ENRIQUE CONDARCO

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E N B I Q U E C O N D A B C O

L A M P O S

SEGUNDA E D I C I Ó N notablemente aumentada y corregida

ORÜRO - B O L IV IA C . d e G a m a r r a e H i j o s

E d i t o r e s 19 3 9

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Es propiedad del autor

i . . e Jm . “ Universo”, Ayacucho No. 681, Oruro.

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^ V isa n u e n ío s t i te e s

É L doctor E nrique Condarc», uno de los valores auténticos

del hogar orurefio, ha tenido la gentileza de obsequiarnos sus pen­samientos editados, hace poco, con el título de tLampos». Muy agra­decidos echamos al vuelo los nues­tros, por sí lleguen hasta el casti­llo de oro y marfil de su modestia.

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6 Honorato Soto

Los pensamientos de Condarco, que van con la escolta de honor de otros pensamientos eminentes, como suelen ir los viejos empera­dores carlovingios, a sus fiestas se­ñoriales, acom pañados de otros

’emperadores, no son resplandores fugaces e intrascendentes solamen­te. Son, por el contrario, pensa­mientos libres de honda repercu­sión social y política. Verdaderas joyas engarzadas en la corona im­perial del pensamiento libre.

Condarco, ante todo y a pesar de todo, es un ciudadano libre. Un gran ciudadano, a quién la ehusma literaria del ambiente no lo conoce.

Los grandes tribunos de la cien­cia y de la prensa son símbolos del carácter y del pensamiento de

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Pensamientos líbre* 7

los pueblos, bajo cuyos aleros ani­dan ; como son símbolos las gran­des montañas de las revoluciones geológicas de la costra terrestre.

Ingenieros decía : « Los extre­mos se tocan ». El talento y la im b ec ilid ad son dos extremos. Condarco es uno de los extremos : y para nosotros es el extremo del talento positivo, por mucho que los mirmidones le escatimen sus prestigios. Sus obras lo vindican : Condarco ha trabajado bastante y bien, hasta enseñorearse en los países encantados de la Verdad, de la Luz y de la Belleza.

Como todas las aristas sobresa­lientes de las rocas escarpadas, Condarco tiene el temperamento uraño, oseo y despectivo : es oru-

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reño de cuerpo y de alma. Su al­tivez solitaria la pasea por los in­finitos espacios de su pensamiento, como el águila en sus raudas teo­rías siderales, con el desp recio oriundo de sus pupilas rojas.

Plega sus alas y se detiene ape­nas sobre alguna cumbre para avi­zorar el horizonte, sinuoso y re­moto.

f Lam pos » no es la primera obra ni será la última. Su labor literaria es inmensa. Hablamos de la literatura científica y de pro­filaxia social; no de la literatura pedestre y vacua. Condarco ha fla­gelado desapasionadamente el con­vencionalismo malsano y retarda­tario de nuestros ambientes, que se dirigen hacia las ciudades bi­

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Pensam iento» libre» 9

zantinas de la decadencia y del desastre...

La literatura de Condarco no es seguramente, una o rfe b re r ía de gemas deslumbrantes. Condarco no comulga en veces con la gra­mática porque es oficio de buho­neros traficar con la manada aca­démica. La literatura de Condar­co es u n a obra maciza, de recia contextura científica y tendencio­sa, como debe ser toda buena lite­ratura sig lo X X : una literatura positiva.

Cuando leemos los libros de Condarco nos hacen la impresión de la rebeldía de un Titán arro­jando pedazos de montañas con­tra los Dioses del Olimpo.

Revolucionario perfecto, perso-

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□itica la formidable protesta per­manente de Prometeo encadenado contra la gregaria resignación del rebaño de Job.

« Duro como las rocas, — dice un escritor, refiriéndose a un filó­sofo griego — desbordante y exce­sivo, tumultuoso como el mar em­bravecido, ardiente como el fue­go ». Condarco es impasible y fuerte ; arremete valientemente, sin contemporizaciones, contra los traficantes, contra los mercaderes de la patria y del bien público. Se enfurece en veces y entonces lanza sus oleadas de retórica con­tra sus émulos, contra lo vulgar y lo vano del mundo.

Humilde y resignado al pare­cer, lleva en su espíritu la infinita

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altivez enhiesta y adusta del Cáu- caso, de todos los Cáucasos : tiene la conciencia de su personalidad erecta y de la eficiencia de sus energías formidables.

Se le acusa de extravagante, disparatado, acaso de absurdo. Ex­travagantes, disparatados y absur­dos han 6Ído siempre, para la chus­ma literaria, los más eminentes factores del progreso humano. To­da acusación es ya un pedestal.

Lo acusan, porque Condarco se ha atrevido a remover las aguas estancadas. Ha dicho que la re­ligión se ha convertido en mercan­cía, la política en negocio econó­mico, la sociedad en un conven­cionalismo. Ha dicho que hay una profunda crisis institucional.

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« ■ S B ® £ 2 E 3 S .<%'■ * S B & P B S ¡ & £ f S g &

L A M P O S

E L ü CRECIO, del gran poe­ta latino, del divino, del pro­

fundo Lucrecio, apenas si sabemos algo, algo de su v ida ; pero, en cambio, por felicidad, tenemos su Be Rerurn Natura, poema formi­dable, que llena todos los siglos y que constituye una de las glorias más legitimas de la humanidad.

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De él, del inmenso Lucrecio, se dijo, y ee dice aún, entre los de la más ínfima plebe intelectual, en­tre los Tartufos y los beodos, muy despectivamente, por cierto, que fué loco y que murió suicida ; que vivió embrujado y que era ateo...

Para ser tan grande como lo fué realmente, para estar tan alto co­mo lo está, hubo de ser todo eso y algo más, mucho más : hubo de ser divino.

Por eso fué tan formidable.Y, ¿ quién no quisiera enloque­

cer coaao Lucrecio ?mmm

G A L IL E O G A LILE I, el céle­bre matemático, físico y as­

trónomo de Pisa, tuvo contra sí a todos los imbéciles de su época, a

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todos los burdéganos de aquellos tiempos : la luz tiene siempre en contra de sí a las tinieblas, y las tinieblas retroceden siempre ante la luz.

■ ■ ■

C A L ÍG JJLA, el gran monstruo, no fué culpable, sino loco.

Roma, hecha y a a los tiranos, puesto que había soportado a Au­gusto y a Teberio, tuvo la inmensa culpabilidad de soportarlo.

La tiranía, como producto de la corrupción, corrompe más aún.

■ ■ ■

P OLÍGUATES, el tirano de Sa­naos, murió en la cruz, a pesar

de haber sido amigo de Anacreon- te, a pesar de haber regalado a la Fortuna un hermoso anillo ador­

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nado con una magnífica esmeral­da, a pesar de haber sido condes­cendiente con Amasis de Egipto, a pesar de haber cubierto del más grande esplendor a Samos, a pesar de haber construido el templo de Hera, a pesar de haber vencido a los espartanos, a pesar de haber si­do amigo íntimo de la Felicidad ; murió en la cruz, según se dice, por haber sido infiel con sus her­manos Pantagnostos y Siloson, por haber ofendido a Mileto y a Les- ios y, 6obre todo, por haber ejer­cido la t i r a n ía más cruel sobre Samos...

■ ■ ■•p ü G E N IO POLIDOBI, que

JL-d nació Tartufo, tenía alma de jesuíta y veneno de escorpión. Po-

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Lampo»

Utico, crítico y apologético a su manera, buen Gil Blas a Us ord® nes de los picaros. La suerte ca­prichosa suele servirse de este gé­nero de individuos para realizar combinaciones a cual más extra­ordinarias.

Parece que hubiera una mano en lo ignorado, una mano que no tuviera otro objeto que el de rea­lizar el mal por el mal mismo...

P OLIBTO, llamado el Sabio por Bossuet, el Justiciera por Mon-

tesquieu, vivió en Roma durante aquel lapso que Cicerón consideran ba como la edad de oro de la Re­pública.

Historiador, cautiva como Tucí- dides.

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No tiene para nada en cuenta a los dioses, cuando juzga los acon­tecimientos históricos.

Se ha dicho de él que no tenía arte. Sin embargo, era un artista exquisito, y tenía alma de historia­dor selecto : era verídico, ju s to , erudito, científico, práctico y muy escrupuloso.

Vivió lejos del prejuicio y de todas las consideraciones de carác­ter metafísico; fué un excelente ob­servador, siempre ecuánime ; pen­só, antes que en otras cosas, en la constitución, en el temperamento y en las idiosincrasias de los pue­blos : de ahí la gran seguridad y la no menor exactitud de sus juicios.

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Lampos ai

UCÍDIDES. uno de los másgrandes farallones de la Ate­

nas del quinto siglo, verdadero ge­nio, verdadero historiador, admira y cautiva a un mismo tiempo.

A ris tó c ra ta en la más plena acepción d e l vocablo, no por su origen, sino por la contextura de su extraordinario talento, fué ve­rídico, justo, amantísimo de la ra­zón, y pudo escribir, mejor que otros m uch ísim os, para toda la eternidad.

Nada enaltece tanto la extraor­dinaria virilidad de sus pensamien­tos, ni nada justifica mejor la pro­fundidad encantadora de su crite­rio. como su e s p ír i tu eminente­mente ateo, limpio de toda supers­tición y de toda idea preconcebida.

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sa Enrique Condarúo

Moralista, como debe eerlo todo gran historiador ; moralista en el Bentido más genuino de la pala­bra, oonsidera con dolor que la única divinidad que reina sobre los hombres, es la Fuerza.

H oy, como ay e r, siempre la Fuerza.

H om bre rico, aristócrata, con numerosas relaciones, fué también guerrero y saboreó durante mu­chos años las inclemencias del os­tracismo, el cual, como se sabe, no era considerado como pena in­famante.

Habla escrito su gran obra a la sombra de un plátano.

Murió trágicamente.La famosa obra de Tucídides

fué copiada siete veces por Hemos-

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tenes y varias veces por Alfonso V, rey de Aragón.

Se dice que el Emperador Car­los V la llevaba siempre consigo.

