Arte Rupestre en Nl

5/11/2018 Arte Rupestre en Nl - slidepdf.com

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GOBtERNO DEL ESTADO DE NUEVO LEON

SECRETARIA DE ADMINtSTRACION

ARCHIVO GENERAL DEL ESTADO

A R T E

R U P E S T R E

E N

N U E U O L E O N

Nume ra ci6n P re his to rica

N o . 1 3l:K)81!'RNO DEt <STADO

D:· ~.UcVO iCON

DI.ECC.IC>: D" J'I~:'_HI1II(1

. IItllj.!qrr,c;;".



Prlmera Edlclon Mayo de 1987.

DeflIChOB Re•• rvado. conforme a la ley. 1987. Goblemo de NueYoL.on.

Archlyo O_r" del EBtado

Juan Iinacio Ramon y Zaraloza

571.7

B832a

Breen Murray. William.Art. IIupeetN .. Nuevo Le6n NumencI6n

Prelllet6noe. Monterrey. NL A.G.E.N.L. 1987.72 p. ilus. (CuRderos deJ.Archivo No. 13).



INDICE

Psg.

Presentacion . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 5

tntroduccion . . . . . . . . . . . . .. . . . . . . . . .. 8

La Riqueza Arqueotoglcade Nuevo Leon. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. 10

Representaciones nurnerlcas enel arte rupestre de Norteamerica. . . . . . . .. 16

Configuraciones de puntos y rayasen el arte rupestre del norte deMexico ~. . . . . . . . . . . . .. 18

~eo~~trfa No-numerlca y evolucionslmboltca . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. 38

Cuentos petroglificos de Icamole, N.L.. . . .. 48

Notas , 63

Fuentes, , . . . . . . .. 65



PRESENTACION

En t l tminoS de historia cul tural ind{gena . ell . joresiede Mhico e s UM de la s a r e a s m e n o , s conoc idas d el Nu ev oM undo . En el s iglo XV I lo s espanoks que pr imero trope-

za ron con lo s ind io s de Tam a uli/X lS . N uevo Leo« , y Coa -hu ila . deja ron toea descripciOn de e sto s g ru jI o s, y .: paraf iMIts del s igkJ XV III, todos lo s gm pos na tivo s se habfanezt inguidtJ . Tambi ln ha h a b i d o - mu y j JoCa in ves tig a c i6n a r-

" ,"o16gica en esta regiO n.

Probkm4t ico para a rq ue 6lo go s q ue t raba jan en el Nom

de M hico , es la escasez de mater iaks de jados por n dm a -das cauulores-recolectores. Frecum tm Jente lo s sinos ar-queo16gicos consisten en cam jJam enlos. m arcodos p o rch imemas , peMcer ia esparcida de herramientas de pU!dra .yalgunos que o tros m orteros. M enus comunes son cueoa sjwo teg idas donde jragmentos de s an da lia s, ca na sta s, 1'6-

des , a1 'COS , / lechas , mtos de comida , y m ateria l feca l seconservan. E stos restos nos d i ce« m ucho sobre 1 0 que L a

g e n t e c o m fa . e l t i p o de l i e r r amimtas qu e u t i l i zaban . y c 6 -

mo enterra ba n a sus " ,uerio s. A pa ren lem enl8 , UM enoy-~m~dees~~~~en~.~de~

yactivituJes relacionadas. Si h ub o tiem p o para c ienc ias 0

filo s ofta . p rim i tiv a , la s p iM ras y kuesos no 10demues t ran.

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Quizd 10 m ejor m anera de en tender 1 0 que esta gen ie

jJensaba a l respecto es al estudiar su arte rupestre. Estaspictograj{as (pinturas) y p etr og lifo s (d is en os g ra b ad o s 0 in -

ce lados) esta» espa rcido s en la m ayor parle del N orle de

Mex ico . L os diseiio« traba ja do s cuidado sam enie y h4bil-mente e jecu tados, e stdn agrupados , hac iendonos pensar qu e

lo s c re ad or es r egr esb an a l mi smo luga" ano con ano. Es-caleras y cuerdas debieron haber sido utilizadas en la eje-cucWn de lo s muc lws ejemplos que enconiram os en L a tarasuper ior de acanti lados y paredes de cueoas. Evidentementemucha enng(a estaba m esclada en la creac i6n del aste ru-peslre com o p ara su jJo ner qu e lo s disenos n o tien en signi -

fica do a lgu no .

Tan ta s fo rm as tom a el arte r u p e s t r e qu e s u in te rp re ta -cion es m ayorm ente subjetiva. Sin em bargo hay petraglf -

los que puetkn ser eoa luados objetivamenfe. Algunosp elro glifo s co nsisten en un a combin acio n de lineas y pun-fro" nUb ""mb't'b," 't'om"f't'ro" ,PDWI r~n IM~,,,ID"D't' rn-_..'U'u, .,_.... ....~r""' ....... r .. 'v6~'vv. C o . .. .. .. ,v, vv.,-rv y~ ........ ...",,.

probada esta interpretaciOn? Lo que e l P ro feso r W illia m

B reen M urray, ba hecho en estos Ires estudios, menc io-nados aqu(, a l igual com o en o tros, es dem ostrar cOm o la16gica rigurosa puede ser utilizada para contester esapregunta.

E l P ro fr. M urray dasifia ilos puntos y l(n ea s qu e apa-recen en vario s petro glfjo s (ejem jJlos de agrupaciones de

esta in do lee sta » iiu str a do s en su tex to ).

E l encontro , en m ucho s ejem Plos, una duplU :a cio n decuen ta s en d iferen tes p iedras y en luga res d iferen tes, una

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s ituaci6n que no se espera a l con tar m anadas 0 personasd esd e q ue ta le s g ru p os s o n ra ra m en ie del m is m o ta m a fUJ .

iQui significan la s cuentas? El P ro fr. Mu rra y s i gu ien -d o sugerencias po r el a stro nomo A nth ony A veni, enco ntr6que a lgunos cuen tas co rrespo nden cerca na m ente a jJerio-

d os lu na res . Tales c or re la cio n es d emu e str an que Lagenie

qu e graM es tas piedras estaban observando cuidadosamenl ila L una y co nta nd o lo s d ias de una lase a o tra . E ste and-l is is sobrepasa la s l imitaciones de la s in te rp re taciones sub -jetivas. E s por esto que L a investigaci6n de B reen M u rra y

es m uy im portan te.

E l Pro fr . M urrayes recom endablem ente cau telo so , no -

tando en particular e so s e jemp lo s qu e no t i enm a spec to a s-tr on om i co a lgun o.

E I estd buscando m a s petrogl{jos con imp licac ione s lu -

nares y s itio s , s itio s que s irva n co m o punto s de obseroa-cio n pa ra a stro nomo s prim itivo s. S i II tnun/a , Il a fiad irds ignific ativ amen te a la nueva dim ension que elle ha dado

a L a prehistoria del Norte de Mix ico .

Jerem iah F . E pstein .

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INTRODUCCION

Los artfculos reunidos en este volumen, apare-cieron par separado en publicaciones diversas du-

rante los ultimos ocho anos. EI primero, en unarevista editada por el municipio de Monterrey, mien-tras que los dos uttimos fueron editados en inglesen el extranjero, y se publican aquf por primera vezen traduccion al castellano par el autor.Aunque elsegundo es de fecha reciente, el texto fue redacta-do hace mas de cinco anos, y hemos actualizadoda tos y conclustones de a cu e rdo a in ve s t iga c io n e sposteriores, incluyendo las del tercer articulo. Es-

peramos que su divulgacton a nivel local ayude afomentar el estudio y protecclon de esta parte tanvaliosa del patrlmonio nacional.

Quiero agradecer especialmente al Dr. AnthonyAveni de Colgate University E.U.A. par su orienta-cion can respecto a la astronomia presente en los

petroglitos; a los Ores. Thomas Hester y Joel Gunn

de la Univesidad de Texas -San AntoniO-, por suscrfticas y comentarios sabre las interpretaciones ex-presadas aquf; a los miembros del Centro CulturalAlta, y a los estudiantes de la Universidad de Mon-

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terrey y de la ex-Escuela de Antropologia de la Uni-versidad Autonoma de Nu~vo Leon, por sucolaboraci6n y entusiasmo en el trabajo de campo;a la Ora. Aurora Moreno, ex-directora de Difusi6n

del Municipio de Monterrey por editar el primer ar-ticulo; y especial mente allng. Armando Buentelloy miembros del clan de Exploradores de Mexico, SanNicoilis de los Garza·,quienes colaboraron estrecha-mente en el estudio del Calion de1camole. EI Sr.Boney Collins Espinosa merece un reconocimientoaparte por haberme iniciado en el atte rupestre dela region, basandose en mas de cuarenta alios de

reconocimiento de campo. Finatmente, agradezcoal Lic. Hector Jaime Trevino y Lie. Leticia MartinezCardenas del Archivo General del Estado por su in-vltaci6n de colaborar en esta serie de Cuadernos.

