Administration), que se comienzan a recibir desde la estación de recepción, au-mentando ocho pasos diarios de imágenes diurnas y noc-turnas, y se mejoró el algoritmo de detección de puntos de calor (Ressl et al., 2009), en comparación con las dos observaciones que se realizaban con las imágenes avhrr.

Estos productos conforman el Sistema de Alerta Tem-prana de Incendios para México y Centroamérica que la Conabio publica en tiempo cuasi real (menos de 30 minu-tos después de haber recibido la imagen) en su página

1 Ambos autores, Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad.

Control de incendio.

Págs. 200-201 →Delfín frente a la costa del Golfo de California.

© Francisco Buelna

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inventario nacional Forestal y de suelosJuan Manuel Torres, Rigoberto Palafox1

La evaluación confiable y sistemática de los recursos fo-restales del país resulta fundamental para orientar la po-lítica pública forestal. El Inventario Nacional Forestal y de Suelos (infys) es un instrumento técnico que contiene la información precisa y actualizada sobre la cuantía, ubi-cación y condiciones de los recursos forestales del país.

El actual infys se elaboró de 2004 a 2009. En 2007 se concluyó la etapa más importante de muestreo de cam-po, en la que se midieron 24 659 conglomerados que integran a su vez 81 665 sitios de muestreo distribuidos geográficamente en todas las condiciones de vegetación del país y en cuyo levantamiento participaron cerca de 1 500 técnicos. Este inventario refleja el mayor esfuerzo en toma de muestra en campo bajo el concepto de un inventario sobre la dinámica de la vegetación.

La diferencia del actual infys con esfuerzos previos de evaluación de los recursos forestales de México es el obje-tivo y la definición de sitios permanentes. El primero in-cluye un amplio espectro de variables a monitorear, tanto de vegetación como de suelo, de variables estáticas como dinámicas y, por supuesto, con diferentes niveles de eva-luación por estratos. Además, la existencia de sitios per-manentes permitirá una remedición futura y la obtención de datos comparables con los recientemente obtenidos.

Existen diferentes e importantes trabajos de evalua-ción de los recursos forestales, mismos que han tenido objetivos y alcances distintos, y por tanto han contado con tecnología y metodologías diferentes al actual infys:

1961-1985. Un amplio periodo de elaboración. Per-mitió identificar las áreas comerciales y potenciales ma-derables.

1991-1992. Buscó una actualización rápida y a bajo costo de la delimitación de las áreas forestales. Se utiliza-ron métodos indirectos de medición.

1994. Actualizó y detalló la información sobre recur-sos forestales y su zonificación en forestales y preferente-mente forestales, y, de acuerdo con sus funciones, en conservación, restauración y producción.

2000. La unaM actualizó la cartografía de uso del sue-lo y vegetación, con base en análisis de imágenes sateli-tales actualizadas.

El material cartográfico usado para el actual inventario es la Carta de uso del suelo y vegetación escala 1:250 000 Serie IV, del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (ineGi) liberada en 2007. Esta información base, en con-junto con la metodología y la tecnología aplicadas en este infys, están homologadas con aquéllas utilizadas por Ca-nadá y Estados Unidos, lo cual ofrece compatibilidad su-ficiente para realizar potenciales análisis comparativos que resultarán de interés para México y el mundo.Cuadrantes de muestreo de vegetación y suelo.

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El infys es por lo tanto un instrumento indispensable para la ejecución de los programas forestales y de suelo a cargo de la Conafor; la calidad de su información in-fluirá positivamente en la adecuada toma de decisiones en las políticas forestales.

Este cúmulo de información del país permite esti-mar variables como cobertura de vegetación, biodiver-sidad, densidad de arbolado, volumen de madera, edad e incrementos (crecimiento) de coníferas, vigor y, en su caso, afectaciones al arbolado, grados de disturbios, da-tos de repoblación, principalmente de especies made-rables, descripción de sitios mediante rasgos topográfi-cos y orográficos, altitudes, pendientes, uso del suelo y presencia de erosión.

En cumplimiento de la Ley General de Desarrollo Fo-restal Sustentable, y por primera vez en un inventario forestal, a partir de 2009 se inició la recopilación especí-fica de información sobre los suelos forestales, mediante la obtención de cerca de 100 000 muestras de suelos a diferentes profundidades, obteniendo información de carácter cualitativo y cuantitativo en laboratorios espe-cializados. Este esfuerzo permitirá mejorar la evaluación de la biomasa vegetal en relación con la productividad de los suelos. Gracias a esta información también será posible cuantificar los reservorios de carbono orgánico terrestre, por lo que es relevante señalar que la metodo-logía de levantamiento y las variables consideradas están conformes con los Lineamientos del Panel Interguberna-mental de Cambio Climático (ipCC).

De igual forma, se ha incluido el levantamiento de información sobre material combustible en el suelo, su distribución y abundancia; estos datos son la materia prima para la modelación de riesgos potenciales y el di-seño de estrategias preventivas de alto impacto en el área de incendios forestales.

Por primera vez en la historia de este país se realiza-rán nuevas mediciones de los mismos sitios, para lo cual se previó que fueran confiablemente localizables. Entre 2009 y 2014, la Conafor estará midiendo anualmente cerca de 20% de los sitios de muestreo, para concluir con resultados de una remedición total en 2013 (más de 24 000 sitios). De esta forma se contará con descripcio-nes puntuales de los recursos forestales en series crono-lógicas y se detectarán claramente los principales cam-bios en la vegetación forestal y los suelos, así como los factores que los han generado.

Todos los esfuerzos serían inútiles si no se garantiza la veracidad y calidad de la información; por tal motivo existen protocolos de verificación rigurosa de la infor-mación, tanto en campo como en gabinete y con perso-nal especializado.

Por otro lado, el infys, en combinación con métodos de evaluación de la dinámica del uso del suelo mediante sensores remotos, es un elemento central en el Sistema de Monitoreo, Reporte y Verificación, que tiene como finalidad la evaluación precisa de la cantidad de carbono almacenado en bosques y selvas del país. Éste es un tema de gran relevancia local y mundial. Esta capacidad de almacenamiento es la base de una de las principales estrategias para luchar contra los efectos negativos del cambio climático.

1 Ambos autores, Comisión Nacional Forestal, Semarnat.

Cuadrantes de muestreo de vegetación y suelo.

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Biblioteca digitalde la medicina tradicional mexicana Carlos Zolla1

texto, y la edición se agotó durante la década final del siglo xx. Tres volúmenes más fueron publicados en los años inmediatamente posteriores a la aparición de la Bi-blioteca impresa: una antología histórica del empacho en la Nueva España y en México, un amplio estudio so-bre los saberes maternos de las enfermedades infantiles y una obra sobre el agua en la cosmovisión y terapéutica de los pueblos indígenas.

El impacto del proyecto del ini en su conjunto puede advertirse en los siguientes campos: a] el notable crecimiento de las organizaciones de médicos tradicionales indígenas, cuyo número aumentó de dos, hacia comienzos de 1990, a 57 en 1994; b] la amplia difu-sión de la información sobre la medicina tradicional, tanto en los aspectos biológi-cos, ecológicos, etnobotánicos, médicos, antropológicos, fitoquímicos, farmacológi-cos, toxicológicos y clínicos de la herbola-ria medicinal como en otras temáticas que la obra abordó: los recursos humanos de la medicina tradicional, los procedimientos y métodos diagnósticos y terapéuticos, las causas de demanda de atención (incluidas las enfermedades y los síndromes de filia-ción cultural), los sistemas conceptuales y de creencias que articulan las prácticas cu-rativas, las concepciones indígenas sobre el cuerpo humano y las relaciones de la medi-cina tradicional con los otros modelos mé-dicos; c] la favorable acogida que la obra tuvo entre los propios médicos tradiciona-les a los que se les transfirieron los resulta-

A la gran diversidad biológica de México corresponde también una gran diversidad cultural que se refleja en el enorme cúmulo de conocimiento que poseen las comu-nidades indígenas del país sobre el aprovechamiento de sus recursos naturales para múltiples usos, entre ellos, los medicinales.

Entre 1990 y 1994, el Instituto Nacional Indigenista (ini), con la participación de un amplio equipo de inves-tigadores y asistentes de investigación de más de 2 200 médicos tradicionales indígenas y de los coordinadores Carlos Zolla y Arturo Argueta Villamar, elaboró la Biblio-teca de la Medicina Tradicional Mexicana. Se trata de una amplia investigación sobre la medicina tradicional, con propuestas de nuevos modelos de atención para lo que se denomina el “sistema real de salud”, en el que conviven la medicina académica, la medicina tradicional y la medici-na doméstica o casera.

La primera y más importante etapa del proyecto con-cluyó con la publicación de 12 volúmenes que incluían: 1] el Diccionario enciclopédico de la medicina tradicional mexicana (2 tomos); 2] La medicina tradicional de los pue-blos indígenas de México (3 tomos); 3] el Atlas de las plan-tas de la medicina tradicional mexicana (3 tomos); 4] las Floras medicinales indígenas de México (3 tomos), y 5] la Nueva bibliografía de la medicina tradicional mexicana. El conjunto impreso fue de poco más de 7 000 páginas de

Mercado de Sonora en la ciudad de México.

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Hasta donde llega nuestro conocimiento, la Biblioteca Digital de la Medicina Tradicional Mexicana es la obra más completa en su tipo en lengua española, caracterís-tica que parece confirmarse con los comentarios recibi-dos de usuarios de México, Estados Unidos, Argentina, Bolivia, Venezuela, Guatemala, Colombia y Perú, princi-palmente, conforme a los registros de consulta propor-cionados por la dGsCa.

Las facilidades de la electrónica permitieron establecer un programa de actualización de la bdMtM para dar origen a la Nueva Bibliografía de la Medicina Tradicional Mexi-cana, incorporando más fichas bibliográficas; la recopila-ción de legislación actual sobre la medicina tradicional, internacional y nacional; un nuevo archivo dedicado a consignar los datos más relevantes de las más de cien or-ganizaciones de médicos tradicionales indígenas existen-tes en el país, y la inclusión de nuevos datos de campo, en zonas no contempladas en la investigación original.

El Programa de Difusión de la bdMtM contempla, asi-mismo, no sólo una campaña para su conocimiento en-tre investigadores, docentes y estudiantes, personal del Sistema Nacional de Salud, organizaciones no guberna-mentales y proyectos de salud comunitaria, sino la ges-tión para dotar de equipos de cómputo y del adiestra-miento a jóvenes indígenas que puedan operarlos en las sedes de las organizaciones de médicos indígenas.

dos de la investigación y que hoy son destinatarios princi-pales de la Biblioteca Digital.

El agotamiento de la versión impresa —que seguía sien-do requerida por estudiosos y público en general—, el he-cho de que no volviera a imprimirse y las ventajas que ofre-cen las publicaciones electrónicas confluyeron para que en el seno del recién creado Programa Universitario México, Nación Multicultural (puMC), en la Universidad Nacional Autónoma de México, se proyectara la realización de la Bi-blioteca Digital de la Medicina Tradicional Mexicana (bd-MtM), estructurando sus contenidos en un complejo siste-ma interactivo que diseñó la Dirección General de Servicios de Cómputo Académico (dGsCa). El proyecto de digitaliza-ción, coordinado por la Biól. Soledad Mata Pinzón, fue rea-lizado por el puMC y la dGsCa, previa autorización de la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indí-genas (Cdi, titular de los derechos patrimoniales del ini) y con la asistencia financiera de la Fundación Landsteiner Scientific, de México. Los resultados de la labor de más de dos años (enero de 2007 a agosto de 2009) se encuentran hoy en la internet con el localizador de recurso uniforme <www.medicinatradicionalmexicana.unam.mx>.

La nueva bdMtM permite la consulta interactiva de los cuatro estudios principales (Diccionario, Atlas, La medici-na y Floras indígenas), con un código de cuatro colores que identifican la pertenencia del dato a la obra corres-pondiente (con más de 54 000 asociaciones de térmi-nos) y en donde es posible tener acceso a partir de los propios textos o de tres índices (alfabético, temático y de pueblos indígenas).

