Hitler y Eva Braun - Nerin E. Gun

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  • HITLER Y EVABRAUNUn amor maldito

    NERIN E. GUN

    EDITORIAL BRUGUERA. S. A.BARCELONA BOGOT . BUENOSAIRES CARACAS MXICO

    Titulo original: L'AMOUR MAUDITDHITLER ET D'EVA BRAUN

    Edicin en lengua original: Nerin E.Gun - 1967

  • Fernando Corripio - 1974 Traduccin

    Archivo Grfico Bruguera, S. A. -1974 Cubierta

    La presente edicin es propiedad deEDITORIAL BRUGUERA S. A. Morala Nueva, 2 Barcelona (Espaa)

    1. edicin: julio, 1974

    Impreso en Espaa Printed in Spain

    ISBN 84-02-03X06-9 Depsito legal:B. 26.471 -1974

    Impreso en los Talleres Grficos deEDITORIAL BRUGUERA S. A. Morala Nueva 2 - Barcelona 1974

  • Digitalizacin: Spirit96 Noviembre2004

    INTRODUCCIN

    Pocas horas despus de haber sidoliberado del campo de concentracin deDachau por los soldados ame ricanos mis compatriotas tuve conocimientode que Adolf Hitler haba contradomatrimonio aquel mismo da, 29 de abrilde 1945, con una tal Eva Braun. Lacoincidencia de fechas que no fue talcoincidencia, pues, como veremos a lolargo de esta obra, el casamien to secelebr mucho antes nunca dej deintrigarme, y suscit en m una profundacuriosidad hacia Eva Braun, sobre todoporque en el perodo en que estuve

  • acreditado como corresponsal de guerraen Berln, al servicio de la Prensaentonces neutral, mi ignorancia respectoa esa mujer era absoluta, y ello pese ami agresiva curiosidad, que me acarreel tributo ms elevado de los satisfechospor el conjunto de periodis tas ymiembros del cuerpo diplomtico, puesme vali ser internado en Dachau. Uncasamiento, aun cuando sea in extremis,es un hecho humano. Quin era esa EvaBraun que haba persuadido aldemonio de Ber ln a tomar unadecisin tan paradjica? Mas por quabordar el personaje de Eva Braun? Elmundo debiera ya saber todo loconcerniente a ella. Yo mismo he ledoms de cinco mil artculos sobre el

  • tema, al que historiadores notorios hanaludido ms o menos someramente. Setrata, pues, de otra incursin en elperiodismo sensacionalista? Larespuesta debe buscarse en el hecho deque Eva Braun ha sido la grandesconocida de la reciente histo ria delTercer Reich. Tanto los aludidos cincomil ar tculos, como los tratados dehistoria general o especial que seocupan del personaje, son sumamenteinexactos. Y me permito afirmarloporque soy autor de varios de esos cincomil artculos, circunstancia que no dejade avergonzarme, ya que su falsedad esevidente. Cier tamente, podra aducirseen mi favor que en aquel en tonces yoera tan slo un periodista entregado a la

  • investigacin superficial de uno de lossecretos mejor guardados del rgimenhitleriano. Pero los que mscontribuyeron voluntaria, intencional yperversamente a la desfiguracin de loshechos, y que cabe considerar, por tanto,como los verdaderos responsables,fueron los Speer, los Hoffmann, losSchirach; aquellos que lo deban todo riqueza, gloria y poder al hombre queEva Braun haba amado, tal vezequivocadamente, pero con indudablesinceridad.

    Speer, por ejemplo, declar al eminentehistoriador britnico Trevor-Roper:Eva Braun va a decepcionarenormemente a los historiadores. Pero

  • quin era este Albert Speer, al quetanto pre ocupaba lo que la Historiapudiera decir de los de ms? Nohabiendo sido nunca un verdadero nazi,slo la ambicin le impuls a unirse aHitler, quien crey que lo haca porrazones de amistad. Fue as como, deoscuro arquitecto sin clientes, Speerpas a convertirse en uno de loshombres ms importantes del Reich.Personalmente, no creo en el principiosustentado por los tribunales deNuremberg, pues no es el vencedor porlas armas el que debe juzgar al vencido.Sin embargo, opino que Speer, en sucalidad de ministro de Arma mento, hizoposible que la guerra se prolongaseotros dos aos; fue, adems, responsable

  • de grandes devasta ciones, por lo que susaldo negativo ante la Historia esconsiderable. A ello hay que aadir elhecho de que Speer era para Hitler algoms que un simple ministro Es tu nicoamigo de verdad haba dicho Eva,Braun en el bunker cuando todo parecaya perdido, el nico que jams teabandonar. Y cuando, en efecto, Speerque realiz el viaje en avin llegel ltimo al bunker, Eva sali a suencuentro tendindole los brazos, altiempo que exclamaba, radiante alestrecharle en ellos, como si viera almismsimo San Jorge adentrarse en elantro del dragn: Estaba segura de quevendra. Es usted nuestro amigo, elltimo de los fieles. A lo cual contest

  • Speer, un tanto confuso, que supresencia era slo momentnea, puesdeba partir aquella misma noche,reclamado por sus deberes comoministro de Armamento. Deberesinexistentes de un ministro sinministerio, cuyas armas y municionesha ca tiempo que no haba posibilidadde obtener. En Nuremberg, y tal vez parainfluir sobre los jue ces, Speer lleg apretender que haba tratado deenve nenar a Hitler en el bunker, y conl a esa misma Eva Braun que siemprele consider como el mejor amigo deambos y que eligi libremente morir conel hombre al que, a diferencia de Speer,nunca haba jurado eterna fidelidad. VonSchirach, que pudo escapar a la pena

  • capital en el proceso de Nuremberg,probablemente porque su abuela era unamultimillonaria americana, pues de otromodo parece incomprensible que unhombre res ponsable de haberenvenenado la conciencia de millo nesde jvenes pueda haber sufrido menorcastigo que otros inculpados, acaba deredactar unas Memorias en las quetambin l ofrece un enfoquesensacionalista de la figura de EvaBraun, empleada como dependienta enel establecimiento de un fotgrafo, concuya hija contrajo matrimonio VonSchirach. De esta hija, antao amiga deEva Braun, hizo Schirach una virreinade Austria, mientras que Eva se veaobligada a recluirse en su annima

  • residencia de Munich. Pero as comosta se mantuvo fiel a su amante hasta lamuerte, la esposa de Baldur vonSchirach, en cambio, no slo se divorcide su marido una vez cado ste endesgracia y un hombre en la crcel sesiente doblemente trai cionado cuandosu mujer le abandona, sino que seentreg a unos amantes de quienes lomenos que puede decirse es que eran elpolo opuesto, tanto en el aspecto racialcomo en las ideas, de todo cuantoBaldur von Schirach se haba hechoardiente paladn. Vino a continuacin lafalsedad del diario ntimo, esa obratotalmente apcrifa publicada en 1947 yque lo proclamo para advertir a loslectores que se hubie ran dejado inducir

  • a error por esta patraa, urdida por unactor sin escrpulos, que redonde asla experiencia adquirida junto a undictador al que en vida haba glorificado no tiene absolutamente nada que vercon la presente obra ni con el diariontimo de Eva Braun el verdadero,que yo he descubierto. De otro lado, unamujer que ha querido ciegamente a unhombre durante diecisiete aos elnico hombre de su vida y quevoluntariamente, pese a todos losobstculos, las advertencias y losruegos, sigue a dicho hombre a unamuerte ignominiosa, no puede dejarindi ferente a la Historia. Pero por quam Eva Braun a Hitler? El amor no esuna operacin comercial en la que se

  • pesan el pro y el contra o se calculan lasventajas y las desven tajas, como en uncomputador electrnico; no, el amor esuna pasin. Si para ello hubiese querecurrir a una explicacin lgica, en talcaso, dejara de ser amor. Entonces, esque al hablar de Eva Braun tratamos dehumanizar un tanto la figura de Hitler?No soy yo de los que, en beneficio deuna o de varias propagandas, creen en laimagen que nos presentan las pelculasramplonas de un Hitler monstruoso, quese dedica a torturar moscas, que muerdelas alfombras en sus arrebatos de ira yque obra segn el dictado de loshorscopos. Es necesario que lleguemosa comprender que los hombresimportantes, los que con una sola

  • palabra pueden decidir la suerte demillones de per sonas, son siempreseres perfectamente normales enapariencia, padres de familia quecultivan flores y ado ran a los animales,cualidades humanas stas que no evitanen absoluto que sus actos polticospuedan lin dar a veces con lodemonaco. Por otra parte, ese granamor de Eva Braun, lejos de humanizara Hitler, le envilece todava ms, ya quesu primera y mayor vctima propicia fuesiempre esta mujer que tanto amor leprofesaba. Pero la Historia es una cnicadama que se burla de los valoresmorales y de los hroes. En su poca nohubo en el mundo hombre msvituperado y malde cido que Napolen;

  • hoy, en cambio, muchsima gente leadmira y se emociona ante su tumba.Durante dos cientos aos, el nombre deOliver Cromwell fue pros crito enInglaterra. En la actualidad, por elcontrario, es considerado como uno desus mayores hroes. No pretendoespecular vanamente, ni predecir quellegara el da en que Berchtesgaden seconvierta en un lugar de peregrinaje hoy en da, uno tiene a veces esaim presin, pero est fuera de dudaque Adolf Hitler transform nuestrasvidas y que su influencia sobre lahistoria del presente siglo ha sidodeterminante. An hoy, apenas ocurresuceso verdaderamente importante en elmundo que no sea una consecuencia de

  • la poltica o de la guerra desencadenadapor Hitler. Esa es la razn por la cuallos detalles de su vida privada ysentimental me parecen tan importantes.Asimismo, me apena comprobar quetanto los histo riadores de prestigiocomo los autores de los artculosaparecidos en revistas de divulgacin sehan equivocado en este punto. Trevor-Roper admite disculpa por haber escritosu relato con un exceso de premura yatendien do a testigos poco dignos deconfianza. William S. L. Shirer recopiluna gigantesca obra basada en gran parteen material documental. Sin embargo,son los hombres y no los papeles losforjadores de la Historia. De este modo,y por no dar ms que un ejemplo, Shirer

  • nos cuenta la juventud de Hitlerbasndose casi nicamente en un librode Memorias de Kubizek, un amigo de lainfancia del Fhrer. Pero jams sostuvoentrevista alguna con el tal Kubizek. Dehacerlo, habra consta tado seguramenteque buena parte de dichas Memoriaseran pura fantasa, como ha quedadoampliamente de mostrado por otroshistoriadores. Michael Musmanno, porsu parte, ha realizado una obra queTruman Capote habra calificado denovela sin ficcin. Tal vez ello sedeba a que el seor Mus manno se hadejado llevar por sus emociones, o bienporque sus testigos, encandilados a lavista de un uniforme de oficial de laMarina de guerra americana o

  • hallndose vencidos, hambrientos,encarcelados, sin hogar o con laconciencia no siempre tranquila, eranpropicios a impresionarse por bastantemenos y con frecuencia contestaban loprimero que se les ocurra. De otromodo, no puede explicarse esa historiade una carta de Eva Braun que laaviadora Hannah Reitsch haba decididoromper por estimar que el texto erademasiado pedante. Nadie supo nuncanada de esta misiva, y la propia HannahReitsch fue la primera que me loconfirm varias veces y por escrito.Otra testigo me ense la obra deMusmanno, situada en un cajn de suescritorio, y en la que con un lpiz habatachado el ochenta por ciento del texto,