Polibio, Maquiavele y Montes- quieu han sido los mejores conti­nuadores del gran historiador.

La plebe intelectual jamás ha podido comprenderlo completa­mente. Todo lo que hay de perso­nal en bu grau obTa, es decir, lo que hay de mejor en su obra, el elemento psicológico del gran dra­ma, siempre ha escapado a la li­mitadísima com prensión de los más. Es natural.

Quien le hace una excelente compañía, en el hermes doble del Museo de Nápoles, es Herodoto, el ilustre Padre de la Historia.

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t i Enrique Condarco

Una compañía así, naturalmen­te, es muy honrosa, incluso para el gran Tucídides.

■ ■■L P A ÍS donde se tiene miedoa la verdad y donde las tinie­

blas son entrañablemente adora­das, no puede ser sino un país profundamente corrompido.

■ ■ ■D L desfiladero de las Termopilas.

Trescientos espartanos detie­nen por algún tiempo al ejército entero de Jerjes.

¡ Cuántas leyendas han sido ima­ginadas acerca de este hecho his­tórico !

La fiugra de Leónidas ha adqui­rido las proporciones más extraor­dinarias, al través de los tiempos.

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Los trescientos espartanos son el emblema de la heroicidad su- prahumana.

Efiultes es el símbolo de la trai­ción.

Tanto el célebre desfiladero de Tesalia como el monte Anopeo y el golfo Málico. se han hecho inol­vidables.

Mas, cabe preguntar aquí, ¿cuán­to hay de inverosímil, de exagera­do y de completamente falso en las numerosas y variadas relacio­nes que nos han dejado nuestros antepasados acerca de este episo­dio histórico ?

¿ No os parecen especialmente hechas para la exhibición aquellas famosas frases : «Entrega las ar­mas ». — « Yen a tomarlas ». —

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Enrique Oondaroo

« Esta noche cenaremos con Flu­ían ». y cftras semejantes ?

El hombre es un sér esencial­mente imaginativo.

■ ■ ■

£ L HOM BRE, no obstante lo efímero de su pobre existen­

cia, se pega fuerte, desesperada, locamente a todas las cosas mise­rables de la vida. Sabe bien, y ra­ra vez lo olvida, que nada hay máB real e inevitable que la muerte ; y, sin embargo, por todo lo que ha­bla, por todo lo que hace y por to­do lo que piensa, se ve, siempre con claridad meridiana, que jamás deja de conducirse como si tuvie­ra la mayor seguridad de vivir eternamente.

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io m p o B wr

(JA N C R T T V E 'IL H IE R , elgrao patólogo francés, el fun­

dador de la histología patológica, el que dió su nombre a la úlcera del estómago, fué, ante todo y más que todo, un gran anatomopatólo­go ; tuvo pasión por los estudioB que se refieren a las alteraciones orgánicas tanto superficiales como profundas ; en su tiempo, fué un gran anatomista ; fué también bri­llantísimo observador ; y, tanto la ciencia de la estructura de los ór­ganos, cuanto la clínica, le deben los más señalados servicios.

Juan Cruveilhier, discípulo de Dupwytren, se inspiró en Bichat, y al crear la histología patológica, dió un nuevo y poderosísimo em­puje a los estudios de anatomía

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patológica, trabajando con tanta intensidad como brillo en un te­rreno hasta entonces casi virgen.

■ ■ ■

S ON JÓ V E N E S , dentro del concepto ideológico y no en la

acepción pedestre del vocablo, no los que se hacen manejar cual tra­pos viejos con el primer llegado, no los que doblan la rodilla ante el vil metal, no los adoradores del buen éxito, no los continuadores de los que sembraron la desola­ción en el pasado ; sino los que sa­ben conservar, aun a través de las m ayores dificultades, la prístina virginidad de sus convicciones, los que .prefieren el sacrificio a las dá­divas interesadas del egoísta, los que jamás alimentan rencores en

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el fondo del corazón, los que viven lejos de la mezquindad, los que no rinden homenaje a los ídolos de lodo.

Los jóvenes que no lo son espi­ritualmente, son viejos ei) reali­dad, ya que juventud es sinónimo de pureza y ya que no puuden enorgullecerse de este bello atribu­to, quienes tienen el alma repleta de podredumbre y el corazón car­comido por todas las polillas del vicio, que eso, y no otra cosa, sig­nifica el envejecimiento espiritual.

De ahí que llamar joven a un mozo corrompido, resulte un tanto irónico.

Al contrario, hay algunos hom­bres, que, no obstante haber vivi­do muchísimos añog, con todo y

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haber experimentado las máa va­riadas vicisitudes, conservan toda» las bellezas originales del alma, lu¡- cen una juventud imperecedera y son í?:gnoa de admiración y respe­to : tales son los verdaderos jóve­nes, los jóvenes espirituales, los únicos que pueden; aspirar con le­gítimo derecho, al envidiable títu­lo de Renovadores.

■ ■ ■

J U STIN O , el historiador, refi­riéndose al célebre combatien­

te de Maratón, Cinc giro, hermano del gran poeta Esquilo, no trepi­da, ui por un momento, al querer hacernos consentir que, « después de sembrar el pavor en el campo de, batalla de Maratón, Cinegirtt persiguió a loa persas hasta él mar;

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paró con la mano derecha uno de k>s bancos, y uo lo dejó hasta que le cortaron la mano. Lo agarró entonces con la mano izquierda, que fué también cortada, y enton­ces se agarró al barco con los dien­tes ».

Pues, os juro por lo más respe­table que hay en el mundo, que no encuentro u n solo átomo, no digo de verdad, que sería mucho, pero ni siquiera de la más simple posibilidad humana en las supues­tas, o mejor, inventadas hazañaa del guerrero, salvo que quisiera verse en él un loco de remate, lo que equivaldría, naturalmente, a quitarle todo el mérito que se le quiere atribuir.

Y, como ésta, q u e rid o lector;

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hay otras muchísimas piedras pre­ciosas en el anchuroso campo de la Historia !...

Y, es que la pobre humanidad, al contemplar su miseria infinita, su miseria inconsolable, sueña des­pierta, y construye, con la ayuda de su fértil imaginación y de sus buenos deseos, todo lo que quisie­ra ver en la realidad misma.

A P E R SE V E R A N C IA , no laexpresada por gestos, sino la

sentida psicológicamente; la fe, no la imitada, sino la que ilumina in­tensa y profundamente el alma ; el esfuerzo, no el que se produce por simple reflejo, sino el que es fruto de elaboración consciente: tales

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Bon las tres condiciones indispen­sables para domar el porvenir.

■ ■■D L ALCOHÓLICO, que es un

■L* degenerado por excelencia, un verdadero enfermo, trasmite su ca­ducidad por herencia. Lleva en sí, en su sangre, en todo su sér, algo de aquella terrible maldición que Tántalo recibió de los dioses mito­lógicos. La formidable fatalidad que pesó sobre Tántalo, se repro­dujo con todas sus lúgubres tona­lidades, en Pélope, en Aireo, en Tiestes y en todos sus descendien­tes. La fatalidad no menos for­midable que gravita sobre el al­cohólico, se reproduce también, con todos sus rasgos siniestros y con la totalidad de sus inextrica­

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Sé Enrique CoTidarco

bles horrores, en todos sus des­cendientes.

La leyenda de los atridas ¿ será la leyenda de los alcohólicos ?

La Orestiada de Esquilo ¿ será la tragedia del alcoholismo ?

■ ■■

L O SU B L IM E y lo grotesco, los dos extremos de la natura­

leza, son también los dos extremos del a r te . Se contraponen y se completan mutua y necesariamen­te. Lo uno, por sí solo, no vale todo lo que vale cuando va acom­pañado por el otro. Los contras­tes armonizan entre sí y se pres­tan mutuo apoyo. Esto es lo que, han observado los grandes explo­radores de la naturaleza, lo que han procurado imitar también, sin

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haber podido encontrar hasta el presente el secreto de semejante maridaje íntimo y necesario.

Ante la atenta observación de esto, brotan en la mente, como por arte de magia, infinito numero de ideas a cual más singulares.

Es magnífico, y doloroso al mis­mo tiempo, meditar acerca de esta característica de la naturaleza y no p o d er dar con el quid de la cuestión.

■ ■■

L A P L E B E IN T E L E C T U A L , la peor de toda» las plebes, es

la más pretenciosa, la más igno­rante, la más im bécil y la más servil.

Gracias a sus calamitosas condi­ciones, es la más perjudicial para

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el progreso de las colectividades. En medios como el nuestro, pro­fundamente deprimidos, el plebe­yo intelectual, bicho de mala ley, se hace intelectual de la noche a la mañana, sencillamente, porque no puede hacerse otra cosa mejor ni peor. Para ser intelectual, águila real del pensamionto, y para lla­marse intelectual a sí mismo, le basta y le sobra con el buen deseo de ser intelectual.

Lo demás no le importa, ni lo Bospecha siquiera.

G u i l l e r m o r i c a r b oWagner fué extraordinaria­

mente grande.¡ Unico!

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Pensador, poeta, músico, artis­ta, revolucionario.

Revolucionario en el sen tid o más ámplio y genuino del voca­blo.

Voluntad inquebrantable, rom­pió estrepitosamente todos los vie­jos moldes de su tiempo. No los tuvo en cuenta para nada a sus numerosos detractores.

Su reputación es grande, como su obra, como su genio.

Hasta el presente no ha sido su­perado, ni igualado siquiera.

No obstante sus innumerables enemigos, a pesar de todas las in­trigas urdidas contra él, sin embar­go de tanta y tanta infamia acu­mulada contra su poderosa activi­dad, triunfó en toda la linea, ma­

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rav i l lo sam ente , como triunfan siempre los verdaderos maestros.

Así como ha sido denigrado, ha sido también ensalzado, muy en­salzado, y muy merecidamente.

Sus obras serán siempre admi­radas allí donde se encuentren gen­tes de buen gusto y de alta cul­tura.

■ ■ ■

T

OMÁS C A R L T L E es intole­rable, no tanto por bu feti­

chismo ( culto de los héroes ) como por su olorcillo a sacristía.

