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    El comercio infame: capitalismo milenarista,

    valores humanos y justicia global en el trficode rganos1

    Rotten trade: millennial capitalism, human valuesand global justice in organs trafficking

    Nancy SCHEPER-HUGHESDepartment of Anthropology. University of California, [email protected]

    Recibido: 12 de enero de 2004Aceptado: 22 de abril de 2004

    Resumen

    Este artculo documenta el crecimiento del turismo de transplante y el trfico global decuerpos, deseos y necesidades humanas. El transplante de rganos tiene lugar hoy en da enun espacio transnacional en el que circulan cirujanos, pacientes, donantes, vendedores eintermediarios que siguen los nuevos caminos del capital y de la tecnologa. En general, losrganos fluyen de sur a norte, del tercer al primer mundo, de los cuerpos ms pobres a losms ricos, de negros y cobrizos a blancos, y de mujeres a hombres. La escasez de cuerposy tejidos, en combinacin con la escasez de pacientes con medios suficientes para pagarestas costosas intervenciones, han hecho surgir un lucrativo negocio impulsado por el cl-culo de oferta y demanda de mercado. La extensin de nuevas tecnologas mdicas y lasnuevas necesidades, escasez y mercancas por ejemplo, rganos y tejidos frescos que ins-piran, hacen surgir debates pblicos de carcter urgente, relacionados con: la reordenacin

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    1 Agradecimientos: Este artculo es una versin revisada de la comunicacin presentada en lasesin plenaria de la conferencia organizada por Anthony Elliot, director del Center for CriticalTheory, University of the West of England, y Bryan S. Turner, University of Cambridge, sobreHuman Frailty: Rights, Ethics and the Search for Global Justice. Este evento se celebr entre el 6 y7 de septiembre de 2001 en Bristol, UK. Tambin fue presentado, ms recientemente, en el Tallerpatrocinado por el SSCR, Oikos & Anthropos, entre el 26 y 27 de abril de 2002 en Praga, RepblicaCheca, organizado por Aihwa Ong y Steven Collier. Estoy profundamente agradecida a los organiza-dores, moderadores y participantes de sendos eventos por sus numerosos comentarios crticos. IanOReilly de la BBC, que asisti a la conferencia de Bristol (UK), me anim a extender mi investiga-cin a Moldavia. Catherine Berthillier (Pars), Calin Goina (Budapest) y Alina Radu (Chisinau) fue-ron compaeras de trabajo de campo indispensables en Chisinau y Mingir, Moldavia. El trabajo decampo original en Israel, Moldavia, Argentina y Filipinas, referido aqu, fue subvencionado con una

    generosa beca del Open Society Institute de Nueva York y con fondos de la Universidad de California,Berkeley. Ser publicado en el prximo nmero delJournal of Human Rights.

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    de las relaciones entre los cuerpos y el Estado en la modernidad tarda; la aparicin de cuer-pos fluidos y divisibles que ponen en cuestin nociones de la primera modernidad acercade lo indivisible del cuerpo self; la aparicin de nuevas formas de trueque e intercambio

    social que rompen la dicotoma convencional entre dones y mercancas y entre parientes yextraos; el juego mutuo entre magia y ciencia; y el poder de los rumores y leyendas urba-nas de plantear un reto a las narrativas oficiales mdicas y de transplantes acerca de lossignificados de la vida, de la muerte y del sacrificio.

    Palabras clave: capitalismo, cuerpo, transplante de rganos, norte-sur, antropologa mdi-ca crtica.

    Abstract

    This article documents the growth of transplant tourism and the global traffic in humanbodies, desires, and needs. Organ transplantation today takes place in a transnational spacewith surgeons, patients, donors, sellers and brokers following new paths of capital and tech-nology. In general, organs flow from South to North, from third to first world, and from poo-rer to richer bodies, and from black and brown to whites and from females to males. Thescarcity of organs and tissues combined with the scarcity of patients of sufficient meansto pay for these expensive operations, has spawned a lucrative business driven by the mar-ket calculus of supply and demand. The spread of new medical technologies and the newneeds, scarcities, and commodities for instance, fresh organs and tissues that they inspireraises urgent public issues concerning: the reordering of relations between bodies and thestate in late modernity; the appearance of fluid and divisible bodies that disrupt earlymodern notions of the indivisible and autonomous body-self; the emergence of new forms

    of barter and social exchange that breach the conventional dichotomy between gifts andcommodities and between kin and strangers; the interplay of magic and science; and thepower of rumours and urban legends to challenge the official medical and transplant narra-tives on the meanings of life, death, and sacrifice.

    Key words: capitalism, body, organs transplant, north-south, critical medical anthropology.

    SUMARIO: 1. Introduccin. 2. Biosocialidad o biosociopata? Los vendedores de riones.3. Biotica: el artificio de la medicina de libre mercado. 4. Justicia en el transplante: esca-sez para quin? 5. La fundacin Organs Watch: una antropologa de rganos. 6. Del donincalculable priceless gift a la cara mercanca pricey commodity: una cuestin devalor. 7. Los consumidores: el cuerpo y el fetichismo de la mercanca. 8. Traficantes, caza-dores de riones y cirujanos fuera de la ley. 9. Medicina, mafia y lo militar: el terrorismobiopoltico y el libre comercio del transplante. 10. Ms all de la biotica. 11. Conclusin:regreso al don. 12. Referencias bibliogrficas.

    1. Introduccin

    En el panorama actual de reajustes neoliberales en las sociedades del norte y delsur experimentamos una rpida merma casi un vaco de las ideologas, los valo-res y prcticas tradicionales de la modernidad y del humanismo. Cobran forma nue-

    vas relaciones entre el capital y el trabajo, los cuerpos y el Estado, la pertenencia yla extraterritorialidad, y entre las inclusiones y las exclusiones mdicas y biotecno-

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    lgicas. Ms que a un inventario convencional de la lamentable decadencia de losvalores y relaciones sociales humanistas, nuestra discusin est ligada al reconoci-miento sincero de que la base material, sobre la que aquellos valores y prcticas dela modernidad se asentaban, va ms all del propio reconocimiento.

    Lo llamado por los Comaroff (2001) capitalismo milenarista o segundo adveni-miento del capitalismo ha facilitado la rpida propagacin de los procedimientosmdicos avanzados y de las biotecnologas a casi todos los rincones del mundo,

    junto con otros tantos mercados extraos y economas sumergidas.Simultneamente, esto ha incitado nuevos deseos y gustos por la piel, el hueso, lasangre, los rganos, los tejidos y el material gentico y reproductivo de otros. Enningn mbito estos procesos son ms difanos que en el campo de los transplantes

    de rganos, que ahora se despliega por un espacio transnacional donde tanto donan-tes como receptores siguen los derroteros del capital y de la tecnologa mdica enla economa global.

    La extensin de estas posibilidades de transplante origin una caresta global derganos trasplantables, a la vez que la globalizacin econmica daba pie a un xodode personas desplazadas y a un apetito voraz por cuerpos ajenos para hacer el tra-bajo en la sombra de la produccin y proveer de rganos frescos al consumomdico. Las condiciones ideales de una economa de mercado abierta han puestoas en circulacin cuerpos moribundos, transitando en una direccin, y rganos

    saludables encerrados en su envoltorio humano, movindose en otra, generan-do un estrambtico anillo kula de comercio internacional del cuerpo. La emer-gencia de mercados extraos, capital excedente, cirujanos renegados (Jimnez yScheper-Hughes, 2002b), cazadores de riones locales vinculados a la mafiainternacional (Lobo y Fangaaniello, 2002) y por tanto, a un trfico paralelo deesclavos, nios, drogas y armas cortas, han generado una prctica de turismo deltransplante a pequea escala, pero extraordinariamente lucrativa que tiene mucho deilegal y clandestina.

    Esta confluencia entre los flujos de trabajadores inmigrantes y de vendedores

    ambulantes de riones, que caen en manos de agentes despiadados y de notorioscirujanos de transplantes al margen de la ley, sin escrpulos, pero a la vez recompen-sados, protegidos y envidiados, es un problemtico subtexto de la historia de la glo-balizacin de finales del siglo XX y principios del XXI que combina y yuxtaponeelementos de la pre y postmodernidad. Estas nuevas transacciones de transplantesconstituyen una rara mezcla de altruismo y comercio, consentimiento y coercin,obsequio y hurto, ciencia y brujera, cuidado y sacrificio humano.

    Por una parte, la asombrosa difusin de las tecnologas del transplante de rga-nos, incluso en el truculento contexto de los mercados negros de la medicina, ha

    dado la posibilidad de una nueva, extendida o mejorada calidad de vida a una selectapoblacin de enfermos renales desde los desiertos de Omn hasta las selvas hme-

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    das de la cuenca amaznica2. Por otra parte, los nuevos desarrollos en el turismodel transplante han exacerbado las viejas divisiones entre norte y sur, centro y peri-

    feria, poseedores y desposedos, generando una nueva forma de fetichismo de lamercanca demandada por consumidores de medicina en busca de productos de cali-dad riones frescos y saludables comprados a cuerpos vivos. En estos radi-cales intercambios de partes del cuerpo e informacin somtica, los procedimientossalvficos de unos exigen el sacrificio corporal de automutilacin de otros; y unabiosociabilidad (Rabinow, 1996) del hombre es otra biopiratera de la mujer, depen-diendo de si se habla desde un laboratorio biotecnolgico o desde una cloaca ban-guay infectada de Manila.

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    Foto 1: Arrabal de Bangon Lupa en Manila. Escena de venta de rin activo. Foto de NancyScheper-Hughes

    2 Ferreira y Scheper-Hughes (s. a.). La Dra. Ferreira y yo entrevistamos a Domba un chamn

    tradicional de mediana edad, mientras se recuperaba en el famoso Hospital das Clnicas en Sao Paulode un transplante de rin, que afront con enorme entereza en comparacin con el hombre de nego-

    La comercializacin del transplante, una prctica que, en las biopolticas postmo-dernas, se combina confortablemente con sus valores de disponibilidad, individua-lidad, circulacin libre y transparente, ejemplifica mejor que cualquier otra tecno-loga biomdica el alcance y los lmites del liberalismo econmico. En el trans-

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    plante los dones de vida y muerte (Parsons, Fox y Lidz, 1973) prometen superartodas las restricciones y los lmites naturales previos; y la desinhibida circulacinde riones comprados ejemplifica la episteme neoliberal, un discurso poltico basa-do en los conceptos jurdicos del sujeto individual autnomo, igualdad al menosigualdad de oportunidades, libertad radical, acumulacin y universalidad expan-sin de los derechos mdicos y la ciudadana mdica3. El rin mercantilizado es,hasta la fecha, la divisa principal en el turismo de transplante; representa elpatrn-oro de la venta de rganos en todo el mundo. El ao pasado, sin embargo,han comenzado a proliferar en el sureste asitico los mercados de hgados y crne-as de vendedores vivos.

