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Universidad de los Andes
Facultad de Ciencias Sociales
Departamento de Historia
Raza, literatura y nacin en el siglo XIX colombiano:
Imgenes de negros y zambos enMaray elMuseo de Cuadros de Costumbres
Monografa de grado presentada para optar al ttulo de Historiadora
Presentada por: Maria Camila Nieto Villamizar
Dirigida por: Claudia Leal
Bogot, 20 de noviembre, 2009
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Contenido
Introduccin: narrativas fundacionales, lites letradas y negros libres en la segunda mitad
del siglo XIX ....2
Elites letradas y narrativas fundacionales: Mara y el Museo de Cuadros de
Costumbres....5
Abolicin, libertad y tensiones raciales: el Cauca andino, la costa Pacfica y el ro
Magdalena en las dcadas posesclavistas....12
1. Sumisin y autoridad, jerarqua y armona: los esclavos y los negros liberados en Mara
de Jorge Isaacs ......28
1.1 Los esclavos de la hacienda, el mito de la armona racial y la nacin como
familia..29
1.2 La historia de Nay y Sinar: el contradictorio reconocimiento de un rostro
africano................................................................................................................................40
2. Fuertes y giles, indolentes y salvajes: imgenes de bogas enMaray elMuseo........61
2.1 Cuerpos hercleos y gritos destemplados: Los bogas sumergidos en la naturaleza
salvaje del ro ..65
2.2 Indolencia, borracheras y danzas obscenas: el carcter, las costumbres y las
expresiones culturales de lo bogas...............................78
Conclusiones...94
Bibliografa.. ..98
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Introduccin: narrativas fundacionales, lites letradas y negros libres en la
segunda mitad del siglo XIX
Adems de ser un perodo de guerras civiles, revoluciones y constituciones polticas, la segunda
mitad del siglo XIX colombiano fue un perodo de discursos, relatos y narrativas fundacionales;
un perodo clave en la construccin imaginaria y discursiva de la nacin1. En esta coyuntura
histrica las lites polticas, cientficas e intelectuales del pas se preocuparon por explorar,
conocer y diagnosticar las distintas regiones del pas, por dar cuenta de sus riquezas, de sus
paisajes y de sus gentes; por encontrar y resaltar, en medio de la diversidad cultural y racial, las
bases de la unidad nacional; los valores, smbolos y rostros que deban definir la identidad
colectiva de la nacin.
2
En textos polticos, cientficos, y literarios, las lites plasmaron suspreocupaciones y percepciones de los territorios que componan el pas; en algunos casos
buscaron contribuir con sus reflexiones al progreso material y cultural de las regiones, en otros
buscaron ayudar a fortalecer los vnculos emocionales de los ciudadanos lectores con sus p aisajes,
sus historias y su pueblo colombiano.3Inscritos en la ideologa del Progreso del siglo XIX y
portadores de la mirada civilizadora que enmarc el pensamiento geo-poltico de este siglo, estos
intelectuales construyeron discursos de inclusin y exclusin: erigieron en su escritura a ciertos
territorios, ciertas poblaciones y ciertas culturas como rostros protagonistas de la historia y la
identidad nacional, paralelamente silenciando, invisibilizando o ubicando en la marginalidad a
otras regiones, otras poblaciones y otras identidades culturales.4
Las nociones y categoras raciales jugaron un papel central en estas construcciones discursivas.
Los miembros de las lites intelectuales, portadores de las ideas legadas por las estructuras de
castas coloniales y narradores de la nueva nacin, vieron, representaron y clasificaron a las
distintas poblaciones y a las distintas regiones del pas en trminos raciales. 5En sus esfuerzos por
1Arias, Julio, Nacin y diferencia en el siglo XIX colombiano: orden nacional, racialismo y taxonomaspoblacionales, Bogot: Universidad de los Andes, 2005, I-XVI. / Mnera, Alfonso, Fronteras imaginadas, laconstruccin de las razas y de la geografa en el siglo XIX colombiano, Bogot: Planeta, 2005, 20-22, 113.2Julio Arias,Nacin y diferencia, 83.3Barreda Pedro y Bjar Eduardo, Potica de la Nacin, Poesa romntica en Hispanoamrica (Crtica y antologa),Colorado: Society of Spanish and Spanish-American studies, 1999,16; Julio Arias, Nacin y diferencia, XVI.4Julio Arias,Nacin y diferencia, I-XVI; Alfonso Mnera, 20-22, 113.5Appelbaum, Nancy, Macpherson, Anne y Rosenblatt, Karin, Racial Nations en Race and Nation in Modern LatinAmerica, Chapel Hill: University of North Carolina Press, 2003, 2.
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comprender, clasificar y ordenar la diversidad de las poblaciones colombianas, los letrados
erigieron taxonomas de contenido racial y regional6; dividieron estas poblaciones en tipos
sociales como el criollo de Bogot, el mestizo de Antioquia, el indio de Pasto, el mulato
de los valles y las costas.7 En palabras de Alfonso Mnera, la nacin se constituy en elimaginario geo-poltico dominante como un conjunto de geografas racializadas y jerarquizadas
es decir, como una unidad territorial de espacios geogrficos separados, habitados por poblaciones
identificadas como blancas, indgenas, mestizas, mulatas o negras.8 Las categoras
raciales heredadas de la experiencia histrica colonial, (complejizadas y legitimadas en varios
sentidos en el pensamiento social y cientfico decimonnico 9), moldearon as los significados de
las identidades regionales del pas, enmarcaron el ordenamiento simblico de los distintos sujetos
sociales que las habitaban y contribuyeron a la edificacin imaginaria de la nacin como un
territorio dividido en fragmentos geogrficos jerrquicamente organizados.10
Este trabajo constituye una aproximacin a la relacin entre construccin de nacin e ideas
raciales en la segunda mitad del siglo XIX colombiano. Enfocado en la articulacin entre raza,
literatura y nacin, este trabajo explora dos narrativas fundacionales: la novela Mara de Jorge
Isaacs y elMuseo de Cuadros de Costumbres, Variedades y Viajesde la Biblioteca El Mosaico, y
analiza la forma en que en ellas se percibe y representa a los habitantes negros y zambos del valle
del ro Cauca, los ros de la costa pacfica y las tierras bajas del ro Magdalena. Las imgenesliterarias construidas en estos textos iluminan no slo los estereotipos, las preocupaciones y los
ideales que envolvieron a los afrodescendientes en la mirada de las lites letradas del siglo XIX,
sino las mltiples contradicciones que enmarcaron su reconocimiento e inclusin como
6Julio Arias,Nacin y diferencia, XVI.7Samper, Jos Mara, Ensayo sobre las revoluciones polticas y la condicin social de las Repblicas Colombianas(hispano-americanas) (1867), Bogot: Universidad Nacional de Colombia, 1969, 79-1008Alfonso Mnera, Fronteras imaginadas, 23.9 Safford, Frank, Race, integration and progress: Elite attitudes and the Indian in Colombia, 1750-1870 , TheHispanic American Historical Review,vol. 71, no. 1, (Feb. 1991): 1-33; 20.10Nancy Appelbaum, Anne Macpherson y Karin Rosemblatt, Racial Nations, 11 // Es importante resaltar que elconcepto de nacin se entiende en este trabajo como una construccin histrica que no tiene un signi ficado fijo ninico para todos los intelectuales del siglo XIX, pero que en la mayora de casos implica el reconocimiento de unterritorio polticamente unificado (delineado por barreras que lo separan nominalmente de otros pases) perointernamente dividido entre distintas regiones geogrficas, habitadas por distintas poblaciones humanas. La nacinen la pluma de estos letrados involucra tanto la nocin de colectividad humana como la nocin de espacio: es decir, lanacin es tanto la gente que habita los territorios como sus ros, sus paisajes, sus montaas, sus campos y sus selvas.
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ciudadanos libres en la coyuntura posesclavista11. Los dos captulos en los que se divide este
trabajo estn enmarcados por un mismo argumento central: la representacin de los negros y
zambos en la segunda mitad del siglo XIX est atravesada por una tensin ideolgica existente
desde dcadas atrs, pero intensificada con el fin de la esclavitud: la tensin entre los valoresrepublicanos de la libertad, la igualdad y la ciudadana y las arraigadas ideas raciales legadas por
las estructuras de castas coloniales: la tensin entre el reconocimiento de los negros como
ciudadanos de la Repblica, como miembros de la nacin, y la visin largamente perpetuada de
los exesclavos y sus descendientes como seres intelectual, moral y culturalmente inferiores; seres
cuyas costumbres, prcticas y maneras de ejercer la libertad podran ir en contrava de la
civilizacin y el progreso anhelados para la construccin nacional.
El primer captulo, enfocado en la representacin de los esclavos y los negros liberados en Mara
resalta la ambivalencia como un elemento central que atraviesa las representaciones de los
afrodescendientes y que se articula con las problemticas ideolgicas y raciales de su contexto: el
conflicto entre los ideales de la libertad y la igualdad y el legado colonial de la esclavitud, el
conflicto entre la conciencia de los enfrentamientos sociales y raciales que golpean a distintas
regiones del pas y la necesidad de imaginar una sociedad pacfica, viable, encaminada hacia el
Progreso y unida bajo valores comunes. Este captulo sostiene que en las representaciones de la
esclavitud y los esclavos en Mara se tejen dos importantes construcciones ideolgicas defundacin nacional: el mito de la armona racial y la metfora de la nacin como familia;
construcciones que en la mitad del siglo XIX contribuyen a la inclusin subordinada de los
afrodescendientes libres como parte del orden social nacional y a la negacin o marginalizacin
de sus historias y culturas como parte de la identidad nacional.
El segundo captulo se centra en las representaciones de los bogas plasmadas en las ltimas
pginas deMara y en seis textos publicados en elMuseo de Cuadros de Costumbres, Variedades
y Viajes:El boga del Magdalena de Manuel Mara Madiedo, Bajando el Dagua de Manuel11 En este trabajo utilizar tanto los trminos negros y zambos como el trmino afrodescendientes. Utilizar eltrmino negros, -sin desconocer que ste tiene una fuerte carga peyorativa, una carga histrica de dominacin yexclusin-, pues sta fue la palabra con la que los escritores del siglo XIX pensaron, representaron y juzgaron a las
personas de piel oscura y ascendencia a fricana, es decir, porque esta palabra, con toda su carga connotativa, tienesentido dentro del contexto histrico y los discursos raciales que se analizan en el trabajo. Utilizar la palabra afrodescendientes a pesar de que no fue una palabra existente en el vocabulario de los escritores decimonnicos-
por su funcin como categora amplia, que envuelve a todo el conjunto de sujetos de ascendencia africanadenominados negros, mulatos o zambos por los autores del siglo XIX.
