Potter, Jonathan La representacion de la realidad

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Ternas de Psicologia/4Colecci6n dirigida por César Coll y Fernando Oabucio

1. M. Romo, Psicologl. de /. crealividall2. M. J.Rodrigo YJ. Arnay (compe.), La COll!trucci6n dtlCOIIocimitnlo escol.r3. R. P.Abellon, La a5t.dl5lica raron.d.: reg/as yprincipias4. J. Potler, La reprerenl.ción de I. realid.d5. M. Moreno Marim6n, G. SastJe, M. BovelYA.Leal, Conocimianto ycambioe. C.RodrlguezyC. MOIO, &/m'gíco namero lre57. J. A. GarciaMadruga yotrol, CompreMi6n lec!ora ymamaria operativa8. A. Estany, Vida,muerteyresurrecci6n dt /aconcienda9. E. Gracia y G. MUlilu,Psico/ogia soci./ de la familia10. F.Vázquez, Lamemori. como acci6n social11. J. Delval,Dt5Cubrir aI pens.mienlo de /os niiios

[onathan Potter

La representacióndelarealidadDiscurso, retórica

yconstrucción social

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Título original: Representing Reality. Discourse, RhetoricandSocialConstructionPublicado eo inglés por SAGE Publications LId., Londres, Thousand Oaks y Nueva Delhi

Traduceíón de Genís Sánchez Barberán

Cubierta de Ferran Cartes y Montse Plass

cultura LibreQuedan rigurosamente prohíbidas.sin laautorizaci6n escrita de los titulares dei «Copyrighb•.bajolas sanciones establecidas en las leyes, Iareproduccíõn lotaio parcial de estaobraporcualquier méeodoo proceãmlerso. comprendidos la reprografia y el tratamiento informático,y ladistribución de ejemplares de elfa mediante alquiler o prestamo públicos.

© 1996 by Jonathan Potter© 1998de todas las ediciones eo castellano.Ediciones Paidós Ibérica, S.A.,Mariano Cubi, 92 - 08021 Barcelonahltp: I/www.paidos.com

ISBN 84-493-0541-1Depósito legal: B-28.73112006

Impreso en Book Print Digital, S.A.,Botânica, 176: I78 - 08908 L'Hospitalet de Llobregat (Barcelona)

Impreso en Espana- Printed in Spain

A Michael Mulkay y Peter Stnnger

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SUMARIO

Agradecimientos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 11Introducdón . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 13Bienvenidos a la fábrica de hechos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 15Preparativos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 19Precursores 25Resumen dellibro 28

1. Estudios socia!es de la ciencia 33La sociologia tradiciona! de la ciencia 34Filosofia y hechos científicos. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 36Sociología dei conocimiento científico . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 42Las teorias dei construccionismo y dei interés sobre la elaboraciónde hechos científicos 53Realismo, relativismo y retórica 60

2. Etnometodología y anólisis convenaciona! . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 63Emometodología . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 64Pollner y la razón mundana . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 77Análisis conversaciona! 81Etnometodología, análisis conversaciona! y discurso faetua! . . . . . . . . . 92

3. Semiología, postestructuralismo y posmodernismo . . . . . . . . . . . 95Semiología 97Postestrueturalismo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 101Posrnodernismo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 119Los hechos y la tradición estructuralista . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 126

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10 I La representaciónde la realidad

4. Discurso y construcciónAlgunashistoriasde consrruccíõn .

mentales y :::::::: ::::::::::::: ....La onentación de las descripciones hacia la acciónLa orientación epistemológica de las descripciones : : : : : : : : : : : : : : : ICombinar acción y epistemología .

s. Intereses yacreditaciones de categorias .Conveniencia e interés .

.Posicionemienro, neutralidad y a1ineamiento .Conveniencia, acreditacióny posieionamiento .

6. Construcción de exterioridades ... ........................Discurso empirista . ........................Consenso y corroboración .Detalle y narración :: .La verdad supera la ficción . . . . . . . . . . . . . .. . . .. . . . . . . . ... . .. . .

7. Elaboración de representaciones ..Categorización y manipulación .Maximizacióny minimización . . . .Normalización y anormalización .Representacionesen acción . .. . .................................

8. Crítica de hechos .Hechos, actos 'y' .Ciencia social y construcción de hechos : : : : : .Criticar hechos . . . . . . .........................................

Apéndice: Convenciones de transcrl.,..;ónBiblio fí r-- .._ .graa .Indiee analítico y de nombres ................

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AGRADECIMIENTOS

Ésta es la primera descripción de un libro que trata de lo que se hace con I..descripciones. En este libro nos preguntamos cómo construyen su mundo las per-son.. mediante el habla y los textos, y qué hacen con estas construcciones. Losagradecimientos cumplen muchos fines y suelen dar pie a expresiones psicológi-cas y sociológicas bastante ambiciosas dado su carácter convencional: ihasta lasironías sobre las convenciones son convencionales! (Cómo se pueden agradecerlas influencias y las deudas? tQué es visible y qué transparente? tA qué discursosdebemos recurrir para constituir el mundo deI agradecimiento?

Permítasemeernpezar, en un plano más psicoanalítico, con mis padresMaryy Percy.Naturalmente, si esta fuera un relatopsicoanalítico serio mencionaria suempeno en que controlara mis esfínteres, pero dado que esto interesaria poro fue-ra dei ámbito familiar, optaré por destacar su maravillosa combinación (casi) ca-bal de escepticisrno y sentido de responsabilidad social.

Pasando a un período de socialización algo más reciente, deseo dar las gra-cias a los supervisores de mi doctorado, De hecho.Ies he dedicado ellibro. ConPeter Stringer y Michael Mulkay fui bendecido con dos supervisores (en épo-cas diferentes) que combinaron una enorme originalidad propia con un ex-traordinario apoyo hacia mí, tanto en el plano personal como en el intelectual.Aunque de vez en cuando los cito en este libro, elIo no hace justicia ai impactoperdurable que han tenido en mi pensamiento y en mi modo de abordar laciencia social.

Desde una vertiente más sociológica e ideológica, me gustaríadar las gradasa mi esposa por quedarseen casa y brindarme un apoyo tan extraordinario. Perono lo puedo hacer, porque no estoy casado. Margaret WetherelI, que inicialmenteiba a escribireste libro conrnigo, se cansó de esperary optó por escribir un librosobre los hombres y la masculinidad (jseguramente por pura coincidencial). Asíque achaco los defectos de mi libro a su falta de estímulo, aunque tengo que acep-

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12 I La representaci6n de la realldad

tar que rnuchos de sus aciertos se deben a sus detallados comentarios sobre los bo-rradores de los capitulos, asi como a su ejemplo intelectual en general.

Sue jones y Ziyad Marar, de Sage, deberían constar de derecho en la vertien-te práctica y económica. Pero, por casualidad o por lo que fuera, he sido bendeci-d.ocon dos editores que además son académicos y que han hecho valiosas aporta-ciones ai contemdo de este trabajo.

Mi red social inmediata ha sido fantástica. Recientemente, he escrito tantascosas con Derek Edwards que me parece extraâo escribir algo sin él. Por fortunasiempre ha estado ahí, con propuestas detalladas y largas discusiones sobre lasideas aquí desarroUadas. Este libro hubiera sido muy diferente sin su intelecto, suapoyo y su ingenio. Mick BiIlig y Malcolm Ashmore también me han brindadosu humor y su intelecto en abundancia.

Durante mos, el Loughborough's Discourse and Rhetoric Group ha propor-uo ent.omo enriquecedor, siempre lleno de controversia, para la expio-

racion de estas ideas. Soy particularmente consciente de las aportaciones de AnneSmíth, Ava Horowitz, BeIinda Cripps, Dave Middleton, jon Fong, Katie Macmi-

Mick Roffe: Mike Gane y Surniko Mushakoji. Fuera de Loughborough, recibíutiles comentanos sobre diversos borradores de Anna Madill, Alexa Hepburn,Kathy Doherty, David Bamberg, Hedwig te Moulder, Nancy Budwig y Nigel EdIey.

En términos puramente institucionales, el UK Economic and Social ResearchCouncil ofreció su apoyo (beca ROO(231439) para un trabajo sobre la realizaciónde.un programa televisivo de actualidad que se cita de vez en cuando en diversaspartes dellibro. Más importante aún, el Departamento de Ciencias Sociales de laUniversidad de Loughborough me ha alojado, pagado y apoyado de principio a fino

En último lugar, aunque no en importancia, estoy especialmente agradecido alas han dado su permiso para que su habla fuera grabada y utilizadaen la mvesugación de la que depende este libro. Sin ellos, nada hubiera sido posible.

INTRODUCCIÓN

Virtualmente en cualquier situación, apelar a los hechos, a lo que realmenteha sucedido y a lo que solo es una invencióo, puede constituir un potente meca-nismo. La cuestión de la factualidad se encuentra en la base de arcanas disputascientíficas sobre ladetección de los neutrinos, de conflictos domésticos cotidianossobre quién ha lavado los platos por última vez y de intereses ideológicos en la ela-boración y la socavación de determinadas versiones de la economía. Las desctip-cíones estão ligadas tanestrechamente anuestras vidasquevirtualmente cualquierconversación incluye relatos de sucesos y seciones. Leemos periódicos y vemosprogramas de televisión que rebosan de historias de la vida real y de afirmacionesfactuales. Los informes factuales son moneda común en profesiones tan variadascomo la medicina, la ensefianza, la ingeniería y la polida. Y, de manera irónica y ala vez interesante, también la ficción está llena de descripciones realistas que seafanan por hacer que los personajes sean creíbles y que las tramas parezcan co-herentes.

En este libra nos centraremos en dos grupos de cuestiones estrechamente vin-culadas entre si. En prirner lugar, se produce una descripción para que seconsidere Íactual? Es decir, se la hace parecer sólida, neutral e indepen-diente del hablante, un mero reflejo de algún aspecto del mundo? se pue-de socavar una descripción factual? Y, hace que una descripción sea difí-cil de socavar? En segundo lugar, se construyen las descripciones factualespara que puedan desempefiar determinadas acciones? tipos de actividades esnormalUevar a cabo mediante eIempleo de descrípciones? Y, qué unas des-cripciones pueden ser adecuadas para Uevar a cabo estas actividades?

En este libro nos fijaremos tres objetivos fundamentales. En prirner lugar,ofrecer una descripción general de las principales tradiciones de investigación so-bre la construcción de hechos: la sociología del conocimiento científico, las pers-pectivas estrechamente relacionadas de la etnometodología y el análisis conversa-

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14 I la represenlaciórl de la realidad Introducción I 15

Blenvenldos a la fábrica dehechos

Un poli infiffrado de ficci6n

En la película de Quentin Tarantino Reserooir Dogs, uno de los personajesprincipales es un joven polida infiltrado, Freddy. Su mentor, Holdaway,le ha ayu-dado a entrar en una banda de ladrones de joyas y le enseiia una historia que pue-de utilizar para hacer que su identidad delictiva sea convincente.

lQué lecciones encontramos aqui? La primera es muy básica y es fácil pa-sarla por alto. Hace falta trabajo para producir una descripción convincente; sepuede hacer bien y se puede hacer mal. Hay procedimientos más o menos esta-blecidos a los que recurrir para establecer la veracidad de un relato. Obsérvesela insistencia de Holdaway en e1 detalle. Lo que hace que la historia sea creíblees más eI conjunto de detalles que la pauta general de los sucesos. Aunque losdetalles no sean esenciales para la narración en general, sólo los puede conoceralguien que haya observado los sucesos. Esta cuestión se explorará en eI capi-tul06.

Otra observación a destacar es que Freddy está preparando una historia in-ventada. Es tentador considerar que esto es algo totalmente diferente de contaruna historia real. Es decir, podríamos considerar que la historia real es la formanatural y estándar y que la falsa es una forma derivada o parásita. Sin embargo,tanto el analista conversacional Harvey Sacks como e1 filósofo Derrida ofrecen ra-zones para no aceptar esta jerarquía por las buenas. Puede que una historia au-téntica se base en los mismos recursos que una alternativa subversiva que finjaautenticidad. Y quizá la organización de las historias auténticas sea consecuencia,en parte, de la posibilidad de alternativas no autênticas.

(Me tengo que aprender todo esto> iJoder, peco si haymásde cuatropá-ginas!Joder, tío, es como un chiste.Tú te aprendeslo importante y el restote lomontas. Sabes contar chistes, (no?Pues claro.Pues es muy parecido. Lo que tienes que recordar son los detalles. Si nocuidas los detalles la história no cuela. Y como tu historia va de uo lava-bo de tios, te tienes que aprender los detalles de ese lavabo.Tienes quesabersi tienen toaUas de papelo un secadorde manos, si en los wátereshaypuertas o no. Tienes que sabersi [Holdaway continúa...l.Lo que tie-nes que haceres marnarte todos los detalles.Estahistoria tiene que de-cir cómo eres y cómo viste los sucesos que ocurrieron (Tarantino, 1994,pág.7I).

Freddy:Holdauoy:

Holdaway:

Freddy:

cional, y la «tradición estructural» de la semiología, eI postestructuralismo y eIposmodernismo, La cobertura será necesariamente selectiva. Intentaré exponereI núcleo de los argumentos junto con los aspectos que sean especialmente perti-nentes para eI estudio de la construcción de hechos, evitando ai mismo tiempoatascarme en tecnicismos innecesarios. Esta cobertura serácomparativa y se des-tacarán los puntos de convergencia y conflicto siempre que sea posible. Quien es-pere una Íntegración completa quedará decepcionado; sin embargo, sí que recu-rriré a elementos de estas tres tradiciones en la discusión más detallada que pre-sentaré en capítulos posteriores.

El segundo objetivo dellibro es explicar algunos de los procedimientos bási-cos para construir la factualidad de las descripciones ycómo intervienen estas des-cripciones en la acción. Esto implica combinar una discusión detallada de diver-sas investigaciones pertinentes a la construcción de hechos -algunas derivadasde las tradiciones revisadas anteriormente, otras con raíces más dispares- conanálisis novedosos de mi propia cosecha. En particular se identifican e ilusrran,.medíante eiemplos de análisis, varios aspectos de la construcción de hechos. Es-pero que ofrezcan un marco organizador para comprender los diferentes estúdiosy que, ai mismo tiempo, destaquen algunos aspectos interesantes para cualquierinvestigación que utilice descripciones. Más importante aún, deberían plantear aI-gunas consideraciones que quizá sean útiles para quienes analicen cualquier tipode descripciones e informes.

El tercer objetivo es más difuso, pero quizá más importante. Espero que estelibro muestre la importancia dei rol de las descripciones y de los informes factua-les en nuestras vidas, y lo fascinante y rico que es este campo de estudio, He op-tado deliberadamente por recurrir a materiales procedentes de una amplia gamade descripciones factuales para ilustrar eI carácter general de las cuestiones queplanteo. AImismo tiernpo, muchos de los ejemplos (como noticias periodisticas ydisputas conyugales) deberían ser familiares para la mayoría de los lectores: así es-tas cuestiones serán más asequibles y quedará más patente 5U carácter general. Hellegado a la conclusión de que eI discurso factual, incluso en situaciones cotidia-nas casualescomo una discusión entre cónyuges, se organiza con un nível de de-talle extremadamente delicado y de gran sutileza. Si en esta obra puedo transmi-tir algo de esta sutil e intrincada organización, me daré por más que satisfecho.

Antes de empezar eI capítulo 1 debemos abordar tres tareas previas. En pri-mer lugar ofreceré unos cuantos ejemplos breves para ilustrar de manera más ex-plícita qué es lo que implica estudiar la construcción de hechos, y para presentaralgunas de las cuestiones que aparecerán más adelante. En segundo lugar, comen-taré algunas cuestiones de fondo pertinentes para ellibro y examinaré uno o dosprecursores dei trabajo aquí descrito. Por último, daré una breve descripción deilibro en general.

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16 I La representación de la realidad Introducción I 17

EconomIas de verdad

En el curso del famoso juicio celebrado en Australia sobre el caso «Spycat-cher», donde el gobierno británico intentaba impedir la publicación de un Iibroen el que se afirmaba que los servicios de ínteligencia MI5 estaban dirigidos porun traidor, sir Robert Armstrong ofreció la célebre respuesta de que había sido«económico con la verdad» cuando fue preguntado por el abogado de la defensa,Malcolm Turnbull. Lo que sigue es una reconstrucción basada en informes par-ciales, procedentes de distintos periódicos:

Este ejemplo sirve para destacar otras dos cuestiones: el contraste entre he-chos y ficción por un lado, y la reflexividad por otro. La conversación del ejemplono es un diálogo real entre un poli infiltrado y su jefe: es una invención y formaparte de una ficción donde entra en juego todo un conjunto de consideracionessobre eldiálogo, independientemente de que algo asi se pueda decir en lavida real(efunciona dramáticamente?, edesarrolla los personajes?, etc.). De hecho, existenmuchisimas razones para pensar que una conversación real entre dos polis comoéstos seriamuy diferente. Si comparamos transcripciones de conversaciones rea-les con diálogos de guión, probablemente veremos que la conversación real pare-ce más deslavazada que la ficticia: estará llena de correcciones, vacilaciones, pau-sas, construcciones no gramaticales. Sin embargo, esta no significa que laconver-saciónrealno se organice de manetassutiles e ingeniosas; Di, puestos a decír, queel ejemplo ficticio carezca de interés. Ambos son fascinantes yambos contribuyena explicarse mutuamente.

Uno de los aspectos paradójicos e interesantes de la ficción es que es un ám-bito fundamental para la construcción de hechos. Los novelistas y autores teatra-les producen textos que deben ser creíbles en algún nível. Por ejemplo, la vividezde los detalles y la perspectiva presencial en las que tanto insiste Holdaway tam-bién constituyen un aspecto fundamental de la habilidad Iiteraria para hacer queuna historia sea convincente. EI texto de Tarantino trata acerca del proceso deaprender a construir hechos por parte del poli y, simultáneamente, hace una cons-trucciónde hechos aI presentarnos vividamente esta interacción con 8US tacos, 50Scoloquialismos y su muestrario de inquietudes. Y esta rdación reflexiva se repiteaqui, en esta introducción allibro, donde se erige como ejemplo de la construc-ción de hechos y, ai misrno tiempo, contribuye a la credibilidad de este texto.Freddy convence a los ladrones de joyas; Tarantino convence a los espectadores;yo trato de convencer a mis lectores.

ESl e ejemplo ilustra varias cuestiones significativas. enlugar, que la frase en cuestión se produjo como respuesta a un ínterrogatono he-cho por la defensa. Es decir, forma parte de la interacción y está ocasionada porsu contexto, ya que es la respuesta a una acusación. Explica las incoherenciasdd testimonio ai tiempo que contrarresta la implicación de que el hablante hamentido. La simpie consecuencia de esto es que las personas no producen des-cripciones porque si; las producen por lo que pueden hacer en el contexto deuna actividad. La declaración de sir Robert no se debe entender como una afir-mación abstracta sobre la verdad que él mismo respaldaria en cualquier contex-to futuro eo que pudiera encontrarse; se produce en esta ocasión y para estaocasión

Otr i consideración se refiere a la ides misma de ser econômico con la ver-dado Ca otura de una manera muy sencilla cómo se puede relacionar el cometidoque cumple una descripción con aquello que se describe y con lo que se deja aimargen. En esta versión, el objetivo de ser «económico con la verdad» es queante una pregunta podemos ofrecer una respuesta que, sin contenerfalsedades, omite algo que daria una impresión muy diferente. Por ejemplo, eneste caso sir Robert negó que el gobierno tuviera una copia de un libro, pero nodijo ai interrogador que tenia tas pruebas de impre?ta del es decir, aun-que no poseía una copia fmal y encuadernada del libro, sabia cuál era su, conte-nido. Éste es un aspecto de los relatos factuales que retomaremos con mas deta-lIe en el capítulo 7.

Este ejemplo también muestra las habilidades que poseen lassocavar versiones faetuales y resistirse a ellas. Aunque la frase antenor se utilizoparadisiinguir entrementiry darunaimpresión equívoca infonnación(sir Robert afirmó posteriormente haberse basado en la distínción deBurke entre «falsedad y engano» y «economia de la verdad»), en general se inter-pretó corno una admisión tácita de haber mentido. De desde entonces laexpresión «economia de la verdad» se ha lIegado a convernr en frasepeyorativa en lengua inglesa para designar ciertos npos de mentiras y decarácter oficial. He aqui tres simples ejemplos de unos 50 que aparecleron trasuna breve búsqueda en una recopilación en CD-RüM de los ejemplares de dosperiódicos correspondientes a un solo trimestre.

Contiene una falsedad.No contiene'esaverdad.Da una impresión equívoca.Dabauna impresiôn equívoca a ese respecto. perounamentira es unaIalseded sinmás.

es la diferencia entre una falsed.ad y una impresiónequívoca?Es cuestión de ser econômico con la verdad.

M. Turnbull:SirRobert:

M. Turnbull:Sir Robert:M. Turnbull:SirRobert:

(Contiene la carta a1guna falsedad?No dice que yaten!amosuna copia dellibro.

M. Turnbull:Sir Robert:

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18 I La represenlación de la realidad

Cuando los ministros indican que cuatro de cada cinco recetasno 50n abonadaspor los usuários, seguramente están siendo econômicos con laverdad.El cuarenta pordento de lapoblación paga5US recetas (Guardian, 19de febrero de 1994).

El sefior PaulMarland... también rebatió las afirmaciones de que Lloyd's nuncaarruinó a Names. Afirmó queelmercado esteba siendo económico con la verdad (TheDaily Telegrapb, 17 de enero de 1994).

Se hanplanteado serias dudas sobrelosmétodosde financiación ernpleados paraadquirir las acciones de Venables en los Spurs, ai deciréste que había sido un pocoeconómico con la uerdad cuandoafirmó que había puesto todo su dineroen los Spurs(TheDai/y Tekgraph, 19 de enero de 1994).

Esta frase no siempre se cita directamente, como hemos visto aqui; se puedemodificar para que cumpla objetivos diferentes. Por ejemplo, un editorial sobre laconlrovertida facrura hotelera de un ministro (la cuestión esencial era si su visitaera un obsequio encubierro) describe a éste como «tacafío con la verdad», y unacaricatura dedicada a la crítica de un funcionario dei gobiemo a una investigaciónoficial, presenta a un personaje que dice a otro: «Cree que han sido extravagantescon la verdad». AImodificar esta frase, periodistas, humoristas gráficos y otros re-corren a su significado familiar y original para ironizar con delicadeza sobre algu-nas declaraciones y controversias.

En un plano más general, la noción de economizar la verdad sirve de metáfo-ra adecuada para eI tema de este libro. AI igual que eI dinero en los mercados in-temacionales. la verdad se puede tratar como una mercancía que se elabora, pue-de fluctuar, y se puede fortalecer o debilitar mediante diversos procedimientos.

E/ anecdotista

El siguiente fragmento procede de un divertido artículo donde eI autor con-fiesa ser un anecdotista compulsivo.

EI anecdotismo. Es una adicción. Cadadetalle minúsculo de mividase transfor-ma en otrapieza de la colección. Bares, paradas de autobús, la oficina, todo se con-vierteen un espacio teatral improvisado...

Casinuncase da un incidente especial. Disponer de un motivo, un sucesoo unacoincidencia extrafia es cosade principiantes. Cualquiera puedehilvanar unahistoriacontandocómo se quedo encerrado fuera de casaydesnudo,mientras bajaba tocandopor la caUe unabanda del Ejército de Salvación.

Sólo un verdadero anecdotista se puede explayar relatando un intentofallido deajustar un termostato de pared (Guardian Weekend, 6 de enero de 1993).

Introducción I 19

Una de las cuestiones que este fmgmento ilustra con claridad es que las 00-cripciones no sólo intervienen eo situaciones deconflicto, o cuando existe un graninterés en la precisión facrual. En su hablar cotidiano,las personas se cuentan his-torias unas a otras; construyen narraciones -anécdotas- para l1amar la atenciónsobre algo o por simple diversiôn.

Eu la continuación dei artículo, eIautor cuenta una historia sobre la impru-dencia de empezar a contar una anécdota para darse cuenta, a medio carnino, deque no tiene ninguna gracia o interés. Esta vuelve a poner de relieve la cuestiónde la reflexividad. El articulo mismo sobre eI anecdotista compulsivo está cons-truido como una anécdota donde una cuestión rdativamente trivial-carecer deun huen final para una historia- se convierte en una catástrofe total: «Como elca-pitán de un transatlántico que se hunde en elocéano, me niego a reconocer la de-rrota y ordeno a la orquesta que siga tocando». Y obsérvese de nuevo la funciónque realiza esta narración en el texto que ahora mismo estoy escribiendo.

Otra cuestión a destacar aquí es la flexibilidad de las descripciones. Las des-cripciones no están determinadas por los sucesos sino que son fruto de una ela-boración, y esta elaboración se puede realizar con habilidad: lograr que funcioneeI termostato puede dar pie a una hisloria interesante y atractiva. Sin embargo,aunque eI significado superficial dei artículo es que eI anecdotista compulsivo esun personaje bastante especial, argumentaré que los elementos que intervienen enlaconstrucción de versiones son endêmicos a laconversación. Las personas em-paquetan sus vidas en narraciones que después utilizan para toda una gama depropósitos diferentes. Por ejernplo, uno de los materiales que utilizaré en varioscapítulos posteriores procede de una sesión de terapia donde los integrantes deuna pareja ofrecen versiones distintas de una tarde en que la rnujer pudo haber es-tado coqueteando y eI hombre pudo haber intentado suicidarse (como veremos,se trata de descripciones ya de por si muy discutibles). Eu este caso, la anecdoti-zación se dirige hacia acciones como culpar a alguien o sefialar quién debe cam-biar de comportamiento.

Estos tres ejemplos pretenden ofrecer una orientación inicial sobre las cues-tiones que se explorarão con detalle más adelante. Sin embargo, antes de acabaresta introducción será conveniente plantear algunas consideraciones básicas.

Preparativos

Fi/osofía

Es importante destacar que este libro no es una obra de filosofia. Sobre todo,no trata de resolver ninguna controversia filosófica clásica entre, digamos, los de-fensores dei realismo y los partidarios dei antirrealismo. Y está muy claro que no

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20 I La representación de la realidadpretendo responder a euestiones ontológicas acerca de lo que existe o no existe.Ellibro se centra en cómo se construyen las descripciones faetuales y en cómo sesocavan estas construcciones. Y aunque este enfoque no exige una respuestaa lapregunta filosófica de qué es la factualidad, no puede dejar de tener consecuen-cias para debates más generales sobre eIestatus deI realismo y eI relativismo. Lostrabajos de este tipo contribuyen a replantear la naturaleza dei discurso filosóficocomo retórico (siguiendo a Richard Rorty, 1991). A la inversa, una tendencia de lafilosofia lingüística se ha orientado a revisar cuestiones metafísicas inabordables ypersistentes considerándolas cuestiones que se pueden abordar examinando eIdiscurso de las personas. Por ejemplo, john Austin (I%1) propuso que en vez detratar de resolver la cuestión filosófica dellibre albedrío, podría ser más cons-tructivo examinar cómo explican las personas la Iibertad y la represión.

En vez de discutir directamente con eIrealismo, se han analizado los tipos demecanismos retóricos que se emplean para apuntalar posturas realistas (Gergen,1994; Potter, 1992). Los realistas suelen emplear ciertos tropos para atacar la co-herencia de la postura construccionista que se desarrolla en este libro; los más des-tacados son eIargumento dei mobiliario (<<mira esto [dando un puiietazo sobre lamesa]; no me dirás que es una construcción social») y el argumento de la muerte(<<qué me dices de las víctimas dei Holocausto, de los iraquíes que huían por la ca-rretera de Basra, víctimas de la amnesia: seguramente no querrás negar 5U reali-dad»). La respuesta que Derek Edwards, Malcolm Ashmore y yo mismo (1995)desarrollamos ante estas argumentosno consistía en discutirdireetamentecontraellos, sino en desmontar la retóricasobre la que se basan, en desconectar la equi-valencia ímplícita entre relativismo y falta de compromíso político, y en resaltarque los argumentos constructivistas no se dirigen a negar la existencia de lasme-sas ( iuna idea muy realista!) sino a explorar las diversas maneras de construír y so-cavar su realidad. Aunque son interesantes, estos debates se apartan de las cues-tiones principales de este libro y no volverán a ser explorados.

Definiciones y etimolog(a

Dicho en pocas palabras, los temas principales de este Iibro son la gama demétodos empleados para hacer que una descripción sea factual y la utilidad que seda a las descripciones. Sin embargo, las palabras hecho y descripción (y términosrelacionados como informe y relato) tienen una historia compleja y su sentido ac-tual sólo es un punto de partída para la investigación. EI significado de hecho eneIsentido de «acción u obra» (Oxford English Dictionary, 2' ed. en CD-ROM; deaquí en adelante OED) se remonta aisígloXVI; pero durante el síglo XVIIempiezaa adoptar eIsentido más moderno y familiar de «cosa que sucede» y se establecencontrastesentre hechos e inferenciaso ficeiones; un hecho es «una verdad parti-

Introducción I 21

cular conocida mediante observación real o testirnonio auténtico, a diferencia de loque es meramente inferido, o es una conjetura o ficciôn» (OED). EI interés de estelibro en los hechos es más atributivo que real. Esdecir, lo importante es qué consi-deran los participantes que es un hecho y no qué es realmente factual.

EI término descripción se puede re/ierlr tanto a una acción como a un objeto:por un lado, es la «acción de representar a personas o cosas por medio del len-guaje, refiriendo o explicando sus distintas partes, eualidades o cireunstancias» y,por otro, es una «descripción, relatoo representación de una persona, cosa o es-cena de modo que dé cabal idea de eIIa» (OED). Ambos sentidos se remontan aisiglo XIV. Los términos relato e informe se describen de una manera similar. In-formar de algo es «relatar, narrar, contar, explicar (un hecho, un suceso, etc.)»;mientras que un relato es una «exposición o narración particular de un suceso ouna cosa; relación, informe o descripción» (OED). Obsérvese que en la definiciónde descripción se emplean la propia palabra descripción y el término relato, queen ladefinición de informe se emplea relato, y que en la defmición de relato se em-plean informe y descripción. Hay muchas definiciones circulares. Sin embargo, elcontraste que deseo destacar es que hecho implica verdad y suceso real, mientrasque descripción no. Este libro abarca el espacio interactivo entre estas dos nocio-nes: la tareade construiruna descripción como si fueraun hecho.

Especificidad y universalismo

Una de las tensiones presentes en este libro es la que se da entre lo específicoy lo general. Argumentaré que para comprender cómo se construyen relatos fac-tualesy cómo se vinculancon actividades,es importantecomprendersus caracte-rísticas específicas y la relación de estas características con la sítuación donde setltIplean. Harvey Sacks (1992) ha demostrado con c1aridad que gran parte de unainteracciónse sustenta en lo que a primera vista parecen ser detalles. En el habla,por ejernplo, puede ser la elección de una palabra específica de entre un grupo depalabras con significados similares o la aparición de retrasos y superposiciones,vacilaciones y correcciones. Gran parte dellibro se ocupará de aspectos específi-cos dei habla como éstos, o de las construcciones especiales que aparecen en no-ticias de prensa u otros tipos de texto.

Como contrapeso a este interés por lo específico, he optado deliberadamentepor abarcar una variedad muy amplia de formas de discurso factual. En los capí-tulos que siguen, examinaré eIdiseurso científico, varios tipos de artículos peno-dlsticos, fragmentos de las sesiones de terapia de una pareja con problemas, no-velas y películas, conversaciones cotidianas y charlas entre realizadores de doeu-mentales. Utilizo esta amplia se1ección de materiales partiendo de la convicciónde que existen aspectos generales en la construcción de hechos, es decir, de que

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22 I La representación de la realidad

existen ciertas consideraciones a las que se suele prestar atención sea cual sea eltipo de discurso. AI abarcar un muestrario tan amplio, es probable que se pon-gan de manifiesto estos modelos generales así como las Iimitaciones de su ca-rácter general. Hay que destacar que las principales tradiciones examinadasen los capítulos 1 a 3 combinan diferencias teóricas sustanciales con diferen-cias en los materíalesen los que se centran: la sociología dei conocimiento cíen-rffico trata, evidentemente. con prácticas científicas, la etnometodología y elanálisis conversacional han acabado por centrarse en el habla en contextos coti-dianos e institucionales, y los trabajos realizados en eI postestructuralismo y eIposmodernismo se han centrado en textos filosóficos y literarios. Yo, por mi par-te, he optado por un enfoque comparativo tanto en el nivel de la teoría como eneIdei material.

Transcripciones

En varios capítulos posteriores se exantinarán eiemplos de transcripcíón dehabla. En la mayoria de ellos se utiliza el sistema de transcripción, cada vez másimplantado, desarrollado por la analista conversacional Gail Jefferson (Jefferson,1985; véase una descripción en Psathas, 1995). En algunos casos, las fuentes sonartículos publicados; en otros, se reproducen fragmentos de la transcripción ori-ginal. En cualquier caso, su presentación plantea un dilema. Muchas personasencuentran que los detalles y simbolos que acompatian las transcripciones inter-fieren con su legibilidad. Ésta podría ser una razón para simplificar las transcrip-ciones: eliminar sus elementos y símbolos extrafíos, Sin embargo, del argumentosobre la especificidad que acabo de presentar se deduce que una buena trans-cripción debe contener estos detalles. Los detalles de una transcripción no sonsimples florituras empiristas que demuestran perfección, escrupulosidad o rigor(aunque bien podrían servir para esto: véase Bogen, 1992): forman parte esenciale intrínseca de la interacción. Además, quien desce evaluar mis afirmaciones e in-terpretaciones sobre los fragmentos de transcripciones que presento, no querráperderinformación a causade juiciossobre qué es pertinentey qué no.

He procurado tener presentes estas dos inquietudes y he conservado los sím-bolos y la información de las transcripciones, salvo cuando constituyen un obs-táculo para la inteligibilidad del eiemplo, Espero que los leetores no familiarizadoscon e1 sistema de Jefferson (brevemente descrito en el apêndice) pronto lo en-cuentren claro y vean su valor incalculable para dar sentido al habla como unapartesituada, articulada y,másimportante aún, co-construída, de una interacción(Schegloff, 1995).

Introducción I 23

Reflexividad

Éste es un libro dedicado ala construcción de hechos. Uno de sus temas prin-cipales es cómo se organizan las descripcionesparahacerque unaversión parez-ca creíble y objetiva. También es un libro lIeno de descripciones (de teorias, disci-plinas.Jiteraturas, resultados, cuerpos de creencias, etc.), Así pues, se trata de unIibro que se remite a sí mismo. Y esto plantea inmediatamente la cuestión de la re-flexividad. Permítaseme decirlo de la manera más clara. Si ellibro revela que loshechos se construyen mediantemecanismos, ocurre con los mecanismos quese emplean en ellibro para construir el hecho de que los hechos se construyen me-diante mecanismos? Dicho de otra manera: (tienen las conclusiones dellibro al-guna consecuencia para el propio Iibro? (Es, por ejemplo, totalmente autodes-tructivo?

Sin adentrarme eo demasía en argumentos que después expondré con másdetalle, realmente creo que el trabajo sobre la construcción de hechos tiene impli-caciones reflexivas para este libro y para las ciencias sociales en general. De hecho,hasta creo que se da un elemento de autodestrucción. AI final dellibro, ellectorideal deberia ser capaz de dirigir su mirada allibro mismo y descomponer las téc-nicasy tropos a los que recurre tan abiertamente, pues he optado por utilizar unmodo de presentación convencional. No es una forma literaria nueva: no apare-cerão voces alternativas que díscutan con la voz autorizada principal (Mulkay,1985); y no es (jeso esperol) una parodia de libro de ciencia social (Ashmore,1989). Espero que las referencias irregulares, aunque persistentes, que se hacen eneltexto a la reflexividad pongan de manifiesto su pertinencia.

Con esta no quierodecir que una formalíteraria novedosapudieraser inade-cuada: más que nada, lo que me hizo desistir es la pura y simple difícultad de en-contrar una formaliteraria de esta clase que no haga el texto desagradable para ellector, Por tanto, tal y como están las cosas, e1libro tiene una sola voz autorizada(aunque pensadores como Mikhail Bakhtin, 1981, podrían discutir si existe algünIibro que realmente posea una sola voz) y recurre a muchos tropos familiares de laliteratura de las ciencias sociales y, de manera más general, de la construcción dehechos. No me avergüenza (demasiado) copiar las metáforas visuales que impreg-nanlaliteratura occidentalrecientesobreelconocimiento: roi intenciónes arrojaralguns luz sobretemasoscuros, trazar uo puntode vistanuevo, y verhastaquéex-tremo se puede seguir un argumento constructivista (Derrida, 1982; Rorty, 1980).

Omisiones

Como discutiré de manera detallada más adelante, los textos académicos tien-den a recurrir a formas textuales -tropos- que construyen una postura de ca-

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24 I La representación de la realidedráeter divino, omnisciente, que todo lo ve y todo lo abarca, y que es a la vez de-sinteresada y justa. Pero, como es evidente, los autores reales se sitúan en la histo-ria, en comunidades concretas, y están limitados por 5U comprensión (o incom-prensión) de conjuntos de ideas, por la calidad de sus bibliotecas, etc. Escribir esuna aetividad llena de ideas felices (serendipidad) e inseparable de la biografiaacadêmica. Incluso el darse cuenta deesto puede tener la misma cualidad: «Mirad,aquí hay una postura tan desinteresada y tan divina ique hasta puede comprendery admitir sus propias Iimitaciones!». Con todo, esto brinda una oportunidad paradestacar «confesar?) algunas Iimitaciones (pero no voy a confesar prejuicios: se-guro que serán muy evidentes).

La primera limítación se da en mi cobertura y uti!ización del trabajo de Mik-hail Bakhtin. Aunque este autor sóIo aparece en un par de ocasiones, tengo lafuerte sensación de que su trabajo podría ser mucho más pertinente para varios delos argumentos presentados aquí (véase Shotter, 1992). La segunda lirnitaciõn re-side en la incapacidad de abordar seriamente la Teoria de RedAetora desarrolla-da por Bruno Latour, Michel Callon y John Law (por ejemplo, Callon, 1995; La-tour, 1993; Law, 1994). Se trata de un apasionante enfoque de los hechos y del co-nocimienro que tiene implicaciones importantes para cualquier estudio de laconstrucción de hechos. Sin embargo, he sido incapaz de decidir si ofrece un mar-co de organización que permita situar algunas de las ideas que expongo, o si estasideas plantean problemas para este marco. La soIución -más bien débil- queadapto en este texto consiste en no intentar situar oi criticar.

Otralimitación es de una clase bastante diferente. Durante mucho tiempo de.seé que este libro tuviera un capitulo dedicado alas imágenes, ala retórica visual.Si no lo tiene no es porque no lo considere un tema importante -creo que lo es-sino porque ellibro iba creciendo y corria el peligro de acabar siendo demasiadovoluminoso, Este capitulo era el que podia abandonarse con menor perjuício parael argumento global. De haberlo incluído, es indudabIe que hubiera abarcado lostrabajos recientes de la sociologia de la ciencia sobre las práeticas de «hacer vi-sual» en contextos de investigación como, por eiernplo, tefiir células, trazar grá-ficos de hábitats animales y cartografiar accidentes delIecho marino (Aman yKnorr Cetina, 1988; Atkinson, 1995; Lynch, 1985, 1988; Myers, 1990; Goodwin,1995; véanse también referencias en Ashmore y otros, 1995). Un tema común eneste campo es el trabajo en coIaboración que hace falta para producir imágenesobservabIes que permitan interpretaciones estabIes. Este capitulo también habriaabordado parte del trabajo clásico en semíología, como los ensayos sobre fotogra-fia de RoIand Banhes (Banhes, 1977, 1981) y desarrollos más recientes de inspi-ración semiológica (Hodge y Kress, 1988; Shapiro, 1988; Williamson, 1978). Esteconjunto de trabajos en particular ataca a fondo la idea de la fotografia como unmedio inocente de representación faetual. Otra vez será...

Inlroducción I 25

Precursores

Es útil situar lo que viene a continuación en función de dos de sus precursoresmás importantes: la filosofia del acto discursivo expresada por J ohn Austin enHow lo Do Things wíth Words (trad, cast.: Cómo hacer cosas con palabras, Barcelo-na, Paidõs, 1996) y el desarrollo fenomenológico de la sociologia del conocimien-lOhecho por Peter Berger y Thomas Luckmann en Laconslrucción socialde larea-lidad. Estas dos obras son parte de lo que ha hecho posibIe el presente proyecto.

Austin y los aetos discursivos

Uno de los elementos principales del proyeeto filosófico de Austin era atacarlos puntos de vista dellenguaje que otorgaban una importancia fundamental aIosupeetos referenciales de la verdad y la falsedad. En lugar del abrumador interésmosófico en el «valor de verdad» de afirmaciones tomadas en abstracto, Austinresaltó lanaturaleza práctica del lenguaie. ElIenguaje se utiliza para hacer cosas:• un medio de acción.

Inicialmente, Austin elaboró una distinción pIausibIe entre dos clases de ex-presiones. Por una parte, existen expresiones que afirman cosas: «LoughboroughIe encuentra en el centro de Inglaterra»; por otra, existen expresiones que hacencosas: «Me juego cinco libras a que los laboristas ganan las elecciones». Pero enuna serie de conferencias brillantemente argumentadas, demostró que esta distin-ción no se puede sostener. Propuso una teoria general de los actos discursivos se-IÚ" la cual todas las expresiones realizan acciones y, al mismo tiempo, presentanrasgos dependientes de cuestiones deverdad y falsedad. Por tanto, «Me juego cin-CO libras a que los Iaboristas ganan las elecciones» forma parte del aeto de apos-IIr, pero depende de que exista un referente razonabIe para «!aboristas» y «elec-cones»; a 5U vez, «Loughhorough se encuentraen elcentro de Inglaterra» es unallfirmación que se puede evaluar en cuanto a su verdad o falsedad pero, al mismotiempo, su expresión desempena elacto de afirmar.

Ésta es la cuestión radical y crucial. El trabajo de Austin ernpieza a alejar ladiscusión de la idea de que las afirmaciones -descripciones, informes- cuelgande algún espacio conceptual donde se pueden comparar con algún aspecto delmundo. y centrala atención en las afirmaciones como acciones realizadas en unoscontextos y con unos resultados determinados. Eu sus propias palabras, «elactodiscursivo total en la situación de discurso total es el único fenómeno real que, enúltima instancia, nos comprometemos a dilucidar» (1%2, pág. 148).

Seria muy injusto criticar a Austin por no haber hecho algo que élmismo noR planteó hacer; después de todo, sus objetivos eran unas tradiciones determina-das de la fdosoíía. No obstante, para laempresa que me ocupa, vale la pena des-

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26 I La representación de la realidad

tacar algunas limitaciones de su trabajo y de la floredente literatura que ha ge-nerado,

En primer lugar, a pesar dei compromiso expreso de dilucidat e! acto discur-sivo total en la situación de rliscurso total, Austin trabajó con eiemplos inventadosque tienden a ser tipificaciones (la apuesta típica) o a estar determinados institu-cionalmente (<<sí, quiero» en la ceremonia deImatrimonial, y que se examinan sinteneren cuentasu producción en contextos reales. Como antes, esto no es uo pro-blema para Austin en la merlida en que se considere que desarroUa un argumentofilosófico, pero empieza a convertirse en un problema importante cuando se re-curre al trabaio de Austin con eI objetivo de fundamentar un programa analíticopata estudiar las práeticas dellenguaje en general y ellenguaje faetual en particu-lar (por ejernplo, véase Duranti, 1992). Prescinde de los tipos de comprensión quese dan en la interacción cotidiana, haciendo que el significado de la expresión es-turliada esté determinado por decreto. Este enfoque se rliscutirá con más detalleen eIcapítulo 2. EI hincapié que hace Austin en casos idealízados como puntos departida ideales para com prender ellenguaje, ha sido criticado con eficacia porJacques Derrida en una serie de argumentos que se examinarán en e! capítulo 3.

Otro problema es e! ttatamiento que hace Austin de las afirmaciones comoacciones. Éste es un primet paso fundamental en eI esturlio de la construcción dehechos, pero e! procedimiento de basar argumentos en ejemplos inventados y fue-ra de contexto lo lleva a pasar por alto uno de los aspectos fundamentales de lasafirmaciones: las afirmaciones se emplean para hacer cosas. Esto puede versecomo una subdase de uno de los problemas dásicos de la teoria dei acto discursi-vo: eI carácter indirecto de una expresión. Los teóricos de! aeto discursivo hanprocurado explicar con éxito uno de los fenómenos más extendidos en eIuso deilenguaje, que es, dicho en pocas palabras, la separaciôn entre forma y fundón.Así, cuando decimos ""Me puedes pasar la sal?» no planteamos una pregunta so-bre capacidades, sino que perlimos que nos pasen la sal; y cuando hacemos unofrecimiento, podemos formularlo como una petición: «Leruego que acepte esta».Comoveremos, las afirmaciones sonunamanera máso menos indirecta de realizaruna enorme gama de seciones diferentes: cumplirnentar, quejarse, invitar, culpar,etc. Demostrarque las afirmaciones son seciones es sóIo e1 principio;después vie-ne eI examen de las muchas acciones diferentes que las afirmaciones puedenrealizar; este librocomienzadonde Austinacaba.

Bergery Luckmann, y la consuuccion social

La obra dásica de Berget y Luckmann La construcción socialde lo realidadhizo una aportación extremadamente influyente en la sociología dei conocimien-to. Ofreció un argumento sistemático en eI sentido de que los mundos en los que

Intrnducción I 27

todos nosotros vivirnos no están simplemente ahí, no son simples fenómenos na-turales y objetivos, sino que están construidos por toda una gama de prácticas yconvenciones sociales diferentes. Para nuestros fines actuales, esta obra cumplióla importante fundóo de establecer los procesos de construcción social comotema central de estudio. ,

Otro aspecto importante de!libro de Berger y Luckmann es su énfasis enadoptar una postura «simétrica» en relación a la verdad o falsedad de un conoci-miento. Como dicen los propios autores: « ...Creemos que la sociologia dei cono-cimiento debe ocuparse de todo aquello que se entiende por "conodmiento" eouna sociedad, independientemente de la validez o nulidad final (sean cuales seanlos criterios empleados) de ese conocimiento» (1966, pág. 15).

Como veremos en e! capítulo 1, donde examinamos la sociología dei conoci-miento científico, esta postura es extremadamente importante para abordar laconstrucción de hechos: libera al investigador de tener que tomar partido por gru-pos determinados cuyas creencias estén mejorestablecidas que las de otros Y, enun plano más fundamental, también lo libera de tener que decidir qué debe te-nerse por cierto y qué no. El investigador social evita así la difícil tarea de ser, porejemplo, mejor físico o cirujano que los físicos o cirujanos\ los que estudia.

Sin embargo, ai igual que Austin, Berger y Luckmann hicieron más por des-cubrir lapotencialidad de analizat la construcción de hechos que por llevar a cabotal análisis. Su argumento presenta varias aspectos potencialmente problemáticos.En primerlugar, su libro no es un libro analítico.No contiene mucha informaciónsobre cómo analizar la construcción de la realidad. En cambio, ofrece argumentosgenerales para esta construcción y explora sus implicaciones para la vidaDe nuevo, seria injusto criticar a Berger y Luckmann por algo que no pretendie-ron realizar, aunque establecen una diferencia importante con el método por míadoptado para abordar la construcción de hechos.

En segundo lugar, e! estudio de Berger y Luckmann se centra en la fenome-nología de la experiencia de los individuos. Es decir, en vez de observar eI funcio-namiento de los procesos de construcción en eI habla y en los textos, destaca lapercepdón y la comprensión de las personas:

La realidad de la vida cotidiana se organiza en tomoal«aqui» de mi cuerpo y el«ahora» de mi presente. Este «aquí y ehora» es el foco de mi atención a la realided dela vida cotidiana. Lo que se me presenta «aquí y ahora» eu la vida cotidiana es el rea-lissimum de mi conocimiento (1%6, pág. 36).

Los problemasque generaesta clase de «cognitivismo» se examinan más ade-lante, especialmente en los capítulos 4 y 8. De momento, me limitaré a destacarque tiende a oscurecer la naturaleza interaetiva y retórica de la construcción dehechos, al tiempo que cosifica uo mundo mental que, en símismo, es un elemen-

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28. I La representación de la reeJidad

to importante dei discurso factual. En otras palabrasIas personas producen ver-siones de su vida mental-sus motivos, 5US creencias, etc.- cuando establecen laobjetividad de determinadas afirmacíones (véase Edwards, 19%).

Un problema final es que eI construccíonismo de Berger y Luckmann es bas-tante limitado. Aunque dedican mucho tiernpo a considerar las diversas presupo-siciones que. por ejemplo, hace un mecánico de automóviles sobre «su» mundo yla naturaleza de éste, ellos sí que pueden ver más aliá de esta construccíón sin nin-gún problema. Es decir, no tienen en cuenta las implicaciones de tratar la cons-truccíón socíal como un aspecto general dei conocimiento, induyendo eI de lossociólogos. Ya he destacado eI valor de la reflexividad: Berger y Luckmann igno-ran cualesquiera problemas epistemológicos que ésta les plantee. A pesar de estaslimítaciones, tanto Austin como Berger y Luckmann han desempeiiado un papelfundamental en eI planteamiento inicial de las cuestiones que deseo estudiar eneste Iibro.

Resumen delllbro

Los tres primeros capítulos dellibro cubren las principales tradicíones deitrabajo dedicado a la construcción de hechos. El capítulo 1 se dedica al auge dela sociología dei conocimiento científico que se produjo, especialmente en eI Rei-no Unido. a finales de los afios setenta y durante toda la década de los ochenta, es-timulado por desarrollos anteriores en la fIlosofía de la ciencia. Esto dio pie a unreplanteamiento radical de los puntos de vista tradicionales de los hechos cientí-ficos y todavía es causa de acalorados debates entre sociólogos. fIlósofos y cíen-tíficos. En este capítulo se describe la sociologia tradicional de la ciencia, juntocon una serie de retos que se le han dirigido desde la ftlosofía. Estos retos han re-planteado la naturaleza de la observación, han acentuado la naturaleza interco-nectada de las afirmaciones cientificas y han destacado la importancia de la prâc-tica cientifica y de la comunidad de científicos. Se examina de manera detallada eItrabajo de Harry Co\lins y dei «Empirical Relativist Programme», especialmentelos estudios sobre la construcción y la destrucción social de la replicaciôn, y lasteorías «construccionista» y «de los intereses» deI conocimiento científico. Eneste capítulo se destaca el valor de adoptar una perspectiva relativista carente deideas preconcebidas acerca de qué hechos son verdaderos y cuáles no. y se ilustracómo se destaca y se socava el papel de la retórica eo la sociologia de la ciencia.

El capítulo 2 se centra en la etnometodología y en e1 análisis conversacio-nal. Estimulados por el trabajo experimental de Garfinkel y Sacks durante la dé-cada de los sesenta, estas perspectivas brindaron una explicación novedosa de lainteracción social y de los procedimientos que utilizan las personas para com-prender la naturaleza de su mundo y mostrar coherencia en su conducta. Acen-

Introducción I 29

tuaronde una manera especial cómo se elabora. medianre esras prácticas, Ia natu-nleza estable y ordenada de la vida humana. En este capítulo se describen con-eeptos etnometodológicos fundamentales como la indicación, Ia reflexividad y elmétodo documental de interpretación, Yse revisan algunos estudios de las prácticasorganizadas para construir hechos mediante un ejemplo basado en datos estadisti-(OS sobre el suicídio. Otro tema importante es eltrabajo de Melvin Pollner sobre la"razónmundana». es decir.la pauta de métodos y presuposicíones que emplean laspersonas para mantener la sensacíón de una realidad subyacente estable y consen-Nada. Se presenta el análisis conversacíonal, destacándose su manera de concep-tua\izar los relatos como elementos esrructurales de determinados tipos de interac-ción. El análisis conversacíonal constituye un ejemplo de discíplina desarrolladadonde se considera que una dase de descripcíón (el relato) desempena una accíóndeterminada y que posee unos aspectos que facilitan el desempeno de esa accíón.

Lastradicíones imprecísas de la semiologia. el postestructuralismo y el posmo-demismo continúan ejercíendo una influencia importante a través de las cíencíashumanas y de debates culturales más amplios. Desde estas tradiciones, Ia naturale-za de la comprensión humana se ha redefinido más de una vez. En el capítulo 3 seintroducen las ideas básicas de la semiologia junto con una discusión del tNJajofundamental de Ferdinand de Saussure y de parte de los posteriores refinamientosdeeste enfoque realizados por Roland Barthes. Seexarninan las ideas de varios pen-udores postestructuralistas, induyendo (de nuevo) a Roland Barthes, a Michel Fou-ceult y a Jacques Derrida. El objetivo es dar una idea de los elementos comunes yparticulares de su trabajo en relación a la construccíón de hechos, usando el ejem-pio de la intertextualidad y la guerra para explorar algunas de sus ideas. La parte de-dicada al posmodemismo se centra en el diagnóstico de la condicíón posmodemahecho por Jean-François Lyorard. y en la exploracíón politica y feminista de la na-turaleza de la facrualidad, y de las historias a las que se otorga esra condiciôn, lleva-da a cabo por Donna Haraway. A\gunas de las cuestiones planteadas se ilustran me-diante una discusión de la película de David Byme True Stones/Historias uerdaderas.

En el capítulo 4 se ofrece una transicíón entre la revisión y la sistematizacíónde los tres primeros capítulos. y el interés en procedimientos específicos que ca-racteriza los capítulos posteriores. Se destaca la necesidad de tener en cuenta al-gunas consideraciones, y de hacerciertasdistinciones, parainvestigarla construc-cíón de hechos. Algunas se derivan de tradicíones anteriores y otras son nuevas.Otro objetivo de este capítulo es describir cómo se ha utilizado la metáfora de laconstruccíón en la lingüística. la etnometodologia y el postestructuralismo. Se ar-gumenta que una explicación verdaderamente construccionísta de la construc-cíón de hechos deberia tener en cuenta los procedimientos para estabilizar y ha-cer creíbles las versiones y los recursos eo los que se basan estas procedimientos.También se argumenta a favor de adoptar un enfoque analitico para la construc-cíón de hechos que se centre más en el texto y en el habla en accíón (discurso) que

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30 I La representación de le reelidad

en los modelos, las representaciones y las ideas mentales (cognición), partiendo dela base de que este discurso posee dos orientaciones retóricas: una orientaciónofensivadirigida a socavar descripciones alternativas y una orientacióndefensivadirigida a resistir la socavación. El capítulo 4 finaliza planteando una distinciónentre la orientación hadala acción de las descripdones (10que hace una descrip-ción) y su orientación epistemológica (córno se ocupa una descripción de 5U pro-pia factualidad). He intentado que este capítulo también sirva de breve introduc-ción a los temas que se explorarán eo los tres capítulos siguientes.

Los capítulos 5 Y6 se centran en los diversos procedimientos que intervienen enlaconstrucdón (y la socavación) de relatos factuales. En elcapítulo 5 exploramos lagestión de los intereses y la acreditadón de categorias. Un procedimiento impor-tante para socavar una descripción es aludir aios intereses que elhablante tiene eneUa. La discusión examina métodos empleados por escritores y hablantes para re-sistirse a esta socavación, Las categorias que se atribuyen a las personas sue1en es-tar muy vinculadas con sus derechos epistemológicos (los médicos saben de medi-cina, las personas con buena memoria ofrecen relatos precisos, etc.), y la factualidadde una descripción se puede fortalecer construyendo la acreditación de quien lapro-duce. En este capítulo también se examina la nodón de posidonamiento: por ejem-pio, eun hablante está afirmando algo o se limita a comunicarlo? El posicionamíen-to desempena un importante papelen la construcción de hemos: permite reforzar osoeavar la neutralidad de una afirmación recurriendo a diversas técnicas de citadón.

EI capítulo 6 se dedica aios procedimientos que utilizan las personas para se-parar sus descripciones de sus propios intereses y presentarlas como neutrales yexternas, es decir, para dotarIas de existencia propia. Aunque estos procedimien-tos o mecanismos de exteriorización pueden adaptar diversas formas, nos centrá-remos en el discurso empírico (construcciones impersonaies típicas de la cienda yde algunos tipos de períodismo), la construcdón de consenso y corroboración(concordancia entre descripciones de observadores independientes), y las narra-ciones que o bien incluyen detalles en abundancia o bien hacen formulaciones ge-nerales (la riqueza de detalles permite elaborar la acreditación de «testigo» y lasformulaciones generales ayudan a resistir refutadones leves). Como los métodospara fortalecer o socavar descripciones no son módulos tipo «conectar y usar»que puedan funcionar independientemente dei contexto, examinaremos cómo selleva a cabo su implementación en cada uno de los tres ámbitos mencionados.

Mientras los capítulos 5 y 6 se centran en la orientación epistemológica de lasdescripcíones, el capítulo 7 se dedica a su orientación hacia la acción. Como setrata de un tema muy amplio, me limitaré a tratar tres aspectos. Primero exami-naré las cuestiones, conectadas entre sí, de la categorización y la manipulación on-tológica. Gran parte dei peso de una descripción descansa en su categorización:distintas categorias implican diferentes motivos y responsabilidades, y tienen di-ferentes consecuencias para lo que venga después. Además, la categorizaciôn se

Inlroducción I 31

puede utilizar para apoyar conveniencias e interese,sponiendo relieve determ!-nadas consideraciones y excluyendo otras potencialmente perUnentes. Despuesexaminaremos el extremismo y la minimización: la construceión de descripcionesque transmiten la impresión de grandeza o pequenez, violenciao pasividad, bon-dad o maldad, etc. La tercera y última cuestión que examinaremos será la norma-lizacíón: cómo hacer que un suceso se considere normal y corriente o se percibacomo extrafio o sospechoso.

En el último capítulo volvemos a considerar la naturaleza del construccionis-mo y nos preguntamos cómo la deberíamos conceptualizar vistos los argumentosexpuestos en ellibro. Por otra parte, examinamos la importancia de estos argu-mentos para la conducción y la presentación de la ciencia social. Veremos que ellnterés en lo que se puede hacer mediante las descripeiones tiene importantesconsecuencias para campos tan distintos como los estudios de opinión pública ylas iovestigaciooes de la representación social. Por último, exploraremos las re-percusiones más generales de estos argumentos para la política y la práctica, des-tlcando las tensiones existentes entre determinados tipos de crítica y la importan-da de explorar reflexivamente los textos de la ciencia social.

Podemos considerar que este libro se organiza en dos grupos de capítulos(1.3,5-7) y dos capítulos aislados. Los capítulos 1,2 y 3 se centran en las princi-psles tradiciones teóricas y analíticas, y se podrian leer por separado como revi-1I0nes de los métodos empleados para establecer una descripdón como faetual. Elcapítulo 4 es un capítulo de enlace que ofrece breves ilustraeiones de las cuestio-nes que se desarrollan de forma detaUada en los tres capítulos siguientes. Este ca-pftulo se podría leer como una introducción a lo que viene a.continuación, yactúaI modo de resumen relativamente compacto de la perspectiva sobre la construc-eíôn de hechos que se desarroUa en ellibro. Los capítulos 5 y 6 se centran en losprocedimientos empleados para construir hechos y el capítulo 7 se dedica a exa-minar cómo se adaptan las descripciones a determinadas actividades.

Estos tres capítulos contienen gran parte de lo que este libro tiene de nove-doso, y se pueden leer como un todo relativamente independiente sin que por elloIe pierda mucho. Y aunque aluden a muchos campos diferentes que utilizan des-cripciones faetuales, inciden reiteradamente en un número pequeno depara simplificar la exposición: las sesiones de terapía relacional de una pareja enctisís (Connie yJimmy), las charlas de un equipo que realiza un documental sobreel fracaso de la investigación contra elcâncer, y varios casos de periodismo televi-livo e impreso. Estos ejemplos se combinan con la discusión reiterada de dos es-tudios pioneros: el estudio de Dorothy Smith (1990) sobre el deun informe que describe la enfermedad mental de una persona, y el estud.o de Ro-bin Wooffill (1992) sobre la construcción de relatos de experiencias paranorrna-leso Con el capítulo 8, ellibro finaliza planteando las cuestiones más generales deicoostrucciooismo, la representación en la ciencia social y el criticismo.

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1 ESTUDIOS SOCIALES DE LACIENCIA

Si se nos pide que pensemos en algo que sintetice el mundo de los hechos, esprobable que no tardemos mucho en mencionar la ciencia. Sus colosales inversio-nes de tiempo, dinero y personal parecen haber producido un conjunto de hechosespecificados eoo cIaridad y definidos eoo precísión que sustentan unos avancestecnológicos prodigiosos. Contemplada de esta maneta, la eiencia se convierte enuna piedra de toque para comprobar la solidez de los argumentos a favor de la na-turaleza construida de los hechos. Si podemos demostrar con êxito que la genera-ción de hechos científicos no se ajusta a unos modelos idealizados, cabrá suponerque la generación de hechos en otros ámbitos aún se apartará más de estos mode-los (CoUins, 1985). En otras palabras: si hasta los cientificos de bata blanca, a pe-..r de su formación y su preparación técnica, pueden producir hechos problemá-ticos, "qué cabrá esperar entonces de abogados, periodistas y «gente normal»?

Este argumento se basa en muchas presuposiciones y es fácil considerar quees un recursoretórico, bastantetransparente, que empleanalgunos investigadoreslOCiales de la ciencia para destacar la importancia de su trabajo. Sin embargo, aeondición de que no nos tomemos demasiado en serio elargumentode la «piedrade toque», el estudio social de la ciencia es un lugar óptimo para iniciar el exa-men de la construcción de hechos. Además de ser un crisol para la generación dediferentes teorias del conocimiento, ha producido numerosos y detallados estu-dios de casos sobre el trabajo de los científicos. Muchos de los problemas e inte-rrogantes que se planteanen la ciencia también se dan en otros campos caracteri-..dos por la construcción de hechos.

Los estudios sociales de la ciencia tienen una raiz muy amplia. Aunque mu-chos de eUosencajan en lo que se conoce como sociologia de la ciencia o sociolo-ara del conocirniento científico, una de las características más destacadas de estecampo durante las dos últimas décadas ha sido la amplia colaboración interdisci-plínaria que se ha dado entre sociólogos, filósofos e historiadores de la ciencia,

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psicólogos, lingüistas y analistas literarios. De hecho, la sociología tradícional dela ciencia, que predominó hasta la década de los setenta, sorprende ahora por sucarâcter conservador y su reticencia a explorar con detalle el contexto y la base so-cial de los hechos. Vale la pena considerar brevemente la naturaleza de este traba-[o inicial para que sirva de contraste con lo que se expondrá después.

La sociologia tradicional de la ciencla

Típicamente, la sociología tradicional de la ciencia se ha ocupado de dos cues-tiones, se organiza la ciencia como instituciôn social para que los cientí-ficos produzcan hechos objetivos con regularidad y éxito? Y, a la inversa, "quéfactores sociales deformantes pueden dar lugar a la producción de errores cien-tíficos? Dentro de la sociología de la ciencia, la persona que más se ha dedicado aformular estas preguntas y a intentar encontrar respuestas ha sido Robert Merton(1970,1973). Presentaré sus soluciones una por una.

Normas y caráeter de la eieneia

Merton deseaba comprender cómo unas condiciones sociales concretas ha-bían preparado eI terreno para la aparición de la ciencia moderna. Propuso queeI alza deI puritanismo durante el siglo XVII generó una ética caracterizada porvalores como eI utilitarismo, la racionalidad, eI empirismo y eI individualismo,que eran idôneos para la ciencia. Según Mertorl, cuando la gente asimiló estosvalores empezó a contemplar eImundo de una manera más parecida a Ia de loscientíficos modernos y su forma de actuar facilitó la producción de hechos ob-jetivos.

En una ampliación de este argumento, Merton propuso que Ia ciencia mo-derna se basa en un conjunto más desarrollado de valores puritanos que él deno-miná normas de la ciencia. Su argumento es que la ciencia moderna está limitadapor cuatro imperativos institucionales; eIuniversalismo, el comunismo, la impar-cialidad y eI escepticismo organizado. La función de estos imperativos, desarro-lIados históricamenre a partir de Ia ética protestante, es generar las condicionesque perrniten producir hechos de una manera fiable. El comunismo exige que eIconoeimiento se comparta de una rnanera libre y abierta; el escepticisrno organi-zado requiere evaluar la coherencia teórica y la exactitud empírica de todas lasafirmaciones de conocimiento; la imparcialidad y el universalismo exigen evaluarcualquier afirmación de conocimiento basándose en los mismos criterios imper-sonales, garantizando que eI estatus científico se obtenga gracias a los méritos y noaI patrocínio o la posición social.

Estucfoos sociales de la ciencia I 35

Esta descripción de la ciencia no ha cesado de generar una gran cantidad deliteratura critica (por ejernplo, véase una discusión reciente en Fuller, 1995;4nch , 1993), y los origenes de la ciencia se han descrito de maneras totalmentedistintas a la de Merton (Shapin y Shaffer, 1985; Latour, 1993). Pero lo que másnos interesa ahora es ver cómo se planteó inicialmente eI problema de la produc-ción de hechos en eltrabajo de Merton. En esencia, Merton partió de una versiónadmitida de la naturaleza de los hechos científicos -que son impersonales y queestân empíricamente garantizados y rigurosamente comprobados- y entonces sepreguntó qué tipo de organización social podía producir algo así. Desde este pun-to de vista, con frecuencia denominado explicación de «libro de cuentos» de laciencia (Mitroff, 1974), la actividad científica se acepta tal cual y eI problema deisociólogo se reduce a postular un sistema social que la explique.

Como han indicado muchos analistas posteriores, eI problema de esta expli-eación de los hechos científicos es que se basa en relatos en forma de cuento queno describen las prácticas reales de los científicos. Por ejemplo, en vez de consi-derar que una norma como el universalismo es una limitación tajante, se puedeconsiderar que es un recurso simbólico y abierto que se debe interpretar de roa-nera distinta según eI contexto en que se emplee (Mulkay, 1976, 1980). Además,es posible tratar los relatos científicos que invocan estas normas como vocabula-rios de justificación (Mulkay y Gilbert, 1981; Potler, 1984). Es decir, cabe consi-derar que estas normas forman parte dei arsenal persuasivo al que recurren loscientíficos cuando discuten entre sí o cuando intentan legitimar la práctica de laciencia como un todo.

Esto nos lleva directamente a la pregunta que subyace a este libro. "Cómo seelabora una descripción para que parezca literal y factual? 0, en eI caso que aho-ra nos ocupa, "cómo pueden describir los científicos sus actividades individualespara que parezcan seguir la norma de impersonalidad de la ciencia «verdadera»?Antes de abordar directamente esta cuestión, examinaré eI otro aspecto impor-tante de la sociología de la eiencia de Merton, que es su concentración en el error.

La sociologia deI error

Aunque Merton destacó la importancia dei conjunto de normas para guiar laactividad científica de descubrir hechos, también destacó que los cientificos nosiempre siguen estas normas. En ocasiones se producen fraudes: un científicopuede ocultar unos resultados o comunicados únicamente a ciertos colegas; tam-bién pueden darse prejuicios contra determinados individuos o grupos. Sin em-bargo, estas desviaciones se traraban como excepciones: de hecho, para Mertondeben ser excepciones, ya que, sin su eficaeia general, los hechos científicos notendrían el estatus especial que poseen.

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Merton propuso que estas desviaciones de las normas dan pie a una explica-ción psicológica o sociológica dei error científico. EI prejuicio contra un grupo deinvestigadores puede dar como resultado eI mantenimiento de una teoria errôneafrente a una alternativa correcta, y la ambición individual puede lIevar a un cien-tífico a falsear resultados para que encajen en eI modelo deseado. Lo interesanteaquí es observar la asimetria de los investigadores de la tradición de Merton aiex-p icar las creencias que consideran verdaderas y falsas. Las creencias falsas se pue-den explicar directamente mediante un «hecho social» (personalidad, prejuicios,etc.) que perturba eI funcionamiento adecuado de las normas científicas. Lascreencias verdaderas se explican de una manera totalmente diferente. Para loscientíficos que se rigen por eI sistema de normas, las creencias verdaderas surgendirectamente de una, investigación cuidadosa dei mundo tal como es. Dicho enpocas palabras: según este punto de vista de la ciencia, los hechos mismos deter-minan la verdad, mientras que eI error se explica mediante procesos de naturale-za psicológica o sociológica. La consecuencia es que no hay nada que explicar enrelación a las creencias verdaderas, salvo cómo se producen y se socavan las con-diciones para una investigación científica adecuada. Los investigadores socialessólo cumplen su cometido cuando aplican su capacidad de comprender los pro-cesos y la psicodinámica de los grupos a comprender la producción de creenciasfalsas. La mayor parte de este conjunto de presuposiciones ha sido identificada ycriticada con eficacia por eIsociólogo David Bloor (1991).

Por tanto, la tradición representada por Merton y otros prescindia dei estudiode los hechos mismos y se contentaba con examinar su contexto sociológico. EIanálisis sociológico completo dei contenido de la ciencia -sus ideas, sus teorias,sus métodos, etc.- se reservaba únicamente para las falsedades. Con la ventaja depoder volver la vista atrás, podemos ver que estas sociólogos abrazaron las pro-pias historias de los científicos sobre la naturaleza distintiva y privilegiada de suconocírniento, y acabaron centrando su atención en hecbos que los científicos yahabían desechado como erróneos por alguns razôn. Ante este límite autoirnpues-to sobre eI análisis, quizá no sea sorprendente que los desarrollos cruciales queprepararon eI terreno para un estudio social completo de los hechos científicos vi-níeran de la filosofia y la historia de la ciencia, y no de la sociología.

Fllosofía y hechos científicos

Es importante no dar la impresión de que los filósofos y los historiadores dela ciencia han sido más escépticos que los sociólogos en relación alas actividadescientíficas. Con algunas excepciones norables, han considerado que las historiasde los científicos son tan coherentes y evidentes como creia Merton. Los filósofosse han ocupado principalmente de la justificación dei conocimiento científico; por

Estudiossoclales de la ciencia I 37

lU parte, los historiadores se han interesado tradicionalmente por los pensamien-tosy los procedimientos que condujeron a «grandes» científicos a realizar «gran-des» descubrimientos. Eu general, los filósofos han dado por sentado que eI co-nocimiento científico es especial y han considerado que 5U misión es ensefiarcómo se puede demostrar con rigor esta naturaleza especial. Sin embargo, en susintentos de ofrecer esta dernostración mediante la exploración detallada de episo-dias científicos c1ásicos, los filósofos y los historiadores empezaron a construiruna visión radicalmente distinta de la ciencia. Me centrarê aquí en tres facetas deesta nueva visión: la ruptura de la distinción entre observación y teoría, la nocióode que las creencias científicas se vincuIan entre sí mediante redes complejas y elEnfasis en las prácticas científicas y las comunidades de científicos.

Observaciones y teorfas

Una manera extremadamente poderosa y fascinante de comprender los he-ehos se basa en considerar que son observaciones dei mundo tal cual es. (Veo ahíuna mesa o no? ha producido un destello en eI detector de fotones o no? Seconsidera que la observación ofrece dos recompensas básicas. En primer lugar,parece ofrecer un acceso directo y sin mediación almundo y a sus características.L. realidad es tal como la vemos. En segundo lugar, parece dar cabida a un Pro-eeso básico de corroboración: cualquier observador que adopte la misma pers-pectiva debe ver lo mismo. Tomado en su conjunto, todo esto hace que la obser-vación pueda actuar como base para la construcción de conocimientos; aparte deotras cosas que puedan suceder, la observación nos permite ver algunas propieda-des particulares dei mundo que cualquier otro observador puede verificar simple-mente ocupando nuestra posición (Mulkay, 1979).

La idea de que los hechos son un producto de la observación (la doctrina deiempirismo) se da ran por sentada y es tan fundamental para la comprensión quetienen los científicos de su práctica habitual, que es verdaderamente difícil noconsideraria evidente. De hecho, nuestro lenguaje -sea científico o cotidiano-acerca del conocimiento y la comprensión está impregnado de metáforas visuales:descubrir la verdad, contemplar una cuestión, ver que algo es evidente, etc. Sinembargo, este concepto deI conocimiento basado en la observación tiene un Iina-je histórico compleio, La evidencia que tiene ahora para nosotros no es algo natu-ral, sino que se ha ido construyendo durante un largo periodo de tiernpo.

Por ejemplo, Steven Shapin y Simon Schaffer (1985) documentaron que, amediados dei siglo XVII, Robert Boyle recurrió a conceptos dei mundo judicialpara dar una nueva justificación a sus afirmaciones científicas sobre la presión at-mosférica y la existencia dei vacío. Estas autores citan aI mismo Boyle:

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38 I La representaci6n de la realidad

Pues el testimonio de un solo tesrigo no basta para probar que el acusado es cul-pable de asesinato; masel testimonio de dos testigos, ambosmerecedores deImismocrédito... bastará de ordinario para probar que W1 hombrees culpable; pues es razo-nablesuponerque, si bíen cadatestimonio porseparado puede serprobable, unacon-currencia de tales probabilidades (queen buena razón cabe atribuir a la verdad de loque conjuntamente tienden a probar) muy bien puede equivaler a una certeza moral,es decir,a una certezapareja a la que puede autorizar aijuez a sentenciar a muerteaiprocesado 0985, pág. 56).

Así pues, para Boyle la verdad de las afirmaciones científicas se establece me-diante e! apoyo concurrente de varios testigos. Cabe destacar, sin embargo, que nosirve cualquier testigo; para Boyle, sólo eran testigos fiables los rniembros de lascomunidades adecuadas: las historias de «papistas y ateos» tendian a ser puestasen duda. A destacar también que, para Boyle, esta manera de comprender la ob-servación científica no eraevidente.Tuvoque abogarpor ella e importóla prácti-ca desde e! contexto legal, entonces más familiar.

Durante e! siglo xx, la utilidad de la observación como fundamento para e!conocimiento científico ha empezado a verse amenazada por análisis filosóficos,históricos y sociológicos (por ejemplo, Bames, 1977; Hacking, 1983; Kuhn, 1970;Rorty, 1980). Para cuestionar la idea de que la experiencia visual es, en cierta ma-nera, un facsímil directo y simple de aspectos de! mundo, los filósofos se basaronen investigaciones psicológicas sobre la percepción visual y, en particular, en lostrabajos sobre ilusiones visuales que muestran que una misma ímagen se puedever de maneras diferentes, y en el rol que desempefian las expectativas culturalesen la categorización de aquello que se ve. Todos estamos familiarizados con los di-bujos que se pueden ver como un pato o un conejo, o como la cimao la base deun conjunto de peldaãos. En estos casos la experiencia visual cambia aunque e!dibujo sigue siendo e! rnismo, y esta sirve para plantear la posibilidad de desa-cuerdos fundamentales en cuanto al signíficado de la misma escena (Hanson,1969; Kuhn, 1970). El papel de las expectativas culturales se demuestra, porejernplo, con experimentos donde los sujetos tienen que identificar rápidamentelas cartas de una baraja cuyo as de tréboles es rojo: los participantes tienden a co-municar que e! as de tréboles es negro, de acuerdo con sus expectativas. La lec-ción -y e1 problema- para e! empirismo es que podemos ver lo que esperamosver y no lo que simplemente está ahí.

Estas ejernplos son bastante artificiales y su relación con la práctica científicareal es dudosa. Las prácticas de observación en contextos donde realmentetrabajan los científicos son mucho más complejas de lo que indican estas exposi-ciones visuales símples y aisladas (por ejemplo, Goodwin, 1995; Iynch yWoolgar,1988; Knorr Cetina y Aman, 1990). Por ejemplo, Michae! Lynch (1994) comen-ta que el término «observación» sirveen astronomía paradesignar, con bastante

Estudios sociales de la clencia I 39vaguedad, un conjunto de aeciones que comprenden, entre otras, oríentar un te·lescopio, conectarle un sensor determinado, generar series de puntos en uo os-ciloscopio, traducir estas series a gráficos y,por último, obtener e! apoyo de los co-legas para una interpretacÍón determinada. A diferencia de un juicio instantáneosobreuna imagenproyectada, la observación típicade la astronomía «se extiendeen e! tiempo, se distribuye en lo social y lo instrumental, yestá condenada a la con-tingencia» (1994, pág. 138). Con todo, los tipos de ejemplos psicológicos emplea-dos por Kuhn y otros funcionaron eficazmente como contrapuntos retóricos ala idea de que lo que se ve está determinado por e! objeto o por su impresión en laretina.

El problema de considerar que la percepción proporciona unos cimientos fir-mes e incuestionahles para el conocimiento cobra más fuerza cuando considera-mos que, sean cuales sean las imágenes impresas en las retinas de los científicos,euando las observaciones se incorporan a la ciencia lo hacen en forma de expre-siones o de algún tipo de discurso escrito. Incluso en e! caso más simple esto im-plica alguns forma de categorización; no se trata simplemente de ver lo que se tie-ne de!ante de los ojos; se trata de verlo como algo; no es una simple sensación deun color particular, sino unaeIeccióndescriptiva: rojo, pardo con motasdoradas,o lo que sea. Y en la ciencia, como ocurre con el «sentido común», nuestras cate-gorias no son un conjuntoabstracto y neutraI de casillas descriptivas: se derivande teorias y cosmologías generales. Filósofos como Mary Hesse (1974) han argu-mentadoque los científicos trabajan con términos descriptivos -masa, rnitocon-dria, fibra muscu1ar- que presuponen un conjunto completo de presuposicionesteóricas; y si tratamos de deshacer estaspresuposiciones y basarlas en otrasobser-vaciones, tambiénéstas dependeránde teorías (véanse resúmenes útiles de estosargumentos en Cbalmers, 1992; Mulkay, 1979).

Además de todos estos problemas de la observación, hay otra cuestión que escadavezmásevidente en la cienciamoderna. Lamayor partede lasveces, las«ob-servaciones» científicas (y, como he destacado,este términoes cadavezmásenga-noso) dependen de complicados aparatos de registro como microscopios electró-nicos, osciloscopios y cámaras de burbuias, cuyo propio funcionamiento dependede varias teorias complicadas que se presuponen en cada observación (Feyera-bend, 1975). Tomemos, por ejemplo, e! estudio etnográfico de Karin Knorr Ce-tina (1996) sobre e! empleo de un detector de partículas en unos experimentosrealizados en e! CERN con un acelerador de alta energía. EI detector es extrema-damente complejo y los físicos dedican más tiempo a tratar de comprender sucomportamiento que en buscar las supuestaspartículas, casi inconcebiblementepequenas, que son e! objetivo de su investigación. Ponen en funcionamiento e!enormeequipo unay otravez para descubrir sus imperfecciones y particularida-des. En este caso, el término«observación» sólo mantieneuna relación muydébilcon las prácticas de investigación de esta comunidad.

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40 I La representación de la reallded

La red de creencias

Otra faceta de esta crítica delempirismose centraen cómo se conectan entresí las creenciaso afirmaciones científicas paraformar unared.A principios del si-glo xx, eI filósofo de la ciencia Pierre Duhem argumentó que las afirmacionescientíficas nunca se evalúan puramente en relación a los resultados de unos expe-rimentos concretos. En cambio, se evalúan teniendo en cuenta una extensa gamade cuestiones, incluyendo resultados experimentales, teorias, ideas sobre méto-dos, datos estadísticos, etc. (Duhem, 1962). Por ejempIo, sí un resultado es cohe-rente con un cuerpo de teoría bien establecido, tiene más probabilidades de seraceptado sin discusión que si se cree que contradice una teoría establecida. Una«observacíón»de «matéria oscura» en d espacio tienemás probabilidades de re-petirse rigurosamente sí se considera que contradice los postulados básicos de laastrofísica moderna; los astrônomos buscarán interpretaciones alternativas quemantengan la coherencia de su explicación general dei universo. En cambio, unaobservación que encaje bien en un cuerpo grande de teoría puede ser aceptadacon relativamente poea discusión.

Durante la década de los cincuenta, eI ftlósofo estadounidense Willard vanOrman Quine desarrolló las ideas de Duhem sobre la interconexión de las creen-cias y eI papel de la experiencia en una conocida metáfora que se suele denominartesis de Quine-Duhem (1961; véase también Hesse, 1974; Quine y UlIian, 1970).Quine propuso que las creencias científicas deberían concebirse como si se ex-tendieran formando un tejido dispuesto de manera parecida a la piei de un tam-bor. Una experiencia estira este tejido hacia eI borde dei tambor; sin embargo, estaexperienciano determina la organización deI tejido, que se ajusta a cada instantepara mitigar la tensión.Unas veces, los ajustes procedende observaciones nuevasque tiran desde eI borde; otras veces son los desarrollos teóricos los que conducena una reorganízación dei tejido.

E! aspecto crucial y radical de esta metáfora es que ninguna observación cien-tífica única puede tener un efecto determinante en el tejido de creencias. E! im-pacto de las observaciones dependerá dei estado dei tejído como un todo. Estamanera de comprender la ciencia implica que nunca puede haber un experimen-to crucial, un estúdio que, por sí solo, obligue definitivamente a elegir una de dosteorías opuestas; en realidad, los trabajos históricos han mostrado que experi-mentos considerados cruciales sólo Ilegaron a verse como rales después de que lateoria anterior fuera abandonada (Collins y Pinch, 1993). La consecuencia gene-ral de todo lo expuesto es socavar la idea de que la observación proporciona unabase conduyente parael conocimiento.AI rnismo tiempo, proporciona un nuevoénfasispragmático a cuestiones como la coherencia de una creencia con otrasy lasimplicidad global dei sistema.

Estudios sociales de la deneia I 41

Comunidad y práctica

Una consecuencia final y algo irónica de este repIanteamiento filosófico de laciencia, fue eI creciente reconocimiento dei papel crucial de la práctica científicay de la comunidad de científicos. Mientras los intereses de los sociólogos se apar-taron dei contenido dei conocimiento científico a causa de las ideas de Merton, losintereses de los filósofos se acercaron a la psicología y la sociología. E! proponen-te más conocido de este punto de vista fue eI filósofo e historiador Thomas Kuhn(1970), cuyas ideas se pueden considerar una extensión de la tesis de Quine-Duhem.Lanoción de un tejido de creenciases muyabstracta. La importante mo-dificación de Kuhnconsistió en acentuar que unared asíno cuelgaen un espacioconceptual abstracto, sino que se encarna en el conocimiento y las prácticas degrupos de científicos específicos. Las creencias científicas se expresanen los de-bates y se plasman en los escritos científicos.

Para que la red se reajuste de la manera propuesta por Quine, los grupos decientíficosdeben modificar sus compromisos teóricos,aprender métodos nuevos,abandonar modelos predilectos y laboriosamente adquiridos para la resoIución deproblemas «<paradigmas»), etc. Kuhn argumentó, sobre la base de estudios de ca-lOS históricos, que en vez de colocar la red en un estado de trastomo leve perocontinuo, la comunidad de científicos seguirá haciendo «ciencia normal» ante lassnomalías y los problemas que plantee la investigación hasta que, Ilegado ciertopunto, la tensión en todo el sistema se acentuará tanto que experimentará porfuerza unos reajustes radicales. Sólo después de este período de «ciencia revolu-cionaria» puede restablecerse la serenidad de laciencia normal. Kuhn no sólo afir-móque la cienciafuncionarealmente así: también dijoque eralamanera mássen-••ta de actuar.

E!modelo de la ciencia de Kuhn basado en la comunidad no fue eI único de-..rrollado por filósofos. Por ejemplo, Imre Lakatos (1970) argumentó que la unidadsocial central para hacer ciencia es el «programa de investigación»: el desarrollode una serie de estúdios organizados en torno a un conjunto de presupuestosteóricos más o menos básicos. Otros, especialmente Karl Popper (1959), propu-aieron que lo importante no es la organización social e intelectual de la ciencia,síno la manera en que los científicos Ilevan a cabo sus acrividades. Para Popper, laeiencia se distingue de la no ciencia por la actividad de tratar de comprobar hipó-tesisde unamanera críticay de resistir la tentaciónde hacer continuamente mo-dificaciones ad hocpara mantener la vaIídez de hipótesis ante evidencias en con-tra. Por ejernplo, argumentó que los científicos no deberían haber postulado laexistencia de planetas nuevos, pero invisibles, para que la teoría de Newton si-Fiera vigente anteunas aparentes desviaciones de las órbitaspIanetarias en rela-ción a las predicciones. De hecho, Popper criticó con fuerza la propuesta de Kuhnegún la cual eI desarrollo de la ciencia necesita atravesar períodos donde la cien-

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42 I La representación de la realidadcia es «normal», estable e indiscutible; para Popper, esto era, simplemente, malaciencia (Popper, 1970).

Esta breve revisión de los desarrollos acaecidos en la filosofia de la cienciahace poca justicia a la complejidad y la riqueza de la que ha sido una de las áreasmás apasionantes de la ftlosofia moderna. La controversia continúa y hay muchosfilósofos que rechazarian algunas -.'li no todas-Ias consideraciones anteriores.He tratado la cuestión de esta forma porque encaja de dos maneras en la narracióngeneral que estoy construyendo sobre los hechos.

En primer lugar, pretende mostrar que incluso los filósofos, cuyo interés bási-co ha sido justificar el estatus singular de los hechos científicos, han planteadoproblemas fundamentales a los modelos simples de la ciencia y de su desarrollotipo «libro de cuentos». La simplicidad del empirismo -el científico solitario ycontemplativo, y el mundo listo para la inspección- se tambalea cuando las ob-servacionesse difuminanen teorias, las teorias se interconectanentre sí y se cons-tata que todo esto depende de una comunidad de cientificos y de sus acciones. EIvalor de estos trabajos no ha sido demostrar cómo se justifican los hechos -puessólo han resumido de una manera muy vaga cómo se produce esta justificación-sino poner de relieve los limites de la historia empirista clásica de la ciencia.

En segundo lugar, estas trabajos muestran que uo interés epistemológico abs-tracto en la relación entre una afirmación basada en la observación y un fragmen-to particular de la realidad, se ha convertido en un interés psicológico y sociológi-co en el papel de las expectativas, el instrumental y las prácticas de una comuni-dado A diferencia de la sociologia tradicional de la ciencia, que ocultó con eficaciael contenido del conocimiento factual de la mirada entrornetida de los analistas, lanueva ftlosofia de la ciencia fue una invitación a destapar la caja y abordar los de-talIes específicos dei conocimiento científico. Yesta invitación se aceptó con gus-to, particularmente en el Reino Unido, donde la teoria de Merton nunca habia lIe-gado a arraigar.

Sociologia dei conoclmlento cientifico

La moderna socíología del conocimiento científico (en ocasiones denominadaSCC) se caracteriza por una variedad de intereses teóricos, métodos analíticos yfocos de investigación que se superponen entre si. Se trata de un campo con unvivo debate interno, completamente separado de las tradicionales controversiasesporádicas con los filósofos y sociólogos de la ciencia (Bunge, 1992; Laudan,1990) y con los científicos en si (Labinger, 1995; Wolpert, 1993). Empezaré exa-minando el trabajo de Harry Collins porque plantea con claridad muchas de lascuestiones fundamentales de la SCC, además de ofrecer algunos ejemplos muyconvincentes de esta postura en la práctica analítica.

Estudios sociales de la ciencia I 43EIprograma empírico relativista

Lamaneramás sencilla de presentar este trabaio es compararlo con la socio-logía tradicionalde la ciencia, que se centrabaen las condiciones o normas sócia-les que permitenla generación de verdadero conocimiento, y en lamaneraen quedeterminados factores sociales o psicológicos, como los prejuicios y las ambicio-nes personales, conducen a errores científicos. Para Harry Collins, el problema deeste punto de vista es que adepta las disrinciones de los propios científicos entrelo que es verdadero y lo que es falso, y se plantea a si mismo los problemas para-lelos de explicar cómo lIegan a producirse los errores y cuáles son las condicionessociales que sostienen la verdad. Según él, este punto de vista tradicionallegiti-maba el statu quo de cada época ai presuponer que las creencias imperantes erancorrectas. También presuponía que lo que los científicos consideran un conoci-miento científico válido no necesita ningunaexplicación social. ya que es explica-do adecuadamente por la naturaleza de los fenómenos naturales que se estudian(Collins, 1981; Collinsy Cox, 1976).

Collins argumentó que si los analistas socíales quieren evitar convertirse enagentes de relaciones públicas de la ciencia deben adoptar una postura relativista.Pero el relativismo es una noción compleja y muy controvertida en las eiencias 80-ciales que se suele emplear directamente para denigrar: alguien ha «caido» en unapostura relativista; el «fantasma del relativismo» se debe evitar (Edwards y otros,1995; Smith, 1988). Collins quiso rescatar esta noción de su mazmorra teórica.

Collins propuso que para la SCC es crucial alguna forma de relativismo me-todológico. Es decir, las afirmaciones de los científicos sobre qué es verdadero yqué es falso no se deben tomar como punto de partida para el análisis, sino quedeberían convertirse en tema de análisis por derecho propio. Una de las conse-euencias más lIamativas de abordar el conocimiento científico desde una posturade relativismo metodológico, es que libera inmediatamente todo el campo cientí-fico para el estudio. EI analista social ya no se limita a recoger las migajas que caende la mesa científicacomo creencias falsaso a tenerque contentarsecoo estudiosrurinarios de su psicologia organizativa. Además, el analista ya no tiene que cla-sificar las cuestiones cientificas de una manera más definitiva que los propios cien-tíficos. De hecho, lo que a prirnera vista puede parecer un punto de partida in-necesario y hasta excéntrico para la investigación social, pronto llega a parecersensato y, de hecho, imprescindible. El valor del relativismo metodológico se ma-nifíesta de inmediato cuando nos concentramos en los tipos de líos en los que fá-cilmente nos podemos meter cuando intentamos realizar juicios fáciles sobre laverdad y la falsedad de la ciencia. Es interesante destacar brevemente algunas deestas dificultades antes de continuar.

En muchas de las áreas más apasionantes de la ciencia contemporánea noexiste un consenso sobre qué es correcto y qué no y se da una acalorada contro-

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44 I La representación de la realidad

versia. En realidad, suele ser la controversia lo que genera la pasión. También exís-ten grandes áreas científicas en las que se produce no consenso aparente sobrecuestiones de verdad y falsedad. Pera incluso aquí el analista no suele tener queesforzarse mucho para encontrar una cantidad considerable de voces discrepan-tes. Adernás, el contenido del punto de vista consensuado se puede modificar; esdecir, los científicos pueden abrazar Ia «misma» teoría, pera lo que entienden poresa teoría puede ser radicalmente diferente (Gilbert y Mulkay, 1984; Latour,1987). Más aún, si adaptamos una perspectiva histórica más extensa veremos quemuchas afirmaciones científicas que habían sido ampliamente acepradas eo unaépoca determinada, más adelante han sido revisadas drásticamente o abandona-das por completo (Feyerabend, 1975; Kuhn, 1970). A veces este proceso se hadado a Ia inversa: ideas inicialmente ridiculizadas llegan a conseguir aceptación.

Collins ha centrado gran parte de su investigación en campos científicos don-de se da una controversia permanente. Esta ofrece dos ventajas. En primer lugar,en Ias controversias se ponen en duda las regias y las competencias que subyacena la ciencia y, en consecuencia, éstas se formulan de una manera explícita que noes frecuente en áreas con mayor consenso. Es decir, el investigador puede utilizarla controversia para sacar a la luz lo que en otros âmbitos sueIe ser tácito. En se.gundo lugar, el investigador puede mantener con más facilidad la postura relati-vísta de desapego en re1ación a cómo son «realmente» las cosas porque esta es,precisamente, lo que está eo discusión.

Se puede poner de relieve la ventaja de Ias controversias mediante una con-vincente analogía que tiene repercusiones para el análisis de la producción de he-chos en un ámbito más general. Collins (1985) propuso que abordar el cono-cimiento científico se parece a estudiar los barcos metidos en botellas que hacenalgunos marineros. Cuando ya se ha secado todo el pegarnento y se han cortadolos cordeles, parece algo casi mágico. No es fácil ver cómo se ha hecho. Según Co-llins, la ventaja de observar las controversias es que 50n situaciones donde pode-mos vislumbrar cómo se aplica el pegamento y cómo Seestiran los cordeles,

Collins propone que el proceso de ofrecer el relato sociológico de una con-troversia consta de tres etapas (Collins, 1983a). Laprimera etapa comporta docu-mentar la flexibilidad con que se pueden interpretar los resultados experimen-tales. (Cómo se puede determinar si unos resultados particulares apoyan o no unateoría? (Cómo se puede determinar si una replicación confirma o no un resulta-do? Esta flexihilidad es Ia que cabe esperar a Ia luz de la tesis de Quine-Duhem,que destaca que los resultados de un experimento individual se juzgarán en rela-ción a cuerpos de teoría completos. Hay muchas maneras de mitigar las tensionesintroducidas en la red por unos resultados novedosos.

La segunda etapa se centra en la manera de abordar esta flexibilidad para quese produzca un resultado determinado. (Cómo se resuelve, en última instancia, lacontroversia? Aquí, CoIlins se aparta deI punto de vista de la tesis de Quíne-

Estudios sociales de la ciencia I 45

Duhem. Versiones recientes de esta tesis (Hesse, 1980; Knorr Cetina, 1982a; véaseKuhn, 1977) indican que, si bien se pueden dar varias respuestas a los resultadosde experimentos individuales, se suele dar una sola respuesta racional y ordenadaa colecciones de resultados procedentes de varios estudioso Esta respuesta depen-de de la aplicadón de criterios generales que insten a la red a cambiar para desta-car, por ejemplo,la coherencia o la simplicidad. Pero, para Collins, la flexibilidadpara abordar los resultados de la investigadón, combinada con la naturaleza holís-tica de los sistemas de creencias científicos, proporciona una oporrunidad paraemplear varias mecanismos retóricos y diversas técnicas de persuasión. Elno concluye con estas consideraciones racionales, sino con los tipos de estratégiasque se podrían emplear para vender un programa político a un electorado. .

La tercera etapa del programa está mucho menos desarrollada en el trabajo deCollins. Se refiere al intento de relacionar el final de las controversias con estruc-turas sociales y políticas más amplias de la sociedad. Volveré a abordar esta cues-tión más adelante, en este mismo capítulo, cuando examine otra tradición de la so-ciología del conocimiento científico que ha tratado de relacionar la eIección deteorias yel desarrollo de controversias con las alianzas entre científicos y, en últi-ma instancia, con elcontexto social más general. Demomento, será útil alejarse deestas afirmaciones más bien abstractas y programáticas e ilustrar a qué equivalencuando Collins investiga una controversia específica. Existen varios estudios decasos de controversias que se han realizado desde este punto de vista (por ejem-pio, Collins y Pinch, 1982; Pickering, 1981; Pinch, 1986); me centraré en u.no delos estudios de Collins, que es muy conocido y respetado, referente a una disputasobre la detección de la radiación gravitatoria (Collíns, 1975, 1981, 1985).

La radiación gravitatoria y la sociologia de los hechos

Una predicdón derivada de la teoria de la relatividad de Einstein es que lagravedad debe ser detectable como un tipo de radiación. Los movimientos de ob-jetos grandes deberían crear un flujo o una descarga de esta radiación. El prohlemapara los investigadores es que este flujo es casi inconcebiblemente déhil, ha-ciendo que esta detección sea una tarea excepcionalmente difícil. Sin embargo,acontecimientos galácticos masivos como las explosiones estelares deberian gene-rar cantidades de radiación que se pudieran detectar desde la Tierra. En 1969, elfísico estadounidense ]oseph Weber afirmó haber sido el primero en detectarias.Dicho en pocas palabras, Weber había colgado una barra de aluminio muy gran-de dentro de una cámara estanca y había medido unas vibraciones pequeiiísimasmediante unos indicadores de tensión. La barra actúa como un palo que flota enel borde de un estanque; si se produce alguna perturbación grande cerca del cen-tro dei estanque, el pala acabará por oscilar.

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46 I La representaci6n de la realidad Estudias sociales de la ciencia I 47

to de disputa por derecho propio. Y como los juicios sobre la de losexperimentos estaban ligados a los juicios sobre la naturaleza de la radiaciôn gra-vitatoria, los experimentoseran, en realidad, negociacionessob_re lalos fenómenos.Collins expresó esta perspectiva de las replicaciones en lamvesn-gación de las ondas gravitatorias de la manera siguiente:

La manera más fructífera de interpretar la aetividad de los científicos... no es ver-Iacomo un intento de comprobar o replicar resultados de una manera competente...sino más bien como una negociación dei significado de un experimento competente enun campo. Ipso facto, se negocia el carâcter de la radiación gravitatoria y selacultura de esa parte de la ciencia que se puede llegar a conocer como «observaciónde ondas gravitarorias» (Collins, 1975, pág. 216l.

Este elemento de la investigación se puede inscribir en la primera etapa delprograma empírico, que demuestra la flexibilidad potencial en la interptetaciónde resultados experimentales.

En una parte posterior del estudio, Collins (1981, 1985) pasó a la eta-pa del programa y trató de mostrar cómo se habían empleado unas estrategias co?-eretas para zanjar la controversia hasta elpunto de acabar con eua: Susociológicacrucial eraque no habíaninguoarazóo .raclOnal o científicaque obligara a los científicos dedicados a las ondas a no en lasafinnaciones de Weber. La falta de credibilidad de estas afirrnaciones tenta que serproducida socialmente mediante el empleo de diversas estrategias

Según Collins, el actor fundamental en esta controvers'a.fue Cientifico queéldenominó Quest para proteger su anonimato. Quest contribuyó a zanjar la.con-troversia, pero no por la calidadtécnicade su trabajo, la novedad de sus eviden-cias o la sofisticación de su disefio experimental; la aportación de Quest fue em-prender una campana de altos vue/os utilizando hábiles retóric.astanto en el terreno científico como en círculosmás populares. Collms cita a dis-tintos cientificos de este campo en apoyo de su interpretación del efecto del tra-bajo de Quest.

