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    I Jornadas Aragonesas de Bibliotecas Escolares y Promocin de la Lectura. 10 Aniversario de Leer juntos - Ballobar, 8, 9 y 10 de mayo de 2003

    Ponencia marco: Lectura y desarrollo socialMichle Petit

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    La lectura, ntima y compartida

    Michle PETIT *

    Antes que nada, permtanme agradecer vivamente a las personas que han

    organizado estas jornadas, y en particular a Merche Caballud y Carmen

    Carramiana, que me invitaron a estar hoy da entre ustedes. Es para mi un honor

    y un gran placer poder celebrar con ustedes los diez aos de este bello proyecto,

    Leer juntos, y conocer a aquellas y aquellos que le hacen vivir. Y es una alegraestar de husped en esta regin que no conoca, descubrir sus paisajes, sus

    pueblos, escuchar sus lenguas - y el castellano s me es familiar desde hace

    tiempo, desde mis aos adolescentes vividos en Amrica latina, continente que, en

    cierto modo, est hoy entre nosotros en la persona de Daniel Goldin, mi editor y

    amigo, ya que las organizadoras han tenido la feliz idea de invitarnos a uno y a

    otra.Dir algunas palabras para presentarme. Soy antroploga del Centro

    Nacional para la Investigacin Cientfica, en Pars, y desde hace once aos he

    concentrado mis investigaciones en torno a la lectura y la relacin con los libros y

    las bibliotecas, especialmente en lugares donde la lectura no es fcilmente

    accesible como es el caso de muchas comarcas rurales o, de un modo diferente,

    de barrios urbanos marginados2. Antes que un enfoque estadstico, puse particular

    * Antroploga, Laboratorio LADYSS, Centre National de la Recherche Scientifique/Universit Paris I (191, rueSaint-Jacques, 75005 Paris, Francia).Esa conferencia fu traducida por Ana Velasco. Algunas frases estn extraidas de artculos o conferenciasanteriores, particularmente: Por los derechos culturales de las poblaciones marginadas, , in Formacin delectores: escuela, biblioteca pblica y biblioteca escolar, Memorias del 5 Congreso Nacional de lectura, Bogot,Fundalectura, 2002, p. 302-312 (traducido del francs por Orlando Santamaria) ; Pourquoi inciter des adolescents lire de la littrature?,Bulletin des Bibliothques de France, t. 48, 2, avril 2003.

    2 En castellano, vase Michle Petit, Nuevos acercamientos a los jvenes y la lectura, Mexico, Fondo de culturaeconmica, 1999, traducido del francs por Rafael Segovia y Diana Luz Sanchez).; Lecturas: del espacio ntimo alespacio publico, Mexico, Fondo de cultura econmica, 2001, traducido del francs por Miguel y Malou Paleo, yDiana Luz Sanchez).

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    empeo, a lo largo de mis investigaciones, en tomar en cuenta las experiencias

    singulares de los lectores, escuchndoles hablar en entrevistas amplias, lo msabiertas y libres posibles. En la prolongacin de estos trabajos, me he esforzado,

    estos ltimos aos, en profundizar el anlisis de la contribucin de la lectura en la

    construccin o en la reconstruccin de s mismo, en particular en los momentos de

    crisis de identidad.

    Hoy da, Carmen y Merche me han dado como tema para hablar anteustedes : Lectura y desarrollo social, precisando: desde luego ah entra el

    aspecto de desarrollo personal sin el que es difcil que se d el social. As que

    aqu estoy con tres conceptos, lectura, desarrollo personal, desarrollo social, tema

    muy vasto, del que como ya pueden imaginar no podr, en una hora, evocar nada

    ms que algunos aspectos.

    Cuando se interviene en temas como ste, es comn que los investigadoresse interroguen ampliamente sobre los conceptos utilizados, y en primer lugar he

    compulsado numerosos informes de organismos internacionales, en los que he

    buscado una definicin clara, al menos un tanto rigurosa de lo que podemos

    entender por desarrollo social. Trmite austero e improbable, les confieso,

    austero porque esos informes parecen haber sido escritos por robots y no por seres

    humanos, improbable puesto que las definiciones que encontr se caracterizan por

    su carcter vago o cambiante de una institucin a otra, incluso de un informe a

    otro. El desarrollo social, es un poco lauberge espagnole, el albergue espaol,

    como se dice en mi pas, en el que cada uno encuentra lo que lleva (perdnennos,

    no s porqu los albergues espaoles tienen esta reputacin).

    En un contexto mundial caracterizado por desigualdades y fragmentacin

    crecientes, por un aumento de la violencia y una crisis social y moral intensa, el

    concepto de desarrollo social traduce generalmente la voluntad de ir hacia un

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    mundo ms equitativo, ms seguro, ms pacfico lo que en el contexto de estos

    ltimos meses, podra aparecer como una gran utopa.Retengamos como denominador comn de la mayora de estas definiciones,

    la importancia acordada a las dimensiones siguientes: a la integracin social

    (incluyendo la lucha contra la exclusin y la pobreza, y el combate por el respeto

    de la dignidad, con mencin especial por las categoras ms expuestas, las

    mujeres, los nios, las poblaciones de inmigrantes, las personas mayores); a las

    condiciones de vida (salud fsica y mental, educacin, empleo, etc.); por ltimo, ala capacidad de los ciudadanos a participar activamente en proyectos, individuales

    y colectivos, que les afecten, garanta de una sociedad civil comprometida.

    Como ven, todo esto no contribuye a limitar mi tema. Cada uno de esto

    trminos merecera evidentemente ser cuestionado, tanto como el de desarrollo

    personal pero no acabaramos, y les propongo pues entrar directamente en

    materia, a partir de dos experiencias, del otro lado del Atlntico.

    Saltar al otro lado

    En los aos cincuenta, una joven mujer, Mira Rothemberg, un da se ve

    obligada a dar clase a un grupo de nios judos originarios de Europa central, con

    edades entre once y trece aos. Algunos de ellos han nacido en campos de

    concentracin, otros han sido abandonados por sus padres durante la guerra, para

    darles una oportunidad de escapar a los nazis. Sobrevivieron como pudieron,

    recogidos durante un tiempo por campesinos o religiosas.Despus, tras la guerra,

    a peticin de organizaciones o de sus propias familias, fueron transferidos a

    Estados Unidos. Son nios con una mirada de piedra, que han construido

    fortalezas para protegerse de los horrores por los que han pasado; son nios

    desollados vivos, violentos, que no tienen confianza en nadie, y da tras da

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    repiten, en una lengua o en otra, que quieren volver, encontrar su tierra de origen. Cito a Mira Rothemberg:

    Yo deba ensearles historia, lectura, escritura, aritmtica. Yo deba civilizarles,

    hacerlos aceptables a los ojos de los Estados Unidosde Amrica. Era un chiste

    amargo y cruel. No aprendan nada. Luego, un da, aprovechando un sosiego en

    sus arranques de odio, les habl de los Indios de Amrica. Les cont como esos

    hombres a los que les perteneci el pas haban llegado a ser refugiados en su

    propio territorio, del cual los haban desposedo. Encontr un libro de poemas de

    Indios que hablaban de la tierra que amaban, de los animales con los que ellos

    vivieron, de su fuerza, de su amor, de su odio y de su orgullo. Y de su libertad.

    Los nios reaccionaron. Algo se haba movido en ellos. Los Indios deban

    experimentar por Amrica lo que ellos mismos sentan por su pas de origen.

    Todos nos convertimos en Indios. Quitamos los muebles de en medio del saln.

    Instalamos tiendas y pintamos un ro sobre el suelo. Construimos unas canoas,unos animales de tamao natural en papel mach(...). Los nios comenzaron

    lentamente a liberarse de sus caparazones.3

    Aqu vemos que,incluso a los mas golpeados, una narracin, una metfora

    potica, pueden ofrecer un eco de su propia situacin, bajo una forma transpuesta.

    Un eco de lo que pasa en uno mismo, en las regiones de uno que no pueden ser

    nombradas. Y esto es abrir un espacio, evitar enloquecer de dolor, suscitar un

    movimiento psquico. Permitir, en este caso, al filo de las semanas siguientes,

    hablar de los Indios en que ellos mismos se han transformado, aprender el oficio

    de artesanos tejer o hacer cermica - , leer o escribir poemas. Incluso estudiar la

    historia y la cultura de los Indios y compararlas a las de su pas de origen. O

    tomar el metro para visitar un parque, en pos de las antiguas pistas de los Indios,

    3 Mira Rothemberg,Des enfants au regard de pierre, Paris, Seuil, p. 15.

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    pasar tiempo en grutas y aprender geografa para localizar donde estaban,

    matemticas para evaluar distancias.

    Cincuenta aos despus de Mira Rothenberg, una joven que encontr el ao

    pasado en Colombia, Beatriz Helena Robledo, lee a su vez historias a

    adolescentes, chicos y chicas, con un poco ms de edad que los del caso

    precedente. Enrolados en el conflicto armado que atraviesa su pas, con la

    guerrilla o los paramilitares, han visto morir a allegados, o han matado a susenemigos, a menudo en combates cuerpo a cuerpo. Luego fueron aprisionados o

    se rindieron, o fueron abandonados por sus grupos armados porque estaban

    enfermos. En la residencia piloto en la que se encuentran, educadores, psiclogos,

    asistentes sociales, artistas, intentan que vuelvan a encontrar su infancia perdida

    para que puedan a continuacin proyectarse en un futuro. Cito a Beatriz:

    Estbamos contando mitos y leyendas ante un mapa de Colombia que tenaubicados los diferentes grupos indgenas que pueblan nuestro pas. Nunca

    imaginamos que un mapa pudiera significar tanto. Verlo, tenerlo all presente

    mientras escuchaban los cuentos y las leyendas, les fue configurando sus propias

    historias, pero tambin su propia geografa. A medida que leamos y

    sealbamos la procedencia del mito o de la leyenda, ellos iban recordando

    lugares, ros, pueblos, por los que haban pasado.

    De pronto, como un abracadabra, al hablar de la Llorona, la Madremonte, El

    Mohn, la palabra de esos jvenes, represada haca tantos aos por la guerra,

    reemplazada por el ruido sordo de los fusiles, empez a fluir y comenzaron a

    contar4.