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LA R IQUEZA ARQUEOLOG ICA DE NUEVO LEON

Mexico es un pais excepcionalmente dotado conrestosarqueologrcos de primera importancia. Las

ruinas de 50 civUizaci6n prehispanica aut6ctona, fas-cina y reta a 105 rneiores arqueotogos del mundo,tanto nacionales como extranjeros. Atraen millonesde turistas anualmente y juegan un papel importanteen la slmbologfa de la identidad etnica y nacional.Esta riqueza forma parte del patrimonio nacional desuma y especial importancia, cuyo valor bien cui-dado , pu ede e xc ede r po r rnucho a l de toea e ! pe..tr61eo de la Republica, y su protecci6n es obugaclon

moral y legal de todo ciudadano.

Sin embargo, en todo esto, el noreste de Mexi-co y particularmente Nuevo Leon parecen partici-par muy poco. Situada esta region mas alia de lasfronteras de la clvllizacion mesoamericana, no hayrestos de ciudades y templos, y la evidencia de agrt-cultura es muy dudosa. Perteneci6 a los chichimi-cas, tribus n6madas de cazadores y recolectores delas zonas aridas y semlarldas del norte. Tomadoscomo animales, por los conquistadores fueron ca-zados y esclavizados hasta su extinclon efectiva a

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fines del siglo XVIII. Estos n6madas dejaron pocashuellas y en la conciencia moderna nacional, tienenuna imagen·negativa. Hasta los mismos aztecas re-

pudiaron sus origenes chichimecas, cuando Uega-ron al Valle de Mexico. EI mexicano actual parecehaber heredadouna parte de este repudioy si ha-blamos de riqueza arqueologtca en la idea de mu-chos, Nuevo Le6n serla uno de los ultimos lugaresen considerar. La impresi6n general, es que aqul noh~"1 "~,..~ "1 III!!Ir. ..,ol..,.~ I~ n..o.n<'!to ....,... .......... ....,........,.,.""- 1 " " 1 l.......'I " ; . 1 " " 1 1 If

"ClY """"''''' ' 4 " ' ' " ' YCI'&O '0 ...."0, ,",V"'",CI' ClUV 0 'CI~ , ''4u,-

simas zonas del centro y sur. Se han hecno esca-vaciones en cuatro sltlos en todo elEstado. y la

ultima termin6 hace mas de una decada.

MuChos aspectos de tan generalizada impresi6nno caben, con las perspectivas de la arqueotoglacientifica moderna, cuyas teenlces permitencono-cer y analizar nuevos tipos de restos prernstortcosy han abierto nuevos aspectos del pasado. Hoy en

dia queremos conocer arqueol6gicamente tanto alas culturas n6madas como a los centros de clvlU-zaci6n. porque solamente asi podemos IIegar anuestra meta actual a entender el proceso evoluti-vo del hombre. Cierto es, que el hombre nomadano vivi6 como el civilizado, pero sus restos sf se pue-den analizar para entender mejor su adaptaci6n cut-

tural al medio ambiente, y su inter-acci6n continuacon sus contrapartes.

Tenemos que ajustar los lentes un poco y no es-perar encontrar los mismos tipos de restos que enlas zonas clvlllzadas, porque ias hueiias dei hombre

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oom ada son por naturaleza diferentes, una vez he-cho este a juste, apareee una nueva riqueza a rqueo-log lea en el Norte de M6xlco, cuyo esplendor

p odemos pe rcib ir por prlm era vez. Dejam os atrasla percepci6n aztecs, yvemos a los chichim ecas co-mo oortadores de una cultura dlgna de conocer enel sentlcIo antropo l6gic o, buscando sus conocim len-tos en vez de lamentar sus carencias materia les.

loC uliles son, concretam ente, las riquezas queofrece la region a la arqueolog ia del hom bre noma-

ds? P rtme ro , apre cia rrio s SU antigOedad. Excavac io-nes prevlas han establecido una m inima clfra de4 • nt\1\ ...A...."" 'U' 1'10"' . . . . , . o I " "I t . . . . . ~ . . . I~ .,:~ha ........ft"...,a ~6r ...·u~;,rr.~~,vuv atIV;:! 1WI I Y'CIIuau IG I ~IIG ,",UIW'U'V ~v. " 'Q~antigua todavla .

En al sitlo de la calzada, en el Municip io de Ra-yones, a l arque61ogo norteamerlca no Roger Nance,descubri6 la ocupaci6n continua de una cueva en

este periodo. Hasta la fecha esta secuencia es lamas larga de cualquier sitio arqueol6g lco en toda

. la RepUblica, nos enseria inmediatamente dos co-

sas Importantes: volvl6 ano tras alio a los m ismossitios dotados con los recursos que necesitaba, y

los vestig tos de sus visitas aunque escasas, se pre-servan extraord inariam ente bien en al clim a predo-

m inante seeo del Norte. De hecho, parece m as pro-

bable que se encuentren los vestig ios mas remo-tos del hombre en el norte que en el sur de laRepublica , debido a esta venta ja de preservacion,

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Los estudios cerca de Linares, N.L., establecie-ron otra caracteristica de la arqueologfa regional.Allf el Profr. Jeremiah Epstein de la Universidad deTexas, detect6 una inundaci6n masiva en una cue-va habitada de casi dos metros de grava, que ocu-rrio hace 5,000 anos, Este dato comprueba que elactual regimen de lIuvias torrenciales tiene esta mi-nima antigOedad. Tales inundaciones hacen pocoprobable encontrar secuencias bien preservadas enlos canones de la Sierra Madre y hacia la Costa delGolfo. Solamente las mismas piedras pudieron na-ber resistido la fuerza de estasaguas, y es precisa-

mente donee encontramos la mayor riquezaarqueologlca,

Como los pueblos n6madas de muchas partesdel mundo, los indigenas premstortcos de nuestraregion, grabaron y pintaron la piedra misma. Estaspinturas rupestres y petroglifos han sobrevivido enabundancla, y representan los slrnbolos mas com-

pleios y duraderos del hombre n6mada del nOj1e,Su registro y analisis cientificos nos ofrece un nue-vo camino para conocer los orfgenes y desarrollode estas culturas; hasta la fecha, hemos detectadopor 10 menos treinta y cuatro sitios en el Estado.Nuestras investigaciones han sido confinadas prin-cipalmente a los munlciplos cercanos de la ciudadde Monterrey, y seguramente este numero se mul-

npucara varias veces con un reconocimiento masminucioso del norte y sur del Estado. Algunos deestos stttos son modestos, unos pocos, grabadosen la piedra de una cresta escabrosa, pero otros,cubren !!tera!mente k!!6metros y contienen miles de

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figuras en estilos diversos que representan segu-ramente miles de aoos de ocupaci6n. La documen-taci6n y anallsls de tanta abundancia requiere

muchos alios y quizas generaciones para que se rea-lice todo su potencial cientifico. Nuestra concien-cia del tamario de la tarea, crece con cada viaje dereconocimiento y admitimos humildemente que es-tamos tejos todavta de entender el significado deun solo sfmbolo, rnueho menos su 16gica interna,como sistema total. Pero 10 que sf podemos afirmar,es que sf tienen significado y que hay modelos y tee-ruoas disponibles para ueger a eonocer algunos de

ellos. Las posibilidades cientfficas son reales y po-demos ver algunos datos insospechados sobre losantlguos habitantes de ia regi6n.

Estudios en el municipio de Mina, N.L, demues-tran, por ejemplo, que los intereses astron6micosy numericos de los mesoamericanos civilizados,tarnblen eran comunes entre los hombres n6madas.Hemos encontrado petroglltos alineados hacia pun-tos de horizonte Que parecen corresponder a la po-sici6n del Sol al amanecer, en techas significativasdel ario como solsticios y equinoccios. Existe unaenorme piedra cubierta con una cuenta de mas dedoscientas rayas en sets lineas horizontales y cua-tro seeeiones verticales, laboriosamente grabada.Hasta la techa parece ser la expresi6n numerica mas

eompleja registrado en petrogl,tos en el mundo. Nofue accidente que los mesoamericanos desarrol1a-ron sus calendarios y calculos. La base de estos co-nocimientos sofisticados parece ser antigua ycomen. O bviam e nte la relaclon en tre lo s dos es com ..

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pleja, y falta mucha informacion todavla, pero conseguridad podemos afirmar que los antiguos habi-tantes nomadas tenian una astronornla y materna-tica propia. Nuestra tarea es entender en queconsistfa.

Hay pinturas que parecen estar relacionadas conuno de los estilos mas antiguos del continente, pre-",i~... . . . , . .l""to... , ,+.a Fftn· ...+ < " " ' 1 0 , . . " " ~,..,I~I"'V"IIo.l"'l. .......-""" .a.... f t . ~ . Ir ,..~ T av~""¥ lUI I I'VI I"~ I V-..,VI \.ItIUV \;tVU:UI n;;,1IL1J 'l;i'lI vi i:)UI \.I'V I 1J'l\a~

y el norte de Chihuahua. Y la lista de sorpresascrece.