Siguiendo la afinnación deWeber, varios grupos de científicos íntentaron en-contrar laradiación gravitatoria utilizando dispositivos similares. Ninguno de ellostuvo éxito. Collins examinó los artículos publicados y las disputas entre estos cien-tíficos' y también entrevistó a varios personajes clave. Gran parte de su argumen-to se dirigió contra lo que se puede denominar interpretación científica ortodoxade lo sucedido, es decir, que varios estudios habian tratado de replicar el expe-rimento original y que el consiguiente fracaso implicaba que el experimento origi-nal era erróneo. Collins fonnuló dos problemas para este punto de vista ortodoxo.

En primer lugar, lo que en la práctica se describia como una «repetición delexperimento»no empleabaexactamentelos mismosaparatos oi lasmismastécni-cas de medición que se babian utilizado en el experimento original de Weber. Engeneral, las presuntas replicaciones intentaban mejorar el aparato original o cen-trarse en 5US potencialesdefectos, yaque un investigador no suele ganarnadalle-vando a cabo una mera replicación. De hecho, los científicos suelen oscilar entredos maneras diferentes de caracterizar una replicación, Cuando se refieren a su rolmetodológico para demostrar la fiabilidad (o no fiabilidad) de unos resultados,suelen caracterizarla como unameraduplicaciôn; pera en otras ocasionespuedendestacar 5U caráeter novedoso o 5U sofisticación en comparación eoo eIoriginal(véanse también Ashmore, 1988; Mulkay, 1985).

El estudio de Collins planteó otro problema de carácter más fundamentalpara la concepción ortodoxa de la replicación. Resulta que no babia acuerdo so-bre qué se consideraba un experimento bien realizado. Collins documentó unagama de «consideraciones extracientíficas» que actuaban como evidencias de lapresencia o ausencia de aptitud científica. Podian ser la personalidad y la inteli-gencia de los experimentadores, un historial previo de fracasos, el prestigio de suuniversidad, etc. Co.llins destaca que estos juicios también parecen estar estrecha-mente relacionados con las creencias anteriores de los científicos sobre la existen-eia de ondas gravitatorias. En consecueneia, los científicos que creían en la exis-tenda de ondas gravitatorías mensurables tendian a considerar que las replicacionesque afinnaban haberlas encontrado eran competentes y que las replicaciones queno las habían encontrado eran incompetentes. A su vez, los científicos que nocreían que las ondas gravitatorias fueran mensurables consideraban competenteslas replicaciones que no las habían encontrado y consideraban incompetentes lasreplicaciones que sí las habíanencontrado. En esta situación, elestatus de las re-plicaciones no permanece ajeno a la controversia para poder zanjarla, en un senti-do u otro, de unamanera neutral; a! contrario, lacontroversia se extiende a! esta-tus de las replicaciones.

Collins concluyó que para comprender lo que ocurria lo mejor era concebir-lo como una negociación sobre qué se consideraba un experimento competenteen este campo y no como una controversia entrediversosintentos de replicación.La replicación, más que convertirse en árbitro de la disputa, se convertia en obje-

I.

2.

3.

_.. en lo que se refiere a la comunidad científica en general, probablemente es l_apublicación de Quest lo que afianzó esta Pero, en real!dad, sumento fue trivial, era una nimiedad... aunque lo Importante fue como lo redacto ...

Como Quest tenía mucha menos sensíbilidad, nunca hubiera creído que tuvieramás impacto que nadie, pero habló más fuerte que nadie y elanálisis que hizo desus datos fue muy bueno.

[El artículo de Ouesrl fue muy inteligente porque su análisis era realmente muyconvincente para otras personas, y era la primera vez que alguien había calculado

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48 I La representaclÓfl de la raalided

deunamanera simplecuáldebíaserelcuidotérmico de la barra...Lo000 de unamanera muy clara y llegó a convencer a todo el mundo.

(Todas las citas prcceden de Collins, 1985, pág. 92)

La concIusión general de Collins es que, si bien había una variedad de resul-tados y estudios que iban en contra de Weber, estos trabajos no fueron cruciales:lo crucial fue la manera en que fueron ordenados por un científico determinado,Quest, junto con su propio trabajo, para que parecieran confirmar sin ningunaambigüedad la inexistencia de ondas gravitatorias mensurables. Tras el éxíto de lacampana, la controversia quedó efectivamente zanjada, expulsada del mercado, sepodría decir, como una marca débil tras el ataque sostenído de un competidormás fuerte a base de anuncios en televisión.

Collins, relativismo y hechos

A estas alturas es útil resumir qué tiene de valioso el enfoque de Collins parapoder considerar en qué medida puede ofrecer una base para una explicación másgeneral de la construcción de hechos. Hay dos aspectos importantes de este tra-bajo que tendré presentes durante todo ellibro. EI primero es la postura del rela-tivismo metodológico. Collins no parte de la presuposición de que la investigaciónde Weberestuviera malhecha o de que sus críticosestuvieran mal encaminados.EI programa empírico relativista pretende ser indiferente a estas dos posíbilida-des. Cuando Collins explica eléxito de Quest y el fracaso deWeber, no afirma queQuest tenga razón o que Weber esté equivocado. La alternativa ai relativismo me-todológico seria presuponer unos conocímientos de astroflsica mayores que los delos participantes (juna afirmación tentadora pero inverosímil!) o simplementeconsiderar que las creenciasde quien tiene éxito son correctas. Esta significariaque el analista social siempre estaria proporcionando un lustre sociológico ai sta-tu quo cientifico del momento; es decir, repetirlan la sociología del error expuestapor Merton que hemos examinado anteriormente,

La segunda caracterlstica del enfoque de Collins que deseo destacar y apoyares su insistencia, de caráeter más general, en extraer condusiones a partir de unanálisis detallado de prácricas especlficas orientadas a la construcción de hechos.Collinsevitalasestipulacionesteóricas o conceptualesqueestánpresentesen granparte de la filosoffa de la ciencia y en gran parte de la tradición de la sociología delconocimiento (véase una discusión útil de esta tradición en Dant, 1991). Estas es-tipu1aciones pueden serútiles si la empresa es normativa y consiste en especificarqué deberla considerarse un buen hecho; sin embargo, si el interés recae en lo querealmente se tiene por un hecho en contextos sociales particulares y en cómo selograesta condícíõn, entonces seráimprescindible adoptar unaposturadaramen-

Estudios soclalas de la ciencia I 49

te analítica. A lo largo de este libro destacaré las virtudes de comprender la cons-trucción de hechos medianteel examende casos reales.

Tanto el relativismo metodológico como el enfoque analitico son muy impor-tantes. Sin embargo, el trabajo de Collins plantes algunas cuestiones igualmenteinteresantes pero mucho más problemáticas (véanse también Ashrnore, 1989;Mulkay y otros, 1983). Vale la pena dedicarles tiempo, ya que tienen repercusio-nes para la manera de desarrollar roi argumento. Abordaré, uno por uno, tres deestos problemas: el empleo que hace Collins de una perspectiva realista para com-prender el mundo social, la pérdida gradual de su relativismo en la práctica analí-rica y su tratamiento de las explicaciones de la retórica como no retóricas. Paraabordar estas cuestionesnecesitaremos enredamoscadavezmásco lariqueza y lacomplejidad de los detalles implicados en el estudio de la construcción de hechos.En realidad, podemos empezar a ver que gran parte dellenguaje descriptivo quehemos empleado hasta ahora para hablar de la ciencia está lejos de ser neutral encuanto a su repercusión.

EI problema deI realismo social. Collins adopta una postura realista cuandoconceptualiza las actividades y las creencias de los científicos. Su mundo científi-co está poblado de científicos individuales; estos científicos tienen unas creenciasespecíficas y se organizan en colectividades dentro de las cuales se producen con-troversias entre bandos; los científicos se pueden persuadir mediante la retórica ola evidencia; y una controversia puede estar vigente o zanjada. Collins trata laciencia como nosotros podríamos tratar eI motor de un automóvil: aquí está eldis-tribuidor, alli las bujías, el desplazamiento de los pistones mueve el cigüeíial, etc.Por tanto, Collins está en desacuerdo con los relatos de los científicos sobre lasondas gravitatorias, la calidad de los experimentos y, en general, los progresos dela ciencia; sin embargo, aimismo tiempo acepta su comprensión general. basadaen el sentido común, de las categorias, los objetos y los procesos pertinentes.

Como esta cuestión es importante, vale la pena exponerla con detalle. Tome-mos, por ejemplo, las categorias de científicos. Es posible considerar que una ca-tegoría como «científicos de ondas gravitatorias» seaun términodescriptivoneu-tro que reúne a todos los cientlficos que trabajan con las ondas gravitatorias. Estoteria tratar la categoria de unamanera realista. Sin embargo, esta categoría tam-bién se puede tratar como unaconstrucción; es decir, como unacategoría que dis-tintos científicos emplean, por ejernplo, con limites diferentes y como parte de ac-tividades diferentes. A1gunas versiones de esta categoria pueden estar amplia-mente aceptadas, mientras que otraspueden recibir una fuerte oposición.

Existen numerosas razones teóricas para poner en duda el tipo de realismosocial que emplea Collins, algunas de las cuales se derivan de tradiciones del aná-lisis social que abordaremos en capítulos posteriores (por ejemplo, la etnometo-dologíay la desconsrruccíõn), De momento, sin embargo, me centraré en los pro-

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50 I La represenlación de la realidadblemas analíticos a los que se enfrenta Collins en su intento de producir una ver-sión unitaria y realista de lo que sucede en los mundos sociales de los «científicosde ondas gravitatorias».

Para entender mejor estos problemas es necesario considerar brevemente elmétodo analitico de Collins. Aunque el estudio de las ondas gravitatorias básica-mente se llevó a cabo en dos series principales de entrevistas, junto con una lec-tura exhaustiva de la literatura sobre las ondas gravitatorias, Collins describe loque hace como una consecuencia de 5U comprensión participante de este campo(Collins, 1983b). Es decír, ColIins no considera que sus entrevistas sean simple-mente un media de averiguar qué ocurreen este campo; al contrario, las utilizacomo un contexto en el que desarrollar su comprensión participante de la fisicade la gravedad. Aprende en qué consiste ser un miembro de esta comunidad,aunquede manera algo indirecta, y utilizaestacornprensión creciente paraorien-tar su análisis. Esto significa que los fragmentos de entrevistas que presenta nopretenden ser datos sobre los euales basar el análisis, sino que constituyen ejem-pIos de su comprensión participante. Dado que se presentan como casos idea-Ies, {es posible releerlos de una manera que revele una historia diferente? Es decir,{es posible perturbar la historia realista de Collins? Mi intención es demostrarque sí.

Cuando empezamos a buscar, no es difícil encontrar una variabilidad consi-derable en la manera en que los participantes construyen los sucesos, las personasy los avances en el campo de las ondas gravitatorias. Por eiemplo, ya he citado aI-gunos participantes para quienes Quest había zanjado la controversia con eficacia;pero otros expresaron su opinión sobre Quest de una manera muy distinta:

4. [Quesr y su grupo] son tan desagradables y tan firmes en su creencia de que sólo5U enfoquees correcto y que todos los demásson errôneos, que descarto de in-mediato su veracidad como produeto de! autoengafio (Collins, 1981, pág. 47).

Las variaciones de este tipo son profundamente perturbadoras para la histo-ria realista de Collins, Plantean la pregunta de cómo ha elegido Collins su versiónparticular de la eficacia de Quest, o su versión de lo que sucede en este campo deuna manera más general. Para construir su relato realista ante esta variabilidad,Collins se ve obligado a cosificar selectivamente algunos relatos (es decir, leerloscomo literalmente ciertos) y a ironizar otros (es decír, tratarIos como errores, men-tiras o retórica). Examinaré estos dos términos con más detalle en el capítulo 4.Collins se vio obligado a trabajar de esta manera a causa de las exigeneias de pro-ducir una versión realista a partir de los textos contradictorios y fragmentariosque estaban a su disposición. Esto también le causó dificultades para mantener suposturarelativista.

Estudios sociales de la ciencia I 51

EI problema de laperdida gradual dei relativismo. Aunque la postura relativis-ta permite a Collins prescindir de la verdad o falsedad de las afirma.c!ones loscientíficossobre el mundo natural, su necesidadde ofrecerunaversion definitivade lo que oeurre en el mundo socialle obliga, precisamente, a emitir juicios detipo en relación a las afirmaciones de los científicos sobre el mundo SOCial. La di-fieultad de esto reside en mantener separados estos dos tipos de juicios. Por ejem-pio, Collins afirmó que los argumentos técnicos contra los experimentos de We-berno bastaban para zanjar la controversia: su final tenía que ser retórico. 510 em-bargo' esto parecesermásque un mero juiciosobre lo que sucede socialmenteeneste campo, y se aproxima a ofrecer una versión definitiva de la aptitud de unosexperimentos concretos. De hecho, es el tipo de versión que Weber podría utili-zar en defensa de su postura; Weber podría decir: «No me han demostrado queestoy equivocado cientificamente; soy víetima de una vendetta política».

Brian Martin, Evelleen Richards y Pam Scott (1991) se han mteresado espe-cialmente en cómo puede favorecer el análisis relativista a una de las partes de unadisputa. Estos autores dan ejemplos de estudios relativistas de controversias cien-tíficas ----<:omo el valor de la vitamina C en el tratamiento contra el cáncer- quelos participantes consideran asimétricas. En la medida en que los estudios de estetipo muestren la flexibilidad existente en la interpretación de los resultados expe-rimentales y los medios retóricos empleados para zanjar las disputas, pueden ser-vir de ayuda para que los participantes del bando más débil de una controversiacritiquen aibando más fuerte. La demostración de la contingencia de un ar-gumento es más perturbadora para argumentos ya esrablecidos como sólidos y ra-cionalmente justificados, que para argumentos considerados poco fiables y caren-tes de una justificación adecuada. Martin y otros (1991) denominan captura aihe-cho de que los participantes en unacontroversia se apropiende los argumentos dela SCC acerca de la misma.

Lo que yo pretendo expresar difiere Iigeramente de lo expuesto por yotros: no es que el trabajo de Collins haya sido capturado por algunos particrpan-tes, sino que se ve inevitablemente obligado a emitir juicios sobre el contenido dela ciencia porque estos juicios son inseparables de los juicios sobre lo que suce-de en el ámbito social. Aceptar evaluaciones del valor relativo de grupos de ex-perimentos (por ejemplo, que la investigaeión de Quest trivial pero retórica-mente efectiva) equivale a evaluar el valor relativo de diferentes versiones deimundo natural. Parafraseando la propia conclusión de Collins sobre las replica-ciones: las negociaciones sobre el valor (retórico o genuino) de un experimento par-ticular son, ipso facto, negoeiaciones sobre el caráeter de la radiación gravitatoria.

EI problema de la retórica no retórica. EI problema fmal se refiere a cómo uti-liza Collins la noeión de retórica. La retórica es fundamental en su explicaciónporque permite zanjar las controversias; sin el1a, la naturaleza indeterminada de

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52 I La representaci6n de la realidadlos resultados experimentales haría que la controversia no cesara jamás. Sin em-bargo,aunquela retórica es uno de 5US conceptos principa1es paracomprenderlavida social, no explora sus sentidos ni desarroUa una explícación teórica elabora.da de esta noción. Cuando proporciona ejemplos de retórica, éstos suelen tener laforma de atribuciones retóricas. Es decir, da ejemplos de personas que afirmanque tal o cual experimento o publicación tuvo efecto gracias a la retórica, peroconsidera que estas mismas afirmaciones no son retóricas. Michael Billig (1989)ha propuestoque lasatribuciones retóricas de este tipo constituyen, ellasmismas,unaretórica muy eficaz.

Dedicaré más espacio en capítulos posteriores ai papel de la retórica en eI aná-lisis social. De momento empezaré con una definición prdiminar, pero útil, de laretórica como discurso utilizado para reforzar versiones particulares dei mundo ypara proteger estas versiones de lacrítica. Partiendo de esta noción, volvamos a exa-minarlos fragmentos (1-3) que Collins utílizaba parailustrar su sfirmación de que fuela retórica de Quest -y no la calídad intrínseca de los resultados de su investiga-ción- eIelemento crucial para zaniar la controversia sobre lasondas gravitatorias.

1b ... en lo que se refíere a la comunidad científica en general, probablemenre es lapublicación de Quest lo que afianzó esta actitud. Pero, en realidad, su experi-mento fue trivial, era una nimiedad ... aunque lo importante fue cómo lo redaetó ...

2b Como Quest tenía mucha menos sensibílidad, nunca hubiera creído que tuvieramás impacto que nadie, pero habló más fuerte que nadie y el análisis que hizo desus dates fue muy bueno.

3b [El artículo de Quest] fue muy inteligente porque su análisis era realmente muyconvincente para otras personas, y era la primera vez que alguien había calculadode una manera simple cuál debía ser eI ruido térmico de la barra... Lohizo de unamanera muy clara y llegó a convencer a todo elmundo.

(Todaslas citas proceden de Collins,1985,pág. 92)

En cada uno de estos fragmentos vemos que eI hablante se centra en eI efectodei trabajo de Quest en otros científicos. Estos científicos no consideran que eUosmismos puedan estar influidos por eI estilo dei trabajo; en realidad, elogían viva-mente la claridad de Quest, su exquisito análisis de los datos y la original solución. que da aiproblema. Por tanto, debemos confiar plenamente en que estos hablan-tes no sólo pueden explicar con precisión la influencia dei trabajo de Quest enmuchos otros científicos,sino que tambiénsaben qué características concretas desus artículos son responsables de esta influencia. Así pues, lo irónieo dei análisisde Collins es que eleva la retórica a la posición de lubricante crucial para zanjar lacontrovérsia, pero trata como no retóricos los informes que, supuestamente, seencargan de demostrar esta afirmación.

Estudios sociales de la ciencia I 53

Esta discusión nOS ha apartado un poco de los aspectos fundamentales deiprograma empírico relativista de Collins. Sin embargo, 5U valor reside en presen-tar cuestíones que aparecerán reiteradamente bajo aspectos distintosen el cursodei trabajo sohre la construcción de hechos. Si volvemos a examinar eIempleo deun motor de automóvil como metáfora del mundo social de la ciencia, ahora po-demos ver claramente lo limitado que es. En vez de existir carburadores, bujías,etc., que simplemente están aUípara ser estudiados (io esto es lo que nos dicen enel tallerl), deberíamos tratarestas cosas como construcciones. EImundo social dela ciencia se produce en eI habla y en la escritura de los distintos científicos. Y esevidenteque estaproducciónes unaparteimportante de la cuestiónque nos ocu-pa. Weber puede utilizar eI tipo de construcción que Collins ha desarroUado paraalegar que su investigación fue socavada por la retórica y no por argumentos cien-tíficos adecuados; Quest puede decir que sus argumentos son eficaces porquemuestran claramente los defectos de Weber. Desde esta perspectiva, para noso-tros, como analistas, tienesentido tratar como construcciones tanto lasondas gra-vitatorias como los procesos sociales.

iPor cíerto! Aquí, naturalmente, hay otra construcción. Seda muy curioso,por no decir algo peor, dedicar todo este esfuerzo a demosrrar algunas de las difi-cultades de la mezcla de realismo y construccionismo de Collins, para despuésrepetirias, precisamente, en mi propio texto. Mi versión dei trabajo de Collinsesuna historia confeccionada para los fines de este texto: está disefiada para plantearun argumento concreto.Collins, eIprograma empíricorelativista, la filosofíade laciencia... todo esta son categorias simplificadoras y clarificadoras que me permi-ten construir una historiá. Con esta no quierodecir que estahistoria sea errónea,falsa o inexacta, pues tales juicios presuponen la existencia de un «Collins» defi-nitivo,una filosofía definitiva, etc., con los que poder contrastar este relato. Sim-plementees unahistoria que me precio en apoyar,

En lo que queda de este capítulo discutiré, con cierta brevedad, dos de lasprincipales alternativas contemporáneas al programa empíricorelativista: eIcons-truccionismo y la teoría dei interés. Además de desempenar un papel importanteen la SCCcontemporânea, estasposturas nos permitirán abordar otrascuestionesfundamentales que plantea el estudio de la construcción de hechos.

Las teorias dei construcclonismo y dellnterés sobre la elaboraciónde hechos cientiflcos

Estos dos enfoques a la sociologia deIconocirniento científico tienen sus pro-pios rasgosdistintivos; sin embargo, comparten con eItrabajo de CollinseIrecha-zo a las principales presuposiciones de la sociologia de la ciencia tradicional deMerton. Rechazan la opinión de que un conjunto de normas socíales generales

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54 I La represenlación de la realidadasegure la producción de un conocirniento verdadero, y la idea de que la tarea de!analista social consiste únicamente en explicar los errares científicos. En primerlugar examinaremos e! trabajo construccionista, EI mejor ejemplo es e! trabajo deKarin Knorr Cetina (1981, 1996) Y e! de Bruno Latour y Steve Woolgar (1986).Mientras la investigación de Collins se basa principalmente en estudios de entre-vistas (aunque, como ya he indicado, les da un giro etnográfico), Knorr Cetina, yLatour y WooIgar, extrajeron sus condusiones, principalmente, de estudios etno-gráficos realizados en laboratorios dedicados a la bioquímica y la física de altaenergía. Como dijo Knorr Cetina, la etnografía «proporcionó la óptica para ver e!proceso de producción de conocimientos como algo más "constructivo" quedescriptivo; en otras palabras, para verlo como constitutivo de la realidad que,se decía, era "representada" por el conocimiento» (1995a, pág. 141). Estos es-tudios implicaban pasar tiempo en compafiía de los científicos observando susseciones en el laboratorio, sentarse con ellos ante 8US estaciones de trabajomientras analizaban datos y tratar de comprender lo que acontecía, de manetamuy parecida ai antropólogo que estudia una cultura exótica. De hecho, es difí-cil pensar en una cultura más exótica que la de los físicos dedicados a la altaenergía en elCERN, con 5US enormes máquinas de detección y sus extraordina-rias cosmologías.

La construcción de conocimientos

El significado deI término «construccionismo» se emplea con varios maticesdistintos y en ocasiones contradictorios dentro de las ciencias sociales e inclusodentro de la sociología de! conodmiento científico en sí. Ya he presentado breve-mente la variedad fenomenológica de! construccionismo de Berger y Luckmann(1966), que se ocupaba de! mundo vital de los individuos: cómo adoptala expe-riencia de una personala forma de entidades y estrueturas sólidas y perdurables.En la sociología de! conocimiento científico, los enfoques construccionistas sesue!en contrastar con los enfoques descriptivos. En este caso, se destaca e! con-traste con partes de la visión típica --de libro de cuentos- que trata la cienciacomo generadora de descripciones cada vez más precisas y sólidas de una realídadexterna. Knorr Cetina expresa este contraste como sigue:

En vez de considerar la observación empírica como un conjunto de preguntasplanteadas a la naturaleza en un lenguaje que ésta comprende, nosotros nos tomare-mos en serio toda referencia al papel «constitutivo» de la ciencia y consideraremos lainvestigación científica como un proceso de producción. En vez de considerar que losproductos científicos capturan de alguna manera lo que es, nosotros consideraremosque han sido tallados, transformados y construidos selectivamente a partir de algo quees. Y en vez de examinar las relaciones externas entre la ciencia y la «naturaleza» que,

Estudlos sociales de la ciencia I 55

según se nosdice, aquélla describe, nosotros miraremos los aspectos internos de laem-presa científica que consideremos constructivos (1981, pág. 1; la cursiva es dei original).

En contraste con e! punto de vista usual, Knorr Cetina y otros autores de estatradición han propuesto que los produetos de la ciencia se e!aboran mediante lainteracción social entre individuos específicos, siguiendo criterios adhocy en cir-cunstancias idiosíncrásicas que se abordan de una manera oportunista. Gran par-te de! tiempo de un investigador se dedicará a «hacer apafios», es decir, a utilizarlos recursos locales -aparatos, materias brutas, habilidades disponibles- para«hacer que las cosas funcionen», en un contexto en el que también se han desa-rrollado los criterios mismos para determinar que algo «funciona». Los estudiosanalíticos en este campo se han centrado en documentar e! pape! de estas diferen-tes aetividades constructivas en la producción de hechos.

Estaperspectiva tiene dos consecuencias relacionadas entre si para lamanera deentender la epistemología en la práctica, es decir, para e! estatus de! conocimien-to científico. Por un lado, e! argumento es que no hay nada epistemológicamenteespecial en e1 trabajo científico. La producción de conocimientos científicos nopresenta diferencias, en cuanto a principios, de la producción de conocimientosen contextos cotidianos o jurídicos. No es sorprendente que esta afirmaeióo nosiempre haya sido recibida con buen talante por los científicos en ejercicio (porejemplo, Wolpert, 1993). Knorr Cetina cita la provocativa formulación de RichardRorty: «No se ha podido identificar "ninguna diferencia epistemológica intere-sente" entre la búsqueda de! conocimiento y la búsqueda de! poder» (1995a,pág. 151). Por otra parte, este argumento acaba con la supuesta uniformidad delas prâcticas científicas. En vez de caracterizar la ciencia mediante un pequenoconjunto de métodos que se siguen tanto en la bioquímica como en la astronomiao la sociología, los construccionistas han acentuado que las disciplinas y subdisci-plinas cientificas operan con un conjunto dispar de culturas epistémicas. Porejemplo, los biólogos moleculares y los físicos de alta energía trabajan con nocio-nes sorprendentemente diferentes de lo empírico: compárense los sucesos hipoté-ticos en los aceleradores de partículas que se pueden reconstruir dentro de diver-sos sistemas teóricos disponibles al mismo tiempo, con la búsqueda de cambios end crecimiento de baeterias en un cultivo rico en proteínas de un disco de Petri(Knorr Cetina, 1995b).

Los construccionistas también recalcan la importancia de la negociación en ladaboración de conocirnientos científicos. Como antes, e! objetivo general es cons-truir un contraste con e! punto de vista de «libro de cuentos» según e! cual las de-cisiones de los científicos se rigen, de una manera simple o mecánica, por e1 resul-tado de experimentos, observaciones, replicaciones, etc. De lamisma manera queCollins argumentó que lo que se considera una replicación competente se deberíaver como e1 producto de una negociación, varios investigadores construccionistas

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56 I La representación de la realidad

han mostrado que una amplia gama de aspectos de la vida científica no tienenunos significados universales determinados, sino que están sujetos a procesos denegociación e interacción. Por ejemplo, Michael Lynch (1985) ha estudiado las in-teracciones que tienen lugar cuando los neurocientíficos deciden si unas observa-ciones hechas por microscopia son fenómenos genuínos o simples artefactos. Es-tas interacciones no son meros afiadidos a las decisiones, sino que forman parteesencial de su naturaleza.

No siempre queda claro qué es exactamente lo que proponen sohre la natu-raleza dei conocimiento y de la verdad quienes investigan desde esta perspectiva.Por poner un caso, a veces Knorr Cetina (por ejemplo, 1982b) ha caracterizado sutrabajo como complementario al de Collins; sin embargo, en otros aspectos estaautora se ha distanciado dei trabajo de Collins y parece estar más interesada en se-guir las implicaciones sociológicas derivadas de aceptar la tesis de Quine-Duhern(Knorr Cetina, 1982a). Aunque Knorr Cetina ha adoptado eI relativismo metodo-lógico que está tan difundido en la SCC, no sigue a Collins cuando establece la hi-pótesis de que eI «mundo natural» le da igual a la ciencia, En sus propias palabras,«los hechos no son tales porque se proclame que lo son, sino porque se constru-yen de una manera muy compleja contra las resistencias dei orden natural (iYsociall)» (l995b, pág. 148; la cursiva es mía). Para ella, eI mundo natural es unproducto emergente de las prácticas de laboratorio, pero esto no significa que es-tas prácticas no revelen un conocimiento de gran calidad, eficaz o, por lo menos,útil en algún sentido no precisado con suficiente detalle.

Cualesquiera que sean las diferencias epistemológicas precisas entre una pos-tura empírica relativista y unaposturaconstruccionista, la diferencia en la impor-tancia que cada una da a la investigación está bastante clara. Mientras que los re-lativistas empíricos se han centrado principalmente en las controversias, los cons-truccionistas se han dedicado al «conocimiento inacabado». Esto ha implicadoque abordaran la elaboración de hechos mediante estudios etnográficos y obser-vacionaIes de científicos trabajando en laboratorios. Naturalmente, este énfasisencaja con eI acento teórico en la naturaleza oportunista, situada yadhoc de la ela-boración de los conocimientos. Si los productos científicos dependen intimamen-te de las contingencias de su lugar de producción, entonces éste es ellugar ade-cuado en eI que estudiarlos. El observador necesita estar ahí, porque ahí es dondese elabora realmente el conocirniento. Esta contrasta con Collíns, quíen, en su tra-bajo sobre las controversias, considera que eI fio de una controversia se producecuando se establece un hecho definitivamente, es decir, cuando se estiran los úl-timos cordeles, se seca eI pegamento y ahí se queda eI barco, como por arte de ma-gia, dentro de la botella. Knorr Cetina considera que los hechos se elaboran me-diante procedimientos que se dan dentro dellaboratorio; en cambio, la contro-versia es meramente ellugar donde, más adelante, estas hechos se discuten, seracionalizan y son aceptados o rechazados.

Estudios sociales de la ciencia I 57Ya hemos destacado que Collins es bastante impreciso en su empleo de no-

ciones como retórica y negocíacíón en el resultado de las controversias. Con fre-cuencía se dan ímprecísiones similares en cuanto al rol explicativo exacto de al-gunos de los aspectos que destacan los construccíonistas cuando estudian la pro-ducción de hechos específicos en eI laboratorio. Como la misma Knorr Cetinaobserva. la noción de negocíacíón se emplea con una gama de inflexiones diferen-tes. y los procedimientos precisos que operan en una situación dada no siempreestán bien especificados. Parte dei problema es que los construccionistas, al igualque Collins, con frecuencia intentan producir una versión unitaria y realista de laelaboración de los hechos a partir de recursos locales idiosincrásicos; y, en conse-eueneia, están sujetos a los mismos problemas que documentamos anteriormenteen relaeión a Collins. En particular, los construccionisras se ven obligados a utili-zar una mezcla de relatos irónicos y cosificadores para producir una narraciónrealista singular, y esto significa que no siempre han prestado la suficiente aten-ción a la orientación retórica de los informes de los científicos. Con esta no quie-co decir que esta perspectiva general. o los estudios individuales realizados dentrode ella, no hagan contribuciones importantes a la comprensión de la elaboración dehechos. Muy al contrario: eI trabajo de Latour, Woolgar y Knorr Cetina ha pro-porcionado una excelente alternativa a los relatos de la ciencia ofrecidos por loshistoriadores y los filósofos tradicionales. Además, la perspectiva general que em-plearé en este libra es una variante deI construccionismo. Para finalizar este ca-pítulo, nos dedicaremos a la perspectiva de la sociología dei conocimiento cientí-fico que se basa en los intereses sociales.

La teorte de los intereses sociales

Los investigadores más conocidos de esta tradición son Barry Barnes (1977,1982), David Bloor (1982, 1991) y Steven Shapin (1982; Shapin y Schaffer, 1985).Estos y otros autores han tratado de explicar eI contenido dei conocimiento cien-úfico en función de diversos tipos de intereses. Dicho en pocas palabras, y quizásimplificando demasiado, estos investigadores proponen que los científicos ha-cen ciertas afirmaciones sobre la realidad porque les interesa hacerlas. Algunosde estos intereses pueden ser un producto dei contexto disciplinario local en eIque trabaja un científico: por ejemplo, un científico puede tener interés en con-seguir que su trabajo sea publicado, pues esto irá en beneficio de su carrera. Y losestudios de la práctica científica que se ocupan de este tipo de intereses (porejemplo, Pickering, 1984) se superponen en gran medida con los de las tradicio-nes dei relativismo empírico y el construccionismo. Lo que tiene de distintivo yprovocativo la teoría dei interés social es su énfasis en eI papel de los anteceden-tes culturales y de las lealtades sociales más amplias de los científicos: su perte-

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58 I la representaclón da la realidad

nencia a grupos y sus puntos de vista políticos. Y es en este aspecto en eI queahora me centraré, .

La tesis de Quine-Duhem de nuevo ha demostrado ser un punto de referen-cia útil para los teóricos dei interés (Bames, 1982), aunque éstos mencionan las«redes de Hesse» en reconocimiento ai importante desarrollo de estas ideas reali-zado por la filósofa Mary Hesse (1980). Como destaqué anreriormente en estemismo capítulo, la tesis de Quine-Duhem nos propone concebir las creenciascientíficas como unaextensa red de creencias interconectadas. Aunque las obser-vacionesofrecenunacondíción de límiteparaesta red, ningunaobservación indi-vidual tiene un efecto dererminante a causa de lanaturaleza interconectada de lared. Por tanto, se puede mantener cualquier afirmación particular sobre unacreencia ante una afirmación contradictoria basada en la observación, haciendoun reajuste en alguns otra parte de la red: por ejemplo, modificando o abando-nando una teoria o, en casos extremos, incluso una ley lógica (Quine, 1961).

Una consecuencia importante dei modelo de Quine-Duhem que no he desta-cado hasta ahora, es que eI juício científico tendrá un aspecto fuertemente con-vencional. Cuando se introduce una observación o una afinnación teórica nove-dosa en la red, se pueden realizar ajustes de muchas maneras diferentes. Los ajus-tes que se lleguen a realizar dependerán de a1gunas nociones generales sobre eItipo de transformaciones aceptables en la red. Los teóricos dei interés han argu-mentado que estas nociones generales no son en si mismasun produeto Di de la«observación» ni de la «pura razón» (Barnes, 1981). En su artículo original, Qui-ne habló con bastante vaguedad de una red que tendia hacia la «simplicidad» y eI«conservadurismo». Los teóricosdeIinteréshanpropuestoque estasnociones ge-nerales no 50n suficientesparaforzar una elección entre teorías; tienen que estarcomplementadas por la operación de unos intereses sociales. Las redes se modifi-carán para que sirvan a unos intereses y estos intereses también se emplearáncomo patrones para evaluar las ampliaciones de la red (Pickering, 1992, pág. 4).

Desde esta perspectiva, ciertas teorías o leyes científicas se mantienen vigen-tes, quizáeo presencia de posibles evidenciascontradictorias, porque se conside-ra que su empleo justífica ciertos puntos de vista sociales dei mundo. Es decir, losantecedentes sociales de un grupo de científicos pueden conducirles a considerarque cierta configuración teóricaes adecuada porqueencaja en su comprensión so-cial. Según los teóricos dei interés esto produce homologías entre la estructura deiconocimiento y la estructura de la sociedad (Bloor, 1982). Los científicos están li-teralmente redescubriendo o redescribiendo la estructura de su sociedad en sustubos de ensayo y en sus cárnaras de niebla.

Todo esto es bastante abstracto; intentaré concretarlo más empleando un es-tudio muy respetado sobre la relación entre los intereses y eI conocirniento cientí-fico. Brian Wynne (1979) trató de demostrar eI papel crucial de los intereses so-ciales en eI debate sobre la naturaleza dei «éter» que se dio aifinal de la época vic-

Estudios sociales de la meneia I 59toriana. Muchos astrofisicos de la Inglaterra victoriana creían en la existencia deiéter, un medio invisible que llenaba eI espacio y explicaba una variedad de fenó-menos astronómicos y físicos. Wynne afirma que la teoria dei éter fue presentadapor sus proponentes de la Universidad de Cambridge como parte de un discursomoral destinado a legitimar sus propios ideales sociales. La teoria dei éter refleia-ba sus creencias generales sociales y religiosas, que destacaban «la unidad orgáni-ca dei conocimiento, eI realismo metafísico y eImundo invisible» (Wynne, 1979,pág. 176). Estas creencias sociales se oponían a la ideologia secular, entonces enrápido crecimiento, dei individualismo y eI naturalismo científico que, segúnWynne, era un subproducto de la industrialización y dei creciente poder de la ela-se media burguesa. Por tanto, existe una conexión causal de doble sentido: lateoríadei éterestabainfluida porunos interesessocialesmásampliosy tambiénseutilizaba para plasmar estos intereses. Dicho en pocas palabras, se creíaen ella acausa de la ideologia de sus proponentes y estos proponentes utilizaban la teoriapara justificar su ideologia.

La teoria dei interés ha hecho una contribución importante a la sociología deiconocimientocientíficoy haestimuladonumerososestudiosde casosde episodioscientíficos fascinantes. Sin embargo, plantea algunas de las mismas cuestiones quedestacábamos anteriormente en relación ai construccionismo y,más concreta-mente, en relación ai programa empírico relativista (véanse también WooIgar,1981; Yearley, 1982). Representa otro intento de desarrollar una versión realistade un campo particular dei trabajo cientifico; de hecho, es aún más ambicioso, yaque no sólo busca producir un relato realista de los sucesos, las creencias y lasagrupaciones de carácter científico, sino que también debe coordinar todo estocon un relato igualmente definitivo de la naturaleza de determinadas clases y gru-pos sociales, así como de sus ideologias. Independientemente de que una versiónasí sea en principio posible o no, en la práctica los analistas dei interés también to-man parteen procesos selectivosde ironización y cosificaciónalensamblar un re-latoa partir de documentos históricosparticulares. Además,a causade su énfasisen eI papel fudamental de las lealtades de grupo, se ven obligados a proporcionarunas categorias tajantes para los grupos a los que pertenece cada científico y, enocasiones, incluso para su dase social.

Por ejemplo, Wynne emplea una variedad de lo que podríamos denominar«mecanismos homogeneizadores» para mantener unificadosu relatode lascreen-cias de los físicos de Cambridge. El mecanismo principal consiste en tratar a todoslos que enseíiaban en Cambridge o que fueron a Cambridge en algún momentocomo personas que compartían las mismas creencias sociales.Además, la atribu-ción de intereses sociales de Wynne es particularmente problemática. Trata de de-mostrar que las creeneias científicas son el produeto de interesesy no se puedencomprender puramente como e1 producto de inquietudes de caráeter técnico.Para reforzarlo, cita juicios científicos según los cuales la teoria dei éter no se po-

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60 I La represenlación de la realidaddía justificar puramente en función de la teoría y la evidencia de la época; sin em-bargo, al hacerlo se aparta de una postura relativista y empieza a tomar partidopor los críticos de la teoria deI éter que, eo ocasiones, argurnentaron exactamentelo mismo. Con todo, en vez de ver los relatos de estas críticos como construccio-nes factuales diseiíadas con fines retóricos (mostrar la insuficiencia de la teoria deiéter) Wynne los trata, para apoyar su propio argumento, como documentos defi-nitivos de la situación real de la teoria dei éter.

Por tanto, en la teoria de los intereses sociales volvemos a ver la combinaciónde realismo social, pérdida gradual de relativismo y cosificación e ironización se-lectivas que identificamos en eI trabajo de Collins. No obstante, se trata de unateorfa ambiciosa y es uno de los intentos que más éxito ha tenido de relacionar elcontenido deI conocimiento científico con el clima social más amplio en el que seproducen estas ideas.

Realismo, relativismo y retórica

En este capítulo no he tratado de proporcionar una revisión completa de lasociologia dei conocimiento científico. La SCC es actualmente un campo impor-tante de la investigación social: empezó a prosperar durante la década de losochenta y sigue creciendo, últimamente con un interés especial en la tecnología(Bijker y Pinch, 1992). La investigación en la SCC se lleva a cabo desde diversasperspectivas a cuya complejidad es difícil hacer justicia en un solo capítulo (véan-se resúmenes muy diferentes en Ashmore, 1989;]asanoff y otros, 1995; Woolgar,1988b). Algunos trabajos que se suelen considerar parte de la SCC se examinan enotras partes de este libro. Por ejemplo, las exploraciones más posmodemas deDonna Haraway sobre las intersecciones entre la ciencia y la sociedad aparecen eneIcapítulo 3, mientras que eItrabajo analítico sobre eIdiscurso llevado a cabo porNigel Gilbert y Michael Mulkay se examina en eI capítulo 6.

En este capítulo he tratado de mostrar cómo apareció la SCC a partir de cues- .tiones suscitadas en la filosofia de la ciencia que ponían en dudalas imágenes tra-dicionales de la ciencia y de su funcionamiento. Aunque me he centrado en la rup-tura de la distinción convencional entre observación y teoria, en la importancia dela organización de las afirmaciones científicas en redes interconectadas y en eIén-fasis en la práctica científica y su naturaleza comunitaria, existen varias otros te-mas en la ftIosofia de la ciencia reciente que nos habrian llevado en la misma di-rección (Chalmers, 1992). El trabajo sociológico que he revisado retoma este ata-que sobre eIpunto de vista de «libro de cuentos» de la ciencia y lo desarrolla envarias direcciones.

El programa empírico relativista destaca la importancia de la f1exibilidad alabordar los resultados científicos y eI papel central de la retórica en la fmalización

Estudios sociales de la ciencia I 61(o e1 mantenimiento) de las controversias. El trabajo construccionista acentúa lanaturaleza local y adhocdei trabajo científico, junto con la importancia de nego-ciar el significado de las observaciones, los métodos, las replicaciones, las reper-cusiones políticas y virtualmente todo lo demás in situ, en ellaboratorio y en lamesa de trabajo. La teoría del interés vuelve a conectar a los científicos con suslealtades sociales más amplias, aiproponer que su elección de una teoría está re-lacionada con su comprensión de la sociedad.

Hay tres temas analíticos y teóricos que se abordarán con mayor profundidaden capítulos posteriores. En primer lugar, los argumentos en pro dei relativismometodológico no sôlo son cruciales para eI trabajo sobre la ciencia, sino tambiénpara eI trabajo sobre la construcción de hechos en general. Relativismo metodoló-gico significa que el analista no empieza con un conjunto de presuposiciones so-bre qué es cierto o falso en algún contexto social particular y luego trata de averi-guar quê ha conducido a algunas personas a caer en e1 error. AI contrario, e1 ana-lista será indiferente al hecho de que algún conjunto de afirmadones sea tratadoampliamente por los participantes como verdadero o falso. La verdad y la falsedadse pueden estudiar como jugadas en una partida retórica y se tratarán como talesyno como recursos previos que gobiemen el análisis, para evitar que el analista sesubordine ala ortodoxia científica dei momento.

En segundo lugar, uno de los aspectos positivos de la SCC es su fuerte orien-tación analítica o empírica. Aunque pone en dudalas interpretaciones tradiciona-les de la naturaleza de la investigación empírica, muestra eI valor de llevar a caboestudios detallados de la construcción de hechos, Uno de los rasgos distintivos deeste campo es su presuposición de que la mejor manera de estudiar la construc-ción de hechos consiste en investigar su operación en contextos concretos, y yome regiré por este principio a lo largo de este libro. Por tanto, aunque existencuestiones filosóficas importantes y vivas relacionadas con el realismo, la episte-mología.Ia naturaleza de la verdad etc., estas preguntas se obviarán en favor de in-vestigaciones concretas de relatos factuales. De hecho, muchas de ellas reaparecencomo intereses prácticos de las personas cuando construyen y socavan versionesdei mundo.

La tercera y última observación se refiere al realismo social. La discusión deitrabajo de Collins se centró en los problemas que plantea su énfasis combinado enla retórica por un lado y en el realismo social por otro, Collins contó la historiade laresolución de una controversia recurriendo a nociones de bandos, estrategias,retórica, etc. Su objetivo era relatar la verdadera historia dei final de esa contro-versia. Y su herramienta explicativa fundamental era la retórica: describió a loscientíficos como movilizadores de estrategias políticas. Sin embargo, eI realismode Collins lIegó a ser problemático precisamente a causa de la importancia dada ala retórica. Los científicos no sólo construyen argumentos convincentes sobre lasondas gravitatorias y su experimentación: también los construyen sobre las agru-

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62 I La representación de la realldadpaciones a las que pertenecen, sobre la retórica de los artículos propios y aienos,y sobre el fm mismo de la controversia en sí. El problema reside en tratar d es-tancamiento de la controversia como algo que simplemente esta ahí, como un he-cho social, cuando d propio estancamiento forma parte de lo que está en discu-sión. Es decir, elestancamiento puede ser un logro retórico pero no se alcanza me-diante estrategias retóricas que permiten ganar a un bando, como Collinsafirmaba: intentar presentar una controversia como zanjada es, en sí mismo, noelemento más de la controversia.

Considerémoslo de otra maneta. Collins debe limitar cuidadosamente la efi-caciade la retórica para hacerque 5U realismo social funcione. Si la retórica es de-masiado débil, entonces no tiene el poder suficiente para forzar el fin de las con-troversias 0,10 que es aún peor para el argumento de Collins, las controversias sezanjan mediante la acumulación de consideraciones racionales como evidenciascontundentes, análisis novedosos de datos y teorizaciones con éxito. Sin embargo,si la retórica es demasiado fuerte, el realismo se desintegra porque el aparato so-cial-los grupos, los debates cerrados, las estrategias- se ve sometido a una ree-laboración retórica. En este libra se exploraráo las consecuencias de una nociónfuerte de la retórica en la que nada (unos datos, los bandos de una controversia, eltexto que estoy escribiendo) que se libera a prioride ser considerado como unaconstrucción retórica. En eI capítulo siguiente se examinan las perspectivas quemás tienen que decir sobre los hechos como acción: la etnometodología y el aná-lisis conversacional.

2 ETNOMETODOLOGÍA Y ANÁLISIS CONVERSACIONAL

Los hechos han constituído durante mucho tiempo un tema fundamentalpara los estudios y la teorización en d campo de la etnometodología. En uno delos primeros escritos etnometodológicos, Harvey Sacks (963) destacó que lasautocaracterizaciones son fundamentales en la vida social. EI mundo social estáimbuido de historias, versiones y representaciones cuyo tema es e1 propio mun-do social. Además, no se trata de meras imágenes deslavazadas, sino que estánmuy organizadas y son muy consecuentes; estas caracterizaciones están ahí parahacer algo. Sacks prosiguió argumentando que las actividades descriptivas quesubyacen a estas caracterizaciones deherían ser un importante tema de estudio, yen el curso de sus conferencias insistió una y otra vez en esta cuestión. HaroldGarfinkel (1967) desarrollô el mismo tema aunque en direcciones algo diferen-tes. Uno de los objetivos básicos de su programa para la etnometodología era es-tudiar los métodos que emplean las personas para producir descripciones delmundo social que parezcan racionales, adecuadas y justificables. La etnometo-dología es elestudio de los métodos empleados por la gente para desarrollar unavída social explicable; por tanto, una de sus principales áreas de estudio es la va-riedad de métodos empleados por las personas para producir y comprender des-cripciones faetuales.

Aunque la investigación etnometodológica tiene unas raíces muy distintas dela mayoría de los estudios sociales de la ciencia examinados en el capítulo anterior,existen algunas similitudes notables en sus argumentos contra los puntos de vistatradicionales sobre los hechos y su construcción. Estudios recientes sobre la cien-cia han atacado el modelo de libro de cuentos que considera que la ciencia está ba-sada en alguna forma de empirismo simpie. Paralelamente a esto, la etnometodo-logia ha cerrado filas contra una visión ya antigua del lenguaje según la cualloimportante de una descripción es la relación abstracta entre una palabra, o ex-presión, y un objeto. En esta tradición, las descripciones «representam> algo del

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64 I La reprasentación de la realidad

mundo; y, en consecuencia, lo interesante de las descripciones es la calidad de su«representación»: eson precisas, deformes,vagas, verídicas. etc.P

Lo interesante es que las consecuencias de esta visión tradicional dellenguajepara el análisis social han sido similares a los efectos del modelo de Merton en lasociología de la ciencia. Conduce a una ciencia social centrada en el error, dondelo factual no requiere explicación porque es un mero producto dellenguaje querefleja el mundo de alguna manera.Dicho de otro modo, se presupone que no hayliteralmente nada que el científico social pueda explicar sobre los relatos factualesporque éstos no son más que meras impresiones lingüísticas dejadas por el objetofactual, En esta tradición, son los relatos errôneos los que necesitan el análisissocial, ya que si están deformados o son el resultado de una confabulación y no es-tão confirmados por el mundo, es necesario recurrir a algunos procesos psico-lógicos o sociales para explicar su desviación de la realidacB«A los adeptos les ha-bían lavado el cerebro para que vieran a Koresh como a un rlios», por ejemplo, o«cegada por su amor, era incapaz de ver su violento pasado», o incluso «la falta deconciencia impide aios trabajadores darse cuenta de su explotación», De la mis-ma manera que la sociología del conocimiento científico ha intentado elaboraruna forma de análisis que elimine esta presuposición de su campo, también los et·nometodólogos han intentado eI mismo tipo de descontaminación a una escalamayor, y también acentúan la importancia de adoptar un enfoque simétrico queintente comprender, de la mismamaneta, las expresiones consideradas verdade-ras y falsas.

En este capítulo intento explorar temas pertenecientes tanto a la etnometo-dología como a la tradición, afin a ella, del análisis conversacional, centrándomeespecialmente en los que examinan con detalle los procerlimientos empleadospara elaborar descripciones que se consideran factuales, y el papel de los hechos,los informes o las descripciones en el desarrollo de ciertas actividades. Inicial-mente empezaremos con algunos de los conceptos básicos de la ernometodologíatal como fueron planteados en el trabajo clásico de.Harold Garfinkel. Discutire-mos el importante trabajo deMelvín Pollner sobre cõmo se mantienen, duranteuna interacción, las presuposiciones básicas acerca de una realidad intersubjeriva.La parte final del capítulo se centrará en el análisis conversacional, la rlisciplinamás orientada analíticamente que se desarrolló a partir de la etnornetodología, yel capítulo finalizará con una discusión sobre algunas de las limitaciones que ten-dría un enfoque puramente etnometodológico del discurso factual.

Etnometodologfa

En esta exposición voy a centrarme en tres conceptos etnometodológicos-la indicación, la reflexividad y el método documental de interpretación- que

Etnometodrnogía y análisis conversacional I 65

son esenciales para su comprensión radicalmente distinta de la naturaleza de loshechos. Después examinaré algunos estudios ernometodológicos sobre la elabo-radón dehechos en el seno deorganizaciones.

Indicaci6n (indexicality)

La idea fundamental de la indicación es que el significado de una palabra oexpresión depende del contexto en que se usa. Esto se aplica independientemen-te de que la expresión se conciba formalmente como una descripción, una pre-gunta, una orden o lo que sea. Dicho de otra manera, el estudio del significado deuna expresión no llegará a una conclusión satisfaetoria si no se tiene alguna com-prensión de la ocasión en la que se utiliza la expresión. Y es importante destacarque cuando los etnometodólogos hablan de «ocasión» y «contexto» no se limitana la situación institucional general donde se produce el habla (por ejernplo, unaula o un juzgado): destacan los detalles específicos de la interacción en la que in-tervienen los participantes. Por tanto, decir que una expresión está «ocasionada»es decir que está adaptada a una secuencia de habla, que a su vez forma parte deun contexto social más . . . . .

Cuando los filôsofos han reflexlOnado sobre el significado, rradicionalmentehan distinguido dos elementos: el sentido y la referencia. Los ernomerodólogosdestacan que estas dos elementos varían según la ocasión de su empleo. Por ejem-plo, si consideramos la expresión «me duele la barriga» dicha por un niõo, Sam,existen aspectos de sentido y de referencia. En el nivel más básico, deberíamosanotar que la expresión es de Sam y no de su amiga Sophie. Si hubiera sido ella lahahlante y hubiera utilizado las mismas palabras, habría aludido (o «indicado»: dealtila expresión «indicación») a una barriga diferente. Además, euando Sam rlice«me duele la barriga» la referencia precisa podría ser el estômago, el pecho o elbajo vientre; podríamos necesitar algo más de conversación para averiguaria. Elempleo de la paIabra «barriga» no garantiza, en sí rnisrno, un referente particular.Además, el sentido de la frase puede variar mucho. En los contextos adeeuadospodríamos interpretaria como una petición de alimento o, si Sam ya se ha comidodos manzanas y un helado, podríamos interpretaria como un ruego de que no seIe dé más comida. Sam podría utilizar esta frase como una manera de indicar quenecesita ir aI servicio; o podría ser seíial de una forma de dolor menos convencio-nal que podría requerir una ratifieación médica más experta para obtener un sen-tido definitivo como, por ejemplo, apendicitis.John Heritage (1984) hace la importante observación de que la indicación no se

debe ver como un defecto dellenguaje ordinario. No deberíamos pensar que ellen-guaje no es lo bastante bueno-o no está lo suficientemente definido o elaborado-como parahacer referencías con precísión en todos los contextos. AI contrario: éste

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66 I la representación de la reelidad

es uno de los puntos fuertes dellenguaje ordinario. Su naturaleza indicativa permi-te el empleo de un número relativamente pequeno de términos descriptivos en unagran variedad de ocasiones diferentes para conseguir la inflexión justa que necesiraun relato. Los términos abiertos y generales adquieren un sentido y una referenciaprecisos a causa de su empleo en un contexto. De hecho, sin esta caracteristica ha-ria falta una gran cantidad de términos descriptivos exclusivos que deberian seraprendidos y entendidos por los hablantes y por los oyentes potenciales.

Dicho en pocas palabras, la cuestión básica es que la combinación de palabrasy contexto es lo que da sentido a una expresión. De hecho, esto es bastante evi-dente por si mismo (aunque tiene repercusiones que se suelen ignorar en la cien-cia social). Uno de los éxitos dei trabajo etnometodolõgíco ha sido demostrar lasimportantes consecuenciasque tiene esta cuestión básicapara el análisis y la teo-ria sociales. En función de la teoria, hemos lIegado a un punto de vista dei empleoy la comprensión dellenguaje que se aparta radicalmente de los tipos de teoriassemánticas tradicionales, según las cuales el sentido se deriva de operaciones so-bre eI significado abstracto de las palabras. Lo que, por contra, ofrece la etnorne-todología, es un modelo de comprensión que se basa en restablecer e! sentido delas expresiones producidas en un contexto mediante elempleo de una gama de mé-todos (Heritage, 1984). Desde este punto de vista, la comprensión dellenguajeno es eI producto de unas representaciones semánticas compartidas -una espe-cie de diccionario mental que todos los hablantes pueden consultar-, sino que esla consecuencia de compartir unos procedimientos para generar significados den-tro de contextos (Edwards, 1996). En función dei análisis, esta visión dellengua-je nos estimula a examinar estos procedimientos directamente (los etnometodólo-gos los denominan «métodos de los miembros»), En función de nuestro interésparticular en la construcción de hechos, eI foco de atención se desplaza hacia lanaturaleza práctica dei discurso faetual. EI enfoque etnometodológico nos orien-ta a observar los métodos mediante los cuales se construye eI discurso factual, lasocasiones en las que se inscribe y los fines a los que sirve.

Descripciones indicativas en los tribunales de justicia

TIustraré la importancia de la naturaleza indicativa de las descripciones fac-tuales examinando brevemente parte de! material procedente de un estudio etno-metodológico sobre e! empleo de descripcíones en un contexto judicial, concreta-mente en un caso civil donde e! litigante solicitaba una compensación por los da-nos causados en su vivienda por un escape de agua. La investigación de AnitaPomerantz (1987) se centró en las descripciones dei momento en que se produjola dei piso. Estas descripciones, aparentemente simples en principio,le perrmneron demostrar claramente la naturaleza indicativa de lasmísmas.

Elnomelodologla y análisls conversacional I 67

En los dos fragmentos que siguen, Jz. es e! juez y Qr, es e! querellante que halIevado e! caso a los tribunales.

1. ]z.: a lasdos de la madrugada.Qr.: eldía once(Pomerantz, 1987, pág. 227)

2. [z.: en marzodei afiopasadocuando, bien entrada lamadrugada(Pomerantz, 1987, pág. 228)

Estas descripciones se dieron en relación ai intento de determinar quién de-bia ser responsable de los dafios causados por e! aguáen la vivienda. Pomerantzdestaca que existen diferencias sutiles entre estas descripciones, y propone quedeberíamos comprender la razón de estas diferencias en función de los contextosdetallados en cuyo seno se produjeron estas descripciones. En particular, Porne-rantz intenta socavar la visión, superficialmente atractiva, de que la descripciónde! primer fragmento es más precisa y exacta que la de! segundo. Por contra, Po-merantz propone que estasdescripciones, en vez de estarrelacionadas con los 5U·cesos de unamanera abstracta, están llevando a cabo unos tipos particulares detrabajo y realizando unas actividades particulares en la ocasión específica de suempleo. Además, estas diferencias no son un accidente (como e! agua que se filtrapor e! techo): las descripciones están disefiadas precisamente de esta manera paraque puedan desempefiar mejor su misión.

llustraré este punto presentando más información sobre la secuenciade inte-racción donde se inscriben las descripciones. EI primer fragmento corresponde aimomento (contexto) en el que el juez aclara y formula los detalles de las circuns-tancias y solicita e! testimonio de! querellante.

3. [z: Creo que la inundaciónse produjo a lasdasde lamadrugada (0,4)Qr.: E1 día once []z.: El día: onceQr.: (se aclara lavoal)Así es,[i.: (Y quê- subió Vd. para verqué ocorria?(Pomerantz, 1987, pág. 232; en cursiva la cita presentada previamente. Véase en

el apêndice una explicaciôn completa de los símbolos utilizados en la transcripción)

Pomerantz propone que ai identificar e! momento dei dia con un número-«dos de la madrugada>>- el juez emplea e! tipo de descripción preferido paraun testimonio. Aquí,e1 númerose empleacomo unaformulación «insípida»de lascosas como son; es decir, de los «hechos». EI contexto deI segundo fragmento esbastante diferente; forma parte de la recapitulación de! caso por parte dei juez:

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68 I La representación de la realidad

4. [z.: Bueno: eJ casoque nos ocupa exige muchacomprensiónhacia elsefiorM.Hasido inquilino durante mucho tiempo y aquí nos encontramos con un inci-dente acaecido en marw deI afio pesado cuando, bien entrado lamadrugada.empiezaa caer aguadeI techo de su vivienda con el consiguiente danopara5US alfombras y elementos decorativos.

(Pomerantz, 1987,pág. 238;en cursiva la cita presentada anteriormente)

Aqui, en vez de la descripción numérica «dos de la madrugada», se utiliza lacaracterización «bico entrada lamadrugada». Pomerantz proponeque estacarac-terización no se emplea por accidente; no es una manera descuidada de formulareItiempo; aicontrario, se emplea porque ofrece una comprensión de lo que signi-fica que nos entre un chorro de agua por e! techo a las dos de la madrugada. Noocurre a una hora cualquiera: a esa hora hay que levantarse de la cama cuando unoestá profundamente dormido. Levantarse a estas horas de la madrugada ya es algode por si desagradable la mayoría de las veces, iY es simplemente horroroso cuan-do parece diluviar dentro de casa!

La cuestión, pues, es que e! juez ofrece una visión de! suceso desde e! puntode vista dei quere11ante yaihacerlo se muestra solidario con él.No es que una des-cripción sea precisa y la otra vaga; es que cada descripción está formulada conprecisión para 11evar a cabo las acciones pertinentes: redactar e! acta oficial y ex-presar solidaridad. Así pues, la lección, simple pero importante, que debemos re-tener de este estudio es que eI sentido de las descripciones alternativas dei mo-mento en que eI agua se filtró por eI techo es inseparable dei contexto en e! quefueron proferidas. Ésta es la importancia de la indieación: nos recuerda que las ex-presiones son ocasionadas y que tratarias de otra manera sería fuente de con-fusión.

Hay otra cuestión que es importante destacar. La forma de análisis y las des-cripciones dei empleo dellenguaje utilizadas aqui pueden hacer creer fácilmenteque lo importante es e! empleo estratégico de!lenguaje. La frase «Ias descripcio-nes se diseíian de esta manera precisamente para llevar a cabo estas actividades»indica una planificación consciente; fácilmente se puede inferir que hay alguienque realiza e! disefio. Abordaré esta cuestión con más detalle ai final de la discu-sión dei análisis conversacionaI. De momento, sirnplernente destacaré que esposible considerar que las expresiones se adaptan a contextos para 11evar a caboacciones, sin que e110 implique necesariamente que eIhablante ha pensado o rea-lizado una planificación estratégica. Por ejemplo, finalizar una conversación tele-fônica es algo que prácticamente todos sabemos hacer; pera esto, según han mos-trado los analistas conversacionaIes, posee una organización bastante complejabasada en turnos (Schegloff y Sacks, 1973). Nos costaría mucho explicar en abs-tracto cómo lo hacernos o quê elementos intervienen. No seda muy diferente detratar de describir cómo montamos en bicicleta. Rara vez dedicamos tiempo a pla-

y análisis conversacional I 69nificar cómo terminar una conversaeión telefônica o cómo impedir que finalice.Esuna habilidad práctica: lo que eI filósofo Gilbert RyIe (1949) denominó knou»how. Asi pues, tiene sentido hablar de habilidad y disefio sin implicar ningún tipode estrategia oi planificaeión.

Reflexividad

El segundo concepto etnometodológíco fundamental que examinaré es la re-fiexividad. Esta noción destaca eIhecho de que las descripciones no son sólo acer-ca de algo sino que también hacen algo; es decir, no se limitan a representar algu-na faceta del mundo; tarnbién intervienen en ese mundo de alguna manera prácti-ca (Garfinkel, 1967; Wieder, 1974). Cuando los etnometodólogos destacan lanaturaleza reflexiva deI discurso, intentan socavar eldualismo que se suele dar porsentado entre una descripción y aquello a lo que ésta se refiere. Consideremosnuevamente eI estudio de Pomerantz sobre la quere11apor los danos derivados deuna inundación. Es indudable que la caracterización «bien entrada la madruga-da» que hace eI juez es una descripción de algún aspecto dei mundo; pero no essimplemente esto. También lleva a cabo una actividad indicando que es apropia-do demostrar comprensión y, en consecuencia, hace una aportación aI conjuntogeneral de sucesos formado por los danos provocados por elagua, la querella, lasindemnizaciones, etc. Es una parte constitutiva de los sucesos; es decir, el sentidode los sucesos está constituido, en parte, por la descripeión. Así pues, la reflexivi-dad destaca e! hecho de que una descripción es una referencia a algo y,aimismotiempo, forma parte de ese algo.

Una manera simple de concebir esta cuestión es considerar que las personasno utilizan las descripciones sólo por su carácter descriptivo. Las descripeionesforman parte de unas acciones que, a su vez, se inscriben en secueneias de inte-racdón más amplias. Las nociones de reflexividad y de indicaeión están estrecha-mente relacionadas. En cuanto empezamos a tratar las expresiones descriprivascomo ocasionadas, dejamos de tratarIas como si mantuvieran una relación incor-pórea o abstracta con alguna parte deI mundo. En cambio, nos fijamos en cómointervienen de una manera práctica en la actividad en curso. En este punto se po-dría objetar que, en las prácticas de la ciencia por lo menos, la meta es lograr unadescripción clara. Sin embargo, como muestran los trabajos sociológicos y filosó-ficos examinados en el capítulo anterior, las descripciones científicas se producenen un contexto de intereses teóricos y prácticos diversos, y tienen êxito en la me-dida en que convergen con estos intereses.

Cuando se presenta de esta manera, la naturaleza reflexiva deldiscurso pue-de parecer algo corriente o incluso evidente de por sí. Sin embargo, como ocurrecon la indicación, sus implicaciones no son siempre bien reconocidas por los cien-

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70 I La representación de la realidad

tíficos sociales. Por ejemplo, los psicólogos sociales han realizado muchas investi-gaciones bajo la rúbrica general de la teoria de la atribución (Hewstone, 1989). Ti-picamente, estos trabajos se basan en pedir a unas personas que expliquen unossucesos y que luego intenten justificar estas explicaciones en función del tipo deinformación disponible y del tratamiento que han aplicado a esa información.Unacaracterística sorprendente de la inmensamayoría de estos trabajos es que notienen en cuenta la dimensión reflexiva dd habla y la escritura de las personas(Edwards y Potter, 1992, 1993; Potter y Edwards, 1990). Es decir, no tienen encuenta las «explicaciones» y las «atribuciones» de los participantes en funciôn delas acciones de las que forman parte.

Tomemos, por ejemplo, el siguiente fragmento de un discurso «adaratorio»de la que fuera primera ministra britânica. Forma parte de una «respuesta» dadaen una entrevista de tdevisión a una «pregunta» sobre su papel en la dirnisión delministro de Hacienda (las palabras «aclaratorio», «respuesta» y «pregunta» vanentre comillas porque lo que se discute es, precisamente, la naturaleza de las ac-ciones que se realizan).

5. Tbatcber: Hice todo lo posíble para convencer aIministro de que siguiera (0,2).hh pero su decisión era tan firme que, aI final, tuve que aceptar sudimisión y nombrar a otra persona.

(Edwards yPotter, 1992,pág. 133)

Quizá con un poco de esfuerzo, este fragmento se podría leer como una meradescripción: un relato neutral de los hechos, Sin embargo, en e! contexto de unapregunta que formula la posibilidad de que la primera ministra sea culpeble de ladimisión, esta descripción se puede interpretar como disefiada para demostrar sufalta de culpa. Es decir, esta descripción se elabora y se ofrece precisamente deesta manera en funeión de las actividades actuales de culpar y atenuar. Se cons-truyen sucesos y se formula la realidad para satisfacer la necesidad actual de res-ponder a una acusacíón.

Reflexividad y formu/aciones

Los etnometodólogos, y más recienternente los analistas eonversacionales, nosólo han examinado la naturaleza reflexiva de las formulaciones de objetos y su-cesos ajenos a la interacción en curso (como en la dimisión dei fragmento 5), sinoque también han estudiado la manera de formular lo que sucede en la interacciónen sí. Todos estamos familiarizados coo maoiobras conversaciooales como «en-tonces, estás diciendo que...». Estas palabras preceden a una formulación de loque se acaba de decir. Como cabe esperar de las posibilidades reflexivas inheren-

Etnometodologla y anállsls conversacional I 71

tes ai habla, estas fonnulaciones no son resúmenes abstraetos y neutrales (sean és-tos lo que sean), sino que están disefiadas así para poder obtener unos resultadosespecíficos, aplicables a acciones futuras (Heritage yWatson, 1979, 1980). De he-cho, seria muy sorprendente si fueran cualquier otra cosa; sentido tendríaproducir una descripcíón incorpórea y abstracta de partes de una interacción an-terior? No ofreceria ningún tipo de continuidad.

Por tanto. las formulaciones son acciones llevadas a cabo eo elhabla que «em-paquetao» la interaccíón previa, quizá especificando su naturaleza y su resultado,deuna forma que prepara una futura interaccíón. Los finales de conversacíoneste!efónicas proporeionan un ejernplo simple: es común que el final de una llarna-da induya algunos intercambios para formular sobre qué ha versado la lIamaday/o acordar un plan para una acción futura (Schegloffy Sacks, 1973). Espero quela mayoria de los lectores reconozcan e! siguiente estilo de fin de lIamada, don-de la formulación dei elemento importante de la misma (marcada con una flecha)está seguida por varios casos de lo que Schegloff y Sacks denominan turnos depase y de precierre:

6. Ken: Bueno, pues me espe.rasGordon: Valesh::Ken: ,Va:k?Gordon: De=doKen: Pues Lnada, hasta luego.Gordon: Has:ta .l.\w:go.Ken: ,Vale?Gordon: Venii:,Ken: °R'tO Adiós

(simplificación de una transcripción hecha por Elizaheth Holt, S088: 1:9:4-5)

Aparecen procesos similares en contextos institucionales. Por ejemplo,según Derek Edwards y Neil Mercer (1987), los enseiiantes hacen resúmenesde lo que han dado en clase en los que induyen las actividades, los resultados ylas conclusiones que se han producido, para reformular cualquier suceso impre-visto y problemático acaecido en clase en fundón de los resultados originalmen-te previstos. En realidad, suelen articular los sucesos acaecidos en clase en fun-ción de lo que «deberia» haber sucedido. Otros autores han examinado el pape!de las formulacíones en contextos jurídicos, periodísticos y científicos (Atkinsony Drew, 1979; Greatbatch, 1986; Watson, 1990; Yearley, 1981, 1985). En cadacaso, las formulaciones hacen referencia a alguna parte de una interacción y, aIrnismo tiempo, constituyen una aportación a esa interacción; es decir, son re-flexivas.

He dedicado un poco de tiempo a los conceptos etnometodológicos funda-mentales de la indicaeión y la reflexividad. Ahora es importante explorar un ter-

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72 I La represenlaclón de la realidad

cer concepto para acabar de perfilar la naturaIeza radicaI de la reelaboración et-nometodológica de las nociones de hecho y descripción. Este concepto es eI «mé-todo documental de interpretación» de Harold Garfinkel.

Método documental de intetpretación

La afirmación de Harold Garfinkel (1967) según la cuaI las personas empleanun «método documental de interpretación» para comprender el mundo, destacaque cuando las personas llegan a comprender sucesos y acciones, lo hacen en fun-dón de expectativas, modelos e ideas previas. Sin embargo, estas expectativasprevias, a su vez, son modificadas por la comprensión que se obtiene. Es decir, seda una especie de proceso circular continuo en el que una expresión determinadase ve como evidencia de una pauta subyacente y,al mismo tiempo, eIhecho de quela expresión forme parte de esta pauta subyacente se emplea para comprenderla.Garfinkello expresa de la siguiente manera:

EI método [documental] consisteen tratar un aspecto real como si fuera «el do-cumento de», «el indicador de» o «el representante de» una supuesta pauta subya-cente. No sólo se deduce la pauta subyacente de 5US evidencias documentales especí-ficas, sino que éstas, a su vez, se interpretan hasándose en «lo que se sabe»de la pau-ta subyacente. Cada una se utiliza para elaborar la otra (l%7, pág. 78).

A primera vista, este razonamiento nos puede parecer vulgar: se trata de unproceso de confirmación de expectativas. Sin embargo, lo que dice Garfinkel esque no hay manera de escapar de este ciclo. Todos nos enfrentamos a esto ennuestra vida de cada dia. Sólo podemos acceder a las pautas subyacentes median-te ejemplos, y los ejernplos sólo se pueden comprender basándose en las pautasa las que pertenecen. Aqui aparece una analogia con la tesis de Quine-Duhem ycon las críticas filosóficas del empirismo según las cuales las afirmaciones sobreuna observacióo siempre estáo oecesariamente imbuidas de teoría (véanse laspágs. 36-42). Ni las observaciones ni las teorias determinan las creencias: es la ar-ganización totaI de la red lo que las determina. Pera mientras que la tesis de Qui-ne-Duhem contempla esto como un proceso más bien abstracto de llegar a cono-cer, el énfasis de la etnometodología en la indicación y la reflexividad sitúa estacomprensión dentro de secueneias de acciones.

Garfinkel i1ustró eImétodo documental en sus conocidos «experimentos» di-senados para exagerar y poner de manifiesto este proeeso y para «eoger al vueIo eIfuncionamiento de la "producción de hechos?» (1967, pág. 79).

Etnometodologia y análisis conversacional I 73

EI «experimento» deI falso terapeuta y el método documental

EI estudio de Garfinkel presenta similitudes superficiales con muchas investi-gaciones de la psicologia social llevadas a cabo durante los últimos cuarenta afias.Se reclutaban estudiantes voluntarios y se los coloeaba en una situación en la quecreían participar en un ejereieiocon un terapeuta en períodode prácticas. Prime-ro se pedia a los estudiantes que explicaran los antecedentes de algún problemasobre eIcuaI desearan consejo y después se les pedia que plantearan, mediante uninterfono, una série de preguntas tipo «sí o no» a un terapeuta que, supuestamen-te, estaba en una sala adyacente (la historia utilizada por Garfinkel como tapade-ra para que esta situación tan extrafia tuviera sentido nunca se explica con totalclaridad y es dudoso que este estudio pudiera obtener la aprobación de la comi-sión ética de una universidad moderna). Después de cada pregunta, se producíauna pausa determinada de antemano (para dar la impresión de que eI terapeutaestaba pensando) y entonces aparecía la respuesta en forma de esf» o «no».

Después de cada respuesta, se pedia al participante que apagara eI interfonoy que grabara un comentaria sobre la respuesta diciendo en qué medida se habiaabordado eIproblema con eficacia. Naturalmente, eI truco dei estudio era que nohabía ningún terapeuta y que las respuestas «sí» o «no» se daban de una maneracompletamente aleatoria, sin que se tuviera en cuenta la naturaleza de la preguo-ta. Esta puesta en escena muestra eI funcionamiento dei método documentaI deinterpretación. Los participantes solían utilizar la pauta de respuestas «sí» y «no»para construir alguna noción de la pauta subyacente de evaluación y de asesora-miento que, supuestamente, estaba siguiendo el terapeuta y, al mismo tiempo, uti-lizaban su noción cambiante y en desarrollo de la pauta subyacente para reinter-pretar las respuestas «sí» y «no». Los evidentes vaivenes producidos por el carâc-ter aleatorio de las respuestas pretendian poner al desnudo eIfuncionamiento deimétodo documentaI.

La redacdón y las transcripciones que hace Garfinkel de algunas sesiones po-nen de manifiesto varios aspectos dei método documental; aquí me centraré entres. EI primero y más básico es su flexibilidad. Ningún estudiante tuvo dificulta-des para llevar a cabo las presuntas entrevistas; ninguno abandonó diciendo queallipasaba algo raro, que aqueUo no tenia sentido. Todos afirmaron haber oido lasrespuestas aleatorias «sí» y «no» como respuestas a 5US preguntas que daban con-seja sobre su problema. Naturalmente, en la vida de cada dia existen diversos pro-cedimientos para descubrir y solucionar los problemas que puedan aparecer paracomprender una interacción (Schegloff, 1992a); parte dei papel de la puesta en es-cena experimental era, precisamente, impedir que estos procedimientos entraranco juego,

EI segundo aspecto a destacar de los intercambios de este estudio es que pre-sentaban una orientación que Garfinkel denominó retrospectiva-prospectiva.

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74 I La representaciórl de la realidad

Esto significa que los sujetos no consideraban definitiva su comprensión de lasrespuestas dei falso terapeuta. Cuando uns respuesta no era evidente o era pococlara, reconsideraban su comprensión de las respuestas anteriores para tratar decomprender la actual, o bien hacían más preguntas para tratar de averiguar e! sig-nificado de una respuesta problemárica. Es decir, e! sentido de lo que ya había pa-sado estaba constantemente abierto a nuevas reelaboraciones, míentras que elsentido de lo que aún estaba por venir dependia de! marco formado por la com-prensión de cada momento. Una consecuencia radical de esto es poner en tela dejuicio las nociones simples de! paso de! tiempo. El pasado, en vez de presentar lasolidez de una tira de plástico que sale por extrusión de una boquilla y se va en-friando, se convierte en un conjunto de formas provisionales que se pueden re-formular y reelaborar a la luz de sucesos posteriores.

El tercer aspecto a destacar, y que al mismo tiempo es e! más general, es quese podia ver cómo los participantes generaban significados para las respuesta que re-cibian; empezaban con la expectativa de que estas respuestas encajarian en unapautacomprensibley esta expectativase mantenía aunquela pautanecesitara re-toques frecuentes. Además, la pauta generaba expectativas sobre qué es normaly adecuado que digan los terapeutas, qué tipo de consejo es adecuado que den ycuál es la naturaleza de! mundo donde e! consejo se va a aplicar. Es decir, los es-tudiantes construían e! sentido de las respuestas de! consejero para que encajarancon sus expectativas normativas. Según Garfinkel, durante sus interpretacioneslos estudiantes reproducían, en un sentido muy fundamental, las presuposicio-nes básicas de la cultura local.

Naturalmente, esta situación particular es muy artificial y se parece más a unjuego de sociedad que a un fragmento de una interacción natural; por ejemplo, separece al tipo de broma en la que e! sujeto de la misma tiene que adivinar en quépiensa otra persona haciéndole preguntas que sólo se pueden responder con un«sí» o con un «no»; el suieto eree que las respuestas son genuínaspera, en reali-dad, recibe un «si» o un «no» según la pregunta acabe en vocal o en consonante.Con frecuencia, e! resultado es extremadamente rebuscado y, en ocasiones, muyembarazoso. El «juego» particular de Garfinke! pretende ejemplificar procesosque actúan continuamente, y necesariamente, amedidaque cadapersona va com-prendiendo su mundo. Los hechos sociales -que la continuidad de la SeguridadSocial está en peligro, que nuestro compafiero está deprimido, que un presuntochiste en el fondo era un insulto- se producen, inevitablemente, mediante méto-dos parecidos al método documental. Garfinke! recalca que estos métodos noofrecen escapatoria. Como veremosmás adeIante en este rnismo capítulo, la im-portancia de los procesos básicos puestos de manifiesto en e! estudio de! falso te-rapeuta ha sido explorada de una maneta bastante diferente --coo uo enfoquemás analitico y en e! campo más naturalista de! habla cotidiana- por los analistasconversacionales.

Etnometodologfa y anállsis conversacional I 75Pfáetieas institueiona/es en /aproducción de heehos

Aunque e! estudio de! método documental se basa en la interacción entre dosindividuos, algunos estudios etnometodológicos importantes se han centrado enla producción de hechos en contextos más institucionales. En este caso, e! objeti-vo son los procesos institucionales que intervienen en la producción de registros,datos estadisticos y muchas otras formas de datos oficiales, por parte de institu-ciones y personas como la policia y los asistentes sociales, los médicos, o los mis-mos investigadores sociales (véase una gama de estos estudios en Atkinson, 1995;Cicourel, 1974; Garfmke!, 1%7; Mehan, 1986; Sudnow, 1967). En primer lugarabordaré esta cuestión mediante un sencillo ejemplo de «datos estadísticos sobreviolaciones» Y. a continuación, presentaré un ejemplo de investigación más avan-zada procedente del rrabajo de Max Atkinson (1978) sobre lo que se entiende porsuicidio y sobre la construcción de datos estadisticos acerca de! mismo.

Existen varias procesos sociales que contribuyen a la construcciónde los re-gistros oficiales sobre violaciones. Para que se considere que un suceso es un«caso de violación» Y. por tanto, un dato estadístico, la víctima debe presentarseante la policía y su descripción de los hechos debe ser aceptada. Por tanto, la in-cidencia oficial dependerá, entre muchas otras cosas, de las habilidades y los pre-jnicios de la policía y de las percepciones y los miedos de la víctima. Así,si un es-tudio estadístico muestra un «aumento en el número de violaciones», este au-mento se puede deber a toda una gama de causas diferentes. Podria deberse a unaumento eo la violencia sexual. pero también podría deberse a un cambio en lapercepción o en la sensibilidad de la policía que llevaria a más víctimas a infor-mardei delito, con lo que se convertirían en casos;alternativamente, podríade-berse a cambios en los criterios empleados para registrar casos de violación. Pordesgracia, estos datos estadísticos siguen denominándose, de una manera simpli-ficadora y equivoca, datos estadisticos sobre violaciones en vez de datos estadis-ticos sobre la (inlsensibilidad de (la percepción de) la policía, o algo aún más en-gorroso.

Aunque algunos de estos aspectos de los datos estadisticos sociales son cadavez más reconocidos en discusiones populares sobre el tema, sus implicacionespotencialmente críticas se ignoran casi por completo, sin duda a causade los pro-blemas que plantean al proceso de hacer inferencias claras a partir de este mate-rial. AI mismo tiempo, una discusión de este tipo puede perjudicar e! empleo re-tórico de estos datos estadisticos; por ejemplo, elaborar estadísticas mediante di-versos procedimientos puede ser un mecanismo para justificar la petición derecursos adicionales. Así pues, la cuestión fundamental es que en la producciónde un registro oficial, como por ejemploun informeestadísticosobre violaciones,entrarán eo juego diversosprocesos institucionales que tendrán una repercusiónimportante en la naturaleza de! registro.

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76 I La representaci6n de la realidad

Max Atkinson (1978) ofrece una de las mejores y más claras ilustraciones delos diversos procesos sociales que contribuyen ai registro de «datos oficiales», eneste caso de datos estadísticos sobre suicidios (que durante mucho tiempo se hanconsiderado importantes para revelar la calidad de determinadas pautas de vidasocial). Atkinson empieza destacando los diversos problemas generales que plan-tea interpretar datos estadísticos sobre suicidios procedentes de países distintos yde distintas culturas. Por ejemplo, la facilidad para catalogar un método de suici-dio como tal o como otra forma de muerte es muy variable. Mientras que abor-carse se puede c1asificar como suicídio de una maneta relativamente inequívoca,en elotro extremo encontramos que ahogarsese puede c1asificar fácilmente comoun accidente. Dadas las grandes cifras de muertos por accidentes de circulaciónque se consideran pedectamente normales eo la red viaria, los conductores suici-das son especialmente difíciles de identificar. Además, el estigma del suicidio va-ria según los países y los grupos sociales. En culturas muy católicas, las familiaspueden ser muy reacias a interpretar una muerte de esta maneta; y esta puedetener una influencia importanteen eljuez instructor, en la propia prácticadei sui-cidio y en el método elegido. Así, de la misma manera que los estudios estadísti-cos sobre violaciones reflejan puntos de vista sobre la policia, los datos estadís-ticos sobre suicidios reflejan tendencias culturales respeeto al suicidio y tambiénsu significado más local. La cuestión fundamental es que los registros se relacionansistemáticarnente coo una amplia gama de faetores que se encaman en su cons-trucción; o, dicho eo términosmás etnometodológicos, reflejan la variedadde mé-todos de los miembros que entran en juego en su construcción.

Atkinson profundiza en esta cuestión general mediante una observación mássutil de los procesos de atribución de suicidio. Destaca que para clasifícar unamuerte como suicídio un juez instructordebe recurrir a un conjunto de informa-ción: posee una versión de la biografia del difunto, quizá una nota de suicidio, einformacíón sobre las circunstanciasde la muerte. Sumanerade considerarestosmateriales dependerá de sus propias presuposiciones y teorias populares sobre elsuicidio. Por ejernplo, dado un conjunto de circunstancias ambiguas (una perso-na ahogadaen un canal,no se sabe si por suicidio o por accidente), la informaciónde que la víctima había sufrido una depresión puede favorecer el dictamen de sui-cidio; o puede ocurrir lo mismo con una información sobre el tiempo: no es pro-bable que paseara por la orilla del canal mientras llovía; por otra parte, un mon-tón de colillas en la orilla podria indicar una evaluación final de la situación antesde la zambullida mortal.

La conclusión importante que Atkinson extrae de este estudio es que, en eldescubrimiento y la atribueión de un suicidio, el juez instructor y otros informa-dores pertinentes (família, policia, testigos) se basan en sus propias teorias sobrela naturaleza y las causas de los suicidios. Esto significa que los datos estadisticossobre suicídios ya son un reflejode versiones teorizadasdeI suicídio. Por tanto, los

Etnometodologia y análisis conversacional I 77

científicos sociales que intentan utilizar estos datos paraaclarar qué es el suieidioy cómo se relaciona con fenómenos como las enfermedades mentales, se ven en-vueltos inevitablemente en un proceso de redescubrimiento. Dicho en otras pala-bras, los «hechos» sobre el suicidio son inseparables de los métodos mediante loscuales se han construido estos hechos (véase tambiên Smith, 1983). En algunos as-pectos, esto es comparable a la ruptura de la distinción entre hechos y teoria quedestacan los fílõsofos de la ciencia. En cada caso, el punto de vista usual es que loshechos están ahí para que el investigador los descubra y oriente así sus teorias,pera cuando alcanzamosuna comprensión más sutil nos damos cuenta de que loshechos, aparentemente independientes, ya han sido construidos sobre la base deun conjunto de decisíones y presuposicíones teóricas.

Pollner y la razón mundana

Uno de los desarrollos más importantes de la etnometodología en relación alestudio de los hechos es el trabajo de Melvin Pollner (1987) sobre lo que él deno-mina «razón mundana». La idea básica es sencilla. Pollner observa que cuandodiscutimos aspectos de nuestro mundo con otras personas --qué ha sucedido,quién ha hecho qué, etc.- partimos de una presuposición fundamental. Presu-ponemos que todos tenemos acceso -por lo menos de unamanerapoteneial- alamisma realidad subyacente. Cualquier observador competente y neutral, colo-cado en la misma posición, verá lo mismo. Ésta es una de las presuposiciones bá-sicas del empirismo; y esto es lo que Pollner entiende por razón mundana.

Aborabien, a primeravistapodemos considerarextraõo hablarde esto comosi fuera un tipo de razón porque, seguramente, podriamos pensar que las cosassimplemente son así.Después de todo, siempreque damos instrucciones a alguienparaque se reúnacon nosotros paraalmorzar, presuponemos que los caminos,laspuertas y los edifícios serán iguales para nuestro interlocutor que paranosotros.No pensamos que el camino se pueda trasladar doscientos metros hacia el sur ymucho menos que se convierta en un rio. Sin embargo, Pollner pone mucho em-pefio en convencernos de que esto es, en realidad, un tipo de razonarniento, unmétodo específico para comprender; y, además, se trata de un método fundamen-tal porque está en el centro de una red de creencias sobre la realidad, el yo y lasotras personas.

Uno de los mecanismos que emplea este autor para revelar el funcionamientode la razónmundana consiste en examinarsituaciones donde se plantean conflic-tos fundamentales sobre hechos básicos; Pollner denomina a estas situaciones dis-yunciones de la realidad.

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78 I La representación de la realidad

Disyunciones de la realidad

Para empezar a revelar el funcionamiento de la razón mundana, Pollner vuel-ve deI revés una presuposición básica: en vez de preguntar cómo podríamos creeren alguna otra cosa dado el abrumador apoyo en pro de la razón mundana, éIpre-gunta cómo se puede sostener la razón mundana ante la abundancia de ejemploscontraríos. Así, ecómo se puede mantener la presuposición de que todos tenemosacceso, por lo menos de una manera potencial, a la misma realidad subyacente,ante los tipos de conflictos básicos entre relatos que tan comunes son en contex-tos como las salas de justicia? Aqui podemos ver que Pollner consigue afianzar suposición empleando un relativismo metodológico similar aique fue aplicado coneficacia en los estudios sociales de la ciencia y que examinamos en el capítulo an-terior. En este caso, se resiste a utilizar «lo que todos sabemos» como punto departida para el análisis social y, en cambio, se pregunta cómo se sostiene «eso quetodos sabemos». En términos etnometodolôgicos, la pregunta es: equé métodos seemplean para mantener el realismo mundano ante la amenaza planteada por lasdisyunciones de la realidad?

PoUner estudió el funcionamiento de este proceso en un juzgado dedicado acasos de tráfico. En esta situación, el realismo mundano se encontraba continua-mente bajo la amenaza de las disyunciones de la realidad que abundaban cuandolos demandados disentían en cuestiones básicas con agentes de policia y testigos.Sin embargo, los jueces no consideraban que esta abundaneia de evidencias fuerauna oportunidad para reelaborar sus presuposiciones epistemológicas básicas: losjueces no dictaminaban que elmundo era plural y abierto; más bien dictaban unaserie de resoluciones práeticas de estas disyunciones orientadas a mantener la ra-zôo mundana.

EI siguiente fragmento, procedente del material recopilado por Pollner en eljuzgado, presenta a un demandado que se enfrenta a una acusación de complici-dad en la organización de una carrera ilegal; el demandado afirma que no se habíarealizado ningún tipo de carrera. Desde las presuposiciones de la razón mundanaesta escena no se puede dar: dos cosas contrarias no pueden suceder aimismotiempo. El conflicto entre relatos genera la problemática mundana fundamental.En el fragmento que sigue,J es el juez y D el demandado, rnientras que «veinti-cinco o cinco» se refiere a veinticinco dólares de muIta o cinco días de cârcel,

7. J: ICómo se declara usted?D: éPuedo declararme culpable pera con una explicación?]: Proceda.D: Bien, es verdad que me encontraba en laescena del incidente, pero no es ver-

dad que sea culpable Lo que ocurrió es que ... Vi que roi madre y una ami-ga estaban apercando Sólo habían bajado para ver quê oeurría... y entonces

Etnometodologlay análisls conversacional I 79la polida tapá los dosextremos dela calIe para que no pudiéramos salir ymeacusaroo de cómplice de organizar carreras, mando no se estaba celebrandoninguna carrera en absoluto.

]: Bien, los agentesaparecieron en el lugar donde se celebraban variascarrerasy calcularon que hebla cerca de trescientas personas. éHabía unas trescientaspersonas en aquel lugar?

D: No, sefiorfa; no es así,]: Bien, entonces quizá-D: Yo diria que había unas ciento cincuenta personas y me-J: A ver... (quê estahan haciendo ciento cincuenta personas entre Riverside y

Fletcher?D: Bueno... A lo mejor se habían hecho carreras antes de que yo llegara, peco...

mientras estuve ellí,no hubo ninguna carrera, oi siquiera pasó ningún cochepor la calIe.

I: Que sean veinticinco o cinco.(Pollner, 1987, págs. 38-}9; ligeramenre abreviado)

Esta conversación presenta muchos aspectos fascinantes. Para PoUner, el in-terés reside en la maneta de controlar este manifiesto asalto a las bases funda-mentales de la razón mundana. Después de todo, ante un conflicto inicialmentebásico entre dos versiones que plantea la duda de si un aspecto delmundo se pue-de ver de una misma manera, juez y demandado resurgen con sus epistemologíasbásicas intactas, aunque uno se quede con veinticinco dólares menos. Por supues-to, cuando nosotros leemos este fragmento, tenemos que esforzarnos por mante-ner la postura escéptica que propugna Pollner; ni siquiera nos sentimos un pocosorprendidos por el conflicto que se da entre las versiones. Pero esto forma partede lo que Pollner quiere decir,

A pesar de nuestro conocimiento minimo de los participantes y de los sucesosdescritos, e incluso del tipo de suceso que se menciona (puede que nunca haya-mos asistido a una carrera de automóviles, y menos si es ilegal), ya disponemosde un conjunto de maneras de interpretar el relato que explican por qué se trata deversiones contradíctorias de un solo suceso real y no de sintomas de un fallo epis-temológico básico. Por ejernplo, dado el contexto cabe considerar que el deman-dado tiene un gran interés en rebatir la versión de la policia. Dedicaré parte del ca-pítulo 5 a examinar-cómo se vincula la atribución de intereses con la construccióny destrucción de relatos factuales. AI amparo de PoUner, nuestro empleo de estemétodo interpretativo basado en la imputación de intereses ha sostenido la presu-posición básica de la razón mundana contra cualquier amenaza.

En su discusión de este relato, Pollner destaca que los participantes mismosemplean otro tipo de método para enfrentarse a la amenaza de disyunción de larealidad. EI demandado ofrece un relato que sitúa su versión y la de los agentes endiferentes períodos de tiempo. Los agentes informan sobre lo que ocurría cuando

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80 I La represenlación de la realidadlas carreras estaban en su punto más álgido, mientras que el demandado afirmahaber estado presente sólo después de que las carreras hubieran terminado ycuando los participantes ya se iban marchando. Ésta es una forma prototípica deresolución de disyunciones: «E!conflicto se hace •desaparecer" porque los dos re-latos ya no describen un referente idêntico» (Pollner, 1987, pág. 40).

Según Pollner, los participantes emplean una amplia gama de métodos pararesolver conflictos entre versiones que amenazan con convertirse en disyuncionescon todas las de laley. Pollner agrupa estos métodos en tres niveles. En primer lu-gar se encuentra el nive! del objeto. Aquí, los relatos discordantes se tratan comosi no hicieran referencia aimismo objeto o a la rnisma situación. EI fragmento 7anteriormente citado es un ejemplo, También puede ocurrir que e! objeto sea elmismo y que el conflicto sea producto de las diferentes posiciones de cada obser-vador. En segundo lugar se encuentra el nivel de la experiencia. Aquí puede in-tervenir algún tipo de distorsión de los procesos mentales. Por ejemplo, el ha-blante puede relatar como cierta una alueioación o puede haber bebido demasiadopara recordar algo con precisión. En tercer lugar, exíste el oivel de los relatos.Aqui e! interés se centra en que los hablantes pueden tratar de conseguir diversosefectos a propósito. Pueden estar bromeando o empleando una metáfora; o, comoen nuestra discusión dei fragmento 7, pueden estar mintiendo. Utilizamos todosestos métodos en estas niveles diferentes para comprender los sucesos y distinguirlos «hechos» en diferentes situaciones. Según Pollner, esto no tiene nada de maloo incorrecto; lo importante es que deberíamos comprender que son verdaderosmétodos de comprensión y que, además, se emplean reflexivamente para mante-ner la razón mundana.

La política de la resoluci6n de enigmas

Uno de los aspectos de la razón mundana que destaca Pollner es que, si biendisponemos de una gran variedad de técnicas para resolver los enigmas sobre larealidad que nacen de relatos contradictorios acerca de algo, estas técnicas no ga-rantizan que se alcance una resolución consensuada de estas enigmas. Si alguiennos acusa de imaginar que se produjo una escena embarazosa durante la fiesta dela noche anterior porque estábamos borrachos, [podemos responder a quien nosacusa que no quiere admitir lo sucedido porque fue uno de los participantes y es-taba sobrio! A causa de la naturaleza interconectada de las creencias y las presu-posiciones, una disputa de este tipo puede acabar en un choque entre conflictosbásicos morales o ideológicos.

Esto está bien ilustrado en un estudío lIevado a cabo por Hugh Mehan (1990)sobre una entrevista psiquiátrica en la que un grupo de profesionales de la saludmental evalúa el estado de un paciente para ver si pueden darle e! alta. E! pacien-

Etnometodologla y análisis conversacional I 81

te está enfadado porque, según dice, está confinado en el hospital sin ningúo mo-tivo y en contra de 5U voluntad, y los doctores malinterpretan sisternáticamentesus puntos de vista. En eldiscurso de los psiquiatras, se describe al paciente comoun esquizofrénico paranoide que, elaramente, tiene delirios acerca del papel delos doctoresydebe continuar encerrado. Robert DeNiro actúaeo unaescenamuysimilar en la película de Penny Marshall Despertares; su personaje está cada vezmás contrariado por 5U continua reclusión y los doctores tratan 5U iracomo unabuena razón para que siga encerrado. De hecho, tanto el paciente como los doe-tores tienen sistemas de comprensión que son relativamente impermeables por-que reinterpretan las percepciones y las seciones de la otra parteen 5US propiostérminos. En este caso, elconflicto carecede resolución como tal; másbico existeuna relacíón asimétrica de poder paradefmircuál es la situación.Los psiquiatrasson quienes deciden la suerte de los pacientes que están limitados por su visióndel mundo. Mehan resume esta situación parafraseando el famoso aforismo: «To-das las personas definen situaciones como reales; pero cuando alguien poderosodefine una situación como real, entonces es real para todo elmundo implicado ensus consecuencias» (Mehan, 1990, pág. 160).

De hecho, los juicios de tráfico a los que Pollner se dedica exhiben precisa-mente esta característica. Cuando la juez del fragmento 7 lIega a una decisión, éstano ha sido consensuada aunque ha dedicado algún tiempo a explorar el relato deldemandado; al final, el demandado es multado por complicidad en carreras ilega-les, a pesar de sus protestas en contra.

Sinembargo, en contextos cotidianos y no institucionales, el poder no está tandefinido ni respaldado y las disyunciones de la realidad no se controlan con tantaelaridad. Ante la observación de Pollner de que los métodos de resolución de con-flictos pueden constituir, elIos mismos, un nuevo foco de conflicto, John Heritage(1984) se pregunta cómo es que estos conflictos no se expanden continuamentehasta convertirse en graves disputas. Su respuesta es que las personas empleanuna variedad de métodos para minimizar d desacuerdo y anticiparse a conse-cuencias potencialmente censurables. Examinaremos algunos de estos métodoseu este y en posteriores capítulos.

Anéllsls conversaclonal

Pollner representa un desarrollo muy característico del pensamiento etnome-todológico sobre los hechos que se dedica a replantear cuestiones sociológicas yepistemológicas básicas sobre la realidad y la comprensión. EI empleo que hacePollner de su trabajo analítico en los juicios de tráfico constituye un ejemplo, De-liberadamente, Pollner evita implicarse demasiado en los numerosos aspectos fas-cinantes de los pasajes que estudia. Por ejemplo, aunque perfila unas elases gene-

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82 I La representaci6n de la realidad

rales de resoluciones para las disyunciones de la realidad, se esfuerza poco en ob-servar cómo se logra una resolución particular; tampoco se interesa mucho por laposibilidad de que estas resoluciones puedan tener unas propiedades sistemáticas.Por ejemplo, no investiga la posibilidad de que un tipo particular de afirmaciónhecha por un policía en calidad de testigo, pueda ser contrarrestada sistemática-mente por eIdemandado mediante un estilo particular de formulación de hechos(véase Drew, 1992). Esta falta de interés en los detalles dei control de una acciónparticular y en lasensibilidad de este control ante aspectos de las secuencias de ac-tividad es lo que, en parte, diferencia la postura de Pollner dei trabajo de los ana-listas conversacionales.

Una manera de comprender la naturaleza deI análisis conversacional es con-cebirlo como un desarrollo de la etnometodología que ha aplicado las ideas de lanaturaleza indicativa y reflexiva de la acción al estudio específico de la interacciónconversacional. Así, el interés en la indicación se manifiestaeo la atención presta-da a la relación entre las expresiones y las secuencias conversacionales a las quepertenecen; yel interés en la reflexividad se plasma en la consideración de los di-versos tipos de trabajo interactivo realizadomediante expresiones y secuenciascompletas. Además de Harvey Sacks, sus colegas Emanuel Schegloff y GaiI Jef-ferson, que han tenido una gran participación en eIdesarrollo dei análisis conver-sacional, también adoptaron la idea etnometodológica general de que la interac-ción está basada metódicamente. Así, al estudiar la conversación partieron de lapresuposición de que lo que se dice no se dice por accidente, que las formas de laspalabras no son imprecisas ni improvisadas, sino que están diseiíadas con todo de-talle para que sean sensibles a su contexto secuencial y a su rol en la interacción(Sacks, 1992; Sacks y otros, 1974).