  • anotando al margen: Falso. Otroautor, cuyos libros han dado mucho queha blar, se ha referido en fecha recientea Eva Braun. Incluso trata este tema encuatro pasajes de su libro The lastbattle, sobre el que pretende habertrabajado varios aos respaldado porlas mayores empresas edi torialesamericanas. No obstante, en las cuatroocasio nes se equivoca. Cierto es que elautor, Cornelyus Ryan, interrog amillares de testigos (a veces merecuerda a un perio dista de unpueblecito americano, que despus de unincendio toma tantos nombres deespectadores que se olvida porcompleto de hablar del siniestro); peroja ms se preocup, por ejemplo, de

  • entrevistarse con la secretaria particularde Hitler. Cierto tambin que la cita amenudo; pero como ella misma hacenotar: Se sirve de los interrogatorios aque me sometieron los militaresamericanos hace veinte aos...,pudiendo advertirse que escribe "seoraGertrude Junge". Sin em bargo, se meconoci siempre por Traudl, pero lossol dados americanos, msprotocolarios, haban escrito Gertrude.La misma Traudl Junge afirma: Trevor-Roper habla de m como si yo fuera suhermana..., pero no me he tropezado conl en toda mi vida. Todo esto trae a mimemoria un juego de sociedad que elactor americano Jack Paar hizo famosoen la televisin. Una persona cuenta algo

  • al odo de su veci no y ste lo repite delmismo modo a otro. Al final, lahistorieta ha quedado totalmentetransformada. Otro tanto ha ocurrido conEva Braun. En un determinado momento,alguien, con el propsito evidente deobtener unos cartones de cigarrillos,hizo un relato medio veraz y medioimaginario, y a continuacin loscronistas se limitaron a repetir lahistoria, aadiendo cada uno algo de supropia cosecha. Por consiguiente, yohice lo que en todas esas fabu losashistorias no aparece por ninguna parte:acudir a las mismas fuentes, visitando alas personas que haban dicho algo alrespecto o proporcionado algunainformacin. Consult los expedientes

  • de la polica y los archi vos delRegistro Civil; visit escuelas,conventos, casas particulares, hoteles,parques y cementerios. Cuando untestigo, me deca algo, le peda actoseguido una prueba, comprobaba una yotra vez sus declaraciones y confrontabaen ocasiones a la amiga con la amiga, ala hermana con la hermana y a la hijacon la madre. Todo este esfuerzohubiera sido baldo sin la cola boracinactiva de aquellos que asistieron decerca a los hechos relatados. Debo,pues, expresar mi gratitud a lassecretarias de Hitler: a Traudl Junge, ala muy hermosa Gerda Christian y aJohann Wolf; al antiguo chferMaurice; a otros colaboradores; a los

  • amigos y compaeros de escuela de EvaBraun, y, sobre todo, a su buena amigaHerta Ostermeyer, que por primera vez,despus de mucho tiempo, consinti enhablar sin ceramente con una tercerapersona acerca de Eva Braun. Estoyconvencido de que ninguno de ellos havisto en m a un cancerbero, a unenemigo o a un periodista intrigante,sino a un amigo, y que nada me hanocultado acerca de la verdad. Por miparte, espero que se convenzan de queno he traicionado la confianza quedepositaron en m. Pero ese cmulo deesfuerzos, as como el hallazgo, en unrincn olvidado de Washington, detreinta y tres lbumes de fotografas deEva Braun y de algunas pginas de su

  • diario ntimo, de nada hubieran servidosin la activa colaboracin de la familiade la propia Eva Braun, que, trasveintitrs aos de silencio, decidi salirde su mutismo. La reserva de susfamiliares tena un fondo humano, ya quedurante el mencionado lapso la familiatuvo que asistir, impotente, a laviolacin del recuerdo de la hija yhermana, a la venta de re cuerdos y deobjetos ntimos de su pertenencia, ascomo a la publicacin de innumerablespanfletos, apar te del famoso falsodiario. Eva fue tambin vilipen diadapor sus propios compatriotas. Debeconsignarse aqu que los Braun, todavahoy, admiten difcilmente que debenpagar el precio ya que en la vida todo

  • se paga de los das de opulencia yseguridad vividos en Berchtesgaden.Para m constituye un orgullo haberconseguido per suadirles a quesacrificaran algo de su vanidad familiaren aras de la Historia, esa Historia quetantos peligros conlleva cuando slo sebasa en suposiciones. La colabo racinde la familia fue total, abriendo para mlas arcas y cajones de su hogar. IlseBraun se convirti en una inestimablecolaboradora, con la que he contradouna enorme deuda de gratitud. Enresumen, todo lo que era humanamenteposible saber acerca de Eva Braun hallegado a mi conocimiento. Pero no soyni he sido jams un Manchesterencar gado por la seora Jacqueline

  • Kennedy para recompo ner la historia dela muerte del presidente. Temo, portanto, que cuando la familia Braun leaeste libro, se sienta, tal vez,decepcionada por haberme otorgado suconfianza. Su visin de Eva Braun es lade unos padres que viven un sueonostlgico. La ma es la del hombre quebusca la verdad. Slo les pido, llegadoel caso, que recuerden la nica promesaque formul a cambio de su inapreciableayuda: la de decir la verdad y slo laverdad. Estoy convencido de que EvaBraun solamente hu biera querido que sehablase de este modo de su nico y granamor: Adolf Hitler.

    Un hroe debe ser libre.

  • Friedrich Nietzschb

    Lo peor que tiene el matrimonio es quecrea derechos. Resulta ms cmododisponer de una amante. No existencargas que sopor tar, y todo es como unhermoso regalo. Esto, desde luego, no esvlido ms que para los hombresexcepcionales.

    Adolf Hitler

    Captulo Primero

    LA MUCHACHA QUE REA CONLOS OJOS...

    Querido seor Hitler: Le agradezcouna vez ms su maravillosa invitacin al

  • teatro. No olvidar fcilmente esavelada. Le quedo muy reconocida por sugentileza, y cuento las horas que faltanhasta que tenga la dicha de volver averle. Su

    Eva.

    Una mujer de la limpieza recuerda haberhallado esta carta rota en cuatro pedazosen la habitacin de Hitler, en laPrinzregentenplatz, de Munich. Eraenton ces el 18 de septiembre de 1931.Esa misma maana, el descubrimientode otro hecho distinto haca aparecerpor primera vez en la Historia el nombrede una joven que sera hasta el ltimominuto la compaera del amo del TercerReich. En el momento en que Eva Braun

  • entraba en la vida de Adolf Hitler, otramujer decida abandonar la escena. Estahaba sido el primer gran amor delapren diz de dictador. Con este presagiosangriento se iniciara a su vez el amormaldito de Eva Braun, que iba aterminar de forma igualmente trgicaalgunos aos ms tarde. Detengmonosun momento en ese presagio, por lotanto, ya que sirve para aclararsingularmente el sen tido de este libro.Desde el pie de la escalera slo sedistinguan las piernas de la joven que,inclinada sobre la balaustrada, nocesaba de hacer seales con la mano yde gritar con una voz aguda que habaterminado por despertar a todos losvecinos de la escalera: Hasta pronto,

  • to Adi! Hasta pronto! Eran aqullasunas bonitas piernas; adems, la chi catrataba de inclinarse lo ms posible, sele levantaba la falda y no llevaba msque un ligero vestido, se gn la tradicinbvara, lo que haca que los hombresque la saludaban se demorasen ms dela cuenta, a pesar de los impacientesbocinazos del chfer, deseoso deemprender la marcha antes de que lacirculacin se hiciera demasiadointensa. Por fin, Hitler, se acomod en ellargo Mercedes negro de farosrelucientes, un automvil de lujo que lafbrica Daimler-Benz haba puesto adisposicin del que por aquel entonces17 de septiembre de 1931 no erams que un ambicioso poltico de la

  • extrema y convulsionada derecha. Elhombre mir una vez ms hacia elbalcn princi pal del primer piso, dondese hallaba la muchacha, el mismo balcnque aos ms tarde adquirira unaim portancia histrica ya que desde allChamberlain anunci a una multituddelirante que acababa de fir mar conherr Hitler el tratado destinado agaranti zar la paz de nuestro tiempo.Hitler manifest ms tarde: Ningunasabe rer con los ojos como Geli. Geli,afectuoso diminutivo de Angela MaraRaubal, era su sobrina, la hija de suhermanastra, de la que era tutor y sobrela que velaba con el mismo celo de undon Bartolo. La muchacha tenadiecinueve aos menos que l y era de

  • una belleza excepcional, una princesaque obligaba a la gente a volverse a supaso, cosa muy poco corriente enMunich, segn me dijo Emil Maurice1,el cual, despus de treinta y seis aos,an sigue estando nostlgicamenteenamorado de ella. Por lo general,Adolf Hitler sola ascender una vez msla escalera para saludar de nuevo a susobrina, tal vez por afecto, o quiz parahacerle alguna reco mendacin, ya quese comportaba como un jefe autoritariocon los miembros de su familia. Sinembargo, justamente aquel viernes sumente se hallaba ocupada en los detallesde la mudanza parcial que tenia quehacer a su finca del Obersalzberg, unamontaa cerca na a Berchtesgaden, y en

  • las dificultades de la gira que sedispona a iniciar y que debaconducirle hasta Hamburgo. Por si estofuera poco, tena escasa confianza en sunuevo chfer, Schreck, que corraexcesivamente. Hitler, que no sabaconducir y que nunca se coloc detrsdel volante de un coche, prefera viajara velo cidad moderada, a una mediaburguesa, y en conse cuencia, noquera retrasar la partida con el objetode no dar a Schreck un pretexto para irdemasiado aprisa. Adems, aquelviernes por la maana el fhn sopla basobre la ciudad. Este fenmenoclimtico muniqus consiste en un vientodel Sur que alza neblinas, ocul tando lasmontaas circundantes a los ojos de los

  • ciu dadanos, y que tiene laparticularidad de volver a cier taspersonas extremadamente nerviosas.Hitler era una de esas personas, y, segnveremos, casi todas las mujeres quelleg a conocer se vean igualmenteator mentadas por el fhn. As pues,Hitler se ajust la especie de casco decuero que estaba de moda en aquellapoca entre los automovilistas e hizo laseal de partida. El enorme Mercedesdio la vuelta a la Prnzregentenplatz, encuyo nmero 16 se hallaba la ampliaresidencia de soltero de Hitler, en elmismo corazn de un barrio residencialbastante aristocrtico. El inmueble, queha ca esquina, poda ser consideradocomo lujoso. Poste riormente, y por una

  • de esas ironas del destino, no recibiun solo araazo de las bombasangloamericanas, que llegaron a destruirlas cinco sextas partes de la ciudad. Elvehculo se dirigi hacia el centro de lapobla cin con el objeto de tomar lacarretera de Nuremberg an noexistan las autobahnen; algo antes dela salida de la ciudad, Hitler se volvihacia su compa ero, el fotgrafoHoffmann, y murmur: Ese malditofhn... Noto como un desagradablepresentimiento. Ser infantil, pero... Noobstante, llegaron a Nuremberg despusde un viaje sin contratiempos. Elpresentimiento de Hitler se refera a unatentado. Tras pernoctar en el DeutscheHof, y cuando la comitiva se dispona a

  • reemprender la marcha hacia el Norte,un empleado del hotel se colo c en elcamino del coche, obligando a Schreck afrenar bruscamente y proyectando aHitler contra el transportn delantero. Llamada telefnica urgente del seorHess! se oy decir. Si Rudolf Hess, elhombre que todo lo coordinaba en elpartido, le reclamaba de aquella forma,era que se trataba de algn asunto grave,y ms an porque el empleado del hotelagreg que la llamada proceda delapartamento privado de Hitler enMunich. Su sobrina ha sido hallada ensu habitacin con una pistola, la deusted, en la mano. Su estado essu mamente grave... La polica estinvestigando comu nicaron a Hitler.