A ia vez nos impresiona cada vez mas, ia fragiii-dad de estos restos ante el impacto de la culturamoderna, cuyo mercado de antigOedades y erect-miento oemogratlco explosivo, constituye una nue-va y creciente amenaza a la oreservacion de estepatrimonio del pasado. Un nuevo camino, puedetraer consigo como consecuencia, la destruccron

acelerada de una zona arqueol6gica de primera im-portancia. Tales perdidas son irrecuperables y pue-n.:>nnAc.tn lir tl'\n~ nnc:ihilin!:lln nA Ind~r nllAC:trnc. t.nAc--- .. --_ ....." ....-- .............,.---- -- '-0" -- . I__~ """oJ III ,--

cientificos legitimos. AquTel arque61ogo enfrenta al

publico en general, pide conciencia y responsabili-dad civica para que futuras generaciones de mexi-canos puedan seguir encontrando su pasado igualque su futuro en buen estado,

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REPRESENTACIONES NUMERICAS EN EL

ARTE RUPESTRE DE NORTEAMERICA

~D6nde y c6mo se origlnaron los primeros slm-

bolos nurnericos? (,En que epoca de la prehistoriahumana aparecen par primera vez estos signos dela conciencia cultural?

Son preguntas que fascinan tanto al rnatemati-co como al historiador, quienes tienen curiosidadpara saber mas sobre esto. Sin embargo, la arqueo-logfa no ha podido identificar evidencias de mate-

rial referente a las formas tempranas de lanumeraci6n. Se han hecho algunos avances (veaMarshack 1972), perc en gran medida estas pre-"llnt~c:: h~n nll"rI~rln c::in r"c::nll"c:t:::l00-" ...__ •~_. I '1"""""--"" '" . .. ,1 • • I .. ., .. ., .. , . .. .." "VLY .

EI prop6sito de este estudio es la consideraci6nde un nuevo tipo de evidencia arqueol6gica que pue-

da t lurninar lo s o rfge n e s de la n um e ra c i6 n : e l a r tsrupestre prehist6rico. Segun su modo de ejecuci6nes de dos tipos: petrognros grabados 0 cinceladosen roca nativa, y pictorgraflas que emplean pigmen-tos naturales aplicados sobre la superficie rocosa.

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Para nuestros prop6sitos, esas creaciones se en-tienden como sfmbolos antlguos y s610 una peque-ria proporci6n son representaciones plena menterealistas. La tecnologla arqueol6gica actual no per-mite fechar el arte rupestre en termlnos absolutossiendo dificil comprobar su asociaci6n directa conotros restos.

Por eso, tradicionalmente entre los arcueotogosse ha considerado el arte rupestre como algo masalia de la interpretacion clentltlca.

Se encuentra en todas partes del mundo y enciertas areas constituye un significativo registro ar-queol6gico. Su presencia depende de superficiesrocosas aptas para el grabado en el medio natural. .y de alguna tradici6n cultural que sostenfa su pro-ducelon. En algunos casos, como las pinturas ru-pestres de los aborfgenes australianos (Mountford1964), el arte rupestre es de ta actualidad, y puedeser estudiado en detalle por medio de la analogta

etnogratlca. Mas a menudo, no puede ser relacio-nado can culturas actuates sino al contrario, comoen Eurasia donde parece tener orlgenes arceicos enlas culturas paleolfticas de cazadores durante la ul-tima Edad de Hielo. Cada tradiciOn tiene que ser exa-minada en forma independiente con un minimo de

postulados etnograncos, a veces puede ser muy an-ttguo y referirse a adaptaciones primarias de cace-ria en paisajes naturales anteriores a los actuales.En la periferia mexicana de la Gran Cuenca de Nor-teamerica es abundante.y variado, y probablemen-

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te es de considerable antiguedad.

Se argumenta que algunos de los petroglltos ypictograffas halladas en el norte de Mexico, repre-

sentan sistemas arcaicos de numeracl6n. Tomamoscomo postulado que es mas probable que un ejem-plo especffico sea un nomero, si su representaci6ngrt.fica manifiesta ciertas propiedades 16gicas delproceso de numeraci6n, tales como repetici6n sim-b6lica, simetrra grafica y ordenamiento complejo.~nn la aVIIlia tiA r:u::trn::: ,.,ritArirn::: I/u1i,.,n~ ~AnllAtiAn-_••---J--- -- -__- __••_••_- ·-a·----' -- ....-----...identificar las representaciones potencial mente nu-mericas, al descubrir y demostrar sus proptedades

slstematlcas sin saber su contexto cuttural espe-cifico.

CONFIGURACIONES DE PUNTOS Y RAYAS ENEL ARTE RUPESTRE DEL NORTE DE MEXICO

1:1.r!Io~"'-O."~rin. ,.to nl lo~+r~~ ..o.vnln.ra"i,..n6~ ~.a. ,a,rL... , 1Ji~~1 u;u."" .....Ii II ... . . _ . . ; ; : I . . . . g~ ..," .....vl ......... "...1''''''"~ ........ ""'~

cuentra a unos 300 kil6metros al norte de la "fron-

tera" mesoamericana, ~a reglon semiarida deserranias y valles del noreste de Mexico, no muy le-jos del centro industrial modemo de Monterrey. Lasextensiones de la Sierra Madre Oriental, forman unabarrera que divide la planicie costera del Golfo ha-cia et oriente de Nuevo Le6n y Tamaulipas, del alti-plano interior mas desertico de la parte occidentalde Nuevo Le6n y Coahuila.

La interacci6n entre las elevaciones variadas ylIuvias orcgraftcas, crea un mosaico ambiental muy

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complejo, desde el verdadero desierto a sotaventode las serranias principales, hasta bosques de pinoen las alturas de las rnontanas, vegetacion semitro-pical abundante en las bocas de los canones y lasplanicies adyacentes donde se recolecta el agua.Se ha ldentltlcado ocupaci6n humana en esta zona

transicional de canones des de hace 10,000 anos(Nance 1971), pero el arte rupestre es mas abun-dante en el interior desertlco, don de a menudo lascrestas desnudas de raca dominan el paisaje.

AQufse han localizado unos treinta sitios durante

cinco anos de exploraci6n informal y hay raz6n pa-ra pensar que existen mas sitios. Uno de estos es-timul6 nuestro tnteres en la cuesti6n de nurneropetrogllficos,

La Presa de La Mula ocupa el centro de un pe-queno bols6n de drenaje interior en la zona deser-tica, cerca de la frontera entre Nuevo Le6n y

Coahutla.. Aunque la lIuvia es escasa, resulta sufi-ciente para cargar los estratos inclinados y conte-ner una pequena presa natural, alga inconstante enel punta mas bajo del vaso de 10-20 kil6metros deancho. Hayen dra una pequena rancheria de alre-dedor de 100 personas, se encuentra a un kil6me-tro de la presa y depende de ella para cubrir susnecesidades. Entre la comunidad y la presa, hay una

cresta no muy elevada de piedra caliza.En la caraoeste y sur de la misma, y en algunas rocas catoesse encuentran entre 500 y 1000 petroglifos prehis-t6ricos. Uno de ellos, situado cerca de la punta sur

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de la cresta, es untcc, cubre la mayor parte de unbloque de la cresta, mldlendo aproximadamente 2metros de ancho por i.s.ce alto (Fig. 2.1). Variosmotivos estan grabados, algunos de ellos sobre-

puestos, pero el mas grande y aparentemente masreciente, es una figura con rayas dentro de una ma-'trlz de seis lineas horlnzontales y cuatro seccionesverticales segun nuestra mejor reconstruccl6n, re-gistra un total de 206 rayas dentro de esta matrizde 24 celdas: Las simetrias del patr6n nuJl16rlco noslIevaron de inmediato a la conclusi6n de que la pro-piedad numerica era intencional. Se notaban sumas

idlmticas en dos pares de las Ifneas horizontales ynos hacla pensar que la cuenta se lIevaba en estesentido. Ademas, varias de las celdas reglstrabanla misma suma, a veces en sentido horizontal y otrasson en la vertical. Hileras 0 columnas de rayas sonmuy conocidos en el arte rupuestre de Norteameri-ca, y algunos autores (p. ejem. Kirkland & Newcomb1967) han sospechado que eran cuentas numeri-cas. Otros investlgadores (p. ejem. Heiser y Hester

1978) han dado Interpretaclones muy dlstintas, queponen en dJda que sus propiedades numencas seanintencionales. En este ejemplo, la combinaci6n dela secuencla de rayas co n la metnz com ple ja fa vo -rece la idea de una nurnerackm intencional.