■ ■ ■\ T O E S CIERTO que todas las

-i-V histéricas sean fe m in is ta s , pero es evidentísimo que todas las feministas son histéricas.

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Lampos Jv

E G tJN LO S JE SU ÍT A S , elhombre, para ser útil a los de­

más, debe ser «bien equilibrado», ea decir, « buen equilibrista ». Es necesario saber que el jesuíta po­see una terminología del todo es­pecial.

Es jesuíta.

A OBSERVACIÓN, que nospone en el plano de 'a reali-

dad , nos convence; la imagina­ción, que nos lleva a lo desconoci­do, nos engafi. on frecuencia.

Para la Antropología, el hombre no es más que un mamífero ; pa­ra la imaginación, es todo, incluso un ángel, incluso un monstruo.

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OS Q UE C REEN poder des­entrañar los grandes proble­

mas de la Naturaleza sin servirse del método experimental, carecen de un buen espíritu crítico y de­muestran palpablemente no poseer conocimientos biológicos de base sólida.

El famoso dualismo de Kant se ha desmoronado con estrépito an­te el poderoso empuje del deter- minismo experimental, y el célebre imperativo categórico se ha disipa­do como por encanto bajo el influ­jo de los prodigiosos adelantos de la Psicología y Psicopatología mo­dernas.

L O CKE, el gran filósofo de Wrington, llegó más cerca de

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la Verdad que el padre de la me­morabilísima razón práctica.

El filósofo de Koenigsberg, lla­mado segundo Sócrates por Tenne- mann, poseía un gran talento uni­do a las más puras disposiciones morales y a una paciencia verda­deramente germánica ; pero su es­píritu, dogmático por excelencia, lo precipitó en el más grande de todos los errores.

A D A C O N M U E V E másprofundamente el alma co­

mo la lectura de aquellas admira­bles crónicas de Agustín Calvet.

Escritor ágil, brillante y enjun- dioso, tuvo la rara virtud de man­tener despierta, despierta y ator­

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O Enrique Condarco

mentada, la atención de un públi­co tan selecto como numeroso.

Son raros, rarísimos, los escrito­res en quienes se encuentran reu­nidas tantas y tan excelentes cua­lidades.

Conocedor profundo del cora­zón humano, dotado de intuición admirable y de perspicacia nada común, encanta y maravilla al mismo tiempo.

Escritor de primera línea.■ ■ ■

T S 'A N T , el célebre filósofo de -¿V Koenigsberg, al afirmar que la belleza consiste en la perfección de los objetos, independientemen­te de toda apreciación subjetiva, cometió un gran error; pues la belleza, como todo concepto psí-

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Lampo» <1

qaico, es producto de nuestras im­presiones sensibles, de nuestras fa­cultades perceptivas, retentivas y razonadoras : está dentro de noso­tros, más bien que fuera de noso­tros.

■ ■ ■

Z OS QUE N O SOM OS acau-* dalados ni perezosos, tenemos

que trabajar para vivir.Dura lex. sed lex.Pensad por un momento en la

situación de todos y de cada uno de los trabajadores del mundo en- iOiC.

i Qué espectáculo!Éstos trabajan todo el d ía ; aqué­

llos, durante toda la noche ; algu­nos están enfermos, y, sin embar­go, continúan trabajando ; otros,

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p a ra trabajar, se ven obligados, dolorosamente obligados, a sepa­rarse de sus hijos, de sus esposas, de sus madres... de los seres más queridos ; los de más allá, mal do­tados por la naturaleza, hacen es­fuerzos inauditos para cumplir de­bidamente su cometido ; los otros, mejor constituidos, aptos para las honradas luchas por la vida, tra­bajan alegremente ; algunos otros, muy pocos, los grandes predesti­nados, trabajan con ardor, no pa­ra sí ¡ cosa sublime ! sino para los demás, trabajan en silencio y con gran tesón. Estos últimos son los que, a fuerza de sublimes marti­llazos, hacen progresar la huma­nidad !

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Lampos 4S

El trabajo es ley de la humani­dad.

¿ Qué dice Sancho ?■ ■■

•E L DIVORCIO ÁBSO L UTO? Ó En mi concepto, trátase aquí de un asunto de orden ético más bien que jurídico. En efecto, la ley no puede nada contra los sa­cratísimos decretos del amor, mo­narca absoluto del corazón.

Lo más que puede y debe de hacer la ley en esta cuestión, es proteger cuidadosamente los dere­chos de los hijos y los del cónyu­ge que quiera permanecer en el matrimonio.

Por lo demás, es absurdo e in­humano querer mantener por la

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fuerza un matrimonio que repug­na a uno o a los dos cónyuges.

ARLO S D A R W IN , el grannaturalista de Shrewsbury,

modesto, de modestísimo origen, revolucionario en la más alta acep­ción del vocablo, de salud casi siempre delicada, fué un observa­dor de primera línea, verdadera­mente incomparable; fué, sobre todo, un hombre sincero, de since­ridad ejemplar.

Mas, tratándose de Carlos Dar- win, lo que debe de hacerse cons­tar por encima de todo, es que tu­vo uno de los cerebros más bellos que han honrado a la humanidad.

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p í ID E A L, elemento subjetivo ■L* por excelencia, es el carácter fundamental de la belleza artísti­ca. Toda obra de arte, como pro­ducto del ideal, refleja la persona­lidad del autor.

El artista, abriendo ampliamen­te las alas de su inspiración en medio de la libertad, contempla atentamente la Naturaleza; se apro­pia, gracias a una selección en parte consciente y en parte sub­consciente, de todos los elementos indispensables para colmar las exi­gencias de su ideal, y agrupando de una manera adecuada dichos ■elementos, crea lo que se ha dado ■en llamar el carácter esencial de la ■obra de arte, es decir, un alma.

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• QUÉ E X T R A Ñ A S relaciones C, existen entre dos almas que, apenas se encuentran la una al la­do de la otra, se atraen mutuamen­te y se comunican gracias a un lenguaje divino ?

¿ Por qué algunas personas nos son simpáticas, otras antipáticas y otras indiferentes, apenas las co­nocemos ?

¿ Eefcoje, tal vez, el corazón ?Y, en tal caso, ¿ de qué medios

extraordinarios se sirve esta vis­cera inquietante, para realizar una selección tan rápida, precisa y ad­mirable ?

Hemos llegado ante la esfinge.■ ■ ■

L A PSICOLOGÍA ha demos­trado que el libre albedrío es

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una concepción puramente meta­física.

El determinismo, que no debe confundirse con el fatalismo, es hoy todo un postulado.

Entonces, ¿ por qué se tiene miedo admitir la irresponsabilidad absoluta en todos los casos ?

El psicólogo la admite, el psico­patòlogo forense también.

Es realmente doloroso, y tam­bién bochornoso, ver a ciertos po­sitivistas de primera línea que no pueden ser positivistas del todo.

Está probado hasta la saciedad que los ignorantes y los semicul- tos, éstos más qne aquéllos, son los peores enemigos del progreso.

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EO Enrique Candarco

OPIAR LA N A T U R A L E Z Ano copiándola exactamente,

sino transformándola, purificándo­la e idealizándola según la propia inspiración : tal es, tal ha sido y tal debe de ser la inclinación del verdadero artista.

■ ■ ■

A R T U R O Schopenhauer, refi- riéndose al hombre del mon­

tón, al hombre vulgar, al hombre que los alemanes llaman filisteo, al hombre sin necesidades espiri­tuales, dice : « Los únicos place­res para él son los sensuales; de ellos se harta. Comer ostras, be­ber champagne ; tal es para él el fin supremo de la existencia ; pro­porcionarse todo lo que contribu­ya al bienestar m aterial: ese es el

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fin de su vida. ¡ Pero bien satis­fecho queda cuando ese fin le ocu­pa íntegramente! ».

Las altas cualidades intelectua­les le molestan, provocan su rabia, excitan su envidia. Lo único que desea tener es riqueza, posición, influencia, poder y todos los goces de la vanidad I

En una palabra : el filisteo es el más desgraciado de todos los des­graciados.

■ ■ ■T T N E S P Í R I T U verdadera- w mente superior, el de Baruch

de Spinoza, por ejemplo, no puede ser comprendido por un cualquie­ra. Un filisteo no lo comprende­rá jamás, un semiculto lo com­prenderá siempre al revés.

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*1 Enrique Condarco

£

L IL Ü8T R E fundador de la fisiología, el g ra n Claudio

Bernard, decía : « Al entrar en el laboratorio, deben dejarse las teo­rías détrás de la puerta ».

■ ■■P L VERDADERO artista crea,

■Í-* no fabrica, el alma de la obra de arte.

De ahí la originalidad personal, lo que podría llamarse el carácter específico del verdadero artista.

Esquilo y Shakespeare, Vinci y Velasquez, Fidias, Donatello, Ro­din e Tktinus, Miguel Angel, Mo­zart y Donizetti, ofrecen todos, ca­da uno dentro de su respectivo gé­nero artístico, originalidades per­sonales eminentemente específi­cas.

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Lampos 53

ODO 8É R V IV IE N T E , ani­mal o vegetal, amorfo, unice­

lular o pluricelular, está esencial­mente constituido, como se admi­te desde los memorables trabajos de M a x Schultze, por una subs­tancia llamada base física de la vi­da por Huxley, protoplasma por Purkinje y Hugo von Mohl, sarco- da por Dujardin, cuerpo celular por Flemming y citoplasma por Kolli- Tcer, la cual exhibe una composi­ción química extraordinariamente compleja, estando caracterizada, además, por su constante renova­ción molecular y la variedad infi­nita de sus formas.

■ ■ ■T 7 ÍC T1MA de todas las injusti- v cias, constantemente herido

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54 Enrique Condarco

en lo más íntimo de su dignidad personal, cargado de infinito nú­mero de obligaciones a cual más deprimentes, desposeído del goce de los más légítimos derechos del hombre, puesto fuera de la ley, el indígena boliviano, espécimen de la vieja y monstruosa organización social en que morimos, constituye una vergüenza para todos nosotros y una mancha sombría para el si­glo XX !

