Reagan's revenge. Libro 3.6

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TAMMY FALKNER

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Créditos

Traducción, Corrección y Recopilación:

Nayeli

Diseño:

Jane

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Índice

Sinopsis

Emily

Logan

Emily

Pete

Reagan

Logan

Próximo Libro

Sobre la Autora

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Sinopsis

Calmly, Carefully, Completely dejó a los lectores con una pregunta… ¿Alguna vez conseguiría Reagan justicia contra su atacante?

¿Un encuentro al azar, una bien merecida patada en el trasero y el final del compromiso de Emily y Logan? ¡Averigua lo que pasa después en La Venganza de Reagan!

(The Reed Brothers 3.6)

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Emily

ogan se desliza en la cabina detrás de mí y su hombro toca el mío. Me inclino en él, sólo porque puedo. Baja su cabeza y me besa, y sus labios son suaves y ágiles. No lo he visto desde esta mañana, y todavía consigo un

tirón en mi barriga cuando miro en sus ojos, incluso después de todo el tiempo que hemos vivido juntos. Persiste en mi boca como si no me ha visto en semanas. Él justo estaba dentro de mí esta mañana.

Mis mejillas están calientes cuando levanta su cabeza, y tengo que tomar un minuto para recuperar mi aliento. ¿Cómo estuvo tu día? Pregunta. Logan es sordo y me hace señas cuando sólo somos nosotros dos. Sólo abre su boca para hablarme cuando otros están ahí o cuando sus manos están llenas. Por lo general, están llenas de mí. No me estoy quejando. Ni un poco.

Bien, señalo en respuesta. Terminé las compras. Casi. Es Acción de Gracias y estamos pasándolo con todos sus hermanos. Sam estuvo de acuerdo en hacer la mayoría de la cocina, pero hizo una regla de que teníamos que hacer las compras. Estoy contenta de que está frío afuera, así no tengo que preocuparme por dejarlo en la camioneta por unos minutos.

¿Dónde está toda la comida? pregunta Logan.

En mi camioneta. ¿Puedes llevarla a lo de Paul, cierto? ¿Cuándo te vayas? Cepillo un rizo rubio hacia atrás de su frente. Él sonríe y hace lo mismo conmigo, metiendo una hebra de cabello detrás de mi oreja. ¿Cómo estuvo tu día?

Señala como que está pesando algo con sus manos. Más o menos. Como el mío. Se encoge de hombros. Mira a su reloj. ¿Pete y Reagan están llegando tarde? Pregunta.

Me encojo de hombros.

Pete y Reagan son la única otra pareja en la familia, así que tratamos de hacer tiempo para pasar con ellos, particularmente desde que Reagan es nueva en el grupo.

La mesera se detiene y Logan levanta dos dedos y los gira. Dos y dos. Ella nos conoce. Sabe que significa que queremos dos rebanadas de pay de manzana y dos cervezas de raíz.

—Seguro —dice. Aprieta el hombro de Logan y se aleja.

¿Terminaste esa campaña publicitaria para Madison Avenue? Pregunto. Logan está haciendo una pasantía en la compañía de mi papá y trabajó toda la noche para terminar una propuesta de último minuto. Madison Avenue es una compañía de ropa de primera calidad que vale millones, y Logan está empezando a salir del fondo. Es locamente talentoso cuando se trata de arte, así que no tengo

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dudas de que va a conseguir una promoción rápidamente. Trabaja realmente duro en todo lo que hace, y esto no es la excepción.

Asiente y me da los pulgares arriba.

Les gustó.

Sonrío. Por supuesto que lo hizo. Golpeo su hombro con el mío. Estabas preocupado por nada.

Como que era un gran trato.

La mesera vuelve con el pay y escucho una conmoción en la puerta. Pete y Reagan, señalo, apuntando detrás de nosotros.

¡Al fin! Dice Logan, pero está sonriendo. Llena su boca con un enorme mordisco de pay.

Reagan se desliza en la cabina frente a nosotros, y Pete de desliza con ella. Ella me sonríe. Me gusta. Soy muy posesiva con los hermanos Reed, pero Reagan está bien. He pasado algo de tiempo con ella recientemente, y la encuentro divertida y atractiva. Tuvo un duro tiempo de eso, y así lo hizo Pete, cuando fue a prisión. Ambos estaban un poco rotos, y mientras que nunca estarían lo que la sociedad consideraría arreglados, son maravillosos juntos. Pete deja caer un brazo alrededor de sus hombros, y ella se acurruca en él.

—Están tarde —dice Logan. Usa su voz porque Reagan está aprendiendo a señalar. Logan le dijo que no tenía que aprender. Él lee los labios muy bien, pero está determinado a ser parte de la familia, y la familia Reed tiene un miembro sordo.

Todos hablamos y señalamos al mismo tiempo cuando ella está alrededor, y lo entiende rápidamente.

—Lo siento —dice Pete. Sonríe a Reagan. Sus mejillas se vuelven rosas, y Logan bufa.

—EDI1, Pete —dice Logan.

—¿Qué? —protesta Pete. Pero está sonriendo como el infierno—. No dije nada.

Logan señala a Reagan.

—El rubor en sus mejillas lo dice todo. —Se ríe Logan, y Reagan se pone incluso más roja.

Pete roba un poco del pay de Logan con su pulgar e índice y lo levanta a sus labios. Logan levanta su tenedor.

—Usa un utensilio, idiota —dice.

—Jódete, imbécil —dice Pete, pero luego llena su boca con un enorme mordisco del pay de Logan, sus ojos rodando un poco mientras lo saborea—. Este es un buen pay —dice alrededor de un bocado de comida.

—¿Qué? —pregunta Logan. Logan no puede leer los labios cuando alguien habla con una boca llena, y las manos de Pete están ocupadas con el tenedor.

1 EDI: Exceso De Información.

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—Dije que es un buen pay —dice Pete otra vez después de que traga.

—Me alegra de que lo apruebas —dice Logan divertido.

Reagan se inclina hacia adelante y dice:

—Así que, ¿a qué hora es la cena mañana? —Levanta su ceja.

Me alegro de que cambia el tema porque Logan y Pete pueden discutir por horas.

—Es una cosa como de todo el día —le dice Pete—. Podemos ir y venir cuando sea que queramos siempre y cuando al menos uno de nosotros esté ahí para ayudar a Sam a cocinar en la mañana.

—¿Está viniendo Kelly este año? —pregunta él.

Kelly es la ex novia de Paul y la madre de su hija, Hayley, sin embargo nunca estamos seguros de que son realmente ex novios. Casi estoy segura de que todavía duermen juntos a veces, pero ven otras personas, también. Es tan extraño. Pero Paul es el mejor padre que nunca he conocido. Pongo mi mano en mi estómago plano. Espero poder ser la mitad de buena madre algún día.

Siempre estoy preocupada sobre tener hijos. ¿La genética los hará disléxicos como yo? Espero que no. No le desearía mi discapacidad de aprendizaje a nadie.

Logan niega.

—Kelly tiene planes. Pero Hayley estará ahí.

—¿Qué tipo de planes tiene Kelly? —pregunta Pete, sus ceño frunciéndose—. ¿Algo más importante que la cena familiar?

—Paul dice que está viendo a alguien. Se está haciendo serio. —Logan lanza un suspiro.

—Ouch —dice Pete. Cuando un hermano es herido, todos lo son.

—Quizás ellos lo resolverán —dice Reagan tentativamente.

Pete la abraza y deja caer un beso en sus labios cuando ella levanta la cara hacia él.

—Te amo —dice él suavemente.

Me derrite ver a Pete así. Si alguien merece un final feliz, es él. Y ella.

Reagan sonríe.

Nos quedamos el suficiente tiempo para que la mesera nos traiga dos rebanadas más de pay, el cual los chicos devoran mientras Reagan y yo sorbemos nuestras cervezas de raíz.

Honestamente, el olor del pay me está poniendo un poco mareada. Empujo el plato hacia Logan. Él estrecha su mirada hacia mí.

—¿No tienes hambre? —pregunta.

Niego. Reagan me sonríe. ¿Ella sabe? No puede. Ni siquiera estoy segura todavía. Pero tengo una bastante buena idea.

Logan termina su pay y se inclina para besarme.

