“IICC”iicc.website/wp-content/uploads/2017/09/201402.pdfen el amor entendido como la emoción...

18
Instituto de Investigaciones en Ciencias del Comportamiento “IICC” Documento de trabajo Noviembre/2013 APEGO Y DESARROLLO DE LA MORAL Por: Bismarck Pinto Tapia, Ph.D.* Universidad Católica Boliviana “San Pablo” *bpintot.ucb.edu.bo La Paz – Bolivia 2013

Transcript of “IICC”iicc.website/wp-content/uploads/2017/09/201402.pdfen el amor entendido como la emoción...

Page 1: “IICC”iicc.website/wp-content/uploads/2017/09/201402.pdfen el amor entendido como la emoción que constituye la coexistencia social (Maturana, 1993). La psicología de la moral

Instituto de Investigaciones en

Ciencias del Comportamiento

“IICC”

Documento de trabajo Noviembre/2013

APEGO Y DESARROLLO DE LA MORAL

Por: Bismarck Pinto Tapia, Ph.D.*

Universidad Católica Boliviana “San Pablo”

*bpintot.ucb.edu.bo

La Paz – Bolivia

2013

Page 2: “IICC”iicc.website/wp-content/uploads/2017/09/201402.pdfen el amor entendido como la emoción que constituye la coexistencia social (Maturana, 1993). La psicología de la moral

Apego y desarrollo de la moral Bismarck Pinto T. Noviembre, 2013

2

APEGO Y DESARROLLO DE LA MORAL

Bismarck Pinto Tapia, Ph.D.

Instituto de Investigaciones en Ciencias del Comportamiento (IICC)

Universidad Católica Boliviana San Pablo

RESUMEN

La investigación actual sobre los juicios morales indica que existe una predominancia de las

emociones sobre la razón, la deliberación moral se hace sobre la base de la intuición. Se ha puesto

en tela de juicio los postulados racionalistas de la teoría de Kohlberg y de la filosofía kantiana a

favor del empirismo de Hume. El presente ensayo postula la hipótesis del apego como

fundamento de la empatía y por lo tanto explica la capacidad de llevar a cabo juicios morales

personales, al contario de la presencia de estilos de apego inseguros que permitirán el juicio moral

convencional o utilitarista impidiendo la decisión moral que implique involucramiento emocional

afectivo.

Palabras clave: Apego, juicio moral, ética, emociones, intuición, etapas del desarrollo moral.

ABSTRACT

Current research on moral judgment indicates a predominance of emotion over reason. Moral

deliberation is based on intuition. It has challenged the rationalist assumptions of Kohlberg's

theory and Kantian philosophy in favor of empiricism of Hume. This essay posits the hypothesis of

attachment as a basis for empathy and thus explains the ability to perform personal moral

judgments, contrary to the presence of insecure attachment styles that allow conventional or

utilitarian moral judgment moral decision preventing involving affective emotional involvement.

Keywords: Addiction, moral judgment, ethics, emotions, intuition, stages of moral development.

Page 3: “IICC”iicc.website/wp-content/uploads/2017/09/201402.pdfen el amor entendido como la emoción que constituye la coexistencia social (Maturana, 1993). La psicología de la moral

Apego y desarrollo de la moral Bismarck Pinto T. Noviembre, 2013

3

APEGO Y DESARROLLO DE LA MORAL

Bismarck Pinto Tapia, Ph.D.

Instituto de Investigaciones en Ciencias del Comportamiento (IICC)

Universidad Católica Boliviana San Pablo

1. Desarrollo de la moral

La moral define lo que es correcto e incorrecto, surge de convenciones sociales, por ello es relativa

a la cultura. La ética revisa las reglas morales, a diferencia de la moral es universal y absoluta. De

ahí que no toda moral sea ética. Esto es, lo correcto no comprende necesariamente a lo bueno.

Son tres los principios éticos fundamentales: beneficencia, autonomía y justicia. El primero hace

alusión a que todos nuestros actos deben beneficiar al otro, no dañarlo. La autonomía se refiere a

que las personas tienen derecho a tomar sus propias decisiones siempre y cuando se sujeten a la

beneficencia. Finalmente la justicia tiene que ver con la equidad, todos debemos ser tratados de la

misma manera.

Kohlberg (1927-1987) planteó unas pruebas para estudiar la evolución de la moral, una de ellas se

refiere a que debemos decidir si es bueno o malo que un hombre robe unas medicinas de la

farmacia que son indispensables para salvar la vida de su hijo, no tiene el dinero para comprarlas

pero si no las administra al pequeño, éste morirá (Kohlberg, 1975). Este caso nos muestra que la

acción del padre es moralmente incorrecta pero éticamente buena.

El desarrollo de la moral se relaciona con los procesos educativos, los cuales definirán los valores

que determinan las actitudes de las personas (Kohlberg, 1975b; Kurtines, Gewirtz y Lamb, 2013;

Narvaez, 2013). La familia, la escuela y los medios masivos de comunicación son prioritarios en

esta evolución (Christians y Traber, 1997). Los valores se asientan en los principios, establecen la

manera de actuar ante situaciones que requieren una reflexión moral (Haidt, 2007).

La Neuropsicología ha encontrado que la base de la inhibición de los impulsos se encuentra en las

regiones prefrontales del cerebro, encargadas de la regulación de nuestro comportamiento. Esta

parte del cerebro madura entre los siete y doce años, antes, el niño requiere que la dirección de su

comportamiento sea organizada por agentes externos, papel que recae sobre todo en los

progenitores (Risberg y Grafman, 2006)

Cuando maduran las conexiones de la región frontal, la persona puede autorregularse.

Inicialmente la moral depende del mundo exterior, de la dirección de los adultos, posteriormente

se la internaliza y puede hacerse independiente de los criterios sociales (Vygotsky, 1967, 1979;

Page 4: “IICC”iicc.website/wp-content/uploads/2017/09/201402.pdfen el amor entendido como la emoción que constituye la coexistencia social (Maturana, 1993). La psicología de la moral

Apego y desarrollo de la moral Bismarck Pinto T. Noviembre, 2013

4

Tappan, 1997; Rodriguez, 2010). Kierkegaard hizo referencia a dos tipos de moral: la inmanente

(dependiente de los demás) y la trascendente (independiente de los demás) (Tumbull, 2011)

Una persona debe ser capaz de inhibir los impulsos que afectan el bienestar de los otros aunque

exista una gran motivación interna. Es factible pues enunciar que las personas maduras son

aquellas que poseen la capacidad de controlar sus inquietudes inmorales a pesar de las presiones

sociales.

Cuando le damos importancia a la vida del otro más difícilmente nos dejamos abatir por nuestros

deseos. Cuando el sentido de nuestra vida requiere de frenar nuestros impulsos, así lo haremos.

Esto hace referencia al amor, puesto que se sobrepone siempre a la destrucción (Pinto, 2012).

Las emociones tienen la función de advertirnos sobre los riesgos que corre nuestro organismo, así

el miedo nos impulsa a la evitación, la rabia a la destrucción, la tristeza a la búsqueda de consuelo.

