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    F E L I P E IV M E C E N A SJ. H. ELLIOTTOriel Cottege, Oxford

    Este ano celebramos otro cuarto centenario, el de Felipe IV, aunque como era de esperar sehaya visto ensombrecido por el de su ms famoso compatriota, don Quijote. El prncipe FelipeDomenico Vctor naci en Valladolid el da 8 de abril de 1605, hijo primognito de Felipe III yMargarita de Austria. Subi al trono de Espaa, la Espaa del Quijote, el 31 de marzo de 1621,unos pocos das antes de cumplir diecisis aos, y falleci a los sesenta el 17 de septiembre de1 6 5 . Un reinado que com enz con grandes esperanzas de renovacin nacional, y cuyos analesregistraron una serie de victorias impresionantes durante sus dos primeras dcadas, acab cua-renta y cuatro aos despus en un clima de desengao, secuela de la prdida de Portugal y lasustitucin de Espaa por la Francia de Luis XIV como el poder dominante en Europa. En unacaricatura [Fig. 1], procedente de un manuscrito satrico de 1641 conservado en la Hispanic Societyof Amrica, vemos a Felipe como don Quijote partiendo en busca de venganza por la revueltade Portugal, acompaado por su valido y primer ministro, el Conde-Duque de Olivares, su fielSancho Punza..En un rem ado e n el que la ilusin demasiad o a m enu do tena q ue vrselas caraa cara con la realidad, la figura de don Quijote nunca andaba muy lejos.

    Hoy, sin embargo, no voy a hablar del Felipe IV que presidi las vicisitudes de una Espaaen declive, sino del mecenas Felipe IV, el monarca que presidi el Siglo de Oro de la literatura,el teatro y las artes en Espaa. En el Suplemento al Tesoro de la Lengua Castellana de Sebastinde Covarrubias, se puede leer bajo la entrada Mecenas-.Gran patrn de los bu eno s inge nios desu tiempo y ans favoreci mucho a Virgilio y a Horatio, de donde qued un modo de decirmuy usado y es llamar Maecenates a todos los hombres principalmente que favorecen la virtudy las letras.1 Es en esta acepcin ms bien general que debemos entender al monarca comomecenas. Felipe fue un gran patrn de los buenos ingenios de su tiempo, en el sentido deque fue la figura central en una corte donde las artes disfrutaban en especial del favor realy donde se daba por sentado que una constelacin de ingenios alrededor de la personadel monarca redundara en su gloria y proclamara sus virtudes. Adems, el rey era quizs elmayor coleccionista de pintura de su poca.2 Sin embargo, no era un mecenas en el sentidode que encargara obras para fomentar una forma de arte en particular, o para estimular lacreatividad y el desarrollo de un hombre de letras o artista, con la posible excepcin de Velz-1 Sebastin de Covarrubias,Suplemento alTesorode la lengua espa ola castellana,ed. Georgina D opico y JacquesLera, Madrid, Polifemo, 2001, pg. 373.2 Vase Jonathan Brown, Kings and Connoisseurs. Collecting Art in Seventeenth CenturyEurope, New Haven yLondres , Yale University Press, 1995.

    Actas del VII Congreso de la AISO, 2006,43 59ISO. Actas VII (2005). John H. ELLIOTT. Felipe IV, mecenas

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    FelipeTV mecenas 45quez.3 Ms bien, protega con su manto a aquellos dedicados a las artes que, por un motivo uotro, eran atrados a la rbita de su real presencia, y procuraba encarnar en su propia personael cultivado inters en las artes de la paz que se esperaba de los prncipes y los miembros dela lite gobernante en la Europa de entonces.Por fortuna, su propio temperamento e inclinaciones le hacan idneo para este papel, algoque tambin se puede decir de su rival en el mercado internacional del arte, Carlos I de Inglaterra,cuya visita a Madrid en 1623 cuando an era Prncipe de Gales contribuy a abrirle los ojos aFelipe, entonces un joven de dieciocho aos, acerca de lo que significaba ser un prncipe cultivado.4Podemos hacernos una idea de su educacin y de la formacin de sus gustos por los comentarioscontemporneos, e incluso mejor an con lo que el propio Felipe nos cuenta de su preparacinpara el exaltado p ape l de mo narca en el pr logo a su traducci n d e los libros VIII y EX de laHistoria de Italia de Guicciardini, emprendida a principios de la dcada de 1630.5En una carta escrita en diciembre de 1628 en el curso de su visita a Madrid, Rubens escribidel rey: Parece tener placer extremo en la pintura. 6 Cuando era prncipe, recibi lecciones de sumaestro de dibujo, Juan Bautista Mano, y segn Lope de Vega, el Rey, nuestro Seor ... supo,y ejerci el Arte de la pintura en sus tiernos aos.7 Un retrato que le hizo justo despus de sumuerte un pintor sevillano, Juan Martnez de Gradilla, muestra a Felipe como protector de las artes,con los atributos del dibujo a su izquierda y de la pintura a su derecha [Fig. 2], La inscripcin reza:Fui con tal gusto en mi grei / de tal arte profesor / que entre la una y otra lei / por ser sin dudapintor / aun dexara de ser rei.8 Esto es sin duda ir demasiado lejos, pero Jusepe Martnez, en susDiscursos practicables del nobilsimo arte de la pintura, nos dice qu e el rey manifest su nim o einclinacin a todas las artes liberales, pero en particular se seal en la pintura. 9Felipe tambin tena un gran inters por la msica. Recibi instruccin en teora y ejecucinmusical por parte del compositor flamenco de la Capilla Real, el Maestro Capitn Mateo Romero,con quien l y sus hermanos se encontraban para formar un pequeo grupo de msica de c-mara. l mismo compona y diriga sus propias obras, y se reserv una sala en el Alczar parasus libros de msica e instrumentos.10 La aficin de su corte a la msica era un reflejo de losgustos del propio rey.Sabemos poco de los inicios de la formacin acadmica del rey, aunque ms tarde Olivaresobservara con cierto desdn: aunque no le ensearon mucho latn fue algo.11 En este punto