    Este ensayo contina mi discusin (Scheper-Hugues, 2001a, 2001b, 2002) sobre ellado oscuro de la prctica del transplante de rganos. En todo este tiempo han ido sur-giendo tres cuestiones cruciales sobre este tipo de comercio. La primera alude a lascarestas inventadas y a las necesidades artificiales que surgen dentro de un nuevocontexto de rganos frescos altamente fetichizados. La escasez de rganos proce-dentes de cadveres ha evolucionado hasta un comercio activo de rganos exceden-tarios de proveedores vivos, as como hasta formas nuevas de biopiratera. Elsegundo punto atae a la retrica altruista del transplante, que enmascara las deman-das reales de sacrificios humanos. El tercer punto se cifra en la empata excesiva y enla relativa visibilidad de dos poblaciones distintas: los donantes de rganos, excluidose invisibles; y los receptores de rganos, altamente visibles. Hemos encontrado casien todas partes una nueva forma de apartheidmdico globalizado que privilegiauna clase de pacientes, los receptores de rganos, sobre otra clase de no-pacientesdesapercibidos e invisibles acerca de quienes nada se sabe por de pronto, un lugarexcelente para una antroploga mdica crtica (Scheper-Hugues, 1990).

    Me centrar aqu en las redes del crimen organizado la llamada mafia del cuer-po que estn poniendo en circulacin compradores ambulantes de rganos, caza-dores itinerantes de riones, cirujanos fuera de la ley, tcnicos sanitarios, quirfanosimprovisados y laboratorios clandestinos en, lo que la economista Jagddish Bhagwati

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    cios de Sao Paulo, que ocupaba la cama contigua del hospital y que abord su propio transplante derin con un miedo cerval. La relativa tranquilidad, con la que los indgenas brasileos afrontan laciruga voluntaria, queda recogida en la reciente historia referida de Sapaim, chamn y lder espiritualde la tribu Camaiura del sur del Amazonas que se someti a una intervencin de ciruga plstica des-pus de que un espritu se dirigiese a l en un sueo para que cambiase su cara. Sapaim declar des-pus que la operacin le hizo sentir su cara como nueva, como si volviese a ser un chaval otra vez.Ver Shaman Gets Facelift After Dream, lunes 29 de abril de 2002, Brasilia: Reuters.

    3 Por ciudadana mdica entiendo la creciente conciencia y las reivindicaciones de los pacien-tes y los grupos organizados de pacientes por defender sus derechos, como ciudadanos y consumido-res mdicos, al acceso libre a la informacin mdica incluida la ms reciente investigacin de vanguar-dia, a la participacin o no en pruebas con medicamentos experimentales, al control sobre las pro-

    pias condiciones del rgimen de tratamiento y, ltimamente, a la gestin por parte de uno mismo de lapropia enfermedad y de la propia muerte.

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    (2002) ha denominado el comercio infame rotten trade. Bhagwati significa astodo tipo de comercio con males bads: armas, drogas, bienes robados, pro-ductos txicos y peligrosos, as como la trata de nios, cuerpos y esclavos, en oposi-cin al comercio ordinario y normativo de bienes goods. En este caso, el infa-me trfico de rganos humanos rene compradores y vendedores de ubicaciones dis-tantes para intercambios corporales fugaces, ntimos e ilcitos provocados por unalista de espera dual, formada por enfermedades mortales y por la miseria humana.

    Como cualquier otro negocio, tambin el comercio de riones se rige por un sen-cillo clculo mercantil de oferta y demanda. En Oriente Medio, por ejemplo, desdelos Estados del Golfo Prsico hasta Israel, los rganos de cadveres que pueden sertransplantados son extremadamente escasos debido a los pruritos religiosos, tanto

    judos como islmicos, acerca del estatus ontolgico del donante por muerte cere-

    bral y a los elaborados protocolos religiosos para el correcto tratamiento y enterra-miento de los muertos. No obstante, tanto el judasmo ortodoxo como el Islamadmiten el transplante de rganos y sus expertos religiosos y moralistas general-mente consideran la donacin en vida como un gesto meritorio, incluso aunque eldonante haya recibido dinero a cambio (Steinberg, 1996). Por consiguiente, en cier-tas partes de esta vasta regin han encontrado, para resolver el problema de lasinterminables listas de espera sembradas de enfermos renales frustrados, una solu-cin en el transplante de rganos en el extranjero, en algunos casos, como en Israel,con el apoyo del seguro mdico estatal. Programas organizados han llevado duran-

    te los ltimos veinte aos a pacientes adinerados desde Israel, Arabia Saudita, Omny Kuwait, para ser sometidos a un transplante de rganos, a la India, inicialmente,y despus a Turqua, Irn, Irak y, ms recientemente, a Rusia, Rumana y Moldavia,donde los vendedores de riones eran reclutados algunas veces bajo coaccin delos barracones del ejrcito, prisiones, oficinas de empleo, rastros, centros comer-ciales y bares. De este modo incluso podemos hablar de naciones donantes de rga-nos versus naciones receptoras de rganos.

    En la India cambiar un rin por la dote ha llegado a convertirse para los padresen una estrategia comn de cara a acordar el matrimonio de la hija que, de otro

    modo, estara econmicamente en desventaja (Cohen, 1999); y los chabolistas deun slo rin han aflorado como esporas en las periferias de Manila y Tailandiapara satisfacer las necesidades de pacientes japoneses y saudes a la espera de untransplante y, en aos recientes, de un nmero creciente de norteamericanos(Jimnez y Bell, 2001). En realidad, el rin mercantilizado se ha convertido paramuchos hombres y mujeres pobres en la ltima garanta contra la deuda y la penu-ria en muchas partes del mundo. Entre tanto, se han organizado paquetes tursticosde transplantes en Europa, Norteamrica y Japn para llevar enfermos a China yacordar sus operaciones, todo con la connivencia de los mdicos y cirujanos chinos,

    coincidiendo con ejecuciones pblicas que proporcionan la fuente primaria de losmuy lucrativos transplantes de rganos. Los reos condenados, segn se dice, son

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    entubados y preparados quirrgicamente para la recoleccin minutos antes de laejecucin (Lock, 2001a).

    El turismo de transplante se ha convertido en el activo vital de las economasmdicas de los pases ms pobres que pugnan por permanecer a flote tras la verti-ginosa privatizacin de hospitales y clnicas. Las ciudades globales (Sassen,1991) de esta economa soterrada no son Londres, Nueva York y Tokio, sinoEstambul, Lima, Lvov, Tel Aviv, Chisinau, Bombay, Johannesburgo y Manila. Engeneral, la circulacin de riones sigue las rutas establecidas del capital desde el sural norte, desde los misrrimos a los acaudalados cuerpos, desde los negros y mula-tos a los blancos y desde las mujeres a los hombres, o desde los hombres de bajoestatus a los privilegiados. Las mujeres de cualquier parte del mundo rara vez sonreceptoras de estos rganos comprados o robados.

    2. Biosocialidad o biosociopata? Los vendedores de riones

    Se han inventado nuevas formas de parentesco social y biosocialidad para poneren contacto a desconocidos incluso enemigos polticos procedentes de lugaresdistantes, que son descritas por los cirujanos como parejas perfectas, igual que sifueran hermanos, si bien uno normalmente no ve, ni mucho menos habla, con elotro4. Si estos parientes renales kidney kin se encuentran cara a cara ser poraccidente y como quien no quiere la cosa, mientras son llevados en volandas, fuer-temente sedados, hasta el interior de sus quirfanos respectivos donde un cirujanoextirpa y el otro inserta el rin de la desesperacin para el vendedor, el ltimorecurso de l o de ella, ahora mgicamente transformado para el comprador en elpreciado rgano de la oportunidad.

    Quin podra imaginarse, por ejemplo, que en medio de las inmemoriales hosti-lidades tnicas y religiosas y en la guerra, dira, genocida del Oriente Medio, una delas principales fuentes de donantes vivos para los enfermos renales israelespudiesen ser trabajadores palestinos5? Quin podra pensar que, tan recientementecomo en marzo de 2002, los pacientes israeles estuvieran tan bien dispuestos a via-

    jar a Estambul para someterse a un transplante en la clnica privada de un cirujano

    musulmn, que decora la sala de espera con fotos de Ataturk y un ojo de cristal paraespantar al diablo? (Jimnez y Scheper-Hugues, 2000b). O quin imaginara quelos riones transplantados se hubiesen obtenido de empobrecidos campesinos orto-

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    4 Una excepcin de esta regla es Irak, donde los pacientes rabes procedentes de varios pases,incluidos los de Oriente Prximo y sus donantes pagados rabes pobres procedentes de Irak yJordania, en su mayora son presentados antes de la operacin y se les invita a comprometerse el unocon el otro a fin de prevenir un rechazo posterior, se sobreentiende que, fisiolgico y psicolgico.

    5 Fuente: entrevistas con el Prof. Shamoye Cotev, anestesilogo del Hospital Assota (Tel Aviv) ypresidente del comit de tica, instituida por el Ministerio israel de Sanidad para investigar los cargos

    por comportamiento criminal, imputados al Dr. Zaki Shapira del Centro Mdico Bellinson respecto asu implicacin en el comercio de riones en Israel a mediados de la dcada de 1990. El Dr. Shapira

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    sola habitacin. Vive con los dos dlares diarios que gana como chamarilero,pasando con su carrito de madera por delante de los hoteles baratos y las peleterasde ocasin en Aksaray, recogiendo chatarra y latas de refresco. Fue en el mercadi-llo donde escuch por primera vez hablar de los tratantes trajeados que llegaban elfin de semana buscando vendedores. Se sinti afortunado por haber encontrado anuestro broker realmente un periodista turco infiltrado y estaba deseoso porcomenzar con la negociacin. El precio de salida que puso el Sr. K a uno de susriones derecho o izquierdo, t eliges fue 50.000 dlares. En el lapso de unospocos minutos redujo el precio a 20.000 dlares.

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    Foto 2: Nicolae en la clnica de Mingir, vendedor de rin y antiguo soldador. Foto de Nancy

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    El Sr. K cree que es la pareja perfecta para un paciente de transplante de rincon sangre del tipo AB. Cuando le preguntamos sobre las dos lceras infectadas enuna de sus manos, zanj el asunto diciendo que slo se trataba de heridas superfi-ciales. Me he vacunado contra el ttanos, nos aseguraba, aunque no podra pagar-se el antibitico que le haban prescrito. Pero estoy limpio, insista, mientras desen-rollaba en su mano derecha la haraposa venda tachonada de sangre y pus. Y estoy

    sano; slo he tenido la gripe. El Sr. K no senta temor por la ciruga, pues su pro-pio hermano haba perdido un rin debido a una enfermedad renal no tratada y se

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    las arreglaba bien sin l. El nico requisito del Sr. K fue que la intervencin se rea-lizase en un buen hospital.