C WA GNEll, dice : « Tenga-• mos siempre el valor de ma­

nifestar nuestra opinión. No ocul­temos nunca ni disimulemos nues­tras intenciones. — Si se posee una bandera no es para metérsela en el bolsillo. — Ostentad vuestras

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ideas como una bandera y haced­las sonar como se toca un clarín».

Eso es rebeldía, y rebeldía de la mejor calidad, rebudia alta y bri­llante, rebeldía de gente superior.

■ ■■

L A LUCHA es un factor posi­tivo de progreso.

Y, cuando digo lucha, me refie­ro a la noble, a la santa emulación que sólo puede existir entre hom­bres honrados y fuertes, a aquella que no puede establecerse sino en­tre temperamentos de alta com­prensión, de integridad absoluta, de sinceridad cabal y de generosi­dad bien comprobada ; aludo a la digna emulación que consiste en imitar y aún exceder a los mejo­res sin perjudicar a nadie.

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Enrique Condarco

D EBEMOS LU C H AR enérgi­camente contra el pesimismo

y, sobre todo, contra una de sus numerosas hijas : la pereza.

El pesimismo, propensión natu­ral y sistemática de los espíritus decadentes y misoneístas, que no es capaz de engendrar sino la iner­cia, la melancolía y la desconfian­za, no es, no puede ser jamás fac­tor positivo de progreso.

Las colectividades humanas to­cadas de pesimismo, pertinazmen­te encadenadas al pasado, temero­sas del porvenir, aherrojadas por prejuicios insensatos, subyugadas por dogmatismos vacuos, avasalla­das por la pereza, inactivas y abú­licas ; son de todo punto incapaces

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Lampos B7

de concebir y más aún de alimen­tar ideales.

De ahí que todo anhelo de me­joramiento sea indicio inequívoco de pujanza.

■ ■ ■

A TO B E B E P E B D E B SE deV vista que todo lo que nos di­

ce el doctor Víctor Pauchet, en su libro La Ciencia de la Bicha, acer­ca de los medios de conseguir la felicidad 6obre la tierra, es relati­vo, muy relativo, extraordinaria­mente relativo.

El doctor Pauchet, es necesario hacerlo notar, se apoya en las opi­niones del maestro Víctor Boeini, de Chicago, y en el modo de pen­sar de Paúl Nyssens; mas, a pesar de todo, deja ver con claridad me­

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S8 Enrique Condarco

ridiana toda la blancura impeca­ble de su ingenuidad de niño...

En efecto, una ciencia muchas veces secular, la de la experiencia, nos ha enseñado, y a este respecto no pueden caber dudas, que la fe­licidad sobre la tierra, está al al­cance, no de quien la desea po­seer, sino de quien la pueda po­seer.

Ni más ni menos.Ahora, ¿ por qué no pueden po­

seerla todos ?Sencillamente, porque no todos

están igualmente constituidos.■ ■ ■

T OBA OBRA superior, verda­deramente genial, es siempre

el producto de una inspiración es­pontánea e inconsciente; de ah í

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Lampos 69

que las obras geniales, verdaderos prodigios, concebidos con vasto pensamiento, encierren exquisitas maravillas, difíciles de compren­der a veces, y, cosa que parece in­creíble, que no pasaron siquiera por la p o te n te imaginación del autor 1

De ahí también que las obras superiores escapen frecuentemen­te a la limitada comprensión d& los más.

De ah í, por ú ltim o , que las obras geniales tengan un público muy reducido y de la más alta se­lección.

A T A D IE está obligado a dar -i- V más de lo que tiene.

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€0 Enrique Condar co

T JN T R E NOSOTROS, las prác- JL* ticas h ig ié n ic a s en general son miradas con un desdén digno de mejor suerte; y, el individuo que, por cu m p lir con un deber que considera sagrado, se atreve a llamar a las cosas por sus nombres respectivos, despreciando los pre­juicios y la rutina dominantes, es calificado de pesimista, de visiona­rio y hasta de cándido !...

En cierto modo, somos como los rusos de la época de Pedro el Gran­de, los cuales, como se sabe, no adoptaron la civilización europea, sino después de haberle opuesto las más desesperadas resistencias.

Una de las leyes de Pedro el Grande, citada por Seignóbos, di­ce : « Nuestro pueblo es como los

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Lampos 6 t

niños que aprenden con dificultad y repugnancia el abecedario, tanto que el maestro tiene que obligar­los. Esto les parece desagradable al principio, pero una vez que sa­ben, agradecen al profesor sus ri­gores ».

¿ No es verdad que esto, que es muy significativo, nos viene como de molde ?

£ L ALCOHÓLICO, que es un verdadero deteriorado, trans­

mite su caducidad p o r herencia. Sus hijos, degenerados, convulsi­vos, bebedores o tuberculosos, re­producen una nueva generación de desm edrados, entre los que abundan tuberculosos, epilépticos, grandes bebedores y alienados.

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<S3 Enrique Condarco

El mal inicial tiene, pues, infi­nito número de repercusiones, las cuales, transformando un mal ais­lado en un mal general, constitu­yen un grande y verdadero peli­gro para el adelanto, la seguridad, la fortaleza y el bienestar de las sociedades.

■ ■ ■

J U VEN TU D E S FU E R ZA , actividad, entusiasmo, pureza,

optimismo : todo lo divino.Juventud es luz.« Firmeza y luz como él cristal

de roca ».mmm

L A COLABORACIÓN mutua, fundada en el verdadero amor

al prójimo, edificando el bienestar social.

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Lampos 63

| Oh, qué ensueño !La Ley biológica, fundamento

de la Sociología, tornándose en realidad sobre la tierra.

¡ Oh, qué ensueño !El ensueño es grato, la realidad

espanta!■ ■ ■

T A S M Á S de las veces, cosa que J -j parece verdaderamente increí­ble, el hombre actúa bajo el influ­jo de sus sentimientos y de sus pasiones, y no, como debiera de ser siempre, por los dictados de la razón.

Y, luego, muy suelto de cuerpo, sin tener vergüenza alguna, se lla­ma a sí mismo ¡ Rey de la Crea­ción !

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64 Enrique Condarca

OS N O M BRES de Pestalozzi,Reddie y Lietz se han hecho

célebres en el campo de la Peda­gogía, y con muchísima razón. Las escuelas nuevas ( Landerzieh- ungsheime), permiten obtener to­do lo que soñaron Rousseau, Froe- bel, Owen y otros, esto es, el desa­rrollo armónico de la inteligencia, del sentimiento, de la voluntad, del carácter, del altruismo y de la estética.

■ ■ ■

A M ED ID A que van perfec-■ i l donándose los conocimientos humanos, el universo se nos pre­senta cada vez más grande y her­moso.

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Lampos 66

K T A D A E l UGA mejor el alma humana que el método cientí­

fico, y, cuando digo método cientí­fico me refiero, naturalmente, al seguido en sus investigaciones res­pectivas por aquellas excepciona­les actividades que se llam aron Darwin, Hélmhóltz, Harvey, Lyell, Gallón y otros.

■ B i17 5 UNA G RAN D ÍSIM A ver-

L á güenza para la humanidad, y dígase lo que se quiera a este res­pecto. que, por defender ideas ab­surdas de orden teológico y filosó­fico, se hubiesen mantenido nada menos que hasta el año 1822 , en el índice de libros prohibidos, las famosas obras de Galileo, de Co- pérnico y de Képler, obras que en­

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6 6 Enrique Condarco

señan el movimiento de la tierra alrededor del so l!

p N T B E LOS TIPOS más gro- téseos que nos ofrece la pobre

humanidad, el más repugnante de todos es, sin disputa alguna, el del lacayo.

Lacayo viene de lamer y expre­sa lo más vil, lo más abyecto y lo más ruin.

El lacayo es un gran especialis­ta, un especialista consumado, en esa inmundicia que se llama li- Bonja.

Y, la lisonja, mezcla de cobar­día, de mentira y de todas las per­versidades imaginables, es la com­pañera inseparable, el arma favo­

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Lampos

rita, la máscara infame y el escu­do prepotente del lacayo.

El lacayo, sin el escudo fovori- to, está muerto.

Mas, el verdadero lacayo, y es ésta la más fundamental de sus ca­racterísticas, primero pierde la vi­da que no el escudo.

El lacayo, en puridad de cuen­tas, es un Oil Blas con alma de Tartufo.

m m m

p L POLITIQUERO, dígase lo ■Lí que se quiera, es el peor mal de todos los males.

Ambiciones bastardas, deseos absurdos de figuración caricatu­resca, falsísimo concepto de las co­sas de la vida, egomania incompa­rable : tales son las características

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68 Enrique Con dar co

fundamentales del verdadero poli­tiquero,

El politiquero se atribuye a sí mismo, con la mayor tranquilidad del mundo, todas las perfecciones imaginables.

El politiquero habla de patrio­tismo ( palabra mágica), de sacri­ficio en bien de las colectividades, de honorabilidad, de altruismo, de valentía y de todas las maravillas habidas y por haber, con la misma facilidad y la mismísima incons­ciencia cou que el loro habla del lorito real.

Todo eBto, naturalmente, tratán­dose de pueblos que se dicen civi­lizados, altamente civilizados. Por lo que hace a nuestro pobre país, la politiquería reviste un aspecto

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francamente caricaturesco o, me­jor, grotesco.

Como lo sabe todo el mundo, y esto desde la más remota antigüe­dad, el politiquero ofrece todo, y muy especialmente todo aquello que jamás ha de cumplir.

Y lo ofrece con la mayor tran­quilidad del universo : inconscien­temente.

Él, el politiquero, se permite el lujo de llamar egoístas a todos los enamorados de la libertad, por la sencilla y muy atendible razón de que él, el politiquero, ha nacido para ser esclavo de todo y de to­dos : le agrada vivir bajo los taco­nes de todos los zapatos.

Eso es todo.No es fácil ser politiquero, ya

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70 Enrique Condarco

que para serlo es absolutamente indispensable ser enemigo de la li­bertad, amigo del fraude, ególatra, masón y lacayo.

Y. todo eso, como se ve, no está al alcance de todo el mundo.

Los politiqueros deben estar con­tentos de sus pobres personas... y de sus grandes servicios a la Pa­tria...