Es importante destacar que esta manera de abordar eI lenguaje difiere ra-dicalmente de la empleada en la mayoría de las investigaciones llevadas a caboen las ciencias sociales, la filosofia e incluso -o quizá sobre todo-- en la lingüís-tica. Con frecuencia, ellenguaje se ha considerado portador de significados o ideasen eIsentido de que, cuando alguien percibe una expresión, basta con que elimi-ne eI revoltijo de estilos, entonaciones, etc., que empaquetan eIsignificado, paraque aflorencon nitidez los contenidos. La investigaciónbasada en encuestas sue-Ie recurrir a esta noción de la comunícación: las «respuestas» desordenadas quelos participantes dan a las preguntas se filtran y se codifican en un conjunto de ca-tegorías y posturas defmidas con precisión (véanse, por ejemplo, Cicourel,1964,1974; Heritage, 1974; Suchman y Jordan, 1990). El análisis conversacional,guiado por la etnometodología, socava esta distinción entre significado y expre-sión. Los analistas conversacionales han tratado de demostrar que los «detalles»de la expresión, la entonación, etc., existen precisamenteporque son útiles paralaacción que se está realizando y no son una especie de aura borrosa que se puedaeliminar.

Etnometodologfa y.anãlisls convarsaclonal I 83

Los analistas conversacionales han argumentado que eI «habla en interac-ción» (que es como prefieren denominar al ernpleo del lenguaie) está muy lejos deser desordenada. De hecho está increíblemente ordenada; y la principal ambicióndei análisis conversacional es revelar este orden y explicarlo. Aunque este ar-gumento se aplica al empleo dellenguaje en general, mi interés se centrará en lamanera en que esta perspectiva nos permite comprender eI discurso factual odescriptivo, es decir.Io que en términos cotidianos podríamosdescribir como in-formes, observaciones, retratos, etc. La pertinencia de esta consideración se ma-nifiesta cuando examinamos relatos en el contexto de pares adyacentes.

Pares adyacentes y organización de preferencias

Una aproximación al discurso factual desde la perspectiva dei análisis con-versacional empezará considerando su papel en acciones que, a su vez, se inseri-ben en secuencias. Por tanto, antes de continuar con el tema de los hechos nece-sitaremosrealizar una breve digresión sobre las secuencias de interaccióndentrode las cuales se inscriben. La importancia de esto se verá con claridad más ade-lante.

Unas de las secuencias de acción más simples, y al mismo tiempo más funda-mentales, es lo que los analistas conversacionales han denominado pares adyacen-teso Con esta se da a entender que muchas acciones se vinculanentre sí formandopares; es decir,la realización de una acción específica tiende a provocarla realiza-ción de otra acción determinada. Por ejemplo, es probable que un saludo provo-que otro saludo, que una preguntaconduzea a una respuestay que una aeusaciónconduzca a una negativa. Obsérvese que lo interesante no es la regularidad empí-rica bruta sino la pauta sutil de esa regularidad y lo que ésta nos puede contar so-bre eIdiscurso factual. EI objetivo de los analistas conversacionales no es precisa-mente demostrar, mediante la investigación,que después de una pregunta... isue-le venir una respuesta!

Lo primero que debemos hacer es desempaquetar estas metáforas de «vincu-larentre sí» y «provocar». cCuáles exactamente la relaciónentre las aeciones queconstituyen un par adyacente? Una manera de describir esta relación es decir que esnormativa. Cuando se produee una de estas primeras aeciones se espera que lasegunda venga a eontinuación o, como mínimo, que se produzca alguna respues-ta pertinente. En los saludos, por ejernplo, cuando una de las partes hace un salu-do espera que eIreceptor se lo devuelva. Pero esta regularidad no es causal: eIre-ceptor no está obligado a responder «hola» o «qué tal»; ni es puramente estadís-tica: hay todo tipo de ocasiones en las que no se devuelve eIsaludo. Además, comoJohn Heritage (1988) destaca, eIhecho de que un saludo no se devuelva no es unaexcepción que socave las expectativas sobre el par de seciones. Cuando alguien

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84 I La represenlación de la realidadnos niega el saludo no se nos ocurre inferir algo parecido a «[vaya, abora resultaque no hace falta devolver los saludos!». En cambio, tratamos este rechazocomoun suceso que puede dar pie a un rico conjunto de inferencias: «No le gusto», «DOme ha oído», «me está tomando el pelo», etc. Desde el punto de vista del recep-tor, ignorarun saludo no significa abstenerse de participaren la interacción; pre-cisamente significa todo lo contrario.

Aquí se plantea una complicación adicional; hay muchas acciones que puedenesrar seguidas de dos acciones alternativas. Por ejernplo, aunque un ofrecimientopuede conducir a una aceptación, también es probable que conduzca a un recha-zo. Sin embargo, estas opciones no son simétricas; se ordenan en funciôn de la in-teracción, Esto semanifiesta en lasmaneras tan diferentes de tratar estas opcionespor parte de los participantes en una conversación. Existen regularidades muy pa-tentes en el modo de plasmar las dos posibilidades. Tomemos, por ejernplo, losdos fragmentos siguientes: el primero presenta un ofrecimiento seguido de unaaceptación y el segundo muestraun ofrecimiento seguido de un rechazoo unane-gativa.

8. Gladys: Tengoel papel aquí y he pensado que a lo mejor te gustaría tenerloEmma: Gracias

(simplificacién de una transcripción de Gail jefferson NB:IV:5:R: I)

9. 1 B: Eh Si fuera usted tan amable de venira visitarme2 estamaõana, le ofrecería unataza de café.3 A: hehh4 Esto, es ustedmuyamabIe,6 Pero estamafiana no creoque puedavenir .hhehm7 He puesto un anuncioen el periódicoy-yeh tengo que8 estarpendientedeItdéfono

(Atkinsony Drew, 1979,pág.58)

Deseo destacar tres aspectos dei fragmento 8 que son característicos de lasaceptaciones de invitaciones. Enprimer lugar, la invitación es aceptada inmedia-tamente, sin demoras ni inserción de material. Eu segundo lugar, el turno de acep-tación es breve,Io cual significa que el componente de aceptación se expresa di-rectamente, sin que previamente se afiada material extrafio. En tercer lugar, laaceptación se hace sin reservas: es claray positiva.

Comparemos esto con el fragmento9, que muestracinco aspectos muy carac-terísticos de los rechazos a invitaciones (las líneas están numeradas para facilitarla referencial. En primer lugar, se produce una demora antes de que eI turno ensi empiece, que aquí se lIena con la expresión «hehh» (linea 3). En segundo lugar,el turno está precedido por el término «Esto» (4). Este término actúa como un

Elnomelodologia y análisis conversacional I 85

marcador deltipo de turno que va a seguir (un rechazo en vez de una aceptación)y también aumenta la demora antes de que se introduzca el rechazo. En tercer lu-gar, vemos una apreeiación de la invitación (5). En cuarto lugar, encontramos elrechazo en sí mismo. Obsérvese como se «suaviza»-no vemos un «no» rotundoy directo, sino un evasivo «no creo que pueda» (6)-. EI quinto componente es unrelato donde el hablante da una razón para rechazar la invitación: debe estar pen-diente del teléfono por si responde alguien al anuncio del periódico.

Los analistas conversacionales consideran que estas diferencias habituales enla forma de los turnos forman parte de una organización de preferencias; para lasinvitaciones,la opción preferible es la aceptación y la opción desestimable es el re-chazo. Las preferenciasse emplean paraevaluarcasos donde los cursos de accióndisponibles no son equivalentes y las alternativas están categorizadas (Sacks ySchegloff, 1979). Es importante destacar que eltérmino preferencia se refíere a as-pectos de las acciones en sí, no a los motivos o deseos psicológicos de los hablan-teso Por ejemplo, aunque un hablante puede «preferir» --en el sentido psicológi-co usual- rechazar una invitación, puede optarpor la «acción preferible»--eo elsentido del análisis conversacional- de aceptarla. Las preferencias forman másparte de la conversación como institución que de la psicología individual de loshablantes, aunque algunos investigadores han argumentado que es difícil mante-ner separada una cosa de la otra (Bilmes, 1987).

También es importante destacar que la organización de las preferencias no esun conjunto de plantillas que emplean los conversadores para generar expresionescoherentes. Cuando se presentan las nociones de pares adyacentesy preferencias,se suelen utilizar ejemplos sencillos y claros que pueden hacer creer que se sigueuna pauta rígida. Sin embargo, la mejor manera de conceptualizar la organizaciónde las preferenciases veriacomo un conjunto de consideraciones a las que es pro-bable que se preste atención en el curso de unas acciones particulares, aunque supapel preciso variará de un contexto a otro. Por ejemplo, es frecuente que una ac-ción desestimable se distribuya entre varios turnos y que sus componentes deapreciaeión y relato estén muy elaborados. Diversos estudios han mostrado la pre-sencia de diferencias regulares de este tipo en toda una gama de acciones (véanse,por ejemplo, Drew, 1984; Levinson, 1983; Heritage, 1984; Pomerantz, 1984a). Enla tabla 2.1 se ofrece un resumen de la organización de preferencias para algunasde las acciones más importantes.

Relatos y descripciones

Puede parecer que la discusión se haya ido apartando deltema principal: loshechos y su construcción. Sin embargo, la pertinencia de lo expuesto deberá que-darclaracuando nos centremos en una característica particular de los paresadya-

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86 I La represenlaci6n de la realidad Etnometodologfa y análisis conversacional I 87

lO. A: Estoes usted muyamable,Pero estamafianano ereo que pueda venir .hh ehmHe puesto un anuncioen el periódico y-y eh tengo que estarpendienredei teléfono

(Atkinson y Drew, 1979, pág. 58)

centes: eI relato. Se han realizado muchísimas ínvestigaciones sobre los relatos quetratan a éstos de una manera más bien abstracta, como acciones que llevan a cabojustificaciones o excusas (Scott y Lyman, 1968; Semin yManstead, 1983; véase unadescripción crítica en Antaki, 1994). La ventaja de los trabajos hechos desde laperspectiva del análisis conversacional es que trata los relatos en su contexto, to-mándose en serio la insistencia emometodológica en la importancia de la indica-ción. Es decir, estos trabajos prestan atención ai papel de los relatos como partede una acción desestimable y también se fijan en eI tipo particular de acción de laque eI relato forma parte. Por eiemplo.Ias invitaciones y las acusaciones ocasionandiferentes tipos de relatos.

Cuando observamos relatos con detalle nos encontramos con un aspecto sor-prendente: normalmente están hechos de descripciones de uno u otro tipo. Vol-vamos a examinar parte dei ejemplo anterior.

TABLA 2.1. Organización de preferencias para algunos pares adyacentes comunes

ACClon

Ofrecimiento/invítaciónPeticióni\cusaciónlcuJpaEvaluaciónHumillación

Respuesta preferible

AceptarAceptarNegarAcuerdoDesacuerdo

Respuesta desestimable

RechazarRechazarAdmitirDesacuerdoAcuerdo

cribiría como «verdadera razôo». Sin embargo, al destacarse en este caso la inca-pacidad de asistir, la invitación es rechazada sin que la culpa recaiga en ningunade las partes.

Lo positivo dei relato presentado en los fragmentos 9 y 10 se puede descom-poner en tres facetas. En primer lugar, evita sugerir que la invitación es inopor-tuna o poco atractiva; evidentemente, esto es importante para mantener unas re-laciones sociales positivas. En segundo lugar, funciona sobre la base de una in-formación que es muy probable que eI receptor desconozca. No existe ningunarazón por la que B deba saber que A ha puesto un anuncio en eI periódico; desdeluego, este tipo de suceso ad hocy más bien poco interesante es precisamente eltipo de suceso que cabe esperar que B no conozca. Por tanto, B no puede res-ponder de manera desconsiderada o insensible ai relato que se le ofrece Icompâ-rese con «Todavía estoy preparando eI funeral de fulano»), En tercer lugar, preci-samente porque no se espera que B sepa algo deI anuncio, su existencia no es algoque B pueda discutir con facilidad; un relato no sirve de mucho si eI receptor lopuede esquivar con facilidad. Asípues, este relato se puede considerar como unadescripción exquisitamente disefiada que satisface simultáneamente todos estasrequisitos.

En consecuencia, 10 que vemos aqui es que la descripción se ha convertido enun tema analítico por derecho propio. E1 relato de los fragmentos 9 y 10 nos per-mite empezar a ver cómo se construye una descripción para que posea unas ca-racterísticas que la hagan útil y eficaz: tiene en cuenta las relaciones entre los ha-blantes y la tarea práctica de rechazar la invitación, y también es adecuada para lasecuencia de acción de la que forma parte. A una escala pequeiia, este ejemploilustra uno de los principales objetivos de este Iibro. Muestra que es posible con-siderar las descripciones, los ínformes y las versiones como tema de estudio, y quees posible investigar cómo se diseiían para que realicen unas acciones determina-das (véase también Wooffitt, 1993). Permítaseme presentar otro ejemplo para de-sarrollar estas posibilidades un poeo más.

Aquí, eI hablante (A) describe un estado de cosas: ha puesto un anuncio en unperiódico (véase la flecha). Esto proporciona una razón para rechazar la ínvita-ción, además de formular la limitación que eI estado de cosas impone aihablante(debe estar cerca dei teléfono por si alguien responde ai anuncio). De esta rnane-ra, A puede presentarse como deseoso de aceptar la invitación, pero obligado a re-chazarla. Paul Drew (1984) destaca que, en eI contexto de rechazos a ínvitacionesu ofrecimientos, los relatos se suelen agrupar en tomo a la cuestión de la capaci-dado Así, A podría haber dado como razón para eI rechazo que B era aburrido,que había algo más interesante que hacer, que charlar tomando café es perder eItíempo; y cada de una de estas razones podría ser lo que A, en otro contexto, des-

Construcci6n de un relato con éxito

Ya hemos destacado que muchos tipos de secuencias que implican accionesdesestimables son más complejas que la dei fragmento 9. El ejemplo que se pre-senta a continuación es mucho más elaborado. La característica a destacar en estecaso es que la persona receptora resiste la fuerza del relato a pesar de sus rnúlti-pIes reformulaciones. Esto brinda una oportunidad para estudiar la construcciónde una descripción con éxito en el transcurso de una interacción. Las dos hablan-tes discuten sobre la cena del Día de Acción de Gracias; la hija (Bárbara) y los nie-tos de Emma tenían que venir a pasar unos días.

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88 I La representaci6nde la realided Etnomalodologfay análisis conversacional I 89

Este caso es mucho más complejo que el del fragmento 9. Por eiemplo, no setrata de una invitación a la propia Gladys (nótese la falta de un componente deapredación en la Íínea 2). Otro ejemplo es que el relato de Emma sobre su cam-bio de planes no finaliza la secuencia, ya que Gladys muestra su decepción por laanulación. Sin adentranne demasiado en estas complejidades, deseo concentrar-me en las diferentes descrípciones utilizadas pot las dos hablantes.

En prímer lugar, obsérvese el cambio en la descrípción que hace Emma de susmotivos para anular la cena en las líneas 2 y 5. En la línea 2, Emma alega cansan-cio diciendo: «No me siento con ânimos». Sin embargo, después de la expresiónde desilusión/pteocupación de Gladys en la línea 4, Emma produce una formula-ción más elaborada: «Cuatro dias con ellos es que la verdad me dejan destrozada».Aqui, el significado de «quedarse destrozada» se realza destacando la tarea impli-cada: tratar con nifios durante cuatro días. Obsérvese también que la descripción«cuatro dias» contrasta con la formulación «el fm de semana» de Gladys: un pe-ríodo de tiempo más largo acentúa la importancia del «cansancio».

Asi pues, lo que vemos aqui es una modificación y un fortalecimiento delcomponente de relato de esta secuencia, después del fracaso de la primera formu-lación en generar teconocimiento y lástima (Gladys no ha dicho: «Oh, lo siento,

ya veo que sería insoportable»). Es fácil pasar por alto los detalles profundos deeste caso, ya que estamos muy familiarizados con interacciones mundanas de estetipo. Lo importante es ver que se produce una descripdón de estados mentales ycircunstancias precisamente para realizar una acción particular.Emma no da másdetalles sobre su estado mental y físico que los necesarios para explicar el proble-ma que plantea la visita de los nifios. La formulación que emplea pata describir eltiempo es extrema y pretende destacar la gran duración de la visita y, en conse-cuencia, las dificultades que ésta plantea. Su desctipción es reflexiva: es induda-ble que se refiere al estado de Emma y a la duración de la visita; pero estos ele-mentos se forrnulan por lo que hacen: explicar la acción problemátíca de anular lavisita.

Me extenderé brevemente en este análisis para considerar otros aspectos delas descripciones empleadas en los relatos. En la línea 6, Emma ofrece una nuevarazón para anular la visita: «Bud [su cónyuge] d-dice que lo anule». Esto ofreceun típo diferente de limítación para las acciones de Emma: podría esforzarse ensuperar su cansancio, pero no es responsable de la opinión de Bud, Esto dispersala tesponsabilidad de la anulación, aumentando la fuerza del relato ante la caren-da de apoyo por parte de Gladys.

Como hemos visto antes, en las respuestas desestimables a una invitación loshablantes tienden a producir relatos que aluden a conocimientos privilegiados. Eneste caso, sólo Emma puede pronunciarse con autoridad sobre su propia condi-ción mental y física. Sin embargo, aunque Gladys no pone en duda su condidónde «destrozada», vuelve su significado del revés: precisamente porque está des-trozada, la visita de los nifios les hará bien a ella y a Bud. Emma esquiva esta ob-servación reiterando que Bud le había dicho que anulara la visita -Ia limitaciónexterna- y esto acaba con las dudas sobre su decisión por parte de Gladys. Exis-te otro aspecto fascinante de la manera en que se emplean las descripciones enesta interacción: la diferencia entre la construcdón más bien insípida «Bud diceque lo anule» y la posterior caracterización, más vívida, «supongo que haré lo quediga el gran padre blanco».

Sin tratarde ofrecer aquí una discusión exhaustiva, hay dos cosas que desta-can en la descrípción que finaliza la secuencia. En prímer lugar, cuando Emmautiliza esta frase hecha (el tipo de descrípción que podrían utilizar los «indios» delas películas del Oeste de los afios cincuenta para describit al Iíder de los «colo-nos») indica que reconoce la autoridad de su cónyuge y, al mismo tiempo, ironizasobre esa autorídad. Se trata de un fragmento muy complejo. Construir la autori-dad de las instrucdones de él retratándolo de esta manera, ofrece una explicaciónexterna pata la anulación de ella. Pero la identidad de Emma podría quedar en en-tredicho a causa de su presunto sometimiento. La fonnulación potencialmentecrítica «gran padre blanco» hace que no parezca tan servil. Otro aspecto a desta-car es que las expresiones de este tipo, basadas en fórmulas o frases hechas, apa-

Giddys:Emma:

12

345

67891011121314151617

,Todo preparado para el !in de semana?Ah:: No SUlieroque vengan los nifios. No me siento con ánimospara que venganGladys

Gladys. Oh!::::::::::Emma: Es que eh:: cuatro días con ellos es que la verdad me dejan des-

trozadayBud d-L)Bud d-dice que lo anule asl que

Giddys: ,Y lapobre Bárbara? con lasganasque tienede venir a aqui

Emma: Bueno no sê es que no tengo ganas - voy ahablar con ellano tengo ganas de cocinartanto: (O,2)[y que vengan

Giddys: Oh no sé si hacesbien Emma (0,4)la verdad::

Emma: ,No?Gladys: Y creo queparaBudseria buenoestar con

los chicosU Y verias yeh (0,3) jugar con ellosEmma: Bud: me ha dicho que la anule Así que supongo que haré lo que

diga el gran18 pa:dre blanco No sé20 Giddys: [Bue::no ehh mujer tú sabrás21 mejorlo que te conviene mujer

(simplificación de una transcripción de GailJefferson, NB:IV:5:R:4-5)

11.

Page 45: Potter, Jonathan La representacion de la realidad

90 I La representación de la realidadrecen con frecuencia en conversaciones donde uno de los participanres no puedeconseguir apoyo cuando expresa una queja. En un análisis de expresiones de estetipo, Paul Drew y E1izaheth Holt (1989) proponen que su calidad figurariva lesotorga una fuerza que las hace difíciles de desafiar: de ahi que los participantes enuna conversación las empleen parafinalizar secuencias problemáticas. Como an-tes, lo que cabe destacar aqui, más que los detalles específicos de este análisis untanto especulativo, es la cuestión general: vemos que una descripciónse constru-ye y se utiliza de una manera totalmente adecuada para la acción que se está lle-vando a cabo.

tmenaon y verdad

Antes de finalizar esta discusión dei análisis conversacional, debemos consi-derar dos importantes cuestiones generales: la intención y la verdad. La intención,que ya examiné brevemente ai principio de este capitulo, es la noción de que lasdescripciones están diseiíadas de una manera estratégica e intencional por quieneslas expresan con el objetivo de satisfacer sus propios íntereses. He estado utili-zando palabras como «disefiar» y «construir», que suelen comportar mucha plani-ficación; pero es, exactamente, lo que se quiere decir con esto? Esta pregun-ta es muy complicada y su respuesta dependerá de las presuposiciones que tenga-mos sobre la planificación de los hablantes y sobre su manera de representarconscientemente los resultados.

Siguiendo a Harvey Sacks (1992), mi propuesta es que, desde una perspecti-va analítica, es más fruetífero adoptar una postura agnóstica eu relación a estacuestión. No es inconcebible que los hablantes, en ocasiones, puedan planificarcuidadosamente los efectos de una conversación, especialmente cuando trabajancon materiales desarrollados o ensayados antes de una interacción: recuérdese laactuación de la primera ministra en eIprograma Question Time, después de unabreve instrucción previa sobre las preguntas que podrian surgir (Edwards y Pot-ter, 1992). Sin embargo, parece dudoso que asíocurra la mayoria de las veces y,detodos modos, para un analista es muy difícil distinguir los casos donde se da unaplanificación estratégica de los casos donde no se da (Heritage, 1990/1991; sinembargo, véase Pomerantz, 1990/1991). Y si lo que nos interesa es eI análisis so-cial de las prácticas de las personas y no la psicologia cognitiva dei empleo dellen-guaje, puede importar poco eI hecho de que una expresión esté «cuidadosamenteplanificada» o se diga de una manera «clara y natural». Las personas se pasan todala vida practicando las diversas facetas dei habla y parece muy plausible que aca-ben desarrollando unas habilidades prácticas, afinadas con gran precisión, paraproducir con sutileza descripciones adecuadas para determínadas acciones sin te-ner que planificar o pensar conscientemente eu lo que hacen.

Etnometodología y enálisis ccnversacional I 91

Lo difícil es conseguir que ellenguaje analítico empleado pueda describir eI«habla en interacción». Las opciones tienden a ser el tipo de lenguaje estratégicocomún en un ámbito de la psicologia o eI tipo de lenguaje mecanicista de causa yefecto típico de otro ámbito. La resolución, quizá ínsatisfactoria, que he adepta-do ante este dilema, consiste en combinar elenfoque más intencional y estratégi-co que considera las descripciones como disefiadas para desempenar unas aecio-nes o como construidas para producirunos efeetos, con consideraciones sobre lasimplicaciones en el aspecto cognitivo.

EI segundo problema se refiere a la verdad y se puede expresar de la manerasiguiente. Sin duda, la cuestión relativa ai disefio de los relatos dei fragmento 11carece de importancia: puede que Emma se sienta mal o puede que no, y puedeque Bud le haya dicho que anule la visita, o puede que no. Entonces, o bien Emmasimplemente descrihe eImundo, lo cual no es muy interesante, o bien miente, encuyo caso puede que la pillen o puede que no, y tampoco es que esto sea muy in-teresante. Ahora bien, uno de los problemas que plantea formular algo de estamanera es que no hay nada de «simple» en describir. Describir implica, entre otrascosas, categorizar objetos eo c1ases, hacer forrnulaciones, ofrecer u ocultar deta-lles, emitirjuicios, etc. Yavimosalgunas de estascuestioneseo e1 capítuloanterior,cuando examinamos los ataques de la filosofía de la ciencia a la distinción tradi-cional entre teoria y datos. y filósofos tan distintos como Popper y Wittgensteinhan planteado importantes problemas conceptuales para las «simples» nocionesde describir, referir y nombrar.

Desde una perspectiva analítica conversacional, este problema se abordacomo prácticas de descripcíón. En vez de preguntarnos quées unadescripcióneotérminos abstraetos, debemos preguntarnos cómo es tratada unadescripciónporlos participantes en el transcurso de una actividad. Si consideramos el fragrnen-to 11, la diferencia entre las descripciones «Bud» y «el gran padre blanco» noes epistemológica; en este contexto, ninguna plantea problemas de referencia:Gladys sabe a quíén se refiere Emma, como indica su respuesta. La importanciareside en la acción que realizan. Como Emanuel Schegloff (1972) ha argumenta-do, virtualmente cualquier situacióno cosa se puede formular de muchísimas ma-neras diferentes y cada maneta puede ser correcta basándose en algún eriterio ló-gico o abstraeto. Las escenas no determinan sus descripciones y se pueden hacerselecciones particulares que sean defendibles como verdaderas y capaces de suge-rir diversos resultados y evaluaciones.

La segunda dificultad de la formulación «simplista» sobre si Emma dice laverdad, es que presupone que eI analista tiene acceso a una verdad establecidacontra la cual se puede comprobar la verdad de las expresiones de los participan-tes. En este caso, el analista se encuentra tan a oscuras como Gladys acerca de siBud ha dado instrucciones sobre la celebración o no. Sin embargo, ai igual queocorre con la verdad de las teorias científicas examinada en eI capitulo 1, eI análi-

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92 I La representación de la realidad

sis puede y debe continuar sin tratar de aislar estas verdades, Sepueden hacer lasmismas observaciones sobre el papel de las expresiones de Emma en esta interac-ción, independientemente de lo que pueda ocurrir en otros casos. Es decir, e! aná-lisis anterior considera que la prohibición es simétrica.

Etnometodología. anállsls converaaclonaly discurso factual

En este capítulo he presentado algunas nociones básicas de la etnometodo-logía y e! análisis conversacional, y de su aplicación ai discurso factual. Los tresconceptos revisados (indicación, reflexividad, y método documental) tienen im-portantes consecuencias para la manera en que se debe comprender el discursofactual. Cuando examinamos alguna descripción o algún informe, eI énfasis enla indicación nos conduce siempre a preguntar: (cuál es aquí el contexto?{Cómo se ha ocasionado esta descripción? EI énfasis en la reflexividad nos ins-ta a considerar los informes y las descripciones en relación al suceso o acciónque describen y, ai mismo tiempo, en relación a lo que hacen. {De qué accionesforman parte?

EI método documental de interpretación dirige nuestra atención a los tipos deprácticas que emplean las personas para gestionar la factualidad y, en particular, ala relación bidireccional entre los modelos de! mundo desarrollados localmentepor las personas y los fenômenos específicos con los que éstas se encuentran. Estemétodo permite una consíderable flexibilidad aiabordar cualquíer fenómeno, demanera no muy distinta a la flexibilidad dei razonamiento científico destacada porla tesis de Quine-Duhem, donde la manera de abordar una observación dependede la totalidad dei sistema de creencias. El método documental destaca que laspersonas revisan continuamente sus percepciones pasadas y sus expectativas fu-turas basándose en su comprensión actual. La historia se está reescribiendo cons-tantemente, tanto a pequena como a gran escala. Por último, estos tipos de méto-dos para comprender eI mundo son convencionales: eI mundo se rehace conti-nuamente para que sea como se espera que sea.

Algunas de estas nociones se ilustran mediante estudios etnometodológicosde prácticas institucionales dedicadas a la elaboración de hechos. Estos estudiosse centran en los procedimientos empleados para producir registros o datos esta-dísticos particulares. Por ejemplo, he descrito e! trabajo de Atkinson dedicado ala producción de datos estadísticos sobre e! suicídio, y hemos visto cómo estasprácticas mismas se basaban en teorias populares sobre el suicidio. El trabajo dePollner sobre la razón mundana tomó otro rumbo para dilucidar, mediante un es-tudio de las disyunciones de la realidad, algunos de los métodos básicos emplea-dos por las personas para mantener la idea de un mundo sólido y consensuado aique rienen acceso todos los ohservadores.

Etnometodologia y análisis conversacional I 93

He presentado el análisisconversacionaI como una exploración y un desarro-110, con una sólida base analítica, de algunos de los conceptos básicos de la etno-metodología en eI contexto de la conversación, Una de las grandes virtudes deianálisis conversacional es que ha tratado de convertir cuestiones teóricas o filosó-ficas sobre los hechos y las descripciones en preguntas que se pueden abordaranalíticamentemediante estudios de grabacionesde interacciones. Nos conduce aobservar las secuencias conversacionales donde se emplean las descripciones,lostipos de actividades de las que forman parte las descripciones y cómo se modifi-can o rebaten las descripciones en el transcursode una interacción.Aunque aquíse han utilizado relatos como ejernplos, este enfoque general se puede aplicar amuchos elementos diferentes de una interacción.

Una de las características de la etnometodología y deI análisis conversacionaIes su gran insistencia en los datos específicos y los detalles que forman parte decontextos particulares. Por ejernplo, cuando examinamos la interacción de Emmay Gladys en eI fragmenro 11, no hicimos ningún intenro de contextualizar los su-cesos en función de la edad, la elase social o la base cultural de los hablantes: noentró eo juego ninguna de las «grandes» variables sociológicas. Tampoco inter-pretamos este fragmento hasándonos en unos supuestos factores psicológicos delos individuos: 5US actitudes, 5US creencias, 5US motivos, etc. Analistas conversa-cionales como Emanuel Schegloff (1991, 1992b) han argumentado que lapertinen-eia de estos factores no se puede dar por sentada: después de todo, existen mu-chas «variables» consecuentes de este tipo que operan en la mayoría de las inte-raeciones; es preciso demostrarque son consecuentes parala interaceióneo sí. Enrealidad, sólo están presentes cuando los participantes consideran que lo esrán.Enel próximo capítulo examinaremos las tradiciones, muy diferentes, de la semio-logía, el postestructuralismo y eI posmodernismo. También éstas tienen poco tiem-po que dedicar a las «variables» sociológicas y psicológicas tradícionales; sin em-bargo, se dedican con gran empeno ai estudio de la ausencia. Por ejemplo, paracomprender la operación de algunos términos descriptivos utilizados, es necesa-rio comprender los términos descriptivos que no se utilizan,

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3 SEMIOLOGfA, POSTESTRUCTIJRALISMOY POSMODERNISMO

Las perspectivas poco precisas de la semiología, el postestructuralismo y elposmodernismo proporcionan un enfoque a la construcción de los hechos muydiferente de las posturas examinadas en los capítulos anteriores. Una de sus prin-cipales características es una desconfianza profunda hacia la idea de que el len-guaje referencial actúa reflejando o representando la realidad. Cuando se consi-dera que los hechos se garantizan inspeccionando alguna escena «del mundo», nose reconoce que los hechos dependen de algo mucho más amplio que en la se-miótica es uo sistema de diferencias entre signos y en gran parte deI postestructu-ralismo y el posmodernismo es un discurso o un régimen de verdad. Los investi-gadores de estas tradiciones han intentadoexplorar la construcción de hechos sa-cando a la luz estos sistemas de producción. Es decir, han tratado de dar a conocerel sistema o el conjunto de discursos que se ocultan detrás de la simple explicaciónde los hechos basada en palabras y objetos y, al hacerlo así, han alterado radical-mente las nociones comunes de los hechos y de la representación.

Presentaré algunas de las principales características de estas perspectivas es-tructuralistas establecíendo tres contrastes con los trabajos del análisis conversa-cional. La primera diferencia se da en los materiales que se han esrudiado. Mien-tras que los analistas conversacionales se han centrado principalmente (aunque noexclusivamente) en el habla cotidiana por teléfono o en contextos laborales, losestructuralistas se han dedicado o bien allenguaje considerado como un sistemaabstracto (en la semiología), o bien a textos literarios y filosóficos (en el postes-tructuralismo y el posmodemismo). En consecuencia, los estructuralistas se hancentrado más directamente en preguntas acerca de la naturaleza de las represen-taciones. se produce la impresión de realismo de un relato breve?puede recurrir un discurso político a conceptos deportivos para justificar una in-terveneión militar? {Cómo se moviliza un sistema de metáforas para hacer quefuncione un argumento filosófico? Como veremos, este énfasis en los textos for-

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96 I La representaci6n de la realidad

males destaca algunos aspectos de la construcción de hechos que han recibidopoca atención por parte de los analistas conversacionales; sin embargo, rambiéntiene sus desventajas.

Hay otro contrasterelacionadocon elprimero.Los analistas conversacionaleshan prestado una gran atención a la manera en que los participantes se orientanhacia los fenómenos de la conversación. Una invitación no se identifica como talporque así lo considere el analista; el juicio del analista se complementa con laatención prestada a la respuesta de los participantes. Por ejemplo, (considera elreceptorque un fragmentode conversación es unainvitacióno no? Este interés haestado básicamente ausente de la tradición estructuralista. Es difícil encontrar unmétodo de alternancia que muestre fácilmente cuá! es la comprensión de una per-sona cuando Ice MadameBovaryo escucha a Bjõrk. Esto significa que carecemosde una base sólida para capturar el proceso de interpretación.

El tercer contraste se da entre las posturas morales y políticas de estas tradi-ciones. Salvo algunas excepciones notables, los etnometodólogos y los analistas dela conversación han rechazado la crítica social. común en otros campos de la so-ciologia, por consideraria totalmente inútil (Coulter, 1982; Button y Sharrock,1993). Normalmente. tanto unos como otros han trazado una distinción entremostrar cómo se construye un hecho particular --cómo se hace que una afirma-ciónparecezca estable, neutral y separada dei hablante- y criticar esc hecho o su-gerir que se debería entender de una manera diferente. Por ejemplo, según JohnHeritage (1984) analizar cómo se construye un hecho como talno implica que ca-rezca de otros aspectos importantes o valiosos. También se encuentran salvedadessimilares en la sociologia del conocimiento cientifico (SCC) reeiente, aunque sesuelen plantear con menos convicción, Más adelante volveré a retomar la cuestiónde si esta línea acrítica y no ironizante se puede mantener plenamente. En com-paración, muchos investigadores de la tradición estructuralista han desarrolladoun interés explicitamente crítico en la construcción de hechos: para ellos, el obje-tivo de observar la construcción de hechos es demostrar que las representacionesparticulares del mundo son parciales y se relacionan con intereses o aetúan paraoscurecer la aetuación del poder. Con frecuencia, el interés en la construcción deheehos procede de un interés más general en cuestiones ideológicas, sobre todoésta: (de qué maneras se puede hacer que un conjunto de relaciones sociales pa-rezcan necesarias, naturaIes e intemporales?

EI postestructuralismo y el posmodernismo son etiquetas muy amplias que sehan utilizado de variasmaneras para abarcar cuerpos de trabajo teórieamente dis-pares. Incluso en la semiología, que es más fácil de especificar, se dan varias inter-pretaciones contradictorias. En este capitulo, la exposición pasará de la serniolo-gía ai postestrueturalismo y ai posmodernismo. Mi exposiciôn será selectíva y sólose centrará en áreas directamente relacionadas eon la construcción de hechos y,enla medida de lo posible, tratarê de ignorar las muchas otras complejidades que

postestrueturalismo Yposmodemismo I 97pueden atrapar a escritores y lectores por igual. También cabe destacar que, sibien esta ordenación tiene un cierto sentido histórico y es una manera útil de pre-sentar algunos de los conceptos principales, también seria errôneo considerar es-tas posturas como una tradición. Existe por lo menos tanta diversidad en las pos-turas postestructuralistas y posmodernas como la que hay entre los distintos enfo-ques de la sociologia del conocimiento científico. Por tanto, habiendo dejado bienclaro que este capítulo es, evidentemente, un relato en el que intervienen diversostrabajos constructivos y varios conjuntos de simplificaciones, categorizaciones Yoposiciones retóricas implícitas. pasaremos a examinar la semiología.

Semlología

De Saussure y el argumento básico

Uno de los principales métodos empleados por la semiologia (o la semiótica,como a veces se la denomina) para socavar las nociones convencionales de los he-chos, es criticar las nodones tradicionales de referencia y significado de las pala-bras. Ferdinand de Saussure desarrolló su ciencia general de los signos en lasconferencias ofrecidas a principios del síglo XXy después publicadas con el titu-lo Cursode linguística general(1974). Como es bien sabido, uno de sus objetivosera rebatir la idea de que las palabras obtienen su significado ai representar cosasdel mundo. Según esta noción, por ejernplo, comprendemos la palabra «rio» re-lacionando el sonido aislado «río» con un objeto específico, uo río. En contra deeste punto de vista, Saussure argumentó que los términos obtienen su sentido apartir de conjuntos de relaciones o contrastes. Por tanto, la palabra «rio» obtie-fie su sentido, en parte, de su empleo en contraste a alternativas como arroyo,canal, lago, acequia, etc. Otra parte de su sentido procede de la posición queocupa en las expresiones: puede estar precedida por palabras como «el» e irseguida de palabras como «fluye». Los semiólogos sugieren que estos dos con-juntos de relaciones constituyen un sistema de diferencias que subyace aI signifi-cado de cualquier palabra determinada. De hecho, para Saussure ésta es la esen-cia dellenguaje:

Todolo dicho hasta ahora se resume así: en el lenguaje sólo haydiferencias. Aúnmásimportante: unadiferencia generalmente implica términos positivosentrelos cua-les se esreblece taldiferencia; peroen ellenguaje sólo haydiferencias sin términos po-sitivos(Saussure, 1974,pág. 120).

Este tipo de argumento empieza a corroer elsimple punto de vista que vincu-la palabras con objetos ai destacar que las relaciones entre las palabras ----d siste-

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98 I La representación de la realidadma de diferencias- son más importantes que la relación entre una palabra y unobjeto. Saussure afirma que el conjuoto de conceptos empleados por una culturano está determinado por su mundo y que distintas culturas pueden utilizar gamasde conceptos muy diferentes. Saussure se resiste aqui ala idea de que existen con-juntos naturales de cosas, como rios y arroyos, esperando ser nombrados por cual-quíer grupo de seres humanos que haya desarrollado un lenguaje en su vecindad;más bien ocurre al contrario: cadalenguaje produce su propio mundo conceptualdiferenciado.

EI tipo de evidencia que emplea Saussure para apoyar este argumento se basaco comparar lenguajes diferentes. Por ejernplo, eo inglés se distingue entre «no»y «arroyo» principalmente basándose en el tamafio: uo arroyo es un rio pequeno,y viceversa. Sin embargo, en francês se hace una distinción bastante diferente en-tre las palabras rioiêre y fleuoe que alude más bien al destino del agua: un fleuuedesemboca en elmarmientras que una rioiêre desemboca en un lago o en otro rio(Culler, 1976). La cuestión es que, en cualquier expresión particular que impliqueuna referencia a masas de agua que fluyen, el sentido depende del conjunto de dis-tinciones adecuado; es decir, del sistema de diferencias.

Si consideramos esto de unamaneramás general, el argumentode Saussureimplica que no se puede comprender un lenguaje descriptivo de cualquier tiposimplemente teniendo en cuentalas palabras que se han dicho o escrito. La se-miologia se dedica, principalmente, a comprender lo que está presente median-te la comprensión de lo que no está presente. Necesitamos comprender el siste-ma subyacente que otorga alas palabras su pleno sentido, y este sistema sólo sealcanza a través deI conjunto entero de expresiones posibles, ya que nunca esvisible en una única expresión. Así pues, para Saussure el fin de la semiologíaes dilucidar el sistema de diferencias subyacente que da sentido a cualquier ám-bito de significado, sea éste ellenguaje, la moda, la arquitectura o el código decirculacíón.

Estos argumentos semiológicos básicos presentan varias dificultades crucia-les, Sin embargo, antes de examinarias consideraremos una de las aplicaeionesmás importantes de estas ideas, el trabajo del semiólogo francés Roland Bartbes.

Bal1hes y el significado de segundo nivel

Uno de los elementos fundamentales del argumento de Saussure sobre la na-turaleza dellenguaje es la afirmación de que las unidades significativas -los sig-nos- se producen combinando conceptos con «imágenessonoras». Por tanto, elconcepto de pantalones de algodón fuertes y resistentes se combina con la «imagensonora»de la palabra «tejanos» para formar un signo lingüísticosignificativo: «te-janos». La posesión de signos como éste permiteque las personas se comuniquen

Semiologla, posteslructuralismo y posmodernismo I 99

unas con otras: pueden decir cosas como «me he manchadolos tejanos de Pepsi»y ser comprendidas: conocer los signos convencionales permiteque eloyente sepacon precisión qué tipo de prenda de vestir se ha manchado con Pepsi,

Elargumento más importante de Barthes (1972) es que en las culturas huma-nas las cosas no se acaban aqui. De hecho, no pueden acabarse aquí. El mismotipo de proceso que ha permitido la combinación del concepto y de la imagen so-nora para producirel signo «tejanos», tambiénpermiteque el signo «tejanos»secombine con un concepto nuevo en otro nivel. Este concepto nuevo puede serproducto de los tipos de asociacionesque acompafian a«tejanos», Con unaorien-tación deliberada hacia la antropologia, Barthes denomina mitos a estos conjuntosde asociaciones culturales. Por ejemplo, si los tejanos se Ilevan en condiciones du-ras de trabajo y se suelen ver, sobre todo, en personajes de películas de Hollywoodque trabajan en la ganadería o en la coostrucción, pueden Ilegar a significar esascosas. Mediante estas asociaciones, los tejanos pueden Ilegar a significar trabajosduros al aire libre, propios de personas que realizan actividades fisicas y no tieneninconvenienteen hacertrabajos sucios.Obsérveseque elsentido tambiénse cons-truye por contraste: los tejanos no forman parte de la vestimenta elegante de pro-fesionales y oficinistas. Una vez establecida esta asociación se abre la posibilidadde llevar tejaoos no por su idoneidad para trabajos duros, sino por lo que signi-fican en un segundo nivel: dureza, carencia de rernilgos, quizá indepeodencia(vêase Williamson, 1978).

Este proceso no se detiene simplemente aqui.Como los tejanos se Ilevan porsu significación de dureza y no por una necesidad real de dureza, entonces pue-den desarrollar otra significación: que quieo los Ileva va «a la moda»; y como lasmodas cambian por diversas razones, al mismo tiempo también pueden significarque quíen los Ileva está «pasado de moda». En este proceso, los tejanos puedenIlegar a significar discotecas y bares en vez de ranchosyobras de construcción; ypuede que los anunciantes necesiten construir estas asociaciones tradicionaIesvolviendo amostrar los tejanosen contextos de trabajos duros.Por ejernplo, en elmomento de escribireste libra, la marca de tejanosLee está realizando una cam-pana publicitaria en la que un vaqueromusculoso atraviesa nadando un rio des-bordado para rescatar a una vaquilla que se ha quedado atrapada. Otro anunciomuestraauna «chicavaquera» utilizandosu Levis para apagar el incendio de unabaIa de heno iniciado inadvertidamente por unos vaquerosnovatos e ineptos, enuna referencia visual ala película Coioboys de ciudad,donde un grupo de oficinís-tas aprende los rigores de la vida al _ire libre. Algunas de las sutilezas de este pro-ceso se examinan en el extenso estudio de Barthes sobre la moda (1983) yen susinvestigaciones sobre la importancia de los símbolos y objetos culturales cotidia-nos en su libroMitologías (1972 [afio de publicación del originall). Barthes ha de-sempenado un rol fundamentaI en el inicio de la investigación de esta cuestión,que él denomina«doxass-el..seaudocomún.noreorízado, de una cultura.

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100 I La representaci6n de la realidadLa cuestión es que este proceso de semiosis significa que no podemos hacer

una distinción dara y tajante entre los significados «de diccionario» de unas pala-bras y sus significados culturales. Ciertamente, la palabra «tejanos» se refiere aunos pantalones aptos para trabajos duros, pero cuando «tejanos» se utiliza en al-guna descripción o informe, su papel puede depender de lo que se transmita a unsegundo nível. Por ejemplo, la polida comunica que un sospechoso vestía tejanos«lavados a la piedra». Puede que esto no sea un simple indicador de lo que llevabapuesto eI sospechoso durante eI delito (y que puede carecer de importancia si eIsospechoso se ha puesto otros pantalones); se puede utilizar para indicar algo acer-ca dei sospechoso: por ejemplo, puede indicar su edad o su dase social. Como ve-remosmásadeIante, en estemismocapítulo,en los textos literarios se pueden uti-lizar detalles descriptivos de este tipo para transmitir una amplia gama de efectos.

Algunos problemas de la sem/ologia

Esta perspectiva de la construcción de hechos presenta varios problemas im-portantes, aunquesólo algunos son pertinentes aquí. La primera consideración atener en cuenta es que eI estatus dei sistema de diferencias no se especifica con da-ridad. En particular, no está daro si se trata de una teorización analítica de las dis-tinciones disponibIes en un lenguaje o si es un relato dei mapa psicológico de estasdistinciones que subyace a la percepeión dei significado de las palabras. En su pro-pia manera de escribir, Saussure tiende a situar este sistemaen las mentes de loshablantes (de ahí su insistencia más bien machacona en los «conceptos» y las «imá-genes sonoras»). Esto puede tenerunas consecuencias analíticas importantes. Porejemplo, si deseamos considerar los tipos de distinciones que operan en un frag-mento particular de un discurso descriptivo, podriamos anímamos a llevar a caboalgún tipo de investigación psicológica cognitiva de la organización conceptualmental. De hecho, algunos pasajes dei Curso de /inguistica general de Saussurepresentan una sorprendente semejanza con los trabajos de lacienciacognitiva con-temporánea. En la semiología existe una tendencia a dejar de considerar las prácti-cas reales dei empleo dellenguaje para buscar fenómenos en la mente de los acto-res (véanse Baker y Hacker, 1984; Harrís, 1981). Algunos de los problemas queesto plantea se discutirán en eI capítulo 4 (véase también Edwards, 19%).

El hecho de no tener en cuenta las prácticas de los participantes forma partede las presuposicionesbásicasde la serniología, 00 sólo por su éofasis cognitivis-ta, sino también por su conceptualización de los problemas dellenguaje en fun-ción de la correlación entre eImundo (o en este caso las conceptualizacíones deImundo) y las palabras (o, como prefiere Saussure, las imágenes sonoras de las pa-labras), Como han destacado filósofos dellenguaje como Ludwig Wittgenstein yanalistas conversacionales como Harvey Sacks, cuando consideramos las cosas

Semiologla, poslestnJcturalismo y posmodemismo I 101

de esta manera se generan muchas confusiones porque se pierde de vista que eIlenguaje se orienta a las actividades, es decir, se oscurece 5U naturaleza práctica.

Un problema relacionado con lo anterior es cómo se puede investigar una es-tructura subyacente. Existe una diferencia importante entre decir que eI sentidode los términos descriptivos se sostiene mediante un sistema de diferencias enprincipio y analizar un conjunto de diferencias en la práctica. Si tomamos eI eiem-pio lingüístico con eI que empezamos, podremos identificar contrastes entre laspalabras «rio», «arroyo» y «acequia» en Ufi diccionario; pero es muchomásdifícilmostrar eI control práctico y las consecuencias de este conjunto de distinciones enun caso dado. Por ejernplo, se podrian pasar por alto las consecuencias que ten-dria anunciar la venta de una casa diciendo que tiene un arroyo que corre por eIjardín o que tiene una acequia que atraviesa eI jardino Y es curioso que eIanálisisque hace Barthes dei significado de segundo orden en Mitologias no esté basadoeo investígaciones conducidas de manera sistemática utilizando las categorias dela semiología; al contrario, son unos (brillantes) ejercicios interpretativos en losque Barthes recurre intensamente a 5U propia comprensiónsutil miem-bro que es- de la cultura francesa y sus presupuestos subyacentes. Esta tensiónproblemática entre eI aparato teórico manifiesto y eI procedimiento analitico ocul-to es común en los trabajos semiológicos.

Sin embargo, no eran éstas las criticas que se dirigieron contra la semiologíadesde la tradición estructural. Las criticas se centraron en algunos de los fenó-menos que quedaban ocultos por las distinciones básicas de la semiología deSaussure. Saussure había argumentado que eI tema adecuado para eI estudio se-miológico era eI sistema subyacente de diferencias (la langue) en vez de la rea-lización de este sistema en casos particulares de lenguaje (paro/e); y también argu-mentó que una linguística coherente debe atender al estado dellenguaje en unmomento particular en vez de ocuparse dei desarrollo histórico dei significadode las palabras. Uno de los aspectos que caracteriza, de una manera general, aiospensadores postestructuralistas, es que si bien aceptan la importancia de algúntipo de sistema de diferencias que subyace a los signos significativos, rechazan lasllamadas a prescindir dei cambio histórico y atender ala práctica real dellengua-je. Aunque existen muchas razones para esto, una de las más importantes es polí-tica: se consideraba que la teoria original de Saussure era ahistórica e idealista y(con la notable excepción de Louis Althusser) que no encajaba con eI análisis so-cial marxista.

Postestructurallsmo

Dado que existen muchas líneas argumentales postestructuralistas que se re-lacionan con nuestro interês en la construcción de hechos, oi siquiera una cober-

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102 I La representaclón de la realidadtura muy selectiva podría hacer justicia a las numerosas cuestiones complejas quelas separan. Empezaremos considerando eItrabajo de Barthes sobre el realismo enla literatura. Aunque Barthes era un pensador que se encontraba a medio caminoentre la semiología V el postestructuralismo, en sus últimos trabajos se apartó delobjetivo de identificar una estructura o un sistema subyacente V se dedicó a con-siderar discursos o códigos de comprensión más fragmentarios.

Barthes y la construcción deI realismo

Ya hemos examinado parte del trabajo semiológico de Barthes que tiene im-plicaciones para la construcción de hechos. Una de las inquietudes centrales de supensamiento es la idea de realismo, especialmente cuando se aplica a textos lite-rarios. En vez de tratar el realismo como si fuera consecuencia de un discurso queref1eja el mundo con candidez, nos pide que consideremos el realismo como unaingeniosaconstrucciónlingüística que creael efeeto de una representación cándi-da. Dicho de otramanera, su argumento es que el realismo mismoes unahistoriaseductora en la que la naturaleza, no tocadapormanoshumanas, generasus pro-pias representaciones. Pero esta historia oculta la aportación humana a la produc-ción V la comprensión de una representación. AI igual que a los sociólogos dei co-nocimiento científico V los analistas conversacionales, a Barthes le interesa revelareste trabajo humano Vexplorar su operación. Como dijo en una discusión generalde su provecto:

Las artes «analógicas» {cine, fotografía). los métodos «analógicos» (Ia crítica aC8-

démice) están desacreditados. cPor qué? Porque la analogia implica un efecto de laNaturaleza: constituye lo «natural» como fuentede verded, y lo queacrecienta lamal-diciónde laanalogia eselhechodequees irreprimible: en cuanto seveunaforma, éstadebe parecerse a algo; la humanidad parece condenada a la Anelogfa, es decir, a largoplazo, a la Naturaleza (Barrhes, 1977,pág. 44).

Ellibro S/Z (1974) es uno de los trabajos más adecuados para considerar laoperación de las descripciones V del discurso factual. En esta obra, Barthes abor-da esta cuestiónexaminandola distinciónentredenotacióny connotación.Sugie-re que el punto de vista tradicional ha tratado la denotación (donde una palabrarepresenta un objeto o un concepto) como primaria V la connotación (los tipos designificados de segundo orden examinados anteriormente) como secundaria. Encontra de esto, Barthes argumenta que el énfasis en la denotación es ideológico: esuna ficción sobre la naturaleza de la factualidad que se emplea para mantener dis-cursos autorizados en la ciencia, la críticaliteraria y la ftlosofía. Esta ficción pue-de cumplir este cometido porque hace que las cosas parezcan simples: «Aqui hay

Semiologia, postestrueturalismo y posmodemismo I 1031

unas palabras Vaqui está lo que estas palabras representan»\ Desvía la atención delos efectos de la connotación, que son muchos más sutiles y abiertos.

La mejor manera de ilustrar esto es examinar el análisis que hace Barthes de unrelato breve de Balzac. Barthes eligió esta historia por su condición ampliamenteaceptada de texto realista c1ásico, aunque su análisis pone en duda este estatus v, dehecho, la categoria misma de «texto realista clásico». Esteanálisis implicadescom-poner el relato en fragmentos -<l1gunos formados por varias frases Votros forma-dos por unas cuantas palabras- en un contraste deliberado con la crítica literariamástradicional que típicamente se centraba en e1 significado de un texto como untodo. Luego Barthes intenta demostrar que cada uno de estos fragmentos recorre,por lo menos, a uno de cinco códigos culturales que operan por medio de la con-notación, Por tanto, el argumento central de S/Z es que el sentido del texto, inclu-vendo su «rea1ismo», es producto de la operación de estos códigos básicos.

Estos códigos no se deberían entender como una sefial en Morse, donde seda una correspondencia simple entre series de puntos V rayas V unas letras deter-minadas. Más bien se parecen a senderos que atraviesan las reverberaciones detextos pasados: «E1 código es una perspectiva de citas, un espejismo de estructu-ras ... cada código es... una de las voces a partir de las cuales se teje eItexto» (1974, 'págs. 20-2I). Por tanto, descodificar eItexto es una operación que consiste en se-guir los senderos a través de estas citas. Para ellector, esto ocurrede manera ins-tantánea V automática, pero Barthes trata de aminorar la velocidad dei proceso Vhacerlo lo más explícito posible.

EnS/Z se examinan cinco códigos, aunque no está claro si Barthes los conside-ra suficientes V adecuados para abordar todos los textos literarios. Los códigos sepueden caracterizar como se indica a continuación. E1código «hermenéutico» ata-fie a los diversos enigmas dei texto V a sus soluciones gradualmente reveladas. Porejemplo, eI título del relato, «Sarrasine», plantes la pregunta de qué o quién es esteSarrasine; el texto proporciona respuestas cada vez más completas a esta pregunta amedida que se desarrolla. Otro código (esémico») opera para crear personajesVam-bientes particulares: lamascu1inidad, el carácter italiano, la feminidad. E1 código«simbólico», más tradicional, recurre a asociaciones c1ásicas.Por eiemplo, Barthessugiere que las palabras que introducen el relato, «Me encontraba sumido en unode esos profundos ensuefios», presentan una antítesis básica -sofiar despierto-que se repetirá V se reelaborará de maneras diferentes en el curso del relato. De losdos códigos restantes, el código «cultural» implica conocimientos de un cariz am-pliamente sociológico y comprende aspectos como las características psicológicasque cabe esperar de grupos sociales como los artistas o la operación de actores mi-tológicos como los genioso E1código «proairético» interviene en laconstrucción depautas de acciónen el texto, cosasque podrían entenderse de unamanera mástra-dicional como «tramas» o «argumentos». Por eiemplo, Barthes sugiere que eI «pro-fundo ensuefio» del narrador forma eI escenario para un suceso que le pondrá fio.

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104 I La representación de la realidadSólo he dado unos indicios generales de unas ideas muy ricas y sutiles, porque

aquí eI interés no reside en los deralles de los cinco códigos como tales. Estos cin-co códigos han recibido la crítica de numerosos comentaristas por mezclar carac-terísticas muy diferentes de la construcción de relatos y conducir a análisis arbi-trarios. Además, la distinción entre los códigos no siempre es fácil de mantener(por ejemplo, Culler, 1975). Lo importante aquí es eI enfoque general al funcio-namiento de un texto literario y la potencialidad de utilizar este enfoque comoayuda para comprender eIfundonamiento de textos en otras áreas. A pesar de al-gún inconveniente, Barthes muestra con eficacia cómo lntervlenen los códigos deconnotación en la generación dei sentido de un texto. Los referentes brutos de laspalabras, aun cuando fuera posible distinguír algo así, de ninguna manera son su-ficientes para sostener la historia.

Tomemos la segunda frase de la historia de Balzac: «La medianoche acababa desonar en eIreloj dei Elysée-Bourbon». Barthes afirma que aquí hay tres capas de con-noración y que todas eIlas se derivan de la situacióngeográfica concreta dei reloj.En primer lugar se connota riqueza. ya que el Elysée-Bourbon atraviesa un acau-dalado barrio de París; en segundo lugar. se trata de una riqueza de nuevos ricos,pues se trata de una zona asociada a «dinero fresco»; en tercer lugar, es una zona deParis vinculada a una época histórica específica (la resrauración borbõnica) en la quese podia haccr fortuna con rapidez. Es dudoso que los leetores menos sofisticados (yquizá menos franceses) que Barthes puedan generar todas estas connoraciones. Sinembargo. en función de lahístoría.Ios tipos de elementos connorados que contribu-yen aisentido son precisamente éstos, y no lamera denoración de un reloj específico.

Podremos ver esto si consideramos el efceto que tiene en la historia la susti-tución dei reloj. Por una parte. serviria cualquier otro reloj que tuviera las mismasconnotaciones, y lo mismo ocurriría con cualquier otro tipo de referencia geográ-fica adecuada, como una calle. Por otra parte, el nuevo reloj no serviria si no evo-cara estas connotaciones (por ejemplo, si fuera un monumento muy conocido deun zona residencial de clase obrera), Como dice Barthes: «La denotación no esel primer significado, pero pretende serlo; bajo esta ilusión, al fmal no es más quela última de las connotaciones.. (1974. pág. 9). Asipues, Barthes argumenta que ladenotaeión es una imagen o una historia poderosa que nos impide ver cómo seproducc el sentido de las descripciones y,por ende, su faetualidad. La simplicidady la c1aridad de las denotadones -«ohí esta la palabra y ahí la cosa»- nos indu-cen a pensar que son garantes dei realismo.

Barlhes. Balzacy el análisisconversacional

A Barthes le interesa enormemente destacar que eI tipo de análisis que él rea-liza no es semiológico en elsentido tradicional. En aquella época había rechazado

Samiologla. postestructuralismo y posmodemlsmo I 105

las categorías semiológicas tradicionales por considerarias demasiado rígidas. Noexiste ningún sistemageneral de connotaciones que se pueda caracterizar de unamanera exhaustiva. AI contrario, los códigos son un conjunto indeterminado dereverberaciones «cuyo origen se pierde» (1974. pág. 10). No hayposibilidad de tra-zarenteramente 5US orígenes. Barthes también está interesado en eliminar la idesde que su interpretación de la historia es puramente personal y se basa en sus pro-pias redes privadas de connotaciones textuales. Y lo hace de una manera muyinteresante. En vez de negar su subjetividad, reformula la noción misma de subje-tividad. De hecho, sugiere que su propia suhjetividad se constituye a partir de losmismos códigos que constituyen el sentido de la historia de Balzac. Así pues, paraBarthes la persona se construye con el mismo material que se emplea para cons-truir una cultura específica, y analizar una cultura, analizar un texto realista y ana-lizar la subjetividad de una persona son aetividades bastante similares entre si.

Queda por ver si Barthes ha tenido éxito en contrarrestar el problema de lainterpretación subjetiva. Aunque el argumento sobre la construcción textual dela subjetividad tenga éxito (y esta idea ha sido explorada por muchos pensadorespostestrueturalistas y feministas; véanse Hollway, 1989; Moi, 1985; Wcedon.1987). no está claro que esto deba desembocar en los tipos de construcción uni-forme que conducen a interpretaciones concordantes. Parte del problema de uti-lizar el postestructuralismo como base para una teoria general de la construcciónde los hechos surge de la tendencia a presuponer que las interpretaciones de tex-tos literarios formales son la clave para comprender el mundo. Contra esto se po-dría argumentar que las historias y las descripciones que se dan en contextos máscotidianos y mundanos sono por lo menos. igual de fundamentales. Además, losconocimientos obtenidos en contextos informales o interactivos podrían revelarelementos importantes del funcionamiennto de textos más formales. Por ejem-pio, se podría adoptar una estrategia más basada en eI análisis conversacional yexaminar cómo se ofrecen historias y descripciones en contextos interactivoscomo las reuniones familiares. Ias clases de una escuela o las vistas de un juzga-do. Esto afiade a la investigación postestrueturalista de los textos formales la po-sibilidad de estudiar cómo orientan mutuamente sus descripciones los diversosparticipantes. En vez de intentar respaldar las interpretaciones con la idea de unaperspectiva de citas, este enfoque tendría en cuenta eIorden y eI aspecto de unascitas reales.

Tomemos otra vez eIreloj dei Elysée-Bourbon. Barthes destaca que las conno-taciones de esta referencia geográfica son cruciales para eI sentido de la historia.Pero las referencias a lugares no son en modo alguno exclusivas de contextos lite-rarios. Un estudio analítico conversacional de Paul Drew (1978) ha examinado eIempleo de referencias geográficas en un tribunal que investigaba las reacciones deunos polidas a unos sucesos violentos acaecidos en Irlanda dei Norte en 1969. EneIsiguiente fragmento. A es un abogado que Ice fragmentos dei informe oficial de

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106 I La representación de la realidad

la policia y T es un testigo, un veterano oficial de policia implicado en los sucesosque se investigan,

1. A: Así que tenemos: «Disturbiosen PercyStreet- multitudfuera de controle,«Multitud bajando por ConwayStreet desde ShankillRoad»y«Multitud enDenegai Road procedente de SandyRow».

T: Si.A: {Todas indican una invasión de protestantes en zonas católicas?T: Yo diriaque estabanencolerizados -(3sustados?- por el tiroteo.que se es-

tabaproduciendo.(Drew, 1978. págs. 1-2)

Lo que Drew desea destacar es que la mención de nombres de lugares no esuna mera guía para descríbir las zonas de la ciudad donde se produjeron los dís-turbios. Estas referencias geográficas se emplean más bien para indicar carac-terísticas de las identidades de determinados grupos de personas. No sólo esto:también se utiliza el orden particular de los lugares para indicar una actividad deataque e invasión. Y. a diferencia del ejemplo de Barthes sobre el reloj del Elysée-Bourbon, no tenemos que aceptar conjeturas sobre las inferencias que los lecto-res potenciales podrían hacer acerca de la naturaleza de una zona de París, por-que vemos las inferencias reales sobre las diversas localizaciones de Belfast que semencionan en el fragmento. El abogado formula los lugares geográficos como in-dicativos de la naturaleza de la multitud y de su actividad (atacar) y el testigo nose muestraen desacuerdo con esta forrnulación; ai contrario: construyeunmotivoposiblemente menos censurable para el ataque.

Ahora bien: no deseo sugerir que aquí exista una línea divisaria simple y me-todológica y que Drew tiene evidencias mientras que Barthes especula. Por unlado. el análisis de Drew está muy basado en sus conocimientos de la justicia y dequé es una acusación, entre otras cosas. Por otro, Barthes hace una afirmación es-pecífica sobre las connotaciones de un zona particular de París que los lectoresconocedores de la cultura francesa están en posición de evaluar. Sin embargo.Jatarea analitica de Drew se simplifica mucho más porque considera que las des-cripciones se inscriben eo secuencias de interacción. Estas descripciones se pro-ducen en un interrogatorio a un testigo que (al final) se acaba convirtiendo en unaacusación: la policia es acusada de faltar a su deber y no detener el ataque. Teneraeceso a las orientaciones de los participantes que se desprenden de la naturalezaalternativa -por turnos- de su interacción, ayuda a comprender las connota-ciones particulares de esta descripción además de proporcíonar un medio parajustificar su interpretacíón analitica (Drew, 1995). Barthes no dispone de esta po-síbilidad.

5emiologla. postestrueturalismo y posmodemismo I 107

/ntertextua/idad y guerra

Otra noción explorada por Barthes en su trabajo fue la intertextualidad. Estanoción fue desarrollada por Julia Kristeva (1980J a partir de la noción de «hete-roglosia» del teórico y crítico literarío soviético Mikhail Bakhtin (1981; véase tam-bién Volosinov, 1973)_ Aunque existen varias interpretaciones contradictorias deeste término, no es éste ellugar para detenemos en una exégesis que nos aparta-ría del tema de la construcción de hechos.

La intertextualidad se puede concebir como una consecuencia del alejamien-to postestructuralista de la observación del sistema de diferencias subyacente (IaIangueJ y de su acercamiento a examinar la realización dellenguaje en los textos yen el discurso (paro/e). Habiendo abandonado las estructuras abstractas e ideali-zadas de la semiología, el análisis necesita abordar textos reales, discursos reales,y las relaciones reales entre unos y otros. ParaBanhes, la relaciónentre textos sereduce a citas: cada texto es, por lo menos en parte, uo «pastiche» o conjunto decitas de textos anteriores. E intertextualidad significa, para él, relaciones entre ci-tas. Los diversos códigos que este autor examina en S/Z son expresiones de rela-ciones intertextuales en este sentido. Sin embargo. como veremos más adelante.Iaintertextualidad también se puede tratar como una relación entre géneros o for-mas de representación y se puede considerar que abarca situaciones donde las me-táforas fundamentales en un campo de discurso se utilizan en otro.

Algunos de estos otros sentidos de la intertextualidad se pueden ilustrar exa-minando textos relacionados con la guerra y el conflicto. Tomemos, por ejernplo,la comedia de humor negro de Stanley Kubrick sobre los peligros del holocaus-to nuclear. i.Te1éfono rojo? Volamos bacia Moscú. En la pelicula hay un fragmentoque rdata no ataque de rnarinesestadounidenses a una de 8US propias bases aé-reas donde un comandante enloquecido ha ordenado un ataque nuclear. Lo quesorprende de esta secuencia es que no sigue las formas convencionales de repre-sentación de las películas bélicas ficticias de la década de los cincuenta. Tampocosigue el estilo de cámara y montaje del resto de la película. En cambio, sigue es-trechamente el estilo familiar de las películas documentales sobre campanas mili-tares. como los aterrizajes del Dia D y la guerra de Corea. La cámara se sostiene amano y sus movimientos son inestables, y la película se rueda como si el cámaraformara parte de la acción, corriendo con los soldados. esquivando balas. etc. Lapelícula es barrosa, con mucho grano y está mal iluminada; la acción es caótica.

Existen muchísimas críticas de esta película que discuten las posibles funcio-nes de esta secuencia. Sin embargo, una de las funciones que parece tener es pro-porcionar un contraste con la deliberada estilización de otras secuencias. Estecontraste se construye, eo parte, mediante el aparente realismo de la secuencia;imita películas documentales genuinas sobre la guerra, en vez de las recreacionesde la guerra típicas del cine. EI efecto de esta mirada depende de la familiarídad

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108 I La representación de la realldad

del público con los documentales genuinos. Podemos «leer» la secuencia en eltexto fílmico de Kubrick de esta manera a causa de nuestra experiencia de otrostextos. Obsérveseque esto no es intertextualidad en el sentido de Barthes porqueno se da una cita especifica. En cambio, es un estilo de representación completoque se ha resituado en un contexto diferente.

En un estudio dedicado a la interpretación de noticias de tdevisión sobre lasintervenciones militares en Irlanda del Norte, John Fiske y john Hartley (1978)propusieron que el proceso inverso también entra en juego. Los espectadores in-terpretan los reportajes documentales en función de las convenciones de I/IS re-presentaciones ficticias de la guerra. Por ejemplo, los espectadores interpretan losplanos de soldados que miran con cautela desde posiciones defensivas en funciónde la lógica del «blanco y negro», donde «los buenos» miran desde la rrinchera, elvagón de tren o el fortín hacia un enemigo invisible y malvado. EI estilo del en-cuadre hace que d espectador considere que los soldados «son de los nuestros».Por tanto, su conclusión es que las referencias intertextuales de las imágenes pro-porcionan un conjunto de categorias morales subrepticias para comprender lobueno y lo maio, mientras que los reporteros no parecen hacer nada más que li-mitarse a grabar lo que sucede ddante de la cámara. Las películas, igual que ocu-rre con cualquier fotografia, poseen un halo retórico sólidamente establecido quesusurra «me limito a captar lo que está ahí» (Barthes, 1981; Shapiro, 1988).

Tomando como base estos dos ejernplos, es tentador tratar esta cuestión comosi fuera una confusión entre un modo fictício de representación construido coningenio y un modo factual de representación registrado con íngenuidad. Sin em-bargo, esta consideración es demasiado simple. También las peliculas documenta-les son una construcción que se produce en varios niveles (véanse contribucionesa Críttenden y Porter, 1986; especialmente Kuehl, 1986). Cuando se rueda una pe-lícula bélica en situaciones reales de batalla, existen unas limitaciones comunes yevidentes sobre qué se puede filmary qué no, y sobre cómo se realiza la pelicula.Por ejemplo, para elequipo de rodaje es difícil evitar fílmar sucesos desde elpun-to de vista de sus propias tropas. Y hay muchos tipos de selección menos eviden-tes que determinan qué es interesante, de interés cinéfilo, noticiable, y los tipos denarraciones que se pueden relatar. Las imágenes se combinan formando narracio-nes en la sala de montaje: las narraciones no están por ahí, esperando que alguienlas recoja. También existe otro nível íntertextual pertinente cuando se trata consujetos humanos como los soldados. Si, como destacan los emometodólogos, laspersonas disefían su conducta para que sea inteligible y responsable, para con-seguirlo pueden recurrir a su comprensión de diversos textos familiares. Poreiemplo, un estudio etnográfico de reportajes gráficos sobre laguerra de Vietnamrevdó que los soldados jóvenes eran capaces de adoptar un estilo de interaccióndeterminado cuando se los fUmaba, porque sabian qué se esperaba de ellos ba-sándose en su experiencia de peliculas de guerra (vêase Krohn, 1992). Esto impli-

Semiologla, postestructuralismo y posmodemismo I 109

ca que es importante no ver la conducta como algo natural y sólo 5U representa-ción como artificial. Desde otra perspectiva, la conducta es inseparable de su di-seno y de la manera de hacerla inteligíble (Garfinkd, 1967; Sacks, 1992).

Michad Shapiro (1989) ha argumentado que lo que se relaciona con diver-sos intertextos no es simplemente la conducción de la guerra oi la interpretaciónde unas imágenes específicas, sino la comprensión general de la naturaleza dela guerra y las razones para ella, Shapiro se interesó especialmente en lo que élcaracteriza como el intertexto deporte/guerra eo el discurso político estadouni-dense. Shapiro sugiere que la población de los Estados Unidos está totalmente fa-miliarizada con el discurso deportivo porque tiene una gran experiencia comoparticipante y como espectador. En este caso no existen las mismas dudas que enrelación a si la mayoría de la población francesa puede conectar el Elysêe-Bour-bon con la importancia financiera de la Restauración borbónica.

La familiaridad del discurso deportivo le otorga una «importante "figura-bilidad" como práctica de representación» (Shapiro, 1989, pág. 72); y esta figu-rabilidad puede ser explotada por los políticos. EI discurso deportivo permiteformular una amplia gama de distinciones: ganadores y perdedores, aptitud natu-ral contra duro entrenamiento, etc. También ofrece una gama de metáforas fun-damentales asociadas a nociones como cornpetición, juego limpio y espectácu-lo. Asi pues, lo que ofrece el discurso deportivo es un conjunto elaborado de blo-ques para construir versiones de cómo son las cosas; y estos bloques se puedenutilizar para producir relatos de relaciones intemacionaIes que destacan ciertascaracterísticas y ocultan otras. AI describir un libra escrito por un reciente secre-tario de defensa estadounidense, Shapiro argumenta:

Muestra preocupación por dar una imagen en la que los Estados Unidos y 5U ad-versaria participan en una competición que funciona dentro de un espacio vacío decualquier contenido importante... a excepción de los tipos de posiciones estratégi-cas... que se dan en una cancha o en un terreno de juego. La figuración deportiva searticula bien con el tipo de imágenes geopolíticas que han promocionado una formaestratégica y, por tanto, mistificada, de los efectos de la política de conflicto y seguri-dad 0989, pág. 89).

Este breve relato de la intertextualidad no agota de ningún modo los sentidosen que se ha utilizado este término (vêanse alternativas en Worton y Still, 1990).El principal aspecto a destacar es que la noción de intertextualidad se antepone alas relaciones frecuentemente ocultas entre textos, discursos o géneros, ai tiempoque destaca las limitaciones de la visión simplista de los hechos basada en las pa-labras y los objetos. Además, esta noción nos insta a no tratarel realismo como unaspecto unitario y daro de los textos, y a verlo como algo fragmentario y variadoen si mismo (McCabe, 1974; Nichols, 1992). Veremos un rechazo aún más com-

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110 I La representación de la realidad

pleto a la visión de los hechos basada en las palabras y los objetos y a la histo-ria unitaria del realismo en la obra de Jacques Derrida y en su noción de descons-trucción.

Derrida y la desconstrucción

EI trabajo de Jacques Derrida no se ha centrado expresamente en el realismoo la construcción de hechos. Su principal objetivo han sido las presuposicionesfundamentales de una amplia gama de tradiciones occidentales del saber, desde lafilosofia griega en adelante (Derrida, 1976). Sin embargo, en este ataque sostenidoal pensamiento occidental, Dercida desarrolla nociones sobre el discurso, lametá-fora y la retórica que tienen importantes repercusiones para la manera de entenderla faerualidad. En la medida de lo posible, el examen de las ideas provocativas y re-buscadas de Derrida se limitará alo que sea pertinente aquí, teniendo presente almismo tiempo que, según el propio Derrida, su trabajo se resiste ala sistematiza-ción y al resumen (Bennington y Derrida, 1993). iYo le creu! (Véanse discusionesgenerales y accesibles del trabajo de Derrida en Culler, 1983; Norris, 1987.)

Derrida ha explorado cómo se producen los «efectos de verdad» en el dis-curso filosófico; es decir, cómo se sostiene un argumentoy se hace que parezcaló-gico o necesario. Como dice el crítico Christopher Norris, para Derrida la verdades un «ejército en marcha de metáforas, metonimias y antropornorfismos.; lasverdades son ilusiones cuya naturaleza ilusoria se ha olvidado...» (Norris, 1988,pág. 14). Esta misma descripción ilustra un tema fundamental en el trabajo de De-rrida, ya que Norris cita como ilustración del pensamiento de Derrida al críticocultural Gayatri Spivak, quien a su vez cita al filósofo Friedrich Nietzsche. La citase repite a medida que circula por textos diferentes; algo que Derrida considerafundamental para el empleo dellenguaje.

Corno ya indiqué anteriormente, un enfoque de este tipo no tiene que consi-derarse necesariamente crítico. Puede abordar la producción de la verdad sin quelaverdad se considere menos verdadera por exponer sus mecanismos al escrutinioanalítico. Sin embargo. Derrida no se limita a exponer la maquinaria que hacefuncionar los argumentos filosóficos para admirar su e1egancia; su objetivo esdemostrar que este funcionamiento depende, precisamente, de la maquinaria yque, además, esta maquinaria tiene un defecto. El objetivo de su programa de des-construcción es disipar las ficciones sobre ellenguaje, la verdad y la lógica que di-vulgan los filósofos.

Derrida centra su crítica en dos presuposiciones estrechamente relacionadasentre sí que apuntalan gran parte del discurso filosófico. Una es que los argumen-tos filosóficos se encuentran bajo el control deliberado de los grandes pensadoresque los desarrollan; Ia otra es que su «transcripción» a un lenguaje escrito es una

Semiología, postestructuralismo y posmodemismo I 111

operación secundaria, una parte trivial pera necesaria deI proceso de transmisiónde ideas. En primer lugar abordaremos la segunda presuposición.

Derrida argumenta que las verdades filosóficas dependen de su realización enel discurso. Su eficaciano está generadapor 5U formalógica abstracta, sino que esproducto del lenguaje en el que se «expresan». Dependen de la movilización deun ejército de metáforasy sistemas de oposiciones. La tareaespecífica de la des-construcciónde Derridaes explorary descomponer este sistemaparaexponer susoperaciones. Por ejernplo, eo un análisis clásico inspirado en la desconstruceión,Richard Rorty (1980) argumenta que la metáfora de la mente como espejo -una«esencia cristaÍina» interior, en la que se reflejan representaciones deI mundo-ha sido fundamental para el funcionamiento del discurso filosófico. Lejos de serun mero adorno retórico que flora en la superfície de un argumento «adecuado»,la metáfora y el funcionamiento dellenguaje son los verdaderos responsables de laapariencia de verdad de este discurso.

El trabajo de Derrida desarrolla una noción muy amplia del discurso y la re-tóricaque mantiene estrechas relacionescon la nodón deSaussuredeun sistemasubyacente que da sentido a elementos léxicos individuales. Este pensamiento se-miológico se emplea, en parte, para desestabilizar las tradiciones dominantes en lafilosofía que han acentuado lo que está presente en detrimento de lo ausente. Sinembargo, lo que recibe un sentido no son elementos léxicos aislados sino argu-mentos completos;y a diferenciade la semiología, eI«sistema subyacente» no estáconstituído meramente de oposiciones y relaciones secuenciales, sino de metáfo-ras, figuras de discurso y presuposiciones organizadoras a granescala.

AI anteponer el papel de los sistemas de discurso -un papel que ha sido pa-sado por alto o reprimido por la filosofia tradicional-, Derrida destaca un pro-blema importante de la noción según la cuallos argumentos se originan en lospensamientos de los individuos y, por tanto, a ellos cabe remitirlos. EI problemaes que los hablantesno inventan estos sistemas con su discurso, sino que poseensus propias historias culturales complejas. Los hablantes recurren a estas sistemas,pero no los tienen bajo su control. Los textos filosóficos son parte de la esfera pú-blica. Son leídos, interpretados, analizados, criticados, reelaborados. De la mismamanera que escritores como Barthes y Foucault atacaron la idea tradicional deque sôlo los autores proporcionan la interpretación definitivade sus novelas, De-rrida también pone en duda el privilegio de los filósofos para gobernar el sentidode sus propios argumentos.

Firmas y parásitos

Estos temas básicos del trabajo de Derrida se pueden ilustrar examinando sucrítica de la explicación de john Austin de los actos discursivos en Cómo bacer co-

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112 I La representación de la realidad

sas con palabras (Derrida, 1977a). Ya hemos examinado brevemente e! trabajo deAustin en la introducción, destacando la importancia de 5U tratamiento deI len-guaje como medio para la acción. Especialmente pertinente es el rechazo de Aus-tin a la idea dominante según la cual las afirmaciones son una clase especial deexpresiones que deben entenderse mediante su re!ación abstracta con la realidad,y su intento de destacar la realización de un acto de afirmación, similar a la actua-ción implicada en hacer una apuesta, casarse o bautizar un buque. Con esta, Aus-tin había empezado a proporcionar un aparato teórico para comprender e! dis-cursodescriptivoen términos pragmáticos.

Derrida se sintió atraído por el argumento de Austin por varias razones. Co-rroela imagentradicional de la comunicación como un transporte de significadosde un hablante a otro. Austin estaba más interesado en saber cómo se hace queocurran las cosas, que en determinar cómo se intercambia ínformacíón. Tambíénrebaja la importancia de la verdadlfalsedad, destacando en cambio la noción deque las expresiones se emplean con una fuerza particular. En vez de consideraruna expresión como «Ia puerta está abierta» en función de la verdad (la puerta,

abierta o no?) la atención se centra en si esta expresión se ha dicho con lafuerza de una petición, una orden, una queja, o lo que sea. (Derrida se complaceaquí en trazar un paralelismo con las ideas de fuerza de Nietzsche jante e! queAustin probablemente se esrremeceríal) Una atracción final para Derrida era laelevada conciencia que tenía Austin dei trabaio de!lenguaje, dramatizada por suempleo frecuente de juegos de palabras y neologismos de una manera que recor-daba al propio Dertida.

La principal critica de Derrida al punto de vista de Austin sobre ellenguaje esque privilegia el discurso hablado y considera que su fuerza está bajo e! control in-tencional de! hablante. Derrida somete Cómohacer cosas con palabras a un análi-sis desconstruetivo que, en primerlugar, muestra que el texto de Austinrealmen-te favorece lo hablado y el pape! de las intenciones y, en segundo lugar, revela lastécnicas de control mediante las cuales eI texto mantiene una apariencia de cohe-rencia frente a la amenaza de problemas y complejidades.

Vamos a centramos en un ejemplo concreto para aclarar lo que ocurre aquí.Una de las características dei discurso que es especialmente patente en la escritu-ra, pero que con frecuencia se pierde en las descripciones de! habla, es lo que De-rrida denomina su iterabilidad. EI discurso se puede utilizar en ausencia de cual-quier referente que pudiera tener (podemos hablar de una puerta abierta estandoen otra habitación o en otro continente) y no está vinculado con la intención delhablante. Esto es muy patente en el discurso escrito, que probablemente se leerálejos de su autor, pero también ocurre con el habla. La iteración destaca la cuali-dad de «nuevo uso» del discurso; las personas se basan en palabras, frases y ma-neras de hablar que han utilizado y oído repetidamente. Durante el habla se pue-de citar a otra persona, leer poesia o, desde luego, ser irónico o festivo. Contras-

Semiología, postestructuralismo y posmodemismo I 113temos esro, por ejemplo, con la afirmación dellingüista Noam Chomsky (1966)según la cual el habla es incontrolablemente original y compleja, ya que cada ha-blante crea oraciones potencialmente únicas.

No es que Austin pase por alto la iterabilidad del discurso, ya que su presen-cia perturba su texto de varias maneras. Y Austin la aborda estableciendo una dis-tinción entre formas de habla serias y parásitas. Centra su teoría en los actosdiscursivos serios, auténticamente deliberados, y deia lo que considera formas pa-rásitas dei lenguaje -ironías, chistes, actores de teatro, etc.- para un examenposterior (que nunca acaba de realizar). Según Derrida, con el pretexto de examinarel funcionamiento dellenguaje ordinário, Austin introduce una «determinaciónética» entre lo que es un lenguaje apropiadamente ordinario y lo que no lo es.

Derrida desarrol1a su argumento centrándose en uno de los ejernplos favori-tos de Austin. Austin sugiere que, en el caso de expresiones escritas que desern-pefian aetos discursivos, la ausencia de! hablante original como fuente y garantíaes contrarrestada mediante el ernpleo de una firma. La firma sostiene la represen-tación textual. Derrida indica que aquí se da una paradoja. Aunque las firmas pa-recen sostener la representación textual proporcionando la marca única delautor,sólo pueden realizar esta tarea porque son repetibles o iterables. «Para funcionar,es decir, para ser legible, una firma debe tener una forma repetible, iterable, imi-table; debe ser capaz de separarse del propósito presente y singular de su produc-ción» (Derrida, 1977a, pág. 193). En una máquina de franqueo de talones banca-rias, por ejemplo, se puede imprimir una firma y la persona cuya firma se impri-me puede no tener conocimiento de un talón particular, ymucho menos tener unaintención específica que garantice 5U autenticidad.

En este punto, Derrida se entrega en cuerpo y alma a un debate coo el teóri-co del aeto discursivo John Searle, generado por su artículo original sobre Austin.Searle (1977) había respondido al artículo original de Derrida y había enviado unacopia manuscrita de su artículo aDerrida para que éste, a su vez, escribiera una res-puesta. Derrida ilustró una gama de problemas mediante una extraordinaria yfestiva exploración de este manuscrito. Por ejemplo, e! nombre de John Searle es-ctito a mano aparece al fmal del manuscrito, cerca de! copyright. Es decir, el pro-pio artículo de Searle proporciona un caso práetico para explorar e! papel de lasfirmas. Derrida se pregunta si la presencia de esta firma significa que Searle pro-clama ser e! otigen del texto, como sugiere la explicación de las firmas basada enel aeto discursivo. De ser así, (qué ocurre con los exagerados agradecimientos aotras personas que le ayudaron? ellas son autoras? Además, Searle fuediscípulo de Austin y afirmaba conocer y seguir las intenciones de Austin en surespuesta: siendo así, (tarnbién debería constar Austin como autor? (Y si se tu-vieran en cuenta las intenciones inconscientes, especialmente dada la naturalezapotencialmente edípica de la relación estudiante/supervisor de Searle con Austin?

esto que el propio Searle carece de una intención unitaria que gobieme

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114 I La representación de la realidad

el texto y que, en cambio, posee un conjunto de intenciones conscientes e incons-cientes (que quizá empujan en direcciones distintas)?

Siguiendo esta línea argumentai, Derrida hace un juego de palabras y propo-ne en broma que eI autor dei artículo no se lIama Searle sino Sarl, en referencia aun término legal francés (Société à responsabilité limitée, literalmente, «Sociedadde responsabilidad limitada» o sociedad límitada; Derrida, 1977b, pág. 170). Deesta manera, Derrida opone a la imagen dei origen unitario y único dei discursopropia dei acto discursivo, la idea de una sociedad más o menos anónima con unaresponsabilidad limitada. En este caso,la jugada de Derrida es similar a la de Bar-thes cuando rechaza la idea de que produce una interpretación puramente perso-nal de la historia de Balzac, destacando que su identidad como lector se constitu-ye a partir de unos códigos de comprensión distribuidos socialmente.

Derrida desarrolla su critica preguntándose si Sear/elSarl tratará de ponerleuna demanda por violación dei copyright ya que, en eIcurso de una extensa res-puesta, ha citado la respuesta anterior en su totalidad. Esto comporta tres cosas.Enprimer lugar, insta a considerar si las intenciones, los medias y los orígenes setendrian que resolver mediante los procedimientos prácticos de los tribunales dejusticia y no mediante un análisis filosófico abstracto. En segundo lugar, plantea lapregunta de si eI texto de SearlelSarl sigue estando gobemado por su intención deautoria única garantizada por lafirma, cuando se repite en este contexto nuevo.En tercer lugar, acentúa otro aspecto de la iterabilidad de la escritura, que es quecada repetición implica adición y transformación: eI texto de SearlelSar/ cobranuevos significados cuando se remite a sí mismo en la respuesta, Así es como De-rrida erosiona la idea de que un texto está sometido a la simple auroridad inten-cional de un individuo -en este caso Searle-- y destaca que los textos constante-mente adoptan nuevos significados y se utilizan de nuevas maneras.

Derrida, el discurso factual y la conversación

Todo esto puede parecer arcano, filosófico, y alejado dei interés fundamentalen eI discurso factual. Sin embargo, esta incursión en eI trabajo de Derrida es im-portante porque los argumentos sobre eI lenguaje y la intención no terminancuando abandonamos eI ámbito de la filosoífa. Si estos argumentos son válidos, sedeberian aplicar por igual a todas las descripciones y afirmaciones. Por ejemplo,se deberian aplicar aios tipos de discurso científico y mundano que constituyen eItema analítico de los dos capítulos anteriores. Igualmente importante seria apli-carlos ai discurso de los sociólogos y los analistas conversacionales que han escritoacerca dei análisis de hechos. Y nos vuelven a recordar que eI discurso dei pre-sente libro es, en sí mismo, un trabajo de construcción de hechos. Los textos deDerrida son especialmente conscientes de su propia operación, lo que suele frus-

5emiologla, postestructuralismo y posmodemismo I t 15

trar y desconcertar a sus criticos anglosajones, Como ya he destacado, eI presentelibra está orientado, principalmente, hacia el exterior. No explora sus propias me-táforas y oposiciones; saca poco provecho de sus propias -y variadas- decisio-nes constructivas sobre disciplinas y personajes; y recurre libremente a diversostropos y mecanismos para sostener su propia autoridad, En general, en este librohe optado por utilizar la forma familiar y trillada de la construcción de hechospara formular la construcción de hechos en si. Esta voz básicamente no reflexivaayuda a mantener eI texto lo más simple posible, especialmente ai abordar litera-turas tan complejas como eI postestructuralismo; sin embargo, eI postestructura-lismo nos advierte que la simplicidad suele indicar, precisamente, la existencia deunas presuposiciones compartidas pero ocultas. Ellector ya está avisado.

Existe una zona de tensión potencial entre la desconstrucción y el análisis con-versacional. Derrida haluchado incesantemente contra eIinjustificable privilegioque, en la filosofia, ha recibido eI habla en relación a la escritura. En cambio, eIanálisis conversacional ha elevado eI estudio dei habla en sí a la categoria de arte.Dada la importancia dei análisis conversacional para mi argumento, es importan-te tener presente esta consideración. La primera cuestión a destacar es que estecontraste puede ser más aparente que real. Como Derrida, los analistas conversa-cionales han sido reticentes a tratar eI habla como si simplemente estuviera bajo eIcontrol soberano e intencional de los hablantes (Heritage, 1990/1991) y han sidocasi tan criticos como Derrida con los enfoques dellenguaje centrados en eI actodiscursivo (Levinson, 1983; Schegloff, 1988a). De hecho, los analistas conversa-cionales han vuelto esta cuestión dei revés y tratan como temas de investigaciónpor derecho propio los intereses de las personas por el significado que se quieredar a algo y por la autoria exacta de un punto de vista expresado (Levinson, 1988;Clayman, 1992).

Otra cuestión a destacar es eI papel dei análisis en eI análisis conversacional.EI proceso de transcribir eI habla es un paso preliminar crucial para la investiga-ción. Las transcripciones se pueden considerar mecanismos que destacan con pre-cisión la iterabilidad y la textualidad dei habla. Permiten identificar pautas que noestán conectadas a ningún hablante en particular y examinar las propiedades re-gulares de los mecanismos para la construcción de hechos. Separa eI habla de lainrnediatez y la presencia de la voz de manera que se pueden ver, uno aliado deiotro, fragmentos diferentes de expresiones dei mismo hablante. Podria decirseque elanálisis conversacional ha elevado ala categoria de arte eI desinterés por lasintenciones rectoras individuales.

Estas cuestiones ponen de relieve algunos paralelismos entre la desconstruc-ción y eI análisis conversacional. Sin embargo, siguen existiendo algunas dife-rencias importantes. La más destacable es que una crítica desconstructiva puedeatacar eI contraste básico dei análisis conversacional entre el habla mundana y eIhabla institucional. Algunos analistas conversacionales han propuesto que eI habla

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116 I La representación de la realidadmundana es la forma de interacción primaria y seguramente primordial, y queotras formas de interacción y habla en contextos institucionales son una deriva-ción de esta forma esencial (Heritage, 1984). Éste es, precisamente, el tipo de je-rarquía que Derrida ha desconstruido en el trabajo de Austin. Y, de hecho, DavidBogen (1992) ha argumentado de manera similar que la primada dd habla mun-danano es un descubrimiento dei análisis conversacional sino una presuposiciónanalítica y teórica. Además, incluso la noción misma de habla mundana, con suimplicación de un ámbitohomogéneo y librede intereseso estructuras institucio-nales, está abierta a uo examen crítico.

Algunas de estas cuestiones volverán a aparecer con una forma diferente eocapítulos posteriores. De momento, lo importante de este apartado es que los ar-gumentos de Derrida desvían la atención de las intenciones del hablante o autory la dirigen hacia las organizaciones deI discurso que hacen que un discurso o unescrito particulares parezcan plausibles y naturales. Estos argumentos demuestranque centrarse en las ausencias y en las oposiciones sin fundamento puede ser fruc-tifero, como lo puede ser interesarse por los sistemas de metáforas y los troposfundamentales que forman parte del discurso facrual como, por ejemplo, la metá:fora del espejo o la imagen de una palabra aislada relacionada con un objeto pre-existente. Respíremos ahora a fondo y fínalicemos abordando la obra de otro post-estructuralista: Michel Foucault.

Foucault y la construcción de objetos y sujetos

Como hice con Derrida, no voy a intentar sistematizar las ideas de un pensa-dor tan complejo y prolífico como Michel Foucault, cuyo trabajo se ha caracteri-zado por unos cambios teóricos importantes y por haber abarcado una ampliagama de temas (véase Dreyfus y Rabinow, 1982). Mi interés se centrará especifi-camenteen las características de su sistemateórico relacionadas con los hechos ycon su construcción, aunque tambiéndestacaré otros elementos en la medida enque sean necesarios en aras de la claridad.

Una manera de clasificar a Foucault es como sociólogo e historiador del co-nocirniento o, siguiendo el título de uno de 5US trabajos másinfluyentes, como ar-queólogo del conocimiento (1972). Aunque procede de una tradición muy dife-rente a la de la mayoria de los investigadores examinados en el capítulo 1, Fou-cault adopta una postura muy similar a la de los sociólogos en relación a la verdad.Para evitar quedarse atrapado por cuestiones epistemológicas relacionadas, porejemplo, con la corrección o adecuación de algún ámbito dd conocimiento, Fou-cault prescindede ellas. Lasventajas de esta posturason las mismas. Foucault eslibre de cenrrarse en la producción y la utilización de conocimientos en institu-ciones como la psiquiatria o la criminología sin atender al interés de los partici-

Semiología, postestrueturalismo y posmodemismo I 117pantes en determinar si un conocimiento es verdadero o no. Para destacar estapostura, Foucault emplea la llamativa metáfora de los regimenes de verdad quenos instaaver laverdad como si estuviera relacionada con unaorganización socialespecíficaque suele ser jerárquica, potencialmente opresivay sujeta a cambios ra-dicales mediante golpes de Estado y revoluciones.

El éxito de la metáfora de Foucault ilustra uno de los aspectos fundamentalesde su pensamiento. De hecho, ha aportado un nuevo objeto al mundo: un régimen deverdad. Es decir, su discurso ha proclucido una cosa nueva y esta cosa se puededescribiry discutir. Foucault propone que ciertas instituciones como la psiquia-tria, a medida que se han ido desarrollando, han ido produciendo continuamentediscursos que constituyen objetos nuevos. Por ejemplo, la noción de homosexualse puede trazar como una categoria particular que surge del desarrollo de las dis-ciplinas de la medicina y la psicopatología. EI homosexual se presenta como unobjeto quese puede identificar, contar, inspeccionar y contrastar con lo «normal».De hecho, Foucault destaca con fuerza el papel de desarrollar procedimientos ad-ministrativos para contary c1asificar, de unamanera muyparecida a los argumen-tos etnometodológicos sobre la producción de hechos institucionales como las es-tadísticas de suicídios, En cada caso, la imagen de un simple objeto que se puedecontarquedasocavada cuandose destacan los procedimientosy las presuposicio-nes que intervienen en su producción,y se pane demanifiesto su relación con unaorganización institucional.

Foucault (J 972) sugiere que los discursos, además de producir objetos, pue-den producir sujetos, Con esto quiere decir que las formas de hablar sobre los ob-jetos se relacionan estrechamente con identidades particulares. Por ejernplo, eldiscurso médico del examen, las preguntas, el diagnóstico, la prescripción, etc.,constituye una gama de objetos. En épocas pasadas estos objetos pudieron ha-ber sido la iovasiónde espíritus o vapores; últimamente, es másprobablequeseanellinfoma de Hodgkin y el VIH+. Sin embargo, este discurso también constitu-ye al médico como persona particular. El médico se genera como un sujeto conuna autoridad, unos conocimientos, unas habilidades, etc., particulares. Debe-riamos destacar que Foucault no le da a esto un sentido psicológico; no habla delos sentimientos de autoridad que el médico pueda tener o de sus habilidades cu-rativas. Más bien, el médico es engendrado como un sujeto particular a partir delavariedad de discursos que constituyen la medicina (véase Harré y Van Langen-hove, 1991).

Estas cuestiones se pueden ilustrar mediante un reciente estudio inspiradopor Foucault sobre la historia de la psicología británica durante el siglo xx. Ni-cholas Rose (1989) argumenta que, a medida que la psicología se ha ido desarro-llando,ha ido produciendo unos regímenes de verdadsucesivosque se han intro-ducido en nuevas áreas de lavidade laspersonas, Dentrode estos regímenes se fa-bricaron nuevos objetos psicológicos: la satisfacción de los trabajadores, la aptitud

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118 I la representación de la realidadde los soldados o los vínculos entre padres e hijos. Estos regimenes engendraron«nuevas maneras de decir cosas plausibles sobre otros seres humanos y sobre no-sotros mismos... nuevas manetas de pensar en lo que se puede hacer con ellos ycon nosotros» (1989, pág. 4). Aquí, los procesos gernelos de producirobjetos y su-jetos están estrechamente interrelacionados. En la medida en que los discursospsicológicos generan nuevas entidades, también generan nuevas posiciones desdelas que hablar. EI hablante se puede expresar como un extrovertido, como un es-quízofrénico o como alguíen totalmente reprimido; en cada caso, los discursosproporcionan maneras de hablar, canales particulares y autoridades.

Discursos y limitaciones

En muchos aspectos, este enfoque es muy atractivo para estudiar la construc-ción de hechos. EI papel del discurso en el ámbito general de la construcción deobjetos y sujetos será un terna cada vez más importante en posteriores capítulos.Adernás, vincula la factualidad con instituciones y cuestiones de poder por unaparte, y con los individuos y sus prácticas por otra, haciendo así que el discursosea la dinámica fundamental del sistema. Sin embargo, tiene sus limitaciones.Ante todo, la relación de la noción de discurso de Foucault con cualquíer casoparticular de habla o de escritura no siempre está bien especificada. De hecho, lanoción de discursos que producen objetos presenta defectos, tanto en su especifi-cación del discurso como en su explicación de la producción.

Cuando Foucault trata los discursos mismos como objetos, desvía la atenciónde las prácticas y los contextos en los que se inscriben. De hecho, para quíenes uti-lizan las ideas de Foucault es fácil convertir esta noción en algo semejante a lageologia de la tectónica de placas: las grandes placas (los discursos) de la cortezaterrestre circuIan y chocan entre sí; algunas placas embisten a otras con violencia;otras se deslizan suavemente por encima o por debajo de las dernás; los volcanesestallan mientras unas fuerzas masivas actúan invisibles por debajo. La limitaciónde este enfoque es que, según este punto de vista, los discursos se convierten enentidades coherentes y preformadas que actúan como agentes causales. Es decir,este enfoque considera que lo interesante es ver cómo actúa un discurso (abstrac-to) sobre otro discurso (abstracto) y no atiende a la operación de los discursos enel terreno de la acción -por ejemplo, en la práctica quirúrgica de un médicoen particular-, que es el ámbito en el que se ha centrado el análisis conversacio-nal. Esto no es una lIamada a abandonar lasgrandes cuestiones que interesaban aFoucault en favor de examinar los detalles de las interacciones reales; pero para quela explicación de Foucault sea convincente debe ayudar a explicar estas interacciones.

