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    Nuestra vida se desenvuelve bajo el s igno de 1 0 incierto. Somos testi-gos de una transformaci6n decisiva: asistimos al derrurnbe progresivode la sociedad salarial que treinta afios atras prometia la gradualreducci6n delas desigualdades . En estas paginas, Robert Caste l evi-dencia c6mo aquel compromisosocial entre intereses divergentes,condici6n de posibilidad de la ciudadanfa social, hoy es puesto enduda, 1 0 que provocaque el conjunto de laest ructura de la sociedad

    se conmueva y que la dinamica misma de la individuaci6n mode11laseyea alterada.

    En los capftulos que oonforman El ascenso de las incertidumbres,Robert Castel retoma unaserie de analisis elaborados desde 1995 qu.e

    .presentan las diferentes facetas de dicha transfonnaci6n. A.~i,exami-na las consecuencias de la precarizaci6n de las relaciones de trabajo,la descolectivizaci6n y la ubicua exhortaci6n a afianzar nuestro indi-vidualismo. l Que sucedera ahora con quienes seven arras trados 'porestoscambios, sin llegar a dominarlos? lewil sera el lugar del Estado

    social? l Que tipo de proteccion social podra garantizar ciertaautono-

    mia a la mayona de la poblacion?Es menos importanteencontrar nombres para estos t iernpos que

    comprender como se ha vis to modif icado el marco deproduocione

    interoamhio que caracterizo al capitalismo industrial de antafio.Deu-.dora de su enorme trayectoria intelectual, esta ohra le permite alallt6rvolver sobre sus principales preocupaciones teoricas y of~ecer hn;a

    mirada renovada. "El porvenir esta abierto", sostiene Hobert Castel,s In claudicar ante el pesimisrno que pueden susci tar las transforma-ciones presentes y arriesgandose a darrespuestas a los:irih~rrogalltessociales y vitales que la epoca plantea.

    ascensoe las Itieertidurnhres

    ,protecciories,del individuo

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    XII. LA EXCLUSION, UNA NOCION TRAMPOSA *

    LA "EXCLUSION" se impuso desde hace pOCOcomo una palabra cornodin para

    declinar todas las variedades de la miseria del mundo: el desocupado de larga

    duracion, eljoven de suburbio, el SDF (sin domicilio fi]o),etc.,son "exduidos".

    Laexplosion de este tema puede fecharse, por 10menos en el caso de Francia,

    hacia fines de 1992-comienzos de 1993,e invade entonces los medias y el dis-

    curso politico. En octubre de 1992 se franquea el umbral psico16gico de los

    tres millones de desocupados, y antes de las elecciones de marzo de 1993se

    discute elbalance de losgobiernos socialistas, poco gloriosos en materia sociaL

    La cuestion de Ia exclusion se convierte entonces en la "cuesti6n social" por

    excelencia, Y desde entonces la onda expansiva no se ha aplacado. Ante tododire las razones que deberfan llevar a dar muestras de una gran reserva en el

    uso de este termino, e incluso la mayoria de las veces a... excluirlo, vale decir,

    a reemplazarlo siernprc par una noci6n mas apropiada para nombrar y anali-

    zar los riesgos y las fracturas sociales actuales. Pero habra que decir tarnbien

    de que es sintoma eIuso irreflexivo de esta palabra, 0 sea, que oculta y tradu-

    cea lavez del estado actual de la cuesti6n social.Par ultimo, me esforzare par

    deslindar las caracteristicas de la exclusion propiamente dicha, que deberia

    permitir un uso controlado de la noci6n.

    1.La primera razon para desconfiar de la "exclusion" esla heierogeneidad de

    s u s u so s .Ella nombra una multitud de situaciones diferentes borrando Iaespe-cificidad de cada una. En otras palabras,la"exdusi6n" no es una noci6n ana-

    Iitica. No permite llevar a cabo investigaciones precisas de los contenidos que

    pretende abarcar. Comparernos, porejemplo, dos situaciones Ilamadas de

    "exclusion", Una es lade un desocupado de larga duracion descrito por Oli-

    vier Schwartz en su obra sobrelos obreros del norte de Francia.! Ese viejo

    obrero pierde su trabajo y se repliega en la esfera'domestica. Sequeda en sucasa mirando la television, de la que por otra parte se convirtio en fino cono-

    * Tex to e scr it o a p ar ti r d e " Le s pl eg es d e l 'e xc lu si on ", pu bl lc ad o Lien socia l e t pol ii ique-RIAC, nurn. 34, o rono de 1995.

    1 Olivier Schwartz, L e M o n d e p r io d e s o u v r ie r s,Pans, PUF, 1990.

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    25 8LOS CAMINOS DE LA DESAFlLIACl6N

    , . d todo: lleva una vida tranquil a, posee un depar-cedor. No esta desprovisto e d . 1 cia constante de una mujer sacri-

    'b' , do goza e a presentamento mas len como, " , Se ha construido asi un "mundo

    d tarse a la sltuaclO n".ficada que parece a ap , .' 'n con verguenza. Las cortinas del

    /I l mi ti mpo Vlve esa sltuaclO . 'intenor ,A mismo e , lir de su casa. Su eXlstenCla es, idas y no se atreve a sad ep ar tam en to e st an c or n. bi d t do sentido y de todo proyecto.

    " . d" esta pnvada tam len e 0tan prrva a que . d it or Franrois Dubet en La G a l er e ,2por

    ., d 1 burbio escn os p ..Los Jovenes e su , id d La ssfera d e 10 p rivado les parece

    .' mpleta extenon a .el contrano, viven en co , ' t' h ha de iniciativas abortadas y de

    , Su eXlstencla es a eccompletamente ajena. ar No estan aislados, sino que

    . vuelven a comenz 'vagabundeo s que siempre 1 ontactos esp0T

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    26 0 LOS CAMlNOS DE LA DESAFILIACI6N LAEXCLUSI6N, UNA NOCI6N TRAMPOSA 26 1

    social. Pero elpunto esencial que hay que recalcar esque h ay es i mp os ib le i ra za r

    j ro nt er as f ir me s e nt re e sa s z on as .Sujetos integrados se han vuelto particularmen-te vulnerables en virtud de la precarizacion de las relaciones de trabajo, y otros

    vulnerables se vuelcan todos los dias a la denominada "exclusion". Pero hay

    que ver enesto un eJecta de procesos que atraviesan el conjunto de la sociedad

    y se originan en el centro y no en laperiferia de lavida social..p~~ejemplo, en

    la decision de la empresa de jugar a fondo la carta dela flexibilidad, 0 en la

    eleccion del capital financiero de invertir en otra parte.

