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    enero - febrero 2016

    SEGUNDAPOCA

    EDITORIAL

    Perry Anderson La casa de Sin

    ARTCULOS

    Ivn Szelnyi Capitalismos despus delcomunismo

    Walter Benjamin Junto a la chimenea

    Vernica Schild Los feminismos en Amrica Latina

    Carlos Spoerhase Seminario vs mooc

    Marco DEramo Vida portuaria

    Sven Ltticken Personajifcacin

    CRTICA

    Francis Mulhern La pervivencia de la ComunaJeffery Webber Desarrollo verde?John Newsinger El famlico Raj

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    perry anderson

    Editorial

    LA CASA DE SIN

    Desde el cambio de siglo, los pases rabes se han con-

    vertido en una zona privilegiada para la intervencin militaroccidental, sin paralelo desde que acab la Guerra Fra:invasin de Iraq por Estados Unidos, bombardeo por la

    otan de Libia, agentes delegados de Estados Unidos en Siria, asaltodel Consejo de Cooperacin para los Estados rabes del Golfo (cceag),respaldado por Washington, contra Yemen. Qu queda de su enemigotradicional? En el momento de la Segunda Intifada, un ensayo en estaspginas analizaba el equilibrio de fuerzas entre los dos nacionalismos,

    el sionista y el palestino, reejado en las agrantes desigualdades de losAcuerdos de Oslo1. Desde entonces, cunto ha cambiado la situacin?En Cisjordania, muy poco. La Primera Intifada fue la rebelin de unanueva generacin de palestinos, cuyos activistas provenan de univer-sidades locales que eran asimismo de reciente creacin. Desplazando alos complacientes notables en quienes haban conado los ocupantes,protagonizaron durante tres aos una oleada de manifestaciones popu-lares, huelgas, boicots y castigos a los colaboracionistas. La olpexiliada

    en Tnez se vio sorprendida y no desempe en ella apenas ningnpapel. Expulsada de sus bases en el Lbano y privada de la nanciacinde Arabia Saudita y Kuwait tras la Guerra del Golfo, la organizacin fuesalvada de su debilidad por los Acuerdos de Oslo, que la devolvieron congran pompa a los fragmentos todava no ocupados de su pas.

    La Autoridad Palestina establecida en 1994, presentada como un hito enla lucha por la liberacin nacional, era en el fondo el resultado de una

    coproduccin diseada por Occidente e Israel, cuya funcin principal

    1 P. Anderson, Scurrying towards Bethlehem,nlr10, julio-agosto 2001; ed. cast:Precipitarse hacia Beln, septiembre-octubre de 2001.

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    no era encarnar, sino contener, la resistencia frente al sionismo. ParaOccidente, aquel residuo de la turbulencia rabe deba amainar despusdel triunfo de la Operacin Tormenta del Desierto para redondear elNuevo Orden Mundial. Para Israel, la Autoridad Palestina poda actuar

    como un sustituto rentable del ejrcito israel en el bloqueo de las fuen-tes de la Primera Intifada, que haba amenazado con poner en peligrolos asentamientos judos en curso en Cisjordania, cuya expansin reque-ra el entorno ms seguro que poda proporcionar un aparato paramilitarautctono. Desde un principio, la Autoridad Palestina careca de mediosautnomos de subsistencia y entre el 70 y el 80 por 100 de sus ingre-sos procedan de subvenciones occidentales y transferencias israeles.Funcionaba como miniatura parasitaria de un Estado rentista, alejada

    de una poblacin de la que no dependa materialmente y cuyas necesi-dades poda ignorar. Mucho ms importantes eran, inevitablemente, lasexigencias de sus patronos.

    El rgimen de Arafat vea a los lderes de la rebelin como una ame-naza potencial, y una vez instalado en Cisjordania se deshizo de ellos.Los notables tradicionales fueron reinstalados en la estructura de podercreada en torno al aparato de Fatah, lanzado en paracadas desde Tnez

    y expandido con las ganancias de la colaboracin

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    . El ao anterior aOslo, cuando el ejrcito israel tena todava todo el control militar, laAdministracin Civil de los Territorios Ocupados contaba con 27.000funcionarios, casi todos ellos palestinos. A principios de siglo la nminade la Autoridad Palestina haba aumentado a ms de 140.000 perso-nas, de las que unos 60.000 componan sus fuerzas de seguridad. Doceaparatos represivos en competencia gendarmera, polica secreta, guar-dia presidencial, inteligencia militar, fuerzas especiales, guardacostas yotros convirtieron a Cisjordania en uno de los territorios ms vigilados

    2 Vanse Glenn Robinson, Building a Palestinian State: The Incomplete Revolution,Bloomington e Indianapolis 1997, pp. 174-200; y The Palestinians, en MarkGasiorowski (ed.), The Governments and Politics of the Middle East and NorthAfrica, Boulder (co), 2013, pp. 362-363. Robinson, analista de defensa en la NavalPostgraduate School, es una autoridad destacada en su tema. Sin percibir, al pare-cer, lo perjudicial que poda ser la analoga, otro estudio de la Autoridad Palestina

    ha comparado la llegada de la comitiva de Arafat a Cisjordania desde Tnez a la ins-talacin del kmten Taiwn tras su derrota en la guerra civil china, seguida como essabido por dcadas de represin despiadada de la sociedad local: vase Jamil Hilaly Mushtaq Husain Khan, State Formation under the pna, en Mushtaq HusainKhan (ed.), State Formation in Palestine: Visibility and Governance During a SocialTransformation, Londres, 2004, p. 93.

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    del planeta: un agente por cada diecisis personas3. Ese hinchado com-plejo de seguridad, entrenado y equipado por la cia y Jordania, parael que la tortura es algo habitual, absorbe un tercio del presupuesto,costando ms que los gastos en educacin y sanidad combinados. Su

    atencin no se dirige a los ocupantes algo para lo que no estn capaci-tados, sino hacia sus compatriotas.

    La represin se combina con la cooptacin. Como en todos los Estadosrentistas, el clientelismo aceptado o negado es fundamental para elsistema, en particular dentro del aparato de seguridad4. Alrededor de unaquinta parte de los hogares dependen para su subsistencia de puestosde trabajo o favores distribuidos por el rgimen. La corrupcin alcanza

    a todos los escalones de la administracin, desde los megafraudes aniveles presidenciales y ministeriales hasta pequeas extorsiones en lacalle. Segn estimaciones del fmi, entre 1995 y 2000 cerca de 1.000millones de dlares fueron a parar a los bolsillos de Arafat y su crculo,con la colusin directa israel5. Se conceden contratos monopolsticosy privilegios comerciales a expatriados, de los que los funcionarios sequedan una parte. Las ong, alimentadas por fondos extranjeros, se hanconvertido en cajeros automticos para sus directivos. La venta de pro-

    teccin y extorsin por parte de bandas de Fatah son algo corriente

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    .La reputacin del poder judicial es an ms baja que la de la polica.En sus villas alrededor de Ramala prospera una capa de burcratas yempresarios, enriquecida por el robo o el contrabando (se contrabandeahasta cemento procedente de Egipto para ayudar a construir el Muro deSeparacin de Israel), sobre un fondo de trabajadores sin dinero y sinempleo, privados desde Oslo de sus antiguas ocupaciones al otro ladode la frontera. En la poca de la Segunda Intifada, la renta promedio en

    3 Para los detalles: Gal Luft, The Palestinian Security Services: Between Police andArmy, Middle East Review of International Affairs, junio de 1999, pp. 47-63; RexBrynen, Palestine: Building Neither Peace Nor State, en Charles Call and VanessaWyeth (eds.), Building States to Build Peace, Boulder (co), 2008, pp. 228-229; YezidSayigh, Policing the People, Building the State: Authoritarian Transformation in theWest Bank and Gaza, Carnegie Middle East Centre, febrero de 2011, p. 13.4 Sobre la lgica del clientelismo poltico y los detalles de su funcionamiento, resu-mido en el amargo epigrama difundido en Gaza Tenamos Padres Financiadores,no Padres Fundadores, vase Nubar Hovsepian, Palestinian State Formation:Education and the Construction of National Identity, Newcastle, 2008, pp. 49-50,

    64-83, 189.5 imf, West Bank and Gaza: Economic Performance and Reform under ConictConditions, 2003, p. 91.6 Vase Mushtaq Husain Khan (ed.), State Formation in Palestine, cit., pp. 98-108,180-183, 201, 230-232, cuyos colaboradores buscan esperanzadamente brotes ver-des de desarrollo econmico en esa cinaga.

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    los Territorios Ocupados haba cado en dos quintas partes, y el nmerode pobres se haba triplicado7. El levantamiento de 2001, esta vez conatentados suicidas, fue una explosin de frustracin y desesperacin porlo que se haba establecido so capa de emancipacin.

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    En 2002 la Operacin Escudo Defensivo mediante la que Israel inva-di los Territorios Ocupados erradic la resistencia en campamentosy poblados, destruy la infraestructura local y oblig a Arafat a escon-derse en su bnker hasta el nal de sus das. Las Fuerzas de Seguridadde la Autoridad Palestina apenas se movieron mientras el ejrcito

    israel se abra camino a travs de Judea y Samaria. Arafat, incapazde cumplir o combatir el papel que le haba asignado Israel, muridos aos despus. Como muchos otros dirigentes convertidos en ins-trumento del dominio extranjero antes que l, que tambin habansoado con utilizar a sus usuarios, acab siendo arrumbado por ellos8.El primer acto de su sucesor fue declarar el nal ocial de la SegundaIntifada. En 2005, una vez asegurada Cisjordania, Sharon convirti aGaza en una prisin al aire libre mediante la evacuacin del minsculo

    grupo de colonos judos y el despliegue de las fdia su alrededor, enuna iniciativa destinada, como explicaba su ayudante Dov Weisglass,a suministrar la cantidad de formaldehdo necesaria para asegurarque no haya ningn otro proceso poltico con los palestinos como elestablecido por la Hoja de Ruta, el ltimo avatar estadounidense de losAcuerdos de Oslo9. As iba a suceder, efectivamente. Para consterna-cin occidental, cuando se celebraron nalmente elecciones despusde una dcada para una asamblea legislativa palestina en 2006, el

    hedor de la corrupcin y la sumisin de Fatah fue demasiado paralos votantes. Hams obtuvo 76 de los 132 escaos, en parte por serpercibido como un adversario ms rme frente a Israel, pero sobretodo como un partido ms limpio, con un mejor historial de asistenciasocial a la poblacin. El gobierno formado a continuacin sufri las

    7 Neve Gordon, Israels Occupation, Berkeley-Los Angeles, 2008, p. 220.8 Ghada Karmi, quien no se distingua por su hostilidad hacia l, conclua tristemente:

    Mostr un afn indecoroso por aceptar todas las migajas que caan de la mesa deIsrael, creyendo que la nica manera de lograr los objetivos palestinos consista enengatusar a su enemigo para que entrara en un proceso que, a su pesar, acabara pordar lugar a un Estado palestino, y pag un alto precio por su ingenuidad: Marriedto Another Man: Israels Dilemma in Palestine, Londres, 2007, p. 144.9Haaretz, 8 de octubre de 2004.