No obstante sus regularidades, el contexto cut-

.turai de ia cuenta sigui6 slendo un mlsterio. los nu-meros generados no se relacionaban con nlnguncicio astron6mico detectable y en verdad nlngunade las simetrias numerleas se podia reducir a unaregia constante. Parecia aigo que no demandaba

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..':~!'; ,"

~;S;iCr



-------_ --_ ---

una simetria perfecta, y nuestra hip6tesis inicial se-lial6 la cuenta como demogratlca, sumando el to-tal de una poblaci6n humana, 0 tal vez el nurnerode ani males cazados en un periodo. Estos eran lasconclusiones de un reporte anterior (Murray 1979b),y parecian las (micas consistentes con la vida de unabanda de cazadores y recolectores, como se des-cribe la region en el periodo prehist6rico. Una revi-si6n minuciosa de la evidencia glifica adicional,proveniente de sitios cercanos nos oblig6 a modifi-

car estas conclusiones en forma considerable y bus-car en otra direcci6n del contexto cultural ausente.

Anthony Aveni fue el primero en lIamarla aten-ci6n al neche de que la suma de la cuenta 206 eraequivalente a siete meses sin6dicos lunares y ad-virti6 la posibilidad, de que el petroglifo, pudiera serun registro de observaciones lunares. Esta sugeren-,..i~ ~\,ll ., ...A ~I r.o."...."n",...i .......i.an.", 1"'16 t'I",~ nn+~,...;nn.a.eo ariLVI~, y~ ' - I " " ' " UI f v,",VI IVVIII ..,....... v Uv ""V~ 1''''',.;.".,,.,,,,,, 1"".;;11......

cionales que creemos relacionados a la secuencia

nurnertca. Uno de ellos es un gllfo en forma de glo-bo que se observa en dos formas linealmente dife-rentes en las llneas 1, 3, y 4 de la cuenta, queinterpretamos como "terminaci6n". EI otro glifo 10

entendemos como un slmbolo que introduce una"correcci6n", se observa en las lineas 4 y 5 comouna extensi6n de la misma raya hacia abajo. Cuan-do se toma en cuenta estos .,glifos suplementarios",

se genera una nueva secuencia nurnerica (Fig. 2.2)que nos parece relacionada en su totalidad con pe-rfodos observables del cicio lunar. Creemos que estacorretacion es la unica que explica toda la eviden-ciaglffica.

22



u.....£vA_ LIM A LLENA

..~I. IIIIIIII

""' l!i U 27 z : •.10111:4111.

LU NA LL EN A .. D ESA AA JG CIQ N

II II ..

. . LU NA LLE NA Q£!WUlCiON

Fit. Z.2

23



La cuenta empleza en la Ifnea 1 con 22 dias deobservacl6n de luna nueva a cuarto menguante. La

primera Ifnea vertical esta grabada despues, divi-

dlendo la piedra en mitades, separando la primerahorizontal en dos partes numencamente iguales, la(mica Ifnea que muestra esta caracteristlca. La sElc-ci6n sigulente mares cuatro rayas,. seguida por unaIfnea de orlentaci6n vertical no contada y un glifode terminaci6n en el dfa·27, aproxlmaci6n bastan-te aceptable de una lunaci6n_ Las dos rayas siguien-tes representan dos noches de conjuncl6n ylaultima seccl6n de la primera linea, cuenta 15 dias

de la luna nueva a luna lIena y empieza el segundomes de observaci6n. La cuenta de este, termina enla secci6n vertical A de la segunda linea. su inicioy terminaci6n generan las otras dos vertlcales dela matriz. Segun nuestro an61isis se reglstra un mesde 28 dias y no se indica el periodo de conjuncl6ndespues del segundo meso EI tercer mes. ocupa 1 0

que resta de la linea 2. cuenta con 29 dias dlvidldo

en segmentos de 15 (12 + 3: luna nueva -luna lIe-na) y 14 (3 + 11; luna lien a - desaparici6n). En laIfnea 3, la cuenta cambia de nuevo en el cuarto mes

y los cuatro cuartos se registran de 7 rayas cadauno. La lunaci6n es marcada al final por el glifo queinterpretamos como terminaci6n. EI resto de la li-nea 3 inicia el quinto mes y de aqul en adelante laslineas verticales no son la unica deterrnlnente de .la secuencla de conteo. EI quinto mes se cuenta de

luna nueva a luna lIena en las Iineas 3 y 4 (5 + 10)y el tercer y ultimo cuarto se registran en las sec-ciones Bye de la linea 4 para lIegar a un total de27. Nuestra reconstrucci6n indica que hasta aquise hubiera contado 142 dfas (29 + 28 + 29 + 28

24



+ 28 = 142). mtentrasque la observaci6n demos-trana un per'iodo de 1470 148 como valor real decinco meses sin6dicos. Creemos que el presunto

glito de correcci6n que sigue, inicia esta compen-sacton de sets dia s , y pone la euenta de n u evo e nt a se con la observaci6n.

EI siguiente mes ocupa el restante de la Ifnea4 y 5 y cuenta 1 8 luna nueva a la luna lIena como16 dias para registrar al final 27 dras, como el pri-mer meso luego sigue un glito unico de correcci6n,que es en realidad, una extensi6n de la linea de arri-ba y cuenta tres. 4!,Acasoel objetlvo de laobserva-ci6n era eI reeonocimiento de unmes sin6dico de30 dias? No podemos estar seguros, el resto dela linea 5 y 1 8 abreviada linea 6 cuentan el septimo-mss en segmentos de 1 a 15 y 16 a 28. En estemomento la cuenta y la observaci6n estarian fuerade tase por menos de un dia y el observador lunar

pudiera haber senti do que su tarea terminaba, (,0sera que simplemente se acab6 el espacio?

Si la correlaci6n lunar es aceptada. se puedeninferir cos caracteristicas generales al notar que elconteo, en primer lugar, muestra por 1 0 menos tresmodos dlstintos para registrar el mes lunar, que ha-cen uso de todos los puntos observables del clclo

sin6dico.

EI primero divide el mes en dos partes deslgua-.les -luna nueva-cuarto menguante-desaparici6n- elsegundo en dos mitades -luna nueva-luna uena-

25



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desparici6n- y el tercero en cuarto cuartos. Se no-ta asl que las regularidades de mayor duraci6n de-rivan de la observaci6n de ciclos mas cortos de

tiempo variable. En segundo lugar, la sospechada,.nrrill,.,.inn c:.~ intrnl"lll"~ ~n ~I 1"l1:a.4? n:ar:a lIaa":ar__ •• ._, ... 'w'""" ., .• "".""'''--'"'''''....,. "''II ...... '--,...............a.. .., ........ ""'eu"

al 148, que corresponde exactamente a cinco me-ses nmares . '

La piedra de cUentas de La Mula, mUestra ade-mas una linea irregular de puntos que atraviesa to-das las seis de la cuenta de rayas. Aveni ha senaladoel posible uso del punto para registrar el calenda-rio ritual de 260 dias en Teotlhuacan y otros cen-tros mesoamericanos importantes (Aveni et ai t978;Aveni 1980). Folan y Ruiz Perez (1980) han traza-do la difusi6n y transformacion de este motivo hastala frontera norte de mesoamerica y en el suroestede Estados Unidos. De acuerdo a estas semejanzas,Aveni propuso que los puntos en la piedra de La Mu-

la tarnblen podrian ser nurnerlcos en algun sentido.Si el total de puntos se suma al de rayas, lIegamosa 259 segun nuestra meier reconstrucci6n, sola-mente una diferencia de uno con el calendario de

260 dias. La similitud es interesante, pero no per-mite una afirmaci6n definitiva en base a un soloejemplo. Por fortuna, otro petroglifo en un sitio nomuy lajano aclara perfectamente que al punto tam-bien se usaba para registrar numeraci6n.

Unos 40 km. hacia el este, hay otra concantra-ci6n grande de arte rupuestre en Boca de Potreri-1105, aUi se encuentran elrededor de 3000

26



---- - --------------- ..-.--.--...

petroglffos que cubren ambos lados de un arroyoque atraviesa una cresta rocosa y que viene desdeel area de Presa de La Mula pudiendo postular rela-

ci6n entre los dos sitios sin la evidencia petroglifi-ca al respecto. En verdad, las semejanzas son.abundantes, especialmente en el caso de una con-figuraci6n de puntos, localizada en la cresta norte .no muy lejos del arroyo, (Fig. 2.3). EstS grabada enun rinc6n, protegido, que da una vista panoramicahacia el sur y oriente, acompanado por o t i8S figu-ras que pueden haber formado un conjunto. EI mo-tivo central es un triple arco de puntos en forma de

lazes alargados, (Fig. 2.4), se agregan algunos pun-tos grandes ychicos en medlo de los lazos y unalinea arqueada que enclerra la figura arriba, con un"agarrador" curvo a la izquierda. La forma comple-ta se asemeja a un jarro.