    Acaso se diga que aqui se trata de "factores de exclusion". Pero la tarea

    de la sociologia consiste precisamente en analizar esos "factores" que prece-de n a laexclusion para medir los riesgos de fractura social:ver como funciona

    hoy la empresa, como se deshacen las solidaridades y se deterioran las pro-

    tecciones que garantizaban la inclusion en la sociedad... Como se inscriben lassituaciones limite en un continuo de posiciones que interpelan la cohesion del

    conjunto de la sociedad. En la mayoria de los casos el"excluido" es de hecho

    un desafiliado cuya trayectoria esta hecha de una serie de desconexiones conrespecto a estados de equilibrio anteriores mas 0 menos estables, 0 inestables.

    esfuerzo para cubrir las situaciones de desamparo extremo que resultan de ese

    fundonamiento despiadado. Pero todo ocurre como si el discurso sobre la

    exclusi6n hubiese representado el suplemento espiritual asociado a una politi-

    caque aceptaba la hegemonia de las leyes economicas y los dictados del capital

    financiero. Sin duda no es facil (es 10 menos que se puede decir) conciliar lasexigencias de lacompetitividad y de la competencia,por un lado, y elmanteni-

    miento de un minimo deprotecciones y de garantias, por elotro, para que el

    exito de unos no sepague con lainvalidacion de los otros (para que los in noproduzcan out). Pero ladificultad dela tarea no ahorra laexigencia de tratar dedominar esa relacion entre logica econ6mica y cohesion social antes de que des-emboque en situaciones de ruptura representadas por la "exclusion". A la

    inversa, limitar 10 esencial de las nuevas intervenciones sociales instaladas des-

    de hace una veintena de afios (laspohticas llamadas de "inserci6n") a las situa-

    ciones ya degradadas implica una renuncia a intervenir de un modo preventivopara contener la vulnerabilidad masiva y mantener Iaintegraci6n social.

    3. Asi, elhecho de foca1izarla atenci6n en la exclusion corre el riesgo de fun-

    cionar como una tramp a, tanto para la reflexi6n como para la acci6n. Para la

    reflexi6n, acabamos de decirlo: se economiza la necesidad de interrogarse

    sobre las dinamicas sociales globales que son responsables de los desequili-

    brios actuales, a 10sumo se describen estados de desposesion,haciendo a un ladolos p r o c e s o e que los generan; se procede a realizar analisis sectoriales, renun-

    ciando a la ambicion de reencuadrarIos a partir de los desaffos actuales de la

    sociedad. Es posible que hoy haya in y out, pero no habitan universes separa-dos. Para hablar con propiedad, nunca hay en una sociedad situaciones fuerade 10 social. Es importante reconstruir el c o nt in u o d e l as p o si ci on esque vinculanlos iny los out, y recuperar lal6gica a partir de 1acuallos in producen out.

    Pero por 10que respecta a 1aaccion,al dominio practice delos factores de

    disociaci6n social, la fijaci6n sobre la exclusi6n funciona tambien como una

    trampa: tramp a en laque por otra parte cayeron los gobiemos soc.ialistase~sugesti6n de la crisis, 10que pagaron politicamente muy caro.A partir de corruen-

    zos de los afios ochenta, en efecto, vemos desarrollarse, en paralelo, un doble

    discurso. Uno rehabilita a la empresa, canta los meritos de la competitividad yde la eficaciaa cualquier precio. E1otro se inclina sobre la suerte de los "exclui-dos" y afirma la necesidad de tratarlos con mansedurnbre. Por un lado, lacele-

    braci6n del mercado, con su sistema propio de coerciones: por e1otro, un

    4.Entendamos bien que este analisis no es una critica de las politicas de inssr-

    cion en cuanto tales. Estas presentan elmerito indiscutible de no resignarse al

    abandono definitivo de las nuevas pob1aciones que Ia crisis ha colocado en

    una situaci6n de inutilidad social. Respecto de la asisrencia tradicional, pre-

    sentan hasta elmerito de continuar con esa nueva clientela un trabajo cuyo

    objetivo sigue siendo su reintegracion a Ia sociedad. Pero como desde hace

    mas de veinte afios que comenzaron a desp1egar esos esfuerzos, progresiva-

    mente seimpone una comprobaci6n. Enun primer memento, esaspoliticas se

    pensaron como estrategias limitadas en el tiempo, para, ayudar a pasar el mal

    trance dela crisis, en espera de larecuperaci6n y elestablecimiento de regula-

    ciones mejor adaptadas alnuevo orden econ6mico. Una de las personas que

    mas contribuyeron en la elaboraci6n de esas politicas, Bertrand Schwartz, afir-

    rnacon vigor: "No somos tan ingenuos como para creer que pequefios equipos

    locales, incluso numerosos, son par sf solos aptos para resolver los problemas

    profesiona1es,culturales y socialesde los j6venes".3 Las acciones de inserci6n

    son esencialmente operaciones de nivelacion para preparar dias mejores.

