Adora Triz Mist i CA Profeta

8/18/2019 Adora Triz Mist i CA Profeta

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XXIX Capítulo general

Adoratriz,mística yprofeta en

el siglo XXI


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Presentación


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Religiosas Adoratrices

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Jesús a través del evangelista Lucas (10, 1-9) nos dice: “¡Poneos en cami-no!”... Y así, abiertas a extender los tesoros de la vida de cada una de las pro-vincias a las que representábamos y atentas a su Palabra hemos compartidola vida del Espíritu, don para ser entregado.

En esta etapa capitular, hemos continuado el camino ya iniciado durante todo

el año en cada una de las comunidades. Teniendo como telón de fondo el ico-no de un Jesús arrodillado ante cada una de las capitulares, queriéndonos la-var todo aquello que aun no estaba sano, nos adentramos en la realidad decada provincia, extendidas en cuatro continentes.

En este viaje panorámico por nuestra geografía congregacional, observamosla vida que en cada una de las comunidades se ha ido revitalizando desde laprofundización del PGF. Vimos las diversas señales de vida que a través delos proyectos apostólicos anuncian la buena nueva de la liberación.

Las nuevas presencias son signo de que la “tienda del encuentro” se ha idoensanchando. Hemos escuchado el clamor de la esclavitud de tantas mujeresy la invitación de Dios a liberar... Misión envuelta en luces y sombras, luces queiluminan el camino por donde seguir y sombras que nos hacen parar, para re-flexionar, orar y continuar buscando la luz.

A partir de toda esa realidad congregacional conocida, fuimos elaborando la“visión global de la Congregación” desde distintos ámbitos:

• la vivencia de una espiritualidad eucarística encarnada,

• la Comunidad, la Provincia, la Congregación como los areópagos

más cercanos,

• el compromiso en la misión, ésta compartida con los otros,

• y el gran reto que se nos presenta, el relevo congregacional.


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Esta visión global es la que presentamos en la primera parte del documento.

En un segundo momento de la etapa capitular y a partir de las respuestas altrabajo sobre “Adoratriz, mística y profeta en el siglo XXI” nos recreamos enesos “rasgos” que decimos nos identifican, deseos que queremos lleguen aconvertirse en el distintivo de nuestra personalidad adoratriz. Rasgos que se

expresan en los “gestos” que realizamos en el día a día. Son los modos de“decirnos” como adoratrices.

La segunda parte del documento recoge, casi con las mismas palabras quepronunciamos desde cada una de las comunidades, los rasgos y gestos tema-tizados desde el nº. 61 de las constituciones:

• Desde nuestro ser mujer, Adoratriz, fiel al proyecto de Dios

• Mujer, abierta a Dios y a los hermanos

• Llamadas a ser Eucaristía • Profeta en el momento histórico actual

En la medida que avanzábamos en el trabajo, el camino se nos hizo más cues-ta arriba. Desde las luces y sombras, rasgos y gestos, intuimos que eran mu-chos los “areópagos” hacia los que debíamos caminar. Se presentaban fuer-tes desafíos en nuestro horizonte, propuestas de futuro que teníamos queafrontar.

En un ambiente de oración y discernimiento, con una fuerte vivencia fraternaentre todas las que formamos esta Asamblea capitular, nos fuimos adentran-do, llevadas por el Espíritu, en el latir mismo del corazón de la Congregación.Tocamos la VIDA, y como si de una gracia carismática se tratase, sin saber nicomo, la presencia del Espíritu inundó la sala, y a una sola voz, sin preámbu-los, ni grandes diálogos vimos que la gran propuesta capitular tenía que sersolo una y que necesitábamos recrear el amor primero, como Micaela “Lo vitan grande, tan poderoso, tan bueno, tan amante, tan misericordioso, que re- solví no servir más que a un Señor que todo lo reúne para llenar mi corazón”.

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Tomamos conciencia que nuestra experiencia mística profética brota de la vi-vencia eucarística, por ello asumimos el compromiso de:

Queremos centrar nuestra vida en lo esencial, que es: “ser mujeres consagra-das, místicas y profetas”, adoratrices que, sedientas del Absoluto, adoramos,y acogemos en nuestra vida la liberación de Jesús, para ir a testimoniarla atantas y tantas mujeres que hay por los caminos. Ser y actuar como Jesús, enmedio de nuestra sociedad, en nuestro tiempo.