    4 Beatriz Helena Robledo, Bibliotecas pblicas en poblaciones marginadas. Y eso para qu sirve?, inFormacin de lectores: escuela, biblioteca pblica y biblioteca escolar, op. cit., p. 308-312.

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    Beatriz Helena Robledo comenta: Una biblioteca o una coleccin de

    libros tiene mucho que hacer en una poblacin marginada. () Muchsimo ms

    que brindar informacin o apoyar la educacin formal. Para ciudadanos en

    condiciones medianamente normales de desarrollo, un libro puede ser una puerta

    ms que se abre, en cambio, para aquellos que por circunstancias de la vida han

    sido despojados de sus derechos fundamentales, o de sus mnimas condiciones

    humanas, un libro es quizs la nica puerta que puede permitirles atravesar el

    umbral y saltar al otro lado.

    Saltar al otro lado: pens con esto en Kafka que, de un modo un tanto

    enigmtico, deca : escribir, es saltar fuera de la fila de los asesinos. Julio, uno

    de los adolescentes presentes, al que nunca se le haba oido la voz, de un

    momento a otro di un salto, se pus de pie tras haber escuchado una leyenda (y

    diremos de paso que el cuerpo se conmueve a menudo por la lectura); apunt en

    el mapa la regin que haba recorrido y habl como no lo haba hecho desde haceaos, comenzando a contar su propia historia, a encontrar un vnculo en lo ms

    profundo de l mismo.

    Volvamos a atravesar el Atlntico para ir ahora a uno de esos barrios de la

    periferia urbana donde mis colegas y yo llevamos a cabo una investigacin, hace

    algunos aos, sobre la contribucin de las bibliotecas pblicas en la lucha contra

    los procesos de exclusin, y escuchemos lo que dice un chico. Se llama Daoud, es

    de origen senegals, y tiene unos veinte aos al momento de la entrevista :

    "Cuando se vive en los suburbios, est uno destinado a tener malos estudios, a

    tener un trabajo asqueroso. Hay un montn de cosas que te hacen ir en cierta

    direccin. Yo me pude zafar de eso, ser anticonformista, ir para otro lado, y ese

    es mi lugar... (Los vagos) hacen lo que la sociedad espera que hagan, y nada

    ms. Son violentos, son vulgares, son incultos. Dicen: "Yo vivo en los suburbios,

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    entonces yo soy as", y yo fu como ellos. El hecho de tener bibliotecas como sta

    me permiti entrar, venir, encontrarme con otra gente. Una biblioteca sirve para

    eso... Yo eleg mi vida y ellos no."

    Todo esto para hacerles sentir que encontrar un lugar en la sociedad, en un

    grupo, no pasa necesariamente, como podramos pensar, por entrar en algo que ya

    est ah, por agregarse. Paradjicamente, es un proceso que, en particular para

    muchos adolescentes, comienza por un salto al exterior, un gesto de salida. Paralos adolescentes en situaciones extremas de los que Mira Rothenberg o Beatriz

    Helena Robledo se ocupan, comienza por esa ruptura que instituye una ficcin, un

    poema, una leyenda, permitindoles salir de las obsesiones, del cara a cara con lo

    real, desligarse, pasar a otra cosa. Para Daoud, como para muchos jvenes que

    viven en barrios estigmatizados, elaborar un lugar supone previamente ir para

    otro lado, como l dice, y zafarse demuchas vas trazadas de antemano quellevan derecho a un muro. Para todos ellos, esto pasa por la apertura de otro

    espacio.

    Otro espacio, otro tiempo

    A juzgar por lo que me ha contado la gente que ha podido tener acceso a la

    lectura en un momento de su vida, un libro, una biblioteca, ayudan sobre todo a

    crear un espacio, y ms an, all donde ningn margen de maniobra, ningn

    territorio personal parece ser permitido. Si hay mediadores que saben bregar para

    que los libros produzcan menos miedo, si saben lanzar un puente que vincule una

    biblioteca con un barrio, con un pueblo, los nios, los adolescentes, los adultos

    querrn agarrarse a alguna cosa. A palabras que uno les diga, a trozos de saber, a

    una historia que se les lea, o que van a descubrir por ellos mismos, si no les cuesta

    demasiado trabajo descifrarla. Y esto abrir un espacio donde las relaciones sern

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    menos salvajes, como mitigadas, mediatizadas por la presencia de estos objetos

    culturales. En contextos violentos, una parte de ellos ya no ser rehn, una partede ellos escapar a la ley del lugar, a los conflictos cotidianos.Como para Rosalie

    : La biblioteca, los libros, eran la mayor felicidad, el descubrimiento de que

    haba otro lugar, un mundo, all lejos, en el que podra vivir. En ocasiones hubo

    dinero en la casa, pero el mundo no exista. Lo ms lejos que llegbamos era a la

    casa de mi abuelita, en vacaciones, en los lmites del municipio. Sin la biblioteca

    me habra vuelto loca, con mi padre gritando, haciendo sufrir a mi madre. La

    biblioteca me permita respirar; me salv la vida.

    Es como un espacio para tomar un nuevo aire, para reconstruirse, para

    rehacerse. All se perfila otra representacin de s mismo. Pero no es nicamente

    un escape o un lote de consolacin para aquellas y aquellos que se sienten

    encerrados. Para cada uno de nosotros, este espacio creado por la lectura se

    aproxima a lo que los psicoanalistas llaman, segn Winnicott5, el reatransicional, esa zona tranquila, sin conflictos, que se inaugura entre el nio y su

    madre, si el nio se siente en confianza ; ese rea de juego en la que el pequeo

    ser humano inicia su emancipacin, comienza a construirse como sujeto,

    apropindose de algo que su madre le propone un objeto, una cancincita, una

    historia. El objeto, el relato, la cancincita, simbolizan la unin de los seres que

    en adelante estarn diferenciados, restablecen una especie de continuidad,

    permiten sobrellevar la angustia de separacin. Fortalecido con la historia o la

    cancincita incorporada, el nio puede alejarse un poco, comenzar a trazar su

    propio camino, a percibirse como separado, diferente, capaz de crear un

    pensamiento independiente. Puede elaborar su capacidad de estar solo en

    presencia del adulto, construir el espacio del secreto : algo se les va de las manos

    a los adultos, con estos primeros trazos de una interioridad, de una subjetividad ;

    5 Donald W. Winnicott, Jeu et ralit. Lespace potentiel, Paris, Gallimard, 1975.

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    de una capacidad para simbolizar y entrar en relacin con los otros, ms all de la

    unin primera, ms all de los brazos maternos.Ahora bien, las experiencias culturales no son sino una extensin de estas

    primeras experiencias de juegos, de vida creadora, de emancipacin. Y durante

    toda la vida, pueden ser vas privilegiadas para hacernos recuperar, tanto ese

    espacio apacible como la experiencia del nio que, a partir de ese espacio

    tranquilo, protector, esttico, entre su madre y l, se rehacey se vuelve autnomo.

    Otro espacio. Pero tambin otra manera de habitar el tiempo, en ruptura con

    la agitacin cotidiana de nuestro mundo productivista, con el comps de la

    televisin o de los juegos electrnicos, por ejemplo. Y es probablemente debido a

    ese desfase, ese desenganche, que la lectura puede introducir un poco de juego, un

    margen de maniobra, un nuevo despliegue de posibilidades, una creatividad. Pues

    durante ese tiempo en el que aparentemente no ocurre nada, la ensoacin siguesu curso. Escuchemos otra vez a Daoud evocando la biblioteca de un gran museo

    de ciencias y tcnicas:

    En la Ciudad de las Ciencias quitaron todos los libros de ciencia-ficcin,

    los muy imbciles, porque decan que no era cientfico. Es completamente

    aberrante, cmo quieren que los jvenes se acostumbren a la imaginacin

    cientfica, que quieran construir robots, si no tienen libros que les hablen de algo

    ficticio ? Estoy seguro de que hay obras como la de Jules Verne que han

    inspirado cientos de carreras cientficas, o de ingeniera.Uno se hace a travs

    del sueo, no es abriendo un libro de matemticas con formulas cientficas que se

    va a convertir en cientfico. No, es leyendo El gran capitn Nemo, su submarino

    luchando contra un platillo volante, eso es lo que hace que la imaginacin se

    despierte. Y no suprimindolo porque dicen que no es cientfico o no es serio.

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    O escuchemos a Ridha, otro chico encontrado en un barrio marginado:Lo

    que a m me gustara, esque el bibliotecario tuviera tiempo para dedicarse a lo

    que es del orden de la vida, a todo lo que se refiere a la vida () Ms que ser un

    guardin de libros, ser una especie de mago que nos llevara hasta los libros, que

    nos condujese a otros mundos Ensear al nio a sentir lo que puede encontrar

    de maravilloso en ese pequeo formato, ese pequeo volumen. Esas cosas tienen

    un vnculo profundo ms tarde con su vida de adulto ()Leer historias

    simplemente, mostrar que se puede soar y que hay salidas, que no todo esta

    inmvil. Que uno inventa su vida, que es posible inventarse la vida. Y que para

    inventar la vida tal vez debe tener antes materia propia, que sea necesario haber

    soado para poder crear..

    Estos jvenes tienen razn, y encontrar un lugar en un mundo que ya est

    ah, pasa tambin por estos senderos, por la constitucin de este imaginario, por el

    descubrimiento de que existe otra cosa, y por lo tanto de que uno puedeconvertirse en otro, ser parte activa en su destino y en el destino del mundo que le

    rodea. Pasa por esos tiempos de ensueo sin los cuales no habra pensamiento ni

    creatividad.

    Las lecturas intiles, las lecturas de obras literarias, tienen aqu una

    importancia particular. Pues los poetas, los escritores, as como los artistas,

    conciben sus obras en cercana de otra actividad del pensamiento, diferente del

    pensamiento racional, ms prxima del ensueo, donde los modos de

    funcionamiento propios al inconsciente pueden deslizarse. En eco, en la lectura, o

    en el contacto con las obras artsticas, ese otro registro de pensamiento se ve

    conmovido : un pensamiento en movimiento, inventivo, con conexiones no

    esperadas, que transgrede las prohibiciones, peregrina.