En el caso de los seres humanos se han desarrollado las emociones sociales, cuya función es

ayudarnos en la solución de problemas afectivos (Damasio, 2005). Estas emociones se concentran

en el amor entendido como la emoción que constituye la coexistencia social (Maturana, 1993).

La psicología de la moral se fundamenta en que el juicio moral es intuitivo (Haidt, 2007), ajeno a la

palabra y a la lógica (Wittgenstein, 2004). Implica que la decisión moral es resultado de procesos

emocionales (v.g. empatía, angustia, cariño, etc.). Es sugerente la idea según la cual la moral

antecede al lenguaje en el proceso evolutivo de la especie humana (Katz, 2000; Eisenberg, 2000),

lo que promueve pensar en que el respeto por la libertad del otro que conlleva la inhibición de los

impulsos destructivos, fue la base para la sobrevivencia.

Este principio no rechaza la participación del razonamiento, pero lo subyuga a los procesos

afectivos relacionados con lo bueno –malo y lo agradable-desagradable, que surgen en la persona

sin necesidad de un juicio, simplemente se siente y se actúa. La dinámica cognitiva surge después

como justificación de la decisión intuitiva ejecutada (Bargh y Chartrand, 1999).

El proceso de la decisión moral al ser eminentemente emocional hace que los humanos

respondamos intuitivamente ante situaciones que nos obligan a una postura moral. Como

definimos de esa manera nuestra actitud, por lo tanto es posible prever que los afectos positivos

darán lugar a juicios y comportamientos beneficiosos al contrario, los negativos a perjudiciales.

Por lo tanto, la manipulación emocional puede alterar las actitudes morales. Esto explica por qué a

veces podemos quedar estupefactos ante una decisión moral debido a que racionalmente

sabemos que ha sido incorrecta pero que actuamos de manera contraria a nuestros principios

racionales (Haidt, 2007).

Considerando que el juicio moral se sustenta en procesos emotivos, su desarrollo está asociado

principalmente a dos funciones cerebrales: la regulación de la actividad psíquica y la empatía. Los

mecanismos subcorticales encargados del sistema de alerta radican en las regiones internas

profundas del cerebro y en el tronco encefálico. Los núcleos amigdalinos juegan un papel

predominante en la percepción del miedo y la ira. Hasta los doce años los seres humanos

Page 5: “IICC”iicc.website/wp-content/uploads/2017/09/201402.pdfen el amor entendido como la emoción que constituye la coexistencia social (Maturana, 1993). La psicología de la moral

Apego y desarrollo de la moral Bismarck Pinto T. Noviembre, 2013

5

terminamos de organizar las conexiones sinápticas entre esas zonas primitivas y las partes

prefrontales que serán las responsables por la inhibición de los impulsos establecidos como

recursos de adaptación al mundo natural amenazante (Risberg & Grafman 2006).

Por ello, las lesiones tanto de las estructuras subcorticales y las frontales producen alteraciones en

la función de inhibición. En los psicópatas se han encontrado indicios de alteraciones en los

núcleos amigdalinos aunadas a la incapacidad de reconocer el miedo, en otros déficits en los

lóbulos frontales que implican impulsividad (Lykken, 1996, 2000). En ambos casos se trata de

personas inmorales.

El alcohol y las drogas estimulantes son medios químicos la alteran, de ahí que muchas acciones

violentas se producen bajo el efecto de esas sustancias (Brust, 2004). Sin embargo, no es suficiente

la alteración neurológica para que se produzca una acción violenta, existen muchas personas

portadoras de este tipo de injurias cerebrales que no desarrollaron conductas inmorales

(Verplaeste, Schrigver, Vanneste & Breckman, 2004).

La moral se define en el entorno socio cultural donde la persona se desarrolla, será influenciada

por sus interacciones sociales (familia, escuela, medios de comunicación, pares, trabajo) (Shweder,

Mahapatra y Miller, 1987).

Un factor importante en el desarrollo de la moral es la influencia familiar (Lane, Wellman,

LaBounty & Kerr, 2010). Por ejemplo, Walker y Taylor (1991) encontraron que existe relación entre

el diálogo que los padres y madres sostienen con sus hijos para el desarrollo de criterios morales

adecuados a la hora de juzgar situaciones moralmente conflictivas. Speicher (1992) en otro

estudio, identificó que los adolescentes asimilan los valores de socialización de los padres y

adolescentes los valores personales, se encontró que los factores más relevantes son: el acuerdo

parental, la cercanía entre padres e hijos y la promoción de valores desde que los hijos son niños

(Barni, Ranieri, Scabini y Rosnati, 2011).

El estudio sobre la relación existente entre los factores protectores de conductas antisociales,

ponen énfasis en la importancia de aquellos vinculados a la familia: implicación familiar en los

problemas de los hijos (Almeida, Correia y Marinho, 2010), aceptación del padre (Hyde, Shaw y

Moilanen, 2011), protección de los padres (Salzinger, Feldman, Rosario y Ng‐Mak, 2011),

adecuado manejo de conflictos por parte de los padres (Josephson y Pepler, 2012), consistencia

disciplinaria en la actitud de los padres hacia los comportamientos indeseables de los hijos

adolescentes (Halgunseth, Perkins, Lippold Y Nix, 2013), la importancia de la protección materna

para evitar el desarrollo de conductas antisociales (Kimonis, Cross, Howard y Donoghue, 2013).

Kohlberg apoyado en la teoría del desarrollo de la inteligencia de Piaget, elabora un modelo de las

etapas de la moral (Kohlberg y Kramer 1969; Kohlberg, 1971), comprende tres niveles, cada uno

con sus respectivas etapas:

En el nivel preconvencional el comportamiento moral es consecuencia de las consecuencias físicas

o las consecuencias reforzadoras de la acción, existen dos etapas:

Page 6: “IICC”iicc.website/wp-content/uploads/2017/09/201402.pdfen el amor entendido como la emoción que constituye la coexistencia social (Maturana, 1993). La psicología de la moral

Apego y desarrollo de la moral Bismarck Pinto T. Noviembre, 2013

6

Etapa 1: Heterónoma. La orientación está dada por la obediencia y el castigo. Se define lo correcto

si la acción es premiada por el adulto e incorrecta si es castigada. La base de la moral se establece

en la sensación de miedo al castigo y a la valoración de la conducta por parte del otro significativo.

Etapa 2: Individualista. La dirección es instrumental. El juicio moral es relativo a la acción del otro,

si se halla beneficio entonces se valora como correcta la acción, si no: es incorrecta. El juicio se

centra en la satisfacción personal, es decir, que si se obtiene una ganancia se valora como correcta

la situación. Se espera retribución.

Nivel convencional: se considera las consecuencias de la acción en el bienestar de la familia, el

grupo o la nación del individuo, son conductas de lealtad y justificación activos del orden y de

identificación con el grupo. En este nivel las etapas son las siguientes:

Etapa 3: Expectativas interpersonales mutuas. La orientación se fundamenta en la concordancia

interpersonal de ser "buena persona". El comportamiento correcto es el que complace a los

demás. Se juzga al comportamiento a partir de la intención, no necesariamente por sus

consecuencias, es válida entonces la justificación: “lo hice sin querer”, “no fue su intención”.

