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ISSN 2408-3801 (Edición magnética)
ISSN 1853-1296 (Edición Online)
Volumen [16:2]Buenos Aires, 2018
La Zaranda de Ideas es una revista anual con referato que pertenece al Núcleo
Básico de Revistas Científicas. Esta publicación tiene como objetivo la difusión de
resultados de investigaciones de estudiantes de grado y egresados recientes de
carreras de arqueología o disciplinas afines. La Zaranda de Ideas acepta contribu-
ciones vinculadas a arqueología, antropología, bioantropología, historia, patrimo-
nio y temas afines vinculados con la diversidad cultural en tiempo y espacio. Los
autores firmantes son responsables del contenido de sus escritos, de adecuar sus
trabajos a nuestra guía estilística, de la exactitud de los datos consignados, de la
correcta atribución de las citas y referencias bibliográficas, de los derechos lega-
les por la publicación del material enviado y del apropiado manejo y tratamiento
de las cuestiones relacionadas con la coautoría del mismo. No podrán presentarse
manuscritos que están a consideración de otras publicaciones. La convocatoria es
permanente, los trabajos pueden enviarse durante todo el año. Las Normas Edito-
riales se encuentran disponibles en www.lazarandadeideas.com.ar.
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(2018) Volumen 16 (2) - ISSN 2408-3801 (edición magnética)- ISSN 1853-1296
(edición online)
Hecho el depósito que marca la Ley 11.723
La Zaranda de Ideas. Revista de Jóvenes Investigadores en Arqueología
Propietario: Asociación de Arqueólogos Profesionales de la República Argentina.
Presidente: Dr. Gustavo Barrientos.
Florida 823, 2do piso, of. 202 (1005) Ciudad Autonoma de Buenos Aires.
[email protected] - www.lazarandadeideas.com.ar
N° de registro DNDA edición magnética: 5342091
N° de registro DNDA edición online: 5341885
LA ZARANDA DE IDEAS. REVISTA DE JÓVENES INVESTIGADORESEN ARQUEOLOGÍA
DIRECTORA
Daniela Cañete Mastrángelo
Lic. en Ciencias Antropológicas, FFyL (UBA)
CONICET
COMITÉ EDITORIAL
Paula Funes
Estudiante de Ciencias Antropológicas, FFyL (UBA)
Patricio Kohan
Lic. en Ciencias Antropológicas, FFyL (UBA)
Instituto de Arqueología (FFyL-UBA)
Lucrecia Baluczynsky
Estudiante de Arqueología (UNCa)
Valeria Elichiry
Lic. y Prof. en Ciencias Antropológicas, FFyL (UBA)
CONICET
Martina Di Tullio
Estudiante de Ciencias Antropológicas, FFyL (UBA)
Eugenia Ahets Etcheberry
Estudiante de Ciencias Antropológicas, FFyL (UBA)
Carolina Prieto
Lic. en Ciencias Antropológicas, FFyL (UBA)
CONICET
Romina Florencia Heras
Prof. en Ciencias Antropológicas, FFyL (UBA)
Emiliano Bentivenga
Lic. en Antropología, FCNyM (UNLP)
CONICET
María del Lujan Galvano
Estudiante de Ciencias Antropológicas, FFyL (UBA)
Analista de Sistemas, ESBA
Mercedes Rouan Sirolli
Prof. en Ciencias Antropológicas, FFyL (UBA)
Instituto de Arqueología (FFyL-UBA)
María Lujan Fiel
Estudiante de Edición, FFyL (UBA)
Diseñadora gráfica, FADU (UBA)
María Victoria Fiel
Estudiante de Ciencias Antropológicas, FFyL (UBA)
Julia Merler Carbajo
Estudiante de Ciencias Antropológicas, FFyL (UBA)
Instituto de Arqueología (FFyL-UBA)
Sonia Mariel Araya
Estudiante de Ciencias Antropológicas, FFyL (UBA)
COMITÉ ACADÉMICO
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CONICET - INAPL
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CONICET - Museo Etnográfico Juan Bautista Ambrosetti -
UBA
Dr. Ramiro Barberena
CONICET - Laboratorio de Geoarqueología - UBA - UNC
Dr. Luis Alberto Borrero
CONICET - IMHICIHU - UBA
Dra. Adriana Callegari
Instituto de Arqueología, - UBA
Lic. María Magdalena Frère
Instituto de Arqueología - UBA
Dr. Luis González
CONICET - Instituto de Ciencias Antropológicas - UBA
Dra. María Isabel González
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CONICET - INAPL
Dra. Liliana M. Manzi
CONICET - IMHICIHU - UBA
Dr. Javier Nastri
CONICET - Fundación Felix de Azara - UBA
Dr. Axel Nielsen
CONICET - INAPL - UNC
Dr. Daniel Olivera
CONICET - INAPL - UBA
Dra. Paola S. Ramundo
CONICET - UBA
Dra. Myriam Tarragó
CONICET - Museo Etnográfico Juan Bautista Ambrosetti - UBA
Dra. Beatriz N. Ventura
CONICET - Instituto de Arqueología - UBA
Dra. Verónica I. Williams
CONICET - Instituto de Arqueología - UBA
Dr. Hugo D. Yacobaccio
CONICET - Instituto de Arqueología - UBA
AUSPICIOS INSTITUCIONALES
Secretaría de Cultura de la Presidencia de la Nación
Resolución Nº 1715
Facultad de Ciencias Naturales y Museo,
Universidad Nacional de La Plata (UNLP)
Resolución Nº 249/2004
Facultad de Filosofía y Letras,
Universidad de Buenos Aires (UBA)
Resolución Nº 3300
Facultad de Humanidades y Artes,
Universidad Nacional de Rosario (UNR)
Resolución Nº 969/2004
Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales,
Universidad Nacional de Jujuy (UNJu)
Resolución Nº D-164/04
Instituto de Arqueología y Museo, Facultad de Ciencias
Naturales e I.M.L. Universidad Nacional de Tucumán (UNT)
08/06/04
Museo Etnográfico “Juan Bautista Ambrosetti”, Facultad de
Filosofía y Letras, UBA. 17/05/04
Asociación de Arqueólogos Profesionales de la República
Argentina (AAPRA). 05/09/04
Facultad de Humanidades, Universidad Nacional de Salta
(UNSa).
Resolución Nº 1261/05
Instituto de Arqueología, FFyL, UBA. 03/11/08
EVALUADORES
Dr. Gabriel E. J. López
CONICET. Instituto de Arqueología, FFyL (UBA)
Dr. Virginia M. Salerno
CONICET. Instituto de Arqueología (FFyL-UBA)
Lic. Cristina Bellelli
CONICET-INALP
Dra. Verónica Schuster
CONICET-CENPAT. Instituto de Diversidad y Evolución
Austral
Dr. Leandro Zilio
CONICET / Div. Arqueología, Facultad de Cs. Naturales y
museo - UNLP
Lic. María de los Angeles Andolfo
Facultad de Cs. Naturales y Museo-UNLP
Dra. Mariana Sacchi
INALP. Facultad de Filosofía y Letras (UBA)
Dra. Violeta Di Prado
CONICET. División de Arqueología, Facultad de Cs. Naturales
y Museo-UNLP
Mgtr. Domingo Carlos Nazar
Escuela de Arqueología. UNCA
Dra. Cristina Prieto
Instituto Argentino de Nivología, Glaciología y Cs.
Ambientales.,CONICET, CCT-Mendoza. Instituto de
Arqueologia y Etnología, FFyL-UNCuyo
Dra. Constanza Taboada
CONICET-UNT. Instituto Superior de Estudios Sociales
(CONICET-UNT) e Instituto de Arqueología y Museo
(Facultad de Cs. Naturales e I.M.L., UNT)
Dr. Lucas Pereyra Domingorena
Instituto de las Culturas (IDECU) / UBA-CONICET
ÍNDICE [16:2]
Mirá donde dejas las basura. Biografía cultural y procesos de formación cultural en
un recinto de Pueblo Viejo de Potrero (Departamento de Cochinoca, Jujuy)
Nahuel Pablo Camargo y María Amalia Zaburlín
Reflexiones sobre los procesos de conformación de colecciones arqueológicas
en Tandil (provincia de Buenos Aires)
Selene Arislur
Cazar y recolectar: Aportes interdisciplinarios para pensar la nutrición en estudios
arqueológicos.
Cecilia Chaile, Sayuri Kochi, Suray A. Pérez y Leandro Ceballos
Caracterización tecnológica, reconstrucción morfológica y analisis de performance
del conjunto de vasijas de el Taco 19 (Sierra del Alto-Ancasti , Catamarca).
Carlos Ariel Barot y Leticia Inés Gasparotti
ARTÍCULOS
7
24
44
79
61
1.
2.
4.
3.
1.
INFORMES
1.
94
Entre cucharines y lapiceras. Una experiencia de difusión arqueológica en escuelas
de Catamarca.
Mauricio Alejandro Barria, Yamila Daiana Batalla, Camila Denise Bottari, Luis Iván
Fasciglione, María Eugenia Gauna, Catalina Martínez Zabala, Eva Velázquez,
M. Cecilia Landini y Federico Wynveldt.
AUTORES
Información de los autores1.
Nos complace presentarles el número 16 (2) de La Zaranda de Ideas. Aquí conclui-
mos con la presentación de los diversos trabajos recibidos a lo largo del 2018.
En esta edición les acercamos cuatro artículos y un informe que versan sobre di-
ferentes temáticas y que nos permiten mostrar el trabajo de los jóvenes investi-
gadores de nuestro país. Es por ello que nos resulta imprescindible agradecer a los
autores que confiaron en nosotros y a los evaluadores que nos acompañaron en la
construcción de este número de La Zaranda de Ideas.
Antes de concluir esta editorial, queremos despedir y agradecer a Agustina Rughini
y Sofía Gandini, que a partir de ahora emprenderán otros caminos y no seguirán
siendo parte del Comité Editorial. A ellas les decimos GRACIAS por su dedicación,
trabajo y compromiso con este proyecto.
Sin más que decir, los saludamos desde el Comité Editorial y los invitamos a leer
La Zaranda de Ideas 16 (2). Nosotros seguimos trabajando en la producción de la
revista y en nuevos proyectos para seguir creciendo y brindarles un gran espacio
para publicar y encontrar conocimiento científico.
EDITORIAL
LA ZARANDA DE IDEAS [16:2]
7
AÑO 2018 7—23
MIRÁ DÓNDE DEJÁS LA BASURA. BIOGRAFÍA CULTURAL Y PROCESOS DE FORMACIÓN CULTURAL EN UN RECINTO DE PUEBLO VIEJO DE
POTRERO (DEPARTAMENTO DE COCHINOCA, JUJUY)
Nahuel Pablo Camargo1 y María Amalia Zaburlín2
· RESUMEN ·
Se presenta el análisis de la evidencia arqueológica procedente del recinto R1 del sitio Pueblo Viejo de Po-
trero (Departamento Cochinoca, Provincia de Jujuy). El objetivo específico de este trabajo es reconstruir,
mediante el análisis del material recuperado, la funcionalidad de R1 durante su ciclo de uso y abandono, así
como también indagar sobre los procesos de formación cultural que afectaron la distribución de dichos ma-
teriales en el contexto arqueológico. Se siguieron distintas vías para el análisis e identificación de procesos
de formación cultural, generando aportes sobre el cambio de funcionalidad del recinto estudiado a lo largo
de su biografía cultural.
Palabras clave: Puna de Jujuy; Casabindo; Biografía cultural; Procesos de formación cultural; Descarte provisional
LOOK WHERE YOU LEAVE THE GARBAGE. CULTURAL BIOGRAPHY AND CULTURAL FORMATION PROCESSES IN AN ENCLOSURE OF PUEBLO
VIEJO DE POTRERO (COCHINOCA DEPARTMENT, JUJUY)
· ABSTRACT ·
We present the analysis of the archaeological from the R1 enclosure of the Pueblo Viejo de Potrero site, (De-partment Cochinoca, Province of Jujuy). The specific aim of this paper is to reconstruct, by analyzing the re-covered material, the functionality of R1 during their cycle of use and abandonment, as well as to analyze on how cultural formation processes affected the distribution of such materials in the archaeological context. Several lines of research were followed for the analysis and identification of cultural formation processes,
making contributions about functionality changes of the studied enclosure through its cultural biography.
Keywords: Puna of Jujuy; Casabindo; Cultural biography; Cultural formation processes; Provisional discard.
1 CREA-FHyCS-UNJu. Dr. Vidal 1161 (4600), San Salvador de Jujuy, Argentina. Correo: [email protected]
2 CREA-FHyCS-UNJu. Pemberton 506 (4600), San Salvador de Jujuy, Argentina. Correo: [email protected]
Recibido en el mes de septiembre de 2018, aceptado en marzo de 2019.
Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional (CC-BY-NC-SA)
8
Mirá dónde dejás la basura... Camargo y Zaburlín
INTRODUCCIÓNPueblo Viejo de Potrero (en adelante, P. V. de Potrero)
es un sitio arqueológico ubicado en el tramo medio de
la quebrada homónima, localizado al noroeste del po-
blado actual de Casabindo, Puna de Jujuy. Se trata de
un sitio habitacional de tipo conglomerado (Madrazo y
Ottonello 1966) con recintos rectangulares desiguales,
cuya organización en el espacio tiende a ser ordenada
y homogénea. Trabajos previos plantean que el inicio
de ocupación podría corresponder al periodo de De-
sarrollos Regionales y que las estructuras visibles en
superficie se vincularían con el periodo Inka, quedando
algunos sectores ocupados hasta el Hispano–Indígena
inclusive (Albeck et al. 1996; Albeck y Zaburlín 2008;
Zaburlín 2015).
El objetivo específico de este trabajo es presentar el
análisis de los materiales procedentes del recinto R1 de
P. V. de Potrero, recuperados por Albeck y su equipo en
excavaciones realizadas durante las décadas de 1980 y
2000. La hipótesis de campo pensada originalmente por
estos investigadores consideraba este recinto como un
área habitacional; sin embargo, el análisis de los mate-
riales nos llevó a formular hipótesis alternativas, plan-
teando que la estructura, al menos al momento de su
abandono definitivo, conformaba un depósito de basura
secundaria. De esta manera, el objetivo general de este
trabajo es la reconstrucción de la historia ocupacional
del recinto, identificando elementos que evidencien
cambios en su uso a partir del estudio del registro ar-
quitectónico y de la distribución de los materiales.
APUNTES TEÓRICOS. ARQUITECTURA Y DISTRIBUCIONES, ÁREAS DE ACTIVIDAD E HISTORIAS DE OCUPACIÓNPensar en la historia ocupacional de un recinto es bá-
sicamente pensar en su biografía. Kopytoff (1986) in-
trodujo el concepto de biografía cultural para describir
los cambios en los significados de los objetos. El autor
nos expone el ejemplo de la vivienda de los suku, etnia
de África central, en la que se puede apreciar cómo la
construcción va cambiando de valor, no solo en un plano
meramente utilitario, pasando de ser una vivienda a un
cobertizo para los animales, sino también cómo cambia
su significado culturalmente especificado, brindando
distinta información acerca del estatus del dueño, de la
función de la choza, etcétera (Kopytoff 1986). De esta
forma, el estado físico de la choza en cada período se
corresponde a un uso específico, el cual se relaciona con
un proceso de transformación social que involucra una
sucesión de fases y modificaciones de estatus.
Entonces, podemos considerar que, como cualquier
ítem material, los edificios pasan por procesos de cam-
bio, tanto en su uso como en su significado, desde su
construcción hasta su abandono definitivo. Es posible
pensar en los recintos que componen un asentamiento
como ítems abandonados en diferentes etapas de su
historia de vida (Taboada 2003). La funcionalidad de la
arquitectura y sus cambios en el tiempo están íntima-
mente relacionados con la sociedad que la construyó
y utilizó. Taboada (2005) sostiene que la arquitectura
posee un alto potencial y eficiencia como indicador de
los procesos sociales, debido a su prolongada vida útil
y perduración material en el tiempo, así como su capa-
cidad de adaptarse a los diferentes requerimientos de
los usuarios.
Sin embargo, la funcionalidad de las estructuras
arquitectónicas también puede modificarse sin que se
generen grandes cambios en las construcciones. La or-
ganización del espacio siempre tiene un componente
temporal, y la misma estructura puede convertirse en
un escenario diferente a través de modificaciones ope-
radas mediante la incorporación de distintos elemen-
tos. Según Rapoport (1990), todo escenario está cons-
tituido por tres tipos de elementos: fijos, semi-fijos y
no-fijos. Considerando los ejemplos dados por este au-
tor, se puede plantear que al modificarse los elementos
semi-fijos y las actividades de la gente, un determinado
escenario puede convertirse en uno nuevo. Entonces
los elementos semi-fijos se vuelven indicadores rele-
vantes para el estudio de los cambios de funcionalidad
de una estructura.
LA ZARANDA DE IDEAS [16:2]
9
AÑO 2018 7—23
En esta línea, otro de los indicadores que pueden
ser utilizados para estudiar los cambios de funcionali-
dad son los análisis de las secuencias de depositación
y la distribución de materiales en las unidades habita-
cionales. Consideramos entonces que los depósitos de
piso son palimpsestos conformados por las actividades
productivas, de limpieza y sus desechos, que a su vez
fueron afectados con distinta intensidad por procesos
naturales postdepositacionales (Wandsnider 1996).
Teniendo en cuenta la posibilidad de procesos de aban-
dono y reutilización en el recinto analizado, se conside-
raron también algunos modelos sobre agregados de de-
secho secundario (Schiffer 1987; Wilson 1994; Deal y
Hagstrum 1995; Tani 1995). A partir de dichos modelos,
un concepto que tendremos en cuenta es el de “descar-
te provisional”, entendido como el almacenaje, en áreas
de poca actividad pero de fácil accesibilidad, de ítems
dañados, que ya no pueden cumplir su función original,
pero que pueden ser reparados o ser potencialmente
reutilizables en una nueva función, o directamente des-
cartados de forma definitiva (Deal 1983; Tani 1995).
ANTECEDENTES DE ESTUDIO EN PUEBLO VIEJO DE POTREROA comienzos de la década de 1980, Albeck identificó
por primera vez este sitio y durante varias campañas se
efectuaron sondeos exploratorios en los recintos 1, 2,
3 y 4, registro arquitectónico, recolección sistemática
de superficie y se excavó la mitad oriental de R1. En la
década del 2000 se realizó el relevamiento planimé-
trico del sector donde se presenta la mejor visibilidad
del sitio (Figura 1), también se completó la excavación
de los recintos R1 y R4, y se efectuó un sondeo en R5.
Algunos avances fueron publicados parcialmente en di-
versos estudios sobre unidad doméstica, arquitectura y
organización espacial (Albeck 1993; Albeck et al. 1996,
1999, 2001; Dip 2005; Zaburlín 2015).
Es necesario comentar brevemente las dataciones
realizadas en el sitio debido a que se han registrado
algunas discrepancias entre los fechados. La primera
muestra, procesada en la década de 1990, provenía del
recinto 4 y brindó un fechado radiocarbónico (LP–519)
(Tabla 1), que ubica la ocupación del sitio entre los siglos
XII y XIII (Albeck et al. 1996). Esta datación presenta-
ba alguna discordancia con los resultados de las exca-
vaciones y la recolección superficial, donde el material
diagnóstico correspondía principalmente al periodo
Inka/Hispano-Indígena y, en menor medida, al periodo
Tardío.
Durante la década del 2000, con el material cerámi-
co del R1 se realizó un análisis de la distribución vertical
de remontajes en fragmentos cerámicos, registrando
que los niveles comprendidos entre los 15 y 50 cm de
profundidad corresponderían a una sola unidad de
depositación (Zaburlín 2015). Por lo tanto, se dataron
muestras de espículas de carbón y restos óseos com-
prendidos en estos niveles (LP-2020 y AA1000155).
Por último, paralelamente a la realización de este tra-
bajo se fechó una nueva muestra del nivel de ocupación
del R4 (LP-2773) (Tabla 1). Estas tres dataciones son
contemporáneas e indican una ocupación más tardía,
aproximadamente entre los siglos XIV y XVI, lo cual
resultaba coherente considerando el material recolec-
tado. Por lo tanto, Albeck consideró que la fecha de la
muestra LP-519, podría deberse al fenómeno old wood
(sensu Schiffer 1986), aunque no se descarta la posibi-
lidad de ocupaciones más antiguas, ya que en la región
son frecuentes los procesos de reocupación de espacios
habitables (Albeck y Zaburlín 2008).
ANTECEDENTES DE ESTUDIOS EN R1, PROCESO DE EXCAVACIÓN Y DATOS ARQUITECTONICOSEl recinto R1 forma parte de un conjunto de estructu-
ras ubicadas en el sector central del sitio. Es un recinto
de planta cuadrangular cuyas dimensiones son 3,40 m
W-E y 4,20 m N-S, con una superficie interior de 14,3
m2. En el tramo central del muro oriental presenta un
vano de acceso de 80 cm de ancho que comunica este
recinto con una estructura de mayores dimensiones. En
cuanto a la técnica constructiva, los muros están levan-
tados con pirca doble (60 - 70 cm de espesor) y argama-
sa. Las rocas empleadas tienen diversos tamaños, ubi-
cándose las más grandes (mayores a 30 cm) en la parte
inferior, continuando con rocas de tamaño mediano (20
por 30 cm). Estas últimas exhiben formas aplanadas y
se encuentran trabadas con otras rocas menores en los
intersticios, presentando en conjunto un lienzo plano
hacia el interior (Albeck 1983).
10
Mirá dónde dejás la basura... Camargo y Zaburlín
TABLA 1 · Fechados obtenidos en P. V. de Potrero (publicados en Albeck y Zaburlín 2008, y Albeck 2018)
RECINTO/NIVEL
MUESTRA MATERIAL 14C AP 1 SIGMA AD 2 SIGMA AD
R4 C1 / 35-40 cm
LP-550 Carbón 850 ± 501202-1273
(p 0,9)1149–1291
(p 0,9)
R4 N7 LP-2773 Carbón 460 ± 701432-1500
(p 0,8)1597-1611
(p 0,1)
R1 C2 / 30-50 cm
LP-2020Espículas de
carbón460 ± 90
1415-1511 (p 0,6)
1388-1652 (p 0,9)
R1 C2 /30-50 cm
AA100155 Óseo 557 ± 461401-1440
(p 1)1386-1455
(p 0,9)
FIGURA 1 · Plano de P. V. de Potrero (Albeck et al. 2001). Se destacan en gris las áreas excavadas y en rojo el recinto analizado.
LA ZARANDA DE IDEAS [16:2]
11
AÑO 2018 7—23
Este recinto fue excavado con sistemas disímiles
de registro durante tres campañas, dos realizadas en el
año 1983 y una en el 2000. Durante 1983 se planteó
un sondeo en el centro del recinto con niveles artifi-
ciales de 10 cm, hasta una profundidad de 40 cm. En
la siguiente campaña se completó la mitad oriental del
mismo a través de tres cuadrículas, excavadas por ni-
veles artificiales de 10 cm en los estratos superficiales,
luego continuando con niveles de 5 cm; los materiales
fueron registrados por cuadrícula y nivel, pero no se
realizaron dibujos de planta ni perfiles estratigráficos.
En la esquina sureste se registró un fogón en cubeta
con lajas clavadas en su perímetro; el tope de este ras-
go se encuentra a 30 cm de profundidad y la base de
este rasgo llega hasta 55 cm de profundidad.
En el año 2000 se completó el área total del recinto,
mediante la apertura de ocho cuadrículas en su mitad
occidental. En esta oportunidad se utilizó la técnica de
decapage, por lo que se cuenta con dibujos de plantas
que indican la ubicación de todos los materiales recu-
perados. No se confeccionaron perfiles estratigráficos,
debido a que no se observaron estratos marcadamente
diferenciables. En la cuadrícula 1, una vez alcanzado el
estéril, se continuó excavando hasta dejar a la vista la
base de los cimientos, a 52 cm de profundidad aproxi-
madamente.
Al integrar los informes de campo sobre las estra-
tigrafías de las tres campañas se observa que fueron
registrados cuatro niveles que presentan un leve bu-
zamiento de oeste a este: a) el nivel superficial que
alcanza una potencia de aproximadamente 10 cm con
sedimento eólico; b) un sedimento más compacto con
pedregullo fino, baja cantidad de restos culturales y
derrumbe en los sectores cercanos a los muros que
se ubica entre los 10 y 20 cm; c) aproximadamente
entre los 15/20 cm hasta los 30/40 cm se registra un
sedimento con pedregullo y mayor cantidad de restos
culturales; este nivel tiene un buzamiento más marca-
do, con mayor profundidad en el sector oriental; y d) a
partir de los 30 cm de profundidad se registra un se-
dimento ligeramente más arenoso y estéril en conte-
nidos culturales. Solamente en el interior del fogón se
FIGURA 2 · Esquema del recinto R1 y cuadrículas excavadas.
12
Mirá dónde dejás la basura... Camargo y Zaburlín
registraron fragmentos hasta los 50 cm de profundidad.
Por otro lado, se debe subrayar que en ninguna de las
tres campañas se registró un piso consolidado; tampo-
co se observaron restos que indicaran la presencia de
techumbre, elementos que sí están presentes en otros
recintos vecinos.
Se debe recordar que se registraron remontajes en
fragmentos cerámicos en los niveles artificiales com-
prendidos entre los 15 y 50 cm de profundidad en la
cuadrícula 2 asociados al fogón, con lo cual se sostiene
que se trata de una sola unidad de depositación.
Recapitulando, la hipótesis original que se plantea-
ron los excavadores fue que se trataba de un recinto de
vivienda, en base a las dimensiones de la estructura y la
presencia de un fogón. Sin embargo, al expandir el área
de excavación se registró un nivel de ocupación sin piso
consolidado. A partir de este problema pretendemos
repensar la funcionalidad de esta estructura incorpo-
rando el análisis de los materiales rescatados en las di-
ferentes campañas de excavación.
METODOLOGÍAEn la estrategia metodológica se siguieron algunas de
las técnicas aplicadas en trabajos precedentes para R1
y R3 de P. V. de Tucute (Albeck et al. 1995; Basso et al.
2010). La secuencia de registro y análisis se orientó
para identificar cambios en la funcionalidad de R1, bus-
cando articular los datos arquitectónicos con los restos
materiales y su distribución.
· Análisis de materiales en el depósito excavado
Los materiales exhumados en R1 de P. V. de Potrero
comprenden cerámica, líticos y óseos. Para cada uno
se siguieron criterios de identificación y clasificación
específicos.
· Material cerámicoAsciende a un total de 837 fragmentos; los mismos
fueron clasificados según atributos de tratamiento de
superficie. El análisis morfológico distinguió los frag-
mentos con atributos de forma y aquellos que carecían
de estas características fueron incluidos en clases es-
tructurales amplias, como vasijas cerradas o abiertas
(Shepard 1956; Balfet et al. 1992). Este primer nivel de
registro y clasificación es necesario para realizar com-
paraciones con otros sitios de la región e individualizar
fragmentos procedentes de otras áreas. La metodología
se apoyó en los avances de estudios sobre alfarería re-
gional (Zaburlín 2015).
Frente al objetivo de reconstruir la historia de vida
de R1 se siguieron dos vías de investigación. En pri-
mer lugar, se realizó un análisis de los remontajes y,
en segundo lugar, se calcularon los números mínimo
y máximo de las piezas representadas. El proceso de
remontaje permite contar con elementos diagnósticos
acerca de la forma y dimensiones de las vasijas, pero
además brinda importantes datos para el análisis de la
distribución vertical y horizontal de los fragmentos que
remontan, permitiendo solucionar problemas estrati-
gráficos (Nelson 1985). Además, mediante el análisis
de los distintos tipos de remontajes presentes es posi-
ble estudiar las características del depósito y evaluar la
incidencia de procesos de formación de sitio. Bollong
(1994) plantea seis estados de remontaje cerámico.
Los estados 1, 2 y 3 se consideran con una asociación
segura, es decir que corresponden a fragmentos que
provienen de una misma vasija, estos son los que deben
utilizarse para el análisis de estratigrafías y de distribu-
ción espacial. El estado 4 comprende fragmentos que
no remontan, pero sus atributos morfológicos macros-
cópicos permiten establecer asociaciones probables.
Los estados 5 y 6 incluyen fragmentos únicos y huérfa-
nos; estos no son operativos para el análisis estratigrá-
fico. Mediante la comparación y correlación de tipos de
fragmentos que conforman el área excavada se puede
obtener información sobre la función del depósito del
cual provienen.
Como segunda vía de análisis se realizó el cálculo
de número mínimo y máximo de las distintas clases de
vasijas, esto permite analizar la composición del depó-
sito y se puede relacionar ya sea con actividades o con
la profundidad temporal de utilización del área (Mena-
cho 2007; Basso et al. 2010). En los cálculos de número
mínimo y máximo de piezas representadas necesaria-
mente se parte de la identificación del tipo morfológi-
co y luego, se contabilizan los fragmentos con atribu-
tos de forma (bordes y bases principalmente). De esta
manera, por ejemplo, si se registraron dos bases y un
borde de vaso chato, se puede suponer que una de las
LA ZARANDA DE IDEAS [16:2]
13
AÑO 2018 7—23
bases podría corresponderse con el borde, por lo que
el número mínimo sería de dos individuos. Al tener un
número mayor de ciertos elementos, se considera que
estos contienen a los del número inferior, sumándoles,
además, aquellos fragmentos que muestren alguna
característica especial que los diferencie del total del
conjunto (Basso et al. 2010). Para obtener el número
máximo, simplemente se contabiliza cada fragmento
como un individuo. Ambas medidas deben ser usadas
combinadas para tener en cuenta el rango probable de
piezas presentes en el depósito excavado. Este método
permite analizar el porcentaje de representación de los
distintos tipos morfológicos presentes en el recinto.