1 Coordinador de Investigación del Programa Universitario México, Nación Multicultural, unaM.

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comisión para el estudio ecológicode dioscóreas Arturo Gómez-Pompa1

en el futuro cercano. La fuente original de este precursor eran algunas especies silvestres del género Dioscorea. México tuvo la fortuna de ser un país con gran diversidad de especies de este género, lo que propició la producción de la primera alternativa seria industrial con D. compo-sita (conocida como “barbasco”). Las pri-meras industrias de productos esteroides se crearon en México en los años cuaren-ta y cincuenta basadas en el uso de esta especie.

El gran problema al que se enfrenta-ron fue el desconocimiento de la distri-bución y potencialidad de producción de esta especie de origen silvestre que es endémica de las selvas mexicanas del su-reste.

El siguiente evento afortunado fue el nombramiento presidencial de uno de los más ilustres y queridos biólogos de Méxi-co, el doctor Enrique Beltrán, para hacer-se cargo de la Subsecretaría Forestal, que era la institución responsable de otorgar los permisos para la explotación de recur-sos silvestres mexicanos. Beltrán entendió el reto y la oportunidad para México y por ello les dio todas las facilidades a las in-dustrias para establecerse y usar las pobla-ciones silvestres del barbasco, con una condición: por cada tonelada extraída de las selvas pagarían una cuota al recién creado Instituto Nacional de Investigacio-

nes Forestales (inif), que se utilizaría para realizar investigaciones sobre la ecología de las dioscóreas mexicanas y para evaluar el impacto de la explota-ción de los rizomas del barbasco. Las empresas acep-taron la condición, con lo que se crea a fines de los cincuenta la Comisión para el Estudio Ecológico de las Dioscóreas en el inif.

Otra decisión fundamental fue el nombramiento de dos ilustres botánicos mexicanos como sus ase-sores para este gran proyecto: el doctor Faustino Miranda y el ingeniero Efraím Hernández Xoloco-tzi, quienes eran, el primero, el botánico mejor pre-parado y más prestigiado de México, amigo cerca-no y colaborador de Beltrán, y el segundo un gran conocedor del país, con amplia experiencia del campo y de la sociología de los campesinos. Ambos definieron el trabajo ecológico de la Comisión y lo

La ecología moderna en México tiene probable-mente su inicio con los trabajos de la Comisión de Dioscóreas —llevados a cabo a fines de los años cincuenta y a principios de los sesenta—, formada gracias a una afortunada coincidencia de eventos. A fines de los cuarenta se anuncia el histórico des-cubrimiento por parte del químico norteamericano Russell Marker de la posibilidad de fabricar hor-monas esteroides animales (testosterona y proges-terona) a partir de un precursor químico de origen vegetal: la diosgenina. Esto favoreció la investiga-ción y producción de otros productos esteroidales como la cortisona y las píldoras anticonceptivas, y con ello se creó una de las industrias farmacéuticas más importantes de todos los tiempos.

Este caso disparó la búsqueda de plantas que pudieran surtir la enorme demanda que se preveía

Dioscorea composita con flores.

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entendiendo los requerimientos ecológicos del barbasco y su relación con los diversos tipos de vegetación y sus estados sucesionales.

Muchas preguntas básicas sobre la dinámica de la vegetación de las selvas no tenían respuesta y la ecología tropical en ese tiempo apenas se iniciaba en Latinoamérica.

Para emprender algunas investigaciones dis-tintas a las que se hicieron a raíz de los inventa-rios se sugirió y aceptó invitar a estudiantes de biología para integrarse a la Comisión y realizar estudios que nos ayudaran a entender los proce-sos de regeneración y ecología de las especies. Nos pareció que la formación del biólogo podría ser adecuada para llevar a cabo nuevas investi-gaciones. Ésta fue una buena decisión, ya que se logró integrar a brillantes jóvenes estudiantes que contribuyeron no sólo con la Comisión, sino que posteriormente definieron nuevos progra-mas de investigación florística, ecológica y etno-botánica de gran impacto en distintas institucio-nes del país, y que dieron origen a lo que se reconoce como la escuela mexicana de ecología tropical.

presentaron a Beltrán. El reto a continuación fue enfrentarse al hecho de que en ese tiempo práctica-mente no había en México botánicos jóvenes, y menos aún ecólogos.

La siguiente coincidencia se presenta con un estu-diante de Miranda (Arturo Gómez-Pompa) que un par de años antes había comenzado el estudio de las dioscóreas con el patrocinio de los Laboratorios Far-quinal, empresa de esteroides del gobierno mexicano dirigida por el químico Francisco Giral, gran amigo de Miranda.

Beltrán y Miranda lo invitan a hacerse cargo de la Comisión recién formada. Su nombramiento fue aceptado por el grupo de empresas, ya que lo cono-cían porque representaba a Farquinal en las reunio-nes de planeación de la creación de la Comisión.

El objetivo central de la Comisión fue estudiar la ecología de la vegetación del trópico para poder dar sugerencias en torno al manejo del barbasco. Después de una serie de discusiones se optó por una metodología para realizar los estudios, que fue publicada en el Boletín de la Sociedad Botánica de México.

La información obtenida con el trabajo de campo ofrecía una primera visión de la dinámica vegetacio-nal y florística de las selvas de México y permitió ir

1 Centro de Investigaciones Tropicales, Universidad Veracruzana.

Dioscorea mexicana.

Infrutescencia de Dioscorea composita.

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los jardines botánicos y la conservación Asociación Mexicanade la diversidad vegetal de méxico de Jardines Botánicos, A.C.1

Actualmente se elabora el listado completo de las es-pecies de la NOM-059 que son conservadas en conjunto en los jardines botánicos de México; sin embargo, una evaluación preliminar muestra la importancia de los jar-dines para la conservación ex situ, ya que al menos seis de los principales jardines mantienen en sus colecciones más de un tercio de las 981 especies incluidas en la lista oficial de especies en alguna categoría de riesgo. De ellas más de la mitad corresponden a especies amenazadas, en peligro de extinción e incluso dos especies conside-radas extintas en su medio natural (cuadro 2). La mayor parte de estas especies son cactáceas, agaváceas y crasu-láceas, familias que contienen muchas especies inclui-das en la NOM-059 y endémicas. La mayor parte de estas especies (239) se encuentra en un solo jardín, mientras que sólo 10 especies son mantenidas por más de tres jardines.

El mantenimiento de especies de la NOM-059 en las colecciones de los jardines botánicos es insuficiente para asegurar su conservación. Se requiere además el desarrollo de protocolos para su cultivo y propagación, los cuales se están desarrollando en seis jardines botá-nicos de México. Estos programas son la base para la reintroducción de estas especies a su hábitat natural. Varios jardines desarrollan programas para la reintro-ducción de especies junto con comunidades y organi-zaciones de productores. Es el caso de la reintroducción de Beau carnea spp. en la cañada de Cuicatlán, Oaxaca, y de Echeveria laui en el estado de Hidalgo, realizada

La conservación ex situ es una estrategia útil para la pre-servación de la diversidad vegetal, particularmente de aquellas especies que se encuentran en algún grado de riesgo. Mientras que los bancos de germoplasma cum-plen esta función en el caso de las variedades de plantas cultivadas, los jardines botánicos son un instrumento eficaz para la conservación de plantas silvestres.

Los jardines botánicos de México están agrupados en la Asociación Mexicana de Jardines Botánicos (aMJb); al mismo tiempo son miembros de la organización Botanic Garden Conservation International (bGCi) y suscriben la Estrategia Global para la Conservación Vegetal (eGCv), que proporciona un marco de referencia y metas especí-ficas para el trabajo de formación, mantenimiento de colecciones, difusión y educación, con el objetivo co-mún de la conservación de la diversidad vegetal. Pionera en su campo, la aMJb elaboró en el año 2000 su Estrate-gia de Conservación para los Jardines Botánicos Mexica-nos, aun antes de la publicación de la eGCv, y desde 2006 ha venido realizando anualmente una evaluación de las contribuciones de sus miembros a la conservación vege-tal, las cuales se resumen a continuación.

Desde su fundación hace más de 70 años, los prime-ros jardines botánicos de la época moderna en México formaron sus colecciones con el propósito de representar la flora regional o nacional con énfasis en las plantas en-démicas. En el presente, los jardines mexicanos contribu-yen a la conservación de una proporción importante de la diversidad vegetal de México, manteniendo en sus co-lecciones representantes de más de 5 000 especies, de las cuales cerca de 50% son endémicas de nuestro país. Son de particular importancia los esfuerzos que hacen los jar-dines para la conservación de las especies en alguna cate-goría de riesgo, de acuerdo con la NOM-059 (2001). Hasta el año 2008, los 15 jardines principales del país mante-nían hasta 263 especies de la NOM-059, incluyendo varias especies consideradas extintas en el medio natural.

cuadro 1. Número y porcentaje de las especies de las colecciones de l5 jardines botánicos mexicanos

que están incluidas en la NOM-059

Total Especies de especies en laJardín botánico en colecciones NOM-059 %

ib-unaM 1 200 263 21.9El Charco del Ingenio 732 128 17.4 fes Cuautitlán 700 114 16.3 F.J. Clavijero 745 92 12.3 Cadereyta 263 67 25.4 Etnobotánico de Oaxaca 930 57 6.1 CiCy-Mérida 695 27 3.9 Faustino Miranda 992 26 2.6 Todos Santos 900 25 2.8 Ciidir Oaxaca 156 24 15.4 Africam Safari 238 20 8.4 Alfredo Barrera, Ecosur 206 14 6.8 buap 76 11 14.5 Xochitla 51 10 18.9 J. Rzedowski 53 4 7.5

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nes, formando así una red nacional de colecciones para la conservación ex situ de la diversidad vegetal. La estrategia comprende además el intercambio de co-nocimiento y experiencias para el cultivo y propaga-ción de estas plantas, tanto para su reintroducción al medio natural como para el desarrollo de estrategias de uso sostenible, incluyendo su comercialización a gran escala.

por el Jardín Botánico ib-unaM junto con organizaciones locales. Los programas de cultivo y propagación de es-pecies de la NOM-059 son también la base para la comer-cialización de estas plantas, lo cual es sin duda una me-jor estrategia para desalentar el tráfico ilegal de tales especies, muchas de las cuales tienen un valor comercial importante en el mercado internacional de plantas orna-mentales. De este modo, jardines como el de Cadereyta o el del Instituto de Biología de la unaM han desarrolla-do protocolos de cultivo por métodos convencionales para cerca de 100 especies de la NOM-059, y el último de estos jardines ha logrado la propagación de 42 especies de ellas por medio de técnicas de cultivo in vitro, además de que ya comercializa ejemplares propagados de más de 30 especies en alguna categoría de riesgo, en la tienda Tigridia del mismo jardín.

Las acciones de conservación se complementan con el desarrollo de programas de difusión y educación, en-focados a la promoción de una conciencia pública so-bre la importancia de la diversidad vegetal y su conser-vación.

Como ha sido formulado en su Plan de Acción (2008) y en la Estrategia Mexicana de Conservación Vegetal (2008), los jardines botánicos mexicanos se han fijado la meta de incluir en sus colecciones todas las especies de la NOM-059 y para ello se han planteado desarrollar una estrategia coordinada para la recolecta de especies en áreas prioritarias, así como para el mantenimiento de tales especies en el mayor número posible de jardi-

cuadro 2. Número de especies en diferentes categorías de riesgo según la NOM-059 (2001) conservadas en seis

jardines botánicos mexicanos

Total en la E P A PR NOM-059

ib-unaM 1 43 98 121 263Cadereyta 1 10 20 37 67Etnobotánico Oaxaca 1 24 32 57Conzattii Oaxaca 5 9 10 24Alfredo Barrera, Ecosur 5 9 14J. Rzedowski (U.A. Narro) 2 2 4Total* 354

E = Extinta en el medio natural; P = En peligro de extinción; A = Amenazada; PR = Requiere protección especial. * El total considera las especies que están en dos o más jardines.

Jardín Botánico Exterior, Instituto de Biología, unam.

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1 Texto preparado por Javier Caballero, con la colaboración de Jerónimo Reyes, Emiliano Sánchez, Alejandro de Ávila, Gladys Manzanera, Cecilia Elizondo y Luis Román Castañeda.

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jor servicio a estos visitantes comenzó la atención esco-lar; se trataba de sensibilizar a los niños y jóvenes sobre la importancia de conservar la flora y la fauna. Fue un esfuerzo pionero en la educación ambiental.

En aquel entonces las especies más llamativas del zoológico eran el jaguar, los cocodrilos, el tapir, los mo-nos araña, el puma y el ocelote, siempre con la caracte-rística de presentar sólo fauna regional.