    Pero las evaluaciones que se pueden hacer hoy de estaspoliticas mues-tran que estas situaciones se insialaron y que 10 provisorio se convirti6 en un

    regimen de crucero.En lamayaria de los casos sepuede aplicar a las przicticas

    3 Bertrand Schwartz, L' lnser tion sociale et profess ionnelle des[eunes ,Paris, La Documenta-tion Fran~aise, 1981.

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    26 2LOS CAMINOS DE LA DESAFILIAo6N

    LAEXCLUSr6N, UNA nocro 1RAMPOSA 26 3

    de inserci6n esta apreciaci6n expresada para ei Salario Minimo de Insercion(RMI): "EI RMI es una bocanada de oxigeno que mejora ligeramente las condi-ciones de vida de los beneficiarios, sin poder transformarlas [.. . J , permite quelos beneficiar ios v ivan mejor a ll i donde se encuent ran" .4 Una vez mas, no set ra ta de despreciar la importanc ia de esas "bocanadas de oxigeno" que a cen-tenares de mi les de personas les permiten "v ivi r mejor". Pero hay que dar leimportanc ia a la comprobaci6n de que una mayoria de benef ic ia rios del RMI,como de j6venes a los que se d ir igen las po liHcas ter ri to riales , permanecen"alIi donde se encuentran", vale decir, en la zona de la vida social caracteriza-da por un deficitrespecto del trabajo y de la integraci6n social. Desde hace unaveintena de afios esta zona no dejo de aumenta r porque es incesan tementealimentada por una dinamica general de precarizaci6n que deshace los estatu-tos garantizados. La suerte de los "excluidos", en cuanto a 10 esencial, se juegaantes de que caigan. Si previamente no sehace nada , la "lucha cont ra la exc lu-s ion" cor re e l r iesgo de l imi ta rse a un Servicio de Ayuda Medica de Urgenci a

    (SAMU)social , vale dec ir, a interveni r a medida que van apareciendo para t ra -

    tar de reparar las desgarraduras del tejido social. Estas empresas no son iruit i-Ies, pem atenerse a e llas implica una renuncia a interveni r sobre los procesos

    que producen dichas situaciones.

    l-:r.poblac!ones en problemas, uno se brinda los medios de una c d ie ri ur a e sp e -ci.(icay c ui da d os am e n ie e n fo ca d a,al t iempo que economiza acciones mas ambi-c iosas, ~ero tambien mas costosas, y no ya indeterminadas, y para las cua lesno se dispone de tecnologfas profesionales propias.v

    Al t ratarse de las nuevas pobl aciones que hoy pa de cen de un d 'fi it d. t ., e CI e1~ egraclOn, como los desocupados de larga duraci6n 0 los j6venes mal escola-rizados enbusca de empleo, la extension de este proceder presenta sin embar-g~ u~ grave pe .ligro. ~o~duce a de sconocer e l p e rf il p ro p io de esos nuevospU~~ICOS su dlfere~cla irreductible respecto del de la cIientela clasica de laa:CI?n SOCIal. Esta clientela se caracterizaba por un deficit personal que lavol-v~ame~ta para seguir elregimen comun (disminucion, desequilibrio psicolo-gICO,"madaptaci~n social" . .. ) . Pero la mayoria de las nuevas pohlaciones enproblemas no esta compuesra por invalidos, deficientes 0 "c~sos sociales", Lapru~ba es que hace veinte a fios esas personas que hoy sol ic it an una a tenc i6npart icular se habr ian integrado por s fmismas a l orden del t raba jo y habrianIlevado a cabo una vida ordinaria. De hecho, fueron invalidadas p or la coyuntu-ra: ~oque las,m~rgin6 fue la ~ransformaci6n reciente de las reglas del juegosocla~ '!econor~llc.o.Su tratamiento, en consecuencia, no depends de una inter-vencion especlal~zada para "reparar" 0 "tratar" una incapacidad personal,salv~,que se co~sldere que el conjunto de los j6venes con deficiencies de inte-g~aclOnson delmcuentes 0 enfermos, que todos los desocupados 10 son envirtud de ~~a t~ra individual , tesis rarame nt e de fe ndi da hoy en esa formaextrema, ru siquiora por las ideologias mas conservadoras. Mas bien son aque-110sque Jacques Donzelot l lama "normales imitiles"? y que yo calific dU II 1 0 e

    su?~r~umeranos .8 Su drama rad ica en que las nuevas exigenc ias de la com-pet it iv idad y la competenc ia , l a reducci6n de las opor tun idades de empleo,hacen que en adelante n o h ay a m as e sp ac iopara todo e lmundo en la sociedaddonde nos resignamos a vivir. Pero enfrentar esta coyuntura para cambiarla

    5. EIpensamiento de la exclusi6n y la "lucha contra la exclusion" correspon-den asi , f inalmente, a un tipo clasico de selecci6n de la accion social: delimiterzona s de int erve nci6n que pueden da r lugar a a ctividades de re pa ra cion.Semejante construccion puede comprenderse. Parece mas realista atenerse aproblemas para los cuales Ia acci6n social puede movilizar recursos p~opios.Toda la r radicion de Ia ayuda social , por 10 demas, va en ese sen tido . Es ta sedesplego carac te rizando "poblac iones seleccionadas" a par ti r de un def ic itespecil ico. Asi se cristalizaron categorias cada vez mas numerosas de pobIa-

    ciones que dependen de un regimen especial: Invalidos. disminuidos, ancia-nos "econ6micamente debiles", nirios en dificultades, familias monoparenta-les,etc. La referenda a los "excluidos" podria aparecer asi como laapertura deun nuevo segmento, mas amplio y mas indetermi na do sin duda, pero quetambien dependeria de una intervenci6n especializada. 5 AI categorizar y ais-

    "inadaptados sodales"- ue manif . . .._ q e m aru testan una incapacidad para vrvrr como todo el r nundo. Apes :~ d ; su exte~~lOn , l a. ca teg~ :fa s igue carac te ri aandose a par ti r de una deficiencia personal.

    ,SI, las pol:tlcas de insercion podrfun lnterpretarse cOJIlO l a movil izac ion de nuevas tee -nolog tas p ro f:~lOnales , d if eren tes de los metodos c lasi cos de la acc ion soc ia l, pem pro lon-g .ando la t rad:c16n de la mte rvenci6n espec ia li zada , t ra tando de adaptar se a las nuevas s itua -c iones aparecidas desde f ines de los a rios seten ta .

    : Jacques Donze lo t y P~i lippe Estebe, [ 'E ta t a l limateur,Paris, Seuil , 1996.F ~o~~~5cast~1, -: M e ta m _ or ph o se s d e l a q u es ti on s cc ia le . U n e c h ro n iq u e d u s ol ar ia !Paris

    . ~yar ~ ; r ee, . ~ ans, Gal l~mar d, col. "Foli o", 1999 [ trad. esp.: L as m e ia m or f os is d e / a c u es ~tlOllsocIa/. UnacrOnlca del salariado.Buenos Aires, Paid6s, 1997].