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—Supongo que mejor voy a descargar los alimentos. ¿Vienes?

Niego. Necesito correr a la farmacia y conseguir algo. Y como que quiero hablar con Reagan.

—Te veré después. Todavía tengo algunas compras que hacer.

—Está bien —dice, y me besa otra vez, persistiendo sobre mis labios hasta que Pete empieza a toser en su puño—. Cállate —gruñe Logan.

—Lleva a Pete contigo —digo cuando Pete se acaba de sentar ahí con sus brazos alrededor de Reagan.

Logan entrecierra sus ojos.

—¿Por qué?

Señalo de Reagan a mí y de regreso.

—Tiempo de chicas —canto.

Luce confundido, casi como que quiere volver a sentarse.

—Ve —digo, alejándolo con mis manos—. Quiero hablar de cosas de chicas.

—¿Qué tipo de cosas de chicas? —pregunta Logan. Está preocupado, y amo eso de él. Pero en verdad necesito que se vaya.

—Entonces, Reagan —digo—. Probé esa nueva marca de tampones de la que me hablaste. ¿Y sabes lo que pasó?

Ella se ríe en voz alta al mismo tiempo que Pete mete sus dedos en sus oídos y canta:

—Lalalalalalalalalala.

Logan golpea el hombro de Pete.

—Vamos a descargar los alimentos.

Pete besa a Reagan y golpea a Logan en la nuca, y entonces corre, burlándose así Logan lo perseguirá. Ellos hacen esa mierda todo el tiempo, si no fueran míos, probablemente lo encontraría molesto como el infierno. Pero son míos, así que es lindo.

Cuando se han ido, Reagan me mira.

—¿Le has dicho ya?

Juego con mi pajita.

—¿Decirle qué? —murmuro. Evito sus ojos, porque creo que ella ve demasiado.

—Cuando mi mamá estaba embarazada de Link, toda su comida favorita la hacía querer vomitar. —Hace una arcada imaginaria, y mi estómago se revuelve sólo por el sonido. He despertado con náuseas todos los días esta semana.

—No hagas ese sonido —advierto y eructo en mi puño.

Levanta sus manos como en rendición. Pero entonces se pone seria.

—¿Cómo crees que se sentirá Logan sobre si estás embarazada?

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Logan estaría extasiado. Soy yo quien tiene el problema con ello.

—Él estará bien —digo, mi voz pequeña.

Ella alcanza y cubre mi mano con las suyas.

—¿Por qué estás preocupada? —pregunta.

Lágrimas llenan mis ojos y las pestañeo lejos.

—¿Qué si el bebé termina como yo? —pregunto en voz baja—. Estoy asustada de que eso pase.

Sé que Pete le dijo a Reagan sobre mi dislexia, pero ella y yo nunca en realidad la hemos discutido.

—Tu discapacidad no te define. Es sólo una parte de ti, como tu color de ojos o tu color de cabello. Es parte de ti, igual que el autismo de mi hermano es una parte de él. Eres una persona primero. Y sé que eso te preocupa, pero si lo piensas, conozco muchas personas que estarían devastadas si algo te pasara. Tu vida tiene valor y significado, y no es a pesar de tu discapacidad. Es porque existes.

Dios. Nunca escuché a nadie decirlo así antes. Que poderosa diatriba acaba de hacer.

—Gracias —digo en voz baja.

—¿Te has hecho una prueba ya? —pregunta, y sonríe.

Niego.

—Estaba demasiado asustada.

Ella aprieta mi mano otra vez.

—Vamos y consigamos una.

Niego.

—Si preferirías hacerlo con Logan —empieza a decir.

Asiento. Preferiría hacerlo con Logan. Necesito decirle. Ahora mismo. Pero ahora me siento como que puedo.

—¿No le digas a Pete, está bien? No hasta después de que le diga a Logan.

Asiente.

Puedo hacerlo. Lo haré.

—Está bien. —Sonrío, porque de repente tengo esperanza y la idea de que podría haber una vida creciendo dentro de mí que Logan y yo creamos juntos se arraiga.

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Logan

lgo está pasando con Emily. No me dijo que es, pero algo está definitivamente mal. Lo averiguaré. Sé que lo haré.

Abro la cajuela del auto de Emily y llevo los alimentos al departamento de Paul. Cuatro vuelos de escaleras cargando un pavo, un jamón y todo el resto son brutales. Me alegro de que Pete esté conmigo. Pero después de eso, desearía que no estuviera conmigo.

Descargamos todos los alimentos, y desde que Sam está aquí, él organiza todo de la forma en que lo usará. Él y Pete pelean, empujándose el uno al otro alrededor hasta que me enfermo tanto de eso que no puedo soportarlo. Me giro hacia Paul. ¿Puedo hablar contigo un minuto, en privado? Señalo.

Él se señala para que lo siga a su habitación. Cierra la puerta, y me siento en el borde de su cama. Toma la silla frente a mí y me mira.

—Escúpelo —espeta.

Paul señala y habla al mismo tiempo, yo también.

—Algo está mal con Em —digo.

Su ceño se frunce.

—¿Qué tipo de mal?

Me levanto, de repente sintiendo como que tengo hormigas en mis pantalones. Camino a su vestidor y corro mi dedo por la foto de nuestra madre que está en un marco dorado. Es áspero y desigual, pero su cara es suave cuando toco el cristal. Paul golpea mi hombro así que me doy vuelta para encararlo.

—Estás realmente preocupándome. ¿Qué está mal?

—Cuando Kelly estaba embarazada —comienzo. Trago duro, porque necesito poner en orden para conseguir pasar el nudo en mi garganta—. Cuando Kelly estaba embarazada —digo otra vez—. ¿Cómo era?

Miro mis manos, con miedo de mirar a su cara porque podría accidentalmente mirar a sus ojos.

—¿Está embarazada Emily? —pregunta. Sus manos están volando furiosamente todo de un repente—. ¿Qué diablos, Logan? —dice—. ¿Qué te dije sobre usar condones? Te dije que ella estando en la píldora no era suficiente.

—No sé si lo está o no —me apuro a decir—. Sólo no sé qué decir o hacer, y eras el único con el que quería hablar. —Golpeo mi palma en el vestidor, porque parece como que sus manos están volando para continuar regañándome—. Necesito que escuches —digo.

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Se congela y corre una mano a través de su cabello.

—Está bien —dice. Sus manos son más suave ahora, sin embargo—. Está bien —dice otra vez—. Estoy escuchando.

—No ha tenido su periodo —digo.

—¿Cómo lo sabes? —pregunta.

Lanzo mis manos al aire.

—¿Cómo crees que sé? —Esa fue la pregunta más tonta de nunca.

Su pecho se llena con aire como que está pesando un suspiro.

—Sé que estás teniendo sexo. Pero a veces unos pocos días por… —deja a sus palabras cortarse.

—Nunca se atrasa unos días —digo. Sintiendo el calor subir a mis mejillas.

—¿Lo hacen todos los días? —pregunta, sus cejas arqueándose.

No responderé eso. Sólo levanto mis cejas. Estoy dentro de ella bastante cada jodido día. No puedo hacerlo sin ella.

—Está bien —dice—. Así que, no hay periodo.

—Está despertándose enferma, un poco.

—Está bien —dice, haciendo un movimiento para que continúe.

—Y sus pechos se están poniendo más grandes. —Hago un movimiento como que estoy agarrando sus pechos y apretándolos.

—Logan —dice—. ¿En serio? —Pero está sonriendo. Sacude su cabeza y no puedo evitar sonreír también.

—Son mías. Puedo jugar con ellas todo lo que quiera. —Me río a la mirada en su cara.

—¿Ya tomó una prueba?

Niego.

—No estoy seguro de que sepa todavía.

—¿Por qué diablos estás aquí hablándome a mí en lugar de a ella? —Me mira. Paul tiene esta forma de en verdad ver a las personas. Como que ve todo de ti. Pero nunca habla de lo que ve.

—No estoy seguro de que quiera niños —admito.

Él golpea sus manos juntas.

—Entonces deberías haber usado un jodido condón.

Corro mis manos a través de mi cabello y jalo un poco en las puntas.

—No entiendes —digo. Empiezo a la puerta. Él agarra mi hombro y me gira alrededor.