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Pombo, Seis horas en un champn de Jos Joaqun Borda, De Honda a Cartagena de Jos
Mara Samper y Navegacin por el Choc y Apuntes de un viaje por el sur de la Nueva
Granada en 1853 de Santiago Prez. El captulo sostiene que, a pesar de sus diferencias, las
miradas que los distintos autores arrojan sobre los negros y zambos estn enmarcadas por unmarco ideolgico compartido; por una serie de nociones de carcter poltico, cientfico y social
que en el siglo XIX fortalecen la asociacin ideolgica entre clima, raza y civilizacin,
contribuyendo a retratar a los afrodescendientes como seres na turales, biolgicamente moldeados
para trabajar en las geografas salvajes y hostiles del territorio nacional. En la representacin
de los bogas construida en estos textos se esconde una paradoja ideolgica intensificada en las
dcadas posesclavistas: la conviccin de que el trabajo de los afrodescendientes fue en el pasado
esclavista y es en el presente, un aporte necesario para el desarrollo econmico de los campos, las
minas y los ros del pas, acompaada del temor de que los vicios morales, las expresiones
culturales y la manera en que la raza negra ejerce su arraigada o recin ganada libertad
constituyan obstculos para la construccin de la civilizacin y el progreso anhelados.
Las siguientes pginas de esta Introduccin delinean a grandes rasgos el contexto histrico que
envuelve los textos literarios estudiados y a las poblaciones afrodescendientes representadas en
ellos en la segunda mitad del siglo XIX.
Elites letradas y narrativas fundacionales:Maray elMuseo de Cuadros de Costumbres
Las primeras dcadas de la segunda mitad del siglo XIX representan un perodo importantsimo
en la edificacin y consolidacin de los cimientos geogrficos, culturales y simblicos de la
nacin12. En esta coyuntura, a la que se le ha dado el nombre de Revolucin del Medio Siglo, se
emprendieron numerosos proyectos estatales dirigidos por la consigna liberal del Progreso 13, entre
ellos proyectos de carcter cientfico y poltico como la Comisin Corogrfica de Agustn
Codazzi, cuyo propsito fue conocer y diagnosticar las regiones nacionales, analizando las
formas en que sus territorios, sus ros, sus recursos y sus poblaciones podran ser encaminados
12 Julio Arias,Nacin y diferencia, XVI.13 Sanchez, Efran, Gobierno y geografa: Agustn Codazzi y la Comisin Corogrfica de la Nueva Granada , Bogot:El Ancora Editores, Banco de la Repblica, 1998, 20.
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hacia el desarrollo de la agricultura, el comercio y el progreso 14. De la mano de estos proyectos
polticos y geogrficos surgieron no menos importantes esfuerzos de carcter literario, orientados
a forjar una imagen del pas en su p arte moral y material15y a contribuir con la creacin de una
literatura nacional propia.16
Como seala Frederick Martnez, la segunda mitad del siglo XIX fue una poca clave en la
bsqueda por parte de las lites letradas de una identidad colectiva y una literatura eminentemente
nacionales.17La posibilidad del viaje a Europa, soada cuna de la civilizacin, signific en esta
poca una frecuente decepcin para los intelectuales colombianos, quienes se percataban de que
sus pares europeos, lejos de tratarlos como iguales, los reciban con ignorancia y rechazo,
percibindolos como otros, salvajes e inferiores 18. Esta decepcin se convirti en uno de los
motores centrales para la bsqueda de una literatura nacional; para llevar a cabo proyectos
literarios que contribuyeran a conocer y construir nuevas imgenes del pas; que ayudaran, por
una parte, a convertir el territorio nacional en Patria, es decir, en una tierra cuyos habitantes
lectores pudieran identificar como propia, sintindose ligados a ella por vnculos histricos,
culturales y afectivos19y por otra, a darle un lugar significativo al pas en el escenario de las
naciones, retratndolo, sin pintarlo como una vana copia de las culturas europeas, como un lugar
en donde el progreso tena enormes posibilidades 20. En esta coyuntura surgieron as una serie de
narrativas y ficciones fundacionales: novelas, textos histricos, cuadros de costumbres y relatosde viaje, publicados dentro y fuera del pas, que construyeron distintas imgenes de las regiones y
las poblaciones nacionales. Estos textos, si bien recibidos directamente slo por el pequeo
pblico lector de la Colombia decimonnica, ejercieron una importante influencia en la forma
14 Efran Snchez, Gobierno y geografa, 20.15 Gordillo, Andrs, El Mosaico (1858-1872): Nacionalismo, lites y cultura en la segunda mitad del siglo XIX enCastro-Gmez, Santiago (ed), Pensar el siglo XIX: cultura, biopoltica y modernidad en Colombia, Pittsburg:Biblioteca de Amrica, 2004, 211.16 Andrs Gordillo,El Mosaico, 206.17 Martnez, Frdric, El nacionalismo cosmopolita: la referencia europea en la construccin nacional en Colombia,1845-1900, Traduccin de Scarlet Proao, Bogot: Banco de la Repblica, Instituto Francs de Estudios Andinos,2001, 253.18 Frdric Martnez, El Nacionalismo cosmopolita, 246.19Pedro Barreda y Eduardo Bjar, Potica de la Nacin,16.20 Frdric Martnez, El Nacionalismo cosmopolita, 299.
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como los distintos territorios y grupos de habitantes del pas fueron percibidos y articulados en los
discursos e imaginarios dominantes de la nacin en el siglo XIX.21.
La novela Marade Jorge Isaacs, publicada en 1867, es reconocida como la principal ficcin de
fundacin nacional colombiana.22Como seala Doris Sommer, Marahace parte del corpus de
ficciones fundacionales latinoamericanas; aquellas novelas tejidas de la mano de la
consolidacin de los Estados nacionales, fuertemente enmarcadas por los proyectos polticos de
las lite letradas y significativamente influyentes en la construccin de imgenes emotivas de la
nacin y en la creacin de los valores delineados para los buenos ciudadanos del siglo XIX.23
Esta novela, escrita en la dcada de 1860 por el vallecaucano Jorge Isaacs (1837-1895), contaba
la historia de amor entre dos jvenes pertenecientes a una familia de la clase hacendada del valle
del ro Cauca. A travs de los ojos del protagonista masculino, joven letrado, la novela recreaba
en la letra los paisajes del Cauca del siglo XIX; sus ros, sus montaas, sus campos, sus jardines, y
dibujaba con trazos romnticos y costumbristas imgenes de los distintos grupos sociales que
componan el mosaico social de esta regin en las dcadas anteriores a la abolicin de la
esclavitud.Mara se convirti a los pocos aos de su publicacin en una novela importantsima
dentro de las letras nacionales. Fue, en palabras de Mara Teresa Cristina, la primera obra
literaria con la que Colombia ingres al nuevo mundo de las letras hispnicas. 24 Desde su
publicacin en 1867 y hasta la muerte de Isaacs en 1895, fue leda y comentada, exaltada ycriticada por intelectuales colombianos, hispanoamericanos y europeos, aplaudida y vilipendiada,
editada mltiples veces en otros pases e inclusive traducida a otros idiomas 25. Como seala
21 Como seala Alfonso Mnera, los letrados del siglo XIX ejercieron una influencia decisiva en la forma como loscolombianos aprendieron a mirarse a s mismos y a su nacin como un conjunto. Las imgenes sobre sus regiones ysus pobladores, la valoracin de sus geografas y de sus razas, luego popularizadas en forma de estereotipos, se
originaron, muchas veces, en las elaboraciones y reflexiones de los intelectuales criollos del siglo XIX. AlfonsoMnera, Fronteras imaginadas, 22.22 Sommer, Doris, Ficciones fundacionales: las novelas nacionales de Amrica Latina (1991), traduccin de JosLeandro Urbina y ngela Prez, Bogot: Fondo de Cultura Econmica, 2004., 225.23 Sommer, Doris, Ficciones fundacionales, 17-46.24 Teresa, Mara Cristina Sale a la venta Mara de Jorge Isaacs artculo publicado en:http://www.colombialink.com/01_INDEX/index_historia/07_otros_hechos_historicos/0070_sale_venta_maria.htm,(17 de octubre de 2009).25 Mara Teresa Cristina explica que antes de la muerte de Isaacs, se haban hecho 30 ediciones de Mara, slo 3 deellas en Colombia. Sale a la venta Mara, 1.
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Teresa, a pesar de su ajetreada recepcin despus de 1880, probablemente ninguna novela
anterior a Cien Aos de Soledadobtuvo la difusin y el reconocimiento deMara.26
En el siglo XIX, a travs de la historia de Efran y Mara, lectores de diversas regiones del pas o
inclusive de otros pases, se sumergieron en los paisajes dibujados por Isaacs, conocieron las
imgenes del mosaico social vallecaucano creadas por l y en gran medida interiorizaron los
valores morales edificados por sus personajes y protagonistas como parte de los valores que
definan a los buenos ciudadanos de la nacin 27. Ambientada en el pasado esclavista, esta novela
fue, adems, una obra central en la formacin de imgenes literarias en torno a los negros
colombianos y latinoamericanos. En palabras de Manuel Zapata Olivella, fue la primera novela de
temtica negra en Amrica28; la primera novela de fundacin nacional en plasmar a los negros y
sus formas de vida como elementos importantes de la narracin. Las imgenes de esclavos y
negros libres construidas en Mara sin duda jugaron un papel importante en la creacin y
reproduccin de imaginarios en torno a las formas de ser, las prcticas y las culturas de los
afrodescendientes caucanos y colombianos.
Los cuadros de costumbres, textos profusamente escritos en la segunda mitad del siglo XIX, en
los que se representaba con trazos costumbristas a los tipos sociales de las regiones nacionales,
jugaron un papel igualmente importante en la construccin discursiva de la nacin y en el
ordenamiento simblico de sus regiones y sus poblaciones29. Como explica Julio Arias, en la
segunda mitad del siglo XIX los intelectuales de la nacin se p reocuparon por dibujarle un rostro,
o quizs varios rostros, al intangible pueblo nacional, por mirar a las distintas poblaciones de la
nacin en su vida cotidiana, pintar con sus plumas sus usos y costumbres y reflejar en la letra las
tradiciones, los vicios y las virtudes morales presentes en el mosaico nacional. 30En los mltiples
cuadros impresos en revistas y peridicos como El Eco literario, El lbum, El Neogranadinoy El
Mosaico, aparecieron as pintados distintos tipos sociales en sus espacios y prcticas: el
campesino boyacense o antioqueo trabajando la tierra, el cachaco intelectual leyendo novelas
26 Teresa, Mara Cristina, Sale a la venta Mara, 1.27 Sommer, Doris, Ficciones fundacionales,11-46.28 Zapata Olivella, Manuel, Mara: testimonio vigente del romanticismo americano citado por Daro Henao en Elmundo de Nay y Esther en Daro Henao (comp), Jorge Isaacs: el creador en todas sus facetas (Memorias del primersimposio internacional), Cali: Universidad del Valle, 2007, 176.29 Frdric Martnez, El Nacionalismo cosmopolita, 293-364. Julio Arias,Nacin y diferencia, XVI, 37-102.30 Andrs Gordillo, El Mosaico, 233.