    No nos asombraremos pues de constatar que muchos sabios leen poesa, o

    dibujan, o son msicos. Notemos de paso que no se trata de poner a la ciencia

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    contra el arte, a la reflexin contra la emocin, a la lectura contra el movimiento

    ni a la cabeza contra el cuerpo. Es lo uno y lo otro, lo uno con lo otro.De una manera ms amplia, como ha anotado Daniel Goldin, y cito, la

    lectura es una actividad que manifiesta, construye o cataliza el flujo entre polos

    que comnmente se ven sin relacin de continuidad6. La lectura establece

    pasarelas entre inconsciente y consciente, entre da y noche, pasado y presente,

    cuerpo y mente, dentro y fuera, entre presencia y ausencia, razn y emocin, el yo

    y el otro, etc. Y es propicia al establecimiento de vnculos.

    Otra lengua

    Porque leyendo, o escuchando a una persona que lee,uno experimenta que

    existe una lengua diferente de la que sirve para la designacin inmediata y

    utilitaria de las cosas : la lengua del relato, de la narracin. Otro espacio pues, otro

    tiempo, pero tambin otra lengua.La lectura se inscribe, ya lo hemos visto, en la prolongacin de esos

    momentos de intersubjetividad en los que los humanos se constituyen desde los

    primeros momento de la vida. Por ejemplo, de aquellos instantes en que la madre

    o la persona que la representa dice al nio que acaba de sealar con el dedo

    hacia un pjaro: S, has visto un pajarito que pasaba en el cielo, iniciando as un

    pequeo relato, anticipando los procesos de unin, de vinculacin, del

    pensamiento y del lenguaje que, en el nio, estn todava en estado de esbozo. De

    una manera parecida, los libros anticipan, envan un eco, de manera articulada, y

    esttica, de lo que todava no era enunciable. Y el salto de la lectura, es

    tambin lo que permite pasar del caos a otra realidad, articulada, ordenada.

    6 Daniel Goldin, Continuidades y discontinuidades : tentativas para comprender procesualmente la formacion deusuarios de la cultura escrita, Conferencia indita, 2002.

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    En una narracin literaria, un cuento, una novela a veces enun ensayo -,

    los eventos contingentes encuentran sentido, en una historia puesta en escena, enperspectiva, ordenada, de manera esttica. Como ha dicho su compatriota Juan

    Jos Mills en un congreso de editores, el ao pasado: La literatura recompone

    algo que se rompi en poca remota. Y en el caos, la escritura devuelve la

    realidad articulada.7 Por el orden secreto que emana de una obra, es como si, de

    algn modo, el caos de nuestro mundo interior pudiera encontrar forma. Aun ms

    cuando la obra nos devuelve un eco de lo que era indecible, iluminando una partepropia hasta entonces oscura.

    Como para esta joven mujer, Pilar, quien dice: A travs del libro, cuando

    uno mismo tiene pensamientos, angustias, en fin, no s muy bien, el hecho de

    saber que otras personas los han sentido, los han expresado, eso yo creo que es

    muy importante. Es, tal vez, porque el otro lo dice mejor que yo. Hay una especie

    de fuerza, de vitalidad que emana de m porque lo que esa persona dice, porequis razones, yo lo siento intensamente.

    O para el escritor Georges-Arthur Goldschmidt, quien evoca la lectura de

    unos extractos de las Confesiones de Rousseau descubiertos en un manual de

    literatura durante su adolescencia: Fu como si me golpeara un rayo, como si

    alguien hubiera adivinado esas lneas a travs de m, como si ellas me

    reconocieran. De manera que haba habido otra persona que, en lo ms secretode su ser, se haba sentido de la misma forma y de quien, a travs de su propio

    cuerpo, se poda adivinar cmo haba sido l mismo en su interior.

    Me invadi un entusiasmo, un sentimiento triunfante nunca antes conocido de

    legitimidad. Otros, antes que yo, y quines!, haban sentido las mismas

    emociones...19

    7El Pas, 30/6/2002.

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    Observemos que, tanto para Pilar como para Georges-ArthurGoldschmidt,

    el cuerpo est presente en esos encuentros, hay algo que se ve tocado ms all dellenguaje, por las palabras que uno ha transportado en s mismo. Y algunas veces

    la energa liberada, recuperada, le da al lector la fuerza para escapar de un callejn

    sin salida en el que estaba inmovilizado, de transportarse a otro lugar.

    Cuando alguien que lee o que frecuenta una biblioteca se

    desplaza, en un campo u otro de su vida, no se puede contabilizar

    nicamente un valor aadido til que la lectura le hubiera procurado

    en forma de saber, de informacin, o de un manejo mejor de la

    lengua. Tambin deben considerarse estas reorganizaciones psquicas;

    pues es la elaboracin de una posicin de sujeto lo que est en juego.

    De un sujeto que levanta los ojos de la pgina, compone en su cabeza

    frases inditas, para representarse su vida, hacer de ellas un relato. Deun sujeto que, poco a poco, encuentra un lugar en la lengua, inventando

    sus propias palabras, su propia manera de decir. De un sujeto que

    construye su historia apoyndose en fragmentos de relatos, de

    imgenes, de frases escritas por otros y de las que saca fuerza, a veces,

    para salir de all donde todo pareca destinarle.

    No lo olvidemos, la necesidad de relatos, de narracin hace

    quizs nuestra especificidad humana. Como lo dice el escritor Pascal

    Quignard : Somos una especie sujeta al relato (...) Nuestra especie

    parece estar atada a la necesidad de una regurgitacin lingstica de su

    experiencia. Y agrega: esa necesidad de relato es particularmente

    intensa en ciertos momentos de la existencia individual o colectiva, por

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    ejemplo cuando hay depresin o crisis. En ese caso el relato

    proporciona un recurso casi nico .8

    Casi de la misma manera, Vladimir Propp deca del relato que ste

    representaba una tentativa de hacer cara a todo lo que es inesperado o desgraciado

    en nuestra existencia humana. De hecho, en estos tiempos de desarraigo, de

    prdida de muchos puntos de referencia que, hasta ahora, daban sentido a la vida,

    en esa poca en que mucha gente se interroga sobre lo que ahora se llama la

    resiliencia - o sea la capacidad de reconstruirse tras un traumatismo - , los que

    reflexionan en ello siempre insisten, precisamente, en la importancia de esta

    puesta en relato de la experiencia propia9. De manera ms amplia, dado que,

    mucho ms que en el pasado, incumbe a cada uno de nosotros construir el sentido

    de su vida, y su propia identidad, podemos observar que tanto el sentido como la

    identidad nos llegan en gran parte de las historias que nos contamos recogiendo

    fragmentos dispersos.

    Desde este punto de vista, me parece que la contribucin irremplazable de

    la literatura, del arte, a la actividad psquica, al pensamiento, a la vida,

    simplemente, sigue subestimndose muy a menudo. La literatura, en todas sus

    formas (poesa, cuentos, novelas, teatro, diarios, tebeos, ensayos siempre y

    cuando estn escritos, trabajados -, etc. ) aporta un soporte remarcable par

    despertar la interioridad, poner en movimiento el pensamiento, relanzar unaactividad de simbolizacin, de construccin de sentido. Lo hemos visto, por

    ejemplo, en esos adolescentes que evocaba hace un momento, emparedados en el

    odio o el silencio, y que, a partir de un relato, de una metfora potica, comienzan

    a transformarse en los narradores de su propia historia.

    8 La dprogrammation de la littrature ( entrevista con Pascal Quignard),Le Dbat, 54, mars/avril 1989.9 Vanse entre otros los libros de Boris Cyrulnik.

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    Hoy en da, cantidad de emisiones de radio o de telerealidad, de ficciones

    televisivas concebidas a medida, proponen a los nios, a los adolescentes, a losadultos, comentarios de sus experiencias. Y es tal la sed de palabras de los seres

    humanos que estos intentan acomodarse a un material a menudo pobre, mediocre

    para formular sus deseos, sus fantasmas o sus miedos. Pero las confesiones a toda

    velocidad y exhibicionistas de la telerealidad no nos devuelven el mismo eco que

    una obra sacada del trabajo lento, en recogimiento, de un escritor o un artista. En

    el primer caso, estamos ms ante un modo de formatear la experiencia que en eldesvelamiento de una verdad singular. Ya que decir, transmitir, lo que uno

    experimenta es una tarea mucho ms compleja de lo que parece. No tenemos ms

    que pensar en lo pasmados que nos quedamos tras haber vivido algo que nos ha

    afectado, incapaces de comunicar cualquier cosa. Todas las sociedades han

    recurrido, para ello, a mediadores, traductores profesionales, narradores,

    poetas, dramaturgos, artistas, o en modo distinto psicoanalistas.Los escritores son creadores de sentido, tomndose el tiempo necesario para

    dar significacin a una experiencia, a un acontecimiento individual o colectivo.

    Profesionales de la observacin de ellos mismos o del mundo - , en proximidad

    con un pensamiento soador, trabajan el lenguaje, lo limpian de clichs (los

    buenos escritores, al menos). Y este trabajo, psquico y literario, tendr

    resonancias en los lectores. Ms an cuando les propongar, no un calco de su

    propia historia, sino una transposicin.

    Metforas, ms que histor ias-reflejos

    En efecto, podemos observar que los textos que ms trabajan los lectores

    son a menudo los que les aportan una metfora, una imagen transpuesta de su

    propia situacin. Mira Rothenberg no habra obtenido los mismos efectos si

    hubiera ledo a los adolescentes de los que se ocupaba testimonios espantosos

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    sobre los campos de concentracin en los que algunos de ellos haban nacido. Y si

    Beatriz Helena Robledo evoca raptos, no son los que realiza la guerrilla, sino losdel Mohn, un ogro seductor que se lleva a los nios o a las jvenes lavanderas. Si

    no estn privados de violencia, los poemas o las leyendas que les leen ofrecen una

    puesta en escena compleja, alejada en el tiempo o el espacio, de sus propios

    sufrimientos. Pueden ayudar a contener esos sufrimientos y a transformarlos, ms

    an porque, en estos casos, un adulto, que lee los textos, est ah para asumir

    tambin, de otro modo, el papel de continente 10.Mostrar algo real sin elaborarlo, cuando es horroroso u obsceno, redobla el

    traumatismo o la angustia, en lugar de ayudar a tamizarlos. Mientras que un

    verdadero trabajo de escritura restituir la violencia de la realidad de manera

    transpuesta permitiendo a los lectores tomar distancia, construir otro punto de

    vista, y dar una forma, esttica, compartida, a lo que les atormentaba.

