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ISSN 2408-3801 (Edición magnética)

ISSN 1853-1296 (Edición Online)

Volumen [16:2]Buenos Aires, 2018

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La Zaranda de Ideas es una revista anual con referato que pertenece al Núcleo

Básico de Revistas Científicas. Esta publicación tiene como objetivo la difusión de

resultados de investigaciones de estudiantes de grado y egresados recientes de

carreras de arqueología o disciplinas afines. La Zaranda de Ideas acepta contribu-

ciones vinculadas a arqueología, antropología, bioantropología, historia, patrimo-

nio y temas afines vinculados con la diversidad cultural en tiempo y espacio. Los

autores firmantes son responsables del contenido de sus escritos, de adecuar sus

trabajos a nuestra guía estilística, de la exactitud de los datos consignados, de la

correcta atribución de las citas y referencias bibliográficas, de los derechos lega-

les por la publicación del material enviado y del apropiado manejo y tratamiento

de las cuestiones relacionadas con la coautoría del mismo. No podrán presentarse

manuscritos que están a consideración de otras publicaciones. La convocatoria es

permanente, los trabajos pueden enviarse durante todo el año. Las Normas Edito-

riales se encuentran disponibles en www.lazarandadeideas.com.ar.

La Zaranda está incluida en:

Núcleo Básico de Revistas Científicas

Catálogo Latindex (folio nº 18238)

Indizado por Anthropological Literature

(Harvard University, hollis catalog number 010132040)

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SCOPUS

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Biblioteca Dialnet

(2018) Volumen 16 (2) - ISSN 2408-3801 (edición magnética)- ISSN 1853-1296

(edición online)

Hecho el depósito que marca la Ley 11.723

La Zaranda de Ideas. Revista de Jóvenes Investigadores en Arqueología

Propietario: Asociación de Arqueólogos Profesionales de la República Argentina.

Presidente: Dr. Gustavo Barrientos.

Florida 823, 2do piso, of. 202 (1005) Ciudad Autonoma de Buenos Aires.

[email protected] - www.lazarandadeideas.com.ar

N° de registro DNDA edición magnética: 5342091

N° de registro DNDA edición online: 5341885

LA ZARANDA DE IDEAS. REVISTA DE JÓVENES INVESTIGADORESEN ARQUEOLOGÍA

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DIRECTORA

Daniela Cañete Mastrángelo

Lic. en Ciencias Antropológicas, FFyL (UBA)

CONICET

COMITÉ EDITORIAL

Paula Funes

Estudiante de Ciencias Antropológicas, FFyL (UBA)

Patricio Kohan

Lic. en Ciencias Antropológicas, FFyL (UBA)

Instituto de Arqueología (FFyL-UBA)

Lucrecia Baluczynsky

Estudiante de Arqueología (UNCa)

Valeria Elichiry

Lic. y Prof. en Ciencias Antropológicas, FFyL (UBA)

CONICET

Martina Di Tullio

Estudiante de Ciencias Antropológicas, FFyL (UBA)

Eugenia Ahets Etcheberry

Estudiante de Ciencias Antropológicas, FFyL (UBA)

Carolina Prieto

Lic. en Ciencias Antropológicas, FFyL (UBA)

CONICET

Romina Florencia Heras

Prof. en Ciencias Antropológicas, FFyL (UBA)

Emiliano Bentivenga

Lic. en Antropología, FCNyM (UNLP)

CONICET

María del Lujan Galvano

Estudiante de Ciencias Antropológicas, FFyL (UBA)

Analista de Sistemas, ESBA

Mercedes Rouan Sirolli

Prof. en Ciencias Antropológicas, FFyL (UBA)

Instituto de Arqueología (FFyL-UBA)

María Lujan Fiel

Estudiante de Edición, FFyL (UBA)

Diseñadora gráfica, FADU (UBA)

María Victoria Fiel

Estudiante de Ciencias Antropológicas, FFyL (UBA)

Julia Merler Carbajo

Estudiante de Ciencias Antropológicas, FFyL (UBA)

Instituto de Arqueología (FFyL-UBA)

Sonia Mariel Araya

Estudiante de Ciencias Antropológicas, FFyL (UBA)

COMITÉ ACADÉMICO

Dr. Alejandro Acosta

CONICET - INAPL

Dra. Elvira Inés Baffi

CONICET - Museo Etnográfico Juan Bautista Ambrosetti -

UBA

Dr. Ramiro Barberena

CONICET - Laboratorio de Geoarqueología - UBA - UNC

Dr. Luis Alberto Borrero

CONICET - IMHICIHU - UBA

Dra. Adriana Callegari

Instituto de Arqueología, - UBA

Lic. María Magdalena Frère

Instituto de Arqueología - UBA

Dr. Luis González

CONICET - Instituto de Ciencias Antropológicas - UBA

Dra. María Isabel González

Instituto de Arqueología - UBA

Dr. Daniel Loponte

CONICET - INAPL

Dra. Liliana M. Manzi

CONICET - IMHICIHU - UBA

Dr. Javier Nastri

CONICET - Fundación Felix de Azara - UBA

Dr. Axel Nielsen

CONICET - INAPL - UNC

Dr. Daniel Olivera

CONICET - INAPL - UBA

Dra. Paola S. Ramundo

CONICET - UBA

Dra. Myriam Tarragó

CONICET - Museo Etnográfico Juan Bautista Ambrosetti - UBA

Dra. Beatriz N. Ventura

CONICET - Instituto de Arqueología - UBA

Dra. Verónica I. Williams

CONICET - Instituto de Arqueología - UBA

Dr. Hugo D. Yacobaccio

CONICET - Instituto de Arqueología - UBA

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AUSPICIOS INSTITUCIONALES

Secretaría de Cultura de la Presidencia de la Nación

Resolución Nº 1715

Facultad de Ciencias Naturales y Museo,

Universidad Nacional de La Plata (UNLP)

Resolución Nº 249/2004

Facultad de Filosofía y Letras,

Universidad de Buenos Aires (UBA)

Resolución Nº 3300

Facultad de Humanidades y Artes,

Universidad Nacional de Rosario (UNR)

Resolución Nº 969/2004

Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales,

Universidad Nacional de Jujuy (UNJu)

Resolución Nº D-164/04

Instituto de Arqueología y Museo, Facultad de Ciencias

Naturales e I.M.L. Universidad Nacional de Tucumán (UNT)

08/06/04

Museo Etnográfico “Juan Bautista Ambrosetti”, Facultad de

Filosofía y Letras, UBA. 17/05/04

Asociación de Arqueólogos Profesionales de la República

Argentina (AAPRA). 05/09/04

Facultad de Humanidades, Universidad Nacional de Salta

(UNSa).

Resolución Nº 1261/05

Instituto de Arqueología, FFyL, UBA. 03/11/08

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EVALUADORES

Dr. Gabriel E. J. López

CONICET. Instituto de Arqueología, FFyL (UBA)

Dr. Virginia M. Salerno

CONICET. Instituto de Arqueología (FFyL-UBA)

Lic. Cristina Bellelli

CONICET-INALP

Dra. Verónica Schuster

CONICET-CENPAT. Instituto de Diversidad y Evolución

Austral

Dr. Leandro Zilio

CONICET / Div. Arqueología, Facultad de Cs. Naturales y

museo - UNLP

Lic. María de los Angeles Andolfo

Facultad de Cs. Naturales y Museo-UNLP

Dra. Mariana Sacchi

INALP. Facultad de Filosofía y Letras (UBA)

Dra. Violeta Di Prado

CONICET. División de Arqueología, Facultad de Cs. Naturales

y Museo-UNLP

Mgtr. Domingo Carlos Nazar

Escuela de Arqueología. UNCA

Dra. Cristina Prieto

Instituto Argentino de Nivología, Glaciología y Cs.

Ambientales.,CONICET, CCT-Mendoza. Instituto de

Arqueologia y Etnología, FFyL-UNCuyo

Dra. Constanza Taboada

CONICET-UNT. Instituto Superior de Estudios Sociales

(CONICET-UNT) e Instituto de Arqueología y Museo

(Facultad de Cs. Naturales e I.M.L., UNT)

Dr. Lucas Pereyra Domingorena

Instituto de las Culturas (IDECU) / UBA-CONICET

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ÍNDICE [16:2]

Mirá donde dejas las basura. Biografía cultural y procesos de formación cultural en

un recinto de Pueblo Viejo de Potrero (Departamento de Cochinoca, Jujuy)

Nahuel Pablo Camargo y María Amalia Zaburlín

Reflexiones sobre los procesos de conformación de colecciones arqueológicas

en Tandil (provincia de Buenos Aires)

Selene Arislur

Cazar y recolectar: Aportes interdisciplinarios para pensar la nutrición en estudios

arqueológicos.

Cecilia Chaile, Sayuri Kochi, Suray A. Pérez y Leandro Ceballos

Caracterización tecnológica, reconstrucción morfológica y analisis de performance

del conjunto de vasijas de el Taco 19 (Sierra del Alto-Ancasti , Catamarca).

Carlos Ariel Barot y Leticia Inés Gasparotti

ARTÍCULOS

7

24

44

79

61

1.

2.

4.

3.

1.

INFORMES

1.

94

Entre cucharines y lapiceras. Una experiencia de difusión arqueológica en escuelas

de Catamarca.

Mauricio Alejandro Barria, Yamila Daiana Batalla, Camila Denise Bottari, Luis Iván

Fasciglione, María Eugenia Gauna, Catalina Martínez Zabala, Eva Velázquez,

M. Cecilia Landini y Federico Wynveldt.

AUTORES

Información de los autores1.

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Nos complace presentarles el número 16 (2) de La Zaranda de Ideas. Aquí conclui-

mos con la presentación de los diversos trabajos recibidos a lo largo del 2018.

En esta edición les acercamos cuatro artículos y un informe que versan sobre di-

ferentes temáticas y que nos permiten mostrar el trabajo de los jóvenes investi-

gadores de nuestro país. Es por ello que nos resulta imprescindible agradecer a los

autores que confiaron en nosotros y a los evaluadores que nos acompañaron en la

construcción de este número de La Zaranda de Ideas.

Antes de concluir esta editorial, queremos despedir y agradecer a Agustina Rughini

y Sofía Gandini, que a partir de ahora emprenderán otros caminos y no seguirán

siendo parte del Comité Editorial. A ellas les decimos GRACIAS por su dedicación,

trabajo y compromiso con este proyecto.

Sin más que decir, los saludamos desde el Comité Editorial y los invitamos a leer

La Zaranda de Ideas 16 (2). Nosotros seguimos trabajando en la producción de la

revista y en nuevos proyectos para seguir creciendo y brindarles un gran espacio

para publicar y encontrar conocimiento científico.

EDITORIAL

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LA ZARANDA DE IDEAS [16:2]

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AÑO 2018 7—23

MIRÁ DÓNDE DEJÁS LA BASURA. BIOGRAFÍA CULTURAL Y PROCESOS DE FORMACIÓN CULTURAL EN UN RECINTO DE PUEBLO VIEJO DE

POTRERO (DEPARTAMENTO DE COCHINOCA, JUJUY)

Nahuel Pablo Camargo1 y María Amalia Zaburlín2

· RESUMEN ·

Se presenta el análisis de la evidencia arqueológica procedente del recinto R1 del sitio Pueblo Viejo de Po-

trero (Departamento Cochinoca, Provincia de Jujuy). El objetivo específico de este trabajo es reconstruir,

mediante el análisis del material recuperado, la funcionalidad de R1 durante su ciclo de uso y abandono, así

como también indagar sobre los procesos de formación cultural que afectaron la distribución de dichos ma-

teriales en el contexto arqueológico. Se siguieron distintas vías para el análisis e identificación de procesos

de formación cultural, generando aportes sobre el cambio de funcionalidad del recinto estudiado a lo largo

de su biografía cultural.

Palabras clave: Puna de Jujuy; Casabindo; Biografía cultural; Procesos de formación cultural; Descarte provisional

LOOK WHERE YOU LEAVE THE GARBAGE. CULTURAL BIOGRAPHY AND CULTURAL FORMATION PROCESSES IN AN ENCLOSURE OF PUEBLO

VIEJO DE POTRERO (COCHINOCA DEPARTMENT, JUJUY)

· ABSTRACT ·

We present the analysis of the archaeological from the R1 enclosure of the Pueblo Viejo de Potrero site, (De-partment Cochinoca, Province of Jujuy). The specific aim of this paper is to reconstruct, by analyzing the re-covered material, the functionality of R1 during their cycle of use and abandonment, as well as to analyze on how cultural formation processes affected the distribution of such materials in the archaeological context. Several lines of research were followed for the analysis and identification of cultural formation processes,

making contributions about functionality changes of the studied enclosure through its cultural biography.

Keywords: Puna of Jujuy; Casabindo; Cultural biography; Cultural formation processes; Provisional discard.

1 CREA-FHyCS-UNJu. Dr. Vidal 1161 (4600), San Salvador de Jujuy, Argentina. Correo: [email protected]

2 CREA-FHyCS-UNJu. Pemberton 506 (4600), San Salvador de Jujuy, Argentina. Correo: [email protected]

Recibido en el mes de septiembre de 2018, aceptado en marzo de 2019.

Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional (CC-BY-NC-SA)

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8

Mirá dónde dejás la basura... Camargo y Zaburlín

INTRODUCCIÓNPueblo Viejo de Potrero (en adelante, P. V. de Potrero)

es un sitio arqueológico ubicado en el tramo medio de

la quebrada homónima, localizado al noroeste del po-

blado actual de Casabindo, Puna de Jujuy. Se trata de

un sitio habitacional de tipo conglomerado (Madrazo y

Ottonello 1966) con recintos rectangulares desiguales,

cuya organización en el espacio tiende a ser ordenada

y homogénea. Trabajos previos plantean que el inicio

de ocupación podría corresponder al periodo de De-

sarrollos Regionales y que las estructuras visibles en

superficie se vincularían con el periodo Inka, quedando

algunos sectores ocupados hasta el Hispano–Indígena

inclusive (Albeck et al. 1996; Albeck y Zaburlín 2008;

Zaburlín 2015).

El objetivo específico de este trabajo es presentar el

análisis de los materiales procedentes del recinto R1 de

P. V. de Potrero, recuperados por Albeck y su equipo en

excavaciones realizadas durante las décadas de 1980 y

2000. La hipótesis de campo pensada originalmente por

estos investigadores consideraba este recinto como un

área habitacional; sin embargo, el análisis de los mate-

riales nos llevó a formular hipótesis alternativas, plan-

teando que la estructura, al menos al momento de su

abandono definitivo, conformaba un depósito de basura

secundaria. De esta manera, el objetivo general de este

trabajo es la reconstrucción de la historia ocupacional

del recinto, identificando elementos que evidencien

cambios en su uso a partir del estudio del registro ar-

quitectónico y de la distribución de los materiales.

APUNTES TEÓRICOS. ARQUITECTURA Y DISTRIBUCIONES, ÁREAS DE ACTIVIDAD E HISTORIAS DE OCUPACIÓNPensar en la historia ocupacional de un recinto es bá-

sicamente pensar en su biografía. Kopytoff (1986) in-

trodujo el concepto de biografía cultural para describir

los cambios en los significados de los objetos. El autor

nos expone el ejemplo de la vivienda de los suku, etnia

de África central, en la que se puede apreciar cómo la

construcción va cambiando de valor, no solo en un plano

meramente utilitario, pasando de ser una vivienda a un

cobertizo para los animales, sino también cómo cambia

su significado culturalmente especificado, brindando

distinta información acerca del estatus del dueño, de la

función de la choza, etcétera (Kopytoff 1986). De esta

forma, el estado físico de la choza en cada período se

corresponde a un uso específico, el cual se relaciona con

un proceso de transformación social que involucra una

sucesión de fases y modificaciones de estatus.

Entonces, podemos considerar que, como cualquier

ítem material, los edificios pasan por procesos de cam-

bio, tanto en su uso como en su significado, desde su

construcción hasta su abandono definitivo. Es posible

pensar en los recintos que componen un asentamiento

como ítems abandonados en diferentes etapas de su

historia de vida (Taboada 2003). La funcionalidad de la

arquitectura y sus cambios en el tiempo están íntima-

mente relacionados con la sociedad que la construyó

y utilizó. Taboada (2005) sostiene que la arquitectura

posee un alto potencial y eficiencia como indicador de

los procesos sociales, debido a su prolongada vida útil

y perduración material en el tiempo, así como su capa-

cidad de adaptarse a los diferentes requerimientos de

los usuarios.

Sin embargo, la funcionalidad de las estructuras

arquitectónicas también puede modificarse sin que se

generen grandes cambios en las construcciones. La or-

ganización del espacio siempre tiene un componente

temporal, y la misma estructura puede convertirse en

un escenario diferente a través de modificaciones ope-

radas mediante la incorporación de distintos elemen-

tos. Según Rapoport (1990), todo escenario está cons-

tituido por tres tipos de elementos: fijos, semi-fijos y

no-fijos. Considerando los ejemplos dados por este au-

tor, se puede plantear que al modificarse los elementos

semi-fijos y las actividades de la gente, un determinado

escenario puede convertirse en uno nuevo. Entonces

los elementos semi-fijos se vuelven indicadores rele-

vantes para el estudio de los cambios de funcionalidad

de una estructura.

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LA ZARANDA DE IDEAS [16:2]

9

AÑO 2018 7—23

En esta línea, otro de los indicadores que pueden

ser utilizados para estudiar los cambios de funcionali-

dad son los análisis de las secuencias de depositación

y la distribución de materiales en las unidades habita-

cionales. Consideramos entonces que los depósitos de

piso son palimpsestos conformados por las actividades

productivas, de limpieza y sus desechos, que a su vez

fueron afectados con distinta intensidad por procesos

naturales postdepositacionales (Wandsnider 1996).

Teniendo en cuenta la posibilidad de procesos de aban-

dono y reutilización en el recinto analizado, se conside-

raron también algunos modelos sobre agregados de de-

secho secundario (Schiffer 1987; Wilson 1994; Deal y

Hagstrum 1995; Tani 1995). A partir de dichos modelos,

un concepto que tendremos en cuenta es el de “descar-

te provisional”, entendido como el almacenaje, en áreas

de poca actividad pero de fácil accesibilidad, de ítems

dañados, que ya no pueden cumplir su función original,

pero que pueden ser reparados o ser potencialmente

reutilizables en una nueva función, o directamente des-

cartados de forma definitiva (Deal 1983; Tani 1995).

ANTECEDENTES DE ESTUDIO EN PUEBLO VIEJO DE POTREROA comienzos de la década de 1980, Albeck identificó

por primera vez este sitio y durante varias campañas se

efectuaron sondeos exploratorios en los recintos 1, 2,

3 y 4, registro arquitectónico, recolección sistemática

de superficie y se excavó la mitad oriental de R1. En la

década del 2000 se realizó el relevamiento planimé-

trico del sector donde se presenta la mejor visibilidad

del sitio (Figura 1), también se completó la excavación

de los recintos R1 y R4, y se efectuó un sondeo en R5.

Algunos avances fueron publicados parcialmente en di-

versos estudios sobre unidad doméstica, arquitectura y

organización espacial (Albeck 1993; Albeck et al. 1996,

1999, 2001; Dip 2005; Zaburlín 2015).

Es necesario comentar brevemente las dataciones

realizadas en el sitio debido a que se han registrado

algunas discrepancias entre los fechados. La primera

muestra, procesada en la década de 1990, provenía del

recinto 4 y brindó un fechado radiocarbónico (LP–519)

(Tabla 1), que ubica la ocupación del sitio entre los siglos

XII y XIII (Albeck et al. 1996). Esta datación presenta-

ba alguna discordancia con los resultados de las exca-

vaciones y la recolección superficial, donde el material

diagnóstico correspondía principalmente al periodo

Inka/Hispano-Indígena y, en menor medida, al periodo

Tardío.

Durante la década del 2000, con el material cerámi-

co del R1 se realizó un análisis de la distribución vertical

de remontajes en fragmentos cerámicos, registrando

que los niveles comprendidos entre los 15 y 50 cm de

profundidad corresponderían a una sola unidad de

depositación (Zaburlín 2015). Por lo tanto, se dataron

muestras de espículas de carbón y restos óseos com-

prendidos en estos niveles (LP-2020 y AA1000155).

Por último, paralelamente a la realización de este tra-

bajo se fechó una nueva muestra del nivel de ocupación

del R4 (LP-2773) (Tabla 1). Estas tres dataciones son

contemporáneas e indican una ocupación más tardía,

aproximadamente entre los siglos XIV y XVI, lo cual

resultaba coherente considerando el material recolec-

tado. Por lo tanto, Albeck consideró que la fecha de la

muestra LP-519, podría deberse al fenómeno old wood

(sensu Schiffer 1986), aunque no se descarta la posibi-

lidad de ocupaciones más antiguas, ya que en la región

son frecuentes los procesos de reocupación de espacios

habitables (Albeck y Zaburlín 2008).

ANTECEDENTES DE ESTUDIOS EN R1, PROCESO DE EXCAVACIÓN Y DATOS ARQUITECTONICOSEl recinto R1 forma parte de un conjunto de estructu-

ras ubicadas en el sector central del sitio. Es un recinto

de planta cuadrangular cuyas dimensiones son 3,40 m

W-E y 4,20 m N-S, con una superficie interior de 14,3

m2. En el tramo central del muro oriental presenta un

vano de acceso de 80 cm de ancho que comunica este

recinto con una estructura de mayores dimensiones. En

cuanto a la técnica constructiva, los muros están levan-

tados con pirca doble (60 - 70 cm de espesor) y argama-

sa. Las rocas empleadas tienen diversos tamaños, ubi-

cándose las más grandes (mayores a 30 cm) en la parte

inferior, continuando con rocas de tamaño mediano (20

por 30 cm). Estas últimas exhiben formas aplanadas y

se encuentran trabadas con otras rocas menores en los

intersticios, presentando en conjunto un lienzo plano

hacia el interior (Albeck 1983).

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Mirá dónde dejás la basura... Camargo y Zaburlín

TABLA 1 · Fechados obtenidos en P. V. de Potrero (publicados en Albeck y Zaburlín 2008, y Albeck 2018)

RECINTO/NIVEL

MUESTRA MATERIAL 14C AP 1 SIGMA AD 2 SIGMA AD

R4 C1 / 35-40 cm

LP-550 Carbón 850 ± 501202-1273

(p 0,9)1149–1291

(p 0,9)

R4 N7 LP-2773 Carbón 460 ± 701432-1500

(p 0,8)1597-1611

(p 0,1)

R1 C2 / 30-50 cm

LP-2020Espículas de

carbón460 ± 90

1415-1511 (p 0,6)

1388-1652 (p 0,9)

R1 C2 /30-50 cm

AA100155 Óseo 557 ± 461401-1440

(p 1)1386-1455

(p 0,9)

FIGURA 1 · Plano de P. V. de Potrero (Albeck et al. 2001). Se destacan en gris las áreas excavadas y en rojo el recinto analizado.

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LA ZARANDA DE IDEAS [16:2]

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AÑO 2018 7—23

Este recinto fue excavado con sistemas disímiles

de registro durante tres campañas, dos realizadas en el

año 1983 y una en el 2000. Durante 1983 se planteó

un sondeo en el centro del recinto con niveles artifi-

ciales de 10 cm, hasta una profundidad de 40 cm. En

la siguiente campaña se completó la mitad oriental del

mismo a través de tres cuadrículas, excavadas por ni-

veles artificiales de 10 cm en los estratos superficiales,

luego continuando con niveles de 5 cm; los materiales

fueron registrados por cuadrícula y nivel, pero no se

realizaron dibujos de planta ni perfiles estratigráficos.

En la esquina sureste se registró un fogón en cubeta

con lajas clavadas en su perímetro; el tope de este ras-

go se encuentra a 30 cm de profundidad y la base de

este rasgo llega hasta 55 cm de profundidad.

En el año 2000 se completó el área total del recinto,

mediante la apertura de ocho cuadrículas en su mitad

occidental. En esta oportunidad se utilizó la técnica de

decapage, por lo que se cuenta con dibujos de plantas

que indican la ubicación de todos los materiales recu-

perados. No se confeccionaron perfiles estratigráficos,

debido a que no se observaron estratos marcadamente

diferenciables. En la cuadrícula 1, una vez alcanzado el

estéril, se continuó excavando hasta dejar a la vista la

base de los cimientos, a 52 cm de profundidad aproxi-

madamente.

Al integrar los informes de campo sobre las estra-

tigrafías de las tres campañas se observa que fueron

registrados cuatro niveles que presentan un leve bu-

zamiento de oeste a este: a) el nivel superficial que

alcanza una potencia de aproximadamente 10 cm con

sedimento eólico; b) un sedimento más compacto con

pedregullo fino, baja cantidad de restos culturales y

derrumbe en los sectores cercanos a los muros que

se ubica entre los 10 y 20 cm; c) aproximadamente

entre los 15/20 cm hasta los 30/40 cm se registra un

sedimento con pedregullo y mayor cantidad de restos

culturales; este nivel tiene un buzamiento más marca-

do, con mayor profundidad en el sector oriental; y d) a

partir de los 30 cm de profundidad se registra un se-

dimento ligeramente más arenoso y estéril en conte-

nidos culturales. Solamente en el interior del fogón se

FIGURA 2 · Esquema del recinto R1 y cuadrículas excavadas.

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Mirá dónde dejás la basura... Camargo y Zaburlín

registraron fragmentos hasta los 50 cm de profundidad.

Por otro lado, se debe subrayar que en ninguna de las

tres campañas se registró un piso consolidado; tampo-

co se observaron restos que indicaran la presencia de

techumbre, elementos que sí están presentes en otros

recintos vecinos.

Se debe recordar que se registraron remontajes en

fragmentos cerámicos en los niveles artificiales com-

prendidos entre los 15 y 50 cm de profundidad en la

cuadrícula 2 asociados al fogón, con lo cual se sostiene

que se trata de una sola unidad de depositación.

Recapitulando, la hipótesis original que se plantea-

ron los excavadores fue que se trataba de un recinto de

vivienda, en base a las dimensiones de la estructura y la

presencia de un fogón. Sin embargo, al expandir el área

de excavación se registró un nivel de ocupación sin piso

consolidado. A partir de este problema pretendemos

repensar la funcionalidad de esta estructura incorpo-

rando el análisis de los materiales rescatados en las di-

ferentes campañas de excavación.

METODOLOGÍAEn la estrategia metodológica se siguieron algunas de

las técnicas aplicadas en trabajos precedentes para R1

y R3 de P. V. de Tucute (Albeck et al. 1995; Basso et al.

2010). La secuencia de registro y análisis se orientó

para identificar cambios en la funcionalidad de R1, bus-

cando articular los datos arquitectónicos con los restos

materiales y su distribución.

· Análisis de materiales en el depósito excavado

Los materiales exhumados en R1 de P. V. de Potrero

comprenden cerámica, líticos y óseos. Para cada uno

se siguieron criterios de identificación y clasificación

específicos.

· Material cerámicoAsciende a un total de 837 fragmentos; los mismos

fueron clasificados según atributos de tratamiento de

superficie. El análisis morfológico distinguió los frag-

mentos con atributos de forma y aquellos que carecían

de estas características fueron incluidos en clases es-

tructurales amplias, como vasijas cerradas o abiertas

(Shepard 1956; Balfet et al. 1992). Este primer nivel de

registro y clasificación es necesario para realizar com-

paraciones con otros sitios de la región e individualizar

fragmentos procedentes de otras áreas. La metodología

se apoyó en los avances de estudios sobre alfarería re-

gional (Zaburlín 2015).

Frente al objetivo de reconstruir la historia de vida

de R1 se siguieron dos vías de investigación. En pri-

mer lugar, se realizó un análisis de los remontajes y,

en segundo lugar, se calcularon los números mínimo

y máximo de las piezas representadas. El proceso de

remontaje permite contar con elementos diagnósticos

acerca de la forma y dimensiones de las vasijas, pero

además brinda importantes datos para el análisis de la

distribución vertical y horizontal de los fragmentos que

remontan, permitiendo solucionar problemas estrati-

gráficos (Nelson 1985). Además, mediante el análisis

de los distintos tipos de remontajes presentes es posi-

ble estudiar las características del depósito y evaluar la

incidencia de procesos de formación de sitio. Bollong

(1994) plantea seis estados de remontaje cerámico.

Los estados 1, 2 y 3 se consideran con una asociación

segura, es decir que corresponden a fragmentos que

provienen de una misma vasija, estos son los que deben

utilizarse para el análisis de estratigrafías y de distribu-

ción espacial. El estado 4 comprende fragmentos que

no remontan, pero sus atributos morfológicos macros-

cópicos permiten establecer asociaciones probables.

Los estados 5 y 6 incluyen fragmentos únicos y huérfa-

nos; estos no son operativos para el análisis estratigrá-

fico. Mediante la comparación y correlación de tipos de

fragmentos que conforman el área excavada se puede

obtener información sobre la función del depósito del

cual provienen.

Como segunda vía de análisis se realizó el cálculo

de número mínimo y máximo de las distintas clases de

vasijas, esto permite analizar la composición del depó-

sito y se puede relacionar ya sea con actividades o con

la profundidad temporal de utilización del área (Mena-

cho 2007; Basso et al. 2010). En los cálculos de número

mínimo y máximo de piezas representadas necesaria-

mente se parte de la identificación del tipo morfológi-

co y luego, se contabilizan los fragmentos con atribu-

tos de forma (bordes y bases principalmente). De esta

manera, por ejemplo, si se registraron dos bases y un

borde de vaso chato, se puede suponer que una de las

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AÑO 2018 7—23

bases podría corresponderse con el borde, por lo que

el número mínimo sería de dos individuos. Al tener un

número mayor de ciertos elementos, se considera que

estos contienen a los del número inferior, sumándoles,

además, aquellos fragmentos que muestren alguna

característica especial que los diferencie del total del

conjunto (Basso et al. 2010). Para obtener el número

máximo, simplemente se contabiliza cada fragmento

como un individuo. Ambas medidas deben ser usadas

combinadas para tener en cuenta el rango probable de

piezas presentes en el depósito excavado. Este método

permite analizar el porcentaje de representación de los

distintos tipos morfológicos presentes en el recinto.