    4 AAVV, LeRMIa l'epreuve des fails, Paris, Syros, 1991.5 Es el sentido del termino en la obra de Rene Lenoir ( Le s E xc lu s. U n F ra n9 ai s s ur d ix ,

    Par is , Seu il , 1974} , que comenz6 a popular izar l a noc ion. Los exc lu idos (jl.enoir calcula masde 6 mi ll on es! ) so n t od os aq ue ll os - di sm in ui do s H si co s y me nt al es, a nc ia no s [nvalidos,

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    26 4 LOS CAMINOS DE LA DESAFILIACION

    exigiria medidas de una amplitud diferente de a~~ellas ~ue, p~r titiles que

    se an , i ns pi ra n e l t ra ta mi en to s oc ia l d e l a d es oc up ac io n 0 la m ser ci on d e p ob la -

    cio nes ya inv alidadas po r la situaci6n econ6mica y social.

    ,; j:.[

    6. Ahora podemos comprender por que, a pesar de su inconsistencia te6rica, lan oci6n d e ex clu sion reco ge un consenso tan amplio. Las medidas tomadas p ar a

    luchar contra la exclusion h a ce n l as v ec esd e p ol it ic as so ci al es m as g en er al es , c anob jetivos pr ev entiv os y no so lamente reparado res, que tendrian la meta de con -

    tro lar antes los factores d e d isociaci6n so cial. Esta ten taci6n d e desplazar el tra-

    tarniento social sobre los margenes no es nueva. Corresponde a una suerte de

    p rin ci pio d e e co no mi a a l q ue s e I e p ue de en Fc on :r.a r j us ti fi ca ci m:e s: p ~~ ec e m .a s

    facil y realista intervenir sob re lo s efectos mas visibles de un a disfuncion social

    que con tr olar el p roceso q ue la desen cad en a, porq ue la cobertur ~ de esos efec-

    tos puede efectuarse de un modo iecnico,m ie nt ra s q ue e l m an ~J o .d ~l p ro ces oexige un tratamiento politico. Vi con claridad la fu er za de este pnnClp lO cua~d~tr ataba de com prender la sig nificaci6n d el tratamiento reservado a la mendici-

    dad y al vagab undeo antes de Ia Revoluci6n Ind ustrial. 9 .Durante varios siglos, una parte considerable de las prsocupaciones de

    lo s respon sables de la gesti6n de lo s riesgos de disociacion social se cristaliz6

    en el objetivo de los dos gropos representados entonces por los mendigo~ y

    los vag ab undo s. Para ellos se despleg6 una b ateria extraord inariam en te va~1a-

    da de medidas, la mayoria de las veces de inspiracion represiva. Pero S1 se

    restituye la realidad so cio l6 gica del mendigo v alido 0 del v agabund o, se per-

    cibe que, par 10 general, no representan mas que el caso extremo de .una vul-

    nerabilidad masiva que afecta a amplias capas populares. En parhcu~ar, la

    mayoria de los asalariados de entonces son conde~ados a una precaIleda~

    permanente ya una inseguridad constante en ausencia de un mereado orgam-

    zado del trabajo. Los mas vulnerables entre esos vulnerables se vuelcan Fa la

    mendicidad y el vagabundeo, y se convierten en el blanco de 10 q ue en la epo-

    c a h ac ia l as v ec es d e p ol ft ic as so ci al es.La estigmatizaci6n del vagabundo y el mendigo valido apar:ce aSi. como

    u n comp romise entre la necesidad de h acer f rente a las turbu ~enclas socl~les y

    l a i mp osi bi li da d d e tr at ar la s e n p ro fu nd id ad , p ue st o q ue se rn eja nte r ra ta mi en to

    ex ig ir ia u na tr an sf on na ci 6n c om pl et a d e l as r el ac io ne s d e t ra ba jo . A fa l~ a d e e so ,la represi6n del vagabundeo permite h ac er f re nt e a l os tr as to mo s o ca sl On ad os

    9 Robert Castel, L e e M e t a m or p ho s es d e f a q u e s ti o n s oc i al e, o p .cit.

    . ~

    L A E X CLU sr ON , U NA N oc rO N TR AM PO SA 26 5

    p or la franja mas desafiliada del "populacho", Tambien puede tener una fun-

    ci6n disuasiva mas amplia allanzar una amenaza sobre masas pobres que no

    estan separadas de esa franja extrema, como dice un autor de Ia epoca, "mas

    que por un hilo".1 ASl, el tratamiento del vagabundeo expresa y disimula a la

    vez la existen cia de una vulnerab ilidad masiva en la socied ad del Antigu o Regi-men. H a ce l as v ec esde po litica so cial y de p olitica d el trabajo, p orque " otra poll-ti ca " e n e st os a mb it os t en dr ia u n c os ta e xo rb it an te, c om o 10 demostrara el t rans-

    curso de la historia. En efecto, Ia promoci6n del libre acceso al trabajo y la

    ap ertu ra del m er cad o Iabo ral pond ran fin a la pro blem atica del vagabu ndeo en

    la socied ad preindu striaL Pero p ar a lograrlo h ad falta una revo lu cio n, la revo-

    luci6n indu strial y p olftica que estremecer a a Eur opa a fines d el siglo XVIII.

    No digo que haria falta una revoluci6n para poner fin a la problematica de

    la exclusio n. Pero sf q ue, co mo en otros episo dios histo ric o s, es el m i sm o d e sp la -zamientode l cent ro a la pe ri fe r ia10 que se produce cuando hoy en dfa se reduce lacuesti6n social a la cuesti6n de la exclusion. De este modo, uno se atiene a los

    efectos mas visibles de la "crisis", cuando en realidad uno no se enfrenta a una

    cr isis pu ntual, sino a un p roceso gen er al de desestabilizaci6n d e la cond icionsalar ial. Es el deterioro d e las protecciones que p rogresivamente habian sido

    vinculadas co n el trabajo ]0 que d a cuenta del aseen so d e la vulnerab ilidad

    masiva y, al f in al d el r cc or ri do , d e l a " ex cl us io n" .