En esa década, el zoólogo Russell A. Mittermeier visi-tó el zoológico y platicó ampliamente con Miguel Álva-rez del Toro acerca del funcionamiento de la institución, y quedó muy impresionado, por lo que en 1979 publica en la revista Animal Kingdom el artículo “The Best Zoo in Latin America”, por los diseños y espacios de sus encie-rros y por su programa educativo.

Con la necesidad de seguir mejorando las instalacio-nes, por la presión que ejercía en esos momentos el cre-cimiento de la mancha urbana y con la idea de que los animales estuviesen en condiciones similares a su am-biente natural, don Miguel, como ya era conocido por todos, planeó trasladar las instalaciones del zoológico a El Zapotal, denominado así por tener entre sus árboles dominantes cuatro especies de zapotes, unos terrenos adquiridos por el gobierno y que antiguamente alber-gaban la finca del mismo nombre. El lugar, ubicado al sur de Tuxtla Gutiérrez, es una ladera de la Meseta de Copoya, la cual mantiene ojos de agua y cuyos arroyos sostienen una vegetación de selva mediana subdecidua, es decir, una selva en que la mayoría de sus árboles permanecen con hojas durante todo el año; ambos ele-mentos, indispensables para el buen funcionamiento del zoológico.

En 1980 se creó, mediante decreto del Ejecutivo esta-tal, el Parque Recreativo El Zapotal, con una extensión de 100 hectáreas, y se le dio al zoológico el nombre de

El origen del Zoológico Regional Miguel Álvarez del Toro, en Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, se remonta a 1942, cuando fue creado el Departamento de Viveros Tropicales y Mu-seo de Historia Natural del estado de Chiapas, que diri-gía el profesor Eliseo Palacios (Álvarez del Toro, 1985).

Sin oficinas y con apenas unas jaulas improvisadas para mantener algunos animales donados, que a su muerte eran disecados para exhibirse en el Museo, el incipiente zoológico se ubicaba en el patio de la propia casa del pro-fesor Palacios y sólo era visitado por funcionarios del go-bierno del estado (Álvarez del Toro, 1985).

En 1943 se inauguraron el edificio del Museo de His-toria Natural y el zoológico en un terreno que actualmen-te ocupa la rectoría de la Universidad de Ciencias y Artes de Chiapas. En 1944, debido al fallecimiento de Eliseo Palacios, se nombra director a Miguel Álvarez del Toro, quien de inmediato realizó negociaciones para reubicar el Museo y el zoológico, que experimentaba un rápido crecimiento, con la finalidad de proporcionar mejores espacios a los ejemplares que exhibía. En 1949 se trasla-daron estas instituciones al sitio donde actualmente se encuentran el Parque Madero y el Centro de Convivencia Infantil, y adquirieron el nombre de Instituto Zoológico.

El zoológico mejoró considerablemente los espacios de exhibición, así como los materiales de construcción. Uti-lizó estructuras más atractivas y funcionales para albergar a los ejemplares, como fosas de exhibición para jaguares y canales para evitar la proximidad de los animales a las cercas. Continúa creciendo y pronto incluye una gran va-riedad de reptiles, un aviario y un acuario para peces de agua dulce, todas especies pertenecientes al estado de

Chiapas. Si bien las instalaciones eran de pequeñas dimensio-nes, sus diseños eran complementados con ambientaciones que años después serían adoptadas por otros zoológicos del mun-do, como es la recrea-ción del hábitat en los espacios de exhi-bición.

Durante los años setenta, el zoológico era visitado por los alumnos de las es-cuelas de la ciudad y para ofrecer un me-

el Zoológico regionalmiguel Álvarez del toro Gerardo J. Cartas1

Tapir (Tapirus bairdii).

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Miguel Álvarez del Toro en el Parque Madero, ca. 1975.

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El Zoomat sigue siendo el mejor zoológico de fauna regional de Latinoamérica.

Zoológico Regional Miguel Álvarez del Toro (Zo-omat), en reconocimiento al director de la insti-tución que durante más de 30 años había dirigi-do exitosamente el Instituto de Historia Natural y consecuentemente el zoológico.

El diseño de sus instalaciones contempló las necesidades de espacio, luminosidad y vegeta-ción para cada una de las especies, cuidando que los animales pudieran desempeñar sus activida-des en la mayor cercanía a su ambiente natural. Esto ha permitido lograr éxitos inigualados en la reproducción de especies como el grisón, el vie-jo de monte y el quetzal, y la sobrevivencia de ejemplares por más tiempo que en otros zoológi-cos, como los casos del jaguar Lotario, que vivió 24 años en sus instalaciones, y el águila arpía, que vivió 45 años. Asimismo, cuenta con anima-les como el pavón, el tapir y otras especies que incluso hoy día no son muy comunes en zooló-gicos del mundo.

El zoológico era un complemento de la estra-tegia estatal de conservación de los ecosistemas y su biodiversidad que desarrollaba el Instituto de Historia Natural del Estado de Chiapas, la cual propició el establecimiento de importantes áreas naturales protegidas como El Ocote, El Triunfo, La Sepultura, y La Encrucijada, entre otras.

Actualmente ocupa una superficie de 30 ha, de las 110 que tiene el terreno; el resto es vegeta-ción natural de selva mediana a manera de área protegida, donde existen animales en libertad. Cuenta con 135 jaulas y encierros para exhibir 32 especies de mamíferos, 60 de aves, 51 de an-fibios y reptiles y 40 de invertebrados. Recibe una afluencia anual de 450 000 visitantes de 80 países, quienes se sorprenden primero al conocer la diversidad de la fauna regional y después de la calidad y ambienta-ción natural de los encierros; tan es así que se ha conver-tido en una fuente inagotable de imágenes de animales silvestres tropicales para el público que lo visita e incluso para profesionales, quienes las usan en publicaciones de divulgación.

1 Zoológico Regional Miguel Álvarez del Toro, Chiapas.

Águila arpía (Harpia harpyja).

Oso hormiguero (Myrmecophaga tridactyla). Pava cojolita (Penelope purpurascens).

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El apoyo institucional a la investigación científica en general estuvo acotado hasta la primera mitad del siglo pasado básicamente a las pocas institucio-nes en las que dicha actividad tenía lugar. El apoyo federal directo a la investigación empezó a esbo-zarse con la creación del Instituto Nacional de la Investigación Científica (iniC) en los años cincuen-ta del siglo pasado, cuando se empezaban a con-formar algunas masas críticas de investigación en áreas de la biomedicina, las ingenierías y las cien-cias exactas. La actividad de planeación dio pie a la creación, a principios de la década de los setenta, del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Co-nacyt), que contaba con mayor presupuesto y ca-pacidades operativas que el iniC, y con atributos para elaborar las políticas de ciencia y tecnología del país.

Durante esa década, el apoyo del Conacyt a la actividad científica y tecnológica se reflejó en la fundación de 18 centros de investigación en dife-rentes áreas de la ciencia y la tecnología, como re-sultado de la decuplicación de su presupuesto. Sin embargo, las áreas que recibían el apoyo económi-co eran usualmente las tradicionales de las cien-cias exactas, las ingenierías, la biomedicina, la bio-química, etc. No fue sino hasta los primeros años de los ochenta cuando, por la presencia en el cuer-po directivo del Consejo de personas que cono-cían y valoraban el trabajo de investigación en tor-no al capital natural del país, tanto en el mayor

conocimiento de la flora y fauna de México como en los estudios ecológicos, se dio un apoyo —sin precedente hasta entonces en cuanto a recursos gubernamentales— al desarrollo de las coleccio-nes científicas en herbarios y museos de diferentes instituciones mexicanas. La primera institución en recibir un apoyo económico significativo fue el Instituto de Biología (ib) de la unaM, para ampliar las colecciones del Herbario Nacional y las colec-ciones zoológicas que albergaba; este apoyo per-mitió contar no solamente con la ayuda de reco-lectores permanentes en el campo, sino también con apoyos curatoriales en las colecciones, equi-pamientos para el campo, etc. El periodo entre

1983 y 1990 representó para colec-ciones como el Herbario Nacional y la de vertebrados un salto muy no-table en sus acervos del ib.

Afortunadamente, como conse-cuencia de estos apoyos, otras ins-tituciones, como el Herbario de la Escuela Nacional de Ciencias Bioló-gicas del ipn o el del Instituto de In-vestigaciones en Recursos Bióticos de Xalapa, presentaron también pro-puestas para su crecimiento y que fueron apoyadas durante varios años gracias a este —repetimos— inédito programa de financiamiento establecido por el Conacyt. Con es-tos recursos adicionales, que sin ser de dimensión astronómica sí signi-ficaron un importante incremento en cuanto a los niveles de apoyo a

apoyo federal Gonzalo Halffter,1 José Sarukhán2

para el desarrollo de colecciones científicas

Jerzy Rzedowski en el herbario.

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las colecciones científicas, no sólo se expandieron éstas en sus acervos, sino que también se recluta-ron parataxónomos, recolectores y técnicos de apo-yo, así como nuevos investigadores en taxonomía y sistemática.

Como ha sucedido en muchos otros casos, este programa se interrumpió con los cambios adminis-trativos en el Consejo. Sin embargo, el impulso lo-grado en los varios años de financiamiento adicio-nal para las colecciones que fueron apoyadas trajo consigo en varios casos incrementos del presupues-to de sus propias instituciones, lo cual produjo un importante crecimiento del acervo de fanerógamas y vertebrados mexicanos. Desde entonces, el Her-bario Nacional se consolidó como la mayor colec-ción —bajo un mismo techo— de plantas mexica-nas en el mundo.

Más recientemente, a partir de los años noven-ta, los recursos económicos aportados por la Co-nabio para la exploración de regiones y grupos prioritarios de organismos han renovado el apo-yo de fondos públicos federales para el creci-miento de las colecciones científicas de México, que constituyen una piedra angular en la amplia-ción del conocimiento sobre nuestro capital na-tural.

1 Instituto de Ecología, A.C.2 Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Bio-

diversidad.

Ejemplares de la colección de vertebrados.

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estaciones para la conservaciónen chajul Javier de la Maza1

de la Biosfera Montes Azules, una estación en terrenos de la comunidad lacandona, frente al ejido Boca del Chajul. Desafortunadamente, este esfuerzo no fue acom-pañado de recursos financieros para el pago del perso-nal y, muy pocos meses después de haber arrancado, se abandonó.

Por ello, desde las organizaciones de la sociedad civil, en 1989 se convino con el gobierno la rehabilitación y operación de la estación, con el apoyo inicial de la onG Conservation International y de la Fundación McArthur; así nació la Estación Chajul, esfuerzo que cumple ya 21 años de trabajos ininterrumpidos, con resultados evi-dentes en la conservación de la selva y la recuperación de sus poblaciones animales.

Durante estos 21 años se han creado en la Estación Chajul las capacidades humanas e institucionales que permiten contribuir a la protección y conservación de las

El vacío producido por la carencia de una política guber-namental, clara y decidida, sobre la conservación de los ecosistemas naturales y su biodiversidad se fue ocupan-do gradualmente a partir de los años setenta por la ac-ción de las instituciones académicas y las organizaciones de la sociedad civil (osC), los cuales promovieron inicia-tivas para el establecimiento de nuevas áreas naturales protegidas (anp) e iniciaron proyectos de conservación in situ en las ya establecidas.

En este contexto, en 1979, durante un viaje de inves-tigación realizado por miembros de la Sociedad Mexica-na de Lepidopterología al río Lacantún en la Selva La-candona, se decidió emprender diferentes acciones para lograr conservar las 331 000 ha de la recién establecida Reserva de la Biosfera Montes Azules (rbMa). Tal deci-sión fue impulsada por los impactos observados en la selva de Marqués de Comillas, producto de los recientes reacomodos de colonos y del establecimiento de nuevos ejidos, y por la amenaza de que éstos se extendieran a la Reserva, ya que, en esos años, las anp eran referidas como “áreas protegidas en el papel”, con decreto pero sin los recursos humanos y financieros gubernamentales necesarios para su operación.