· Material líticoSe analizaron los fragmentos de artefactos formati-

zados y las variedades de desechos, siguiendo las re-

comendaciones de Aschero (1983), Ávalos (1998) y

Aschero y Hocsman (2004). Los ítems líticos (n=55)

fueron clasificados con criterios tecno-tipológicos dife-

renciados por materia prima. Con el objetivo de anali-

zar cambios de función del recinto se buscó identificar

artefactos vinculados con actividades domésticas y la

presencia de procesos de reutilización o reciclaje.

· Material arqueofaunísticoLa muestra está compuesta por un total de 97 espe-

címenes; para su análisis se siguieron las propuestas

metodológicas de Mengoni Goñalons (1988, 2010). Se

contabilizó el material óseo identificable y no identifi-

cable, se sumó la identificación anatómica y se registra-

ron marcas de corte, por último, se realizó el cálculo de

MNE. Cabe aclarar que se contaba con la identificación

taxonómica de los elementos óseos mejor conservados

realizada por E. P. Tonni en la década de 1980.

· Análisis de datos arquitectónicosSe consideró principalmente la distribución y caracte-

rísticas del aspecto físico de la evidencia arquitectóni-

ca, teniendo en cuenta las dimensiones del recinto y la

ubicación de vanos y de elementos semi-fijos, así como

también la ubicación y comunicación con otras áreas del

sitio (siguiendo las recomendaciones en Mañana Borra-

zás et al. 2002). Partiendo de lo propuesto por Rapoport

(1990), consideramos como elementos fijos a los muros,

ya que son menos permeables a modificaciones a corto

plazo; es decir, los muros se presentan como elementos

más permanentes a lo largo de la biografía del recinto.

Por otro lado, el fogón lo pensamos como elemento

semi-fijo, ya que puede ser modificado con más facilidad

tanto en sus aspectos morfológicos como espaciales.

· Análisis de distribución de materiales y relación con arquitectura

En este último paso se integraron los diversos datos

procesados, se elaboraron planos con las distribuciones

de las distintas clases de materiales y tipos de desecho.

Se buscaron correlaciones entre estas distribuciones

espaciales y los elementos arquitectónicos. Se realiza-

ron comparaciones con otros estudios de distribución

espacial en estructuras domésticas (Albeck et al. 1995;

Taboada 2003, 2005; Basso et al. 2010; Gazi y Salazar

2013; Basso 2014) y con los modelos elaborados a par-

tir de estudios de arqueología del pasado contemporá-

neo acerca de la generación de desechos (Wilk y Schi-

ffer 1979; Rathje 2001).

ANÁLISIS ARTEFACTUAL DEL RECINTO R1 DE P. V. DE POTREROLos materiales recuperados en el R1 de P. V. de Potrero

comprenden fragmentos cerámicos (n=837), fragmen-

tos de artefactos formatizados y desechos de talla líti-

cos (n=55) y restos faunísticos (n=97). A continuación,

se exponen los resultados del registro y clasificación de

cada uno de los conjuntos.

· CerámicaEn base al tratamiento de superficie, se discriminaron

cuatro categorías amplias que contienen subgrupos

específicos. De manera resumida, se registraron las

siguientes cantidades de fragmentos:

a) Ordinario (n=419).

b) Alisado con baño de pintura roja (n=238). Incluye

aquellos fragmentos con decoración negro sobre rojo

(n=6) conocidos como Casabindo bicolor (Krapovickas

1958-1959).

c) Fragmentos con alguna de sus superficies pulidas.

En este grupo se incluyen los tipos denominados Agua

Caliente rojo pulido (n=44) y Pucos interior negro pu-

lido (n=101) (Ottonello 1973).

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Mirá dónde dejás la basura... Camargo y Zaburlín

d) Alfarería Yavi-Chicha (n=6). Un solo fragmento pre-

senta decoración morado sobre ante y el resto son rojo

pulido (Krapovickas 1975; Ávila 2009), todos corres-

ponden a fragmentos de pequeñas escudillas.

En una segunda etapa se analizaron los fragmentos

que presentaban atributos de forma (n=164), identifi-

cándose cinco tipos morfológicos (de aquí en adelante

TM, previamente definidos en Zaburlín 2015):

a) Vasijas Abiertas:

- (TM 14) Vasos de contorno compuesto con decora-

ción negro sobre fondo rojo pulido y/o beige pulido.

- (TM 19) Vasos chatos con el interior color negro y

tratamiento pulido y/o alisado.

- (TM 17) Escudillas: muestran cierta variabilidad en

las dimensiones y tratamientos de la superficie interna

y externa.

- (TM 13) Vasijas de boca ancha que presentan el bor-

de interno con tratamiento negro pulido.

b) Vasijas Cerradas:

- (TM 2) Vasijas con cuello convexo, presentan decora-

ción Casabindo bicolor.

- Piezas cerradas sin tipo morfológico específico: se

contabilizaron 670 fragmentos que a su vez se en-

cuentran subdivididos según sus tratamientos de su-

perficie.

c) Otros materiales cerámicos:

Se identificaron trozos de tres fichas circulares con

menos de 3 cm de diámetro. Consisten en fragmentos

de cerámica tosca reutilizados, los bordes fueron fric-

cionados contra otra superficie áspera para obtener

una forma circular. Los mismos no presentan elemen-

tos que permitan clasificarlos como torteros.

En base a estos datos, consideramos que está repre-

sentada la variabilidad cerámica local característica de

la región entre los siglos XII-XV y también se identifica-

ron elementos de interacción con el área Chicha (Kra-

povickas 1958-1959; Zaburlín 2015).

Considerando los TM identificados, se plantea que

están vinculados con las actividades cotidianas de una

unidad doméstica. Se encuentran representadas piezas

aptas para el procesamiento y preparación de alimen-

tos (TM 13); servicio y consumo (TM 17 y 14); almace-

naje de elementos sólidos o líquidos (TM 2 y las piezas

cerradas en general) y también piezas vinculadas con

actividades de hilado como los vasos chatos (TM 19)

(Krapovickas 1958-1959).

FIGURA 3 · Arriba: números mínimos y máximos de tipos morfológicos. Abajo: tipos morfológicos identificados

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LA ZARANDA DE IDEAS [16:2]

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AÑO 2018 7—23

Una vez identificados los tipos morfológicos, se pro-

cedió a calcular el número mínimo y máximo de indivi-

duos existentes en este depósito, ya que la variabilidad

morfológica y el grado de fragmentación permiten re-

flexionar sobre el tipo de depósito que conforman y de

cambios en la funcionalidad de R1.

Las escudillas (TM 17) se presentan en diversos

tamaños y en una proporción más alta respecto a los

otros tipos de piezas. Menacho (2007) plantea que el

alto porcentaje de escudillas vinculadas con el consu-

mo individual, más que relacionarse con aspectos de-

mográficos de una unidad doméstica, podría vincularse

con la profundidad temporal de las áreas de desecho

secundario. Entonces, para el caso que nos ocupa, te-

niendo en cuenta la alta representación de fragmentos

de escudillas, se puede considerar la posibilidad de que

el conjunto analizado se trate de un depósito de dese-

chos secundarios.

Las piezas cerradas exhiben un número máximo

muy elevado respecto al número mínimo. Esto se pue-

de relacionar con el tamaño de las vasijas más grandes

que al romperse tienen mayor potencial de generar

más cantidad de fragmentos que una pieza cerámica

de dimensiones pequeñas, aunque también habría que

pensar si responden a la utilización de las piezas dentro

de un contexto doméstico o, por el contrario, se trata

de algún tipo de depósito de descarte.

En cuanto a la existencia de remontajes de estado

1, como se mencionó anteriormente, estos fueron de

utilidad en el análisis de distribución vertical; sin em-

bargo, no aportaron mayores datos sobre morfología.

Si se compara la cantidad de fragmentos con estados

de remontaje 1, 2 y 3 (n=46) con aquellos que presen-

tan estados 4 y 5, es decir fragmentos sueltos (n=797),

se puede observar en R1 una marcada predominancia

de estos últimos. Bollong (1994) plantea que una de

las características de los depósitos de basura es que

se espera que se registren mayores proporciones y

variedades de fragmentos únicos que en los contextos

habitacionales.

Por lo tanto, tomando en consideración los datos

del material cerámico, particularmente la alta frecuen-

cia de escudillas y de fragmentos de vasijas grandes, la

baja frecuencia de remontajes frente a una alta repre-

sentación de fragmentos únicos y la presencia de los

fragmentos de fichas reutilizados para confeccionar

fichas, se comienza a plantear la posibilidad de que en

R1 se ubicara un depósito de desechos secundarios.

· LíticosEn el R1 de P. V. de Potrero las materias primas no lo-

cales están pobremente representadas. Solamente se

recuperaron seis pequeños desechos de talla de obsi-

diana, sílice y ópalo, no se encontraron nódulos ni ar-

tefactos. El origen de la obsidiana podría ubicarse en

las fuentes Caldera Vilama y Zapaleri, localizadas en el

límite tripartito entre Bolivia, Chile y Argentina. Su es-

fera de distribución incluye principalmente los sitios de

la provincia de Jujuy (Yacobaccio et al. 2004). En tanto

las fuentes de sílice y el ópalo podrían situarse en el sur

de Bolivia (Ávalos 2002). Estas áreas se encuentran a

más de 200 km de distancia.

Por otra parte, se registraron 49 ítems líticos de

materias primas locales. Las variedades que se en-

cuentran disponibles en las inmediaciones del sitio son

basalto y rocas silíceas, presentes en cantos rodados,

cuarzo, granulita y andesita basáltica. La fuente de esta

última aún no ha sido identificada, pero se cuenta con

la información etnográfica de la existencia de vetas de

andesita en quebradas cercanas y en Coranzulí (Dip

2001), ubicadas a menos de 30 km, por lo tanto, la con-

sideramos como materia prima local.

Entre los materiales de basalto destaca un frag-

mento de punta de proyectil, específicamente una base

apedunculada con retoque unifacial. Este fragmento

presenta similitudes con tipos morfológicos corres-

pondientes al momento de transición entre el periodo

Arcaico y el Formativo Temprano (Hocsman 2010; Mo-

reno 2012). La presencia de este ítem se puede deber a

un proceso reclamatorio (sensu Schiffer 1987), lo cual

es posible ya que, en las cercanías, en el curso bajo del

Arroyo de Potrero se encuentran dispersiones líticas

(sitios a cielo abierto), con artefactos de estos periodos

(Zaburlín 1998).

Se consideraron relevantes los materiales de an-

desita basáltica, ya que los 28 ítems registrados corres-

ponden a distintos estados de desecho y reactivación

de palas líticas. Se registraron fragmentos de palas que

corresponden a tres filos, dos mangos y dos fragmen-

tos de cuerpo; varios son lascas de reciclaje, ya que pre-

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Mirá dónde dejás la basura... Camargo y Zaburlín

sentan pulidos generados por el uso durante su función

inicial (siguiendo recomendaciones de Ávalos 1998).

Las lascas primarias y secundarias podrían indicar el de-

sarrollo de actividades de manufactura de palas agríco-

las en el interior del recinto, o al menos de algunas de las

etapas de este proceso. En tanto las lascas de reciclaje

son consideradas como producto de reformatización de

fragmentos de palas que habrían terminado su vida útil.

En síntesis, se observa que los materiales presentes

son en su mayoría escasos desechos de talla y fragmen-

tos reutilizados o potencialmente reutilizables. Tenien-

do en cuenta estos datos, sumados a lo expuesto sobre

el material cerámico, se refuerza la posibilidad de que la

estructura haya sido utilizado como depósito de dese-

chos, probablemente acumulado de forma provisional

(siguiendo a Deal 1983).

· ArqueofaunaEn el conjunto de la muestra ósea, 19 especímenes

pudieron ser identificados taxonómicamente y 78 co-

rresponden a fragmentos de huesos no reconocibles. El

cálculo de NISP correspondiente es: camélido (n=13),

equino (n=4), bóvido (n=1) y ave (n=1). Se registraron

también seis fragmentos de pequeños huesos de roe-

dor, los cuales por su estado de conservación podrían

relacionarse con procesos tafonómicos postdeposi-

tacionales. Por otro lado, cabe destacar que los restos

de equino y bóvido están presentes en profundidades

entre 5 a 25 cm, es decir, siendo en su mayoría parte de

la misma unidad de depositación junto con los demás

restos culturales.

No se pudo calcular el MNI debido a la alta frag-

mentación de la muestra, la cual no permitió identificar

debidamente la lateralidad. El cálculo de MNE permitió

observar que los camélidos son la muestra mayoritaria,

estando representadas distintas partes del esqueleto,

principalmente las extremidades. En el caso de bovinos,

solo se cuenta con una vértebra. La muestra de equinos

está conformada por fragmentos de molares, un frag-

mento de escápula y un metatarso. Por último, se regis-

tró un fragmento de hueso de ave no determinado. Por

otra parte, los registros de marcas y termoalteración

son muy bajos en esta muestra, y ambos podrían rela-

cionarse con procesos de formación naturales postde-

positacionales.

En resumen, la mayor representación de restos de

camélidos es coherente con la economía pastoril que

desarrollaron las sociedades en la región puneña desde

el período Tardío. Por otra parte, los restos de equino

y bóvido dan muestra de la ocupación de la zona con

FIGURA 4 · Fragmentos de palas recuperados en R1.

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AÑO 2018 7—23

posterioridad a la llegada de los españoles, dato que se

condice con las dataciones mencionadas anteriormen-

te. Sin embargo, dado el bajo nivel de conservación de

la muestra, esta no puede ofrecer más información res-

pecto a los cambios de uso de R1.

· Arquitectura y distribución espacialR1 forma parte de un conjunto arquitectónico confor-

mado, en primer lugar, por un gran patio delimitado

por muros, en cuyo interior se identificaron dos estruc-

turas, el mencionado R1, y contigua a este último, se

encuentra R3, construcción que posee forma alargada,

similar a la de un pasillo. El acceso a este conjunto se da

a través del patio, mediante el cual se puede ingresar a

las otras dos estructuras.

No se encontraron indicadores de techumbre en

R1, así como tampoco se registraron evidencias de

modificaciones en los muros. La estructura de fogón

presente en la esquina sureste nos estaría indicando

la existencia de un antiguo piso de ocupación, aunque

dicho piso no se encuentra consolidado. Teniendo en

cuenta la homogeneidad del sedimento, así como tam-

bién la procedencia de los fragmentos cerámicos que

pudieron ser remontados, se consideró los niveles

artificiales entre los 15 a 30 cm de profundidad (15 a

50 cm en la parte del fogón), como una sola unidad de

depositación, mismos niveles en los que se registran la

mayor frecuencia de restos culturales fragmentados

que se recuperaron en R1.

Para analizar las distribuciones espaciales se traba-

jó con registros de excavación con niveles de definición

disímiles. Los datos de las campañas de 1983 permitie-

ron ubicar los restos solamente por cuadrícula y nivel.

Un registro más detallado de excavación por decapage

se realizó durante el año 2000, donde se cuenta con

múltiples dibujos de planta de cada cuadrícula y nivel,

además de dibujos de los muros. Como ya fue señalado,

en ambas campañas no se realizaron dibujos de los per-

files estratigráficos, ya que el sedimento presentaba

cierta homogeneidad, lo que imposibilitó diferenciar

estratos.

Como se apuntó en el acápite de metodología, se

integraron los datos procesados sobre el material ce-

rámico, lítico y restos arqueofaunísticos, elaborándose

entonces diversos planos con las distribuciones de las

distintas clases y estados de los materiales, buscando

asociaciones entre los mismos y los elementos fijos y

semi-fijos de la estructura (fogón, muros, acceso).

Paralelamente, se realizaron comparaciones con

los resultados de análisis de distribuciones en otros

sitios en los que se pueden observar concentraciones

discretas de desechos relacionadas con diferentes ac-

tividades, como la preparación de alimentos, produc-

ción metalúrgica o la talla de instrumentos líticos (Al-

beck et al. 1995; Dip 2001; Taboada 2003, 2005; Basso

et al. 2010; Gazi y Salazar 2013; Basso 2014). También

se tuvieron en cuenta los modelos elaborados a partir

de estudios de arqueología del pasado contemporáneo

acerca de la generación de desechos (Wilk y Schiffer

1979; Deal 1983; Rathje 2001).

Como resultado del análisis de todos los planos

de las distribuciones en R1, se observa una aparente

aleatoriedad en la distribución espacial, sin poder es-

tablecerse áreas de actividad claramente delimitadas.

Es decir, no estarían presentándose concentraciones

de material que indiquen estructuras de actividades

delimitadas espacialmente. Únicamente se registra

una menor presencia de restos en el área adyacente al

vano, lo cual podría vincularse con la circulación para

acceder al interior del recinto.

Se tuvieron en cuenta modelos sobre estructuras

de actividades, considerando ubicaciones, disposicio-

nes y dimensiones de los restos, buscando diferenciar

entre áreas drop y toss, áreas vacías, espacios de circu-

lación, efecto marginal, etcétera (Binford 1983), te-

niendo en cuenta también las actividades de limpieza

y mantenimiento de estas áreas (Wilk y Schiffer 1979;

Binford 1983; Wilson 1994).

En el interior de R1 no se observan acumulación

de material junto a los muros, así como tampoco áreas

libres para circulación. De la misma forma, no se obser-

varon evidencias de una correlación entre el tamaño

de los restos culturales y su disposición horizontal.

Considerando que la distribución de artefactos

y fragmentos no exhibe una relación funcional con la

estructura arquitectónica en lo que respecta a áreas

de actividad, es posible plantear que estamos ante dos

etapas en la historia de vida del recinto, una represen-

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Mirá dónde dejás la basura... Camargo y Zaburlín

FIGURA 5 · Síntesis de la distribución horizontal de los materiales en los niveles inferiores de R1.

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LA ZARANDA DE IDEAS [16:2]

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AÑO 2018 7—23

tada por el fogón y otra por la acumulación posterior de

desechos. Entendiendo cada etapa como la conjunción

de uno o más eventos correspondientes a una misma in-

tervención, diferenciables temporal y funcionalmente

una de la otra (Taboada 2005; Acevedo 2016).

INTEGRACIÓN DE LOS RESULTADOS Y DISCUSIÓNEn base a los resultados de los análisis de la evidencia

arquitectónica y artefactual, se puede identificar en

el depósito de R1 un palimpsesto conformado por dos

etapas (en el sentido desarrollado por Taboada 2005)

en las que el recinto tuvo funcionalidades diferentes. La

primera etapa, más antigua, relacionada con el momen-

to de utilización del fogón, y la segunda, como parte del

proceso de abandono, donde fue utilizado como depósi-

to de desechos secundarios.

Considerando los datos arquitectónicos como es-

tructurantes del espacio y de las actividades en el re-

cinto, estimamos esta primera etapa vinculada proba-

blemente con la preparación de alimentos, entre otras

actividades. No se encontraron indicios de que el re-

cinto haya estado techado, pudiendo tratarse entonces

de un patio o área descubierta; sin embargo, a pesar de

esta ausencia de techumbre, se cuenta con la protec-

ción de muros frente a los vientos. Hay que remarcar

entonces la presencia de la estructura de fogón en una

esquina, con ciertos fragmentos cerámicos asociados,

cuatro de los cuales con restos de hollín en su superficie

externa. Además de éstos, no se encuentran desechos

que impliquen el desarrollo de otra actividad vinculada

con el fuego.

La segunda etapa está marcada por el proceso de

depositación de desechos secundarios. Un primer indi-

cador es la baja representación de remontajes frente a

una alta presencia de tiestos únicos. Varias investigacio-

nes remarcan que los depósitos de basura secundaria se

caracterizan por presentar gran diversidad de material,

en su mayoría cerámica, conteniendo pocos fragmen-

tos remontables entre sí, contrapuestos a un gran nú-

mero de fragmentos únicos (Bollong 1994; Tani 1995).

Un segundo indicador sería la alta representación de

fragmentos de escudillas, en su mayoría fragmentos

únicos, los cuales a su vez también marcarían la profun-

didad temporal de esta área de desechos. La presencia

de restos óseos de bóvidos y equinos dan cuenta de la

acumulación de este depósito al menos hasta el periodo

Hispano-Indígena.

Los depósitos de basura secundaria pueden ser

clasificados por su ubicación y contenido. El almacena-

miento de los desechos secundarios estaría relacionado

con su posible reutilización, colocándolos en lugares

cercanos a las viviendas donde el nivel de actividad es

bajo (Wilson 1994; Deal y Hagstrum 1995; Tani 1995).

Considerando la ubicación espacial de R1 en un sec-

tor central del sitio, en estrecha cercanía con espacios

habitados y la presencia de elementos reutilizables y

reutilizados, como los fragmentos de pala, las fichas

cerámicas, o los tiestos de grandes dimensiones, nos

lleva a plantearlo como un posible lugar de descarte

provisional (Deal 1983). Es importante considerar que

la reutilización y el descarte provisional están asociados

estrechamente, inclusive se puede considerar como una

de las estrategias para reducir la necesidad de aprovi-

sionamiento (Deal y Hagstrum 1995).

Por último, el contenido de los depósitos de dese-

chos temporarios permite inferir características de los

recintos a los que están asociados espacialmente. En

el caso de R1 se puede ir punteando algunos aspectos

vinculados con factores socioeconómicos de los habi-

tantes de P. V. de Potrero. Esto es importante, ya que

permite empezar a delinear algunos aspectos de la or-

ganización doméstica durante los periodos Inkaico e

Hispano-Indígena en la Puna.

Los descartes de material cerámico estarían indi-

cando la cercanía de áreas de actividad doméstica don-

de se preparaban alimentos, registrándose en el depósi-

to de desechos secundarios de R1 fragmentos de piezas

vinculadas con procesamiento, consumo, servicio y al-

macenaje. Las principales prácticas productivas, pasto-

reo y agricultura, están representadas por los restos de

camélidos y fragmentos de palas líticas, planteándose

también el desarrollo de una de las etapas de la produc-

ción textil, en base a la presencia de elementos para el

hilado (vasos de hilandera). En tanto, la interacción con

regiones distantes se sostiene en base a la presencia de

materia prima lítica no local (sílice, obsidiana) y de alfa-

rería Yavi-Chicha.

Debemos poner énfasis en que estas características

son consideradas como punteos iniciales, ya que, si se

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Mirá dónde dejás la basura... Camargo y Zaburlín

pretende encarar un análisis de factores socioeconó-

micos y demográficos a nivel doméstico, el método de

estudio contempla necesariamente la comparación en-

tre varios depósitos de similares características (Wilson

1994). Entonces, a partir del estudio de los materiales

de R1, se pueden delinear preguntas que se deberán

trabajar a futuro, a través de la comparación con los de-

más recintos excavados.

REFLEXIONES FINALESPara repasar brevemente, consideramos que en el re-

cinto en estudio se reconocen dos etapas en su historia

de vida. Inicialmente R1 pudo estar vinculada con un

área doméstica y, posteriormente a su abandono, dicho

espacio se convirtió paulatinamente en un basurero. Se

puede observar entonces que existe efectivamente un

proceso de transformación, donde la estructura sufrió

una modificación en su estatus, trazando cierta ana-

logía con el ejemplo de la choza suku desarrollado por

Kopytoff (1986). Es decir, el estado físico de una cons-

trucción en cada etapa de su biografía corresponde a

un uso específico en un determinado momento de su

historia de vida.

Retomando otras ideas planteadas en nuestro mar-

co teórico, particularmente por Rapoport (1990), se

puede apreciar cómo en R1 hay un cambio en el uso de

este escenario, aunque sin que lleguen a operar modifi-

caciones en los elementos fijos o semi-fijos; es decir, en

R1 se ven dos momentos en la biografía del recinto. El

fogón marca el momento en el que el recinto funcionaba

como un probable lugar de preparación de alimentos.

Posteriormente, el recinto dejó de cumplir esa función,

pero no se realizaron modificaciones arquitectónicas,

simplemente el espacio se fue abandonando y adquirió

una nueva función como depósito de descarte con ele-

mentos potencialmente reutilizables.

Siguiendo esta última línea, Rapoport (1990) sostie-

ne que ninguna persona realiza sus actividades en un

solo escenario, sino que se deben considerar más bien

sistemas de escenarios. Es decir, retomando el concepto

de biografía cultural desarrollado por Kopytoff (1986), la

unidad de análisis de dicha biografía no debería ser una

estructura sola: por el contrario, se debe contemplar el

conjunto de estructuras que fueron utilizadas, ya que

la función del recinto adquiere sentido solo cuando se

lo piensa y se lo analiza como parte de un todo. Enton-

ces, como lineamientos de trabajos futuros es necesario

plantearse preguntas acerca de cómo era el sistema de

escenarios en el que estaba inserto R1, tanto como área

doméstica y como basurero.

AGRADECIMIENTOS

Agradecemos a la Dra. María Ester Albeck y al Lic.

Martín Basso por sus observaciones y correcciones

durante la elaboración de este trabajo, así como a Abigail

Reyna, Aimé Oyharzabal, Cecilia Coca, María Tejerina,

Milton Mercado, Pamela Gutiérrez y Guillermo Herrera

Demitropulos por el acompañamiento y los mates

compartidos.

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24

Reflexiones sobre los procesos de conformación... Selene Arislur

REFLEXIONES SOBRE LOS PROCESOS DE CONFORMACIÓN DE COLECCIONES ARQUEOLÓGICAS EN TANDIL

(PROVINCIA DE BUENOS AIRES)

Selene Arislur1

· RESUMEN ·

En este artículo presentamos el registro de ocho colecciones arqueológicas, dos públicas y seis privadas,

recolectadas dentro del partido de Tandil (provincia de Buenos Aires). El relevamiento se realizó en dos ni-

veles de análisis complementarios. Por un lado, para el registro de las piezas se consideraron criterios tipo-

morfológicos, materias primas, medidas de los ejes principales, estado de los objetos, fotografías y proce-

dencia. Por el otro, a nivel colección, reparamos en los procesos de recolección, selección, clasificación y

guardado que describen las historias de vida de cada conjunto. Para ello, fue fundamental el trabajo de en-

trevistas con coleccionistas, aficionados locales y el personal de museos. A partir del análisis reflexivo de los

encuentros y de una experiencia con los informantes, pensamos que las conformaciones de las colecciones

en Tandil están íntimamente relacionadas con representaciones sociales sobre el pasado indígena pampeano

construidas desde relaciones coloniales del saber/poder.

Palabras clave: Colecciones Arqueológicas; Coleccionistas locales; Representaciones Sociales;

Pasado Indígena; Tandil.

REFLECTIONS ON THE PROCESS OF CREATION OF ARCHAEOLOGICAL COLLECTIONS IN TANDIL

(PROVINCE OF BUENOS AIRES)

· ABSTRACT ·

In this article we present the record of eight archaeological collections, two public and six private,

collected in Tandil (province of Buenos Aires). The survey was carried out in two levels of complementary

analysis. On the one hand, for the registration of the pieces were considered type-morphological criteria, raw

materials, measures of the main axes, state of the objects, photographs and provenance. On the other hand,

at the collection level, we took into account the collection, selection, classification and storage processes that

describe the life histories of each set. For this, the work of interviews with local collectors and museum

staff was essential. From the reflexive analysis of the encounters and an experience with the informants, we

propose as a hypothesis that the creation of the collections in Tandil are intimately related to social

representations about the Pampa indigenous past constructed from colonial relations of knowledge/power.

Keywords: Archaeological Collections; Local Collectors; Social Representations; Indigenous Past; Tandil.

1 Instituto de Geografía, Historia y Ciencias Sociales – CONICET/UNCPBA. Gral. Pinto 399, Tandil (7000), Argentina. Área de Arqueología y Antropología del

Municipio de Necochea. Correo: [email protected]

Recibido en el mes de octubre de 2018, aceptado en enero de 2019.

Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional (CC-BY-NC-SA)

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LA ZARANDA DE IDEAS [16:2]

25

AÑO 2018 24—43

INTRODUCCIÓNCon este trabajo buscamos discutir los resultados y re-

flexiones alcanzadas a partir de nuestras investigacio-

nes en el partido de Tandil (centro-este de la provincia

de Buenos Aires). Allí nos propusimos pensar sobre el

pasado prehispánico desde una mirada local y actual.

Para ello, nos enfocamos en el trabajo con coleccionis-

tas y aficionados locales que tengan material arqueoló-

gico recolectado dentro de los límites del partido.

Partimos de entender que distintos grupos de caza-

dores recolectores habitaron desde momentos prehis-

pánicos el paisaje serrano del actual partido de Tandil.

Estas personas a través de sus prácticas cotidianas se

apropiaron y significaron el entorno de distintas ma-

neras a lo largo del tiempo. En la actualidad, podemos

reflexionar sobre esas prácticas a partir de la materia-

lidad que se preservó y del conjunto de relaciones que

se desprenden al pensar las cosas en diversas tramas

contextuales (Miller 2005; Hodder 2012).

Esa materialidad significa el punto de partida que

permite desde el presente recorrer el entretejido de

relaciones entre las cosas, las personas y los lugares a

lo largo del tiempo. Sin embargo, no analizamos todo el

conjunto de materiales, sino sólo aquellos que resulta-

ron significativos de ser recolectados y coleccionados

para un grupo de personas en el presente.

En este contexto, los objetivos propuestos para este

trabajo son: presentar el registro de un conjunto de co-

lecciones arqueológicas públicas y privadas de Tandil;

pensar los sentidos y representaciones construidas en

torno a esas colecciones; reflexionar sobre la confor-

mación de las colecciones a partir de una experiencia

con los y las informantes; pensar las relaciones que se

crean entre pasado y presente; y discutir las represen-

taciones/imaginarios sociales sobre el pasado indígena

local (Jodelet 1986). La intención final de este artículo

es promover el debate y la reflexión sobre la reproduc-

ción de saberes y discursos hegemónicos en torno a la

aboriginalidad pampeana (Briones 2008).