Etapa 4. Orientación de ley y orden. Se define la corrección del comportamiento en función al

cumplimiento de las normas establecidas, es decir que se hace lo justo cuando se muestra respeto

por la autoridad y se mantiene el orden social dado porque es valioso en sí mismo.

El nivel postconvencional se expresa en la autonomía de la persona, se definen los valores y

principios morales, válidos independientemente de la autoridad y de la identificación del

individuo con el grupo. Son dos etapas:

Etapa 5. Contrato social. El establecimiento de normas es convencional por lo tanto puede

reflexionarse críticamente sobre ellas a partir de los derechos individuales. Considera la validez

general de los principios morales. Toma en cuenta el relativismo cultural de los valores. Las

normas sociales no son el fin sino un medio para facilitar la justicia. Las normas legales son

importantes pero pueden ser modificadas a diferencia de la etapa anterior. El acuerdo libre y el

contrato son la base de la decisión correcta.

Estadio 6: La orientación de principios éticos universales. El juicio moral se sustenta en principios

éticos universales independientes de las reglas morales. La decisión moral es producto de una

reflexión personal en función de los principios de beneficencia, justicia y autonomía.

Pinto (2011) considera que en los trastornos de personalidad el nivel post convencional no es

factible de alcanzarse, mientras mayor es la gravedad del trastorno más probable que la persona

se ubique en niveles primarios del desarrollo moral.

El trastorno de personalidad que más afectado tiene el desarrollo moral sin duda es el trastorno

antisocial (Widiger, 2011). Debido a que la moralidad es consecuencia de la empatía y de la

capacidad de sentir culpa ante acciones dañinas (Rai y Fiske, 2011).

Page 7: “IICC”iicc.website/wp-content/uploads/2017/09/201402.pdfen el amor entendido como la emoción que constituye la coexistencia social (Maturana, 1993). La psicología de la moral

Apego y desarrollo de la moral Bismarck Pinto T. Noviembre, 2013

7

Los antecedentes mencionados permiten aseverar que es indudable la importancia de los

procesos emocionales y su toma de conciencia en el desarrollo del juicio y el comportamiento

morales. La hipótesis esbozada en el presente ensayo es: existe relación entre el estilo de apego y

el desarrollo de la moral, ante un estilo de apego seguro es más probable la adquisición de niveles

post convencionales de la moralidad, mientras que el apego inseguro hace probable el desarrollo

de niveles primarios de moralidad.

2. La teoría del apego

El apego (“attachment”) se define como el sentimiento mutuo entre los padres y sus hijos, el

deseo de mantenerse en contacto a través del contacto físico cariñoso, mirarse, sonreírse,

escuchar sin juzgar y poder ser escuchado; es la relación especial que un niño establece

principalmente con sus padres, un lazo afectivo que les impulsa a buscar la proximidad y el

contacto con ellas a lo largo del tiempo (Bolwby, 1982).

El apego es la búsqueda de consuelo que la persona expresa hacia alguien que le pueda proteger

ante la angustia de separación. Se trata entonces, de la manera cómo actuamos ante la amenaza

de pérdida, influirá en la estructuración de la personalidad y la construcción de la identidad

(Ainsworth y Bowlby, 1991).

La teoría del apego fue sistematizada por Bowlby y Ainsworth, quienes recurrieron a fundamentos

teóricos de la Etología, la Cibernética, la teoría de la Información, la Psicología del Desarrollo

Humano y el Psicoanálisis. Surge a partir del estudio de la separación, privación de cuidados y el

proceso de duelo en los niños. Ainsworth conceptúa al apego como la base indispensable para la

exploración del entorno, para ello formula el concepto de sensibilidad materna, el mismo que

indica la preocupación del cuidador por entender las necesidades afectivas del niño (Bretherton,

1992).

El inicio de la construcción de la teoría del apego surge como necesidad de explicar el surgimiento

de la depresión ancaclítica de los niños hospotalizados (Spitz y Wolf, 1946; Spitz,

1965).Posteriormente, Bowlby se interesó en la importancia de la familia para definir el desarrollo

de la personalidad, en su criterio la manera cómo los padres reaccionan ante la angustia de

separación de los niños es vital para la estabilidad emocional (Bretherton, 1985; Garhart, 2010).

Por su parte Aisnworth inicia sus investigaciones en la Universidad de Toronto rechazando las

teorías freudianas y se apoya en la teoría de la seguridad de Blatz para explicar los procesos de

adaptación de los niños. Alrededor de 1948 Bowlby se aparta de las concepciones freudianas para

acercarse a la visión Vygotskiana del desarrollo infantil. La propuesta consiste en que los niños

necesitan una estrecha y continua relación con alguien que los cuide. Para enunciarla acude a los

trabajos etológicos de Lorenz (1935) y su teoría de la impronta, según la cual los recién nacidos

estableces un lazo estrecho con su madre.

En 1953 Ainsworth lleva a cabo el primer estudio empírico sobre la teoría del apego planteada por

Bowlby, En Uganda estudió la edad en que los niños podían discriminar y diferenciar a su madre

Page 8: “IICC”iicc.website/wp-content/uploads/2017/09/201402.pdfen el amor entendido como la emoción que constituye la coexistencia social (Maturana, 1993). La psicología de la moral

Apego y desarrollo de la moral Bismarck Pinto T. Noviembre, 2013

8

de los extraños, de tal modo que concluyó que existían diversos estilos de relación ante la

ausencia de su cuidadora principal (Bretherton, 1985).

La teoría del apego es consecuencia de los trabajos interdependientes de Bowlby y Ainsworth,

explican los procesos afectivos inmersos ante la pérdida y la separación (Ainsworth, 1969; 1979;

1989; Bowlby, 1982; 1982b). Sin embargo, será a través de la situación extraña, que Ainsworth

identificará los estilos de apego (Ainsworth, Blehar, Waters y Wall, 1978). Identifica dos generales:

el apego seguro y el inseguro. Clasifica al segundo en: apego ansioso-evasivo y apego ansioso

ambivalente.

El apego seguro (Tipo B), se identifica en los niños que ante el alejamiento del cuidador se

entristecen, además manifiestan ansiedad. Sin embargo, en la soledad retoman sus actividades

para alegrarse con entusiasmo y buscar con afecto al cuidador cuando retorna (Garhart, 2010). El

apego seguro se relaciona con el procesamiento adaptativo del duelo y la aceptación paulatina de

la pérdida (Shaver y Fraley, 2008; Nelson, 2010.)

El apego inseguro ansioso-evasivo (Tipo A), se caracteriza porque los niños muestran desinterés

hacia la presencia de sus cuidadores ante la experiencia de angustia. Estos niños no confían en

quienes deberían cuidarlos, expresan miedo a la intimidad y prefieren mantenerse distanciados

afectivamente. Se muestra indiferente ante la separación, se acerca a los extraños en vez de

mostrarse arisco con ellos. Son indiferentes con el cuidador cuando retorna (Garharth, ob. cit.).

Este tipo de apego conlleva alteraciones en el procesamiento de la pérdida y del duelo, se produce

una especie de “ausencia de conciencia del duelo”, puesto que la persona expresa una reacción

defensiva ante la pérdida que comprende la distracción de los sentimientos de angustia hacia la

disociación de memorias de la persona ausente, evitando de esa forma la influencia de la tristeza

en su comportamiento (Shaver y Fraley, ob.cit.).