    3 Vase Javier Ports Prez, El me cenazg o d e la noble za en Madrid dura nte e l siglo XVIfc, en El Madrid deVelzquez y Caldern. Villa y Corte en el siglo XVI. 1. Estudios histricos,ed. Miguel Moran y Bernard o J. Garca,Madrid, Yale University Press/Museo Nacional del Prado, 2000, pg. 185.4 Vase Jonathan Brown y Joh n Elliott, The Sale ofthe Century. A rtisticRelationsBetween Spain and GreatBritain,1604-1655, New Haven y Londres, Yale University Press, 2002.5 Vanse J. H. Elliott, The Count-Duke ofOlivares. The Statesman in an Age of Decline, New Haven y Londres,Yale University Press, 1986, pgs. 169-78; Jonathan Brown y J. H. Elliott, A Palace for a King. The Buen Retiro andthe Court of Philip IV (2a ed.), New Haven y Londres, Yale University Press, 2003, pgs. 40-42; Cartas de Sor Marade Agreda, ed. Carlos Seco Serrano, Madrid, BAE, 108-09, Madrid, Atlas, 1958, vol. 2, apndice II (Autosemblanza deFelipe IV); John H. Elliott y Jos F. de la Pea,Memorialesy Cartas del Conde Duque de Olivares, 2tomos, Madrid,Alfaguara, 1978-81, vol. 2, doc. Xlla.6 Ruth Saunders Magurn, The letters of Peter Paul Rubens, Cambridge, Mass., Harvard University Press, 1955,carta 180, pg. 292.7 Citado p or H ilary Macartney, Sir William Stirling Maxwell: Scholar of Spanish Art>,Espacio, Tiempo, Fortuna,Serie VII, Historia del Arte, 12 (1999), pgs. 287-316, en la pg. 312.8 Hilary Macartney, The Nobility of Art: The Seville Academy F ounded by Murillo and a Portrait of Philip IV atPollok House,Journal of the Scottish Societyfor A rt History 4 (1999), pgs. 48-56.9 Citado en Javier Ports, Pintura y pensamiento en la Espaa de Lope de Vega,Hondarribia-Guipzcoa, Nerea,1999, pg.66 .10 Louise K. Stein, Songs of Morais, Dialogues of the G ods. Music and Theatre in Seventeenth-Century Spain,Oxford, Oxford University Press, 1993, pg. 93; Brown y Elliott, A Palacefor a King, pg. 46; Gareth A. Davies,A Poetat Court:Antonio Hurtado de Mendoza, Oxford, Dolphin, pg. 196; Ports,Pintura y pensamiento, pg. 66.11 Elliott y La Pea,Memoriales y cartas,vo. 2, pg. 82.

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    FelipeIV mecenas 47habla la lengua francesa, entiende la italiana y la portuguesa como el castellano, y ya que comoun particular no le es lcito salir a otras provincias ha dado vuelta entera a todas las de Espaacon particular atencin y observacin.

    Estas observaciones son once aos posteriores a la subida al trono de Felipe, un perodo duranteel cual el Conde-Duque llev a cabo un esfuerzo coordinado para llenar las lagunas de la educacindel rey y convertirlo en un autntico modelo de monarca cultivado, preparado para gobernar unpas que haba de gozar de la supremaca sobre los estados de Europa tanto en las artes de la pazcomo en las de la guerra. Olivares, producto de Salamanca y extravagante mecenas de hombres deletras en su Sevilla natal, llev consigo a la corte de Madrid su elevado concepto de la importanciadel mecenazgo y del boato espectacular. Tambin llev consigo, o pronto se le unieron en la corte,algunos paisanos sevillanos que se haban labrado una reputacin por su erudicin o su talento ar-tstico o literario. stos incluan al poeta y pintor Juan de Juregui,12 al poeta Francisco de Calatayud,y al poeta y erudito Francisco de Rioja, quien, en calidad de bibliotecario de Olivares y despustambin del mismo rey, hara una importante contribucin a la vida artstica y literaria de la corteen las dcadas de 1620 y 1630.

    13 Como es bien conocido, entre estos sevillanos tambin se hallabael joven Diego de Velzquez. Con el apoyo y la proteccin de Olivares, y de un paisano sevillano,el sumiller de cortina, don Juan de Fonseca y Figueroa, el artista consigui su primer empleo enpalacio, como ujier de cmara, en marzo de 1623, y fue nombrado pintor del rey en octubre deese mismo ao.14 Madrid fue tomado al asalto por Sevilla en estos aos iniciales del reinado.

    Olivares, uno de los grandes biblifilos de la poca, senta un inters apasionado por los librosy la erudicin, e intent contagiar su entusiasmo al joven rey. No sabemos qu ocurri entre am-bos hombres cuando el valido se propuso cultivar la mente de su real seor, pero sus esfuerzostuvieron el efecto deseado sobre un joven al principio perezoso. El propio Felipe nos cuenta enel prlogo a su traduccin de Guicciardini cmo emprendi la tarea de superarse a s mismo, nollegando a decir qu s, sino que voy sabiendo, desnudndome de la divinidad por afectar msla filosofa y moderacin y sobre todo la rectitud y verdad. Empez su programa de lecturas conhistoria, de las que proporciona una larga lista: historias de Castilla y Espaa y de entrambasIndias, los grandes historiadores romanos, Salustio, Tito Livio, y Tcito, las historias de Francia,Alemania y el cisma de Inglaterra.