ZONA DE INVESTIGACIÓNTandil se encuentra al sudeste de la provincia de Bue-

nos Aires, dentro de la región productiva Pampa surera

(Velázquez 2016). Del paisaje de llanura de esta zona

resaltan los dos sistemas serranos, Ventania y Tandilia.

Este último, cruza a nuestra área de investigación en su

totalidad.

El partido está compuesto por cinco localidades:

María Ignacia (Vela), Gardey, De la Canal, Desvío Agui-

rre y la ciudad cabecera de Tandil ubicada en la parte

central. Asimismo, dentro del polígono que forma el

partido, se encuentran seis parajes: Fulton, La Pastora,

Cerro Leones, Iraola, Azucena y La Numancia. Tanto las

localidades como los parajes son centros rurales o ur-

banos con diferentes cantidades de habitantes que se

formaron siguiendo el tejido ferroviario (Figura 1).

La fundación de Tandil, según la historia oficial, fue el

4 de abril de 1823 cuando el gobernador de la provincia

de Buenos Aires, el brigadier general Martín Rodríguez,

ordenó la construcción del Fuerte Independencia, una

edificación amurallada que estaba ubicada en el actual

centro de la ciudad. Esta fundación debe ser entendi-

da en el contexto económico nacional, caracterizado

por el desarrollo de la ganadería y la exportación de los

productos derivados. Para el funcionamiento de este

modelo económico se necesitaba ocupar los territorios

habitados por las comunidades indígenas locales. Por

esto, el Estado nacional pone en marcha una política

de fronteras que conllevó el inicio de campañas milita-

res cuyo objetivo era extender el área territorial con la

instalación de fortines a partir del exterminio de las co-

munidades y la expropiación de tierras. Estas políticas

expansivas alcanzan su mayor desarrollo con la denomi-

nada Campaña del Desierto comandada por Juan Ma-

nuel de Rosas en 1833 (Ferrer 2008; Mandrini 2012).

ANTECEDENTES DE INVESTIGACIÓNDesde la Arqueología, el partido de Tandil se encuentra

en la región pampeana bonaerense, en el sector cen-

tral de Tandilia. Este sistema serrano ha sido un paisaje

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26

Reflexiones sobre los procesos de conformación... Selene Arislur

FIGURA 1 · Localización del partido de Tandil.

habitado por grupos cazadores recolectores desde los

finales del Pleistoceno hasta momentos post-conquista

(Ingold 2000; Mazzia 2010, 2011; Tilley 2010). Múlti-

ples evidencias manifiestan la importancia de la región

en las discusiones sobre el poblamiento sudamericano

y sobre las elecciones y decisiones tomadas por los gru-

pos a lo largo del tiempo. Los estudios en el sector norte

de Tandilia, correspondiente a Olavarría y Azul, aporta-

ron principalmente a las discusiones sobre el consumo

humano de megamamíferos con los sitios La Moderna

y Campo Laborde, la utilización en el tiempo de recur-

sos líticos locales y no-locales, el uso del espacio y su

sacralización a partir de los hallazgos del sitio Calera

y la localidad arqueológica Sierras de Curicó (Barros y

Messineo 2004, 2007; Pedrotta 2011). Las investiga-

ciones en el sector oriental, sierras de Mar del Plata

y Balcarce, registraron una secuencia de ocupación

humana de aproximadamente 10500 años AP hasta

el siglo XVIII, en un total de 67 sitios, la gran mayoría

en aleros y cuevas, y una importante cantidad de sitios

con pinturas rupestres (Mazzanti 2002; Mazzanti et al.

2013).

En el sector centro-oriental de Tandilia los estudios

se centraron inicialmente en los sitios tempranos de Ce-

rro El Sombrero Cima y Abrigo 1; La China 1, 2 y 3; y Los

Helechos, en las sierras de Lobería. Nuevas investiga-

ciones en los últimos años sumaron información sobre

las ocupaciones iniciales de la zona como lo indican los

sitios Cueva Zoro y El Ajarafe. Debido a cuestiones de

preservación, la mayor cantidad de materiales recupe-

rados en estos contextos son artefactos líticos, siendo la

ortocuarcita Grupo Sierras Bayas (de aquí en adelante

OGSB) la roca más utilizada (Flegenheimer et al. 2015).

Las ocupaciones humanas tardías también están repre-

sentadas, pero con una densidad y recurrencia menor

(Mazzia y Flegenheimer 2007; Mazzia 2011). Otra línea

de investigación en este sector serrano está relaciona-

da con la localización de las fuentes de materias primas

líticas y las estrategias de aprovisionamiento. Así se

identificó un sitio cantera-taller de dolomía silicificada

en las sierras de San Manuel, un importante sector de

canteras y talleres de OGSB blanca en el cordón se-

rrano La Juanita (partido de Benito Juárez) y un área

significativa de abastecimiento de OGSB coloreadas y

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LA ZARANDA DE IDEAS [16:2]

27

AÑO 2018 24—43

blancas en las sierras de La Numancia, partido de Tandil

(Pupio 1996; Flegenheimer et al. 1999; Colombo 2013).

Frente a todas las evidencias que manifiestan la im-

portancia del paisaje serrano en la vida de los cazadores

recolectores pampeanos, el sector central de Tandilia

en Tandil sólo ha sido sistemáticamente estudiado en

relación con las ocupaciones post-conquista y las cons-

trucciones de piedras (corrales y pircas) (Ferrer y Pe-

drotta 2006; Bognanni y Ramos 2013; Pedrotta 2013).

Sin embargo, las escasas investigaciones sobre el pasa-

do prehispánico demuestran que en Tandil se localizan

las fuentes de las materias primas líticas más utilizadas

por los grupos indígenas desde las primeras ocupacio-

nes en la región pampeana: los sitios cantera-taller de

OGSB blancas y coloreadas en las sierras de La Numan-

cia, extremo sureste del partido (Colombo 2013), y las

fuentes potenciales de diabasa en los cerros centrales

de la localidad, roca elegida a lo largo del tiempo para

realizar los artefactos de molienda y las bolas de bo-

leadoras (Vecchi 2010a). En este contexto de las inves-

tigaciones es que surge nuestro interés por abordar el

pasado prehispánico de Tandil.

ESTRATEGIA DE TRABAJOLa investigación se organiza partiendo de un enfoque

reflexivo y relacional desde el diseño hasta la difusión

de los datos de la investigación (Hidalgo 2006; Achilli

2017). Entendemos que “el valor del trabajo arqueológi-

co es, precisamente, la apropiación diferenciada de sus

datos y sus prácticas, la posibilidad de negociar posicio-

nes y traducciones acerca del pasado” (Silva 2014:146).

Por lo tanto, consideramos significativo explicar el

contexto ampliado desde donde partió y se desarro-

lló esta investigación, es decir, exponer y reflexionar

sobre el conjunto de relaciones que nos comprenden

como investigadores/as frente a las y los actores loca-

les (Guber 2004).

El tema fue elegido en primer lugar por el escaso

desarrollo en las investigaciones arqueológicas prehis-

pánicas en el partido de Tandil y, en segundo lugar, pero

no menos importante, porque la autora es oriunda de la

ciudad. Esta particularidad nos permitió entablar vín-

culos con los y las informantes por medio de contactos

cercanos, favoreciendo la construcción de un estado de

confianza basado en un contexto de relación favorable

o rapport. En este sentido, entendemos al rapport como

parte del proceso de conocimiento y como “una instan-

cia de la relación entre investigador e informantes, en la

cual ambos han construido un sentido compartido de la

investigación” (Guber 2004:249).

En este contexto de trabajo, el primer paso que lle-

vamos a cabo fue la indagación y búsqueda de coleccio-

nes arqueológicas que tengan procedencia conocida.

Para ello, armamos inicialmente una red de contactos

que pasara por las instituciones locales. El primer lugar

visitado fue el Museo Histórico Fuerte Independencia

(MUHFIT), seguido por el Área de Patrimonio, Cultura

y Archivo Histórico Municipal, la dirección del Museo

Municipal de Bellas Artes, historiadores locales y el

ex-Museo de Ciencias Naturales1. Estos encuentros

iniciales no sirvieron para dar con el paradero de colec-

cionistas o aficionados, pero sí fueron muy importantes

para entender el rol de los museos a nivel municipal y el

rol del municipio en relación con el patrimonio cultural.

Además de comprobar que la estrategia de presenta-

ción basada en la recomendación o contacto entre per-

sonas conocidas era una buena herramienta de aproxi-

mación a nivel local.

De esta manera, se conformó la estrategia de bús-

queda. Armábamos el contacto con la persona que se

creía que podía tener colecciones, nos presentábamos

y explicábamos cuáles eran los objetivos del trabajo. A

partir de allí, pactábamos un encuentro (todos fueron

acordados previamente), donde llevábamos a cabo

la entrevista mientras se desarrollaba el relevamien-

to de las piezas. En muchas oportunidades, el mismo

entrevistado/a contaba acerca de otras personas que

también tenían objetos arqueológicos, y de esta mane-

ra, la red seguía extendiéndose.

Todos los encuentros fueron guiados teórica y me-

todológicamente por la perspectiva de la entrevista

antropológica, entendida como un proceso más de in-

teracción social dentro de la investigación, y como una

herramienta de recolección de información y produc-

ción de datos (Sanmartín Arce 2000; Guber 2004). Para

ello diseñamos una guía semiestructurada de preguntas

que nos servían como ejes temáticos en el desarrollo

de las charlas. Todos los encuentros fueron en las casas

o lugares de trabajo de los y las entrevistados/as. Los

mismos fueron registrados mediante grabadora de voz

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28

Reflexiones sobre los procesos de conformación... Selene Arislur

y libreta de notas, ya que se tomaron en consideración

los aspectos verbales y los no verbales del encuentro,

así como también, las charlas ocasionales e informales.

Las entrevistas se realizaron entre el año 2016 y 2017,

repetidas veces con cada persona en los casos en los

que fue necesario.

· Las coleccionesEl propósito general que planteamos para este tra-

bajo fue reconstruir las historias de vida de las colec-

ciones arqueológicas (Appadurai 1986) y generar un

registro de las mismas. Nuestro interés está en poder

reflexionar sobre las redes y significados que se cons-

truyen a partir de los vínculos entre las cosas (la mate-

rialidad arqueológica) y las personas. Para esto, toma-

mos de Hodder (2012) el concepto de thing, entendido

como una entidad que tiene presencia y duración en el

tiempo, un entrelazado de materia, energía e informa-

ción. La particularidad de las cosas es que están inter-

conectadas entre sí y con las personas, por esto la ma-

nera cómo los grupos las definen, identifican, perciben

y caracterizan está en relación con el uso que les den y

su relación con otras cosas. Esta manera de entender a

la materialidad, nos permitió explorar cómo la objeti-

vidad contribuye en la construcción de las colecciones

arqueológicas, así como también, interpretar como se

conforman en la relación con otras cosas y con las per-

sonas. En este sentido, entendemos a las colecciones

como un conjunto de semióforos que fueron reunidos

por un coleccionista o aficionado siguiendo una lógica

particular de selección, clasificación y guardado, que le

da sentido y unidad (Pomian 1993; Pupio 2005).

A partir de este posicionamiento teórico, las colec-

ciones fueron analizadas en dos escalas diferentes y

complementarias. En primer lugar, a nivel de objeto, to-

das las piezas fueron relevadas de manera sistemática

según criterios tipo-morfológicos, materias primas, co-

lor, medidas de los ejes principales, lugar de proceden-

cia, fotografías. En segundo lugar, a nivel colección, bus-

camos reflexionar con los coleccionistas y aficionados

locales sobre los procesos particulares de recolección,

selección, clasificación y guardado de las piezas que

intervinieron en cada caso. Fue central entender si las

piezas fueron donadas, regaladas, heredadas o recolec-

tadas por la misma persona; cuáles son los significados

otorgados a las colecciones; por qué fueron conserva-

das y guardadas; dónde y cómo se guardan; cuándo fue-

ron recolectadas; dónde fueron halladas. Para ello fue

fundamental fomentar vínculos y relaciones de confian-

za con los coleccionistas que nos permitieran generar

espacios de encuentro y diálogo.

Para este trabajo diferenciamos dos tipos de co-

lecciones, las públicas y las privadas. Las primeras son

aquellas que se exponen en un lugar preparado para ser

observadas y estudiadas por la comunidad sin importar

si la institución encargada de su resguardo es de carác-

ter estatal o privado. Las segundas son las colecciones

que están bajo la posesión y custodia de una persona

particular, quien puede haber sido o no quien las reco-

lectó, pero sí quien mantiene unidos los objetos y les da

sentido de conjunto. Estas colecciones sólo son obser-

vadas por el particular y su entorno.

Para el estudio de cada una de las colecciones arqueo-

lógicas procedentes del partido de Tandil confeccionamos

una ficha de inventario (Tabla 1). La misma fue realizada te-

niendo en cuenta los datos que eran significativos para este

trabajo y guarda relación con la propuesta teórica. Las va-

riables identificadas se dividen en los dos niveles de análisis.

Por un lado, a nivel de colección se relevó:

- Colección: allí se coloca el nombre que ya tiene la colección

o si no, el nombre de la persona a cargo en la actualidad.

- Coleccionista: es la persona que agrupó y guardó los ob-

jetos.

- Recolector: aquella o aquellas personas que intervinieron

en la recolección de los objetos que hoy forman parte de la

colección en cuestión.

- Lugar de recolección: existen algunas colecciones en las

que todos sus objetos han sido recolectados en el mismo lu-

gar, por ejemplo, un solo campo. Pero hay otras colecciones

que tienen objetos procedentes de distintos lugares, por

eso generamos un espacio particular para la procedencia de

cada pieza (ver abajo).

- Lugar donde se guarda: son aquellos lugares donde cada

persona encargada del cuidado ha decidido guardar las co-

lecciones para mostrarlas o reservarlas.

Por otro lado, a nivel de pieza u objeto fue importante

detallar:

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LA ZARANDA DE IDEAS [16:2]

29

AÑO 2018 24—43

- Sigla: cada pieza fue clasificada según un número de repo-

sitorio creado para los fines analíticos de la investigación.

Ninguna colección tenía confeccionado un inventario pro-

pio, motivo por el cual se clasificó cada pieza según la letra

inicial del nombre de la colección y con número continuos

(por ejemplo: G1, objeto 1 de la colección Gómez).

- Materia prima: la identificación de materias primas se basó

en el análisis macroscópico de cada objeto.

- Grupo tipológico: la clasificación tipológica se estable-

ció según los trabajos de Aschero (1975, 1983) y Vecchi

(2010a).

- Medidas de los ejes principales: las piezas fueron medidas

con un calibre manual considerando el eje longitudinal y

transversal. Sin embargo, específicamente para las bolas de

boleadoras se consideró a Vecchi (2010a), quien toma el eje

mayor de la pieza como diámetro 1 en los casos de piezas

sin surco y en las piezas que lo presentan, como diámetro 1

a aquel paralelo al surco.

- Estado de la pieza: para los objetos que fueron confeccio-

nados mediante picado, abradido y pulido (P.A.P.), se con-

sideró si se encuentra entero, fragmentado si presentan

más del 51% del total de su volumen, o fragmento cuando

el volumen es menor al 50%. Para las piezas talladas (T.) se

registra si están enteras o fragmentadas.

- Observaciones: allí se vuelca toda la información que re-

sultó significativa al momento del registro en relación con

cada pieza.

- Fotografía: cada objeto en particular fue fotografiado con

una cámara digital y escala.

- Procedencia: se indica el lugar dónde fue recolectado cada

objeto cuando tiene procedencia registrada particular.

RESULTADOSEn total registramos ocho colecciones, dos públicas y seis

privadas*. Las primeras se encuentran en dos museos, uno

de carácter privado y otro estatal.

El Museo Histórico Fuerte Independencia Tandil se

inaugura el 7 de septiembre de 1963 en el mismo edifi-

cio que se encuentra en la actualidad, una casa antigua

ubicada en la zona céntrica de la ciudad. El proyecto

TABLA 1 · Planilla de registro de colecciones. Ref.: MP: materia prima; Observ.: observaciones.

Colección:

Coleccionista:

Recolector:

Lugar de recolección:

Fecha aproximada:

Lugar donde se guarda:

Sigla M. P.Grupo Tipo.

Medidas ejes

princip.

Estado de la pieza

Observ. Fotografía ProcedenciaP.A.P.

Entero, Framentado, Fragmento

T. Entero,

Fragmento

*Las colecciones tratadas en este artículo fueron debidamente informadas al ente de aplicación provincial de la Ley 25.743/03, el

Centro del Registro del Patrimonio Arqueológico y Paleontológico de la provincia de Buenos Aires (C.Re.P.A.P). Dicha información

se encuentra en el Informe Anual aprobado del año 2017, correspondiente a la Lic. Nora Flegenheimer y equipo. En este sentido,

todas las piezas aquí presentadas se encuentran inventariadas y las colecciones privadas están en proceso de registro voluntario.

Una de dichas colecciones fue donada el 20 de Agosto del 2017 al Museo Histórico Fuerte Independencia Tandil. Las cinco restantes

se encuentran en custodia de coleccionistas privados.

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Reflexiones sobre los procesos de conformación... Selene Arislur

nace de la inquietud de los miembros de la Asociación

Tradicionalista Fuerte Independencia fundada el 20

de agosto de 1955. Recién en el año 2004 se obtiene

la Personería Jurídica y la inscripción como Entidad de

Bien Público y de interés Provincial y Cultural (Resolu-

ción N°48 del 3 de septiembre de 2004).

El museo está dirigido por una comisión que toma

las decisiones sobre su gestión y funcionamiento. Al ser

una institución privada, el financiamiento de la misma

se basa en el aporte societario, subsidios municipales, la

entrada general y los eventos que se organicen.

Con motivo del 50 aniversario del MUHFIT en el año

2013, el presidente de la comisión directiva, de ese en-

tonces hasta la actualidad, resaltó en su discurso que el

objetivo de los fundadores de la institución fue “llenar

dos habitaciones de la casona adquirida como sede social

de la institución tradicionalista Fuerte Independencia

con objetos tradicionales, antiguos, del campo y la ciu-

dad, para iniciar un pequeño museo”, y en este sentido

que “el culto de la tradición fue su norte, interpretado por

ellos como el culto a los antepasados. Exaltaban nues-

tras tradiciones bajo el sentimiento que sin tradición no

hay historia”. Por su parte, el intendente Miguel Lunghi

expresó que “aquí late la historia, un sentimiento por la

identidad local y una poderosa pasión por lo nuestro”,

del mismo modo que se guardan “los sueños de nuestros

padres, abuelos y bisabuelos inmigrantes”. Por esto, se-

gún el jefe municipal, en el MUHFIT “laten y respiran las

glorias de la Patria”2. Del alegato de ambos dirigentes se

desprende una percepción del pasado que comienza con

la llegada de los inmigrantes a la región, con la fundación

de la ciudad de Tandil y las relaciones entre las áreas ru-

rales y urbanas. Esta idea es la que subyace en el discurso

del museo que intenta resaltar las tradiciones criollas y

gauchescas como cimientos de la historia local.

En la actualidad el MUHFIT cuenta con 16 salas que

albergan colecciones históricas, etnográficas, arqueoló-

gicas, de historia natural, numismáticas y archivos docu-

mentales varios. La institución cuenta con más de 10000

piezas, todas donadas, menos una colección arqueológi-

ca de la Patagonia que fue comprada. Las piezas arqueo-

lógicas están ubicadas en el ala derecha de la sala seis

(Figura 2), por esto son una de las primeras cosas que las

y los visitantes ven al entrar al museo. Se encuentran ex-

hibidas en vitrinas una al lado de la otra, sin clasificación

y contextualización precisa.

Debido a que la institución no cuenta con registros

sobre la procedencia de las piezas, para este caso en par-

ticular, la estrategia de registro fue distinta. Relevamos

todos los materiales tallados que sean de materias pri-

mas y morfologías típicas de contextos arqueológicos de

la zona centro-oriental de Tandilia. Por su parte, el mate-

rial P.A.P. no fue registrado, ya que no fue posible aplicar

un criterio semejante al del material tallado.

El proyecto para el Museo y Archivo Histórico Dr. Au-

relio Lusarreta dependiente de Escuela Media N° 5, en la

localidad de María Ignacia (Vela), comienza hace más de

30 años bajo la iniciativa de un profesor de la institución

en compañía de otros docentes y alumnos. En el 2013 tie-

ne su última reforma que se mantiene hasta la actualidad.

La forma de recolección de las piezas fue colecti-

va, entre los alumnos, los docentes y la población de

Vela. La consigna fue juntar materiales que represen-

ten la historia local, como bien queda expresado en el

proyecto de remodelación: “El museo significa para los

habitantes del pueblo el reencuentro con sus raíces cul-

turales; la gente puede reconocer lo que es propio y ad-

quiere la capacidad de crear y transmitir una identidad.

Además, este lugar es el punto de partida de un proyec-

to donde participan jóvenes, docentes y la comunidad

para mejorar su entorno, demostrando un compromiso

con el lugar donde habitan”3.

Las colecciones arqueológicas que fueron registra-

das en este trabajo se encuentran en El Rincón Mapuche

(Figura 3). Las piezas se exhiben en dos vitrinas que

tienen en la parte superior una gigantografía de Aimé

Paine, un poncho mapuche comprado en la actualidad,

instrumentos musicales, un arco de flecha y una foto-

grafía de la Piedra Movediza de Tandil. Según personal

del museo, esto “tiene todo un significado, porque los

mapuches fueron, a partir del siglo XIX, fines del XVIII

y principios del XIX, la población aborigen que pobló,

que llegó a este lugar y digamos se asentó en estos luga-

res. No lo digo yo, lo dicen los topónimos además de las

fuentes historiográficas”

Las otras seis colecciones están bajo custodia de co-

leccionistas y aficionados locales, cuatro hombres y dos

mujeres. Cada uno de ellos y ellas construyó redes de

relaciones sociales, institucionales y académicas distin-

tas, generando así, prácticas coleccionistas particulares

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AÑO 2018 24—43

FIGURA 3 · Rincón Mapuche en el Museo y Archivo Histórico Dr. Aurelio Lusarreta, Vela.

FIGURA 2 · A la izquierda, plano del MUHFIT. La flecha indica la ubicación de la sala seis. A la derecha, fotografía de la sala seis.

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Reflexiones sobre los procesos de conformación... Selene Arislur

y dinámicas (Arislur 2017).

A. A. es quien hace 20 años guarda las piezas que su

marido juntó durante años. La colección se compone de

objetos históricos, cuadros, restos de fauna y piezas ar-

queológicas. El modo de recolección fue variado, algunos

hallazgos los hizo él mismo recorriendo campos, otros

fueron traídos por sus empleados rurales. También era

asiduo de remates y casas de antigüedades donde com-

praba piezas que le parecían interesantes. Nunca esta-

bleció contacto con arqueólogos, profesionales4, ni con

los museos locales, ya que a él lo motivaba el acto mismo

de coleccionar y mostrar. A. A. explicó que “lo traía fasci-

nado porque le encantaba coleccionar todo esto”, no solo

por el afán de juntar cosas, sino también por los interro-

gantes que le disparaban, “de dónde venían, de cómo el

indio hacía”. Por este motivo, si bien la colección se en-

contraba en su casa, tenía todas las piezas expuestas en

mesas, colgadas en las paredes y ubicadas en estanterías

en el quincho, todo a la vista. Es decir, la colección no era

de alcance público, pero sí estaba al alcance de todos

aquellos que ingresaran a su casa. Según A. A., su mari-

do nunca consultó bibliografía específica para tener un

conocimiento de cada objeto en particular, se guiaba por

el sentido común y el conocimiento que iba adquiriendo

con los años, “no era una persona que había estudiado

mucho, que tuviera mucha escuela digamos, pero lo hizo

en la misma vida él”. No llevaba un registro de las cosas

que tenía, ni anotaba dónde las consiguió, quién se las dio

o cuándo. Sí, al momento de mostrar las colecciones, ape-

laba a la memoria y recordaba esos detalles.

F. F. se autodefine como una persona que “coleccio-

na un poco de todo, piedritas, imanes de heladera, de

todo un poco”. Se refirió a los objetos arqueológicos, en

particular, como sus tesoros porque entendía que eran

piezas de los indios pampas. Su objetivo no es tener las

piezas para mostrarlas, las mismas forman parte de la

decoración interior y exterior de su casa. Sin embargo,

no siempre estuvieron allí, ya que, “mi mamá cuando

éramos chicas las tenía tiradas en el jardín, así como de

adorno, yo se las metí adentro, las puse en el mueble-

cito, pero ahora no, cuando ya tomé consciencia en la

época del secundario”. Al indagarse por los motivos del

guardado de las piezas expresó que era por gusto perso-

nal y que “así en los pueblos toda la gente tiene porque

era re común encontrarlas en el campo”, refiriéndose a

las boleadoras y a las puntas. Los objetos arqueológicos

los recolectó su padre, en oportunidades con ella, de su

campo en la localidad de Gardey y otros le fueron rega-

lados de un campo vecino. Ella admitió tener una prefe-

rencia por sus dos boleadoras rojas, las joyitas, ya que

sostiene que eran propiedad de los caciques.

D. D. posee en su casa una colección arqueológica

con materiales de la región pampeana y patagónica. La

adquisición de las piezas fue en distintos tiempos y de

tres maneras diferentes: compra, regalos y herencia.

Las piezas heredadas fueron recolectadas por su padre

del campo que pertenecía a la familia. Del total de estas

últimas, D. D. se quedó con cinco porque el resto fueron

donadas al Museo Histórico del Fuerte Independencia.

Él denomina al conjunto de objetos como su colección y

afirma que forman parte del patrimonio histórico de la

Argentina. Si bien D. D. es historiador, sostiene que “en

su momento me hubiese gustado estudiar arqueología

o antropología. Es directa la relación, es muy directa.

Siempre tuve esa inquietud, no de estudiar, pero com-

pro libros, leo”. Ese conocimiento le permite distinguir

las piezas que tiene y clasificarlas. Asimismo, es ese

saber el que motiva el guardado de los objetos, ya que

destaca la representatividad histórica y científica que

tienen. Por este motivo, decidió pegar todas las piezas

talladas en un cuadro que tiene expuesto en su casa y

ordenar las boleadoras debajo de la estufa hogar.

C. C. comenzó su presentación aclarando: “no co-

lecciono nada, sabes que no quiero verme ni en una

casa museo, ni como coleccionista”. Explicó que en su

vida había conocido a coleccionistas muy egoístas con

casas invivibles, y que por eso él prefiere autodefinirse

como un aficionado. Entiende que esa categorización

comprende a las personas que su principal motivación

es el placer de hallar cosas. Del mismo modo, expresa

que “no me gusta el afán de la exhibición, las cosas me

gustan para mí, me gusta verlas, tocarlas y compararlas”.

Por eso, todas las piezas están guardadas en diferentes

espacios de la casa y casi ningún objeto está al alcance

de la vista de los visitantes. Las maneras de adquisición

fueron mediante compra, regalos y recolección directa.

Las piezas arqueológicas cuentan con la particularidad

de que ninguna fue comprada, ya que según C. C. “pier-

den toda la gracia”, así como tampoco “nunca canjeé

estas piedras porque me encantan. Y me sirven de re-

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LA ZARANDA DE IDEAS [16:2]

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AÑO 2018 24—43

ferencia, porque esta podría ser una piedra que la na-

turaleza la hizo así, pero dos no” (…) “son piedras con

obra humana”. Para él, todas las piezas pertenecieron

a los indios, y algunas específicamente a Tehuelches o

Mapuches. Expresa que la búsqueda se le ha vuelto un

hobby, ya que, tiene fascinación por conocer acerca de

las personas del pasado. Por eso, no solamente busca

materiales arqueológicos, sino que también, analiza

bibliografía específica e indaga a partir de la talla ex-

perimental.

E. E. afirma que su padre tenía pasión por la histo-

ria mapuche local. Las piezas que juntaba eran para él

cosas de los indios, de los primeros pobladores de la

zona. Su forma de recolección era casual, es decir, no

sistemática. “A él le gustaba salir a caminar y ya iba mi-

rando para abajo para ver que encontraba. Lo mismo

que cuando veía que estaban arando la tierra, porque

viste cuando movés la tierra ahí salen, entonces ahí

siempre andaba atrás de eso. Sin dedicarse, pero le

gustaba, tenía pasión por eso”. Por esto, la mayoría de

las piezas fueron recolectadas por el padre, ya que era

él quien tenía la costumbre de salir a caminar por los

campos y cerros de Tandil. Sin embargo, E. E. participó

de algunas de las salidas y recolecciones. Las bolas de

boleadoras tienen distintas procedencias, mientras

que el material tallado es todo del campo familiar. En

la actualidad, las piezas están distribuidas por la casa,

pero E. E. tiene la intención de colocarlas en una vitri-

na para su exposición, ya que le recuerdan a su padre.

B. B. es hija de un padre coleccionista, principal-

mente de fauna, de la zona. Sin embargo, recuerda

las salidas junto a él por las sierras y campos de los

TABLA 2 · Descripción de los materiales de las colecciones registradas.

Colecciones Material tallado Material P.A.P. Percutores Nódulos Cerámica Totales

MUHFIT 34 0 0 0 0 34

MyA VELA 6 53 2 2 1 64

C.C. 0 26 0 0 0 26

B.B. 0 25 0 0 0 25

F.F. 0 11 0 0 0 11

D.D. 6 4 0 0 0 10

E.E. 16 23 4 0 0 47

A.A. 0 17 0 0 0 17

TOTALES 62 159 6 2 1 230

PORCENTAJES 26,95% 69,13% 2,60% 0,86% 0,43%

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Reflexiones sobre los procesos de conformación... Selene Arislur

TABLA 3 · Clasificación del material tallado por grupos tipológicos.