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    Editorial11

    sanciones impuestas por Occidente y Mahmud Abs organiz, con elapoyo occidental, un golpe de Estado para restaurar el poder de Fatah.Pero Hams, sabiendo lo que se le vena encima, golpe primero,expulsando a Fatah de Gaza en el verano de 2007 y dejando a Abs ni-

    camente el control de Cisjordania. Para ampararlo se celebr en Parsuna Conferencia de Donantes que canaliz un ujo sin precedentes dedinero euroestadounidense hacia Ramala. Aparentemente la farsa delproceso de paz poda continuar, aunque slo en ausencia de cualquierAutoridad Palestina con respaldo real en ambos territorios a efectosde la correccin ideolgica en Washington y Bruselas.

    Mahmud Abs ha extendido desde entonces su presidencia indenida-

    mente. Su polica contina trabajando mano a mano con el Shin Betpara contener los disturbios populares en Cisjordania, en una versinms extrema an que la de Arafat del sistema esbirro[scurrier] congu-rado en Oslo10. Su gobierno ha hecho todo lo posible, en la forma y enel fondo, para satisfacer los deseos de Estados Unidos. Bajo supervisinestadounidense, la Autoridad Palestina instituy un sistema electoral detipo netamente mayoritario concebido para inclinar la representacinen favor de Fatah, que acab convirtindose en un bumern en 2006.

    En marzo de 2003 se haba creado para Abs, a instancias de EstadosUnidos, el puesto de primer ministro Washington, que no conabaen Arafat, quera ejercer cierta supervisin sobre l, y cuando ocupel lugar de este se nombr para ese puesto al candidato del FondoMonetario Internacional, Salam Fayyad. A peticin de Estados Unidos,Abs colabor en el bloqueo de un informe de la onucrtico con lasacciones de Israel en Gaza. Cuando a Ehud Olmert, responsable del ata-que, le fue levantada temporalmente la acusacin de corrupcin, Absse apresur a felicitarle11.

    10 Sobre el origen y uso del trmino scurrier, acuado por el poeta sirio NizarQabbani tras el apretn de manos Rabin-Arafat sobre el csped de la Casa Blanca, yque desde entonces ha cobrado un uso generalizado en el mundo rabe, vanse AviShlaim, The Iron Wall: Israel and the Arab World, Nueva York, 2014, pp. 578 y 600,y A History of Disappointment,London Review of Books, 22 de junio de 2000.11 Impulsado tal vez por una simpata tanto personal como poltica: se rumorea quela fortuna de su propia familia ronda las nueve cifras. (El Tribunal Supremo israelratic el 29 de diciembre de 2015 la decisin de un tribunal de distrito de enviara prisin al antiguo primer ministro Ehud Olmert, aunque redujo su condena deseis aos a dieciocho meses tras eximirle del principal delito de soborno [N. del T.]).

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    Fayyad, instalado ilegalmente como primer ministro y proclamado enEstados Unidos como la idea ms excitante que jams se haya dado en

    la gobernanza rabe (Thomas Friedman dixit), aportaba un barniz dedesarrollo tecnocrtico a la represin intensicada y la colaboracin cadavez ms descarada con Israel: ms de 1.200 operaciones conjuntas tanslo en 200912. Saree Makdisi explica: Para todos los palestinos, apartede la pequea camarilla que se benecia de ese acuerdo, la imagen de losmilicianos y policas de Abs, entrenados por Estados Unidos y armadospor Israel, cooperando con las fuerzas israeles, registrando los camposde refugiados en Cisjordania en busca de posibles ncleos de resistencia

    a la ocupacin cuando no siguiendo las rdenes directas de los israe-les, es autnticamente grotesca13. Las drsticas restricciones llevadasa cabo bajo la coraza de la Coordinacin Especial de Seguridad estadou-nidense, encabezada por un general de tres estrellas, contribuyeron adescargar de tareas a las fuerzas del ejrcito israel, dejndole manoslibres para atacar Gaza. Mientras los compinches de Arafat y Abs comoel multimillonario Munib al-Masri el Carlos Slim de Cisjordania, cuyafortuna se estima en un tercio del pibpalestino, prosperan, la suerte de

    los habitantes de Cisjordania bajo la Ocupacin, donde el movimientoest controlado por ms de quinientos puestos de control en las carrete-ras y la vida cotidiana est sometida a miles de reglamentos militares, estan miserable como siempre. Al cabo de una docena de aos, la renta percpita apenas haba recuperado su nivel de 199914.

    En Gaza, entretanto, el Movimiento de Resistencia Islmico Hams, queEstados Unidos y la Unin Europea han condenado al ostracismo comoorganizacin terrorista por negarse a abominar de la resistencia armaday a reconocer a Israel, gobierna una franja costera cuya poblacin, blo-queada y golpeada por las repetidas invasiones, se ha visto abocada a unabismo de miseria. A corto plazo, las represalias masivas de las fdipor

    12 Para los detalles, vase Nathan Thrall, Our Man in Palestine, The New YorkReview of Books, 14 de octubre de 2010: El jefe de las Fuerzas Nacional de Seguridadpalestinas dijo a los israeles: Tenemos un enemigo comn, y el jefe de laInteligencia Militar palestina dijo: Estamos vigilando todas las instituciones deHams de acuerdo con sus instrucciones.13 Saree Makdisi, Palestine Inside Out: An Everyday Occupation, Nueva York, 2010,p. 311.14 En gran parte resultado de la reutilizacin de la ayuda externa ms que deldesarrollo de una capacidad productiva real: Economist Intelligence Unit Report,Palestinian Territories, 25 de abril de 2015, p. 13.

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    Editorial13

    los ftiles ataques con cohetes contra Israel no todos suyos dejan aHams prcticamente indemne, elevando su prestigio patritico. Peroal degradar su capacidad para mantener la vida de la poblacin a nive-les soportables, cada invasin ha ocasionado un control poltico ms

    rgido para compensar un apoyo popular ms dbil, llevando a Hamsa prcticas semejantes a las de Fatah15. Sobre el enclave en su conjunto,vigilndolo por aire, mar y tierra y controlando su suministro de agua,combustible y electricidad, Israel mantiene su dominio sin ocupacin.Una vez que la dictadura de Sisi cerr los tneles al Sina, que constituansu nica salida al mundo, Hams se vio arrinconado. Para entonces tam-bin su direccin en el exterior, reubicada de Siria a Qatar, iba aceptandoel ajuste a los parmetros occidentales para Palestina, que hasta ahora

    siempre haba rechazado. Con esto quedaba abierta la va para una reu-nicacin nominal del movimiento nacional en un pacto que permitia Fatah formar un gobierno tericamente a cargo de ambos territorios,a cambio de la entrega de fondos para pagar los sueldos de 40.000 fun-cionarios de Hams en Gaza y la promesa de elecciones comunes parauna nueva legislatura16. Hasta la fecha ni una ni otra cosa se han mate-rializado y Hams permanece bajo el embargo occidental.

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    Mientras tanto, Sin se ha expandido de manera constante. En vsperasde los Acuerdos de Oslo en 1991 haba alrededor de 95.000 colonosjudos en Cisjordania. Veinte aos ms tarde eran 350.000. Cinco aosdespus de que Israel conquistara Jerusaln Este, su poblacin judaera slo de 9.000 personas; hoy en da son ms de 150.000, quiz200.00017. En total, ms de medio milln de judos viven ahora en losTerritorios Ocupados. Su implantacin ha sido una empresa deliberaday sostenida del Estado, que ha organizado, nanciado y protegido el ujo

    15 Para una sobria evaluacin, vase Yezid Sayigh, We Serve the People: HamasPolicing in Gaza, Brandeis University, Crown Centre for Middle East Studies, Papernm. 5, abril de 2011, pp. 106-117.16 Un anlisis leal con la ap de los fundamentos y resultados del pacto puede

    consultarse en Hussein Ibish, Indispensable but Elusive: Palestinian NationalReunication, Middle East Policy, otoo de 2014, pp. 31-46; para una correccinde esa visin, vase Nathan Thrall, Hamass Chances, London Review of Books, 21de agosto de 2014.17 Colin Shindler, A History of Modern Israel, Cambridge, 2013, p. 393.

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    de los asentamientos con alrededor de 28 millardos de dlares18. DesdeOslo, su tasa de crecimiento ha sido ms del doble de la correspondientea la poblacin total de Israel. Contrariamente a lo que se suele creer, losAcuerdos de Oslo no los prohiban; son aspectos perfectamente legales

    del proceso de paz, de cuya naturaleza, desde el principio, constituyen lamejor ilustracin.

    En cuanto a su diseo, Jerusaln Este y Cisjordania constituyen dos pla-nes distintos de colonizacin. Israel se anexion la primera en 1967,declarndola su capital de all en adelante como ciudad indivisa. Mayorprioridad signicaba mayor densidad. Los palestinos de Jerusaln Esteahora estn rodeados por una cenefa de barrios judos que los separa de

    Cisjordania. Desde 2014 una Ley Fundamental requiere dos tercios dela Knset para aprobar cualquier cesin de terrenos por parte de Israel,o que un referndum celebrado all alcance esa mayora, con lo quese atornilla doblemente la anexin de Jerusaln Este. En Cisjordania,donde las proporciones son menos favorables, la prioridad es el con-trol estratgico ms que la extensin territorial. All los asentamientos,aunque slo cubren el 5 por 100 del territorio de Judea y Samaria,ejercen la autoridad municipal sobre dos quintas partes del mismo;

    ligados por una red de carreteras que conectan las ciudades israeles ydividen a la poblacin palestina, disfrutan de desgravaciones scales yde subsidios especiales a la vivienda, as como de la asignacin prefe-rente de agua19. La proteccin militar corre a cargo del ejrcito israel,que sigue administrando directamente el 60 por 100 de Cisjordania,mientras que un Muro de Separacin asla de Israel a gran parte delresto20. Desde su construccin, el nmero de incursiones suicidas desdeCisjordania ha cado en picado. A medida que se aproxima el quincua-gsimo aniversario de la ocupacin, un perodo de tiempo mayor que eldoble de la existencia previa del Estado judo, la palabra asentamientova cobrando otro signicado.

    18 Paul Rivlin, The Israeli Economy from the Foundation of the State through the 21stCentury, Cambridge, 2011, p. 149.19 Bernard Wasserstein, Israelis and Palestinians: Why Do They Fight? Can TheyStop?, New Haven, 2008, p. 92.20 Para un anlisis del Muro y del Permetro de Seguridad que encierra al Valledel Jordn, vase la contribucin de Jan de Jong en Mahdi Abdul Hadi (ed.),Palestinian-Israeli Impasse: Exploring Alternative Solutions to the PalestineIsraelConict, Jerusaln, 2005, pp. 329-333.