· Material líticoSe analizaron los fragmentos de artefactos formati-
zados y las variedades de desechos, siguiendo las re-
comendaciones de Aschero (1983), Ávalos (1998) y
Aschero y Hocsman (2004). Los ítems líticos (n=55)
fueron clasificados con criterios tecno-tipológicos dife-
renciados por materia prima. Con el objetivo de anali-
zar cambios de función del recinto se buscó identificar
artefactos vinculados con actividades domésticas y la
presencia de procesos de reutilización o reciclaje.
· Material arqueofaunísticoLa muestra está compuesta por un total de 97 espe-
címenes; para su análisis se siguieron las propuestas
metodológicas de Mengoni Goñalons (1988, 2010). Se
contabilizó el material óseo identificable y no identifi-
cable, se sumó la identificación anatómica y se registra-
ron marcas de corte, por último, se realizó el cálculo de
MNE. Cabe aclarar que se contaba con la identificación
taxonómica de los elementos óseos mejor conservados
realizada por E. P. Tonni en la década de 1980.
· Análisis de datos arquitectónicosSe consideró principalmente la distribución y caracte-
rísticas del aspecto físico de la evidencia arquitectóni-
ca, teniendo en cuenta las dimensiones del recinto y la
ubicación de vanos y de elementos semi-fijos, así como
también la ubicación y comunicación con otras áreas del
sitio (siguiendo las recomendaciones en Mañana Borra-
zás et al. 2002). Partiendo de lo propuesto por Rapoport
(1990), consideramos como elementos fijos a los muros,
ya que son menos permeables a modificaciones a corto
plazo; es decir, los muros se presentan como elementos
más permanentes a lo largo de la biografía del recinto.
Por otro lado, el fogón lo pensamos como elemento
semi-fijo, ya que puede ser modificado con más facilidad
tanto en sus aspectos morfológicos como espaciales.
· Análisis de distribución de materiales y relación con arquitectura
En este último paso se integraron los diversos datos
procesados, se elaboraron planos con las distribuciones
de las distintas clases de materiales y tipos de desecho.
Se buscaron correlaciones entre estas distribuciones
espaciales y los elementos arquitectónicos. Se realiza-
ron comparaciones con otros estudios de distribución
espacial en estructuras domésticas (Albeck et al. 1995;
Taboada 2003, 2005; Basso et al. 2010; Gazi y Salazar
2013; Basso 2014) y con los modelos elaborados a par-
tir de estudios de arqueología del pasado contemporá-
neo acerca de la generación de desechos (Wilk y Schi-
ffer 1979; Rathje 2001).
ANÁLISIS ARTEFACTUAL DEL RECINTO R1 DE P. V. DE POTREROLos materiales recuperados en el R1 de P. V. de Potrero
comprenden fragmentos cerámicos (n=837), fragmen-
tos de artefactos formatizados y desechos de talla líti-
cos (n=55) y restos faunísticos (n=97). A continuación,
se exponen los resultados del registro y clasificación de
cada uno de los conjuntos.
· CerámicaEn base al tratamiento de superficie, se discriminaron
cuatro categorías amplias que contienen subgrupos
específicos. De manera resumida, se registraron las
siguientes cantidades de fragmentos:
a) Ordinario (n=419).
b) Alisado con baño de pintura roja (n=238). Incluye
aquellos fragmentos con decoración negro sobre rojo
(n=6) conocidos como Casabindo bicolor (Krapovickas
1958-1959).
c) Fragmentos con alguna de sus superficies pulidas.
En este grupo se incluyen los tipos denominados Agua
Caliente rojo pulido (n=44) y Pucos interior negro pu-
lido (n=101) (Ottonello 1973).
14
Mirá dónde dejás la basura... Camargo y Zaburlín
d) Alfarería Yavi-Chicha (n=6). Un solo fragmento pre-
senta decoración morado sobre ante y el resto son rojo
pulido (Krapovickas 1975; Ávila 2009), todos corres-
ponden a fragmentos de pequeñas escudillas.
En una segunda etapa se analizaron los fragmentos
que presentaban atributos de forma (n=164), identifi-
cándose cinco tipos morfológicos (de aquí en adelante
TM, previamente definidos en Zaburlín 2015):
a) Vasijas Abiertas:
- (TM 14) Vasos de contorno compuesto con decora-
ción negro sobre fondo rojo pulido y/o beige pulido.
- (TM 19) Vasos chatos con el interior color negro y
tratamiento pulido y/o alisado.
- (TM 17) Escudillas: muestran cierta variabilidad en
las dimensiones y tratamientos de la superficie interna
y externa.
- (TM 13) Vasijas de boca ancha que presentan el bor-
de interno con tratamiento negro pulido.
b) Vasijas Cerradas:
- (TM 2) Vasijas con cuello convexo, presentan decora-
ción Casabindo bicolor.
- Piezas cerradas sin tipo morfológico específico: se
contabilizaron 670 fragmentos que a su vez se en-
cuentran subdivididos según sus tratamientos de su-
perficie.
c) Otros materiales cerámicos:
Se identificaron trozos de tres fichas circulares con
menos de 3 cm de diámetro. Consisten en fragmentos
de cerámica tosca reutilizados, los bordes fueron fric-
cionados contra otra superficie áspera para obtener
una forma circular. Los mismos no presentan elemen-
tos que permitan clasificarlos como torteros.
En base a estos datos, consideramos que está repre-
sentada la variabilidad cerámica local característica de
la región entre los siglos XII-XV y también se identifica-
ron elementos de interacción con el área Chicha (Kra-
povickas 1958-1959; Zaburlín 2015).
Considerando los TM identificados, se plantea que
están vinculados con las actividades cotidianas de una
unidad doméstica. Se encuentran representadas piezas
aptas para el procesamiento y preparación de alimen-
tos (TM 13); servicio y consumo (TM 17 y 14); almace-
naje de elementos sólidos o líquidos (TM 2 y las piezas
cerradas en general) y también piezas vinculadas con
actividades de hilado como los vasos chatos (TM 19)
(Krapovickas 1958-1959).
FIGURA 3 · Arriba: números mínimos y máximos de tipos morfológicos. Abajo: tipos morfológicos identificados
LA ZARANDA DE IDEAS [16:2]
15
AÑO 2018 7—23
Una vez identificados los tipos morfológicos, se pro-
cedió a calcular el número mínimo y máximo de indivi-
duos existentes en este depósito, ya que la variabilidad
morfológica y el grado de fragmentación permiten re-
flexionar sobre el tipo de depósito que conforman y de
cambios en la funcionalidad de R1.
Las escudillas (TM 17) se presentan en diversos
tamaños y en una proporción más alta respecto a los
otros tipos de piezas. Menacho (2007) plantea que el
alto porcentaje de escudillas vinculadas con el consu-
mo individual, más que relacionarse con aspectos de-
mográficos de una unidad doméstica, podría vincularse
con la profundidad temporal de las áreas de desecho
secundario. Entonces, para el caso que nos ocupa, te-
niendo en cuenta la alta representación de fragmentos
de escudillas, se puede considerar la posibilidad de que
el conjunto analizado se trate de un depósito de dese-
chos secundarios.
Las piezas cerradas exhiben un número máximo
muy elevado respecto al número mínimo. Esto se pue-
de relacionar con el tamaño de las vasijas más grandes
que al romperse tienen mayor potencial de generar
más cantidad de fragmentos que una pieza cerámica
de dimensiones pequeñas, aunque también habría que
pensar si responden a la utilización de las piezas dentro
de un contexto doméstico o, por el contrario, se trata
de algún tipo de depósito de descarte.
En cuanto a la existencia de remontajes de estado
1, como se mencionó anteriormente, estos fueron de
utilidad en el análisis de distribución vertical; sin em-
bargo, no aportaron mayores datos sobre morfología.
Si se compara la cantidad de fragmentos con estados
de remontaje 1, 2 y 3 (n=46) con aquellos que presen-
tan estados 4 y 5, es decir fragmentos sueltos (n=797),
se puede observar en R1 una marcada predominancia
de estos últimos. Bollong (1994) plantea que una de
las características de los depósitos de basura es que
se espera que se registren mayores proporciones y
variedades de fragmentos únicos que en los contextos
habitacionales.
Por lo tanto, tomando en consideración los datos
del material cerámico, particularmente la alta frecuen-
cia de escudillas y de fragmentos de vasijas grandes, la
baja frecuencia de remontajes frente a una alta repre-
sentación de fragmentos únicos y la presencia de los
fragmentos de fichas reutilizados para confeccionar
fichas, se comienza a plantear la posibilidad de que en
R1 se ubicara un depósito de desechos secundarios.
· LíticosEn el R1 de P. V. de Potrero las materias primas no lo-
cales están pobremente representadas. Solamente se
recuperaron seis pequeños desechos de talla de obsi-
diana, sílice y ópalo, no se encontraron nódulos ni ar-
tefactos. El origen de la obsidiana podría ubicarse en
las fuentes Caldera Vilama y Zapaleri, localizadas en el
límite tripartito entre Bolivia, Chile y Argentina. Su es-
fera de distribución incluye principalmente los sitios de
la provincia de Jujuy (Yacobaccio et al. 2004). En tanto
las fuentes de sílice y el ópalo podrían situarse en el sur
de Bolivia (Ávalos 2002). Estas áreas se encuentran a
más de 200 km de distancia.
Por otra parte, se registraron 49 ítems líticos de
materias primas locales. Las variedades que se en-
cuentran disponibles en las inmediaciones del sitio son
basalto y rocas silíceas, presentes en cantos rodados,
cuarzo, granulita y andesita basáltica. La fuente de esta
última aún no ha sido identificada, pero se cuenta con
la información etnográfica de la existencia de vetas de
andesita en quebradas cercanas y en Coranzulí (Dip
2001), ubicadas a menos de 30 km, por lo tanto, la con-
sideramos como materia prima local.
Entre los materiales de basalto destaca un frag-
mento de punta de proyectil, específicamente una base
apedunculada con retoque unifacial. Este fragmento
presenta similitudes con tipos morfológicos corres-
pondientes al momento de transición entre el periodo
Arcaico y el Formativo Temprano (Hocsman 2010; Mo-
reno 2012). La presencia de este ítem se puede deber a
un proceso reclamatorio (sensu Schiffer 1987), lo cual
es posible ya que, en las cercanías, en el curso bajo del
Arroyo de Potrero se encuentran dispersiones líticas
(sitios a cielo abierto), con artefactos de estos periodos
(Zaburlín 1998).
Se consideraron relevantes los materiales de an-
desita basáltica, ya que los 28 ítems registrados corres-
ponden a distintos estados de desecho y reactivación
de palas líticas. Se registraron fragmentos de palas que
corresponden a tres filos, dos mangos y dos fragmen-
tos de cuerpo; varios son lascas de reciclaje, ya que pre-
16
Mirá dónde dejás la basura... Camargo y Zaburlín
sentan pulidos generados por el uso durante su función
inicial (siguiendo recomendaciones de Ávalos 1998).
Las lascas primarias y secundarias podrían indicar el de-
sarrollo de actividades de manufactura de palas agríco-
las en el interior del recinto, o al menos de algunas de las
etapas de este proceso. En tanto las lascas de reciclaje
son consideradas como producto de reformatización de
fragmentos de palas que habrían terminado su vida útil.
En síntesis, se observa que los materiales presentes
son en su mayoría escasos desechos de talla y fragmen-
tos reutilizados o potencialmente reutilizables. Tenien-
do en cuenta estos datos, sumados a lo expuesto sobre
el material cerámico, se refuerza la posibilidad de que la
estructura haya sido utilizado como depósito de dese-
chos, probablemente acumulado de forma provisional
(siguiendo a Deal 1983).
· ArqueofaunaEn el conjunto de la muestra ósea, 19 especímenes
pudieron ser identificados taxonómicamente y 78 co-
rresponden a fragmentos de huesos no reconocibles. El
cálculo de NISP correspondiente es: camélido (n=13),
equino (n=4), bóvido (n=1) y ave (n=1). Se registraron
también seis fragmentos de pequeños huesos de roe-
dor, los cuales por su estado de conservación podrían
relacionarse con procesos tafonómicos postdeposi-
tacionales. Por otro lado, cabe destacar que los restos
de equino y bóvido están presentes en profundidades
entre 5 a 25 cm, es decir, siendo en su mayoría parte de
la misma unidad de depositación junto con los demás
restos culturales.
No se pudo calcular el MNI debido a la alta frag-
mentación de la muestra, la cual no permitió identificar
debidamente la lateralidad. El cálculo de MNE permitió
observar que los camélidos son la muestra mayoritaria,
estando representadas distintas partes del esqueleto,
principalmente las extremidades. En el caso de bovinos,
solo se cuenta con una vértebra. La muestra de equinos
está conformada por fragmentos de molares, un frag-
mento de escápula y un metatarso. Por último, se regis-
tró un fragmento de hueso de ave no determinado. Por
otra parte, los registros de marcas y termoalteración
son muy bajos en esta muestra, y ambos podrían rela-
cionarse con procesos de formación naturales postde-
positacionales.
En resumen, la mayor representación de restos de
camélidos es coherente con la economía pastoril que
desarrollaron las sociedades en la región puneña desde
el período Tardío. Por otra parte, los restos de equino
y bóvido dan muestra de la ocupación de la zona con
FIGURA 4 · Fragmentos de palas recuperados en R1.
LA ZARANDA DE IDEAS [16:2]
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AÑO 2018 7—23
posterioridad a la llegada de los españoles, dato que se
condice con las dataciones mencionadas anteriormen-
te. Sin embargo, dado el bajo nivel de conservación de
la muestra, esta no puede ofrecer más información res-
pecto a los cambios de uso de R1.
· Arquitectura y distribución espacialR1 forma parte de un conjunto arquitectónico confor-
mado, en primer lugar, por un gran patio delimitado
por muros, en cuyo interior se identificaron dos estruc-
turas, el mencionado R1, y contigua a este último, se
encuentra R3, construcción que posee forma alargada,
similar a la de un pasillo. El acceso a este conjunto se da
a través del patio, mediante el cual se puede ingresar a
las otras dos estructuras.
No se encontraron indicadores de techumbre en
R1, así como tampoco se registraron evidencias de
modificaciones en los muros. La estructura de fogón
presente en la esquina sureste nos estaría indicando
la existencia de un antiguo piso de ocupación, aunque
dicho piso no se encuentra consolidado. Teniendo en
cuenta la homogeneidad del sedimento, así como tam-
bién la procedencia de los fragmentos cerámicos que
pudieron ser remontados, se consideró los niveles
artificiales entre los 15 a 30 cm de profundidad (15 a
50 cm en la parte del fogón), como una sola unidad de
depositación, mismos niveles en los que se registran la
mayor frecuencia de restos culturales fragmentados
que se recuperaron en R1.
Para analizar las distribuciones espaciales se traba-
jó con registros de excavación con niveles de definición
disímiles. Los datos de las campañas de 1983 permitie-
ron ubicar los restos solamente por cuadrícula y nivel.
Un registro más detallado de excavación por decapage
se realizó durante el año 2000, donde se cuenta con
múltiples dibujos de planta de cada cuadrícula y nivel,
además de dibujos de los muros. Como ya fue señalado,
en ambas campañas no se realizaron dibujos de los per-
files estratigráficos, ya que el sedimento presentaba
cierta homogeneidad, lo que imposibilitó diferenciar
estratos.
Como se apuntó en el acápite de metodología, se
integraron los datos procesados sobre el material ce-
rámico, lítico y restos arqueofaunísticos, elaborándose
entonces diversos planos con las distribuciones de las
distintas clases y estados de los materiales, buscando
asociaciones entre los mismos y los elementos fijos y
semi-fijos de la estructura (fogón, muros, acceso).
Paralelamente, se realizaron comparaciones con
los resultados de análisis de distribuciones en otros
sitios en los que se pueden observar concentraciones
discretas de desechos relacionadas con diferentes ac-
tividades, como la preparación de alimentos, produc-
ción metalúrgica o la talla de instrumentos líticos (Al-
beck et al. 1995; Dip 2001; Taboada 2003, 2005; Basso
et al. 2010; Gazi y Salazar 2013; Basso 2014). También
se tuvieron en cuenta los modelos elaborados a partir
de estudios de arqueología del pasado contemporáneo
acerca de la generación de desechos (Wilk y Schiffer
1979; Deal 1983; Rathje 2001).
Como resultado del análisis de todos los planos
de las distribuciones en R1, se observa una aparente
aleatoriedad en la distribución espacial, sin poder es-
tablecerse áreas de actividad claramente delimitadas.
Es decir, no estarían presentándose concentraciones
de material que indiquen estructuras de actividades
delimitadas espacialmente. Únicamente se registra
una menor presencia de restos en el área adyacente al
vano, lo cual podría vincularse con la circulación para
acceder al interior del recinto.
Se tuvieron en cuenta modelos sobre estructuras
de actividades, considerando ubicaciones, disposicio-
nes y dimensiones de los restos, buscando diferenciar
entre áreas drop y toss, áreas vacías, espacios de circu-
lación, efecto marginal, etcétera (Binford 1983), te-
niendo en cuenta también las actividades de limpieza
y mantenimiento de estas áreas (Wilk y Schiffer 1979;
Binford 1983; Wilson 1994).
En el interior de R1 no se observan acumulación
de material junto a los muros, así como tampoco áreas
libres para circulación. De la misma forma, no se obser-
varon evidencias de una correlación entre el tamaño
de los restos culturales y su disposición horizontal.
Considerando que la distribución de artefactos
y fragmentos no exhibe una relación funcional con la
estructura arquitectónica en lo que respecta a áreas
de actividad, es posible plantear que estamos ante dos
etapas en la historia de vida del recinto, una represen-
18
Mirá dónde dejás la basura... Camargo y Zaburlín
FIGURA 5 · Síntesis de la distribución horizontal de los materiales en los niveles inferiores de R1.
LA ZARANDA DE IDEAS [16:2]
19
AÑO 2018 7—23
tada por el fogón y otra por la acumulación posterior de
desechos. Entendiendo cada etapa como la conjunción
de uno o más eventos correspondientes a una misma in-
tervención, diferenciables temporal y funcionalmente
una de la otra (Taboada 2005; Acevedo 2016).
INTEGRACIÓN DE LOS RESULTADOS Y DISCUSIÓNEn base a los resultados de los análisis de la evidencia
arquitectónica y artefactual, se puede identificar en
el depósito de R1 un palimpsesto conformado por dos
etapas (en el sentido desarrollado por Taboada 2005)
en las que el recinto tuvo funcionalidades diferentes. La
primera etapa, más antigua, relacionada con el momen-
to de utilización del fogón, y la segunda, como parte del
proceso de abandono, donde fue utilizado como depósi-
to de desechos secundarios.
Considerando los datos arquitectónicos como es-
tructurantes del espacio y de las actividades en el re-
cinto, estimamos esta primera etapa vinculada proba-
blemente con la preparación de alimentos, entre otras
actividades. No se encontraron indicios de que el re-
cinto haya estado techado, pudiendo tratarse entonces
de un patio o área descubierta; sin embargo, a pesar de
esta ausencia de techumbre, se cuenta con la protec-
ción de muros frente a los vientos. Hay que remarcar
entonces la presencia de la estructura de fogón en una
esquina, con ciertos fragmentos cerámicos asociados,
cuatro de los cuales con restos de hollín en su superficie
externa. Además de éstos, no se encuentran desechos
que impliquen el desarrollo de otra actividad vinculada
con el fuego.
La segunda etapa está marcada por el proceso de
depositación de desechos secundarios. Un primer indi-
cador es la baja representación de remontajes frente a
una alta presencia de tiestos únicos. Varias investigacio-
nes remarcan que los depósitos de basura secundaria se
caracterizan por presentar gran diversidad de material,
en su mayoría cerámica, conteniendo pocos fragmen-
tos remontables entre sí, contrapuestos a un gran nú-
mero de fragmentos únicos (Bollong 1994; Tani 1995).
Un segundo indicador sería la alta representación de
fragmentos de escudillas, en su mayoría fragmentos
únicos, los cuales a su vez también marcarían la profun-
didad temporal de esta área de desechos. La presencia
de restos óseos de bóvidos y equinos dan cuenta de la
acumulación de este depósito al menos hasta el periodo
Hispano-Indígena.
Los depósitos de basura secundaria pueden ser
clasificados por su ubicación y contenido. El almacena-
miento de los desechos secundarios estaría relacionado
con su posible reutilización, colocándolos en lugares
cercanos a las viviendas donde el nivel de actividad es
bajo (Wilson 1994; Deal y Hagstrum 1995; Tani 1995).
Considerando la ubicación espacial de R1 en un sec-
tor central del sitio, en estrecha cercanía con espacios
habitados y la presencia de elementos reutilizables y
reutilizados, como los fragmentos de pala, las fichas
cerámicas, o los tiestos de grandes dimensiones, nos
lleva a plantearlo como un posible lugar de descarte
provisional (Deal 1983). Es importante considerar que
la reutilización y el descarte provisional están asociados
estrechamente, inclusive se puede considerar como una
de las estrategias para reducir la necesidad de aprovi-
sionamiento (Deal y Hagstrum 1995).
Por último, el contenido de los depósitos de dese-
chos temporarios permite inferir características de los
recintos a los que están asociados espacialmente. En
el caso de R1 se puede ir punteando algunos aspectos
vinculados con factores socioeconómicos de los habi-
tantes de P. V. de Potrero. Esto es importante, ya que
permite empezar a delinear algunos aspectos de la or-
ganización doméstica durante los periodos Inkaico e
Hispano-Indígena en la Puna.
Los descartes de material cerámico estarían indi-
cando la cercanía de áreas de actividad doméstica don-
de se preparaban alimentos, registrándose en el depósi-
to de desechos secundarios de R1 fragmentos de piezas
vinculadas con procesamiento, consumo, servicio y al-
macenaje. Las principales prácticas productivas, pasto-
reo y agricultura, están representadas por los restos de
camélidos y fragmentos de palas líticas, planteándose
también el desarrollo de una de las etapas de la produc-
ción textil, en base a la presencia de elementos para el
hilado (vasos de hilandera). En tanto, la interacción con
regiones distantes se sostiene en base a la presencia de
materia prima lítica no local (sílice, obsidiana) y de alfa-
rería Yavi-Chicha.
Debemos poner énfasis en que estas características
son consideradas como punteos iniciales, ya que, si se
20
Mirá dónde dejás la basura... Camargo y Zaburlín
pretende encarar un análisis de factores socioeconó-
micos y demográficos a nivel doméstico, el método de
estudio contempla necesariamente la comparación en-
tre varios depósitos de similares características (Wilson
1994). Entonces, a partir del estudio de los materiales
de R1, se pueden delinear preguntas que se deberán
trabajar a futuro, a través de la comparación con los de-
más recintos excavados.
REFLEXIONES FINALESPara repasar brevemente, consideramos que en el re-
cinto en estudio se reconocen dos etapas en su historia
de vida. Inicialmente R1 pudo estar vinculada con un
área doméstica y, posteriormente a su abandono, dicho
espacio se convirtió paulatinamente en un basurero. Se
puede observar entonces que existe efectivamente un
proceso de transformación, donde la estructura sufrió
una modificación en su estatus, trazando cierta ana-
logía con el ejemplo de la choza suku desarrollado por
Kopytoff (1986). Es decir, el estado físico de una cons-
trucción en cada etapa de su biografía corresponde a
un uso específico en un determinado momento de su
historia de vida.
Retomando otras ideas planteadas en nuestro mar-
co teórico, particularmente por Rapoport (1990), se
puede apreciar cómo en R1 hay un cambio en el uso de
este escenario, aunque sin que lleguen a operar modifi-
caciones en los elementos fijos o semi-fijos; es decir, en
R1 se ven dos momentos en la biografía del recinto. El
fogón marca el momento en el que el recinto funcionaba
como un probable lugar de preparación de alimentos.
Posteriormente, el recinto dejó de cumplir esa función,
pero no se realizaron modificaciones arquitectónicas,
simplemente el espacio se fue abandonando y adquirió
una nueva función como depósito de descarte con ele-
mentos potencialmente reutilizables.
Siguiendo esta última línea, Rapoport (1990) sostie-
ne que ninguna persona realiza sus actividades en un
solo escenario, sino que se deben considerar más bien
sistemas de escenarios. Es decir, retomando el concepto
de biografía cultural desarrollado por Kopytoff (1986), la
unidad de análisis de dicha biografía no debería ser una
estructura sola: por el contrario, se debe contemplar el
conjunto de estructuras que fueron utilizadas, ya que
la función del recinto adquiere sentido solo cuando se
lo piensa y se lo analiza como parte de un todo. Enton-
ces, como lineamientos de trabajos futuros es necesario
plantearse preguntas acerca de cómo era el sistema de
escenarios en el que estaba inserto R1, tanto como área
doméstica y como basurero.
AGRADECIMIENTOS
Agradecemos a la Dra. María Ester Albeck y al Lic.
Martín Basso por sus observaciones y correcciones
durante la elaboración de este trabajo, así como a Abigail
Reyna, Aimé Oyharzabal, Cecilia Coca, María Tejerina,
Milton Mercado, Pamela Gutiérrez y Guillermo Herrera
Demitropulos por el acompañamiento y los mates
compartidos.
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24
Reflexiones sobre los procesos de conformación... Selene Arislur
REFLEXIONES SOBRE LOS PROCESOS DE CONFORMACIÓN DE COLECCIONES ARQUEOLÓGICAS EN TANDIL
(PROVINCIA DE BUENOS AIRES)
Selene Arislur1
· RESUMEN ·
En este artículo presentamos el registro de ocho colecciones arqueológicas, dos públicas y seis privadas,
recolectadas dentro del partido de Tandil (provincia de Buenos Aires). El relevamiento se realizó en dos ni-
veles de análisis complementarios. Por un lado, para el registro de las piezas se consideraron criterios tipo-
morfológicos, materias primas, medidas de los ejes principales, estado de los objetos, fotografías y proce-
dencia. Por el otro, a nivel colección, reparamos en los procesos de recolección, selección, clasificación y
guardado que describen las historias de vida de cada conjunto. Para ello, fue fundamental el trabajo de en-
trevistas con coleccionistas, aficionados locales y el personal de museos. A partir del análisis reflexivo de los
encuentros y de una experiencia con los informantes, pensamos que las conformaciones de las colecciones
en Tandil están íntimamente relacionadas con representaciones sociales sobre el pasado indígena pampeano
construidas desde relaciones coloniales del saber/poder.
Palabras clave: Colecciones Arqueológicas; Coleccionistas locales; Representaciones Sociales;
Pasado Indígena; Tandil.
REFLECTIONS ON THE PROCESS OF CREATION OF ARCHAEOLOGICAL COLLECTIONS IN TANDIL
(PROVINCE OF BUENOS AIRES)
· ABSTRACT ·
In this article we present the record of eight archaeological collections, two public and six private,
collected in Tandil (province of Buenos Aires). The survey was carried out in two levels of complementary
analysis. On the one hand, for the registration of the pieces were considered type-morphological criteria, raw
materials, measures of the main axes, state of the objects, photographs and provenance. On the other hand,
at the collection level, we took into account the collection, selection, classification and storage processes that
describe the life histories of each set. For this, the work of interviews with local collectors and museum
staff was essential. From the reflexive analysis of the encounters and an experience with the informants, we
propose as a hypothesis that the creation of the collections in Tandil are intimately related to social
representations about the Pampa indigenous past constructed from colonial relations of knowledge/power.
Keywords: Archaeological Collections; Local Collectors; Social Representations; Indigenous Past; Tandil.
1 Instituto de Geografía, Historia y Ciencias Sociales – CONICET/UNCPBA. Gral. Pinto 399, Tandil (7000), Argentina. Área de Arqueología y Antropología del
Municipio de Necochea. Correo: [email protected]
Recibido en el mes de octubre de 2018, aceptado en enero de 2019.
Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional (CC-BY-NC-SA)
LA ZARANDA DE IDEAS [16:2]
25
AÑO 2018 24—43
INTRODUCCIÓNCon este trabajo buscamos discutir los resultados y re-
flexiones alcanzadas a partir de nuestras investigacio-
nes en el partido de Tandil (centro-este de la provincia
de Buenos Aires). Allí nos propusimos pensar sobre el
pasado prehispánico desde una mirada local y actual.
Para ello, nos enfocamos en el trabajo con coleccionis-
tas y aficionados locales que tengan material arqueoló-
gico recolectado dentro de los límites del partido.
Partimos de entender que distintos grupos de caza-
dores recolectores habitaron desde momentos prehis-
pánicos el paisaje serrano del actual partido de Tandil.
Estas personas a través de sus prácticas cotidianas se
apropiaron y significaron el entorno de distintas ma-
neras a lo largo del tiempo. En la actualidad, podemos
reflexionar sobre esas prácticas a partir de la materia-
lidad que se preservó y del conjunto de relaciones que
se desprenden al pensar las cosas en diversas tramas
contextuales (Miller 2005; Hodder 2012).
Esa materialidad significa el punto de partida que
permite desde el presente recorrer el entretejido de
relaciones entre las cosas, las personas y los lugares a
lo largo del tiempo. Sin embargo, no analizamos todo el
conjunto de materiales, sino sólo aquellos que resulta-
ron significativos de ser recolectados y coleccionados
para un grupo de personas en el presente.
En este contexto, los objetivos propuestos para este
trabajo son: presentar el registro de un conjunto de co-
lecciones arqueológicas públicas y privadas de Tandil;
pensar los sentidos y representaciones construidas en
torno a esas colecciones; reflexionar sobre la confor-
mación de las colecciones a partir de una experiencia
con los y las informantes; pensar las relaciones que se
crean entre pasado y presente; y discutir las represen-
taciones/imaginarios sociales sobre el pasado indígena
local (Jodelet 1986). La intención final de este artículo
es promover el debate y la reflexión sobre la reproduc-
ción de saberes y discursos hegemónicos en torno a la
aboriginalidad pampeana (Briones 2008).
ZONA DE INVESTIGACIÓNTandil se encuentra al sudeste de la provincia de Bue-
nos Aires, dentro de la región productiva Pampa surera
(Velázquez 2016). Del paisaje de llanura de esta zona
resaltan los dos sistemas serranos, Ventania y Tandilia.