La descripción que hace Foucault del proceso mediante el cual se producenobjetos no está tan desarrollada como otras áreas de su pensamiento. Es evidente

Semíología, postestructuralismo y posmodemismo I 119que por producción entiende algo más que el mero empleo de términos descripti-vos en el discurso. Según la formulación de Shapiro, una de las caracteristicas quehace que un discurso sea capaz de producir un objeto es una familiaridad desa-rroUada históricamente: «Una representación se considera realista en lamedidaenque sea tan familiar que funcione de una manera transparente» (1988, pág. xi),Otro elemento, más implícito, de la producción, parece ser la autoridad que seatribuye a institucionesdedicadas a la creaciónde conocimientos.EIconocimien-to de la criminologia, por ejemplo, se considera verdadero a causa de su estatussocial. Aunque estas elementos 50n interesantes y potencialmente importantes,son más bien abstractos y están mal especificados. Lo que no ha desarrollado elenfoque de Foucault es lo que yo intento hacer en este libro: exponer los tipos demecanismos y procedimientos que contribuyen a producir la sensación de que undiscurso describe el mundo literalmente.

Posmodemlsmo

Definir el posmodernismo no es fácil y,probablemente, tampoco es muy pru-dente. Una manera de concebir la diferencia entre el modernismo y el posmoder-nismo es como si fueran dos amigos nuestros. El moderno es bienintencionado ytrabajador, pero no tiene un gran sentido del humor: se esfuerza constantementepor comprender de la mejor manera posible lo que ocurre en cualquier situación.Seconoce a si mismo: sabe que es seguro, honrado y sincero. En cambio, al ami-go posmoderno le gusta más hablar del trabajo que el trabajo en si; es ingenioso eirónico: nunca sabemos si se está riendo de nosotros o si se ríe de sí rnismo. Esdi-ficil decir si tiene una personalidad definida o no; es muchas cosas a la vez y nin-guna parece ser más verdadera que las otras. Si recordamos la anterior discusiónsobre Austin y Derrida, la catalogación que hace Austin dei acto discursivo se-rio, literal e intencionado como forma paradigmática de comunicación es moder-na, mientras que el rechazo de Derrida a privilegiar estas cosas por encima de lohumorístico, lo irónico y lo involuntario es posmoderno.

Es probable que cualquíer definición del posmodernismo provoque contro-versia, ya que una característica del posmodemismo es poner en tela de juicio lasdistinciones y definiciones que recibe. Por ejemplo, gran parte de los escritos pos-modernos han abordado de manera crítica las oposiciones fundamentales entrerealidad y ficción, natural y artificial, literal y figurativo. Existen puntos de vistaradicalmente diferentes sobre lo que representa el posmodernismo dentro de di-ferentes disciplinas y en relación a distintos temas. Se ha aplicado a ciertos tiposde arquitectura, a determinadas novelas y películas y a sociedades enteras. Se haconsiderado una condición y un problema, algo que celebrar, que atacar, o las doscosas a la vez. Loque no ofrece ninguna duda es que cualquier discusión contem-

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120 I La representaci6n de la realidad

poránea de la representación, la verdad y los hechos debe abordar los debates deiposmodernismo. Aunque ya se han discutido varias de las cuestiones que se en-cuentran en eInúcleo dei posmodernismo en eIapartado anterior sobre eI postes-tructuralismo, aquí las desarrollaré con una inflexión particular, El posmodernis-mo se explorará siguiendo tres vertíentes: eI posmodemismo como característicade la sociedad, eI posmodernismo y las teorias dei conocimiento y eI pasmoder-nismo y la descripción. Naturalmente, aI ser posmodernas, estas tres vertientes seconfundiráo entre sí.

La sociedad posmodema de los cyborgs

Una manera de abordar elposmodernismo es trataria como una condición delas sociedades occidentales contemporáneas. Desde esta perspectiva, eI pasmo-dernismo no es una filosofia o un estilo estético, sino un estado de organizaciónsocial que se puede investigar sociológicamente. Se dice que esta condición pre-senta una amplia gama de aspectos. Por ejernplo, la sociedad posmoderna se ca-racteriza por unas distorsiones dei espacio y eI tiempo que son eI resultado derecientes tecnologias de transporte, telecomunicación y transferencia de informa-ción: en una cultura global posmoderna, los mercados financieros están abiertos24 horas ai dia y las personas ya no tienen que vivir en eImismo lugar en eI quetrabajan. Se pueden comunicar estando en husos horarios diferentes dentro de loque William Gibson denominó eI ciberespacio de las redes informáticas. En eIdiagnóstico marxista critico de la condición posmoderna realizado por DavidHarvey (1989), eI capitalismo occidental ha trascendido los lindes cada vez másanlicuados de los Estados-nación, y los procesos dei consumo y de la estética secombinan para producir cambias de disefio y de moda cada vez más rápidos. Laproduceión se está reorganizando apartándose de las factarías «fordianas» masi-vas, que eran ellugar tradicional para la producción a gran escala. Atrás quedanya las cadenas de montaje y los trabajos estables, y también es historia la resisten-cia organizada de las masas obreras.

Exisren abundantes debates sociológicos sobre la medida en que estos fenó-menos se deberían tratar como una ruptura profunda con anteriores fonnas so-ciales, por no hablar de si existe una era histórica que pueda lIamarse modernistay que haya sido derrocada por eIposmodernismo (Featherstone, 1992). No obs-tante, estos 'mismos fenômenos están profundamente involucrados en nuestro in-terés en la factualidad y la representación. Tomemos como ejemplo una de las dis-tinciones importantes relacionadas con la elaboración de relatos factuales, que esla distinción entre lo que es natural y lo que es social. Es.común tratar las cosasque forman parte de la naturaleza como algo externo ai ámbito dei debate políti-co o moral. Barthes habla de una «doxa», o <,voz de la Naturaleza», que parece

Semiologla, postestructurelismo y posmodemismo I 121

hablar desde un espacio exterior a la influencia humana (Barthes, 1977). Caracte-rizar algo como natural puede ser una manera poderosa de legitimarlo: considere-mos un incidente violento en eIque ha intervenido la polida. Aunque se dice quela polida «repartía golpes a diestro y siniestro» y «abrió unas cuantas cabezas», setrata de algo simplemente natural (dada la provocación), algo que hacen los sereshumanos (Wetherell y Potter, 1989).

Según Donna Haraway, una de las características de la cultura posmoderna esque la distinción entre lo social y lo natural se ha hecho cada vez más permeable.Esta se relaciona, en parte, con el crecimiento cada vez más agresivo de la tecno-eiencia, especialmente en las áreas de la comunicación, la informática y la genéti-ca. Haraway empieza un estudio presentando ellIamativo ejemplo de un anunciopublicado en una revista científica sobre un ratón disefiado genéticamente y ga-rantizado para desarrollar cáncer: OncoMouse™, «ofrecido a los investigadoressólo por DuPont: mejores productos para una vida mejor» (Haraway, 1992). Ha-raway no está especialmente interesada en eI estatus literal de este roedor, por muyextraordinario que sea. Su interés se centra, más bien, en su estatus icónico comoforma de vida que no sólo es un producto humano sino que debe su vida (y sumuerte) a una compleja interacción entre la operación dei capitalismo y la investi-gación médica. El Oncolvíouse" representa para Haraway un «cyborg», un com-puesto orgânico, técnico, mítico, textual y político.

La observación de Haraway no es exaetamente crítica; no se echa simplemen-te atrás, llena de horror anticientífico ante este ratón programado para su propiadestrucción por cáncer. En cambio, propone que la imagen dei cyborg se deberíaaprovechar como estrategia política y retórica en un argumento que plantea confuerza en su feminista «Manifiesto en favor de los cyborgs» (1991). Aqui, la ima-gen deI cyborg se moviliza contra las nociones que caracterizan a la mujer comouna parte de la naturaleza y contra la posibilidad de unas teorias universales y co-rrectas de los sexos y de las relaciones entre elIos. EI cyborg se utiliza como unapalanca retórica para desmontar debates establecidos y abrir nuevas posibilida-des. Por ejernplo, Haraway lo emplea para romper los limites dados por sentadosentre seres humanos y animales, entre ser humano-animal y máquina, y entre lo fí-sico y lo no físico, y para disipar eI suefio modernista de trabajar en pro de un len-guaje común o de formas de trabajo no alienantes. En su lugar se dará una insis-teneia más fragmentaria en la creaeión de ficciones locales sobre las relaciones en-tre los sexos y en organizar la política en tomo a identidades como las mujeres decolar, que se definen a símismas por oposición (véase Sampson, 1993a).

Por tanto, en eI trabajo de Haraway vemos un rnovimiento doble. Por unaparte diagnostica aspectos de nuestra condieión posmoderna, pera por otra tam-bién reelabora y desarrolla estas aspectos como parte de una narraeión política.Derriba deliberadamente la distinción entre relatos factuales y políticos y lIevaesta a su máximo desarrollo en su estudio masivo de la primatología: Primare Vi-

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122 I La representaci6n de la realidad

sions (1989). Para ella, eIestudio de los primates es, a la vez, un campo fascinantede investigación y un espacio en eI que se construyen mitos sobre elorigen huma-no y se inscriben historias reaceionarias sobre los sexos y las razas. AI relatar 5Upropia historia en relación a estas historias de primares, Haraway procura no res-tablecer la distinción entre hechos y política. En cambio, propone que su estudiose tratecomo una formade ficción científica; relata unahistoriasobre la primato-logía que, aun basándose en cuatro narraciones primarias, se resiste a ceder antesus tentaciones; estas narraciones primarias son la sociología dei conocimientocientífico del tipo examinado en el capítulo I, el marxismo,la narración legitima-dora de los científicos mismos y, finalmente, historias sobre sexos y razas y sus re-laciones con la ciencia. qué estas narraciones son tentadoras? Porque cadauna se arriesga a apropiarse de la explicación y a convertirseen «la únicahistoriaverdadera», una historia que se cubre con eImanto dei hecho irreprochable e in-temporal. EI posmodernismo implica vivir con las tensiones existentes entre estasnarraciones en vez de ocultarias u olvidarias.

Historias de conocimiento

Como se puede ver en eI trabajo de Haraway, eI interés por las diversas face-tas posmodernas de la sociedad contemporánea se puede difuminar rápidamentehasta confundirse eon euestiones sobre la naturaleza misma dei conocimiento ylos hechos. Lomismo cabe decir dei trabajo de otra figura clave dei posmodernis-mo: Jean-François Lyotard. También él se basa en observaciones de transforma-ciones radicales en la ciencia, la literatura y eI arte de las sociedades occidentalescontemporáneas. Sin embargo, su interés recae especialmente en lo que él deno-mina «crisisde narraciones», es decir, una crisisen lashistoriasgrandiosas o «me-tanarraciones» que utilizamos para comprender eI mundo y legitimar nuestrasversiones de él. De hecho, Lyotard está dispuesto a partir de una defmición sim-plificadora dei posmodernismo según la cual éste no es más que una «incredu-lidad ante las metanarraciones» (1984 [1979], pág. xxiv). Iyotard emplea eI tér-mino «narración» como contrasteeon elconocimiento abstractoo teórico produ.cido por la ciencia. El conocimiento de las narraciones es una formade sabermástradicional o precientífica que se inscribe dentro de una cultura.

Los blancos de su críticason narraciones grandiosascomo elmarxismoy,másimportante aún, las metanarraciones que se utilizan para legitimar la empresa dela ciencia. AI denominarias narraciones, las coloca deliberadamente en la catego-ríade los mitos y las historiasculturales, en contrastecon las explicaciones ofreci-das por la ciencia.Aquí no entraremos a fondo en su críticaporque ya hemos re-visado varios enfoques criticos de la ciencia en eI capítulo 1 y la propia explicaciónde Lyotard parece bastante simplista cuando se la compara con trabajos recientes

5emiologla. postastrucltJralismo y posmodemismo I 123en eI campo de la sociología dei conocimiento científico. De hecho, su critica sedirige principalmente a historias generales sobre eIprogreso de la ciencia y su pa-pel en la sociedad y,a diferencia de los estudios construccionistas sobre la ciencia,Lyotard parece aceptar con los ojos cerrados las ideas sobre eI funcionamiento dela práctica científica. Lo que más me interesa a mf es lo que propone Iyotard parasustituir estas metanarraciones.

Lyotard recurre a la filosofia lingüística y,especialmente, a Austin y Wittgens-tein. Comparte la idea de Wittgenstein según la cual ellenguaje está formado poruna gran cantidad de «juegos de lenguaje» diferentes, ligado cada uno de ellos aun ámbito práctico determinado y a una lógica particular. Y Lyotard combina esto ;con la noción de Austin de discurso ejecutor, es decir, dei habla utilizada para rea-lizar seciones y no para afirmar o describir. La cuestión fundamental es que, envez de unas narraciones globales que legitimen la ciencia,existe una constelaciónde argumentos fragmentarios y en plena evolución que funcionao en situacíonesparticulares. Curiosamente, Iyotard se cifie escrupulosamente a la tarea de la mo-sofia tradicional de la ciencia que intenta proporcionar una justificación para laciencia, aunque no queda claro de qué manera el énfasis en el rendimiento y en«tener ideas» proporciona, precisamente, una justificaciónde este tipo. Además,existe una fuerte tensión reflexiva entre su ataque a las metanarraciones y 5U pro-piametanarración, tan segura de símisma, quemezelaafirmaciones culturales, 50-ciales y filosóficas en un movimiento panorâmico,

Una de las cosas que distingue a Lyotard de Haraway, y también de Derrida yde Barthes, es su falta de atención a sus propias prácticas figurativas. Por ejemplo,muestra poco ínterés por el estatus de 5U propia historia sobre las historias. Enmuchos aspectos, lo ha producido es un fragmento tradicional de teoria socialcombinado con epistemologia que acaba por ofrecer unas conclusiones extrava-gantes. Comparemos esto con eI trabajo de Haraway, donde la práctica figurativay las afirmaciones políticas se combinan en la escritura. De ahí eImarco delibera-damente político de su «manifiesto» y su aportación de la imagen inquietante deicyborg, que no está destinada a funcionar porque sea una descripción correcta oprecisa de los sexos en la sociedad occidental, sino porque abre cadenas de cone-xiones y desestabiliza eI statu quo conceptual actual. Además, Haraway no estáimpresionada por la conclusión de que «Ias historias grandiosas son malas y lashistorias nimias son buenas». Se siente atraída por las posibilidades radicalesabiertas por la reunión de discursos contrastantes; sin embargo, como ya hemosvisto, también destaca eI valor de trabajar con narraciones grandiosas (aunquetambién resistiéndose a ellas) como eI marxismo, eI feminismo o la sociologíaconstruccionista de la ciencia. Aquí surgela ironía de que, con frecuencia, se con-sidera que eI texto de Lyotard define eI posmodernismo y,sin embargo, carece porentero de la exploración reflexiva que constituye, en otros lugares, una de las ca-racterísticas más vivasdei posmodemismo.

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124 I La representación de la realidad

Representación y reflexividad

El posmodemismo se suele identificar estrechamente con determinados avan-ces en el arte y,especialmente, con películas y novelas de carácter autorreferencial,irónicas, que implican pastiches u otras formas de parodia; es decir, con trabajosque experimentan con formas narrativas estándar y las socavan. Centrérnonos enun ejemplo para ilustrar esta idea: la película de David Byme True Stories/Histo-rias uerdaderas, subtirulada Una película sobre un puiíado degenteen Virgil, Texas.

La película sigue la figura de un narrador, representado por el propio Byme,que explora un pueblo fieticio/mítico de Tejas que prepara la celebración del150aniversario de la fundación deI' Estado. La narración es ingenua y carece de opi-niones, y los diversos personajes y sucesos que aparecen se desarrollaron a partirde los tipos de historias extraordinarias -aunque se presentan como factuales-típicas de las revistas que se suelen vender en los cajeros de los supermercados,como National Enquirer. Por ejemplo, hay un personaje que trabaja en la cadenade montaje de una fábrica de componentes microeleetrónicos que puede recibiremisiones de radio en la cabeza, y también aparece una mujer que ha elegido pa-sarse toda la vida en la cama. Aunque la película rebosa de elementos posmoder-nos, nos centraremos en la secuencia inicial.

La película empieza con un plano largo de una nifia que canta y baila, ensi-misrnada, en unacarretera inacabada que se extiende hastael horizonte sobre unpaisaje Uano y monótono. Entonces empieza la narración:

Aqui es donde empiezael puebIo. Estapane deIpaisha experimentado muchoscambiosy no todos insignificantes. Creoqueno tardará muchoen experimentar otro.

La narración prosigue hablando de dinosaurios (<<ios dinosaurios solían fasci-narme cuando era nino: a muchos nifios les pasaba igual»), antiguos colonos (<<ungrupo de colonos espaíioles ofreció a los indios la oportunidad de ser esclavos; losindios se lo pensaron, decidieron que no era una buena idea y mataron a los espa-ãoles») y guerras (edosespafioles luchaban contra los mexicanos; los mexicanos lu-chaban contra los americanos y los americanos contra los wichitas»). Mientras seescucha la narración, el camino desaparece y es sustituido por antiguas fotografiasgranulosas y secuencias familiares de las sobreaetuadas películas mudas «dei Oes-te» en blanco y negro. Cuando la narración nos dice que, «hace poco, se encon-traron los huesos de unamujer que vivió aquí hace veinte mil afios», apareceeopantalla una fotografía con personas que miran una exhibición bastante rudimen-taria del esqueleto en un museu y después aparece la todavia famosa fotografia pu-blicitaria de la película Hace un millóndeanos, en la que Raquel Welch, que visteun bikini de piei, observauo dinosaurio. La narración termina con una secuenciade imágenes familiares, tipo revista, de chips de silicio:

5emiologia, postestructuralismo y posmodemismo I 125

Y ehora, lamicroelectrônica. el transistor basadoen el silicio fue propuesto porprimera vez aquí, en 1949. En 1958,]ack Kilby inventó el circuito integrado. Enton-ces trabajaba en Texas Institutes; ahora, ya no.

Ésta es una secuencia posmodema clásica, donde la historiano se cuenta enfunción de procesos o conexiones, sino en función de sucesos memorables o im-presionantes parael narrador. Másque esto, sin embargo, las imágenessugierenque la historia del narrador sobre Texas está realmente construida mediante co-nocimientos e imágenes culturales: dibujos de dinosaurios, películas de la infan-cia, ideas míticas de recuperar la tierra y noticias de la época (<<las operacionesmilitares clandestinas para que los Estados Unidos se anexionaran Texas empe-zaron en 1835» -sugiriendo la década de los ochenta en los Estados Unidos deOliver North y el escándalo Irán-Contra). Estas imágenes no establecen una dis-tinción convencionalentre lo realy lo fictício: la grotescaepopeyade dinosauriosde Hace un millón de anos es tan pertinente para la comprensión de los sucesoscomo la imagen real del esqueleto recuperado. EI relato histórico se cierra en uncírculo cuando termina con el circuito integrado, eo sí mismo una reverberacióndel manifiesto de Haraway. EI circuito integrado también es una parte básica delas tecnologias contemporáneas de las comunicaciones a través de las cuales sedivulgan los diversos mitos del pasado, «factuales» y «fictícios». Por tanto, la se-cuencia nos está contando lahistoriadei Texasmoderno y, almismo tiernpo, so-cava esta misma historia, sugiriendo que la historia es, en sí misma, una cons-trucción ensamblada a base de materiales culturales. Obsérvese que la cuestiónno es que la historia sea improcedente, sino que su pertinencia se construyey seresquebraja mediante ficciones.

La critica Linda Hutcheon ha sugerido que esta doble propiedad de contaruna historia y, ai mismo tiempo, socavar la base de lo que se cuenta, es un rasgocaracterístico de la literatura y el arte posmodemos.

Es parecido a estar diciendoalgo y, aimismo tiempo, irponiendo entrecomillastodo lo que se dice. EI efecto es destacar, o «destacar», y derribar, o «derribar» y,portanto,el tono es «cómplice» e irônico, o induso «irônico». EIcarácter distintivo deiposmodernismo resideeo este compromiso totalmente «de compadreo» con ladoblezo la duplicidad (Hutcheon, 1989,pág. 1).

En función de nuestro interés por los hechos y las representaciones, esta se-cuenciade TrueStories/Historias uerdaderas ofrece unarepresentación y, aI mismotiernpo, unamanera critica de comprender cómo se haensarnblado estarepresenta-ción.Hutcheon propone concebir este procesoen función de la noción de Barthesde «doxa». los discursos de sentidocomúnque constituyen unacultura. Los textosposmodemos procuran «"desdoxificar" nuestras representaciones culturales y su

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126 I La representación de la realidadinnegable importancia política» (1989, pág. 3). Su vertiente política es poner enduda las maneras de comprender el mundo basadas en el sentido común.

Como destaca Hutcheon, estas cuestiones no se limitan a ficciones de la his-toriasino queconstituyenunapreocupaciónenormee inquietante para quienes sepodrían lIamar historiadores de verdad, o «de verdad». De hecho, Hayden Wbiteha argumentado en su influyente Tropics ofDiscourse (1978) que escrihir la his-toriaes, en sí mismo, unamanera de hacer ficción. No se pueden producirhisto-riassin recurrir a las técnicasde narración y de construcciónde personajes que tandesarrolladas esrán en el âmbito de la ficción. Aquí se da una paradoja que volve-rá a plantearse en el curso de nuestro libro; y esta paradoja es que uno de los me-jores lugares donde ver cómo funciona la maquinaria para producir hechos es elâmbito de la ficción. Los procedimientos para describir una escena y hacer queparezcaviva,presentar unapersonacomo si realmente la conociéramos,exploraremociones de una forma que las haga palpables para ellector, están extremada-mente refmados en las grandes obras de la literatura y en los grandes éxitos deHollywood.

Aqui se da una convergencia entre el interés posmoderno por las formas lite-rarias que lIaman la atención hacia su propio estatus, y recientes desarrollos en lasociología dei conocimiento científico que destacan la reflexividad y la presenciade nuevas formas literarias (Ashmore, 1989; Mulkay, 1985; Woolgar, 1988b). Enambos casos se da un interés por la «desdoxíficación» y se procura poner en dudalas presuposiciones sobre el conocimiento y la representación que forman partede las formas literarias normales que se emplean tanto en la ficción como en lacienciasocial.

Los hechos y la tradlclón estructurallsta

En este capítulo he tratado de explicar algunas ramas de la rradición es-tructuralista que son muy pertinentes al estudio de los hechos y de las repre-sentaciones. Podría haher incluido muchísimos otros trabajos y soy muy cons-cienre de lo que he dejado de lado en el intento de decir algo que se pudieraabarcar en un solo capítulo. Además, es indudable que contar la historía de estamanera destaca en exceso la continuidad y la similitud a expensas de la diversi-dad y el conflicto.

La semiología, el postestructuralismo y el posmodernismo están intimamenteimplicados en cuestiones relacionadas con la representación y con la manera deproducir argumentos y descripciones. La semiología acaba con la historia de lasdescripciones basada en las palabras y los objetos, destacando el sistema subya-cente de oposiciones que se encuentran implícitas incluso en expresiones tansim-ples como «un pequefio arroyo serpenteapor el jardín trasero». Existen numero-

Semiología, postestructuralismo y posmodemismo I 127sas dificultades para mantener la explicación semiológica completa. Por ejemplo,eI estatus del sistema subyacente es ambíguo: una metáfora, una estrueturacognitiva, o alguna otra cosa? Y existen limitaciones en la manera de teorizar elempleo dellenguaje en la semiología. No obstante, la noción básica de que la des-cripcióndebe ser entendida eo relación a conjuntos de términos alternativos po-sibles y a distribuciones secuenciales es importante y profundizaremos en ella encapítulos posteriores. Además, las observaciones de Barthes sobre el proceso desemiosis son fundamentales para nuestra exploración de la construcción de he-chos. En efecto, Barthes observa que el empleo de símbolos se somete constante-mente a un proceso de multiplicación aleatoria: cualquier signo puede actuarcomo significadode signosnuevos.Alguieninventaunestilo nuevode pantalonestejanos: (se pondrá de moda, o no? {Evocaráo imágenes de vaqueros y de virili-dad, o quizá de cerveza y campos de fútbol? cambiará su significado cuan-do aparezcan nuevasmodas?

El postestructuralismo contiene una amplia gama de recursos para examinarhechos y descripciones. En 5/2, Barthes analizó la producción de realismo, la sen-sación de haber producido un mundo sólido y convincente. Existen dos cuestio-nes que vale la pena destacar. En primer lugar, el realismo se interpreta como con-secuenciade varias códigos culturales. Además,unaescena literaria tiene sentidopara el lector porque se ha construido utilizando los mismos códigos de com-prensión -sociológicos, simbólicos, hermenéuticos- que utiliza elIector. En se-gundo lugar, este enfoque del realismo ofrece una vigorosa critica a laidea de queel sentido de los textos realistas se produce mediante procesos simples de etique-tar o designar. La descripción de un reloj tiene su lugar en el texto a causa de susignificado social, geográfico o histórico. EI hecho concreto de que sea un reloj notiene importancia: bien podria haber sido una fuente o algún otro monumento deParis. Sin emhargo, afirma Barthes, la ilusión es que el rexto es realista porqueofrece una descripción simple de las cosas.

Esta idea de los códigos culturales adquirió una nueva tendencia con la no-ción de intertextualidad, que se puede concebir como un conjunto de relacionesde citación, o como una relación entre diferentes géneros o formas de discurso. Elfuncionamiento de la intertextualidad se ha ilustrado examinando representacio-nes de la guerra. La intertexrualidad es pertinente tanto para el postestructuralis-mo como para el posmodernismo. Por ejernplo.Ia condición posmoderna se pue-de entender, en parte, como unaconsecuenciade la expansiónmasiva de relacio-nes intertextuales posibilitada por la gran difusión de los medios de comunicaciónfigurativos en Occidente. Nuestracomprensión de la guerra experimenta un pro-ceso continuo de transformación cuandomiramos reportajes televisivos de la 11a-mada «guerta del Golfo» y volamos indirecramente con Tom Cruise en Top Gun.TrueStories/Historiasoerdaderas destacaba la construcción intertextual de la his-toria de Texascon su pastiche o reuniónde textos «reales» y «ficticios», Donna

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Aunque las tradiciones examinadas en los últimos tres capítulos contienenuna gran abundancia de material pertinente ai estúdio sistemático de los relatosfactuales, todas tienen limitaciones y puntos ciegos, así como âmbitos específicosde desarrollo y aplicación, concretamente la ciencia, el habla cotidiana y los textosliterarios. Este capítulo se puede concebir como un cruce de caminos en e1libro.Empezaremos trazando un plan para comprender la operación de los relatos fac-tuales, sintetizando algunas de las características de las perspectivas revisadas enlos capítulos anteriores, y recurriendo a una gama de estudios específicos de in-vestigación que se describirân de manera detallada en capítulos posteriores. Estecapítulo pretende servir de marco y de introducción organizadora para los próxi-mos tres capítulos. También servirá para plantear una gama de preguntas más es-pecíficas. tPor qué las personas utilízan descripcíones o relatos factuales? tQuétipos de actividades se pueden lIevar a cabo con ellas? tCómo se hace que un re-lato parezca sólido, factual e independíente del hablante? tCuáles son los proce-dímientos que se emplean para socavar relatos factuales? Sin embargo, antes deabordar estas preguntas existen algunas cuestiones fundamentales de carácter teó-rico y analítico que merecen nuestra atención.

128 I La representeciónde la realidad

Haraway destacó el valor de alentar relaciones intertextuales nuevas a causa de lasconsecuencias potencialmente radicales que se abren. Por ejemplo, ai redefinir lamujer como un cyborg con el fin de reunir discursos de la tecnología y la natura-leza, de lo natural y lo social, Haraway deseaba trascender las nociones de rnujercomo deidad de la Tierra y otros mitos de un lenguaje común.Jacques Derrida proporcionó otra tendencia que se apartaba del énfasis de la

semiología en un sistema subyacente de carácter amplio, y acentuaba, en cambio,la manera de producir argumentos con efectos de verdad mediante una ampliagama de elementos discursivos como metáforas, presuposiciones generales y pau-tas de «figuración» más o menos estándar. Por ejemplo, Derrida desconstruye losargumentos de Austin sobre los actos discursivos, revelando e interrumpiendo laoperación de una jerarquia entre aetos discursivos literales y sinceros, y actos dis-cursivos parasitarias como la ironía, la poesía y las citas. Aunque e1 objetivo deFoucault era algo diferente, vemos en su trabajo una tendencia similar a conside-rar que los discursos son fundamentales para la construcción de objetos comoenfermedades y categorias de personas: el loco o el homosexual. Estos dos pensa-dores son fundamentales para las explicaciones del posmodemismo. Derrida hasocavado radicalmente las grandes tradiciones ftlosóficas y sus nociones de ver-dad; Foucault ha hecho lo misrno con las nociones individualizadas tradicionalesdel sujeto humano. Han expulsado las certezas modernistas y las han sustituidopor incertidumbres, pero también por nuevas posibilidades.

Con este capítulo he acabado de presentar las principales Perspectivas teóri-cas disponibles para considerar la factualidad y la construcción de hechos, En elpróximo capítulo dejaremos atrás las vertiginosas generalidades y el amplio alcan-ce dei posmodernismo para volver a abordar, con una base analítica más estricta,cómo se justifican los relatos factuales como tales y con quê objetivos se emplean.Para esto recurriremos selectivamente a temas de los tres primeros capítulos conel fin de intentar desarrollar un plan sistemático para analizarmateriales factuales.

4 DISCURSO Y CONSTRUCCIÓN

Algunas historias de construcclón

EI espejo y el taller de construcción

Los argumentos de este libra se pueden concebir como organizados en tomoal contraste entre dos metáforas: despejo y el taller de construcción. En la metá-fora del espejo existe un conjunto de objetos del mundo que se reflejan en una su-perficie lisa, aunque en este caso la superficie no es de cristal sino de lenguaje. EI

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130 I La representación de I. realidadlenguaje refleja cómo 50n las cosas mediante descripciones, representaciones yrelatos. Y a medida que estas descripciones, representaciones y relatos se divul-gan por el mundo de los asuntos humanos, se pueden considerar fiables, factua-les o literales 0, por el contrario, se pueden convertir eo confusiones o mentirascuando eI espejo se enturbia o se deforma. Esta metáfora es familiar en historiassobre la eieneia y en toda una gama de prácticas humanas más «mundanas». Esuna meráfora que produce descripciones pasivas: se Iimitan a reflejar eI mundo.Sin embargo, como Ia imagen de un espejo o una fotografía, también pueden re-presentar ese mundo y ser tan adecuadas como el mundo mismo paramuchospropósitos.

La metáfora de la construcción funciona en dos niveles cuando se aplica a lasdescripciones. EI primero es Ia idea de que Ias descripciones y los relatos construoyen eI mundo, o por lo menos versiones dei mundo. EI segundo es la idea de queestos mismos relatos y descripciones estáo construidos. Aquí, «construcción»giere Ia posibilidad de montaje, fabricación, la expectativa de estructuras dlfe-rentes como punto final, y la posibilidad de emplear materiales diferentes en lafabricación. Esta nociôn destaca que las descripciones son práeticas humanas yque podrían ser diferentes. No hay mucho que hacer con eI reflejo en un espejo;podemos Iimpiar el espejo, comprobar que sea plano y liso, pero esto sólo está re-lacionado con su capacidad de recibir pasivamente una imagen. Sin embargo, unacasa es construidapor personas, y podría tenertres chimeneasymontones de ven-tanas, o podría carecer de chimeneas y tener varias contraventanas. Podría cons-truirse a base de cemento, Iadrillos, o vigas y cristal, y podría ser muy fuerte o másbien frágil.

cQué fuerza tiene la construcción en esta metáfora? Según la versión másfuerte de esta metáfora, eI mundo literalmente posa a existir a medida que se ha-bIa o se escribe sohre él. iAlgo totalmente ridículo! Quizá si, pero yo deseo optarpor algo casi.igual de fuerte. La realidad se introduce en las práericas humanas pormedio de Ias categorias y las descripciones que forman parte de esas prácticas. EImundo no está categorizado de antemano por Dios o por Ia Naturaleza de unamaneraque todos nos vemos obligados a aceptar. Se constituyede una u otrama-nera a medida que las personas hablan, escriben y discuten sobre éI.

Aborabien, no tiene sentido tratar de decidir si unade estasmetáforas es ver-dadera y la otra falsa. No está nada claro cómo se podría llevar a cabo un juicio así,aunque esto no ha impedido que se haya dedicado una gran cantidad de energiafilosófica a este problema durante mucho tiempo. La dificultad reside en formu-lar la pregunta. juzgar si una descripción refleja o construye la realidad exigecomparar la descripción con Ia realidad. Sin embargo, la rea1idad (o «ia realidad»)no puede intervenir en este debate si no es en forma de otra descripción, lo queplantearía la pregunta de si esta nueva descripción es en sí misma descriptiva oconstructiva.

Discurso y construceíón I 131

He elegido lametáfora de Ia construcción por cuestiones pragmáticas. Es lamás productiva de las dos porque permite formular un conjunto de preguntas queno tienen sentido si aceptamos la metáfora del espejo. Si tratamos Ias descripcio-nes como construcciones y como constructivas, podemos preguntamos cómo seensamblan, qué materiales se emplean, qué tipos de cosas o sucesos producen,etc. No creo que la cuestión principal sea aqui el debate filosófico de la ontologia;es decir, el debate sobre quê tipos de cosas existen y cuél es su condiciôn, En cam-bio, estos argumentossobre lasmetáforasprerenden despejareI camino paraquepodamos centrarnos en cuestiones analíticas y prácticas. De hecho, la forrnulaciónabstracta de este problemapuede ser positivamenteenganosa porque se centraenla relación existente entre una descripción y «ia realidad» en abstracto, en vez deconsiderarlos tipos de práeticas en las que opera el discurso descriptivo.

Otra manera de concebir este problema de la construcción y la realidad con-siste en aplicar eI requisito del relativismo metodológico examinado en eI capítu-lo 1. El relativismo metodológico afirma que los juicios o las afirmaciones de loscientíficos acercade quê se deberíatratar como verdaderoy quê no, deberíaser eIpunto de partida del análisis social. Permite a los investigadores evitar el tipo deenredo que se produce cuando el investigador social necesita saber más sobre laciencia que los propios científicos. Su ciencia necesita ser mejor parapoder eva-luar adecuadamente qué es verdadero y qué no como preludio para el análisis so-cial. Por ejemplo, no es sorprendente que los analistas sociales no sean mejores fí·sicos que los físicos formados adecuadamente. EI intento de llevar a cabo análisissoeiales de la ciencia sin adoptar el relativismo metodológico con frecueneia dabacomo resultado lo que Michael Mulkay (1981) denominó «vasalIaje»; una situa-ción donde las conclusiones sociológicas se convierten en parásitas de las afirma-ciones de un grupo dominante de participantes. EI sociólogo se convierte en va-salIo o sirviente de este grupo.

Estas enredos que acabanen «vasallaje» no se limitana trabajos sobre hechoscientíficos, aunquese manifiestan vivamenteeo este campo. El analista puede aca-bar siendo un vasalIo en cualquier ámbito donde se tomen como punto de parti-da para el análisis las versiones factuales de algún grupo. Tomemos, por ejemplo,eI estudio clásico de Paul Willis (1977) sobre la transición de la escuela ai trabajode un grupo de muchachos adolescentes. En parte, Willis construyó su historiaprivilegiando selectivamente ciertos relatos de un grupo de alumnos a los que lla-ma «los colegas». Estos participantes adoptaron un papel parecido ai de los per-sonajescentralesde unanovela realista; son ricos y equilibrados,capaces de ironíay autocritica y, en el fondo, no hablan sólo en nombre propio sino en nombre deuna clase social. En cambio, las alumnas sólo entran en el texto como objetos deidiscurso de «los colegas» y carecen de voz independiente; igual ocurre con losalumnos que se presentan a los exámenes y que aceptan más la cultura de la es-cuela; Willis adopta en su texto la descripción despectiva que hacen de ellos «los

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132 I La representación de la realidad

colegas» tildándolos de «pringaos» (véanse Atkinson, 1990; Marcus, 1986; Pottery otros, 1984). Por tanto, la cuestión es que el texto sociológico de Wtllis se con-vierte en vasallo de la perspectiva de un grupo social particular, tomando sus cons-trucciones evaluadoras y descriptivas y tratándolas como una versión factual de 5Umundo social. Esto en sí no es un problema: se podría defender alegando que per-mite que se exprese un grupo subordinado (véase Sampson, 1993b). El problemaes que el tratamiento realista de estas categorias las presenta como una imagenneutral y objetiva de este conjunto de relaciones sociales, libre de cualquier de-mente interaetivo local.

Habiendo establecido parte del valor general de abrazar una metáfora de laconstrucciôn, necesitamos ir más allá para ser más específicos. cDe qué tipo deedificaciones estamos hablando: de casas o de puentes?, cy de qué tipos de fabri-cación? Es útil distinguir cinco líneas diferentes de trabajo que se pueden des-cribir como construccionistas. En la introducción examinamos brevemente laobra Laconstrucciôn social de la realidad de Berger y Luckrnann (1966 [afío de pu-blicación del originall), y en el capítulo 1 presentamos una discusión bastante máselaborada dd construccionismo en la sociología del conocimiento científico (porejemplo, Latour y Woolgar, 1986; Knorr Cetina, 1995b). En este capítulo, exami-naré d trabajo construccionista en la lingüística y tarnbién haré más explícitas laslíneas construccionistas de la etnometodología y elpostestructuralismo. EI objeti-vo no es trazar unaslíneas de separación biendelimitadas. sino indicar lasáreas desuperposición y tensión que existen entre las diferentes formas de constroccionismo.

Construcci6n lingüística

Sin duda, el construccionista lingüístico más conocido es Benjamin Whorf(1956), quien contribuyó, junto con ellingüista Edward Sapir, a lo que ha llegadoa conocerse como «hipótesis de Sapir-Whorf». En la psicologia, una gran canti-dad de investigaciones ban intentado comprobar la hipótesis de que la percepciónque las personas tienen dei mundo está determinada por el Ienguaie que urílízan,Por eiemplo, se decía que las tribus esquimales (como se llamaban entonces) erancapaces de distinguir con gran precisión entre tipos diferentes de nieve a causa dela amplia gama de palabras diferentes que tenían a su disposición. Tenían térmi-nos separados para la nieve reeién caída, la nieve en polvo, la nieve dura, etc.Whorf trabajó para una compafiía que evaluaba los riesgos de los seguros y utili-zó su trabajo para ilustrar esta hipótesis. Dio d ejemplo de los empleados de unafirma que habían descrito unos bidones de gasolina como «vacíos» y, en conse-cuencia, seguros; sin embargo, en realidad los bidones estaban llenos de vapormuy inflamable que había estallado e iniciado un incendio. Sólo con que bubierandescrito los bidones como «llenos» (de vapores peligrosos) habrian visto lo peli-

Discurso y construcci6n I 133

grosos que eran y los hubieran tratado con más cuidado. En este tipo de cons-truccionismo, el lenguaje construye la pereepción que las personas tienen delmundo.

Según Derek Edwards 0994b, 1996) eI problema de esta idea es que trata eIlenguaje como un sistema de clasificación que se encuentra entre el perceptor in-dividual estático y eImundo. Lo que no hace es tratar ellenguaje como parte deun conjunto de prácticas sociales. Por ejemplo, en eIcaso de los bidones de gaso-lina nos podemos preguntar qué estaban haciendo con sus descripciooes los em-pleados que hablaron con Whorf. Si lo hacemos, se nos plantea otra posibilidad.Quizá la descripción «estaban vacíos» no era un simpie informe que empleaba unlenguaje que influye en la percepción, sino un relato ofrecido en una situacióodonde se dilucidaba la cuestión de la culpa (cquién fue responsable del incendio?)y sus consecueneias prácticas (zdeberían pagar las compafiías de segurosê). Es de-cir, lo que Whorf no hace es examinar la cualidad reflexiva de las descripciones,que destaca su papel en la descripción dei mundo yen contribuir a las actividadesdei momento.

Posteriores trabajos lingüísticos eo esta tradición fueron más sofisticados en al-gunos aspectos, además de estar más integrados coo los desarrollos producidos enlas ciencias sociales. No obstante, este tipo de limitacióo seguía siendo patente. Porejemplo, podemos ver estas mismas presuposiciones aetuando en el interesante es-tudio de Roger Fowler sobre ellenguaje empleado en la presentación de noticias:

El lenguajey otroscódigos... tienenun rolcognitivo: proporcionan unarepresen-tación mental organizada para nuestra experiencia. Cualquiera que sea la estructura«natural» del mundo... lo manejamos mentalmente, yen eldiscurso, en función de lascategorías convencionales de significado encarnadas en los códigosde nuestra socie-dad (1991, pág. 3).

Denuevo nos encontramos ante la historia de uo mundo incipiente e informe,que cristaliza en entidades y procesos en algún lugar de la mente dei perceptormediante un conjunto adecuado de anteojos lingüísticos.

Uno de los intentos recientes más ambiciosos de explicar el proceso de cons-trucción lingüística corresponde al lingüista George Grace (987). Grace propu-so que la construcción lingüística de la realidad consraba de tres etapas distintas.La primera etapa implica la «especificación» de un «suceso conceptual». Cadalenguaje incluye conjuntos de términos, tiempos verbales, formas gramaticales,etc., que permiten especificar una gama de sucesos posibles. Por ejemplo, para e!inglés moderno es muy fácil distinguir algo que sucedió ayer de algo que sucedióla semana pasada o hace un ano; pero no ocurre lo mismo con el lenguaje de losindios hopi (Whorf, 1956). La segunda etapa de! proceso constructivo comportaque este «suceso conceptual» se inscriba en un discurso que se esté llevando a

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134 I La representaci6n de la realidad

cabo (Grace no especifica con claridad cómo debería suceder estol. La terceraetapa implica lo que Grace denomina «modalización»; es decir, el suceso se con-cibe como algo que se afirma, se pregunta, se niega, etc. En general, pues, la ex-plicación de la construcción es ésta: los recursos léxicos y grarnaticales dei inglêspermiten especificar un objeto como un «suceso conceptual» como, por ejernplo,una «puerta abierta», Este «suceso conceptual» puede entonces adaptarse a unaconversación sobre la puerta, donde podría modalizarse, por ejemplo, en forma depregunta (<<{está abierta esa puerta?») o de petición «<cierren la puerta, por favor»).

La virtud de este modelo es que es un intento de caracterizar explícitamentelo que podría intervenir en el proceso de construcción. También destaca que unoslenguajes diferentes pueden proporcionar recursos distintos para realizar accio-nes. No obstante, comparte los defectos de otros construccionismos lingüísticos.Sobre todo, no presta atención a las prácticas de ernpleo real de!lenguaje y, encambio, trata el lenguaje como un sistema completo y se pregunta cómo constru-ye un mundo. Por ejemplo, empieza especificando unos sucesos y estudia lo quese hace con estos sucesos cuando se especifican como secundarios. Sin embargo,en la práctica este proceso puede funcionar en la dirección contraria. Considere-mos e! interrogatorio de un sospechoso de asesinato, EI sospechoso puede dar di-versas descripciones de su víctima, pera seria erróneo suponer que eu primer lugarse especifica la naturaleza de la víctima y que después se adapta a alguna expre-sión que desempena una actividad. Parece mucho más plausible que la naturalezade la actividad dirija la naturaleza de la descripción. Por ejemplo, la vfctima sepuede describir precisamente de una manera que mitigue la acción de matar (Wat-son, 1978;Wowk, 1984). Eu general, puede ser más simple decir que e! habla implicala categorización de personas, objetos y procesos,que tiende a ocurrir en secuenciasde interacción y que se emplea para realizar acciones. Separarestas cosas como eta-pas discretas y secuenciales produce más confusión que claridad.

La construcción en ai postastructuralismo y an ai análisis convarsacional

Los dos capítulos anteriores se dedicaron, en parte, a examinar las diversasmaneras en que el postestructuralismo y el análisis conversacional tratan la cons-trucción de hechos o e! establecimiento de descripciones que se consideran rea-listas. En este punto me centraré en aclarar sus presuposiciones básicas sobre losprocesos de construcción de hechos.

En la semiologia, e! argumento central es que las descripciones necesitan unsistema completo de distinciones para funcionar. Con esto se da a entender quela imagen palabra-objeto de las descripciones es demasiado simple. Sin embargo,poco hay en la semiología que aborde la cuestión de cómo se hace que una des-cripción parezca más o menos factual. Los postestructuralistas se han dedicado

Discurso y construcción I 135

más a la construcción de hechos que adoptan la naturaleza de formas realistas derepresentaeión, particularmente en la literatura. Tanto Barthes como Foucault secentran en cómo los discursos o códigos interpretativos producen objetos o des-cripciones que parecen sólidos y evidentes. Sin embargo, han prestado poca aten-ción a cómo surten efeeto estos códigos. aunque destacan su familiaridad y su au-toridad; es decir,los códigos se dan por sentado y esto hace que sus productos pa-rezcan naturales o de sentido común, y con frecuencia se asocian a institucionesinfluyentes y poderosas como la medicina y la psicologia educativa. InclusoS/ZdeBarthes, con toda su obsesión detallista en su análisis de! texto de Balzac, descri-be e! funcionamiento de los códigos sin decir por qué e! empleo de un código par-ticular hace que un texto parezca más verdadero. Ciertamente, Derrida se ocupóde lo que puede denominarse la mecánica textual mediante la cuaI se hace que losargumentos parezcan evidentes y efectivos. Sin embargo, la mayor parte de su ar-gumentación se centró en la verdad o validez de los argumentos filosóficos y no ene! realismo o la factualidad en si, y aparte de un énfasis muy sugestivo en e! pape!central de los tropos y las metáforas, su enfoque no se puede aplicar fácilmente ala construcción de versiones factuales.

En contraste con las historias lingüísticas y postestructuralistas de la cons-trucción, los analistas conversacionales tratan la construcción de la realidad comoalgo que tiene que lograrse utilizando ciertos mecanismos o técnicas. Es decir,desde la perspectiva de! análisis conversacional, e! empleo de un término descrip-tivo particular, o incluso de un discurso familiar, puede no ser suficiente paraconstruir una versión de un suceso que se trate como verdadera o factual. Másbien, e! realismo y la factualidad se desarrollan utilizando un conjunto de técnicasy mecanismos retóricos que pueden ser específicos para contextos particulares.Además, estas técnicas no garantizan que una versión de una aceión o un sucesose considere factual, Se pueden desplegar bien o mal y se pueden socavar confuerza o aceptarse con credulidad.

E! análisis conversacional proporciona la explicación final de cómo se lleva acabo la construcción de hechos. Es especialmente atractivo porque abre un cam-po de investigación que no se destaca mucho en otros enfoques. La explicacióndada por la construcción lingüística dejaba pocas cosas por aclarar; siempre quese expresan palabras se construyen hechos. Esto tiene cierto valor, ya que cuando seutiliza un lenguaje descriptivo se producen versiones de! mundo. Sin embargo, noaborda la cuestión de por qué algunas versiones funcionan y otras no. Es decir,por qué una versión se trata como una representación factuaI de cómo son las co-sas en una interacción, o por qué se rechaza considerândola sesgada, confusa o in-teresada. La explicación postestructuralista plantea la importante cuestión decómo se llegan a producir unos códigos interpretativos o unos discursos particu-lares, y la investigación genealógica en la tradición de Foucault ha intentado pro-porcionar respuestas a preguntas de este tipo. No obstante, también fracasa en

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136 I La representación de la realidad

abrír el campo de investigación de la construcción de hechos porque sólo haceafírmaciones generales sobre la familiaridad y las formas de comprensión que hanllegado a ser habituales. Funciona peor cuando se aplica a los detalles específicosde descripciones y a materiales no textuales donde el rigor del análisis conversa-cional encuentra su plena expresión.

Aunaré estos tipos diferentes de construcción en un modelo general. Pode-mos imaginar que las palabras y las posibilidades sintácticas son como los ladrillosy las vigas que se necesitan para cualquier construcción. Los discursos y los códi-gos postestructuralistas se pueden concebir como piezas prefabricadas de paredesy techos que se pueden utilizar como partes de edifícios muy diferentes, Los me-canismos y los procedimientos, que son como el grano para el molino del análisisconversacional, constituyen los pemos y el cemento que mantienen unida toda laestructura. Nada funciona sin la materia revelada por el análisis conversacional,pero un estudio de la construcción de hechos estará limitado si no examina condetalle los ladrillos y las piezas prefabricadas.

AI tiempo que elaboro esta metáfora, destacaré brevemente algunos proble-mas. Su principal defecto es que trata las partes como sólidas antes de la edifica-ción. Lo que realmente necesitamos imaginar es que los ladrillos son blandos y deperfil impreciso y sólo adquieren su forma cuando los colocamos en su sitio. Y laspiezas prefabricadas también deben ser algo incipientes, estableciéndose su soli-dez a medida que se van ensamblando. Todo existe en un estado borroso y fluidohasta que cristaliza en unos textos o unas interacciones particulares.

Discurso, accesorios mentales y retórica

Hasta ahora he examinado varios aspectos generales que caracterizan un en-foque construccionista de los hechos, empezando por las tradiciones examinadasen los capítulos anteriores. Antes de continuar es necesario abordar brevementetres temas que tienen repercusiones importantes para la comprensión de los he-chos y las descripciones. Estos temas son: el anticognitivismo, el discurso y la re-tórica; y, como veremos, los tres están estrechamente vinculados entre sí.

Antícognítívísmo

Ya he examinado los problemas de la explicación cognitiva del funciona-miento de los hechos y de las descripciones en el contexto de la semiología deSaussure y en otros tipos de construccionismo lingüístico que consideran que loque se construye son imágenes interiores o representaciones de algún tipo. Es ne-cesario examinar con más detalle los problemas de las explicaciones cognitivas

Discursoy construcción I 137

para mostrar por qué se rechazan aquí. En la actualidad existe una gama de líneasgenerales críticas con elcognitivismo, principalmente estimuladas por la última fi-losofía de Wittgenstein o por la etnometodología (Costall y Still, 1991; Coulter,1991; Edwards, 1996). Tres de estos problemas son especialmente pertinentespara esta discusión.

El primerproblema es con la noción de las representaeiones como entidadesmentales «internas», deben interpretar como conceptos, imágenes, o algo si-milar? La coherencia misma de la idea de representación interna ya es problemá-tica de por si (McKinlay y Potter, 1987)_Además, las representaciones internas seinfieren a partir de diversas prácticas figurativas que implican el habla y la escri-tura, y estas inferencias tienden a la circularidad ya que las representaciones in-ternas se utilizan, a 5U vez, para explicar estas práeticas figurativas. La sencillez dela noción de representación mental se disuelve cuando se examina con detalle, es-pecialmente co elcontexto de una interacción real que implica representaciones ydescripciones.

Otro problema que plantea la adopción de una perspectiva cognitiva es quelas representaciones se separan de las prácticas en las que se utilizan y empiezan aconcebirse como entidades estáticas que las personas acarrean consigo. En otraspalabras, la perspectiva cognitiva aparta la atención de lo que se hace con las re-presentaciones y las descripciones en los contextos en los que se producen, impi-diendo la exploración analítica de sus propiedades reflexivas e indicativas. Asípues, en función de la metáfora de la construcción, el interés se centrará en lasdescripciones y las representaciones a medida que se construyen co el curso deuna interacción; no se centrará en entidades imaginarias internas como las per-cepciones o las representaciones, junto con e1 aparato cognitivo de guiones, es-quemas, etc., que acompaíia estas explicaciones.

EI tercer problema es que la cognición suele ser el tema de la descripción. Enla vida de cada dia, las personas dedican mucho tiempo a hablar de su «vida inte-rior»: sus pensamientos, sentimientos, aetitudes, metas, etc. Cuando abordamos eldiscurso natural. es muy difícil distinguir este tipo de habla de discusiones sobre sila Seguridad Social va camino de la quiebra o si debemos aceptar una invitaciónpara la fiesta del sábado. Tomemos el siguiente fragmento de una sesión de terapiareladonal (C es el conseiero y E es la esposa que menciona a Jimmy. su marido).

1. C: Entonces usted - usted dedr que reconoce algún tipo de IlIDJ.ta (0,6)E: Pero la pauta que XQreeonozeo no es (0,8) la pauta (,) que ]ímmy reeonoee

en la situación. <Sabe usted> (.) Yosólo (.) simto que (2,2) siento (.) que (.)él no (0,4) él dice que no ms ba dejado: (.) por otra rnujer (.) pera yo m-t.)creo (.) que si ella no hubiera estado allí (.) esto no hubíera oeurrído [Con-tinúa]

(DE-JF/C2/S2:2)

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138 I la representación de la realidadEl habla de la esposa se mueve aquí con fluidez entre confesiones y descrip-

ciones de su propia vida mental (ela pauta que yo reconozco», «siento que», «creoque»), de su esposo (<<Ia pauta que Jimmy reconoce») y de acciones y sucesos «<éldice...»). Y seguramente estos elementos diferentes pueden ser tratados de mane-ra distinta por los participantes: por ejemplo, el procedimiento que alguien em-plea para socavar la afirmación de otra persona sobre sus propios sentimientospuede ser diferente del procedimiento empleado para socavar un informe de loacontecido en un suceso pasado. Sin embargo, desde un punto de vista analítico,partir de la presuposición de que las descripciones cognitivas tienen un estatus di-ferente conducirá a todo tipo de tensiones y confusiones.

Por tanto, el enfoque de la construcción de hechos que aquí se va a desarrollarestará tan interesado en la construcción de las descripciones del mundo de la cog-nición como en las descripciones del mundo de las acciones y los sucesos. De he-cho, como veremos después, con frecueneia se dan complejas pautas de inferenciaentre estos ámbitos en eI habla ordinaria (Edwards, 1996; Edwards y Potter, 1992;Potter y otros, 1993). Esto puede funcionar en las dos direcciones. Por un lado, laspersonas pueden construir una descripción dei mundo que justifique algún sucesoo estado cognitivo; la descripción de un insulto se puede utilizar para justificar yhacer creíbles unos sentimientos de enfado. Por otro lado, se pueden utilizar des-cripciones de la vida mental para justificar la existencia de sucesos en el mundo; laafirmaeión de haber visto un platillo volante se puede reforzar destacando ellargohistorial de esceptieismo ante sucesos como éstos por parte del observador.

Discurso

Cuando se da la vuelta a los argumentos contrarios a considerar que la cons-trucción de hechos equivale a elaborar versiones mentales del mundo, se convier-ten en argumentos para centrarse en el discurso. De hecho, ya hemos visto quecentrar la atención en el discurso es fundamental en la etnometodología, el análi-sis conversacional y el postestructuralismo, aunque existen diferencias importan-tes en la manera de entender el discurso eo cada uno de estos campos. Yo entien-do que centrarse en el discurso significa que el interés se centra en el habla y enlos textos como partes de prácticas soeiales. Esto es bastante más amplio que el in-terés del análisis conversacional por el habla en interacción, pero se limita más alos detalles específicos de las práeticas de las personas que la noción de Foucaultdel discurso como conjunto de afirmaciones que formulan objetos y sujetos. Estesentido dei discurso se ilustrará en los tres próximos capítulos, donde la atenciónse centrará en materiales reales -transcripeiones de conversaeiones en contextosdiferentes, articulos periodísticos, textos formales de diversos tipos- y en lo quese hace en estos materiales y mediante ellos.

Discurso y construcción I 139Es importante destacar que mi intención no es argumentar que centrarse en el

discurso en el sentido específico aquí desarrollado sea un requisito previo para rea-lizar invesrigaciones sofisticadas sobre la consrrucción de hechos. Existen abun-dantes invesrigaciones de gran calidad en este campo que se basan en otros enfo-ques, algunos de los cuales ya se examinaron en capítulos anteriores. Por eiemplo,los sociólogos del conocimiento científico han realizado unos reveladores estudiosetnográficos sobre el trabajo de laboratorio (por ejemplo, Knorr Cetina, 1995a;Traweek, 1988); ya he citado la afirmación de Karin Knorr Cetina según la cual «Iaetnografía proporcioná la óptica para ver el proceso de producción de conoci-mientos como algo más "constructivo" que "descriptivo?« (1995b, pág. 141). Noobstante, existen razones para que centrarse en el discurso sea especialmenteapropiado para el estudio de la construcción de hechos.

Consideremos la diferencia que habria entre lo que podrian deducir un ob-servador etnográfico y un investigador deI discurso a partir de la interacción re-producida en el anterior fragmento 1. En la etnografía, el investigador suele utili-zar su propia participación, sea real o interpuesta, como base para construir lacomprensión, y esto se complementa con notas de campo (Hammersley y Atlcin-son, 1983). Típicamente, la meta consiste en generar un relato delas acciones y lossucesos que se producen en un contexto. Por tanto, el observador etnográfico po-dría hacer varias observaciones sobre los sentimientos de la mujer, los de su pare-ja, sucesos que acontecieron en elpasado, etc. En contraste con esto, la manera deabordar el discurso que se propone aquí se ocupará de cómo se establece como li-teral y objetivo el relato de la mujer, y para qué cometidos se utiliza. Esto implica-rá atender alo que con frecuencia se consideran (meros) detalles de la interacción:las vacilaciones, las repeticiones, las correcciones y los énfasis. Los analistas con-versaciooales han mostrado, precisamente, que estos detalles son importantespara la interacción y que son virtualmente imposibles de capturar adecuadamen-te por un observador etnográfico sin un magnetófono y una transcripcióo de graocalidad.

Centrarse en el discurso ofrece una ventaja final. Si presentamos la transcrip-eión de uo discurso en vez de un conjunto de formulaciones en forma de notas,colocamos allector de la investigación en una posición mucho más ventaiosa paraevaluar nuestras afirmaciones e interpretaciones. El objetivo de Harvey Sacks deproducir un tipo de análisis «donde ellector tenga tanta información como elau-tor y pueda reproducir el análisis» (1992, vol. I, pág. 27) puede ser imposible dellevar a cabo en la práetica. No obstante, este enfoque democratiza la interacciónacadémica eo un sentido importante. Por ejemplo, el lector no tiene que aceptarcon los ojos cerrados la sensibilidad o la agudeza del etnógrafo. En última instan-cia, sin embargo, lo importante es el éxito relativo de estos enfoques diferentes.Los análisis que se centran en el discurso, productivos y convincentes? Qui-zá la respuesta a esta pregunta quedará un poco más clara hacia el final dellibro.

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140 I La representación de la realidad

Retórica

Hasta ahora he acentuado el valor de centrarse en la consrrucción de hechosen e! discurso público y no en imágenes mentales o sentimientos subjetivos de cer-teza. Deseo combinar esta insistencia en el discurso con uo énfasis en la retórica.Según e! reciente trabajo sobre la retórica nevado a cabo por Michael Billig (1987),la retórica no se debería limitar a expresiones manifiestamente argumeotarivas oexplicitamente persuasivas y debería verse como un aspecto fundamental de lamanera en que las personas interactúan y llegan a la comprensión. Por ejemplo,Billig sugíere que la noeión psicosocial de la actitud se debe replantear en tér-minos retóricos. Tradicionalmente se ha considerado que las actitudes son evalua-ciones cognitivas aisladas de partes dei mundo que hacen las personas. Billig ar-gumenta que deberían verse como posturas públicas que son inseparables de lacontroversia de! momento; desde luego, las actitudes carecen de rol salvo en cues-tiones donde existan conflictos y disputas. La consecuencia de esto es que «cadaactitud a favor de una postura es también, implíeitamente pero con más frecuen-eia explícitamente, una postura contra la aetitud contraria. Como las aetitudes sonposturas sobre cuestiones de controversia, podemos esperar que quienes rnantie-nen una actitud justifiquen su postura y critiquen la postura contraria» (Billig,1991, pág. 143). Esre mismo argumenro se puede aplicar a los relatos factuales, Dehecho, Herbert Simons ha argumentado que «parte deltrabajo dei analista retóri-co consiste en determinar cómo se hace que las construcciones de "lo real" seanconvincentes» (1990, pág. 11). La consecuencia de destacar aquí la retórica seráque, cuando se analicen descripciones, parte dei interés estará en determinar quéargumentos o afirmaciones alternativos están siendo socavados. Dicho de lamanera más simple, uno de los aspectos de cualquier descripción es que compite-de una manera real o porencial- contra una gama de descripciones alternati-vas (véase rambién Dillon, 1991).

Lyotard sugirió que una característica de la condición posmoderna es su ên-fasis en las guerras reróricas locales:

En el empleo ordinario dei discurso -por ejemplo, en una discusiõn entre dosamigos- los interlocutores utilizan cualquier munición disponible, intercambiandojuegos [de lenguaje] de una expresíón a la siguiente: preguntas, peticiones, afirmacio-nes y narraciones se lanzan atropellademenre a la batalla. Esta guerra no carece de re-gias, pero estas reglaspermiten y fomentan lamáximaflexibilidadposible en la expre-sión 0984, pág. 17).

Sin querer aceptar la presuposición posmoderna de que hay algo histórica-mente nuevo en esta fragmenración y dispura, la meráfora de la guerra es útil. Enuna guerra es posible emplear armamento ofensivo y defensivo. Naturalmente,

Discurso y construcción I 141

muchas armas sirven para ambos fines, Aplicando esta argumentación a los rela-tos factuales, podemos considerar cómo se puede explorar la presencia de una re-tórica ofensiva y defensiva en un relato faetua!.

Por un lado. una descripeión funcionará como retórica ofensiva en la medidaen que socave descripciones alternativas. Se puede construir expresamente parareelaborar, danar o reenmarcar una descripción alternativa. Por otro lado, unadescripdón puede proporcionar una retórica defensiva dependiendo de su capa-cidad para resistir menoscabos o socavaciones. Para proteger las descripciones deesta manera se puede emplear toda una gama de técnicas que constituirán un temaimportante en capítulos posteriores dellibro. Así pues, la cuestión es que este én-fasis retórico puede servir como contrapunto al enfoque más familiar según elcuallas descripciones se refieren, principalmente, a la relación existente entre un con-junto particular de palabras y un fragmento determinado de la realidad. Por otraparte, destaca las relaciones entre una descripción y descripciones alternativas ycómo se pueden desarrolIar estas relaciones en una discusión.

La distinción entre retórica ofensiva y defensiva también destaca e! valorde adoptar un enfoque analítico doble. Los estudios dedicados a esta cuestión de-berían examinar tanto los procedimientos mediante los cuales se construyen versionesfactuales como los procedirnientos mediante los cuales se socavan estas versio-nes. Como veremos, ambas vertientes están estrechamente relacionadas entre sí.Existe una terminología que será útil adoptar aquí. Denominaré discurso cosifica-dor al discurso que construye versiones deimundo como si éste fuera algo sólidoy factual. Cosificar significa convertir algo abstracto en un objeto material, y aun-que «material» se puede entender de una manera muy amplia, éste es e! sentidopreciso que deseo destacar. Los discursos cosificadores producen algo como sifuera un objeto, sea éste un suceso, un pensamiento o un conjunto de circunstan-das. Por otra parte, denominaremos discurso ironizador al que se dedica a soca-var versiones. El significado usual de «ironía» es utilizar palabras de maneraopuesra a su significado literal. Sin embargo, en la sociología de! conocimientocientífico la ironía ha negado a tener un sentido más específico y designa una ma-nera de abordar e! discurso que no lo trata como algo literal sino como un pro-dueto de determinados intereses o estrategias (Woolgar, 1983). A medio caminoentre estos sentidos, trataré eldiscurso ironizador como el habla o la escritura quesocava e! caracter descriptivo literal de una versión. Es lo contrario dei discursocosificador: vuelve a convertir el objeto material en un habla que está motivada odeformada, o que es errónea en algún sentido.

Ilustraremos esto volviendo ai fragmento 1:

la. C: Entonces usted - usted decir que reconoce algún tipo de pauta (0,6)E: Pero la pauta que Y.Q reconozco no es (0,8) la pauta (.) que Jimmy reconoce

en la situación. ,Sabe usted? (.) Yosólo (.)sil:nlQ que (2,2) siento (.) que (.)

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La orlentaclón de las descrlpclones hacia la acción

Por qué se utilizan las descripciones

Discurso y construcción I 143

La idea de que las personas pueden -y así lo hacen- utilizar descripcionespara realizar aeciones o para que formen parte de acciones, no es nueva y se pue-de ilustrar fácilmente. Tomemos el siguiente fragmento en el que unos estudiantesdiscuten sobre un ruido que suena fuera dei piso en que se encuentran.

oi (.) sh shh (.) quizá hayasidoNO eso no hace ningún ruido

[no (.) ha sonado fuera (0,4) seguro que ha sonado fueraNeil tú Devas los zapatos puestos

Becley:Nei/:Alan:Diane:

(DSS-K:94:1)

2.

AI final del fragmento, Diane se dirige a Neil con la expresión «Neiltú llevaslos zapatos puestos». Ahora bien, como competentes conversadores y como per-sonas familiarizadas con culturas donde la gente se puede quitar los zapatos den-tro de casa pero debe llevarlos fuera, no tenemos ningún problema para oír la ex-presión sefíalada con la flecha como una petición de que Neil investigue el ruido.Es evidente -y crucial- que los participantes así lo entienden, ya que el frag-mento está seguido por una conversación ligeramente jocosa sobre el peligro deencontrar un ladrón y el riesgo de que pudiera estar armado.

No me interesan mucho los detalles de este ejernplo, pero tiene dos aspectosmuy interesantes que son caracteristicos del empleo de las descripciones para rea-lizar acciones. EI primero es que no existe una formulación explícita de la petición.Diane no dice: «Por favor, investiga ese ruido, Neil» o mirar qué está pa-sando>», En cambio, se ofrece una descripción (<<Neiltú llevas los zapatos pues-tos») dela que se puede inferir una petición. En este contexto, la descripción de loszapatos de Neillo identifica como alguien que puede investigar con más facilidad.

EI segundo aspecto está relacionado con el primero. La acción llevada a cabopor la descripción es bastante delicada. Diane pide a Neil algo que implica es-fuerzo y quizá hasta riesgo. Este asunto no es delicado sólo por la presión que seejerce sobre Nei!. También se plantea la cuestión de la identidad demostradapor Diane,la persona que hace la petición. AI pedir a Neil que investigue el ruido,Diane se expone a ser tildada de «perezosa» o incluso de «cobarde». Es decir, e1hecho de centrarse en los zapatos aparta la atención de estas interpretaciones pro-blemáticas y la dirige a la cuestión de quién tiene los zapatos puestos y, en conse-cuencia, puede salir, en vez de a quién se puede obligar a salir o quién no tienemiedo (véase también Pomerantz, 1980).

No es ninguna coincidencia que esta acción «delicada» se haga indirectamen-te. Muyal contrario. Una de las razones principales para realizar acciones indi-

142 I La representaci6n de la realidad

él no (0,4) él dice que no= ha dejado: (.) por otra mujer (.) pero yo m-í.)creo (.) que si ella no hubiera estado allí (.) esto no hubiera ocurrido [Con-tinúa]

(DE-]F/C2/S2:2)

EI habla de la esposa se organiza para cosificar un objeto particular: «La pau-ta que yo reconozco», Es decir, presenta esta como algo que realmente existe. AImismo tiernpo, ironiza otro objeto: «La pauta que Jimmy reconoce», Esta se pre-senta como una versión expresada por Jimmy (<<él dice») y quizá incluso creídapor él (<<reconoce»), pero que, no obstante, es inverosímil a causa de la pauta delos sucesos, (que es, en sí misma, una versión que se cosifica eo el habla),

Existe un aspecto final a destacar en rdación a la retórica. Con frecuencia, laretórica se trata como si fuera virtualmente sinônima de la persuasión (Cockcrofty Cockcroft, 1992). Sin embargo, esto puede convertir fácilmente el estudio de laretórica en uo ejercicio de psicologia cognitiva que tratará la respuesta a la pre-gunta de si la retórica es efectiva como si dependiera de evaluar si se ha produci-do un cambio en el estado mental del auditorio. La manera en que emplearemosaqui la retórica no dependerá de juicios psicológicos de este tipo. Por contra, laretórica se tratará como un aspecto de la relación antagônica entre versiones:cómo se contrapone una descripción a otra descripción alternativa, y cómo se or-ganiza, ai rnisrno tiempo, para resistirse a una oposición. Esta concepción de la re-tórica encaja mucho rnejor con el enfoque general sobre el discurso presentadoanteriormente. Se aproxima a la noción tradicional de la retórica «persuasiva»,que es un discurso diseiíado para provocar muestras de adhesiôn eo un auditoria.

En lo que queda de capítulo presentaré un plan para comprender el discursodescriptivo y factual que se desarrollará durante los tres próximos capítulos. EIargumento básico será que los relatos factuales tienen una orientación doble. Tie-nen una orientación hacia la acción y una orientación epistemológica. Por un lado,una descripción se orienta hacia la acción, es decir, se utiliza para realizar una ac-ción y se puede analizar para ver cómo se construye para que realice esa acción.Por otro lado, las descripciones construyen su propio estatus de versión factual:su principal interés es producir descripciones que se traten como meras descrip-ciones, como informes que cuentan las cosas como sono

Es importante destacar que la perspectiva aquí desarrollada trata la orienta-ción epistemológica de los relatos como si ella misma fuera una forma de acción;aunque es construida por hablantes o escritores, no se presupone que esta cons-trucción sea necesariamente -ni siquiera frecuentemente- consciente o estraté-gica. Para las descripciones, esta cualidad es un elemento construido y no algo quepueden poseer o no. El estudio de la orientación epistemológica de los relatos eselestudio de este proceso de construcción.

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144 I La representación de la realidedrectamente por medio de descripciones es que estas acciones sean delicadas o di-fíciles en algún sentido. Normalmente, comportarán una identidad potencialmen-te indeseable o problemática; es decir, pueden ser acciones que muestren al ha-blante como egoísta, cobarde, insensible, racista, estúpido, seductor, molesto operteneciente a toda una gama de posibilidades negativas en el contexto delmo-mento. AI principio, esto puede parecer paradójico, ya que las descripciones sesuelen asociar con la frialdad, la objetividad y la neutralidad. Sin embargo, no esuna paradoja si consideramos que es precisamente este aspecto lo que hace que lasversiones factuales sean tan convenientes cuando existe un conflicto o una cues-tión de cariz delicado. Por ejemplo, Bruno Latour observó que cuando una dis-puta entre diferentes grupos de científicos cobra fuerza, la descripción se hacemás y más técnica (1987); y Anita Pomerantz destaca que, en contextos cotidia-nos, es precisamente en casos de disputa cuando las personas empiezan a propor-cionar justificaciones detalladas para sus afirmaciones (1984b). 0, a modo de i1us-tración final, volvamos otra vez al fragmento 1.

Ih. C: Entonces usted - usted decir que reconoce algún tipo de WWta (0,6)E: Pero la pauta que yQ reconozco no es (0,8) la pauta (.) que Jimmy reconoce

en la situación. ,Sabe usted? O Yosólo O 5knll! que (2,2) siento O que Oél no (0,4) él dice que no me ba deiado: O por otra mujer Opero yom-Ocreo (.) que si eUano hubiera estado aW. (.) esto no hubiera ocurrido [Con-tinúa]

(DE-JF/C2/S2:2l

Obsérvese cómo acompafia la mujer su contradicción de la versión de sucónyuge --que considera que su aventura 00 tiene nada que ver coo sus dificul-tades conyugales- con una descripción que vincula entre sí la aventura y las di-ficultades.

EI dilema de la conveniencia (stake)

Una manera de comprender estos aspectos de la producción de descripcioneses verlos como intentos de controlar lo que DerekEdwards y yo (1992) denomina-mos el dilema de la conveniencia. Este dilema es que cualquier cosa que una per-sona (o un grupo) diga o haga se puede socavar presentándola como un productode su conveniencia o interés. Hacer referencia a una conveniencia es una manerafundamental de menoscabar la importancia de una acción o de reelaborar su natu-raleza. Por ejemplo, un reproche se puede menoscabar presentándolo como unmero producto del rencor; un ofrecimiento se puede menoscabar presentándolocomo un intento de conseguir influencia. La afirmación de la primera ministra de

Discurso y construcción I 145

que es necesario rebajar los impuestos para impulsar la economía, se puede me-noscabar presentándola como un intento de complacer ai electorado justo antes deunas elecciones. En el caso dei anterior fragmento 2, la petición de Diane a Neilparaque investigue el ruido sospechoso se podría menoscabar presentándola comouna consecuencia de su reticencia a hacerlo ella misma. Diane resiste este peligroformulando la petición de una manera implícita, por medio de una descripción.

Es importante dejar bien claro lo que no estoy afirmando aqui. No se trata deque los investigadores sociales deban interpretar eI discurso de las personas enfunción de sus intereses individuales o colectivos. Un programa analítico así plan-teado tendría todo tipo dedificultades y la menor de ellas no sería que es muy di-fícil separar los intereses genuínos de los intereses que se atribuyen mutuamentelos participantes en un debate (véanse, por ejemplo, Woolgar, 1981; Yearley, 1982;y la discusión de la teoria dd interés en el capítulo O. EI argumento que deseoplantear aquí es que las persooas se tratan mutuamente de esta manera. Tratanlosinformes y las descripciooes como si procedieran de grupos e individuos coo in-tereses, deseos, ambiciones y conveniencias eo relación a determinadas versionesdei mundo. Como los intereses son una preocupación de los participantes, pue-den entrar a formar parte del análisis,

Tomemos eI siguiente fragmento de un relato sobre las deliberaciones de unjurado.

3. La verdad, era un caso muy claro. El único testigo de la defensa era una prima deuno de los acusados y, así y todo, su historia era de lo más confusa; y los testigosde la acusación, muchos de ellos meros transeúntes sin ningún interés imagina-ble en juego, fueron claros y convincentes tíndependent on Sunday, l.5 de mayode 1994).

La explicación que da elautor de que el jurado considerara poro convincenteel planteamiento de la defensa se basa en gran medida en juicios sobre la conve-niencia de los diferentes testigos. Decir que la testigo de la defensa es prima de unacusado proporciona una información que permite aios lectores -y aios compo-nentes del jurado- inferir un motivo para que mienta en beneficio de ese acusado.En cambio, los testigos de la acusación se describen como transeúntes y lo que estoimplica se expresa afirmando que no tenían «ningún interés imaginable en juego»;es decir, no manteoían nioguoa relacióo coo los acusados y no les interesaba lasuerte que pudieran correr.Como veremos, la gestión de la conveniencia es uno delos aspectos fundamentales de la producción dd discurso factual.

Quedan dos advertencias finales por hacer, He empezado con unos ejemplosbastante simples para que elargumento fueralo más claro posible, pero quizá es-tos ejemplos no sean característicos de los tipos de casos que examinaremos másadelante. EI primer problema es la naturaleza dei agente que, se supone, tiene al-

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146 I La representación de la realided

gún interés o conveniencia. Hasta ahora hemos considerado casos donde la (00-veniencia se trata como una característica de los individuos. Sin embargo, la atri-bución de conveniencias no se limita a estas casos; normalmente se atribuyen agrupos sociales, naciones y grupos étnicos, por un lado, y a partes de personascomo su inconsciente o elyo ideal. por otro, En un relato es fácil atribuir conve-niencias en todos estos niveles. En segundo lugar, las relaciones entre las descrip-danes y la realización deseciones son numerosas y compleias, En ocasiones, unadescripción sirve por sí sola para realizar una acción como en el fragmento 2, yotras veces las descripciones tienen un papel normalizado como parte de una ac-ción, como ocurre cuando se ernplean relatos para rechazar peticiones o invita-ciones (vêanse las págs. 85-90).

Cómo se utilizan las descripciones

Hasta ahora he argumentado que se puede recurrir al discurso descriptivo ofaetual para controlar la cuestión de la conveniencia, sobre todo cuando se consi-dera que la identidad de quien habla o escribe es problemática o negativa. Sinembargo, esto sólo explica por qué se utiliza el discurso descriptivo; esta explica-ción se debe complementar con un relato de cómo las descripciones llevan a caboacciones particulares. En otras palabras, écómo se construye una descripción par-ticular para que lleve a cabo una acción específica? A esta pregunta se dedicará elcapítulo 7. De momento me limitaré a destacar algunas de las consideraciones queesta explicaeión debe abordar.

En porencia.Ia producción de descripciones puede intervenir en las accionesde muchísimas maneras diferentes. Las descripciones están estrechamente rela-cionadas con los detalles idiosincrásicos de los contextos. En el fragmento 2, lasreferencias a Neil y a los zapatos son cruciales para el funeionamiento del relato,pera seguramente serían improcedentes en cualquier otro fragmento de discursoque pudiéramos imaginar. A primera vista, esto nos podría hacer dudar de la po-sibilidad misma de hacer afirmaciones generales sobre los procedimientos paraemplear relatos factuales en acciones. No obstante, cuando empezamos a estudiarlas descripciones es posible hacer algunas observaciones generales.

Un aspecto fundamental de cualquier descripeión es su papel en la categori-zación; una descripción formula algún objeto o suceso como algo; lo constituyecomo una cosa que tiene unas cualidades específicas. Una descripción presentaalgo como bueno o malo, como grande o pequeno, como más o menos violento(aunque lo normal es que se empleen opeiones más sutiles). Otro papel común delas descripeiones es presentar alguna acción como rutinaria o, a la inversa, comoexcepcional. A veces, el éxito de una descripción en llevar a cabo una acción de-pende de su control selectívo dd ámbito de objetos y sucesos a considerar. Por

Discurso y construcción I 147

tanto, la cuestión es que si bien los detalles de aquello sobre lo que se habla pue-den variar infinitamente, los tipos de procedimientos para construir y manejardescripciones pueden ser mucho más regulares y, en consecuencia, más suscepti-bles alanálisis. Ya hemos visto un ejemplo en la discusión de los relatos del capí-tulo 2, donde se destaco que los relatos para rechazar invitaeiones y ofrecimientostienen una estructura global muy regular.

La orientaclón epistemológica de las descrlpclones

En sí misma, el habla referencial no tiene ninguna garantía de que será trata-da como factual: elaborar un texto con descripciones no obliga al lector a con-siderarias literales. Esto se aplica, sobre todo, a situaciones de conflicto o queplantean cuestiones delicadas de identidad, donde el discurso descriptivo escomún. Las personas disponen de una amplia gama de recursos para ironizardescripciones presentándolas como mentiras, ilusiones, errores, halagos, engafios,desnaturalizaciones, etc., y pueden recurrir a estos recursos para socavar laexactitud de una descripción. Ante la existencia de estos recursos para soca-var versiones factuales, no es sorprendente que también exista un conjunto de re-cursos contrarios orientados a elaborar la factualidad de una versión y a dificultarsu socavación: son los recursos que se emplean para construir una descripcióncomo si fuera un relato factual.

Bruno Latour y Steve Woolgar conceptualizan este proceso en funeión de unajerarquia de «modalización» (Latour, 1987; Latour y Woolgar, 1986; WooIgar,1988b) que se ilustra en la tabla 4.1. En un extremo de esta jerarquía se encuen-tran las descripciones cuya condición se considera muy sospechosa o provisionaly que se pueden tratar como mentiras o confusiones dei hablante; en eI otro ex-tremo se encuentran las descripciones que se consideran sólidas y definitivas, y to-talmente separadas del hablante. En este extremo, algunas afirmaciones se consi-deran tan definitivas que ni siquiera es necesario formularias explícitamente: sepueden presuponer.

El proceso de construcción de hechos intenta cosificar las descripciones paraque parezcan sólidas y literales. El proceso opuesto de destrucción intenta ironizarlas descripciones para que parezcan parciales, interesadas o defectuosas en algúnsen-tido. Naturalmente, todo esto se combina para establecer la veracidad de una versióna expensas de otra, como ocurre en eI fragmento 1. Si concebimos esta jerarquíacomo un ascensor, los procesos de cosificación intentan hacer que la descripción as-cienda por la jerarquia, y los procesos de ironización intentan hacerla descender.

La breve descripción que sigue pretende ilustrar estas cuestiones sin abordarsus complejidades. Dividiremos los procesos de construcción de hechos en dosgrupos. Por un lado están los recursos centrados en la identidad del hablante: per-

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148 I La representación de la realldadTABLA 4.1. jerarquia demodalización

[...lXX es un hechoSéque XAfirmo que XCreoqueXEstablezco la hipótesis de que XPiensoque XSupongo que XX es posible

rniten socavar sus descripciones aludiendo a sus conveniencias o fortalecerias alu-diendo a la autoridad de su conocimiento, Éste será eltema del capítulo 5. Porotro lado están los recursos orientados a destacar la independencia entre hablan-te y descripción. A esto se dedicará el capítulo 6.

Gestión de intereses

La gestión de intereses es uno de los aspectos más importantes dei estudio dela construcción de hechos. En su conocido estudio etnográfico sobre la informa-ción periodistica, Gaye Tuchman afirma que los intereses son lo primero que ten-drá en cuenta un periodista cuando evalúe una fuente: «La mayoría de las perso-nas, en cuanto fuentes de información, tienen intereses en juego. Para que se lecrea, un individuo debe demostrar su fiabilidad como fuente de información»(1978, pág. 93). AI presentar el dilema de la conveniencia ya he comentado unpoco e1 método de socavación basado en imputar intereses. De hecho, uno de losargumentos básicos aquí es que las descripciones se suelen emplear precisamenteporque controlan cuestiones de interés. Esta observación se puede desarrollar vol-viendo a los dos ejemplos presentados anteriormente. En eI fragmento 2, cuandoDiane describe la vestimenta de Neil (<<Neiltú llevas los zapatos puestos»), Dianeda una razón para que Neil investigue el ruido sospechoso y esta razón centra laatención precisamente en el propio Neil: Diane no necesita aludir a ninguna desus propias razones posibles (miedo, pereza) para que Neil actúe. Dicho en pocaspalabras, una descripción como ésta intenta desviar la atención dei hablante y di-rigiria hacia lo que se describe.

En la noticia sobre las deliberaciones de un jurado que se presenta en elfragmento 3, el redactor comunica una pauta de conveniencia para presentar auna de las partes de la causa como fuerte y a la otra como débil. La testigo de la

Discurso y construcción I 149defensa es sospechosa porque está emparentada con uno de los acusados; los re-latos de los testigos de la acusación tienen más probabilidades de ser verdaderosporque no tienen ningún interés eo el resultado: son meros transeúntes. La sim-pie mención de estos detalles se considera suficiente para poner en duda las afir-maciones de la defensa. Esto vuelve a ilustrar el poder que puede tener la alusióna intereses.

El fragmento 3 rambién ilustra un aspecto más general de la construcción dehechos. Las afirmaciones sobre conveniencias también son descripciones en sírnisrnas, y como rales están sujetas a los mismos problemas que la construcciónde hechos. Las personas pueden tener que elaborar la factualidad de los relatosque después emplearán para describir algo como factual. Dicho en otras pala-bras, los procesos para cosificar descripcíones pueden funcionar de una manerarecurrente. Puede hacer falta el mismo esfuerzo para construir la faetualidad deun recurso que para utilizar este recurso en construir la factualidad de una des-cripción.

Mi argumento general es que la conveniencia es un problema potencial paraquienes desean establecer la factualidad de un relato y que, ai mismo tiempo, esun recurso para quienes desean socavar esta factualidad. He preservado delibera-damente la vaguedad de la naturaleza específica de las conveniencias. La conve-niencia es un rasgo de los participantes que se puede construir de muchas mane-ras diferentes. Se puede relacionar con las características individuales de una per-sona o con sus lealtades de grupo; puede ser tan «trivial» como un intento de noparecer tonto. o tao «importante» como el deseo no ser identificado como un ase-sino. EI papel del análisis no es evaluar si una conveniencia existe o no, sino ex-plorar las prácticas mediante las cuales se establecen y se socavan conveniencias.En el próximo capítulo exploraremos varias de estas prácticas.

Acreditaciones de categorías (category entitlements)

Si la gestión de los intereses se suele telacionar con la socavación de relatos, laacreditación de categorias es la otra cara de la moneda. Tanto en el plano culturalcomo en el normativo, el conocimieoto y las categorías de actores se vinculan demuchas maneras diferentes. Si se considera que ciertas categorías de actores estánacreditadas para conocer determinadas cosas, sus informes y descripciones reei-ben un crédito especial. En el caso más sirnple, una persona va aimédico porqueespera que éste sepa algo de enfermedades. EI médico pertenece a una categoriade personas que se consideran acreditadas para poseer estos conocimientos; elmédico sabe de enfermedades en virtud del hecho de que es un médico. Es deeir,presuponemos que su pertenencia a esta categoría es el resultado de unos estu-dios, unos conocimientos, etcétera.

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150 I la representaci6n de la realidad

EI papel de las acreditaciones se puede ver en el material de un estudio realiza-do por Jack Whalen y Don Zimmerman (1990). Estos autores analizaron lasllama-das realizadas a un teléfono de emergencia de una gran ciudad estadounidense yanotaron cómo eran tratados distintos tipos de comunicantes. A algunos se les pre-guntaba cómo sabían lo que estaban comunicando, y a otros no. Tomemos dos ejem-plos, La llamada del fragmento 4 la hace un «comunicante normal», un miembrodesconocido del público (RL representa aireceptor de Damadas y C aicomunicante):

4. RL: 'Ieléfono de ernergenciasc: Puede venir la polida aimil cíento sesenta de Arvio Avenue North?RL: ,Mil ciento sesenta de Andni AveoueNorth?c: Sf,están a alguienRL: OONDEC: Mil ciento ['eseotaRL: ,Dmtro o ful:ra?c: Dentro de la casa.RL: ,Están VIOLANDO a alguien?C: Que síeRL: =,Y cõmo lo sabe?C: Vivo en la puerta de alIado. Están violandoa dos mujeres, mil ciento se-

senta=RL: = <:Ha-cómo sabe que las están violando dentro de la casa?c: Porque L. La llamadacontinúa 15 líneasmás]

(Whalen yZimmerman, 1990, pág. 473)

En esta Ilamadavemos que a la comunicante se le pregunta con detalle sobresu base para afirmar que están violando a alguien y que la polida debe venir. Com-paremos esto con la breve y afable Damada del fragmento 5:

5. RL: .hh Teléfono de emergencíasC: Hola .hh Aquí el Geoeral- ha habído una sobredosís (.) dos mil seiscien-

tos veintiséis .hh Columbia: hh planta superior nú:::mero dos: .hhRL: Mu:ybien graciasc: urnhm adiós

(Whalen y Zimmerman, 1990, pág. 483)

En este caso se considera que la llamada del hospital la hace alguien que sabede sobredosis de drogas y que conoce ellugar. No se le pregunta cómo lo sabe.

Es tentador pensar que estas categorias son un mero aspecto del mundo y quelos hablantes y escritores se evalúan directamente en función de los grupos aIosque pertenecen. Sin embargo, esta es demasiado simple. Como hemos visto, los pro-cesos de construcción de hechos no necesitan actuar simplemente sobre los hechos:también pueden actuar sobre los recursos que forman los hechos. Por tanto,los

Discurso y construcción I 151participantes pueden desarrollar 5US acreditaciones de varias maneras. Y,natural-mente, también ocurre a la inversa: pueden socavar las acreditaciones de otros.Podemos especular, por ejemplo, que el comunicante del fragmento 5 construyesu acreditación no sólo porque dice «aquí el General», sino también por el saludofamiliar del principio y elaire de rutina (<<el General» en vez de «el Hospital Ge-neral»), Así pues, los intereses y las acreditaciones de categorías impregnan la ac-titud de los participantes cuando elaboran y socavan relatos factuales.

La gestión de intereses y la elaboración de acreditaciones implican construc-ciones de la persona que hace el informe. Esdecir, no se centran en el contenidode lo que se comunica. sino en la condición del comunicante. De hecho, se cen-tran eo dos preguntas pertinentes que cabe plantear cuando se ofrecen descrip-ciones. La persona que hace el informe, éposee algún interés que desacredite suinforme? la persona alguna acreditación que aumente su credibilidad? És-tos no son los únicos tipos de construcciones que pueden ayudar a desplazar lasdescripciones hacia arriba o hacia abajo por la jerarquía de modalización. Otrosenfoques pueden centrarse en cómo se describe el tema de! informe (discurso em-pirista, detalle y narración) y también en la relación entre diferentes informes delmismo suceso (consenso y corroboración).

Discurso empirista

En el capítulo 1 examinamos varios enfoques sociológicos de la ciencia. Sinembargo, la discusión de lalínea de trabajo que se centra en e! discurso científicose aplazó hasta más adelante a causa de su pertinencia directa a cuestiones rela-cionadas con la construcción de hechos. Una de las principales condusiones delos trabajos sobre eI discurso científico es que los científicos recurren a vocabula-rios o «repertorios interpretativos» diferentes cuando describen su trabajo. Losrepertorios interpretativos son conjuntos de términos relacionados sistemática-mente que se suelen emplear con una coherencia gramatical y estilística. y que sesuelen organizar en tomo a una o más metáforas fundamentales. Son uno de losprincipales recursos que emplean los científicos para construir versiones de sumundo. Nigel Gilbert y Michael Mulkay (1984) denominan «repertorio empi-rista» ai repertorio que predomina cuando los científicos describen su propio tra-bajo y los trabajos que consideran verdaderos. EI discurso de este tipo trata losdatas como primarias y sólo ofrece formulaciones generalizadas y poco o nadaexplícitas sobre las acciones y las creencias de! científico. Cuando e! científicoaparece en el discurso, se describe como alguien obligado a emprender ciertas ac-danes debido a las exigencias de los fenómenos naturales o a las limitaciones im-puestas por determinadas regias.

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152 I La represenlación de la realidad

6. Una suposición largotiempomantenida sobre la fosforilación oxidativa ha sidoque la energía desprendida por las reacciones de oxidacíôo-reduccíón se empleapara impulsar la formación dei enlace covalenteterminal anhidro dei ATP. Con-trariamente a este punto de vista, los resultados cedentes de varios laboratoriosindican que esta energia se utiliza principalmente para reforzar el enlace entreADPy fosfato mediante un proceso catalftico y para facilitar la liberación deATPenlazado (Gilbert yMulkay, 1984,pág. 41).

Más adelante exploraremos este discurso con más detalle, De momento haydos cuestionesque destacar. En primer lugar, aunqueeste discursoes característi-co de la ciencia formal escrita, muchos de sus aspectos son familiares en otros con-textos, incluyendo las conversaciones cotidianas. En segundo lugar, podemoscomprender algunos de los aspectos de este tipo de discurso examinando el papelgeneral de la construcción de hechos y su relación con dilemas de conveniencia.Aunque la ciencia, como ya he destacado. tiende a considerarse un campo dondese produce una discusión desinteresada de hechos puros, en potencia se puede in-vocarunageanvariedad de interesesparasocavar las afirmaciones de un científico(Gilbert y Mulkay, 1984, capo 4; Potter y Wetherell, 1987, págs. 151-152). EI dis-curso empirista maneja el dilema de la conveniencia desviando la atención de loscientíficos y centránclola eo aquello que se comunica, de manera muy parecida alo que hacía Diane en el fragmento 2 ai centrarse en los zapatos de Neil y no ensus propias razones para no investigar la presencia de un presunto ladrón. De he-cho, el repertório empirista lleva esta hasta el extremo, y no se limita a centrarseen los datos sino que los construye como si tuvieran una agencia propia. EI co-munieante se convierte en alguien que responde pasivamente a las exigencias delos hechos.

Construcción de corroboración y consenso

Aunque las nociones de corroboración (chay otro testigo de este suceso?) yconsenso (cestán de acuerdo los diferentes testigos?) son familiares en contextosjudiciales, tienen un uso rnucho más amplio. Como ocurre con la acreditación decategorias, es tentador considerar que son simples elementos de uo razonamientoclaro y sensato; cuantos más testigos independientes digan lo mismo, más creíbleserá lo que descríben. No pretendo decir que esta intuición sea errónea. Pero creoque es demasiado simple en sí misma porque ignora la manera en que los testigosse pueden construir como independientes y la manera en que sus versíones se pue-den construir como idénticas. Y esto no es una simple observación técnica y ana-lítica: tambiéo interesa a los participantes. Es decir, los participantes rienden aconstruir corroboración cuando elaboran y socavan relatos.

Discurso y consnucclõn I 153

Por ejemplo, en elestudio de una serie de discusiones en tomo a lo que oeu-rrió en una conferencia de prensa oI!lhe record (Potter y Edwards, 1990), encon-tramos que se favorecía la versión de la prensa destacando el consenso existenteentre varias noticias diferentes. Lo que sigue es parte de la pregunta que planteóun miembro del parlamento sobre el contenido de esta conferencia de prensa du-rante un debate parlamentario; procede de Hansard, que es el registro parlamen-tario oficial:

7. SenorDavidWinnick(Walsall, North!: Comotodos losperiódicosdominicales co-municaban virtualmente lamismahistorie, (está diciendo e1 presidente de la Cá-mara que todos los períodistas que asistieron a la conferencia de prensa -no hanegado que se produjera una- entendieron mal lo que diio>

(Hansard,7 de noviembre, pág. 26, la cursiva es mia)

Aquí se alude aI consenso entre varias historias diferentes como garantía deverdad en un contexto donde se ha puesto en duda la veracidad de un relato. Sinembargo, dado nuestro énfasis en la retórica y en la naturaleza construida de lasversiones, cabe esperar que existan maneras comunes de contrarrestar estas for-mas de justificación. Una de estas maneras consiste en sugerir que elconsenso en-tre un conjunto de relatos es el producto de una connivencia y no de una coinci-dencia entre personas que atestiguan independientemente los mismos hechos yque, eo consecuencia, ofrecen la misma descripción. El fragmento que sigue seprodujo poco después, en el mismo debate parlamentario. EI hablante -el mi-nistro Lawson- intenta negar las historias publicadas en los periódicos.

8. SenorLawson: L.] las afinnaciones que aparecieron en la prensa de) domingo notienen ninguna relacíôn con lo que dije en realidad.... [los periodistas] tienen susnotas taquigréfícas y lo saben, como saben que se quedaron después y, ai ver que nohabía unahistoriasuficientemente buena, presentaron és/a.

(Hansard, 7 de noviembre, pág. 26, la cursiva es mia]

EI ministro socava la idea de que las noticias son iguales porque son ciertas in-troduciendo la noción de que son iguales porque los periodistas han hecho que losean. Obsérvese también que esta afirmaeión sobre la existeneia de una conniven-cia es, en sí misma, una descripción que está abierta aldebate, yd ministro la jus-tifica haciendo referencia a los intereses de los ínformadores. Como la historiaque tenían 00 era suficientemente buena, se inventaron otra. Esta nos recuerdaquelos procedimientos para la construcción de hechos no trabajan de manera aislada.Tienen la misma probabilidad de que se recurra a ellos conjuntamente, como eneste caso.

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154 I La representación de la realidadDetalfe y narración

El detalle, los datos específicos de una descripción, son cruciales para la activi-dad a la que se destina ladescripción. Sin embargo, las descripciones detalladas conminuciosidad también se pueden ernplear para elaborar la factualidad de un mato.Pueden dar la impresión de que elhablante ha estado presente aidetallar caracte-rísticas que, si bien no 50n sustanciales para la afirmación o el argumento, habríansido evidentes para alguien que realmente hubiera presenciado elsuceso. Como an-tes, trataresto como una construcción retórica no es argumentar que el detalle no esun elemento importante en la construcción de hechos; más bien se pretende desta-car que este detalle se puede producir y desarrollar por sus propiedades para laconstrucción de hechos. Después de todo, ésta es una de las principales habilidadesde los novelistas cuando relatan una historia de una manera creíble.

Tomemos la disputa sobre lo que ocurrió en la controvertida conferencia deprensa of! lhe record que acabamos de examinar. A medida que el debate conti-nuaba y se planteaban más preguntas sobre las noticias aparecidas sobre la confe-rencia de prensa, varias de los periódicos implicados respondieron con extensosarticulos que incluian descripciones detaDadas de la conferencia con muchos de-talles contextuales.

9. EIsefior Lawson estaba sentadoen un sillón,en un rincónallado de unaventanaquemira haciael jardín dei n" 11de DowningStreet. EIsecretario de prensa, el se-fíor john Gíeve. rondaba cercade la puerta. El resto de nosotros, con los cuader-nos en elregazo y sentados en sillasy sofás,fonnáhamos uncírculoen tomo aimi-nistro. Eran las 10:15 de lamafiana dei viemes 4 de noviembre...

(Observer, 13 de noviembre)

Pocos detalles de este relato son directamente pertinentes a la cuestión esen-cial de la disputa, que se centraba en un cambio potencial en las disposiciones delgobierno para el pago de subsidios. Ni el sillón, ni el jardín, ni el rondar cercade la puerta del sefior Gieve, ni el hecho de sentarse en sillas, son consecuentespara la modificación de los subsidios, y ninguno de estos detalles había sido nega-do, o ni siquiera comentado, por elministro Lawson. Sin embargo, estas aspectosdescriptivos son característicos de la manera en que se construyen escenas en lasnovelas (Fowler, 1977). Su función es hacer que lo que se describe sea gráfico ycreíble, presentando aihablante o ai escritor como testigo adecuado.

Es aquí donde el interés por el detalle se confunde con el interés por la na-rración y la organización narrativa. Se pueden organizar detalles de este tipo paraproporcionar una estructura narrativa a un relato: el orden de los acontecirnien-tos, quiénes son los personajes, etc. La organización narrativa se puede utilizarpara aumentar la credíbilidad de una descripeión particular, inscríbíéndola en

Discurso y construcción I 155una seeuencia donde lo que se deseribe se eonvierte en algo esperado o inclusoneeesario.

Aunque eldetalle se puede utilizar de esta manera, hay veces en que puede serineficaz y las descripciones vagas o generales pueden ser el camino preferido parasostener un relato, Uno de los problemas de ofrecer una profusión de detalles esque éstos se pueden socavar de varias maneras: los detalles se pueden eliminar, ose pueden identificar incoherencias que pongan en duda la credibilidad del ha-blante. El empleo de descripciones vagas o formulistas puede proporcionar mate-rial suficiente para mantener alguna acción, sin necesidad de emplear afirmacio-nes descriptivas que puedan ser objeto de socavación.

Combinar acclóny epistemologia

Hasta ahora, para los fines de esta exposición inicial, he separado las orienta-ciones de las descripciones hacia la acción y hacia la epistemología, y también hetratado los diversos estilos de justificación epistemológica como si se pudieran se-parar entre si. Sin embargo, en situaciones reales, estos tipos diferentes de justifi-cación se suelen mezclar de una manera más o menos transparente y se vinculancon la acción en sí. Es importante volver a destacar que estos estilos de construc-ción de hechos no funcionan de una manera mecánica. Más bien se elaboran y seadaptan a los detalles específicos de las situaciones en las que se emplean y siern-pre existe la posibilidad de que sean socavados.