    Obtuvo sus requisitos y el Sr. K consider que la venta de su rin sera un actoradical y arriesgado, pero por el cual pens que resultara compensado con crecesMi ltima oferta es 10.000 dlares, dijo finalmente cuando ya nos despeda-mos6. Con todo, para los trabajadores extranjeros procedentes de Rumana yMoldavia, la venta de un rin pareca un acto atroz y antinatural, comparable a unaviolacin, y robo era el trmino ms usado por ellos, incluso en los casos en quehaban consentido inicialmente la operacin. Sin embargo, para aquellos que vivenen reas del mundo sujetas a siglos de colonizacin, trabajos forzados y peonaje,como Filipinas, la idea de vender una parte prescindible del cuerpo es rpidamenteasimilada y pronto parece tan natural y corriente como cualquier otra forma de ser-vidumbre. En el enorme arrabal de Bangon Lupa en Manila, por ejemplo, la mayorparte de los hombres jvenes est deseando, si no anhelando, vender un rin, y sinapenas expresar remordimientos despus, excepto para lamentarse de los lmitesnaturales impuestos sobre otras partes vendibles del cuerpo: Puedo vender un tes-tculo?, me preguntaba entre las chabolas un vendedor de rin; los hombres fili-pinos somos muy potentes y muy frtiles, presuma.

    En ese mismo banguey de estibadores desempleados me tropec con una inespe-rada lista de espera, poblada de vendedores de rin enojados y humillados quehaban sido descuidados y arrinconados por el personal mdico del hospital pri-vado ms prestigioso de Manila, Centro Mdico Episcopal de San Lucas. Quizhaban sido rechazados, conjeturaban los hombres, a causa de su edad demasiado

    jvenes o demasiado viejos, su sangre incompatible o su condicin mdicageneral. Cualquiera que haya sido la razn, haban sido juzgados como vendedoresrenales menos valiosos que algunos de sus afortunados vecinos, que ahora poseannuevos VCR, karaokes y flamantes motocicletas. En qu he fallado?, me pre-guntaba un hombre de 42 aos, creyendo que yo deba ser una cazadora de rionesnorteamericana. Me registr en la lista hace ms de seis meses y no me han lla-mado del San Lucas, se quejaba el Sr. S, pero si yo estoy sano, puedo todava

    coger grandes pesos y mi orina es clara. Adems, deca, estaba dispuesto a venderpor debajo de los 1.300 dlares fijados para un rin fresco.

    Lo cierto es que muchos vendedores renales esperan a las puertas de las unidadesde transplante, llenos de entusiasmo y arrojo; otros se registran en pabellones espe-

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    6 Antes de terminar la conversacin, revelamos al Sr. K que no ramos cazadores de riones,sino dos periodistas y una antroploga que tratbamos de comprender las circunstancias que condu-cen a la gente a tomar esta decisin. Hicimos una aportacin para cubrir sus necesidades ms peren-torias y le explicamos los riesgos y peligros de la nefrectoma. El Sr. K no pareca demasiado decep-

    cionado ni particularmente disuadido por mis argumentos de advertencia. Dime otra forma decade ganar tanto dinero tan rpido. Cuntas latas usadas crees que tendra que revender?.

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    ciales de las unidades quirrgicas que remedan moteles renales, donde permane-cen sobre camastros o en camas hospitalarias durante varios das, semanas incluso,mientras ven la televisin y comen patatas fritas esperando el nmero premiadoque les convierta en el ganador del da de esa lotera del transplante renal. Estasmacabras escenas pueden encontrase en hospitales y clnicas de la India, Irak, Irn,Sudfrica, Filipinas y Turqua. Vecindarios enteros, ciudades y regiones son cono-cidas en los crculos del mercado de rganos como cinturones renales, puesmuchas personas han encontrado temporalmente un nicho en el mercado de riones.

    Una gran familia extensa en cualquier suburbio filipino puede, y a menudo as lohace, suministrar un goteo continuo de riones en venta, cobrando impulso a lolargo de las generaciones, primero el padre, luego el hijo y despus la nuera, cadauno aportando su granito de arena al presupuesto familiar.

    Ese estado eufrico de los vendedores de riones del suburbio de Bangon Lupa esalentado por el aluvin de nuevos programas donantes por dlares, promociona-dos desde las administraciones empresariales de los hospitales. La doctora B.Clemente, directora mdica del Centro Mdico Capitol en Manila, no vea inconve-niente en advertir a los extranjeros especialmente a los pacientes estadounidenses

    y canadienses de la disponibilidad de modernos servicios de transplante en sumodesto hospital, as como de riones frescos obtenidos de donantes locales de

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    Foto 3: Willie P, un entusiasta vendedor de rin en el suburbio de Bangon Lupa. Foto de Nancy

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    quienes deca; unos pocos cientos de dlares o incluso un saco de arroz es retribu-cin suficiente. Cuando le preguntamos sobre la razn por la cual generalmente losriones procedentes de cadveres no eran utilizados, la doctora Clemente repusoque Filipinas continuaba siendo un pas muy catlico, en el que la mayora de lagente an profesaba fuertes sentimientos acerca de la correcta disposicin delmuerto. Igual que para el vivo? Ellos son libres de hacer lo que crean convenien-te, argumentaba la buena doctora. La donacin de un rgano a cambio de unapequea compensacin Recuerda, no hablamos de ventas es coherente, deca,con las creencias catlicas: Podran estar actuando como el buen samaritano, sal-vando la vida de un extrao.

    3. Biotica: el artificio de la medicina de libre mercado

    Lo subyacente tras estas nuevas transacciones mdicas son las imperecederas con-cepciones modernas y humanistas del holismo corporal, la integridad y la dignidadhumana, sin hablar de las creencias religiosas y culturales sobre lo sagrado delcuerpo. Y sera atinado preguntar si la vida que es extrada del cuerpo de uno ytransferida al cuerpo de otro, guarda alguna semejanza con la vida tica de los ciu-dadanos libres bios o si el parecido es mayor con la inerme o desnuda vida delesclavo? Aqu, me estoy refiriendo a la distincin hecha por Giorgo Agamben(1998) y que toma de la Poltica de Aristteles, entre bios la autntica vida del ciu-dadano yzoe la mera vida en bruto de la especie. Toms de Aquino traducirams tarde estos conceptos de la Grecia Clsica en los trminos cristianos medieva-les que distinguan la vida natural de la vida buena7.

    Pero ni Aristteles ni Toms de Aquino nos convencen. En cambio, s lo hace lanueva disciplina de la biotica, que ha sido finamente elaborada para satisfacer lasnecesidades de la biomedicina/biotecnologa avanzada y los deseos de los consu-midores mdicos postmodernos8. Incluso un acadmico tan conservador comoFrancis Fukuyama (2002) se ha referido a la comunidad de bioticos que hancrecido al unsono con la industria biotecnolgica y han sido [a veces] merossofisticados y sofistas valedores de aquello que quiera hacer la comunidad cien-

    tfica (Fukuyama, 2002: 204).No por casualidad, los bioticos han ofrecido poca resistencia al florecimiento de

    mercados de personas y partes corporales. Actualmente, el derecho a comprar ovender rganos humanos es cada vez ms defendido desde las principales revistas

    Nancy Scheper-Hughes El comercio infame

    206 Revista de Antropologa Social2005, 14 195-236

    7 Agamben (1998: 2-3) y Arendt (1956: 12-49) tratan la transicin desde la Grecia antigua a laIglesia latina de maneras ligeramente diferentes.

    8 En la medida en que los bioticos se convirtieron en una poderosa fuerza en las polticas pbli-cas, pasaron a estar bajo escrutinio en lo referente a los pactos que sellaban con cientficos mdicos y

    con compaas biotecnolgicas, por lo que se empez a cuestionar su independencia. Ver, por ejemplo,Stolberg, 2001.

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    mdicas del mundo, incluidas Lancet y JAMA, entre otras. Recientemente, unreputadsimo profesional del transplante defendi el derecho de los pacientes acomprar un rgano como desarrollo y madurez de la tica mdica(Friedlaender, 2002). Este proceso de maduracin al que se refiere constituye elintento de racionalizar completamente el transplante mdico, despojndolo de susprstinos aderezos religiosos y sus sesgos humanistas, as como de alinearlo al ladode las concepciones neoliberales sobre el gnero humano, el cuerpo, el trabajo, elvalor, los derechos y la economa.

    En efecto, tanto el campo de la biotica como el de la profesin del transplantemdico se han rendido ante el ethos dominante del mercado9. Un nmero crecientede mdicos argumenta ahora que el problema real reside en la pervivencia de leyesya anticuadas, agencias reguladoras nacionales cada vez ms irrelevantes como lasde la ONU y arcaicas normas profesionales de la medicina, que no estn al corrien-te de las realidades de los transplantes de rganos y de la revolucin callada deaquellos que se resisten a encarar una muerte prematura con ecuanimidad y digni-dad, mientras esperan pacientemente en una lista de espera oficial por un rganode cadver. Algunos abogan por un libre mercado de rganos humanos, otros por unmercado regulado.

    Entre tanto, la ruptura en las normas mdicas y la discontinuidad entre prctica yley puede resumirse as: mientras el comercio de rganos humanos es ilegal deacuerdo con los cdigos legales oficiales en prcticamente todas las naciones dondese practican transplantes, en ningn lugar del mundo se persigue y, mucho menos,se procesa cirujanos renegados bien conocidos por sus colegas, traficantes derganos y compradores o vendedores de riones. Es fcil entender por qu loscompradores y vendedores de riones no son objeto de persecucin por la ley. Lacompasin, antes que el agravio, es la respuesta ms apropiada a sus actos desespe-rados. Pero el fracaso de los gobiernos, de los ministros de salud pblica y las agen-cias jurdicas por atajar las actividades ilegales de los holdings internacionales deltransplante, sus operaciones de blanqueo de dinero y sus conexiones con la mafia,slo podra explicarse como un olvido intencionado. En realidad, algunos de los

    cirujanos prfugos ms clebres son directores mdicos de las principales unidadesde transplante, sirviendo en prestigiosos planteles ticos y en comits mdicos inter-nacionales. Ninguno ha sido proscrito o al menos censurado dentro de su propiaprofesin, aunque algunos hayan sido investigados y otros estn socialmente aisla-dos por ciertos colegas disidentes. Todos practican su comercio ilcito libremente,si bien estos cirujanos han de mover frecuentemente sus bases de operaciones inter-nacionales para eludir la vigilancia mdica o policaca.