TABLA 4 · Clasificación de los materiales no tallados.

ColeccionesPuntas de proyectil

Raspadores Raederas Lascas Hojas Bifaces CuchillosInst.

compuestosTotal

MUHFIT 7 3 11 3 1 0 1 8 34

MyA VELA 1 0 0 5 0 0 0 0 6

D.D. 3 0 2 0 0 1 0 0 6

E.E. 0 3 3 9 0 0 1 0 16

TOTAL 11 6 16 17 1 1 2 8 62

Colecciones Boleadoras Morteros Manos Percutores Nódulos Martillo Molino Total

MUHFIT 0 0 0 0 0 0 0 0

MyA VELA 50 0 3 2 2 0 0 57

C.C. 23 2 0 0 0 1 0 26

B.B. 25 0 0 0 0 0 0 25

F.F. 11 0 0 0 0 0 0 11

E.E. 21 1 0 4 0 0 1 27

D.D. 4 0 0 0 0 0 0 4

A.A. 13 2 2 0 0 0 0 17

TOTAL 147 5 5 6 2 1 1 167

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AÑO 2018 24—43

alrededores de la ciudad de Tandil donde encontraron

la mayoría del material arqueológico que hoy cuenta

en su colección. Actualmente ejerce como profesora

dentro del área de las ciencias naturales en Tandil. Ade-

más, formó parte de la Asociación Amigos del Museo

de Ciencias Naturales, fundada en el año 2000, desde

dónde se gestó y administró el Museo de Ciencias Na-

turales Municipal. Esta colección fue relevada por R.

Vecchi (2010a) en el marco de su tesis doctoral. La te-

mática de este trabajo giró en torno a las bolas de bo-

leadoras, por eso sólo esos objetos fueron registrados.

Sin embargo, en sus anotaciones advierte la presencia

de otros objetos en la colección, existencia corroborada

posteriormente por la misma coleccionista en una co-

municación personal. Para el análisis de este trabajo se

utilizó la información brindada por Vecchi y numerosas

charlas personales y telefónicas con B. B. que no fueron

grabadas, sino que se realizaron en todos los casos no-

tas escritas.

El total de piezas registradas en las ocho colecciones

es de 230, de las cuales el 26,95% es material tallado; el

69,13% material picado, abradido y pulido, el 2,60% son

percutores; el 0,86% son nódulos; y el 0,43% lo conforma

el único fragmento de cerámica (Tabla 2). Estas coleccio-

nes fueron recolectadas en 14 lugares de procedencia

distintos dentro del partido de Tandil. Además, se relevó

toda la información referente a los contextos de hallaz-

gos, los recolectores, las y los coleccionistas, y dónde se

guardan las colecciones en la actualidad. Toda esta in-

formación fue volcada a la primera base de datos para la

zona de estudio que relaciona material arqueológico de

colecciones con lugares específicos de procedencia.

Del total de 167 materiales realizados mediante

P.A.P, 147 corresponden a bolas de boleadoras, es decir,

el 88,62%. Mientras que la distribución tipológica en el

grupo de los materiales tallados se presenta más homo-

génea (Tablas 3 y 4).

Si analizamos las proporciones entre las distin-

tas materias primas líticas (Figuras 4 y 5), vemos que

el 61,29% del material tallado fue confeccionado en

OGSB, seguido por el 30,64% sobre ftanita y el resto

se distribuye entre la única pieza de obsidiana y cuatro

indeterminadas. En cuanto al material P. A. P., el 34,59%

está manufacturado en diabasa, el 17,61% en OFB, y el

32,70% corresponde a la categoría indeterminado. El

resto del porcentaje se distribuye entre granito, cuar-

cita, cuarcita de Ventania y granito rojo, siendo esta

última materia prima la de mayor proporción en rela-

ción con las otras tres. Sin embargo, como bien destaca

Vecchi (2010b), las etapas de formatización de las bo-

las de boleadoras producen una gran alteración en la

superficie de estos instrumentos, situación que imposi-

bilita una determinación macroscópica precisa. No obs-

tante, vemos que los porcentajes de materias primas

líticas se corresponden con los encontrados en los sitios

arqueológicos prehispánicos de la zona y guardan rela-

ción con las distancias a las canteras/fuentes de aprovi-

sionamiento de cada roca (Flegenheimer y Bayón 2002;

Vecchi 2010a; Colombo 2013).

Como vimos, más allá de las propiedades físicas y

descripciones tipológicas de cada pieza, nuestro obje-

tivo también era pensar en las historias de vida de las

colecciones, cómo y por qué se formaron, qué significan

y representan para cada coleccionista. Por eso, el traba-

jo de entrevistas fue fundamental. Los ejes temáticos de

las charlas incluyeron cuestiones personales y profesio-

nales de las personas, preguntas que hacían referencia

al vínculo con las colecciones desde la recolección, y a

formas de aproximación y conocimiento sobre los ma-

teriales (Tabla 5).

A partir de ello entendimos que cada colección tie-

ne su propia biografía cultural íntimamente relacionada

con la historia particular de cada coleccionista, sus redes

de vínculos, memorias y prácticas cotidianas (Kopytoff

1986). Para algunas personas, las cosas son puentes ha-

cia vivencias con otras personas y lugares; para otras, son

patrimonio o motivadoras de investigaciones y experi-

mentación (Arislur 2017). Sin embargo, todos los y las en-

trevistados/as (incluido el personal de museos) expresa-

ron que las piezas fueron guardadas ya que pertenecen

a los indios, representan al pasado, son “cosas antiguas”.

Este pasado es percibido como remoto y acabado,

sin continuidad con el presente. Por consiguiente, exis-

te una invisibilización absoluta de las poblaciones indí-

genas que hoy habitan el territorio bonaerense en gene-

ral, y el partido de Tandil, en particular. “Yo me acuerdo

en Gardey cuando íbamos al secundario, enfrente había

un hombre, Catriel de apellido, de los Catriel de Azul,

que eran descendientes indios, y vos lo veías y decías

claro es un indio. Y él tenía historias que de verdad las

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36

Reflexiones sobre los procesos de conformación... Selene Arislur

FIGURA 4 · Porcentaje de materias primas líticas de los materiales tallados

FIGURA 5 · Porcentaje de cada materia prima de los materiales P.A.P.

había vivido. Era viejito me acuerdo”. Con esta frase, se

reproducen modos estereotipados de ser y hacer indí-

gena. A su vez, consideramos que la idea de descenden-

cia niega a los grupos indígenas como actores políticos

presentes sujetos de derecho, ya que, en este contexto,

se vincula con la construcción de subjetividades ciuda-

danas que estructuran un nosotros nacional donde el

indio es el otro interno en proceso de extinción (Briones

2008; Rodríguez de Anca 2013).

De acuerdo con estas percepciones, en los dis-

cursos se pusieron en juego visiones evolucionistas

basadas en la idea de civilización y progreso, pilares

fundamentales en la formación del Estado-Nación Ar-

gentino. En virtud de ello planteaban que era “una épo-

ca salvaje, sin un solo árbol y vegetación arbustiva ba-

jita. Era dificilísimo. Una vida durísima. Esta gente vivía

sin nada, y la fauna no era abundante”, en “esos tiempos

no había herramientas”, llevaban “una vida de un es-

quimal sin frío”. La representación del pasado indígena

intrínsecamente relacionada con un mundo de caren-

cias, donde la vida humana se desarrolla al límite de la

supervivencia, se hizo presente en todos los casos con

mayor o menor énfasis. En algunas charlas esta imagen

se vinculaba con frases como “evidentemente era muy

rústico el trabajo en la zona” y en otras se relacionaba

con estigmatizaciones sobre las capacidades que pone

en evidencia imaginarios sobre un pasado de barbarie:

“llama la atención lo inteligente que eran, para hacer lo

de las pircas, ponele, como armaban los corrales así de

esa manera, viste”.

Desde lo discursivo y gestual, las personas de ese

pasado eran hombres que se encontraban en situa-

ciones de caza, es decir, siempre relacionados a acti-

vidades de subsistencia. Además, en la mayoría de las

entrevistas estos hombres se encontraban en grupo,

arriba de caballos y con boleadoras, imagen semejante

a las descripciones de los malones. En sólo una oportu-

nidad, un entrevistado puso en escena a mujeres, niños

y niñas, vinculados a tareas de molienda y aprendizaje.

Si bien, el pasado indígena local se lo representa

como alejado en el tiempo, a partir de las entrevistas

se hizo visible la relación entre las poblaciones indíge-

nas y los corrales de piedra: “en la Estancia Los Bosques

hay un corral de piedra, eso era una zona que estaba

habitada por todas esas comunidades. ¿Quiénes eran

los indios? Pampas acá, ¿no?”. “En Tandil no hay muchos

restos arqueológicos, te explico por qué. Porque Tandil

era zona de paso, no de asentamiento permanente. En

Tandil lo que hacían los aborígenes era encerrar las ha-

ciendas en los corrales, naturales o de piedras, la ence-

rraban, la engordaban y por las rastrilladas las vendían

en Chile”. Esta relación es sugestiva ya que, desde la

historia y la arqueología, los corrales de piedra de Tan-

dilia se ubican cronológicamente en momentos post-

conquista, es decir, no representan un pasado distante

en tiempo si se compara con los 12000 años de historia

que se propone para la región bonaerense (Bognanni

2007; Ramos et al. 2008; Pedrotta et al. 2011; Bognanni

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LA ZARANDA DE IDEAS [16:2]

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AÑO 2018 24—43

TABLA 5 · Sistematización de las entrevistas. Adaptación de Pupio (2007: Tabla 1). Ref.: M.V.:hace referencia al personal del Museo y Archivo Histórico Dr. Aurelio Lusarreta, Vela.

A.A. F.F. D.D. M.V. C.C. MUHFIT E.E. B.B.

Objetos que integran la colección

Arqueológicos X X X X X X X X

Cs. Naturales X X X X X X X

Históricos X X X X X

Modos de recolección

Individual X X X X X X X

Colectiva X X X

Sistemática X X X

Intercambio/Regalos/Donaciones X X X X X X X X

VentaX (menos arqueo.)

Compra XX (menos arqueo.)

X

Relación con museos locales NO NO NO SI SI NO NO SI

Relación con arqueólogos NO NO NO SI SI NO NO SI

Concepción del conjunto de las piezas arqueológicas

Colección X X X X X X

Tesoro/trofeo X

Cosas de indios X X X X X X X X

Valor arqueológico/científico X X X X

Patrimonio X

Conocimiento de cada objeto en particular NO NO SI NO SI NO NO SI

Conocimiento del pasado indígena de la zona

Autodidacta X X X

Profesional X X

Sentido común X X X X

Forma de exhibir

Pública X X

Privada

Oculto X X X X

Visible X X

Motivos de recolec-ción y guardado

Placer/sentido de propiedad X X X X X

Representatividad histórica X X X X X

Competencia personal X X X

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Reflexiones sobre los procesos de conformación... Selene Arislur

y Ramos 2013; Flegenheimer y Mazzia 2013; Pedrotta

2013; Flegenheimer et al. 2015).

En este contexto, adquieren un nuevo significado los

discursos del Intendente del Municipio y del presidente

del MUHFIT. Ellos hablan de una historia, una tradición,

que está en relación con los inmigrantes, la patria, el

campo y la ciudad. Entonces, pareciera que para la co-

munidad de Tandil existen dos historias, la propia y la

ajena. La primera sería la de los inmigrantes que llega-

ron en los finales del siglo XIX y principios del XX, que

fueron poblando las zonas rurales y urbanas de La Pam-

pa bonaerense luego del genocidio de las comunidades

indígenas en la primera mitad del siglo XIX. Al respecto,

Mazzanti (2010:190) sostiene que “en la región pam-

peana el punto de inflexión fue la campaña al ‘desierto’,

tomada como hecho socioeconómico de la creación del

estado-nación. La apropiación de los territorios indíge-

nas, el genocidio de sus habitantes y el cautiverio de los

sobrevivientes fueron dispositivos políticos de someti-

miento logrados bajo las órdenes del General J. A. Roca.

Paradójicamente, son considerados como hazañas pa-

trióticas que justificaban el progreso de la Nación Ar-

gentina”. La segunda historia, la ajena, tiene como acto-

res principales a los grupos indígenas que vivieron en un

pasado remoto, acabado, poco conocido y atemporal.

Este tipo de imágenes y pensamientos se vinculan con

la construcción del saber en torno al pasado indígena de

la región pampeana que se gestó desde la llegada de los

españoles (Salerno 2014).

En este sentido, consideramos que las representacio-

nes sociales sobre el pasado indígena local se despren-

den de miradas estereotipadas basadas en versiones

discursivas de alteridad, asimetría y subordinación, pro-

pias de formas de construir subjetividades en contextos

de relaciones coloniales de poder/saber (Briones 2008;

Rodríguez de Anca 2013). En consecuencia, coincidimos

con Mazzanti (2010:190) cuando afirma que “la perspec-

tiva etnocéntrica fue y continúa siendo el principio orde-

nador y hegemónico desde el cual se gestan las represen-

taciones sobre los pueblos originarios pampeanos”.

EXPERIENCIAAl finalizar los encuentros y el registro de las colec-

ciones, nos propusimos mostrarle a los entrevistados

(coleccionistas, aficionados y personal de museos) una

colección de referencia de material lítico tallado de

manera experimental con materias primas típicas de

contextos arqueológicos pampeanos (OGSB, dolomía

silicificada y caliza silicificada). Con esta experiencia

pretendimos advertir cuáles eran las reacciones en re-

lación con esta materialidad.

Del total de informantes, sólo tres reconocieron las

piezas e incluso distinguieron la OGSB como la roca más

característica y posible de encontrar. De ellos, sólo dos

distinguieron instrumentos de lascas. El resto de las per-

sonas desconocieron por completo al conjunto como po-

sible material arqueológico, incluso expresaron que de

haberse encontrado en el terreno con esas piezas no las

hubieran juntado y guardado, ya que les parecían “pie-

dras cualquieras”. Asimismo, luego de explicar que esas

piezas eran producto de la ejecución de técnicas de talla,

algunos entrevistados reconocían puntas de proyectil

en cualquier instrumento/lasca con punta o filo.

Frente a esta situación, no creemos casual que dos

de las tres personas que reconocieron las piezas como

producto de talla humana tengan en sus colecciones

material tallado de Tandil.

Esta prueba destaca diferentes puntos. Por un lado,

que la disparidad entre el porcentaje total de material

tallado en relación con el material picado, abradido y

pulido registrada en las ocho colecciones, sólo refleja un

criterio selectivo en la recolección y clasificación que se

vincula con el reconocimiento de las bolas de boleado-

ras y los instrumentos de molienda por sobre el material

tallado. Por otro lado, creemos que adquiere sentido la

cartelería del Museo y Archivo Histórico Dr. Aurelio

Lusarreta, donde se incluye una variabilidad de piezas

dentro de la clasificación puntas de flechas, incluso el

único fragmento de cerámica registrado.

Consideramos que el reconocimiento de ciertas

materialidades como producto de personas del pasado,

frente a otras que son desconocidas, está relacionado

con las representaciones construidas sobre la aborigi-

nalidad pampeana que circulan tanto en discursos esco-

lares, museográficos, artísticos, estatales y académicos

(Pupio et al. 2010; Salerno 2014; Sánchez Azcarate

2014; Rosso 2018, entre otros).

REFLEXIONES FINALESEl análisis de las cosas en tanto objeto de estudio per-

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AÑO 2018 24—43

mitió delinear conocimientos relevantes sobre el pa-

sado indígena del partido de Tandil. Primero, sostener

que existen colecciones arqueológicas con procedencia

conocida dentro de la localidad. Estas colecciones no

permiten asegurar un tiempo de ocupación prehispáni-

co en la zona, pero sí nos hablan sobre la posibilidad de

la misma. A su vez, facilitan la delimitación de espacios

susceptibles de ser prospectados a partir del diseño de

una adecuada estrategia de investigación, teniendo en

cuenta los 14 lugares de procedencia registrados. En

efecto, abren interrogantes y vías de análisis para futu-

ros estudios en el partido.

Para este trabajo, se consideró el registro de ocho

de ellas, sabiendo que aún quedan más por relevar. Las

colecciones tratadas son públicas y privadas. Si bien,

todas las piezas se recolectaron y guardaron por perte-

necer a grupos indígenas del pasado, a partir de la expe-

riencia llevada a cabo, entendimos que no todos los ma-

teriales tienen el mismo potencial de ser coleccionados.

Sino sólo aquellos que son reconocidos por las personas

como referentes del pasado, y en este caso, mayormen-

te las bolas de boleadoras. Pero no sólo el criterio de

selección y recolección de las colecciones está mediado

por el reconocimiento de referentes en las piezas, sino

también el modo de clasificación y guardado de las mis-

mas. Y este reconocimiento, o desconocimiento, está en

relación con las representaciones sociales construidas

en torno al pasado indígena pampeano, y en este sen-

tido, qué imágenes o estereotipos fueron/son reprodu-

cidos y cuáles ocultados/negados. Por esto, pensamos

que en los procesos de conformación de colecciones en

Tandil se ponen en juego estereotipos y construcciones

del saber en torno al pasado y al presente indígena.

Por último, consideramos que este trabajo significa la

base desde donde pensar futuras investigaciones en Tan-

dil desde una perspectiva material y reflexiva que ponga

el énfasis en las construcciones sociales sobre el pasado

local. Para ello, continuaremos con el análisis de nuevas

colecciones privadas y las entrevistas a diferentes ac-

tores de la localidad, y empezaremos con el trabajo de

prospección y excavación de nuevos sitios arqueológicos.

NOTAS

1. En el año 2000, un grupo de personas tandilenses

funda la Asociación Amigos del Museo de Ciencias

Naturales con el fin principal de crear y adminis-

trar un Museo Municipal de Ciencias Naturales en

la ciudad de Tandil. El proyecto se concreta en el

2005 con la apertura de la institución en un edificio

subvencionado por el municipio. En el año 2012, el

mismo ente gubernamental decide cerrarlo. Las co-

lecciones del museo tuvieron destinos diversos.

2. Extractos de una noticia digital publicada el 8 de

septiembre de 2013 en El Eco de Tandil. En línea:

http://eleco.com.ar/interes-general/ el-museo-fuer-

te-independencia-celebro-su-medio-siglo-de-vida-

al-cuidado-de-la-historia/.

3. Extracto del Proyecto de Remodelación del Museo y

Archivo Histórico Dr. Aurelio Lusarreta, 2014, Vela,

proporcionado por uno de los fundadores y el encar-

gado de la remodelación edilicia.

4. En esta oportunidad se separa a los profesionales de

los arqueólogos/as sólo por una cuestión de énfasis.

El objetivo es distinguir la relación con personas que

se dedican a la arqueología de aquellas que se ocu-

pan de otras disciplinas.

AGRADECIMIENTOS

En primer lugar a mis directores, Natalia Mazzia y

Damián Bozzuto, quienes acompañaron de manera

crítica y constante todo el proceso de construcción del

trabajo de licenciatura del cual se desprende este escrito.

Además alentaron esta producción mediante el aporte de

correcciones y reflexiones. A Mackena Sosa por la ayuda

con la traducción. A los y las coleccionistas de Tandil que

socializaron sus materiales y conocimientos. Y finalmente,

a todo el equipo del Área de Arqueología y Antropología

de la Municipalidad de Necochea.

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Cazar y recolectar: aportes interdisciplinarios... Chaile et al.

CAZAR Y RECOLECTAR: APORTES INTERDISCIPLINARIOS PARA PENSAR LA NUTRICIÓN EN ESTUDIOS ARQUEOLÓGICOS

Cecilia Chaile 1, Sayuri Kochi 2, Suray A. Pérez 3 y Leandro Ceballos 4

· RESUMEN ·

Se discuten las características macronutricionales de las dietas consumidas por diversos grupos de

cazadores-recolectores de Patagonia austral durante el Holoceno Tardío. Los análisis isotópicos sobre res-

tos óseos humanos del canal Beagle, combinados con los modelos de mezcla bayesianos, detectan una alta

ingesta de proteínas, superiores a las recomendadas por los organismos de salud. En un segundo caso se

realizan análisis isotópicos y caracterización química de los residuos adheridos y absorbidos en recipientes

cerámicos hallados en el centro-oeste de Santa Cruz. Los resultados sugieren la cocción y/o almacenamiento

de guanaco en la cerámica utilizada por estos grupos, con una baja visibilidad del procesamiento de vegeta-

les. A pesar de que algunos estudios de salud advierten riesgos de salud asociados a este tipo de dietas, se

considera que estos casos ejemplifican la flexibilidad adaptativa del organismo humano a una alimentación

diversa en su composición nutricional.

Palabras clave: Alimentación; Arqueometría; Patagonia austral; Cazadores- recolectores; Holoceno Tardío.

HUNTING AND GATHERING: AN INTERDISCIPLINARY APPROACH TO NUTRITION IN ARCHAEOLOGICAL STUDIES

· ABSTRACT ·

It is discussed the macronutrient characterization of diets consumed by diverse hunter-gatherer groups

from southern Patagonia during the Late Holocene. Stable isotope analyses on human bones from Beagle

Channel, combined with Bayesian mixing models, detect a high protein intake, more than what health agencies

recommend. In the second case it is performed stable isotopes analyses and chemical characterization of

adhered and absorbed organic residues to ceramic containers from the central-west of Santa Cruz. Results

suggest guanaco was processed and/or cooked in the ceramics used by these groups, with very low visibilty

of vegetable processing. Although some studies warn about the health risks linked to these high-protein

diets, these case studies exemplify the adaptive flexibility of human organism, to diverse foodways in their

nutritional composition.

Keywords: Foodways; Archaeometry; Southern Patagonia; Hunter-gatherers; Late Holocene.

1 Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires, Argentina. Correo: [email protected]

2 Instituto de Geocronología y Geología Isotópica (CONICET/UBA), Argentina. Correo: [email protected]

3 Centro Austral de Investigaciones Científicas (CONICET), Argentina. Correo: [email protected]

4Departamento de Bioquímica Humana, Facultad de Medicina, Universidad de Buenos Aires, Argentina. Correo: [email protected]

Recibido en el mes de octubre de 2018, aceptado en enero del 2019

Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional (CC-BY-NC-SA)

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AÑO 2018 44—60

INTRODUCCIÓNLas estrategias arqueométricas son una efectiva vía

para conocer la alimentación de las poblaciones hu-

manas en el pasado (Pollard et al. 2007). Los análisis

de isótopos estables en restos humanos (Schwarcz y

Schoeninger 1991) y la caracterización química de lípi-

dos en artefactos cerámicos arqueológicos (Evershed

2008) han permitido identificar los distintos tipos de re-

cursos consumidos. Los resultados obtenidos mediante

estos análisis demuestran la heterogeneidad de patro-

nes de alimentación en diversas poblaciones prehistó-

ricas, y remarcan su flexibilidad adaptativa (Leonard

2002; Ulijaszek et al. 2012). Al mismo tiempo, los or-

ganismos de salud plantean rangos de requerimientos

nutricionales que no son similares a las reconstruccio-

nes paleodietarias de determinados contextos arqueo-

lógicos (Eaton et al. 1997). Este aspecto ha sido obser-

vado en los estudios paleodietarios referentes a los

cazadores-recolectores de la Patagonia austral argenti-

na. En general, en dichos estudios se detectan dietas ba-

sadas en una alta proporción de proteínas con respecto

a las fibras y los carbohidratos (Gómez Otero 2007;

Tessone 2010; Zilio et al. 2014; Gordón et al. 2015), las

cuales difieren de aquellas de las sociedades industriali-

zadas (Cordain et al. 2000).

De este modo, los supuestos sobre los requeri-

mientos nutricionales modernos pueden condicionar

la forma en que se interpretan las dietas humanas en el

pasado (Speth 2012). Por ejemplo, esto representa un

problema cuando se aplican modelos matemáticos para

la interpretación de datos isotópicos, dado que dichos

modelos pueden incorporar parámetros basados en

poblaciones actuales (Fernandes et al. 2015; Stock et al.

2018). Aun así, los estudios nutricionales constituyen un

poderoso marco de referencia (Binford 2001), y advier-

ten sobre las limitaciones metodológicas para caracte-

rizar la alimentación en el pasado. Asimismo, permiten

reflexionar sobre las estrategias adoptadas por las po-

blaciones cuando hay carencia, estacional o estructural,

de algún recurso esencial. Un ejemplo lo constituyen los

vegetales: aunque son ricos en carbohidratos, minerales

y vitaminas (Rapoport y Ladio 1999), suelen ser ignora-

dos por su bajo contenido calórico en comparación con

presas animales, o por su baja preservación en el regis-

tro arqueológico (Berihuete Azorín 2014).

Por lo tanto, este trabajo cuenta con el objetivo de

sintetizar la información macronutricional y revisar

tanto los alcances como las limitaciones de las perspec-

tivas nutricionales aplicadas en contextos arqueológi-

cos. Esto permitirá enriquecer la caracterización de la

alimentación en las poblaciones del pasado. Por otra

parte, se indaga acerca de las dietas hiperproteicas, y se

discuten cuestiones metodológicas del uso de marcos

de referencia nutricionales en estimaciones cuantita-

tivas. Para ello, se presentarán dos casos de estudios

arqueométricos de Patagonia austral para el Holoceno

Tardío. En el primero se analiza la dieta de un individuo

hallado en el canal Beagle a partir de análisis isotópicos

combinados con modelos de mezcla bayesianos. En el

segundo, se retoma los resultados de isótopos estables

y caracterización química de lípidos de recursos orgáni-

cos adheridos y absorbidos en tiestos cerámicos recu-

perados del centro-oeste de Santa Cruz.

MARCO TEÓRICOLa alimentación es el proceso mediante el cual los hu-

manos establecen una interacción con el ambiente y

del cual deriva la supervivencia, los comportamientos y

las relaciones sociales (Cadena y Moreano 2012). Cabe

destacar que independientemente de los factores que

dan origen a las diversas formas de alimentación, éstas

traen aparejadas consecuencias nutricionales para los

individuos. Algunos análisis paleodietarios han incor-

porado a la ecología nutricional como un enfoque clave

para interpretar la adecuación de una dieta a los reque-

rimientos nutricionales básicos del cuerpo humano, lo

que a la vez permite discutir su impacto en el estado de

salud general y demografía de las poblaciones prehistó-

ricas (Larsen 2003).

Por su parte, Hockett y Haws (2003) han propuesto

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Cazar y recolectar: aportes interdisciplinarios... Chaile et al.

utilizar modelos de la ecología evolutiva que conside-

ren las diferencias en el rol específico de los distintos

macronutrientes (carbohidratos, lípidos y proteínas),

más que la ingesta de energía per se. Además, han re-

marcado la importancia de los micronutrientes (mine-

rales y vitaminas) en la dieta. En consecuencia, desde

este enfoque la eficiencia dietaria se define por el con-

sumo de la mayor variedad de alimentos posible, la cual

garantiza la incorporación de todo el rango de nutrien-

tes necesarios para el mantenimiento de la salud. Sin

embargo, algunos de los modelos del forrajeamiento

óptimo que incorporan estos supuestos presentan cier-

tas dificultades debido a que se centran en poblaciones

etnográficas y requieren datos difíciles de modelar en

casos arqueológicos; por ejemplo, la abundancia y la

distribución de las presas (Keene 1985; Hill 1988).

A fin de entender los aportes de las perspectivas

nutricionales y sus implicancias arqueológicas, se pre-

senta una síntesis sobre los nutrientes. Para cada grupo

se hará énfasis en algunos aspectos directamente vin-

culados con preguntas generadas desde el campo de la

investigación arqueológica.

· MacronutrientesSe consumen en grandes cantidades y proveen la

energía para realizar las actividades diarias (Baynes y

Dominiczak 2011).

· ProteínasSon el principal componente estructural de las cé-

lulas y los tejidos. Están formadas por cadenas lineales

de aminoácidos (Brown y Brown 2011). De los 20 ami-

noácidos, nueve son considerados esenciales y deben

ser incorporados con la dieta. Puesto que el hígado

posee una tasa limitada de metabolización de los ami-

noácidos, se ha planteado que una dieta alta en proteí-

nas presenta efectos adversos para la salud (Axelsson

2006; Bilsborough y Mann 2006). Speth y Spielmann

(1983) advierten sobre las consecuencias del envene-

namiento por exceso de proteínas o rabbit starvation,

otrora descriptas por Stefansson (1944: 234) en su ex-

pedición al Ártico:

“...you are eating in pound three or four times as

much as you were at the beginning of the week. By that

time you are showing both signs of starvation and of

protein poisoning. You eat numerous meals; you feel

hungry at the end of each; you are in discomfort through

distention of the stomach with much food and you begin

to feel a vague restlessness. Diarrhoea will start in from

a week to 10 days and will not be relieved unless you se-

cure fat. Death will result after several weeks”.

No obstante, ¿cómo se define cuantitativamente una

dieta alta en proteínas? En general, las definiciones de

ingesta diaria recomendada y el nivel de ingesta tolera-

ble se expresan en gramos por día (Trumbo et al. 2002),

lo cual dificulta su aplicación en contextos arqueológi-

cos. En cambio, el rango aceptable de distribución de

macronutrientes tiene cotas inferiores y superiores a

partir de las cuales se asocian riesgos de enfermedades

crónicas o insuficiencias de nutrientes esenciales. Este

rango se expresa como porcentaje de la ingesta total

de energía. Así, en las reconstrucciones paleodietarias,

es más plausible estimar dichas proporciones, que la

ingesta de un macronutriente en gramos por día. En in-

dividuos adultos, las instituciones de salud norteameri-

canas recomiendan un consumo de proteínas de entre el

10 al 35 % de la energía total (Trumbo et al. 2002).