La tarea inicial consistió en establecer la infraestruc-tura básica que facilitara la presencia permanente de per-sonal técnico y de vigilancia en el sitio, y que permitiera realizar investigaciones y estudios de largo plazo, así como el trabajo cotidiano para detectar y afrontar, direc-ta y oportunamente, los conflictos para evitar su deterio-ro. Así, en 1980 se estableció en el poblado de Boca del Chajul, a orillas del río Lacantún, en el límite sureste de la rbMa, una incipiente base operativa utilizada por per-sonal de diversas instituciones académicas y de conser-vación.

En 1983, el gobierno federal puso en marcha un pro-grama de atención a las anp que incluyó la dotación de infraestructura con base en experiencias como la de Chajul. En 1985 se construyó, dentro de la Reserva

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rales. La Estación Chajul ha sido un privilegiado espa-cio, ideal para las actividades de educación ambiental, con centenas de niños y jóvenes. Estas acciones han pro-movido un cambio de actitud entre los habitantes loca-les e incluso entre muchos sectores en el ámbito nacio-nal sobre la importancia de la conservación del capital natural nacional.

La Estación Chajul ha funcionado como un laborato-rio para el fortalecimiento de la gestión de las áreas natu-rales protegidas en el país. Por ejemplo, el programa de-sarrollado para la rbMa desde la Estación Chajul obtuvo la experiencia necesaria en el manejo integral de un anp y dio la base para establecer en 1996 el primer Programa Nacional de Áreas Naturales Protegidas. Asimismo, en el proceso de renegociación del donativo del Gef en 1997, las experiencias obtenidas con el manejo de la estación Chajul dieron los elementos necesarios para argumentar la necesidad de dotar a las anp de personal operativo, lo cual fue aprobado por el Gef. Así, las anp empezaron a dejar de ser “áreas protegidas en el papel”.

El éxito logrado se debe a la perseverancia y la coope-ración de los actores clave de gobierno, la sociedad civil organizada, organizaciones de productores, empresas y medios de comunicación, pero, sobre todo, a la dedica-ción y convicción de sus trabajadores.

áreas naturales protegidas de la Selva Lacandona. Gra-cias a su presencia se mantiene la integridad del ecosis-tema original en 280 000 ha de la rbMa y en 60 000 ha de la Reserva de la Biosfera Lacantún, dando solución casi completa a los asentamientos irregulares y las inva-siones que la amenazaban.

En cuanto a la investigación, se han desarrollado es-tudios que permiten entender el funcionamiento de los complejos y frágiles ecosistemas tropicales mexicanos y de la flora y fauna que los componen. Asimismo, se mo-nitorean poblaciones de especies en peligro de extinción y se contribuye a su recuperación, como el tapir, el jabalí de labios blancos, el jaguar, el venado temazate, el mono araña, el mono saraguato, la guacamaya roja, el coco-drilo de pantano, la tortuga blanca, entre otros. Tam-bién se promueven acciones de restauración de áreas deterioradas y se prueban distintas tecnologías para su recuperación.

Por otro lado, la estación ha sido promotora de op-ciones productivas entre las comunidades vecinas para que, al tiempo de generar empleos e ingresos, logren la conservación de la selvas remanentes de sus predios; ha contribuido al fortalecimiento de las capacidades de los habitantes locales mediante su adiestramiento y organi-zación, así como de funcionarios y profesionistas, nacio-nales e internacionales, dedicados a la conservación, restauración y uso sustentable de los ecosistemas natu- 1 Natura y Ecosistemas Mexicanos, A.C.

Págs. 216-217 →Quetzal en el bosque mesófilo de montaña. Reserva de la Biosfera El Triunfo, Chiapas.

© Fulvio Eccardi

Vista aérea de la Estación Chajul, junto al río Lacantún.

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mí, Chajul y Zoquiapan, se dio a la tarea de identificar los marcos teóricos conceptuales, así como las princi-pales áreas temáticas de investigación y líneas de mo-nitoreo ecológico más apropiados para el estudio de los ecosistemas terrestres y acuáticos de México (Ce-ballos et al., 2000). Se elaboró una estrategia de arran-que e implementación de la red y a fines de 2003, con el auspicio del Conacyt y el respaldo de la Conabio, se abrió una convocatoria a la comunidad científica na-cional para la conformación de la Red Mex-lter (Bur-gos et al., 2007; Jardel et al., en prensa). Un comité dictaminador externo, de carácter internacional, eva-luó las 18 candidaturas que dieron respuesta a esta convocatoria.

En octubre de 2004 se establece formalmente la Red Mex-lter con la participación de 150 investi-gadores de más de 20 instituciones, organizados en 10 grupos académicos repartidos por todo el país, en su mayoría anclados en reservas naturales y tenien-do como base una estación de biología. Asimismo, se han incorporado 10 investigadores más que, de ma-nera individual, realizan estudios de largo plazo, con la idea de conformar un grupo o incorporarse a uno ya existente. Este año se incorporó un nuevo grupo, asociado a la Estación Biológica de La Mancha, en Ve-racruz. A lo largo de estos primeros cinco años de operación, la Red Mex-lter ha ido acumulando una

Detrás de la severa crisis ambiental que estamos vi-viendo está nuestro pobre entendimiento de los proce-sos ecológicos que operan en escalas espacio-tempora-les amplias (de kilómetros cuadrados y décadas). Esta limitada capacidad para apreciar la manera como ope-ra la naturaleza y los impactos que las actividades hu-manas tienen en ella a una escala apropiada obedece, en buena medida, a las dificultades logísticas que re-presenta hacer observaciones y realizar experimentos con muchas especies, en grandes áreas y por periodos muy prolongados. Las estaciones de biología, estable-cidas entre otras razones con el propósito de promover y facilitar el trabajo de investigación y docencia en condiciones de campo, se han convertido en elemen-tos clave de los programas de investigación ecológica de largo plazo (Lugo et al., 2006; Maass et al., 2010).

Ante la necesidad de impulsar la investigación eco-lógica de largo plazo, a principios de los años ochenta se crea en Estados Unidos la Red lter (así denomina-da por la sigla en inglés de long term ecological research; <www.lternet.edu>) y en 1993 la Red Internacional lter, que también desarrolla su investigación en reservas naturales y estaciones de campo acumulando informa-ción durante generaciones (Gosz, 1996; <www.lternet.edu>). Pocos años después, México es invitado a unir-se a este esfuerzo internacional.

Para el armado de la Red Mexicana de Investiga-ción Ecológica de Largo Plazo (Red Mex-lter, <www.mexlter.org.mx>) se echó mano de la experiencia de grupos académicos que han trabajado, algunos de ellos por más de tres décadas, en estaciones de biología en México. El Comité de Creación de la Red Mex-lter, conformado por académicos que realizan su investi-gación en las estaciones de Chamela, Las Joyas, Mapi-

las estaciones de biología, Manuel Maass,1 Angelina Martínez-Yrízar,2

sitios de investigación ecológica de largo plazo José Sarukhán3

Estación de Biología Tropical, Reserva de la Biosfera Los Tuxtlas, Veracruz.

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La convocatoria de ingreso a la Red Mex-lter está permanentemente abierta y se espera que nuevos grupos se incorporen en los próximos años. Ya se ha avanzado para incluir los aspectos socioambientales en la agenda de investigación de todos los grupos de la red. Se trata de pasar de una red de investigación ecológica a una de investigación socioecológica de largo plazo (de lter a ltser; Haberl et al., 2006). También se está trabajando para extender el ámbito de la investigación más allá de los límites de la esta-ción de biología o la reserva, a fin de abordar el estu-dio del socioecosistema a nivel de cuencas hidrográ-ficas con superficies entre 1 000 y 5 000 km2 (Rivera et al., 2008).

experiencia de trabajo en red y un importante capital conceptual que ha contribuido de manera significati-va a la creación de otras redes en el país y en el extran-jero. Ha logrado hacer coincidir visiones e intereses comunes a fin de lograr un financiamiento del fondo de ciencia básica del Conacyt y, con el apoyo del ine, para la realización de un proyecto estratégico sobre ecohidrología en el que participan los 10 grupos aca-démicos. Tal nivel de colaboración académica no es común en nuestro país. Asimismo, la Red Mex-lter ha establecido vínculos de colaboración con diferen-tes instancias del sector gubernamental (Conabio, ine, Conagua, Conafor, ineGi, Conanp) y con programas o redes afines, como el Programa Mexicano de Carbo-no, la Red Mexicana de Monitoreo de Organismos Genéticamente Modificados, el Programa Nacional de Monitoreo Ambiental y las recién creadas redes temá-ticas del Conacyt.

1 Centro de Investigaciones en Ecosistemas, unaM.2 Instituto de Ecología-Unidad Hermosillo, unaM.3 Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Bio-

diversidad.

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Estación Chamela, Reserva de la Biosfera Chamela, Jalisco.

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investigación ecológica Manuel Maass,1

en cuencas hidrográficas Angelina Martínez-Yrízar,2 José Sarukhán3

Una de las aportaciones más importantes de la ecología como disciplina científica ha sido el concebir la naturale-za como un sistema en el que todos sus componentes, tanto bióticos (organismos) como abióticos (suelo, aire, rocas, etc.) están interrelacionados formando un todo or-ganizado. Sin embargo, no ha sido fácil abordar el estu-dio de los ecosistemas dada la complejidad que resulta de esta interacción de sus múltiples componentes mediante procesos ecológicos que operan a diferentes escalas de tiempo y espacio. Un aspecto que ha ayudado es el reco-nocimiento de que el agua es un integrador de la dinámi-ca funcional de los ecosistemas, ya que controla, en gran medida, sus flujos de materia y energía. El agua fluye si-guiendo la topografía del terreno y por ello resulta muy conveniente estudiar su dinámica con base en cuencas hidrográficas, definidas éstas como la porción de terreno cuya topografía hace que el agua drene hacia un punto común. Al incorporar el concepto de cuenca en los estu-dios ecológicos se ha dado un gran salto en nuestra capa-cidad para estudiar y entender la dinámica funcional de

los ecosistemas. Más aún, siendo el agua un componente esencial para el desarrollo socioeconómico de cualquier región, los estudios ecológicos en el marco de cuencas se han constituido como elementos indispensables en el di-seño e implementación de programas de manejo (uso, conservación o restauración) sustentable de ecosistemas en todo el mundo.

Hasta principios de los años ochenta no existía en México ningún antecedente de estudios de tipo ecosisté-mico que utilizara las cuencas hidrográficas como unida-des de estudio. Fue entonces cuando investigadores de la Universidad Nacional Autónoma de México, en colabo-ración con la Universidad de Georgia y el Laboratorio Hidrológico de Coweeta (usda-fs), establecieron las ba-ses conceptuales y metodológicas de lo que se convertiría en el estudio de cuencas más longevo y productivo que se conoce en México (Sarukhán y Maass, 1990). Durante más de 30 años, el “Proyecto Cuencas” se ha dedicado a estudiar la estructura y dinámica funcional de los bos-ques tropicales secos (bts) de la región de Chamela, en la costa de Jalisco, utilizando para ello cinco pequeñas cuencas hidrográficas (de 10 a 30 ha) que forman parte de los terrenos de la Estación de Biología de Chamela (unaM). Durante este lapso se ha ido acumulando un enorme capital conceptual, humano y de infraestructura (Maass et al., 2002). Ahora se cuenta ya con una de las bases de datos más longevas que hay en el mundo sobre procesos ecológicos clave respecto al funcionamiento del bosque tropical seco (ingresos, salidas, almacenes y flujos internos de agua, energía y nutrientes en el ecosistema). Asimismo, el proyecto ha sido un importante formador de recursos humanos y un gran promotor de la investiga-ción ecológica de largo plazo en nuestro país. Su excelen-te trayectoria académica lo ha convertido en un referente mundial para el estudio de los bosques tropicales secos, lo que le ha permitido participar activamente en impor-tantes iniciativas científicas, como lo es la Red Internacio-nal de Investigación Ecológica de Largo Plazo (ilter).

El estudio ha podido demostrar que los bosques tro-picales secos del país, lejos de ser “tierras ociosas”, como fueron consideradas durante muchos años por el sector agropecuario gubernamental, son una fuente de recursos y servicios ambientales imprescindibles para el desarro-llo social y económico de la región (Maass et al., 2005). La información recabada por el proyecto fue de gran uti-lidad para frenar las altas tasas de transformación del bosque tropical seco en el país, al mostrar el serio pro-blema de erosión de suelos que esta transformación pro-duce, así como lo insostenible de los principales proce-sos agropecuarios promovidos en la zona (Maass et al., Selva baja caducifolia en época de secas.