En el caso del apego ansioso – ambivalente (Tipo C), el niño manifiesta estrés tanto en presencia

de un cuidador familiar o de una persona extraña. Cuando lo dejan solo y cuando retornan, el

pequeño ofrece resistencia para acercarse. Ante la angustia de separación responde adhiriéndose

y al mismo tiempo rechazando a su figura de apego, se resiste a buscar consuelo. Se ha planteado

que el origen de este estilo de apego es resultado de los estilos de afecto incongruentes por parte

de los padres (Garharth, 2010).

Main y Solomon (1986) describen el apego desorganizado-desorientado (Tipo D), el niño

manifiesta conductas impredecibles ante la presencia del cuidador y su alejamiento, evidencia

patrones huidizos y ambivalentes, no expresa necesidad de protección ante situaciones de estrés.

3. El apego y el desarrollo de la empatía.

Los topillos de montaña son unos roedores que establecen vínculos de pareja monógamos, sin

embargo cuando a las hembras se les lesiona las células oxitócicas del hipotálamo copulan con

cualquier macho, rompiendo así su costumbre monogámica (Insel y Shapiro, 1992). La explicación

Page 9: “IICC”iicc.website/wp-content/uploads/2017/09/201402.pdfen el amor entendido como la emoción que constituye la coexistencia social (Maturana, 1993). La psicología de la moral

Apego y desarrollo de la moral Bismarck Pinto T. Noviembre, 2013

9

recae en que la oxitocina se relaciona con la protección que es básica para mantener un lazo

permanente en la pareja.

Dubbeldam y Kortmulder (2009) establecieron que la oxitocina producida en mamíferos y aves se

relaciona con las conductas de protección de la prole. De Jager (2012) encontró un gene

responsable por la regulación de la producción de esta hormona en ovejas, asociándolo con la

capacidad de las madres de proteger a sus críaLos estudios de Schwartz y Jones (1978) mostraron

que existe relación entre la oxitocina y la ternura materna en los seres humanos.

Siguiendo esa línea, la ternura puede ser considerada una emoción básica en los seres humanos

porque cumple los diez criterios sugeridos por Ekman (1999): ofrece señales sensitivas universales,

posee una fisiología particular, evalúa automáticamente el estímulo que la provoca (la necesidad

de proteger); está presente también en los primates (Goodall, 1986), el inicio es abrupto, la

duración es breve, ocurre de manera espontánea, posee pensamientos peculiares y evoca

imágenes que la producen; finalmente, se trata de una experiencia subjetiva. Kalawski (2010)

afirma que la ternura es una emoción básica, añade que es la base del amor y la simpatía.

No es posible la protección del otro sin la experiencia de la ternura, esta emoción promueve la

conducta de cuidar al desvalido (Zahn, 2002). Para que seamos capaces de ponernos en el lugar

del otro es indispensable el reconocimiento de las señales emocionales expresadas en el rostro

(Dimberg, 1982). En el estudio realizado por Dimberg, Thunberg y Elmehed (2000) demostraron

que las personas al percibir expresiones de emociones responden con micro señales musculares

del rostro que se asemejan a la emoción observada.

La importancia del reconocimiento emocional en los rostros se muestra en la incapacidad de los

psicópatas para llevarlo a cabo (Dadds y cols., 2006). Fenómeno que se presenta desde la niñez en

estas personalidades malévolas (Stevens, Charman y Blair, 2002). Por su parte Kosson, Suchy,

Mayer, y Libby (2002) evaluaron la capacidad de reconocer emociones en los rostros en 34

prisioneros psicópatas criminales, determinaron tácitamente que eran incapaces de hacerlo.

La empatía es la capacidad humana de colocarse en el lugar del otro (Decety e Ickes, 2009). Sin ella

es imposible desarrollar el juicio moral (Preston y De Waal, 2002). Si bien es probable encontrar

atisbos de comportamientos morales dirigidos a la protección de las crías y del grupo en otras

especies como por ejemplo en los chimpancés (Hill, Boesch, Goodall, Pusey, Williams y Wrangham,

2001), los seres humanos le damos un sentido que trasciende los requerimientos de supervivencia

hacia el respeto y el amor.

Los sentimientos definidos como la toma de conciencia de las emociones, su percepción y

direccionalidad, determinan la toma de decisiones morales (Hoffman, 1979; Damasio, 2009). La

inmediatez de la percepción de la afectividad del otro es indispensable para asumir lo que la otra

persona está sintiendo (Trevarthen, 1979). Los estudios sobre la interacción empática han

demostrado que el observador expresa movimientos musculares y expresiones en el rostro que

reflejan lo que la otra persona está sintiendo (Meltzoff). Las investigaciones en la Universidad de

Parma han confirmado la importancia de la imitación en la construcción de una teoría de la mente

Page 10: “IICC”iicc.website/wp-content/uploads/2017/09/201402.pdfen el amor entendido como la emoción que constituye la coexistencia social (Maturana, 1993). La psicología de la moral

Apego y desarrollo de la moral Bismarck Pinto T. Noviembre, 2013

10

y de la empatía (Rizzolatti, Fogassi y Gallese, 2001). La imitación que ocurre durante el proceso

empático ha sido denominada “teoría de la percepción-acción” (Hoffman, 2000; Gallese, 2001;

Knoblich y Flach, 2003; Shamay-Tsoory, 2011).

Se identificaron las siguientes regiones cerebrales encargadas de la fabricación de la teoría de la

mente: la zona medial del prefrontal derecho, el surco superior del lóbulo temporal, la

intersección témporo parietal (Van Overwalle y Baetens, 2009), para la empatía emocional las

áreas cerebrales implicadas son: la corteza cingulada anterior y la ínsula (Damasio, Grabowski,

Bechara, Damasio, Ponto,Parvizi, J., Hichwa, 2000; Damasio, 2003; 17. Carr, Iacoboni, Dubeau,

Mazziotta y Lenzi, 2003; Singer, Critchley y Preuschoff, 2009; Decety y Echols, 2010).

Existen tres componentes indispensables para que sea posible la empatía: intercambio afectivo

entre el yo y el otro, a partir del acoplamiento de la percepción-acción que llevará a las

representaciones compartidas; conocimiento de los demás sin que se produzca una confusión

entre el yo y del otro; flexibilidad mental para adoptar la perspectiva subjetiva de los otros

(Decety y Jackson, 2004). Para su desarrollo es indispensable la organización funcional de la

identidad y la capacidad de implicación afectiva.

La construcción de la identidad personal se la realiza a través de la integración de los sentimientos

asociados a la experiencia de apego y la historia personal (Arciero y Guidano, 2000; Guidano,

1995). La identidad es una construcción dinámica que consiste en la tarea de individualizarse y de

diferenciarse respecto al mundo, lo que implica una manera de sentirse en él. La identidad es

producto del significado del sí mismo que se va construyendo en la secuenciación de eventos

significativos congruentes con la activación emotiva del sujeto, lo que se hace a través de una

narrativa personal. La narración debe formar un sistema unitario que permita a la persona

identificarse diferenciándose de los demás.