Sin embargo, no existe aún un consenso definitivo

sobre del máximo nivel tolerable de ingesta proteica

(European Food Safety Authority [EFSA] 2012). Se ha

observado que a largo plazo, la excreción del nitrógeno

a través del ciclo de la urea puede regularse mediante

cambios en las velocidades de síntesis de las enzimas

asociadas a dicho ciclo. Con dietas muy ricas en proteí-

nas, las enzimas se sintetizan a velocidades más eleva-

das y ocurre una mayor producción de urea (Lehninger

et al. 2009). Al respecto, estudios pioneros sobre dietas

nativas en el Ártico destacaron la ausencia de enve-

nenamiento por proteínas, a pesar de su elevada pro-

porción en combinación con las grasas (Rabinowitch

1936; Draper 1977). No obstante, Bilsborough y Mann

(2006) señalan que hay pocos datos sobre un consumo

elevado de proteínas por períodos prolongados, lo que

dificulta establecer umbrales máximos para su ingesta.

Entonces, los estudios arqueológicos –y especialmente

los isotópicos– pueden aportar información integrada a

largo plazo en el tejido óseo, y observar la flexibilidad de

la adaptación humana a dietas que superan dichos um-

brales máximos planteados para poblaciones modernas.

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LA ZARANDA DE IDEAS [16:2]

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AÑO 2018 44—60

· LípidosSon necesarios como fuente de energía y cumplen

funciones de carácter metabólico y estructural (Fun-

dación Iberoamericana de Nutrición [FINUT] 2008).

También facilitan la absorción de vitaminas solubles en

grasa tales como A, D, E y K (EFSA 2010a). Comprenden

un gran número de compuestos orgánicos con diversas

estructuras, pero comparten la característica de ser

moléculas hidrófobas. Los lípidos son constituyentes de

las grasas animales, aceites vegetales y yema de huevo y

sus componentes principales son los triglicéridos. Estos

últimos están formados por la unión de una molécula de

glicerol con tres ácidos carboxílicos de cadenas largas,

denominados ácidos grasos (Morrison y Boyd 1998).

Los ácidos grasos son cadenas hidrocarbonadas gene-

ralmente lineales. Dependiendo del número de enlaces

doble entre átomos de C –el grado de insaturación– los

ácidos grasos se clasifican en saturados (sin doble enla-

ce), monoinsaturados (un doble enlace) y poliinsatura-

dos (dos o más dobles enlaces).

En poblaciones modernas, se sugiere un rango

aceptable de distribución de lípidos entre el 20 y

35% (Trumbo et al. 2002). Pero, de modo similar a

las proteínas, no está establecido un nivel de ingesta

tolerable mínimo y máximo para los lípidos. Se

consideran que los datos son todavía insuficientes

para establecerlos (EFSA 2010b). Por otra parte,

los estudios arqueológicos plantean que las dietas

altas en proteínas requieren en combinación una

considerable ingesta de grasas (Keene 1985;

Ulijaszek et al. 2012).

Las presas pequeñas adquieren otra relevancia en

enfoques nutricionales; por ejemplo, las aves son ricas

en lípidos en comparación con mamíferos terrestres

(Hockett y Haws 2003). Por otra parte, es pertinente

mencionar a las dietas cetogénicas. Su composición

consiste en un alto consumo de grasa y bajo en carbo-

hidratos, menor al 10% de 2000 kilocalorías por día

(Noakes y Windt 2016). Al igual que las dietas hiper-

proteicas, hay estudios que demuestran que los efec-

tos adversos no son graves para la salud (Lehninger et

al. 2009). Finalmente, se debe prestar atención a las

combinaciones de los distintos macronutrientes en los

alimentos (Hill 1988). En los estudios isotópicos, estas

consideraciones deberían ser reflejadas de alguna ma-

nera en los modelos de mezcla, ya que las proteínas y las

grasas difieren en los valores de δ13C (Post et al. 2007).

· Hidratos de carbonoTambién llamados carbohidratos, son la fuente prin-

cipal de energía en un gran número de dietas (EFSA

2010b). Los azúcares simples son de rápida absorción

en el tracto digestivo; mientras que los polisacáridos

requieren de otros procesos digestivos enzimáticos, lo

que enlentece su absorción. La mayor parte de la dieta

de los grupos cazadores-recolectores está constituida

por estos carbohidratos lentos. Por ejemplo, el almidón

presente en los órganos de reserva de las plantas con

raíces, rizomas y bulbos; y también por celulosa y pec-

tina que se encuentran en hojas, tallos verdes, frutas

verdes y raíces (Campillo Álvarez 2007). Estos son los

principales componentes de la fibra dietaria para la cual

los humanos no presentan la enzima necesaria para di-

gerirla ni una flora bacteriana intestinal abundante ca-

paz de liberar los monómeros de glucosa, por lo que no

significan ningún aporte calórico en las dietas.

El rango aceptable de distribución de carbohidra-

tos propuesto es entre 45-65% o 50-60% (Becker et

al. 2004). Estos porcentajes son bastante elevados,

en comparación con las expectativas para cazadores-

recolectores en altas latitudes (Cordain et al. 2000;

Binford 2001). En casos donde los restos macrobotá-

nicos son muy poco frecuentes por problemas de pre-

servación, los estudios arqueométricos son una vía al-

ternativa para evaluar si su consumo está subestimado.

MARCO ECOLÓGICO: PATAGONIALas particularidades de las dietas nativas del Ártico an-

tes mencionadas plantean interrogantes que también

aplican para los contextos arqueológicos en Patagonia

(Figura 1), ya que comparten ciertas características

ambientales generales. Los recursos se distribuyen

en forma estacional, la mayor parte de la energía está

disponible como biomasa secundaria, y las poblaciones

son más dependientes de las presas animales que de

las plantas para subsistir (Cordain et al. 2000; Binford

2001; Johnson et al. 2009).

En Patagonia continental el clima es árido y frío, con

un gradiente precipitacional y de vegetación que va de

oeste a este y que disminuye al sur de los 52° S (Paruelo

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Cazar y recolectar: aportes interdisciplinarios... Chaile et al.

FIGURA 1 · Mapa de Patagonia austral con las áreas de estudio

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LA ZARANDA DE IDEAS [16:2]

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AÑO 2018 44—60

et al. 1998). En cambio, Patagonia insular (Isla Grande

de Tierra del Fuego), presenta un clima húmedo y frío,

de fuerte influencia oceánica. En ambos sectores geo-

gráficos, el recurso faunístico terrestre de mayor valor

económico es el guanaco (Lama guanicoe) el cual habita

principalmente espacios abiertos como la estepa y pre-

senta una carne extremadamente magra, con menos del

1% de grasa muscular (De Nigris y Mengoni Goñalons

2002). Dicho camélido constituyó el principal recurso

de subsistencia de los grupos humanos de la porción

continental, debido a su tamaño, carácter gregario, den-

sidad y amplia distribución.

A lo largo de las costas patagónicas se registra,

además, una importante diversidad de fauna litoral pe-

queña como aves, peces, moluscos (Piana et al. 2007), y

recursos ricos en grasas como los mamíferos marinos

(pinnípedos y cetáceos). La ecozona litoral ofrece la ma-

yor biomasa para la subsistencia humana. No obstante,

algunas especies que habitan mar adentro, como los

peces sierra, representaron fuentes de alimento con-

siderables para los grupos cazadores-recolectores ma-

rítimos de Tierra del Fuego (Tivoli y Zangrando 2011).

MÉTODOS ARQUEOMÉTRICOSAl tener en cuenta la relevancia de la composición de la

dieta en términos de los macronutrientes, así como la

estructura de los recursos en Patagonia: ¿cuáles son los

alcances y las limitaciones de las perspectivas nutricio-

nales aplicadas en contextos arqueológicos? Se presen-

tan dos casos de estudio a modo de ejemplo.

· Primer caso de estudio: Interpretación de datos isotópicos en restos humanosLos modelos de mezcla son herramientas

matemáticas. A partir de mediciones isotópicas, permiten

estimar los recursos asimilados por un consumidor

(Phillips 2012). En este contexto, los modelos bayesianos

pueden incorporar datos nutricionales previos en las

estimaciones (Parnell et al. 2013). Es mediante las

distribuciones de probabilidad a priori o priors que se

definen como información disponible previa al estudio y

que se incorporan al modelo cuantitativo (Ellison 2004);

por ejemplo, un porcentaje más probable de consumo

de proteínas por motivos fisiológicos. Con estos datos,

se ha acotado el intervalo posible de consumo de

proteínas en casos arqueológicos (Fernandes et al. 2015;

Killian Galván 2018). Este procedimiento mejora la

estimación de los resultados o distribuciones a posteriori,

pero también es un ejemplo de cómo los supuestos

formulados en poblaciones actuales pueden afectar

nuestra interpretación sobre las dietas en el pasado.

Si el prior ingresado es altamente preciso con res-

pecto a la cantidad de datos disponibles en nuestros

modelos, la distribución posterior resulta más influen-

ciada por este (Jackman 2009). Como se suele contar

con un máximo de tres variables –δ13Ccol, δ13Capa y δ15N–

sobre un mismo individuo, es necesario comparar qué

tan sensibles son los resultados finales a los prior que

se eligieron como parámetros (Stock et al. 2018). Se su-

giere empezar con modelos con distribuciones a priori

generales o no informativos: si no se ingresa ningún in-

tervalo específico, todas las combinaciones de propor-

ciones de macronutrientes son igualmente probables.

Luego se pueden especificar modelos que sí incluyan

información nutricional y comparar la distribución de

probabilidades a posteriori.

Otro punto a destacar de las reconstrucciones pa-

leodietarias con modelos de mezcla es la posibilidad de

incorporar concentraciones de elementos y macronu-

trientes en los alimentos (Newsome et al. 2004). Estos

datos son relevantes en omnívoros como los humanos,

por lo que aportan mayor realismo y complejidad para

estimar la composición de las dietas. Es un aspecto a

tener en cuenta en los ambientes costeros, que dispo-

nen de presas con carne magra y, en el otro extremo,

animales con panículo adiposo como los pinnípedos. A

continuación se compara cómo y cuánto se modifican

las distribuciones de probabilidad de recursos consu-

midos por un individuo.

· Materiales y metodologíaSe analiza la dieta del individuo SHE 6 hallado en

Shamakush Entierro, canal Beagle, a partir del análisis

isotópico en colágeno y la apatita ósea. Se seleccionó este

adulto masculino, con una edad estimada de entre 35 y

45 años, ya que tiene mediciones publicadas de δ13Ccol

= −12,4 ± 0,3 ‰, δ15N = +18,4 ± 0,3 ‰ (Panarello et al.

2006) y δ13Capa = −9,2 ± 0,08‰ (Kochi 2017). Cuenta con

un fechado directo de 1536 ± 46 AP (Suby et al. 2011).

También se dispone de una ecología isotópica local

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Cazar y recolectar: aportes interdisciplinarios... Chaile et al.

presentada en trabajos previos (Kochi 2017; Kochi et

al. 2018). Son datos de δ13Ccol y δ15N sobre 10 taxones

de fauna arqueológica: guanaco (Lama guanicoe), lobo

marino de dos pelos (Arctocephalus australis), pez sierra

(Thyrsites atun), merluza austral (Merluccius sp.), merlu-

za de cola (Macruronus magellanicus), doradito (Parano-

tothenia magellanica), lorcho (Patagonotothen sp.), pin-

güino magallánico (Spheniscus magellanicus), albatros de

la familia Diomedeidae (Thalassarche sp.) y cormoranes

(Phalacrocorax sp.). Las muestras modernas incluyen

mejillones (Mytilus edulis) y ocho taxones de plantas C3:

Deschampsia sp., Trisetum spicatum, Gunnera magellanica,

Blechnum penna-marina, Azorella sp., Carex sp., Misoden-

drum punctalatum y Berberis buxifolia.

Las mediciones isotópicas fueron realizadas en

el Instituto de Geocronología y Geología Isotópica

(INGEIS/UBA-CONICET). Con estos datos, más los

factores de discriminación (Peterson y Fry 1987;

Fernandes et al. 2015; Fernandes 2016), se generan tres

reconstrucciones paleodietarias a través del programa

FRUITS (Fernandes et al. 2015). Los factores de

discriminación de dieta a tejido óseo humano se indican

con las siguientes ecuaciones. El término energía refiere

a la suma de lípidos y carbohidratos.

δ13Ccolágeno = 4,8 + 0,74 * δ13Cproteína + 0,26 * δ13Cenergía, in-

certeza + 0,5‰

δ13Capatita = 10,1 + 0,5 * δ13Cproteína + 0,5 * δ13Cenergía, incer-

teza + 0,5‰

δ15Ncolágeno = 5,5 + δ15Nproteína, incerteza + 0,5‰

Se decide estimar la contribución de tres grupos

de recursos a la dieta de SHE 6: plantas, guanacos y

recursos marinos en general. De las plantas C3 anali-

zadas, solo 2 fueron identificadas como comestibles

en las fuentes etnográficas. No obstante, proveen una

referencia de los productores terrestres en la cadena

trófica. Con respecto a las presas marinas, se utilizó un

criterio a priori para agruparlas como una única fuente

(Phillips et al. 2005). Estas presentan valores isotópicos

similares entre sí, y los mejores resultados en los mode-

los de mezcla bayesianos se obtienen cuando se ingresa

el menor número de fuentes posible. La desviación es-

tándar (s) se utiliza como medida de la incerteza en las

fuentes (Tabla 1). Los valores de δ 13Capa no correspon-

den a mediciones de apatita sobre los recursos, sino que

el programa los computa como los valores isotópicos de

las fuentes que se transfieren a la apatita ósea humana.

Por último, todas las reconstrucciones incorpo-

ran el contenido de macronutrientes en recursos (Ta-

bla 1), expresados en peso seco normalizado (wt %).

Se utilizan las fórmulas de Nakamura et al. (1982),

con datos sobre los gramos presentes de proteínas,

lípidos y carbohidratos en 100 g de un tipo de ali-

TABLA 1 · Valores de δ13C y δ 15N promedio con su incerteza para las fuentes

FUENTE MACRONUTRIENTECONTENIDO

MACRONUTRIENTEδ13C

apaS δ13C

colS δ15N S

PLANTASProteina 32 -29,2 1,9 -29,2 1,9 0,4 2,5

Energía 68 -28,1 1,9 -28,1 1,9 - -

GUANACOProteina 80 -24,1 0,7 -24,1 0,7 4,1 1

Energía 20 -30,1 0,7 -30,1 0,7 - -

MARINOSProteina 74 -14,6 1 -14,6 1 17,5 2,8

Energía 26 -20,2 1,5 -20,2 1,5 - -

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AÑO 2018 44—60

mento (Keene 1985; Orquera 1999; USDA 2015).

El contenido de macronutrientes difiere entre las pre-

sas marinas, pero necesariamente deben ser prome-

diadas en estos modelos, ya que se decide agruparlas

como una sola fuente. Aún así, son notables las dife-

rencias en los aportes de proteínas y lípidos entre las

plantas, los guanacos y los recursos marinos.

En cuanto a las diferencias, el primer modelo de

mezcla se realiza con un prior no informativo. Es el mo-

delo más sencillo y probablemente más robusto, por lo

que sirve como referencia para los restantes modelos

que aumentan en complejidad. El segundo modelo de

mezcla suma una distribución a priori, basado en lími-

tes fisiológicos de la excreción de urea. Se establece el

consumo más probable de proteínas en un intervalo

expresado como 0.05 < [PRO] < 0.45 (Fernandes et al.

2015; Killian Galván 2018). El tercer modelo incorpora

el mismo prior, junto con otra información previa acerca

del consumo de lípidos. De esta manera, buscamos re-

flejar que el porcentaje requerido de un macronutrien-

te no es independiente de otros nutrientes (Trumbo et

al. 2002). El intervalo propuesto es de 15−35% (FINUT

2008). Dado que el prior se expresa en términos de

energía, se ingresa como 0.15 < [ENE] < 0.35; en este

caso, se decide subsumir los carbohidratos dentro de

dicho intervalo.

· Resultados y discusión del primer caso de estudioEn la Figura 2 se presentan los resultados de los

modelos de mezcla. En el modelo 1 (Figura 2-1) solo

se ingresaron los datos isotópicos medidos en restos

arqueológicos y el contenido de macronutrientes en

las presas. Se observa la predominancia de los re-

cursos marinos, complementados con los terrestres:

guanacos y plantas. Las distribuciones de la composi-

ción macronutricional de las dietas estimadas figuran

en la Tabla 2. A partir de las mediciones sobre el hueso

del individuo SHE 6, se estima que éste ingirió duran-

te los últimos 10 años de su vida, el 70% de su dieta en

proteínas y 30% en energía en promedio. Este resul-

tado difiere bastante de las recomendaciones de los

organismos de salud.

Para evaluar si no hay una sobreestimación del

consumo de proteínas, el modelo 2 incorpora como

distribución a priori un intervalo de ingesta más pro-

bable entre el 5−45%. En la Figura 2-2 se evidencia

que este prior modificó por completo el recurso pre-

dominante en la dieta y aumentó el consumo estima-

do de energía a un 55 %. Este resultado no parece co-

herente con los antecedentes arqueológicos del área

ni con las características del ambiente patagónico.

Genera un sesgo que es fácil de detectar en este caso

de estudio pero no tanto en sociedades que tienen

mayor dependencia de la recolección de plantas.

En el modelo 3 (Figura 2-3) se incorpora otra in-

formación adicional: un intervalo más probable de

consumo para lípidos, además de las proteínas. Se

obtuvo una distribución y una composición de dieta

muy similar al primer modelo, sin información previa.

Se interpreta que al utilizar un marco de referencia

nutricional, es necesario acotar el consumo máximo

de energía. En caso contrario, los resultados serían

sumamente sesgados. En segundo lugar, se resalta

que el alto aporte de proteínas, en un 70% de la dieta

total, es un resultado robusto: no cambia a pesar de

que haya una cota máxima más probable del 45%.

El programa FRUITS también informa sobre la

contribución de cada grupo de recursos a un mar-

cador isotópico, como el δ15N. Como el nitrógeno en

el colágeno óseo deriva casi exclusivamente de las

proteínas, es posible diferenciar el porcentaje de pro-

teínas de presas marinas de las de origen terrestre.

No obstante, este trabajo se enfocó en determinar

la proporción relativa del consumo de proteínas con

respecto a la porción energética de la dieta. Por otra

parte, se advierte que los valores de δ13C y δ15N no

son suficientes para distinguir entre los aportes de

diferentes presas marinas. Para ello se precisa con-

textualizar con otras líneas de evidencia, atendiendo

a las diferencias en las unidades de análisis y resolu-

ción. En principio, un consumo de 30% de energía de

la dieta total parecería bajo en un individuo del canal

Beagle, donde se dispone de pinnípedos con panículo

adiposo. No obstante, los estudios zooarqueológicos

señalan que hacia los últimos 1500 años hay mayor

representación de aves y peces en el registro arqueo-

lógico, y decrece la abundancia de pinnípedos (Tivoli

y Zangrando 2011). Entonces, puede sostenerse que

la reconstrucción paleodietaria del adulto SHE 6 es

coherente con esta tendencia.

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Cazar y recolectar: aportes interdisciplinarios... Chaile et al.

FIGURA 2 · Distribución de probabilidades de consumo para el individuo SHE 6, según 3 modelos de mezcla con diferentes parámetros.

TABLA 2 · Distribución de porcentajes de consumo para los macronutrientes, según los diferentes modelos de mezcla.

% DE CONSUMO

MODELO MACRONUTRIENTE

PERCENTIL2,5

MEDIA s PERCENTIL97,5

1Proteina 62,2 69,8 3,7 75,6

Energía 24,5 30,2 3,7 37,8

2Proteina 43,7 44,6 0,4 45,0

Energía 55,0 55,4 0,4 56,3

3Proteina 65,4 70,9 3,1 75,6

Energía 24,4 29,1 3,1 34,6

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AÑO 2018 44—60

· Segundo caso de estudio: Interpretación de datos de isótopos estables y caracterización química de residuos orgánicos en tiestos cerámicosEl centro−oeste de la provincia de Santa Cruz, ubi-

cado entre las latitudes 47°S y 49°S, presenta carencia

de fuentes de lípidos (De Nigris 2004) y carbohidratos

(Ochoa y Ladio 2011) que son dos macronutrientes

esenciales para el normal funcionamiento del organis-

mo. La presa principal de los grupos que habitaron esta

área fue el guanaco, el cual tiene una cantidad reduci-

da de grasa intramuscular y de médula ósea (Bourlot

2009). Esto se acentúa a fines de invierno y primave-

ra, momento de mayor estrés fisiológico del camélido

(Bourlot 2009). Para hacer frente a esta situación, una

posible estrategia pudo haber sido el almacenamiento

de grasa ósea que constituye la última reserva confia-

ble del animal (Speth y Spielmann 1983). En la literatu-

ra etnográfica se describe este procedimiento como la

fracturación del hueso, principalmente de los extremos,

las vértebras y costillas. Luego, las pequeñas piezas

óseas se hierven para extraer el sobrenadante que se

forma en la superficie del caldo. Finalmente, esta grasa

se guardaría en contenedores de piel para que se endu-

rezca (Speth y Spielmann 1983). En el caso de la Pata-

gonia, Musters (1997 [1871]) menciona que las mujeres

sacaban grasa de los huesos medulares de los animales

muertos en la caza mediante la molienda y cocción en

ollas. No obstante, observa un uso de la grasa diverso

tales como alimenticio o decorativo al mezclarse con

pigmentos, entre otros (Musters 1997 [1871]).

Distintos trabajos han propuesto que la presencia

de la cerámica no es una condición necesaria para la uti-

lización de dicha estrategia (Fernández 2004), aunque

desde el punto de vista utilitario explota de manera más

eficiente los alimentos de bajo retorno como los huesos

(Sturm et al. 2016). Así, permite a los grupos ocupar am-

bientes con escasos recursos fácilmente procesables y

de alto ranking (Sturm et al. 2016). En particular, los gru-

pos cazadores recolectores del centro-oeste santacru-

ceño adoptaron la cerámica con el objetivo de procesar

el guanaco para la extracción eficiente de su contenido

graso (Chaile et al. 2018a).

En los trabajos de Chaile, Lantos, Maier, Cassiodoro

y Tessone (2018); Chaile, Tessone, Cassiodoro, Bellelli

y Belardi (2018); y Chaile, Goñi y Cassiodoro (2018) se

realizó un acercamiento arqueométrico de vías múlti-

ples para determinar el origen de los residuos orgánicos

que fueron cocinados y/o almacenados en los contene-

dores cerámicos, y así evaluar el uso que se les otorgó

en el pasado. Para esto se analizaron tanto los residuos

orgánicos adheridos como los absorbidos. Los primeros

son materia carbonizada que deriva de la combustión

de los alimentos (carbohidratos, lípidos y proteínas).

Por lo tanto, representan los últimos usos que tuvo el

recipiente antes de ser descartado (Skibo 1992). Los

segundos, son residuos de la actividad culinaria que se

depositaron y preservaron dentro de las paredes po-

rosas de la cerámica protegiéndolos de los agentes de

degradación. Éstos brindan un promedio del uso de la

vasija (Roffet−Salque et al. 2017).

La muestra analizada de la provincia de Santa

Cruz fue recolectada en distintos sectores de las

cuencas de los lagos Salitroso-Posadas y las mesetas

de Cardiel Chico, Pampa del Asador/Guitarra (Chaile,

Lantos, Maier, Cassiodoro y Tessone 2018). En total

se estudiaron 15 tiestos con residuos adheridos a los

que se le realizaron análisis de δ13C y δ15N y, de esta

muestra, se analizaron residuos absorbidos de ocho

tiestos por cromatografía. Las mediciones isotópicas

fueron realizadas en el INGEIS, mientras que la

caracterización química de lípidos y ácidos grasos

en el Laboratorio de Investigación Aplicadas en Arte

y Arqueología (LIAMA) dependiente de Unidad de

Microanálisis y Métodos Físicos Aplicados a la Química

Orgánica (UMYMFOR/UBA-CONICET). Este conjunto

cuenta con tres fechados absolutos sobre residuos

orgánicos adheridos a las paredes de los tiestos: 886 ±

82, 373 ± 45 y 109 ± 37 años AP (Cassiodoro y Tessone

2014). Los resultados del análisis isotópico sobre los

residuos orgánicos adheridos indicaron la cocción de

recurso animal proveniente de la estepa tales como

el guanaco, el choique o los dasipódidos. Solo una

muestra presentó señales isotópicas semejantes al

procesamiento de plantas. Estos análisis no detectaron

la cocción de recursos provenientes del bosque como,

por ejemplo, el huemul (Hippocamelus bisulcus). En

cuanto a la caracterización de lípidos absorbidos,

tampoco se hallaron biomarcadores de origen vegetal

tales como el campesterol o ß−sitosterol. En la mayoría

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Cazar y recolectar: aportes interdisciplinarios... Chaile et al.

de las muestras se registró, en cambio, la presencia

de colesterol, el cual es un biomarcador propio de los

animales. Se subraya la detección de ácidos grasos

lineales impares ramificados que están presentes en

los perfiles de lípidos de las grasas de los animales

rumiantes, como consecuencia de la actividad

bacteriana que sintetiza estos compuestos en el propio

rumen de los animales (Martínez Marín et al. 2010).

En síntesis, la información isotópica junto con

la del perfil lipídico estaría indicando la cocción y/o

almacenamiento de guanaco. Si bien no se puede

diferenciar si se trata de residuos grasos provenientes

de la carne o de la extracción de grasa trabecular,

la complementación de la información química

e isotópica junto con otras líneas de evidencia

arqueológica, etnográfica y relatos de viajeros

soportan esta interpretación. La estandarización en

la fractura de los restos óseos de guanaco realizada

a través de la técnica de marcado perimetral/fractura

transversal apoya la hipótesis de procesamiento

sistemático de la grasa ósea (Bourlot et al. 2009;

Dellepiane 2014). Para finalizar, las crónicas de

viajeros como Musters (1997 [1871]), que estuvieron

en contacto con grupos patagónicos, refuerzan la idea

del procesamiento y almacenamiento de grasa animal,

a través del uso de contenedores.

DISCUSIÓN GENERAL Y CONCLUSIONESLas poblaciones de Patagonia austral han prosperado

en ecosistemas caracterizados por una marcada esta-

cionalidad y con recursos mayormente disponibles en

forma de biomasa secundaria. Dadas estas caracterís-

ticas, se ofreció una síntesis macronutricional, con la

finalidad de enriquecer las interpretaciones acerca de

las dietas prehistóricas situadas en estos contextos.

En particular, se centró en aquellas caracterizadas por

una proporción alta en proteínas y baja en carbohi-

dratos. Luego, a modo de ejemplo, se presentaron dos

casos de estudios de grupos cazadores−recolectores

que, a través de distintas estrategias arqueométricas,

buscaron profundizar la caracterización nutricional

de sus dietas. Finalmente, se exploró el uso de pará-

metros nutricionales modernos para incrementar la

precisión de las estimaciones paleodietarias.

Las dietas hiperproteicas han sido vistas como un

problema en la salud de las personas. Sin embargo, el

mismo Stefansson (1944), quien describió el envene-

namiento por proteínas, destaca que un mayor con-

sumo de grasas en preparaciones como el pemmican

contrarresta sus efectos adversos. En este punto, la

medicina señaló la capacidad del cuerpo humano para

regular la tasa de producción de enzimas implicadas

en la eliminación de amoníaco de acuerdo a las nece-

sidades y, por consiguiente, resolver este problema

(Lehninger et al. 2009). En general, desde la literatura

nutricional no hay consenso acerca de las consecuen-

cias negativas de las dietas hiperproteicas. En princi-

pio, no se han establecido niveles máximos de ingesta

tolerable para la proteína (Trumbo et al. 2002).

Entonces, ¿qué información aporta la arqueología

acerca del debate de las dietas hiperproteicas? A par-

tir de análisis de δ13C y δ15N en restos humanos del Sa-

litroso, se conoce que las poblaciones del interior de

Santa Cruz mantuvieron una dieta con un importante

aporte de proteína animal en los últimos 2500 años

(Tessone 2010). La identificación y caracterización de

lípidos recuperados en la cerámica de esta área, per-

mitió conocer el uso que le dieron dichas poblaciones.

En dicha tecnología solamente se procesaron recur-

sos cárnicos y no se detectó la presencia de vegetales.

Así, la incorporación de la tecnología cerámica duran-

te el último milenio facilitó la maximización del pro-

cesamiento de recursos que ya se venían explotando

(Chaile, Lantos, Maier, Cassiodoro y Tessone 2018;

Chaile, Tessone, Cassiodoro, Bellelli y Belardi 2018; y

Chaile, Goñi y Cassiodoro 2018). El contenido graso

extraído de los guanacos que eran cazados habría sido

almacenado y, luego, consumido en momentos en los

que las presas se encontraban empobrecidas en grasa.

De la reconstrucción paleodietaria en el canal

Beagle, se destaca el alcance de los modelos de mezcla

bayesianos. Éstos permitieron estimar el consumo de

macronutrientes a lo largo de la vida de un individuo,

lo cual es difícil de lograr con otras líneas de evidencia.

Se ha estimado, en promedio, un 70% de consumo de

proteínas y el 30% de energía de la dieta total. Así, la

arqueología aporta información acerca de la posibili-

dad de la adaptación humana a un consumo elevado

de proteínas; mayor al intervalo de 10-35% como

máximo sugerido para poblaciones modernas, o el de

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5-45% como se ha planteado en otros casos arqueológi-

cos. Cabe resaltar que el resultado podría no ser total-

mente equiparable a los estudios nutricionales moder-

nos planteados en aportes calóricos.

Con respecto a las cuestiones metodológicas, este

trabajo muestra las limitaciones en el uso de paráme-

tros nutricionales modernos en los modelos de mezcla

bayesianos. El prior en base a información nutricional

sirve para evaluar la robusticidad de los resultados, pero

también puede sesgarlos fuertemente. Este último caso

puede detectarse con suficiente conocimiento del con-

texto arqueológico. Se sugiere correr más de un modelo

si se incorpora algún tipo de distribución a priori basado

en datos nutricionales, y necesariamente uno de ellos

debería ser con un prior no informativo.