Para mí, el hombre modesto que trabaja honradamente, llenando su cometido como el que más, vale un millón de veces más, mucho más, que todos los politiqueros del mun­do entero.

¡ Abajo la hipocresía !¡ Abajo la careta !

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Lampos 71

• el progreso I/ El progreso es luz prodi­giosa.

Su infinita claridad guía los pa­sos del hombre, creación misterio­sa de las sombras, hacia la Ver­dad, hacia la Bondad, hacia la Be­lleza.

El progreso es sublime, de una sublimidad aterradora para todos aquellos que, sumidos en las den­sas brumas del error, no pueden o no quieren admirar la plenitud magnífica y luminosa de la Ver­dad.

El progreso devora las tinieblas, destruye lo malo, pulveriza lo fal­so y demuele sin tregua, sin me­dida, los grandes edificios quimé­ricos del hombre.

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72 IVnrique Condar co

La enormidad extraordinaria de su empuje formidable hará zozo­brar en breve y para siempre el gran imperio lívido, vago y sinies­tro de los mitos.

b b «

L A VID A se nos ofrece alegre o triste, según el estado de nuestra

alma, es decir, según la mayor o menor regularidad con que se mue­ven los diversos rodajes íntimos de nuestro organismo. El hombre que tiene la salud perfecta, mira las cosas teñidas del más hermoso color de rosa ; aquel que sufre un trastorno más o menos profundo en el equilibrio de su economía, todo lo encuentra negro o más o menos opaco.

Si es cuestión de regularidad, lo

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Lampo8 73

es también de intensidad. Así, el niño es alegre ; el hombre, serio, y el viejo, triste, porque los fenó­menos de la nutrición son vivos en el primero, más o menos acom­pasados en el segundo y lánguidos en el tercero.

OS PO BRES de espíritu son,sin género alguno de duda,

los únicos dignos de llamarse po­bres, verdaderamente pobres, po­bres de solemnidad.

Esto es lo que nos ha enseñado una experiencia muchas veces se­cular y, por lo mismo, respetable.La indigencia espiritual, la máspa-

vorosa de todas las indigencias, es unadelas más grandes enemigas, la enemiga encarnizada, del hombre.

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7 4 Enrique Cunda reo

Algunos indigentes de espíiitu, como muy bien lo sabe el lector, suelen poseer ingentes riquezas de orden material ; mas, por su incu­rable penuria espiritual, se encuen­tran siempre mil codos por debajo de los que se hallan bien dotados mentalmente.

Es entre esos infelices entre los que se recolecta, con la mayor fa­cilidad del mundo, la interminable teoría de los Sanchos, los Blases, los Harpagones, los Basilios, los Tartufos, los Polonios, los Barto­los, los Falstaffs, etc., etc.

Es entre ellos entre quienes se hallan, cómodamente instalados, los maestros en doblar las rodillas, los verdaderos enemigos del pro­greso, los vividores en general, los

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Lampos 75

quietistas, los partidarios de las mentiras convencionales, los pará­sitos, los retardatarios... toda la mugre.

■ ■■

P RIM ERO es el deber, después el honor y, finalmente, la hon­

ra. El deber es indiscutible ; -el honor reside en la pureza del co­razón y en la rectitud del espíritu : depende del carácter. La honra, que es toda una exterioridad, vive del qué dirán. El deber es siem­pre un mandato inexorable. El honor, que muchas veces degene­ra en orgullo, varía con los tiem­pos y los lugares : es muy relativo. La honra, que es siempre de baja extracción, la tienen hasta los im­

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76 Enrique Crwdarco

béciles, hasta los jesuítas, hasta los matones.

■ ■ ■

L

A OBSERVACIÓN, la expe­rimentación y la generaliza­

ción, bases fundamentales de to­da investigación verdaderamente científica, han sido proclamadas por los más grandes sabios de to­

dos los tiempos.■ ■ ■

H/TIENTEA S LA CIENCIA ym el Trabajo laboran ardiente­mente por el progreso de los pue­blos civilizados, hasta por el de los más pequeños ; en tanto se renue­va todo en el mundo, hasta en los países más infelices ; al paso que se perfeccionan las costumbres y las ideas en todas partes, hasta en

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Lampos 77

las poblaciones más miserables de la Oceanía : encuna palabra, en los mismos momentos en que todo el mundo marcha triuofaímente ha­cia la Verdad, hacia la Bondad y hacia la Belleza,, supremas aspira­ciones de toda idealidad, nosotros, obcecados, seguim os adorando nuestras costumbres tradicionales; y, sumidos en un quietismo sin igual, continuamos en aferramos a nuestras tinieblas, en la creen­cia, muy infundada por cierto, de que todo Jo nuestro, sólo por ser lo nuestro, es lo mejor.

■ I B

L A D EG EN ERAC IÓ N mental, que se presenta con una fre­

cuencia extraordinaria en toda la descendencia de los bebedores, se

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78 Enrique Condarco

n o s o frece ya , en tod as bus fo rm a s y g ra d o s, e n la p r im era g en era c ió n d e lo s m ism o s .

Idiotismo, imbecilidad, debilidad mental, desequilibrio simple, locu­ra m oral: tal es, eD sus rasgos principales, el sombrío cuadro de la degeneración mental heredita­ria observada en la primera gene­ración de los bebedores.

Los idiotas y los imbéciles son relativamente raros ; al contrario, los d'ébiles y, sobre todo, aquellos que Magnan ha designado con el nombre de degenerados superiores son bastante numerosos.

La locura moral o idiotismo éti­co, que, al decir de Fálret, no es más que la asociación informe de varias clases de frenastenias que

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ofrecen como carácter común la - perversión del sentido moral, es también muy frecuente.

■ ■ ■

J ^ L IN ST IN T O de lo sobrena- tural, de lo maravilloso, pro­

ducto de la ignorancia o de la de­bilidad mental, no reina sino en­tre los analfabetos y entre los mi- crocéfalos.

■ ■■-p^E SP U É S D E RECORRER

las páginas de la historia de la Medicina, queda en el ánimo una convicción profunda : las más grandes verdades que actualmente integran el arte y ciencia de curar proceden de aquellas dos altas ci­mas que se llamaron Hipócrates y Pa8teur.

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80 Enrique Condarco

Hipócrates, el fundador; Pas­tear, eJ renovador.

El una perfeccionó la sintoma- tología y el diagnóstico, ot otro ex­plicó la etiología y la patogenia.

Poderosos genios gemelos.Gigantescas antorchas cuyos vi­

vidos fulgores iluminan espléndi­damente los azorados confines del mundo de la historia.

■ ■■

L A S M A G N ÍF IC A S creacio­nes de Trubnerson verdaderas

obras de arte, de un arte exquisi­to, no por la gran verdad anató­mica y fisiológica que ostentan, sino, únicamente, por Ja asombro­sa idealidad que en ellas resplan­dece.

Bembrandt fué un gran artista,

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Lampo» 81

no por su naturalismo, que peca de escrupuloso, sino porque supo manejar mejor que ninguno las infinitas idealidades que entraña el claroscuro.

Los que creen que Rembrandt es un simple realista a lo Manet,0 no comprenden el gran valor del ideal dentro del arte, o no son capaces de percibir la belleza allí donde realmente se encuentra,

Como los llamados realistas, que perciben la belleza hasta en lo feo...

¿ Cuestión de gustos ?No.Cuestión de temperamentos.

■ ■■J - T A Y T E M P E R A M E N T O S

1 1 artísticos, los hay anartísti-

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83 Enrique Candar co

eos y los hay también antiartísti­cos.

■ ■ ■T jL LACAYO , por sólo quedar

bien con sus amos, tal es su contextura psicológica, es capaz de sacrificarla a su misma madre !

■ ■ ■

JO N T R E LO M ETAFÌSICO , lo religioso y lo sexual exis­

ten íntimas y numerosas afinida­des de carácter antropológico, las cuales, no suficientemente diluci­dadas aún, explican con bastante claridad los misterios del culto de Mylitta, la creencia en las brujas, la preponderancia del amor indi­vidual, la casuística de los teólo­gos, la espiritualización del instin­to sexual hacia el amor, el opti-

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Lampos 83

mismo de Forel, de M ax Hirsch, de Stabel, de Iwan Bloch, etc., etc.

■ ■■A P E S A R D E TODO, elm un-

do marcha.■ ■■

A T O D E B E de olvidarse jamás que, detrás de la fraseología

ampulosa y barata de las relacio­nes diplomáticas, se oculta la na­turaleza instintiva del hombre con todas sus proteiformes fealdades.

■ ■ ■E* L H O M B R E , cuando no pue-

de encontrar una explicación satisfactoria del mecanismo de un fenómeno, acude a las luces de su im a g in a c ió n : concibe, fabrica, crea un m ecan ism o , o muchos mecanismos... y navega feliz en

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M4 Enrique Condarco

el ancho y brumoso mar de la me­tafísica. Entonces se alimenta de las hipótesis, de las creencias, de las teorías, de las doctrinas, de los dogmas... y se pierde en el seno insondable de las tinieblas infini­tas !...

■ ■ ■

Í OS P U E B L O S ignorantes,* que jamás se alimentan espi­

ritualmente ; que no conocen las muchas y portentosas bellezas de la Naturaleza ; que no tienen idea, ni siquiera remota, de las profun­das palpitaciones de la vida ; que no piensan, o que piensan poco y mal, no ostentan, ni pueden osten­tar, deseo alguno de mejoramien­to ; no alimentan ideales : son ver­daderamente desgraciados.

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Lampos 85

A VERD AD , es decir, la luz,es el peor enemigo de los co-

R IM E R O debe de estar la hu­manidad, luego la sociedad y,

finalmente, el individuo.■ ■ ■

'C L D A R W IN ISM O , la lucha por la existencia, la supervi­

vencia del más apto, han sido con­s id e ra d o s como eminentemente aristocráticos en sus tendencias, y todo, porque se ha hecho un exa­men d e m a s ia d o superficial d e l a su n to , muy complejo de suyo. Si se tiene el cuidado de dar a la palabra aristocrático un profundo sentido biológico, y no el corrien­te entre los papanatas ; si, al mis-

bardes.