Para terminar este capítulo dediearé un poco más de tiempo a un solo ejem-pio para demostrar cómo pueden encajar entre sí los diversos elementos y consi-deraciones que he presentado. El síguíente fragmento pertenece a los primeroscinco minutos de la primera sesión de terapia relacional de una pareja a cuyos in-tegrantes denominaremos Connie y Jimmy. Ya nos los hemos encontrado breve-mente en el fragmento 1, perteneciente a su segunda sesión. Uno de los puntoscontrovertidos de esta primera sesión es precisamente cuáles son los problemas derelación de la pareja. EI consejero pregunta por la secuencia de aconteeimientosque han desembocado en un intento frustrado de buscar consejo,

10. 1 C: [Qué- (.) 1qué sucediQ en= momento.2 E: En eaemo-mento, (0,6) Jimmyha- (.)mi-Jimmyes3 mmamente celoso. Esunaper:sona ex-extremgdamente celosa.4 Síem.pre lo ha Lsído. desde el dí:a que nos conocimos. usted?5 y en momento. se produio un episo.dio,6 con (.) un 1Ü2Q, (.) en un bar. sabe usted?7 Y l'll: bebiendo un poro yenrollãndomepor ahí. (0,8)8 Y yaest!Í. (0,4) No? Y esto (0,4)9 se le fue de lasmanosa1immysegúnJimmy

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156 I La representación de la realidad

10 Yosi:l:mpre: lo hacia y .hhh sabe? si'empre le molesjabe.11 Era una pet'&Qna cekse y yo: agraYé la situación..h12 Y esta=se largó. Paramíes (.)13 tolll1mente ridícula su manera de (.) com:l2Qrlarse (.)14 con este probkma que tie:ne.

(DE-JF/C2/S1:4)

Este relato presenta multitud de aspectos fascinantes, pero me centraré espe-cialmente en la descripción que Connie hace de Jimmy y de los acontecimientosque precedieron a que éste «se largara» (véanse análisis que abordan estos mate-riales con más detalle en Edwards, 1995, 1996). Obsérvese primero la manera enque Connie interrompe una respuesta directaa la preguntadel consejero parain-sertar una descripción de Jimmy (2-3). Describe a Jimmy como una persona ex-tremadamente celosa. Los detalles de la descripción son cruciales aquí. Los celospueden ser algo propio de la persona que los tiene o pueden ser provocados porotra persona. Según la descrípción de Connie, es evidente que los celos de Jimmyson cosa de él:Jimmy es una «persona» extremadamente celosa y había sido así«desde el día que nos conocimos». Esta descrípción contrarresta la posibilidad deque los celos fueran ocasionados por algo hecho por Connie: por ejemplo, coque-tear con un hombre en un bar, como más tarde afirma Jimmy. La descrípción queConnie hace de Jimmy cumple dos objetivos. En función de la disputa sobre porqué Jimmy la dejó, contrarresta la inferencia de que la dejó a causa de sus accio-nes. En términosepistemológicos, ofrece un marcode escepticismo paraescucharla posterior versión de Jimmy sobre el mismo suceso. La descripción que hace unhombre parológicamente celoso de la diversión de su esposa en un bar es pocoprobable que sea totalmente objetiva.

Tomemos ahora la construcción que hace Conníe del suceso en sí (5-8). Unade las características destacables de esta descripción es su falta de detalle. Aqui,«episodio» es d tipo de término que se puede utilizar para parecer neutral encuestiones de causa y efecto; los lingüistas críticos han identificado este tipo deempleo del lenguaje como característico de las noticias periodísticas donde la cau-salidad se pone en duda O se rehace (Fowler, 1991; Hodge y Kress, 1993). «Tipo»y «bar» son detalles mínimos. Y en la línea 7, Connie caracteriza su actividad deuna maneramínima. En esta comunidad de hablantes, «enrollarse» significa di-vertirseo no estarserio, E incluso esto se mitiga aúnmásmencionando que habíaestado «bebiendo un poco», Lo que uno hace después de «beber un poco» sueleser (aunque no siempre: la retórica puede funcionar en ambos sentidos) menoscríticable que lo que hace estando sobrio.

Después de elaborar con firmeza los celos de Jimmy como un rasgo de su per-sonalidad, y habiendo ofrecido una descrípción dei suceso que minimiza su grave-dad, Connie se encuentra en posición de socavar la aftrmación de Jimmy de que ha-

Discurso y construcción I 157bía dejado a Connie a causa de este suceso tildándola de «totalmente ridícula». Esespecialmente importante ver qué sutil y sofisticado es lo que ocurre aquí. Es fácilconcebir este tipo de discurso, tan lIeno de vacilaciones y reparaciones, como ejern-pio de un argumento pobre o de una torpeza general de expresión donde unas per-sonas con difícuhades para expresarse hablan atropelladamente. Sin embargo, elexamen de ejemplos de este tipo pone de manifiesto cómo contribuyen estos aspec-tos a la tarea en cuestión. Por ejemplo, las formulaciones globales que emplea Con-níe en su descripción son difíciles de socavar: la descripción que hace Jimmy de esamisma tarde abarca 130 líneas de transcripción en vez de las 3 que le dedica Connie(parte de la versión de Jimmy se examinará en el capítulo 7). Por tanto, la condu-sión general es que las descripciones se adaptan intimamente a determinadas activi-dades y que se atiende a su base epistemológica de muchas maneras diferentes.

En general, este capítulo pretende preparar el terrenoparauna discusiónmássistemática y elaborada de los procedimientos para la construcción de hechos quese abordan en los dos capítulos siguientes. Empezamos argumentando que la ela-boración de la factualidad se puede explorar exprimiendo la metáfora de la cons-trucción hasta sus limites y combinando selectivamente elementos construccionis-tas procedentes de la lingüística, el análisis conversacional y el postestructuralismo.

Este enfoque construccionista insiste en tres aspectos analíticos. En primer lu-gar,es anticognitivista. Su interés no es la construcción entendida como un procesomental que comporta el aparato cognitivo de esquemas, almacenes de recuerdos yrepresentaciones sociales.Aunque existen numerosas razonespara evitaruna pers-pectiva como ésta, unade las principales es que desvíala atenciónde cómo se orga-nizan los relatos factuales y cómo encajan en interacciones particulares. Tanto si sederiva de la psicologia cognitiva (Neisser, 1976) como de la teoria de las representa-ciones sociales (Moscovici, 1984) o de la lingüística crítica (Hodge y Kress, 1993),Iateorización cognitiva tiende hacia una perspectiva individualista que se aparta de lasprácticas humanas en las que se inscribe la construcción de hechos. El segundo as-pecto se centraen eldiscurso,es decir, en elhablay en los textos en cuanto prácti-cas sociales y no eo reconstrucciones etnográficas de las mismas. El hecho de cen-trarse en el discurso facilita retener elorden dd detalle que interviene en el estable-cimiento de la faetualidad. El tercer aspecto destaca que la construcción de hechosse organiza retóricamente. Es decir, el análisis funciona en dos dimensiones estre-chamente relacionadas entre sí. No sólo se ocupa de la construcción de hechos (co-sificación) sino también de la destrucción de hechos (ironización}; y aborda tanto laretórica defensiva mediante la cual se protege un relato contra ataques, como la re-tóricaofensivadestinadaa socavarunadescripcióncontraria.

Después de estos comentarios preliminares he desarrollado una distinción en-tre la orientaciónhacia la acción y la orientación epistemológica de las descripcio-nes, con el objetivo de mostrar que las descripciones se pueden analizar tanto enfunción de los tipos de acciones que realizan o contribuyen a realizar, como en fun-

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158 I La represenlación de la realidad

ción de la construcción de hechos; es decir, se puede analizar el proceso median-te el cual se hace que una descripción se convierta en un hecho aceptado. En cadauno de estas procesos pueden intervenir diferentes aspectos de Ias descripcio-nes. Es necesario destacar, sin embargo. que esta distinción es más heurística quereal. Después de todo, eo muchos casos las seciones consiguen realizarse precisa-mente mediante la construcción de hechos. La orientación epistemológica no esun interés abstracto o filosófico por la verdad; es un interés prácrico y contextualen hacer que una descripción sea creíble,

Por último. se han agrupado en dos conjuntos varios elementos diferentes quepueden contribuir a la construcción de hechos. Por un lado. se encuentran lasprácticas que implican distintas construcciones del agente y que se basan, porejemplo, en sus intereses y sus desafectos, o en SUB acreditaciones. Por otro lado.se encuentran las prácticas que separan las descripciones del setor como, porejernplo, el empleo de un discurso empirista, la fabricación de corroboración y laorganización de descripciones en narraciones. Éstos serán los temas de los dospróximos capítulos.

5 INTERESES Y ACREDlTACIONES DE CATEGORíAS

En este capítulo retomaré y desarrollaré algunas de las ideas del capítulo an-terior sobre las maneras en que se puede desarrollar la identidad de los agentesque producen descripciones para elaborar su credibilidad. En función de la dis-tinción general antes introducida entre la orientación hacia la acción y la orienta-ción epistemológica de los relatos descriptivos, me centraré principalmente en lavertiente epistemológica. En primer lugar,me centraré en cómo se recurre a cues-tiones de conveniencias o intereses para socavar afirmaciones y relatos, y cómo seresisten estos intentos. En segundo lugar, me centraré en cómo se puede otorgarautoridad a descripciones destacando o elaborando pertenencias a caregorias queimplican acreditaciones de conocimientos particulares, y de qué manera tambiénesto se puede socavar. Los temas gemelos de la conveniencia y la acreditación decategorías son aspectos que impregnan el razonamiento cotidiano sobre hechos ydescripciones. La factualidad de un relato se puede potenciar desarrollando acre-ditaciones de categorias y se puede debilitar destacando la conveniencia personalo institucional del autor del relato.

Aunque eltema principal de este capítulo será la gestión de las convenienciasy las acreditaciones epistemológicas, hay otra consideración importante que surgecuando consideramos la relación entre la identidad del hablante/escritor y la fac-tualidad de la versión que produce, y esta consideración es lo que Goffman (1981)denomina «posicionarniento» (jooting). Este concepto hace referencia a la gamade relaciones que hablantes y escritores mantienen con las descripciones que co-munican. Por ejernplo, las personas pueden hacer afirmaciones propias o puedencomunicar afirmaeiones ajenas: y cuando comunican afirmaeiooes pueden mos-trardiversos grados de distancia en relación a lo que comunican. Así como existeun interés fundamental en las conveniencias y los intereses, también existe un in-terés en la neutralidad, es decir, en demostrar la ausencia de conveniencias. La po-sición es fundamental cuando abordamos informes factuales, porque los hablan-

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160 I La representaci6n de la realidad Interesas y acreditaciones de categorías I 161

FIGURA 5.1. Relaciones entrela acreditación de categorias, la fonnulación de intereses y elposicionamiento

Antes de empezar a considerar la conveniencia y eI interés con un poco másde profundidad, es importante reiterar algunas de las advertencias hechas en elca-pítulo anterior. En primer lugar, es importante recordar que el objetivo de este li-bro no es intentar evaluar la adecuación de los relatos factuales. La meta no es

tes administran su responsabilidad personal o institucional hacia tales informesmediante la parafemalia de la posición. Como veremos, la posición proporcionaun conjuntode distincionesque orientanla asignación de culpas.elogios, escepti-cismo, etc.

Es una simplificación exagerada, pero así y todo ---o así lo espero-- heuristi-camente útil, presentar estos intereses en función de un diagrama (figura 5.1). Enél se indican algunas de las relaciones más importantes entre la acreditación de ca-tegorías, la formulación de intereses y el posicionamiento, y SUS consecuenciaspara la factualidad y la responsabilidad dei hablante. Las acreditaciones se pue-den utilizar para elaborar la factualidad de los relatos; los intereses se puedenformular para socavarIos. Como veremos, SiD embargo, cuando conseguimosobservar parte dei detaIle de las prácticas de invocación de intereses y de afirma-ciones sobre acreditaciones, esta pauta se hace cadavez menos nítida. En cuantorelatos factuales,los diagramas tienen virtudes y defectos (Gilbert y Mulkay, 1984,capo 7; Myers, 1990).

Factualidad

Posicionamientodistante

Acreditaciónde categoria

tDescripción

Fonnulaciónde interés

Posicionamiento

Responsabilidaddel bablante

conseguirunabase mássólidaparadecidirsi unaafirmación o descripciónes ver-dadera o falsa. En cambio, el objetivo es ver cómo las personas mismas manejan ycomprenden las descripciones y su factualidad. Por tanto, es especialmente im-portante distinguir entre este objetivo y la literatura de la ciencia social cuya metaestriba en explicar la naturaleza de las afirmaciones y de los argumentos en fun-ción de los intereses de sus productores, es decir, e! tipo de teoria de! interés exa-minada en e! capítulo 1. Siguiendo I. iniciativa de la teorización ernornetodológicaexaminada en el capítulo 2, los intereses mismos constituirán un tema de análisis.Es decir, d objetivo no es explicar analiticamente cómo los intereses determinandescripciones, sino cómo las personas mismas socavan descripciones invocandointereses y cómo, al mismo tiempo, disefian descripciones que contribuyen a estasocavación. Lo mismo cabe decir deI posicionamiento. Exploraremos, por ejem-pio, cómo se establecen distinciones entre quién es el origen de una descripciónparticular y quién se limita a transmitiria. Pero esto no implica explicar la relacióngeneral entre el origen y e1 transmisor de un punto de vista, ni determinar si unagente es realmente origen o transmisor en un contexto específico.

La segunda advertencia se refiere a cómo se construye el agente (hablante oescritor). Gran parte deltrabajo examinado en este capítulo y en otros lugares seinspira eo eI análisis conversacional, y se basa en transcripciones del habla de per-sonas individuales. A causa de esto, es demasiado fácil caer en la trampa de pen-sar que las unidades básicas de este análisis son las personas individuales. Sin em-bargo, siguiendo el énfasis en las propias construcciones de los participantes, esimportante resistirse a esta presuposición. Las descripciones se puedeo tratarcomo productos de individuos, pero también de diversos tipos de colectividades:«EI editorial de The Times afirmaba que», «según ha manifestado hoy e! Gobier-no», «e! juez resumió los resultados de! informe». Como Jenny Mande!baum hailustrado hábilmente en varias estudios, las historias y las versiones se suelen ela-borar en colaboración (Mandelbaum, 1987, 1993). Visto de otra manera, la natu-raleza deI agente que habla o escribe se establece eUamisma mediante procesosde construcción de hechos, y muy bien puede llegar a ser e! elemento discutible deuna interacción.

La tercera advertencia se refiece a las ambiciones necesariamente limitadasde este capítulo. La conveniencia, la aereditación y elposicionamiento son temas degran envergadura. No es difícil imaginar Iibros enteros dedicados a ellos. La co-bertura que aquí se dará no será meramente superficial, pero tampoco será muyprofunda. Sin embargo, espero que baste para mostrar, en primer lugar, lo im-portantes que son estas cuestiones en la coostrucción de la factualidad y, en se-gundo lugar, algunos de los procedimientos básicos para recurrir a ellas con e! finde construir y destruir versiones factuales.

Por último, aunque gran parte de la investigación examinada en este capítulose realízó dentro de una tradición analítica conversacional amplia, esto no signifi-

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162 I La representaci6n de la realidad

ca que se abandonen las ideas importantes procedentes del trabaio realizado en lasociologia de la cieneia y el postestructuralismo. La razón de esto es que elanáli-sis conversacional, eon su atención detallada hacia secuencias reales de interac-ción, ha desarrollado más plenamente la idea de que las descripciones se tienenque elaborar y desarrollar y que se pueden utilizar diversos mecanismos y proce-dimientos para hacerlo. Captura con precisión el nivel de detalle indirecto quecon frecuencia se pierde por las rendijas existentes entre las grandes ideas de la so-ciologia dei conocimiento cientifico y el postestructuralismo.

Convenlencla e Interés

He utilizado los términos generales «conveniencia» e «interés» como emble-mas de una gama entera de consideraciones que las personas pueden utilizar parasocavar descripciones. En su significado más fuerte, esta noción se ernplea para su-gerir que quien hace la descripción, o la institución responsable de la misma, tie-ne algo que ganar o perder; que no carecen de intereses. Tienen un interés enalgún curso de acciones con que se relaciona la descripción, o entran en juegoconsideraciones personales, econômicas o de poder. Las descripciones se puedenexaminar de manera general en relación a un fondo de cornpetencias, proyectos,lealtades, motivos y valores. Se puede considerar que las personas poseen intere-ses o prejuicios muy arraigados, o que simplemente son demasiado estúpidas paraver adecuadamente lo que ocurre (aunque socavar una descripción no dependesiempre de mostrar que el hablante tiene algo que ganar o perder directamente).

He aqui un ejemplo donde la conveniencia se formula explicitamente. Proce-de de una entrevista hecha por David Frost aiescritor Salman Rushdie. La entre-vista se centra en la denominada [atua, la sentencia a muerte de raíz religiosa quepende sobre Rushdie.

1. Prost: cómo la podrfan anular ahora? (.La pueden anular? Ellos dícen queno.

Rushdie: Ya, pero (.sabe?, como alguien dijo una vez, (.quévan a decir, si no?Lacuestión es que, sin entrar en los arcanos de la teología,no hay ningúnproblema técnico. No es un problema técnico. El problema es que noquieren.

(PublicBroadcasting Service, 26 de noviembre de 1993, la cursiva es mía)

La primera respuesta de Rushdie a la afirmación de que la fatua no se puedeanular es tratar esta afirmación como motivada. La expresión van a deeir, sino?» se refiere a un antiguo y famoso escândalo político británico. En ese contex-to, se utilizó en un juicio en respuesta a la negativa, por parte de un miembro de

Intereses y acreditaciones de categorias I 163

la aristocracia, de haber mantenido relaciones sexuales con una mujer acusada deprostitución. El disefio de esta frase ofrece varias aspectos interesantes que la ha-cen especialmente adecuada para la invocación de intereses. Sobre todo, trata loque se dijo como algo que era de esperar: es el tipo de cosa que dirían personascon esos antecedentes, esos intereses, ese conjunto de actitudes, y formula estaprevisibilidad como uo conocimiento compartido: (quê van a decir, si no? (véaserambién Edwards y Potter, 1992, págs. 117-118). Es decir, no es necesario especi-ficar o explicar con detalle la naturaleza de estos intereses.

Este ejemplo implica una forma directa, casi estereotipada, de invocación deintereses. ilustra eI fenómeno claramente, pero es probable que no sea caracterís-tico. Con frecuencia, la invocaciôn de conveniencias e intereses es mucho menosexplícita. Mi interés aquí, sin embargo, no reside en cómo se construyen las atri-buciones de intereses sino en cómo se resisten. Dada la gran posibilidad de queuna descripción se pueda socavar de esta maneta, explícitamente o de otro modo,no es sorprendente que se hayan desarrollado numerosos enfoques para aniquilaro minimizar esta socavación. Me centraré en los enfoques que haeen referencia ex-plícita aios intereses, ya que proporcionan un punro de partida relativamente claro.

Vacunas contra las conveniencias

EI carácter general de la consideración de las conveniencias y los interesescuando se utilizan deseripciones, se muestra tanto por la manera en que se puedeninvocar los intereses para socavar versiones como por la manera en que se adap-tan las versiones para anular esta socavación. Empezaremos considerando algunosejemplos de descripciones construidas para anular imputaciones de convenienciaso intereses. Empleando una analogía médica, podemos referimos a estos intentoscomo vacunas contra las convenieneias.

EI primer ejernplo es el más sencillo y procede de un articulo periodístico ti-tulado «Un psiquiatra revela la angustia y lalocura de los grandes artistas».

2. EI estereotipo dei genio torturado que sufre por su arte y extravía su menteen un mar de depresiones, problemas sexuales y bebida, resulta ser esencial-mente verdadero, afirma hoy un psiquiatra.Aunque científicos, filósofos y políticos pueden presentar problemas de per-sonalidad, para encontrar una verdadera inestabilidad mental debemos ob-servar a los escritores y los pintores, afirma Felix PostoAI principio, el doctor Post era escéptico, pero después de haber estudiadolas vidas de cerca de 300 hombres famosos, cree que una creatividad excep-cional es inseparable de lainestabilidad mental. De alguna manera, concluyeeI doctor Post, la enfermedad mental puede impulsar algunas formas de crea-tividad (TheGuardian, 30 de juniode 1994).

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164 I La representaciónde la realidad

Lo que es especialmente interesante de este fragmento es la frase seiialada conla flecha, que describe al doctor Post como inicialmente escéptico. (Por qué se en-cuentra esta afirmación aquí? Lo primero que debemos destacar es que su pre-sencia muestra que el articulo está orientado hacia la posibilidad de que las afir-macionesdei doctor Post puedanestarmotivadas por su fracaso en trascender es-tereotipos familiares. La vacuna funciona contrarrestando la crítica potencial deque el doctor Post simplemente sígue los estereotipas comunes sobre la locura yla creatividad. Obsérvese que nosotros no tenernos que inventar ninguna especu-lación analítica sobre la pertinencia de este estereotipo, porque el propio artículoempieza eoo ella. De hecho,parte de la «historia» deI artículo es que este estereo-tipo «resulta» ser cierto.La cuestión,pues, es que la vacunación contralas conve-niencias nos insta a no tratar esta afirmaeión como el produeto de alguns expec-tativa del doctor Post, sino como un producto de los hechos en si. La implicaciónes que los hechos son tan sólidos que pueden superar el escepticismo.

He aquí otro ejemplo que muestra elmismo procedimiento, pero empleado enun contexto interactivo. Procede de un estudio realizado por Sue Widdicombe yRobin Wooffitt (1995) sobre los miembros de una subcultura juvenil que hablan desus vidas y sus identidades. Estos investigadotes destacan que los miembros de es-tas subculturas pueden tener problemas para mostrar autenticidad, es decir, paramostrar que hacen elecciones personales eo vez de limitarse a seguir una moda oceder a las presiones dei grupo. En eIsiguiente fragmento, eIhablante relata cómodesarrolló un gusto musical particular característico de su subculrura:

3. 1: {Cuândo y cimo te metiste a roquero?R: Pues debía tener unos ca12rceo quince afies (.) algunos amigos de la es-=la lo eran (.)

I: mmhm-4 R: y eUos - y yo dije bueno elheavy metal es ciumgo, y ellos dijeron que no,

quéva-+ y me dieron algunas cintas para que las escuchara yme gustaron de ver-

dad. [me -gusróI: -mmhmR: y así es como e-empecé a meterme en esta (.) antes me gustaban cosas

como J2yranJ2yran ySpandau BaDet (.) hah hhI: mmhm y entonces -quierc decir córno-R: [.pero eso es porque no había esccchado heavy metal

(sabe?(Widdicombe yWooffiu, 1995,págs. 140-141)

Una manera de comprender lo que ocurre aquí es considerar que d entrevis-tado está resolviendo un problema: cómo ofrecer una descripción de su conver-sién en «roquero» sin ofrecer una historia de presiones sociales que amenace su

Interasas yacreditactones de categorias I 165auténtica identidad «roquera». Este problema se agudiza especialmente al princi-pio dei fragmento, donde se introduce eI papel de los amigos de la escuela: loscompaíieros que podrían ejercer la presión, Es de destacar que en este punto elhablante vacila y se detiene para proporcionar una descripción que construye supunto de vista inicial dei heavy metal: «Y yo dije bueno elheavy metales clumgo».Contra esta expectativa inicialllega a ver lo agradable que es el heavy metal.An-tes no le gustaba porque «no había escudlado heavy metal (sabe?». Es aquí don-de está operando la vacunación contra las conveniencias.

Esta secuencia descriptiva es bastante más compleja que d fragmento 1, yaque eI trabajo constructivo se realiza tanto sobre la cualidad de la música heavymetal (agradable si uno la escucha) como sobre la secuencia de sucesos. La carac-terística interactivamente importante es que la narración presenta eldesarrollo dela identidad «roquera» como un producto serio de la apreciación musical. Lo cru-cial es que el hablante no adoptó esta identidad meramente para seguir a sus ami-gos, sino a causa de la calidad de la música en si. Es decir, no se limitó a copiar loque hacían sus amigos, sino que hizo un juicio personal que iba en contra de suspropios prejuicios anteriores.

Como tereer ejemplo de vaeunación contra las conveniencias examinaré algu-nos elementos del estudio clásico de Dorothy Smith sobre la construcción de he-chos: «K is mentally iII» (Smith. 1978; 1990). Smith analizó cómo se construye eIrelato de la decadencia mental «de una chica» para hacer que su enfermedad pa-rezea un hecho deImundo como cualquier otro. Los detalles completos de este es-tudio no vienen ahora al caso (véase una discusión más detallada en Potter y otros,1984; Wooffitt, 1992) y me centraré en la secuencia inicial dei relato que incIuyeeIcomentario del entrevistadot sobre algunos de los sucesos y, después, la parteinicial de la descripeión que la entrevistada -Angda- hace de K.

4. Angela conoció a K hace unos 4 anos, durante su primer ano en launiversidad.Angela habia ido a lamisma escuela aunque un curso por detrás de K, y euandole presentaron a K se sintió Ueoa de admiracióo. He aquí una chica, un afio ma-yor, de tan bueoa família, buena estudianre, tan bonita, tan arnable, tan atlética,que estaba dispuesta a ser su amiga. K propuso realizarexcursiooes y se fueron aesquiar, a nadar,a jugar a tenis juntas. Durante eIotofio se incorporaron a un gru-po y, como resultado, pronto intervinieron más personas en este contacto. [...]Angela: Mi reconocimiento de que alli había algo que no iba bien fue muy gra-

dual y, de hecho. fui la última de sus amigas íntimas que estuvo ebierta-mente dispuesta a admitir que estaba perdiendo el juicio.

(Smith, 1990,págs. 17-18)

Uno de los aspectos del relato de la enfermedad de K es que induye muchascosas que pueden considerarse críticas con K. Y, naturalmente, la descripción.perdet el juicio» se suele emplear negativamente. Por elIo, el relato podría consi-

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166 I La reprasenlación de la realidad

derarse motivado; en otras palabras, podría ser producto de aversión, celos o algoparecido. Una de las tareas realizadas en la parte inicial del relato es proporcionarunavacuns contra tal interpretación. Aquí, la vacunaes aúnmás compleja que enel fragmento 2 e implica la combinación de varios aspectos.

En primer lugar, construye a Angela como amiga de K; de hecho, como unaamiga íntima. Una de las características dei empleo cotidiano de la categoría de«amigo» es 5U implicación de lealtad y sentimientos positivos; los amigos son laspersonas a las que uno es leal. Desde luego, no son personas a las que atacar y cri-ticar. ütro aspecto es que el relato proporciona una serie de detalles a partir de loscuales cabe inferir la condición de Angela como amiga de K. Se producen variasevaluaciones positivas (<<de tan buena família, buena estudiante, tan bonita, tanamable»); se comunica que había trabado amistad con K; y se describe cómo com-partieronvarias excursiones festivas. Por último, el reconocimiento por parte deAngela del problema de K se construye como reticente; no es algo que Angela de-seara. Como dice Smith:

Puesto que el«hecho» que se debe reconocer o establecer es negativo y elmarcoestruetural sólo declara motivos positivos hacia K, no hay base para sospechar de losmotivos de AngeIa. Aqui, laretórica deI hecho es que Angelase ve obligada a recono-cerlo. Esun hecho independiente de su deseo; eUa no lo desea y, sin embargo, se ve«obligadaa encararlo» (1990,págs.27-28).

Igual que el escepticismo inicial del doctor Post sobre la locura y la creativi-dad y las expectativas negativas iniciales del «roquero» acerca de! heavy metal,la vacunación contraias conveniencias trabaja para desarrollar la credibílidad o lafactualidad de la descripción, anulando la función de socavación de la atribuciónde conveniencias. En situaciones donde las descripciones se podrían socavarcomo interesadas, la vacuna contra las conveniencias presenta un interés contra-rio: en el fragmento 1, la credulidad se contrarresta con escepticismo; en el frag-mento 2 la irnitación ciega es contrarrestada por puntos de vista anteriores nega-tivos junto con una evaluación cuidadosa; en e1 fragmento 3 la hostílidad es con-trarrestada por la amistad.

Conveniencias, necnoe, actitudes y atribuciones

Es útil aclarar qué tiene de distintivo este enfoque de la construcción de he-chos comparándolo con alguna investigación de la psícología social en la tradiciónamplia de la «cogníción social» (véase una descripción general en Augoustinos yWa1ker, 1995). Una de las cuestiones abordadas en esta tradición es cómo condu-ce elproceso de atribución a cambios de actitud. Concretamente, unos ti-

lntereses y acreditaciones de categorfas I 167pos de atribuciones que conducen a socavar unas afirrnaciones y existen otros queconducen a aumentar su credibílidad?

Por ejemplo, un estudio realizado por Wendy Wood y Alice Eagly (1981) ex-ploro esta cuestión en un experimento centrado en la credibílidad de argumentossobre la pornografía. A los participantes en el estudio se les proporcionó un pa-quete de materiales relacionados con una persona lIamada Jim. Estos materialesincluían un conjunto de argumentos para limitar la pornografía que habían sidoexpresados porJim en una entrevista, y diversos fragmentos de información sobrecosas que Jim había dicho en el pasado, sobre el hecho de que Jim era un católicopracticante, etc. Los investigadores tuvieron algunos problemas para construir aJim como una persona real y creíble porque era totalmente fictícia. EI aspecto cru-cial del estudio residía en cómo se representaban los puntos de vista sobre la por-nografía que Jim había tenido en el pasado. Para la mitad de los participantes, Jimfue descrito como partidario de la libertad de expresión y la Iibre circulación dematerial pornográfico; para la otra mitad, fue descrito como contrario a la liber-rad de expresión y la pornografia.

Cuando se preguntó a los participantes qué importancia había tenido esta evi-dencia factual en los argumentos de Jim contra la pornografia, las calificacionesfueron máximas en los participantes para los que Jim había sido anteriormente undefensor de la libertad de expresión y de la pornografía. La interpretación de esteestudio por parte de Wood y Eagly fue que, en la condición donde Jim era cohe-rente con 5U postura antipomográfica, los participantes sencillamente atribuyeronlos argumentos a lo que él era como persona. Sin embargo, cuando se le presentócomo previamente partidario de la pornografia, esta atribución no era posible:Jim no era una persona contraria a la pomografía; por tanto, los participantes tu-vieron que encontrar otra cosa a la que poder atribuir la causa de su cambio dementalidad y lo más evidente era la naturaleza factual de los argumentos mísmos.

Ahora bien, superficialmente, esta investigación concuerda con los ejemplosdescritos en este apartado: la credibilidad de Jim es avalada por su cambio dementalidad, como ocurría con el doctor Post. No es noticia que alguien con unlargo historial de sentimientos antipornográficos argumente contra la pornogra-fia; ni que alguien que cree en e! estereotipo de que la locura y la creatividad vanjuntas reproduzea esto en su investigación. Sin embargo, existe una diferenciafundamental en la manera de comprender qué es lo que ocurre. Para Wood yEagly, la atribución es un proceso cognitivo dirigido por la percepción del mun-do, y e! mundo está poblado por entidades: Jims que cambian de manera de pen-sar y Jims que no cambian, En cambio. el argumento aquí es que estas cosas seconstruyen y se reelaboran durante la interacción. Las personas se construyen a símismas como poseedoras de unas expectativas o unos puntos de vista particula-res, y lo hacen según 5US necesidades y de una forma que se adapte estrechamen-te a la interacción del momento.

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168 I La representación de la realidadExiste otra diferencia crucial. De los participantes en el estudio de Wood y

Eagly se espera que traten los materiales relacionados conJim como si fuetan sim-plemente factuales, como ventanas abiertas a cómo es realmente Jim (o cómo se-tía de haber existido). Si aceptan la historia contada pot los expetimentadores, laúnica elección que les queda es tratar los argumentos sobre la pornografia comoreales y lo suficientemente creíbles como para convencer a un escéptico. No dis-ponen fácilmente de otra explicación. Sin embargo, fuera del ambiente especiali-zado dellaboratorio psicológico social, las personas no tienen estas restricciones.Por ejernplo, a diferencia del caso de Jim y sus puntos de vista sobre la pornogra-fia, los oyentes pueden examinar las afirmaciones de Angela sobre su amistad conK y ponerlas en duda, reelaborarlas o incluso argumentar en su contra. Las habi-lidades retóricasque permiten a Ias personas vacunarse contra las conveníenciastambién les permiten combatir estas vacunas. El laborarorío de psicologia sociales un bastión bien defendido contra este tipo de retórica abierta.

Confesi6n de conveniencias

Aunque la vacuna es una manera común de abordar el dilema de la conve-niencia, existe otro método común que es la confesión. A primera vista, cuestaconsideraria una técnica de construcción de hechos. En abstracto, podtía parecetque la confesión de un interés equivale a ceder, o a proporcionarmunición a loscríticos, tanto si se produce en eI curso de un argumento con un líder político dela oposición como si el argumento es con la propia pareja. Sin embargo, en algu-nos tipos de interacciones las cuestiones relacionadascon la conveniencia puedenser tan manifiestas que vacunarse contra ellas puede ser difícil y es muy ímproba-ble que ignorarIas tenga êxito. Si las consideraciones acerca de las convenienciasson ineludíbles, quizá sea mejor confesarlas.

He aqui un ejemplo sencillo. El autor es un critico teatral que escribe en sucolumna periodística sobre el papel desempenado por los ctíticos y sobre un com-paâero de profesión que había sido atacado con virulencia en una carta abierta fir-mada por un grupo de artistas. El ctítico concluye su columna con una forma fa-miliar de socavación basada en las conveniencias, aunque aqui le da la vuelta y laconvierte en una confesión de conveniencias.

5. Mi propia sensación es que los críticos teatrales britânicos somos gentebenevolente y eternamente esperanzada, y que si tenemos algún defectoes que tendemos a loar en exceso los espectáculos. Pero, (quê iba a decir,

---t si no?(TheDai!y Telegraph, 8 de enero de 1994)

Intereses y acreditaciones de categorfas I 169Esde destacar que, en este caso, la confesión del interés viene después de una

evaluación muy positiva de los ctíticos teatrales, Ia categotía de personas ala queél mismo está fuertemente y visiblemente afiliado, y todo esto viene después deltexto principal de la columna, que se dedica principalmente a defendet aios crí-ticos. En este caso el interés es especialmente manifiesto;aquí teoemos a una per-sona que de maneta explícita y elaborada elogia aIos miembros de la categotía so-cial a la que él mismo pertenece manifiestamente. Es vittualmente imposible noverIo.En esta situación, confesar la propia convenienciamuestraque e1 escritoresconsciente de su pertinencia y no trata de enganar a los lectores. También puedeactuar como una muestra de honradez y objetividad: el autor es alguien que sepuede distanciar de sus intereses y es muy consciente de la potencial capacidaddístorsionadorade éstos. En este sentido, su exposición desarma.Tambiéncolocaal potencial objetor en la posición interactiva de lIamat la atención sobre una cues-tión que ya ha sido reconocida. No descubrirá nada nuevo. Confesar los propiosintereses de esta maneta no puede eliminar los tipos de socavación basados enlos intereses que puedan hacer los lectores, pero puede ser unamaniobramás efi-caz que dejar que los lectores hagan la socavación por cuenta propia.

EI ejemplo que sigue es bastante más complicado. Procede de un artículo deprensa que incluye una discusión de la crueldad implícita en la confección de abri-gos de piel y cita a un teptesentante de la British Fur Trade Association que se ma-nifiesta sobre la decisión de una organización benéfica de aceptar la donación deabrigos de piel.

6. Hace anos, todas las personas que se lo podlen permitir adquirían un abri-go de piel porqueéramosfelizmente ignorantes de la crueldad que implicasu elaboración. Hoy, ya no tenemos esta eXCUS8. (Qué ha cambiado? Nomucho, segúnValerie Brooke, de laBritish FurTrade Associationque,

---+ si bienposee unclaroínterés en este asunto, haceun comentario contunden-te y mordaz. «Ladecisiónde Oxfamde aceptar abrigos de piei para enviar-los a Bosnia es un triunfo tardio y parcial dei sentido común sobrela correc-ción política...»

(TheObserver. 2 de enero de 1994)

El papel de los representantes a sueldo de organizaciones es precisamentepresentar argumentos a favor de lo que representan, Nos quedariamos de piedrasi uno de estos tepresentantes empezara a atacar su propio producto y esperaría-mos que lo pusietan de patitas en la calle inmediatamente. Estas personas son de-finitivamente y oficialmente interesadas. Por tanto. cuando se citan los argumen-tos de uno de estos representantes en un artículo, se corre el riesgo evidente deque se piense: {qué va a decir, si no? Como ocurre en el último ejemplo, en casoscomo éste la respuesta más eficaz puede ser «confesar» el interés. EI fragmentoempieza con una cita de una carta. El papel de los intereses se formula de rnane-

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170 I La representaciÓll de la realided

ra clara y explícita. pero no se considera suficiente para socavar la descripciónde la decisión de Oxfam y su significado general. En este caso, la confesión dela conveniencia muestra que la redactora no ha sido embaucada ni ha pasadopor alto los evidentes intereses que están en juego; eu cambio, d comentariatiene la fuerzasuficiente parafuncionar incluso después de tenerse en cuenta es-tos intereses,

Hay otro aspecto interesante e importante del fragmento 6 que es digno demención. El artículo deserihe una pauta de conveniencia en re1ación a los argu-mentos sobre los abrigos de piel. La conveniencia se formula como algo «exter-no»: es uo aspecto dei mundo que no es pertinente para la redactora. AI centrar-se en el interés del representante de la industria peletera, la redactora logra conbastante éxito desviar la atención de la cuestión potencial de 5U propio interés,Por ejemplo, ces ella usuaria/partidaria de los abrigos de piel e intenta construirun argumento en su favor?

Conveniencia y sutileza

Estos ejemplos de vacunación contra los intereses y de su confesión no sonnecesariamente representativos de pautas de interacción en otros contextos uotras culturas, aunque sospecho que los lectores los encontrarán familiares. Sonejemplos donde la convenieneia se formula de maneras bastante explícitas me-diante frases y modismos bien conocidos: «intereses en juego», «intereses perso-nales», «qué van a decir, si no». La existencia misma de esta variedad de frasesmuestra la importancia de la conveniencia, Estos ejemplos son un indicio de algu-nas de las maneras en que se pueden manejar,elaborar, construir y socavar las con-veniencias, y destacan la importancia potencial de la conveniencia en la compren-sión que tienen los participantes de los hechos y las descripciones. Aquí, su papelestriba en destacar la cuestión de la conveniencia como fundamental, además deofrecer algunos indicadores sobre cómo se podría analizar en otros contextos. Laconveniencia se puede manejar de maneras bastante más sutiles, por ejernplo, endiscusiones de pareja o en reuniones de negocios.

Me limitaré apresentar un par de fragmentos para indicar sucintamente par-te de esta sutileza potencial. El primero procede de la misma sesión de terapia re-lacional citada en el capítulo anterior. Este fragmento corresponde al inicio de unalarga narraeión donde Jimmy describe una tarde dificil con su compafíera. El se-gundo fragmento procede de un hablante que está siendo entrevistado sobre lasrazas y otras cuestiones relacionadas con ellas en Nueva Zelanda. El entrevistadoresponde a una pregunta sobre criminalidad. Los segmentos importantes están encursiva.

Intereses y acreditaciones de categorias I 171

7. Jimmy: ConnieUevaba unafalda corta o yo quê sé(DE-JF:C2:S1:1O; la cursivaes mia)

8. fones: Se han propuestomuchas ideas,icómo eran?,de que lamayoría de las vio-laciones son cometidas por isleõos o maoríes y...

(Wetherelly Potter; 1992, pág. 96; la cursivaes mia)

Estas dos descripciones son especialmente delicadas, ya que es probable queel interés del hablante tenga un peso especial. EI fragmento 7 es parte de una dis-puta donde Jimmy se queja de que su compafiera, Connie, coqueteaba con otroshombres y, al mismo tiempo, se enfrenta a la acusación de que tiene unos celos pa-tológicos y es propenso a confundir una sociabilidad inofensiva con una insinua-ción sexual (véanse el fragmento 10 del capo 4, y Edwards, 1995, 1996). El frag-mento 8 procede de un extenso pasaie donde el hablante había realizado variasdescripciones muy culpabilizadoras de los grupos minoritarios que viven en Nue-va Zelanda. En cada caso, los hablantes cualifican sus descripciones.

En e1 fragmento 7, la cualificaeión muestra incertidumbre. Esta incertidumbreva contra la implicación de que Jimmy examinaba con receio la vestimenta de sucompaíiera y que ya estaba preocupado por ello antes de que transcurriera la tarde.Naturalmente, podriamos preguntamos si esto es simplemente una afirmación so-bre la incertidumbre real de Jimmy; sin embargo, en otra parte de la misma narra-ción, Jimmy no parece tener ninguna duda sobre la longitud de la falda de Connie(véase el fragmento 15 en el capo 6). En el fragmento 8, la cualificación es ligera-mente más compleja y, más que mostrar incertidumbre, se produce una búsqueda(<<recuerdo») de formulaciones hechas por otras personas. El «ccómo eran?» mues-tra que estas «ideas» no son del hablante y que, de hecho, no las recuerda bien; esdeeir, él no es el tipo de persona (racista, hostil) que toma nota activamente de loselementos negativos de grupos minoritarios, y mucho menos es capaz de producir-los él mismo. Asi pues, la cuestión es que cada hablante muestra sutilmente su de-sinterés precisamente en un momento en que podría constituir un problema.

Un comentario final es que, sin duda, habría sido posible elaborar este capí-tulo enteramente a partir de ejemplos de mi propia habla cotidiana o incluso confragmentos de este mismo manuscrito. Existe una gama entera de historias de in-terés, positivas y negativas, que socavan el trabajo académico. Y, como ocurría conel representante del sector peletero, una exposición «desinteresada» del interéspuede ser un mecanismo retórico poderoso tanto allí como aquí.

Acredllaclón de categorias

Cuando Harvey Sacks introdujo la noción de acreditación en sus conferen-cias, se referia especialmente a acreditaciones en relación a la experiencia. Sacks

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172 I La representación de la realidadexamina una historia sobre un encuentro con un horrible accidente de tráfico[epersonas echadas en e! sue!o y totalmente cubiertas»), Uno de los aspectos queinteresaban a Sacks eran los «derechos» diferenciales a abrigar sentimientos acer-ca de! accidente que poseen e! hablante y e! oyente de la hisroria. Sacks argumen-ta que e! hablante posee una acreditación especifica para sentirse horrorizado,para llorar y para que se le amargue e! día, y que no se puede decir lo mismo de!oyente:

... si telefoneamos a un amigo queno tiene nadaque vercon el sucesoque comunica-mos, es decir, a alguien que no resulta ser primo, tio, erc., de la persona que se ha ma-tadoen elaccidente, sino que simplemente se trata de alguien a quien telefoneamos yle contamos una experiencia horrorosa, entonces, si nuestro interlocutor se trastomatanto como nosotros o más, es que está pasando algo raro yhasta podríamos sentimosmolestos, aunque sentirse así pudiera parecer extrafio (1992, vol. I, págs. 242-248).

Es e! testigo quien tiene la acredítación. Estos tipos de cuestiones se han de-sarrollado con más insistencia en el conocimiento que en la experiencia por partede Whalen y Zimmerman (1990), como ya mencioné en eI capítulo anterior. Suiniciativa de realizar una «epistemologia práctica» se parece a lo que se desarrollaen este libro, aunque ellos se centran más en cómo se tratan elconocimiento y laexperiencia en e! contexto especifico de lIamadas a servicios de emergencia.

Deseo retomar la idea de acredítación de categorias; es decir, la idea de queciertas categorías de personas, en determinados contextos, se tratan como exper-tas. En la práctica, la acredítación de categorias pasa por alto la necesidad de pre-guntar cómo sabe algo una persona y la simple pertenencia a alguna categoria-médíco, jugador de hockey, personal sanitario-- se considera suficiente paraexplicar y justificar e! conocimiento en un ámbito especifico. Sin embargo, comoindícaba eI estudio de Widdicombe yWooffitt (1995) mencionado anteriormente,«ser miembro» no es tan sencillo como podria parecer. La cualidad de miembrose puede lograr o desarrollar; las personas pueden no ser tratadas como miembrosde determinados grupos. La naturaleza, los limites y la implicaciõn de las catego-rias y de sus acreditaciones se pueden reelaborar de muchísimas maneras (Gílberty Mulkay, 1984, capo6; Potter, 1988; Shuman, 1992; Year/ey, 1984)-Y mientras aI-gunas categorias son especialmente visibles, o están reconocidas oficialmente,otras son muy localizadas y negociables (Jayyusi, 1984).

Tomemos, por ejemplo, e! estudio que Derek Edwards y yo mismo (1992) hi-cimos de una controvertida conferencia de prensa. Una de las cosas que observa-mos fueron las diferentes maneras de describir a los «periodístas» (obsérvese, depasada, mi problema para ofrecer una descripción «neutral» de la «cosa» sorneti-da a descripciones contrapiíestas). En un sentido, las personas que hacían los in-formes para los periódicos eran simples periodístas; ninguna de las partes im-

Intereses y acreditaciones de categorias I 173plicadas eo la controversia argumentó que fueran impostores o que no existenperiodistas (aunque estas tipos de argumentos no son imposibles), Sin embargo,ésta es una categoria que puede construirse de manetas diferentes. Tomemos es-tos dos ejernplos procedentes de dos artículos distintos publicados en e! mismoperiódico e! mismo día, y donde se describe aI mismo conjunto de personas.

9. 10 periodistastotalmente expertos en taquigrafía

10. Por tanto, los cuadernos de los cazanoticias sôlo contienen un resumen super-ficial...

(ambas citas de Edwards y Potter, 1992, pég. 63; la cursiva es mía}

La cuestión es que ser un periodista no acarrea en sí mismo un conjunto deacreditaciones mecánico y ya hecho. Estas acreditaciones se pueden construir osocavar de diversas maneras. Por ejernplo, e! fragmento 9 procede dei articulodonde se establece la precisión de la historia de! periodísta. En este contexto, seconstruyen sus habilidades y acreditaciones especiales. En cambio, eI fragmento10 procede de un articulo que critica e! sistema de conferencias de prensa oI!lherecord (de! que la rueda de prensa específica formaba parte) por estar abierto a laexplotación y la corrupción. Aqui se destacan las limitaciones de las habilidadesde los periodistas junto con una categorización -cazanoticias- que sugiere inte-reses cínicos. De hecho. la palabra original inglesa hack viene de hackney carriagey hace referencia a los taxis que empleaban los periodistas para desplazarse desdee! escenario de! suceso hasta e! periódico para poder ser los primeros en vender lahistoria. La cuestión, pues, es si las acreditaciones de categorias se deberian tratarcomo cosas que se pueden construir o socavar, y no como partes congeladas de unsistema social. Los periodistas pueden ser funcionarias viejos y cansados, merosmanipuladores que malviven de historias sórdidas, o combatientes heroicos quevan tras la verdad.

Acreditaciones, amigos y mitos urbanos

Vamos a desarrollar la idea de las acreditaciones tomando como ejemplo e!caso de los denominados mitos urbanos. Estas mitos son relatos acerca de sucesosespantosos como, por ejernplo, recoger a una «ancianita» que hacía autostop yque resulta ser el escurridizo asesino dei hacha (el conductor reconoce sus manosvelludas, le pide que mire si funcionan los intermitentes y mientras tanto huye atodo trapo, para encontrar después el hacha en e! bolso de la presunta anciana),Muchas personas han contado, y han oído, historias como ésta que tienen unadifusión internacional. Una serie periodística dedicada a estos mitos urbanos(aunque presentados en un contexto bastante humorístico) nos permite examinar

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174 I la representación de la realidad

algunas de 8US características. Una cosa llamativa es que casi todos empiezan in-variablemente dei mismo modo. Éste es un caso típico.

11. El amigo de un amigo ibaconduciendo haciasu casacuandonotó algoextraiíoenla carretera. Visto desde más cerca parecía un nino pequeno que yada en la cu-neta,Frenó en seco y casi lo atropeUó. [Lanarradóncontinúahastaeldesenlace,donde se descubre a un hombre de mirada siniestra que aparecepor detrás deIautomóvil.]

(The Guardian, 16 de juliode 1994; la cursiva esmia}

Por supuesto,los contenidos de las hisrorías de este tipo son fascinantes y sehan realizado estudios acadêmicos sobre las estrueturas narrativas normalizadasque presentan. Sin embargo, lo interesante es ver cómo se introducen los mitos ur-banos. (Por qué el rípico inicio: «EI amigo de un amigo»? Tendemos a concebir eltérmino «amigo» como una categoría descriptiva pertenecíente al ámbito de lapsicología: tenemos «amigos íntimos», personas que conocemos y que «no sonamigos sino simples conocidos» o podemos estar «entablando amistad». Sin em-bargo, también es posible concebir esta categcría en términos epistémicos.

Consideremos la diferencia entre «un amigo me dijo que X» y «alguien meconró que X». Considero que la primera construcción tiene más posibilidades deser utilizada para justificar la factualidad de X. Los amigos son personas que unoconoce lo suficientemente bien como para hacer juicios sobre el1as, incluyendojuicios sobre sus potenciales conveniencias; tambiéo son personas con quienesmantenemos una relación. Invertimos algo eo esta afirmación. Se considera que laamistad implica confianza y sinceridad, y no mentira y engaiio. Por este tipo de ra-zones, «amigo» es una categoria que puede tener implicaciones epistemológicas.Sin embargo, en el ejemplo del mito urbano, la construcción no es simplemente«un amigo iba conduciendo hacia su casa», sino «el amigo de uo amigo iba con-duciendo hacia su casa». Entonces, <-por quê ese amigo de más?

Una característica de estas historias es que son sorprendentes o espantosas y,como tales, plantean multitud de preguntas: «Cuéntame algo de la persona a laque le pasó»; «<-por quê no hizo ...?»; «cómo se encuentra abora?»; etc. Éstos sonprecisamente los ripas de preguntas detalladas que pueden poner en un brete alnarrador de un relato tan inverosímil, o que incluso pueden hacer que el relatoquede desenmascarado por completo al tratar de responderias. Será difícil para elnarrador decir, por eiemplo, que esto le pasó a un amigo y que 00 sabe cómo sesiente este amigo en estas momentos. El amigo de un amigo es diferente. Es unacoostrucción que evita limpiamente estas dificultades. Sigue siendo una conexiónque se apoya un poco en las implieaeiones epistemológicas positivas de la catego-ria «amigo»; sin embargo, con esta construcción no cabe esperar que el narradoresté al tanto de otros detalles potencialmente problemáticos.

Interesesy acrednaciones de categorias I 175

Así pues, la construcción «el amigo de un amigo» proporciona un poco deacreditación y,almismo tiempo, significa que elnarrador no es responsable de nin-guna laguna, pregunta o duda respeeto a la historia: la cuenta tal como se la con-taron a él. Proporciona un punto de equilibrio entre la factualidad y la increduli-dado Esta lIama la atención sobre uno de los aspectos típicos de los discursos fac-tuales de este tipo. No sólo se debe tener presente la construcción de los hechos,sino también los tipos de réplicas que los demás puedan plantear; es decir, laspreguntas y las críticas provocadas por la formulación factual concreta. Visto deotra manera, esto es simplemente lo que cabe esperar cuando consideramos quelos relatos factuales de este tipo tienen un diseõo retórico; están preparados paracontrarrestar varios tipos de socavación. De hecho, la construcción «e] amigo deun amigo» se ha repetido tanto que ha llegado a ser casi emblemática de historiasinverosímiles. Se puede recurrira ella paradisimular, como cuando se le dice a unmédico que «un amigo mío tiene un problema muy desagradable». La cuestióngeneral a destacar aquí es que siempre es posible toparse con una réplica; las va-cunas y las acreditaciones no son garantía de éxito.

Los Ifderes de la comunidad

Cuando Quentin Halliday y yo (1990) estábamos construyendo un archivo delos relatos periodísticos de un suceso particular que implicaba a una muchedum-bre (una «revuelta urbana» a mediados de la década de los ochenta), nos sor-prendió ver con cuánta frecuencia se citaba a los «líderes de la comunidad». Loslíderes de la comunidad parecían figurar en casi todos los articulas o boletines in-formativos afirmando una cosa o acusando a la polida de otra. En estos rnateria-les, los líderes de la comunidad eran tratados como valiosos informadores sobrelos sucesos. De hecbo, una de las características que parecían definir a estas per-sonas era que conocían bien sus comunidades. En función de nuestra discusión dela relación entre la perteneneia a categorias y las acreditaciones de conocimientos,los líderes de la comunidad son personas que conocen sus comunidades. Cuandose dan a conocer sus afirmaeiones o son entrevistados en te1evisión, no se les pre·gunta cómo saben lo que dicen saber. Como ocurría con elcomunicante dei Hos-pital General que nos encontramos en el capítulo anterior, se les trata como si tu-vieran unas acreditaeiones de conocimientos espeeiales.

Sin embargo, cuando comparamos historias diferentes sobre e1mismo su-ceso, encontramos que había diferencias sorprendentes en la manera de descri-birlo y que, sobre todo, había diferencias en las afirmaciones atribuidas a líderesde la comunidad. Por eiemplo, algunos periódicos hicieron afirmaeiones como lasiguiente:

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176 I La representación de la realided

12. los líderes locales de lacomunidad yahabían advertido que los disturbiosse re-petirían si no se abordaban los problemas de la zona (Poucr y Halliday, 1990,pág.910).

En cambio, otros periódicos ofrecieron una versión bastante diferente:

13. Ia explosión de violencia que sacudió a la naciónha desconcertadopor igual a lapolida y aios líderesde la comunidad (Potrer y HaIliday, 1990,pág. 909).

Entonces propusimos que estaban oeurriendo dos elases de cosas. En primerlugar, periódicos y periodistas tienen una tarea fundamental que consiste en con-tar una versión autorizada de los sucesos. Necesitan «hacerse eon la historia».Esta es así tanto si los consideramos órganos imparciales de la verdad como si losconsideramos voceros mediáticos de intereses políticos. Suele ser bastante difícilofrecer relatos autorizados de sucesos protagonizados por muchedumbres porquetienden a producirse sin aviso previo y sue!en presentar una gran dispersión geo-gráfica, además de ser muy desconcertantes para los forasteros (Reicher, 1987).Esto significa que contar este tipo de historias es bastante difícil y que los infor-madores locales son especialmente importantes. Todo elIo puede desembocar endificultades para lograr un relato autorizado.

Aquí es donde entra en juego la segunda propuesta. Una de las característicasde la categoria «líder de la comunidad» es que los criterios para determinar quiénes un «líder de la comunidad» son muy complejos. LenaJayyusi (1984) ha enume-rado cinco criterios tipicamente empleados para decidir la pertenencia de una per-sona a una categoria. Estos criterios son: a) disponibilidad perceptiva (qué aspectotienen): b) disponibilidad conducrual (actúan de maneras determinadas); c) confe-sión en primera persona (afirman pertenecer a la categoria X); d) afirmadón porparte de terceros (otras personas afirman que pertenecen a la categoria X); y e) pre-sentación de credenciales (documentos o distintivos oficiales). Ahora bien, una delas cosas interesantes sobre la categoria «lideres de la comunidad» es que los crite-rios son muy difusos: no pueden identificarse por su aspecto; no existen creden-ciales oficiales y es muy improbable que baste con afirmar «soy un líder de la co-rnunidad». Loque sí parece ser cruciales cómo actúa la persona y qué dicen otraspersonas sobre él, y ninguna de estas dos cosas es fácil de comprobar.

Asipues, eImeollo de todo esto es que «líder de la comunidad» es una catego-riaque combina una acreditación de conocimientos sólida con unos criteriosde in-cumbencia débiles o, por lo menos, unos criterios de incumbencia difíciles de apli-car por personas ajenas. Esto significa que los líderes de lacomunidad son muy ade-euados para justificar afirmaciones periodisticas. Por un lado, son personas de lasque se espera que sepan; por otro, para los lectores o para otros periodistas es difí-cil poner en duda su idoneidad como informadores porque los criterios para deter-minar su pertenencia a esta categoria son muy difusos. Dehecbo, aún es más difícil

Intereses y acreditaciones de categorias I 177

discutir 5U pertenenciaa esta categoriaporque co los materiales que examinamos laexpresión «líderes de la comunidad» se empleaba como una descripción plural anó-nima de una manera abrumadora (como en los anteriores fragmentos 12 y 13). AIigual que «e! amigo de un amigo...», la combinación entre una acreditación sólida yunos obstáculos parala críticaparece ser muy resistente. Es decir, éste es un ejern-pio donde la retórica ofensiva y la retórica defensiva trabajan conjuntamente.

Construcci6n de acreditaciones en la televisi6n y en las investigacionesde campo

Uno de los argumentos que he planteado en esta sección es que la acredita-ción de categorias no es un hecho de la naturaleza. No ocurre que algunas persa-nas simplernente pertenezcan a unas categorias con acreditaciones de conoci-rnientos y otras no: estas acreditaciones se elaboran y también pueden tener queaislarse contra lineas de refutación. La mayor parte de! tiempo, esta elaboraciónsólo se manifiesta después dei discurso o aI considerar en qué medida e! discursopodía haber sido diferente (como ocurria, por ejemplo, al considerar por qué lacategoría «líderes de la comunidad», se utilizaba con tanta frecuencia en formaanónima plural). Sin embargo, existen ocasiones en que podemos estudiar partedei razonamiento que interviene en la construcción de acreditaciones. Una deellas es cuando tenernos un equipo de personas que trabajan juntas en la cons-trucción de un texto como, por ejemplo, el guión de un programa de televisión. EItrabajo en equipo necesita que las consideraciones sobre la construcción de he-chos sean públicas y explícitas: de no ser así, seguirían siendo tácitas. Vamos aexaminar algunos materiales de este tipo.

Los trabajadores de televisión suelen enfrentarse a unos plazos severísimos. Elejemplo que se reproduce más adelante procede de la e!aboración de un progra-ma de actualidad sobre eIdesvío de fondos benéficos destinados a la lucha contrae! câncer para sufragar investigaciones puras que nada tenían que ver con e! obje-tivo original (véanse más detalles en Potter y otros, 1990. Todos los fragmentospertenecen a una larga conversación entre tres de los responsables deI programa,que almuerzan en e! restaurante de una gran estación ferroviaria de Londres. Pla-nifican una entrevista que filmarán durante esa misma tarde y también discutensobre e! programa en general. Tendremos que imaginamos los sonidos de platos ycubiertos, los ruidos propios de! acto de comer y, en un segundo plano, e! anun-cio ocasional de la lIegada o salida de un tren.

El fragmento que sigue corresponde a una discusión de una lista de pregun-tas que ha propuesto la direetora, que no se encuentra presente, aunque las per-sonas que participan en la discusión parecen estar enfadados con ella. Chitty estáleyendo la lista y los presentes comentan las preguntas.

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178 I La representaci6n de la realidad Intereses y acredilaciones de categorias I 179

Aquí la cuestión es que la credibilidad deI entrevistado se considera refiejada,ai menos en parte, por su empleo de palabras adecuadas para un especialista encáncer. EI hecho de que empiece a utilizar «términos televisivos» puede provocardudas sobre su pertenencia a esta categoría; y esta pertenencia es crucialparasuacreditación para hablar con experiencia sobre el tema. Por tanto, esta historiatrata de un entrevistado que está siendo «apuntado» por la directora de! progra-ma paraque elabore su discurso de una manera coherente con la categorizaciónnecesaria para el programa. Éste es un tipo de e!aboración diferente a los anterio-res, pero e! efecto es e! mismo: construir la factualidad de una versión controlan-do la categorización de! informador y, aimismo tiempo, controlando la responsa-bilidad de los realizadores de! programa demostrando que han entrevistado a laspersonas adecuadas.

Se podria argumentar que los profesionales de la televisión, aunque se dedi-quen a realizar documentales, se sienten obligados, a causa de la brevedad de los

16. Chitty: Asique le preguntan (.) sabéisdiciéndole1im qué piensa usted deisamaritanomedio y va y empieza a decir

---t to::h que si los samaritanospiensan-+ esto, que si los samaritanos piensan lo otro, sebéís,eltipo de rollo

de los pobressamaritanos. (.)Y vaVivienne y le dice- le importariaDQ emplear Iapalabrasamaritano.

Finnis: qué?Lasleo: cPor qué::?Chitty: «riéndose» Porque es una palabra que empleamos en itdtvisión.

(Cinta5, págs.38-39)

Aubrey HiIl es médico homeopático y fundador de New Approaches to Cancer»(grabación, pág, 26). Quizá se decidió que estos elementos eran suficientes paraproporcionaruna acreditaciónde unos conocimientos y una experiencia adecua-dos, mientras que una gran cantidad de pacientes tratados no serviria para dife-renciar ai doctor Aubrey de muchos otros profesionales de la medicina.

Losdos primeros ejemplos se refieren a la euesrión básica de cómo categorizar aientrevistado para que obtenga un aura de credibilidad sobre eltema a tratar. EIpróximo ejemplo es más sutil. Como antes, mi idea es que estas casos sutiles y me-nos explícitos probablemente son más comunes, pero podemos empezar a com-prenderlos considerando las cuestiones destacadas por los casos más explícitos. Lacuestión que se discute aquí no es cómo se puede categorizar aI entrevistado sinocômo debe actuar para que se le considere miembro de la categoria adeeuada.Chitty euenta a los demás un incidente durante la grabación de otra entrevista. EIentrevistado habíaempezado a utilizar la palabra «samaritano», que había apareci-do en las preguntas, para describir aitipo de persona que hace aportaciones a fondoscontra el cáncer. La directora, Vivienne, le pidió que evitara emplear esta palabra.

cYínculosentre (0,8) t eh::masociaciones benéficas contra el cãn-cer y empresas fannacéuticas? (0,6)cSabealgo de eso, él?"tohhah" creo que muy bien lo puede sospedJar. (.) Creo que (.)ella espera que ter-dé

t-ya(un tipo que) tíene !hKtordelante dei nombreeualquier opiniónque- (0,2) opinión extrema que no se llllWlIIte (.) que él diga (0,2)lapodemosutilizar (,)en lugar de lasdos personas que hemosJ2t[.:..QidQ y que iban a decir eso en elprograma

Finnis:Chitty:

Chitty:

Finnis:Chitty:

Finnis:Chitty:Finnis:

.....

.....

15. Finnis: Para montar una entrevista necesitamos presentarlo (.) de una maneramás creíble que (.)habla (0,6)

Chitty: Si l'll pero- pero Caroline cpor lIlIé? timás creíble élque un medicuchocualquiera [20 /íneasomitidas]SOlo que que t deseamos (.) a1guna declaración general de él [sobre

UmmW,6)cuántos «r;endo» pacientes de cáncerha visto durante los últimos diezaõos?=

Chitty: =Yabicn podemos-lo podemos hacer en eI comentario cno?(Cinta5, págs. 11-12)

14.

(Cinra5, pág. 3)

No hay respuesta inmediata a la pregunta de Chitty de por qué su entrevista-do tiene más credibilidad que cualquiera que sea médico. En su búsqueda de másacreditadones proponen destacar su experiencia en el tratamiento del cáncer. Larisa de Finnís muy bien puede indicar alguns duda sobre si esto basta para esta-blecer su acreditación para hablar con autoridad sobre e1 tema. Sin embargo, eIelemento gracioso no es captado: Chitty continúa proponiendo que la experienciadei entrevistado se puede incorporar ai comentario de introducción. AI fma! re-sultó que en la grabación final se presentó ai entrevistado en eIcomentario inicialcomo médico y aimismo tiempo como fundador de una organización: «EI doctor

La cuestión de los vínculos entre las asociaciones benéficas contra elcáncer ylas empresas farmacéuticas es delicada. En respuesta a la pregunta de Finnis sobresi este entrevistado sabe algo dei tema, Chitty sólo se muestra moderadamente op-timista, pero explica su importancia en función del problema de tener a alguiencon autoridad para hablar del tema debido a su título (tener doetor delante deinombre). Asi pues, éste es un ejemplo sencillo que ilustra la orientación explícitade los participantes hacia la importancia potencial de las acreditaciones.

Más ade1ante vuelven a comentar esta cuestión y queda daro que no creenque el mero hecho de categorizar ai entrevistado como médico (<<un medicuchocualquiera») sea suficiente.

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180 I la represenlación de la realidadplazos y la exigencia de hacer unos programas apasionantes y controvertidos, adeformar la categorización de sus entrevistados. Sin embargo, no está claro quelos ejemplos de los fragmentos 14 a 16 sean distorsiones. Se podrían considerarcomo tales; pero igualmente se podrían considerar ejemplos donde los responsa-bles del programa hacen lo que pueden para presentar a sus informadores de unamanera clara y para indicar por qué sus puntos de vista se deben tomar en serio.

Además, no es difícil encontrar en campos mucho más cercanos al nuestroejemplos de trabajos similares sobre la acreditación de categorias. Por ejemplo,Paul Atkinson (1990) proporciona una discusión detallada de la manera en quelos etnógrafos construyen versiones de sí mismos y de sus informadores (véasetambién Bal, 1993). Atkinson destaca la presencia de ciertas características estân-dar en la construcción del personaje del etnógrafo y la forma en que estas carac-terfsticas contribuyen a la credibilidad de los relatos. Por ejemplo,las descripcio-nes narrativas del proceso de la etnografia suelen presentar al investigador comosi al principio fuera inexperto e ingenuo y estuviera sometido a muchas confusio-nes y malentendidos. Sólo llega a comprender las cosas gradualmente, casi siern-pre reflexionando sobre sus dificultades iniciales. Como dice Atkinson:

De estamanera, e] relato retrospectivo de los fracasos resueltos y los problemassuperados da fe de la autenticidad de la experiencia dei autor. Éste afirma haber pasa-do por un bautismode fuego que le permitelograr elnivelde relación que constituyela base dei conoeimientoetnogréflco (1990,pág. 110).

EI argumento de Atkinson no es que los relatos de los etnógrafos se deberíantratar como un mero montaje o que, necesariamente, deheríamos ser más escépti-cos ante dlos por esta razóo; su idea es más bien que existen ciertos tipos de des-cripción estándar que se emplean para elaborar la acreditación de la categoría«etnógrafo». Los autores de textos etnográficos, aI igual que los realizadores deprogramas de TV, cualquier narrador de historias y hasta los científicos, estánatentos a las acreditaciones epistemológicas de las categorías que emplean. Laacreditación de categorías es una inquietud muy extendida.

Conveniencia, acreditaci6n de categorias y lo paranormal

Hasta ahora, en este capítulo me he centrado principalmente en ejemplosdonde las conveniencias o las acreditaciones se formulan explicitamente. Estoaclara la cuestión y facilita el camino hacia el análisis. Sin embargo, dada la im-portancia y la disponibilidad de las conveniencias y las acreditaciones, cabe espe-rar que las personas puedan formular y resistir inferencias sobre estas cuestionesde maneras poco o nada explícitas. Incluso puede ocurrir que estos métodos poco

Intereses y acreditaciones de categorias I 181o nada explícitos se utilicen con más freeuencia porque quizá sean más difíciles deidentificar y de socavar, y más fãciles de negar. Encontramos un buen ejemplo enun estudio de Robin Wooffitt (1992) sobre la producción de relatos de experien-cias paranonnales.

Wooffitt colocó anuncios en un periódico local para localizar a personas queafirmaran haber tenido experiencias paranormales y realizó coo ellas entrevistasabiertas sobre 5US experiencias con fantasmas. poltergeists, psicoquinesia, etc.Wooffitt sugirió que euando contaban historias de este tipo, las personas teníanque atender a dos tareas estrechamente relacionadas entre sí. Por un lado, tenían quedemostrar la naturaleza factual de su experiencia paranormal. Es decir, necesita-ban presentarla como algo que está ahí fuera, que existe en elmundo, y no comoun mero producto de su fantasía o imaginacióo. Por otra parte, tenían que de-mostrar que eran personas cuerdas, racionales y normales. Cuando uno comunicaexperiencias de este tipo, corre el peligro de que se le describa como un chifladoo un loco. Esto se puede contemplar como un problema de control de las dos ca-tegorías disponíbles, normal y chiflado. EI hablante debe construir su relato paraque se oiga como procedente de alguien que pertenece a la categoría de normal yno a la categoría de chiflado. En realidad, el problema de la categoría no es inde-pendiente del problema del hecho porque, en parte, se considera que una perso-na es un testigo creíble de un suceso extraordinario si aparece como pertenecien-te a la categoría enorma]»; en euanto se categorice a alguien como «chiflado» (oalgo similar) la acreditación positiva se habrá perdido irremediablemente.

Para ayudar a comprender cómo se consigue esto, Wooffin recurrió a algunostrabajos de Sacks sobre la manera en que las personas comunican experiencias ex-traordinarias como secuestros, tiroteos y accidentes de aviación (1984; 1992, vol. 2,págs. 215 -221). Sacks destacó que se utiliza una pauta regular para elaborar este tipode informes. Normalmente toman la forma «al principio pensé que..., pero enton-ces me di cuenta de que ...» o, alternativamente, «me encontraba [haciendo algunacosa totalmente mundana], euando [ocurrió una cosa muy excepcional]». Así, ob-tenemos eiemplos: como «AI principio pensé que era un tubo de escape, pero en-tonces me di cuenta de que habían disparado al presidente». O también: «Estabacharlando tranquilamente por teléfono con Emily cuando, de pronto, vi por la ven-tana cómo explotaba una gran bola de fuego». Sacks sugiere que las descripcionesde sucesos extraordinarios se organizan de esta manera para presentar la primerasuposición del hablante como algo inoeuo u ordinario; es decir, se presenta al ha-blante como alguien que, al principio, piensa lo que pensaría cualquier personanormal. En realídad, Sacks sugiere que estas descripciones actúan para presentar aihablante como perteneciente a la categoría «normal/racional» y para rechazar supertenencia a potenciales categorías alternativas como «chiflado» o «loco».

Wooffiu sugirió que esta cuestión es especialmente crítica para las personasque cornunican experiencias parapsicológicas, especialmente porque pueden no

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182 I La representación da la realidad

existir confinnaciones índependientes de sus informes (como sí ocurre con losasesinatos y las catástrofes aéreas) Y. en consecuencia, sus relatos tienden a produ-cirse siguiendo lo que él denomina «formato XIY», donde X es algo totalmentemundano e Y es el suceso extraordinario. Tomemos el siguiente ejemplo:

17. y entre allí (.) er:m: c-con mi suegra yehm: (.4) unas amigasque estabanconmigo (1,3 l.hhh(.)

X y estaba yo mirandoelataúdY--> y de repente veo a David allíde pie (0,3) iba de azul (1,0). hh nollevaba eI

sombrero elsombrero estaba sobre elataúd y él estaba allí(1992,págs. 123-124)

En este caso, eI contexto mundano es «y estaba yo mirando eI ataúd»; sóIodespués de haber estabIecido esto, el hablante describe el suceso paranormal (lavisión dei cónyuge recientemente fallecido). Ahora bien, podríamos pensar queWooffítt ha exagerado la interpretación de este caso. Seguramente, se podría ar-gumentar que esta pauta de descripción es simplemente la que cabría esperar dealguien que se limita a comunicar los sucesos tal como los recuerda, es decir, de aI-guien que, como dicen los psicólogos cognitivos, «hace un volcado» de loscontenidos pertinentes de la memoria a largo plazo, Es decir, las personas están«reproduciendo» sus recuerdos en el habla, de manera muy parecida al proce-dimiento de «volcar» en un disquete los ficheros almacenados en la memoriade un ordenador. Los psicólogos cognitivos también podrían sefialar el fenóme-no de los denominados «recuerdos de flash». Esta idea se refiere a que las per-sonas tienen recuerdos vívidos de lo que hacían o dei contexto en que se encon-traban cuando presenciaron sucesos terribles o maravíllosos, como eI asesinatodei presidente Kennedy o la dimisión de la sefiora Tbatcher. Podría ser que laparte donde se dice «y estaba yo mirando eI ataúd» fuera elelemento «flash» deeste volcado de memoria, es decir, la grabación mental en el momento dei suce-so aterrador?

Wooffítt consideró este argumento con cierto detalle y sugirió que lo volvié-ramos del revés. En vez de explicar este material en función de recuerdos tipo«flash», su explicación en función de la interacción y la construcción de hechospuede en sí misrna ser mejor y,más 800, puede proporcionar una explicación nocognitiva del fenómeno de los recuerdos tipo «flash» (véase Wooffítt, 1991). Dehecho, los fenómenos de recuerdos tipo «flash» podrían no tener nada que vercon la psicoIogía cognitiva y la activación de redes neuronales, etc., y podrían ser,en cambio, un aspecto de la pragmática de la comunicación de experiencias ex-traordinarias.

Una de las principales líneas argumentales a favor de considerar que estasdescripciones son el resultado de una elaboración y no simples volcados de me-

Intereses y acreditaciones de categorias I 183moria, se basa en la manera detallada en que se ensambIan estos relatos. Tomemosel siguiente ejempIo:

18. pues estaba yo pensando bueno (0,4) O eri estas líneas (0,3) y eísj-e-quedebe ser muy fácil ser 580 Pablo porque te topas coo la luz esa cegadoradei eamino a Damasco o alígo) asi y eh. hh (0,6) pues no tienes problemas(enronces) (sa:be u:ted? por la cuenta que te trae pues mides todas las co-sas según esa experiencia la experiencia exterior a timismo yentonces porlo tanto (1,3) la ves (0,7) como un comiejj.zo(0,5) (>/sabe usted?<) ya lo

X--+ ereo esrabayo allí pensando(0,3) er:m:

y -+ Yentonces de repente (.) me di cuenta de (0.7) casi (.) la sensación fue casicomo si se levantara un velo

(1992,pág. 129)

Lo destacable de esta descripción es que antes del informe de la experienciaparanormal se da una extensa descripción de algunas cosas en las que el hablantehabía estado pensando. Estos pensamientos están relacionados con su fe y con lanaturaleza de experiencias extraordinarias y no tienen nada de pensamientos or-dinarios o cotidianos. Además, proporcionan un claro indicio dei potencial inte-rés de este hablante en tener experiencias de este tipo o, por lo menos, demues-tran un grado de credulidad ante tales experiencias. Ahora bien, si nos limitára-mos a considerar este informe como un volcado de memoría nada de esta tendríaimportancia. El volcado se debería producir independientemente de los proble-mas potenciales que genere el relato. Sin embargo, no es esto lo que sucede. Unavez comunicados. estas pensamientos extraordinaríos son reempaquetados enforma mundana: «Estaba yo allípensando». Aqui podemos ver la construcción delcontexto mundano (en unas circunstancias más bien poco prometedoras); 00 seencuentra simplemente ahí, De nuevo nos encontramos que el habIante preparalas acreditaciones otorgadas por la categoría «persona normal» y evita eI preci-picio epistemológico que comportan las categorias «persona loca» o «fantasiosa».

Poslclonamlento, neutralldad y allneamlento

En el apartado final de este capítulo quisiera abordar los temas, estrechamen-te relacionados entre sí, dei posicionamiento, o los diferentes roles participantesque pueden adoptar las personas en una conversación, y de la neutralidad. Se pue-den entender como parte de la cuestión más general del alineamiento; es decir, dela medida en que los hablantes presentan un <dato faetual como propio o se dis-tancian de él. La noción de posición fue desarrollada por Erving Goffman, espe-cialmente en su artículo de ese mismo nombre (<<Footing») (1979, 1981). Este ar-

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184 I La representación de la reallded

tículo tuvo numerosas consecuencias, pero la más pertinente para nosotros fue suelaboración de una distinción entre tipos diversos de papeles o roles que trascien-de la distinción, más bien limitada, entre hablante y oyente. En particular, Goff-man distingue tres roles diferentes que están disponibles para la producción deldiscursoy varias roles diferentes para su recepción.Así,argumenta que para unfragmento particular de un discurso puede ser necesario distinguir el direetor,cuya postura intenta representar el discurso, el autor, que es quico elabora elguión y el animador, que es quien dice las palabras.

Imaginemos una situación donde un muchacho tímido quiere pedirle a unachica que salga con él. Puede hacer que un amigo piense en alguna frase que pue-da emplear para expresar 5US sentimientos, y quizá en otro amigo que se los co-munique a la chica. El muchacho esperanzado y enamorado seria eI director, elamigo que compone lo que se debe decir sería el autor y el otro amigo que lo co-munica sería elanimador. Entonces, si nos imaginamos la escena de la comunica-ción, la chicaamada seríala destinataria, su amiga, que se encuentra a su lado, po-dría ser unaoyente casual, mientras que otrachica sentadadiscretamente en unamesa cercana, podríaser unaoyente indiscreta.

Aborabien, estas distincionestienen consecuenciasde cara a la responsabili-dado EI animador debe considerarse como alguien que simplemente «comunicaalgo» -no se espera que la chica responda a las insinuaciones amorosas como sifueran suyas, sino como procedentes dei direetor (naturalmente, las potencialestensionesque se plantean en tales situacionesse han explotado deliciosamente enobras de ficción como Cyrano deBergerac y Roxanne, donde unos reticentes ani-madoresde insinuaciones románticas acaban por convertirse en competidoresdelos directores), En función de la factualidad, existen diferencias evidentes entrehacerunadescripcióno unaafirmación factuaI unomismo,y comunicar lade otrapersona. Normalmente no somos responsables de afirmaciones factuales que noslimitamos a comunicar (jaunquc se suele matar al mensajero!). Uno de los con-textos donde se ha explotado este tipo de distinción es en las entrevistas de los no-ticiarios de radioy televisión.

Cómo lograr la neutralidad en entrevistas de noticiarias

Una característica de los programas infonnativos tantobritánicos como esta-dounidenses, es que existe una exigencia legal y paralegal de que las noticias seanneutrales o imparciales. Muchas investigaciones realizadas sobre los medios de co-municación se han dedicado a examinar si las noticias están realmente sesgadas o no(por ejernplo, Glasgow Media Group, 1982). Sin embargo, los analistas conversa-cionales han adoptado un enfoque bastante diferente, planteándose cómo se con-sigue una apariencia de neutralidad en la práetica, especialmente dada la insisten-

Intereses y acreditaciones de categorias I 185cia de los programas informativos modernos en plantear preguntas difíciles y po-ner en aprietos a políticos y a otrosentrevistados. El objetivode producir unatele-visión bien hecha y estimulante puede entrar en conflicto con la tendencia a la im-parcialidad.

Steven Clayman (1992) ha investigado la manera en que se emplean los cam-bios de posicionamiento en d logro de la neutralidad, Su argumento es que cuan-do los entrevistadores se enfrentan a un entrevistado con unadescripcióncontra-ria de algún suceso, tienden a presentarlo como una cita de un hablante determi-nado o como si la hubiera manifestado la gente en general. Es decir, recurren a ladistinciónentre animador y directory construyen sus cuestionesadaptandoel pa-pei ostensiblemente neutral dei animador.

He aquí uno de los ejernplos de Clayman, que se refiere a unaemisión televi-siva. ERes el entrevistador, ED es el entrevistado; el temaes lagestiónde residuosnucleares.

19. ER: Habrá usted oído lo que la doctora Yalow acaba de decir en esta mismaemisiQn eIla tendrá la oportunidad de a expresar sus propias opi-niones pera parece sentir que se trata de un problema que tiene solución yque, en última instancia, ese material radioactivo se puede redYcira canti-dades manejables y enterrarse en el fondo de una mina de sal.

ED: El c- eI comenjgrio que ella hizo antes sobre (.) el recic1ajede: las barrasdecombustible va direetamente allllCQIlodei asunto (.) que es la manera enque muchas personas contemplan esta ruatión en particular...

(Nightline, 6 de junio de 1985, págs. 19-20 en Clayrnan, 1992, pág. 168)

EI turno dei entrevistador se construye aqui presentando una afirmación so-bre la gestión de los residuos nucleares que se atribuye a una tercera persona, ladoetora Yalow. Por tanto,la afirmación sobre la gestión de los residuos no es deientrevistador sino que «pertenece» a esa tercera persona. Además,el entrevistadotambiénla trata de lamisma manera, considerándola una afírmaeión de la docto-ra Yalow y no como si el entrevistador fuera responsable de ella.

Como ocurría con el análisis de Wooffítt examinado anteriormente, se pue-den encontrar confírmacíones de estaafírmacíón sobreel roldelposicionamientoen las entrevistas de los noticiarios, examinando de manera detallada el estilo y elcontexto de los cambios de posición. Por ejemplo, los cambios de posición tien-den a aparecer cuando se hacen las afírmaeiones factuales máspolémicaso inclu-10 cuando se emplean palabras agresivas. En el eiemplo que sigue, el hecho relati-vamente poco polémico de que el presidente Reagan obtuvo una gran vietoriaelectoral se afirma meramente como algo de dominio público; sin embargo, la des-cripcíónpolémicade que sus programas estánen peligrose presenta medianteuncambio de posición:

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186 I La representación de la realidad20. ED: Senador, (05) eh: El =idenre Reagan obruvo hace trecemeses una vic-

toria aplastante. (0,8)Se que sus programas se encuentran en peligrc...

(Clayman, 1992, pág. 169)

C\ayman destaca aqui algo importanre. La cuestión de si una descripción espo1émica o no, en sí misma es unacuestión potencialmente po1émica sobrela cualpuede no haber consenso. Clayman recurre a la noción etnometodológica de la re-flexividad para destacar que la familiaridad de esta práctica de cambiar de posi-cionamientosignificaque sirve, en parte, paraestab1ecer que un asuntoes delica-do o polémico. Dicho en otras palabras, cuando uno da muestras de neutralidadmediante un cambio de posición ocurre que, a! mismo tiempo y de una manerairónica, esta mismo es una seãal de que e1 entrevistador consideraque e1 asuntoen cuestión es polémico o delicado.

Otra línea en apoyo de que los cambios de posicionamiento son manejados demanera activa procede del deralle de las prácticas de autorreparación que utilizanlos participantes. Por ejemplo, en el fragmento que sigue el entrevistador pareceestar a punto de hacer una afirmación polémica pera, de pronto, se echa atrás ycambia de posición.

21. ED: Pero esto no es?· eh::: los wricos eh dei bando conservador- dei debarepolítico han argumentado que esto g:. cumplir el tratado...,g:. un cumpli-mienro(.)o un eh:: compromiso (.) unilateral. (.) por parte de losEstadosUnidos.

(Clayman, 1992, pág. 171)

De nuevo, la cuestión es que el cambio de posicionamientodemuestra neu-tralidad y evita la posibilidad de que el entrevistador se considere responsable deesta descripción polêmica de la política estadounidense. Obsérvese que, narural-mente, existen muchasotrasmaneras de utilizar citas en programas infonnativos(Zelieer, 1989).

Posicionamiento y conveniencia

Excepcionalmente se pueden producir fallos en el modelo estándar de cam-bio de posicionamiento y de responsabilidad neutral. Y cuando se producen pue-den ser muy reveladores. Tras el reciente fallecimiento de un entrevistador muyconocido de la radio británica, Brian Redhead, numerosas notas necrológicas apa-recidas en prensa y radio citaban un momento muy recordado en el que la etique-ta propiade unaentrevista se derrumbó. La secuenciaempieza con el finalde unturno del ministro Lawson, que se jactaba de la eficacia del gobiemo en la reduc-ción del desempleo.

Intereses y acredilaclones de categorias I 187

22. 1.Awson: ...El...dtsempleo irábajando a lo largo dei afioen curso.Redhead: Pero gran parte de esta caída se debe a lacreación de medidas

especiales. Quizâ hayausred oído ai seõor iHat=ley hablar1-+ de .hh jóvenes que son invitados a clubes laborales, para dedi-

carse a jugar bajo la supervisión de enseiíantes de iJ,llIdería..hh La creación de- dos tsrceras partes de los nuevos puestosde trabajo corresponde a trabajos temporales con salarios ba-jos. Éstos no son los trabajos de los que usted solíahablar antes, en mil novecienros setenta y nueve y mil nove-cientes ochenta.

2-+ 1.Awson: .hhh Bueno, usted siempre ha sido un dtknsor deI partido Ia-borista durante toda su vida Briao .hh así que ya ya mebe que dijera algo así pero la i es que no skb.ería mofar-se de estos clubes laborales que estân ofreciendo (.) unadera s:speranza para los .hh parados de larga duración. Loscoloca en la- .hh consigue.Qllt. abandonen eI estado de ânimo.dkpresivo en el que muchos se encuentran y que se animen .hha conseguir verdaderos (.)

3-4 Redhead: que deberíamos guardar uo minuto de silencio «riendo))abora en esta entrevista? Primero para que usted se disculpepor a sugerir que sabe a quién YQto y segundo quizáen memoria dei monetarismo aI que usted ha renunciado.

Lauxon: Ehhehh no veo ningún motivo para (.) ar: guardar un minutode silencio, el monetarismo (.) como usted lo Damano ha sidodesechado, lo que- lo que ha sucedido es que, ar:: la- nosotroshemos.liberado los mercados fmancieros eo gran medida...

(Today Programme, 12 de abril de 1994)

El primer aspecto a destacar en este fragmento es que proporciona otro ejern-pIo de la manera en que los entrevistadores cambian de posicionamiento cuandoabordan asuntos polémicos. En la flecha 1, Redhead atribuye la versión muchomás negativa del desempleo a un integrante del partido laborisra. También po-dríamos destacar, sin embargo, que el cambio de posición no es tan inclusivocomo en la mayor parte de los ejemplos de Clayman. Se puede ver fácilmente quelas partes inicial y final de este turno son puntos de vista del entrevistador. [Red-head parece haberse animado demasiado como para ser un animador efectivo!Aunasí,otros trabajos sobreprogramas de entrevistas muestran que los entrevista-dos generalmenre tienden a no considerar que los entrevistadores sean responsablesde las afirmaciones y descripciones que plantean (Heritage y Greatbatch, 1991).

En consecuencia, lo que elministro Lawsoo hace eo la respuesta correspon-diente a la flecha 2 es muy inusitado. No sólo trata la versión del desempleo como.i fuera la propia versión de Redhead, sino que también la idenrifica como unaversión en la que Redheadtiene un interésa causade una presunta aftliación po-

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188 I La representaci6n de la realidad

lítica que ya viene de lejos. Ahora ya podemos reconoeer aquí una forma familiarde soeavación basada en la a1usión a intereses. En la flecha 3, Redhead responde demanera contundente y crítica a esta ruptura extremadamente inusitada de la eti-queta propia de una entrevista. Los tipos de problemas ilustrados en esta interac-dôo muestran precisamente por qué los entrevistadores pueden llevar a cabo cui-dadosos cambies de posicionamiento y por qué los entrevistados pueden preferirtratar a los entrevistadores como si fueran neutrales o desinteresados, aunquepiensen lo contrario.

Neutralidad, posicionamiento y descripciones

Stephen Levinson (1988) ha intentado ofrecer una sistematización exhaustivade las distinciones de Goffman entre los distintos roles posibles de los participan-tes. Basándose en un análisis de los diferentes elementos que intervienen en laconstitución de los roles de receptor y productor, Levinson identifica diez roles deproducción y siete roles de recepción separados. Algunos de ellos tienen equiva-lentes familiares en castellano, como portavoz, pero otros, como «oyente casualdestinatario» son más esotéricos. Una de las cuestiones que plantea este trabajo esel estatus de estos tipos diferentes de posicionamiento. considerarsecategorias que permiten mejorar el análisis lingüístico y conversacional, o debe-rían considerarse distinciones que hacen los participantes en el curso de diferen-tes tipos de actividades? Cuando nos interesamos en un análisis de construcciónde hechos, existen buenas razones para considerar que son, básicamente, distin-ciones hechas por los participantes.

En primer lugar, deberíamos ser precavidos a la hora de apropiarnos de unconjunto de distinciones que se han realizado en una variedad de contextos y tra-tarlas como si formaran un esquema analítico adecuado y coherente. Además, Iadistinción entre direetor y animador parece decididamente problemática desdelos tipos de perspectiva postestructuralista sobre la subjetividad explorados en elcapítulo 3. Más importante para el objetivo de estudiar Ia construcción de hechoses que un estudio como el de Clayman sobre lo que se hace con los cambios de po-sicionamiento no debería inducir al analista a tratarlos como correetos o incorrec-tos. La gestión de la distinción entre animador y director puede ser un asunto muydelicado, como Amy Shuman (I992) ha mostrado en su estudio de relatos de pe-Ieas de adolescentes, donde el narrador se arriesga a que la historia, en vez de serun mero informe, se convierta en un desafio para otra pelea. Alison Young (1990)proporciona un ejemplo muy diferente en su discusión del empleo de comillaspara administrar Ia objetividad y Ia subjetivídad en noticias sobre manifestacionesantinudeares por la paz (o manifestaciones «por la paz») en las noticias periodís-ticas. Por tanto, es probable que la búsqueda dd director genuino o el puro ani-

Intereses y acreditaciones de categorías I 189mador sea un cul de sac analítico (véanse Leudar y Antaki, 1996; Potter, 1996a).Para este libra, pues, los diversostipos de posición seráoun temade análisis y noun sistema para dasificar eldiscurso factual,

Otro aspecto puesto de manifiesto en el capítulo de Levinson es que algunoslenguajes proporcionan marcas gramaticales de ciertos cambias de posiciona-miento que son muy pertinentes para el interés en lafactualidad. Levinson cita, porejernplo, el trabajo realizado con el pueblo hidatsa, cuyo lenguaje encarna, den-tro de 5U gramática, numerosas distincionesque rnarcan explícitamente la orien-tación del hablante en relación a la facrualidad de la expresión (Mathews, 1965).Los hidatsa pueden agregar una condusión ai final de una frase que comunica aioyente que el hablante cree sinceramente que lo que ha dicho es verdadero, aun-que podría no serlo. Ésta es la forma de hablar más empleada. Se emplea otro tipode conclusión para indicar que lo que se ha dicho en la expresión es una cita, peroque no corrresponde a ningún individuo concreto; es simplemente algo que sedice. Esto se emplea principalmente para contar historias y contrasta con otra ma-nera de finalizar expresiones que emplean los hablantes hidatsa para comunicaralgo que alguien les ha contado como verdadero pero acerca de lo cual carecen deuna evidencia independienre,

Las evidencias lingüísticas transculturales de este tipo son fascinantes y po-tencialmente importantes. Sin embargo, se limitan a fenómenos puramente lin-güísticos. Trabajos antropológicos más recientes han empezado a mostrar lasdistintas maneras en que se explotan y administran diferentes posicionamientos ycategorías gramaticales, Las distinciones gramaticales proporcionan un recurso,pero este recurso se puede utilizar con flexibilidad y creatividad (véanse especial-mente los artículos de Hill e Irvine, 1992). El trabajo de Levinson y otros muestraque los propios hablantes en inglés tienen muchas maneras de mostrar posicionesy, además, de mostrar alineamiento o escepticismo ante afirmaciones y descrip-ciones (por ejemplo, Perâkylâ, 1993). Sacks (1992, vol. 2, pág. 309) también exa-mina la manera en que se entrelazan las consideraciones sobre hechos y las posi-ciones. Tomemos la diferencia entre estas dos expresiones (inventadas): «Karenno puede bajar aI bar porque está repasando» y «Karen dice que no puede bajaraibar porque está repasando». En el primer ejemplo, el hablante se alinea con laexplicación de Karen; la trata como la explicación. Sin embargo, en el segundoejemplo el hablante evita este a1ineamiento; el hecho de presentarla como la razóndada por Karen, no implica que también sea su razón.

Convenlencla. acredltaclón y poslclonamlento

En este capitulo se han explorado tres dimensiones que relacionan Ia identi-dad del hablante con la factualidad de las afirmaciones que hace. Si consideramos

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190 I La representación de la realidadla anterior figura 5.1 como un resumen a grandes rasgos, vemos que la formula-ción y la invocación de inrereses corroe la factualidad de las afirmaciones. La po-tencialidad de estas invocaciones se puede socavar mediante la vacuna contra lasconveniencias 0, cuando esto sea difícil de mantener, se puede utilizar unaconfe-sión de conveniencias y desarmar ai critico arrebatándole su descubrimiento ha-ciendo que eI hablante ya incluya sus propios intereses en eI relato. Ya he especu-lado en torno ai hecho de que, en aras de una mayor eficácia, quizá sea mejor ges-tionarlas conveniencias de unamanera másimplícitaque explícita, porque así esmás difícil de socavar y ofrece ai hablante la posibilidad de negar que es lo queestá haciendo.

En contraste con la formulación de intereses, para establecer la facrualidad deuna descripciónse podríanconstruiracreditaciones. Estadiscusión se ha centra-do especialmente en las categorías «amigo», «líderde la comunidad», «médico» y«persona normal». Uno de los temas destacados ha sido cómo las acreditacionesde categorias también se pueden orientar hacia cuestiones de responsabilidad ynegación.Así, la construcción«el amigode un amigo»proporciona ciertaacredi-tación de conocimientos, pero también implica un grado de responsabilidad: per-mite que eI hablante, de una manera creíble, no conozca todos los detalles que ca-bría esperar si esta historia no procediera de otra fuente. De la misma rnanera, loslíderes de la comunidad anónimos y plurales ofrecen una sólida garantia de fac-tualidad a relatos sobre disturbios callejeros y su contexto, sin ser fuentes fácilesde contradecir o de socavar directamente.

La parte final dei capítulo se ha centrado en la noción de posicionamiento,que interviene de muchasmanetasen la construcción de hechos. La cuestiónmásinvestigada ha sido la neutralidad y la manera en que se emplean las prácticas deposición para elaborar una apariencia de neutralidad en entrevistas informativas.Eu este caso, eI interés no reside tanto en cómo establece eI hablante la factuali-dad más o menos sólida de la descripción, sino en cómo administra su responsa-bilidad ante la descripción. Expresado en función de la figura 5.1, una posicióndistanciada -citar de manera cuidadosa, hacer que una descripción sea un infor-me elaborado por otros- disminuye la responsabilidad dei hablante, mientrasque las prácticas de posición que presentan ai hablante a la vez como animador ycomo origen, hacen que aumente su responsabilidad potencial. Sin embargo,las cuestiones relacionadas con la posición en modo alguno están separadas de lascuestiones relacionadas con la construcción de hechos, como revelará un vistazosuperficial a los ejernplos presentados en este capítulo. Más de la mitad empleanalgún tipo de distinción animador/origen como componente principal de la ela-boración de la credibilidad de una descripción. Consideremos nuevamente la ma-nera sutil de producir una posición distanciada mediante «se han propuesto mu-chas ideas, icómo eran?» (fragmento 8). Aunque, en sí mismas, unas posicionesdiferentesno estánnecesariamente relacionadas con el aumentoo la disminución

Intoresas y acreditackmes de categorfas I 191

de la factualidad,la parafernalia de la posición suele ser un recurso importante enla construcción de versiones factuales. La relación entre posición y construcciónde hechos es, simple y lIanamente, un campo fructífero e interesante para la in-vestigación.

Consideremos unacuestión final antesde pasar a examinar unagamabastan-te diferente de técnicas para desarrollar la factualidad de las descripciones. Eneste capítulo se produce una tensión entre 5U enfoque analítico y las conclusionesextraídas. Por un lado, se ha insistido en estudiar la construcción dei discurso fac-tua! en situaciones específicas, con frecuencia interactivas. Este enfoque es muysensible a lo que es exclusivo de un contexto dado. Por otra parte, el objetivo hasido proponer algunos principios de la construcción de hechos que son pertinen-tes a toda una gama de situaciones. Mi objetivo no es intentar proporcionar unasolución, sino considerar que los intentos combinados de especifieidad y genera-lidad son analíticamente productivos.

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6 CONSTRUCCIÓN DE EXTERIORIDADES

Este capítulo continúa desarrollando eI punto de vista presentado en eI capítu-lo anterior sobrelos mecanismos quese emplean para construir descripciones comosi fueran faetuales. Mientras que en eI capítulo anterior nos centramos en cómo sepuede controlar la naturaleza dei productor de una descripción exponiendo los in-tereses potenciales que pueda tener en ella o construyendo su acreditación comodescriptor competente, este capítulo se centrará en procedimientos que, en 5U roa-yoría, apartan la atención de la naturaleza o identidad dei productor. Setrata de pro-cedimientos disefiados para proporcionar una cualidad que podría denominarse ex-terioridad. En otras palabras, construyen la descripción como si fuera independien-te dei agente que la produce. Más concretamente, estos procedimientos desvían laatención de los intereses que eI productor de una descripción pueda tener en la rnis-ma -lo que podría ganar o perder- y de su responsabilidad por elIa.

Una de las formas más básicas y familiares de construir una exterioridad im-plica eI empleo de lo que Nigel Gilbert y Michael Mulkay denominaron discursoempirista. Este mecanismo evita construcciones deI tipo «descubrí que ...» en fa-vor de construcciones dei tipo «se descubrió que ...». Estas descripciones empleanuna forma gramatical que elimina ai productor de la descripción. ütro métodopara producir exterioridad implica construir corroboraeión y consenso presen-tando una descripcíón como el resultado compartido de varias productores y node uno solo. Las descripciones de este tipo anulan los intentos de socavarias quelas presentan como producto de las conveniencias o intereses de una persona con-creta. Los detalles y la narración funcionan de una manera bastante diferente. In-tervienen en la producción de una versión que es «real» y vívida; describen una es-cena tal como se podría haber observado. Se podria decir que actúan colocandoai receptor de la descripción en ellugar dei productor. De hecho, una manera deconcebir estas descripciones es como si dieran la impresión de percibir a distan-cia; atraen aI receptor hacia la escena como si éste mirara por un telescopio.

