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Mayode2008 Investigación:OlivierBasille,Jean-FrançoisJulliard,GlynRoberts,ElsaVidal ConlaayudadeSilviaBenedettiyMartaMolina Reporteros sin fronteras 47, rue Vivienne - 75002 Paris Tél : (33) 1 44 83 84 84 - Fax : (33) 1 45 23 11 51 E-mail : [email protected] Web : www.rsf.org UniónEuropea Periodistasenpeligro

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Mayo de 2008Investigación: Olivier Basille, Jean-François Julliard, Glyn Roberts, Elsa Vidal

Con la ayuda de Silvia Benedetti y Marta MolinaReporteros sin fronteras

47, rue Vivienne - 75002 ParisTél : (33) 1 44 83 84 84 - Fax : (33) 1 45 23 11 51

E-mail : [email protected] : www.rsf.org

Unión EuropeaPeriodistas en peligro

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Dentro de la Unión Europea, la libertad deprensa es una realidad. No hay ningún perio-dista asesinado por orden de un Estado, nin-guno encarcelado, y ha desaparecido la cen-sura estatal. Los medios de comunicaciónexpresan opiniones diversas y generalmenteestá garantizado el pluralismo de las ideas. Apesar de ello, la situación no es perfecta. Hayque mantenerse vigilantes frente a la concen-tración de los medios de comunicación, exce-siva en algunos países, y la recurrente cues-tión del refuerzo de la protección del secretode las fuentes ilustra muy bien los fallos queaún persisten en las leyes europeas. Todavíahay periodista que pueden verse obligados,mediante el sometimiento a examen o ladetención provisional si es necesario, a reve-lar sus fuentes. El Parlamento Europeo se hamanifestado varias veces en favor de unaarmonización de las legislaciones, en el sen-tido de las más favorables a la libertad deexpresión.Otra preocupación relativa a la situación de lalibertad de prensa Europa, aunque de ella sehable menos, tiene que ver con las amenazasa periodistas, y el paso a los hechos que sedesprende de ellas: intentos de asesinatos porparte de grupos privados, agresiones, intimi-dación a las familias.Todos estos hechos, querevisten especial gravedad, existen hoy en laUnión Europea.Por primera vez, Reporteros sin Fronteras hainvestigado las situaciones más inquietantesque se dan en el espacio europeo. EnDinamarca son algunos islamistas fundamen-talistas quienes amenazan de muerte a perio-distas y caricaturistas, en nombre de su reli-gión. En España, la organización terroristaETA sigue haciendo pesar graves amenazascontra los periodistas, muchos de los cualesse ven obligados a trabajar con protecciónpolicial, o a marcharse del País Vasco. EnFrancia, los periodistas corren peligro en lossuburbios de las grandes ciudades. Son nume-rosos los robos de material, acompañados deagresiones, a veces violentas.Algunas ciudadesestán consideradas como de alto riesgo porlas redacciones, que aumentan las precau-ciones antes de enviar un equipo al lugar. EnItalia, los periodistas que denuncian las activi-dades criminales de la mafia se exponen agraves represalias. En Sicilia y Calabria son fre-

cuentes los intentos de atentados, agresionesy amenazas. En Irlanda del Norte algunosdelincuentes, procedentes de grupos paramili-tares unionistas protestantes, no dudan enamenazar de muerte a los periodistas queinvestigan sus actividades. Recientementellegó una bala a una redacción, con el nombrey la dirección de un periodista.A lo largo de los últimos años también se hacometido violencia con periodistas en Suecia,Bulgaria, Hungría, República Checa, Rumania yChipre, entre otros.Es imposible contabilizar de forma exhaustivatodos esos casos. Pero, en toda Europa, secuentan por cientos las amenazas serias, agre-siones e intimidaciones directas.FRANCIA :Unos suburbios cada vez másinaccesiblesEn Francia, frecuentemente se producencasos de periodistas maltratados, agredidos,amenazados o atacados, en el marco de sutrabajo. Hace todavía pocos años era enCórcega donde la violencia afectaba más a losrepresentantes de los medios de comunica-ción. Así, en la noche del 4 al 5 de septiembrede 2003, el coche vacío de Christine Clerc,gran reportera del diario Le Figaro, fue acribil-lado a balazos en Tolla, en el Sur de Córcega.Pocos días antes, en un comentario humorís-tico titulado: “¡Apaga el fuego y dispara!”,Christine Clerc había denunciado el atentadocon explosivos al coche de un policía, en lamisma ciudad. En aquella época, entre losmovimientos nacionalistas circulaba una listade periodistas considerados indeseables en laisla. No eran pocas las intimidaciones ver-bales, los insultos y las amenazas. Más recien-temente, en una de las manifestaciones orga-nizadas en Bastia contra la privatización de laSNCM, molestaron a algunos periodistas. Afinales de septiembre de 2005, dos camaró-grafos de France Televisions y Olivier Laban-Mattei, fotógrafo de la AFP, fueron agredidosviolentamente. Jean-Marc Plantade, jefe de lasección de economía de Le Parisien, recibióamenazas de muerte por teléfono, dirigidas aél personalmente y a su familia, como conse-cuencia de la publicación de un artículo, el 17de octubre de 2005, titulado “Escándalo en laE

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SNCM”. Denunciaba supuestos desvíos dedinero en las recaudaciones de las ventas abordo de los navíos de la compañía, llevadosa cabo por algunos empleados.A principios de los años 2000, los periodistasfranceses padecían también el celo brutal delservicio de orden del Frente Nacional. El 26de abril de 2002, un equipo del canal de tele-visión Canal + fue atacado brutalmente por elservicio de orden del partido de extremaderecha, durante una conferencia de prensade Jean-Marie Le Pen, en Saint-Cloud. Cuatrodías después fue el turno de Jean-LucThomas,corresponsal permanente de los canales I-tele-visión y Canal + en Niza, al que retuvierondurante hora y media en los locales departa-mentales del Frente Nacional, donde algunosmilitantes le insultaron y le conminaron a queles entregara las grabaciones que había hecho.El periodista presentó una denuncia porrapto, secuestro y mantenimiento comorehén, pero el caso fue sobreseído, con elargumento de que el perjuicio causado era“poco importante”.Ahora, cuando cubren los suburbios, losperiodistas se exponen a represalias físicas.Yaen 2003 dos individuos golpearon violenta-mente, a base a puñetazos y patadas, aVincent Kelner, reportero gráfico del canalpúblico France 2, cuando efectuaba un repor-taje en Créteil, Val-de-Marne, en el lugar enque un tiroteo había causado la muerte de unjoven. El periodista, que sufrió traumatismocraneal, presentó una denuncia y el canal seconstituyó en parte civil. La policía detuvo alpresunto autor de la agresión. Pocos mesesmás tarde, en marzo de 2004, el técnico desonido Jérôme Florenville, el camarógrafoJean-Yves Charpin y Hervé Bouchaud, perio-dista del programa “90 minutos” del canal pri-vado Canal +, fueron agredidos por miembrosde una escuela coránica, sobre la que estabanrealizando un reportaje en Grisy-Suisnes, enSeine-et-Marne. Los periodistas llevaban seismeses investigando el movimiento Tabligh(musulmán, pietista y proselitista). Mientrasque sus colegas resultaron heridos levemente,Jérôme Florenville, al que pegaron con unpico, estuvo hospitalizado con fracturas múlti-ples en la nariz y el tabique orbital. Los perio-distas presentaron una denuncia, lo mismoque Canal +.