    Revista de Antropologa Social 2072005, 14 195-236

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    9 Offering Money for Organ Donation Ethical, HHS Committee Says. 2001. AP/NandoTimes, 3th of December.

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    Uno de los delincuentes del transplante ms notable en todo el mundo, el Dr. ZakiShapira del Bellinson Medical cerca de Tel Aviv, particip conmigo en el prestigio-so Bellagio Task Force sobre tica del transplante y trfico de rganos (Rothmanet al., 1997). En uno de sus ltimos viajes a Italia fue galardonado con un presti-gioso premio al servicio humano. Mientras tanto, un paciente del Dr. Shapira, con-valeciente de un transplante en Jerusaln, me proporcion copias de sus documen-tos mdicos que me condujeron a la fraudulenta sociedad mdica de Brgamo,Italia, a la cual se pidi al paciente que enviara los 180.000 dlares que haba cos-tado su transplante ilegal en Turqua. Cuando llam a la sociedad mdica deBrgamo, me dijeron que slo eran un depsito de enciclopedias mdicas.

    La impunidad de estos prfugos del transplante va ms all de la laxitud guber-namental y la corrupcin de la profesin mdica, por ms que stas existan. En no

    poca medida los cirujanos estn amparados bajo su descomunal privilegio sobre lavida, la muerte y los cuerpos de sus pacientes y bajo el carisma que acompaa a suspoderes aparentemente milagrosos. Pese a que sus colegas ms jvenes se muestranpreocupados por la tica del Dr. Shapira, continan elogiando con pocas excepcio-nes su tcnica quirrgica, su coraje, aunque temerario, que ignora la convencinmdica, y el servicio que ofrece a los ciudadanos israeles a expensas de otros ciu-dadanos del mundo. Lo mismo puede decirse del Dr. Yusef Somnez, el reputadoDoctor Buitre de Estambul. La cpula del comit turco de tica mdica lamentque Somnez sea uno de nuestros cirujanos ms excelentes. Es la primera persona

    que dio a conocer el transplante de rganos en Turqua.Estos cirujanos en ocasiones se sitan a s mismos por encima de la ley. En sus

    inicios, los famosos cirujanos como Christian Bernard en Sudfrica y ThomasStarzl en los Estados Unidos, tuvieron que luchar contra la irracionalidad as lovean ellos de aqullos que cuestionaban la muerte cerebral como una redefinicinde la muerte necesaria para el transplante. Bernard, por ejemplo, rehus responderseriamente a sus crticos, acallndoles con su arrogancia proverbial, al replicarlesque los pacientes estn muertos cuando el mdico lo dice. La misma tradicinindependiente perdura hoy entre la generacin ms joven de cirujanos, quienes a

    menudo todava se siguen viendo y describiendo como transgresores sociales, derri-bando viejos tabes por la senda del desarrollo de las capacidades tecnolgicas.Frente a los transplantes ilcitos con donantes pagados, un nmero importante decirujanos de transplantes renales simplemente ven la otra cara. Unos promuevenventas informales que salvarn o mejorarn la vida de algunos de sus pacientes.Otros preparan y aconsejan a los enfermos renales sobre viajes al extranjero paraprocurarse el transplante, y admiran la iniciativa de los que han regresado, habin-dose agenciado un rin procedente de alguna desafortunada mujer de los suburbiosde Lima o de algn reo chino ejecutado, como muy bien pudiera ser el caso. La

    autonoma del paciente, la libertad individual, el derecho a elegir y un vago, aunqueno reflexionado, compromiso con el ethos utilitario del mayor bien para el mayor

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    208 Revista de Antropologa Social2005, 14 195-236

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    nmero de seres humanos- guan el sentido de lo tico de la mayora de loscirujanos de transplantes.

    En el lenguaje de la eleccin racional de la tica mdica contempornea, el con-flicto entre la maleficencia no hacer dao y la beneficencia el deber moral dehacer actos buenos se resuelve cada vez ms en favor del principio libertario y deorientacin consumista, que permite promover o comprar un rgano humano sinque quienes lo hagan se deban ver impedidos para hacerlo. Pagar por una dona-cin renal es visto como una situacin en la que potencialmente todos ganan, osea, en la que ambas partes se benefician (Radcliffe-Richards, 1998: 1951). Guiarsepor la decisin individual y la autonoma del paciente se ha convertido en el arbi-trio supremo de los valores mdicos y bioticos. La justicia social y las nociones debuena sociedad apenas figuran en sus debates.

    En el contexto tardo o postmoderno de orientacin al consumo, las antiguas pres-cripciones cannicas de la virtud en el sufrimiento y de la gracia en la agona apa-recen como algo absurdo por completo. Sin embargo, la transformacin de una per-sona en una vida, que debe de ser prolongada o salvada a toda costa, ha hecho dela propia vida la ltima reificacin de la mercanca. Y esa insistencia en el valorabsoluto de una sola vida humana salvada, mejorada o prolongada, acaba con todapregunta tica o moral y difumina cualquier posibilidad de una tica social global.Entre tanto, el trfico de riones minimiza el contenido humano de todas las vidasque toca.

    4. Justicia en el transplante: escasez para quin?

    La demanda de rganos humanos, tejidos y partes corporales y la bsquedadesesperada de los pacientes adinerados para comprarlos est orquestada, despusde todo, en torno al discurso mdico sobre la escasez. El espectro de las largas lis-tas de espera a veces se trata slo de listas virtuales con poca base material10 hamotivado y orientado dudosas prcticas de recoleccin de rganos a travs de ven-tas bien visibles, junto a donaciones de compensacin, mdicos actuando comointermediarios y la fiera competicin entre los hospitales pblicos y privados por

    atraer pacientes con recursos econmicos.

    Revista de Antropologa Social 2092005, 14 195-236

    Nancy Scheper-Hughes El comercio infame

    10 En So Paulo, Brasil, el responsable de una red de asociaciones de defensa de los pacientesrenales ha rastreado incansablemente la lista de espera regional para descubrir que cientos de candi-datos para el transplante fueron depuestos de la lista sin su conocimiento, y tambin que los podero-sos mdicos siempre encuentran formas de transferir rganos pblicos, procedentes de cadverespara sus pacientes privados. Si bien Neide B. no recomienda que los pacientes estancados en la di-lisis traten de buscar un donante vivo pagado, comprende la frustracin de quienes han sido engaa-dos con listas de espera falseadas y susceptibles de corrupcin: los que tienen la seguridad social bsi-ca (nacional) deca slo estn para decorar la lista de espera. Con todo, gracias al SUS, el pro-

    grama de la Seguridad Social Nacional de Brasil, el tratamiento de dilisis est disponible para lamayora de los ciudadanos que lo necesitan.

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    La propia idea de escasez de rganos es lo que Ivan Illich (1975) llamara unanecesidad artificialmente creada, inventada por los tcnicos del transplante y con laque se tienta a una poblacin cada vez ms enferma, envejecida y moribunda. Laresultante escasez de rganos artificialmente creada pasa desapercibida(Bourdieu, 1977) tras la apariencia de fenmeno mdico natural. En este entorno depragmatismo utilitario supervivencialista survivalist, la tica del transplantede rganos supera la clsica tica salvavidas life boat. (Koch, 2001). Con laspresunciones ticas de escasez, aparecen de forma clara las elecciones que sedeben hacer?, a saber, quin entra en el bote salvavidas en la lista de espera?,a quin se arrojar por la borda cuando est atestado de gente? y quin ser, final-mente, devorado para que los otros puedan vivir disparidades de raza y clase enla obtencin de rganos y en las prcticas de distribucin?

    Existe una nfima concienciacin sobre la vulnerabilidad de ciertas clases socialesy grupos tnicos que suelen describirse como poblaciones de donantes prevalecien-tes, vivos o tras muerte cerebral. En los Estados Unidos, por ejemplo, donde eltransplante de rganos procedentes de cadveres se sigue fomentando como normade donacin no as en la prctica, la muerte cerebral se ceba en una poblacin quees desproporcionadamente pobre blancos, latinos y afroamericanos incluidos. Lospobres y las minoras estn sobre-representadas en las unidades de cuidados intensi-vos UCI de los hospitales urbanos, debido a su sobre-exposicin a la violenciaurbana, altas tasas de homicidios, suicidios y accidentes de trfico, as como a los

    efectos acumulativos del abandono social y mdico. La gran irona es que entre quie-nes carecen de seguridad social 44 millones de ciudadanos, se incluye tambin lalegin de todos aqullos cuyos parientes son conminados a comportarse altruista-mente y a donar los rganos y tejidos de sus seres queridos. Que muchas de estasfamilias pobres, latinas y afroamericanas rehsen donar no debera de sorprender:son obligados a apoyar con los cuerpos de los suyos un sistema mdico y social queles excluye y dentro del cual tienen a su vez una mnima probabilidad de recibir unrgano, en caso de que fuese necesario. Uno precisa ser relativamente adinerado, yen cualquier caso tener un aspecto saludable, antes de que le recomienden para un

    transplante de rganos. La tan comentada renuencia de los afroamericanos a donarrganos podra ser vista como un acto poltico de resistencia premeditada.

    En la donacin pagada, la que se realiza en vida, las injusticias sociales son mstransparentes. Los vendedores de rin proceden por lo general de segmentossocioeconmicos, en los que el acceso al cuidado mdico bsico y al necesarioseguimiento posterior es muy a menudo inexistente. No obstante, hasta la fecha, lasnicas voces disidentes, que se han alzado contra el discurso dominante del trans-plante salvavidas, llegan desde muy lejos y son generalmente expresadas en unasformas desabridas que fcilmente se desmontan y desacreditan. Estas posiciones

    bioticas alternativas se expresan a menudo primitivamente, desde los mrgenessociales y en forma de rumores y pnicos morales sobre cuerpos raptados y robos

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    de rganos, algunos de los cuales resultan no tener fundamento despus de todo.Para la mayora de quienes viven en las postrimeras del nuevo desorden global, lapelea por rganos y tejidos frescos aumenta sus sentimientos de profunda inse-guridad ontolgica en un mundo que valora sus cuerpos como depsitos de partesdisponibles (Scheper-Hughes, 1996). Mientras la resistencia popular en Mxico yBrasil apunta a la derogacin de las nuevas y progresivas leyes condescendientescon los propsitos de la recoleccin de rganos, tal resistencia ha devenido ineficazo inexistente respecto al desarrollo del mercado internacional de rganos, en lamedida en que han empezado a aceptar como normal y rutinario estas habitualestransacciones furtivas amparadas bajo el disimulo contumaz de la medicina.