    En los ejemplos que he dado, el rodeo por otro sitio la tierra perdida delos Indios -, o por otro tiempo el tiempo mtico de las leyendas colombianas -,

    abre la posibilidad de una simbolizacin. Aqu no estamos en historias que

    enviaran en espejo la imagen de gente parecida a ellos mismos, expresndose con

    las mismas palabras. Estamos en una dimensin que, de entrada, aleja, pone

    distancia. Un smbolo, ms que un reflejo. Dicho de otra manera, algo que

    permite representarse, localizarse, pensar lo que no permite un espejo. Algo que,

    por ello, es susceptible de sosegar la violencia de las pulsiones. Y que abre a

    vnculos, alianzas con los otros, en lugar de acantonar al entre-si, cara a cara con

    el mismo, el idntico al s mismo.

    Conjugar pertenencias plurales

    10 Cf. Christian Gurin, Une fonction du conte : un conteneur potentiel , in Ren Kas (dir.), Contes et divans,Paris, Dunod, 1996, p.80-134.

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    De manera ms amplia, la lectura permite no quedarse aislado en su

    pequeo crculo. Muchos de nuestros interlocutores han evocado esta salida de lasoledad, esta salida del espacio cerrado que constitua su horizonte cuando vivan

    en barrios relegados o en pueblos alejados. Ir a la biblioteca, y leer, o apropiarse

    de otros bienes culturales, cuando era posible, era para ellos el medio de abrirse a

    lo nuevo, a lo lejano, a otras sociabilidades.Como le ocurri aesta joven,Zohra,

    cuyos padres vinieron de Argelia cuando ella era muy pequea : Despus de

    todo haba algo ms, haba otras personas aparte de los padres, de la vida

    tradicional en familia. (Los maestros) me ayudaban a abrirme hacia el exterior,

    al igual que las bibliotecarias. Eran otros adultos que no me consideraban un

    beb o una niita que est para hacer el quehacer. Vivamos en un capullo

    familiar muy fuerte. Mis padres nunca reciban visitas, ni amigos franceses ni

    argelinos [...] Es muy difcil cuando sa es la nica referencia que se tiene de

    joven. Es como si estuvieras completamente aislada. El libro era la nica formade salirme de eso, de abrirme un poco.

    No me cansar de insistir sobre la importancia de estos lazos con un mediador

    que muy a menudo es una mediadora, y eso se verifica, una vez ms, hoy da ,

    sobre el impacto de esos momentos de encuentro, de esa posibilidad de ser

    escuchado, a veces a media voz. Del mismo modo que los profesores, las

    bibliotecarias subestiman el hecho de que contribuyen e influyen, a veces de

    manera decisiva, en el destino de aquellas y aquellos a los que acogen, en

    particular por intercambios personalizados. Muchos de ellos pueden estar seguros

    de que decenas de aos ms tarde, hombres y mujeres se acordarn de ellos, como

    Albert Camus se acord, toda su vida, de su maestro, Monsieur Germain, a quin

    rindi homenaje cuando recibi el premio Nbel.

    Sin embargo, para Zohra como para otros, la recreacin del lazo social no

    ha pasado solamente por los encuentros con profesores o bibliotecarias. Ha

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    pasado, adems, por unos libros y en particular por una elaboracin o una

    restauracin de la capacidad a establecer lazos con su propia historia, con sumundo interior, y, al mismo tiempo, con el mundo exterior. Escuchmosla de

    nuevo: Gracias a la biblioteca he podido tener acceso a temas tab. A la

    literatura ertica (...)Y a la literatura magreb, de dnde vena, a la historia de

    Argelia, a mi historia. Porque mi padre pele en la guerra de Argelia y nunca nos

    ha hablado de eso. Entiendo que l no pueda hablar, como entiendo que muchos

    franceses no puedan hablar de ella. Vivieron cosas dolorosas y tambin hicieron

    vivir cosas muy dolorosas a la poblacin argelina. Pero al mismo tiempo

    nosotros, nos quedamos ah, sin respuesta. Hay que encontrar respuestas. Es

    necesario que haya... gente con historias (...) Todos tenemos una historia y hay

    que buscarla. A veces toma tiempo buscarla, encontrar los puntos de referencia

    que nos permiten, en un momento dado, tener una historia y vivir con ella todo el

    tiempo.Las lecturas de Zohra no borraron las heridas de la terrible guerra que

    vivieron sus padres, pero esas heridas adquirieron derecho de expresin, de

    memoria. Al recuperar una historia, Zohra pudo liberarse un poco de ella, por

    ejemplo abrirse tanto a los novelistas contemporneos argelinos como a los

    occidentales. O incorporarse a la historia de Francia, pues durante una exposicin

    en la biblioteca sobre la segunda Guerra Mundial, conoci testimonios de ex

    miembros de la resistencia contra el nazismo, de ex deportados que recordaban

    sus combates, y se sinti cercana a ellos. De ese modo, pudo conjugar en su

    interior dos universos culturales que a lo largo de la historia haban estado

    reidos, elaborar un espacio simblico en el que encontrar un sitio, en vez de

    sentirse rechazada por todas partes.

    Cuando uno se ha criado en una lengua y una cultura, y luego ha tenido que

    crecer en otra, la capacidad de simbolizar, de establecer relaciones, de pensar,

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    puede haber sufrido daos. Es necesario encontrar formas de comunicar una con

    otra, de conciliar una con otra. La curiosidad por la cultura de origen es legtima,y muchas veces los padres no transmiten ms que fragmentos de su cultura, o

    algunas costumbres que a menudo ni siquiera siguen practicndose en su pas. Y

    si a cada uno, de manera individual, no se le proporciona los medios para dar

    respuesta a las interrogaciones sobre su origen, otros vendrn a llenar sus

    expectativas, pero bajo la modalidad de mitos identitarios, con todos los riesgos

    que eso implica en trminos de autoexclusin, apartheid, y xenofobia.

    Sin embargo, si bien puede ser vital que cada uno tenga acceso a medios

    para elaborar un vnculo con su propia historia o su cultura de origen, eso no

    significa que debamos encerrarnos en ella. Cada uno y cada una tienen derecho a

    una historia, pero tambin tienen derecho al extraamiento, al desvo, a la

    metfora, a la ampliacin de su universo cultural. Y la lectura puede serjustamente un sesgo privilegiado para ofrecer ambas cosas, para conjugar varios

    universos. Incluso practicada de manera ocasional, puede tener un papel

    destacado en la elaboracin de una identidad plural. Como para ese joven de

    origen argelino, disfrutando de las canciones que escuchaba de nio y de poetas

    franceses como Rimbaud o Breton. O esa chica turca leyendo con igual fervor a

    su compatriota Yachar Kemal -porque le restituye los paisajes y las historias de

    una tierra perdida- y algunos pasajes del filsofo Descartes, porque en ellos

    entendi la importancia de una argumentacin bien llevada, para negarse a un

    matrimonio por obligacin.

    Son este tipo de encuentros los que permiten apropiarse de una cultura a

    priori extranjera, en vez de imaginarla como un templo cuyas puertas no est uno

    autorizado a franquear debido a su origen social o cultural. La combinacin de los

    materiales ms diversos, la conjugacin de culturas que hasta entonces se oponan

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    devienen fuente de dinamismo y cesan de pensar que vivir lejos de la tierra de sus

    abuelos es una traicin o una prdida. El hecho de estar entre dos culturas, entredos lugares puede as vivirse ms como riqueza que como sufrimiento, puede

    incluso vivirse como una oportunidad.

    La lectura, y particularmente la lectura de obras literarias, permite as

    explorar, formalizar, agrandar, reparar el mundo interior. Y en ese mismo

    movimiento, nos une tambin al mundo exterior. A cualquier edad la lecturapuede ser el momento en el que uno se dice, como el poeta belga Norge: por

    suerte somos muchos los que estamos solos en el mundo. Leer es unir, vincular,

    y en el acto de lectura hay lazos mltiples, con el o la que escribi el libro, con los

    que lo transmitieron, tradujeron, fabricaron, con el o la que lo propuso y la

    lectura puede ser una manera de prolongar esos lazos , con aquellos cuyas

    historias estn escritas en sus pginas. Tambin con los que ya han ledo este libroo lo leern un da.

    Aunque la lectura es, a menudo, algo ntimo y personal, puede tambin

    suscitar conversaciones maravillosas que desvelan aspectos de los que habamos

    pasado, dan ganas de correr a comprar otros libros, y ensean el arte de

    argumentar, de discutir, que a veces no era bien visto en el medio de origen.

    Como para Liza, de origen camboyano, que se siente con derecho a tener una

    opinin propia gracias a lo que le han aportado tanto los libros sacados en

    prstamo de la biblioteca como las plticas con sus amigos y sus profesores :

    Ahora empiezo a tomar posiciones polticas, mientras que antes la poltica no

    me interesaba en absoluto. Y el hecho de tener opinin, todas esas tomas de

    partido, las conoc por la lectura, por los intercambios con los amigos, con los

    profesores o por cosas como sas () Creo que he llegado a un estado en el que

    estoy madurando, para poder decidir, elegir () tomar decisiones y sostenerlas.

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    Defenderlas sobre todo, argumentar. Es completamente diferente de la cultura

    camboyana, en donde se piensa en grupo, se hacen las cosas en grupo y de hecho

    no se intercambia mucho porque no se discute.

    Pero si leer puede abrir hacia el otro, no es solamente por los debates que se

    tejen en torno a los libros. Es tambin porque al experimentar, en un texto, tanto

    la verdad ntima como la humanidad compartida con los dems, cambia la

    relacin con el prjimo. Y si cada uno de nosotros lee de cuando en cuando como

    se chupa el dedo, muchos cuentan como el encuentro de un texto les ha permitido,al contrario, salir de sus nicas preocupaciones. Cmo, paradjicamente, ese gesto

    solitario, salvaje, asocial, les ha hechodescubrir cuan prximos pueden estar de

    otros.