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europeas, la mujer y el hombre de tierra caliente celebrando una fiesta. Los cuadros de costumbres
estaban cargados de juicios de valor en torno a las distintas poblaciones y regiones racializadas
del pas, que quedaban implcitamente jerarquizadas de acuerdo a sus imgenes de civilizacin o
barbarie. Valores como la vida familiar tradicional, la voluntad para el trabajo, las costumbressanas, la sencillez, fueron exaltados como caractersticos en las poblaciones civilizadas del
altiplano cundiboyacense, mientras comportamientos como la bebida, la sensualidad
descontrolada y la pereza fueron retratados como vicios caractersticos de las tierras bajas y
calientes31. Como argumenta Andrs Gordillo, en los cuadros de costumbres confluy el
esfuerzo por construir una imagen del pueblo portador de la soberana nacional, con la crtica de
las costumbres populares y de la moral pblica.32
La proliferacin de cuadros de costumbres en la literatura colombiana estuvo acompaada del
surgimiento y consolidacin de otro importantsimo gnero nacional de la segunda mitad del
XIX: el relato de viaje33. Como seala Martnez, en la segunda mitad del siglo XIX las
narraciones escritas de experiencias de viaje se convirtieron en un gnero de moda,
prdigamente escrito y ledo por las lites letradas del pas, y muy influyente en la forma en que
stas se concibieron a s mismas, al mundo europeo y a su propia nacin34. En muchos casos, los
relatos publicados en libros y revistas nacionales narraron la experiencia de los colombianos en
sus viajes por Europa; en otros los autores se preocuparon por dejar testimonio de los escenariosde su propia nacin. A diferencia de los cuadros costumbristas, que se enfocaban casi siempre en
poblaciones rurales del interior del pas, en la mayora de casos los relatos de viaje por tierras
colombianas retrataron lugares considerados lejanos o marginales; lugares que podan ser poco
familiares para la mayora de lectores, en los cuales el viajero apareca como un explorador de lo
desconocido, como una especie de cronista de Indias de su propia patria35. Los ros de la nacin,
en particular el ro Magdalena, arteria principal del pas y camino obligatorio de muchos viajeros
en su visita a Europa, fueron los escenarios protagonistas de muchsimos de estos relatos.
31 Julio Arias,Nacin y diferencia, 38-42, 90-102. Ms adelante se hablar de la dicotoma tierras altas / tierras bajasen el imaginario geo-poltico de la nacin.32 Andrs Gordillo, El Mosaico, 233.33 Frdric Martnez, El nacionalismo cosmopolita, 298.34 Frdric Martnez, El Nacionalismo cosmopolita, 299.35 Sobre el carcter fundacional de los relatos de viaje, ver Pratt, Mary Louise, Ojos imperiales: literatura de viajes ytransculturacin (1992), Buenos Aires: Universidad Nacional de quilmas,1997
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Los miembros de la tertulia El Mosaico jugaron un papel central en la escritura, publicacin y
difusin de cuadros de costumbres y relatos de viaje nacionales. Esta tertulia bipartidista, nacida
en Bogot pero magnificada en una revista de distribucin nacional a la que contribuan
publicistas y hombres de t alento de todo el pas,36 tena como objetivo principal fomentar lasartes y la literatura colombianas. Sus miembros, personajes de la lite bogotana, tanto liberales
como conservadores, se comprometan al entrar en ella a dejar los conflictos polticos a un lado
para trabajar juntos en el urgente propsito comn de crear una literatura y un arte propiamente
nacionales.37En sus primeros aos, alrededor de 1858, la tertulia se reuna en casa del masn
Rafael Eliseo Santander y ms adelante en la del liberal y luego conservador Jos Mara Samper.
A ella asistan reconocidos miembros del partido conservador como Jos Mara Vergara y
Vergara, Jos M anuel Marroqun, Jos David Guarn, Jos Joaqun Borda y Ricardo Carrasquilla,
as como reconocidos liberales como Felipe Prez. Los miembros de esta tertulia asumieron la
creacin y la direccin de la revista literaria El Mosaico, que fue publicada intermitentemente
entre 1858 y 1872 comprometida con la difusin de las letras nacionales a lo largo del pas38. El
editorial del primer nmero arroja luz sobre los compromisos intelectuales de este grupo:
Nuestra patria es totalmente desconocida en su parte material y moral no slo de losextranjeros que a causa de la ignorancia nos desprecian como a una turba de brbaros; sinolo que es ms triste, es desconocida de sus mismos moradores. As, pues, en ninguna parte
ms que en pueblos nacientes como el nuestro, la prensa est llamada a ejercer una altainfluencia y producir urgentes resultados () a los que estamos separados de esa luchaenconosa de las pasiones pblicas nos toca trabajar con ahnco para hacer conocer el suelodonde recibimos la vida, y donde seguirn viviendo nuestros hijos. A nosotros nos toca elelogio de las grandes acciones, la pintura de nuestros usos y costumbres39.
Este compromiso con la narracin de la nacin no se restringa a los lmites de la revista. Los
miembros de la lite intelectual bogotana pertenecientes a la tertulia se preocuparon tambin por
contribuir ms ampliamente con la literatura nacional, buscando formas de estimular la deficiente
produccin de impresos nacionales y crear bibliotecas en las que se recopilaran textos y
documentos que hablaran de la historia, las poblaciones y los paisajes nacionales. Los miembros
36 Andrs Gordillo, El Mosaico, 212. El Mosaicoaparecer en itlicas cuando me refiera a la revista. De no ser asser un referencia a la tertulia.37 Andrs Gordillo, El Mosaico, 206. Vale la pena resaltar, como dice Gordillo, que la neutralidad poltica y laausencia de conflictos entre los dos partidos fue ms un ideal que una realidad de la revista. Ver Gordillo, 212-21538 La revista se publica entre 1858 y 1865. Luego de este perodo hay una pausa de 5 aos y se vuelve a imprimir del71 al 72. Andrs Gordillo, El Mosaico, 213.39 El mosaico, 1858, 1. Citado por Andrs Gordillo, El Mosaico, 216.
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del grupo de El Mosaico publicaron novelas, libros de cuadros de costumbres y colecciones de
poesa nacional. En p alabras de Andrs Gordillo, este grupo intelectual p uede dist inguirse como
uno de los primeros esfuerzos continuados por crear un vnculo emocional del pblico lector con
la nacin colombiana, as como por cumplir la urgente tarea de llevar a los lectores una imagendel pas en su parte moral y material.40
Entre los mltiples proyectos que dieron fe de este esfuerzo, se encuentra elMuseo de Cuadros de
Costumbres, Variedades y Viajes, una compilacin de cuadros de costumbres y relatos escritos
por intelectuales colombianos y publicados en revistas y peridicos nacionales desde mediados de
siglo.41. El Prlogo de este libro, firmado por los editores en 1866, devela elementos
importantes en su concepcin, relacionados con la misin y el rol de las narrativas fundacionales
de la poca. En primer lugar, ilumina un aspecto quizs evidente, pero no poco revelante: el hecho
de que el Museo no es un libro de textos inditos, sino una compilacin de cuadros y relatos
publicados y ledos anteriormente; valorados por los intelectuales de la capital y del pas:
lo que ofrecemos al pblico no es una recopilacin de todos los mejores y solo los mejoresartculos de costumbres. Todava quedan por recogerse muchos y muy buenos ()guindonos por nuestros propios recuerdos y por los de varias personas de buen gusto,hemos escogido aquellas piezas que, ledas cuando estaban recin publicadas, habandejado en el nimo una impresin agradable.42
Como indica este prlogo, los textos incluidos en el Museo de Cuadros de Costumbrestuvieron,
como muchos relatos de viaje del siglo XIX, una doble publicacin.43Aunque no se conozcan
las cifras exactas relacionadas con la difusin del Museo (la cantidad de libros impresos o
vendidos, las regiones a las que llegaron), podra decirse con certidumbre que los cuadros y
relatos publicados en l no fueron textos desconocidos para el pblico lector del pas, sino por el
contrario, textos que seguramente jugaron un papel significativo en las imgenes que estos
40 Andrs Gordillo, El Mosaico 216.41 Se sabe que los primeros dos tomos de los seis que constituyeron el Museo fueron publicados en 1866 por laimprenta de El Mosaico. No se tiene claridad sobre la fecha de publicacin de los dems. Parece plausible sinembargo, que hayan sido publicados antes de 1872, fecha en la cual se disuelve la revista y la imprenta se convierteen la imprenta de El tradicionalista, o a ms tardar antes de 1877, ao en que la imprenta llega a su fin al serconfiscada por el gobierno liberal. Andrs Gordillo, El Mosaico, 216.42 Prlogo, Museo de Cuadros de Costumbres, Variedades y Viajes: Biblioteca de El Mosaico (1866). Bogot:Banco Popular, 1973, Tomo I, 9.43 Martnez seala que esto ocurri con frecuencia, y que la doble publicacin demuestra en gran medida el xito delgnero entre los lectores colombianos. Frdric Martnez, El Nacionalismo cosmopolita, 299.
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lectores se formaron en torno a las distintas regiones y poblaciones de la nacin. El Prlogo del
Museo arroja luz adems sobre la intencin de fundacin nacional que enmarc el proyecto
compilador, sobre su propsito de plasmar una imagen de la nacin colombiana en la letra a travs
de la unin de mltiples representaciones de su naturaleza y sus poblaciones:
Nuestra idea de publicar una coleccin de artculos de costumbres de los muchos que estnesparcidos en nuestros peridicos, no es cosa del otro jueves. Sobre seis aos hace que laconcebimos, y al tiempo de la concepcin y sin aguardar al nacimiento le buscamosnombre a los que haba de nacer. Este nombre prematuro era el de los granadinospintados por s mismos (.) si las figuras humanas que se ven en el vasto cuadro queforma nuestro libro han de servir para dar a los que no nos conocen alguna idea de lo quesomos y de lo que hemos sido, sera lstima que la pintura careciera de campo y de cielo, yni cielo ni campo se echarn de menos en ella, merced a las descripciones de lugares que
se han introducido.