—Explícalo —dice—. Estoy escuchando.

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—Em está asustada de ser una mamá —le digo. Odio hablar sobre su dislexia cuando ella no está en la habitación.

—La he visto con Hayley. Nadie que conozca sería una mejor madre.

Mi corazón se calienta porque él se sienta de esa forma. Yo también.

—Me suena como que necesitas hacer dos cosas —dice.

Esto es por lo que vine a Paul. Él siempre sabe qué hacer. Le hago señas para que continúe.

Levanta un dedo.

—Uno: necesitas conseguirle una jodida prueba.

¿Y? pregunto.

—Dos: necesitas tranquilizarla. —Se sienta—. Sabes que está asustada. Es tu trabajo apoyarla a través de esto. Lo que sea que necesite, ofrécelo.

—¡Pero no sé lo que necesita! —lloro.

—Ella te necesita, idiota. —Sonríe—. Eres todo lo que nunca ha necesitado. Cuando los veo juntos y cuán feliz son, a veces hace a mi jodido estómago torcerse con celos, ¿sabías?

No. No tenía ni idea.

—Desde el momento en que la conociste, supiste que ella era la única. Y ella se sintió de la misma manera. Están hechos el uno para el otro. Así que, ve por ella y se lo que necesita. Sólo se tú. Eres todo lo que siempre necesitó, idiota.

Tiene razón. Podemos hacer todo juntos.

—Necesito ir a ver a Emily.

Él palmea su mano en mi hombro.

—Compra una prueba de camino a casa —dice—. Luego mándame un texto y dime cómo fue.

Asiento y lo tiro por un abrazo. Luce anonadado, pero cae contra mí y me tira más cerca. Cuando me deja ir, alcanzo por el pestillo. Él me detiene.

—¿Te estás sintiendo esperanzado, cierto? —pregunta.

Asiento, y una sonrisa tira de mis labios.

—Seré el hombre más feliz en el mundo si está embarazada.

—Eres el único suertudo hijo de perra. —Sonríe, aun así y señala, buena suerte.

Gracias, señalo. Te mando un texto después.

Salgo, sólo deteniéndome por un minuto para hablar con Sam y Pete. Me detengo y compro una prueba de embarazo en la farmacia y voy a casa, esperando que Emily estará ahí.

Abro la puerta, y ella salta desde donde estaba sentada en el sofá. Sostengo la prueba detrás de mi espalda.

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—Hola —dice.

—¿Estás bien? —pregunto.

No para de moverse, retorciendo sus manos juntas.

—Creo que deberíamos terminar nuestro compromiso —dice.

Mi corazón jodidamente se detiene.

Emily

uce como que acabo de golpearlo.

—Oh, mi Dios —suspiro. Camino hacia él y trato de llevarlo a mis brazos.

Me aparta de él, su cara una nube tormentosa de furia.

—¿Qué? —pregunta.

—Oh, eso salió mal —digo.

Aprieta mis brazos fuertemente, tan apretado que me hace retorcerme un poco. Pero lo que me pone incluso más nerviosa es la mirada en sus ojos. Logan puede ser intenso, pero esto es diferente. Esto es reservado sólo para mí.

—Mejor que haya salido mal —espeta.

Deja caer una bolsa de compra en el suelo cuando me agarra, y miro hacia ella como una tonta. Luce como la que acabo de empujar en los cojines del sofá.

—¿Qué es eso? —pregunto, señalándola como si es una serpiente que está a punto de morderme.

—¿Por qué quieres terminar nuestro compromiso? —pregunta. Se encoge fuera de su abrigo y lo cuelga en la percha en la puerta—. ¿Qué diablos estás pensando, Em? —Está temblando, y de repente me doy cuenta de lo que acabo de hacer.

—Oh, no quería decir terminar, Logan —digo. Una risa desesperada estalla de mis labios.

—No estoy divertido —dice.

Retuerzo mis manos.

—Sólo quería decir… que tal vez… podíamos casarnos. Como pronto.

Hablamos sobre casarnos todo el tiempo, pero es sólo algo que ninguno de nosotros tenía un gran deseo de hacer. No quiero la pompa y circunstancia, y él sólo tan pronto evitara la multitud. Así que, esperamos.

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—¿Por qué? —pregunta.

Camino al sofá y consigo mi bolsa que luce justo igual que la suya. Se la tiendo. Él la abre y se desinfla como un balón. Entonces empieza a reír. Cuando Logan ríe, hay una parte dentro de mí que se abre con absoluta felicidad. Mi interior comienza a jodidamente brillar cuando está feliz. Sé que suena estúpido, pero es verdad.

Él levanta su bolsa y me la da. La abro y miro dentro. Entonces sonrío, también. Se ríe, me agarra a él, y me gira alrededor.

—Te jodidamente amo demasiado —dice en mi oído.

—¿Cómo supiste? —pregunto.

—Conozco tu cuerpo, Em —dice suavemente. Acuna mi pecho en su mano y frota a través de la repentinamente túrgida punta—. Tus pechos son más grandes, y no comiste el pastel. —Se ríe.

—Y estoy retrasada —admito.

—¿Cuánto? —pregunta.

—Como un mes y medio.

—Eso pensé. —Sonríe como un idiota. Señala con un pulgar hacia el baño—. Ve a orinar en el jodido palo, Em —dice. Comienza a abrir una de las cajas y me señala que lo siga al baño. Ni siquiera deja la habitación cuando orino en el estúpido palo. Se queda. Lo pongo en el mostrador, mi corazón más ligero de lo que ha estado nunca. Lavo mis manos y miro en el espejo para cepillar mi cabello hacia atrás de mi cara. Mastico mis uñas y espero.

Logan se para detrás de mí y me mira en el espejo, y puedo recordar la primera vez que me miró así. Estábamos en un baño en un restaurante y él acababa de besarme por primera vez. Miró en mis ojos en nuestro reflejo, y me fui. Acababa de mostrarme el tatuaje que desbloqueó mi mundo, y yo era suya. No había mirado atrás desde entonces.

—¿Tienes miedo? —pregunta mientras barre mi cabello a un lado y besa mi cuello.

—Lo tenía —admito—. Pero ya no. Ahora estás aquí, estoy bien. —Él es la paz en mi alma. Es todo lo que necesito. Pongo mi mano en mi vientre. Y ahí podría haber otra pequeña pieza de él y yo juntos.

Levanta el palo y lo mira. Lo mira por un segundo y luego me mira. Sus ojos llenos con lágrimas y las pestañea. Entonces asiente. Es un tirón rápido. Sólo uno. Caigo contra él y sollozo en su hombro.

—Tú y yo, Em. Vamos a tener un bebé —dice suavemente.

Me sube con sus manos en mi trasero y envuelvo mis piernas alrededor de su cintura. Logan me carga a la habitación y tira de mi playera sobre mi cabeza. Desabrocha mi sostén con dedos hábiles y me recuesta. Se cierne sobre mí, tirando de mis pantalones por mis pies y entonces mis bragas, hasta que estoy desnuda y expuesta.

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No me muevo porque mi corazón está hinchándose y mi sangre está golpeando. Cuando él está desnudo, vuelve a mí, pero no besa mi cara. Se inclina y besa mi vientre. Me levanta y me mueve más alto en la cama, donde puede cernirse sobre mí.

—Tú y yo, Em —dice otra vez, sus dedos haciendo cosquillas en mi vientre.

Mi barriga está todavía plana. Es demasiado nuevo para que se muestre, pero me conmuevo de cuan reverente y tiernamente me toca. Pone una mano plana sobre mi vientre, y cubro su mano con la mía.

—¿Qué si nuestro bebé es como yo, Logan? —pregunto. Mi voz de repente se quiebra—. Nunca seré capaz de leerle una historia para dormir.

Toma mi mano y la aprieta en su corazón.

—Pero yo puedo. —Respira hondo a través de su nariz con sus ojos cerrados, y entonces sus ojos azules miran directamente en los míos—. Ni siquiera tenía una voz hasta que te conocí, Em —dice—. Tú me diste eso. Déjame usarla. Yo le leeré. Le leeré hasta que mi garganta duela.

—¿Pero qué haré yo?

Me sonríe suavemente.