Pero ha sido tras las revueltas de noviembrede 2005 cuando la situación ha cobrado unaspecto más alarmante. En dos años y medio,decenas de fotógrafos, camarógrafos y repor-teros, han sido maltratados físicamente. En lanoche del 2 al 3 de noviembre de 2005, dece-nas de jóvenes agredieron a un equipo deFrance 2 en Aulnay-sous-Bois, en la regiónparisina. Se vio obligado a abandonar su vehí-culo, que después fue volcado e incendiado. El4 de noviembre Mady Diawara, periodistareportero de imágenes del canal France 3,recibió una pedrada en pleno rostro cuandohacía un tema sobre el final del Ramadán enMontfermeil, en Seine-Saint-Denis. El 5 denoviembre de 2005, cinco jóvenes agredieronen Aubervilliers a Mihye Kim, periodistacoreana del canal público de la televisiónnacional KBS, cuando acababa de entrevistar aunos vecinos, cerca de un almacén incendiadola víspera por la noche.

En noviembre de 2007, Luc Bronner, repor-tero de Le Monde, fue agredido por un grupode jóvenes en Villiers-Le Bel, en Val d’Oise.Cuando dijo que era periodista le aconseja-ron con firmeza que se “fuera”, y después lepegaron. Al día siguiente le robaron el mate-rial a un equipo de France 3: al camarógrafoNoé Salemn le pegaron en la cara, las cervi-cales, la rodilla y los riñones, y después learrastraron varios metros y tuvo que dejar sucámara. También resultaron heridos dosperiodistas de LaTeleLibre.fr.Bertrand Schneider, jefe de la agencia de LeParisien en Essone, explica que la prensaescrita es menos visible y, por tanto, estámenos expuesta. Eso no le impide estaratento a que, desde la calle, no puedan identi-ficarse los locales del periódico. Ningunaenseña, ningún logotipo. “Somos prudentes.E

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Periodistas franceses durante las revueltas enVilliers-le-Bel, en noviembre de 2007

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Sabemos que algunos grupos de jóvenes sonparticularmente agresivos, por tanto novamos a verles. Durante el día puedo ir, sinproblemas, a Tarterets (barrio de Corbeil-Essones) o a Pirámides (barrio de Herví). Porla noche, tengo cuidado”.Cécile Chevallier, periodista de la mismaagencia, fue agredida el 21 de marzo de 2006.En aquel momento trabajaba en la edición deSeine-et-Marne de Le Parisien. En pleno asuntodel Contrato de Primer Empleo (CPE), acudiódelante de un liceo de Savigny-le-Temple, paratomar fotos de jóvenes que estaban incen-diando unos cubos de basura.“Metí la cámarade fotos bajo el abrigo, bien escondida. Hicedos o tres fotos y me fui. Pero se me echaronencima varios chicos, que me pegaron. Mequitaron las llaves del coche y el bolso.Durante ese tiempo, otros jóvenes que teníanaspecto de colegiales, con la mochila al hom-bro, me fotografiaron con sus teléfonosmóviles. Me llamaron ‘sucia puta periodista’, ydespués se fueron y me robaron el coche”,cuenta Cécile Chevallier. La periodista pre-sentó una denuncia pero no encontraron aninguno de los agresores. “Una semana des-pués volví a Savigny-le Temple. Tenía miedo,pero estaba fuera de toda duda que para míno existe ninguna zona de no derecho”,añade. La agresión cambió su forma de traba-jar: “Nunca hubiera pensado que podíapasarme algo así.Ahora, con frecuencia sientoel miedo en el estómago. El otro día tenía quecubrir un incendio en Tarterets. Fui, pero nome sentía orgullosa”. Está convencida de queeste tipo de amenazas y agresiones van aaumentar:“Antes, en los años 90, cuando íba-mos a las ciudades dormitorio, nos recibíanbien.Ahora es una cuestión de territorio. Nosidentifican con todo lo que es ajeno a la ciudad”.Tras la agresión, la dirección de Le Parisienreforzó las consignas a los periodistas, pidién-doles mayor prudencia e incitándoles, porejemplo, a no acudir solos a las ciudades difí-ciles y a dar prioridad a los reportajes por lamañana, mejor que al final del día. Con fre-cuencia los periodistas apelan a mediadores ofacilitadores, que normalmente son asocia-ciones implantadas en las ciudades dormito-rio.Bénédicte Agoudetsé, periodista de Le Parisien

en Val d’Oise, cubre el turbulento sector deSarcelles,Villiers-le-Bel y Garges-les-Gonesse.El 18 de febrero de 2008, al día siguiente deuna masiva operación policial en la ciudad queconcluyó con la detención de treinta y cincopersonas, sospechosas de estar implicadas enlos motines de noviembre de 2007, fueenviada a la Zona de AcondicionamientoConcertado (ZAC) de Villiers-le-Bel, un bar-rio muy sensible. “Mi jefe me pidió que escri-biera sobre el ambiente. No estaba deacuerdo, pero fui de todas maneras. Llegué ala ZAC hacia las 18,30 horas, con el crepús-culo. Aparqué mi coche e hice rápidamentealgunas fotos. Muy lejos ví a algunos jóvenes,delante de la entrada de un inmueble. Luegomi flash se activó. Me fui en dirección alcoche, y oí que corrían detrás de mí. Pocosinstantes después me agarraron por la cin-tura, y me di cuenta de que querían micámara de fotos. Me defendí un poco ylevanté la cabeza. Entonces me di cuenta deque iban encapuchados. Muerta de miedo, lasolté y se marcharon enseguida. Tuve muchomiedo. Quizá iban armados”, cuentaBénédicte Agoudetsé.Antes, a la joven perio-dista ya le habían atacado en su coche, en elControl de Pierrefitte, una aldea donde losvecinos recomiendan “no pararse en el semá-foro en rojo por la noche”. “No son cosasgravísimas, pero lo que se hace pesada es laacumulación”, ha explicado la periodista de LeParisien a Reporteros sin Fronteras.Desde entonces ha vuelto en una ocasión a laZAC deVilliers-le-Bel, pero “con miedo en elestómago”. También ella piensa que la situa-ción se deteriora. “En las revueltas de 2007había 200 periodistas en la esquina. Cochespoliciales por todas partes. Los vecinos teníanla impresión de encontrarse en el zoo”,recuerda. Durante la entrevista, a BénédicteAgoudetsé le interrumpe una llamada de sujefe: “Sarcelles está qué arde. Los colegialesrompen escaparates para protestar por lasuspensión de puestos en la educación nacio-nal. Hay que ir”.El caso de Robert Redeker es diferente. El 19de septiembre de 2006 este profesor de filo-sofía publicó, en el diario Le Figaro, una tribunatitulada “Ante las intimidaciones islamistas¿qué debe hacer el mundo libre?”. El artículoprovocó que se prohibiera la distribución delE