La secuencia de conteo del jarro de Boca de Po-

trerillos, es muy diferente a la de La Mula y no te-nemos ninguna explicaci6n de sus dlvlsionesinternas en este momento. Un examen detenido re-vela, que los arcos parecen ser continuos; no ma-nifiestan sub-divisiones internas, ni hay relaci6ndirecta entre la cuenta de uno y la que esta a sulado. No se puede determinar en que orden fuerongraoados.nl si se hizo de derecha a izquierda, 0 alreves, Una hip6tesis tentativa serta que el areo in-

terior fuera el primero, dado que hay mas espacioentre sus puntos, pero esto puede ser una mera ca-sualidad. Lo unico que se puede determinar con cier-to grado de confianza es el nurnero total de puntos.en cada arco y suieto a error de ±, 2 debido a ia

27



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29



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_deteriorada condici6n de los puntos allado derecho.arriba de los dos arcos exteriores. Nuestra mejor re-construeci6n identifica 63 puntos en el arco inte-

rior, 61 enmedio y 69 en el exterior, dando un totalde 193, ninguno que se puede relacionar con losde La Mula, ni con clclos iunares.' EI total lIega aser una suma significativa, si tomamos en cuentalos puntos que encierra el jarro. Diez de mayor ta-maao, se encuentran grabados dentro de la figurajunto con un cuarteto de puntos chicos al fonda yparecen formar parte del mismo motivo.

Suman 207, casi lgual a la cuenta de La Mulay una semejanza entre ambos que no puede ser to-talmente fortuita. Sacamos la conclusi6n, de que eneste ejemplo, los puntos tienen una funci6n nurne-rica y constituyen otro motivo petrogufico de can-teo igual que las rayas.

La soluci6n para el patr6n de conteo, en Bocade Potrerillos puede encontrarse en sus cornpllca-das relaciones can otros petrogntos cercanos. Hay

uno en particular que muestra la misma patina atlado derecho del jarro, un cuadro columnar de pun-tos mas a menos sirnetrico, que parece especial-mente relacionado (Fig. 2.5). EI total de puntos es

69 y (193 + 69 = 262), nos dB un nurnero cerca-

no al eiclo ritual de 260 dias. Pero la validez de es-ta operaci6n es tenue, dado que la suma total (207+ 69 = 276) esta mucho mas lejos de la cifra ri-tual. Interpretamos al cuadra columnar mas bien co-mo una cuenta aparte del jarro, aunque utiliza et

30



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mismo sistema. En este caso su valor principal esque revelalos segmentos del total de uno de losarcos. AI examinarlo detenidamente, podemos verque el cuadro de puntos se puede dividir en doscomponentes 34 y 35 respectivamente que fuerongrabados con orientaciones diferentes. EI de arri-ba parece ser una serie de Iineas honzontates sime-tricas, mientras que el de abajo parecen columnasverticales sin ser completamente slrnetrico. Aunquelos totales no indican correlaciones con periodos ob-servables de la luna, los de las IIneas si concuerdan.EI componente superior puede ser dividido en un

mes lunar de 28 dlas con un 'posfijo' de sets ofas,empleando secuencia de conteo identicos al de LaMula. Una correlaci6n lunar de toda la cuenta nopuede ser demostrada.

A la izquierda del jarro hay dos columnas de pun-tos grandes (7 + 7 = 14), mientras que arriba, allado derecho, hay otro par de arcos (9? + 9? =

18?). Abajo, dos lineas horizontales, un circulo yotros puntos grandes. G,Representan a otros even-tos astron6micos?, 0 (_deben ser sumados de algu-na rnanera?

La evidencia a favor de cualquiera de esta alter-nativa es todavia insuficiente y solamente una mues-

tra mas grande de cuentas puede lIevarnos a unasoluci6n. Afortunadamente, en Boca de Potrerillos,las configuraciones de puntos son abundantes yofrecen varias posibilidades comparativas.

32



En la erestasur, al otro lado del arroyo, entren-te del jarro, hay otras dos contiguraeiones de pun-tos en estrecha asociaci6n con circulos y I(neas

horizontales (Fig. 2.6). Ei total de uno es 30 y sustres columnas de puntos son simetrlcos, Los dosarcos curveados exteriores replten la secuencia 11+ 11 que Inicia la cuenta de La Mula. La otra confi-guraci6n es un .doble arco (11 + 13 - 24) alladode una linea vertical conectada con tres horizonta-III!~v nAr~A formAr un ~nnilJnto_ DA nUAVO no on--- .I r - _ . . . . - - - - - - - - - . . - . ._ . . . - . . - - - - . . . . . - . . - - . - - - . . . _ - - - - . . - , . . . . - -

demos estar seguros, si las des figures se refierenal mismo evento 0 dos diferentes, ni slquiera sl los

eireu'os forman parte del conteo, 0si tienen un sig-nificado no-oumerlco. SI sumamos todos los pun-tos (30 + 1 + 24 + 1 :0: 56) a las tres Ifneashorizontales, lIegamos a un nOmero (59) que es unaapi'oximacl6n muy aceptable de dos meseslunares,perc no sabemos si este procedimiento es just!-ficado.

Parece que la observaci6n a simple vista del ole-10, es parte del contexto de los petroglffos en Bocade Potrerlllos. En otra publicaci6n (Murray 1982),hemos presentado evidencia del uso de una partedel sitio como punto de observaci6n para fijar elequinoccio y tal vez los solsticios en el horizonte.En verdad, es posible que haya muchos diferentesalineamientos tanto hacia oriente como poniente.

y no hay ninguna correlacl6n sencma entre la as-tronomla y los numeros. Pero creemos que estanrelacionados, 1 0 que aun no se hadeterminado, yque los petroglffos son sfmbolos del puente de co-municaci6n. Otro sitio localizado cerca de la Presa

33



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de La Mula parece un lugar indicado para la obser-vaci6n astronomtca, Es un promontorio rocoso allado de un arroyo seco de amplias dirnensiones cer-ca de Paredon, Coah.; domina el paisaje alrededor

y los petroglffos grabados en ella (Fig. 2.7) incluyenun eireulo concentrico triple y tres hileras de rayas(10 + 10 + 8 = 28). En medio de las dos figurasencontramas un arco invertido quintuple, muy pa-recido en su forma a la cuenta de jarro en Boca dePotrerillos. Grabado con Ifneas solldas y profundas.Las tres figuras parecen estar correlaclonadas, pe-ro la erosion parcial de la parte beja de la cuenta,limita la posibilidad de reconstruir el patron nume-rico completo. Es probable Que el glifo en forma deU sea un indicador de ciclos acumulados de algunamanera. EI usa posible del promontorio como pun-ta de observacion astronornlca, se apoya par la com-binaci6n del entorno natural y los glifos en suconjunto.

Otro petroglffo en Presa de La Mula, no muy le-jos de la piedra de la cuenta lunar, (Fig. 2.8) ilustrala posible combtnacion de dos columnas de puntascan una hilera de rayas y un circulo dividido en dos.La secuencia de conteo (20 + 9. + 14 = 43) escereana a un mes y media lunar muy parecida a laprimera linea de la piedra lunar. Demuestra que tan-to 105 puntas como lasrayas podrfan haber servidopara registrar nurneros, y completar nuestra rese-

ria de ejemplos petrogllflcos ·de numeraclon.'

Tomando como modelo a la piedra de la cuenta

35



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Fig. 2.8

37



en Presa de La Mula, hemos notado evidencia enatros sitios de la regi6n que vinculan los petrogn-fos de conteo can la observaci6n astron6mica. Es-ta tradici6n de conteo utiliza varios sfmbolos,independientes 0 en combinaci6n, para registrarcuentas cronotoglcas de quince etas hasta sietemeses.

l,Es la tradici6n petroglffica de conteo un refle-jo entre los barbaros de la tradici6n, mesoamerica-na? (,0 sera de tradici6n arcaica can una

distribuci6n mas amplia que la numeraclon mesoa-mericana? La primera alternatlva pone enfasis enla olfuslon, mientras que la segunda, acentoa la evo-lucion. La evidencia disponible no permite una pre-ferencia clara, pero nos inclinamos a la interpreta-ci6n evolutiva y la raz6n esta en los diversos petro-gllfos que utillzan el punto y la raya en manerasno-astron6micas y no-nurnerices. En nuestra opinionestos ejemplos negatives forman un trasfondo muyimportante para discernir los origenes de las con-venciones numencas,