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86 Enrique Condarco

mo tiempo, ae ponen en la balan­za del justiprecio todos los facto­res, absolutamente todos, que in­tervienen en las diversas fases de la selección natural, entonces, la interpretación del darwinismo da un resultado completamente dis­tinto.

Hágase la prueba.■ ■ ■

L

A PREN SA es el trasunto tíel del estado psicológico de un

pueblo : de ahí que la prensa sea tanto más consciente y libre cuan­to más alto el nivel cultural del pueblo que la sustenta.

■ ■ ■IJ N TODO CASO, en todo mo-

mentó y en todas partes debe­mos de decir siempre la verdad,

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Lampos 87

aun cuando se caiga el cielo con todas sus maravillas.

OR E N C IM A de todo, debe-mos de respetar la indepen­

dencia de todos nuestros prójimos.■ ■■

T T N P U E B L O chico y profun- damente corrompido como el

nuestro, es el mejor dique que se puede imaginar contra el avance de las límpidas aguas del verdade­ro progreso.

■ ■■

LA C IV IL IZ A C IÓ N ( la ver­dadera civilización, se entien­

de ) no consiste en adquirir moda­les, maneras y lenguajes propios de las personas que viven en las grandes ciudades, ni en el refina-

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88 Enrique Condarco

miento que se consigue cuando de la rudeza natural se pasa a la sua­vidad y elegancia de voces y cos­tumbres propias de gente que ee llama culta, ni en la posesión de las riquezas materiales con todos sus aditamentos, ni en todos los progresos materiales habidos y por haber, ni en todas las farsas, ni en todas las hipocresías ni en todas las vanidades; sino , sobre todo, ante todo y más que todo, en el respeto a la dignidad humana, a la libertad del prójimo, a la vida del hombre, a la verdad, a la jus­ticia, a Ja caridad.

La verdadera civilización con siste en la verdadera fraternidad universal, bien sentida y m ejor practicada.

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Lampo8

La humanidad actual, re p le ta como se encuentra de defectos fundamentales, no tiene el dere­cho, ni de lejos, de llamarse civi­lizada.

¡ Eso, n o !La verdadera civilización ha de

tener, como base fundamental, úni­ca, y muy sólida, la más grande, la más portentosa riqueza intelec­tual y moral, moral, sobre todo.

Lo que al presente se llama ci­vilización no es más que la podre­dumbre más horrorosa.

• ••

TQL H O M BRE que piensa, no se contenta con mirar el sue­

lo ; quiere también contemplar las magnificencias del cielo.

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fíO Enrique, Cándano

En efecto, no le basta con co­mer ; necesita soñar.

■ ■ ■IV LA CLÍNICA es casi siem­pre imposible observar un he-

redoalcohólico neto, es decir, que entre sus antecedentes genealógi­cos no ofrezca otra tara o anoma­lía del sistema nervioso que la que origina el alcoholismo propiamen­te dicho, y es que las leyes que ri­gen la herencia morbosa, no siem­pre permiten la conservación de un estado patológico en toda la in­tegridad de su pureza, sino que, por el contrario, le hacen sufrir infinito número de mutaciones, ya deformándolo en su aspecto clíni­co, ya combinando sus elementos esenciales con los de otras enfer­

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Lampos 91

medades hereditarias, congónitaso adquiridas, ya, finalmente, ha­ciéndolo desaparecer en una gene­ración y volviéndolo a presentar en otra con caracteres sindrómieos a cual más diferentes. De ahí la frecuencia extraordinaria de esos casos complejos, complejísimos, an te los cuales el observador se detiene, medita, se interroga con frecuencia y se queda perplejo, sin poder encontrar una solución satisfactoria para los muchos y va­riados problemas que brotan en su mente.

• ••A T ADA A R R A IG A tanto y tan

-ÍV profundamente en el alm a de los pueblos como una mala cos­tumbre, sobre todo cuando esa

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99 Enrique Condarco

mala costumbre es hija de la igno­rancia ; y nada retarda o imposi­bilita tanto el progreso de los pue­blos como la falta de instrucción en los mismos.

■ ■■JOL H O M B R E que no tiene

JOt ideas sólidas y profundamen­te arraigadas acerca de los gran­des fenómenos de la Naturaleza, es comparable a un bajel sin brú­jula abandonado al embate de las olas.

■ ■ ■

L A V O L U N T A D que no se rompe con todos los obsequios

habidos y por haber, v o lu n tad siempre envidiable, constituye el eje y el fundamento esencial de lo que se llama Rebeldía.

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Lampos 93

Por lo tanto, la rebeldía, la más hermosa de las cualidades huma­nas, es un conjunto de fenómenos psíquicos, sobre todo volitivos, que comunica un tono absolutamente inconfundible al carácter del indi­viduo.

En una palabra, que debe te­nerse muy en cuenta : la rebeldía da la medida más exacta del ca­rácter.

D e b e m o s b e s e r optimis­tas a pesar de todo y de to­

dos. No importa que los demás digan lo que quieran. Debemos de tener la más absoluta seguridad de que no siempre dicen lo que debieran decir en justicia ; al con­trario. Este modo de considerar

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94 Enriqut Condarco

las cosas de la vida, tendrá la ven­taja de permitirnos conservar tan­to la serenidad como la tenacidad indispensables para llegar feliz­mente al término de nuestros pro­pósitos. Lo que importa, por en­cima de todo, es que los propósi­tos sean buenos. Eso es todo.

■ ■ ■A TAD A hay más adorable que

-í-V la verdad.Cuando se la echa a volar sen­

cillamente, provoca reacciones a cual más singulares, hasta inespe­radas. -

No debemos de violentarnos con motivo de esas reacciones : son na­turales. muy naturales, y hasta ab­solutamente n ecesa rias para el triunfo de la verdad.

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Lampog 95

Así es, siempre ha sido así, y nunca ha de ser de otra manera.

■ ■ ■'p A E Á E L IM B É C IL y para

el hombre inculto en general, el libro es un objeto algo menos que inú til: un estorbo. En cam­bio, para el hombre ilustrado, pa­ra el que posee riquezas interio­res, para el que gusta de las frui­ciones subjetivas y de las esplén­didas contemplaciones espiritua­les, para el que tiene sentimien­to refinado, voluntad potente y clara inteligencia, es siempre un objeto de inapreciable valor : una verdadera joya.

El hombre de talento encuen­tra en el libro lo que el hombre del montón, el filisteo, no halla ni

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m Enrique Condarco

podrá hallar jamás en todas las diversiones vulgares y nauseabun­das de la vida, es a saber: un ma­nantial purísimo e inagotable de los más grandes goces espirituales.

■ ■ ■

£ L SENTID O del olfato ha ju ­gado importantísimo papel en

la vida sexual del hombre. Este papel ha Bido preponderante en las épocas primitivas de la huma­nidad, y, en los momentos actua­les, desempeña todavía un rol na­da despreciable, bajo la forma es­pecial de una actividad psíquica inferior, actividad sensorial, en la fusión de los elementos fecundan­tes, masculino y femenino. A esa actividad sensorial de las célulñs genésicas, Haeckel el célebre na­

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Lampo¡t 97

turalista de Potsdam, ha dado el significativo nombre de quemotro- pismo erotogénico. Además, de­be tenerse muy en cuenta que al presente el sentido del olfato ha sido relegado a segundo término, dentro de la esfera sexual, por el sentido de la vista, por la activi­dad cerebral y por todos los ele­mentos de orden moral.

■ ■■

D u r a n t e la evolución siogé-nica del ser h um ano, el cerebro,

la parte más noble del eje encéfalo- medular, se ha desarrollado más rá­pida y perfectamente que las res­tantes partes del cuerpo. Ade­más, ese desarrollo cerebral, cada vez más preponderante, se ha ve- .ificado a expensas y en detrimen­

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Otí Enrique Condarco

to de ciertos órganos destinados a desaparecer con el tiempo.

¡ Cosas de la evolución !

17 L H O M BRE y la mujer, con- siderados desde el punto de

vista filogénico, son tanto más per­fectos cuanto más profundamente se diferencian entre sí, tanto ana­tómica como fisiológicamente.

■ ■■

£ L SE N TIM IE N TO del amor va siempre e s t r e c h a m e n t e

unido al sentimiento de lo bello : lo estético es el complemento lógico del amor.

A B R I E L D’A N N U N ZIO ,poeta, en la más amplia y ge­

nuina acepción del vocablo.

■ ■ ■

■ ■ ■

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Lampoe 00

N o v e l i s t a , dramaturgo, héroe máximo.

Artista brillantísimo.Genio.No ha sido jamás debidamente

comprendido, porque sus dotes, extraordinarias en el más alto gra­do, nunca han estado al alcance de los más.

Hombres de ese temple han es­tado simpre fuera, y muy por en­cima, de sus medios y de sus tiem­pos.

Muy natural.Nada admira tanto en Gabriel

D ’Annunzio, nada lo hace más en­vidiable, nada lo caracteriza con mayor perfección, como aquella soberana libertad interior que res-

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100 Enrique Gondarco

plandeció durante su larga y glo­riosa existencia.

Algunas veces, esa amplia sobe­ranía interior llegó a deslumbrarlo a él mismo. « Llego a ser, dice, una materia no gobernada por nin­guna ley estable, sujeta a cambios súbitos que agotan y exaltan el cuerpo, casi diría transubstancia- do... ».

Tenía mía moral propia, aparte, que hizo disparatar soberanamen­te a los creyentes....

Hombre superior.Su vida fué novelesca y lumi­

nosa por todo extremo.La chusma, siempre la misma

en todas partes ; la canallocracia, la alta y la baja, es decir, la per­fumada y la mugrienta ; todos los

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Lampos 101

pillos, hasta los de la más baja ex­tracción ; todos los aplastados por el fracaso, se alzaron violentamen­te contra el glorioso bardo. Le in­sultaron, le calumniaron, le tacha­ron de loco, de ateo, de corruptor de la juventud, de epicúreo, de plagiario, de panteísta, de deca­dente. Los prevaricadores, los fi­lósofos de burdel, los borrachínes, los analfabetos, los hijos de las sombras, los imbéciles, todos los bajos fondos, se ensañaron en él, en el chiflado, en el corruptor de la juventud, en el hombre sin fe,sin religión y sin conciencia.......