Lo que se espera de una mujer mística, de una profeta, es: Ser Eucaristía (C61), que para nosotras es la manera de situamos en el mundo. “El mundo es

para mí un Sagrario” dice Micaela, porque al adorar entramos en comunión,construimos comunión, se da un cambio en nuestra vida. Desde la Eucaristíase cambia nuestra forma de mirar, de amar, de estar con los otros/as, nuestroshermanos/as.

La Eucaristía celebrada y vivida en la tarea cotidiana. “Haced esto en memo-ria mía”. Haced entre vosotras lo que yo he hecho: lavad los pies, servir. Unservicio unido inseparablemente al amor y a la humildad. Este es nuestro ca-risma, esta es nuestra vocación.

Acojamos la realidad tal como es hoy y aprendamos de lo vivido para proyec-tar juntas, con esperanza y determinación el futuro, para hacer posible la Con-gregación que soñamos.

Hermanas capitularesXXIX Capítulo generalGuadalajara, octubre 2011

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Recrear la pasión por Cristo desde la vivenciade nuestra espiritualidad eucarística.


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Visión de laCongregación,

LUCES Y

SOMBRAS


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Del análisis de la realidad de la Congregación expresado en las Memorias delGobierno general, de las diferentes Provincias y del documento de trabajo:“Adoratriz, Mística y Profeta en el siglo XXI” elaborado a partir de las apor-taciones de todas las comunidades, observamos y reconocemos, las luces ysombras que evidencian nuestra realidad congregacional.

1 La vivencia de una espiritualidad eucarística encarnada, esun don

Es un desafío carismático que es necesario recrear y enriquecer en todo tiem-po. Profundizando en el tema de este Capítulo, tomamos conciencia de quenuestra experiencia mística y profética brota de la vivencia eucarística.

Aunque hemos dado importantes pasos para comprender lo que significa “lla-madas a ser Eucaristía”, y en nuestros últimos documentos (PGF, VI Conferen-

cia general) está muy bien explicitado nuestro modo de ser-hacer y estar, sinembargo, no hemos llegado a profundizarlos suficientemente y a empeñar-nos en hacerlos vida.

Constatamos en nuestra vida un cierto desencanto, desgaste y activismo queestá afectando a la experiencia de Dios, a la vida fraterna, a la misión y a nues-tro modo de estar en el mundo desde una mirada contemplativa. Asimismo,reconocemos la repercusión en la fuerza de convocatoria para transmitir elcarisma a las nuevas generaciones.

María Micaela nos transmitió que el motor de su vida fue Jesús Eucaristía, hoyreconocemos que en nuestra vida de seguimiento como Adoratrices necesi-tamos recrear el amor primero.

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2 La Comunidad, la Provincia, la Congregación son losareópagos más cercanos

El PGF ha abierto nuevos horizontes para comprender y vivenciar nuestraidentidad; sin embargo, sus procesos no han sido acompañados, por lo queno ha tenido el impacto deseado en la vida de las hermanas.

La VI Conferencia general nos desafía a “recrear la vida fraterna para ser co-munidades portadoras de vida”. Desde los trabajos de las comunidades ymemorias de las Provincias, el gran deseo que se descubre, es vivir más evan-gélicamente nuestros estilos comunitarios, pero constatamos que existen rela-ciones fraternas deterioradas, cansancio, desgaste, que repercute en nuestraexperiencia de Dios, vida fraterna y trabajo apostólico.

La metodología de la corresponsabilidad ha influido positivamente en la ela-

boración de los Proyectos tanto personal como comunitario que nos impulsana un proceso de cambio con itinerarios personales. Sin embargo, ha faltadoseguimiento en los procesos y no se han evaluado. También se constata queexiste un compromiso débil e inestabilidad en la vivencia vocacional.

Estamos en un proceso de reestructuración que nos lleve a mejorar nuestracalidad de vida y misión. Sin embargo, reconocemos que el impacto no tienesuficiente fuerza para sacarnos de nuestras estructuras y estilos comunitariosque frenan la vida y no contagian el gozo de nuestra vocación.