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periódico en Egipto yTúnez.Después de reci-bir amenazas de muerte, Robert Redekerquedó bajo protección policial y tuvo que sus-pender sus actividades docentes.A comienzosde junio de 2007, un joven marroquí fue dete-nido en Libia. Habría reconocido ser el autorde las amenazas de muerte, dirigidas al profe-sor de filosofía. Ahora, Robert Redeker vivepermanente protegido por la policía. Cuandoviaja al extranjero, entre otras cosas para pre-sentar sus trabajos, lo hace escoltado porpolicías. “Las amenazas que llegan porInternet son duraderas, y permanentementeactualizadas. Es la particularidad que tiene esemedio. A mi, únicamente me han amenazadode muerte por email”, ha dicho RobertRedeker a Reporteros sin Fronteras.ITALIA :Las represalias de la mafia

En Italia, las amenazas proceden de la mafia, omejor de las mafias que actúan en el sur delpaís: la Camorra en Nápoles, la ‘ndrangheta enCalabria, la Cosa Nostra en Sicilia y SacraCorona Unita en Puglia. En total, no llegan adiez los periodistas que trabajan con protec-ción policial. Calabria y Sicilia son las dosregiones más peligrosas para quienes se aven-turan a criticar a los capos mafiosos. Se cuen-tan por centenares las amenazas, cartas anó-nimas, neumáticos reventados y coches raya-dos. Todos los periodistas que escriben sobrelas actividades de la mafia han recibido, en unmomento u otro, un mensaje, una señal, advir-tiéndoles que les están vigilando.Lirio Abbate, de 38 años, corresponsal enPalermo de la agencia de prensa Ansa, es elcaso más emblemático de esa situación. El 2de septiembre de 2007 fue víctima de unintento de asesinato. Localizaron a dos hom-bres cuando estaban saboteando su automó-

vil. Los policías encargados de protegerle sor-prendieron en plena noche a dos desconoci-dos, cuando estaban a punto de terminar lapreparación de un artefacto explosivo defabricación casera. El intento de atentado seprodujo solo pocos días después del regresode Lirio Abbate a Palermo, y al término devarios meses consecutivos de amenazas porla publicación de su libro “I Complici” (“Loscómplices”). En él trata las connivencias queexisten entre el mundo político y la mafia.En su oficina de Palermo, Lirio Abbatecomienza por encender la televisión y subirmucho el volumen. Solo después habla, dulce-mente. Está permanentemente protegido porla policía. Dos guardaespaldas le acompañanen todos sus desplazamientos y, por la noche,permanecen de guardia delante de su casa.Les protegen, a él y a su familia, de la que LirioAbbate no quiere hablar. “Naturalmente, lapresencia de los guardaespaldas complica mitrabajo. Tengo que encontrar otras manerasde informarme. No puedo ir solo por la calle,como antes, y tengo que entrevistar a las per-sonas son suma discreción. Pero prefieroestar protegido”, explica.Lirio Abbate está muy expuesto. Primeroporque trabaja en Ansa, una agencia de prensa.Su trabajo lo reproduce el conjunto de losmedios de comunicación del país. Es perio-dista, pero también una fuente informativapara todos los colegas que trabajan sobre elcrimen organizado. Y después porque, enoctubre de 2007, el jefe mafioso LeolucaBagarella le amenazó públicamente duranteun juicio. “Después de aquello me siento máspreocupado.Bagarella dirigió un mensaje a suscómplices, citando ni nombre en plenaaudiencia. Está en la cárcel desde 1995 y,como trabajo en una agencia, no firmo losartículos con mi nombre. ¿Cómo sabía que fuiyo quien escribió tal o cual artículo? Noquiero marcharme de Sicilia, pero puede queme vea obligado a hacerlo”, confía LirioAbbate.Para él, como para los restantes periodistasentrevistados en Sicilia, la situación nomejora. Parece acabado el período duro delos asesinatos políticos, a comienzos de losaños 90, pero la mafia cada vez se interesamás por los periodistas.“En los últimos diez oE

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Lirio Abbate, corresponsal de Ansa en Palermo

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quince años los jefes mafiosos han cambiado.Ya no son agricultores, hombres de la tierra.Ahora son doctores, políticos, han recibidouna buena educación. Saben hasta qué puntoes importante la información, y que debemanipularse. La violencia es solo una parte desus presiones.A los periodistas también se lespuede corromper y comprar”, analiza LirioAbbate.Para el periodista de Palermo los riesgos notienen que ver solo con el hecho de hablar dela mafia: “Citar el nombre de una persona,diciendo que es de la mafia, no es peligroso.Alcontrario, a veces le halaga. Pero si el perio-dista desmenuza sus actividades, explica dequé forma el mafioso gestiona sus negocios yse enriquece, entonces le amenazan”.Lirio Abbate elige meticulosamente los sitiosa donde va, las personas a las que pregunta.Nisiquiera los cafés que frecuenta son fruto delazar.Cuando sale de su oficina, siempre acom-pañado de los dos guardaespaldas –unodelante, a pocos metros; el otro detrás-,camina varios minutos antes de entrar en uncafé. El que está en los bajos de su oficina nisiquiera lo pisa: “Pertenece a la mafia”, dicesonriendo.El escritor y periodista Roberto Saviano, de28 años, autor del libro “Gomorra” (síntesisde Gomorra y Camorra), se encuentra en unasituación similar.Vive al abrigo, con protecciónpolicial desde octubre de 2006, a causa de lasamenazas que recibe desde que se publicó suinvestigación sobre la mafia napolitana.A Nino Amadore, también autor de un librosobre las actividades de la mafia, “La zonagris”, le han rayado el coche varias veces, lehan pinchado los neumáticos, justo despuésde las presentaciones en público de su obra.“Esos incidentes no son muy graves, pero sonotras tantas señales.Ya en 1990, cuando escri-bía en el diario Sicilia sobre las actividades dela mafia en la Universidad de Messina, dormíacon un cuchillo al lado de la cama.Ahora vivoen un barrio popular de Palermo y a veces medigo que podría ocurrirme algo”, manifiesta.El periodista, que ahora es corresponsal enPalermo del diario económico Il Sole 24 Ore,asegura que no se autocensura, a pesar de