Y, el magnífico poeta, el de la vida luminosa y fecunda, el pro­fundo conocedor del corazón hu­mano, m o les tad o hasta por los

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108 Enrique Gondarco

usureros, incomprendido y villana­mente calumniado, hubo de reti­rarse a Francia.

Hombre superior.Allá, en la región de las Iandas,

continuó por su b r i l l a n t í s i m o sendero.

Más tarde, lanzó las más violen­tas invectivas contra ciertos gra­nujas. Luego, tomó parte activí­sima en la política internacional y en la guerra europea, ya en cali­dad de político, ya en rango de soldado.

Además de continuar ejercien­do el magnífico e inimitable papel de gran escritor, águila r e a l del pensamiento, fué héroe, aviador, conductor de pueblos, aventurero sublime, conquistadbr, revolucio­

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Lampo* IOS

nario, com andante y hasta rey.Y, entonces, toda la chusma que

antes se había ensañado en él, to­dos aquellos que hasta se habían permitido escribir libros enteros contra él, toda la canallocracia, aparentemente arrepentida, todos, se arremolinaron en torno del va­te sublime, le coronaron de triun­fo: lo deificaron.

Así son las chusmas en todas partes : inconscientes, veleidosas e ingratas.

Y, de sus grandes aventuras gue rreras salió muy mal parado : per­dió un ojo y recibió una herida en la muñeca.

Apreciada en su conjunto, la vida del gran poeta, no puede ser más sublime.

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104 Enrique Condarco

Es digna de la epopeya.Al conocerla, se recuerda a Ho­

mero.Así, la contemplación de una

estrella evoca la imagen de otra más lejana.

La vida de Gabriel Ut Annunzio, ha sido luminosa en todo momen­to, así en la adversidad como en la apoteosis.

Y, a medida que pase el tiempo, la augusta figura del gran bardo, cada vez más repleta de prestigio, recibirá de los siglos venideros to­do el galardón que le han negado los presentes.

Entretanto, reverentemente in­clinados, dejemos pasar la augusta figura hacia la inmortalidad.

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Lampos

'n E B E L D ÍA . La voluntad que -¿A- no se rompe con todos los ob­sequios habidos y por haber, cons­tituye el eje y el fundamento esen­cial de lo que se llama rebeldía.

Por lo tanto, la rebeldía, la más hermosa de las cualidades huma­nas, es un conjunto de fenómenos psíquicos, sobre todo volitivos, que comunica un tono absolutamente inconfundible al carácter del indi­viduo.

Daniel S. Bustamante,dice: «Pe­ro en una cosa hay que ser invul­nerables, en la independencia per­sonal. — Cada joven que aun no ha corrompido el vuelo virginal de sus ideas y de sus principios es un baluarte del porvenir boliviano, y cuantos más numerosos sean los

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106 Enrique Candarco

jóvenes brillantes, que a la solidez de su intelecto, a la agilidad de sus musculos y a la belleza de sus ac­tos, reúnan el gobierno propio e imponderable de su alma, sin po­nerse jamás en la línea de la intri­ga y del servilismo político, tanto más seguras serán las definiciones del porvenir nacional. — Que la juventud tenga fe y confianza en sí misma ; que no caiga al frente de pruebas fuertes y dolorosas; que no claudique. Harto sé que las dificultades de la vida la llevan a veces a planos que abomina y repugna su prístina moral. Es el momento de la prueba decisiva. Preferir siempre el sustento y el éxito, que llegan al fin, a mérito de una iniciativa noble o de un es­

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Lampos 107

fuerzo puro e i ndependien t e» .Una juventud que no piensa de­

jar los moldes del pasado, que no intenta siquiera destruir los escom­bros de los días que fueron, que no hace el menor esfuerzo en bien de un verdadero saneamiento es­piritual, no es rebelde : es una fuer­za perdida para el porvenir.

C. Wagner, dice : < Tengamos siempre el valor de m a n i f e s t a r n u e s t r a opinión. No ocultemos nunca ni disimulemos nuestras in­tenciones — Si se posee una ban­dera no es para metérsela en el bolsillo. — Ostentad vuestras ideas como una bandera y hacedlas so­nar como se toca un clarín ».

Todo eso es rebeldía de la mejor

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Enrique Comdarco

calidad, rebeldía alta y brillante, rebeldía de gente superior.

La juventud debe tender siem­pre hacia esa excelsitud.

Eso requiere, y es natural, un gran esfuerzo ; mas, es necesario sacrificarse, tanto por los demás como por sí mismo.

Lo que yo deseo con toda mi al­ma es que nuestra juventud pue­da decir siempre, como Mariano Enrique Calvo : « No sé si por des­gracia o felicidad, la naturaleza no me hizo de cera como a otros hom­bres, que se amoldan a todo, y que a cada m i n u t o cambian de principios, de afecciones y de len­guaje ».

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Lampos Í09

A PO BRE H U M A N ID A Dvive eii eterna contradicción

consigo misma.Lo que hace con una mano, des­

truye con la otra.Centenares de sabios trabajan

constantemente en la investiga­ción, santa y buena, de medica­mentos, de medicaciones y de re­medios contra las enfermedades que más afligen al hombre ; se di­ce. y no parece exagerado el cálcu­lo, que sólo desde hace unos vein­te afios a esta parte, y casi única­mente debido al salvarsán, hay cien millones de sifilíticos menos ; gracias a los grandes progresos de la higiene, la mayor parte de las enfermedades contagiosas van per­diendo cada vez más sus caracte­

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lio Enrique Condarco

res mortíferos. Todo esto es cier­to, evidentísimo, incontrovertible; pero ( aquí viene el pero), desgra­ciadamente, no es menos cierto, ni menos evidente ni menos in­controvertible, que existen tam­bién centenares de sabios entrega­dos a la investigación de los me­dios más eficaces para conseguir la destrucción más rápida y menos costosa del hombre!...

Así como se progresa en un sen­tido, se progresa también, pues, en el sentido diametralmente opues­to !...

Y, a este desbarajuste verdade­ramente incomprensible se llama civilización !...

Así va el hombre sobre la tierra.

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Lampos l í í

Í A F A L T A de voluntades pon-• deradas es, hoy por hoy, una

de las características más culmi­nantes del pobre medio eu que morimos.

Así, y no de otra manera, se ex­plica con la mayor facilidad el es­tado lamentable, no sólo de deca­dencia en que agonizamos, sino, sobre todo, el altísimo grado de corrupción que uob domina en to­do y por todo.

■ ■■T T I P Ó L I T O A . T A IN E , el

■ÍJL gran crítico, filósofo e histo­riador francés, fué muy mal com­prendido y, lo que es más, muy injustamente tratado por todos los vividores de su tiempo.

Tuvo el inteuto de aplicar el

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112 Enrique Condotto

método de las ciencias naturales a la explicación de los más diversos productos de la inteligencia huma­na.

Esto, que es nobilísimo, no se l̂e pudo perdonar...

Taine, como otros muchos hom­bres superiores, fué sincero en un medio y en una época especial­mente caracterizados por la más negra hipocresía.

■ ■■

A D IE como el Venerable Jo­sé Pignatelli, llamado tam­

bién restaurador y segundo patriar­ca de la Compañía de Jesús, na­die como él puede y debe llamar­se SANTO, con mayúsculas : es digno de todas las beatificaciones.

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Lampos 113

¡ Ha estado en el célebre colegio de Manresa!

¡ Ha sido milagroso !■ ■ ■

• U UM ANIDAD ! ¡ Huma- l - í l n idad !

¡ Cuán sórdida eres !¡ Tú misma, contra toda razón y

justicia, labras constantemente tu propia desgracia!

Apenas llegada a este mísero mundo, cediendo estúpidamente, medrosamente, a los más bajos impulsos de tu profunda abyec­ción y a los gritos encanallados de tu incomparable ignorancia, fabri­caste dioses, tus amos, para ado­rarlos, para temerlos y para trai­cionarlos ; erigiste altares y tem­plos, para lucir en los mismos, an­

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114 Enrique Condarco

te la fría contemplación de tus grotescos ídolos, todas las espanto­sas floraciones de tus supersticio­nes incomparables. Vives cons­tantemente pegada a los prejuicios más ridículos ; te complaces en en­gañarte en todo y por todo ; dices odiar la mentira y no puedes vivir sin faltar a la verdad ; hablas con­tra la vanidad y contra los vicios y no puedes respirar con ente­ra satisfacción sino en medio de la vanidad y entre los vicios ; cri­ticas en público todo lo que amas en privado y aparentas apreciar en mucho ante los demás todo lo que no te agrada dentro de las cuatro paredes de tu pobre casa.

Eres verdaderamente infame y ruin.

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Lampas 115

Para proporcionarle mayores fa­cilidades en el logro de tus infinitas bellaquerías, has tenido la sucia habilidad, y la horrible desver­güenza de inventar tus famosas religiones, máscaras de todas las impudicias, tapujos de groserías y paracaídas de todas las infamias. Te atreves a hablar de paz. de ca­ridad, de amor, de justicia, de li­bertad.., p r e c i s a m e n t e porque esos vocablos no significan Dada, para tí, o porque expresan, a lo más, algo que está a una distancia estelar de tus miserias. Eres ho­rriblemente hipócrita : por algo el jesuitismo es una de tus obras maestras !... Lo que haces con una mano, lo deshaces con la o tra : por eso, eu tanto predicas caridad

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11$ Enrique Condareo

y protección a los débiles, rindes el más vil homenaje al poder de la fuerza bruta ; por eso, mientras marchas por el ancho camino de los progresos materiales, das prue­bas inequívocas de barbarie !

■ ■■A L INM U ND O sapo, lacayo y

S 1 borrachín, que tiene la fea costumbre de insultar a las estre­llas, tan altas, tan luminosas y tan lejanas, es imposible hacerle com­prender que el asno, cuando está cubierto por todas sus miserias as­nales, no puede dar envidia a na­die, absolutamente a nadie.