—Tú harás lo que yo no pueda. Cantarás con él. Le enseñarás al bebé sobre la música. Nunca puedo hacer eso. —Es cierto. Logan siente el ritmo de la música, pero no consigue más que eso. Nunca apreciará la música de la manera en que una persona capaz de oír puede.

—Nos complementamos uno al otro, Em —dice—. Siempre lo haremos. Me golpeaste en la cara porque estaba siendo un idiota, pero en toda la realidad, me quitaste el aliento y te quería. Quería cada parte de ti. —Levanta mi pie, y lo trae cerca de su boca, y comienza a besar desde mi tobillo hasta la parte posterior de mi rodilla. Un escalofrío corre por mi columna, y levanto mi otro pie a su otro hombro. Sonríe y empuja mis pies hacia mis hombros, hundiéndose dentro de mí con un lento empuje. Si girara mi cabeza justo ahora, podría besar mi tobillo.

Me toma en lentos, perezosos golpes hasta que estoy gimiendo y meneándome debajo de él.

—¿Qué está mal? —bromea. Sabe que odio lento y tranquilo. Empuja dentro de mí, mi trasero levantándose tan alto como puede ir mientras me da cada maravillosa pulgada de él.

—Más —gimo. Besa mi tobillo y separa mis piernas, dejándolas caer por sus costados. Empujo su hombro y nos da la vuelta, nuestros cuerpos todavía conectados. Esto es lo que Logan y yo somos… conectados en las maneras más elementales. Siempre lo hemos estado. Siempre lo estaremos.

—Úsame —bromea—. Tómame como quieras.

Dobla sus brazos detrás de su cabeza, sus codos apuntando hacia fuera, una perezosa sonrisa en su cara. Lo aprieto en mis profundidades, y sus ojos se cierran.

—¿Qué está mal? —sonsaco, subiendo y cayendo en él en rápidos, satisfactorios golpes.

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—Demasiado bueno —se queja, mientas cierra sus ojos—. Demasiado apretado. Demasiado.

Pone sus manos en mis caderas y me detiene de moverme, su agarre de acero sosteniéndome apretadamente.

—¿Todavía serías capaz de hacer esto cuando tu vientre esté completamente lleno con mi hijo? —pregunta en voz baja. Sus pulgares trazando círculos en mis caderas.

—¿Te refieres a cuando esté realmente gorda? —pregunto. Me río, y hace una mueca cuando lo aprieto.

—No gorda, Em —dice. Acuna mis pechos en sus manos y aprieta tiernamente—. Llena de nosotros —susurra.

—Fácil —me quejo—. Duelen.

Levanta la mirada, su ceño frunciéndose.

—¿En serio? —pregunta, pero no detiene sus lentos barridos con sus pulgares a través de los turgentes picos—. Siento que duelan —dice en voz baja.

Está tomando mi cuerpo casi como si fuera nuevo para él.

—Sólo sé gentil —digo.

Se ríe.

—Oh, esto de la mujer que no le gusta suave y lento. En verdad deberías cambiar de opinión.

Lo cabalgo rápidamente, mis golpes largos, verdaderos y rápidos, tomándolo más profundo y más profundo dentro de mí con cada entrada. Alcanza en mis rizos y hace esa pequeña cosa en lo que es demasiado bueno. Golpea mi clítoris y encuentra un ritmo que me gusta. Mis piernas se ponen temblorosas, y tengo que sostenerme con mis palmas planas en su pecho.

—Logan —lloro.

—Ahora —dice—. Por favor córrete. No puedo resistir mucho más.

No rompe el contacto visual conmigo. Justo como en todo lo demás, mira mi cuerpo, tomando pistas de la vibración en mi garganta, el subir en mi aliento, el temblor de mis muslos.

—Ahora —digo, y mi espalda se arquea con la fuerza de mis sentimientos por él. Me corro mientras lo cabalgo, y él pulsa debajo de mí al mismo tiempo, gruñendo en voz alta mientras me llena.

Colapso sobre su pecho. Sus manos acariciando perezosamente mi espalda, arriba y abajo y de atrás a adelante. Entonces se mueve y me rueda debajo de él. Pone su oído en mi vientre y me mira hacia arriba.

—Hay una parte de nosotros aquí —dice reverentemente.

Corro mis dedos a través de su cabello y sonrío.

—Sí —digo—. Lo sé. —Tiro de su cabello así me mirará—. ¿Estás feliz? —pregunto.

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Sus ojos azules son tan profundos y tan sinceros que no dudo en su sinceridad en absoluto.

—No podría ser más feliz —dice. Y le creo. Siempre he creído en él, incluso cuando él no podía creer en mí—. ¿Qué vas a hacer con la escuela? —pregunta.

—Lo averiguaremos —digo—. Siempre lo hacemos.

—Sí —suspira, y sus ojos se cierran, su oído presionado en mi vientre como que está escuchando por las sutiles pistas de que hay una vida ahí.

Hay una vida ahí. Nuestra. Juntos.

—¿Quieres casarte? —dejo salir.

Asiente y viene a besarme.

—Sí —dice con un asentimiento. Y no dudo por un minuto que lo dice en serio.

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Pete

eagan va a amatarme cuando llegue a casa y vea todos estos niños aquí. Sabía que Gonzo venía porque llamó y preguntó si podía pasar la noche. A veces hace eso. Me gusta genuinamente el chico, así que tenerlo aquí no es un problema. Pero debe haber llamado a su novia, quien sucede es

la hermana menor de Edward, un chico que conocí cuando estaba en prisión, y están en su camino acá también. Estoy bastante seguro de que Reagan sólo quería una noche tranquila en casa, particularmente desde que pasaremos todo el día completo con mi familia mañana.

Saco algunas uvas de la nevera y las lavo, porque Gonzo come como nadie que he visto antes. El chico tiene una solitaria, parece a veces. Tiene dieciséis ahora, y finalmente golpeó su estirón de crecimiento. Comienza a estallarlas en su boca tan pronto como las pongo en el mostrador. Gracias, señala con una sonrisa.

—¿Cómo van las cosas con Susan? —pregunto.

Se ruboriza y traga sus uvas.

—¿Eso es bien, eh? —bromeo. Tiro de su hombro.

Ella es diferente, señala. No puede hablar porque tiene un tubo de traqueotomía por su EM2. Está en una silla de ruedas y lo ha estado por años, pero no hay nada de lento sobre su mente.

—Diferente es bueno —digo. Levanto mi ceja hacia él, esperándolo para confirmar o negar—. ¿Ya la besaste? —pregunto. Tiro de un taburete y me pongo cómodo.

Su cara se pone incluso más rosa.

—¿Has hecho más que besar? —pregunto. El papá de Gonzo no está en la imagen, así que no tiene a un hombre con quien hablar. Tuve a mis hermanos. Así que, trato de ser eso para él.

Asiente, evitando mi mirada. No mucho, señala. Entonces sus ojos encuentran los míos. Ella tiene más experiencia que yo.

Susan fue sexualmente asaltada. Todos sabemos eso. Fue violada por el novio de su madre y luego fue abusada en una casa de acogida también.

—¿Buena experiencia o mala experiencia? —pregunto.

Ambas, admite. La violación fue violación. El segundo chico, el padre en la casa de acogida, eso fue consensual. Ella quería complacerlo. Y ya se sentía sucia por lo que pasó antes y pensó que la limpiaría si era hecho bajo sus términos.

2 EM: Esclerosis Múltiple.

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A pesar de todo, el hombre era décadas mayor que ella, así que eso nunca debió haber pasado.

¿Cómo sabes cuándo supera la violación? pregunta.

—Oh, wow —suspiro. Rasco mi barbilla—. No creo que las víctimas de asalto lo superen nunca —digo—. Pero el error que algunos hombres cometen es pensar en ellas como víctimas. Sus experiencias han sido contaminadas cuando algo que se suponía fuera hermoso se convierte en algo trágico, pero las cosas trágicas suceden cada día. ¿La afectará por el resto de su vida? Sí, probablemente. ¿Pero esto le impide crecer en cada área de su vida? Definitivamente no.

No sé cuánto puedo decirle y no traicionar la confianza de Reagan.

Reagan habló con Susan sobre lo que le pasó a ella, admite.

—¿Pero le dijo cómo de mal lo manejé después? —pregunto.

Niega.