    Fuera de esto, me pareci tambin leer diversos libros de todas lenguas, y traducciones de profesionesy artes, que despertasen y saboreasen el gusto de las buenas letras... Para esto, estudi tambin, conmucha particularidad y noticias generales de historia, la geografa... y aunque algunos de estos libros lems por entretenimiento que por otra razn, con todo eso, no dejan de causar noticias dignas de leersey entretienen algn rato; que es preciso buscar el divertimiento donde hay poco en que divertirse porel continuado de trabajo y obligaciones.El rey acaba este prlogo revelador insistiendo en la importancia de las armas, por un lado, y delas buenas letras, estudios y artes, por otro, pues estos dos polos son los que gobiernan todo elmovimiento de las monarquas y los fundamentos en que estriban, pues juntas entre s hacen unamuy importante consonancia, ayudndose y dndose la mano en cuanto se ofrece.15El hbito del rey de dedicarse a la asidua lectura de obras de historia se ve confirmado poruna nota escrita en 1627 por Antonio Hurtado de Mendoza: su Magestad acostumbra leer todas

    12 Vase Jos Jordn de Urres y Azara,Biografay estudio critico de Juregui, Madrid, Sucesores de Rivadeneyra,1899.13 Vase Elliott, The Count-Duke, pgs. 20-26, 171-77. Sobre la carrera de Rioja, vase Cayetano Alberto de laBarrera y Leirado, Poesas de Don Francisco de Rioja, Madrid, 1867, y la explicacin de Begoa Lpez Bueno en suedicin de Francisco de Rioja, Poesa,Madrid, Ctedra, 1984.14 Brown y Elliott, A Place,pp . 43-45; y para los nom bramientos de V elzquez en la corte vase FelicianoBarrios, Diego Velzquez: sus oficios palatinos, en Velzquez en la corte de Felipe IV , ed. Carmen Iglesias, AlfonsoPrez Snchez, Madrid, Fundacin Santander Central Hispano, 2003.15 BAE,vol. 109, apndice II.

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    48 J. H. Emen-tas noches las historias de Castilla y estrangeras por havrselo suplicado ans de los principios desu felizssimo reynado el Conde Duque de San Lcar.16 Seis aos despus, en una carta del 25de febrero de 1633 al cardenal Barberini, el nuncio papal cuenta que se retiraba cada da despusde la cena para leer durante dos horas en la biblioteca privada que por entonces estaba reuniendo. 17

    A diferencia de la biblioteca real creada por el abuelo de Felipe IV en El Escorial, esta bi-blioteca, conocida como la Librera de la Torre Alta del Alczar, era en gran medida la bibliotecapersonal del rey, una biblioteca de trabajo ms bien que la biblioteca de un biblifilo como ladel Conde-Duque. Compuesta de unos 2.200 volmenes, es el tema de un reciente e imponenteestudio del profesor Fernando Bouza.18 Su investigacin se basa en el inventario que en 1637hizo de la biblioteca Francisco de Rioja en calidad de bibliotecario real, y el profesor Bouza haidentificado y catalogado los contenidos, localizando alrededor de un tercio de los libros del reyen la actual Biblioteca Nacional.El problema, naturalmente, es saber en qu medida los libros incluidos en el inventario permi-ten hacernos una idea de los gustos personales del rey, y hasta qu punto reflejan las sugerencias

    del Conde-Duque y Rioja sobre lo que debera estar leyendo. La carta escrita por el nuncio papalen 1633, por ejemplo, dice que la biblioteca anda escasa de libros italianos, difciles de encontraren Madrid, y sugiere que el cardenal Barberini debera enviar como regalo de Roma los libros deuna lista de desiderata que redactaba el bibliotecario real. No obstante, incluso aunque la seleccinfuera llevada a cabo por Rioja, la biblioteca de obras en castellano, francs e italiano que en aquelmomento se estaba reuniendo consista de libros que Felipe lea por instruccin o placer, o quese consideraba oportuno que tuviera a mano.Catalogada por Rioja en cuarenta divisiones, la biblioteca, como era de esperar por los pro-pios comentarios del rey sobre sus lecturas, estaba muy bien nutrida de obras de historia, quede una forma u otra representaban diecisiete de los cuarenta encabezamientos. Adems, haba79 entradas bajo el encabezamiento -Gobierno y Estado, incluidos Los seis libros de las Polticas de

    Justo Lipsio, 164 libros de devocin y piedad, 78 relativos a Filosofa Natural y Moral y Racional,39 sobre arquitectura, pintura, escultura y medallas, y no menos de 114 obras de poetas espaoles.Tambin haba un encabezamiento, Libros varios de diversas lenguas, compuesto de 245 ttulosque abarcaban una variedad de temas que iban desde las obras de ficcin a los libros sobre losmodales cortesanos.Los escritores del Siglo de Oro estn bien representados. El Qu ijote,sorprendentem ente, no figuraen la lista, pero Cervantes aparece con sus Novelas ejemplares y Persiles y Segismunda. Lazarillode formes, G uzmn de Alfarache y La picara Justina de Lpez de beda estn all. Tambin seencuentran las Soledades de Gngora, y la edicin de sus obras completas de 1633, junto con unnmero enorme de obras de Lope de Vega. No cabe duda de que lo que el rey no poda verde Lope en el escenario lo poda leer en su biblioteca. No hay nada, sin embargo, de Tirso de