Cauce del río Colorado, Chamela, Jalisco.

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ponibilidad de agua entre unos años y otros, y por tanto, lo insostenible de los modelos turísticos altamente de-mandantes de agua que se promueven con insistencia en la zona (Castillo et al., 2009).

Entre los grandes retos que se ha planteado el grupo de investigación de cuencas en Chamela está el detonar un proceso regional de gestión integrada de grandes cuecas hidrográficas, que involucre a los diferentes sec-tores sociales y siga los principios del manejo sustenta-ble de ecosistemas (Maass y Cotler, 2008). Se han dado pasos importantes en esa dirección al estimular y parti-cipar en los programas de difusión y divulgación am-biental en la zona (Pujadas y Castillo, 2007). Asimismo, investigadores del grupo han comenzado a participar en el Consejo Distrital de Desarrollo Rural Sustentable de la Costa Sur de Jalisco, que incluye cinco municipios. También se ha integrado un grupo interdisciplinario in-teresado en desarrollar modelos conceptuales y diseñar herramientas metodológicas para el estudio de los servi-cios ecosistémicos del bosque tropical seco (Balvanera et al., en prensa).

1988). Asimismo, el proyecto no sólo aportó elementos académicos para justificar la necesidad del estableci-miento de la Reserva de la Biosfera de Chamela-Cuixma-la (Ceballos, 1991), sino que además ha proporcionado información clave para contener los continuos intentos por transformar la zona conservada. Respecto a esto úl-timo, y siendo la disponibilidad de agua el principal fac-tor limitante para el desarrollo agropecuario y económi-co de la región, el seguimiento a largo plazo sobre la dinámica hidrológica de los bosques tropicales secos ha sido crucial para mostrar la enorme variación en la dis-

1 Centro de Investigaciones en Ecosistemas, unaM.2 Instituto de Ecología-Unidad Hermosillo, unaM.3 Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Bio-

diversidad.

Vertedor de flujo en una cuenca hidrológica experimental.

Vista de las cuencas experimentales en época de lluvias, Estación Chamela.

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Vinculación universitaria en la planeación regional: la sierra nevada Pedro Moctezuma1

rrientes nutrían el sistema de lagos y chinampas; a lo largo del periodo colonial se convirtió en granero de la ciudad de México. En los albores del siglo xx se instaló la fábrica de papel San Rafael y se desecó el Lago de Chalco para la agricultura hacendaria. A par-tir de la década de los cincuenta, el avance de la me-trópoli provocó un severo cambio de uso de suelo de forestal a agrícola, y de éste a urbano, así como la creciente sobreexplotación de sus acuíferos con gra-ves consecuencias para la urbe.

Desde 1990, académicos de la Universidad Autóno-ma Metropolitana diseñamos un proceso regional es-tratégico buscando restaurar la armonía ecosistémica y social de la subcuenca. Uniendo saberes entre diferen-tes disciplinas emprendimos un proceso de inserción en las comunidades locales. Para ejecutar, diseñar y lle-var a cabo iniciativas complejas en contextos de crisis ambiental se construyeron relaciones de colaboración entre actores estratégicos que incluyen ejidatarios, co-muneros, pueblos originarios, maestros, autoridades municipales y delegacionales, instituciones académicas como la uaM, la unaM y la Universidad del Estado de México, así como instituciones de la sociedad civil, en-tre las que destacan la Pastoral Social de la Diócesis del Valle de Chalco, Guardianes de los Volcanes y el Fondo

Mexicano para la Conserva-ción de la Naturaleza, con el apoyo financiero de la Fun-dación Gonzalo Río Arron-te. Coadyuvan, además, au-toridades ambientales y del agua de nivel estatal y del Distrito Federal, dependen-cias federales, entre ellas Se-marnat, Conagua y Conanp, e internacionales como la Gtz alemana, Waterkeeper Alliance y heC Montreal.

La asociación entre los miembros del sector más activo y comprometido de la región con académicos de varias disciplinas permitió un proceso acumulativo en un territorio concreto, que se reflejó en una serie de procesos de planeación co-laborativa, en la publicación de una serie de atlas muni-cipales y otra de manuales

Buscar soluciones para el desarrollo regional sustenta-ble requiere el entendimiento de los procesos com-plejos que ocurren localmente, a lo cual las universi-dades pueden hacer una importante aportación. La Sierra Nevada, localizada al sureste de la Cuenca de México, es el último reducto en donde se encuentran aún algunos ecosistemas naturales en relativamente buen estado de conservación en el centro del país; sin embargo, está seriamente amenazada debido a la ace-lerada expansión de la mancha urbana. La confluen-cia de las regiones neártica y neotropical en el Eje Vol-cánico Transversal la dota de endemismos y una alta biodiversidad. Al conectarse la Sierra Nevada con la del Chichinautzin se forma la subcuenca de los ríos Amecameca y La Compañía, especie de “plato hondo” por cuyos suelos permeables descienden las lluvias desde las cimas de los volcanes Iztaccíhuatl y Popoca-tépetl hasta las chinampas de Tláhuac y Xochimilco, recargando los acuíferos que surten el oriente de la metrópoli. Doce municipios del Estado de México y tres delegaciones del D.F. forman parte de esta vital subcuenca, que abarca 1 580 km2, con una población de alrededor de un millón y medio de habitantes.

En la época prehispánica, estos dos volcanes fue-ron un espacio sagrado proveedor de agua, cuyas co-

Imagen satelital para la zonificación y el manejo hidrológico de subcuencas.

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para tareas de investigación aplicada, docencia, pro-yectos demostrativos y de extensión. Destaca el resca-te del cerro El Faro, convertido en parque estatal, donde actualmente se desarrollan estudios y activida-des de conservación forestal y de la biodiversidad.

Es importante mencionar que, con el propósito de promover la gestión integral de cuenca, se construyó una instancia regional multiactor: la Comisión de Cuen-ca de los Ríos Amecameca y La Compañía, para re-orientar el modelo de manejo hídrico, priorizando la infiltración de aguas pluviales y su almacenamiento en humedales, chinampas y zonas lacustres, cuyo proyecto emblemático es la habilitación del Lago Tláhuac-Xico.

Este programa es un ejemplo de cómo se pueden vincular la planeación colaborativa y el fortalecimiento de las capacidades locales para el desarrollo sustenta-ble en la subcuenca de los ríos Amecameca y La Com-pañía, desde distintas disciplinas, instituciones acadé-micas, organizaciones civiles y dependencias federales y estatales. A partir de ello, se están creando propuestas concretas frente a los retos ambientales de la región y se está formando una nueva generación de jóvenes ca-paz de asumir un papel motor en el cambio de paradig-ma para la gestión de una cuenca, contribuyendo así a preservar su biodiversidad.

temáticos, además de 98 cursos sobre temas ambienta-les y cinco ciclos de capacitación ambiental para nue-vas autoridades municipales entre 1996 y 2010.

El proceso de vinculación academia-comunidad ha tenido tres etapas: en la primera (1996-2000) se pro-movieron diagnósticos participativos que compren-dían bosques y biodiversidad, gestión del agua, ma-nejo de los suelos agrícolas y de residuos sólidos, para identificar las dinámicas críticas de manejo ambien-tal, enfocando la “cuenca” como unidad de análisis integradora.

En la segunda etapa (2000-2007) tuvo un papel clave la elaboración colaborativa de más de 52 instru-mentos de planeación en las áreas de desarrollo muni-cipal; desarrollo urbano sustentable; gestión integral de residuos sólidos; manejo forestal y de áreas natura-les protegidas, y ordenamientos ecológicos. Además se pusieron en marcha redes regionales de proyectos eco-productivos.

En una tercera etapa (2007-2010), el proceso se institucionalizó con la aprobación del Programa de Investigación Sierra Nevada en la uaM y la construc-ción del Centro para la Sustentabilidad Incalli Ixcahui-copa (Centli), inaugurado en Tlalmanalco, Estado de México, en febrero de 2008. Éste cuenta con dos se-des: la Sede Forestal y Biodiversidad El Faro y la Sede Agroecológica Incalli, que sirven como plataformas 1 Universidad Autónoma Metropolitana-Iztapalapa.

Vista de la región de la Sierra Nevada.

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Capital natural de MéxicoJosé Sarukhán,1 Patricia Koleff 1

décadas por numerosos naturalistas, biólogos y ecólo-gos; el número de instituciones académicas interesa-das en el tema creció también significativamente, al igual que las organizaciones de la sociedad civil seria-mente interesadas en el tema. Todo ello coincidió también con grandes adelantos tecnológicos en la vi-sualización espacial de la información sobre la biodi-versidad mexicana. La comunidad académica que tra-baja en las llamadas “ciencias de la biodiversidad” llegó en 2005 a la conclusión de que sería convenien-te realizar un segundo estudio del estado que guarda-ba la biodiversidad del país. La idea original era com-parar los avances con relación a la información del estudio de 1998; sin embargo, esto no fue del todo posible. Después de varias reuniones de discusión y planeación del tema, se definió un marco conceptual para el estudio, en buena parte inspirado en la recien-temente publicada Evaluación del milenio de los ecosis-temas (Millennium Ecosystem Assessment, 2005), en la que el enfoque central, más allá de la descripción del número de especies y su estado de protección, es sobre los ecosistemas y los servicios que éstos pro-veen a la humanidad, y el efecto de la salud de ellos sobre el bienestar social, así como el análisis de los factores que han afectado el estado de los ecosiste-mas, y de desarrollo escenarios globales que exploran

Los 168 países signatarios del Convenio sobre la Di-versidad Biológica han avalado el magno esfuerzo por la conservación de la diversidad biológica de sus países y, como resultado de ello, la del planeta (Cbd, 2010). Adquirieron por ello también varios compro-misos, entre los que se encuentran la realización de un estudio evaluatorio de la diversidad biológica de cada país y la elaboración de una estrategia nacional para su conservación. A estas alturas era ya obvio que los países no podían —o no debían— tomar decisio-nes respecto a los grandes problemas ambientales que los afectan en ausencia del mejor conocimiento científico disponible. México ha cumplido con am-bos compromisos mediante la coordinación de la Co-misión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad, y la participación de un grupo de aca-démicos, miembros de los diferentes órdenes de go-bierno y organizaciones civiles interesadas en el tema; el Estudio de país se publicó en 1998 y la Estrategia dos años después (Conabio, 1998, 2000).

En el periodo que cubrió los últimos años del siglo xx y los primeros del xxi, y como resultado de la acti-vidad estimulada por la Conabio, ocurrió una notable acumulación de nuevos datos sobre la diversidad bio-lógica de nuestro país y se incrementó sustancialmen-te el acceso a información compilada durante varias

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uso sustentable de la biodiversidad, y el efecto social que dichas políticas han tenido. Destaca en cada vo-lumen una sección de “lecciones aprendidas” en la que se hace una reflexión profunda para transitar ha-cia la solución de problemas y superar las necesidades detectadas. Los volúmenes que se encuentran en pro-ceso de desarrollo tratan de las capacidades huma nas, institucionales y financieras con que cuenta el país, y sobre escenarios futuros.

En los tres volúmenes publicados participaron 13 compiladores, 648 autores provenientes de 227 ins-tituciones, 96 revisores externos y un equipo edito-rial de 11 personas. La obra fue coordinada desde la Conabio con un equipo de cerca de 10 personas. El coordinador de la obra y los compiladores de los tres volúmenes elaboraron una síntesis en la que se desta-can los aspectos clave de los tres primeros volúmenes de la obra, la cual se redactó en un lenguaje dirigido a quienes toman decisiones, tanto en los niveles gu-bernamentales como aquellas personas que operan desde organizaciones civiles y como propietarios de los recursos objeto de los esfuerzos de conservación o manejo. La obra se tituló Capital natural de México, con el propósito de destacar que la biodiversidad y la matriz fisicoquímica que la sostiene constituyen un capital igualmente importante que los capitales fi-nancieros o de infraestructura (por mencionar algu-nos) indispensables para, y que determinan, el desa-rrollo de un país.

cambios futuros plausibles. El propósito central del estudio fue integrar la fuente más completa de infor-mación primaria, actualizada, descriptiva, analizada y sintetizada sobre el estado del conocimiento, la con-servación y el uso de la diversidad biológica de Méxi-co, y de los servicios ecosistémicos que ésta brinda. Además, se ha buscado comunicar estos resultados de manera útil para distintos usuarios, ya que uno de los objetivos centrales de la obra es contribuir a confor-mar una cultura que promueva el aprecio a la biodi-versidad y al enorme valor de los servicios ambien-tales que nos provee la variada biota mexicana, para que la convicción de conservar nuestro cada vez más amenazado patrimonio natural se arraigue en todos los sectores.