—Lo hice. Estaba incluso más asustado que ella. Quería mostrarle lo mucho que la amo y que la sostendría. No pude ser yo mismo. No estaba dejándola ser ella misma. Traté de mantener todo suave, dulce, lento y calmado. Pero eso no era lo que ella necesitaba. Necesitaba que la amara completamente así podría amarme completamente, también. —Golpeo mi sien—. Después que lo entendí, tuvimos todo resuelto. Así que, deja de preocuparte de si estás haciendo algo mal —digo—. Pregúntale si lo estás haciendo mal. Déjala guiarte. No asumas que sabes lo que está sintiendo. Nunca.

Sonríe. Está bien.

—Y no lo apresures —advierto, sacudiendo mi dedo hacia él—. Recuerdo tener tu edad y querer conseguir mis rocas fuera. Pero es más que eso. Una vez que te des cuenta de eso, es cuando tu vida cambia. Ahí es cuando comienza.

Aprieto su hombro y me sonríe.

—Y espera un par de años.

No siempre estoy seguro de tener un par de años, me dice. Mi estómago se agita. No puedo imaginar un mundo sin este chico en él.

—Ten cuidado —digo al contrario—. ¿Necesitas condones? —No puedo detener a un adolescente de hacer lo que sea que quiere hacer. Pero puedo asegurarme de que esté preparado.

Niega. Lo tengo cubierto.

—Mejor lo mantienes cubierto —advierto, señalándolo con mi dedo.

Sonríe y levanta sus manos como en rendición.

Un golpe suena en la puerta así que voy y la abro. Edward entra, y Susan está justo detrás de él. Su cara se ilumina cuando ve a Gonzo, y va a besarlo en la mejilla. Él la tira para sentarse en su regazo, y ella se queda ahí, riendo. Su hermano espeta:

—Encuentra tu propia silla.

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Ella frunce el ceño, pero se escabulle fuera del regazo de Gonzo. Gonzo comienza a hacerle señas. Cuando se conocieron, él usaba una computadora para hablarle, pero ella aprendió algunos signos básicos y creció desde ahí. Puede entender lo que está diciendo. Van a la sala de estar y se sientan lado a lado, con ella en una silla y él en la suya, y él toma su mano.

Edward me sigue a la cocina. Todavía puede verlos, así que está bien con moverse a través de la habitación. Gruñe bajo su aliento.

—Deja de respirar fuego —digo—. Él es bueno para ella.

—Todavía es mi hermana —gruñe.

—Puedes confiar en él —digo. No estoy cien por ciento seguro de eso, pero estoy cerca.

—No confío en nadie con ella —dice en voz baja.

—No la lastimará.

—Si no la lastima, ella todavía puede lastimarlo —dice.

Oh, está preocupado por Gonzo.

—¿Qué si está con él porque no es amenazador? —me pregunta.

—¿Qué si lo está? —digo con un encogimiento de hombros—. ¿Qué si él es lo que necesita?

Es un chico dulce, es inteligente, la hace reír, y no la intimida. Y ella le ofrece ilimitado amor, el cual a menudo es difícil de encontrar cuando estás en una silla de ruedas.

—Déjalos trabajarlo —sugiero—. ¿Cómo van las cosas para ti? —pregunto.

Asiente y sonríe.

—Bien. La escuela va genial. —Edward acaba de empezar en la universidad de la comunidad. Quiere ser un técnico automotriz, y será realmente bueno en eso.

—Estoy en verdad orgulloso de ti —le digo.

Se ruboriza, tanto como Gonzo lo hizo hace un momento.

Escucho la puerta de enfrente abrirse y levanto la mirada para encontrar a la mujer que amo entrando en la casa. Se detiene cuando ve a toda la gente que está aquí y me levanta una ceja, pero entonces sonríe y sacude la cabeza.

—Hola, Gonzo —dice. Le da los cinco y se inclina para abrazar a Susan. Susan y Reagan comparten los recuerdos de sus encuentros violentos y eso las hace muy unidas. Me alegra que Susan tenga a Reagan para ser su modelo a seguir, porque nunca conocí a una mujer más fuerte que Reagan. Y es mía.

Reagan besa a Edward en la mejilla, y él se ruboriza un poco. Me encanta que lo trate de la forma en que lo hace. Cuando lo conocí, lo llamé Tic-Tac en mi cabeza porque necesitaba mucho trabajo dental y tenía en verdad mal aliento. No tenía idea de qué tipo de niñez tuvo o que estaba en prisión por matar al hombre que violó repetidamente a su hermana menor. Me dijo algo una vez. Dijo algo como: “Siento que él robó lo que ella pudo haber sido” pero no creo que fuera verdad.

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Tiene a Edward para guiarla y protegerla, y está dispuesta a aceptar el amor y dar amor a cambio. Sí, tiene un largo camino por recorrer, pero llegará ahí.

Reagan me mira y dice:

—¿Qué hay de cenar? —dice mientras hurga en el refrigerador por una botella de agua.

Me encojo de hombros y le sonrío.

—¿Por qué no llamo por una pizza o dos —dice—, mientras llevas a los chicos y van por algunos bocadillos al mercado de la esquina? —Hace un movimiento entre ella y Susan—. Necesitamos un poco de tiempo de chicas, de todos modos. —Le guiña a Susan, y la chica sonríe.

—Parece que vamos por bocadillos, chicos —digo mientras Reagan levanta el teléfono y comienza a ordenar las pizzas. Puedo escucharla preguntar quién es el repartidor. Cuando la persona al otro extremo de la línea responde, cierra sus ojos y respira profundo. ¿De qué fue eso?

La beso rápidamente.

—¿Estás bien? —pregunto. De repente evita mi mirada. Así no es ella.

Asiente.

—Estoy bien. Consigue algo de crema agria y virutas de cebolla, ¿sí? —Frota mi brazo ausentemente. Pero la conozco lo suficientemente bien para saber que pasa algo.

Apresuro a los chicos a salir al pasillo y dentro del elevador. Están tonteando entre ellos todo el camino, así que sacan mi mente de Reagan un poco. ¿Qué puede ir mal en los treinta minutos que me toma conseguir los bocadillos?

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Reagan

ólo tengo treinta minutos antes de que Pete y los chicos vuelvan. La pizza está garantizada para estar aquí en diez, sin embargo, así que debería ser suficiente tiempo. Hace una semana cuando ordenamos pizza, inmediatamente supe que el hombre que la entregó era el hombre que

me violó. Cometió el error de mirarme a los ojos cuando entregó la pizza. Cuando lo hizo, lanzó sus ojos lejos, pero ni siquiera pensé que fuera porque me conoció. Estoy bastante segura que no recuerda a quién empujó al suelo esa noche. De quién se empujó dentro y violó. Probablemente me ve como una sin nombre, sin cara víctima. Pero yo no. Soy una persona y necesito saber, así que hice mi búsqueda.

Su nombre es Ben. El hombre del local de pizza me dijo su nombre y apellido, así que pasé horas googleándolo. Ha sido arrestado por asalto antes, pero salió por no suficiente evidencia de ADN. Estoy segura de que hay otras. Y quiero que sepa que no descansaré hasta derribarlo. Probablemente debería haber ido directo a mi padre con él, quien es un abogado criminal, pero él tendría que detenerme.

Susan me mira como que está preocupada cuando comienzo a pasear. He estado en silencio desde que los chicos se fueron. No quiero decirle lo que está pasando. Quiero que sea inocente de esto. Necesito que no esté involucrada. Debería haberla enviado con los chicos, pero es demasiado tarde ahora.

Un golpe suena en la puerta y salto. No puedo evitarlo.

—Susan —digo en voz baja—. Necesito que vayas a la habitación y llames al 911. Mantén la puerta cerrada. No salgas, no importa qué. Vas a escuchar algunas cosas que te asustarán, pero no salgas. ¿Entiendes?

—¿Por qué? —susurra.

—Susan —digo—. El hombre que me violó está del otro lado de esa puerta.

Asiente y entra en la habitación, cerrando la puerta detrás de ella. Escucho el golpe de la cerradura hacer clic detrás de ella. Buena chica.

Voy a la puerta y la abro. La etiqueta de nombre del hombre dice Ben. Sé su apellido, pero todo lo que puedo pensar es que él es ahora Ben Skrewd. En una incluso peor forma que yo.