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    En el nuevo siglo, Israel ha prosperado. La inyeccin de un milln deinmigrantes procedentes de la antigua Unin Sovitica, con niveles de

    educacin y habilidades muy por encima de los que podan exhibir losashkenazi llegados al principio de la posguerra la mitad de ellos sonprofesionales: maestros, mdicos, cientcos, msicos, periodistas21 harevitalizado la economa. Desde el aplastamiento de la segunda Intifada,sta ha mostrado repetidamente tasas de crecimiento ms altas que lasde la ocde. Despus de la expansin sostenida ms larga en la histo-ria del pas, de 2003 a 2007, Israel resisti la crisis nanciera de 2008mejor que cualquiera de las economas de Europa Occidental y Amrica

    del Norte, y ha seguido superndolas desde entonces. Con la proporcinms alta del mundo de cientcos e ingenieros, el doble que en EstadosUnidos o Japn22, Israel es ahora el cuarto mayor exportador de armasde alta tecnologa y est a la vanguardia en drones y vigilancia. Su sectorde las tecnologas de la informacin y la comunicacin, con las armas yproductos farmacuticos no muy atrs, encabeza el impulso exportadorque junto con el oreciente turismo le ha ayudado a mantener unsupervit por cuenta corriente. El pas no tiene deuda externa, ya que

    durante ms de una dcada ha disfrutado de un supervit neto de activosen el extranjero. Junto con un boomdomstico en el sector inmobiliario,la construccin y el comercio minorista han recibido una creciente olade inversiones extranjeras, principalmente estadounidenses, que le hanaportado entre otras muchas cosas las primeras operaciones de I+D lle-vadas a cabo en el extranjero por Intel y Microsoft23. Abundan los fondosde capital riesgo, de private equity, y los hedge funds. Elevando an mslos espritus animales de las empresas, una bonanza energtica alimentaoportunidades de futuro en la extraccin de gas en alta mar. Aunque laresistencia de los ecologistas ha bloqueado hasta ahora la extraccin depetrleo de esquisto, el pas cuenta con abundantes reservas que podranconvertirlo tambin en un exportador de petrleo. Estadsticamente, conuna renta per cpita de 37.000 dlares en 2014, Israel es ahora ms ricoque Italia o Espaa.

    21 Howard Sachar, A History of Israel from the Rise of Zionism to Our Time , NuevaYork, 2007, p. 1081.22 Economist Intelligence Unit, Country Prole 2008: Israel, p. 12.23 Para las cifras, vase P. Rivlin, The Israeli Economy, cit., pp. 88-93.

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    Socialmente, ese xito es ms desigual que nunca, ya que se ha inten-sicado el giro neoliberal radical de la dcada de 1980, del que el Plande Estabilizacin de 1985 fue un punto de referencia. En el paquete pre-supuestario de 2003 la coalicin Likud-Laborista redujo los impuestos

    empresariales, despidi empleados pblicos, recort las prestacionessociales y salarios del sector pblico, privatiz empresas estatales y des-regul los mercados nancieros. Dos aos ms tarde se nombr paradirigir el Banco de Israel a Stanley Fischer asesor estadounidense dela terapia de choque de 1985, Director Adjunto del fmi y actual vice-presidente de la Reserva Federal, convirtindolo en un smbolointernacional de la disciplina econmica. Entre 1984 y 2008 el gastopblico se redujo, como proporcin del pib, un 40 por 100, mientras

    que el salario medio se estanc en el rango inferior de los pases de laocde24. Las cotizaciones burstiles y los costes de vivienda se dispara-ron, mientras que el gasto en sanidad disminuy y una quinta parte dela poblacin cay por debajo del umbral de la pobreza. Adems, bajo elbrillo de la alta tecnologa de nueva creacin y el rcord de exportaciones,no todo va bien en los sectores ms tradicionales de la economa, dondese encuentran ms de la mitad de todos los puestos de trabajo y la pro-ductividad sigue siendo baja. Ah, tras la Segunda Intifada, la mano de

    obra barata de los Territorios Ocupados ha sido sustituida por trabajado-res inmigrantes, legales e ilegales, procedentes de Tailandia, Rumania,China, Filipinas y otros lugares, normalmente superexplotados en unaeconoma sumergida con un tamao alrededor del doble del que tieneen otros pases avanzados, mientras que entre los ciudadanos rabes desegunda clase de Israel alrededor del 20 por 100 de la poblacin eldesempleo es endmicamente alto25. En el otro polo de este modelo decrecimiento, la riqueza est fabulosamente concentrada en un puadode magnates nouveaux riches, mientras los diez mayores conglomerados

    24Ibid., p. 61; The Next Generation: A Special Report on Israel,The Economist, 5de abril de 2008, p. 8; Taub Centre, State of the Nation Report 2014: Society, Economyand Policy in Israel, pp. 194-195.25 Sobre la opcin por la mano de obra inmigrante, vase Gershon Shar y YoavPeled, Being Israeli: The Dynamics of Multiple Citizenship, Cambridge, 2002, pp.323-329. Segn Adriana Kemp y Rebeca Raijman, Israel se sita entre los pa-ses ms dependientes de la mano de obra extranjera: vase su Bringing in State

    Regulations, Private Brokers and Local Employers: A Meso-Level Analysis ofLabour Trafcking in Israel, International Migration Review, otoo de 2014, pp.604-642. Desde la dcada de 1990, la situacin de pobreza de la poblacin rabe haafectado a la mitad de las familias: Ilan Peleg y Dov Waxman, Israels Palestinians:The Conict Within, Cambridge, 2011, p. 35.

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    israeles controlan un tercio del mercado de valores, proporcin que nin-guna bolsa occidental puede igualar.

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    Polticamente, el ala revisionista del sionismo que rompi por primeravez la rme sujecin del poder por los laboristas a nales de la dcadade 1970, ha consolidado su hegemona. Aunque la oposicin frontalentre los dos campos, aliados con frecuencia en el gobierno, ha sidopoco habitual, es bastante evidente un cambio profundo en el equili-brio de fuerzas que cada uno de ellos puede movilizar. En las cuatro

    dcadas transcurridas desde que Menjem Begun lleg al puesto de pri-mer ministro en 1977, el Likud ha gobernado durante ms de dieciochoaos, las coaliciones entre ambos encabezadas por el Likud o trnsfugasde l durante doce, y los laboristas durante seis. En todo este perodoBenjamn Netanyahu, el actual primer ministro del Likud, es el nicopoltico que ha ganado tres elecciones sucesivas, y si completa su actualmandato, slo le habr superado por un ao David Ben-Gurin comoprimer ministro de Israel. Su ascenso es, sin embargo, ms un efecto

    del derrumbe laborista que de sus propios mritos. Se trata del lderms americanizado en la historia del pas y personica el giro neolibe-ral como autor del paquete de 2003, pudiendo reclamar el crdito porsus recientes xitos econmicos. Pero stos han conllevado tambin undescontento social generalizado, con manifestaciones de la clase mediacontra el coste de la vivienda y las disparidades de riqueza, de modoque resulta un activo ambiguo. Ms importante ha sido su postura msrgida en cuestiones de seguridad, producto de la mayor coherencia deuna perspectiva revisionista. En cualquier contienda electoral sta sueleser el mbito ms sensible, en la que la voluntad poltica puede vencer alos recelos econmicos. Ah los laboristas, oscilando entre la imitacin yla evasin bajo una sucesin de lderes inecaces, han sido regularmentederrotados por Netanyahu como garanta de severidad. Por ltimo, perono menos importante, el Likud ha conseguido con frecuencia incor-porar a los partidos religiosos a sus gabinetes, lo que es tambin unaconsecuencia lgica de su versin del sionismo: sin antiguas reliquiassocialistas en el tico, resulta ms dsinvolte en el manejo pragmtico de

    la religin con nes polticos.

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    En Israel, la estabilidad del sistema poltico siempre ha pivotado sobrela codependencia entre sionismo y judasmo. En la cotidianidad, laconsecuencia cultural es la simbiosis paradjica entre un clericalismotrasnochado y un secularismo relajado: los privilegios y tabes ortodoxos

    conviven con una sociedad civil tan desinhibida como cualquier socie-dad nrdica totalmente permisiva, sin ningn conicto verdaderamenteserio entre ellos. Histricamente, las condiciones de esa paradoja hansido dobles: en negativo, la ausencia de crticas del judasmo compara-bles a la demolicin del cristianismo por la Ilustracin radical, una vezque cayeron las barreras en torno al gueto, cuando mentes judas eman-cipadas solan incorporarse a los debates seculares en el mundo todavacristiano haciendo caso omiso de su propia religin26; y en positivo, la

    necesidad del sionismo secular de un seuelo religioso con el que uni-car a un pueblo carente de los lazos comunes de la lengua o la geografa,y capaz de proporcionar una base teolgica a sus reclamaciones de laTierra Prometida. El subsiguiente hbrido clerico-secular sobredeter-minado por los rasgos generales de cualquier sociedad de frontera y demltiples orgenes raciales y culturales, siempre susceptible de generarun machismo listeo y una cultura popular del mnimo comn denomi-nador puede haber sido letal para la vida intelectual, aunque las vastas

    reservas crticas del pasado judo en Europa nunca fueran totalmenteneutralizadas. Pero ha servido para estabilizar la vida poltica, soldn-dola en formas aparentemente quebradizas pero sustancialmente jas.

    Tal estabilidad tiene, por supuesto, su fuente ms profunda en la conti-nua disposicin a la union sacre contra el peligro exterior. Nada une msslidamente a una comunidad que el miedo a perder lo que se ha hechoo lo que ha tomado. El mundo rabe, por domesticado que est, tienetodava que reconocer las conquistas de 1948 y 1967, y la clera pales-tina, por impotente que sea, no se ha apagado del todo. Comparadas conlas posibles represalias de esa colectividad, las aicciones internas tie-nen menos relevancia. En tales condiciones, la corrupcin generalizadade la vida pblica, mayor incluso que los ya altos niveles de la UninEuropea o de Estados Unidos, suscita ms indiferencia que indignacin.Abundante en el mundo empresarial, cuyos multimillonarios puedenequipararse sin desdoro a los oligarcas rusos, se extiende a lo largo detodo el espectro poltico. Sucesivos escndalos nancieros o sexuales

    han afectado a prcticamente todas las guras destacadas de la escena

    26 Israel Shahak fue en su momento una notable excepcin: vase Jewish History,Jewish Religion: The Weight of Three Thousand Years, Londres, 2008,passim.

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    Editorial19

    pblica, desde Rabin, Peres, Sharon, Netanyahu o Ramon hasta losltimos casos de Olmert y Katsav: un primer ministro condenado porsoborno y un presidente por violacin27. El desprecio generalizado haciala clase poltica actual no representa, sin embargo, una amenaza para la

    misma. Cabra pensar que un sistema poltico que ha perdido hasta talpunto el respeto popular est maduro para un cambio, pero los impera-tivos de la seguridad garantizan que ninguna perspectiva desviada tengaespacio electoral, por lo que no est en riesgo. Dado que prcticamentetodos estn de acuerdo en los sufrimientos y los derechos de los judos,los votantes pueden darse el lujo de despreciar las pequeas fechorasde sus gobernantes, cuya totalidad sigue en cualquier caso los mismoscnones polticos. Puede que no haya otra cultura poltica que combine

    un cinismo tan desdeoso con semejante conformismo reejo.