Desde esta perspectiva el ser humano es un sistema cognitivo complejo que permanentemente

ordena la realidad dándole significado, se trata de un sí mismo organizado, activado por la

fabricación de significados personales: El significado personal representa la manera en la cual cual

un sistema organiza todas las posibles formas de su entorno afectivo, en una configuración

integrada, de la cual pueda obtener una percepción equilibrada de sí mismo y del mundo.

(Guidano, 1994). La organización del significado personal, es decir, la identidad es el ensamble

específico de los procesos ideoafectivos que le permiten a cada individuo mantener su sentido de

unicidad personal y de continuidad histórica, no obstante las numerosas transformaciones que

experimenta en el ciclo de vida" (Guidano,1987, pág. 4).

La identidad se forma a partir de la distancia emocional que el niño establece en el vínculo con su

figura de apego, organizando así una teoría de la mente, y es a través de la imitación afectiva que

construye un sentido de sí mismo de acuerdo a cómo se ve, de manera proactiva en relación a su

cuidador. El vínculo es una coordinación sensomotora afectiva y es una experiencia interpersonal

regulada por las emociones (Guidano, ob.cit.).

Page 11: “IICC”iicc.website/wp-content/uploads/2017/09/201402.pdfen el amor entendido como la emoción que constituye la coexistencia social (Maturana, 1993). La psicología de la moral

Apego y desarrollo de la moral Bismarck Pinto T. Noviembre, 2013

11

El apego hace referencia a a un sistema de comportamientos que se desarrollan para fomentar

respuestas adaptativas para promover la auto-coherencia interna a través de esquemas cognitivos

y así configurar una imagen estable del sí mismo (Mikulincer, Dolev, y Shaver, 2004). El desarrollo

del apego se prolonga durante toda la vida, en los adolescentes se afianza el estilo de apego

manifiesto en la niñez, es así que el apego seguro deriva en una afectividad segura y autónoma lo

que permite una adecuada preparación para la emancipación y desvinculación de la familia de

origen (Van Ijzendoorn y Zwart, 1995; Latour y Strak, 1999; Atkinson, 2011).

En el caso de los apegos inseguros tanto en el adolescente como en el adulto (huidizo y

preocupado), las posibilidades de emancipación y desvinculación se reducen, a lo que se suma la

incapacidad de establecer vínculos amorosos funcionales (Hazan y Shaver, 1987; Pinto, 2012).

Como consecuencia el concepto de sí mismo se verá afectado generando personalidades con

autoestima desadaptada (baja o alta). En el caso del apego huidizo se predispone a conductas

violentas y en el preocupado a la depresión (Van IJzendoorn y Zwart, 1995).

El razonamiento moral emerge ante situaciones de conflicto que exigen un juicio moral (Van

IJzendoorn y Zwart, ob.cit.), cuando debemos decidir para actuar de tal manera que no se dañen a

las personas. Si consideramos las etapas del desarrollo moral, el nivel post convencional es el que

augura las mejores decisiones morales porque se hace imprescindible la reflexión crítica sobre las

reglas morales convencionales (Kohlberg, 1984).

En las etapas pre convencionales, la persona decide a partir del miedo al castigo o la búsqueda de

aprobación social. La investigación sobre los requerimientos para el desarrollo de la moralidad

señala que es imprescindible que la persona sea capaz de colocarse en el lugar del otro y razonar

de manera que pueda imponerse a los mandatos emocionales o a la rigurosidad de la norma

(Selman, 1976; Haidt, 2001).

El apego seguro como vínculo afectivo entre el niño y sus cuidadores favorece las condiciones para

el desarrollo moral de los hijos, la primera consecuencia es una buena sintonía entre el progenitor

y su pequeño, ésta se produce por la confirmación de la confianza consecuente con la predicción

de lo que el otro hará en una situación de crisis; la segunda es que los cuidadores asumen con

mayor precisión las necesidades y motivaciones de los niños; la tercera, se desarrolla un clima

emocional en el cual los hijos se animan a explorar sus capacidades sin miedo al fracaso porque

saben que serán protegidos sea cual sea el resultado de su exploración; finalmente, los padres de

niños con apego seguro son mejores educadores porque su interacción es menos agobiante y

favorece la sensación de libertad (Van IJzendoorn, Dijkstra, y Bus, 1995).

El desarrollo moral requiere de la capacidad empática, la cual se genera a partir del

establecimiento de la vinculación afectiva con los cuidadores (Mark, Van Ijzendoorn y Bakermans,

2002). Solamente la posibilidad de considerar la existencia del otro en el espacio relacional,

promueve la inserción de las actitudes éticas que alcanzan los niveles post convencionales de la

moralidad, porque impone la posibilidad de trascender las reglas normadas por la sociedad al

tomar en cuenta sobre todo el bienestar de la persona.

Page 12: “IICC”iicc.website/wp-content/uploads/2017/09/201402.pdfen el amor entendido como la emoción que constituye la coexistencia social (Maturana, 1993). La psicología de la moral

Apego y desarrollo de la moral Bismarck Pinto T. Noviembre, 2013

12

En psicoterapia el cambio debe incluir la modificación de los juicios morales de los pacientes, el

concepto de adaptación es insuficiente (Safran y Greenberg, 1991), no se trata simplemente de

suprimir los síntomas para facilitar la adaptación del paciente a su entorno. La finalidad es ubicarlo

en un contexto ético que promueva el bienestar de la persona y de aquellos con quienes

interactúa (Parker, 1974; Woolfolk, 2012).

En el ámbito de la Psicología Jurídica, es importante que cuando se lleve a cabo la evaluación

forense se tome en cuenta la influencia de los sentimientos en la organización de la personalidad y

la historia de apego en la construcción de la moral (Canter y Youngs, 2012). Las conductas

criminales se relacionan con la afectividad, puesto que su concreción se manifiesta ante la

incapacidad de considerar el bienestar del otro.

La corrupción puede comprenderse como efecto de varios factores (Porter y Warrender, 2009), el

menos investigado es el factor afectivo (Frisancho, 2010). El egoísmo que es la base de la

corrupción, puesto que no vela por los intereses de los demás es fruto de la insuficiente empatía.

Por ejemplo Kalshoven, Den Hartog y De Hoogh (2011) al estudiar la relación entre los cinco

grandes factores de la personalidad y la ética en el liderazgo, encontraron que la generosidad es

determinante de las conductas éticas, al contrario el egoísmo predice la corrupción.

El estilo de apego en la infancia promueve el desarrollo ético, queda pues considerar la posibilidad

de organizar programas de prevención a partir de la estimulación de la protección por parte de los

cuidadores, enfatizando la importancia del consuelo y considerando la importancia de la

construcción de vínculos afectivos en la familia.