Lo huelo inmediatamente, y casi vomito. Es la misma colonia que usó la noche que me atacó. La noche que desgarró mis ropas en el baño principal de una casa de fraternidad. La noche que trató de arruinar mi vida. Empezamos besándonos, pero cuando le pedí que se detuviera, no lo hizo. Y ese fue el final de mi vida como la conocía.

Muevo a Ben dentro del apartamento. Cierro detrás de él y deslizo la silla en la cerradura. Mira confundido y pone mis pizzas en el mostrador.

S

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—Serán $28.50 —dice.

Le sonrío.

—¿No me recuerdas, cierto? —digo en voz baja.

—Justo estuve aquí la semana pasada. —Me recuerda.

—No —digo—. Antes de eso.

Su cabeza se inclina a un lado. Es más grande de lo que lo recuerdo. Pero está bien. Soy más fuerte de lo que recuerda, también. Además, no planeo lastimarlo. Sólo necesito mantenerlo aquí hasta que la policía llegue.

—Lo siento, pero no —dice.

Pero ahora sus ojos están saltando de lugar a lugar. Sabe que algo está en marcha, pero no sabe qué.

—Hace casi tres años —digo. Voy al refrigerador y agarro otra botella de agua. Le ofrezco una y la toma de mí. Su mano tiembla mientras la tira de mi agarre.

—Estábamos en una casa de fraternidad. Nos besamos. Pensé que eras realmente lindo.

—Lo siento, pero todavía no recuerdo. Sabes como son las fiestas de fraternidades. —Se encoje de hombros.

—Sí, lo sé —digo, forzando una risa—. Estábamos en el baño, y me giraste hacia el espejo. Pensé que era sexy. —Me río otra vez—. Pero entonces agarraste mi cabello. —Corro mi mano por mi nuca y agarro un puño de él, tirando duro. Traigo lágrimas a mis propios ojos, pero no me detengo—. Entonces golpeaste mi cabeza en el mostrador.

Empieza a la puerta, pero doy un paso entre él y ella.

—No vas a ningún lado —digo.

—Como el infierno, si no —gruñe. Agarra mi playera, pero giro lejos de su alcance, quedándome entre él y la puerta—. Sal de mi camino —dice. Saliva vuela de sus labios.

—¿Sabes qué pasó después? —pregunto—. ¿Recuerdas?

—No —muerde.

—Cambiaste mi vida.

—Tú jodidamente lo querías —dice. Sus palabras suenan como carcajadas alrededor de la habitación.

Mi corazón golpea.

Golpe.

Golpe.

Golpe.

Pero estoy viva, así que le doy la bienvenida.

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25

—¿Quería que violaras mi cuerpo? —pregunto en voz bajo. Su cara se arruga—. Cuando estaba rogando alto, alto, alto, ¿eso te hizo pensar que lo quería?

De repente, salta hacia adelante y agarra mi playera. Tuerce su puño en ella y me tira contra él. Está duro contra mi cadera. ¿Está excitado? Por supuesto, lo está. Alcanza por mi cabello y lo agarra. ¿Por qué a los hombres les gusta ir por el cabello? Porque pueden, supongo. Me congelo y lo dejo gruñir en mi cara.

—Tú jodidamente lo quisiste porque eres una pequeña puta como el resto de ellas —espetó, su cara tan cerca que su saliva golpea en mi mejilla como gotas de lluvia. Levanta su mano y me da un revés. Casi me encuentro a mí misma estremeciéndome, pero entonces hago lo que viene naturalmente. Bloqueo su golpe. Se sobresalta y grita cuando lo giro alrededor y lo sujeto con su brazo detrás de su espalda.

—¿Cómo se siente? —pregunto en voz baja junto a su oído—. Ser dominado.

Lo dejo libre con un empuje. Frota su hombro, su cara una maraña llena de odio. Alcanza por mí otra vez, y lo bloqueo y entonces lo golpeo en la nariz con el talón de mi mano. La sangre chorrea de sus fosas nasales y rueda por su playera. Levanta su mano como que está tratando de agarrarme otra vez, pero le doy un rodillazo en las bolas. Cae sosteniendo sus bolas. Me pongo en cuclillas a su lado y miro en su cara.

—¿Cómo se siente? —pregunto otra vez.

Empieza a levantarse, pero no voy a permitir eso. Lo pateo en el lado de su cara con mi tenis y cae pesadamente contra el piso sobre su estómago.

Pongo mi rodilla en el centro de su espalda y alcanzo por la lámpara al final de la mesa. La arrastro por el suelo y la quiebro en fragmentos, pero todo lo que quiero es el cable. Gruñe mientras entierro mi rodilla en su espalda y traigo sus manos arriba detrás de él. Envuelvo el cable apretadamente alrededor de sus muñecas y tobillos y lo ato en un torcido moño, sus piernas tensas. Perdió su zapato en la refriega, así que saco su calcetín y lo empujo en su boca. Entonces grito:

—¡Susan! —digo.

Abre la puerta del dormitorio, y sus ojos se amplían. Están bordeados de rojo y me siento realmente mal por lo que acabo de hacerla escuchar.

—¿Desbloqueas la puerta? —le pregunto. Tiro mi pulgar hacia ella—. La puerta de enfrente.

Justo cuando la abre, la policía se apresura en la habitación. Me miran, y se detienen. Pete entra corriendo justo detrás de ellos.

—¿Qué diablos? —pregunta.

Pero estoy calmada. Le sonrío.

—Éste es él, Pete —digo.

—¿Quién? —pregunta. Me mira como que enloquecí.

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—El hombre que me violó —admito. Y finalmente un sollozo rueda fuera de mi pecho—. Es él. —Señalo hacia el bulto en el suelo.

Rabia inmediatamente toma en la cara de Pete. Avanza hacia Ben, y siento que tengo que llegar entre ellos, incluso aunque la policía está ahora a cargo. Pete me empuja al lado, y no puedo detenerlo tirándome en sus brazos así que me lanzo hacia su frente y envuelvo mis piernas alrededor de su cintura, pegándome a él como un koala. Está furioso. Pero no le puedo permitir arruinar su vida. No puedo dejarlo lastimar a ese bastardo, no importa lo mucho que me gustaría ver eso pasar.

—¿Qué diablos, Reagan? —suspira, tomando mi cara en su manos así puede mirarme a los ojos.

Pongo mi cabeza en su hombro y lo sostengo apretadamente, finalmente permitiéndole a la emoción golpearme. Sollozo en el cuello de Pete hasta que cae en una silla y sólo me sostiene a horcajadas en su regazo. La policía hace preguntas y él las responde. Edward y Susan están de pie brazo a brazo, y Susan les dice todo lo que escuchó.

Escucho las palabras “ADN” y “colección de evidencia” y “eso podría ser suficiente”.

Levanto mi cabeza y miro en la cara de Pete mientras ellos escoltan a Ben fuera al pasillo esposado.

—Lo hice —digo. Sorbo, pero una risa cae de mis labios.

—¿Por qué no me dijiste? —pregunta.

—No quería que lo mataras —admito.

—Pateaste su trasero, princesa —dice, y de repente sonríe.

—Sí, como que lo hice, ¿cierto? —digo, y comienzo a reír. No puedo evitarlo. Estoy segura de que hay otras, y sólo me aseguré de que el violador pagará, al menos por mi crimen y posiblemente por otras también.

Pete le da a Edward un fajo de dinero y le dice que lleve a Susan y Gonzo a la sala de videojuegos. Se van, todavía emocionados por lo que pasó.

Me quedo en el regazo de Pete hasta que creo que sus piernas probablemente se dormirán. Pero él no me mueve. Sólo habla en voz baja en mi oído sobre lo increíble que somos. Cuán maravillosos somos juntos. Lo orgulloso que está de mí. Lo asustado que estaba cuando vio a la policía viniendo por la puerta.

—Me tocó, Pete —digo.

Se levanta, sus manos agarran mi trasero, y me carga en nuestro baño. Me pone abajo con cuidado, desenrollando mis piernas de su cintura. Me desviste lentamente y enciende el agua.

Entra en la ducha conmigo y me enjabona suave y lentamente, lavando mi cabello con dedos tiernos.

—Él agarró mi cabello —digo.