    En todas estas transformaciones radicales la voz de la antropologa ha sido silen-ciada, mientras los debates de resonancia se libraban entre profesionales del trans-plante, bioticos, expertos juristas y economistas. Sin embargo, qu otra discipli-na y ciencia humana est mejor pertrechada que la antropologa para interrogarvalores y prcticas desde una posicin de apertura epistemolgica, y para ofreceralternativas radicales al limitado utilitarismo pragmtico que domina actualmente elpensamiento biotico de la medicina?

    5. La fundacin Organs Watch: una antropologa de los rganos

    Ante este ltimo dilema de la modernidad tarda este fin del cuerpo, como lovemos nosotros, la tarea de la antropologa parece relativamente honesta: la recu-peracin de la radical promesa epistemolgica todava no cumplida por nuestra dis-ciplina, su vnculo consubstancial con el extraamiento primordial y la radical alte-ridad, manteniendo su implicacin con la vida tica crticamente examinada, a lavez que poniendo en juego su compromiso prctico y poltico con el ttrico, a vecescriminal y ocasionalmente peligroso, campo puesto aqu bajo consideracin.

    A este fin mi colega, Lawrence Cohen, y yo misma fundamos Organs Watch ennoviembre de 1999, como recurso provisional a falta de otra organizacin de este tipo.Nos planteamos como tarea inicial algunas cuestiones bsicas, pero necesarias: cmo

    funciona el mercado de rganos humanos?, quines son sus principales protagonis-tas?, cmo se estructuran las relaciones entre el crimen organizado y la medicina il-cita del transplante de rganos?; respecto a los pacientes, de quin son las necesida-des que se privilegian?, qu sacrificios invisibles exigen?, qu mentiras piadosasencubre la tan trillada retrica de la donacin, las carestas y necesidades humanas?

    En consecuencia, gracias a un proyecto de investigacin multifocal y de colabo-racin11, hemos investigado y documentado dimensiones del comercio de rganos

    Revista de Antropologa Social 2112005, 14 195-236

    Nancy Scheper-Hughes El comercio infame

    11 Lawrence Cohen es el cofundador de este proyecto. Se ha incluido trabajadores de campo asocia-

    dos y colaboradores de verano: Aslihan Senal (Turqua), Limor Saminian (Israel), Juan Obarrio (Argentina),Mara Epele (Argentina), Mariana Ferreira (Brasil), Monga Mehlwani (Sudfrica), entre otros.

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    y transplantes en nueve pases, centrndonos en los efectos mdicos y sociales sobrelos pacientes de transplantes y sus proveedores, que son algunos de los ciudadanosms vulnerables del nuevo orden mundial. Adems hemos observado los procesospor los cuales los tejidos humanos crnea, hueso, piel, vlvulas cardacas y gln-dulas pituitarias se obtienen sin consentimiento a partir de cadveres en las mor-gues de los hospitales pblicos y en los calabozos de la polica desde Brasil hastaIsrael, pasando por Sudfrica y Estados Unidos, que son enviados a bancos de teji-dos, o de ojos, a los laboratorios de investigacin de las universidades y a las compa-as de biotecnologa, donde estas partes humanas son procesadas, a menudo parasu venta.

    En el transcurso de la investigacin hemos seguido a enfermos renales desde lasclnicas de dilisis hasta las reuniones con sus intermediarios en los centros comer-

    ciales de los arrabales, y de all a los quirfanos ilegales, adentrndonos en salasde operaciones alquiladas por los hospitales pblicos y privados, algunas de ellasparecidas a las antiguas clnicas abortivas de los aos cuarenta y cincuenta, agaza-padas en la clandestinidad de los callejones. Hemos entrevistado a docenas decompradores o buscadores de riones en sus propias casas, en clnicas de dilisisy en sus camas de hospital para intentar comprender las condiciones de su sufri-miento. Hemos seguido la pista de traficantes de poca monta slo para descubrirque muchos de ellos, como Ray (Foto 4), que fueron en principio vendedores desus propios riones, pasaron a estar contratados por sus cirujanos en calidad de

    cazadores de riones en sus comunidades de procedencia. Mis colaboradores y yonos hemos reunido con vendedores locales en los shabeens de Soweto, las ocupa-ciones ilegales de tierras en Manila, lasfavelas de Brasil, las prisiones de Israel ylos bares congestionados por el humo en Chisinau y las bodegas de Mingir, ambosen Moldavia.

    Concretamente, hemos ido a los lugares donde los desposedos econmica y pol-ticamente incluidos refugiados, trabajadores indocumentados, prisioneros, solda-dos desertores, viejas prostitutas, contrabandistas de tabaco, rateros y otros margi-nados son embaucados para vender sus rganos. Y hemos seguido, observado y

    entrevistado a cirujanos de varios pases que practican o facilitan operaciones ilci-tas, a sus abogados y a representantes de sus comisiones de tica mdica. Y noshemos interesado tambin por el mapa de las conexiones mdicas y financieras aescala internacional, que hacen posible su trabajo. Aunque no me enorgullezcarevelarlo, durante el trabajo de campo en Turqua, en febrero de 2002, fing ser unacompradora buscando desesperadamente un rin para un familiar, a fin de encon-trar vendedores en un mercado de maletas rusas de un ruinoso barrio inmigrantede Estambul.

    En las extraas yuxtaposiciones de etnografa, documentacin, vigilancia y traba-

    jo en pro de los derechos humanos, el proyecto Organs Watch mezcla gneros ytransgrede las aceptadas distinciones entre antropologa, periodismo poltico, repor-

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    212 Revista de Antropologa Social2005, 14 195-236

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    taje cientfico, filosofa moral y abogaca de los derechos humanos. Estos nuevoscompromisos etnogrficos nos exigen entrar en espacios y en conversaciones,donde nada debe darse por supuesto y donde una hermenutica de la sospechareemplaza a los viejos modos de trabajo de campo que ponan entre parntesis ysuspenso la incredulidad. Cmo investigar en calidad de antroploga el comporta-miento criminal y furtivo? A quin debe una sus lealtades divididas? De viajanteincgnito como hice al investigar las alegaciones de captaciones ilegales de rga-nos y tejidos en un asilo argentino, Montes de Oca, de disminuidos psquicos pro-

    fundos slo tena como vago punto de referencia el cuestionable, y ms tarderotundamente condenado, estudio de Laud Humphreys (1971) sobre las prcticas desexo annimo en los urinarios pblicos. Pero, de qu otra manera, sino de camu-flaje, podra una enterarse del sufrimiento oculto de una poblacin invisible?Cmo pueden el mudo y el disminuido psquico profundo hablar por s mismos?Qu mtodos alternativos de investigacin son apropiados? Esta clase de trabajorequiere una cierta militancia12, as como una continua y despiadada forma de auto-

    Revista de Antropologa Social 2132005, 14 195-236

    Nancy Scheper-Hughes El comercio infame

    Foto 4: Ray, vendedor de rin en Manila, convertido en cazador y traficante de riones en el pro-

    grama Donantes por dlares de un hospital local. Foto de Nancy Scheper-Hughes

    12 Ver Nancy Scheper-Hughes (1995). En una de sus ltimas lecturas pblicas importantes, pro-nunciada en Atenas el verano de 2000, Pierre Bourdieu abord la vida del intelectual comprometido

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    crtica y una constante reflexin sobre la tica y la prctica antropolgica as comomdica.

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    214 Revista de Antropologa Social2005, 14 195-236

    Foto 5: Transplante de rin en Ciudad de El Cabo, Sudfrica: De quin es el rin? Organs

    Watch echa un vistazo al trfico de rganos humanos. Foto de Vivian Moos

    y militante, que para l implica un compromiso directo y poltico con los nuevos movimientos socia-les incluidas las fuerzas anti-globalizacin, organizadas contra los alimentos genticamente modifi-

    cados y con el ms tradicional movimiento obrero en una lucha conjunta contra la globalizacin,entendida como una teora particular del mundo y no como una descripcin de l.

    6. Del don incalculable priceless gift a la cara mercanca pricey commo-

    dity: una cuestin de valor

    Se puede decir que el transplante de rganos es la ms intensamente social, inclu-so dira que sociable, de todas las prcticas mdicas. Los orgenes del transplantehan dependido de la forja de un nuevo contrato social y una confianza social, basa-

    da en la buena voluntad de la gente para compartir las partes corporales de un cere-bro relativamente muerto una nueva y peridicamente impugnada diagnosis yestrechamente asociada a extraas enfermedades mortales. El transplante de rga-nos es, segn la famosa precisin de Renee Fox, tanto un salvavidas como un viti-co. En la donacin tradicional de rganos, procedentes de un cadver, el don devida implica simultneamente un don de muerte por parte de los abatidos fami-

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    liares para compartir las partes de un pariente con muerte cerebral un nuevo yperidicamente impugnado diagnstico con un extrao mortalmente enfermo, peroperfectamente compatible. En consecuencia, desde sus inicios el lenguaje del trans-plante y del intercambio de rganos ha sido rotundamente idealista, tico y, en cier-ta medida por lo general, subliminal, muy cristiano.

    Mientras que las exhortaciones al altruismo y a los actos heroicos pueden encon-trarse en todas las religiones del mundo, el nfasis de la donacin de rganos en elauto-sacrificio corporal, las oblaciones annimas y la caridad con el prjimo reme-da valores explcitamente cristianos. La benevolente mezcolanza y el intercambiode partes del cuerpo en el transplante de rganos evocan ntidamente las nocionescatlicas del Cuerpo Mstico y la Comunin de los Santos, as como imgenes de

    camposantos medievales en los atrios de las iglesias y sus osarios donde recoger ymezclar huesos, y donde la muerte misma fue colectivizada hasta borrar cualquiersigno individual y social de diferencia terrenal (Aries, 1974). En realidad, la ltimaCena y la Crucifixin ofrecen al vivo un modelo divino de autosacrificio e inter-cambio corporal que, actualmente, motivan algunos actos extraordinarios de inter-cambio de rganos, como ha quedado recogido en la popular pelcula Jess deMontreal.