Este último, cruza a nuestra área de investigación en su
totalidad.
El partido está compuesto por cinco localidades:
María Ignacia (Vela), Gardey, De la Canal, Desvío Agui-
rre y la ciudad cabecera de Tandil ubicada en la parte
central. Asimismo, dentro del polígono que forma el
partido, se encuentran seis parajes: Fulton, La Pastora,
Cerro Leones, Iraola, Azucena y La Numancia. Tanto las
localidades como los parajes son centros rurales o ur-
banos con diferentes cantidades de habitantes que se
formaron siguiendo el tejido ferroviario (Figura 1).
La fundación de Tandil, según la historia oficial, fue el
4 de abril de 1823 cuando el gobernador de la provincia
de Buenos Aires, el brigadier general Martín Rodríguez,
ordenó la construcción del Fuerte Independencia, una
edificación amurallada que estaba ubicada en el actual
centro de la ciudad. Esta fundación debe ser entendi-
da en el contexto económico nacional, caracterizado
por el desarrollo de la ganadería y la exportación de los
productos derivados. Para el funcionamiento de este
modelo económico se necesitaba ocupar los territorios
habitados por las comunidades indígenas locales. Por
esto, el Estado nacional pone en marcha una política
de fronteras que conllevó el inicio de campañas milita-
res cuyo objetivo era extender el área territorial con la
instalación de fortines a partir del exterminio de las co-
munidades y la expropiación de tierras. Estas políticas
expansivas alcanzan su mayor desarrollo con la denomi-
nada Campaña del Desierto comandada por Juan Ma-
nuel de Rosas en 1833 (Ferrer 2008; Mandrini 2012).
ANTECEDENTES DE INVESTIGACIÓNDesde la Arqueología, el partido de Tandil se encuentra
en la región pampeana bonaerense, en el sector cen-
tral de Tandilia. Este sistema serrano ha sido un paisaje
26
Reflexiones sobre los procesos de conformación... Selene Arislur
FIGURA 1 · Localización del partido de Tandil.
habitado por grupos cazadores recolectores desde los
finales del Pleistoceno hasta momentos post-conquista
(Ingold 2000; Mazzia 2010, 2011; Tilley 2010). Múlti-
ples evidencias manifiestan la importancia de la región
en las discusiones sobre el poblamiento sudamericano
y sobre las elecciones y decisiones tomadas por los gru-
pos a lo largo del tiempo. Los estudios en el sector norte
de Tandilia, correspondiente a Olavarría y Azul, aporta-
ron principalmente a las discusiones sobre el consumo
humano de megamamíferos con los sitios La Moderna
y Campo Laborde, la utilización en el tiempo de recur-
sos líticos locales y no-locales, el uso del espacio y su
sacralización a partir de los hallazgos del sitio Calera
y la localidad arqueológica Sierras de Curicó (Barros y
Messineo 2004, 2007; Pedrotta 2011). Las investiga-
ciones en el sector oriental, sierras de Mar del Plata
y Balcarce, registraron una secuencia de ocupación
humana de aproximadamente 10500 años AP hasta
el siglo XVIII, en un total de 67 sitios, la gran mayoría
en aleros y cuevas, y una importante cantidad de sitios
con pinturas rupestres (Mazzanti 2002; Mazzanti et al.
2013).
En el sector centro-oriental de Tandilia los estudios
se centraron inicialmente en los sitios tempranos de Ce-
rro El Sombrero Cima y Abrigo 1; La China 1, 2 y 3; y Los
Helechos, en las sierras de Lobería. Nuevas investiga-
ciones en los últimos años sumaron información sobre
las ocupaciones iniciales de la zona como lo indican los
sitios Cueva Zoro y El Ajarafe. Debido a cuestiones de
preservación, la mayor cantidad de materiales recupe-
rados en estos contextos son artefactos líticos, siendo la
ortocuarcita Grupo Sierras Bayas (de aquí en adelante
OGSB) la roca más utilizada (Flegenheimer et al. 2015).
Las ocupaciones humanas tardías también están repre-
sentadas, pero con una densidad y recurrencia menor
(Mazzia y Flegenheimer 2007; Mazzia 2011). Otra línea
de investigación en este sector serrano está relaciona-
da con la localización de las fuentes de materias primas
líticas y las estrategias de aprovisionamiento. Así se
identificó un sitio cantera-taller de dolomía silicificada
en las sierras de San Manuel, un importante sector de
canteras y talleres de OGSB blanca en el cordón se-
rrano La Juanita (partido de Benito Juárez) y un área
significativa de abastecimiento de OGSB coloreadas y
LA ZARANDA DE IDEAS [16:2]
27
AÑO 2018 24—43
blancas en las sierras de La Numancia, partido de Tandil
(Pupio 1996; Flegenheimer et al. 1999; Colombo 2013).
Frente a todas las evidencias que manifiestan la im-
portancia del paisaje serrano en la vida de los cazadores
recolectores pampeanos, el sector central de Tandilia
en Tandil sólo ha sido sistemáticamente estudiado en
relación con las ocupaciones post-conquista y las cons-
trucciones de piedras (corrales y pircas) (Ferrer y Pe-
drotta 2006; Bognanni y Ramos 2013; Pedrotta 2013).
Sin embargo, las escasas investigaciones sobre el pasa-
do prehispánico demuestran que en Tandil se localizan
las fuentes de las materias primas líticas más utilizadas
por los grupos indígenas desde las primeras ocupacio-
nes en la región pampeana: los sitios cantera-taller de
OGSB blancas y coloreadas en las sierras de La Numan-
cia, extremo sureste del partido (Colombo 2013), y las
fuentes potenciales de diabasa en los cerros centrales
de la localidad, roca elegida a lo largo del tiempo para
realizar los artefactos de molienda y las bolas de bo-
leadoras (Vecchi 2010a). En este contexto de las inves-
tigaciones es que surge nuestro interés por abordar el
pasado prehispánico de Tandil.
ESTRATEGIA DE TRABAJOLa investigación se organiza partiendo de un enfoque
reflexivo y relacional desde el diseño hasta la difusión
de los datos de la investigación (Hidalgo 2006; Achilli
2017). Entendemos que “el valor del trabajo arqueológi-
co es, precisamente, la apropiación diferenciada de sus
datos y sus prácticas, la posibilidad de negociar posicio-
nes y traducciones acerca del pasado” (Silva 2014:146).
Por lo tanto, consideramos significativo explicar el
contexto ampliado desde donde partió y se desarro-
lló esta investigación, es decir, exponer y reflexionar
sobre el conjunto de relaciones que nos comprenden
como investigadores/as frente a las y los actores loca-
les (Guber 2004).
El tema fue elegido en primer lugar por el escaso
desarrollo en las investigaciones arqueológicas prehis-
pánicas en el partido de Tandil y, en segundo lugar, pero
no menos importante, porque la autora es oriunda de la
ciudad. Esta particularidad nos permitió entablar vín-
culos con los y las informantes por medio de contactos
cercanos, favoreciendo la construcción de un estado de
confianza basado en un contexto de relación favorable
o rapport. En este sentido, entendemos al rapport como
parte del proceso de conocimiento y como “una instan-
cia de la relación entre investigador e informantes, en la
cual ambos han construido un sentido compartido de la
investigación” (Guber 2004:249).
En este contexto de trabajo, el primer paso que lle-
vamos a cabo fue la indagación y búsqueda de coleccio-
nes arqueológicas que tengan procedencia conocida.
Para ello, armamos inicialmente una red de contactos
que pasara por las instituciones locales. El primer lugar
visitado fue el Museo Histórico Fuerte Independencia
(MUHFIT), seguido por el Área de Patrimonio, Cultura
y Archivo Histórico Municipal, la dirección del Museo
Municipal de Bellas Artes, historiadores locales y el
ex-Museo de Ciencias Naturales1. Estos encuentros
iniciales no sirvieron para dar con el paradero de colec-
cionistas o aficionados, pero sí fueron muy importantes
para entender el rol de los museos a nivel municipal y el
rol del municipio en relación con el patrimonio cultural.
Además de comprobar que la estrategia de presenta-
ción basada en la recomendación o contacto entre per-
sonas conocidas era una buena herramienta de aproxi-
mación a nivel local.
De esta manera, se conformó la estrategia de bús-
queda. Armábamos el contacto con la persona que se
creía que podía tener colecciones, nos presentábamos
y explicábamos cuáles eran los objetivos del trabajo. A
partir de allí, pactábamos un encuentro (todos fueron
acordados previamente), donde llevábamos a cabo
la entrevista mientras se desarrollaba el relevamien-
to de las piezas. En muchas oportunidades, el mismo
entrevistado/a contaba acerca de otras personas que
también tenían objetos arqueológicos, y de esta mane-
ra, la red seguía extendiéndose.
Todos los encuentros fueron guiados teórica y me-
todológicamente por la perspectiva de la entrevista
antropológica, entendida como un proceso más de in-
teracción social dentro de la investigación, y como una
herramienta de recolección de información y produc-
ción de datos (Sanmartín Arce 2000; Guber 2004). Para
ello diseñamos una guía semiestructurada de preguntas
que nos servían como ejes temáticos en el desarrollo
de las charlas. Todos los encuentros fueron en las casas
o lugares de trabajo de los y las entrevistados/as. Los
mismos fueron registrados mediante grabadora de voz
28
Reflexiones sobre los procesos de conformación... Selene Arislur
y libreta de notas, ya que se tomaron en consideración
los aspectos verbales y los no verbales del encuentro,
así como también, las charlas ocasionales e informales.
Las entrevistas se realizaron entre el año 2016 y 2017,
repetidas veces con cada persona en los casos en los
que fue necesario.
· Las coleccionesEl propósito general que planteamos para este tra-
bajo fue reconstruir las historias de vida de las colec-
ciones arqueológicas (Appadurai 1986) y generar un
registro de las mismas. Nuestro interés está en poder
reflexionar sobre las redes y significados que se cons-
truyen a partir de los vínculos entre las cosas (la mate-
rialidad arqueológica) y las personas. Para esto, toma-
mos de Hodder (2012) el concepto de thing, entendido
como una entidad que tiene presencia y duración en el
tiempo, un entrelazado de materia, energía e informa-
ción. La particularidad de las cosas es que están inter-
conectadas entre sí y con las personas, por esto la ma-
nera cómo los grupos las definen, identifican, perciben
y caracterizan está en relación con el uso que les den y
su relación con otras cosas. Esta manera de entender a
la materialidad, nos permitió explorar cómo la objeti-
vidad contribuye en la construcción de las colecciones
arqueológicas, así como también, interpretar como se
conforman en la relación con otras cosas y con las per-
sonas. En este sentido, entendemos a las colecciones
como un conjunto de semióforos que fueron reunidos
por un coleccionista o aficionado siguiendo una lógica
particular de selección, clasificación y guardado, que le
da sentido y unidad (Pomian 1993; Pupio 2005).
A partir de este posicionamiento teórico, las colec-
ciones fueron analizadas en dos escalas diferentes y
complementarias. En primer lugar, a nivel de objeto, to-
das las piezas fueron relevadas de manera sistemática
según criterios tipo-morfológicos, materias primas, co-
lor, medidas de los ejes principales, lugar de proceden-
cia, fotografías. En segundo lugar, a nivel colección, bus-
camos reflexionar con los coleccionistas y aficionados
locales sobre los procesos particulares de recolección,
selección, clasificación y guardado de las piezas que
intervinieron en cada caso. Fue central entender si las
piezas fueron donadas, regaladas, heredadas o recolec-
tadas por la misma persona; cuáles son los significados
otorgados a las colecciones; por qué fueron conserva-
das y guardadas; dónde y cómo se guardan; cuándo fue-
ron recolectadas; dónde fueron halladas. Para ello fue
fundamental fomentar vínculos y relaciones de confian-
za con los coleccionistas que nos permitieran generar
espacios de encuentro y diálogo.
Para este trabajo diferenciamos dos tipos de co-
lecciones, las públicas y las privadas. Las primeras son
aquellas que se exponen en un lugar preparado para ser
observadas y estudiadas por la comunidad sin importar
si la institución encargada de su resguardo es de carác-
ter estatal o privado. Las segundas son las colecciones
que están bajo la posesión y custodia de una persona
particular, quien puede haber sido o no quien las reco-
lectó, pero sí quien mantiene unidos los objetos y les da
sentido de conjunto. Estas colecciones sólo son obser-
vadas por el particular y su entorno.
Para el estudio de cada una de las colecciones arqueo-
lógicas procedentes del partido de Tandil confeccionamos
una ficha de inventario (Tabla 1). La misma fue realizada te-
niendo en cuenta los datos que eran significativos para este
trabajo y guarda relación con la propuesta teórica. Las va-
riables identificadas se dividen en los dos niveles de análisis.
Por un lado, a nivel de colección se relevó:
- Colección: allí se coloca el nombre que ya tiene la colección
o si no, el nombre de la persona a cargo en la actualidad.
- Coleccionista: es la persona que agrupó y guardó los ob-
jetos.
- Recolector: aquella o aquellas personas que intervinieron
en la recolección de los objetos que hoy forman parte de la
colección en cuestión.
- Lugar de recolección: existen algunas colecciones en las
que todos sus objetos han sido recolectados en el mismo lu-
gar, por ejemplo, un solo campo. Pero hay otras colecciones
que tienen objetos procedentes de distintos lugares, por
eso generamos un espacio particular para la procedencia de
cada pieza (ver abajo).
- Lugar donde se guarda: son aquellos lugares donde cada
persona encargada del cuidado ha decidido guardar las co-
lecciones para mostrarlas o reservarlas.
Por otro lado, a nivel de pieza u objeto fue importante
detallar:
LA ZARANDA DE IDEAS [16:2]
29
AÑO 2018 24—43
- Sigla: cada pieza fue clasificada según un número de repo-
sitorio creado para los fines analíticos de la investigación.
Ninguna colección tenía confeccionado un inventario pro-
pio, motivo por el cual se clasificó cada pieza según la letra
inicial del nombre de la colección y con número continuos
(por ejemplo: G1, objeto 1 de la colección Gómez).
- Materia prima: la identificación de materias primas se basó
en el análisis macroscópico de cada objeto.
- Grupo tipológico: la clasificación tipológica se estable-
ció según los trabajos de Aschero (1975, 1983) y Vecchi
(2010a).
- Medidas de los ejes principales: las piezas fueron medidas
con un calibre manual considerando el eje longitudinal y
transversal. Sin embargo, específicamente para las bolas de
boleadoras se consideró a Vecchi (2010a), quien toma el eje
mayor de la pieza como diámetro 1 en los casos de piezas
sin surco y en las piezas que lo presentan, como diámetro 1
a aquel paralelo al surco.
- Estado de la pieza: para los objetos que fueron confeccio-
nados mediante picado, abradido y pulido (P.A.P.), se con-
sideró si se encuentra entero, fragmentado si presentan
más del 51% del total de su volumen, o fragmento cuando
el volumen es menor al 50%. Para las piezas talladas (T.) se
registra si están enteras o fragmentadas.
- Observaciones: allí se vuelca toda la información que re-
sultó significativa al momento del registro en relación con
cada pieza.
- Fotografía: cada objeto en particular fue fotografiado con
una cámara digital y escala.
- Procedencia: se indica el lugar dónde fue recolectado cada
objeto cuando tiene procedencia registrada particular.
RESULTADOSEn total registramos ocho colecciones, dos públicas y seis
privadas*. Las primeras se encuentran en dos museos, uno
de carácter privado y otro estatal.
El Museo Histórico Fuerte Independencia Tandil se
inaugura el 7 de septiembre de 1963 en el mismo edifi-
cio que se encuentra en la actualidad, una casa antigua
ubicada en la zona céntrica de la ciudad. El proyecto
TABLA 1 · Planilla de registro de colecciones. Ref.: MP: materia prima; Observ.: observaciones.
Colección:
Coleccionista:
Recolector:
Lugar de recolección:
Fecha aproximada:
Lugar donde se guarda:
Sigla M. P.Grupo Tipo.
Medidas ejes
princip.
Estado de la pieza
Observ. Fotografía ProcedenciaP.A.P.
Entero, Framentado, Fragmento
T. Entero,
Fragmento
*Las colecciones tratadas en este artículo fueron debidamente informadas al ente de aplicación provincial de la Ley 25.743/03, el
Centro del Registro del Patrimonio Arqueológico y Paleontológico de la provincia de Buenos Aires (C.Re.P.A.P). Dicha información
se encuentra en el Informe Anual aprobado del año 2017, correspondiente a la Lic. Nora Flegenheimer y equipo. En este sentido,
todas las piezas aquí presentadas se encuentran inventariadas y las colecciones privadas están en proceso de registro voluntario.
Una de dichas colecciones fue donada el 20 de Agosto del 2017 al Museo Histórico Fuerte Independencia Tandil. Las cinco restantes
se encuentran en custodia de coleccionistas privados.
30
Reflexiones sobre los procesos de conformación... Selene Arislur
nace de la inquietud de los miembros de la Asociación
Tradicionalista Fuerte Independencia fundada el 20
de agosto de 1955. Recién en el año 2004 se obtiene
la Personería Jurídica y la inscripción como Entidad de
Bien Público y de interés Provincial y Cultural (Resolu-
ción N°48 del 3 de septiembre de 2004).
El museo está dirigido por una comisión que toma
las decisiones sobre su gestión y funcionamiento. Al ser
una institución privada, el financiamiento de la misma
se basa en el aporte societario, subsidios municipales, la
entrada general y los eventos que se organicen.
Con motivo del 50 aniversario del MUHFIT en el año
2013, el presidente de la comisión directiva, de ese en-
tonces hasta la actualidad, resaltó en su discurso que el
objetivo de los fundadores de la institución fue “llenar
dos habitaciones de la casona adquirida como sede social
de la institución tradicionalista Fuerte Independencia
con objetos tradicionales, antiguos, del campo y la ciu-
dad, para iniciar un pequeño museo”, y en este sentido
que “el culto de la tradición fue su norte, interpretado por
ellos como el culto a los antepasados. Exaltaban nues-
tras tradiciones bajo el sentimiento que sin tradición no
hay historia”. Por su parte, el intendente Miguel Lunghi
expresó que “aquí late la historia, un sentimiento por la
identidad local y una poderosa pasión por lo nuestro”,
del mismo modo que se guardan “los sueños de nuestros
padres, abuelos y bisabuelos inmigrantes”. Por esto, se-
gún el jefe municipal, en el MUHFIT “laten y respiran las
glorias de la Patria”2. Del alegato de ambos dirigentes se
desprende una percepción del pasado que comienza con
la llegada de los inmigrantes a la región, con la fundación
de la ciudad de Tandil y las relaciones entre las áreas ru-
rales y urbanas. Esta idea es la que subyace en el discurso
del museo que intenta resaltar las tradiciones criollas y
gauchescas como cimientos de la historia local.
En la actualidad el MUHFIT cuenta con 16 salas que
albergan colecciones históricas, etnográficas, arqueoló-
gicas, de historia natural, numismáticas y archivos docu-
mentales varios. La institución cuenta con más de 10000
piezas, todas donadas, menos una colección arqueológi-
ca de la Patagonia que fue comprada. Las piezas arqueo-
lógicas están ubicadas en el ala derecha de la sala seis
(Figura 2), por esto son una de las primeras cosas que las
y los visitantes ven al entrar al museo. Se encuentran ex-
hibidas en vitrinas una al lado de la otra, sin clasificación
y contextualización precisa.
Debido a que la institución no cuenta con registros
sobre la procedencia de las piezas, para este caso en par-
ticular, la estrategia de registro fue distinta. Relevamos
todos los materiales tallados que sean de materias pri-
mas y morfologías típicas de contextos arqueológicos de
la zona centro-oriental de Tandilia. Por su parte, el mate-
rial P.A.P. no fue registrado, ya que no fue posible aplicar
un criterio semejante al del material tallado.
El proyecto para el Museo y Archivo Histórico Dr. Au-
relio Lusarreta dependiente de Escuela Media N° 5, en la
localidad de María Ignacia (Vela), comienza hace más de
30 años bajo la iniciativa de un profesor de la institución
en compañía de otros docentes y alumnos. En el 2013 tie-
ne su última reforma que se mantiene hasta la actualidad.
La forma de recolección de las piezas fue colecti-
va, entre los alumnos, los docentes y la población de
Vela. La consigna fue juntar materiales que represen-
ten la historia local, como bien queda expresado en el
proyecto de remodelación: “El museo significa para los
habitantes del pueblo el reencuentro con sus raíces cul-
turales; la gente puede reconocer lo que es propio y ad-
quiere la capacidad de crear y transmitir una identidad.
Además, este lugar es el punto de partida de un proyec-
to donde participan jóvenes, docentes y la comunidad
para mejorar su entorno, demostrando un compromiso
con el lugar donde habitan”3.
Las colecciones arqueológicas que fueron registra-
das en este trabajo se encuentran en El Rincón Mapuche
(Figura 3). Las piezas se exhiben en dos vitrinas que
tienen en la parte superior una gigantografía de Aimé
Paine, un poncho mapuche comprado en la actualidad,
instrumentos musicales, un arco de flecha y una foto-
grafía de la Piedra Movediza de Tandil. Según personal
del museo, esto “tiene todo un significado, porque los
mapuches fueron, a partir del siglo XIX, fines del XVIII
y principios del XIX, la población aborigen que pobló,
que llegó a este lugar y digamos se asentó en estos luga-
res. No lo digo yo, lo dicen los topónimos además de las
fuentes historiográficas”
Las otras seis colecciones están bajo custodia de co-
leccionistas y aficionados locales, cuatro hombres y dos
mujeres. Cada uno de ellos y ellas construyó redes de
relaciones sociales, institucionales y académicas distin-
tas, generando así, prácticas coleccionistas particulares
LA ZARANDA DE IDEAS [16:2]
31
AÑO 2018 24—43
FIGURA 3 · Rincón Mapuche en el Museo y Archivo Histórico Dr. Aurelio Lusarreta, Vela.
FIGURA 2 · A la izquierda, plano del MUHFIT. La flecha indica la ubicación de la sala seis. A la derecha, fotografía de la sala seis.
32
Reflexiones sobre los procesos de conformación... Selene Arislur
y dinámicas (Arislur 2017).
A. A. es quien hace 20 años guarda las piezas que su
marido juntó durante años. La colección se compone de
objetos históricos, cuadros, restos de fauna y piezas ar-
queológicas. El modo de recolección fue variado, algunos
hallazgos los hizo él mismo recorriendo campos, otros
fueron traídos por sus empleados rurales. También era
asiduo de remates y casas de antigüedades donde com-
praba piezas que le parecían interesantes. Nunca esta-
bleció contacto con arqueólogos, profesionales4, ni con
los museos locales, ya que a él lo motivaba el acto mismo
de coleccionar y mostrar. A. A. explicó que “lo traía fasci-
nado porque le encantaba coleccionar todo esto”, no solo
por el afán de juntar cosas, sino también por los interro-
gantes que le disparaban, “de dónde venían, de cómo el
indio hacía”. Por este motivo, si bien la colección se en-
contraba en su casa, tenía todas las piezas expuestas en
mesas, colgadas en las paredes y ubicadas en estanterías
en el quincho, todo a la vista. Es decir, la colección no era
de alcance público, pero sí estaba al alcance de todos
aquellos que ingresaran a su casa. Según A. A., su mari-
do nunca consultó bibliografía específica para tener un
conocimiento de cada objeto en particular, se guiaba por
el sentido común y el conocimiento que iba adquiriendo
con los años, “no era una persona que había estudiado
mucho, que tuviera mucha escuela digamos, pero lo hizo
en la misma vida él”. No llevaba un registro de las cosas
que tenía, ni anotaba dónde las consiguió, quién se las dio
o cuándo. Sí, al momento de mostrar las colecciones, ape-
laba a la memoria y recordaba esos detalles.
F. F. se autodefine como una persona que “coleccio-
na un poco de todo, piedritas, imanes de heladera, de
todo un poco”. Se refirió a los objetos arqueológicos, en
particular, como sus tesoros porque entendía que eran
piezas de los indios pampas. Su objetivo no es tener las
piezas para mostrarlas, las mismas forman parte de la
decoración interior y exterior de su casa. Sin embargo,
no siempre estuvieron allí, ya que, “mi mamá cuando
éramos chicas las tenía tiradas en el jardín, así como de
adorno, yo se las metí adentro, las puse en el mueble-
cito, pero ahora no, cuando ya tomé consciencia en la
época del secundario”. Al indagarse por los motivos del
guardado de las piezas expresó que era por gusto perso-
nal y que “así en los pueblos toda la gente tiene porque
era re común encontrarlas en el campo”, refiriéndose a
las boleadoras y a las puntas. Los objetos arqueológicos
los recolectó su padre, en oportunidades con ella, de su
campo en la localidad de Gardey y otros le fueron rega-
lados de un campo vecino. Ella admitió tener una prefe-
rencia por sus dos boleadoras rojas, las joyitas, ya que
sostiene que eran propiedad de los caciques.
D. D. posee en su casa una colección arqueológica
con materiales de la región pampeana y patagónica. La
adquisición de las piezas fue en distintos tiempos y de
tres maneras diferentes: compra, regalos y herencia.
Las piezas heredadas fueron recolectadas por su padre
del campo que pertenecía a la familia. Del total de estas
últimas, D. D. se quedó con cinco porque el resto fueron
donadas al Museo Histórico del Fuerte Independencia.
Él denomina al conjunto de objetos como su colección y
afirma que forman parte del patrimonio histórico de la
Argentina. Si bien D. D. es historiador, sostiene que “en
su momento me hubiese gustado estudiar arqueología
o antropología. Es directa la relación, es muy directa.
Siempre tuve esa inquietud, no de estudiar, pero com-
pro libros, leo”. Ese conocimiento le permite distinguir
las piezas que tiene y clasificarlas. Asimismo, es ese
saber el que motiva el guardado de los objetos, ya que
destaca la representatividad histórica y científica que
tienen. Por este motivo, decidió pegar todas las piezas
talladas en un cuadro que tiene expuesto en su casa y
ordenar las boleadoras debajo de la estufa hogar.
C. C. comenzó su presentación aclarando: “no co-
lecciono nada, sabes que no quiero verme ni en una
casa museo, ni como coleccionista”. Explicó que en su
vida había conocido a coleccionistas muy egoístas con
casas invivibles, y que por eso él prefiere autodefinirse
como un aficionado. Entiende que esa categorización
comprende a las personas que su principal motivación
es el placer de hallar cosas. Del mismo modo, expresa
que “no me gusta el afán de la exhibición, las cosas me
gustan para mí, me gusta verlas, tocarlas y compararlas”.
Por eso, todas las piezas están guardadas en diferentes
espacios de la casa y casi ningún objeto está al alcance
de la vista de los visitantes. Las maneras de adquisición
fueron mediante compra, regalos y recolección directa.
Las piezas arqueológicas cuentan con la particularidad
de que ninguna fue comprada, ya que según C. C. “pier-
den toda la gracia”, así como tampoco “nunca canjeé
estas piedras porque me encantan. Y me sirven de re-
LA ZARANDA DE IDEAS [16:2]
33
AÑO 2018 24—43
ferencia, porque esta podría ser una piedra que la na-
turaleza la hizo así, pero dos no” (…) “son piedras con
obra humana”. Para él, todas las piezas pertenecieron
a los indios, y algunas específicamente a Tehuelches o
Mapuches. Expresa que la búsqueda se le ha vuelto un
hobby, ya que, tiene fascinación por conocer acerca de
las personas del pasado. Por eso, no solamente busca
materiales arqueológicos, sino que también, analiza
bibliografía específica e indaga a partir de la talla ex-
perimental.
E. E. afirma que su padre tenía pasión por la histo-
ria mapuche local. Las piezas que juntaba eran para él
cosas de los indios, de los primeros pobladores de la
zona. Su forma de recolección era casual, es decir, no
sistemática. “A él le gustaba salir a caminar y ya iba mi-
rando para abajo para ver que encontraba. Lo mismo
que cuando veía que estaban arando la tierra, porque
viste cuando movés la tierra ahí salen, entonces ahí
siempre andaba atrás de eso. Sin dedicarse, pero le
gustaba, tenía pasión por eso”. Por esto, la mayoría de
las piezas fueron recolectadas por el padre, ya que era
él quien tenía la costumbre de salir a caminar por los
campos y cerros de Tandil. Sin embargo, E. E. participó
de algunas de las salidas y recolecciones. Las bolas de
boleadoras tienen distintas procedencias, mientras
que el material tallado es todo del campo familiar. En
la actualidad, las piezas están distribuidas por la casa,
pero E. E. tiene la intención de colocarlas en una vitri-
na para su exposición, ya que le recuerdan a su padre.
B. B. es hija de un padre coleccionista, principal-
mente de fauna, de la zona. Sin embargo, recuerda
las salidas junto a él por las sierras y campos de los
TABLA 2 · Descripción de los materiales de las colecciones registradas.
Colecciones Material tallado Material P.A.P. Percutores Nódulos Cerámica Totales
MUHFIT 34 0 0 0 0 34
MyA VELA 6 53 2 2 1 64
C.C. 0 26 0 0 0 26
B.B. 0 25 0 0 0 25
F.F. 0 11 0 0 0 11
D.D. 6 4 0 0 0 10
E.E. 16 23 4 0 0 47
A.A. 0 17 0 0 0 17
TOTALES 62 159 6 2 1 230
PORCENTAJES 26,95% 69,13% 2,60% 0,86% 0,43%
34
Reflexiones sobre los procesos de conformación... Selene Arislur
TABLA 3 · Clasificación del material tallado por grupos tipológicos.
TABLA 4 · Clasificación de los materiales no tallados.