    Como Aziza, por ejemplo, que evoca su lectura de un relato biogrfico:

    Me aport ms conocimientos sobre la segunda Guerra Mundial, como la haba

    vivido la gente. Eso se estudia en historia, pero no es lo mismo. Nos hablan de lasconsecuencias demogrficas, pero mientras uno no lo vive. Porque ah tena la

    impresin de vivir esa historia, con la gente. Parece muy abstracto cuando el

    profe dice: Ya ven, hubo cien mil muertos. Uno anota un nmero, y nada ms.

    Cuando le el libro, me pregunt: cmo pudieron vivir todo eso?

    No hay que confundir construccin de s mismo con individualismo. En la

    lectura, en particular la que despierta la interioridad, lo ms ntimo tiene que ver

    con lo ms universal. La lectura puede contribuir, de ese modo, a la elaboracin

    de una identidad que no se basa en el mero antagonismo entre "ellos" y

    "nosotros", mi etnia contra la tuya, mi clan, mi pueblo o mi trozo de pasillo contra

    el tuyo. Puede ayudar a elaborar una identidad en la que uno no est reducido a

    sus lazos de pertenencia, aun cuando est orgulloso de ellos. A la elaboracin de

    una identidad plural, ms flexible, abierta al juego y al cambio.

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    He evocado alguno de los atajos por los que la lectura permite elaborar un

    lugar, sentirse parte de un mundo, de una sociedad que est ah, o al menossentirse un poco ms armado para resistir un cierto nmero de procesos de

    exclusin o de mecanismos de opresin. Hay por supuesto otros usos de la lectura

    que los que yo he evocado, en particular los que tienen que ver con el acceso al

    saber, a la informacin, a la apropiacin de la lengua, cosas todas esenciales pero

    que voluntariamente he dejado de lado hoy da porque son bien conocidas. He

    querido dedicar tiempo a aspectos discretos, secretos, que escapan a la mirada, yque permiten una mejor comprensin de lo que est en juego en el encuentro con

    un libro, y, de manera ms amplia, con un objeto cultural, proceso complejo, ms

    complejo de lo que se puede decir con las nociones que utilizamos normalmente,

    oponiendo por ejemplo lectura til a lectura de distraccin.

    Hay en efecto en la lectura, o en la rememoracin de obras poticas,

    literarias, algunas veces cientficas, algo que puede ir mucho ms all de ladistraccin, o incluso del placer. Algo que tiene que ver con el sentido de la vida,

    con mantener la dignidad, la humanidad. Con la recomposicin de la imagen de

    uno mismo, ese uno mismo a veces herido en lo ms profundo. Y en la lectura, o

    en la contemplacin de obras de arte, hay algo que puede ser profundamente

    reparador.

    Escuchando a los lectores, recordamos que el lenguaje no puede ser reducido

    a un cdigo, a un simple vehculo de informaciones. El lenguaje nos constituye.

    En particular, nos permite integrar un poco- la ausencia, la falta, la prdida, el

    exilio- de la misma manera en que la historia que se lee al nio antes de que se

    duerma le permite atravesar la noche, soportar la separacin de sus padres. Dicho

    de manera ms general, la cultura nos protege un poco de la angustia de la

    separacin, de la muerte, nos distancia de nuestros sufrimientos. Hace que el

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    mundo sea ms habitable. Por tanto no es un lujo o una coquetera el poder tener

    acceso a ella, es un derecho como el derecho de acceder al saber.

    Un espacio de resistencia?

    Sin embargo no se trata de transformar los libros en amuletos, de ponerlos

    sobre un pedestal, o intentar a hacrselos tragar por la fuerza, lo que siempre sirve

    para hacer huir de ellos a la gente. Y hemos de saber que no vamos a reparar el

    mundo de todos sus desrdenes con la difusin de la lectura. La lectura nogarantiza tampoco forzosamente una trayectoria escolar ms exitosa. A menudo

    recuerdo que no le hace a uno ms virtuoso - no debemos pecar de ingenuos.Y

    tampoco estoy convencida de que un lector sea una persona ms respetuosa del

    otro, ms democrtica. Prueba de ello, entre otras, es lo que hemos podido leer

    recientemente en los peridicos: Saddam Hussein es, segn parece, un gran lector

    interesado en multitud de temas, desde la fsica hasta la novela. Tambin le gustaescribir y ha publicado dos fbulas romnticas. Por otra parte, en los aos setenta,

    orquest una campaa de alfabetizacin, y en cada ciudad, cada pueblo, los

    hombres, las mujeres, los nios tuvieron que asistir obligatoriamente a programas

    de aprendizaje de lectura, bajo pena de ser metidos en prisin durante aos11. Me

    dirn que el carcter marcial de esa campaa probablemente quit las ganas a ms

    de uno de volver a abrir un libro.

    Pero vemos de paso que la actitud de los poderes autoritarios hacia la

    lectura, y hacia la literatura, es variable. Muchos de ellos incendian las bibliotecas

    y odian a los intelectuales y a los escritores, a los que ven como rivales

    susceptibles de disputarles el poder simblico. Al contrario, otros poderes

    autoritarios, incluso totalitarios, fomentan la alfabetizacin, o se vinculan a

    11 Le Monde, 19/3/2003, p. 8 y 9.

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    poetas, artistas, reciclando algunos de ellos en sus filas para que produzcan mitos,

    ficciones, con los que el pueblo se identifique.Sin embargo, todos se esfuerzan, segn parece, en controlar y restringir los

    usos que pueden hacerse de los textos impresos, para asegurarse el monopolio del

    sentido. E intentan imponer un cdigo, un conjunto de preceptos, all donde existe

    una cultura, hecha de aportaciones mltiples, abierta a todos los juegos, a todas

    las apropiaciones. Ya que ninguna autoridad ni polica ninguna podr jams

    controlar la manera en que un texto ser ledo, comprendido, interpretado, lasasociaciones que har surgir, los lazos mltiples que un lector anudar, a

    escondidas de todos, en el secreto de su soledad frente al texto.

    Hoy en da, en muchos pases, mujeres y hombres eligen, como ustedes

    hacen, compartir ratos de lectura en pequeos grupos constituidos libremente, y

    luego se va cada uno a su habitacin, llevndose en su ensueo trozos de pginasledas, de palabras intercambiadas. Gracias a esos intercambios, seguidos de

    momentos para s, en soledad, construyen espacios de libertad y a veces de

    resistencia, contribuyendo al desarrollo de otras formas de lazo social, de espacio

    pblico, distintas de aquellas donde se vive pegados unos con otros cerrando filas

    en torno a un jefe, un campanario, un libro nico. O a una pantalla nica, cuando

    sta, en lugar de hacernos descubrir el mundo, nos encierra en la habitacin del

    vecino, supuestamente para enviarnos nuestra imagen en espejo.

    Notemos de paso que vivimos tiempos de modificacin de la particin entre

    espacio privado y espacio pblico, en los que, cada noche, en la tele realidad,

    gente exhibe lo ms ntimo de su vida, en los que, cada da, nos encontramos

    como testigos de lo ms privado, por ejemplo de una escena domstica realizada

    por un telfono mvil en un autobs. En estos tiempos de crecimiento de la

    exhibicin del yo, quizs no sea inapropiado recordar que el secreto es

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    componente de la democracia: no se vota levantando la papeleta para que todos la

    vean, nos retiramos a una cabina. Exhibirlo todo, ver todo, escuchar todo,controlar todo, son gestos que van con el totalitarismo, aunque a veces ste

    aparezca mitigado. En esto podemos comprobar, pienso, que la lectura practicada

    en el fuero interior o en pequeos grupos libremente formados, puede constituir

    una forma de resistencia.

    Se puede comprobar mejor an, desde luego, en contextos dramticos. En

    las ltimas pginas de su Historia de la lectura, Alberto Manguel reproduce unafotografa sorprendente en la que se ve a unos hombres hojear libros en los

    escombros de una biblioteca destruida por una bomba. Manguel escribe: Ellos

    no le dan la espalda a la guerra, no ignoran la destruccin. No escogen los libros

    de su preferencia para la vida que les rodea. Intentan mantenerse a pesar de las

    dificultades evidentes ; reivindican conjuntamente el derecho de hacer preguntas,

    se esfuerzan por recuperar entre los escombros, en la iluminacin que brinda aveces la lectura- una inteligencia.12

    S, cada uno y cada una, cualquiera que sea su pertenencia cultural, social,

    geogrfica, est en busca de una inteligencia de s mismo y del mundo, desde los

    primeros aos, en busca de sentido, en busca de un eco de eso que sucede en uno

    de manera inexpresable. Los bienes culturales, los libros, nos envan algunas

    veces unos ecos que ponen en movimiento nuestro pensamiento. Transmiten

    soluciones que los seres humanos inventaron frente a preguntas que se

    formularon. Transmiten frases a las cuales es posible agarrarse para elaborar un

    sentido, para reponerse en la adversidad. La necesidad de pensamiento, de

    simbolizar su experiencia, la necesidad de narraciones, la exigencia potica, no

    son el patrimonio de un grupo social particular. Y cada uno o cada una tiene el

    derecho de acceder al saber y a los bienes culturales y de abrevar en ellos.

