por León y Fer

Junglos

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Las Ferlocuras

por Mamá y Papá

Junglos

Las Ferlocuras

Cuando el sol se está escondiendo y la luna está brillando es hora de que

Esteban dido se ponga su pijama y se meta en la cama.

Ya en la cama, algo se empezó a mover.“¡Es mi cama! ¡Es mi cama!” Exclamó Esteban dido.

De repente... ¡Pum! ¡Fuuf! ¡Poof!La cama se convirtió en

(improvisa un vehículo creativo)

Cruzando planeta tras planeta y estrella tras estrella Esteban dido y Drooly, su amigo almohada, al fin llegaron.

Un mágico barco pirata era donde estaban.

“¡Espera! No sabemos dónde estamos.” Esteban dido decía mientras lo seguía.

“¡Aha, Esteban dido! ¡Que empiece la aventura!”

“¡Yo-Ho-He-Ho! ¡Yo-Ho-He-Ho!” Drooly empezaba a cantar.

Caminando por el barco pirataun perico volando los interrumpió.

“Braaak ¿Quiénes son? ¿Quiénes son? Braaak”preguntaba Mango, un perico verde.

“Braaak ¡El pirata los va a ver! ¡El pirata los va a ver! Braaak”

Las botas del pirata sonaban cada vez más cerca.“Braaak ¡Están en problemas! Están en problemas! Braaak”

Decía Mango mientras volaba lejos.

Esteban dido y Drooly se escondieron con miedo esperando no ser encontrados.

“¡Ahhh! ¡Ahhh! ¿¡Quiénes son!?”El pirata barbón y miedoso les

preguntó al encontrarlos.

El Capitán Barbong teniendo un aspecto rudo y tenebroso le tiene miedo

a cualquier cosa que se mueva.

“Perdón por asustarte, pirata” Esteban dido le dijo.“¿Qué podemos hacer para remediar el susto?” “¡Di lo que quieras! No hay nada que no podamos hacer.”

Dijo Drooly.

“Pues... Hay una cosita.”“Tengo un mapa del tesoro, pero tengo

mucho miedo de salir a buscarlo” Contestó el Capitán Barbong.

“¡No digas nadita más! Nosotros nos encargamos.” Dijo Drooly arrebatándole el mapa.

El barco llegó a la isla y Esteban dido y Drooly salieron a buscar el tesoro.

Un cofre de tesoro enorme lleno de dulces fue lo que encontraron.

Cruzando montaña tras montaña y palmera tras palmera, al fin llegaron.

Ni un segundo pasó y Drooly estaba encima de todos los dulces.

Gritaba Drooly mientras aventaba los dulces al aire.

“¡Soy rico! ¡Soy rico!”

Drooly babeaba por todo el cofre que encontraron y justo cuando iba a abrir el primero...

Esteban dido se lo quitó de las manos.

“¡Los dulces no son nuestros, Drooly!”“Se los tenemos que llevar al Capitán.”

Dijo Esteban dido.“¡Solamente uno, mira qué deliciosos se ven!”

El babeado de Drooly decía.

“¡No! Se lo prometimos al Capitán.” Esteban dido se puso firme.

“Pero... pero no se dará cuenta.” Insistía Drooly.

“No!”Esteban dido cerró el cofre

y lo regresó al barco.

Llegaron al barco con el cofre lleno de dulces.

El Capitán Barbong estaba tan contento, que hasta compartió los dulces con

Mango, Drooly y Esteban dido.

Después de comerse todos los dulces, era momento de regresar a casa. Esteban dido y Drooly se subieron a su

cama transportadora y volaron despidiéndose de Mango y el Capitán.

Cruzando planeta tras planeta y estrella tras estrella, al fin llegaron.

Una cama cómoda y calientita era donde estaban.

“¡Esta fue una gran aventura!” Dijo Esteban dido.

Y sí, sí lo fue.

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