ColeccionesPuntas de proyectil
Raspadores Raederas Lascas Hojas Bifaces CuchillosInst.
compuestosTotal
MUHFIT 7 3 11 3 1 0 1 8 34
MyA VELA 1 0 0 5 0 0 0 0 6
D.D. 3 0 2 0 0 1 0 0 6
E.E. 0 3 3 9 0 0 1 0 16
TOTAL 11 6 16 17 1 1 2 8 62
Colecciones Boleadoras Morteros Manos Percutores Nódulos Martillo Molino Total
MUHFIT 0 0 0 0 0 0 0 0
MyA VELA 50 0 3 2 2 0 0 57
C.C. 23 2 0 0 0 1 0 26
B.B. 25 0 0 0 0 0 0 25
F.F. 11 0 0 0 0 0 0 11
E.E. 21 1 0 4 0 0 1 27
D.D. 4 0 0 0 0 0 0 4
A.A. 13 2 2 0 0 0 0 17
TOTAL 147 5 5 6 2 1 1 167
LA ZARANDA DE IDEAS [16:2]
35
AÑO 2018 24—43
alrededores de la ciudad de Tandil donde encontraron
la mayoría del material arqueológico que hoy cuenta
en su colección. Actualmente ejerce como profesora
dentro del área de las ciencias naturales en Tandil. Ade-
más, formó parte de la Asociación Amigos del Museo
de Ciencias Naturales, fundada en el año 2000, desde
dónde se gestó y administró el Museo de Ciencias Na-
turales Municipal. Esta colección fue relevada por R.
Vecchi (2010a) en el marco de su tesis doctoral. La te-
mática de este trabajo giró en torno a las bolas de bo-
leadoras, por eso sólo esos objetos fueron registrados.
Sin embargo, en sus anotaciones advierte la presencia
de otros objetos en la colección, existencia corroborada
posteriormente por la misma coleccionista en una co-
municación personal. Para el análisis de este trabajo se
utilizó la información brindada por Vecchi y numerosas
charlas personales y telefónicas con B. B. que no fueron
grabadas, sino que se realizaron en todos los casos no-
tas escritas.
El total de piezas registradas en las ocho colecciones
es de 230, de las cuales el 26,95% es material tallado; el
69,13% material picado, abradido y pulido, el 2,60% son
percutores; el 0,86% son nódulos; y el 0,43% lo conforma
el único fragmento de cerámica (Tabla 2). Estas coleccio-
nes fueron recolectadas en 14 lugares de procedencia
distintos dentro del partido de Tandil. Además, se relevó
toda la información referente a los contextos de hallaz-
gos, los recolectores, las y los coleccionistas, y dónde se
guardan las colecciones en la actualidad. Toda esta in-
formación fue volcada a la primera base de datos para la
zona de estudio que relaciona material arqueológico de
colecciones con lugares específicos de procedencia.
Del total de 167 materiales realizados mediante
P.A.P, 147 corresponden a bolas de boleadoras, es decir,
el 88,62%. Mientras que la distribución tipológica en el
grupo de los materiales tallados se presenta más homo-
génea (Tablas 3 y 4).
Si analizamos las proporciones entre las distin-
tas materias primas líticas (Figuras 4 y 5), vemos que
el 61,29% del material tallado fue confeccionado en
OGSB, seguido por el 30,64% sobre ftanita y el resto
se distribuye entre la única pieza de obsidiana y cuatro
indeterminadas. En cuanto al material P. A. P., el 34,59%
está manufacturado en diabasa, el 17,61% en OFB, y el
32,70% corresponde a la categoría indeterminado. El
resto del porcentaje se distribuye entre granito, cuar-
cita, cuarcita de Ventania y granito rojo, siendo esta
última materia prima la de mayor proporción en rela-
ción con las otras tres. Sin embargo, como bien destaca
Vecchi (2010b), las etapas de formatización de las bo-
las de boleadoras producen una gran alteración en la
superficie de estos instrumentos, situación que imposi-
bilita una determinación macroscópica precisa. No obs-
tante, vemos que los porcentajes de materias primas
líticas se corresponden con los encontrados en los sitios
arqueológicos prehispánicos de la zona y guardan rela-
ción con las distancias a las canteras/fuentes de aprovi-
sionamiento de cada roca (Flegenheimer y Bayón 2002;
Vecchi 2010a; Colombo 2013).
Como vimos, más allá de las propiedades físicas y
descripciones tipológicas de cada pieza, nuestro obje-
tivo también era pensar en las historias de vida de las
colecciones, cómo y por qué se formaron, qué significan
y representan para cada coleccionista. Por eso, el traba-
jo de entrevistas fue fundamental. Los ejes temáticos de
las charlas incluyeron cuestiones personales y profesio-
nales de las personas, preguntas que hacían referencia
al vínculo con las colecciones desde la recolección, y a
formas de aproximación y conocimiento sobre los ma-
teriales (Tabla 5).
A partir de ello entendimos que cada colección tie-
ne su propia biografía cultural íntimamente relacionada
con la historia particular de cada coleccionista, sus redes
de vínculos, memorias y prácticas cotidianas (Kopytoff
1986). Para algunas personas, las cosas son puentes ha-
cia vivencias con otras personas y lugares; para otras, son
patrimonio o motivadoras de investigaciones y experi-
mentación (Arislur 2017). Sin embargo, todos los y las en-
trevistados/as (incluido el personal de museos) expresa-
ron que las piezas fueron guardadas ya que pertenecen
a los indios, representan al pasado, son “cosas antiguas”.
Este pasado es percibido como remoto y acabado,
sin continuidad con el presente. Por consiguiente, exis-
te una invisibilización absoluta de las poblaciones indí-
genas que hoy habitan el territorio bonaerense en gene-
ral, y el partido de Tandil, en particular. “Yo me acuerdo
en Gardey cuando íbamos al secundario, enfrente había
un hombre, Catriel de apellido, de los Catriel de Azul,
que eran descendientes indios, y vos lo veías y decías
claro es un indio. Y él tenía historias que de verdad las
36
Reflexiones sobre los procesos de conformación... Selene Arislur
FIGURA 4 · Porcentaje de materias primas líticas de los materiales tallados
FIGURA 5 · Porcentaje de cada materia prima de los materiales P.A.P.
había vivido. Era viejito me acuerdo”. Con esta frase, se
reproducen modos estereotipados de ser y hacer indí-
gena. A su vez, consideramos que la idea de descenden-
cia niega a los grupos indígenas como actores políticos
presentes sujetos de derecho, ya que, en este contexto,
se vincula con la construcción de subjetividades ciuda-
danas que estructuran un nosotros nacional donde el
indio es el otro interno en proceso de extinción (Briones
2008; Rodríguez de Anca 2013).
De acuerdo con estas percepciones, en los dis-
cursos se pusieron en juego visiones evolucionistas
basadas en la idea de civilización y progreso, pilares
fundamentales en la formación del Estado-Nación Ar-
gentino. En virtud de ello planteaban que era “una épo-
ca salvaje, sin un solo árbol y vegetación arbustiva ba-
jita. Era dificilísimo. Una vida durísima. Esta gente vivía
sin nada, y la fauna no era abundante”, en “esos tiempos
no había herramientas”, llevaban “una vida de un es-
quimal sin frío”. La representación del pasado indígena
intrínsecamente relacionada con un mundo de caren-
cias, donde la vida humana se desarrolla al límite de la
supervivencia, se hizo presente en todos los casos con
mayor o menor énfasis. En algunas charlas esta imagen
se vinculaba con frases como “evidentemente era muy
rústico el trabajo en la zona” y en otras se relacionaba
con estigmatizaciones sobre las capacidades que pone
en evidencia imaginarios sobre un pasado de barbarie:
“llama la atención lo inteligente que eran, para hacer lo
de las pircas, ponele, como armaban los corrales así de
esa manera, viste”.
Desde lo discursivo y gestual, las personas de ese
pasado eran hombres que se encontraban en situa-
ciones de caza, es decir, siempre relacionados a acti-
vidades de subsistencia. Además, en la mayoría de las
entrevistas estos hombres se encontraban en grupo,
arriba de caballos y con boleadoras, imagen semejante
a las descripciones de los malones. En sólo una oportu-
nidad, un entrevistado puso en escena a mujeres, niños
y niñas, vinculados a tareas de molienda y aprendizaje.
Si bien, el pasado indígena local se lo representa
como alejado en el tiempo, a partir de las entrevistas
se hizo visible la relación entre las poblaciones indíge-
nas y los corrales de piedra: “en la Estancia Los Bosques
hay un corral de piedra, eso era una zona que estaba
habitada por todas esas comunidades. ¿Quiénes eran
los indios? Pampas acá, ¿no?”. “En Tandil no hay muchos
restos arqueológicos, te explico por qué. Porque Tandil
era zona de paso, no de asentamiento permanente. En
Tandil lo que hacían los aborígenes era encerrar las ha-
ciendas en los corrales, naturales o de piedras, la ence-
rraban, la engordaban y por las rastrilladas las vendían
en Chile”. Esta relación es sugestiva ya que, desde la
historia y la arqueología, los corrales de piedra de Tan-
dilia se ubican cronológicamente en momentos post-
conquista, es decir, no representan un pasado distante
en tiempo si se compara con los 12000 años de historia
que se propone para la región bonaerense (Bognanni
2007; Ramos et al. 2008; Pedrotta et al. 2011; Bognanni
LA ZARANDA DE IDEAS [16:2]
37
AÑO 2018 24—43
TABLA 5 · Sistematización de las entrevistas. Adaptación de Pupio (2007: Tabla 1). Ref.: M.V.:hace referencia al personal del Museo y Archivo Histórico Dr. Aurelio Lusarreta, Vela.
A.A. F.F. D.D. M.V. C.C. MUHFIT E.E. B.B.
Objetos que integran la colección
Arqueológicos X X X X X X X X
Cs. Naturales X X X X X X X
Históricos X X X X X
Modos de recolección
Individual X X X X X X X
Colectiva X X X
Sistemática X X X
Intercambio/Regalos/Donaciones X X X X X X X X
VentaX (menos arqueo.)
Compra XX (menos arqueo.)
X
Relación con museos locales NO NO NO SI SI NO NO SI
Relación con arqueólogos NO NO NO SI SI NO NO SI
Concepción del conjunto de las piezas arqueológicas
Colección X X X X X X
Tesoro/trofeo X
Cosas de indios X X X X X X X X
Valor arqueológico/científico X X X X
Patrimonio X
Conocimiento de cada objeto en particular NO NO SI NO SI NO NO SI
Conocimiento del pasado indígena de la zona
Autodidacta X X X
Profesional X X
Sentido común X X X X
Forma de exhibir
Pública X X
Privada
Oculto X X X X
Visible X X
Motivos de recolec-ción y guardado
Placer/sentido de propiedad X X X X X
Representatividad histórica X X X X X
Competencia personal X X X
38
Reflexiones sobre los procesos de conformación... Selene Arislur
y Ramos 2013; Flegenheimer y Mazzia 2013; Pedrotta
2013; Flegenheimer et al. 2015).
En este contexto, adquieren un nuevo significado los
discursos del Intendente del Municipio y del presidente
del MUHFIT. Ellos hablan de una historia, una tradición,
que está en relación con los inmigrantes, la patria, el
campo y la ciudad. Entonces, pareciera que para la co-
munidad de Tandil existen dos historias, la propia y la
ajena. La primera sería la de los inmigrantes que llega-
ron en los finales del siglo XIX y principios del XX, que
fueron poblando las zonas rurales y urbanas de La Pam-
pa bonaerense luego del genocidio de las comunidades
indígenas en la primera mitad del siglo XIX. Al respecto,
Mazzanti (2010:190) sostiene que “en la región pam-
peana el punto de inflexión fue la campaña al ‘desierto’,
tomada como hecho socioeconómico de la creación del
estado-nación. La apropiación de los territorios indíge-
nas, el genocidio de sus habitantes y el cautiverio de los
sobrevivientes fueron dispositivos políticos de someti-
miento logrados bajo las órdenes del General J. A. Roca.
Paradójicamente, son considerados como hazañas pa-
trióticas que justificaban el progreso de la Nación Ar-
gentina”. La segunda historia, la ajena, tiene como acto-
res principales a los grupos indígenas que vivieron en un
pasado remoto, acabado, poco conocido y atemporal.
Este tipo de imágenes y pensamientos se vinculan con
la construcción del saber en torno al pasado indígena de
la región pampeana que se gestó desde la llegada de los
españoles (Salerno 2014).
En este sentido, consideramos que las representacio-
nes sociales sobre el pasado indígena local se despren-
den de miradas estereotipadas basadas en versiones
discursivas de alteridad, asimetría y subordinación, pro-
pias de formas de construir subjetividades en contextos
de relaciones coloniales de poder/saber (Briones 2008;
Rodríguez de Anca 2013). En consecuencia, coincidimos
con Mazzanti (2010:190) cuando afirma que “la perspec-
tiva etnocéntrica fue y continúa siendo el principio orde-
nador y hegemónico desde el cual se gestan las represen-
taciones sobre los pueblos originarios pampeanos”.
EXPERIENCIAAl finalizar los encuentros y el registro de las colec-
ciones, nos propusimos mostrarle a los entrevistados
(coleccionistas, aficionados y personal de museos) una
colección de referencia de material lítico tallado de
manera experimental con materias primas típicas de
contextos arqueológicos pampeanos (OGSB, dolomía
silicificada y caliza silicificada). Con esta experiencia
pretendimos advertir cuáles eran las reacciones en re-
lación con esta materialidad.
Del total de informantes, sólo tres reconocieron las
piezas e incluso distinguieron la OGSB como la roca más
característica y posible de encontrar. De ellos, sólo dos
distinguieron instrumentos de lascas. El resto de las per-
sonas desconocieron por completo al conjunto como po-
sible material arqueológico, incluso expresaron que de
haberse encontrado en el terreno con esas piezas no las
hubieran juntado y guardado, ya que les parecían “pie-
dras cualquieras”. Asimismo, luego de explicar que esas
piezas eran producto de la ejecución de técnicas de talla,
algunos entrevistados reconocían puntas de proyectil
en cualquier instrumento/lasca con punta o filo.
Frente a esta situación, no creemos casual que dos
de las tres personas que reconocieron las piezas como
producto de talla humana tengan en sus colecciones
material tallado de Tandil.
Esta prueba destaca diferentes puntos. Por un lado,
que la disparidad entre el porcentaje total de material
tallado en relación con el material picado, abradido y
pulido registrada en las ocho colecciones, sólo refleja un
criterio selectivo en la recolección y clasificación que se
vincula con el reconocimiento de las bolas de boleado-
ras y los instrumentos de molienda por sobre el material
tallado. Por otro lado, creemos que adquiere sentido la
cartelería del Museo y Archivo Histórico Dr. Aurelio
Lusarreta, donde se incluye una variabilidad de piezas
dentro de la clasificación puntas de flechas, incluso el
único fragmento de cerámica registrado.
Consideramos que el reconocimiento de ciertas
materialidades como producto de personas del pasado,
frente a otras que son desconocidas, está relacionado
con las representaciones construidas sobre la aborigi-
nalidad pampeana que circulan tanto en discursos esco-
lares, museográficos, artísticos, estatales y académicos
(Pupio et al. 2010; Salerno 2014; Sánchez Azcarate
2014; Rosso 2018, entre otros).
REFLEXIONES FINALESEl análisis de las cosas en tanto objeto de estudio per-
LA ZARANDA DE IDEAS [16:2]
39
AÑO 2018 24—43
mitió delinear conocimientos relevantes sobre el pa-
sado indígena del partido de Tandil. Primero, sostener
que existen colecciones arqueológicas con procedencia
conocida dentro de la localidad. Estas colecciones no
permiten asegurar un tiempo de ocupación prehispáni-
co en la zona, pero sí nos hablan sobre la posibilidad de
la misma. A su vez, facilitan la delimitación de espacios
susceptibles de ser prospectados a partir del diseño de
una adecuada estrategia de investigación, teniendo en
cuenta los 14 lugares de procedencia registrados. En
efecto, abren interrogantes y vías de análisis para futu-
ros estudios en el partido.
Para este trabajo, se consideró el registro de ocho
de ellas, sabiendo que aún quedan más por relevar. Las
colecciones tratadas son públicas y privadas. Si bien,
todas las piezas se recolectaron y guardaron por perte-
necer a grupos indígenas del pasado, a partir de la expe-
riencia llevada a cabo, entendimos que no todos los ma-
teriales tienen el mismo potencial de ser coleccionados.
Sino sólo aquellos que son reconocidos por las personas
como referentes del pasado, y en este caso, mayormen-
te las bolas de boleadoras. Pero no sólo el criterio de
selección y recolección de las colecciones está mediado
por el reconocimiento de referentes en las piezas, sino
también el modo de clasificación y guardado de las mis-
mas. Y este reconocimiento, o desconocimiento, está en
relación con las representaciones sociales construidas
en torno al pasado indígena pampeano, y en este sen-
tido, qué imágenes o estereotipos fueron/son reprodu-
cidos y cuáles ocultados/negados. Por esto, pensamos
que en los procesos de conformación de colecciones en
Tandil se ponen en juego estereotipos y construcciones
del saber en torno al pasado y al presente indígena.
Por último, consideramos que este trabajo significa la
base desde donde pensar futuras investigaciones en Tan-
dil desde una perspectiva material y reflexiva que ponga
el énfasis en las construcciones sociales sobre el pasado
local. Para ello, continuaremos con el análisis de nuevas
colecciones privadas y las entrevistas a diferentes ac-
tores de la localidad, y empezaremos con el trabajo de
prospección y excavación de nuevos sitios arqueológicos.
NOTAS
1. En el año 2000, un grupo de personas tandilenses
funda la Asociación Amigos del Museo de Ciencias
Naturales con el fin principal de crear y adminis-
trar un Museo Municipal de Ciencias Naturales en
la ciudad de Tandil. El proyecto se concreta en el
2005 con la apertura de la institución en un edificio
subvencionado por el municipio. En el año 2012, el
mismo ente gubernamental decide cerrarlo. Las co-
lecciones del museo tuvieron destinos diversos.
2. Extractos de una noticia digital publicada el 8 de
septiembre de 2013 en El Eco de Tandil. En línea:
http://eleco.com.ar/interes-general/ el-museo-fuer-
te-independencia-celebro-su-medio-siglo-de-vida-
al-cuidado-de-la-historia/.
3. Extracto del Proyecto de Remodelación del Museo y
Archivo Histórico Dr. Aurelio Lusarreta, 2014, Vela,
proporcionado por uno de los fundadores y el encar-
gado de la remodelación edilicia.
4. En esta oportunidad se separa a los profesionales de
los arqueólogos/as sólo por una cuestión de énfasis.
El objetivo es distinguir la relación con personas que
se dedican a la arqueología de aquellas que se ocu-
pan de otras disciplinas.
AGRADECIMIENTOS
En primer lugar a mis directores, Natalia Mazzia y
Damián Bozzuto, quienes acompañaron de manera
crítica y constante todo el proceso de construcción del
trabajo de licenciatura del cual se desprende este escrito.
Además alentaron esta producción mediante el aporte de
correcciones y reflexiones. A Mackena Sosa por la ayuda
con la traducción. A los y las coleccionistas de Tandil que
socializaron sus materiales y conocimientos. Y finalmente,
a todo el equipo del Área de Arqueología y Antropología
de la Municipalidad de Necochea.
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Cazar y recolectar: aportes interdisciplinarios... Chaile et al.
CAZAR Y RECOLECTAR: APORTES INTERDISCIPLINARIOS PARA PENSAR LA NUTRICIÓN EN ESTUDIOS ARQUEOLÓGICOS
Cecilia Chaile 1, Sayuri Kochi 2, Suray A. Pérez 3 y Leandro Ceballos 4
· RESUMEN ·
Se discuten las características macronutricionales de las dietas consumidas por diversos grupos de
cazadores-recolectores de Patagonia austral durante el Holoceno Tardío. Los análisis isotópicos sobre res-
tos óseos humanos del canal Beagle, combinados con los modelos de mezcla bayesianos, detectan una alta
ingesta de proteínas, superiores a las recomendadas por los organismos de salud. En un segundo caso se
realizan análisis isotópicos y caracterización química de los residuos adheridos y absorbidos en recipientes
cerámicos hallados en el centro-oeste de Santa Cruz. Los resultados sugieren la cocción y/o almacenamiento
de guanaco en la cerámica utilizada por estos grupos, con una baja visibilidad del procesamiento de vegeta-
les. A pesar de que algunos estudios de salud advierten riesgos de salud asociados a este tipo de dietas, se
considera que estos casos ejemplifican la flexibilidad adaptativa del organismo humano a una alimentación
diversa en su composición nutricional.
Palabras clave: Alimentación; Arqueometría; Patagonia austral; Cazadores- recolectores; Holoceno Tardío.
HUNTING AND GATHERING: AN INTERDISCIPLINARY APPROACH TO NUTRITION IN ARCHAEOLOGICAL STUDIES
· ABSTRACT ·
It is discussed the macronutrient characterization of diets consumed by diverse hunter-gatherer groups
from southern Patagonia during the Late Holocene. Stable isotope analyses on human bones from Beagle
Channel, combined with Bayesian mixing models, detect a high protein intake, more than what health agencies
recommend. In the second case it is performed stable isotopes analyses and chemical characterization of
adhered and absorbed organic residues to ceramic containers from the central-west of Santa Cruz. Results
suggest guanaco was processed and/or cooked in the ceramics used by these groups, with very low visibilty
of vegetable processing. Although some studies warn about the health risks linked to these high-protein
diets, these case studies exemplify the adaptive flexibility of human organism, to diverse foodways in their
nutritional composition.
Keywords: Foodways; Archaeometry; Southern Patagonia; Hunter-gatherers; Late Holocene.
1 Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires, Argentina. Correo: [email protected]
2 Instituto de Geocronología y Geología Isotópica (CONICET/UBA), Argentina. Correo: [email protected]
3 Centro Austral de Investigaciones Científicas (CONICET), Argentina. Correo: [email protected]
4Departamento de Bioquímica Humana, Facultad de Medicina, Universidad de Buenos Aires, Argentina. Correo: [email protected]
Recibido en el mes de octubre de 2018, aceptado en enero del 2019
Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional (CC-BY-NC-SA)
LA ZARANDA DE IDEAS [16:2]
45
AÑO 2018 44—60
INTRODUCCIÓNLas estrategias arqueométricas son una efectiva vía
para conocer la alimentación de las poblaciones hu-
manas en el pasado (Pollard et al. 2007). Los análisis
de isótopos estables en restos humanos (Schwarcz y
Schoeninger 1991) y la caracterización química de lípi-
dos en artefactos cerámicos arqueológicos (Evershed
2008) han permitido identificar los distintos tipos de re-
cursos consumidos. Los resultados obtenidos mediante
estos análisis demuestran la heterogeneidad de patro-
nes de alimentación en diversas poblaciones prehistó-
ricas, y remarcan su flexibilidad adaptativa (Leonard
2002; Ulijaszek et al. 2012). Al mismo tiempo, los or-
ganismos de salud plantean rangos de requerimientos
nutricionales que no son similares a las reconstruccio-
nes paleodietarias de determinados contextos arqueo-
lógicos (Eaton et al. 1997). Este aspecto ha sido obser-
vado en los estudios paleodietarios referentes a los
cazadores-recolectores de la Patagonia austral argenti-
na. En general, en dichos estudios se detectan dietas ba-
sadas en una alta proporción de proteínas con respecto
a las fibras y los carbohidratos (Gómez Otero 2007;
Tessone 2010; Zilio et al. 2014; Gordón et al. 2015), las
cuales difieren de aquellas de las sociedades industriali-
zadas (Cordain et al. 2000).
De este modo, los supuestos sobre los requeri-
mientos nutricionales modernos pueden condicionar
la forma en que se interpretan las dietas humanas en el
pasado (Speth 2012). Por ejemplo, esto representa un
problema cuando se aplican modelos matemáticos para
la interpretación de datos isotópicos, dado que dichos
modelos pueden incorporar parámetros basados en
poblaciones actuales (Fernandes et al. 2015; Stock et al.
2018). Aun así, los estudios nutricionales constituyen un
poderoso marco de referencia (Binford 2001), y advier-
ten sobre las limitaciones metodológicas para caracte-
rizar la alimentación en el pasado. Asimismo, permiten
reflexionar sobre las estrategias adoptadas por las po-
blaciones cuando hay carencia, estacional o estructural,
de algún recurso esencial. Un ejemplo lo constituyen los
vegetales: aunque son ricos en carbohidratos, minerales
y vitaminas (Rapoport y Ladio 1999), suelen ser ignora-
dos por su bajo contenido calórico en comparación con
presas animales, o por su baja preservación en el regis-
tro arqueológico (Berihuete Azorín 2014).
Por lo tanto, este trabajo cuenta con el objetivo de
sintetizar la información macronutricional y revisar
tanto los alcances como las limitaciones de las perspec-
tivas nutricionales aplicadas en contextos arqueológi-
cos. Esto permitirá enriquecer la caracterización de la
alimentación en las poblaciones del pasado. Por otra
parte, se indaga acerca de las dietas hiperproteicas, y se
discuten cuestiones metodológicas del uso de marcos
de referencia nutricionales en estimaciones cuantita-
tivas. Para ello, se presentarán dos casos de estudios
arqueométricos de Patagonia austral para el Holoceno
Tardío. En el primero se analiza la dieta de un individuo
hallado en el canal Beagle a partir de análisis isotópicos
combinados con modelos de mezcla bayesianos. En el
segundo, se retoma los resultados de isótopos estables
y caracterización química de lípidos de recursos orgáni-
cos adheridos y absorbidos en tiestos cerámicos recu-
perados del centro-oeste de Santa Cruz.
MARCO TEÓRICOLa alimentación es el proceso mediante el cual los hu-
manos establecen una interacción con el ambiente y
del cual deriva la supervivencia, los comportamientos y
las relaciones sociales (Cadena y Moreano 2012). Cabe
destacar que independientemente de los factores que
dan origen a las diversas formas de alimentación, éstas
traen aparejadas consecuencias nutricionales para los
individuos. Algunos análisis paleodietarios han incor-
porado a la ecología nutricional como un enfoque clave
para interpretar la adecuación de una dieta a los reque-
rimientos nutricionales básicos del cuerpo humano, lo
que a la vez permite discutir su impacto en el estado de
salud general y demografía de las poblaciones prehistó-
ricas (Larsen 2003).
Por su parte, Hockett y Haws (2003) han propuesto
46
Cazar y recolectar: aportes interdisciplinarios... Chaile et al.
utilizar modelos de la ecología evolutiva que conside-
ren las diferencias en el rol específico de los distintos
macronutrientes (carbohidratos, lípidos y proteínas),
más que la ingesta de energía per se. Además, han re-
marcado la importancia de los micronutrientes (mine-
rales y vitaminas) en la dieta. En consecuencia, desde
este enfoque la eficiencia dietaria se define por el con-
sumo de la mayor variedad de alimentos posible, la cual
garantiza la incorporación de todo el rango de nutrien-
tes necesarios para el mantenimiento de la salud. Sin
embargo, algunos de los modelos del forrajeamiento
óptimo que incorporan estos supuestos presentan cier-
tas dificultades debido a que se centran en poblaciones
etnográficas y requieren datos difíciles de modelar en
casos arqueológicos; por ejemplo, la abundancia y la
distribución de las presas (Keene 1985; Hill 1988).
A fin de entender los aportes de las perspectivas
nutricionales y sus implicancias arqueológicas, se pre-
senta una síntesis sobre los nutrientes. Para cada grupo
se hará énfasis en algunos aspectos directamente vin-
culados con preguntas generadas desde el campo de la
investigación arqueológica.
· MacronutrientesSe consumen en grandes cantidades y proveen la
energía para realizar las actividades diarias (Baynes y
Dominiczak 2011).
· ProteínasSon el principal componente estructural de las cé-
lulas y los tejidos. Están formadas por cadenas lineales
de aminoácidos (Brown y Brown 2011). De los 20 ami-
noácidos, nueve son considerados esenciales y deben
ser incorporados con la dieta. Puesto que el hígado
posee una tasa limitada de metabolización de los ami-
noácidos, se ha planteado que una dieta alta en proteí-
nas presenta efectos adversos para la salud (Axelsson
2006; Bilsborough y Mann 2006). Speth y Spielmann
(1983) advierten sobre las consecuencias del envene-
namiento por exceso de proteínas o rabbit starvation,
otrora descriptas por Stefansson (1944: 234) en su ex-
pedición al Ártico:
“...you are eating in pound three or four times as
much as you were at the beginning of the week. By that
time you are showing both signs of starvation and of
protein poisoning. You eat numerous meals; you feel
hungry at the end of each; you are in discomfort through
distention of the stomach with much food and you begin
to feel a vague restlessness. Diarrhoea will start in from
a week to 10 days and will not be relieved unless you se-
cure fat. Death will result after several weeks”.
No obstante, ¿cómo se define cuantitativamente una
dieta alta en proteínas? En general, las definiciones de
ingesta diaria recomendada y el nivel de ingesta tolera-
ble se expresan en gramos por día (Trumbo et al. 2002),
lo cual dificulta su aplicación en contextos arqueológi-
cos. En cambio, el rango aceptable de distribución de
macronutrientes tiene cotas inferiores y superiores a
partir de las cuales se asocian riesgos de enfermedades
crónicas o insuficiencias de nutrientes esenciales. Este
rango se expresa como porcentaje de la ingesta total
de energía. Así, en las reconstrucciones paleodietarias,
es más plausible estimar dichas proporciones, que la
ingesta de un macronutriente en gramos por día. En in-
dividuos adultos, las instituciones de salud norteameri-
canas recomiendan un consumo de proteínas de entre el
10 al 35 % de la energía total (Trumbo et al. 2002).
Sin embargo, no existe aún un consenso definitivo
sobre del máximo nivel tolerable de ingesta proteica
(European Food Safety Authority [EFSA] 2012). Se ha
observado que a largo plazo, la excreción del nitrógeno
a través del ciclo de la urea puede regularse mediante
cambios en las velocidades de síntesis de las enzimas
asociadas a dicho ciclo. Con dietas muy ricas en proteí-
nas, las enzimas se sintetizan a velocidades más eleva-
das y ocurre una mayor producción de urea (Lehninger
et al. 2009). Al respecto, estudios pioneros sobre dietas
nativas en el Ártico destacaron la ausencia de enve-
nenamiento por proteínas, a pesar de su elevada pro-
porción en combinación con las grasas (Rabinowitch
1936; Draper 1977). No obstante, Bilsborough y Mann
(2006) señalan que hay pocos datos sobre un consumo
elevado de proteínas por períodos prolongados, lo que
dificulta establecer umbrales máximos para su ingesta.