    No cabe duda de que, a causa de estas firmes equivalencias simblicas entre latica del transplante y la perspectiva sacramental sobre la vida y el cuidado del

    cuerpo humano, prestado pero no posedo, el Vaticano acept en seguida latecnologa del transplante de rganos y bendijo la nueva definicin de muertecerebral que requiere el transplante. Ms recientemente, la tcita aceptacin de lamuerte cerebral para los propsitos de la recoleccin de rganos ha sido explicita-da por el Papa Juan Pablo II en su breve discurso, pronunciado en el 18 CongresoInternacional de la Sociedad del Transplante el 29 de agosto de 2000. Al mismotiempo, el Papa refuerza la tica original del transplante basada en el altruismo y laempata con los desconocidos que proporciona fundamentos a la donacin de rga-nos procedentes de cadveres, y condena el comercio con rganos humanos:

    Cada transplante tiene su origen en una decisin de elevado valor tico: la decisin deofrecer desinteresadamente una parte del propio cuerpo en pro de la salud y el bienes-tar de otra persona. Aqu reside precisamente la nobleza del gesto, un gesto que es ungenuino acto de amor. No slo se trata de ceder algo que nos pertenece, sino de daralgo de nosotros mismos; por virtud de su substancial unin con un alma espiritual,el cuerpo humano no puede ser considerado como un mero complejo de tejidos, rga-nos y funciones ms bien, es una parte constitutiva de la persona, que se manifies-ta y expresa por medio de l. Por consiguiente, todo procedimiento que tienda acomercializar con rganos humanos o a considerarlos como susceptibles de inter-

    cambio o comercio debe ser considerado moralmente inaceptable, pues usar el cuer-po como un objeto es violar la dignidad de la persona humana.

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    Obviamente, el Papa es, en el peor de los casos, mnimamente consciente de quela tica del don est en entredicho en muchas partes del mundo, donde la ventade riones se ha convertido en un lucrativo negocio para mdicos si no para losvendedores de riones y para clnicas de transplante pblicas y privadas, algunasde ellas vinculadas a la Iglesia, consagradas a los ricos pacientes extranjeros. Deeste modo, tanto la donacin annima procedente de cadveres como la de vivosrelacionados con la donacin renal, estn siendo rpidamente suplantadas por trans-plantes con riones comprados a extraos.

    El presente escenario se inici hace dos dcadas con la realizacin de transplantesprofesionales en los Estados Unidos y all donde los rganos de cadveres, por razo-nes sociales bastante complejas (Lock, 2002), no podran surtir la creciente demandade una oferta constante de rganos trasplantables. Entre tanto, los avances en inmu-nologa y el desarrollo de nuevos frmacos anti-rechazo muy poderosos, como laciclosporina, hicieron innecesaria la compatibilidad extrema entre los tejidos deldonante y el receptor. Los resultados positivos obtenidos por los pacientes de trans-plantes renales que haban adquirido riones de vendedores pobres en distintas partesdel mundo, donde slo se seguan los procedimientos para compatibilizar las sangrespero no los tejidos, en transacciones comerciales clandestinas, condujo a una per-cepcin cada vez ms extendida de que ya no se requiere una excelente compatibili-dad del sistema HLA para obtener un desenlace satisfactorio del transplante.

    Actualmente, casi cualquier persona que quiera ser donante de rganos, mdicamen-te apto o no, tiene la posibilidad de serlo. Y los rganos de donantes vivos un rin,medio hgado y el lbulo de un pulmn se estn convirtiendo en los rganos de pre-ferencia para satisfacer la creciente demanda de transplantes en las desbordadas listasde espera. Adems los cirujanos y sus pacientes tambin prefieren rganos de donan-tes vivos para incrementar la longevidad y viabilidad de los transplantes. En 2001, porprimera vez en los Estados Unidos, los transplantes de rin, procedente de un donan-te vivo, supusieron el 50% de todos los transplantes, y los de hgado de donantevivo alcanzaron el 10% (Delmonico, Arnold, Scheper-Hughes et al., 2002).

    7. Los consumidores: el cuerpo y el fetichismo de la mercanca

    Los procedimientos del transplante son enormemente caros en los EstadosUnidos un transplante de corazn cuesta ms de 300.000 dlares y frecuentemen-te se frustran por las llamadas sequas de rganos. Los media, instados por las orga-nizaciones de captacin de rganos, hacen frecuentes referencias al nmero de per-sonas que morirn cada ao esperando un rgano no hay sistema para rastrear oregistrar la salud, los problemas mdicos o las muertes de quienes han donado rga-nos. En los Estados Unidos ms de 70.000 personas engrosan las listas de espera

    por un rgano. Cada ao, la demanda de rganos aumenta mientras las organiza-ciones en pro de los transplantes, los profesionales del ramo y los grupos por los

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    derechos de los pacientes reclaman que nuevas y marginales categoras de perso-nas sean elegibles para el transplante de rganos.

    Por ejemplo, en sus jornadas anuales en Leiden, Holanda, en septiembre de 2000,miembros de Eurotrasplante apoyaron activa y entusiastamente nuevos experimen-tos que extienden las listas de espera hasta incluir a quienes se hallan en los mrge-nes mdicos mayores de 70 aos, nios, enfermos de hepatitis C, seropositivos ya los propensos, desde un punto de vista inmunolgico, al rechazo del rgano. Nohay conciencia o reconocimiento de que estos experimentos pudiesen inflar lademanda de rganos y promover medidas desesperadas, incluido el mercado negro,para obtenerlos. En realidad, estos programas son defendidos como democrticospor su universalidad y como un servicio que se presta a los consumidores de medi-

    cina, que reclaman su derecho a beneficiarse de todos y cada uno de los procedi-mientos mdicos avanzados actualmente disponibles.De igual manera, en muchas partes del mundo desde Brasil a Israel, desde Irn

    a los Estados Unidos los bufetes de abogados de los pacientes han articulado unanueva carta de derechos de los consumidores de medicina, donde se incluye el dere-cho del paciente al transplante e incluso su libre acceso a los salvadores y saluda-bles rganos excedentes del otro, por los cuales los pacientes estn dispuestos aviajar grandes distancias y a regatear un precio fijado por el mercado. En tanto quese contina articulando el dilema comn del transplante bajo estas nuevas condi-

    ciones sociales en trminos de escasez, oferta y demanda cuando las preciadasmercancas en cuestin estn cada vez ms unidas a cuerpos vivos, se creanserios dilemas ticos para los pacientes y para sus doctores, que se descubren a smismos en una posicin de pasividad e indolencia o creando activamente un espa-cio mdicamente protegido para el comercio de riones.

    Quin soy yo para cuestionar, y mucho menos para juzgar, a mis pacientes?,preguntaba Michael Friedlaender13, especialista en transplantes renales del HospitalHadassah, en referencia al creciente nmero de pacientes que regresan del extran-

    jero a su consulta habiendo comprado un rin. Despus, lleg a escribir(Friedlaendner, 2002: 971-972):

    Aqu empez mi conversin desde la frrea oposicin al comercio con riones a lapasiva aquiescencia con este mercado. No pudimos impedir que nuestros pacientesviajasen a Irak luego a Turqua, Rumana y los Estados Unidos. Dimos a los pacien-tes, que nos solicitaron consejo, toda la informacin que he presentado aqu, advir-tindoles que no podramos ayudarles fuera de nuestras fronteras nacionales, aunquegarantizndoles la asistencia inmediata a su regreso.

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    13 Entrevista con la autora, marzo de 2001, Jerusaln.

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    Parte de la informacin dada a sus pacientes de dilisis se centra en las tasas deperdurabilidad diferencial entre los riones de donantes vivos y los procedentes decadveres, basadas en el estudio de Wolfe y sus colegas (1999) la mitad (50%)garantizaba una supervivencia de 21,6 aos para un rin de donante vivo compa-rados con los 13,8 para un rin de cadver. Si mis propios riones fallasen, opta-ra por el transplante de rgano procedente de un donante vivo, ha dicho pblica-mente el Dr. Friedlaender en ms de una ocasin. Los datos de las tasas de perdu-rabilidad diferencial han circulado profusamente entre los cirujanos de todo elmundo y, con frecuencia, son citados por sus pacientes, contribuyendo directamen-te a la decisin de abandonar las convencionales listas de espera de rganos proce-dentes de cadveres en busca de riones frescos de donantes vivos.

    Otro estmulo consumista, tras la economa sumergida de riones de donantesvivos y tambin hgados, es el creciente rechazo de la hemodilisis por los cadavez ms sofisticados pacientes renales. El tratamiento de dilisis durante cierto pero-do de tiempo, incluso en el nterin mientras se espera el transplante, es visto cadavez ms como un sufrimiento inaceptable por los activistas, como una especie decrucifixin. En septiembre de 2000 un joven de 23 aos, al que llamar Amatai, uni-versitario de Jerusaln, vol a Nueva York para someterse a un transplante renal conun rgano comprado a un donante local amaado por un traficante en Brooklyn.Su Seguridad Social israel sufrag la mayor parte de los costes de la operacin200.000 dlares. La relacin estrecha entre la naturalizacin de la donacin en

    vida y el rechazo de la artificialidad de la mquina de dilisis resulta particular-mente notable en su discurso:

    El transplante de un rin procedente de una persona viva es la solucin ms naturalporque te libera de la mquina [de dilisis]. El transplante te exime de ir al hospitaltres o cuatro veces a la semana, y perder tres o cuatro horas de tu tiempo. Adems,despus de cada sesin, te sientes fatal, duermes mucho, y los fines de semana te sien-tes demasiado cansado como para salir con los amigos. Quedan an muchas sustan-cias en el cuerpo, y cuando no puedes eliminarlas te sientes cansado. Mira, la de ladilisis no es una vida normal. Y, bueno, tambin tienes restringidos ciertos alimen-

    tos. No puedes comer mucha carne, ni sal, frutas o legumbres. Cada mes debes hacer-te anlisis para ver si el nivel de calcio est bien, incluso si tu piel se vuelve amarilla.Estticamente, la dilisis no es muy agradable que digamos. Un transplante renal deun donante vivo es la mejor solucin, y la ms natural.

    Al mismo tiempo, muchos pacientes se resisten a la idea de las convencionaleslistas de espera para un rgano de cadver, considerndolas vestigios arcaicos oresiduos del racionamiento en tiempos de guerra, o an peor, como reminiscenciasde las colas socialistas por pan y gasolina. En el presente clima de optimismo bio-

    tecnolgico y de triunfalismo biomdico, la sola idea de escasez, incluso de escasezde rganos, sugiere un fracaso de gestin bsica, de mercado o de poltica. En la

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    218 Revista de Antropologa Social2005, 14 195-236

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    ideologa de la economa global los rganos son uno de los bienes de circulacinlibre e ilimitada. As, estas nuevas mercancas se evalan, como cualquier otra, entrminos de su calidad, durabilidad y valor de mercado.