    Por consiguiente, podria ser que el principio de economfa que conduce a

    p riv ile gi ar l as in te rv en ci on es s ec to ri al es r es ul te e n u lt im a i nst an ci a p ar ti cu la r-

    mente co stoso; mas costoso incluso , a p esar de las apariencias, q ue po liticas

    preventivas mas amplias y mas dificiles de ejecutar. La capacidad que tuvo el

    Antiguo Regimen p ara tratar el sintoma mas que la cau sa, reduciendo 10 esen-cial de la euesti6n social a una cuesti6n policial a traves de la represi6n del

    v ag abund eo , finalmente tu vo un costo exorb itante: ellibre acceso al tr ab aj o n o

    p udo im ponerse sino al precio de un a perturbaci6n revolucionaria d el conjun -

    to de las relaciones sociales.U Ho y seria posible qu e la cohesio n d e conju nto de

    10 Pierre de Boisguilbert, Mmoire~, 1690.11 Ser fa Ingenue quere r reesc ribi r l a h is to ri a p reguntandose s i los responsab les pol it icos

    de l An ti gu o R egi men , a tr ap ad os en u n s ist em a m uy f ue rt e d e c oe rc io ne s, hu bi er an p od id o"hacer algo mejor" 0 "hace r a lgo distinto", No obs tante, [ a to rna de conciencia del carac te rc rucial de lacues ti6n del l ib re acceso a l t raba jo se impone demanera progres iva en las menta li -d ad es m as h ici da s. Tu rg ot ha ce d e e l e l p ri nci pi o d e ba se de s u em pr esa d e r ef or ma : e l d er o-ga en un m is mo m ov im ie nt o el t rab aj o r egu la do ( la s c or po ra ci on es ) y el t ra ba jo f or zad o ( lo sde po si to s d e m en di ci da d) b or ra nd o as ! l os o bst acu lo s e n e l c am ino d el d es ar ro ll o d e u n l ib rem er cad o de t ra ba ]o , No es i mpo si bl e p en sa r q ue a l o b te ne r e l d esp id o d e Tu rg ot , el p ar ti do

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    266 LOS CAMINOS DE LA DESAFTIJACI6N LA EXCLUSI6N, UNA nocrorc TRAMPOSA 267

    la sociedad fuera pu esta en en tredich o p or el quietismo qu e presidi6 hasta ah o-

    ra el tratamiento de la cuestio n so cial qu e p rivilegia la tematica de la ex clusi6n.

    Este escog e in terven ir en los margen es, olv idand o q ue, com o dice u n viejo p ro-

    verbio chino, "por la cabeza se pudre el pez", Precisamente en el coraz6n de la

    co nd ici6 n salarial apar ecen las f isur as r esp onsab les de la "ex clu sio n" : es an te

    to do en las regu laciones d el trab ajo y d e lo s sistemas d e p roteccio n vin culado s

    co n el trab ajo do nde h abria que inter venir para "lu char co ntra la exclusion ".

    . Bajo la h ~terog eneid ad de las p ractices se deslindan tr es sub con ju nto s pr in -

    cipales, El pnmero realiza la s up re si 6n c om p le ia d e f a c om u ni da d,ya sea bajo la

    forma de ~~ exclusion, como ocurrio con los judfos 0 los moriscos espanolcs ,

    p er o t am bi en p ar a l as d if er en te s c at eg or fa s d e d es te rr ad os , 0 p or I a e jecuci6 n d e

    lo s herejes, lo s criminales y los sediciosos. El g eno cid io rep resentara la fo rma

    po str era d e esta po lf tica d e ex clusion p or e rradicaci6 n total_!4 Otro con ju nto d e

    p ra ct ic es d e e xc lu si on c on si st e e n construir espaciosce rrados recor tados de fa comu-nid~d en el m ism o seno d e la co mun idad: gu etos, "malaterias" p ara lo s Iep rosos," as ilo s" p ar a l os l oc os , p ri si on es p ar a l os c ri min al es. P P Ol ' U lt im o, t er ce ra m od a-

    lid ad esencial d e exclusion , a algun as catego rias de la p oblacio n se les impo ne

    ~ e st ai ui o e sp ec ia l q ue le s p e rm ii e c oe xi st ir e n l a c om u nid ad ,pero que los priva dec ie rt os d er ec ho s y d e l a p a rt ic ip ac i6 n e n c ie rt as a ct iv id ad es s oc ia le s. E ra l a s it ua -

    cion de los judios en Francia en visperas de la Revoluci6n Francesa, como sera

    durante la colonizacion la de los indfgenas, que representan una categoria de

    sub ciu dad anos reg idos p or un cod igo esp ecial (estatu to qu e no debe con fun dir-

    se sin embargo con el apartheid, qu e rem ite al seg un do caso p articular). Las dife-r en ~e s f or ~a s d e s uf ra gi o c en si ta ri o 0 la privacion del derecho de voto para la

    m UJer realizan una ex clu si6 n d e este tipo en el plano polftico,Bajo estas m od alid ades muy div ersas.lv la ex clusion , por 1 0 tan to, presen-

    ta rasgos comunes. Impone una condicion especificaq ue d es ca ns a e n r eg la me n-

    7. En consecuencia, se impone un poco mas de rigor en los usos del termino

    "exclusion". Si evidentemente no se trata de proscribirlo pOTc omplete, hay

    que preguntarse en que condiciones su empleo es legitimo. Como ocurre con

    f recuen cia, aqu f el recu rso a la h istor ia es esclareced or. Ayud a a deslindar cier-

    ta cantidad de rasgos constitutivos de la noci6n que permitiran decidir si es

    oportuno 0 no aplicarlo a tal 0 cual situaci6n contemporanea,

    Si s e puede dudar de que hoy estemos en una sociedad de exclusion, indis-

    c ut ib le me nt e e xi st ie ro n so ci ed ad es d e e xc lu si 6n . L as so ci ed ad es " ho li st ic as ",

    como dirfa Louis Dumont, caracterizadas por la perennidad de los estatutos y

    la sacralizaci6 n de la tr adici6n , fu ncion an en la ex clusion: los "into cables", po r

    e je mp lo , s on c on se gu ri da d excluidos.l- De ig ual mo do , las so cied ades escI a-

    vistas descansan en la exclusion porque mantienen en una posicion de alteri-

    dad total, de ausencia completa de derechos y de reconocimiento social, a la

    par te trab ajador a de su p oblacio n. Mas cerca de n osotro s, la Eur opa p reind us-

    t ri al p re se nt a f or ma s i nd isc ut ib le s d e e xc lu si on .