que la presión es muy fuerte. “Un día, acomienzos de los años 90, mi padre, que eracampesino, me dijo: ‘¿Cuánto vas a escribirtodo esto? Tu te marchas a Milán, o a cual-quier otro sitio, pero nosotros nos quedamosaquí’. Poco después, para atemorizarnos, unas

personas cortaron sus olivos tempranos”.Para Nino Amadore la situación es más graveen el campo, donde la mafia es omnipresente.Giuseppe Maniaci es precisamente el directorde un pequeño canal de televisión local,Telejato, en Partinico (a unos 50 km. al oestede Palermo). La ciudad está controlada por lafamilia Vitale, un clan mafioso muy conocidoen Sicilia. “Hacemos mucha información anti-mafia. En pocos años nos han pinchado 40neumáticos, nos han rayado los coches,hemos recibido cartas intimidatorios y llama-das telefónicas amenazadoras”, cuentaGiuseppe Maniaci. Más grave aun, a finales deenero de 2008 el director de Telejato fue agre-dido por un joven de la familia Vitale, de ape-nas 16 años, y uno de sus secuaces. “Llevabaaños haciendo reportajes sobre construc-ciones ilegales gestionadas por la mafia.Finalmente, la alcaldía ordenó la destrucciónde esos edificios. Poco después, me crucé porcasualidad con el hijo de Vitale, Michele.Intentó estrangularme con la corbata, luegome pilló la pierna con la puerta de mi auto-móvil. Después, junto con su compañero, medio una paliza”. Desde entonces, GiuseppeManiaci va escoltado por dos carabineros. Y,cuando quiere ir al vecino pueblo deCorleone, tiene que avisar a la policía local,que le acompaña.Giuseppe fuma tres paquetes de cigarrillos aldía –“Si no me mata la mafia lo hará eltabaco”, dice- y trabaja en familia. Le ayudansu esposa Patricia, así como su hijo de 20E

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Giuseppe Maniaci y su familia, todos ellos al servicio deTelejato

© Reporteros sin Fronteras

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años, Giovanni, y su hija de 23, Leticia. La másjoven, Simona, solo tiene 14 años. “Pero yasabe manejar la cámara”, explica el padre.“Tras la agresión, tuvimos una reunión familiarpara decidir si había que continuar. Los chicosme dijeron que había llegado el momento deque ellos se ocuparan de la tele, y que yodebía descansar”.Para Giuseppe Maniaci, no es cuestión de cal-larse: “Sí, tenemos miedo. ¿Quién ha dichoque no hubiera miedo? Pero ahora, para mí, esmás peligroso pararme que continuar. Si meparo no tendré ninguna protección.Y la mafianunca olvida”.En Corleone (a 60 km. al sur de Palermo),Dino Paternostro trabaja en la administraciónmédica. Pero también es periodista, colabora-dor voluntario de varios medios de comuni-cación de la región. “Mi actividad periodísticaes el resultado de un compromiso civil.Tengolas espaldas descubiertas, porque carezco deuna redacción que me proteja. Pero quieroinculcar la cultura de la palabra, en una regiónsituada bajo el signo del silencio y la omertà”,explica Dino Paternostro. En 1991 incendia-ron los locales de su periódico Città Nuove.Desde entonces, lleva a cabo un trabajo deinvestigación histórica sobre la mafia, que leha llevado a publicar un libro titulado “ICorleonesi”. En él explica como los jefes de lamafia de la ciudad dan “golpes de Estado”internos, para hacerse con el poder.El 28 de enero de 2006, a las cuatro de lamadrugada, la policía llamó a su puerta paraavisarle que su coche estaba ardiendo.Después, ha recibido llamadas telefónicassilenciosas, en plena noche. Su nieta, de 6años, cree que el coche se incendió solo.Como ella, los 11.500 vecinos de Corleoneno buscarán otra explicación, ni pedirán cuen-tas a nadie.Oficialmente, hay una investigaciónen curso. “Como la mafia está implicada, nollegará a ninguna conclusión.Todo el mundo losabe”, concluye, un poco amargo, DinoPaternostro.En Calabria, los periodistas son quizá más vul-nerables a las presiones. Los medios sonmenos poderosos que en Sicilia, peor estruc-turados y la ‘ndragheta, la mafia local, más dis-creta y compleja de calibrar. Se han escrito

menos obras sobre ella que sobre la vecinaCosa Nostra. Para Concetta Guido, colabora-dora del diario Calabria, a veces los periodis-tas locales se ven obligados a autocensurarse,dejando con frecuencia que sean los enviadosespeciales de las grandes redacciones nacio-nales quienes investiguen el crimen organi-zado: “Afrontar la realidad mafiosa de la ‘ndra-gheta es un lujo muy arriesgado para los pro-fesionales locales”, explica.ESPAÑA :Un país vasco de alto riesgoEn una sociedad vasca dinámica y proyectadahacia el futuro los periodistas soportan, enocasiones desde hace muchos años, las intimi-daciones de la organización terrorista EuskadiTa Askatasuna (ETA,“País Vasco y libertad”).

En un hotel de San Sebastián, GorkaLandaburu, Director de la agencia EIG y deCambio 16, traza el panorama de los añostranscurridos desde 2000, el período máspeligroso para los periodistas. “En aquellaépoca, la presión alcanzaba su punto álgido acausa de los asesinatos, y entre ellos los deperiodistas. El 7 de mayo de mayo de 2000resultó abatido, por varios disparos, José LuisLópez de Lacalle, de El Mundo. Un año des-pués yo mismo fui víctima de un intento deasesinato. Quedé gravemente herido por laexplosión de un paquete bomba. Perdí variosdedos y la vista del ojo izquierdo”, cuentaGorka Landaburu.“La situación actual es difícil de calificar. Laruptura de la tregua por ETA es muy preocu-pante. De nuevo, los periodistas son un obje-tivo”, precisa. Un compañero del diariomadrileño El País nos habla, amparado en elanonimato, de su cansancio ante la violencia:“Los últimos años han sido duros. La dificul-E

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Gorka Landaburu, director de la agencia EIG y Cambio 16