  • Cundo ste lleg a la casa era yademasiado tarde. Los mdicos nopudieron salvar la vida a Geli; suca dver haba.sido transportado aldepsito, y de all a la capilla ardientedel cementerio. El peridico de lamaana publicaba la siguiente noticia:El comunicado de la polica da cuentade que una estudiante de veintitrs aosse dispar un tiro al corazn, con unapistola, en la habitacin de suresi dencia del barrio de BogenhaIlsenLa desdichada joven, Angela Raubal,era hija de la hermanastra de AdolfHitler y viva en un piso del inmueble dela Prinzregentenplatz, junto al quehabitaba su to. El viernes por la tarde,los propietarios del inmueble oyeron un

  • grito, pero no les pareci proveniente dela habitacin de su inquilina. Sinembargo, transcurridas varias horas sinque se oyera en la estancia seal alguna,se procedi a forzar la puerta. En elinterior hallaron a Angela Raubal con elrostro contra el suelo, muerta. Cerca deldivn se encontr una pistola "Walther"de pequeo calibre. Todava noaparecen claros los motivos deseme jante acto. Se dice que la seoritaRaubal haba cono cido a un cantante enViena, pero que su to le tena prohibidoviajar hasta all. Otros aseguran que lainfor tunada muchacha se dio muerteporque deba hacer su presentacincomo cantante y no se crea capaz deenfrentarse con el pblico. La resea

  • del Mnchner Neuesten Nachrichten noest en proporcin con la importanciadel suceso ni con la notoriedad de unode los protagonistas del mismo; ello hayque imputarlo, sin embargo, a lacir cunstancia de que los peridicos dela poca conside rados como seriossolan asignar poco espacio a la crnicapolicaca. Maurice me explic que losnazis ejercieron inme diatamente unafuerte presin sobre los peridicos, a finde evitar la difusin de detallesdesagradables acer ca de lo ocurrido. Aeste respecto se advierte que Geliaparece como inquilina de un pisoseparado, cuando en realidad viva en elde su to y sus habitaciones erancontiguas. La hiptesis de la cantante

  • que se desfonda es puramenteimaginaria, pues Geli no soabasiquiera con aparecer en pblico, cosaque nunca le hubiese per mitido su to, ypor otra parte, no daba en modo algunola impresin de ser una chica tmida,sino todo lo con trario. No obstante, meha sido posible reconstruir los deta llesde este suicidio gracias, sobre todo, alas conver saciones que sostuve conAnnie Winter, la cual era desde el ao1929, es decir, desde que Hitler alquilel amplio piso de soltero de laPrinzregentenplatz, la asistenta delfuturo dictador. Ms tarde esta mujer seasignara a s misma el ttulo degobernanta. La madre de Geli afirm se encontraba en Berchtesgaden, en

  • el Obersalzberg, y Geli estaba solaconmigo. Casi inmediatamente despusde la partida de su to, ella se encerr ensu habitacin, dicindome que no queraver a nadie... Sin embargo, llam a unaamiga, y la vi escribir algunas cartas...Nada se ha sabido de estas cartas; encuanto a la amiga con la que Geli hablpor telfono, Elfie Samthaber, asegurque slo trataron de cosasintrascendentes, de un vestido quehaban visto en una tienda y de unavelada teatral. La alcoba donde Geli seencerr estaba amueblada con lujo ybuen gusto. Eran muebles antiguos,proce dentes de Salzburgo; las cortinasestaban bordadas, y el tono verde pastelde las paredes haca que cobraran

  • relieve los motivos pintados en losmuebles. En el marco de esta decoracinno haba ms que una acua relarepresentando un paisaje belga, obra delpropio Hitler. La habitacin se hallabaen el extremo de un pasillo; una pequeaantecmara facilitaba el acceso a lahabitacin de la madre de la joven y alcuarto de bao. El dormitorio de Hitler,de proporciones ms reducidas, estabaen la parte central del piso, cerca deotro cuarto de bao, en tanto que lacocina y la habita cin del servicio seencontraban en el otro extremo delcorredor y daban a un patio. El salnprincipal, as como el despacho-biblioteca que comunicaba con dichosaln y con otra estancia, daban a la

  • amplia plaza. El piso estaba profusa yconfortablemente amueblado. Habaabundancia de sillones, divanes,tumbonas, vela dores, cmodas,escritorios, tocadores, relojes depn dulo, lmparas y otros objetos queen realidad eran baratijas fabricadas enserie por talleres de ebanistera quetrataban de imitar en los menoresdetalles el mue ble de poca,exuberancia sta que, junto con lostapi ces orientales tambin deimitacin, las pesadas cortinas deterciopelo, las colgaduras de damasco ylas vitrinas atestadas de porcelanas,caracterizaban las ricas moradasburguesas de Munich. An hoy, las casasde los que rodearon a Hitler y que

  • todava siguen con vida exhiben enocasiones, a ttulo de recuerdo oreli quia, alguno de esos muebles. Laseora Winter, que en la actualidaddirige una tienda de antigedades, y quemuestra a veces alguna de las piezaspertenecientes al antiguo dueo si elvisitante le parece digno de con fianza,me dijo que Geli estaba encantada consu habi tacin y que en ella pasaba lamayor parte del da, por lo que noencontr alarmante que la muchachapermaneciese tanto tiempo encerrada enla estancia durante aquel viernesfatdico. Me dijo ella afirm lamujer que ya no tena deseos de ir apasar el fin de semana con su madre enel Obersalzberg, como haban

  • proyectado, en parte porque no poseaun vestido adecuado para la oca sin.Geli era una joven distinguida y de granelegancia, y sus vestidos, que adquiraen Viena, causaban verda derasensacin cuando visitaba HausWachenfeld, la finca que su to habaalquilado en los alrededores deBerchtesgaden. Los domingos, cuandoacuda a or misa a la iglesia de Jess yMara, en el centro del pueblecito, todoel mundo, incluso los nios del coro, sedistraan durante los oficios, pendientesde su belleza y ele gancia. Me asegurque el to Adi se haba negado acom prarle el nuevo vestido y, porconsiguiente, a pagarle el viaje a Viena,ya que ella no se vesta ms que en

  • Viena o en Salzburgo. Sin embargo, nopareca muy contrariada por lanegativa... Sola cambiar tan a me nudode humor... La seora Winter abandonel piso, como haca todas las noches,para dirigirse a su casa. Una vecina, frauReichert, que viva en una habitacin deservicio situa da en el mismo rellano,afirm haber odo un estampi do sordo yun grito en las primeras horas de lanoche. A Geli le atemorizaba la viejaReichert, que tena por costumbre subiry bajar las escaleras del inmueble conun cuchillo de cocina y un trozo de panen la mano. De hecho, cuando sequedaba sola, y por culpa de laReichert, Geli se procuraba una de laspistolas de su to, el cual posea un

  • verdadero saln de armas y alentaba asu sobrina para que aprendiese amane jarlas. Debes aprender aprotegerte le deca l, ya que vivesen casa de un poltico. A la maanasiguiente, de vuelta de su trabajo, AnnieWinter comenz a inquietarse. Llamcon insis tencia a la puerta de la joven,que estaba asegurada por dentro con elcerrojo, y, presa de alarma, se deci dial fin a llamar a su marido. Entre los dosforzaron la puerta y se encontraron conun espectculo maca bro. Geli aparecatendida en el suelo, con su camisn azulde rositas rojas empapado en sangre.Tena la cabeza apoyada sobre un brazo,mientras que el otro se tenda hacia eldivn, donde se encontraba una pistola

  • del 6,35. Se haba disparado un tiro alcorazn. Annie Winter llam portelfono a un mdico y a la polica, peroantes tuvo la precaucin de ponerse encomunicacin con Rudolf Hess, quienpudo as llegar al lugar del hecho antesque las autoridades, acompaado deGregor Strasser. La gobernanta, que nocareca de astucia, no quiso dar a lapolica entre cuyos miem bros habanadversarios encarnizados de Hitleroca sin de efectuar un registro, con laconsiguiente apro piacin deimportantes documentos. La madre deGeli, llamada tambin AngelaRaubal,.que regres en la ma ana dellunes, slo lleg a tiempo para ver a suhija ya muerta en el depsito de

  • cadveres de Munich. El desdichadogesto de la muchacha impresion aHitler profundamente. Ms tarde, casitodas las mujeres que le amaron conpasin intentaron, de una u otra forma,poner fin a sus das; pero slo la muertede su sobrina lleg a pesarle de modotan abrumador. A tal extremo lleg sudesaliento, que en numerosas ocasionesHitler habl de quitarse la vida. Se aislpor completo, negse a seguir habitandoen la misma casa No podra dor mira dos pasos de su habitacin, perdiel inters por la poltica y estuvo a puntode renunciar total mente a seguiradelante con su misin. Si as hubieraocurrido realmente, el gesto de Geli nohabra sido totalmente estril; por el

  • contrario, hubiese salvado la vida demillones de seres humanos... Perodejemos que Pascal se dedique afilosofar acerca de la nariz deCleopatra... Resulta sumamente arduo, yms an despus del tiempotranscurrido, poder llegar a establecercon cer tidumbre la clase de relacionesexistentes entre Adolf Hitler y susobrina. Durante los aos que siguieron,slo en contadas ocasiones aludi aqula la muchacha; en cuanto a Angela, lamadre de Geli, supo bien que unamadre no sea siempre la persona mejorinformada de los hechos mantener sugran discrecin hasta el final. Los demstestigos, ya sea debido a su memoriavacilante, o bien porque tenan gran

  • inters en presen tar una versin de lossucesos que les favoreciese, secontradicen entre ellos. Sea como fuere,las antedichas relaciones no eranprecisamente las de un to y una sobrina.Y ello porque Hitler, si bien no sedesinteresa ba ni renegaba por completode su familia, como se ha dichofrecuente e injustamente, tampocomostraba un afecto exagerado por susallegados. As, pese al culto desorbitadoque rinde a la memoria de Geli, noparece, en cambio, oponer el menorreparo a que, aos ms tarde, la madrede la joven, su hermanastra Angela, seaprcticamente expulsada delObersalzberg. Y cuan do Leo, elhermano de su bienamada Geli, queda

  • ro deado con el resto del Sexto Ejrcitoen Stalingrado, se niega a decretar suevacuacin, favor que otorgar adeterminados oficiales y a muchosdignatarios del partido. Ms tarde,nunca llegar a establecer una trgicarelacin entre la muerte de Geli y la desu hermano Leo2. Uno de loscompaeros de Hitler, Esser, recuerdaincluso que despus de una reunin desobremesa en la stamm-tisch3 del cafHeck, que presida, como de costumbre,la radiante Geli Raubal, Hitler,ignorando su presencia, o tal vez a causade ella, conden abiertamente elnepotismo como algo peligroso yrepugnante. Napolen siguidiciendo Hitler, que nunca perda una

  • ocasin de compararse con el corsocontribuy a su propia cada colocandoa sus familiares en diversos tronos, altiempo que les daba poder y riqueza. Deeste modo, adems, se cubri deridculo. \ Cuando el 5 de septiembrede 1929 Hitler se instal en su nuevopiso de Munich, hizo venir con l a suhermanastra Angela, que haba quedadoviuda y que deseaba hacer seguir a susdos hijas, Angela y Elfriede, estudios decanto y de pintura en Munich. Si Hitleradopt esta decisin no fue porgenerosidad fraternal o para retribuir lahospitalidad que su hermanastra ledispensara en Linz, cuando slo era unestudiante en apuros, sino porque noquera seguir viviendo solo en aquella

  • situacin, pues tema compartir su casacon compaeros de aventuras que algnda pudieran abu sar de su hospitalidady traicionarle. En cambio, saba quepoda tener confianza en su hermanastra.Angela lleg, acompaada de sus doshijas, poco an tes de la Navidad de1929. Hitler qued maravillado por labelleza de la joven Geli que contabaentonces vein tin aos, pero que noaparentaba ms de diecisiete, ascomo por su carcter y sus ansias devivir. En cam bio, su hermana Elfriede oFriedl, aunque ms joven y tan hermosacomo ella, le dejaba totalmenteindife rente. Geli era de estaturaaventajada, con un rostro cuyo valotrasluca el origen eslavo del padre.