    12 Alberto Manguel, Une historia de la lecture, Paris, Actes Sud, p. 360.

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    I Jornadas Aragonesas de Bibliotecas Escolares y Promocin de la Lectura. 10 Aniversario de Leer juntos - Ballobar, 8, 9 y 10 de mayo de 2003

    Ponencia marco: Lectura y desarrollo socialMichle Petit

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    A la aceleracin de los cambios, a la prdida de las referencias

    tradicionales, a la crisis del sentido, a las confusiones que engendra, nuestrassociedades responden frecuentemente mediante una psicologizacin intensificada

    de las relaciones sociales: en mi pas, apenas adviene un drama, una catstrofe, el

    cierre de una empresa, etc. se envan psiclogos para hacer hablar a los que lo han

    vivido. Luego aquellos se van, dejando a cada uno con su lote de angustias. Y los

    psiclogos, desde luego, no pueden arreglarlo todo. Como no pueden los

    profesores o las bibliotecarias. Pero facilitar el acceso a la lectura y en extensivo,a experiencias culturales, puede contribuir a una construccin de sentido, y

    tambin a formas de auto reparacin, de auto reconstruccin, que tienen adems la

    ventaja de poder procurar, con ciertas condiciones, mucho placer. Contribuir

    tambin a hacernos un poco menos dependientes de las narraciones del primer

    charlatn que pase y que se dedica a curar nuestras heridas con una retrica

    simplista.La lectura no puede curar al mundo de sus violencias, pero puede ser una

    camino privilegiado para descubrirse, construirse, reconstruir una representacin

    de s a veces magullada en lo ms profundo de uno mismo y de ese modo

    limitar un poco, quizs, esos terribles fenmenos de repeticin, o de identificacin

    con el agresor, en los que se le inflinge a otro lo que uno mismo ha pasado,

    reproduciendo con tanta frecuencia, de una generacin a la siguiente, las mismas

    tragedias.

    Y sin ser psicoanalista, todo mediador cultural puede, tal como Mira

    Rothenberg con los poemas de los indios, o Beatriz Helena Robledo con el Mohn

    o la Llorona, proponer unas metforas a partir del campo literario, artstico,

    cientfico, del cual l se siente cercano. Unas metforas de las cuales, acaso, los

    nios, los adolescentes, se asirn para dar forma a un mundo interior y convertirlo

    en ms tolerable. Ellos accedern as a otras figuras de identificacin distintas al

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    I Jornadas Aragonesas de Bibliotecas Escolares y Promocin de la Lectura. 10 Aniversario de Leer juntos - Ballobar, 8, 9 y 10 de mayo de 2003

    Ponencia marco: Lectura y desarrollo socialMichle Petit

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    hroe sin falla y sin debilidad, distintas al cantante de rap misgino, accedern a

    otros bienes culturales diferentes a las imgenes saturadas de violencia y deomnipotencia que les envan numerosos medios de comunicacin o juegos

    electrnicos. Y de paso entendern que otros antes que ellos conocieron los

    mismos miedos y supieron transformarlos en obras de arte o en obras cientficas.

    Lo cual es una forma de inscribirse en la sucesin de las generaciones humanas.

    Muchas gracias.

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    I Jornadas Aragonesas de Biblio tecas Escolares y Promocin de la Lectura. 10 Aniversario de Leer juntos - Ballobar, 8, 9 y 10 de mayo de 2003

    Mesa redonda: Biblioteca Pblica y Grupos de Lectura en el mundo ruralMichle Petit

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    Mesa redonda sobre la lectura en media rural

    Michle PETIT *

    Ya lo he dicho en otros contextos : si uno ha tenido la suerte de acceder a

    ella, la experiencia de la lectura no difiere segn el nivel social, o el medio en

    donde se vive. Hay personas provenientes de ambientes modestos, rurales ourbanos, que han conocido en toda su extensin la experiencia de la lectura : es

    decir, que han tenido acceso a sus diferentes registros y han encontrado, en un

    texto escrito, palabras que los han alterado, que los han modificado, a veces mucho

    despus de haberlas ledo.Pero si la experiencia de los lectores no difiere radicalmente segn el medio,

    lo que si difiere son los obstculos. Para unos todo esta dado al nacer, o casi todo.

    Para otros, la distancia geogrfica se agrega a las dificultades econmicas y a los

    obstculos culturales. Y si los libros no van a ellos, ellos nunca irn a los libros.

    En las comarcas rurales francesas donde hemos realizado entrevistas, hace unos

    diez aos, nuestros interlocutoresevocaron historias llenas de obstculos a pesar

    de la modernizacin del campo, de la multiplicacin de los intercambios y de las

    aperturas; a pesar tambin de las iniciativas pblicas, asociativas o individuales, en

    pro del desarrollo de la lectura.

    Por un lado, estos obstculos son muy concretos: en muchos pueblos, los libros

    y los soportes escritos de informacin eran y siguen siendo bienes raros. Vivir en

    * Antroploga, Laboratorio LADYSS, Centre National de la Recherche Scientifique/Universit Paris I (191, rueSaint-Jacques, 75005 Paris, Francia).Esa conferencia fu traducida por Ana Velasco. Algunas frases estn extraidas de artculos o conferenciasanteriores, particularmente : Por los derechos culturales de las poblaciones marginadas, , in Formacin delectores : escuela, biblioteca pblica y biblioteca escolar, Memorias del 5 Congreso Nacional de lectura, Bogot,Fundalectura, 2002, p. 302-312 (traducido del francs por Orlando Santamaria); Pourquoi inciter des adolescents lire de la littrature?,Bulletin des Bibliothques de France, t. 48, 2, avril 2003.

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    I Jornadas Aragonesas de Biblio tecas Escolares y Promocin de la Lectura. 10 Aniversario de Leer juntos - Ballobar, 8, 9 y 10 de mayo de 2003

    Mesa redonda: Biblioteca Pblica y Grupos de Lectura en el mundo ruralMichle Petit

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    medio rural, es habitar en espacios donde la baja densidad de poblacin prohbe o

    hace difcil la implantacin de ciertos equipamientos, y esta inigualdad espacial seha traducido durante mucho tiempo en una gran escasez de textos impresos.

    Pero los obstculos sociales, culturales vienen a aadirse a la lejana geogrfica

    de las libreras o de las bibliotecas. Leer puede resultar imposible, o arriesgado, si

    esa actividad presupone entrar en conflicto con las costumbres, con los valores del

    grupo, del lugar en que se vive. Y en el campo, los lectores o las lectoras (pues

    casi siempre, en el campo como en los ambientes urbanos, las mujeres son mas

    lectoras que los hombres) tienen que transgredir con frecuencia, todava hoy da,

    diversos tabes, y enfrentarse con la culpabilidad, con el miedo al que dirn.

    He evocado un poco esos tabes en Nuevos acercamientos a los jvenes y la

    lectura, en un captulo relativo al miedo al libro2. Para resumir rpidamente el

    tema, dir que esos tabes son de diferentes ordenes. Al leer, uno se entrega a una

    actividad cuya utilidad no esta bien definida. Nuestros interlocutores se referan

    a menudo a la memoria de una tica compartida que por mucho tiempo fue

    garanta de supervivencia en toda Francia rural (y mas all, me imagino) y que

    daba al trabajo la categora de valor mas alto y condenaba el ocio.

    Pero el tab que afecta la lectura intil se ve duplicado por el hecho de ser

    un placer solitario: en nuestra poca, mientras uno lee, se aparta del grupo, en una

    interioridad autosuficiente. Incluso hoy en da, en el campo, esa lectura puede ser

    juzgada inconveniente, ruda, en los lugares en que siempre se atribuye un valor

    positivo a las actividades compartidas, en que las adhesiones familiares y

    comunitarias son impositivas, si no en los hechos, al menos en los valores. En los

    lugares en que el miedo al qu dirn es muy sensible, y en que la afirmacin de una

    singularidad no es bien considerada.

    2 Michle Petit,Nuevos acercamientos a los jvenes y la lectura , Mexico, Fondo de cultura econmica, 1999,traducido del francs por Rafael Segovia y Diana Luz Sanchez).

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    I Jornadas Aragonesas de Biblio tecas Escolares y Promocin de la Lectura. 10 Aniversario de Leer juntos - Ballobar, 8, 9 y 10 de mayo de 2003

    Mesa redonda: Biblioteca Pblica y Grupos de Lectura en el mundo ruralMichle Petit

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    Muchas mujereshablaron as de la difcil conquista de un espacio de lectura,

    un tanto clandestino; y ms de una lea mantenindose siempre vigilante,disimulando su libro si un vecino pasaba:Es la mentalidad de aqu: no se debe

    perder el tiempo leyendo, resolviendo crucigramas. Siempre hay gente que pasa y

    dice: Claro, se la pasa sin hacer nada, mientras que su marido se mata

    trabajando. Cuando veo que alguien llega, escondo el libro. Estoy atenta a lo que

    sucede. Mi atencin no esta dormida. Al menor ruido me pongo lista.

    Pero hay un tercer tipo de tab: en el campo, el acceso a los textos impresos ha

    sido durante largo tiempo el privilegio de quienes detentaban el poder: los

    notables, los representantes del estado y de la Iglesia. Y stos siempre han

    intentado hacer de chapern con los lectores. Confrontarse directamente con los

    libros, sin intermediario, es deslindarse del modelo religioso de las lecturas

    edificantes, de la lectura vigilada que se aplic con rigor en las sociedades rurales.

    Y es salirse de los puestos prescritos, traicionar en cierta forma la propia

    condicin.

    Esas fronteras, esos tabes no desaparecen solos. La televisin, cuando se ve

    en familia, se inscribe facilmente en la prolongacin de las veladas compartidas y

    en el medio rural ocupa una gran parte del tiempo libre. Pero con el libro no

    ocurre lo mismo. No hay muchas ocasiones de tocarlos o de ver gente que lee. Los

    libros son como extranjeros, estn en templos lejanos, adonde muchos nunca se

    atrevern a ir.

    Y por esta fuerza de las prohibiciones en ese medio, leer supone que alguien

    que ya se ha afrontado a la lectura os autorice. En este sentido, el ejemplo de los

    padres se manifiesta capital : cualquiera que sea su categora social, la mayora de

    rurales a los que hemos entrevistado y que practican la lectura de libros han visto y

    escuchado leer en su infancia. Si los padres no eran lectores, otros miembros de lafamilia han tenido a veces ese papel de iniciadores, en la infancia, o ms tarde. Y

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    I Jornadas Aragonesas de Biblio tecas Escolares y Promocin de la Lectura. 10 Aniversario de Leer juntos - Ballobar, 8, 9 y 10 de mayo de 2003

    Mesa redonda: Biblioteca Pblica y Grupos de Lectura en el mundo ruralMichle Petit

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    en cuanto a quienes han sido los primeros que se han arriesgado a leer, en una

    familia rural, es frecuentemente por una ocasin en que se les ha abierto unabrecha, fuera de lo cotidiano : en un internado, durante una hospitalizacin, una

    guerra, etc. Como si leer supusiera separarse del tipo de infancia que se vive en la

    naturaleza. O separarse un tiempo de los lazos familiares, de las comidillas del

    pueblo. La lectura se inaugura en esos ejemplos mediante un exilio, con una

    relacin ms distanciada a la sociedad local. O llega por medio de encuentros que

    permiten abrirse a otros modelos, y acceder a libros inexistentes en su casa: por

    una amistad con un nio de categora social ms favorecida; o por una relacin

    personalizada con un profesor, a menudo fuera del marco escolar; o por el

    militantismo poltico, la vida asociativa. Pero una vez adquirida, la familiaridad

    con la lectura se transmite, principalmente a las generaciones siguientes: la

    mayora de gente rural que lee libros, de manera frecuente o ocasional, ha

    acostumbrado a sus hijos a hacer lo mismo.