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194 I La representaci6n de la realidad Construcción de exterioridades I 195SteveWoolgat denomina a este tipo de enfoques de la construcción de hechos

mecanismos exteriorizadores. En sus propias palabras, «los mecanismos exterío-rizadores permiten interpretar que eI fenômeno descrito existe en virtud de ac-ciones que sobrepasan el ámbito de la agencia humana» (I988b, pág. 75). En rea-lidad, se describe una cosa (o una acción, o lo que sea) y esa cosa existe tal comose ha descrito, sin que quien hace la descripción tenga ninguna influencia al res-peeto. Las expectativas sobre la agencia se trasladan desde el productor del rela-to factual hasta la entidad que se está constituyendo (véase la figura 6.1). A estasalturas, quisiera destacar con insistencia que no estoy presuponiendo simpIemen-te que las personas son agentes y procuran ocultar este hechoempleando técnicasdiversas. Mi interés en la agencia estriba en su calidad de noción de los partici-pantes que se puede entender y reeIaborarmediante una gamamuy amplia de mé-todos distintos adecuados a contextos particulares (véanse Ashmore y otros, 1994;Callon y Law, 1995).

Para ilustrar esta, volveré del revés la idea de Woolgar de los mecanismos ex-teriorizadores y la aplicaré sobre sí misma. En este texto voy a formular [los me-canismos exteriorizadores] como objetos preexistentes. (Naturalmente, aquí e1término descriptivo «mecanismo» es útil, ya que se suele empIearpara designar ar-tefaetos físicos que se pueden adquirir o rnontar.) Puesto que describo este capí-tulo como un estudio general de [los mecanismos exteriorizadores], su tratamien-to equivale a realizar un estudio general, por ejemplo, del número y los tipos deautomóviles que hay en un aparcamiento, o de la gama de usos diferente a los quese puede dedicar una finca rústica. Quien realiza este estudio se encuentra, sim-plemente, con cosas ya preexistentes. Así pues [los mecanismos exteriorizadores]no se presentan en este texto como algo elaborado, constituído o demostrado; nicomo algo que pueda ser controvertido, confundido o considerado como una ideatonta o simplemente inexistente; sencillamente están ahí. Están, como si dijéra-mos, construidos sin ser construidos. Así que, adeIante con el estudio de estos me-canismos ...

Productordei relatofactual

Agencia

Transferencia

FIGURA 6.1. Dispositivos de exteriorización

.... Entidadfactual

Discurso emplrlsta

La noción de que existe un conjunto especifico de tropas, formas gramatica-les y estilos argumentativos que se apoyan mutuamente procede, originalmente,de un estudio sostenido llevado a cabo por Nigel Gilbert yMichael Mulkay (1984)sobre el discurso de un grupo de bioquímicas que investigaban cómo almacenanenergía las células del cuerpo. Estas autores denominaron a este tipo de construc-ción de hechos «discurso empirista», porque muchas de sus características son tí-picas del empirismo tradicional. Gilbert y Mulkay realizaron conjuntamente unasextensas entrevistas a 34 miembros de este grupo. Estas entrevistas eran conver-saciones en el sentido de que abarcaban un conjunto de temas de una manera flui-da e informal. El estudio se centró principalmente en Ias transcripciones de estasentrevistas, junto con artículos de investigación y cartas de estas científicos.

El trabajo de Gilbert y Mulkay contrasta notablemente con la mayoría de es-tudios sobre el conocimiento científico examinados en el capítulo 1. A diferenciade los relativistas empíricos y los investigadores del interés social, su objetivo noera proporcionar un relato acerca de cómo es realmente Ia ciencia. Por ejernplo,Gilbert y Mulkay no trataron de determinar el mejor modelo para explicar cómooptan los científicos entre teorías diferentes. En cambio, se interesaron en Iama-nera en que los científicos construían explicaciones sobre Ia elección de una teo-ria y, sobre todo, en Ias variaciones entre estas relatos. Observaron, por ejemplo,que los científicos solían ofrecer una versión de Ia eIección de teorias cuando des-cribían sus propias selecciones de teorías, pero que ofrecían unas versiones bas-tante diferentes cuando criticaban como erróneas Ias eIecciones de otros científi-cos (Mulkay, 1991, capo 10; Potter, 1984).

En realidad, el análisis de Gilbert y Mulkay extendiô el énfasis general en elrelativismo metodológico propio de la sociologia del conocimiento científico hastaabarcar los relatos que hacían los científicos de sus acciones y creencias. De la mis-ma manera que los relativistas empíricos no intentaban decidir, por ejernplo, quéteotía sobre la producción de neutrinos era la correeta (Pinch, 1986),los analistasdel discurso cientifico no intentaron juzgar qué descripción dada por los cienrífi-cos sobre Ia eIección de teorias era la correcta. No examinaron descripciones deelecciones en artículos de investigación, en entrevistas o incluso en chistes de cien-tíficos paradeterminar su verdad: su interés se centró en cómo se construían estosrelatos y cómo se utilizaban para gestionar tareas interaetivas específicas.

EI repertorio empirista

EI nivel más amplio del análisis que Gilbert y Mulkay llevaron a cabo, com-paraba Iamanera en que los científicos describían sus acciones, teorías y procedi-

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196 I La representaci6n de la realidad

mientos experimentales en entrevistas informales, con lo que estos científicos es-cribían en los contextos más formales de los artículos de investigacíón. Gilbert yMulkayencontraron diferencias sistemáticas y extendidas entre las versiones pro-ducidas en estas dos contextos, y propusieron que estas diferencias eran una con-secuencia de que los científicos emplearan dos vocabularios o «repertorios inter-pretativos» que contrastaban entre sí. En este capítulo nos centraremos principal-mente en el repertorio empirista.

Consideremos los siguientes ejemplos. El primero procede de la introducciónde un artículo de investigación y el segundo de un apartado dedicado a metodo-logía. übsérvese que, aquí, los detalles técnicos son eso: técnicos; por suerte, noes necesario comprenderlos dei todo para captar lo que Gilbert y Mulkay quierendeeir.

1. La hipótesis quimiosmótica (1) proponía, entre otras cosas, que cada tramo deportadores y enzimas respiratorios mitocondriales que abarca lo que se ha dadoen llamar lugar de conservación de energia (2) se dispone de tal manera que sedesplazan 2H- a través de la membrana mitocondrial interior para cada par deequivalentes reductores transferidos a través de este tramo. La evidencia a favorde un valor 2,0 para la proporción entre los protanes desplazaclos y los pares re-ductores-equivalentes transferidos (es deeir, la proporción ---t H+/2e-) procede,principalmente, de un tipo de experimento.

(Gilbert yMulkay, 1984, pág. 44)

2. Se prepararon mitocondrias de corazón de vacuno mediante el método de Wongy se almacenaron en nitrógeno líquido. Se prepararon partículas mitocondrialesbien acopladas mediante una modificación de los procedimientos de Madden. Es-tas partículas se emplearon para preparar partículas desprovistas de proteínas in-hibidoras mediante un centrifugado en condiciones activadas según elmétodo deGale...

(Gilbert yMulkay, 1984, pág. 51)

Gilbert y Mulkay propusieron que los artículos científicos poseen un conjun-to coherente y distintivo de características retóricas y lingüísticas. Estas caracte-risticas se agrupan en tomo a tres temas generales. En primer lugar, los artículosrecurren a una forma gramatical que minimiza las intervenciones o acciones de losautores. El estilo es impersonal y se emplean construcciones como <da hipótesispropuesta» o «la evidencia procede principalmente» que no hacen ninguna men-ción explícita a las acciones, las interpretaciones y los compromisos de los autores.En segundo lugar, los datos se presentan como primarios, tanto en el sentido lógi-co de formar los fundamentos de cualesquiera ideas teóricas, como en eI sentidocronológico de haber sido identificados antes de que se desarrollara la teoria apartir de ellos. De hecho, en esta forma de discurso se aplican a los datos verbos

Construcción de exterioridades I 197que cabría aplicar a aeciones humanas: abundan construcciones como «estas da-tos sugieren que...» y «los resultados indican que...». En tercer lugar, el trabajo delaboratorio se caracteriza, de una manera marcadamente convencional, por estarlimitado por unas reglas que tíenen una aplicadón totalmente clara y universal.Los apartados dedicados a los métodos construyen un mundo de rutinas y proce-dimientos analíticos normalizados (<<centrifugado en condiciones activadas», «elmétodo de Gale»).

Estas tres características (impersonalidad gramatical, primaeia de los datos yreglas procedimentales universales) no se limitan en modo alguno a las ciencias«duras». La ciencia de los bioquírnicos estudiados pot Gilbert y Mulkay pareceser muy difícil en comparación, por ejemplo, con la psicologia social, pero ambasdisciplinas comparten una utilización muy extendida dei repertorio ernpirista,como confirma una rápida lectura de las revistas especializadas.

éPor qué la escritura formal de la ciencia emplea el repertorio empirista? Enfundón dei funcionamiento fluido de la ciencia, estos tipos de construccionespueden tener unas consecuencias positivas. La ciencia es una institución dondelos debates son comunes y, con frecuencia, son un requisito para que un trabajotenga éxito. El empleo generalizado de las construcciones impersonales del reper-torio empirista puede amortiguar este conflicto y reducir la posibilidad de que lasrevistas especializadas acaben lIenas de ataques personales. Sin embargo, el dis-curso empirista también interviene en la construcción de hechos. EJ repertorioempirista permite hacer unas descripciones de las acciones y las creencias de loscientíficos que minimizan la irnplicación dei científico en la construcción y la in-terpretación de lo que estudia. El científico se convierte en alguien pasivo, casi enun simple observador que llega a desaparecer por completo; simultáneamente, losdatas llegan a cobrar vida propia. Se convierten en actores retóricamente vivosque pueden sugerir, indicar, mostrar e implicar. El repertorio ernpirista es un me-canismo estándar para construir la «exterioridad» de los fenômenos científicos.

EI discurso empirista más alIá de la ciencia

Una de las preguntas importantes para un proyecto relacionado con la cons-trucción de los hechos en general, más que con la construcción que se da única-mente en la ciencia, es si existen características similares a las dei discurso ernpi-rista fuera de la ciencia. éEstán Gilbert y Mulkay documentando algo específicode la ciencia? éO quizá el discurso empirista tiene una difusión más amplia? Paraabordar estas preguntas necesitamos buscar otras situaciones donde tenga lugaresta transfereneia de agencia desde el autor ai fenômeno.

Destaquemos prirnero, sin embargo, que incluso dentro de la ciencia el re-pertorio empirista sólo aparece en su totalidad en artículos de investigaeión y en

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198 I La representación de la realidad

publicaciones formales. Aunque Gilbert y Mulkay encontraron varios elementosdel repertorio empirista en sus entrevistas, la impersonalidad gramatical-que esquizá su característica más Uamativa- no estaba muy difundida. Losbioquímicosno adomaban el habla de sus entrevistas con frases como «se cree que» o «se lle-vó a cabo un estudio». Estas construcciones impersonales pueden sonar extrafíasen una situación donde el hablante está físicamente presente; pero esto no quieredecir que estas construcciones no aparezcan cuando se llevan a cabo determina-dos tipos de aeciones en ciertos tipos de contextos «cara a cara». Por ejemplo,pensemos en el discurso formal asociado a las elases altas británicas: «Se encuen-tra uno con que los sirvientes ya no te respetan como antes». Sin embargo, el aná-lisis de Gilbert yMulkay no exploró este nivel de especificidad.

Cuando examinamos si el repertorio empirista se puede encontrar eo situa-clones no científicas,es útil tener presentes dos consideraciones. En primerlugar,podemos preguntamos si los distintos elementos del repertorio empirisra van ne-cesariamente de la mano fuera dei ámbito de la escritura científica formal. Eu se-gundo lugar, podemos plantearnos si algunas características dei repertorio ernpi-rista delimitan la especificidad institucional de la ciencia. Es decir, los ele-mentos del repertorio un papel en la constitución de lo que es hacer ciencia?(Drew y Heritage, 1992; Schegloff, 1991).

Consideremos en prirner lugar la pregunta de si eI repertorio empirista esuna entidad coherente. Cuando Gilhert y Mulkay examinaron su papel en eIdis-curso científico, lo hicieron en términos más bien generales, sugiríendo que de-sempena una parte fundamental en la justificación de las creencias científicas,dando primada ai papel de los resultados experimentales y omitiendo referen-cias a características únicas o personales de las creeneias o seciones de los cien-tificos. Según sus propias palabras, «Ia gran ventaja de esta forma de relato es quehace que las conc1usiones científicas dei hablante parezcan totalmente incon-trovertibles y sin necesidad de ningún apoyo adicional» (Gilbert y Mulkay, 1982,pág. 4(0). Sin embargo, este estilo de argumentación presenta una limitaciôn, comosefialó Robin Wooffitt (1992). Tiende a considerar que eI repertorio empiristafunciona como un todo inconsútil y a un nivel separable de cualquier ejemploconcreto de su empleo. Como veremos dentro de poco, es posible preguntar-se cómo funcionan unos elementos específicos de este repertorio eo contextosparticulares.

La segunda consideración se refiere a la especificidad institucional dei discur-so de la ciencia. La exploraré comparando eI trabajo de Gilbert y Mulkay sobre laciencia con uo conjunto de grabaciones de programas informativos estadouni-denses de radio y televisión. Se pueden obrener transcripciones de la CNN, la Na-tional Public Radio, etc., en soporte CO-RüM,lo que permite buscar determina-das secuencias de palabras. Esto facilita enormemente la realización de búsquedasa gran escala para determinar la preponderancia de los tipos de construcción ca-

Construcción de exterioridades I 199

racterístieos dei repertorio empirista. Una búsqueda realizada en un CO-RüMque contenía un afio de grabaciones no encontró ningún ejemplo de los tipos defonnulaciones impersonales en presente de indicativoque son comunes en la es-critura científica: «se eree que», «se dice que». Quizá podamos ver la razóo deesta si consideramosla diferencia entre los programas informativos y la ciencia enrelación a las categorias de posicionamiento presentadas en elcapítulo 5.

Los autores científicos se encuentran en un tipo de posicionarniento comple-jo y potencialmente complicado. Por un lado, eUos han escrito los artículos cien-tíficos que presentan su investigación, sus teorias, sus afirrnaciones, etc. Son eIlosquienes recibirán eIpremio Nobel o, quizá, serán acusados de fraude; son ellos losresponsables de los contenidos de sus artículos, como directores y como autores.Por otra parte, el repertorio empirista construye los datas experimentales comoagentes; son ellos los que indican direcciones particulares, son ellos los que mues-tran cosas, los que conducen a conclusiones. Aquí eI investigador mantiene el rolde autor; pero, aimismo tiempo, los datos empiezan a adoptar el rol de direetor.Así pues, se plantea una tensión potencial entre estas dos tendencias, y las cons-trucciones impersonales como «se afirma que» pueden ser una manera de contro-lar esta tensión. Se trata de una construcción que implica a un agente responsable(la persona o grupo que hace la afirmación) ai tiempo que evita una identificacióndirecta deI escritor o los escritores reales con ese agente. Este contraste quedarámás claro en el siguiente apartado, cuando examinemos construcciones similaresen contextos de medias de comunicación.

Construcciones de impersonalidad

El habla de las entrevistas de los programas informativos sigue una pauta de po-sicionamiento bastante diferente de la de los artículos científicos. Losentrevistado-res de programas informativos se suelen construir y tratarcomo animadores que selimitan a comunicar las afirmaciones y los puntos de vista de otras personas (Clay-man, 1992; Heritage y Greatbatch, 1991). En general, los presentadores de progra-mas informativos no obtienen premias Pulitzer y su carácter y sus puntos de vistacotidianos pueden no tener nada que ver con su figura profesional: por cierto, estosirvió de tema para una comedia británica denominada Drop lhe Dead Donkey so-bre un informativo vía satélite donde la seriedad mostrada en pantaOa se contrasta-ba con la frivolidad y la sensiblería que reinaban entre bambalinas. El habla de estetipo no plantea las mismas exigencias en cuanto a construcciones impersonales enpresente de indicativo como, por ejemplo, «se cree que». E incluso cuando se utili-zan estas construcciones, es improbable que eIlocutor que lee una noticia se consi-dere el agente que la hace creíble. Las construcciones empirisras que emplean tiern-pos pasados son mucho más comunes (véase también Roeh y Nir, 1990).

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200 I la representación de la realidadHe aquí una muestra en la que se destaca la construcción empírica. El con-

texto es eIinforme de un atentado a una «taberna» en Ciudad dei Cabo antes delas primeras elecciones multiétnicas en Sudáfrica.

3. Un comunicante que decíe hablar en nombre de laUPLAR,la rama militar dei ra-dical Congreso Panafricanista, ha reivindicado el atentado en nombrede estaoroganización, pero tal extremo no ha sido confirmado por la sede central de laUPLAR Las armas y la táctica empleadas 50n muy parecidas a las de anterioresatentados de carécter racista. En julio, cinco pistoleros utilizaron granadas yllnaudiblel riflespara atacar una iglesia en plena celebración en un barrio blancode Ciudad deI Cabo; 11 personas resultaron muertas. Seconsiderá que este ataquefue obra de la UPLAR.

(National Public Radio. 12 de dicíembre de 1993; la cursiva es mfa)

Construcción de exterioridades I 201agencias informativas. La retórica oficial de estas agencias acentúa aImismo tiem-po la neutralidad en la información y la necesidad de informar. Como Gaye Tuch-man (1978) documenta con cierto detalle, las agencias informativas aseguran noabrigarcreencias ni opiniones; se limitan a informar sobre hechos, incluyendo he-chos sobre las creencias y las opiniones de otros.

Esta «historia oficial» sobre los hechos es, en sí misrna, una construcción. Porejemplo, una de las preocupaciones comunes de los realizadores de documentalestelevisivos sobre temas de actualidad que nos encontramos almorzando en el ca-pítulo anterior, era encontrar un conjunto de informadores para el documentalque encaiara con el guión planificado de antemano. El siguiente fragmento mues-tra esta preocupación.

La cuestión es que este cuidadoso procedimiento de selección y estímuloacaba produciendo un reportaje que presenta a los autores como si se limitarana informar sobre puntos de vista ajenos y carecieran de puntos de vista propios.La narración parece originarse en los entrevistados y no en los autores dei re-portaje.

Ahora bien, volviendo a nuestro ejemplo actual, si presuponemos que losmismos tipos de consideraciones se aplican aI informe de la National ProvincialRadio sobre eI atentado a la taberna, podemos ver que presentar la participa-ción de la UPLAR como una creencia de los presentadores o periodistas seríaproblemático. Oficialmente por lo menos, su trabajo no consiste en abrigarcreencias.

Otra manera en que los presentadores abordan la cuestión de la creencia so-bre la participación de la UPLAR, consiste en atribuiria a algunos individuos u or-ganizaciones. Esto es lo que cabría esperar dei trabajo de Clayman sobre eIposi-cionamiento. Sin embargo, aquí se plantean dos problemas potenciales. En pri-mer lugar, presentadores y espectadores podrían considerar que alguna de laspartes implicadas tenia un interés en afirmar que la UPLAR estaba implicada. Porejemplo, la polida surafricana es una fuente evidente de informaciones sobre ac-ciones violentas de este tipo, pero existía la creencia generalizada (!) de que nomerecía mucho crédito como fuente. Y si se hubieran mencionado políticos deraza blanca, cabría sospechar que habían hecho inferencias basadas en estereori-pos o, simplemente, que deseaban difamar ai Congreso Panafricano durante eI pe-

Este fragmento forma parte de una noticia cornpleja. Sin embargo, no es nadainusual; sin duda, los Iectores de este libro estarán familiarizados con informacio-nes de este tipo. Lo que quiero destacar especialmente son los tipos de considera-eiones pragmáticas que dan pie a la construcción empirista «Se consideró que».

Lo primero que cabe destacar es la similirud entre los programas informativosy los artículos científicos. De Iamisma manera que en la cieneia los datas recibensu significado de teorías, los «sucesos» de los programas informativos reciben sig-nificado interpretándolos en elmarco de otros sucesos e incorporándolos a narra-eiones (Tuchman, 1978). En este caso, un atentado contra una taberna en Sudá-frica, aun con sus detalles de muerte y drama, no es más que una noticia parcial.Esperamos que la historia nos ofrezca un motivo y unos antecedentes: cquiénpuso la bomba y por qué, y cuál es la respuesta? En esta historia, el suceso se havinculado a un ataque anterior y este ataque, a su vez, se vincula a una organi-zación política: la UPLAR Por tanto, uno de los aspectos de interés en la construc-ción de los hechos de esta historia es determinar cómo se establecen estos vínculos.La conexión coo la UPLAR es especialmente interesante porque no se construyecitando evidencias sino comunicando una creeneia.

Es aquí donde la noticia recurre a una construcción empírica, ya que estacreeneia no se adscribe a un agente a aun colectivo (<<Kerry creía en la disciplina»,«los cristianos creían en dios»}. En cambio, la creencia se queda flotando eo elaire:«Se considerá que este ataque». En ciertamedida, es bastante extrafío que sehaga referencia a una creeneia sin que se cite su «propietario»; [cabe pensar quesería difícil reconocer una entidad tan incorpórea! Sin embargo, esto equivaldríaa tratarde cornprender las creencias dentro de la retórica deI cognitivismo comoobjetos con ubicaciones específicas y, por lo tanto, a pasar por alto los roles prác-ticos e interactivos a los que sirven estas construcciones (véase Coulter, 1979).

Uno de los roles que desempefian las construceiones de este tipo es evitarabordar cuestiones relacionadas con el estatus de las afinnaciones hechas por

4. Thompson:

Chitty:(Cinta 5. pág. 2)

Asíques- uhe:mos lo quevaahaeer (.) en laspreguntas unoanue-ve, perono sabemos quévaahacer en ladiezy laonce.0,8)Y ésaes la parte donde[necesitamos (.) que sea mejor,

Ya lo creo.

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202 I La representBción de la realidad

ríodo preelectoral. En segundo lugar, las fuentes de información podrían ser frá-giles o estar limitadas de muchas maneras: las noticias rara.vez incluyen afirma-ciones atribuidas a «lo que otro periodista me dijo en un bar» o a «algo que oi depasada».

A la luz de estas consideraciones, podemos ver el valor potencial de la cons-trucción «se considerá que fue», ya que comunica una creencia que es necesariapara construir la narración general de la noticia, y al mismo tiempo evita haceratribuciones potencialmente problemáticas a organizaciones informativas o a par-tes interesadas o limitadas de Sudáfrica. Sin desear entrar en más detalIes, la cues-tión es que la construcción empirista «se considerá que fue» se puede entendercomo algo más que un simple elemento dentro de un vocabulario general em-pleado para justificar hechos. Más bien se puede ver como una solución disefiadaespecificamente para una gama de problemas relacionados con la construcción yla justificación de hechos. Naturalmente, no es la única solución, ya que es fácilimaginar la historia del fragmento 3 construida de maneras diferentes, pero es unamanera ingeniosa de controlar la preocupación común por la factualidad y la res-ponsabilidad.

Agencia yevidencia

Adernás de la impersonalidad gramatical, un aspecto fundamental del reper-torio empirista es su atribución de la agencia a los datos experimentales: «los re-sultados muestran», «los datos apoyan», etc. Otra búsqueda realizada en un CD-RüM eon programas informativos de reciente emisión pudo encontrar construc-danes recurrentes de una naturaleza similar como, por eiemplo, «los registrosindican», «los hechos implican» y <das evidencias muestran». He aqui tres ejem-pIos en los que se destaca la construcción «los hechos demuestran»:

5. Loshechos demuestran queno se produceun aumentoen el consumode drogas acausadei programa [de reparto gratuito de jeringuillasJ yes probable que su apli-cación conduzca a unadisminuciónde casos de infección por VIR. Quien exa-mine estos hechos con lamisma objetividad que nosotros llegaré, creo yo, a lasmismas conclusiones.

(CNN, 30 de septiembre de 1993)

6. [EIgobemador de Floridahablandosobre lamuerte de un turista britânico] creoque los hechos demuestran con toda claridad que este ano hemos tenido muchasmenos agresiones contraturistas que el ano pasado,que el afioanterior a este su-ceso. Cada-cualquier acto de este tipo es inaceptable.

<CNN, 18de septiembrede 1993)

Construcción de exterioridades I 203

7. [Eu respuesta a afirmaciones de que el «gangsta rap» es antisocial] Y por quêtendríamos que decir a los jóvenes, sabe usted, que, bueno, que deben ir a la es-ruela porque tendrán [êxito], cuando los becbos demuestran que eso no va a suce-der?

(CNN,27 de enero de 1994)

He reproducido estos tres ejemplos porque i1ustran algunas característicascomunes en el empleo de este tipo de construcción. Es de destacar que no perte-necen al discurso del periodista; es decir, no pertenecen a las notícias ni son unaaportación deI periodista a la discusión. Además, se dan en contextos donde seplantea una cuestión polémica y donde el hablante se encuentra, eo potencia, eouna posición minoritaria o débil. EI médico que habla de las virtudes de la distri-bución gratuita de jeringuillas en el fragmento 5 se presenta en el contexto de unacondena oficial de esta política. En el fragmento 6 el gobernador de Florida res-ponde a preguntas sobre la muerte, divulgada profusamente, de un turista britá-nico en este estado. En el fragmento 7 el hablante defiende los valores de su tipode música, el «gangster rap», ante los comentarias críticos de espectadores quellaman por teléfono al programa.

Ya he destacado que en situaciones de conflicto, tanto en contextos cotidia-nos como científicos, las personas ofrecen uo apoyo cada vez más técnico a susposturas y se esfuerzan cada vez más en proporcionar una base a sus afirmaeiooes(Latour, 1987; Pomerantz, 1984b). Esta forma de discurso ernpirista se puede en-tender como una extensión de este proceso. El apoyo se elabora construyendo loshechos, los registros y las evidencias como poseedores de una agencia propia. Es-tas construcciones enmascaran el trabajo de interpretación y construcción hechapor el productor de la descripción: «los hechos», en primer lugar, no se constru-yen como hechos y, en segundo lugar, su importancia no es generada por su pro-ductor, sino que la proporcionan los hechos mismos. EIIos constituyen su propiademostración.

Así pues, la cuestión general a destacar aquí es que elrepertorio empirista en-cama características de la construccióo de hechos que se encuentran en otros con-textos aparte del científico. EI sociólogo Seven Yeadey (1985) ha planteado un ar-gumento similar en relación a otras características dei repertorio empirista. Loselementos particulares dei repertorio que tienen una difusión más general son lasconstrucciones de impersonalidad (<<se consideró que») y la agencia de los hechos(<<1os hechos demuestran»). En vez de considerar que estas construcciones se ins-criben en un repertorio que se emplea como un todo y que tiene consecuenciasgenerales, como ocurre en la ciencia según Gilbert yMulkay (1984), yo propongoque es mejor considerar que tienen unos usos discretos en las práetieas de cons-trucción de hechos que implican justificación y responsabilidad. Será interesanteinvestigar más estas usos además de seguir explorando el empleo epistémico de

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204 I La represenlación de la realidad

estas formas en el discurso cotidiano. Mientras tanto, el tepertotio empirista sepuede considerar como un conjunto de recursos a los que recurrir cuando se ex-teriorizan hechos despojando de la agencia a los constructores de estos hechos yadjudicándola a los hechos mismos.

Consenso y corroboraclón

Se ha dedicado mucho espacio a cuestiones técnicas relacionadas con el re-pertorio empirista, Sin embargo, la transferencia de una agencia explícitamenteformulada del hablante a los hechos por medios gramaticales en general, no esmás que uno de los muchos mecanismos exteriorizadores existentes. Las cons-trucciones de consenso y de corroboración 50n otros dos mecanismos exterioriza·dores estrechamente relacionados entre sí.

Una manera de transformar una descripción en un hecho consiste en obtener lasanción de testigos fiables. Obsérvese que esto es bastante diferente del argumento,superficialmente similar, según el cual una creencia es verdadera o está justificadaporque es sostenida por muchas personas, o la afirmación de que una actividad esaceptable porque muchas personas la realizan (véase Hilton y otros, 1988). El as-pecto crucial de este tipo de razonamiento cotidiano sobre los hechos es que elcon-senso en los informes proporciona una corroboración de la factualidad de una ver-sión: si Ufi testigo de un accidente de tráfico afirma que eI conduetor iba a demasia-da velocidad, su testimonio puede ser rechazado; sin embargo, si todos o casi todoslos testigos afirman lo mismo, es probable que sean más convincentes.

Con todo, este tipo de justificación por consenso presenta unos problemaspotenciales que pueden requerir el empleo de otra forma de justificación cotidia-na. Aunque los testigos de un suceso pueden estar de acuerdo entre sí porque to-dos han visto lo mismo, eI acuerdo se puede alcanzar de otras maneras. Por ejem-plo, pueden inventarse una historia entre todos o. de una manera más inocente, alinteraetuar unos con otros pueden alcanzar una comprensión común, pera erró-nea, del suceso. Esto otorga un gran valor aihecho de encontrar testigos que no sehayan comunicado entre sí o que sean independientes porque sus versiones no se hanpodido contaminar con las de los demás. Por tanto, esta segunda forma de cons-trucción de hechos acentúa la independencia de quienes mantienen un punto devista consensuado.

Asípues, la cuestión es: se pueden construir el consenso y la corrobo-ración? se pueden desplegar como recursos para la construcción de he-chos? Me centraré especialmente en dos estudios que ya hemos examinado, a car-go de Dorothy Smith y Robin Wooffitt. Estos autores abordan esta pregunta concrerto detalle.

Construcción da exterioridades I 205

Smilh y Henny-penny

Ya hemos considerado las características del estudio de Smith sobre un relatoque establece la factualidad de la enfermedad mental de una muchacha en rela-ción a la gestión de intereses. Smith también examinó la construcción de la obje-tividad del relato mediante el empleo de testigos independientes. De hecho, la es-tructura narrativa del relato de Angela sobre la degeneración progresiva de K,afiade una serie de testigos del problema de una manera que Smith equipara acuentos infantiles como la historia de Henny-penny, donde una cantidad cada vezmayor de personas le cuenta aI rey que el cielo se está cayendo. A1gunos fragmen-tos nos ayudarán a comprender este proceso. Obsérvese la manera en que se pro-ducen las descripciones del (presunto) problema conductual de K como proce-dente de cada uno de los testigos.

Primero nos encontramos a Angela, la narradora de la historia:

8. íbamos a la playa o a la piscina en un día caluroso y yo me mojaba un poco y meechabe a tomar el sol, mientras que K insistia en que tenía que nadar 30 largos depiscina.

(Smith, 1990, pág. 18)

Y luego nos encontramos con Angela y Trudi:

9. ... una amiga común, Trudi, que se estaba especializando en inglês, había leídouno de sus ensayos y un día me dijo: Escribe como una nifia de 12 afios - yo creoque le pasa algo.(Smith, 1990, pág. 18)

Y después tenemos a Angela, Trudi y la madre de Angela:

10. En aquella época la madre de Angela pensó, bueno, me entendió mal. Pero luegonotó que K era incapaz de poner la tapa de una tetera correctamente, no Iedabala vuelta para que encajara, sino que trataba de cerrarla a golpes.

(Smith, 1990, pág. 19)

Se van afiadiendo otros comentarios a la narración como, por ejemplo, la ex-plicación de Betty y de una mujer amiga de la familia.

Como destaca Smith, el efecto es que cada uno de estos testigos inspeccionanindependientemente el comportamiento de K y cada uno lIega independiente-mente a la conclusión de que K no está bien. EI juicio consensuado de que K estámentalmente enferma recibe una corroboración independiente. Naturalmente, alanálisis de Srnith se le podría objetar que se limita a escoger características de untexto descriptivo perfectamente claro. tiene de extraiía la afirmación de que

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206 I La representación de la realidedeste relatoes una simple descripción que comunica de unamaneratotalmente in-sípida el descubrimiento independiente, por parte de varias personas, de la enfer-medad mental de K?

La primera respuesta es que a estas alturas dellibro ya debe estar claro -asílo espero- que una descripción puede ser cualquier cosa menos simpIe y directa,Sin embargo, Smith no se contenta con hacer el tipo de afirtnación general de quelas descripciones son seleetivas e implican categorizaciones, como vimos en capí-tulos anteriores. Esta autora sugiere que la independencia de los diferentes testi-gos es cuidadosamente controlada por la organización de la narración, que pasapor alto varias otros elementos que han sido minimizados. Por ejempIo, hay por-ciones del relato que sugieren que Angela, Trudi y las demás son, de hecho, muybuenas amigas y pueden haber mantenido un contado regular entre sí, Estas ca-racterísticas podrían utilizarse para construir narraciones alternativas en las que,en realidad, K no está mentalmente enferma sino que su presunta enfermedadmental es una ficción compartida que se desarrolla dentro del grupo de amigas acausa de conflictos y celas. De hecho, Smith dedica algún esfuerzo a elaborar lacredibilidad de esta versión alternativa de los sucesos. La cuestión aquí es que elconsenso y la corroboración se están elaborando para que tengan unos efectosconcretos.

Wooffitt y la expresión activa

Vale la pena repetir que el estudio de Robin Wooffitt sobre relatos de sucesosparanormales se aprovecha del escepticismo con que se suelen recibir, A causa deeste eseepticismo, es probable que estas relatosse disefien pararesistirla socava-ción y que ésta sea la razónde que constituyanun campo tan reveladorparael es-tudio de la construcción de hechos. Una de las observaciones de Wooffitt es quecuando las personas producen relatos de sucesos extraordinarios suelen incluirfragmentos de citas de discursos. Normalmente, estas fragmentos se indican me-diante cambias de entonación aunque no siempre son nombrados explícitamentecomo tales (<<X dijo que...»). Por razones que pronto quedarán claras, Wooffittdenomina a esta expresión aetiva.

Wooffitt identifica varias usos especificas de la expresión activa en el estable-cirniento de la factualidad de ciertas afirmaciones. EI primero consiste en propor-cionar corroboración. Tomemos el siguiente fragmento, que sigue a una historiasobre una experiencia extrafia que el esposo de la habIante había experimentadoen una cabanacuando viviaen el extranjero.

11. Y,bueno, lo que es aúnmásfascinante de estahistoria es que se pone a contarlaexperiencia a otras personas y éstas le dicen

Construcción de exlerioridades I 207

«Pues tampoco es que sea una experiencia tan extraõa»porqueya la habíanoído antes, y en relación a la misma cabana.

(Wooffitt, 1992,pág. 158)

Esta manera general de establecer la objetividad funciona mostrando queotras personas han tenido la misma experiencia o han visto lo mismo. En esteejemplo, esta se construyeproporcionandounacita que, supuestamente,procedede un grupo de testigos. En este caso, la expresión aetivaconfirmaque en esta si-tuación había algo que también podia ser experimentado por otras personas. Ade-más, el hecho de que otras personas hubieran experimentado algo en la cabafia noes una simpie opinión del hablante: tenemos sus propias palabras para probarIo.Ésta es la belleza de la expresión aetiva: pone en escena a actorescorroboradoresseparadosque, como los rnufiecos de un ventrílocuo, pareeen tener vida, opinio-nes y personalidad propias.

Este fragmento tarnbién ilustra por qué Wooffitt denomina a esta expresiónactiva. En estas casos, la cita no se presentacomo procedente de un individuo;eslo que ellos dijeron. A menos que nos imaginemos a un coro de habIantes sincro-nizados, esta hace que su estatus como cita real sea inverosímil. Más bien se pue-de tomarcomo algo emblemático, como el tipo de cosa que dijeronunaspersonas,o que hubieran podido decir, o como una versión abreviada que es verdadera enesencia o espíritu. Esta demuestra que se elabora aetivamente como la voz deunos habIantes. Aunque esta está daro en el caso del fragmento 11, Wooffitt pro-pone que los analistas deberían hacer la presuposición de que todas estas citas seexpresanaetivamenteo que, visto desde el otro extremo, los analistas no deberíanpresuponer que las palabras presentadas como citas realmente sean citas. Comodice Wooffitt, es «útil partir de la presuposición de que los habIantes diseiian cier-tasexpresiones paraque se oigan como si se hubierandicho en el momento perti-nente» (1992, pág. 161). Si volvemos a examinar la discusión sobre el posiciona-miento del capítulo anterior, se puede ver que Wooffitt explora el despliegue re-tórico de la distinción animador/origen.

En este fragmento hay otro elemento que vale la pena destacar en relación ala construcción. Laexpresión se hace en plural: «elIos dijeron». Esto hace que seamás fácil oírIa como el informe de una experiencia general de una variedad depersonas (recuérdese que esto se inscribe en el contexto rápido y fluido de unaconversación; la interacción cotidiana no funciona eon la lentitud de una trans-cripción, que se puede inspeccionar y releer a voluntad). Sin embargo, sin ningúndetalle adicional no podemos saber si sóIo lo habían dicho unas pocas personas-quizá no más de dos- y tampoco sabemos si eran independientes; (se Ies pre-guntó acercade la cabanaen distintasocasiones, o quizá alguna persona se limitóa respaldar amabIemente lo que deda un solo hablante? (iNaturalmente, nosotrosni siquiera sabemos si hubo algún hablanrel) La cuestión es que el plural inespe-

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208 I La representación de la realidad

cffico evita estas embarazosas dificultades con eI relato. Permite inferir la presen-cia de independencia y de un amplio consenso; pero eI hablante no ha afirmadorealmente o explícitamente que muchas personas oyeron el sonido, oi que eranindependientes. Por tanto, no es tesponsable de las inferencias creativas de losdemás.

La cuestión general es que, si bien el relato hace que estas inferencias esténdísponibles, éstas no se afirman explícitamente y, en consecuencia, se pueden ne-gar. Ésta es una característica común de la construcción faetual de relatos. Porejemplo, si volvemos a examinar eI fragmento 3 -el informativo sobre eI atenta-do en Sudáfrica- podemos ver que la formulación anónima «se consideró que»permite hacer la inferenciade que esta creencia está muy extendida, lo que con-tribuye a su rol constructor de hechos sin que dependa explícitamente de la exis-teneia de más de un creyente,

EI trabajo de Wooffitt sobre la expresión activa muestra la importancia ge-neraldeI posicionamiento y de la maneraen que se pueden construirdiversasca-racterísticas de la posición al servicio de la tarea de construir hechos. Tambiénmuestra que «ver lo mismo» -algo básico en este tipo de razonamiento popularsobre el consenso y la corroboración- no es algo sencillo; más bien es algo quese puede controlar y elaborar. De hecho, un ejemplo que ilustra vivamente estacuestión es el trabajo sociológico sobre las replícaciones en Iaciencia que vimosen el capítulo 1. La replicación se puede concebir como un foro institucionaliza-do para testigos independientes. Como Harry Collins y otros han dernostrado, loque se considera una réplica competente o adecuada con frecuencia se convierteen algo tan polêmico como eI resultado que pretende replícar. Si Wooffitt hubie-ra sido un parapsicólogo escéptico en vez de un investigadorde la conversación,hubiera interrogado a los participantes acerca dei número y eI estatus de los tes-tigos dei ruido. Los propios testigos «ventriloquizados» se habrían convertido enel centro de la disputa y necesitaríansus propios procedimientos para controlarla factualidad.

Detalle y narraclón

Antes, en eI capítulo 3, examiné eI trabajo postestructuralista sobre eI discur-so realista, especialmente eI estudio de Barthes en S/Z sobre las operaciones deirelato breve «realista» de Balzac. Uno de los principales roles de este trabajo eraponer de manifiesto las limitaciones de las ideas simples sobre eI discurso realistay, en particular, la idea de que eI discurso realista obtiene su sentido de una se-cuencia simple de descripciones de objetos y sucesos. Lo que menos interesabaaBarthes era eI papel de la prosa descriptiva en eI establecimiento de la factualidadde un texto. La cuestión de la factualidad no se nos plantea de inmediato cuando

Construcción de exterioridades I 209

abordamos la literatura, que es una forma de ficción paradigmática, aunque esbastante difícil establecer distinciones claras entre la verdad en la literatura y enotros ámbitos (Whiteside e Issacharoff, 1987; Searle, 1975). No obstante, variasteóricos de la literatura se han interesado en la manera en que se generan deter-minados efectos literarios y,más concretamente,en la manera de crearunmundovívidamente realista. Uno de los intereses fundamentales es eI papel de las des-cripciones detalladas y su lugar en las narraciones. Para nuestros fines, lo que nosinteresaes lamedida en que estos efectos se pueden generalizar a otros textos y aihabla.

Detalle y enfoque

Loprimeroa tener en cuenta en este apartado es qué se entiende cuando sehabla de detalle. Evidentemente, se trata de una categoría relativa. Lo que se con-sidera detallado desde una perspectiva puede considerarse vago e impreciso des-de otra. EI tipo de detalle sobre la estructura de una viga de acero que nos puedeofreeer un físico nuclear es bastante diferente dei tipo de detalle que nos puede darun ingeniero. Además, eI término «detalle» se puede emplear peyorativamentepara designar cosas relativamente insignificantes; existe la imagen general y exis-ten los detalles. Sin embargo, yo utilizaré la noción de detalle ciiiéndome a su de-finiciôn en el diccionario: «pormenores de una cosa o un suceso» (OED). Con-eretamente, deseo contrastar las descripciones que reseiian procesos y categoríasgenerales con las descripciones que capturan los detalles de escenas o sucesos talcomo podríanser vistos por un observador.

Tomemos, por ejemplo, los fragmentos de artículos científicos reproducidosanteriormente (I y 2). En eUosse recurría a tipos generales de descripciones de lasacciones de los científicos. Sin embargo, incluso en los apartados de los artículoscientíficos dedicados a los procedimientos, de los que se suele afirmar que pro-porcionan una descripción de las acciones de los experimentadores, las descrip-ciones son de prácticas genéricas (ese prepararon partículas mitocondriales me-diante una modificación de los procedimientos de Madden»), es decir, son des-cripciones que podría hacer «cualquiera». No se nos dice si se rompieron lostubos de ensayo, si estaba lloviendo fuera o si los inodoros dei servicio dellabora-torio disponen de puerta. Lo que les importa es demostrar que se hizo algo están-daro universal; cuaIesquiera características únicas o individualescarecíande ím-portancia y, en consecuencia, no era procedente describirlas. Contrastemosestocon un fragmento de una sesión de terapia donde Jimmy, eI «marido celoso» alque conocimos brevemente ai final dei capítulo 4, habla de una tarde en un bar.Se trata de un fragmento muy pequeõo de un pasaje bastante largo.

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210 I La representación de la realided

12. Jimmy: E:m (.) cuando: entraron esas personas. (.) >eran:< (.)]ohn y Caroline.(1,0) Y además también esíabe- (.) este 21m tío D.ave. °con ellos."L..]E:m. (1,2)ÉI e- entró- (.) bueno entraron en el bar. 0,0) Bue-no (.) Connie se sentó alIado de (0,6) Caroline. y yo me senré (másatrás). Así que (.) que estábarnos separados. Se gmaron en- aI ctrolado. 0,0) Las Ynil:M palabras que Connie me dirigió 0,0) en toda latar:de (0,8) fueron {.):trae: otra copa. "Trae otra copa."

(DE-]F:C2:SI:1O)

En contraste con los fragmentos dei artículo científico, lo que sorprende deesta descripción es que está lIena de referencias específicas. No se trata de formu-laciones de características genéricas, típicas de ir de copas a un bar, aunque unacomprensión adecuada de este fragmento se podría basar en el conocimiento deestas características. Más hien está lIena de personajes definidos (Carolíne, Dave).de indicaciones (<<estábamos separados») y de expresiones activas (etrae otracopa»),

Con eI fin de desmenuzar algunas de las cuestiones relacionadas con la cons-trucción de hechos en descripciones de este tipo, deseo recurrir a un conceptoprocedente dei estudio de la narrativa conocido como enfoque. Este concepto sedesarrolló en eI trahajo de Gerard Genette (1980) y Mieke Bal (1985). La maneramás sencilla de concehir eIenfoque es en función dei punto de vista que presentauna narración. Por ejemplo, en algunas narraciones existe un narrador omnis-ciente, de carácter cuasi divino, que puede revelar detalles de cualquier persona-ie, irrumpir en cualquier escena y meterse en los pensamientos de cualquiera, Ge-nette denomina a esto, quizá de una manera un tanto confusa, enfoque cero. Enotras narraciones, elnarrador contempla escenas pera no tiene acceso a los pen-samientos o sentimientos de cada uno de los personajes; esto es d enfoque exter-no. EI discurso dei fragmento anterior correspondería a lo que Genette denominaenfoque ínterno. Es decir, la narración se construye desde eI punto de vista de unpersonaje concreto: tiene acceso a los pensamientos y sentimientos de ese perso-naje, pero no a los de otros personajes, salvo mediante ínferencias. Por eiemplo,veamos un fragmento posterior dei relato de Jimmy sohre la tarde en eIhar:

13. Jimmy: Eh:a estasalturas (.) yaestabamuyquemado ycabreado de verdadeonConnie (.). Y eh subí a acostarme y (.) me D en la cama. (0,7) Ornemeti en la cama." (0,6) y. eh (.) podia oír las risites (y todo esc) que ve-níande abajoy entonces (,) la .música cambió (,) música leata.

(DE-]F:C2:SI:ll)

Jimmy descrihe sus propios sentimientos en un ínforme sencillo que no re-quiere hacer ínferencias. En camhio, esta descripción sólo permite inferir indirec-

Construcci6n de exterioridades I 211tamente las acciones y los sentimientos de los demás. Jimmy descrihe los sonidosque podia oír desde 5U dormitorio. Estas sonidos no son meros detalles conduc-tuales carentes de sentido. Permiten hacer inferencias precisas sohre lo que ocu-rria ahajo. Incluso sin la riqueza de detaIles contextuales que aparecen en lascerca de 80 líneas anteriores dei relato, me imagino que es difícil resistirse a laimplicación de que lo que se alcanzaha a oír era algo de cariz íntimo y poten-cialmente sexual. Aunque no conozcamos la asociación etimológica de giggle-risita en inglés- (<<mujer lasciva y sensual; muchacha juguetona y ligera de casocos», OED), está claro que las risitas no 50n características de interacciones entrepersonas desconocidas o de situaciones formales; es sefial de una cierta informali-dad, de hromas compartidas. Naturalmente, eIcamhio a una música lenta se aso-cia a un baile «agarrado» e íntimo, parecido aI que se puede dar cuando se formanparejas al final de una salida a una discoteca; o, como cantaba Chuck Berry en unaépoca algo anterior, «hut when the sun went down the rapid tempo of the musicfell, c'est la vie say the old folks it goes to show you never can tell»,

Por tanto, la cuestión es que elenfoque interno es un estilo narrativo que pre-senta lo que ocurre desde lo que vagamente se podría denominar eI campo per-ceptivo de un participante concreto. En estos fragmentos podemos ver que estecampo perceptivo atiende tanto a la posición dei perceptor (cy yo me senté... asíque estábamos separados», «me eché en la cama») como a lo que se percibe (<<traeotra bebida», las risitas), Estas narraciones permiten al oyente o lector adoptar laposición dei perceptor. Podemos comprender cosas a través de los ojos y los oídosdei personaje principal. En su discusión dei enfoque, Bal indica eIvínculo con laconstrucción de hechos: «Si elenfoque coincide con un personaje, este personajetendráuna ventaja técnica sobre los otros personajes. Ellector observa con los ajasdei personaje y, en principio, tenderá a aceptareI punto de vista presentado por é1»(Bal, 1985, pág. 104; la cursiva es mía). Aparte dei ámhito puramente !iterario,este tipo de enfoque se corresponde con un tipo especial de acreditación de cate-gorias. La persona está acreditada para proporcionar una descripción autorizadade una escena o un suceso porque es un testigo.

La acreditación de la categoria de testígo

Como ocurre con otras acreditaciones de categorias, podemos preguntarnoscómo se construye y se socava la acreditación de la categoria de testigo. ICuál essu retórica ofensiva y defensiva? Una manera de ohtener la categoria de testigoconsiste en proporcionar descripciones gráficas y vívidas. Éstos son los tipos dedescripciones que se pueden derivar de un examen cuidadoso de una escena, ypueden tener características que pueden parecer difíciles de inventar a causa de suespecificidad o, quizá, de su extrafieza. Por ejemplo, una cita directa es eI tipo de

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212 I La representación de la realidad

elemento que sólo un testigo puede comunicar adecuadamente. No sólo demues-tra que el testigo estaba presente, sino que también tiene facultades de observa-ción. Tomemos «trae más bebida» del fragmento 12. Ciertamente, tiene algúnpeso en relación a las identidades morales de las partes implicadas, quizá mos-trando a Connie como indiferente con Jimmy o absorta en su interacción con elotro hombre. Pero también muestraa Jimmy como uo testigo que comunica unsuceso real en vez de inventárselo o especulat sobre éI y que, ai mismo tiempo,puede comunicar detalles precisos (véase también Juhila, 1995).

Otramanerade conseguir la categoriade testigo consiste en acreditar elacce-so a la escena presenciada. Esto otorga autoridad a la presencia del testigo y tam-bién alinea allector u oyente con la narración del testigo. Paul Atkinson (1990) haexplorado esto con bastante detalle en 5U estudio de la construcción de etnogra-fías en las ciencias sociales. Atkinson comparo el párrafo introductorio de un re-lato breve de Hemingway con un estudio ernográfico muy conocido sobre la vidade unas camareras. Propone que ambos atraen allector hacia la historia de unamaneramuy parecida,proporcionando descripciones externas de 10 que se perci-be, como la descripción de Jimmy en el fragmento anterior, y elaborando un con-trasteentre lo interiory lo exterior mediante referendas aparentementegratuitasai tiempo (<<fuera empezaba a escurecer», «fuera, una lluvia Iigera daba un toquede suavidad aI aire noctumo de la ciudad»). Según Atkínson, este tipo de des-cripción «ofrece la"garantia" de un informe presencial, expresado en función de unobservador imparcial, y que emplea el estilo convencional del escritor realista deficción o del periodista documental» (1990, pág. 70). La narración de Jimmy no haceninguna referencia a la meteorologia pero si que dedica algún tiempo a establecerpor qué Connie y éI fueron ai bar, quién se encontraba allí y dónde se sentaron.

Una de las características efectivas de la acreditación de testigo es que la des-cripción que hace un testigo de una escena se considera no informe de esta esce-na tal como ha sido percibida, a diferencia de cualquier otra interpretación o for-mulación de carácter general. Proporciona detalles observados o escuchados ypermite que el receptor de la descripción realice inferencias. El papel de juzgary evaluar parece traspasarse ai receptor. Por ejernplo, en el fragmento 13, Jimmyno acusa direetamente a Connie de sede infiel, pero 5U descripción se organizapara hacer que esta inferencia sea difícil de resistir. De esta maneta, la categoría detestigo actúa como un mecanismo de exteriorizaeión.

Durante la mayor parte de este capitulo he examinado mecanismos exteriori-zadores que desvian la atención del productor de la descripción y, en consecuen-eia, de sus poteneiales conveniencias e intereses en los sucesos, basándose en undiscurso ernpirista impersonal o destacando la corroboración y el consenso entrevarios observadores. Sin embargo, en el caso de la categoría de testigo la exterio-rizaciónse efeetúa basándose en unadistinción implícitaentre observaeióny eva-luación; entre describir los hechos y decir qué significan.

Construcción de exterioridades I 213

La importancia de la distinción cotidiana entre describir e inferir se demues-tra en el estudio de Dorothy Smith sobre los relatos de enfermedades mentales yla maneraen que se organizan paraque los receptores extraigan sus propias con-c1usiones. El estudio de Maria Wowk (1984) de una confesión de asesinato esta-blece una distinción similar. En el ejemplo que esta autoraestudió, el agresornohizo unaacusacióndirectade que lavíetimaeraunaprostitutaen vez de una«VÍc-tima inocente». Una afirmación directa como ésta se podríahaberconsiderado in-teresada, como un intento de atenuar el crimen. En cambio, construye una des-cripción a partir de la cual se puede inferir la categoría de prostituta.

Estadistinción popularentre testificare inferir puede que entrara en juegoenun estudio realizado por Kim Scheppele (1994), donde observó que unas mujeresvíctimas de violaciones y agresionessexuales tenían unas dificultadesespeciaIesairevisar sus historiasdespués de un período de tiempo. Estasrevisioneseranapro-vechadas por la acusaciónbasándose en la suposición de que las versiones inicia-les tendian a ser precisas mientras que los cambios posteriotes probablemente es-taban deformados o motivados en algún sentido. En contraste con esto, Scheppelesugirióque, en estas casos, las expectativas normalesse pueden invertir mediantelas estrategias psicológicas de negación y autoculpa que suelen seguir las víctimasde agresiones sexuales y que implican un rechazo inicial de la realidad de la agre-sión, Sobre este tema y su relación más general eon la construcción de hechos,véase eI estudio de Michele Davies (1995) sobre la construcción de hechos en unaautobiografía basada en recuerdos reprimidos de abusos sexuales durante la in-fancia. Este estudio aborda tanto las cuestiones dei testimonio y el recuerdo comola noción, más general, de legitimar el conocimiento por medio de la experiencia(véanse Kitzinger, 1994; Manzo, 1993).

Socavar el detalle en favor de la vaguedad

Aunque la descripción de detalles se puede utilizar para elaborat la acredita-ción de testigo, también se puede socavar de muchas maneras. De hecho, es de es-perar que cualquier método establecido para la construcción de hechos tambiéntenga establecidas sus propias contrapartidas. EI empleo de retóricas ofensivas es-timula el desarrollo de retóticas defensivas y viceversa. Una característica de losdetalles es que se pueden examinar en busca de contradicciones y confusiones oque se pueden reelaborat en un tipo de narración totalmente diferente. Por ejem-pio, el hecho de que Smith pueda releer el relato de Angela sobre la enfermedadmental de K y reconstruir a los testigos supuestamente independientes como ungrupo conectado que puede tener intereses propios en describira K como enfer-ma, depende de su reelaboración de los detalles ofrecidos. Aunque la riqueza dedetalles permite allector «hacerse una idea», también le permite intervenir acti-

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214 I la representación de la realidad

vamente en lahistoria e invertir su fuerza moral, dejando aKcomovíétima de unapersecución en vez de considerarIa un caso psiquiátrico.

Este procedimiento de desenmaraiiar detalles tiene un pasado destacado. Ja-mes Herrick estudió eI enfoque retórico empleado por los deístas dei siglo XVIIIpara criticar los relatos cristianos de milagroso Herrick sugirió que la principalforma de ataque era una forma de ridiculización que se basaba en una leetura deta-llada de textos cristianos en busca de elementos problemáticos, confusos o «ridicu-los». Estos elementos se convirtieron en eIcentro de un debate intenso y frecuen-temente exagerado que normalmente despojaba a los detalles de su contextooriginal. Por ejemplo, Herrick cita un ataque que se concentra en la frase «ílujo desangre» en una descripción de Jesús sanando a una mujer que sangraba.

Ninguno de los evangelistas indica cuél era el grado de hemorragia, oi en quéparte deicuerpo se producía, oi con qué frecuencia se daba. Que sepamos, podía seruna simple hemorragia nasal que se lereproducía de vez eo cuando; o podría ser unainfección de orina con evacuación de sangre: o también podría ser, y no seria nadaextrafio, una hemorragia de tipo menstrual. De lo escrito sobre el caso de esta mu-jer, cabríadeducir cualquiera de estas posibilidades; y no veo que ninguno de nues-tros teólogos hayadeterminadode qué se trataba. Pero, según ellos, su curación fueun granmilagro aunque no sepan cuál era la enfermedad (citado en Herrick, 1989,págs.322-323).

Por tanto, el método consistia en trabajar con detalles o problemas poten-cialmente nimios y elaborados de manera que pusieran en duda todo el relato.Desde una perspectiva bastante diferente, Malcolm Ashmore (1993) ha mostra-do cómo una combinación de detalles narrativos y ridículos puede servir para so-cavar una teoría científica establecida.

Volvamos abora a la narración de Jimmy sobre la traumática tarde en el bar.Podremos ver cómo funciona el proceso de socavación en la respuesta inmediatade Connie. (Recuérdese que se trata de una sesión de terapia y que tanto Conniecomo eIconsejero estaban presentes durante la narración de Jimmy.) La respues-ta inmediata de Connie destaca la flexibilidad en la producción de versiones desucesos, y cómo se pueden producir para mostrar cosas distintas (véase Simons,1989).

14. Connie: yo sôlo quierodecir: que cuando yo cum:to lamis.:ma historia (.) suenall1!.l! peco que dífermre.

(DE-JF:C2:SI:1l)

Y prosigue reelaborando los detalles del relato de Jimmy para, por ejemplo,volver a caracterizar un suceso que Jimmy ha descrito como subirse la falda paraenseiíarle las piemas a un muchacho, Dave.

Construcción de exterioridades I 215

15. Connie: Quizála falda seme subió hasta aquí. «(]immy inspira confuerza» Qui-uo pelo más arriba. No lo híce para- illlQca.J:llÍR: a ese tío cuando lo

hice fue roi amiga que comentó Vaya esta noche estás ensefum:do: mu-cha cacha.

(DE-JF:C2:S I:11)

Así pues, detalles de este tipo constituyen un arma retórica de doble mo. Sepueden utilizar para elaborar la acreditación de testigo y para realizar una gamade acciones específicas, pero también se pueden reelaborar, socavar y ridiculizar.En realidad, se puede volver a contar la misma historia para que suene diferente.Por esta razón, se pueden construir relatos factuales empleando formulacionesglobales o vagas. Las formuladones globales pueden ser un elemento importanteen el arsenal de la retórica defensiva.

Paul Drew y Elizabeth Holt (1989) nos ofrecen un ejernplo del empleo retó-rico de la vaguedad en su estudio del empleo de «expresiones idiomáticas»; esdecír, de expresiones proverbiaIes o tópicas como «dos no se pelean si uno noquiere» o «estar entre la espada y la pared». Sugieren que estas expresiones no seinsertan aI azar en las conversaciones y que tienden a aflorar en momentos con-cretos. Por ejernplo, suelen dedrse cuando alguien se queja de algo a un amigo oa un paciente, y éste se niega a ofrecer apoyo o simpatía. Esto se ilustra eo el si-guiente fragmento, donde Ilene se queja de las acciones de una empresa.

16. Ilene: .hhh Hemos comprobedo todos los papeles que tiene y en Moss andCompanyhandicho que los enviaron por correo peroa nosotrosno nosha llegado n:nada.(0,3)

Ilene: De cualquier modo. (.) E:so es e- eh ,sahes? no puedes (.) discutir eh escomo (.) eh:[m

Shirley: Esto::o

llene: dartecabezazoscontrala:pared(DrewyHolt, 1989, pág. 508)

Si Shirley hubiera apoyado la queja de Ilene habriamos esperado que expre-sara este apoyo en diversos momentos de la interacción. Sin embargo, su única in-terjección aqui es «Esto::», que, como vimos en el capítulo 3, suele ser un indiciode que probablemente se producirá algún tipo de rechazo o una falta de simpatía(Levinson, 1983; Nofsinger, 1991; Shiffrin, 1987). Es en este momento cuandoIlene produce la expresión idiomática «darte cabezazos contra la pared», Drew yHolt sugieren que estas expresiones desempefian dos funciones. En primer lugar,tienden a terminar o redondear la secuencia y, posiblemente, a cambiar de tema(véase Drew y Holt). En segundo lugar, son robustas a causa de su cualidad figu-

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216 I La representación de la realldedretiva o formularia. En otras palabras, no son fáciles de desafiar mediante infor-maciones o hechos específicos. Esto significa que 50n adecuadas para situacionesdonde se da un conflicto o, por lo menos, una falta de apoyo. Aquí la vaguedad noes una debilidad: es una virtud. Dar cabezazos contra una pared puede ser «co-rrecro» o descriptivo, en todo tipo de situación y de cualquier tipo de manera. Esalgo muy difícil de socavar.

Naturalmente, los comentarias generales o vagos no tienen que ser de carác-ter idiomático. Por ejemplo, ya dedicamos algún tiempo a examinar la versión deConnie sobre la tarde en eI bar al final dei capítulo 4. EIIa la formuló como «unepisodio, con un tipo, en un bar, <,sabe usted? Y yo bebiendo un poco yenrollán-dome por abí». Esta descripción no posee eI enfoque interno de la narración deJimmy. No posee un punto de vista narrativo, no comunica percepciones indivi-duales o emociones; en cambio, proporciona una categorización amplia dei suce-50. La inocencia de «enrollarse» contrasta -y va en contra- de lo que se des-prende de las risitas y la música lenta que suenan desde abajo en eIfragmento 13.Por tanto, este ejemplo muestra un choque entre dos prácticas de construcción debecbos bastante diferentes, cada una con sus propios puntos fuertes y débiles.

Hayden White, Oliver North y la justificación narrativa

La nocién de narración ha llegado a ser cada vez más prominente en las cien-cias sociales durante los últimos afios. Se ha propuesto como concepto organiza-dor fundamental de la psicología (Bruner, 1990; Gergen, 1994; Polkinghorne,1988; Sarbin, 1986) y se considera fundamental en la etnografia (Atkinson, 1990;Oifford y Marcus, 1986) y en otros campos. Como vimos en eI capítulo 3, la na-rración se considera epistemológicamente fundamental en algunos argumentosposmodernos, especialmente en los de Jean-François Lyotard relativos a la des-composieión de narraciones grandilocuentes de legitimación. Todo esto ba con-ducido a que la narración se utilice en una gama de sentidos con frecuencia bas-tante vagos. A veces es difícil ver qué no es una narraciôn, No obstante. existenimportantes líneas de trabajo relacionadas con la construcción de hechos, y eIpensador que probablemente ba hecho más pare abordarias ba sido e! teórico dela historie Hayden White.

White es un teórico ambicioso y sutil; sin embargo, eItema fundamental de sutrabajo se puede expresar fácilmente. Su argumento es que es un error considerarque hacer historia consiste en recopilar hechos sobre eIpasado. En cambio, bacerhistoria es una combinación de descubrir hecbos y producir narraciones que dansentido a esos bechos. Consiste en produeir coherencia además de corresponden-cia, Como dice éImismo:

Construcción de exterioridades I 217Cadahistoria debe cumplircon unasnormas de coherenda y de correspondencia

si quiere pasar por un relato plausible de «las cosas como realmente fueron» ... Unameralistade afirmaciones existencialessingulares y confirmables no constituyeun re-lato de la realidad si no existe algún gradode coherencia, lógica o estética,que las co-necte entre sí (White, 1978,pág. 122).

Así pues, eI argumento es que los relatos plausibles y creíbles de! pasado seproducen colocando bechos dentro de una narración. EI principal trabajo deWhite (1973) fue un intento de caracterizar a los principales historiadores de! si-gla XIXsegún su estilo de narración favorito (romántico, trágico. cômico, satírico),8US modos básicos de argumentación (contextualista, mecanicista) y las conse-cuencias ideológicas que se extraen de sus historias (radicales, conservadoras). Seconsideraba que las formas narrativas de la historia subyacían a la superficie de lostextos históricos formando una «estructura profunda».

La analogía con la lingüística de Chornsky que predominaba en aquella épo-ca es muy clara. En e! trabajo de Chomsky, se consideraba que las expresiones se-guían formas gramaticales como consecuencia de una «estructura profunda» sub-yacente que está «cableada» en e! cerebro de los seres humanos. Tanto Cbomskycomo White caracterizan estas estructuras profundas como parte de la dotaciónpsicológica de los miembros de una cultura.

En virtud de su participación en un proceso específico de comprensión que loidentificacomo miembrode una dotación cultural particular, eI historiador compartecon su público unas nocionesgenerales de las formas que deben adoptar las situado-nes humanas importantes. [...] La novedad,elmisterioo el exotismo originales de lossucesos se disipanyéstos adquieren un aspectofamiliar, aunqueno en susdetallessinoen sus funciones como elementos de un tipo familiar de configuración. [ ...] No sóloson familiares porque el lector tiene ahora más información sobre los sucesos, sinotambiénporquese le hamostradocómo se ajustan los datos a un irono de un procesoacabado inteligible, a una estructura argumentai con la que está familiarizado comoparte de su dotación cultural (White, 1978,pág. 86).

White escribe más sobre la comprensión que sobre la construcción de hechos,pero su argumento se puede ampliar con toda facilídad. Un relato dei pasado seconvierte en factual cuando recurre a una forma narrativa que forma parte de lacompetencia cultural dellector. Lee la historia y la experimenta como factual por-que se ajusta a sus expectativas narrativas. Parece «correcta», «bíen hecha», «co-herente».

Este argumento es bastante plausible. O, como White podría decir, propor-ciona una narración inicialmente creíble del funcionamiento de la comprensiónhistórica. Incluso existe alguna investigación experimental que la apoya en térmi-nos generales (Bennet y Feldman, 1981). Sin embargo, también presenta algunos

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218 I La representación de la raalidad

problemas potenciales. Aparte de Ias dificultades, ahora ya bien estabIecidas, delas nociones cognitivas y estructurales profundas relacionadas con la comprensión("cuá! es e! estatus de esta estructura profunda?, "cómo funciona?), White ha de-sarrollado su argumento más en un plano abstracto que basándose eo análisis deejernplos concretos. Ciertos estudios específicos han intentado aplicar esta ideageneral de la narración a un conjunto de textos. Por ejernplo, Moya Ann BaIl(1991) exploró la construcción narrativa de! «incidente de! golfo de Tonkin», adu-ciendo que se planifico como una narración específica y familiar para justificar e!aumento de la intervención estadounidense en la guerra de Vietnam. Y John So-renson (1991) estudió las construcciones realizadas por los medios de comunica-ción sobre la hambruna de Somalia sugiriendo que en los informes se reproducíauna parábola ideológica familiar. Sin embargo, en este estudio y en estudios simi-laresno se establece claramenteoi la presenciade una narración única y coheren-te, ni su pape! en la construcción de hechos.

Otra dificultad de Ia explicación de White es que parece depender de una dis-tinción entre los hechos históricos y las narraciones dentro de Ias cuales se inseri-ben. Y digo «parece» porque. eo ocasiones, White ofrece una explicaeión másconstitutivasegún la cual «los hechos» son constituídos por la narración en vez deserobjetos preexistentesque se organizan posteriormenteen narraciones. He aquía White en uno de sus momentos más constitutivos: «Lo trópico es un procesomediante e! cual todo discurso constituye los objetos que únicamente pretendedescribir de manera realista y analizar de manera objetiva» (1978, pág. 2). Se po-dría utilizar cualquiera de las perspectivas teóricas examinadas en los primerostres capítulos de este libro para plantear cuestiones minuciosas sobre la distinciónentre hechos y narraciones.

Otra peculiaridad de los argumentos sobre los hechos históricos y las interpre-taciones narrativas nos la presentan Michae! Lynch y David Bogen en un estudiosobre Oliver North y su testimonio en el caso Irán-Contra. Estaban especialmenteinteresados en Ia política de generar una «negación pIausible», que era e! objetivode una gama de práeticas de Ia comunidad de servicios de inteligencia estadouni-denses. EI objetivo de esta política era poder lIevar a cabo operaciones secretas detal manera que el rastro de documentos y grabaciones oficiales dejadas por unaoperaciónpermitiera negarIa oficialmentey que, además,esta negativafuera plau-sible porque encajaría con los registros. Por ejemplo, e! almirante Poindexter citóesta política de «negación plausible» como pretexto para aceptar toda la responsa-bilidad de! desvio a la Contra nicaragüense del dinero obtenido por laventa secre-ta de armas a Irán; aihacerse responsable, protegía aipresidente. Lynch y Bogenafirman que «en su testimonio ante la comisión, afirmó haber ocultado expresa-mente aipresidente los documentos que autorizaban la operación, con e! finde ex-culpar a Reagan en el caso de que este desvio de fondos lIegara a hacerse público»(Lynch y Bogen, 1996, ms. 8; véase también Bogen y Iynch, 1989).

Construcción de exterioridades I 219

Lynch y Bogen utilizan las audiencias del caso Irán-Contra para destacar unaspecto de la interpretación de los registros históricos. Sugierenque la manera enque se reconstruyeron los registros históricos, prácticamente sobre la marcha du-rantelas audiencias, proporcionauna lecciónmásgeneralsobre la historiay su in-terpretación.

EneI transcurso deestas audiencias llegóaquedar claro queel archivo histórico era,en sí mismo, el producto de un trabaio organizado: recopilar, ensamblar y eliminar ar-chivos, recuperar documentos o desrruirlos, codificar y recodificar mensajes, etc. Estacircunstancia suglere, a su vez, la siguiente propiedad general, ymásbien diabólica, dela imaginación histórica: no sólo comporta interpretaciones de evidencias, sino que laevidencia misma se encubre mediante los manejos de unasensibilidad histórica (1996).

En vez de unos hechos históricos y neutralesque los historiadores organizanen narraciones, la imagenque se nos ofrece aquíes la de unos documentos que su-puestamente registran unos hechos históricos, y que son generados y selecciona-dos precisamente para apoyar unas narraciones (fictícias) determinadas. De he-cho, para Lynch y Bogen existe algo fundamentalmente posmodemo en e! enfoqueque North da a Ia historia. AI trabajar de manera íntima y práctica con materialeshistóricos, difumina las distinciones entre lo francamente factual y lo ingeniosa-mente ficticio y,entre lo literal y lo irónico. North se ha trasladado ----<:on fines to-talmente distintos- ai tipo de terreno histórico ocupado por David Byrne y su«histeria» de la pobIación de Virgil, Texas, en TrueStories/Historias uerdaderas.

Lynch y Bogen recurren extensivamenteal pensamiento etnometodológico, ysu estudio de las audiencias del escándalo Irán-Contra encaja estrechamente en latradición de los trabajos que examinamos en el capítulo 2 sobre las prácticas ins-titucionales de producción de hechos. Su advertencia de que el archivo históricoestuviera disefiado paraencajar con determinadas reconstruccionesnarrativas, escomparable ai argumento de Max Atkinson (1978) sobre la intercalación de teo-rias sobre el suicidio en la actividad de los jueces de instrucción yen la construc-ción de datos estadisticos sobre suicidios.

Narraciones generales y descripciones especfficas

La anterior discusión deja bastante empanada la imagen originalmente senci-lIa de que los relatos faetuales se justifican colocándoIos en un conjunto de formasnarrativas fundamentales o familiares. Sin embargo, no muestraque la narraciónsea irrelevante para la construcción de hechos; muy ai contrario. Una de las difi-cultadesse refierea los distintossentidos en que se emplea la nodón de narración.Es útil distinguir la narración en el sentido amplio de géneros o formas literarias

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220 I La representación de la realidad

(comedia, novela negra, etc.) -de la idea de que se pueden producir versiones desucesos empleando tipos distintos de convenciones narrativas (por ejemplo, enfo-que cero contraenfoque interno) y que esta producciôn está relacionada con as-pectos de los motivos y los personajes. Producir narraciones también implica ele-gir donde empezar y dónde acabar, qué incluir y qué excluir, qué poner aliado dequé, etc.

Esto plantea una gama de cuestiones generales relativas a la importancia delcontrol y la gestión de las versiones. Por ejemplo, una de las características másimportantes del estudio de Smith sobre la construcción narrativa de Angela de laenfermedad mental de K, es que K no está presente para intervenir en el relato,para proporcionar versiones alternativas. paraafiadir otrascosasque sucedieronyque podrían proporcionar otros contextos a los sucesos o, simplernente, para ne-gar que algunos de los sucesos expresados hubieran tenido lugar. Los estudios dela interacción en salas de justicia y en audiencias oficiales destacan la importanciade controlar dónde empieza y dónde acaba cada respuesta, y qué se considera quees una respuesta completa (Molotch y Boden, 1985). Por eiemplo, en otro estudiodel testimonio de Oliver North en la audiencia sobre el escándalo Irán-Contra,Tim Halkowski (I992) mostró que el Consejo de la Comisión controlaba con efi-cacia la versión de los testigos tratando algunas de sus respuestas como incomple-tas y faltas de elaboración, e interrumpiendo algunos intentos de explicación.

Anita Pomerantz (1988/1989) proporciona otro ejemplo del control narrativode las versiones, eo un estudio de una noticia sobre la implicaeión del presidenteGeorge Bush en el desvio a la Contra nicaragüense de fondos procedentes delblanqueo de dinero del narcotráfico. (La Contra nicaragüense puede haber sidopolíticamente nefasta, ipero sín querer ha sido enormemente beneficiosa para lainvestigación social sobre la construcción de hechos!) La noticia detalla la leve irn-plicación de un colaborador de Bush con la ClA basándola en «evidencias docu-rnentales», y luego muestra un corte de una entrevista donde esta personaniegacualquier conexión con la CrA. Pomerantz argumenta que se prepara a la audien-eiaparaque seaescépticamediantela afirmación factual que se hace en la notieiade la implicación de este hombre con la ClA, y que d desmentido inmediatamen-te posterior se convierte en una prueba más de su culpabilidad. EI efecto de estanoticiano sólo es demostrar que este hombreformapartede la operaeiónsecretade la ClA, sino que también es un mentiroso descarado. Parte de la efícacia deeste procedimientoes que e1 equipo delprograma informativo tiene un controlto-tal sobre el material y que, además de yuxtaponer las versiones contrapuestas,puede reunir una serie de evidencias que apoyen una de ellas. Aunque este proce-dímiento puede parecer evidente, constituye una faceta importante de la cons-trucción de hechos que vale la pena aclarar.

Para finalizar esta discusión de las narraciones y la construcción de hechos,volvamos a Connie y a Jimmy, y a su polémica tarde en el bar. Una de las cuestio-

Construcción de exterioridades I 221

nes importantes que recordar es que, como el reloj de Balzac en el Elysée-Bour-bon, 10 importante no son los detalles empíricos concretos. En este caso, 10 im-portante de la narración es lo que muestra acerca de la naturaleza de las partes im-plicadas y, especialmente, de sus identidades morales. Connie una coquetaimpenitente que volvería loco a cualquier compafiero? los celos de Jimmy sontan patológicos que exagera cualquier incidente más allá de toda proporción? Laelaborada narración de Jimmy, con su implacable construcción de elementoscomo ensefiar laspiernas, mostrar unaindiferencia premeditada, gorrear descara-damente la bebida y, por último, iniciar un baile lento e íntimo con otro hombre,construye una sólida justificaciôn de la versión según la cual Connie es una co-queta impenitente o algo peor. En función de la terapia, Jimmy trata de indicarque es ella la persona con problemas (para un relatomás completo, véase Ed-wards, 1995).

La cuestión que deseo destacar es que el trabajo de Jimmy orientado a identi-ficaraConniede estamanera es unaconstrucción narrativa. Sin embargo, no es eltipo de género básico de narración examinado por Hayden White y otros (véaseGergen, 1994). No es especialmente cómico ni particularmente trágico, a pesar deque más adelante se describe un intento de suicidio bastante descafeinado. Se tra-ta más bien de un conjunto acumulado y organizado de descripciones desde elpunto de vista de Jimmy, que hacen que su construcción de los sucesos sea creíbley comprensible. Dicho en otras palabras, sugiero que su condición de narraciónde un género particular no es, en sí, algo crucial ni para e1 rol construetor de he-chos de este discursoni para su orientación específicahaciala aceión.En cambio,sugieroque «narración» se deberíaconcebir como una categoría másbien vaga ypreliminar que recopila con eficaciaunagama de fenômenos discursivos disparespero importantes.

La verdad superala f1cclón

Existe un cliché muy conocido según e1 cualla verdad supera la ficción. Sin em-bargo,los tiposde cuestiones planteadas en este capítulo sugieren queno existeunaseparación nítida entre los tropos de hecho y los tropos de ficción. Con frecuencia,los recursos para construir ficciones plausibles y vívidas son, precisamente,losmis-mos recursos que se emplean para construit hechos creíbles. Esto plantea muchaspreguntas interesantes acerca de lasrelaciones entrelas representaciones literarias ylas práeticas figurativas en ámbitos como las salas de justicia y el hablar cotidiano.Por ejemplo, una de estas formas parásita de la otra? Los cambios históricos do-cumentados por Erich Auerbach (I957) en la concepción de lo real en los textos li-terarios, relacionados con cambios en otras formas institucionales o quizácon cambios en las concepciones del yo? Estas preguntas son difíciles de abordar y

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222 I La representación de la realidad

hasta ahora se han realizado muy pocos trabajos sobre las características poéticas ynarrativas de! habla cotidiana que se podrían emplear para, por lo menos, empezara establecer comparaciones razonables con estudios literarios (aunque HarveySacks, 1992, ofrece varios comentarios jugosos y sugerentes sobre este tema). Porejernplo, podría ser especialmente reve!ador un estudio más sistemático de los tiposde enfoque que se producen en e! habla cotidiana y en e! habla de las entrevistas deprogramas informativos. La historia de Jimmy estaba enfocada internamente; eenqué tipo de situaciones se emplean narraciones con enfoque cero adoptando unpunto de vistaomnisciente,de carácter cuasidivino?

A pesar de algunas limitaciones en la explicación de Hayden White sobre lanarración, su énfasis en la importancia dual de la correspondenciay la coherenciade los relatos históricos tiene un uso más amplio. No es difícil, por ejemplo, en-contrar casos donde «equivocarse» conduce a que un relato sea más plausible; esdecir, donde la coherencia, en un sentido amplio, triunfa sobre la corresponden-cia. En algunos casos recientes de encarce!amientos injustos en e! Reino Unido, la«extrafia» similitudentre las versionesde la polida sobre lo que sucedió en las ceI-das se empleó como evidencia de que fueron confabulaciones cuidadosamente en-sayadas. EIargumentoeraque los «testimonios verdaderos»presentancontradic-ciones y confusiones; e! hecho de que todos los polidas describieran los mismossucesos era «demasiado bueno para ser verdad», y era mucho más probable quefuera e! resultado de una conspiración ensayada que un recuerdo personal espon-táneo (véase en las págs. 152-155 cómo socavaeIministroLawsonel consenso en-tre unas noticias).

Un artículo periodístico sobre e! encuentro de! poeta Philip Larkin con la pri-mera ministra Thatcher ilustra un empleo más complejo de la misma idea:

Ya se la habían presentado en otra ocasiôn, durante una recepción en DowningStreet en 1980, y legustaba contar lahistoria de cómo le dio la bienvenida diciéndole:«Oh, doctor Larkin, soy una gran admiradora de sus poemas». «Entonces, cíteme unaestrofe» L..l Larkin dice que Ia seiiora Tharcher se equivocó con la estrofa diciendo:«Su mente estaba Uena de dagas». «Yo me lo tomé como un enorme cumplido.» [...).«Pensê que si no hubiera sido espontâneo, la hubiera citado correctamente. Tambiénpensé que podía concebir una mente llena de dagas a su propio aire, aunque esto noquita que bese el terreno por donde pisa» ([ndependent on Sundoy, 3 de julio de 1994;la cursiva es mia].

Obsérvese cómo se comunica que Larkin ha utilizado e! error de la sefioraThatcher en recitar correctamente la estrofa como uo indicio de que realmenteconocfa e! poema, aunque tuvo que recuperarIo de la memoria. Es decir, su equi-vocación se considera evidencia de un recuerdo genuino, a diferencia del tipo decorrección --eon frecuencia demasiado oportuna- que indica una instrucciónreciente al respecto (vêanse Lynch y Bogen, 1996; Edwards y Potter, 1992).

Construcción de exterioridades I 223Esto plantea e! tema de las nociones populares de la memoria y su relación

con la construcción de hechos. Para que unas descripciones detalladas funcionencomo meros recuerdos y,en consecuencia, como mecanismos exteriorizadores, esmás eficaz tener una imagen de la memoria como un espacio neutro de alrnacena-miento deI cual se pueden extraer recuerdos. Los hechos se cargan en la memoriapor medio de la vista y e! oído, y se recuperan tiempo después limpios de intere-ses, expectativas o deseos. La explicación ofrecida por el análisis conversacionalde la manera en que se construye e! habla socava esta imagen. Propone que los de-talles de las versiones, en vez de descargarse pasivamenre, se disefian para la reali-zación de acciones. Tomemos, por ejemplo, la narración de Jimmy. A primera vis-ta podría parecer un registro sencillo de los sucesos de aquella tarde: un voleadode memoria. Sin embargo, cuando empezamos a examinar el detalle que se indu-ye co la narración, podemos ver que es muy seleetivo y que está cuidadosamenteorganizado. Lo que se incluye en la narración está ahí por e! pape! que desempe-fia en la construcción de una identidad moral para e! propioJimmy y para Connie.

Empecé este capitulo con una discusión de la noción de repertorio empiristade Gilbert y Mulkay. En su concepción original, e! repertorio ernpirista es un vo-cabulario integrado por términos, maniobras explicativas y metáforas, usados to-dos ellos con un estilo gramatical uniforme que minimiza e! pape! de! autor de! ar-tículo y maximiza e! poder de los datos mismos en su propia interpretación. Asípues, el repertorio empirista es un procedimieoto justificativo sistemático para laexteriorización. He examinado en qué medida se puede generalizar el repertorioempirista estudiando la presencia de tropos empiristas en programas ínforrnati-vos. En este contexto, no se cohesionan entre sí para formar un repertorio com-pleto y coherente, sino que se inscriben en varios otros tipos de discurso dondedesempeiian tareas específicas, como permitir hacer afirmaciones sin explicitarsus fuentes o su alcance, o reforzar la credibilidad de determinadas afirmaciones.Esto abre una línea de estudio potencialmente fructífera orientada a examinar elempleo de tropos empiristas en diversos contextos no científicos.

EI siguiente tema abordado en este capítulo ha sido el consenso y la corrobo-ración. EI carácter fundamental de la corroboración en la evaluaeión de la factua-lidad está bien establecido y se inscribe en procedimientos institucionales para laevaluación factual como, por ejemplo, e! empleo de múltiples testigos en causasjudiciales y e! énfasis en la replicación de experimentos en los debates sobre mé-todos científicos de investigación. Aquí el interés residía en la manera de elaborarel consenso y la corroboración en contextos determinados. La corroboración sepuede construir de muchísimas maneras: algunas son más explícitas y otras me-nos. Me he centrado en e! estudio de Srnith sobre la construcción de testimoniosindependientes en su artículo sobre la supuesta enfermedad de K, y en e! análisisque hace Wooffilt de! empleo de la expresión activa para «ventriloquizar» unagama de personajes corroboradores. La fabricación dei consenso y la corrobora-

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En el capítulo 4 presenté la distinción entre la orientaciôn epistemológica y laorientación hacia la acción de las descripciones. Esta distinción pretende expresarla diferencia entre los elementos de una descripción que aetúan para establecerlacomo faetuaJ o neutraly los elementos que se orientan hacia alguns aceión o seriede acciones. Uno de los objetivos de este libro ha sido demostrar que la orienta-ción epistemológicano es una característica abstracta de las descripcionesque sedecide basándose en su relación con una realidad, sino que tiene una naturalezapráctica y retórica. Constituyeun orden de actividad en sí misma. Hace poco aca-bamosde examinar unagamade procedimientospara elaborar o socavarelcarác-ter faetual de las descripciones: es decir, cómo se cosifiean o se ironizan las des-cripciones.Sinembargo,es importante que estos procedimientosno se veancomounadimensión aislada de la interacción; lasdescripciones no se elaboran como fae-tualessimplementeporque sí: se construyen así por el rol que desempefian en unaactividad. En este capítulo examinaremos algunas de tas maneras en que las des-cripciones pueden formar parte de las prácticas de las personas.

Es necesario dejar daro desde el principio que este tema tiene un alcanceenorme. Lasdescripciones pueden intervenir en las aeciones de muchasmanerasdiferentes y, por otro lado, muchas de ellas pueden limitarse a unas culturas de-terminadas y a unos contextos dados dentro de estas culturas. Por todo esto, lasmiras de este capítulo serán relativamente modestas. EIobjetivo es explorarcier-tas características generales de la orientación de las descripcioneshacia la acción,para demostrar cómo se puede abordar este tema analítico y para empezar a iden-tificar algunas cuestiones y características comunes. La discusión se organizará eotres vertientes que se superponenparcialmente entre sí.

Laprimera vertienteestá formada por la categorización y lamanipulación on-tológica. Se centra en las prácticas de categorización y formulación que se empleanpara constituiruna acción, un objeto. un suceso, una persona o un grupo como

224 I La represenlación de la realidad

dôo es, en potencia, una fonna especialmentepotente deexteriorización, yaquereparte la responsabilidad dei relato factual entre otros agentes.

La parte final dei capítulo se ha centrado en el detalle y la narración. EI deta-lle trabaja a varias niveles. En elnivel más sencillo, los detalles pueden ofrecer unarepresentación vívida de una escena o un suceso que hace improbable su inven-ción. En una narración enfocada internamente, los detalles se pueden organizarpara presentar sucesos desde eI punto de vista de un participante y, en conse-cuencia, para construir una acreditación especial dei hablante como testigo, Ade-más,los detalles se pueden organizar para que reflejen técnicas literarias con el finde atraer al oyente o alleetor hacia la narración. El resto de este apartado se hacentrado en algunas de las cuestiones planteadas al relacionar narraciones con laconstrucción de hechos y en algunos de los problemas que se plantean cuando seofrece un relato con gran riqueza de detalles.

Por tanto, {dónde nos encontramos? A estas alturas dei libra hemos termina-do nuestra exploración de lo que he denominado orientación epistemológica derelatos factuales; las maneras en que los relatos se construyen como creíbles y fac-tuales. Si un relato se establece como factual mediante un contrai adecuado de losinteresesy las acreditaciones combinado con unas técnicasde exteriorización ade-cuadas, {cómo se disefia eI relato para que realice unas acciones particulares?{Existen procedimientos regulares para realizar acciones comunes? En el pró-ximo capitulo deseo profundizar en el tema complicado, pero fascinante, de laorientaciónhacia la acción de los relatosfactuales.

7 ELABORACIÓN DE REPRESENTACIONES

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226 I La representación de la realidad

poseedor de un carácter distintivo y específico adecuado para alguna acción. Estaes, en sí, un tema importante, con intereses que van desde la selección de palabrasindividuales hasta eI empleo de repertorios interpretativos o discursos alternati-vos. Además de esta selección de palabras o repertorios, otras cuestiones se refie-ren a lamanera en que se hacen pertinentes o se ignoran determinados ámbitos deentidades o terrenos argumentales. Esto es lo que se destaca en la noción de ma-nipulación ontológica.

La segunda vertiente induye elextremismo y la minimización. La importanciade estos dos aspectos es que, en muchas situaciones, las actividades llevadas a cabopor las descripciones se orientan a indicar lo grande, bueno, grave, etc., que es algo.El trabajo realizado por la descripción es elaborar esta bondad o gravedad. Pro-pongo que estas descripciones son un aspecto fundamental de la retórica.

La tercera vertiente se refiere a la nortnalización y (a falta de una palabra máseficaz) la «anorrnalización»: los relatos hechos por individuas y grupos constante-mente procuran presentar sus propias acciones y las de otros como normales y na-turales, o como injustificadas, sospechosas o problemáticas en algún sentido. Si laresponsabilidad es una de las características fundamentales de la conducta de laspersonas, no es sorprendente que existan maneras muy desarrolladas de demos-traro socavar esta responsabilidad mediante descripciones.

Cetegorlzaclón y menlpuleclón ontológica

Cuando los psicólogos sociales han abordado la categorización, generalmen-te se han centrado en cómo se asignan los individuas a diversos tipos de grupossociales. En cambio, los analistas conversacionales se han centrado en las diferen-tes propiedades inferenciales y organizativas de las categorizaciones hechas porpersonas y grupos. Aunque los dos enfoques son importantes, los lingüistas, espe-cialmente los que adoptan un enfoque crítico, han destacado un tipo más difun-dido de categorización que tiene lugar siempre que se utilizan descripciones(Hodge y Kress, 1993; Lakoff, 1987). Estas autores han indicado que el empleo deuna palabra descriptiva cualquiera implica una categorización: se especifica algu-na cosa o entidad (Grace, 1987). Esta especificación se puede enrender de mane-ras diferentes. En el discurso realista, donde ellenguaje es el espejo de la natura-leza, la categorización se entiende como un proceso de deoominación más bienbanal; se asigna la palabra correcta a aquello que posee las propiedades adecua-das. En cambio, en el discurso de «taller de construcción» que he elaborado has-ta ahora, la categorizacióo es mucho más consecuente. El sentido específico dealgo se coostituye mediante la categorización.

Elaboración de representaciones I 227

Imágenes de constitución de la realidad

Es fácil equivocarse y ver la constitución como un proceso más bien místico silo consideramos en abstracto. Para quienes se han quedado atrapados por la me-táfora de la realidad y de su espejo para comprender la descripción, la alternativaconstruccionista parece venir de un espada metafórico totalmente diferente; unespacio en el que la realidad se produce a partir dei trabajo de palabras aisladas,como un huevo que se coagula en agua hirviendo (me viene a la cabeza una se-cuencia de la película de David Lynch Cabeza borradorai. La manera de rescatar alconstruccionismo de este sistema de metáforas, consiste en destacar que la fun-ción constituyente de la realidad dellenguaje descriptivo opera en el contexto deunas prácticas específicas.

Formular algo como algo, hace que ese algo sea real únicamente en la medidaen que se entienda o se trate como tal en una interacción concreta. Loque existees la descripción -no se crea ninguna entidad misteriosa- y esta descripción sepuede entender de varias rnaneras, o como generadora de varias consecuencias eimplicaciones. Naturalmente, lo que se deduce de los dos últimos capítulos, en losque se exploraron los mecanismos para la construcción de hechos, es que los par-ticipantes en una interacción pueden tener la sensación de que existe algo apartede la descripción y que ese algo produce la descripción. Sin embargo, no creo quesea útil presuponer que las personas asimilan tal cual estos objetos construidos.Ocupamos de esta nos puede apartar fácilmente de las cuestiones relacionadascon la retórica y la práctica, y llevarnos ai reino de la psicología cognitiva especu-lativa. Igualmente, creo que a los analistas de la construcción de hechos les bastacon considerar que la constitución de la realidad es un aspecto de las práeticasdescriptivas; el interés reside en la interacción, y las cuestiones filosôficas de la on-tología se pueden dejar en manos de los expertos en el tema.

Tomemos como ejernplo las dos descripciones de unos periodistas que exa-minamos en el capítulo 5 en el contexto de las acreditaciones de categorías.

1. 10 periodistas totalmente experimentados en taquigrafía

2. Por tanto, los cuademos de los cazanotiaas sólo contienen un resumen superficial.(ambas citas de Edwards y Potter, 1992, pág. 62; la cursiva es mia)

Es posible imaginar un experimento de cognición social donde se pide a unaspersonas que esbocen un breve retrato de un periodista y de un cazanoticias. Paradescribir al cazanoticias nos podrían presentar a un reportero sensacionalista, detraje raído y andrajoso, que husmea en busca de escândalos sexuales llenos de mor-bo; en cambio, la palabra periodista podría evocar una figura más bien más va-liente, quizá a Redford y Hoffman como Bernstein y Woodward investigando eles-

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228 I La representaci6n de la realidad

cándalo Watergate. Sin embargo, las cuestiones sobre la construcción de hechos nonos exigen c1asificar esta psicología cognitiva antes de abordaria: la funciõn cons-truetora de hechos que desempefian las categorías periodista y cazanoticias en unadisputa, se puede entender mediante un análisis retórico como el que hicieron Ed-wards y Potter (1992). Obsérvese que esto significa que sólo existe la retórica y queno hay diferencias de significado en las palabras. Es un sirnple recordatorio de loque han destacado los analistas conversacionales: los significados flexibles y abiertosde las palabras se convierten en concretos y particulares en contextos específicos.

Categorías y terapia

Se podría utilizar virtualmente cualquíer fragmento de análisis de los tres úl-timos capítulos para ilustrar cómo se vincula la elecciôn de unas palabras con unasactividades concretas. Sin embargo. para mantener el interés presentaré nuevosfragmentos de la sesión de terapia relacional de Connie y Jimmy. Empezaré conun fragmento de la sesión que sigue ai fragmento 10 del capítulo 4. Connie habíarespondido a la pregunta de cómo se les había ocurrido pedir consejo, relatandoel «episodio» del bar. El consejero se basa en esta respuesta para preguntar acer-ca de la relación entre este episodio y e1 primer período de separación de la pareja.

3. C: Fue entonces cuando usted se fue?=E: =Se fue enuences de eso hace- [casi] dos anos.c: ["Ajá."]E: Se!Jmló entonces. Asi tal cual (.) se largó. (0,8)C: iMJ.u: bi-l.en. Enll:lllces, (0,5) por lo que he cf-l-de (.) ustedeshan lleva-

do una vi:da--> (0,5) rkJly, (.) coml!kja, necersito saber algode su his [toria para poner-]

E: [Si.mmm,e][Mmm. (.) Si:h. (.) Muybie:n]

H: [=Sí. (.) eso es (.) justo lo que] eh "em"(DE-]F/C2/S1:4)

Me interesa especialmente la formulación global del consejero de que losclientes han llevado una «vida rica y cornpleja», Estoy seguro de que no tendre-mos ningún problema para reconocer en esta fraseun fragmentocaracterístico delhabla de «terapia» o «consejo». Sin embargo, (qué es lo que nos permite recono-cerlo? Creo que una de sus características fundamentales es que es muy «audi-ble»; es una formulación que convierte un relato bastante doloroso de problemasy conflictos en algo positivo o, ai menos, interesante. Obsérvese el cuidado que semuestraen la seleccíón de los términos, con pausas antes de los términos descrip-tivos «rica» y «compleja» combinadas con un énfasis especial en cada caso.

Elaboraclón de representaciones I 229

Sin intentarrealizar un estudio sistemáticode las formulacionesque se dan enel habla de las sesiones de terapia (para más información, véase Buttny y Jensen,1995), me permitiré sugerir unas cuantas cosas que puede hacer esta descripción.En primer lugar, sirve de contraste para las respuestas fuertemente críticas o De-nas de inquietud ante su problema, que la pareja podía esperar recibir o podía ha-ber recibido de amigos y parientes; a diferencia de éstos, el consejero no juzga nise inquieta por el hecho de hablar sobre unos difíciles problemas de relación. Muyai contrario, el estudio de cosas ricas y complejas puede ser interesante y gratifi-cante; desde luego, se trata de una formulación que anticipa con interés la explo-ración de estas complejidades.

En segundo lugar, se trata de una fonnulación imparcial. Ni critica ni elogia aninguna de las partes en relacíón a la otra. Esta, por supuesto, es una cuestión de-licada en la terapia relacional, donde la confianza se podría deteriorar fácilmentesi elconsejero se alineara con una de las partes eo detrimento de la otra. En 5U par-ticularposición secuencial, después de lascríticasde lamujerhaciasu esposo, estecomentaria ni quitani da la razóna estas críticas.Como si dijéramos, se ponen so-bre de la mesa para una posible discusión posterior. El éxito de esta formulaciónse puede ver en el acuerdo claro y simultáneo de la pareja con la misma.

En tercer lugar -aunque quizá no sea tan evidente-- la precaución de no to-mar partido y de no tratar los sucesos como maios o preocupantes, puede formarparte del objetivo más general de mostrar a la pareja cómo trabajar para recom-poner su relaciónde unamaneraconstructiva.Un paso en este sentido seda llegara abordar los problemas de una maneramás relajada y eon menos miedo a susconsecuencias. Empleando los términos etnornetodológicos de Lawrence Wieder(1974), estas caracterizaciones son multifonnulativas y multiconsecuentes; formu-lan el mundo de varias maneras distintas y ofrecen una variedad de resultadosprácticos.

Una consideración final sobre la palabra «compleja». Una de las cosas quehaee este términodescriptivo es caracterizar los problemasde la relacióncomo unenigma que se puede desenmaraiíar por medio del asesoramiento. Es decir, haceque la terapia parezeauna opción sensata en la que se ponen eo juego, con todofervor, una série de habilidades técnicas para desenmaraiíar las eomplieaciones.

Por tanto, la cuestión es que si deseamos comprender la se1ección de los tér-minos «rica»y «compleja» no llegaremosmuy lejos si nos limitamos a comprobarla verdad o precisión de estas términos.Tampoeo necesitamos lIevar a cabo un es-tudio psicológico cognitivo de las imágenesmentales evocadas por «rica»y «com-pleja» como palabras aisladas. Hacer una de estas dos cosas equivaldría a pasarpor alto la función desempenada por e1despliegue local de estas categorías des-criptivas. Para comprender esta necesitamos examinar su despliegue en interac-ciones específicas y la naturaleza de estas interacciones.

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230 I La representaci6n de la realidad

Categorías y metáforas

Una de las literaturas más desarrolladas sobre el empleo de las categorias des-criptivas es la que se ocupa de las metáforas, y dentro de ella destaca especial-mente el trabajo de George Lakoff (Lakoff y johnson, 1980; Lakoff, 1987). Noquiero dedicar aquí mucho espacio a las metáforas, aunque ciertos aspectos de lasmismas son especialmente pertinentes a las cuestiones de la facrualidad y la cate-gorización. Además, se suele considerar que las metáforas constituyen un campodonde las descripciones se emplean para realizar algo. Las descripciones literalesse pueden limitar a contar las cosas como son, mientras que las metáforas lo hacende una manera solapada.

Lo primero que cabe destacar es que la distinción entre metafórico y no me-tafórico no está nada clara por razones prácricas, filosóficas e históricas. Históri-camente, ciertos usos metafóricos dellenguaje han ido adoptando un sentido másliteral y podemos utilizar un término sin ser conscientes de su raíz metafórica(Cooper, 1986). En términos conceptuales, es muy difícil mantener una distinciónfiable y clara entre los usos literales y metafóricos dellenguaje. Como demuestrae1 filósofo e historiador de la psicologia John Soyland (1994) en una discusiónmuy profunda de esta cuestión, el problema fundamental es que los intentos mis-mos de distinguir el discurso metafórico del literal dependen de metáforas paraque funcionen. Obsérvese que ya he recurrido abundantemente aiempleo de me-táforas en este párrafo sobre las metáforas: clara, tajante, raíz, fiable, trabajo yabundante. Se trata de términos que proeeden de un campo y se utilizan en otro.La búsqueda de un lenguaje no metafórico desde el cual examinar la metáfora esinútil o, como mínimo, plantea la pregunta de cuáles pueden ser los usos litera-les dellenguaje. (Existe algún ámbito de empleo dellenguaje que sea literal,inmune a los efectos de la figuración que Derrida y otros postestructuralistas iden-tifican como característicos del empleo dellenguaje? Cada vez parece más invero-simil. Uno de los temas principales de este libro es, precisamente, la complejidad yla sutileza de las descripciones supuestamente literales.