    Molina ni de Vlez de Guevara, ni por cierto de Caldern, aunque en su caso el inventario quizfue redactado demasiado pronto.He hecho hincapi en la educacin y el programa de lecturas del joven Felipe IV porque nosda una idea del tipo de prncipe que se estaba formando bajo la tutela de Olivares hacia 1633-34,cuando el valido le estaba construyendo el palacio de recreo del Buen Retiro en las afueras deMadrid. Ya cercano a los treinta aos, el rey no slo haba heredado el buen ojo de los Habsburgopara la pintura y las obras de arte, sino que adems gracias al trato con Rubens y la observacin16 Citado por Fernando Bouza, Corre manu scrito. Historia cultural del siglo de oro, Madrid, Pons, 2001, pgs.305-06.17 Biblioteca Apostlica Vaticana, BarbXat. 8386, fols. 57-59, Mgr. Monti a Francesco Barberini, 25 de febrero de1633; vase tambin Brown y Elliott, A Palacefor a King,pg. 41.18 Fernando Bouza lvarez, El libro y el cetro. La biblioteca de Felipe IV en la TorreAlta del Alczar de MadridMadrid, Instituto de Historia del Libro, 2005.

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    Felipe IV, mecenas 49casi diaria de su trabajo en su estudio del Alczar durante la estancia del artista en Madrid en1628-29, se estaba convirtiendo en un autntico experto, con un gusto cada vez mayor por lasobras de los grandes pintores venecianos, especialmente Tiziano, cuyas obras estaban tan bienrepresentadas en la coleccin real.19Desde sus aos mozos tambin mostr su pasin por el teatro, asistiendo de incgnito, como esbien sabido, a las representaciones de comedias en los corrales de Madrid.20 El gusto por el teatrocortesano se haba desarrollado durante el reinado de su padre, y Felipe como rey lo adopt conentusiasmo, patrocinando con su presencia las tres espectaculares producciones puestas en escenaen Aranjuez en 1622, incluida la de La gloria de Niquea del Conde de Villamediana. Durante esadcada hubo numerosas representaciones en el Alczar, puestas en escena en el Saln Grande,tambin conocido como el Saln de Comedias.21 El cardenal Francesco Barberini, por ejemplo, viovarias comedias en el Alczar durante su visita a Madrid en l62, aunque la nica descrita en eldiario de la visita llevado por Cassiano dal Pozzo, publicado por completo hace poco por primeravez, fue una obra que se ha atribuido a Luis Belmonte Bermdez sobre el Archiduque Alberto yla defensa de Lisboa contra el ataque ingls de 1589.22 El gusto del rey por las obras de Lope deVega es evidente por el nmero de ellas que se puede encontrar en las estanteras de su biblioteca,pero tambin parece haber adquirido un particular entusiasmo por las comedias de Jernimo deVillaizn, cuyo Sufrir ms por querer ms fue representado durante algn tiempo, por orden real,slo en palacio y no en los corrales. Villaizn se vio favorecido, segn palabras de Lope, por elvoto singular del Sol Felipe.23

    Lo anterior podra sugerir que el gusto personal del rey se empezaba a imponer en una cortedonde, en los primeros aos, prosperaban aquellos poetas y dramaturgos que se dirigan con xitoa Olivares en busca de proteccin y ascensos. En los principios del reinado todos se apresuraronnaturalmente a saludar el nuevo rgimen. Siglo de Oro es para Espaa el reinado del rey nuestroseor Felipe IV, prometiendo tan felices principios prsperos fines, escribi ese publicista pro-fesional, Andrs Almansa y Mendoza, en una carta del 31 de agosto de 1621.24 Aqullos que yahaban gozado de la proteccin de Olivares en Sevilla estaban bien colocados para disfrutar delsol del favor del nuevo monarca, pero para algunos la transicin del anterior rgimen al nuevono iba a resultar tan fcil.Quevedo, como protegido del cado en desgracia Duque de Osuna y desterrado a La Torre deJuan Abad, se vio en un precario equilibrio entre la esperanza y la desesperacin con la subidaal trono de Felipe en 1621. Su referencia al nuevo valido en los Grandes Anales de Quince Dasera lacnica y cautelosa, pero dedic a Olivares la parte I de la Poltica de Dios, y poco a pocose abri camino hasta alcanzar un puesto, un tanto incmodo, entre el grupo de escritores que elvalido estaba formando en la corte.25 Otro escritor que logr hacer la transicin fue Antonio Hurtado Sobre Rubens en Madrid, vase Alexander Vergara, Rubens and His Spanish Patrons, Cambridge, CambridgeUniversity Press, 1999, cap. 3.20 Jos Deleito y Piuela, El rey se divierte, 3* ed., Madrid, Espasa Calpe, 1964, pg. 148.21 Para el teatro en la corte durante el reinado de Felipe IV,vase especialmente N. D. Shergold, A History o fthe Spanish Stage from Medieval Times until the end of the Seventeenth Century, Oxford, Clarendon, 1967, cap. 10, yMelveena McKendrick, Theatre in Spain, 1490-1700, Cambridge, Cambridge University Press, 1989, cap. 8.22 Cassiano de l Pozzo, El diario de l viaje a Espaa de l Cardenal Francesco Barberini, ed . Alessandra Anselmiy Ana Minguito, Madrid, Aranjuez, 2004. Vase, pg. 265 de la traduccin castellana por Ana Minguito en la edicinbilinge.23 Davies, A Poet a t Court, pgs. 57-9; Victor Dixon, Apuntes sobre la vida y obra de Jernimo de Villaizn yGarcs,Hispanfila 13 (1961), pgs.5-22.24 Andrs deAlmansa y Mendoza, Obra periodstica, ed . Henry Ettinghausen y Manuel Borrego, Madrid, Castalia,