    El rin procedente de un cadver ha sido arrojado al cubo de la basura de la his-toria quirrgica por aqullos con la capacidad de procurarse un donante vivo, comoAvirham de 71 aos, abogado retirado con una enfermedad renal en fase terminal,para quien el tiempo corre en su contra y para quien ni las espectrales listas de espe-ra ni el rin de un muerto parecen opciones razonables. Por ello, en 1999 Avirhamdio el decisivo paso de volar en compaa del Dr. Zaki Shapira y varios pacientesitalianos e israeles a un lugar indefinido de Europa del este, donde todos fuerontransplantados con riones comprados a trabajadores desplazados desde las zonasrurales. La aventura result ser, segn el propio Avirham admite, un enorme riesgo.No te haces una idea de qu pobre era todo aquello!, deca. El hospital parecacasi tercermundista. Pese a que era un riesgo, estaba dispuesto a evitar la cola quele esperaba en casa para serle transplantado el rin de un muerto:

    Por qu tendra que esperar meses o aos por un rin de alguien que tuvo un acci-dente de trfico, que estuvo agonizando bajo el coche varias horas, luego en condi-ciones miserables en la UCI durante semanas, para slo despus de todos estos trau-mas injertarme este mismo rgano? Realmente, no es una idea muy agradable pensaren introducirte el rgano de un muerto. Ese rgano no te va a hacer ningn bien! Su

    rin est prcticamente muerto. Despus de haber permanecido en hielo variashoras, cmo vas a esperar que funcione bien en m? O peor, podra tocarme el rinde un anciano, o de un alcohlico o de una persona muerta por un infarto. Ese rinno sirve para nada. No, mucho mejor agenciarse un rin de una mujer o de un hombresano, alguien que tambin se beneficie del dinero que yo pueda pagar. A donde fuipara someterme al transplante, la gente era tan pobre que no tena ni pan para comer.Tienes idea de cunto supone mil, y no digamos cinco mil dlares, para uno de esospaisanos? El dinero que pagu fue un regalo, igual que el regalo que yo recib.

    Obviamente, el libre mercado mdico requiere un cuerpo divisible con rganos

    desmontables y desmitificados, vistos como cosas mondas y lirondas, simplematerial para consumo mdico. Pero estos mismos meros objetos pueden reapa-recer, cuando menos se los espera, en forma de objetos de deseo altamente espiri-tualizados y fetichizados, a modo de un regreso de lo reprimido, de ecos medieva-les y mensajes del pasado. Como Veena Das observ irnicamente en cierta oca-sin: Un rgano nunca es slo un rgano.

    Adems, el rin fetichizado y de diseo comprado a un donante vivo evocacreencias primitivas en la inmortalidad humana, la trascendencia y la energa mgi-ca. As explica Avirham su bsqueda frentica y arriesgada de un donante vivo:

    Eleg la mejor manera. Pude ver a mi donante en un pueblecito de Europa deleste. Mi mdico me le seal. Era joven, fuerte, saludable todo lo que desea-

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    ba!. Aqu, las ecuaciones simblicas entre el mercado de riones, el mercado deesclavos y los prostbulos emergen a la superficie.

    Entre tanto, los traficantes internacionales en internet se alimentan de los prejui-cios de los consumidores y de las angustias de los candidatos al transplante. Porejemplo, Hgados para t Livers-4-You, unas semanas antes de ser obligado aabandonar el cyber-espacio, publicitaba la siguiente direccin: [email protected]:

    Qu prefiere: un donante vivo sano la prxima semana o un rgano de la morguedentro de cinco aos? Somos una nueva organizacin con acceso telefnico en la ciu-dad de Nueva York y la nica experimentada en buscar alternativas en el extranjeropara aquellos que esperan desde hace mucho tiempo un transplante.

    8. Traficantes, cazadores de riones y cirujanos fuera de la ley

    Obviamente, encontrar una oferta disponible de vendedores de rganos fue slouna solucin parcial a las nuevas carencias generadas por las tecnologas del trans-plante. Incluso Jesucristo fue consciente del pobre que llevamos dentro. Dehecho, la verdadera carencia de rganos se sustenta en pacientes, como Avirham, derecursos econmicos suficientes como para costearse estas operaciones astronmi-camente caras entre 100.000 y 200.000 dlares, dependiendo del lugar, as comosuficientemente valientes o temerarios para viajar a los lugares donde la gente

    est lo bastante desesperada como para automutilarse por asegurar la supervivenciaa corto plazo. Aqu reside un problema clsico de la microeconoma, cuando la ofer-ta y la demanda surgen separadas por geografas distantes, culturas diferentes yhasta por encarnizadas hostilidades polticas y religiosas. Creo que mi donante eraun soldado iraqu, me comentaba un paciente israel, admirado por la capacidadorganizativa y la pericia de los mdicos y traficantes que haban llevado a cabosemejante proeza.

    Ciertamente, las nuevas transacciones que rodean el transplante son sumamentecomplejas y requieren extensos y expertos equipos de trabajo integrados por mdi-

    cos profesionales, desde tcnicos de laboratorio hasta personal de enfermera,nefrlogos y laboratorios de sangre y tejidos, equipos de cirujanos que operan codocon codo. Se precisa alquilar unidades de ciruga, gestionar pasaportes, visas ypasajes de avin; tambin ocuparse de los oficiales de inmigracin. Todo el proce-so est impulsado por una nueva red internacional de mafia del cuerpo, que va desdeel srdido y a veces armado y peligroso submundo de los cazadores de rionesde Estambul y Chisinau (Moldavia), las sofisticadas aunque clandestinas agen-cias de turismo mdico en Tel Aviv y Manila, hasta los intermediarios mdicosque se hacen pasar por congregaciones religiosas y caritativas u organizaciones de

    defensa de los pacientes, radicadas en el centro de Filadelfia o en Brooklyn yChinatown, en Nueva York.

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    220 Revista de Antropologa Social2005, 14 195-236

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    Los traficantes de Hgados para t, citados arriba, se anuncian asociados conprofesionales mdicos de Filipinas y pases aledaos, incluida Tailandia, para ayu-dar a llenar el hueco entre la oferta y la demanda de rganos. A los Americanosreticentes a viajar a un pas en vas de desarrollo para someterse a un transplante, seles asegura en la pgina web que las facultades de medicina en Filipinas son uncalco de las facultades estadounidenses y que los cirujanos filipinos se han for-mado en los Estados Unidos. Adems, las personas con dudas sobre la calidad delos cuidados mdicos avanzados en Filipinas podran dirigirse al consulado de losEstados Unidos de Amrica en Filipinas, a la oficina de corporaciones multinacio-nales o a la Iglesia Catlica filipina. Todo estaba dispuesto as se lo aseguraba lapgina web a los recelosos compradores de transplantes por internet para propor-cionar referencias positivas de la prctica quirrgica del transplante en Filipinas. Sibien el coste de un hgado de donante vivo es considerablemente mayor que si pro-cede de un cadver, sigue siendo menos de la mitad de lo que cuesta normalmenteun transplante de hgado en los Estados Unidos. La mecnica del pago a travs deuna transferencia bancaria poda ser discretamente manipulada por el personalonline de Hgados para t. Las gestiones mdicas seran supervisadas por el ciru-

    jano jefe de la organizacin, un mdico estadounidense formado y homologado quehaba ya realizado muchas operaciones en los Estados Unidos.

    Adems de los traficantes annimos de internet, que tratan de captar pacientesnorteamericanos14 desesperados para vendedores de riones en el tercer mundo, hanaparecido traficantes a escala local algunos con conexiones con el crimen organi-zado en los enclaves tnicos de Los ngeles, Baltimore, Nueva York y Filadelfia,donde reclutan a inmigrantes, recin llegados, y a trabajadores indocumentadoscomo vendedores de riones y ayudan a los acaudalados pacientes extranjeros aencontrar a los mdicos, los hospitales e incluso el hotel acomodado a sus necesi-dades. En los dos ltimos aos los paquetes tursticos, la mayora organizados desdeOriente Medio, han trado montones de pacientes renales hasta los centros de trans-plante estadounidenses, tanto pblicos como privados, para someterse a interven-ciones con riones comprados procedentes de donantes vivos y muertos.

    Uno de estos grupos, United Lifeline, empez en Israel siendo una organizacincaritativa que ayudaba a los nios israeles a conseguir caros tratamientos contra el

    Revista de Antropologa Social 2212005, 14 195-236

    Nancy Scheper-Hughes El comercio infame

    14 Los traficantes de rganos para transplantes tambin reclutan activamente pacientes cana-dienses. Ver Transplant patients wait years or they can pay this man, un documento de investigacinde Lisa Priest y Estanislao Oziewicz. 1 de junio de 2001. The Globe and Mail, (Metro). El artculorefiere la prctica de un hombre de negocios de Vancouver, Walter Klak, que se adentr en el esca-broso mundo del turismo de transplante, poniendo a pacientes desesperados en la va ms rpida paraobtener riones chinos frescos por 5.000 dlares americanos al contado. Klak dijo que, hasta junio de2001, se haban inscrito ms de 100 pacientes en su lista de espera para la operacin de transplante en

    un hospital de Shangai. Nos revel que l y su colaborador de Shangai haban elegido China para lostransplantes porque all encontramos la oferta ms amplia de rganos disponibles.

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    cncer en los Estados Unidos. Pasado el tiempo, United Lifeline lleg a convertirseen una gran organizacin con muchas delegaciones en las ciudades de las costas estey oeste de los Estados Unidos, donde se facilitaban transplantes para ciudadanosisraeles cansados de esperar por un rgano de cadver en sus ciudades de origen.Sin embargo, estos servicios contribuyen, paradjicamente, a que en los centros detransplante estadounidenses se acepten, e incluso, se recluten activamente pacientesadinerados extranjeros para recibir rganos que, por otra parte, se presentan en tr-minos de una lamentable escasez15. El Centro Mdico de la Universidad deMaryland, por ejemplo, anunciaba hasta hace poco, gracias a la presin de OrgansWatch su programa de transplante renal en rabe, chino, hebreo y japons en supgina-web16. Los Estados Unidos son extremadamente democrticos en, al menos,un sentido: cualquiera, sin importar de dnde provenga, con suficiente dinero puedellegar a ser un ciudadano de los Estados Unidos de Amrica con derecho a asisten-cia sanitaria y a recibir un rgano homologado made in USA. Los representanteslocales de United Lifeline aunque ltimamente vinculados al criminalizado nego-cio del turismo de transplante en Oriente Medio y Europa del este son nativos amenudo bastante ingenuos, voluntarios con motivaciones religiosas que negaranrotundamente cualquier indicio de trfico y no digamos de compra ilegal de rga-nos. Como muchos de los cirujanos con los que tratan, estos promotores tambinniegan los orgenes de los rganos comprados o sugieren que la existencia de leyes,que restringen las ventas, no es congruente con la realidad.