El estudio se dividió en cinco volúmenes, de los cuales ha sido publicados hasta ahora tres (que pue-den consultarse en el sitio web de la Conabio <www.biodiversidad.gob.mx>), que cubren, el primero, el esta-do de nuestro conocimiento sobre la biodiversidad desde el nivel genético de todos los grupos de orga-nismos hasta el de los ecosistemas y los biomas, ya sean terrestres, dulceacuícolas o marinos, incluyendo la relación entre esta diversidad y la diversidad cultu-ral del país; el segundo volumen trata del estado ac-tual de la biodiversidad y los cambios positivos o ne-gativos que han ocurrido en las últimas seis o siete décadas en México y analiza las causas directas e indi-rectas de tales cambios; el tercer volumen analiza las políticas públicas (o la falta de ellas) que a lo largo de la mayor parte de las últimas nueve o 10 décadas han sido responsables de la pérdida, la conservación y el

1 Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Bio-diversidad.

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Las políticas públicas vinculadas a la conservación de la biodiversi-dad y a la reversión de los proce-sos de deterioro se han consolida-do a lo largo de las últimas dos décadas, como se desprende de la lectura de los casos relacionados descritos en este libro. El gobierno federal y los estatales han forta-lecido sus instituciones y aumen-tado los recursos fiscales destina-dos a estas tareas. Sin embargo, paralelamente, queda claro tam-bién que esta tarea no ha sido reali-zada sólo por la actividad del go-bierno, sino que es resultado de la acción conjunta con la sociedad organizada, que ha sumado sus ca-pacidades técnicas, científicas, de planeación, evaluación y monito-reo a los mismos objetivos. Sin di-

luir la obligación que el gobierno tiene como garante de la conservación del patrimonio natural nacional, los ejemplos de la acción conjunta con la sociedad son la mejor evidencia del potencial de estas alianzas.

Una motivación central de la reforma a la Ley General del Equilibrio Ecológico y Protección al Ambiente en 1996 fue precisamente la modificación del capítulo co-rrespondiente a la participación social, con la finalidad de abrir los espacios, de manera ordenada y con reglas claras, de dicha participación.

La gestión de las áreas naturales protegidas (anp) fue uno de los primeros espacios en beneficiarse de estas re-formas. En 1996, la Unidad Coordinadora de Áreas Na-turales Protegidas (antecesora de la Conanp) convocó a las organizaciones de la sociedad civil, a instituciones académicas y a personalidades destacadas vinculadas con la conservación de la biodiversidad a conformar un con-sejo asesor para “fungir como órgano de consulta y apo-yo de la Secretaría en la formulación, ejecución, segui-miento y evaluación de la política para el establecimiento, manejo y vigilancia de las Áreas Naturales Protegidas de su competencia” (Reglamento interno de la Conanp).

Así, el 8 de agosto de 1996 se creó el Consejo Nacio-nal de Áreas Naturales Protegidas, y su primer presidente fue el doctor Gonzalo Halffter. Desde su origen, el Con-sejo desempeñó un papel muy activo junto con la auto-ridad para fortalecer la gestión de las anp, su estructura y financiamiento. Uno de los principales impactos positi-vos fue su involucramiento en los procesos de consulta y

consejo nacional de Áreas naturales ProtegidasJulia Carabias,1 David Gutiérrez,2 Javier de la Maza3

Área de Protección de Flora y Fauna Cascadas de Agua Azul, Chiapas.

Área de Protección de Flora y Fauna Corredor Biológico del Chichinautzin.

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no, no sólo como interlocutor entre ambos sectores, sino fundamentalmente en la búsqueda de puntos de enten-dimiento y solución de los conflictos. Su labor perma-nente en los últimos casi 15 años, sin invadir el terreno de la responsabilidad de las autoridades ambientales, ha contribuido efectiva y seriamente a la consolidación de la protección de las anp en nuestro país.

negociación para recuperar el donativo que estaba por cancelarse del Fondo Mundial para el Medio Ambiente (Gef). El Consejo recomendó crear un fondo patrimonial mediante la transferencia de los recursos remanentes al Fondo Mexicano de Conservación para la Naturaleza, para asegurar la eficiencia y transparencia en el manejo de los fondos y su continuidad en el largo plazo. La cre-dibilidad que brindó el Consejo a las autoridades del Gef fue un elemento clave para el resultado exitoso de esta gestión, que dio origen a la conformación del Fondo de Áreas Naturales Protegidas.

El Consejo contribuyó también al análisis y a la for-mulación de recomendaciones para fortalecer la estruc-tura de la gestión de las anp, lo cual culminó en el año 2000 con la creación de la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas, así como a las consultas y propues-tas para la formulación de la Ley General de Vida Silves-tre y el reglamento a la Ley en materia de anp, ambas emitidas el mismo año.

Otro asunto de gran trascendencia fue la participa-ción del Consejo, representado por su presidente, en el comité científico para la evaluación de la Manifestación de Impacto Ambiental del proyecto de expansión de la extracción y comercialización de sal en la Laguna San Ignacio, proyecto que finalmente fue cancelado.

La opinión del Consejo y su intervención ante autori-dades estatales y federales, incluyendo al presidente de la República, ha sido también un factor muy importante para la atención de conflictos en las anp, como las invasiones y la amenaza de construcción de megaproyectos turísticos.

Asimismo, el Consejo desempeña un papel fundamen-tal en la selección del personal directivo de las anp, pro-poniendo ternas de los candidatos a ocupar el cargo de director, y ha constituido un foro importante para que los directores de anp presenten al Consejo para su opinión los programas operativos anuales, sometan a discusión sus anteproyectos de Programa de Manejo y reciban reco-mendaciones para resolver los con-flictos más importantes a los que se están enfrentando. Ante la necesi-dad de opinión del Consejo en te-mas específicos que solicita la auto-ridad, se forman comisiones en su seno que elaboran las recomen-daciones colegiadas necesarias para la toma de decisiones en asuntos como la incorporación de anp al sistema nacional, el decreto de nue-vas áreas para cubrir la representa-tividad de ecosistemas y la opinión sobre proyectos de desarrollo en te-rrenos de anp, entre otros.

Es claro que el Consejo ha sido un excelente espacio de vincula-ción entre los procesos que ocu-rren en la sociedad y en el gobier-

1 Facultad de Ciencias, unaM.2 Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas, Se-

marnat.3 Natura y Ecosistemas Mexicanos, A.C.

Reserva de la Biosfera Sierra Gorda, Querétaro.

Parque Nacional Cumbres de Monterrey, Nuevo León.

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impulso al manejo sustentable del bosque en ejidos y comunidades Sergio Madrid 1

Hasta fines de la década de 1970, casi la totalidad de los bosques y selvas de México se encontraban sujetos a regí-menes de veda o bien bajo concesiones forestales a em-presas privadas y paraestatales. Bajo este régimen, las co-munidades y los ejidos dueños de los terrenos forestales debían cumplir con ordenamientos gubernamentales que limitaban severamente el acceso a sus recursos. Frente a esta situación, en los primeros años de la década de 1980, decenas de comunidades y ejidos se organizaron y em-prendieron una intensa lucha contra esta política, la cual incluyó la obstaculización de las actividades de extrac-ción forestal de las empresas madereras en ocho estados del país. Estas y otras acciones obligaron al gobierno a cambiar radicalmente la política forestal nacional y se modificó el marco legal, y por primera vez se estableció que los permisos de aprovechamiento podrían expedirse únicamente en favor de los propietarios legales de los te-rrenos forestales y ya no más a empresas concesionarias.

Como resultado de este logro, decenas de comunida-des gestionaron sus permisos de aprovechamiento fores-tal y conformaron sus propias empresas forestales. Desde entonces y hasta la fecha, unas 2 400 comunidades y eji-dos, con derechos de propiedad sobre más de 6 millones de hectáreas, han dado pasos importantes en la ruta ha-cia la protección y el uso sustentable de bosques. Diver-sos estudios han mostrado que, cuando se permite a las comunidades manejar sus tierras forestales y obtener be-neficios del bosque, se logran resultados positivos en términos de conservación, logrando además dinamizar la economía regional, impulsar el desarrollo comunitario y fortalecer la gobernabilidad local.

En este contexto, un conjunto de organizaciones de la sociedad civil y académicos comprometidos con las co-munidades que luchaban por el control de sus territorios decidieron fundar en 1993 el Consejo Civil Mexicano para la Silvicultura Sostenible (CCMss) para promover el fortalecimiento de las comunidades forestales mediante el desarrollo de sus potencialidades, el planteamiento de propuestas de política forestal y la creación de mecanis-mos de financiamiento.

En sus 15 años de operación, el CCMss ha contribuido a posicionar la silvicultura comunitaria en la agenda gu-bernamental y ha impulsado el manejo sustentable de los bosques y la conservación comunitaria en amplias regiones rurales del país. Algunos de sus resultados más importantes son:

Certificación forestal: con el propósito de crear un me-canismo de reconocimiento a los esfuerzos de los due-ños de los terrenos forestales comprometidos con el ma-nejo sustentable del bosque, el CCMss participó en la iniciativa internacional para el desarrollo del esquema de certificación forestal del Forest Stewardship Council. Además impulsó la certificación de más de 700 000 hec-táreas de bosques comunitarios en México.

Mecanismos económicos para la sustentabilidad forestal: en coordinación con sus socios, Mabio y Gaia, el CCMss trabajó en el diseño y puesta en marcha de mecanismos locales de pago por servicios ambientales del bosque, en favor de comunidades en las cuencas de Cerro Grande, Colima, Amanalco, Estado de México y Copalita, Oaxa-ca. Estas iniciativas que incluyen 400 000 hectáreas han dado pasos importantes hacia la formalización de arre-glos locales que permitan la corresponsabilidad en la solución de los problemas ambientales de las cuencas, desde una perspectiva de manejo del territorio en su conjunto y no sólo de las áreas arboladas.

Investigación: el CCMss ha colaborado con institucio-nes nacionales e internacionales como la unaM, la Cona-for, la fao, la Universidad de Indiana, la Semarnat, el Banco Mundial y el pnud en el desarrollo de investigacio-nes sobre comunidades y temas forestales y ha participa-do en la publicación de más de 70 libros, artículos, guías y notas informativas

Fondo para la conservación y el manejo forestal: recono-ciendo la base económica y social del fenómeno de la deforestación, el CCMss desarrolla con comunidades y ejidos proyectos de uso sustentable y conservación en los bosques y las selvas para garantizar la permanencia de la cobertura forestal. Con la participación del banco HSBC Seguros se apoyó durante 2008 y 2009 a 54 co-munidades y ejidos para lograr la conservación de más Sello certificador del Forest Stewardship Council.

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de 65 000 hectáreas de bosques, selvas y manglares de nueve estados del país.

Política forestal: el CCMss ha participado en diversos es-pacios de construcción de la política forestal del país. Desde 1993 es consejero titular del Consejo Nacional Fo-restal y sus socios forman parte de los consejos estatales forestales de Oaxaca, Veracruz, Jalisco y Quintana Roo. Además, contribuyó en el diseño inicial de los programas de desarrollo forestal comunitarios (Procymaf y Prode-for) y del Programa de Pago por Servicios Ambientales.

Confluencia de organizaciones: el CCMss, junto con di-versas organizaciones de productores y organizaciones no gubernamentales, conformó el Grupo Bosques (G-

Bosques), que impulsa el análisis de la problemática fo-restal y la generación de propuestas de política forestal.

Adopción del redd: la reducción de emisiones por de-forestación es una pieza clave para abatir los impactos del cambio climático en el ámbito planetario. Al mismo tiempo, las comunidades rurales de México son alta-mente vulnerables a los efectos de este fenómeno, por lo cual, el CCMss lleva a cabo proyectos piloto en cuatro estados del país enfocados en la generación de un esque-ma redd+ que garantice el manejo activo del bosque y no reduzca los derechos de las comunidades.

Aprovechamiento forestal en San Juan Tepeuxila, Oaxaca.