44
El Museo de Cuadros de Costumbres, Variedades y Viajes recogi, en efecto, una variedad de
narraciones y descripciones de fragmentos de la nacin que difcilmente podan ser reducidos a la
categora de cuadros de costumbres, pues en muchos de ellos se vean no slo representaciones
de la vida social de ciertos tipos humanos regionales, sino retratos minuciosos del mundo
natural, narraciones de ancdotas vvidas por parte de los narradores en sus hogares o en sus
viajes, as como reflexiones explcitas en torno a las poblaciones con las que se relacionaban.
Entre la variedad de textos del Museo de Cuadros de Costumbres se incluyeron los relatos ytextos de Manuel Mara Madiedo, Jos Mara Samper, Jos Joaqun Borda, Santiago Prez y
Manuel Pombo elegidos para este trabajo, en los cuales, desde distintas perspectivas y a travs de
diferentes estrategias narrativas, los autores plasmaron imgenes de la naturaleza del Magdalena,
el Dagua, el Choc y Barbacoas, y de los negros y zambos libres que habitaban sus ros.
Antes de entrar a analizar la manera en que en estos relatos y en la novela Marase representa a
negros y zambos es necesario echar un breve vistazo a los contextos sociales de las regiones
retratadas por estas narraciones fundacionales y al lugar que ocupaban en ellos las poblacionesafrodescendientes. Las siguientes pginas exponen algunos aspectos importantes de los contextos
sociales de la segunda mitad del siglo XIX en la zona andina del Cauca, las tierras bajas del
Pacfico colombiano y las tierras bajas del ro Magdalena. De acuerdo con los argumentos
44 Prlogo,Museo de Cuadros de Costumbres, Tomo I , 9 . nfasis mo.
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principales de este trabajo estas pginas enfatizan particularmente en la manera en que en estas
regiones se vivieron los procesos abolicin de la esclavitud, as como los roles que en ellas
ocuparon los exesclavos y bogas como ciudadanos libres en las dcadas posesclavistas
Abolicin, libertad y tensiones raciales: el Cauca andino, la costa Pacfica y el ro
Magdalena en las dcadas posesclavistas
Las primeras dcadas de la segunda mitad del siglo XIX, adems de haber sido importantsimas
en la construccin de narrativas fundacionales, constituyeron una coyuntura clave en la historia de
las relaciones y los conflictos raciales del pas. En este perodo los gobiernos liberales buscaron
consolidar las instituciones republicanas, dndole los golpes finales a las estructuras sociales y
econmicas heredadas de la Colonia, consideradas atvicas y culpables del estancamiento de lanacin dentro de los modelos del liberalismo econmico. En estos aos se llevaron a cabo, por
ejemplo, importantes esfuerzos por transformar los ejidos y las tierras comunales de los indgenas
en propiedades individuales, y por convertirlos a stos en ciudadanos con los mismos derechos y
deberes que el resto de colombianos, es decir, en agentes activos del mercado. 45En 1851 se dio
adems el que fue considerado el golpe ms duro a las estructuras de castas coloniales, la mxima
instauracin de los valores republicanos de la libertad y la igualdad: la declaracin de la abolicin
de la esclavitud de mayo 21, en la que se estableca que desde el da 1 de enero de 1852 seran
libres todos los esclavos existentes en el territorio de la Repblica, gozando y teniendo a partir de
esa fecha los mismos derechos y las mismas obligaciones que la constitucin y las leyes
garantizan e imponen a los dems granadinos. 46
Como en la mayora de pases latinoamericanos, la abolicin legal de la esclavitud en Colombia
no fue una ruptura explosiva ocurrida de un da para otro. Fue, por el contrario, un proceso
gradual y oscilante, gestado durante dcadas mediante la emisin de leyes tmidas, e inclusive a
veces regresivas, que desde 1820 fueron abriendo muy lentamente el camino de las personas
45 Frank Safford, Race, integration and progress, 1-33.46 Ley 21 de mayo de 1851 citada en: Restrepo Canal, Carlos Libertad de los esclavos en Colombia o leyes deManumisin, Bogot: imprenta Nacional, 1939, 153.
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esclavizadas hacia la libertad.47 Las leyes emitidas entre 1820 y 1850 mostraban las
contradicciones de los dirigentes polticos de la nacin al momento de concebir el fin del trabajo
esclavo y la emancipacin de poblaciones que en muchos casos consideraban mal preparadas para
el ejercicio de la ciudadana y de la libertad48. En 1820, el Congreso de Angostura, al prohibir laintroduccin de esclavos a la Repblica y al declarar libres a los hombres esclavos llamados a las
armas, declaraba tambin que la emancipacin total no poda darse: Es preciso en el estado de
ignorancia y degradacin moral a que esta porcin desgraciada de la humanidad se halla reducida,
es preciso en tal estado hacer hombres antes de hacer ciudadanos. 49La ley de libertad de vientres
de 1821 declaraba libres a los hijos de esclavas, pero al mismo tiempo estableca que stos deban
permanecer bajo la tutela de los amos de sus madres hasta los 18 aos50. Mediante artimaas de
concertaje, la edad de 18 aos fue inclusive extendida hasta los 25 en 1842 51. Los pasos
legislativos hacia la emancipacin de los esclavos como la ley de vientres y la formacin de
Juntas de Manumisin, venan seguidos muchas veces de protestas por parte de ciertas lites
regionales, que pedan castigos para los nuevos libres que concitaran a los esclavos a la huda y
controles para los libertos que faltos de educacin y experiencia no saban hacer uso honrado de
su preciosa libertad52. En respuesta a stas, entre 1820 y 1850, e inclusive despus de 1851 se
fijaron controles y penas dirigidas a aquellos sujetos libres que se negaran a trabajar en pro del
progreso de la nacin53. El camino hacia la libertad legal de los esclavos en Colombia fue as un
camino gradual, lleno de oscilaciones y tropiezos, que no culmin con la ley de abolicin. Como
seala Hermes Tovar, el fin de la esclavitud trajo para muchos afrodescendientes liberados
nuevas dialcticas de dominacin y dependencia, as como estrictas normas de control social,
47 Tovar, Hermes y Tovar, Jorge Andrs, El oscuro camino de la libertad: los esclavos en Colombia, 1821-1851,Bogot:Universidad de los Andes, 2009; Hernndez de Alba, Gregorio, Libertad de los esclavos en Colombia,Bogot: Editorial A.B.C, 1956, 49.48 Zuluaga, Francisco, El discurso abolicionista de las lites hacia 1852 enDesde la marginalidad a la construccin
de la nacin: 150 aos de la abolicin de la esclavizacin en Colombia, Memorias de la VI Ctedra Anual deHistoria Ernesto Restrepo Tirado, Bogot: Ministerio de Cultura, Alguilar, Altea, Taurus, Alfaguara S.A y SantillanaEdiciones, 2003.49 Declaracin del Congreso de Angostura 11 de enero de 1820 en Gregorio Hernndez de Alba, Libertad de losesclavos, 49.50 Hernndez del Alba,Libertad de los esclavos, 56.51 Hermes Tovar y Jorge Tovar, El oscuro camino de la libertad, 49-50.52 Carlos Restrepo,Libertad de los esclavos, 20.53 Tovar, Hermes, La manumisin de esclavos en Colombia (1809-1851), aspectos sociales, econmicos y polticos.Revista CredencialNo. 59, (abril 2003): 4 -7; 3.
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como las leyes contra la vagancia, que los forzaron a seguir como fuerza laboral bajo el mando de
sus antiguos dueos, ahora patrones54.
Vale la pena resaltar que en la construccin de este camino oscilante hacia la emancipacin
jugaron un papel importante no slo las decisiones polticas de las lites dirigentes del pas, sino
los mecanismos de negociacin y resistencia utilizados por los esclavos de distintas regiones,
mediante los cuales alcanzaron su propia liberacin, reestructuraron varias de las relaciones
econmicas y sociales del pas, y dieron pasos significativos hacia la libertad de los dems
esclavizados.55Desde finales del siglo XVIII hasta mediados del siglo XIX, esclavos de distintos
lugares del pas compraron o negociaron con sus amos su propia libertad, se fugaron de sus
haciendas y cuadrillas para establecerse en comunidades al margen de los controles estatales, se
unieron como soldados a las guerras de independencia y a las guerras civiles para alcanzar la
libertad. 56En1851 el nmero de esclavos en el pas era significativamente menor a lo que haba
sido en dcadas anteriores; el censo de 1851 registraba alrededor de 16,478 esclavos en el
territorio granadino; los censos de 1835 y 1843 hablaban de 38,840 y 26,778 esclavos,
respectivamente.57Las leyes graduales emitidas desde 1821 y las mltiples formas mediante las
cuales los esclavos haban alcanzado la libertad, dentro y fuera de los marcos de la
institucionalidad, haban contribuido sin duda a la disminucin de la cantidad de esclavos en
tierras colombianas y al paralelo aumento de las poblaciones libres
58
.
A pesar de esta notoria disminucin, a mediados del siglo XIX la esclavitud segua jugando un
papel significativo en la vida econmica de varias regiones del pas; particularmente en aquellas
con importante actividad minera o agrcola59. En las provincias de Popayn, Choc, Cauca,
54Hermes Tovar La manumisin de esclavos en Colombia, 3.55Andrews, George Reid, Afro-latinoamrica 1800-2000, traduccin Oscar de la Torre, Madrid: Iberoamericana,
2007, 78. Hermes Tovar y Jorge Tovar, El oscuro camino de la libertad, 70-73, 94.56 George Reid Andrews, Afro-latinoamrica; Hermes Tovar, La manumisin de esclavos en Colombia; Leal,
Claudia, Black forests: The Pacific lowlands of Colombia, 1850-1930, Berkeley: University of California, 2004,Helg, Aline,Liberty and equality in Caribbean Colombia, 1770-1835, Chapel Hill: The university of North CarolinaPress, 2004.57 Hermes Tovar y Jorge Tovar, El oscuro camino de la libertad, 73.58 Hermes Tovar y Jorge Tovar calculan que entre 1825 (primer censo despus del decreto de la libertad de vientres) y1852 se manumitieron entre 18,972 y 19,073 individuos. Estas cifras no tienen en cuenta a aquellos que alcanzaron lalibertad por medio de la fuga.59 Hermes Tovar y Jorge Tovar, El oscuro camino de la libertad, 131. Adems, es importante sealar que las cifras deesclavos en los censos no incluan a los libertos, hijos de esclavas que eran nominalmente libres despus de 1821,
pero que seguan trabajando hasta los 18 (o los 25) aos, sin paga, para el amo de su madre; 91.