    2001, pg. 198.25 Henry Ettinghausen, Quevedo ante do s hitos en la historia de su tiempo: el cambio de rgimen de 1621 ylas rebeliones de catalanes y portugueses de 1640, en Quevedo a nueva luz: escritura y poltica, ed. La Schwartz yAntonio Carreta, Mlaga, Universidad de Mlaga, 1997; vase tambin J. H. Elliott, Spain and its World, 1500-1700,

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    de Mendoza, quien, a pesar de haber sido el protegido del hijo del duque de Lerma, el conde deSaldaa, obtuvo el favor de Olivares, alcanz un nombramiento en la casa real a los dos mesesde la subida al trono del nuevo rey, y prosigui con una triunfante carrera como dramaturgo ypoeta de la corte de Felipe IV.26 Luis Vlez de Guevara, otro miembro de la Academia del condede Saldaa, tambin consigui sobrevivir a la cada de la casa de Sandoval, y se metamorfose conxito en una de las hechuras del Conde-Duque.27 Otros fueron menos hbiles, o tuvieron menossuerte. Tirso de Molina top con la Junta de Reformacin,28 y Gngora, pese a todos sus esfuerzos,y a pesar de recibir mercedes del nuevo rgimen, sigui siendo un hombre decepcionado.29Ayer, escriba Gngora en una carta del 25 de noviembre de 1625, di el enhorabuena alConde-Duque de San Lcar. Sal con dos abrazos suyos, que los compran muchos que los vie-ron.30 Ganar y conservar el favor de Olivares era tarea difcil, y el grupo de escritores reunido enla corte en la dcada de 1620 estaba formado en gran medida por hombres de Olivares. ste losvaloraba por su talento y necesitaba sus servicios para que le ayudaran a alcanzar sus objetivos.Por medio de la creacin en Madrid de la corte ms creativa y brillante de Europa exaltara lareputacin de Espaa y su monarca. Los poetas, escritores y artistas de la corte proclamaran einmortalizaran las virtudes y los logros del rey planeta, y defenderan su propio rgimen de losataques de sus enemigos.No he sido capaz de descubrir quin fue el primero al que se le ocurri el concepto dellamar a Felipe el rey planeta, siendo el rey el cuarto de los Felipes, y el sol el cuarto de losastros, ni cundo el trmino fue empleado por primera vez. En La nueva victoria de Don Gonzalode Crdoba, escrita en 1622, Lope de Vega saluda a Felipe, como sol que va saliendo, / y estosnublados viles esparciendo....31 Tirso usa el trmino el planeta real en Tanto es lo de ms comolo de menos, pero no hay certeza de si estas palabras datan de 1623 o de una revisin de la obrados o tres aos despus.32 En cualquier caso, el ttulo qued establecido en algn momento du-rante los primeros aos del reinado, y resume perfectamente la imagen del monarca que Olivaresquera transmitir. Sus implicaciones se exponen en uno de los dilogos de las Tardes del Alczar,escritas por el sevillano Juan de Robles hacia 1631 y dedicadas al Conde-Duque: ... el Rei esverdaderamente un Sol: no solo por lo nico, que quiso significar Augusto en la empresa de susmonedas, i por la superioridad que este planeta tiene a los dems, sino tambin por lo til desus efectos, de criar, i engendrar, i alumbrar, i calentar, i hazer otros diversos beneficios, i regaloscomunes a todas las criaturas.33A medida que desarrollaba sus propios intereses literarios y artsticos, Felipe encarn este pa-pel sin esfuerzo, contemplando con deleite su reflejo en los elogios del crculo de ingenios de lacorte con que le haba rodeado su valido y proporcionndoles a su vez el calor de su favor. Lainauguracin del Palacio del Buen Retiro en diciembre de 1633 le permiti representar su papelNew Haven y Londres, Yale University Press, 1989, cap. 9 (Quevedo and the Conde-Duque de Olivares) acerca delas incmodas relaciones de Quevedo con el rgimen.26 Vase Davies, A Poet a t Court, pgs. 26-30 sobre la transicin deMendoza de l viejo al nuevo rgimen.27 Ruth LeeKennedy, Studies in Tirso, I: T he Dramatist and bis Competitors, 1620-26, Chapel HU,North CarolinaUniversity Press, 1974,pgs. 219-23. Sobre laAcademia de Saldaa, vase Jos Snchez, Academias literarias de l siglode or o espaol, Madrid, Gredos, 1961,pgs. 36-46.28 ngel Gonzlez Patencia, Quevedo, Tirso y las comedias ante la Junta de Reformacin, Boletn de la RealAcademia Espaola 25 (1946), pgs. 43-84; Kennedy, Studies in Tirso,cap. 2.29 Robert Jammes, tudes su r l oeuvre potique de Don Luis de Gngora y Argote, Bordeaux, Fret, 1967,pg.346.30 Luis de Gngora y Argote, Obras completas, ed . Juan Mill y Gimnez e Isabel Mil y Gimnez, Madrid,Aguilar, 1943, Epistolario, carta 122 (a Cristbal de Heredia, 25 de noviembre de 1625).31 Obras de Lope de Vega (BAE,tomo 233), pg. 337.