    Cuando alguien no ha tenido la suerte de ver a sus padres leyendo, de

    escucharlos relatar historias, las cosas pueden cambiar a partir de un encuentro. Un

    encuentro da la idea de que es posible otro tipo de relacin con los libros. Una

    persona que ama los libros, en un momento dado, desempea el papel de

    iniciador - un alegado, un bibliotecario, un docente, un trabajador social, un

    animador.

    Lo haba dicho en las Jornadas de Salt en las cuales algunos de ustedes se

    encontraban el ao pasado3, eso no significa forzosamente que ese mediador haya

    ledo un montn de libros. Algunas personas habrn ledo y reledo unos cuantos

    libros en su vida, pero saben transmitirlos de tal manera que dan ganas de salir

    corriendo a buscar una biblioteca. Y hay otras personas muy cultivadas que

    transforman los libros en un monumento fnebre. Una relacin personalizadano

    3 Les biblioteques pbliques: espais dintegraci social . Jornadas organizadas por el Centro Unesco deCatalunya, Salt (Gerona), 15 de marzo de 2002.

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    I Jornadas Aragonesas de Biblio tecas Escolares y Promocin de la Lectura. 10 Aniversario de Leer juntos - Ballobar, 8, 9 y 10 de mayo de 2003

    Mesa redonda: Biblioteca Pblica y Grupos de Lectura en el mundo ruralMichle Petit

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    significa automticamente una relacin regular, continua: a veces un encuentro

    fugaz puede influir en el destino. Eso no significa familiaridad: alejada de todaseduccin, se trata de una actitud hecha de benevolencia y de distancia, de apertura

    a la singularidad de cada uno y de respeto de sus territorios ntimos, de inteligencia

    de su oficio y de gusto por esos objetos culturales que se proponen. Una relacin

    personalizada, significa darle un lugar al otro, en el sentido ms sincero del

    trmino.

    Como lo dice una joven mujer, Pilar: Saber que alguien est ah, que te

    escucha El hecho de tener un cierto lugar en la biblioteca. Que te dicen buenos

    das, te llaman por tu nombre, Cmo ests?, Estoy bien. Con eso basta Uno

    se siente reconocido. Que tiene un lugar. Que esta en su casa.

    Pero abrir tiempos, lugares en los que el deseo de leer pueda seguir su camino,

    requiere de mucha astucia para que uno no se diga : Qu quiere l de m, porque

    quiere que yo lea? Esto supone un trabajo sobre s mismo, sobre su oficio, sobre

    su propia relacin con los libros. Ms an con los adolescentes que, precisamente,

    son tan sensibles a la intrusin.Y en mucho una real apetencia por los libros, que

    ella emane de un bibliotecario, de un maestro, de un pariente, o de un amigo es una

    de las mejores garantas para dar gusto por la lectura, mientras que nuestras quejas,

    nuestras letanas culpabilizadas, nuestras campaas llenas de buenas intenciones,

    no pueden sino contribuir a hacer de la lectura una labor fatigosa, en la cual es

    necesario leer para complacer a los adultos, lo cual, cuando se tiene doce o quince

    aos no est verdaderamente en el centro de las preocupaciones.

    Aqu pienso en una nia, Emilie, que me contaba : Tenemos como deportes

    obligatorios la gimnasia, la piscina, y la biblioteca.O en esos adolescentes, en un

    aeropuerto, que contaban, agobiados, el nmero total de pginas que deban leer

    del todo, ntegramente, durante las vacaciones. Cuando la lectura se percibe

    como un gesto de conformidad, de sumisin, del que hay que dar siempre cuentas,no volver a abrir un libro, o al menos no volver a leer las lecturas prescritas por la

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    I Jornadas Aragonesas de Biblio tecas Escolares y Promocin de la Lectura. 10 Aniversario de Leer juntos - Ballobar, 8, 9 y 10 de mayo de 2003

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    familia o la escuela, puede aparecer como una toma de autonoma: si muchos

    jvenes se resisten a los libros, quizs sea tambin debido a los esfuerzos porhacerles tragar esos libros.

    En Leer juntos, estais interesados en tejer lazos entre familia, escuela, y

    biblioteca. Y teneis razn, porque es aberrante, en efecto, pensar la escuela o la

    biblioteca en oposicin a la familia. Como lo observa una bibliotecaria: En

    Africa, un nio, aunque se hagan cargo de l los programas alimentarios, muere

    una vez que lo sueltas, si sus padres no estn all. Los programas deberan apoyar

    a los adultos y a los nios. Es el mismo pensamiento retorcido que hay aqu con

    los nios y las bibliotecas. Al nio se le dan los medios para leer, pero luego,

    cuando regresa a casa, si no hay nada, y si la gente solo le transmite cosas

    negativas

    Asimismo, es una pena constatar que, la mayora de las veces al menos en

    Francia los profesores ignoran a los bibliotecarios, mientras que stos

    desconocen lo que realizan los profesores, y, a menudo, se mofan de ellos

    imputndoles el poco gusto que los adolescentes tienen por la lectura. Entonces,

    estos vnculos, este partenariado, estas circulaciones de experiencias entre familias,

    escuelas, bibliotecas, asociaciones, etc., me parecen muy importantes.

    Con la condicin, y lo sabis, de no mezclarlo todo, de velar por mantener

    espacios distintos, lugares, papeles, usos diferenciados. Es una suerte que existan

    espacios diferenciados, cada uno con su propia vocacin. Por otro lado, muchos

    nios se inclinan por que la escuela sea otro espacio que el de la familia, de la casa,

    un espacio donde tienen una vida que sus padres ignoran, que se les escapa; y a

    muchos no les gusta contar a sus padres lo que ocurre en la escuela: eso forma

    parte de su vida privada. De la misma manera, no esperan lo mismo de la

    biblioteca que de la escuela. Y tienen razn.

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    Y no hay que olvidar esto, que complica un poco las cosas: a menudo leemos

    en contra de nuestra familia, y de la sociedad, en particular durante la adolescencia.Michel de Certeau observaba: Leer es estar en otra parte; ah donde no estn, en

    otro mundo 4. Incluso en las familias donde leer nunca ha estado prohibido,

    hay nios que leen bajo las sbanas, con una linterna en la mano, en contra del

    mundo entero, para preservar a la lectura su dimensin de transgresin, de secreto.

    Y si todo el mundo se pone de acuerdo para desear que lean, corremos el riesgo de

    que los nios, y ms an los adolescentes, levanten el vuelo hacia otros placeres!

    As que es muy complejo el tema, muy complejo dejar a la lectura, como al

    amor, conservar su parte de oscuridad. Y dejar al nio, al adolescente, que se nos

    escape construyendo, con un libro o una cancin, algo de lo que, la mayora de las

    veces, no tendremos ni idea, pero que contribuir a hacer el mundo un poco ms

    habitable.

    4 Michel de Certeau, Lire: un braconnage.,p. 291.

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    Mesa redonda: Biblioteca Pblica y Grupos de Lectura en el mundo ruralBlanca Calvo

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    Biblioteca Pblica y Grupos de Lectura en el mundo rural

    Blanca Calvo

    Al juntar los conceptos "biblioteca pblica" y " mundo rural" lo primero que me viene ala mente es mi padre, un nio de pueblo que, como el protagonista de "El camino" deDelibes, march muy pronto a la capital para estudiar. l se saba privilegiado porhaber recibido una educacin que no tuvieron muchos de sus compaeros de la

    escuela rural; era consciente de que los estudios le haban dado acceso a un mundoms complejo y a todos sus placeres: la msica, el teatro, la literatura, el arte..., asque desarroll un sentimiento proselitista a favor de la cultura y la educacin digno delos lustrados del sigloXVI II. Se dedic a la docencia y se pas la vida deseando quele tocara la lotera para, entre otras cosas, poner una biblioteca pblica en su pueblo.

    Y es que, hasta los aos ochenta, la lotera y los filntropos eran la nica opcin paraque en una localidad de quinientos habitantes, como tena el pueblo de mi padre,hubiera una biblioteca. Bueno, no: algunos pueblos tenan " mejor" suerte, como sepuede comprobar al leer" La Gaznpira", del escritorAndrs Berlanga, en uno decuyos captulos se describe la inauguracin de la biblioteca de Monchel, una localidad

    ficticia de la provincia de Guadalajara.Vamos a leer alguno de los prrafos de esepasaje:

    La biblioteca haba sido uno de los "logros del rgimen" debidos a la decisin delAlcalde (que) incluso consigui, una vez en poder del Ayuntamiento las 20.000pesetas de la subvencin, que la mitad del presupuesto fuese ahorrado;dinero que sedestinara a la futura instalacin del telfono en Monchel. De las 10.000 pesetasdestinadas a la biblioteca, algunas se gastaron engrabar a fuego, con el hierro demarcar ovejas, la tablilla que diceBIBLIOTECA. Los hombres la retejaron, los mozosenfoscaron la fachada y dieron yeso a las paredes, las mozas la pintaron con cal ypolvos, las chicas la fregaron y los chicos limpiaron los cristales de la ventana quepuso el to Jotero. En total se hizo con poco ms de 2.000 pesetas. Las restantes selasguard el Alcalde muy justamente, ya que se utiliz como local una vieja zahrdasuya, algo abandonada pero situada en la mismsima plaza. Comotodo mobiliario sebajaron dos pupitres de la escuela y un armario quejumbrosode la Casa Lugar.