    En otras partes del mundo, los imprescindibles intermediarios y traficantes derganos son criminales de poca monta, empleados por una muy sofisticada mafiainvolucrada en todo gnero de trfico con cuerpos humanos. Los traficantes, queabordaban a los desprevenidos jvenes de Mingir y Chisinau en Moldavia, habansido con anterioridad prostitutas y vendedores de rin, que posteriormente enta-blaron lazos lucrativos con las grandes redes del trfico con seres humanos disper-sas por las ciudades de Rusia, Turqua, Israel e Italia. La infame Nina Ungureanude Mingir declaraba sin ambages los motivos econmicos que la haban llevado ainmiscuirse en el comercio de riones en Oriente Medio. Pese al acoso policial,

    la Sra. Ungureanu sigue sin arrepentirse. Interpelada por un periodista infiltrado17por la razn que la llev a colaborar en el engao de los jvenes aldeanos de Mingir,Nina Ungureanu respondi:

    Necesitbamos la pasta lo estbamos pasando mal. No podamos mantenernos pornuestros propios medios econmicos. Sin embargo, hemos construido esta casa,

    Nancy Scheper-Hughes El comercio infame

    222 Revista de Antropologa Social2005, 14 195-236

    15 La United Network for Organ Sharing (UNOS) reserva el 5% de los transplantes de rganosen los centros sanitarios estadounidenses para los pacientes extranjeros. Sin embargo, slo son inves-tigados los centros mdicos que realizan ms del 15% de sus transplantes a pacientes extranjeros.

    16 Ver, por ejemplo, la versin rabe tambin hebrea y japonesa del anuncio de la universidad,http://www.umm.edu/transplant/arabic.html

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    ahora nos las arreglamos solos Adems, la polica no va a hacernos nada, ni a noso-tros ni a los [peces gordos] del comercio [por ejemplo, Nina Sobiola y sus colabora-dores]. Aunque por lo menos podran hacer que nos pagasen el dinero que nos deben.

    Pero dnde van a encontrarlos? Supongo que todos vivirn en algn lugar deAmrica la polica nunca les encontrar; mucho menos a los peces gordos [que estndetrs del negocio] Creo que me conformara con lo que he hecho hasta ahora, peroellos la polica vienen al pueblo, me llevan de Chisinau, abusan de una, si te nie-gas a hablar te abofetean. S, me pegaron una vez! A m, una mujer!... Menos mal quepor lo menos he hecho algn dinero con este negocio. Gracias a Dios! Nos urgamuchsimo! Estbamos en un gran aprieto. Pero ahora hemos tenido que parar. La poli-ca nos va a hacer sudar un poco y luego nos dejar marchar a todos...

    Entre tanto, los cirujanos fuera de la ley, como el Dr. Zaki Shapira en Tel Aviv ysu compaero Yusuf Sonmez en Estambul, practican sus operaciones ilegales en cl-nicas alquiladas o improvisadas y, cuando las condiciones polticas lo permiten, enlos quirfanos de alguno de los mejores hospitales pblicos o privados de Israel,Turqua, Rumania, Irak y, como alguna vez se ha jactado Sonmez18, incluso deEuropa. Realizan sus operaciones ilegales bajo la atenta mirada de los gobiernoslocales y nacionales, los ministerios de sanidad, las agencias internacionales deregulacin y las asociaciones de profesionales de la medicina. Claramente, estnbastante protegidos. En suma, la prctica ilegal del turismo de transplante, depen-diente de una amplia red de competitivos mercados de pacientes, cuerpos y rganos,es un secreto a voces en el que estn involucrados algunos de los ms prestigiososcirujanos y de los ms punteros hospitales universitarios y centros mdicos delmundo. Adems, los crmenes perpetrados en torno a los transplantes inclusocuando se dispara y se dejan regueros de sangre, como sucede de vez en cuandosiguen oficialmente sin investigarse ni penarse19. En buena medida, se debe almiedo y a la intimidacin que hay por todas partes. Y hasta los cirujanos ms agre-sivos pueden encontrarse de sbito atrapados y ms inmiscuidos en el negocio delo que haban previsto.

    Revista de Antropologa Social 2232005, 14 195-236

    Nancy Scheper-Hughes El comercio infame

    17 Trascripcin de una entrevista en Mingir, Moldavia, en julio de 2001, cortesa de Ian OReilly,BBC.

    18 Entrevista en junio de 2000 con un representante de Organs Watch Berkeley.19 La mafia local que controla el trfico de rganos en Filipinas se considera responsable, por

    ejemplo, del asesinato de la hija de un antiguo director del National Kidney and Transplant Institutede Manila. La hija, de veintids aos, fue tiroteada en junio de 1999 en frente de su casa por unos asal-tantes desconocidos. Los asesinos, que se cree que estuvieron involucrados en un acto de venganzacontra el padre de la vctima, nunca fueron descubiertos ni llevados ante los tribunales, aunque elMinisterio de Sanidad puso en marcha una investigacin y el Gobierno filipino respondi ordenandouna moratoria sobre los rganos donados por no parientes. Sin embargo, tanto la investigacin como

    la moratoria concluyeron y el actual director del National Kidney Institute no parece interesado en rea-brir el caso ni en discutir el trgico suceso.

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    9. Medicina, mafia y lo militar: el terrorismo biopoltico y el libre comercio

    del transplante

    Adems de la implicacin del crimen organizado en el negocio internacional derganos, los intereses y los gobiernos militares, particularmente durante los pero-dos de intenso conflicto interno y guerra, han jugado su papel en la proteccin eincluso en la organizacin de colectas ilegales de rganos entre los que son consi-

    derados enemigos o escoria social.El surgimiento de los campos de exterminio, tortura y recoleccin de rganos ytejidos confluyen en las postrimeras del siglo XX en ciertas coyunturas. Nuestrainvestigacin ha dejado al descubierto lo que slo puede calificarse de fascismomilitar y tcticas de guerra sucia utilizadas contra los cuerpos y los rganos delenemigo. Una nota a pie de pgina en la historia del terrorismo militar durante ytodava la guerra sucia en Argentina, el apartheiden Sudfrica, los aos de dicta-dura en Brasil, es el papel que los mdicos han jugado en el suministro de sangre,huesos, vlvulas cardacas, rganos y todo lo necesario para los transplantes, no

    slo de nios como en el caso de Argentina, sino de los cuerpos de los poltica ysocialmente desaparecidos. Durante la guerra sucia en Argentina en los aos 70

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    224 Revista de Antropologa Social2005, 14 195-236

    Foto 6: Viorel, vendedor de rin, natural de Chisinau (Moldavia) y de 27 aos, sigue enfadado con

    Nina la traficante de Turqua y el Dr. Sonmez el cirujano que le extirp el rin derecho.

    Cmo puede este hombre considerarse mdico? Este hijo de puta me dej invlido, me dijo. Fotode Nancy Scheper-Hughes

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    y el Estado militar en Brasil (1964-1984), mdicos forenses, patlogos y cirujanosrecibieron rdenes para producir cuotas de rganos disponibles y tejidos necesariospara afianzar las defensas del cuerpo social y el Estado militar20.

    Adems de la extraccin de rganos y tejidos de los cuerpos de los desapareci-dos polticos, los mdicos del Estado en Argentina se sirvieron de los cuerpos delas poblaciones cautivas y socialmente despreciadas, como las de los hospicios paradiscapacitados mentales donde siguen actualmente en imponentes institucionesestatales como Montes de Oca y Puerta Abierta en Lujn, provincia de BuenosAires, Argentina. Aqu, durante las dcadas de 1970 y 1980, los internos fueronutilizados rutinariamente, vivos o muertos, como fuente apropiada de sangre, cr-neas y otros valiosos tejidos y rganos. Incluso hoy en da se sigue tomando sangrede forma rutinaria de los internos sin su consentimiento para los bancos pblicos de

    sangre, mientras que la crnea se obtiene de pacientes muertos, discapacitados men-tales que no pudieron dar, o denegar, su consentimiento21. Existen indicios, si bienno verificados, de que el negocio del trfico de rganos se inici entre el caos y laabsoluta deshumanizacin de los campos de exterminio durante la guerra genocidaen la antigua Yugoslavia.

    El principal protagonista en el mercado mundial de rganos es actualmente Israelpas fuertemente militarizado, mercado que se inici en Oriente Prximo WestBank y que se ha desplazado despus hacia los pases rabes cercanos. De acuer-do con las fuentes mdicas israeles22 ms solventes, los ciudadanos israeles son los

    que compran proporcionalmente mayor nmero de rganosper cpita en el mundo.Atrapado entre un pblico muy educado y mdicamente consciente y una tasa dedonacin de rganos baja debido a las presiones religiosas, que obran an en unasociedad laica, el ministro israel de sanidad favoreci la expansin del turismo detransplante, permitiendo a los pacientes israeles usar los programas de la SeguridadSocial para costearse operaciones en otros lugares, incluso ilegalmente. Varias gran-des corporaciones mercantiles, incluida la empresa de Coby Dyan, establecieron losvnculos necesarios con cirujanos y centros mdicos de Turqua, Rusia, Moldavia,Estonia, Georgia, Rumana y ms recientemente los Estados Unidos de Amrica.

    En Israel, el coste del paquete turstico de transplante se increment desde los120.000 dlares en 1998 hasta los 200.000 en 2001. El paquete, como lo llaman lospacientes, incluye el viaje en avin, el soborno a los agentes de aduanas y al personaldel aeropuerto, la doble operacin extraccin del rin y transplante, el alquiler

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    Nancy Scheper-Hughes El comercio infame

    20 He trabajado este tema en mi artculo: Theft of Life: The Globalization of the Organ StealingRumors (1996).

    21 Entrevista de la autora con el personal de enfermera del asilo Montes de Oca en enero de 2000.22 Esta estadstica la citan muchos mdicos de transplantes, incluidos los encargados del fallido

    programa oficial israel de recoleccin de rganos. Tambin aparece en los escritos del Prof. Meira

    Weiss, antroplogo mdico de la Universidad Hebrea de Jerusaln, autor de The Chosen Body(Stanford University Press), de prxima aparicin.

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    de quirfanos privados y salas de postoperatorios y el alojamiento en hoteles de losfamiliares acompaantes. La cuota del donante entre 3.000 dlares y 15.000, depen-diendo del origen del donante est incluida. El coste todava se incrementa con lapresin ejercida por los candidatos al transplante para establecer vnculos en pasesms desarrollados. Normalmente, los lugares especficos donde se desarrollar la ope-racin ilegal permanecen en secreto para el paciente hasta el da del viaje, y las loca-lizaciones se rotan continua