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    Durante el mismo perodo, las alteraciones en la conguracin inter-nacional han sido menos favorables para Israel. En Estados Unidos hadisminuido el tab, todava poderoso hacia el cambio de siglo, en la cr-

    tica hacia el Estado judo o cualquier alusin al poder del lobbysionista enWashington28. La aparicin en 2006 del primer estudio crtico a fondode este ltimo, por John Mearsheimer y Stephen Walt, fue un punto deinexin. Dentro de la propia comunidad juda se han abierto divisio-nes entre los liberales ms inclinados hacia el laborismo en J-Street, un

    27 Para una elocuente expresin del rechazo a la actual clase poltica, vase BernardWasserstein, Israel in Winter, The National Interest, marzo-abril de 2015, pp. 48-56.28 En 2006 un estudio importante poda todava considerar absolutamente incre-

    ble que los judos estadounidenses, una minora de tan slo seis millones depersonas, pudiera determinar la poltica de una nacin de doscientos ochenta millo-nes, subrayando que la relacin especial entre los dos pases rasgos caractersticoscompartidos: transparencia, informalidad, generalidad, reciprocidad, exclusividad,abilidad y durabildad se basa en los valores de una cultura poltica democrticacomn: Elizabeth Stephens, usPolicy Towards Israel, Brighton, 2006, pp. 7-8, 253,255-256. La ingenuidad de tales relaciones aritmticas pronto se disip, y no sloentre las las de la propia comunidad local. Como sealaba el lealista Peter Beinart:En las ltimas dos dcadas ha habido judos ocupando los puestos de secretario deEstado, secretario del Tesoro, consejero de Seguridad Nacional, lder de la mayora dela Cmara y jefe de Gabinete de la Casa Blanca, as como las presidencias de Harvard,

    Yale y Princeton. De los ltimos seis directores de TheNew York Times, cuatro eranjudos. En el Tribunal Supremo, los judos superan actualmente en nmero a losprotestantes por tres a cero; y agregaba: En privado, los judos estadounidenses nosdeleitamos en el poder judo. Pero pblicamente evitamos hablar de ello por temor aalimentar mitos antisemitas, The Crisis of Zionism, Nueva York, 2012, p. 5.

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    grupo de presin proisrael, y conservadores admiradores del Likud en elaipac[American Israel Public Affairs Committee], que an sigue siendode lejos la organizacin ms poderosa. En la generacin ms joven de losjudos estadounidenses, como entre sus contemporneos en general, las

    creencias religiosas han disminuido, aunque el debilitamiento del fer-vor por Israel parece haber inducido una creciente indiferencia ms queansiedad o indignacin por lo que sucede en la Tierra Prometida29. Talescambios en el sentimiento judo se reejan en espasmos de inquietuden la opinin dominante, donde el cuestionamiento espordico de accio-nes particulares de Tel Aviv, aunque siempre elusivo, se ha hecho msaceptable en los medios de comunicacin.

    En el mbito diplomtico, la Casa Blanca sigue ocialmente compro-metida desde los Acuerdos de Oslo con la creacin de algn tipo deEstado palestino, reprochando ante los medios la expansin de los asen-tamientos en Cisjordania, al tiempo que bloquea cualquier crtica haciasu aliado en la onu. El gobierno de Obama no ha realizado ningn cam-bio sustantivo en ese aspecto, aparte de ocasionales ajustes retricos.Pero por primera vez desde 1956 se ha producido un choque polticoserio entre Estados Unidos e Israel, no con respecto a Palestina, sino a

    Irn. Ambas potencias estn decididas a impedir que Tehern adquieracualquier capacidad que ponga n al monopolio israel sobre las armasnucleares en la regin. A instancias de Estados Unidos, en 2006 la onuimpuso severas sanciones a Irn para obligarle a abandonar cualquierpretensin en ese sentido, y bajo su presin Tehern segua deman-dando en 2014 condiciones para que se levantasen. Los regmenesestadounidense e israel discreparon en la primavera de 2015 sobrelos perles de un acuerdo alcanzado con Washington y raticado porLondres, Berln, Pars, Mosc y Pekn. Obama insisti en que las san-ciones haban tenido efecto, llevando al poder en Tehern a un gobiernodispuesto a desmantelar su supuesta capacidad de disuasin, mientrasque Netanyahu cuestion el alcance de su rendicin, exigiendo que lassanciones acabaran con las pretensiones iranes de forma ms incon-dicional e irrevocable, en una disputa inamada por la intervencin decada uno de ellos en la poltica interna del otro; Netanyahu inst a unCongreso controlado por los republicanos a desaar al presidente dem-crata, y Obama dej claro su deseo de librarse de Netanyahu y lament

    su reeleccin.

    29 Vase la argumentacin y queja de Peter Beinart en The Crisis of Zionism, cit.,pp. 169-172.

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    Editorial21

    En este conicto, a no ser que un levantamiento interno trastoque asu interlocutor iran, es evidente que prevalecer Estados Unidos. Lasaprensiones del Likud no bastan para degradar los intereses superioresde la reintegracin de la Repblica Islmica al redil de la comunidad

    internacional, tal como la entiende y lidera Estados Unidos. Tel Avivquiere adaptarse a los cambios, y la querella pasar. Pero la disputaha debilitado la conexin poltica entre los dos Estados en aspectosque probablemente persistirn, aun cuando permanezca la rme baseeconmica y militar de su relacin especial. Estados Unidos no slosuministra ocialmente a Israel 3 millardos de dlares al ao en reali-dad, tal vez ms de 4 millardos en diversas formas de ayuda, ademsde muchos privilegios nancieros muy lucrativos, reservados slo para

    l30

    . Desde 2008 debe, por imperativo legal, proporcionar a Israel unaventaja militar cualitativa sobre todas las dems fuerzas, reales opotenciales, en Oriente Prximo. En el otoo de 2011 el subsecretario deEstado para Asuntos Polticos y Militares explic la importancia vital deesa ventaja militar cualitativa y el compromiso del gobierno actual noslo de mantenerla sino de mejorarla31.

    8La garanta en el campo de batalla es automtica e intocable, pero lalibertad de Israel para hacer lo que le venga en gana en Cisjordania esotro asunto. El malestar con respecto al statu quo ha aumentado a amboslados del Atlntico, aunque no en la misma medida. Las capitales euro-peas se enfrentan a un conjunto de restricciones diferentes de las deWashington. Para los gobiernos de la ue, la solidaridad diplomticageneral con Estados Unidos es una condicin sine qua non de una poltica

    30 Sobre el monto total de la asistencia estadounidense directa e indirecta a Israel,a fecha de 2007, vase Mearsheimer y Walt, The Israel Lobby and usForeign Policy,Nueva York, 2007, pp. 26-32.31 La piedra angular del compromiso de seguridad de Estados Unidos con Israelha sido la garanta de que Estados Unidos ayudara a Israel a mantener su ventajamilitar cualitativa. Se trata de la capacidad de Israel para contrarrestar y vencer lasamenazas militares crebles de cualquier Estado individual, coalicin de Estados oagente no estatal, sufriendo un mnimo de daos o bajas, explicaba el subsecreta-

    rio. El gobierno de Obama se enorgullece de mantener el legado de una robustaasistencia estadounidense para la seguridad de Israel. De hecho, estamos elevandoese legado a nuevas cotas en momentos en que Israel necesita nuestro apoyo parahacer frente a las amenazas multifacticas que enfrenta. Palabras de AndrewShapiro en el Washington Institute for Near East Policy, 4 de noviembre de 2011.

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    exterior responsable, y el sentimiento de culpa europeo por el judeoci-dio asegura el compromiso ideolgico con Israel. Pero la ausencia encualquier pas de Europa de una comunidad juda con un poder poltico,cultural y econmico comparable a la de Estados Unidos, y la presencia

    de un nmero mucho mayor de inmigrantes de origen rabe y musul-mn, constituyen un marco para las consideraciones relativas a OrientePrximo distinto de los clculos que se hacen en Estados Unidos.

    Entre la clase poltica europea el abrazo a Israel puede ser tan estrechocomo en Estados Unidos, hasta el punto de tratar al pas como miem-bro honorario de la ueo incluso invitarlo para admitirlo directamenteen ella. Javier Solana, Alto Representante para la Poltica Exterior y de

    Seguridad Comn, poda decir a Haaretz: No hay ningn otro pasfuera del continente europeo que tenga el tipo de relacin que tieneIsrael con la Unin Europea. Israel, permtaseme decirlo, es miembrode la Unin Europea sin ser miembro de sus instituciones. Para el por-tavoz de Asuntos Exteriores del spd, el de facto debera convertirse en de

    jure: Realmente me gustara que Israel se convirtiera en miembro depleno derecho de la Unin Europea. Esas voces espaolas y alemanasdel centro-izquierda se ven amplicadas desde el centroderecha italiano.

    Berlusconi, entonces primer ministro, urga la misma causa: Italia apo-yar la pertenencia de Israel a la ue. Por su parte Tzipi Livni, entoncesministra israel de Relaciones Exteriores, poda exclamar con respecto ala inclusin progresiva de su pas en el proyecto europeo: El cielo es elnico limite32. Expectativas de ese tipo no son, en principio, desmesu-radas. En sus relaciones con Turqua y Chipre, Bruselas se ha tomadocon calma la ocupacin militar y la limpieza tnica: por qu discutir porCisjordania o Gaza? Lo que deende la Unin son los derechos huma-nos, no antiguos agravios.

    Pero aunque la ueseguira siendo el a s misma si invitara a Israela incorporarse formalmente a la Unin, no hay posibilidad de que lohaga. La opinin pblica puede dejarse de lado cuando est en juego

    32 Sobre esos pronunciamientos, vanse David Cronin, Europes Alliance with Israel:Aiding the Occupation, Londres, 2011, p. 2; Sharon Pardo y Joel Peters, UneasyNeighbours: Israel and the European Union, Lanham, 2010, pp. 75, 69. En mayo de

    ese ao, un autodenominado Grupo Europeo de Personas Eminentes [sic], inte-grado por notables variados todos ellos ahora cmodamente retirados, expresaronsu indignacin por la reeleccin de Netanyahu, pidiendo medidas rmes contraIsrael que nunca haban mencionado mientras ocupaban su cargo. Como era deesperar, Solana estaba entre ellos.