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Buenaventura y Barbacoas, -provincias que, unidas a las de Pasto y Tquerres conformaban el
gran Estado del Cauca- se concentraba una gran proporcin de los esclavos existentes en
Colombia.60Buena parte de esta fuerza esclava trabajaba en las haciendas del Cauca andino y otra
buena parte explotaba las minas aurferas del Pacfico.61 La otra concentracin importante deesclavos para mediados del siglo XIX estaba en la regin Caribe, trabajando como mano de obra
en haciendas ganaderas y realizando labores domsticas en los centros urbanos como Cartagena62.
La abolicin definitiva de la esclavitud afect de formas distintas las estructuras econmicas y
sociales de estas regiones, as como el lugar que ocuparon en ellas las poblaciones
afrodescendientes libres en las primeras dcadas posesclavistas.
La regin andina del Cauca fue, en la segunda mitad del siglo XIX, una regin golpeada no slo
por inestabilidades econmicas y polticas, sino por profundos conflictos sociales y raciales,
enmarcados dentro de los enfrentamientos bipartidistas y la desestructuracin del sistema
esclavista.63Alrededor de 1867, ao en que Isaacs publicaba su novela Mara, este territorio se
encontraba sumido en un estado de caos militar, econmico y poltico, en el cual el conflicto
racial pareca ocupar un lugar cada vez ms central. 64 Las guerras civiles entre el partido
conservador y el partido liberal haban afectando la vida econmica y social de la regin durante
casi treinta aos. Desde 1843, con la revolucin de Jos Mara Obando, se vena dando un proceso
60 segn Felipe Prez, de los cerca de 16,000 esclavos manumitidos en enero de 1852, 10,000 habitaban estaregin.Cuevas, Mara Fernanda, Cuevas, Mara Fernanda, Raza, geografa y nacin en la Colombia post-esclavista,artculo presentado en el Latin American Studies Association Congress, junio 11-14, 2009: 1-21:enhttp://lasa.international.pitt.edu/members/congress-papers/lasa2009/files/CuevasMFernanda.pd f. (17 de octubre,2009), 16.61 Hermes Tovar y Jorge Tovar, El oscuro camino de la libertad, 129-145.62 El censo de 1851 indica que para ese ao haba 1,377 esclavos en la provincia de Cartagena, 168 en la de Momps,321 en la de Panam, 285 en la de Riohacha, 304 en la de Santa Marta, 271 en la de Valledupar y 107 en la provinciade Vlez. Hermes Tovar y Jorge Tovar, El oscuro camino de la libertad, 79.63 Mina, Mateo (seudnimo de Michael Taussig), Esclavitud y libertad en el valle del Ro Cauca, Bogot:Publicaciones de la Rosca, 1975; Carabal Angola, Alexis, Los afronortecaucanos: de la autonoma a la miseria uncaso de doble reparacin? en Mosquera, Claudia y Barcelos Luiz Claudio, (eds.), Afro-reparaciones: Memorias de
la Esclavitud y Justicia Reparativa para negros, afrocolombianos y raizales, Bogot: Universidad Nacional deColombia, 2007; Taussig, Michael, Peasant economies and the development of capitalist agriculture in the caucavalley, Colombia. Latin American Perspectives, vol. 5, No. 3: 62-91; Appelbaum, Nancy,Dos plazas y una nacin:raza y colonizacin en Riosucio, Caldas, 1846-1948, Bogot: Universidad de los Andes, Universidad del Rosario,Instituto Colombiano de Antropologa e Historia, ICANH, 2007, 66-87.64 Appelbaum, Nancy, Dos plazas y una nacin: raza y colonizacin en Riosucio, Caldas, 1846- 1948, Bogot:Universidad de los Andes, Universidad del Rosario, Instituto Colombiano de Antropologa e Historia, ICANH, 2007,66-87. Segn esta autora: lo que ms claramente diferenci al Cauca de Antioquia en el siglo XIX fue el constanteenfrentamiento racial, expresado a travs del violento conflicto poltico entre los partidos, Nancy Appelbaum, Dosplazas, 79.
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de incorporacin de afrodescendientes a los ejrcitos liberales 65; grupos de esclavos y exesclavos
antes de la abolicin, y de libertos desposedos despus de sta, se haba unido a las filas liberales
por diversas razones: algunos buscando la libertad prometida por los lderes polticos y militares,
algunos buscando las tierras y sustento que necesitaban para vivir como sujetos libres, otrosmovidos por convicciones polticas en torno a los valores republicanos 66. Particularmente despus
de la Revolucin de 1862 el proceso de incorporacin de negros y mulatos a los ejrcitos liberales
se haba vuelto un proceso importante y masivo, tanto as, que los miembros de las lites
conservadoras y del ala menos radical del liberalismo categorizaban la Revolucin del 62 como
una rebelin del populacho negro bajo la direccin de unos polticos sin escrpulos.67
La asociacin formada entre las poblaciones negras d el Cauca y el partido liberal no se restringi
nicamente al mbito militar, ni el papel que jugaron los afrocaucanos se limit a la toma de las
armas. Como seala James Sanders, en ciudades como Cali, los dirigentes liberales buscaron
incluir al pueblo en la creacin de Sociedades Democrticas y otras instituciones dirigidas a
formar y educar a los ciudadanos en los valores republicanos. A su vez, las personas negras
participaron en muchos casos como agentes polticos, ejerciendo presin sobre las decisiones
polticas por medios violentos y no violentos, apropindose del discurso republicano y
recordndoles frecuentemente a los dirigentes que, especialmente despus de la abolicin, ellos
eran como todos, ciudadanos con derechos.
68
El empoderamiento de los sectores populares ysus actos violentos en nombre del partido liberal infundieron temor en las lites del resto del p as
y en las lites conservadoras locales.69Los viajeros que visitaban la regin retrataban a los negros
no como actores polticos con intereses legtimos, sino como seres salvajes y peligrosos,
dispuestos a la violencia y a la destruccin a cambio de un simple botn.70
65 Sanders, James, Citizens of a free people: popular liberalism and race in Nineteenth Century Northwestern
Colombia enHispanic American Historical Review, vol. 84. no. 2, (Mayo 2004), 277-313.66 James Sanders, Citizens of a free people, 285-292. George Reid Andrews, Afro-latinoamrica,162-168.67 Mateo Mina, Esclavitud y libertad, 62. James Sanders, Citizens of a free people, 302.68 Sanders, James , Citizens of a free people, 301- 306.69 James Sanders, Citizens of a free people, 302.70 El viajero F.von Schenk escriba en 1880: Los negros ms malos e irrespetuosos del Cauca viven en la regin deEl Bolo y Pradera () Sea que ellos tuvieron conflictos por crmenes demasiado graves con la tan amplia justiciacaucana, sea por el deseo de regresar a un estado de salvajez caracterstico de esta raza, lo cierto es que buscan lasoledad de los bosques, donde regresan de nuevo lentamente a las costumbres de su tierra natal africana. Son stosunos individuos sumamente peligrosos, especialmente en los tiempos de las revoluciones, cuando se juntan en grupos
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A la preocupacin por la participacin de los negros en las guerras civiles se una la preocupacin
por un problema de escasez de mano de obra, particularmente despus de la abolicin de la
esclavitud. En esta regin, en la cual para mediados del siglo XIX la esclavitud segua teniendo
una gran importancia demogrfica y econmica,71el fin de la institucin haba transformado lasestructuras productivas y las relaciones econmicas; haba desestabilizado el sistema
hacendatario, inclusive contribuyendo, junto con las guerras civiles, a la ruina de muchos
hacendados 72. En algunas regiones del valle del Cauca algunos exesclavos y sus familias
construyeron, despus de la abolicin, unidades de agricultura de subsistencia en las periferias de
las haciendas, sembrando productos como caf y cacao, y vendindolos en pequeos mercados,
trabajando a la vez, en algunos casos, como jornaleros o mano de obra asalariada en las
haciendas73. Para finales de los aos sesenta las relaciones entre estos grandes hacendados y las
comunidades ubicadas en sus mrgenes oscilaban entre la negociacin y el entendimiento, la
tensin y el enfrentamiento armado. Los grupos campesinos intentaban mantener sus tierras e
independencia y los antiguos amos intentaban de diversas maneras limitar estas economas de
subsistencia para vigorizar la produccin de sus tierras bajo formas de trabajo jornalero 74.
Los dueos de grandes tierras en la provincias del Cauca y Popayn, antiguos propietarios de
esclavos afectados por las guerras civiles y la abolicin de la esclavitud, atribuan la decadencia
econmica de la regin a la carencia de trabajadores y a la falta de leyes que obligaran a losnuevos libres al trabajo 75. En cartas, memoriales y circulares los miembros de las clases
privilegiadas de estas p rovincias se quejaban del mal uso de la libertad por parte de los nuevos
ciudadanos; de su falta de educacin y experiencia, de sus tendencias instintivas no slo hacia la
violencia sino hacia la bebida y la vagabundera, pidiendo consecuentemente medidas de coercin
y castigo que forzaran a los nuevos ciudadanos a volver a funcionar como brazos de produccin
y entran como valientes luchadores al servicio de cualquier hroe de la libertad que les promet a botn. Citado enMateo Mina, Esclavitud y libertad, 62.71El censo de 1851 habla de 2,949 esclavos en la provincia del Cauca y 2,161 en la provincia de Popayn. HermesTovar y Jorge Tovar, El oscuro camino de la libertad, 79.72 Alexis Carabal Angola, Los afronortecaucanos, 392. / Mateo Mina, Esclavitud y libertad73 George Reid Andrews,Afro-latinoamrica, 174.74Michael Taussig, Peasant economies, 61-91. Como seala este autor, aquellas tensiones que empiezan aconstruirse en las dcadas posteriores a la abolicin de la esclavitud se intensifican en las ltimas dcadas del sigloXIX, en un violento conflicto entre campesinos y hacendados en torno a las tierras.75 Mateo Mina, Esclavitud y libertad, 66-68.
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de la patria76. Y mientras los blancos teman y rechazaban la sedicin, la pereza y los
comportamientos revoltosos de los negros, los negros libres teman ser perseguidos con el
auspicio de las leyes de vagancia, o inclusive ser re-esclavizados. 77Como puede verse, las zonas
andinas del Cauca representaban en la segunda mitad del siglo XIX un reto para los ideales deunidad de los discursos de construccin de nacin; constituan una regin atravesada por tensiones
y conflictos raciales, en la cual el uso de la libertad por parte de los exesclavos era percibido por
las lites nacionales como una causa de temor y p reocupacin en torno al progreso de la nacin.