    Expulsion 0 nmo lacion d e los herejes, hog ueras de b rujas, ejecucio n d e los

    crimin ales de "der echo corm in" (inclu so con m ucha f recuen da para los crime-

    n es c on tr a l os .b ie ne s) , d est ie rr o 0 pena de galeras para los vagabundos y los

    sedicio so s, rep resio n de los desvio s sexu ales com o 1 a bigamia 0 Ia sodomia, e

    in cluso caso s qu e hoy sedan calif icados de pato1 6g icos, com o la lepra 0 la locu-

    ra ... toda la gam a de los procedimientos de exclusion se muestra en este espa-

    cio euro peo en tre los sig lo s XIV Y xvIII.I 3 S in h ac er u na e nu me ra ci on c om pl et a,

    es po sib le distin gu ir u n con junto de r asg os estructu rales q ue la caracterizan .

    modelo.mas consumado de una soc iedad de exc lusion , E lper iodo esta enmarcado por dos medi-das pas ivas , l a expulsion de los judfos en 1492 y la de los descendientes de los conquistadoresm~~u1manes, los r::0riSC?S~en 1609: Pero mientras tanto se despliegan formas mUltiples y siste-mat icas d~ reprcsion re~g1Qsa, ~ohtic~ ~ moral . Estas medidas logra rz in surni r bas tante b ien ypm larg~ hempo, a Esp~ en e lmrnovil ismo yel oscuran ti smo, Vease Augus tin Redondo (din) ,L es P ro bl em e s d e I e x cl us io n e n E sp ag ne ,XVl" et XVfl ' " siecles, Paris, Publications de la Sorbonne, 1983.

    . 1 4 ~ ~ "so lucion . fina l" apl icada a los jud ios y a .Ios g itanos por los naz is representa la cul -rmn act on d e e st a fi gu ra d e e xcl us i6 n. Pe ro e l p ri nci pi o q ue 1 0 ins pira ap are ce mu cho an te s,p or 1 0 men os d esd e e l s ig lo xv r e spa nol , a tr av es d e la p ers ec uci on d e l os conversas,j ud ios y

    musulmanes que a~op!aron0

    fu er on o blig ad os a ad opt ar e l c at ol ic is mo . Nu nca s e p ued eestar>seguro de la e ficacia de una convers ion, s ies c ie rto que los convert idos pueden l levar; at ra ve s de l a s an gre q ue Ir ans rn it en , lo s g er mfme s d e d iso lu ci6 n d e l a ca to li ci dad . E n es ta6ptica, SOl? ~~! u en os c onv ert id os mu er to s, y e sa es la po lf ti ca q ue a pl ic 6 e l a la mas d ur ad e l a I nqu isi ci on e sp an ol a ( ve ase Jo set te Ran die rs La Ro ch e, "Du d is co urs d' exc lu sio n de s[ui fs : ant ijudal sme ou ant isemit isme", en ibid.). '

    15 Michel Foucault (Fo li e e t de rai sona I'age classique; Paris, PIon, 1961 [trad, esp.: H is io ri a d ela l ~c ll 7a ~ la epocaclds ica ,Ma dri d, F ond o d e Cu ltu ra E con orn ic a, 1 97 9] y S u ro e il le r e t p u ni r,Pans, Galh~a:d, 19":5[trad. esp.: Vigilar y c as ii ga r. N ac im ie nt o d e l a p r is ic n.Madrid, Siglo xxr,1994]) expliciro partLculannente esta relaci6n exclusi6n/ encierro.

    16 Otr~ s d ife re nc ias imp ort an te s so n l as qu e se mo nta n s ob re la duraci6n: algunas formasde exc lusion , como las penas de des ti er ro , l as galeras 0 la prisi6n, pueden ser pronunciadas

    de la Cor te y de los privi legios t radicionales habrfa puesto fin a una pol it ica " re forrni sta" quetal vez habria podido ahorrar se la Revoluc ion.

    12 P ar a u na i lu st ra ci6 n c on te mp ori in ea de la e xc lu sio n e n l a I nd ia , ve ase L ou is Du mo nt ,Homo hierarchicus ,Paris, Gallimard, 1967 [trad. esp.: Homo hierarchicus ,Madrid, Aguilar, 1970].Vease tambien Josiane y Jean-Luc Racine, U n e m e p ar ia .Le r i re des asseru is ,Paris, PIon, 1995.

    13 Po drf a to ma rs e el e je mp lo d el si glo d e o ro e sp ano l, q ue , gr ac ia s a l a s an ta al ia nza d e l aIn qu isi tio n y d e u na mo nar qu ia p arti cu lan nen te po de ro sa , si n du da p re sen ta p ara E ur opa e l

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    268 LOS CAMtNOS DE LA DESAFILIAcr6N

    tos, moviliza aparatos especializados y se lleva a cabo a traves de rituales. El

    caso de una de las mas antiguas formas de exclusion en laEuropa cristiana, la

    de los leprosos, 10 ilustra a la perfecci6n. E1presunto enfermo padecfa prime-roun examen.F y si era reconocido como leproso participaba en una ceremo-

    nia religiosa, la "separacion", muy bien nombrada puesto que de algun modo

    daba soIemnemente al enfermo su licencia de la sociedad.l" En ocasiones

    podia salir de la malateria, pero con Iacondicion de recordar su estatuto de

    excluido haciendo sonar las tablillas de san Lazaro.AS1,la exclusion no es ill arbitraria ill accidental. Depende de un orden de

    razones proclamadas. Uno se atreveria a decir que es "justificada", si can esto

    se entiende que tiene su base en juicios y pasa por procedimientos cuya legiti-

    midad es atestiguada y reconocida. Un hereje, por ejemplo, no es quemado

    injustamente, sino porque la herejia atenta contra el "buen orden de la socie-

    dad cristiana".1 9 Hasta la orden real, que a fines del Antiguo Regimen sera

    considerada como el summum de la arbitrariedad, descansa en un conjunto

    estricto de reglas-" y en ultima instancia expresa el fundamento mismo delorden juridicosegun e1cua1"toda justicia viene del rey".21

    Yasea total 0 parcial, definitiva 0 provisoria, la exclusion, en el sentido

    propio de la palabra, es as! siempre el desenlace deprocedimientos oficialesyrepresenta un verdadero estatuto. Es una forma de discriminacion negativa

    que obedece a estrictas reglas de construccion.