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tad proviene del clima general, de un senti-miento de crispación que dificulta nuestrotrabajo. Estoy cansado de todo esto. Duradesde hace demasiado tiempo”.Aunque los medios de comunicación no estánsometidos a las presiones de ETA con lamisma intensidad, todos los periodistas entre-vistados por Reporteros sin Fronteras en elPaís Vasco español han lamentado el clima dehostilidad existente. Cartas amenazadorastras la publicación de un artículo, comunica-dos acusando a un periodista o una redac-ción, difusión de lista negras de medios“enemigos”, concentraciones de militantesindependentistas ante las redacciones de losmedios “contrarios” a ETA, interrupciones delos reportajes por simpatizantes vengativos,lanzamiento de cócteles Molotov, atentados arepetidores, carteles en las calles mencio-nando nombres de periodistas, y dando susdirecciones o números de teléfono, etc.: esmuy larga la lista de intimidaciones quesufren los profesionales de los medios decomunicación que no comparten las tesis deETA.Haber calificado de “terrorismo” el uso de laviolencia por parte de ETA, publicado detallesde la vida privada de uno de sus jefes o no lla-mar “presos políticos” a sus miembros encar-celados, son algunos de los motivos que pue-den provocar represalias con periodistas, alos que en esos casos se califica de “belige-rantes”, “peones de Madrid” o incluso “perio-distas-policías”.Este clima obliga a muchos de ellos a tenerque vivir con escolta policial, y a poner bajoprotección a redacciones enteras. Según elConsejero de Interior del GobiernoAutónomo Vasco, Xavier Balza, en el PaísVasco hay unos cuarenta periodistas con pro-tección policial, una decena de ellos a títuloindividual. Otros medios y profesionales de laprensa han optado por contratar protecciónprivada, en coordinación con el gobiernoautónomo. Otros también han recibido for-mación, proporcionada por las fuerzas delorden.Abandonar sus costumbres, renunciar a sali-das familiares en apariencia anodinas, modifi-car los itinerarios, desplazarse acompañados

por guardaespaldas…Gorka Landaburu noduda en hablar de una “vida en semi-libertad”.Otro corresponsal de un diario nacional cali-fica de “humillantes” las medidas de seguridadque ha tenido que adoptar. CarmenGurruchaga, corresponsal en el PaísVasco deldiario El Mundo hasta que, en 1997, explotóuna bomba delante de su domicilio, y PremioReporteros sin Fronteras 2000, acusa a ETAde haberle “robado su vida, sus amigos y suciudad de San Sebastián”.En cuanto a una periodista de la zona deBilbao reconoce un impacto nada desprecia-ble “en el acceso a las fuentes de informacióny las condiciones generales de ejercicio de(su) trabajo”. Según ella, “existe el peligro deoptar por fuentes informativas no excesiva-mente duras con el terrorismo y evitar lasque se oponen demasiado, porque puederesultar peligroso”. También puede ocurrirque algunos profesionales de los medioscubran manifestaciones acompañados por unguardaespaldas, que va algunos pasos detrásde ellos.Algunos se niegan a llevar escolta, adelan-tando que “la mejor protección son la discre-ción y la prudencia”. Casi todos se funden enel anonimato y declinan sistemáticamente lasinvitaciones para acudir a los platós de televi-sión, o a la radio. Según ellos, “ETA no atacalos blancos difíciles. Si uno les complica el tra-bajo hay pocas probabilidades de que leconvierta en un objetivo”.También intentan conservar la serenidad enun ambiente agotador. “Ir protegido recuerdasin cesar la amenaza. Conozco colegas aquienes les llega a obsesionar”, confía unacorresponsal de un diario nacional. Otros seniegan a ceder a la “pedagogía del miedo” deETA.Según el parecer general, la prioridad esponer a la familia a salvo. Muchos periodistasse han negado a marcharse del PaísVasco bajoamenazas, pero no aceptan que su familiatenga que correr riesgos. Es frecuente que elcónyuge y los hijos vivan fuera de la región.Una periodista confía que suele acudir discre-tamente al colegio de su hija para verificar,acompañada de su guardaespaldas, que todova bien.E

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Otros se vieron obligados a marcharse de laregión. José María Calleja, antiguo responsabledel informativo de la radiotelevisión públicavasca EITB, tuvo que renunciar al trabajo en1997, tras dos años en el punto de mira deETA. Incluso, una mañana encontró en elteclado de su ordenador una nota en la que ledecían que le quedaban pocos días de vida. Elentonces director del canal creía que las ame-nazas directas y explícitas que estaba reci-biendo su periodista perjudicaban las rela-ciones del medio con las autoridades locales.José María Calleja descubrió entonces que eratal la influencia del terror que nadie quería darletrabajo, y que la solidaridad solamente se mani-festaba en privado. Posteriormente decidió exi-liarse en Madrid.A veces, la libertad de los periodistas tambiénse ve amenazada por la actuación de las fuerzasdel orden.A finales del año 2007 Oscar Beltrán,especialista en terrorismo de El Correo, publicóun artículo revelando que un miembro de lapolicía vasca había avisado a un etarra (miem-bro de ETA) de que iban a detenerle. Luego, elgobierno autónomo quiso identificar la fuentedel periodista. El fiscal ordenó que se entregaraa la policía la lista de las llamadas recibidas porOscar Beltrán, el día de la detención. Lo queefectivamente se hizo.En cambio,según el perio-dista, no se ha efectuado ninguna investigaciónpara identificar al policía que informó al miembrode ETA. Para Oscar Beltrán “el mensaje era muyclaro. El gobierno autónomo no quiere que sehable en la prensa de la policía vasca, y quierecontrolar cualquier información sobre las fuer-zas de la policía autónoma”.El diálogo entre los periodistas amenazados ylos medios considerados pro ETA, es imposi-ble. Los primeros acusan a los segundos depublicar no sólo los comunicados de la orga-nización, sino también otros escritos expo-niendo a periodistas a la ira de ETA.Después de que ETA rompiera la tregua y elasesinato, el 7 de marzo de 2008, del ex conce-jal socialista Isaías Carrasco, se ha impuesto elescepticismo. ETA, debilitada por las deten-ciones y percibida como“en las últimas” podría,según algunos observadores locales, cometernuevos crímenes para convencer a las autori-dades, y a la opinión pública, de que todavíacuenta.

IRLANDA DEL NORTE :El peligro de los gruposparamilitares

En Irlanda del Norte son varios los periodis-tas que siguen recibiendo amenazas demuerte a pesar del proceso de paz de estosúltimos años y la formación, en 2007, de ungobierno regional que agrupa antiguos enemi-gos unionistas y republicanos.Los periodistas que trabajan allí explican quela protección que la policía y el gobierno pro-porcionan a las personas amenazadas general-mente es muy escasa, e incluso nula. Las conti-nuas amenazas, la debilidad de la protecciónconcedida y la incapacidad de la justicia paraperseguir a los responsables, dejan toda lalibertad a los paramilitares, que intentan inti-midar a los medios de comunicación y ahogarlas investigaciones sobre sus actividades cri-minales. Todavía no han sido detenidos losasesinos del periodista de investigaciónMartin O’Hagan, al que mataron en 2001.Las consecuencias de esta situación sobre lalibertad de prensa son inevitables. Entre laspersonas aludidas la autocensura es muyfuerte, pero también en otros periodistas quepodrían sentir la tentación de seguir hablandode las repercusiones de este largo conflicto.Globalmente, el proceso de paz ha permitidouna gradual disminución del número de ame-nazas a los trabajadores de los medios.Ahorason menos de una decena los periodistas real-mente amenazados en Irlanda del Norte.Hace unos años, la cifra era prácticamente eldoble.Y en el momento álgido de los distur-bios, en 1980, las amenazas eran incontables.En nuestros días proceden generalmente degrupos afiliados al movimiento leal a laE