Referencias

1. Ainsworth, M. (1969). Object relations, dependency, and attachment: A theoretical review of the infant-mother relationship. Child development, 969-1025. 2. Ainsworth, M. D. S., & Bell, S. M. (1970). Attachment, exploration, and separation: Illustrated by the behavior of one-year-olds in a strange situation. Child Development, 41 (1), 49-67. 3. Ainsworth, M., Blehar, M., Waters, E., & Wall, S. (1978). Patterns of attachment: A psychological study of the strange situation. Nueva Jersey: Lawrence Erlbaum. 4. Ainsworth, M. (1979). Infant–mother attachment. American psychologist, 34(10), 932-938. 5. Ainsworth, M. (1989). Attachments beyond infancy. American Psychologist, 44(4), 709. 6. Almeida, A., Correia, I., & Marinho, S. (2009). Moral disengagement, normative beliefs of peer group, and attitudes regarding roles in bullying. Journal of School Violence, 9(1), 23-36. 7. Arciero, G., & Guidano, V. F. (2000). Experience, explanation, and the quest for coherence. En: Neimeyer, Robert A. (Editors); Raskin, Jonathan D. (Ed), (2000). Constructions of disorder: Meaning-making frameworks for psychotherapy. Washington: American Psychological Association, 91-118. 8. Atkinson, B. (2011). Attachment, autonomy and social competence in adolescence. Texas Tech University. Tesis disponible en: http://repositories.tdl.org/ttu-ir/handle/2346/15776

Page 13: “IICC”iicc.website/wp-content/uploads/2017/09/201402.pdfen el amor entendido como la emoción que constituye la coexistencia social (Maturana, 1993). La psicología de la moral

Apego y desarrollo de la moral Bismarck Pinto T. Noviembre, 2013

13

9. Bargh, J. A., & Chartrand, T. L. (1999). The unbearable automaticity of being. American psychologist, 54(7), 462-467. 10. Barni, D., Ranieri, S., Scabini, E., & Rosnati, R. (2011). Value transmission in the family: do adolescents accept the values their parents want to transmit?. Journal of Moral Education, 40(1), 105-121. 11. Berkowitz, M. W., & Grych, J. H. (1998). Fostering goodness: Teaching parents to facilitate children's moral development. Journal of Moral Education, 27(3), 371-391. 12. Bowlby, J. (1982) Attachment and loss: I Attachment. Londres: Hogarth. 13. Bowlby, J. (1982b). Attachment and loss: Retrospect and prospect. American Journal of Orthopsychiatry, 52(4), 664-678. 14. Bretherton, I. (1985). Attachment theory: Retrospect and prospect. Monographs of the Society for Research in Child Development, 3-35. 15. Bretherton, I. (1992). The origins of attachment theory: John Bowlby and Mary Ainsworth. Developmental Psychology, 28(5), 759. 16. Bretherton, I., & Munholland, K. A. (1999). Internal working models in attachment relationships: A construct revisited. En: Cassidy, J., & Shaver, Ph. (Editores) (1999). Handbook of attachment: Theory, research, and clinical applications, Nueva York: Guilford Press, pp. 89-111. 17. Bretherton, I. (1992). The origins of attachment theory: John Bowlby and Mary Ainsworth. Developmental Psychology, 28(5), 759. 18. Brust, J. (2004) Neurological aspects of substance abuse. Philadelphia: Elsevier. 19. Canter, D., & Youngs, D. (2012). Narratives of criminal action and forensic psychology. Legal and Criminological Psychology, 17(2), 262-275. 20. Carr, L., Iacoboni, M., Dubeau, M., Mazziotta, J. , & Lenzi, G. (2003). Neural mechanisms of empathy in humans: a relay from neural systems for imitation to limbic areas. Proceedings of the National Academy of Sciences, 100(9), 5497-5502. 21. Damasio, A. (2003). Feelings of emotion and the self. Annals of the New York Academy of Sciences, 1001(1), 253-261. 22. Dadds, M. Perry, Y., Hawes, DMerz, S., Riddell, A.., Haines, D.,& Abeygunawardane, A. (2006). Attention to the eyes and fear-recognition deficits in child psychopathy. The British Journal of Psychiatry, 189(3), 280-281. 23. Damasio, A. , Grabowski, T. , Bechara, A., Damasio, H., Ponto, L. , Parvizi, J., & Hichwa, R. (2000). Subcortical and cortical brain activity during the feeling of self-generated emotions. Nature neuroscience, 3(10), 1049-1056. 24. Damasio, A. (2005) The neurobiological grounding of human values. En: Changeaux, J., Damasio, A., Singer, W., Christen, Y. (editores) Neurobiology of human values, Londres: Springer, pp 47-56. 25. Damasio, A. (2009) En busca de Spinoza: neurobiología de la emoción y los sentimientos. Barcelona: Crítica. 26. Decety, J., & Jackson, P. L. (2004). The functional architecture of human empathy. Behavioral and Cognitive Neuroscience Reviews, 3(2), 71-100. 27. De Jager, N. (2012). Gene expression studies in bovine skeletal muscle: investigations into the effects of hormone growth promotant treatment, environment and tenderness genotype associated with tenderness and marbling. University of Queensland: School of Chemistry & Molecular Biosciences. Tesis doctoral. 28. De Vignemont, F., & Singer, T. (2006). The empathic brain: how, when and why?. Trends in Cognitive Sciences, 10(10), 435-441. 29. Dimberg, U. (1982). Facial reactions to facial expressions. Psychophysiology, 19(6), 643-647.

Page 14: “IICC”iicc.website/wp-content/uploads/2017/09/201402.pdfen el amor entendido como la emoción que constituye la coexistencia social (Maturana, 1993). La psicología de la moral