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1 Consejo Civil Mexicano para la Silvicultura Sostenible.

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Gobernanza para el manejo de cuencas: Sergio Graf,1

el caso del río ayuquila Eduardo Santana,2 Arturo Pizarro3

pios (Zapotitlán de Vadillo, Tolimán, Tuxcacuesco, Tonaya, El Limón, El Grullo, Autlán de Navarro y Unión de Tula), en colaboración con una dependen-cia federal y una institución académica con presencia local (la Reserva de la Biosfera Sierra de Manantlán y el Instituto Manantlán de Ecología y Conservación de la Biodiversidad de la Universidad de Guadalajara), firmaron un compromiso para la ejecución conjunta de proyectos de gestión ambiental en el marco de la cuenca y crearon un fideicomiso privado que recibió aportaciones de los tres órdenes de gobierno. Poste-riormente se incorporaron aliados estratégicos como las secretarías de Desarrollo Rural y de Medio Am-biente para el Desarrollo Sustentable del Estado de Jalisco y la Fundación Manantlán para la Biodiversi-dad de Occidente, A.C., e integraron dos municipios adicionales (Ejutla y San Gabriel), incidiendo en un territorio de 4 100 km2. La iniciativa logró represen-tación en la Comisión de la Cuenca del Río Ayuquila-Armería (de la Conagua), asegurando así una adecua-da interfase con otros actores regionales, incluyendo dependencias del estado de Colima. En 2007 se con-formó la Jira como organismo público descentraliza-do con personalidad jurídica, patrimonio, presupues-to y régimen jurídico propios.

La Jira funciona como oficina de servicios técnicos especializados de y para los municipios, apoyándolos

La asociación de 10 municipios situados en la cuenca del río Ayuquila, en Jalisco, y sus acuerdos con insti-tuciones locales para resolver problemas ambientales constituyen un ejemplo exitoso de cómo, en el marco de la descentralización, las reformas al Art. 115 cons-titucional y la aplicación de la Agenda 21, deben reva-lorizarse los gobiernos municipales como espacios locales para el manejo de recursos naturales y la ges-tión ambiental.

El río Ayuquila-Armería, en los estados de Jalisco y Colima, delimita la frontera norte de la Reserva de la Biosfera Sierra de Manantlán y constituye una región hidrológica prioritaria nacional que alberga cinco áreas naturales protegidas, una alta diversidad de es-pecies endémicas y amenazadas, y tres grandes presas que irrigan 54 000 hectáreas de cultivos. Durante 30 años, la contaminación por las descargas de aguas re-siduales de la industria azucarera y de los asentamien-tos humanos ha sido uno de los principales factores de deterioro de la parte media del río, que recurrente-mente afectaba la salud y las fuentes de alimento de poblaciones ribereñas de tres municipios considera-dos entre los más marginados de Jalisco.

La creación de la Junta Intermunicipal de Medio Ambiente para la Gestión Integral de la Cuenca Baja del Río Ayuquila (Jira) fue un largo proceso que se empezó a formalizar en 2001 cuando ocho munici-

Acuerdo político Acuerdo administrativo-legislativo

Etapa 2,en proceso

Etapa 1,consolidada

Mecanismo definanciamiento

Planes y programas

Alianza intermunicipalcon otros actores y

órdenes de gobiernopara la gestión

ambiental a nivel decuenca o litoral

Creación de figuraorganizativa con

personalidad jurídica,patrimonio propio y

estructura: OPD (opción AC)

Fideicomisoy

comité técnico(mismos que OPD)

Municipios

Acciones territorialesy de gestión en cadaunidad municipal

y acciones comunes

Modelo de institucionalización para el río Ayuquila.

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Como mecanismo innovador de gobernanza am-biental para el desarrollo municipal, la Jira fomenta la transversalidad de las políticas públicas, ha servido como caso de estudio y ha recibido premios en foros nacionales e internacionales. Ha demostrado que a] los ayuntamientos pequeños con pocos recursos pueden aprovechar, mediantes acuerdos de colaboración, la ca-pacidad técnica de individuos e instituciones existentes en sus territorios; b] las sinergias interinstitucionales dan lugar a nuevas oportunidades nacionales e interna-cionales, generalmente inaccesibles en el nivel de cada municipio, para el financiamiento y el fortalecimiento de sus capacidades; c] las alianzas sociales crean un mayor capital social que permite una negociación más efectiva para obtención de apoyos, y d] al depender de 10 ayuntamientos, no sólo de uno, se ofrece mayor ca-pacidad de maniobra a los presidentes municipales para resistir la presión de intereses privados que son penalizados por infringir reglamentos ambientales. Por último, estos arreglos institucionales, contando con in-centivos federales y estatales, ofrecen excelentes opor-tunidades para establecer una agenda local de largo plazo en materia de mitigación y adaptación al cambio climático.

para cumplir a cabalidad sus atribuciones de gestión territorial. Mediante programas de educación am-biental y participación ciudadana logró consensos so-ciales sobre una visión futura del río. Este proceso elevó las quejas ciudadanas en materia de salud pú-blica y medio ambiente a los más altos foros estatales y agrupó a más de 1 000 ciudadanos voluntarios (Grupo Súmate). Estas dinámicas sociales han impul-sado la continuidad de los programas entre las admi-nistraciones municipales (incluso cuando se han pre-sentado cambios de partido político gobernante), han catalizado la colaboración intermunicipal en otros ámbitos, creando nuevos espacios de negociación y resolución de conflictos, y han sostenido el apoyo económico del congreso estatal. Se consiguió revertir los niveles de contaminación del río, logrando cero descargas de la industria azucarera y nuevas iniciati-vas para control de la contaminación urbana (inclu-yendo la primera planta de tratamiento de aguas ne-gras en la cuenca). También se consolidó el primer programa intermunicipal de reciclado de desechos sólidos del estado. La Jira creó nuevos vínculos inter-nacionales con organizaciones y gobiernos de Cana-dá, Estados Unidos y España, y ha sido un modelo para la creación de otros esquemas, como la Alianza para la Gestión Integral de la Costa Norte de Yucatán, la Asociación Intermunicipal de la Cuenca del Lago de Chapala y los Sistemas Intermunicipales de Ges-tión Integral de Residuos Sólidos (Simar) de Jalisco.

Cuenca de Ayuquila, Jalisco.

1 Comisión Nacional Forestal.2 Instituto Manantlán de Ecología y Conservación de la

Biodiversidad, Universidad de Guadalajara-Cucsur.3 Junta Intermunicipal de Medio Ambiente para la Gestión

Integral de la Cuenca Baja del Río Ayuquila.

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por el Fondo Monarca para conservar sus bosques. Esta estrategia fue construida con la participación de todos los actores involucrados: el gobierno fede-ral, los ejidatarios dueños de la tierra, el Fondo Mundial para la Naturaleza (wwf) y el Fondo Mexi-cano para la Conservación de la Naturaleza (fMCn), e inició su operación con una donación de la Fun-dación Packard de Estados Unidos, del gobierno fe-deral y de los gobiernos de Michoacán y del Estado de México. Sin embargo, a partir del año 2003 se documentó el aumento de tala ilegal en las zonas agrarias que no estaban incluidas en este Fondo (véase la gráfica).

Como respuesta al incremento de la tala ilegal, el Programa Mariposa Monarca del wwf ha promovido varias iniciativas. Además de actividades de monito-reo del bosque y de las colonias de mariposas, se organizó el Foro Regional Mariposa Monarca como espacio anual en el que todos los actores institucio-nales y sociales se reúnen para analizar, discutir y proponer soluciones coordinadas a la problemática regional. El Foro Monarca ha incrementado la cola-boración institucional, la proposición conjunta de prioridades en aspectos de participación social, de proyectos productivos, de investigación y de educa-ción ambiental. Ha permitido la interacción directa de comunidades de la región con las autoridades y la continua solicitud para intervenir en contra de la tala ilegal organizada. Además permitió una mayor inversión estatal y finalmente la concurrencia finan-ciera entre varias organizaciones, incluyendo el pago por servicios ambientales de la Comisión Nacional Forestal.

Por otra parte, los incentivos económicos del Fon-do Monarca han sido invertidos por varias de las co-munidades y ejidos en proyectos sociales, adquisición de vehículos para la vigilancia y en las brigadas de vigilancia comunitaria. También se han organizado intercambios de autoridades comunales y ejidales con comunidades de Oaxaca líderes en el manejo forestal sustentable, para promover estas actividades en la re-gión de la monarca.

En las comunidades y los ejidos receptores de fi-nanciamientos del Fondo Monarca ha disminuido la tala ilegal. La zona con mayor deforestación durante los pasados años ha sido la comunidad indígena Cres-cencio Morales, que no participaba en el Fondo por problemas de falta de claridad en su tenencia de la tierra. Sin embargo, recientemente esta comunidad se incorporó al Fondo Monarca, se implementó la vigi-

La Reserva de la Biosfera Mariposa Monarca es una de las áreas protegidas más importantes en México y a su vez de las más complejas por sus conflictos sociales. En esta área de 56 259 hectáreas pasa cinco meses al año la población de mariposas monarca que migra desde Estados Unidos y Canadá. El fenómeno de la migración y la hibernación de la monarca es único en el mundo y de ahí su relevancia: actualmente está in-cluida en la lista de sitios que forman parte del Patri-monio Natural de la Humanidad.

La tenencia de la tierra en la Reserva es un gran rompecabezas integrado por alrededor de 100 nú-cleos agrarios o tipos de dueños de la tierra (comuni-dades indígenas, ejidos y pequeñas propiedades, así como una propiedad federal y otra estatal), cuyo teji-do social es frágil, situación que determina una orga-nización interna débil.

Desde el año 2000, la mayoría de los dueños de la zona núcleo son incentivados económicamente

Participación social y gobernanza para la conservación: el Foro mariposa monarca Carlos Galindo1

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Cambios en la superficie degradada en la zona núcleo de la Reserva de la Biosfera Mariposa Monarca,

de 2001 a 2009 (fcmm, 2009).

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lancia comunitaria y se instaló un vivero forestal, y los resultados en 2009 fueron la reducción de la defores-tación en esta zona (fCMM, 2009).

El aumento de la participación social en esta región ha sido consecuencia de la constante y permanente participación de una organización civil que ha sabido adaptarse a las rápidas presiones y cambios sociales. Al principio (2002), el Programa Mariposa Monarca de wwf sólo se dedicaba al monitoreo de la cobertura forestal para respaldar los incentivos del Fondo Mo-narca. Como respuesta al incremento de la tala ilegal, el programa evolucionó a un enfoque integral que, además de proporcionar los incentivos económicos por parte del Fondo, promueve la formación y el mantenimiento de comités de vigilancia, participa en la restauración de hábitats, apoya alternativas econó-micas para los pobladores de la región, incluyendo la instalación y funcionamiento de ocho viveros foresta-les en siete comunidades con producción anual de alrededor de 1.3 millones de plántulas; promueve los planes de manejo forestal sustentable, ordenamientos comunitarios y los planes de turismo comunitario. Gran parte de estas actividades se han podido desa-rrollar gracias al apoyo de algunas empresas del sector privado.

También ha impulsado, mediante el Foro Monar-ca, la coordinación de acciones entre instituciones del gobierno federal, del gobierno estatal y de los eji-datarios y comunidades de la región. Además, ha ex-pandido las bases científicas para el manejo de áreas protegidas por medio de un programa de monitoreo estacional de la población mundial de mariposas mo-narca durante su estancia en México desde 2004 y ha promovido la planeación internacional de la conser-vación de la monarca en toda Norteamérica.

1 Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Bio-diversidad.

Almácigo de plántulas para reforestación.

Visitantes en la Reserva.

Centro de interpretación, Reserva de la Biosfera Mariposa Monarca. Restauración ambiental.

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Los museos contemporáneos tienen una función social y educativa de gran relevancia. Algunos de ellos han orien-tado sus esfuerzos para promover en sus visitantes una reflexión crítica y de conciencia sobre los temas que es-tán relacionados con el medio ambiente. El Papalote • Museo del Niño, desde hace 17 años, ofrece a los niños y a sus familias un espacio de convivencia y comunica-ción que contribuye a su crecimiento y desarrollo inte-lectual. Por medio del juego, la imaginación y las expo-siciones interactivas experimentan, participan, conocen, explican, sienten, cuestionan y comprenden el mundo que los rodea.