    32 Sobre losproblemas de datacin de esta obra, vaseJ. C. J. Metford, Tirso de Molina and the Conde-Duquede Olivares, Bulletin of Hispanic Studies 36 (1959), pgs. 15-17; vase tambin Kennedy, Studies in Tirso,p g. 253.33 Juan de Robles, Tardes del Alczar. Doctrina para el perfecto vasallo, ed . Miguel Romero Martnez, Sevilla,Diputacin Provincial, 1948, pg. 48.

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    FelipeTV mecenas 51del Rey Planeta con el estreno de un nuevo escenario ms amplio que las un tanto apretujadasdependencias del Alczar.Dado que ya he tratado por extenso, en colaboracin con Jonathan Brown, la historia delnuevo palacio, en esta ocasin me limitar a destacar aquellos aspectos especialmente relacionadoscon el papel de Felipe como mecenas real. En primer lugar, pienso que hay que resaltar que elplan y la construccin del palacio guardan una estrecha relacin temporal con los designios deOlivares para da crianza de la juventud espaola, esbozados en sus memoriales de 1632 y 1635.A lo largo de toda su carrera poltica el Conde-Duque estuvo preocupado por lo que llamaba 4afalta de cabezas, y juzgaba la educacin como la nica solucin efectiva. La crianza de la ju-ventud espaola, en primer lugar de la nobleza della, comienza su memorial de 1632, consideropor el principal punto de gobierno y por la cosa que a los ojos del mundo hoy ms necesita deremedio.34Su solucin fue prop one r la creacin de u na serie de academias p ara los hijos d e lanobleza, comenzando por la misma corte. El rey proporcionaba el perfecto modelo de conducta,y el nuevo palacio, con sus espaciosas instalaciones para los ejercicios ecuestres, haba de ofrecerel escenario ideal para la educacin de la nueva generacin, empezando por el propio hijo delrey, Baltasar Carlos, a quien Velzquez retratara cuatro o cinco aos despus en el transcurso deuna leccin de equitacin en el Buen Retiro.

    El nuevo palacio tambin haba de proporcionar un escenario para el cultivo del espritu. Aqu,bajo la benigna proteccin del monarca, los poetas e ingenios de la corte tenan la posibilidad decompetir en ingenio y exhibir sus talentos. Se trataba, naturalmente, de la continuacin de unatradicin ya arraigada por aquel entonces. Las academias de una clase u otra eran un rasgo de lavida de Madrid desde haca largo tiempo, y algunas de ellas se reunan a la sombra de palacio.En los primeros aos del reinado, un grupo de poetas, los repentistas, disfrutaron del favor delrey, quien tambin hizo una visita en la primavera de 1622 a la Academia de Madrid, dirigida ala sazn por el doctor Sebastin Francisco de Medrano, y que despus se trasladara a la casade Francisco de Mendoza, secretario del cuado de Olivares, el conde de Monterrey.35 El nuevopalacio inspir una antologa de elogios en verso, coleccionados y publicados por Diego de Cova-rrubias in 1635,36 y proporcion el escenario para certmenes literarios bajo el mecenazgo real. Enel concepto de Salas Barbadillo, Coronas del Parnaso, publicadas aquel mismo ao, leemos cmoApolo, o Felipe IV, aquel... mayor luminaria del cielo... Prncipe erudito del immortal imperiode las Ciencias, y Artes... determin fundar una escuela, donde todos los eminentes en qualquiergnero de utilidad, ya til, ya deleytosa, y principalmente los profesores de Potica... acudiesena honrados grados, y se coronassen de sagrados y vencedores laureles.... Es significativo que elautor prosiga con la descripcin de cmo Apolo encarg que se hiciera una gran estatua ecuestrede bronce del generoso Guzmn del Espaol Mecenas, despus trada en procesin en un carrotriunfal.37 La figura tan maciza del Conde-Duque nunca andaba demasiado lejos.

    En las grandes fiestas organizadas en el Retiro en febrero de 1637 para celebrar la eleccindel cuado de Felipe como Rey de los Romanos, el Monte Parnaso de Salas Barbadillo cobr vidasobre el escenario en el Saln de Reinos gracias al escengrafo florentino Cosimo Lotti, famosopor sus espectaculares producciones de comedias de tramoyas en el palacio y sus jardines. Apolocantaba poesas acompaado de su lira y escuchaba a los poetas reunidos que recitaban sus propiascomposiciones. Luis Vlez de Guevara presida esta Academia burlesca a La Majestad de Felipe IVel Grande; Antonio Hurtado de Mendoza era uno de los jueces; y todo el acontecimiento, con34 Elliott y de LaPea, Memoriales y cartas, 2, doc.Xllb, pg. 87.35 Kennedy, Studies in Tirso, pgs. 66-7; Snchez, Academias literarias, pgs. 49-56; Davies, A Poet at Court,pg.60.36 Elogios al palacio real de l Buen Retiro, Madrid, 1635 (ed. facsmil, Valencia, Talleres de Tip. Moderna, 1940).37 Alonso Gernimo de Salas Barbadillo, Coronas de l Parnaso y platos de las musas, Madrid, 1635,fols. 1-2 y19-21v.; vase tambin ahora sobre Salas Barbadlo, Enrique Garca Santo-Toms, Espacio urbano y creacin literariaen el Madrid de Felipe TV Madrid, Iberoamericana, 2004, especialmente pgs. 66-72.