La estructura de las Áreas, ha facilitado la intercomunicación y un mayor inter-cambio de criterios, mejorando el sentido de pertenencia. Es una estructuraintermedia recién iniciada que necesitamos consolidar para reforzar un ser-vicio de gobierno más corresponsable.

Existen comunidades en las que se vive la interculturalidad y la internacionali-dad pero reconocemos que nos cuesta aceptar las diferencias de culturas,no tanto a nivel apostólico como comunitario.

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Estamos abiertas para compartir el trabajo en la misión con laicos, otros gru-pos y congregaciones, sin embargo, nos falta camino para compartir la vidacon ellos.

3 Para nosotras adoratrices la proyección de la Eucaristía en la vida, se hace compromiso en la misión

La dinámica de las comunidades es más abierta, con relaciones fraternas másprofundas y evangélicas, sin embargo nuestra vida está afectada por el activis-mo, el materialismo y el consumismo, repercutiendo en nuestra experiencia deDios, en nuestras relaciones interpersonales y en nuestro trabajo apostólico.

Hay comunidades que viven la cultura de lo necesario como estilo de vida, vi-ven pobres y dan testimonio de ello. Hemos introducido a las mujeres en nues-tro ser y vivir, y el mismo PGF nos invita a ser “conscientes y responsables

frente a la necesidad personal de liberación, realizando procesos junto conhermanas, destinatarias y laicos”, pero aún nos falta mucho para llegar a loslugares de inserción, despojándonos de un estilo de vida cómodo y de estruc-turas que no favorecen el desarrollo de la misión y hasta pueden llegar a obs-taculizarla.

En la Congregación se han dado pasos y hemos continuado abriendo cami-nos con nuevas presencias. Aún así, constatamos que, en muchos lugares,nos hemos estancado, “vivimos de renta”.

Nos urge recuperar creatividad y audacia para encontrar las formas que nospermitan llegar a lugares nuevos donde nuestra misión es necesaria.

Hemos caminado en inserción y nos hemos abierto al trabajo en los “caminos”de la vida. Seguimos reivindicándolos como un areópago, un lugar donde de-bemos estar; no obstante, en muchas partes, estamos condicionadas para eldesarrollo de la tarea por las leyes y la situación política.

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Conocemos la realidad social que nos envuelve, anunciamos la Buena Nuevay denunciamos las esclavitudes actuales y los contravalores. Sin embargo,falta audacia para entrar y afrontar situaciones sociales difíciles. Existen mu-chos equipos profesionales, preparados e implicados activamente en la tarea.En algunos lugares, falta preparación y conocimiento de la realidad social, po-lítica y legislativa.

Constatamos la inquietud por llegar a ámbitos que hasta ahora no habíamosllegado, a incidir en espacios públicos y a buscar la participación en gruposque trabajan con nuestras mujeres; sin embargo, experimentamos que nece-sitamos preparación para ello.

4 La Misión compartida con otros

La Iglesia reconoce y confirma la vocación y misión de los laicos como signo

del Espíritu en la construcción del Reino.

En la Congregación estamos cada vez más convencidas de que el carisma esun don que debe ser compartido con otros.

La presencia de laicos en nuestras obras apostólicas es cada vez más signi-ficativa; en la mayoría de nuestras comunidades se comparte la misión y envarias provincias se promueve la formación conjunta. Sin embargo, reconoce-mos que no todas las provincias caminamos al mismo ritmo, los laicos con los

que hacemos camino se implican en la misión desde distintas motivaciones ynos falta claridad en la definición del laico adoratriz.

Aun contando en la Congregación con un documento base para el laicado, nose han seguido las directrices del mismo, ni se le ha dado continuidad. No he-mos sistematizado el trabajo realizado y carecemos de un plan de formación.

A nivel general se ha creado el área de laicos, que ha ayudado a tomar con-ciencia del gran desafío que supone el laicado y ha fomentado el sentido de

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pertenencia y la riqueza de la complementariedad. No obstante reconocemosla necesidad de continuar impulsando esta estructura intermedia.

Constatamos que el trabajo en red está siendo una realidad en los distintosámbitos de trabajo apostólico. Sin embargo, experimentamos que nos faltapreparación y audacia para hacer frente a este reto.