Las dinmicas y tensiones raciales desarrolladas en las tierras bajas del Pacfico colombiano, en
las entonces llamadas provincias del Choc, Buenaventura y Barbacoas, guardaron ciertas
semejanzas y diferencias con los conflictos raciales que atravesaron las zonas andinas del Estado
del Cauca en este perodo. En estas provincias, la declaracin de la abolicin dio pie a la
liberacin, entre 1851 y 1852, de un gran nmero de esclavos. 78 Estas liberaciones, aunque
innegablemente significativas, no constituyeron un fenmeno totalmente nuevo para las
provincias del Pacfico; por el contrario, fueron el ltimo eslabn de un proceso amplio de
manumisiones que marcaba las dinmicas sociales y econmicas de esta regin minera desde
dcadas atrs.79 Desde finales del siglo XVIII y durante las primeras dcadas del siglo XIX,
particularmente despus de 1820, muchsimos esclavos del Choc, Buenaventura y Barbacoas
haban recibido la libertad; muchos de ellos la haban comprado con los ahorros conseguidostrabajando en las minas en sus das libres.80 La abolicin definitiva signific entonces la
76Tan general es la vagancia en todos los distritos de la provincia como comn el abigeato y la ratera dice unacircular escrita por Miguel Pombo en 1858, en los campos y bosques vagan o vegetan sus habitantes sin entregarse aotra ocupacin que la de acechar a los pocos que trabajan para apoderarse de los que stos producen () para cuandose sepa que usted da autoridad a algunos patrones para castigar severamente a los concertados, ya con la pena de(ilegible), ya con la privacin de alimento, ya con la de azotes, no habr ninguno tan imbcil que aguarde a que se losujete a tan miserable condicin. Mateo Mina, Esclavitud y libertad, 66.77 Mateo Mina, Esclavitud y libertad, 78.78 Segn los datos de Hermes y Jorge Tovar despus de 1851 se manumitieron 518 esclavos en la provincia del
Choc, 1,333 en la provincia de Buenaventura y 1,263 en la provincia de Barbacoas.79 Tovar y Tovar sealan que entre 1816 y 1852 se manumitieron 1,588 esclavos en la provincia del Choc, 2,595 enla provincia de Barbacoas y 1,347 en la provincia de Buenaventura. Hermes Tovar y Jorge Tovar, El oscuro caminode la libertad, 79. Ver tambin: Claudia Leal,Black forests, 7. Romero, Mario Diego, Poblamiento y sociedad en elPacfico colombiano siglos XVI a XVIII, Cali: Editorial Facultad de Humanidades Universidad del Valle, 1995, 80;Jimnez, Orin, El Choc, libertad y poblamiento, 1750-1850 en Mosquera, Claudia, Pardo, Mauricio y Hoffman,Odile: Afrodescendientes en las Amricas, trayectorias sociales e identitarias: 150 aos de la abolicin de laesclavitud en Colombia, Bogot: Universidad Nacional de Colombia, 2002.80 Claudia Leal, Black forests, 172-174; Mosquera, Sergio, Los procesos de manumisin en las provincias delChoc en Mosquera, Claudia, Pardo, Mauricio y Hoffman, Odile:Afrodescendientes en las Amricas,99-119
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consolidacin de procesos demogrficos y sociales que ya se venan presentando, como las
migraciones de poblaciones negras libres hacia las desembocaduras de los ros y las tierras
agrcolas cerca de zonas de humedales de agua dulce, que venan ocurriendo desde hace un
tiempo, y que aumentaron significat ivamente en la segunda mitad del siglo XIX.81
Los negros manumitidos antes de 1851 y los negros liberados despus de este ao ejercieron su
libertad de diversas maneras, llevando a cabo distintas actividades econmicas: algunos
continuaron trabajando en las minas de sus antiguos amos, las cuales arrendaban por ciertos
perodos de tiempo, organizando sus p ropios equipos de trabajo y manejando sus propios horarios,
mezclando la minera con actividades como la agricultura.82Otros trabajaron como mediadores o
revendedores en el mercado de aguardiente, tabaco y carne que provean las haciendas del valle
del Cauca y en el transporte de carga de estas mercancas.83Entre stos, varios se asentaron a lo
a lo largo del ro Dagua, alternando el cultivo de pequeas chagras para su manutencin, la pesca
e inclusive la minera con el trabajo como bogas y cargueros. 84Este trabajo, como sealaba un
viajero ruso a mediados del siglo XIX constitua un elemento importante en la economa de la
regin: El comercio del Cauca afirmaba este viajero lo debe todo a estos seres anfibios;
equivalen a los vapores y los ferrocarriles de otros pases85.
Particularmente en la segunda mitad del siglo XIX, los grupos de negros libres combinaron las
anteriores actividades con la recoleccin de tagua y caucho en las selvas de la regin, productos
que luego vendan a comerciantes blancos en las ciudades que empezaban a formarse 86. En
palabras de Claudia Leal, la tagua y el caucho jugaron un papel central en el desarrollo de la
produccin independiente por parte de las poblaciones negras y por ende, colorearon el
significado de la libertad despus de 1851.87La recoleccin de estos elementos y la posibilidad de
establecer relaciones de comercio mediante ellos, les permita a los negros del Pacfico trabajar
sin que sus horarios, compaas o comportamientos fueran rgidamente vigilados; este control
81 West, Robert, Tierras bajas del Pacfico colombiano, traduccin de Claudia Leal, Bogot: Instituto Colombiano deAntropologa e Historia, 2000, 165.82 Claudia Leal,Black forests, 77-79.83 Mario Diego Romero, Poblamiento y sociedad, 101.84 Mario Diego Romero, Poblamiento y sociedad, 82.85 Santiago M. Eder, citado por Almario, Oscar Los paisajes ocultos y la invisibilidad de los otros en Daro Henao(comp.)Jorge Isaacs: el creador en todas sus facetas, 227.86 Leal,Black forests, 79.87 Leal,Black forests, 13.
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sobre sus vidas ampliaba el significado de la libertad, que no se reduca nicamente al hecho de
no ser esclavos, sino de no estar sujetos a las rdenes y los ritmos de trabajo impuestos por amos
o patrones88. Es importante sealar, como lo hace Leal, que estos negros libres, a cargo del
proceso de extraccin de estos recursos naturales en la segunda mitad del siglo XIX, y en muchasocasiones a cargo del transporte de las mercancas, jugaron un papel central en la produccin de la
riqueza de la regin pacfica, en el desarrollo de su comercio y en el crecimiento de sus
incipientes ciudades.89 As mismo, vale la pena sealar que mediante sus cultivos en los
asentamientos en los valles de los ros los afrodescendientes jugaron un papel importante en la
transformacin de los paisajes de la regin.
Los miembros de las lites locales y nacionales no vean en aquellas poblaciones libres, sin
embargo, poblaciones laboriosas, ocupadas en una variedad de actividades y trabajos en las
minas, los ros y la agricultura, sino simplemente negros perezosos, dedicados al ocio y a la
vagabundera, negados a trabajar para el progreso individual, regional o nacional.90Los miembros
de la Comisin Corogrfica, entre otros, los retrataban como seres indolentes, asegurando que
en las regiones del Pacfico, tierras en donde los recursos de la naturaleza eran abundantes, la
raza africana se conformaba con complacer sus necesidades ms bsicas, abandonando las
minas y las tierras que tanto necesitaban de sus brazos.91 Codazzi deca por ejemplo, en un
informe sobre la provincia de Barbacoas
Los individuos de esta ltima , antes se dedicaban a la explotacin delas minas; pero en el da, haciendo mal uso de su libertad recin adquirida, han dejado ensu mayor parte este trabajo por vivir en absoluta independencia, en las orillas de los ros,sembrando unas pocas matas de pltano, algunas de maz y otras de caa, cuyosproductos, unidos a los peces abundantes en los ros, y a los zanos y cerdos de monte quepueblan las selvas no inundadas, les dan un grosero, pero seguro alimento.92
88 Claudia Leal,Black forests, 39.89 Claudia Leal,Black forests, 2.90 Mara Fernanda Cuevas, Raza, geografa y nacin, 18; Restrepo, Eduardo, Negros indolentes en las plumas decorgrafos: Raza y progreso en el Occidente de la Nueva Granada de mediados del siglo XIX,Revista Nmadas, No.26 (abril 2007): 28-43.91 Restrepo, Eduardo, Negros indolentes, 30 Estas imgenes de indolencia se vern ms adelante, en el captulosobre la representacin de los bogas.92Codazzi, Agustn, Informe al Gobernador de l a Provincia de Barbacoas En: Jeografia fisica i politica de lasprovincias de la Nueva Granada.(1853-56)Tomo IV. Provincias de Crdoba, Cauca, Popayn, Pasto y Tquerres.Bogot: Banco de la Repblica, 1959, 333.
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La tendencia a trabajar para s mismos y para sus propias familias o grupos y la resistencia a
trabajar bajo el mando de patrones blancos manifestada por algunos exesclavos era interpretada
como producto de la ignorancia y de un orgullo malentendido frente a la libertad, y an ms,
como un atentado a la unidad y al progreso de la nacin. 93Si bien los afrodescendientes de lastierras bajas del Pacfico no eran retratados como sujetos peligrosos, proclives a la violencia y a la
guerra, como los del corazn del Cauca, para muchos miembros de las lites cientficas, polticas
e intelectuales de la regin y del pas, era claro que estos negros libres, al igual que los
nortecaucanos, no haban sabido hacer un buen uso de su recin adquirida libertad94. Como
seala Claudia Leal, en las imgenes de estos negros se mezclaban estereotipos raciales comunes
en toda Latinoamrica con circunstancias especficas: la mirada de unas lites blancas que
resentan la independencia de los negros libres que ya no trabajaban para ellas y que no se
dejaban guiar dentro de su modelo de progreso.95
Como se vio anteriormente, para muchos negros del Pacfico asentados en las orillas de los ros
en la segunda mitad del siglo XIX esta libertad no era recin adquirida ni haba sido un regalo
recibido con la abolicin, sino que haba sido alcanzada dcadas o aos atrs, mediante los
diversos mecanismos de manumisin utilizados por los exesclavos o sus familiares. Segn la
historiadora Aline Helg, para muchos habitantes afrodescendientes del Caribe colombiano,
particularmente para la mayora de habitantes del ro Magdalena y Mompox, la libertad tampocofue algo radicalmente nuevo en 185196.
Helg explica que las cifras de la esclavitud en el Caribe colombiano tambin haban decrecido
significativamente desde el siglo XVIII: ya para 1835 el nmero de esclavos registrados en el
Caribe era de 6,827 o 2.9 por ciento de la poblacin total, en contraste con los 14,067 u 8.7 por
ciento que haba en 177097. La mayora de los esclavos que habitaban la regin Caribe en 1851
estaba concentrada en las provincias de Cartagena y Santa Marta, sirviendo como mano de obra
93Codazzi escriba en 1853: Una raza que casi en su totalidad pasa sus das en una indolencia semejante, no es la queest llamada a hacer progresar al pas. La ignorancia por una parte, la desidia por otra, un orgullo malentendido porque hoy son libres, hacen que siempre sean (lo que son en realidad) esclavos de sus pocas necesidades para vivircomo los indios que llam amos brbaros Agustn Codazzi, Informe al Gobernador de l a Provincia del ChocCitado por Eduardo Restrepo, Negros indolentes, 3.94 Mara Fernanda Cuevas, Raza, geografa y nacin, 19.95 Claudia Leal,Black forests, 196.96 Aline Helg,Liberty and equality, 171.97 Aline Helg,Liberty and equality, 171.