Apego y desarrollo de la moral Bismarck Pinto T. Noviembre, 2013

14

30. Dimberg, U., Thunberg, M., & Elmehed, K. (2000). Unconscious facial reactions to emotional facial expressions. Psychological Science, 11(1), 86-89. 31. Dubbeldam, J., & Kortmulder, K. (2009). " Teder" behaviour (tenderness) an exploration into the neural pathways of mild touch perception in mammals and birds. Animal Biology, 59(1), 55-65. 32. Eisenberg, N. (2000). Emotion, regulation, and moral development. Annual Review of Psychology, 51(1), 665-697. 33. Ekman, P. (1999). Basic emotions. In T. Dalgleish & M. J. Power (2005)(Editores), Handbook Of Cognition And Emotion Chichester, West Sussex: Wiley, 45-60. 34. Frisancho, S. (2010). Emociones morales y corrupción judicial: Un estudio exploratorio., Democracia, (1), 66-82. 35. Flight, J., & Forth, A. (2007). Instrumentally violent youths the roles of psychopathic traits, empathy, and attachment. Criminal Justice and Behavior, 34(6), 739-751. 36. Gallese, V. (2001). The shared manifold hypothesis. From mirror neurons to empathy. Journal of Consciousness Studies, 8(5), 33-50. 37. Garhart, C. (2010) Theories of attachment. An introduction to Bowlby, Ainsworth, Gerber, Brazelton, Kennell & Klaus. Saint Paul, Minnesota: Redleaf Press. 38. Goodall, J. (1986) The Chimpanzees of Gombe: Patterns of Behavior. Cambridge: Harvard University Press. 39. Guidano, V. (1987) Complexity of the Self. Nueva York: Guilford Press 40. Guidano, V. (1994) El Sí-Mismo en Proceso. Buenos Aires:Paidós 41. Guidano, V. (1995). A constructivist outline of human knowing processes. En: En: Mahoney, M. (1995) (Editor): Cognitive and constructive psychotherapies: Theory, Research, and Practice. Washington: Springer Publisher Company, págs. 89-102. 42. Haidt, J. (2001). The emotional dog and its rational tail: a social intuitionist approach to moral judgment. Psychological Review, 108(4), 814. 43. Haidt, J. (2007). The new synthesis in moral psychology. Science, 316(5827), 998-1002. 44. Halgunseth, L. C., Perkins, D. F., Lippold, M. A., & Nix, R. L. (2013). Delinquent-oriented attitudes mediate the relation between parental inconsistent discipline and early adolescent behavior. Journal of Family Psychology, 27(2), 293. 45. Hardy, S. A., & Carlo, G. (2011). Moral identity: What is it, how does it develop, and is it linked to moral action?. Child Development Perspectives, 5(3), 212-218. 46. Hauser, M. (2006) Moral Minds: How Nature Designed our Universal Sense of Right and Wrong. Nueva York: HarperCollins. 47. Hazan, C., & Shaver, P. (1987). Romantic love conceptualized as an attachment process. Journal of Personality and Social Psychology, 52(3), 511. 48. Henry, W. (2009) The hormone of love. En: Henry, W. (2009) Brain Imaging. Londres: Springer London. 49. Hill, K., Boesch, C., Goodall, J., Pusey, A., Williams, J., & Wrangham, R. (2001). Mortality rates among wild chimpanzees. Journal of Human Evolution, 40(5), 437-450. 50. Hoffman, M. (1979). Development of moral thought, feeling, and behavior. American Psychologist, 34(10), 958, 963. 51. Hoffman, M. (2000) (2000) Empathy and moral development: Implications for caring and justice. Cambridge University Press. 52. Hyde, L. W., Shaw, D. S., & Moilanen, K. L. (2010). Developmental precursors of moral disengagement and the role of moral disengagement in the development of antisocial behavior. Journal of Abnormal Child Psychology, 38(2), 197-209.

Page 15: “IICC”iicc.website/wp-content/uploads/2017/09/201402.pdfen el amor entendido como la emoción que constituye la coexistencia social (Maturana, 1993). La psicología de la moral

Apego y desarrollo de la moral Bismarck Pinto T. Noviembre, 2013

15

53. Insel, T., & Shapiro, L. (1992). Oxytocin receptor distribution reflects social organization in monogamous and polygamous voles. Proceedings of the National Academy of Sciences, 89(13), 5981-5985. 54. Jackson, P., Meltzoff, A., & Decety, J. (2005). How do we perceive the pain of others? A window into the neural processes involved in empathy. Neuroimage, 24(3), 771-779. 55. Josephson, W. L., & Pepler, D. (2012). Bullying: a stepping stone to dating aggression? International Journal of Adolescent Medicine and Health, 24(1), 37-47. 56. Kalawski, J. P. (2010). Is tenderness a basic emotion? Motivation and Emotion, 34(2), 158-167. 57. Kalshoven, K., Den Hartog, D., & De Hoogh, A. (2011). Ethical leader behavior and big five factors of personality. Journal of Business Ethics, 100(2), 349-366. 58. Katz, L. (2000) (Ed.) Evolutionary Origins of Morality. Thorverton: Imprint Academic. 59. Kimonis, E. R., Cross, B., Howard, A., & Donoghue, K. (2013). Maternal care, maltreatment and callous-unemotional traits among urban male juvenile offenders. Journal of Youth And Adolescence, 42(2), 165-177. 60. Knoblich, G., & Flach, R. (2003). Action identity: Evidence from selfrecognition, prediction, and coordination. Consciousness and Cognition, 12, 620-632. 61. Kohlberg, L., & Kramer, R. (1969). Continuities and discontinuities in childhood and adult moral development. Human Development, 12(2), 93-120. 62. Kohlberg, L. (1971). Stages of moral development. Moral education, 23-92. 63. Kolhberg, L. (1975) The cognitive-developmental approach to moral education. The Phi Delta Kappan, 56 (10), 670-677. 64. Kohlberg, L. (1975b). Moral education for a society in moral transition. Educational Leadership, 33(1), 46-54. 65. Kohlberg, L. (1984). Essays of moral development. Vol. 2. The psychology ofmoral development. Nueva York: Harper & Row. 66. Kosson, D. , Suchy, Y., Mayer, A., & Libby, J. (2002). Facial affect recognition in criminal psychopaths. Emotion, 2(4), 398. 67. Kurtines, W., Gewirtz, J., & Lamb, J. (Eds.). (2013). Handbook of Moral Behavior and Development: Volume 1: Theory. Nueva York: Psychology Press. 68. L'Abate, L. (2009). In search of a relational theory. American Psychologist, 64(8), 779-788. 69. Latour, B., & Stark, M. (1999). Factures/fractures: from the concept of network to the concept of attachment. Anthropology and Aesthetics, (36), 20-31. 70. Lorenz, K. Z. (1935). The companion in the bird's world. Journal fuer Omithologie, 83,137- 213. 71. Lykken, D. (1996) Psychopathy, Sociopathy, and Crime. Society, 34(1), 29-38. 72. Lykken, D. (2000) Las Personalidades Antisociales. Barcelona: Herder. 73. Main, M., & Solomon, J. (1986). Discovery of an insecure-disorganized/disoriented attachment pattern. En: Brazelton, T. Berry Y., Michael W. (Editores), (1986). Affective Development In Infancy. Westport: Ablex Publishing, , pp. 95-124. 74. Mark, I., Van Ijzendoorn, M., & Bakermans, M. (2002). Development of empathy in girls during the second year of life: Associations with parenting, attachment, and temperament. Social Development, 11(4), 451-468. 75. Maturana, H. (1993) La objetividad: un argumento para obligar. Santiago: Comunicaciones Noreste. 76. Meltzoff, A. (2002) Imitation as a mechanism of social cognition: origins of empathy, theory of mind, and the representation of action. In: Goswami, U. (Editor), Blackwell Handbook of Childhood Cognitive Development. Oxford: Blackwell Publishers, 6 –25.