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    Editorial23

    la disciplina econmica: la austeridad no tolera urnas. Pero Palestinaes otro asunto, a la vez mucho menos importante y ms inamable.No slo es que la clase poltica tenga razones para preocuparse por laeventual reaccin de sus inmigrantes frente a las extorsiones diarias por

    parte de Israel, sino que tambin los electores y los medios de comunica-cin se muestran cada vez ms crticas hacia ellas. La Operacin EscudoDefensivo (Cisjordania 2002), la Operacin Plomo Fundido (Gaza2008-2009) y la Operacin Margen Protector (Gaza 2014) han marcadolas etapas de un cambio en el sentimiento popular. Por un amplio mar-gen, han llegado a predominar el disgusto y la repulsin. Incluso antesde la Operacin Margen Protector, las encuestas de la bbcen 2012 mos-traban que en Francia mantena opiniones negativas hacia Israel un 65

    por 100 de la poblacin, en Gran Bretaa un 68 por 100, en Alemaniael 69 por 100 y en Espaa el 74 por 100. Despus de ella, dos tercios delos encuestados britnicos consideraban a Israel culpable de crmenesde guerra en Gaza. En el establishment, tales actitudes tienen no obstantepoco eco. Ni un solo gobierno de los pases europeos importantes estuvodispuesto a respaldar el informe de la onusobre la Operacin PlomoFundido. Alemania, Italia, Pases Bajos, Polonia, Hungra, RepblicaCheca y Eslovaquia votaron junto a Estados Unidos para rechazarlo;

    Francia, Gran Bretaa, Italia, Espaa, Suecia, Dinamarca y Finlandia seabstuvieron. Sin embargo, la brecha entre los gobernantes y la opininpblica puede resultar difcil de mantener.

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    Para ser polticamente ecaces, en cualquier caso, la opinin tieneque estar organizada. Ah se abre una segunda brecha. La nica cam-paa contra el statu quo con un posible efecto real es el movimientoBoicot, Desinversin, Sanciones (bds) lanzado desde Palestina en2005. Inspirado en el ejemplo de Sudfrica, su objetivo ha sido obligara las empresas, las universidades y otras instituciones a poner a Israelen cuarentena econmica mientras siga manteniendo en su poder losTerritorios Ocupados y niegue a todos sus ciudadanos los mismos dere-chos. Despus de una dcada de acciones, sin embargo, su impacto realha sido prcticamente nulo. Esto se debe en parte a que, por razones

    obvias la cultura es tericamente ms sensible a los llamamientos ti-cos que el capital, sus objetivos preferidos son las universidades, peroslo en Estados Unidos tienen stas grandes inversiones en la economa

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    israel; en Europa suelen estar nanciadas por el Estado. Entre los jve-nes estadounidenses ha aumentado tambin el desencanto hacia Israelms de la mitad de los menores de 30 aos reprueban los ltimosbombardeos en Gaza y los activistas de bds han luchado valiente-

    mente por la desinversin en sus campus. Hasta el momento slouna pequea universidad de Nueva Inglaterra ha hecho algn gestohacia ellos. En Europa el boicot principalmente acadmico ha tenidomayor alcance, pero no ha llegado mucho ms all de un par de resolu-ciones puramente simblicas.

    Pero a pesar de que hasta ahora haya sido materialmente poco ecaz, lasperspectivas del bdsson temidas por Israel y sus protectores europeos.

    Bruselas ha tratado de cubrirse las espaldas con condiciones natu-ralmente, no vinculantes de que los productos de los TerritoriosOcupados vayan etiquetados como tales. Alemania se ha opuesto a esamedida, y todava est por raticar. El Parlamento de Estrasburgo yvarios nacionales se han mostrado en principio favorables a reconocerla Autoridad espectral de Abs como un Estado palestino; slo Suecialo ha hecho realmente. Como la defensa de Israel suceda lo que sucedaparece cada vez ms difcil, la ueha instado a Tel Aviv ms enrgica-

    mente que Estados Unidos para que ponga en prctica la Hoja de Ruta,para evitar la vergenza institucional. Aunque tales desviaciones de latradicin han sido hasta ahora leves y renuentes, en Israel no se subes-timan los peligros de un estado de nimo emergente en Europa menosfavorable al sionismo. El bdspuede contar con pocas victorias en suhaber en la angloesfera, pero en Israel cunde el temor a que haya dadoen el blanco. En 2011 la Knset aprob una ley que castiga a quien llamea un boicot con la retirada de subsidios estatales. La mayora en favor deesa decisin fue estrecha, pero la ansiedad que trasluca es ms amplia.En el lenguaje alarmista que prevalece entre los crculos dirigentes delpas, podra estar perdiendo Israel su legitimidad en el extranjero?Contra ese riesgo deben redoblarse las salvaguardias. El ttulo de unestudio efectuado por un importante think-tankal respecto es revelador:Building a Political Firewall against Israels Delegitimation33.

    33 Vase Noura Erakat, bdsin the usa, 2001-2010, en Audrea Lim (ed.), The Casefor Sanctions, Londres-Nueva York, 2012, pp. 95-97.

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    Editorial25

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    Diplomticamente, el potencial para nuevas discordias es claro. Mientrasel Likud se mantenga al mando, Israel contar con menos apoyos que

    en el pasado. Sin embargo, como compensacin de esta disminucindel apoyo occidental en particular en Europa, y en menor medidaen Estados Unidos, la posicin de Israel en Oriente Prximo se hafortalecido gracias a dos cambios. Por un lado, el rpido crecimientoeconmico implica que el Estado israel es ahora mucho ms autosu-ciente que en el pasado. Desde 2007 la ayuda no militar de Washingtonha desaparecido. Aunque los gastos de defensa ronden el 7 por 100 delpib, muy por encima del nivel estadounidense, Israel goza de un super-

    vit por cuenta corriente que Washington slo puede envidiar. Junto conesa mayor capacidad para resistir presiones econmicas se ha producidouna disminucin de las presiones estratgicas. El balance de la ocupa-cin estadounidense de Iraq y las consecuencias de la primavera rabele dan una posicin ms fuerte que en cualquier otro momento desdela Guerra de los Seis Das. En Egipto la dictadura de Sisi es un aliadoms estrecho incluso que el rgimen de Mubarak, habiendo cerradoGaza ms hermticamente como complemento de la represin de los

    Hermanos Musulmanes. Jordania sigue siendo un aliado rme, al mar-gen de la agitacin interna. El sur del Lbano es patrullado por tropasde la onucomandantes: francs, italiano, espaol, proporcionndoleunglacis contra los ataques de Hezbol. En Siria el rgimen de Assad,el adversario ms irreconciliable de Israel, es una sombra de lo que fue,desgarrado por levantamientos armados nanciados por agentes dele-gados estadounidenses. Ms lejos, el Estado kurdo no proclamado enel norte de Iraq es un aliado que recibe cordialmente a los agentes deinteligencia, asesores militares y mediadores empresariales israeles. Entoda la regin el conicto que se libra entre las fuerzas chies y sunes,que permite a Estados Unidos enfrentar a unas contra otras como enla ruptura chino-sovitica durante la Guerra Fra, divide y distrae a loseles, eliminando cualquier posibilidad de un frente concertado contrael que antes era comnmente estigmatizado como un nuevo Estado cru-zado. Irn sigue siendo un fantasma lejano; pero frente a ese enemigocomn, Arabia Saud e Israel se entienden cada vez mejor: el enemigolejano ofrece al sionismo otro amigo cercano. La escena de OrientePrximo podra, por supuesto, cambiar de manera inesperada. Pero porel momento, Israel rara vez ha estado ms seguro.

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    Desde un principio, nadie vio ms claramente que Edward Said la natu-raleza de los Acuerdos de Oslo. Antes de su muerte empez a hablar

    de un Estado binacional, no como programa, sino como una idea regu-ladora, la nica perspectiva a largo plazo para la paz en Palestina, porutpica que pueda parecer a corto plazo. En la dcada y media que hatranscurrido desde entonces, el nmero de voces que respaldan la mismapropuesta, con mayor amplitud y mucha mayor especicacin, se hamultiplicado. Lo que durante el perodo de entreguerras fue una lneade pensamiento minoritaria en el Yishuv, la comunidad de la poblacinjuda presente en Palestina antes de la formacin del Estado de Israel

    extinguida en 1948, se ha convertido en una corriente signicativa en laopinin palestina, con algunos ecos en Israel. La expansin de los asen-tamientos en Cisjordania y Jerusaln Este, la construccin del Muro deSeparacin, el aislamiento de Gaza, la escisin entre Fatah y Hams y lafutilidad de la representacin rabe dentro de Israel, han restado credi-bilidad a la Hoja de Ruta. Pocos meses despus de la Segunda Intifada,a principios de diciembre de 2001, apareci la primera argumentacinincisiva de un palestino en favor de una solucin de un solo Estado en

    el artculo de Lama Abu Odeh en la Boston Review, en lo que hasta hoyes uno de los ms lcidos y elocuentes anlisis del caso. En el verano de2002 le sigui una pieza de gran alcance y ms deliberadamente polticade Ghada Karmi en el diario libans Al-Adab. Tres aos despus vinola primera defensa en forma de libro, The One-State Solution, de la esta-dounidense Virginia Tilley, ms tarde desarrollada en una rplica ecaza una crtica de izquierdas desde Israel34.

    A partir de entonces los diques se abrieron. En 2006 apareci OneCountry, del palestino-estadounidense Ali Abunimah, el libro ms cer-cano en la elegancia de su estilo y la inspiracin de su perspectiva a

    34 Vanse Yoav Peled, Zionist Realities y Virginia Tilley, The Secular Solution,nlr38, marzo-abril de 2006, pp. 21-57 [ed. cast.: Realidades sionistas y La solu-cin laica para Palestina e Israel, mayo-junio de 2006, pp. 19-52]. En 2003 TonyJudt haba provocado un gran revuelo en los crculos judos estadounidenses alrenunciar a su pasado sionista para defender un futuro binacional en Palestina,sin dar detalles, ya que la solucin justa y posible de devolver el 22 por 100 del

    pas a los palestinos, menos unos pocos asentamientos antes haba defendido conentusiasmo los Acuerdos de Oslo haba dejado lamentablemente de ser viable:Israel: The Alternative,The New York Review of Books, 2 de noviembre de 2003.Percibiendo tal vez la debilidad de esa contribucin, Judt no insisti en ella, omi-tiendo el artculo en los ensayos que recopil en Reappraisals cinco aos despus.

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    Editorial27

    la obra del propio Said. En 2007 Joel Kovel public un virulento ata-que a las convenciones del nacionalismo judo en Overcoming Zionism:Creating a Single Democratic State in Israel/Palestine. En 2008 SareeMakdisi, sobrino de Said, produjo el que sigue siendo el informe mejor

    documentado y ms conmovedor sobre la situacin de los TerritoriosOcupados, Palestine Inside Out, que concluye con su propia defensa deun solo Estado. En 2012 dos obras de autores israeles y una tercera conautores israeles y palestinos aparecieron con pocos meses de diferen-cia: The One-State Condition de Ariella Azoulay y Adi Ophir, Beyond theTwo-State Solution de Yehouda Shenhav y After Zionism: One State forIsrael and Palestine, editado por Anthony Loewenstein y Ahmed Moor.En 2013 Rashid Khalidi peda en Brokers of Deceit la autodisolucin de la

    Autoridad Palestina y emprender una lucha por los derechos democrti-cos plenos en un solo Estado, mientras que el volumen editado por HaniFaris, The Failure of the Two-State Solution, dio a luz el conjunto mscompleto hasta la fecha de reexiones y propuestas sobre un programapara un solo Estado, de una veintena de colaboradores. Las respuestas aesa literatura no han tardado en llegar, tanto desde el lado israel comodesde el palestino. En 2009 Benny Morris produjo One State, Two States,y Hussein Ibish Whats Wrong with the One-State Agenda?; en 2012

    Asher Susser Israel, Jordan and Palestine: The Two-State Imperative; en2014, un grupo de expertos israeles y palestinos colaboraron en OneLand, Two States, bajo la gua de Suecia. Ha comenzado a surgir as unnuevo panorama intelectual, en el que el propio Olmert poda advertirde los peligros para Israel de atizar la discusin sobre un solo Estado enla Tierra Prometida.