Conocemos y valoramos la riqueza que encierra la pedagogía micaeliana,pero no siempre sabemos trasmitirla y compartirla con los laicos. En la Con-gregación, aunque trasmitimos de generación en generación nuestro modode hacer y estar en la misión, no la hemos sistematizado.

5 Pastoral Juvenil Vocacional hoy, es un desafío

En el momento actual, en la Congregación, constatamos la necesidad de prio-

rizar la PJV. Las provincias cuentan con proyectos, se han realizado activida-des y han destinado hermanas a esta misión.

El carisma, don del Espíritu a la Iglesia y el coraje de Micaela continúan em-pujándonos hoy, y experimentamos la necesidad de compartirlo a las nue-vas generaciones recreándolo, cualificándolo y expandiéndolo en tiempo yespacio.

La disminución de hermanas pone en riesgo nuestro relevo generacional y no

queremos que el carisma y el esfuerzo de tantas Adoratrices, se pierda o extin-ga. Sin embargo, a niveles personales, a veces, se percibe insatisfacción, faltade entusiasmo y vitalidad en la vivencia de la propia vocación que no es tes-timonio creíble para las jóvenes.

Nuestros estilos comunitarios no siempre son significativos y coherentes, nocontamos con un plan de pastoral vocacional específico para trabajar de for-ma organizada y sistemática que garantice el acompañamiento de procesosvocacionales y nos implique a todas.

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RASGOS yGESTOS dela Adoratriz


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Teniendo como base las respuestas de las comunidades a los trabajos sobre“Adoratriz, mística y profeta en el siglo XXI”, destacamos los siguientes ras-gos que nos definen y los gestos que expresamos en el vivir cotidiano.

1 Rasgos1

• Desde nuestro ser mujer, Adoratriz, fiel al proyecto de Dios

Reconocemos nuestra particular inclinación a todo lo que es vida, la celebra-mos, la protegemos y la defendemos. Con imaginación profética, discernimosy encontramos alternativas y soluciones allí donde otros ven un callejón sinsalida. Tenemos sentido positivo y esperanzado frente a lo que acontece, sindejar de afrontar la vida con realismo.

Somos mujeres de esperanza, portadoras de vida, humanizamos a través depequeños gestos y servicios. Vivimos el desafío de romper esclavitudes, anun-ciamos que la liberación es posible y que la vida surge aún en situaciones demuerte. Somos mujeres disponibles, audaces, creativas y solidarias.

Nuestro ser compasivo nos lleva a acoger desde el corazón a la persona quesufre, comprometidas en caminos de vida. Samaritanas con quienes están alborde del camino, con equilibrio afectivo, nos ocupamos, preocupamos y com-prometemos. Evangelizamos humanizando desde la ternura de Dios, sabe-

mos conjugar tolerancia y firmeza, rectitud y amabilidad.

1 Rasgos: Son aquellos elementos característicos relevantes y distintivos de una per-

sonalidad, de una situación, de una experiencia, etc... que la diferencian particularmen-te de otro, peculiaridad, propiedad, singularidad.

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Mujeres libres, desinstaladas, centradas en lo esencial, rechazamos los nuevosdioses: el culto al cuerpo y la pretensión de una felicidad sin esfuerzo. Mujeresde fe, vivimos el amor, la misericordia y la gratuidad, la entrega, la escucha,la cercanía y la hospitalidad. Acogemos sin excluir, abiertas al perdón.

Contemplativas, descubrimos el rostro de Dios en el cosmos. Alimentamos el

gusto por lo bello, transmitiendo su presencia en la creación y en la historia.

• Mujer, abierta a Dios y a los hermanos

Seducidas por Dios que mueve y activa todo nuestro ser, nos sentimos llama-das a vivir nuestra consagración desde la búsqueda y la experiencia personalde encuentro con Él.

A la luz de la Palabra, nos dejamos guiar por el Espíritu, descubrimos su volun-

tad en la vida cotidiana y confiamos en su providencia. Asumimos el discer-nimiento como talante de vida.