GEOMETRIA NO-NUMERICA Y EVOLUCION

SIMBOLICA

Iniciamos este tema can una conftguraclon de

puntos que aparece en tres formas distintas y bienpuede ser un nurnero, Si es asl, podemos verlas co-mo tres maneras de anotar el nurnero 32 que noparece tener un significado astron6mico 0 lunar, pe-

ra debi6haber ten ida alguna importancia para quemereciera repetlclon,

38



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39



Los gUfos que acompalian a los 32 puntos, danpistas contradictorias sobre este contexto culturaldesconocido. Dos de los ejemplos, provienen de unsitio cerca de Pared6n, Coah., donde los grabadosmas sobresalientes son una serie de representacio-nes de puntas de proyectii y otros objetos iiticos enun estilo de bajo relieve. Esto mismo se presentaen Presa de La Mula y las tres figuras de puntas allado de la cuenta lunar, son ejemplos representati-vos. Una de estas est6 al lado de una figura com-pleja (Fig. 2.9) en la cual se reglstran 32 puntosinmediatamente abajo de una linea de orientaci6n

de grabado profundo. Los glifos asociados, inclu-yen una forma serpentina al lado izquierdo y abajode 1ahilera de puntas. una figura rectangular zunraspador? y dos· "hongOs" arriba de la Ifnea-de orfen-

taci6n . EI "conteo" parece relacionado con la ca-ceria, en cambia, el otro ejemplo de Pared6n (Fig.2.9b) no indica asociaci6n en sus gllfos acompanan-te s y nos deja perplejos de nuevo, Es un lazo de pun-tos sobrepuesto, encima de circulos y line as

onduladas que pueden formar una sola compost-ci6n, 0 tal vez no y cuyo significado es ambiguo. EItercer ejemplo es evidentemente nurnenco (fig.I) 1n\ nnr,.., '0 "",..," 01""rt"n rio -::t') n"n"nc:: oc::.6. tii\1L.&. .... ....,,, '" " ' . 1 1 '" 1 , . . . . , . . , . .I I\ " Y I , ' \ " i- I " '- I I'" '' ' ' ' . . . . ~ " " . . . ,.,u.n.v~, '\.t ......'"'-li ......

dido ala mitad 16 por un punto oernss. A sf que es-te petroglffo, que proviene de Narihua, Coah., unoscien kil6metros hacia el interior del altiplano, de-muestra tanto la repetlcion simb6lica como el or-

denamiento consciente y da la idea de qUe lapropiedad numerica no es accidental. Pero el glifoacompaiiante. en zigzag, no proporciona muchaspistas sabre el contexto del simbolo y no se pare-ce al de Pared6n. Nos permite afirmar solamente I

40



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Fig. 2.10

41

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que en la tradiclon petrogllfica de nurneracion, los .puntos pueden registrar otras eosas ademas de laobservacion astron6miea.

Hay otros motivos petroglificos de puntos enconfiguraciones francamente aslrnetrtcas y sospe-chamos que su significado no es nurnertco, son detres tipos basicos: Algunas. son ·Iineas sinuosas quesiguen 105 contomos naturales de la roca, a veces

hasta por varios metros. Un interesante ejemplo selocallza en el techoennegrecido de Cueva Ahuma-

da, donde los puntos son de pintura blanca y siguenuna grleta prominente del techo hasta las profun-didades de la cueva, ahara bloqueada P9r roca cai-da. Una Ifnea similar, cruza una secci6n en un puntacercano fuera de la cueva. En Boca de Potrerillos,Presa de La Mula, y otros sitios, las Ifneas sinuosascruzan las caras verticales de la roca y parecen "go-t e r as " . un elernplo de e sta s cruza fa c ue n ta lu na r.Otro tipo, son figuras diversas con puntos graba-

dos al azar adentro, a a veces los mismos puntosdan el efecto de una forma. Un ejemplo notable esun semi-circulo de puntas cincelados en un perfilquebrada de la cresta en el canon de leamole, cer-ca de Cueva Ahumada, can tres "coronas" de pun-tas alrededor, parece subordinarse a la formadeseada. EI ultimo consiste en configuraciones di-versas plenamente asimetrlcas. Algunos pueden sernurneros que no hemos podido identificar como tal,pero la mayorfa parecen representar otras casas,como hileras de abalorio, a tal vez estrellas. Ejem-plos se presentan en todos los sitios que hemos es-tudiado los tres tipos de configuraciones delineanformas y texturas y nos hace concluir que algunos

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de los puntos petrogJificos no son numeriCO$.

Tambien vemos ejemplos de la numeraci6n conrayas en eontextes iguairnente amblguos: una figurillde asta de venado estlllzada de tal manera que for-ma una hilera de 28 puntas proyectandose haclaarrlba.4 Este petroglifo se encuentra a.menos de100 metros de la cuenta lunar en Presa de La Mu··la. Se han encontrado mas en otros sitios de la re-gi6n. En Boca de Potrerillos, teneinos hasta una

cabeza antropom6rfa con un penacho de asta devenado, muy parecido a los objetos de este tlpo ha-"ados en Cueva de La Candelaria, cerca de Torre6n,Coahuila, en contextos mortuorios. (Aveleyra et af1956: 117). Sin embargo, solamente el ejemplo de'ta Mula, reorganiza las puntas para formar una';"cuenta". Elnumero 28 pudlers entenderse comoun cicio sin6dlco lunar. oero parece Que una inter-pretaci6n como "animales caZaclos" as mas simple'

y consistente con los otros localizados. Asi que losrayos tambien pueden ser numeros en contextosdistintos al del conteo astron6mico ° lunar, y,es pre-C iso ana!!zar!os c.aso por caSCI.

l,Que nos dicen los petroglifos no-numerieos, 0d6nde la propiedad numerica es dudosa, sobre el"" "'~ 1i 1 """ h 1 na "ra_

6'uyv ., IUQ III I II\.U..,V 'I,..' IIV~ "" u"""'" IW",,1• ''IiI ...u-

diei6n petroglifiea de numeraci6n? l,Nos ayudan a.identifiear quienes eran las personas que contabanas!? En este sentido, ereemos que toda la evlden-cia senala una misma conclusi6n, sin resolver sl setrata de evoiuci6n 0difusi6n. Los sfmbolos asoeia-

43



dos con motlvos de conteo hall ados en el norte deMexico, refieren una cultura de cazadores y reco-lectores. Faltando un control cronol6gico mas pre-

ciso, es imposible saber sl la relaci6n es ancestralo para le la ; 0 ambas a la vez. PeiO con la ayuda delos ejemplos no-numencos citados arriba, podemosdesarrollar una histona especu!ativa de como un tipoevolucion6· del otro como respuesta a las necesi-dades de una sociedad cazadora-recolectoradel de-sierto.

La historia evolutiva empieza en un horizontetemprano de la epoes pos-g!acial no fechado conprecisi6n. B noreste de Mexico, es ocupado per pue-blos Que practican una adaptacien al desierto lIa-mada arcaica, cuyos rasgos inoluyen la producci6nde petroglffos y muy probablemente un interes muyintenso en el eielo. Hay buenas razones para pen-sar que el conocimiento astron6mico fuera altamen-

te valorizado, porque conflere una tremenda ventajaadaptativa a los pueblos n6madas del desierto. Per-mite la programaci6n de movimientos entre recur-sos alimenticios dispersos y temporales, muchos delos cuales como las aves migratorias estarian dis- .ponibles sotamente en ternporadas muy cortas. Bconoclmiento del cielo se convierte en la clave pa-ra el desplazamiento terrestre y qulen se mueva mas

raptdo y ef!cientemente come mejor,

Parece probable Que el usa inicial del circulo de-riva de la representacion de algo. EI significado esamb iguo , y la s atternatlvas po sib le s s on a ive rs as .

5

.44



Pero los mismos petroglifos demuestran Que no haysenales de ordenamiento complejo: estan grabadosen configuraciones abierta5 y asimetricas.

Posteriormente se agregan formas geometricasmas complejas junto con ciertas representacionesestilizadas: configuraciones de puntos y rectangu·tos de Iineas. Ambos moestren caracteristicas de or-n~narni~ntn fnrrnal v n~h~n C!~rI"nnC!in~narlnc ,..nrnn""""'"""'.'WII.'II....".~'W ." Z "". ,,",VI v "",ww-"". . . , " " " " " " v "abstractos y no representativos. Aunque sus patro-nes numerlcos no han sido estudlados plenamen-

te, la cuenta de La Mula suglere que la fusl6n delos dos sfmbolos tue baslca a la creaci6n de la tra-dici6n pati'oglfflca de numaiaci6n, Cjuiza tambilmfueron usados como simbol05 de conteo Indepen-diente uno del otro y tal vez muchos otros simbo-los para contar. Nuestra hip6tesis es que desdetemprano, el puntoadquiara al significado de un diay luego tue usado esquernaticamente para repre-

sentar secueneias cada vez mas largas, trazadas en-eima de una forma geometrlea que simboliza algo(como lIustran los ejemplos mesoamerieanos iden-tificados por Aveni y Folan) y de esta manera fusio-na ta numeraci6n a un contexto especifico,

Por otro lado, la raya parece abiertamente reta-cionada a simbolos diversos de cacaria. La cuanta

del asta de La Mula as evidencia contundente aun-que. no aclara c6mo se vinculaba la caeerla y la nu-meraci6n. La hip6tesis de Heizer y Hester de quelas rayas son representaelones de bardas bien pue-de ser correcto en algunos casos, Y 51es asi, nos

45



permite identificar 10que se convirti6 en slmoolo'numerico, junto con et punto. Pero cualquiera quesea esta, podemos imaginar 10 que el cazador de

venado quiso ennumerar. Epocas de movlmientosmiaratorios. dias de aDareamlento 0 animates ca-zados pudleran haber' sldo numeros signlflcativosen circunstancias tanto pr6cticas como ceremonia-les. La raya como sfmbolo de conteo puede derivar-se de hechos de caceria y completa la simbologiabasica de !a trad!c!6n petroglff!c.a de numeraci6n:

La existencia de otros sianos dentro de la tradi-cl6n parece probable, pero no comprobada. Hemos~ft"_Ift. ... a " " " el,sllftft&!o o I I I ! I la . a . . . .. . ftlA .II !o .. . a ..'" hatr., """1.~h ......,...................,.".... u'aw' ' . . , 0 l0 V J " " " " " " '~ ' . . , . . . , v •' G , J ' "'w ..."v~por anallzar: el uso de marcadores de eieics acu-mulados es una posibilidad. Sin embargo, en nin-gun momenta se observa que las cuentas siguenlas convenclones simb6licas del sistema numericom8soamericano.