Pete me enjuaga y lava mi cabello otra vez.

—Lo lavaré todo—dice.

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Usa una hinchada esponja para limpiar mi cuerpo, arrastrándola lentamente sobre mis pechos y caderas. Luego levanta una pierna al lado de la bañera y me abre. Sus manos hábiles y jabonosas.

—No estoy sucia ahí —digo.

—Nunca estás sucia ahí —dice. Levanta la mirada hacia mí—. Pero planeo lamerlo, así que lo quiero limpio. Yo lo pido.

Me abre con sus dedos y me inclino hacia atrás contra la pared de la ducha, dejándolo llevarme con él a un mundo de placer. Él es mi Pete, y siempre sabe lo que necesito. Separa mis labios con sus dedos, y desliza un dedo dentro de mí. Pete solía tener miedo de amarme, pero ahora juega con mi cuerpo como si fuera suyo, porque lo es. Si no quiero lo que él quiere, se detendrá, y sé eso. Le tomó un tiempo aprender eso, pero lo entendió. Él es lo que necesito en cada forma.

Sus labios encuentran mi clítoris y se pega a él. Succionando suavemente al tiempo con repentinos, fieros golpes dentro de mí. Mis rodillas apenas me sostienen, pero no quiero que se detenga. No quiero ir a la cama, porque esto es bueno. Es muy bueno. Succiona mi clítoris y agrega otro dedo dentro de mí. Sus ojos están cerrados porque el agua de la ducha está golpeando en su cabeza. Giro la boquilla hacia la izquierda, y sus ojos se abren. Puedo sentir su sonrisa contra mí, pero no se levanta.

De repente, un orgasmo me golpea y no puedo retener mi grito. Ensarto mis dedos en su cabello mojado y lo sostengo en lugar.

—No pares —digo mientras cabalgo el placer. Mi cuerpo se estremece y tiembla y lo dejo llevarme todo el camino, hasta que sus atenciones se vuelven dolorosas. Tiro de su cabello y se levanta, lamiendo lentamente hasta que dejo de venirme en su cara. Mi Dios. Puede deshacerme.

Se levanta y sube mis piernas alrededor de su cintura otra vez, empujándome contra la pared de la ducha. Por lo general no es así de fuerte.

—Te amo tan jodidamente tanto —dice, mientras se empuja dentro de mí.

Me deslizo hacia abajo por su duro, largo asta, resbaladizo y húmedo, y no detiene el empalamiento hasta que tomo todo de él. Estoy llena y tan malditamente feliz de tenerlo dentro de mí que no me importa en qué posición estamos.

—No puedo durar mucho —dice.

—No lo hagas —le urjo. Miro en su cara, ahuecando sus mejillas en mis manos mientras empuja dentro de mí y sale, levantándome y bajándome sobre él. Golpea tan lentamente dentro de mí, tratando de aguantar, esperándome—. Más rápido —digo.

Está sosteniendo todo mi peso, pero no parece importarle. De repente, gruñe y se viene dentro de mí. Lo aprieto a mí, mis brazos alrededor de su cuello. Me levanta contra la pared y nos inclina a ambos por lo que todavía estamos de pie, pero apenas.

—Si alguna vez me haces algo así otra vez, voy a golpear tu trasero. —Ríe. Pero se estremece al mismo tiempo—. ¿Tienes una idea de lo mucho que me asusté? —

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Deja a mi pierna caer y ambos lavamos otra vez y salimos. Envuelve una toalla alrededor de mí y una alrededor de sí mismo. Lo sigo del baño—. ¿Me podrías asustar así? —pregunta.

—Lo siento —digo—. Pero si te decía, o incluso le decía a mi papá, uno de ustedes habría tratado de matarlo. Esta forma era mucho mejor.

—Tienes razón —dice—. No sobre de esta forma siendo mejor, sino de que lo habría matado. O hacerlo desear estar muerto.

Deja caer su toalla y comienza a vestirse.

—Deberías llamar a mi papá y decirle lo que pasó —sugiero.

Bufa.

—¿Luzco estúpido? —Me señala—. Tú hiciste esto. Tú dile. —Viene y me besa rápidamente—. En verdad estoy orgulloso de ti —dice contra mis labios.

Entonces sale a la cocina y recoge su celular. Asumo que está llamando a sus hermanos. Necesitarán saber, también. Igual que mi papá. Llamo a mi papá, y él trata de sermonearme sobre ponerme en peligro, pero puedo escuchar a mi mamá animando al fondo, y está llorando cuando hablo con ella.

—Estoy tan orgullosa de ti, Reagan —dice Papá.

—Gracias, Papá —digo. Entonces colgamos y voy a sentarme en el sofá con Pete.

Sus cejas están arrastradas juntas.

—Acabo de recibir un raro texto de Logan —dice.

—Oh —suspiro—. ¿Qué dice?

—Dice que él y Em están casándose en unos días en la corte. —Levanta la mirada—. ¿Por qué harían eso?

Sonrío.

Empuja mi hombro.

—¿Qué sabes?

Hago una mueca.

—No se supone que diga nada.

—Bueno, no se supone que lama tu coño, pero lo hago cada vez que quieres. —Ríe.

—Emily estaba preocupada de que esté embarazada —admito.

—¿Qué? —jadea. Alcanza por su teléfono.

—¡Espera! —grito. Agarro su teléfono—. Es un secreto. No le digas que sabes.

—¿Se supone que mantenga un secreto como ese? —pregunta, pasmado.

Asiento.

—Síp. No puedes ni siquiera decirle a Sam. —Creo que le dice todo a Sam—. Le dije que no diría.

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—Logan va a ser papá —dice en voz baja. Reverentemente.

—Sí —digo y pongo mi cabeza sobre su hombro.

—¿Así que, cuándo te dejaré embarazada? —espeta de repente.

Lo miro.

—¿Quieres embarazarme?

—Bueno, sí —dice, como que acabo de hacer la pregunta más tonta en el mundo. Pete tiene un buen empleo ahora trabajando con los chicos en la prisión, y va a la escuela a medio tiempo para juez criminal. No me he graduado aún, pero pronto, lo haré.

Sonrío, pero tenemos que dejar de hablar porque los chicos regresaron. Golpean en la puerta y entonces entran. Susan viene y me abraza.

—¿Estás bien? —pregunto.

—Sí —dice—. Mejor que nunca. ¿Puedes mostrarme cómo hacer esa cosa que hiciste?

He estado trabajando con ella por un rato, pero nada como los movimientos de defensa que usé hoy.

—Por supuesto. —Le enseñaré todo lo que quiere saber.

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Logan

laneamos casarnos en la corte del condado, pero la madre de Emily no lo escuchó. Ella perdió su mierda cuando Em le dijo, y Paul tuvo que ocuparse y encontrar a alguien que nos pudiera casar en una ceremonia real. Estoy feliz, sin embargo, porque lo estamos haciendo en el

apartamento de Paul. Empujamos los muebles a un lado y pusimos un par de filas de sillas.

Pensamos que sería sólo familia, pero entonces cometimos el error de invitar a Henry. Henry es el conserje de nuestro edificio de apartamentos, y es un débil cuando se trata de romance. Su esposa murió recientemente y le encanta una buena historia de amor, así que no pudimos excluirlo. Desde que él estaba invitado, su nieta, Faith, y su nuevo esposo, Daniel, vinieron también. Conocimos a Daniel hace unos meses. Perdió su pierna en Afganistán pero, cuando encontró a Faith, encontró algo por lo que vivir. Ha estado en tratamiento por su PTSD, y ya no está saltando a cada ruido. Se queda callado a veces, pero, ¿no lo hacen todos?

Viernes vino y trajo a su compañera de dormitorio, Lacey, y Lacey trajo a su novio, Sean. Tuve que comer todo un jarro de pepinillos sólo para conseguir a esos dos juntos, así que como que me alegro de verlos aquí.

Hayley está usando un bonito vestido, y Paul sigue levantándola y poniéndola en sus rodillas. Alguien señala que todos tomen asiento, y Paul se pone de pie detrás de donde Em va a estar de pie. No quiero perderme una palabra, así que él va a traducir detrás de ella. Es mi padrino, sin embargo, y siempre lo será. La mamá de Emily sale de mi antigua habitación, y enjuga lágrimas de sus ojos. Va y se sienta, y el papá de Em sale de la habitación con ella de su brazo y hace una gran producción de presentármela. Como que podría conseguirla de regreso a este punto. Eso nunca pasará.