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    sus alusiones a las personalidades de la corte, ofreci la ocasin para una exhibicin de ingenioms bien penoso.38A pesar de todo el entretenimiento proporcionado por estos pasatiempos literarios, fue sobre

    todo por medio de las producciones teatrales llevadas a escena en el palacio y sus jardines con loqu e el Retiro realiz su contribucin ms significativa a la vida cu ltural de la Espaa de Felipe IV.La existencia y el carcter del Retiro, como palacio de placer concebido para satisfacer los gustose intereses del rey y su corte, ejerci su parte de influencia, como en general se reconoce, sobrela direccin en que el teatro espaol se estaba moviendo. El nuevo palacio ofreca diversos lugaresidealmente apropiados para la pompa y los espectculos fastuosos: varias plazas, especialmente laPlaza Grande; el coso del Prado Alto de San Jernimo; el estanque grande con sus canales, que seusaban para las festividades acuticas y para las producciones teatrales en la isla central; la gran salade palacio, el Saln de Reinos, que, adems de sus funciones ceremoniales y solemnes, tambin erautilizado para las producciones teatrales y para espectculos frivolos como la Academia Burlesca de1637; y el especialmente diseado teatro de palacio, el Coliseo, cuya construccin comenz en 1638.Las esplndidas instalaciones que ofreca el Retiro para la pompa y la mascarada eran idealespara las comedias de tramoyas, que tanto xito alcanzaron durante el reinado de Felipe IV. CosimoLotti era un brillante escengrafo, y el Coliseo estaba diseado con meticulosidad para incorporardecorados en perspectiva y maquinaria teatral capaz de producir los efectos ms espectaculares.Cosimo muri en 1643, pero, a peticin de Felipe, el Gran Duque de Toscana le envi en 1651 otroingeniero florentino, Baccio del Bianco, de cuya produccin de Andrmeda y Perseo de Caldernen el Coliseo en 1653 podemos hacernos una vaga idea a partir de los once dibujos enviados aViena como muestra del acontecimiento [Fig. 31 El xito de las producciones de Cosimo Lotti en ladcada de 1630 llev hacia 1640 al reacondicionamiento del Saln Grande del palacio del Alczar,a partir de entonces conocido como el Saln Dorado, de forma que fuera posible la incorporacinde maquinaria teatral y decorados en perspectiva. 39 No obstante, aunque el gusto del rey fomen-

    taba estas innovaciones italianas en el teatro de la corte, su favor no parece haberse ampliado alimportado gnero de la pera, a pesar del aparente xito de La selva sin amor de Lope en 1627.La convencin prevaleci, bajo la forma de un gnero hbrido de espectculo cortesano musicaldonde predominaba el dilogo hablado, y no sera hasta 1660, ya cerca del fin de reinado, cuandola pera volvera a hacer una aparicin irregular en la corte. 40Es sobre todo en las artes visuales, y principalmente en la pintura, donde los gustos y el me-cenazgo de Felipe IV tuvieron sus efectos ms decisivos y duraderos.41 A pesar de la construccindel Buen Retiro en la dcada de 1630, el de Felipe no fue un gran reinado en trminos de logrosarquitectnicos. El mismo Retiro se hizo a gran velocidad, y mientras que los espacios interioresestaban decorados lujosamente, el exterior de ladrillo fue considerado en general indigno de tanmagnfico rey. Otros proyectos de edificios reales fueron relativamente modestos. El rey tena elpabelln de caza, conocido como La Torre de la Parada, reconstruido en la dcada de 1630, ydurante la misma dcada Alonso Carbonel, el ms bien poco distinguido arquitecto del Retiro tanfavorecido por Olivares, emprendi la construccin de una casa de campo para el Cardenal Infante,la Casa de la Zarzuela. Ms significativa fue la construccin del esplndido Panten en El Escorial,diseado por el noble florentino Giovanni Battista Crescenzi, un pintor y arquitecto que goz de38 Brown yE lliott,A Palace,p g. 212;Snchez, Academias literarias,pgs. 134-57, basado en los textos publicadosen Alfred Morel-Fatio, L Espagneau XVIe et XVIIe sicle, Pars, 1878, pgs. 603-76; Davies, A Poet at Court, pg. 62.39 Steven N. Orso, Philip IV and the Decoration of the Alczar ofMadrid, Princeton, Princeton University Press,1986, cap. 3; Juan Vlez de Guevara, Lo s celos hacen estrellas, ed. J. E.Varey and N. D. Shergold, Londres, Tmesis,1970, pgs. Ix-lxii.40 Stein, Songs of Morais, especialmente pgs. 132-33 y201-05.41 Vase en particular Brown, Kings an d Connoisseurs, cap. 3, y su ensayo, Felipe IV como mecenas y colec-cionista, en El palacio del Rey Planeta. Felipe IVy el Buen Retiro, ed. Andrs beda de los Cobos, Madrid, Catlogode Exposicin, Museo de l Prado, 2005, pgs. 45-62.

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    El acto ms creativo de mecenazgo de todo el reinado de Felipe, a pesar de todo, fue a ojosde la posteridad, y con razn, su promocin de la carrera de Velzquez. ste se prolong desdeel momento del nombramiento del artista por Felipe como pintor del rey en 1623, a travs de laconcesin de un permiso para ampliar su conocimiento de gneros y estilos con un viaje a Italiaentre 1629 y 1631, hasta el ltimo y ms llamativo acto oficial de aprobacin real, el nombramientode Velzquez como caballero de Santiago en 1659, haciendo frente a una fuerte oposicin.