  • Sus grandes ojos eran un poema segn la describi Emil Maurice;posea un magnfico cabello negro, delque se mostraba muy orgullosa.Digamos de pasada que Geli se hubierasentido su mamente mortificada de habersabido que, andando el tiempo, loshistoriadores; poco amigos de laexactitud en los pequeos detalles, ladescriban como una ru bia gretchenGeli estaba muy orgullosa de suciuda dana vienesa y de su pelomoreno, y desdeaba a las estpidasbvaras rubias. Su acento viens eradeli cioso, lo que, sumado a su carcterrebelde y a sus modales impertinentes,la convertan justamente en el tipo demujer opuesto al preferido normalmente

  • por Hitler, el cual gustaba de lasmujeres rubicundas y d ciles, y, sobretodo, esencialmente prusianas. Desde elprimer momento, Hitler mostradoracin por Geli. Cierto es que lahaba conocido cuando era muypequea, pero guardaba un desagradablerecuerdo de sus visitas a Linz, en casadel matrimonio Raubal, donde el cabezade familia se mostraba desdeoso paracon el estudiante sin recursos y maltrajeado que era Hitler, que acuda amendigar unas comidas a casa de suhermanastra. Le gustaba salir con ellame dijo Maurice; se complaca enexhibirla por todas partes y se sentaorgulloso de estar en compaa de unamuchacha tan distinguida, convencido de

  • que se impona de ese modo a suscamaradas de partido cuyas esposas oamantes tenan casi siempre aspecto ymodales de lavanderas. Por increbleque parezca, Hitler sala de compras conella, aunque la verdad es que noocultaba su embarazo cuando emerga deun bazar cargado de paquetes en pos deGeli. Emil Maurice fue durante muchotiempo el chfer de Hitler, a la vez queel compaero fiel de las prime rashoras. Seguamos juntos a lasmuchachas, y yo iba tras l como unasombra, afirmaba. Maurice fue uno desus primeros partidarios; haba tomadoparte en las acciones de fuerza iniciales,y hasta particip en un atentado contraun poltico izquierdista. Perteneca a una

  • antigua familia de hugonotes, por eso elrumor que se extendi ms tarde sobresu pretendido origen judo, carece de-todo fundamento. Hitler y l eranin separables, y con Geli formaban untro de novela de aventuras barata. ElFhrer, que fue toda su vida uncasamentero incorregible, pues hastaorganiz una boda pocos das antes desu muerte, trat de convencer a Mauricepara que se buscase una compaera.Cuando ests casado, ir a cenar a tucasa todas las noches, haba prometidoHitler a Maurice. Segu su consejo ydecid casarme con Geli, de la queestaba perdidamente enamorado, comotodos, y ella acept alegremente miproposicin. Pero cuando Maurice

  • comunic la noticia a su pa trono, seprodujo un verdadero cataclismo. Hitlerper di los estribos y llen a Maurice dereproches. Decidi separarse de linmediatamente, cosa que debi dere sultarle muy dolorosa, ya que leprofesaba un gran afecto y era el nicochfer en quien tena plena con fianza.Pas el tiempo y Hitler sigui evitandoencon trarse con Maurice, a la saznconvertido en relojero, el cual no fuellamado para compartir la gloria de suantiguo amo y compaero, como antescompartiera los momentos difciles. Esteincidente basta para pro bar que Geliera para Hitler bastante ms que unasimple sobrina cuya virtud tratara deproteger. La amaba afirma Maurice

  • , pero era un cario singular que noosaba manifestar, pues era demasiadoorgulloso para admitir la debilidad deuna pasin. Su cario era el de unpadre manifiesta Annie Winter, por suparte; no deseaba ms que el bien dela muchacha, pues Geli era de naturalezafrvola y tra taba de seducir a todo elmundo, incluido Hitler, quien trataba deprotegerla. El futuro dictador apenas silograba ocultar sus sentimientos, yalgunos de sus compaeros del partidose sentan inquietos en vista de lainfluencia que Geli haba adquiridosobre l. Su amigo Dietrich Eckhart, elpoeta que muri en 1923 de deliriumtremens, es cribi en una ocasin unosversos en torno al tema Un fhrer debe

  • estar solo, y al comentar otro da unca pricho de Geli, aconsej a Hitlerseguir el precepto de Goethe: Hay quesaber manejar a las mujeres. Hitler,por su parte, se defenda y protestaba,asegurando que no posea veleidadesmatrimoniales: No tengo intenciones decomplicar mi vida ms an, ni con Gelini con ninguna otra. Pero exista otromotivo para no prestar demasiadaatencin a la relacin entre ambos.Cierto es que por ser Geli sobrina amedias, su matrimonio habra sidoperfectamente legal, mas Hitler sentaverdadero te rror por los matrimoniosentre parientes relativamente prximos.Y siendo su hermanastra algo dbil deesp ritu, no quera correr el riesgo, al

  • casarse con Geli, de tener hijosanormales. La amo parece ser queconfi a su amigo el fot grafoHoffmann, pero no creo en elmatrimonio. Me reservo el derecho develar por ella hasta el da en que lamuchacha encuentre un marido que seade mi agrado. As pues, Geli era encierto modo su prisionera. Hitlersatisfaca sus menores caprichos, peroni siquie ra le estaba permitido salirsola a la calle. Cuando iba a tomarlecciones de canto l admirabagrandemente su voz y tena gran intersen esas clases, la haca acompaarpor sus hombres de confianza o por lama dre de ella. Geli careca del derechode aceptar la invi tacin a un baile o a

  • una fiesta, y cuando senta deseos de ir abaarse al Koenigsee, Hitler sesobrepona a su repugnancia por lasactividades deportivas y a su terror pormostrarse ante la gente en traje de bao,e iba a nadar con ella. La haca vigilarcon frecuencia por la polica delpartido, y hasta pidi a la seora Winterque le informase acerca de las cartasque reciba. Cualquier muchacha sehubiera rebelado ante con diciones devida tan severas, y Geli, en efecto, serebe laba continuamente. Pero al mismotiempo se senta fascinada por Hitler, unhombre extrao al que encon trabaatrayente, misterioso y singular, y al que,habin dose l mismo proclamadoinaccesible, decidi esfor zarse en

  • conquistar. Geli amaba a Hitler afirma Annie Winter, y an dabasiempre detrs suyo. Naturalmente, suidea era la de contraer matrimonio conl, ya que, adems, era un magnficopartido. Pero galanteaba con cualquiera,pues no era una mujer seria... No debeconcederse demasiada importancia a losjuicios de Annie Winter, que se expresade un modo parecido cuando habla delas dems mujeres que ro dearon aHitler. Tengo la sospecha de que laWinter, que tena la misma edad deaqul, nunca lleg a per donar a esasmujeres, ni la indiferencia de su amopara con ella misma. Pero Geli eraamiga de los devaneos, segnrecono cen todos los que la conocieron,

  • y sus breves relacio nes con Mauricedemuestran que no era capaz deper manecer fiel indefinidamente aHitler. Sin duda, como todas las mujeresque conocieron de cerca al dictador,debi sentirse dominada por el atractivodemonaco de aquel hombre, o si seprefiere, por la hipntica suges tin queemanaba de l En una carta enviada auna amiga, Geli habla de O. A. (OnkelAdi: To Adi) como de una extraapersona cuya accin ms nimia, unpro ceso iniciado por ciertos fondosmisteriosos provenien tes de Italia, o laadministracin de una dosis de ve nenoa un perro pastor no es extrao que aGeli le impresionase un incidentesemejante, se converta en un hecho

  • de proporciones wagnerianas, como enla pera. Geli se senta tambinseducida por la popula ridad de Hitler,cuando iban al caf Heck y susadmi radores le rodeaban y leaclamaban, y las mujeres le besaban lasmanos. Es muy probable que la jovencon siderara el casamiento con su tocomo un triunfo per sonal, como un retoa su capacidad de seduccin. Sin duda,su madre, que estaba totalmentesometida a Hit ler, le habra aconsejadoaquella unin, sumamente ventajosadesde el punto de vista econmico. Peroexisti realmente el romance, laaventura amo rosa? Personalmente,tengo algunas dudas al respecto, ya queHitler era demasiado reservado para

  • hacer abier tamente la corte a una mujer,sobre todo si sta era su sobrina, yaunque no careca de iniciativa en elaspec to sexual, no era de los hombresque se arriesgan a vi vir con su amantebajo el mismo techo. En cuanto a Geli,no albergaba semejantes escrpulos. Nodebemos olvidar que en 1931, Alemaniase encontraba en plena depresineconmica y que las costumbres eranmuy disolutas, hasta el punto de que lasjvenes muniquesas no dudaban enpasear, con uno u otro pretexto, y encamisn de dormir transparente frente alas habita ciones de los hombressolteros. Pienso yo que Geli, que vivasola con su madre y su to y lavigilancia de las madres en estos casos

  • resulta a menudo total mente ineficaz,debi sentirse tentada, ms de una vez, arecorrer por la noche el pasillo al quedaban las habitaciones, y es posibletambin que, por muy to y burgus quefuera Hitler, no supiera, quiz, re sistir auna tentacin de semejante naturaleza.Despus del suicidio de su sobrina,Hitler vivi va rias semanas recluido enla casa de Gregor Strasser, negndoseincluso a comer con regularidad y sindepar tir con nadie. Cuando sali de suretiro fue para diri girse a Viena, dondesu hermanastra haba logrado per suadira las jerarquas catlicas para queconcediesen sepultura religiosa a suhija. Austria haba prohibido a Hitler laentrada en su territorio, pero al fin pudo

  • obtenerse una autorizacin especial, y elfuturo dicta dor, que se haba prometidoa s mismo no volver a Viena si no eraen calidad de conquistador, tuvo queregresar sin ostentaciones, impulsadopor el amor a Geli, a la capital del pasque haba abandonado. Di rigise alcementerio, deposit flores en la tumbade la muchacha, y aquella misma nochevolvi a Berchtesgaden, para seguirllorando a la desaparecida. Anduveindagando el emplazamiento de la tumbade Geli. En los das del Anschluss, sehallaba situada en la parte central delcementerio; pero ms tarde, losaustriacos, maestros del oportunismo yque remueven hasta las sepulturas paraeludir responsabilidades, tras ladaron

  • los restos a un rincn anodino; laspropias autoridades vienesas llegaron anegar oficialmente su existencia. Pero uncuidador se dej persuadir, y as pudedescubrir la losa de mrmol rodeada detierra oscura, sobre la que an puedeleerse:

    Aqu duerme el sueo eterno nuestrabiena mada hija Geli. Era nuestro rayode sol. Naci el 4-6-1908 y muri el 18-9-1931. Familia Raubal.