Entonces, los estudios arqueológicos –y especialmente
los isotópicos– pueden aportar información integrada a
largo plazo en el tejido óseo, y observar la flexibilidad de
la adaptación humana a dietas que superan dichos um-
brales máximos planteados para poblaciones modernas.
LA ZARANDA DE IDEAS [16:2]
47
AÑO 2018 44—60
· LípidosSon necesarios como fuente de energía y cumplen
funciones de carácter metabólico y estructural (Fun-
dación Iberoamericana de Nutrición [FINUT] 2008).
También facilitan la absorción de vitaminas solubles en
grasa tales como A, D, E y K (EFSA 2010a). Comprenden
un gran número de compuestos orgánicos con diversas
estructuras, pero comparten la característica de ser
moléculas hidrófobas. Los lípidos son constituyentes de
las grasas animales, aceites vegetales y yema de huevo y
sus componentes principales son los triglicéridos. Estos
últimos están formados por la unión de una molécula de
glicerol con tres ácidos carboxílicos de cadenas largas,
denominados ácidos grasos (Morrison y Boyd 1998).
Los ácidos grasos son cadenas hidrocarbonadas gene-
ralmente lineales. Dependiendo del número de enlaces
doble entre átomos de C –el grado de insaturación– los
ácidos grasos se clasifican en saturados (sin doble enla-
ce), monoinsaturados (un doble enlace) y poliinsatura-
dos (dos o más dobles enlaces).
En poblaciones modernas, se sugiere un rango
aceptable de distribución de lípidos entre el 20 y
35% (Trumbo et al. 2002). Pero, de modo similar a
las proteínas, no está establecido un nivel de ingesta
tolerable mínimo y máximo para los lípidos. Se
consideran que los datos son todavía insuficientes
para establecerlos (EFSA 2010b). Por otra parte,
los estudios arqueológicos plantean que las dietas
altas en proteínas requieren en combinación una
considerable ingesta de grasas (Keene 1985;
Ulijaszek et al. 2012).
Las presas pequeñas adquieren otra relevancia en
enfoques nutricionales; por ejemplo, las aves son ricas
en lípidos en comparación con mamíferos terrestres
(Hockett y Haws 2003). Por otra parte, es pertinente
mencionar a las dietas cetogénicas. Su composición
consiste en un alto consumo de grasa y bajo en carbo-
hidratos, menor al 10% de 2000 kilocalorías por día
(Noakes y Windt 2016). Al igual que las dietas hiper-
proteicas, hay estudios que demuestran que los efec-
tos adversos no son graves para la salud (Lehninger et
al. 2009). Finalmente, se debe prestar atención a las
combinaciones de los distintos macronutrientes en los
alimentos (Hill 1988). En los estudios isotópicos, estas
consideraciones deberían ser reflejadas de alguna ma-
nera en los modelos de mezcla, ya que las proteínas y las
grasas difieren en los valores de δ13C (Post et al. 2007).
· Hidratos de carbonoTambién llamados carbohidratos, son la fuente prin-
cipal de energía en un gran número de dietas (EFSA
2010b). Los azúcares simples son de rápida absorción
en el tracto digestivo; mientras que los polisacáridos
requieren de otros procesos digestivos enzimáticos, lo
que enlentece su absorción. La mayor parte de la dieta
de los grupos cazadores-recolectores está constituida
por estos carbohidratos lentos. Por ejemplo, el almidón
presente en los órganos de reserva de las plantas con
raíces, rizomas y bulbos; y también por celulosa y pec-
tina que se encuentran en hojas, tallos verdes, frutas
verdes y raíces (Campillo Álvarez 2007). Estos son los
principales componentes de la fibra dietaria para la cual
los humanos no presentan la enzima necesaria para di-
gerirla ni una flora bacteriana intestinal abundante ca-
paz de liberar los monómeros de glucosa, por lo que no
significan ningún aporte calórico en las dietas.
El rango aceptable de distribución de carbohidra-
tos propuesto es entre 45-65% o 50-60% (Becker et
al. 2004). Estos porcentajes son bastante elevados,
en comparación con las expectativas para cazadores-
recolectores en altas latitudes (Cordain et al. 2000;
Binford 2001). En casos donde los restos macrobotá-
nicos son muy poco frecuentes por problemas de pre-
servación, los estudios arqueométricos son una vía al-
ternativa para evaluar si su consumo está subestimado.
MARCO ECOLÓGICO: PATAGONIALas particularidades de las dietas nativas del Ártico an-
tes mencionadas plantean interrogantes que también
aplican para los contextos arqueológicos en Patagonia
(Figura 1), ya que comparten ciertas características
ambientales generales. Los recursos se distribuyen
en forma estacional, la mayor parte de la energía está
disponible como biomasa secundaria, y las poblaciones
son más dependientes de las presas animales que de
las plantas para subsistir (Cordain et al. 2000; Binford
2001; Johnson et al. 2009).
En Patagonia continental el clima es árido y frío, con
un gradiente precipitacional y de vegetación que va de
oeste a este y que disminuye al sur de los 52° S (Paruelo
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Cazar y recolectar: aportes interdisciplinarios... Chaile et al.
FIGURA 1 · Mapa de Patagonia austral con las áreas de estudio
LA ZARANDA DE IDEAS [16:2]
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AÑO 2018 44—60
et al. 1998). En cambio, Patagonia insular (Isla Grande
de Tierra del Fuego), presenta un clima húmedo y frío,
de fuerte influencia oceánica. En ambos sectores geo-
gráficos, el recurso faunístico terrestre de mayor valor
económico es el guanaco (Lama guanicoe) el cual habita
principalmente espacios abiertos como la estepa y pre-
senta una carne extremadamente magra, con menos del
1% de grasa muscular (De Nigris y Mengoni Goñalons
2002). Dicho camélido constituyó el principal recurso
de subsistencia de los grupos humanos de la porción
continental, debido a su tamaño, carácter gregario, den-
sidad y amplia distribución.
A lo largo de las costas patagónicas se registra,
además, una importante diversidad de fauna litoral pe-
queña como aves, peces, moluscos (Piana et al. 2007), y
recursos ricos en grasas como los mamíferos marinos
(pinnípedos y cetáceos). La ecozona litoral ofrece la ma-
yor biomasa para la subsistencia humana. No obstante,
algunas especies que habitan mar adentro, como los
peces sierra, representaron fuentes de alimento con-
siderables para los grupos cazadores-recolectores ma-
rítimos de Tierra del Fuego (Tivoli y Zangrando 2011).
MÉTODOS ARQUEOMÉTRICOSAl tener en cuenta la relevancia de la composición de la
dieta en términos de los macronutrientes, así como la
estructura de los recursos en Patagonia: ¿cuáles son los
alcances y las limitaciones de las perspectivas nutricio-
nales aplicadas en contextos arqueológicos? Se presen-
tan dos casos de estudio a modo de ejemplo.
· Primer caso de estudio: Interpretación de datos isotópicos en restos humanosLos modelos de mezcla son herramientas
matemáticas. A partir de mediciones isotópicas, permiten
estimar los recursos asimilados por un consumidor
(Phillips 2012). En este contexto, los modelos bayesianos
pueden incorporar datos nutricionales previos en las
estimaciones (Parnell et al. 2013). Es mediante las
distribuciones de probabilidad a priori o priors que se
definen como información disponible previa al estudio y
que se incorporan al modelo cuantitativo (Ellison 2004);
por ejemplo, un porcentaje más probable de consumo
de proteínas por motivos fisiológicos. Con estos datos,
se ha acotado el intervalo posible de consumo de
proteínas en casos arqueológicos (Fernandes et al. 2015;
Killian Galván 2018). Este procedimiento mejora la
estimación de los resultados o distribuciones a posteriori,
pero también es un ejemplo de cómo los supuestos
formulados en poblaciones actuales pueden afectar
nuestra interpretación sobre las dietas en el pasado.
Si el prior ingresado es altamente preciso con res-
pecto a la cantidad de datos disponibles en nuestros
modelos, la distribución posterior resulta más influen-
ciada por este (Jackman 2009). Como se suele contar
con un máximo de tres variables –δ13Ccol, δ13Capa y δ15N–
sobre un mismo individuo, es necesario comparar qué
tan sensibles son los resultados finales a los prior que
se eligieron como parámetros (Stock et al. 2018). Se su-
giere empezar con modelos con distribuciones a priori
generales o no informativos: si no se ingresa ningún in-
tervalo específico, todas las combinaciones de propor-
ciones de macronutrientes son igualmente probables.
Luego se pueden especificar modelos que sí incluyan
información nutricional y comparar la distribución de
probabilidades a posteriori.
Otro punto a destacar de las reconstrucciones pa-
leodietarias con modelos de mezcla es la posibilidad de
incorporar concentraciones de elementos y macronu-
trientes en los alimentos (Newsome et al. 2004). Estos
datos son relevantes en omnívoros como los humanos,
por lo que aportan mayor realismo y complejidad para
estimar la composición de las dietas. Es un aspecto a
tener en cuenta en los ambientes costeros, que dispo-
nen de presas con carne magra y, en el otro extremo,
animales con panículo adiposo como los pinnípedos. A
continuación se compara cómo y cuánto se modifican
las distribuciones de probabilidad de recursos consu-
midos por un individuo.
· Materiales y metodologíaSe analiza la dieta del individuo SHE 6 hallado en
Shamakush Entierro, canal Beagle, a partir del análisis
isotópico en colágeno y la apatita ósea. Se seleccionó este
adulto masculino, con una edad estimada de entre 35 y
45 años, ya que tiene mediciones publicadas de δ13Ccol
= −12,4 ± 0,3 ‰, δ15N = +18,4 ± 0,3 ‰ (Panarello et al.
2006) y δ13Capa = −9,2 ± 0,08‰ (Kochi 2017). Cuenta con
un fechado directo de 1536 ± 46 AP (Suby et al. 2011).
También se dispone de una ecología isotópica local
50
Cazar y recolectar: aportes interdisciplinarios... Chaile et al.
presentada en trabajos previos (Kochi 2017; Kochi et
al. 2018). Son datos de δ13Ccol y δ15N sobre 10 taxones
de fauna arqueológica: guanaco (Lama guanicoe), lobo
marino de dos pelos (Arctocephalus australis), pez sierra
(Thyrsites atun), merluza austral (Merluccius sp.), merlu-
za de cola (Macruronus magellanicus), doradito (Parano-
tothenia magellanica), lorcho (Patagonotothen sp.), pin-
güino magallánico (Spheniscus magellanicus), albatros de
la familia Diomedeidae (Thalassarche sp.) y cormoranes
(Phalacrocorax sp.). Las muestras modernas incluyen
mejillones (Mytilus edulis) y ocho taxones de plantas C3:
Deschampsia sp., Trisetum spicatum, Gunnera magellanica,
Blechnum penna-marina, Azorella sp., Carex sp., Misoden-
drum punctalatum y Berberis buxifolia.
Las mediciones isotópicas fueron realizadas en
el Instituto de Geocronología y Geología Isotópica
(INGEIS/UBA-CONICET). Con estos datos, más los
factores de discriminación (Peterson y Fry 1987;
Fernandes et al. 2015; Fernandes 2016), se generan tres
reconstrucciones paleodietarias a través del programa
FRUITS (Fernandes et al. 2015). Los factores de
discriminación de dieta a tejido óseo humano se indican
con las siguientes ecuaciones. El término energía refiere
a la suma de lípidos y carbohidratos.
δ13Ccolágeno = 4,8 + 0,74 * δ13Cproteína + 0,26 * δ13Cenergía, in-
certeza + 0,5‰
δ13Capatita = 10,1 + 0,5 * δ13Cproteína + 0,5 * δ13Cenergía, incer-
teza + 0,5‰
δ15Ncolágeno = 5,5 + δ15Nproteína, incerteza + 0,5‰
Se decide estimar la contribución de tres grupos
de recursos a la dieta de SHE 6: plantas, guanacos y
recursos marinos en general. De las plantas C3 anali-
zadas, solo 2 fueron identificadas como comestibles
en las fuentes etnográficas. No obstante, proveen una
referencia de los productores terrestres en la cadena
trófica. Con respecto a las presas marinas, se utilizó un
criterio a priori para agruparlas como una única fuente
(Phillips et al. 2005). Estas presentan valores isotópicos
similares entre sí, y los mejores resultados en los mode-
los de mezcla bayesianos se obtienen cuando se ingresa
el menor número de fuentes posible. La desviación es-
tándar (s) se utiliza como medida de la incerteza en las
fuentes (Tabla 1). Los valores de δ 13Capa no correspon-
den a mediciones de apatita sobre los recursos, sino que
el programa los computa como los valores isotópicos de
las fuentes que se transfieren a la apatita ósea humana.
Por último, todas las reconstrucciones incorpo-
ran el contenido de macronutrientes en recursos (Ta-
bla 1), expresados en peso seco normalizado (wt %).
Se utilizan las fórmulas de Nakamura et al. (1982),
con datos sobre los gramos presentes de proteínas,
lípidos y carbohidratos en 100 g de un tipo de ali-
TABLA 1 · Valores de δ13C y δ 15N promedio con su incerteza para las fuentes
FUENTE MACRONUTRIENTECONTENIDO
MACRONUTRIENTEδ13C
apaS δ13C
colS δ15N S
PLANTASProteina 32 -29,2 1,9 -29,2 1,9 0,4 2,5
Energía 68 -28,1 1,9 -28,1 1,9 - -
GUANACOProteina 80 -24,1 0,7 -24,1 0,7 4,1 1
Energía 20 -30,1 0,7 -30,1 0,7 - -
MARINOSProteina 74 -14,6 1 -14,6 1 17,5 2,8
Energía 26 -20,2 1,5 -20,2 1,5 - -
LA ZARANDA DE IDEAS [16:2]
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AÑO 2018 44—60
mento (Keene 1985; Orquera 1999; USDA 2015).
El contenido de macronutrientes difiere entre las pre-
sas marinas, pero necesariamente deben ser prome-
diadas en estos modelos, ya que se decide agruparlas
como una sola fuente. Aún así, son notables las dife-
rencias en los aportes de proteínas y lípidos entre las
plantas, los guanacos y los recursos marinos.
En cuanto a las diferencias, el primer modelo de
mezcla se realiza con un prior no informativo. Es el mo-
delo más sencillo y probablemente más robusto, por lo
que sirve como referencia para los restantes modelos
que aumentan en complejidad. El segundo modelo de
mezcla suma una distribución a priori, basado en lími-
tes fisiológicos de la excreción de urea. Se establece el
consumo más probable de proteínas en un intervalo
expresado como 0.05 < [PRO] < 0.45 (Fernandes et al.
2015; Killian Galván 2018). El tercer modelo incorpora
el mismo prior, junto con otra información previa acerca
del consumo de lípidos. De esta manera, buscamos re-
flejar que el porcentaje requerido de un macronutrien-
te no es independiente de otros nutrientes (Trumbo et
al. 2002). El intervalo propuesto es de 15−35% (FINUT
2008). Dado que el prior se expresa en términos de
energía, se ingresa como 0.15 < [ENE] < 0.35; en este
caso, se decide subsumir los carbohidratos dentro de
dicho intervalo.
· Resultados y discusión del primer caso de estudioEn la Figura 2 se presentan los resultados de los
modelos de mezcla. En el modelo 1 (Figura 2-1) solo
se ingresaron los datos isotópicos medidos en restos
arqueológicos y el contenido de macronutrientes en
las presas. Se observa la predominancia de los re-
cursos marinos, complementados con los terrestres:
guanacos y plantas. Las distribuciones de la composi-
ción macronutricional de las dietas estimadas figuran
en la Tabla 2. A partir de las mediciones sobre el hueso
del individuo SHE 6, se estima que éste ingirió duran-
te los últimos 10 años de su vida, el 70% de su dieta en
proteínas y 30% en energía en promedio. Este resul-
tado difiere bastante de las recomendaciones de los
organismos de salud.
Para evaluar si no hay una sobreestimación del
consumo de proteínas, el modelo 2 incorpora como
distribución a priori un intervalo de ingesta más pro-
bable entre el 5−45%. En la Figura 2-2 se evidencia
que este prior modificó por completo el recurso pre-
dominante en la dieta y aumentó el consumo estima-
do de energía a un 55 %. Este resultado no parece co-
herente con los antecedentes arqueológicos del área
ni con las características del ambiente patagónico.
Genera un sesgo que es fácil de detectar en este caso
de estudio pero no tanto en sociedades que tienen
mayor dependencia de la recolección de plantas.
En el modelo 3 (Figura 2-3) se incorpora otra in-
formación adicional: un intervalo más probable de
consumo para lípidos, además de las proteínas. Se
obtuvo una distribución y una composición de dieta
muy similar al primer modelo, sin información previa.
Se interpreta que al utilizar un marco de referencia
nutricional, es necesario acotar el consumo máximo
de energía. En caso contrario, los resultados serían
sumamente sesgados. En segundo lugar, se resalta
que el alto aporte de proteínas, en un 70% de la dieta
total, es un resultado robusto: no cambia a pesar de
que haya una cota máxima más probable del 45%.
El programa FRUITS también informa sobre la
contribución de cada grupo de recursos a un mar-
cador isotópico, como el δ15N. Como el nitrógeno en
el colágeno óseo deriva casi exclusivamente de las
proteínas, es posible diferenciar el porcentaje de pro-
teínas de presas marinas de las de origen terrestre.
No obstante, este trabajo se enfocó en determinar
la proporción relativa del consumo de proteínas con
respecto a la porción energética de la dieta. Por otra
parte, se advierte que los valores de δ13C y δ15N no
son suficientes para distinguir entre los aportes de
diferentes presas marinas. Para ello se precisa con-
textualizar con otras líneas de evidencia, atendiendo
a las diferencias en las unidades de análisis y resolu-
ción. En principio, un consumo de 30% de energía de
la dieta total parecería bajo en un individuo del canal
Beagle, donde se dispone de pinnípedos con panículo
adiposo. No obstante, los estudios zooarqueológicos
señalan que hacia los últimos 1500 años hay mayor
representación de aves y peces en el registro arqueo-
lógico, y decrece la abundancia de pinnípedos (Tivoli
y Zangrando 2011). Entonces, puede sostenerse que
la reconstrucción paleodietaria del adulto SHE 6 es
coherente con esta tendencia.
52
Cazar y recolectar: aportes interdisciplinarios... Chaile et al.
FIGURA 2 · Distribución de probabilidades de consumo para el individuo SHE 6, según 3 modelos de mezcla con diferentes parámetros.
TABLA 2 · Distribución de porcentajes de consumo para los macronutrientes, según los diferentes modelos de mezcla.
% DE CONSUMO
MODELO MACRONUTRIENTE
PERCENTIL2,5
MEDIA s PERCENTIL97,5
1Proteina 62,2 69,8 3,7 75,6
Energía 24,5 30,2 3,7 37,8
2Proteina 43,7 44,6 0,4 45,0
Energía 55,0 55,4 0,4 56,3
3Proteina 65,4 70,9 3,1 75,6
Energía 24,4 29,1 3,1 34,6
LA ZARANDA DE IDEAS [16:2]
53
AÑO 2018 44—60
· Segundo caso de estudio: Interpretación de datos de isótopos estables y caracterización química de residuos orgánicos en tiestos cerámicosEl centro−oeste de la provincia de Santa Cruz, ubi-
cado entre las latitudes 47°S y 49°S, presenta carencia
de fuentes de lípidos (De Nigris 2004) y carbohidratos
(Ochoa y Ladio 2011) que son dos macronutrientes
esenciales para el normal funcionamiento del organis-
mo. La presa principal de los grupos que habitaron esta
área fue el guanaco, el cual tiene una cantidad reduci-
da de grasa intramuscular y de médula ósea (Bourlot
2009). Esto se acentúa a fines de invierno y primave-
ra, momento de mayor estrés fisiológico del camélido
(Bourlot 2009). Para hacer frente a esta situación, una
posible estrategia pudo haber sido el almacenamiento
de grasa ósea que constituye la última reserva confia-
ble del animal (Speth y Spielmann 1983). En la literatu-
ra etnográfica se describe este procedimiento como la
fracturación del hueso, principalmente de los extremos,
las vértebras y costillas. Luego, las pequeñas piezas
óseas se hierven para extraer el sobrenadante que se
forma en la superficie del caldo. Finalmente, esta grasa
se guardaría en contenedores de piel para que se endu-
rezca (Speth y Spielmann 1983). En el caso de la Pata-
gonia, Musters (1997 [1871]) menciona que las mujeres
sacaban grasa de los huesos medulares de los animales
muertos en la caza mediante la molienda y cocción en
ollas. No obstante, observa un uso de la grasa diverso
tales como alimenticio o decorativo al mezclarse con
pigmentos, entre otros (Musters 1997 [1871]).
Distintos trabajos han propuesto que la presencia
de la cerámica no es una condición necesaria para la uti-
lización de dicha estrategia (Fernández 2004), aunque
desde el punto de vista utilitario explota de manera más
eficiente los alimentos de bajo retorno como los huesos
(Sturm et al. 2016). Así, permite a los grupos ocupar am-
bientes con escasos recursos fácilmente procesables y
de alto ranking (Sturm et al. 2016). En particular, los gru-
pos cazadores recolectores del centro-oeste santacru-
ceño adoptaron la cerámica con el objetivo de procesar
el guanaco para la extracción eficiente de su contenido
graso (Chaile et al. 2018a).
En los trabajos de Chaile, Lantos, Maier, Cassiodoro
y Tessone (2018); Chaile, Tessone, Cassiodoro, Bellelli
y Belardi (2018); y Chaile, Goñi y Cassiodoro (2018) se
realizó un acercamiento arqueométrico de vías múlti-
ples para determinar el origen de los residuos orgánicos
que fueron cocinados y/o almacenados en los contene-
dores cerámicos, y así evaluar el uso que se les otorgó
en el pasado. Para esto se analizaron tanto los residuos
orgánicos adheridos como los absorbidos. Los primeros
son materia carbonizada que deriva de la combustión
de los alimentos (carbohidratos, lípidos y proteínas).
Por lo tanto, representan los últimos usos que tuvo el
recipiente antes de ser descartado (Skibo 1992). Los
segundos, son residuos de la actividad culinaria que se
depositaron y preservaron dentro de las paredes po-
rosas de la cerámica protegiéndolos de los agentes de
degradación. Éstos brindan un promedio del uso de la
vasija (Roffet−Salque et al. 2017).
La muestra analizada de la provincia de Santa
Cruz fue recolectada en distintos sectores de las
cuencas de los lagos Salitroso-Posadas y las mesetas
de Cardiel Chico, Pampa del Asador/Guitarra (Chaile,
Lantos, Maier, Cassiodoro y Tessone 2018). En total
se estudiaron 15 tiestos con residuos adheridos a los
que se le realizaron análisis de δ13C y δ15N y, de esta
muestra, se analizaron residuos absorbidos de ocho
tiestos por cromatografía. Las mediciones isotópicas
fueron realizadas en el INGEIS, mientras que la
caracterización química de lípidos y ácidos grasos
en el Laboratorio de Investigación Aplicadas en Arte
y Arqueología (LIAMA) dependiente de Unidad de
Microanálisis y Métodos Físicos Aplicados a la Química
Orgánica (UMYMFOR/UBA-CONICET). Este conjunto
cuenta con tres fechados absolutos sobre residuos
orgánicos adheridos a las paredes de los tiestos: 886 ±
82, 373 ± 45 y 109 ± 37 años AP (Cassiodoro y Tessone
2014). Los resultados del análisis isotópico sobre los
residuos orgánicos adheridos indicaron la cocción de
recurso animal proveniente de la estepa tales como
el guanaco, el choique o los dasipódidos. Solo una
muestra presentó señales isotópicas semejantes al
procesamiento de plantas. Estos análisis no detectaron
la cocción de recursos provenientes del bosque como,
por ejemplo, el huemul (Hippocamelus bisulcus). En
cuanto a la caracterización de lípidos absorbidos,
tampoco se hallaron biomarcadores de origen vegetal
tales como el campesterol o ß−sitosterol. En la mayoría
54
Cazar y recolectar: aportes interdisciplinarios... Chaile et al.
de las muestras se registró, en cambio, la presencia
de colesterol, el cual es un biomarcador propio de los
animales. Se subraya la detección de ácidos grasos
lineales impares ramificados que están presentes en
los perfiles de lípidos de las grasas de los animales
rumiantes, como consecuencia de la actividad
bacteriana que sintetiza estos compuestos en el propio
rumen de los animales (Martínez Marín et al. 2010).
En síntesis, la información isotópica junto con
la del perfil lipídico estaría indicando la cocción y/o
almacenamiento de guanaco. Si bien no se puede
diferenciar si se trata de residuos grasos provenientes
de la carne o de la extracción de grasa trabecular,
la complementación de la información química
e isotópica junto con otras líneas de evidencia
arqueológica, etnográfica y relatos de viajeros
soportan esta interpretación. La estandarización en
la fractura de los restos óseos de guanaco realizada
a través de la técnica de marcado perimetral/fractura
transversal apoya la hipótesis de procesamiento
sistemático de la grasa ósea (Bourlot et al. 2009;
Dellepiane 2014). Para finalizar, las crónicas de
viajeros como Musters (1997 [1871]), que estuvieron
en contacto con grupos patagónicos, refuerzan la idea
del procesamiento y almacenamiento de grasa animal,
a través del uso de contenedores.
DISCUSIÓN GENERAL Y CONCLUSIONESLas poblaciones de Patagonia austral han prosperado
en ecosistemas caracterizados por una marcada esta-
cionalidad y con recursos mayormente disponibles en
forma de biomasa secundaria. Dadas estas caracterís-
ticas, se ofreció una síntesis macronutricional, con la
finalidad de enriquecer las interpretaciones acerca de
las dietas prehistóricas situadas en estos contextos.
En particular, se centró en aquellas caracterizadas por
una proporción alta en proteínas y baja en carbohi-
dratos. Luego, a modo de ejemplo, se presentaron dos
casos de estudios de grupos cazadores−recolectores
que, a través de distintas estrategias arqueométricas,
buscaron profundizar la caracterización nutricional
de sus dietas. Finalmente, se exploró el uso de pará-
metros nutricionales modernos para incrementar la
precisión de las estimaciones paleodietarias.
Las dietas hiperproteicas han sido vistas como un
problema en la salud de las personas. Sin embargo, el
mismo Stefansson (1944), quien describió el envene-
namiento por proteínas, destaca que un mayor con-
sumo de grasas en preparaciones como el pemmican
contrarresta sus efectos adversos. En este punto, la
medicina señaló la capacidad del cuerpo humano para
regular la tasa de producción de enzimas implicadas
en la eliminación de amoníaco de acuerdo a las nece-
sidades y, por consiguiente, resolver este problema
(Lehninger et al. 2009). En general, desde la literatura
nutricional no hay consenso acerca de las consecuen-
cias negativas de las dietas hiperproteicas. En princi-
pio, no se han establecido niveles máximos de ingesta
tolerable para la proteína (Trumbo et al. 2002).
Entonces, ¿qué información aporta la arqueología
acerca del debate de las dietas hiperproteicas? A par-
tir de análisis de δ13C y δ15N en restos humanos del Sa-
litroso, se conoce que las poblaciones del interior de
Santa Cruz mantuvieron una dieta con un importante
aporte de proteína animal en los últimos 2500 años
(Tessone 2010). La identificación y caracterización de
lípidos recuperados en la cerámica de esta área, per-
mitió conocer el uso que le dieron dichas poblaciones.
En dicha tecnología solamente se procesaron recur-
sos cárnicos y no se detectó la presencia de vegetales.
Así, la incorporación de la tecnología cerámica duran-
te el último milenio facilitó la maximización del pro-
cesamiento de recursos que ya se venían explotando
(Chaile, Lantos, Maier, Cassiodoro y Tessone 2018;
Chaile, Tessone, Cassiodoro, Bellelli y Belardi 2018; y
Chaile, Goñi y Cassiodoro 2018). El contenido graso
extraído de los guanacos que eran cazados habría sido
almacenado y, luego, consumido en momentos en los
que las presas se encontraban empobrecidas en grasa.
De la reconstrucción paleodietaria en el canal
Beagle, se destaca el alcance de los modelos de mezcla
bayesianos. Éstos permitieron estimar el consumo de
macronutrientes a lo largo de la vida de un individuo,
lo cual es difícil de lograr con otras líneas de evidencia.
Se ha estimado, en promedio, un 70% de consumo de
proteínas y el 30% de energía de la dieta total. Así, la
arqueología aporta información acerca de la posibili-
dad de la adaptación humana a un consumo elevado
de proteínas; mayor al intervalo de 10-35% como
máximo sugerido para poblaciones modernas, o el de
LA ZARANDA DE IDEAS [16:2]
55
AÑO 2018 44—60
5-45% como se ha planteado en otros casos arqueológi-
cos. Cabe resaltar que el resultado podría no ser total-
mente equiparable a los estudios nutricionales moder-
nos planteados en aportes calóricos.
Con respecto a las cuestiones metodológicas, este
trabajo muestra las limitaciones en el uso de paráme-
tros nutricionales modernos en los modelos de mezcla
bayesianos. El prior en base a información nutricional
sirve para evaluar la robusticidad de los resultados, pero
también puede sesgarlos fuertemente. Este último caso
puede detectarse con suficiente conocimiento del con-
texto arqueológico. Se sugiere correr más de un modelo
si se incorpora algún tipo de distribución a priori basado
en datos nutricionales, y necesariamente uno de ellos
debería ser con un prior no informativo.