Asumimos la ascesis como signo de búsqueda de lo esencial en la vida coti-diana, hacemos experiencia de desprendimiento radical, dejamos lo conocidoy cómodo; vivimos y trabajamos para los demás.

Mujeres de vida fraterna, cultivamos relaciones gratuitas que gestan unidad eimpulsan la corresponsabilidad con un estilo abierto, solidario y austero. De-

ponemos los intereses personales para crecimiento de la comunidad.

Somos mujeres consagradas al servicio de mujeres explotadas, a quienes aco-gemos desde el corazón, estableciendo con ellas una relación afectiva y creí-ble, convencidas que la persona puede cambiar por la acción de Dios.

Acogemos la interculturalidad y la diversidad como un don que nos desafíaa comunicarnos con autenticidad, al intercambio de “bienes”, a reconocer ladignidad humana y a construir comunión en corresponsabilidad.


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Compartimos y proyectamos la misión con los laicos desde un espíritu de co-munión. También trabajamos en red con personas y grupos de otras creenciase ideologías.

• Llamadas a ser Eucaristía

Abiertas a la presencia de lo sagrado, nos sentimos pacificadas, reconciliadasy reconciliadoras. En actitud de fe y esperanza, presentamos a Dios el sufri-miento de la humanidad con un corazón compasivo.

Mujeres apasionadas por Cristo Eucaristía a quien celebramos y contempla-mos, vivimos con gozo nuestra entrega “adorándolo en espíritu y verdad”, ydesde esta adoración descubrimos y escuchamos a Dios, donde la vida cla-ma, especialmente en las mujeres de nuestra misión. Al adorar aprendemos aestar en silencio abrazando la vida.

Mesa de amor y banquete de inclusión, que nos hace respetuosas con las di-ferencias y crea unidad en la diversidad, transformándonos en promotoras dediálogo, facilitadoras de alianzas, creadoras de puentes de comunión.

Hacemos de la Eucaristía el centro de nuestra vida, y rechazando otros diosesnos dejamos sorprender por su presencia en la vida cotidiana, en la comuni-dad y en el Cristo roto encarnado en la fragilidad de nuestra misión.

• Adoratriz, profeta en el momento histórico actual

Sensibles al acontecer de Dios en la historia, capaces de escuchar y percibirlos gritos desde el corazón de Dios. Audaces en el anuncio de la Buena Noti-cia y la denuncia de todas las estructuras que atentan contra la dignidad hu-mana y sus derechos, especialmente de nuestras destinatarias.

Abiertas a la realidad del mundo, establecemos un diálogo fecundo con él ynos comprometemos con la historia concreta que vivimos desde un talante

agradecido y liberador.


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Insertas con valentía en la realidad que nos toca vivir, aceptamos inconvenien-tes, limitaciones y riesgos. En los contextos donde nos movemos, nuestra vidaestá llamada a ser humanidad encarnada y presencia que transforma, ofre-ciendo un camino alternativo de esencialidad.

Conscientes y responsables de la injusticia que genera la desigualdad, nos

sentimos interpeladas a vivir con criterios de una economía solidaria y soste-nible, rechazando el consumismo, egocentrismo y la felicidad como ausenciade esfuerzo y dificultades.

En comunión con la naturaleza, amamos la creación y promovemos valoresecológicos, tomamos conciencia que somos parte de una gran red de relacio-nes e interconexiones que debemos favorecer con nuestras actitudes, anteuna sociedad moderna que depende excesivamente de la tecnología.

2 Gestos2

Cada época tiene una forma concreta de expresar nuestro ser-hacer y estaren el mundo como Adoratrices.

• Gestos con los que expresamos nuestro ser mujer, adoratriz

Con nuestra vida damos testimonio de alegría, optimismo, aceptación y respe-

to a las personas, manifestando, de forma concreta, el cariño hacia ellas. Sa-bemos acoger, perdonar, servir con gratuidad y hacemos el trabajo de cadadía con esmero y responsabilidad.

2 Gestos: Una forma de comunicación no verbal, que permite expresar sensaciones,emociones, sentimientos, deseos, inquietudes, miedos, pensamientos...

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Expresamos y manifestamos libertad interior sin juzgar ni permitirnos comen-tarios negativos y creamos comunión mediante pequeños signos: trato frater-no, apoyo mutuo, amabilidad, reconocimiento, escucha atenta y valoracióndel otro.