    8.Hoy en dia, elhecho de tomar enserio estes criterios deberia perrnitir que

    se controlen los usos legitimos del termino "exclusion". De ello resulta inme-

    diatamente que la mayoria de las situaciones asi calificadas en los discursos

    mediatico y politico, pero tambien sociologico, dependen de otra logica, Lamayoria de las veces se trata de esa vulnerabilidad creada por la degradacion

    ;-_I

    de p or v id a 0 a titulo temporario, y en e st e ul ti mo ca so e l c on den ad o, en p ri nc ip io , pu ed erecuperar e l r egimen conuin cuando "cumplio su t iempo" .17 Jean-Louis Goglin, L e a M i s ba b le s d a n s l 'O c c id e n t m e d ie v al ,Paris, Seuil , 1976.18 En un p ri me r t ier np o, l a e xp er ti ci a er a p rac ti ca da p or u na a ut or id ad r el igi os a, p or qu e

    I a p od red um br e d e l a l ep ra e ra co nc eb id a pr im er o co mo u na c on sec ue nc ia de l pe ca do , L ue-go, l as autor idades c iv il es y medicas ocuparan ese lugar.

    19 En c am bi o, un a c ond en a p ar he re jf a pu ed e s er i nj us ta s i l os pr oc ed im ien to s s on ap li ca -dos sin di scemir ni ento, de 1a mi srna r nanera que se puede hablar en la act uali dad de er rorjud ic ia l, s in ins inuar necesar iamente que la jus ti ci a es injus ta ,

    20 Arlette Farge y Michel Foucault, L e D es or dr e d esfamilies,Paris, Gallimard, 1982.21 Pierre Goubert, L'Ancien Regime,t. II, Par is , Armand Col in , 1973 [ tr ad . esp .: El Antigua

    Regimen,Madrid, Siglo XXI, 1973].

    ... ..~-~~ ...

    LA EXCLUSI6N, UNA NOCI6N TRAMPOSA 269

    de las reladones de trabajo y de las protecciones que Ie estaban vinculadas,

    digamos, para abreviar, par Ia crisis de la sociedad salarial. Podemos entonces

    hablar de "precarizacion", de "vulnerabilizacion", de "marginacion", pero node "exclusion".0 en todo casose da a lapalabra un sentido metaforicopara sig-nificar que algunas categorias de la poblacion ya estan privadas de facto de la

    participacion en ciertacantidad de bienes socialesy amenazadas de caer en una

    situacion todavia mas degradada. Pero es una metafora peligrosa en lamedi-

    da en que conduce a confundir dos logicas heterogeneas. Una, la de la exclu-

    sion, procede por discriminaciones oficiales. La otra consiste en procesos de

    desestabilizacion, como la degradacion de las condiciones de trabajo 0 la fragi-lizacion de lossoportes de Ia sociabilidad.

    Afirmar lanecesidad de hacer semejante distincion no implica ill que esas

    situaciones de marginacion y exclusion no sean graves en si misrnas, ni que la

    exclusionno represente en la actualidad una amenaza. Son graves en sfmismas

    porque, como ya se dijo, alimentan una desestabilizacion general de la socie-

    dad. Observamos asi la multiplicacion de categorias de la poblacion que sufren

    deun deficit de iniegracion respecto del trabajo, el alojamiento, la educacion, lacultura, etc.,y delas que puede decirse que estan amenazadas de exclusion.Estosprocesos de rnarginacion pueden entonces desembocar en la exclusion propia-

    mente dicha, vale decir, en un tratamiento expIlcitamente discriminatorio de

    dichas poblaciones. La triparticion que hemos bosquejado precedentemente

    de las principales formas de exclusion puede ayudar a sopesar esos riesgos,Lamodalidad mas radicalde laexclusion,laerradicaciontotal,parece irnpo-

    sible,salvouna degradacion absoluta pero dificilmenteencarable de la situacion

    politica y social.En efecto,no esta bien visto que una sociedad quehaya conser-

    vado un minimo de referencias democraticas pueda suprimir lisay Ilanarnentea

    sus "imitiles al mundo" 0 a sus indeseables, como a menudo ocurrio antano. 22

    En cambio, la exclusion del segundo tipo, el relegamiento en espacios

    especiales, aparece como mucho menos improbable. En el momento en que

    escribo estas lineas, una voz particularmente autorizada, po.rque es la delministro a cargo "de la integracion y la lucha contra Iaexclusion", acaba de

    encarar el"extrariamiento' deciertos menores y propene "desplazar" a "fami-lias indeseab1es"_23,Para ponerlos d6nde?

    22 Por e je rnplo, e st a condena de un vagabundo par is ino en e[s iglo xv, c it ada por Broni sl awGeremek: "Es d igno de mor ir como i ru it il a Imundo, seordenara que sea colgado como ladron" ,

    23 Vease Le Mende d el 2 0 d e j ul io y d el 11 d e ag os to de 19 95 . E l t er mi no " in de se ab le s" , e np ar ti cul ar , no de be rf a se r e rn pl ea do a l a l ig er a. E s u n de cr et o l ey d el go bi er no Da la di er d e

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    270 LOS CANIINOS DE LA DESAFILIACrONLA EXCLUSION, UNA NOCION TRAMPOSA 271