Desde la arqueología, puede decirse que este tipo de
dietas fue una de las opciones disponibles dentro de las
estrategias de subsistencia para un ambiente con alta
estacionalidad y baja diversidad de recursos como lo
es Patagonia austral. Así, este trabajo suma evidencias
de la flexibilidad adaptativa del organismo humano a
dietas variadas en su composición macronutricional. Si
bien dos casos de estudios paleodietarios no se pueden
extrapolar a cuestiones nutricionales de las poblaciones
modernas, ofrecen una visión sobre la variedad dieta-
ria, más allá de la que se concreta en el establecimien-
to de una pirámide alimenticia (Carrasco Henríquez
2007). De esta manera, a largo plazo, la medicina puede
replantearse la importancia de la contextualización de
las dietas humanas.
AGRADECIMIENTOS
Al Dr. Augusto Tessone y a la Lic. Violeta Roizman, por
la atenta lectura del manuscrito y sus sugerencias. Las
investigaciones se desarrollaron en el marco del proyecto
PICT 2013-1011 (FONCYT), dirigido por el Dr. A.
Francisco J. Zangrando, Agencia Nacional de Promoción
Científica y Técnica (PICT 2013 Nº 1965, dirección
Dra. Gisela Cassiodoro), Universidad de Buenos Aires
(UBACYT, 2014-2017, 20020130100008BA, dirección
Dra. Marta Maier) y CONICET (PIP 2014-2016, 112-
201301-00288CO, dirección Dra. Marta Maier).
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Energy Requirements in Infancy and Childhood, editado
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AÑO 2018 61—78
CARACTERIZACIÓN TECNOLÓGICA, RECONSTRUCCIÓN MORFOLÓGICA Y ANÁLISIS DE PERFORMANCE DEL CONJUNTO DE
VASIJAS DE EL TACO 19 (SIERRA DE EL ALTO-ANCASTI, CATAMARCA)
Carlos Ariel Barot1 y Leticia Inés Gasparotti2
· RESUMEN ·
El presente trabajo se centra en el análisis del material cerámico recuperado del conjunto habitacional El Taco 19 (siglos VII y VIII d.C.), emplazado en la cumbre de la Sierra de El Alto-Ancasti (Catamarca). Debido a la escasez de información sobre esta materialidad en el área de estudio, nos propusimos llevar a cabo una primera aproximación a la misma. Se plantearon tres etapas de análisis: primero un estudio macroscópico de los tipos de pasta presentes en el conjunto, posteriormente realizamos una reconstrucción de las formas cerámicas presentes y, por último, un análisis de performance de estas. A través de esto, pudimos identificar variabilidad en cuanto a los modos-de-hacer las vasijas, además de reconstruir parcialmente algunas formas
e interpretar los posibles usos para los que estaban habilitadas.
Palabras clave: análisis cerámico; reconstrucción de formas; análisis de performance; Período Medio;
Sierra de El Alto-Ancasti
TECHNOLOGICAL CHARACTERIZATION, MORPHOLOGICAL RECONSTRUCTION AND PERFORMANCE ANALYSIS OF THE SET OF POTS OF EL TACO 19 (EL ALTO-ANCASTI MOUNTAIN RANGE,
CATAMARCA)
· ABSTRACT ·
This paper focuses on the analysis of the ceramic material recovered from the site of El Taco 19 (7th and 8th
centuries AD), located on the summit of the El Alto-Ancasti mountain range. Due to the information scarcity
on this materiality in the study area, we proposed to carry out a first approximation to it. Three stages of
analysis were proposed: in the first place, a macroscopic study of the types of paste was carried out, later
we proceeded to carry out a reconstruction of the ceramic forms and, finally, a performance analysis of the
vessels identified. Through this, we were able to identify variability in the ways of making the vessels, also
partially reconstructing the shapes of several pots and interpret some of the uses for which they were made.
Keywords: ceramic analysis; reconstruction of forms; performance analysis; Middle Period;
El Alto-Ancasti mountain range.
1 CITCA-CONICET/UNCA. Prado 366 (4700), San Fernando del Valle de Catamarca, Argentina. Correo: [email protected]
2 CITCA-CONICET/UNCA. Prado 366 (4700), San Fernando del Valle de Catamarca, Argentina. Correo-: [email protected]
Recibido en el mes de octubre de 2018, aceptado en marzo de 2019.
Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional (CC-BY-NC-SA)
62
Caracterización tecnológica, reconstrucción morfológica... Barot y Gasparotti
INTRODUCCIÓNEl inicio de las investigaciones arqueológicas en las Sie-
rras de El Alto-Ancasti puede situarse a mediados de la
década de 1940, cuando Ardissone y Difrieri decidieron
analizar y describir dos tipos de restos materiales de-
jados por los antiguos habitantes de la zona: las pircas
y los morteros (Ardissone 1945; Difrieri 1945). Desde
entonces, el interés de la mayoría de los arqueólogos
que llegaron a la zona se centró en estudiar y dar a co-
nocer las numerosas manifestaciones pictóricas pre-
sentes a lo largo y ancho de la sierra (De la Fuente 1969,
1990; De la Fuente y Díaz Romero 1974; De la Fuente
et al. 1982, 1983; Segura 1988; Gheco y Quesada 2012;
Nazar et al. 2012; Quesada y Gheco 2015; entre varios
otros). En menor medida, se abordó la conformación de
los distintos paisajes arqueológicos (Nazar 2003; Que-
sada et al. 2012; Zuccarelli 2014; Gordillo et al. 2017)
y el análisis de algunos materiales (Barrionuevo 1972;
Mulvany 1996-1997; Dlugosz 2010; Moreno 2014; Mo-
reno y Sentinelli 2014; Ahumada y Moreno 2015-2016;
Moreno y Egea 2016). Sin embargo, podemos apreciar
que los materiales cerámicos solo fueron involucrados
de manera ocasional en dichas investigaciones.
Producto de las investigaciones generadas en la úl-
tima década, se puso en jaque el lugar de “periferia” en
que situaba la bibliografía arqueológica a la sierra, den-
tro del modelo centro-periferia bajo el cual se intentaba
explicar el pasado prehispánico en Catamarca. Con-
trariamente a esto, se pudo observar que los antiguos
habitantes tenían un marcado vínculo con el paisaje, lo
que se plasmó en una fuerte inversión de mano de obra
para generar espacios de producción y reproducción
de una vida campesina (Quesada et al. 2012). Este giro
en el modo de ver a las sociedades serranas del oriente
catamarqueño, nos permitió pensar en las diferentes
tareas que forman parte de la cotidianidad y que no fue-
ron exploradas aún, algunas de las cuales pueden ser in-
feridas a través del estudio de los materiales cerámicos.
Más específicamente, consideramos que el análisis de
las vasijas recuperadas en El Taco, puede aproximarnos
a conocer algunas de las prácticas mediante las cuales
fueron confeccionadas, así como identificar las distintas
actividades en las que pudieron participar.
ÁREA DE ESTUDIOLa Sierra de El Alto-Ancasti, provincia de Catamarca, se
extiende más o menos en sentido norte-sur, entre los
28º y 29º de latitud sur y los 63º y 65º 30’ de longitud
oeste (Figura 1). A lo ancho de sus casi 170 km de largo,
se pueden distinguir tres pisos altitudinales claramente
diferenciados en cuanto a la vegetación presente: Bos-
que Serrano (desde los 700 a los 1500 msnm), Arbustal-
Pastizal (entre los 1500 y 2000 msnm) y, por último,
Pastizal de Altura (sobre los 1500 msnm) (Morlans
1995).
En la zona de la cumbre de la sierra, el terreno, lejos
de ser uniforme, está caracterizado por innumerables
pequeñas quebradas separadas por lomadas no muy
elevadas, cuyos flancos están recorridos por suaves ca-
ñadas que desembocan en los arroyos colectores. Son
estas lomadas, junto con las cañadas, los ámbitos que
han sido más transformados por la ocupación humana
a lo largo del tiempo y, por consecuencia, donde encon-
tramos los sitios arqueológicos.
Mediante tareas de prospección sobre 540 ha de
cumbre, en una zona cercana a El Taco (Departamento
de Ancasti), Quesada y colaboradores lograron detec-
tar numerosas áreas agrícolas y, por lo menos, 19 con-
juntos habitacionales. Los mismos habrían conformado
un patrón aldeano con tendencia a la dispersión, pero
con recursos materiales orientados a lograr instancias
de inmediatez social o contextos de co-presencia coti-
dianos que caracterizan la vida aldeana, principalmente
mediante un alto grado de intervisibilidad entre los con-
juntos residenciales y la intensa relación de proximidad
de estas viviendas con las sendas que recorren la topo-
grafía local (Quesada et al. 2012).
LA ZARANDA DE IDEAS [16:2]
63
AÑO 2018 61—78
FIGURA 1 · Sierra de El Alto-Ancasti (tomada de Quesada et al. 2012).
64
Caracterización tecnológica, reconstrucción morfológica... Barot y Gasparotti
· Conjunto habitacional El Taco 19El Taco 19 (ET19) es un conjunto habitacional, empla-
zado en la zona cumbral de la sierra, compuesto por una
serie de 28 recintos de variadas dimensiones, los cua-
les se extienden a lo largo de aproximadamente 150 m
en sentido noreste–sudoeste. Al norte de este conjun-
to concentrado se dispone un recinto, relativamente
amplio, construido aprovechando los afloramientos de
rocas para lograr el cerramiento, mientras que al este
se sitúan unos muros bajos en dirección norte-sur que
podrían ser aterrazamientos agrícolas (Figura 2) (Que-
sada et al. 2012).
En la organización espacial de ET19 se destacan cin-
co recintos de grandes dimensiones (con más de 20 m
de lado cada uno), los cuales habrían actuado a modo de
patios. Rodeando a estos se disponen alrededor de 23
recintos más pequeños que pudieron haber funcionado
como habitaciones. En algunos casos, los recintos pe-
queños aparecen adosados entre sí, conformando uni-
dades menores dentro del sitio. Un ejemplo de esto lo
podemos observar en el sector norte de ET19, donde se
puede distinguir un conjunto de tres recintos adosados
entre sí, con un tamaño más o menos homogéneo (entre
5 y 7 m de lado). Los fechados radiocarbónicos obteni-
dos de la excavación del interior de tres de estos recin-
tos (Recinto 1, Recinto 2 y Recinto 3), sitúan cronológi-
camente al sitio en la segunda mitad del primer milenio
DC (1390±70 AP; 1340±80 AP; 1270±60 AP; 1240±50
AP; 1210±80 AP) (Ahumada y Moreno 2015-2016).
La fisonomía de las estructuras presentes en ET19
es principalmente cuadrangular. Las paredes de los re-
cintos fueron confeccionadas mediante diferentes téc-
nicas, lo que generó que los muros estuviesen compues-
tos de dos cuerpos. Un cuerpo inferior constituido por
una doble hilera de lajas de esquisto colocadas de canto
y dejando entre ellas un espacio, el cual fue relleno con
una mezcla de tierra, material arqueológico y cascajo; y
uno superior conformado por mampostería de rocas de
diferentes tamaños dispuestas horizontalmente (Que-
sada et al. 2012). Este modo de construcción descripto
para El Taco es similar al que describen Barrionuevo
(1972) en su denominado “yacimiento tipo” en Nana
Huasi, Nazar (2003) en la zona austral de la Sierra, Dlu-
gosz (2010) en Los Corpitos (Departamento El Alto) y
Gordillo y colaboradores (2017) en Rodeo de los Indios.
ANTECEDENTESEl primer trabajo en donde se inicia el estudio de la al-
farería presente en la zona es llevado a cabo por Omar
Barrionuevo (1972) en su descripción sobre “el área
arqueológica Nana Huasi”. Los materiales que recupe-
ra de la excavación de dicho sitio son definidos por el
autor como cerámica Aguada. A su vez distingue una
variedad de tipos: Aguada Ahumado (Monocroma, Bi-
color y Tricolor o Polícroma), Aguada Alisada (Simple y
Pintada) y Aguada Tosca. El autor aclara que, en lo que
respecta al tipo Aguada Ahumado, “tomamos la termi-
nología dada por Rex González, ya que la misma se ha
impuesto en los distintos centros de investigación” (Ba-
rrionuevo 1972:11). Posteriormente González (1998)
rebautiza este estilo como Aguada Portezuelo y lo sitúa
en el oriente catamarqueño, mientras que Nazar (2003)
menciona el hallazgo de algunos fragmentos de este es-
tilo en la zona cumbral de la sierra.
Ya hacia fines de la década de 1970, Eleonora Mul-
vany desembarca en el este de la provincia de Catamar-
ca, zona que describe como intermedia entre las regio-
nes Valliserranas y Chacosantiagueña (1996-1997).
Producto de sus trabajos de campo logra obtener ma-
teriales cerámicos de siete localidades, cuatro ubicadas
en el Valle de Catamarca y las tres restantes en las estri-
baciones orientales de la Sierra de El Alto-Ancasti. Los
mismos fueron diferenciados teniendo en cuenta las ca-
racterísticas de las pastas (ausencia o presencia y tama-
ño de inclusiones, la textura y el tipo de fractura), lo que
arroja como resultado siete grupos cerámicos. Poste-
riormente, los grupos antes mencionados son divididos
en subgrupos de acuerdo al acabado de superficie. Si
bien casi todos los grupos están presentes en los sitios
estudiados, con base en la frecuencia de los mismos, la
autora diferencia tres zonas geográficas con estilos pre-
dominantes: Ambato (estilos Ciénaga, Aguada y Alum-
brera/Ambato Tricolor), Capayán (Aguada Grabado y
Aguada Portezuelo) y los sitios hallados en Las Cañas y
Cortaderas (Condorhuasi y Cortaderas Polícromo).
Muchos años después, y retomando las investiga-
ciones en uno de los sitios trabajados por Mulvany, José
Dlugosz (2010) da a conocer una serie de piezas de al-
farería procedentes de la excavación de las estructuras
6 y 7, del sector A del sitio Los Corpitos, emplazado
en el Departamento El Alto. El autor diferencia cinco
LA ZARANDA DE IDEAS [16:2]
65
AÑO 2018 61—78
FIGURA 2 · Conjunto habitacional ET19, en rojo el área excavada (R1, R2 y R3). Figura tomada y modificada de Quesada et al. (2012).
66
Caracterización tecnológica, reconstrucción morfológica... Barot y Gasparotti
grupos de vasijas, discriminándolas según sus formas
y capacidades (expresada en litros), y les confiere una
posible funcionalidad a cada una. Finalmente, Dlugosz
(2010:158) sostiene que “cuenta con elementos sufi-
cientes como para proponer que las vasijas analizadas
estuvieron involucradas en la preparación (cocción y
maceración de bebidas alcohólicas) y consumo (para
servir) de sustancias alimenticias”, tareas que forman
parte de las actividades domésticas de un grupo social.
MATERIALES Y MÉTODOSEl conjunto cerámico recuperado de la excavación es-
tratigráfica del recinto 1 (R1) se conforma de 1441 frag-
mentos. Sin embargo, por cuestiones analíticas, para
el presente trabajo se decidió tomar los tiestos cuyo
tamaño superan los 4 cm, dejando afuera del análisis
los considerados “pequeños” y “muy pequeños” (Feely
y Ratto 2013), lo que nos dio como resultado un total de
432 fragmentos, cuya totalidad fue analizada con lupa
binocular. Si bien, como mencionamos, la muestra con
que contamos para esta investigación está compuesta
por material fragmentario, el enfoque que utilizamos
para el establecimiento de las variables de análisis, con-
sidera a la vasija como unidad de análisis y al fragmento
como unidad de observación. Para esto nos centramos
en estimar el Número Mínimo de Vasijas (NMV), lo cual
consiste en la suma de las partes diagnósticas1 que po-
see una pieza (bordes, cuerpos con puntos de inflexión
característicos, bases) y partes de cuerpos no diagnósti-
cas que presentan características únicas de pasta (Feely
y Ratto 2013). Habiendo dejado esto en claro, podemos
decir que la metodología empleada para llevar a cabo el
presente trabajo puede ser dividida en tres etapas: ca-
racterización tecnológica del proceso de manufactura,
aproximación a la morfología y análisis de performance.
· Caracterización tecnológica del proceso de manufactura
Durante el proceso productivo de manufactura cerá-
mica, los alfareros eligen, consciente o inconsciente-
mente, entre una variedad de opciones posibles para
elaborar las piezas (Lemonnier 1992). Muchas de estas
elecciones son arbitrarias desde el punto de vista téc-
nico, es decir, independientes de cualquier necesidad
material, mecánica o funcional del objeto a elaborar, sin
embargo, son reproducidas por los alfareros del grupo
y mantenidas en el tiempo (Lemonnier 1992; Gosselain
1999). Esto conforma el saber hacer de los alfareros, el
cual es socialmente situado y puede verse reflejado en
la secuencia de procesos, gestos tecnológicos y eleccio-
nes involucradas en la manufactura de los materiales
cerámicos.
Enfocados en conocer algunas de las elecciones antes
mencionadas, intentamos identificar, primero a ojo
desnudo y posteriormente con la ayuda de una lupa es-
tereoscópica binocular (con aumento de 20X-40X), las
diferencias y similitudes a la hora de elaborar la pasta.
Se observó la presencia de antiplásticos y cavidades. La
determinación del tipo de antiplástico y la clasificación
de la inclusión2 (pueden ser cristaloclastos, litoclastos,
tiesto molido o restos vegetales) fueron establecidas
mediante la observación del corte fresco, a través de
la lupa binocular, mientras que la densidad fue estima-
da en relación al porcentaje de inclusiones y cavidades
en la matriz arcillosa (Mathew et al. 1991 en Orton et
al. 1993). También se trató de identificar la técnica de
levantamiento de la pieza por parte del artesano (rollos,
planchas, moldes, entre otros) (Balfet et al. 1992). Por
otro lado, el tratamiento de las superficies fue clasifica-
do como alisado, pulido o bruñido; mientras que la téc-
nica de decoración se clasificó en pintura, incisión, exci-
sión, entre otros. En cuanto a la cocción, se identificaron
diferentes posibilidades (oxidante, reductora, oxidante
incompleta o reductora incompleta) y fue determinada
mediante el relevamiento del color en diferentes sec-
tores de la pared cerámica (Convención Nacional de
Antropología 1964). Por último, se decidió adscribir los
grupos de cerámicas que presentaran características
similares, tanto del análisis de pasta, como de acabados
superficiales y cocción, a tipos cerámicos conocidos
para el área: Aguada, Condorhuasi, Candelaria, entre
otros (González 1977, 1998; Barrionuevo 1978; Mul-
vany 1996-1997; Gordillo 2009).
· Caracterización morfológicaEn el caso de las vasijas enteras y en aquellas que pre-
sentaban la posibilidad de ser reconstruidas hipotética-
mente (mediante reconstrucción digital), se las clasificó
según los tipos formales catalogados para la Sierra de El
Alto-Ancasti (Mulvany 1978; Dlugosz 2010; Nazar y De
LA ZARANDA DE IDEAS [16:2]
67
AÑO 2018 61—78
TABLA 1 · Características tecnológicas de los grupos cerámicos definidos para El Taco 19. Referencias: cuarzo cristalino (QC), muscovita (M), magnetita (MGT), biotita (B), hematita (HE), inclusión blanca (IB), inclusión negra (IN) y cavidades (cav). El “espesor” indica rangos mínimos y máximos de las paredes; en “tratamiento de superficie”, donde figura sólo un tipo, hace referencia tanto al interior como al exterior.
GRUPO (N=)ESPESOR
(mm)COCCIÓN COLOR
TIPO DE ANTIPLÁSTICO
DENSIDADMODELADO
PRIMARIOTRATAMIENTO DE SUPERFICIE
DECORACIÓNTIPO
CERÁMICO
1 63 3-6 oxidante naranja
QCMB
MGT
5%<5%2%
<5%
rollo alisado pintado
Aguada ali-sada pintada (Barrionuevo
1978)
2 156 6-12 oxidante naranja
QCMB
MGT
<10%5%3%
<1%
rollo alisado - -
3 69 7-13 oxidante naranja
QCMB
MGT
10%2%2%2%
rolloexterior pulidointerior alisado
- -
4 17 6-12oxidante
incompleta
núcleo y margen es
mixtosuperficie
naranja
QCM
MGT
>10%5-10%
1%rollo alisado - -
5 18 10-18oxidante
incompletagris o
naranja
QCM
MGT
>15%5%1%
rollo alisado - -
6 16 6-10 oxidante naranja
QCMB
HE
10%5%
<5%20%
rollo alisado - -
7 38 4-7oxidante
incompletagris o
naranja
QCMB
HEcav
5%5%5%5%5%
rolloexterior alisadointerior bruñido
pintado
Aguada portezuelo (González
1998)
8 1 4,5 reductora
núcleo y márgenes
naranja superficie
marrón
QCM
HE
<5%<5%<5%
rollo bruñido incisiónAmbato marrón grabado
9 6 5-7 reductora gris
QCM
HEINB
30%20%10%5%2%
rolloexterior pulidointerior alisado
pintado
Cortaderas Tricolor
(Mulvany 1996-1997) -
Ambato Tricolor
(Gordillo 2009)
10 1 7 oxidante naranjaQCMB
20%10%10%
rollo alisado excisión -
11 5 4-7 reductora gris
BM
QCHE
10%5%
<5%<5%
rollo pulido - -
12 6 5-8oxidante
incompletagris o
naranja
QCHEMB
IN
<30%10%5%5%2%
rollo pulido pintado
Condorhuasi bicolor
(González 1877)
68
Caracterización tecnológica, reconstrucción morfológica... Barot y Gasparotti
GRUPO (N=)ESPESOR
(mm)COCCIÓN COLOR
TIPO DE ANTIPLÁSTICO
DENSIDADMODELADO
PRIMARIOTRATAMIENTO DE SUPERFICIE
DECORACIÓNTIPO
CERÁMICO
13 20 3-6 reductora grisHEQCM
15%<5%<2%
rollo pulido incisión
Ambato ne-gro grabado
(Gordillo 2009)
14 7 4-5 reductora negroQCM
<1%<1%
rollo pulido incisión -
15 1 4 reductora gris - - rollo pulido incisiónCiénaga
(González 1977)
16 8 5-7 oxidante naranjaQCM
<1%<1%
rollo pulido pintado
Aguada Portezuelo (González
1998)
FIGURA 3 · NMV abiertas y cerradas identificadas por grupo.
LA ZARANDA DE IDEAS [16:2]
69
AÑO 2018 61—78
La Fuente 2016). En cambio, los fragmentos cerámicos
que podían ser orientados según su posición original en
la vasija, permitían obtener el radio -cuyo porcentaje de
arco representaba más del 5% del total de la pieza-, per-
tenecían a partes consideradas “diagnósticas” (bordes,
labios, puntos de inflexión, asas, bases y cuerpos en los
que era posible realizar mediciones) de las vasijas y cuya
reconstrucción no coincidía con formas conocidas para
el área, fueron diferenciadas en vasijas abiertas y cerra-
das (Balfet et al. 1992). Los autores señalan que “una
vasija abierta es una vasija sin constricción de diámetro
y cuyo diámetro máximo coincide con la boca”, mientras
que una vasija cerrada se caracteriza por la presencia o
no de un cuello y que el diámetro mínimo es superior a
un tercio del diámetro máximo (Balfet et al. 1992:19).
· Análisis de performancePara este análisis se consideraron dos variables pro-
puestas por Rice (1987): el conjunto de propiedades
relacionadas con el uso (capacidad, estabilidad, accesi-
bilidad y transportabilidad) y las propiedades técnicas
de las pastas.
· Propiedades relacionadas con el usoEn cuanto a las propiedades que se relacionan con el
uso, podemos mencionar que la capacidad depende de
la forma y el tamaño de la vasija. La estabilidad hace re-
ferencia a la dificultad de volcar una vasija, la cual está
determinada por la forma, las proporciones entre las
diferentes partes, el centro de gravedad, y el tamaño y
tipo de base. La accesibilidad nos indica el grado de fa-
cilidad para alcanzar al contenido de la vasijas (las pie-
zas de menor accesibilidad son aquellas que presentan
un orificio o boca restringido, contrario a las de mayor
accesibilidad). La transportabilidad describe la facilidad
con que se puede transportar una vasija, la cual está de-
terminada por su forma, fundamentalmente su tamaño,
en relación directa con su peso y el agarre (Rice 1987).
· Propiedades técnicas de las pastasPara analizar las propiedades técnicas de las pastas,
partiendo de los análisis en lupa binocular, conside-
ramos adecuado dividir los grupos cerámicos en dos
categorías distintas: pastas gruesas y pastas finas. Las
primeras se caracterizan por paredes con un espesor
superior a los 7 mm y elevada presencia de antiplásti-
cos (cantidades superiores al 15%), mientras que las
segundas poseen paredes cuyo espesor no sobrepasa
los 7 mm y las cantidades de antiplásticos que pueden
observarse son muy bajas. Esta diferencia se refleja en
que las vasijas con paredes más espesas y con presencia
de bastante antiplástico: a) a la hora de almacenar cier-
tos productos, mantienen la humedad fuera de la vasija;
b) para determinados tipos de procesamientos, son más
resistentes a golpes durante el batido, agitado o mez-
clado; c) en actividades de transferencia, retardan la
conducción del calor desde los contenidos hacia fuera,
manteniendo el exterior templado, además de ser reci-
pientes pesados para movilizarlos y; d) poseen mayor
resistencia al shock térmico (Rice 1987).
RESULTADOS
· Caracterización tecnológicaLos fragmentos analizados con lupa binocular (n=432)
fueron agrupados, en primer lugar, a partir de las ca-
racterísticas tecnológicas (pasta, cocción, decoración,
entre otras variables). Esto arrojó 16 grupos de frag-
mentos (Tabla 1), dentro de los cuales pudimos identifi-
car tanto vasijas abiertas (n=23) como cerradas (n=31)
(Figura 3).
· Caracterización morfológica
· Vasijas abiertasEs un conjunto de formas que diferenciamos en cuen-
cos, pucos y pucos grandes3 (Tabla 2). A su vez, los pucos
fueron diferenciados en tres subconjuntos:
• Pucos forma A: no restringidos de contorno sim-
ple;
• Pucos forma B: restringidos de contorno com-
puesto; y
• Pucos forma C: no restringidos de contorno com-
puesto (Figura 4).
70
Caracterización tecnológica, reconstrucción morfológica... Barot y Gasparotti
FIGURA 4 · Vasijas abiertas presentes en ET19.
LA ZARANDA DE IDEAS [16:2]
71
AÑO 2018 61—78
· Vasijas cerradasEn lo que respecta al conjunto de vasijas cerradas, de-
bemos mencionar la identificación de un considerable
número de ollas, las cuales diferenciamos en seis for-
mas (Tabla 2) mediante una comparación con materia-
les recuperados en la zona de estudio por otros inves-
tigadores (Barrionuevo 1972; Mulvany 1978; Dlugosz
2010; Nazar y De La Fuente 2016) (Figura 5 y 6) y algu-
nas formas que no pudimos diferenciar (Figura 7). Las
variantes de ollas identificadas son las siguientes:
• Forma A: “vasija subglobular no restringida de
contorno simple, carente de asas, base redondea-
da y borde levemente inflexionado hacia el inte-
rior” (Dlugosz 2010:146-147).
• Forma B: “vasija subglobular restringida de con-
torno compuesto, presenta dos asas remachadas
al cuerpo, el borde es evertido, el labio convexo y
la base cóncava”. Forma similar a la identificada y
descripta por Dlugosz (2010:143-144) como “Va-
sija Nº1”.
• Forma C: “restringida independiente, de contorno
complejo (olla). Cuerpo: ovoide en posición erecta.
Cuello: sección de cono. Borde: evertido, everti-
do con engrosamiento gradual interno, evertido
con engrosamiento gradual indiferenciado. Labio:
recto, convexo. Base: convexa-cóncava” (Mulvany
1978:108).
• Forma D: “restringida independiente, contorno
inflexionado. Cuerpo: ovoide. Cuello: sección de
hiperboloide. Borde: directo. Labio: recto o leve-
mente convexo.” (Mulvany 1978:81-82).
• Forma E: “restringida dependiente, de contorno
complejo (olla). Cuerpo: combinación de sección
de ovoide y cono. Borde: evertido, con engrosa-
TABLA 2 · Formas abiertas y cerradas identificadas en El Taco 19, discriminadas por grupo cerámico. Referencias: IND= indiferenciada.
GRUPOS CUENCO PUCO A PUCO B PUCO CPUCO
GRANDEFORMA A FORMA B FORMA C FORMA D FORMA E FORMA F IND FIGURA
1 - - - - - - - - 1 - 2 -5.20 – 6.1
– 6.2
2 3 - - - - 4 3 4 - - - -
4.2 – 4.4 – 4.5 – 5.1 – 5.2 –
5.3 – 5.4 – 5.5 – 5.6 – 5.7
– 5.8 – 5.9 – 5.10 – 5.11
3 - 4 2 - - - - 3 1 - - -
4.10 – 4.12 – 4.13 – 4.14 – 4.15 – 4.17
- 5.14 – 5.15 – 5.16 – 5.19
4 - - - - - - - 2 - 1 - -5.12 – 5.13 –
5.22
5 1 - - - 4 - - - 3 1 - 2
4.1 – 4.20 – 4.21 – 4.22
– 4.23 - 5.17 – 5.18 – 5.21 – 5.23 – 7.7
– 7.8
6 - - - - - - - - - 1 - - 5.24
7 - 1 - - - - - - - - - 34.11 – 7.3 –
7.4 – 7.6
11 1 - - - - - - - - - - - 4.3
12 - - - - - - - - - - - 1 7.5
13 - - 1 2 - - - - - - - 14.16 – 4.18 –
4.19 – 7.1
14 - 2 - - - - - - - - - - 4.7 – 4.9
16 - 2 - - - - -- - - - - 1 4.6 – 4.8 – 7.2
72
Caracterización tecnológica, reconstrucción morfológica... Barot y Gasparotti
miento gradual externo. Labio: convexo. Base:
convexo-cóncavo (indiferenciada)” (Mulvany
1978:113-114).