Está usando un simple vestido blanco que su madre eligió, y tiene puestas sus botas de vaquera. Está tan malditamente linda que quiero tirarla hacia mí y desordenarla. La semana pasada, puso la mecha azul de regreso en su cabello. Me gusta. Me gusta mucho.

Sus padres no saben todavía que está embarazada, y Paul es el único de mis hermanos que sabe. Sospecho que Reagan le dijo a Pete, sin embargo, porque sigue sonriéndome y frotando su vientre. Es un idiota, pero es uno de mis idiotas, así que tendré que mantenerlo.

Emily quiere esperar hasta la marca de los tres meses para empezar a decirle a la gente del bebé, sólo en caso de que algo vaya mal. Estoy bien con eso.

El predicador empieza a hablar, y miro en los ojos de Emily. No entiendo lo que el predicador dijo, hasta que ella ríe y me señala a Paul, quien está

P

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señalándome como un lunático. Pon atención, idiota, me señala. Me río y empiezo a mirarlo. Prefiero mirar en los ojos de Emily que a sus dedos. Pero también no quiero perderme nada.

Atravesamos la ceremonia y llegamos a los votos. Decidimos escribir los nuestros propios, y sé que escribir es difícil para Em, así que me preocupaba cómo esto sería para ella. No debería. Ella es jodidamente capaz. Deseo que todos lo sepan.

Saco mis notas y empiezo a leer.

—Me enamoré de ti la primera vez que te vi. Pasó al mismo tiempo que me derribaste y rompiste mi nariz. —Hay un retumbe de risa—. Eso es lo que conseguí por ser egoísta, pero si tuviera que hacerlo todo otra vez, no cambiaría nada. Te prometo amarte y apreciarte. Prometo cuidarte siempre, y prometo tratarte con cuidado y respeto en todas las cosas. Pero más que nada, prometo nunca elegir a nadie por encima de ti, o dejar que algo venga entre nosotros. Prometo cuidar de nuestros hijos de la misma forma que cuido de ti.

Los ojos de Em están llenos de lágrimas en la última línea y limpio sus mejillas con mis pulgares.

—¿Estás bien? —pregunto.

Asiente.

—Bien.

Saca un pedazo de papel doblado de su manga, y hago una mueca. Sé que luchó con esto toda la semana. Usó papel de color, porque las palabras son más legibles para ella de esa forma, y separó las letras realmente aparte.

Sorbió y comenzó a leer:

—Logan —dice—. Yo… pro… meto… —Me mira un poco desesperada, y quiero salvarla. Quiero ayudarla.

De repente, lanza las tarjetas en el aire y caen al suelo como confeti. Me sonríe.

—No necesito tarjetas para decirte lo mucho que te amo, Logan. —Otra lágrima rueda por su mejilla, y puedo sentir mis ojos empañados también—. Todo comenzó con un tatuaje —dice—. Tomaste mi idea de perfección y la hiciste mejor. Agregaste una llave a mi guitarra. Mi guitarra y mi música eran mi vida, y pensaste que la llave sería una adición superficial, pero no lo fue. Tú fuiste la llave, Logan. Fuiste la única cosa que necesité. Si no pudiera tocar otra nota otra vez, todavía sería feliz porque te tengo. —Respira y me sonríe a través de sus lágrimas—. Prometo amarte por sobre todo lo demás, en la mejor manera que conozco. Prometo dejarte leer a nuestros hijos mientras les enseño sobre música, sólo porque podemos. Prometo confiar en ti y ser digna de confianza. —Se inclina y recoge un pedazo de sus votos. Lo lee—: Te amo, Logan —dice—. Fin.

—No —digo—. Sólo es el comienzo.

—Ahora los declaro marido y mujer —dice el predicador—. Puedes besar a tu novia.

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La agarro rápidamente y la tiro hacia mí. Cae contra mí y envuelve sus brazos en mi cuello con una risa. Toco mis labios con los suyos. Ella es la Sra. de Logan Reed ahora. Mía para siempre. Y un día.

Miro y veo a Henry. Limpia una lágrima de sus ojos, y leo sus labios mientras dice:

—Esto es lo único que importa, Logan.

—¿Qué? —pregunto.

—Amor —dice—. Es la única cosa que importa.

Paul aplaude sus manos juntas.

—¡Vamos a comer pastel! —grita.

Celebramos por unos minutos, y entonces veo a Pete y Reagan en la esquina juntos y luce como que ella está llorando. Camino hacia ellos.

—¿Qué está mal? —pregunto.

Pete levanta la mirada como que lo siente.

—No queremos arruinar tu día —dice—. Lo siento.

—Dime lo que está mal. —Quiero saber. Ahora. Después de lo que pasó la semana pasada con su atacante, todos hemos sido manojos de nervios esperando para ver lo que sucede. Su ADN concordó con varias otras violaciones en el área, así que él definitivamente iba a ser encerrado por un tiempo, pero nadie sabe cuánto todavía.

—Mi papá acaba de llamar —dice Reagan—. Mi atacante cometió suicidio en su celda hoy. Está muerto. —Sorbe.

—¿Eso te entristece? —pregunto. Como que jodidamente amo que esté muerto. Tengo miedo de decirlo en voz alta, sin embargo.

—Quería justicia por sus víctimas —admite—. Pero de esta forma funciona, también. —Sonríe—. Funciona justo bien.

—Me alegra que ese jodido esté muerto —dice Pete.

Golpeo mi mano sobre el hombro de Pete y me dirijo de nuevo al grupo. Vamos a levantar una copa a la justicia. Recojo una copa de champaña y la levanto en el aire.

—Dicen que la venganza es dulce —digo—. Pero el pastel de Sam es incluso más dulce. Así que, ¡a disfrutar!

—¡Por la feliz pareja! —grita Paul.

Tiro a Emily cerca de mí e inclina su cara por un beso.

—Te amo —le digo.

—Te amo mejor —dice con una sonrisa.

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Próximo Libro

Lo que él necesitaba era un milagro…

Matthew Reed ha visto su parte de problemas. Pero él es un Reed y los Reed vencen cualquier cosa. Matt está contento trabajando en el salón de tatuajes de su familia con sus hermanos rodeándolo. La única cosa que le hace falta es la habilidad de tener una familia por su cuenta. Luego de su batalla con el cáncer lo llevó a conocer a una mujer que podría necesitarlo tanto como él a ella.

Ella no necesitaba nada…

Skylar Morgan es feliz. Tiene un novio. Seguro, no hace a su corazón latir más rápido y en realidad no la apoya cuando lo necesita. Pero ella no necesita mucho. ¿Cierto? Es feliz de ser auto suficiente y es feliz de que no tiene una tremenda cantidad de responsabilidad. Es educada, tiene un gran trabajo, y tiene suficiente dinero para una vida. Pero lo que le hace falta, ni siquiera se da cuenta hasta que lo conoce. Y ellos. Quienes cambian su vida para siempre.

(The Reed Brothers 4)

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Sobre la Autora

Tammy Falkner vive en una granja en

una encantadora, en expansión ciudad

rural en Carolina del Norte con su marido

apicultor y una casa llena de chicos, unos

cuantos perros, y un gato o dos, o cinco,

¿quién tiene tiempo de contar? Como la

mitad del equipo de Lydia Dare, ha co-

escrito diez libros, incluyendo las series

Westfield Wolves y Gentlemen Vampyre.

Es una gran fan de Regency England, a

menudo se pregunta qué otros tipos de

mágicas, míticas y extrañas criaturas

podrían vivir e interactuar dentro de la

alta sociedad. Explorando la teoría de que

los Fae pueden caminar entre Regency England y sus propias tierras, Tammy pasa

tanto tiempo como es posible con los señores y señoras de la sociedad, los carruajes

tirados por caballos, y elegantes bailes. Ahora añade a eso algunos faeries, un poco

de asesinato, un poco de caos, un gnomo de jardín molesto y tienes sus

emocionantes nuevas series. Espera que disfrutes de su mundo tanto como ella lo

hace.

También escribe como Lydia Dare.