    Como q ui era q ue sea, Francia no conoce todavi a guetos propiament e

    dichos, es decir, encierro completo de ciertas categorias de la poblaci6n conde-nadas a desarrollar una subcultura espedfica sobre una base territorial, como elunderclass estadounidense. 24 No obstante, esta s ituaci6n es muy fragil, Radicaen la pos ib il idad de mantener en los s it ios mas des favorecidos un conjunto de

    servicios que garant icen un t ratamiento mas 0 menos homogeneo de t oda la

    pohlacion, Tarnbien radica en e l despl iegue de esfuerzos especiales para redu-cir las discapacidades espedficas de esos sitios en una logica de discriminacion

    pos it ive , por e jemplo, la denominada "pol it ica de la ciudad", Pero las evalua-

    ciones de esas polfticas territoriales (vease mas arriba, punto 4), muestran hastaque punto sus resultados son fragiles. El r iesgo de una fractura total es todavfaacentuado por la emergencia de reivindicaciones ident it ar ias sobre una base

    etnica. Riesgo de una conjuncion ent re la dimisi6n de l Es tado ( incluso la apari-cion en s u s ene de orient adones ab iertamente repres ivas ) y la af irmacion de

    identi dades cult urales cons trui das sobre el rech az o de la part icipaci on en la

    sociedad global, y que consagrar ia Ia exi stencia de grupos ai slados urbanos

    recortados por completo del regimen comun de los intercambios sociales. 25

    Pero la terce ra f igura de la exclusion por la at ribucion de un estatuto espe-

    cial a de terminadas categor fas de la poblacion es s in duda la amenaza pr inci -

    pal en la coyuntura actual. Ella radica en la ambigt iedad profunda de las poll-

    ti c as de dis cri mi nacion posit ive. Pueden nombrars e as i las t entati vas para

    compensar las desventajas que padecen a1gunas categorias sociales en mat~ria

    de acceso a1trabajo, al alojamiento, a la aducacion, a la culture, etc. Al cormen-

    zo estas poHticas (politica de la ciudad, zonas de educacion prioritaria, ingreso

    minimo de insercion, poli ti cas de formaci6n para faci li tar e l acceso al empleo,

    et c.) no son di scuti bles puest o que apuntan a g arantiz ar un su plemento a los

    que rnenos t ienen para acercarlos alregimen comun. Pero la observacion socio-log ica mas elemental muest ra que la di scr iminacion pos it iva se convierte con

    faci lidad en discr iminacion negat iva. Es to ocurre con el RMI, un dispositivo

    or ig inal eoncebido para poner a Elotea poblaciones en di fi cu ltad debido a "la

    situaci6n de la economia y el empleo", como dice el articulo 1 de la ley de 1988,y cuy a at ribu ci on est a en vias de convert irse en una marea infamant e. Desde

    es e pu nto de vis ta es part icularmente inq uiet ante oir al propi o minist ro de la

    Repub li ca, qu e propone desplazar a las f ami li as i ndes eab les, recuperar los

    muy viejos acentos que s iempre est igmat izaron a los malos pobres y condenarla "verdadera contrasociedad del RMI", "cultura de inactividad".z6 B la mi ng t hevictim: realmente aqui se t rat a, en efecto, de un discurs o de ex clus i6n. Vemosque es est recho e l margen ent re medidas especfficas que apuntan a ayudar alos g rupos en dif icultad y su instalacion en s is temas de categorizacion que lesat ribuyen un estatuto de ciudadanos de segunda, has ta . .. de "exclu idos".

    El riesg o de la exclus ion, por 10 tant o, no es una f ant asia, pero tratar deconjurarlo exige vigilancia. Esta vigilancia podria jugar sobre tres registros. En

    primer lugar, no gritar que viene ellobo cada dos por tres denominando

    "exclusion" a cualquier disfuncionarniento social, sino distinguir can cuidado

    los procesos de exclusion del con junto de los componentes que hoy eonst itu-

    yen la cuestion social en su globalidad. En segundo lugar, al tratarse de la

    int ervencion s obre las pob laciones mas vu lnerables , es forzarse en qu e las

    medi das de dis cri minacion posi tive que s in duda es indis pens ab le adoptar

    con res pecto a elIas no se deg raden en un es tatu to de excepci on, Esta tarea

    ex tremadament e di fi cil plant e a la cuest i6 n de la ef icacia de las poli ti cas de

    i nserd6 n, porgu e es s obre el exito de las practices de insercion donde se juegala pos ib ilidad de las poblaciones con mas di fi cu ltades de reintegrarse al reg i-

    men comun. En terce r lugar (vease mas ar riba, puntas 2 y 3), recordar que la"lucha cont ra la exclus ion" se ll eva a cabo tambien, y sobre todo, bajo e] modo

    preoentioo, vale deci r, e sforzandose por interveni r antes sobre los factores dedesregulacion de la sociedad salarial, en el corazon mismo de los procesos de laproduccion y la distribucion de las riquezas sociales,

    n ovi em br e d e 19 38 pa ra co n " ex tr an je ro s m des ea bl es " q ue c re 61 0s " cen tr os e sp ec ia le s dereunion": d icho en o tros t lhminos, ]05 pri rneros campos de concent raci6n a la f rancesa,

    24 Sa br e l a n oci 6n de underciass,v aa se Er ol R . R i ck et ts e I sab el V. S aw hi ll , " Def in in g a ndMeasuring Underclas s" , en J o ur n al a f Po li c y A n a ly s is a n d M a n a ~e m e nt ,mim, VII, 19~8. Sobre lad iferencia a ld ia de hoy i rreduc tible ent re los gue tos estadoumdenses y los suburbios france~-es, vease LOlcWacqant, "Banlieues fran~aise~ et ghetto noi~ ~meri~ain; el~rnents de comparar-son sociologique", en Michel Wieviorka, RacIsmeet M~dernlte ,Pans, ~a I?ecouverte, 1993.

    25 E n E st ad os Un id os, e st a c on ju nci 6n en tr e e l r e ti ro d el p ode r pu bl ic o d e l as z ~n as ur ba -nas des favorecidas y la a fi rrnaci6n de un "comuni tru; ismo" ~gres ivo pa~a pro~ucl r l a s~~ ,re-gaci6n espadal y cul tu ra l e s rnan if ie st a. Vease e ll egaJo reurudo por Esprzt, JUnlO de 1995. Le

    spectre du multiculturalisme americain".

    26 Decla racion de Eric Raoul t ante l acomision de asuntos cul tu ra le s y soc ia le s de laAsarn -b lea nac iona l, 27de jun io de 1995. Vease L e M a n d e ,F de j ul io de 19 95 .