• Forma F: combinación de un cuerpo globular y un
cuello cilíndrico, el cual ofrece un perfil levemente
convexo y borde evertido, rematado en un labio
recto de aspecto irregular. También presenta asas
de tipo horizontal remachadas por arriba del pun-
to de inflexión entre el cuello y el cuerpo (Nazar y
De La Fuente 2016).
· Análisis de performanceCon respecto al último nivel de análisis debemos men-
cionar que, por el carácter fragmentario de la muestra,
sólo pudimos tener en cuenta algunas de las variables
propuestas por Rice (1987) para la identificación de las
propiedades de performance de los contenedores cerá-
micos.
· Vasijas abiertasComo mostramos anteriormente, se pudieron iden-
tificar tres tipos de vasijas abiertas: cuencos, pucos
y pucos grandes. Consideramos que la principal ca-
racterística que distingue a este conjunto reside en la
alta accesibilidad física y visual al contenido. Si bien
no podemos conocer específicamente la capacidad, es
decir, el volumen que puede ser contenido, si podemos
mencionar que existe una alta variabilidad en el tamaño
de estas vasijas (desde los 10 hasta los 50 cm de diáme-
tro máximo) (Figura 4). A pesar de la no identificación
de elementos de agarre, como asas, consideramos que
serían de fácil trasporte debido a lo reducido de sus ta-
maños (con excepción de los pucos grandes). Por último,
desconocemos el nivel de estabilidad de este conjunto
debido a la ausencia de bases.
En cuanto a las propiedades técnicas de la pasta con
que se confeccionaron las vasijas abiertas, se dividió al
conjunto en dos grupos. Por un lado, los cuencos (Figu-
ra 4.1, 4.2, 4.4 y 4.5), pucos (Figura 4.10, 4.12 a 4.15 y
4.17) y pucos grandes (Figura 4.20 a 4.23) confecciona-
dos con pasta gruesa y, por otro, al conjunto de cuenco
(Figura 4.3) y pucos (Figura 4.6 a 4.9, 4.11, 4.16, 4.18 y
4.19) elaborados con pasta fina.
· Vasijas cerradasLas vasijas cerradas (n=31) fueron divididas en dos ca-
tegorías: ollas (n=23) y cerradas indiferenciadas (n=8).
A pesar del carácter fragmentario de la muestra, el
conjunto de ollas pudo ser diferenciado entre no res-
tringidas (Figura 5.1 a 5.4) y restringidas (5.5 a 5.22), lo
cual consideramos relevante ya que esta característica
habilita a que las vasijas se involucren en distintas prác-
ticas. Las ollas no restringidas pertenecen al Grupo 2 y
se denominan “Forma A”. Solo se identificaron bordes,
por lo que se desconoce la capacidad, transportabilidad
y estabilidad de las mismas. Sin embargo, el carácter
de “no restringidas” indica que la accesibilidad al con-
tenido sería alta. Contrariamente a estas, la principal
propiedad de las ollas restringidas reside en la baja
accesibilidad al contenido. De la totalidad de ollas, se
reconstruyeron parcialmente solo dos cuerpos, lo que
permite adentrarse en las otras variables que definen
las características de performance. Por un lado se en-
cuentra la “Forma B” perteneciente al Grupo 2 (Figura
5.5), la cual posee una capacidad de aproximadamente
12 litros, alta estabilidad debido a su base cóncava-con-
vexa, baja accesibilidad dado que el diámetro de la boca
es menor que el del cuerpo y una alta transportabilidad
debido a la presencia de asas y al tamaño mediano de la
misma. La presencia en esta vasija de un punto angular,
entre el cuerpo globular y el cuello cilíndrico, le resta re-
sistencia al shock térmico, por lo que no sería apropiada
para la exposición al fuego.
En cuanto a las vasijas cerradas indiferenciadas (Fi-
gura 7.1 a 7.6), podemos mencionar que compartirían,
como característica, una baja accesibilidad al contenido
y, debido a lo reducido de sus tamaños, una baja capa-
cidad y alta transportabilidad. Desconocemos la estabi-
lidad que presentaban. Por otra parte, la vasija que se
pudo reconstruir parcialmente pertenece al Grupo 5
(Figura 7.7) y se caracteriza por tener una base cóncava-
convexa, lo que le confiere una alta estabilidad y, ade-
más, la ausencia de punto de inflexión genera una alta
resistencia al shock térmico. Consideramos que la ca-
pacidad de esta vasija no superaría los 20 litros lo que,
sumado a la ausencia de asas, provocaría un bajo grado
de transportabilidad, sobre todo si el contenido está
caliente.
LA ZARANDA DE IDEAS [16:2]
73
AÑO 2018 61—78
FIGURA 5 · En la columna de la izquierda reconstrucciones hipotéticas de vasijas cerradas -A y B- tomadas de Dlugosz (2010) y Mulvany (1978) -C, D y E-. En la columna de la derecha reconstrucción parcial de formas cerradas recuperadas de ET19.
74
Caracterización tecnológica, reconstrucción morfológica... Barot y Gasparotti
FIGURA 6 · 1 y 2 reconstrucción parcial de vasijas cerradas de perfil compues-to recuperada de ET19. Formas similares identificadas en la zona de estudio: I tomada de Barrionuevo (1978); II tomada de Nazar y De La Fuente (2016).
FIGURA 7 · 1 a 6 formas cerradas cuyo contorno completo no se pudo inferir; 7 y 8 fragmentos de bases y cuerpos de formas cerradas presentes en ET19.
LA ZARANDA DE IDEAS [16:2]
75
AÑO 2018 61—78
Con respecto a las características de pasta de las va-
sijas cerradas (n=31), al igual que el conjunto de vasijas
abiertas, fueron confeccionadas tanto con pasta gruesa
(n=26) como con pasta fina (n=5). Cabe destacar que la
totalidad del conjunto de ollas fueron confeccionadas
con pasta gruesa, es decir con alta cantidad de antiplás-
ticos (superior al 15%) y un espesor superior a 7 mm,
mientras que del conjunto de cerradas indiferenciadas,
cinco fueron elaboradas con pasta fina (Figura 7.1 a 7.4
y 7.6) y tres con pasta gruesa (Figura 7.5, 7.7 y 7.8).
En síntesis, se puede dividir el conjunto de vasijas en
cinco subconjuntos que forman un repertorio hetero-
géneo con capacidades de llevar a cabo las funciones de
transporte, almacenamiento y procesamiento, tal como
plantea Rice (1987):
• Cuencos (n=4), pucos (n=6) y pucos grandes de
pasta gruesa (n=4): habilitados tanto para transfe-
rir como para transportar sólidos fríos o calientes.
Un caso especial lo componen los pucos grandes,
los cuales admitían un mayor volumen en su inte-
rior sirviendo quizás a modo de fuentes.
• Cuenco (n=1) y pucos (n=8) de pasta fina: los
mismos habrían estado habilitados tanto para la
transferencia como para el transporte de líquidos
y sólidos fríos.
• Ollas de pasta gruesa (n=23): debido a la gran
variabilidad, tanto de tamaños como de formas,
podemos decir que estarían potencialmente habi-
litadas para todas las funciones que propone Rice
(1987).
• Vasijas cerradas indiferenciadas de pasta gruesa
(n=3): pudieron servir tanto para almacenar como
para procesar sólidos y líquidos, fríos y calientes.
• Vasijas cerradas indiferenciadas de pasta fina
(n=5): este conjunto de vasijas tienen una menor
resistencia al calor y a los golpes que la descripta
anteriormente.
DISCUSIÓN Y CONCLUSIONESSi bien el presente trabajo constituye una primera ca-
racterización del material cerámico del sitio ET19, po-
demos decir que mediante el análisis tecnológico aplica-
do en este trabajo, se pudo observar cierta variabilidad
en las elecciones tecnológicas a la hora de escoger el
tipo de cocción, acabado de superficie, decoración y
forma de las vasijas. Sin embargo, no sucede lo mismo
en cuanto a la materia prima escogida ni a la técnica de
modelado, por lo menos a nivel macroscópico.
Se registraron 16 grupos cerámicos diferentes, que
involucran diferencias en las formas, espesor de las pa-
redes, decoración y cocción. Estos grupos reflejarían
la existencia de una relativamente alta variabilidad
de modos-de-hacer (sensu Lemonnier 1992). Dentro
de estos grupos pudimos identificar 54 vasijas, entre
abiertas (n=23) y cerradas (n=31), las cuales fueron
confeccionadas con pastas finas y gruesas. Sin embar-
go, las materias primas usadas por los alfareros parecen
compartir las mismas características para todos los gru-
pos establecidos, variando solamente las densidades de
antiplástico registradas en cada caso.
En cuanto a los análisis de performance, la identi-
ficación de cinco subconjuntos de vasijas nos llevan a
proponer la existencia de un repertorio variado, que
podría cubrir las necesidades domésticas de un grupo
de personas. Por ejemplo, los pucos de pasta gruesa pu-
dieron haber formado parte del repertorio para servicio
de alimentos y bebidas, al igual que los cuencos y pucos
de pasta fina, mientras que las ollas de pasta gruesa po-
drían responder a la necesidad de almacenar, procesar
y/o transportar sólidos y líquidos, todas actividades cla-
ves en la cotidianeidad de grupos campesinos.
Esta información se sustenta, a su vez, en la inter-
pretación dada al Recinto 1 de El Taco 19. Gracias a los
trabajos de excavación realizados, se ha podido postu-
lar que este recinto habría sido un área de actividades
múltiples (Moreno y Ahumada 2015-2016), en cuyo
piso de ocupación se identificaron un fogón y varios
pozos (algunos revestidos con piedras) conteniendo
diversos materiales (desechos de talla, restos faunísti-
cos, cuentas de collar, metales y fragmentos cerámicos).
En este contexto, es posible imaginar algunas de estas
vasijas formando parte de los quehaceres diarios, por
ejemplo vasijas forma E participando en la elaboración
de comidas, los distintos pucos empleándose para ser-
vir la misma o, las formas B de ollas siendo utilizadas
para transportar alimentos o bebidas hasta los lugares
próximos donde se realizaban labores agrícolas o de
pastoreo. También, podría pensarse que algunas de las
76
Caracterización tecnológica, reconstrucción morfológica... Barot y Gasparotti
vasijas fueron usadas para almacenar el producto de
estas actividades, por ejemplo las vasijas cerradas de
forma A. Por otro lado, podemos sugerir que los pucos
grandes fueron usados a modo de fuente y habilitando
la interacción entre varias personas a la hora de acceder
al contenido, el cual era fácilmente visible producto de
la forma de la pieza.
A partir de la información vertida en este trabajo,
podemos considerar que el mismo constituye un primer
avance y viene a llenar un vacío de información de un
área que, hasta no hace mucho, era pensada como de
paso o de aprovisionamiento de ciertos materiales (ce-
bil, pastos para los camélidos, etc.) (Pérez Gollán 1991;
Nazar 2003, entre otros). Nuestra investigación da
cuenta de la existencia de una variabilidad en las prác-
ticas y elecciones tecnológicas de la alfarería, lo que
dio como resultado un repertorio amplio de vasijas que
pudieron haber participado en diversas esferas de uso.
Esto resulta una característica de una sociedad que, le-
jos de estar de paso, contaba con una variedad de for-
mas cerámicas, las cuales pudieron ser aptas para desa-
rrollar las distintas prácticas cotidianas que llevan a la
reproducción de un grupo humano. Análisis como los de
huellas de uso (Skybo 1992) y estudios petrográficos de
las pastas (Cremonte y Bugliani 2006-2009) conforman
los siguientes pasos a seguir para dar más sustento a las
interpretaciones aquí vertidas.
Por último, lejos de llegar a una conclusión final,
pensamos que el presente trabajo da el puntapié para
comenzar a indagar en otros aspectos, por ejemplo las
relaciones contextuales que se entablaron entre otras
materialidades y las vasijas de ET19. También creemos
importante insertar estas evidencias dentro de la pro-
blemática arqueológica espacial y temporal en zonas
vecinas, y así indagar cómo los habitantes de ET19 se
integraron a un contexto regional de creciente comple-
jidad como lo es el momento Aguada.
NOTAS
1. Se considera que si dos o más de estas partes diag-
nósticas presentan las mismas características (por
ejemplo, dos bordes con la misma forma y diámetro)
corresponden a una misma vasija.
2. Es preciso mencionar que no se trata de una clasifi-
cación definitiva, sino de una primera aproximación
a través de lupa, la cual será contrastada posterior-
mente mediante otros tipos de análisis, como por
ejemplo petrografía cerámica.
3. Utilizamos la categoría de “cuenco” tal como la pro-
ponen Balfet y colaboradores (1992), mientras que
suplantamos la de “escudilla” por “puco”. La catego-
ría “puco grande” hace referencia a pucos cuyo diá-
metro de boca es superior a 40 cm.
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LA ZARANDA DE IDEAS [16:2]
79
AÑO 2018 79—93
ENTRE CUCHARINES Y LAPICERAS. UNA EXPERIENCIA DE DIFUSIÓN ARQUEOLÓGICA EN ESCUELAS DE CATAMARCA
Mauricio Alejandro Barria 1, Yamila DaianaBatalla 2, Camila Denise Bottari 3, Luis Iván Fasciglione4, María Eugenia Gauna5, Catalina Martínez Zabala6, Eva Velázquez, M. Cecilia Landini7, Federico Wynveldt 8.
· RESUMEN ·
El objetivo de este trabajo es presentar las actividades de difusión realizadas en cuatro escuelas del distrito de
Puerta de San José (Belén, Catamarca), en el marco del viaje de estudios de la materia Arqueología Americana
II en 2017. Con el fin de promover la valoración y preservación del patrimonio arqueológico local, se realiza-
ron charlas y actividades con las/os alumnas/os y docentes acerca de los trabajos arqueológicos en la región y
se discutieron diferentes nociones y términos clave. Se identificaron diferentes grados de conocimiento de la
idea de patrimonio arqueológico, que vinculamos con el énfasis dado al tema en las distintas escuelas. Como
resultado de las charlas, niños, niñas y docentes asociaron los conceptos discutidos con los sitios y objetos
arqueológicos de sus propios lugares. Finalmente, destacamos el importante rol que ocupa la extensión en
arqueología, junto a la investigación y la docencia, para una construcción participativa del pasado.
Palabras clave:Escuelas; Arqueología; Viaje de estudio; Extensión; Puerta de San José (Catamarca).
BETWEEN TROWELS AND PENS. AN EXPERIENCE OF ARCHAEOLOGICAL DIFFUSION IN SCHOOLS OF CATAMARCA
· ABSTRACT ·
The goal of this paper is to present the outreach activities carried out in four schools of Puerta de San José
(Belén, Catamarca), based on the shared experience in the field trip of the course Arqueología Americana II
in 2017. These activities aim to promote the appreciation and preservation of local archaeological heritage.
To that end, talks and activities were held with the students and teachers of the schools about the archaeo-
logical work in the region, and some key notions and terms were discussed. Different degrees of knowledge
about archaeological heritage were identified, which we link with the emphasis given to the issue in the di-
fferent schools. As a result, children and teachers associated the concepts discussed with the archaeological
sites and objects of their own places. Finally, we highlight the important role of outreach activities in ar-
chaeology, along with research and teaching, for a participatory construction of the past.
Keywords: Inhabiting; Schools; Archaeology; Study trip; Outreach activities; Puerta de San José (Catamarca).
1 Facultad de Ciencias Naturales y Museo, Universidad Nacional de La Plata (FCNyM, UNLP), Avenida 122 y 60, La Plata, Argentina.
Correo: [email protected]
2 FCNyM, UNLP, Avenida 122 y 60, La Plata, Argentina. Correo: [email protected]
3 FCNyM, UNLP, Avenida 122 y 60, La Plata, Argentina. Correo: [email protected]
4 FCNyM, UNLP, Avenida 122 y 60, La Plata, Argentina. Correo: [email protected]
5FCNyM, UNLP. Avenida 122 y 60, La Plata, Argentina. Correo:[email protected]
6 FCNyM, UNLP, Avenida 122 y 60, La Plata, Argentina. Correo:[email protected]
7FCNyM, UNLP, Avenida 122 y 60, La Plata, Argentina. Correo: [email protected]
8División Arqueología, Museo de la Plata, FCNYM, UNLP. Paseo del Bosque s/n, La Plata, Argentina [email protected]
9 UNLP - CONICET. Laboratorio de Análisis Cerámico (FCNyM, UNLP), 64 N°3, La Plata, Argentina. E-mail: [email protected]
Recibido en el mes de septiembre de 2018, aceptado en marzo de 2019.
Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional (CC-BY-NC-SA)
80
Entre cucharines y lapiceras... Barria et al
INTRODUCCIÓNSi bien la investigación en arqueología ha constitui-
do históricamente el principal foco de atención de los
arqueólogo/as en el campo y el gabinete, un problema
que adquiere cada vez más relevancia en la agenda de
la disciplina, por diversas razones (políticas, culturales
y económicas), es el de la valoración y preservación del
patrimonio arqueológico. La Ley Nacional Nº 25743/03
define al Estado como la entidad que debe ejercer la tu-
tela del patrimonio arqueológico, adoptando políticas
de preservación, investigación, divulgación y custodia.
Sin embargo, esto sólo puede ser posible en la medida
en que la comunidad sea actor de su desarrollo y par-
ticipe en la construcción de su propia historia (García
Canclini 1999; Espiro 2010; Tresserras 2013).
En este sentido, desde los enfoques de la arqueología
pública, se advierte la necesidad de replantear la relación
de los arqueólogos y las arqueólogas con las comuni-
dades locales, e intervenir de diferentes maneras en la
sociedad, no a partir de la imposición del saber arqueo-
lógico, sino a través de la generación de espacios para la
participación y la multivocalidad (Endere 2016), en los
que se promueva y discuta el conocimiento arqueológico
y se logre integrar los saberes locales vinculados no sólo
a la especificidad de la temática, sino también a la diversi-
dad de las prácticas culturales de la población local.
Por otra parte, si las intervenciones de la arqueolo-
gía en la comunidad se generan desde la universidad,
entra en juego otro concepto: el de extensión univer-
sitaria, definida en la II Conferencia Latinoamericana
de Extensión Universitaria como “La interacción entre
la Universidad y los demás componentes del cuerpo
social, a través de la cual ésta asume y cumple su com-
promiso de participación en el proceso de creación de
la cultura y de liberación y transformación radical de la
comunidad” (Pérez et al. 2009:59).
Teniendo en cuenta este contexto, y a partir de la ex-
periencia compartida en el marco del viaje de estudios
correspondiente a la materia Arqueología Americana
II1, realizado en el mes de septiembre del año 2017, el
objetivo de este trabajo es presentar las actividades de
difusión de la arqueología y el patrimonio arqueológico
realizadas en cuatro escuelas en el distrito de Puerta de
San José (Departamento de Belén, Provincia de Cata-
marca) (Figura 1). Este viaje se vincula estrechamente
con las investigaciones arqueológicas llevadas a cabo
en el departamento de Belén –específicamente en la re-
gión conocida en la arqueología del Noroeste argentino
como Valle de Hualfín– desde mediados de la década de
1990, por el equipo del Laboratorio de Análisis Cerámi-
co de la Facultad de Ciencias Naturales y Museo de la
Universidad Nacional de La Plata (en adelante, LAC), del
cual forman parte algunos docentes de la cátedra.
En el marco de la organización del viaje, se propuso
a las/los estudiantes realizar charlas sobre arqueología
en las escuelas de la zona. Esta fue una actividad opta-
tiva, de la que participaron nueve estudiantes a quienes
les interesó la propuesta, y fue gestionada por el Secre-
tario de Cultura y Turismo de la municipalidad de Puer-
ta de San José, quien acordó las fechas y horarios con
los directivos de las escuelas.
El objetivo de esta actividad –que se enmarca en el re-
pertorio de tareas de extensión organizadas por el LAC–
es visibilizar la tarea de los/las arqueólogo/as y promover
la valoración y preservación del patrimonio arqueológico
local, en este caso, a partir de la presentación del trabajo
arqueológico y de sus resultados, y de la asociación en-
tre el concepto de patrimonio arqueológico y los sitios y
objetos arqueológicos presentes en la zona. En base a la
idea de que los lugares, en particular aquellos asociados
a un pasado compartido, cumplen un rol importante en la
construcción de un sentido de comunidad y de identidad
social (Zedeño 2000), sostenemos que la arqueología
juega un papel fundamental en la reconstrucción de los
lazos que unen a la gente con esos lugares y en la con-
servación de los lugares y objetos. Y, ya sea a través de
esa reconstrucción o mediante su intervención en la pre-
servación del patrimonio arqueológico, la arqueología
puede (y debe) ocupar un espacio en el proceso de cons-
trucción del pasado.
LA ZARANDA DE IDEAS [16:2]
81
AÑO 2018 79—93
FIGURA 1 · Localización de Puerta de San José (Belén, Catamarca).
82
Entre cucharines y lapiceras... Barria et al
ANTECEDENTESEl Valle de Hualfín ha sido históricamente un área de
estudio emblemática para la arqueología argentina. En
este valle, el Dr. Alberto Rex González llevó adelante
sus primeros trabajos en la región en la década de 1950,
convirtiéndolo en el punto central para la construcción
de la secuencia de desarrollo cultural prehispánico del
NOA. Desde 1995 el equipo del LAC ha desarrollado
ininterrumpidamente sus investigaciones arqueológi-
cas en distintas localidades de la región. Paralelamente,
se realizaron numerosas actividades de divulgación
y se presentaron proyectos de puesta valor de sitios
arqueológicos en los municipios (Balesta et al. 2005,
Balesta et al. 2006; Lucci et al. 2008; Zagorodny et al.
2015), aunque estas tareas fueron discontinuas.
En los últimos años, en función del vínculo genera-
do con distintos actores políticos de los municipios del
norte de Belén, fue posible avanzar en varios aspectos
relacionados con la extensión, no sólo a partir de la rea-
lización de charlas en las escuelas y en la comunidad en
general, sino también por medio de acciones de divulga-
ción en las radios locales, el dictado de capacitaciones
para los empleados de los museos, la organización de
reuniones de divulgación específica de hallazgos sig-
nificativos para la comunidad, las gestiones para la de-
volución de restos humanos y objetos a sus lugares de
origen, la elaboración de planes de manejo de sitios, etc.
Por otra parte, sólo muy recientemente ha comenzado
a trabajarse en profundidad el problema de la relación
entre las comunidades, el patrimonio arqueológico y la
intervención de los/las arqueólogo/as a lo largo de la
historia (Sallés 2018a, 2018b).
En este contexto, como parte de los viajes de estu-
dio de la cátedra de Arqueología Americana II realiza-
dos desde 2013, comenzaron a organizarse distintas
actividades de divulgación a cargo de los y las estudian-
tes. La experiencia llevada adelante durante los seis
viajes realizados permitió la participación de más de
cien estudiantes en tareas de excavación, de los cuales
aproximadamente la mitad intervinieron en tareas de
divulgación. Estas últimas implicaron el cumplimiento
de diferentes trabajos, consistentes en la lectura de bi-
bliografía sobre la arqueología de la zona de estudio, la
preparación y realización de charlas en las escuelas, y el
diseño, impresión y presentación de pósters.
A continuación, presentamos los detalles de la plani-
ficación de las actividades y luego describimos nuestra
propia experiencia en las charlas realizadas durante el
viaje realizado en el año 2017.
ANALISIS MORFOLOGICO-FUNCIONALComo se mencionó anteriormente, la actividad de di-
vulgación fue propuesta por la cátedra de Arqueología
Americana II a los y las estudiantes de la cursada con
antelación al viaje. Una vez conformado un grupo de
nueve voluntario/as, se realizó una reunión en la que
se presentaron los objetivos de la actividad y la idea
general, que consistía en realizar una charla en la que
se expusieran definiciones acerca de la arqueología y
el patrimonio arqueológico, y se propuso la realización
de una actividad de cierre por parte de los/las niño/as.
Además, se exigió la lectura de bibliografía sobre las ac-
tividades arqueológicas realizadas en la zona.
Días antes del viaje, en una nueva reunión se elaboró
una presentación digital con diapositivas, se discutieron
los detalles de la exposición y se planificó la actividad
de cierre, que consistiría en la realización de un dibujo
por parte de los/las niño/as. Esta decisión se basó en las
experiencias de años anteriores, en las que únicamente
se había promovido la participación oral. A partir de la
propuesta del dibujo se buscó lograr la participación de
todo el grupo en la actividad, y la elección de la icono-
grafía Aguada como modelo tuvo como objetivo atraer
el interés de niño/as en el patrimonio arqueológico local,
apelando a un ejercicio comparativo en función de la si-
militud de este estilo con otras representaciones andinas
de Chile, Bolivia y Perú. La Aguada es un poblado del nor-
te de Belén, muy próximo a las escuelas de Puerta de San
José, y el nombre dado a la entidad arqueológica Aguada
deriva de allí. La comparación con las figuras de otros lu-
gares muy lejanos permitiría facilitar su ubicación en un
contexto espacial y temporal, y a la vez darle relevancia
como expresión andina frente a otras expresiones cul-
turales conocidas como Moche y Tiwanaku; además, los
tipos de figuras representadas permiten un juego de sen-
tidos muy atractivo, ya que son imágenes que mezclan
rasgos naturalistas, fantásticos y abstractos.
Las diapositivas de la presentación (Figura 2) consis-
tieron en:
· Un mapa de Argentina con énfasis en las localida-
LA ZARANDA DE IDEAS [16:2]
83
AÑO 2018 79—93
des de La Plata y Belén, lo que nos permitió graficar
el viaje que habíamos realizado y el camino recorri-
do para llegar hasta allí.
· Una serie de preguntas clave para abordar los
conceptos que nos proponíamos trabajar: “¿qué es
la antropología? ¿qué es la arqueología? ¿qué es el
patrimonio arqueológico?”, ilustradas con imágenes
de sitios y objetos.
· Fotografías de las diferentes tareas realizadas en
una excavación arqueológica;
· Un mapa regional haciendo énfasis en la localidad
de La Aguada (provincia de Catamarca).
· Una línea de tiempo para ubicar temporalmente
el fenómeno Aguada.
· Varias imágenes representativas de la cerámica
Aguada y de su iconografía.
Teniendo en cuenta que no podía preverse cómo
estarían conformados los grupos escolares en cuanto a
número, edad y nivel se acordó que la exposición fuera
simple y lo más amplia posible, fácilmente adaptable a
distintas situaciones. Tampoco fue posible planificar las
charlas en función de los requerimientos de los y las do-
centes, dado que además se desconocía en qué escuelas
se realizarían las actividades y cuáles serían las fechas
precisas.
Ya en Puerta de San José se transmitió a los funcio-
narios municipales la propuesta de realizar charlas en
las escuelas locales. Ellos acordaron las fechas con los
directivos de cuatro de las cinco escuelas del distrito.
De esta manera, se programaron cuatro visitas y se con-
formaron dos grupos: uno de ellos visitaría dos escuelas
el primer día, y el otro, las dos restantes al día siguiente.
Durante los primeros días de trabajo arqueológico
se realizó un video que mostraba las tareas de excava-
ción realizadas en el sitio por el equipo. Este material
fue agregado a la presentación digital con el fin de lo-
grar más dinamismo en la exposición. A continuación, se
detalla por separado cada una de las experiencias, dado
que las cuatro fueron distintas, y luego se sintetizan los
resultados obtenidos.
EXPERIENCIAS · Primer grupo - Primer día
Escuela nº 485 de La Estancia
FIGURA 2 · Ejemplos de las diapositivas elaboradas y expuestas en la presentación,.
84
Entre cucharines y lapiceras... Barria et al
Esa mañana, al llegar a la escuela nos sorprendió un
cartel en el que se leía: Recuperación del patrimonio
histórico aborigen (Figura 3), debido a que en las discu-
siones previas acerca de cómo presentar la temática del
patrimonio de una manera simple, y siendo conscientes
de la complejidad del concepto, presuponíamos que
resultaría una tarea difícil. Sin embargo, a través del
cartel pudimos notar rápidamente que esta cuestión
se encontraba abordada en la escuela, lo cual nos hizo
sentirnos más seguros a la hora de comenzar a hablar
sobre el tema.
A nuestra llegada, la directora y parte del personal
docente nos recibió muy amablemente, fueron cálidos
y nos invitaron a desayunar con ellos mates y tostadas.
De manera que nos sentamos en unas mesas largas
en el comedor y compartimos una charla, a la vez que
observábamos la decoración de la sala. En las paredes
pudimos ver una gran producción artística elaborada
por los/as estudiantes, entre la que se destacaban más-
caras y dibujos con diseños pertenecientes a pueblos
originarios locales. También, en una pared de la entrada,
pudimos observar un póster elaborado por uno de los
grupos de estudiantes de nuestra facultad que había
hecho una actividad similar a la nuestra en el año 2015,
también en el marco del viaje de estudios de la cátedra.
Después de desayunar, nos dirigimos hacia un salón
donde instalamos la computadora con un proyector que
nos prestaron y un micrófono, apuntando a una pared.
Nos presentamos y contamos de dónde veníamos mos-
trando un mapa en la diapositiva que tenía marcada la
ciudad de La Plata y el recorrido que habíamos hecho
para llegar a Belén. Más tarde, le preguntamos a los/
las chicos/as si conocían la palabra antropología y la res-
puesta fue negativa, pero sí conocían la palabra arqueo-
FIGURA 3 · Escuela N° 484 de La Estancia.
LA ZARANDA DE IDEAS [16:2]
85
AÑO 2018 79—93
logía, la cual relacionaron con la historia, los libros y los
dinosaurios. La mayoría de ellos/as se involucró con las
preguntas y mostró un gran interés por la actividad. De
esta manera, en conjunto con sus aportes, definimos
dichos conceptos y charlamos acerca del quehacer ar-
queológico utilizando las fotos y el vídeo como herra-
mienta visual.
Cuando les preguntamos si conocían la palabra
patrimonio asintieron relacionándola con el pasado y
señalando que había que cuidarlo. De manera que nos
resultó fácil hablar del término, respondiendo las pre-
guntas que surgían, principalmente por parte de los
docentes, sobre el manejo de los restos arqueológicos
y su carácter de patrimonio. Este intercambio resultó
interesante dado que los/las niño/as suelen encontrar
objetos arqueológicos en sus hogares y son parte de su
cotidianeidad. Tanto docentes como estudiantes, estu-
vieron muy atento/as e interesado/as.