    Hitler guard duelo por su sobrinadurante varios aos. La habitacin deGeli qued tal como estaba el da de sumuerte, y nadie tena derecho a entrar enella salvo la seora Winter, que seocupaba de la lim pieza. Hitler me

  • pidi que colocase flores frescas unavez por semana, manifest la mujer. Elfuturo dictador iba all a meditar en lasveladas de Nochebuena, con lo querenda un homenaje a la joven muerta, ycontinu fiel a esta cita hasta elmo mento en que comenz la guerra.Cuando en 1938, ante la amenaza de unconflicto armado con Checoslovaquia,Hitler hizo su primer testamento,consagr un prrafo entero al destinoque haba de darse a los muebles quepertenecieron a Geli. Nadie debertocarlos, y habrn de ser devueltos a sumadre, deca en el documento, Gelisegua pertenecindole por completo,puesto que dispona como amo de susmuebles, vestidos y dems efectos

  • personales. Un busto de Geli, obra delprofesor Thorak, ocupaba un lugar dehonor en la nueva Canci llera de Berln;adems, encarg un retrato de la jovenal pintor Adolf Ziegler, cuadro que hizocolocar en el clebre gran saln delBerghof, en Berchtesgaden. Hasta elfinal hubo siempre flores delante de estecua dro, ante el que Hitler derramposiblemente algunas lgrimas al verlopor vez primera. El pintor, cuyo nicotimbre de gloria consisti en realizareste cuadro sobre el modelo de unafotografa, fue nombrado por Hitlerpresidente de la Academia Alemana deArte, lo cual le dio derecho a poner abuen recaudo numerosos Picassos,Matisses, Renoirs, Czannes, Van Goghs

  • y Gauguins...

    El partido nacionalsocialista tuvo queejercer pre sin para que la policabvara no investigase a fondo en lamuerte de Geli. El suceso dio lugar a losrumores ms extraos. El mismo RudolfHess no crea en un suicidio, e imaginque un rival celoso pudo muy bien haberentrado por la noche en casa de Geli,dndole muerte. Otros hablaban de unaejecucin llevada a cabo por las SS.Segn otra versin, Hitler, horrorizadoante las posibles consecuencias de unincesto, quiso ahogar el escndalo. Lamuchacha, segn esta versin, se hallabaencinta, y como buena catlica que era,se negaba a practicar el aborto.

  • Especulbase sobre el acto desesperadode una joven escarnecida, violada yengaada. Otros hablaban de infidelidady de que Hitler abandon a susacompaantes y regres solo a Munich,donde, trastornado por los celos, diomuerte a su pr fida sobrina. Durantelargo tiempo se especulo con un gran ehipottico amor que Geli tuvo en Vienacon un mdico, un pintor o un profesorde msica, segn las distintas versiones.Es probable que la joven tuviera algunosdevaneos en Viena, pero difcilmentepoda tratarse de un gran amor, ya que suto la mantena prcticamente encerradaen su piso. En caso contrario, tal vez sehubiese casado con Maurice4. Resultadifcil explicar por qu una joven de

  • veinti trs aos decide suicidarse. Noobstante, debemos con signar aqu unincidente que tuvo lugar en la maanadel viernes 18 de septiembre de 1931,poco despus de la partida de Hitler.Antes de encerrarse en su habitacin,Geli me ayud a poner en orden lahabitacin de Hitler me inform lagobernanta, y advert que ellarebuscaba en los bolsillos de uno de lostrajes de Hitler, donde encon tr unacarta. Ms tarde le la misiva, escrita amano en papel azul, que Geli rompi encuatro trozos y dej sobre la mesa, biena la vista, con el propsito evidente deque lo advirtiese su to. Esta carta es laque apa rece al principio de estecaptulo, e iba firmada Su Eva. A

  • Geli no le result difcil adivinar que setrataba de Eva Braun, aquellamujerzuela que desde haca me sesmariposeaba en torno a Hitler. Estehaba escrito algo al pie de la carta,pero las frases resultaron ile gibles parala Winter. Geli, probablemente, se diocuen ta, por aquel tiempo, de que esaEva Braun se le pare caextraordinariamente, salvo que era rubiay que posea an ms que ella la ventajade la juventud, pues haba nacido cuatroaos despus. Ciertamente, ello no esmotivo suficiente para pro vocar unsuicidio, incluso en un da de fhn,aunque tal vez pueda explicarse el gestosi se tiene en cuenta que quiz crey lajoven que su ascendiente sobre el to

  • Adi disminua, que no podra forzarlenunca a contraer matrimonio y que latirana del hombre no se realizaba slopor amor, ya que tena tiempo parade dicarlo a la tal Eva Braun, sino msbien porque haba marcado a la sobrinacon su hierro, considerndola como algoprivado, de propiedad absoluta. Nota alcapitulo: Eva cont a sus hermanas unaversin diferente del suicidio, que a suvez le haba relatado Hitler: Geli sehaba disparado un tiro en la boca,despus de haber envuelto el arma enuna .toalla para que no se oyera ladetonacin.

    Captulo II

    UNA SEORITA EDUCADA EN EL

  • CONVENTO

    La pipa en la boca, un jarro de cervezaen la mano y una gata sobre lasrodillas, as se nos describe alprofesor Fritz Braun, renano denacimiento, pero muniqus por carcter.Sin embargo, aquella noche el hombrepareca desprovisto de la apacibleserenidad que en esa poca constituauna cualidad esencial de todo buenburgus. Y es que adems de esperar unhijo, le haban prohibido fumar, ya quesu madre pol tica detestaba el olor deltabaco y ella era, por el mo mento, laduea de la casa, permitindose inclusodar rdenes a la comadrona. Por si estofuera poco, se le haba terminado la

  • cerveza justamente a una hora de lanoche en que todas las tabernas de lavecindad se encontraban cerradas hacaya un buen rato. En cuanto a la gataResl, irritada por toda aquellaagitacin haba optado por ir a buscar unpoco de paz a los tejados de losvecinos. A pesar de lo avanzado de lahora, reinaba cierto alboroto en las treshabitaciones, pobremente amuebla das,del nmero 45 de la Isabellastrasse. Elnio no terminaba de llegar. La seoraBraun haba empezado a sentir losprimeros dolores del parto muchas horasantes del momento al que nos referimos,bastante des pus de la medianoche dellunes. En el intervalo, se hizo venir tresveces al mdico, pese a las protestas de

  • la abuela Kronburger, llegadaespecialmente de la pro vincia deOberpfalz para aquella ocasin. Nohay razn para inquietarse asegurabala anciana; mi hija es menuda,indudablemente, pero fuerte como unroble, y traer al mundo un hermosochiquillo que ser mdico, como suabuelo. En realidad, el abuelo, esposode la seora Kronburger, no era mdico,sino veterinario oficial de lapro vincia. Lo que ocurra es que paralos granjeros del lugar, un veterinarioera ms importante que un sim plemdico, capacitado slo para curarseres humanos, mientras que aqul podaatender a las vacas, y es bien sabido quepara un campesino apenas hay cosa ms

  • importante que su vaca. Por si fuerapoco, era un fun cionario que usabauniforme con charreteras en las queaparecan bordadas en oro las armasreales, y cuan do su mujer iba al cafee-klatsch1 de los mircoles, las demsseoras de la sociedad local lasaludaban con un respetuoso frauBezirkstierarztin.2 Hasta el mismoFritz Braun, como funcionario de pocamonta que era, sentase impresionadopor el ttulo y toleraba a regaadientesla presencia de su suegra. Sin duda, elpadre ansiaba un varn, pues tena yauna hija, Ilse, nacida en 1909, y deseabaofrendar un chico al buen rey deBaviera. Hasta haba elegido ya elnombre, Rodolfo, que extrajo de una

  • novela histrica que apareca por aqueltiempo en forma de folletn en unperidico de Munich, y que trataba delos trgicos amores del archiduqueRodolfo de Habsburgo y de su amante,la baronesa Mara Vetsera, muertos a lavez en el castillo de Mayerling. Elperidico se encontraba ahora junto alhombre, y ste no haba hecho otra cosaque echar una ojeada a los titulares deaquel ejem plar del 6 de febrero de1912. Pap Braun no se intere saba porla poltica. En consecuencia, no prestdemasiada atencin a las noticias: ungrupo de intelectuales ingleses habalanzado un conmovedor manifiesto enfavor de una paz permanente, proclamaque no impeda a los ita lianos el hacer

  • la guerra a los turcos en Tripolitania, enel Egeo y hasta en el mismo mar Rojo,donde su flota acababa de bombardearel puerto otomano de la costa delYemen. El kaiser Guillermo II hacapbli co, en un discurso ante elReichstag, que la flota alemana iba atransformarse en la ms poderosa delmundo, al tiempo que, tambin enAlemania, se haba puesto a punto unmotor de combustin interna queconvertira a los acorazados germanosen los buques de guerra ms rpidos dela tierra, haciendo que los navos delnea de las dems potencias semejaranviejos pontones inservibles. Tambinhablaba de los nuevos modelos deaviones alemanes, capaces de destruir

  • Pars. Por su parte, los socialistashaban ganado cierto nmero de escaosen el parlamento bvaro a expensas delos clericales, que, a pesar de todo,seguan conservando la mayora. LosEstados Unidos acababan de reembolsarveintiocho dlares con diez centavos alemperador ale mn, probando de esemodo su simpata hacia Berln.Igualmente, se haca referencia a un talGrigori Rasputn, que dio lugar a unescndalo en la corte del zar. Pero lanoticia ms singular era la que aluda aun nuevo baile, el Turkey-trot o pasodel pavo, que tan to en Londres comoen Nueva York y Berln haba sidoprohibido en todos los salonesdistinguidos por consi derarse

  • totalmente escandaloso. La criaturanaci a las dos horas y treinta y dosminutos de la madrugada, mientras en elexterior, se gn informaba luego elmismo Mnchen Neueste Nachrichten,caa una lluvia fina, triste y persistente,que se prolong por espacio de variosdas. Fritz Braun sos tuvo en sus brazosel cuerpecito ligero como una plu ma, yla nia pues era una nia quedsedormida casi al momento. Entoncesfueron a despertar a la pequea Ilse, quede ese modo se converta en la ma yor, yque en seguida prometi velar por suhermanita durante toda su vida. FritzBraun, evidentemente, se sinti un pocofrus trado en su ilusin y a la vezdesasosegado. Su esposa provena de

  • una familia en la que no haban ms quemuchachas cuatro hermanas en total, y el hombre se preguntaba si suesposa no ira tambin a echar al mundoslo hembras. De todos modos, sehallaba de masiado nervioso paraacostarse, y se puso a confec cionar conmano febril una lista de los Braundisper sos por el mundo y a los quedeba apresurarse a dar la noticia.Estaban los Braun de Tubinga, Stuttgart,Alsacia, Schwabische Hall y Silesia; losBraun de Caracas, cuyo abuelo, Ernst,emigr en 1890, y estaban tambinGustav Jnior, Gordon, Josef La Mar,Leonora Ottley, Beverly Crter yAnnebel Masterson, todos ellosresiden tes en Ogden (Utah, Estados

  • Unidos), y que eran hijos del emigranteGustav Braun. Tambin se contabanen tre los familiares John Hahn, de SanFrancisco, oficial de la Marinaamericana e hijo de Marie Braun, quehaba abandonado Stuttgart para ir acontraer matri monio al Nuevo Mundo;haba que incluir, adems, a Willi yErich Alber, sobrinos de Fritz Braun,como hijos que eran de su hermanamayor, Marta, tambin emigrada a unbarrio perifrico de Hoboken, al otrolado del ro que baa la ciudad deNueva York, y que eran, porconsiguiente, primos hermanos de larecin nacida. Ms tarde, algunoschuscos afirmarn que el nom bre deBraun3 era un simple seudnimo elegido

  • por la favorita de Hitler para simbolizarsu entrega a la causa. En efecto, lascamisas, al igual que muchos otroselementos del movimiento, eranpardas. Lo cierto es que, a pesar delas numerosas preguntas que formul alos que vivieron junto a Hitler, y trashaber exami nado con todo detenimientoel texto de Mein Kampf, no pude hallarla menor explicacin lgica al hecho dehaber optado por ostentar ese color Laidea de utili zar camisas de undeterminado color, como uniforme de unpartido de accin, corresponde aMussolini, quien a su vez la habatomado de los Arditi, unidadespe cial de voluntarios de la GranGuerra. El mismo Hitler admiti que