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Martin O'Hagan, periodista de investigación, asesinadoen 2001 en Lurgan, cerca de Belfast

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corona, protestante, favorable al manteni-miento de una fuerte relación con el ReinoUnido. Proceden de los antiguos grupos para-militares unionistas como el Ulster DefenceAssociation. Con frecuencia están implicadosen asuntos de tráfico de droga y extorsión.También intimidan a los periodistas algunosgrupos disidentes, procedentes del EjércitoRepublicano irlandés (IRA, que entregó lasarmas de acuerdo con el proceso de paz).En septiembre de 2007 llegó una bala a uncanal de televisión de Belfast. Le acompaña-ban unas palabras: llevaba el nombre, la direc-ción y el número de matrícula del coche deRobin Livingstone, redactor jefe deAndersonstown News, un diario leído principal-mente por la comunidad católica, nacionalistay republicana. La amenaza procedía de ungrupo autodenominado Red Hand Defenders(Los defensores de la mano roja). El periódicode Robin Livingstone había investigado lasactividades criminales de grupos unionistas, ylas amenazas dirigidas a familias católicas de lazona de Stoneyford, en el condado deAntrim.Robin Livingstone ha jurado continuar publi-cando ese tipo de reportajes, “tan duroscomo justos”, pero reconoce que las amena-zas tienen un efecto “glacial” sobre la libertadde prensa. Según él, algunas personas siguenintimidando y atacando a periodistas paraintentar que fracase el proceso de paz. En losveintidós años que lleva en el oficio, a él le hanamenazado seis veces. La última en el tiempoes la más inquietante: ahora tiene una familiaque proteger.Confiesa que se siente decepcionado por lareacción de las autoridades. No ha recibidoningún tipo de protección. “Me sentiría máscómodo si alguien se interesara un mínimo eneste asunto”, explica. “La oficina Irlanda delNorte (del gobierno británico) no se ha inter-esado por mi caso.Al margen de una visita a midomicilio, para avisarme de la existencia de esaamenaza, la policía de Irlanda del Norte no meha ofrecido ninguna protección. Nadie me haaconsejado acerca de mi seguridad personal”.Jeremy Dear, secretario general del SindicatoNacional de Periodistas NUJ, declaró en sep-tiembre pasado, tras las amenazas a RobinLivingstone: “Es vital que la policía de Irlanda

del Norte actúe para proteger a las personasamenazadas y que los responsables políticos,de todas las tendencias, envíen un mensajeclaro defendiendo la libertad de los mediosde comunicación y el derecho de los periodis-tas a trabajar libremente, sin sufrir amenazas”.Jim Campbell, de 65 años, un periodista deinvestigación avezado y antiguo redactor jefedel Sunday World en Irlanda del Norte –hoysemi-jubilado-, sigue siendo uno de los blancospreferidos para las amenazas. La última en eltiempo se produjo a comienzos del año 2008.Uno de sus contactos en la comunidad unio-nista le envió una foto, encontrada en Internet,que le representaba con un blanco dibujado enla frente. Su contacto informó a la policía y laimagen desapareció de la Web. “Creo quehicieron circular esa imagen para fastidiarme”,explica Campbell, que no lleva la cuenta de lasamenazas recibidas a lo largo de los años. Hasobrevivido a un secuestro, a la paliza de unossoldados, a unos atentados con bomba y a unintento de asesinato, en 1984, que le dejó unabala alojada en la columna vertebral. Continúaescribiendo regularmente en el Sunday World,donde denuncia con frecuencia actividadescriminales y no duda que el autor de la ame-naza fue un “gamberro unionista”.“Internet ha revolucionado las amenazas demuerte”, explica. “Antes, recibíamos una lla-mada de teléfono o una carta con insultos.Ahora, basta colgar las amenazas en Internety el impacto es enorme”. Jim Campbell estáconvencido de que estas amenazas tienen unainfluencia nefasta en la libertad de prensa,especialmente entre los periodistas que vivenen territorio “neutral”, más vulnerables sin la“protección psicológica que aporta unacomunidad”. Sin embargo, estima que hay un“ligero descenso” en el número de amenazasa los medios de comunicación.A otro periodista del Sunday World, que noquiere revelar su identidad, le informó lapolicía en 2006 de que era objeto de unaamenaza, procedente de una banda paramili-tar. Pidió protección policial, conforme al pro-grama oficial que establece medidas de segu-ridad para las personalidades que se estimaque están en “peligro”. La oficina de Irlandadel Norte del gobierno rechazó su petición,explicando que los periodistas no podían aspi-E

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rar a esa protección. Cuando los profesio-nales de la región protestaron, los oficialescambiaron de parecer y explicaron que lasautoridades pueden, en teoría, proporcio-nar protección a los periodistas, en elmarco de ese programa. Sin embargo, toda-vía no lo han llevado a efecto.Aparentemente porque no consideran sufi-ciente el nivel de riesgo.En cuanto al asesinato de Martin O’Hagan en2001 –periodista del Sunday World, al quemataron después de que recibiera muchasamenazas por su trabajo de investigaciónsobre algunas bandas paramilitares y sussupuestas relaciones con las fuerzas de segu-ridad-, Kevin Cooper, antiguo presidente derama de Belfast del Sindicato Nacional dePeriodistas (NUJ), explica: “El asesinato noaclarado de un periodista nos lleva a pregun-tarnos sobre el nivel de protección de lalibertad de expresión en Irlanda del Norte, yla seriedad con que las autoridades conside-ran las amenazas dirigidas a periodistas. En elmomento del asesinato de Martin, las autori-dades dijeron sin embargo que ‘moveríantodas las piedras’ para llevar ante la justicia alos responsables de su muerte”.La investigación de la muerte de MartinO’Hagan no ha llegado a ninguna conclusión.La connivencia entre las fuerzas de policía ylos grupos unionistas paramilitares –queMartin O’Hagan investigaba- es, para algunos,la causa del fracaso.A finales de 2006 la poli-cía dijo que había identificado a ocho sospe-chosos, pero que no tenía pruebas. En 2007se abrieron dos nuevas investigaciones. Una,interna, en las fuerzas del orden, que debeexaminar nuevas pruebas; la otra la está lle-vando a cabo la mediadora de la policía paraIrlanda del Norte.Ni la policía de Irlanda del Norte (PSNI), ni laoficina de Irlanda del Norte del gobierno bri-tánico (NIO), han querido comentar casosconcretos de amenazas a periodistas. Sinembargo, un portavoz de la PSNI manifestó aReporteros sin Fronteras: “Informamos atodas las personas que consideramos queestán en peligro de muerte. Les aconsejamosen materia de seguridad personal, pero nopodemos divulgar ningún detalle por razonesde seguridad. Nuestro nivel de implicación

depende de las situaciones particulares.Trabajamos caso por caso”.Y, según el NIO, “los periodistas, como cual-quier persona que teme por su seguridad per-sonal, deben ante todo dar a conocer suspreocupaciones al mando local del PSNI.También pueden pedir la ayuda del programade protección a domicilio”.DINAMARCA Y SUECIA :La delicada cuestión del islam