Desde la arqueología, puede decirse que este tipo de

dietas fue una de las opciones disponibles dentro de las

estrategias de subsistencia para un ambiente con alta

estacionalidad y baja diversidad de recursos como lo

es Patagonia austral. Así, este trabajo suma evidencias

de la flexibilidad adaptativa del organismo humano a

dietas variadas en su composición macronutricional. Si

bien dos casos de estudios paleodietarios no se pueden

extrapolar a cuestiones nutricionales de las poblaciones

modernas, ofrecen una visión sobre la variedad dieta-

ria, más allá de la que se concreta en el establecimien-

to de una pirámide alimenticia (Carrasco Henríquez

2007). De esta manera, a largo plazo, la medicina puede

replantearse la importancia de la contextualización de

las dietas humanas.

AGRADECIMIENTOS

Al Dr. Augusto Tessone y a la Lic. Violeta Roizman, por

la atenta lectura del manuscrito y sus sugerencias. Las

investigaciones se desarrollaron en el marco del proyecto

PICT 2013-1011 (FONCYT), dirigido por el Dr. A.

Francisco J. Zangrando, Agencia Nacional de Promoción

Científica y Técnica (PICT 2013 Nº 1965, dirección

Dra. Gisela Cassiodoro), Universidad de Buenos Aires

(UBACYT, 2014-2017, 20020130100008BA, dirección

Dra. Marta Maier) y CONICET (PIP 2014-2016, 112-

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LA ZARANDA DE IDEAS [16:2]

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AÑO 2018 61—78

CARACTERIZACIÓN TECNOLÓGICA, RECONSTRUCCIÓN MORFOLÓGICA Y ANÁLISIS DE PERFORMANCE DEL CONJUNTO DE

VASIJAS DE EL TACO 19 (SIERRA DE EL ALTO-ANCASTI, CATAMARCA)

Carlos Ariel Barot1 y Leticia Inés Gasparotti2

· RESUMEN ·

El presente trabajo se centra en el análisis del material cerámico recuperado del conjunto habitacional El Taco 19 (siglos VII y VIII d.C.), emplazado en la cumbre de la Sierra de El Alto-Ancasti (Catamarca). Debido a la escasez de información sobre esta materialidad en el área de estudio, nos propusimos llevar a cabo una primera aproximación a la misma. Se plantearon tres etapas de análisis: primero un estudio macroscópico de los tipos de pasta presentes en el conjunto, posteriormente realizamos una reconstrucción de las formas cerámicas presentes y, por último, un análisis de performance de estas. A través de esto, pudimos identificar variabilidad en cuanto a los modos-de-hacer las vasijas, además de reconstruir parcialmente algunas formas

e interpretar los posibles usos para los que estaban habilitadas.

Palabras clave: análisis cerámico; reconstrucción de formas; análisis de performance; Período Medio;

Sierra de El Alto-Ancasti

TECHNOLOGICAL CHARACTERIZATION, MORPHOLOGICAL RECONSTRUCTION AND PERFORMANCE ANALYSIS OF THE SET OF POTS OF EL TACO 19 (EL ALTO-ANCASTI MOUNTAIN RANGE,

CATAMARCA)

· ABSTRACT ·

This paper focuses on the analysis of the ceramic material recovered from the site of El Taco 19 (7th and 8th

centuries AD), located on the summit of the El Alto-Ancasti mountain range. Due to the information scarcity

on this materiality in the study area, we proposed to carry out a first approximation to it. Three stages of

analysis were proposed: in the first place, a macroscopic study of the types of paste was carried out, later

we proceeded to carry out a reconstruction of the ceramic forms and, finally, a performance analysis of the

vessels identified. Through this, we were able to identify variability in the ways of making the vessels, also

partially reconstructing the shapes of several pots and interpret some of the uses for which they were made.

Keywords: ceramic analysis; reconstruction of forms; performance analysis; Middle Period;

El Alto-Ancasti mountain range.

1 CITCA-CONICET/UNCA. Prado 366 (4700), San Fernando del Valle de Catamarca, Argentina. Correo: [email protected]

2 CITCA-CONICET/UNCA. Prado 366 (4700), San Fernando del Valle de Catamarca, Argentina. Correo-: [email protected]

Recibido en el mes de octubre de 2018, aceptado en marzo de 2019.

Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional (CC-BY-NC-SA)

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62

Caracterización tecnológica, reconstrucción morfológica... Barot y Gasparotti

INTRODUCCIÓNEl inicio de las investigaciones arqueológicas en las Sie-

rras de El Alto-Ancasti puede situarse a mediados de la

década de 1940, cuando Ardissone y Difrieri decidieron

analizar y describir dos tipos de restos materiales de-

jados por los antiguos habitantes de la zona: las pircas

y los morteros (Ardissone 1945; Difrieri 1945). Desde

entonces, el interés de la mayoría de los arqueólogos

que llegaron a la zona se centró en estudiar y dar a co-

nocer las numerosas manifestaciones pictóricas pre-

sentes a lo largo y ancho de la sierra (De la Fuente 1969,

1990; De la Fuente y Díaz Romero 1974; De la Fuente

et al. 1982, 1983; Segura 1988; Gheco y Quesada 2012;

Nazar et al. 2012; Quesada y Gheco 2015; entre varios

otros). En menor medida, se abordó la conformación de

los distintos paisajes arqueológicos (Nazar 2003; Que-

sada et al. 2012; Zuccarelli 2014; Gordillo et al. 2017)

y el análisis de algunos materiales (Barrionuevo 1972;

Mulvany 1996-1997; Dlugosz 2010; Moreno 2014; Mo-

reno y Sentinelli 2014; Ahumada y Moreno 2015-2016;

Moreno y Egea 2016). Sin embargo, podemos apreciar

que los materiales cerámicos solo fueron involucrados

de manera ocasional en dichas investigaciones.

Producto de las investigaciones generadas en la úl-

tima década, se puso en jaque el lugar de “periferia” en

que situaba la bibliografía arqueológica a la sierra, den-

tro del modelo centro-periferia bajo el cual se intentaba

explicar el pasado prehispánico en Catamarca. Con-

trariamente a esto, se pudo observar que los antiguos

habitantes tenían un marcado vínculo con el paisaje, lo

que se plasmó en una fuerte inversión de mano de obra

para generar espacios de producción y reproducción

de una vida campesina (Quesada et al. 2012). Este giro

en el modo de ver a las sociedades serranas del oriente

catamarqueño, nos permitió pensar en las diferentes

tareas que forman parte de la cotidianidad y que no fue-

ron exploradas aún, algunas de las cuales pueden ser in-

feridas a través del estudio de los materiales cerámicos.

Más específicamente, consideramos que el análisis de

las vasijas recuperadas en El Taco, puede aproximarnos

a conocer algunas de las prácticas mediante las cuales

fueron confeccionadas, así como identificar las distintas

actividades en las que pudieron participar.

ÁREA DE ESTUDIOLa Sierra de El Alto-Ancasti, provincia de Catamarca, se

extiende más o menos en sentido norte-sur, entre los

28º y 29º de latitud sur y los 63º y 65º 30’ de longitud

oeste (Figura 1). A lo ancho de sus casi 170 km de largo,

se pueden distinguir tres pisos altitudinales claramente

diferenciados en cuanto a la vegetación presente: Bos-

que Serrano (desde los 700 a los 1500 msnm), Arbustal-

Pastizal (entre los 1500 y 2000 msnm) y, por último,

Pastizal de Altura (sobre los 1500 msnm) (Morlans

1995).

En la zona de la cumbre de la sierra, el terreno, lejos

de ser uniforme, está caracterizado por innumerables

pequeñas quebradas separadas por lomadas no muy

elevadas, cuyos flancos están recorridos por suaves ca-

ñadas que desembocan en los arroyos colectores. Son

estas lomadas, junto con las cañadas, los ámbitos que

han sido más transformados por la ocupación humana

a lo largo del tiempo y, por consecuencia, donde encon-

tramos los sitios arqueológicos.

Mediante tareas de prospección sobre 540 ha de

cumbre, en una zona cercana a El Taco (Departamento

de Ancasti), Quesada y colaboradores lograron detec-

tar numerosas áreas agrícolas y, por lo menos, 19 con-

juntos habitacionales. Los mismos habrían conformado

un patrón aldeano con tendencia a la dispersión, pero

con recursos materiales orientados a lograr instancias

de inmediatez social o contextos de co-presencia coti-

dianos que caracterizan la vida aldeana, principalmente

mediante un alto grado de intervisibilidad entre los con-

juntos residenciales y la intensa relación de proximidad

de estas viviendas con las sendas que recorren la topo-

grafía local (Quesada et al. 2012).

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FIGURA 1 · Sierra de El Alto-Ancasti (tomada de Quesada et al. 2012).

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Caracterización tecnológica, reconstrucción morfológica... Barot y Gasparotti

· Conjunto habitacional El Taco 19El Taco 19 (ET19) es un conjunto habitacional, empla-

zado en la zona cumbral de la sierra, compuesto por una

serie de 28 recintos de variadas dimensiones, los cua-

les se extienden a lo largo de aproximadamente 150 m

en sentido noreste–sudoeste. Al norte de este conjun-

to concentrado se dispone un recinto, relativamente

amplio, construido aprovechando los afloramientos de

rocas para lograr el cerramiento, mientras que al este

se sitúan unos muros bajos en dirección norte-sur que

podrían ser aterrazamientos agrícolas (Figura 2) (Que-

sada et al. 2012).

En la organización espacial de ET19 se destacan cin-

co recintos de grandes dimensiones (con más de 20 m

de lado cada uno), los cuales habrían actuado a modo de

patios. Rodeando a estos se disponen alrededor de 23

recintos más pequeños que pudieron haber funcionado

como habitaciones. En algunos casos, los recintos pe-

queños aparecen adosados entre sí, conformando uni-

dades menores dentro del sitio. Un ejemplo de esto lo

podemos observar en el sector norte de ET19, donde se

puede distinguir un conjunto de tres recintos adosados

entre sí, con un tamaño más o menos homogéneo (entre

5 y 7 m de lado). Los fechados radiocarbónicos obteni-

dos de la excavación del interior de tres de estos recin-

tos (Recinto 1, Recinto 2 y Recinto 3), sitúan cronológi-

camente al sitio en la segunda mitad del primer milenio

DC (1390±70 AP; 1340±80 AP; 1270±60 AP; 1240±50

AP; 1210±80 AP) (Ahumada y Moreno 2015-2016).

La fisonomía de las estructuras presentes en ET19

es principalmente cuadrangular. Las paredes de los re-

cintos fueron confeccionadas mediante diferentes téc-

nicas, lo que generó que los muros estuviesen compues-

tos de dos cuerpos. Un cuerpo inferior constituido por

una doble hilera de lajas de esquisto colocadas de canto

y dejando entre ellas un espacio, el cual fue relleno con

una mezcla de tierra, material arqueológico y cascajo; y

uno superior conformado por mampostería de rocas de

diferentes tamaños dispuestas horizontalmente (Que-

sada et al. 2012). Este modo de construcción descripto

para El Taco es similar al que describen Barrionuevo

(1972) en su denominado “yacimiento tipo” en Nana

Huasi, Nazar (2003) en la zona austral de la Sierra, Dlu-

gosz (2010) en Los Corpitos (Departamento El Alto) y

Gordillo y colaboradores (2017) en Rodeo de los Indios.

ANTECEDENTESEl primer trabajo en donde se inicia el estudio de la al-

farería presente en la zona es llevado a cabo por Omar

Barrionuevo (1972) en su descripción sobre “el área

arqueológica Nana Huasi”. Los materiales que recupe-

ra de la excavación de dicho sitio son definidos por el

autor como cerámica Aguada. A su vez distingue una

variedad de tipos: Aguada Ahumado (Monocroma, Bi-

color y Tricolor o Polícroma), Aguada Alisada (Simple y

Pintada) y Aguada Tosca. El autor aclara que, en lo que

respecta al tipo Aguada Ahumado, “tomamos la termi-

nología dada por Rex González, ya que la misma se ha

impuesto en los distintos centros de investigación” (Ba-

rrionuevo 1972:11). Posteriormente González (1998)

rebautiza este estilo como Aguada Portezuelo y lo sitúa

en el oriente catamarqueño, mientras que Nazar (2003)

menciona el hallazgo de algunos fragmentos de este es-

tilo en la zona cumbral de la sierra.

Ya hacia fines de la década de 1970, Eleonora Mul-

vany desembarca en el este de la provincia de Catamar-

ca, zona que describe como intermedia entre las regio-

nes Valliserranas y Chacosantiagueña (1996-1997).

Producto de sus trabajos de campo logra obtener ma-

teriales cerámicos de siete localidades, cuatro ubicadas

en el Valle de Catamarca y las tres restantes en las estri-

baciones orientales de la Sierra de El Alto-Ancasti. Los

mismos fueron diferenciados teniendo en cuenta las ca-

racterísticas de las pastas (ausencia o presencia y tama-

ño de inclusiones, la textura y el tipo de fractura), lo que

arroja como resultado siete grupos cerámicos. Poste-

riormente, los grupos antes mencionados son divididos

en subgrupos de acuerdo al acabado de superficie. Si

bien casi todos los grupos están presentes en los sitios

estudiados, con base en la frecuencia de los mismos, la

autora diferencia tres zonas geográficas con estilos pre-

dominantes: Ambato (estilos Ciénaga, Aguada y Alum-

brera/Ambato Tricolor), Capayán (Aguada Grabado y

Aguada Portezuelo) y los sitios hallados en Las Cañas y

Cortaderas (Condorhuasi y Cortaderas Polícromo).

Muchos años después, y retomando las investiga-

ciones en uno de los sitios trabajados por Mulvany, José

Dlugosz (2010) da a conocer una serie de piezas de al-

farería procedentes de la excavación de las estructuras

6 y 7, del sector A del sitio Los Corpitos, emplazado

en el Departamento El Alto. El autor diferencia cinco

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AÑO 2018 61—78

FIGURA 2 · Conjunto habitacional ET19, en rojo el área excavada (R1, R2 y R3). Figura tomada y modificada de Quesada et al. (2012).

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Caracterización tecnológica, reconstrucción morfológica... Barot y Gasparotti

grupos de vasijas, discriminándolas según sus formas

y capacidades (expresada en litros), y les confiere una

posible funcionalidad a cada una. Finalmente, Dlugosz

(2010:158) sostiene que “cuenta con elementos sufi-

cientes como para proponer que las vasijas analizadas

estuvieron involucradas en la preparación (cocción y

maceración de bebidas alcohólicas) y consumo (para

servir) de sustancias alimenticias”, tareas que forman

parte de las actividades domésticas de un grupo social.

MATERIALES Y MÉTODOSEl conjunto cerámico recuperado de la excavación es-

tratigráfica del recinto 1 (R1) se conforma de 1441 frag-

mentos. Sin embargo, por cuestiones analíticas, para

el presente trabajo se decidió tomar los tiestos cuyo

tamaño superan los 4 cm, dejando afuera del análisis

los considerados “pequeños” y “muy pequeños” (Feely

y Ratto 2013), lo que nos dio como resultado un total de

432 fragmentos, cuya totalidad fue analizada con lupa

binocular. Si bien, como mencionamos, la muestra con

que contamos para esta investigación está compuesta

por material fragmentario, el enfoque que utilizamos

para el establecimiento de las variables de análisis, con-

sidera a la vasija como unidad de análisis y al fragmento

como unidad de observación. Para esto nos centramos

en estimar el Número Mínimo de Vasijas (NMV), lo cual

consiste en la suma de las partes diagnósticas1 que po-

see una pieza (bordes, cuerpos con puntos de inflexión

característicos, bases) y partes de cuerpos no diagnósti-

cas que presentan características únicas de pasta (Feely

y Ratto 2013). Habiendo dejado esto en claro, podemos

decir que la metodología empleada para llevar a cabo el

presente trabajo puede ser dividida en tres etapas: ca-

racterización tecnológica del proceso de manufactura,

aproximación a la morfología y análisis de performance.

· Caracterización tecnológica del proceso de manufactura

Durante el proceso productivo de manufactura cerá-

mica, los alfareros eligen, consciente o inconsciente-

mente, entre una variedad de opciones posibles para

elaborar las piezas (Lemonnier 1992). Muchas de estas

elecciones son arbitrarias desde el punto de vista téc-

nico, es decir, independientes de cualquier necesidad

material, mecánica o funcional del objeto a elaborar, sin

embargo, son reproducidas por los alfareros del grupo

y mantenidas en el tiempo (Lemonnier 1992; Gosselain

1999). Esto conforma el saber hacer de los alfareros, el

cual es socialmente situado y puede verse reflejado en

la secuencia de procesos, gestos tecnológicos y eleccio-

nes involucradas en la manufactura de los materiales

cerámicos.

Enfocados en conocer algunas de las elecciones antes

mencionadas, intentamos identificar, primero a ojo

desnudo y posteriormente con la ayuda de una lupa es-

tereoscópica binocular (con aumento de 20X-40X), las

diferencias y similitudes a la hora de elaborar la pasta.

Se observó la presencia de antiplásticos y cavidades. La

determinación del tipo de antiplástico y la clasificación

de la inclusión2 (pueden ser cristaloclastos, litoclastos,

tiesto molido o restos vegetales) fueron establecidas

mediante la observación del corte fresco, a través de

la lupa binocular, mientras que la densidad fue estima-

da en relación al porcentaje de inclusiones y cavidades

en la matriz arcillosa (Mathew et al. 1991 en Orton et

al. 1993). También se trató de identificar la técnica de

levantamiento de la pieza por parte del artesano (rollos,

planchas, moldes, entre otros) (Balfet et al. 1992). Por

otro lado, el tratamiento de las superficies fue clasifica-

do como alisado, pulido o bruñido; mientras que la téc-

nica de decoración se clasificó en pintura, incisión, exci-

sión, entre otros. En cuanto a la cocción, se identificaron

diferentes posibilidades (oxidante, reductora, oxidante

incompleta o reductora incompleta) y fue determinada

mediante el relevamiento del color en diferentes sec-

tores de la pared cerámica (Convención Nacional de

Antropología 1964). Por último, se decidió adscribir los

grupos de cerámicas que presentaran características

similares, tanto del análisis de pasta, como de acabados

superficiales y cocción, a tipos cerámicos conocidos

para el área: Aguada, Condorhuasi, Candelaria, entre

otros (González 1977, 1998; Barrionuevo 1978; Mul-

vany 1996-1997; Gordillo 2009).

· Caracterización morfológicaEn el caso de las vasijas enteras y en aquellas que pre-

sentaban la posibilidad de ser reconstruidas hipotética-

mente (mediante reconstrucción digital), se las clasificó

según los tipos formales catalogados para la Sierra de El

Alto-Ancasti (Mulvany 1978; Dlugosz 2010; Nazar y De

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TABLA 1 · Características tecnológicas de los grupos cerámicos definidos para El Taco 19. Referencias: cuarzo cristalino (QC), muscovita (M), magnetita (MGT), biotita (B), hematita (HE), inclusión blanca (IB), inclusión negra (IN) y cavidades (cav). El “espesor” indica rangos mínimos y máximos de las paredes; en “tratamiento de superficie”, donde figura sólo un tipo, hace referencia tanto al interior como al exterior.

GRUPO (N=)ESPESOR

(mm)COCCIÓN COLOR

TIPO DE ANTIPLÁSTICO

DENSIDADMODELADO

PRIMARIOTRATAMIENTO DE SUPERFICIE

DECORACIÓNTIPO

CERÁMICO

1 63 3-6 oxidante naranja

QCMB

MGT

5%<5%2%

<5%

rollo alisado pintado

Aguada ali-sada pintada (Barrionuevo

1978)

2 156 6-12 oxidante naranja

QCMB

MGT

<10%5%3%

<1%

rollo alisado - -

3 69 7-13 oxidante naranja

QCMB

MGT

10%2%2%2%

rolloexterior pulidointerior alisado

- -

4 17 6-12oxidante

incompleta

núcleo y margen es

mixtosuperficie

naranja

QCM

MGT

>10%5-10%

1%rollo alisado - -

5 18 10-18oxidante

incompletagris o

naranja

QCM

MGT

>15%5%1%

rollo alisado - -

6 16 6-10 oxidante naranja

QCMB

HE

10%5%

<5%20%

rollo alisado - -

7 38 4-7oxidante

incompletagris o

naranja

QCMB

HEcav

5%5%5%5%5%

rolloexterior alisadointerior bruñido

pintado

Aguada portezuelo (González

1998)

8 1 4,5 reductora

núcleo y márgenes

naranja superficie

marrón

QCM

HE

<5%<5%<5%

rollo bruñido incisiónAmbato marrón grabado

9 6 5-7 reductora gris

QCM

HEINB

30%20%10%5%2%

rolloexterior pulidointerior alisado

pintado

Cortaderas Tricolor

(Mulvany 1996-1997) -

Ambato Tricolor

(Gordillo 2009)

10 1 7 oxidante naranjaQCMB

20%10%10%

rollo alisado excisión -

11 5 4-7 reductora gris

BM

QCHE

10%5%

<5%<5%

rollo pulido - -

12 6 5-8oxidante

incompletagris o

naranja

QCHEMB

IN

<30%10%5%5%2%

rollo pulido pintado

Condorhuasi bicolor

(González 1877)

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Caracterización tecnológica, reconstrucción morfológica... Barot y Gasparotti

GRUPO (N=)ESPESOR

(mm)COCCIÓN COLOR

TIPO DE ANTIPLÁSTICO

DENSIDADMODELADO

PRIMARIOTRATAMIENTO DE SUPERFICIE

DECORACIÓNTIPO

CERÁMICO

13 20 3-6 reductora grisHEQCM

15%<5%<2%

rollo pulido incisión

Ambato ne-gro grabado

(Gordillo 2009)

14 7 4-5 reductora negroQCM

<1%<1%

rollo pulido incisión -

15 1 4 reductora gris - - rollo pulido incisiónCiénaga

(González 1977)

16 8 5-7 oxidante naranjaQCM

<1%<1%

rollo pulido pintado

Aguada Portezuelo (González

1998)

FIGURA 3 · NMV abiertas y cerradas identificadas por grupo.

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AÑO 2018 61—78

La Fuente 2016). En cambio, los fragmentos cerámicos

que podían ser orientados según su posición original en

la vasija, permitían obtener el radio -cuyo porcentaje de

arco representaba más del 5% del total de la pieza-, per-

tenecían a partes consideradas “diagnósticas” (bordes,

labios, puntos de inflexión, asas, bases y cuerpos en los

que era posible realizar mediciones) de las vasijas y cuya

reconstrucción no coincidía con formas conocidas para

el área, fueron diferenciadas en vasijas abiertas y cerra-

das (Balfet et al. 1992). Los autores señalan que “una

vasija abierta es una vasija sin constricción de diámetro

y cuyo diámetro máximo coincide con la boca”, mientras

que una vasija cerrada se caracteriza por la presencia o

no de un cuello y que el diámetro mínimo es superior a

un tercio del diámetro máximo (Balfet et al. 1992:19).

· Análisis de performancePara este análisis se consideraron dos variables pro-

puestas por Rice (1987): el conjunto de propiedades

relacionadas con el uso (capacidad, estabilidad, accesi-

bilidad y transportabilidad) y las propiedades técnicas

de las pastas.

· Propiedades relacionadas con el usoEn cuanto a las propiedades que se relacionan con el

uso, podemos mencionar que la capacidad depende de

la forma y el tamaño de la vasija. La estabilidad hace re-

ferencia a la dificultad de volcar una vasija, la cual está

determinada por la forma, las proporciones entre las

diferentes partes, el centro de gravedad, y el tamaño y

tipo de base. La accesibilidad nos indica el grado de fa-

cilidad para alcanzar al contenido de la vasijas (las pie-

zas de menor accesibilidad son aquellas que presentan

un orificio o boca restringido, contrario a las de mayor

accesibilidad). La transportabilidad describe la facilidad

con que se puede transportar una vasija, la cual está de-

terminada por su forma, fundamentalmente su tamaño,

en relación directa con su peso y el agarre (Rice 1987).

· Propiedades técnicas de las pastasPara analizar las propiedades técnicas de las pastas,

partiendo de los análisis en lupa binocular, conside-

ramos adecuado dividir los grupos cerámicos en dos

categorías distintas: pastas gruesas y pastas finas. Las

primeras se caracterizan por paredes con un espesor

superior a los 7 mm y elevada presencia de antiplásti-

cos (cantidades superiores al 15%), mientras que las

segundas poseen paredes cuyo espesor no sobrepasa

los 7 mm y las cantidades de antiplásticos que pueden

observarse son muy bajas. Esta diferencia se refleja en

que las vasijas con paredes más espesas y con presencia

de bastante antiplástico: a) a la hora de almacenar cier-

tos productos, mantienen la humedad fuera de la vasija;

b) para determinados tipos de procesamientos, son más

resistentes a golpes durante el batido, agitado o mez-

clado; c) en actividades de transferencia, retardan la

conducción del calor desde los contenidos hacia fuera,

manteniendo el exterior templado, además de ser reci-

pientes pesados para movilizarlos y; d) poseen mayor

resistencia al shock térmico (Rice 1987).

RESULTADOS

· Caracterización tecnológicaLos fragmentos analizados con lupa binocular (n=432)

fueron agrupados, en primer lugar, a partir de las ca-

racterísticas tecnológicas (pasta, cocción, decoración,

entre otras variables). Esto arrojó 16 grupos de frag-

mentos (Tabla 1), dentro de los cuales pudimos identifi-

car tanto vasijas abiertas (n=23) como cerradas (n=31)

(Figura 3).

· Caracterización morfológica

· Vasijas abiertasEs un conjunto de formas que diferenciamos en cuen-

cos, pucos y pucos grandes3 (Tabla 2). A su vez, los pucos

fueron diferenciados en tres subconjuntos:

• Pucos forma A: no restringidos de contorno sim-

ple;

• Pucos forma B: restringidos de contorno com-

puesto; y

• Pucos forma C: no restringidos de contorno com-

puesto (Figura 4).

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Caracterización tecnológica, reconstrucción morfológica... Barot y Gasparotti

FIGURA 4 · Vasijas abiertas presentes en ET19.

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LA ZARANDA DE IDEAS [16:2]

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AÑO 2018 61—78

· Vasijas cerradasEn lo que respecta al conjunto de vasijas cerradas, de-

bemos mencionar la identificación de un considerable

número de ollas, las cuales diferenciamos en seis for-

mas (Tabla 2) mediante una comparación con materia-

les recuperados en la zona de estudio por otros inves-

tigadores (Barrionuevo 1972; Mulvany 1978; Dlugosz

2010; Nazar y De La Fuente 2016) (Figura 5 y 6) y algu-

nas formas que no pudimos diferenciar (Figura 7). Las

variantes de ollas identificadas son las siguientes:

• Forma A: “vasija subglobular no restringida de

contorno simple, carente de asas, base redondea-

da y borde levemente inflexionado hacia el inte-

rior” (Dlugosz 2010:146-147).

• Forma B: “vasija subglobular restringida de con-

torno compuesto, presenta dos asas remachadas

al cuerpo, el borde es evertido, el labio convexo y

la base cóncava”. Forma similar a la identificada y

descripta por Dlugosz (2010:143-144) como “Va-

sija Nº1”.

• Forma C: “restringida independiente, de contorno

complejo (olla). Cuerpo: ovoide en posición erecta.

Cuello: sección de cono. Borde: evertido, everti-

do con engrosamiento gradual interno, evertido

con engrosamiento gradual indiferenciado. Labio:

recto, convexo. Base: convexa-cóncava” (Mulvany

1978:108).

• Forma D: “restringida independiente, contorno

inflexionado. Cuerpo: ovoide. Cuello: sección de

hiperboloide. Borde: directo. Labio: recto o leve-

mente convexo.” (Mulvany 1978:81-82).

• Forma E: “restringida dependiente, de contorno

complejo (olla). Cuerpo: combinación de sección

de ovoide y cono. Borde: evertido, con engrosa-

TABLA 2 · Formas abiertas y cerradas identificadas en El Taco 19, discriminadas por grupo cerámico. Referencias: IND= indiferenciada.

GRUPOS CUENCO PUCO A PUCO B PUCO CPUCO

GRANDEFORMA A FORMA B FORMA C FORMA D FORMA E FORMA F IND FIGURA

1 - - - - - - - - 1 - 2 -5.20 – 6.1

– 6.2

2 3 - - - - 4 3 4 - - - -

4.2 – 4.4 – 4.5 – 5.1 – 5.2 –

5.3 – 5.4 – 5.5 – 5.6 – 5.7

– 5.8 – 5.9 – 5.10 – 5.11

3 - 4 2 - - - - 3 1 - - -

4.10 – 4.12 – 4.13 – 4.14 – 4.15 – 4.17

- 5.14 – 5.15 – 5.16 – 5.19

4 - - - - - - - 2 - 1 - -5.12 – 5.13 –

5.22

5 1 - - - 4 - - - 3 1 - 2

4.1 – 4.20 – 4.21 – 4.22

– 4.23 - 5.17 – 5.18 – 5.21 – 5.23 – 7.7

– 7.8

6 - - - - - - - - - 1 - - 5.24

7 - 1 - - - - - - - - - 34.11 – 7.3 –

7.4 – 7.6

11 1 - - - - - - - - - - - 4.3

12 - - - - - - - - - - - 1 7.5

13 - - 1 2 - - - - - - - 14.16 – 4.18 –

4.19 – 7.1

14 - 2 - - - - - - - - - - 4.7 – 4.9

16 - 2 - - - - -- - - - - 1 4.6 – 4.8 – 7.2

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Caracterización tecnológica, reconstrucción morfológica... Barot y Gasparotti

miento gradual externo. Labio: convexo. Base:

convexo-cóncavo (indiferenciada)” (Mulvany

1978:113-114).