El asno, cuando está cubierto por todas sus miserias asnales, ins­pira lástima y, en veces, provoca asco.

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La mpM 117

Q U ELLO que era ya bien co-nocido por Galileo, aquello

que Augusto Comte y Spencer se atrevieron a indicar muy a duras penas, aquello que Durlcheim ha precisado con toda claridad, es de­cir, el método experimental aplica­do al estudio de las ciencias socia­les, es el único método digno de todas las consideraciones habidas y por haber.

Digan lo que quieran los ideó­logos.

■ ■■~D O B E B T 0 C. D A B W I N ,

-*v el más bello cerebro que ha honrado a la humanidad, dió de la belleza esta grandiosa defini­ción : « La belleza es el amor he­cho perceptible ».

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118 Enrique Condarco ■

L A OBTOBIOSIS, la gran es­peranza, de que nos han ha­

blado Metschnikoff, Nietzsehe y Hirlh, llegará dentro de mucho tiempo, pero llegará, al fin.

i SE T IE N E MIEDO a la ver­dad y no a la mentira !

C UANDO S E Q U IERE prac­ticar la j u s t i c i a , cuando se

quiere sembrar el bien, es necesa­rio resolverse a l u c h a r : luchar contra éste, luchar contra aquél, luchar contra el de más allá.

¡ Luchar contra todos !| Y luchar contra todo!

i cO S A S I N G U L A R !

Algunos biógrafos de Ma -

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Lampos 119

quiavelo, de aquel terrible astuto de Florencia, quieren hacernos consentir que el gran hipócrita fué lo que fué, es decir, un jesuí­ta inimitable, más bien por los tiempos en que vivió qua por cul­pa suya

¡ No tal !Maquiavelo, el político intrigan­

te de la República de Florencia, fué hipócrita, y un gran hipócrita, por constitución y por tempera­mento : hipócrita congènito.

Estaba lleno de doblez desde los pies hasta la cabeza.

ID E N A T O D E S C A S T E S , el A . gran filósofo, fué, indudable­mente, un pensador inimitable ;

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120 Enrique Condarco

mas, doloroso es decirlo, trabajó casi BÍempre en el vacío.

Tuvo, entre otras s ingula res ocurrencias, la de colocar en la glándula pineal el asiento del al­ma humana...

■ ■ n

Í A FILO SO FÍA especulativa* que explica el encadenamien­

to causal de los fenómenos, la úni­ca y verdadera filosofía, nada tie­ne que ver con la filosofía de los antiguos, es decir, con la metafísi­ca, que hoy está muerta, y bien muerta.

No quedan sino algunos restos de metafísica putrefacta ( flores del m al), acrecentando la espantosa monstruosidad de ciertos cerebros granitoides

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Lampos 12Í

L P R ESEN TE, los filósofosy los empíricos se tienden la

mano con el objeto de llegar más fácil y rápidamente a la solución de los grandes problemas de la Naturaleza, sin tener en cuenta pa­ra nada los artículos de la fe, que siempre han estado reñidos con la razón.

que esta antigua Villa de San Fe­lipe de Austria, sea, por fin, la glo­riosa urbe con que tantas veces he soñado : urbe de hombres virtuo­s a , inteligenteb y trabajadores, vi­viendo bajo un cielo sin dioses y sobre una tierra sin amos », prac- e indo sencillamente el * ama a

T 0 QUE YO DESEO, con to- L í das las fuerza de mi alma, es

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Enrique Con da re o

tu prójimo más que a tí mismo y cifra tu felicidad en la felicidad de su porvenir ».

■ il71A AQ UIA VELO, el gran maes-

■X 'i- tro de la hipocresía, el gran conocedor del corazón humano, el gran político intrigante, dejó este principio infalible : « Qui néscit dissimulare, néscit regnare», lo que en lengua española quiere de­cir : Quien no sabe disimular, no sabe reinar.

En otros términos: Quien es sincero, no progresa.

I Qué tenebroso es el corazón humano !

T T A Y IN D IV ID U O S talmen- ■íJ- te imbéciles y cínicos que

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Lampo* 1 as

siempre tratan de hacer de la amis­tad un negocio ; y, cuando uno no se deja explotar con ellos callada y estúpidamente, se creen con el derecho de molestarse...

¡ Pobres diablos !

ODAS L A S N U E V A S ideasencuentran siempre un obstá­

culo más o meiioe grande en la inercia de las colectividades hu­manas ; y, esa inercia, verdadero tamiz, medio depurador, sirve de base a la estabilidad social. Esa depuración es lenta ; y por eso el progreso de la humanidad no pue­de ser menos lento.

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Enrique Gondüreo

S ÓLO E L MÉTODO científico puede llevamos al conocimien­

to de la Naturaleza

T7STA SO LEM N E declaración ■Li es muy digna de tenerse en cuenta:

« La doctrina de que la tierra no es el centro del universo ni in­móvil, sino que se mueve siempre con una rotación diaria, es absur­da y falsa; filosófica y teológica­mente considerada, es un error contrario a la fe ». ( Congrega­ción de Prelados y Cardenales, ju­nio 22 de 1633}.

Sin embargo, la ciencia ha pro­gresado

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Lampos 135

L A G N O STIC ISM O a lo Pauldu Bois—Reymond es, sene*

llámente, inaceptable.■ ■■

JO N L A S D I F I C U L T A B E S -Í-í de la vida, lo que más impor­ta o, mejor, lo único que importa, es no desmayar.

Lo demás es secundario.■ ■ B

D e b e m o s p r o c u r a r , portodos los medios posibles, vi­

vir más y más dentro de nosotros mismos, que fuera de nosotros.

El mundo exterior nos engaña, casi siempre : es alucinante.

Nuestro mundo interior es sin­gularmente cariñoso, suave, dulce, sereno. Nos invita a la medita­ción, al arrepentimiento, a la re­

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126 Enrique Condarco

conciliación : nos conforta, nos consuela, nos orienta y nos satisface.

Nos satisface plenamente.Debemos vivir más dentro de

nosotros que fuera de nosotros.Desgraciados los que viven más

fuera de sí mismos, en el mundo de todas las mentiras, que dentro de sí mismos, en el mundo de todas las consolaciones, de todas las ver­dades y de todas las conformidades.

■ ■ ■

JO N M EDIOS estrechos y pro- ■Ct fundamente c o r r o mp i d o s c o m o el n u e s t r o , la e n ­vidia ruin, la inquina canallesca, el dolo feroz, la hipocresía tartu- fiana y un mundo de infamias in­calificables, echan hondas raíces en el alma del hombre; y en el

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Lampos m

juego de las colectividades, son el origen de incalculables males.

■ ■ ■• p O R Q U É tener miedo a la

muerte ?¿ No es cierto que debemos es­

perarla sencillamente ?En realidad, después de reflec-

cionar serena y suficientemente sobre la fatalidad de la muerte, no queda otro remedio que el de la conformidad.

Ni más ni menos.Pero, debe ser una verdadera y

completa conformidad.¿ Miedo ?¡ No ! ¡ Nunca !¡ Jamás !El miedo ante la muerte, es inú­

til y, sobre iodo, ridiculo.

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T7L CULTO a los muertos es producto de la ignorancia y

del temor al más allá...■ ■■

p S M U Y D I F Í C I L que los J-d hombres sean sinceros del to­do.

I En ningún terreno !■ ■■

O ÜEBZA, materia, eternidad, J- pangénesis, gémmulas, plas­ma germinativo, átomos, molécu­las, metaquinesis... pura metafísi­ca... producto de nuestra ignoran­cia.

■ ■ ■

C UANDO el politiquero se ha­ce masón y periodista, se tor­

na extraordinariamente vengativo.Su jesuitismo, gracias al perió­

UNt Enrique Condarco

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Lampos 129

dico, encuentra un excelente me­dio de exteriorización emotiva : je­suítica, se entiende.

El politiquero masón y periodis­ta se saca el clavo a su manera, es­to es, de la peor manera : cobar­demente.

Hace que tener vergüenza ( ver­güenza de carreterro ) hasta de las palabras más sencillas y naturales. Entre ellas, la palabra prostituta tiene la virtud de ponerlo rojo co­mo una amapola... de mentirillas, por supuesto.

Estos periodistas politiqueros y masones tienen, como las verdade­ras prostitutas, un aire de familia absolutamente inconfundible: se les puede reconocer en seguida, a la legua, hasta de noche...

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130 Enrique Condarco

Les agrada muchísimo hablar de decoro, de pudor, de honradez, de honorabilidad, de patriotismo, de sacrificio por el bien público, de honestidad, de L I B E R T A D D E L P E N S A M I E N T O . . . en fin, de todo eso que constituye el alma de todas nuestras mentiras convencionales.

¡ El jesuitismo en acción !

Page 128: ENRIQUE CONDARCO

O B R A S D E L M ISM O A U T O R

P u b l i c a d a s :

Ante las Murallas de Jericó ( ago­tada).

Charlatanismo Médico (agolada). La Descendencia de los Bebedores

( agotada)Lampos, primera edición ( agota­

da ).Troqueles.Lampos, segunda edición.

E n p r e n s a :La Prostitución.

P o r p u b l i c a r s e :

Del Ideal dentro del Arte. Preceptos de Higiene. Conversaciones Científicas.Lo que dicen los Maestros.

Page 129: ENRIQUE CONDARCO

ED ICIO NES D E E STA CASANoel Mariaca, Ortigas, poesías.Luis A. Nogales y Alfonso Ordó­

ñez, Vocabulario, Español - in­glés - Inglés - español de Tecni­cismos de Minería, Geología y Metalurgia.

K. T. Goría, Para Todos. Manual para conducirse en sociedad.

Padre llamón Saravia, Breve Re­seña de la Vida de San Gerardo

María Mayela.Alberto Cabezas Z., La Emoción

del Momento. Poesías.Dr. Enrique Condarco, Lampos,

Primera edición.Dr. Enrique Condarco, Troqueles.Dr. Enrique Condarco. Lampos.

Segunda Edición.E n p r e n s a :

Vocabulario, Quichua-esp-aymará.Dr. E. Condarco, La Prostitución.