Siguiendo con la presentación, mostramos imágenes
con las representaciones Aguada y de otras sociedades,
con el fin de que compararan unas con otras y nos trans-
mitieran su opinión acerca de su interpretación y sus
semejanzas. En sus interpretaciones veían animales que
bien podrían ser las mascotas de los “indios” (término
usado por los propios niños y niñas) o sus dioses (hicie-
ron referencia a dioses de la plantación o de los pasto-
res), a “Chucky” el muñeco, o a un “viejito”. A través de
estas interpretaciones nos demostraron que, tanto es-
tudiantes como docentes, tenían presente que el lugar
que hoy habitan antes estuvo ocupado por sociedades
diferentes a la actual.
La demora en el inicio de la charla y el compromiso
con la siguiente escuela no nos permitieron realizar la
actividad de cierre por falta de tiempo. Sólo fue posible
dejarles una bolsa de caramelos como agradecimiento
y las imágenes Aguada para que continuaran ellos con
la propuesta. Luego, nos acompañaron a la salida, co-
mentando qué les pareció la charla, y nos entregaron
un diploma en reconocimiento por haber realizado la
actividad en la escuela. Antes de partir, nos tomamos
una fotografía todos/as los/as presentes. Los/as chicos/
as estaban muy entusiasmados/as, no querían que nos
fuéramos, nos abrazaban, nos contaban sobre su vida
cotidiana y sobre los temas que habíamos conversado.
Nos llevaban de la mano para mostrarnos la escuela e
incluso nos querían regalar objetos (entre ellos una pe-
queña réplica de una vasija que se encontraba en una
estantería del salón principal) para que nos la llevára-
mos como recuerdo.
Finalmente nos despedimos y nos subimos al colec-
tivo para dirigirnos a la siguiente escuela. Debido a que
en esta primera escuela estuvimos más tiempo del esti-
mado, nos retrasamos en la llegada a la siguiente.
Escuela n°245, de la Puerta de San José
En el momento en que arribamos a la escuela, nos in-
formaron que los/as chicos/as estaban en hora de re-
creo, y que además estaban por servirles el almuerzo.
Al ingresar notamos que esta escuela muy distinta en
cuanto a decoración que la primera, con un aspecto más
tradicional, sin arte etnográfico en sus paredes, sino con
carteles motivadores con referencia a la lectura y la im-
portancia de aprender a leer.
Por razones de tiempo decidimos acortar el discurso
y adelantarnos algunas diapositivas para presentar una
perspectiva general de los temas, sin demasiados deta-
lles. Era un grupo de estudiantes más reducido que el de
la escuela anterior. La charla tuvo lugar en el comedor,
lo cual no facilitó el desarrollo de la actividad. Estaba a
punto de ser la hora del almuerzo, y el ruido de las per-
sonas que ponían la mesa e incluso el olor a comida pro-
veniente de la cocina eran motivo de distracción.
A pesar de esto, los/as niños/as mostraron interés
en los temas presentados y distintos grados de partici-
pación. Al momento de las preguntas, les indicamos que
para hablar levantaran la mano de a uno a la vez para
no interrumpir a sus compañero/as y a su vez para que
no se genere un ambiente en el que hablarán todo/as
junto/as sin escucharse. Dicho esto comenzamos a ver
muchas manos levantadas a la vez, todas esperando
para hacer su aporte. Compartieron fundamentalmen-
te relatos familiares acerca de padres o abuelos que
habían encontrado cerámica, fragmentos o piezas ente-
ras, en algún sitio descampado. Pero sobre todo fueron
muy interesantes las preguntas que se hicieron y que
nos hicieron, entre las cuales podemos destacar: “¿Por
qué desaparecieron los pueblos que fabricaron la cerá-
mica?” o “¿dónde iba al baño esa gente que habitaba los
recintos?”. También surgieron preguntas acerca de la ex-
cavación que se estaba llevando a cabo. Fue llamativo el
86
Entre cucharines y lapiceras... Barria et al
interés que mostraron por el tema: si alguien pregunta-
ba algo, sus compañeros/as le daban alguna explicación
o bien seguían el hilo de su pregunta, profundizando el
cuestionamiento. Nos sorprendió que algunas respues-
tas tenían un tinte muy antropológico, por ejemplo,
cuando preguntamos a qué pensaban que se debía la
similitud que encontraban en la iconografía de diferen-
tes sociedades geográficamente tan distantes: una niña
respondió que muchas veces una forma de acercamien-
to entre ellas se basaba en matrimonios arreglados para
establecer alianzas entre los grupos.
Finalmente, cuando el almuerzo estuvo listo, dimos
por finalizada la charla. En esta escuela el tiempo tam-
poco alcanzó para proponer a los/as estudiantes que
dibujen la iconografía vista a lo largo de la presentación.
Igualmente, antes de despedirnos les obsequiamos a
los/as niños/as una bolsa de caramelos en agradeci-
miento por su atención e interés, y un CD para la escue-
la que contenía la presentación y el video realizados.
· Segundo grupo - segundo díaEscuela Nro. 92 Pbro. Pedro A. Centeno
de la Ciénaga de Abajo
La actividad se realizó en horario de clases, por la maña-
na. Cuando llegamos a la primera escuela, las docentes
y no docentes nos recibieron gratamente. Habían pre-
parado un salón especialmente para la charla a la que
asistieron niños/as de entre siete y catorce años apro-
ximadamente.
Mientras las docentes iban trayendo a los/as estu-
diantes, nos preparamos para la charla. En principio la
idea de las docentes era la de utilizar un proyector para
poder visualizar la presentación, pero debido a un corte
de energía eléctrica en el pueblo esto no fue posible. Por
lo cual, se ubicó una notebook en una silla y los/as niños/
as se sentaron en el piso frente de ella.
Comenzamos la actividad presentándonos con
nuestros nombres e indicando de dónde veníamos. Con
la ayuda de un mapa señalamos el camino que habíamos
recorrido para llegar hasta el lugar. Además, contamos
acerca de lo que estamos estudiando y en qué lugar rea-
lizamos nuestros estudios.
En principio, la intención fue dar un panorama en
base a los conceptos de antropología y arqueología,
para conectar con el concepto de patrimonio y su impor-
tancia. Intentamos trabajar a modo de diálogo con los/
as chicos/as, evitando dar un monólogo unidireccional.
Debido a que la mayoría de los/as estudiantes eran in-
trovertidos, en un principio el grado de participación
fue bajo, aunque quienes se encontraban más cerca
de la computadora realizaron algunas intervenciones.
Ante este panorama, comenzamos a realizarles pregun-
tas y a pedirles que leyeran las diapositivas. A medida
que transcurría el tiempo, se generó un ambiente más
descontracturado, en el cual los/as estudiantes partici-
paron activamente. Siempre ante cada término, defini-
ción o palabra que se presentaba se les preguntó “¿qué
entienden ustedes?”. De esta manera logramos que to-
dos/as intervinieran.
Nuestra exposición acerca del tema no estuvo exen-
ta de imprevistos. A medida que desarrollamos la activi-
dad notamos que algunos niños/as se ponían inquietos/
as, especialmente los/as que se encontraban más cerca
de la pantalla, que impedían ver a los/as que estaban
más alejados. Sumado a esto, en un momento avanzado
de la charla, concurrieron niños/as del jardín. Este hecho
sumó una dificultad relativamente importante, puesto
que no se esperaba esta concurrencia y la presentación
no había sido pensada para niño/as de tan corta edad,
además, la maestra los ubicó demasiado alejados de la
pantalla, provocando que no pudieran observar de for-
ma correcta lo que estábamos presentando.
Retomando el relato de esta experiencia, las pre-
guntas más importantes que se les plantearon a los ni-
ños/as fueron:
· “¿Saben qué es la antropología/arqueología?”
· “¿Qué creen ustedes que es el patrimonio?”
· “¿Saben qué son las costumbres?”
· “¿Por qué creen que los objetos recuperados por
nosotros/as van a parar a un museo?”
· “¿Encuentran a veces objetos como estos en sus
casas?”
Por otro lado, algunas maestras se vieron intere-
sadas en los temas que charlamos con los niños y las
niñas. Particularmente, una de las docentes que había
visitado el El Shincal2, relató su experiencia en ese sitio
arqueológico y mencionó la necesidad de dar a conocer
otros sitios locales. Según la mirada de esta docente, El
Shincal le suma mucha importancia a la historia de los
inkas y cómo éstos llegaron desde “fuera” de lo que hoy
LA ZARANDA DE IDEAS [16:2]
87
AÑO 2018 79—93
es Argentina, restándole importancia a los grupos lo-
cales que habitaron en la zona de la actual Catamarca.
Por falta de tiempo, tampoco fue posible llevar
a cabo la actividad de cierre con los dibujos de dise-
ños Aguada, aunque sí pudo presentarse el video de
nuestros trabajos en la excavación, sobre el cual hubo
muchos comentarios por parte de los/as estudiantes.
Luego de terminar la charla, despedimos a los/las
alumnos/as y maestras, dirigiéndonos a la siguiente
escuela.
Nro. 253 Cirilo Buenaventura Cano de La Ciénaga
de Arriba
Este establecimiento hacía recordar a las escuelas de
algunas zonas de Buenos Aires, debido a su propia
conformación y disposición del espacio (puertas altas
y grandes, ventanales, techos altos y pasillos largos
con aulas a los lados, pedestales de próceres como
Sarmiento, etcétera). También tenía un espacio que
funcionaba como comedor.
En este lugar la recepción fue diferente ya que nos
esperaba un grupo mayor de gente. Además de los/
las maestros/as de los distintos grados, tuvimos que
esperar en la entrada a que llegara la directora de la
escuela. Una vez en el lugar, ella nos invitó a pasar y
nos acompañó a lo largo de un pasillo hasta llegar al
aula reservada para la charla, donde nos esperaba el
Secretario de Cultura, quien dio un discurso corto y
nos presentó.
Luego se dio paso a la charla. En este caso, en com-
paración con la escuela anterior, hubo concurrencia de
grados superiores (Figura 4). Aunque no había niños
ni niñas tan pequeños/as, sus edades seguían siendo
muy variables. En este caso, nos enteramos que las/os
docentes realizaron una selección previa de alumnos
de cada grado presente cuyo criterio desconocemos.
En base a la exposición inicial con diapositivas, la
participación de las niños/as fue activa, particular-
mente por parte de los/as más pequeños/as. Sin em-
bargo, al final la actividad del dibujo fue realizada por
todas/os con entusiasmo y creatividad.
Al igual que en la primera escuela, tuvimos que uti-
FIGURA 4 · Introducción a la charla en la escuela de La Ciénaga de Arriba.
88
Entre cucharines y lapiceras... Barria et al
FIGURA 5 · Niño/as de la escuela de La Ciénaga de Arriba durante la actividad.
FIGURA 6 · Niño de la escuela de La Ciénaga de Arriba durante la actividad de cierre.
LA ZARANDA DE IDEAS [16:2]
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AÑO 2018 79—93
lizar la notebook para presentar a los niños/as las diapo-
sitivas, ya que tampoco aquí había electricidad. En este
caso, no se mostró el video puesto que el tipo y el grado
de participación en base a las imágenes proyectadas fue
otro. Se realizaron las mismas preguntas que en la es-
cuela antes mencionada, aunque surgió otra muy inte-
resante por parte de una de nuestras compañeras: “¿Us-
tedes creen que los indios siguen existiendo?”, a la cual
los/as niños/as respondieron en general con un “no”, que
“ya no hay indios”, que “murieron todos”. En base a esta
respuesta nos pareció pertinente remarcar el hecho de
que efectivamente sí existen personas y comunidades
originarias, no solo en la zona sino también en el resto
del país y en otros países del continente. También incen-
tivamos a la reflexión, comentando que el “ser indio” no
se corresponde totalmente con la imagen esencialista
que se muestra cotidianamente: el indio como alguien
desprovisto de ropas, sin educación, sin tecnologías
“modernas”, entre otros rasgos.
Luego, en base a las imágenes de cerámica, los/as es-
tudiantes nos relataron que hallaban materiales arqueo-
lógicos en los patios de sus casas o de otros familiares, lo
que dio a entender que, en general, estaban en contacto
con estos objetos. De hecho, mientras presentábamos
fotografías de vasijas Aguada, uno de los/as niños/as re-
lató que solía salir con un familiar (su abuelo o su padre)
a caminar y que encontraban gran cantidad de ollas, lo
que demuestra que estas situaciones son cotidianas.
Una vez terminada la presentación, propusimos a
los/as niños/as hacer la actividad de cierre, dado que en
esta ocasión se disponía del tiempo necesario para que
la llevasen a cabo. Como se mencionó anteriormente, la
tarea fue desempeñada de manera muy positiva, los/as
estudiantes realizaron sus dibujos en base a la icono-
grafía Aguada dispuesta en una diapositiva (Figuras 5 a
8). Hicieron copias de algunas, crearon diseños propios
e incluso mezclaron partes de algunas originales con
otras inventadas; también les agregaron colores (las
originales fueron presentadas en blanco y negro) y las
firmaron con su nombre.
Finalmente, durante el cierre de esta actividad una
de las maestras se vio interesada en el tema y se acer-
có a una de nuestras compañeras, a quien le preguntó
sobre la carrera de antropología y sobre el rol de la ar-
queología. Destacó que ella estaba intentando hacer un
manual para los alumnos de las escuelas sobre las cultu-
ras de la región, con el fin de que fueran más conscientes
del patrimonio que los rodea.
SÍNTESIS Y RESULTADOS DE LAS EXPERIENCIASEl análisis global de las actividades desarrolladas nos
permitió llegar a distintas conclusiones en relación a la
metodología empleada y a los resultados obtenidos. En
primer lugar, si bien hoy en día las escuelas de la zona
están comunicadas con los principales centros urbanos
por rutas asfaltadas, la organización de cualquier acti-
vidad que implique el compromiso de distintos actores
muchas veces se ve alterada por la falta de medios de
transporte, las condiciones climáticas, la falta de luz
eléctrica, etcétera, siendo su resultado en cierta medida
imprevisible. En este sentido, debe tenerse en cuenta
que las charlas, aunque organizadas con algunos días de
anticipación, con un horario y lugar preestablecidos, in-
terrumpieron las actividades normales de las escuelas.
Para futuras experiencias, creemos que podría resultar
mucho más fructífera la organización previa al viaje de
las charlas, aprovechando los contactos ya generados
con funcionarios y directivos de escuelas. Esto permi-
tirá no solamente contar con grupos más homogéneos
que faciliten la direccionalidad de los temas, sino tam-
bién darles tiempo a los y las docentes para situar a los/
las alumno/as en el contexto de lo que serán las charlas.
En cuanto a cada una de las experiencias, tanto la
recepción por parte de los/las directivos/as, como la
predisposición general de niños y niñas para interac-
tuar con nuestro grupo fueron diferentes, al igual que
las edades de los grupos y la cantidad de tiempo y re-
cursos técnicos disponibles en cada caso. En la escuela
de La Estancia nos sorprendió la noción previa que los/
las niño/as tenían acerca de los conceptos presentados,
que atribuimos al tratamiento dado al tema en la es-
cuela, reforzado quizás también por las visitas previas
de estudiantes de nuestra facultad. Este saber no se
limitó a un mero conocimiento teórico de los concep-
tos, ya que todo/as pudieron asociar la arqueología y el
patrimonio con los objetos arqueológicos que frecuen-
temente encontraban ellos/as o sus familiares en sus
hogares y en el campo. Los relatos sobre estos hallazgos
fueron generalizados en las cuatro escuelas, así como su
90
Entre cucharines y lapiceras... Barria et al
FIGURA 7 · Dibujo de alumna de La Ciénaga de Arriba.
FIGURA 8· DIBUJO de alumno de La Ciénaga de Arriba.
LA ZARANDA DE IDEAS [16:2]
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AÑO 2018 79—93
asociación con gente que ocupó el lugar en el pasado.
En general se identificó a esa gente con “indios”, aunque
se registró una negación acerca de su existencia actual.
Esto permitió abrir un interesante intercambio de ideas
sobre los pueblos originarios y la imagen del “indio”.
La experiencia de dibujo de las imágenes Aguada en
la escuela de La Ciénaga de Arriba generó un espacio de
participación de todo el grupo de niños y niñas en una
actividad creativa que les permitió una identificación
directa con los artistas que, allí mismo pero mil quinien-
tos años atrás, realizaron esas representaciones.
En general, los/las niño/as demostraron muchísimo
interés por la temática, participando activamente, con
lo cual concluimos que la cuestión del patrimonio ar-
queológico, más allá de su conceptualización, es para
ellos/as un asunto de gran relevancia. La intervención
de los/las docentes fue también muy importante en
cuanto a la exposición de temas y problemas vinculados
al patrimonio, como quedó demostrado en la inquietud
por la reconstrucción de las historias de los grupos loca-
les, y no sólo las de los inkas de El Shincal.
REFLEXIONES FINALESRetomando las definiciones presentadas al inicio, la ac-
tividad que realizamos en las escuelas durante el viaje
de estudio sigue la línea trazada desde la arqueología
pública acerca de la necesidad de replantear la relación
arqueología-comunidad, y a la vez, aporta al proceso de
interacción comunidad-universidad con un objetivo de
transformación social. Sin embargo, teniendo en cuen-
ta que, en este caso, las actividades que desarrollamos
tienen su origen no sólo en la investigación, sino en el
vínculo, a través de la cátedra, entre la investigación y la
docencia, podríamos definirlas de acuerdo a dos moda-
lidades de orientación de la extensión (Fernández Ber-
daguer 2007, citado en Pérez et al. 2009): hacia fuera de
la universidad, con el foco en una comunidad ajena a la
institución, y hacia adentro, como parte de un beneficio
complementario a los/las estudiantes en su formación
profesional y en su integración social a la vida académica.
En cuanto a la experiencia en las escuelas, en primer
lugar, nos permitió repensar el concepto de patrimonio,
tradicionalmente concebido como algo estático que
sólo debe ser preservado y que no debe modificarse. El
patrimonio en la práctica, tal como es vivenciado por los
actores sociales (en nuestro caso, ejemplificado con la
experiencia de niños, niñas y docentes), es algo dinámi-
co, que participa en la construcción social de la identi-
dad de las poblaciones.
La actividad realizada –que incluyó la reflexión acer-
ca del rol de la arqueología, el significado del patrimo-
nio, el vínculo actual con sitios y objetos arqueológicos,
la observación y la comparación de diseños prehispá-
nicos andinos y el dibujo de la iconografía Aguada por
parte de niños y niñas– permitió revalorizar los relatos
y la memoria local, reconstruyendo lazos históricos de
los/las actuales pobladores/as con los grupos pasados.
Y fue posible, por ejemplo, visibilizar la conquista de los
pueblos originarios como un proceso de subyugación y
dominación, y a la vez recalcar la persistencia y conti-
nuidad de estos grupos en la actualidad, desmitificando
la imagen tradicional del indio desprovisto de tecnolo-
gía, extinto, salvaje, entre otras.
Con respecto a la práctica de dibujar diseños prehis-
pánicos, creemos que es un ejercicio particularmente
significativo para los niños y las niñas ya que implica, de
alguna manera, la identificación de quien lo replica o usa
como base para su propia creación con artistas anóni-
mo/as que plasmaron en sus vasijas una mirada particu-
lar del mundo en el pasado y que, a la vez, habitaron y
experimentaron un mismo paisaje.
El diálogo generado con los/las docentes y los/las
niño/as en las charlas, nos llevó a reflexionar sobre la
importancia de complementar los saberes locales con
los generados en el ámbito académico. Descartar los
viejos paradigmas que definen al conocimiento arqueo-
lógico como hegemónico, unilateral y sólo transmisible
desde la academia al resto de la comunidad es un gran
desafío, cuya dificultad pudimos notar en las experien-
cias aquí presentadas.
Finalmente, la demostración de afecto hacia noso-
tros/as por parte de los niños y las niñas en las escuelas
nos llevó a una última reflexión: la construcción de un
pasado que tenga sentido localmente sólo puede rea-
lizarse a partir de la generación de espacios participa-
tivos, en los que los/las arqueólogos/as demos a cono-
cer abiertamente nuestras ideas y nuestras formas de
actuar frente al patrimonio arqueológico, y en los que
se generen acuerdos a partir del compromiso y la con-
fianza mutua.
92
Entre cucharines y lapiceras... Barria et al
NOTAS
1. La asignatura Arqueología Americana II es obligato-
ria para cuarto año del plan de estudios de la carrera
de Licenciatura en Antropología (FCNyM, UNLP).
En ella, se abordan, desde una perspectiva arqueo-
lógica, temas relacionados a los procesos de com-
plejización social que se dieron en el área Andina
Central y en el área Mesoamericana en los últimos
5000 años de historia.
2. El Shincal es un sitio arqueológico localizado en Lon-
dres (35 km. al sur de Puerta de San José), recono-
cido como el centro administrativo Inka de mayor
relevancia en la región. A partir de distintas etapas
de puesta en valor y reconstrucción, es el principal
atractivo turístico del área de Belén.
AGRADECIMIENTOS
A los y las estudiantes, docentes, directivo/as y
auxiliares de las escuelas que compartieron esta
actividad con nosotros/as. Al Secretario de Cultura y
Turismo, Sr. Mario Marcial, quien gestionó las charlas
con las escuelas, y a José Aballay, quien nos ayudó con
la organización y la logística.
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Lake City.
INFORMACIÓN DE LOS AUTORES
· Nahuel Pablo Camargo Es estudiante avanzado de la Licenciatura en Antropología
de la Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales, Uni-
versidad Nacional de Jujuy. Es integrante del Centro Re-
gional de Estudios Arqueológicos (CREA-FHyCS-UNju).
Este trabajo forma parte de su formación en investigación,
siendo miembro del equipo dirigido por la Dra. María Ester
Albeck. Actualmente se encuentra trabajando en su tesis
de licenciatura, la cual aborda como tema la Arqueología
del paisaje en la Quebrada de Potrero (Puna de Jujuy).
Dirección de contacto: [email protected]
· María Amalia Zaburlín Es Licenciada en Antropología por la Facultad de Hu-
manidades y Ciencias Sociales, Universidad Nacional
de Jujuy, y Doctora en Arqueología por el Instituto de
Arqueología y Museo de la Facultad de Ciencias Natu-
rales e Instituto Miguel Lillo, Universidad Nacional de
Tucumán. Actualmente se desempeña como docente
en la Licenciatura en Antropología de la FHyCS-UNJu,
e integra el Centro Regional de Estudios Arqueológicos
(CREA-FHyCS-UNJu). En su tesis doctoral tuvo como
tema de investigación el uso, consumo y circulación de
vasijas cerámicas en los pueblos prehispánicos de la
cuenca de la Laguna de Guayatayoc (Puna de Jujuy). En
la actualidad se está enfocando en el estudio de paisajes
agrarios en el área de Santa Ana de Abralaite (Puna de
Jujuy).
Dirección de contacto: [email protected]
· Selene ArislurEs egresada de la carrera de Ciencias Antropológicas
orientación arqueológica de la Facultad de Filosofía y Le-
tras de la Universidad de Buenos Aires. Este trabajo for-
ma parte de su tesis de licenciatura defendida en Octubre
de 2017. Actualmente es becaria doctoral de CONICET,
investigando el pasado prehispánico de los grupos caza-
dores recolectores de la región serrana y periserrana de
Tandil (provincia de Buenos Aires) desde una perspectiva
relacional y reflexiva.
Dirección de contacto: [email protected]
· Cecilia del Valle ChaileEs egresada de la carrera de Ciencias Antropológicas con
orientación arqueológica de la Facultad de Filosofía y Le-
tras de la Universidad de Buenos Aires. Este trabajo forma
parte de su tesis de licenciatura defendida en octubre de
2017. Actualmente se encuentra cursando seminarios
de posgrado. La investigación se vincula al estudio de los
residuos orgánicos presentes en la tecnología cerámica y
de molienda en el centro-oeste de Santa cruz durante el
Holoceno tardío.
Dirección de contacto: [email protected]
· Sayuri KochiEs licenciada en Ciencias Antropológicas de la Facultad
de Filosofía y Letras (UBA). Trabaja como becaria doctoral
CONICET en el Instituto de Geocronología y Geología Iso-
tópica, investigando la dieta de los cazadores-recolectores
de Tierra del Fuego.
Dirección de contacto: [email protected]
· Suray Ayelén Pérez
Es egresada de la carrera de Ciencias Antropológicas
con orientación arqueológica de la Facultad de Filosofía
y Letras de la Universidad de Buenos Aires. La fecha de
egreso fue en Diciembre del 2017. Este trabajo forma
parte de su Beca de Investigación sobre la Arqueomal-
acología en Tierra del Fuego y las técnicas de isótopos
estables. Actualmente es becaria doctoral de CONICET,
e investiga acerca del consumo de moluscos por caza-
dores-recolectores de la costa sur de Tierra del Fuego
durante el Holoceno.
Dirección de contacto: [email protected].
ar
Información sobre los autores
· Leandro Ceballos Es médico egresado de la Facultad de Medicina de la
Universidad de Buenos Aires y se especializó en Salud y
Ambiente. Actualmente se desempeña como médico de
guardia del Hospital Argerich y como Jefe de Trabajos
Prácticos del Departamento de Bioquímica Humana de
la misma facultad, realizando tareas docentes y de inves-
tigación en el Laboratorio de Efectos Biológicos de Con-
taminantes Ambientales. Participó de este artículo en el
contexto del contenido teórico en relación a la bioquímica
humana.
Dirección de contacto: [email protected]
· Carlos Ariel BarotEs licenciado en Arqueologia de la Escuela de Arqueo-
logia (UNCA) desde el 2017. El artículo presentado en
este volumen se enmarca dentro de su trabajo de fin de
grado. Actualmente, trabaja como becario doctoral del
CONICET siendo su tema de investigación la tecnología
cerámica y la reproducción de la vida campesina en la
Sierra de El Alto-Ancasti.
Dirección de contacto: [email protected]
· Mauricio Alejandro BarriaEs estudiante de la Licenciatura en Antropología de la Fa-
cultad de Ciencias Naturales y Museo de la Universidad
Nacional de La Platas. Actualmente se desempeña como
extensionista en el proyecto interdisciplinario “Conocien-
do los Talares de Punta Indio”, entre sus intereses desde
la disciplina se encuentran el documental etnográfico, la
fotografía social y la antropología e imagen conocida tam-
bién como antropología visual.
Dirección de contacto: [email protected]
· Yamila BatallaEs estudiante de la Licenciatura en Antropología de la Fa-
cultad de Ciencias Naturales y Museo de la Universidad
Nacional de la Plata. Actualmente es pasante de la Divi-
sión Arqueología y del Archivo Histórico del Museo de
Ciencias Naturales de La Plata.
Dirección de contacto: [email protected]
· Camila Bottari es estudiante de la Licenciatura en Antropología de la Fa-
cultad de Ciencias Naturales y Museo de la Universidad
Nacional de La Plata. Actualmente es pasante de la Divi-
sión de Arqueología, en el marco del proyecto “Investiga-
ciones Arqueológicas en la Meseta Central de Santa Cruz:
Pasado humano y Comunicación, investigando conjuntos
zooarqueológicos de cazadores-recolectores en la Mese-
ta Central de Santa Cruz durante el Holoceno Medio”.
Dirección de contacto: [email protected]
· Luis Ivan FasciglioneEs estudiante de la Licenciatura en Antropología de la
Facultad de Ciencias Naturales y Museo de la Universi-
dad Nacional de La Plata. Actualmente es pasante de la
divisón de Arqueología del Museo de Ciencias Naturales
de La Plata y colaborador del proyecto “La construcción
de paisajes desde la arqueología de la región central de
Catamarca (Argentina): ritualidad, política, producción y
saberes locales”.
Dirección de contacto: [email protected]
· Eva VelázquezEs estudiante de la Licenciatura en Antropología de la Fa-
cultad de Ciencias Naturales y Museo de la Universidad
Nacional de La Plata.
Dirección de contacto: [email protected]
· María Eugenia GaunaEs estudiante de la Licenciatura en Antropología de la Fa-
cultad de Ciencias Naturales y Museo de la Universidad
Nacional de La Plata. Actualmente es pasante del Labo-
Información sobre los autores
ratorio de Investigaciones en Adaptación y Ontogenia
(LINOA), en el marco del proyecto “Estado nutricional de
niños residentes en el periurbano productivo de La Plata.”
Dirección de contacto: [email protected]
· Catalina Martinez ZabalaEs estudiante de la carrera Licenciatura en Antropología
de la Facultad de Ciencias Naturales y Museo de la Univer-
sidad Nacional de La Plata. Actualmente es pasante de la
División Arqueología del Museo de La Plata.
Dirección de contacto: [email protected]
· Federico WynveldtEs Licenciado en Antropología, Doctor en Ciencias Na-
turales docente en la cátedra de Arqueología Americana
II e Investigador de CONICET en el Laboratorio de Aná-
lisis Cerámico (Facultad de Ciencias Naturales y Museo,
UNLP). Actualmente es director del proyecto “Los pukara
del valle de Hualfín (Belén, Catamarca): interrelaciones en
un paisaje de conflictos”, financiado por la Agencia Nacio-
nal de Promoción Científica y Tecnológica y el CONICET.
Dirección de contacto: [email protected]
· Cecilia Landini Es Licenciada en Antropología: Docente de la cátedra Ar-
queología Americana II y Antropología General de la Fa-
cultad de Ciencias Naturales y Museo, UNLP. Investigado-
ra del Departamento Científico de Arqueología del Museo
de La Plata, Proyecto Arqueología de ambientes acuáticos
del Centro-este argentino. Este trabajo es producto de
una experiencia de extensión realizada en el marco del
viaje de estudio de la Cátedra Arqueología Americana II,
de la cual es profesora.
Dirección de contacto: [email protected]