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en haciendas azucareras o ganaderas de la regin y ocupando roles domsticos en los centros
urbanos como la ciudad de Cartagena.98En esta regin, como en el Cauca y en el Pacfico, los
esclavos tambin haban alcanzado la libertad mediante diferentes caminos. Algunos se haban
unido a las milicias nacionales en las guerras de independencia, otros haban comprado sulibertad, otros haban recibido la manumisin por parte de sus amos gracias a su lealtad o por una
relacin sexual establecida con stos, otros haban recurrido a los mecanismos de denuncia de
maltrato por parte de sus amos. Muchsimos, adems, haban recurrido desde tiempos coloniales a
la fuga y el cimarronaje, establecindose en palenques y sociedades libres al margen de los
rdenes administrativos y polticos coloniales y republicanos.99
En 1851, las poblaciones negras, mulatas y zambas libres ocupaban un lugar importante en la
vida econmica y social del Caribe colombiano; podra decirse que tan o inclusive ms
importante que el ocupado por las poblaciones esclavas. En la ciudad de Cartagena, por ejemplo,
se haba constituido desde finales de siglo XVII un importante sector de artesanos mulatos y
negros libres, que, aunque invisibilizados por las historias oficiales posteriores, haba jugado un
papel central en el desarrollo econmico y arquitectnico de la ciudad portuaria y en los procesos
de independencia de la nacin.100 En ciudades como Mompox, otros negros y mulatos libres
laboraban como vendedores o mediadores comerciales, dentro y fuera de la legalidad, en pocas
en que el contrabando era una prctica frecuente y ampliamente aceptada.
101
Entre la poblacinrural libre, compuesta en gran parte por negros y zambos, muchos cumplan trabajos asalariados
en las haciendas ganaderas, en donde en ocasiones la mano de obra era en parte libre y en parte
esclava;102otros se dedicaban a la pesca y cultivaban pequeas parcelas de tierra al borde de los
ros con productos como maz, algodn, frutas, cacao, que llevaban al mercado en las ciudades
porteras o que buscaban vender a los viajeros que pasaban por all103.
98 Aline Helg,Liberty and equality, 66-67; El censo de 1851 habla de 1,377 esclavos en la provincia de Cartagena,
168 en la provincia de Momps, 321 en la provincia de Panam, 285 en la provincia de Riohacha, 304 en la provinciade Santa Marta, 271 en la provincia de Valledupar, 107 en la provincia de Vlez. Hermes Tovar y Jorge Tovar, Eloscuro camino de la libertad, 79.99 Aline Helg,Liberty and equality, 66.10 0Alfonso Mnera trabaja este tema en profundidad en El Fracaso de la nacin. Regin, clase y raza en el Caribecolombiano, Banco de la Repblica, El ncora Editores, 1998.10 1 Posada Carb, Eduardo, El Caribe colombiano, Una historia regional (1870-1950), Bogot: Banco de laRepblica, El ncora Editores, 1998, 402.10 2Aline Helg,Liberty and equality, 67.10 3Aline Helg,Liberty and equality 66.
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En la segunda mitad del siglo XIX los miembros de las lites locales y nacionales perciban la
supuesta abundancia de la naturaleza del Caribe colombiano, y en particular de las tierras que
rodeaban el ro Magdalena como la paradjica raz del problema de la agricultura en la regin104.
Los letrados vean en estas tierras el mismo problema que vean en los ros de la costa pacfica: lanaturaleza provea de peces, agua y pltanos a los negros, indgenas y zambos, y al no necesitar
nada ms para sobrevivir, stos dejaban de trabajar y de contribuir al progreso de la regin. 105
Como en las otras regiones, el problema de falta de brazos que afectaba las tierras bajas del
Magdalena fue atribuido en muchos casos a la abolicin de la esclavitud, que haba permitido a
los negros, mulatos y zambos vivir en su estado de pereza natural. En 1859 un viajero llamado
Anthony Trollope notaba la enorme escasez de mano de obra en las haciendas cercanas a Santa
Marta diciendo: Desde la emancipacin en 1851 se ha hecho imposible conseguir mano de obra;
no se logra hacer trabajar a los hombres; de manera que las malezas han crecido, y la tierra no dio
nada de su produccin.106En 1870 otro viajero observaba la decadencia de las haciendas en el
sur del Magdalena, atribuyndola a la escasez de poblacin de la regin, problema aumentado por
la libertad dada tras la abolicin: Los hacendados ya no tienen esclavos que cuiden sus
haciendas; los capataces son hoy hombres libres que hacen lo que quieren; los hombres son muy
escasos porque el pas es poco poblado.107Nuevamente, vemos aqu que los viajeros y letrados
vean en muchas ocasiones a las poblaciones afrodescendientes liberadas despus de la abolicin
como poblaciones que no saban o no queran utilizar su libertad para el bienestar personal ni
colectivo; como comunidades cuyas prcticas y maneras de ejercer la libertad podan representar
obstculos para el progreso de la nacin.
Entre las poblaciones afrodescendientes que ms inquietud generaban en las lites letradas desde
siglos atrs, estaban unos personajes que, inevitablemente, ocupaban un lugar central en la vida
econmica no slo de la regin Caribe sino de la nacin entera: los bogas del Magdalena,
encargados de la navegacin y el transporte por la arteria fluvial del pas. Como seala Aline
Helg, estos negros y zambos libres, remeros de champanes, bongos y canoas tuvieron, durante
toda la Colonia hasta bien entrado el siglo XIX, el control exclusivo del transporte por el gran
10 4Eduardo Posada, El Caribe colombiano, 50.10 5Eduardo Posada, El caribe colombiano, 50.10 6A.Trollope. The west indies and the spanish main . Citado por Eduardo Posada, El Caribe colombiano, 69.10 7Striffler, El ro Cesar, 10. Citado por Eduardo Posada, El Caribe colombiano, 69
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ro.108Remeros libres asalariados, contratados por los dueos de las embarcaciones, estos bogas
participaban en el comercio legal e ilegal de la nacin, transportando productos controlados o
contrabandeados del interior del pas a los puertos o ro arriba, de los puertos al interior. Los
bogas eran adems los navegantes encargados de transportar a los viajeros nacionales yextranjeros que entraban o salan del interior del pas; llevaron a misioneros espaoles de la
Iglesia catlica en el siglo XVIII, cientficos europeos en los primeros aos del siglo XIX y
personajes de las lites intelectuales nacionales en la segunda mitad de ese siglo.
En los viajes largos, o viajes de cargas pesadas, los bogas manejaban champanes, barquetas de
veinte o ms metros de largo con dos por lo menos de ancho, construida con tablas de cedro y con
una tolda central de bejucos, bajo la cual viajaban carga y p asajeros.109Junto a carga y pasajeros,
viajaba tambin la despensa de comida que los bogas llevaban para el trayecto. En cada champn
viajaban de 12 a 24 bogas, dependiendo de la carga transportada y de si el trayecto se haca ro
arriba o bajando con la corriente del Magdalena.110Un viaje ro arriba poda demorarse dos o tres
meses, dependiendo del peso de la carga, de las lluvias y del ritmo de los bogas, que como se ver
ms adelante, podan tomar la decisin de detenerse durante das. 111Adems de los champanes, el
ro Magdalena era navegado diariamente por otras embarcaciones de menor tamao, como los
bongos, las canoas y las piraguas, que hacan trayectos ms cortos, con cargas menos pesadas y
que podan ser manejadas por dos remeros. Entre otros productos como frutas estasembarcaciones llevaban el correo, demorndose en un trayecto como el de Barranca a Honda,
aproximadamente 15 das.
A mediados del siglo XIX, la mayora de bogas viva en Mompox, una ciudad que haba crecido
y se haba enriquecido notoriamente con el comercio y el contrabando a finales del siglo XVIII y
principios del siglo XIX, pero que empezaba a perder su importancia por el cambio de direccin
del ro hacia el brazo de la Loba.112Otros bogas, sobre todo en la segunda mitad de aquel siglo,
habitaban en pequeas rancheras en las orillas de los ros, en donde se afincaban y civilizaban10 8Aline Helg,Liberty and equality,69.10 9Posada Carb, Eduardo, Bongos, champanes y vapores en la navegacin fluvial colombiana del siglo XIX,Boletn Cultural y Bibliogrfico, nmero 21, volumen XXVI, 1989: 3-13 Publicado en Biblioteca Virtual Banco dela Repblica http://www.lablaa.org/blaavirtual/publicacionesbanrep/boletin/boleti5/bol21/bongos.htm (6 de agosto,2009).11 0Eduardo Posada, Bongos, champanes y vapores, 4.11 1Peas Galindo, David,Los bogas de Mompox: historia del zambaje, Bogot: Tercer Mundo Editores, 1988, 452.11 2Eduardo Posada, El Caribe colombiano, 52.
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un pedazo de tierra.113All construan sus casas, cultivaban pequeas chagras, pescaban y seguan
cumpliendo con su labor de bogas, o, si ya estaban viejos, ensendoselas a sus hijos.114En su
constante ir y venir por el ro, la vida de los bogas p areca fluir por varios lugares. En palabras de
Peas Galindo, tenan amores permanentes en Mompox y amores pasajeros en toda latravesa.115Pasaban temporadas en sus rancheras, con sus familias, pescando y cultivando sus
tierras y otras temporadas que podan ser de das o meses lejos de ellas, remando en compaa de
otros compaeros bogas, detenindose a lo largo del camino, a veces para descansar, a veces para
emparrandarse y emborracharse durante varios das seguidos, gastndose en ocasiones la paga
que haba recibido por adelantado 116.
Como seala Eduardo Posada Carb, los bogas fueron inclusive hasta finales del siglo XIX
agentes centrales del comercio y la economa colombianos, pues la entrada del vapor no signific
el desplazamiento de las primitivas embarcaciones, que parecan adaptarse mejor a la
navegacin en la indmita condicin de los ros colombianos. 117 Los champanes, canoas y
bongos siguieron conviviendo con los vapores durante mucho tiempo, a pesar de los continuados
esfuerzos de las lites industriales y comerciales por transformar y modernizar la navegacin del
pas.118 En las dcadas de 1850, 1860, y 1870, varios de los viajeros que pudieron conocer el
vapor, considerado smbolo de la civilizacin moderna, tuvieron que hacer parte de su trayecto
tambin en un champn o una canoa, acompaados, por supuesto, por los bogas.