    Las formas previstas para tal Estado varan en la literatura que lo pro-pone, desde una democracia unitaria con derechos civiles y polticosiguales para todos, hasta una federacin binacional siguiendo la lneabelga o una confederacin de cantones tnicos. Pero la argumentacingeneral que presentan se basa en un conjunto comn de observacio-nes y juicios. En toda Cisjordania, por no hablar de Jerusaln Este, elentramado de la logstica juda y el patrn de los asentamientos judoshan profundizado demasiado como para revertirlos: la expansin israelha destruido de hecho la posibilidad de un segundo Estado anidadodentro de Sin. Si fuera a cobrar forma alguna vez, el segundo Estado

    ofrecido a los palestinos desde Oslo slo poda ser un pednculo delprimero, a falta de contigidad geogrca, viabilidad econmica o losrudimentos de una autntica soberana poltica: no sera una estructura

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    independiente, sino un anexo de Israel. Pero como incluso la implemen-tacin de esa solucin se pospone indenidamente, quiz sera mejordevolver la pelota a los opresores y reivindicar un solo Estado en el queal menos habra paridad demogrca entre ambas comunidades. Como

    bandera poltica bajo la cual luchar, los derechos civiles as se planteatienen un atractivo internacional ms potente que la liberacin nacional.Si Israel es inexpugnable frente al ataque tnico, podra ser vulnerable ala presin democrtica.

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    Si la idea de dos Estados es esencialmente una contrasea codicadaen palabras de Joel Kovel para el engrandecimiento continuado delEstado judo, junto con otro Estado ms o menos insignicante en unfragmento del territorio cada vez ms reducido35, qu se puede decirde la idea de un solo Estado, tal como se ha esbozado hasta la fecha? Enla fuerza de su solidaridad con los palestinos y la claridad de su visinde lo que realmente signica la solucin de los dos Estados, marcaun avance fundamental en el crecimiento de la oposicin, binacional

    e internacional, al Estado sionista. La mejor medida de su impacto esla reaccin ocial frente a la misma. Hace ms de una dcada, ante elprimer indicio de un inters por ella meramente tctico por parte deun funcionario de la Autoridad Palestina, el secretario de Estado Powellanunci que la Hoja de Ruta estadounidense hacia la solucin de dosEstados era la nica opcin posible36. La chanza israel inicial era quelo mismo se podra pedir un Estado palestino en la luna. Muy pronto,sin embargo, Olmert expres su temor de que los palestinos pudieranpasar del paradigma argelino al sudafricano, de una lucha contra laocupacin, como ellos dicen, a una lucha por un hombre un voto. Esoes, por supuesto, una lucha mucho ms clara, mucho ms popular, y enltima instancia mucho ms poderosa. Instando a sus compatriotasa concluir un acuerdo con la Autoridad Palestina lo ms rpidamenteposible, les deca: Si algn da la solucin de dos Estados se derrumba,y nos enfrentamos a una lucha similar a la de Sudfrica por la igualdaden el derecho de voto, tan pronto como eso suceda el Estado de Israel

    35 Joel Kovel, Overcoming Zionism: Creating a Single Democratic State in Israel/Palestine, Londres-Toronto, 2007, p. 216.36 Vase Tamar Hermann, The Bi-National Idea in Israel/Palestine: Past andPresent, Nations and Nationalism, vol. 11, nm. 3, 2005, pp. 381-382.

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    estar acabado37. La advertencia por un lado era tan tctica como lo erala sugerencia por el otro, preocupado cada uno de ellos por apuntalaruna posicin interna. Pero que cualquier solucin de un solo Estadosignicara el n del sionismo y de su criatura en Cisjordania est claro

    para ambas partes.

    Pero afortunadamente, coinciden, su viabilidad es nula, ya que ni judosni palestinos tienen el ms mnimo deseo de que se llegue a ella: el com-promiso apasionado de unos y otros con su propio Estado y su propia fees un obstculo insuperable para su unin en una sola estructura pol-tica. El elemento de realismo en ese argumento est fuera de duda; perola barrera es menos simtrica de lo que se supone. Para los dirigentes

    polticos de ambos bandos, por supuesto, es absoluta: no van a estable-cer un pacto suicida. Lo mismo es vlido para la inmensa mayora de lacomunidad juda, para la que Israel es su fortaleza. Pero no es necesaria-mente tan cierto para las masas palestinas, para las que el abandono dela esperanza de un Estado separado en favor de la integracin en Israelpodra llegar a ser preferible a la asxia indenida en el statu quo. Bajo laAutoridad Palestina de Abs, que se ha clasicado en dos ocasiones pordebajo de cualquier otro gobierno rabe en cuanto a la libertad de prensa

    las obras de Edward Said fueron prohibidas por Arafat, la censura y laintimidacin dicultan valoraciones ables de la opinin pblica; peroparece claro que la sociedad civil no ha sido an totalmente cooptada oaplastada, ni las universidades enmudecidas; y a travs de ellas se ltranseales de una creciente desilusin con respecto a los objetivos ocialesde la olp38.

    No es de extraar, pues, que la primera denuncia desatinada en forma delibro de la solucin de un solo Estado proviniera de quien ms razonesinmediatas tena para temerla, el rgimen de Al Fatah en Cisjordania,cuyo grupo de presin en Estados Unidos, la American Task Force onPalestine, tuvo el orgullo de presentar la refutacin de Hussein Ibish

    37Haaretz, 29 de noviembre de 2007. En la misma entrevista, Olmert sealabaabiertamente a las organizaciones judas como nuestra base de poder enEstados Unidos.38 Sobre la posible extensin del apoyo palestino a un Estado nico, consltense la

    encuesta de Bir Zeit citada por S. Makdisi: Palestine Inside Out, cit., pp. 282, 347, y lossondeos mencionados en H. Faris (ed.), The Failure of the Two-State Solution,cit., pp.8, 239, 291. Dados los controles ideolgicos existentes en los Territorios Ocupadosque los textos escolares identican esencialmente con Palestina, sin mencionar ape-nas a los refugiados, probablemente no hay datos ables disponibles.

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    a principios de 200639. Despus de enumerar y rechazar uno por uno losargumentos en favor de un solo Estado naturalmente, sin mencionarsiquiera el disgusto hacia el rgimen policial de la Autoridad Palestinaque los motivaba, Ibish explicaba lo que se necesitaba verdaderamente:

    un servicio de seguridad robusto, profesional e independiente, a n demantener la ley y el orden en la sociedad palestina, satisfacer las expec-tativas internacionales e israeles en materia de seguridad, y evitar laproliferacin de grupos milicianos, ejrcitos privados y militantes adhoc40. Por parte israel Asher Susser, comentando la valiosa labor deIbish, se esforzaba por descartar la idea de que el bds, que ni siquierahaba tenido gran repercusin en Sudfrica, pudiera tener severos efec-tos en el mundo globalizado de hoy. Pero aunque sea muy poco realista,

    la idea de un solo Estado se ha convertido en un vehculo favorito de laguerra poltica contra Israel y el proyecto sionista. No busca la aquiescen-cia de Israel, sino su sumisin, pretendiendo que sta se logre mediantela coercin de la comunidad internacional como corolario natural de ladeslegitimacin total de Israel. Como tal, haba erosionado incuestio-nablemente la legitimidad de Israel y la solucin de dos Estados y habadesempeado un papel instrumental en el aislamiento progresivo delpas, similar en algunos aspectos a la condicin de paria reservada en

    otro tiempo para el apartheiden Sudfrica

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    . Los israeles correran ungran riesgo si ignoraran sus corrosivos efectos.

    Pero se evita mejor ese riesgo mediante la simple repeticin de la ver-dad de que todos sabemos lo que signica una solucin, de acuerdocon la propuesta por Clinton que casi se alcanz en la Cumbre de Tabaen 2001? En 2014 un grupo de destacados acadmicos y expertos israe-les y palestinos, muchos de ellos con estrechos vnculos con los lderesde sus respectivos bandos, veteranos del proceso de paz y sus canalesaltamente secretos antes y despus de las negociaciones de Oslo, haballegado a la conclusin de que en el infausto caso de que la Hoja de

    39 El libro no poda ser ms oportuno y signicativo, dado en particular el vigo -roso compromiso del gobierno estadounidense bajo el liderazgo del presidenteBarack Obama en la bsqueda de un acuerdo para el n del conicto entre Israely los palestinos, un empeo que es esencial para el inters nacional de EstadosUnidos: Prefacio a Hussein Ibish, Whats Wrong with the One-State Agenda?Why Ending the Occupation and Peace with Israel is Still the Palestinian National Goal,Washington dc, 2006, p. 5.40 H. Ibish, Whats Wrong with the One-State Agenda?, cit., pp. 134-135.41 Asher Susser, Israel, Jordan and Palestine: The Two-State Imperative, Waltham(ma), 2012, pp. 144, 224.

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    Ruta no llegara a buen trmino, se requerira algo ms imaginativo42.Para resucitar la credibilidad de la solucin de dos Estados, se podraconsiderar una implementacin alternativa: no mediante una particindel territorio, sino de una duplicacin de funciones, con Estados israel y

    palestino paralelos que operaran en el mismo espacio, cada uno de elloscon su propia soberana. One Land, Two Statesesboza un plan muchoms detallado y complejo la ayuda sueca sirvi para elaborar las parti-cularidades institucionales que cualquier propuesta de un solo Estadohasta la fecha, para satisfacer mejor el aborrecimiento sionista de stas.Al preservar intacto a Israel junto con una sombra palestina del mismo,el Proyecto de Estado paralelo lo protege frente a los peligros de des-legitimacin. Pero ser paralelo no signica, por supuesto, ser igual. La

    mejor forma de hacer frente a los temores profundamente arraigadossobre tal solucin, explica una contribucin, es mantener una claraasimetra de poderes. Considerando nicamente las cuestiones deseguridad, en todas las posibles conguraciones la parte israel insisteen mantener cierta ventaja militar43.