Respetamos y acompañamos procesos, ofrecemos nuevas oportunidades, fa-

vorecemos el crecimiento y el deseo de superación. Reconocemos nuestrospropios límites, nuestras heridas, hacemos procesos de sanación. Acompaña-mos y nos dejamos acompañar.

Ponemos en juego nuestras posibilidades, buscando nuevos caminos quesean generadores de vida. Aceptamos los imprevistos con actitud positiva yabierta al cambio.

• Enraizadas en la Eucaristía nuestra vida se va transformando y

expresando en gestos de “pan que se parte y reparte”

Cultivamos y cuidamos la experiencia de Dios que sostiene y da sentido anuestra vida y misión. Vivimos en actitud de adoración, reconociendo a Dioscomo nuestro Señor y lo descubrimos en el mundo, en la historia y en nues-tros hermanos “El mundo es para mí un Sagrario”.

Compartimos la “mesa de la comunión” con el gesto real y concreto de com-partir la mesa con las mujeres de nuestra misión en cualquier realidad y cir-

cunstancia. Generamos un ambiente de familia y fomentamos el sentido cele-brativo de la vida, compartiendo buenas noticias aun en momentos difíciles.

Con mirada contemplativa y compasiva nos implicamos en la realidad. Desdeuna actitud de adoración miramos con ternura y misericordia a nuestras her-manas, destinatarias y a las personas con las que nos relacionamos.

Escuchamos los “gritos” de los pobres y oramos con/y por ellos, particular-mente por la mujeres de nuestra misión. Nos implicamos con gestos que hu-

manizan y acompañan, comprometidas en proyectos de liberación.


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Acogemos con gratuidad, ternura y misericordia desde una escucha atentay receptiva. Valoramos a los demás creyendo en su posibilidad de cambio.Creemos con la Santa que siempre vale la pena “aunque sólo sea por una”.

Vivimos en donación y servicio a las mujeres más vulnerables transmitiendorespeto, confianza, coraje y esperanza. Como la Santa, rompemos las propias

barreras entregándonos a ellas con cariño, interés, tiempo, talentos y energía...“lavándonos los pies unas a las otras”.

Compartimos con los laicos en apertura y comprensión, abrimos la casa comoescuela de comunión, acogida, respeto y diálogo en la diversidad y vivimosla interculturalidad reconociendo la igualdad entre todas las personas.

Vivimos en gratuidad el don de sentirnos invitadas a ser Eucaristía. Recono-cemos lo positivo y bueno de la vida y de las personas, expresamos agrade-

cimiento por la riqueza que nos aportan.

• Expresamos nuestro ser profeta en este momento histórico

Nos comprometemos y defendemos a la mujer en situación de prostitucióno víctima de la trata y de otras situaciones que la esclavizan hoy. Colaboramosy participamos en grupos que trabajan en la defensa de la mujer.

Denunciamos con audacia y valentía las injusticias contra los derechos huma-

nos y nos manifestamos a favor de la vida.

Mantenemos una actitud crítica frente a una cultura consumista que invade lasociedad actual.

Buscamos estructuras flexibles y ágiles que posibiliten la inclusión, participa-ción y corresponsabilidad.

Nos implicamos activamente con el testimonio en una pastoral vocacional ayu-

dando a las jóvenes en la búsqueda de su identidad, vocación y misión.


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PROPUESTADEL XXIX

Capítulo

General


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Desde nuestra realidad congregacional, con las luces y sombras que todashemos señalado, percibimos que la vivencia de una espiritualidad eucarísticaencarnada, es un desafío carismático que necesitamos enriquecer y recrearen nosotras y para nuestro tiempo.

María Micaela nos transmitió que el motor de su vida fue Jesús Eucaristía.

Hoy reconocemos que en nuestra vida de seguimiento como adoratrices, ne-

cesitamos recrear el amor primero “Lo vi tan grande, tan poderoso, tan bueno,tan amante, tan misericordioso, que resolví no servir más que a un Señor quetodo lo reúne para llenar mi corazón” (Carta al Obispo de Ávila, 29-8-1860).