Se usan en forma independiente y cuando secomblnan, no van de acuerdo a las reglas mesoa-mericanas, se Umitan a simpies combinaciones bi·namias. Tipicamente representan cifras reducidas,como es de esperarse entre pueblos n6madas decazadores y recctectores. Un solo slmbolo es ade-cuado para registrar cantidades pequei\as, pera un

sistema monomio de conteo debe tener algun I'mi-.te t6gico mas alia del.cual tiende a fragmentarse encombinaciones binomlas. Vlsto en su conjunto,lacuenta de rayas de La Mula blnomla y la cuenta dejarro en boca de Potrerillos parecen marcar este Ii-

46



mite mas 0 menosalrededor de los 200. La granrnayorfa de las cuentas registran sumas modestas.Solamente nos deja concluir que estos periodos cor-tos y cantidades pequenas deben de acuerdo con

la percepci6n del. cazaoor-recolector de su mediaarnbiente. que los miles de millones que se muevanen lilS transacciones bursetues de nuestros dfas.

47



CUEN TAS PE TROGLIF IC AS DE ICAMO LE, N.L.

En las ultimas dos decadas, nuevas hip6tesis y

tecnrcas de investigaci6n han suscltado el lnteres

cientifico en la identificaci6n de manlfestaciones nu-mencas prehist6ricas a traves de la arqueologia, as!como trazado de origenes y evoluci6n.

Para la primera generacion de entropologos(Tylor 1871, McGee 1900), este problema encerra-ba gran lnteres, pero sus especulaciones evolucio-nistas casi siempre dependian de 18 etnografiaanecd6tica y nunca se vinculaban con objetos ar-queologicos en 5 1 . La identificaci6n por medlo dela microfotografia. de notaciones lunares en oole-tos del paleolitico euroasiatico hecho por Marshack(1972), abri6 una pagina en esta ousqueda y ha es-ttmutaco diversos intentos de identificar la nume-raci6n en tiempos y lugares utilizando la inferenciaarqueologtca. (Fro!ov, 1977·-79, Williams, n.d.),

En una publicaci6n anterior (Murray 1982), pre-sent6 la hip6tesis de que ciertos petrogllfos halla-dos en 105 sitios de arte rupestre de la Sierra Madre

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de Nuevo Le6n eran notaciones nurnencas, utilizanel punto y la raya, para registrar la simple acumula-ci6n de una cantidad. Como sucedi6 en el caso de

Marshack, el reconocimiento de periodos sin6dicoslunares result6 clave para afirmar la intenci6n nu-rnenca. Se detectaron dos en sitios vecinos que re-gistran la misma surna, 207, uno de ellos en Bocade Potrerillos contandota con puntos y el otro enPresa de La Mula con rayas, corresponde a la me-to r aproximaci6n en dias de siete meses lunares y

las complejas subcivlslones de la cuenta lunar dePresa de La Mula dentro de un matriz de 24 celu-

las, permitieron la idEmtificaci6n de las fases sino-dlcas de la Luna. Mas aun hay notaciones especialesque senalan los periodos entre 142 a 148, 176 a178 dias, perfodos tlplcos entre eclipses lunares quese registran en las tablas del C6dice Dresden. Nose puede decir con seguridad si, se relacionan di-rectamente con la numeraci6n mesoamericna. pe-ra a s evldente qu e s o n numeros y ' mue s t r a n uninteres compartido en la astronomia lunar.

Despues de estos hallazgos iniciales, se han ex-plorado unos veinte sitios mas de arte rupestre don-de hay notaciones numerlcas. Se t"lan identificadonotaciones lunares similares grabadas en tres es-capulas de bisonte de fecha prenlstortca tardla, ha-lIadas en la costa de Texas (Murray 1984). Sin

embargola evideneia mas importante proviene deuna concentraci6n de cuentas petroglfficas en for-ma de puntos en el can6n de lcamole, no muy lejosde los sltios reportados anteriormente. Forman lamuestra rnas grande de cuentas halladas en un so-

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---------- -

lositio hasta ta tecna trataremos 10 referente a losseis mas complejos.

EI calion de Icamole, es un corredor de 8 kilO-metros de largo en la Sierra Madre Oriental aproxl-madamente a 50 kilometros al noroeste deMonterrey, y se encuentran unos 1,000 petrogllfosaproximadamente en siete zonas, todas cercanasal rio, concentradas, una cresta en medio del caliOn,(punto 4) donde la roca expuesta esta grabada enforma casi continua por unos doscientos metros;

y una cresta descendiente (punta dos) que formaparte de la boca oriental del canOn. Pudieron haber.estado en asoclaclon con ta!!eres !fticos, 0 zonasde asenimiento, destruidos por inundaciones, obrasde construcclon moderna. Sehan localizado algu-nas puntas de proyectil y fragmentos liticos cercadel punta 4, los cuales estan en estudio, pero apar-,+,ft ft•....~"A." ",,~.ft".8 " " ' , 8 " ' . '''!:IIIln• ,to,po n+rn \I.a~+idi", a ...". i..o.t"'\_;1I.'t; IJII:;I#aIIVI • ""'" c",,"'" y,;;, "Ug''IU~ ..v\" V YOY;i;Jl.-'6'U lOll"tu",",,,,,,-

16gico.

Las configuraciones petrogHficas de puntos,constitliyen un motivo muy comun en ambas con·centraciones y representan el 5-10% del total(50-100 ejemplos). La Tabla 1 resume las caracte-risticas numericas de 18glifos de esta categorta,incluye las seis cuentas mas grandes y una selec-

ci6n representativa de ias menores mas presrvadas.

Por 10general es claro el ordenarruento espe-cial de los puntas en columnas verticales, perc pa-

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ra poder traduolr dichas secuencias en nurneros y

examinar su posible relaclon con la astronomfa lu-nar, se deben tomar en cuenta ciertas circunstan-

etas. En primer lugar, no sabemos si deben ser lefdasde derecha a lzquierda 0al reves, ni tampoco si de-ben ser interpretadas como cifras unicas cada co-lumna, 0 agrupadas de aiguna manera tal vez enpares, En mi opinion no existfa una regia fija sobrecualquiera de los dos aspectos, pero admito que esu na s olu c i6 n ad hoc n o cornprobada. En s egu ndo ;algunas de las configuraciones de puntos estan gra-bados en estrecha proximidad, sin ser sobrepues-

tas, 1 0 que dificulta la determinacion de sirepresentan un 'evento nurnerlco' discreto, 0varies.Nuestra reconstrucci6n preserva todos estos 'ele-mentos' posiblemente discretos senalados por lasletras mayusculas en las figuras y tabla, dejandoabierta la cuestion de posibles combinaciones pa-ra anal isis posterior. Una tercera cornpllcaclon ocu-rre con ei uso de un punto intercaiado, que debe

tener significado nurnerico en cuatro de las seiscuentas gran des (2-I-B, 2-II-A, 2-IV-O, y 2-V-B), Te-nemos que recorder que los conceptos modern osde precision cientffica probablemente no son rele-vantes a las observaciones astronornicas prehisto-ricas de pura vista,

Petroglito 4-1(fig. 3.1) ilustra muy bien el proble-

ma de las comoinacrones. EI elemento B es mascompacto especialmente y por ende separable, perola posibilidad de una cuenta en dos 0 tres eta pasno puede ser descartada. La suma de varias colum-

nas (21 + 10,28,26,27) podrfan ser perfodos si-

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Fig. 3.1

54



n6dicos lunares, perc otras (24, 25) nocorresponden. SI un registro de perfodos esta in-volucrado, puede haber sldo un medio hacla otrofin, en vez de ser la finalidad en sf. Curiosamente,la suma del elemento B (lS9) es una aproximacl6nbastante aceptable del Intervalo mas largo entreequinoccios alrededor de 185 dias (vea Aveni1980:65). Se proyecta hacer mas observaciones delequinoccio desde el punto 4 en el futuro, en buseade alineamientos.