En septiembre de 2005, uno de los másimportantes diarios daneses, Politiken, publicóun artículo hablando de las dificultades quetenía el escritor Kare Bluitgen para encontrarartistas que ilustraran un libro sobre el pro-feta Mahoma.Todos los dibujantes temían quese produjeran violentas represalias tras el ase-sinato, en Holanda, del cineasta y realizadorTheo van Gogh, en noviembre de 2004.La responsable de la sección de cultura deldiario conservador danés Jyllands-Posten, RoseFlemming, hizo entonces una llamada a unaE

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Los locales del Jyllands-Posten, en Dinamarca, protegidospor la policía

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asociación de dibujantes, pidiéndoles querepresentaran al profeta Mahoma.Doce dibu-jantes respondieron a la invitación del perió-dico.En una entrevista publicada en febrero de2006 en Newsweek, Rose Flemming explicaque la propuesta de Jyllands-Posten iba dirigidaante todo a romper la autocensura en tornoa la cuestión del Islam. Niega que optara poruna visión negativa y caricaturesca de la reli-gión: “Les pedí que dibujaran a Mahoma, tal ycomo lo veían. En ningún caso les pedí quehicieran una caricatura, ni que se burlaran”.La primera publicación de las doce caricaturasse produjo en la edición del 30 de septiembrede 2005 de Jyllands-Posten, con el titular: “Lascaras de Mahoma”. El dibujo más controvertidoes obra de Kurt Westergaard, y representa alprofeta con un turbante en forma de bomba,con la mecha encendida. También está escritaen el turbante la profesión de fe de los musul-manes. Pocos días más tarde, la SociedadIslámica de Dinamarca exigió que Jyllands-Postenpresentara sus excusas y retirara las caricatu-ras. Denunció al diario ante la justicia, sin éxito.El 19 de octubre de 2005, una delegación com-puesta por embajadores de países musulmanespidió una entrevista con el Primer Ministrodanés,Anders Fogh Rasmussen, quien se negó arecibirles argumentando que no podía manife-star ninguna opinión sobre las caricaturas sininfluir en la línea editorial de Jyllands-Posten. ElPrimer Ministro danés mantuvo su posturadurante varias semanas, apoyándose en la secu-lar defensa de la libertad de prensa.A finales de 2005,el diario Jyllands-Posten recibiólas primeras amenazas de muerte, y los docedibujantes quedaron bajo protección policial.También hubo que evacuar dos veces loslocales del periódico, tras recibir sendos avisosde bomba. Siguieron manifestaciones, a vecesviolentas, en todo, o casi todo, el mundo árabey musulmán.En total, cerca de 150 periódicos publicaronesas caricaturas en medio centenar de países;bien para denunciarlas, bien para apoyar lalibertad de prensa. Después de publicarlas,algunos fueron denunciados ante la justicia. EnEuropa no se ha condenado a ningún órganode prensa por publicar las caricaturas.

El 11 de febrero de 2008, los servicios deinteligencia de la policía danesa desbarataronun proyecto de atentado a KurtWestergaard,el autor de la caricatura del turbante quien,desde entonces, se ve obligado a vivir prote-gido por los servicios secretos daneses (PET),cambiando de casa cada dos semanas. En unaentrevista concedida a Le Monde el 4 de abrilde 2008 dice que está “deprimido, huido en supropio país”. A los 73 años sigue dibujandopara Jyllands-Posten, pero ha quedado marcadopor las amenazas de muerte recibidas y porlas medidas de seguridad que, probablemente,tendrán que acompañarle todavía durantemuchos meses. Kurt Westergaard se declaraateo y niega cualquier atisbo de racismo. Últi-mamente se ha negado a que su dibujo fuerautilizado en la película islamofoba Fitna, reali-zada por el diputado holandés de extremaderecha Geert Wilders, y difundida porInternet.El proyecto de atentado contra KurtWestergaard sorprendió a toda la prensadanesa. Aunque, al principio, muchos perio-distas no apoyaron la iniciativa de Jyllands-Posten, todos consideran que el intento deasesinato del caricaturista es inaceptable. Lapráctica totalidad de los periódicos danesesreaccionaron publicando el dibujo de KurtWestergaard, en sus ediciones del 13 defebrero de 2008.Para la gran mayoría de periodistas y dibu-jantes daneses, el caso de las caricaturas deMahoma no ha modificado sus hábitos de tra-bajo. Aunque las amenazas de muerte, recibi-das en 2005 y 2006 en Jyllands-Posten se hantomado muy en serio, no han tenido conse-cuencias en el trabajo de las redacciones. NoE

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La caricatura del turbante fue la que generó másreacciones©AFP

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ha aparecido la autocensura, que algunostemían, en las cuestiones relativas al Islam.La prensa danesa sigue estando muy com-prometida con su libertad de expresión y, entodo caso, el asunto de las caricaturas haservido para reforzar esa convicción, unáni-memente compartida.Para Toser Seidenfaden, redactor jefe dePolitiken, el reto no es simplemente ladefensa de la libertad de prensa. Para él, elconcurso organizado por Jyllands-Posten esun ejemplo de la estigmatización populistacontra las minorías étnicas, y más particular-mente contra la comunidad musulmana(entre 200.000 y 300.000 musulmanes para5,4 millones de habitantes). La retórica anti-Islam está muy presente en Dinamarca, mar-cada por un conservadurismo político yreligioso.El redactor jefe de Jyllands-Posten, CartenJuste, se lamentó tras la publicación de losdibujos, explicando que su periódico no tuvonunca intención de herir a los musulmanes.Pero Carten Juste considera también que laminoría musulmana, presente en Dinamarca,debe aceptar la ofensa, el ridículo y la humil-lación. Una demanda que, según él, vale paratodo el mundo en el marco de una sociedadmoderna y democrática.Recientemente han aumentado las amenazasy la violencia contra periodistas en Suecia. En2006, casi dos tercios de los redactores jefedijeron haber recibido amenazas. En algunoscasos decidieron censurarse, no publicandoalgunos artículos. Y, al menos un periodistadejó su trabajo de investigación por temor arepresalias, cuando tuvo un hijo. Ante esasituación, el principal sindicato de periodistaspublicó, en 2007, una guía para las redac-ciones, sobre la conducta a seguir en caso deamenazasEn agosto de 2007, el periódico local NerikesAllehanda publicó un dibujo de Lars Vilks,representando al profeta Mahoma en formade un“perro de rotonda” (instalación artísticaurbana muy frecuente en Suecia, especial-mente en medio de rotondas giratorias). Eldibujo ilustraba un editorial sobre la autocen-sura, y la libertad de religión.Anteriormente,varias galerías de arte se habían negado a