  • consideraba esencial la eleccin de uncolor que simbolizase una idea poltica,ya que slo de ese modo se podraimpresionar a las masas.Personal mente, hubiese preferidoutilizar el rojo, pero los co munistas sehaban anticipado a su deseo, al igualque Mussolini con el negro. El blancoresultaba muy afe minado y ms bienrealista; el azul era el color nacio nalbvaro y, por consiguiente, demasiadoregional. Quiz el Fhrer no disponaya de ms colores ex plic la exsecretaria de Hitler, la siempre hermosaGerda Christian y se vio obligado aelegir el pardo, el nico no utilizado.Era, no obstante, un color prc tico,adecuado para gentes que tenan que

  • estar siem pre en la calle y pegarse alsuelo para escapar a la po lica. Elpardo no se mancha con facilidad.Creo recordar, sin embargo, que laexplicacin ofi cial del partido en 1939era que el pardo simboliza el color de labuena tierra germnica. Sea como fuere,el caso es que la familia Braun nadatiene que ver con todo esto. El fundadorde la dinasta naci en julio de 1617. Sellamaba Kaspar Braun y era consejeromu nicipal y propietario de la taberna ElSol, de Tuttlingen. Cabe preguntarse porqu ostentaba ese apellido Una hiptesises la de su pertenencia a una hermandadcuyo estandarte era de dicho color. Unode sus descendientes, Johann Martin,cuyo principal mrito parece haber sido

  • el tener cuatro amantes, recibi un ttulode nobleza en 1790, pasando aconvertirse en un Von Braun. Wernhervon Braun, padre de las clebres V-ly V-2 que, dirigidas sobre Londres,ocasionaron la muerte de tan tos niosinocentes durante la Segunda GuerraMun dial, y que ms tarde contribuy tanpoderosamente al lanzamiento de lasunidades espaciales americanas,pa rece estar unido por relaciones deparentesco con este Johann MartinBraun. Cmo iba a llamarse la recinnacida? No siendo posible bautizarlacon el nombre de Rodolfo, parece quehubiera debido llamarse Mara, como labaronesa Vetsera del folletn histricodel diario. Adems, eran varias las

  • hembras de este nombre en el seno delas respectivas familias. Sin embargo,Fritz Braun busca ba ahora otra cosa.No deseaba un nombre demasiadocatlico. Por su matrimonio, y siendoluterano, tuvo que prometer educar a sushijos en el culto catlico, condicinesencial en una ceremonia religiosa deeste tipo, exigida, adems, por la familiade su esposa, cat licos estrictos ypiadosos. Pese a su apariencia debiedermann (hombre de bien), FritzBraun era a veces un tanto tozudo ydetestaba que le impusierancondicio nes. Por otra parte, y comomaestro de escuela que era, albergabasentimientos anticlericales y nocom parta la idea de educar a sus hijas

  • en un colegio reli gioso. Comocompensacin, y puesto que nada en supromesa se refera al nombre que debanostentar sus hijos, exigi que su hijamayor fuera bautizada Ilse, un nombreverdaderamente luterano, y anunci queabandonara la capilla si el sacerdotesegua oponin dose. He aqu por qudej de lado el nombre de Mara y sedecidi por el de Eva, que simbolizabatambin el eterno femenino. Perocometi el error de no consultar elsantoral de su mujer, y siendo Eva unnombre catlico, su hija le reprocharams tarde aquella eleccin. En efecto.Santa Eva, al menos en Baviera, cae unoo dos das antes de Navidad, y como enesa regin lo que se cele bra es el santo,

  • y no el cumpleaos, Eva se veasiste mticamente privada deaniversarios y de regalos. Tan toparientes como amigos, bien fuera poreconoma, avaricia o despreocupacin,hacan coincidir ambas fe chas, con grandesesperacin por parte de Eva, quien,como ya veremos, llegara con la edad aprestar una importancia extremada a susprerrogativas, sobre todo en materia deobsequios y regalos. No obstante, lachiquilla creci en un ambiente denovela rosa. Los esposos Braun estabanmuy cerca de ser lo que entonces seconsideraba como un matrimo nioperfecto. Pese a que los modestosrecursos del jo ven funcionario sevieron puestos a prueba con la lle gada

  • de esta segunda hija, la familia nocareca de nada. Antes del casamiento,la esposa, Franziska KatharinaKronburger, a la que llamaban Fanny,era una joven de grandes aptitudesdeportivas, y siendo todava adolescentehaba ganado un campeonato de esqu, locual representaba una verdadera hazaaen aquel ao de 1905. La muchachanadaba tambin admirablemente y lasgacetas del lugar encomiaron en unaocasin un salvamento del que fueherona. Por otra parte, su belleza tuvoque ser extraordinaria, ya que an hoyda, a los ochenta y tres aos (naci el12 de diciembre de 1885, enGeiselhoering, Oberpfalz), asombran alvisi tante la finura de rasgos de su

  • semblante, sus piernas de muchacha y lavivacidad y presencia de nimo quetrasluce. Su padre la haba enviado aMunich para que apren diese un oficio,como medida de economa al decir del. A Fanny le gusta vestir bien, y deese modo podr confeccionarse suspropios vestidos. As pues, la jo ven sepuso a trabajar en un taller de costura, altiempo que viva con sus tres hermanas.Probablemen te, el verdadero motivofuese la caza de marido, dilema bastantedifcil de resolver en la regin natal,donde slo se alternaba con modestosgranjeros Esta estancia en Munich fuepara Fanny muy ventajosa. Yo llevabaapenas quince das all me cont lamadre de Eva Braun, hilvanando sus

  • recuerdos ante una mesa del hotelRuhpolding, donde estaba desayu nandodespus de la misa del domingo y misherma nas me propusieron festejar misflamantes dieciocho aos en el cafPeterhof, el que est enfrente de laAlcalda Un joven me sac a bailar, y alcambiar algu nas frases, comprob quecasualmente se dedicaba tam bin aesquiar, por lo que me invit a salir ensu com paa el domingo siguiente. Fuealgo divertido, pero sin mayorimportancia. Pero he aqu que unasemana ms tarde, mi padre, el "herrOberbezirkstierartz", 4 se presenta enMunich con el aire pomposo de lasgran des ocasiones, extrae una carta delbolsillo y nos dice que cierto seor

  • Braun le ha escrito pidindole a su hijaen matrimonio. "Qu significa eso?",nos pregunta a m y a mis hermanas. Lemiramos estupefactas. Para unamuchacha, la palabra casamiento tenaen aquella poca algo de m gico.Significaba emanciparse de la tutelafamiliar, su mergirse en un mundomisterioso del que slo se ha blaba amedia voz en el colegio, la seguridad deno tener que trabajar doce horas diariasen una tienda fra y mal iluminada, y, enfin, supona el derecho a disfrutar delttulo de gndige frau (distinguidaseo ra) con que nos favoreca lafortuna... Mi padre pregunt entonces:"Quin es l?" Ante nuestraincertidumbre, aade: "No seas tonta,

  • Fanny es a ti a quien ha solicitado... Yoestoy de acuerdo, y t?" Mi padre mehaca una pregunta simblica, ya que notoleraba oposicin alguna. As pues,tuve que vol ver inmediatamente a casapara guardar las apariencias, y Fritz sevio obligado a tomar el tren todos losdomingos para venir a hacerme la corte.Nos casamos el 27 de julio de 1908, yyo vest en aquella ocasin el traje debodas de mi abuela, que conservcuidadosa mente desde entonces con laidea de que lo utilizase mi hija Eva.Aquel matrimonio dur cincuenta y seisaos. Fritz Braun muri el 22 de enerode 1964, en Ruhpolding, y su esposa sequed all para estar cerca de su tumba.No hubo una sola sombra en todo ese

  • tiempo; ni un enfado me asegurFranziska Braun, y eso a pesar de laprueba que significaron las dos guerrasmun diales, dos depresiones financieras,dos inflaciones y los aos catastrficosque siguieron al hundimiento nazi. Fritzfue el nico hombre de mi vida. Jamsbes a otro y nunca tuve el menordevaneo. Estoy segura de que tampocol se interes por otra mujer que nofuera yo. La muchacha tuvo que tomarlecciones de cocina, y l, renunciando asu carrera de arquitecto decorador extraa coincidencia, ya que AdolfHitler tambin quera ser arquitecto,acept convertirse en funcio nario, puesen aquella poca, para poder fundar unafamilia, haba que tener una ocupacin

  • seria. A Fritz Braun le gustaba labuena mesa, y al prin cipio los modestosingresos de la pareja se vieron casitotalmente absorbidos por los gastos dealimentacin. Ms tarde, Franziskarealiz sus compras en los barriospopulares o en casa de los granjeros, ycon las eco nomas se haca hermososvestidos copiados de las revistas demoda. Confeccionaba adorables falditascam pesinas para sus hijas, y la pequeaEva estaba con aquel atuendo tan bonitacomo una mueca. En efecto, rubia, aligual que su madre, Eva o Effie tena lasmejillas sonrosadas y una risa quealegraba la casa, por la que correteabacomo un diablillo. Ms tarde sabremosque en el horscopo de Eva Anna

  • Pau la Braun, el sol entraba en Acuario,Venus en Capricor nio y Saturno enTauro. Todo ello presagiaba grandesacontecimientos, pero mam Braun no sepreocup jams de horscopos ni debuenaventuras. Haba ya decidido elfuturo de su hija: sera una gran modistacon un saln en Berln, cerca del castillodel kaiser. Este, por su parte, decidi unbuen da declarar la guerra a susenemigos, y Fritz Braun fue enviado, conel grado de teniente, al frente deFlandes. He tratado de averiguar si sucamino se cruz con el de Hitler slodiez aos de diferencia separaban a losdos hom bres, puesto que este ltimocombati en Blgica du rante casi todala primera gran contienda; pero siendo

  • ambos personajes de escasaimportancia, pocas fueron las huellas desus andanzas por los campos de batalla.La seora Braun y sus tres hijas Margarethe, lla mada habitualmenteGretl, naci tres aos despus que Eva conocieron, como todo el mundo, lasprivacio nes, pero supieron aceptar susuerte con gran resigna cin ysolidaridad. La madre confeccionuniformes para el ejrcito y pantallaspara lmparas de mesa. Tuvieron,asimismo, que despedir a la criada ytomar un pensionista. Ilse, la mayor, seocup de las peque as con solicitudmaternal. Jugaban juntas a las mue casy a veces interpretaban cuentosmaravillosos, en los que Eva era la

  • princesa encantada, y el gato, suprn cipe encantado. Como lamantequilla andaba escasa, la madreun taba el pan con tanto cuidado que noera fcil adivinar si las rebanadasestaban secas o no. Y cuando una de lashermanas se quej de que no saba si supan tena mantequilla, Eva le conminen dialecto bvaro: Pon la rebanadacontra la luz, y si ves que brilla, es quetiene manteca. Esta observacin deverdadera nia prodigio, en la que hayque descubrir el notable humor queencierra, se convirti en una fraseclsica en el hogar de los Braun. Sala arelucir en las fiestas de familia, y hastase la cit ms tarde, en los salones deBerchtesgaden. Debido a los problemas

  • de la alimentacin, Eva pas a vivir,desde que estuvo en edad escolar, a casade sus abuelos maternos, aprendiendolas primeras letras con las monjas de unconvento cercano. De aquellos das haquedado una fotografa. Las hermanasslo recuerdan que Effie era muyglotona y que devoraba su postre y el delas compaeras. Cuando el padre volvidel frente, Eva regres a Munich ycomenz a freecuentar la escuelaelemental. Uno de sus maestros, quevive todava, afirma que se acuerda deella: Era una chiquilla revoltosa manifiesta, siempre distrada en clasey que jams se saba las lecciones;desta caba en gimnasia, en la queocupaba el primer lugar de la clase. En