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    La solucin de dos Estados, en la que el gobierno de Obama continainsistiendo, nunca ha disfrutado ms que de un apoyo de boquillarenuente en el campo revisionista en Israel, como una concesin tc-tica a la force majeurediplomtica. Una consecuencia de la evacuacinde Gaza ha sido liberar a los espritus ms audaces para considerarla posibilidad de acabar con todo el problema por las bravas. En 2014Caroline Glick, subdirectora gerente de la revista The Jerusalem Post yprofesora de las fdi, public The Israeli Solution: A One-State Plan forPeace in the Middle East, proponiendo la anexin pura y simple de Judeay Samaria integrndolas en Israel, como Jerusaln Este, para redondearlas fronteras naturales del sionismo contemporneo. Los temores de queesto amenazara el predominio judo en Israel eran infundados, basadosen estadsticas inadas de la poblacin rabe producidas por agenciascisjordanas. Acabar con la Autoridad Palestina, a la que los Estadosrabes no estn en condiciones de ayudar, aliviara la carga econmica

    42 Mark LeVine y Matthias Mossberg (eds.), One Land, Two States: Israel and Palestineas Parallel States, Berkeley-Los Angeles, 2014, p. xiii.43 Nimrod Hurvitz y Dror Zeevi, Security Strategy for the Parallel States Project:An Israeli Perspective, en M. LeVine y M. Mossberg (eds.), One Land, Two States,cit., pp. 72, 77.

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    de Estados Unidos, dndole razones para dar la bienvenida al cambio.La nica dicultad real sera la reaccin europea, pero las sanciones dela ue, en caso de materializarse, no seran el n del mundo: Israel yaestaba diversicando sus socios comerciales y el futuro econmico est

    en Asia, cuyas principales potencias estaban invirtiendo en infraestruc-turas israeles y comprando armas israeles sin preocuparse de lo quepudiera pensar Ramala44.

    Para los espritus ms cautelosos ste es un escenario demasiado opti-mista, dependiente de pronsticos frvolos de que los judos seguiransiendo ms de dos tercios de la poblacin de Israel despus de la absor-cin de Cisjordania, no corroborados por los trabajos de la principal

    autoridad demogrca del pas, Sergio DellaPergola45

    . Una versin mssevera de los dilemas que afronta Israel es la proporcionada por BennyMorris, el eminente historiador que inici la demolicin de la mitologaocial segn la cual Palestina se vaci paccamente en 1947-1948 del80 por 100 de su poblacin rabe, y que durante ms de una dcada fueuna gura central en el reexamen crtico de la construccin de Israel,antes de unirse a la corriente sionista predominante hacia el cambio desiglo y convertirse en uno de los halcones ms radicales del pas46. En

    esta nueva fase Morris se ha hecho portavoz de los sentimientos anti-rabes ms extremos; pero aun cuando su posicionamiento poltico hayacambiado, la perspicacia histrica que en otro tiempo le permiti rom-per con tantos tabes patriticos no le ha abandonado. Aunque ahora la

    44 Caroline Glick, The Israeli Solution: A One-State Plan for Peace in the Middle East,Nueva York, 2014, pp. 122-135, 259-260, 228-234.45 Vase Sergio DellaPergola, Demography in Israel/Palestine: Trends, Prospects,

    Policy Implications, iussp xxiv General Population Conference, Salvador deBahia, agosto de 2001, p. 17. Una dcada ms tarde iba a explicar: Si la gentepregunta cundo perdern los judos su mayora, habr que decir que eso ya hasucedido. Si se suma la poblacin palestina de Gaza y Cisjordania, incluyendo a lostrabajadores y refugiados extranjeros, cuyo nmero ha crecido rpidamente en losltimos aos, y omite los israeles que se acogieron a la aliya aprovechando la Leydel Retorno pero no son reconocidos como judos por el Ministerio del Interior,los judos son un poco menos del 50 por 100 de la poblacin: Jerusalem Post, 26de noviembre de 2010. Sobre las inconsistencias de las fuentes en las que se basaGlick, vase Ian Lustick, What Counts is the Counting: Statistical Manipulationas a Solution to Israels Demographic Problem, Middle East Journal, primavera

    de 2013, pp. 185-205.46En el verano de 2014, criticando la insuciencia de la Operacin Margen Protector,Morris pidi a Israel que asestara un golpe mortal a Gaza, con una reocupacin agran escala del enclave por parte de las fdipara acabar con Hams y aplastar todaresistencia all. We Must Defeat HamasNext Time, Haaretz, 30 de julio de 2014.

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    haya puesto al servicio de una causa que antes le denigraba, mantiene lacapacidad para llamar a las cosas por su nombre.

    Morris ofrece en One State, Two States una revisin histrica de cada una

    de esas tesis dentro de las dos comunidades. Ninguna corriente de opi-nin rabe signicativa ha aceptado jams una solucin binacional paraPalestina. Las manifestaciones actuales sobre un Estado laico y democr-tico en el pas no son ms que una tapadera para el objetivo de recuperarla posesin de todo l gracias a la futura superioridad numrica. En laparte juda, en cambio, haba pequeas minoras en el Yishuv qu pro-ponan un Estado binacional en Palestina y algunas voces aisladas semantuvieron hasta la independencia, pero sin ningn peso poltico. El

    sionismo prevaleciente pretenda desde un principio un Estado judomonotnico, originalmente desde Jordania hasta el Mediterrneo, com-prendiendo el sur del Lbano, aunque luego se redujo al territorio delMandato britnico en Palestina. Sus dirigentes saban que su objetivorequera la expulsin de los rabes, y no pusieron reparos a la limpiezatnica a la que llamaron transferencia. Pero como no podan aspi-rar a persuadir a los britnicos para que les entregaran la totalidad dePalestina, aceptaron la propuesta de la Comisin Peel de una particin

    como un paso tctico para ganar una cabeza de playa, como la llamabaBen-Gurin, desde la que extender el podero judo a todo el territorio47.La guerra de 1947-1948 dio al sionismo la oportunidad de eliminar lapoblacin rabe de la mayor parte del pas. Pero en el momento de lavictoria, a Ben-Gurin le falt nervio: en lugar de anexar y limpiartambin Cisjordania, cometi el error de permitir que se infectara comoun resto algeno dentro de Israel, y una vez que se haba perdido laoportunidad de eliminarlo slo podra aparecer de nuevo en caso deotra guerra sustancial la mayora de los judos tendran que resignarsea aceptar all un Estado palestino de algn tipo48.

    La idea de que esa historia podra desbaratarse por la creacin en el sigloxxide un Estado binacional era pura fantasa. El conicto religioso pors solo lo impedira. La solucin de un solo Estado era una quimera.Sobre la mesa slo estaba la solucin de dos Estados. Pero hasta qupunto era realista? La misma forma y pequeez de la Tierra de Israel/Palestina unos ochenta kilmetros de este a oeste hace su divisin en

    47 Benny Morris, One State, Two States: Resolving the Israel/Palestine Conict, NewHaven, 2009, p. 73.48 B. Morris, Survival of the Fittest, Haaretz, 8 de enero de 2004.

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    dos Estados una pesadilla prctica y casi impensable. Y no slo eso.La divisin del Mandato britnico sobre Palestina tal como se propone,con el 79 por 100 para los judos y el 21 por 100 para los rabes palesti-nos, no puede sino causar a los rabes, a todos los rabes, una profunda

    sensacin de injusticia, afrenta y humillacin y una percepcin legtimade que un Estado sobre el territorio de la Franja de Gaza y Cisjordania,resulta sencillamente inviable, poltica y econmicamente. Por qu nodeberan entonces los palestinos proceder del mismo modo que habanhecho los sionistas, tomando lo que se les daba como un paso intermediohacia lo que queran? Tal Estado, impulsado por factores econmicos,demogrcos y polticos objetivos, buscara inevitablemente ms territo-rio y tratara de expandirse a costa de Israel49. La lgica de una solucin

    de dos Estados era pues desalentadora: era una receta para el caos perpe-tuo. Slo si esa expansin pudiera ser desviada hacia Jordania quedaraalguna esperanza de que la creacin de un segundo Estado pudiera tenerun resultado no aventurado para Israel, por vago que sea, y al que seopondra sin duda por la fuerza de las armas la monarqua hachem.

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    Las precauciones contra cualquier dinmica parecida estn por supuestomuy arraigadas en las concepciones israeles de una solucin de dosEstados. La entidad palestina ofrecida no sera un Estado independienteen el territorio an no ocupado por Israel antes de 1967, por decirlo as.Gaza indica por qu no habr ninguna retirada signicativa de los asen-tamientos en Cisjordania, por no hablar de Jerusaln Este.

    49 B. Morris, One State, Two States, cit., pp. 177, 195-196. La conviccin de Morrisde que los palestinos mantenan arrire-pensescomo los de Ben-Gurin no andadescaminada. Incluso un pilar de la doctrina ocial de los dos Estados como SalimTamari ha escrito: Un Estado truncado consagrado en un tratado de paz dejara unmargen considerable para que prosiguiera la lucha dirigida a consolidar su dominioterritorial y conseguir una soberana sustancial. Nasser Abufarha es ms contun-dente. Muchos palestinos que apoyan la reivindicacin de un Estado en Cisjordaniay Gaza, escribe, lo consideran como un primer paso hacia la liberacin total dePalestina, y agrega con una precisin custica: Eso no quiere decir que sea sta

    la verdadera intencin de los dirigentes palestinos; lejos de ello, el nico programareal de esos dirigentes consiste en mantener su liderazgo. Vanse, respectiva-mente, The Dubious Lure of Bi-Nationalism (Tamari) y Alternative PalestinianAgenda (Abufarha), en M. Abdul Hadi (ed.), Palestinian-Israeli Impasse: ExploringAlternative Solutions to the Palestine-Israel Conict,cit., pp. 70, 152.

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    Reubicar en Israel a 8.000 colonos de Gaza le cost al Estado judo el2 por 100 de su pib50. Una retirada comparable de los 350.000 colonosatrincherados en Cisjordania consumira el 80 por 100 del pib; si seaade Jerusaln Este, el 120 por 100. Cualquier segundo Estado que se

    creara tendra pues que cargar con esos colonos. Gaza ofrece tambinun anticipo de la matriz del control judo sobre lo que acabara siendoCisjordania, aunque desaparecieran las guarniciones y los puestos decontrol de las fdi. Despus de rechazar cualquier posible solucin deun solo Estado, Asher Susser no se anda por las ramas al explicar loque implica la solucin de dos Estados que l siempre ha defendido: ElEstado palestino que los israeles estaban dispuestos a aceptar nuncasera un miembro independiente y plenamente soberano del concierto

    de las naciones, sino una entidad castrada, desmilitarizada y vigilada,con el control israel de su espacio areo y posiblemente tambin de susfronteras, as como con algn elemento de presencia militar israel y/oextranjera51. Eso es lo que implica el ttulo de su libro. Entre los partida-rios de los dos Estados, Susser es un moderado.