exponer las obras de LarsVilks, indicando quetemían que se produjeran actos violentos.Tras la publicación, la policía sueca reforzó elperímetro de seguridad en torno a la sede deNerikes Allehanda y a algunos de sus trabaja-dores, que habían recibido amenazas, les obli-garon a llevar guardaespaldas. Al propio LarsVilks le han amenazado varias veces.Por otra parte, en marzo de 2008 agredierona unos fotógrafos y reporteros en los subur-bios de Gotemburgo, cuando investigaban uncrimen que se había cometido allí. A uno deellos le pegaron y se vio obligado a abandonarel material cuando una banda de quincejóvenes del barrio le rodeó, mientras estabatomando imágenes. También destrozaron elmaterial de un equipo de la televisión pública.LOS NUEVOS MIEMBROS :Bulgaria, Rumania, Hungría,República Checa, ChipreTampoco los nuevos países miembros de laUnión Europea están al margen de este tipo deviolencia.Cometida frecuentemente por gruposmafiosos o ultranacionalistas, tras su integraciónen la UE la persiguen, en diversos grados.En Bulgaria, por ejemplo, el 9 de febrero de2007 dos hombres, que habían burlado laseguridad del semanario Polítika donde tra-baja, amenazaron a Maria Nikolaeva conrociarla con ácido.Le ordenaron que no siguiera investigando unproyecto de construcción inmobiliaria. Elmismo día, la periodista había publicado, juntocon su compañero Assen Yordanov, un artí-culo titulado “La cruzada contra Strandja”,dedicado a un proyecto de construcción en elmás importante de los lugares protegidos deBulgaria, el Parque Natural de Strandja,situado al borde del Mar Negro.Dos hombresse presentaron delante de su oficina y le dije-ron: “Sabes bien que no se escribe de esascosas.Y ya sabes lo que les pasa a las periodis-tas curiosas, se las rocía con ácido”.A pesar de un trágico precedente –A AnnaZarkova la desfiguraron con ácido en 1998por denunciar el tráfico de seres humanos-, laperiodista de Polítika publicó la semanasiguiente la totalidad de su investigación. PeroE

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esa edición no se pudo distribuir en Burgas(centro administrativo de la región deStrandja), porque un desconocido comprótodos los ejemplares en el depositario. En esamisma ciudad, en 2007, el coautor del artículo,Assen Yordanov, fue agredido por cuatro des-conocidos. Acribillado a patadas y puñetazos,este hijo de un célebre poeta búlgaro resistióa sus asaltantes, y consiguió ponerles en fuga.

En la vecina Rumania, las organizacioneslocales de defensa de la libertad de expresióncontabilizan casi un caso de agresión a perio-distas al mes. En diciembre de 2007, por ejem-plo, el periodista norteamericano ChuckTodazo resultó herido de una cuchillada en lamano, en un altercado. Estaba realizando unreportaje sobre un pueblecito de la región deMoldavia, en Rumania (distinto de la Repúblicade Moldavia).A otro periodista,Mihai Braha, leagredieron en la pequeña ciudad de Marasesti.Le cortaron la oreja con un cutter.Y luego, enmayo de 2007, el propio presidente rumano,Traian Basescu, le quitó brutalmente el telé-fono móvil a un periodista, que le estaba foto-grafiando con él. No le devolvieron el telé-fono hasta mucho después y el periodistaescuchó como el Jefe del Estado, que no habíaapagado el aparato, le llamaba “sucio gitano”.En Hungría dos desconocidos pegaron a IrenKarman, antes de abandonarla en la orilla delDanubio, inconsciente y herida, el 22 de juniode 2007. Encontrada a la mañana siguientepor un pescador, la periodista fue hospitali-zada en Budapest. Le hirieron gravemente,sobre todo en la cabeza.Varias veces amena-zada a lo largo del pasado invierno, por email yteléfono, estaba investigando los negocios de la

mafia del petróleo y, más ampliamente, la cor-rupción en Hungría. Se ha abierto una investi-gación judicial sobre la agresión que sufrió.En la República Checa,Tomas Nemecek, redac-tor jefe del semanario Respekt, fue agredidopor dos desconocidos el 17 de enero de 2004.El periodista y sus colegas no excluyen que elataque esté relacionado con algunas investiga-ciones, publicadas en la revista. A TomasNemecek, de treinta años, le dieron patadas ypuñetazos en la cabeza, tras rociarle con gaslacrimógeno. Los agresores no pronunciaron niuna palabra, ni tampoco robaron nada al perio-dista, que salía de un almacén cercano a sudomicilio, en Praga.Tuvo que ser hospitalizado.Marek Svehla, redactor jefe adjunto de Respekt,dijo entonces a Reporteros sin Fronteras quela agresión estaba “evidentemente preparada, yevidentemente iba dirigida contra el perió-dico”. Según él, varios artículos publicados aprincipios de enero de 2004 sobre una bandamafiosa que causaba estragos en Most yLitvinov (norte de Bohemia), y sobre el inmo-vilismo de la policía, podían haber motivado elataque. Mientras se hacía la investigación, elperiódico recibió amenazas. El 18 de enero, unperiodista de Respekt que quiere guardar elanonimato, recibió la llamada de un miembrode la banda, amenazando con atacarle si escri-bía un artículo.En la noche del 6 al 7 de mayo de 2004 explo-taron tres bombas delante de los locales deldiario Kibris, en la parte norte de Nicosia, en laRepública Turca de Chipre del Norte (recono-cida solamente porTurquía), sin causar víctimas.Según el director del diario, Basaran Duzgun,unos grupos paramilitares y ultranacionalistaspodrían ser los autores del atentado al perió-dico, que había apoyado el plan de paz pro-puesto por Naciones Unidas para reunificar laisla, dividida desde 1974 tras la intervención delejército turco en respuesta a un golpe deEstado de ultranacionalistas, que queríananexionar Chipre a Grecia. Basaran Duzgunindicó que los periodistas de Kibris, así comosus familias, habían recibido muchas amenazasde muerte en los meses anteriores al referén-dum del 24 de abril de 2004, sobre la reunifica-ción de la isla.

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Anna Zarkova desfigurada con ácido en 1998©AP