  • las restantes disciplinas era unamedia na, y aunque perezosa, como nocareca de inteligencia, se desenvolvasatisfactoriamente. Pero Eva eratambin una nia caprichosa. En unaocasin, su madre, para castigarla por sutozudez, le sumergi la cabeza en unapalangana llena de agua fra. Todo fueintil; tuvo que dejarla, pues lapeque a no habra cedido ni de aquelmodo. El padre era an ms rgido, yEva recibi ms de una azotaina porhacer novillos. Pero los castigos nosurtan efecto y vol va a las andadas sinla menor vacilacin. Nunca haca losdeberes, y slo por la maana, mientrasse com pona, echaba un vistazo a laslecciones. Su hermana recuerda todava

  • cmo Eva, arrodillada ante una silla,escriba con una mano su composicinde ingls mien tras se peinaba con laotra los rubios cabellos. Sin embargo,no todo eran reprimendas, yeconomi zando de donde poda, lamadre compraba juguetes para sus hijas,las llevaba a ver operetas, al teatro y,ms tarde, al cine. El padre, a pesar desu aire infle xible y de sus teoraspedaggicas, adoraba a las nias, sobretodo a su Evamierl, y en una ocasinconstruy para ella toda una casa demuecas en miniatura, con sus muebles einclusive los utensilios de cocina. Estole supuso seis meses de trabajo,aproximadamente. Cuando Eva tenamiedo de que descubrieran algu na de

  • sus travesuras, trataba de evitar unaazotaina o pretenda salvarse de algunode los potingues de aque llos das deguerra, como el pur de rbanos o lasopa de avena, finga sentir un grandolor de vientre. Como el truco le dioresultado desde la edad de cuatro aos,lo repiti luego indefinidamente, por loque la vere mos quejarse siempre de suestmago delicado. En vano el doctorMorell trat de diagnosticar laenfermedad. Hitler se sentaaterrorizado cuando Eva padeca una deestas crisis gstricas, y hasta ella mismalleg a creer en su dolencia. Enrealidad, Eva posea una sa lud a todaprueba y ni siquiera sufra las jaquecasque con tanta frecuencia suelen aquejar a

  • las mujeres. La situacin financiera delmatrimonio Braun me jorsensiblemente, y hacia 1925 setrasladaron a un amplio piso situado enla segunda planta del 93 de laHohenzollernstrasse. A pesar de lasbombas, la casa, convenientementereparada, sigue todava en pie. En laactualidad, la que fuera morada de losBraun, da la sensacin, tanto por susdimensiones como por la si tuacin, deser una buena vivienda burguesa. Lastres chiquillas se transformaron en tresadoles centes dedicadas a sus estudiosde msica y pintura. Tomaban,asimismo, lecciones de baile y asistanal liceo de la calle Tang. Tambincomenzaban a intere sarse por los

  • muchachos. La familia pudo tener denue vo una criada, y habindosemarchado el pensionista, les fue posiblerecibir visitas. Campea la alegra,menudean las diversiones, las charlas enlas escaleras, y en todo el barrio sehabla de la drei Mderln Haus la casade las tres muchachas, una expresintomada de las composiciones de FranzSchubert. Ilse, que senta verdaderapasin por la danza, esta ba siempretratando de organizar bailes; pero losmu chachos, algunos de los cualesandaban todava con pantalones cortos,se mostraban tmidos en su mayora ypreferan asistir a las representacionesteatrales que Eva pona en escena, conla ayuda de discos y de vie jas telas que

  • obtena en el desvn, con las queconfec cionaba fantsticos decorados.El precio de la entrada era unbrasileo, especie de rosquillarellena de cho colate, que gustabasobremanera a Eva. Siempre que raque le llevasen golosinas, declaraHans, un amigo de la infancia queaparece en una foto de un lbum de Eva,con la mencin: Mi primer galn.Hans es hoy director de una acera.Eva era lo que los americanos llamanun tomboy, un chico frustrado meconfa el actual propietario de un garajede la Hohenzollernplatz, que fuecompa ero suyo en los das del colegiosecundario. Celebr bamosencuentros de deutschball en la misma

  • plaza5. Eva no cesaba de moverse y serevolcaba entre el polvo lanzando gritosdesaforados. Cuando al llegar la hora dela comida su madre la llamaba desde elbalcn que daba a la plaza, la mujerdifcilmente poda reco nocer a su hijaen aquella figura recubierta de tierra. Sepregunta uno si Eva comenzara ya atener peque os romances. Nada de eso.Estaba demasiado ocupa da con susjuegos y sus breves representacionesteatra les para pensar en otra cosa...Adems, era demasiado redondita, almenos para mi gusto. Una vez agrega Hans, su antiguo y juvenil ga ln me dispona a estrenar unamotocicleta que me haban regalado.Conmigo se hallaban Inge una ami ga

  • , Eva y Herta Ostermeyer. Guardoincluso una foto grafa de aquellaocasin aadi, al tiempo que meenseaba la foto que Eva tena en sulbum. Pero he aqu que, mientrasestaba hablando, la loca de Eva seaprovech de mi descuido, puso enmarcha la moto y sali a escape por laavenida arriba, mientras yo co rradetrs de ella. Eva no saba conducir,pero no era ella, ciertamente, la que meinquietaba, sino mi moto nueva... Noobstante, volvi sin dao alguno, lomismo que la moto, y como si nadahubiera pasado, asegur: "Lamotocicleta no es una cosa elegante.Prefiero los coches de lujo". Suspadres haban hecho de ella una buena

  • esquia dora, pero en lo que mssobresala era patinando. Una vezanunci incluso que tena intencin departicipar en los Juegos Olmpicos,sobre todo cuando se enter de que losatletas viajaban por cuenta del Comit.Na daba horas y horas y, a pesar de lasprohibiciones pa ternas, no vacilaba enalejarse a considerable distancia de laorilla del lago de Starnberg. Losarchivos del colegio secundariodemuestran que Eva Braun obtuvo sudiploma con profusin de bue nas notas.Era una chica tremenda, que andabasiem pre mezclada en cualquierdesorden que se formaba en clase; peroera inteligente, rpida de comprensin ytena iniciativa, me dijo su antigua

  • profesora, fraulein Heidenaber. Cuandono tena ms remedio que quedarsequieta, Eva lea las novelas del Oeste deKarl May, escritor alemn especializadoen el gnero. No senta ningn interspor las novelas rosas, y un profesor lehaba inculcado una fuerte aficin porlas obras de Oscar Wilde. Siempre tenacon ella un volumen de este autor, eincluso lo llev ms tarde alObersalzberg, a pesar de que Hitlerhaba prohibido la difusin en Alemaniade los libros de Wilde. A diferencia delentusiasmo de su madre por la pera,Eva prefera la msica de jazz y lasoperetas americanas. Su actorcinematogrfico pre ferido era JohnGilbert. El cine hablado an estaba en

  • los albores, y Eva senta una admiracinsin lmites por Brigitte Helm, la estrellade Metrpolis, sobre todo despus deque su padre le dijera una vez, medio enbroma, que se le pareca un poco. LosBraun haban tomado por costumbreenviar a sus hijas al convento para quecompletasen all su edu cacin. EnBaviera, ninguna chica se convierteverda deramente en una dama, si antesno pasa por una de esas institucionesespecializadas donde las jvenesaprenden una profesin, adems deciertos convencio nalismos sociales,tales como la forma de comportarse enla mesa o de hacer una reverencia, todolo cual les permite ms tarde jactarse dehaber sido educadas en un kloster

  • (convento). Las Damas Inglesas, ordencatlica fundada por una prfuga de laspersecuciones britnicas, se dedicaban ala educacin de las chicas de familiaburguesa que deseaban a un tiempoadqui rir buenos modales y ganarseprovechosamente la vida, pues no hayque olvidar que en 1928 imperaban enAlemania el paro y la miseria, por loque resultaba esencial que incluso unajoven de buena familia se preparasepara ganarse la vida. El convento sehallaba emplazado en las mrgenes delro Inn, a dos pasos de la fronteraaustriaca y a la entrada de la pequeapoblacin de Simbach. Eva se sinti allincmoda desde el primer momento,pues para su gusto haba demasiadas

  • muchachas y un exce so de disciplina, yeso a pesar de que las monjaspre paraban excelentes postres y platosmuy apetitosos, lo que hizo que Evaengordase media docena de kilos endoce meses. Los cursos tenan unaduracin normal de dos aos, pero Evase neg a permanecer all tanto tiempo,amenazando, incluso, a su madre conescapar se e ir a probar suerte a Viena oa Berln. Las monjas conservan un librode clases donde figu ra su nombreencabezando una ficha mdica. Elexa men ginecolgico confirmaba que laalumna Braun conservaba su virtud. Unade las monjas, la hermana MaraMagdalena, consinti enproporcionarme algunos datos, y

  • declar: Eva era ambiciosa, inteligentey tena una hermosa voz. Destacabacomo intrprete de pequeas obrastea trales que se representaban en elconvento... No tena amigas muyallegadas y frecuentaba regularmente losservicios religiosos. Hasta aqu no hedado detalles sobre la formacincatlica de la adolescente, pueshubieran resultado superfluos. Educadaen Baviera por una madre muy de vota ysegn una tradicin inconmovible, Evafue confirmada e hizo su primeracomunin con todo esplen dor, siendo suvestido blanco el ms bonito del barrio.Haba recibido de su abuelo, comoregalo, un pequeo reloj de pulsera, ytodos los domingos asista a misa y

  • cumpla con sus obligaciones decatlica. En el con vento estabaobligada a confesarse dos veces porsemana. Formaba parte de lacongregacin de Hijas de Mara, y aveces se le conceda el privilegio dedecorar el altar, aunque esto quiz,representase para ella una pequeaimposicin. Cuando acud a visitar a lasuperiora del convento elestablecimiento es hoy muy prspero;cuenta con cuatrocientas alumnas yacaban de agregarse dos alas al edificioprincipal, tem que las religiosasfueran a negarme cualquier informe,prefiriendo ignorar a una alumna quehaba adquirido tanta notoriedad. Peroocurri lo contrario, y no slo las

  • monjas me rodearon, interesadas por eltema, sino que me hicieron milpre guntas al respecto: La quera l?,Habr muerto Eva en realidad?,Cmo se conocieron? Creorecor dar, incluso, que me encargaronpor anticipado el envo de tresejemplares de este libro, que entoncesera slo un proyecto. Cuando en 1940el Partido Nacional Socialista deci diocupar nuestro convento, para instalaren l una escuela de propaganda polticame explic la supe riora. yo hicetodo lo posible para evitar semejantedesgracia. Enterada, no s cmo, de queEva Braun se hallaba en Berchtesgaden,la llam por telfono lo cual me costgrandes esfuerzos. Despus que me

  • hubo escuchado, Eva repuso con tonoseco: "Hablar con el Parteigenosse6Bormann, que est conmigo en estesaln." Dej el auricular y escuch unaconversacin, luego carcajadas dehom bres y una risa femenina, quesupIlse de Eva Braun. Despus tom denuevo el telfono y me dijo con voztranquilizadora: "No se inquiete, todoir bien. Me ocupar del asunto." Sinembargo, pocas semanas ms tarde nosquita ron el convento, que no nos fuedevuelto hasta despus de la liberacinpor los aliados. Algo ms tarde, en elcurso de una conversacin, tuve laaudacia de" preguntar a las monjas sian hoy no sentan cierto disgusto oremordimiento al saber que una de sus

  • antiguas alumnas, que se hababene ficiado de su educacin, hubieracado bajo aquella in fluenciademonaca. La superiora, TeresaInmaculada, me mir un tantosorprendida; luego, sonriendo,con test: Si a veces esperamos yconfiamos en la santidad, no es a causade nuestras plegaras y nuestros afanes,sino porque sabemos que estasseoritas, que, segn puede usted ver,tienen todas el aspecto de inocentescorderillos, se transformanautomticamente, una vez salvada lapuerta exterior, en otras tantas Mann ala caza del primer caballero Des Grieuxque encuentren a la vuelta de laesquina... Y fue as como, al trmino

  • del mes de julio de 1929, Eva Braunabandon el convento. All, en lapequea estacin de Simbach, ataviadacon su vestido de algo dn de cuadritosazules y blancos un poco estrecho a laaltura de las caderas, quiz demasiadovolumino sas, la falda casi porencima de las rodillas y los grue soscalcetines de lana traicionando las bienformadas piernas, un gran sombrernredondo que contribua a engordarletodava ms el semblante, un ampliosaco de viaje y una caja llena decuadernos, all, decamos, esper Eva eltren, con su diploma en el bolsillo, perosin experiencia alguna de la vida. Untren que la con ducira a Munich y que,segn esperaba, haba de lle varla hacia

  • el torbellino, hacia lo que estaba pordescubrir, en pos de una apasionante yhermosa aventura...