Profundizando en el tema del XXIX Capítulo general, tomamos concienciaque nuestra experiencia mística profética brota de la vivencia eucarística.

Por ello nos comprometemos a:

Desafío que hoy nos empuja a:

Ahondar en la vivencia de nuestra espiritualidad eucarística, profundizar, asi-milar y expresar nuestro ser Eucaristía en todos los ámbitos de la vida, impul-sando procesos de formación desde el área correspondiente.

• Recreando desde la Eucaristía nuestros estilos comunitarios.

• Siendo audaces para llegar donde la vida de las mujeres clama.

• Compartiendo la misión con otros.

• Transmitiendo el carisma desde la autenticidad de vivir “por Dios y para ellas”.

Recrear la pasión por Cristo desde la vivenciade nuestra espiritualidad eucarística.


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Líneas de acción:

1 Recrear desde la Eucaristía nuestros estilos comunitarios

Queremos revitalizar en nosotras el don de ser convocadas por Jesús Euca-

ristía a la comunión en la diversidad.

• Impulsar y consolidar los procesos formativos en todas las etapas de la viday revisar nuestras seguridades e instalaciones, promoviendo estilos de vida encorresponsabilidad.

• Mediante un proceso de reestructuración, con criterios de significatividad ca-rismática, sin miedo a romper barreras, que nos lleve a mejorar nuestra calidadde vida y expresar la profecía de la fraternidad desde la Eucaristía.

Con el fin de ser presencia creíble y significativa desde la vida fraterna yel compromiso con la misión.

2 Ser audaces para llegar donde la vida de las mujeres clama

La vivencia eucarística nos urge a recuperar creatividad para encontrar nuevasformas en la misión, y alimentar el dinamismo y la audacia que nos permitanllegar a los lugares nuevos donde la vida de las mujeres clama:

• Despojándonos de un estilo de vida cómodo y de estructuras que no favo-recen el desarrollo de la misión y hasta la obstaculizan.

• Continuar abriendo caminos con nuevas presencias.

• Anunciar el Reino y denunciar las esclavitudes actuales y los contravalores.

• Trabajando en red, incidir en los diferentes escenarios (social, político, legis-


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lativo, etc.), desde el conocimiento y análisis crítico de la realidad, por la defen-sa de los derechos humanos y la dignidad de la mujer.

Con el fin de impulsar una misión que nos libere y libere.

3 Compartir la misión con otros

Convencidas de que el Carisma Adoratriz es un don que el Espíritu nos ha da-do para compartirlo, queremos potenciar la misión compartida con los laicosmediante:

• La elaboración de un plan general que contemple los procesos, dimensionesy cauces de participación que requiere la organización del laicado adoratriz.

• Una formación gradual y conjunta de hermanas y laicos.

Con el fin de compartir vida y misión desde el conocimiento y vivencia denuestro carisma e ir fortaleciendo el sentido de familia adoratriz.

4 Transmitir el carisma a las nuevas generaciones

La experiencia gozosa, la riqueza y el dinamismo del carisma adoratriz nos im-

pulsa a Priorizar la Pastoral Juvenil Vocacional en toda la Congregación,para ello:

• Se creará un Área específica de Pastoral Juvenil Vocacional, en el Gobiernogeneral y provincial, que elabore un plan general de PJV, lo coordine y acom-pañe, implicándonos a todas en esta tarea.

Con el fin de transmitir el carisma desde la autenticidad de vivir “por Diosy para ellas”.


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Hoy como ayer, somos invitadas a hacer un camino de profundización caris-mática que nos ayude a tomar conciencia de nuestro ser Adoratriz, mística

y profeta en el siglo XXI. Abrir nuestro corazón para que en él florezcan lamística y la profecía, porque allí es donde se gesta y nutre el sueño de Diospara la humanidad.

El desafío de cada Adoratriz hoy y siempre, es: buscar el mundo en el cora-zón de Dios (ADORACIÓN) y a Dios en el corazón del mundo (experienciade salvación, de LIBERACIÓN). Santa Mª Micaela, recorrió los caminos de lamística y fue profeta de liberación. Como dijo Martín Velasco “se postra para adorar y se levanta de la oración para servir”.

Guadalajara, 23 de octubre de 2011


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