    En ese armario de la biblioteca apilaron centenares de libros unos hombres demonoazul que, el da anterior a inaugurarla, llegaron en camin, del cual descargarontambin cuatro palos con banderas, una pancarta y una planta descomunal metida enuna tina que colocaron junto a la puerta...

    ...Al da siguiente volvi el mismo camin para llevarse las banderas, lapancarta y

    todo lo dems. Monchel ya tena biblioteca pblica y un lugaraireado en la Historia,como escribi el cronista del peridico de la provincia.

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    Mesa redonda: Biblioteca Pblica y Grupos de Lectura en el mundo ruralBlanca Calvo

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    Esto, o algo muy parecido, ocurra durante el franquismo en nuestro pas. Pero las

    cosas no siempre haban sido as. En agosto de 1931, la SegundaRepblica espaoladecreta que "toda Escuela primaria poseer unabiblioteca" sobre la base de que " unaEscuela no es completa si carece de la biblioteca para el nio, y an para el adulto, yan para el hombre necesitado de leer". Entre 1932 y 1937 se crearon 5.522bibliotecas en Espaa, muchasde ellas rurales. En 1932 se haba creado el Patronatode MisionesPedaggicas con dos funciones prioritarias: establecer bibliotecas fijas ycirculantes y organizar lecturas y conferencias pblicas en relacin con estasbibliotecas. En el texto de presentacin, redactado por Manuel B. Cosso, sedeca:"Cuando todo espaol no slo sepa leer, que ya es bastante, sino tengaansias deleer, de gozar y divertirse, s, de divertirse leyendo, habr una nuevaEspaa".

    Esa nueva Espaa es la que estamos intentando construir muchos profesores ybibliotecarios con bastantes dcadas de retraso y, aunque las bibliotecas escolaressiguen siendo el gran agujero negro del actual sistema bibliotecario, las cosas hancambiado mucho desde la llegada de la democracia, a finales de los setenta. Lalectura pblica ha avanzado mucho en las zonas urbanas, perotambin en las rurales.En la provincia de Guadalajara hay una redbibliotecaria que agrupa ms de treintacentros. Algunas de esas bibliotecasestn situadas en poblaciones tan pequeas quehace unos aos, cuando yo era directora de esa red, opinaba que deberan recibir elservicio a travs de bibliobuses y no de bibliotecas fijas. He de reconocer que, enalgunos casos, estaba equivocada. Contra toda previsin, hay bibliotecas que estnfuncionando estupendamente en pueblos tan pequeos como el de mi padre.Otras

    no. Y si me preguntis de qu depende, os dir que del factor humano.Cuando elprofesional que est al frente trabaja con ilusin -y con el apoyo delpoltico local- labiblioteca llega a tomar una enorme importancia en la localidad: promociona la lectura,organiza actividades y se llega a convertir enun lugar de encuentro atractivo para losvecinos. Afortunadamente la mayora de las bibliotecas de Guadalajara estnatendidos por estupendosprofesionales, y una de las actividades que han enraizadomejor en nuestra provincia son los clubes de lectura, de los que voy a hablaros acontinuacin.

    Un club de lectura es un grupo de personas que leen al mismo tiempo un libro.Cadauno lo hace en su casa pero una vez a la semana, en un da y a una hora fijos, serenen todos para comentar las pginas avanzadas desde elencuentro anterior. Enlas reuniones no se lee en alto (salvo si se trata depersonas con problemas en lavista), slo se debate sobre lo que se ha ledoen casa: el estilo literario, la accinmisma, los personajes... y es bastante frecuente derivar desde el libro a lasexperiencias personales de los miembros del club. En cada reunin se acuerda lacantidad a leer en los das posteriores,y es ese trozo solamente el que se comenta enla siguiente. Naturalmentecualquiera tiene el derecho a sobrepasar ese lmite, pero nopuede desvelar asus compaeros lo que sucede despus del punto marcado.

    Hay muchas modalidades de club. Se puede leer narrativa, pero tambinensayo ocualquier disciplina que interese. Se puede leer en la lengua materna,

    pero tambin en

    un idioma extranjero, para practicarlo (en ese caso lasreuniones tambin se hacen enesa misma lengua). Hay clubes slo de mujeres y clubes mixtos, de ancianos, de

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    enfermos psiquitricos, de nios, dejvenes, de presos... Algunos clubes inciden msen el aspecto educativo, incluso cuando estn formados por adultos; otros, por el

    contrario, se orientanms al ocio. Hay, como se ve, muchas posibilidades para unaactividad que hademostrado su validez en entornos muy diversos.

    Para formar un club de lectura slo hacen falta tres cosas: lectores, libros en ejemplares mltiples y un coordinador. Los lectores se captan por medio deprensa,carteles anunciadores y de boca a boca. A la primera convocatoria acude muy pocagente; a veces las novedades tardan enasimilarse. Con diez personas -e incluso conmenos- se puede empezar.Los libros en ejemplares mltiples pueden conseguirse porcompra o prstamo.Hay muchas bibliotecas que, como la de Guadalajara, practican laactividad desde hace tiempo, y han formado una coleccin amplia de libros enejemplares mltiples que no tienen inconveniente en prestar.

    El coordinador puede ser cualquier persona que disfrute leyendo y tengafacilidad paracomunicarse con los dems. En muchos casos son voluntarios yrealizan esa misingratuitamente.

    Si queris ms detalles sobre los requisitos para la formacin de un club y sus caractersticas, podis encontrar mucha ms informacin en un texto titulado"Recetapara hacer un club de lectura" que escrib hace un par de aos por encargo delMinisterio de Cultura para un portal web llamado " Travesa". Ahoracreo que ya no seencuentra en la red, pero he trado una copia del texto y sepuede reproducir cuantasveces queris.

    Hace varios aos un Director General del Libro se preguntaba desesperadamente"cmo hacer leer a un pueblo callejero". Desde un punto de vista terico, los clubesparecen ser una buena respuesta a esa pregunta,porque relacionan la lectura con lasalida de casa y el encuentro con otraspersonas, dos cosas que nos gustan mucho alos espaoles. Y esa teora demuestra su completa validez a la vista de lo que estocurriendo en muchasbibliotecas espaolas, incluidas las de Guadalajara.

    Hace veinte aos se form el primer club de lectura de mi ciudad. Naci ms omenosal mismo tiempo que los de las Bibliotecas Populares de Madrid, coordinadasentonces por la magnfica bibliotecaria Alicia Girn, que ms tardedirigi la BibliotecaNacional de Madrid. En aquel momento las bibliotecaspblicas empezaban a salir desu letargo, y los profesionales buscbamos frmulas para atraer a la gente. Nosreunamos e intercambibamos ideas, y de esas conversaciones nacan cosas taninteresantes como los clubes de lectura.En la ciudad de Guadalajara, que tiene uncenso de setenta mil habitantes,comenzaron con menos de diez lectores, y en veinteaos se han multiplicadopor cuarenta. Actualmente se renen cada semana diecisietegrupos: dos de nios, uno de jvenes y catorce de adultos. Menos dos, todos leennarrativa,uno de ellos en lengua inglesa, y de esos dos restantes uno se dedica a la historia (novelas y monografas) y otro al ensayo. Todos los das, de lunes aviernes,se celebran varias reuniones en la biblioteca. Todos los coordinadores de los gruposson voluntarios. Si no fuera por eso, no podramos mantenertantos.

    Adems de estos grupos hay otros que celebran sus encuentros en otroslugares de laciudad: una residencia de tercera edad, un centro deminusvlidos fsicos, un hospital

  • 7/27/2019 Mas Que Leer

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    I Jornadas Aragonesas de Bibliotecas Escolares y Promocin de la Lectura. 10 Aniversar io de Leer juntos - Ballobar, 8, 9 y 10 de mayo de 2003

    Mesa redonda: Biblioteca Pblica y Grupos de Lectura en el mundo ruralBlanca Calvo

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    psiquitrico, la seccin de psiquiatra de un hospital general, la asociacin de nioscon sndrome de Down y variasasociaciones de mujeres. Todos ellos utilizan libros de

    la biblioteca pblica.Esto ocurre en la capital, pero en la provincia hay muchos ms. En Azuqueca,quetiene veinte mil habitantes, funcionan cinco grupos, uno de los cuales se dedica alensayo. Y varios pueblos pequeos -de cinco mil habitantes-, o muy pequeos -demenos de mil-, tienen uno o ms clubes funcionando. Losbibliotecarios sabemos queel afecto es el vehculo ideal para llegar a ser un buen lector, y en los clubes seencuentra mucho afecto; quiz por eso hancrecido tanto en estos veinte aos.

    La provincia de Guadalajara que, con sus 150.000 habitantes es una de las msdespobladas del pas, cuenta con ms de cuarenta clubes de lectura yalrededor de

    mil personas leyendo aproximadamente un libro al mes. Hasta hace poco pareca queel crecimiento no tena lmites, pero ahora vemos que se va estabilizando, aunquesiguen naciendo clubes en pueblos que hastaahora no los tenan.

    Hace unos aos me comentaron que, en algunas pequeas poblaciones, losclubes delectura estaban desbancando a los cursos de manualidades, y eso me pareci unanoticia estupenda. Porque, adems, casi siempre los clubes funcionan como llavepara entrar en otras muchas actividades culturales, y esoes muy importante en uncontexto rural, en el que la CULTURA conmaysculas se siente tan lejos.

    Con mucha frecuencia, las personas que coordinan los clubes organizanexcursiones

    culturales para visitar museos y exposiciones, acudir al teatro,recorrer escenarios deobras literarias o, simplemente, conocer lugares nuevos.En nuestro caso el destinosuele ser Madrid, pero a veces vamos mucho ms lejos, como el pasado mes dediciembre, en el que viajamos a Lisboa parareconstruir in situ novelas de Saramago yTabucchi. Procuramos conseguir precios baratos para estos viajes, utilizandofundamentalmente el autobs, porque el coste es asumido enteramente por laspersonas que los hacen.

    Y ya que sale el tema del dinero, aprovecho para asegurar que otro mrito de losclubes es que funcionan como un motor de la econ