    Que una Autoridad Palestina sobre esa base, a la que se hubiera con-cedido la parafernalia de las embajadas y reetiquetada como Estado

    palestino, sera poco ms que un puado de bantustanes, ha sido obviodurante mucho tiempo; sa es la razn principal por la que se ha exten-dido la reivindicacin de un solo Estado. Israel se interes desde muypronto por la invencin sudafricana de esos supuestos Estados era elnico pas del mundo en el que Bofuzatsuana tena una misin diplo-mtica y su ejemplo ha congurado desde entonces a escondidas elpensamiento ocial. En un pasaje revelador, Abunimah contrasta elvalor y los principios de Mandela, que preri permanecer en la crcelantes que conceder legitimidad a los bantustanes cuando el rgimendel apartheidle ofreci la libertad si reconoca el Transkei y se trasladabaall, con la desesperada, estpida e interesada decisin de Yasser Arafatde aceptar las condiciones de Israel como gobernante de pacotilla deun Transkei junto al Mediterrneo52. Justo ah, sin embargo, reside lacontradiccin explosiva en los diseos israeles de un protectorado pales-tino. Cuanto ms estricta sea su salvaguarda contra cualquier soberana

    50 P. Rivlin, The Israeli Economy, cit., p. 245. La compensacin media recibida por

    cada colono fue de ms de 200.000 dlares: Shir Hever, The Political Economy ofIsraels Occupation: Repression Beyond Exploitation, Londres, 2010, p. 71.51 A. Susser, Israel, Jordan and Palestine: The Two-State Imperative, cit., p. 220.52 A. Abunimah, One Country: A Bold Proposal to End the Israeli-Palestinian Impasse,Nueva York, 2006, pp. 145-146.

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    verdadera, menos credibilidad tendr el rgimen instalado por Israel,y ms probables sern los levantamientos populares en su contra. Ladomesticacin de una elite colaboracionista corre el riesgo de prender lacombustin de la clera por la humillacin. Las redes de seguridad son

    susceptibles de convertirse en bumeranes. Cuanto ms rigurosas seanlas precauciones tomadas en la creacin de un segundo Estado, mayoressern los deseos de rebelarse contra ellas.

    Una solucin de un solo Estado no estara sometida a esa dialctica;pero tiene sus propios escollos ocultos, poco abordados en las propues-tas formuladas hasta ahora. Su objetivo es superar la divisin originaldel pas en 1948, y no slo las ocupaciones de 1967. Sin embargo, la

    mayor parte de la literatura que ha producido elude, si no el hecho, s lasconsecuencias de esa divisin: la enormidad del botn incautado por elconquistador y la envergadura del exilio que la conquista provoc53. En1947 los judos posean el 8 por 100 de la tierra en lo que hoy es Israel;ahora controlan el 93 por 100 y los rabes el 3,5 por 10054. Dos estimacio-nes independientes sitan el valor de las propiedades conscadas por elEstado sionista a la poblacin palestina y prdidas asociadas en un pocomenos de 300 millardos de dlares, en precios de 2008-200955. Casi la

    mitad de la poblacin de los propios Territorios Ocupados est regis-trada como refugiados: un poco menos de 2 millones de personas, de los

    53 Para una rara excepcin, vase Ian Lustick, Thinking about the Futures ofPalestine with the Pasts of Others, en M. Abdul Hadi (ed.), Palestinian-IsraeliImpasse, cit., p. 214: El hecho de que establecer un Estado y una jurisdiccin legalsobre todo el pas abrira un cuestionamiento radical de toda la transferencia amanos judas de tierras rabes y pblicas dentro de la Lnea Verde es un inmensoobstculo para conseguir que los israeles se tomen en serio la solucin de un soloEstado.54

    Oren Yiftachel, Ethnocracy, Filadela, 2006, p. 58; sobre los mecanismos dejudaizacin de la tierra en Israel tras la conquista, pp. 137-140.55 Vase Rex Brynen y Roula E-Rifai (eds.), Compensation to Palestinian Refugees andthe Search for Palestinian-Israeli Peace, Londres, 2013, pp. 10, 132-169. Ambas esti-maciones provienen de economistas con respaldo de la onu: Thierry Senechal yLeila Halal, The Value of 1948 Palestinian Refugee Material Damages y AtefKubursi, Palestinian Refugee Losses in 1948. Para un raro ejemplo de unaisrael dispuesta a considerar el tema, la compensacin mxima posible paratodos los palestinos desposedos se situara en torno a los 15 millardos de dlares,principalmente a cargo de fuentes occidentales: Ruth Klimov, Reparations andRehabilitation of Palestinian Refugees, en Eyal Benvenisti, Chaim Gans y Sari

    Hana (eds.), Israel and the Palestinian Refugees, Heidelberg, 2007, p. 342. En Taba,los negociadores de Tel Aviv insinuaron cautelosamente una cifra de 3-5 millardosde dlares de fondos sionistas para cinco millones de refugiados palestinos. Comose ha sealado, la Knset concedi alrededor de un millardo para reubicar a un totalde 8.000 colonos judos desde Gaza.

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    5 millones registrados por la onu. El nmero de exiliados sin Estado esde 2,5 millones, y el nmero de refugiados que viven en campamentoses de 1,5 millones. Qu sucedera con esas propiedades y esas perso-nas en el sistema poltico de un solo Estado? Al soslayar de puntillas

    la cuestin que est en la raz del conicto entre las dos comunidadesen el antiguo Mandato, la literatura sobre el Estado nico a fortiori unEstado paralelo acepta tcitamente que las reparaciones y el retorno nosern ms que simblicos, en el mejor de los casos, y con ello se une a lasolucin de dos Estados en la ceguera frente a la improbabilidad de quela tremenda desigualdad entre palestinos y judos, basada en el despojobrutal de una parte por la otra, no sea una continua y ardiente fuente declera, contenida a punta de pistola a lo largo de la frontera entre dos

    Estados o acechante en las calles y ciudades de un solo Estado, en el quecada monumento a la riqueza y el privilegio sera un recordatorio diariodel expolio original. En la capacidad de Morris para ver y explicitar esaperspectiva radica su ventaja.

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    Pero la improbabilidad no es certeza. La sentencia atribuida al generalMoshe Yaalon, antiguo jefe de Estado Mayor y ministro de Defensa acargo del Margen Protector es apcrifa (ha realizado muchas declaracio-nes bastante ms incendiarias), pero su difusin expresa la apreciacinpor ambos bandos de que sa es la apuesta, abierta y declarada, del esta-blishment revisionista israel, e implcita en el laborista: Hay que hacerentender a los palestinos, en lo ms profundo de su conciencia, queson un pueblo derrotado. Setenta aos de expulsin y ocupacin esmucho tiempo. Al cabo de otros veinte o treinta, no seran concluyentesla fatiga y la resignacin? Las pruebas son ambiguas. El ataque contrael Lbano y la derrota de la primera Intifada obligaron a la olpa some-terse a Oslo. El aplastamiento de la segunda Intifada trajo consigo a Absy Fayyad. La Operacin Plomo Fundido encerr a Hams en la LneaVerde. Cada golpe ha reducido las pretensiones de resistencia; pero tam-bin la ha desplazado. Una vez que la olpqued fuera de combate enel Lbano, en Cisjordania estall una rebelin fuera de su control. Unavez que se hizo evidente la impotencia de la Autoridad Palestina, hubo

    una segunda y ms radical rebelin en Cisjordania. Una vez que se ins-tal a Abs, Hams obtuvo una victoria electoral abrumadora. Una vezque Hams empez a contemporizar en Gaza, la Yihad Islmica gan

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    fuerza. Jerusaln Este podra ser el prximo detonante56. Ha acabadoreduciendo la capacidad neta de resistencia el efecto acumulativo de esosdesplazamientos? Es demasiado pronto para decirlo. Pero es poco proba-ble que el ciclo de represin y resurgimiento haya dejado de funcionar.

    Es ese temor, por supuesto, lo que impulsa los intentos occidentalesde acorralar a la clase poltica israel para que acepte un acuerdo de dosEstados como el propuesto por Clinton, que siempre han encontrado uneco en el campo laborista del sionismo, congnitamente ms deferentecon las exigencias imperiales, primero britnicas y luego estadouni-denses, que la tradicin revisionista de mentalidad ms independiente.Sera necesario, pues, que los laboristas volvieran al gobierno como algo

    ms que un socio subordinado en una coalicin con el Likud, para llevara buen trmino esa iniciativa. Estados Unidos y la uehan respaldadouna solucin de dos Estados tan pblicamente que sera difcil para ellosrecoger velas, y de hecho, alguna versin cepillada de la propuesta deClinton parece el resultado ms probable en el prximo futuro. Peromientras Oriente Prximo siga siendo un campo de batalla para los con-ictos sectarios dentro del Islam, no hay una urgencia apremiante paraque Occidente la acelere. Estados Unidos tiene gran inuencia en Tel

    Aviv, pero arriesga poco en la demora

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    . La uecorre el riesgo de ciertodesasosiego, pero tiene poca inuencia. Por el momento, los TerritoriosOcupados pueden unirse al Shara Occidental o al norte de Chipre en lamemoria-limbo de Occidente.

    56 Vase Nathan Thrall, Rage in Jerusalem, London Review of Books, 4 de diciem-bre de 2014, donde se informa de que ms de mil palestinos de Jerusaln, lamayora de ellos menores de edad, han sido detenidos desde julio, el cudruple delas detenciones totales en Jerusaln Este por delitos relacionados con la seguridadentre 2000 y 2008, perodo que incluye la Segunda Intifada.57 Las ventajas potenciales de la creacin de un Estado palestino pequeo, pobrey estratgicamente intrascendente, son pequeas en comparacin con los costesinternos de presionar demasiado a un estrecho aliado que ejerce un signicativopoder regional, as como en la poltica interna [estadounidense], escribe Nathan

    Thrall, en el anlisis ms agudo de la poltica estadounidense hacia Israel desdeClinton a Obama: Israel and the us: the Delusions of Our Diplomacy, The NewYork Review of Books, 9 de octubre de 2014. En su combinacin de crtica clara yrealismo sensato, los informes de Thrall desde y sobre Israel han sido siempresobresalientes.

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    Dnde deja todo esto la lucha palestina por la liberacin? Resulta difcilpensar en ningn movimiento nacional que haya sufrido un liderazgo

    tan ruinoso. Una vez que el imperialismo britnico aplast el gran levan-tamiento palestino de 1936-1937, cuya represin exigi ms tropas quecualquier otra revuelta colonial en el perodo de entreguerras, el Yishuvcosech la herencia de una fcil ventaja en el Mandato, que el variadosurtido de ejrcitos rabes mal dirigidos e insucientemente equipadosno estaba en condiciones de contrarrestar.

    La Nakba fue tan rpida y catastrca que durante ms de una dcada

    no existi ninguna organizacin poltica palestina, de ningn tipo. Lapropia olp, creada diecisis aos despus, fue en su origen ms unaconstruccin de la diplomacia egipcia, nanciada por la Liga rabe, queuna iniciativa nacional. Objetivamente, las condiciones para construirun movimiento fuerte con una estrategia coherente eran excepcional-mente difciles desde un principio; pero se veran fatalmente agravadaspor los delirios y la incompetencia de Fatah y el liderazgo de Arafat.Durante un cuarto de siglo, el objetivo ocial de la olp fue recuperar

    todo el territorio del Mandato por la fuerza de las armas, poniendo nal sionismo, cuando e