En la prácrica suele ser difícil decidir qué es metafórico y qué no lo es. Tome-mos la formulación que hace el consejero de la relación de Connie y Jimmy comorica y compleia, Puedo pensar en varios sentidos de rica: una persona puede ser rica(adinerada), una tarta puede ser rica (con muchas frutas y especias), un bebé pue-de ser muy rico (gracioso y simpático). Sin embargo, como usuario de un lengua-je mundano, el significado original no me es en absoluto evidente. Si busco la eti-mología de «rico» en un diccionario descubriré que define a alguien adinerado uopulento, o que posee cosas en abundancia, y que se utiliza con diversos sentidosfigurativos (es decir, metafóricos). Por ejemplo, se menciona que Robert Boyle (aquien conocimos justificando el papel de la observación en los experimentos en elcapítulo I) escribió en 1692 que «Ia naturaleza es mucho más rica en objetos, que

Elaboración de representaciones I 231

nuestros diccionarios en palabras» (üED). Con todo, es evidente que no tiene sen-tido intentar explicar el funcionamiento dd discurso facrual exigiendo que los par-ticipantes realícenuo análisis etimológico completo. oi siquiera a nivd mental.

Como respuesta a estas dificultades y cuestiones propongo que no es necesa-rio clarificar la distinción metafórico/literal para estudiar el funcionamiento deldiscurso descriptivo y que todo discurso se puede estudiar por su trabajo cons-tructivo y retórico. Por tanto, las observaciones que hice antes sobre «rica» y«compleja» no se ven afectadas por ninguna decisión técnica sobre si estas pala-bras son metafóricas o literales.

Sin embargo, este argumentorequiereun parde precisiones. En primerlugar,afirmar que esta distinción no es un requisitoprevia paraestudiar la construcciónde hechos no significa que, ocasionalmente. no pueda constituir una distinciónimportanteparalos participantes. Una descripción se podría descartarcomo «unasimple metáfora» o se podría construir como «totalmente literal»; y esto puede serun importante tema de estudio. De hecho, la distinción literal/metafórico es difí-cil de separar de la distinción factual/ficticio.

En segundo lugar, el estudio de las propiedades sistemáticas de diferentes sis-temas metafóricos puede ser muy revelador, como ha demostrado George Lakoff(1991) en su análisis de los distintos sistemas de metáforas empleados en los Esta-dos Unidos para justificar el papel de este país en la guerra del Golfo de 1990. Porejemplo, muestra la importancia de comprender la guerra como un tipo de políti-ca y la política como un tipo de negocio. Según él, los debates públicos no se cen-traron en si era adecuado considerar la guerra como un tipo de política y,en con-secuencia, como una forma de negocio, «sino sólo en e1 cálculo, por parte de di-versos analistas, de las ganancias y pérdidas rdativas» (1991, pág. 3). Desde elpunto de vista expuesto aquí, no existe desacuerdo con el revelador análisis de La-koff sino con la idea (no destacada por Lakoff) de que este tipo de análisis se debelimitar a construcciones metafóricas.

Esta cuestión se puede ilustrar mediante dos análisis complementarios de lasdescripciones de violaciones y agresiones sexuales; Linda Coates y sus colegas(1994) se centraron en juicios, y Linda Wood y Heather Rennie (1994) se centra-ron en los relatos de víctimas de violaciones. Los dos grupos de investigadores ar-gumentaron que es difícil formular de una manera adecuada la naturaleza de suocesos violentos, a causa de las deficiencias de los dos repertorios principales detérminos descriptivos que están disponibles. Por un lado, existe lo que Wood yRennie denominan «construcción de violaciones ai estilo de Hollywood», donded violador suele ser una persona anónima, desempleada e itinerante que se dedi-ca a violar y asesinar; por otro lado, existe un sexo consensuado y carifíoso/eróticoentre amigos. Coates y otros muestran que en los casos, mucho más comunes, deviolaciones cometidas por personas conocidas, los jueces tienden a recurrir a losrepertorios de términos asociados aI sexo erótico consensuado, mientras que

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232 I La representación de la realidadWood y Rennie muestran que las víctimas de estas agresiones tienen problemasconsiderables para construir comprensiones y narraciones coherentes del suceso.Indudablemente, algunos de los términos empleados en estas descripciones se po-drían considerar metafóricos, pero ninguna conclusión de estos estudios gira entornoa esta identificación.

Categor(as y control de la agencia

Existen muchas maneras de utilizar las categorias para la acción. Esmuy pro-bable que algunas de eIIas sean específicas de un ámbito muy concreto, pero otraspueden aplicarse a pautas más generales. Para ilustrar algunas de las maneras enque se podrian estudiar las regularidades en eI empleo de categorias, citaré dosejemplos donde las categorias se relacionan con inferencias sobre la agencia: eIempleo de «nominalizaciones», que pueden oscurecer la agencia, y eIempleo deverbos «promotores de intenciones», que pueden implicar una agencia indebida.

Lingüistas críticos como Roger Fowler, Gunter Kress y Robert Hodge se han in-teresado especialmente en los procesos de transformación que modifican unas es-lrueturas sintácticas detertninadas para generar unos efeetos concretos (Fowler, 1991,Hodge y Kress, 1993). Uno de estos procesos de transformación es la nominaliza-ción, que transforma un verbo en un sustanrivo. Por ejemplo, eIverbo «matar» en«la polida mató a los amotinados» se puede transformar en una«matanza» nomi-nal como en «la matanza de ayer ha tenido unas repercusiones muy graves» (Trew,1979). Los lingüistas criticos argumentan que estas transformaciones oscurecenlas pautas de agencia. Asi, en eI caso de «la polida mató aIos amotinados» elleetordetermina sin problemas quién es eI agente de la matanza, mientras que en eI caso de«la matanza de ayer» eI agente de lamatanza no se puede identificar direetamente.

La nominalización es una técnica para categorizar acciones y procesos quepermite al hablante o escritor evitar pronunciarse sobre la responsabilidad de unahistoria concreta. Puede desempeiiar un papel ideológico al controlar la cobertu-ra periodística de acciones que ponen en duda lalegitimidad de suposiciones do-minantes. Es decir, la represión estatal se puede oscurecer mediante nominaliza-ciones que difuminan la agencia. Pero la nominalización también puede ser unaconsecuencia de las complejas tareas simultáneas de comunicar noticias por unlado, y prestar atención a la tendenciosidad y a la neutralidad por otro. Como e!empleo de! posicionamiento en los programas de entrevistas descritos en eI capí-tulo5, la nominalizacíón se puede emplearcomomecanismoparademostrar neu-tralidad (que, insisto, no equivale a una neutralidad real).

Mientras que los lingüistas críticos se han dedicado principalmente a la no-minalizacíón como técnica para oscurecerla agencia.existen otros tipos de des-cripeionesque construyen la impresión de agencia. Uno de estos métodos consis-

Elaboración de representaciones I 233

te en emplear lo que Randal Marlin (1984) denomina verbos «promotores de in-tenciones». Marlin dio como ejemplo eItitular de un periódico: «EI Papa deshon-rala bar mitzvah». La historia en si se referia al efecto que tuvo la reunión de unagran muchedumbre para ver al Papa. Marlin sugirió que, si bien es estrictamentecierto que la visita dei Papa ocasionó eI problema, esta descripción particular imoplicaba algo más drástico: que eIPapa deseaba esta consecuencia y que, de hecho,puede tener una predisposición malévola hacia las bar mitzvahs.

Marlin argumenta que distintos verbos ofrecen un grado diferente de «opaci-dad» en cuanto ala manera de explicitar la intención y la agencia (véanse tambiénCoulter, 1983, Davies, 1995). Por ejemplo, sugiere que la expresión «como jamesno se presentó, john perdió» no implica que James quisiera que John perdiera,aunque podría sugerirlo ligeramente, Sin embargo, «.James ayudó a perder aJohn» implica la presencia de una intención que se puede recalcar aún más me-diante construcciones como «James hízo perder a John». Elargumento de Marlinse limita a análisis conceptuales y a noticias periodísticas, pero parece probableque la relativa opacidad de los distintos verbos se pueda explotar en muchas otrassituaciones. Lo que no explora Marlin son cuestiones sobre la responsabilidadque pueden indicar estas descripciones en contextos más interactivos donde sepuede combinar la promoción de agencias con un grado de negación; [después detodo, eI titular antes presentado no afirtnaba explicitamente que eIPapa quisieraboicotear la bar mitzvah! En resumen,la pregunta es: Nué resultados se obtienenen las conversaciones cotidianas con descripciones que promueven intenciones?

EI comentario general con eI que deseo concluir es que eI empleo de catego-rias descriptivas es una parte esencial de cualquier cosa que hacemos, Aunque alogunas caracteristicas generales de la categorización como las metáforas, la nomi-nalización y la opacidad pueden ser especialmente interesantes por su empleo enla promoción de detertninados tipos de explicaciones o para controlar inferenciassobre la agencia, eI aspecto más importante en un análisis seria la secuencia espe-cífica de habla o escritura donde se inscribe la categorización, además de las al-ternativas retóricas hacia las que se puede dirigir. Para comprender las palabras«rica» y «compleja» dei fragmento 3, debernos tener en cuenta cómo se desplie-gan en esta secuencia particular y de esta maneta concreta.

Estamanetade comprender la categorización contrasta claramente con el in-terés de las ciencias sociales en la correspondencia entre palabras y objetos, en eIapuntalamiento de la verdad y la factualidad mediante lo que Steve Woolgar(1988b) denomina «ideologia de la representación». Aunque deseo argumentarque las cuestiones de la categorización descriptiva son fundamentales en cualquierdiscusión de la construcción de la realidad, existe una manera de que puedan, enpotencia, inducir a engafio, centrandodemasiado la atención en el lenguaje des-criptivo que se emplea y desviándola dellenguaje descriptivo que no se emplea. Sihacemos caso de las advertencias postestructuralistas dei capitulo 3 contra una in-

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234 I La representación de la realidadsistencia exagerada en la presencia, nos irá bien disponer de algún método paraconsiderar aquello cuya ausencia sea significativa y pertinente. Una idea que nospuede ayudar en este propósito es el concepto de «manipulación ontológica».

Categorización y manipulación ontológica

Steve Woolgar y Dorothy Pawluch (1985) introdujeron la noción de manipu-lación ontológica con un objetivomuyespecífico. Les interesaba estudiarcómo seutilizaban las explicaciones en la investigación social construccionista dedicada alos problemas sociales. Por ejernplo, Joseph Gusfield (1989) comenta la diferen-cia que existe entre constituirun problemacomo «abuso infantil»o como «negli-gencia o abandono», y propone que la segunda expresión es más «política» y cen-tra la atención en cuestiones como la pobreza, la falta de hogar y la desnutrición,mientras que la primera Uama la atención sobre los problemas de familias concre-tas y los procedimientos para controlarlos.

En esta explicación, Woolgar y Pawluch no se oponían al análisis construccio-nisra de «el» problema ni, desde luego, a la crítica politica que es su fio analítico,sino a su combinación con un relato realista dei sistema social del que el problemaforma parte. Por ejemplo, afirmar que a los gobiemos y a los reformadores les in-teresa favorecer la definición «abuso infantil» ante los gastos y las dificultades queprovoca la pobreza en que se basa, es un análisis realista relativamente claro. Lapresenciade cosas como «intereses»,«gobiernos», «reformas», etc., se da por sen-tada. El problema de esta ontología realista es que eUamisma se puede someter aun análisis construccionista, pera este análisis se evitaporque socavaria la explica.ción total. Esto es la manipulación ontológica. Como dicen Woolgar y Pawluch:

...e!éxito en la explicación de los problemas sociales depende de poner en duda el es-tatus de verdad de los estados de cosas elegidos para analizar y explicar, y de socavaro minimizar, aimismo tiernpo, la posibilidad de que estos miamos problemas tambiénse apliquen a las presuposiciones en las que se basa el análisis. Mediante la manipula.ción ontológica, los proponentes de una explicación definidora establecen una fronte-ra entre las presuposiciones que se deben considerar (osrensiblemente) problemáticasy las que no 0985, pág. 216).

Aunque Woolgar y Pawluch Iimitan esta noción a manipulaciones concretasque protegen partes de un argumento dei análisis construccionista, yo deseo em-plearla en un sentido más general porque capta con gran nitidez parte de las aeti-vidades fundamentales que se Uevan a cabo cuando se emplean descripciones.

Una característica de cualquier descripción es que elegirá dar importancia aunos fenómenos determinados e ignorará otros fenómenos potencialmente rele-

Elaboración de representaciones I 235vantes. Éste es el sentido ampliado de la manipulación ontológica; en toda des-cripción se constituye un ámbito de entidades aitiempo que se evita otro. Presen-tarétres ejemplos paraaclarar esta idea un poco más.

El primer ejemplo procede de un tribunal que investigaba a unos miembros delRUC (Royal UlsterConstabulary) por no arrestar a unos alborotadores y no protegerunas propiedades durante unos disturbios que se produjeron en Irlanda del Norte.Aquí,el Consejo (C) está interrogando a un testigo (T) del cuerpo policial RUe.

4. C: {Vio usted cómo tiraban un côctel molotov aIquiosco que está frente a Dis-vis Street?

T: Si.C: <:Cuántos cõcteles molotov recibió elquiosco?T: Sólo un par.Me pareció que la: ventana ya estaba rota y como una parte ya se

estaba quemando las llamas se reavivaron.(De Atkinson y Drew, 1979, pág. U7)

En su análisis de este material, Atkinson yDrew sugieren que aquí actúan, porlo menos, dos cuestiones de culpa. Una es el fracaso en proteger una propiedadprivada que está siendo atacada; la otra es el fracaso en arrestar a las personas quelanzaron los cóeteles molotov. AI centrarse en la propiedad, el polida que compa-rece como testigo selecciona una cuestión potencialmente menos censurablepara montar su defensa. Es decir, en función de la manipulación ontológica, ladescripción del testigo selecciona un ámbito de entidades (la naturaleza del dafioa una propiedad) e ignora otras (lassanciones a quienes arrojaron los cócteles mo-lotov). De la misma manera que se podría manipular el sentido del voto definien-do las circunscripciones e1ectorales a conveniencia, la defensase apuntala trazandoel lúnite retóricoen tomo a las cuestiones más ventajosos.

Podemos volver a la disputa entre Jimmy y Connie para encontrar otro ejern-pIo de manipulación ontológica. Esta práctica aparece en sus descripciones con-tradietorias de la conflictiva tardedel bar. Una de las características que distinguesus versiones es eltrazado de los limites de los sucesos descritos. La versión deConnie formulaeI suceso como si hubiera tenido lugar en un bar:

5. W: Y en ae.momento, se produio un episo:dio, con..... (,) un tipo, (,) en un bar, Isabe usted? Y l'll: bebiendo un poco y=Uándo-

me por ahí. (0,8)(DE-JF/C2/S1:4)

Ya hemos examinado parte de la función desempenada por las categorias va-gamente descriptivas episodio y tipo. Lo que nos interesa destacar aquí es que ladescripción selecciona elterreno relevante para la disputa; la descripción dei epi-mo se cifie exclusivamente a 10 ocurrido «en» el bar,en vez de incluiria en uncontexto más amplio.

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236 I La representación de la realidadLa importancia de esta selección se ve con mayor c1aridad cuando compara-

mos la versión de Connie eoo la de Jimmy y vemos que éste sdecciona el terrenode una manera muy diferente. Su versión también construye los sucesos que seprodujeron en e! bar (si bien con muchos más detalles que Connie), pero su na-rración continúa hasta alcanzar e! c1imaxen casa de la pareja, con sospechas de in-fidelidad, arrebatos de emoción y un intento frustrado de suicidio. La amplitud desu descripción es esencial para mostrar hasta qué punto ha llegado a provocarleConnie. Lo provocativo de! suceso llega a su máximo para Jimmy cuando, echadoen la cama, oye la actividad que se desarrolla abajo (véase e! fragmento 13 en e! ca-pitulo 6). La cama es un espacio privado y seguro prototípico. En cambio, la ver-siôn de Connie, más limitada a los sucesos acaecidos en el bar, actúa para restarimportancia al suceso y dar a entender que la reacción de Jimmy fue exagerada.

Ya vimos en e! capitulo 3 que las categorias de situación pueden ser muy im-portantes. La categoria bar desempena aqui una actividad esencial (Edwards,1995; véanse Drew, 1992; Widdicombe yWooffitt, 1995). En e! Reino Unido e Ir-landa (donde viven y de donde proceden Connie y jimmy) e! bar o pub constitu-ye uno de los principales ámbitos de vida social. Es un lugar público y familiar.«Enrollarse» en un bar contrasta enormemente con percibir desde la cama, estan-do en el propio hogar, unas presuntas insinuaciones sexuales.

El tercer ejemplo procede de! estudio realizado por Margaret Wetberell, An-drew Chitty y yo rnismo sobre la e!aboración y la recepción de un programa te!evi-sivo dedicado a un tema «de aetualidad» (Potter y otros, 1991). En e! programa es-tudiado se argumentaba que las personas que hacian donaciones a entidades bené-ficas contra e! cáncer estaban siendo estafadas, porque gran parte de los fondosrecaudados se destinaban a investigaciones bioquimicas básicas que poco tenianque ver con la lucha contra elcáncer. En los debates dei propio programa yen los quegiraron en tomo a él aparecieron muchas maneras de concebir lalucha contra elcáncer: por eiemplo, se podia destacar la curación, o e! aumento dei índice de su-pervivencia, o la mejora de la calidad de vida de los pacientes, o su prevención. Portanto, un primer aspecto de la manipulación se refiere a plantear un argumento se-leccionando de antemano un método de combatir el cáncer y evitando los demás.

EI programa de televisión abordó el fracaso en la investigación contra eI cán-eer centrándose exclusivamente en la curación como criterio para eléxito. Sinem-bargo, la misma noción de «curación» se entendía de maneras diferentes. Losrealizadores dei programa adoptaron un criterio estrieto (aunque cornún eo am-bientes médicos) que exigia un elevado porcentaje (en torno al ochenta por cien-to) de supervivencia al cabo de cinco afias para que un cáncer se considerara cu-rado. Gran parte de! argumento subsiguiente girô en torno al terreno selecciona-do para mostrar e! fracaso de la investigación. Por ejemplo, cuando se preguntó ala responsable de relaciones públicas (RRP) de la asociación benéfica contra elcáncer más importante dei Reino Unido (junto a su asistente personal, AP) qué

Elaboración de representaciones I 237

opinaba dei programa, se quejó amargamente dei sentido dado a la noción de cu-ración y, sobre todo, de que se mostrara una larga lista de tipos de câncer desta-cando en amarillo los que se podían curar (véase la tabla 7.1).

6. RRP: Estoy muy muy disgustada [por la lista]. Porque no existe ningún tipo decâncer (0,2) que no (.) tenga cura, Si estuviera usted en casa con un cán-cer de mama con (.) cuál es la proporción de curaciones (1 ,O) un ses- (AP:cincuenta por ciente) un cincuenta por ciento y viera (0,2) que sólo sepueden curar los tipos câncer que están en amarillo y que el câncer demama está en bIanco, pensada que los médicos le han estado mintiendo y(0,2) yo cr- yo creo que esto es totalmente irresponsable

AP: Hasta los tipos de cáncer más difíciles de tratar (,) como elcâncer de pul-món que tiene un índice de supervivencia inferior aidiez por ciente trascinco afies (.) se pueden curar si se diagnostican a tiempo.

(entrevista a Wilkins, pég. 5, ligerameote simplificada)

En este pasaje, la noción de curación se hace depender dei criterio amplio se-gún el cual si algunas personas pueden sobrevivir a un tipo de câncer (aunque sólosea en el diez por ciento de los casos), es errôneo considerar que este cáncer es in-curable. Por tanto, mientras los realizadores dei programa emplean una definicióntécnica que minimiza el éxito de la investigación dedicada a encontrar un remediocontra el câncer, la noción más «de sentido comúns empleada por los represen-tantes de las organizaciones benéficas ofrece una imagen mucho más optimista.Obsérvese, sin embargo, que el hecho de que los realizadores dei programa y losrepresentantes de las asociaciones benéficas empleen estas versiones de la cura-ción en esta ocasión, no significa que en otros casos consideren más convenientecaracterizar la curación de una manera muy distinta o que, por ejemplo, prefierandestacar la prevención como índice crucial del éxito.

En cada uno de los tres ejemplos examinados anteriormente, una parte im-portante dei trabajo hecho por las descripciones se basa en manipular el terreno:seleccionar y formular un ámbito que sea ventajoso e ignorar los restantes. En elprimer ejemplo, el testigo dei RUC se centra en el fracaso en proteger la propie-dad y no en la incapaeidad de detener a los atacantes. En el segundo ejemplo,Connie formula el suceso que dio pie ai problema como ocurrido dentro delbar, mientras que Jimmy proporciona una narración más extensa que sitúa granparte de los sucesos más graves en su propio hogar. En el tercer ejemplo se pro-duce una manipulación anidada donde los realizadores dei programa seleccionaninicialmente el terreno de la curación (y no, por ejemplo, el alivio dei dolor) y des-pués seleccionan una noción determinada de curación con la que trabajar.

Antes de pasar a considerar la maximización y la minimización, deberiamosabordar una importante cuestión analítica relacionada con la manipulación onto-lógica: con frecuencia, eI poder de una descripción estriba en lo que deja de des-

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238 I La representación de la realided

cribir, en lo que ignora o pasa por alto. Sin embargo, como es inevitable que cual-quierdescripción omita un número infinito de elementos, la identificación analí-tica de los elementos significativos que se omiten es potencialmente difícil y polé-mica. En los tresejemplos anteriores, esta identificaciónse hace de maneras dife-rentes. En el ejemplo de la policia y los alborotadores, existen dos bases paraidentificar como significativa la ausencia del fracaso en arrestar o detener a los al-borotadores. Por un lado, aprovecha las expectativas generales compartidas sobrelo que hace la policia y lo que deberia hacer; por otro, aprovecha la importanciadada ai aspecto que se discute en otras partes dei interrogatorio. Las líneas de in-terrogación destacan qué se considera censurable y qué no, de una manera quecontribuye ai análisis. En los ejemplos de Connie yJimmy y las muertes por cán-cer.Ia identificación de ausencias significativas se puede hacer de una manera másdirecta,ya que existen versiones totalmente contrapuestas que destacan la ausen-eia de aspectos potencialmentepolémicos en la otradescripción.

De hecho, como los semiólogos han destacado especialmente, una de las ca-racterísticas del ernpleo de categorizaciones descriptivas es elconjunto de térmi-nos que no se emplean. Por tanto, en realidad hay dos tipos de ausencias que tie-nen interés: la ausencia de unos términos descriptivos concretos y la ausencia deunos campos argumentativos particulares. Si combinamos el pape! de las catego-rias descriptivas en la construcción de acciones y sucesos con la potencialidad demanipular seleetivamente lo que se va a formular y lo que se va a ignorar, nos en-contramos con un sistema extremadamente potente para producir versiones dise-fiadas para llevar a cabo unas acciones determinadas. La elección de límites y laenorme gama de términos descriptivos disponibles significa que se pueden pro-ducir versiones totalmente contrapuestas de «lo mismo» que, ai mismo tiempo,sean resistentes a aeusaciones de inexactitud, falsedad o confabulación activa. Denuevo podemos ver que, en estas situaciones prácticas, las cuestiones de adecua-ción referencial pueden tener poca importancia.

Maxlmlzaclón y mlnlmlzaclón

Anita Pomerantz (I986) ha propuesto que euando alguien intenta justificar,desacreditar o contradecir alguna conclusión, suele recurrir a la formulación de«casos extremos», una práctica descriptiva común que consiste en utilizar los ex-tremos de las dimensiones descriptivas pertinentes. Así, por ejemplo, alguien queprotesta en una tintorería porque le han estropeado un vestido, en vez de decirque elvestido era nuevo dice que estaba «recién comprado»; cuando una personarecomienda a otra, no sólo dice de ella que es simpática, dice que «cae bien a todoelmundo». Estas descripciones trabajan con eficacia para apoyar la causa; maxi-mizan el valor del vestido y la simpatía dd recomendado.

Elaborack)n de representactones I 239Esta práctica es muy común. He aquí un ejemplo que ya hemos visto ante-

riormente.

7. E: En= mo:mento, (0,6)Jimmy ha- (.)mi-jimmyes extremademente celoso. Es unaper:SQna ex-exrremadarnente celcse. Siem:pre lo ha .lsído, desde eI dí:a que nos conoci:.mos. (sabe usted?

(DE-JF/C2/SI:4l

Aquí no se describe aJimmy como una persona meramente celosa: es una per-sona extremadamente celosa. Y obsérvese que esta descripción se inscribe en unadisputa; está diseõada retóricamente para contrarrestar las alternativas que Jimmypueda producir (y que de hecho produce),

En su artículo, Pomerantz se centra en los términos modales (como «cada»,«completamente», «nunca») y otras palabras similares que modifican descripcio-nes: el acusado no sólo es inocente: es «totalmente inocente». Sin embargo, en unadescripción se puede manipular la cantidad de otras maneras para conseguir quealgo parezca extremo o mínimo, o para construir algo como bueno o malo. Pre-sentaré dos ejemplos para ilustrar distintos procedimientos de maximización ymi-nimización: e! primero emplea la cuantificación y e! segundo emplea unos estilosde referencia determinados.

Maximización y minimización de datos estadísticos sobre la mortalidaddelcáncer

Antes, en el contexto de la manipulación ontológica, hemos examinado un es-tudio sobre la e!aboración y la recepción de un reportaje de actualidad centradoen el fracaso de la lucha contra el cáncer. Este estudio también ilustra algunas ma-neras de emplear la cuantificación para maximizar y minimizar. Tomemos los dosfragmentos siguientes, en los que se formula e! éxito de la investigación contra elcáncer, teniendo presente la tabla 7.1. El comentano de! fragmento 8 pertenece aiprograma emitido y estaba acompafiado en pantalla por la tabla 7.1, que se em-pleaba en el programa para detallar los tipos de cáncer. El fragmento 9 es un frag-mento no emitido de una entrevista con Jeremy Kemp, la cabeza visible de la se-gunda -en euanto a importancia- institución benéfica de! Reino Unido dedica-da a la lucha contra e! cáncer.

8. Comentario: Pera estos tres tipos de cáncerque se pueden curar se encuentranentrelos más raros - representan en tomo a un uno por ciento deicuarto de millónde casos de cáncerque se diagnostican cadaano.

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240 I La representación de la realided

Lamayoda de lasmuertes se debena un número pequefio de tiposde câncer que sou muy comunes.

(De Potter y otros, 1991, pág. 339)

Elaboraci6n de representaciones I 241TABLA 7.1. Incidenciade los tiposde câncer

Casosanuales de câncer

* Laslíneasseõaladas con un asterisco aparecían en pantalla de color amarmo para desta-carlos tipos curables de câncer(lasrestantes líneasaparecían de color blanco). Lascifras indi-caban los casos de câncer diagnosticados en un solo afio.

9. Kemp: Er,unamanerade encarareste tema que yo considero útil es que er,cadaafio, en el Reino Unido, dos - máso menos closcientas cua-renta milpersonas enferman de cáncer. Cadaaõo er, cerca de den-to sesenta mil personas mueren de cáncer, por tanto existe una di-ferencia de ochenta mil personas, y ochenta mil es una tercera par-te de doscientas cuarenta mil, que es el número de personas quecontraen la enfermeclad, asf que se podría decir quehayuna terce-ra parte de posibilidades de sobrevivir. No es una manera total-mente inútilde considerar el problema y, en ocasiones, es bastanteconveniente. Por tanto, se han producido avances, pero segura-mente aún estamos a medio camino.

(De Potter y otros, 1991,pág. 349; transcripción hecha por los propios realizadoresdei programa)

EI fragmento 8 sigue a una cita dei seõor Kemp (el responsabIe de una orga-nización benéfica que habla en el fragmento 9) en Ia que ofrecía tres ejempIos paradar una irnagen optirnista dei éxito de Ia lucha contra el cáncer. El comentario deifragmento 8 contrarresta esta evaIuación y minimiza el supuesto éxito de variasmaneras. En primer lugar. emplea dos maneras de contar -tipos de cáncer y ca-sos de cáncer- y formula Ias dos cantidades como si fueran pequeõas. En segun-do lugar, ofrece una caracterización cuantitativa de Ia fracción de tipos de cáncerque son «curables»: «en torno aIuno por ciento de un cuarto de millón de casos».Esta caracterización es interesante porque mezeIa una cantidad reIacional (el por-centaje) con tina cantidad absoluta (X casos), en vez de dar dos cifras absolutas.<Por qué se da esta mezeIa? Una razón de su empIeo parece ser Ia eficacia dei con-traste: «uno por ciento» denota una pequenez casi concluyente, mientras que «uncuarto de millón» es un orden de numeración totalmente diferente; se habIa de«millones», 00 de «miles». En tercer lugar,d acento eo que las muertes son pro-dueto de «un número pequeno de tipos que son muy comunes» es interesanteporque introduce otra dimensión de cuantificación, raro/común, según Ia cual setiene éxito con tipos raros de cáncer peco no con los tipos comunes. Esto asocia elprogreso a unos tipos de cáncer atípicos o esotéricos, con unas propiedades inu-suales que pueden facilitar su tratamiento pero que quizá son poco interesantespara un público preocupado por Ia Iucha contra los tipos de cáncer más rnortales,como el cáncer de puImón y el cáncer de mama.

Estas características del comentario se combinan con una representación vi-sual que se resume en Ia tabIa 7.1. Mientras suena elcomentaria dei fragmento 8se despIaza por Ia pantaIla una lista de tipos de cáncer con cifras que indican el

Placenta"Leucemia infantilOjoIntestinodelgadoPleuraHuesosBocaTeiído conjuntivoTiroides"TestículosFaringeHígadoVesícula*Enferrnedad deHodgkinLaringeMielomaMelanomaCerebroRüiónÚteroCueUo uterinoLeucemiaLinfoma deHodgkinEsôfagoOvarioPâncreasPróstataVejigaRectoEstômagoColonMamaPieiPulmón

Total

20}504004005005509009009501.0001.0001.200Doo1.4002.000Boo2.600s.zoos.soo3.7004.4004.4004.6004.8005.1006.40010.40010.50010.60013.10016.80024.60025.00041.400

243.000

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242 I La representación de la realidadnúmero de casos detectados cada afio para cada tipo. La mayoría de los tipos decáncer aparecen de color blanco, pero los tres tipos que se habían mencionado an-teriormente como curables aparecen en amarillo. Esta exhibición visual refuerza eIcomentaria e intensifica elcontraste entrecurable e incurable, y entrecomúny raro.Una manera de concebir la función que desempena la tabla consiste en considerarcómo construyeun comerciante el contraste entre el valorde una mercancía y suprecio de venta (Pinch y Clark, 1986). Un método común consiste en construir eIvalor de las mercancias vendíéndolas como una colección (una pluma se vende jun-to con un lápiz, un rotulador, un estuche, etc.). En eI parloteo comercial se puedenenumerar exhaustivamente todos los elementos para que la colección parezca gran-de en relación a su bajo precio. En eI reportaje, ellistado exhaustivo de «tipos decáncerincurables» ayuda a construir un contrasteeoo los escasos «tipos de cáncercurables» y, en combinación con la función contrastante dei comentario, ayuda avender eI rnensaje dei fracaso de la lucha contra el cáncer, que es esencial para eI ar-gumento principal dei reportaje (véase tambíén Orcutt y Turner, 1993).

Siempre existe la tentación de considerarque estas práeticas figurativas y decálculo son maneras simples y evidentes de captar la realidad; es decir, existe latentación de considerarque son meramentedescriptivaspasando por alto 5U ca-ráeter constructivo y retórico. Para vencer esta tentación es útilexaminar versío-nes contrarias; en este caso, eI fragmento 9 ilustra eI empleo de unas prácticas decálculo muy distintas y con efectos diferentes. Mientras que eI comentario com-para la cantidad total para los tres tipos de cáncer «curables» con la cantidad to-tal de tipos de cáncer diagnosticados, Kemp cita la cantidad de muertes que seproducen cada afio (<<ciento sesenta mil») y luego resta estas muertes de la canti-dad de casos diagnosticados (<<existe una diferencia de ochenta mil personas»). Acontinuación expresa esta diferencia como una fracción dei total (una tercera par-te) y afiade eI siguiente comentario: «Se podría decir que hay una tercera parte deposibilidades de sobrevivir». AI final vuelve a insistir: «Seguramente aún estamosa medio camino».

En estos fragmentos vemos dos prácticas de cálculo diferentes que puedenformular una misma cantidad -que actúa de línea base para medir elprogreso dela lucha contrad eáneer- o bien como «en tomo ai uno por ciento» o bien como«a medio camino». Obsérvese que los hablantes son capaces de llegar a unas con-clusiones totalmente distintas a pesar de basarse en las mismas cifras: por tanto,no es un simple caso de utilización de métodos distintos para recopilar dates es-tadísricos sobre la mortalidad y eI diagnóstico dei cáncer. Por otra parte, tampocoexiste una manera directa y clara de establecer que una versión es la correcta y laotrano, aunque los proponentes de cadaversión fueron extremadamentecríticoscon la versión contraria a la suya.

En términosmásgenerales,este ejemplomuestracómo se emplean conjuntosde categorías descriptivas y prácticas de cálculo para producir versiones maxími-

Elaboración de rapresentaciones I 243

zadaso minimizadas de algo.Además, la cuantificación se suele concebir como unaforma especialmenteclara y precisade descripciónque contrasta con los juiciosdevalory las evaluaciones cualitativas de carácter vago; sin embargo,en este ejemplovemos que existe una granvariedadde procedimientos matemáticos que otorganuna considerableflexibilidad a las versiones.Y esta conclusión encaja con una se-rie de estudios que han empezado a examinar laconstrucción retórica de la canti-dad (Ashmore, 1995; Ashmore y otros, 1989; McCloskey, 1985; Porter, 1992).

Descripción de la violencia

Para presenciarotros ejemplos de descripciones maximízadoras y rninirniza-doras, propongo examinar relatos de violencia. (Cómo se construyen descripcio-nes que maximicen la violencia y, más interesante aún, que la minimicen? Dichoen otras palabras: (cómo se puede describir un acto violento para que parezca es-pantoso, malo o condenable?; o, alternativamente, se le puede restar im-portancia o hacer que parezca aceptable? En esta discusión me centraré en la pro-ducción de versiones suavizadas o minimizadoras.

Paraempezar a abordareste tema podemos examinarla terminología que sepuede emplear para designar los actos de violencia física. Consideremos, porejemplo, la diferencia entre «pufietazo» y «tortazo», o entre «patada» y «punta-pié», En abstracto, e1 segundo término de cada par es e1 más suave. Y éstos son,por ejemplo, los términos que aparecen con más frecuencia en las descripcionesde las historietas infantiles, o en los «bocadillos» que aparecen en pantalla cuan-do Batman y Robin luchan contra joker y sus secuaces en la vieja serie de televi-sión (y que no aparecen en las versiones cinematográficas).

EI ejernplo que presento a continuación es bastante más complejo, y procedede un artículo que describe la conocida agresión de un futbolista dei ManchesterUnited a un espectador que lo había estado provocando con comentarios racistas(obsérvese, de paso, que incluso esta mínimadescripción establece una gamadeexpectativas sobre la naturaleza de la acción y los potenciales relatos de la misma),Este artículo, redactado expresamente para contrarrestar las fuertes críticas de laprensa hacia eI futbolista, se centraba en la fragilidad psicológica de los genios deibalón empleando historias ilustrativas como la siguiente anécdota sobre HughieGallacher (<<jAh, Hughie Gallacher... alcohólico y genial!»):

10. [Gallacher] dijo una vez aieminente árbitro Bert Fogg que su apellido (jog= nie-bla) reflejabael estado en el que se habia pasado toda la tarde. Hughie fue a dis-culparse ante el sefior Fogg despúês del partido y,aientrar en elvestuário, lo viode pie, desnudo y de espaldas a él. No pudo resistir la rentacióny arreó tal punte-piéaidesnudo trasero dei árbitro que lo envió volando a1 cuarto de bafio.

(New ZealandHerald,3 de febrero de 1995;la cursiva esmía)

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244 I La representaci6n de la reallded Elaboración de representaciones I 245

Aquí, la suavízaciónimplícitaen eI término «puntapié» se combina con otrascaracterísticas paraformar una narración que describe este suceso como un mo-mento de excesiva jovialidad (véase Squire, 1994). Obsérvese la repetición deinombre vagamente humorístico dei árbitro y eIescenario general que recuerda alas comedias dei cine mudo. Obsérvese también que la tentación se trata comouna parte intrínseca y comprensible de la situación; es una tentación que cual-quiera podría tener, igual que cuando encontramos un billete en eI suelo. No setrata de un ataque brutal, sin que medie aviso oi provocación, a un hombre que seencuentra en un vulnerable estado de desnudez (se podría construir fácilmenteesta narración con los mismos rnateriales); aIcontrario: es un acto comprensible ymás bien simpático de un personaje famoso. La descripciôn suaviza la violencia.Se plantean cuestiones similares en eltrabajo de Adams y otros (1995) sobre hom-bres que hablan de su violencia contra las rnuieres, yen Aubum y otros (1995) eneI contexto de interrogatorios policíacos.

Para muchos de nosotros.Ia principal exposición a la violencia procede de losmedias de comunicación yde construcciones fictíciasen novelas, televisiôn y cine.Sin embargo, existen situaciones donde la violencia es algo concreto que se debeabordar deuna manera direeta o indirecta, Asituaciones como éstas se enfrentanlos asistentes sociales que trabajan con padres de ninas tomados «en custodia» acausa de agresiones sexuales o físicas. EI siguiente fragmento procede de un con-junto de material sobre asistencia social recopilado por Mick Roffe (véaseRoffe).Empieza casi ai inicio de una entrevista de evaluación, donde eI asistente social(AS) habIa con una pareja (<<Lucy» y «Mark») cuyos dos hijos viven actualmentecon padres adoptivos. Mark está pendiente de juicio por presuntos maios tratos auno de los nifios.

11. AS:Lucy:AS:

Lucy:AS:

Lucy:AS:

Lucy:AS:

Repasando los archivos, que es 10que tema que hacer,[Cla:-!-rol[para reunir todo] lo del tribunal (O,Z) ya sabe, que usted ya tuvo pro-blemas co:n (.) respuestas incontroladas, hacia los niiios[Cla:-l-ro],Sabe? Esoes lo que l'll til:!! que ocurre.Mi eva!uación es que (.) ustedesd!l§:, (0,4) n- no pegan sistemáticamente a losniíios. Quiero decir que algu-nas personas(.) \Q lo hacen,algunas formasdemaltratosinfantiles son así.=e'Emhm" (0,2)Para ustedesmes como una respuesta incontrolacla. Sabenê, los nifiosson demasiado, e1- elmundo es demasiado y entonces (.) se ponen fu-riosos, hh en un momento en que no se pueden controlar..hhh Ahorabien es por- es a- causa de esta y como creo que esta (.) se arreglarUm-l.hmm (.)pues (.) queremos apoyar lI!lIdw a la farnilia para reducir los niveles detensión que ustedes experimentan y trabajar con usted i y con Mark

Lucy: 'umhmm"AS: para (continúa con su propuesta)

(MR-AS/TE:4-5,\igeramente modificado)

Empeeemos considerando las dos eategorizaciones descriptivas de aeciones«respuesta incontrolada» (empleada dos veces) y «ponerse furioso».

Cuando emplea la frase «respuesta incontrolada», eI asistente social presentala violencia como algo producido o provocado, y eIproblema es la posterior faltade control. Esto se subraya mediante la earaeterización «problemas que usted yatuvo»; es decir, para describir la violencia no se emplea un voeabulario de accio-nes: la violencia se describe como una atlicción, como algo que les sucede a Lucyya Mark. Y este earácter no agencial, de algo «que ocurre», se destaca aún más su-brayando su contraste con el «pegar sistemático» de otros rnaltratos infantiles.

Hay aqui dos cosas que deseo destacar de manera especial. En primer lugar, estadeseripeión aetúa en un nivel de abstracción que evita la mención de aeciones con-cretas que podría haeer un «testigo»: «respuestas incontroladas» podría significarpatadas, golpes, chillidos o, desde luego, tortazos, puntapiés y gritos. Tampoco sepresenta ninguna consecueneia de estas aeciones, algoeomún en las descripcionesde aetos violentos: «hizo que perdiera eI sentido», «le rompió la cara», «le partió eIbrazo». En segundo lugar, la descripción «respuesta incontrolada» ya incorpora unsentido de responsabilidad. Es decir, a diferencia, por ejemplo, de «patada», la ex-plicación de la víolencia empieza, almenos mínimamente, en lamisma deseripción:aqui el problema son unas respuestas que no se controlan adecuadamente. Es pro-bable que esto se refuerce mediante las connotaciones técnicas/psicológicas de la frase.

Laotra expresión --«ponerse furíoso»-- es interesante porque, a primeravista,parece describir una acción más direeta que «respuesta incontrolada». Sin embargo,propongo que también tiene una cualidad genérica e induye su propia responsabi-lidad. «Ponerse furioso» no es algo premeditado o planificado; es una reacción deenojo inmediata y emocional ante una provocación. Es el tipo de descripción quese suele emplear paralas aeciones de un animal acorralado. Veamos a continuaciónotro ejemplo donde un entrevistado rebate una acusación de brutalidad policial;

12. Yo creo que la polida actuó muy bien. Son seres humanos y estoy seguro de quesi se pusieronfuriosos y rompieron alguna cabeza, no fue más que, hah, por unareacción muy humana.

(Potter yWetherell, 1987, pág. 112)

Esto eonstruye «ponerse furioso» como algo que eualquiera podría hacer anteunas circunstancias adecuadas. Obsérvese que esta expresión no se utiliza paradeseribir una aeción específica, como golpear a alguien eon una porra; su funciónes más bien agrupar una gama de acciones diferentes bajo esta categoria.

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246 I La representaciórl de la realidadEs importante ser consciente de que, en eI fragmento 11, estas frases no aetúan

por 5U cuenta. Su sentido se va solidificando mediante su organización en los turnosde la conversación, Así, «respuesta incontrolada» se contrasta con «pegarsistemáti-camente a los nifios», algo más intencionado y premeditado y, presumiblemente,más censurable. Y eI sentido de «ponerse furioso» se construye cuidadosamenteenumerandocircunstancias que podrían constituir una provocaciôn: «los niiíos sondemasiado», «e! mundo es demasiado». Como dice eI asistente social unos momen-tos después: «es como un volcán» alo que Lucy responde: «que entra en erupciôn»,

Por tanto, podemos ver que este pasaje descriptivo pone en juego un tipo es-pecífico de minimización. Ofrece descripciones relativamente abstraeras de suce-80S violentos, no formula ninguna consecuencia de estas sucesos y proporcionamotivos y mecanismos (presiones acumuladas, respuestas incontroladas), Podre-mos comprender eI sentido de esto considerando los tipos de prácticas que inclu-yen esta forma de describir la violencia.

Lo primero que hay que destacar es que, en este caso, la práctica dei asístente so-cial se orienta hacia eI futuro: trabajar con la pareja y quizá conseguir que recupe-ren la custodia de los nifios. Esto es bastante diferente de la orientación retrospec-tiva que presenta, por ejemplo, eI juicio pendiente de Mark, donde está en juegouna culpabilidad pasada. Además, la asistencia social implica una interacción rnu-cho más personal que la que se da en un juicio; los asistentes sociales suelen hablarde construir una relación de confianza o de colaboración con sus clientes. Esto esuo problema en situaciones donde es necesario aludir constantemente a la violen-cia. El peligro es que la conversación puede negar a embrollarse con cuestiones mo-rales de culpabilidad y admonición que pueden penurbar la interacción y socavar laconfianza. AI mismo tiempo, negar totalmente la importancia de la violencia podríahacer que los clientes no se tomaran en serio la sesión o convirtieran eI problema enuna cuestión de injusticia, evitando mejorar su personalidad. Por tanto, podemos verque lasmaneras específicas de construir estas descripciones de la violencia encajanperfecramente con los diversos aspectos locales con que se enfrenta elasistente social.

Asi pues, en este apanado he argumentado que existe una gama de técnicas quese pueden utilizar para maximizar o minimizar alguna cualidad de una acción o algúnaspecto dei mundo. Este tipo de trabajo descriptivo se centra en dimensiones comogrande-pequeiío, violento-no violento y en lo que, con frecuencia, equivale alo rnis-mo: bueno-maio. Con todo, lasdescripciones presentan otro aspeero recurrente quees lamanera de construir secioneso sucesoscomononnaleso anonnales.

Nonnallzaclón y anonnallzaclón

Lacuestiónde cómo unadescripciónpuede presentar unaacdón como anor-mal se abordó en el estudio de Dorothy Smith sobre la enfermedad mental de K.

Elaboración de representaciones I 247Probablemente fue este estudio, más que cualquier otro, eI que estableció la cons-trucciónde hechos como un tema analítico y no como una tesis filosófica o teóri-ca de caráerer más bien abstraero. El rasgo fundamental de este caso es que An-gela (supuestamente amiga de K) describe sistemáticamente las acciones de Kcomo extrafias y desconcenantes. Un aspeero destacado por Smith es que lo quese considera normal es indicativo. En otras palabras, no basta con describir unaacción que, por consenso, se consideraanormal o extrafia; al contrario: esta anor-malidad se debe construir durante el discurso.

En el relato estudiado por Smith, la anormalidad se elabora principalmentemediante el empleo de un mecanismo descriptivo panicular que Smith denomina«estructura de contraste». y que es una organización discursiva que deseriheunaactividad y que, ai mismo tiempo, proporciona pistas paraverla como anormal oextrafia. Por ejemplo:

13. Cuandouna amiga le pidió, en plancasual, que la ayudara a cuidar de su jerdín,empezó a pasarse horas, sin parar, sin apenas levantar la vistadei suelo (Smith,1990, pág. 18).

Smuh observa que no es difícil caraererizar lo que aqui se describe como algomeritorio: como las aeciones de alguienque, de unamanera consciente y enérgi-ca, hace un favor a una amiga. iSeguramente seria una bendiciôn tener a alguienque nos ayudara así a cuidar nuestro jardín! Sin embargo, tal como se describenaqui, estasaecionesno son concienzudas: son extrafias. Existe un contrasteentrela petición «en plan casual» y la fuerza del compromiso. Y las acciones de K sepresentan de una manera que hace que parezean forzadas u obsesivas, sobre todoen un contexto lleno de estructuras de contraste (Smith identifica 24 en las 138lí-neas de latranscripción).

En ocasiones se plantean unas díficultades especiales para presentar comoproblemático el comportarniento de K. Tomemos la siguiente descripción: «Losdías de calor se iba a nadar ala playa o a la piscina». Es difícil no ver esto comoalgo totalmente normal o hasta envidiable, especialmente en una persona que seha descrito como muy atlética. tCómo se puede reelaborar esta descripción paradar la impresión de que K se comportaba de una manera extrafia? Asi es como lodescribe Angela en su relato:

14. Los díasde calornos íbamos a laplaya o a lapiscina y yome mojaba un pocoy meechaba a tomar el sol, peroK insistia en que tenfa que nadar 30 largos de piscina(Smüh, 1990, pág. 18).

Aqui hay varios elementos que actúan para construir la anormalidad de K.Smith destaca eI papel de la descripción que hace Angela de su propia aerividad:mojarse un poco y tomar el sol se presentan como actividades adecuadas que con-

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248 I La representación de la realidad Elaboración de representaciones I 249

Jefferson y las listas de tres elementos

Tony: Todos se mueren.(Jefferson, 1990, pág. 74)

15. Losdias de calor nos íbamas a la playa o a la piscina y yo me mojaba un poco y meechaba a tomar elsol, peroK se ponta a nadar.

AI estudiar transcripciones de conversaciones cotidianas, Gail Jefferson(1990) observó que era muy común la presencia de listas con tres elementos o par-tes. Por ejemplo: Aqui existen muchas complejidades (véase Edwards y Potter, 1992). Sin em-

bargo, destaca la combinación de categorización y listado. La sefiora Thatcher noutiliza el término «acuerdo» empleado por el entrevistador (con su opuesto irn-plícito, «desacuerdo») sino que lo reemplaza por «debate». Como un debate pue-de incluir un desacuerdo, no contradice directamente ai entrevistador y,aImismotiempo, sugiere un proceso más constructivo y cooperador. Para destacar el con-traste entre acuerdo/desacuerdo y debate, se ofrece una lista con tres tipos dife-rentes de debate. Caracteriza el debate como algo que se da de manera rutinaria

17. Enl.: Pero usted no afirma que hubkra un acuerdo total entre usted mis-ma y elministro, (no es i así?

Thatcher: .hhh Digo que he respaldado y apoyado totalmente aIministro (.) na-turalmente debatíamos cosas

1-7 »debatlamos en eI consejo de ministros2-7 debatíamos en la comisiôn econômica .hh3-+ debatíamos con amchos asesores<

(Edwards y Potter; 1992, pág. 143)

En este caso, Matt lista tres ejemplos paramostrar 5U acuerdo con la sfirma-ción de que todos los actores buenos se van muriendo.

La mención de listas presenta varias características que indican que estasagrupaciones de tres elementos pueden tener una condieión normativa o conven-cional. Por ejernplo, es muy infrecuente que se interrumpa a una persona despuésde mencionar el segundo elemento de una lista, aun cuando existan muchas opor-tunidades de hacerlo mientras trata de encontrar un término conveniente para eltercer elemento. Y con frecuencia recurren a «finales generalizados de listas»como «etcétera» o «y cosas por el estilo».

Ahora bien, Jefferson no quiere decir que las listas que carecen de tres ele-mentos no están bien formadas; después de todo, las listas de compras, las listasde cosas para llevarse de vacaciones, etc., tienen una cantidad de elementos muyvariable y no por ello dejan de ser muy útiles. Su propuesta es que las listas espe-cíficas de tres elementos se suelen emplear para resumir una clase general de co-sas. Bastan tres elementos para indicar que disponemos de ejernplos que repre-sentan algo general y no de simples ejernplos aislados. Por ejernplo, en el frag-mento 16 la lista de tres actores se emplea para apoyar la afirmación general deque los buenos aetores se mueren; obsérvese también que mi lista de tipos especí-ficos de listas que aparece aiprincipio de este párrafo, representa la dase de las lis-tas en general.

He aqui un ejernplo procedente de un estudio sobre la argumentación políti-ca. La entonces primera ministra, Margaret Thatcher, está siendo presiooada porun entrevistador (Ent) de televisión para que responda a la pregunta de si ella pro-vocó la dimisión de uno de sus ministros.

Los buenos aetores se estáo muriendo.Se esrân- se están muriendo 1QdQs,[yalo creo

[TyronePo- wer.Clark Gable, GaryCooper.l

16. Matt:Tony:Matt:

trastan con las ganas de nadar de K. Sin embargo, como destaca Robin Wooffitt(1992), es probable que esta función contrastante no baste, por si sola, para pro-dueir este efeeto. Es la expresión introduetoria «insistia»10 que caracteriza la ac-tuación de K como compulsiva y no como meramente ociosa, y la especificaciónprecisa de <<30 largos de piscina» puede insinuar una tendencia obsesiva. Compa-remos eI fragmento 14 con la siguiente versión, modificada por rní para eliminareI término insistia y la especificación precisa de los largos de piscina:

Aqui eI contraste no funciona para presentar las acciones de K como anorma-les, y mucho menos como extravagantes.

EI fragmento 14 presenta otro aspecto notable. El empleo repetido dei tiempopretérito (<<íbamos a...», «me mojaba ...») no presenta estas hechos como algo ex-traordinario sino como algo de carácter general. Éste es un aspecto importante dela construcción de K como alguienque tiene problemas, porque presenta sus accio-nes como eiemplos genéricos o representativos y no como casos aislados o malen-tendidos. Wooffin también destaca que el ernpleo repetido dei pretérito desempenaun papel en la construcción de hechos: Angela no extrapola a partir de un caso aisla-do sino que ha hecho observaciones repetidas, observaciones que te permiten ofre-cer detalles tan precisos como el número exacto de largos de piscioa que nadaba K.

Esta última observación nos recuerda que la cuestión de la normalidad estáestrechamente vinculada con la cuestión de la regularidad. De hecho, suele ser di-fícil distinguir entre ambas. Por tanto, se plantea la cuestión de determinar cómose hace que una descripción justifique la caracterización de algo como normal oregular. Y el trabajo de Gail Jefferson sobre las listas nos ofrece un método paraabordar esta cuestión,

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250 I La represenlación de la realidaden varios contextos diferentes. Los debates -que pueden implicar desacuerdoso que algunas personas pueden confundir con desacuerdos- son algo normal.

Como ejemplo final, consideremos el siguiente fragmento de la terapia deConnie y Jimmy. Aqui, Connie responde a una pregunta que le ha planteado elconsejero acerca de la confianza.

18. E: Sídefinitivamente (.) yano tengo confianza(.) sientc que yano puedo volvera confiaren él (0,4) abora no (0,2) yo-I.Icreo queel noventa ycinco por cien-to de lo que (0,2)me ha dicho es verdad (0,2) pero como dije hay demasia-das coincidencias (.) y siento (0,4) hueno (.) que si sólo fuera una noche (.)

l---t pero una nocheme lo encuentro hablando por reléfono con elle (.)2-+ otra nocheunaamiga mía lo ve con ella en unbar,3-+ y otra amiga lo vio en un tJitktclub otra noch- (.) para mí (0,2) es: es dema-

nado. (.)(DE-JF/C2/S2: »Como antes, la lista sirve para destacar el carácter general de algo. En este

caso, los tres ejemplos se consideran suficientes para demostrar que Ias promesasde Jimmy de que su affairese había acabado no eran de fiar.

La cuestión general a destacar aqui es que las listas de tres elementos se pue-den emplear para construir eiertos sucesos o acciones como comunes o nonnales.Naturalmente, es una más de las diversas técnicas que se pueden emplear paraeste fin. Como estas cuestiones ya han sido desarrolladas por Derek Edwards, enla parte final de este capitulo me centraré en sus estudios sobre la formulaeión deguiones.

Fonnulación de guiones y rupturas

Edwards introduce la formulación de guiones y rupturas en contraste directocon la noción de guión de la psicología cognitiva (Edwards, 1994a, 1995, 1996).La idea que subyace ala teoria clásica del guión es que las personas abordan las si-tuaciones cotidianas y rutinarias siguiendo guiones codificados mentalmente. Laanalogia con los guiones cinematográficos es evidente. De la misma manera queun guión guia a los actores durante una escena, determinando qué deben deeir yen qué momento, los guiones cognitivos establecen instrucciones para abordar si-tuaciones comunes, como ir a cenar a un restaurante. Lameta final de la teoria clâ-sica del guión era partir de estos casos supuestamente simples y directos para ex-plicar la naturaleza «guionada» de actividades más personales e idiosincrásicas(Schank y Abelson, 1977).

Edwards adoptó esta noción y pensó cómo reelaborarla para que interesarano sóIo a los psicólogos, sino también a las personas que intervienen en una con-

Elaboración de representacionas I 251

versación o a los lectores de periódicos. Los psicólogos cognitivos parten de laregularidad como un fenómeno que ya viene dado, y se han preguntado qué me-canismo cognitivo la puede explicar; sin embargo, es posible considerar la regula-ridad como algo construido y potencialmente polêmico, y no como un aspectonatural del mundo. Es decir, en vez de preguntarse qué organización mental or-denada es responsable de la conducta metódica de una persona, Edwards se pre-gunta cómo se puede hacer que, en una descripción, la condueta de una personaparezca metódica o no. se constituye e1 caráctermetódico o común de unaacción? O también, ecómo se construye la descripción de una acción para pre-sentaria como una desviación de este orden? Recordemos cómo se construía unasospecha en tomo a la conducta de K presentándola como una nadadora obsesi-va y no como alguien que simplemente se lo pasaba bien.

He aqui un ejemplo relativamente sencillo que Edwards toma del material deConnie y Jimmy. Ambos responden a una pregunta del consejero sobre su matri-monio,

19. C: Guan:do (.) antes de que se mudaran aquí ctómo .erasu matri.nw:nio.(0,4)

E: tois. (0,2) yo- (.) para mi: siem:pre Ll ha ido hien hasta ehora, (0,2)mimatrimonio era fu.trte como una mea.(0,8) Eu.trte como una mca.= =Te-niamos discusionescomo lQdoel mundo, (0,2) para mino ha-bia ningún problema importante. esabeusted? Eso (0,2)plenso pero (0,4)Jimmy lo vemu[y muydístínto.l

J: [Bueno 0,0) ] A15l:[: (0,8) una \1trS0na (0,8) e:m,(0,6) volyjlTlos- (.) volygmos a: (0,6) cuando éramos llQYÍos (1,0) cuandoempezamos a salirJO,8) bueno nos cooocjmos en un: bar precisamente.(1,0) c-Cuandoempezamos a salir allí estébernos,« <.G&la semana> nos pe-leábamos. (0,2)Siemlm: estábamos co:mo el perrc y el gato.

(DE-JF/C2/S1:7)

Uno de los aspectos polémicos de esta sesión es que el problema general en larelación de Connie y Jimmy está inextricablemente relacionado con quién tienela culpa de sus dificultades actuales. Por eiemplo, ese ha deteriorado su relación acausa de un affaire reciente de Jimmy (una afirmación que se hace directamenteen otra parte de la sesión)?, CO bien se remonta el problema al principio de la re-laeión? Estas cuestiones entran en juego en las versiones contrapuestas que seofrecen en el fragmento 19.

Connie construye una descripción de una estabilidad conyugal fuerte y per-durable; ha sido «fuerte como una roca» hasta ahora, es decir, hasta los problemasactuales de su relación. Obsérvese en particular el trabajo descriptivo realizado enla caraeterización de las «discusiones». Éstas se describen como algo rutinario;dtipo de discusiones que tiene todo el mundo. Según Edwards, estas discusiones

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252 I La representaci6n de la realidad

son formulaciones de guiones. Naturalmente, nos podriamos preguntar por quéConnie saca a relueir la cuestión de las discusiones en una versión que establece Iasolidez de su re!ación. (Por qué no se limita a manipular los sucesos y las accionespertinentes paraque refuercen mejor5U versión? Sin embargo. esta equivaldría ano reconocerla complejidad retórica de una situacióncon tres participantes.

Consideremos e! material de Dorothy Smith sobre la enfermedad mental de K.K no estaba presente para contrarrestar las afirmaciones de Ange!a. No podía de-sarroUar una descripción de la naturaleza rutinaria o recomendable de nadar enuna piscina, y mucho menos reprochar a Angela que se limitara a tomar e! sol. Ene! fragmento anterior las cosas son muy diferentes porque Jimmy se sienta aliadode Connie y tiene la oportunidad de hablar a continuación. Puede contradecir ladescripción «fuerte como una foca» construyendo una alternativa que haga refe-rencia a numerosas díscusiones; algo que, muy probablemente, ya ha hecho en e!pasado. Por tanto, podemos ver que cuando Connie hace referencia a las discu-siones, pero las caracteriza como el tipo de discusiones rutinarias que suelen tenerlas parejas eo general, su intención es atajar esta contradicción. Su descripciónestá organizada retóricamente pararebatir una alternativa potencial.

Como podemos ver en e! fragmento, Jimmy no tarda ni un segundo en con-trarrestar la afirmación de que 5U relación erafuertecomo unarocay sinmás dis-cusionesque las normales en cualquier pareja, con unaversión que destacala pre-sencia de un conflicto endémico y de raíces muy profundas. Obsérvese su énfasiscuando dice <<<CAda se!!lJlIla»> Y«Siempre». Además, Jimmy sustituye e!térmi-no «discusión» empleado porConniepor el término«pelea», más fuerte y negati-vo. Es una formulación de guión, pera ahora e! guión establece la existencia de unconflicto grave y problemático en una relación que, como dice Edwards, «másque ser fuerte como una roca, es más dura que una piedra» (1995, pág. 328). AIformular este guión, Jimmy desvia la atención de! posible pape! de sus aetividadesextramaritales y la centraen la relación misma.

Por tanto, elargumento generales que se puede utilizar toda unagama de en-foques descriptivos parapresentar una actividad como rutinaria o como excep-cional, y para vincular esta actividad con las predisposiciones permanentes de unindividuoo, ai contrario, paravincularIa con una situacióno unas circunstanciasexcepcionales. Aunque Edwards nos advierte que seria prácticamente imposibleconfeccionar una lista exhaustiva de las técnicas o mecanismos que emplean«guiones y predisposiciones», él mismo destaca que en e! material sobre la terapiade Jimmy y Connie se danunas construcciones recurrentes.

Estas construcciones se sue!en basar en formas modales y verbales que tienenun cariz iterativo (<<yo me mojaba un poco», «se enfada tanto conmigo»], es decir,que implican algo regular o perdurable. Pueden pluralizar sucesos (erenjamos dís-cusiones...») y emplear adverbios de tiempo (esiernpre», «normalmente») con e!mismo fin, o caracterizar explícitamente algo como ejemplo de una pauta «<tedaré

Elaboración de representaciones I 253un ejernplo rápidamente...»}. Alternativamente, las estructuras condicionales «si-entonces» (<<si apareciera alguien...») inducenpautas de aetividad que difuminan ladistinción entre lo real y lo hipotético (véase también Widdicombe yWooffitt, 1995,pág. 120). Todo esto forma parte de un conjunto de recursos discursivos que se pue-den utilizar para constituir pautas de aetividades. Las acciones que se producen enuna re!ación de pareja o en un debate político se pueden presentar como algo nor-maly corriente, o se pueden socavar presentándolas como algoextrafio y anormal.

Representaclones en acclón

AI principio de este capítulo destaqué la enorme magnitud de la tarea de es-tudiar cómo se empleanlas representaciones para desempenar accionesparticula-res. Este análisis se podría realizar en muchos nivelesdiferentesy existen muchasáreas que podrían ser objeto de estudio. No obstante, en este capítulo aimenos hetratado de indicar la posibilidad de que pueden existir temas generales que se re-piten en toda unagama de contextos.

EI primero de estas temas era e! papel fundamental de las categorizaciones bá-sicaspara construir descripciones que desempefien acciones. Mediante la categori-zación, se formula unaentidad, unaaccióno unsucesocomoposeedorde unascua-lidadesparticulares. Describir a unapersona como cazanoticias puede servir a unaactividad, y describirla como periodísta puede servir a otra. Mediante e! empleo dedeterminadas categorizaciones, escritores y hablantes pueden apoyar o socavar in-ferencias particulares acerca de ellos rnismes; porejemplo, un conseiero puedemos-trar neutralidad yentusiasmo alavez,categorizando como «rica y eornplejax unare-lación problemática cuya culpa se ha hecho recaer en una de las partes.

Este argumento destacaba la importancia de prestar atención a los sistemasmetafóricos que pueden intervenir en las descripciones. Eu este mismo capítulo seha presentado la guerra en términos políticos, mientras que en eIcapítulo 3 se pre-sentó la guerra en términos deportivos. Sin embargo, ya advertí de! peligro deconsiderar que el discursono metafórico es menos interesante o tiende menos aorientarse haciala acción, o de creerque existe unadistinciónanalítica clara y ta-jante entre e! díscurso literal y e! discurso metafórico.

Aunque he destacado que las categorizaciones pueden intervenir en la acciónde muchísimas rnaneras, he consideradoespecialmente interesantes los ejemplosdonde la sustantivación de un verbo oscurece aiagente, y donde e! empleo pocotransparente de un verbo promueve una agencia. Así, la nominalización «matan-za» en el informede unos disturbios puede evitar la necesidad de determinar ex-plícitamente quién ha hecho lamatanza y quiénhamuerto,mientras que «JamesayudóaperderaJohn» puede insinuar unas intencionessin tenerquemanifestar-Ias explicitamente.

Page 127: Potter, Jonathan La representacion de la realidad

Después de todo lo visto, nos encontramos ahora? De momento nosbemos centrado en algunas de las principales maneras de establecer una descrip-ción como neutral, factual e independiente del hablante. Hemos examinado cómose las hace ascender y descender por la jerarquía de la «modalización». Tambiénhemos estudiado algunas de las tareas desempenadas por el discurso factual ycómo contribuyen a su logro determinadas construcciones discursivas. En este ca-pítulo final trataremos de desmenuzar algunas de las implicaciones de los argu-mentos y los análisis presentados anteriormente,

Para empezar, volveremos a considerar las implicaciones de este trabajo ennuestra manera de comprender la naturaleza de las descripciones y, de una ma-nera más general, en la perspectiva teórica dei construccionismo. Después deesto nos centraremos en la investigación social. Las descripciones intervienenen la investigación social a varios niveles. Existen las interacciones en las que sebasan la mayoría de las investigaciones, las descripciones teóricas de activida-des y estructuras que ofrecen los investigadores sociales y ellenguaje empleadoen la literatura y en el discurso académicos. Las descripciones rara vez se hanconsiderado un problema en la ciencia social, y tampoco han recibido muchaatención las consecuencias de esta omisión. Terminaremos este libro exami-nando la importante cuestión de la crítica. Los análisis y las perspectivas aquídesarrolladas, qué medida proporcionan una base para criticar hechos?Por ejemplo, estos análisis vincularse coherentemente con un progra-ma político, o quizá la noción de una crítica social construccionista es incohe-rente de por sí?

254 I La representación de la realidad

Una característica de estos argumentos es que se centran en las descripcionesque se expresan. Sin embargo. es interesante considerar la categorización comoun proceso que, ai tiempo que selecciona unas descripcíones, rechaza otras. Lanoción de manipulación ontológica de WooIgar y Pawluch es otra manera de ex-presarIo: muestra cómo hacerque unos argumentos y unas afirmaciones sean efi-caces, tratando como discutibles unas entidades particulares y dando otras enti-dades por sentadas. Si esta noción se considera de una manera más amplia, se pue-de aplicar a cualquier situaeión donde se seleccione un terreno argumentativoparticular de entre una gama de opciones disponibles.

Además de los procesos básicos de categorización y manipulación, he desta-cado dos dimensionesconstructivas de lasdescripciones: maximización yminimi-zadón por un lado, y normalización y anonnalización por otro. En muchas oca-siones, el objetivo de una descripción es mostrar que algo es muy bueno o muyrnalo,muy grande o muy pequeno. o que una ofensa es extremadarnente grave, oque es tan trivial que no cabe preocuparse por ella. Aunque Anita Pomerantz des-tacó elfenómeno concreto de las formulaciones explicitas de casos extremos (ere-cién comprado», «nadie respeta los límites de velocidads-Lla cuestión dd extre-mismo tiene una difusión más general. Después me he centrado especialmente enel empleo de diferentes prácticas de cálculo y fraccionamiento para maximizar ominimizar los avances realizados en la lucha contra el câncer, y en cómo se puedenformular ciertas seciones violentas de una maneta indirecta yminimizadora parafacilitar un tipo determinado de interacción.

La cuestión de determinar qué es normal y rutinario y qué no, es fundamen-tal en los asuntos humanos porque está estrechamente relacionada con la cuestiónde determinar qué acciones requieren explicación y cuáles no. Por tanto, no essorprendente que existan muchas maneras de presentar unas actividades comorutinarias o, al contrario, como rupturas de una pauta estándar. Dorothy Smithdestacó elpapel de las estructuras de contraste en hacer que unos sucesos parez-can anormales o problemáticos, contrastándolos con algo que se caracteriza comoadecuado (<<pasársdo bien» en contraste con «nadar 30 largos de piscina»). DerekEdwards ha desarrollado la noción de formulaciones de guiones y rupturas, y hamostrado cómo estos mecanismos permiten presentar unas acciones particularescomo sucesos excepcionales o, alternativamente, como ejemplos de pautas gene-rales. Estas formulaciones proporcionan una base para asignar responsabilidadesy permiten que la descripción de una acción proporcione indicios sobre la «pre-disposición» de una persona, es decir, sobre su carácter, su personalidad o su es-tado de ánímo. Así, las acciones de Jímmy se pueden presentar como perfecta-mente rutinarias y como una consecuencia comprensible de su desesperación anteel coqueteo de su esposa con otro hombre, o se pueden formular como la reacciónexagerada e irracional de un marido con celos endémicos y patológicos ante unasaetividades sociales que son típicas de cualquier bar.

8 cRíTICA DE HECHOS

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256 I La represenlación de la realidadHechos, aelos discursivos y construccionismo

Aclos discursivos y descripciones

Una manera de explicar la naturaleza de la perspectiva sobre los hechos y lasdescripciones desarrollada en este libro, es estableciendo su re1ación con la teoriade! acto discursivo dei filósofo John Austin. Como vimos en la introducción, enCómo bacer cosas con palabras Austin introduce una distinción entre dos tiposde expresiones (Austin, 1%2). Por un lado, existen expresiones que afirman cosas---«d gato está echado en la estera», «Jimmy es extremadamente celoso»-- y,porotro, existen expresionesque hacen cosas --«derra la puerta», «que vengala po-lida al mil ciento sesenta de Arvin Avenue North»-. Según Austin, podemos dis-tinguir estos tipos de expresión examinando su manera de fallar. El primer tipo deexpresión puede tener dificultades en función de su verdad o falsedad: e! gato po-dria estar en cualquier sitio menos en la estera; Jimmy podria ser atento y de men-te abierta en vez de extremadamente celoso. En cambio, las expresiones dei se-gundo tipo no se evalúan en función de su verdad. «Cierra la puerta» no es ni ver-dadero ni falso; sin embargo, puede «fallar», como dijo Austin, de otras maneras.Imaginemos lo extrafio que sonaría «cierra la puerta» si un pacientese lo dijera aIeirujano justo antes de empezar la operación; nos podriamos preguntar si es e!produeto de una alueinación o si la anestesia no ha funcionado, pero no nos pre-guntaríamos si la expresión es verdadera. O imaginemos que la expresión «quevenga la polida al mil ciento sesenta de Arvin Avenue North» forma parte de unabroma telefónica a la polida; lo que estaria en juego seria la sinceridad y no la ve-racidad.

Ahora bien, e! objetivo de Austin al establecer esta distinción era combatir losenfoques que trataban el lenguaje como un sistema de representación abstracto.Habiendo establecido una avanzadilla con la noción de que ciertas expresionesdesempefian aeciones, eontinuó proponiendo que desempefiar acciones es, enrealidad, un aspecto general de las expresiones. De hecho, lo que hizo Austin fueapartar la atención de los filósofos dei pape! de los sustantivos en e!lenguaje, yafirmar que los verbos tenían una importancia similar. Los filósofos ya no po-dían centrarse exclusivamente en la relación entre el sustantivo «gato» y el mi-nino peludo y real que bebe leche; en cambio, debían considerar qué hace queuna expresión como «prometo que...» sea una aceión propiamentedicha (véaseSearle,1969).

Austin disefió una «prueba» para ver si una expresión es un acto discursivo«ejecutivo»o no, consistente en traducir esta expresión a primera persona singu-lar deI presente de indicativo. Las expresiones que admiten esta traducción sonaetos discursivos. Así, decir «cierra la puerta» se convierte en una rnanera abre-viada de deeir «te pido que eierres la puerta», Lo interesante para nosotros es

CrItica de hachos I 257

cómo aborda Austin las descripciones, es decir, las expresiones que afirman cosas.Austin observó que las afirmaciones, lejos de ser una categoría en contraste conlos aetos discursivos, pueden pasar fácilmente la «prueba» deI aeto discursivo.Por ejemplo, «e! gato está echado en la estera» se puede traducir a la forma deaeto discursivo «afirmo que el gato se encuentra echado encima de la esteta»,donde la acción que se hace es la de afirmar. Este argumento actuó como una fuer-te crítica para los enfoques entonces dominantes que consideraban el lenguajecomo un sistemaabstracto. La afirmación vuelvea ocupar 5U lugarcomo elernen-to de los asuntos humanos.

Esto constituye un buen punto de partida. EI problema es que, habiendo cen-trado la atención en e! pape! práctico de!lenguaje, Austin se dio por satisfechotratando la acción llevada a cabo por las descripciones como una simple afirma-ción. Esta es relativamente convincente en eI caso de ejemplos inventadoscomo«eI gato está echado en la estera», de los que no se exige nada más que ilustrar ar-gumentos filosóficos. Sin embargo, cuando tomamos ejemplos reales, la paráfrasisen forma de acto discursivo no es tandireeta. El estatusde «Jimmy es extremada-mente ceIoso» como afirmación puede ser, precisamente, lo que esté en juegoenuna disputa; «no me estoy quejando, sólo digo las cosas como son» es un intentocomún de controlar este problema. Así pues, eI hecho de que los participantes enuna interacción consideren que una expresión es realmente (sirnplemente, sola-mente) una afirmación y no una queja, un cumplido, un coqueteo, etc., no tienenada que ver con la forma gramatical de la expresión. Como vimos en la disputaentre Jimmy y Connie, cada parte trata a la otra como si realizara una serie de ac-ciones complejas ernpleando expresiones que adoptan la forma gramatical de lasdescripciones. Lanoción de unasencillapruebade traducción puede tenersenti-do en e! ámbito de la filosofia, donde eI objetivo es desarrollar una teoria del len-guaje aún más absrracta, pero es manifiestamente inadecuada en el ámbito con-trovertido de las prácticas descriptivas humanas que se dan en unas situacionesconcretas.

La cuestión, pues, no es que Austincarecíera de razón al argumentar que ha-cer una afirmación es un tipo de actividad: e! error estriba en que trabajar conejemplosinventadosde expresiones individuales fuera de contexto, y considerarque la prueba de la paráfrasis la podria realizar un analista imparcial, omite preci-samente aquello que es crucial en las interacciones reales. Como ya he tratado deilustrar mediante una amplia gama de ejernplos distintos y recurriendo a variastradiciones diferentes de investigación, las descripcionesse establecen como me-ras descripcionesmediante una gama de procedimientos y, al mismo tiempo, sepueden socavar haciendo que parezcan parciales, interesadas, estratégicas, etc.Las descripciones poseen una orientación epistemológicaque puede convertirseen eItemade investigación. Cuandoprestamos atención a este tema, la distinciónentre cuestiones de verdad y cuestiones de práctica se difumina aúnmás. No es,

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258 I la representación de la realidad

como dice Austin, que una afirmación sea una simple acción; afirmar puede llevara cabo una gama de acciones, y hacer que una expresión sea factuaI constituye, ensi rnismo,una actividad.

A1gunas de las acciones desempenadas por las descripciones se pueden carac-terizar fácilmente mediante verbos de «acto discursivo» como «invitar», «culpar»,«cumplimentar» (además de otros ejemplos más oscuros examinados por Austin).Sin embargo, muchas acciones hechas por medio de descripciones no son fácilesde especificar empleando un solo verbo. Por ejemplo, no es fácil encontrar un ver-bo que caracterice la compleja actividad realizada por el consejero de Connie yJimmy coando dice «lIill:des han llevado (0,5) una vi:da rka y (.) l:2lIU!kja» (véan-se las págs. 228-229); aunque es posible imaginar que, si esta acción fuera lo sufi-cientemente común y explícita, llegaria a adquirir un nombre propio. Por esta ra-zón he seguido el hilo dei análisis conversacional y he escrito sobre la orientaciónhacia la acción de las descripciones. Las descripciones están estrechamente liga-das a las prácticas de las personas, y los verbos de un lenguaje son un recurso im-portante para caracterizar estas prácticas, aunque no exista necesariamente unacorrespondeneia entre unas y otros.

Esta insistencia en que las descripciones forman parte de las prácticas, va to-talmente en contra de la irnagen objeto-palabra que ha sido tan fundamental en lamanera de interpretar las descripciones y los hechos durante el siglo xx. La cues-tión de si las palabras «rica» y «compleja» de la frase dei consejero son precisas overdaderas es, virtualmente, la menos interesante de todas. De hecho, los partici-pantes no retoman estos elementos en la interacción posterior. O tomemos caza-noticias y periodistas como descripciones de categorias contrapuestas (véansepágs. 172-173). Ante estas alternativas comunes es improbable que la cuestióncrucial para los participantes sea si son verdaderas o no: lo que importa es qué sehace con ellas eo una interacción particular.

Construccionismo sistemático

En las ciencias sociales hay una amplia gama de trabajos que pueden ser, ohan sido, catalogados como construccionistas. Algunos de estos trabajos se hanrevisado en los tres primeros capítulos de este libro, y no deseo dedicar aquí mástiempo a intentar especificar en qué sentido son o no construccionistas, y muchomenos tratar de presentar alguna defmición de construccionismo. EI construc-cionismo ha significado cosas diferentes en distintas disciplinas y con frecueociase ha empleado como un término general para designar toda una gama de pers-pectivas «radicales» en un sentido amplio, sin prestar demasiada atención a lacuestión analítica y epistemológica de qué es una construcción y qué es lo que seconstruye (Potter, 1996b). De hecho, una característica destacada de numerosas

Critica de hechos I 259

investigaciones construccionistas, buenas y malas, es lo poco que se han tomadolos procesos de construcción per se como tema de investigación. En general, laconstrucción aparece en estos trabajos como punto de partida y no como tema deestudio.

Uno de los objetivos fundamentales de este libro ha sido indicar en qué nosdeberíamos basar para estudiar sistemáticamente los procedimientos empleadospara construir la factualidad de las descripciones. El primer requisito que he pro-puesto es adoptar una postura simétrica ante las descripciones que los participan-tes consideran verdaderas y falsas. Este requisito se debería complementar con elreconocimiento de la distinción entre la orientación hacia la accióny la orienta-ción epistemológica de las descripciones. En términos analíticos y teóricos, laateneión se debería centrar eo eldiscurso y en la retórica más que en la cognición.

También he identificado una gama de temas en el estudio de la construcciónde hechos, revisando y desarrollando la literatura de la sociología de la ciencia, laernometodología, el análisis conversacional, el postestructuralismo y el posmo-demismo. Algunos de estos temas han sido desarrollados mediante ejemplos ana-lítícos en capítulos posteriores.

Un tema fundamental es cómo se elabora o se socava la credibilidad del pro-ductor de una descripción, construyendo acreditaciones de categorias o aludien-do a conveniencias e intereses. En realidad, este tema se refiere a las cuestiones,fundamentales para los participantes, de determinar qué motiva las descripcionesdel productor y cómo sabe éste lo que sabe.

Otro tema importante es cómo se controla la responsabilidad en las descrip-ciones que ineluyen citas, posturas, ideas o ineluso puntos de vista del propio ha-blante o escritor. Ésta es la función dei posicionamiento. Aunque el posiciona-miento está muy vinculado con toda elase de prácticas, es especialmente impor-tante cuando centramos nuestro interés en la orientaeión epistemológica de lasdescripciones.

Otro tema fundamental es cómo se producen las descripciones para que pa-rezcan externas e independientes dei hablante o el escritor. Las diversas técnicaspara alcanzar este objetivo ineluyen el discurso empirista, el consenso y la corro-boraeión, diversos tipos de construcciones narrativas y la manipulación del gradode detalle y vaguedad.

Estos temas no agotan en absoluto los medios empleados para estabilizar y co-sificar versiones, pero están muy extendidos y son muy frecuentes. Pueden servircomo punto de partida para un examen sistemático de las maneras de convertirdescripciones en hechos y las maneras de estabilizar y cosificar ciertas versionesdei mundo como si reflejaran la realidad. Se pueden concebir como un conjuntode intereses que guían la producción y la socavación de descripcíones factuales.

La estabilización y la construcción de hechos no son unos intereses abstractoscentrados en la verdad y la falsedad, sino que están estrechamente ligadas con

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260 I La representaci6n de la realidad

prácticas de todo tipo y son inseparables de ellas. Las categorías descriptivas for-mulan elmundo de unas manetas concretas que son pertinentes, y se pueden uti-lizar, en las acrividades en curso. Las descripciones y las formulaciones intervie-nen en las actividades de muchas maneras diferentes. Ya examinamos algunosejemplos donde las formulaeiones podían demostrar neutralidad (<<rica y cornpli-cada»), oscurecer la agencia (<<la rnatanza») o promoveria (<<E1 Papa deshonra labar mitzvah»), y también vimos que el empleo de una categorizaeión concretapuede desviar la atención de otras categorizaciones alternativas retóricamentepertinentes (ese produjo un episo:dio, con (.) un tipo, (.) en un bar»). Se puedenconstruir descripciones para que algo parezca extremo o grande o, aicontrario,para minimizarlo y hacer que parezca pequeno; también se pueden utilizar des-cripciones para presentar una acción como normal o rutinaria, o para presentarlacomo anormal o problemática. Por ejemplo, la descripción de un acto de violen-eia se puede construir para destacar su gravedad y maldad, o para suavizarlo yconsiderarlo disculpable y hasta divertido. Nadar en la playa se puede describircomo una actividad normal y corriente, típica de ese contexto; pera también sepuede presentarcomo una actividadobsesiva y extravagante.

Es indudable que estos temas y distinciones tienen Iimitaciones y ofrecen di-ferentes grados de generalidad. Por ejernplo, la categorización es un aspecto ine-ludible del discurso descriptivo, pero aludir ai consenso y la corroboración no esmás que una de las muchas posibilidades retóricas existentes. Me han sorprendi-do muchas veces la sutileza y la omnipreseneia de la orientaeión epistemológica enlas prácticas descriptivas y sus implicaciones para diferentes áreas de investiga-eión. AI optar por centrarme en un conjunto determinado de temas, parte de miobjetivo es mostrar, sirnplemente, que esta cuestión es importante y que 5U estu-dio podría beneficiar a investigadores con diferentes inrereses. Mi esperanza esque estos temas puedan constituír un punto de partida para el análisis, y que esti-mulen a los investigadores a desarrollar aún más el estudio de las descripeiones ya examinar5US implicaciones en contextos no abordados hasta ahora. Por tanto,la conclusión general es que abordar en serio elproblema de la construcción seríamuy provechoso para la ciencia social construccionista. Eu vez de considerar lacons-trucción como un punto de partidadado por sentado, la construcción y la des-construcción se deberían considerar aspectos fundamentales de los asuntos hu-manos que merecen ser investigados.

Clencla social y construcelón de hechos

La ciencia social recurre aldiscurso factualy descriptivo de varias maneras, ypuede ser conveniente distinguir tres esferasde discurso descriptivo en la cienciasocial.Existen descripciones que intervienenen las interaccionesque se producen

Critica de hechos I 261

durante una investigación; existe un lenguaje descriptivo específico de la eieneiasocial (concretamente, términos como «rol», «personalidad»y «[amilia»); y final-mente existe el discurso general de la ciencia escrita: informes, artículos, libros(como el presente). Abora me centraré en las dos primeras esferas y dejaré paramás adelante elgrueso de la discusión sobre la naturaleza general de la ciencia so-cial escrita, inscribiéndolaen una discusión másampliade la críticay la construc-ción de hechos.

La primera esfera de discurso de la investigación social se genera en el mismomomento en que se generan los materiales (los «datos»), La investigaeión socialsuele requerir que los participantes hagandescripcionescuando respondena cues-tíonarios, pruebas y encuestas, rellenan protocolos experimentales o hablan conentrevistadores y etnógrafos.AImismo tiempoÍos propios investigadores sociaJesproducen una amplia variedad de descripciones ai producir el discurso de los ele-mentos de un cuestionario, en las instrucciones experimentales y en las interaccio-nes conversacionales que tienen lugaren la etnografíay en las entrevistas abiertas.

Todo esto plantea la siguiente cuestión: qué consecuencias tiene, para la in-vestigación de la ciencia social, considerarque las descripciones son construccio-nes aetivas orientadas hacia la acción. Me centraré en dos ejemplos contrariosparailustrar cómo se podríamodificarnuestracomprensión adoptando esta pers-pectiva: las encuestas de opinión pública y las representaciones sociales.

Las descripciones en el proceso de investigación: encuestas de opiniónpública

La investigación de la opinión pública es uno de los campos de la ciencia so-cial moderna que más ayuda económica recibe. Se dedican grandes sumas a reco-pilar opiniones sobre presidentes, productos y cambios políticos. Las descripcio-fies contenidas en las preguntasde una encuesta se suelen considerarrepresenta-ciones directas de alguna parte de la realidad. No podemos colocar el INEMdelante de alguien para pedirle su opinión sobre él, pero se considera que incluirla palabra <<lNEM» en una pregunta curnple el mismo papel. Las opiniones mis-mas se tratan como entidades mentales cuyo sentido es independiente de cual-quier contexto particular de expresión; se considera que las fluctuaciones de opi-nión son consecuencia de diversos procesos de influencia social. Varios trabajosrealizados desde unaperspectivadiscursivay retórica han ido criticandoesta ima-gen (BiIlig, 1987, 1991; Potter y Wetherell, 1987, 1988), y el argumento que aquíse desarrolla refinaesta críticatodavíamás.En particular, destacaque las descrip-ciones contenidas en las preguntas de las encuestas de opinión, construyen ver-siones que están potencialmente alineadas, por ejemplo, con acrividades de críti-ca o de elogio.

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262 I la representaciónde la realidadTradicionalmente, e! problema de «redactar» las preguntas de una encuesta

se ha centradoen determinar si las preguntas 50n neutrales o están sesgadas, si 5Uformulación es imparcial o induce una respuesta determinada. Pero construir e!problema de esta manera presupone la existencia de una forma de descripciónfaetual y neutral, capaz de capturar la realidad, en contraste con formas sesgadasque tienden a los críticos más sofisticados de las encuestas de opi-nión pública se han lib;;;do de recurrir a esta noción simplista de preguntas ses-gadas e imparciales, como ilustra elejemplo siguiente:

Los psicólogos han escrito profusamente sobre la eliminación dei sesgo en loscuestionarios. Pero en una encuesta se preguntaba: «iCree usted que las tropas brítá-nicas deberían retirarse de Irlanda dei Norte, aunque esta condujera a una guerra ci-vil comoparecenopinarmuchaspersonas?» (Daily Telegraph, 13de febrero de 1972).Estapregunta, planteada eo laRepública de Irlanda. obtuvo un cuarenta y cinco porciento de acuerclo. Lapregunta neutral: «cCree usred que las tropas brítánicas debe-rfan retirarse de Irlanda del Norte?» siempre ha obtenído un ecuerdo superior aIdo-cuenta por ciento cada vez que se ha planteado en Inglaterra, indicandoque e1 sesgode la redacción tiene unefecto considerable (Roiser, 1983,pág. 159).

Es evidente que la primera pregunta citada por Roiser incluye una amenazade consecuencias terribles que no aparece en la segunda. Sin embargo, afirmar,como hace Roiser, que la primera pregunta está sesgada en comparaeión con la se-gunda, no sólo es hacer un juicio sobre la pregunta: es hacer un juicio sobre elmundo. Esta afirmación presupone que es posible identificar las disparidades en-tre las palabras y e! mundo. Veamos en qué medida podemos socavar esta nociónsimple de sesgo. La primera pregunta trata la retirada de las tropas como algo dis-tinto de la violencia que esa retirada puede ocasionar. Y si la violencia es la conse-cueneia más probable, entonces se puede argumentar que la segunda preguntarealiza una intensa tarea implícita para desvincularia de la retirada.

Otra cuestión es que la primera pregunta presenta la retirada en un escena-rio concreto; la sitúa en un contexto práctico de sucesos y consecuencias. En lasegunda pregunta, la retirada se puede entender de una manera más abstracta.Una de las características destacadas por diversos análisis de la argumentación esque e! discurso se organiza en tomo a dilemas sobre la práetica y los principios(Billig y otros, 1988; Wetherell y Potter, 1992; Wetherell y otros, 1987). Una per-sona podría afirmar categóricamente que se debería hacer una cosa en principio,y aceptar ai mismo tiempo que sería poco realista ponerla en práctica. En estecaso, no es difícil imaginar a alguien afirmando que las tropas británicas deberíanabandonar Irlanda dei Norte, aceptando ai mismo tiempo que tienen que seguirallí porque, desde su punto de vista, la alternativa es la horrible realidad de losconflictos sectarios. Visto así, la segunda pregunta permite ai encuestado e!egir laopción fácil de expresar sus principias, rnientras que la primera pone en primer

Critica de hechos I 263

plano una posible consecuencia dolorosa y compleja de la puesta en práctica deestas principias.

Ahora bien, no deseo pasarme ai otro extremo y sugerir que las dos pregun-tas son igual de válidas o invertir la afirmación de Roiser diciendo que la segundapregunta es sesgada y la primera no. La cuestión es que las dos son construccio-nes de sucesos, que estas construcciones se relacionan con juicios más amplios yque es probable que se utilicen de maneras diferentes en distintos contextos ar-gumentativos. Estas preguntas se deberían evaluar en función de las versiones de!mundo que construyen y de las prácticas en las que se inscriben.

Ahondemos en esta idea mediante otro ejemplo. Una cosa que inquieta a losresponsables de las encuestas de opinión pública es la variabilidad que se da enlos resultados de encuestas sobre el mismo tema que utilizan preguntas diferentes.Consideran esta variación como algo irritante y anómalo, algo que hay que elimi-nar siempre que sea posible: lo cierto es que no la consideran interesante por de-recho propio. EI ejernplo que presento aquí es muy espectacular y nos permitiráexplorar cómo funcionan las descripciones implicitas en las preguntas para gene-rar resultados diferentes. Las dos preguntas siguientes fueron planteadas en e! es-pacio de un mes por la empresa EMNID, de la en otros tiempos República Fede-ral de A1emania (RFA). Ambas se refieren ai muy polémico despliegue de misilesnucleares Pershing y Cruise en la Europa de principios de los anos ochenta.

Quizá sea pe!igroso especular a postenori sobre qué generó la diferencia entree! cincuenta y ocho por ciento a favor de! despliegue de una encuesta, y e! simpledieciséis por ciento de la otra. Pero seamos valientes y lancémonos sin miedo. Em-pezaré partiendo de la presuposición de que la diferencia entre estos resultadostiene que ver con la manera de construir e! problema dei despliegue dentro de laspreguntas. diferencias había en la descripción de las opciones y las circuns-taneias para que se produjeran unos resultados tan distintos? No me ocuparé aquíde la orientación epistemológica de estas descripciones, sino de su orientación ha-cia la acción: hadan estas descripciones? Las dos preguntas presentan di-versos contrastes que, en potencia, permiten explicar elgran apoyo que recibió e1despliegue en la primera encuesta y e! escaso apoyo que recibió en la segunda.Para ilustrar las consideraciones que se han venido destacando en los argumentosde este libro, me centraré únicamente en tres de estas contrastes.

EI primer contraste, y probablemente el más importante, se da en las descrip-ciones de la sede de los misiles. En la primera pregunta se menciona «Europa Oc-cidentalx y en la segunda se dice «aqui, en la República Federal». Esto significaque la segunda pregunta no plantea e! despliegue de los misiles en abstracto,sino que plantea su despliegue en e! país de! propio encuestado (<<aquí»). Enaquellos tiempos, ese «aquí» también era la primera línea de combate de cualquierconflieto potencial entre Occidente y la Unión Soviética. Esta vuelve a demostrarla importancia de la construcción retórica de dilemas de principios y de práctica

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264 I La representación de la realidad

Pregunta 1Le presentamos una serie de afirmaciones, rogándole que diga si tiende a es-

tar de acuerdo o en desacuerdo con cada una de ellas.

Occidente debe mantenerse suficientemente fuerte en relación a la UniónSoviética. Por tanto, es necesario el despliegue de armas nucleares modernasen Europa Occidental si la Unión Soviética no desmantela sus nuevas armasde alcance media. (A favor = acuerdo; Encontra = desacuerdo.)

.A favor dei despliegue O No sabe/no contesta DE" contra deI despliegue

-'------0% 10% 20% 30% 40% 50% 60% 70% SO% 90% 100%

Pregunta 2En eI caso de que las negociacionesentre los Estados Unidos y la Unión Sovíétf-

ca no den ningún resultado, es de suponer que se desplegarán nuevos misiles, inclusoaqui en la República Federal. éEstá Ud. a favor o en contra dei despliegue de nuevosmisiles? éQué harfa Ud. si pudiera elegir? (A favor = despliegue de nuevos misiles; Encontra = oposición ai despliegue.I

.A favor dei despliegue O No sabe/no contesta O En contra dei despliegue

-'-------0% 10% 20% 30% 40% .50% 60% 70% SO% 90% 100%

Fuente: Opinion Roundup (1984), Question WordingMakesaDifference:GennanPublic Altitudes lo Deployment, Public Opinion (diciembre/enerol, págs. 38-39.

Noto: La versión en inglêsde estas preguntas procede dei artículo original de Opi-nion Roundup.

FIGURA S.l Respuestas variables a encuestas de opinión

Critica de hachos I 265

por parte de los participantes. Una cosa es aprobar algo en principio (la ensefian-za preescolar universal) y otra muy diferente es aceptar las medidas práeticas ne-cesarias para alcanzarlo (elevar los impuestos),

El segundo contraste es que los actores del conflieto se fonnulan de manerasmuy distintas. En la primera pregunta son «Occidente» y «Ia Unión Soviética». Unaconsecuencia de emplear estas categorias descriptivas de inclusión es que hacen en-trar en juego la pertenencia del encuestado a una de las partes; el conflieto se presentacomo «nuestro», como algo en lo que estamos potencialmente implicados y de lo quesomos un poco responsables. En la segunda pregunta, los actores son «los EstadosUnidos» y «la Unión Soviética». No es sólo que «los Estados Unidos» no tiene rela-ción con «nosotros»: es que, además, la pregunta se fonnulaba en la antigua RFA,donde los sentimientos hacia los Estados Unidos eran bastante ambivalentes.

El tercer contraste se da en las descripciones del armamento, En la primerapregunta, Occidente se proponía desplegar «armamento nuclear moderno». Ladescripción «moderno» es potencialmente eficaz en dos sentidos. Por un lado, enel discurso político, lo moderno suele ser algo bueno que simplemente se debeapoyar (por ejemplo, Wetherell y Potter, 1992, capo7). Por otra parte, es frecuen-te que «moderno» se contraponga a anticuado y obsoleto; por tanto, se da a en-tender impIícitamente que se va reemplazar un armamento antícuado por otromoderno.En contraste con esto, lasarmas nucleares soviéticasse describencomo«nuevas», sugiriendo la adición de más armas y no una mera sustitución. De estamanera, el despliegue de armamento nuclear se puede justificar como una mane-ra de ponerse al dia y de igualar el potencial soviético. En la segunda pregunta, sinembargo, son las armas estadounidenses las que se construyen como «nuevos rni-siles» (frase que se repite dos veces) y no se hace ninguna mención al desplieguesoviético. En este caso, el despliegue de armamento nuclear ya no es una respues-ta necesaria para contrarrestar una acción de la Unión Soviética.

Esta discusión sólo nos permite vislumbrar las complejas diferencias existen-tes en ellenguaje descriptivo de estas dos preguntas. No obstante, pone de mani-fiesto que la construcción de hechos plantea problemas incluso en simples en-cuestas de opinión que sólo piden eIapoyo o el rechazo de los encuestados. Es im-portante destacar que no estoy afirmando que los investigadores de opinión nosean conscientes de estos problemas; en realidad, hacen grandes esfuerzos por re-solverlos. Y es probable que fonnulen sus preguntas recurriendo sin reparos aconsideraciones de este tipo, aunque de una manera menos explícita que como yohe hecho aquí. La cuestión es que tratan estos problemas como efectos de la re-dacción de las preguntas; es decir, como efectos del sesgo propio del lenguaje,como si una selección lingüística más cuidadosa pudiera producir una formu-lación neutral y no sesgada. Seecha en falta una perspectiva claramente construc-cionista que trate estos fenómenos como un aspecto endémico delestrecho víncu-lo que mantienen las descripciones con la acción y la evaluación.

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266 I La representación de la realidad

Todo lo expuesto se resume en un corolário para la investigación. Mi discu-sión de estas preguntas se ha basado en mis propias intuiciones lingüísticas y cul-turales acerca dei sentido particular que tenían las palabras «nuevo» y «moderno»---o, más precisamente, 5US equivalentes en alemán- para los habitantes de laRFA a finales de la guerra fría. Sin embargo, estos términos también adquierenestas sentidos cuando se emplean en otros contextos discursivos particularescomo una columna periodística de cariz político, o una conversación eo la cola deun supermercado. Para comprender rneior, y con un matiz más analítico, eI papelsistemático de estas construcciones, seria conveniente investigar cómo construyenlas personas sus mundos sociales en estos contextos, como ba becbo Micbael Bi-llig (1992) con eI habla de la familia real, y como bicimos Margaret Wetberell yyo (1992) con eI discurso sobre la «raza» y la política. Quizá sea improbabIe quelas organizaciones dedicadas a realizar encuestas de opinión se presten a patroci-nar investigaciones de este tipo, que podrían socavar algunas presuposiciones co-munes a todas las encuestas. Sin embargo, puede que en eI futuro se desarrolle unnuevo estilo de realizar encuestas, que se beneficie verdaderamente de abandonarla presuposición de que eI mundo está poblado de objetos y políticas que se pue-den describir con neutralidad, y que las personas acarrean consigo opiniones acer-ca de estas cosas que son independientes dei contexto de su expresión y que sepueden separar de argumentos morales, faetuales y políticos de caráeter más ge-neral. Aunque a primera vista eI estudio de las descripciones y las opiniones pue-de parecer bastante independiente, mi conclusión es que eI estudio de las des-cripciones tiene importantes consecuencias para el estudio de las opiniones.

Las descripciones en eIproceso de investigación: representacionessoeia/es

El segundo ejemplo procede de una tradición de investigación totalmente di-ferente. La teoria de las representaciones sociales de Serge Moscovici (1984) es unsofisticado enfoque construccionista que se centra en eI rol psicológico de las re-presentaciones compartidas dei mundo. A pesar de poner más énfasis en la repre-sentación que cualquier otro enfoque de las ciencias sociales, esta teoria no abor-da la representaeión como una práetica; es decir, no se ocupa ni de cómo se cons-truyen y se hacen faetuales las representaciones, ni de qué se hace con ellas (véaseMcKinlay y otros, 1993). En cambio, se centra casi exclusivamente en eI papel delas representaciones sociales para percibir eI mundo como seguro y ordenado, ypara fomentar la comunicación entre las personas. Los trabajos dedicados a las re-presentaciones sociales han empleado diversas técnicas de investigación cualitati-vas y cuantitativas. Aquí deseo centrarme en eI conocido ejemplo de un trabajobasado en e1 análisis cualítativo de unas entrevistas abiertas. Como antes, mi obje-

Critica de hachos I 267tivo es mostrar cómo pasan a un primer plano ciertos aspectos de la construcciônde hechos, cuando examinamos cuidadosamente estos materiales y las inferenciasque los científicos sociales han realizado a partir de ellos.