Page 16: “IICC”iicc.website/wp-content/uploads/2017/09/201402.pdfen el amor entendido como la emoción que constituye la coexistencia social (Maturana, 1993). La psicología de la moral

Apego y desarrollo de la moral Bismarck Pinto T. Noviembre, 2013

16

77. Mikulincer, M., Dolev, T., & Shaver, P.R. (2004). Attachment-related strategies during thought suppression: Ironic rebounds and vulnerable self-representations. Journal of Personality and Social Psychology, 87, 940–956. 78. Moll, J., & Schulkin, J. (2009). Social attachment and aversion in human moral cognition. Neuroscience & Biobehavioral Reviews, 33(3), 456-465. 79. Narvaez, D. (2013). The future of research in moral development and education. Journal of Moral Education, 42(1), 1-11. 80. Nelson, J. K. (2010). Separation, loss, and grief in adults: An attachment perspective. En: Adult Attachment in Clinical Social Work, Nueva York: Springer, pp. 79-95. 81. Palmer, E. J., & Hollin, C. R. (1998). A comparison of patterns of moral development in young offenders and non‐offenders. Legal and Criminological Psychology, 3(2), 225-235. 82. Parker, L. (1974). Psychotherapy and ethics. Cornell Journal of Social Relations, 9(2), 207-216. 83. Pinto, B. (2011) Porque no sé amarte de otra manera. Estructura individual, familiar y conyugal de los trastornos de la personalidad. SOIPA/ Universidad Católica Boliviana San Pablo. 84. Pinto, B. (2012) Psicología del amor. Primera parte: El amor en la pareja. La Paz: SOIPA/ Universidad Católica Boliviana San Pablo. 85. Porter, L. E., & Warrender, C. (2009). A multivariate model of police deviance: examining the nature of corruption, crime and misconduct. Policing & Society, 19(1), 79-99. 86. Preston, S., & De Waal, F. (2002). Empathy: Its ultimate and proximate bases. Behavioral and Brain Sciences, 25(01), 1-20. 87. Prinz, J. (2011). Is empathy necessary for morality. Empathy: Philosophical and psychological perspectives. Oxford University Press. págs. 211-229. 88. Rai, T. S., & Fiske, A. P. (2011). Moral psychology is relationship regulation: moral motives for unity, hierarchy, equality, and proportionality. Psychological review, 118(1), 57. 89. Reimer, K. (2005). Revisiting moral attachment: Comment on identity and motivation. Human Development, 48(4), 262-266. 90. Risberg, J., & Grafman, J. (2006) The frontal lobes. Development, function and pathology. Cambridge: University Press. 91. Rizzolatti, G., Fogassi, L., Gallese, V. (2001) Neurophysiological mechanisms underlying the understanding and imitation of action. Nat. Rev. Neuroscience, 2, 661– 670 92. Rodriguez, M. (2010) La dimensión moral de la conducta desde una óptica interconductual. Acta Comportamentalia: Revista Latinoamericana de Análisis del Comportamiento. 3(1):55-69. 93. Safran, J., & Greenberg, L. (Editores). (1991). Emotion, psychotherapy, and change. Nueva York: Guilford Press. 94. Salzinger, S., Feldman, R. S., Rosario, M., & Ng‐Mak, D. S. (2011). Role of parent and peer relationships and individual characteristics in middle school children's behavioral outcomes in the face of community violence. Journal of Research on Adolescence, 21(2), 395-407. 95. Scott, E. D. (2002). Organizational moral values. Business Ethics Quarterly,12 (1), 33-55. 96. Selman, R. L. (1976). The development of social-cognitive understanding: A guide to educational and clinical practice. En Lickma, T. (Editor)(1976) Morality: Theory, research, and social issues. Nueva York: Holt, Rinehart and Winston, págs. 299-316. 97. Shamay-Tsoory, S. (2011). The neural bases for empathy. The Neuroscientist, 17(1), 18-24. 98. Shaver, Ph., Fraley, Ch. (2008) Attachment, Loss and Grief. Bowlby’s views and current controversies. En: Cassidy, J., Shaver, Ph. (Editores) (2008) Handbook of Attachment. Theory, Research and Clinical Applications. Nueva York: The Guilford Press. 99. Schwartz, R., & Jones, R. (1978). Transplacental hyponatraemia due to oxytocin. British Medical Journal, 1(6106), 152.

Page 17: “IICC”iicc.website/wp-content/uploads/2017/09/201402.pdfen el amor entendido como la emoción que constituye la coexistencia social (Maturana, 1993). La psicología de la moral

Apego y desarrollo de la moral Bismarck Pinto T. Noviembre, 2013

17

100. Shweder, R. A., Mahapatra, M., & Miller, J. G. (1987). Culture and moral development. The emergence of morality in young children. En: Kagan, J., Lamb, S. (1990) The emergence of morality in young children. Chicago: The University of Chicago Press, pp. 1-83. 101. Singer, T., Critchley, H., & Preuschoff, K. (2009). A common role of insula in feelings, empathy and uncertainty. Trends in Cognitive Sciences, 13(8), 334-340. 102. Sonnby–Borgström, M. (2002). Automatic mimicry reactions as related to differences in emotional empathy. Scandinavian Journal Of Psychology, 43(5), 433-443. 103. Spitz, R. A., & Wolf, K. M. (1946). Anaclitic depression; an inquiry into the genesis of psychiatric conditions in early childhood, II. The psychoanalytic study of the child. 104. Spitz, R. (1965). El primer año de vida. México DF: Fondo de Cultura Económica. 105. Stevens, D., Charman, T., & Blair, R. (2001). Recognition of emotion in facial expressions and vocal tones in children with psychopathic tendencies. The Journal of Genetic Psychology, 162(2), 201-211. 106. Tetlock, P. E. (2002). Social functionalist frameworks for judgment and choice: intuitive politicians, theologians, and prosecutors. Psychological review, 109(3), 451-458. 107. Trevarthen, C. (1979). Communication and cooperation in early infancy. En:Bullowa, M. (Editor), Before Speech: The Beginning of Interpersonal Communication. Londres: Cambridge Univ. Press, 321– 347. 108. Tumbull, J. (2011) Kierkegaard's mirrors: interest, self, and moral vision. British Journal for the History of Philosophy, 19(1), 161-164. 109. Verplaeste, J., Schrigver, J., Vanneste, S., Breckman, J. (2004) The moral brain. Londres – Nueva York: Springer. 110. Van Ijzendoorn, M., & Zwart, H. (1995) Adolescents' attachment representations and moral reasoning. The Journal of Genetic Psychology, 156(3), 359-372. 111. Van Ijzendoorn, M. H. (1997). Attachment, emergent morality, and aggression: Toward a developmental socioemotional model of antisocial behaviour. International Journal of Behavioral Development, 21(4), 703-728. 112. Van Overwalle, F., Baetens, K. (2009). Understanding others’ actions and goals by mirror and mentalizing systems: a metaanalysis. Neuroimage, 48(3), 564-84 113. Vygotsky, L.S. (1979) Consciousness as a problem in the psychology of behavior. Journal of Russian and East European Psychology, 17(4), 3-35. 114. Vygotsky, L.S. (1967) Play and its role in the mental development of the child. Journal of Russian and East European Psychology, 5(3):6-18. 115. Walker, L. J., & Taylor, J. H. (1991). Family interactions and the development of moral reasoning. Child Development, 62(2), 264-283. 116. Widiger, T. A. (2011). Personality and psychopathology. World Psychiatry, 10(2), 103-106. 117. Wittgenstein, L. (2004) Tractatus Logicus - Philosophicus. Madrid: Alianza 118. Woolfolk, R. L. (2012). Virtue and psychotherapy. Philosophy, Psychiatry, & Psychology, 19(1), 41-43. 119. Zahn, C. (2002). Caregiving, emotion, and concern for others. Behavioral and Brain Sciences, 25(01), 48-49.

Page 18: “IICC”iicc.website/wp-content/uploads/2017/09/201402.pdfen el amor entendido como la emoción que constituye la coexistencia social (Maturana, 1993). La psicología de la moral

Apego y desarrollo de la moral Bismarck Pinto T. Noviembre, 2013

18