Las cuentas grandes del punto 2 se encuentranconcentradas en una pequelia area de la cresta, ha-ciaet sur y sus etiquetas nurnerlcas preservan elorden de izquierda a derecha. EI registro lunar masclaro de este grupo es el Petroglifo 2-111fig. 3.2),en el cual, todas sus columnas suman cifras muyparecldas a medio-mes lunar, Y cuyo total (162) esun intervaio muy coman entre eclipses. Ei gUfo es-ta intacto y slrnetrlco y no presenta problemas de

posibles elementos combinadas. Cuando se 10ubi-ca en el contexto de la cuenta lunar de Presa de LaMula, podemos decirque completa el reglstro detodos los posibles intervalos de eclipse y confirmaque los hacedores de petroglffos en lcamole tenianlnteres en el caicuio de ciclos lunares.

Can esta plsta, el Petroglifo 2-1(fig. 3.3) a tresmetros de distancia, adquiere un significado adicio-nat. La suma 164, no es precisamente el intervalode eclipses -aunque es parecida-, sus columnasno son tan regulares, ni suman medio-mes lunar. Sin

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Fig. 3.2

56



embargo, si se leyeran de izquierda a derecha, elpunta intercalado marcaria el nurnero 90, aproxi-maci6n aceptable de tres meses y la columna finalcontaria del dia 148 (el intervalo de eclipse regis-trado en Presa de La Mula) hasta el termino de lapr6xima luna lIena, 16 dias desoues. 5i fuera un in-tento de predecir un eclipse, debe haber sida un fra-caso. Tal vez el eclipse sucedi6 durante las horasdel dia, a nunca ocurrto, Parece coherente que elintervalo entre eclipses lunares no se descubri6 enel primer intento. l.Podrra ser el Petroglifo 2-1 unode estos?

Los tres glltos restantes, 2-11, 2 · IV y 2-V (figs.3.4-3.6) son mas grandes y complejos, y parecenrelacionarse can otros tenornenos mas alia de ci-clos eclipticos. Creo que los tres deben ser inter-·pretados en commnacrones: 2-11como B + A + C,2-IV como D + A + 8, y 2-V como D + 8 + C +A. EI petrogtlto 2-11manifiesta muchas sumas de co-

lumnas que son compatibles con medios-meses lu-nares y si se leyera de derecha a izquierda, el puntaintercalado mereceria el dia 88 (tres meses), queaparece tamblen en el petroglifo 2- IV, A + B ;;; 88.Las columnas no registran periodos sin6dicos con-sistentes u observables.

Se pueden considerar tres alternativas para ex-plicar los petroglifos restantes: registros de nurne-ros no-astronorntcos, tales como animales cazadoso lanzas producidas. Una vez que se desarrolta larurmeraclon. no hay par que pensar que se limite

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~'5cm.

Fig. 3.5

60



a una sola esfera de actividades. Sin embargo, losnemerostan grandes y la presencia de algunos re-gistros definitivamente astron6mlcos.en rocas cer-

canas argumentan en contra de esta respuesta facil.Tarnbien pueden r~gtstrar otros perfodos lunaresque en el ciclosin6dico. Con, cielos despejados y

un poco de practice. se pude establecer cualquierperfodo, mediante ·Ia comblnaci6n de cuentas dedtas y observaclones del horlzonte y el mes no ne-cesariamente tiene que estar dividido por la lunanueva, la lIena y la desaparici6n. Los pescadores ta-

rascos actuales par ejemplo, dividen el medio-meslunar en cinco periodos desiguales de acuerdo a suafecto sobre el comportamiento de los peces. Lailuminaci6n de la luna sobre .el paisaje nocturno es .otro fen6meno natural que puede haber side de granimportancia alos pueblosnOmadas. Estas explica-clones pueden ser relevantes para algunas de lascuentas pequenas, pero me parecen poco proba-bles para las grandes. Creo que las cuentas gran-

des se refieren a ciclos astron6micos mas largos,tales como la apanclon-oesaparlclon de planetas,movimientos siderales, y estimaciones de tres tem-poradas. Es mucho mas diffcil demostrar arqueol6-gicamente dichos registros, dado que los mismosson variables. de acuerdo al tiempo y lugar, y masdiffciles de preclear can la pura Vista, pero se pten-sa realizar estudios adicionales de campo para po-

ner a prueba algunas de estas alternativas.

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. ~ . _ . _ . _ ._ .. .______:.;~----~



NOTAS

1 Cuentas petroglfficas descubiertas posteriormen-te (ver el articulo sobre Icamole en este volumen)

aclaran que es un reglstro de intervalos entreeclipses lunares. La cuenta de La Mula tiene de148 y 177 dlas, mientras qu e el petrogtlto 2 = 1 1 1

de Icamole 162 (ver Aveni 1980, pag. 76 y Ta-bla 4).

2 Es posible que dicho numero sea una aproxima-

ci6n de siete meses siderales (27.32 dras x 7 =191.2 dias), 0 como sospechamos con la cuentalunar de La Mula, puede ser una combinaci6n demeses sinodlcos y siderales.

3 Se ha identificado una forma similar de conteolunar en tres artefactos de escapula de bisontedel perlodo prehlstortco tardio halJados en una se-

pultura cerca de la Bahia de Corpus Christi, Te-xas, que pueden haber sido versiones portatuesde las cuentas petroglificas.

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-------------- - - - -- -----

4 Nuestra reconstrucci6n actual, seliata 30 puntasde asta. Se han localizado concentraciones im-portantes en la Sierra el Guajio, Mina, N,L. y el ce-

rro Km. 72.5 sobre la carretera Saltillo-PiedrasNegras en el Estado de Coahuila.

5 Lo mas probable es que representa al Sol 0 la Lu-na lIena, pero. es Imposible distingulr entre los dospor su forma iconogrllflca.

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NOTA :

Las fotografias y dibujos sori originatesdel autor y de la Srita. Laura Gonzalez.

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Sa tennln6 de Imprlmlr en Mayo de 1917.en Impresora Sonw. SA. con ~ tinIje de1.000 etemPIlnI .Edlcl6n: Ma. I.eticta V lfta Y o.r.do Bravo.Supervis iOn de .. edIcI6n u e , Nelle I.C8rdIeI.



SERlE"C UAD ERNOS DEL ARCHIVO "

• l

1.- EL SENOR DE TLAXCALA.Autor: Lie. H~etor Jaime Trevino Villarreal.

ler. Ediei6n Agotada2a. Ediei6n Agotada3a. Ediei6n.

2.- GRAL. JOSE E. SANTOS. Aetuaei6n Revolu-eionaria y Politics.Autor: Lie. Leticia Martinez Cardenas.

ler. Edici6n Agotada2a. Ediei6n.

3.- EL HUERTISMO EN NUEVO LEON. Un Caso:SaJom~ Botello.Autor: Lie. Roefo Gonzalez Maiz.

ter. Ediei6n.

4.- LAS ELECCIONES EN NUEVO LEON 1917-

1929.

Autor: Lie. Daniel Sifuentes Espinoza.

1er. Ediei6n.



5.- ELIMPACTO DE LA SANGRE. La SoeiedadReinera.Autor: Atq. Gerardo de Leon.

ler. Edieion.

6.- LA BIBLIOTECA PUBLICA. Nuevo Leon1882-1950. Sueiios y Tragedias.Autor: celso Garza- Guajardo.

ler. Edicion.

7.- MONTERREY. mtegracton Regional del AreaMetropolitana 1940-1985.Autor: Lie. Gerardo Merla Rodriguez.

ler. Edici6n.

8.- ABASOLO. 1827-1952. Aspectos Hist6rieosy Geografieos.Autor: Prof. Martin Salais Cantu.

1er. Edici6n.

9.- MOVIMIENTO OBRERO EN ASARCO. Crisis

Economiea 1932.

Autor: Lic. Meynardo Vasquez Esquivel.

ler. Ediei6n.



10.- HOMBRE, MAMUTS Y EL NORESTE.Autor: Ing. Fernando Gonzalez-Quintanilla V. '

1er. EdiciOn.

11.- LOS SEFARDITAS EN NUEVO LEON. Remi-niscencias en el folklore.Autor: Ricardo Elizondo Elizondo.

1er. Edici6n.

12.- TOPONIMIAS DE NUEVO LEON.Autor: Humberto Buentello Chapa.

1er. Edici6n.

13 .- A RT E RUPEST RE EN NUEV O LEON. Numera-

ci6n Prehist6rica.

Autor: Dr. William Breen Murray.

1er. Edici6n.

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