En su estudio de «la locura» y las representaciones sociales, Denise Jodelet(1991) se interesó por las representaciones de los pacientes de una comunidad pio-nera en eI tratamiento de enfermedades rnentales que tenía su sede en la pobla-ción francesa de Ainay-Ie-Château, y especialmente en eI empleo de representa-ciones específicas para clasificar a los pacientes, para hacer que sus acciones fue-ran inteligibles y para controlar los sentimientos de miedo o inquietud quepudíeran provocar en otras personas. Ellibro de Jodelet es denso y complejo ycontiene una enorme cantidad de interpretaciones de entrevistas abiertas. He op-tado por centrarme en un solo fragmento, eI primero dei que Jodelet extrae con-clusiones sustantivas sobre las representaeiones sociales. jodelet lo emplea comoejemplo de la incapacidad de las personas de la población para liberarse total-mente de la concieneia de «Ia amenaza cercana y silenciosa de la locura». He aquía jodelet citando a una de las personas de la poblaeión:

Tengo la impresión de que algunas personas van a poner reparos porque tienenmiedo. Porque se nota, Siempre voy a esperar a mi nifia cuando sale de la es-cuela, en una plazoleta que tiene una parada de autobús. Me espero allí, junto a mu-chas otrasmadres, dentro del coche. Alguoos vienen a hablar conmigo, haciendo bro-mas porque soy una mujer. De todos modos, no creo que algunos sean muy buenospara la comuoidad. De unos no te das cuenta, pera hay otros... Hay uno, en el caminoque va bacia Saint-Mamet, que 00 me gusta oi un pelo. Si saliera en bicicleta séque melo encontraria. A lo rnejor es inofensivo. No lo sé. Es la manera eu que me mira. Meimpresiona mucho. Camina como un bailarín y tiene la cara negra, y sus ojos ... se tequeda mirando. Es verdaderamente terrible y me asusta.Hay algo en él que me asus-ta. Su cara es ... no sé cómo describirla pecome preocupa. Sus ojos se te clavan.Te cla-va los ojos cuando te mira. Y eso es todo. No puedo describir el efecto que tiene sobremí. Me trestoma (1991, pág. 54).

Jodelet continúa ofreciéndonos eI siguiente análisis de la cita y de lo que éstarevelaba.

Ante esta presencia incesante y multiforme de la locura, surge y se desarrolla unconocimiento sutil que permite amortiguar la aparición de esta aprensión escura, quese transforma en el sucinto leitmotif «me asusta» y que a veces abruma a su víctima conuna enfermedad concreta: el«ataque de pânico». Desde este punto de vista, la suavi-zación de las reacciones emocionales parece ser el resultado de una técnica colectivaorientada a mantener una fachada de calma yannonía social (1991, págs. 54-55).

Como indican sus comentarios analíticos, Jodelet no se interesa por lo que sebace en este fragmento; no lo considera una descripción organizada para desem-

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268 I La representación de la realidadpeõar unas actividades particulares. En cambio, su interés se centra en cómo secontrola la inquietud de la participante mediante el empleo de una representaciónparticular de la locura. Existen varios obstáculos para desarrollar una alternativaal mato de Jodelet que destaque la construcción de hechos que contiene. jodelerno proporciona información sobre la secuenciaeo laque se inscribeel fragmento,y sólo podemos adivinar lo que puede haber dicho antes eI entrevistador. Además,es una versión limpia de la transcripción, que ha transformado eI habla de la par-ticipante en eI tipo de expresión ordenada que es característica de los guionesteatrales o cinematográficos. Como también es una traducción, se podrían haberpasado por alto rnatices idiomáticos importantes en eI francés original (natural-mente, jodelet trabajaba en francês), No obstante, incluso con los materiales talcomo están,es posible empezara desarrollar una alternativa.

Basándose en lo que se dice al principio dei fragmento, parece que la cuestiónesencial son las objeciones reales o potenciales de los habitantes de la población alprograma terapéutico de lacomunidad. Ésta es la típica cuestión delicada dondeeI hablante puede evitar demostrar prejuicios contra un grupo rninoritario, en estecaso personas mentalmente enfermas. Obsérvese, pues, que si bien la hablante nose alinea directamente con quienes pueden plantear objeciones al programa tera-péutico, dedica algún tiempo a elaborar la razón (<<miedo») que se puede emplearcomo base para plantear objeciones. Esta interpretación es totalmente contrariaa la de Jodelet: para ella, eImiedo es algo que impregna todo eI fragmento y queprincipalmente se amortigua o suaviza paraque no aflorea la superficie, en cam-bio, mi propuesta es que el miedo se subraya precisamente porque hace explica-ble una reacción que, en caso contrario, se podría considerar producto de uo pre-juicio.

Hay otra característica dei fragmento que encaja con esta interpretación. Ob-sérvese que, inrnediatamente después de presentar la cuestión dei miedo, la en-trevistada emplea una «formulación de guión» para presentar la imagen de unasconversaciones jocosas normales con algunos «pacientes mentales», mientras es-pera que su hija salga de la escuela. Obsérvese que eIadverbio «siempre» y eIpre-sente de indicativo construyen la naturaleza rutinaria de lo que se describe. Éstaes una manera muy hábil de mostrar que la hablante no tiene prejuicios contra losenfermos mentales en general: tiene miedo de algunos que la miran y actúan deuna manera extrafia, pera es feliz compartiendo bromas con otros. Y obsérvesecon qué cuidado se controla esta apredación. La entrevistada muestra su raciona-lidad indicando que podría estar equivocada (<<a lo rnejor es inofensivo») y,quizá,que tiene una aetitud imparcial (<<no lo sé»; véanse las págs. 170-171). Su miedo nose basa en un prejuicio ciego; se presenta a sí misma como una rnujer abierta peraque siente temor ante algunas personas (véase Wetherell y Potter, 1992, capo 8).Por tanto, lo que Jodelet considera una expresión «multiforme» de laenfermedadmental, se puede ver como una distinción entre tipos de pacientes que indica fal-

Crflica de hechos I 269

ta de prejuicios; la entrevistada bromea con algunos y tiene miedo de otros: no tie-ne una respuesta (una predisposición) general.

No estoy sugiriendo que las afirmaciones de Jodelet sobre eI fragmento seanerrôneas sin más. Presenta un relato rico y riguroso que se basa en muchos otrosmateriales además de las entrevistas. Pero atender a la naturaleza orientada haciala acción y constructora de hechos dei habla, plantea problemas importantes a alogunas de sus interpretaciones, y al mismo tiempo abre unas perspectivas intere-santes sobre algunos aspectos de estos materiales. Hablando en términos genera-les, deseo emplear este ejemplo para ilustrar que la construcción de hechos no esuna mera cuestión complementaria que los investigadores sociales pueden exami-nar si asi lo desean; la construcción de los hechos es inseparable de la actividadque se lleva a cabo mediante el habla y los textos. En consecuencia, la atención ala construcción de hechos es una parte esencial de cualquier análisis bien hecho.Obsérvese también que, aunque he optado por centrarme en encuestas de opi-nión y en entrevistas abiertas, igualmente podría haber tomado ejernplos de la in-vestigación con euestionarios (Cicourel, 1974), la etnografia (Atkinson, 1990;Clifford y Marcus, 1986) o cualquier otro campo de la ciencia social.

Ellenguaje deseriptivo de la ciend« social

Cada una de las tres tradiciones examinadas en los capítulos iniciales de estelibro, ha planteado argumentos consecuentes con la manera de concebit ellen-guaje descriptivo de la ciencia social. En la sociología del conocimiento científicoexiste el argumento relativo al «vasallaje». Michael Mulkay (1981) argumentó,desde una perspeetivo analítica dei discurso, que a medida que los investigadoressociales eonstruyen versiones definitivas de las creencias y las aeciones de los cien-tíficos a partir de su habla y de sus textos, pueden caer en una relación de vasalla-je donde la descripción «técnica» dei analista apoya implicitamente los fines de ladescripción cotidiana de los participantes. Eu la etnometodología, eI interés secentraba en que los investigadores sociales, siguiendo métodos no explicitados,basaban sus análisis en nociones cotidianas en vez de considerarIos temas de in-vestigación por derecho propio (Zimmerman y Pollner, 1971). Y en eI pensa-miento postestrueturalísta, y especialmente en los trabajos inspirados por MichelFoucault, se ha dado un interés permanente en cómo la investigación social, eonsus diversas prácticas de observación, contabilización y clasificación, eonstituyeprecisamente aquello que estudia.

En este apartado deseo ilustrar brevemente las consecuencias de este conjun-to de cuestiones utilizando parte de los estudios analíticos que se han centrado endiversas nociones fundamentales de la ciencia social. Todos son estudios sobre no-ciones que se han convertido en elementos establecidos de la terminologia técni-

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270 I la representaci6n de la realidad

ca de la ciencia social -motivos, roles, etc.- y consideran su empIeo práetico encontextos institucionales o cotidianos. El argumento que presento aquí es sencilloy yase haplanteado antesotrasveces, aunquesus ímplicaciones rara vez se han to-mado en serio. Y lo que deseo argumentar es que eIIenguaje descriptivo de laciencia social proporciona un conjunto de construcciones deI mundo social quepueden estar, y de hecho están, orientadas haciala acción. Dicho en otras pala-bras, si estas nociones se desarroIlan a niveIlocal para constituir unos objetos par-ticulares y generar unos efeetos determinados, los trabajos de la ciencia social queignoren esta constitución y estos efectos pueden resultar defectuosos y confusos.Áreas enteras de trabajo pueden haber entablado inadvertidamente una reIaciónde vasallaje con los provectos de grupos de participantes.

Dorothy Smith formula esta cuestión de una manera muy sucinta:

Un problema metodológico crucialpara la ciencia sociales su práetica de utilizarei lenguaje de los procesos socialesque se dande manera natural, separando los tér-minos de sus contextos e incorporándolos eo el discurso científico social como con-ceptos teóricos o categorias que identifican características del mundo social ... Enesteproceso, estos términos establecen relaciones teóricas con eldiscurso, convirtiéndoseen losobjetos y los instrumentos de la teorización. De esta maneta, lasconexiones, elsignificado y elempleo deestos términos en las relaciones socieles donde seoriginan,se atenúan y llegan a desaparecer. Este problema metodológico fundamental se haconvertido en unmotivo para construir unedificio metodológico dedicado a descu-brir los fenômenos de la realidad que creemosdescribir (1983,págs. 309-310).

Ahora bien, no creo que este argumento demuestre que estos términos nopuedan describir con eficaeia. Creer lo contrario equivaldria a determinar qué esfaetual y qué no, y constituiria una desviación fundamental deI principio de sime-tria.Loque se argumenta aquí es la ventaja de estudiar, en primerlugar, cómo seutiliza la terminologia de la ciencia social en una gama de contextos no técnicos y,en segundo lugar, de considerar las implicaciones de empIear esta terminología encontextos técnicos.

Existenmuchos estudios reveladores que muestrancômo se recurrea los con-ceptos y a la terminología descriptiva de la ciencia social en contextos institucio-nales y cotidianos, aunque no siempre se caraetericen de esta manera. Estos estu-dios consideran que las categorias de la ciencia social son tema de investigación yno simples recursos sin más. Esdecir, en vez de utilizar, por ejemplo, la noción derol para comprender y explicar eI comportarniento de las personas, eI tema de in-vestigación es la manera en que las personas mismas utilizan esta noción. Deseoexaminar estos estudios brevemente para mostrar la amplítud de su alcance. Estosestudios abarcan, a grandesrasgos, un continuum que va desde los objetos y pro-cesos intrapsíquicos que son eI tema común de la psicología, pasando por las des-cripciones de las personas y sus acciones, las coIectividades pequenas y los proce-

Critica de hechos I 271

sos sociales generales que se difuminan en la sociologia, para Ilegar, finalmente, alas colectividades que son tema de la ciencia política y de los estudios de las rela-ciones intemacionales. Abordaré estos estudios en este mismo ordeno

Motivos. Algunos estudios de nociones psicológicas «internas» son especial-mente interesantes en la práctica a causa de su papel epistemológico. En eI capi-tulo 5 exploramos cómo se puede recurrir a la noción de motivaciónparasocavardescripciones, y examinamos el conrrol de los intereses para producir versionesneutrales, faetuales y desinteresadas, o para presentarlas como predispuestas odistorsionadas. Ellenguaje psicológico de los motivos proporciona recursos paraconstruiruna ampliagamade historiascentradas en el interés.Producirversionesadecuadas de motivos es una manera básica de establecer la faetualidad de unadescripción. Por ejemplo,la afirmación deI doctor Post de que lalocura estimula-bala creatividad se consideraba objetiva, en parte, por la afirmación explícita deque su motivo pararealizar la investigadón eraestablecer precisamentelo contra-rio (el doetor Post era inicialmente escêptico). En un ejemplo bastante más com-plejo, Derek Edwards y yo mismo (1992, capo6) estudiamos las descripciones em-pleadaspor unministrohritánicoparapresentarlas razonesde su dimisión comoadecuadas y honestas. Por último, una serie de estudios de interrogatorios sobreasesinatosha mostradoque los sospechosos construíanunas descripciones parti-cularesde los crímenes y de sus circunstancias parainsinuarunos motivos menoscensurabIes (por ejempIo, aducir que un homicidio era eI resultado de una provo-cación y no un simple aeto de codicia; Watson, 1983; Watson y Weínberg, 1982;Wowk, 1984). La conclusión más evidente es que eIlenguaje de los motivos sirveparaconstituirlas acciones de unamanera detenninada yparaconstruiro socavarsu legitimidad. Los científicos sociales soslayan esto y construyen sus propias his-torias sobre los motivos, insípidas y faltas de motivación, por su cuenta y nesga.Segúo eI célebre argumento deI sociólogo C. Wright Mills, <das distintas razonesque dan los hombres para sus acciones no carecen, eIlas mismas, de razones».(1940, pág. 904).

Esta discusión de los motivos también ilustra una cuestión más general. En lainteracción entre personas se da una relacióncircular entre versiones dei mundoyversiones de la vida interior. Los participantes dan descripciones que construyenmotivaciones adecuadas para elaborar sus versiones faetuales, y proporcionandescripciones factuales de pautas de sucesos en eI mundo que pueden justificar laexistencia de un motivo particular. Así pues, los procesos de construir versionesfactuales deI mundo y de la mente están estrechamente vinculados entre si (Pottery otros, 1993). Existe una interaceión compleja y muy poco documentada entre laconstrucción cognitiva y la construcción de hechos. Esto se explora con más de-talIe en Edwards (1996, capo2).

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272 I La represenlación de la realidad

Memoria. La noción de memoria también tiene un rol epistemológico impor-tante. Envez de considerar que los recuerdos son objetos mentales cuya exacritudpueden comprobar los psicólogos, recordar se puede ver como un conjunto deprácticas sociales relacionadas con una gama de seciones y que proporcionanunos tipos particulares de responsabilidad (Midd1eton y Edwards, 1990). Eu suaspecto más simpIe, recordar puede ser una cuestión muy importantey polémicaen contextos tan variados como un juicio o la discusión de una pareja. No recor-darpuede ser un potente mecanismo paracontrolarcuestiones delicadas o incri-minatorias, o para justificar la omisión de alguna descripción o algún conoci-miento (Goodwin, 1987). Uno de los estudios más elaborados al respecto es eIquese comunica en ellibro de David Bogen y Michael Lynch (1996) sobre el testimo-nio de Oliver North, donde se documentan las diversas maneras en que North ne-gaba recordar para controlar las acusaciones.

Rol y personalidad: Los conceptos de rol y personalidad aparecen comoopuestos retóricos eo una variedad de contextos cotidianos. Las seciones de unapersona pueden ser una consecuencia natural de su naturaleza como persona, esdecir, de su personalidad, o se pueden determinar, de una manera más institucio-nal, por su trabajo o su estilo de vida. Éste es eI dilema que entra en juego, porejemplo, en la dimisión de! ministro; esta dimisión la consecuencia de un cho-que básico de personalidades con un consejero político, o es una acción legítimay de principios de alguien que cumple con las exigencias de su trabaio (rol)> E1discurso dei rol y la personalidad se puede utilizar para construir sucesos que hayque justificar o socavar (Edwards y Potter, 1992). Margaret Wetherell y yo (1989)propusimos algo similar cuando estudiamos cómo se podian mitigar unas accio-nes policiales, descritas como brutales y no provocadas, empleando descripcionesque aludian a la personalidad (sus acciones violentas eran «reacciones muy huma-nas») o describían roles (<<cumplían eI trabajo» encomendado por sus superiores;véanse Halkowski, 1990; Meban, 1986).

Influencia social. Los tipos de procesos de influencia social que figuran en losrelatosde los científicos sociales, tambiénse pueden estudiaren contextos no téc-nicos para ver qué se puede hacer mediante ellos. Por ejemplo, Peter Stringerexaminó eImuy conocido análisis psicológico social de groupthink, idea según lacuallos grupos que toman decisiones bajo presión pueden reunir una conste-lación de procesos psicológicos diferentes que pueden tener consecuencias irra-cionales y potencialmente desastrosas (Potter y otros, 1984). Esta noción se de-sarrolló a partir de un conjunto de estudios sobre diversos fiascos internacionalesestadounidenses, como la frustrada invasión de Cuba en Bahía de Cochinos pa-trocinada por la CIA a principios de los afíos sesenta, Stringer argumentó que eItérmino groupthink no es una descripción neutral y abstracta de lo que sucedió.

Critica de hechos I 273

Más bien es un caso de jerga técnica construido a partir de las descripciones de lasdiversaspartes implicadas en el fiasco, que intentabanmitigarsus propias accio-nes y las dei presidente Kennedy. Groupthinkes un término perfecto para descri-bir este proceso general no iniciado por ninguna de las partes implicadas; es e!equivalente psicológico social de un tornado: algo malévolo y destructivo, pero delo que no cabe culpar a nadie.

Encontramos otro ejernplo en Wetherell y Potter (1992), donde se estudiabacómo se desplegaban dos de las principales explicaciones de la influencia social(la influencia«normativa» y la influencia«informativa») en relatos cotidianos so-bre conflictos sociales. Estos relatos técnicos no actúan totalmente aparte de lo quesucede fuera dei mundo de los libros de texto y los articulos periodisticos: lo téc-nico y lo cotidiano se funden entre sí, En las entrevistas sobre problemaspolíticosexaminadas en este estudio, se empleaba e! relato normativo --<lue no se destilaen una sola palabra sino que se representa mediante unaconstelacíón de términoso tropos- parasocavaracciones y presentarlas como el resultadode factoresirra-cionales, o se podia emplear eI relato informativo -tampoco condensado en unasola palabra- parahacer que esas mismas acciones parecieran racionales, medi-tadas y legítimas. Eu realidad, los entrevistados de este estudio describían com-plejos escenarios de influencia, poblados por un florido muestrario de grupos so-ciales:agitadores, extremistashistéricos,muchedumbres influenciables. Las ideasy la terminologia de la ciencia socialles proporcionaban una amplia gama de re-cursos paraconstruirversiones de sumundo; pera esas versionesno eran simplesrepresentacionesen abstracto, sino que íntervenían en ese mismomundo, lo eva-luaban, apoyaban algunos cambios y socavaban otros.

Categorias soaales. Las diversas categorias empleadas por la ciencia socialpara catalogar los colectivos sociales, constituyen un terreno extenso y fértil paraestudiar e! empleo ejecutivo de las descripciones. A pequena escala, las nocionesde «familia» y «comunidad» han recibido una atención especial por su poder re-tórico paraconstituir y legitimarsimultáneamente algunasacciones y convencio-nes sociales (Gubrium y Holstein, 1990; Holstein y Gubrium, 1994; Potter y Ha-lliday, 1990; Mulkay, 1994). Por ejemplo, describir unos alborotos o disturbioscomo un problema de «relaciones entre comunidades», puede formar parte deuna versión de los sucesos orientadaa promovermedidas políticas interpersona-les que aborden sus causas, como un aumento de la sensibilidad o una «vigilanciacomunitaria»; por otra parte, caracterizar estos disturbios como un «conflicto en-tre la comunidad y la polida», prepara eI terreno para una critica más organizadadei racismo de la polida y dei paro estructural (Potter y Reicher, 1987).

Es importantedestacarque nociones como éstas no tienen un significadoes-tático y consensuado. Por eiemplo, «família» tiende a ernplearse como algo buenoy normal en e! debate politico contemporáneo de! Reino Unido. Algunos políticos

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274 I La represenlación de la realidadafirman apoyar la «vida familiar» mientras acusan a la oposición de destruir «Iafamília». Sin embargo, en 8US discursos, los políticos reconstruyen la noción de«familia» según la versión dictada en cada momento por la ideología de partido(GiII y otros, 1995).

A una escala mayor, ellenguaje de «regiones», «países» y «Estados-nación»ha sido objeto de diversos estudios críticos (Anderson, 1993; Billig, 1995; Shapi-ro, 1988; Todorov, 1985). Michael Shapiro destaca que la región conocida como«Sudeste asiático» no es una consecuencia natural de la organización física de lamasa terrestre. Un estudio histórico dei trazado de mapas revela que esta regiónse constituyó cuando los cartógrafos seguían los movimientos militares de los alia-dos durante la segunda guerra mundial: eI territorio abarcado por eI mapa no esun hecho natural de la organización espacial (si tal cosa fuera concebible) sino unaconsecuencia dei despliegue de una estrategia militar. Como dice Shapiro:

...esta prâctica de representación es tan familiar que parece natural (es decir, no pare-ce una práctica], pero esta represemación de áreas delimitadas participa de un vene-rable gesto retórico: eI mapa es un tropo espacial que, lejos de limitarse a representarlimites (narurales), constituye una práctica agresiva que formula elterritorio discursi-vo dentro dei cual se puede producir un discurso legítimo sobre las áreas delimitadas0988, pág. 93,.

Por otra parte, el concepto de «Estado-nación» ha enraizado eon fuerza en ladisciplina de las «Relaciones Intemacionales»; sin embargo, el Estado-nación esuna entidad relativamente reciente en términos históricos y coloca en primer pla-no ciertas características de la política moderna nacional, ciudada-nia- pero relega otras -Ia economia multinacional, la política de sexos- a unsegundo plano.

Por tanto, eI discurso factual de la ciencia social también es un discurso eje-cutivo; interviene en todas partes, en versiones relacionadas eon evaluaciones y ac-ciones. EI peligro es que las versíones técnicas pueden apoyar inadvertidamente lavisión dei mundo de ciertos grupos de participantes y oscurecer la de otros. Ytambién constituyen un discurso retórico en eI sentido de Michael Billig (1987).Cada vez que se recurre a una de estas categorías descriptivas, no sólo se refuerzauna forma particular de comprensión que constituye el mundo de una manera de-terminada, sino que también se contradicen otras descripciones y fonnas de corn-prensión.

{Cuál es la consecuencía de este intenso recorrido por los estudios de la cien-cia social y la práctica cotidiana? La concIusión no es que la ciencia social sea in-sostenible como empresa porque sus categorias descriptivas están estrechamentevinculadas con una gama de práeticas a través de contextos sociales diferentes(aunque Schegloff, 1988b, se acerca a esta conclusiôn): la concIusión es que los

CrItica de hechos I 275

trabajos de este tipo deherían instar a los investigadores socialesaprestar atencióna dos cosas. En primer lugar, deberían tener en cuenta elbagaje teórico, en térmi-nos generales, que pueclen acarrear consigo las categorías descriptivas de la cien-cia social que se suelen dar por sentadas. En segundo lugar, deberían prestaratencíón a las complejas relaciones bidireccionales existentes entre estas catego-rías teóricas y los tipos de prácticas cotidianas de construcción, evaluación y con-secución de hechos que se producen en otros contextos. Estos estudios destacanla posibilidad de que la cíencia social caiga en el vasallaje y esbozan los tipos deobjetos sociales que se constituyen mediante la ciencia social. Su reto es seguirhasta el final las consecuencias de esta concepción ejecutiva de las categorías de laciencía social en la práctica de la investigación.

Criticar hechos

Para terminar este libra, deseo examinar las conseeuencias de los argumentosque he desarrollado para la crítica de los hechos. Me interesan las implicaciones ylos aspectos más generales de los argumentos de este libro y de la variedad de li-teraturas y proyectos sobre la eonstrucción de hechos que en él se revisan. {Po-drían -y deberían- servir de ayuda, por ejemplo, ai juez instructor de un casode fraude? (Se hubiera beneficiado eI consejero de Connie y Jimmy de una com-prensión más teórica de la relación entre las descripciones y las aeciones antes delas sesiones? {Existen algunas implicacíones más generales para los argumentossobre la objetividad de los medios de comunicación o el estatus dei conocimientocotidiano? {Se puede vincular este tipo de examen de la construcción de hechosa tradiciones más generales de la crítica ideológica? Estas preguntas son de grancalado y complejidad, y no es posible ni deseable obtener respuestas definitivas:con todo, su misma importancia hace que valga la pena plantearlas.

Para elaborar estas cuestiones tomaré como punto de partida dos sólidas pos-turas que adoptan puntos de vista contrapuestos sobre eI papel de los hechos y lacrítica. En eI banco azul se sientan Graham Button y Wes Sharrock (1993) con suanticonstruccionisrno inspirado en laetnometodología y la filosofía lingüística; eneI banco rojo tenemos representantes del Análisis Critico del Discurso como Ro·berr Hodge y Gunther Kress (1993), Norman FaircIough (1992, 1993) y RogerFowler (1991). Dicho en pocas palabras,la postura del banco azul es que cual-quier crítica generalizada de los hechos es incoherente, porque no es posible tras-cender las maneras acordadas de establecer la objetividad que se encaman en lasprácticas humanas; en cambio, según eI banco rojo las descripcíones de los ar-tículos periodisticos y otros textos 50n ideológicos en cuanto que construyen ver-siones que deforman las relaciones de poder y oscurecen la agencia. Por tanto,lapostura rojaes que la crítica de las versiones factuales es uno de los roles más im-

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276 I La representaci6n de la realidadportantes de los científicos sociales. Una vez hechas estas advertencias sobre lasdos posturas, exploraré varias otras manetas de conceptualizar productívamentela crítica de los hechos.

EI anticriticismo anticonstruccionista de Button y Sharrock

E1 objetivo específico de los etnometodólogos Graham Button y Wes Sha-rrock (1993) eran los sociólogos construccionístas del conocimiento científico quenos encontramos en el capítulo 1 (y especialmente Harry Collins, Nígel Gilbert yMichael Mulkay, y Steve WooIgar). Pero sus sofisticados argumentos en defensade las nociones de objetividad y comprobación empíríca de los científicos, consti-tuyen un reto para cualquíer enfoque construccionista de los hechos. En realidad,amenazan con demostrar que el replanteamiento construccionista dei estableci-miento de los hechos es a la vez erróneo e irrelevante. Por esta razón vale la penadedicarles un poco de tiempo, aunque para ello tengamos que forcejear un pococon sus complejídades.

E1argumento de Button y Sharrock tiene varios pasos. El prímero consiste enafirmar que los construccionístas han entendido mal la naturaleza de las prácticashumanas. En particular, se han quedado atrapados por una versión del cognítivis-mo que Garfmkel y Wittgenstein han mostrado que es errónea. El construccio-nismo es cognitivista en su tratamiento de las prácticas sociales como productodeI conocimiento y las creencias de las personas; es decir, de sus cogniciones:

[los cognitivistas] piensan que la eccién se basa en conocimientos y/o creencias,[mientras que] la correcta postura de Wlttgenstein y Garfinkel es exactamente la con-traria: que primero están las ectívídedes y que el conocimiento y el acuerdo surgen deIespacío que se abre en la organización de la acción (1993, pág. )).

E1 problema de este cognitivismo es que no aborda la manera en que las te-presentaciones forman parte de las prácticas y, en cambio, se centra en la relaciónabstracta entre las descripciones y el mundo. Según Button y Sharrock, lo únicoque distingue a los modernos construccionistas de los caducos empiristas es la di-rección de la causalidad. Los empiristas consideraban que las representacionesson producto de los objetos y los constr'uccionistas consideran que los objetos sonprodueto de las representaciones.

E1 segundo paso del argumento consiste en especificar cómo conciben estosautores la noción construccionista de la objerívidad. Según Button y Sharrock,mientras que los científicos tratan la factualidad como una consecuencia de laaplicación de métodos normalizados y de críteríos formales para comprobar unaverdad, los construccionistas consideran que lo que los científicos llaman objeti-

Critica de hechos I 277

vidad, en realidad es una consecuencia dei acuerdo entre los distintos científicosproducido por eIdespliegue de mecanismos retóricos. La imagen tradicional de laobjetividad de la ciencia «es rechazada de plano por las explicaciones construc-cionistas, ya que, según éstas, los métodos ernpleados por los científicos para esta-blecer resultados objetivos en realidad son técnicas retóricas empleadas para per-suadir a otros a estarde acuerdo y a mostrar consenso» (Button y Sharrock, 1993,pág. 5; la cursiva es del original).

EI tercer paso consiste en destacar una distinción entre dos tipos de acuerdo.Existe una noción (cognitiva) dei consenso que implica llegar a un acuerdo sobre re-presentaciones y creencias, y existe otra noción más fundamental del consenso, ins-pirada porGarfmkel yW1IIgenstein, que considera el consenso como un acuerdo enlas aeciones. El acuerdo de esta última forma de consenso se deriva de prácticascompartidas, como realizar experimentos científicos o catar distintas cervezas.

El cuarto y último paso consiste eo indicar que la investigación construccio-nista de la ciencia ha demostrado la falta de consenso en el nivel de las creencias,pero no ha demostrado la ausencia de un consenso más fundamental en las prác-ticas, y es en este nivel más fundamental donde operan las nociones científicas (y,presumiblemente, cotidianas) de la objetividad. Así, aunque dos científicos po-drían disentir radicalmente sobre la idoneidad de unos resultados experimentales,avalarian el empleo de las mismas prácticas para resolver su desacuerdo.

Los problemas de Button y Sharrock

Cada paso del argumento de Bullon y Sharrock presenta problemas. Se pue-de estar en desacuerdo con gran parte de su caracterizaciôn dei construccionismo;por ejemplo, no tengo claro que ninguno de los autores de la sociología de la cien-cia contra los que se dirige eIargumento -Collins, Gilbert y Mulkay, WooIgar-trate las representaciones como elIos dicen o que no tengan en cuenta la naturale-za práctica de la ciencia; aunque discutir qué se entiende por práctico en este con-texto podría dar mucho de si. Sin embargo, me limitaré a abordar la afirmaciónmás importante y potencialmente daiiína de Button y Sharrock, según la cuallaobjetividad se basa en un acuerdo fundamental en las prácticas Y, por tanto, noestá amenazada por el análisis construccionista.

Button y Sharrock ilustran el acuerdo en las práeticas mediante el ejemplo dela cata de cervezas. Piden que imaginemos a dos hipotéticos bebedores que, es-tando de excursión por los pubs de Manchester, discuten si sabe mejor la cervezade Boddington o la cerveza de Marston. Button y Sharrock sugieren que bajo estedesacuerdo superficial sobre el gusto se encuentra un acuerdo más fundamentalsobre lo que se entiende por gusto. Los bebedores estarán de acuerdo, por ejern-pio, en «quê es amargo y qué es dulce» (1993, pág. 16). Cualquier crítica cons-

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278 I La representaci6n de la realidadtruccionista de la objetividad sería inofensiva si sólo destacara eI desacuerdo su-perficial y no abordara eI acuerdo más fundamental que se da sobre las práeticas.

EI problema es que su argumento sobre las prácticas básicas de degustar noes difícil de desmontar. Tengo frente a mí un artículo de la sección dedicada alos vinos dei periódico de hoy, En él se informa de la discrepancia entre dos gru-pos de catadores de vino en cuanto a la manera de comprender y describir losgustos.

Los antiguos intentan expresar la estructura dei vino; los modernos están más in-teresados en los sabores concretos. Mientras que los primeros hablarán de «crianza»,«clsse», «equlllbrio», «armcnia» y «cuerpo», los segundoshablarán de melocotones,crema, virutas de melón Y. por si fuera poco, de un exclusivo posgusto subliminal conreminiscencias de especiasy azahar (Ohsero" Lile, 18 de juniode 1995,pág.53).

Obsérvese que lo que aquí está en juego no es simplemente la terminologiadescriptiva empleada, sino la estructura misma dei gusto que sirve de base paraevaluar los viDOS (<<aromas» en contraste a «cuerpo»). Esde suponer que los cata-dores de ambos grupos seguirán enjuagándose la boca con eI víno para escupirlodespués; pero las categorías básicas que emplean para describir y evaluar las sen-saciones son diferentes. No sé si alguns vez se han planteado debates de este tipodurante la elaboración de laGoodBeerGuide, pera parece perfectamente posible;seguramente será tan plausible como la anecdótica ronda cervecera de Bullon ySharrock por los pubs de Boddington y Marston. De hecho, el gusto se puede en-tender de maneras diferentes en culturas dístintas (y puede que ni siquiera existauna categoría simple y natural de «gusto» a la que poder aludir para mostrar lasdiferentes maneras de comprenderla).

Por tanto, lo que deseo destacar es la sensatez de plantear ciertas cuestionessobre la investigación; no es satisfactorio considerar que el acuerdo sobre elgustoes una cuestión puramente conceptual, ymenos aún que surge dei sentido común.Cabe aplicar eI mismo argumento a la defensa que hacen Button y Sharrock de laobjetivídad científica. Aunque ellos no la citan, la teoría dei progreso científicode Thomas Kuhn generó precisamente un debate de este tipo (véasecapo 1, págs.41-42). Los filósofos encontraron deficiente la explicación dei progreso de Kuhnsegún la cuallas ciencias se desarrollan mecliante ciclos de revolucíón y ciencianormal, porque no pareda proporcionar ningún criterio para juzgar si una cien-cia era mejor después de una revolución que antes de ella. El problema era que lasrevoluciones propuestas por Kuhn no sólo ímplicaban echar por la borda los re-sultados acordados en un campo científico determinado, sino también los propiosmétodos y formas estáodar de investigación. Según Button y Sharrock, estas revo-luciones no sólo moclifican las creencias (cognitivas); también modifican gran par-te de las -prâcticas que las sostienen. Ante eI papel tan fundamental asignado al

Critica de hechos I 279

cambio, no estaba claro qué podia aetuar como árbitro neutraI para determinar elprogreso (véase Lakatos y Musgrave, 1970).

Más adelante, eI propio Kuhn se ocupó de este problema y propuso una ex-plicación modificada dei progreso científico basada en la existencia de verdaderosvalores básicos, que se encuentran fuera de cualquier campo científico particulary que, en consecuencia, pueden actuar como árbitros cruciales del progreso(1977, capo 13). ÉI escogió la precisión, la coherencia, la simplicidad, la fertilidady el alcance como valores especialmente importantes. Si siguiéramos los argumen-tos de Button y Sharrock, deberíamos considerar que estos valores no son merascreencias o descripciones, sino formulaciones deI acuerdo práctico básico que ex-presan los científicos en sus actividades. Esta es lo que hace entrar a la ciencia envereda.

El problema de esta explicación es eI siguiente: lcómo podemos juzgar si exis-te un acuerdo en relación a estas valores superiores? Es muy diferente afirmarqueestas valores son importantes que demostrar que realmente inciden en el progre-so científico. No es sencillo verificar si las acciones de los científicos se ajustan aestas valores. La coherencia, por ejemplo, es una cuestión técnica que implica unagama de juicios científicos. Una manera de abordaria consiste en estudiar las cons-trucciones que hacen los científicos de la coherencia; es decir, centrarse en lo quelos propios científicos consideran coherente en un conjunto de resultados (Mul-kay, 1991, capo 10; Potter, 1984). Este método descubre considerables variacionesen las descripciones. Button y Sharrock podrían objetar que estas estuclios se cen-tran en las representaciones y no en las prácticas, pero esta los dejaría en la si-tuación anómala de reivindicar el consenso sobre nociones como la coherencia,frente a los desacuerdos de los propios científicos. Lo más fundamental es que ladistinción entre las representaciones y las prácticas se difumina en cuanto empe-zamos a abordar las representaciones como parte de las prácticas, tal como he ve-nido haciendo en todo ellibro.

Así pues, eI argumento de Button y Sharrock empieza a chirriar en cuanto setraslada desde eI âmbito conceptual de los ejemplos imaginarias al ámbito prácti-co de la investigación. De hecho, no especifican en absoluto las prácticas queacuerdan los científicos como base para la objetivídad; se limitan a compartir laconfianza de muchos filósofos y científicos en que estas prácticas existen. Comoejemplo final dei artículo de Button y Sharrock me centraré en eI dolor, ya que pa-rece presentar muchísimos problemas para un enfoque construccionista.

Recurriendo intensamente a Wittgenstein, Button y Sharrock tratan eldolorcomo parte de una «práetica natural» previa a todo conocirniento o creencia so-bre él. Sin embargo, si eI dolor fuera una práetica de este tipo, ello no demostra-ria que un análisis construccionista fuera irrelevante. Incluso como «reacción na-rural», eI dolor es susceptible a lo que Sacks (1992, pág. 120) denomina «subver-siôn». Es decir, las personas pueden hacer ver que sienten dolor mostrando

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280 I La represenlación de la realidadcomportamientos típicos de quienes lo sufreo; asimismo, pueden fingir no sentirdolor. La autenticidad dei dolor en contextos cotidianos, como cuando los padresse ocupan de sus hijos, los médicos de sus pacientes o los abogados de casos de in-demnización, no está justificada por ningún supuesto estatus de reacciónnatural.Uno de los más famosos ensayos de Roland Barthes (1972) destacaba la diferenciaentre las muestras de dolor de la lucha libre, con sus rebuscadas muecas y sus an-gustiosos aullidos, y las dei boxeo, con su fría indiferencia ante eI castigo propi-nado por eI contrario. Pensemos en Hulk Hogan, dei Campeonato Mundial deLucha Libre, y después pensemos en eI boxeador Mike Tyson. La exhibición deidolor es un campo adecuado, y ciertamente fascinante, para eI análisis de la cons-trucción de hechos.

Los argumentos de Burton y Sharrock pueden atacar con más eficacia otrasformas de construccionismo, especialmente las variedades que consideran que eIanálisis de una construcción equivale a descubrir su falsedad (por ejemplo, véaseAnderson, 1994). Sin embargo, la variante de construccionismo que he estado de-sarrolIando en este libro ni propone esto, ni depende de los juicios de los analistassobre eI consenso. Como he argumentado en eI capítulo 6, eI consenso es impor-tante para los participantes cuando construyen y socavan la objetividad de unaversión, y como tal se puede estudiar. Un estudio de este tipo no requiereque noanalista produzes una explicación técnicade si realmenteexiste un consenso o no:el consenso se estudia como una maniobraen elcontexto de una pugna retórica.Además, el construccionismo aquí desarrollado es específicamente no cognitivo.En vez de ocuparse de la construcción de hechos en función de mecanismos cog-nitivos de conocimiento y creencia, se ha centrado eo cómo se utilizan las des-cripciones en determinadas prácticas y cómo estas descripciones se construyencomo factualeso se socavancomo interesadas, falsas,etc.

Button y Sharrock reivindican eI apoyo etnometodológico en su causa contrael construccionismo; sin embargo, es importante destacarque los etnometodólo-gos no respaldan en absoluto su ataquea la críticaconstruccíonistasocial. Existenvarios grados de aceptación de la intervención de laetnometodología en la críticasocial. En su variante más débil, LenaJayyusi (1991) no aboga por ninguna pos-turacrítica, pero sí sugiere que paralos etnometodólogos es incoherente intentaradoptar por principio una postura de «independencia cultural», porque losmiembros de una cultura siempre tendrán la opción de tratar su análisis comopertinente y como partidista. En una variante más fuerte, tanto Dorothy Smith(1990) como Alex McHoul (1988) han intentado vincular los intereses de la etno-metodología con una meta claramente crítica. Y en eI trabajo de Paul J albert(I992, 1995), eI análisis etnometodológico se traslada hasta una posición muy cer-cana al Análisis Crítico dei Discurso, que es eI tema dei próximo apartado.

Es difícil evitar la conclusión de que Button y Sharrock han acabado adop-tando una postura conservadora que oculta las nociones de objetividad de los par-

Critica de hechos I 281

ticipantes de un escrutinio adecuado, presuponiendo que estas nociones depen-den de prácticasconsensuadasy naturales. Su explicación trata Ias prácticas comoconsensuadas y, para todo fin y propósito, como intemporales y culturalmente in-dependientes, dando poca cabida a comentários sobre eI cambio social.

131 Análisis Critico dei Discurso

Si la versión de la etnometodología desarrolIada por Button y Sharrock impli-ca un anticriticismo por principio, eIAnálisis Crítico dei Discurso implica todo locontrario. Considera que la crítica es un elemento intrinseco dei análisis. EI Aná-lisis Crítico deI Discurso es una etiqueta amplia que abarca un campo surtido deinvestigaciones inspiradas en autores tan diversos como Foucault, Halliday yChomsky, que se mezclan con la lingüística en un extremo (desde luego, gran par-te de este trabajo se denominó originalmente«lingüístíca crínca») y con Iasemió-tica y los estudios culturales en eI otro (Fairclough, 1992; Fowler, 1991; Fowler yotros, 1979; Hodge y Kress, 1993; Martin, 1989). Como campo de investigaciónincluye algunos análisis profundos y reveladores que destacan cómo funcionanciertas características de las descripciones que anteriormente se habían pasadopor alto. De hecho, constituye un rico recursoparaquienquiera que esté interesa-do en la construcción de hechos y en la relación entre versiones y acciones. Sinembargo, desde la perspectiva que he desarrolIado en este libro, se observan pro-blemas en algunas de las maneras típicas de lIevar a cabo la crítica de los hechos.

Hay dos cuestiones que vale la pena destacar especialmente. Los analistas crí-ticos dei discurso suelen centrarse en la construcción de la realidad en un frag-mento de discurso, pero recurren a su propia comprensión (con frecuencia irnpli-cita) de la realidad «verdadera» para fundamentar sus análisis. Así, los estudiossobre la infonnación que ofrecen los medios de comunicación sobre conflictos la-boraIes, se suelen basar en presuposiciones implícitas sobre quién ha iniciadorealmente eI conflicto, quién se equivoca y quién está en lo cierto, etc. Los analisotas críticos dei discurso también tienen dificultades con la pragmática dei empleodellenguaje, es decir, con la intervención dei habla y de los textos en aetividades.Esto es, en parte,una consecuencia de sus orígenes en las perspectivaslingüísticastradicionales de Noam Chomsky y Michael Halliday, que o bien ignoraban lapragmática del lenguaje, o bien la trataban de una manera limitada. Mi discusiónse centrará en la obra clásica de Robert Hodge y Gunther Kress (1993) Languageas Ideology, por ser eItexto que ha definido este campo.

La noción de transformación dellenguaje es fundamental para eI Análisis Crí-tico dei Discurso. En su forma original en eI trabajo de Chomsky (1957), eI térmi-no «transformación» se referia a las modificaciones posibles de una oración nu-clear. Así (jsimplificándolo de una manera exageradal), la oración fundamental (o

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282 I La representación de la realidad Critica de hechos I 283

Propongo que la réplica dei marido no responde a la pregunta de la mujer yque, en consecuencia, no la considera una pregunta implícita acerca de si ha saca-do la basura o no. Es decir, e! marido no orienta su habla hacia lo que, según Hod-ge y Kress, es e! sentido de la expresión antes de la transformación. Pero tampocola trata como una pregunta meramente abstracta acerca de alguien (incluyéndolea él) que pudiera haber sacado la basura (la forma superficial). Lo que hace es res-ponder a ella, a grandes rasgos, como si fuera una queja irrazonable. Este tipo deanálisis se centra en los detalles de lo que realizan e! habla y los textos, y no en idea-lizaciones gramaticales. Evita la correlación triple dei Análisis Critico de! Ois-

Ahora bien, para Hodge y Kress la ambivalencia entre la situación objetiva yla construcción de la rnujer no es accidental, Lo que ellos describen como «formaoriginal» de la expresión de la mujer sacado la basura?») encaja con la si-tuación real: era él quien tenía que hacerlo. La corre!ación entre e! pensamientode la mujer y la realidad de la situación ayuda a justificar que esta forma se tratecomo «real» y no como «superficial». El problema de esta es que se convierte enuna teoria de!lenguaje moral y normativa. La «forma real» es proporcionada porun análisis lingüístico ai estilo de! primer Chomsky, que trata las oraciones comoposeedoras de unas formas básicas que se pueden transformarde varias maneras.En e! ejemplo de Hodge y Kress,la expresión transformada de la mujer oscureceesta forma básica para atajaruna disputa sobre quién debe sacar la basura. Su ex-presión complica la situación con fines estratégicos.

Aquí hay tres cosas que merece la pena destacar. En primer lugar, la situación«real» (el marido tenía que sacar la basura) se inventa para que sea precisamentecomo es. En las investigaciones reales, no existe una manera simple de indicar«cómo son los hechos» antes de su reconstrucción en las versiones de los partici-pantes. En segundo lugar, esta situación «real» es fundamental para e! análisis.Sólo sabiéndola pueden Hodge y Kress especificar la transformación que consti-tuye su «descubrimiento» fundamental. En tercer lugar, se considera que la men-te de la mujer contiene la forma inicial y fie! de la expresión, y que luego la trans-forma para su consumo público.

Continuemos explorando este ejernplo con seriedad, a pesar de su naturalezainventada, ya que es posible explicar lo que ocurre de una manera totalmente di-ferente a como lo hacen Hodge y Kress. En lugar de realizar un análisis lingüísti-co, abordemos la secuencia desde la perspectiva interactiva desarrollada por e!análisis conversacíonal y consideremos que el segundo turno ofrece una interpre-tación de! primero.

«de estructura profunda») «e! gato está echado en la esterax se puede transformaren las oraciones superficiales (o «de estructura superficial») e! gato echa-do en la estera?», o bien encontraba la estera debajo de! gato?». En e! traba-jo de Chomsky esta cuestión era fundamental para explicar la forma gramatical y,en última instancia, para explicar los tipos de procesos cognitivos mediante loscuales se produce el lenguaje. Kress y Hodge querian aplicar estas ideas a cuestio-nes de carácter más interactivo e ideológico, argumentando que las transforma-ciones actúan borrando, uniendo o reordenando «los elementos que se encuen-tran en las estructuras subyacentes» (1993, pág. 34), y que esto produce «supre-siones», «distorsiones» o «mistificaciones», y puede enrnascarar contradicciones yconfusiones o imponer «un consenso sin examen» (1993, pág. 35).

La siguiente cita pertenece a su presentación de la noción de transformación.

Imaginemos una situación donde alguien debe llevar a cabo un trabajo y otrapersanapreguntasi ya lo ha hecho: e1 trabajo eo cuestión podría servaciarel cubo dela basura. La mujerpodría preguntar: «(Está sacada la basura?»y podría recibir larespuesta airada: «Si sabes que he estado fuera de casa todo elputo día, écórno quie-res que haya sacado la basura?» (o algo parecido), Ante esto nos podríamos pregun-tar: <porqué se ha enfadado el marido?Yécómo sabíaque lamujerse lo preguntabaa él? Después de todo, él no ha sido mencionado. La respuestaes que la esposa habíaelegido presentarla realidad de unamanera, pero luego «transformó»estaversión dela realidad en otra que diferia de la versión original. En la forma original, elmaridoaparecia como la persona que supuestamente debía vaciar el cubo de la basura:«cHas sacado la basura?». Pero en la versión transformada el«has» ha desaparecido;lamujer lo ha borrado mediante el proceso lingüístico de convertir una oración acti-va en pasiva (1993,págs. 15-16).

Esta es fascinante por varias razones. Obsérvese la ambivalencia coo queHodge y Kress caracterizan la realidad de la situación. AI principio de! fragmen-to, sacar la basura se presenta como un trabajo que «se debe llevar a cabo», peraluego se describe como la manera en que la mujer eligió presentar la realidad enprimer lugar; es decir, empieza como un aspecto objetivo de! mundo, pero luegose trata como una comprensión específica de la rnujer. Además, la versióo objetivaes ambigua: es plausible que la expresión «se debe llevar a cabo» implique la cons-trucción de una regularidad (normalmente es e! marido quien lo hace),la construc-ción de un deber (e! marido se ha comprometido a hecerlo siernpre) o la cons-trucción de una intención aislada (el marido dijo que lo haria ese día), Esta ambi-güedad es importante, porque cada una de estas construcciones distintas implicaun contexto diferente de responsabilidad para e! esposo y, en consecuencia, su-giere un sentido diferente para su respuesta. Como vimos en elcapítulo 7, estas ti-pos de construceiones desempefian un papel importante en actividades que for-mulan guiones.

Mujer.Marido:

CEstá sacada la basura?Si sabes que he estado fuera de casa todo el puto día, ccõmo quieres quehaya sacado la basura?

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284 I La representaclón de la realidadcurso entre eI mundo, la construcción cognitiva dei mundo por parte dei hablan-te y la oración básica. Y evita la presuposición de que ciertasexpresiones son, ne-cesariamente, transformaciones de partes más fundamentales del lenguaje,

Lo que ilustra este ejemplo es cómo Hodge y Kress han producido una teo-ria normativa y moral; las oraciones básicas (en eIsentido de Chornsky) se consi-deran más reales y honestas que las transformadas (de nuevo en eI sentido deChomsky), que son engaõosas y estratégicas. La distinción profunda/superficialde Chornsky se traduce en las distinciones real/deformada, correcta/errónea deHodge y Kress. Obsérvese que esto es más una presuposición de su análisis queuna conclusión o algo demostrado por él.Bien pudiera ser que determinados es-tudios realizados desde la tradición dei Análisis Critico dei Discurso mostraran,efectivamente, que las oraeiones «transformadas» se emplean para desviar laatención de procesos particulares.como se examiná eo el capítulo 7. Sin embar-go, esta no significa que las oraciones básicas sean mejores o más radicaleso másreales. Por eiernplo, la expresión sacada la basura?» se podria utilizar demuchas maneras en contextos diferentes. Do análisis puramente lingüístico con-sideraria que oscurece al agente que debe vaciar eI cubo, y es posible que estaconsideración sea útilen cualquier análisis; pero uo análisis interactivo podría re-velar toda una variedad de actividades en marcha o, ciertamente, la ocultación deotros tipos de cosas.

Centrémonos ahora co otro ejemplo y en otra forma de transforrnación, queen este caso implica la nomínalización. En su análisis de la cobertura periodísticade con!lictos laborales, Hodge y Kress destacan la frecuencia de las nominaliza-ciones (verbos que se han transformadopara adaptar la forma sintáctica de sus-tantivos). Por ejernplo, se puede utilizar la descripción nominal «ocupación» enlugar de «los huelguistas ocupan la fábrica», que según ellos es la forma básica.Hodge y Kress critican las descripciones sustantivadas porque eliminan a losagentes (los huelguístas) y oscurecen eI «proceso causal» concreto: «Una activi-dad que fue iniciada y llevada a cabo por los mineros, en un lugar y en un mo-mento concretos, ahora parece tener una existencia autónoma y puede aparecercomo eIaetor de una nueva construcción» (I993, pág. 21).

Como en e1 ejemplo anterior, no sugiero que las diferencias lingüísticas entreestas construcciones no sean interesantes y potencialmente importantes. Los pro-blemas que plantean se deben a su empleo de nociones (implícitas) de lo querealmente ocurrió para evaluar la descripción, y de considerar que la forma bási-ca suele ser mejor que la forma transfortnada. Obsérvese que la presuposición deque la ocupación fue «iniciada y llevada a cabo» por los mineros implica juiciossobre lo que precisamente suele estar en juego en los con!lietos laborales: quiénlos empieza. (Inició este conflicto la patronal al abonar unos salarios ridícula-mente bajos para un trabajo tan sucio y difícil? Lo iniciaron los líderes minero.como parte de un intento de hacer caer a un gobiemo de derechas? inició el

Critica de hechos I 285

propio gobierno para generar un enfrentamiento que socavara eIpoder de los sin-dicatos? Relatos de este tipo son comunes cuando se describen huelgas. Esto sig-nifica que limitarsea equiparar la formabásica de la oración con la situación realpuede conducir a muchos equívocos.

La idea fundamental dei Análisis Critico dei Discurso según la cuallos pro-cesos causales están representados adecuadamente por la forma básica de unaoración, pero quedan oscurecidos por su forma transformada, rambién es pro-blemática. Es posible argumentar lo contrario en el caso de la nominalización.Por ejemplo, cuando se nominaliza, «ocupar» deja de ser un proceso causal y seconvierte en «ocupación», es decir, en un objeto de nuevos órdenes de procesocausal: X ocasionó la «ocupaciôn», la «ocupación» ocasionó X. Sin embargo, elque esto sea enganoso o no, depende de juicios sobre el mundo. Por ejemplo, laformanominal puede destacarprecisamente las relaciones causales que se sue1endestacar en los análisis que hacen las ciencias sociales dei proceso social, dondese identifican relaciones entre entidades máso menos abstractasque vanmás alIáde sucesos concretos. La cuestión es que la forma básica ocupar puede ocultarestos procesos abstractos, pera aI mismo tiempo políticamente crucíales, detrásde los detalles empíricos. Estos análisis no 80n, intrínsecamente, ni radicalesni reaccíonarios. Sus consecuencias políticas dependen de una gamade conside-raciones.

En resumen, he destacado una gama de problemas dei Análisis Crítico deiDiscurso. Estos problemas tienden a hacer que e1 análisis lingüístico sea convin-cente comparando una versión textual con una versión casi siempre implícita delo que realmente ocurre. Dicho en otras palabras, eIAnálisis Critico dei Discursose aparta dei principio de simetria que tan importante ha demostrado ser en eIes-tudio de la faetualidad. Tiende hacia un análisis cognitivo y estratégico, muy de-pendiente de las nociones de lo que pretenden los hablantes y de las dificultadesque plantea eItratamiento de la infortnación que generan algunas construcciones.Y se basa en una teoria moral dei lenguaje que trata ciertas formas de oracióncomo más verdaderasy menos enganosas que otras. Estas características se man-tienen, en parte, centrando la atención en textos formales como los periodísticos,donde están ausentes las orientaciones de los hablantes, que son tan importantesparael análisisconversacional,y donde es más fácil mantenerafirmacionesacercade la eficacia ideológica. Algunos de estos problemas se desprenden claramentedei nombre mismo «Análisis Critico dei Discurso». El criticismo se consideraesencial para la tareade investigación (e, implícitamente, se tiene por ausente enotras formas de análisisdeI discurso); una alternativa menos presuntuosa ymecá-nica sería considerar que la crítica es un objetivo que se puede alcanzar o no, in-dependientemente dei éxito dei análisis.

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286 I La representaci6n de la realidad

De historias verdaderas a True StorieslHistorias verdaderas

De acuerdo con la lógica narrativa que he utilizado hasta abora en esta sec-ción, la continuación evidente de esta descripción de dos posturas imperfeetas so-bre la crítica de los hechos sería otra postura, quízá más moderada, que navegararazonablemente entre ambos extremos y corrigiera sus fallos. Sin embargo, no voya intentar tan ingeniosa resolución. De hecho, ante la extensa línea de argumenta-ción que he desarrollado en los últimos capítulos, esta resolución seria difícil desostener; y abogar por una posición moderada tiene algo de aburrído. Voy a ter-minar este libro con algunos argumentos y dilemas, esperando que sean construc-tivos y, tal vez, provocativos.

Para empezar, examinemos el problema de la reflexividad. Aplacé su discu-síón en d apartado sobre la cíencia social y la construcción de hechos a causa desu importancia más general. La reflexividad se refiere a Uo conjunto de cuestio-nes que se plantean cuando consideramos la re1ación existente entre el conteni-do de una investigación y los escritos y las acciones de los investigadores. EI exa-men más profundo de esta cuestión se ha producido en la socíología del conoci-miento cientifico, gracias ai estímulo de la crítica denominada tu quoque. Tuquoque se puede traducir como «hay otro» o «tú también». La Encyclopaedia ofReflexivity and Knowledge de Malcolm Ashmore lo define como e! argumento se-gún e! cual: «Una postura (teoria, argumento) es incoherente (ilegítima, errônea)si cuando se aplica reflexivamente a sí misma se produce un resultado absurdo,es decir, se produce una autocontradicción (autorrefutación, autodestrucción,autoderrota, autosocavación)» (1989, pág. 86). Y e! argumento reza así: los so-ciólogos dei conocimiento científico afirman haber demostrado la naturalezasocialmente construida de los resultados científicos, pero sus conclusiones se de-ben aplicar también a sus propias investigaciones científicas, en cuyo caso sus re-sultados también deben estar socialmente construidos, y si el resultado de que losresultados científicos se construyen socialmente está, él mismo, socialmenteconstruido, no se debe tomar muy eo serio y,en consecuencia, toda la empresa seviene abajo.

Se han dado varias respuestas ai argumento tu quoque. A1gunas se limítan aexpresar un total desacuerdo. Por ejemplo, Harry Collins (981) argumentó queel tu quoque confunde eI análisís construccíonista con la desestimación realista.Basándose en este argumento, demostrar e! rol de las prácticas constructivas en ladaboración de un hecho científico pertenece a un orden de cosas totalmente di-ferente que demostrar que este hecho es erróneo. Aceptar el tu quoque es confun-dir la sociología de la ciencia con un intento de atacar la ciencia, cuando en reali-dad es un intento de atacar algunas historias simplistas sobre el funeionamientode la ciencía y sobre la singularidad del conocimiento científico en comparacióncon otros tipos de conocimiento (vêase ColIins y Pinch, 1993).

Critica de hechos I 287

Malcolm Ashmore, Michad Mulkay y Steve Woolgar (Ashmore, 1989; Mul-kay, 1985; Woolgar, 1989) también rechazaron que la sociología del conocirnientocientífico se pueda refutar mediante un argumento tu quoque_En particular, re-chazaron la noción de lógica en que se basaesta refutación y la ides de unasnor-mas universaIes de verdad que se rambalearían ante una afirmación universal deque no existen normas universales. Sin embargo. en contraste con Collins, con-sideraron que el argumento tu quoque ponía de manifiesto la importancía de latensión entre la descripcíón dd conocímiento como algo generado que ofrecela investigación social sobrela ciencia, y lapresuposiciónde un conocimientouni-versal e intemporal que se encuentra implícita en las formas textuales de los in-vestigadores. Dieho en pocas palabras, proponian que es difícil plantear una opo-sición frontal aiempirismo y el objetivísmo de los relatos tradicíonales de la cíen-eis, si las formas textuales empleadas en esta oposición están eIlas mismasconstruidas a base de tropos empiristas y objetivistas,

Por ejemplo, de varios trabajos de la socíología de la cíencía, yespecíalmentede análisis discursivos en este campo, se desprende la conclusiôn de que los tex-tosmediantelos cuales se escribela cienciatienen un granpeso en los procesosdeconstrucción de hechos. Espero que, a estas alturas dellibro, ya no sea polémicoafirmarque los textos escritos de la ciencia no son descripciones neutrales y trans-parentes de la realidad y de las acciones de los científicos. En vez de limitarse a re-petir los tropos que constituyen estos textos en un nivel más elevado deI análisisde la ciencía social, Ashmore, Mulkay y Woolgar han tratado de presentar textosque emplean tropos diferentes para lIamar la atención sobre su propia contingen-cia y artificialidad; e! objetivo de esto es demostrar cómo opera la construcción dehechos. Por ejemplo, el principal trabajo de Ashmore en este campo incluye pa-rodias, diálogos, una conferencia, una enciclopedia, un texto doble y una falsapresentacíón de una tesis doctoral. En cada caso, las propias formas textuales sonuna parte constitutiva deI argumento.

Esta propuesta de disolución de! argumento tu quoque se puede considerar, agrandes rasgos, posmoderna, En vez de rechazar la representación, el realismo, elempirismo o las versiones locales de estas posturas, esta propuesta intenta traba-jarcon ellas de una manera irônica o autorreferencial que destaque las tensiones ylas fraeturas de los discursos referenciales en vez de arreglarlas o evitarias. Porejemplo, cuando Malcolm Ashmore, Greg Myers y yo mismo (1995) escribimosuna revisión de la literatura sobre el discurso, la retórica y la reflexividad, em-pleamos la ficción de una estudiante de doctorado que, desilusionada con su in-vestigación, se había interesado por la retórica y la ciencia, Presentamos la revi-sión como si fuera su diario de una semana en la biblioteca ymediante esta ficcióoexploramos algunas de las auseneias destacadas que se dan en la forma estándarque adoptan las revisíones de la ciencia social. Por ejemplo, la ficción presenta aquien hace la revisión como alguien situado en e! espacio y en e! tiempo, y que for-

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288 I La representación de la realidadmaparte de una red de relaciones; es una persona coo una historiay unos intere-ses. También se destaca el papel de la serendipidad, de la naturaleza consumadade las regias de selección y del espacio físico de la biblioteca. Tuviera éxito o no(sea lo que sea el éxito en un caso como éste), su objetivo era proporcionar una revi-sión que comentara y criticara a la vez la naturaleza de las revisiones. Cuanto me-jor funcionara, mejordesenredaria 5U propia base.

Evidentemente, el argumento tu quoque también se podría aplicar a las afir-maciones más generales sobre la construcción de hechos que se han desarrolIadoen este libro. Ya he intentado presentar algunas caracterfsticas de la organizacióndel habIa y de los textos orientadas a presentar las descripciones como factuales.AImismo tiempo, he intentado demostrar cómo se producen las descripciones enlas prácticas sociales y cómo intervienen en ellas. Es decir, he intentado demostrarque están orientadas hacia la acción, decir, entonces, de este texto?decir de cómo construye 5US descripciones como faetuales y de 5U orientaciónha-cia la acción? Estas prácticas no tienen escapatoria; no deseo plantearningunaexención especial para el discurso de este libro.

Podría haber explorado reflexivamente las prácticas de construcción de he-chos empIeadas en este libro paralelamente a mi análisis de otros discursos y tex-tos, o podría haber empIeado una forma texrual diferente para el texto como untodo. Si hubiera hecho algo así lo suficientemente bien, ellibro resultante seríamejor que éste. Temeroso de hacerlo mal y acabar produciendo un trabajo aúnmás complicado que el actual, opté por un discurso realista convencional tanto enlos apartados analítícos como en los dedicados a la revisión. Mi objetivo era plan-tear los argumentos de la manera más accesibIe posibIe. Lo ideal sería que fuerantan accesibles que los lectores pudieran aplicarlos ínmedíatamente a este mismotexto y empezar a desconstruir los tropos que empIea para construir hechos, Estadescripción también es un relato que lIeva a cabo una aerividad. [Plantea una pro-puesta y la desestabiliza al mismo tiempo!

Trabajos crfticos y acrílicos sobre la construcción de hechos

No creo que investigar la construcción de hechos sóIo tenga valor porquepuede proporcionar algún tipo de intervención práctica o crítica. Como ya debe-ría ser evidente, creo que es ínteresante por derecho propio. La sofisticación y laelegancia con que se construye el más mundano de los relatos, con el fin de otor-garIe un estatus factual, es algo que nunca cesa de impresionarme. Describir losprocedimientos empleados para alcanzar este objetívo me parece una actividadtotalmente satisfactoria, interesante y hasta divertida. Espero que el texto refleiealgo de este placer personal. Por lo demás, el peligro de enfatizar la crítica en ex-ceso es que puede convertirse fácilmente en arrogancía: los investigadores presu-

Critica de hechos I 289

ponen que saben qué es errôneo en un árnbito, y la investigación se convierte enun mecanismo que hace pasar estas presuposiciones por resultados de una inves-tigación. Con esto no quiero decir que el trabajo sobre la construcción de hechostenga que ser acrítico; digo simplemente que su motivación se puede basar en unafascinación acadêmica, por otra parte totalmente legítima, y no en un deseo inme-diato de cambio o en un presunto problema.. Con todo, e1 trabajo sobre la construcción de hechos tiene un potencial críti-

co real. Existen varias maneras diferentes de entender la noción de crítica. Parasimplificar por elegancia retórica?) se pueden distinguir tres tipos de crítica: lacrítica práctica adhoc, la Crítica con C mayúscula y la crítica reflexiva. Permítase-me decir algo sobre cada una.

Por crítica práctica adhocentiendo los tipos de ayuda práctica que este con-junto de ideas y análisis puede proporcionar, por ejernplo, a un abogado que exa-mina a un cliente, a un espectador de un informativo de televisión o a una mujerenzarzada en una discusión conyugal. EI discurso factual se construye y utiliza entribunales de justicia, en aulas, en discusiones familiares y en conversaciones ínti-mas, en debates políticos y en controversias científicas. Un relato explícito de al-gunos de los procedimieotos que intervienen en esta construcción y de las relaciones existentes entre la naturaleza de una descripción y la manera de utilizarla,bien podría ayudar a realizar una evaluación crítica de lo que ocurre en un con-texto, tanto a los participantes como a los analistas. Me complacería enorrnemen-te que este trabajo pudiera hacer alguna aportación, por pequefía que fuere, a lacapacidad de las personas para descifrar y contrarrestar relatos faeruales.

Sin embargo, este camíno hacia la utilidad también tiene sus peligros, En elprimer caso podría acabar en condescendencia, Como ya he destacado, una de lascaracterísticas más sorprendentes de las prácticas cotidianas para construir y des-truir hechos es su gran sutileza y habilidad. Connie yJimmy, la pareja en crisis queha estado con nosotros durante los últimos capítulos, a primera vista no parecenser muy elocuentes ni inteligentes. Sin embargo, a medida que examinamos conmás y más detalle su discusiõn, podemos ver cómo recurren a un conjunto imbri-cado e intrincado de mecanismos de construcción de hechos y cómo organizansus versiones para que actúen a su favor en las diversas cuestiones que se dirimen.Sacamos la impresión de que no hace falta educarIes al respecto; puede que no lle-ven muy bien su relación conyugal, pera merecen una nota alta en construccio-nismo práctico. En este caso, son ellos quienes tienen mucho que ensefíarnos.

Otro peligro es el abuso de autoridad, es decir, el riesgo de que unas herra-rnicntas de construcción y destrucción de hechos, en vez de emplearse de unam..mera crítica o creativa, sirvan para apuntalar un statu quo particular o se haganencajar hábilmente en el arsenal retórico de los ya poderosos. Un ejempIo quedescribe muy bien este peligro es el popular estudio analítico conversacional rea-lizado por Max Arkinson (1984) sobre los mecanismos retóricos que intervienen

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290 I La representación de la realidaden eI éxito de la oratoria política. Atkinson publícó su libro con la esperanza deayudar a los eiudadanos a ponderar de una manera más crítica qué es lo que seaplaude en un discurso polírico y cómo se provocan los aplausos. Sin embargo,diez anos después, parece que la capacidad de los ciudadanos para escuchar conescepticismo sólo ha aumentado de una manera marginal y que, por contra, lospolíticos han lIegado a ser extremadamente expertos en eI empleo de las técnicasretóricas básicas.Hoy en día es muy poco corriente oír a un líder político que norecurra repetidamente a los mecanismos identificados por Atkinson.

La segunda forma de crítica se puede concebir como Crítica con C mayúscu-la, como en la Teoria Crítica de la EscueIa de Frankfurt o en eI Análisis Crítico deiDiscurso examinado anteriormente. Aqui, los tipos de ideas y habilidades paradesconstruir relatos factuales se combinarían con el análisis histórico y teórico.Norman Fairclough (1992) proporciona una versión língüisticamente sofisticadade esta crítica, mientras queJohn Thompson (1990) proporciona una versión mássofisticada en eI plano sociológico. Margaret Wetherell y yo mismo (1992) inten-tamos combinarestas elementos eo nuestro estudio dei discurso racista en NuevaZelanda. Uno de los objetivos sólídamente establecidos en los diversos tipos deciencia social crítica ha sido desenmarafiar las descripciones establecídas de con-venciones sociales, y no parece haber ninguna razôo por la que un enfoque siste-mático al estudio de la construcción de hechos no deba contribuir a este desen-rnarafiamiento.

La virtud de enfoques como éstos es eI poder y eI alcance que les otorga la teo-ría sociológica. Sin embargo, en mi discusión dei Análisis Crítico dei Discurso yahe destacado algunos problemas práeticos que se pueden plantear. La principalcuestión es que, por 5U misma naturaleza, este trabaio crítico suele socavar algu-nas versiones de convenciones sociales, mientras que aimismo tiempo presuponela verdad de otras. Esto hace que sea susceptible al argumento que Steve Woolgary Dorothy Pawluch (1985) desarrollaron en su crítica de una serie de investigacio-nes construccionistassociales, por su manipulaciónontológica implícita.Esta crí-tica dificilmente podrá rebajar la importancia de esta línea de análísis social, perosi que plantea unos profundos interrogantes. Algunos de ellos empiezan a ser abor-dados en trabajos que examinan laposibilidad de desarrollar una Crítica social ge-neral basada en los conocimientos y las incertidumbres dei construccionismo y e!posmodemismo (por ejempio, Nicholson y Seidman, 1995; Sampson, 1993b).

El tercertipo de críticaes la crítica reflexiva,que se mueve en una direcciónmás posmodema. El tipo de reflexividad sistemática y minuciosa defendida porAshmore (1989), rechaza los compromisos y las incoherencias que sueIe requerireI trabaio Crítico. Este trabajo es critico en e! sentido de que tiende a ser corrosi-vo para cualquier reIato autorizado, incluyendo eI dei propio analista y escritor.Esta Iinea de argumento no se opone a la producción de historias y afirmacioneagenerales, pera las trata precisamente como historias {y no como versiones fac-

Criticade hechos I 291

tuales intemporales). En realídad, en este trabajo toda invención es bien recibida,como proclama e! 2nd of January Group en su «Manifiesto Posmoderno»: «Losracionalistas se han limitado a interpretar elmundo, [cuando lo importantees in-ventarlo!» (1986, pág. 31).

El peligro de este enfoque, destacado por algunos analistas sociales (por eiem-pio, Parker, 1992), es que la crítica puede perder su mo a causa de! interés en con-trolar totalmente la simetria de las versiones factuales o por e! giro hacia la refle-xividad. Los ricos y los poderosos seguirán explotando a los pobres y a quienes notienen poder, y los investigadores, embrujados por la reflexividad, seguirán mi-rándose sus ombligos textuales (véase Edwards y otros, 1995). Una respuesta re-flexiva a esta observaciónpodría ser que eI propio ombligo textual es un excelen-te punto de partida para estudiar la constitución y la mistificación de! poder.

Voy a terminar sin tomar niogún partido. Por tanto, en vez de proponer unae1ección entre estas diferentes líneas críticas (acrítica, adhoc y con C mayúscula),prefiero destacar e! valor de todas ellas y, especialmente, de las tensiones analíti-cas y teóricas que mantienen entre sí. Una situación donde estas posturas actúenconjuntamente, complementándose y socavándose entre sí, es preferible a la vic-toriaaplastante de una de ellaso a una coexistencia bucólica y pacífica.Deseo ensalzar la tensión misma por su gran productividad (aunque con esto me adhieramás a la via reflexiva y posmoderna que a las otras). Espero que los dilemas aquiexpuestos contribuyan a la vitalidad de este ámbito general de exploración, y queal mismo tiempo planteen un desafio a los investigadores de (y en, y mediante) laconstrucción de hechos.

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APÉNDICE:CONVENCIONES DE TRANSCRIPCIÓN

Las convenciones de transcripción empleadas en este Iibro se basan en elsiste-ma desarrollado por GaiI Jefferson (por ejemplo, Jefferson, 1985; Sacks y otros,1974). Este sistema se desarrolló para poder emplear los símbolos disponibles enlos conjuntos de caracteres típicos de las máquinas de escribir y para destacar lascaracterísticas dei habla que los analistas conversacionales consideran importantesen Wl8 interacción. Sepuedenencontrar útilesresúmenes de este sistema en lama-yoría de recopilaciones de articulos sobre análisis conversacional (por ejemplo,Have yPsathas, 1995). Psathas yAnderson (I99O)proporcionan una descripción yuna discusión más completas dei empleo de las transcripciones en la práctica.

La mayoría de las convenciones dei sistema de Jefferson se pueden ilustrarbrevemente usando elsiguiente fragmento dei capítulo 7:

1. C: Fue entonces cuando usted se fue?=2 E: eSe fueep-tonces de eso hace- [casi] dos aõos.3 C: [OAjá.O]4 E: Se1ar&ó entonces. Asi tal cual (.) se largó.5 (0,8)6 C: tMuy bi!m. Enllll1ces, (0,5) por lo que be ofddo (.)J.Jmdcl han De-

vado una vi:da7... (0,5) rka y, (.) compkja, nece:sito saber8 algode su bis [toriapara poner-J9 E: [Si. mmm,e]10 [Mmm. (.)Sí:b. (.)Muybie:n]11 H: [=Si. (.)esoes (.) justolo que] eb "em"(DE-]F/C2/S1:4)

• Subrayar (Selarió entonces) indica palabras o partes de palabras que sonacentuadas por elhablante.

• Los dos puntos (:) marcan la prolongación dei sonido inmediatamente an-terior (m;tQnces), y cuantos más haya más larga es la prolongación (Ah:»).

• Las flechas preceden a subidas y bajadas marcadas de entonación (iMuybi-len),

• El interrogante final de la Iinea 1 marca una entonacíón interrogativa (noexiste unacorrespondencia necesaria con expresionesque los participantestratan como preguntas),

• Un punto final (por ejemplo, en la línea 2) marca una entonacíón completa(no necesariamente un punto gramatical).

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294 I la representación de la reelldad

• La comade la línea 6 marca una entonación continua (no necesariamenteuna coma gramatical).

• Un guión (por ejemplo, gra-gra.cias) marca una finalización brusca y per-ceptible de una palabra o sonido,

• Las corcheres que abarcan las líneas 2 y 3, 8 y 9, y 10 y 11, marcan el ínicioy d final de una superposición en el habla.

• Cuando se produce un cambio de turno sin interrupción, se marca me-dianre el símbolo «igual a» (=) (líneas I y 2,9 y 11).

o Los números entre paréntesis (0,5) reflejan la duración de las pausas en dé-címas de segundo; un simple punto enrre parénresis (.) índica una pausa au-dible pero demasiado breve para medir.

• Lasexpresionesmás silenciosasque el hablacircundante se encierran entresímbolos de graduación (línea 3).

• Las expresiones más sonoras que el habla circundante se escriben en ma-yúsculas mÓNDE).

• Las flechas del margen (línea 7) simplemente indican líneas de trans-cripción que se discuten en el texto; no indican ninguna característicadel habla.

o Cuando la persona que hace la transcripción tiene dudas sobre una palabrao expresión la pone entre paréntesis; si no puede resolver las dudas, colocaunosparéntesis vacíos.

• Los comentarios darificadores se colocan entre dobles paréntesis: (Irisasj},(Iselevanta)).

• La omisión de material de una cinta por razones de brevedad se indica en-cerrando tres puntos entre corchetes [. ..].

• EI código que se coloca ai final de una transcripción proporciona diversaínformación. Por ejemplo, el fragmento presentado procede de una trans-cripción realizada por Derek Edwards y jon Fong (DE-JF). EI habla perte-nece ai segundo caso de la muestra (C2) durante su primera sesión (SI) yaparece en la cuarta págína de la transcripción.

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Page 156: Potter, Jonathan La representacion de la realidad

ÍNDICE ANALÍTICO YDE NOMBRES

Abelson, R.,250Acreditación de experiencia, 171-173, 178-19Acreditadones de categorias, 30-31, 115. 149-

150, 152, 159, 171,183, 189-191, 211-213,259,260construcción de, 177·180

Actitudes, 140, 166Actos discursivos, 25-26,111-114,128,256-258«Acuerdo», 249Acuerdo,276-281Adams, P.J., 244Althusser, L., 101Amman, K., 24, 38Análisis conversacionel,28-29,63·64, 81·93, 102,

138-139,157,161-162,188,223,259- releciôn con el posresrructuralismo, 9')·97,

105-106,114-116Análisis Critico dei Discurso, oéase Lingüística

criticaAnderson, B.,274Anderson, M. L., 280Anécdotas, 18-19

VéaJe tombién NarracionesAnormalización, 226, 246-253,254Anraki. c..86, 189Aparatosde registroymedición, 39, 55-56Arbitrariedad dei signo, 97-98Argumentode la «piedrade toque», 33Argumentos dei mobiliaria y de la muerte, 20Ashmore, M., 20, 23, 24, 46, 49, 60, 126, 194,

214,243,286,287-288,290Asisrenre social,244-246

Atkínson,.}. M., 71, 75, 76-77, 84, 86, 92, 219,235,289-290

Alkinson, P.,24,75, 132, 139,180,212,216,269Atribuciones, 166-167Aubum, T.,244Auerbach, E., 221Augoustinos, M., 166Austin, J., 20, 25, 26, 27-28,111-113,116,119,

123, 128,256-258Autentiddad,15-16

Beker, G. P., 100Bakhtin, M. M., 23, 24,107Bal, M., 180,210,211Ball, M. A., 218Balzac, H. de, 103·105, 114, 135,208,221«Bar», 155-156,235-236,260Barnes, B., 38, 57, 58Banhes, R., 24, 29, 98-108, 111, 114, 120-121,

123,125,127,135,208,280Bennet. W. L., 217Bennington, G., 110Berger, P. L., 25, 26-28, 54,132Be,,1', Chuck, 211Bidones de gasolina, 132-133Bijker, W.E., 60BilIig, M., 52,140,261-262,266,274Biimes,].,85Bloor,D., 36,57,58Boden, D., 220Bogen. D., 22,116,218·219,222,272Bcyle,Robert, 37-38, 230

Page 157: Potter, Jonathan La representacion de la realidad

314 I La representación de la realidad

Bruner,J. S., 216Bunll",M.,42Bush,George, 220Bunny,R.,229Button, G" 96, 27.5-281Byme, David, 29,124-125

Cabeza bormdore, 227CaIIon, M., 24,194Capturar, 51Categorización, 30, 39, 49, 130, 132, 134, 146,

180,206,216,225,226-238,253·254,260,273-275

Cazanoticiss,véasePeriodistaCelos, 155-156, 166, 171, 206, 251, 254Chalmets, A., 39, 60Chitty, A.. 177-178, 179, 201, 236-239Chomsky, N.,IH, 217, 281·282, 284Cicoutel, A.V.. 75, 82, 269Ciencia, 23·24, 26-27, 33-62, 122·123, 195-199,

209-210,276·281Ciencia social, 2l1J-27'JClatk, c., 242Clayman, S. E., us, 18H86,187·188, 199,201C1iffotd,J., 216, 269Coates, L, 231Cockcrofr, R, 142Cockctoft, S.M., 142Códigos deconnotación,102·106, 127Cognición sociaJ,l66-168Cognición, oéaseCognitivismoCognitivismo, 27·28, 100, 136·138, 142, 1'7,200,

217-218,227·228,2'0-251,259,266,276-287

Collin., H. M.. 28, H, 40, 42-'3, 55-56, 57, 60,61·62,208,276,277,286·287

«(Cómoeran?»,I71Cómo bacercosascon palabras, 2'-26, 111-113,

2'6-258«Complej.., 228-231, 2H, 253, 258Comprensiónparticipante, 50Comunidadcientífica,41-42Confesión de conveniencias, 168-171Consensoy corroboreciôn, 30, UI, 152-1.53.193,

204-208,212,223·224,259,260Construcciôn comercial de undiscurso. 242Construcclonismo, 20, 26-28, 29, 31, 129-142,

157,226-228,234,255·261,275-280- conversedonal analítico, 134·136

lingüístico, 132-134,157postesrructuralista, 134·136scc. 53-57, 60·62, %

Construcrivismo, véaseConstruccionismoControversias científicas,43-48Conveniencia e interés, 30,144-146,148-149,151,

153, 159-171, 180-183, 186·188, 189·191,193,259,271

Cooper, D. E., 230Cosificación de versiones, 50, 57, .59, 141-142,

147,149,157,225,2'9Costall, A., 137Coulter.j., %,137,200, 2HCouêoys de riudad, 99Cox,G.,43Críticapréctica Ildhoc, 289-291Criticar hechos, 2.5.5, 27.5-291Crittenden,R., 108Culler,J., 98, 100,llOCursode Hngüística general, 97·98, 100Cyho.-g<, 120-122, 128Cvmno de Bergerdc. 184

Dant, T.,48Datos estadísticossobresuicidios, 7'-76, 92Dates estadísticossobre violaciones, 7.5Davies,M., 213, 2.3.3De Saussure, F., 29, 97-101, Ill, 136«Debate», 249Debates políticos, 1'3-154Defmieiones y etimologia,20-21DeNiro, Roben, 81Derride, J., 15,23,26,29, IIO-ll6, 119, 128,

ll5,230Desconstrucción, 49, 110-116,260Despedidas telefônicas, 71Derpertores, 81Detalle, 15-16, 30, 82, 149, 1'0-151, 154·155,

156-157, 193,208-216,217,224,259,283Dilema de la conveniencia, 144-146, 148-149,

152,162-163,168DiIlon, G. L., 140Discurso, 138-139Discursode tribunal de justicia,16-17,66-68, 69,

78·80,81,105-106,145,235Discurso empirista, 30, 1.51·1.52, 158, 193-204,

212,223,259«Diecusiones», 251, 2.52Distinción entreobservación yteoria, 37-39,60-61

175-176,232,23.5,273Disyuncionesde la realided, 78·81, 82, 92Documentales (filmes), 31, 107·108, 176, 179

Véare tdmbién Programas televisivos de ac-tualidad

Dolor, 279-280«I>oxa»,99, 120, 12.5-126Drew, P., 71, 82, 84, 8', 86, 90, 105, 106, 198,

215,235,236Dreyíus, H. L_, nsDrop theDead Donleey, 199Duhem, P.,40, 41, 45, 58Duranti,A., 26

Eegly, A.H., 167-168«Economiacon la verdad», 16-18Edwards,D., 20, 28, 43, 66, 70, 71, 90,100, IH,

ll7, 138, 144, m. 156, 163, 171, 172·173,221, 222, 227-228, 236, 249-250,254,271,272,291

«E1 amigode Uh amigo», 174-175, 190Empirismo,37, 40-42, 287Encuestasdeopinión pública,31, 261-266Encycloptzedid 01Refkxivity d"d K"owledge,286Enfermedad mental, 31, 80·81, 163-164, 165-

166,205-206,266-267,268Enfoque, 150, 163, 209-2!l, 216, 220, 222, 2'2«Enrollarse», 1"-156,235-236Entrevistas en programas informativos, 184-188Específlcídedzt-zz. IelEstadonaciôn, 120,274Estructuras de contraste,246-248, 254Éter, 39, 58·60Emografia, 39, 54, 139, 157, 180,212,261Etnomerodologfa,28, 29, 30, 49, 63-93, %,108,

ll2,137,138, 161,186,229,259,269,275,280

Experiencia. 213Experimentodelfalso terapeuta, 73-74Expresiónectiva, 206·209Expresionesidiomáticas, 21.5-216Exterioridad,193-224

Fairclough, N., 275, 281, 290«Famihe», 261, 273-274Featherstone, M., 120Feldman, M.S.,217Feminismo,10', 121-122, 123Feyerabend, P.K.,39, 44

Indice analflico y de nombres I 315

Filosofía,19-20,25-26,91,llO-ll6,122-123,130-131,256-258,275

- de la ciencia,36-42, 60·61Firmas, 111-114Fiske,J., 108Formasliterarias nuevas, 23, 126Formulaciones de casos extremos, 238-239, 2'4Fonnulaciones de guión, 2'0-2'3, 254Fonnulaciones de ruptura, védseFormulaciones

de guiónFormulaciones, 70-72Fourault,M.,29,lll,ll6-120, 128,135-136,138,

269,281Fowler, R, IH, 154, 156,232,275,281Frost,David, 162Funer, S.,3.5

Gallacher, Hughie, 243-244Garfinkel, H .. 28, 63, 64, 69, 72-74, 75, 109,276-

277Genette, G., 210Gergen, K.J..20, 216, 221Gestión de intereses, véaseConvenienciaGibson,W., 120Gieve,John,Gigg/e (risitas), 211Gilbert, G. N., 35,44,60, 151, 152, 160, 172,

193,195-198,203,223,276,277Gill, R., 274GlasgowMediaGroup, 184Goffruan, E., 159, 183·184, 188Goodwin, c., 24, 38, 272Graee, G. W.. 133-134, 226Greatbatch, D.. 71,187,199Groupthinle,272.273Guhrium, J. F.,273Guerra,107-110, 140,2.53Gusfield,J..234Gusto,277·278

Habla de terapia, 19, 73·74, 137-138, 141-142,144, 1"-157, 170-171, 209·211, 214-216,220-221,223,228-230,235-236,239,254,258

Haceunmi//ó" de dnOS, 124·125Hacker,P. M. S., 100Hacking, I ..38Halkowski, T.,220, 272Ha1liday,M. A.K., 281Halliday, Q., 175·176,273

Page 158: Potter, Jonathan La representacion de la realidad

316 I La representacl6n de le realidad

Hammersley,M., 139Hensard, 153Hanson, N. R, 38Haraway,D., 29, 60,121·122,123,125,127·128Harré,R, 117Harris, R, 100Hartley,]., 108Harvey, D.. 120Hechos institucioneles, 75-77Hemingway, Ernest, 212Heritage,J. c, 65. 66, 71, 81. 82, 83. 85. 90, %,

115,116,187.198.199Herrick.], 214Hesse, M. B.• 39, 40. 45, 58Hewstone, M., 70Hidersa, puebJo, 189Hill, J. H., 189Hilton, D.J., 204Histeria, 92. 216·220Hodge, B., 24, 156, 157.226,232,275.281·285Hollway, W, 105Holstein, J. A.,273Holt, E., 90,215Hutcheon, L.,125-126

Idenridad.146. 147, 164·165.184, 193Ilusíones vísuales,38-39fmpersonelidad.Tss-zuzIndicaciõn, 17,64,65-69,82,86,92,137Influencia social,272-273Intenciones, 90-91,111·115Intereses, 57-60

Véasetambién ConvenienciaInterrogación, 134,271Inrertexto deporte/guerra, 109Intertextualidad, 107-110, 127-128Irvine.]. T., 189Issecharoff M., 209lterabilidad,112,1l3·114

Jalbert, P. L., 280Jasanoff, S., 60Jayyusi, L., 172, 176.280Jefferson, G., 22, 82. 84. 88. 248·249jensen, A. D., 229jodelet, D., 267·269]ohnson, M., 230Jordan, 8., 82juhila. K., 212

K está mentalmente enferma, 165-166,205-206,213·214,220,223·224,246·248,252

Kitzínger; c, 213Knorr Cetina, K.. 24, 38, 39, 45, 54-57,132,139Kress, G., 24.156.157,226,232,275,281-284Kristeva,J., 107Krohn,108Kubn, T.S..38. 39. 41, 44, 45, 278·279

Laconstrumónsocialde larealiJad. 25,26-28.132Lebinger, J. A.. 42Lakatos, 1.,41, 279Lakoff. G.. 226, 230·231Lmguageas Ideology. 281·285Letour; B.•24. 35, 44, 54, 57, 132.144,147,203Laudan, L., 42Law,J.,24,194Lawson, Nigel, 153·154.186·187.222Leuder, 1., 189Levinson,S. c, 85,115,188·189,215Librealbedrío, 20Líderes de la comunidad.175-177. 190Lingüística critica, 156. 157,275,281·285.290Listas, 248·250Uamadas a servieios de emergencia, 150, 172«Loshechos demuestran», 202·204Luckmann, T.,25. 26·28, 54, 132Lyman, S.M.,86Lynch, David. 2274'neb, M., 24, 35, 38·39, 56, 218·219, 222, 2724>orard,J·F.,29, 122·123. 140,216

Mandelbaum, J., 161Manipulacióo ontológica, 16-17,30,225.234-

238,239,252,254Menstead, A. S.R, 86Menzo.]. F.,213Mapas. 274Marcos. G. E., 132,216,269Marlin, R..233Martin, R, 51Martin,]. R, 281Mathews, G. H., 189Maxímización, 31. 146, 190-191,226,237.238-

246,254.260McCabe. c, 109McCloskey,D.. 243Mcf-loul, A.W., 280McKinlay,A.. 137, 266

Mecanismos de exteriorización, 30, 204, 193-224,259

Mecanismos homogeneizadores. 59Mehan, H., 75, 80·81. 272Memoria,213,222·223,272Mercer,N. M., 71Merton, R.K.. 34·35, 41·42. 48. 53. 64Metáfora dei espejo, 111. 116, 129-131.226-227Metáforas de la consrrucciôn .29, 129·132. 135-

136,137.157,226·227Metáforas visuales. 23Metáforas. 53.109.110. 111. 127,227,230·232,

233,253Método documental de interpretaciôn, 64, 72-74Middleron, D. J.•272MilIs.C. W.•271Mínímiaaciôn, 31.146.176.237,238-246.254.

260Mítos urbanos, 173-175Mitraff. L L, 3'Mobiliario, véase MuerteModalización, 134. 147, 151,239,255«Moderno»,264·266Moi, T.. 105Molotch, H. L., 220Moscovici, S., 157.266Motivos. 271Mulkay, M., 23, 35. 37, 39. 44. 46, 49, 60,126,

131.151.152,160.172.193,19'·198,203,22),269,273.276,277.279.287

Musgrave, A.,279Myers, G .. 24. 160,287

Narraciôn, 19, 29, 30. 122. 126. 151, 154-155.180. 193,201,202.205·206, 208·211, 216·224.244,259

Naturaleaa, 102, 120-121, 130Negación plausible, 218-219Neisser, V., 157Neutralidad, 30.148, 156, 18H89, 201.219. 232,

253.255.260Nichols, W.. 109Nicholson. L., 290Nierzsche, F., 110, 112Nir; R.I99«No lo sé». 171,267·269Nofsinger; R.E., 215Nominaliaeción, 232·233. 253, 284-285Nonnalización, 31, 146. 246-253, 254

[ndite analltico y de nombres I 317

Normas de la ciencia, 34-35,Norris, c, 110Norrh.Dliver, 125.216·219,220.272Noticias periodísricas, 16-18.163.168·169.175·

176,198·203.233.243·245.284·285

Observeciôn, 37-39Ocupacíõn, 284·285Omisiones, 17,23-24.238OncoMouse™, 121Opacar, %, 232-233. 253. 260. 275. 284·285Orcutt, J.0.. 242Organización de preferencias, 83-90Orientación de las descripciones hacia la acción,

30, 142, 143·147. 155·158. 159. 176·254.258,259,260,261.263

Orientación epistemológica de las descripciones.30,142,147·158,22',2'9,260

Pares adyacenres, 83 -87Parker, L, 291Pawlucb, D..234. 254. 290Perékylã, A., 189Periodistas versuscazanoticias. 172-173, 227, 228,

253.258Persona normal, 181-182Personalidad, 261. 272Pickering, A., 45, 57, 58Pinch T.,40. 45. 60,195.242,286Planificación estratégica. 68. 90-91

VéasetambiénCognitivismoPolkinghorne, D .•216Pollner, M., 29. 64, 77·81,92,269Pomerantz, A. M., 66-68, 69, 85, 90, 143, 144,

203.220.238·239,254Popper, K. R., 41·42, 91Porrer;T.M.,243Posicionamiento, 30, 148. 159. 160, 161, 183-

191,199,201.207.208,219.232,259Posmodemismo, 29. 95·97, 119·128, 140,216,

259,290·291Postestructuralismo, 29. 95·97, 101-119, 126-

127,138,157,162,188,230.259Potter, C.• 108Pouer,J., 20, 35, 70, 90,121. 132, 137, 138, 144,

152, 153. 163, 165, 172·!73, 175·176, 177,189, 195,222,227·228,236.240,245.249.258.261·262,265,266,269,271.272,273.279.287.290

Page 159: Potter, Jonathan La representacion de la realidad

318 I La representaclón de la realldadPrimcros pensamientos, 181·184Problemassociales, 234Programas televisivos de actualidad, 177-180,

201,236-237,239-242Psathas, G. , 22«Puntapié», 243·244

«(Qué van a decir si no? .., 162·163, 168-170Quine, W. V.O., 40, 41, 58

Rabinow, P., 116Racismo,171,243.290Radiación gravitatoria, 45-54cRazón mundana.., 29. 77-81, 92Reegan, Ronald,185-186, 218Realismo, 19-20, 53, 57-59, 60-62,102-104,109-

110,127,226-227social, 48-50, 61-62VéasetambiénRelativismo

Recuerdos «de flash.., 182Redhead, Brian, 187-188Ref!exividad, 16, 19,23,64,69-72,82,92, 114-

115,126,133,137,171,186,286-291Regúnenes de verdad, 117Reicher; S., 176.273Relativismo, 20, 43-44, 48, 50, 60- metodológico, 43, 49, 61, 131,- pérdida gradual dei, 49, 51, 60Relativismo empírico, 28, 43-54, 55-56, 59, 60-

61,195Relatos, 85-90, 133Relatos paranormales, 31, 180-183Rennie, H., 231, 232Repertório contingente. U 1-152Repertorios interpretativos, 151, 226Replicación, 44-53.61, 208Representaciones mentales, 30, 137

VéasetambiénCognitivismoRepresentaciones socieles, 31, 157. 266- 269Reaponaabilidad, 15, 160, 179, 148, 184-186,

187,193,202,223,226,232,233,253-243,259

Resumen dellibro, 28-31Retórica, 20, 45, 57, 60, 61-62, 111, 140-142,

226-227,231,277defensiva, 140-141, 157,213no retórica, 51·.53ofensiva, 140-141, 157, 213persuasiva, 142

Retórica de cuantificeción, 66-68, 178,236-238,239-243,254

«füca»,228-231,233,254,258,26ORichards, E .. 51RidicuJización.214Roeh, 1., 199Roffe, M., 244-246Roiser, M., 262-263Rol, 261, 270, 272Rorty, R, 20, 23, 38, 55, 111Rose, N., 117Rounne, 184Rushdíe, Salman,162Ryle,G.,69

SIZ, 102-108, 127, 135,208Secks H., 15,21,28,63,68,71,82,85,90,100,

109,139,171-172,181,189,222,279Sempson, E. E., 121, 132,290Sapir-Whorf, hipótesís de,132-134Sarbin, T. R, 216Schank,R c., 250Schegloff E. A., 22, 68, 71, 73, 82, 85, 91, 93,

115,198,274Scheppele, K. L., 213Scott. M. B., 86Scorr,P.,'I«Secreeque>t,198,199-202Seerle.]. R, 113-114,209,256Seidman,S., 290Semin, G. R., 86Semíología 29, 95-101, 107, 111, 126-127, 128,

134,234- problemas de la, 100-101Shaffer, S.. 35, 37, 57Shapin, S.. 35, 37, 57Shapiro. M.]., 24,108-109,119,274Sherrock,w., 91, 275-281Shiffrin, D., 215Shuman,A., 172, 188Sígnificeción de segundo nível,98-100Simetria, 27Simons, H., 140,214Smith, B. H., 43Smith, D., 31, 77,165,204-206,213,220,223,

246-247,252,254,270,280Sociologia dei conocimiento científico, 27, 42-

62,64,96,102,123,126,141,151-152,162,195,259,269,276,286-287

Sociologia dei error; 35-36, 48, 54Sorenson.]., 218Soyland, A.J., 230Spivak, G.,110«Spycatcher», 16-18Squire, c., 244Still, A., 137StiU,]., 109Stringer, P.,272Subjetívidad, 105, 116-118, 188Suchman, L., 82Sudnow, D. N., ri

Tarantino, Q., 15-16127

i Te/é/ono rojo? Volamos bacia Moscú, 107Teoriade RedActora,24Tesi, de Quine-Duhem, 40, 41, 44, 56, 58, 72, 92Testigo, 30, 38,145,152-153,172,181-183,204-

206,213- acreditación de la categoria de, 211-213Textos lirerarios,102-106,126, 127, 135,208-211,

222,224Thatcher, Margaret, 70, 182,222,249The 2nd of January Group, 291Thompson, J. B., 290«1ipo», 156,23''Iodorov,T., 274TopGun, 127Trenscripciôn, 22, 293-294Traweek, S., 139Trew, T.,232Tropics o/Disrourse,126True Stories/ Historias verdoderas, 29, 124-125,

127,219Tuquoque,286-287,288Tuehman, G., 148,200-201Turner,J. 8., 242

UUian,J.S.,40

Vacunación contra conveniencias, 163-166, 170-171

Vagoedad, 39, 155, 156-157,213-2\6,245,259

Indice analllico y de nombres I 319

Vsn Langenhove, L., 117Variabilidad co relatos, 50

131,269,275Verbos promotores de intencionee, 232, 233, 253Verdad, 16-18,25-27, 110,221-224,256,259Versiones ironizadores, 18, 50, 57, 59, ss, 112,

128,141-142,147,157,225Violencia sexual,231-232Violencia, 23', 243-246«Volcare/ volcados de memoria, 182-183Volosinov, V.N., 107

Walker, 1.,166Watson. D. R, 71,134, 271Weber, joseph, 45-48, 51, 53Weedon, c., 105Weinberg, T., 271WethereU, M., 121, 152,236-238,245,261,262,

265,266,268,272,273,290Wbalen, M. R, 150,172Wbite,H., 126,216-218,221Whiteside, A., 209Wborf, B.L., 132-133Widdicombe, S., 164, 172,236,253Wieder, D. L., 69, 229Williamson,J., 24, 99Willi" P., 131Wittgenstein, L., 91. 100, 123. 137,276Wnlpert, L., 42, 55Wood, L. A.. 231, 232Wood, W., 167-168Wooffirt, R., 31, 85, 87, 164-165, 172, 181-182,

185,198,204,206-208,223,236,248,253Wnolgar, S., 38, 54, 57, 59, 60, 126, 132, 141, 145,

147,194,233-234,254,276-277,279,288,290Worton,M., 109Wowk, M., 134,213,271Wynne, B.E..58-60

Yearley, S., 59, 71,145,172,203Young, A.• 188

Zdizer, B., 186Zanmerman, D. H., 150, 172, 269