• Forma F: combinación de un cuerpo globular y un

cuello cilíndrico, el cual ofrece un perfil levemente

convexo y borde evertido, rematado en un labio

recto de aspecto irregular. También presenta asas

de tipo horizontal remachadas por arriba del pun-

to de inflexión entre el cuello y el cuerpo (Nazar y

De La Fuente 2016).

· Análisis de performanceCon respecto al último nivel de análisis debemos men-

cionar que, por el carácter fragmentario de la muestra,

sólo pudimos tener en cuenta algunas de las variables

propuestas por Rice (1987) para la identificación de las

propiedades de performance de los contenedores cerá-

micos.

· Vasijas abiertasComo mostramos anteriormente, se pudieron iden-

tificar tres tipos de vasijas abiertas: cuencos, pucos

y pucos grandes. Consideramos que la principal ca-

racterística que distingue a este conjunto reside en la

alta accesibilidad física y visual al contenido. Si bien

no podemos conocer específicamente la capacidad, es

decir, el volumen que puede ser contenido, si podemos

mencionar que existe una alta variabilidad en el tamaño

de estas vasijas (desde los 10 hasta los 50 cm de diáme-

tro máximo) (Figura 4). A pesar de la no identificación

de elementos de agarre, como asas, consideramos que

serían de fácil trasporte debido a lo reducido de sus ta-

maños (con excepción de los pucos grandes). Por último,

desconocemos el nivel de estabilidad de este conjunto

debido a la ausencia de bases.

En cuanto a las propiedades técnicas de la pasta con

que se confeccionaron las vasijas abiertas, se dividió al

conjunto en dos grupos. Por un lado, los cuencos (Figu-

ra 4.1, 4.2, 4.4 y 4.5), pucos (Figura 4.10, 4.12 a 4.15 y

4.17) y pucos grandes (Figura 4.20 a 4.23) confecciona-

dos con pasta gruesa y, por otro, al conjunto de cuenco

(Figura 4.3) y pucos (Figura 4.6 a 4.9, 4.11, 4.16, 4.18 y

4.19) elaborados con pasta fina.

· Vasijas cerradasLas vasijas cerradas (n=31) fueron divididas en dos ca-

tegorías: ollas (n=23) y cerradas indiferenciadas (n=8).

A pesar del carácter fragmentario de la muestra, el

conjunto de ollas pudo ser diferenciado entre no res-

tringidas (Figura 5.1 a 5.4) y restringidas (5.5 a 5.22), lo

cual consideramos relevante ya que esta característica

habilita a que las vasijas se involucren en distintas prác-

ticas. Las ollas no restringidas pertenecen al Grupo 2 y

se denominan “Forma A”. Solo se identificaron bordes,

por lo que se desconoce la capacidad, transportabilidad

y estabilidad de las mismas. Sin embargo, el carácter

de “no restringidas” indica que la accesibilidad al con-

tenido sería alta. Contrariamente a estas, la principal

propiedad de las ollas restringidas reside en la baja

accesibilidad al contenido. De la totalidad de ollas, se

reconstruyeron parcialmente solo dos cuerpos, lo que

permite adentrarse en las otras variables que definen

las características de performance. Por un lado se en-

cuentra la “Forma B” perteneciente al Grupo 2 (Figura

5.5), la cual posee una capacidad de aproximadamente

12 litros, alta estabilidad debido a su base cóncava-con-

vexa, baja accesibilidad dado que el diámetro de la boca

es menor que el del cuerpo y una alta transportabilidad

debido a la presencia de asas y al tamaño mediano de la

misma. La presencia en esta vasija de un punto angular,

entre el cuerpo globular y el cuello cilíndrico, le resta re-

sistencia al shock térmico, por lo que no sería apropiada

para la exposición al fuego.

En cuanto a las vasijas cerradas indiferenciadas (Fi-

gura 7.1 a 7.6), podemos mencionar que compartirían,

como característica, una baja accesibilidad al contenido

y, debido a lo reducido de sus tamaños, una baja capa-

cidad y alta transportabilidad. Desconocemos la estabi-

lidad que presentaban. Por otra parte, la vasija que se

pudo reconstruir parcialmente pertenece al Grupo 5

(Figura 7.7) y se caracteriza por tener una base cóncava-

convexa, lo que le confiere una alta estabilidad y, ade-

más, la ausencia de punto de inflexión genera una alta

resistencia al shock térmico. Consideramos que la ca-

pacidad de esta vasija no superaría los 20 litros lo que,

sumado a la ausencia de asas, provocaría un bajo grado

de transportabilidad, sobre todo si el contenido está

caliente.

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LA ZARANDA DE IDEAS [16:2]

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AÑO 2018 61—78

FIGURA 5 · En la columna de la izquierda reconstrucciones hipotéticas de vasijas cerradas -A y B- tomadas de Dlugosz (2010) y Mulvany (1978) -C, D y E-. En la columna de la derecha reconstrucción parcial de formas cerradas recuperadas de ET19.

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Caracterización tecnológica, reconstrucción morfológica... Barot y Gasparotti

FIGURA 6 · 1 y 2 reconstrucción parcial de vasijas cerradas de perfil compues-to recuperada de ET19. Formas similares identificadas en la zona de estudio: I tomada de Barrionuevo (1978); II tomada de Nazar y De La Fuente (2016).

FIGURA 7 · 1 a 6 formas cerradas cuyo contorno completo no se pudo inferir; 7 y 8 fragmentos de bases y cuerpos de formas cerradas presentes en ET19.

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AÑO 2018 61—78

Con respecto a las características de pasta de las va-

sijas cerradas (n=31), al igual que el conjunto de vasijas

abiertas, fueron confeccionadas tanto con pasta gruesa

(n=26) como con pasta fina (n=5). Cabe destacar que la

totalidad del conjunto de ollas fueron confeccionadas

con pasta gruesa, es decir con alta cantidad de antiplás-

ticos (superior al 15%) y un espesor superior a 7 mm,

mientras que del conjunto de cerradas indiferenciadas,

cinco fueron elaboradas con pasta fina (Figura 7.1 a 7.4

y 7.6) y tres con pasta gruesa (Figura 7.5, 7.7 y 7.8).

En síntesis, se puede dividir el conjunto de vasijas en

cinco subconjuntos que forman un repertorio hetero-

géneo con capacidades de llevar a cabo las funciones de

transporte, almacenamiento y procesamiento, tal como

plantea Rice (1987):

• Cuencos (n=4), pucos (n=6) y pucos grandes de

pasta gruesa (n=4): habilitados tanto para transfe-

rir como para transportar sólidos fríos o calientes.

Un caso especial lo componen los pucos grandes,

los cuales admitían un mayor volumen en su inte-

rior sirviendo quizás a modo de fuentes.

• Cuenco (n=1) y pucos (n=8) de pasta fina: los

mismos habrían estado habilitados tanto para la

transferencia como para el transporte de líquidos

y sólidos fríos.

• Ollas de pasta gruesa (n=23): debido a la gran

variabilidad, tanto de tamaños como de formas,

podemos decir que estarían potencialmente habi-

litadas para todas las funciones que propone Rice

(1987).

• Vasijas cerradas indiferenciadas de pasta gruesa

(n=3): pudieron servir tanto para almacenar como

para procesar sólidos y líquidos, fríos y calientes.

• Vasijas cerradas indiferenciadas de pasta fina

(n=5): este conjunto de vasijas tienen una menor

resistencia al calor y a los golpes que la descripta

anteriormente.

DISCUSIÓN Y CONCLUSIONESSi bien el presente trabajo constituye una primera ca-

racterización del material cerámico del sitio ET19, po-

demos decir que mediante el análisis tecnológico aplica-

do en este trabajo, se pudo observar cierta variabilidad

en las elecciones tecnológicas a la hora de escoger el

tipo de cocción, acabado de superficie, decoración y

forma de las vasijas. Sin embargo, no sucede lo mismo

en cuanto a la materia prima escogida ni a la técnica de

modelado, por lo menos a nivel macroscópico.

Se registraron 16 grupos cerámicos diferentes, que

involucran diferencias en las formas, espesor de las pa-

redes, decoración y cocción. Estos grupos reflejarían

la existencia de una relativamente alta variabilidad

de modos-de-hacer (sensu Lemonnier 1992). Dentro

de estos grupos pudimos identificar 54 vasijas, entre

abiertas (n=23) y cerradas (n=31), las cuales fueron

confeccionadas con pastas finas y gruesas. Sin embar-

go, las materias primas usadas por los alfareros parecen

compartir las mismas características para todos los gru-

pos establecidos, variando solamente las densidades de

antiplástico registradas en cada caso.

En cuanto a los análisis de performance, la identi-

ficación de cinco subconjuntos de vasijas nos llevan a

proponer la existencia de un repertorio variado, que

podría cubrir las necesidades domésticas de un grupo

de personas. Por ejemplo, los pucos de pasta gruesa pu-

dieron haber formado parte del repertorio para servicio

de alimentos y bebidas, al igual que los cuencos y pucos

de pasta fina, mientras que las ollas de pasta gruesa po-

drían responder a la necesidad de almacenar, procesar

y/o transportar sólidos y líquidos, todas actividades cla-

ves en la cotidianeidad de grupos campesinos.

Esta información se sustenta, a su vez, en la inter-

pretación dada al Recinto 1 de El Taco 19. Gracias a los

trabajos de excavación realizados, se ha podido postu-

lar que este recinto habría sido un área de actividades

múltiples (Moreno y Ahumada 2015-2016), en cuyo

piso de ocupación se identificaron un fogón y varios

pozos (algunos revestidos con piedras) conteniendo

diversos materiales (desechos de talla, restos faunísti-

cos, cuentas de collar, metales y fragmentos cerámicos).

En este contexto, es posible imaginar algunas de estas

vasijas formando parte de los quehaceres diarios, por

ejemplo vasijas forma E participando en la elaboración

de comidas, los distintos pucos empleándose para ser-

vir la misma o, las formas B de ollas siendo utilizadas

para transportar alimentos o bebidas hasta los lugares

próximos donde se realizaban labores agrícolas o de

pastoreo. También, podría pensarse que algunas de las

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Caracterización tecnológica, reconstrucción morfológica... Barot y Gasparotti

vasijas fueron usadas para almacenar el producto de

estas actividades, por ejemplo las vasijas cerradas de

forma A. Por otro lado, podemos sugerir que los pucos

grandes fueron usados a modo de fuente y habilitando

la interacción entre varias personas a la hora de acceder

al contenido, el cual era fácilmente visible producto de

la forma de la pieza.

A partir de la información vertida en este trabajo,

podemos considerar que el mismo constituye un primer

avance y viene a llenar un vacío de información de un

área que, hasta no hace mucho, era pensada como de

paso o de aprovisionamiento de ciertos materiales (ce-

bil, pastos para los camélidos, etc.) (Pérez Gollán 1991;

Nazar 2003, entre otros). Nuestra investigación da

cuenta de la existencia de una variabilidad en las prác-

ticas y elecciones tecnológicas de la alfarería, lo que

dio como resultado un repertorio amplio de vasijas que

pudieron haber participado en diversas esferas de uso.

Esto resulta una característica de una sociedad que, le-

jos de estar de paso, contaba con una variedad de for-

mas cerámicas, las cuales pudieron ser aptas para desa-

rrollar las distintas prácticas cotidianas que llevan a la

reproducción de un grupo humano. Análisis como los de

huellas de uso (Skybo 1992) y estudios petrográficos de

las pastas (Cremonte y Bugliani 2006-2009) conforman

los siguientes pasos a seguir para dar más sustento a las

interpretaciones aquí vertidas.

Por último, lejos de llegar a una conclusión final,

pensamos que el presente trabajo da el puntapié para

comenzar a indagar en otros aspectos, por ejemplo las

relaciones contextuales que se entablaron entre otras

materialidades y las vasijas de ET19. También creemos

importante insertar estas evidencias dentro de la pro-

blemática arqueológica espacial y temporal en zonas

vecinas, y así indagar cómo los habitantes de ET19 se

integraron a un contexto regional de creciente comple-

jidad como lo es el momento Aguada.

NOTAS

1. Se considera que si dos o más de estas partes diag-

nósticas presentan las mismas características (por

ejemplo, dos bordes con la misma forma y diámetro)

corresponden a una misma vasija.

2. Es preciso mencionar que no se trata de una clasifi-

cación definitiva, sino de una primera aproximación

a través de lupa, la cual será contrastada posterior-

mente mediante otros tipos de análisis, como por

ejemplo petrografía cerámica.

3. Utilizamos la categoría de “cuenco” tal como la pro-

ponen Balfet y colaboradores (1992), mientras que

suplantamos la de “escudilla” por “puco”. La catego-

ría “puco grande” hace referencia a pucos cuyo diá-

metro de boca es superior a 40 cm.

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AÑO 2018 79—93

ENTRE CUCHARINES Y LAPICERAS. UNA EXPERIENCIA DE DIFUSIÓN ARQUEOLÓGICA EN ESCUELAS DE CATAMARCA

Mauricio Alejandro Barria 1, Yamila DaianaBatalla 2, Camila Denise Bottari 3, Luis Iván Fasciglione4, María Eugenia Gauna5, Catalina Martínez Zabala6, Eva Velázquez, M. Cecilia Landini7, Federico Wynveldt 8.

· RESUMEN ·

El objetivo de este trabajo es presentar las actividades de difusión realizadas en cuatro escuelas del distrito de

Puerta de San José (Belén, Catamarca), en el marco del viaje de estudios de la materia Arqueología Americana

II en 2017. Con el fin de promover la valoración y preservación del patrimonio arqueológico local, se realiza-

ron charlas y actividades con las/os alumnas/os y docentes acerca de los trabajos arqueológicos en la región y

se discutieron diferentes nociones y términos clave. Se identificaron diferentes grados de conocimiento de la

idea de patrimonio arqueológico, que vinculamos con el énfasis dado al tema en las distintas escuelas. Como

resultado de las charlas, niños, niñas y docentes asociaron los conceptos discutidos con los sitios y objetos

arqueológicos de sus propios lugares. Finalmente, destacamos el importante rol que ocupa la extensión en

arqueología, junto a la investigación y la docencia, para una construcción participativa del pasado.

Palabras clave:Escuelas; Arqueología; Viaje de estudio; Extensión; Puerta de San José (Catamarca).

BETWEEN TROWELS AND PENS. AN EXPERIENCE OF ARCHAEOLOGICAL DIFFUSION IN SCHOOLS OF CATAMARCA

· ABSTRACT ·

The goal of this paper is to present the outreach activities carried out in four schools of Puerta de San José

(Belén, Catamarca), based on the shared experience in the field trip of the course Arqueología Americana II

in 2017. These activities aim to promote the appreciation and preservation of local archaeological heritage.

To that end, talks and activities were held with the students and teachers of the schools about the archaeo-

logical work in the region, and some key notions and terms were discussed. Different degrees of knowledge

about archaeological heritage were identified, which we link with the emphasis given to the issue in the di-

fferent schools. As a result, children and teachers associated the concepts discussed with the archaeological

sites and objects of their own places. Finally, we highlight the important role of outreach activities in ar-

chaeology, along with research and teaching, for a participatory construction of the past.

Keywords: Inhabiting; Schools; Archaeology; Study trip; Outreach activities; Puerta de San José (Catamarca).

1 Facultad de Ciencias Naturales y Museo, Universidad Nacional de La Plata (FCNyM, UNLP), Avenida 122 y 60, La Plata, Argentina.

Correo: [email protected]

2 FCNyM, UNLP, Avenida 122 y 60, La Plata, Argentina. Correo: [email protected]

3 FCNyM, UNLP, Avenida 122 y 60, La Plata, Argentina. Correo: [email protected]

4 FCNyM, UNLP, Avenida 122 y 60, La Plata, Argentina. Correo: [email protected]

5FCNyM, UNLP. Avenida 122 y 60, La Plata, Argentina. Correo:[email protected]

6 FCNyM, UNLP, Avenida 122 y 60, La Plata, Argentina. Correo:[email protected]

7FCNyM, UNLP, Avenida 122 y 60, La Plata, Argentina. Correo: [email protected]

8División Arqueología, Museo de la Plata, FCNYM, UNLP. Paseo del Bosque s/n, La Plata, Argentina [email protected]

9 UNLP - CONICET. Laboratorio de Análisis Cerámico (FCNyM, UNLP), 64 N°3, La Plata, Argentina. E-mail: [email protected]

Recibido en el mes de septiembre de 2018, aceptado en marzo de 2019.

Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional (CC-BY-NC-SA)

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Entre cucharines y lapiceras... Barria et al

INTRODUCCIÓNSi bien la investigación en arqueología ha constitui-

do históricamente el principal foco de atención de los

arqueólogo/as en el campo y el gabinete, un problema

que adquiere cada vez más relevancia en la agenda de

la disciplina, por diversas razones (políticas, culturales

y económicas), es el de la valoración y preservación del

patrimonio arqueológico. La Ley Nacional Nº 25743/03

define al Estado como la entidad que debe ejercer la tu-

tela del patrimonio arqueológico, adoptando políticas

de preservación, investigación, divulgación y custodia.

Sin embargo, esto sólo puede ser posible en la medida

en que la comunidad sea actor de su desarrollo y par-

ticipe en la construcción de su propia historia (García

Canclini 1999; Espiro 2010; Tresserras 2013).

En este sentido, desde los enfoques de la arqueología

pública, se advierte la necesidad de replantear la relación

de los arqueólogos y las arqueólogas con las comuni-

dades locales, e intervenir de diferentes maneras en la

sociedad, no a partir de la imposición del saber arqueo-

lógico, sino a través de la generación de espacios para la

participación y la multivocalidad (Endere 2016), en los

que se promueva y discuta el conocimiento arqueológico

y se logre integrar los saberes locales vinculados no sólo

a la especificidad de la temática, sino también a la diversi-

dad de las prácticas culturales de la población local.

Por otra parte, si las intervenciones de la arqueolo-

gía en la comunidad se generan desde la universidad,

entra en juego otro concepto: el de extensión univer-

sitaria, definida en la II Conferencia Latinoamericana

de Extensión Universitaria como “La interacción entre

la Universidad y los demás componentes del cuerpo

social, a través de la cual ésta asume y cumple su com-

promiso de participación en el proceso de creación de

la cultura y de liberación y transformación radical de la

comunidad” (Pérez et al. 2009:59).

Teniendo en cuenta este contexto, y a partir de la ex-

periencia compartida en el marco del viaje de estudios

correspondiente a la materia Arqueología Americana

II1, realizado en el mes de septiembre del año 2017, el

objetivo de este trabajo es presentar las actividades de

difusión de la arqueología y el patrimonio arqueológico

realizadas en cuatro escuelas en el distrito de Puerta de

San José (Departamento de Belén, Provincia de Cata-

marca) (Figura 1). Este viaje se vincula estrechamente

con las investigaciones arqueológicas llevadas a cabo

en el departamento de Belén –específicamente en la re-

gión conocida en la arqueología del Noroeste argentino

como Valle de Hualfín– desde mediados de la década de

1990, por el equipo del Laboratorio de Análisis Cerámi-

co de la Facultad de Ciencias Naturales y Museo de la

Universidad Nacional de La Plata (en adelante, LAC), del

cual forman parte algunos docentes de la cátedra.

En el marco de la organización del viaje, se propuso

a las/los estudiantes realizar charlas sobre arqueología

en las escuelas de la zona. Esta fue una actividad opta-

tiva, de la que participaron nueve estudiantes a quienes

les interesó la propuesta, y fue gestionada por el Secre-

tario de Cultura y Turismo de la municipalidad de Puer-

ta de San José, quien acordó las fechas y horarios con

los directivos de las escuelas.

El objetivo de esta actividad –que se enmarca en el re-

pertorio de tareas de extensión organizadas por el LAC–

es visibilizar la tarea de los/las arqueólogo/as y promover

la valoración y preservación del patrimonio arqueológico

local, en este caso, a partir de la presentación del trabajo

arqueológico y de sus resultados, y de la asociación en-

tre el concepto de patrimonio arqueológico y los sitios y

objetos arqueológicos presentes en la zona. En base a la

idea de que los lugares, en particular aquellos asociados

a un pasado compartido, cumplen un rol importante en la

construcción de un sentido de comunidad y de identidad

social (Zedeño 2000), sostenemos que la arqueología

juega un papel fundamental en la reconstrucción de los

lazos que unen a la gente con esos lugares y en la con-

servación de los lugares y objetos. Y, ya sea a través de

esa reconstrucción o mediante su intervención en la pre-

servación del patrimonio arqueológico, la arqueología

puede (y debe) ocupar un espacio en el proceso de cons-

trucción del pasado.

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FIGURA 1 · Localización de Puerta de San José (Belén, Catamarca).

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Entre cucharines y lapiceras... Barria et al

ANTECEDENTESEl Valle de Hualfín ha sido históricamente un área de

estudio emblemática para la arqueología argentina. En

este valle, el Dr. Alberto Rex González llevó adelante

sus primeros trabajos en la región en la década de 1950,

convirtiéndolo en el punto central para la construcción

de la secuencia de desarrollo cultural prehispánico del

NOA. Desde 1995 el equipo del LAC ha desarrollado

ininterrumpidamente sus investigaciones arqueológi-

cas en distintas localidades de la región. Paralelamente,

se realizaron numerosas actividades de divulgación

y se presentaron proyectos de puesta valor de sitios

arqueológicos en los municipios (Balesta et al. 2005,

Balesta et al. 2006; Lucci et al. 2008; Zagorodny et al.

2015), aunque estas tareas fueron discontinuas.

En los últimos años, en función del vínculo genera-

do con distintos actores políticos de los municipios del

norte de Belén, fue posible avanzar en varios aspectos

relacionados con la extensión, no sólo a partir de la rea-

lización de charlas en las escuelas y en la comunidad en

general, sino también por medio de acciones de divulga-

ción en las radios locales, el dictado de capacitaciones

para los empleados de los museos, la organización de

reuniones de divulgación específica de hallazgos sig-

nificativos para la comunidad, las gestiones para la de-

volución de restos humanos y objetos a sus lugares de

origen, la elaboración de planes de manejo de sitios, etc.

Por otra parte, sólo muy recientemente ha comenzado

a trabajarse en profundidad el problema de la relación

entre las comunidades, el patrimonio arqueológico y la

intervención de los/las arqueólogo/as a lo largo de la

historia (Sallés 2018a, 2018b).

En este contexto, como parte de los viajes de estu-

dio de la cátedra de Arqueología Americana II realiza-

dos desde 2013, comenzaron a organizarse distintas

actividades de divulgación a cargo de los y las estudian-

tes. La experiencia llevada adelante durante los seis

viajes realizados permitió la participación de más de

cien estudiantes en tareas de excavación, de los cuales

aproximadamente la mitad intervinieron en tareas de

divulgación. Estas últimas implicaron el cumplimiento

de diferentes trabajos, consistentes en la lectura de bi-

bliografía sobre la arqueología de la zona de estudio, la

preparación y realización de charlas en las escuelas, y el

diseño, impresión y presentación de pósters.

A continuación, presentamos los detalles de la plani-

ficación de las actividades y luego describimos nuestra

propia experiencia en las charlas realizadas durante el

viaje realizado en el año 2017.

ANALISIS MORFOLOGICO-FUNCIONALComo se mencionó anteriormente, la actividad de di-

vulgación fue propuesta por la cátedra de Arqueología

Americana II a los y las estudiantes de la cursada con

antelación al viaje. Una vez conformado un grupo de

nueve voluntario/as, se realizó una reunión en la que

se presentaron los objetivos de la actividad y la idea

general, que consistía en realizar una charla en la que

se expusieran definiciones acerca de la arqueología y

el patrimonio arqueológico, y se propuso la realización

de una actividad de cierre por parte de los/las niño/as.

Además, se exigió la lectura de bibliografía sobre las ac-

tividades arqueológicas realizadas en la zona.

Días antes del viaje, en una nueva reunión se elaboró

una presentación digital con diapositivas, se discutieron

los detalles de la exposición y se planificó la actividad

de cierre, que consistiría en la realización de un dibujo

por parte de los/las niño/as. Esta decisión se basó en las

experiencias de años anteriores, en las que únicamente

se había promovido la participación oral. A partir de la

propuesta del dibujo se buscó lograr la participación de

todo el grupo en la actividad, y la elección de la icono-

grafía Aguada como modelo tuvo como objetivo atraer

el interés de niño/as en el patrimonio arqueológico local,

apelando a un ejercicio comparativo en función de la si-

militud de este estilo con otras representaciones andinas

de Chile, Bolivia y Perú. La Aguada es un poblado del nor-

te de Belén, muy próximo a las escuelas de Puerta de San

José, y el nombre dado a la entidad arqueológica Aguada

deriva de allí. La comparación con las figuras de otros lu-

gares muy lejanos permitiría facilitar su ubicación en un

contexto espacial y temporal, y a la vez darle relevancia

como expresión andina frente a otras expresiones cul-

turales conocidas como Moche y Tiwanaku; además, los

tipos de figuras representadas permiten un juego de sen-

tidos muy atractivo, ya que son imágenes que mezclan

rasgos naturalistas, fantásticos y abstractos.

Las diapositivas de la presentación (Figura 2) consis-

tieron en:

· Un mapa de Argentina con énfasis en las localida-

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AÑO 2018 79—93

des de La Plata y Belén, lo que nos permitió graficar

el viaje que habíamos realizado y el camino recorri-

do para llegar hasta allí.

· Una serie de preguntas clave para abordar los

conceptos que nos proponíamos trabajar: “¿qué es

la antropología? ¿qué es la arqueología? ¿qué es el

patrimonio arqueológico?”, ilustradas con imágenes

de sitios y objetos.

· Fotografías de las diferentes tareas realizadas en

una excavación arqueológica;

· Un mapa regional haciendo énfasis en la localidad

de La Aguada (provincia de Catamarca).

· Una línea de tiempo para ubicar temporalmente

el fenómeno Aguada.

· Varias imágenes representativas de la cerámica

Aguada y de su iconografía.

Teniendo en cuenta que no podía preverse cómo

estarían conformados los grupos escolares en cuanto a

número, edad y nivel se acordó que la exposición fuera

simple y lo más amplia posible, fácilmente adaptable a

distintas situaciones. Tampoco fue posible planificar las

charlas en función de los requerimientos de los y las do-

centes, dado que además se desconocía en qué escuelas

se realizarían las actividades y cuáles serían las fechas

precisas.

Ya en Puerta de San José se transmitió a los funcio-

narios municipales la propuesta de realizar charlas en

las escuelas locales. Ellos acordaron las fechas con los

directivos de cuatro de las cinco escuelas del distrito.

De esta manera, se programaron cuatro visitas y se con-

formaron dos grupos: uno de ellos visitaría dos escuelas

el primer día, y el otro, las dos restantes al día siguiente.

Durante los primeros días de trabajo arqueológico

se realizó un video que mostraba las tareas de excava-

ción realizadas en el sitio por el equipo. Este material

fue agregado a la presentación digital con el fin de lo-

grar más dinamismo en la exposición. A continuación, se

detalla por separado cada una de las experiencias, dado

que las cuatro fueron distintas, y luego se sintetizan los

resultados obtenidos.

EXPERIENCIAS · Primer grupo - Primer día

Escuela nº 485 de La Estancia

FIGURA 2 · Ejemplos de las diapositivas elaboradas y expuestas en la presentación,.

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Entre cucharines y lapiceras... Barria et al

Esa mañana, al llegar a la escuela nos sorprendió un

cartel en el que se leía: Recuperación del patrimonio

histórico aborigen (Figura 3), debido a que en las discu-

siones previas acerca de cómo presentar la temática del

patrimonio de una manera simple, y siendo conscientes

de la complejidad del concepto, presuponíamos que

resultaría una tarea difícil. Sin embargo, a través del

cartel pudimos notar rápidamente que esta cuestión

se encontraba abordada en la escuela, lo cual nos hizo

sentirnos más seguros a la hora de comenzar a hablar

sobre el tema.

A nuestra llegada, la directora y parte del personal

docente nos recibió muy amablemente, fueron cálidos

y nos invitaron a desayunar con ellos mates y tostadas.

De manera que nos sentamos en unas mesas largas

en el comedor y compartimos una charla, a la vez que

observábamos la decoración de la sala. En las paredes

pudimos ver una gran producción artística elaborada

por los/as estudiantes, entre la que se destacaban más-

caras y dibujos con diseños pertenecientes a pueblos

originarios locales. También, en una pared de la entrada,

pudimos observar un póster elaborado por uno de los

grupos de estudiantes de nuestra facultad que había

hecho una actividad similar a la nuestra en el año 2015,

también en el marco del viaje de estudios de la cátedra.

Después de desayunar, nos dirigimos hacia un salón

donde instalamos la computadora con un proyector que

nos prestaron y un micrófono, apuntando a una pared.

Nos presentamos y contamos de dónde veníamos mos-

trando un mapa en la diapositiva que tenía marcada la

ciudad de La Plata y el recorrido que habíamos hecho

para llegar a Belén. Más tarde, le preguntamos a los/

las chicos/as si conocían la palabra antropología y la res-

puesta fue negativa, pero sí conocían la palabra arqueo-

FIGURA 3 · Escuela N° 484 de La Estancia.

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logía, la cual relacionaron con la historia, los libros y los

dinosaurios. La mayoría de ellos/as se involucró con las

preguntas y mostró un gran interés por la actividad. De

esta manera, en conjunto con sus aportes, definimos

dichos conceptos y charlamos acerca del quehacer ar-

queológico utilizando las fotos y el vídeo como herra-

mienta visual.