    Existen muchos misterios sobre la naturaleza de la relacin del rey con su artista predilecto. Sucompromiso permanente durante casi cuarenta aos con un hombre cuyo carcter lento y flemticodebi de ser una fuente constante de exasperacin puede ser considerado una prueba del juicioesttico de Felipe tanto como del genio de Velzquez. Al mismo tiempo, parece que se desarrollentre ambos hombres un vnculo personal, que reflejaba no slo la intimidad que puede llegar ahaber entre un artista y su modelo, sino tambin gustos y simpatas compartidos.El temprano contacto de Velzquez con la academia de Pacheco en Sevilla, su considerablebiblioteca personal, que contaba con 154 ttulos y, sobre todo, sus mismos cuadros dan testimoniode un artista que pensaba largo y tendido sobre la naturaleza del arte y la funcin del artista. Estole converta en una figura que se asociaba naturalmente con el crculo literario y erudito presididopor el rey, y que, como artista, era capaz de usar conceptos que su mecenas real comprenda yapreciaba. Un ejemplo est relacionado con el retrato ecuestre del rey que Velzquez pint parael Saln de Reinos [Fig. 5].48El retrato fue acogido en trminos convencionales como una imagen del poder real en lospoemas compuestos para celebrar la inauguracin del Saln de Reinos en 1635, y en la Silva to-pogrfica sobre el Buen Retiro del poeta portugus Manuel de Gallegos: -Si as le viera el belgaen la campaa / al Imperio de Espaa / se rindieran las turbas rebeladas. Es, sin embargo, evi-dentemente nico entre los retratos reales al mostrar un monarca de perfil, con slo un ojo visible[Fig. 6]. ste, me parece, podra ser un tpico concepto velazqueo. Francisco Pacheco, el suegrode Velzquez, cuenta en El arte de la pintura, cm o Apeles pint el retrato del rey Antg ono,que era ciego de un ojo, y por encubrir la falta lo hizo de medio perfil por la parte que no tenadefeto, para que lo que faltaba al rey no le descubriese su pintura. 49 Felipe IV, naturalmente, nopadeca tal defecto, pero el desafo de lograr un parecido de medio perfil podra haber atradoa un artista que se vea a s mismo, y era visto por Pacheco y otros, como el Apeles de Felipe.Resulta significativo que se cuente la misma historia del propio Alejandro y su eleccin del retratoque le hizo Apeles en la pieza de Caldern Darlo todo y no dar nada, de 1651: ... para q uequede al mundo este poltico ejemplo / de que ha de buscarse modo / de hablar a un rey contal tiento, / que ni disuene la voz, / ni lisonjee el silencio. Nadie sino Apeles puede / retratarmedesde hoy, siendo / pintor de cmara mo.50 Es acaso posible que Caldern, aparte de exponerdiscretamente una observacin poltica, estuviera rindiendo homenaje al mismo tiempo a su genialcolega, quien se encontraba en la misma relacin con el monarca en el dominio de las artes visualesque l en el dominio de las artes escnicas? Desde 1635 Caldern haba sido el dramaturgo oficialde palacio, y, como Velzquez, fue recompensado con una sucesin de mercedes: el hbito de laOrden de Santiago en 1636; una pensin en 1645; y finalmente, en 1663, un nombramiento comocapelln de honor del rey.51 El rey, el pintor y el dramaturgo se movan por igual en un mismo48 Vase John H. Elliott, Historia ymito en elSaln deReinos,en Historias inmortales, Madrid, Museo de lPrado,2002, pgs. 211-28.* Francisco Pacheco, El arte de la pintura, ed . Bonaventura Bassegoda i Hugas, Madrid, Ctedra, 1990,pg.146.50 Pedro Caldern de la Barca, Obras completas, tomo 1 {Dramas), ed. A. Valbuena Briones, 5a ed., Madrid,

    Aguilar, 1969,Acto I, pgs, 1027-028. Vase tambin Melveena McKendrick, Playing the King. Lope de Vega and theLimits of Conformity, Londres, Tmesis, 2000,pg. 12.51 Jos Mara Diez Bor que, Teatro de l siglo XVII: Lope de Vega y Caldern de la Barca, en Moran y Garca(eds.), El Madrid de Velzquez y Caldern, pgs. 293-94.

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    FelipeTV mecenas 59Un monarca envejecido, Felipe soportaba los reveses y humillaciones de los ltimos aos de sureinado con resignacin cristiana y fortaleza estoica. Ya ni siquiera estaba dispuesto a que Velzquezpintara su retrato; ...ha nueve aos, escriba en 1653, que no se ha hecho ninguno, y no meinclino a pasar por la flema de Velzquez, as por ella como por no verme ir envejeciendo. 52 Sinembargo, a pesar de que el historial poltico por el ao 1665, hacia el final de un largo reinado,era profundamente decepcionante, los logros culturales no lo eran. Jos Simn Daz calcul que elmecenazgo real de Felipe IV abarc 223 artistas y hombres de letras, frente a 76 durante el reinado,hay que reconocer ms breve, de su padre, y 66 durante el de Felipe II.53 Las estadsticas son sinduda toscas, y hubo escritores y artistas capaces que no consiguieron asegurarse el mecenazgoreal que se sentan legitimados a reclamar. Con todo, la inclusin de tantos hombres de genio otalento entre aquellos que disfrutaron al menos de una cierta medida de aprobacin y apoyo realsugiere que Felipe IV, con su sensibilidad hacia las artes, merece por derecho propio su posicincentral en la historia del Siglo de Oro espaol.Traduccin de Marta Balcells, revisada por el autor.

    52 Joaqun Prez Villanueva, Felipe TV y Luisa Enrquez Manrique de Lara, Condesa de Paredes de Nava. Unepistolario indito, Salamanca, Caja de Ahorros, 1986, carta xliv (8 de julio de 1653).55 Jos Simn Daz, Los escri tores-criados e n la poc a d e los Austria, Revista de la Universidad Complutense(1981), pgs. 169-78.