119
A pesar de los esfuerzos por regular la navegacin por el Magdalena durante todo el siglo XIX,
de la instauracin de inspectores a lo largo del ro para vigilar la legalidad de las provisiones y el
cumplimiento de los bogas desde 1826, las fuentes parecen indicar que en la segunda mitad del
11 3David Peas Galindo,Los bogas de Mompox,. 93.11 4David Peas Galindo,Los bogas de Mompox, 94.11 5David Peas Galindo,Los bogas de Mompox, 93.11 6Solano, Sergio Paolo, Puertos, sociedad y conflictos en el Caribe colombiano,1850-1930, Cartagena: Observatoriodel Caribe colombiano, Universidad de Cartagena, 4011 7Eduardo Posada, Bongos, champanes y vapores, 3.11 8Eduardo Posada, Bongos, champanes y vapores, 3. // Segn Sergio Paolo Solano, la dificultad en lamodernizacin de la navegacin en Colombia, no se debi nicamente a los obstculos de la geografa fluvial ni a laslimitaciones presupuestarias de las empresas que intentaban impulsarlo, sino a la resistencia por parte de dueos dechampanes, patrones y bogas a ser reemplazados por el vapor. Sin entrar en muchos detalles, este autor explica queentre 1850 y 1870 los bogas y patrones demostraron su rechazo a la presencia del vapor boicoteando elaprovisionamiento de lea de los vapores y entrando en rias y conflictos con los tripulantes de estos barcos. Solano,Sergio Paolo, De bogas a navegantes: los tripulantes de los barcos a vapor del ro Magdalena. (1850-1930) , 1-2211 9Es el caso, por ejemplo, de Jos Mara Samper en su relato De Honda a Cartagena y de Jos Joaqun Borda enSeis horas en champn, relatos que sern analizados en el captulo 2.
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siglo XIX segua siendo sumamente difcil controlar el tiempo de los remeros, hacer que
sometieran su ritmo de trabajo a los horarios fijos deseados por comerciantes y viajeros. 120En un
perodo en el que la indolencia, la indisciplina y la resistencia al trabajo de las poblaciones
recientemente liberadas se vieron como obstculos para el desarrollo econmico y el progreso delas regiones nacionales, los bogas fueron retratados frecuentemente como seres indolentes,
borrachos y descontrolados, entregados a disfrutar su da a da, y sin ninguna conciencia o
preocupacin por el porvenir individual o colectivo121.
Como se ha visto en las anteriores pginas, en la segunda mitad del siglo XIX los
afrodescendientes habitantes de las zonas andinas del Cauca, del ro Magdalena y de los ros de la
costa Pacfica fueron vistos con inquietud y preocupacin por parte de las lites econmicas e
intelectuales de la nacin. En la regin andina del estado del Cauca, en donde los negros y
mulatos participaban desde dcadas atrs en las acciones militares de los ejrcitos liberales, los
exesclavos y sus descendientes fueron vistos con temor y desconfianza, como seres belicosos
dispuestos a unirse a los bandos militares slo con la promesa de un botn; como seres que en
muchos casos preferan vivir en los montes y en los bosques, atacando y robando a los blancos,
que servir como brazos de trabajo en las haciendas y tierras de sus antiguos amos. En los ros
de la costa Pacfica y en las tierras bajas del ro Magdalena, lugares en donde los
afrodescendientes libres llevaban a cabo una variedad de actividades econmicas sin sometersergidamente a los horarios, los parmetros laborales y la vigilancia continua de capataces blancos
o mestizos, prim la visin preocupada de los negros y zambos como seres indolentes e
indisciplinados, proclives a la pereza y al desorden, entregados viciosamente a una nueva
libertad mal utilizada y negados a trabajar en pro del progreso nacional.
Las siguientes pginas de este trabajo arrojan luz sobre la manera en que las imgenes literarias
de Mara y de los textos del Museo de Cuadros de Costumbres se articulan con el contexto
ideolgico y social de las dcadas posesclavistas y con las preocupaciones que envolvan en esteperodo a los negros, mulatos y zambos como ciudadanos libres de la nacin.
12 0Sergio Paolo Solano, Puertos, sociedad y conflictos, 40.12 1Estas imgenes se vern en el segundo captulo de este trabajo.
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I. Sumisin y autoridad, jerarqua y armona: los esclavos y los negros liberados en
Marade Jorge Isaacs
Manuel Zapata Olivella, reconocido escritor y representante de la literatura negra en Colombia,
afirm alguna vez que laMara de Jorge Isaacs poda ser considerada la primera novela negra de
Amrica.122Esta afirmacin, sin duda sorprendente al pensar en Isaacs como un miembro de la
clase hacendada y esclavista del Valle del Cauca, no carece, sin embargo, de fundamentos. Como
seala Daro Henao, en esta novela colombiana, antes que en cualquier otra novela fundacional
del siglo XIX, se erigi a los negros como personajes importantes y a sus formas de vida como
12 2Zapata Olivella, Manuel, Mara: testimonio vigente del romanticismo americano citado por Daro Henao en Elmundo de Nay y Esther , 176.
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temtica. 123 En un siglo en el que las narrativas oficiales invisibilizaron y excluyeron
permanentemente a los negros, mulatos y zambos de los relatos fundacionales, Mara les dio una
visibilidad excepcional, otorgndoles un rostro y un nombre, plasmndolos en sus pginas como
parte fundamental del mosaico social caucano e, inclusive, convirtindolos en protagonistas dehistorias conmovedoras.124 Esa visibilidad inusitada es la que hace de esta novela fundacional una
fuente profundamente iluminadora e interesante para explorar la representacin de los exesclavos
y sus descendientes en la segunda mitad del siglo XIX colombiano.
El presente captulo analiza las imgenes de los personajes esclavos de la hacienda y de Nay, la
esclava liberada, en Mara. El captulo sostiene que las imgenes construidas por Isaacs estn
estrechamente articuladas con el contexto de conflicto social y racial que vive el Cauca andino en
la segunda mitad del siglo XIX y con el contexto intelectual de construccin de nacin del
perodo: estn articuladas, por una parte, con las preocupaciones y temores que envuelven a las
poblaciones negras de esta regin en las mentes de las lites locales y nacionales, y por otra, con
la necesidad, en un contexto de fundacin nacional, de crear imaginarios colectivos en los que la
unidad y la armona social sean posibles a pesar de las diferencias polticas, culturales o raciales.
El captulo muestra, en primer lugar, que en las imgenes de la esclavitud y de los esclavos en
Mara se tejen dos importantes construcciones ideolgicas fundacionales: el mito de la armona
racial y la metfora de la nacin como familia; construcciones que permiten una incorporacinpositiva de los negros a los proyectos nacionales, pero que a la vez legitiman y naturalizan su
inferiorizacin y subordinacin. En segundo lugar, el captulo muestra que en la representacin de
Nay, la princesa africana esclavizada convertida en aya libre de Efran, se ilumina la mirada
civilizadora de los proyectos de construccin de nacin, as como las contradicciones en torno a la
inclusin de los negros como ciudadanos libres y de sus culturas como parte de la identidad
nacional: las tensiones entre la exaltacin de su libertad y la naturalizacin de su servidumbre,
entre el reconocimiento de su pasado africano y el desconocimiento de las creencias, prcticas y
expresiones culturales legadas por ese pasado.
12 3Daro Henao, El mundo de Nay y Esther, 176.12 4 Como resalta Alfonso Mnera Mara es la nica de las novelas representativas del siglo XIX colombiano quetiene la voluntad explcita de recrear la vida de una sociedad esclavista mientras la mayora de escritores de estapoca deciden escribir novelas y obras de teatro con person ajes indgenas y mestizos, en las cuales los negros estnausentes del todo. Mnera, Alfonso, Mara de Jorge Isaacs: la otra geograf a,Poligramas25, (2006): 49-60; 50.
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1.1 Los esclavos de la hacienda, el mito de la armona racial y la nacin como familia
Los esclavos entran a formar parte del mosaico social construido en Mara desde los primeros
captulos. En un primer momento aparecen slo por un instante, en la casa de la sierra en dondehabita la familia de Efran, levantando los manteles despus de la cena y rezando un Padre
Nuestro que los amos completan125. Unas pginas ms adelante obtenemos una imagen ms
cercana al verlos como trabajadores de las haciendas del padre de Efran. Las imgenes de estas
primeras pginas nos muestran una atmsfera agradable y amable, dentro de la cual amos y
esclavos se relacionan por medio de expresiones de respeto y cario. En estos escenarios no estn
presentes las imgenes de maltrato fsico, exceso de trabajo forzado o condiciones de vida
precarias que inundan las p ginas de novelas abolicionistas norteamericanas y latinoamericanas;
tampoco estn presentes los casos de cimarronaje, suicidio o intentos de rebelin que estudios
relacionados con la esclavitud en Colombia o el Cauca como los de Jaime Jaramillo Uribe o
Michael Taussig, han ido iluminando y reconstruyendo126. En las haciendas del padre de Efran
los esclavos estn bien presentados y se ven saludables. Los vnculos que los unen a sus amos,
ms que lazos de opresin, son vnculos de afecto y respeto:
Los esclavos, bien vestidos y contentos, hasta donde es posible estarlo en la servidumbre,eran sumisos y afectuosos para con su amo. Hall hombres a los que, nios poco antes, me
haban enseado a poner trampas a las chilacoas y guatines en la espesura de los bosques:sus padres y ellos volvieron a verme con inequvocas seales de placer. Solamente aPedro, el buen amigo y fiel ayo, no deba encontrarlo: l haba derramado lgrimas alcolocarme sobre el caballo el da de mi partida para Bogot, diciendo: amito mo, ya no tever ms. El corazn le avisaba que morira antes de mi regreso. 127
Entre Efran, su padre y los esclavos de la hacienda parece haber un vnculo que va ms all de la
atadura entre un dueo y su posesin o un jefe y su subalterno; hay un vnculo genuinamente
afectivo. El padre de Efran se preocupa por el bienestar no slo de sus esclavos, sino de las
esposas e hijos de stos: sin dejar de ser amo nos dice el narrador daba un trato carioso a sus
esclavos, se mostraba celoso por la buena conducta de sus esposas y acariciaba a los nios. 128 A
12 5Isaacs, Jorge,Mara (1867), edicin de Donald McGrady, (1986), Madrid: Ediciones Ctedra, 2007, 57.12 6 Jaramillo Uribe, Esclavos y Seores en la sociedad colombiana del siglo XVIII en Ensayos sobre HistoriaSocial Colombiana, Bogot: Universidad Naciona