Cuando les preguntamos si conocían la palabra

patrimonio asintieron relacionándola con el pasado y

señalando que había que cuidarlo. De manera que nos

resultó fácil hablar del término, respondiendo las pre-

guntas que surgían, principalmente por parte de los

docentes, sobre el manejo de los restos arqueológicos

y su carácter de patrimonio. Este intercambio resultó

interesante dado que los/las niño/as suelen encontrar

objetos arqueológicos en sus hogares y son parte de su

cotidianeidad. Tanto docentes como estudiantes, estu-

vieron muy atento/as e interesado/as.

Siguiendo con la presentación, mostramos imágenes

con las representaciones Aguada y de otras sociedades,

con el fin de que compararan unas con otras y nos trans-

mitieran su opinión acerca de su interpretación y sus

semejanzas. En sus interpretaciones veían animales que

bien podrían ser las mascotas de los “indios” (término

usado por los propios niños y niñas) o sus dioses (hicie-

ron referencia a dioses de la plantación o de los pasto-

res), a “Chucky” el muñeco, o a un “viejito”. A través de

estas interpretaciones nos demostraron que, tanto es-

tudiantes como docentes, tenían presente que el lugar

que hoy habitan antes estuvo ocupado por sociedades

diferentes a la actual.

La demora en el inicio de la charla y el compromiso

con la siguiente escuela no nos permitieron realizar la

actividad de cierre por falta de tiempo. Sólo fue posible

dejarles una bolsa de caramelos como agradecimiento

y las imágenes Aguada para que continuaran ellos con

la propuesta. Luego, nos acompañaron a la salida, co-

mentando qué les pareció la charla, y nos entregaron

un diploma en reconocimiento por haber realizado la

actividad en la escuela. Antes de partir, nos tomamos

una fotografía todos/as los/as presentes. Los/as chicos/

as estaban muy entusiasmados/as, no querían que nos

fuéramos, nos abrazaban, nos contaban sobre su vida

cotidiana y sobre los temas que habíamos conversado.

Nos llevaban de la mano para mostrarnos la escuela e

incluso nos querían regalar objetos (entre ellos una pe-

queña réplica de una vasija que se encontraba en una

estantería del salón principal) para que nos la llevára-

mos como recuerdo.

Finalmente nos despedimos y nos subimos al colec-

tivo para dirigirnos a la siguiente escuela. Debido a que

en esta primera escuela estuvimos más tiempo del esti-

mado, nos retrasamos en la llegada a la siguiente.

Escuela n°245, de la Puerta de San José

En el momento en que arribamos a la escuela, nos in-

formaron que los/as chicos/as estaban en hora de re-

creo, y que además estaban por servirles el almuerzo.

Al ingresar notamos que esta escuela muy distinta en

cuanto a decoración que la primera, con un aspecto más

tradicional, sin arte etnográfico en sus paredes, sino con

carteles motivadores con referencia a la lectura y la im-

portancia de aprender a leer.

Por razones de tiempo decidimos acortar el discurso

y adelantarnos algunas diapositivas para presentar una

perspectiva general de los temas, sin demasiados deta-

lles. Era un grupo de estudiantes más reducido que el de

la escuela anterior. La charla tuvo lugar en el comedor,

lo cual no facilitó el desarrollo de la actividad. Estaba a

punto de ser la hora del almuerzo, y el ruido de las per-

sonas que ponían la mesa e incluso el olor a comida pro-

veniente de la cocina eran motivo de distracción.

A pesar de esto, los/as niños/as mostraron interés

en los temas presentados y distintos grados de partici-

pación. Al momento de las preguntas, les indicamos que

para hablar levantaran la mano de a uno a la vez para

no interrumpir a sus compañero/as y a su vez para que

no se genere un ambiente en el que hablarán todo/as

junto/as sin escucharse. Dicho esto comenzamos a ver

muchas manos levantadas a la vez, todas esperando

para hacer su aporte. Compartieron fundamentalmen-

te relatos familiares acerca de padres o abuelos que

habían encontrado cerámica, fragmentos o piezas ente-

ras, en algún sitio descampado. Pero sobre todo fueron

muy interesantes las preguntas que se hicieron y que

nos hicieron, entre las cuales podemos destacar: “¿Por

qué desaparecieron los pueblos que fabricaron la cerá-

mica?” o “¿dónde iba al baño esa gente que habitaba los

recintos?”. También surgieron preguntas acerca de la ex-

cavación que se estaba llevando a cabo. Fue llamativo el

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Entre cucharines y lapiceras... Barria et al

interés que mostraron por el tema: si alguien pregunta-

ba algo, sus compañeros/as le daban alguna explicación

o bien seguían el hilo de su pregunta, profundizando el

cuestionamiento. Nos sorprendió que algunas respues-

tas tenían un tinte muy antropológico, por ejemplo,

cuando preguntamos a qué pensaban que se debía la

similitud que encontraban en la iconografía de diferen-

tes sociedades geográficamente tan distantes: una niña

respondió que muchas veces una forma de acercamien-

to entre ellas se basaba en matrimonios arreglados para

establecer alianzas entre los grupos.

Finalmente, cuando el almuerzo estuvo listo, dimos

por finalizada la charla. En esta escuela el tiempo tam-

poco alcanzó para proponer a los/as estudiantes que

dibujen la iconografía vista a lo largo de la presentación.

Igualmente, antes de despedirnos les obsequiamos a

los/as niños/as una bolsa de caramelos en agradeci-

miento por su atención e interés, y un CD para la escue-

la que contenía la presentación y el video realizados.

· Segundo grupo - segundo díaEscuela Nro. 92 Pbro. Pedro A. Centeno

de la Ciénaga de Abajo

La actividad se realizó en horario de clases, por la maña-

na. Cuando llegamos a la primera escuela, las docentes

y no docentes nos recibieron gratamente. Habían pre-

parado un salón especialmente para la charla a la que

asistieron niños/as de entre siete y catorce años apro-

ximadamente.

Mientras las docentes iban trayendo a los/as estu-

diantes, nos preparamos para la charla. En principio la

idea de las docentes era la de utilizar un proyector para

poder visualizar la presentación, pero debido a un corte

de energía eléctrica en el pueblo esto no fue posible. Por

lo cual, se ubicó una notebook en una silla y los/as niños/

as se sentaron en el piso frente de ella.

Comenzamos la actividad presentándonos con

nuestros nombres e indicando de dónde veníamos. Con

la ayuda de un mapa señalamos el camino que habíamos

recorrido para llegar hasta el lugar. Además, contamos

acerca de lo que estamos estudiando y en qué lugar rea-

lizamos nuestros estudios.

En principio, la intención fue dar un panorama en

base a los conceptos de antropología y arqueología,

para conectar con el concepto de patrimonio y su impor-

tancia. Intentamos trabajar a modo de diálogo con los/

as chicos/as, evitando dar un monólogo unidireccional.

Debido a que la mayoría de los/as estudiantes eran in-

trovertidos, en un principio el grado de participación

fue bajo, aunque quienes se encontraban más cerca

de la computadora realizaron algunas intervenciones.

Ante este panorama, comenzamos a realizarles pregun-

tas y a pedirles que leyeran las diapositivas. A medida

que transcurría el tiempo, se generó un ambiente más

descontracturado, en el cual los/as estudiantes partici-

paron activamente. Siempre ante cada término, defini-

ción o palabra que se presentaba se les preguntó “¿qué

entienden ustedes?”. De esta manera logramos que to-

dos/as intervinieran.

Nuestra exposición acerca del tema no estuvo exen-

ta de imprevistos. A medida que desarrollamos la activi-

dad notamos que algunos niños/as se ponían inquietos/

as, especialmente los/as que se encontraban más cerca

de la pantalla, que impedían ver a los/as que estaban

más alejados. Sumado a esto, en un momento avanzado

de la charla, concurrieron niños/as del jardín. Este hecho

sumó una dificultad relativamente importante, puesto

que no se esperaba esta concurrencia y la presentación

no había sido pensada para niño/as de tan corta edad,

además, la maestra los ubicó demasiado alejados de la

pantalla, provocando que no pudieran observar de for-

ma correcta lo que estábamos presentando.

Retomando el relato de esta experiencia, las pre-

guntas más importantes que se les plantearon a los ni-

ños/as fueron:

· “¿Saben qué es la antropología/arqueología?”

· “¿Qué creen ustedes que es el patrimonio?”

· “¿Saben qué son las costumbres?”

· “¿Por qué creen que los objetos recuperados por

nosotros/as van a parar a un museo?”

· “¿Encuentran a veces objetos como estos en sus

casas?”

Por otro lado, algunas maestras se vieron intere-

sadas en los temas que charlamos con los niños y las

niñas. Particularmente, una de las docentes que había

visitado el El Shincal2, relató su experiencia en ese sitio

arqueológico y mencionó la necesidad de dar a conocer

otros sitios locales. Según la mirada de esta docente, El

Shincal le suma mucha importancia a la historia de los

inkas y cómo éstos llegaron desde “fuera” de lo que hoy

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es Argentina, restándole importancia a los grupos lo-

cales que habitaron en la zona de la actual Catamarca.

Por falta de tiempo, tampoco fue posible llevar

a cabo la actividad de cierre con los dibujos de dise-

ños Aguada, aunque sí pudo presentarse el video de

nuestros trabajos en la excavación, sobre el cual hubo

muchos comentarios por parte de los/as estudiantes.

Luego de terminar la charla, despedimos a los/las

alumnos/as y maestras, dirigiéndonos a la siguiente

escuela.

Nro. 253 Cirilo Buenaventura Cano de La Ciénaga

de Arriba

Este establecimiento hacía recordar a las escuelas de

algunas zonas de Buenos Aires, debido a su propia

conformación y disposición del espacio (puertas altas

y grandes, ventanales, techos altos y pasillos largos

con aulas a los lados, pedestales de próceres como

Sarmiento, etcétera). También tenía un espacio que

funcionaba como comedor.

En este lugar la recepción fue diferente ya que nos

esperaba un grupo mayor de gente. Además de los/

las maestros/as de los distintos grados, tuvimos que

esperar en la entrada a que llegara la directora de la

escuela. Una vez en el lugar, ella nos invitó a pasar y

nos acompañó a lo largo de un pasillo hasta llegar al

aula reservada para la charla, donde nos esperaba el

Secretario de Cultura, quien dio un discurso corto y

nos presentó.

Luego se dio paso a la charla. En este caso, en com-

paración con la escuela anterior, hubo concurrencia de

grados superiores (Figura 4). Aunque no había niños

ni niñas tan pequeños/as, sus edades seguían siendo

muy variables. En este caso, nos enteramos que las/os

docentes realizaron una selección previa de alumnos

de cada grado presente cuyo criterio desconocemos.

En base a la exposición inicial con diapositivas, la

participación de las niños/as fue activa, particular-

mente por parte de los/as más pequeños/as. Sin em-

bargo, al final la actividad del dibujo fue realizada por

todas/os con entusiasmo y creatividad.

Al igual que en la primera escuela, tuvimos que uti-

FIGURA 4 · Introducción a la charla en la escuela de La Ciénaga de Arriba.

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Entre cucharines y lapiceras... Barria et al

FIGURA 5 · Niño/as de la escuela de La Ciénaga de Arriba durante la actividad.

FIGURA 6 · Niño de la escuela de La Ciénaga de Arriba durante la actividad de cierre.

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lizar la notebook para presentar a los niños/as las diapo-

sitivas, ya que tampoco aquí había electricidad. En este

caso, no se mostró el video puesto que el tipo y el grado

de participación en base a las imágenes proyectadas fue

otro. Se realizaron las mismas preguntas que en la es-

cuela antes mencionada, aunque surgió otra muy inte-

resante por parte de una de nuestras compañeras: “¿Us-

tedes creen que los indios siguen existiendo?”, a la cual

los/as niños/as respondieron en general con un “no”, que

“ya no hay indios”, que “murieron todos”. En base a esta

respuesta nos pareció pertinente remarcar el hecho de

que efectivamente sí existen personas y comunidades

originarias, no solo en la zona sino también en el resto

del país y en otros países del continente. También incen-

tivamos a la reflexión, comentando que el “ser indio” no

se corresponde totalmente con la imagen esencialista

que se muestra cotidianamente: el indio como alguien

desprovisto de ropas, sin educación, sin tecnologías

“modernas”, entre otros rasgos.

Luego, en base a las imágenes de cerámica, los/as es-

tudiantes nos relataron que hallaban materiales arqueo-

lógicos en los patios de sus casas o de otros familiares, lo

que dio a entender que, en general, estaban en contacto

con estos objetos. De hecho, mientras presentábamos

fotografías de vasijas Aguada, uno de los/as niños/as re-

lató que solía salir con un familiar (su abuelo o su padre)

a caminar y que encontraban gran cantidad de ollas, lo

que demuestra que estas situaciones son cotidianas.

Una vez terminada la presentación, propusimos a

los/as niños/as hacer la actividad de cierre, dado que en

esta ocasión se disponía del tiempo necesario para que

la llevasen a cabo. Como se mencionó anteriormente, la

tarea fue desempeñada de manera muy positiva, los/as

estudiantes realizaron sus dibujos en base a la icono-

grafía Aguada dispuesta en una diapositiva (Figuras 5 a

8). Hicieron copias de algunas, crearon diseños propios

e incluso mezclaron partes de algunas originales con

otras inventadas; también les agregaron colores (las

originales fueron presentadas en blanco y negro) y las

firmaron con su nombre.

Finalmente, durante el cierre de esta actividad una

de las maestras se vio interesada en el tema y se acer-

có a una de nuestras compañeras, a quien le preguntó

sobre la carrera de antropología y sobre el rol de la ar-

queología. Destacó que ella estaba intentando hacer un

manual para los alumnos de las escuelas sobre las cultu-

ras de la región, con el fin de que fueran más conscientes

del patrimonio que los rodea.

SÍNTESIS Y RESULTADOS DE LAS EXPERIENCIASEl análisis global de las actividades desarrolladas nos

permitió llegar a distintas conclusiones en relación a la

metodología empleada y a los resultados obtenidos. En

primer lugar, si bien hoy en día las escuelas de la zona

están comunicadas con los principales centros urbanos

por rutas asfaltadas, la organización de cualquier acti-

vidad que implique el compromiso de distintos actores

muchas veces se ve alterada por la falta de medios de

transporte, las condiciones climáticas, la falta de luz

eléctrica, etcétera, siendo su resultado en cierta medida

imprevisible. En este sentido, debe tenerse en cuenta

que las charlas, aunque organizadas con algunos días de

anticipación, con un horario y lugar preestablecidos, in-

terrumpieron las actividades normales de las escuelas.

Para futuras experiencias, creemos que podría resultar

mucho más fructífera la organización previa al viaje de

las charlas, aprovechando los contactos ya generados

con funcionarios y directivos de escuelas. Esto permi-

tirá no solamente contar con grupos más homogéneos

que faciliten la direccionalidad de los temas, sino tam-

bién darles tiempo a los y las docentes para situar a los/

las alumno/as en el contexto de lo que serán las charlas.

En cuanto a cada una de las experiencias, tanto la

recepción por parte de los/las directivos/as, como la

predisposición general de niños y niñas para interac-

tuar con nuestro grupo fueron diferentes, al igual que

las edades de los grupos y la cantidad de tiempo y re-

cursos técnicos disponibles en cada caso. En la escuela

de La Estancia nos sorprendió la noción previa que los/

las niño/as tenían acerca de los conceptos presentados,

que atribuimos al tratamiento dado al tema en la es-

cuela, reforzado quizás también por las visitas previas

de estudiantes de nuestra facultad. Este saber no se

limitó a un mero conocimiento teórico de los concep-

tos, ya que todo/as pudieron asociar la arqueología y el

patrimonio con los objetos arqueológicos que frecuen-

temente encontraban ellos/as o sus familiares en sus

hogares y en el campo. Los relatos sobre estos hallazgos

fueron generalizados en las cuatro escuelas, así como su

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FIGURA 7 · Dibujo de alumna de La Ciénaga de Arriba.

FIGURA 8· DIBUJO de alumno de La Ciénaga de Arriba.

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asociación con gente que ocupó el lugar en el pasado.

En general se identificó a esa gente con “indios”, aunque

se registró una negación acerca de su existencia actual.

Esto permitió abrir un interesante intercambio de ideas

sobre los pueblos originarios y la imagen del “indio”.

La experiencia de dibujo de las imágenes Aguada en

la escuela de La Ciénaga de Arriba generó un espacio de

participación de todo el grupo de niños y niñas en una

actividad creativa que les permitió una identificación

directa con los artistas que, allí mismo pero mil quinien-

tos años atrás, realizaron esas representaciones.

En general, los/las niño/as demostraron muchísimo

interés por la temática, participando activamente, con

lo cual concluimos que la cuestión del patrimonio ar-

queológico, más allá de su conceptualización, es para

ellos/as un asunto de gran relevancia. La intervención

de los/las docentes fue también muy importante en

cuanto a la exposición de temas y problemas vinculados

al patrimonio, como quedó demostrado en la inquietud

por la reconstrucción de las historias de los grupos loca-

les, y no sólo las de los inkas de El Shincal.

REFLEXIONES FINALESRetomando las definiciones presentadas al inicio, la ac-

tividad que realizamos en las escuelas durante el viaje

de estudio sigue la línea trazada desde la arqueología

pública acerca de la necesidad de replantear la relación

arqueología-comunidad, y a la vez, aporta al proceso de

interacción comunidad-universidad con un objetivo de

transformación social. Sin embargo, teniendo en cuen-

ta que, en este caso, las actividades que desarrollamos

tienen su origen no sólo en la investigación, sino en el

vínculo, a través de la cátedra, entre la investigación y la

docencia, podríamos definirlas de acuerdo a dos moda-

lidades de orientación de la extensión (Fernández Ber-

daguer 2007, citado en Pérez et al. 2009): hacia fuera de

la universidad, con el foco en una comunidad ajena a la

institución, y hacia adentro, como parte de un beneficio

complementario a los/las estudiantes en su formación

profesional y en su integración social a la vida académica.

En cuanto a la experiencia en las escuelas, en primer

lugar, nos permitió repensar el concepto de patrimonio,

tradicionalmente concebido como algo estático que

sólo debe ser preservado y que no debe modificarse. El

patrimonio en la práctica, tal como es vivenciado por los

actores sociales (en nuestro caso, ejemplificado con la

experiencia de niños, niñas y docentes), es algo dinámi-

co, que participa en la construcción social de la identi-

dad de las poblaciones.

La actividad realizada –que incluyó la reflexión acer-

ca del rol de la arqueología, el significado del patrimo-

nio, el vínculo actual con sitios y objetos arqueológicos,

la observación y la comparación de diseños prehispá-

nicos andinos y el dibujo de la iconografía Aguada por

parte de niños y niñas– permitió revalorizar los relatos

y la memoria local, reconstruyendo lazos históricos de

los/las actuales pobladores/as con los grupos pasados.

Y fue posible, por ejemplo, visibilizar la conquista de los

pueblos originarios como un proceso de subyugación y

dominación, y a la vez recalcar la persistencia y conti-

nuidad de estos grupos en la actualidad, desmitificando

la imagen tradicional del indio desprovisto de tecnolo-

gía, extinto, salvaje, entre otras.

Con respecto a la práctica de dibujar diseños prehis-

pánicos, creemos que es un ejercicio particularmente

significativo para los niños y las niñas ya que implica, de

alguna manera, la identificación de quien lo replica o usa

como base para su propia creación con artistas anóni-

mo/as que plasmaron en sus vasijas una mirada particu-

lar del mundo en el pasado y que, a la vez, habitaron y

experimentaron un mismo paisaje.

El diálogo generado con los/las docentes y los/las

niño/as en las charlas, nos llevó a reflexionar sobre la

importancia de complementar los saberes locales con

los generados en el ámbito académico. Descartar los

viejos paradigmas que definen al conocimiento arqueo-

lógico como hegemónico, unilateral y sólo transmisible

desde la academia al resto de la comunidad es un gran

desafío, cuya dificultad pudimos notar en las experien-

cias aquí presentadas.

Finalmente, la demostración de afecto hacia noso-

tros/as por parte de los niños y las niñas en las escuelas

nos llevó a una última reflexión: la construcción de un

pasado que tenga sentido localmente sólo puede rea-

lizarse a partir de la generación de espacios participa-

tivos, en los que los/las arqueólogos/as demos a cono-

cer abiertamente nuestras ideas y nuestras formas de

actuar frente al patrimonio arqueológico, y en los que

se generen acuerdos a partir del compromiso y la con-

fianza mutua.

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Entre cucharines y lapiceras... Barria et al

NOTAS

1. La asignatura Arqueología Americana II es obligato-

ria para cuarto año del plan de estudios de la carrera

de Licenciatura en Antropología (FCNyM, UNLP).

En ella, se abordan, desde una perspectiva arqueo-

lógica, temas relacionados a los procesos de com-

plejización social que se dieron en el área Andina

Central y en el área Mesoamericana en los últimos

5000 años de historia.

2. El Shincal es un sitio arqueológico localizado en Lon-

dres (35 km. al sur de Puerta de San José), recono-

cido como el centro administrativo Inka de mayor

relevancia en la región. A partir de distintas etapas

de puesta en valor y reconstrucción, es el principal

atractivo turístico del área de Belén.

AGRADECIMIENTOS

A los y las estudiantes, docentes, directivo/as y

auxiliares de las escuelas que compartieron esta

actividad con nosotros/as. Al Secretario de Cultura y

Turismo, Sr. Mario Marcial, quien gestionó las charlas

con las escuelas, y a José Aballay, quien nos ayudó con

la organización y la logística.

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AÑO 2018 79—93

cultural: una mirada desde la comunidad para el

desarrollo endógeno basado en un turismo sostenible

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INFORMACIÓN DE LOS AUTORES

· Nahuel Pablo Camargo Es estudiante avanzado de la Licenciatura en Antropología

de la Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales, Uni-

versidad Nacional de Jujuy. Es integrante del Centro Re-

gional de Estudios Arqueológicos (CREA-FHyCS-UNju).

Este trabajo forma parte de su formación en investigación,

siendo miembro del equipo dirigido por la Dra. María Ester

Albeck. Actualmente se encuentra trabajando en su tesis

de licenciatura, la cual aborda como tema la Arqueología

del paisaje en la Quebrada de Potrero (Puna de Jujuy).

Dirección de contacto: [email protected]

· María Amalia Zaburlín Es Licenciada en Antropología por la Facultad de Hu-

manidades y Ciencias Sociales, Universidad Nacional

de Jujuy, y Doctora en Arqueología por el Instituto de

Arqueología y Museo de la Facultad de Ciencias Natu-

rales e Instituto Miguel Lillo, Universidad Nacional de

Tucumán. Actualmente se desempeña como docente

en la Licenciatura en Antropología de la FHyCS-UNJu,

e integra el Centro Regional de Estudios Arqueológicos

(CREA-FHyCS-UNJu). En su tesis doctoral tuvo como

tema de investigación el uso, consumo y circulación de

vasijas cerámicas en los pueblos prehispánicos de la

cuenca de la Laguna de Guayatayoc (Puna de Jujuy). En

la actualidad se está enfocando en el estudio de paisajes

agrarios en el área de Santa Ana de Abralaite (Puna de

Jujuy).

Dirección de contacto: [email protected]

· Selene ArislurEs egresada de la carrera de Ciencias Antropológicas

orientación arqueológica de la Facultad de Filosofía y Le-

tras de la Universidad de Buenos Aires. Este trabajo for-

ma parte de su tesis de licenciatura defendida en Octubre

de 2017. Actualmente es becaria doctoral de CONICET,

investigando el pasado prehispánico de los grupos caza-

dores recolectores de la región serrana y periserrana de

Tandil (provincia de Buenos Aires) desde una perspectiva

relacional y reflexiva.

Dirección de contacto: [email protected]

· Cecilia del Valle ChaileEs egresada de la carrera de Ciencias Antropológicas con

orientación arqueológica de la Facultad de Filosofía y Le-

tras de la Universidad de Buenos Aires. Este trabajo forma

parte de su tesis de licenciatura defendida en octubre de

2017. Actualmente se encuentra cursando seminarios

de posgrado. La investigación se vincula al estudio de los

residuos orgánicos presentes en la tecnología cerámica y

de molienda en el centro-oeste de Santa cruz durante el

Holoceno tardío.

Dirección de contacto: [email protected]

· Sayuri KochiEs licenciada en Ciencias Antropológicas de la Facultad

de Filosofía y Letras (UBA). Trabaja como becaria doctoral

CONICET en el Instituto de Geocronología y Geología Iso-

tópica, investigando la dieta de los cazadores-recolectores

de Tierra del Fuego.

Dirección de contacto: [email protected]

· Suray Ayelén Pérez

Es egresada de la carrera de Ciencias Antropológicas

con orientación arqueológica de la Facultad de Filosofía

y Letras de la Universidad de Buenos Aires. La fecha de

egreso fue en Diciembre del 2017. Este trabajo forma

parte de su Beca de Investigación sobre la Arqueomal-

acología en Tierra del Fuego y las técnicas de isótopos

estables. Actualmente es becaria doctoral de CONICET,

e investiga acerca del consumo de moluscos por caza-

dores-recolectores de la costa sur de Tierra del Fuego

durante el Holoceno.

Dirección de contacto: [email protected].

ar

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Información sobre los autores

· Leandro Ceballos Es médico egresado de la Facultad de Medicina de la

Universidad de Buenos Aires y se especializó en Salud y

Ambiente. Actualmente se desempeña como médico de

guardia del Hospital Argerich y como Jefe de Trabajos

Prácticos del Departamento de Bioquímica Humana de

la misma facultad, realizando tareas docentes y de inves-

tigación en el Laboratorio de Efectos Biológicos de Con-

taminantes Ambientales. Participó de este artículo en el

contexto del contenido teórico en relación a la bioquímica

humana.

Dirección de contacto: [email protected]

· Carlos Ariel BarotEs licenciado en Arqueologia de la Escuela de Arqueo-

logia (UNCA) desde el 2017. El artículo presentado en

este volumen se enmarca dentro de su trabajo de fin de

grado. Actualmente, trabaja como becario doctoral del

CONICET siendo su tema de investigación la tecnología

cerámica y la reproducción de la vida campesina en la

Sierra de El Alto-Ancasti.

Dirección de contacto: [email protected]

· Mauricio Alejandro BarriaEs estudiante de la Licenciatura en Antropología de la Fa-

cultad de Ciencias Naturales y Museo de la Universidad

Nacional de La Platas. Actualmente se desempeña como

extensionista en el proyecto interdisciplinario “Conocien-

do los Talares de Punta Indio”, entre sus intereses desde

la disciplina se encuentran el documental etnográfico, la

fotografía social y la antropología e imagen conocida tam-

bién como antropología visual.

Dirección de contacto: [email protected]

· Yamila BatallaEs estudiante de la Licenciatura en Antropología de la Fa-

cultad de Ciencias Naturales y Museo de la Universidad

Nacional de la Plata. Actualmente es pasante de la Divi-

sión Arqueología y del Archivo Histórico del Museo de

Ciencias Naturales de La Plata.

Dirección de contacto: [email protected]

· Camila Bottari es estudiante de la Licenciatura en Antropología de la Fa-

cultad de Ciencias Naturales y Museo de la Universidad

Nacional de La Plata. Actualmente es pasante de la Divi-

sión de Arqueología, en el marco del proyecto “Investiga-

ciones Arqueológicas en la Meseta Central de Santa Cruz:

Pasado humano y Comunicación, investigando conjuntos

zooarqueológicos de cazadores-recolectores en la Mese-

ta Central de Santa Cruz durante el Holoceno Medio”.

Dirección de contacto: [email protected]

· Luis Ivan FasciglioneEs estudiante de la Licenciatura en Antropología de la

Facultad de Ciencias Naturales y Museo de la Universi-

dad Nacional de La Plata. Actualmente es pasante de la

divisón de Arqueología del Museo de Ciencias Naturales

de La Plata y colaborador del proyecto “La construcción

de paisajes desde la arqueología de la región central de

Catamarca (Argentina): ritualidad, política, producción y

saberes locales”.

Dirección de contacto: [email protected]

· Eva VelázquezEs estudiante de la Licenciatura en Antropología de la Fa-

cultad de Ciencias Naturales y Museo de la Universidad

Nacional de La Plata.

Dirección de contacto: [email protected]

· María Eugenia GaunaEs estudiante de la Licenciatura en Antropología de la Fa-

cultad de Ciencias Naturales y Museo de la Universidad

Nacional de La Plata. Actualmente es pasante del Labo-

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Información sobre los autores

ratorio de Investigaciones en Adaptación y Ontogenia

(LINOA), en el marco del proyecto “Estado nutricional de

niños residentes en el periurbano productivo de La Plata.”

Dirección de contacto: [email protected]

· Catalina Martinez ZabalaEs estudiante de la carrera Licenciatura en Antropología

de la Facultad de Ciencias Naturales y Museo de la Univer-

sidad Nacional de La Plata. Actualmente es pasante de la

División Arqueología del Museo de La Plata.

Dirección de contacto: [email protected]

· Federico WynveldtEs Licenciado en Antropología, Doctor en Ciencias Na-

turales docente en la cátedra de Arqueología Americana

II e Investigador de CONICET en el Laboratorio de Aná-

lisis Cerámico (Facultad de Ciencias Naturales y Museo,

UNLP). Actualmente es director del proyecto “Los pukara

del valle de Hualfín (Belén, Catamarca): interrelaciones en

un paisaje de conflictos”, financiado por la Agencia Nacio-

nal de Promoción Científica y Tecnológica y el CONICET.

Dirección de contacto: [email protected]

· Cecilia Landini Es Licenciada en Antropología: Docente de la cátedra Ar-

queología Americana II y Antropología General de la Fa-

cultad de Ciencias Naturales y Museo, UNLP. Investigado-

ra del Departamento Científico de Arqueología del Museo

de La Plata, Proyecto Arqueología de ambientes acuáticos

del Centro-este argentino. Este trabajo es producto de

una experiencia de extensión realizada en el marco del

viaje de estudio de la Cátedra Arqueología Americana II,

de la cual es profesora.

Dirección de contacto: [email protected]