Papalote ha creado sinergias con diversos sectores para promover en sus visitantes la reflexión acerca de la naturaleza y crear conciencia de los retos que enfrenta la humanidad ante la crisis planetaria que está viviendo, tanto de manera local como global. Por ello, en cada pro-yecto emprendido le interesa incrementar una concien-cia de apreciación del entorno natural, adquirir el cono-cimiento necesario para formar actitudes y valores, obtener capacidades para la protección del medio am-biente y fomentar una participación activa para la toma de decisiones asertivas. Así, desde 1993, Papalote abor-da estos temas utilizando para ello exposiciones tempo-rales, talleres, películas y programas, en donde los men-sajes y conceptos principales están enfocados en mostrar la relación que existe entre naturaleza, sociedad y medio ambiente.

En sus inicios, el Museo tenía una zona llamada Nues-tro Mundo, en la que el contenido de sus exposiciones se relacionaba con ecosistemas, energía, reciclado de papel y el Árbol Ramón, icono inconfundible del Museo, gracias al cual varias generaciones de niños, al “treparlo”, han conocido la diversidad de especies que habitan en él.

Para llevar la experiencia del Papalote a más niños mexicanos se crea Papalote Móvil, un proyecto viajero que trasladó las exposiciones más exitosas a otras comu-nidades en el país. De 1996 a 2007, un equipo entusias-ta e innovador viajó con sus sueños y exposiciones del norte al sur del país, llegando a Guatemala; muchas de ellas dejaron una huella imborrable en cada punto que tocaron.

En 2002, el Museo inicia su renovación y establece que una de las zonas temáticas, Pertenezco, deberá inte-grar todo lo relacionado con el medio ambiente y su cui-dado. En esta área destacan exposiciones donde los niños

aprenden, en relación con el consu-mo, qué es reusar, reducir y reciclar; conocen la biodiversidad en la sala que lleva su nombre; comprenden qué es el cambio climático; descubren cuáles son las energías alternativas, etc.; el mensaje es claro “pertenece-mos a la Tierra y somos responsables de cuidarla”.

Para complementar la experiencia educativa, el Museo se apoya en la Megapantalla iMax, que exhibe pelí-culas de contenido educativo. Planeta Azul fue la primera de ellas, y desde entonces se han presentado otras pe-lículas vinculadas con océanos y sus

especies, contaminación, clima, recursos naturales, con-servación ambiental, etcétera.

Una de las responsabilidades más importantes que tiene el proyecto educativo del Papalote es la de renovar y actualizar de manera permanente los contenidos. De-bido a esto, la Sala de Exposiciones Temporales ha al-bergado, a lo largo de los años, una amplia variedad de exposiciones nacionales e internacionales; las primeras con el sello Papalote, mientras que las segundas provie-nen de los mejores museos de ciencia en el mundo. Las más exitosas y visitadas han sido aquéllas relacionadas con el entorno natural, entre las que destacan Monar-ca… mariposa sin fronteras, Amos de la noche, México en-tre mares, ¡Viva el agua!, Cambio climático y La neta del planeta.

Cabe mencionar que el Papalote, en su propósito de crear propuestas novedosas e innovadoras, ha compar-tido y plasmado su experiencia y logros en otros pro-yectos. Un claro ejemplo de ello es el Museo Laberinto de las Ciencias y las Artes, ubicado en San Luis Potosí. Es un espacio que refleja no sólo las tendencias actuales de la ciencia, la tecnología y el arte, sino la preocupa-

Papalote • museo del niño: volando, innovando y transformando Marinela Servitje1

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inculcando los valores, los conocimientos y las capaci-dades necesarios ante los retos sociales, económicos y científico-tecnológicos que enfrentarán como adultos en el siglo xxi.

El Museo seguirá buscando retos, caminos y nuevas maneras de difundir el conocimiento que se logra día a día en nuestro planeta, para coadyuvar en el desarrollo de las mentes de quienes serán los adultos creativos, ca-paces de transformar el mundo del mañana.

ción por la educación ambiental referida en la sala La Naturaleza.

Mirar hacia adentro ha sido fundamental para el Pa-palote, por lo que tomó la decisión de realizar una eva-luación que proporcionó información importante sobre el aprendizaje de los niños en el Museo. El estudio refle-jó que, al visitarlo, los niños aprenden ante todo actitu-des positivas, habilidades psicomotoras y conocimientos de ciencias naturales; conciben el Museo como un lugar de inspiración creativa.

Con base en todo esto así como en la importancia que ha adquirido en nuestros días el tema de la susten-tabilidad, el Museo se ha fijado un nuevo reto, la crea-ción de Papalote Verde Monterrey, un museo interactivo pensado para que el visitante desarrolle una responsabi-lidad ambiental que dure toda la vida, transmitiendo e

Sede / Área Total de visitas

Papalote Museo del Niño 33 966 652a

Papalote Móvil 5 650 834Megapantalla iMax 3 078 243b

Exposiciones temporales 425 318c

Exposiciones itinerantes 221 796d

a Desde 1993 hasta agosto de 2010.b En 16 películas sobre medio ambiente.c En cuatro exposiciones sobre medio ambiente.d En dos exposiciones sobre medio ambiente.

1 Directora de Papalote • Museo del Niño.

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teau. Realizó para la televisión mexicana varias se-ries de capítulos semanales como Nuestro amigo el mar y El mundo submarino de Ramón Bravo, en la que son famosas las escenas de tiburones y orcas, y de buceo espeleológico en cenotes de la Península de Yucatán.

Es en la unaM donde surgen diversas iniciativas para difundir la temática con una posición crítica y sustentada en información generada por la propia institución. Investigadores y estudiantes de carreras científicas de la Universidad se vincularon con el

Centro Universitario de Estudios Cinematográficos. Las aportacio-nes del Instituto de Geografía fue-ron dadas a conocer en Clarión (1976), de Jack Lach. Ese mismo año Fulvio Eccardi, con el pro-pio Lach, realizó para el Instituto de Biología Isla Isabel (1976); Joa-quín Berruecos y Manuel Martí-nez Velázquez produjeron Aves en peligro (1981), sobre la ame-naza de extinción del pavón y otros crácidos mexicanos; Iván Trujillo realizó para la Filmoteca de la unaM Tortuga laúd (1983), en torno a la sobreexplotación de los quelonios marinos. En aso-ciación con el Canal 11 fueron producidos 40 capítulos de la se-rie Vida en peligro (1982-1983),

sobre la fauna y flora mexicanas. Algunos se hicieron acreedores al Ariel al Mejor Documental, como Mo-narca… adivinanzas para siempre (1988), de Trujillo. Mención aparte merece Cascabel (1978) de Raúl Arai-za, quien desde el cine comercial aborda el tema de los indígenas lacandones y la destrucción de su selva.

En la década de los ochenta se sumó a la divulga-ción la publicación de libros con fotografías de la ri-queza natural de México y el apoyo de empresas priva-das. Aunque de circulación restringida, fueron un importante instrumento para llamar la atención sobre la pérdida de nuestros ecosistemas y la amenaza de extinción de sus especies, e influyeron en la visión de políticos y empresarios de alto nivel. En 1984, Patricio Robles Gil publica el libro pionero Ecosistemas de Méxi-co y más tarde, junto con Eccardi y Javier de la Maza, Tierra del quetzal y del jaguar (1987), sobre la impor-tancia de la biodiversidad de Chiapas. Al mismo tiem-po, el Fondo de Cultura Económica, que había empe-

Durante la primera mitad del siglo xx, con el auge mundial de la impresión de libros y revistas, y más tarde con el éxito del cine y la televisión, se desarrolló un amplio abanico de temas de difusión para diferen-tes públicos. En América, particularmente en Estados Unidos, la revista National Geographic y diversos do-cumentales y películas difundieron en forma masiva diferentes aspectos de bellezas paisajísticas, parques nacionales y fauna carismática. La fauna de África, mítico continente “salvaje”, cautivó a un amplio pú-blico que empezó a conocer y a sorprenderse con las maravillas de la naturaleza.

En México fue inicialmente el cine el que presentó temas de na-turaleza. En 1931, durante la “época de oro” del cine nacional, se proyectaban noticieros, a ma-nera de preámbulo a la exhibición de las cintas en cartelera, que en ocasiones tocaban la temática del medio ambiente. Un ejemplo fue Nace un volcán (1943), realizado por Luis Gurza y Villarreal sobre la abrupta aparición del Paricutín, en Michoacán.

En ese contexto surge la figura del biólogo y documentalista Car-los Velo, quien, con el apoyo de Manuel Barbachano, realizó Tie-rra de chicle (1952); ambos difun-dieron notas alusivas a las ciencias naturales en los noticiarios Telerrevista y Cine Verdad. Velo fue figura clave en el inicio de la divulgación de nuestro patrimonio natural, por medio del cine y la televisión, e influyó en la formación de decenas de jóvenes cineastas que de una u otra forma abordarían a partir de entonces esa temática.

Con la llegada de la televisión, los noticiarios cine-matográficos perdieron actualidad, aunque siguieron exhibiéndose en los cines comerciales hasta muy entra-dos los años ochenta. El especialista de ese género fue Demetrio Bilbatúa, quien en algunos de sus trabajos hizo referencia a aspectos de la naturaleza, como en El mar de Cortés (1967), Plan Chontalpa (1969) y Quinta-na Roo (1970).

La riqueza biológica de nuestros océanos fue dada a conocer por el buzo Ramón Bravo, quien a fines de los sesenta destacó por su trabajo de fotografía submarina con equipos extranjeros como el del ita-liano Bruno Vailati y el del propio Jacques Cous-

divulgación para la conservaciónIván Trujillo,1 Javier de la Maza,2 Antonio Bolívar3

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zado a editar libros de corte científico, emprende una serie de divulgación profusamente ilustrada que arran-ca con el libro de Roberto de la Maza Ramírez Maripo-sas mexicanas (1987).

Estas obras detonan el inicio de una amplísima pro-ducción editorial y filmográfica sobre la fauna, la flora y los ecosistemas de México, que es realizada por ins-tituciones académicas, empresas privadas y los gobier-nos federal y estatales. Destacan en cuanto a publica-ciones Agrupación Sierra Madre, dirigida por Robles Gil, por su vasta obra siempre acompañada de exce-lentes fotografías, y en cuanto a material fílmico, Fa-bricio Feduchy, quien inició su carrera con Luna de fuego verde (1992), documental sobre la destrucción de las selvas, y continuó produciendo para el Canal 11 varias series exitosas, entre las que sobresalen Los últi-mos santuarios (1996) y México azul (1998). En 1995, la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad empezó a publicar el boletín de divul-gación Biodiversitas, del que acaba de aparecer el nú-mero 92. Cabe mencionar también las exposiciones fotográficas del Paseo de la Reforma, en las rejas del Zoológico de Chapultepec, que se iniciaron en 2003 con La Tierra vista desde el cielo, de Yann Arthus-Ber-trand; al año siguiente, la del biólogo y fotógrafo Ec-cardi con el tema México, naturaleza viva, y más tarde la del Corredor Biológico Mesoamericano-México. To-das ellas tuvieron un gran impacto en el amplísimo público general que las visitó.

Todo este esfuerzo de difusión sobre la importan-cia de la riqueza natural de México y la necesidad de conservarla —y sobre el provecho racional que pode-mos obtener de ella— ha influido de diversas mane-ras en la sociedad mexicana, desde la receptividad y el entendimiento que ahora tienen quienes toman las grandes decisiones en las empresas privadas y en las diferentes esferas de los gobiernos hasta la informa-ción que hoy posee la ciudadanía en general. Es muy probable también que el boom de estudiantes de la carrera de biología, a mediados de los años setenta, se haya debido, al menos en buena parte, al comienzo de la difusión en la televisión comercial de varias se-ries de documentales sobre la naturaleza, como los mencionados.

Reconocemos que en nuestro país la divulgación so-bre temas ambientales nacionales comenzó tarde y para un sector reducido, comparado con el de países desa-rrollados, pero no cabe duda de que ha crecido; es ne-cesario seguirla fomentando con mayor fuerza para que llegue a todos los rincones del país. La publicación de este libro sobre proyectos exitosos para conservar nuestro patrimonio natural es un ejemplo de esto.

1 Director del Festival de Cine de Guadalajara.2 Natura y Ecosistemas Mexicanos, A.C.3 Editor científico.

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