    Captulo III

    EL ADOLESCENTE QU JUGABACON EL SOL

    Cuando se disipa la bruma que asciendedel ro Inn, puede verse desde lasventanas del dormitorio delpen sionado de Simbach la vasta yantigua plaza de Braunau. En un extremode esta plaza, a la derecha de una callejaque la prolonga como un cuello debotella, se encuentra una fonda llamadaPommer, cuyo primer piso estuvohabitado a fines del siglo pasado por el

  • jefe de Aduanas del lugar, ya queentonces la frontera divida en dospartes el puente que una laspoblacio nes de Simbach y Braunau. Enese piso naci Adolf Hitler. Es posibleque algn da se escriba una novela quenos hable del pequeo Hitler, tendidoperezosamente en una orilla del Inn,arrojando migas de pan a los cisnes,jugando al escondite entre loscaaverales, o tal vez arrojando piedrascontra el edificio de sombros murosdonde viva, como cautiva en uncastillo, esa Eva Braun de la que un daiba a convertirse en amo y seor. Perola vida no es precisamente una novela.Hitler abandon Braunau cuando slocontaba tres aos de edad, y no

  • regresara al lugar ms que paradispensar una visita espectacular,destinada a impresionar a las masas,cuando ocup Austria con sus ejrcitos.A pesar de lo que nos cuenta en MeinKampf, el Fhrer senta horror por suciudad natal. Tampoco parece interesara Hitler el hecho de que Martin Bormanncomprase la casa que le vio nacer, nique ste hiciera grabar en la reja lasiniciales M. B., que an pueden verse ennuestros das. Bormann, dicho sea depaso, explotaba el lugar cobrando unaentrada a los adeptos nazis llega dos enmasa para contemplar y tocar el lechodonde haba nacido su Fhrer. En laactualidad, el vendedor de peridicosde la esquina posee una buena existencia

  • de tarjetas posta les de antao en las quepuede verse la casa de Hitler, y queostentan unas cruces gamadas al dorso.Asimis mo, en la vecina iglesiaparroquial, el bedel muestra la piladonde fue bautizado el futuro dictador.Nada notable ocurra en el mundo aquelsbado, 20 de abril de 1889, cuandoKlara Hitler, apellidada Poezl de solterae hija de unos campesinos, trajo almundo a las seis y media de la tarde,con la ayuda de la comadrona FranziskaPointecker un varn que pesaba pocoms de tres kilos. El padre se hallabaausente, y la madre, aquejada deintensos dolores, es taba poseda por elmiedo. El lunes siguiente, a las tres de latarde y en presencia del padre, Alois, de

  • la ta, la jorobada Johanna y de lospadrinos Johann y Johanna Prinz, deViena, Ignaz Probst bautiz al nio conel nombre de Adolf, segn la religintradicional de los padres y de lamonarqua austrohngara. A de cirverdad, el nombre no eraverdaderamente catlico, sino que setrataba de un nombre esencialmenteger mnico y pagano, formado por lacontraccin de Edel Wolf, es decir,Lobo Noble. Ms tarde Hitler utilizaracon frecuencia este nombre, Wolf, comoseudnimo, o en los mensajes secretos, ysu hermana Paula lo adop tar hacia elfin de su vida. No es mi intencinconvertir esta obra en una bio grafa deHitler. Slo deseo poner de relieve

  • aquellos episodios de su juventud queinfluyeron directamente en su vidasentimental y en sus relaciones con EvaBraun. Las complicaciones queprecedieron a su naci miento, porejemplo, explican, al menosparcialmente, su decisin de casarse inextremis con aqulla. Estascomplicaciones empiezan mucho antes,en el segundo ao del reinado de SuMuy Catlica Majestad, el emperador yrey Francisco Jos de Habsburgo. Aquelao de 1837, la criada MarianneSchickelgruber trajo al mundo un hijoilegtimo, Alois, que fue criado en unagranja y se hizo cuidador de gansos.Durante cuarenta aos este Alois, quesera padre del futuro Adolf Hitler

  • llevara el nombre de su madre,Schickelgruber. Marianne, por su parte,era uno de los once hijos habidos porJohann Schickelgruber, que se habacasado en 1793. Este campesino, comoera tra dicional, leg su granja al hijomayor mientras que las hijas, entre ellasAnn y Marianne, marchaban a traba jar aViena. Schickelgruber es un nombre deorigen bvaro, de rivado sin duda deZaungruber, o colocador de cercas, ynada tiene de notable entre los millaresde patron micos germanos similares.No soy de aquellos que lo encuentranridculo. Mucho se ha escrito sobre labro ma del fotgrafo Hoffmann, quienincluso en la crcel quera conservar sureputacin como el gracioso de

  • Berchtesgaden, y que declar: Si elFhrer hubiera seguido con el nombrede Schickelgruber, jams habra llegadoal poder, pues nadie se hubiese atrevidoa gri tar: Heil Schickelgruber!. Enrealidad, no existe nin gn nombreridculo. El de Mussolini pudo haberoca sionado tantas risas comoSchickelgruber, y para el odo latino,nombres tales como Shakespeare,Eisenhower o Wellington, resultan tansingulares, las primeras veces que seoyen, como para los anglosajonespueden serlo Bonaparte o Fouquet,pongamos por caso. No era su apellidolo que molestaba a Hitler, sino loreferente al nacimiento de su padre, queindirecta mente pesaba sobre l. Cuando

  • su abuela, Marianne Schickelgruber,regres encinta de Viena en 1837, seprodujo un pequeo escndalo en elpueblecito de la baja Austria que eraDoellersheim. Su padre no quisorecibirla, y la mujer que contaba yaunos cuarenta aos tuvo querefugiarse en casa de un campesinocompasivo. Hans Franck, ministro deJusticia del rgimen de Hitler y mstarde gobernador general de Polonia,re vel en sus Memorias, escritas en laprisin de Nuremberg, que Hitler habarecibido en 1930 una carta de su sobrinoPatrick William Hitler, en la que sehablaba del misterioso amante deMarianne Schickelgruber. Mariannehaba servido en Gratz, en casa de unos

  • ju dos llamados Frankenberger, y segndichas Memo rias aqulla parece quefue seducida por el hijo del amo, unjoven de diecinueve aos. Segn laversin aludida, la familia ech de lacasa a Marianne, aunque ayudndolaeconmicamente durante ms de quinceaos, e incluso pudo haber intercambiode correspon dencia entre ambas partes.As pues, y segn Hans Franck, Hitlertena sangre juda, lo que explica suferoz antisemitismo como una especie devenganza, algo as como la del sultnAbdul Hamid, que mand dar muerte atodos los armenios de su imperio porquesu propia nariz tena el perfilcaracterstico de la raza armenia. Esindudable que en Nuremberg, bajo la

  • sombra del patbulo, Franck se hallabaal borde de la locura y susinterpretaciones del pasado pecan deexcesiva fantasa. El autor de Juventudde Hitler, Franz Jetzinger, que estuvoencarcelado en Viena en 1944, poseatodos los documentos relativos a losorgenes de Hitler y, aunque de malagana, destruy semejantes tesis. Losdetalles facilitados por Franck nocorresponden a la realidad. Adems, elnombre de la presunta familia juda,Frankenberger, no es judo sinotpicamente austriaco. Si no resulta fcilimaginar a un muchacho de die cinueveaos padre de un hijo habido con unacoci nera de cuarenta que era la edadde Marianne cuan do tuvo su vstago,

  • parece todava ms difcil admi tir quecinco aos ms tarde, cuando Marianneencuen tra marido, ste se prestara aprohijar, y luego a reco nocer comosuyo, al hijo ilegtimo de la esposa.Porque el 10 de mayo de 1842,Marianne contrae ma trimonio con un talJohann Georg Hiedler. El uso de estenombre, Hiedler, se remonta al ao1435, segn atestiguan los documentos,y fue pronuncindose suce sivamenteHydler, Hytler, Hidler, Hietler, Huetler,Huettler, Hiedler, Hiettler, Hueedler yHitler (as en 1702 por primera vez). Elnombre podra significar Hutte, otambin sombrerero, del vocablo alemnHut; o bien, como pretendan losnazis, tendra su raz en Hirt, pastor.

  • Parece ser que los Hitler provenan deBohemia, y el nombre tal vez sea deorigen checo. To dos los miembros de lafamilia eran campesinos, y caractersticacomn fue la abundancia de hijos quetrajeron al mundo. El referido JohannGeorg, por su parte, era el cuartovstago del granjero Martin Hiedler. Seganaba la vida como molinero, y yahaba estado casado con una tal MaraBauer, que muri tres aos despus dela boda. Viva en casa de losSchickelgruber, lo que explica su ideade casarse con Marianne. El hermanodel casado, Johann Nepomuk Hiedler,quince aos ms joven que el mayor,parece que aco gi entonces al pequeoAlois, quien creci as en la granja de su

  • to adoptivo. La madre muri en 1847, yel marido de sta, Johann GeorgHiedler, en 1857. Alois no pudo asistira los funerales de su padre adoptivo,pues para entonces haba ido a buscarfor tuna a Viena, recorriendo a pie eltrayecto hasta la capital. Bien puededecirse que la suerte le sonri, ya que sehizo funcionario de Aduanas, conderecho a uniforme, a una pensin y alrespeto de sus conciuda danos. Alois seconvirti en alguien, puesjerrquicamen te iba por delante delcomisario de polica, del maes tro deescuela y del preceptor decontribuciones. Su apellido, sinembargo, segua siendo Schickelgruber.Hasta que en 1877 dej estupefactos a

  • sus subordina dos de Braunau alanunciar que desde aquel da seapellidara Hitler. No voy a citar aqu laextensa lista de documentos autnticosque he revisado escrupulosamente.Pasando sobre detalles superfluos, mecontentar con decir que en 1876 el toadoptivo, Johann Nepomuk se presentacompaado de tres testigos en casa delcura de Dollersheim y declar quesiendo el nio hijo natural de suhermano George Johann, exiga lalegitimacin del pequeo, convertido enhombre maduro con el paso del tiempo yen respetado servidor de su real eimpe rial Majestad. Los deseos deJohann Nepomuk se vie ron cumplidos.Pero cabe preguntarse si aquellos

  • testigos decan la verdad y si JohannGeorg Hiedler era realmente el pa drede Alois, y haba contrado matrimoniocon la ma dre del nio para reparar sufalta. En tal caso, por qu no legitimen seguida al nio? Este misterio nun capodr ser desvelado. Alois, hijo delamor, se revel ya desde temprana edadcomo un galanteador consumado. Fuepad